[imagen: colaboración especial de DOLO]
PARTE CUATRO
1 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
Los niños, salieron tras el coche, las mujeres gritaban
como en ellas era costumbre, y Esther cuando vio como
perdía de vista el coche, sintió como su mundo de
desmoronaba.
V_ Hijos de puta –susurró enfadado.
T_ Esperemos que todo salga bien –se giró y se percató
que no estaba allí Esther-. ¿Y Esther?
Ns_ Salir a su cabaña.
T_ Voy con ella –su paso era lento y pensativa, ella
también tenía miedo, miedo a perder a Maca, de todas las y
los médicos que pasaron por su vida, Maca y Cruz habían
sido las que más huella habían dejado en ella, a Cruz la
echaba de menos, pero si perdía a Maca, iba a ser para ella
un duro golpe y con esa tristeza entró en la cabaña, allí
Esther sentada en la cama lloraba sin parar. Su visión le
hizo temblar el corazón, se sentó a su lado abrazándola-.
Todo va a ir bien…
En la cafetera, en el asiento trasero Maca veía pasar
los árboles, la espesa vegetación ante sus ojos, pero
aquella imagen de un hermoso cielo animando su paso, no
le llegaba a la mente, en ella, tan solo estaba la mirada, la
sonrisa y el amor de Esther.
El trayecto era largo, agradecía que Massamba y Zulú
hubieran decidido acompañarla, su silencio era
reconfortante porque se sentía acompañada, se sentía
respaldada y profundamente segura, no era fácil atravesar
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la Selva y llegar hasta Brazzaville, lo más seguro era que
debían hacer noche en la ciudad, y sin embargo a ellos no
les importaba estar siete horas de viaje para acompañarla,
para como ella misma sentía, protegerla. Esa parte de la
gente de África era lo que le hacía estar allí, lo que le daba
ese calor especial, los miraba y sabía que a pesar de ese
rictus que parecía infranqueable y gélido se escondía el
mismo gesto de rabia que las mujeres le habían entregado
al verla marchar, en ese instante, le hubiera gustado dar
marcha atrás en el tiempo y haberse negado por primera
vez en su vida a hacer algo que venía haciendo desde que
estaba allí, ayudar a la gente a sufrir menos. Suspiraba
constantemente perdida en sus pensamientos, sabía que lo
que iba a hacer era arriesgado para su carrera pero
también para su corazón, pero no se le ocurría nada mejor,
esperaría hasta el último momento y lo haría, pero
entonces pasó por su mente un flash que le hizo
estremecerse y aún sentir más rabia.
M_ “¡No creo que se le haya ocurrido venir!... si está
tan desesperada… no sería la primera vez que lo intenta”…
Entonces recordó como la había manejado a su antojo,
como le había echo ir y venir sin ella darse cuenta cegada
por ese amor que sentía por ella, un amor que le había
anulado la vista, y el conocimiento, un amor que le hizo
sentir a parte de pareja, madre, y fue ella, la única que en
esa relación con Julia, dio, a penas recibió, y durante el
tiempo que había pasado, nunca había podido superar su
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traición, fue tan solo la presencia a su lado de una mujer
maravillosa la que le ayudó a salir de un pozo de angustia,
y odio contra si misma del que pensaba nunca podría
hacerlo, pero todo en la distancia, ahora, en ese instante en
que el cielo se había dibujado para ella en ese azul
celestial, la Selva cantaba y lucía hermosa para ella, sintió
que lo que tanto había temido y era un reencuentro para
enfrentarse a ella, quizá había llegado, lo que había temido
ese día para mirarla a los ojos podría llegar pero en ese
momento suspiraba segura porque quería demostrarse a
ella primero y demostrarle a Julia después, que esa luz que
siempre la hipnotizó y manejo, ya no le afectaba, que
estaba apagada ante sus ojos y ahora era diferente, más
fuerte, porque en ese momento sí tenía algo por lo que
verdaderamente luchar, alguien que valía la pena, alguien
que le había conquistado poco a poco, por muchas cosas,
sus miradas repletas de amor, sus miradas repletas de
furia, su maravillosa sonrisa, su gracioso andar, su genio, ,
su inmenso corazón, aquella manera suya de demostrarle a
corazón abierto el amor que sentía por ella y hacerle sentir
tan querida, tan amada como compañera, tan respetada
como médico, era sin duda lo mejor que había pasado en su
vida, una vida que le había destrozado la persona que
estaba segura se encontraba detrás de todo aquello. Nuevo
suspiro y los ojos de Massamba se cruzaron con los suyos
por el espejo retrovisor, no hacían falta palabras, sabía que
le estaba mostrando su apoyo incondicional.
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En la aldea sin los refugiados, y sin Maca, todo parecía
triste, era la primera vez que se marchaba sola, y aquello
les tenía a todos preocupados, Vilches había hablado
nuevamente con Dávila, y veía desde su despacho como
Esther trabajaba sin descanso junto a Sissou, le explicaba
por señas y con un kikongo algo primitivo las cosas que
debía aprender o hacer, en otros momentos aquellas
palabras suyas tan mal pronunciadas habrían provocado
carcajadas por doquier, pero en aquel momento lo único
que hacían era que todos se percataran que no quería
pensar. Y tras acabar de arreglarlo todo y las clases que le
había dado sobre maneras de curar, se fue al huerto a
ayudar a Lula. La muchacha la miraba con tristeza, veía en
su rostro la marca de la preocupación, entonces se acercó a
ella que estaba haciendo un hoyo en la tierra, y puso su
mano sobre el hombro, Esther agradeció aquel contacto, se
levantó y la abrazó rompiendo a llorar.
Lu_ Malembe…
El llanto era tan de su corazón, que por primera vez en
la vida sintió que alguien era para ella necesario, hasta
llegar a África no había dado con nadie en su vida que le
importara tanto que su ausencia le hiciera sentirse
desdichada, aquella despedida le había partido el corazón,
quería pensar que todo iba a salir bien, pero algo le hacía
dudar, en ese momento en que Lula con su calor le
acunaba, seguía pensando en que dentro de su tristeza por
un futuro incierto, era afortunada, no solo Lula, todos los
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hombres y mujeres de la aldea le habían estado dando
ánimos, hasta los niños le habían pedido jugar al fútbol, y
tanto Mona, Valiente como Ramón no la dejaban sola ni un
solo instante.
El camino se le hizo largo y pesado, se detuvieron en
un par de ocasiones donde tuvo que revisar a una mujer,
Massamba le ayudó con Zulú y algunos de los hombres que
llevaban las camionetas, uno de ellos era enfermero y el
otro médico, pero la mujer no se dejaba tocar por ellos,
ante sus gritos fue Maca la que se ofreció a ayudarla.
M_ Massamba me quedo en el camión, esta mujer está
embarazada.
Ma_ Si mwasi nosotros ir pendientes.
M_ Gracias –lo miró a los ojos agradecida por todo lo
que habían estado haciendo por ella en silencio-. Si
necesito ayuda hago una señal.
Ma_ De acuerdo Mwasi. Yo decir al conductor.
M_ Melesi.
Y allí fue, entre medio de esa gente que la miraba con
sus ojos perdidos, con sus ojos tristes, ellos pensaban y
sufrían por sus vidas, todos sabían lo que les esperaba en el
campo de refugiados, al menos sabían de su triste futuro,
ella, no sabía si volvería a su aldea, y eso la tenía medio
loca. Por esa razón agradeció que a pocas horas de llegar a
la capital, donde ya en las carreteras se hacía menos
peligroso detenerse, la mujer rompiera aguas, a la señal de
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Maca, Massamba ordenó tal y como habían quedado
detener la camioneta donde viajaban, las mujeres ayudaron
a Maca, no fue un parto fácil y su rostro así lo indicaba, el
médico y enfermero le dieron los utensilios que podría
necesitar en caso de complicación, pero su ya experiencia
en ese tipo de casos, le ayudó a que lo complicado al final,
quedara en nada. Las mujeres le dieron la enhorabuena, el
niño con sus berridos informó a todos que estaba bien, pero
la madre al verle la cara lo rechazó. Maca cerró los ojos y
ante la negativa de las mujeres, tomó el bebé en brazos y
se lo llevó con ella a la cafetera.
Ma_ ¿Qué hacer?
M_ Lo llevamos con nosotros, no me fío, no vayan a
echarlo a la carretera.
Z_ ¿Es niño?
M_ Sí Zulú, niño.
Z_ Mejor vida Mwasi.
M_ Pues sí, mejor vida que si fuera niña pero... sin
madre, no sé que decirte.
El niño había sido producto de una violación, la madre
como tantas otras mujeres lo había rechazado, aquellos
niños hijos de las violaciones, según en que tribus no eran
bien recibidos por las madres, los rechazaban y si en la
tribu habían mujeres viudas eran entregados a ellas, o
simplemente los dejaban de lado hasta que morían. Eran
parte de l historia que no sería recordada, tantos perdidos
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que era mejor no imaginarlo. Ella había asistido a mujeres
que al ver al niño habían sufrido ataques de ansiedad, de
locura, les recordaban tanto al momento vivido que no
podían ni mirarlos, había visto abuelas hacerse cargo
porque sabían que con los días, el sentimiento de odio de
las mujeres iba menguando, y acababan criándolos, había
visto niños a los que ellos mismos habían llevado a los
lugares donde gente con gran corazón y pocos recursos,
habían levantado pequeños orfanatos, donde no solo
habían niños, también muchachas que habían sido
expulsadas por sus tribus, al ser violadas. Todos aquellos
recuerdos le nublaban la vista, y allí entre sus brazos aquel
pequeño que le había ayudado a llegar a un mundo donde
no era reconocido. El corazón le dolía, pero su situación no
era la mejor para pedir que se lo entregaran, quizás en otro
momento, y con la compañía de Esther, podría haber
solicitado su adopción.
Al llegar al campo de refugiados que quedaba a la
entrada de la ciudad les estaba esperando Dávila, su gesto
le hacía ver a Maca que las cosas no iban a ser sencillas,
que su seriedad iba a ser nada más el principio de su propia
pesadilla. Bajó con el bebé en brazos, acunándolo porque
tenía hambre, le había dado un poco de leche que Zulú
llevaba y lo habían logrado calmar, pero no lo suficiente.
D_ ¿Y esto?
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M_ No es mío si es lo que estás pensando –le dijo con su
lado y porte borde.
D_ No estás en disposición de hacer muchas bromas
Maca.
M_ Lo ha parido una mujer que fue violada, no lo quiere
a su lado y ninguna de las mujeres que van con ella quiere
hacerse responsable.
D_ Joder... pues estamos buenos... llegas tarde y no
podemos entretenernos.
Ma_ Yo entregar mwasi.
M_ Gracias Massamba, te lo agradezco –le dio al niño
dejando un beso en la frente de pequeño, entonces se dio
cuenta que su camisa estaba manchada de sangre.
D_ ¿Estás preparada?
M_ Sí, claro –dijo convencida-. Deja que me cambie por
lo menos la camisa.
D_ De acuerdo.
Maca cogió su mochila, sacó su camisa y entonces vio
algo que le llamó la atención, lo reconoció al segundo, era
el amuleto que siempre llevaba Lula con ella, al verlo sus
ojos se llenaron de lagrimas, seguían sorprendiéndola,
debía hacer todo lo posible para que no la sacaran de allí,
suspiró con fuerza entró en una de las cabañas y se
cambió. Salió con sus vaqueros, sus botas y la camisa
blanca.
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M_ Ya estoy.
D_ Bien, no va a ser fácil, he estado valorando las
posibilidades un poco con ellos, de los tres responsables
que van a hablar contigo solo hay uno que te va a echar
una mano, y se lo debes a Teresa.
M_ ¿A Teresa?
D_ Sí, fue hasta Longo para hablar con el doctor
Mwemba, le explicó todo como había sucedido así que, creo
a poco expliques las cosas con suavidad, él no va a ser
quien se oponga a que sigas aquí.
M_ Teresa –susurró sonriendo.
D_ Pero no te hagas ilusiones, sabes que estás
expedientada varias veces, y en esta has puesto a la
enfermera García en peligro.
M_ Eso no es verdad.
D_ Pues eso tendrás que demostrar. Ernest Farroud es
homófobo te lo aviso.
M_ ¡Qué bien!, lo han dispuesto todo ¿no?
D_ Lamentablemente sí.
M_ ¿Y quién es el tercero?
D_ El doctor Lamboard –le dijo despacio.
M_ Joder... con las ganitas que me tiene.
D_ Pues ya sabes.
M_ O sea, negro, negro.
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D_ Exacto. ¿Puedo sugerirte?
M_ Sabes que sí.
D_ Admite que fue tu error que serás buena chica y no
volverás a hacerlo, que quisiste afán de protagonismo, pero
que tu superior te ha hecho entrar en razón.
M_ ¿Estás de coña? -se detuvo en su carrera y lo miró
seria
D_ ¿Quieres estar junto a Esther?
M_ Sí –admitió con rapidez.
D_ Pues tú misma Maca, tú misma.
Mientras en la aldea, Esther se había tranquilizado un
poco, Lula le había hecho algunas confesiones que le
habían arrancado carcajadas entre lagrimas, y le había
prometido superar aquel momento difícil con serenidad y
fortaleza, el reloj era una constante en su mirar, desde que
había llegado a África, era una pieza que le sobraba, en ese
día, era su mayor enemigo. Estaba en la cocina ayudando a
las mujeres con la comida, cuando Teresa se acercó a ella
la veía pensativa.
T_ ¿Qué tal vas?
E_ A esta hora debería haber entrado, ¿no?
T_ Yo creo que sí, pero recuerda que no habían llegado
puntuales.
E_ Joder...
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T_ No desesperes o será peor.
E_ ¿Crees que esté ella?
T_ Espero que no, pero si está no me preocuparía por
nada, creo que a Maca le vendría muy bien enfrentarla.
E_ ¿Tú crees? –enarcó una ceja preocupada.
T_ Completamente, creo que cuando vea que no tiene
nada que hacer, la dejará en paz.
E_ Si es tal y como tú me has contado y la propia Maca
me ha contado, no creo que nunca la deje en paz, es más,
si Maca es dura con ella, la veo en Madrid de por vida, no
parara hasta que lo consiga.
T_ Vale... lo reconozco, yo también lo he pensado
pero... no quiero reconocerlo –dijo abatida.
E_ Si se va... me marcharé yo también Teresa –le dijo
mirándola a los ojos, unos ojos tristes de la mujer.
T_ Si os vais mi corazón va a sufrir un duro golpe,
pero... reconozco que será lo mejor para las dos, os amáis y
no podéis estar separadas –le sonrió con tristeza.
E_ Siempre podremos volver de incógnito ¿no? –trató de
sonreír aunque sus ojos se habían llenado de pena.
T_ Claro –se abrazaron ante la mirada triste de todas-.
Claro que sí.
En el despacho de uno de los principales edificios a
donde habían llegado Dávila y Maca para la entrevista, era
uno de esos edificios importantes donde parecía no estar en
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África, señorial, y con algún que otro lujo. Subieron hasta el
segundo piso, pasaron por algunos despachos con las
puertas de madera blancas, y se detuvieron ante unas
puertas dobles, allí una mujer les esperaba, les hizo
sentarse para avisar que ya habían llegado. Maca paseaba
de un lado a otro, hasta que se apoyó en el marco de la
ventana y se quedó mirando aquella ciudad, que parecía
imposible fuera capital de un país con tanta pobreza,
miseria y drama. Estaba pensativa mirando, con una
sonrisa en sus labios ya que había por un momento
imaginado a Esther en sus calles, descubriendo sus Iglesias,
y no pudo más que sonreír, pero la sonrisa se le borró
cuando oyó una voz justo detrás suyo de mujer.
_ Hola Maca...
Agachó un poco la cabeza, cerró los ojos y con lentitud
se fue girando...
M_ Vaya Carolina... que gusto verte –sonrió de lado.
Ca_ ¿Todo bien?
M_ Sí, todo bien, ¿y tú? –la miraba fijamente.
Ca_ Trabajando un poco.
M_ No trabajes demasiado –le sonrió con tranquilidad.
Ca_ Lo siento, pero he tenido que declarar y...
M_ No te preocupes, todo está bien –volvió a sonreírle.
D_ Maca tenemos que entrar.
M_ Claro. Bueno Carolina, hasta ahora.
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Ca_ Adiós.
Dávila puso su mano en mitad de la espalda de Maca y
la acompañó hasta dentro de una sala, donde había una
mesa alargada y tres hombres esperando su entrada, frente
a ellos, una mesa más pequeña con dos sillas, los rostros de
los hombres, dos hombres blancos y uno de color, eran
serios, sin duda, le esperaba un momento complicado.
Dávila esperó a que ella se sentara, y después lo hizo él.
Dr. Lamboard_ Buenos días Doctora Fernández.
M_ Buenos días doctores.
Dr. Farroud_ Ha llegado usted tarde.
M_ Lo siento se nos complicó el viaje con una mujer
que...
Dr. F_ Vamos a lo que interesa doctora Fernández –le
interrumpió como si realmente no le importara lo que
hubiera pasado.
D_ Doctor Farroud, me gustaría decir que el retraso se
ha debido a un parto complicado que la Doctora Fernández
tuvo que asistir.
Dr. Mwemba_ De acuerdo, no importa si esa ha sido la
causa, lo comprendemos Doctor
Dr. L_ ¿Sabe usted por qué está citada?
M_ Sí, algo me ha comentado Dávila –hablaba seria
mirando a los ojos en sus respuestas.
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Dr. F_ Usted ha desobedecido a su superior, al acudir a
una misión que no era parte de su trabajo, además de
hacer algo tan ilegal como lo que usted hizo –su tono era
duro, sus ojos transmitían una profunda antipatía-. ¿Lo
reconoce?
M_ Sí –Dávila la miró de reojo, agradeció que pusiera de
su parte.
Dr. F_ Además de poner en riesgo a su compañera
enferma la Sra. –leyó el nombre-. Si, García.
D. L_ ¿Reconoce usted ese hecho?
M_ Sí.
D. F_ Contésteme... ¡buscaba usted un trato de favor
con esta enfermera!, ¡impresionarla, quizá!
M_ ¿Cómo? –lo miró con sus ojos echando fuego, Dávila
suspiró con malestar por sus malas intenciones.
Dr. F_ Creo que usted ahora es su ¿novia? –le preguntó
elevando las cejas con cierta ironía.
D_ Doctor Farroud, creo que ese tema no es el que
estamos tratando aquí, ¿no le parece?
Dr. F_ Me parece que su doctora, ha tratado de
impresionar a una mujer mediante un hecho que...
M_ Mire... si la Enfermera García estuviera aquí, ya se
habría levantado y le hubiera pateado los cojones –le dijo
furiosa.
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D_ Maca por favor –le dijo en voz baja tratando de que
se frenara.
Dr. F_ ¡Doctora Fernández! –le llamó la atención.
M_ ¡Doctora Fernández nada!, ¿qué es lo que quieren?,
echarme de aquí porque le salvé la vida a una mujer,
porque hice un trabajo que nadie tuvo el coraje de hacer,
por ayudar a un médico integro e inteligente que a saber
porque les molestaba y lo han echado, ¿por eso me tienen
aquí? Para juzgarme según el código de alguien
determinado –las venas de la garganta se habían marcado
en su cuello, sus ojos duros e implacables miraban
indistintamente a los tres hombres, su voz no se había
elevado, y eso todavía le hacía mucho más duro su tono,
más rotundo acompañando una mueca amenazadora. Tomó
nuevamente aire y tratando de aparentar calma siguió-. Me
tienen aquí en esta maldita e inútil junta porque les
molesto, ¿y saben qué?, a mí me molesta su hipocresía
desde esa mesa se ve poco la realidad, ¿si ustedes vieran
las barbaridades que veo yo a diario, no harían lo mismo?,
son médicos ¿no salvarían vidas que fueran posible salvar?,
¿no evitarían sufrimientos a niños, mujeres, ancianos?
Dr. L_ Doctora hay muchas maneras de ayudar y la que
usted hizo no fue la correcta.
Dr. F_ Es más, tenemos aquí una declaración suya
donde usted dejaba bien claro que la enfermera era la
mujer de su vida, ¿es o no así?
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M_ Sí, lo dije, es la mujer de mi vida ¿y eso que tiene
que ver?, me tienen aquí por haber hecho algo que para
ustedes es ilícito, no por lo que yo pudiera decir, ¿qué pasa
que vale más la palabra de una chivata de mierda qué mi
trabajo?, ¿y qué si es la mujer de mi vida y ella no me hace
ni puto caso?
D_ Creo que están llevando el caso por donde no es
Doctor Farroud, admito que se le pueda abrir un expediente
por haber actuado mal.
Dr. F_ Actuado mal y haber inducido a la enfermera
García a hacerlo también, ella no quería.
M_ Miren, no sé a donde quieren llegar… pero les voy a
decir algo, si lo que tratan de hacer es expulsarme,
quitarme la licencia para seguir unida a este proyecto,
adelante, ¡háganlo!, pero nadie me va a sacar de África,
hay miles de proyectos a los que ayudar que seguro no son
tan hipócritas como ustedes tres, ¿quieren sacarme de
aquí? ¡háganlo!, pero nadie me va a sacar de África y si
tengo que hacer millones de veces cosas ilícitas como
salvar vidas, las haré, les parezca bien o no, así que...
ustedes mismos.
Dr. F_ Doctora Fernández no hemos terminado.
M_ Ustedes puede que no, yo sí.
Se levantó y salió de allí a paso ligero, se marchó en
busca del pasillo que se acordaba era el correcto, abrió la
puerta sin escuchar como Dávila la llamaba, entró, cerró y
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desafiante mirándola a los ojos se apoyó con las dos palmas
de las manos en la mesa mirándola desafiante. Tragó saliva
y con voz gélida le dijo.
M_ Llámala.
Ca_ ¿Qué?, no sé que quieres...
M_ Sabes perfectamente lo que te estoy diciendo...
llámala y no me hagas perder más tiempo.
Ca_ De acuerdo –marcó un número de teléfono esperó,
la señal, aguardó hasta que otra voz le contestó y tuvo que
cortarla-. No Julia, espera, no soy yo quien quiere hablar
contigo... es Maca.
M_ Gracias –tapó el auricular miró a Carolina y le dijo
con gesto duro e implacable-. Déjame sola.
Durante unos segundos pasó por su mente que iba a
ser la primera vez que hablara con ella desde que se
despidieron tras la traición, durante unos segundos pensó
que debía ser contundente, su corazón temblaba, sus
manos también, pero exhaló un profundo suspiro cuando
vio que estaba sola, destapó el auricular y volvió a
suspirar...
Contemplando el atardecer, se había quedado Esther,
sentada en el porche de su cabaña con la mirada perdida
viendo como los pequeños jugaban con Valiente y Ramón,
mientras Mona estaba sentada a su lado, nunca había
echado de menos a nadie como en ese momento lo hacía
con Maca, sus ojos tristes habían visto como Vilches
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entraba en el hospital, había estado conteniéndose toda la
tarde no había querido preguntar ni una sola vez al hombre
si sabía algo, era consciente que él también estaba
afectado por lo que en Brazzaville estaba ocurriendo.
Vilches, llegó hasta la radio, según la hora prevista
faltaba algo más de media hora para que terminara la
reunión, se había sentado allí conociendo a Maca podía
haber ocurrido cualquier cosa, y él allí estaba atado de
manos sin poder hacer nada. En ese momento sonó la radio
y se precipitó hasta ella.
V_ ¿Maca?
D_ No Vilches soy yo.
V_ ¿Qué ha pasado?
D_ Mira ahora entiendo lo que Teresa me decía, no lo
podía creer pero ahora si.
V_ Dávila no me vengas con rodeos, ¡habla claro joder!
D_ Esto es todo una artimaña de Julia, estoy seguro, le
acusan de haberte dejado solo en la misión, de haberse
llevado a Esther engañada para seducirla.
V_ ¡Anda ya!, ¿seducirla?, ¿en una operación?, ¡pero
esto que es, un mundo de locos!
D_ Vilches… Maca perdió los papeles o bueno… no los
perdió, sino, reivindicó sus derechos como médica, les dijo
que si querían expulsarla que lo hicieran pero no se iba de
África.
19 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
V_ Con dos cojones.
D_ He hablado con Mwemba, a él le parece que es
injusto, que se le podría poner una falta grave, sin retirarla,
está convencido que es una médica como pocas, pero los
otros dos…
V_ Cabrones, son dos contra uno –dijo pensativo.
D_ Así es, si le quitan la licencia, de aquí se va a Madrid
Vilches.
V_ ¿Cómo?
D_ Ya sabes como funciona la burocracia, si lo deciden
tendrá que volver a España, desde el momento en que
tomen la decisión.
V_ ¿Y dónde está ella? –se pasaba las manos por la cara
nervioso.
D_ No lo sé, salió despavorida y no sé donde fue.
V_ Imagino… ¿y qué le digo yo a Esther?
D_ La verdad.
V_ Pues ya puedes ir preparando la incorporación de
una enfermera, si Maca se va, Esther lo hará detrás.
D_ ¿Sabes lo que me fastidia de todo esto Vilches?, el
poder, como siempre el poder, el poder de una sola persona
para entorpecer un trabajo digno. Me consta que Maca
puede hacer locuras ¡quién no las ha hecho! Si estamos
rodeados de sufrimiento, pero esto no es justo, y lo peor, es
que no podemos hacer nada.
20 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
V_ Voy a hablar con Cruz, ella debe saber algo más, me
dijo que una vez finalizará que nos pusiéramos en contacto
con ella… debe poder hacer algo desde Madrid.
D_ A Maca le ha perdido su pasado, Julia y todo lo que
vino después.
V_ Justamente ahora que tiene una oportunidad… en fin
–suspiró con rabia-. Voy a hablar con Cruz, y después
tendré que hacerlo con Esther, es capaz de coger el camión
y plantarse allí.
D_ Que no haga tonterías, voy a ver si puedo conseguir
algo, hablaré yo también con mi superior.
V_ De acuerdo. Contrólala Dávila, Maca enfuruñada es
un peligro.
D_ Lo sé.
V_ Adiós.
T_ ¿Qué? –le preguntó con cierto temor y nerviosismo
Teresa con la presencia de Esther.
V_ Mal no os voy a engañar –les dijo con gesto triste-.
Van a por ella, han mezclado todo y como resultado lo más
seguro es la expulsión.
T_ Pero… no lo entiendo –susurró mirando a una Esther
que se le llenaban los ojos de lagrimas.
V_ Es muy fácil, ha ido a por ella, Julia y su poder, la
reclaman y Maca ha caído, es así de simple.
21 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
Y_ Ziku, nswalu na mwasi kunata na kamwana mbefo -
(doctor rápido una mujer trae un niño enfermo) decía
nervioso asomándose a la puerta.
V_ ¡Vamos! –se levantó y las dos mujeres fueron tras él.
Fuera del hospital una mujer había llegado con un
burro y un carro, con dos niños más y su marido, el aspecto
de los niños era enfermizo, al igual que el suyo, el hombre
miró a Vilches y le rogó.
H_ Luzolo ziku, luzolo mono mwana kufwa nge (piedad
doctor, piedad, mi hijo se muere).
En ese momento, los problemas de todos se disiparon
en el aire, Esther con rapidez tomó la pequeña criatura de
los brazos de una madre que caía al suelo tras entregar a
su hijo.
E_ Vilches tiene fiebre, está ardiendo.
T_ Yo me encargo de la madre, Sissou kwisa kusadisa
mono -(Sissou ven, ayúdame) le dijo a la joven que
enseguida fue a ayudarla con la madre, mientras, Nsona y
Lula iban a ayudar a los niños que al ver a su madre en el
suelo rompieron a llorar-. Nsona no te acerques…
Ng_ Yildas vandaka kusadise mono, banzandu nde
kunata hospital (Yildas vamos ayúdame, hay que llevarla al
hospital) dijo el joven que se había convertido ante la
ausencia de Massamba en el protector de la aldea.
22 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
T_ Nsona prepara comida, Zambi trae los niños por
favor.
La tensión volvía nuevamente a la aldea, mientras
Vilches y Esther se habían marchado directamente al
quirófano junto al padre que respondía las preguntas de
Vilches, Sissou y Teresa, disponían todo para la madre
desmayada y los niños, ayudadas por los hombres, como
siempre que ocurría algo, todo fue más rápido, Lula trajo
agua, y la repartió entre los niños.
T_ Vilches la madre se ha desmayado, parece que
también tiene fiebre.
V_ De acuerdo, que Nsona no se acerque a nadie lo
primero, recemos para que no sea Sarampión que Lula
salga os quiero solo a ti y a Sissou. Los niños en su casa sin
salir ¿de acuerdo?
T_ Está bien.
V_ Puede ser una simple diarrea complicada por la
desnutrición, pero si es sarampión estamos perdidos.
Vamos a ponerle un gotero con antibiótico a todo tren.
E_ De acuerdo.
V_ Cógele dos vías.
E_ Si… está ardiendo.
V_ Sissou –la llamó y la chica enseguida se plantó allí-.
Trae agua, y esa planta que tiene Lula para la fiebre,
mézclalo y te quiero aquí en menos de un minuto.
23 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
S_ Si, Ziku.
E_ Cuarenta de fiebre, Vilches.
V_ Joder… vale voy a revisar a los otros dos niños –le
hizo una señal al padre y salieron juntos.
En mucho menos de lo que le había pedido Vilches,
Dib entraba acompañando a Sissou con una vasija de barro.
Esther asintió mientras le preparaba el gotero de antibiótico
y le inyectaba para bajarle la fiebre.
D_ Sissou decir que los niños fuera también fiebre –le
dijo Dib a Esther.
E_ Bien, a ver Sissou, manos, muñecas, frente
¿entiendes? –le decía por señas mientras. Dib le traducía-.
Gracias Dib. Voy a ver a los demás. ¿Vilches?
V_ Inyecta a los pequeños, tiene fiebre también.
E_ De acuerdo. ¿La madre? –su gesto era preocupado
pero también lo marcaba una profunda tristeza por su
propia situación, llevaba una lucha interna no quería ser
egoísta pero, no podía dejar de pensar en Maca.
V_ La madre es puro cansancio, lleva dos días andando
con su hijo cargado al brazo, se le han muerto cuatro y
este, como no responda será el que haga cinco.
E_ Joder –susurró rota por el dolor de ver aquella familia
destruida.
T_ Yo me encargo de la madre Esther –le dijo Teresa.
24 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
V_ Encima Maca no está… ¡joder! –dijo con toda la rabia
del mundo reflejada en su rostro.
En la capital, Massamba y Zulú esperaban ver salir a
Maca, en cambio con quien se encontraron fue con Dávila,
se acercaron a él y cuando les explicó lo que había
ocurrido, ambos hombres no pudieron evitar una mueca de
estupor.
Z_ Eso querer decir, Maca se va… ¿eso es? –preguntó
con temor.
D_ Esperemos que no, pero… es lo más probable, sí.
Ma_ No poder hacer eso –le decía serio, muy serio.
D_ Desgraciadamente sí. Cuando salga, venir a mi casa
por favor… allí os darán cena y cobijo.
Ma_ Melesi, nosotros esperar a doctora.
Los dos hombres comenzaron a quejarse ante la
situación, el cariño por aquella mwasi mondele, no hacía
falta mostrarlo, ella lo sabía sin necesidad de nada más que
ese apoyo que ambos le habían querido transmitir, con
tristeza se sentaron en la puerta esperando que saliera
para acompañarla.
En la aldea, se habían calmado un poco, Vilches
parecía que tenía controlada la situación, a los niños les
estaba bajando la fiebre, y la diarrea parecía que se había
cortado, la madre se había despertado y se mostraba
pesarosa pero agradecida, a su lado Nmaba que había con
25 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
su perro, tomado los mandos de la situación, haciendo salir
del hospital a toda la juventud fértil, ella y Teresa, estaban
allí, mientras Esther no se separaba del pequeño que
apenas tendría unos meses, le ponía y quitaba los paños, le
sonreía y acariciaba.
E_ Si Maca estuviera aquí, seguro estaría diciéndote
cosas –el pequeño tenía abiertos los ojos pero parecía
ausente-. Ella tiene mucha mano con los niños ¿sabes?, es
una médica maravillosa, y muy guapa, seguro que con su
sonrisa te hubiera cautivado pequeño, espero que cuando
venga… estés mejor y puedas sonreír para ella –sin poderlo
evitar el miedo se había adueñado de toda ella una vez
pasado la tensión de aquel momento, y como resultado a
aquel miedo, las lagrimas afloraron en sus mejillas mientras
susurraba-. No puede ser así de injusta la vida… no puede
hacerme esto… justo ahora no –negaba con la cabeza con
aire sombrío, entonces el niño comenzó a llorar a pleno
pulmón-. Shhhh, no llores… ¿qué derecho tengo yo a
quejarme, verdad pequeño?
En la capital, Maca estaba saliendo por la puerta
cuando Massamba y Zulú se aproximaron a ella, con sus
gestos lo decían todo, así como el suyo propio mostraba la
incertidumbre del momento, una seriedad extrema le había
dejado la conversación mantenida, un sabor demasiado
amargo en su boca, un dolor en su pecho que trataba de
controlar para no romper a llorar allí mismo.
26 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
Ma_ El ziku Dávila nos mandó a su casa.
M_ De acuerdo, vamos allá.
Z_ Todo ir bien, todo ir bien mwasi –le repitió con su
maravillosa y esperanzadora sonrisa.
M_ Gracias Zulú. Eso espero.
Subieron a la cafetera y se trasladaron entre la gente
cargada con bártulos en la cabeza, animales que paseaban,
niños que bailaban, y todo aquello pasaba por los ojos de
una Maca que seguía sin poder controlar todas las
emociones que había sentido y que había sufrido. Al llegar,
Dávila la miró con una profunda rabia por no poder
ayudarla.
D_ La cena está casi lista Maca, si quieres darte una
ducha y relajarte, te da tiempo.
M_ No tengo hambre, gracias ¿puedo hablar con
Esther?
D_ Sí, claro vamos –le indicó con su mano el camino
hacia el despacho.
M_ Gracias.
D_ Massamba, Zulú, poneros cómodos no hay mucho
sitio pero podréis descansar.
M_ ¿Cuándo van a decirme algo? –le preguntó
encaminándose hacia el despacho con los brazos cruzados
sobre el pecho.
D_ Mañana nos han citado a las diez.
27 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ Bien.
D_ Pasa, antes que hables con ellos, quiero decirte que
he sentido vergüenza allí dentro, sin embargo me siento
muy orgulloso de ti, no sé que va a pasar pero… me siento
orgulloso de ti Maca.
M_ Gracias –dijo con su gesto apesadumbrado-. Espero
que se den cuenta que no tienen razón.
D_ Venga… te paso la llamada y te dejo sola.
M_ Bien.
D_ A ver –trató de comunicarse con Vilches, pero por
más que lo intentó la línea no le permitía recibir señal-. No
sé que pasa… a ver déjame intentarlo de nuevo.
M_ Si quieres ve a cenar, ya lo intento yo.
D_ No, tranquila, tengo trabajo no creo que tenga
mucho tiempo.
M_ Siento si te he entorpecido tu…
D_ ¡Vamos Maca!... después de ver como les has
pateado el culo, y les has demostrado lo que es sentir de
verdad lo que hacemos, no me digas eso, sólo espero que
mañana nos digan que todo queda en un toque de
atención.
M_ Pues si, yo también lo espero –sonrió con tristeza.
D_ Pero sabes que es complicado, ¿verdad?
28 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ Sí. ¿No puedes? –le preguntó algo desesperada al
ver que la línea seguía sin dar señal.
D_ No. A estas horas es más complicado, venga cena y
después con las líneas menos sobrecargadas hablas con
ella.
Maca subió a su habitación, era pequeña y en la cama
casi no cabía, tenía que acurrucar sus piernas para que
quedaran dentro del colchón, pero, poco le importaba
donde dejara caer su cuerpo, miraba el techo mientras una
lagrima caía por su rostro, cerró los ojos suspirando,
recreando su memoria nuevamente la escena que había
vivido en aquel despacho.
Cuando Carolina salió, volvió a suspirar antes de
hablarle, estaba allí al otro lado de la línea, por primera vez
en dos largos años volvería a escuchar su voz. Con actitud
firme, voz áspera y tono contundente habló.
M_ Solo quiero decirte que ni se te ocurra llevar esto
adelante, tú tienes poder aquí, yo lo tengo en Madrid, te
recuerdo que soy una Wilson, una Wilson que puede
disponer de dinero, abogados y jueces, una Wilson que tú
pateaste, y la que te tiene muchas ganas, hasta hoy, me he
callado, no he querido saber nada de ti pero tú has
provocado esto, así que ahora vas a tener que afrontar las
consecuencias, ¡no me hables! No quiero ni escuchar tu
asquerosa voz –le cortó gritando al escuchar que iba a
nombrarla con esa voz dulce con la que tiempo atrás
29 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
conseguía todos sus propósitos-. Solo quiero que escuches,
si haces que esto siga adelante, si haces que me hagan
volver a España, te juro que lucharé por lo que es mío, y
mío también es el pequeño, te denunciaré por haberme
utilizado, porque yo soy la madre de David también, ¡y
sabes que lo hago!, y si no lo imaginas, te lo digo, mi dinero
compra cualquier cosa, tengo personas dispuestas a
declarar a mi favor con tu asquerosa artimaña, así todo el
mundo sabrá de lo que eres capaz, y solicitaré mis
derechos como madre, los tengo y lo sabes, sabes que si
quiero, compartimos la custodia, no quiero saber de ti, pero
sí del pequeño, si tienes cojones sigue adelante con esto, y
te juro que descubrirás mi lado más desagradable ese que
no conoces, no me interesas como mujer, eres detestable, y
te digo más, nunca volveré a tu lado, ni a mirarte, ni a
escucharte porque me das asco y pena, mucha más pena
de lo que puedes imaginar, ¿quieres retarme?, hazlo, sigue
con tu sucio juego, y entonces descubrirás el mío. ¿Quieres
que todo el mundo se entere como te revolcabas conmigo?,
todos saben que soy lesbiana, a mí no me importaría
explicar lo bien que nos lo pasábamos, ¿quieres que sepan
como jugaste conmigo y con tu supuesto marido?, ¿quieres
que descubra todo el mundo tu cara de zorra?, sigue con
esto y te juro que no tendré piedad, y te juro, que te quitaré
al pequeño que no te merece como madre –guardó silencio
por un momento pensó que hablaba sola, era tal el odio que
salía de ella que no había parado a escuchar si estaba allí,
30 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
pero claro que estaba, oía su respiración nerviosa-.
¿Quieres que juguemos Julia?, lo haremos las dos, te lo
aseguro…
Los golpes de los nudillos de Dávila en la puerta la
despertaron de esa pesadilla que había sido su monólogo,
no había dejado hablar a Julia, tan solo vomitó todo lo que
durante tiempo se había callado, que durante tiempo había
pensado pero no había encontrado el coraje necesario para
gritarlo. Se levantó como si su cuerpo pesara toneladas, la
vida se le había burlado en esa curva del camino, pero no
estaba dispuesta a perder.
M_ Hola.
D_ Vamos a cenar Maca, o Teresa luego me hará la vida
imposible si no te cuido –le dijo con una tímida sonrisa.
M_ De acuerdo, ¿has conseguido hablar?
D_ No, ahora cuando cenes lo intentamos de nuevo.
M_ Gracias –al bajar se encontró con Massamba y Zulú
allí de pie mirándola con cierta mezcla de sincera
admiración y cierta inquietud-. ¡Ey! chicos que aún no me
he ido, no quiero ver esas caras ¿eh? –les dijo sonriendo.
D_ Venga vamos a cenar y lo veremos todo de mejor
color.
Cenaron tratando de ver algo positivo dentro de lo mal
que estaba la situación, hablaron de lo que realmente había
31 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
supuesto aquel entramado y como había caído en la trampa
que Julia desde la distancia le había tendido.
En la aldea, Teresa había casi obligado a Esther a
cenar, al terminar se salió hasta su cabaña y se volvió a
sentar allí con la mirada perdida, Mona que no se había
separado de ella, se sentó en sus rodillas abrazada a su
cuello, Valiente se había tumbado en el suelo apoyando los
pies en la espalda de Esther porque Mona no le había
dejado subir a sus piernas. Allí con los ojos mirando hacia la
puerta, aún sabiendo que no se iba abrir, no se separaban
imaginando el momento de la vuelta de Maca, su sonrisa le
quitaría todos esos momentos amargos que llevaba vividos
desde su marcha. En ese pensamiento estaba cuando vio
como Vilches la llamaba por señas, al levantarse, Mona se
fue tras ella y Valiente cayó rodando mientras protestaba el
movimiento brusco de una Esther que salió a toda prisa
caminando.
V_ Es Maca… pero una cosa Esther, trata de que no te
note muy mal, creo que está tocada.
E_ Lo sé, gracias Vilches –le sonrió y entró en el cuarto-.
¿Maca?
M_ Hola mi amor –sonrió iluminándosele la cara,
mientras sus ojos se llenaban de tristeza-. ¿Qué tal estás?
E_ Echándote de menos, pero bien, ¿y tú?
M_ Igual… pensando que esta mañana te he dado un
beso y ahora aquí estamos en la distancia.
32 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ Bueno pero mañana nos volvemos a ver y me darás
todos los que me debes de hoy, ya sé que soy irresistible
pero… ¿no puedes pasar una noche sin mí? –trataba de
sonreír mientras sus ojos se llenaban de lagrimas.
M_ ¡Pero que presuntuosa es mi niña! –sonrió
esforzándose-. Oye… ¿y tú a mí?
E_ ¿Tú qué crees? –de pronto guardaron silencio, un
silencio extraño entre ellas, tras suspirar, Esther le
preguntó-. ¿Qué tal ha ido?
M_ Como esperaba, pero vamos ya les he dicho que a
mí no me mueven de aquí, si no me quieren en este
proyecto será en otro, pero no te voy a dejar.
E_ Bueno, si no te quieren en este proyecto, iremos a
uno que nos quieran –contestó con total seguridad.
M_ Te quiero –susurró con la voz quebrada por la
emoción ante sus palabras.
E_ Yo también te quiero, mucho mi vida… y te aseguro
que aquí todos te quieren y te extrañan, ¡si es que eres tan
pesada que no estás y se nota! –dio una carcajada al
tiempo que le caían ante el movimiento algunas lagrimas.
M_ ¡Eso me lo tendrás que decir a la cara!
E_ Mañana mismo en cuanto entres por la puerta.
M_ Oye Esther… -suspiró para tranquilizar los nervios
que tenía en su interior-. No quiero que te hagas ilusiones
de que va a salir bien.
33 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ Estoy convencida que si, y si no sale bien, no
importa, iremos juntas donde sea –apretaba sus manos,
sudaban ante los nervios que estaba pasando por controlar
sus lagrimas aquella posibilidad n quería ni escucharla.
M_ Puede que me hagan ir a Madrid, quiero que estés
tranquila, si tuviera que irme –sus palabras salieron lentas
como si pesaran toneladas en su garganta.
E_ No vas a irte.
M_ Esther no quiero que sufras ¿vale? –no pudo ya
retener sus lagrimas.
E_ Y yo no quiero que sufras tú, ni que te vayas –musitó
intranquila.
M_ No es fácil te lo aseguro, vienen a por mí… -nuevo
silencio entre ambas-. Esther… no sé que va a pasar, pero
quiero que sepas que aunque tenga que irme o… me
echen, nadie va a separarnos.
E_ Lo sé… ¿si te vas… será para mucho tiempo? –su
rostro se mostraba tenso, una mueca de pánico se reflejó
en él.
M_ Sí –musitó casi sin fuerzas.
E_ ¿Pero vendrás mañana? Al menos a despedirnos.
M_ No lo sé Esther –volvió a cerrar los ojos con pesar.
E_ Maca te quiero –le dijo ya sin retener las lagrimas-.
Debiste dejar que fuera, yo…
34 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ No quiero meterte en esto Esther, no puedo… fui yo
quien por imbecil está aquí.
E_ No Maca, fuiste porque eres así, no entiendo como
pueden decidir apartarte si lo único que has estado
haciendo es salvar gente.
M_ Pero hay un protocolo cariño…
E_ Protocolo –repitió con rabia.
M_ Mi amor… escúchame –su gesto era de un miedo
incontrolado, cerró los ojos y trató de decirlo sin titubear,
acariciando al mismo tiempo la radio como si aquel aparato
fuera el rostro de Esther-. Necesito saber que estás bien, y
necesito que tú sepas que si voy a Madrid volveré, y que si
no me dejan ir a verte, haré lo que sea para ir, Massamba y
Zulú han preparado una buena excusa para llevarme
aunque sea a despedirme de ti, pero necesito saber que
crees en mí, y que, si me voy, nadie va a conseguir que me
quede allí, porque te quiero, porque quiero estar a tu lado y
hacerte feliz, ¿lo sabes?
E_ Maca no tienes que decírmelo, claro que lo sé… de
igual modo que lo sabes tú. Te quiero mucho, no podía
imaginar cuanto, y estoy segura que después nos vamos a
reír de esta ñoñería que nos ha entrado –oyó como Maca
sonreía y lo hizo ella también. Con la voz entre cortada
añadió-. Nadie nos va a separar cariño…
M_ Te quiero Esther.
E_ ¿Has cenado bien?
35 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ Sí, dile a Teresa que Dávila me ha cuidado muy
bien.
E_ Estaba preocupada –se quitaba las lagrimas de la
mejilla. Tras unos segundos en silencio, finalmente le dijo
con cierto titubeo de emoción en su voz-. Nmaba me dijo
que la gente de buen corazón, siempre consigue superar los
obstáculos, y que tú lo tenías, así que no me preocupara.
M_ Dale un beso de mi parte, a ella y a todos –su nariz
se había enrojecido por la emoción y el llanto contenido.
E_ Claro que si, los niños no paran de preguntar por ti,
¡si es que es más famosa mi reina! –exclamó orgullosa.
M_ Aunque te pese, si, lo soy –sonrió-. Bueno Esther…
tengo que colgar cariño.
E_ Mira la luna esta noche, la compartiremos.
M_ Vale –sonrió-. Mañana hablamos, y tranquila que si
todo sale bien no voy a separarme de ti ni un segundo.
E_ Más te vale, te lo advierto. Buenas noches mi amor.
M_ Buenas noches cariño… descansa.
E_ Y tú –cuando oyó el pitido que ponía fin a la
conversación, se derrumbó, lloró con tantas ansias, que en
aquel cuarto su voz quebrada le asustó a ella misma,
entonces notó una mano en su hombro, se giró para
abrazarse a Teresa, pero quien estaba era Mona que con un
suave aullido la acunó entre sus brazos, y Esther lloró en el
36 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
hombro del animal que le abrazaba con fuerza-. No la
puedo perder Mona… no la puedo perder…
Maca no estaba mucho mejor, allí sola lloraba
amargamente, odiaba con todas sus fuerzas a Julia, antes la
había odiado por su mentira, por su juego, por su
humillación, en ese instante la odiaba por separarla de la
mujer más importante en su vida. Cuando se calmó un
poco, salió hasta un patio interior que había en la casa de
Dávila, se sentó a contemplar la luna como estaba segura
estaría haciendo Esther, y allí seguía sin poder retener sus
lagrimas, oyó unos pasos y supo al instante quien estaba
sentándose a su lado, lo miró y vio en sus fríos ojos, un
calor tan tremendo que escondió su cabeza en el pecho de
Massamba, que la abrazó con el ceño fruncido.
Ma_ ¿Querer huir Maca?, Zulú y yo llevar, lejos, hasta
que pase y volver con nosotros a nuestro hogar.
M_ Gracias Massamba –trataba de contener el llanto.
Ma_ La luna nos mira… ella nos protegerá de malos
espíritus.
M_ Ojalá porque si me tengo que marchar, no creo que
lo pueda soportar.
Ma_ Mwasi Esther tampoco –le dijo con el rostro de
expresión grave.
M_ Lo sé.
Ma_ ¿Querer huir? –insistió.
37 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ No Massamba, me queda una oportunidad y espero
poder lograrlo, sino, lo haremos huiré. Gracias por cuidarme
–le sonrió y él la miró con unos ojos brillantes repletos de
amor-. Gracias.
Ma_ Mwasi merecer, nada que agradecer.
Se retiró a su cuarto, Dávila estaba algo liado con sus
problemas y la saludó desde la puerta de su despacho, al
llegar a la habitación no encendió la luz, dejó que los rayos
de luna que entraban por la ventana la alumbraran como si
estuviera en la cabaña, cerró los ojos como si pudiera
visualizar a su lado derecho a Esther, estaría en la cabaña,
en la cama, quizá como ella dando vueltas sin parar,
inquieta, nerviosa hasta límites insospechados. Y es que su
monólogo con Julia le había dejado un sabor agridulce, agrio
por tener que enfrentarse a ella aunque tan solo había
escuchado su voz en un murmullo, dulce porque después
de hacer lo que hizo sintió como la losa que llevaba cargada
en su espalda se había desprendido, como su corazón que
aún guardaba una pequeña herida, había cicatrizado y
como más segura que nunca, se daba cuenta que gracias al
amor de Esther, la vida le daba otra oportunidad para amar,
y esta vez sin duda, ser amada y ser amada de una manera
tan especial como lo hacía Esther que aquel amor le había
llegado en el peor momento, en ese maldito tribunal, que si
bien era cierto había hecho algo que no debía, jamás pensó
que la intromisión de Julia, pudiera causarle tanto
desespero en su alma, apartarse de Esther lo veía como
38 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
una pesadilla, y si lo pensaba su corazón comenzaba una
carrera fuerte y violenta, apoderándose de ella una total
desazón. Vueltas y más vueltas, sin poder cerrar los ojos.
Llorando en silencio, suplicando a ese Dios al que Teresa se
había aferrado en tantas ocasiones, y al que últimamente le
había dado un poco la espalda, que la ayudará, que le
echará un cable en su injusta situación. Finalmente el
cansancio la ayudó a dormir.
La que no dormía era Esther, seguía sentada en los
escalones de su cabaña contemplando la luna junto a Mona
y un Valiente que apoyado en su brazo se había quedado
dormido. Estaba sola, pero, sabía que en presencia, porque
todos le habían estado dando apoyo y calor. Sonrió a pesar
del dolor que sentía.
T_ ¿Puedo acompañarte?, yo tampoco puedo dormir –
apareció Teresa con sus rulos.
E_ Claro que puedes –sonrió al verla.
Mo_ Uhhhhhhhhhh –la señalaba con su dedo
despertando a Valiente que se asomó a ver que pasaba-.
Ahhhhhhh.
E_ Mona que la gente duerme.
Va_ Ah ah ah uhhhhhhh –se levantó yendo a quitarle un
rulo.
T_ ¡Valiente! –lo riñó al ver que se le acercaba a por un
rulo.
39 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ Valiente no –le decía sonriendo Esther.
T_ Pero bueno –lo miraba muy seria y el animal ponía
gesto de comportarse-. Así me gusta, malo es.
E_ Le llama la atención tu cabeza.
T_ Si, pero es que si no… mañana me levanto con unos
pelos… -decía sonriendo entonces vio salir a Ngouabi de la
cocina con algo en sus manos-. ¿Y eso?
E_ Debe tener hambre.
T_ ¿Ngouabi kwisa kudya ata? (¿Ngouabi vas a comer
ahora?) le preguntó con el cejo fruncido.
Ng_ Inga mami -(sí mami) respondió el muchacho con
cara de circunstancias.
T_ ¿ Mono kusadisila nge mnati yanwu? – (¿te preparo
algo caliente?).
Ng_ Ve, ve, melesi mami, na nki bayayi, kele mingi,
melesi (no no, gracias mami con esto es mucho, gracias)-.
Mpimpa na.
T_ Mpimpa na. Que raro… él nunca suele llevarse
comida –dijo para si.
E_ Esta noche tiene hambre.
T_ Ya –no le perdía detalle porque la actitud del
muchacho le parecía extraña-. Bueno… ¿qué tal Maca?
E_ Asustada.
40 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
T_ Imagino. Yo traté de hablar con el doctor Mwemba,
es un hombre muy cabal pero me avisó que lo que Maca
había hecho era para expedientarla, y ya tiene abierto
expediente –hablaba un tanto desanimada-. Aunque a mí
nadie me quita de la cabeza que esto viene de la mano de
Julia.
E_ He estado pensando en eso Teresa, en ella –Teresa
la miró fijamente, su voz le mostraba que algo estaba
pasando por su cabeza, algo que no le iba a gustar-. He
llegado a la conclusión de que… mucho la tiene que querer
Julia para hacer algo así, ¿y si me he entrometido entre
ellas?
E_ He estado pensando en eso Teresa, en ella –Teresa
la miró fijamente, su voz le mostraba que algo estaba
pasando por su cabeza, algo que no le iba a gustar-. He
llegado a la conclusión de que… mucho la tiene que querer
Julia para hacer algo así, ¿y si me he entrometido entre
ellas?
T_ ¡Pero que tontería es esa!, ¡pero qué estás diciendo!,
Maca odia a Julia, Julia le destrozó la vida –decía absorta al
ver las dudas reflejadas en sus pupilas, con gestos
exagerados, con rostro pálido.
E_ Pero todo lo que hace es por recuperarla.
T_ ¡Para usarla y cuando se aburra darle la patada!
E_ No puedo creer eso Teresa, nadie hace algo así por
simple entretenimiento.
41 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
T_ Julia sí, Esther hay personas que son así, ¿cómo
puedes pensar eso después de lo que le hizo con el niño?,
¡y no vuelvas a decir tontería como esa, eh! –le decía fuera
de sí ante la mirada atenta de Mona y Valiente que nunca
habían visto esos ojos tan abiertos, y ellos los intentaban
abrir de igual modo-. Maca te quiere a ti, punto.
E_ Eso lo sé.
T_ ¡Entonces! –le riñó fuertemente.
E_ Lo siento, lo sé… no sé Teresa, estoy muerta de
miedo –rompió a llorar y Teresa la abrazó-. Si se va… ¿qué
voy a hacer yo?
T_ Debemos tener esperanza…
E_ Maca no la tiene, ¿cómo voy a tenerla yo? –
preguntaba con gran pesar.
T_ Porque es una injusticia lo que quieren hacer, y
finalmente el sentido común se impondrá.
E_ La quiero, no he querido a nadie así Teresa, la quiero
tanto que me duele el corazón.
T_ Esther cariño –la abrazó fuerte, después la separó
haciendo que la mirara, Mona se había colgado en su
espalda y Valiente había apoyado su cabeza sobre sus
piernas-. Mírame, nada es sencillo, en la vida hay que
luchar constantemente y aquí lo ves, si a Maca finalmente
la incapacitan como médica, cosa que dudo, y déjame
explicarte el motivo de mis dudas, sé que ella hará todo lo
42 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
posible para demostrar que no ha hecho nada ilegal, tan
solo ayudar y entonces si habrá que llevar testigos para
contrastar informaciones, ella no va a dejar que entre
vosotras la distancia os pueda, al igual que tú, ambas
lucharéis y la lucha merecerá la pena, todo en el caso de
que la incapaciten.
E_ ¿Y mientras tanto?, Maca en Madrid, yo aquí… no lo
soportaré.
T_ Claro que lo soportarás, el amor te ayudará.
E_ No quiero que se vaya, si se va… pediré mi derecho
a rescindir mi contrato, ¿me entiendes, verdad? –la miraba
con cierto temor.
T_ Sí te entiendo, aunque eso signifique perderos a las
dos, lo entiendo y te apoyaré, pero estoy segura que eso no
va a pasar, ¡y ahora a la cama!, no querrás que mañana
cuando venga Maca te encuentre ojerosa… aunque creo
que le da igual, le gustas de todos modos –se miraron y
rompieron en una carcajada mientras Esther se retiraba las
lagrimas de sus mejillas-. Eso está mejor, la muerte es lo
único que no tiene solución Esther, lo demás, nos dolerá
más, nos dolerá menos pero sobrevivimos, mira Maca,
jamás pensó iba a tener una mujer a la que amar, y que la
amara, que ese ejemplo suyo te sirva para mantener la Fe.
E_ Gracias Teresa, te quiero mucho… en este poco
tiempo que llevamos juntas, te has portado conmigo como
una madre.
43 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
T_ Es que soy una madre frustrada cariño… como
Vilches dice, soy la gran Madre de todas las madres -sonrió
débilmente-. Yo también te quiero mucho, ¡venga a dormir!
Se marcharon a la cabaña, y Teresa una vez se metió
en la cama la tapó, le dejó un suave beso en la frente y
acompañada tanto por Mona como por Valiente con el
sonido de la lluvia terminó durmiéndose.
La mañana para Maca apareció con un sol que le
cegaba, no podía abrir los ojos cuando escuchó la voz de
Dávila avisándole para que se levantara sintió que su
cuerpo se resentía de una noche pésima. Se levantó con
cuidado mirando a su lado derecho, allí no estaba Esther,
¡cuánto la había echado de menos!, pensaba para si. Salió
y se encontró con Dávila allí esperándola con gesto tenso,
Massamba y Zulú la esperaban fuera.
D_ ¿Preparada?
M_ ¡Qué remedio! –elevó los hombros.
D_ Pues vamos… espero que salgas de esta Maca, de
verdad.
M_ Gracias, yo también.
Llegaron al edificio, subieron en el ascensor y
conforme se iba acercando a la puerta donde le estaban
esperando, sus latidos se disparaban con un estado de
nervios que para ella era algo nuevo, esa sensación de
estar perdida, de no saber hacia donde dirigirse le creaba
una angustia total, una angustia que iba aumentando
44 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
conforme sus pasos la acercaban al lugar. Massamba y Zulú
tal como hicieran el día anterior, se quedaron en la calle
esperando tras desearle suerte y darle amuletos, Dávila y
ella se sentaron en la puerta tal y como les dijeron. Al
buscar algo de aire en su interior para tratar de
tranquilizarse, giró su cabeza hacia la izquierda
encontrándose con una mirada fría y algo distante por parte
de Carolina, le hubiera gustado gritarle lo que sentía en ese
momento pero era inútil, no tenía ningún sentido perder
fuerzas contra quien había sido cómplice de la trampa que
le hacía estar allí sentada temblando de pies a cabeza, solo
podía aferrarse a que Julia hubiera dado marcha atrás,
conocía a Maca y sabía que era capaz de decir a todo el
mundo la verdad, porque pensaba se habría dado cuenta
que había despertado de su largo letargo, y estaba segura
que la rabia que habría producido en ella era un arma de
doble filo, a pesar de aquel pensamiento, quería seguir
aferrándose a la posibilidad de que para ella había sido su
relación oculta, y la sola idea de verse como comidilla de
los pasillos podía influir en ella lo suficiente como para
echar marcha atrás a su nueva traición o por el contrario,
saber que Maca tenía una nueva posibilidad de ser feliz
lejos de ella, le provocara tanto odio que llevara a cabo la
peor de sus venganzas. Cuando salió la secretaría y les dijo
que podían pasar, Dávila le cogió del brazo con cariño.
D_ Todo va a ir bien.
M_ Estoy cagada Dávila –su rostro así lo demostraba.
45 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
D_ Lo sé. Venga.
Tras un suspiro casi compartido, ambos entraron en el
mismo despacho con la misma disposición de mesas, con
los tres mismos hombres, con las tres mismas caras y
expresiones. Dávila separó la silla de Maca para que se
sentara, así lo hizo, lo agradeció para escuchar el veredicto
debía sentarse antes de desmayarse porque esa era la
sensación que tenía, se iba a desmayar por la tensión
acumulada.
Dr. F_ Buenos días doctora Fernández, hemos estado
valorando los hechos, creo que todo ha quedado bastante
claro para nosotros, hemos comentado su situación con la
Central, y desde allí han comunicado que debe usted
personarse en Madrid para anular su unión con nosotros.
M_ ¡Qué! –se levantó hecha una furia entrecerrando los
ojos dejando su boca semiabierta por la impresión.
D_ A ver… realmente los motivos por los que la acusan
no me parecen los justos para expulsarla –trató de mediar
Dávila al ver el rostro desencajado de Maca.
D. F_ Doctor Dávila, se ha evaluado la situación, son
tres factores, desacato de orden, abandono de sus deberes
y poner la vida en peligro de su enfermera con fines…
M_ Hijo de puta eso es lo que tú crees, lo que tu mente
de mierda cree –gritó yendo hacia él.
46 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
D_ Maca por favor si tienes una oportunidad estas no
son formas –le decía nervioso tomándola del brazo tratando
de convencerla.
D. L_ Doctora Fernández, creo que inconscientemente
usted puso en peligro a la enfermera, deberíamos
expedientarla pero hemos hablado con ella y nos ha
asegurado que usted no le informó de los hechos.
M_ ¡Eso no lo ha dicho Esther! –decía incrédula con los
ojos rojos de indignación y furia.
D. L_ Tenemos una declaración bajo juramento de la
enfermera, ¿quiere ver su firma?
M_ Sí, quiero ver su firma –les dijo desafiante, se
levantó y miró el papel, su gesto fue de impresión,
efectivamente Esther había firmado aquel papel donde
reconocía que no había sido informada de la misión que
iban a hacer-. Esto no puede ser… ¡han falsificado la firma
para ir en mi contra!
D. F_ ¿Nos está llamando corruptos? -se levantó
mirándola fijamente.
M_ Sí –gritó casi trastornada no podía creer lo que sus
ojos veían.
D_ ¡Maca! –trató de frenar su desespero, él mismo
estaba sintiendo el acoso hacia ella de tal modo que se
sentía desconcertado.
47 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ Nada de esto es cierto, Esther nunca dijo nada de
esto.
D. F_ ¿Está usted segura? –su tono y su mirada fueron
tan hirientes que provocaron que los otros dos hombres y
Dávila lo miraran fijamente.
M_ Que le den por culo Doctor Farroud, Esther nunca
firmaría una cosa como está.
D. F_ Vaya... ¿será por algo especial?
M_ Cretino. Les aseguro que esto no va a quedar así –
se dio la vuelta para salir de allí.
D.F _¿Dónde cree que va?
M_ Me voy a contrastar esta información.
D.F_ Tiene un avión esperándola Doctora Fernández.
D_ Un momento, esto no puede ser.. ¿cómo se la van a
llevar así?, tiene sus cosas en la aldea y… -no salía de su
asombro mirando intercaladamente a unos y otros.
M_ No pueden hacer eso, los denunciaré –se sentía
perdida en un laberinto.
D.M_ Lo sentimos pero… era un vuelo que salía hoy y
han aprovechado las circunstancias por eso se le citó ayer.
Sus cosas le llegaran a Madrid.
M_ Me niego a abandonar el país.
D.F_ Si no lo hace será una indocumentada y ya sabe lo
que hacen con las indocumentadas.
48 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ Hijo de puta, hijo de puta –repitió con toda su rabia
encaminándose hasta él-. ¿Cuánto os ha pagado?, ¡cuánto!
D_ Maca por favor calla.
M_ Estáis bajo sus ordenes, pero esto no va a quedar
así, voy a mover cielo y tierra hasta acabar con vosotros…
os lo juro.
D.F_ Nos está amenazando… ¿se da cuenta?
M_ ¡Si, les estoy amenazando porque me echan con
pruebas falsas! No hice nada malo para que me echen.
D.F_ Aquí no hay más pruebas que lo que usted hizo por
ser gallita, está pagando la prepotencia, soberbia y orgullo
con el que trabaja, para ser más que nadie, ¡pues aquí tiene
el resultado! –las puertas se abrieron y dos hombres altos y
fuertes aparecieron tras ella-. Llévensela el avión no
espera.
D_ ¡Un momento esto no se puede hacer así! –dijo
Dávila enfurecido ante el trato que le estaban dando-. Este
trato es vejatorio.
D. L_ Disculpe Doctor Dávila, no hay ninguna clase de
vejación, se le llamó precisamente para aprovechar este
vuelo, la Doctora Fernández reconoció haber actuado mal,
no hay nada más que discutir, el avión está esperándola,
una vez arregle sus asuntos en Madrid tiene las puertas de
este país abiertas, pero su actuación como Médica deja
mucho que desear.
49 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
D_ Están cometiendo un grave error, si dejan que la
Doctora Fernández deje de trabajar con nosotros, se lo
advierto –se giró y salió siguiendo a una Maca que
caminaba con su rostro marcado por un profundo dolor-.
Maca… tranquila por favor.
M_ ¿Cómo voy a estar tranquila?, ¡dime!, lo tenían todo
bien planeado ¡joder! –las lagrimas corrían por el rostro de
una destrozada Maca.
D_ Esto no va a terminar así, haremos lo que sea,
hablaremos con quien sea presentaremos pruebas,
testigos…
M_ Estoy segura que Esther no firmó ese papel… no
puede ser… aunque en ese momento estaba celosa por
Carolina… ¿lo haría?, ¡no como va a hacer algo así!
D_ Lo averiguaremos.
M_ Necesito hablar con ella, necesito hablar con ella…
no puedo irme así –decía desesperada.
D_ ¿Pueden darnos unos minutos? –ante la negativa de
los hombres les dijo-. Por favor… tan solo unos minutos.
M_ Joder –musitó destrozada al escuchar que no podía
ser que se la llevaban ya que el avión esperaba-. Dile que…
dile que…
Ma_ Mwasi… mwasi.
M_ Massamaba, Zulú me llevan… -los miraba con un
miedo afincado en sus ojos terrible.
50 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
Z_ ¡No! –exclamó desencajado.
M_ Decirle a Esther que la quiero, que… que la quiero –
rompió a llorar.
Ma_ Mwasi –su rostro demostró la pena que en ese
instante sentía su corazón.
D_ Maca tranquila todo irá bien… te ayudaremos…
tranquila –decía mientras veía como subía en la furgoneta,
de repente sintió miedo por lo que pudiera pasar, estaban
en África, no habían leyes-. Voy con ustedes.
En la furgoneta, ninguno habló, ambos iban pensativos
en el corto recorrido que les llevaba efectivamente hasta el
aeropuerto. Maca ni siquiera lloraba, le parecía estar
viviendo una pesadilla, pero allí estaba Dávila con el gesto
serio, duro, preocupado por ella, sabía que se había
equivocado muchas veces, pero siempre lo había hecho con
la mejor intención para ayudar a los demás, en ese
momento, en su peor momento no estaba sola, al girarse
cuando partió la furgoneta, vio como tanto Massamba como
Zulú se quedaban como estatuas allí observando como se
marchaba, en ese instante donde se estaba despidiendo de
lo que había sido su vida los últimos cinco años, tampoco
estaba sola, allí a su lado Dávila dándole con el silencio
apoyo, pensando mil maneras de solucionar el problema
que se le venía encima. Lo agradeció. Cuando vio el avión,
sintió unas ganas terribles de salir corriendo en contra
dirección, correr y no parar hasta encontrarse con Esther,
51 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
pero al detener la furgoneta, le dio el tiempo justo para
despedirse de un Dávila muy afligido, sin casi darse cuenta
sus pies subieron las escalinatas, y sin percatarse todavía
de la realidad estaba sentada en un asiento, en su
pensamiento, una y otra vez Esther, no podía asumir que no
la iba a ver, no podía soportar la idea de perderla, apoyó su
cabeza en el asiento desplazando sus pupilas sin moverse
hacia la ventanilla, vio la extensa Selva, pensar que Esther
estaba allí y ella tan lejos, le quebró el corazón, escuchó el
sonido perfectamente del dolor de perderla, ¿qué iba a
pasar ahora?, ¿cómo iba a sobrevivir sin ella?, ¿que iba
hacer sin Esther?, sus preguntas no tenían más respuestas
que lagrimas inundando su rostro.
M_ Esther… Esther… Esther mi vida…
Cuando el sol penetraba por la ventana de Esther, sus
ojos ya estaban abiertos de par en par, no podía dormir
pensando en el resultado de aquel tribunal, su corazón
temblaba de una manera que podía notarlo, su mano
inconscientemente acariciaba la parte vacía de la cama,
donde los días anteriores Maca había ocupado el espacio,
donde se habían besado hasta quedarse sin fuerzas, donde
se habían entregado en cuerpo y alma, se levantó porque
no podía soportar aquel hueco, se duchó tratando de ser
positiva, tratando de encontrar energía para esperar la
resolución, una vez se había vestido, salió hasta el hospital,
allí los niños descansaban, cuidados por su padre y Nmaba
52 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
que era llevada por el perro de un lado a otro. Al ver la
escena, la ternura se apoderó de ella.
E_ Nketo na (buenos días).
Todos le contestaron y durante un rato estuvo con los
niños asegurándose que la fiebre hubiera bajado, y después
se fue a la sala donde habían dejado al pequeño, allí seguía
con su gotero y su madre contemplándolo al lado, sus ojos
repletos de temor cuando miró a Esther. La enfermera se
acercó con cuidado y le tomó la temperatura, le sonrió a la
madre y ésta le dijo:
Mad_ Na mianda ve kumatia kunata ban este mwana
también, ve kumatia -(Los espíritus no pueden llevarse a
este hijo también, no pueden).
E_ Malembe… nge mwana ve kufwa -(tranquila tu hijo
no morirá) le respondió con dificultad pensando muy bien
las palabras.
Mad_ Melesi, melesi –le cogió la mano para besarla.
E_ No, no -se apresuró a no dejar que le besará la
mano, entonces la miró con ternura y la abrazó, la mujer
terminó llorando abrazada a ella que rompió en un llanto
amargo como estaba su interior.
V_ ¿Y esto? –preguntó Vilches desde la puerta con las
manos reposando sobre sus caderas.
Mad_ Ziku… mono mwana vivir.
53 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
V_ ¿Eso se lo has dicho tú? –Esther asintió con la cabeza
limpiándose la nariz-. Ven a mi despacho un momento por
favor.
E_ Si –al pasar junto a la mujer le dedicó una sonrisa
triste pero sonrisa de apoyo. Entró al despacho suspirando-.
¿Qué he hecho mal?
V_ Primero no quiero verte llorar, segundo no puedes
darle esperanzas a esa madre cuando yo no sé si voy a
poder salvar a su hijo.
E_ Es una diarrea Vilches.
V_ Una diarrea que no significa nada en nuestro mundo,
y que en este, significa la muerte de muchos niños,
demasiados.
E_ Lo siento.
V_ Mira sé que estás nerviosa yo mismo lo estoy, no
sabemos nada de Maca y eso nos crea problemas, pero no
puedes nunca dar esperanzas de vida a nadie, aquí no se
pueden dar esperanzas Esther… ¿de acuerdo? –le decía con
el tono amable, casi cariñoso y es que su cara le
preocupaba a Vilches-. No has dormido mucho, ¿quieres
qué se encargue Sissou?
E_ No, no, prefiero hacerlo yo, prometo no abrir la boca
–negó con la cabeza.
V_ Tampoco es eso –sonrió-. Venga… vamos a ver que
podemos hacer por ese pequeño gritón.
54 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ Pobrecillo –sonrió con tristeza porque el niño se
había pasado buena parte de la noche llorando.
La Selva desde el cielo se veía tan imponente, allí en
su asiento seguía llorando sin que nadie se atreviera a
decirle nada, ya llevaba diez minutos de vuelo, diez
minutos lejos de Esther, demasiado lejos, cerró los ojos y al
darse cuenta que volaba hacia España, lejos de la mujer
que amaba, a la que no creía capaz de semejante engaño
comenzó a notar que los recuerdos se le habían quedado
clavados en los pulmones, no podía respirar, se ahogaba,
no podía ni llorar ni respirar, cerraba los ojos y veía la
sonrisa de Esther, y entonces aún sentía mayor el ahogo.
M_ No puedo respirar –susurró-. No puedo respirar…
Junto a Teresa, Esther estaba preparando el desayuno
para los niños, a los pequeños de Nsona y Nmaba les
habían dado unas pastillas para evitar que se contagiaran,
y los tenían apartados del hospital. En la cocina todo era
silencio, no habían cantos, ni risas, ni susurros, todas
esperaban la llamaba de Dávila, y ver entrar a Maca por la
puerta.
E_ Teresa ahora vuelvo –le dijo para no llamar su
atención.
T_ Muy bien hija.
Ns_ Está mal.
T_ Si Nsona… está sufriendo muchísimo, temo tanto esa
llamada.
55 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
V_ ¿Dónde está Esther?
T_ No lo sé me ha dicho que salía un momento, ¿no te
has cruzado con ella?
V_ ¿Si me hubiera cruzado con ella te lo preguntaría? –
Teresa lo miró con dureza, Vilches suspiró y dijo-. Me han
avisado que Dávila se va a poner en contacto con nosotros.
T_ Dios mío… ya… ¿tan pronto?...
V_ Sí… demasiado pronto, vamos –le dijo con gesto
preocupado.
Mientras Esther había seguido con la mirada a Ngouabi
que llevaba en sus manos comida, le llamó la atención su
actitud, tal y como la noche anterior le había pasado a
Teresa. Se fue tras él, viendo que entraba a la granja donde
no habían animales, abrió la puerta con cuidado y oyó su
voz, se acercó hacia el lado desde donde provenía la voz, y
vio atónita como allí había una de las chicas que debían
estar en el camión camino al campo de refugiados. Al verla,
la chica grito, Ngouabi se giró asustado.
Ng_ Mwasi Esther.
E_ Ngouabi, ¿qué significa esto?
Ng_ No querer ir… ella vivir en dos campos de
refugiados, no querer ir…
E_ Ya pero… ¿no tiene familia? –la chica se había
escondido tras él, y él negó con un movimiento preocupado
56 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
con su cabeza-. Entonces deberías decirle a Vilches… no
puedes tenerla aquí encerrada.
Ng_ Ziku la mandará lejos.
E_ Eso no lo sé pero… la chica tiene que tomar aire, no
puede vivir aquí.
Ng_ No querer ir.
E_ Pues lo hablamos con Vilches pero aunque tu
intención ha sido buena, no creo que sea lo correcto
Ngouabi –lo miraba con ternura.
Ng_ Esperar a mwasi Maca… ella seguro decir si.
E_ Maca –musitó como si como si al escuchar su
nombre todo en ella volviera a sacudirse-. Maca…
Ng_ Si mwasi… Maca –insistió al ver su gesto.
E_ De acuerdo esperaremos a Maca, ¿se encuentra
mal?, ¿tiene algún problema?
Ng_ No melesi.
E_ Vale, será nuestro secreto –le sonrió con algo de
dificultad, entonces escuchó su nombre en la voz de
Vilches-. Me llaman, esconderos.
Salió del establo, pasando desapercibida, cuando
Vilches se giró la vio caminar hacia ellos con aire nervioso.
E_ ¿Han llamado?
V_ Ahora va a llamar Dávila.
E_ Joder… joder… ¿no es muy pronto? –decía nerviosa.
57 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
V_ No lo sé Esther, ¡no me pongas más nervioso, joder!
T_ Vamos a tranquilizarnos chicos… de esta me sale
una úlcera de estómago.
V_ La próxima vez que haga otro numerito a mis
espaldas, te juro que de una patada en su puto trasero la
envió a España.
T_ Anda… anda…
E_ Que no haya pasado nada por favor –dijo para si con
tono de suplica mirando al cielo antes de entrar.
Mientras en el avión, el ahogo persistía, una azafata se
había acercado a Maca, al mirarla vio que era el rostro de
Esther, en otro cuerpo. La cogió de los brazos fuertemente
mientras lloraba, se ahogaba y quería hablar sin atender a
las explicaciones de la azafata que le pedía justo lo
contrario, que guardara silencio.
M_ Esther… Esther… no… no…. –su respiración era tan
agitada, un dolor punzante en su pecho, el corazón al borde
de estallar en mil pedazos, un sudor frío apoderándose de
su cuerpo y sus pupilas volviendo a mirar por la ventanilla,
despidiéndose de Esther, despidiéndose de la Selva.
En el despacho, alrededor de la radio, todos esperaban
ansiosos las palabras de Dávila, Esther se había sentado en
la silla ajena al sufrimiento de Maca, Teresa caminaba de
lado a lado tratando de tranquilizar sus pulsaciones, Vilches
manejaba la radio porque la frecuencia se había perdido.
58 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
T_ ¿Y ahora qué pasa?
V_ Esto no funciona ¡mierda!
E_ No puede ser…
V_ Y tanto que puede ser… ¡Dávila me oyes!, ¡Dávila!,
nada se ha cortado… tendremos que esperar a que vuelva
a llamar.
E_ Mierda... Mierda –renegó con lagrimas en los ojos y
un sufrimiento total cerrando los ojos y al hacerlo las
lagrimas comenzaron a recorrer su rostro.
V_ Venga Esther... todo irá bien –la abrazó emocionado
también.
T_ La próxima vez, no le darás tú la patada, ¡cómo hay
Dios que se la doy yo! –murmuró casi histérica.
La agonía de Maca no tenía fin, se sentía morir y nadie
hacia nada tan solo la miraban extrañados por su
comportamiento, su corazón latía con demasiada fuerza, su
ahogo estaba llegando a limites insospechados y entonces,
un grito se apoderó de todo su mundo y su interior.
M_ ¡No Esther... no!. ¡Mierda! –se sentó en la cama con
la respiración agitada, sudorosa, agotada, abatida, pasando
su lengua por los labios tratando de tranquilizarse-. Ha sido
una pesadilla Maca, una pesadilla.
D_ ¡Maca!... ¿estás bien?
M_ Sí, sí...
D_ Te espero en cinco minutos, vamos a hacer tarde.
59 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ Joder... es verdad –se levantó a toda prisa se dio una
ducha y apoyó su frente en la puerta antes de salir-. Que no
se cumpla... por favor... que no se cumpla.
Salió y se encontró con Dávila allí esperándola con
gesto tenso, Massamba y Zulú la esperaban fuera.
D_ ¿Preparada?
M_ ¡Qué remedio! –elevó los hombros.
D_ Pues vamos… espero que salgas de esta Maca, de
verdad.
M_ Gracias, yo también –la pesadilla se repetía aquello
lo había vivido ya.
Llegaron al edificio, subieron en el ascensor y
conforme se iba acercando a la puerta donde le estaban
esperando, sus latidos se disparaban con un estado de
nervios que para ella era algo nuevo, esa sensación de
estar perdida, de no saber hacia donde dirigirse le creaba
una angustia total, una angustia que iba aumentando
conforme sus pasos la acercaban al lugar. Massamba y Zulú
tal como hicieran el día anterior, se quedaron en la calle
esperando, Dávila y ella se sentaron en la puerta tal y como
les dijeron. Al buscar algo de aire en su interior para tratar
de tranquilizarse, giró su cabeza hacia la izquierda
encontrándose con una mirada fría y algo distante por parte
de Carolina, le hubiera gustado gritarle lo que sentía en ese
momento pero era inútil, no tenía ningún sentido perder
fuerzas contra quien había sido cómplice de la trampa que
60 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
le hacía estar allí sentada temblando de pies a cabeza, solo
podía aferrarse a que Julia hubiera dado marcha atrás,
conocía a Maca y sabía que era capaz de decir a todo el
mundo la verdad, porque pensaba se habría dado cuenta
que había despertado de su largo letargo, y estaba segura
que la rabia que habría producido en ella era un arma de
doble filo, a pesar de aquel pensamiento, quería seguir
aferrándose a la posibilidad de que para ella había sido su
relación oculta, y la sola idea de verse como comidilla de
los pasillos podía influir en ella lo suficiente como para
echar marcha atrás a su nueva traición. Cuando salió la
secretaría y les dijo que podían pasar, Dávila le cogió del
brazo con cariño.
D_ Todo va a ir bien.
M_ Estoy cagada Dávila “joder… lo he vivido ya” -pensó
para si.
D_ Lo sé. Venga.
Tras un suspiro casi compartido, ambos entraron en el
mismo despacho con la misma disposición de mesas, con
los tres mismos hombres, con las tres mismas caras y
expresiones. Dávila separó la silla de Maca para que se
sentara, así lo hizo, lo agradeció para escuchar el veredicto
debía sentarse antes de desmayarse porque esa era la
sensación que tenía, se iba a desmaya por la tensión
acumulada.
61 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
Dr. F_ Buenos días doctora Fernández, hemos estado
valorando los hechos…
Maca había cerrado los ojos, sabía lo que venía
después, lo había vivido demasiado recientemente, lo sabía
su pensamiento estaba con Esther, ¿cómo lo tomaría ella?,
¿qué haría?, podría denunciarlos por falsificar pruebas, a
eso se aferraba pero para eso tenía que implicar a Esther y
jugar con la posibilidad de manchar su carrera espléndida
como enfermera, Julia lo tenía todo muy bien atado, seguro
que Carolina le había informado hasta del último detalle. De
pronto la mano apretando su brazo de Dávila la volvió con
gesto apesadumbrado a la sala al mirar aquellos tres
hombres que le habían tratado de humillar.
D_ Enhorabuena –sonrió ampliamente.
M_ ¿Qué? –miró y vio como los dos médicos salían con
gesto de disgusto de la sala mientras el tercero se le
acercaba, ella no entendía nada-. No… no…
D. M_ Creo que se ha hecho justicia Doctora Fernández,
me siento engañado le aseguro que me ha molestado
mucho formar parte de este circo.
M_ ¿Quiere decir qué no me voy?
D. M_ Sí te vas, pero te vas a tu aldea, a tu lugar a
seguir haciendo ese magnífico trabajo que realizas y del
que deberías escuchar a Teresa hablar, te admira, y su
admiración provocó en mí una disputa por que te quedaras,
me gustaría mucho que pudieras seguir salvando vidas,
62 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
ayudando a mi gente con ese coraje que has demostrado
tener aquí, porque profesionales como tú es lo que
necesitamos, solo te digo una cosa, se prudente ¿de
acuerdo?
M_ Doctor Mwema, ¿ese papel dónde estaba la firma
de…?
D. M_ Tú no la crees capaz ¿verdad? Suerte Doctora -le
sonrió y se marchó.
D_ Pues… parece que está todo resuelto ¿no?
M_ Dávila… joder… me tiemblan las piernas –decía
sonriendo-. Creo que ya no sabría vivir sin Esther.
D_ Lo sé, venga vamos a decírselo que esta mañana se
me ha cortado la conversación y no ha habido manera.
M_ Si por favor… espera… no… tengo una idea mejor.
Estaba radiante de felicidad, tanta que al salir vio allí a
Massamba y Zulú en silencio apoyados en la cafetera
esperándola, no les hizo falta saber nada, su sonrisa la
delató, después se fundió en un abrazo con ambos ante la
sonrisa de Dávila.
Mientras los nervios en la aldea seguían disparados,
Teresa había visto a Esther pasear de un lado a otro, tras
ella siempre Mona y Valiente, unos pasos más atrás Ramón.
Era un espectáculo ver a los cuatro aldea arriba, aldea
abajo, de pronto Vilches interrumpió aquel paseo, ella
acudió frente a la radio nuevamente con los nervios
63 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
destrozados, con una ansiedad que nunca antes había
descubierto en ella. Teresa acudió con ella pasándole la
mano por los hombros, Vilches se sentó y esperó escuchar
la voz de Dávila.
D_ ¿Estáis ahí?
V_ Sí, ¿y Maca?
D_ Pues Maca ha salido a hacer algunas cosas aquí, y
después va para allí.
E_ ¿Eso quiere decir que…? –no pudo seguir sus ojos se
habían anegado de lagrimas y su voz se quebró.
D_ Eso quiere decir que ha salido airosa de esto… y os
aseguro que no pensaba que pudiera hacerlo.
V_ ¡Ufffffff! –su resoplido inundó la sala se pasó las
manos por la cara como quitándose un verdadero peso de
encima.
T_ Gracias Señor –susurró Teresa abrazándose a una
Esther que lloraba de felicidad.
E_ Maca…
Cuando la noticia llegó a las mujeres, alzaron la voz y
los hombres que quedaban en la aldea comenzaron a
cantar, otra vez, nuevamente para ellos, la familia estaba
completa. Dib, Yildas y Ngouabi, decidieron salir de caza
para ofrecerle a Maca a su vuelta, la mejor pieza como
regalo. Los niños comenzaron a jugar, Mona y Valiente sin
dudarlo ante el jolgorio que se había formado entre todos,
64 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
abrazando a una Esther tan emocionada como risueña, se
incorporaron de manera activa a aquellos cantos alegres
que inundaban el corazón de Esther sintiendo el calor hacia
ella, y como no, el calor y cariño hacia Maca.
Mientras en Brazzaville, Maca había ido a una tienda
donde la dueña era muy amiga de Teresa, había entrado
junto a los dos hombres, se sentía radiante y feliz, por
tantas cosas que sentía la necesidad de llegar, abrazar y
besar hasta quedarse sin fuerzas a Esther, pero antes de
partir las siete horas que la separaban de ella y del resto de
su gente, quiso llevarles un buen regalo, en la tienda, ella
seleccionaba telas y colores muy llamativos, quería una
celebración de su boda por todo lo alto y sobre todo, feliz y
repleto de color y alegría, la amiga de Teresa le sacó las
telas más impresionantes que tenía reservadas por si
alguna novia llegaba sin dinero, era un alma caritativa que
ayudaba a la gente pobre, como muchas veces le dijo
Teresa, una Robin Hood de África les sacaba dinero a las
poderosas que llegaban a la ciudad en busca de las mejores
telas para sus fiestas, y se aprovechaba para después,
repartir con las pobres. No preguntó nada más pero al
saber que en la aldea iba a ver una boda, les ofreció
aquellas telas con alegría, los dos hombres observaban
como el rostro de su mwasi mondele había cambiado su
expresión totalmente, del rostro apagado que había tenido
durante el tribunal había pasado a ese rostro reluciente y
feliz que mostraba la tranquilidad interior que había en ella.
65 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
Las risas de Zulú sobre todo eran más que continuadas,
porque Maca cogía una tela y les iba poniendo dueñas,
incluido para Mona, Valiente y los perros, las risas fueron
totales cuando una tela roja dijo que iba a ser para Vilches.
M_ ¿No Zulú? –le preguntó muerta de risa.
Z_ Sí mwasi, sí.
M_ Y esta… a ver… ven Massamba –el hombre se pudo
recto erguido con la mirada perdida en posición de
guerrero, Maca le colocó una tela amarilla de raso, le
envolvió se separó un poco y lo miró muy convencida
mientras Zulú se tenía que tapar la boca para que
Massamba no se enfadara con él, pues había visto el
movimiento de sus pupilas buscarlo de reojo-. Perfecto, y
ahora tú Zulú.
Z_ Si mwasi.
M_ A ver… esta si –cogió un verde reluciente y muy
gritón, hizo la misma operación que había hecho con
Massamaba, y esta vez era él quien trataba de no reírse-.
Estáis muy guapos, francamente, pero muy guapos,
vuestras mujeres van a babear.
Entonces los tres se miraron y lo único que pudieron
hacer fue explotar en una carcajada que contagió hasta la
dependienta, y a la dueña, y en un arranque puro de
felicidad, la mujer de hielo, la mujer que parecía no tenía
sentimientos, la mujer distante se quitó todas las capas que
cubrían su corazón y se mostró tal como lo que sentía en
66 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
ese momento, feliz, abrazó primero a un Massamba que no
se sorprendió, la conocía a través de sus ojos y sabía lo que
existía en su interior, sin embargo, cuando le tocó el turno a
un Zulú verdoso se sorprendió tanto que no sabía que hacer
con sus manos.
M_ Gracias por vuestro apoyo, de corazón. Gracias.
Ma_ Mwasi merecer, ¿vamos a mwasi Esther? –la miró
con una suave sonrisa que no lograba dulcificar su rostro.
M_ ¡Si! –exclamó feliz-. Que ganas tengo de verla
¡joder! “bueno y de eso…de eso también! De sentir sus
besos, sus dulces caricias… y entonces se dijo-. Lo que
tengo ganas es de hacerle el amor… ¡ay Maquita lo que te
ha cambiado esa pija maravillosa!”. Sonrió traviesa al
pensar que iba a tenerla entre sus brazos aquella noche.
En la aldea, Esther había estado recogiendo algo de
fruta, también algunos pocos tomates, y los puso en un
plato, se había asegurado que nadie la viera, pero sin saber
muy bien de donde apareció Teresa asustándola.
E_ Que susto me has dado.
T_ ¿Dónde vas con todo eso? –la miraba fijamente.
E_ Pues mira… saber que viene Maca me ha abierto el
apetito –sonreía nerviosa mientras Mona le robaba un
plátano y salía corriendo-. ¡Mona ven aquí!... serás bicho…
Mo_ Ah ah ah ah ah ah –reía abiertamente mostrando
sus dientes mientras le daba un trozo a Valiente.
67 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
T_ Solo se ha llevado un plátano mujer… ¿podrás pasar
sin un plátano, verdad? –la miraba fijamente a los ojos.
E_ Sí, claro… si –sonrió más nerviosa todavía ante
aquellos ojos que parecían juzgarla mientras aguantaba el
plato sobre su cadera.
T_ ¡Ay mi chica! –le dijo cogiéndola de las mejillas
mientras le pellizcaba en ambas-. ¿Verdad que tú no vas a
engañar a mami Teresa?
E_ ¡Pero cómo te voy a engañar! –sonreía no muy
convencida mientras Teresa se ponía en jarras-. Bueno
vale… pero… Ngouabi no va a confiar en mí nunca más.
T_ ¿Es sobre la chica que tiene escondida, verdad? –
Esther la miró incrédula-. A mí edad, ¿vais a querer
tomarme el pelo?
E_ Lo siento es que… me pidió que esperara a que
llegara Maca.
T_ ¿Por qué te crees que yo estoy haciendo la vista
gorda? –le sonreía.
E_ No Mona –le riñó al ver que su manaza aspiraba a
coger otro plátano y se giraba con rapidez.
Mo_ Prrrrrrrrrrrrrrrrr –le hizo una larga muy larga
pedorreta.
E_ ¡A mí no me vengas con esas, eh! –la miró seria
frunciendo sus cejas y blandiendo el plátano al aire.
Mo_ Uh, uh –parecía pedirle perdón.
68 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ Eso está mejor, toma – finalmente le dio el plátano -.
Si mami Teresa lo sabe, nos dará comida.
T_ ¿Por qué crees que sobraba comida, eh? –sonreía de
lado.
E_ Eres única –sonrió ampliamente.
T_ Lo sé, pero no sé lo digas a nadie. ¿Cómo estás?
E_ Uf, pues mira, siento que me está dando un bajón
brutal.
T_ ¿Por qué no haces una cosa?, le das a la muchacha
la comida, le dices que esté tranquila que dentro de poco
ya podrá salir del escondite, y te acuestas un rato,
descansas que me imagino que cuando esta noche os
reencontréis va a ser de esos tórridos reencuentros… ¡ay
que una no está ya en edad de escuchar según que! –decía
con gesto de mártir.
E_ No seas mala Teresa… tengo tantas ganas de
poderla estrechar en mis brazos. ¿Qué habrá pasado?
T_ Lo sabremos cuando nos lo cuente… porque yo lo
veía muy negro.
E_ Lo sé… yo estaba preparándome mentalmente para
estar un tiempo separadas, pero… ¡uf! –resopló
fuertemente poniéndose la mano en la frente-. La quiero
con locura Teresa.
T_ Y no sabes tú la alegría que eso produce en mí,
pensé que el fantasma de Julia nunca la dejaría ser feliz,
69 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
pensé que su vida nunca sería completa, pero teniéndote a
su lado, creo que si la feliz completa no existe, al menos, se
sentirá querida, amada y a Maca, ahí donde la ves, tan
fiera, tan segura de si misma, tan fuerte, en el fondo, en
ese fondo que quiere enmascarar bajo todas esas posturas
suyas, lo que necesita es un amor de verdad, como tú,
tuvistéis educación en grandes escuelas, ropa por doquier,
coches, caballos en su caso, pero os falto el cariño y el
amor, creo que por eso el destino os unió, porque dos
caminos que iban perdidos se encontraron y formaron esa
carretera llamada Amor, Amor con mayúsculas –le acarició
la cara pues una lagrima caía por sus mejillas mientras la
miraba repleta de ilusión-. Y no era justo que la maniobra
de una manipuladora pudiera con ese amor.
E_ ¿Puedo confesarte una cosa?
T_ Claro.
E_ Si Maca se hubiera marchado a Madrid, me hubiera
ido yo, y si hubiese tenido que enfrentarme a Julia lo
hubiera hecho, tus palabras me hicieron pensar mucho, una
mujer que ha engañado a Maca de esa manera, con el
pequeño, y jugando con lo que Maca pensaba era amor de
verdad, tenía que saber que ella no estaba sola, que me
tiene a mí, y que, defenderé y lucharé nuestro amor por
encima de todo lo que sea necesario. De igual manera que
si Maca decide luchar por su hijo, me tendrá a su lado.
¿Crees que querrá?
70 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
T_ No lo sé, ese tema siempre fue tabú, cuando la veía
caminar perdida por la aldea sabía que pensaba en su hijo,
pero no solía hablar del tema, ¡contigo todo es diferente,
claro! –hizo un chasquido con los labios sonoro y divertido.
E_ Jajajaja –no pudo aguantar la carcajada y con los ojos
entrecerrados susurró-. Pero que mala eres…
T_ Sí, sí, ¡y lo que te rondaré morena! –sonrió-. Venga
ahora a la cama…
E_ ¿Puedo preguntarte algo?
T_ Claro –se detuvieron antes de salir del huerto.
E_ ¿Cómo supiste lo de la chica?
T_ Vi a Ngouabi hablar con Lula, tuve miedo que en la
ausencia de Massamba pudiera ocurrir algo que no
deseamos nadie –Esther la miraba fijamente con atención,
aquel pueblo era su pueblo, y aquellos habitantes, eran su
familia-. ¿Recuerdas que lo vimos por la noche también? –
Esther asintió-. Pues aquello fue lo que me hizo sospechar,
así que estuve pendiente de que ocurría entre ellos y vi
como Lula, le daba comida, el resto lo supuse.
E_ ¿Y qué pasara con ella?
T_ En teoría aquí no podemos ser más, solo nos queda
la cabaña de Lula, pero en cuanto el niño sea más grande,
quizá vuelva porque ya no necesitará la protección de
Massamba.
E_ ¿Se irá de su lado? –la miró con los ojos abiertos.
71 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
T_ No están casados, y aunque él se hago cargo del
pequeño, si Lula no tiene relaciones con él, pues… son sus
leyes, él se encarga de ella, ella se encarga de que no le
falte comida, aseo y eso lo harán por separado.
E_ Yo creo que Massamba la quiere.
T_ Yo también, pero Lula no supera su miedo a los
hombres, su silencio interior es tan poderoso, que no puede
superarlo.
E_ Es genial… ¡si supieras lo que hizo! –sonrió
abiertamente.
T_ ¡Cuenta, cuenta!, que no hay muchos chismes…
En aquel escalón que había transcurrido la
conversación, Teresa supo algo que le dejo boquiabierta, y
que por varias veces le hizo abrir los ojos como platos, casi
de manera desorbitada.
Una vez Esther le dio de comer a la chica, y aunque
trato de comunicarse con ella le fue imposible, se marchó
hasta la cabaña de Maca, tras ella como siempre Mona y
Valiente. Esther se acostó como había hecho la noche
anterior abrazada a la almohada de Maca, allí estaba su
aroma, un aroma que la transportaba hasta sus manos, sus
brazos, su piel, sus caricias, y un aroma que le llevaba a su
sangre a bombear fuertemente su corazón y así los ojos se
le fueron cerrando, el cansancio y sobre todo la tranquilidad
de saberla de vuelta, le dejaron dormir por unas horas.
72 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
El viaje de vuelta se le estaba haciendo terriblemente
largo, Dávila les había preparado una comida ligera y entre
Massamba y Zulú, se turnaron para no detenerse nada más
que lo justo y necesario. Maca iba retumbada en el asiento,
sus ojos visualizaban aquel día en el que Esther y su goma
del pelo lograron hacer funcionar la cafetera, y su risa se
dibujaba levemente en sus labios, y aquel recuerdo fue
como una ficha de domino en un que al caer fue
echando las demás en forma de recuerdos, fue un torrente,
su primer beso, su primera caricia, su manera de caer, de
anda, su genio, su carácter, cerraba los ojos para poderla
ver mejor, y pensaba que si hacía un esfuerzo podía
abrazarla, y sentirla a su lado. Pero entonces un frenazo
casi la echó al suelo del coche, cuando se reincorporó los
vio, tres guerrilleros, con tres fusiles apuntándoles.
M_ Mierda –susurró.
Ma_ No se mueva mwasi…
M_ Tener cuidado por favor –parecía que todo se había
puesto en su contra para encontrarse con Esther, y volvió a
sentir pánico-. Por favor… por favor… que nos dejen
marchar.
Allí iban Massamba y Zulú cada uno con las manos en
alto para que vieran que no portaban armas, uno de ellos
vio a Maca, los otros dos se acercaron a los dos hombres
que les preguntaban que querían, ella desde dentro seguía
atenta los movimientos, sudaba de miedo sabía y había
73 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
visto infinidad de veces matarse entre ellos, y en ese
momento sentía el miedo por sus hombres, por aquellos
dos amigos leales que le habían estado ayudando, de
pronto vio como uno de los guerrilleros le ponía a
Massamba el fúsil sobre el pecho, sin dudarlo, salió.
M_ No dispares –dijo desesperada bajando y llamando
la atención de los hombres… pero entonces se oyó un
disparo…
Se agachó por intuición, vio como uno de ellos iba
hacia ella empuñando el fúsil, y escuchó otro disparo, tocó
con su mano la tierra mientras respiraba a golpes por la
boca con su pelo echado sobre la cara, para su suerte
estaban en el camino más pedregoso y pudo localizar
palpando el terreno una piedra, pero también sabían para
su mala suerte que era el camino más peligroso para ellos y
que la bandera blanca que era un signo para la paz, en
aquellos caminos de la Selva, no tenía ningún significado
para los lobos hambrientos que eran los guerrilleros.
Z_ ¡Massamba! –se oyó la voz nerviosa de Zulú.
M_ Dios.
Susurró asustada cerrando los ojos, aquel disparo
seguro había dado a su amigo, su respiración se agitó, giró
su cabeza hacia la izquierda un segundo para tratar de
averiguar que sucedía, las gotas de sudor resbalaron por su
mejilla, el calor era aplastante, pero no le dio tiempo a
nada, el guerrillero la apuntó con el fúsil pero no para
74 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
matarla, tan solo para herirla, sabía que después podría
disfrutar de ella aún en caliente, cuando con una sonrisa
cínica fue a disparar el gatillo, Maca con toda su fuerza le
echó la piedra a la cara, dándole en pleno rostro mientras
con agilidad rodaba por el suelo alejándose del destino del
disparo que tras el golpe al tipo había salido hacia otro
lado, el hombre cayó al suelo y ella le quitó el fúsil
golpeándole seguidamente la cabeza. Oyó otro disparo y se
volvió a agachar, cuando salió de su escondite, vio a Zulú
sobre el cuerpo de Massamba y a un guerrillero con el fusil
nuevamente apuntándole a ella que se quedó quieta sin
moverse del sitio con la mirada aterrada más por sus
amigos que realmente por el hombre que la apuntaba a
ella.
En la aldea, Teresa entró a la cabaña de Maca, allí
Esther dormía placidamente le gustó verle aquel rostro
relajado y tranquilo, se acercaba la hora del reencuentro y
sin duda iba a ser para ellas especial, le había llevado un
zumo para que lo tomara y siguiera durmiendo, pero una
vez allí, verla en ese estado al igual que Mona y Valiente
que dormían enredados entre ellos, sonrió ante tal estampa
y el pensar que Maca volvía nuevamente junto a ellos, le
llenó esa misma sensación de paz con la que dormía Esther.
Le dejó el zumo y no la despertó, salió, y al hacerlo Mona
fue hasta la mesita de noche cogió el vaso y se bebió el
zumo de cacao, al terminar un fuerte eructo salió de su
garganta.
75 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ Mona… -le llamó la atención Esther medio dormida.
Mo_ Uh, uh -la tapó para que siguiera durmiendo.
E_ Maca cariño –se acomodó hacia ella poniéndole
morritos.
Mo_ Uh –abrió los ojos esta vez sí tan grandes como los
de Teresa al ver como se acercaba a ella.
E_ Mi amor… que ganas tenía de verte.
Mo_ Uhhh –entonces Esther le plantó un beso en los
labios de Mona quien se apartó gritando y saltando como
loca-. Uhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh.
E_ Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh.
Va_ Uh uh uh –dijo saltando él también al ver a Mona.
Mo_ Prrrrrrrrr… prrrrrrrrrrr.
E_ Aggggggggggggg –se apresuraba a limpiarse la boca
mientras hacía pedorretas ella también como Mona.
Mientras Vilches y Teresa estaban cambiando los
paños humedecidos con la raíz de la caña de Azúcar, al
pequeño que había superado los primeros momentos tan
críticos, su madre que lo acompañaba los miró asustada.
V_ No se preocupe… es la enfermera Esther… hacía
mucho tiempo que no gritaba ¿verdad?
T_ No tanto.
V_ No, es cierto, que tú estabas muy afectada, lo
recuerdo –decía con tono chistoso.
76 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
T_ Uf si supieras Vilches…
V_ Cuenta… cuenta…
Y allí se quedaron hablando, mientras el hombre la
mira con el ceño fruncido, y conforme iba escuchando, sus
cejas se iban relajando hasta el punto de enarcarlas
totalmente.
V_ ¿Me tomas el pelo?
T_ Para nada –salieron del cuarto y se fueron al
despacho-. En serio.
V_ Joder… -susurró afectado.
T_ Sin duda eso hicieron, ¡Jesús, María y José! Ya no sé
ni lo que me digo –dijo asustada por sus propias palabras.
E_ ¡Me he dormido! -entró arreglándose el pelo.
V_ ¿Por eso el grito? –la miró fijamente.
E_ No, el grito fue por otra cosa.
T_ ¿Qué le has hecho a Mona?
E_ Darle un beso –dijo mirando al suelo como si nada.
V_ ¿Un beso?, ¿tan desesperada estás?
E_ Joder Vilches…
V_ ¿Te habrás lavado la boca, no?
T_ Vilches tú también… que cosas tienes –le dijo ante la
mirada de Esther.
77 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
V_ ¿Has confundido a Mona con Maca?, esto no tiene
precio.
E_ Lo que no tiene es gracia –le dijo seria tratando de
no reírse.
V_ ¡Pero qué dices!, nada más cruce la puerta la
Calentorra de la Selva, se lo canto.
E_ ¡Vilches! –le riñó-. ¿No tardan mucho?, desde que
Dávila nos dijo que se habían marchado… ahora mismo
anochece.
V_ No mujer, aún queda una hora deben estar ya
llegando, saben que a estas horas ya no pueden ir por ahí.
T_ Debían haber venido escoltados.
V_ Ah, y yo cuando fui a por la pija, ¿qué?, ¡no seas
exagerada Teresa! –se acomodaba en su sillón mirándola
con gesto muy serio.
T_ Vilches que tú fuiste detrás de los militares.
E_ ¿Ah si?, tú dándotelas de valiente y vas tras los
militares… vaya… vaya… -lo miraba sonriente, estaba tan
feliz que no podía ocultarlo.
V_ Perdona, vinimos solos, y con una novata como tú,
eso solo lo hacen los valientes.
T_ Anda dejarlo, que ni ellos vienen, ni la caza tampoco.
V_ Maca es una enchufada.
78 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ Estás celoso porque mi Maca es la preferida de todos
–le dijo sonriendo orgullosa.
V_ Perdona tu Maca lo que es, es una tocahuevos.
T_ ¡Vilches!
V _ Mira llega hoy, y mañana tenemos que ir ya a
vacunar al poblado que está a unos cien kilómetros,
encima, vendrá y esta noche imagino que habrá fiesta por
todo lo alto, ¿o me equivoco?
T_ ¡Vilches! –volvió a reñirle muy seria-. Eres…
V_ Soy sincero Teresa, no te asustes, esta noche las
vuelves a escuchar.
E_ Déjalo Teresa, lo que le pasa son todo celos, celos
porque él no puede… pero te contestaré… no… no te
equivocas –le guiñó el ojo-. Voy a prepararme.
V_ ¡Ay que joderse, si son tal para cual!...
T_ Es que tú también, voy a preparar la cena… iremos
adelantando el trabajo.
Entre tanto, el guerrillero miraba a Maca sonriente, le
faltaban la mayoría de los dientes, sus ojos saltones y
enrojecidos seguramente de la droga, la bebida y todo
cuanto estaban acostumbrados a tener, se encaminaba
hacia ella bajándose la bragueta de su roto y gastado
pantalón, Maca lo esperaba, lo miraba fijamente, sus ojos
variaban del dedo de su gatillo a la mirada de loco de aquel
tipo, sabía que cualquier movimiento suyo sería fatal. Así
79 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
que esperó tenerlo cerca, no le quedaba más remedio. El
tipo se acercaba sonriendo, balbuceando palabras
ininteligibles para ella pero necesitaba que se acercara
rápido, necesitaba valorar a los dos hombres. El hombre
llegó le puso el fúsil entre las piernas de Maca quien tragó
saliva apretando sus labios, el tipo se acercó tocándose su
sexo lentamente a su boca y cuando la fue a besar se oyó
un disparo.
Z_ ¡Mwasi!
En la aldea, las mujeres todas incluidas Esther se
habían puesto a cortar la enorme pieza con la que aquellos
hombres orgullosos que habían decidido no bailar la danza
hasta que su jefe Massamba estuviera allí a salvo, habían
cazado, le contaron a Teresa que tardaron porque pesaba
tanto, que notaban mucho la ausencia de su jefe, la mujer
como recompensa al esfuerzo les dio un baigné a cada uno
que recibieron gustosos mientras contaban a los más
pequeños las hazañas vividas.
Una vez finalizó la ayuda de Esther con las demás,
aprovechó para marcharse a la cabaña, Esther reía con una
Mona que desde que le había besado le huía, estaba
sentada en la cama dejándole un modelito suyo de Prada,
mientras Valiente daba volteretas sin parar de un lado a
otro.
E_ Vamos Mona déjame que te vista, mira que
modelito… ¡no te quejarás guapa!
80 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
Mo_ Uh uh uh –movía sus manos exageradamente.
E_ Va no seas tonta… ¡nada más ha sido un besito!
Mo_ Uhhhhhhhh –se tapaba los ojos y señalaba a su
lado.
E_ No, a Maca no le va a importar que te bese –se moría
de risa-. ¿Sabéis?, estoy deseando que llegue, estoy
deseando abrazarla y decirle lo mucho que la amo, quiero
que sepa que soy muy feliz con ella, y no he querido a
nadie como la quiero a ella.
Va_ Uh uh –decía moviendo la cabeza.
E_ A vosotros os quiero Valiente… por cierto, tengo una
camiseta y un pataloncito que te va a sentar de muerte.
Va_ Uhhhhhhhhhhhhhhh –se fue corriendo tras Mona.
Mo_ Prrrrrrrrrr –le lanzó una pedorreta a Esther y
salieron corriendo.
E_ Volved aquí cobardes –decía feliz pero entonces vio
como Nsona salía del hospital, su rostro le preocupó-. ¿Qué
le pasa?
Se acercó sin decir nada, y escuchó como Teresa y
Vilches hablaban notó el tono preocupado de ambos, y se
aproximó con cuidado para que no la escucharan.
V_ No lo entiendo.
T_ Vilches mira la hora que es –no podía evitar reflejar
el nerviosismo que sentía.
81 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
V_ No me contestan, no hay respuesta…
T_ ¿Y qué hacemos?
V_ Salir a su encuentro… no me queda más remedio.
E_ ¿Qué está pasando? –entró y la mirada que ambos
cruzaron le hizo temer lo peor. Insistió-. ¿Son ellos?, ¿qué
les pasa?
V_ No contestan Esther… llevan la radio pero no puedo
contactar con ellos –le dijo con tono realmente preocupado.
E_ No… no me digas eso… -nuevamente el miedo se
apoderó de ella.
V_ No voy a engañarte, el tiempo se les ha echado
encima, hace un par de horas deberían haber llegado, hablé
con Zulú me dijo que todo iba bien, es decir, la radio
funciona.
E_ No –volvió a repetir.
T_ No vamos a ponernos en el peor de los casos
Esther… no puede pasar nada…
E_ Teresa… -la miró fijamente-. Vamos, vamos a
buscarlos.
V_ No Esther, tú no vas.
E_ Yo voy… vamos… no podemos perder tiempo.
V_ He dicho que…
82 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ ¡Sé lo que has dicho! –alzó la voz-. No perdamos
tiempo discutiendo, solo hay un camino de regreso… ¡por
favor Vilches!, seguro que están en apuros.
V_ Coge tu botiquín…
T_ No lleváis radio… ¿cómo nos vamos a localizar? –
preguntaba preocupada.
V_ El equipo de urgencia Teresa, lo tengo en mi
botiquín, sabes que no funciona según zonas, pero si
conseguimos saber algo, te aviso ¿de acuerdo?
T_ Sí… -decía desconcertada.
V_ No perdamos tiempo.
T_ ¡Todo por culpa de la maldita Julia! –dijo con tanta
rabia que sintió como su corazón se resentía-. No puede
haberles pasado nada… ¡no puede ser! –volvió a insistir-.
Maca por favor… ¿me escuchas?, ¿Zulú?... ¿Massamba?,
¿me escucháis?
Al otro lado… una única respuesta, silencio absoluto.
Junto a Dib y Ngouabi, salieron en su busca, el
atardecer estaba cayendo precipitadamente como si
alguien fuera bajando las persianas para no dejar entrar la
luz, sabían que era el momento más peligroso para salir,
pero no les quedaba otra solución, cargados con fusiles,
Ngouabi y Dib con rostros preocupados y serios iban
sentados junto a Vilches que conducía, Esther en la parte
de detrás con la radio en su mano aferrada, toda su alegría
83 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
y toda su ilusión, se habían ido al traste, en el lugar en que
ambos sentimientos habían residido, ahora se había
quedado aferrado el miedo, el desconcierto y agradeció el
haber descansado porque de lo contrario la tensión que
notaba en su interior hubiera podido con ella.
V_ ¡Llama a Teresa Esther quiero probar el equipo! –le
gritó desde la cabina.
E_ Sí… -le hizo caso, la señal era malísima-. Teresa…
¿me oyes?
T_ Yo…te es…cho… pe.. muy… al.
E_ Se entrecorta Vilches –le gritó de igual modo.
Entonces le preguntó alzando la voz a Teresa-, ¿Dime si
sabes algo?
T_ No… ada… -contestó.
E_ Vale… corto. Vilches se oye mal pero se puede
hablar… ¿los ves? –le gritó desde detrás.
V_ No, no se ven… ¡joder dónde cojones están! Si se
hace más de noche sin encontrarlos tendremos que dar la
vuelta, esto es de locos.
E_ No Vilches… debemos encontrarlos –decía muerta de
miedo por la posibilidad de que les hubiera pasado algo y
los tuvieran que dejar solos en la noche.
V_ Esther… no sé puede y lo sentiré mucho pero
volveremos.
84 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ Dios por favor… ayúdame… ayúdanos… no nos
puede pasar esto… no puede sucedernos esto, danos la
oportunidad de tratar al menos de ser felices, de intentarlo
por lo menos… por favor –se aferraba a la suplica con los
ojos cerrados, con las manos apretándose una contra la
otra, con el corazón encogido, no quería llorar pero las
lagrimas salían solas llegando hasta sus piernas desnudas,
pues el momento de marcharse le había cogido con un
pantalón corto y una camiseta-. Por favor… que los
encontremos… por favor…
V_ ¡Ahí están!... –gritó despavorido.
E_ ¿Dónde? –preguntó a voz en grito ansiosa,
incorporándose mirando a través del cristal que los
separaba y loca por saber que pasaba.
V_ Rápido Esther…
Detuvo el camión los hombres bajaron primero con sus
fúsiles en mano, escuchaban quejidos amargos, no sabían
que pasaba porque la cafetera les impedía ver nada, Esther
se lanzó del camión con su botiquín en la mano, tropezó
varias veces pero llegó al mismo tiempo que Vilches, allí
dos hombres amordazados y con sendos golpes que se
quejaban sin cesar, otro muerto, pero ni rastro de los tres.
Ngouabi les habló, les preguntó y como respuesta recibió
un escupitajo y una palabra que les paralizó a todos.
G_ Imene kele Kufwa (están muertos) –y soltó una
carcajada.
85 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
V_ Déjalo Ngouabi, no merece la pena –le dijo Vilches
sujetándolo al ver que el muchacho iba a cargar contra él.
E_ ¡Maca!... ¡Maca! –gritó desesperada.
V_ Zulú… Massamba –contribuía a los gritos.
Ng_ ¡Massamba!
Z_ ¡Aquí… aquí! –respondía de igual manera Zulú no se
le veía pero se escuchaban sus gritos.
V_ La voz viene de allí –les dijo y todos se giraron.
Ng_ ¡Na Nzadi! – (en el río) gritó Ngouabi saliendo todos
corriendo hacia allí.
V_ ¡Vamos Esther! –dijo con el miedo reflejado en sus
ojos.
E_ Si.. si… Maca… Maca –la llamaba entre susurros
mientras corrían.
Z_ Ziku… ziku –salía a su encuentro medio cayéndose y
repleto de sangre.
E_ Dios mío Zulú… -se aterró al verle la sangre, se
bloqueó quedándose allí como si hubiera echado raíces en
el suelo.
V_ ¡Vamos! –dijo nervioso al igual que el resto que
corrieron.
E_ No… no puede ser –musitó sin moverse del sitio con
la mirada perdida, caminando poco a poco con los latidos
de su corazón golpeando fuerte el pecho, creyendo que por
86 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
momentos, le iba a caer al suelo. Entonces vio lo que
ocurría frente a ella. Tragó saliva-. Maca… Maca… -rompió a
llorar.
M_ Mi amor… mi vida –se apresuró hasta ella
estrechándose en un fuerte abrazo entre lagrimas.
E_ ¿Estás bien… estás bien… de verdad? –se separó
para mirarla como si no lo pudiera creer.
M_ Si mi amor estoy bien –la volvió a abrazar con fuerza
cerrando los ojos y cayendo lagrimas de emoción por
volverla a sentir.
E_ Maca… -se separaron, Esther puso sus manos en la
barbilla de Maca, era ella podía tocarla, era ella de verdad y
mirándola a los ojos bajo los rayos de la luna le dijo
totalmente entregada a ella-. Te quiero.
M_ Y yo mi amor… te quiero –se besaron con pasión
para después volver a abrazarse-. Esther cariño, Massamba.
E_ ¿Qué ha pasado? –preguntaba preocupada
recuperándose del susto.
M_ Le han disparado a bocajarro, nos ha salvado la
vida.
E_ Vamos.
Al llegar vieron a Massamba desmayado, Maca había
taponado la herida, limpiado y con lo poco que llevaba en la
cafetera había logrado taponar la hemorragia. Allí
arrodillado ante él, Vilches seguía con el trabajo.
87 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
V_ ¿Y esto? –dijo al retirarle una tela roja con la que
habían taponado la herida.
M_ Iba a ser para ti.
V_ Menos mal, Massamba te debo una –le dijo
musitando.
Ng_ ¿Yandi kudivulusa? -(se salvará) preguntó con el
rostro angustiado.
V_ Es Massamba, el viejo Massamba con más heridas
de guerra que he visto en un cuerpo, ¡venga lo complicado
viene ahora! –les dijo a los hombres-. Hay que llevarlo hasta
el camión, Esther ponle una vía y rapidito que la noche se
nos viene encima y creo que ya hemos sufrido bastante.
M_ Espera Vilches, Zulú también tiene un golpe no le
dejes ayudar.
Z_ Yo estar bien.
M_ No Zulú.
Z_ Mwasi también tener golpe y besar mwasi Esther, yo
ayudar –le decía con una sonrisa amable a pesar de su riña.
V_ Bueno dejaros de quien está bien o mal.
E_ Ya la tengo Vilches.
V_ De acuerdo, antibiótico y al camión a la de tres.
¡Una, dos y tres!, ¡joder lo que pesas tío! –decía tratando de
aparentar calma aunque tal y como le dijo Maca, la bala
tenía mala pinta por el lugar.
88 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ Despacio…
E_ Yo llevo el gotero.
V_ Bien…
M_ ¿Qué hacemos con los cabrones que quedan?
V_ Les dejaremos ataditos a un árbol y daremos parte a
los militares, ¿te parece bien? ¿o prefieres algo más bestia?
M_ No me des a elegir –dijo con el rostro más calmado
pero aún así se notaba la tensión.
E_ Venga arriba.
V_ Sube tú Esther, Maca sujeta el gotero.
M_ De acuerdo.
V_ Vamos chicos –volvieron a repetir la actuación hasta
que pudieron colocarlo en el camión-. Conduce tú Maca,
¿crees que puedes?
M_ Sí.
V_ Dib vete con ella, Zulú también.
Z_ Si, ziku.
V_ Vamos Ngouabi, vamos muchacho… Massamba es
fuerte –le golpeó dos veces fuerte con afecto la espalda-.
Avisar a Teresa, Maca.
M_ Si.
V_ Esther a cualquier novedad, das un golpe y paramos.
E_ Vale, el vendaje está de momento sin mancha.
89 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
V_ Pero va a sangrar, ¿tapona, de acuerdo?
E_ Claro –entonces miró hacia fuera y al ver a Maca
subir a la cafetera suspiró tan fuerte que pensó que podría
despertar a Massamba, sonrió y le musitó desde allí-. Te
quiero.
En la cafetera, Zulú había descolgado la radio,
mientras se ponían en marcha de manera cuidadosa por el
estado del compañero. Al otro lado una fuera de sí Teresa
contestaba.
T_ ¡Maca!
Z_ No ser Maca mami… ser Zulú –dijo feliz de
escucharla.
T_ Zulú ¡hijo mío! –exclamó feliz.
Z_ Estar bien Teresa, Maca estar aquí.
M_ Teresa… ¿cómo estás?
T_ Desquiciada hija… desquiciadita… ¿qué ha pasado?
M_ Prepara el quirófano, llevamos a Massamba, hay que
operarlo.
T_ ¿Está mal? –su tono fue serio, su rostro marcó un
gesto contrito.
M_ Tiene un balazo en el pecho.
T_ Dios mío –se tapó la boca.
90 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ Bueno… vamos para allá estaremos a unos quince
minutos, quizá veinte, pero Vilches va muy despacio…
quizá tardemos algo más de media hora.
T_ De acuerdo… tranquila… lo preparamos todo –al
colgar, sus ojos se habían nublado por las lagrimas… no
podía creer lo que había sucedido a Massamba.
Ns_ ¿Mami?
T_ Tranquila Nsona… Zulú está bien –entonces llegó
Lula con el bebé en brazos-. Lula, Massamba kele mbefo ke
(Massamaba está herido) la joven cerró los ojos sintiendo
como toda ella tiritaba, quizá por ello, el niño comenzó a
llorar-. Lula...
Lu_ Massamba ve kumatia kwenda mami (Massamba no
puedo marcharse mami) musitó con la voz apagada
mientras abrazaba al pequeño contra su cuerpo.
T_ Ve... ve kusadisila (no... no lo hará) –la abrazó con un
nudo en la garganta mientras Nsona hacia lo mismo ante la
mirada triste de la madre que no se había separado en el
hospital de sus tres pequeños-. Vamos a prepararlo todo.
Sissou.
Y allí se quedaron con todo preparado, esperando la
llegada del camión los niños dentro de casa de Nmaba
escuchando historias contadas por la mujer que a veces le
temblaba el tono, cuando pensaba en el bueno de
Massamba. Mona y Valiente subidos al manzano comiendo
manzanas, aprovechando el descuido de Teresa más
91 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
pendiente del portón que de otra cosa, Nsona se había
hecho cargo del pequeño niño de Lula y ésta dispuesta a
utilizar su magia esperaba con su túnica puesta y su
pañuelo, mientras tenía en su cabaña, los utensilios
preparados, en su corazón una pena instalada. Zambi y
Yildas esperaban fuera de la puerta, Laobi vigilaba desde lo
alto de su casa, los tres con el mismo rostro, serio, tenso,
preocupado por su compañero, cuando a lo lejos divisaron
el camión, abrieron la gran puerta de par en par, Nsona se
apartó con el niño, Lula y Teresa esperaban ansiosas a que
descargaran al hombre. El camión pasó despacio y en un
segundo, allí estaban Zambi, Yildas, Ngouabi y Dib
preparados para coger la camilla, Esther bajó de un salto,
Vilches partió hacia el quirófano para prepararse, Teresa
acogió en sus brazos a Lula mientras sus ojos alcanzaban a
Maca, que bajaba de la cafetera ayudando a Zulú. Los
hombres tardaron menos de lo que esperaban a entrar a
Massamba, tanto fue así que Esther tuvo que aligerar el
paso, ellos acostumbrados a la caza, estaban muy
sincronizados, lo dejaron con suavidad sobre la mesa
mientras se marchaban.
V_ Sissou me vas a ayudar mientras Esther se lava.
Si_ Ziku, si.
Mientras fuera, Nsona se dirigía a su marido
abrazándolo con muestras de dolor al verlo andar medio
92 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
doblado. Pero con rapidez sus compañeros llegaron hasta él
para cogerlo.
T_ Llevarlo a la habitación junto al quirófano.
Zu_ Estar bien mami... estar bien... –restaba
importancia.
M_ Voy a necesitarte... Lula tranquila... ¿vale? –la
muchacha asintió mientras Ngouabi la sujetaba con su
gesto serio calcado al de Massamba-. Hazte cargo de ella
Ngouabi, vamos Teresa.
T_ Me alegro tanto de verte –le dio.
M_ Y yo no tenemos tiempo para abrazos.
T_ Ya... pero ¿qué quieres?, para las lagrimas siempre
hay tiempo.
M_ Si –dijo emocionada-. ¿Vilches necesitas ayuda? –le
preguntó cruzando la mirada con Esther.
V_ Tú descansa, si me veo mal te llamo.
M_ De acuerdo voy a revisar a Zulú –y sus ojos mirando
a Esther le dijeron “te amo”.
E_ “Yo también” –le contestó la mirada de la enfermera.
M_ Vamos Teresa.
Todos esperaban fuera del hospital, los niños se
habían dormido aquella noche de fiesta porque se dormían
los seis juntos en la cabaña y que agradecían felices por
compartir las historias de Nmaba, fuera del pequeño
93 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
hospital reinaba el silencio, una vez Maca vendó las
costillas que podía tener fracturadas el bueno de Zulú, se
unió a la operación.
Cuando vieron a salir a Vilches con el gesto serio,
todos sintieron el miedo en sus venas, Lula, sintió amor, un
amor que no sabía de donde nacía, un amor desconocido
para ella, un amor que no sabía si era reciente o que
acababa de nacer entre su tormentoso interior, un amor por
un hombre bueno que le había cuidado y dado la
oportunidad que el terror que hicieron con ella los
guerrilleros le había impedido ser, un amor que pedía a
gritos eliminar todo el dolor y el miedo que sentía, Vilches
la miró, se acercó a ella mientras Nsona y Nmaba
presentían lo peor. Teresa abrazaba a Lula contra su
alterado pecho.
V_ Lula... muchachos... esa vieja roca tiene ganas de
vivir... así que... creo que de esta también va a salir vivo.
T_ Gracias a Dios –se abrazó con ella sonriendo y
llorando a la vez.
Mientras en la habitación donde iba a estar Massamba,
Sissou y Esther con sumo cuidado tapaban al hombre que
seguía dormido por la sedación, tan grande, tan fuerte, y
allí en aquella cama parecía tan indefenso, tan vulnerable
que cuando entró Lula no pudo más que llorar apoyándose
en su pecho, aquel gesto de la muchacha provocó en
Teresa dos grandes lagrimones que sabía eran inevitables
94 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
al ver su reacción que le hacía pensar, que por una vez, la
dureza de dos vidas paralelas en el camino de la injusticia
podían converger y convertirse en un camino de la ilusión y
el respeto. Maca la miraba con los ojos repletos de
lagrimas, y ante el contacto de otra piel, giró levemente su
cuello y se encontró con dos ojos repletos de amor, ella a
cambio le entregó un suspiro y la misma mirada, Esther
respiró el mismo aire que soltó Maca, y se encontró que su
interior se llenaba de algo maravilloso, algo tan maravilloso
como el amor.
En el comedor, una vez pasado el susto y una vez
Nsona hizo que su marido se fuera a descansar, tras
ponerse cabezota Vilches, se quedaron Maca, Esther,
Teresa y Vilches, los demás, sentados ante el hospital
rezando y cantando canciones a los Espíritus para que
ayudaran a superar el mal momento de Massamba, y dieran
luz al túnel oscuro donde se encontraba.
Y como no, Teresa oficiando de esa gran madre que
Vilches le había apodado acertadamente, sentada frente a
Maca le decía:
T_ Venga Maca... debes alimentarte.. tienes mala cara
¿verdad Esther?
E_ Pues sí la verdad que sí –la miraba preocupada
mientras le quitaba un mechón del pelo que se había caído
sobre su rostro.
95 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ Es el miedo... te lo juro cuando Zulú me dijo que os
había escuchado, pensé que me moría allí mismo de la
alegría, no sabía que hacer con Massamba.
V_ Pues hiciste un buen trabajo, como casi siempre.
M_ Perdona... como siempre...
E_ Uy Vilches... ¡a ver que dices aquí a doña Narcisa! –
le contestó con voz burlona Esther.
M_ Noto cierta ironía en tu comentario –la miraba con el
ceño fruncido.
E_ ¡Para nada mi amor! –le sonrió ampliamente.
T_ Bueno... bueno... –dijo al ver que se quedaban
mirando fijamente a los ojos y Maca se mordía el labio
inferior con una sonrisa algo picantona-. ¿Nos vas a explicar
lo que pasó?
V_ ¡Pero Teresa que se tienen que ir a ponerse al día! –
le riñó.
T_ ¡Vilches! –ambas dieron una carcajada al ver el gesto
de la mujer-. Mira guapa, menos risas y cuéntame lo que
pasó, ¡y tú espera a que termine que te veo la mano bajo la
mesa!
E_ ¡Jo Teresa... si es que con esos ojazos lo pillas todo! –
decía muerta de risa mientras sacaba la mano del muslo de
Maca.
V_ Y con esas orejas lo oye todo –les apuntó con el dedo
a ambas-. Os aviso.
96 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ ¿De verdad Teresa? –le preguntó sonriente.
T_ ¡Maca!
M_ Está bien –acabó de dar un sorbo a su taza y suspiró
para tratar de contarlo todo con la mayor tranquilidad
posible, no sabía como se lo iba a tomar Esther y no podía
negarse que le daba cierto temor su reacción-. Conforme
me iban acusando los tres tipos, más claro veía que había
caído en las redes de Julia, la verdad, no me explico como
no me di cuenta antes. Trataron de involucrar a Esther.
V_ Lo imaginé –le dijo mirando a la enfermera que no
había a abierto la boca.
M_ Seguí los consejos de Dávila aceptar que había sido
un error lo que hice, os aseguro que Dávila fue un apoyo
muy fuerte para mí, trató inútilmente de darme calma.
T_ Es un buen hombre –susurró mirándola con pena.
V_ Ejem.. ejem...
T_ ¿Qué pasa? –lo miró a él con gesto duro ante la
sonrisa cómplice de Esther y Maca que aprovecharon que
Teresa miraba a Vilches, para besarse con un beso rápido-.
¿Algún problema en la garganta?, ¿eh?
V_ Sí, un suave picor de esos que se te ponen de la
tontería aquí –señalaba la garganta.
T_ No tienes arreglo.
V_ Ni tú, a ver si te decides y vas a por Dávila que las
telarañas deben estar ya a punto de rozarte los talones.
97 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
T_ ¡Pero serás bruto!
MyE_ Jajajajajaajajajaja.
T_ ¿Y vosotras qué?, ¡no le veo la gracia! –volvió a
reñirlas mientras las veía muertas de risa sobre la mesa.
M_ Perdona Teresa, pero... ay... que risa... –suspiraba.
E_ A mí me gusta Dávila para ti.
V_ Ya pero a ella parece que no.
M_ Es una lastima...
V_ ¿Tú crees? –la miró con dudas.
T_ ¡Bueno ya está bien!, ¡hombre!, ¡haberse visto cosa
igual!
V_ Te quejarás encima que estamos tratando de
desempolvarte –la miraba muy serio.
T_ ¡Pues anda que tú!, cuando veas a Cruz va a tener
que llevar unas tijeras de podar el jardín para encontrarte.
MyE_ Jajajajajajajajajajaja –no pudieron soportar las
carcajadas, ya no por el comentario de Teresa sino, por la
cara de Vilches.
V_ No tiene gracia.. ¡qué pasa que vosotras cómo no
paráis podéis reíros de las demás almas en pena que pasan
la mano por la pared... mejor dicho... por la Selva!
T_ Eso...
98 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ ¡Ay Dios mío que me meo esperarme! –salió
corriendo del comedor con la mirada tierna de Maca-. ¡No
cuentes nada!
M_ No, venga te esperamos.
T_ ¡Qué risa!, ya era hora llevamos muchos disgustos
seguidos.
V_ Es que estamos donde estamos y para lo que
estamos.
T_ Ya pero eso no quita que de vez en cuando,
podamos sonreír. Maca ahora que no está Esther, ¿vas a
contar lo de Julia?
M_ Sí Teresa, no quiero tener secretos con ella, aunque
espero que lo tome bien.
V_ Menuda paliza nos ha dado, debiste verla, era un
fantasma, ella, Mona, Valiente y Ramón detrás –hacia
gestos con cada nombre como si en el aire le pudiera
dibujar a Maca el retrato de lo que él había visto-. Parecía
un alma en pena.
T_ A mí me dijo que se iba si tú te ibas, y que si tenía
que sacarle los ojos a Julia, se los sacaba.
V_ ¡Y es capaz!, ¿la pija?, ¡vamos... y tanto que sí!
M_ Creo que tenéis razón... he tenido mucha suerte –
sonrió emocionada.
T_ Y ella también cariño... –le tocó la mano con mucha
ternura.
99 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ ¡Ya estoy aquí!
M_ Pues sigo –le pasó la mano por la espalda y le
sonrió-. Cuando acabé con la vista que fue de lo más
incrédula, fui a buscar a Carolina, así que le hice llamar a
Julia.
E_ “Joder” –pensó mientras se tensaba sin poderlo
evitar, su corazón comenzó a caminar rápido, veloz, tan
solo escuchar aquel nombre en la boca de su amada, le
produjo un extraño efecto, ¿celos?, podrían ser... pero
también miedo.
M_ Le dije que sabía que ella estaba detrás de todo, que
me había tejido una trampa en la cual caí, y que estaba
dispuesta a si me hacía ir a Madrid, a decir en todos lados
que había sido mi amante, como me había mentido y
lucharía por quitarle a su hijo –Esther sintió un escalofrío,
Teresa asentía con los ojos abiertos, Vilches la miraba
impactado-. No la deje hablar, no me interesaba nada de lo
que pudiera decirme.
T_ ¡Muy bien!
V_ Con un par, ¡claro que si!, Cruz habló con ella
también, ya te contará.
M_ Gracias Vilches –le sonrió, durante su exposición no
había mirado a Esther, pero en ese momento si lo hizo, le
cogió la mano y le dijo-. No quería marcharme y dejarte,
sabía que a ella le aterra que alguien pueda saber lo que
pasó entre nosotras, tiene una fachada respetable.
100 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
T_ Es una indeseable, ¡eso es lo que es! –exclamó con
rabia.
M_ Pues si, pero mira... la jugada salió perfecta.
V_ Y no sabes lo que me alegro que le dieras donde
más le dolía, que es salir tú victoriosa, eso sí, ahora tendrás
que estar muy quietecita porque sabes que debe estar
encendida, ¿verdad?
M_ Sí, lo sé.
T_ No vamos a darle el gusto Vilches, no se lo vamos a
dar –decía convencida de sus palabras.
M_ Desde luego ya sé que tengo la soga bien prieta en
mi cuello, sólo espero ser lo suficientemente inteligente
para no equivocarme. Y gracias Teresa, gracias por lo que
hiciste por mí.
T_ No fue nada, sabes que haría todo lo que está en mis
manos, sabes que por ti haría lo que fuera, además solo dije
la verdad.
V_ ¿Qué dijiste?
T_ Que Maca es una gran doctora y no se merece una
cochinada como esa, es la mejor sin duda.
V_ ¡Uf a ver quien la aguanta ahora!, pobre Esther... te
compadezco.
E_ Pues si –dijo algo nerviosa Maca la miraba con
dudas.
101 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
T_ Bueno ahora a la cama, a descansar –les dijo con el
dedo blandiendo al aire.
V_ Si, no os preocupéis de nada voy a ver a Massamba.
T_ Me quedo cuidándole, Lula ha debido hacer algo
porque la he visto salir con su vasija de barro y unas
hierbas.
V_ Bien... eso siempre ayuda. Buenas noches chicas...
tener piedad.
M_ No creo Vilches... no creo –sonrió con una sonrisa
traviesa y ese porte borde que tanto le gustaba a Esther.
V_ ¡Pobre Teresa! Eso sí, recordar que mañana tenemos
que ir a vacunar así que os quiero frescas –suspiró yéndose
del comedor.
T_ Ni caso ¿eh?
M_ Teresa he comprado unas cosas... mañana lo
miramos.
T_ De acuerdo porque con todo este lío, no hemos
empezado con nada de la boda, y como mucho tres días
¿eh?
M_ Perfecto.
T_ Descansar –les dejó un beso a cada una en la frente
y se fue-. Buenas noches.
Allí se quedaron en silencio las dos, Maca miraba algo
confusa a Esther, no entendía porque había cambiado su
actitud, sin duda, lo había hecho al mencionar a Julia, en
102 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
parte la entendía, pero en parte no podía comprender su
mutismo. Se giró un poco en el banco de madera donde
estaban sentadas y la miró de frente, su perfil le daba a
entender por su gesto ceñudo, por la tensión en sus labios,
que algo pasaba por su cabeza que no le gustaba, la mano
de Maca se posó en su barbilla, la ayudó a alzarla con
suavidad para que la mirara, entonces con sus ojos repletos
de ternura y una sonrisa en sus labios que mostraba un
eterno e infinito amor, se acercó posando en los labios de la
enfermera un beso tan tierno que abrió todos sus poros,
para dejar que el deseo por ella la inundara como la lluvia
fina estaba inundando la aldea, de manera fresca y
continuada. Al separarse, Esther la miró con los ojos
repletos de lagrimas y su gesto tan delicado que provocó en
Maca un estremecimiento.
M_ ¿Qué te pasa cariño?
E_ Maca... yo... –tragó saliva nerviosa.
M_ ¿Qué te pasa? –la miró algo asustada.
E_ Maca... ¿te das cuenta que con lo que has hecho, has
podido perder la oportunidad de recuperar a tu hijo? –la
miraba con un gesto de profunda pena
M_ Esther... –la miró un tanto desconcertada por
aquella pregunta y el miedo que veía en aquellos ojos
repletos de tristeza
E_ Tu hijo es lo más importante para ti y...
103 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ No Esther... lo más importante para mí, eres tú, tú,
mi niña.
Sus ojos gritaban aquel sentimiento, sus labios algo
temblorosos mostraron una ligera emoción al confesarle lo
que su corazón gritaba, toda ella la miraba como si fuera la
primera vez que lo hacía con ese amor tan entregado, con
esa ternura tan visceral naciendo en su alma, Esther
pareció entenderlo y tras un suspiro que le hizo temblar de
arriba a bajo, la abrazó, ambas se habían reencontrado y
sin duda, en ese instante en el que sus manos, con las
palmas bien abiertas captando una caricia lenta que
recorría toda su espalda, con las respiraciones golpeando a
borbotones sus hombros, con la sensación de volver a casa,
sintieron que habían puesto los cimientos en su relación, se
separaron mirándose a los ojos, unos ojos repletos de ese
amor, que ambas sentían y terminaron fundiéndose en un
beso, primero suave y cuando fue a subir la intensidad,
tuvieron una visita inesperada.
Ng_ Yo siento.
E_ ¡Anda Ngouabi!, con todo se me ha olvidado decirle
a Vilches... –exclamó poniéndose la mano en la frente.
Ng_ Ya... mbasi, malembe (mañana, tranquila).
M_ ¿Qué pasa? –los miraba a uno y a otra.
E_ Verás es que –trataba de respirar profundamente
para evitar que se notara su excitación y su anhelo por esa
pasión que sentía hacia su mujer-. Cuando os marchasteis,
104 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
al parecer una de las chicas se negó a marcharse y Ngouabi
la tiene aquí, sin que Vilches lo sepa.
M_ ¡Ngouabi eso no se hace! –le dijo con una sonrisa
amplia que el muchacho devolvió-. Kulunga, mbasi ngatu
banzanduna kutuba na nki ziku (De acuerdo, mañana sin
duda hay que hablar con el doctor) le decía sin dejar de
sonreír.
Ng_ Melesi Mwasi.
M_ Yandi kele mpenzá? (es guapa).
E_ ¡Lo he entendido! –le riñó ante la sonrisa de Ngouabi
mirándola con sus ojos echando fuego.
M_ Vamos Esther –sonreía ella también.
Ng_ Inga –sonrió tan ampliamente que por primera vez
pudieron ambas verle todos sus radiantes dientes blancos.
M_ Tela mono –(cuéntame).
E_ ¿Qué le has dicho? –la miró fijamente.
M_ Que me cuente.
E_ Anda... anda... Ngouabi he guardado una fuente que
Teresa me ha dejado, ella también lo sabe.
Ng_ Mami kele na nene Mwasi (Mami es una gran
mujer) –volvió a sonreír.
M_ Inga, ¡anda ve! –le sonrió ella también.
Ng_ Melesi.
105 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ ¿Por dónde íbamos? –miraba a Esther a los ojos con
total intensidad.
E_ Eres muy mala... ante mí preguntar si es guapa...
pero que muy mala –le decía bebiéndose aquella mirada.
M_ Es lo que tiene Esther... a una le gusta la belleza eso
no está reñido contigo, porque tú eres la más bella de todas
las mujeres.
E_ Si, ahora hazme la pelota –sonrió de lado encantada
por aquella frase hecha que sabía que la decía con total
sinceridad.
M_ Lo que quiero hacerte es otra cosa –le susurró en su
oreja provocando un temblor sin más en su cuerpo.
E_ ¿Ah si?, pues te lo vas a tener que trabajar –le dijo
sonriendo esta vez ella con mucha dosis de provocación.
M_ Me gusta trabajarme las cosas que tienen que ver
contigo –le iba diciendo mientras le besaba suavemente el
rostro y sus manos se apoyaban y deslizaban por sus
muslos.
E_ Y a mí que las trabajes.
L_ Kolol –(perdón) apareció Lula que al verlas agachó la
cabeza y se fue directa a la cocina.
M_ Espera Lula... –la muchacha se detuvo-. ¿Cómo está
Massamba?
L_ Tranquilo –asintió con la cabeza con un gesto de
agradecimiento.
106 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ Estupendo... tranquila ¿eh? –se levantó y la abrazó
con cariño sincero-. Todo va a ir muy bien... es muy fuerte.
M_ A parte que nos salvó la vida, le debo una.
L_ Massamba ser gran hombre –dijo con tono afable.
E_ Si, si necesitas algo nos lo dices.
L_ Melesi –les sonrió, pasando a la cocina.
M_ Creo que será mejor que nos vayamos a la cabaña –
se había puesto a su altura y se lo dijo entre susurros.
E_ Será mejor, si –sonrió ante su gesto totalmente
seductor.
M_ No sé si llegue.
Entonces la cogió de la mano y tiró de ella, salieron
riendo como dos jovencitas alocadas empapándose bajo la
lluvia, y fue entonces para variar cuando Esther resbaló y
se cayó.
E_ Auuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu –se quejó.
M_ ¡Dios como me encantan tus golpes! –le dijo con los
ojos encendidos... mordiéndose el labio inferior, deseándola
como si fuera la primera vez.
E_ No voy a poder levantarme.
M_ Claro que sí –le decía con una sonrisa entonces fue a
levantarla pero resbaló y terminó en el suelo-. ¡Joder!
107 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ No vamos a poder... me he destrozado el culo –decía
muerta de risa mientras la lluvia las empapaba y se ponían
perdidas de barro.
M_ Y yo las rodillas, esta noche tendremos que
intercambiar las posiciones –le decía sobre ella frotándose
las piernas aunque no podía parar de reír.
E_ ¡Qué asco! –susurró divertida.
M_ ¡Uy mi pija que no le gusta el barro! –se burlaba.
E_ Maca levanta que me estoy poniendo perdidita.
M_ Y más que te vas a poner –se tumbó sobre ella y
comenzó a dar vueltas sobre el barro.
E_ ¡Maca... Maca! –repetía tratando de que frenara,
pero le resultaba imposible.
M_ Me encanta escuchar en tu boca mi nombre –
susurraba con voz ardiente.
E_ Para por favor que estamos perdidas de barro –
trataba de reñirle pero era imposible le daba la risa tonta
de ver lo que estaban haciendo.
Mo_ Ahhhhhhhhhhhhh –las señalaba muerta de risa
desde la puerta de la cabaña.
V_ Uh, uh, uh –se ponía las manos en los ojos.
T_ ¡Pero se puede saber que estáis haciendo! –salió
Teresa del hospital con gesto serio mirándolas con dureza.
108 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ Nada Teresa, que Esther se ha caído, para variar,
claro.
E_ Me ha rebozado en el barro Teresa –se quejaba como
una niña pequeña, señalándola.
T_ ¿Sabéis que la gente duerme? –les riñó-. Parecéis
dos niñas... y mira... o os calláis o ante vuestro
comportamiento tendré que atizaros al culo como a las
niñas malas –les decía con gesto muy seria puesta en
jarras.
M_ Dios que es capaz –le susurró.
E_ Y tanto te lo mereces, y si no te las da ella, te las
daré yo –le decía muy seria mirándola fijamente.
M_ Mi niña... si es que me haces perder la cordura.
E_ Ya... levanta.
M_ Tengo una idea mejor.
E_ Me dan miedo tus ideas –le dijo con el ceño fruncido.
M_ ¿De verdad? –su mirada repleta de fuego, su gesto
cautivador y su sonrisa algo borde marcaron su rostro
volviéndola una mujer totalmente conquistadora.
E_ Tanto miedo como gusto –su rostro también mostró
ese punto de atracción por ella.
M_ ¿Vienes?
E_ Voy -le dijo sin dudarlo.
109 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
Maca la llevó hasta la ducha, empapadas entre el
barro y el agua de la lluvia persistente entraron en aquel
pequeño cuadriculo, se miraron a los ojos, tuvieron que
acomodar la vista dejando pasar unos segundos, para
encontrarse en la oscuridad al hacerlo se descubrieron
nuevamente, y es que el brillo del amor en sus ojos
reflejaba toda la cabina, dejando que aquella tenue pero
potente luz les envolviera con suavidad. De pronto las
manos de Maca se posaron en las caderas de Esther, sin
dejar de mirarla a los ojos, ambas mantenían una sonrisa
en sus labios tan dulce como insinuante, entonces sin
pensarlo Esther le dio al agua que las empapó arrastrando
el barro, y Maca comenzó a desnudarla, poco a poco
sintiendo el agua fría sobre su piel, y las manos de Esther
haciendo como ella, desnudándola sin dudas. Cuando por
fin la ropa cayó al suelo y el barro fue arrastrándose por
ambas pieles, cuando con las manos se ayudaron a
quedarse limpias, Maca cerró el grifo, las respiraciones
habían comenzado a dispararse, los ojos comían labios,
comían deseos de la otra, los labios definitivamente
comenzaron con un suave chasquido al roce, para
convertirse en un apasionado estallido de besos
apasionados, entregados, que buscaban y encontraban
todo lo que necesitaban. Descubriendo la lengua ajena,
atrapando un labio entre los dientes, descubriendo la fuerza
de esos labios humedecidos y rojos de la pasión que era
como un torbellino traducida en infinitos besos. No supo
110 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
como Esther, Maca le dio la vuelta, estaba tan embriagada
por el calor de sus labios, de su lengua en su boca, que se
dejó hacer, Maca la estrechó contra su cuerpo, sus manos
taparon por completo los pechos de la enfermera que ante
tal contacto sin ninguna clase de contemplaciones se
apoderaron de ambos provocando en ella un suave gemido,
apretándolos como apretaba su vientre con el culo
magullado pero en ese instante abrigado por el otro cuerpo,
los movimientos comenzaron a hacerse más intensos, Maca
dejó una mano en el pecho izquierdo, con la otra estiró
suavemente de su pelo haciendo que mostrara su cuello
fino, y apetitoso para que sus labios, sus dientes, su lengua,
lo hicieran suyo. Mientras, las manos de Esther se apoyaron
en la pared, el fuego de su interior, la abrasaba, la volvía
loca, sentía como su propia humedad se mezclaba con el
agua que recorría su cuerpo, le encantaba aquella postura
nueva que estaba descubriendo, le trastornaba la
respiración de Maca en su oído, sentir su vello rozando su
trasero, sentir su pecho una y otra vez sobre su espalda, el
roce de aquellos pezones erectos, definitivamente le estaba
volviendo loca, tanto fue así que no pudo esperar.
E_ Maca por favor... Maca.
M_ Guíame Esther –le musitó en el oído con su voz
aterciopelada transformada en una voz gruesa por el
ardiente deseo.
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E_ Si.. si –decía turbada con la respiración ya entregada
a su máxima agitación, poniendo su mano sobre la de Maca
comenzó el recorrido.
M_ Eso es... así...
E_ Ven... hazme tuya cariño –le susurró mientras abría
algo más sus piernas, mientras guiaba la mano de Maca
que viajaba gustosa por su vientre, mientras Maca con la
boca entre abierta dejaba salir el fuego de la pasión que
llevaba dentro-. Aquí.. ahora... ahora...
M_ Oh –fue un gemido tan tremendo, que sintió como
sus poros se abrían y dejaban paso al tacto, a la sensación
que le provocaba de apoteosis el tocar su sexo-. Esther...
E_ Maca... –tan solo fue un susurro con la voz quebrada
por su pasión desmesurada.
M_ Me encanta tenerte así –volvía a susurrarle mientras
su dedo hacía círculos tan maravillosos en el clítoris de
Esther que ella misma sentía su placer en su propio cuerpo.
E_ Sigue... sigue... sigue... –musitaba mordiéndose el
labio inferior mientras su cuerpo se contorsionaba
arrastrando el de Maca-. Ah.... ah...
M_ Esther... Esther… -metió su cabeza en el pelo de la
enfermera que se mordió los labios para sellar un grito
desgarrador que le llegaba del alma mientras Maca
continuaba incansablemente apretando su pecho,
tocándola nuevamente-. Más cariño... más... quiero darte
más amor...
112 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ Lo siento Maca por favor... no me quedan fuerzas,
me voy a caer.
M_ Eso nunca –la giró y la estrechó entre sus brazos
fuertemente-. A mí lado nunca caerás.
E_ Te quiero tanto, te deseo tanto –sus ojos gritaban
ese deseo tan lascivo en sus ojos y así apoyó a Maca esta
vez contra la pared quedando cara a cara mientras su mano
llegaba con rapidez a su sexo, apartaba los labios y se
mezclaba en aquel maravilloso mundo húmedo como si
fuera el lago, la cascada de aquellas gotas de agua y sudor
que se habían mezclado en el cuerpo de la médico que
comenzaba a temblar, con los ojos cerrados apoyando la
cabeza en la pared, con la boca abierta con un gesto total
de entrega-. Así, me gusta tanto verte así.
M_ Esther... cariño... no pares.
E_ Jamás pararía –dicho esto sus labios atraparon el
pezón que le quedaba más cercano y lo chupo, lo meció
como si fuera una mecedora que le estuviera acunando
hasta dejarlo extasiado y dormido.
M_ Ah... ah…
E_ Mi amor.. mi vida... –entonces dejó su pecho para
llegar a sus labios y hacerlos suyos, Maca emitió un gemido
gutural que le dio a entender que estaba llegando-. Mírame
cariño...
M_ Esther... mi vida... ya... ya... oh... oh –gemía
controladamente.
113 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ Así... mi amor... te amo.
Se fundieron en un abrazo mientras sus cuerpos
todavía temblando se apoyaban el uno contra el otro,
ambas con los ojos cerrados, con la respiración
entrecortada, pero esa maravillosa sensación de haber
hecho feliz a la persona que más amaban. Y pasaron a
besarse delicadamente, suavemente, como si sus labios
fueran de cristal a punto de romperse, se mimaron, se
encontraron en el paraíso llamado, Amor y Pasión. Juntas de
la mano lo descubrieron, juntas de la mano, lo disfrutaron
mirándose sonrientes, en paz, totalmente enamoradas y
seguras del amor, agotadas por la pasión, pero con la
ilusión de que nada podría arrebatar esa emoción que
sentían tras ver el amor reflejado en los ojos de la otra.
E_ Te quiero mi amor.
M_ Y yo.
Volvieron a besarse, Maca apoyó a Esther en la pared y
volvió a nacer en ella la más ardiente de las excitaciones,
aquella mujer la volvía loca hasta límites insospechados, las
caricias de Esther lentas pero firmes en su espalda le
provocaban que su sangre revoloteara de manera fluyente
hasta su corazón, provocando en él los latidos tan fuertes
que la propia Esther los notaba sobre su pecho.
E_ Maca… Maca… espera…
M_ ¿Qué? –la miró con gesto de boba, con los ojos casi
perdidos, con la boca seca por el deseo.
114 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ Deberíamos ir a la cabaña, ¿no crees?
M_ Sí, claro… ¿no te gusta aquí? –le dijo mirándole los
labios.
E_ Es que lo más seguro va a ser que las piernas me
fallen –sonrió con tanta dulzura que eclipsó la mirada de
Maca-. Eres tan guapa… tan maravillosa.
M_ Mi amor –la abrazó fuertemente al recordar de golpe
la pesadilla que la apartaba de ella-. Te necesito tanto…
creo que ya no podría vivir sin ti… -la separó mirándola
directamente a los ojos con tanta efusividad que pensó le
podían estallar.
E_ A mí me pasa lo mismo cariño –le acariciaba con
ternura la mejilla.
M_ ¿Vamos a la cabaña?
E_ Sí –sonrió ampliamente entonces al separarse Maca
pensó-. ¿Y cómo vamos?
M_ ¡Pues tienes razón!, ¿cómo vamos?
E_ Desnudas no ¿eh? –le dijo sonriendo incrédula.
M_ Es de noche Esther, no van a vernos nadie…
E_ No, no, no –negaba sonriendo-. Me moriría de la
vergüenza si me ven.
M_ ¡Vamos Esther! –sonreía ampliamente.
E_ Anda cariño ve y tráeme algo de ropa… por fa… por
fa… -le decía poniendo cara de buena.
115 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ Si me pones esa carita –se mordió el labio inferior-.
Te aseguro que no salgo.
E_ Va…
M_ ¿Qué me darás a cambio?
E_ En el amor, nunca se espera nada a cambio…
M_ Puede… pero en el sexo sí –le guiñó un ojo y ante su
gesto de sorpresa dio una carcajada saliendo de la ducha-.
Me puede…
E_ Uf –resopló con todas sus fuerzas cerrando los ojos y
tratando de poner todo en su lugar, porque su corazón
había desbordado tantas emociones, tantas ilusiones que
parecía iba a arrasar con su cordura. La puerta se abrió-.
¡Mona!
Mo_ Ah, ah, ah ah uhhhhhhhhhhh – gruñó al verla
desnuda le extendió con una mano la ropa y con la otra se
tapó los ojos.
E_ Jejeje –sonrió graciosamente al ver su gesto.
Mo_ Prrrrrrrr –pedorreta risueña.
E_ Es muy mala Maca… pero bueno… ¡la amo!, ¿qué le
voy a hacer?
Mo_ Uhhhh –le dijo con ternura Mona mirándola con
esos dientes juntos y bien expuestos.
E_ ¿Vamos?
116 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
Mo_ Uh uh –negó con la cabeza haciéndole gestos muy
exagerados.
E_ Que Maca no te deja entrar.
Mo_ Ahhhhhhhh –asentía con los dientes nuevamente
juntos.
E_ ¡Vaya quiere guerra!... ¡si es que es un amor… tan
sensual… tan provocativa… tan ardiente… tan… ¡me voy
Mona!
Mo_ Uh –abrió los ojos al verla pasar corriendo por su
lado, entonces negó con la cabeza golpeándose la frente-.
Ah… ah...
Esther abrió la puerta de golpe, con su gran sonrisa
reflejada en su rostro, tan solo había una vela iluminando la
habitación, pero con ella le fue suficiente para admirarla,
estaba en la cama tapada estratégicamente con la sábana,
dejando ver sus largas piernas, sus brazos, y esos hombros
que a Esther le hacían perderse en ellos, saborearlos y
disfrutarlos, la contemplaba a través del mosquitero
echado, se le antojaba como una Diosa, su propia Diosa, y
aquella sonrisa que Maca le entregaba tan suya, tan
canalla, y aquellos ojazos que se clavaban en los suyos que
ya hacían chirivitas nada más en pensar que la estaba
provocando, que la estaba mirando a ella, sentía una
necesidad de no apartarse ni un solo segundo de su lado.
Se acercó despacio, sonriente, dejó caer la camisa que
Mona le había llevado, cayó al suelo, se acercó cuidadosa,
117 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
con sus pasos descalzos, con sus ojos sin apartarlos de los
de una Maca que suspiró al verla acercarse. Apartó
suavemente el mosquitero mostrando su desnudez
completa, una sonrisa ardiente en sus labios y esos ojos
resplandecientes del fuego de la pasión.
E_ Hola.
M_ Hola.
E_ Esto me parece que sobra ¿no crees? –le preguntó
con voz suave mientras retiraba la sábana.
M_ Creo que sí... –sonrió.
E_ Bien –retiró la sábana mientras Maca la miraba
lascivamente mordiéndose el labio inferior, seguía sus
movimientos con cara de felicidad, seguía sus pasos
mostrando su cuerpo totalmente desnudo ante ella-. Esto
está mucho mejor.
M_ Yo también lo creo –susurró.
Esther subió su rodilla a la cama, se acercó sutilmente
hasta el cuerpo de Maca, la miraba con desafío y pasión, la
miraba con anhelo de compartir y sobre todo, regalarle
todo su amor, con cuidado pasó su rodilla derecha sobre el
cuerpo de Maca, ésta la observaba en silencio, aunque con
cada movimiento de la enfermera, notaba como su
excitación y respiración iban en aumento, lentamente
primero poco a poco ir aumentando. Esther se había
acercado hasta su boca, se había detenido a menos de un
centímetro, observando como los ojos de Maca se posaban
118 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
en aquellos enrojecidos labios que parecían llamarle
frenéticamente, sin embargo, lejos de acariciarlos se separó
con lentitud haciendo que la boca de Maca por instinto se
abriera acercándose ante su abandono.
E_ No... nada de besos.
M_ ¿Cómo que no? –preguntó entre decepcionada y
divertida.
E_ Ahora... mando yo, y te digo que nada de besos.
M_ Vale –asintió con su tono de voz entregado.
E_ ¿Confías en mí?
M_ Plenamente.
E_ Bien –entonces como por arte de magia sacó un
pañuelo de sede de debajo de la almohada, Maca sonrió-.
Primer paso, vas a sentir, solo sentir.
M_ Me gusta sentirte –voz melosa y acaramelada.
E_ Voy a volverte loca, al menos intentarlo.
M_ Ya me vuelves loca –susurró acariciando su melena
lentamente.
E_ Pues va a ser mucho más... muchísimo más –le
musitó rozando con sus labios la oreja de Maca quien cerró
los ojos-. Túmbate.
Maca obedeció gustosa, tras un suspiro largo y
continuado, se dejó vendar los ojos. La miró antes de
119 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
dejarse atrapar totalmente y lo que vio le gustó tanto que
sintió lo que era la felicidad.
M_ Quiero un beso.
E_ No hay beso –le contestó con voz traviesa-. De
momento solo amor.
M_ Esther –susurró con voz delirante.
Y así fue, Maca se preparó para recibir amor, Esther
comenzó a besar su centro suavemente como respuesta un
gemido de la doctora que trató de controlar, su vientre se
movió ascendiendo un poco, sus plantas de los pies hicieron
fuerza contra el colchón para acercar más su sexo a la boca
de una Esther que sonreía, al ver como su espalda se
encorvaba mostrando el placer que aquel contacto efímero
de sus labios le había provocado. Tras unos segundos
quieta, viendo como el rostro de Maca se tensaba por el
deseo, por las ganas de ser amada, mientras movía la
cabeza hacia atrás dejando entre abierta su boca, la lengua
de Esther recorrió lentamente aquel trozo largo de piel,
notó su exhalación de aire, notó como abría más las
piernas, como la invitaba a disfrutar de su cuerpo, a
compartir eso que en ese instante estaban sintiendo las
dos, una necesidad de sentirse, de fundirse en una, de
beber ese éxtasis embriagador que ambas sentían. Maca
gimió mientras sus manos apretaban las sábanas la
derecha fuertemente, la izquierda más suave porque
necesitaba acariciar la piel de la mujer que le estaba dando
120 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
con total entrega una visión de la vida diferente, un
protagonismo que le estaba haciendo sentir segundo tras
segundo que era importante para Esther, y aquello aún le
volvía más loca.
M_ Esther... Esther… -musitaba como el sediento
necesita agua para no morir, ella necesitaba besos para
resistir.
E_ Nunca hecho esto... ¿lo estoy haciendo bien, mi
amor? –le susurró en la oreja mientras la yema del dedo
índice paseaba por su piel con tanta suavidad que hacía
que Maca se convulsionara.
M_ Increíblemente bien cariño –sonó su voz como lo que
estaba, terriblemente extasiada de felicidad.
E_ Mi vida... porque eres mi vida... el gran amor de mi
vida –le decía mientras besaba centímetro a centímetro la
piel de su rostro.
M_ Quiero dibujar tu sonrisa –le dijo sin poder evitar que
sus caderas buscaran un ligero roce que Esther le evitaba,
mientras levantaba su mano al aire.
E_ Te quiero –le susurró mientras los dedos de Maca
recorrían lentamente los labios en los que se reflejaba una
maravillosa sonrisa por parte de Esther.
M_ Mi amor –sonrió ella como si fuera aquel contacto
una brisa fresca del mar, llegando a su corazón.
121 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ Maca... –besaba los dedos que se habían dedicado a
recorrer sus labios.
M_ Eres maravillosa cariño.
E_ Quiero más –musitó.
M_ Yo también.
E_ Quiero llevarte a ese reino de la felicidad que dicen
existe, ese reino donde tú me llevas.
M_ Claro que existe... –y humedeciéndose los labios le
dijo-. Llévame donde tú quieras, no tengo remedio, soy
tuya...
E_ Para siempre...
M_ Hasta la muerte.
Una frase trágica que contrastaba con todo lo bello
que estaban viviendo, ¿pero había algo más impactante
que esa frase?, hasta la muerte quería ser suya, le estaba
diciendo lo que no había dicho a nadie, lo que no había
sentido a nadie, y el pañuelo de seda que envolvía sus ojos,
recogió una lagrima que escapó porque realmente la frase
salió de un corazón que había dejado en manos de quien
justo en ese momento paseaba por su cuerpo, lamía con la
punta de la lengua, sus pechos, mientras una de sus manos
se había entrelazado a la de una Maca que debía tratar de
centrarse en la respiración, en continuar respirando a pesar
de la dificultad, Esther, la besaba con tanto respeto de
apasionado amor, con tanta debilidad de su infinita ternura,
122 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
con tanta necesidad de ser una, que la estaba trastornando
y aún no había pasado de su torso.
Allí tenía su piel para ella, nunca antes había sentido
esa necesidad y es que su alma, al sentir que perdía a
Maca, a esa mujer soberbia, orgullosa, algo chula, a veces
insoportable del principio pero tan maravillosamente
maravillosa de ese final, se estaba transformando en ese
momento en una entrega de corazón a corazón, sentía
necesidad, una necesidad tan extensa de llevarla a aquel
rincón del mundo exterior, de ese que se eleva, no existe
ante la mirada, parece que iba a caer de golpe, pero nunca
tocaba suelo, porque siempre habían unos brazos para
sujetar, unas manos para acariciar, y una boca para besar,
nombrar, susurrar y esos ojos, para exponer en el silencio
del regreso del viaje lo que era la palabra amor. Y eso era lo
que Esther trataba una y otra vez con sus caricias de
mostrar, no quería que Maca pudiera verla, tan solo quería
que sintiera ese gran amor, y esa gran pasión por ella, sin
tapujos, entregándole el alma en cada caricia suave que
viajaba con lentitud por su cuerpo, por ese cuerpo que se
mostraba con la piel de gallina, con los pezones erectos,
con la tensión del placer y deseo recibido, ese cuerpo que
trataba de encontrarla, ese cuerpo que batallaba con la
oscuridad de los ojos para imaginar el rostro sediento de
Esther, la mirada ávida y los labios encarnecidos buscando
rincones donde encontrar gemidos.
123 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ Esther... me vas a matar –dijo finalmente mientras
su estómago se contraía mientras las venas de la garganta
se mostraban a un paso de estallar por la inflamación del
aire que da el placer, mientras sus oídos palpitaban una y
otra vez a punto de estallar toda ella en miles de pedazos.
Mientras jadeaba una y otra vez-. Esther... Esther...
E_ Me gusta tanto hacerte el amor... –respiró
fuertemente sobre su sexo.
M_ Ahhh –se tuvo que fruncir sus humedecidos labios
para ahogar el grito que se escapaba de su garganta.
E_ Eres la reina de mi vida... la luz que me ilumina –
hablaba mientras sus labios rozaban los del sexo de Maca.
M_ ¡Por favor! –suplicó casi sin voz.
E_ Te quiero.
Y así lo sintió Maca mientras sentía como su sangre se
volvía loca, como corría y corría por sus venas, como
llamaba urgentemente a su corazón para poder bombear,
notaba como su sexo pedía clemencia pero al mismo
tiempo rogaba continuidad, notaba como su pecho se
agitaba, como su cuerpo se tensaba, como su piel se
erizaba, notaba y notaba todos aquellos síntomas del
placer, del deseo, de un orgasmo monumental que aquella
pequeña mujer le estaba provocando, ¿y por qué?, porque
con los ojos vendados entendió en el aire, en sus caricias,
en sus silencios, que le estaba haciendo la dueña de su
vida, entregándole un amor imperturbable seguramente al
124 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
tiempo, le estaba regalando lo mejor de la vida, pleno
amor. Absoluto, mágico, necesario, sensible, visceral, tierno
amor, solo un inmenso amor, por eso no necesitó quitarse
el pañuelo, porque la percepción fue tan brutal, que
agradeció aquel regalo maravilloso que Esther le estaba
haciendo.
E_ Te quiero –susurró extasiada por todo cuanto habían
vivido en aquel momento.
M_ Esther –entonces se apartó ella misma el pañuelo,
respiraba con dificultad quiso buscar una postura más
relajada para ella, se puso de lado mientras Esther la
abrazaba-. Nunca, nadie me había hecho sentir así...
nadie... me había hecho feliz como tú.
E_ Me alegro cariño... pero tan solo te devuelvo lo que
tú me das.
M_ ¿Tanto?, imposible –sonrió de lado con los ojos
cerrados dejándose abrazar por Esther.
E_ No lo dudes mi reina –le acariciaba la mejilla.
M_ ¿Cómo estás tú?
E_ Bien... relajada, feliz, contenta... muy bien... así que
duerme que estás cansada.
M_ No estoy cansada, estoy feliz –abrió los ojos y se
encontró con los de Esther, entonces sonrió levemente,
cerrando los ojos al tiempo que suspiraba-. Te quiero.
125 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ Descansa... –le acarició nuevamente con delicadeza,
se levantó para coger la sábana y taparla, Maca ya dormía-.
Te quiero mi amor... te quiero mucho.
Poco a poco sus párpados se fueron entregando al
sueño, con la maravillosa imagen de Maca entre sus brazos,
viéndola respirar tranquila, con un gesto complacido podía
pensar en el suyo propio y reflejaría lo mismo, respiró con
una calma que nunca en su vida había encontrado, y aquel
suspiro, le recordó al agua de la cascada, aquella tranquila
agua que esperaba de manera serena la unión con aquella
otra que caía bruscamente necesitando encontrar un
refugio, un abrazo, para fundirse en esa calma hermosa,
ella sintió en ese momento que eso formaban Maca y ella,
Maca el agua nerviosa de la cascada que traía que
arrastraba bruscamente consigo la rabia, el dolor, el
desengaño sentimientos que le daban la fuerza al caer
volviéndose espuma, mientras ella, se veía como la persona
que con amor y ternura le había refugiado en sus brazos
calmados, en su agua tranquila, y así ambas, se daban lo
que a la otra le faltaba y de esa manera reflejaban el
manantial de la felicidad.
E_ Mi vida quiero que te pertenezca... quiero ser para ti
la paz... y de igual manera, que lo seas tú para mí... estoy
segura que lo podremos conseguir...
M_ Yo también –susurró medio dormida y sus labios
formaron o al menos lo intentaron una sonrisa feliz.
126 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
La mañana había amanecido nublada y con unas gotas
de fina lluvia dejándose ver, algo extraño pensó Esther
mirando el gris cielo mientras se encaminaba hacia la
cocina con paso liviano y alegre. Conforme se iba
acercando, iba escuchando como Teresa discutía
aireadamente con un Vilches que tenía cara de profundo
cabreo.
E_ Buenos días –sonrió.
V_ Serán para ti.
T_ ¡Vilches! –lo riñó.
E_ Voy a… -señaló la cocina pasó de largo.
V_ ¿Qué hace tan pronto aquí?
T_ Ni idea –miraba hacia dentro de la cocina donde la
escuchaba trajinar con los cacharros.
V_ Debería estar descansando… ¿Qué, se oyó mucho
anoche Teresa? –la miraba intrigado.
T_ ¡Vilches! –lo riñó con rostro tenso-. A lo que íbamos…
esa chica se escondió, Ngouabi la encontró y no hizo nada
malo si…
E_ Lalalalalaaa mmmmm lalaala –canturreaba en la
cocina.
V_ ¿Qué le pasa?
T_ Debe estar feliz por la vuelta de Maca… -se miraban
extraños.
127 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
V_ Como desafina.
T_ Total… ya está lloviendo… -decían algo sorprendidos
por su actitud-. Sigo, ¿qué hay de malo?
V_ Pues un nuevo conflicto Teresa, una mujer que
puede ser un conflicto entre los hombres.
T_ Nunca ha sido así.
E_ El amor de mi vida has sido tuuuuuuuuuuuu.
V_ Joder… -se tapó la mano-. A lo Julio Iglesias… ya lo
que me faltaba…
T_ Si que es grave si… bueno –hizo un ademán con su
mano volviendo a mirar a Vilches-. No veo el drama…
Massamba está con Lula y ahora te digo yo que van en
serio.
V_ Bien, me alegro por los dos.
T_ Zulú y Nsona, no hay problema.
V_ Por descontado, Esther y Maca tampoco.
T_ Eso es.
E_ Es la historia de un amor… como no hay otra igual…
que me hizo comprender lalalalalaaa –seguía cantando.
V_ ¡Esther para coño que va a diluviar!
E_ Jeje –asomó la cabeza riéndose graciosamente con
cara de enamorada…
T_ Madre de Dios…
V_ ¡Qué viajito me espera! –renegó.
128 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
T_ Sigamos… Sissou creo que esta totalmente
entregada a Dib.
V_ Eres una casamentera… -le dijo mirándola fijamente.
T_ No Vilches es el amor, ese estado maravilloso de...
E_ Adiós… -pasó Esther nuevamente de largo con una
bandeja repleta de cosas.
V_ Pues ese estado maravilloso te acaba de dejar vacía
la cocina –la miraba intensamente cruzado de brazos.
Cuando llegó a la cabaña, se vio en el problema de
cómo abrir la puerta, sus manos en la bandeja, Mona a su
lado que si dejaba la bandeja para abrir, lo más seguro era
que el animal se llevara todo lo de la bandeja, así que dudó
por unos instantes no quería despertar a Maca hasta que no
estuviera dentro.
E_ Mona por favor abre la puerta –le decía bajito.
Mo_ Ohhhh ohhhh –negaba con la cabeza mirando la
bandeja.
E_ Mona por favor abre –el animal repetía la misma
actuación mirando fijamente la bandeja-. Valiente abre por
favor.
Va_ Ohhhhh.
E_ Joder que pronto aprendes tú –le dijo al joven
Valiente que le hizo una pedorreta-. No si… hasta eso te va
saliendo ya… ¡ay que joderse! –susurró entonces les
entregó dos plátanos, a cambio Mona le abrió la puerta y
129 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
cuando pasó, recibió un manotazo del animal en su culo, tal
y como había visto que ella le daba a Maca alguna vez.
Entonces bajito le riñó-. ¡Mona!
M_ Mmmmm –se acurrucó en la cama.
E_ Shhhh –le dijo desde la puerta mientras sonreía
embobada observando como se movía en la cama desnuda,
entonces se giró hacia Mona haciéndole un gesto para que
se fuera y cerrar la puerta.
MoyV_ Prrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr –sonrisas en ambos
animales.
E_ Pero… -no pudo más que sonreír al ver el gesto de
ambos. Lentamente se acercó hasta la cama, disfrutando
de lo que veía.
M_ Mmmmm –se giró buscando el cuerpo de su
compañera.
Esther al ver su gesto, sonrió, dejó la bandeja en el
suelo y subió despacio a la cama, Maca estaba tan
hermosa, desnuda con la espalda al aire, con aquella piel
que tanto la llamaba, con mimo le dejó un beso justo en la
base del cuello donde el pelo se había esparcido como
invitándola a besar ese trozo de piel.
M_ Mmmm … Esther –musitó entregada al roce suave
de aquellos labios.
E_ Buenos días dormilona –insistió con el beso-. Es hora
de levantarse.
130 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ No puedo –susurró.
E_ ¿Estás cansadita?
M_ Sí… mucho… y si sigues lo estaré mucho más –
seguía con su tono inalterable enredado en el cansancio del
amor.
E_ Mi amor tenemos que irnos… venga… dormilona…
¡va! –le pegaba golpecitos en el culo.
M_ No, no, prefiero besos –dijo dándose la vuelta.
E_ ¿Ah si?... –la miraba con cierto aire ardiente, que le
provocó a Maca lo suficiente como para agarrarla y echarla
a la cama sobre ella-. ¡Maca!... mira que eres mala…
M_ No puedo… no puedo resistirme eres como el
chocolate… nunca hay suficiente… -atrapó con su boca
decididamente los labios de una Esther que no pudo más
que sonreír y devolver tal maravilla de beso.
E_ Tú y el chocolate, no tienes arreglo –le dijo
separándose un poco-. Y espero que nunca lo tengas.
M_ Eso está mejor… ¿y qué haces tan vestida? –le
preguntó sonriente mientras metía su mano por debajo de
la camiseta.
E_ Mi amor recuerda… hoy volvemos a las
vacunaciones.
M_ Es cierto… -puso gesto de resignación-. Pues vamos
allá.
131 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ ¿Dónde vas? –le preguntó reteniéndola del brazo con
fuerza.
M_ A desayunar –la miraba con esa sonrisa suya de
bobalicona.
E_ ¿Y para eso te vas a levantar?
M_ Esther… el desayuno no va a venir aquí.
E_ Eso lo dices tú –saltó por encima de ella y le sacó la
bandeja, hubiera dado la vida si se la hubieran pedido por
ver ese gesto de asombro y emoción en el rostro de Maca-.
Aquí tienes tu desayuno.
M_ Pero… que fuerte -decía boquiabierta.
E_ Debes alimentarte, estás flacucha –le decía
sonriendo.
M_ Joder... es la primera vez que me traen el desayuno
a la cama.
E_ Eso no es verdad... Teresa te lo trae.
M_ Joder… esto no es un desayuno… esto es un
manjar… y sin duda este detalle de la flor robada a Teresa,
me dice que me lo has preparado tú –le decía mirándola
con gesto deslumbrado.
E_ Pues sí –sintió como sus mejillas se iban poniendo
coloradas sin remedio.
M_ Teresa te va a matar.
132 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ No… recuerda que te he quitado la exclusividad con
ella, y ahora soy yo su ojo derecho.
M_ ¿Y sabes?... no me importa –le besó con suavidad.
E_ ¡Ey qué me lo echas encima después de lo que me
ha costado! –decía sonriendo.
M_ Me tienes boba.
E_ Un poquito si.
M_ Ya no queda nada de la Maca que encontraste…
E_ Yo creo que si.
M_ Te aseguro que no, no pensé decir esto pero, me
tienes totalmente entregada a ti.
E_ ¿Y eso es malo? –le besó mientras comía una pasta.
M_ Pensaba que sí, pero ahora me doy cuenta que no,
que es muy bueno… y que es un reto para mí, nunca pensé
volver a formar parte de un amor, de una pareja, y ahora mi
reto es ser una buena esposa –beso, sonrisa de Esther-, una
buena compañera –beso, sonrisa más amplia de Esther-, y
sobre todo una impresionante amante –beso apasionado.
E_ Lo eres, lo eres todo de verdad, y espero que yo
puede ser como tú ¿eh?
M_ Lo eres… anoche me lo demostraste, me hiciste feliz
porque nadie me había dado tanto como tú.
E_ Me alegro mi vida.
133 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
V_ ¡Pareja de tortolitas os doy un cuarto de hora! –gritó
desde fuera Vilches.
M_ ¡Qué pesado! –susurró mientras daba un sorbo a su
café-. Hay dos cosas que echo de menos…
E_ ¿El qué mi amor? –sonreía mirándola con enorme
cariño.
M_ El café y el chocolate.
E_ Igual con un poco de suerte pronto cae del cielo.
M_ Que graciosa eres… como si esto fuera la canción
aquella.. ¿cómo era?
E_ La de Juan Luís Guerra… todo puede ser en esta
vida.
M_ Mira… me voy a la ducha porque noto que me estás
tomando el pelo, y menos mal que no hay nadie más
porque no sé como quedaría mi honor –ponía gesto de
pillina.
E_ Por lo suelos sin duda –dio una carcajada-. Saben
que estás loquita por mí.
M_ Mala eres joder… pero que gran verdad –le dio un
beso-. Mmmm, más –otro-, más –otro más prolongado-,
mucho más –Esther la miraba dando una gran carcajada-.
Otro.
E_ ¡Maca! –le riñó apartándose.
M_ Venga mi niña que sabes soy insaciable.
134 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ Y tanto que lo sé –la besó nuevamente-. ¿Y yo? –le
preguntó tras otro beso.
M_ También –se separó mirándola con gesto simpático
mientras le decía-. ¡Somos dos calentorras en la Selva!
Entre carcajadas Maca se marchó a la ducha y Esther
se quedó allí echada sobre la cama sonriendo como una
enamorada. Tras un suspiro profundo y feliz se levantó para
arreglar la cama, y llevar a la cocina la bandeja. Al entrar
no vio a nadie, entonces cayó en la cuenta.
E_ Joder Massamba –susurró saliendo a toda prisa para
ver como seguía-. Hola.
V_¡Vaya ya habéis parado!; os vais a desgastar –le
decía mirando un papel.
E_ ¿Cómo sigue Massamba?
V_ Pues ese toro de Miura acaba de despertarse,
pretendía levantarse dice que no puede estar en la cama,
tiene que cazar…
E_ Voy a verlo.
V_ Mejor no, ahora le he puesto un dardo como se le
pone a los elefantes para que descanse. ¿Lo tienes todo
preparado?
E_ Sí, me falta ducharme.
V_ ¿Y a qué esperas?
E_ A que termine Maca –sonrió.
135 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
V_ Me gustabas más cuando eras resistente al virus
Macarena Wilson.
E_ Vilches… ¡estoy enamorada! –se le echó al cuello del
hombre que no supo como reaccionar ante aquel gesto
totalmente inesperado-. Soy muy feliz…
V_ ¡Pues deja la felicidad a un lado y vuelve a la
realidad!
E_ Jo… al final voy a darle la razón a Teresa cuando me
dice que eres un desaborio.
V_ ¡Tira… que luego cuando venga la hora de la verdad
a ver quien es el desaborio!
E_ ¡Qué humor!
La cafetera estaba preparada, Maca se había pasado
para ver a Massamba y Lula, él seguía durmiendo con el
dardo de Vilches, mientras los muchachos habían decidido
salir ellos a cazar nuevamente para la fiesta y por el
regreso del camino de los Dioses de Massamba. Vilches
esperaba ansioso en el coche la llegada de las dos mujeres,
el viaje era relativamente corto y habían decidido que tan
solo Yildas llevara el camión, así una vez repartidas las
tareas todo sería más sencillo. Teresa había dejado a las
mujeres, incluida la nueva adquisición que fue bien recibida
por todas Siya y que asombrosamente se mostró como una
costurera que les iba a ayudar muchísimo con las ropas de
la boda.
136 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
Todo estaba preparado para partir, eran las nueve de
la mañana y eso les permitiría volver nada más comieran.
Teresa los estaba despidiendo con gesto algo enfadado con
Esther por arrancarle una flor de su pequeño jardín,
entonces Maca la miraba sonriente y embobada tan bien,
subieron al coche donde les esperaba un desconsolado
Vilches.
E_ ¡Espera! –gritó saliendo del coche a toda prisa.
V_ La madre que la parió me va a matar a sustos…
M_ Pobrecilla, no te metas con ella –miraba por la
ventanilla.
V_ Maca me vas a poner el coche perdidito.
M_ ¿Tanto se me nota? –le preguntó con una sonrisa
marcada en su rostro de felicidad.
V_ Seeeeeeee
M_ ¡Pero serás borde!, eso pertenece a los fics de Sam,
te has apropiao.
E_ ¡Ya estoy aquí!, nos podemos marchar, es que cariño
he cogido la cámara para hacer fotos.
M_ ¿A mí?
E_ Si a ti.
V_ Seeeeeeeeee –volvió a decir ante la carcajada de las
dos.
137 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
El camión salió con la fina lluvia golpeando el cristal,
tras él lo hizo la cafetera y su inestimable sonido a vieja. En
el interior, Maca iba sentada junto a Vilches, con los ojos
bien abiertos controlando a uno y otro lado, Esther hacía lo
mismo, sabían que una vez fuera de la aldea, debían tener
mucho esmero en lo que pudiera pasarles porque allí en la
Selva se volvían completamente vulnerables.
Mientras ellos se alejaban, Teresa en la aldea, se había
quedado con Loabi tan solo como vigilante, y Zulú que aún
andaba algo renqueante por los golpes a quien no le había
hecho demasiada gracia que se fueran a cazar y dejaran la
aldea despoblada por si hiciera falta la defensa.
T_ Venga, tranquilo Zulú –le decía tratando de
mostrarse ella también tranquila aunque no dejaba nunca
de lado esa intranquilidad por lo que pudiera pasar pero se
había acostumbrado a ella.
Z_ No mami, no, Ngouabi querer impresionar a chica
nueva, Yildas ser inconsciente, y Zambi mucho más, aquí yo
medio tonto, Massamba en los sueños de los dioses y Laobi
sin poder hacer nada con una pierna…
Ns_ Tú descansar, nada pasar –le dijo con gesto amable
Nsona.
T_ Tu mujer tiene razón, venga, deja de pensar en que
algo puede suceder… además ellos cuando comience a
caer la tarde vendrán si todo va bien, y Ngouabi me ha
138 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
dicho que estarán fuera tres horas, si no cazan volverán, en
tres horas no va a pasar nada.
Ns_ Cierto, y tú tener que probar vestido boda mwasis.
Z_ Ah no…
Ns_ Ah si.
Nm_ ¡Muntu! –(¡Hombres!) Se quejó Nmaba sonriendo
mientras negaba con la cabeza.
T_ Si… porque además, deberías poder ver los colores
Nmaba, el arco iris, Maca quiere un boda vistosa y alegre y
la vamos a tener –decía divertida.
Nm_ Jajajajaa –reía abiertamente mostrando la falta de
sus dientes-. Maca kele nene (Maca es grande).
Ns_ Mwana kwisa na kudya -(Niños vamos a comer) les
llamó desde la puerta-. Ellos disfrutar de la lluvia.
Z_ No gustar lluvia…
T_ ¡Ay hijo Zulú que negativo estás hoy!, anda… voy a
prepararte un makayabu a ver si te animas –le decía
mirándolo con gesto algo cansino.
Z_ Mami tu si saber animar –le ofreció por primera vez
su sonrisa amplia y grande con sus dientes como luna, y su
gesto de bonanza-. Si señora… mami grande.
Ns_ Mami grande… ¿cómo decir mami? –la miraba
sonriendo mientras gesticulaba con sus manos para
hacerse entender, entre tanto los niños se subían por
139 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
encima de Zulú, que se mostraba feliz de tenerlos allí hasta
a los nietos de Nmaba que los sentía como propios.
T_ Pelota.
Ns_ Eso… Zulú pelota.
Z_ Pelota pero simpático.
Ante aquel comentario las mujeres no pudieron más
que rendirse a su frase y romper a reír. Tras desayunar
todas volvieron a sus quehaceres, Lula aprovechando el
sueño de Massamba, volvió a las tierras, se le daban bien y
estaba tratando bajo la lluvia de sacar adelante las patatas
que parecían darles la espalda, arrodillada en el suelo, con
sus manos removiendo la tierra y cortando lo que ella
pensaba estaba muerto. Nsona y Sissou, habían ido a dar
de comer a las pocas gallinas que sobrevivían y a la pobre
vaca que ya estaba en sus últimos años y ni siquiera podía
dar leche, pero que la tenían como un animal de compañía
al que todos le acariciaban y mimaban, especialmente los
niños. Mientras Nmaba y Siya preparaban la ropa, Siya
disfrutaba de ver a la que podía convertirse en su abuela,
porque reconocía se había enamorado de aquel
muchachote que tenía de nieto, aprendía de la mujer que
aún sin ver era capaz contando a base de sus manos, de
cortar la tela como debía, y aquello seguía maravillando a
todos. Teresa por su parte, había estado haciendo recuento
de la comida que les quedaba, la llegada de los refugiados
les había recortado lo básico, como el maíz, las legumbres,
140 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
el arroz, hasta el café que lo habían tenido que ir poniendo
con más agua de lo recomendable. Había puesto la patilla
de su gafa en la boca pensando como arreglar la situación y
pensando que debería hablar con Dávila de todo aquello,
cuando la campana de alerta sonó.
En la cafetera, se respiraba un amor profundo, de vez
en cuando Maca se giraba para observar a Esther, se
miraban con tanto cariño que parecía que la luz del sol que
no existía se les iluminaba en sus ojos, en sus miradas
repletas de amor. Vilches relinchaba cual caballo viejo, y es
que, como él mismo decía para si “era más divertido
cuando se peleaban”.
E_ ¡Mira cariño!... ¡una cebra! –decía exaltada de
felicidad ante el descubrimiento.
M_ Sí… son impresionantes de cerca ¿eh?
E_ Espera… espera Vilches… ¿dónde está el botón de
disparo en movimiento?, ¡joder!
M_ Cariño no digas palabrotas –le decía riéndose
mientras miraba a Vilches como diciendo “es un amor”.
V_ Si… un amor… -murmuró.
E_ ¡Para Vilches!
V_ ¿Cómo qué pare?
E_ ¡No encuentro el botón y se me va a escapar la
cebra! –le decía buscando el dichoso botón de la cámara en
movimiento.
141 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
V_ Esto es pa joderse ¡macho!
M_ Cariño te vas a caer… y tienes que cuidarme ese
culito –le decía arrodillada en el asiento sujetando a una
Esther que hacía equilibrios en el suyo para fotografiar a la
cebra, sacando la mitad de cuerpo.
V_ Te vas a quedar viuda antes de casarte ¡está loca!,
si hay miles de cebras.
M_ ¿Y Qué quieres que haga?, Esther entra que más
adelante igual vemos más.
E_ Es preciosa –decía encantada de su aventura
particular.
M_ Esther –le decía seria.
V_ No si ya veras, esto va a ser un drama, aún se nos
caerá.
M_ Joder Vilches… calla la boca tío.
V_ ¿Yo?, ¡pero no ves que es una inconsciente!
E_ ¡Au! –gritó.
V_ Ya la hemos cagao.
M_ Estás bien Esther.
E_ Sí, sí –decía frotándose la cabeza pues se había
golpeado con una rama de tronco.
M_ No lo vuelvas a hacer ¡vale! –la reñía muy seria.
E_ Pero si ha sido muy divertido –decía riendo mientras
se frotaba la cabeza, la mirada seria de Maca no le gustó,
142 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
así que decidida le dijo atrayéndola-. Además… has tenido
lo que tanto te gusta ver, cerquita.
M_ Si es que me pierdo –le besó sonriente.
E_ ¿Verdad?
MyE_ ¡Ayyyyyyyyyy!.
V_ Fin del viaje, ¡gracias a Dios!
Ante el frenazo de Vilches ambas cayeron hacia
delante, propinando que se golpearan las frentes, se
frotaban con cierto dolor pero mirándose divertidas, cuando
se recompusieron, Maca le dijo:
M_ Me estabas poniendo con el culito ahí todo en mi
cara, que lo sepas.
E_ Lo sé, lo sé…
M_ Si es que luego dices que yo soy mala, tú eres peor,
¡pero me encanta!
Salieron ante la mirada casi asesina de un Vilches que
no cesaba de jurar en arameo mientras Dib sonreía sin
cesar canturreando. Cada una cogió sus maletines y se
dispusieron junto a Vilches a revisar y vacunar a los niños.
Al llegar, todos los niños no demasiados, corrían hacia ellos,
saltaban, gritaban y es que eran muchas las veces que
habían pasado por ese poblado. Las mujeres saludaban con
grandes sonrisas a las dos mwasis mondeles que habían
llegado con el ziku.
V_ ¿Preparadas?
143 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ Sí, cuando quieras empezamos –le dijo volviendo a
ser la enfermera eficiente que era siempre.
M_ Venga Vilches espabila que es para hoy –le chinchó
como solía hacer siempre Maca.
V_ Bueno… al menos parece que en el terreno laboral
nada ha cambiado…
Como siempre comenzó a crearse la cola con los niños
y niñas asustados, el reconocimiento corría a cargo de
Maca y las inyecciones a cargo de Esther, estaban juntas y
a veces cuando se rozaban sin querer, se miraban
sonrientes, cuando alguno de los pequeños rompía en
llanto, ambas trataban de tranquilizarlo. Las miradas a lo
largo de la jornada demostraban el amor que se
profesaban, y ese amor era captado por un Vilches que
sonreía sin ser visto, porque su lado duro no era lo
suficientemente duro como para no alegrarse y ser feliz de
ver nuevamente la verdadera sonrisa en Maca, incluso, se
atrevía a pensar que la sonrisa era totalmente entregada y
como ésa nunca antes la había visto.
Terminaron hacia la hora de comer, como era
costumbre en las tribus, les invitaban a comer con ellos, por
el esfuerzo realizado para llegar y ayudarles. Les hicieron
sentarse en el suelo.
E_ Esto me recuerda a la primera vez que salí…
¿recuerdas?
M_ Sí, que mala fui.
144 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ Pues sí, la verdad que fuiste muy mala pobre de mí,
creí que me moría vomitando.
M_ Lo siento, pero en su momento no me negarás que
fue divertido.
E_ Ah no… y no te arrepentirás –la miraba con cara de
incredulidad con esa sonrisa que le enloquecía.
M_ No, me divertí mucho.
E_ A mi costa.
M_ Si –se miraban tan penetrantemente que se
olvidaban del mundo que les rodeaba.
V_ Ejem… ejem –carraspeó de autoridad máxima.
M_ Tienes suerte, porque si pudiera hacer lo que
quiero…lo que deseo…
E_ Mejor más tarde… cuando estemos solas.
D_ Mwasi Esther, venir correr –hacia gestos con su
mano para la cámara de fotos.
E_ Voy –se levantó con rapidez.
V_ ¿Pero qué haces? es una ofensa para el resto que te
levantes –trató de decirle Vilches.
E_ Solo es un minuto, voy a ver que dice mi compañero
Dib y vuelvo, melesi a todos, kele ban mingi muntu mfinda
(gracias son ustedes muy hombres salvajes).
145 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
V_ Dios… -musitó con fuerza al escuchar la última parte
de la frase que fue recibida por todos con grandes
carcajadas.
M_ Yandi vandaka kovaka kikongo, kolol yanyi sambuna
sika (ella esta aprendiendo kikongo, perdónenla por favor).
V_ Ni se te ocurra ir detrás, te lo advierto –le dijo entre
cerrando los ojos mientras los jefes sonreían a carcajadas
después de llamarles hombres salvajes-. Y ya puedes ir
enseñándole lengua, y no la que es tu especialidad, ¿te
queda claro?
M_ Muy claro, pero la otra me gusta más –le guiñó un
ojo.
V_ Cabrona eres –le espetó.
M_ Lo mismo digo –sonrió asintiendo con la cabeza a
modo de asentimiento.
Al rato una más que feliz Esther volvió de donde había
ido con Dib, con total naturalidad a la gente de poblado
comenzó a enseñarles las fotografías que había hecho a
una manada de cebras, la gente sonreía más por su sonrisa
que realmente por lo que veía en aquella cosa, pues ellos lo
veían a tamaño natural todos los días, de ahí que sonrieran
ante la efusividad de explicación que tenía Esther. A quien
Maca continuaba mirando embobada, con una sonrisa dulce
en sus labios, con esa mirada repleta de calor en sus ojos.
Un codazo de Vilches la devolvió a la realidad de su mundo
exterior dejando aparcado por momentos el interior.
146 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
V_ Hola, te llamas Macarena Wilson y tu honor como
Calentorrra y devora mujeres está cayendo
progresivamente –le decía con tono burlón.
M_ Cayó totalmente el día que apareció Esther en mi
vida.
V_ ¡Dios Macarena Wilson hablando en serio!, me
resultas cursi.
M_ Me encanta la pija… mírala lo feliz que es y lo feliz
que hace al resto.
V_ Ya hemos tenido suerte que les ha llamado salvajes
a estos, se lo llama a otros y nos hacen en pedacitos –decía
muy serio.
E_ Car… Maca mira –se detuvo a tiempo-. Es
impresionante.
V_ Te lo dije, pero eres impaciente, pedazo golpe te has
dado para terminar aquí con cientos alrededor.
E_ Es impresionante.
V_ Ya veo ya, te han dejado impresionada, si.
M_ Ten cuidado, te advierto que está muy pero que
muy borde –le dijo bajito acercándose a ella.
E_ ¿Ah si? –lo miró con sorpresa.
V_ Desde que aquí a la moza, no sé que le haces que la
has dejado tan blanda, alguien tiene que sujetar la bandera
del ente borde, ¿no?
147 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
La comida, que para su gran alivio fue carne asada con
mandioca, transcurrió de una manera muy tranquila, los
niños jugaban y de vez en cuando se acercaban a ellas, les
decían cosas y salían corriendo, se les hizo un rato ameno.
Una vez finalizaron con la excusa de lavarse las manos y
arreglarse, fueron al río, allí mientras se lavaban, vieron
reflejado en el agua sus rostros, se miraron y sonrieron.
M_ Nunca pensé que un reflejo fuera tan maravilloso.
E_ Ni, yo. Es una lastima que llueva, ¿te imaginas este
lugar con el sol?
M_ Sí, es como el día que fuimos en la barca,
¿recuerdas?, simplemente único.
E_ Te quiero –le dijo de golpe y Maca sonrió tan
enamorada y al mismo tiempo impactada que Esther le
acarició el pelo-. Necesito decírtelo.
M_ Lo sé, yo también, creo que en mi vida había dicho
tantas veces te quiero –le besó la nariz.
E_ Me alegro.
M_ Venga vamos que hay que volver y con la lluvia es
peligroso no vayamos a quedarnos en algún barrizal.
E_ Que raro que llueva ¿no? –le preguntó mientras
echaban a andar.
M_ Estamos en mala época, las lluvias torrenciales
ahora pueden ser muy peligrosas.
E_ No sabía que lloviera así.
148 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ ¿De verdad viniste a África sin leer nada de su
cultura, su historia, sus problemas?
E_ Te lo confieso, pensé que si leía demasiado no
vendría, estaba aterrada.
M_ Pues me alegro que no lo hicieras –le sonrió
mientras llegaba a su encuentro Vilches-. ¿Nos vamos?
V_ Sí, toma me la cuidas –le dio las llaves de la
cafetera.
E_ ¿Nos das intimidad? –le preguntó sonriente.
V_ No, es que no os soporto con tanta tontería…
cuidadito ¡eh!
M_ Tranquilo…
Se despidieron de todos los de la aldea, y con ganas
de llegar a sus cabañas y descansar del día algo duro y muy
provechoso, partieron hacia la aldea.
En el camión, Vilches llamó a Teresa para informarle
que ya volvían, pero no contestó, mientras en la cafetera,
Esther había apoyado su cabeza en el hombro de Maca
encogiéndose como si fuera un ovillo, y dejándose acariciar
de vez en cuando por ella, quien le iba dejando besos
desperdigados por su frente, como las gotas de lluvia que
salpicaban el cristal del coche, los limpia parabrisas del
coche, hacían un ruido casi infernal, pero que a Esther le
sirvió como si fuera una canción de cuna susurrada que le
149 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
llevó a dormir profundamente hasta que la cafetera frenó
de golpe ante la puerta de la aldea.
E_ ¿Qué pasa?
M_ No sé, Vilches ha bajado. ¿Qué pasa Vilches? –le
preguntó seria al ver el gesto de preocupación del hombre.
V_ ¡Qué coño hace esta vaca aquí en la puerta! –dijo
poniéndose en jarras con gesto totalmente perplejo.
E_ ¿Una vaca?
V_ ¡Laobi!, ¡Nsona! –gritó.
M_ No se oye nada –decía con gesto de pavor.
E_ ¿No has hablado con Teresa en todo el camino?
V_ No –entonces la puerta se abrió.
Ng_ ¡Hola Ziku!, mwasis –decía contento-. ¡Oh vaca!
Entrar… entrar…
T_ ¡Vilches hijo!... pasar… pasar… -decía contenta
mientras los tres se miraban sin entender nada.
Mo_ Uhhhhhhhhhhhhhhhh… uhhhhhhhhhhhhhhh –
llegaba gritando y agitando los brazos al aire mientras se
subía al brazo de una Esther que estaba tan abrumada
como los tres.
M_ ¿Estáis bien? –acertó a preguntar.
T_ Estupendamente… pasar y os cuento…
Al entrar se encontraron con dos mujeres que no las
conocían, mientras Zulú sacaba agua del pozo con una gran
150 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
sonrisa. Las mujeres los miraron con temor pero en seguida
Teresa les calmó.
V_ ¿Puedo saber que ha ocurrido aquí?
T_ Sí, anda ven siéntate, te voy a preparar…
V_ ¡Teresa! –le dijo con gesto serio.
E_ Problemas –susurró Esther a Maca que cogía en
brazos a Mbe que al verla salió corriendo hasta ella.
M_ Si, me temo que si.
T_ Verás… esta chica tan guapa se llama Monwe, y esta
señora es su abuela se llama Bendi.
V_ Hola –les devolvió el saludo y entonces dijo muy
serio-. ¡Reunión!
Tras él salió Maca y Esther ante la señal de ésta,
Teresa tras quitar importancia ante las mujeres por la
reacción del ziku blanco y Zulú como jefe más antiguo al no
estar presente Massamba. Mientras Mona y Valiente se
habían subido sobre la vaca que recibía los mimos de los
niños y Ngouabi le daba de comer con la compañía de Siya
quien miraba al muchacho con ojos enamorados. Lula,
Sissou y Nsona hablaban entre ellas acercándose a las dos
mujeres nuevas que se habían acomodado en el poblado.
En el despacho, Vilches había tratado de calmarse,
había dejado de caminar ante la mirada atenta de Teresa y
Zulú, ya que Esther y Maca no podían dejar de mirarse,
guiñarse un ojo, sonreírse, todo lo que las enamoradas
151 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
hacen, olvidándose un poco del cabreo monumental de
Vilches.
V_ ¿Me lo puedes explicar?
T_ ¿Hay qué explicar?, las dos van a ser parte de
nuestro poblado y punto –dijo seria ante la mirada atónita
de Esther.
V_ Está embarazada, ¿te has dado cuenta?
T_ Claro tuve que hacerle una cura, sufría una perdida.
V_ ¡Una perdida!
T_ Si.
V_ Ya –se rascó la barbilla con gesto pensativo.
T_ Pues ya está…
V_ ¡Ni te muevas!, son dos mujeres más…
T_ Mira no entiendo tu manía con eso, no hay nada de
malo, los hombres de esta aldea todos protegen y respetan
a las mujeres, las nuestras y las que vienen con los
refugiados, tú haces un problema donde no lo hay.
V_ ¿Ah no?, ¿dónde van a dormir?
M_ En la cabaña de Lula duerme Siya, en la de Esther
pueden dormir las dos –explicó Maca ante la sonrisa de Zulú
que veía como acorralaban al hombre.
T_ Asunto arreglado, el marido murió y los hombres de
su poblado no podían hacerse cargo de las tres, son
nómadas y no hay suficientes hombres para la caza
152 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
solteros, por eso, a cambio de dejarnos la vaca, nos
quedamos con las dos mujeres, es decir, tenemos leche
asegurada, a cambio de dos mujeres que necesitan ayuda.
M_ Pues no se hable más –dijo de modo concluyente
Maca.
V_ Muy bien, Maca, tú hablas con Dávila, y tú doña
arréglalo todo, le dices que negociaste tú, ¡yo no quiero
saber nada!. ¿Zulú te pregunto o te han absorbido el
cerebro, muchacho?
Z_ Ziku… no problema los hombres decir que quedar,
nosotros ser suficientes dice Massamba.
V_ ¡Qué ganas tengo de perderos de vista macho!...
T_ Bien, asunto arreglado.
M_ Teresa sabes que no podemos quedarnos a nadie
más ¿eh?
T_ Lo sé Maca, ¿pero qué iba a hacer?, la chica era un
problema para ellos acabarían abandonándola y aquí Zulú
ha tenido una idea fantástica.
E_ ¿Qué idea Zulú? –le dijo apoyándose sobre Maca que
se había reposado el culo en la mesa de madera.
Z_ Echar la pared del huerto, para hacer mayor –
explicaba con las manos ilusionado por la idea.
E_ Eso es estupendo –sonrió acompañando su gesto.
M_ Un momento Zulú, sería estupendo si tuviéramos
cosas que plantar.
153 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ Bueno eso se puede conseguir ¿verdad Teresa?
T_ Sí, sí –decía muy segura.
M_ ¿Cómo el café?, ¿Cómo el chocolate?, ¡vamos Esther
que estamos en plena selva!
E_ ¡Y qué! –la miraba sonriente-. A mí me parece una
idea estupenda… es más la apoyo.
M_ La apoyo dice… esto lo vas a tener que hablar con
Ziku –dijo para evitar responsabilidades-. Yo estoy
expedientada.
T_ Mírala ella que mona… pues vas a exponerle tú la
idea.
M_ ¿Yo? –la miraba con una sonrisa incrédula.
T_ Sí, tú, los chicos piensan que en unos tres o cuatro
días podríamos coger más espacio y comenzar a plantar.
M_ Espera… porque si hacemos eso, nos aproximamos
al río, ¿no Zulú?
Z_ Sí, pero aún hay distancia.
E_ ¿No vendrán los cocodrilos? –preguntó pensativa.
T_ A ti lo que te irá es una cocodrilo.
E_ ¡Ah bueno!, eso me encanta –sonrió ampliamente
con alto gesto de bobita al igual que Maca-. ¿Verdad?
M_ Verdad.
154 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ Pues ale, a hablar con Vilches, yo voy a ver que tal
Sissou reponiendo, le voy a dejar a ella por primera vez que
lo haga sola.
T_ Eso me parece muy bien, yo voy a ver si Nmaba ya
ha terminando con el maíz.
Z_ Y yo ir a… a… -se rascó la cabeza y dijo sonriente-.
¡A ver vaca!
M_ ¡Pero tendrán morro!
La lluvia insistía de manera muy fina, casi
imperceptible, los niños jugaban al fútbol mientras Mona,
Valiente, Ramón y el perro de Nmaba dormitaban a los pies
de la nueva y vieja vaca, mientras Maca había hablado
tanto con Dávila que protestó poco ya que la noticia venía
dada por Teresa, y Vilches que le pareció bien la idea de los
hombres en expandir las tierras. Cuando terminó sus
negociaciones fue a ver a Massamba que seguía diciendo
que quería ir a su cabaña, y dejar el hospital que tanto le
recordaba al horror vivido con su familia, mientras tanto
Lula le sonreía y le llevaba al pequeño para que cuidara de
él, en el momento en que entró Maca, ella salió corriendo
porque iba a probarse la ropa para la boda.
M_ Está ilusionada ¿eh Massamba?
Ma_ Este viejo tener miedo.
M_ Te entiendo –sonrió de lado mientras veía como el
gran hombre tenía entre sus brazos al pequeño que parecía
155 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
formaba parte de su cuerpo y dormitaba sintiéndose
seguro.
Ma_ ¿Si?
M_ Sí, tú sufriste mucho al igual que yo, ¿recuerdas
cuando me decías que las estrellas nos vigilaban para que
no lloráramos ni tú ni yo?, creo que sin tu ayuda no hubiera
soportado tanto dolor, sin tus sabios consejos, sin tus riñas
cuando me liaba con cualquier mujer.
Ma_ Yo no reñir.
M_ Tú no, tus ojos sí –sonrió contenta-. Hemos
soportado ese dolor Massamba… ahora…
Ma_ Sí mwasi, se soporta pero queda el miedo, miedo a
volver a sufrir cuando el dolor es una raíz.
M_ Cuesta sacarla.
Ma_ Mwasi Esther es muy buena.
M_ Siiiii –sonrisa enorme y boba-. Es muy especial,
como Lula.
Ma_ Siii pero yo ser viejo Maca… ella una niña… -la miró
con tristeza.
M_ No es tan niña ni tú tan viejo, ¿no te hace ilusión?
Ma_ Mucho… le pregunto a los Dioses ¿por qué?
M_ ¿Sabes que te responden?, porque eres un hombre
estupendo, que ojala en África hubieran muchos como tú,
estoy segura que las cosas serían diferentes.
156 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
Ma_ Mwasi… -sonrió agradecido.
M_ Y ese pequeño tiene suerte…
Ma_ No, suerte tener yo –rompió la seriedad de
imperturbable rostro, una sonrisa cálida que le regaló.
M_ Me alegro por ti, mucho –le besó en la frente
haciendo que Massamba sintiera el cariño que siempre
Maca le había demostrado-. Y ahora me voy a ver a mi niña,
que ha desaparecido media tarde.
Ma_ Lula querer vestir de naranja como atardecer, y mi
niño también.
M_ Si… va a ser una boda espectacular en colorido –
decía sonriente y feliz.
Ma_ Yo feliz Maca, por mwasi Esther y por ti.
M_ Lo sé, gracias… voy a ver si veo donde se me ha
metido Esther.
Salió de allí con el gesto sereno, ver a Massamba
recuperado le daba alegría, y verlo con aquel pequeñín
cierta envidia. Al salir, se encontró con Sissou que estaba
muy sonriente.
M_ Hola.
Si_ Mbote.
M_ ¿Cómo te ha ido la recomposición?
Si_ Bien –sonreía contenta.
157 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ Oye Sissou, ¿podemos hacer un trato? –la muchacha
sonrió.
En la cabaña de Teresa todas las mujeres estaban
rodeando a una Esther que ya se sentía algo mareada, sube
el brazo, baja el brazo, no respires que va una aguja,
respira, ¡la has enviado a Madrid!, todas las broncas de una
atacada Teresa, ahora bien, quien se lo estaba pasando
bomba era Nmaba, que no veía lo que sucedía pero notaba
por los timbres de voz el estado nervioso y divertido de
todas.
T_ Súbele un poco Siya –le decía por señas.
E_ ¡No! –protestó.
Ns_ Mwasi Esther querer sorprender –decía riéndose
con gracia mientras todas la acompañaban.
E_ ¡Cómo lo sabes!...
T_ ¿Tú qué quieres, casarte o que sucumba en el fuego
de la pasión antes?
E_ ¿Puedo elegir? –su gesto muy pícaro desató las risas
de las demás.
T_ ¡Hija por Dios! –se giró y entonces le pareció ver algo
moverse fuera.
E_ Yo quiero sorprenderla, quiero embaucarla –decía
poniendo sus manos juntas mientras Siya a quien Nsona le
había explicado todo la miraba sin poder entender lo que
158 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
aquellas dos mwasis iban a hacer-. Quiero... quiero...
quiero....
Nm_ A Mwasi Maca completa –dijo en perfecto español
mientras todas reían.
E_ ¡Siiiiiiiiiiiiii! –exclamó feliz yendo hasta ella y
abrazándola mientras la mujer sonreía.
Ns_ Mwasi Esther las agujas... ¡los cortes! –se ponía las
manos en la cabeza al verla ir hacia la mujer.
Si_ Oh... –decía al ver como había estirado toda la tela.
E_ Soy feliz... feliz...
T_ ¡Pero bueno!
E_
Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh
hhhhhhhhhhhhhhhhhhh.
Todas_
Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh
hhhhhhhhhhhhhhh.
T_ ¡Fuera poca vergüenza! –le gritó golpeando su
cabeza con una almohada a través de la ventana.
M_ Teresaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa –gritaba muerta de
risa recibiendo uno tras otro los almohadonzazos.
Mo_
Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh
hh –quejido agudo de Mona.
159 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ Teresa que nos matas –le decía a gritos pero
riéndose sin parar.
Mo_ Prrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr –le dijo tras
quitarle la almohada.
T_ Mona… ¡tú! fuera…
Ns_ No mirar malo malo… malo…
M_ Pero si no veo.
E_ Maca… largo ahora mismo o te quedas sin postre.
Nm_ Jaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa –la
carcajada de Nmaba les hizo a todas parar, tras aquellas
palabras de Esther todas cayeron en la cuenta a lo que se
refería-. No potre Maca… no potre…
La puerta de la cabaña se abrió, y salió una enfurecida
Teresa, entonces Maca se alejó de ella, sabía que cuando se
enfadaba era peligrosa, allí se había bajado hasta mitad de
la arena.
Mientras Vilches junto a Zulú revisaba a Massamba, el
niño lo tenía en brazos el buen amigo del hombre que le
hacía carantoñas sin ningún pudor, esa parte de aquel
amigo, a Massamba siempre le enterneció, verlo como sin
tapujos demostraba lo que sentía por sus hijos, por los
niños en general.
V_ ¿Qué coño es ese ajetreo? –preguntó con las cejas
fruncidas.
160 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
Z_ Mwasi Maca ver a Mwasi Esther –decía con una
sonrisa-. Ver el traje de novia.
V _¡Estás dos están como una cabra! –dijo mientras
seguía curando.
Ma_ Mwasi Maca estar enamorada –le decía con sus
ojos más blandos de lo habitual.
V_ ¿A ti que te pasa?, el plomazo en el pecho te ha
vuelto sensible.
Z_ No Ziku, Massamba amigo ser sensible siempre...
¿verdad viejo zorro? –le preguntó con una carcajada de las
suyas.
Ma_ Creo que verdad.
V_ ¿Os dais cuenta que estamos a hacer algo que en
pocos países se hace?, casar a dos mujeres.
Ma_ Nunca mirar con ojos de corazón, solo mirar con
ojos miedo, mujer, hombre, son lo mismo... un solo corazón
enamorado.
V_ ¡Tú me has salido muy moderno! –le dijo sonriente.
Ma_ Yo entender el sufrimiento de Mwasi Maca y creer,
mujer y mujer, ser igual que mujer y hombre, sufrir, amar,
reñir, querer... igual... ¿por qué no?
V_ Tienes razón, a veces me sorprendes y no entiendo
porque, cuando Teresa dice que eres sabio, es que lo eres.
Z_ Ver a Massamba vestido de amarillo –le dijo a
Vilches.
161 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
Ma_ No reír, tú verde –le señaló riéndose.
V_ Pues yo te doy las gracias porque gracias a tu
disparo, yo no tengo tela roja.
Z_ Tela roja –sonreía abiertamente con sus dientes
blancos al aire.
Ma_ Jaja.
V_ ¿Os estáis burlando?
Z_ Sí, mami Teresa tiene tela roja... solo aviso.
V_ ¿Qué?, ¡no jodas!
Lo miró con el gesto muy serio mientras Zulú sonreía
asintiendo y con rapidez cambiando de tono, comenzaba a
cantarle al pequeño que tenía entre brazos, mientras el
niño movía sus manos al aire como si realmente entendiera
esa música y bailara.
Fuera, el resto de los hombres reían al ver la escena,
Teresa se mostraba realmente enfadada cara a Maca con
sus manos dobladas hacia el interior y apoyadas sobre las
caderas, Maca con una sonrisa trataba de arreglarse el
pelo, mientras Mona se había colocado justo tras las piernas
de la Pediatra escondida al ver a la buena de Teresa.
Mo_ Uhhhhhhh –susurró bajito.
T_ ¿Cómo te atreves?
M_ ¡Vamos Teresa no es tan grave, solo quería ver el
color! –decía como si fuera una niña pequeña disculpándose
con su madre.
162 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
T_ ¿Ver el color?, ¡pero tú eres tonta o eres tonta!
M_ Mujer pocas posibilidades me das, ¿no?
T_ Mira encima no me saques tu chulería ¿eh?, te lo
advierto.
M_ Venga... venga... si total lo único que he llegado a
ver son las tetitas de mi niña y eso me lo sé de memoria.
T_ ¡Maca! –la riñó con furia abriendo sus ojos como
platos mientras Mona intentaba hacer lo mismo-. Te quiero
en tu cabaña ¡ya!
M_ A sus ordenes mi generala –se cuadro y salió
corriendo divertida.
Mo_ Ahhhhhhhhhhhhh –salió tras ella mostrándole el
culo mientras saltaba a Teresa.
T_ ¡Será posible!
E_ ¿Me ha visto? –le preguntó preocupada mientras las
mujeres recogían todo.
T_ Dice que no.
E_ ¡Uf menos mal!
T_ Venga... que ya es tarde y hemos tenido un día
completito, mañana Siya y yo te cosemos y hacemos la
última prueba.
E_ ¿Os puedo ayudar?
163 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
T_ A nosotras no, pero entre vosotras dos y Nsona
podíais con los trajes de los pequeños, son muy sencillos,
¡eso si!, Maca se ha pasado de coloridos.
Ns_ No mami... color alegría, felicidad.
T_ No si no digo que no pero... ¿tú has visto esto?
Señalaba la cama de Teresa repleta de telas vistosas
todos los colores alegres del arco iris estaban allí, rojo,
diferentes verdes claros, rosas, azul cielo, turquesa,
anaranjados suaves, fuertes, así que cuando las mujeres
vieron que la mami tenía razón, rompieron a reír haciendo
bromas sobre la fiesta.
Después de un rato divertido, Esther se marchó
camino hacia la cabaña donde sabía que Maca la esperaba,
sonreía al pensar como había tratado de observarla, y ella
misma había pensado que lo haría también al día siguiente
cuando fuera el turno de su amor probarse el vestido.
Una vez llegó a la cabaña, abrió la puerta y la encontró
sentada en la cama leyendo, parecía tranquila aunque un
ligero ruido captado por Esther le dio a entender que estaba
esperándola. Esther entró, se apoyó contra la puerta y
suspiró, la miraba fijamente y cuando Maca alzó la mirada
se encontró con sus ojos encendidos, reconocía
perfectamente lo que significaba la mirada, y sonrió de
lado.
M_ Hola –le dijo con voz seductora.
164 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ Hola –respondió de igual modo-. ¿Sabes que eres
muy mala?, ¿lo sabes?
M_ ¿Yo? –preguntó con gesto de que no entendía a lo
que realmente se refería Esther que seguía parada en la
puerta.
E_ Sí tú...
M_ No sé porque, tan solo quería verte.
E_ Y no sabes que no se puede ver a la novia, ¿eh?
M_ Sí lo sé... pero eso son tonterías –se levantó de la
cama dirigiéndose descalza hacia ella.
E_ Ya...
M_ Ahora mismo deberías decirme como va a ser tu
vestido.
E_ ¿No lo viste?
M_ No.
E_ Pues mira... te lo digo pero no le digas a Teresa.
M_ Vale –sonrió ampliamente.
E_ Lo he elegido azul turquesa.
M_ ¿Azul turquesa? –la miraba mojándose los labios
mientras pasaba las manos por su cintura-. Me encanta.
E_ Y va a llevar unas cositas por aquí en blanco –le
tocaba el pecho a Maca que gemía dulcemente.
M_ Sigue te estoy imaginando como un trozo de cielo
para mí.
165 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ Ya está, ¿y el tuyo? –le tocó el culo sin tapujos
mientras sonreía por su comentario.
M_ El mío va a ser rojo con unas cositas por aquí –le
rozó su pecho-. Y como tengo muy buena espalda un buen
escote trasero.
E_ Mírala ella que sobradita va –sonreía mientras
comenzaron a besarse-. Serás como la lava de un volcán.
M_ No lo había pensado... pero sí...
E_ Si se entera Teresa nos mata.
M_ Si –la besó.
E_ Será nuestro secreto –le devolvió el beso.
M_ Totalmente de acuerdo –le besó con mayor
profundidad.
E_ Lo mismo digo –le devolvió el beso, y cuando Maca la
dejó desnuda le dijo-. Maca que tenemos nuevas vecinas.
M_ ¿Y?
E_ No podemos asustarlas la primera noche –reía
divertida al ver como Maca se desnudaba.
M_ No creo que se asusten, total parecemos dos fieras
de la Selva.
E_ Por eso mismo –decía muerta de risa.
M_ ¿Te das cuenta que pasado mañana a estas horas
serás mi mujer?
166 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ Me parece mentira cariño –se dejaba llevar de la
mano hasta la cama.
M_ Pues a mí ni te digo –sonrió de lado.
E_ Tengo tantas ganas de la ceremonia.
M_ Sabes qué –se tumbaron una sobre la otra mientras
Maca se ponía sobre Esther-. Creo que deberías aprender a
moverte... los niños deberían darte clases.
E_ ¿Quieres decirme algo?
M_ Sí, aún recuerdo aquella noche de tu bienvenida, ¡no
había visto a nadie más patosa que tú!
E_ ¡Esta la vas a pagar!
La giró sobre la cama y comenzó a hacerle cosquillas
mientras Esther se metía con ella sin parar, después de las
risas, las falsas luchas llegó el momento de la pasión, de
sus rituales, de dormir abrazadas y agotadas una vez
habían tocado el firmamento.
Les quedaba tan solo un día, para la boda aquella
noche soñaron los mismos sueños repletos de colores y
alegrías, dormían con la música de fondo que aquella noche
era algo más insistente de lo habitual, estaban tan saciadas
que no escuchaban el alboroto de los animales fuera en la
Selva, tan solo veían reflejadas en sus sueños los latidos de
los corazones entregados al amor.
A la mañana siguiente a Esther le despertó la voz de
Maca insistente y susurrante.
167 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ Esther... despierta... Esther.
E_ ¿Qué pasa...? –preguntó medio dormida.
M_ Tenemos que irnos.
E_ ¿Qué ha pasado?
M_ Jajaja –sonrió al verla como se sentaba en la cama,
con cara de cansancio, el pelo alborotado, y los ojos muy
pegaditos-. Me encanta cuando te despiertas.
E_ Debo estar horrible...
M_ Estás maravillosa –le susurraba mientras pasaba su
mano por la mejilla.
E_ ¿Qué pasa Maca? –la miró después de bostezar.
M_ Levanta, ponte unos pantalones largos y una
camiseta de manga larga.
E_ Si, claro –se levantó obediente en un segundo
abriendo el armario de Maca.
M_ Oye tenemos que negociar, no puede ser que tú
tengas toda la parte de mi armario –le decía sentada en la
cama mientras organizaba una mochila.
E_ Pero si tú no tienes ropa... no seas mala anda –se
puso el pantalón caqui.
M_ ¿Levis?, ¡pero que pija!, ¡das asquito de verdad, eh!
–Esther sonrió sacándole la lengua-. Como los vea Mona
despídete de ellos.
E_ ¿Por qué te crees que los he puesto arriba?
168 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ Estamos hablando de una mona, las monas escalan
no solo árboles –la miraba con gesto gracioso y casi casi,
burlón.
E_ Me encanta cuando tratas de quedarte conmigo.
M_ Si, tú dale tiempo a Mona y verás.
E_ Ya estoy.
M_ ¿Sabes?, hasta ahora nadie me había hecho tanto
caso como tú, sobre todo, nadie me había obedecido sin
preguntarme nada.
E_ ¿Qué no vamos con Vilches?
M_ No –sonrió y sacó dos plátanos.
E_ ¿Cómo que no?
M_ ¡Cómo que no!, no la cagues ahora mi amor que
ibas bien –la miraba sonriente.
E_ Oye cariño que me acabo de dar cuenta que aún no
ha amanecido.
M_ Claro son las cinco de la mañana.
E_ ¡Pero si nos acabamos de dormir! –le dijo un tanto
enfadada.
M_ Lo sé. Vamos.
Abrió la puerta despacio, Esther suspiro mirando el
techo, no sabía que pasaba menos que hacía con dos
plátanos en la mano, algo que descubrió muy pronto. La
tomó con la mano que le quedaba libre y pasaron por
169 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
delante de la guardia de Laobi sigilosamente, cuando Mona
fue a abrir la boca, Maca le estampó el plátano dentro,
haciendo que el animal abriera los ojos como Teresa
mientras Valiente se revolcaba en el suelo de la risa, y
Esther se tapaba la boca para no hacer ruido, estaba
segura que aquello fuera lo que fuera, y estaba segura de lo
que podía ser, les iba a crear problemas. Cuando pasaron
por delante de la vaca que deambulaba a su gusto por la
aldea, las miró mientras masticaba hierba.
M_ Lucero ni se te ocurra... calladita eh.
Luc_
Muuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu.
M_ ¡Mierda!, corre Esther.
E_ ¿Le has llamado Lucero?
M_ Sí.
E_ Como mi prima.
Contestó mientras salían corriendo del poblado bajo
una fina y delicada lluvia, la tierra era un barrizal y la idea
de Maca de ponerse botas había sido estupenda pensaba
Esther. Corrieron un poco hasta adentrarse por el camino
que tan bien conocía, sabía perfectamente adonde la
llevaba y a pesar de su miedo a encontrarse con la guerrilla
o cualquier imprevisto, estaba encantada de correr tras la
mujer de su vida. Hasta que de pronto.
170 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_
Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh
hhhhhhhhhhhhhhhhh.
En el poblado, Teresa tal como era su costumbre, se
levantó aún no estando el sol despierto, como ellos decían,
una vez arreglada, fuera sus rulos, vestida con su habitual
falda y blusa siempre de diferentes colores, salió hacia la
cocina, en ese momento se interpuso en su camino una
exaltada Mona.
Mo_ Ah ah ah ah uhhhhhhhhhhhhh –hacía señales con
sus manos exageradamente.
T_ ¿Qué te pasa Mona? –la miraba atentamente sabía
que le estaba avisando de algo que sucedía.
Mo_ Ah ah ah prrrrrrrrrrrr, uh uh –movía sus manos
hacia la puerta y Teresa miró tal y como ella gesticulaba,
pero la puerta estaba cerrada, entonces Mona volvió a
soltar una pedorreta nerviosa ante la incomprensión de la
mujer y cogió de la mano a Valiente, andando hacia la
puerta moviendo ambos el culo exageradamente-. Uh uh.
T_ Espera...
Mo_ Uhhhhhhh –se tocó la ropa.
T_ Esther.
Mo_ Uh uh –entonces cogió a Valiente y le plantó un
beso en los morros de Valiente acto seguido comenzó a
escupir-. Ag. Ag, prrrrrrrrrr ag, uh.
171 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
Va_ Ag, ag, ag prrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr –hacía lo mismo.
T_ ¡Maca y Esther! –exclamó de pronto.
Mo_
Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh
hhhhhhhhhhhhhhhh.
T_ El gritito de Esther, si, ¿has escuchado el grito de
Esther?, ¡fuera desde fuera! –le decía casi fuera de sí.
Mo_ Uhhhhhhh ahhhhh ahhhhh –movía la cabeza
mientras asentía mostrando los dientes juntos.
Va_ Ahhhhhhhhhhhhh –decía como “yo también”.
T_ No puede ser... no puede ser –se repetía una y otra
vez mientras iba hacia la cabaña y efectivamente no
estaban-. La mato... de esta mato a Maca... ¡esto solo se le
ocurre a ella!. Pero claro, a saber cual de los modelos de
gritos de Esther ha sido, porque tiene tanta variedad –
andaba por la cabaña con un brazo cruzado sobre su pecho
y el dedo índice apoyado en su barbilla pensativa-. ¿Qué
hago?, a ver, son las cinco y media, Mona... ¿se han ido
hace mucho?
Mo_ Uhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh –movía su palma de
mano rápidamente.
T_ De acuerdo, vamos a tener Fe en ese grito, igual ha
sido de placer que están ellas muy necesitadas aún, ¡y
cuándo no!. Pero Maca se tiene que hacer las pruebas del
vestido y...
172 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
Ra_ Guau... gua... gua.... –ladraba con algo en la boca.
T_ ¿Qué es eso? –le preguntó a Ramón que movía el
rabo y se ponía sobre sus dos patas traseras mientras
encogía las delanteras-. Teresa cúbrenos, vamos a la
cascada, prometo estar de vuelta muy pronto... ¿Qué te
cubra?... ¡la madre que la parió!
Mo_ Uhhh.
V_ Uhhh.
Ra_ Guauuuuuu.
T_ Ya sé que tengo razón, pero... no podemos hacer
más, así que... diremos que duermen, Vilches no entrará y
luego ya veremos... ¡va a matarme a sustos!, pero como la
voy a reñir, si el amanecer allí es tan ideal.
Mientras en el camino Maca se moría de risa ante la
situación vivida, y es que, mientras ella corría y tiraba de la
mano de Esther, ésta había tropezado con una enorme raíz
de árbol y se había caído de bruces sobre un charco de
barro.
M_ No puede ser… no puede ser…
E_ Podrías ayudarme en lugar de reírte, ¿no? –le decía
molesta por sus carcajadas mientras trataba inútilmente de
levantarse, cada vez que lo intentaba se resbalaba y volvía
a caer con el consiguiente quejido y enfado que iba en
aumento de manera progresiva-. Joder.
173 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ Espera… espera… ¡pero cómo es tan patosa mi
niña!
E_ Si no corrieras como una loca –le decía quitándose
un poco de barro de la cara.
M_ ¿Pero no sabes mirar al suelo?... ¡ay que risa!
E_ No le veo la gracia ¿eh?, ¡mira cómo me he puesto! –
le decía realmente enfadada.
M_ Estás tan mona con ese barro en la cara.
E_ ¡Maca! –le riñó ya definitivamente.
M_ Anda ven… ¿te has hecho daño?
E_ Un poco en la rodilla.
M_ Menos mal que has variado el golpe… venga… así
no que vas a volver a caerte, pon un pie y la rodilla
contraria en el suelo… vamos campeona.
E_ Joder no te burles –trataba de hacer lo que Maca le
decía.
M_ No me burlo cariño, eso es... muy bien… y ahora da
un salto yo te ayudo, espera… ¡cuidado el culo!, por favor
que lo quiero poder apretujar.
E_ Maca… -volvió a reñirle mientras se cogía a sus dos
manos y con fuerza la sacaba del charco de barro. Al
mirarse y ver como iba de sucia le dijo-. Mira como me he
puesto.
174 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ Tranquila mi amor… a ver ven… -Esther se acercó
haciendo pucheros-. ¡Eh pequeña… que no vea yo ese
gesto!
E_ Es que siempre me pasa a mí.
M_ Venga… venga –le decía limpiándole el barro de la
cara-. No quiero verte esa cara ¿eh?, ¿te duele la rodilla?
E_ No –subía sus pocos moquitos en la nariz.
M_ Pobre de mi niña… mi niña guapa –la abrazó.
E_ Te voy a manchar.
M_ Así vamos igual cariño, las dos manchaditas –le puso
la mano en la barbilla haciendo un puchero como Esther.
E_ Vas a seguir pensando que soy una patosa –le dijo
con voz ñoña.
M_ Pero si me encanta que lo seas cariño –le respondía
con la misma voz.
E_ ¿Me quieres a pesar de ser patosa? –le decía con voz
totalmente mimosa.
M_ Claro mi amor… y ahora venga… a seguir pero mira
por donde pisas ¡por favor!
E_ Dentro de unos años espero que te siga encantando
que sea patosa –le decía muy seria.
M_ Estoy segura que así será.
Comenzaron a caminar mientras la lluvia seguía
cayendo de forma débil pero persistente, el cielo seguía
175 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
oscuro, otros días a esas horas ya estaba la luz
comenzando a luchar con las nubes, entonces Esther le dijo
a Maca mientras caminaba mirando con toda su atención el
suelo para no volver a caer.
E_ Maca no es un poco peligroso ir nosotras solas por
aquí a estas horas.
M_ No, quiero hacerte un regalo de bodas.
E_ Tienes ventaja sobre mí en ese aspecto, yo no
conozco nada donde llevarte para regalarte.
M_ Me lo regalas cada día con tu sonrisa, venga que
debemos volver pronto pero creo que va a merecer la pena.
E_ Es una lastima la lluvia –decía sin soltarse de su
mano.
M_ Es una mala época, sí, aunque con este día es
mucho más asombroso e impactante, si la lluvia persiste,
pues nada cariño en verano nos volveremos a casar.
E_ Aquí nos podemos casar tantas veces como
queramos… ¿no?
M_ Jaja –dio una carcajada divertida-. Así es mi amor.
Mientras en la cocina de la aldea, Teresa cocinaba
pensativa, por un lado quería estar tranquila pensando que
habían ido a la cascada y que el grito de Esther sin duda se
debía a algún golpe que se había pegado, pero no por ello,
podía quedarse tranquila, ¿y si les había pasado algo?,
estaba en una disyuntiva en la que no sabía muy bien que
176 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
hacer, si le decía a Vilches, se iba a enfadar muchísimo con
Maca, y con razón, si no le decía y pasaba algo, sin duda la
riña iba a ser para ella.
Cuando lo vio entrar, tragó saliva, pero entonces se dio
cuenta que Mona iba hacia él, sin duda a contarle todo lo
acontecido, el animal estaba a punto de hablar.
V_ ¿Qué te pasa Mona? Buenos días Teresa.
T_ No le pasa nada te está pidiendo un plátano.
Mo_ Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh.
T_ Toma Mona –le metió el plátano en la boca mientras
el animal rebufaba mientras lo comía con los ojos abiertos
por la impresión de ver a Teresa hacia ella con gesto
asesino.
V_ Me recuerdan a los gritos de Esther.
T_ Toma Mona –volvió a darle otro trozo de plátano
cuando iba a hablar.
Mo_ Uffffffffffffffffffffff –se le oyó resoplar mientras
trataba de masticar.
V_ ¿Por cierto y la pareja?
T_ Mona tomaaaa –insistió ante la sorpresa de Vilches
por tanto darle de comer al animal.
Mo_ Prrrrrrrrrrrrr, prrrrrrrrrrrrrr, prrrrrrrrrrrrrrrr –le dijo
quitándose el plátano de la boca mientras salía dando
saltos y protestando pero sin soltar su recompensa...
177 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
T_ Y aún querrá tener razón –decía mirándola como se
iba.
Ns_ Mami... el desayuno de mwasis... ¿ya?
T_ Estoooo, no, no, me ha dicho Esther que van a
dormir un rato más.
V_ ¿Un rato más?, ¡pero esto que es!, tenemos a
Massamba para curar, a esa chica nueva para revisar pues
tú misma dijiste que sangró... ¡así que ya estás entrando y
diciéndoles que como mucho en una hora las quiero allí!
T_ Pero si son las seis de la mañana Vilches... todo se
puede hacer, esa más, Sissou está dispuesta a ello, ya ha
desayunado y está ayudando a Lula en el huerto.
V_ Joder con la lluvia... me temo que vamos a tener
unos días durillos.
T_ Si, si yo también lo creo –decía con rapidez para
quitarle de la cabeza a la pareja agradeciendo aquel cambio
de conversación tan tajante.
Ns_ Hêviosso está enfadado... Lula dice... enfurecido.
V_ Pues esperemos que se equivoque, pero tiene toda
la pinta, si.
T_ Si.
V_ ¿Estás bien Teresa? –le preguntó mirándola
fijamente.
T_ ¡Anda, pues claro!, ¿por qué no iba a estarlo?
178 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
V_ No sé... se te sube un poco el labio superior y solo lo
haces cuando estás nerviosa o en su defecto, ocultas algo –
seguía con su mirada en los ojos de la mujer.
T_ ¡Mira Vilches... no me vengas con tus análisis, eh! No
estoy de humor para eso.
V_ ¿Gritaron mucho?, por cierto, habrá que explicar a
las mujeres nuevas para que no salgan corriendo
despavoridas.
T_ Está todo explicado –le dijo ante la risa de Nsona-. Y
ahora... ve a descansar que es pronto y llueve.
V_ Tú me ocultas algo... tendré que hablar con Mona
ahora que no hay plátanos de por medio.
T_ Se acabó... porque Mona lo suelta –dijo muy segura
poniendo su mano en la cadera.
Ns_ ¿Qué pasar Mami?, sí tu labio arriba Vilches tener
razón –decía riendo.
T_ Nada, Maca que no aprende, y se ha llevado a Esther
imagino que a la cascada.
Ns_ ¡Oh! –exclamó poniendo su mano en la boca.
T_ ¡Oh, es poco! –respondió con cara preocupada
entonces se oyó desde fuera.
V_
Teresaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
aaaaa.
T_ Se acabó, sin plátano Mona ha cantado...
179 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
Ajenas a todo y caminando a veces casi a gatas para
subir, iban Maca y Esther, de vez en cuando le daba a beber
de una botella de agua que había cogido, no quería evitar
sorpresas bebiendo en el riachuelo, los tiempos no estaban
para eso. Tras casi una hora de caminata, llegaron al final
del camino, dejando nuevamente la cascada a la derecha,
frente a ellas la Sabana, y el amanecer.
E_ Dios mío... –susurró extasiada por el cansancio.
M_ Es maravilloso –sonrió mirándola-. Como tú.
E_ Maca –le dijo sonriendo sin separar sus labios
escondiendo su cabeza en el pecho de Maca-. Te quiero
tanto.
M_ Y yo, venga vamos... tenemos entradas para la
primera fila.
E_ Que lastima.
M_ ¿De qué?
E_ No llevar la cámara.
M_ Oh que poco confías en mí cariño –le dijo
sentándose sobre una piedra mientras le sacaba la cámara
de fotos-. Aquí la tienes.
E_ Nunca había visto nada igual, ni siquiera el día que
me trajiste.
M_ Mmmmm menudo día –sonreía divertida cerrando
los ojos.
E_ Que mal lo pasé –sonrió.
180 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ Lo sé... bueno... ahora ven aquí y a disfrutar.
E_ Si mi amor –se besaron con suavidad-. Gracias.
M_ A ti por devolverme la ilusión de creer en el amor.
Maca suspiró de igual manera que Esther, miraron al
frente y fue Esther quien apoyó su cabeza en el hombro de
la Pediatra, que sonreía sin poderlo evitar, sintiéndose feliz.
Rabiosamente feliz. Un amanecer y la mujer de su vida.
Mientras Esther sentía como su corazón perdía miedos que
aún quedaban, esos a no saber estar a la altura que Maca
quizás esperaba, pero aquella última frase le hizo ver que
había vencido todas y cada una de las barreras que su
futura mujer, había puesto en su vida y que con su amor le
había ido quitando poco a poco, le había ido suavizando
hasta conseguir que en ese instante en que sus cabezas
reposaban tranquilas, sentirse unidas, enlazadas y fuertes.
Lo que ante ellas comenzó a suceder fue algo tan
maravilloso que ambas lo observaban con total atención,
mientras entrelazaban una de sus manos, necesitaban a
través de los poros de su piel, transmitir la felicidad que
sentían de compartir aquella maravilla, reservada quizá en
ese momento tan solo para ellas. La lucha del sol por
abrirse paso ante el cielo gris, era una hermosa batalla que
los ojos de ambas vislumbraban dejándose envolver por el
momento. Los árboles solitarios aparecían tras una suave
neblina así como las sombras de los animales, que poco a
poco conforme la luz iba bañando todo iban
181 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
descubriéndolos. Asombrada nuevamente Esther como
aquel otro día iba descubriendo jirafas, leones con sus crías
a las que les hizo distintas fotos con su zoom avanzado,
antílopes, ciervos, Maca la miraba y sonreía encantada,
había descubierto ese lado dulce de Esther lanzando fotos,
con un gesto de admiración total por lo que iba
descubriendo. Suspiró con fuerza, sin duda para ella estaba
segura que había encontrado a la mujer de su vida.
El sol venció la batalla que ellas en su momento
habían vencido con el amor, salió e iluminó el cielo
anaranjado, fueron segundos, a lo sumo algún minuto hasta
que el sol iluminaba el cielo, a pesar de la lluvia insistente y
que les había calado, pero no tanto como la sensación de
hermosura y felicidad ante lo vivido.
E_ Te quiero Maca –le dijo mirándola fijamente.
M_ Te quiero mi princesa.
Y allí como testigo el amanecer las vio besarse con
pasión, Esther subió sobre Maca que seguía apoyada en la
roca, tras el beso, una mirada repleta de amor y un abrazo
tierno y efusivo puso el fin al maravilloso amanecer.
Como una auténtica fiera había llegado Vilches a la
cocina, Nsona se había apresurado a retirarse, mientras
todas esperaban fuera donde escuchaban nítidamente las
voces de Vilches, en la aldea todos le temían cuando se
enfadaba, de igual manera que lo admiraban cuando se
trataba de trabajar. Quien estaba muy pendiente de la
182 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
discusión era Mona mientras Valiente jugaba con los niños a
echarse por el suelo y rodar mientras gritaban y reían por
igual. Cuando por fin los gritos de Vilches cesaron, lo vieron
salir haciendo aspavientos y con el paso ligero, los niños se
detuvieron revueltos en barro como Valiente que hizo lo
mismo, mirándolo sin más.
V_ ¡Romántico!... a la mierda lo romántico –le gritó
despavorido.
T_ Pero Vilches… no hacen nada malo, siempre has
dejado que vaya.
V_ ¡Teresa!, las cosas no están como antes… ¡y menos
dos mujeres solas!
T_ No van a tardar… -le seguía nerviosa.
V_ Dib, Yildas… acompañarme.
T_ ¡Pero Vilches!
Mo_ Ahhhhhhhhhhhhhhhh, uhhhhhhhhhhhhh –dijo que
traducido al idioma sería “yo también voy”.
V_ De acuerdo Mona. Vamos.
Las chicas ajenas al movimiento del poblado, habían
llegado hasta la cascada cogidas de la mano. Esther miraba
a Maca como se iba desnudando y le decía riéndose sin
creer muy bien lo que iba a hacer.
E_ No me pienso meter ahí –le decía-. Ese agua debe
estar congelada.
183 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ Vamos… no seas quejica, te aseguro que merece la
pena.
E_ No, no Maca, vamonos hoy no hace día para estar en
esa agua… solo de pensarlo me entra frío.
M_ Venga no pierdas tiempo que tenemos que volver,
además, no sabes lo que te pierdes si no vienes y disfrutas
conmigo al otro lado… ¡venga! –le gritó yéndose hacia la
cascada nadando.
E_ Joder… lo que se llega a hacer por amor, si tiene que
estar congelada… ¡ay Esther que día llevas!, ¡emociones a
raudales!, pero es que es tan maravilloso este sonido,
bueno… va… que no se diga… tú puedes… venga… ¡joder
que fría! –dijo al meter los dedos de su pie.
M_
Estheeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeer –
se oyó su grito casi rozando la histeria.
E_ Voyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy… venga… venga… ¡uf que
fría!... joder que fría…
M_ Esther detrás, rápido al agua –le gritó como loca.
E_ ¿Crees que te voy a creer?, ¿eh?
_ Agggggggggggggggggggggggggggggggggggggg –oyó
tras ella un sonido rugiente y fuerte.
E_ La hostia…
M_ Metete en el agua Esther… -gritaba nadando hacia
ella.
184 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ Jodeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeer –gritó cayendo
al agua y nadando como loca hacia Maca.
M_ ¿Estás bien?
_ Agggggggggggggggggggggggg
aggggggggggggggggggggggggg –volvió a rugir el león.
E_ Sí, sí, dios era un león de verdad –decía muerta de
miedo abrazada a ella.
M_ Sí, lo es. Vamos ven… cuando volvamos se habrá
ido –decía nadando mientras la arrastraba consigo.
E_ ¿Qué hace aquí? –preguntó dejándose arrastrar por
ella sin írsele el miedo del cuerpo.
M_ No lo sé, es extraño que esté aquí… como mucho
nos hemos encontrado con gorilas, monos, pero nada más.
E_ Que boca… -dijo cogida a su cuello.
M_ Joder que susto cuando lo he visto venir –decía
mirándola con gesto realmente de pánico mientras se había
detenido y flotaba moviendo sus piernas.
E_ ¿Y si no se va?
M_ Se irá, yo creo que se irá. Venga vamos quiero
enseñarte algo.
E_ Mira como va el corazón –le puso su mano sobre el
pecho.
M_ Mmmmm, mi pecho querido… -le decía pasándose la
lengua por los labios.
185 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ Aún me tiemblan las piernas.
M_ Imagino, pero te aseguro que nada comparado con
lo que te van a temblar –la miraba de una manera ávida en
insinuación.
E_ No sé que me da más miedo, si el león o la leona de
mi niña –dio una carcajada.
M_ Venga “joder que susto… si le llega a pasar algo no
me lo hubiera perdonado. Y el cabrón ahí está, míralo se ha
sentado, ¿y ahora que hacemos?, ¡joder!, bueno espero que
cuando vengamos se haya ido, ¡ahora Maquita a disfrutar y
hacer disfrutar!” –seguía nadando hacia la cascada-. Esther
espera… hay que pasar por aquí.
E_ Vale… -le gritó y se giró para ver al león que en ese
momento bostezaba-. La madre que lo parió que bocaza
tiene.
M_ Si… es verdad… pero no tanto como la mía ¿eh?
E_ Maca no me hagas reír que no hago pie –decía
riéndose.
M_ Venga no es maravilloso estar en el agua bajo la
lluvia.
E_ Si, lo es –dio dos brazadas y se agarró a su cuello
mientras la besaba rodeándola por la cintura con sus
piernas-. Gracias por todo cariño.
M_ De nada quiero disfrutarlo contigo.
186 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ Ya… menos lobos caperucita que aún recuerdo
cuando me contabas como traías aquí a tus conquistas…
M_ Eres muy mala, venga a la de tres, tomas todo el
aire que puedas y ya sabes… la otra vez te salió de muerte
¿eh?
E_ Uf la otra vez me ayudó la mala hostia…
M_ Pues hoy que te ayude saber que detrás hay un
mundo mágico que vamos a descubrir juntas.
E_ Ya… ¡mucha palabrería bonita tienes tú! –le dijo con
el ceño fruncido.
M_ Una, dos y ¡ahora!
En la aldea, Teresa se mostraba nerviosa, sabía que lo
que Maca había hecho no estaba bien, pero Vilches siempre
la había dejado ir, incluso él, se había escapado para nadar
y descansar cuando estaba muy agobiado. Los hombres
habían cogido rifles y Mona había entrado a la cabaña de
Maca, poniéndose una gorra de Esther con el logotipo de
Carolina Herrera, una camiseta de Lacoste y un
pantaloncito corto de Coronel Tapioca. Al salir parecía
realmente una exploradora, o como todos decían riendo,
una versión de Esther en mona.
Mo_
Uhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh
hhhhh –aulló con toda su fuerza.
187 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
Entonces la saludaron todos como si fuera la heroína
de un cuento donde la princesa está en peligro y una
enamorada del pueblo llano fuera a luchar por salvarla, así
parecía Mona, dispuesta a salvar a Maca y Esther.
T_ Viches ya sabes lo que deben estar haciendo –le dijo
en voz baja estirando de su manga.
V_ ¿Y?, ¿me voy a asustar?
T_ Necesitan algo de intimidad –insistió.
V_ Mira si se las comen los guerrilleros, o se caen a una
trampa donde después las cogerán para violarlas y
cortarlas en trocitos, entonces, van a tener intimidad.
T_ A ver… te estas poniendo tremendista.
V_ ¡Joder Teresa que mañana es su boda! –acabo
diciendo.
T_ Lo sé… sé que lo haces por su bien pero… por
favor… deja que vaya Mona.
V_ Esto es de locos, de locos… yo cada día estoy peor
voy a tener que decir a Carlos que me trate, o mejor
Claudia.
T_ Mira Vilches… haz una cosa por favor, vamos a
esperar una hora, si en una hora no vienen vas.
V_ Una hora en la Selva puede ser mucho tiempo.
T_ Es cierto… lo sé… pero algo me dice que están bien,
que no necesitan nada, sólo esa paz que han ido a buscar.
Por favor Vilches.
188 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
V_ Joder Teresa si me pones esa cara de estreñimiento
puedes conmigo ¡macho!
T_ Venga… si sé que lo haces por su bien pero… -le
hacía morritos que no pasaban desapercibidos para las
mujeres que se tapaban la boca para que Vilches no las
viera sonreír-. Venga…
V_ ¡Está bien!
T_ Me alegro. Gracias.
V_ Si es que eres de un endeble tío… esta mujer te
tiene pillado por las pelotas ¡solo espero que no se
equivoque!
Ng_ Ziku –se acercó el muchacho-. Quiero hablar
¿puedo?
V_ Vamos a mi despacho. Dib, dejar las armas
esperaremos…
Respiraban agitadas tras pasar la cortina de agua que
se formaba bajo la cascada, era una sensación
impresionante, el ruido fuerte y la fuerza de esa agua al
cruzarla era algo que no se podía explicar con palabras
pero al salir del agua aquella sensación se traducía en dos
amplias sonrisas. Respiraban con fuerza y el ruido era
apoteósico en aquel lugar.
M_ Ven –le gritó y se dispuso a nadar hacia un lado
mientras el agua les salpicaba.
E_ Si –contestó de igual modo.
189 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ Aún recuerdo el pedazo hostia que me metiste aquí
–sonreía mirándola con devoción mientras llegaban a la
roca.
E_ Jo… menudo rato me hiciste pasar.
M_ Pero si estabas encantada –le decía mientras veía
como Esther al notar que hacia pie, se dispuso a suspirar y
relajarse tras el esfuerzo-. ¿O me lo vas a negar?
E_ No, estaba muerta de miedo porque no quería que tú
te salieras con la tuya que no era otra cosa que hacerlo
aquí.
M_ Si –puso cara de niña buena mientras se acercaba a
ella.
E_ ¿Dónde vas? –le preguntó sonriente.
M_ Pues… estás muy lejos de mí.
E_ Ya… ¡acorta distancia acorta! –le hablaba mirándola
fijamente con su boca entre abierta como si así le estuviera
tendiendo un reto.
M_ Sabes que eso me pone y lo haces a propósito.
E_ Igual que tú haces otras cosas –entonces por bajo
del agua metió su mano y la atrajo hasta su cuerpo-. Así
mejor.
M_ Esther –le dijo suspirando mientras le apartaba un
mechón de pelo que se había soltado de su coleta.
E_ Y ahora vamos a descubrir lo que tanto decías –
aprovechando que su peso en el agua era menor, se giró
190 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
apoyando a Maca sobre la roca mientras se besaban-. Me
gustas tanto.
M_ Mi amor… -dijo tras un suspiro al notar como sus
manos comenzaban a acariciarla.
E_ Me gusta perderme cariño, así –besaba su cuello,
mientras sus manos apretaban sus pechos.
M_ Espera… espera… -le decía comenzando a jadear.
E_ ¿Qué? –la miró aturdida.
M_ Te me estás adelantando y me vas a hacer perder el
sentido mi niña… -le decía apretándola más y más contra
ella, rozando sus cuerpos, casi sin poder parar. Pero
entonces con la poca calma que le quedaba, le dijo-. Espera
Esther.
E_ No puedo…
M_ Espera mi niña, espera –sonreía de manera alegre a
ver el gesto de Esther repleto de deseo y ansias por hacerla
suya.
E_ Uffff vale –asumió separándose de ella.
M_ Anda ven –suspiró también y dándole la mano la
llevó.
Salieron del agua, acompañadas por el piqueteo
continuo del agua entregándose precipitadamente a aquel
agua en calma, que la aguardaba para fundirse en una. De
tal manera Maca llevó de su mano a Esther hasta un lugar
único, nunca había visto nada igual, una especie de
191 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
mordisco en la roca, donde inexplicablemente la hierba
crecía lo suficiente como para formar una capa tan
uniforme que parecía una manta a disposición de las dos
amantes. Sin más dilación, comenzaron a besarse de pie,
acercando sus cuerpos, sus manos llenado la piel ajena que
no desconocida. Las respiraciones fueron subiendo de
intensidad, las yemas de los dedos pasaban de la fiereza a
la calma y viceversa, los labios batallaban hermosamente,
las lenguas jugaban a buscarse y esconderse, los
corazones latían y latían sin remedio.
M_ Esther… Esther…
E_ Cariño… mi vida –se habían abrazado con
dependencia porque ya no entendían la vida de otra
manera.
M_ Te quiero –le dijo con tal necesidad, con tal verdad
en sus ojos que eran el espejo de su alma, que Esther tiritó
de pies a cabeza.
E_ Yo también te quiero…
M_ Antes dijiste que… -hablaba con la respiración
entrecortada por el deseo pero también necesitaba detener
la pasión para con ternura llevarla de la mano, explicarle lo
que su corazón quería gritarle-… que…
E_ Shhh no digas nada –la besó.
M_ Déjame decirlo, por favor… -Esther la miraba con
esa misma ternura infinita con la que Maca la miraba-.
Antes dijiste que traje a mis ligues, te aseguro, que a nadie,
192 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
traje a este rincón, porque cuando lo descubrí pensé que
quizá un día sería el lugar donde quisiera ofrecer mi
verdadero amor… y hoy por fin… lo puedo hacer –la miraba
intensamente emocionada.
E_ Cariño… me enamoras con tu cuerpo, con tus
palabras, con tus silencios… no podría vivir sin ti, sin estas
maravillosas maneras que tienes de sorprenderme.
M_ Tú provocas todo esto, te quiero.
E_ Te quiero.
M_ Aquí nadie nos va a impedir gritar.
E_ ¡Ohhh Maca! –suspiró mientras se acostaban en
aquella maravillosa manta de hierba.
M_ Quiero ser tuya cariño solo tuya…
La cortina de agua que se precipitaba por la cascada,
era semejante a la cortina de placer y amor que descendía
por sus cuerpos, por sus almas, por sus corazones, era un
amor intenso como el agua, fresco, hermoso que llevaban
grabado en cada poro de su piel, gemidos, palabras suaves,
suplicas, ruegos, amor en definitiva pasión.
Fuera el león se había acostado esperando la salida de
ambas mujeres, dormía placenteramente sobre la ropa de
Esther, pasó su enorme lengua dos veces por su boca,
saboreando en sueños aquellas dos mujeres blancas que
iban a ser su comida del día. Hasta que en un momento
dado una sonora explosión llegada desde detrás del agua
193 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
que caía, le hizo levantar sus orejas y sus cabezas, bostezó,
hasta que…
E_ Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh –
grito de enorme placer.
M_ Ahhhhh ahhhhhh –grito de fabuloso placer.
MyE_
Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh –
gritos de culminación gloriosa de placer, más agudo el de
Esther.
Y sí, el león huyó despavorido tras el grito de Esther
Agotadas y felices por el esfuerzo y el amor, se
quedaron abrazadas adormiladas en aquel manto del suelo,
tras unos tímidos besos, comenzaron a sentir algo de frío.
E_ Mi amor estás temblando…
M_ Si, tengo frío.
E_ Vamos al agua.
M_ Tendremos que irnos Esther he perdido la
percepción del tiempo, no sé que hora será.
E_ Que lastima, yo quería en el agua.
M_ Eres una insaciable… después me llamabas a mí la
calentorra de la Sierra… y mira quien ha resultado serlo –
sonreía mirándola con devoción.
E_ Es que… perdona pero… tú has sido una maestra
maravillosa.
194 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ Y a mí me encanta que lo seas.
E_ Pues vamos al agua… uno rapidito –tiraba de su
brazo.
M_ No tengo fuerzas y mañana nos casamos habrá que
dejar algo para la noche de bodas.
E_ Pero eso es mañana, y yo tengo una máxima en mi
vida… y no es otra que vivir al día, al momento y en este
momento es lo que me apetece, venga –salió corriendo
echándose al agua, mientras gritaba feliz-. ¡Qué buena!,
¡venga cobarde capitán de las gallinas!
M_ ¿Yo cobarde? –dicho esto se echó al agua y fue
hasta ella cogiéndola del tobillo-. Ven aquí.
E_ Jajaja, cof cof –tosía-. Joder siempre trago agua.
M_ Jejeje –sonreía feliz-. ¿Qué me decías?, ¿qué querías,
qué?
E_ Quería hacerlo aquí.
M_ ¿No has tenido bastante, eh? –la miraba con sus ojos
echando fuego
E_ No, quiero más, mucho más –junto su boca contra la
de Maca sin dilación introduciendo su boca en ella,
provocando así un gemido de la Pediatra-. Así... me encanta
escucharte así.
M_ Esther... cariño –se apoyaba en otra parte donde
podían hacer pie dejándose llevar por Esther-. Me
desbordas.
195 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ Si... –musitó perdiéndose en su cuello-. Me gusta
escucharte como antes... ver tu carita roja... tus ojitos
repletos de placer.
M_ Ohhhh Esther... –la había subido a sus caderas y sin
dilación alguna ambas comenzaron a buscar sus centros,
encontrándose.
E_ Ayúdame –le decía mientras pasaba una mano sobre
los hombros de Maca.
M_ ¿Estás cómoda?
E_ Mucho mi amor...
M_ Esther... –suspiraba, se pasaba la lengua por los
labios, cerraba los ojos.
E_ Maca, si –suspiraba, se pasaba la lengua por los
labios, echaba la cabeza hacia tras
M_ Este cuello me pierde –comenzaba a lamerlo con
total dependencia.
E_ Sigue... sigue –le gritó sin querer redimirlo y el grito
se coló por toda la cascada, uniéndose a la rabia y fuerza
de ésta.
M_ ¿Te gusta?
E_ Sí... ¿y a ti? –tragó saliva, se clavó en sus ojos.
M_ Sí, mucho –musitó mientras continuaban gozando al
mismo tiempo.
E_ Mi amor... mi amor...
196 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ Oh... si... así… juntas, juntas.
E_ Ya... ya.
M_ Si... si... ¡ah!
E_ ¡Ah!
M_ Ah, ah uf –dio un último respingo brutal que salió de
su alma mientras se aferraba al cuerpo de su amada.
E_ Ohhhh –hizo lo mismo que Maca, abrazada a su
cuerpo mientras le susurraba-. Te quiero.
M_ Y yo, te quiero Esther.
Durante un rato estuvieron tratando de recuperar el
aliento, las fuerzas, y para ayudarse a encontrarlo, se
besaban suavemente, se acariciaban lentamente y se
miraban con total ardor a los ojos, repletos de ya un
conocido amor.
Mientras en la aldea, los nervios se habían ido
desatando en Teresa, no cesaba de caminar y mirar el reloj,
controlando de una manera casi irracional las manecillas.
Se asomaba a la ventana de la cocina donde preparaba la
comida, iba a Siya y la recién llegada Bendi se había en
agradecimiento por cuidar de su nieta, involucrado con los
trajes de los más pequeños que posaban encantados y
entre bromas con las dos mujeres. Nsona y Lula, junto a la
nerviosa Teresa, habían probado los de los hombres que
estaban en la aldea, dejando el de Massamba el último.
197 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
T_ ¡Ay Dios mío Nmaba!, ¡ay Dios mío! –repetía a la
mujer.
Nm_ Ve kobanga na nakati mami… -(No tengas miedo
mami).
T_ Oh Nmaba nge kele nde ezali kilama –(O Nmaba tú
sabes que hay peligro).
Nm_ Maca tendila na Esther… malembe –(Maca
protegerá a Esther, tranquila).
T_ Eso espero Nmaba… eso espero… -decía angustiada.
Dicho esto, dejo a Nmaba triturando los cereales en el
mortero, los niños más pequeños, sabían que su función era
ir echándole en el mortero lo que ella les iba pidiendo, y así,
todos desde bien pequeños se acostumbraban a colaborar.
Si estaban limpios de corazón desde niños, tal como decía
Nmaba, de mayores serían responsables, no sanguijuelas
como los guerrilleros. Y allí contándoles historias, los niños
y los perros, junto a Valiente que se comía lo que podía,
entre las risas de lo más pequeños, seguían trabajando.
Cruzaron la cascada con la misma habilidad con la que
habían entrado a aquel rincón que había sido para ellas
como lo iban a bautizar, el rincón del amor, de su gran
amor. Al salir, soplaron y trataron de acompasar las
respiraciones.
E_ Uf… Uf… -respiraba.
M_ Me recuerdas a la cafetera –se reía de ella sin parar.
198 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ No te burles que me ahogo –decía riéndose-. ¿Se ha
ido el león?
M_ Sí, no está, ya te lo he dicho yo –decía mientras
nadaban y bajaban la voz al salir de la cascada-. Mujer de
poca Fe, con lo lista que soy.
E_ Ya, por una vez más nos vale que seas lista. No me
fío yo del bicho ese.
M_ Que mona… bicho dice –susurró mientras nadaba.
Llegaron a la orilla, desnudas, Maca repasó
atentamente todo el lugar, miró por los sitios que podía
estar escondido un león, pero nada daba muestras de ello.
M_ Adelante se ha largado.
E_ ¿Eso es normal?
M_ Imagino que nuestros gritos lo habrán espantado,
debió pensar que éramos dos fieras, demasiado peligrosas
para él.
E_ Jeje –sonreía con algo de timidez.
M_ Me encanta cuando te pones roja… -se acercó a
besarla mientras se vestía-. Y luego, a la hora de la verdad
te conviertes en esa fiera –la besó con pasión.
E_ Maca… que nos pueden ver.
M_ ¿El león? –sonreía divertida.
E_ Venga… para – le decía sonriendo mientras
terminaba de vestirse.
199 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ Será mejor sí, estoy muerta.
E_ Menos mal que no te has probado el vestido.
M_ ¿Por?
E_ Porque yo creo que hemos adelgazado –le decía
picadamente mientras le tocaba con todo el descaro del
mundo el culo-. Ya sabes lo que dicen... el sexo adelgaza.
M_ Mmmm –sonreía-. Lo malo es que tú ya te has
probado ese vestido azul turquesa ¿no?
E_ Es cierto… tendré que volvérmelo a probar –sonreía
divertida.
M_ Venga vamos –le cogió la mano, se puso la mochila
mientras Esther cogía divertida la cámara de fotos y le
hacía una-. Tan cerca no…
E_ Pero si tú sales bien de todas las fotos y más si te las
hago yo.
De pronto...
_
Agggggggggggggggggggggggggggggggggggggggggggggg
gggggggggggg.
El león salía de la parte más espesa de la zona, corría
como loco hacía ellas mientras ambas se quedaban quietas
sin saber que hacer, instintivamente Esther apretó el botón
de la cámara y el flash salió justo dándole al león en los
ojos… aflojó un poco la carrera, sin embargo se repuso
200 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
enseguida y continuó hasta que de pronto cuando estaba a
unos pasos algo se interpuso en su camino…
Mo_ Prrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr, ahhhhhh
uhhhhhhhhhhhhhhh ahhhhhhh prrrrrrrrrrrrrr
El león impresionado más por la vestimenta con esa
gorra con la visera hacia detrás, y esas pintas de
exploradora de Mona, que por sus continuos escupitajos y
el movimiento de su lengua, frenó en seco, y salió
espantado.
M_ ¡Mona! –la llamó Maca.
Mo_ Uhhh –las miró y como si las piernas le fallaran al
recordar la boca enorme del león ante ella, fue
desmayándose poco a poco hasta caer al suelo con los ojos
haciéndole chirivitas-. Uhhhhhh.
E_ Corre vamonos Maca –le gritó mientras Maca la cogía
al brazo.
M_ Joder con el león.
E_ Mona... cariño… Mona –repetía preocupada.
Mo_ Uhhhh.
M_ Se ha desmayado, corre Esther no podemos
quedarnos aquí... ¡jo cómo pesas Mona!
E_ Cariño corre... escucho sonidos.
M_ Vamos.
201 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
Salieron corriendo, Mona en los brazos de Maca
reclamando que se le había caído su gorra, Esther corriendo
y mirando hacia tras de tanto en tanto, bajando a una
velocidad vertiginosa, Maca con el pelo mojado sobre la
cara, con la respiración jadeante, Esther de igual manera
una tras otra, pisando como podían corriendo mientras
rogaban no caer y que por detrás apareciera el temido león.
M_ Esther por tu madre no te vayas a caer.
E_ No.
M_ Vale –entonces llegaron a una zona donde debían
pasar un pequeño riachuelo al hacerlo, Maca resbaló y cayó
de culo-. ¡Ayyyy!
Mo_ Auuuuuuuuuuuuuuuuuuu –aulló Mona.
E_ ¡Maca!, ¡Mona!
M_ Joder mi culo.
Mo_ Ah, ah ahhhhhhhhhhhhhhhhhhh –dijo con voz tan
pobre que al tercer ah, volvió a desmayarse en el suelo
agarrándose a su gorra que la había recuperado Esther.
E_ ¿Estás bien? –le preguntaba asustada.
M_ ¡Qué dolor! –repetía quejándose con el rostro
compungido.
E_ ¿Y ahora qué, eh?, ¿ahora no te ríes? –le preguntaba
con una ligera sonrisa.
M_ ¡Esther coño!, que me duele y mañana es la boda.
202 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ Ah y cuando me caígo yo... –la ayudaba a levantarse
pero se resbalaron y volvieron a caer-. Au.
M_ Oh.
Mo_ Mmmmmmmmmm –seguía sin fuerzas para hablar
solo quejarse.
E_ ¿Estás bien cariño?
M_ Sí, espera... yo me levanto, no podemos quedarnos
aquí Esther.
E_ Mona... Mona cariño...
M_ Oye.. nos llamas igual ¿te has dado cuenta? –la
miraba seria.
E_ Sí, pero tú eres...
M_ Shhhhhhhh –le hizo señal con el dedo en sus labios
mirando hacia la derecha.
Mo_ ¡Eh! –se sentó porque ella también lo había
escuchado.
E_ He escuchado algo –susurró mientras se oía
claramente el crujido de las hojas en el suelo, ambas se
miraron asustadas.
M_ Shhh –les dijo a ambas con gesto de pánico.
E_ Se oyen unos pasos –le decía aterrada aferrándose a
su cuerpo.
M_ Se acerca alguien...
203 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
Mo_ Uhhhh –susurró muerta de miedo aferrándose a las
otras dos.
Entonces... ante ellas dos hombres con fusil en mano...
M,MoyE_
¡Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh
hhhhhhhh.
Mientras en la aldea, seguían los preparativos de la
boda, los hombres habían preparado con leña una gran
hoguera para purificar el ambiente, a pesar de que la lluvia
seguía insistentemente jugando con todos ellos, los niños
ya tenían sus liputas preparados con unos sombreros del
mismo color de las telas confeccionados por Nmaba, la
mujer seguía dejando boquiabiertas a las nuevas
integrantes del poblado. Teresa no podía parar de andar de
un lado a otro con los nervios a flor de piel. En ello estaba
cuando oyó su nombre con fuerza.
T_ ¡Ay dios mío, vaya día me espera! –susurró
acercándose hasta el despacho de Vilches en el hospital-.
¿Qué pasa Vilches?
V_ ¿Aún no han regresado?
T_ No, aún no.
V_ Joder no sabía que los polvos de las tías pudieran
durar tanto... y eso que he escuchado unos cuantos...
aunque ninguna era tan escandalosa como Esther –decía de
carrerilla porque sabía que Teresa le interrumpiría en
cualquier momento.
204 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
T_ Vilches no seas desagradable, por favor.
V_ Está bien, seré agradable. Acaba de llamarme
Bárbara.
T_ ¿Qué tal está?
V_ Bien, eso si, se ha acordao de todos mis muertos por
no avisarle de la boda de Maca.
T_ Tiene razón ¿eh? –dijo sentándose finalmente.
V_ Si hay boda, claro –decía mientras firmaba unos
documentos.
T_ ¡Ay hijo no seas aguafiestas!, y venga vamos.
V_ ¿Adónde? –le preguntó alzando la cabeza con gesto
un tanto impertinente.
T_ ¿Adónde vamos a ir?, a probarte tu liputa, Maca
tiene un gusto, ¡menudas telas!, si vieras los niños… si
vieras el de Esther… solo falta el suyo…
V_ Ni loco me hago yo nada.
T_ ¡Vilches!, ¡es la boda de nuestras chicas! –alzó la voz
con rostro muy serio recordando a la vieja señorita
rotermeller.
V_ ¿Y qué culpa tengo yo?
T_ Ninguna.
V_ Entonces –respondió totalmente decidido mientras
se levantaba ya que había terminado con sus papeles.
205 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
T_ Pues Vilches… que no vas a ser tú el que dé la nota
quitando la emoción que sentimos todos.
V_ ¡Pero yo no me caso!
T_ ¡Vilches! –lo riñó con el gesto muy serio entonces
dijo-. ¡Ahora Nsona!
Entraron las mujeres muertas de risas con aquella tela
roja que él pensaba se había librado gracias a la herida de
Massamba, Teresa se había cruzado de brazos con una
medio sonrisa que se hubiera transformado en completa si
estuviera segura que las chicas estaban bien. Los ojos de
Vilches en cambio miraban de una manera inquisitoria a la
mujer que seguía mirando el reloj.
V_ Nsona, para mi gusto he visto pasar el alfiler
demasiado cerca de mi piel –su gesto hacia reír a las
mujeres.
Ns_ No preocupar… no preocupar… -decía divertida.
V_ Menuda humillación, ¡esta me la paga Maca!
Ns_ Quitar el pantalón, nosotras girar, jijijiji… -Lula,
Nsona y Sissou se giraron divertidas tapándose las bocas
ante la sonrisa de tener al Ziku en calzoncillos-. ¿Ya ziku?
V_ Ya… pero esto me lo pienso cobrar…
Ns_ Mami… también el gorro.
T_ Por supuesto.
V_ ¡Teresa! –resoplaba como un jabalí.
206 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
Ns_ No mover Vilches… no mover…
En la cama reía sin cesar Massamba, podía imaginarse
la escena de aquel hombre de hierro rodeado de mujeres y
en paños menores, en sus brazos como no aquel pequeño
que había llegado a ellos para darles la oportunidad de
rehacer sus vidas tratando de enterrar un pasado repleto
de dolor. Además al niño, le encantaba estar en el gran
pecho de su padre, cuando lloraba en la espalda de Lula era
dárselo a él y el llanto cesaba. Allí estaba cantándole una
vieja nana a su hijo cuando vio como asomaba la cabeza
una temerosa Teresa.
T_ ¿Puedo pasar?
Ma_ Mami no pedir permiso…
T_ Que ricura como duerme –le decía mientras se
sentaba con una sonrisa orgullosa de ver semejante
estampa.
Ma_ Mami tener cara de preocupación, mwasi no volver
¿aún?
T_ Todavía no, sé que no debo preocuparme que todo
va a ir bien pero…
Ma_ Maca ser responsable.
T_ No sé Massamba, no sé –decía preocupada.
Ma_ Ella ir sola… saber peligros.
T_ ¿Sabes una cosa Massamba?
207 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
Ma_ Son como tus hijas… Maca no es tu sangre pero la
sientes, tuya.
T_ Exacto –sonrió emocionada.
Ma_ Y verla feliz es para ti esa emoción de madre –la
mujer sacó un pañuelo de su bolsillo y secó unas lagrimas-.
Tú hacer correcto… ellas volar libre hoy.
T_ Lo sé Massamba pero no me perdonaría que les
pasara algo.
Ma_ Si así fuera… tú no tener culpa Mami, tú ser gran
madre… ellas quererte, mi gente quererte, ser como
nuestro alma tú ser la gran mami.
T_ No me digas eso –decía con los ojos emocionados
hasta su máximo apogeo-. Mira como estoy… si es que… no
sé que me pasa… no lo sé.
Ma_ Yo decir… tu ser feliz y tener miedo a que Maca ser
feliz.
T_ La quiero como a una hija, sé lo que ha sufrido y se
merece lo que tiene… a Esther, quizá verla feliz me tiene un
poco tonta… es como si mi hija se me fuera a casar
realmente.
Ma_ Es así Mami… Maca siempre considerar a Mami,
como suya.
T_ Lo sé… ¡esto es tontería!, ¡es morriña que decía mi
madre! –sonreía subiéndose los mocos.
208 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
Ma_ Todo ir bien… Maca y Esther ser felices… todo ir
bien –su gran mano cogió con calor la de una Teresa que no
podía parar de llorar.
T_ Gracias Massamba, eres un gran apoyo para mí…
ahora… ¿qué es eso? –preguntó al escuchar alboroto fuera,
algo así como unos gritos que no sabía identificar.
Ma_ Gritar –dijo preocupado.
T_ No te muevas, voy a cerrarte la puerta. Vilches…
¿qué pasa?
V_ No lo sé –decía abrochándose la camisa pues estaba
acabando de vestirse.
Salieron los dos, y entonces vieron como Ngouabi y
Yildas llevaban a Mona a hombros, gritando como si fuera
una heroína, el animal sonreía y hacía poses porque Esther
le disparaba con su cámara fotografías sin parar mientras
una gran sonrisa tan dulce como la que mostraba Maca
marcaba su rostro.
V_ Esto es pa mear… y no echar gota –decía con el
rostro realmente impactado Vilches ante lo que estaba
ocurriendo, los niños gritaban, saltaban, besaban a las
mwasis que sonreían sin cesar.
T_ La mato…
M_ Holaaaaaaa –sonrisa amplia y feliz al llegar a su
altura.
209 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
T_ Tú quieres acabar conmigo ¿verdad? –le preguntó
con cierto rostro serio, precipitándose hasta ella y sacando
un poco el susto que llevaba metido en el cuerpo.
M_ Te quiero –la abrazó con tanta fuerza, que a Teresa
se le pasó todo en ese mismo instante.
E_ Teresaaaaaaaaaaaa –apareció radiante de felicidad
mientras los hombres hacían que Mona volara por el aire-.
¿Qué tal?
T_ Tú ¿cómo crees que estoy?
E_ Yo te veo divina –le dijo sonriente mientras la
abrazaba con la mirada cómplice y embobada de Maca.
V_ ¡Maca te quiero ver en mi despacho, ya! –su voz
sonó tan grave como se mostró su gesto enfadado.
M_ Voy. Teresa una ración doble de plátanos para
Mona… nos ha salvado la vida –sonreía-. Mi amor un beso,
que voy con el ogro, cuéntale...
E_ ¿Te acompaño mi vida?
M_ No, podré manejarlo sola.
E_ Está bien –se dieron un besito corto y fino
respetando la presencia de los demás.
T_ Esther… esto no lo volváis a hacer por favor –Esther
miraba como Maca se marchaba para dentro, Teresa que
veía su gesto le dijo-. ¡Buah!, ni caso… ¡Esther!
E_ ¡Teresa no me asustes! –sonreía embobada.
210 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
Mo_ Uhhhhhhhhh uhhhhhhhhhhh
agggggggggggggggggg –abría su boca haciéndose ver a
Teresa.
T_ Dios mío Mona… ¿pero qué haces? –la miraba
totalmente impresionada ante una especie de rugido flojito
y algo desafinado.
E_ Te está representando al león.
T_ ¿Qué león? –preguntó poniendo su mano sobre el
pecho.
E_ Nos atacó un león a Maca y a mí, pero ésta heroína
nos salvó la vida Teresa, y tengo tanto que agradecérselo,
porque tengo una vida tan… tan… tan… -decía juntando sus
manos sobre la barbilla en gesto totalmente radiante
después de darle un achuchón a Mona que sonreía feliz.
T_ ¡No lo puedo creer!
E_ Como te lo digo… menuda boca… le hice una foto…
si vieras…
T_ ¡Pero tú no estás nada, pero nada bien, eh! –le decía
pasmada mirándola fijamente mientras la enfermera reía
sin parar.
Va_ Uhhh uhh uhh –le decía a Mona con los ojos muy
abiertos.
Mo_ Aggggggggggggg –le hizo.
Va_ Uhhhhhhhhh –se escondió asustado tras las piernas
de una divertida Esther.
211 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
Así sonriendo fueron a contarle las hazañas vividas a
una Nmaba que reía abiertamente, con las explicaciones en
kikongo de una divertida Esther y una Mona que imitaba sin
parar el sonido del león consiguiendo que Valiente al final la
imitara y ambos rieran divertidos como el resto.
No habían pasado ni cinco minutos cuando Esther se
percató que Maca salía del hospital algo cabizbaja y parecía
que bastante afectada. Esther se disculpó ante todas y salió
con paso algo ligero hacia la cabaña, con el gesto
preocupado entró, la vio de espaldas y por su suspiro pensó
que estaba llorando, se acercó abrazándola con fuerza por
detrás, Maca cerró los ojos agradeciendo aquel calor de su
mujer que tanto le ayudaba, que tanta calma le provocaba
en su interior.
E_ ¿Ha sido muy duro? –le besó el hombro desnudo
porque la camiseta se había roto y le había desaparecido la
manga.
M_ No.
E_ ¿Y por qué estás así? –la meció suavemente
mientras la estrechaba sobre ella con delicadeza, pero tan
fuerte que un escalofrío electrizante le cruzó la espalda a la
Pediatra.
M_ Vilches me ha dicho que se alegra que me case
contigo.
212 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ ¿Y por qué estás así? –seguían abrazadas de la
misma manera mientras su voz reflejaba un cariño y una
dulzura que bullía directamente de su corazón.
M_ Porque… pues porque no estoy acostumbrada a que
me diga cosas… tan…
E_ No estás acostumbrada a su lado sensible, mi
amor… -le dijo sonriendo-. Venga gírate mírame –Maca la
obedeció pasando sus manos por la cintura de una Esther a
quien los ojos le brillaban con una fuerza inusual-. No sé lo
que te haya dicho, pero sin duda estoy de acuerdo con él.
M_ Eres mala –sonrió mientras una lagrima caía por sus
mejillas-. Estoy acostumbrada al Vilches duro, al cabreado,
al tío que no se acojona por nada y verlo con los ojillos
emocionados y… -se mordió el labio.
E_ Y saber que tú eres la responsable ¿verdad? –Maca
asintió con un puchero marcado en su barbilla-. Si es que
eres adorable, si es que te comía aquí mismo, si es que me
tienes loquita… -decía mientras le hacía cosquillas sin
parar.
M_ Esther… Esther… por favor… Esther…
De repente la puerta se abrió. Justo en el momento en
que ellas caían sobre la cama muertas de risa.
T_ ¡Pero bueno!... ¡lo vuestro es grave, eh!
M_ Teresa por favor ayúdame.
213 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
T_ Claro que te ayudo, venga Esther déjala que mañana
es la boda y no tenemos su vestido.
E_ Mmmmmm su vestido –dijo sonriendo con gesto muy
muy muy picante.
M_ No dejes que me torturen Esther.
E_ Es cierto… no creo que necesite vestido Teresa…
ella con cualquier trapito está monísima y una servidora la
necesita para ella solita –le decía mirando a Maca con una
intensidad marcada a fuego en sus ojos que Maca volvió a
sentir esa necesidad bárbara de tenerla.
M_ Es cierto Teresa, que yo estoy estupenda con lo que
me ponga… -devolvía la mirada a su futura mujer.
T_ Menos tonterías… menos calentura y tú a probarte el
vestido, y tú a ver lo que haces mientras está conmigo, y
sin que te vea yo revolotear por la cabaña ¿entendido?
M_ Lo siento mi amor… me lleva presa… pero esta
noche.
T_ Esta noche nada, ¡tú dormirás conmigo!
M_ ¡Qué!
E_ ¡Venga Teresa!, si ya estuvimos juntas con lo del
Aloe Vera… por cierto… ¿mañana tendremos más?
M_ Esa es mi niña –decía venga a la risa.
T_ Pero bueno… me he quedado corto con la gravedad
del asunto ¿eh?
214 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ Me niego a dormir sola –cruzó los brazos sobre el
pecho como si realmente estuviera sufriendo una rabieta.
M_ ¿A qué es adorable Teresa? –la miró atontada.
T_ Sí, mucho. No vas a dormir sola –sonrió con cierta
malicia.
M_ ¿Y eso sonrisita?, venga que te conozco Teresa.
T_ Vas a tener dos guardianes… Mona y Valiente.
E_ ¡Eso no vale!...
T_ Y no creas que los plátanos te van a servir… te lo
advierto…
E_ Maca –la miró seria.
M_ Ordenes de la gran mami –elevó los hombros con
cierta sonrisa juguetona y divertida.
T_ Ale vamos.
Cuando se quedó sola sonrió, cerró los ojos
abrazándose a ella misma, y se dejó caer a la cama
susurrando.
E_ Soy la mujer más feliz del mundo, por favor si es un
sueño no quiero despertar.
En la cabaña de Teresa, la expectación era máxima,
Maca aguantaba las risas de las mujeres al descubrir un
bocado en su clavícula, otro bocadito en su culo y el de
máxima admiración fue uno que encontraron en su muslo.
215 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
Ns_ Ohhhhhh –dijo al verlo poniendo su mano en la
boca.
Si_ Jijijijiji.
Lu_ Uh.
Ns_ Mwasi Esther kele bonso a yanga –(Mwasi Esther es
como una leona) le susurró a Maca ante las risas cómplices
de las demás.
M_ Kobanga mingi likama -(tiene mucho peligro) decía
con cara totalmente boba mientras las mujeres reían y
soltaban grititos.
T_ ¿De qué estás hablando que se escandalizan tanto? –
le dijo Teresa entrando con un poco de Aluá para Maca-.
Toma retoma fuerzas o mañana no das la talla.
M_ Perdona, yo siempre doy la talla –salió su lado borde
y chulo.
T_ ¿Y eso? –señaló el bocado abriendo como platos sus
ojos.
Ns_ A Yanga –(una leona).
T_ Jesús, María y José –susurró algo impactada.
Las risas generalizadas de todas las mujeres hicieron
que hasta Teresa acabara en una carcajada de la que no
podía parar.
Mientras Esther pasaba por delante y al escuchar las
risas, se sintió tentada de entrar.
216 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
V_ No puedes entrar –le dijo Vilches serio.
E_ Ya lo sé.
V_ Bien… pues camino.
E_ Gracias por querer a Maca.
V_ ¿Quién ha dicho que yo la quiero?
E_ Yo, lo digo yo. Voy a ver a Massamba.
Esther entró en el hospital ante la mirada divertida de
Vilches, quien suspiró, acababa de hablar con Dávila,
habían anunciado una de esas tormentas que en el desierto
se convertían en diluvios, y en la Selva donde ellos estaban,
se volvía en desbordes del río poniendo siempre en riesgo
la aldea. Desde que estaba allí habían pasado dos, una
derribo la puerta de la entrada, la otra, les destrozó todo el
huerto. Con cautela habló con los hombres posponiendo la
remodelación de la zona del huerto. Los hombres
escuchaban serios sus explicaciones, y miraban el cielo.
V_ Los últimos tres no llegaron… pero ya sabéis.
Zu_ ¿Para cuando ser ziku?
V_ Para mañana.
Zu_ Oh… con boda de mwasis.
V_ ¡Qué le vamos a hacer! –cruzó sus brazos sobre el
pecho.
Zu_ Avisar Lula, ella rezar.
217 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
V_ Más que rezos vamos a necesitar como venga de
verdad, somos demasiada gente… demasiada…
Zu_ No preocupar.
Una vez Maca tuvo todo listo, las mujeres la miraban
asombradas, sus ojos demostraban que aquella confección
guiada magistralmente por Siya, la convertía en
prácticamente una Diosa.
Ns_ Ohhhh… mwasi Esther morir impactada… -susurró.
M_ ¿Y yo?, anda chívame del traje.. va –le daba un
suave codazo-. Seguro que está para comérsela…seguro…
Ns_ No poder… no poder… mami mirar.
M_ Venga dímelo rapidito ella está un poco sorda… no
oye… ¡ay! –dio un quejido agudo.
T_ Lo siento el alfiler… se ha molestado al saber que
decías que estoy sorda.
M_ Joder Teresa…
Teresa sonrió, mientras Maca frotaba su culo aún
dolorido por el golpe.
La tarde fue muy amena, durante la comida, que
decidieron compartirla todos juntos, excepto Massamba y la
joven Monwe que estaba de reposo una vez Maca la había
reconocido y seguían en el hospital, durante el rato que
compartieron todos, las jóvenes contaban su aventura con
el león y como Mona había salvado de tan segura muerte,
omitieron el desmayo y por supuesto los temblores del
218 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
animal una vez superado el susto, también omitieron sus
gritos al encontrarse con Ngouabi y Dib, que habían
mandado primero a Mona por si las mwasis estaban en
paños menores, los hombres contaban sus caras por el
león, pero no contaron que apunto estuvieron con una
piedra Esther de arrearles uno de sus mamporros. La que
no cesaba ni un momento de reír era Nmaba, lloraba de
felicidad, por fin, un día tranquilo a pesar de los nervios por
la ausencia de las mwasis, por fin un día en familia como a
todos les gustaba compartir. Tras la comida, a media tarde
las mujeres volvieron a sus faenas, Maca y Esther con
permiso de Mona que las vigilaba subieron a su mirador
favorito para poder contemplar el último atardecer como
solteras, abrazadas, en silencio, compartiendo caricias
lentas y tiernas.
Al llegar la noche, la cena, volvió a ser distendida, los
hombres callaron la posibilidad de la tormenta, aunque sí
Lula había desaparecido a mitad tarde en su cabaña y
sabían que había cumplido con el mandato de Zulú.
También le habían ocultado a Massamba lo que podía
ocurrir, porque conociéndolo sabían que se levantaría
poniendo en riesgo su herida que Esther había curado y
había estado departiendo con él un buen rato sobre Maca.
Uno a uno fueron despidiéndose hasta quedar Vilches,
Teresa, las dos mujeres, y los tres animales.
V_ Me acuesto que estoy molido. Buenas noches.
219 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
T,MyE_ Buenas noches –respondieron a la vez.
V_ ¡Qué sincronización!... buenas noches tortolitas que
os sea leve la separación.
M_ Cabrón eres.
V_ Tú ten cuidado ¿eh?, qué últimamente tus hormonas
andan muy locas –le dijo señalando a Teresa.
T_ ¡Vilches! –lo riñó ante la risa de las dos-. Y vosotras a
la cama.
M_ Vale, vamos cariño –se levantó cogiéndola de la
mano.
E_ Si, será lo mejor.
T_ ¿Dónde creéis que vais?
Mo_ Uh Uh uH uhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh –iba
cambiando los tonos con sus pantalones y camiseta y gorra
del revés.
M_ Joder cariño… es que es igual que tú cuando te
enfadas, impone ¿eh?
E_ Es igual que y pero sin depilar.
M_ Eso si que mi niña va muy depiladita ¿verdad? –le
decía mientras le tocaba el vientre y Teresa carraspeaba-.
¿Me puedo despedir?
T_ Tienes cinco minutos.
M_ Diez.
T_ Cinco.
220 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ Vaaaaaaaaaaaaaaaaa
Tereeeeeeeeeeeeeeeeeeeeesa –le dijo con voz ñoña.
T_ Diez –dijo finalmente viéndolas correr-. Si es que por
eso no tengo ningún futuro como negociadora, ¡qué
blandita eres Teresa… que blandita!
Las chicas llegaron a la cabaña pero se fueron a la
parte trasera, si una cosa tenían clara era que no querían
de ninguna manera faltar el respeto a nadie de la aldea,
Maca siempre lo había hecho y era algo que tenía muy
claro, porque además Esther la secundaba en sus
pensamientos. Al llegar, Esther se apoyó contra la pared
provocando un gesto de incitación a Maca.
M_ Mi amor… me vuelves loca…
E_ Maca… venga…
M_ Es que… no puedo ¿eh? –se mordía el labio inferior.
E_ ¿Sabes a lo qué me recuerda esto?
M_ ¿A qué? –la miró sonriente mientras entrelazaban
sus manos.
E_ Cuando te descubrí con Claudia.
M_ Si… es cierto –sonrió graciosamente.
E_ ¿Por qué te ríes así?
M_ Porque recuerdo que te caíste para variar.
E_ Y tú no me levantaste para variar –le dio un
golpecito en el trasero con la mano que le quedaba libre.
221 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ Que mala.
E_ No, que chula.
M_ Eso si.
E_ Me encantaba ese puntito tuyo de chulería –pasó sus
manos por el cuello de Maca.
M_ Oye… que ese puntito no lo he perdido ¿eh?
E_ Es cierto –sonrió.
M_ Cuanto me divertía con esas caras tuyas.
E_ Joder si es que en el fondo era no querer pensar en
ti, y pasarme todo el día pensando en ti.
M_ Ya sabes… soy irresistible.
E_ Pues si…
M_ ¡Por fin lo reconoces! –exclamó volviéndose a
morder el labio inferior mientras se devoraban con los ojos.
E_ Eres irresistiblemente ególatra –dio una carcajada
abrazándose a ella.
M_ Mmmmm, mi amor…
E_ Te quiero cariño.
M_ Y yo.
E_ Menudo pasteleo llevamos –sonreía feliz.
M_ Ni que lo digas, es mi primera vez ¿eh?
E_ ¿Ah si? –su mirada fue retadora.
222 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ Sí –asintió con gesto tranquilo y como admitiendo su
derrota moral.
E_ Soy irresistible…
Volvieron a dar una carcajada tremenda, se volvieron
a abrazar, y cuando se miraron a los ojos, algo les quedo
claro, ese amor que reflejaban sería eterno, no sabían si
tenían mañana, pero sabían, que su tesoro más valioso era
cada día del que disfrutaban, mirarse, hablarse, el silencio
entre ellas, besarse, refugiarse, todo aquello que habían
estado haciendo sin prácticamente darse cuenta, era lo que
tenían, el amor entre ellas.
M_ Será mejor que nos vayamos a dormir.
E_ Si, no sé si voy a poder… tú al menos tienes a
Teresa.
M_ Con lo que ronca.
E_ Ya pero yo no me puedo abrazar a Mona –ponía un
puchero.
M_ Y que yo no me entere –le decía feliz.
E_ Venga vamos… no quiero que Teresa nos riña.
M_ Pero si le encanta… ¿no lo ves?, disfruta.
E_ Sí…-sonrió.
M_ Me encanta tu sonrisa –se detuvieron frente a la
cabaña de Maca donde Mona y Valiente junto a Ramón la
esperaban-. Vaya mira tus guardianes.
223 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ Si –sonrió-. Creo que esta noche toca ser buenas.
M_ Si. Buenas noches mi amor.
E_ Buenas noches cariño –se besaron con suavidad-.
Espero que mañana no llueva.
M_ Seguro que no, aunque el agua es purificativa… es
buena señal dicen que si te cansas con lluvia es porque los
Dioses lloran su alegría.
E_ Entonces que llueva a raudales –sonrió.
M_ Tampoco te pases que me muero de ganas por verte
vestida de novia –le decía con gracia.
E_ Buenas noches mi amor.
M_ Buenas noches… -se abrazaron sonriendo.
E_ Te quiero.
M_ Y yo mi vida –dijo con un suspiro.
Se sonrieron con una sonrisa feliz, mientras Esther iba
a entrar a la cabaña se detuvo al entrar para ver a Maca
como se quedaba como ella ante la puerta, se miraron y se
lanzaron un beso al aire, después ambas entraron a sus
cabañas. Una vez en la cama, Maca le deseó las buenas
noches a una Teresa que roncaba como uno de esos osos
invernando con sus rulos en la cabeza, Maca la miraba y
sonreía, se daba cuenta de lo importante que era Teresa
para ella, más que su madre, más que cualquier otra
persona en la vida, lo mucho que le había ayudado, y
entonces le dejó un beso en la frente.
224 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
T_ Deja Ramón... deja...
M_ Buenas noches cariño.
T_ Buenas noches mi amor.
M_ Me parto –susurró divertida.
T_ ¿Maca?
M_ La misma, por fin me has confesado que estás
locamente enamorada de mí, pero lo siento cariño, mañana
me cazan.
T_ ¡Ay Dios mío que mal estás!... duerme y calla, y nada
de abrazos, ni roces de pies.
M_ Prometido mami.
T_ Callarse –le dijo tratando de recuperar la posición.
M_ Te quiero Teresa.
T_ Lo sé, pero calla pesada.
En la cama que las había visto regalarse tanta pasión,
tanto cariño, tanto amor, se encontraba sola Esther, había
buscado mil maneras pero no encontraba la posición en
ninguna de ellas. Mona y Valiente que se habían acostado a
los pies de la cama, decidieron tras alguna que otra patada
y una caída de la misma de Valiente echarse en el suelo.
Mientras, Esther continuaba dando vueltas.
E_ Joder... uf... –entonces sonrió-. Nunca me había
sentido así... oye Mona.
Mo_ Uh –abrió un ojo-. Ahh.
225 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ Mañana voy a ser la mujer de Maca... ¿te das
cuenta?
Mo_ Uhhh –voz flojita medio dormida.
E_ Es maravilloso e increíble ¿no te parece?
Mo_ Uhhh buffffffffffff –soltó un bufido que podía
traducirse como “qué pesada hostias”.
E_ Tengo unas ganas de ver como le sienta el traje...
¿oye Mona tú no sabes como es?
Mo_ Ahhhhh –se puso las manos sobre la cabeza.
E_ ¿Y cómo será la ceremonia?... tengo tantas ganas.
Mo_ Uh, uh uh –se subió a la cama y se puso cara a cara
con ella mirándole intensamente mientras le decía-.
Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh.
E_ Me callo, vale, vale... no digo nada más.
Mo_ Uh.
E_ Buenas noches.
Y así durmieron finalmente cuando el cansancio pudo
con ellas, cada una pensando en la otra y en lo afortunada
que se sentían, en que por fin habían encontrado en su vida
lo que tanto habían soñado, que los sueños de vez en
cuando, sí se hacían realidad. Y así sus rostros lo
confirmaron, su calma y su sonrisa en los labios dieron
muestras que ambas, tanto en los sueños como en la
realidad, se tenían al lado. Pasara lo que pasara tenían el
calor de la otra al lado.
226 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
Mo_ Uh, uh uh –se subió a la cama y se puso cara a cara
con ella mirándole intensamente mientras le decía-.
Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh.
E_ Me callo, vale, vale... no digo nada más.
Mo_ Uh.
E_ Buenas noches.
Y así durmieron finalmente cuando el cansancio pudo
con ellas, cada una pensando en la otra y en lo afortunada
que se sentían, en que por fin habían encontrado en su vida
lo que tanto habían soñado, que los sueños de vez en
cuando, sí se hacían realidad. Y así sus rostros lo
confirmaron, su calma y su sonrisa en los labios dieron
muestras que ambas, tanto en los sueños como en la
realidad, se tenían al lado. Pasara lo que pasara tenían el
calor de la otra al lado.
Un suave canto como si se tratasen de los propios
ángeles despertó a Esther, esas voces de mujeres que
susurrando sin elevar la voz, eran capaces de provocar en
ella un manantial de emociones tal que sus ojos se llenaban
de lagrimas mientras una sonrisa leve pero intensa
iluminaba su rostro. Se despertó totalmente, tras estirar
totalmente su cuerpo con un leve gemido gutural, su
sonrisa marcó el rostro cuando la puerta se abrió.
T_ Buenos días... querida novia.
E_ ¡Teresa! –se sentó en la cama manteniendo esa cara
de felicidad persistente en ella.
227 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
T_ ¿Cómo has dormido?
E_ Mejor de lo que pensaba, aunque extrañando mucho
a Maca.
T_ Imagino, y ella a ti.
E_ Si... es que... –elevó los hombros con gesto tímido y
al ver el suculento manjar susurró-. ¡Que bueno Teresa
mmmmmmmmmm, menuda pinta!
T_ Si es el desayuno de la novia.
E_ Me hace gracia.
T_ ¿Tú sabías que en África habían varias tribus donde
las bodas se hacían entre mujeres?
E_ Algo me contó Maca pero pensé que se burlaba de
mí –le decía mientras le tomaba la bandeja y la dejaba
sobre sus piernas.
T_ Es verdad y aún hoy en día se suele hacer.
E_ ¿Y cómo está mi futura mujer? –le preguntó
sonriente.
T_ Durmiendo.
E_ ¿Durmiendo? –abrió los ojos porque realmente le
parecía extraño que durmiera aún a esas horas.
T_ Sí... por cierto hemos tenido que hacer algunos
arreglos al vestido de Maca debido a una leona que le ha
mordido –Esther la miró y comenzó a reírse sin poder hacer
228 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
más que dejarse llevar por el gesto tranquilo pero divertido
de Teresa-. Bien. Ahora entraran Nsona y Lula.
E_ Vale –mordió el pan.
T_ Te darán un baño de agua y Aloé Vera, que parece te
gustó mucho ¿no?
E_ Siiiiiiiiiiiiiiiii –soltó cerrando los ojos y haciendo un
gesto de victoria-. ¡Dios pero es muy pronto hasta la noche
cuando la tenga solo para mí!
T_ No pensé que diría esto pero... ahora empiezo a
entender porque Maca está destrozadita en la cama.
E_ ¿De verdad? –se mordió el labio un tanto sonrojada
enarcando las cejas divertida.
T_ De verdad. Bueno pero que sepas que no la vas a
ver hasta la boda.
E_ ¡Eso si que no!
T_ Aquí mandan las tradiciones hija, y una de ellas es
esa... Nsona y Lula te bañaran, después, te traeremos la
comida aquí y te ayudaran a vestirte. A Maca le
ayudaremos Sissou y yo.
E_ Joder.
T_ Esther... ¡nada de tacos! –le exclamó abriendo los
ojos.
E_ Es que Teresa esto de casarse es un incordio, no
entiendes que no puedo vivir ya sin ella –le decía muy seria.
229 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
T_ Claro que lo entiendo –su voz sonó triste sin querer.
E_ ¿Qué te pasa?, ¿por qué has dicho eso?
T_ ¿Qué he dicho?, que te entiendo.
E_ No lo que me has dicho sino, cómo lo has dicho.
T_ ¿Y cómo lo he dicho? –la miraba seria.
E_ Con demasiada tristeza, ¿acaso crees que Maca se
cansará de mí? –le preguntaba seria.
T_ Venga Esther... –al ver su gesto agregó contrayendo
la barbilla-. Está bien, me pone triste pensar que esto es
África y un día yo dije lo mismo... me pone triste pensar que
no va a ser fácil y que quizá, lo mejor que podáis hacer es
marcharos a España. Y eso me pone triste –se había
sentado a su lado dejándole un beso sobre el pelo mientras
su mano se había puesto en el hombro de Esther cruzando
la espalda de la enfermera-. Pero hoy es el día de tu boda
con una tía grande que no va a dejar que nada pase.
E_ Eso también me pone triste a mí Teresa, no creo que
pudiera soportar perderla.
T_ No creo que la pierdas, con lo cabezota que es,
¡cualquiera! –sonrió-. Venga olvídate de mi tontería, me
hago mayor estoy menopausica como dice Vilches, digo
más tonterías que otra cosa.
E_ No dices tonterías, tú siempre hablas con el corazón,
y el corazón no entiende de menopausia –le besó para
después abrazarse a ella.
230 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
T_ Venga no vamos a ponernos tontitas va...
E_ Eso –sonrió-. ¿Y Mona?, menudo carácter tiene la tía
debiste verla anoche porque yo hablaba –decía algo
aturdida.
T_ Si es que sois muy pesaditas –dio una carcajada-.
Está probándose su modelito que desde que se nos ha
vuelto pija, no hay quien la aguante.
E_ Que mala eres –sonrió graciosamente.
T_ Venga... que ahora te vas a relajar.
E_ ¿Con el Aloe Vera?, no lo creo.
T_ Ya verás... ¡ah se me olvidaba! –le dijo sonriente-.
Dávila me ha dicho que llegó tu encargo pero con las lluvias
no han podido desplazarlo.
E_ ¡Menos mal!, ya pensaba que no llegaría nunca.
T_ Mañana o pasado igual está aquí... tranquila...
E_ Bien.
T_ Descansa.
Cuando salió Teresa, se dio cuenta que algo de cierto
habían en las palabras de Teresa, aquello era África y el
peligro siempre rondaba a todos los que allí habitaban, pero
lo único que sabía era que su vida estaría por siempre
ligada a la de Maca y a eso se quería aferrar.
La puerta de la cabaña de Teresa se abrió, allí en la
cama seguía dormida con el mismo gesto de tonta Maca,
231 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
sonrió al ver su felicidad pero no dispuesta a reconocerlo a
las primeras de cambio se sentó y le dio un beso en la
frente.
M_ Mmmm Esther cariño, me muero de ganas... –
cuando abrió los ojos vio a Teresa con una sonrisa muy
divertida-. ¡Coño Teresa!
T_ Vaya... de cariño pasas a eso... espero que con
Esther no te den esos cambios de humor.
M_ Pero que mala eres –la cogió echándola sobre la
cama.
T_ Ayyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy –
gritaba como loca.
M_ Si es que me pones Teresa joder.
T_ Suelta loca.. suelta –decía roja como un tomate
mientras Maca se sentaba sobre ella
M_ Tú eres la mujer de mi vida, lo que pasa es que no lo
has aprovechao –le dijo en una susurró amoroso.
T_ O me sueltas o de la colleja que te meto, vas a estar
diciendo si quiero un año como mínimo pero con la cabeza.
M_ Jajajaa –dio una carcajada que resonó por toda la
cabaña apartándose de una escandalizada Teresa-. Que
buena eres y que buena estás a tu edad.
T_ ¡Maca! –le riñó muy seria aunque al final no pudo
más que explotar en una risa enorme-. Estás loca hija mía.
232 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ ¡Mira nunca habías dicho una verdad tan grande! –la
miraba intensamente.
T_ ¿Qué estás loca?, ya lo sé –se sentaba en la cama
arreglándose el pelo.
M_ No, que soy tu hija –la miró emocionada y Teresa
frunció los labios para reprimir un llanto desbordado-. Me
siento tu hija... eres para mí como mi propia madre.
T_ Ay Maca... –se fundieron en un abrazo-. Para mí... es
que te siento cómo tal, una hija un tanto rebelde, pero con
un gran corazón.
M_ Si –sonrió acurrucando graciosamente la nariz.
T_ Y por fin puedo ver a mi hija casarse con la mujer
que la va a hacer feliz –le sonrió ampliamente mientras con
su pulgar e índice le apretaba cariñosamente la barbilla.
M_ Muy feliz Teresa... estoy segura de ello...
T_ ¡Venga desayuna o no paramos de llorar! –se levantó
arreglándose definitivamente la ropa.
M_ Aunque porque tú no quisiste ¿eh? –le guiñó el ojo
ante el gesto irritado de Teresa.
T_ ¡Ay que ver como eres, eh! –le decía moviendo la
cabeza.
M_ ¿Llueve Teresa?
T_ Sí, llueve.
233 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ Mierda... yo quería una boda reluciente para
Esther... y mira –se había levantado hasta la ventana.
T_ No te preocupes, seguro que es una boda inolvidable
para Esther y para ti –le sonrió antes de marchase se giró
para decirle-. Estoy segura que vas a ser muy feliz, y espero
que hagas muy feliz a Esther, es una gran chica, como tú.
M_ Lo sé Teresa... lo sé...
Teresa salió de la cabaña con una sonrisa de oreja a
oreja, observó un momento como todo el mundo en la
aldea se implicaba en los preparativos, hasta Vilches estaba
bajo las ordenes de un Massamba que había insistido en
que lo sentaran cerca, para guiarles en como poner una
tela por si el agua no cesaba, que la pareja al menos no se
mojara. Y allí estaban todos, otra vez, la amistad entre ellos
se hacía patente, las risas, los cantos, los bailes, el codo a
codo, y otra vez más se sentía orgullosa de ser la Gran
Mami, de aquella aldea.
Teresa salió de la cabaña con una sonrisa de oreja a
oreja, observó un momento como todo el mundo en la
aldea se implicaba en los preparativos, hasta Vilches estaba
bajo las ordenes de un Massamba que había insistido en
que lo sentaran cerca, para guiarles en como poner una
tela por si el agua no cesaba, que la pareja al menos no se
mojara. Y allí estaban todos, otra vez, la amistad entre ellos
se hacía patente, las risas, los cantos, los bailes, el codo a
234 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
codo, y otra vez más se sentía orgullosa de ser la Gran
Mami, de aquella aldea.
Conforme avanzaba la mañana las nubes iban pasando
con rapidez y justo cuando entraron en ambas cabañas
para preparar los baños de las novias, el agua dejo de caer
sobre la aldea.
Ns_ Buen día Mwasi Esther.
E_ Nsonaaaaa.... Lulaaaaa –decía con gesto totalmente
enamorado.
Ns_ Esther estar feliz.
E_ Si.
Ns_ Zulú kumatia kotaka (Zulú podéis entrar) le dijo a
su marido que entraba con Dib y una gran vasija alargada-.
Melesi.
ZyD_ Mwasi Esther –inclinaron sus cabezas a la vez con
una sonrisa amplia y feliz.
E_ Melesis –reía divertida ante el gesto de los hombres.
Lu_ Mwasi... –le hizo una señal de que se diera la
vuelta.
E_ ¿Más brujería Lula?, mira que no tengo el cuerpo
para más mezclas ¿eh? –decía divertida mientras Lula
sonreía-. Uf... creo que no voy a recuperarme nunca.
Ns_ Mwasi desnudar y entrar al agua –las dos mujeres
se volvieron para no verla.
235 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ Esto es maravilloso –susurró mientras se quitaba la
ropa y al entrar a aquella vasija notó sorprendentemente el
calor del agua-. Mmmm que calentita.
Ns_ ¿Ya estar?
E_ Sí –su tono era radiante y repleto de alegría mientras
chapoteaba en aquella agua que tenía un tono azulado.
Ns_ Mwasi cerrar ojos y dejar de sentir.
E_ ¿Y eso cómo se hace? –la miró con el ceño fruncido.
Ns_ Dejar de pensar en Mwasi Maca –sonrió.
E_ Imposible –decía muerta de risa como las dos
mujeres.
Mientras en la otra cabaña, sucedía algo parecido,
Zulú y Dib, habían llevado otra vasija más grande para
Maca mientras Teresa y la joven Sissou que seguía las
instrucciones de la mami, hacían los mismos preparativos.
M_ ¿No le habrás echado ningún mejunje raro ¿verdad?
–le preguntaba sonriente.
T_ ¿Me crees capaz?
M_ Sí, muy capaz.
T_ No sé porque te aguanto tanto.
M_ Porque soy tu preferida.
T_ Será por eso, pero ten cuidado, que hay otras que
asoman a la puerta con mucha intensidad y menos mala
baba –le dijo ante la sonrisa de Sissou.
236 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ Ya será menos.
T_ Tú misma hija, tú misma.
M_ Más te vale que no –le dijo muy seria enarcando su
ceja derecha.
T_ Venga pasa... que tengo cosas que hacer.
M_ Eres una marimandona no sé porque te aguanto
tanto.
El ambiente distendido en las dos cabañas contrastaba
con una reunión casi secreta entre los hombres una vez
finalizadas sus faenas para ayudar a tener preparado todo
lo a ellos les correspondía en la boda.
Ma_ Ziku tener razón... somos demasiados.
Z_ ¿Y si preparar un lugar alto fuerte?
Ma_ No dar tiempo...
V_ No creo que sea tan inminente.
Ma_ Nunca poder esperar si Hêrviosso enfadar... caer el
mal.
Z_ Lula rezó, ofrecer nosotros una pieza de bisonte.
V_ ¿Un bisonte para el Dios?, joder Zulú, ofrécele algo
de pescado y el bisonte para nosotros tío –le decía serio.
Z_ Dios ser muy poderoso ziku –le decía sonriendo
como disculpándose.
V_ ¿Y qué vamos a hacer?, ¿por qué como a tu Dios le
de por aparecer en la boda?
237 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
Ma_ No querer eso para mwasis. Tener que hacer algo.
Ng_ Nosotros poder con troncos elevar un refugio, como
en mi poblado.
Yi_ Yo dibujar y con el trabajo de todos... estar listo en
horas...
Ma_ Es mucho trabajo.
Ng_ No importar, nuestras familias antes que
cansancio.
Ma_ ¿Ziku?
V_ Está bien, los hombres a trabajar mientras las
mujeres preparan la ceremonia.
Ma_ Vamos.
V_ ¿Un momento?, ¿dónde crees que vas? –lo miró muy
serio.
Ma_ Massamba ayudar.
V_ Massamba callar y quedarse quietecito.
Ma_ Ziku –lo miró serio.
V_ ¿Quieres que me chive a mami Teresa? –el hombre
agachó la cabeza-. Pues tú a mandar, pero ni un solo
esfuerzo.
Y así lo hicieron, cuando Vilches llamó a la cabaña de
Teresa, ésta salió con el gesto alegre, sus ojos brillaban de
emoción, pero conforme iban dando la noticia se iba
entristeciendo, preocupando, marcando en su frente, al
238 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
entrar a la cabaña su rostro la delató y Maca le exigió la
verdad.
M_ Vale... –salió del agua.
T_ ¿Dónde vas?
M_ A ayudar.
T_ Ni loca, es tu boda.
M_ Me da igual, prefiero ayudar el día de mi boda que
mañana estemos todos muertos.
T_ Maca...
M_ No Teresa, llama a Esther.
T_ De acuerdo.
Si_ Mono kusodisa ata (yo ayudo también) –le dijo sin
mirarla porque se estaba vistiendo a toda velocidad.
M_ Melesi Sissou. Vandaka (Vamos).
Al salir de la cabaña se encontró con Esther que sin
dudarlo había hecho lo mismo, y allí se encontraron.
M_ Buenos días mi amor.
E_ Buenos días cariño.
T_ Bonita excusa habéis encontrado para veros –decía
quejosa Teresa-. Pero ni un beso, ni una caricia, ¡por Dios
que acabamos de romper la tradición!, poner algo de
vuestra parte.
Ns_ Mami...
239 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
T_ No Nsona no, que ya sabes lo que pasa si desafías
las tradiciones –la miraba preocupada.
M_ Venga menos protestar y a trabajar.
Ns_ Si vamos.
E_ ¿Dónde vas tú?, estás embarazada.
Ns_ Mwasi tener cuatro niños... no importar –le hacía un
gesto para quitarle importancia.
E_ Tú no vas a hacer nada mientras yo esté aquí
¿entendido?
Ns_ Si mwasis, melesi –le sonrió por su preocupación
sincera.
M_ Tiene genio la niña ¿eh? –le dijo sonriente.
V_ ¿Vosotras dónde vais?
E_ A ayudaros ¿qué hay que hacer?
Z_ Mwasi no, no, vosotras casar.
M_ Ya lo sabes Zulú, nada de besos ni de roces entre
Esther y yo, tranquilo es por una buena causa.
Mo_ Uhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh –las
miraba puesta en jarras.
E_ ¡Otra que tal!, que ya lo sabemos Mona... –le decía
sonriente-. Nada de tocarnos, tranquila.
Mo_ Prrrrrrrrrrrrrrrr –les dedicó una pedorreta girándose
para ayudar a los hombres.
Va_ Prrrrrrrrrrrrrrrr –hizo lo mismo que Mona.
240 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ ¡Aprende rápido, eh! –le dijo mirándola sonriente.
E_ Si –se quedó mirándola también.
T_ Ejem... ejem... –carraspeó.
M_ Joder Teresa, joder...
Codo con codo, mientras Nsona con las dos mujeres
Nmaba y Bendi repartían agua, todos los hombres hacían la
fuerza, mientras las mujeres sobre todo Esther que
demostró ser la más hábil, ponían la maña.
V_ ¡Ay que ver la pija como sabe!
M_ Si... mucho sabe... si –le miraba embobada mientras
ayudaba a sujetar a Vilches un tronco.
V_ ¿Quién se lo habrá enseñado? –le preguntó con
sorna-. ¿Una mujer?... no creo ¿verdad?
M_ Cabrón –le dijo sonriendo.
V_ A veces me asustas, creo que perdí a Maca en la
Selva, en algún rincón, pero estas salidas tuyas me
confirman que no, que sigue dentro de ti.
Se miraron intensamente mientras Maca ponía gesto
repelente elevando su labio superior moviendo la cabeza
graciosamente para el final reírse los dos.
Ma_ Mwasi Esther... a la derecha.
E_ Melesi Massamba, a ver chicos, a la derecha
suavemente ¿eh?, imaginaros que es la mujer de vuestra
vida –los hombres sonrieron divertidos.
241 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
T_ Esther... a ver que dices.
E_ Pues que a las mujeres de nuestras vidas hay que
tratarlas suavecito –se quedo prendida mirando a Maca.
T_ ¡Ay señor cuánta tontería!, el dichoso tronco pesa lo
suyo –decía sujetando ella también el tronco.
Si_ Mwasi Esther... yo no tener Mwasi de mi vida.
E_ ¡Jajajajajajaa!
T_ Jejejejejejeje.
Yi_ Sissou.
Si_ ¿Nde? –(¿qué?).
Yi_ Kusodisa mono –(ayúdame).
E_ Ya sabes Sissou... con delicadeza –le dijo sonriente.
T_ Creo que aquí tenemos otra parejita, si señor –decía
feliz.
E_ Si...
Ma_ Mwasi Esther... mirar arriba.
E_ Oh, si... no Zulú, sube un poco más para igualar.. si
si... así esta un poco desnivelado y puede no ser seguro.
Z_ Mwasi Esther ser muy lista –dio una carcajada y se
puso a cantar.
Mo_
Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh
hhhh, uh uh uh –la imitaba Mona ante la carcajada de
todos.
242 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
Así continuaron hasta que Massamba dio el visto
bueno a aquella especie de refugio con techo a base de
troncos, que las mujeres con rapidez comenzaron a
preparar, cortinas, alguna manta que nunca usaban del
hospital, comida, agua, todo por si la lluvia llegaba cuando
menos esperaban. Los hombres las miraban sonrientes pero
mientras estaban todas tan entretenidas en ello, sobre todo
Teresa no se percató de lo que ocurría justo detrás de
donde estaban todos.
M_ Dios me moría por besarte.
E_ Y yo –se dijeron al separarse para continuar
besándose con pasión mientras se abrazaban-. Venga Maca
que como nos vea Teresa...
M_ No, no, no perdamos tiempo... no puedo pasar sin
tus besos ven aquí –la tomó de la cintura con suavidad pero
decisión.
Nsona, Lula, Zulú, Vilches, Valiente y el resto estaban
subiendo cosas al refugio, cuando de pronto Mona llegó
hasta ellos, en el momento en que Teresa llegaba con algo
de ropa.
Mo_ Uhhhhhhhhhhhh, uhhhhhh, uhhhh –saltaba.
T_ ¿Qué te pasa Mona?
Mo_ Uh uh ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh
–imitaba a Esther levantando las manos como hacía ella al
gritar.
243 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
T_ Esther... ¿qué le pasa?
Mo_ Uhhhhhhhhhhhhh, prrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr, -sacaba la
lengua.
V_ ¿Qué te pasa Mona?, ¿te ha entrado un ataque de
bilis?
Mo_ Uh uh –refunfuñó hasta que cogió al pobre Valiente
que estaba sentado jugando con unas piedrecitas tan
tranquilo plantándole un morreo en los morros. Al
separarse-. Prrrrrrrrrrrrrr, ag, aga, puagggggggggggg,
prrrrrrrrrrrr.
Va_ Prrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr,
aggggggggggggggggggggggggggggggg.
T_ ¡La mato!
Mientras los demás se morían de risa ante los ataques
repentinos de ambos animales, Teresa se apresuró a ir
donde Mona señalaba y si, efectivamente, allí estaban ellas
besándose con pasión. La colleja de Teresa a Maca, sonó.
V_ Le ha dao... le ha dao... –decía Vilches ante las risas
de todos.
M_ ¡Pero Teresa joder!
T_ Ni joder... ni jodar... ¿tú sabes lo que puede traer
eso?
M_ Es mi mujer –le decía enfadada frotándose el cuello.
T_ Aún no... y como esto ya esta preparado, tú a tu
cabaña, Esther que tienes culpa por provocarla.
244 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ ¿Yo?, pero si no he hecho nada... son mis encantos
Teresa.
Risas por doquier, excepto Mona que seguía con sus
pedorretas asomada al pozo lavándose los morros, miraba
a Esther y volvía con la pedorreta. El pobre Valiente se
había sentado todo confundido en un rincón.
Comieron entre risas y preocupación, miraban al cielo
porque parecía que les había dado una tregua, y eso
precisamente era lo que a Massamba más miedo le daba,
también a Teresa que había pasado unas cuantas, y sabía
que si llegaba fuerte, el río saldría y todos estarían en
peligro.
Llego la hora de vestirse, tal y como quedaron, todos
iban ayudándose unos a otros, los últimos en vestir fueron
los niños, sabían que no duraría mucho su involuta ropa.
Nerviosas cada una en su cabaña, dentro de todo Esther
era quien más tranquila estaba, recibiendo consejos de
Nsona que le hacían entender lo mucho que aquella mujer
quería a Zulú, también Lula escuchaba porque de repente
sentía esa necesidad de saber como tratar de manera
diferente a la persona que tienes junto a ti. Sin embargo lo
que era todo tranquilidad con Esther, era locura con Maca.
T_ ¡Pero vamos a ver te quieres estar quieta! –le reñía
una y otra vez ante las carcajadas de Nmaba y Bendi que
ya vestían sus liputas coloridos.
245 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ Teresa que no puedo... que no puedo... ¡qué me
estoy meando!
T_ ¡Otra vez! –la miraba nerviosa.
Nm_ Mwasi kele kufwa ya na nkati –(Mwasi está muerta
de miedo) reía sin parar.
Be_ Kubulumuka ngatu –(se va a desmayar) reía
también al ver sus nervios.
T_ Quien se va a kubulumuka soy yo –dijo seria-. Mira
que sudores... no seré yo quien te vista en España el día de
tu boda.
M_ ¿Quién te ha dicho que me voy a casar en España? –
salía en tanga y sujetador al ver el tanga Bendi se moría de
risa y se lo contaba en voz baja a una Nmaba que lloraba
de la risa-. Bendi malongisa nge –(Bendi te he escuchado).
T_ Es que... mira que llevar el culo al aire –le decía
seria.
Si_ Yo querer –le dijo sonriente.
M_ Te pasaré alguno –le guiñó el ojo.
T_ ¡Maca! –volvió a reñirle.
En la cabaña, Esther ya estaba vestida y preparada,
Nsona y Lula la miraban orgullosas, sonrientes, y Esther
tuvo la necesidad de suspirar.
E_ ¿Llueve?
Ns_ No. Mwasi Esther, estar muy guapa.
246 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ Gracias Nsona –le dijo emocionada.
Lu_ Mwasi Maca, caer –soltó de pronto Lula.
E_ Espero que no... creo que la que va a caer soy yo
cuando la vea... tiene que estar guapísima.
Ns_ Suerte Esther –le sujeto la muñeca con su mano
como señal de suerte.
E_ Melesi Nsona.
Lu_ Suerte.
E_ Melesi Lula, os quiero –les dijo feliz y emocionada.
En la otra cabaña...
T_ ¡Ya está!, ¡por fin!, ni que fueras la Naomi esa alta y
que hay que coser por todos lados de lo flacucha que está.
M_ Dime que estoy bien –le decía con gesto asustado.
T_ Estás más que bien.
M_ Estoy muerta de miedo.
Nm_ Nmaba saber –se acercó hasta ella y le dio la
mano tal y como Nsona y Lula habían hecho con Esther-.
Nmaba decir, todo ir bien... tú, gran corazón... Esther, gran
corazón... amor... feliz.
M_ Gracias Nmaba, te quiero –le dijo emocionada.
Nm_ Nmaba saber.
T_ Bueno... voy a vestirme yo que si no me voy a poner
a llorar.
247 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
Si_ Mwasi Maca... guapa tú.
M_ Gracias... –sonrió-. Seguro que Esther está mucho
más guapa que yo... me muero de ganas... me muero de
ganas de verla.
Nm_ Toda la vida verla... esperar merecer la pena.
Fuera de ambas cabañas, los hombres
impecablemente vestidos esperaban la orden de Teresa. El
tam-tam comenzó a sonar suavemente.
E_ ¿Qué dice? –le preguntó a Nsona que seguía con ella.
Ns_ Está llamando a los espíritus para que vengan a
bautizar la ceremonia.
E_ ¡Ah!, ¿ya me puedo asomar? –le decía nerviosa.
Ns_ Paciencia... ¿decirse así?
E_ Decirse se dice... pero no aguanto más.
La primera en salir fue Maca, al hacerlo vio como
desde su cabaña hasta el lugar donde habían preparado el
altar estaba repleto de hojas verdes, caminaba descalza tal
y como era la costumbre, Vilches y Zulú la esperaban para
acompañarla hasta donde Teresa esperaba, al sonido del
tam-tam.
V_ Estás muy guapa.
M_ Gracias.
Z_ Mucho.
M_ Muchas gracias –sonrió de lado.
248 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
El tam-tam efectuó al siguiente llamada, y la puerta de
la cabaña se abrió, Maca no podía verla porque llegaba por
detrás así que cerró los ojos y suspiró apretando entre sus
manos unas flores que Lula había preparado, las llamadas
“Flores de la Novia”.
Cuando Esther se tropezó con todo el pasillo repleto de
aquellas impresionantes hojas verdes, su rostro demostró
ya no sorpresa, sino, emoción, el roce en sus pies le daba
una tranquilidad y una serenidad en su alma, tanta que una
sonrisa apacible era la protagonista en su rostro.
V_ Muy guapa, si... por una vez alguien supera en
belleza a la Doctora Sexo.
E_ Vilches –lo riñó emocionada.
Z_ Mwasi ohhhhh –dijo sonriente.
E_ Zulú –sonrió graciosamente hasta que llegó al pasillo
donde una Mona con un liputa naranja, y sus gafas de sol
de CH, la esperaba con los morritos juntitos-. Hola Mona,
estás muy guapa.
Era su voz la que llegaba, era la voz la que en aquel
atardecer le estaba provocando una arritmia incontrolada,
respiraba para tranquilizarse, nunca se había sentido así y
no sabía muy bien que razón la llevaba a ese desespero.
Hasta que la vio, y cuando la vio, todo se detuvo, las
emociones, los latidos, los miedos, aquellos ojos y aquella
mirada le fue suficiente para calmar todo su mundo.
Entonces la miró de arriba a bajo y le dijo.
249 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ Mentirosa.
E_ Lo mismo digo.
Y era cierto, Maca llevaba un liputa rosa pálido con un
hombro destapado, en su cabeza una especie de turbante
hecho de la misma tela que el vestido, que le daba un aire
tan sensual con su melena apartada un poco de la cara, un
aire tan hermoso que Esther se había perdido en ella, la
pintura suave en su rostro le daba un aire impresionante,
hermosa, casi divina. Y de igual manera que Maca había
mentido sobre su vestido, lo mismo hizo Esther que había
elegido un amarillo pálido, y al igual que Maca su hombro
quedaba al descubierto, el color que había cogido su piel en
la Selva le favorecía con ese tono, y el turbante lo habían
acoplado a un recogido que ella misma se había hecho con
arte. Maca la miraba sin poder decir ni una palabra.
T_ Ejem –carraspeó Teresa que llevaba una túnica
blanca en señal de máximo poder
Ba_ No empezar sin miiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii –se oyó la voz
desesperada de Bárbara llegando a la aldea.
T_ ¿Y eso?
M_ Bárbara –sonrió de lado.
Ba_ Oh... oh... oh… -fue incapaz de articular palabra
cuando las vio-. Bellas siñoras... oh... morir de impresión...
wonderful, beatiful...
V_ Vale no te pases Bárbara... que hay que empezar.
250 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
Ba_ Rojo pasión Vilches... interesante –lo miraba
atentamente.
V_ No me toques los cojones –le dijo sonriendo.
Ba_ Bartolo ven.
Mo_ ¿Uh? –la miró seria Mona.
Ba_ Bartolo, aquí ser Mona.
Bar_ Uh.
Mo_ Uh –contestó apartándose las gafas de sol
retirándose un poco el turbante que llevaba en la cabeza
mientras dejaba caer graciosamente las pestañas.
Va_ Uhhhhhhhh –protestó Valiente que llevaba un liputa
corto porque le gustaba como el camisón de Esther.
Mo_ Uh uh –le mando callar.
Bar_ Oh oh –los miraba sacando pecho.
V_ Creo que ya han acabado de presentarse –dijo con
sorna Vilches.
Todos rieron sus palabras, todos excepto las dos que
seguían devorándose con los ojos, en los otros veían amor,
pasión y felicidad, todo lo que necesitaban encontrar. Fue la
voz de Teresa las que les hizo mirarla. Mientras un divertido
Zulú lanzaba fotos.
T_ Con el poder que me dan los espíritus, invoco a
todos a la ceremonia de casamiento de nuestras dos
mwasis. Con la presencia de Lula por parte de Esther y de
251 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
Nsona por parte de Maca, yo os pregunto. ¿Mwasi mondele
Esther, aceptas el encargo de los dioses que mientras
tengas vida te ocuparas de la felicidad de la Mwasi mondele
Maca?
E_ Sí, me encargo de su felicidad –dijo sonriendo
mientras la miraba.
T_ ¿Mwasi mondele Maca aceptas el encargo de los
dioses que mientras tengas vida te ocuparas de la felicidad
de la Mwasi mondele Esther?
M_ Sí, me encargo de su felicidad –contestó sonriendo.
En ese momento el cielo se sumó a la fiesta
entregándoles un hermoso y único amanecer, el cielo
parecía fuego, el sol se iba despidiendo de ellas, con un
guiño de luz para hacer que todo en sus vidas en unión,
fuera tan bello como aquel cielo.
T_ Mwasi Esther toma cómo esposa a Maca –Lula le
entregó una especie de collar con bolas de madera pintadas
con los colores del arco iris.
E_ La tomo –le puso el collar con una sonrisa divertida.
T_ Mwasi Maca toma cómo esposa a Esther –Nsona le
entregó su collar.
M_ La tomo –le devolvió la sonrisa y la mirada repleta
de cariño y ternura.
T_ Con el poder que se me ha otorgado por los dioses
os pido que os cuidéis en vuestros días. ¿Lo haréis?
252 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
MyE_ Lo haremos –dijeron a la vez emocionadas.
V_ Y no arméis tanto escándalo en vuestras noches –
susurró a Bárbara que rompió en un carcajada al igual que
Maca y Esther.
T_ Ejem –lo miró poco menos que crucificándolo ante la
sonrisa de todos-. Pues como decía, os encargo la vida de la
otra para acompañarla, guiarla y amarla. Os declaro bajo
los ojos de Mami Wata, como matrimonio. Os podéis besar –
entonces bajó la voz y susurró-. Corto.
M_ Te quiero –le dijo emocionada.
E_ Te quiero –contestó de igual manera.
Ba_ Las bodas me dan llorera –le cogió un trozo de tela
a Vilches y se secó las lagrimas cuando se iba a secar los
mocos le arrebató el trozo-. Vilches...
V_ ¡Pero qué haces!
T_ ¡Qué empiece la fiesta! –gritó feliz abandonando su
pose seria, quitándose de golpe aquel liputa y dejando ver
el que se había confeccionado, uno verde con un generoso
escote-. ¡Vivan las novias!
El tam-tam comenzó a sonar, las mujeres comenzaron
a intercambiar besos con las recién casadas. Los hombre
comenzaron a elevar sus gritos como era costumbre y
Bárbara estrechó con fuerza a Esther.
Ba_ Ser tú lista... muy lista –le decía mirándola con
cariño.
253 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ Lo sé.
Ba_ Solo espero y deseo que hagas a mi bella damisela
feliz.
E_ Yo también, es lo que más deseo en la vida.
Ba_ Enhorabuena –le gritó abrazándola de nuevo.
M_ Eh... esas manos que te veo –le dijo mientras se
abrazaba a Teresa.
Ba_ ¿Celosa?
M_ Sí.
Bar_ Uhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh –gritó
Mo_ Uh uh uh –le decía al Bartolo que miraba a uno y
otro lado sin entender aquel follón.
Va_ Uhhhhhhhhhh –se soltó de la mano de Mona y se
fue con los perros enfadado.
Mo_
Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh
–le dijo a Esther mientras la abrazaba.
E_ Gracias Mona cariño... oye es guapo el Bartolo ¿eh? –
le decía en el oído mientras el animal sacaba todos sus
dientes a relucir.
M_ Mona que te veo –le dijo mientras se besaba con
Nsona.
Mo_ Prrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr.
E_ Monaaaa que me salpicas...
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Los niños jugaban y bailaban, las mujeres comenzaron
a servir la cena, todos se mostraban felices ante la
ceremonia, Maca y Esther una vez casadas se
desprendieron de los turbantes que eran el signo de su
pureza para casarse, cosa que cuando se la explicó Maca, a
Esther le hizo escupir el trago de Otin Funfun que se había
tomado. Pronto empezaron a bailar, pronto empezaron esas
danzas que a Esther la dejaba boquiabierta, y allí sentada
junto a su ya mujer, entrelazadas las manos disfrutaba
entre risas de los movimientos de los niños, de las mujeres,
de Teresa que movía su trasero con una agilidad pasmosa.
M_ ¿Eres feliz?
E_ En este momento sí, mucho –Maca agachó
levemente la cabeza y sonrió-. ¿Y tú?
M_ También, como nunca en mi vida lo fui.
E_ Te quiero tanto Maca... me parece tan... no sé... tan
increíble...
Z_ Mwasis –les llamó divertido para lanzarles una foto-.
Ohhhhh. Esto ser divertido.
E_ Va a gastar la tarjeta –reía divertida y al mirarse vio
como Maca la miraba con los ojos emocionados. Esther
suspiró-. Ha sido mágico.
M_ Si, el atardecer que te merecías.
E_ El atardecer que nos merecíamos. Acostúmbrate que
en lo bueno tú también vas incluida conmigo, ¿vale?
255 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ Tengo que acostumbrarme, si. Gracias.
E_ Estas hermosísima.
M_ Lo sé –dijo sonriendo.
E_ No cambies nunca cariño... nunca... pase lo que pase
no cambies.
M_ Jamás... ni tú, no me borres nunca esa sonrisa que
me da motivos para vivir.
E_ Claro mi amor... –suspiró profundamente con los ojos
emocionados-. Creo que nos estamos poniendo un poco
tontas ¿no crees?
M_ Sí –sonrió feliz-. ¿Bailamos?
E_ Al menos lo intento, vamos... a tu lado, soy capaz de
todo.
M_ Me alegro, ¡vamos allá patosa mía!
Y durante más de dos horas los bailes se alargaron,
todos danzaron alrededor del fuego, incluido el ziku al que
obligaron entre Maca y Esther, hasta Massamba ayudado
por Ngouabi y Zulú dio una vuelta al fuego como era la
costumbre para ayudar a la felicidad de la pareja. Cuando
ya tocaba el final de la fiesta, con los niños ya acostados,
Maca y Esther bailaban a su propio ritmo abrazadas, Maca
apoyaba su barbilla en la frente de su mujer, susurrando la
música de un bolero y en un momento dado, se miraron con
ternura para besarse con suavidad, el fuego iba
apagándose, y la aldea estaba iluminada por los rayos de la
256 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
luna, en ese entorno se quedaron solas, hasta que el
cansancio les hizo marcharse a su cabaña, donde otra vez
tenían todo el decorado dispuesto para amarse con la
mayor de las entregas, con todo dispuesto para ese gran
amor que sentían. Al finalizar, exhaustas, cansadas, agotas
pero nuevamente felices se murmuraron:
M_ Te quiero Esther.
E_ Y yo Maca.
El resto de habitantes se asomaron a sus ventanas,
unas luces especiales les habían llamado la atención, y es
que, desde las ventanas y la puerta de la cabaña de las
chicas, salían luces repletas de color, luces repletas de
prosperidad, de amor, de paz, de ternura, de locura, y esas
luces alcanzaban el cielo y formaron un manto de estrellas
que siguieron iluminando a la pareja, haciendo que aquella
cabaña fuera una verdadera luz de amor. Un lugar sagrado
para dos mujeres entregadas a sus corazones, fuertes,
valientes, dos mujeres sin miedo al siguiente día, dos
mujeres dispuestas a vivir ese amor hasta el límite de sus
posibilidades, dos mujeres al fin, enamoradas sintiendo lo
que era el verdadero amor en el corazón
Durante la noche, varias veces se despertaron y
miraron encontrándose con esa mujer que tenían entre sus
brazos, la mujer que sin esperar una y otra, había cambiado
totalmente la vida, varias veces se besaron con calma
cómo si con eso sólo, les bastara para ser felices.
257 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
El cielo volvió a mostrar un gris que no era el
acostumbrado en aquel maravilloso lugar, la lluvia aunque
era fina seguía con su insistencia bañándolo todo. La gente
empezaba a despertarse algo más tarde de lo habitual
porque la fiesta había durado hasta altas horas de la
madrugada y el cansancio del baile unido a aquel refugio
que había quedado de lo mejor, se había adueñado de los
componentes de la aldea. Conforme se iban encontrando
por la mañana en el comedor, hablaban de lo maravilloso
que había sido todo, las chicas estaban hermosas, el
atardecer a su justa medida, la comida espectacular y la
felicidad de las chicas había sido como ese cielo el cual les
entregó una visión única.
Estaban las mujeres departiendo cuando entro Bárbara
como siempre con su fuerza y carácter alegre.
Ba_ Buenos días a todas las hermosuras de esta aldea.
T_ ¿Cómo puedes tener tanta fuerza con lo poco que
hemos dormido? –la miró fijamente sentada en la silla y
acodada en la mesa, a su lado Nsona y Lula.
Ba_ Estar yo acostumbrada a dormir poco linda dama –
le hizo una pequeña inclinación.
T_ Yo también pero estoy muerta –le sonrió.
Ba_ Tú plantear casarte –la miraba con atención.
T_ ¿Yo?
258 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
Ba_ Sí tú –le dijo mientras Nsona reía divertida
meciendo a su pequeño Mbe que se había colgado de su
cuello.
T_ Por supuesto que no –contestó muy segura.
Ba_ Y si mi persona le dice a ti darling, tú querer casar
conmigo, ¿qué decir mi bella siñora?
T_ Tu bella siñora decir, tú estar como una cabra.
Las risas fueron generalizadas, Teresa reía
abiertamente y tan radiante que Bárbara no puedo evitar
darle un pellizco en el culo cuando fue a por su desayuno,
que fue contestado con una colleja de la gran mami, y las
carcajadas todavía fueron mayores.
La felicidad de todos estaba patente, y el tema
en común no era otro que esas dos mujeres que habían
pasado de sus discusiones y su rabia, a un amor
profundamente hermoso, tanto que les habían preparado
un gran desayuno pero las recién casadas no se habían
levantado.
V_ Buen día a todas las escandalosas.
T_ Buenos días amargadito.
Ba_ ¿Y tu traje rojo pasión?, estar tú muy interesante...
–le guiñó un ojo.
V_ Anda Teresa prepárame algo que se me olvide esa
visión.
259 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
Ns_ No olvidar ziku, mi Zulú hacer eso –hacía con las
manos la acción de la cámara de fotos.
V_ Si tu Zulú se ha atrevido a hacerme una sola foto, tu
Zulú va a sufrir problemas serios.
Ns_ Oh no, no ziku, mi Zulú ser papá y no poder tener
problemas serios.
T_ Ni caso Nsona, a éste ni caso –le dio unas palmaditas
en el hombro.
V_ ¿Y la parejita?, ¿se oyeron mucho?
T_ Lo justo –sonrió de lado.
V_ Es decir, mucho.
Ba_ Yo no oír nada, dudar de mi ragazza Maca y su
fiereza.
V_ Menudas dos... voy a tener que pedir tapones para
toda la aldea cuando hable con Dávila. Porque tu ragazza
es una fiera, pero la pija no se queda atrás.
Ns_ ¿Y si llevar desayuno mami?
T_ Sí, porque me da que no se levantan hoy.
Ns_ Los nervios –sonrió.
V_ Si ahora se le llaman nervios.
Volvieron las risas, los comentarios distendidos, las
indirectas de Bárbara a Teresa, que sentía que aquella
mujer hablaba muy en serio cada vez que le echaba un
piropo, al fin y al cabo, continuaba la calma en la que los
260 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
últimos días se habían visto envueltos a no ser por la lluvia
que no dejaba a los niños jugar a la pelota y eso les hacía
estar más inquietos que de costumbre.
Mientras en la cabaña dos mujeres desnudas, tapadas
anárquicamente los cuerpos con la sábana, Esther
durmiendo con los brazos metidos bajo la almohada, boca
abajo y con su pierna izquierda metida entre las dos de
Maca, que dormía boca arriba con su brazo derecho
sujetando la cintura de su mujer. Así las hizo despertar poco
a poco unos golpes en la puerta y una voz que conocía
Maca de sobras, le dio el tiempo justo para tapar a Esther y
sentarse en la cama.
Ba_ ¡Buenos días señoras!, por cierto señora de Wilson
o señora de...
M_ ¡Joder Bárbara!, ya te vale –le decía seria.
Ba_ Me voy cariño y he venido a despedirme, ¿la noche
bien?, ¿satisfechas?
M_ Mucho, ¿lo dudabas? –sonrisa que le recordaba a la
Maca seductora antes de convertirse en la Maca enamorada
en la que se había convertido.
Ba_ Oye... aquí la Mwasi mondele ni se inmuta –decía
mirando a Esther que dormía placidamente encogidita bien
cerca de Maca.
M_ No –amplia sonrisa-. Es un poco oso.
261 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
Ba_ Me voy a marchar, tengo que sacar unos estudios
importantes, mi live está en manos de una ONG para
ayudar a mis niños –se notaba feliz con el nuevo proyecto.
M_ Eso está muy bien.
Ba_ Por fin caíste ¿eh?, la cazadora cazada.
M_ Pues si, y me encanta.
E_ Cariño... –se movió un poco en la cama Maca
pendiente de que no se le viera nada.
M_ Si mi amor...
Ba_ Uy, pasteleo... me voy... después que mi
mademoiselle Teresa me diera patada en el culo otra vez.
M_ ¿Qué le has hecho?
Ba_ Le dije que si casar conmigo.
M_ ¡Qué bruta eres! –reía divertida.
Ba_ Ser my love platónico.
M_ Eso seguro.
Ba_ Ragazza cuidar a la Mwasi ¿eh?
M_ Por supuesto.
Ba_ Me llevo al Bartolo, Mona le ha hecho ojitos
M_ Pues déjalo.
Ba_ No... ser macho. Bueno... estar acostumbrados a
vuestros aullidos, poder si... un tiempo... Mona poder ser
mamá... si, un hijo de Mona ser interesante.... irme. Chao.
262 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
Congratuleitions. Uy parecer yo un telegrama –dijo yéndose
muerta de risa.
E_ Mmmmmm –se removió en la cama buscándola más.
M_ Ya cariño... ya –le besó el hombro que había
rebosado la sábana-. Pero que buena esta mi niña.
E_ Maca.
M_ Si.
E_ ¿No ha sido un sueño verdad?
M_ No cariño... ha sido una realidad.
E_ Menos mal tenía miedo a despertarme –decía
sentándose en la cama con los ojos pegados.
M_ Pero que mona está mi niña con esos ojitos.
E_ Tengo hambre –le dijo sonriendo mientras se frotaba
con sus manos los ojos y la cara.
M_ Que raro. Voy a traerte algo ¿vale?
E_ Sí. Espera –la cogió del brazo.
M_ ¿Qué?
E_ ¿Y mi beso?
M_ Tienes razón –sonrisa amplia y realmente
enamorada.
E_ Ah... bien... mmmm sabroso pero no como el
desayuno de mami ¿eh? –le dijo tras el beso y sentir el
cosquilleo en sus carnes.
263 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ Guapa.
E_ Te quiero.
T_ ¿Se puede? –preguntó Teresa desde fuera.
M_ Sí.
E_ No.
T_ ¿En que quedamos? –su voz fue potente.
M_ Pasa anda –le dijo muerta de risa-. Buenos días.
T_ Muy buenos... Esther hija que carita tienes.
E_ Estoy reventá –dijo graciosamente.
M_ Jajajajaja –no pudo reprimir la carcajada-. Mi pija
cuando deja de serlo está para comérsela, ¿verdad?, ¿eh? –
la besaba.
T_ Oye... ¡qué estoy aquí! –las miraba seria.
M_ Perdón... perdón... pero no puedo resistirme.
T_ Vilches os ha dado permiso para que estéis
tranquilitas, ha revisado con Sissou a Massamba, todo está
bien.
E_ Massamba que guapo, ¡cómo ayudo ayer!
M_ Si, es un tío increíble. ¿Qué haces Teresa? –le
preguntó algo sorprendida.
T_ ¿No lo ves?, sentarme.
264 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ ¡Menuda pinta tiene esto! –dijo sin prestar atención a
las dos que parecía enzarzarse en una de sus
provocaciones mutuas.
M_ Ya lo veo, pero... nosotras tenemos que estar
tranquilas.
T_ ¿Y?, ¿yo os hago algo?, no, pues ale desayunar y
hablamos de la boda.
E_ Sí... me pareció preciosa –dijo con la boca llena y
ante la mirada de Maca le dijo-. ¿No cariño?
M_ Sí, fue preciosa –le dijo mientras su cabeza señalaba
disimuladamente a Teresa moviendo sus ojos y Esther
elevó los hombros como disculpándose.
T_ ¿Y lo ideal que quedo todo?, sí, sí... la comida salió
estupenda...
Teresa no paró de hablar en la siguiente media hora,
donde Maca se mordía los labios con los brazos cruzados
sobre el pecho y Esther se quedaba dormida sobre su
hombro. Hasta que en un momento dado, fue la Pediatra la
que le dijo:
M_ Teresa... ¿podrías dejarnos solas?, mi mujer se está
durmiendo y tenemos que descansar.
T_ ¿Me estás echando?
M_ De manera fina, sí.
T_ Ya veo... está bien... pero está me la cobraré.
265 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ Si Teresa si, pero ale... aire –movía sus manos hacia
la puerta.
T_ ¡Bueno! –protestó con cierta rabia-. Visto lo visto me
voy.
M_ Te quiero Teresa.
T_ Me quieres lejos canalla.
M_ Compréndelo, tenemos fiesta en nuestro trabajo y...
me acabo de casar...
T_ Pero si mírala, esta frita.
M_ Pero eso lo arreglo yo en seguida –le sonrió.
T_ Vais a acabar enfermando... te lo digo yo.
Y si, Maca lo arregló, la despertó entre risas,
cosquillas, caricias, besos, miradas de amantes, mirandas
de amor, caricias lentas de pareja enamorada, murmullos
de olas en los oídos, y latidos fuertes como el tam-tam de
pasión.
Al llegar el turno de la comida, ambas aparecieron
relucientes, sonrientes, cogidas de la mano ante los gritos
de jubilo de todos los presentes. Comieron pendientes del
cielo.
V_ Como siga lloviendo así vamos a tener suerte...
T_ Vilches el cielo está demasiado cerrado, no sé yo si
esta intensidad será la que descargue, no lo sé... no lo sé...
266 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
V_ Bueno, ahora con tranquilidad repasaremos el
refugio, ese tan coqueto que habéis dejado, no lo entiendo
la verdad.
T_ Las telas que sobraron, tenemos grandes
costureras...
V_ Ya veo ya... ¡vosotras!, ¿no os cansáis de tanta
tontería? –les preguntó pues estaban riéndose sin hablar
nada solo mirándose.
M_ Pues no Vilches, no. ¿Qué decíais?
T_ Las cortinas del refugio.
M_ Ah... esperemos que se quede en esto, que no
llegue un diluvio demasiado fuerte.
V_ Lo dicho... la tontería a algunas les deja una neurona
única en el funcionamiento, espero que en el momento
tengamos que actuar, ya todas vuestras neuronas estén en
pleno rendimiento. Voy a ver como está el río.
T_ Es buenísimo, el tío tienes unos puntazos que yo
creo es por eso que a Cruz la tiene loca.
M_ La tiene loca porque lo tiene lejos.
E_ No seas mala –le dijo mirándola con una sonrisa
entregada.
M_ Esa sonrisa me puede, lo reconozco.
E_ Jeje –sonrió sonrojándose.
267 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
Mientras los hombres controlaban el refugio que igual
ni siquiera iban a utilizar si todo iba bien, y Zulú
acompañaba a Vilches a ver como pasaba el río. Esther y
Maca se habían sentado con los niños en el suelo en la
entrada de su cabaña, el ordenador estaba descargando las
fotos y los pequeños que nunca habían visto algo así
prestaban mucha atención a lo que Esther esforzándose
con el idioma les iba explicando, con las correcciones de
Maca cuando se atascaba y las risas de los niños cuando
decía algo que era totalmente lo contrario a lo que quería
decir.
E_ ¿Y Mona, Valiente? –le preguntó al animal que se
había sentado a su lado apoyando su cabecita en el hombro
de Esther.
Va_ Prrrrrrr, uh uh –sacaba su lengua igual que lo hacía
Mona y señalaba hacia un lado de la aldea, golpeándose el
pecho y luego subiendo los brazos en alto.
M_ Creo que Mona y Bartolo están teniendo un
encuentro.
E_ Ya... y este pobre niño está celoso.
Va_ Uhhhhhhh –ponía gesto terriblemente triste que
provocó en Esther una profunda lastima.
E_ Pobrecito... mare....
Ab_ Mwasi... Mwasi –señalaba la pantalla.
268 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ Si Abeza... ahora mismo empieza el espectáculo –
reía con Valiente en los brazos.
M_ Oye... ¿recuerdas si hay alguna foto comprometida?
–le preguntó en voz baja.
E_ Pues ahora que lo dices...
M_ ¿Tu culo?
E_ Y algo más... ¡esto un momento! –le dio a una tecla
deteniendo la reproducción del ordenador.
Li_ Oh... ir... ¿kufwa? –(¿muerto?) Preguntó haciendo
referencia a la pantalla.
E_ Si, eso kufwa –pero entonces el dedo de Valiente
hizo el trabajo restante y comenzaron a salir las fotos.
Esther miró a Maca, Maca miró a Esther elevando los
hombros-. Madre mía.
Las fotos comenzaron a pasar, a los niños el amanecer
en la Sabana, los animales que gracias a la modernidad de
la máquina había conseguido Esther sacar muy cercanos,
les provocaban continuas exclamaciones de sorpresa donde
Maca les explicaba cosas, y Esther la miraba embobaita.
Hasta que llegó una de ellas donde la Mwasi Esther
mostraba el culo graciosamente, las risas fueron totales,
tantas que hasta las mujeres que estaban con los morteros
triturando cereales miraron hacia donde estaban.
E_ Joder... que vergüenza.
269 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ Pero que culo más mono por favor –decía
entregadita a ella.
E_ Joder... Maca...
Otra foto donde Maca ponía la mano en el objetivo,
movida, otra donde salía la hierba del suelo, gracias a la
mala puntería o beso en ese instante entre ambas, con las
continuas burlas de la Pediatra hacia Esther, y entonces, el
grito de miedo de los niños.
Mu_ A yango... a yango –(un león, un león) gritaba
Mutamba impactado por la fotografía como los demás.
M_ Inga yango... Mwasi Esther kele mingi kima na nki
cámara (Si león, Mwasi Esther es muy buena con la cámara)
les decía orgullosa mientras le sonreía y dejaba un beso en
la sien.
E_ Mirar... ¡qué dientes! –habían detenido la
reproducción y Esther había acercado la boca del animal
que seguía impresionando a todos, incluido Valiente que se
había tapado los ojos.
Durante bastante rato donde no dejo de llover, los
niños disfrutaron de las fotos, sobre todo las risas llegaron
en las que ellos estaban pero sus cabezas no, ahí hasta
Valiente reía como los demás, porque el ataque de risa de
los niños hizo llegar a las mujeres que también disfrutaron
de las maravillosas tomas que Zulú hacía a casi todos
dejando la cabezas fuera.
270 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
Cuando llegó la hora de cenar, el comentario era la
crecida del río, pero parecía que la lluvia había dado una
tregua y eso, era un buen síntoma para todos. También
hablaron, rieron y se metieron con Zulú sobre las
fotografías, y cuando ya iban a empezar el postre, vieron a
aparecer a Mona y tras ella Bartolo, Valiente al verlos, se
marchó corriendo al lado de Esther sin mirarlos, haciendo
dibujitos con sus dedos en la tierra del suelo.
V_ Si esto para, tendremos que hablar con Dávila... hay
vacunaciones por hacer.
M_ De acuerdo, ¿cómo sigue Massamba?, antes cuando
he ido estaba dormido.
V_ Bien... un poco pesadito con eso de que se tiene que
levantar...
E_ No me puedo creer la tranquilidad que tenemos... –
dijo con total relajación.
V_ Las has cagao pija –le soltó poniéndose en pie-. La
has cagao.
M_ Vilches –le riñó Maca poniendo gesto un tanto de
comprensión.
V_ Está claro que no me hiciste ni caso cuando bajaste
del avión y te dije las cosas que no debías hacer.
E_ ¿Yo Vilches? –lo miraba seria.
V_ Te dije... no te dejes embaucar por la Doctora
Calentorra de la Selva y mira...
271 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ ¡Eso le dijiste! –exclamó totalmente sorprendida.
V_ No entonces eras la Doctora Sexo pero ella te puso
ese mote que me gusto bien.
T_ ¿De qué habláis?
V_ Tú oyes sexo y apareces... eso es significativo.
T_ ¡Ay hijo de verdad... eh... de verdad! –protestaba con
las manos en la cadera.
V_ Sigo, te dije nada de encariñarte con nadie... y
menuda pillaste con el niño del Ébola, y te dije, nunca digas
que hay tranquilidad. ¡Y la sueltas!
M_ ¡Ya está bien Vilches!
E_ Pues... lo siento mira... en la primera parte me alegro
mucho no haberte hecho caso.
M_ Gracias mi amor.
E_ Lo otro, no lo discuto.
V_ Me voy –dijo negando con la cabeza varias veces.
T_ Ni caso... ni caso...
M_ Nos vamos a la cama ¿cariño? –la miraba con esa
sonrisa traviesa marcada en sus labios.
E_ Sí, claro... joder hoy no hay ni luna.
T_ Con la que va a caer no creo, me duele la rodilla.
E_ ¿Y eso es sinónimo de lluvia? –la miraba divertida.
272 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
T_ A mi edad es sinónimo de muchas cosas cariño –la
besó.
M_ ¿Y yo?
T_ Tú no que esta mañana me has echado de la
habitación.
E_ ¿La has echado?
M_ Anda vamos y no digas nada que si no la llego a
echar quien te hubiera hecho a ti las cositas que te hice,
¿eh?
T_ Espero que con un poco de suerte, las envíen a
España... –musitó al quedarse sola viéndolas salir
abrazadas corriendo.
Ns_ ¿Tú querer mami?
T_ No, pero aquí hay demasiado peligro para dos
mujeres enamoradas.
Ns_ Ellas ser felices, mucho.
T_ Por eso Nsona.
La lluvia incrementó un poco más la intensidad, pero
Maca antes de acostarse tranquilizó a Esther, el suelo
estaba mojado pero aun convertido en un auténtico barrizal
podía caminarse con tranquilidad.
E_ Que ganas de pillar la cama.
M_ Si –sonrisa nuevamente enorme.
E_ ¿Y tú?
273 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ También mi vida... también.
E_ ¿Te han gustado las fotos? –le dijo comenzando a
besarse.
M_ Mucho, sobre todo la del culito, quiero una en
grande para ponerla detrás de la puerta del lavabo.
E_ No sé como.
M_ Se la daré a Bárbara... –sonrió mientras besaba su
cuello.
E_ ¡No serás capaz! –la miró separándose de ella.
M_ Por ese culo soy capaz de todo... –entonces su mano
fue directamente a él apretándolo con fuerza-. Oye menos
mal que el Aloé ayer no funcionó demasiado.
E_ Jajaja, es verdad te lo tenía que contar... ¿sabes que
no fue el Aloé?
M_ ¿Ah, no?
E_ No, Lula nos preparó un buen brebaje de esos de
raíces y tal que sus antepasados utilizaban para los novios
que tenían que estar una semana encerrados en su tribu.
M_ Joder... –dijo abriendo los ojos-. Y a nosotras nos dio
la misma cantidad para una sola noche... así vamos...
E_ Tonta... nosotras no necesitamos brebaje –reía
mientras se besaban-. Aunque ya le he dicho que nos
prepare una botellita.
274 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ Esa es mi niña –le dijo metiendo la mano por debajo
de la camiseta atrapando su pecho.
E_ Mmmmm –murmuró en los labios de Maca.
T_ ¡Maca, Esther! –llamó Teresa desde fuera.
M_ Espera me ha parecido escuchar a Teresa. ¿Teresa?
–preguntó sentándose las dos en la cama.
T_ ¿Puedes salir?
M_ ¿Qué pasa? –preguntó un tanto preocupada al ver su
rostro llegando Esther a su altura.
T_ Problemas.
M_ ¿Qué ha pasado? –le preguntaba mientras Esther
aparecía para escuchar también lo que debía contar.
T_ Monwe, ha vuelto a manchar, y sabes que no quiere
que Vilches la reconozca.
M_ Vamos.
E_ Si.
T_ ¡Digo yo que tendréis que vestiros, no! –las miró a
las dos aún con la preocupación que se notaba en su rostro,
con una mueca divertida.
E_ ¡Uy tienes razón! –se miró y el conjunto negro de
encaje no estaba colocado correctamente en su sitio y salió
corriendo a cambiarse.
M_ ¿Sangra mucho? –le preguntó mientras ella también
se ponía una camiseta y un pantalón.
275 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
T_ Pues ella no había dicho nada, ha sido Bendi quien
se ha dado cuenta que había manchado la cama.
M_ Joder...
T_ Está asustada –le habló con gesto de pena.
E_ Como para no estarlo.
T_ Mataron a su marido, la abuela me ha contado que
fue un matrimonio acordado pero que el chico era un
encanto, que se habían enamorado de verdad, dice que
cuando ve a Zulú le recuerda a él.
M_ Joder.
T_ Estaban felices con el niño, te recuerdo que está de
cinco meses pero...
E_ ¿Por qué siempre pasa igual?
M_ Joder... –dijo cayéndose a la cama de culo al ponerse
el pantalón.
T_ ¿Pero qué te pasa con tanto taco?
M_ Que estoy nerviosa –dijo finalmente.
E_ ¿Y eso mi vida? –se acercó a ella y le dejó un beso en
el pelo.
M_ No lo sé... pero estoy algo inquieta. Vamos... trae tú
el botiquín y yo la reviso.
E_ De acuerdo, anda ven aquí –le dio un beso suave en
los labios-. Tranquila mi amor.
M_ Gracias –le sonrió.
276 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
T_ ¡Va Maca que estás un poco atontada!
M_ Uf Teresa... reconozco que nunca he estado así... –
resopló con fuerza.
Llegaron a la cabaña, el gesto de la abuela mostraba
pánico, tenía a su nieta cogida de la mano y sus ojos
buscaron a Maca con una súplica que erizó su piel, la chica
sudaba y tiritaba a pesar de estar tapada con una manta,
Maca a simple vista intuyó los problemas que debían ir más
allá de una simple perdida de sangre.
M_ Mobte Monwe, peso mono nde kumonikisa nge -
(Hola Monwe, dime que te ocurre).
Be_ Kuanwa -(cariño) le dijo la abuela con gesto
preocupado porque su nieta se negó a hablar, negando con
la cabeza.
E_ Ya estoy aquí... ¿qué tal va?
M_ Vamos a tener que llevarla al quirófano Teresa.
E_ Bien... voy preparando las cosas.
M_ Si. Bendi vandaka na hospital, kugamo yandi
kusodisa (Bendi, vamos al hospital, necesito su ayuda) la
miraba con gesto de pena pero necesitando transmitirle la
importancia de llevarla.
Be_ Sambu na sika kudivulusa mono fibana (por favor
salve a mi niña).
Mo_ Ve... ve, ve zola kwneda... mono kamwana (no, no,
no quiero ir... mi niño pequeño) lloraba desconsolada entre
277 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
temblores y dolores que le hacían doblegarse sobre si
misma.
E_ ¿Qué pasa Maca?
M_ No quiere, lo siento pero tendré que llamar a
Vilches... necesitamos ayuda para llevarla.
Be_ Ve... ziku ve...
M_ De acuerdo. Kwisa na nki beto sambu na sika (Ven
con nosotras por favor) –le dijo mirándola con ese gesto de
preocupación que hizo que la chica reaccionara ante las
suplicas de su abuela que estaba llorando desencajada.
E_ Maca –le advirtió al ver que la sangre era mucho
mayor de lo que en un principio decía.
M_ Tiene fiebre... Teresa que te diga todo, si ha
vomitado, y que ha vomitado, si ha podido comer, y llama a
Vilches por favor. Vamos... eso es Monwe...
E_ Esto pinta mal Maca.
M_ Creo que lo que tú estás pensando...
Llegaron al hospital y al ver Massamba como entraban
a la chica medio desmayada, el hombre se levantó y la
agarró en brazos para llevarla cuanto antes al quirófano con
el gesto desencajado del hombre al verla, justo en el
momento en que llegaba Vilches.
V_ Massamba no hagas esfuerzos.
Ma_ Mal Ziku –le dijo-. Mal.
278 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
V_ Lo sé, lo sé –la dejaron despacio sobre la mesa.
M_ Vilches el niño no tiene latido –decía nerviosa.
V_ ¿Estás segura?
M_ Joder estaría más segura si tuviéramos un puto
ecógrafo.
T_ Me dice que si, que ha vomitado, y que se quejaba
de dolor abdominal.
M_ Está muerto.
E_ Joder... –protestó con pena mientras miraba.
V_ Si... este niño está muerto –decía tras escuchar la
ausencia de latidos, en ese momento escucharon un fuerte
ruido y el grito de Lula-. ¿Qué coño pasa?
T_ Vilches es Massamaba se ha desmayado.
V_ No os mováis de aquí, esta cría puede morir... os
encargo la operación.
E_ Dinos algo de Massamba. Maca... tiene el latido débil
–decía con gesto realmente angustiado.
M_ Ha querido mantener a su hijo como tesoro... estas
cosas siguen pudiendo conmigo, y yo se lo tengo que
arrancar de las entrañas –decía mientras continuaba
preparándolo todo con su voz cargada de rabia.
E_ ¿Qué le habrá pasado a Massamba?
279 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ No lo sé, ponle bastante anestesia Esther... creo que
vamos a tener que limpiar mucho la zona esto va a ser
largo.
E_ Si...
Se pusieron las batas, los guantes, las mascarillas y los
gorros, trataron de no perder demasiado tiempo, sus gestos
mostraba la responsabilidad ante la magnitud de la
operación que tenían, más la preocupación por el estado de
Massamba. Comenzaron a trabajar.
T_ Estoy aquí... voy a echaros una mano –apareció
Teresa.
M_ ¿Massamba?
T_ Bien, creo que no está demasiado fuerte, se ha
desmayado... Vilches está reconociéndolo. Ayer hizo algún
que otro sobreesfuerzo.
M_ Sí. Dame bisturí Esther.
E_ Toma... la frecuencia cardiaca sigue baja...
M_ Bien...
T_ La abuela me ha dicho que es lo único que tiene...
está destrozada no quería perder el niño por nada del
mundo.
E_ Imagino... pobrecilla –al abrir el vientre la sangre y
un líquido amarillento comenzó a cubrir la tela que habían
puesto sobre su vientre.
T_ ¿Traigo una bolsa?
280 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ Sí, ¿cómo va Esther?
E_ Bien, bajita pero bien –decía con el Fonendo en sus
oídos controlando las pulsaciones y el gotero.
M_ Va a necesitar antibiótico ¿queda?
E_ Sí. Teresa allí.
T_ Ya voy...
V_ ¿Cómo va la cosa? –preguntó Vilches desde fuera.
M_ Bien... el niño está muerto si quieres avisar a la
abuela. Teresa por favor prepara la bolsa. Esther mira su
cara, no mires ahora.
E_ Si tú puedes mirar ¿por qué no voy a poder yo? –le
dijo con ternura como si así pudiera abrazarla con sus
palabras que sabía lo necesitaba.
M_ Porque no quiero que lo veas –le dio mirándola
fijamente, clavando sus ojos en los ojos emocionados de
Esther.
T_ Ya... cuando quieras –abrió una especie de bolsa
donde pusieron el pequeño bebé, la cara de Maca mostró
un profundo dolor, su gesto serio y marcadamente
afectado, al igual que Teresa y una Esther que tuvo que
suspirar con fuerza-. Me lo llevo.
M_ Si, Esther dame gasas, aquí hay una importante
infección.
E_ De acuerdo –la voz de ambas se mostraba afectada.
281 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ Echa suero aquí por favor... hay que... ¡mierda el
motor! –se les fue la luz justo cuando estaban curando.
E_ Maca... –le dijo apurada.
M_ ¡Vilches!
V_ Mierda –salió corriendo.
M_ No hagas nada Esther...
E_ Tranquila Maca...
M_ Vamos.. vamos... –decía con ansiedad.
T_ Dios mío la luz –entró Teresa.
M_ Vamos... joder... no puedo perder tiempo.
E_ ¿Qué pasa que no vuelve?
T_ El agua, está lloviendo... voy a avisar a Zulú –salió
corriendo de allí.
M_ Vamos...
E_ Maca está bajando.
M_ Mierda... no.
E_ ¡Cómo vamos a trabajar así! –se quejó amargamente
con los nervios a flor de piel.
M_ ¡Ya! No hay tiempo que peder.
V_ Chicas hay un palmo de agua... la luz no va a
aguantar mucho...
M_ Joder Vilches... tiene una infección enorme... me da
que aquí hay algo más.
282 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
V_ Perfecto me cago en la puta... Zulú vamos a
necesitar luz... como sea. Massamba no te muevas coño –se
le escuchó decir a gritos.
T_ Voy a por linternas.
M_ Echa más Esther, echa más.
E_ Si, si.
M_ ¿Cómo va?
E_ Estable.
M_ Bien... dale a toda pastilla en el gotero Esther.
E_ Está, pero tan solo quedan dos goteros más Maca.
M_ Con la mierda de la lluvia encima no nos va a llegar
nada...
E_ Lo sé... lo dijo Vilches...
M_ Vale... esto ya está, necesito que... –otra vez se fue
la luz-. ¡Joder!
E_ Esto es para morirse.
M_ ¡Vilches! –gritaba casi fuera de sí.
T_ Aquí estoy... Nsona enfoca –aparecieron con
linternas grandes que acostumbraban a utilizar en
ocasiones como esa.
Ns_ Si mami.
Si_ Yo tener... ayudar... –llegó con otra linterna más
pequeña.
283 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ Más hacia la derecha Teresa.
E_ Menuda manera de operar me cago en todo...
T_ Tranquilicémonos, tranquilicémonos –decía nerviosa.
M_ Nsona sube un poco la luz... dame más gasa Esther.
E_ Toma cariño.
M_ Gracias por el cariño... lo necesito.
E_ Sabes que si mi vida –le decía mirándose a los ojos
sin perder el control de la niña.
T_ Sissou el sudor de Maca.
Si_ Si...
M_ La madre que me parió... ¿qué es esto? –se
preguntó mientras con las pinzas abría algo más el corte-.
Mierda... dame el bisturí.
E_ ¿Qué pasa?
M_ La apendiz está inflamada... joder... se me va a
marchar con tanta infección... rápido ponle suero, ponle
salino.. está perdiendo mucha sangre...
E_ Si... –se daba la vuelta y volvía a poner otro gotero-.
Ya está... a ver... tiene el latido normal Maca.
V_ ¿Cómo vais? –entró.
M_ Se me está complicando Vilches...
V_ Ya... pero para eso eres la mejor ¿no? –volvió la luz-.
Si eres capaz de operar sin luz, no va a ver quien te tosa.
284 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ Vilches joder que esto lo has hecho tú muchas
veces.
V_ Pero no con tanto público.
E_ Bajan las pulsaciones otra vez –miraba sin apartar
sus ojos a Maca.
M_ Aquí está joder... ¡esta niña debía tener unos dolores
impresionantes!
Ns_ No querer perder el bebé Mwasi.
M_ Pues ya veremos si no pierde la vida por esto...
Ns_ Comprender Mwasi.
M_ Si la comprendo... sabes que la comprendo... echa
más suero.
E_ Si.
T_ Vilches el niño...
V_ Zambi lo ha enterrado. Joder no para de llover...
E_ Maca remonta –le sonrió.
Si_ Sudor –dijo limpiando ante la sonrisa de Maca su
frente.
M_ Gracias... prepararme el hilo, creo que va a poder
tener más hijos...
T_ La has limpiado mucho... no te preocupes Maca –
decía mirando el vientre de la muchacha.
M_ Eso he tratado Teresa...
285 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ Hilo...
M_ De acuerdo... ¡uf! –resoplaba porque los nervios que
había pasado siempre salían a ella cuando iba a terminar.
E_ ¿Quieres que cosa yo?
M_ Sí por favor... voy a hablar con la abuela.
T_ Ve.
V_ Venga ve ya me encargo yo de supervisar el trabajo
de esta ¿cómo dijiste? ¿novata que no sabe ni coser?, pues
eso –le dijo con gesto serio pero un tono borde divertido.
E_ Es cierto, lo dijiste no lo mires así –le decía
graciosamente.
M_ Bueno... es que... ¿tenía o no razón?
T_ Evidentemente no, pero como eres así... vas
sobrada... ¡qué le vamos a hacer!
V_ Ahí le has dao Teresa... di que si.
M_ Bien... creo que me voy a hablar con la abuela.
Gracias a todas por vuestra ayuda –les dijo sonriendo.
Ns_ Mwasi ser la mejor.
E_ Por favor Nsona que luego no la voy a poder
soportar.
M_ Me voy, lo dicho.
V_ ¿Es buena, eh? –le dijo mirándola serio.
E_ Mucho.
286 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
V_ Esto de operar así con linternas deberíamos grabarlo
y colgarlo en internet.
E_ ¿Crees que serviría de algo?
V_ No... pero a lo mejor encontramos un rico que quiere
salir en la tele y nos manda dinero para poner un aparatito
de luz.
T_ Y yo me haré la cirugía estética, ¡no te digo!, ¡vaya
cosas tienes!
V_ Eso Teresa, tú positiva.
T_ Voy a preparar algo caliente para tomar... nos irá
bien.
E_ Ya está Vilches. ¿Lo repasas por favor?
V_ Como no.
Si_ Yo querer hacer eso, un día –le miró sonriendo
ampliamente a Esther.
E_ Lo harás guapa... lo harás... –le toco la cabeza con
una sonrisa de tranquilidad tras lo ocurrido-. ¿Massamaba,
Vilches?
V_ Quiero que le revises la herida, me da que algo ha
hecho que no debía.
E_ Uf sólo nos falta que le pase algo a Massamba.
V_ Tú vuelve a decir lo de la tranquilidad y de la patada
en el culo que te meto llegas a Madrid.
287 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
Pasaron a la chica a la habitación, con los goteros y un
control severo, su abuela, lloró la perdida del niño, sabía
que cuando volviera en sí, le iba a costar un gran disgusto,
la mujer lloraba pero también respiraba tranquila, allí su
nieta luchaba por recuperarse y aquel grupo de gente, le
habían salvado su vida y les estaba terriblemente
agradecidas. Si al principio cuando Nmaba le habló de las
dos mujeres blancas, no le gustó la idea, poco a poco
conociéndolas se le fue marchando cualquier duda, de que,
eran buena gente, y aquella noche salvando a su nieta le
habían devuelto a su corazón las ganas de seguir
bombeando.
Teresa repartió un poco de leche de esa Lucero que
junto a las dos mujeres habían formado parte de la nueva
aldea, y que en ese momento de tensión agradecía poder
ordeñarla y poder tener leche fresca que en esos momentos
bebían como lo único reconfortante ante la lluvia y los
nervios sufridos.
E_ ¿Y Maca? –preguntó saliendo del hospital ya con las
manos limpias junto a Vilches.
T_ Ha ido a ducharse...
E_ Voy a ver... me temo que debe estar afectada por lo
sucedido.
T_ Gracias –le sonrió agradeciéndole que la conociera
ya tan bien en otros tiempos, hubiera ido ella y eso pareció
288 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
entender Vilches que la miraba con los brazos cruzados
sobre el pecho-. ¿Qué?
V_ Nada... tu hija se ha hecho mayor y ya tiene quien la
cuide.
T_ Y yo que me alegro, y por tonto te quedas sin leche.
Las risas de Nsona y Sissou junto a los hombres que
estaban allí les acompañaron por la cara de Vilches que era
todo un poema.
La lluvia volvió a intensificarse.
Esther entraba a su cabaña, allí dentro se encontró
con una Maca sentada a los pies de la cama con la toalla
secándose el pelo, con sus ojos perdidos en el suelo y un
Valiente que se sentía abandonado por una Mona que
desaparecía con Bartolo cada vez que querían un poco de
intimidad y aquello no lo llevaba el joven mono que pedía a
gritos mimos de todas la mwasis de la aldea.
E_ Hola mi amor –le dijo a Maca acercándose a ella.
Va_ Uh uh –levantaba los bracitos.
E_ Si Valiente tú también, pero ahora Maca necesita un
abrazo fuerte luego, tú.
M_ Mi amor... como lo sabes –dijo refugiándose entre
sus brazos agradeciendo aquel contacto.
E_ Has estado fantástica.
M_ ¿Sabes una cosa Esther?, creo que la vida es
demasiado injusta, y no estoy segura de haber hecho lo
289 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
correcto, he sacado niños muertos, he ayudado a abortar a
algunas mujeres que habían sido violadas brutalmente, y
hoy, por primera vez aunque parezca mentira, le he tenido
que arrebatar a una madre, un hijo que era todo para ella,
lo único que le quedaba en la vida. Y no estoy segura que
cuando vuelva en sí, esté contenta con lo que he hecho.
E_ Creo que entiendo lo que dices, y estoy de acuerdo
contigo, pero no podíamos dejarla morir.
M_ ¿Sabes los dolores que habrá tenido y a aguantado?
E_ Sí, pero no es ésa nuestra ética Maca, tú has hecho
el trabajo que debías, y ella ni hoy, ni mañana ni quizás en
semanas te lo agradezca, porque yo también creo que
quería morir con su hijo, pero un día llegara la ilusión a su
vida, de alguna manera y ese día se acordara que una
doctora muy guapa, muy dulce, le salvó la vida para poder
disfrutar de ella.
M_ Te quiero –le dijo sonriendo de lado.
E_ Y yo.
Va_ Uh... uh...-susurró despacio.
E_ Y a ti también –lo subió a los brazos.
M_ Mona está cegada por ese Bartolo, como yo por ti mi
amor.
E_ Pues ya somos tres, porque yo estoy cegadita por
esta ricura de médica que tiene ese corazón tan
maravilloso.
290 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ Te quiero.
Llovía intensamente.
E_ ¿Quieres un vaso de leche?
M_ No, prefiero acostarme un rato, vamos a ver como
está y nos acostamos.
E_ De acuerdo.
M_ ¿Y Massamba?
E_ Pues bien... le he mirado la herida tal y como decía
Vilches, Lula me ha dicho que hoy ha notado que tenía
fiebre pero no lo ha querido decir.
M_ ¿La herida tiene buen aspecto?
E_ Con la linterna dichosa me ha costado verla, pero
Vilches me ha mandado aquí y él lo iba a revisar en
quirófano.
M_ Que raro... algo oculta Vilches.
E_ ¿Tú crees?
M_ No es normal...
E_ No digas eso.. creo que solo quería que estuviera
contigo... ya sabes.
Va_ Uhhhh –apoyó su cabecita en el pecho de Esther.
E_ Si, y contigo, voy a hablar muy seriamente con
Mona.
M_ Jajaja –dio una carcajada-. Me encanta ese lado tuyo
tan vacilón.
291 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ ¡Es verdad cariño!, ¡cómo puede dejar esta ricura de
lado!. Joder ¿qué ha sido eso? –le preguntó ante un ruido.
M_ La lluvia... llueve mucho.
Fuera los gritos de Laobi llamaron su atención.
La_ Masa... masa... masa... ziku... masa.
E_ ¿Qué pasa? –preguntó Esther al ver el rostro de Maca
cambiar a seriedad tras escuchar los gritos del joven.
M_ Agua… viene agua… joder coge a Valiente –dijo con
los nervios perfectamente visibles.
Al salir se encontraron con aquel diluvio del que tanto
habían hablado, el agua caía como si fuera una cortina, se
escuchaba de manera atronadora como la del río bajaba
con una fuerza impresionante. Se encontraron en el medio
de la aldea bajo las frías gotas a los hombres que disponían
como distribuirse para poder controlar la situación.
V_ Lo primero hay que llevar al refugio a los niños,
Massamba y sobre todo a Monwe, tendremos que pasarla
con mucho cuidado.
Zu_ Vamos… -les dijo a todos.
M_ Vilches… hay que sacar todo lo que podamos del
hospital.
V_ Lo sé…
T_ Nsona vamos rápido… rápido… -decía acompañando
a la mujer embarazada y los niños hasta el refugio.
292 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
Ng_ Ziku poner sacos en huerto… entrar… entrar…
-movía sus brazos asustado por la fuerza del agua.
V_ Ngouabi hijo… va a entrar por todos los sitio me
temo, así que tranquilo haremos todo cuanto podamos pero
por prioridades, ¿de acuerdo?
Ng_ Si ziku –le dijo serio.
E_ ¿Qué hacemos Maca? –le preguntó asustada por
todo cuanto veía y escuchaba.
M_ Creo que sería bueno hacer una cadena, habrá que
ir sacando todo lo que tenemos, las reservas no las
podemos perder –decía con el agua ya por los tobillos
mirando a uno y otro lado.
V_ Despacio… despacio –decía mientras sacaban a la
joven en la camilla del camión y dos hombres con una tela
trataban de que no se mojara.
M_ ¿Vilches como la vamos a subir? –lo miró con gesto
preocupado y el pelo totalmente pegado a la cara aunque
se lo había recogido en una coleta, pero era tal la fuerza del
agua que todos estaban a su merced, ya no solo los pelos,
también las ropas, los zapatos-. Vilches…
V_ Como podamos.
E_ Esperar –Esther dejó a Valiente en el suelo que al
notar el agua comenzó a reclamar los brazos-. Yo llevo el
gotero.
293 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ Sissou ven conmigo, Siya… Lula… -las mujeres
fueron tras la ziku con la misma tensión reflejada en sus
rostros.
T_ ¡Ay Dios mío que el agua se escucha con demasiada
fuerza! –decía una Teresa casi fuera de sí con Valiente en
sus brazos yendo detrás de los hombres.
V_ Cuidado… hay que subirla con cuidado.
Yi_ Parar… no poder… -elevó las manos Yildas al ver
que la situación no iba a ser fácil.
Z_ La camilla no entrar ziku… Yildas ver.
E_ Habrá que subirla en brazos Vilches.
Ns_ Preparar la cama ya esta… -decía Nsona
asomándose mientras los niños lloraban por el estruendo
del agua.
Nm_ Malembe kamwana ve kobanga na nkati… na
nunumi Nmaba kele yayi (tranquilos niños, no tengáis
miedo… la vieja Nmaba está aquí) el perro se había
arremolinado en sus piernas temblando así como Ramón
que lo había hecho al otro lado de la vieja mujer.
Ns_ Nmaba… -su voz le transmitió a la mujer el miedo
que sentía.
Nm_ Malembe Nsona… (tranquila Nsona) los años
ciega, le habían hecho percibir las sensaciones y emociones
de los demás, y comprendía el miedo de Nsona, porque ella
misma lo sentía de igual manera.
294 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
Por los cuatro troncos que habían puesto a modo de
escalera entre Yildas, Zulú, Vilches y Esther sujetando el
gotero subían para dejar a una todavía adormilada Monwe
que no despertaba de la anestesia. Cada paso que daban
era un desafío pues Vilches había ordenado ir con todo el
cuidado posible por Con sumo cuidado llegaron hasta el
rincón donde Nsona había preparado sobre mantas y sacos
una especie de cama para dejar a la joven. Esther una vez
acostada repasaba que los dos goteros que le habían
puesto funcionaran correctamente, cuando los hombres
bajaron revisó también que el sangrado no hubiera sufrido
variación por el movimiento. La abuela sentada en el suelo
a su lado, observaba con detenimiento todos y cada uno de
los pasos que iba dando Esther. Los niños se abrazaron a la
mwasi mondele quien les hizo sentarse con Nmaba
distribuyendo el espacio en el pequeño refugio donde
Nsona se apuraba a secar el agua con las toallas arrodillada
en el suelo.
E_ Deja Nsona ya lo hago yo –se puso a su altura
cogiéndole las toallas mientras la miraba con algo de
preocupación.
Ns_ No, yo poder.
E_ Por favor estás embarazada… no quiero más sustos.
Venga cuida de los niños que tienen miedo –decía mientras
secaba el suelo.
T_ ¡Esther! –la llamó desde abajo.
295 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ Dime Teresa –elevó la voz pues el ruido del agua
golpeando la madera y la fuerza con la que se escuchaba el
río, hacía que tuvieran que hablar a gritos.
T_ ¿Todo bien?
E_ Sí, ya bajo.
Ns_ Mwasi yo querer ayudar… por favor, pequeños con
Nmaba… faltan manos.
E_ De acuerdo. Voy bajando… Nsona despacio ¿si?
Ns_ Melesi mwasi… -le sonrió agradeciendo su
preocupación.
M_ ¡Esther bajas!
E_ Voy… ya estoy… ¡ahhhhhhhhhhhhhhhhhh! –gritó
tras escucharse un golpe.
M_ Joder –se precipitó hasta ella.
V_ ¡Y ahora que le pasa! –exclamó nervioso.
T_ ¡Esther cariño! –fue hasta ella también.
Ns_ Mwasi, mwasi –decía preocupada bajando tras ella.
M_ ¿Estás bien cariño?
E_ Sí, sí… me he resbalado.
M_ Si es que solo a ti se te ocurre ir con manoletinas…
venga… arriba…
E_ Ay mi culo.
296 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
T_ Tu culo hija está hecho a prueba de golpes… toma
Nsona, guarda las mantas arriba, y las linternas están todas
ya ¿verdad?
V_ ¿Pensáis venir? –les dijo con el agua golpeando su
rostro mientras la luz del poblado volvía a fallar.
M_ Hay que distribuirse –decía con el terror de lo que
estaban viviendo reflejado en la mirada.
V_ ¡Vaya no me digas! –la miró serio.
E_ Au… que dolor de culo –susurró despacio mientras
se frotaba.
M_ Luego te froto cariño…
V_ Eso… delante de todos.
M_ ¡Quieres dejar de entrometerme en las
conversaciones con mi mujer! –lo miró seria.
V_ Usted perdone.
Z_ Ziku… rápido el río viene fuerte –decía jadeante tras
salir de la aldea con una linterna de las potentes
acompañado por Ngouabi.
V_ Mierda….
M_ Nosotras nos encargamos de hacer cadena y sacar
todo lo que se pueda del hospital Vilches.
V_ De acuerdo… nosotros vamos a reforzar la puerta, y
todo lo que podamos.
E_ ¡Las vacas! –dijo de repente Esther.
297 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
V_ Joder… las vacas… -murmuró.
Ng_ No hay tiempo que perder ziku.
M_ Venga… el agua está entrando venga… chicas…
poneros en línea… tenemos que actuar rápido.
T_ Venga… venga…
Con rapidez y los nervios desbaratados hicieron la
cadena soportando la intensa lluvia que caía en esos
momentos, como Laobi no podía ayudar a los hombres se
había subido él al refugio y era el encargado de recoger lo
que más pesaba, lo distribuía como podía mientras
Massamba sentado en el suelo con el niño en brazos
ayudaba con su mano libre. Las mujeres se colocaron
rápidamente, uno a uno fueron sacando lo que les quedaba
en el hospital, vendas, sueros, tijeras, algodón, todo lo
básico, así como los instrumentales que por ningún motivo
podían perder. Y eso lo estaban sacando Maca y Esther,
todo lo que pensaban era necesario, iban haciéndolo llegar
a esa cadena que bajo la intensa lluvia no paraba de salvar
todo aquello que las dos mujeres sacaban del hospital. En
un momento determinado la poca luz que resistía gracias al
mecanismo que Zulú había hecho para salvar el agua, se
marchó dejando todo a oscuras.
E_ Maca el agua está subiendo me llega a la espinilla.
M_ Porque eres bajita cariño –le dijo tratando de
aparentar calma-. A mí aún me llega a los tobillos.
E_ Muy graciosa.
298 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ Sabes que si… joder y ahora la luz.
T_ ¿Maca falta mucho? –le preguntó alumbrando con su
linterna.
M_ Un poco… no podemos dejar el equipo aquí Teresa,
dame luz allí a tu derecha… joder que fría está.
T_ Vilches me ha dicho que lo dejéis que ahora ellos lo
subirán al mirador de Laobi.
M_ Vale… pues ya estamos en lo último, a penas
quedan unos sueros y la anestesia.
E_ Aquí ya lo tengo todo –dijo sin poder disimular el
susto que estaba pasando-. Nunca había vivido algo así.
T_ Y lo que nos queda cariño… daros prisa cuanto antes
acabemos mejor.
E_ Maca… ¿crees que el refugio va a soportar el peso
nuestro y el agua?
M_ No lo sé… la verdad que nunca habíamos hecho
nada de esto… pero ahora con tanta gente…
E_ ¿Crees que Dávila se llevará a alguien?
M_ No, no creo que… -de repente un fuerte golpe y los
gritos de las mujeres que habían fuera les hizo girarse, no
les dio tiempo a mucho más que mirarse-. Esther… cuidado.
E_ Maca…
Una gran tromba de agua entró de forma inesperada,
con un ensordecedor ruido arrastrando todo a su paso, el
299 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
golpe de agua les hizo caer, Esther que estaba cerca de una
de las camas le dio tiempo a sujetarse, cuando la fuerza del
agua se estabilizó, y una especie de silencio denso se
adueñó del lugar, se apresuró a buscar a Maca.
E_ ¡Maca! –la llamó casi desesperada.
T_ Esther… Maca…
E_ Maca…
M_ Oh… que pedazo hostia me acabo de llevar –decía
mientras tosía.
T_ Tenemos que irnos de aquí el agua ha roto la pared
del huerto –llegó andando luchando contra la fuerza del
agua totalmente fuera de sí…
E_ Mi vida… mi vida –se apresuró a acercarse hasta ella
cogiéndola para levantarla con la ayuda de Teresa-. ¿Dónde
te has dado cariño?
M_ En toda la espalda –decía con gesto de dolor.
T_ Vamos… hay que subir al refugio… que Dios nos
ampare –seguían sus nervios disparados.
V_ ¡Maca salir de ahí! –decía con agobio por la situación
mientras ayudaban a subir a las mujeres que habían como
Maca y Esther sufrido el golpe de la virulencia del agua-.
¿Nsona estás bien?
Ns_ Sí, sí.
Z_ ¿Cariño, bien?
300 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
Ns_ Bien –le sonreía al ver su preocupación y como le
besaba en la frente.
V_ Venga… venga… hostia no es suficiente ya –gritó
mirando al cielo con rabia.
M_ Vamos…
E_ Los animales Maca… -la detuvo estirándole del
brazo.
T_ Ramón está con el perro de Nmaba arriba.
M_ ¿Y Mona, Bartolo?
T_ No lo sé… imagino que si estaban en el huerto
estarán en algún árbol a Valiente lo he subido al refugio –
decía mientras trataban de avanzar con el agua que les
llegaba por la rodilla.
M_ Vilches los equipos… no hemos podido sacar nada
más que lo justo.
V_ La puerta no va a dar más de sí Maca…debemos
tratar de ponernos a salvo –decía bajo la persistente lluvia.
E_ Los animales Vilches… las vacas…
V_ No podemos hacer nada Esther.
Dib_ Ziku puerta no aguantar mucho –le decía jadeante
pues habían estado con troncos apuntalando como podían
la puerta.
V_ Tendríamos que reforzar el refugio…
M_ Vamos…
301 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ ¿Estás bien Maca?, ¿estás bien cariño? –le pasaba las
manos por la cara con delicadeza.
M_ Sí, aunque creo que no te voy a servir en unos días –
le dijo sonriendo aunque como todo estaba a oscuras Esther
solo vio sus ojos y en ellos descubrió el miedo.
E_ No hace falta que te hagas la valiente… yo también
tengo miedo.
M_ Joder… los niños… Nmaba… Monwe… no sé… me
asusta Esther.. son para mí como mi familia y no tenemos
medios para luchar contra esto.
E_ Estamos juntos Maca… y juntos saldremos de esto…
ya lo verás –su sonrisa trató de contagiar la fuerza a Maca
quien le besó en los labios suavemente.
M_ Vamos a ayudar… no te sueltes de mi mano.
E_ Si no me suelto de tu mano… ¿cómo voy a ayudar?
V_ Esto es una puta mierda –decía fuera de sí.
Z_ Ziku… tronco fuerte… aguanta.
V_ No lo tengo tan claro Zulú… somos demasiado ahí
arriba.
Z_ Aguantar… Massamba y Dib hacer con base fuerte…
sacos húmedos pesar también.
Ng_ Ayudar… ayudar –llamaba desde dentro del
granero donde estaba tratando de soltar a la vaca.
302 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ Estoy aquí Ngouabi, dime que hago –había llegado
Esther que estaba cerca del granero.
Ng_ Mwasi, enganchar correa no poder… -se le notaba
angustiado.
E_ Espera yo puedo entrar ahí.
Ng_ Malembe.
E_ Tranquilo… ¡ay madre mía! –susurró al darse cuenta
que el agua ya le llegaba por el muslo.
M_ ¿Qué haces?, sal de ahí –le decía asustada.
E_ La vaca se ha enganchado… no podemos dejarla así
morirá ahogada.
V_ Maca deja a Esther… hay que sacar sacos.
M_ Joder… que angustia por Dios –dijo con total
desespero.
Ng_ ¿Poder mwasi?
E_ En eso estoy Ngouabi… en eso estoy –repitió con
cansancio.
V_ Teresa no quiero que tú hagas fuerza… ya estamos
aquí nosotros.
T_ ¿Y eso por qué?... calla y lleva los sacos.
M_ Entre las dos Teresa… que Esther está de heroína
con Lucero.
T_ Ay esta Esther…
M_ A la de tres… una… dos y tres…
303 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
T_ Oh –no pudieron subir el saco porque Teresa se
quedo doblada.
M_ ¿Qué te ha pasado?, la espalda… ¿te has
enganchado? Teresa…
T_ No, no, se me acaba de romper la falda por la
mitad… he engordado… ¡he engordado! –decía abriendo los
ojos mientras tocaba su falda rasgada.
M_ Joder Teresa… joder… va haz fuerza… ¿Esther… ya
o que?
E_ Estoy en ello no me pongáis nerviosa.
Ng_ Mwasi cuidado con la pata vaca.
E_ ¿Qué pata?. ¡Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!
M_ Si es que ya lo sabía yo… ya lo sabía yo… -renegaba
al escuchar su grito.
E_ Joder la pata la vaca.
V_ ¡Pija otro grito más y te juro que no voy a tener
piedad! –decía jadeante por el esfuerzo.
M_ No me riñas a la niña que está haciendo una labor
humanitaria –pasaba junto a Teresa con el saco.
Si_ Yo ayudar –apareció nuevamente Sissou que
acompañada por Siya comenzaron a ayudar.
E_ ¡Ya Ngouabi!, Lucero libre… vamos… -decía contenta
mientras andaba en pata coja por el dolor en su pie.
304 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
V_ No sí seguro quiere subirla al refugio… como si la
viera.
Yi_ Ziku rápido… subir… subir –hacia aspavientos
mientras llegaba como podía hasta ellos.
V_ Dejarlo todo… arriba… arriba –decía gritando como
loco.
M_ Por favor no te caigas Esther –le sugirió mientras
salían corriendo.
V_ Vamos… vamos…
Z_ Se oye… llegar… -en ese momento los truenos, los
relámpagos, el agua todo en su conjunto creo un ambiente
de impresión-. Dios…
V_ Vamos… Zulú…
Subieron lo más rápido que sus piernas les daban,
entonces un estruendo les dio a entender que el agua había
echado a bajo la puerta, un grito por parte de las mujeres
ante el ruido y un ligero movimiento en el refugio.
V_ Dios… -susurró impactado por la fuerza del agua.
M_ Esther… ¿estás bien?
E_ Sí, ¿y tú?
M_ Bien… no te separes de mí.
E_ ¿Y Monwe?
M_ Vamos a ver.
Ma_ Ziku… la rabia del agua… es la rabia del dolor.
305 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
V_ Si Massamba… ¿crees que esto aguantara?
Ma_ Sí… ser fuerte… como esta aldea y sus gentes.
Allí dentro se respiraba el aire del miedo, de la
inseguridad, del desconcierto, los niños sentados junto a
Nmaba y los perros, tapándose los oídos y sintiendo el
miedo de los mayores en el silencio que reinaba el lugar.
Maca y Esther se habían sentado junto a Monwe para vigilar
los goteros, la linterna enfocaba también su rostro, y Maca
sentía la pena que iba a sentir al despertarse. Esther que
entendía su mirada le tenía cogida la mano fuerte, se
miraron con esa mirada que la pobre luz que reinaba en el
refugio les dejaba, una mirada de apoyo de fuerza. Mientras
pensaba en Mona. Los hombres se habían sentado junto a
las mujeres, no estaban tampoco alejados de ese
sentimiento de miedo ante la virulencia del agua. Teresa
que con los años que llevaba viviendo en aquel lugar nunca
había visto nada igual, rezaba para que pronto terminara
aquella inundación que entre otras cosas habría aniquilado
el huerto tantos y tantos años de trabajo. El poco alimento
que obtenían de allí, les habría sido arrancado por las aguas
y su presencia se notaba por los suspiros que lanzaba al
aire continuados. Vilches guardaba silencio sentado junto a
Massamba quien apretaba a su hijo contra su pecho fuerte
como si así pudiera salvarle de cualquier acontecimiento, la
otra mano la tenía cogida Lula, y aquel gesto tierno lo tenía
al borde del llanto.
306 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
Había pasado una media hora donde todos seguían
guardando silencio, en la oscuridad, Mbe se levantó de
dormir, llamándole la atención el sonido del agua, se acercó
hasta el hueco que hacía la función de puerta y cuando se
fue a asomar se resbaló, Teresa que estaba cerca, llegó a
tiempo para detenerlo, pero su grito alertó al resto que se
precipitaron hacia el hueco por donde Teresa por salvar al
niño había caído.
V_ ¡Teresa!... ¡Teresa! –gritaba desesperado.
M_ Teresa –gritó Maca que había acudido tan
angustiada como estaba el resto.
Ng_ Ziku… -lo apartó y sin pensarlo se lanzó al agua
que llevaba una altura considerable.
V_ Ngouabi ¡ven aquí!... ¡estás loco!...
E_ Dios mío –susurró aterrada porque Teresa no
contestaba, y además Ngouabi sin ningún tipo de dudas se
había lanzado a salvarla. Al mirar vio que no había cesado
de llover y como a todas el miedo por la gran mami le había
dejado paralizada.
V_ Hay que bajar –dijo nervioso.
Nm_ Mono mwana… mwana… mami… mami -(mi hijo…
mi hijo) decía desesperada Nmaba.
Ns_ Malembe Nmaba…
Ma_ Ngouabi saber nadar… -dijo alzando la voz
finalmente Massamba que no se había movido del lugar
307 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
entre otras cosas porque se sentía pesado, cansado y
abatido.
V_ ¡Teresa…!
E_ Maca –se acercó hasta ella con el miedo reflejado en
el rostro.
M_ Joder… Teresa…
E_ ¿Sabe nadar?
M_ Sí, pero el golpe… que no le pase nada –decía con
un hilo de voz mientras sus ojos ansiosos por ver en medio
de la oscuridad miraban sin encontrar lo que buscaban.
V_ ¡Hay que bajar!
Sin embargo no era fácil bajar porque el agua había
subido bastante, la aldea estaba totalmente anegada, y se
podía escuchar perfectamente como el río seguía bajando
con violencia, no era seguro que no volviera a entrar otro
golpe como el que había causado aquel desastre. Pero
Teresa no respondía y algo había que hacer, no podían
dejarla ni a ella ni al joven Ngouabi que no había dudado en
echarse en su busca. Vilches miraba alrededor pero no
tenían cuerdas, tan solo unas sábanas que no iban a ser
seguras para nadie. Los niños lloraban sobre todo Mbe, que
se había sentado en los brazos de una Nsona que en
silencio lloraba por Teresa, mientras Lula comenzaba a
rezar en silencio para que nada le hubiera pasado a la que
ella consideraba como su madre.
308 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ ¡Teresa… Teresa…! –gritaba mientras los hombres
pensaban como bajar sin resultar un peligro más añadido.
E_ No se ve nada espera –acercó una de las linternas-.
¿Ves algo?
M_ No… joder… ¿dónde está?
E_ Maca dijo que se había caído la pared del huerto.
M_ Mierda… -suspiró con fuerza y miedo-. Esto se ha
convertido en un río más… y el agua lleva tanta fuerza
que…
Ng_ ¡Mwasi… mwasi! –se escuchaba la voz de Ngouabi
saliendo de la oscuridad, su voz llegaba desde la parte
izquierda, y hacia allí iluminaron las dos linternas de Maca y
Esther.
M_ Vilches Ngouabi –le llamó mientras trabajaban para
unir sábanas y cortinas para bajar atados.
V_ ¿Ngouabi me oyes?
Ng_ Si ziku –gritaba agitado.
M_ ¿La tienes Ngouabi? ¿tienes contigo a mami?
Ng_ Sí, sí –decía.
V_ ¿Y cómo está?
Ng_ No muy bien…
V_ Me cago en la hostia… ¿qué le pasa?... ¿está
consciente?
309 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
Ng_ Sí… mami decir “que viene el cocodrilo mamá…
que viene para comerme mamá”
En el refugio los rostros que habían sido tensos,
asustados, fueron dejando escapar esos músculos
agarrotados para suavizar las expresiones, sin duda,
aunque pensaban que el golpe podía haberle ocasionado
una conmoción, aquella manera de Ngouabi de contar lo
que sucedía y el saber que Teresa estaba bien, hizo que
primero Esther que cuando se ponía nerviosa le entraba esa
risa floja incontrolada y después uno a uno se fueron
uniendo a las risas y algunas lagrimas, hasta que todos
acabaron por reír a carcajadas. Excepto Vilches que
preguntó aún con el susto metido en el cuerpo:
V_ ¿Dónde estás Ngouabi?
Ng_ Estar cogidos en un palo.
V_ ¿En un palo?
Ng_ Mami decir que yo ser… ¿cómo mami? –Vilches
intercambió una mirada con Maca, y ésta elevó las cejas en
señal de desconcierto-. Decir yo musculozo…
V_ Dios mío hay que bajar antes que lo viole que la
necesidad es muy mala.
M_ Se ha debido golpear la cabeza Vilches –le dijo un
tanto preocupada pero sin poder esconder una mueca que
parecía una sonrisa.
V_ Si… no hay tiempo que perder.
310 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ Maca… vamos a romper las sábanas Yildas dice que
atadas unas a otras.
M_ Si, vamos.
Mientras Ngouabi se había podido sujetar a un palo del
granero, en el trayecto se había golpeado varias veces con
troncos que entraban y viajaban por la aldea, la lluvia no
daba tregua y allí entre el palo y su cuerpo reposaba una
Teresa que no cesaba de hablar.
T_ Ay hijo mío que golpe… una no está en edad de
estas cosas.
Ng_ Mami tranquila.
T_ No si mami está tranquila… y mejor imposible ¿eh?,
entre los brazos de un muchachote como tú… ay que
golpe… y lo malo es que la puerta está abierta… y ya verás
ya… tanto burlarme yo de mi marido que se lo comió un
cocodrilo… y me veo yo toda trituradita entre los dientes de
ese bicho… ¡ah que Dios tenga donde se merece a tan
semejante personaje!, vamos… que pa darle un premio al
cocodrilo.
Ng_ Mami no hacer reír o a Ngouabi o no poder –decía
con una sonrisa que en él era tan difícil de ver.
T_ Ay hijo…que golpe… -escupía un poco de agua que
en un movimiento dado le había tapado la cara-. Y el rimel
al carajo…
Ng_ Ya venir pronto.
311 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
T_ No si por mí… puedo estar así como los garbanzos…
remojadita… ¡ay mi pobre huerto!, con todo lo que nos ha
costado.
Ng_ No preocupar, las manos en la tierra siempre nacer
de nuevo.
T_ Mira… tienes razón… -entonces se oyó un ruido-.
¿Qué ha sido eso?
Ng_ No saber.
T_ ¡Ay hijo! –se dio la vuelta agarrándose a su cuello
formando un cuatro con su cuerpo subida a su cintura-. El
cocodrilo… el cocodrilo… mamá que viene el cocodrilo
lalalalalala… larala
Ng_ Mami no hacer reír –decía riéndose.
T_ Hijo… vaya golpe… o como mi hija dice ¡vaya hostia
me he dao!
V_ ¿Qué significa eso de decir tacos a estas alturas?
T_ Vilches hijo, hijo mioooooooooooooooooooooo –se
lanzó a sus brazos.
V_ ¿Cómo estás Ngouabi?
Ng_ Bien –decía cansado y agradecido porque notaba
que las manos ya no le respondían para seguir sujeto.
V_ Venga Teresa ya está… ya está… -le decía pues
había roto a llorar en su cuello.
Ng_ Mami estar un poco mal.
312 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
V_ Ya.
T_ Ay que golpe… he visto todos los espíritus juntitos,
todos alineados como un equipo de fútbol…
V_ Imagino, a ver puedes subir a caballo.
T_ ¡Uy encantada!, no sabes el tiempo que hace que no
abro así mis piernas –le dijo bajito en el oído.
V_ Menudo golpe…menudo golpe –le decía tratando de
no reírse-. ¡Ahora chicos!, ¿Ngouabi aguantas hasta que
venga a por ti?, la corriente es fuerte.
Ng_ Ngouabi aguanta –sonrió.
T_ Ngouabi ser un héroe… mi héroe -decía apoyando
su cabeza contra la de Vilches.
Con la ayuda de los hombres fueron recortando la
distancia que les separaba, hubo un momento donde la
lluvia cedió una tregua, Dib y Zulú ayudaron a subir a
Teresa mientras Vilches iba en busca de Ngouabi para
recogerlo con las sábanas y cortinas atadas a su cintura,
mientras los hombres arriba sujetaban con fuerza.
Cuando Teresa llegó tanto las mujeres como Ramón
que no había parado de ladrar desde que la viera caer se
abalanzaron hasta ella, la ayudaron hasta tumbarla en un
lado para que Maca y Esther pudieran revisarla, Lula con los
ojos emocionados sujetaba una linterna y Nsona le daba la
mano.
T_ ¿El niño… cómo está el niño?
313 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
Ns_ Melesi mami –le dijo con el corazón en la mano.
T_ Ay… -suspiró.
M_ Venga Teresa abre los ojos –le miraba las pupilas-,
tengo que reconocerte, venga.
E_ ¿Bien? –la miró preocupada.
M_ Un poco de conmoción.
E_ El pulso lo tiene alterado una frecuencia de noventa
pulsaciones –decía con gesto concentrado mientras Sissou
enfocaba con su linterna.
M_ Bien es normal… Teresa cariño… ¿te duele algo?
T_ ¡Mira ésta que graciosa!, ¿me duele algo pregunta? –
decía sin poder fijar la vista-. ¿Tú que crees bonita?
M_ Está bien –sonrió.
E_ Habría que cambiarle la ropa… -no podía evitar
sonreír una vez tranquila de tenerla allí con ellas.
M_ Ya pero no tenemos nada… joder… -se pasó las
manos por la cara mientras le tocaba el pecho.
T_ Las manos quietas… obsesa que está tu mujer
delante.
M_ Oye –le riñó pero la mirada de Esther le hizo sonreír.
E_ Voy a ponerle la cortina que queda como si fuera un
liputa le quitamos la ropa y la seco con lo que pueda.
T_ ¡Que viene el cocodrilo!
M_ Tranquila Teresa… todo está bien.
314 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
T_ ¿Bárbara? –abrió los ojos mirando alrededor.
M_ Soy Maca Teresa… -la miró seria..
T_ Menuda hostia me he dao Maca, mi Maca, mi
cariño… que hostia nena –las mujeres incluida Lula no
podían aguantar la risa.
M_ Ya lo sé ya… venga –le besó la frente, pero con un
beso largo y necesitado, su corazón había sentido en un
segundo el miedo a perderla.
E_ Nmaba tranquila… Ngouabi está bien… -le decía a la
mujer que de pie esperaba la llegada de su nieto-. Es muy
valiente.
Nm_ Kele bantu ntima (es todo corazón) –decía
emocionada.
Di_ Arriba –le ayudó a subir Dib.
E_ Aquí lo tienes Nmaba –le dijo feliz al ver al muchacho
apartándose.
Ng_ Mamá… mamá –repitió abrazándose a su abuela
que sintió ante aquellas palabras como su corazón
rebosaba de ternura, como el abrazo de aquel nieto
hambriento de un futuro mejor, de una vida mejor que en
ese momento se aferraba a ella como a esa esperanza de
vida-. Mamá…
Nm_ Kuanwa kuanwa –(cariño… cariño) lo abrazaba
emocionada ante la mirada también emocionada de Esther
que le sonreía.
315 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
T_ Mi héroe… mi héroe –repetía sin cesar.
M_ Nsona vigílala voy a revisar a Ngouabi. Bonso kele
nge? –(¿cómo estás?) le tocaba la cara al ver un golpe en su
pómulo.
Ng_ Ngouabi estar bien… ¿mami?
M_ Mami también –le abrazó fuertemente-. Melesi.
Los ojos del muchacho repletos de orgullo y calor,
hicieron a Maca que su corazón temblara de la misma
manera que lo había hecho al ver a Teresa. Vilches subió y
estrechó la mano a Ngouabi que se sintió orgulloso cuando
los ojos de Massamba le ofrecieron el calor de padre que
tanto le había faltado en la vida, Ngouabi asintió y sonrió, al
mismo tiempo que Esther llegaba para con la ayuda de
Vilches y la linterna revisarle el golpe.
T_ Ngouabi.
Ng_ Si mami.
T_ Melesi –le sonrió dándole la mano.
Ng_ Ngouabi kele kudivuluta na nge –(Ngouabi es feliz
por ti) entonces inclinó un poco la cabeza y con respeto le
dijo-. Mami.
T_ ¡Ayyyyy! Que pedazo hostia.
Y así entre risas de las mujeres más tranquilas, la
cambiaron, los hombres se volvieron todos de espaldas,
para dar intimidad, entre Maca y Esther le quitaron la ropa,
Nsona le puso la tela y Siya le anudó en la parte del hombro
316 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
un nudo seguro para que no se le cayera... entre tanto ella
solo sabía balbucear palabras tales como :
T_ Bárbara... que viene el cocodrilo mamá... mi suki.
E_ Tranquila Teresa. ¿Qué quiere decir suki, cariño? –le
preguntaba mientras le tomaba la mano porque notaba en
su gesto preocupación.
M_ Pelo. Ella se lo cuida mucho.
E_ Es el golpe mi amor y muy fuerte se lo ha tenido que
dar para llamar a Bárbara.
M_ -Maca la miró sería para terminar riendo y negando
con su cabeza-. Gracias.
E_ De nada... te quiero –le dijo bajito.
M_ Y yo.
T_ Kuyongana no kuyongana no aquí... ¡frescas! –(hacer
el amor no... hacer el amor).
E_ Que vergüenza –susurró apoyando su cabeza en el
hombro de una Maca que sonrió.
El tiempo pareció dar una ligera tregua, entonces
Vilches quien se había sentado junto a Massamba, escuchó
las palabras del hombre.
Ma_ El río entrar y salir... si parar de llover el agua
salir...
V_ Ha destrozado el muro de la huerta.
Ma_ Haremos uno más grande.
317 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
V_ No sé si nos ha dejado servible el hospital.
Ma_ Levantar.
V_ Estoy acojonado Massamba –lo miró de reojo
mostrando su temor en los ojos para volver a mirar a todos
los que allí en silencio esperaban a que todo pasara y
pudieran salir de allí-. Hemos crecido y... tenemos mayor
responsabilidad... no puedo dejar que pase nada a la gente.
Ma_ Massamba saber... Massamba ayudar a que mi
gente, tu gente, nuestra gente viva mejor.
V_ Estoy seguro de ello, me siento orgulloso de todo
esto... no tenemos nada y lo tenemos todo –le dijo
susurrando mientras miraba la puerta donde veía el agua
caer.
Ma_ Así es ziku... tenemos todo lo importante, amor y
amistad.
V_ Eres cojonudo, cabrón –sonrió de lado arrancando
una sonrisa al hombre.
La noche pasó entre los delirios de Teresa, a la que
Vilches volvió a reconocer para quedarse tranquilo y las
revisiones a Monwe que empezó a despertarse y ante sus
quejidos, Esther le inyectó un calmante. Los niños dormían
más tranquilos porque había cesado el ruido del agua, y las
mujeres habían quedado medio adormiladas después de la
tensión vivida. Entre ellas una Siya que había estado
sonriendo a un Ngouabi que a pesar de estar un poco en
dolorido, se sentía feliz y más con esa sonrisa cómplice.
318 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
Las que a penas pudieron cerrar los ojos fueron Maca y
Esther, al principio Esther estaba apoyada en el hombro de
Maca, se acariciaban lentamente en la oscuridad como
tratando de mostrarse apoyo, Maca tenía la cabeza
apoyada en los troncos nada cómodos para reposar, pero
su mirada se dirigía hacia fuera, ¿qué quedaría?, su
obsesión era el hospital, pero también reconocía que le
preocupaba no saber nada de Mona, ni escuchar algún
aullido por su parte para dar señales de que estaba bien, si
le había pasado algo, para Esther sería un golpe muy duro,
entonces besó su cabeza instintivamente, arrancando un
suspiro tranquilo a la enfermera que estaba pensando lo
mismo que Maca. En sus brazos un Valiente que no dormía
y se mostraba triste, apagado y sin duda ambas entendían
que la ausencia de Mona, a él, era a quien más había
afectado. Pasadas una hora, cambiaron su postura, Maca
dejó que Esther se refugiara entre sus brazos,
aprovechando la oscuridad, ya que dos de las tres linternas
estaban apagadas y tan solo la que quedaba encendida
iluminaba el gotero de Monwe.
E_ ¿Estás dormida? –le preguntó.
M_ No...
E_ Tengo la sensación de que... estoy perdida.
M_ Y yo... no va a ser fácil –susurró en su oído.
E_ Pero estamos todos bien y... seguro que saldremos
adelante ¿verdad?
319 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ Sí, seguro que si –entonces sus ojos se encontraron
con los de Massamba que también estaba despierto, en
ellos encontró lo que siempre, fuerza y esperanza, le sonrió
a pesar de que no hubiera luz, Massamba vio en la médica
el brillo de la sonrisa-. Saldremos adelante.
E_ Me siento más feliz que nunca de estar aquí.
M_ Y yo de que lo estés. Trata de descansar.
E_ Cuando lo hagas tú –le entrelazó la mano
acariciándola-. Eres mi soporte ¿lo sabías?
M_ Sí.
E_ Ya –sonrió dejándole un beso en el pecho.
M_ Como tú el mío, ¿eso es el amor, no?
E_ Sí.
Ma_ El amor sois las dos –susurró haciendo que su voz
llenara todo de una calidez extrema-. El amor... somos
todos nosotros.
Ellas lo miraron ¿qué más podían decir?
Cuando los primeros rayos de una luz que no sabían
de donde venían les hizo abrir los ojos, vieron como los
hombres no estaban en el refugio, ni siquiera Massamba,
Teresa dormía, así como las mujeres, el gotero de Monwe
estaba en perfecto estado. Maca separó a Esther y en el
movimiento se despertó, sin hacer ruido salieron juntas
cogidas de la mano a la puerta y dijeron:
M_ Joder...
320 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ Dios mío...
Lo que vieron ante sus ojos les pareció desolador, el
barro se había adueñado de todo, los hombres trabajaban,
seguramente desde el amanecer, desde que el agua tal
como había entrado se había esfumado, pero el panorama
que tenían que afrontar era tan descorazonador que ambas
fueron bajando los escalones con la impresión de estar en
otro lugar, en no reconocer nada de lo que veían, una
miraba hacia la derecha la otra hacia la izquierda
encontrando la misma desolación, para cuando se giraron
sus ojos mostraban las mismas lagrimas, el mismo dolor,
fue un impulso el de abrazarse, asustarse, morirse de
miedo de igual manera, ambos cuerpos tiritaban, ambas
mantenían los ojos cerrados el corazón desilusionado.
E_ Maca…
M_ Esto es desolador joder… -protestó mientras se
separaban.
E_ No lo vamos a poder arreglar… esto es…
M_ Es un desastre –miraban a los hombres con tan solo
pantalón sus pechos descubiertos repletos de sudor
tratando de arreglar los destrozos de la puerta-. Nunca
había vivido nada igual.
E_ Bueno mira… así no vamos a solucionar nada… con
esta actitud pesimista… habrá que ponerse manos a la obra
cariño –decía apartándose las lagrimas del rostro.
321 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ ¡Sabes qué tienes razón! –la miró haciendo lo mismo
con una sonrisa repleta de esperanza.
E_ Venga… vamos con Vilches.
Al llegar se encontraron con un Vilches totalmente
desencajado, y a Massamba sentado apoyando su hombro
en una de las maderas de la entrada, por su cara podían
adivinar el enfado que tenía por no poder ayudar, ambas se
acercaron y lo abrazaron. Las mujeres iban bajando una a
una, excepto Teresa que seguía durmiendo, y Bendi que se
había quedado junto a su nieta quien tras ser revisada por
Maca, siguió tranquila. Una a una, iban llegando con el
mismo gesto de estupor, con el mismo miedo y dolor
marcado en sus rostros ante lo dantesco de la situación.
M_ Vilches… ¿qué hacemos nosotras?
V_ No lo sé Maca… no sé ni por donde empezar –decía
con el rostro totalmente abatido.
E_ Nosotras nos encargamos del hospital –dijo
resolutiva Esther.
V_ Creo que no vamos a poder salvar nada.
M_ Tenemos que intentarlo… avisar de lo que ha
sucedido y…
V_ La cafetera tiene agua hasta el volante, la radio no
funciona, la radio del hospital está llena de barro –su rostro
mostraba una afectación total y su voz un cansancio que
sin duda le provocaba la impotencia.
322 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ No pensamos en la radio Maca –la miró con gesto de
pena y algo de culpabilidad.
M_ Es verdad.
V_ De todos modos aunque hubierais pensado para
mover eso es muy complicado. No sé que va a pasar… está
Louabi mirando a ver… no en vano en su compañía militar
fue encargado de la radio.
M_ Joder… así que estamos a merced de nuestra suerte.
V_ Nunca mejor dicho, si señora.
Ns_ Nosotras si ziku dice, arreglar cabañas y cocina,
repartidas con mwasis.
V_ Si… nosotros vamos a tratar de arreglar la puerta
principal que ahora mismo estamos totalmente
desprotegidos.
E_ ¿Y Mona, Vilches?, ¿la has visto?
V_ No Esther… ni rastro –dijo algo preocupado también.
M_ Venga Esther… hay mucho que hacer… estoy
segura que aparecerá su instinto animal seguro le ha hecho
huir hacia las montañas, ellos saben salir de estas
situaciones, vamos cariño… hay que levantar esto como
sea.
Acompañada por su perro, guiándola como siempre
apareció Nmaba, con sus pies descalzos podía percibir el
barro del suelo, podía oler aquel exceso a tierra mojada,
podía sentir a pesar del sol, el frío del desastre. Entonces se
323 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
detuvo cuando el perro la hizo parar, miró al cielo sin ver,
pero sabiendo en su memoria el color que tendría, y
después habló.
Nm_ Ntangu me basikaka, na nzadi na kulula malembe,
ata, beto ntima basikaka na bwala na nki mianda ti salaka.
Kumala kukame na kusalu (El sol se ha levantado, el río ya
duerme tranquilo, ahora, nuestros corazones levantaran la
aldea, con fe y trabajo. Juntos volveremos a nacer).
Si los ojos de Nmaba le hubieran permitido ver, se
hubiera encontrando con todos los habitantes excepto
Teresa, a su alrededor, escuchando sus palabras
boquiabiertos, los hombres con los rostros tensos, las
mujeres con los ojos emocionados, Maca y Esther quietas
como si sus pies hubieran echado raíces en esa tierra que
para ellas era la suya, la tierra que significaba la vida que
tenían, los sueños cumplidos, el regalo más hermoso de esa
misma vida. Y si Nmaba hubiera podido ver, se hubiera
encontrado con la admiración de todos, pero Nmaba no
veía, tan solo sentía, y lo que sentía en aquel hermoso
momento no era otra cosa que el respeto, el cariño y la
fuerza de quien un día uniendo a personas de aldeas, de
tribus o países diferentes, se convirtieron en su familia, en
su gente.
M_ ¡Ya lo ha dicho Nmaba!, a trabajar, vamos –dijo con
la voz algo emocionada pero el animo suficiente como para
dejar la aldea mejor de lo que estaba.
324 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
V_ Las mujeres os dejamos elegir lo que queráis hacer,
nosotros seguiremos con la puerta.
E_ ¿Y Lucero, Ngouabi? –preguntó ansiosa por saber.
Ng_ Lucero y vaca, bien, subidas a la cocina –sonreía.
E_ Menos mal… ¿Y las dos gallinas?
Ng_ Ngouabi las puso a salvo.
E_ Eres todo un héroe ¿lo sabías? –le sonrió
dulcemente.
T_
Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh
hh –se oyó su grito.
M_ Vaya tienes competidora a los gritos –todas las
mujeres se giraron viendo a Teresa cogiéndose la cortina en
forma de vestido-. Hola Teresa… que mona vas.
T_ Menos rollos, ¿qué es esto?, ¡señor!, ¡ay dios!, ¿y
esto?, pero... ¿qué es esto?.. ¿pero qué nos han hecho?...
ay… ay que me da… ay que me da –decía con la mano en el
pecho y los ojos grandes-. Ay que me está dando algo.
E_ A ver Teresa ¿no lo recuerdas?, ayer fuiste Esther
Williams, hiciste una exhibición nadando por la aldea.
T_ ¿Ayer?, ¿aldea? –las mujeres la miraba algo
preocupadas-. ¿Esther Williams?... ¡ay qué me da! ¿pero
que es esto?
M_ Sí Teresa, a ver… estabas muy mal tras el golpe y
quizá no lo recuerdes, pero mal ¿eh? porque para
325 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
preguntar por Bárbara no es por nada pero... –le dijo con
cierto rintintin.
E_ ¡Maca! –la riñó riéndose y las mujeres sonrieron.
V_ ¡Os vais a pasar mucho rato ahí!, digo tenemos
trabajo… oye Teresa… -se acercó a ella y le dijo bajito-.
Creo que deberías abrir más tus piernas, no tienes práctica
y me has desriñonao macho
T_ ¡Pero qué dices! –lo miraba ofendida.
Ng_ Hola mami…
T_ Mi héroe… ahora lo recuerdo todo –decía
abrazándose al muchacho que sonreía mientras Teresa lo
besaba sin parar ante la sonrisa de Nmaba-. Mi héroe
mareeeee.
M_ Ejem.. ejem… -carraspeó mientras Esther la miraba
sonriendo-. Querida Teresa… deja al muchacho que lo vas a
ahogar.
T_ Si no se ahogo ayer –decía sonriendo emocionada.
M_ Ya Teresa pero... ¿tú has visto como vas?
T_
Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh –
salió corriendo con las manos en alto hacia su cabaña, allí
todo lleno de barro, pero el espejo había quedado intacto…
M_ Creo que aún falta otro
E_ Es una copiona.
326 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
V_ Dios todo lo malo enseguida se contagia –dijo
pasando con un tronco en la mano.
M_ Tres, dos –descontaba mirando con una sonrisa a
Esther.
E_ Uno.
T_ Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh…
Las mujeres y los hombres sonrieron, Maca miró a
Esther, Esther miró a Maca, a pesar de todo lo que habían
perdido, se tenían la una a la otra y esa mirada, esos ojos
repletos de amor demostraban que tenían amor y con ese
amor comenzaron a trabajar, se distribuyeron, hasta los
niños ayudaban a las mujeres como una forma de juego, el
hospital era para todos lo primero, había que controlar a
Monwe y era vital que se pudiera montar de alguna manera
una cama, así los hombres una vez las mujeres habían
limpiado las dos habitaciones a fondo, crearon una cama
con hojas de palmera, y otras clases que hicieron un
mullido colchón hasta que el sol consiguiera salvar lo que el
agua había destrozado.
M_ No ha quedado mucho pero... lo vital que son los
antibióticos podemos usarlos.
E_ Si... oye cariño... ¿has visto lo bien que trabajamos
juntas? –le sonrió.
M_ Sí... en todo lo hacemos muy bien juntas.
E_ Si... –la miraba embobada.
327 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ Si –la miraba de igual modo.
T_ No lo puedo creer...
M_ Ya nos rompió la magia –protestó cerrando los ojos.
T_ Tenemos un drama y vosotras tonteando.
M_ Oye tampoco te pases, tenemos mucho trabajo que
hacer y lo sacaremos adelante, hay tiempo para todo.
T_ Cariño... baja de la nube de Esther... toca tierra o
mejor dicho toca barro –paseaba con el culo un poco para
fuera, tal que Esther miró a Maca y Maca miró a Esther
elevando los hombros-. No tenemos nada para comer el
agua se lo ha llevado todo, el huerto está totalmente
destruido, tan solo se ha librado lo que tenía en lo más alto
de la despensa que es maíz, cereales y algo de leche de
coco, alubias y arroz.
M_ Con eso podemos alimentarnos un par de días ¿no
Teresa?
T_ Pinta mal.
M_ También está Lucero, yo con leche me apaño.
E_ Yo haré un esfuerzo y... también –sonrió mirando a
Maca.
T_ Es un desastre... pero estamos todos bien y codo con
codo saldremos de esta. Como siempre sale la gente que
cae y se levanta... –decía con voz triunfante.
M_ El hospital está prácticamente inservible...
328 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ ¿Y las cabañas?
T_ Llenas de barro... esta noche habrá que dormir a la
intemperie.
M_ Teresa... estoy segura que vamos a salir de esta
situación no te preocupes –le decía con voz amable
mientras le frotaba el brazo.
T_ No, no me preocupo, y yo también sé que saldremos
a delante... pero... ¡no teníamos bastantes dificultades ya!
E_ Pues sí... pero de esto como ha dicho Nmaba uno
aprende para ser mejor, y creo que estamos trabajando
para ello.
M_ Oye Teresa... ¿por qué andas así? –la miraba
fijamente.
T_ A ti te lo voy a decir –se marchó con el culo un poco
hacia fuera.
E_ ¿Y eso?
M_ Ni idea... bueno sigamos...
Y siguieron trabajando codo con codo, una vez
colocada la puerta trataron el modo de poder levantar la
pared del huerto, no podían enfrentarse a la noche y la
peligrosidad de la misma sin una protección, tras mucho
pensar y debatir, finalmente lograron unirse para poder
derribar el granero y con lo que iban sacando formar una
valla lo más segura posible, al menos por una noche.
Mientras todo esto sucedía Louabi trataba de salvar la radio
329 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
que sería su medio de comunicación para pedir ayuda,
llevaba algo más de cuatro horas con un trabajo labrado
pero nada había conseguido, demasiada humedad. Todos
habían parado para acondicionar al menos una habitación
en el hospital, lo habían conseguido, Monwe descansaba en
ella sedada, de vez en cuando entraba Esther, Maca o
Vilches, los niños jugaban a sacar las cosas que en las
cabañas estaban repletas de agua, barro y alguna que otra
raíz, las mujeres lavaban con el agua que se turnaban a
sacar del pozo. Nmaba era la encargada de meter las cosas
que podían salvarse en la vasija de barro repleta de agua,
su perro y Ramón la ayudaban cuando algo caía fuera, en
volverlo a su lugar. Valiente perdido en su orfandad no se
movía de los escalones de la cabaña de Maca. Y las gallinas
habían decidido quedarse alojadas al lomo de ambas vacas
que aún con el miedo en el cuerpo no se movían de un lado
de la aldea.
Cuando por fin habían terminado con el hospital, con
trasladar ladrillos para formar un muro, donde los hombres
se las ingeniaban para mantenerlo en pie, Maca y Esther se
acercaron a su cabaña, era ya media tarde cuando
cansadas, desaliñadas, agotadas sin dormir, al entrar la
desolación volvió a ellas, se quedaron mirando aquel nido
de amor y sufrieron el mismo dolor.
M_ Joder...
330 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ ¡Maca el ordenador!, ¡las fotos de la boda!... oh...
no... –por primera vez ambas habían caído en lo que no
tenían ellas, en sus propias perdidas, ya que hasta ese
momento se habían preocupado del resto.
M_ El ordenador... joder... todo Esther... no nos queda
nada.
E_ Uf... pero oye no está.
M_ ¿Cómo que no esta?
E_ No... yo la última vez que lo usé lo deje sobre tu
escritorio.
M_ Que raro... bueno igual aparece río abajo –dijo
desanimada.
E_ Bueno... y la cámara tampoco está –resopló
pasándose las manos por el pelo-. Creo que... mejor
ponernos a trabajar sin nada más cariño...
M_ Si, será lo mejor... pero antes... necesito algo.
E_ ¿El qué?
M_ Un buen beso reconfortante.
E_ Yo también –sonrió-. ¿Te das cuenta que dentro de la
desgracia somos afortunadas?
M_ Sí, no paro de repetírmelo, ¿has visto como trabaja
todo el mundo?, es algo... que logra enorgullecerme cada
vez más de este lugar.
331 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ Si –se abrazaron, Maca pasó las manos por la
cintura, y Esther por su cuello-. Te quiero muchísimo
Maca… nunca me había sentido así tan bien, segura de mi
misma, querida, dispuesta a luchar sin esconderme bajo la
cama, y eso lo has logrado tú.
M_ Mi amor… -suspiró cogiéndole las manos, mirándole
dentro de los ojos, para terminar besándose necesitadas de
encontrarte en su mundo de amor-. Vamos a continuar, nos
queda mucho por hacer.
E_ Si.
Esther salió hasta el pozo para llevar agua y comenzar
a limpiar, Maca sacaba todo, le había llevado el mosquitero
a Nsona quien lo metía en una vasija más grande y lavaban
como habían hecho con todas las sábanas, algunas
directamente las habían echado a la basura inservibles.
Después entre Siya y Sissou habían encontrado el hilo
donde Teresa tendía y allí al sol habían ido secándose las
primeras sábanas para Monwe, y después irían
guardándolas para poder si podían recuperar los colchones
disponer de ellas. En cada viaje que Esther hacía al pozo, su
mirada se perdía por la aldea, habían buscado a Mona y
Bartolo pero no habían dado con ellos, le pesaba aquella
ausencia que estaba segura estaría ayudándoles, y en uno
de esos viajes que hizo al volver vio a Maca con algo
arrugado en la mano, supuso lo que era, y una pena se
instaló en su alma, el único recuerdo de su hijo y había
332 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
terminado destruido. Sabía que Maca en ese momento
necesitaba tranquilidad, pero también apoyo, no necesitaba
una palabra de animo sino, un roce de ternura y fue lo que
hizo, le pasó su mano por la espalda que se irguió al
contacto como en pose defensiva, pero su caricia le hizo
saber que estaba allí a su lado en silencio comprendiendo el
dolor que sentía al perder su único recuerdo. Maca
agradeció el apoyo y el silencio, se giró mirándola a los ojos
y contrayendo la barbilla, suspiró dejándose abrazar,
sintiéndose protegida en ese momento de desamparo.
M_ Era todo lo que tenía de él.
E_ Estoy segura que un día, tendrás mucho más que
una fotografía… te lo dije, cuentas con mi apoyo para
luchar por él –le decía con dulzura acariciándole la frente.
M_ Gracias cariño –suspiró-. Bueno vamos a seguir.
E_ Te quiero.
M_ Esther –la cogió del brazo y Esther la miró
sonriente-. Eres lo mejor que me ha pasado en la vida si tú
has conseguido vencer cosas, yo he conseguido volver a ser
persona gracias a ti, y sentirme una mujer respetada
gracias a ti. Te quiero y espero que a pesar de lo que
siempre decimos, tu vida y la mía tengan un futuro eterno.
Porque todo que quiero eres tú Esther.
E_ Yo también lo espero mi amor –se abrazaron con
fuerza, emocionadas, entregadas. Después se besaron con
una sonrisa y Esther le dijo-. Vamos a trabajar.
333 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ Vamos a levantar nuestro hogar juntas…
Los hombres habían tratado de arreglar la cocina pero
había tanta agua que era imposible hacerla funcionar, tardó
una eternidad pero al final Dib consiguió hacer fuego, y con
ese fuego consiguieron hacer una comida básica
especialmente para los niños. Descansaron todos a la vez,
el día de trabajo había sido duro, en las cabañas no habían
nada, todo tendido, ni siquiera los pocos muebles que
tenían, los habían utilizado para hacer leña. En el ambiente
el cansancio era patente, pero también la tristeza por lo
ocurrido, a Esther la falta de Mona le tenía muy preocupada
y en sus brazos un apenado Valiente ni siquiera había
querido comer.
Mientras, Vilches y Maca habían estado vigilando a la
chica que había comenzado a despertarse, la herida estaba
en perfecto estado y las linternas aquella noche iban a ser
sus compañeras junto a unas cuantas velas que habían
podido salvar. Justo cuando pasaban por delante del
despacho de Vilches donde tan solo quedaba la radio sobre
la mesa, vieron a Teresa sentada en una silla, se detuvieron
los dos en seco, y volvieron sobre sus pasos. Allí la buena
mujer abanico en mano daba aire a la radio, con la mirada
perdida y las piernas algo abiertas. Los médicos se miraron
dudando de que estuviera bien.
V_ ¿Qué haces? –la miraban ambos preocupados.
T_ ¿Qué voy hacer?, tratar de dar aire.
334 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ Pero Teresa por más aire que le des no lo vas a
secar.
T_ ¡Ya hablo la lista!, a ver… ¿cómo crees que se secan
las cosas que se mojan?, no todas claro…
M_ ¿Me estás vacilando? –la miró enarcando una ceja.
T_ Pues… no… ¡además no me distraigáis o pierdo el
ritmo! –les dijo dando aire.
V_ Teresa deja el abanico y come algo que no has
comido en todo el día a penas.
T_ No tengo apetito y necesitamos ayuda.
M_ Pero por más aire que hagas no lo vas a lograr –le
decía un poco desesperada.
T_ ¿Y qué hacemos?, ¡eh!
V_ Mañana iremos con la barca a pedir ayuda… vamos
Teresa –le dijo afectado al ver la tristeza de la mujer.
Entonces a regañadientes se levantó y al verla andar un
poco raro Vilches le preguntó-. ¿Por qué andas así?
M_ Eso le he dicho yo.
E_ ¿Pasa algo? –entró preocupada por la tardanza de los
dos.
M_ Aquí Teresa que no suelta prenda… ¿pero te diste
algún golpe Teresa?
T_ ¡Y dale!; que no.
335 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ Teresa mírame –le dijo cogiéndola del brazo y
deteniéndola-. ¿Qué te pasa?
T_ ¡Está bien!, ¡qué me va a pasar!, estuve más de
media hora con las piernas abiertas cogida a un tronco,
¿cómo queréis que las cierre si ya he perdido la práctica?
Las risas de los tres fueron un grandioso estruendo en
la noche triste, algo que no pudieron controlar, quizá la
tensión acumulada y silenciada muchas veces les hizo reír
de aquella manera ante la explicación de una Teresa que
acabo sonriendo también.
Cansados, rendidos de tanta batalla para poder limpiar
sus cabañas, cansados de tratar de poner a salvo a su
gente, llegaron a la noche, la oscuridad hacía todo más
tenebroso, más triste, pero aquella noche el cielo les había
dado una tregua, las estrellas salpicaban una enorme
alfombra negra que les guiaba en la oscuridad, la luna
grande reflejando con sus rayos todo cuanto alcanzaban, y
la gente, los niños durmiendo en el refugio que les había
gustado para ellos, con ellos aquella noche durmió Siya
quien se había en tan solo unos días, convertido en una
especie de madre para los hermanos de Ngouabi, y Nmaba
con su experiencia y sabiduría, veía el interés de la chica, y
sobre todo la alegría en el tono de voz de su nieto. Ella y su
inseparable perro durmieron en el único colchón que habían
podido salvar, como era lógico todos le cedieron a ella la
oportunidad de descansar sobre él. Los demás se fueron
336 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
retirando debían dormir en el suelo de sus cabañas o en la
tierra aún humedecida. Una hoguera en el centro iluminaba
lo suficiente como para vigilar por Louabi todo cuanto podía
ocurrir y acercarse a ellos. Junto a la hoguera, Teresa, Maca
y Esther seguían en silencio mirando el fuego.
T_ No entiendo porque no aparece Mona –dijo de
repente.
M_ Yo tampoco… es muy extraño.
E_ Valiente está muy mal.
T_ Sigo pensando que está ligando con el novio… y se
ha olvidado de nosotros.
E_ ¿Tú crees? –la miró ceñuda.
T_ ¡Pero cómo puedes tener la poca vergüenza de
preguntar tú eso! –la miraba seria.
E_ Jode Teresa.
T_ A ver si he dicho algo malo, que si la cascada… que
si la ducha… que si arriba… ¿sigo? –las miró seria.
M_ Y lo que nos queda ¿verdad mi amor? –le preguntó
Maca mientras la abrazaba fuerte contra ella.
E_ Verdad.
T_ Jesús…
M_ Deja de protestar y haz algo con ese problema que
tienes en las piernas… te van a crecer telarañas.
337 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ Maca –le sonrió escondiendo su sonrisa tras el
hombro de la médica.
T_ Mira no te contesto… porque ¡tienes razón!, ¡pero
qué voy a hacer!.. ¡eh!, el idiota de mi marido prefiero que
lo comiera un cocodrilo antes que lo hiciera yo…
M_ No… si… lo entiendo ¡eh!, lo entiendo –le dijo seria y
entonces las tres volvieron a reír divertidas.
T_ Me voy… no puedo más pensé que Mona podría
volver pero… debe estar muy entretenida en algún lugar.
E_ Ojalá.
T_ Seguro que sí, no te preocupes –la besó en la frente-.
Buenas noches.
E_ Buenas noches.
M_ ¿Y yo? –le preguntó con gesto serio.
T_ ¿Después de las telarañas quieres que te dé un
beso?
M_ Pero si solo miro por ti y me preocupo por ti.
T_ Si, si.. procurar descansar ¿eh?... que una no tiene el
cuerpo para tonterías… ay que dolor…no si… es que no
puedo ni juntar ciertas partes, voy a ponerme un poquito a
remojo… ¡oh que dolor!... pobre de mí… mareeeeeeeee.
Allí muertas de la risa se quedaron Maca y Esther sin
poder parar de reír. Después, durante un rato más se
quedaron abrazadas frente al fuego mirando el cielo.
338 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ ¿Nos acostamos o nos quedamos aquí?
E_ Lo que tú prefieras… hace tan buena noche.
M_ Si… pero mejor en la cabaña, así te podré abrazar.
E_ ¿Sólo abrazar? –se levantaron.
M_ ¿Te quedan fuerzas para algo más?
E_ Pudiera ser… pudiera ser…
M_ Uf –resopló mientras entraban a la cabaña-. Voy al
lavabo, ves poniéndote cómoda.
E_ Vale… ¿nos queda agua?
M_ Sí, sí… tranquila.
E_ Vale… -comenzó a desnudarse, y se puso un
camisón lo suficientemente ligero para ser arrebatado
rápidamente, mientras pensaba aquello una sonrisa
bobalicona y ardiente dibujaba su rostro.
M_ “¿Qué debe estar pensado?, me encanta cuando se
pone así”.
E_ ¿Ya?
M_ Sí… ya…
E_ No te duermas ¿eh?
M_ No te lo aseguro así que deprisita.
E_ Joder…
M_ Vamos Esther que me duermo… venga… mira que
eres tardona… vale…venga…
339 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ Jo Maca… jo…
M_ Pero mira que eres pija –le dijo sonriendo mientras
la veía llegar.
E_ Sí, tu pija preferida ¿no?
M_ Mmmm como pija prefiero a Mona… como mujer te
prefiero a ti –le estiró del brazo provocando que cayera al
suelo y se quejara-. Quejica… estás hecha una quejica.
E_ Cuando estábamos fuera, la luna en tus ojos te hacia
brillar la mirada.
M_ Es que ahora me voy a convertir en mujer loba y te
voy a comer.
E_ Eso me encanta… ¿un masajito primero? –le ponía
cara de niña buena.
M_ Claro mi reina… para mi niña lo que sea…
Maca le quitó el camisón, ante la sonrisa pícara de
Esther la dejó desnuda, Maca se pinzaba el labio inferior
mientras suspiraba delicadamente, Esther sonrió girándose
para que le diera ese masaje en la espalda, Mac no lo dudo,
comenzó a recorrer su columna con la lengua ante el
estremecimiento de la enfermera, después comenzó a
besar despacio, hasta llegar a la base del cuello sintiendo
su propia excitación, para después comenzar a masajearla,
la respiración de Maca conforme tocaba la piel de Esther
iba en aumento… la necesitaba… a pesar de todo aquella
340 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
noche necesitaba sentir más que nunca el amor. Dejó sus
manos para continuar besándola cuando de pronto.
E_ gggggggghhhh.
M_ ¿Esther?... ¿Esther… te has dormido? –le preguntaba
de rodillas acercándose a su rostro.
E_ Mmmmmmm.
M_ Joder… no… ¿y qué hago yo ahora con todo este
fuego mi niña? –le preguntó sonriendo para meterse en el
saco con ella y abrazarla-. Te quiero pequeña.
El rojo del amanecer, comenzaba a dar la señal de que
otro nuevo día comenzaba, pero era tal el cansancio en
todos, que hasta Teresa dormía, a lo largo de la noche, una
vez Vilches, y otra Maca fueron a revisar los goteros de
Monwe, pero lo demás todo seguía tranquilo, las gallinas
con el susto pasado se habían quedado sin poder cantar,
así todo tranquilo sin alteraciones, sin sobresaltos hasta
que:
E_ Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh.
M_
Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh.
_
Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh
hhh
Todos salieron de sus cabañas, Teresa desquiciada con
la escoba en sus manos, Vilches desencajado ante el nuevo
341 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
grito de Esther, acompañado esta vez por Maca que era lo
que realmente le preocupaba, Ngouabi y los demás se
habían quedado a las puertas de la cabaña y al abrir Vilches
vio algo impresionante.
E_ ¡Mona cariño… cariño! –la abrazaba emocionada
mientras el animal se aferraba a su cuello.
V_ La madre que te parió Esther.
Mo_ Uh uh uh –señalaba hacia fuera.
M_ Esther casi me matas –le dijo con cierto enfado.
E_ ¿Qué hubieras hecho tú?, he abierto los ojos y Mona
estaba en mi cara mirándome con los dientes fuera.
M_ Joder…
Mo_ Uhhhhhhhh –se le echo al cuello.
T_ Aparta que llevo la escoba… aparta que las voy a
poner buenas… que esto no es bueno para mi salud… tanto
gritito... déjame Vilches que con dos escobazos se les va la
tontería.
Mo_ uhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh –llegó hasta ella Mona
subiendo a sus brazos y besándola mientras señalaba fuera.
V_ Oh…oh? –miraba a Mona con sus ojitos tristes.
Mo_ Uhhh ahahahahahahaha –se golpeaba el pecho con
los dientes bien hacia fuera lanzándose a coger entre sus
brazos al pequeño Valiente.
Va_ ah ah –aullaba emocionado.
342 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
T_ ¿Qué es eso? –decía tras limpiarse las babas de
Mona de su cara.
La_ kukangula…kukangula (abrir… abrir) gritaba casi
fuera de sí.
V_ ¡Ayuda… vienen a traernos ayuda Teresa! –le dijo
yendo a ayudar a los hombres a abrir la puerta.
M_ Joder… como me va el corazón –decía jadeando
mientras se trataba de vestir rápido.
E_ A ver –se acercó poniendo su mano en el pecho,
Maca la miró con una mínima sonrisa en sus labios-. Pues
si… te va muy rápido, ahora más.
M_ Esther no seas mala –la miró intensamente.
E_ Ay… ¿quién será?, ¿Dávila?
M_ No lo sé… corre…
Salieron corriendo justo en el momento en que el jeep
de Bárbara entraba a toda velocidad con Bartolo encima, la
cámara y el ordenador de Esther, la bocina rugía de igual
modo que los niños cantaban, las mujeres gritaban con sus
voces para dar la bienvenida, Teresa dejaba la escoba y sus
manos se tapaban la cara, emocionada sin duda de ver que
tras el jeep de Bárbara llegaba un camión y en él, suponían
que ayuda. Maca y Esther cuando vieron aquella estampa
no pudieron más que cogerse de la mano, entrelazando sus
dedos con fuerza, cuando Esther vio como Mona se
acercaba a Bartolo y sacaba aullando el ordenador. Sintió
343 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
como sus lagrimas rodaban por las mejillas, sintiendo la
mano de Maca acercándola hasta su cuerpo.
B_ ¡Hola mi ladys! –levantaba las manos aquella rubia
con pantalón corto, trenzas y su gesto de bonanza.
T_ No me lo puedo creer… ¡y esto!
B_ Esto es para mi gente, Mona vino y me avisó, no
podíamos llegar porque no se podía cruzar el río así que…
aquí estamos –sonrió.
T_ Gracias –la miró emocionada.
B_ Pero esto no es por nada.
M_ Muchas gracias Bárbara…
B_ No, no… a cambio quiero algo.
T_ ¿Cómo que a cambio? –la miró con sus ojos grandes.
B_ Quiero un favorcito de mi bella damisella –le dijo
cogiéndola la mano con dulzura y gesto repleto de amor.
M_ Hostia –susurró sin poderlo evitar.
T_ ¿Qué favorcito?, ¿una comida? –le preguntó soltando
su mano.
B_ No –se acercaba a ella mirándola fijamente.
T_ ¿Un Otin funfun? –elevaba una ceja.
B_ No.
T_ ¿No? –la miró con gesto vacilón.
344 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
B_ No, Bárbara querer un dikapo de su mademoiselle –
le dijo poniendo morritos.
T_ ¡Dikapo! –gritó como loca abriendo los ojos.
M_ Jajajajaa –sonrió pero ante la mirada fulminante de
Teresa carraspeó-. Ejem.. ejem.
T_ ¡Ni loca!
B_ ¡Muntus! ¡kukanga! –(hombres parar) dijo elevando
la voz y los hombres pararon.
E_ Esto… creo que vamos a ver si funciona la cámara
Maca.
M_ Esto no me lo quiero perder… le ha pedido un beso
y si no se lo da no bajan nada del camión.
E_ ¿Crees qué se atreverá?
M_ ¿Bárbara?, sí, claro.
T_ Bárbara… Bárbara –la miraba negando con la cabeza
puesta en jarras.
B_ ¡Muntus kulanda! –(hombres seguir).
Los hombres que no entendían aquel juego de Bárbara
cuando les dio la orden de seguir, continuaron con la
descarga mientras Maca y Esther se fueron a ayudar a
Vilches tal y como les reclamó. Entonces un aullido de
Teresa les hizo ver como Bárbara estiraba de la mano de la
gran mami que parecía toda escandalizada.
T_ Ayuda… ayuda… -gritaba sin parar.
345 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
B_ Mi lady… no pasar nada… mi lady… beautiful… yo
hacer reina del universo.
T_ Ay… ay… que esta mujer me va a violar…
M_ Las telarañas Teresa… las telarañas –le gritaba
muerta de risa Maca.
E_ ¡Maca deberíamos hacer algo!
M_ Deja a Bárbara que con tiempo terminará cazándola
–decía divertida.
V_ Los tapones… donde tengo los tapones… -decía
buscándose por los bolsillos.
E_ Maca… yo creo que… -quería mostrarse seria pero
ante el gesto de Vilches no pudo más que reír.
M_ Esther… Teresa ya es mayorcita… estoy segura que
no le va a hacer nada, ¡anda quita esa cara de susto!
No las tenía todas consigo Esther, miraba hacia la
cabaña de Teresa como esperando un grito pero nada se
escuchaba, no hubo grito, no hubo absolutamente nada, lo
que si hubo en manos de los demás fue comenzar a
descargar comida, ropa, sábanas y paja para hacer
confortables colchones. Los hombres bajaron del camión un
aparato con mucho cuidado.
V_ ¿Y eso?
Lo_ Ziku es una radio –se mostró feliz.
V_ ¡Pero!
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Z_ Ziku… venir conmigo uno de los hombres decir
poder arreglar luz.
V_ Joder voy a empezar a creer en Santa Bárbara y me
voy a poner a llorar a moco tendido ¡macho!
Ng_ Ziku… traer eso –hacia señas con las manos.
V_ ¿Ladrillos?
Ng_ Inga Ziku –sonreía.
V_ Joder…
Los hombres se acercaron hasta Vilches, reconoció a
uno de ellos era Mugamba un hombre que le había atacado
un león y él y Maca, habían salvado su vida cuando nada
parecía que iba a ser así. El hombre le sonrió con
amabilidad enseñando orgulloso su gran bocado del león,
Vilches asintió y el hombre finalmente lo abrazó, lo abrazó
con fuerza mientras le decía.
Mu_ Beto me kumama bampangi, kwisa sambu na
kusodisa –(somos hermanos, venimos para ayudar).
V_ Melesi bampangi (gracias hermano) –le dijo con los
ojos emocionados, la ayuda de aquellos hombres sin duda
les iba a salvar de pasar más fatigas de las que estaban
acostumbrados.
En la cocina, las mujeres cuchicheaban sobre Teresa,
no llegaba y Bárbara era muy peligrosa, sonreían, mientras
Maca era una de las que más cizaña metía en contra de
Teresa. Esther de vez en cuando miraba por la ventana,
347 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
debían aún de limpiar parte de la cocina para poder meter
la comida que traían y en esas estaban.
M_ Quieres dejar de mirar, cotilla –le dijo sonriendo
mientras la besaba.
E_ Maca… que… bueno que yo… ¿tú crees que Teresa?
M_ ¿Tú, no? –enarcó una ceja mordiéndose el labio
mientras le miraba insistentemente.
E_ No me mires así –le dijo con algo de vergüenza
mientras sonreía.
M_ Me debes lo de anoche –le dijo bajito.
E_ ¿Anoche? –junto sus cejas mirándola divertida.
M _Sí anoche…
T_ ¡No quiero ni un solo comentario! –apareció radiante
Teresa y cuando Maca fue a hablar le dijo-. ¿Quieres
quedarte sin tu postre?
M_ Nada… nada… Teresa… yo no he dicho nada.
T_ Bueno a trabajar… manos a la obra que vamos a
tener una aldea mucho mejor que la que teníamos, porque
como dice Nmaba ¡la vamos a levantar con el corazón!
Y así empezó a cantar mientras las mujeres se
sumaban a sus cantos, hombro con hombro siguieron
limpiando la cocina, el comedor, para poder entrar todo
aquello que les iba a dar la oportunidad de seguir en pie.
348 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ ¿Muy contenta no te parece? –le preguntó bajito
Esther.
M_ Ya te digo –le contestó mirándola nuevamente con
ardor.
E_ No me mires así que me enciendo.
M_ Pues por eso te miro así, porque quiero que te
enciendas –le susurró rozando su nariz en la de la
enfermera que se quedó quieta sin reacción.
A mitad mañana la cocina estaba como si realmente
no hubiera pasado nada, habían hecho una cadena
mujeres, hombres y habían limpiado gracias a lo que
Bárbara había traído, trapos, y primitivos utensilios de
limpieza, en dos horas la cocina volvió a ser la que era, y
con ilusión guardaron la comida con la que se podrían
abastecer como mínimo y según las cuentas de Teresa,
siempre y cuando no pasara nada, una semana. En esa
semana se podría recibir más ayudas de la central.
E_ ¿Has hablado con Bárbara?
M_ Pero que cotilla eres.
Se dijeron una de las veces que entraron y salieron
con cajas. Sonreían a pesar de todo, eran felices entre
bromas y risas las mujeres comenzaron a preparar algo
para poder invitar a los amigos que habían llegado y
estaban ayudando a levantar una valla en condiciones, con
aquellos ladrillos viejos pero que se podían utilizar.
349 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
Z_ Mwasis, venir.
M_ ¿Qué pasa?
Z_ Venir. Mami… mami… venir… venir todas –les decía
ilusionado-. Esto ser regalo de hombres a mujeres, para
mami, esposas nuestras y mwasis.
M_ Joder…
E_ Pero…
T_ Oh… oh…
Los ojos de todas se abrieron como platos, no podían
entender como en cuestión de horas, lo que era un patatal
destruido por el agua, y el barro, con la ayuda de aquellos 6
hermanos más, se había convertido en un huerto mayor,
habían conseguido levantar la valla tal y como Dib y Yildas
habían ido diciendo, Massamba entendía que eran más
personas en el aldea y era el momento de expansionarse,
porque aquel era su nuevo hogar. Y con el trabajo de todos,
todo fue mucho más fácil, una Teresa emocionada miraba
sin poder creer lo que veía, si horas antes había llorado por
su huerto destruido, en ese momento lloraba por su huerto
nuevo reconstruido, y fue Maca quien comprendiendo sus
emociones la abrazó, fue Maca esa hija que había
encontrado en ese África que volvía a darle la lección de
que con muy poco se podía hacer mucho si le ponían fe y
voluntad, se aferró al abrazo a la felicidad, a la esperanza.
V_ Ahí tenéis vuestro huerto, ahora solo falta conseguir
las semillas.
350 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
T_ Gracias… melesi na bantu, melesi na ntima (gracias
a todos, gracias de corazón).
B_ Una gran mami merece un gran huerto –dijo
sonriente Bárbara.
T_ Gracias –le dijo con emoción abrazándola
fuertemente.
E_ Mira… mira –le dio un codazo a Maca.
M_ Cotilla –le respondió sonriente.
V_ Bueno pero ahora vamos a exigir nuestra buena
comida mientras tratamos de armar la radio y devolver la
luz.
T_ No se hable más… vamos chicas.
M_ Massamba, ¿qué vais a hacer ahí?, habéis dejado
mucho hueco –le preguntó con la mirada repleta de calma y
felicidad.
Ma_ Un nuevo hospital… aquel estar caído mwasi.
M_ ¿Un nuevo hospital? –le preguntó sonriente.
Ma_ Si mwasi… para que mwasis no marchen nunca de
su hogar.
M_ Gracias Massamba –le dijo realmente emocionada
como siempre acostumbraba a hacer el hombre,
emocionarla por la sencillez de su ternura y sus palabras.
En la cocina todas ayudaban a preparar algo para
comer con la carne que habían traído, Teresa preparaba el
351 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
plato favorito de Bárbara Baigné, y ésta se mostraba feliz
por ello.
M_ Teresa, eso es un trato de favor. ¿Tanto te ha
gustado? –la miraba sonriente.
T_ Mira guapa, mejor te estás calladita.
M_ Va dime… ¿la has besado? –sonreía.
E_ ¿Qué pasa?
T_ ¡Pero bueno sois un par de cotillas!
M_ De alguien lo hemos heredado ¿no? –sonrió.
V_ Maca deja de hablar y ve a comprobar como está
Monwe.
M_ Voy –respondió borrando su sonrisa.
E_ Te acompaño.
V_ No hace falta Esther –la miró con mirada seria.
M_ Vale tranquila… ayuda aquí.
E_ ¿Por qué no puedo ir? –le preguntó algo extrañada.
V_ La chica ha despertado y tiene que enfrentarse a
Maca, para ella cuanto antes lo haga mejor.
E_ ¿Enfrentarse?
V_ La chica quería morir por ese hijo, Maca le salvó la
vida pero perdió al hijo y ella ahora tiene que admitirlo, son
las reglas de la Selva, cuanto antes la mire a los ojos, y vea
que Maca no es un demonio, mejor.
352 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ Pero…
V_ Es la Selva, es África…
E_ De acuerdo, la espero aquí –entonces vio como
Ngande el nieto de Nmaba estaba sentado llorando frente a
su cabaña. Se acercó a él con el rostro serio-. Hola. ¿Qué te
pasa Ngande?
Nga_ Balón.
E_ ¿Qué le pasa al balón?
Nga_ Yayi kwenda na nki masa (irse con el agua).
E_ ¿No está?, ¿eso quieres decirme? –lo miraba triste
mientras le hablaba con ternura.
Nga_ No está mwasi –sus ojos derramaban lagrimas sin
parar.
E_ ¿Sabes una cosa Ngande?... cuando tu pides una
cosa con esto –le señaló el corazón mientras lo aupaba en
sus piernas-. A veces el deseo se cumple… ¿me entiendes?
–el niño asintió con la cabeza-. Yo voy a ayudarte ¿vale?
Nga_ Mwasi tener balón.
E_ No cariño… pero mwasi está segura que tendremos
balón para otro partido mwasis –decía riéndose
ampliamente y haciendo cosquillas al pequeño que reía-.
Eso está mejor. Así seguro vendrá el balón.
Nga_ Melesi –le dio un beso.
E_ Melesi nge kuanwa (gracias a ti cariño).
353 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
Y aunque sonrió al niño, su mente se quedó
preocupada por Maca, sabía que si la reacción de la chica
era mala, le iba a afectar, y eso le preocupaba porque
llevaban dos días muy intensos con demasiados altibajos, y
aunque realmente todo eran alegrías, en el fondo sabía que
aquello traería complicaciones y debían estar fuertes para
soportarlas. De ahí su estado de animo debía recuperarse
cuanto antes y si sufría otro revés, volvería a mostrarse
triste y eso a ella le oprimía el corazón.
Tras un buen rato la vio salir del hospital, pensativa,
mordiéndose una uña, se acercó con su sonrisa de siempre
cuando se encontraban y la abrazó.
E_ ¿Qué tal mi vida?
M_ Bueno… si contamos que me odia no muy bien, pero
si miro a su abuela y me sonríe por salvarla de la muerte
segura, mejor.
E_ Se le pasara Maca, ya lo verás.
M_ Si… Lula al principio le hizo lo mismo a Vilches, si no
eres curandera o bruja, y eres médico te miran con malos
ojos, ella piensa que yo mate al bebé.
E_ Démosle tiempo cariño.
M_ Claro… venga que hay que preparar la cama –le dijo
tras un suspiro.
E_ ¿La cama?
M_ Claro… ¿tú no veías Heidi cuando eras pequeña?
354 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ Me encantaba.
M_ Como buena pija… seguro que soñabas con una
casa como la de Clara –le decía en tono burlón.
E_ No tonta –le golpeó el brazo graciosamente-. Soñaba
con tener una amiga como Clara, y un perro como Niebla.
M_ ¿No me digas? –le preguntó seria.
E_ Sí.
M_ Yo soñaba lo mismo.
E_ Si es que estamos hechas la una para la otra –sonrió.
M_ Anda pasa que te voy a enseñar yo a ti para lo que
estamos hechas.
E_ Jijijiji –sonrió contenta entrando dando un saltito.
M_ Además me tengo que cobrar el susto de esta
mañana, ¡joder pensaba que estábamos al borde de la
muerte!
E_ No me lo recuerdes… que susto me ha dado Mona
¿tú sabes lo que impresionan sus dientes de cerca y su
hocico negro, y esos ojos?
Y así continuaron con su ropa, lavaron lo que creyeron
que podían salvar, la mayoría de botas y zapatos los
tuvieron que limpiar dedicándole mucho tiempo, hasta que
las llamaron para comer, dos besos, y volvieron con el resto
de la gente.
355 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
La hora de la comida llegó, todos dejaron de hacer lo
que estaban reconstruyendo y se dedicaron a compartir
anécdotas y proyectos durante la comida que de esa
manera se hizo muy amena, los hombres seguían dando
vueltas en sus cabezas a la forma de conseguir ayuda para
poder levantar otro hospital en el hueco grande que habían
dejado en el huerto. Las mujeres hablaban animadas de
todo lo que podrían plantar en el huerto. Y Mona mimaba a
Valiente que después de todas las explicaciones
pertinentes, entendió que Bartolo iba a ser su nuevo padre,
y que no iban a dejarlo nunca solo.
No perdieron mucho tiempo tras la comida, las
mujeres fregaron los cacharros mientras una parte de
hombres trataban de recomponer las tuberías para el agua
y poderla utilizar, otros trataban sin éxito de lograr la
electricidad y Louabi junto a otro de los hombres
recomponía la radio de la manera que podía.
Lo_ ¡Ziku, ziku! –sonreía y en sus ojos el brillo
demostraba la felicidad por primera vez desde que lo
conocían-. Ir… ir radio.
V_ ¿De verdad?
Lo_ Sí –sonrió.
V_ Gracias muchacho no sé si eres consciente que nos
has salvado la vida –lo abrazó con fuerza.
Z_ ¡Ir radio mami! –gritaba Zulú a Teresa que estaba
hablando muy relajada con Bárbara.
356 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
T_ ¿Qué?
Z_ Ir radio poder pedir ayuda…
T_ Gracias a Dios, ¡ay que alegría madre!, ven aquí
peazo rubia –le dijo a Bárbara mientras se dejaba abrazar
encantada y le daba una buena palmada en el culo-. ¡Eh!,
las manos quietas.
B_ Mi bella siñora ser una tentación y ahora más
después de probar.
E_ Maca que lo ha probao –le decía abriendo los ojos
mucho mientras Maca sonreía con Nsona.
M_ ¿Y?, tú también cariño.
E_ Pero joder… es… es… Teresa –le dijo escandalizada.
Ns_ Mami ser mami… es verdad… pero mami… no ser
tonta…
M_ ¡Ves hasta Nsona lo entiende!
E_ No pero es que yo no es que no lo entienda a ver…
es otra cosa.
M_ ¿No has visto que se le han arreglado las piernas?
Ns_ Jajajajaja.
E_ Joder Maca… que es Teresa, que es como si mi
madre… ¡uf déjalo!
M_ Eso déjalo no vayas a comenzar a pensar demasiado
y tenga que acudir de urgencia a ti, mi niña.
E_ No si encima te burlas.
357 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
MyNs_ Jajajajajaja.
A mitad tarde aquel contingente de ayuda encabezado
por Bárbara salía de la aldea dejando luz y agua,
preparados para en el momento fuera necesario poderlo
utilizar. La despedida fue de las grandes, todos se
abrazaron agradeciendo en todo momento el esfuerzo de
aquellos hermanos, y sobre todo la ayuda de Bárbara que
no había dudado ni un instante en ir al rescate de sus
amigos.
Habían decidido cambiar el horario, se acostarían al
atardecer para no gastar luz hasta que estuviera
totalmente reorganizado el motor eléctrico y se levantarían
al amanecer para aprovechar las horas del sol y seguir
trabajando.
En las cabañas tan solo Nmaba y Nsona que
estaba embarazada tenían colchones, de los que se habían
secado, los demás se habían hecho con paja una especie de
colchón tapándolo con sábanas para que no les llegara a
picar, Maca y Esther tras estar un rato con Teresa y Vilches
que no había podido localizar a Dávila, se marcharon
dejándolos solos ante la fogata.
T_ Es increíble ¿verdad?
V_ Sí... cualquiera lo hubiera dicho.
T_ Oye Vilches porque queréis hacer el hospital en el
hueco del huerto, yo creo que ahí deberíamos hacer otra
cabaña más, y ahora que tenemos ladrillos podríamos abrir
358 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
el hospital por la parte que se ha estropeado y levantarlo
con esos ladrillos nuevos, podríamos alargarlo lo suficiente
como para tener un hospital digno, y en el lugar nuevo
podríamos hacer otro quirófano, eso si, habrá que pedir
instrumental, pero vamos... que creo podríamos alzar otra
cabaña, y con el huerto que nos queda seríamos una aldea
interesante.
V_ ¿Qué te ha hecho Bárbara?, te ha dejado la mente
fresca, porque eso no se nos ha ocurrido a nadie.
T_ Es que... –se reía divertida.
V_ Eres la mejor Teresa... la mejor –la besó en los labios
cogiéndole de las mejillas-. La mejor.
T_ Mira... oye... no todos los días le pasa esto a una, un
morreo con tocamientos en toda regla ¡y vaya tocamientos!
–reía bajito divertida-. Y un beso de Vilches... bien... hoy
Teresita... te lo has ganao. A la cama Ramón.
Tras la puerta de la cabaña, estaba apoyada Maca
recibiendo de los labios de Esther toda la dulzor que tenía,
y sentía por ella, los labios se buscaban, los chasquidos
dibujaban una banda sonora de amor y pasión, algún
suspiro, algún susurró.
M_ Cariño…
E_ ¿Qué? –se separó mientras bajaba sus manos hasta
el culo apretándolo con ansias.
359 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ No hacen falta palabras ¿no crees? –le preguntó
mirándola intensamente a los ojos mientras los suyos no
escondían un ligero temblor de emoción y paz.
E_ Es cierto… tan solo hace falta amor –la miró de igual
manera.
Y no hubo más que decir, lentamente aunque con
varios tropezones que les hizo sonreír fueron hasta aquella
nueva cama, sin dejar de besarse se fueron desnudando
lentamente, querían que el momento fuera eterno,
conocían el camino que debían recorrer y disfrutaban
alargando el momento, Maca empujó suavemente a Esther
sobre la cama, y Esther ya desnuda gimió.
E_ Nunca lo había hecho en una cama así… ¿y tú? –ante
la media sonrisa de Maca agregó-. Déjalo no me
contestes…
M_ Mi Heidi… -le musitó en la oreja mientras se dejaba
caer sobre ella, rozando cuerpo contra cuerpo.
E_ Ohhhh –gimió mientras sus manos recorrían
despacio y suavemente la espalda de Maca tras la
intromisión de la lengua de Maca en su oreja.
M_ Ahhhh –devolvió la intensidad del gemido al notar la
caricia y rozar ambos sexos.
E_ Maca… -susurró mordiéndose el labio mientras abría
sus piernas para que Maca se acoplara mejor.
M_ Así mi amor… así…
360 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
Y Esther exhibió su cuerpo ante los ojos de una Maca
deseosa de recorrer los caminos que aquella piel le
marcaba, esos caminos que la llevarían a la suprema
felicidad, al lugar donde tan solo eran Maca y Esther, y
comenzó acariciando con sus yemas lentamente desde sus
labios hasta su ombligo, mientras Esther repasaba sus
brazos con total suavidad, se miraban sonrientes, no había
prisa para llegar a la eternidad. Tras la sonrisa los labios de
Maca comenzaron a recorrer los senderos, su cuello, sus
pechos, mientras Esther movía con lentitud su cuerpo,
buscando una y otra vez el de su mujer, a veces lo
encontraba y a veces lo perdía, entonces sus manos
posadas como si fueran dos señales en las caderas de la
médica, le dirigían al lugar que esperaba, pero Maca seguía
buscando caminos, su lengua dibujó círculos en los pezones
que como dos amapolas que esperaban la llegada de la
abeja se mostraban listos para ser lamidos, para ser
engullidos con lentitud, con delicadeza, entre los gemidos
de la enfermera que no abría la boca, que necesitaba
apretar sus mandíbulas.
Sus oídos se habían abandonado como si estuviera en
la cascada, escuchando en su interior una ligera marea
insistente su sangre, recordándole el placer que su cuerpo
estaba recibiendo en altas dosis de pasión y ternura.
E_ Sigue… -musitó con su voz casi inaudible.
361 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
Y Maca seguía buscando el recorrido como aquel
camino que en otoño está repleto de hojas, y que al pisar se
escucha su inconfundible sonido quebrado, de igual modo,
Maca escuchaba a cada paso que sus labios daban, los
gemidos de Esther que apretaba los ojos porque seguía
escuchando la cascada de placer que rebosaba ya en su
corazón. Y entonces Maca subió, y encontró unos labios
como fresca fuente en su recorrido, para recuperarse, para
refrescarse, y así lo hicieron los labios y la lengua de
Esther, la recibió, la llenó de una humedad cálida mientras
sus brazos estrechaban su cuerpo, mientras rodeaban su
cuello, mientras Maca golpeaba suavemente su sexo
humedecido contra el de Esther que igualmente buscaba,
se encontraban con movimientos leves, mientras sus bocas
iban tornándose fieras, mientras sus lenguas más y más
buscaban, más y más encontraban y los gemidos
comenzaron a llenar de sonidos su cabaña, y los suspiros
llenaron de musicalidad la estancia, encontrando lo que
tanto se ansiaba, el amor.
Con suavidad giraron en la cama, y fue Esther quien
aún notando su propia y ajena humedad y deseo, recorrió
los mismos senderos dibujados en el magnifico prado que
para ella le entregaba una Maca extasiada, que entre abría
la boca, que cerraba que buscaba en las raíces de su
memoria y no hallaba esa sensación de sentirse tan amada,
tan intensamente amada. Y aquellas caricias repartidas a
igual por los labios y manos de Esther, le hicieron poco a
362 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
poco sentir más y más locura, terminó por levantarse con
los ojos encendidos en deseo, en ardor, en una lascividad
tan profunda que Esther sonrió, abriendo sus piernas y
acoplándose a sus caderas mientras la mano de Maca
tomaba vida. Una vida que era la que Esther necesitaba en
esos momentos en los que su mano buscó el mismo
sendero, juntas caminando entre un rabioso prado, intenso
en colorido, en variedad de flores, en un maravilloso cielo y
bebieron de sus labios como si se asomaran a un río que
llegaba y desembocaba de forma afluente en sus sexos. Y
gemían, y rugían, y besaban, hasta que Maca le dijo entre
jadeos, entre suspiros.
M_ Mírame Esther… mírame.
E _Maca… -la miró.
M_ No cierres los ojos.
E_ No puedo –decía casi rozando la locura.
M_ Quiero verlo…
E_ Y yo… ah… -pero no pudo soportar tanto placer, el
camino iba dejando paso a la cascada en su máximo
apogeo, y entonces su espalda le obligó a arquearse hacia
detrás dejando el cuello libre para ser atrapado por la boca
de Maca, clavó suavemente sus dientes, rugió como si se le
fuera la vida ante tal intensidad, después lamió la zona y
Esther volvió a mirarla, ella también quería verlo-. Ya…
Maca…
363 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ Si… si –musitaba mientras notaba como su cuerpo le
avisaba tensándose.
E_ Eso es… eres mía cariño… mía, mírame –le decía
jadeando tratando de no cerrar los ojos.
M_ Esther… Esther…
E_ Maca…
MYE_ Ahhhhhhhhhhhhh, ahhhhhhhhh, ahhhhhhhhhh.
Y tuvieron que abrazarse como si el mundo se
acabara, habían llegado al final del camino, divisando un
hermoso panorama único y exclusivo para ellas, el
panorama de la felicidad, del éxtasis, del límite entre la
vida y la muerte. Se recostaron aún con el ritmo del
corazón alocado, se abrazaron con la necesidad del amor,
la necesidad de ser una.
M_ Que hermosos se ven tus ojos cuando llegas.
E_ ¿Si? –le preguntó algo sonrojada-. ¿Sabes?, los tuyos
también.
M_ No te muevas –le dijo abrazándola más contra su
pecho.
E_ Imposible. Te quiero.
Maca ya no pudo responder, el sueño se había
apoderado de ella y Esther de sus sueños. Unos sueños que
una vez más compartieron, porque despiertas o dormidas
compartían lo mismo.
364 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
Las gallinas parecían haber superado el susto, porque
volvieron a cantar, la aldea comenzó a trabajar tal y como
habían quedado. Poco a poco se fueron incorporando, poco
a poco fue tomando vida, los niños iban a desayunar, las
mujeres a preparar el alimento y Vilches a la radio para
pedir ayuda.
M_ Esther… Esther… -la llamaba con una sonrisa, le
encantaba ese lado osa del que tanto disfrutaba.
E_ Mmmm.
M_ Venga mi amor hay que levantarse.
E_ ¿No nos acabamos de acostar? –preguntó algo
protestota.
M_ No mi niña –le apartó el pelo y le besó en el cuello.
E_ Ayyyyyyyyyyyy -suspiró de forma extasiada.
M_ Me encanta cuando duermes… pero ahora, ¡arriba! –
le estiró los brazos sonriendo.
E_ Uf… no puedo con mi cuerpo.
M_ Excesos cariño… excesos.
E_ Pero me gustan tanto los excesos… por cierto…
tengo que probar el ordenador, ayer no tuve tiempo.
M_ Si, pero más adelante hay muchas cosas que hacer
aún.
E_ Si.
365 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ Voy a ver a Monwe, a ver que tal lleva el odio –dijo
con un deje de profunda tristeza.
E_ Paciencia mi vida, que cuando descubra lo
maravillosa que eres… verás.
M_ ¿Así que soy maravillosa?, ¡eh! –se mojó los labios.
E_ Esto es pasteleo y lo demás cuentos chinos.
M_ Jajaja, venga luego te veo en el desayuno.
E_ Te quiero.
M_ Y yo. Vamos… ánimo.
Cuando Maca pasó por el despacho de Vilches, lo vio
hablar por la radio, le saludó pero siguió hacia su
reconocimiento, suspiró antes de entrar, lo hizo con la
mejor de sus sonrisas y como la abuela de Monwe le había
dicho que hablaban el dialecto Lingala también, mezcló las
palabras para hacerse entender directamente por la joven.
Sin embargo al acercarse para reconocerla le giró la cara y
aquel gesto a Maca le dolió lo suficiente como para apretar
los labios y reconocerla sin cruzar más palabra con ella.
Al salir, Vilches seguía hablando y por su gesto no
debía estar muy contento con la conversación. Decidida fue
a desayunar junto a Esther, y después, mientras la
enfermera curaba a Massamba, ella fue a ayudar al huerto,
con la azada hacía los socavones para plantar de las
semillas de patatas que a Teresa le quedaban, junto a Lula
y Sissou.
366 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
Cuando se quedaron solas removiendo la tierra, Maca
se acercó a Teresa.
M_ Lastima que no tengamos buena siembra, con la
tierra así –se limpiaba el sudor con la palma de su mano,
apoyándose sobre la azada.
T_ Si, tienes razón –respiró con profundidad.
M_ Ya. Oye... ¿qué te hizo Bárbara? –la miró con algo de
sorna.
T_ ¿Otra vez con eso?, estás pesadita ¿eh?
M_ Venga cuenta que estamos solas y yo no lo voy a
decir –dejó la azada y se fue tras ella que había ido a dejar.
T_ Ya y nada más te cuente iras corriendo a Esther, que
nos conocemos Maca.
M_ ¿Así que hay algo para contar, eh? –le preguntó
sonriendo.
T_ No te lo pienso contar ¿eh?, vamos pero para nada
por mucho que insistas –le decía andando de un lado a otro.
M_ A ver Teresa que hay de malo, ¡dime! –la seguía con
gesto de insistencia sonriendo.
T_ No si... no es por lo malo... es porque te conozco.
M_ Teresa –le dijo ya impaciente.
T_ De acuerdo, te lo cuento pero ya sabes –se pasó los
dedos por los labios en señal de silencio. Maca asintió-. Me
367 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
dijo que tenía una inflamación clitorica que a las monas les
sucede a veces al estar en los árboles.
M_ ¿Una qué? –la miró seria sin entender nada.
T_ Ay hija... te lo tengo que explicar todo... una
inflamación ahí mismo –señaló discretamente la zona en el
cuerpo de Maca.
M_ Inflamación clitorica... ya –sacó un poco la barbilla
asintiendo con la cabeza totalmente impresionada-. ¿Y... te
ayudó a desinflamarla?
T_ Y tanto –le dijo seria acercándose a su oído-. Dice
que era algo así como un efecto al desuso, claro, evidente.
M_ Evidente, claro –decía mirándola.
T_ Unido a mi postura para salvar la vida –suspiró-. En
fin... eso... pues nada... me enseño como desinflamarla.
M_ ¿Ella?, ¿ella te enseñó? –la miraba más atónita
todavía.
T_ Sí, vamos como si fuera una tocóloga.
M_ No, no, tocóloga desde luego... bien que tocó –
seguía seria.
T_ Pues oye... me funcionó de miedo, dos veces.
M_ ¿Dos veces? –la miró seria.
T_ Dos, la primera un poco mal por el dolor y eso pero
la segunda... mano de santa.
M_ Teresa... ¿por casualidad, me estás vacilando?
368 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
T_ ¿Quién yo?, para nada... vamos anda... encima que
te lo cuento... –se hizo la ofendida.
M_ Pero eso imagino que te habrá dado un
tratamiento... –no salía de su asombro, su gesto era todo un
poema.
T_ Sí tengo que desinflamarla dos veces al día, mañana
y noche.
M_ Ya... oye Teresa... ¿no te das cuenta que Bárbara te
ha tomado el pelo?
T_ ¿Y eso?
M_ Mujer se ha aprovechado de la situación para…
bueno… ya sabes para… -se mostraba un poco enfadada
por la situación con Bárbara-. Vamos Teresa que es más
que evidente.
T_ ¡Mas que evidente es que has picado!,
tomaaaaaaaaaaaaaaaa –y se marchó venga a la carcajada-.
Yujuuuuuuuuuuu
M_ La madre que la parió.
Se fue tras ella para decirle lo que pensaba, y es que
por momentos había creído la historia y a Bárbara capaz de
ello. Sin embargo al llegar fuera vio a Vilches hablando con
Esther, su cara no era muy buena y eso preocupó a Maca
que tanto ella como Teresa se acercaron a ver que pasaba.
V_ Bueno... he hablado con Dávila... nos llegan
refuerzos.
369 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
T_ Menos mal.
V_ Si. Bien también me ha dicho que Carlos nos trae
ayuda, que sabían lo que había pasado y ya vienen para
aca, que en dos o tres días dependiendo de cómo estén las
carreteras llega.
M_ ¿Y? –lo miraba seria, sabía que había algo que no les
iba a gustar porque a él tampoco le gustaba.
V_ Se lo he dicho a Esther, tiene que irse con ellos,
necesitan una enfermera y tiene que irse dos días con
Carlos para unas curas, lo siento, pero no he podido decir
que no.
La cara de Maca comenzó a coger un color rojo de ira
que asustó a Esther
M_ ¿Y por qué se tiene que ir ella?
V_ Porque la enfermera que venía con ellos se ha
puesto con fiebre y la han tenido que dejar, es así de
sencillo Maca –la miraba serio.
M_ ¿Y a ti te parece normal que nos dejen sin
enfermera? –le preguntó con gesto serio también.
V_ ¿Qué quieres que haga yo?
M_ ¡Pues tú eres el que tiene que hacer algo!, ¡vamos
digo yo! –se mostraba realmente enfadada.
E_ Maca por favor –le dijo seria-. Son dos días.
370 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ No Esther, no, es que aunque fuera uno… no tienes
porque ir –la miraba con ese gesto en ella gélido y
enfadado.
E_ A ver cariño es una orden de Dávila, si la chica se ha
encontrado indispuesta, no hay nada más que decir.
M_ ¡Ya, claro… además con Carlos, no! –dicho esto se
dio la vuelta y se fue.
V_ ¿Son lo que creo que son?
T_ Celos sí.
E_ Voy a hablar con ella ¿vale? –los miró preocupada.
V_ Menudos dos días nos va a dar…
T_ Es normal Vilches… es la primera vez que se van a
separar, y además va Carlos que ya sabes que es un tanto
ligón, buen chico pero… que además te recuerdo le cae
como patada en el culo precisamente porque se llevaba
muy bien con Esther.
V_ Se acaba de casar Teresa... ¡bah! -hizo un
aspaviento y se metió en el despacho nuevamente.
T_ Vaya por Dios.
Ns_ Mami…
T_ Dime cariño.
Ns_ Ver a mwasi Maca… mala cara, Mwasi Esther
también.
371 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
T_ Si, creo que darse nuevamente una oportunidad en
el amor, también le va a dar una nueva oportunidad a
pasarlo mal, y eso que ella nunca fue celosa…
Ns_ Oh… mwasi Esther ¿ir?
T_ Sí… dos días ¿eh?, ¡tampoco es un ohhhh!, pero
bueno… dos días, dos largos días con sus dos largas
noches… le diré a Zulú que me ponga un pestillo, para no
dejarla entrar.
Ns_ Oh mami –reía abiertamente acompañada por
Teresa.
Mientras Esther había visto como Maca se había ido a
la parte de atrás de la cabaña, estaba recogiendo la ropa,
con las mandíbulas apretadas.
E_ La ropa no tiene culpa vida –Maca la miró seria-. Yo
tampoco.
M_ Me jode Esther, me jode que te vayas... así que si te
vas tú, yo me iré contigo.
E_ Eso sería estupendo pero... ¿para qué?
M_ ¿Cómo que para qué?, ¡a ti no te importa que nos
separen! –la miraba atónita.
E_ Maca mi amor, son dos días, y sí, me importa –le
hablaba con calma como tratando de convencerla para que
se le pasara el enfado.
M_ ¡Ya lo veo! –dio un paso firme y se fue.
E_ Joder –susurró resoplando.
372 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
Mo_ Uh uh uh –movía su mano agitadamente.
E_ Si Mona, menudo cabreo se ha pillado, ¡y qué culpa
tengo yo!
Mo_ Uhhhhhhhhh –se tapo las orejas.
E_ ¿Qué no le haga caso?
Mo_ Ahh –asintió con la cabeza.
E_ ¿Tú crees?
Mo_ Ohhh –negó repetidas veces.
E_ ¡Joder qué estoy hablando con una mona!
Mo_ Uhhhhhhhhhhhhhhhhhhh uhhhhhhhhhhhhhhhhh
uhhhhhhhhhhhhh –le decía ofendida para tras una
pedorreta dejarla sola-. Prrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr.
E_ ¡Pues si qué estoy bien!
Se fue hasta la cabaña y allí Maca estaba arreglando
las cosas, su gesto todavía continuaba siendo serio y con
rapidez guardaba la ropa en el armario. Esther sabía que
con palabras no le iba a convencer, así que se acercó
abrazándola por detrás, Maca giró un poco su cabeza hacia
la derecha para verla de reojo, se mordió el labio inferior
pero las caricias de Esther en su vientre le estaban dejando
sin fuerza para mantenerse firme. M_ Esther por favor...
E_ Vamos a ver... dime realmente lo que te molesta,
¡dímelo! –le dijo ya definitivamente seria también.
373 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ No hace falta que te diga nada, al parecer a ti no te
molesta lo mismo que a mí –la dribló y fue a recoger las
sábanas.
E_ Un momento Maca, estás sacando esto de quicio, y a
mí también. A mí también me molesta, pero estamos en
una ayuda humanitaria si tengo que ir, no puedo hacer otra
cosa Maca, y tú más que nadie lo sabe, estamos en África.
M_ Eso me molesta... que estamos en África y tú vas a
estar dos días por ahí sin mí –dijo con un nudo en su
garganta mientras sus manos se apoyaban una vez
guardadas las sábanas sobre el armario.
A Esther aquella confesión le hizo temblar de pies a
cabeza, sonrió con tristeza acercándose a ella, la obligó a
girarse, la miró con unos ojos agradecidos y emocionados,
Maca cerró los suyos formando un puchero en su barbilla,
negó un par de veces y terminó tras morderse el labio
inferior abrazándose a Esther, hundiendo su cabeza en su
pelo, oliendo su fragancia.
E_ ¿Sabes una cosa?, eres la primera persona que se
preocupa por mí –le dijo emocionada, la separó pasando su
lengua por los labios que de repente se habían secado por
la impresión y mirándola tiernamente le dijo-. Te quiero, y
no voy a permitir que me pase nada cariño...
M_ No lo soportaría... me moriría...
374 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ Venga mi amor... no va a pasar nada ya lo verás...
dos días pasan rápido y estoy segura que cuando nos
demos cuenta estaré de vuelta.
M_ Ya... si lo sé pero... –volvía a cerrar los ojos.
E_ Eres maravillosa, cada día que te descubro me
pareces más maravillosa aún, cuando pienso ya lo sabes
todo de tu mujer... siempre me descubres algo más que me
hace tiritar de pies a cabeza –mientras le hablaba le
acariciaba los brazos con ternura-. Y lo único que te puedo
decir cariño... es que te adoro, te amo... te quiero.
Sonrieron con sus gestos tristes, pero a pesar de ello
se abrazaron con fuerza, sintiendo que cada palabra era
cierta, ese sentimiento de una que realmente era de dos.
Maca podía no decirle todas aquella bellas palabras, pero le
había demostrado con su miedo cuanto la amaba, y a
Esther aquello le parecía algo tan sensible, tan maravilloso
que sintió deseos de no separarse de su lado, sintió deseos
de gritar a todos que aquella mujer era su mujer y merecía
la pena todo por ella.
M_ Voy a echarte de menos.
E_ Y yo.
M_ ¿Quién me va a abrazar por la noche? –le preguntó
poniendo un gesto divertido tratando de evitar seguir con
su postura dramática-. ¿Quién me va a pegar pataditas?,
¿quién me va a besar?...
375 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ ¡Payasa eres!, que yo no me entere ¿eh?, que nadie
te hace lo que yo.
M_ Ni que yo me entere que alguien roce este cuerpo –
le acariciaba-, ni estos labios –la besaba-. Ni esta mujer que
me pertenece.
E_ Tranquila mi amor... nadie sólo tú... ya lo sabes –le
sonrió.
M_ Ay que joderse... no nos dejan ni tener luna de miel
–protestó.
E_ Anda que no nos podemos quejar –la miró divertida.
M_ Prométeme algo.
E_ Claro... ¿qué? –la besó suavemente.
M_ No vas a meterte en líos, y harás todo lo que te
digan, excepto si ves que es muy loco lo que te piden,
prométeme que vas a cuidarte y no vas a arriesgar en
ningún momento tu vida –la miraba sería con voz firme pero
tan dulce que parecía acariciar los sentidos de Esther.
E_ Te lo prometo cariño, además, te recuerdo que no
viene la Doctora Fernández –le guiñó el ojo.
M_ Mala.
E_ Si... pero en el fondo ya sabes... soy un encanto –le
dijo sonriendo provocativamente.
M_ Un demonio es lo que eres...
376 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
Tras un buen rato donde se prodigaron los besos
lentos, las caricias pero también las palabras bonitas,
terminaron por salir a seguir ayudando. Maca volvió a
insistir con la chica que volvió a negarle ni si quiera la
mirada, su abuela había hablado con ella pero nada había
conseguido. Esther por su parte estaba siguiendo las
indicaciones de Vilches.
V_ Bueno eso es todo, es simple. Vas a llegar allí con la
Clínica móvil, verás que nada tiene que ver la que ellos
utilizan con las nuestras, en esta zona se estuvo revisando
a unas ochocientas personas, de ellas detectaron treinta y
cinco casos de Tripanosomiasis más conocido como la
Enfermedad del sueño.
E_ Si, leí algo... es por picadura de la mosca tse-tse
¿verdad?
V_ Sí, aunque en estos casos más bien se debe a la
carne bovina que comen en estos lugares por ahí viene el
contagio. La Organización Mundial para la Salud, lleva
mucho tiempo implicándose en estas terapias. Si todo va
bien, llegaréis y controlaréis a la población que en su día
fue afectada. Una vez al año se suele revisar a esta gente,
aquí en el Congo son casos muy especiales, no hay mucho
riesgo de esta enfermedad. Tampoco lo hay para ti, tan solo
tendrás que poner vacunas, alguna punción lumbar, pero ni
siquiera os ocuparéis de otros casos, porque allí esta la
Clínica del doctor Mondela, y él es el encargado de todo.
377 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ Ah... vale... yo me llevo mi botiquín ¿no?
V_ No, llevarás el de la enfermera enferma no podemos
gastar nuestras reservas, cada quien lleva las suyas. Eso si,
lleva loción de repelente así como camisas de manga larga
de esos modelos tuyos tan variopintos preferentemente
colores claros, aunque ya te he dicho que esta zona es por
consumo de carne, siempre está bien protegerse cuando
vas a una aldea rural. Si te dieran a comer carne, si la ves
cruda le dices a Carlos, él mediara para que la hagan más.
E_ De acuerdo. ¿Y... sabes cuándo me voy?
V_ Mañana lo más seguro.
E_ Bien.
V_ ¿Y la doctora celos... cómo lo lleva? –la miró con
gesto burlón.
E_ No seas malo.
Salió del despacho de Vilches y se encontró a Maca
esperando apoyada en una de las paredes con los brazos
cruzados. Al verla sonrió.
E_ ¿Qué tal hoy?
M_ Igual.
E_ No desesperes, deja que mire tus ojos –le dio un
beso rápido.
M_ No sé como, si es verme y girarme la cara.
E_ Dale tiempo.
378 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ ¿Ya te ha dicho nuestro querido jefe lo que tienes
que hacer?
E_ Sí, aunque me da un poco de miedo.
M_ ¿Y eso?
E_ Pues porque... si me pica la mosca tse-tse y me
quedo dormida mucho tiempo... me perderé muchas
cosas... entre ellas los excesos que tanto nos gustan –le
decía en voz baja mientras Maca la miraba entrecerrando
los ojos-. ¿No?
T_ ¡Pero qué cansinas sois! –les dijo pasando por
delante suya mientras ambas sonreían y salían cogidas de
la mano-. ¿Puedo pasar Vilches?
V_ Claro...
T_ ¿Estás seguro que no puedes hacer nada para que
no vaya Esther?, mira si quieres voy yo.
V_ No Teresa, Dávila me ha pedido que sea Esther.
T_ ¿Y si hablo con Dávila?
V_ Lo que tú quieras... pero... creo que no es un viaje
para que hagas tú.
T_ ¿Me estás llamando vieja? –lo miró intensamente con
sus ojos grandes bien abiertos.
V_ Dios me libre Teresita, Dios me libre.
Fuera del hospital, el ritmo de trabajo había
descendido un poco, faltaban cosas por arreglar pero lo
379 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
hacían poco a poco, el sol ese día apretaba con fuerza y los
hombres llevaba acumulado cierto cansancio.
Bajo uno de los árboles que habían resistido al
embiste del agua, se encontraba una Mona con gesto serio.
Esther la vio.
M_ ¿Qué le pasa?
E_ Hemos discutido.
M_ Esther... es un animal –le decía mirándola fijamente
mientras su mano señalaba a la mona que seguía con una
paja metida en la boca y con un pie moviéndolo en el barro
que aún quedaba.
E_ ¿Y?... no me mires así... ¿tú no hablas con ella?
M_ Mujer...
E_ Voy a ver si me perdona...
M_ De acuerdo voy con los niños que están desolados
sin su balón. A ver de donde podemos sacar uno.
E_ Dios proveerá.
M_ Entonces tenemos que esperar sentados, porque
parece que Dios se ha olvidado de este rincón en el mundo.
Esther la miró con tristeza, sabía que en el fondo tenía
razón, pero también sabía que ella, también la tenía.
Cuando Mona la vio llegar, se giró, estaba realmente
ofendida, Esther sonrió parecía mentira aquel animal lo
inteligente que era. Se sentó a su lado y al instante lo hizo
380 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
Valiente, mientras Bartolo estaba subido al árbol
durmiendo. Excesos. Pensó Esther.
E_ Hola guapa, sé que estás enfadada conmigo, lo
siento, tú solo me has estado salvando la vida y yo, no he
estado a tu altura. De verdad que no quería ofenderte,
Mona... venga no seas rencorosa cariño –le decía con voz
dulce mientras le tocaba el hombro-. Venga... Mona cariño..
Mo_ Uh –dijo triste.
E_ Lo sé... lo sé... tienes razón, me he portado fatal... no
lo volveré a hacer ¿vale?
Mo_ Uh uh –seguía con susurros.
E_ Venga cariño... que sabes que te quiero mucho –le
sonrió.
Mo_ Uhhhhhh –se giró abrazándola.
Desde lo lejos Maca la miraba mientras pensaba.
M_ Ni Mona se resiste a su sonrisa...
Comieron entre bromas, descansaron después de
comer, que en el caso de las chicas volvió a ser imposible, y
es que, a pesar de que Teresa les decía que estaban en
celo, ¿cómo se podía resistir?, estar tan juntita en la cama
con la persona que tanto deseaban. Realmente imposible. Y
es que comenzaban con besos suaves, caricias lentas, que
si por aquí que si por allá, que si mira que subo que subas,
que si esto sobra, lo tuyo también... realmente imposible.
Si. Despertaron tras los golpes de Teresa para que se
381 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
levantaran, había que trabajar, recomponer una a una las
cabañas con lo poco que habían salvado.
E_ Joder... será muy cómoda la cama pero me estaba
clavando algo mira –le enseñó la espalda.
M_ Que poco Heidi eres... en el fondo eres tan pija que
no sabes ni dormir en una cama como está –le decía
burlona.
E_ Pero sé hacer otras cositas ¿no? –le lamió la oreja.
M_ No me tientes.
E_ Para que me vuelvas a llamar pija –se levantó
corriendo al lavabo.
M_ Eres una pija adorable –le sonrió mientras se vestía-.
Joder el caso es que yo también me he clavado algo en el
trasero.
E_ ¿Qué dices?
M_ Que te des prisa y muevas el trasero. Si me oye se
burla jijijiji –sonrió sin poderlo evitar al pensar en Esther
burlándose de ella.
E_ Ya...
Entonces sonó la campana de alarma, Maca y Esther
se miraron, ¿sería ya Carlos?, ¿tendría que irse Esther?,
¿nuevos refugiados?... los ojos de ambas, reflejaron lo
mismo. Miedo.
T_ ¡Maca Esther rápido!...
382 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
Salieron corriendo como casi siempre Maca primero
sus grandes zancadas daban para ello, después Esther que
la seguía con gesto de temor. Al salir, vieron que entraba
un gran camión con una bandera blanca. De él comenzaron
a bajar seis soldados con armas, Esther no sabía muy bien
si eran o no de los buenos y le preguntó a Maca bajito en el
oído.
E_ ¿Estos son de los nuestros?
M_ Sí –la miró sonriendo, le hizo mucha gracia la
pregunta.
E_ No te burles... que ya no sé quien es quien.
M_ Así me gusta, sin fiarte de nadie ¿eh?, sólo de mí.
E_ Mira que eres tonta ¿eh?
M_ Mucho pero es que tú me tienes tontita –le decía con
voz algo sarcástica.
Llegaron a la altura del camión donde todos miraba
atentos como los militares habían abierto la puerta trasera,
habían bajado una rampa y por ella una enorme caja de
dimensiones grandiosas, tanto, que los niños que seguían
atentamente el transcurso de la maniobra, salieron
corriendo ante el ruido al golpear en el suelo a refugiarse
con sus madres.
V_¿Y esto? –preguntó atónito.
T_ Ni idea –respondía mirando fijamente a los militares.
383 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ Vaya... alguien se acuerda que existimos ¿tendrá
remitente la cajita?
T_ Anda que... no eres borde ni nada.
M_ ¿Yo? –la miraba sonriente.
Entonces uno de los militares se adelantó hasta
Vilches a quien saludó con el clásico saludo militar.
V_ Pues tú dirás.
Mi_ Ser para... –y le dio un papel a Vilches.
V_ Hostia –dijo sorprendido.
T_ ¿Qué, qué?
V_ Esther García.
E_ ¡Por fin!, ¡ya era hora! –saltaba de alegría mirando la
caja-. Si, si, si.
V_ No entiendo nada...
T_ ¡Qué bueno! –sonrió al ver la reacción de Esther
como una niña feliz.
E_ Vilches ayúdame... Zulú venir ayudarme.
Z_ Si Mwasi.
E_ ¡Dios ya era hora! –no cesaba de repetir lo mismo.
M_ ¿Y esto? –le preguntó totalmente boquiabierta.
E_ Ahora veras... vamos... vamos...
La cara de Esther era de auténtico entusiasmo,
mientras los militares se marchaban y Dib cerraba la
384 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
puerta, todos miraban con gesto de sorpresa aquella
enorme caja que se había quedado justo en medio de la
aldea. Al abrirla Zulú le dijo.
Z_ Mwasi... madera... buena...
E_ Si, si... ¡y ahora veras! –Esther abrió aquello y vio
todo ordenado tal y como esperaba y tal como en sus
pensamientos estaban repartidos, sabía como era su madre
y si bien para algunas cosas era dura para organizar todo lo
que fuera fachada para el resto del mundo, era la mejor-.
Niños... venir vosotros primero, aquí llegó el regalo para mis
niños... –decía exultante.
Mu_ Mwasi –dijo Mutamba seguido de todos con una
gran exclamación de sorpresa.
E_ Jajajaja –dio una carcajada de felicidad mientras les
sacaba tres balones de colores diferentes, los niños se
echaron como locos a abrazar a la Mwasi mondele que
había sacado de aquella caja enorme el mejor regalo para
ellos-. Te lo dije, lo que deseas con esto... llega –le dijo al
niño señalando su corazón que la miraba sonriendo y le
dejó un beso en la mejilla que la sorprendió.
V_ ¿Se puede saber que es todo esto?
E_ Pues ya ves... la semana que viene es Navidad y he
pensado que quizá te apeteciera... espera... joder... si a
ver... derecha ropa y regalos, izquierda comida...
T_ No si se le ve arregladita ¿eh?
385 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
V_ Más pija imposible... ¿ropa? –le dijo bajito-. ¿Más
ropa de marca?
E_ Aquí ¡está!
V_ No puede ser –dijo casi a punto de llorar envasado al
vacío el mejor jamón serrano y el mejor embutido que
podían tener-. Esto no puede ser... mami tengo fiebre.
T_ Dios espera que recoja toda tu baba Vilches que
tenemos otra inundación.
Las mujeres sonreían sin cesar ante la pareja y el
gesto embobado con aquello que ellos no habían probado
nunca y no sabían a que venía aquel gesto tan divertido.
E_ Teresa... mira... –sacó una bolsa.
T_ A ver mi niña –le cogió emocionada de los carrillos y
le plantó dos sonoros besos.
E_ ¿Crees que será buen tiempo para plantar tomates?,
¿y patatas?... y... ¡cebollas!... y... ¿y esto?... bueno no sé...
luego lo miramos –decía feliz realmente feliz de ver a toda
aquella gente tan radiante como ellas.
T_ No sé que decirte Esther –le decía realmente
emocionada.
Ns_ Mwasi... –la miró con sus ojos repletos de gratitud.
E_ ¿Tendremos suficiente?
T_ Claro que sí... tendremos más que suficiente...
386 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ Pero hay más cosas ¿eh?, si chicos para vosotros os
he comprado a ver... ¡aquí está! –trató de sacar una bolsa
pero no podía, necesitó la ayuda de un Zulú entregado a su
emoción-. Calcetines y botas para cuando vayáis a cazar
que no os tengamos que curar los pies.
Z_ Mwasi... –le decía impresionado.
Ng_ ¿Botas? –las miraba divertido dándole vueltas y
metiendo la nariz dentro-. Uffff.
Gesto que sirvió para que todos rompieran en
carcajadas mientras le explicaban como debía ponerse
aquel artilugio, algunos les venían grandes pero caminaban
de un lado a otro probando aquellas cosas verdes con unas
grandes sonrisas, mientras, Vilches apoyado en la puerta de
la cocina seguía todo comiendo jamón.
E_ También he pedido libros Teresa, libretas, bolígrafos,
para poder enseñarles a estos pequeños.
T_ Si hija –no podía ocultar su sonrisa.
E_ Nmaba... Nmaba ven.
La mujer fue guiada con su perro, a cada una de ellas,
les compró aquello que con Teresa una tarde hábilmente
averiguó que les hacía ilusión, unos simples pendientes a
Nmaba, que recibió con lloros y risas por igual, un collar
para Lula de perlas que había visto a una de las médicas
que habían acudido un día a la aldea y se enamoró de él, a
Nsona le regaló toda una gama de maquillajes, pinta labios,
y esmaltes para las uñas, algo que admiraba de las blancas
387 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
que habían llegado a conocer, también había un costurero
enorme, sábanas, cortinas, toallas, jabón, colonia, todo
aquello que se podía necesitar, así como más comida
española que una Teresa emocionada iba llevando a la
cocina donde Vilches seguía picoteando sin parar. También
Mona tuvo su regalo, y como pidió varios, pudo darle unas
gafas de sol a Bartolo, una gorra a Valiente y a ella una
minifalda rosita con volantes que se puso in sofacto.
Y allí, en un lado para no estorbar con su mirada
entregada, totalmente enamorada seguía cada paso que su
mujer daba, en un momento había llevado toda la felicidad
que días atrás habían perdido y les parecía imposible
restablecer. Su sonrisa bien marcada en los labios, un gesto
totalmente enamorado marcaban su rostro mientras sus
brazos se cruzaban sobre su pecho.
T_ Si sigues así vas a empezar a babear por bajo
también –le dijo bajito ante la mirada de Maca, Teresa
sonrió-. Es estupenda... ¿eh?
M_ Sí lo es... no tengo ninguna duda.
T_ Le ha debido costar un pastón todo esto.
M_ Si...
T_ A Vilches le van a entrar cagarrelas, jamón, chorizo,
salchichón, longaniza seca, morcillas, nuestros estómagos
ya no están preparados para esto...
M_ Si...
388 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
T_ Y ni te cuento el huerto que vamos a hacer... ¡hasta
cebollas y judías! –decía totalmente feliz.
M_ Si...
T_ Bueno... está visto que te ha dejado sin habla... ¿y
has visto a las chicas?, todo lo que soñaban lo tienen, y los
niños, y los hombres con sus chirucas dispuestos a ir a
cazar hoy mismo para la Mwasi mondele Esther –entonces
Maca dejó con la palabra en la boca a Teresa-. Pero bueno...
La mujer sonrió al ver que llegó hasta Esther, la miró
fijamente entre admiración y ternura, entre amor y pasión,
y sin dudarlo la estrechó por la cintura apoderándose de su
boca con toda su pasión, mientras apoyaba su mano en la
mejilla de Esther ante las sonrisas y aplausos de todos por
el gesto de complicidad de ambas mujeres.
T_ ¡Vale...vale...vale! –les gritaba Teresa algo apurada
por los demás pero las mujeres alzaron sus gritos al aire
como dando por bueno el gesto-. ¡Ay Jesús que la ahoga!
E_ Uf –resopló cuando Maca se apartó.
M_ Te quiero –le dijo mirándola fijamente a los ojos,
entrando en ellos, uniéndose a ellos, compartiendo lo que
veía en su interior queriendo quedarse allí por siempre,
para siempre.
E_ Y yo... –le sonrió feliz, la abrazó y ambas en ese
abrazo sintieron como sus cuerpos tiritaban pero no por el
ardor o deseo, sino, por lo que realmente se llamaba
389 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
felicidad. Cuando se separaron, Esther le dijo-. ¡Y no has
visto lo mejor!
M_ ¿Hay algo mejor que todo esto?
E_ Sí, para mi reina lo mejor, pero antes mira, ¿Ngouabi
puedes ayudarme por favor?
Ng_ Sí Mwasi.
E_ Pesa un poco –dijo rascándose la frente.
Ng_ Ngouabi solo puede –sacó dos grandes cajas.
M_ ¿Y esto?
E_ Son dos tiendas de campaña mi amor, para que
cuando vayamos por la Selva tengamos un poco de
intimidad –dijo bajando la voz.
M_ Eso suena bien –se asomó a la caja y silbó-. Madre
mía que pedazo sorpresa...
E_ Si, además el último modelo ¿eh? –decía orgullosa.
M_ Como debe ser, no esperaba menos de ti mi vida.
E_ Sí, mira... he conseguido que mi madre me mande
que ya es difícil algunas cositas para ti que están aquí y que
solo puedes ver en la cabaña.
M_ ¿En la cabaña? –la miró insistentemente ante el
gesto sonrojado de Esther quiso ir más allá, se acercó y le
dijo-. ¿Has mandado a tu madre a un sex shop?
390 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ ¡Pero qué tonta eres, eh! –le golpeó el brazo ante la
carcajada de Maca-. No, algo mejor. Bueno y esto... a ver...
si esto lo puedes abrir aquí mismo.
M_ Vale... me muero de la curiosidad por lo otro –le
señaló con las cejas.
E_ No, eso hasta que estemos solas no.
M_ ¡Sabes que eres un poco bicho!
E_ Si –sonrió nuevamente sonrojándose.
M_ Y sabes que me encanta –le susurró con ese tono
suyo como la fina seda al desagarrarse.
E_ Ay –suspiró largo porque esos susurros la encendían
a tope de un solo golpe.
M_ Ay, ay –suspiró ella también.
E_ ¡Venga joder que lenta eres! –le decía enfadada.
M_ Ay mi señora impaciente –al abrirlo se quedó
perpleja, luego levantó la vista y la miró fijamente a los
ojos, con una sonrisa, algo desconcertada continuo-. ¿Y... y
esto?
E_ Chocolate puro cariño, y café de tu marca favorita
¿eh?, y allí una cafetera mira... ¿crees que saldrá bueno el
café? –le mostró la cafetera.
M_ No sé ni que decir –sonreía con gesto total de
sorpresa.
E_ Que me quieres.
391 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ Te quiero... ¡Dios esta noche vamos a disfrutar de
una sesión de chocolate y sexo que se preparen los últimos
monos de la Selva!
Gritó como loca levantando a Esther entre sus brazos,
ante la sonrisas de los demás que seguían encantados con
sus regalos. Entre mimos y risas después de dejar el último
regalo para Maca en la cabaña se fueron a la cocina, lo que
allí vieron les dejó boquiabiertas.
V_ Te he dicho que no.
T_ Vilches no te lo vuelvo a repetir –le decía con el
cuchillo en la mano.
V_ Te doy la vida a cambio pero el jamón no.
T_ ¡Vilches comer jamón te ha vuelto tonto! –lo miraba
seria.
V_ Que no mami, que no, que la pija me lo ha regalado
a mí.
T_ Mira Vilches estas acabando con mi paciencia y eso
que me la habían dejado intacta para empezar de nuevo,
¡dame el jamón! –Vilches se puso al otro lado de la mesa.
V_ ¡Qué no! –corrió un poco hacia la derecha.
T_ ¡Mira... mira! –le dijo con cara de asesina corriendo
un poco hacia la izquierda y el cuchillo en la mano.
V_ Chincha cascarrabias chincha el jamón no lo pruebas
–le cantó entre cerrando los ojos.
T_ ¡Vilches! –le dio un grito que lo dejó paralizado.
392 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
V_ Coño que grito –protestó mirándola fijamente.
T_ No te lo vuelvo a repetir, ¡dame el jamón!
E_ Pero a ver... ¿qué significa esto? –les preguntó
mientras Maca se descojonaba de risa.
V_ Es mío.
T_ No es tuyo –le espetó con rabia.
E_ Pero si hay más.
VyT_ ¿Más?
E_ Sí, más pero es para Navidad.
V_ Yo lo guardaré.
T_ ¡Y un jamón!
V_ Pues eso Teresita... pues eso... un jamón guardaré
yo.
Las risas volvieron a llenar los vacíos que habían en la
aldea, las maderas de las cajas sirvieron para reforzar las
puertas, los hombres trabajan con sus nuevos zapatos, y los
guantes que también había pedido, las mujeres
comenzaron a pintarse primero la cara y después las uñas,
Ramón y el perro de Nmaba degustaban comida para
perros con una cara de satisfacción, que no daban abasto, y
la nueva familia mona, hacía lo propio con los cacahuetes.
Los niños jugaban sin cesar con los balones y vestidos como
futbolistas, ante las sonrisas de Vilches porque Esther no
había dado una comprando los equipajes, o más bien, su
madre había sido incapaz de saber que equipos eran los
393 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
preferidos, así que todos llevaban la camiseta de la
selección española, y en el escalón de su cabaña, Maca y
Esther observaban como jugaban los niños.
M_ Los has malcriado, no sé que será cuando tengamos
niños.
E_ ¿Quieres tener hijos conmigo? –la miró algo aturdida
y sorprendida.
M_ Siempre he querido tener hijos ya te lo dije, y si
estoy contigo y eres la mujer de mi vida, pues lo normal es
que... tengamos hijos.
E_ Pues... si –sonrió feliz por todo cuanto le decía.
M_ ¿Tú no quieres tener hijos?
E_ Sí, claro... claro que quiero...
M_ Bueno... aún somos jóvenes y nos queda mucho que
hacer aquí.
Mu_ Mawasi venir, venir –les decía alegre.
E_ Ya vamos... venga levanta a jugar.
M_ Noooooooooooooooooooooo –protestó- Yo quiero ver
mi regalo.
E_ Después.
M_ Vaaaa ahora... –voz de ñoña.
E_ Luego dices que consiento a los niños, si es que tú
eres como una niña, mi niña.
394 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ Vale, pero después lo podré ver nada más
terminemos el partido.
E_ Si.
M_ Bien... vamos chicos vamos a darles un merecido –
decía mientras se ponía con el equipo de la derecha.
E_ De eso nada... vamos peques... son pocos y
cobardes –decía gritando.
V_ ¡Volvemos a empezar! –exclamó desde el escalón
sentado.
Z_ Ahora mwasis no pegar –le dijo sonriendo a Vilches.
V_ Eso nunca se sabe, que ambas tienen muy mal
perder.
Jugaron se pegaron, se estiraron de la ropa,
discutieron por un gol que no era, discutieron por un penalti
que si era, los niños se reían y negaban con sus cabezas,
cuando Esther golpeaba la pelota y su zapatilla salía
despedida por el aire, Maca le daba pellizcos en el culo,
cuando estaba cerca, pero al fin y al cabo disfrutaron como
dos niñas más.
M_ Uf... estoy muerta.
E_ Y yo... no puedo con mi alma.
T_ Normal si no hicierais tanto ejercicio –remarcó con
énfasis.
M_ Y si tú lo hicieras estarías menos resabría con
nosotras guapa que ni haces ni dejas hacer.
395 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
T_ Dios me libre... dios me libre... –pasó de largo hacia
el refugio.
E_ Oye Maca... ¿cómo celebráis aquí la Navidad?
M_ La verdad que no hay una manera única y exclusiva,
desde que están con nosotros los españoles, la Noche
Buena hacemos tortillas de patatas, es sagrado, aunque
este año creo que no vamos a llegar con la siembra –dijo
algo preocupada-. Aunque claro tenemos otras variantes –
sonrió y Esther también-. Después a los niños se les canta
canciones típicas del país, el día de Navidad es sagrado una
buena Kuku Paka de carne, luku y pastel de mandioca.
E_ Diferente –sonrió.
M_ Si, pero único, anochece tarde y siempre hay un
atardecer espectacular, Teresa dice que esa noche Dios nos
regala esa visión por con nada, bendecir nuestras mesas.
E_ Y debe ser así, mami siempre tiene razón.
M_ Mami es muy mala, voy a contarte lo que me hizo –
conforme iba contándole los ojos de Esther iban
transformándose más y más, el gesto atónito pasó a
impresionado y al final cuando le dijo la verdad, una
carcajada fue la explosión de jubilo-. No te rías tía que yo
me lo tragué.
E_ La hubiéramos escuchado y yo estaba pendiente
¿eh?
M_ Ya... es que yo a Bárbara la veo capaz.
396 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
Lo_ ¡Puerta... puerta!
Los ojos de ambas se giraron hacia la puerta... y
entonces sus corazones volvieron a la realidad, al ver el
camión de Médicos sin Fronteras. El camión entró despacio,
aireando una bandera blanca y otra con el símbolo de la
organización humanitaria, detrás otro camión se quedaba
esperando fuera. Ambas se quedaron en silencio, no
esperaban que llegara tan rápido y mucho menos después
de aquella lluvia de regalos y buenos momentos que habían
pasado.
Del primer camión bajó Carlos, con su ropa caqui, con
su sombrero y una barba de dos días, tras él bajo el médico
que iba a llevar a cabo el reconocimiento y el conductor,
todos fueron recibidos por un serio y cariacontecido Vilches.
Teresa que había salido limpiándose las manos con el
delantal buscó algo diferente a lo que se había presentado,
tan solo miró a la pareja que seguía sin moverse sentada en
los escalones como si las hubieran paralizado y no formaran
parte de la escena. Vilches hablaba con los tres hombres
mientras de reojo buscaba a Esther, pensaba que se iba a
acercar hasta ellos sin necesidad de ser requerida. Fue
Carlos quien le advirtió que no había mucho tiempo y
tenían que marcharse.
V_ Esther ven. Cuidármela ¿eh?
Ca_ Por supuesto… recuerda que no vamos a pasar por
lugar enemigo.
397 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
V_ Tú eres tonto, aquí todo es enemigo –le espetó
molesto, no se fiaba de él, de su ingenuidad.
T_ Buenas tardes –llegó Teresa.
Ca_ Teresa guapa, mira os hemos traído varias latas de
comida, y Dávila me ha mandado algo de ropa.
T_ Muy considerado, sí –dijo con tono fastidioso.
E_ Hola –se acercó Esther sonriendo a los hombres
Maca a su lado.
Ca_ ¡Hola Esther! –le sonrió dándole dos besos-. Mira te
presento, el doctor Lindes, Paolo Lindes.
E_ Encantada –le estrechó la mano ante el gesto serio
de Maca.
Pa_ Lo mismo digo –por su acento acertó a pensar que
era portugués.
Ca_ Y este es Fisher Günter, nuestro especialista en la
enfermedad del sueño.
F_ Encantado –le estrechó también la mano.
E_ Igualmente.
Ca_ ¿Lo tienes todo preparado? –le preguntó sonriente.
E_ Sí, me falta coger el saco que me ha dicho Vilches
que debo llevar y ya está.
Ca_ De cuerdo. Hola Maca.
M_ Hola Carlos –su mirada fría alertó al psicólogo.
Ca_ ¿Conoces a los doctores, verdad?
398 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ Sí, sí –les estrechó también la mano mientras Esther
se retiraba a la cabaña-. ¿Puedo hablar un momento
contigo?
Ca_ Sí claro.
T_ Maca esto que… -la mirada de la Pediatra le hizo
callar en seco.
V_ Pasar y os invitamos a un refresco de mandioca
aunque sea –les dijo a los médicos.
En un aparte, Carlos se cruzaba de brazos esperando
lo que Maca quería contarle. La miraba como era su
costumbre con cierto resquemor, nunca le había gustado su
forma de ser, y aunque no la juzgaba por su condición
sexual, si lo hacía porque sabía que a Claudia le había
costado más de una noche en vuelta en llanto.
Ca_ Pues… tú dirás…
M_ Quiero encargarte a Esther pero también quiero
advertirte que, es mi mujer –le dijo con voz firme.
Ca_ Tranquila Maquita conmigo no tienes problema... yo
soy todo un caballero –sonrió de lado aunque ciertamente
sorprendido de su confesión.
M_ Más te vale que no te pases.
Ca_ ¿Sabes una cosa?, me da pena que haya acabado
cayendo en tus redes, porque el día que te canses de ella le
darás una patada como a tantas otras, no creo que seas la
persona ideal para estar a su lado.
399 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ Mientras lo crea ella y lo creo yo, tu opinión me es
indiferente. Procura protegerla y que no le pase nada, te lo
advierto.
Ca_ Tú y tu superioridad, tú y tu soberbia, sólo espero
que se de cuenta de su error antes que sea demasiado
tarde, pero tranquila, aprecio a Esther mucho más de lo que
tú puedes imaginar como para dejar que le pase algo.
Se fue dejándola allí con una rabia contenida que se
tradujo en sus puños y mandíbulas apretadas, en su mirada
enfurecida y en un mal sabor de boca que le indujo a cerrar
los ojos y maldecir aquella enfermera que justamente se
había puesto enferma. Dio un giro y a pasos agigantados
con sus botas clavándose en la tierra, se fue hasta la
cabaña donde una pesarosa Esther recogía algo de ropa.
Maca entró y le iba a decir algo pero se quedó sin saber que
decir, suspiró abrazándola por detrás fuertemente
atrayéndola como si así pudiera con sus brazos protegerla,
evitar su marcha. Durante un rato estuvieron así, en
silencio hasta que Esther susurró.
E_ Me tengo que ir cariño.
M_ Ten mucho cuidado Esther –le dijo tratando de
aparentar calma mientras sus ojos se mostraban
temblorosos.
E_ Claro que lo voy a tener… y en nada estoy de vuelta,
¡eso si!, prohibido abrir tu regalo hasta que no esté yo.
400 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ Mandona eres ¿eh?, es mi regalo así que puedo
hacer con él lo que quiera –le decía emocionada sin querer
llorar pero a punto de hacerlo.
E_ Maca cariño… sólo son dos días… sólo dos –trataba
de calmar su angustia y la suya propia.
M_ Dos días son mucho.
E_ Mi niña… -le acarició la cara abrazándola con fuerza-.
¡Qué dramáticas somos!
M_ ¿Verdad? –la miraba con ese gesto de añoranza sin
haberla despedido aún.
E_ Voy a echarte de menos –le besó suspirando.
M_ Y yo –respondió de igual manera.
E_ Piensa en mí.
M_ Sabes que si.
T_ Esto… siento molestar pero…
E_ Ya voy Teresa –le dio un beso intenso a Maca y se
encaminó hacia la puerta-. Cuídamela ¿eh Teresa?
T_ Tranquila… está en buenas manos, quien se tiene
que cuidar eres tú –la abrazó.
V_ Dejaros de despedidas que no se va a la guerra
¡coño!
E_ Es verdad –sonrió algo triste.
T_ Bueno... ya sabes ¿eh? –se apartó para que se
despidiera de Maca.
401 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ Venga cariño... cuídate –la abrazó mirándola con un
dolor profundo por dejarla marchar, era África y cada salida
era una aventura demasiado dura, lo sabía y ese
pensamiento no lo podía evitar-. Te estaré esperando.
E_ Yo también espero que tú esperes con lo que tú ya
sabes.
V_ ¿Adivinanzas a estas horas?, va Esther que ya están
en el camión.
T_ Buen viaje cariño –se quedó junto a Maca.
E_ Gracias.
V_ Oye... ten mucho cuidado, no te fíes de nadie los
ojos abiertos ¿vale?, y ahora abre la mochila.
E_ Si –abrió la mochila mirándolo con cierto
desconcierto.
V_ Te vas a llevar el talki, sabes que mayor sea la
distancia menos se oye, pero quiero que lo lleves por si
pasa algo ¿de acuerdo? –su tono era realmente
preocupado.
E_ Vale –sonrió.
V_ No dudes en llamar, y atenta a todo ¿eh?
E_ Vilches creo que estás perdiendo los papeles, de
todos modos me hago cargo –le dijo bajando la voz-. Habrá
sido el jamón.
402 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
V_ Por supuesto –le guiñó el ojo, Carlos la ayudó a subir
después de despedirse de todos y Vilches cerró la puerta-.
¡Adelante!
Los niños como era habitual agitaban sus manos al
aire, Teresa la despedía con lagrimas en los ojos, su Esther
se iba y también era consciente de lo que aquello
representaba, miraba de reojo a Maca quien no se movía ni
un ápice, tan solo sus ojos entrecerrados fijos en el camión,
tenían como destino aquellos otros ojos que de igual
manera la observaban. Y fue entonces cuando la vio, un
profundo respiro en forma de alivio salió de su alma.
V_ ¡Bueno no quiero dramas, de acuerdo!
T_ Tenía que haberme ido yo –volvió a repetir.
V_ Cuando venga Dávila, ya sabes, a raya... ni un fideo
que no le toque.
T_ ¡Ay Dávila!, a veces no sé en que piensa.
M_ Estaré en mi cabaña, si necesitáis algo me lo decís.
T_ Pobrecita...
V_ Tampoco es para tanto ¿eh? –decía algo nervioso.
T_ Vamos Vilches, conmigo no te pongas a la defensiva
¿eh?, que sé que estás tan jodido como nosotras.
V_ ¡Pero Teresa quieres moderar el lenguaje!,
últimamente estás muy fuera de tu onda.
403 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
T_ ¡Pues mira... a lo mejor es que mi onda está tan
caducada como otras cosas que me han reavivado!, ¡será
cuestión de modernizarse!
V_ ¿Qué te ha hecho a ti Bárbara? –la miraba fijamente
rascándose la barbilla.
T_ ¡Otro!, anda que a ti te lo voy a contar.
En el camión, Esther escuchaba atenta las indicaciones
del médico que trataba de ponerle al día lo más rápido
posible sobre el tema, ella lo miraba, trataba de escucharlo
y comprender lo que le parecía, pero podía jurar por lo que
fuera necesario, que no se podía concentrar, aquella mirada
de Maca se le había quedado clavada en el corazón, desde
que había llegado era la primera vez que se separaban, y
justo en el mejor momento que estaban pasando. Carlos de
vez en cuando la miraba y sonreía, una vez finalizó las
explicaciones el médico, le dejó libre para volar en sus
pensamiento, libre para volver a dibujar en su mente los
instantes pasados junto a Maca, sus sonrisas, sus miradas,
sus caricias, repasar cuando fue el instante en que
comprendió que era una mujer golpeada por la vida, y
debajo de aquel disfraz se hallaba un ser maravilloso que a
poco cuidara, resultaría una compañía de por vida a la que
jamás abandonar. Y sonrió al recordar momentos vividos
con ella, aquella discusión con la cafetera y su goma de
pelo, aquellos momentos de tensión cuando las tomaron los
guerrilleros, la primera vez en la cascada, su pinzamiento
404 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
del labio inferior, sus provocaciones y llegado a ese punto
se tuvo que mover un poco en el asiento, suspiró, en aquel
lugar remoto de la tierra donde aquel camión la mandaba
atravesando una Selva tan espesa como maravillosa se
sentía feliz y desdichada, anhelaba a su gente y soñaba con
el día de vuelta imaginando la fiesta que le iban a preparar.
Aferrándose a la sonrisa de Maca y su abrazo para recibirla
de nuevo.
Por su parte, Maca se había encerrado en la cabaña
soñando con un poco de soledad, tumbada en la cama
mirando el techo con las manos bajo la cabeza, mientras
una lagrima hacia un recorrido, salía del rabillo de su ojo,
lentamente, como queriendo dilatar el momento de
protagonismo, iba descendiendo hasta la oreja, marcando
su camino en la piel de Maca, y una vez llegaba a ella se
precipitaba sobre la almohada justo donde horas antes la
cara de Esther había ocupado el lugar, quizás, así,
fundiéndose lagrimas y esencia en uno, para que de alguna
manera sintiera aquella leve caricia a través de la distancia,
a través de la soledad y el miedo. Y tras aquella lagrima,
llegó alguna más, alguna que trató de no dejar huérfana a
la primera.
Habían pasado algo más de tres horas de un viaje
intenso, el cansancio acumulado a Esther le había pasado
factura, al notar que el camión se detenía abrió los ojos y
vio que habían llegado a algún poblado. Se frotó un par de
veces los ojos y abrió la puerta como habían hecho los
405 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
demás. A su encuentro llegaron unos hombres con unas
telas de colores muy vivos, cinturones, y collares de plata.
En sus cabezas unos gorros extraños que no sabía muy bien
como catalogarlos.
Ca_ Hemos llegado Esther –le dijo poniéndose a su lado.
E_ Ya –miraba a su alrededor, allí tan solo había Selva,
no sabía bien donde estaba-. ¿Dónde estamos?
Ca_ Estamos dentro del estado de Sangha, entre los
poblados de Ikélemba y Pakola –le explicaba mientras los
hombres les guiaban a través de la angosta plantación-.
Estas aldeas fueron duramente castigadas por la
enfermedad del sueño, si te das cuenta están relativamente
cerca de vuestro refugio, es uno de los pocos poblados
rurales que hay cerca, no sé sabe como si traído por algún
poblado nómada, se comenzó por aquí con la enfermedad
del sueño y se fue desplazando hacia el norte, si te fijas
ahora cuando lleguemos veras que hay personas que llevan
una pulsera con un llamativo color, ellos son los que se les
aplicó el tratamiento y son a los que vamos a controlar.
E_ Interesante –sonrió.
Ca_ Mucho. ¿Estás bien? –la miró fijamente con una
sonrisa.
E_ Sí, bien.
Ca_ Lo que necesites me lo dices ¿eh?, o de lo contrario
Maquita cuando llegue me cortara a pedazos.
406 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ No la llames Maquita, me da la sensación que te
burlas de ella y si quieres que nos llevemos bien, no lo voy
a permitir.
Ca_ Oído cocina.
Caminaron por un camino angosto por la extensa
fauna, Esther lo hacía entre Carlos y el doctor portugués,
cuando el estrecho camino dejó paso a la amplia aldea,
Esther se quedó boquiabierta, no había visto nada igual.
Era un poblado extenso, las casas llamaron su
atención, estaban hechas de ramas de árboles puestas
horizontalmente y dos ramas grandes en posición vertical,
el techo de igual manera y entre las ramas puestas de
manera magistral grandes hojas de palmera secas muy
unidas, muy pegadas para que el agua de la lluvia no se
colara, sin duda, una laboriosa y sorprendente manera de
vida y manera de vivir. Se fijó en los techos, con las mismas
hojas de palmera secas pero en mayor cantidad y troncos
más gruesos puestos sobre ellas indistintamente.
Aproximadamente habrían como unas cien casas, mucha
gente, todos vestidos con telas hasta la rodilla, hombres y
mujeres, excepto los niños que llevaban una especie de
saco metido por la cabeza. Algunos de los hombres, se
percató que sobre la tela llevaban una especie de chal del
mismo color, atado a un costado de su cuerpo.
Ca_ Fascinante ¿verdad? –le preguntó al ver como
admiraba todo a su alrededor.
407 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ Sí, ¿oye y que es eso que llevan en la cabeza?
Ca_ Pues son gorros hechos de las melenas de león que
ellos mismos cazan para salvar su ganado, es el medio de
subsistencia que tienen y lo defienden con la vida.
E_ Uf... –resopló mirándolo todo con ese gesto de
asombro que se había marcado en ella al llegar.
Ca_ Bueno ahora nos van a enseñar donde montar la
Clínica móvil, empezaremos aquí ahora mismo y mañana
nos iremos al otro poblado donde está la Clínica del Doctor
Mondela, ¿te ha hablado Maca de él?
E_ No, Vilches.
Ca_ Bueno pues mañana lo conocerás es un tío muy
interesante. Mira ya hemos llegado.
Dos golpecitos característicos de Teresa hicieron
reaccionar a Maca, la mujer asomó la cabeza y la Pediatra
se incorporó en la cama.
T_ Vamos a cenar y no me digas que no tienes hambre
porque tienes que tomar algo. Vamos.
M_ ¿Han llamado?
T_ No.
M_ ¿Habrá llegado bien?
T_ Estoy segura que sí.
Se fueron hasta el comedor donde todos trataron de
animar a la Mwasi mondele kubaka (triste), por la ausencia
408 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
de la Mwasi mondele Esther. Maca sonreía, hablaba pero
todos sabían que estaba muy lejos de allí. Al finalizar la
cena se marchó junto a la radio.
V_ Anda ve a curar a tu enemiga, que yo estoy aquí.
M_ Deberían haber llegado ya.
V_ Maca no me toques los cojones ¿eh?
M_ Mira Vilches sabes perfectamente que cuando sales
de aquí te expones a cualquier peligro, y sabes
perfectamente que Esther esta sin nosotros, que ellos no
somos nosotros y sabes que no debería haber ido sola.
V_ Tienes razón, lo sé… sé que no está con nosotros
pero también sé que no la van a abandonar, también sé
que Dávila la considera y van protegidos.
M_ Dávila…
V_ Maca no la pagues con él, no le quedaba más
remedio… pasaban por aquí.
M_ Si lo sé –resopló con rabia cerrando los ojos y
pasándose la mano por el pelo-. Voy a ver a Monwe.
V_ De todos modos, le di el talki –Maca lo miró
sonriendo de lado, agradeciendo aquel gesto-. Anda ve.
Una vez levantaron la Clínica, sin tiempo que perder se
pusieron a trabajar, Esther admiraba todo aquello, mientras
ellos tenían una Clínica risoria, ellos tenían una Clínica
impresionante, no por el tamaño sino por la distribución y la
facilidad con la que podían trabajar.
409 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
Ca_ Hace algún tiempo que distintas fundaciones
quisieron investigar sobre esto, así que facilitan el trabajo.
E_ Ya… y los demás que hacemos nuestro trabajo en
lugares inhóspitos, ¿nadie se interesa de eso?
Ca_ No, nadie –la miró fijamente.
E_ ¿Qué?
Ca_ Se nota con quien estás…
E_ ¿A qué te refieres? –le preguntó seria.
Ca_ No te pongas a la defensiva, sólo lo digo porque
reivindicas lo mismo que ellos, pero ahí no podemos hacer
otra cosa que no sea trabajar.
E_ Ya.
Ca_ Bueno voy a eso precisamente a trabajar.
E_ ¿No estarás aquí?
Ca_ No, yo vengo por otro motivo, más tarde te
contaré.
E_ Vale. Una cosa Carlos… ¿hay alguna manera de
poder contactar con Vilches para avisarle que hemos
llegado bien?
Ca_ No, nosotros no, pero he avisado a Dávila que
imagino avisará.
E_ Gracias.
410 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
Y así fue, Dávila llamó justo cuando Teresa le entraba
a Vilches un té de los que había traído el camión esperanza
de Esther.
D_ Buenas noches.
V_ Buenas noches.
T_ Serán para ti –le soltó sin miramientos.
V_ Creo que habrás notado el cabreo en la respuesta
¿no? –le dijo haciendo un mohín a Teresa divertido que la
mujer aceptó ladeando su boca.
D_ Que remedio… eso quiere decir que me quedo sin
natillas ¿verdad?
T_ Sin natillas ni fideos.
D_ Teresa compréndelo por favor.
T_ Podía haber ido yo.
D_ Ya… pero Esther es la enfermera del grupo, ¿cómo
lo hubiera justificado?
T_ Ese es tu problema Dávila, que todo lo tienes que
justificar ¡todo!
D_ Teresa mi lugar no es fácil.
T_ Ya… tu lugar no será fácil para tu trasero, pero por lo
demás es muy fácil –le dijo ante el gesto de sorpresa de un
Vilches que a poco estuvo de atragantarse.
411 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
D_ Vale Teresa, lo acepto, y déjame hablar que no
tengo buenas comunicaciones con lo de la lluvia, por cierto,
¿os ha llegado la comida?
T_ Sí, ¡en botes eh! –le recriminó.
D_ Está visto que hoy todo son broncas.
T_ Pues ya sabes bonito… no hables mucho.
V_ ¿Bueno dejar de pelear, ¿han llegado o que? –
preguntó impaciente.
D_ Sí, todo bien, el viaje tranquilo y ya están
trabajando, quieren adelantar para cuando lleguen con el
doctor Mondela.
V_ Bien… eso quiere decir dos días.
D_ Dije dos días y serán dos días, no sé porque tanto
drama.
T_ ¿No sabes por qué tanto drama?, ¿te lo cuento
Dávila?
Y así se quedaron discutiendo, mientras Vilches iba al
encuentro de Maca en la habitación donde la joven Monwe
se resistía ya no solo a mirarla, sino, a comer, a beber. Su
abuela estaba desesperada y nada de lo que le decían
surgía efecto.
V_ ¿Has terminado la cura?
M_ Sí, si no fuera por lo que es… diría que he hecho un
buen trabajo.
412 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
V_ Lo es –la miró serio-. Bueno que han llegado bien
¿eh?
M_ Gracias.
V_ Voy a dormir, avisa a Bendi que si necesita algo me
llame.
M_ Le he dicho que pasaré a lo largo de la noche.
V_ ¿Piensas estar así, sin dormir?
M_ Una buena pregunta que no sé cual es su respuesta.
V_ Estás pillada ¿eh? –Maca lo miró enarcando las
cejas-. No es nada malo Maca, te lo aseguro.
M_ Ya…
V_ Venga descansa doctora nostálgica –le sonrió.
M_ Lo tuyo es ponerme algún adjetivo ¿eh?
V_ Sí, pero ninguno como el que te puso Esther –elevó
juguetonamente las cejas.
Maca sonrió levemente, entró en la cocina y se sirvió
un vaso de leche fresca que Nsona le había preparado
como sabía que le gustaba, desde que la vaca dejara de dar
una leche de calidad, no se había podido dar el gustazo de
esos sorbos grandes y tras los cuales le gustaba suspirar.
Era la primera noche donde la luz volvía a funcionar, si
bien no de manera muy fiable, al menos podían tener
iluminación suficiente. Maca decidió abrir el ordenador, si
bien lo habían tenido que casi desmontar por piezas, un
413 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
Laobi que para aquellas cosas era un manitas y que le hizo
aquel trabajo a la mwasi Esther que con una de sus sonrisas
lo había vencido. Tras un ruido extraño que le recordaba a
la cafetera, se puso en marcha, tuvo que esperar un rato
hasta que por fin arrancó, y cuando lo hizo, una foto suya
tras la sabana detrás le hizo sonreír, buscó con aquella
flechita la carpeta donde Esther guardaba las fotos, y allí
estaba, la primera con Mona sonriente, divertida, la
segunda en el suelo para variar, algo que causó en Maca
una medio carcajada, hasta que la luz decidió irse y con
ella, la sonrisa de su mujer. Como un mal presentimiento,
su gesto cambio a seriedad.
En su cabaña Teresa estaba sentada en la cama,
tapada hasta la cintura con Ramón a sus pies, al elevar el
animal una oreja supo que ya no iba a estar sola, de hecho,
tras un golpe la puerta se abrió y tras la puerta la cabeza
de Maca apareció.
M_ ¿Puedo pasar?
T_ ¿Tengo otra alternativa?
M_ Creo que no –dijo entrando.
T_ Pues adelante. Ramón hijo… animo tú a dormir
tápate las orejitas y a dormir.
M_ Eres lo peor Teresa –le dijo sonriendo.
También para los médicos en la aldea rural había
llegado la noche, habían reconocido a doce de las personas
con pulsera, todo estaba correcto y tan solo les quedaba
414 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
analizar las punciones lumbares que habían estado
efectuando. A base de números iban comprobando el
estado general de los pacientes, y tras las pruebas, dejaban
las pulseras como señal para el siguiente reconocimiento.
Ninguna complicación y eso para ellos era un alivio y una
gran satisfacción como le contaban a Esther quien comía
muy a gusto unas verduras y nada de carne tal y como le
había avisado Maca. Al finalizar la cena, se quedó un rato
frente al fuego, entonces Carlos se sentó a su lado.
Ca_ ¿Molesto?
E_ No estaba observando a aquel chico… -le señaló con
las cejas hacia donde estaba un niño sentado solo.
Ca_ Se llama Nwasi, es un niño soldado.
E_ ¿Soldado?, pero si es muy joven.
Ca_ Catorce años, hace como siete meses que estoy
tratándolo, Claudia y yo, nos turnamos en ayudarle. Es una
historia de esas que la guerra ha dejado marcado a fuego
en muchos niños. Sus padres lo vendieron al comandante
de la guerrilla, a los siete años aprendió a torturar, a los
ocho ayudó a violar, aprendió a disparar en la cabeza de
campesinos, a los diez, acabó con una aldea matando a
niños de su edad como juego, su jefe le llamaba “el
diamante”, tenía ese instinto asesino que le hizo ser dueño
de todo con once años, le dejaban a las niñas para que las
violara y después las matara, se divertían, y cuando
terminó la guerra, y su comandante le quito las armas, se
415 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
dio cuenta que nadie lo respetaba, no le daban de comer, ni
siquiera de beber, no imponía miedo a nadie, tan solo tenía
once años y tras mucho caminar, llegó nuevamente a su
aldea, cuando lo hizo, se encontró con que unos guerrilleros
habían asesinado a sus padres, sus hermanos, toda su
familia, y hoy los horrores que cometió no le dejan dormir,
no habla, no sonríe, tan solo llora en silencio.
E_ Dios mío –susurró impactada.
Ca_ Era como el mismo se llama, una bestia salvaje a la
que le han quitado la vida. Esta fue su aldea, los hombres
dudaron en admitirlo, pero las mujeres en memoria de sus
padres lo hicieron, vive solo en una chabola apartado del
resto… en silencio ayuda no cesa de trabajar, es su manera
de agradecer que nadie le diga nada hasta quedar exhausto
para no soñar –decía mirándolo con tristeza.
E_ ¿Y no podéis llevarlo a algún lugar que esté más
cuidado?... que la ayuda sea más intensa.
Ca_ No quiere, es como su propio castigo vivir para
sufrir los horrores que cometió.
E_ ¿Cómo podemos convertirnos en algo así?
Ca_ Esa pregunta me la hago yo todos los días… y aún
no he hallado la respuesta –dijo desanimado.
E_ Cada historia que me cuentan, me provoca mayor
horror –decía mirando al joven que seguía en silencio
mirando al suelo lejos de aquel lugar.
416 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
Ca_ Así es. Pero bueno ahora no vamos a poder
solucionar nada, creo que será mejor que nos vayamos a la
cama, bueno al saco –sonrió.
E_ Buenas noches.
Se dirigió a la tienda de campaña pequeña que le
habían montado, habían decidido montar el campamento
alrededor de la Clínica, de ese modo, Esther le había tocado
dormir un poco apartada del resto para darle mayor
intimidad. Cerró la cremallera, y se metió allí, suspiró ¡cómo
la echaba de menos!, como su corazón la llamaba, se
repetía que quedaba menos para verla, para volver a sentir
aquel abrazo que tanto deseaba, y así tratando de
controlarse se metió en saco. Suspiró, se movió a la
derecha, a la izquierda, y en uno de esos movimientos le
pareció observar algo justo delante de su tienda.
El poblado ya descansaba, dormían todos con paz y
sosiego, un nuevo día había terminado y la gente trataba
de recomponer sus fuerzas, el ganado dormía de igual
manera, o pastaba, pero en silencio, la noche era oscura,
sin luna, pero también sin lluvia. La luz del fuego era quien
iluminaba las tiendas, quien les alumbraba el sueño, y fue
entonces cuando se oyó.
E_ Ahhhh ahhh
ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh.
417 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
En la cabaña de Teresa, en la cama Maca no cesaba de
suspirar, se movía de un lado a otro aunque trataba de no
hacer ruido para dejar que Teresa descansara. Pero en uno
de sus giros y tras un pequeño aullido de Ramón que
protestaba, Teresa se sentó en la cama.
T_ Mira guapa, como no vamos a poder dormir, prefiero
que me hables a que me pongas histérica ¿está claro? –le
miraba seria.
M_ Lo siento es que no puedo dormir.
T_ Me lo dices o me lo cuentas –la miraba muy
fijamente.
M_ Lo siento… pero estoy acostumbrada a que me
abrace o abrazarla.
T_ Ya… lo entiendo… pero es lo que hay.
M_ Parece que se haya marchado hace una eternidad.
T_ Pues si, pero es menos ¿eh?, te lo aseguro –le decía
bostezando y tapándose la boca.
M_ Venga duerme que estás muerta de sueño.
T_ Y tú de cachondeo. ¡Cómo vamos a dormir mi Ramón
y yo si nuestra huésped no para de moverse y suspirar!;
que me vas a llenar la cabaña de un aire huracanado que
pa qué.
M_ Que mala eres… -sonreía.
T_ Pues si.
418 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
Entonces hubo un pequeño silencio entre ambas,
silencio que aprovechó Ramón para volver a tratar de
dormir. Pero no le fue fácil entre otras cosas porque Maca
comenzó a hablar, justo también cuando Teresa daba una
cabezada.
M_ Esto es lo malo de darte en el amor, todo está bien
cuando va bien, pero si surgen problemas es un sin vivir,
aunque yo estoy muy contenta del paso que he dado, creo
que Esther es lo mejor que me ha pasado en la vida, y ya
no hablo como amante, que es la mejor que he tenido de
todas –Teresa que estaba a punto de dar su segunda
cabezada, se irguió ante el comentario abriendo los ojos
como platos. Maca siguió-. Hablo como todo, cuando estoy
mal sabe como ayudarme, cuando estamos en peligro
siempre está ahí para apoyarme, cuando se me ocurre
alguna idea descabellada, es ella quien me detiene, por
ejemplo con Monwe, es ella quien me dice paciencia Maca,
¿y sabes?, el otro día me soltó que era maravillosa, pero no
maravillosa de guapa y demás que sabes que lo soy…
T_ Bueno –dijo graciosamente.
M_ Sino, maravillosa como persona, y eso se había
encargado Julia de arrebatármelo, me sentía una mierda, y
no valoraba nada de lo que hacía, ahora Esther me hace
plantearme muchas cosas, cosas interesantes, por
ejemplo…
T_ Oye… la disertación… ¿va a durar mucho?
419 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
R_ Guau…gr. –parecía apoyar a su ama.
M_ Joder Teresa que poca consideración me tienes.
T_ No si, consideración la tengo, te estoy aguantando
hija que eso tiene un gran valor aunque tú no lo
comprendas. Pero me hace gracia ¡qué quieres qué te diga!
M_ ¿Y eso?
T_ Porque has luchado contra ti misma hasta límites
insospechados por enterrar la Maca que llegó aquí,
¿cuántos años de lucha encarnizada?, ¿dos años?
M_ Dos años y medio.
T_ Y llega Esther, y en ¿tres meses?
M_ Tres meses y medio.
T_ Jo, lo tuyo es el medio. Bueno pues eso, en tres
meses ha conseguido volverte del revés, hasta el punto de
estar dándome la vara a mí –Ramón ladró-. Vale y a Ramón.
Porque te ha desestabilizado y te ha devuelto los miedos
que conlleva el amor, y uno de esos miedos es que pase
algo que te pueda hacer que pierdas ese sentimiento tan
fuerte que sientes ahora.
M_ ¿Y si te digo una cosa prometes no burlarte de mí?
-le preguntó con cierta timidez.
T_ ¿Qué estas celosa a rabiar?
M_ Sí… siento en mi interior algo que no sentía, que de
hecho no había sentido nunca.
420 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
T_ Porque nunca habías amado de verdad.
M_ Eso también me aterra.
T_ Pero el amor es así. Apuestas por alguien hasta las
últimas consecuencias, luego el tiempo se encarga de que
la apuesta salga bien o no, pero en ese momento, en el que
ambas estáis, merece la pena apostar.
M_ Tienes razón, apostaría todo cuanto tengo por
Esther.
T_ ¿Puedo darte un consejo?
M_ Claro.
T_ Llévate a Esther a España, iros allí podréis ser
felices, mi experiencia te dice que te vayas, a mí me dolerá
el alma, pero sé que la felicidad no está aquí jugándote la
vida a cada momento.
M_ Es una posibilidad que he pensado y aunque me da
cierta lastima porque para mí, mi casa es esta aldea, quizá
termine haciéndolo.
T_ Pero el amor tendrá sus momentos buenos y malos
de igual modo no vayas a creer que no ¿eh?, estés aquí en
Rusia, Marte o donde estés.
M_ Eso lo sé, es la vida.
T_ Tú lo has dicho es la vida, con sus cosas buenas y
sus cosas menos buenas, pero es lo que tenemos y lo que
hay que exprimir al máximo.
421 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ ¿De verdad Bárbara no te hizo nada? –la miró
extrañada.
T_ ¡Y dale!
M_ Es que no sé… te veo cambiada.
T_ Lo que me ves es fundida por no poder dormir.
M_ Pero es por una buena causa.
T_ Si, si, ya te darán ya…
M_ ¡Joder es que la echo tanto de menos!, ¿qué estará
haciendo ahora?
T_ Mira no lo sé, pero yo solo pido que no dé uno de sus
grititos.
M_ Es tan mona –dijo embobada.
T_ A veces dicen que el amor es ciego… ¡y qué razón
tienen!
M_ Si pero… sigue siendo tan mona… -insistió
sonriendo.
En la aldea rural el grito de Esther había despertado
hasta las vacas que comenzaron a gritar, cuando Carlos
llegó hasta ella, Esther había sacado la cabeza por la
cremallera con algo de timidez.
Ca_ ¿Qué ha pasado?
E_ Lo siento he tenido una pesadilla, ¿he gritado
verdad?
Ca_ Más que gritar –le decía con gesto preocupado.
422 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ Lo siento, lo siento de verdad.
Ca_ Mejor así –se giró avisando al resto que todo estaba
bien-. Venga descansa.
E_ Si, gracias –le entregó una sonrisa, bajó la cremallera
con rapidez y se giró asustada-. Mona despierta… Mona…
lo siento cariño… ¡ay qué me la he cargao! ¡qué de esta sí
que si!... Mona…
Mo_ Uhhhhh –gimió con los ojos tipo Marujita Díaz
dándole vueltas.
E_ Mona por favor… lo siento… ¡joder qué haces aquí!,
tú sabes lo que ha sido bajar la cremallera y ver tus dientes
y tus ojos… pensé que venían a matarme pero no… eras tú,
tú mi Mona querida –la abrazó con fuerza.
Mo_ Uhhhhh –trataba de recuperarse del susto.
E_ Lo siento… es que lo último que esperaba era
encontrarte.
Mo_ Ahh. Ahhh –decía moviendo las manos.
E_ ¿Y qué haces aquí?
Mo_ Ahhhh, uhhhh… ahhhh –hacía poses que le
recordaban a Maca, sobre todo, hacía como si se arreglara
la melena.
E_ Te ha enviado Maca –dijo sonriente.
Mo_ Uh uh –se ponía las manos en los ojos y movía el
culo.
423 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ Jajajaa- dio una carcajada y luego se tapó con la
mano para no levantar sospechas-. A ver la traducción
sería, ¿para que me vigiles el culo?
Mo_ Uhhhhhhhhhhhhh, prrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr –asentía
haciendo divertidas pedorretas.
E_ Gracias por venir, así me siento menos sola.
¿Sabes?, la echo mucho de menos.
Mo_ Ohhhhhhh –le acarició la cara.
E_ La quiero tanto Mona.
Mo_ Uh uh uh –se pegaba golpes en el pecho.
E_ Tú a Bartolo también ¿eh?
Mo_ Uhhhh –asintió como vergonzosa.
E_ Me encanta… me encanta el amor que respiramos
en la aldea… me encanta y soy tan feliz –decía con una
sonrisa amplia y su rostro completo de felicidad.
Mo_ Uhhhh –dijo bostezando.
E_ Si, será mejor dormir –se acostó y Mona lo hizo al
lado suyo mirándola fijamente-. Tranquila no te voy a
abrazar, ni a gritar.
Mo_ Uh uh –asintió.
E_ Hasta mañana, que descanses –Mona no dijo nada-.
Hasta mañana Maca mi amor
Mo_ Uhhhhhhhhhhhhhhhh –susurró con tono cansado.
424 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
Las primeras luces del alba fueron entrando a través
de la tienda de campaña, Esther se movió algo inquieta, no
sabía muy bien porque. Finalmente abrió los ojos y vio que
Mona no estaba con ella, quizá porque había decidido
seguir en secreto, aquel pensamiento le provocó una
sonrisa.
E_ Buenos días –saludó a los hombres que la miraban
algo expectantes.
Ca_ Buenos días, te has levantado muy pronto.
E_ Estoy acostumbrada. ¿Todo bien?
Ca_ Sí, esto… si quieres lavarte un poco tendrás que ir
al río.
E_ Ah… de acuerdo.
Ca_ No te preocupes hemos estado nosotros y todo está
correcto.
E_ Gracias.
Esther cogió las cosas y se fue hasta el río, al llegar el
agua estaba tan cristalina que daban ganas de meterse
dentro, pero no quería desnudarse, así que se sentó en el
borde y se comenzó a lavar. Entonces a su lado cayó algo
en el agua proveniente de arriba, miró y allí estaba Mona
sonriendo.
Mo_ Uh uh –se oyó desde lo alto de un árbol.
E_ ¡Mona guapa!, ¿vas a esconderte?
Mo_ Uhhhh –decía despacito.
425 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ Está bien, que agua más fresca, has visto que
cristalina… ¿eh?... tengo la sensación de que estoy en la
cascada, bueno me falta Maca pero creo que esta agua del
río es igual de espléndida en todos los sitios.
Entre los arbustos se movió algo que la buena de Mona
acertó a sentir, y sin dudarlo esas ramas hicieron un
agujero pequeño por donde se veía a Esther en sujetador,
quien allí había, observaba atentamente a la enfermera
hasta que de pronto sintió como algo le golpeaba en la
cabeza, algo pequeño, miró a un lado, miró a otro pero no
vio nada, Esther seguía hablando con Mona, el hombre
seguía mirándola, hasta que tras dos golpes seguidos notó
como le caía en la cabeza una fruta de árbol bien gorda y
se quejaba amargamente, haciendo que Esther se cubriera
con la camiseta y se pusiera en pie.
E_ ¿Quién hay ahí? –de repente vio como el doctor
Günter salía de los arbustos como mareado-. ¡Pero bueno!
Ca_ ¿Qué ha pasado? –vio al compañero cogiéndose de
la cabeza.
E_ Estaba ahí mirando –decía ofendida.
G_ Ella hablando sola otra vez… yo pensaba que le
pasaba algo.
Ca_ Vale… vale…
E_ ¿Qué pasa que una no puede elevar sus
pensamientos al aire? –los miraba con cierto malestar.
426 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
G_ Lo siento… solo quería ayudar lo juro –decía algo
cortado tocándose la cabeza entre quejidos.
Ca_ Vaya chichón… ¿pero qué te ha caído? –fue a mirar
arriba.
E_ Algo de un árbol seguro, a mí también al pasar por
ahí –había escuchado la risa de Mona perfectamente.
Ca_ Pues nada… ven que te ponga un poco de algo
ahí… ¡menudo golpe!
G_ Me duele –se quejaba.
Ca_ Vamos… vamos…
Esther miró al árbol donde estaba Mona comiendo
algo, y cuando vio como pasaba el hombre por debajo suya,
le sacó la lengua mientras Esther no podía para de sonreír.
C_ ¿Vamos Esther?
E_ Sí voy.
Mientras su otra mitad había abandonado pronto la
cama, al hacerlo Ramón levantó un poco la cabeza pero
ante su gesto de silencio el animal volvió a dormir
acompañando con sus ronquidos los de Teresa. Maca había
subido a su cabaña y se había sentado a ver el amanecer,
con la manta que se habían tapado dos cuerpos desnudos
para observar otro despertar de la Selva, con ella se abrigó
y caló en su nariz el aroma de Esther. Tras una honda
exhalación apoyó su cabeza sobre la madera con el ceño
fruncido mirando al horizonte, mientras lo hacía su corazón
427 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
latía tan lentamente que parecía iba a detenerse en
cualquier momento. La añoranza lo hacía volverse lento, la
nostalgia que se había implantado en ella desde que el
camión donde Esther marchó cruzara la puerta, la tenía
totalmente descolocada. Pensativa miraba el cielo que le
iba mostrando como si fueran diferentes diapositivas el
despertar, entre la oscuridad fue abriéndose paso la luz,
luchando una batalla aquella luz anaranjada, entre nubes,
unos rayos de sol se colaban, y cuando la oscuridad se
rindió y ganó la luz, el cielo se mostró pletórico y Maca no
pudo más que rendirse ante tanta belleza, ante lo que para
ella había sido la llegada de Esther, entre sus sombras se
había colado, y le había mostrado la más hermosa luz, una
luz que en ese instante de soledad le provocó cerrar los
ojos y la imagen de la sonrisa de su mujer le llegó tan nítida
que provocó en ella la misma sonrisa, suspiró con fuerza, la
echaba tanto de menos que solo así era capaz de medir la
cantidad de amor que sentía por ella, un amor infinito que a
través del tiempo estaba segura perduraría.
Y ese mismo amanecer en silencio, lo estaba
compartiendo Esther, antes de ponerse a trabajar, había
tomado su vaso de leche sentada nuevamente en el río
bajo la supervisión de Mona, miraba el horizonte pensando
que en la lejanía compartían lo mismo, suspiró con fuerza,
cerró los ojos pensando que había logrado lo que en toda su
vida pensó no tendría, un amor de verdad, un amor que
provocaba en ella tantas cosas que no podía explicar,
428 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
porque pensaba que ese sentimiento que inundaba todo su
ser desde su esencia hasta los poros de su piel, no tenía
explicación alguna más que dejarse llevar por ese calor que
recorría su cuerpo, por esa calidez que le hacía sentirse
amada y respetada, por esa otra persona que quizá en ese
instante lejos de ella pensaba lo mismo, visualizó en su
mente a Maca, su sonrisa, su intensa mirada y volvió a
suspirar, elevó la cabeza mirando el cielo y por primera vez
sintió una angustia terrible, separarse de Maca le estaba
demostrando que no estaba preparada para ello, la quería
tanto que no podía vivir tan lejos de su respirar, de su piel,
la quería tanto que un miedo desbocado recorrió sus venas,
miedo a perder lo que en ese momento de su vida había
ganado, a su mujer, y estaba segura que a través del
tiempo ese amor perduraría.
La mañana a Esther se le pasó en un suspiró y lo
agradeció, acabaron pronto con las revisiones, así mientras
recogían la Clínica, ella se sentó observando como las
mujeres tejían con los hilos de algunos árboles, sonreía
ante sus trabajos y aunque trataba de comunicarse las
mujeres reían cuando decía palabras sueltas, así de aquella
manera más o menos divertida, se le fue pasando el tiempo
pensando como no en Maca, mientras los hombres
trabajaban con el ganado paseando por las zonas menos
pobladas de vegetación. Hubo un momento donde sus ojos
se perdieron con aquel niño amargado, que ella diría sin
saber su historia que era un niño adorable y tranquilo,
429 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
cuando realmente lo habían vuelto un monstruo que era
imposible evitar mirarlo con cierta mezcla de temor y
lastima. Con tan pocos años ¡cuántas personas habría
matado!, aquella sola idea le torturaba en el pensamiento a
una Esther que una de las veces que lo miraba, recibió de
aquellos ojos tristes, hundidos y hasta perdidos, un golpe
en su corazón, sin saber porque le sonrió, el chico aguantó
su mirada nada más que unos segundos y posteriormente
continuó con su trabajo sin hablar, sin relacionarse con
nadie más que con su yo interno del que estaba segura
debía querer huir.
Ca_ Nos vamos Esther –le avisó Carlos.
E_ De acuerdo.
Ca_ Oye… quería comentarte algo.
E_ Claro tú dirás.
Ca_ Estamos un poco preocupados.
E_ ¿Y eso? –lo miró con gesto algo aturdido.
Ca_ Anoche después que gritaste, te oímos hablar, el
doctor Günter te oyó reír, y esta mañana otra vez –la
miraba con algo de dudas-. No quiero que tomes lo que ha
ocurrido esta mañana en el río como algo que no es,
simplemente estaba preocupado por si te pasa algo… no
sé… ¿te pasa algo?
E_ A mí nada, sólo que me gusta hablar en voz alta.
Ca_ De acuerdo.
430 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ De todos modos le agradezco al doctor Günter que
se preocupara por mí.
Ca_ Es que tiene la experiencia de una enfermera que
trabajó con él, se volvió loca, no pudo soportar la presión de
trabajar aquí.
E_ Pues lo entiendo ¿eh?
Ca_ Por lo demás estás bien, no veo tu maravillosa
sonrisa.
E_ Echo muchísimo de menos a quien la provoca –
sonrió débil.
Ca_ Entiendo.
E_ No creo que lo entiendas.
Ca_ Vale… tienes razón… no lo entiendo.
E_ No me mires así no pienso explicártelo… las cosas
son así, la vida es así y sobre todo el amor es así, si no has
estado enamorado nunca no lo alcanzas a comprender
como me pasaba a mí, tenía delante un enigma que no
sabía descifrar, y una vez descifrado, es tan complicado
separarse de ella –decía melancólica.
Ca_ Quizá yo no tengo esa visión de Maca.
E_ Ya, pero todos nos equivocamos en la vida, creo que
cometemos errores por miedo, pero lo bueno de cometerlos
es darse cuenta y superarlos.
Ca_ No te digo que no, bueno… tampoco soy quien para
juzgarla ¿verdad?
431 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ Eso está mejor. ¡Nos vamos!, cuanto antes nos
vayamos, antes volveremos.
Ca_ Lo llevas mal ¿eh?
E_ Peor que mal –le dijo sonriendo aunque con su tono
repleto de tristeza.
La mal llevada soledad de la Pediatra, era respetada
por los demás habitantes de la aldea excepto los niños
quienes con su naturalidad habitual la interrumpían, le
hacían sonreír y la llenaban en esas horas tristes ante la
ausencia de Esther.
Desde la cocina Vilches y Teresa la vigilaban, trataban
de respetar su espacio, pero no por eso la dejaban sola,
siempre que podían estaban junto a ella el mayor tiempo
posible.
V_ Sabes que estoy acojonao.
T_ ¿Y eso? –le preguntaba seria.
V_ Si le pasa algo a Esther… no sé si Maca lo superaría.
T_ ¡Ay no seas pájaro de mal agüero!
V_ Nunca la había visto así.
T_ Está melancólica, es la primera vez que se separan y
eso le ha dado fuerte, pero no creo que solo a ella ¿eh?
V_ Y no me hace ninguna gracia que Esther esté por ahí
sin mi protección.
T_ Si es que eres de un blandengue luego dices…
432 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
V_ Por cierto… no he visto a Mona.
T_ Ni yo… -se quedaron mirando-. ¿Estamos pensando
lo mismo?
Entonces la vieron levantarse y marcharse hasta el
hospital, lo hacía cabizbaja, pensativa. Se asomó a la
habitación donde Monwe descansaba sola, su abuela estaba
lavando la ropa y le había dejado en aquel momento
dormir, Maca entró y se sentó a su lado, la observaba
descansar con ese gesto de intranquilidad que sentía un
dolor agudo en su alma por todo lo que había ocurrido.
Entonces le llegaba la voz de Esther tan clara diciéndole
que tuviera paciencia con la chica, que con un profundo
suspiró reposó la cabeza en la pared guardando silencio por
un rato hasta que vio como Monwe abría lentamente sus
ojos como presintiendo su compañía. Al mirarla Maca le
sonrió, sus labios dibujaron una sonrisa triste pero con el
suficiente afecto como para que la muchacha aguantara su
mirada.
M_ Bonso nge kele? –(¿Cómo estás?)... la muchacha no
le contestó-. Ngala kitio –(¿tienes dolor?) –la chica asintió-.
De acuerdo –respiró aliviada al menos le daba la
oportunidad de hablar-. Malembe Monwe bantu kele kima
(tranquila todo está bien) –le dijo con un susurro en su voz
mientras le inyectaba un calmante.
Mo_ Santu kele kima (nada está bien) –por primera vez
escuchó su voz repleta de pena, de dolor, y sin poderlo
433 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
evitar provocó en su corazón un profundo dolor. La
muchacha repitió-. Santu kele kima.
M_ Monwe, mono keke nde nge mwana ke kele mingi
lomle, kansi nge ngala knanga ti kumatia kandi bawu
mwana (Monwe yo sé que tu hijo era muy importante, pero
tu tienes vida y podrás tener más hijos) no podía evitar
hablarle con un nudo en la garganta y los ojos repletos de
lagrimas no se atrevía a tocarla tan solo a mirarla
intensamente-. Mono ntima peso nge kolol, kansi, mono
ngala nde kudivulusa (mi corazón te pide perdón, pero, yo
tenía que salvarte)
Mo_ Ve zola knanga (no quiero vivir)
M_ Kuanwa, nge ngala nde kele ngolo buba santu nge
kusadisa kansi mbasi ke kukimona na ntangua ti na nki
yayi, na zwa ya kuswana, nge kele mosi ngala mingi sambu
ke knanga ti pesaka yina gana nde kutondana, ke kele,
mingi kima mamá, ¿kuzaba?... mono kutungalalu ata mono
mwana, ti, ata kuzonzisa ve kumonikisa, ve zola santu,
kansi buba ngala mono nkento ti na nki yayi, kumatia ngala
eti mwana, ti pesaka yayi na gana nde ve kumatia na eti.
Mono kele, nge ntima kele ngolo, ke kele kudivuluta.
(Cariño, tú tienes que ser fuerte, hoy nada te ayuda,
pero mañana veras el sol y con él, las ganas de luchar, eres
joven tienes mucho por vivir y dar ese amor que sé sientes,
serás una muy buena madre, ¿sabes?… yo perdí también
mi hijo, y también pensé no vale nada, no quiero nada, pero
434 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
hoy tengo mi mujer y con ella podré tener otro hijo, y darle
el amor que no pude al otro. Tu corazón es fuerte, serás
feliz)
La joven la miró a los ojos por primera vez, durante
segundos no parpadeó y tras un suspiro como si las
palabras de Maca hubieran ido penetrando en su interior
hasta llegar a su alma, se dejó abrazar por la médico que le
había salvado la vida, y que quizá tenía razón y un día
podría abrazar a un hijo nacido de aquel vientre que no
pudo acunar al perdido, quizá un día saldría como a su
médica el sol y una nueva vida mejor. Maca le dejó un beso
en la frente mientras una lagrima resbalaba por su rostro, y
entonces pensó en Esther y en lo contenta que estaría por
lo sucedido.
Se despidieron de aquella aldea rural llevándose
Esther como recuerdo el sombrero de las melenas de león,
subieron al camión pero antes, Günter se había excusado
con Esther contándole la historia durante el trayecto de su
enfermera y como había perdido la razón, una de esas
historias que seguían dejando el alma de Esther fría. Para
cuando calló, cosa que agradecieron de manera sincera el
corazón y la cabeza de Esther, ésta volvió a entregarse en
sueños a Maca, volvió a sentir como la abrazaba la acunaba
y una sonrisa se marcó en sus labios, si había algún peligro
no lo quería ver, tan solo quería soñar con ella, y sentirla
cerca, ¡y cómo no hacerlo!, si su corazón estaba repleto de
emociones y sentimientos hacia Maca.
435 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
Llegaron a un nuevo pueblo, Esther despertó ante los
gritos y jaleo que formaron los niños, fue abriendo poco a
poco los ojos y fue observando que aquello si era un
pueblo, casas y calles bien definidas, lugares donde
vendían bebidas, gente en la calle con diverso coloridos de
ropa, mujeres con cargas en sus cabezas, perros.
Ca_ Bienvenida a Ikélemba el pueblo de la alegría.
E_ Es enorme –decía con la mirada atónita.
Ca_ Así es… esto es otro mundo, a penas salimos de la
Selva los pueblos se van haciendo cada vez mayores, en
esta parte del país, hay menos pueblos nómadas, tan solo
cuando hay refugiados, cuando hay ciertos movimientos la
gente que asienta en la zona de las afueras, y así poco a
poco se fueron creando estos poblados. Esto es el epicentro
del estado de Sangha.
E_ ¿A cuánto está de nuestra aldea?
Ca_ ¿Sabes las horas que llevas durmiendo? –la miró de
reojo divertido.
E_ ¿Muchas? –le preguntó algo sonrojada.
Ca_ Cerca de seis horas.
E_ ¡Seis horas!
Gu_ Preocuparme ¿eh Esther?… ¿segura que estás
bien?
436 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ Sí, bueno… es que últimamente no he descansado
mucho, con la inundación y todo eso –se rascaba la cabeza
ante la carcajada de Carlos-. Joder… seis horas.
Finalmente llegaron sobre las seis de la tarde a la
Clínica del doctor Mondela, al bajar del camión, Esther con
total discreción estiró un poco su cuerpo tratando de
recuperar el movimiento completo de todos sus músculos.
Al hacerlo sintió un pequeño pinchazo en su espalda debido
seguramente a la postura. Miró algo preocupada hacia el
camión porque no sabía donde estaba Mona, ni rastro de
ella, le había gustado eso de ir de incógnito y sin duda lo
estaba haciendo muy bien. Entraron y las instalaciones, a
pesar de que las paredes no tenían pintura, y que había una
gran sala con camas unas frente a otras, las instalaciones le
parecieron a Esther una maravilla, se dio cuenta que la
mayoría de enfermos eran niños y mujeres, aquello le hizo
formar en su rostro una mueca de incomprensión, entonces
junto a ella sonó una voz suave pero cargada de fuerza.
Mo_ Son los débiles de la sociedad, contra los que el
hambre y la guerrilla actúa sin piedad alguna –cuando
Esther lo miró se encontró con un hombre bajito como ella,
regordete, con gafas redondas, ojos triste, pero una sonrisa
repleta de amabilidad-. Soy el doctor Mondela, Esther.
E_ Mucho gusto –sonrió mirándolo fijamente mientras
se estrechaban la mano.
437 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
Mo_ Bienvenida a esta mi casa, una casa que trata de
ser un lugar de paz para ellas, para los niños, para todo
aquel que viene a morir.
E_ La verdad que… comparado donde yo trabajo esto
es un paraíso, entiéndame –se apresuró a aclarar.
Mo_ Lo entiendo.
Ca_ Vaya… veo que ya os conocéis.
Mo_ Si Carlos, sí he visto en la mirada de esta mujer la
preocupación y he querido explicarle lo que veía –le volvió a
sonreír.
Ca_ Bueno pues vamos a empezar con las revisiones.
Mo_ Así sin descansar, sin tomar ni un refresco para dar
la bienvenida.
Ca_ Es que aquí la señorita quiere volver mañana… y
no queremos demorar mucho la vuelta para que no se nos
haga de noche.
Mo_ Ya veo que le va la marcha ¿eh Esther? -volvió a
sonreír-. ¿Cómo está el loco de Vilches y la insensata de
Maca?, ¿siguen haciendo locuras?
E_ Pues… -no sabía muy bien que decir y el hombre dio
una carcajada.
Mo_ Ya veo que si, no tienen remedio, médicos como
ellos son los que necesitamos… valientes, luchadores
incansables y mejores profesionales –se notaba el aprecio
438 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
que les tenía a ambos logrando así que Esther se relajara
un poco.
E_ Si, eso si que es verdad –dijo orgullosa.
Mo_ De acuerdo. Carlos comenzar a trabajar voy a
decirle a Rebeca que acompañe a Esther a su cuarto.
E_ ¿Cuarto?
Mo_ Claro… es nuestra invitada… además creo que nos
vamos a llevar bien –le guiñó un ojo.
Esther sonrió recordando las palabras de Vilches sobre
ese hombre, era bueno y le iba a gustar. Así llegó hasta ella
Rebeca, una mujer mayor blanca, con el pelo recogido en
un moño, y unos andares seguros y fuertes a pesar de su
edad. Le sonrió y con la sonrisa de Esther, supo que era una
de esas enfermeras que habían nacido para estar allí,
simple conexión le llamaba a ese sentimiento Rebeca.
Hablaron un poco del viaje aunque Esther poco podía decir.
R_ ¿Y cómo está mami Teresa?
E_ Muy bien… hemos pasado un mal momento con las
lluvias pero lo hemos superado entre todos.
R_ Me alegro es una mujer única.
E_ Si, lo es –sonrió con un cariño que se reflejaba en su
rostro.
R_ Bueno mira… aquí tienes tu habitación, vas a estar
muy cómoda ¿eh?
439 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ ¿Puedo abrir la ventana? –preguntó al ver que había
un árbol y seguramente debía estar por allí Mona.
R_ Claro que puedes… no hay problema, puedes hasta
darte un baño si quieres, nuestras enfermeras ayudaran a
tu equipo hasta que estés, eres la invitada del Doctor
Mondela, los que vienen de parte de Vilches y Maca, son
recibidos como amigos especiales.
E_ Gracias –sonrió y al quedarse sola se fue hasta la
ventana-. Mona… ¿Mona?... ¿estás ahí? –de repente Mona
apareció con sus gafas de sol y la gorra haciendo una
pedorreta que provocó en Esther un salto hacia detrás-.
Joder Mona… que susto me has dado.
Mo_ Uhhhhh –reía.
E_ Tengo que ducharme y bajar, creo que no hay llave
para cerrar así que si no quieres que nos descubran
escóndete.
Mo_ Uh uh –asentía.
E_ ¿Qué estará haciendo Maca?
Mo_ Uhhhhhhhhhhhhhhh –se tapó los ojos
graciosamente.
E_ Jeje, la echo tanto de menos.
Se duchó con rapidez, en diez minutos estaba en su
puesto de trabajo, nuevamente personas con las pulseras
indentificativas, nuevamente el trabajo incansable hasta
últimas horas de la noche. Después una cena en la casa
440 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
que el Doctor tenía justo al lado del hospital, era pequeña
pero intensamente confortable, al menos esa era la
sensación que le daba a Esther, hablaron de los proyectos
de aquel hombre que acogía a las barbaries cometidas por
los hombres a las mujeres, después las mandaban a unas
casas de acogida donde trataban de darles una vida mejor
alo que habían tenido. Podían criar los niños lejos de la
prostitución, y evitar así que a cambio de dinero los niños
acabaran en las guerrillas a cambio de dinero. Esther
escuchaba atentamente sus palabras, se había implicado
totalmente en la conversación y muchas veces había salido
a relucir Maca.
Se acercaba la hora de descansar en la aldea, todos se
habían retirado excepto Vilches y Maca que estaban
hablando sobre Monwe sentados en los escalones porque
las mecedoras se las había llevado el agua.
V_ Otra vez empieza a llover.
M_ Esperemos que no vuelva a ser un diluvio.
V_ Estamos en época.
M_ Pues si.
T_ Nada... sordos… sordos como una tapia –llegaba
Teresa hasta ellos-. ¿No escucháis la radio?, ¡para qué la
vais a escuchar! –seguía riñéndole-. Ahora tú no te muevas
¿eh?, total Esther que espere.
M_ ¡Esther! –fue dicho y salió corriendo.
441 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
V_ Joder…
T_ Si es que… -se marchaba moviendo la cabeza de
lado a lado.
V_ Me estoy preocupando seriamente ¿eh? –le dijo a
Teresa.
T_ A la vuelta ya podemos ponernos cascos, pero
encima de los tapones –decía sonriendo.
En el cuarto, Maca se sentó corriendo frente a la radio,
en sus ojos la ilusión de escuchar a quien tanto echaba de
menos.
M_ ¡Esther!
E_ Maca cariño… ¿me oyes bien?
M_ Como si estuvieras aquí, vamos… a mi lado –decía
emocionada.
E_ Ojala estuviera Maca...
M_ Pues sí. ¿Cómo ha ido el viaje?
E_ Muy bien… tranquila.
M_ ¿Se han portado bien?
E_ ¿Tú qué crees?, con la espía que tengo... –sonreía.
M_ Jeje –sonrió con total anhelo por ella.
E_ ¿Cómo estáis ahí?
M_ Echándote todos de menos, mucho, bueno yo
muchísimo pero no te lo creas demasiado ¿eh?
442 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ ¿No habrás abierto el regalo?
M_ No cariño... no.
E_ Debí dárselo a Teresa –le decía sonriendo.
M_ ¿Crees que no puedo esperar?, total mañana estarás
aquí.
E_ Oye Maca... ¿sabes que el doctor Mondela es
fascinante?
M_ Sí, lo es, sí.
E_ Me acaba de hacer una oferta.
M_ ¿Una oferta? –se irguió en el sillón viejo y
destartalado que aún goteaba.
E_ Sí, me ha dicho si quiero trabajar con él.
M_ ¿Y? –notó como su corazón había dejado de latir por
un segundo.
E_ ¿Y qué?, ¿crees que te dejaría a un lado?, ¿crees que
haría las cosas sin ti?, no cariño, pero me ha llamado la
atención su oferta, le he dicho que no la podía aceptar
porque en la aldea yo me sentía muy identificada y además
me unía algo allí muy importante –le decía orgullosa con
una sonrisa amplia.
M_ ¿Y qué te ha dicho?
E_ Pues por su sonrisa diría que ha adivinado que hay
una cierta señorita, muy maja ella que me tiene loquita –le
decía en susurros.
443 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ ¿Ah si?, ¿una señorita maja? –le respondió de igual
manera.
E_ Uf Maca... como se me ha subido la sangre –le dijo
tal y como lo sentía.
M_ Jajaja, ¿quieres que lo hagamos por aquí?
E_ ¡Estás loca! –le dijo notando como se ponía roja sin
remedio.
M_ Si, por ti haría lo que fuera, lo que fuera mi vida.
E_ Te quiero mucho cariño.
M_ Y yo.
E_ Mañana estaré ahí ya para que podamos discutir
esto cerquita ¿eh?
M_ Si es que me provocas y ni te cuento como me voy a
quedar... caliente... caliente...
E_ ¡Maca! –la riñó mirando alrededor por si alguien
podía escucharla.
M_ ¿Qué no te gusta qué te lo diga? –le provocó-.
¿Acaso tú no?
E_ Jeje... jeje –sonrió sin decir nada más.
M_ Pues ya está... ¿lo hacemos?
E_ ¡Mira me voy a despedir de ti porque no quiero hacer
locuras y que me pillen, me moriría de vergüenza!
M_ Jaja... jaja... me encanta.
E_ Ya lo sé ya... bueno... hasta mañana mi amor.
444 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ Hasta mañana cariño... te quiero ¿eh?, no lo olvides.
E_ No lo olvido, no, ¿lo recuerdas tú?
M_ Sí –sonrisa amplia y babosa.
V_ Con el trabajo que le ha costado arreglar la radio a
Laobi como para que tus babas lo estropeen ahora –le dijo
Vilches oyendo la risa de Esther-. ¿Todo bien, Esther?
E_ ¡Vilches... guapo!
V_ ¡Vaya será cuestión que estés fuera para admirar
mis cualidades y no solo las de otras! –sonreía.
E_ Que malo... oye os voy a dejar ¿eh?, darle besitos a
todos de mi parte y decirles que les echo mucho de menos.
M_ Tranquila lo diré.
E_ Buenas noches mi amor.
M_ Buenas noches...
E_ Que sueñes conmigo.
M_ No lo dudes.
V_ Que pegajosas por favor –protestó ante la sonrisa de
fondo de Esther.
En su cabaña Teresa trataba de dormir, Ramón a sus
pies, llevaban ya un buen rato en la cama cuando Ramón
comenzó a gruñir, se sentó y al ver que la puerta se abría
comenzó a ladrar.
M_ Shhhhhh prometo no hablar –le dijo al animal quien
la miraba gruñendo.
445 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
T_ Como hables cuando venga Esther va a tener
problemas para encontrar determinados placeres.
M_ ¿Ah si? –preguntó sonriendo mientras se metía en la
cama.
T_ Si hablas te corto la lengua.
M_ Hostia... –se quejó sorprendida.
T_ Ya lo sabes.
Por su parte Esther, tras despedirse del doctor
Mondela, se fue a su habitación, al entrar no vio a Mona, la
ventana seguía abierta, pero ella no estaba.
E_ Mona... Mona no me asustes soy yo, sal.
Mo_ Uhhhhhhhhhhhhhhhh –pareció suspirar.
E_ Hola guapa... ¡ven aquí! –fue y la cogió las manos
dando vueltas en la habitación, vueltas que a Mona le
empezaban a marear-. He hablado con Maca... he hablado
con Maca... y no veas como me ha dejado el cuerpo... es
increíble... esto es estar maravillosamente en celo todo el
día. Uf tengo unas ganas de llegar que ni te cuento...
Mientras ella hablaba con Mona, en la puerta un
preocupado Günter seguía su charla, cuando vio como
Carlos pasaba por el pasillo hacia su habitación, se
apresuró a ir hasta él.
G_ Esta chica no está bien Carlos, no está bien.
Ca_ ¡Pero qué manía tienes!
446 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
G_ Ven, guarda silencio... igual tiene trastorno mental y
no lo saben... ha pasado mucho en poco tiempo –decía pues
Esther había contado a grandes rasgos todas sus vivencias
desde su llegada.
Ca_ Ya pero... no sé... no sé...
G_ Sígueme –le dijo poniendo su dedo sobre los labios
en señal de silencio-. Escucha.
Dentro no se oía nada, Carlos alzó una ceja pero al
instante le llegó la voz clara de Esther.
E_ Y es que yo lo tengo claro ¿eh?... ¿tú qué crees?, sí
verdad... es inteligente, guapa, un poco borde... si es que lo
tiene todo... ah bueno si eso también tienes razón, mal
genio, si pero ese puntito ideal ¿eh?
Carlos puso gesto serio, miró a Günter y sin más
abrieron la puerta.
E_ ¡Ahhhh! –gritó asustada al verlos entrar.
Ca_ ¿Esther te encuentras bien?
G_ Esther no nos mientas.
E_ ¿Pero qué pasa?, ¿por qué entráis así a mi cuarto?,
¡pero bueno! –les decía enfadada mirando a uno y otro.
Ca_ Esther el doctor Günter tiene razón ¡hablas sola! –la
miraba serio.
E_ ¡Pero vamos a ver!, es que a caso no puedo hablar a
través de las ondas del cielo… ¿no acostumbras a hacerlo
tú?
447 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
G_ Yo creo que tú estás enferma –la miraba temeroso.
E_ ¡Enferma dice!... ¿quiere lo que le diga cómo estoy?,
¿cómo me ha dejado hablar con mi pareja?, ¡eh! ¡eh! ¡eh! –
se levantó de la cama con cara de fiera.
G_ Yo te puedo ayudar… -retrocedía ante el ímpetu de
Esther.
E_ ¡Y dale a ver si el enfermo es usted, eh! –le decía
enfadada.
Ca_ Esther disculpa pero… no sé… disculpa ¿vale? –
entonces se oyó un sonoro pedo, ambos se miraron, Esther
miró de reojo hacia debajo de la cama donde rápidamente
Mona se había escondido-. ¡Nos vamos!
E_ La cena… me ha producido gases… -al marcharse
ambos hombres Esther sonrió.
Mo_ Uhhhhhh…. Ahhhh… uhhhhh prrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr –
le hacía burla sin parar al doctor Günter imitándolo.
E_ Dios que buena eres Mona… que buena eres –le
decía bajito abrazándola-. Ahora van a pensar que soy una
guarra, ¡menudo pedo! –sonrió de nuevo-. Como apesta
joder...
En la cama, Maca soñaba con encontrarse al día
siguiente con Esther, había decidido callar porque Ramón le
había enseñado sus colmillos de manera intimidatoria en un
momento que fue a hablar. Pero allí entregada a sus
sueños, a su realidad, sentía los nervios de que el tiempo
448 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
pasaba muy lentamente… demasiado lentamente para
reencontrarse con ella y sabía, que debían viajar más de
doce horas para llegar, y ese tiempo era mucho, demasiado
para que pudieran ocurrir miles de cosas, los nervios en su
estómago le jugaron una mala pasada, se giró y sin más
abrazó a Teresa.
T_ Mmmmm así, así, más pegadita –susurró haciendo
que Maca la mirara asombrada-. Mmmmm.
Cuando la mañana llegó al poblado de Sangha, Esther
ya hacía rato que estaba mirando por la ventana, se vistió y
bajó a la calle a dar un corto paseo, aquel mundo era
totalmente diferente tan solo a 300 kilómetros de distancia
de su aldea, allí la gente tenía una vida totalmente distinta,
trabajaban la artesanía, vendían productos para comer,
calzado, sus caras eran diferentes, todo era demasiado
diferente para la poca distancia que existía entre un
poblado y su aldea. Mona la vigilaba desde el árbol, con su
gorra puesta y sus gafas de sol, tumbada sobre una rama,
con un trozo de palo en su boca a modo de palillo.
Tras una señal de Rebeca, Esther se acercó hasta ella
en el hospital, aquella mañana aún debían revisar unas
cuantas personas más, y Esther rogaba que fuera cuanto
antes para terminar y marcharse.
R_ Buenos días.
E_ Buenos días –le entregó su amplia sonrisa.
R_ ¿Has descansado bien?
449 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ Estupendamente la verdad –se mostraba contenta.
R_ Bien… el doctor Mondela te está esperando para
almorzar juntos.
E_ Perfecto… voy para allá.
R_ Te acompaño. Te he preparado unas telas para que
se las lleves a mami Teresa, y le dices que estoy muy
enfadada con ella, que no viene a ver a esta vieja. ¿Sigue
igual con Dávila?
E_ Sí –sonrió divertida-. No hay manera…
R_ Ese hombre es cegato… Teresa se merece algo
mejor.
E_ Si –y pensó “si supieras, porque yo la veo muy
cambiada desde la visita de Bárbara, si al final Maca va a
tener razón… ya verás… menudo bombazo”
R_ Tuvo suerte que a su marido se lo comió el cocodrilo,
era realmente un cretino, como le dije, hazle un
monumento a ese animal que debe estar con indigestión.
E_ ¿Era un cretino? –la miraba sonriente mientras
llegaban al comedor.
R_ Totalmente, no sé porque se casó con él, en fin… la
vida que a veces nos hace dar los pasos equivocados.
E_ Y a veces los pasos certeros, ¿verdad? –volvió a
sonreír ante la mirada divertida de la mujer-. Buenos días
doctor Mondela.
Mon_ Buenos días, ¡te levantas muy temprano!
450 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ Si, la verdad que he descansado muy bien y me
gusta contemplar este maravilloso cielo.
Mon_ ¿Sigues queriéndote marchar?
E_ Si doctor Mondela –le dio una tostada, que le hizo
abrir los ojos como platos-. Gracias. Me parece que hace
usted un trabajo muy interesante pero tengo muchas cosas
que me atan a mi aldea, y me gusta el trabajo en plena
Selva.
Mon_ Una de esas cosas es la Doctora Fernández, claro
–ante la mirada de Esther agregó-. Eres el tipo de mujer que
si yo fuera ella no dejaría escapar –sonrió algo sonrojada-.
Comprendo. Creo que Vilches y Maca hacen un equipo
estupendo, no habían tenido demasiada suerte con las
enfermeras, pero me da la impresión que ahora mismo
formáis uno de esos equipos que hay por los continentes
luchando de verdad por la gente, sin miedo a cara
descubierta, y eso como africano, te lo agradezco a ti y a
ellos.
E_ La verdad que no es fácil, ya me gustaría tener un
hospital como esté, a pesar de sus condiciones, claro.
Mon_ Lo sé, yo me siento terriblemente afortunado he
luchado mucho para conseguir esta Clínica, no es fácil a
pesar de todas las ayudas, por eso siempre alabo tanto
vuestro trabajo, vuestras condiciones son duras, mucho, lo
sé porque yo lo viví cuando aún tenía fuerzas para luchar
contra el mundo, ahora lucho de otra manera.
451 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ Pues a mí me parece que tanto su trabajo como el
nuestro es lo único que podemos ofrecer, cada día que pasa
y conozco más historias, estoy más feliz de estar aquí y de
poder buenamente ayudar o simplemente apoyar.
Mon_ A veces, una mano en el hombro, una voz o un
susurro es suficiente para estas personas, porque a veces
nos olvidamos que son personas.
E_ Tiene usted mucha razón –le dijo admirando su
capacidad para a pesar de todo seguir luchando por gente
que sabía que no tenía curación.
Mon_ Tengo que ir a hacer una visita al viejo
cascarrabias de Vilches… y a la bella doctora, claro.
E_ Si –su sonrisa de enamorada hizo que el hombre
diera una fuerte carcajada, algo que sonrojó todavía más a
Esther-. Uy perdón…
Mon_ Nada… nada… el amor es salud…
El ritmo en la aldea ya se había despertado sin
descanso los hombres ilusionados con poder mejorar las
dependencias del hospital, comenzaron bajo las ordenes de
Massamba a trabajar, no cesaban en sus cantos dando
muestras de la alegría que sentían, mientras las mujeres
trabajaban aquel huerto más amplio y con mejores semillas
para poder sacar fruto. Teresa ordeñaba a Lucero que
resultó ser una vaca maravillosa y rica en leche, para
suerte de los niños quienes saboreaban el vaso que Nsona
les había llevado a aquel refugio que para ellos era un
452 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
juego. Entre tanto Maca seguía la evolución de una Monwe
mucho más tranquila que ya se había incorporado en la
cama y estaba tomando su primer caldo que con todo el
amor le había hecho su abuela. Estaba terminando con ella
cuando escuchó la radio. Se acercó hasta allí y le dio al
botón.
M_ ¿Si?
D_ Maca soy Dávila… ¿qué tal estás?
M_ Esperando que llegue Esther –le dijo a modo de
reproche.
D_ Acepto el dardo envenenado –dijo con resignación-.
Es su madre, quiere hablar le he dicho que no está pero me
ha insistido.
M_ ¿Su madre?... vale pues a ver que quiere.
D_ Te paso la comunicación… animo que en nada la
tienes ahí.
M_ Menos cachondeo Dávila y pásame la llamada –el
hombre ya no le contestó acepto su riña y pasó la llamada.
Con algo de incertidumbre contestó-. Hola.
En_ Hola, soy la madre de Esther ¿quién eres?
M_ Maca… su… compañera –hizo una mueca porque
casi se le escapa decir lo que realmente se sentía que era
suyo.
En_ Esa inconsciente que tengo de hija, ha recibido lo
que me pidió, ¡porqué vamos me podía haber avisado, digo
453 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
yo! –se le notaba enfadada-. Con el dinero que se ha
gastado creo que debería haberme avisado nada más
recibirlo.
M_ No le dio tiempo a avisarle, pero estese tranquila
que sí, ha llegado –le dijo con cierto malestar.
En_ ¡Es el colmo, vamos! –seguía protestando-. Cuando
llegue le dice que si puede ser que se ponga en contacto
conmigo, vamos si no va a ser mucho trabajo.
M_ ¿No le interesa saber dónde está su hija? –le
preguntó ya sin poderlo evitar su alta dosis de enfado-. Le
interesa un paquete y no le interesa saber porque motivo
no está aquí su hija… pues mire respire tranquila su dinero
está bien invertido… ya le diré que la llame cuando venga –
y colgó-. ¡Será posible!
V_ Vaya trato tienes con tu suegra.
M_ Es como mi madre… ¡será posible! –renegó.
V_ Te estás poniendo roja… pero así vas mal porque
ahora no te hará cociditos, ni serás su nuera preferida
¡eh!... a mí no me gustan los líos…
M_ Eres un cabrón maravilloso –lo abrazó.
V_ No si… la abstinencia es muy mala –dijo de lado.
M_ Que te lo pregunten a ti ¿verdad?
Tras una despedida emotiva, el lugar y las gentes
habían calado en ella de manera intensa, Esther se subió
en el camión con la promesa de poder volver con Maca o
454 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
Vilches para visitar al doctor Mondela. Durante el trayecto,
el doctor Günter prefirió conducir él, quería evitar así ir
vigilando a la enfermera que desde luego podría hablar
mucho sola, pero, sin ninguna duda era una gran
profesional. Carlos se sentó a su lado, comenzaron a hablar
del paisaje y Esther lo agradeció porque no quería volverse
a dormir, pero conforme hablaba Carlos, le iba entrando ese
sueño dulce mientras pensaba “que cansino es el tío”. Así
hasta dormirse por completo. Le despertaron unos gritos y
el camión parado.
Ca_ Me cago en la puta –se le oía decir.
E_ ¿Qué pasa? –miraba a un lado y a otro desorientada.
Bajó del camión y entonces lo vio, la rueda metida en un
barrizal.
Ca_ La madre que me parió.
E_ Madre mía –susurró aterrada poniéndose la mano
sobre la frente.
Gu_ No vamos a poderlo sacar.
L_ Necesitamos una madera, algo para apoyar…
Ca_ ¿Y de donde coño lo sacamos?
E_ Pues habrá que tratar de sacarla Carlos…
Ca_ Claro… eso también lo sé yo –le contestó nervioso-.
Joder.
Los hombres que iban en el otro camión, se unieron
para lograr algo con lo que sacar la rueda del barro, lo
455 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
hicieron de varias formas, empujaban Esther incluida
pensar que podía quedarse allí sin encontrarse con Maca le
provocaba una angustia terrible de controlar. Tal fue así,
que cuando desistieron, las lagrimas llenaron sus ojos.
E_ No puede ser –dijo entre cansada y abatida.
Ca_ Vamos a tener que acampar aquí, no hay más
remedio –decía jadeante y enfadado
E_ Esto no es seguro –le dijo asustada.
Ca_ Lo sé, estamos en medio de la nada, rodeados de
Selva y el lugar perfecto para toda Guerrilla.
Gu_ Carlos deberíamos avisar... esta cayendo la noche
y no es seguro.
Ca_ Ya lo sé.
E_ Yo tengo una radio... ¿estamos muy lejos de la
aldea?
Ca_ Un poco –la miraba jadeante y con gesto
asombrado.
E_ Ahora vuelvo –sacó el talki que Vilches le había dado
y aún con los nervios y manchada de barro hasta las
rodillas porque se había caído al hacer fuerza probó
fortuna-. ¡Mierda no va!
Ca_ ¿Va?
E_ No.
456 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
P_ Un momento vamos a serenarnos –dijo el doctor
portugués-. Podemos avisar que estamos aquí y lo que ha
ocurrido tendrán que venir a rescatarnos los militares.
Ca_ Los militares no vendrán hasta mañana Paolo.
P_ Y a quién avises no vendrá ahora, lo normal es
pasar aquí la noche no lo vamos a poder evitar.
Ca_ Lo sé.
P_ Avisemos por radio a Dávila –trataba de mostrarse
sereno.
E_ Y a Vilches.
Ca_ No podemos utilizar tanto la radio Esther, lo siento,
será Dávila quien avise, ahora mismo no nos podemos
quedar sin radio.
E_ Vale –trataba de tranquilizarse aunque notaba las
palpitaciones de su corazón en el pecho a punto de salirse-.
Paolo tiene razón, mejor tranquilizarnos.
Gu_ Haremos turnos para dormir, unos vigilamos y
otros dormimos.
Ca_ Llevamos algo de comida... no mucha...
P_ Habrá que repartirla entre todos, pero no tenemos
armas.
Gu_ No va a pasar nada, tranquilos.
457 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ Joder –protestó con un hilo de voz. Al levantar la
vista vio a Mona, el animal movía ambas manos como si
quisiera avisarle que la situación era complicada.
Ca_ Está bien... organicémonos.
En la aldea, todos esperaban nerviosos la llegada del
camión, sabían que debía llegar más o menos sobre el
atardecer y el atardecer había pasado sin ellos, Vilches
caminaba nervioso temiendo que algo había ocurrido, Maca
estaba sentada en los escalones de su cabaña suspirando
sin cesar y Teresa con los nervios más desbaratados que
nunca, comiendo sin parar.
Ns_ Mami engordar.
T_ Mami está a punto de estallar de nervios –decía con
la boca llena y sus ojos bien abiertos.
Ns_ No pasar nada...
T_ Que no hayan llegado no me gusta, no me gusta
Nsona.
Za_ Ziku... radio.
V_ Voy Zambi –miró a Maca quien se levantó como si
tuviera un resorte y fue hasta la radio-. ¿Si?
D_ Vilches soy yo, lo siento tengo malas noticias.
M_ ¿Qué pasa? –le preguntó ansiosa con el ceño
fruncido y el corazón a punto de estallar.
D_ Los muchachos me acaban de llamar, el camión se
ha quedado atrapado en el barro no pueden seguir.
458 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
V_ ¿Dónde? vamos a por ellos.
D_ Están a unas seis horas Vilches, es imposible,
además me han comentado que está lloviendo, lo más
probable es que os quedéis vosotros también atrapados.
M_ ¿Y qué piensas hacer?, ¡hay otra alternativa! –le dijo
con las venas de la garganta a punto de explotar.
D_ He avisado a los militares.
V_ ¡A los militares!, Dávila joder están en medio de la
Selva, lloviendo, los militares hasta mañana no acudirán,
¡vas a dejarlos allí!
D_ Van a salir ahora, llegaran desde Pokola.
V_ ¡Pokola! –gritó mientras Maca se tapaba la cara.
D_ Es lo más cercano, Vilches.
V_ Dime donde están.
D_ No Vilches... no llegaréis y no quiero tener a más
gente en peligro.
V_ Al menos irán armados.
D_ No.
M_ Perfecto joder... –renegó mientras Teresa mordía un
trozo de salchichón nerviosa.
D_ Os aseguro que vamos a poner todo de nuestra
parte para que los militares lleguen lo antes posible, os iré
informando. ¿De acuerdo Vilches?
V_ ¿Nos queda otra salida?, no, pues a joderse tocan.
459 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ ¿Qué vamos a hacer Vilches? –le preguntó una vez
había desconectado la radio.
V_ No lo sé Maca... a ver si puedo localizar a Esther le di
la radio –cogió la suya y comenzó a hacer señales que no
eran correspondidas-. Llama a Massamba Teresa por favor.
M_ Joder... estarán cerca del río Vilches.
V_ Si, pero aunque vayamos por el río el peligro es el
mismo está ya oscureciendo y no podemos ir cargados con
maderas o lo que sea para ayudar porque entre otras cosas
no tenemos ni puta idea de donde están, lo más sensato es
que vayan los militares.
M_ Si es que lo sabía joder... ¡sabía que no debía ir!
V_ Bueno Maca tranquila ¿vale?, no vamos a perder el
norte... tranquilidad...
Ma_ Ziku... Mwasi... –apareció Massamba con el gesto
serio.
V_ Tenemos una situación complicada Massamba, el
inepto de Carlos y su grupo se han quedado atrapados a
unas seis horas de aquí, vienen por la carretera del lado
derecho del río no creo que hayan pasado a la otra parte,
sería de locos, hasta mañana no van los militares... ¿qué
podemos hacer?
Ma_ Por el río llegamos en cinco horas, pero sin saber
donde... es complicado la Selva es grande.
V_ Si... ese es el inconveniente... ¡joder! –renegó.
460 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
Ma_ Si dar permiso, nosotros intentar.
M_ Es una locura Massamba, es poneros vosotros
también en peligro.
Ma_ Estar Mwasi Esther –le dijo como si con esa frase lo
hubiera dicho todo.
M_ Pero... no podemos poneros en peligro a vosotros
también ¿verdad Vilches?
V_ Es lo más sensato, si, pero como nosotros no somos
sensatos, pues nos iremos los tres.
M_ Vilches –lo miró seria.
V_ Dejaremos a Zulú que va a ser padre, iremos Zambi,
Yildas y yo.
Ma_ Massamba ir.
V_ Massamba está herido y se queda –le dijo de manera
tajante mirándolo fijamente.
M_ Yo voy a ir Vilches.
T_ Maca no debes ir –se apresuró a intervenir con gesto
de incertidumbre.
M_ De acuerdo, si no voy yo, no va nadie –dijo con
firmeza.
V_ ¿Desde cuándo mandas tú?
M_ No voy a permitir que vayáis sin mí, tú lo has dicho,
lo más sensato es esperar.
461 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
T_ Pienso lo mismo Vilches, es una zona peligrosa,
además está lloviendo y meteros en la Selva de noche sin
saber donde están es una locura innecesaria.
V_ No debí dejar que se fuera –susurró con rabia.
M_ Ahora ya es tarde Vilches, además va Mona con ella,
la estará vigilando –les dijo saliendo del cuarto.
Ma_ Yo hablar con Lula.
T_ Gracias Massamba.
V_ ¡Ay que joderse!, no podemos pasar ni un solo día en
paz, es que... me cago en todo ¡macho!
T_ Esperemos que todo quede en un buen susto.
Maca se metió en la cabaña tratando de controlar la
rabia que sentía dentro, todo era inútil, exhaló un profundo
suspiro y trató de ver las cosas con calma, pero entonces
vio el paquete que tenía allí esperando el regreso de Esther,
y sin poder hacer otra cosa se dejó llevar por un llanto
amargo que no podía controlar.
En un trozo pequeño de claro entre los matorrales y
espeso follaje, tras revisarlo con cautela decidieron montar
el campamento, era un espacio pequeño pero cuanto más
juntos mejor, extendieron los sacos para tratar de
descansar, y montaron una pequeña tienda para que Esther
tuviera más intimidad, fue ella quien se encargó de repartir
lo poco que había de comida, los hombres que les
ayudaban se ofrecieron para vigilar, montaron guardia una
462 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
vez terminaron de cenar y los demás trataron de acostarse
bajo la intensa lluvia que no cesaba. Esther se metió en la
pequeña tienda, al hacerlo vio como el agua que había
caído se había ido acumulando en el techo cuadrado y al
final había roto la frágil tela provocando un agujero por
donde se filtraba el agua, con lo que daba igual dormir
dentro que fuera.
E_ Dios ayúdame, joder como voy a echarte de menos
Maca –susurró pensativa, sentándose dentro de la tienda-.
Que pase pronto la noche por favor... que pase pronto.
Pero la noche fue larga y pesada, los continuos sonidos
que ella no sabía distinguir en la oscuridad le hacían saltar
dentro de la húmeda tienda, se sentía más sola que nunca,
y para no desesperarse se había propuesto volver a
rememorar todos los momentos desde que llegará con sus
maletas repletas de ropa y sus botas impecables a la aldea,
así entre sobresaltos, algún temblor porque iba calada
hasta los huesos, y alguna que otra cabezada fue pasando
la noche.
Para la otra parte de la pareja, la noche se avecinaba
de igual modo, desesperante, también comenzó a llover
más intensamente cuando la luna hizo aparición, pero con
ella y con una gran sorpresa, llegaron un pequeño grupo de
desplazados, llevaban un niño enfermo, una diarrea que
volvía a poner en peligro la vida de un pequeño, así se les
pasó la noche, ayudando a la familia preparándoles comida
463 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
y repartiendo agua ya que según les contaron llevaban
cerca de tres días buscando ayuda.
T_ Ya está amaneciendo Maca –le dijo despertándola
porque se había quedado dormida en el sillón de Vilches.
M_ Voy a intentarlo otra vez –mostró un cierto temblor
en su voz.
T_ Todo estará bien cariño... ya lo veras.
M_ No la vuelvo a dejar sola nunca más, ¡eso te lo
aseguro! –trató de sincronizar la radio pero nada le
respondía. Entonces pegó con ambas manos sobre la
madera-. ¡Mierda!
T_ Vamos no desesperes.
M_ Es que no puede ser joder... no puede ser... –se
tapaba la cara con esa exasperación que no la dejaba de
lado.
T_ Vamos a intentar tranquilizarnos –entonces sonó la
radio y se precipitó como loca hasta ella-. ¡Si!
D_ Soy yo, bueno he hablado con los militares están a
algo más de una hora de ellos, he hablado con Carlos todo
está bien. Han pasado mala noche pero bien.
M_ ¿Esther está bien?
D_ Sí, sí, como todos cansada pero me ha dicho que
estés tranquila que todo está bien.
M_ Vale –dio un respingo sintiendo un gran alivio en su
interior.
464 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
T_ Gracias a Dios.
D_ En cuanto sepa algo más os aviso.
M_ Dávila espera, tenemos a una familia con el niño
enfermo, es una diarrea pero... creo que sería bueno que lo
trasladaran a la Clínica de Longo.
D_ De acuerdo, cuando llegue Carlos que los recoja y
los lleve allí.
M_ Gracias.
D_ Estaros tranquilas que Esther está bien.
T_ Lo ves Maca... lo ves –la abrazó sintiendo como se
quitaba un gran peso de encima.
Los hombres esperaban la llegada de los militares,
Esther seguía dentro de lo que quedaba de tienda, había
logrado dormirse, justo cuando todos se pusieron en
marcha para tratar de sacar el camión. Desde el árbol de
arriba la observaba Mona, quien de pronto vio algo que la
hizo precipitarse hasta el lado de Esther que al notar el
golpe del salto del animal despertó, al hacerlo, aterrada,
atónita, perpleja vio como una serpiente de gran tamaño se
estaba levantando justo delante suya, la respiración
comenzó a agitarse, veía la lengua del reptil, y tuvo que
tragar saliva costándole lo suyo. De repente no
supo como ni que pasó, tan solo escuchó el sonido del
animal y vio su movimiento brusco.
MoyE_ Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh.
465 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
En la aldea la noticia que Mwasi Esther estaba
en buenas condiciones fue acogida por todos con alegría,
las mujeres comenzaron a cantar y preparar junto a Nmaba
con el mortero mandioca, los hombres decidieron ir a
pescar mientras se quedaban en la aldea Massamba y Dib
junto a los niños que estaban recibiendo por parte de Maca
quien así también se distraía, sus clases, dibujaban lo que
ella les pedía, les ayudaba a leer, y a escribir así como a
sumar, restar, multiplicar y dividir, dentro de sus nervios
podía distraerse con las continuas risas de los niños, y así
fue como se le ocurrió una idea.
M_ Vamos a esperar a mwasi mondele Esther, y la
vamos a sorprender ¿qué os parece?
Los niños se mostraban felices con la idea de
Maca, así que dispuestos a ofrecerle una sorpresa a la
mwasi Esther comenzaron a seguir sus instrucciones, y es
que a pesar de estar diciéndoles lo que debían hacer su
cabeza no podía apartarse de la llegada de su amor, tenía
tantas cosas en mente, que sin quererlo su deseo inundaba
cada poro de su piel haciendo que sintiera un alud de
emociones que con Mbe en brazos, le marcaban una sonrisa
bobalicona en su rostro y un gesto tierno que traducía al
resto de mujeres su amor por Esther.
Sin embargo, mientras en la aldea la gente preparaba
la llegada de su enfermera, en el campamento se vivían
instantes de angustia, el grito a la par de Esther y Mona,
466 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
había escandalizado a todos, Carlos y el doctor Günter al
girarse aún llegaron a tiempo de ver volar una serpiente,
ambos hombres se imaginaron lo peor, veloces llegaron
hasta la cabaña desde donde el grito a la par de las dos, no
se había vuelto a escuchar nada más.
En la aldea los hombres habían ido a pescar, querían
ofrecer un bueno condimento de pescado a Esther que
sabían era su comida preferida, iban Ngouabi, Zulú y Zambi
con sus artilugios camino del río en silencio como siempre
solían hacer para tener bien preparados los oídos y así
detectar cualquier sonido extraño de la naturaleza cuando
Zulú se detuvo. Miró hacia su derecha, sus ojos se abrieron
como platos allí los vio, hizo retroceder a sus compañeros y
despacio aunque las botas que les había regalado Esther
crujían al pisar el suelo, fueron hasta una distancia
considerable, una vez lo creyó oportuno comenzaron a
correr hacia la aldea. Louabi los escuchó con claridad, se
puso en pie y dio el toque a los demás que trabajaban en el
hospital, los niños detuvieron sus risas y las mujeres
guardaron silencio.
Zu_ Ziku… guerrilleros.
V_ ¡La hostia!
Zu_ Demasiado cerca.
V_ Joder… ¡Teresa avisa a Dávila rápido!... los demás ya
sabéis lo que tenéis que hacer –les mandó con gesto muy
serio-. Cerrad las puertas.
467 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ Lo que nos faltaba –decía con la frente fruncida pues
el sol le daba de pleno a los ojos a pesar de llevar la gorra
puesta-. Y Esther que no llega joder…
V_ Ocúpate de todos, vamos a sacar las armas y rezar.
.
M_ Está bien.
V_ No quiero verte por aquí ¿me oyes?
M_ Sí.
V_ Pues ya lo sabes.
Cuando se daban aquellos casos que podían advertir
de la presencia de guerrilleros, Maca se encargaba de
refugiar a los niños, las mujeres y los animales en el
granero, allí en un altillo bien escondidos y en silencio
esperaban pasaran de largo o si entraban se llevaran lo que
querían y les dejaran tranquilos. En el momento en que
ayudaba a subir a Monwe se percató que si entraban y
localizaban todo lo que Esther se había preocupado de
llevar, iba a ser para ella doloroso entonces en cierta
medida y mientras ayudaba a Nmaba la vieja y ciega
Nmaba a subir la escalera hasta el altillo de paja, se alegró
de que no estuviera Esther. Una vez todos acomodados, los
niños guardando silencio, las mujeres con rostros serios,
tras un suspiro comenzó a pensar en Esther.
Los hombres preparados, Yildas y Dib con armas
escondidos, Louabi escondido bajo el pequeño muro que le
permitía observar sin ser observado, Massamba junto a
468 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
Vilches, Zulú y Zambi detrás, Ngouabi tras la puerta
esperando algún movimiento desde fuera.
Mientras la tensión se vivía en la aldea, Carlos y
Günter llegaban a la tienda de campaña, allí vieron
asombrados como Esther tenía entre sus brazos un mono, y
lloraba sobre ella.
Ca_ ¿Estás bien Esther?
E_ Necesito ayuda… le ha picado, le ha picado –decía
desesperada mientras Mona gemía.
Ca_ Esther es un mono –le dijo algo aturdido por su
reacción desmesurada.
E_ No es un mono, es Mona.
Ca_ Bueno… pues una mona.
E_ ¡Joder Carlos que no entiendes nada! –le recriminó
con los ojos anegados de lagrimas-. Trame el botiquín por
favor.
Ca_ Esther te repito es un mono y no voy a dejar que
gastes nada con él.
E_ ¡Mira Carlos!, me traes el botiquín ¡y ya!, no te
preocupes que lo que gaste lo repondré nada más llegar a
la aldea ¡pero tráeme de una puta vez el botiquín! –le dijo
enfurecida con mirada de loca.
Gu_ Si es una serpiente cascabel no vas a poder hacer
nada, necesitas antídoto.
469 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ En el botiquín hay, lo he visto –volvía a coger a Mona
entre sus brazos mientras el animal gemía despacito.
Ca_ No puedo darte el antídoto para un mono.
E_ ¡Mona!
Ca_ Mona Esther, joder… ¿qué te pasa?, es un animal
desconocido…
E_ Es Mona y ella viene conmigo, me está cuidando
desde que salí de la aldea –le decía más enfurecida.
Mo_ Uhhhhh –gimió con poca fuerza pero mirada
asesina hacia Carlos.
E_ No voy a permitir que le pase nada, ni que sufra. ¡Me
quieres traer el botiquín!
Ca_ Voy, pero lo siento, el antídoto no es para ella.
Gu_ Esther se razonable –la miró como si de pronto
comprendiera todo lo que había estado sucediendo.
Mo_ Uhhhhhhhh –aulló de dolor.
E_ Mona cariño aguanta… no pasa nada no voy a dejar
que pase nada cariño…
P_ ¡Ha llegado la ayuda! –gritó desde fuera Paolo.
E_ Ya cariño… pronto nos vamos… todo está bien Mona
–le decía con gesto apenado-. Y el gilipollas este donde se
ha metido. Ahora vengo ¿eh?
Mo_ Uhhhhhhhhh.
470 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ Vuelvo en seguida –salió corriendo y vio a Carlos
cerrando el botiquín y como se metía algo en el bolsillo,
rápidamente dedujo que era el antídoto que había visto se
lo había guardado-. Dame el antídoto.
Ca_ Lo siento Esther, pero no te lo puedo dar,
compréndeme.
E_ Van a sacar el camión, vamos camino a la aldea –lo
miraba seria.
Ca_ Pero nosotros tenemos que seguir, quizá hacer
noche.
E_ Por favor Carlos.
Ca_ Lo siento, es antes la vida de cualquier compañero
que el de un mono.
E_ Dame el botiquín –le dijo con rabia estirándolo de su
mano-. Es mona y es más, tiene más sentido de amistad,
lealtad y sacrificio que muchos de los llamados, hombres.
Sin darle si quiera una opción para responder, se giró
y fue corriendo hasta el animal que yacía tumbado de lado,
al verla llegar abrió los ojos emitiendo un pequeño gemido
que fue aplacado por un besazo de Esther en la cara a lo
que Mona respondió:
Mo_ Prrrrrrrr –pero con poca fuerza.
E_ No voy a dejar que te pase nada… si ahora no me lo
da, lo robaré –le dijo con tono como si le hubiera asegurado
con él, “voy a salvarte la vida”.
471 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
Mientras Esther luchaba con aquella herida que Mona
tenia en su hombro, los hombres sacaron con relativa
facilidad la rueda del camión con una madera, tras tres
intentos. A ella se acercó el médico Günter y la ayudó a
cargar al animal a la parte trasera del camión donde subió
con rapidez para seguir con la cura superficial, Carlos pasó
delante del camión con lo que las posibilidades de
inyectarle el antídoto eran remotas, su corazón sintió una
profunda tristeza al ver como Mona se quejaba y ella poco
más podía hacer.
E_ Otra vez me has salvado la vida cariño… otra vez…
Ca_ Ágarrate nos vamos –le grito desde la cabina
Carlos.
E_ Cabrón –musitó con rabia.
La puerta de la aldea sufrió dos golpes reconocidos por
todos dados con la culeta de un fusil, Massamba tomó
posición dentro del Hospital, un enfermo más mientras el
sonido llegó nítidamente hasta el granero donde las
mujeres y los niños se abrazaron guardando silencio y
comenzaron a rezar. Maca había tomado posición en una de
las ventanas, sin duda, el ser descubiertos antes de llegar
les había dado opción a esconderse y distribuirse para
defenderse de un posible ataque.
Vilches ordenó con la cabeza que abrieran, Ngouabi
abrió y Teresa tal como estaba previsto salía a la puerta de
la cocina con su delantal, eran seis hombres que llegaban
472 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
con los rostros sucios, las ropas repletas de sangre
supuestamente ni una sola gota de ellos, los pies blancos
repletos de polvo, y en las manos los fusiles.
V_ ¿Qué queréis? –les preguntó acercándose mientras
Ngouabi se colocaba en la puerta
Gu_ Masa (agua).
V_ Ngouabi trae agua
Gu_ Traemos un herido.
V_ ¿Dónde está?
Gu_ ¿Y la gente? –le dijo sonriendo ampliamente.
V_ ¿Qué gente?
Gu_ Tú sabes.
V_ Haciendo sus tareas, los hombres cazando ¿por
qué?, ¿te interesa? –Ngoaubi les dejó un pozal con agua sin
acercarse a ellos mientras los miraba con odio.
Gu_ Sí.
V_ ¿Y tu herido?, no me apetece veros las caras.
Gu_ Ni a mi blanco.
V_ Pues en ese caso.
Entonces sonó el talki que por casualidad llevaba en
su bolsillo y comenzó a escucharse la voz histérica de
Esther, los guerrilleros miraron extrañados el bolsillo que
hablaba del médico y Maca no pudo evitar abrir la puerta
en un acto reflejo al escucharla gritar, los guerrilleros
473 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
desconcertados ante lo que ocurría miraron hacia la puerta
que se abría, los dos que estaban bebiendo agua sonrieron
al ver a la mujer blanca. Los otros cuatro miraron a su
alrededor y se vieron rodeados por hombres con fusiles
mientras Ngouabi le retiraba los dos a los que bebían. En
medio de caos apareció nuevamente la voz de Esther.
E_ ¡Vilches, Vilches, Maca!, ¡joder con el puto aparato
no va!, ¡la hostia!... me cago en todo… joder… ¡Maca!,
¡Vilches!
M_ Dame –le cogió el talki ante la mirada atónita de los
guerrilleros que veían como les quitaban sus fusiles y como
entre todos los inutilizaban, mientras Maca gritaba como
loca poseída-. ¡Esther!
T_ ¡Ay Dios mío Esther!
V_ Zulú atarlos bien y dejarlos en el pozo.
Z_ Si Ziku.
Los hombres a penas se resistieron, tres de ellos no
pasaban los veinte años pero el cansancio y la sed, les hizo
rendirse con facilidad, mientras los otros tres no tuvieron
tiempo más que a coger el fusil en sus manos, y ante uno
que se resistió, Yildas le golpeó con la culata dejándolo en
el suelo, aquello atemorizó lo suficiente a aquellas bestias
que sin armas no eran nadie.
M_ ¿Esther?
474 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ Me cago en todo… hostia… ¡qué mierda de cosa!...
por favor Mona…
M_ ¿Esther me oyes?... ¿me oyes? –el sonido se cortó-.
Pasa algo.
V_ Voy a avisar a Dávila, pero mira la pija por una vez
nos ha salvado el pellejo.
T_ ¿Qué pasará? –la miró preocupada.
M_ No lo sé, pero para que suelte esa ristra de tacos
algo grave sin duda…
En el camión, Esther luchaba con los bruscos
movimientos, en uno de ellos el talki se cayó al suelo. Mona
se quejaba, sin abrir los ojos.
E_ Mierda ahora el talki este… joder… -dio dos golpes al
cristal que la separaba de la cabina, Carlos abrió mirándola
con preocupación por su estado, totalmente fuera de lugar
ante una mona-. Necesito agua, necesito algo para mojar su
frente.
Ca_ ¿Günter? –el hombre le dio la botella que llevaba-.
Toma.
E_ Mona ya esta cariño, mira voy a pasarte esto y…
De repente cuando Esther le puso el paño sobre la
herida, Mona con gesto de trastornada, los colmillos
amenazantes y como si no fuera ella se lanzó contra Esther
arrinconándola mientras su mano apretaba su cuello y le
enseñaba los colmillos ante el gesto de pavor de Esther.
475 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ Mona… cariño… soy… soy yo… soy Esther.
Mo_
AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH
HHH.
Su grito era de dolor, desesperación salió de lo más
profundo de su alma, llenando todo el espacio y haciendo
que el resto de animales guardara silencio.
En la aldea los nervios ante los gritos
desesperados de Esther por el talki, pusieron a todos en
tensión. Rápidamente Maca y Teresa junto a Massamba se
reunieron con Vilches que no se despegaba de la radio. Los
nervios habían hecho que todos se quedaran preocupados y
ansiosos por saber a que se debían.
M_ Pasa algo Vilches… pasa algo… -repetía
apretándose sus manos.
V_ Lo sé pero al menos está bien… porque vaya tela la
de tacos que ha dicho la pija, que va a perder el apodo ¿eh?
T_ ¿Qué habrá pasado?, ¡ay Dios!, mi pobre Esther –
daba una palmada al aire juntando sus manos sobre la
barbilla.
M_ ¡Por qué el idiota de Carlos no nos avisa!
V_ Tú lo has dicho porque es idiota, pero de todos
modos si hemos escuchado el talki está dentro del radio de
476 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
funcionamiento, eso quiere decir que puede estar a unas
tres o cuatro horas de aquí.
M_ Ya… ¿y? –lo miró como si hubiera hecho el
descubrimiento del siglo.
V_ Pues eso que ya queda menos.
T_ ¿No podemos localizar la radio de Carlos?
V_ No. Es muy listo el muchacho… tanta cabeza para
tan poco uso.
M_ La madre que lo parió –susurró dándole al botón del
talki-. ¡Esther… Esther!
V_ A ver alguien conecta… ¿Carlos?
D_ Soy Dávila, el camión ya ha sido sacado del barro
pero…
V_ Esther nos ha llamado histérica –le interrumpió.
D_ Mira creo que Esther está perdiendo los papeles
poniendo en riesgo a todo el equipo y lo que es más grave,
tratando de utilizar parte de nuestra reserva para un
puñetero animal –decía malhumorado.
V_ ¿Puedes explicarte? –le preguntó Vilches bajo la
mirada atónita de todos, era extraño la actitud de Esther,
no la comprendían.
D_ Tiene a un mono rabioso con ella en el camión.
M_ ¡Mona!
T_ ¿Mona rabiosa? –preguntó aterrada Teresa.
477 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
D_ Si una mona, le ha picado una serpiente y por poco
le pega a Carlos.
V_ Lista la mona.
D_ No Vilches, la mona no, Esther.
V_ Inteligente Esther.
D_ ¡Vilches! –le dijo enfadado.
V_ Conéctame con Carlos.
D_ Habla con ella hazle entender que no podemos usar
el antídoto para una mona.
V_ De acuerdo es que Esther pertenece a la OBM.
D_ ¿A la qué?
V_ ¡Ay Dávila que lejos estás de este mundo!, Teresa
también pertenece a la misma organización –Teresa lo miró
seria-. Organización Bárbara Madres.
D_ ¡Vilches menos cachondeo joder! –refunfuñó
enfadado.
V_ Que poco humor tienes.
M_ A ver porque no dejáis de decir tonterías y nos
conectas con Carlos –su gesto era muy grave.
T_ Eso –miró enfadada a Vilches.
D_ Voy a intentar que os pasen la comunicación…
V_ No lo intentes, pásala.
M_ Dios mío Mona –decía acongojada.
478 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
T_ Con razón estaba fuera de sí Esther.
V_ Imagino a Esther luchando con Carlos por el
antídoto.
T_ Pues menos mal que no se lo ha dado, eso la mataría
–dijo seria.
M_ Joder… si es que ¡no tenía que haber ido coño!
Mientras ellos dentro luchaban con la radio esperando
noticias, fuera, Ngouabi estaba vigilando a los guerrilleros
que estaban sentados con los pies y las manos atadas,
cerca del pozo. Los miraba con gesto serio, uno de ellos el
más joven lloraba sin cesar pidiendo perdón por todo lo que
había hecho, mientras los demás guardaban silencio. El jefe
le dio un cabezazo con lo que el muchacho calló. Después
el mismo hombre comenzó a meterse con Ngouabi,
explicándole como seguramente habrían matado a su
madre, contando todo lujo de detalles, el muchacho sabía
que estaba provocándolo, y sus puños se apretaban en sus
palmas con una rabia descontrolada. Sin poder evitarlo se
puso en pie, y justo en ese momento la mano de Yildas se
puso en su hombro.
Yi_ kwenda. Mono kele yayi (Vete. Yo estoy aquí) sus
ojos rabiosos encontraron la paz en los de Yildas quien
asintió.
Ng_ Melesi.
El hombre volvió a insistir con Ngouabi mientras se
marchaba, el muchacho se fue con la cabeza alta aunque
479 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
un dolor profundo en su corazón. Una vez se quedo con
Yildas, éste comenzó con el mismo juego, el guerrero lo
miraba fijamente desafiando su mirada, el guerrillero siguió
con su provocación verbal, hasta que de repente notó como
algo golpeaba duramente su cabeza, aulló de dolor ante la
carcajada de Yildas. Entonces el guerrillero aún con el dolor
del pozal de hierro contra su cabeza miró y allí estaba
Sissou sonriendo.
Si_ Kubwa –(cayó) sonreía acompañada por Yildas.
Yi_ Kubwa ke pesaka na nkompa–(cayó dando a un
cerdo) dijo finalmente sonriendo.
Dentro del despacho de Vilches, el talki comenzó a
sonar, Maca lo estrechó entre sus manos dándole al botón
desesperada, al otro lado tan solo oían.
_ Grrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr….
Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh.
M_ ¿Qué es eso? –preguntó asustada.
_ Auuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu
ahhhhhhhhhh grrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr
T_ Es Mona.
M_ ¿Y Esther?. ¡Esther… Esther… me oyes!... ¡Esther!...
–silencio al otro lado.
V_ ¿Eso es Mona? –preguntó también asombrado por los
sonidos que escuchaban.
T_ Debe estar sufriendo el síndrome serpiente.
480 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
V_ ¿El Síndrome serpiente?
T_ Sí, Bárbara me lo contó. Trata de comunicarte con
Bárbara Vilches, urgente…
Mo_
Auuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu
uuuuuuuuuuuuuu
E_ Mona por favor… suéltame cariño… suéltame me
estás haciendo daño… -le decía con tono desesperado.
M_ ¡Esther! –su gesto reflejo el pánico que sus palabras
le hicieron sentir.
V_ ¿Le está atacando? –su rostro mostró una mueca de
preocupación dejando a un lado la broma.
Ca_ Esther voy a dispararle –se oyó la voz de un
nervioso Carlos que llevaba una pequeña pistola en la
mano.
E_ Ni se te ocurra cabrón…
M_ ¡Esther… Esther…! –decía angustiada.
E_ Mona cariño… Mona… tranquila… tranquila… soy
yo... soy yo.
M_ Esther por favor me oyes… ¡Esther!
V_ ¿Bárbara?
Ba_ Mi darling como estás, ziku guapo.
V_ No tengo tiempo de coñas, tenemos a Mona que le
ha picado una serpiente atacando a Esther.
481 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
Ba_ ¿Qué dices?... ¡una serpiente! –exclamó casi fuera
de sí.
V_ Si, lo has entendido bien, si.
Ba_ Necesito hablar con Esther.
Ca_ Esther no te muevas –se escuchó nuevamente el
talki.
E_ Como le dispares te corto los cojones –su voz sonó
medio ahogada pero fuerte.
M_ ¡Joder! –susurró impactada mientras Teresa abría los
ojos como platos y Massamba contraía el rostro.
V_ Carlos quiere dispararle.
B_ Oh Carlos dile quedarte sin huevos.
V_ Se lo acaba de decir Esther –puso gesto divertido
contrayendo la barbilla.
T_ Bárbara no podemos comunicarnos, no sabemos que
hacer –le dijo desesperada.
B_ Oh Teresa mi bella siñora –le habló con dulzura para
volver a hablar con tono duro-. ¿Dónde carajos están?
V_ Vienen de camino.
E_ Carlos no dispares está aflojando –se oía hablar con
dificultad.
T_ ¡Ah! –gritó desesperada asustando a todos-. ¡La
tiene cogida por el cuello Bárbara!
B_ Ohhhh my good.
482 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ ¡Esther… Esther! –gritaba como loca.
E_ Eso es cariño… muy bien… tranquila estoy aquí
contigo mi vida… estoy aquí.
Mo_ Uhh –dijo casi sin fuerzas dejándose abrazar por
una sudorosa Esther que respiraba con dificultad mientras
miraba el talki.
E_ Ya está…
Ba_ Necesito hablar con Esther, como sea.
V_ Y yo necesito mi moto de 250 caballos, así que tú y
yo chungo lo tenemos.
E_ ¿Me oís? –sonó su voz de repente.
M_ Sí mi amor –dijo gritando desesperada-. ¿Cómo
estás?
E_ Yo bien, es Mona.
M_ Esther cariño voy a pasarte con Bárbara espero que
puedas escucharla.
E_ ¿Maca?
Ca_ Esther… debemos bajarla del camión no podemos
dejarla aquí puede hacerte daño y a mí también –le decía
tratando de ser razonable a su lado.
Mo_ Prr –le quiso sacar la lengua pero no tuvo mucha
fuerza y la baba cayó sobre el brazo de Esther que se había
estirado.
483 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ No la voy a dejar –entonces el camión cogió un
fuerte bache, Esther le puso la zancadilla a Carlos quien
cayó sin remedio golpeándose la cabeza-. Joder.
Gu_ ¡Esther todo bien! –se asomó preocupado.
E_ Si todo bien –había vuelto a perder el talki.
Gu_ ¿Carlos?
E_ No te preocupes está bien, voy a verlo –Carlos yacía
en el suelo algo conmocionado mientras Esther no sabía
que el talki funcionaba-. Mona cariño… has visto que
placaje… ale… ¿dónde tienes el antídoto cabronazo?
M_ Dios mío mi Esther es una mcgiver, lo ha dejado ko –
murmuraba atónita.
B_ ¿Qué pasa?
T_ No puede ponerle el antídoto –dijo de repente
Teresa-. Va a ponerle el antídoto.
Ba_ Noooooooooooooooooooooooooooooooooooooo –
gritó como loca.
V_ Joder me vais a matar a sustos –se quejó Vilches
mientras Massamba no podía evitar mostrar una pequeña
sonrisa en sus labios a pesar de la tensión.
M_ Esther… Esther –gritaba.
E_ Ya lo tengo cariño… ahora te voy a quitar esa mierda
veneno.
Gu_ Esther… el antídoto no –le dijo enfurecido.
484 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ ¡Cállate! –con rapidez cargó la jeringuilla.
M_ ¡Esther no… Esther no!
T_ Esther por favor… ¡ay que estress!, ¡a mí me da un
para atrás, es que me va a dar un para atrás!
V_ Ni que lo digas… dame el talki –Maca con gesto de
pavor se lo entregó-. ¡Esther… Esther!
Ba_ Si la inyecta la mata, mi cago en la puttana –(me
cago en la puta) dijo furiosa.
Gu_ Esther si le inyectas la matarás –le avisó Günter.
E_ ¿Piensas que me lo voy a tragar?
V_ ¿Por qué cojones es tan cabezota? –decía
enfureciéndose cada vez más-. ¡Esther!
Gu_ Es para personas no para animales Esther.
E_ No voy a permitir que se…
V_ ¡Esther!
E_ ¿Vilches?... ¡Vilches!, tengo el antídoto –decía
contenta como si hubiera logrado ser campeona en lucha
libre.
V_ Por lo que más quieras no inyectes a Mona joder –
sudaba como si estuviera él en el camión luchando con
Carlos, Mona y el antídoto.
B_ No Esther… no… -decía angustiada al máximo con la
mano puesta en la frente.
E_ Pero…
485 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
V_ A ver… vas a hablar con Bárbara, ¿me oyes bien?
E_ Sí, sí… joder… Mona –decía nerviosa con la mano
temblorosa.
V_ Habla Bárbara –acercó el talki al altavoz.
Ba_ ¿Me oyes?
E_ Sí Bárbara… Mona está muy mal.
Ba_ Tranquila Esther the important is controlar veneno.
E_ Le he puesto dos torniquetes le ha mordido entre el
codo y el hombro.
Ba_ Ok ragazza.
E_ Tiembla, y le ha dado como un ataque se ha vuelto
algo violenta, ha echado babas por la boca y…
Ba_ Dilo por su nombre, muy violenta y fea.
E_ Sí –sonrió pero sus ojos se llenaban de lagrimas.
Ba_ ¿Tienes botiquín?
Ca_ ¿Qué ha pasado? –se frotaba la frente Carlos.
E_ ¡Calla!
M_ El que faltaba.
E_ ¡Maca cariño!
M_ Esther mi amor.
Ba_ Dejar de tontear… Mona necesita ayuda –les cortó
sin contemplaciones.
E_ Si, perdón.
486 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
Ba_ Limpia su piel con gasa y suero.
E_ Ya lo he hecho.
Ba_ Bien. ¡eres buena! ¿Se ve bocado?
E_ Sí, no es muy profundo.
Ba_ Eso es bueno.
Ca_ ¿Qué pasa?
E_ ¡Joder que te calles Carlos! –le riñó.
M_ Esa es mi niña –sonrió orgullosa y Teresa suspiró.
Ba_ Dile a Carlos of my part, si quiere mantener sus
pelotas silence.
E_ Ya lo has oído. Mona cariño tranquila…
Ba_ ¿Tienes algún antibiótico?
E_ Sí.
Ba_ ¿Cuál?
E_ Amoxicilina.
Ba_ ¿Tienes un calmante?
E_ Sí, también.
Ba_ Que el tarado de Carlos pique el calmante.
E_ Carlos por favor machaca la pastilla –ante su mirada
le dijo-. Por favor.
Ca_ Esto lo vas a tener que reponer.
487 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ No te preocupes… por favor ayúdame –le decía
mirándolo fijamente algo más tranquila al sentirse
respaldada por Bárbara para salvar a Mona.
Ba_ Necesitas un paño húmedo.
E_ Lo tengo.
Ba_ Pásalo con cuidado por la herida, calma a Mona
primero.
E_ Vale. Mona… cariño voy a ponerte esto ¿eh?, mírame
cariño, mírame –le decía con dulzura y una sonrisa leve,
que a cientos de kilómetros provocaba una sacudida en la
piel de Maca que podía imaginar su cara por su tono de
voz-. Eso es… muy bien.
M_ Es que mi pija calma muy bien ¿verdad? –sonrisa
amplia y muy pero que muy tonta mientras lo susurraba a
Vilches.
V_ Estás enchochada que se dice en mi pueblo –le decía
bajito.
Ca_ Esto ya está.
Mo_ Prrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr –le sacó la lengua
mostrando sus colmillos a Carlos
Ba_ ¡Mona!... malembe uh uh, ve kobanga na nkati ah
ah uh, ah, uh, uh –(tranquila no tengas miedo).
M_ Que bien maneja la lengua ¿eh Teresa? –le dijo al
oído guiñándole un ojo.
T_ Bicho –le respondió mirándola fijamente.
488 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
V_ Ese idioma de monos es genial.
M_ Mira ya sabes como hablarle a Cruz.
V_ Perdona Cruz no es una Mona.
M_ Pero tú te estás aproximando a ser un mono, digo,
porque no tienes apareamientos ni nada por el estilo –
sonrió algo más tranquila al escuchar a Esther.
V_ Tu humor ácido me vuelve loco Maca.
Ba_ ¿Esther ya? –no hubo contestación-. ¡Esther!
V_ Coño se ha ido la radio.
Ba_ Fuck, mi cago en la puttana, shit, affanculo (Joder,
me cago en la puta, mierda, joder).
M_ ¿Y ahora qué pasa? –preguntó al ver que Vilches
manipulaba aquel pequeño cacharro que estaba haciendo a
todos perder los nervios.
V_ No va… si es que todo lo barato ya se sabe –
protestaba-. ¡Esther!
T_ Esto es peor que un parto… voy a por un trozo de
chorizo.
Ba_ Mi darling, ¿chorizo?, eso va al culito ¿eh?
M_ Tú y yo vamos a hablar muy seriamente –le dijo a
Teresa entrecerrando los ojos mientras la apuntaba con el
dedo índice.
Ba_ ¿Vilches, ya?
Va_ Uhhhh… uhhhh –apareció Valiente con gesto triste.
489 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ Ven aquí, no pasa nada tranquilo.
E_ ¡Vilches!
V_ Ahora… espera… Bárbara ya.
Ba_ Rápido, ¿tienes todo preparado?, ¿lo mezclaste?
E_ Si…
Ba_ Ahora debes inyectarle… no le va a gustar te aviso.
E_ Vale. Ayúdame Carlos por favor.
M_ Me jode ese Carlos mogollón.
T_ Maca –la riñó con un trozo de chorizo en la mano.
M_ ¿Qué?
T_ Deja de pensar en ti.
M_ No pienso en mí, pienso en que mi reina está junto a
Carlos.
De repente se oyó un aullido de Mona, un quejido y
una exclamación. En el despacho todos se miraron
asustados, hasta que Bárbara rompió el silencio.
Ba_ Hello.
V_ ¿Esther?
E_ ....................................................................................
.......... pip............pip.
De repente se oyó un aullido de Mona, un quejido y
una exclamación. En el despacho todos se miraron
asustados, hasta que Bárbara rompió el silencio.
490 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
Ba_ Hello.
V_ ¿Esther?
E_ ....................................................................................
.......... pip............pip.
M_ ¿Esther? –preguntó algo nerviosa.
E_ Si, si… -decía jadeante.
Ca_ Ohhhh.
Mo_ Ahh.
V_ ¿Qué ha pasado?
Ca_ La madre que la parió –se quejaba amargamente.
V_ ¿Qué coño ha pasado? –ya los nervios flaqueaban en
todos.
E_ Mona le ha dado un puñetazo en el ojo a Carlos, a
ver, déjame que vea yo ese derechazo –se notaba como
trataba de no reírse.
V_ Esta mona es la leche.
Ba_ Esther deja a Carlos. Atiende a Mona.
Ca_ ¡Pero bueno!, es antes la bicha está que yo… joder
como duele.
E_ ¿Qué hago ahora?
Ba_ Oblígala a que se siente, nada de tumbarse, puede
que vomite, no te asustes.
E_ ¿Vomitar?, a ver ven Mona cariño.. ven aquí...
491 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
Mo_ Agggggggggggg.
M_ Creo que ha vomitado –dijo atenta escuchando de
pronto la maravillosa carcajada de Esther.
T_ ¿Y ahora?, desde luego esto es un auténtico calvario
–decía fuera de sí.
M_ Ni que lo digas… ¿Esther?
E_ Si, que.. Mo.. le… ha.. v…at… a …los…
V_ Encima se entrecorta.
B_ ¡Puede alguien decirme que cojones pasa! –aparecía
enfurecida Bárbara.
M_ ¡Vaya carácter eh Teresita! –le hacía juegos con las
cejas, subiendo y bajándolas graciosamente.
T_ ¡Bueno! –le dijo jocosa.
V_ Hemos perdido la señal –dijo después de escuchar
con atención tras los cambios.
M_ Joder… ¿Bárbara tenía que hacerle algo más?
Ba_ No… con eso de momento es suficiente, ¿cuánto va
a tardar en llegar?
V_ Suponemos que unas cuatro o cinco horas.
Ba_ Menudo viajito les va a dar, hay que avisarle que es
normal, ¿eh? Y que no la deje dormir.
V_ De acuerdo, si empeora te llamamos.
Ba_ Voy para allá.
492 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ Mira… viene para aquí Teresita –le decía
golpeándole con el codo.
T_ Mira Maca, ¡ya está bien, eh!
Ba_ Mi bella lady hasta pronto.
M_ Dios Teresa te estás poniendo colorada.
T_ ¡Maca!, ¡ya está bien! –le riñó-. Desde luego… lo que
una tiene que aguantar –decía marchándose como si
realmente lo hiciera ofendida.
V_ Nada… esto es para contarlo típico de una película
de Berlanga.
M_ Mira procura que cuando venga no se me ponga
delante Carlos o de esta te juro que el derechazo de Mona
no será nada comparado con lo mío –decía furiosa.
V_ Pobre Carlos en el fondo me da pena –subió los pies
sobre la mesa y puso gesto pensativo-. Se lleva una patada
de Esther que ni el mejor defensa de la liga española,
después un puñetazo de Mona, ¿qué pretendes hacerle tú?,
pobre chico me da pena, mucha pena…
M_ Mira Vilches tú por si acaso no me lo pongas
delante.
E_ Ma.. … ca… me ..o…
M_ Cariño se entrecorta, ¿tú me escuchas?
E_ Si… yo… te… es…o
493 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ Vale, Mona va a vomitar mas, pero es normal, tienes
que tratar que esté sentada que no se mueva, y si puede
ser que no se duerma, Bárbara viene de camino, ¿sabes a
cuánto tiempo estáis de aquí?
E_ Tr…as..
M_ Joder con la mierda del talki este, esto no llega ni a
walkitalki.
V_ Ya te lo he dicho, ¡es de todo a cien! ¡qué esperas!
M_ Joder… ¿Esther?
E_ Jajaj….jaja…jaja… -se escuchaba su carcajada.
M_ Se parte –decía abriendo la boca. Después no pudo
evitar decirle en voz bajita necesitada de escucharlo-. Dime
si, ¿me quieres?
V_ ¡Ay que joderse! –se pasó las manos por la cara, bajó
los pies de la mesa y se salió.
M_ ¿Esther?
V_ Lo has estropeado del todo con tanta cursilería –le
reprochó desde la puerta.
M_ No me ha contestado –se mordió el labio.
V_ Mira igual es que se ha casado contigo por tu
dinero… ¡igual lo descubres ahora!
E_ ¿Maca?... ¿me escuchas?
M_ Sí, sí cariño.
494 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ ¿Maca?... nada… joder mierda… no sé si estás pero
que más o menos nos faltan tres horas para llegar, si el
bueno de Günter no vuelve a meter la rueda en ningún
barrizal, espero por tu bien que no hayas tocado la
sorpresa.
Ca_ ¿Sorpresa?
M_ ¡Anda y al tío este que le importa! –protestó.
E_ Perdona, no estoy hablando contigo.
M_ Así me gusta… si es que es un encanto.
V_ ¿Tiene una sorpresa?
M_ A ti te lo voy a contar… tres horas Vilches. ¡Tres
horas y la tengo aquí! –exclamó feliz.
V_ Lo que decían las viejas de mi pueblo, enchochada
pero hasta las cejas.
En el camión, Esther sujetaba con un cariño a Mona
que Carlos seguía sorprendido, entonces le contó toda la
historia de aquel animal, cuando le relató como les había
salvado del león, Mona aún tuvo fuerzas para juntar sus
dientes y mostrarlos a un Carlos que por primera vez
sonrió, y entendió que Esther no hablaba sola, sino, con
aquel animal que parecía entenderla.
Ca_ Te ha arañado el cuello Esther.
E_ No pasa nada.
Ca_ Creo que es mejor que te cure ese arañazo.
495 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ Mejor no te acerques.
Ca_ Está tranquila, y no me gustaría que bajaras del
camión así, no tengo ganas de enfrentarme a tu mujer.
E_ Mi mujer… más mona ella… una ricura ¡no me digas
que no! –decía con gesto enamorado.
Ca_ Si tú lo dices –cogió el algodón tras empaparlo en
yodo y se acercó hasta su cuello.
Mo_ Aggg agggg aggggggggg –tres aullidos fieros
colmillos fuera de Mona.
E_ Ves… es que sigue ordenes de Maca, nadie se
acerque a mí–le dijo enarcando las cejas a modo de
disculpa-. Yo me curo.
Ca_ Joder con Maquita…
Mientras en la aldea, todos seguían con sus
quehaceres habituales, excepto Yildas que continuaba
controlando a los guerrilleros, Maca trataba de hablar con
Teresa pero ésta le rehuía, aquello sorprendía y divertía a la
médico que se lo estaba pasando pipa mientras no pensaba
en los peligros que podían encontrar en el regreso, así
prefería pensar en cuando Esther entrara por la puerta y la
viera con su maravillosa sonrisa.
Pero quien llegó antes que nadie fue Bárbara, se oyó
la bocina desde un poco antes de llegar a la aldea,
escoltada por dos coches más, llegó como era su costumbre
haciendo sonar el claxon ante el alboroto de los niños, y las
496 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
sonrisas de las mujeres con sus telas de colores, formando
una aldea en ese momento alegre y vistosa. Quien salió
tras arreglarse el pelo y el delantal limpio fue Teresa.
M_ Ya la tienes aquí –le dijo sorprendiéndola mientras
Teresa daba un respingo, y Maca sonreía en plan vacilón.
T_ ¡Mira te voy a decir algo que no te he dicho nunca!,
¡pero qué borde eres!
M_ Jajaja, si… si.. .seré borde pero bien que te has
arreglado, a ver… mírame.
T_ Déjame.
M_ Que me mires.
T_ Que no –se giraba.
M_ ¡Te has pintado! –le decía sonriendo.
T_ No digas tonterías…
Ba_ ¡Mi bella lady Teresa!, dama de mi corazón…
¿cómo estás? –le hizo una pequeña reverencia acercándose
a ellas.
T_ Muy bien –le salió la voz un poco débil y tuvo que
carraspear-. Bien, bien.
Ba_ Cada día más ragazza.
M_ Ejem… ejem…
Ba_ Hola Maca –sonrió cambiando el tono de voz.
M_ Una cosa es que la quieras piropear, otra muy
distinta que le tomes el pelo.
497 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
Ba_ Maquita tu boca bella, sensual e incitante, mejor
callada.
M_ Ya… -sonreía.
Ba_ ¿Qué sabemos de Mona?
M_ Imposible, ese aparato no va, y el corto de Carlos no
dirás tú que nos llama por radio vía Dávila.
Ba_ ¡Es un hombre!, ¿qué esperas, que piense?
T_ No deben de tardar Bárbara… -le sonreía bajo la
mirada de Maca atenta y conspiradora.
Ba_ Bien entonces mi bella lady y moi, nos vamos a ver
que tal lleva el tratamiento.
T_ Esto... yo –miró algo inquieta a Maca.
Ba_ Let’s go my love –pasó su mano por la cintura
estrechándola mientras Maca la miraba boquiabierta-. ¿Dos
veces al día?, ¿mañana, noche?
T_ Sí, sí –decía sonriendo algo nerviosa.
Ba_ ¿Mejor?
T_
Muuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuucho
mejor.
Ba_ Va vene my lady, va vene –dio una carcajada.
M_ No me lo puedo creer… ¡era verdad! –su expresión a
un paso del síncope.
V_ ¿El qué era verdad?
498 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ Nada… nada… ¿se va a quedar? –preguntó al ver
que los dos jeep se marchaban.
V_ ¿Bárbara? –Maca asintió-. Sí.
M_ Joder… -se puso la mano en la frente.
V_ ¿Algún problema?
M_ No… no…
Maca esperó a que Vilches entrara en el Hospital, con
sigilo se fue hasta la cabaña de Teresa, Ramón al verla le
ladró, moviendo el rabo.
M_ Shhhh calla Ramón no seas chivato –le dijo en voz
baja.
Ra_ Grrrrrrr.
M_ Shhhhh –insistió-. Joder no se oye nada.
Pegó la oreja a la pared por la parte de detrás medio
escondida entre la ropa que Teresa tenía tendida, trató de
escuchar atentamente.
T_ Uyyyyy Bárbara jijijijijiji –sonrisita traviesa que se
escuchaba perfectamente.
Ba_ ¿Te hice daño my lady?
T_ Cosquillas jijijijii ay ay ayyyyyyyyyyyy–volvía su
sonrisa traviesa.
Ba_ Relájate… eso es… muy bien respira hondo… así,
déjate guiar por mí, mmmmm rico….
T_ Jijijijijiji, ay Bárbara, ayyyy, ayyyyyyyyyyyyyy… ohh…
499 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ No puede ser –decía con sus ojos abiertos como
platos.
T_ Ohhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh –se oyó
un fuerte suspiro.
Ba_ ¿Rico, eh?
T_ No pares… no pares… noooooooooooooooooooo
pares.
M_ Pero –se puso de pie y al hacerlo se pegó un golpe
con una maceta al girarse por el dolor se enganchó con la
ropa tendida y terminó cayendo al suelo de morros con las
sábanas liadas-. Ohhhhh… joder todo se pega… Esther…
que hostia…
Ns_ Mwasi Esther… mwasi Esther… -decía mientras
abrían la puerta.
M_ Esther mi amor –se levantó como podía al tiempo
que Teresa se arreglaba la camisa ante la mirada
fulminante de ambas y la posterior carcajada al verla-. Ya
hablaremos luego tú y yo –le desafío con el dedo.
T_ Maca –la llamó muerta de risa.
M_ ¡Qué! –se giró furiosa.
T_ Nada que llevas mi braga de algodón blanca en la
cabeza jajajaja.
Ba_ Jajajajajajaaaajaja.
M_ No le veo la gracia –decía realmente enfadada.
500 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
Ba_ Mona… Mona… mi Mona –salió corriendo entre
risas, acompañada por Teresa.
M_ ¡Joder las bragas! –se las quitó de la cabeza y al
igual que ellas, salió corriendo hacia el camión que entraba
en ese momento en la aldea.
Ba_ ¡Preparar una cama en hospital! –ordenó.
Si_ Mono, mono.
Va_ Uh uh uh –decía asustado buscando los brazos de
alguien que lo sujetara.
Bar_ Uhhh –aulló con voz grave haciendo que el
pequeño mono subiera a su espalda para tranquilizarse-.
Ahhh… uh.
T_ ¡Rápido dejar paso!
M_ ¿Dónde está Esther? –preguntaba perdiendo los
papeles totalmente.
V_ ¡Maca por favor calma que pareces una histérica! –le
dijo enfadado.
Ca_ Hola –bajo con su ojo morado pero todos pasaron
de él.
Ba_ Mona… uh uh ahhhh uh ahhhhhh –le decía al
animal apartando a un Carlos que vio llegar a todas
mientras Mona pasaba de los brazos de Esther a los de
Bárbara que salía corriendo hacia el hospital acompañada
por Teresa.
M_ ¡Esther!
501 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
Ca_ Te ayudo.
M_ Apártate –le clavó la mirada.
V_ ¡Carlos ven que te mire ese ojo! –le cogió por los
hombros apartándolo de allí.
E_ ¡Maca!
M _ ¡Esther! –se fundieron en un abrazo como si hiciera
siglos que no se veían.
E_ Mi amor –decía emocionada mirándola a los ojos.
M_ Creí que no llegabas nunca –la miraba con una
pasión y cariño desmedidos.
E_ Ni yo… se me ha hecho eterno.
M_ Vamos a la cabaña.
E_ Espera Maca, no podemos.
M_ Te necesito.
E_ Pero… no podemos… tenemos que...
M_ Que se caiga el mundo, pero yo te necesito –le dijo
con rotundidad.
E_ Maca por favor –la miró y al ver que todos las
miraban atentos y sonrientes le dijo-. Vamos.
Salieron corriendo cogidas de la mano, ambas
sonriendo divertidas como si fueran a hacer una travesura,
abrieron de golpe la puerta de la cabaña, besándose sin
parar, los chasquidos de los labios desesperados por
atrapar la boca de la otra parecían tronar en toda la aldea,
502 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
los gemidos, las manos buscando el cuerpo ajeno, las
respiraciones entrecortadas, cabeza a un lado, cabeza a
otro, suspiro, palma de la mano recorriendo la otra piel, la
otra mano buscando algo para apoyarse y no caer, besos, y
besos, y besos hasta que finalmente.
M_ Au.
E_ Ohhh que golpe –se quejaban en el suelo.
M_ Joder es el segundo que me llevo en nada –decía
jadeando mientras buscaba a Esther que en la caída se
había separado de ella-. Ven aquí… ven…
E_ Oh Maca… no puedo vivir sin ti –la besaba como
loca.
M_ Mi amor –besaba su cuello mientras se acoplaba en
su cuerpo-. Menuda herida llevas cariño.
E_ Espera… Maca… espera –le decía tratando de ser
razonable.
M_ No puedo… no puedo… no puedorrrrrrrrrrrrr.
E_ Deja de hacer de chiquito de la calzada –le decía
muerta de risa-. Y para.
M_ Estoy muy malita, pero muy malita. ¿Quieres
comprobarlo?, sí, ¿si, eh? –le tomó la mano
desabrochándose el pantalón con rapidez.
E_ No, para –le soltó la mano obligándola a sentarse, a
las dos los pechos se movían con rapidez, el deseo había
sido brutal nada más verse, nada más rozarse-. Mira me ha
503 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
vomitado Mona, he sudado, me he caído al barro, no pienso
desnudarme en estas condiciones.
M_ No me importa, estoy malita, mucho –le decía
poniendo cara de niña buena haciendo pucheritos y
acercándose más a ella.
E_ Me ha babeado Mona –le dijo con cara de asco.
M_ ¡Hostia eso es más grave!
E_ Bien, ahora me voy a dar una ducha, y prometo que
no me voy a enfriar y si me enfrío tú me calentaras,
¿verdad?
M_ Con el fuego que siento... ni lo dudes mi amor...
Esther le dio un beso rápido, cogió algo de ropa y salió
corriendo a la ducha, Maca se levantó y buscó la sorpresa
de Esther para abrirla y saber que era, se había
desabrochado los pantalones se los estaba bajando con su
culo en pompa con el tanga cuando la puerta se abrió.
T_ ¡Descarada!
M_ ¡Teresa! –se subió el pantalón corriendo.
T_ Ya estás saliendo.
M_ No puedo... estoy esperando a Esther.
T_ Ya lo sé ya... poca vergüenza –salió de la habitación.
M_ Joder... mira quien fue a hablar –cuando fue hacia la
puerta para salir la vio allí parada con algo en sus manos,
504 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
algo que le echó de golpe, el agua más fría que nunca había
probado-. ¡Joder!
T_ ¡Espero que se te pase el calentón!, y ahora, ayuda a
Bárbara te necesita, Mona te está llamando y no quiero ser
agonías pero... no vaya a ser que se quiera despedir de ti,
¡ya estás tardando!
M_ ¿Mona?, como sea una desagradable broma
Teresa... me la pienso cobrar y muy cara –decía sacudiendo
el agua como podía echando a correr.
T_ Te la piensas cobrar... jeje... si... seguro –sonreía
traviesa mientras iba al hospital.
Maca llegó asustada a la sala donde Bárbara
estaba revisando a una Mona con los ojos cerrados que
emitía pequeños sonidos de queja. Se quedó paralizada, allí
en la cama siendo calmada por unos sonidos casi susurros
por parte de su dueña, que poco a poco la iban
tranquilizando. Suspiró, entró sin dejar de mirar como
trabajaba Bárbara con una gasa y un bisturí. Y entonces se
quedo quieta, allí a los pies de la cama, sentado y
apoyando su cabeza en los hierros se encontraba un
alicaído Valiente, con una de sus manos se rascaba la
cabeza, mientras su mirada estaba fija en el suelo, al ver
como Maca entraba, sus ojitos tristes le provocaron a Maca
un estremecimiento tal que sin pensarlo se agachó y le dio
un abrazo que el animal agradeció.
M_ Me ha dicho Teresa que me necesitabas.
505 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
Ba_ Si, Vilches no está y necesito ayuda.
M_ ¿Qué hago?, Mona cariño –le acarició la cara al ver
como el animal abría los ojos y la miraba-. Tranquila no
pasa nada, te vamos a poner bien.
Ba_ Tú Esther a parte de ser una fuera de serie como
amante es una extraordinaria enfermera –le dijo mirándola
con una sonrisa.
M_ Si, es maravillosa en todo.
Ba_ La baba please. Vamos a limpiarle un poco la
herida, Esther tenía razón es superficial, pero suficiente
para que algo de veneno llegara a su sangre, de ahí su
locura.
M_ Pero... ¿no hay peligro, verdad? –la miraba con
temor.
Ba_ No, no lo hay, la mezcla que le pusieron en el
camión, fue suficiente.
M_ Bien. Dime que hago.
Ba_ Puedes utilizar el bisturí para levantar un poco esa
parte de piel –le decía observando delicadamente la herida
de Mona.
Mo_ Uh.
Ba_ Uhh ah ah ah –le decía con gestos (tranquila no
pasa nada).
Mo_ Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh.
506 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
Ba_ ¿Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh?, ¿qué es eso? –le
preguntó a Mona.
M_ Creo que pregunta por Esther –respondió divertida.
Mo_ Uh, uh –entonces le cogió la mano a Maca
haciéndole gestos negativos, luego se tocaba su corazón y
el corazón de la Pediatra que sonreía, después sacó la
lengua y una pedorreta mientras con su mano elevada por
encima de la cabeza la movía sin parar-. Uhhh.
M_ Ya sé que Esther me quiere Mona, lo sé, y a ti
también te quiere, gracias por cuidarla, y si, Carlos es un
cretino.
Ba_ ¡Por la concha de tu madre!, ¡entiendes a Mona! –
decía exaltada.
M_ Tú y yo vamos a tener que hablar de una concha, si,
pero no la de mi madre precisamente –le decía seria.
Mientras esto ocurría en el hospital, Esther se había
duchado con toda prisa, se había quitado la peste que
llevaba encima de todo lo sucedido con Mona y se dirigió a
toda prisa a la cabaña, abrió con su más sexy sonrisa pero
al entrar se quedó parada en la puerta.
E_ ¿Qué haces aquí? –buscó con sus ojos la figura de
Maca.
T_ La he mandado al hospital a curar a Mona, no la
busques. ¿Tú crees que es lógico, que llegues después de
todo el calvario que me has hecho pasar con la maldita
507 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
radio, que he acabado con la reserva de chorizo, y pases de
largo de mí?
E_ Lo siento Teresa es que... –decía con vergüenza y
una sonrisa que sabía podía vencerla.
T_ Ya... ya... estabais más calientes que la plancha de
mi abuela –dijo seria-. Y ya sé que no me esperabas a mí,
mira yo me he llevado más sorpresa que tú al entrar –se
puso en pie-. Me he encontrado con el culo de Maca bien
expuesto, vamos que yo no te enseño el mío porque igual
te desmayas o das uno de tus famosos gritos –le decía
acercándose a ella-. Te he echado de menos pija.
E_ Y yo Teresa... la verdad que... se hace duro no
teneros.
T_ Ya... a unos más que a otros, claro.
E_ Si –amplia sonrisa enamorada.
T_ Lo entiendo.
Si_ Mwasi Esther... ziku llamar, Maca llamar.
E_ Ven aquí Sissou que tampoco te he dicho nada a ti –
la muchacha sonrió mientras se abrazaban-. Tienes que
reponer a Carlos el botiquín Sissou, ¿de acuerdo?
Si_ Talo (si).
E_ Pues vamos a ver que quiere ziku. ¿Te ha dado
mucha paliza Maca? –le preguntó nuevamente a Teresa
saliendo de la cabaña.
508 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
T_ Sí hija no ves mi cara de mártir –decía con tono
quejoso dejando caer exageradamente sus párpados.
E_ Pues no, te veo muy relajada, ¿será por qué está
aquí Bárbara?
T_ ¡Mira pues la otra! –dijo con sorna-. Anda tira que no
quiero discutir también contigo.
E_ Vale. Nsona guapa –la abrazó sonriente-. Lula
cariño... ¿cómo está el pequeñín?
Lu_ Bien melesi, Mwasi.
E_ Luego me lo dejas que tengo ganas de abrazarlo –
sonrió hasta que llegó a Vilches, saludó a los niños con la
mano y se detuvo delante de suya-. Hola.
V_ Vaya menos mal que te dignas a saludar.
E_ Olía muy mal Vilches, Mona me ha vomitado y…
V_ Y la otra estaba caliente ¿no?
E_ ¡Qué cosas tienes!
Ca_ Ya está claro, Sissou me dio las reservas que
utilizaste Esther.
E_ Se lo había dicho, si, es muy eficiente –sonrió
cogiendo a la muchacha por los hombros, haciéndose
participe de su sonrisa.
Gu_ Esther, mis disculpas, ahora ya sé porque hablabas
sola.
509 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ Gracias Günter, sabía que si lo decía no iban a dejar
a Mona estar conmigo. Gracias por decirme lo del antídoto,
no me hubiera perdonado que le pasara algo a Mona por mi
culpa.
Gu_ Encantado Esther… espero trabajar contigo alguna
vez.
Ca_ Creo que mejor no Günter, o al menos nos
tendremos que llevar a Maca para no tener problemas.
E_ Pues si, ya lo sabes –sonrió.
Ca_ Me voy antes que me vea, que aún me queda un
ojo para hacerme morado.
V_ Será lo mejor, si –sonrió.
Ca_ No te preocupes por los guerrilleros, los militares se
los llevan.
V_ Bien, que los aten en corto no me fío.
Ca_ Tranquilo. Bueno Esther… hasta la próxima.
E_ Adiós Carlos.
P_ Esther fue un placer trabajar con vose.
E_ Igualmente Paolo. Me alegro de haberle conocido
tanto a usted como a al doctor Günter a pesar de que se
pensaba que estaba loca.
Tras un abrazo con ambos, el camión partió rumbo a
su destino con un dolorido Carlos tratando de con el paño
que Teresa le había dado humedecido rebajar el dolor en su
510 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
ojo. Cuando se cerró la puerta Esther respiró tranquila, y
una sonrisa iluminó su rostro.
V_ Bueno… me alegro de tenerte de vuelta, ¿qué tal el
doctor Mondela?
E_ Es encantador, y muy inteligente.
V_ ¿Lo dices porque me llama loco?
E_ No solo por eso, lo digo también porque es un
hombre que lucha por los demás pero también valora el
trabajo de los colegas, y eso no siempre es fácil de
encontrar.
V_ Ya. Tienes razón.
E_ Bueno… esto… -decía mirando hacia otro lado.
V_ Oye no te vayas.
E_ Vale –puso gesto de fastidio sin poderlo evitar.
V_ No me gusta ser cotilla esa labor la dejo a Teresa,
pero tu madre ya conoce a su nuera.
E_ ¿Mi madre?, ¿a Maca?
V_ ¿Tienes más mujeres y no lo has confesado? –la miró
con gesto extraño pero muy burlón.
E_ ¿Y?
V_ No fue lo que digamos… un encuentro fraternal, no.
E_ Uf… es que mi madre tela.
V_ Y Maca tela y media.
511 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ Seguro que lo que le dijera Maca, estaba bien dicho.
V_ Vaya… ya la defiendes ante tu propia madre.
E_ Vilches no seas malo. ¡Lo que te he echado de
menos! –se lanzó a su cuello y le dejó un beso.
V_ ¡Pero qué haces! –le dijo protestón mientras Esther
se marchaba riendo.
Ma_ Ziku… mwasi Esther… ser mwasi Esther.
V_ ¡Menuda nos ha caído! –dijo sonriendo con alegría
sincera.
En la habitación, Mona no se dejaba hacer nada,
cuando asomó la cabeza Esther el animal puso ojitos, varias
veces sus párpados cayeron de manera continuada, Maca
se partía de risa con las reacciones de la mona con su
mujer, Bárbara alucinaba.
Mo_ Uhhhh –decía con gesto muy dolorido.
E_ Mi pobre Mona –se acercó a ella y el animal puso
morritos-. Un besito para mi niña, claro que sí.
M_ Oye tu niña soy yo, al final me voy a enfadar ¿eh? –
la miraba realmente con gesto serio.
E_ No te pongas celosa cariño que las cositas que te
hago a ti no se las hago a nadie –le decía con voz
totalmente sensual perdiendo la compostura ante Bárbara.
Ba_ A ver… calentorras… aquí estamos para lo que
estamos, dejar el hot para más tarde.
512 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ Tienes… ejem –carraspeó-. Tienes razón. A ver si
puedes calmarla y le curamos la herida.
E_ Mona cariño deja que te miren esto, no van a
hacerte daño.
Ba_ Eso es… ¡esta es mi chica!
T_ Hola.
M_ Mira… hablando de roma por la puerta se asoma ¿se
decía así?
E_ Jijijijijiji –sonrisa por lo bajiní-. No.
T_ Ejem –carraspeó-. ¿Necesitáis ayuda?
M_ No.
E_ No.
Ba_ Sí –contestaron las tres a la vez y se quedaron
mirando.
M_ Ha ganado el voto que no.
T_ ¡Que agradable eres! –le dijo con total ironía y gesto
serio- ¿Bárbara cariño…
M_ Cof…cof .
E_ Ejem –carraspearon a la vez interrumpiendo a
Teresa.
T_ ¿Te vas a quedar a comer, verdad?
Ba_ Mi bella damisela… como, meriendo, ceno y
duermo –le sonrió guiñándole un ojo.
513 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
T_ Ah… mira que bien… todo completito.
La curación a Mona fue bastante rápida, las chicas no
quisieron retrasarla para poder quedarse solas, Bárbara que
sabía sus intenciones, una vez finalizaron y Maca se quitaba
los guantes dijo:
M_ Bien esto ya está.
Ba_ ¿Quién dijo que ya está?... nge mwasi mondele (tú
mujer blanca).
M_ ¿No le hemos curado? –le preguntó algo molesta.
Mo_ Uhhhh.
Ba_ Mona necesita mimos.
M_ Estás tú.
Ba_ No, necesita notar a Esther, que como está muy
caliente que nos vamos a quedar sin Selva porque here no
hay bomberos, mejor quedarse con su niña y así se relaja.
E_ Pero…
M_ No le hagas caso Esther, vamos.
T_ Maca cariño necesito que me ayudes.
M_ ¿Ahora?
T_ Sí ahora, no voy a pedirte ayuda para mañana ¿no?
M_ Pero…
E_ Anda ves… luego hablamos…
514 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ Joder… pero no te enfríes –le dijo muy bajito en el
oído provocándole casi un maremoto en su interior-. Hasta
ahora.
Ba_ A mí no me mires –le dijo a Maca sonriendo
burlonamente.
Mo_ Uhhhhh –se quejó.
Ba_ Ves, imprescindible que la bella ragazza esté aquí –
le guiñó un ojo a Teresa que le entregó una sonrisa
cómplice-. Espero que baje la temperatura del cuarto
porque… ¡meu deus que calor!
No les dio tiempo a verse a solas porque la comida
estaba preparada, se sentaron todos juntos mientras
Monwe por primera vez formaba parte del grupo, un poco
más recuperada. Durante la comida, Esther les estuvo
contando todas y cada una de las anécdotas que habían
pasado, como la habían tomado por loca cada vez que
hablaba con Mona, pero sin duda lo que más risas desató
fue cuando narró el escandaloso pedo que se tiro el animal
en presencia de Carlos y el doctor Günter. Después pasaron
a contarle a ella como había sido la caza y captura de los
guerrilleros, así como habían pasado los días aguantando la
pesada de su mujer. Maca y Esther se sonrieron cómplices
buscaron algún pequeño roce que fue preferiblemente
declinado porque los colores subían rápidamente a sus
mejillas siendo la burla de más de uno, sobre todo las
cómplices Teresa y Bárbara.
515 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ Tengo que contarte una cosa de estas dos –le dijo
bajito.
E_ ¿Qué ha pasado?
M_ Ni veas como gime Teresa.
E_ ¡Teresa! –abrió sus ojos como platos.
M_ Más que tú y yo juntas.
E_ Eso es imposible –le dijo guasona-. Pensaba que era
todo una broma Maca.
M_ Te lo digo yo.
E_ ¿Y tú cómo lo sabes?, si decías que no.
M_ Joder… cariño que pegue bien la oreja y si, ni vieras
la manera de gemir, y de reír de Teresa, la loca de Bárbara
le está haciendo un arreglo a las viejas cañerías –fue tal la
carcajada de Esther, que todos se giraron para mirarla,
Maca sintió los ojos grandes pero enfurecidos de Teresa
clavarse en ella entonces con un ademán gracioso dijo-.
Cosas nuestras.
E_ Me vas a tener que detallar los hechos –volvió a
sonreír.
M_ No te lo tomes a pitorreo que es verdad –abría sus
ojos impresionada.
E_ Tú dijiste que es mayorcita ¿no?
M_ Joder Esther… que es Teresa.
516 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ Sin telarañas y con las cañerías con una buena
puesta a punto, si.
Después de comer y cuando se disponían a retirarse a
su cabaña para hacer su merecida siesta, tuvieron que
detenerse porque Vilches les había plantado una reunión, al
salir de allí Maca le dijo.
M_ No puedo más Esther…
E_ Lo malo es que yo tampoco.
M_ Esto es un complot.
E_ Ni que lo digas, uf –resopló.
Por más de una hora, Vilches las tuvo allí, Dávila le
había confirmado tres salidas a repartir vacunas, las tres
salidas debían de pasar noche en la Selva, por ese motivo
había que prepararlas bien, con sus carpetas y sus
anotaciones, estuvieron para ellas demasiado tiempo, y al
salir, se quedaron un rato con Mona que tenía a su lado
sentadito en la cama a Valiente. Un rato más con ellos
compartiendo mimos, hasta que Teresa entró nuevamente.
T_ ¡Ah estás aquí!
M_ No, nos vamos a la cabaña –le dijo tajante y
enarcando su ceja derecha a modo de advertencia.
T_ Vete a la cabaña hija, no te necesito.
M_ Ya, es que a Esther tampoco la necesitas –terminó
diciendo de manera mucho más concluyente.
T_ A ella si.
517 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ Vamos Teresa como broma ya está bien ¿no?
T_ No entiendo como puedes ser así, vas a enfermar
¿eh?, solo piensas en eso... solo...
M_ ¿Yo? –abrió sus ojos.
T_ Sí tú, vamos Esther.
Y así tuvo que acompañarla hasta la despensa, allí con
su visto bueno iba organizando todo lo que su madre había
mandado, lo iban poniendo en diferentes estantes para
tener listo todo para Navidad. Esther sonreía con las
ocurrencias de la buena de Teresa, hasta que hablaron del
tema de su madre.
E_ ¿Crees que Maca le caerá alguna vez bien a mi
madre? –preguntó mientras sujetaba la caja de chorizos.
T_ ¿Maca?, no, creo que Maca no ha de ser buena nuera
ni para tu madre ni para nadie... eso es el último choricito..
bien... oye está todo de muerte.
E_ ¿Lo has probado?, ¡anda y tú riñendo a Vilches! –
sonreía jocosa.
T_ A ver... es lo que toca. Si es que con lo de la radio
hija, me daba un no se que ¿eh?
E_ Pues anda que a mí cuando vi la serpiente en
prácticamente mi cara.
T_ Si hija, yo una vez pase por ese trance si.
E_ Debiste ver a Mona, no sé como lo hizo pero la
serpiente salió disparada por los aires.
518 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
T_ Es que los monos le tienen mucha tirria, a ver... ¡las
morcillas!, pero bueno... faltan dos –decía con gesto de
sorpresa.
E_ Seguro que ha sido Vilches –reía abiertamente.
T_ Este Vilches. Bueno pero por lo de tu madre no te
preocupes ¿eh?, eso de que se tiene que llevar bien nuera y
suegra, nada de nada.
E_ Es que mi madre es de armas tomar.
T_ Pues permíteme que te diga que tu suegra igual.
E_ Nos hemos juntado dos buenas... ¡vaya madres! –se
quejó-. Pero menos mal que te tenemos a ti.
T_ ¡Ay que zalamera es mi chica, madre! –le dijo
apretándole las mejillas graciosamente mientras lo decía
con los dientes juntos.
E_ Oye... dime una cosa Teresa... ¿qué hay con
Bárbara?
T_ Pues que ha venido a por Mona –decía distraída
arreglando los estantes.
E_ Ya eso lo sé, ¿pero contigo?
T_ ¿Conmigo?
E_ Sí, contigo –insistió.
T_ ¡Qué va a pasar!, nada.
E_ Y los gemidos –se le acercó.
T_ ¿Qué gemidos? –dio dos pasos más a la derecha.
519 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ Los suspiros –se le volvió a acercar.
T_ No sé de que me estás hablando –se separaba.
E_ Ya... y yo me chupo el dedo. A ti te pone Bárbara.
T_ ¿Cómo que me pone? –la miró totalmente perpleja.
E_ Sí, lo acabo de descubrir –reía divertida.
T_ Mira... tira... tira no me vaya yo a poner pero de mal
humor y veras lo que es bueno.
E_ Me encanta Bárbara para ti –le dio un beso y salió
corriendo-. Es tu pareja ideal.
T_ Mi pareja ideal... –musitó negando con la cabeza
para terminar sonriendo un poco tonta con el trozo largo de
fuet en la mano, al verlo lo dejo en el estante susurrando-.
Jesús.
Esther caminaba hacia la cabaña cuando de repente
una mano tiró de ella arrastrándola hasta detrás del muro
que separaba el huerto de casa de Teresa, sus ojos se
encontraron y no necesitaron nada más. Sus bocas se
buscaron, jugaron y sus lenguas invitadas de lujo quisieron
formar parte del juego, siendo protagonistas de caricias
calientes y suaves.
M_ Te necesito mi vida.
E_ Y yo... no puedo más cariño –decía jadeante.
M_ Vale vamos a hacer un plan.
E_ ¿Un plan?
520 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ Sí, lo llamaremos plan para chuscar.
E_ ¿Chuscar? –la miraba entrecerrando sus ojos atónita.
M_ Eso lo decía una chica que... bueno... una que... –se
rascaba la cabeza dándose cuenta que había metido la
pata.
E_ Uno de tus ligues vamos –dijo lo más tranquila que
pudo.
M_ Sí, era rusa y solo se aclaraba con esa palabra
cuando le decía de hacer el amor, porque chuscar le
recordaba a algo ruso.
E_ Que loca estás –le dijo sonriendo.
M_ Bien. Veamos, como no nos van a dejar... vamos a
hacer lo siguiente...
E_ Plan para chuscar... ¡bien!... anda que a nuestra
edad y con estas tonterías.
M_ Si, me conozco a Teresa y después de lo de esta
mañana me va a querer hacer alguna putada.
E_ Es que tú también mira que ponerte a escuchar.
M_ Debías escucharla a ella...
E_ Pues normal ¿que quieres?, una puesta a punto es
una puesta a punto guapa, ¿o como me quedo yo, eh? –le
cogió del culo atrayéndola hasta ella mirándole los labios-.
¿Eh, cómo me dejas tú?
521 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ Uf no me lo recuerdes o no doy... que me pongo en
seguida muy malita Esther, te lo digo de verdad –decía
como si fuera a llorar.
E_ Me encanta ver como te enciendes, tu mirada me lo
dice –le susurró sobre sus labios.
M_ Que mala eres –se besaron con pasión y un gemido
salió de sus gargantas-. Pero me encanta que seas así de
mala.
Maca sonrió por la reacción de Esther y juntas crearon
un plan para poder por fin disfrutar del regalo de Esther, y
de un poco de intimidad.
Bárbara se había sentado junto a Teresa en la puerta
de la cocina, hablaban distendidamente entre sonrisas
divertidas, cuando ante ellas apareció Esther bostezando.
E_ ¿Teresa has visto a Maca?
T_ ¿A Maca?, la última vez que la vi estaba contigo.
E_ Ah estará en el hospital –se dispuso a ponerse a
andar.
Ba_ Negativo. En el hospital no está –le dijo tras dar un
trago a el zumo fresquito que le había preparado Teresa.
E_ ¿Y dónde está? –preguntó algo inquieta, bien fingido
por su parte mientras las dos mujeres se encogían de
hombros-. Bueno… mira Teresa estoy que me caigo no
puedo más, me voy a echar un rato ¿vale?
T_ De acuerdo, tienes cara de cansada.
522 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ ¡Eh! ¿que hacéis aquí de chachara?, hola mi amor –
le sonrió apoyando su brazo en el hombro de la enfermera.
E_ Hola, ¿dónde estabas?
M_ He ido a poner bien lo que estropee a Teresa.
T_ Menos mal –le dijo como si se aclamara al cielo.
M_ Oye tampoco te quejes ¿eh?
T_ Pero si me has echado toda la ropa al suelo.
M_ Ha sido…
E_ Perdonar siento interrumpir vuestra afanosa
discusión –interrumpió con una leve sonrisa-. Pero cariño
voy a dormir un rato ¿vale?
M_ ¿A dormir? –la miró extrañada, bien fingido por su
parte-. Vale… pensé que…
E_ Estoy cansada Maca, no he dormido casi y…
M_ Vale… vale… luego te llevaré la merienda ¿te
parece bien mi vida?
E_ Gracias –sonrió mientras le tocaba la cintura con
gesto enamorado.
M_ Anda ve… ¡pero me queda tela hasta la noche! –le
dijo algo protestota.
T_ Ejem… -carraspeó Teresa.
Ba_ Deja dormir a la chica, aunque te digo Esther,
sumemos una serpiente más Mona rabiosa, nada
comparado con Maca caliente.
523 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ Asquerosa eres –le miraba entrecerrando los ojos
ante la carcajada de Teresa y Esther.
E_ Bueno me voy o no me vais a dejar descansar. Le
doy un beso a Mona y me voy.
T_ Descansa cariño –le sonrió.
E_ Gracias mami.
M_ Te acompaño.
Ba_ Que corra el aire que tengo a Mona convaleciente…
que corra… -se oyeron sus risas y como Maca cogía por la
cintura a Esther-. Pobrecitas… no crees que ya es
suficiente.
T_ No, me estoy divirtiendo… y tienen toda la noche
para lo que la tienen, que te digo yo que no paran.
Ba_ Nosotras mi lady también tenemos la noche para lo
que la tenemos, ¡guapa!
T_ Ays Bárbara –le dijo con falsa ofensa pero una
sonrisa traviesa.
Juntas entraron hasta la cama del provisional hospital
donde se encontraba Mona tendida, al llegar ambas cogidas
de la mano, se quedaron mirando el panorama con una
ternura que la propia escena retransmitía. Mona acostada
con los ojos cerrados, sus labios se movían porque los
ronquidos hacían como si soplara un globo, a un costado
apoyado en su pecho dormía Valiente con su mano apoyada
en la mano de Mona, y sobre la mesita baja que quedaba
524 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
de noche, Bartolo contemplando a la pareja como si
estuviera cuidando de ellos.
E_ Que tierno –apoyó su cabeza en el hombro de Maca.
M_ Si, mucho –sonreía.
E_ Has visto… yo he encontrado el amor a tu lado,
Valiente ha encontrado una madre y Mona parece que ha
encontrado también el amor, ¿no es precioso?
M_ Sí, mi niña romántica… y estoy de acuerdo contigo
pero… no quiero parecer menos romántica que sabes que
lo soy, tan solo es… que… -la miraba a los labios sintiendo
como se encendía sin remedio-. ¿Recuerdas?
E_ ¿Chuscar? –le preguntó con una sonrisa y como
respuesta tuvo un guiño y una palmada en el culo-. Dios ni
cuando era jovencita y mi madre me vigilaba, hice estas
cosas.
M_ Pues ya ves… nunca es tarde… venga ya sabes…
E_ Si sé, si, tranquila.
M_ Ay –suspiró con total dependencia, admiración y
pasión por aquella mujer que le había robado el corazón.
Teresa y Bárbara seguían con su dilema si dejar o no a
la pareja tranquila, ante ellas pasó Esther bostezando de
nuevo, les sonrió, les saludó con la mano y tras acariciar a
Ramón que salió a su encuentro, se marchó hacia la
cabaña.
T_ Vamos a ver lo que tarda Maca en salir.
525 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
Ba_ Nada vamos… pero nada ¿eh?
T_ Mírala ya está ahí –decía sonriendo como si la
hubiera pillado.
M_ A ver Teresa que la niña se me va a dormir, ¿tienes
algo que pueda hacerte?, bueno a ti no que a ti ya veo que
te lo hacen otras.
T_ ¡Pero qué dices insensata! –le dijo enfadada.
M_ Venga dime…
T_ Pues… -miró a Bárbara un poco descolocada no
esperaba su reacción.
M_ Necesito algo que me quite ¿como lo diría? –decía
mirando hacia el cielo como si realmente estuviera
buscando la palabra adecuada.
Ba_ ¿El calentón?
M_ ¡Exacto! –sonrió divertida.
Ba_ ¿Y por qué no te dejas de tonterías y vas a por
Esther?, mejor que ella nadie… bueno… puedes jugar a una
mano, eso is forever.
T_ ¡Ay por Dios! –gesticulaba escandalizada.
M_ Pero es que no hay nada como mi niña.
Ba_ ¿Eh, que yo fui tu amante?
M_ Lo siento… Esther es mucha Esther –decía sonriendo
y moviendo su cabeza de manera divertida-. Prefiero
526 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
dejarla dormir, así a la noche estará descansadita y toda
para mí.
T_ Mira Maca… ya está bien de hablar de esas cosas.
M_ ¡Pero Teresa después de oírte gemir, te vas a cortar
ahora!, vamos… vamos… que no te pega para nada y se
me va a caer un mito.
Ba_ Es cierto Teresa.
T_ ¿Cómo qué es cierto?, ¿le vas a dar la razón a está
loba?... –la miraba con ojos estupefactos.
Ba_ Vamos que no es para tanto… que ha sido mi
amante que sé de sobra como funciona... –decía quitando
importancia a las preguntas de Teresa.
T_ Ya me lo dirás esta noche.
M_ Eso, a ver que hacéis vosotras esta noche ¿eh? –las
miraba con los brazos en jarras-. Bueno pues nada… me
voy a duchar… ¿el huerto?
T_ Si quieres regar un poco, le hará bien.
M_ Vale pues me pongo a regar y luego me ducho hasta
que la marmota despierte. Hasta luego chicas. ¿Os
quedáis?
Ba_ No, yo me voy a estirar y Teresa también deberías
descansar.
T_ Yo… tengo que… hacer… esto… -se le notaba
nerviosa.
527 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ Bueno yo me voy, que parece que mami se pone
nerviosa si estoy yo delante.
Ba_ Es una borde… me encanta… eso si, no sé como
Esther la aguanta, mi bella dama.
T_ Porque es adorable y tú lo sabes. Y porque Esther la
lleva recta, muy recta.
Ba_ Jaja, coronela le voy a llamar –reían ambas-. ¿Nos
vamos?
T_ Sí, pero antes déjame ver una cosa…
Como buena cotilla, Teresa no dudó en averiguar si le
estaban tomando el pelo, despacio abrió la puerta de la
cabaña, asomó la cabeza y sí, allí estaba Esther dormidita,
le pareció raro, pero tras asegurarse, de puntillas llegó
hasta el huerto sin hacer prácticamente ruido, y allí estaba
Maca muy metida en su trabajo, hizo un gesto con la
barbilla un tanto desconcertada, pero no le dio mucho
tiempo a nada más, porque la mano de Bárbara la arrastró
hasta dentro de su cabaña.
T_ Jijijijijijijijijiji –fue lo último que se escuchó.
En la cama Esther sentía como sus pulsaciones subían
poco a poco, el perfume de Maca le llegaba tan directo a su
pituitaria que estaba alterando de manera brusca su
control. Le parecía que el plan creado por Maca no iba a
funcionar, no llegaba y eso que Teresa tan y como su mujer
había dicho se asomó a comprobar si estaban cada una en
un sitio.
528 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ Hola –se acercó con voz sugerente Maca
asustándola-. Lo siento.
E_ Joder no te he oído, a Teresa si –se volvió y la vio allí
mirándola con un fuego tentador en sus ojos.
M_ Una vez te dije que sabía como crujían todas las
maderas de las cabañas –la miraba entregada.
E_ Es cierto, no me acordaba… -sonrió acariciando su
rostro-. La conquistadora lo sabe todo.
M_ ¿Ha sido bueno el plan, eh?
E_ Te ha salido de chiripa –sonrió graciosamente.
M_ Me conozco a Teresa, y sé que si hubiéramos dicho
de dormir, se hubiera inventado cualquier cosa –metió su
mano por la camiseta al rozar su piel Esther gimió
levemente-. ¿Qué es esto qué me he encontrado?
E_ Mmmmmm –fue lo único que acertó a decir para
después morderse los labios.
M_ Los pechos que me vuelven loca –besó su lado de
cuello sano-. Y mi cuello que me hace estremecer.
E_ Mi vida… -metió sus manos directamente por el
pantalón tocando su trasero-. Me encanta tu culito cariño.
M_ Oh Esther… no tengo mucho aguante ¿eh? Estoy a
flor de piel mi reina.
E_ Y yo... y yo...
529 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ No puedo más –le dijo lanzándose a por sus labios
de una manera abrupta nada que ver con la ternura de
siempre-. Necesito chuscar.
E_ Espera jajaja –trataba de no reírse.
M_ ¿Qué te pasa? –la miraba algo seria y confundida
mientras su cuerpo la buscaba desesperadamente.
E_ No me digas eso que me parto –le decía riéndose.
M_ Esther que estoy a punto.
E_ Ya y es que… jajajajajajaja.
M_ ¡Esther!
E_ Maca lo siento es que eso de chuscar me hace
mucha gracia ¿que quieres?… -decía muerta de risa.
M_ Pero Esther –se estaba enfadando-. Oye… ¡estamos
en lo que estamos!
E_ ¿Chuscar? –y dio otra carcajada tremenda.
M_ Vale… ya veo que no estás por la labor –dicho esto
se levantó y se fue.
E_ Pero… pero Maca… Maca –la llamaba al ver que se
marchaba de la cabaña realmente enfadada-. ¡Mierda!
La siguió con la vista y vio como se metía en la ducha,
sonrió y salió con rapidez hasta allí, vio como se quitaba la
ropa y la escuchaba hablar sola, bajito, no acertaba a saber
que decía pero sí estaba segura que se había enfadado.
Tras asegurar la puerta para que no pudieran entrar con el
530 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
palo que había para tener algo de intimidad, se fue
desnudando hasta llegar a la puerta de la ducha, y la
escuchaba con una sonrisa.
M_ ¡Será posible!, después de todo... ¡encima se parte
en mi cara, joder!... si es que...
E_ ¿Si es que, qué? –abrió de golpe la puerta.
M_ ¿Ya has terminado de descojonarte? –le decía seria.
E_ ¿Por qué te enfadas? –la miraba sin separar los ojos
de los otros sin entender muy bien a que se debía su
actitud.
M_ Porque me parece muy fuerte por tu parte, lo que
has hecho.
E_ Vale reconozco que me he pasado, vale... lo siento...
pero es que me hace gracia.
M_ Pues ale ya te has divertido, me alegro. Cierra la
puerta que me voy a duchar.
E_ ¿Otra vez?
M_ Las que hagan falta Esther –su voz continuaba
siendo dura y su mirada muy lejos de reflejar ternura.
E_ Mira Maca... haz el favor de dejarte de tonterías.
M_ ¿Tonterías?, ¿te parece que hago tonterías?,
perdona yo no soy la que me parto de risa cuando voy a
hacer el amor con alguien que deseo, y quiero.
E_ Te estás pasando.
531 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ ¿Ah si?, pues que sepas que me puedo pasar mucho
más, ¡cierra la puerta! –le dio un ligero empujón y cerró.
Esther miraba la puerta algo enfadada, seguía sin
entender su actitud, así que se dio media vuelta, se vistió y
se fue.
En la ducha, Maca sentía una rabia total, nadie le
había hecho lo que Esther, nadie se había comportado así,
no le gustó y sin duda no estaba dispuesta a que volviera a
repetirse la situación.
Llegó la hora de preparar la cena, las mujeres iban
reuniéndose en la cocina, cada una sabía lo que debía
hacer y sin más comenzaban a prepara las cosas. Teresa
estaba con su delantal pelando plátanos para freír, cuando
vio aparecer con gesto muy serio a Maca, le llamó la
atención la conocía y sabía que estaba furiosa.
T_ ¿Vienes a prepararle la merienda a tu amorcito?
M_ Prepárala tú si quieres, ¡y no me preguntes! –salió
de allí llevándose un plátano.
Ns_ Mami...
T_ Si Nsona... parece que ha habido bronca. Que raro.
E_ Hola...
T_ Hola Esther, ¿has descansado?
E_ No mucho.
T_ ¿Te preparo algo? –todas la miraba porque se notaba
que había llorado.
532 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ No, no tengo apetito, voy al hospital.
T_ ¿Estás bien?
E_ Sí.
T_ Bronca, bronca, bronca. ¡Ay señor si es que todo iba
demasiado bien!
La alarma de Laobi comenzó a sonar, las mujeres
salieron preocupadas, Esther se detuvo a mitad camino
girándose hacia la puerta mientras Vilches salía de su
cabaña desperezándose y bostezando. La puerta se abrió y
allí llegaba un camión, se detuvo y bajaron dos hombres y
una mujer que Esther reconoció, la vio bajar, pasar por su
lado corriendo y al girar su cabeza vio, como dicha mujer se
lanzaba a los brazos de Maca besándola sin dudarlo.
T_ Jesús, María y José.
La cara de Esther reflejó tal sorpresa como enfado, sus
mejillas se volvieron rojas, sus ojos se entrecerraron ante la
visión de aquella rubia besando a su mujer, y su mujer, sin
apartarse. Se giró con tal virulencia, que Ramón que estaba
a su lado tuvo que dar un salto con toda su energía para no
ser pisado por la enfermera que se metió en la cabaña
dando un sonoro portazo.
T_ ¡Ay señor! –exclamó poniéndose la mano en la boca.
Cuando pudo reaccionar, Maca apartó a Sam con
decisión mirándola con el ceño fruncido, la mujer no
entendió porque aquel gesto y mucho menos que no
533 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
respondiera a su beso. Vilches que había estado a su lado
se inclinó un poco y le dijo en voz baja a Maca.
V_ Como decía la canción, la cagaste Burlan Caster.
A Maca le faltaron piernas para ir hasta la cabaña,
mientras Vilches le contaba a aquella ingeniera de pozos
que la situación había cambiado, que Maca tenía dueña, y
que la dueña se había pillado un mosqueo tal, que muy
posiblemente se escucharían sus gritos fuera, la invitó a
quedarse.
T_ ¡Vilches!, haz el favor... que haga lo que tenga que
hacer ¡y largo! –ella también se había enfadado.
V_ Encima me riñes a mí.
T_ Esto es la Guerra...
Ns_ Mami... mwasi Esther enfadada.
T_ Si hija si, ya veremos que pasa.
Ba_ Estas no salen de ahí, te lo aseguro, eso les va a
venir bien para unirse, ya veras.
Pero entonces vieron salir a Esther con todo su genio,
dar nuevamente un portazo y enfilar la puerta saliendo de
la aldea, tras ella salió Maca que consiguió dar un soplido
que ni el mejor y más potente huracán había logrado
alcanzar tanta fuerza. Miró a Teresa y negó con la cabeza
de manera desesperante.
V_ ¿Dónde va? –preguntó yendo detrás.
534 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
T_ Menuda has liado bonita... menuda has liado –le
decía a una Sam que miraba a un lado y otro sin entender
nada-. Nsona prepara tú la cena, voy a ver a Maca.
Ns_ Claro, no hay problema.
T_ Si que hay problema Nsona, si que lo hay...
Vilches logró detener a Esther en la misma puerta, con
los ojos llenos de lagrimas se paró poniendo sus manos
sobre las caderas, sin mediar palabra dio una patada a una
piedra que había delante de sus pies con el consiguiente
dolor.
E_ Auuuuu.
V_ ¡Pero qué bruta eres! –le dijo negando con la cabeza.
E_ Déjame Vilches.
V_ ¿Aquí?, ¿qué quieres suicidarte?, para eso ves al río
te lanzas y un cocodrilo acaba contigo, pero no voy a
dejarte aquí con el riesgo que conlleva para todos.
E_ Por favor quiero estar sola –decía cayéndole las
lagrimas mientras se frotaba el dedo del pie.
V_ Ven –se la llevó por un camino que ella desconocía
pero que le vino bien alejarse de la cabaña.
E_ Gracias –caminaba con dificultad por el insistente
dolor del dedo del pie.
Mientras en la cabaña Maca andaba como animal
enjaulado, de lado a lado, su gesto era tan serio que a
Teresa cuando entró y la miró la asustó.
535 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ No he hecho nada ¡nada!
T_ Bueno Maca.... no sé yo ¿eh?
M_ Teresa quiero estar sola.
T_ Ya lo sé. ¿Por qué os habéis enfadado antes que
llegara Sam?
M_ Por una tontería Teresa, he sido un poco borde... es
que... me he pasado con ella –reconoció finalmente tras un
gran suspiro.
T_ Mira Maca no sé que ha pasado, pero sin duda, lo
que haya sido se queda en nada con el beso que te ha
plantao Sam.
M_ Me ha pillado desprevenida Teresa, ¡tú sabes que no
me interesa!
T_ Ya, pero Esther se ha quedado de piedra.
M_ Cuando he entrado ni siquiera me ha mirado, ha
salido sin darme opción a nada –decía preocupada-. Teresa
no quiero discutir con ella, todo ha sido una tontería... es
que...
T_ A ver cariño, las cosas se arreglan hablando, habla
con ella.
M_ No me ha dado opción. Espero que Vilches le haga
entrar –decía preocupada mientras se mordía el labio.
T_ No te preocupes por eso... simplemente está
enfadada, y estoy segura que sabrás quitarle el enfado, ¿no
crees? –la miró sonriente con una mirada divertida.
536 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ He sido una estúpida, joder... ¡cómo me duele el
estómago!
T_ Eso es miedo, cagetas –dio una carcajada.
M_ Teresa la quiero, la quiero con toda mi alma...
estaba un poco nerviosa y...
T_ Maca... tan solo es una pequeña riña... muy
pequeña...
M_ Me daría algo si se fuera.
T_ ¿Un para atrás? –le preguntó sonriendo y cuando
Maca la miró con ternura y sonrió agregó-. No va a pasar
nada, ni se va, ni se irá, dale un poquito de espacio ahora
que está enfadada, pero después me pondré los tapones
porque ya sabes lo bueno de discutir, es la reconciliación.
M_ Gracias Teresa, no sé que haría sin ti.
T_ La tonta, más de lo que ya lo haces –la abrazó-.
Venga... no salgas ¿eh?, que voy a quitar del medio a Sam,
no vaya a ser que le dé por otro beso y te vea Esther y
entonces si que la liamos, te veo durmiendo con Mona.
M_ Joder... no me asustes –le decía con gesto un tanto
impactado.
T_ Bueno... voy a quitar mosconas del medio, esto te
pasa por ser como eres, una ligona, si que el pasado
siempre nos pasa factura en el momento menos adecuado.
537 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ Uf... pues si me tiene que pasar factura a mí, no sé
que voy a hacer –elevaba las cejas con gesto un tanto
asustado.
T_ ¡Si es que...! pobrecita Esther lo que tiene que
aguantar.
Vilches se había detenido en una especie de roca, se
sentó y Esther lo hizo junto a él, miraba el río que pasaba
por aquel lugar con toda la fuerza del mundo, y así sentía
ella su rabia, como ese agua empeñada en correr, escapar,
luchar. El sonido del agua le recordaba al sonido que sus
oídos escuchaban de su interior. La compañía en silencio de
Vilches le relajaba y el sonido del agua le hacía sentirse a
salvo de si misma. Llevaban un rato cuando le dijo a su
compañero de silencios.
E_ No se separó, le ha dejado que la besara.
V_ No es así Esther –le respondió con calma-. Tan solo
le ha cogido de sorpresa, en cuanto ha reaccionado, ha
salido hacia ti.
E_ Habíamos discutido.
V_ Vaya... la primera bronca de enamoradas –sonreía.
E_ Ha sido por una tontería.
V_ Claro... es que las broncas siempre son por tonterías,
y las vuestras no van a ser menos, ¿o qué piensas?, que no
vas a discutir nunca con ella... y más Maca... ¿tú sabes
dónde te has metido?
538 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ Vilches... –sonrió.
V_ No de verdad... ¿lo sabes?
E_ Sí, sin ella no me apetece vivir.
V_ Uf –silbó después-. Eso es muy fuerte ¿eh?
E_ Pero es la verdad.
V_ ¿Crees que le importa alguien que no seas tú? –
Esther lo miró con el ceño fruncido-Te aseguro que no,
puede que tuviera muchas novias, puede que se lo pasara
bien disfrutara de la vida de esa manera, pero te aseguro
que desde que yo la conozco, nunca le había visto ese brillo
en su mirada.
E_ A mí me pasa igual.
V_ Lo que sucede es que las mujeres sois muy dadas a
los dramas... una pequeña discusión ¡un dramón que ni la
casa de la Pradera! –decía exagerando los movimientos de
sus manos.
E_ Creo que me he pasado, pero me ha dado mucha
rabia.
V_ ¿Puedo darte un consejo?
E_ Sí.
V_ Hazla rabiar un poquito, ninguna mujer le ha hecho
rabiar, Maca la súper Maca, esa mujer a la que todas caían
ante ella y todo cuanto hacía estaba bien, tú le has
enseñado a currarse el amor, y eso te aseguro que le está
haciendo mucho bien.
539 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ No voy a hacer eso Vilches, voy a disculparme.
V_ ¿Tú? ¡tú eres tonta! –le reprochó mirándola
incrédulo.
E_ Es que cuando me ha ido a hablar he salido
dejándola con la palabra en la boca.
V_ Aún le has hecho poco.... ¿dónde está la Esther que
le plantaba cara, eh?
E_ Es que....
V_ Es que... es que... –repitió su tono de voz-. Hazme
caso, muéstrate ofendida... eso si, espera que fabrique
unos tapones de los troncos de leña que hay detrás del
granero.
E_ Jajajaja –dio una carcajada .
V_ Eso está mejor, tu sonrisa hace milagros, te lo digo
yo.
E_ La quiero tanto Vilches.
V_ ¡Ah no!; a mí con esas no, que yo no soy Teresa.
¿Nos vamos?
E_ Sí por favor, me duele el dedo.
V_ Si es que eres más bruta...
Volvieron a la aldea, nadie dijo nada, llegó hasta la
cocina como si nada hubiera pasado, allí no estaba Maca,
bebió un vaso de agua ante la mirada comprensiva de
540 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
Teresa y fue hasta el hospital. Allí al verla Mona abrió sus
brazos.
Mo_ Uh uh uh uhhhhhh.
E_ Mona cariño –la abrazó con ternura-. Mi Mona guapa.
Va_ Uhhh –le susurró mirándola triste.
E_ Y mi Valiente guapo.
Mientras ella hablaba con los animales, Sissou por
orden de Teresa había ido corriendo hasta la cabaña de
Maca para avisarle. Salió hacia el hospital viendo que la
visita de cortesía de Sam había sido terminada con rapidez
seguramente por Teresa.
Mo_ Uhhhhhhh –le tocaba la cara.
E_ Estoy un poquito triste si –le decía al animal que
bajaba sus párpados y le tocaba el corazón-. Si, Maca....
Mo_ Uhhhh? –le dio una entonación tal que a Esther le
pareció que le estaba preguntado
E_ Bueno... cosas Mona...
M_ Esther.
Mo_
PRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRR
R –Maca la miró asombrada nunca había visto una
pedorreta como aquella.
541 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
Va_ PRRRRRRRRRRRRRRRR –Valiente secundo a su
madre y Esther tuvo que hacer verdaderos esfuerzos para
no soltar una carcajada-. Prr.
M_ Esther por favor, ¿podemos hablar? –le preguntó un
tanto desconcertada por aquellas dos pedorretas que sabía
eran a modo de reproche.
E_ Estoy con Mona... no me apetece hablar contigo –le
soltó sin mirarla.
M_ Esther.
E_ Ya te he dicho que no –volvió a insistir.
M_ No voy a ir detrás tuya si eso es lo que pretendes...
así que cuando te dé la gana me escuchas.
Mo_ Uhhhhh –pareció reñir a ambas.
E_ Tranquila Mona... solo estoy enfadada.
M_ Enfadada sin motivo.
E_ ¿Sin motivo? –se giró mirándola de una manera tan
fiera que Maca no pudo evitar hacer un gesto de cierta
impresión-. Así que para ti no tengo motivo.
M_ Por mi parte ninguno.
E_ ¿Ah no?
M_ No.
E_ Que fuerte –susurró negando con la cabeza.
M_ Tú lo has visto, ¿no?, si tú crees que tienes motivo
por eso...
542 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ No claro es verdad, es que a veces se me olvida tu
faceta de mujer irresistible, encantadora y conquistadora –
pasó por su lado-. Por no hablar de la niñata malcriada que
he descubierto antes de la llegada de Sam, claro, que eso
no se me olvida.
M_ Esther –la llamó enfadada al ver que se marchaba.
E_ Esther se va, no le apetece verte.
M_ Te estás pasando.
E_ Pues mira ya estamos a la par, ¿no?. Una vez te
pasas tú otra yo, ¿te parece bien?, vale ¿te parece mal?, me
resbala –le soltó con firmeza dejándola de una pieza.
Mo_ Uhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh –
exclamó sorprendida.
Va_ AH ah ahh uuuuuuh? –(lío, lío) parecía decir
Valiente.
Mo_ Uh –asintió Mona.
M_ Esther –la llamó cuando se marchaba-. Joder... no
me mires así Mona.
Mo_ Uhhhhh.
M_ Se ha pasado, ¡se ha pasado!- decía tajante.
Mo_ Uhhhhhh –ponía ojitos y entonces Maca asintió al
mismo tiempo que negaba con la cabeza-. Ahhhh.
M_ Lo sé Mona, lo sé... ¡pero es tan cabezota!... ¡joder!
543 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
Así estuvieron hasta la hora de la cena, Esther
evitando a Maca, Maca pensando como disculparse,
desesperada ante la actitud de Esther yendo tras ella
consiguiendo una y otra vez la misma contestación por su
parte, total omisión. Quien estaba encantado era Vilches
que de vez en cuando le guiñaba el ojo a la enfermera
dándole ánimos ante la situación que estaba provocando,
encantado de ver que le hacía caso, y la desesperación de
Maca estaba siendo de lo más divertida para Teresa y
Bárbara que nunca la habían visto así.
Ba_ ¡Lo está pasando mal!
T_ Pobrecita.
Ba_ Y Esther... es coronela ¿eh?
T_ Ya te lo dije.. como te digo que Maca duerme en el
granero –le decía seria.
Ba_ Jejeje, mientras no nos interrumpa.
T_ Jijijiiji –sonrisita traviesa-. Esther... Esther...
E_ Dime Teresa.
T_ Por favor habla con Maca... no ves como está.
E_ No me apetece.
T_ Pero mujer que tampoco es para tanto.
E_ Mira Teresa... yo sé lo que hay ¡no me tires de la
lengua! –y así la dejaba una y otra vez.
T_ Maca cariño la cena está lista.
544 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ No voy a cenar, me voy a la cabaña.
T_ Pero.... pero... –la miraba boquiabierta ante su
ausencia.
M_ Hasta mañana.
T_ ¡Esther! –la llamaba hecha una furia acercándose
hacia ella al ver a Maca abandonar el comedor-. Mira lo que
estás consiguiendo.
E_ ¿Qué? –le preguntaba distraídamente.
T_ Maca.
E_ ¿Qué le pasa?
T_ No va a cenar.
E_ Pobrecita –su tono se mostró totalmente irónico.
T_ Oye... –la riñó por el tono.
E_ Mira más cena para todas, podemos repartir.
T_ ¡Esther! –volvió a reñirle.
E_ Me llaman –dijo y se fue.
T_ Nos hemos vuelto locos todos...
V_ ¿Qué pasa Teresa?, cuerdos no estamos nadie.
T_ Esther está tomando una actitud muy injusta.
V_ Que le han besado a la mujer... ¡cómo quieres que
esté! –decía guasón.
T_ No estoy para tus guasas Vilches, tengo
palpitaciones.
545 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
V_ Ah pero eso no es por la pareja... eso es por “otra”...
–le guiñó el ojo y se fue.
Ns_ ¿Cenamos mami?
T_ Si Nsona será lo mejor, antes que se cometa aquí un
crimen –abría los ojos como platos.
Durante la cena nadie hizo mención a Maca, Esther
sonreía sin parar con Vilches, lo que lograba encender a
Teresa que la miraba con dureza y determinación, algo que
no lograba frenar las risas de la enfermera. Bárbara era la
única que disfrutaba de la velada sin más, la cena que
Teresa le había preparado le supo a gloria.
E_ Me voy a dormir, hasta mañana.
T_ Esther espera.
E_ Dime –le dijo con tono cansado.
T_ Por el amor de Dios, por los Clavos de Cristo, por la
Macarena y todos los santos y dioses del cielo.
E_ Uy cuanta gente ¿no?
T_ ¡Esther! –volvió a reñirla-. Haz el favor de hablar con
Maca, no soporto verla así.
E_ Tranquila... hablaré si me apetece... y si no, no
hablaré –la besó ante el gesto de sorpresa de Teresa-.
Hasta mañana.
T_ ¡Ay señor!
V_ Anda déjala Teresa... ella ya sabe lo que hace...
546 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
Entró en la cabaña tras despedirse de Mona y recibir
sus consejos sobre Maca con una encantadora sonrisa, al
llegar, vio que la parte superior estaba abierta, allí debía
estar, sonrió, hizo lo que debía hacer y se metió en la cama.
Atenta seguía todos los ruidos que podían indicarle que
Maca bajaba, o que Maca no bajaba, su impaciencia le
estaba poniendo a prueba hasta que oyó por fin los pasos
de su mujer, volvió a sonreír. Al bajar y verla en la cama
durmiendo, Maca suspiró, entonces se dio cuenta que su
regalo estaba sobre la cama, sin duda cuando subió a
pensar, no lo podía jurar pero le parecía que no estaba en el
mismo lugar. Sonrió, lo cogió y se metió en el lavabo, aún
había luz y pudo ver lo que era, una sonrisa amplia y un
fuerte deseo se mezclaron en su interior. Se puso la pieza y
se miró en el pequeño espejo, una sonrisa traviesa iluminó
un apagado rostro que de pronto había recobrado la luz del
amor.
E_ Has tardando mucho ¿no te parece?
Maca se había apoyado en la puerta, mirándola con
una calma que le salía de su alma con tal fuerza, que
aunque se acababa de marchar la luz, pudo iluminar toda la
habitación, un camisón negro de encaje, que le llegaba
justo por el final de la espalda, los pechos se
trasparentaban, y cuando Esther la vio como tanto la había
imaginado en sueños, sintió como el deseo inundaba su
cuerpo. Ella estaba sentada tapada con la sábana,
manteniendo una sorpresa a Maca.
547 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ ¿No piensas venir?
M_ No debería.
E_ ¿Ah no?, vaya –entonces se quitó la sábana y los ojos
de Maca descubrieron un camisón parecido al suyo de un
color rosita muy pero que muy pijo-. Que lastima.
M_ No podía ser de otra manera –susurró con su sonrisa
irresistiblemente encantadora-. Bien pijo.
E_ Claro... –devolvió el susurro y aquello pareció hacer
que Maca reaccionara y se acercara hasta la cama, Esther
la miraba con esa mirada fogosa y ardiente que tanto le
gustaba entregarle a su mujer-. Tengo buen ojo ¿eh?
M_ Mucho.
E_ Estás divina.
M_ ¿Se te ha pasado el enfado?
E_ ¿Has recapacitado?
M_ Vale, lo admito, me he pasado.
E_ Entonces sí, pero que no se vuelva a repetir –dio
unos golpecitos en la cama para que se acostara.
M_ ¿Por qué no te levantas? –le volvió a susurrar.
E_ Porque aquí estamos más cómodas ¿no te parece?
M_ Quizá... anda ven –le tendió la mano y Esther le hizo
caso con una sonrisa encantadora, mientras Maca la miraba
de arriba a bajo-. Mi suegra creo que no sabía el fin de
esto... de haber sido así, el mío no lo manda.
548 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ Tu suegra no se va a enterar, y yo lo voy a disfrutar –
le susurraba tan cerca de los labios que se rozaron
sutilmente con ternura-. ¿Verdad?
M_ Estás para comerte ahora mismo –le susurró
mientras sus manos recorrían sus brazos con lentitud, con
una caricia casi sagrada.
E_ Pues... cómeme ¿no? –pasaba sus manos por la
espalda de Maca quien cerró los ojos sintiendo el escalofrío
en su propia piel.
M_ Esther... te quiero mucho... no me importa nadie
que no seas tú.
E_ Lo sé.
M_ ¿Lo sabes? –enarcó su ceja derecha.
E_ Solo te estaba haciendo un poco la puñeta... no me
gustó nada lo que pasó con lo de... chuscar –le dijo bajito
sonriendo.
M_ ¡Ah si!; me estabas castigando.
E_ Como una niña pequeña, sí –le acarició los labios con
la yema de su dedo índice mientras Maca sacaba la lengua
y lo lamía provocando que Esther cerrara los ojos-. Mmmm.
M_ Pues que sepas... que he aprendido la lección, pero
ahora, hay que hacer la paces.
E_ Creo que si.
549 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ Ven –la llevó junto a la pared, la apoyó y comenzó a
besarla lentamente, Esther devolvía besos y caricias-.
Relájate cariño.
E_ Lo estoy... siempre lo consigues.
M_ Mucho más ahora... –sonrió besándole mientras sus
labios iban descendiendo, mientras sus rodillas se
apoyaban en el suelo y Esther tan solo de pensar lo que
venía después gimió-. Esther... me vuelves loca... cariño.
Le iba diciendo mientras levantaba el fino camisón
rosita, y acariciaba sus muslos con las manos, Esther
instintivamente abría sus piernas, notando como su sexo
comenzaba a latir, a cobrar vida ante la boca de una Maca
que repartía besos suaves alrededor.
Esther apoyó la cabeza en la pared, notaba como sus
piernas temblaban, sus ojos fuertemente cerrados, sus
manos en la cabeza de su amor que se movía lentamente,
sus pechos subían y bajaban al principio lentamente, su
mente en blanco, su boca entre abierta soltado un poco de
aire, a veces, la lengua tenía que humedecer sus labios, la
garganta se iba secando y necesitaba tragar haciendo
esfuerzos por controlar toda aquella intensidad que sentía,
y que Maca estaba provocando en ella, sus pechos se
movían con mayor continuidad conforme las caricias de la
Pediatra iban aumentando la presión y ritmo, su cabeza de
vez en cuando se agitaba hacia delante, mientras trataba
de sellar sus labios, mientras que su garganta dejaba
550 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
escapar algún gemido entrecortado imposible de controlar,
sus dedos se habían entremezclado con el pelo de Maca,
jugaba con él, su vientre se movía agitadamente, sus
piernas temblaban más y más, pensaba que se iba a caer,
unas gotas de sudor recorrieron su frente, abrió sus ojos
necesitando ver a Maca, y allí estaba, sí, era ella la que se
había convertido en su Diosa particular, la que le estaba
haciendo recorrer esos caminos por donde tan bien la
llevaba y guiaba, su nombre salía de su boca una y otra
vez, con la voz quebrada por el deseo, por el placer, por el
maravilloso momento en el que estaba guiándola hacia un
orgasmo tan bestial que sintió que caía, que se moría, y fue
Maca quien la recogió en sus brazos quien la estrechó
mientras Esther se acoplaba como podía sobre ella,
necesitando como quien necesita del aire para respirar y
vivir, juntar las piernas y respirar como pez fuera del agua.
M_ Mi niña... mi amor....
E_ Maca... mi vida... me voy a morir –dijo con una
exhalación profunda.
M_ Ni se te ocurra –le besaba suavemente el rostro , el
cuello mientras veía su piel de erizada-. ¿Te gusta?
E_ Maca... para... por favor... –Maca la miró extrañada-.
Me muero... dame unos segundos por favor.... –Maca
sonrió-. Creo que nunca había sentido esto.
551 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ ¿Te ha gustado, eh? –su tono narcisista y seductor
llegó a sus oídos con total claridad, y Esther refugió su
cabeza en su cuello-. A mí también te lo aseguro.
E_ Ya...
Entonces comenzó a besarla, primero poco a poco con
lentitud, maravillosa lentitud para ella, tortuosa lentitud
para Maca; tras mirarla a los ojos y ver el deseo que
asomaba en ellos, tras ver la boca entre abierta de Maca
fue la señal esperada por Esther para buscar sus pechos
por encima del camisón de seda, el contacto de su lengua
humedecida en los pezones ya erectos le obligó a Maca a
echar su cabeza para atrás arqueando su espalda, abriendo
sus piernas sintiendo el cuerpo de Esther sobre ella, la
mirada y sonrisa de su mujer la encendió de tal manera que
sintió como ardía su centro, como ardía su sangre y como
necesitaba urgentemente que Esther hiciera algo más que
aquellos besos que estaba dejando repartidos en ambos
pechos, mientras sus manos navegaban, buceaban por los
muslos tensos de una Maca que frunció los labios, que
susurró algo que Esther entendió y le hizo sonreír dando por
buenas sus caricias, notando como su propio corazón latía
de una manera tan intensa que Maca podía notar los latidos
sobre su vientre que se movía agitado. Mientras, ella debía
jadear porque necesitaba dejar escapar tanto placer que
existía en su interior, aquel aire que sobraba, aquella
sangre alterada que con sus caricias Esther estaba
provocando un alud en su corazón, sus caderas se movían
552 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
al notar los pechos de la enfermera en su centro, y sin más
demora, Maca posó las manos en los hombros de Esther
empujándola suavemente mientras cerraba los ojos y se
disponía a recibir todo aquel mundo de pasión en que su
mujer la estaba llevando, allí donde sus muslos se
tensaban, sus caderas buscaban, su sexo humedecido se
abría para ser adorado, saboreado, agasajado con tal
suavidad que ella cerraba los puños, se puso un brazo
sobre los ojos, sacó la lengua pasando la punta por los
sedientos labios, gimió, apartó su brazo de la cara y hundió
sus dedos en la melena algo rizada de Esther, apretó los
dedos suavemente empujando más su cabeza contra su
sexo, sintió el gemido ahogado de su mujer en él, mientras
el propio comenzaba a hacerse dueño de todo, pidiendo,
clamando libertad, una libertad que en ese momento la
propia Maca sentía, y no lo dudó, no lo ahogó lo dejó volar
libre tan libre como en ese momento se sentía ella, libre por
un Universo único, en un limbo donde solo estaba ella y
Esther, Esther y ella y así explotó su gemido disfrutando la
libertad.
M_ Esther –susurró como si al decir su nombre pudiera
reafirmar que solo estaban las dos.
E_ Si, mi vida... –respondió con un maravilloso
cansancio apoyada su cabeza sobre el vientre de la
Pediatra.
553 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ Ven... necesito sentirte aquí –hablaba extenuada
con su pecho aún tratando de recobrar la respiración
adecuada.
E_ Mi reina –le besó notando aún Maca su propio sabor
en la boca de la enfermera.
M_ Vamos a la cama...
E_ Claro –se levantó y la estiró de la mano, les costó
levantarse del suelo, el cuerpo comenzaba a resentirse y lo
hicieron entre risas.
M_ Joder... como me has dejado.
E_ ¿Si? –se acostó mientras Maca se dejaba caer a su
lado y se estrechaba a ella pasando la pierna por encima de
sus muslos volviendo a convertirse en una-. ¿De verdad?
M_ De verdad Esther, eres especial ¿lo sabías? –sus
brazos se unieron a la piel de Esther como si de aquella
manera estuvieran encadenadas la una con la otra.
E_ No me digas eso –escondió su cabeza en el cuello de
Maca sonrojándose sin poderlo evitar.
M_ Es la verdad.
E_ ¿Sabes? –suspiró mientras su mano pasaba por el
pecho de Maca-. Nunca pensé que hacer el amor con una
mujer fuera tan excitante, tan apasionante... bueno...
alguna vez había imaginado como sería.
M_ ¿Si? –sonrió algo sorprendida.
554 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ Sí, ya te comenté que me sentía muy rara, extraña
con mi novio sin embargo, contigo todo fue tan fácil.
M_ Perdona... es que yo... –decía sonriendo pero con los
ojos cerrados-. Yo soy yo…
E_ Ya... ya... –sonrió divertida-. Pero nunca imaginé que
tocar unos pechos como estos fuera algo tan singular.
M_ Espero que no toques otros, ¡más te vale! –le dijo
muy seria.
E_ Eres un poco machista ¿no?, bueno... esa no sé si
sería la palabra pero...
M_ No quiero que nadie te toque, ni te mire, ni te roce,
trato de borrar de mi mente que alguien antes que yo te ha
tocado, porque te quiero para mí, solo para mí como yo
seré para ti, si quieres llamarme machista, aunque odie ese
significado lo soy, pero solo quiero que seas para mí.
E_ Pues no te cuento yo cada vez que pienso en como
tú..
M_ Esther... no era yo... te lo juro... yo solo soñaba con
una mujer a la que querer y que me quisiera de igual
manera, por mucho que me propuse ser superficial y
vanidosa, en cuanto llegaste tú con tu maravillosa forma
de ser me di cuenta que quizás eras tú esa persona que
esperaba me rescatara de lo que tan estúpidamente me
había convertido.
555 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ Soy como Robin Hood de la Selva –dijo
graciosamente-. Pero en mujer y por una buena causa,
recuperar a una mujer.
M_ Si... en mi caso sí –sonrió abiertamente como ella
mientras la abrazaba y Esther se subía a horcajadas sobre
ella-. Me encanta este camisón pero... me gustas mucho
más sin él.
E_ Pues fuera –se lo quitó de golpe.
M_ Eso es –se sentó en la cama acoplándose con
Esther-. Así mucho mejor.
E_ Lastima del tuyo pero... –tiró de él mientras ambas
reían divertidas-. Tienes razón mucho mejor así.
M_ Que sepas que me ha encantado esta sorpresa, y
que nunca antes me había puesto uno.
E_ ¿Ah no?
M_ No, pero si esa era la forma de pedirte perdón –la
besó con suavidad-. Lo acepto encantada.
E_ Estás perdonada.
La danza de la pasión siguió, se amaron todas y cada
una de las veces que ambas creyeron oportuno, hicieron
con sus cuerpos contorsiones de amor, se hallaron bocas,
manos, pieles, pechos, sexos, muslos, todo lo que se quiso
encontrar se encontró, todo lo que se necesitó se localizó,
se disfrutó. Bocas sedientas, lenguas juguetonas y
hambrientas ansiosas por recorrer poco a poco la otra piel.
556 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
Así hasta que el cansancio llegó de manera fulminante,
dejándolas sin fuerzas para nada, abrazadas volviendo a
recobrar la respiración poco a poco. Con un susurró repleto
de su voz aterciopelada Maca le quiso regalar un trozo de lo
que su corazón sentía.
M_ ¿Tú sabes que cuando estoy a tu lado el mundo no
existe?, que me haces sentir reía y diosa de toda la
existencia –suspiró jugando con su cuello, su pelo, mientras
Esther le apretaba el muslo que tenía cruzado sobre ella-.
Sin ti me siento tan poca cosa, contigo todo es diferente
Esther... te quiero...
No hubo respuesta no porque no tuviera fuerzas, sino,
porque la emoción se clavó en el centro de la garganta de
Esther a la que las palabras no le salieron, y sus ojos
emocionados le dieron a Maca la respuesta que esperaba,
que ella también la quería de igual modo.
El Sol había vuelto tan majestuoso como siempre a
iluminarlo todo, la actividad en la aldea iba como el día
comenzando poco a poco a ir desarrollándose. Los hombres
habían desayunado juntos ante la extrañeza de que mami
Teresa no se había levantado, Vilches fue el siguiente en
llegar al comedor y ante la explicación de Nsona enarcó
una ceja y miró instintivamente hacia tras donde se
encontraba la cabaña de Teresa, silencio. Sonrió y se sentó
a desayunar, al poco rato una más que ojerosa Esther
llegaba a la cocina, entraba como si fuera en una nube,
557 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
flotando sin ver a un Vilches que la observaba divertido. La
vio como canturreaba por lo bajo, así como bostezaba y se
cogía los riñones como si realmente estuviera sola y
pudiera dar muestras del cansancio que su cuerpo sufría.
La mirada escrutadora de Vilches le hacía sonreír,
verla en ese estado le provocaba una mezcla de
satisfacción por la pareja y cierto temor por lo que el futuro
pudiera reservarles. Ese futuro en el que él muchas noches
pensaba y tan solo lo reconocía en su máxima soledad,
también le asustaba, la posibilidad de no ver a Cruz ni a la
niña más, era algo que le provocaba pánico, y también le
provocaba pánico lo que pudiera pasar a aquellas dos
mujeres que él sin tapujos también reconocía las apreciaba
y era cuando podía ver el brillo de la felicidad en los ojos y
Esther deslumbraba todo con aquel brillo. Al salir con la
bandeja lo vio allí sentado observándola.
E_ Buenos días Vilches, ¿qué tal?
V_ Bueno no tan bien como tú –Esther sonrió algo
tímida-. Pero esta noche lo siento no ha habido color.
E_ ¿Cómo? –le preguntó sin entender sus palabras.
V_ Esta noche, la protagonista ha sido Teresa.
E_ ¡Qué! –exclamó aturdida abriendo mucho los ojos.
V_ ¡Ay si al final va a tener razón Teresa!, ¡tanto sexo
es malo!, tú atontada, ella durmiendo.
E_ ¿Teresa está durmiendo?
558 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
V_ Años de inactividad, pues imagino que cuando se
activa la cosa pasa lo que pasa –elevó los hombros en señal
de desenfado.
E_ Joder.
V_ Pues si, eso mismo… se te va a enfriar el desayuno y
te protestará la Calentorra de la Selva.
E_ Si… ahora te veo –amplia sonrisa.
V_ Os doy una hora.
E_ De acuerdo –cuando iba a salir por la puerta, se
detuvo, se giró y le dijo con su tono amable y mirada
repleta de cariño-. Gracias por tus consejos… gracias por tu
apoyo Vilches.
V_ De nada –dijo secamente.
En la cama medio tapada medio desnuda con el pelo
sobre la cara yacía agotada Maca, sin duda, la noche había
sido intensa, y ambas sentían el cansancio en forma de
agujetas en según que partes de sus cuerpos.
E_ Joder… nunca había tenido agujetas ahí –susurró
tocándose los muslos en la parte posterior, entonces sonrió
al pensar en cual de todas las posturas le había podido
dejar ese dolor, volvió a sonreír-. Es maravillosa… Maca…
Maca…
M_ Mmmmm –protestó.
E_ Venga cariño que tenemos que desayunar y trabajar.
M_ No…
559 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ Vamos… gandula venga –sonreía viendo como se
hacía la remolona.
M_ Un poco más Esther… no seas mala –musitaba con
los ojos cerrados cambiando de lado la postura de la
cabeza.
E_ Desde luego, ¡y soy yo la marmota! ¡venga! –se
subió sobre ella haciéndole cosquillas mientras sonreía sin
parar.
M_ Esther para… no… para… joder… -decía muerta de
risa luchando con ella hasta que pudo girarse y echarla
sobre la cama poniéndose sobre ella-. Eres una flojita.
E_ ¿Ah si?, pues anoche no me dijiste lo mismo –le
acariciaba la cara, con una mano y con la otra Maca la tenía
retenida.
M_ Es que… anoche… -movía su cabeza un poco de
lado a lado graciosamente.
E_ Ya… -no hacían falta más palabras, se besaron con
suavidad-. Te quiero.
M_ Y yo mi vida –le devolvía los besos por la cara, por
los labios-. Te quiero mucho pero… tengo un hambre… no
cené.
E_ Por cabezota no cenaste.
M_ No me lo recuerdes –sonreía mordiéndose el labio
inferior.
560 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ Como sabía que me ibas a cambiar rápidamente por
el desayuno me he esmerado.
M_ Mmmm… que pinta tiene –cogió el vaso de leche
fresca tal y como le gustaba y dio un sorbo-. Te ha ayudado
Teresa.
E_ No, lo he hecho yo porque Teresa ha pasado una
noche orgásmica y nos ha dejado a nosotras en ridículo –
Maca que había vuelto a dar otro trago de leche lo escupió
como si fuera un aspersor llevándose la riña de Esther-.
¡Maca!
M_ Lo siento –decía limpiándose la barbilla-. ¡Pero eso
no puede ser!, ¿estás segura?
E_ Me lo ha dicho Vilches.
M_ ¡Ah bueno! –exclamó como quitando importancia si
venía de parte de Vilches.
E_ Maca… que son casi las nueve y media y Teresa no
está en la cocina, está en la habitación.
M_ ¡Qué! –aquella noticia le afectó mucho más, dejó a
un lado la bandeja buscando sus pantalones y camiseta.
E_ ¿Se puede saber que haces? –la miraba entre
divertida y perpleja.
M_ Esther ¿y si le ha pasado algo?, ¿eh? –preguntaba
preocupada metiendo sus largas piernas en el pantalón.
E_ Vilches no estaría tan tranquilo.
561 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ Vilches es un tranquilo –se enfundó la camiseta-. ¿Y
si le ha dado algo?
E_ Lo que le ha dado ha debido ser un gusto de muerte.
M_ ¡Esther joder que Teresa no está en edad de
emociones fuertes!
E_ ¿Y eso quién lo dice? –la miraba totalmente perpleja.
M_ ¡Lo digo yo que la conozco!
E_ Espera… espera –la cogió del brazo fuertemente con
una sonrisa en sus labios-. ¿Pero dónde vas?
M_ ¿Cómo qué dónde voy?, a ver si le ha pasado algo.
E_ ¡Maca!...
M_ Esther –la miró interrogante y ante su gesto tierno
agregó-. Vale…
E_ Eso es…
M_ No soportaría que a Teresa le pasara algo…
-entonces se quedó pensativa ante la mirada divertida de
Esther-. Algo malo, claro.
E_ Ya lo sé cariño, pero lo que le ha pasado es algo
bueno… muy bueno… buenísimo.
M_ Joder… siempre a Bárbara le hizo mucha gracia
Teresa… pero… no imaginé que… tanta.
E_ Teresa es una mujer especial Maca, yo creo que
atrae, ¿a ti no te atrajo? –le preguntó un poco con sorna.
562 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ Siempre le he dicho que porque ella no quiso –
respondió seria.
E_ ¿De verdad? –le preguntó abriendo la boca.
M_ Sí, de verdad –arrugó la nariz y se le quedó mirando,
le encantó el gesto de Esther y entonces dio una carcajada
que Esther entendió que era de burla y le golpeó el brazo-.
Ay… lo siento pero es que me encanta tu carita cuando me
quedo contigo...
E_ Serás mala…
M_ Si, y me encanta serlo así contigo –susurró con voz
sedosa.
E_ Uf Maca que nos está esperando Vilches… y si
empiezas no puedo parar –le decía mientras Maca iba en su
busca hasta que tropezó con la pared. Le hablaba con una
sonrisa en sus labios que aún la encendía más, y ese ardor
se mostraba en los ojos de la Pediatra.
M_ Que espere.
E_ Maca –le advirtió notando como sus manos se
colaban por debajo de la camiseta, cerró los ojos ante la
mirada penetrante en deseo de Maca-. Que demonios…
¡qué espere! –dijo con súbita urgencia, haciendo que los
labios echaran chispas.
Cuando salieron de la cabaña, lo hicieron juntas,
sonrientes y relucientes, llegaron hasta el hospital a ver a
Mona, por el camino le dieron dos patadas al nuevo balón
563 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
de los niños que jugaban con sus camisetas puestas, y el
jolgorio parecía escucharse en toda la Selva. Miraron a
hurtadillas hacia la cocina pero no se alcanzaba a ver nada,
así que entraron al hospital, allí una Mona echada en la
cama con las patas cruzadas de manera muy fina, con la
gorra de Esther miraba fijamente el techo, al ver a las dos
mwasis, aulló de felicidad.
E_ Hola Cariño… ¿cómo estás? –la abrazó ante la
mirada sonriente de Maca.
Mo_ Auuuu aggggggg –movió la cabeza.
E_ ¿Te duele?
Mo_ Auuuu –asintió juntando los dientes y miró a Maca.
M_ Hola Mona, mira te he hecho caso y le he dicho a
Esther que la quiero.
Mo_ Hi hihihihihihihihihi –decía aplaudiendo mientras
mostraba sus dientes nuevamente.
E_ Oye que pasa aquí… ¿eres su confidente Mona? –su
gesto era tan de sorpresa como de complicidad.
Mo_ Uhhhhhhhhh –movía su mano.
E_ Dios es que me muero es súper mona...
M_ Y tú súper pija, ya me estaba yo preocupando ¿eh?
E_ ¿Y eso?
M_ Habías perdido tu lado hermosamente pijo.
E_ Tonti.
564 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ Ves –sonreía y Esther sonrió ladeando la cabeza feliz
nuevamente quedaron atrapadas la una con la otra.
Mo_ Uh uh uh uh –decía mientras abría su gran boca.
M_ Si… será mejor que vaya a ver si Vilches ya tiene
claro cuando nos vamos.
E_ Será mejor –sonrisa amplia, reluciente, bobalicona,
suspiro largo enamorado-. Ay…
Mo_ Prrrrrrrrrrrrrrrrr –le hizo una pedorreta claramente
burlona.
En el despacho con gesto serio estaba Vilches, cuando
lo vio, imaginó que habían problemas, no quiso
interrumpirlo en sus pensamientos, tan solo se sentó
delante suya y lo observaba.
V_ ¿Tengo monos en la cara o que?
M_ Buenos días Vilches.
V_ Serán para ti –refunfuño como siempre.
M_ Vaya… ¿una mala noche?
V_ ¡Malísima así que no ahondes la herida!
M_ Lo siento, no fue mi intención.
V_ No fuiste tú, fue Teresa, ¿sabes la impresión que da
escuchar los gemidos de Teresa? –Maca abrió un poco la
boca, no podía dejar de impresionarse ante aquello que era
nuevo para ella-. Estoy para psiquiatra, macho.
565 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ Pero no me lo puedo creer… Teresa… -negaba con
la cabeza.
V_ Teresa tiene un gemidito tipo cantante de ópera que
vamos, ni el que se tragó el cocodrilo se los provocó.
M_ Joder…
V_ A ver tenemos un pequeño problema, mientras tú
gemías ahora, que me vais a poner la Selva en plan
calentón y ya veremos que pasa, pues mientras tu gemías,
me ha avisado Dávila.
M_ Tenemos que salir –concluyó con rapidez.
V_ Si, al parece el paso de los militares porque aquí ha
sido productivo, han limpiado de guerrilleros la zona.
M_ Eso está bien.
V_ Si, pero ya sabes lo que eso significa ¿no?
M_ Barridos –respondió con cara de circunstancias.
V_ Exacto.
M_ ¿No pretenderá que busquemos cadáveres? –el
gesto y el silencio de Vilches fue una respuesta clara-. ¿Si?
V_ Exactamente no, pero nos ha mandado a dos
poblados, en teoría no hay noticias de nada, si te fijas tan
solo tendíamos al bebé enfermo de diarrea, es extraño que
si habían guerrilleros los campesinos no hayan huido hacia
aquí, ya lo sabes.
566 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ Lo que significa que si esos guerrilleros han estado a
sus anchas por aquí, encontraremos sus huellas –su tono
fue totalmente macilento.
V_ Eso es. Vamos a pasar una noche en la Selva Maca –
elevó una ceja.
M_ Joder.
V_ Lo siento… es así.
E_ Hola… vaya caras, ¿pasa algo?
V_ Vamos a correr una gran e intrépida aventura
Esther… solo espero que te mentalices, nada de cámara y
nada de gritos.
E_ ¿Nos vamos? –preguntó ella también preocupada.
V_ Para eso estamos aquí ¿no?... para trabajar aunque
algunas se les olvide –Maca lo miró con algo de riña en sus
ojos preocupados.
E_ Claro.
M_ Pues vamos a prepararlo todo porque sin duda hacer
noche por ahí requiere más atención.
E_ Si… será mejor.
V_ Una cosa más… cuando me han avisado y de la
manera que me lo ha dicho Dávila, me da la sensación de
que podemos esperar cualquier cosa chicas… cualquier
cosa ¿de acuerdo? –las miró serio y ambas salieron por la
puerta con el semblante parecido al suyo-. ¿Hasta cuándo
567 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
habrá que acojonarse ante una salida y lo que puedas
descubrir?... ¡hasta cuándo!
Su pregunta y exclamación sonaron al aire, una
plegaria no hubiera llegado más alto, ni más lejos, su queja
se convirtió en torbellino cargado de dolor, de tristeza, las
expectativas en aquel viaje se presentaban muy tenebrosas
y aunque les había advertido a las dos, sabía que nada
podía hacer ante lo que intuía iban a descubrir.
En su cabaña, Maca y Esther charlaban de todo un
poco mientras cogían las pertenencias que iban a llevarse,
cada una en su foro interno presentían que el viaje no iba a
ser fácil ninguna lo dijo pero ambas ya tenían la suficiente
experiencia como para entender que cada salida era un
horror diferente, y ya llevaban unos cuantos vividos, lo
natural era enfrentarse a alguna barbarie pensaba Maca, y
sobre eso estuvo hablando preparando a Esther que la
escuchaba atentamente.
E_ Eres muy buena psicóloga, ¿lo sabías?
M_ Soy muy buena en todo, además estoy muy buena.
E_ Joder siempre se me olvida –se golpeó
graciosamente la frente.
Y así salieron de la cabaña, ante ellas una nerviosa
Teresa caminaba de lado a lado, se notaban sus ojeras, y
ambas se miraron asombradas. Al verlas llegar juntas se
frotó las manos, carraspeó y les dijo.
568 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
T_ Lo siento no me ha dado tiempo de prepararos nada
caliente.
M_ Tranquila, con que tú lo estés.
E_ Maca –le dijo por lo bajo.
T_ ¿Cómo?
M_ Eso que con que puedas preparar después una
buena comida caliente para cuando volvamos.
T_ ¡Ah! –se notaban sus nervios a flor de piel-. Bien,
Nsona os ha preparado algo de comer, lleváis en un taper
de Esther para calentar patatas guisadas… también…
V_ ¿Un tapper? –la miró extrañado.
T_ Sí, es que Esther mando…
V_ ¡Pijeríos en la Selva los justos, eh! –elevó su dedo
índice al aire.
T_ ¡Ay hijo desde luego que proteston estas, eh!
V_ La desventaja de ser el único que no moja Teresita.
T_ Pero… -lo miró con el ceño muy enfurruñado.
M_ ¿Nos vamos? –trataba de aguantarse la risa.
T_ ¿Tú de qué te ríes? –la mirada de Teresa fue
fulminante hacia Maca.
M_ De nada…
V_ Está bien vamos, ah Bárbara cuando vengan a por
ti…
569 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
Ba_ No vienen, me quedo con mi Diosa –Teresa abrió
los ojos como platos, tanto que Valiente que estaba a sus
pies, tratando de abrirlos igual se cayó para tras-. Mono
yayi (yo aquí).
V_ Mira que bien.
M_ Bárbara ¿podemos hablar un momento?
Ba_ Sí mi bella ex dama.
E_ Subimos esto ya ¿no Vilches? –sonrió.
V_ Sí… Teresa… parece mentira a tu edad –le dijo serio.
M_ Oye… procura no hacer daño a Teresa ¿me oyes?,
porque por muy amiga mía que seas, te juro que no lo vas a
contar.
Ba_ Pero mi bella ex dama… por favor… un poco
egoísta tú, my lady es una mujer beautiful que la respeto y
considero un ser magnific, por favor… no decirme tú esas
cosas o tu reputación caerá.
M_ Mi reputación afortunadamente ya no existe… -la
miró seria.
Ba_ Eso quería escuchar… y cuidado por ahí fuera, me
quedo escuchado campanas y no quiero dejar la aldea así,
si pasa algo yo estar aquí… y por Teresa no te preocupes
darling.
M_ Joder Bárbara que para mí es como mi madre y sí
me preocupa.
570 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
Ba_ ¿Cómo decir?... tanta fachada y ser mantequilla…
¡eso! –sonrió feliz y bromista.
M_ Joder…
V_ Maca.
Ba_ Ve tranquila, Bárbara cuidar aldea. Eh –la llamó
cuando se iba-. Me alegro de reencontrarte de nuevo.
Y como siempre que se marchaban, primero lo hizo el
camión manejado por Zulú y junto a él Yildas, tras ellos la
cafetera y sus mil sonidos únicos y maravillosos para los
oídos de Vilches, los niños entre gritos y saludos corriendo
junto a ellos, cuando Maca y Esther se giraron vieron a una
más que preocupada Teresa mirar su partida junto a
Bárbara que le pasó la mano por la cintura. Maca miró a
Esther, y Esther le sonrió con una mueca comprensiva, la
Pediatra suspiró y se acomodó en el asiento.
Al ver como se cerraba la puerta, los hombres
continuaron con su trabajo bajo la supervisión de un
renqueante todavía Massamba, mientras Teresa formaba
en su barbilla un cierto puchero.
T_ Siempre igual, cuando los veo partir un dolor en mi
corazón y una angustia se apodera de mí.
Ba_ El peligro siempre está ahí, pero nada va a pasar,
además... ¿no estás más calmada con lo que te hice?
T_ ¡Bárbara, Bárbara! –le dijo sonriendo.
Ba_ ¡Ay mi bella damisela!
571 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
El camión y la cafetera iban haciendo su camino con el
silencio de sus ocupantes, les acompañaba un intenso sol,
que les hacía ir con las ventanillas bajadas, pensativos, con
los ojos bien abiertos sin dejar ninguno la concentración en
cuanto les rodeaba. Llevaban algo más de dos horas de
camino cuando Esther vio como el camión se detenía. No
dijo nada no quería molestar la concentración de Vilches,
pero vio como Maca abría la puerta y salía, ella hizo lo
mismo, si había aprendido algo era hacer todo cuanto veía
en ella sin preguntar, sin decir, y fijándose mucho en lo que
pisaba.
M_ Hasta aquí todo tranquilo –murmuró mirando el
caudal del río.
V_ Demasiado tranquilo.
E_ Nunca estamos a salvo ¿no?, cuando hay
tranquilidad parece que estés a punto de que algo grave
vaya a ocurrir.
V_ Veo que vas aprendiendo rápido ¿eh pija?
E_ Soy lista.
M_ Y la maestra hace mucho –le sonrió.
E_ Jesús –musitó negando con la cabeza.
Zu_ Todo estar listo.
V_ Venga no perdamos tiempo.
Entre todos camuflaron la cafetera, Vilches se despidió
de ella con un beso, las chicas se intercambiaron una
572 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
mirada y una sonrisa, Zulú fue caminando hacia un lado
perdiéndose por un camino de vegetación bastante
angosta, tras él, Yildas con el fusil, de entre los matorrales
sacaron una bwatu (barca) y sin perder tiempo montaron
en ella. El silencio de la Selva dejaba escuchar nítidamente
el sonido del agua golpeando la bwatu, los ojos
escrutadores de los médicos y sus compañeros no perdían
detalle de cualquier movimiento que podía darse en la
parte que ellos tenían que llegar.
Tras atar la bwatu, llegaron a un cruce donde les
estaban esperando dos hombres, éstos saludaron a Zulú y
Yildas, hablaron durante un rato y después les hicieron
señas para que les siguieran.
Z_ Decir, que no ver guerrilleros por aquí, todo en
calma.
V_ Mejor. Vamos.
El camino a Esther se le hizo demasiado largo, una
angustia en su estómago se había adueñado de ella, seguía
los pasos de Vilches, mientras notaba el aliento y las
pisadas de Maca tras suyo. Pronto llegaron a su destino, allí
una pequeña aldea donde Vilches tenía censados a los
habitantes, no más de cincuenta y según el jefe con las
muertes y nacimientos en aquel momento lo formaban
sesenta personas, la mayoría niños. Mientras Zulú, Yildas y
Vilches montaban la pequeña clínica móvil, las chicas no
pararon de jugar con los niños que se acercaban a ellas al
573 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
principio con reticencias para terminar jugando y riéndose
con ambas.
M_ Serás una estupenda madre, una madraza –le decía
con esa mirada entremezclada de admiración y amor.
E_ ¿Tú crees?
M_ Estoy segura.
E_ Se nota que te gustan los niños Maca.
M_ Bueno... estudié para ello, ya lo sabes.
E_ Te quiero –le dijo de golpe.
M_ Y yo –sonrió ante la confesión mirándola
encandilada.
V_ ¿Ya estamos? –les preguntó cruzando sus brazos
sobre el pecho.
M_ Vamos para allá jefe.
Como siempre que trabajaban lo hacían de una
manera totalmente profesional, cada uno en su terreno,
Esther en medio de los dos prestando principalmente el
instrumental y si algún niño rompía a llorar era junto a
Maca quien trataba de tranquilizarlo ante siempre la sonrisa
de la madre. Durante tres horas trabajaron sin descanso,
una vez todos estaban vacunados, se sentaron como era
costumbre bajo un árbol mientras Zulú y Yildas volvían a
desmontar la Clínica.
V_ ¿Qué tenemos?
574 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ En los niños todo bajo control, tan solo hay un par
que bueno... sus madres me han dicho que comen poco,
estaría bien darles alguna vitamina. Por cierto Esther ¿nos
quedan?
E_ Sí, hay tres cajas de lo último que nos mando Dávila.
M_ Vale pues intentaremos hacerles entender que
deben tomarlas.
V_ Eso es más complicado –se rascó la perilla.
M_ Por lo demás bien. Están fuertes, y creo que con un
nivel bueno de alimentación, no he visto lesiones más que
los habituales golpes y poco más.
V_ Los mayores he visto cuatro casos de artrosis
bestial, el brujo se encarga de ello, es increíble como
solucionan todo con magia.
E_ Si, es increíble –susurró pensativa.
V_ ¿Y a ti qué te pasa?
E_ Nada... nada... solo que... me he acordado del
pequeño que murió –no pudo ocultar su tristeza.
V_ Ya... –miró a Maca enarcando sus cejas.
M_ Bueno si lo tienes claro Vilches... creo que sería
bueno volver a cruzar el río.
V_ Si. Solo tenemos que dejar las vitaminas y procurar
que lo consigan entender.
575 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ Mira si no lo entienden mejor no las dejamos ¿eh?,
quizás en otro sitio si lo necesitan más.
V_ De acuerdo. ¡Zulú! –se marchó con él para hablar
con los jefes de la aldea.
M_ ¿Estás bien, cariño? –le acarició con ternura el
brazo.
E_ Sí, solo ha sido un golpe inesperado de añoranza.
M_ Bueno... es normal, a mí también me suele pasar.
Vamos.
Finalmente el brujo se negó a dar a los niños aquellas
pastillas endemoniadas que lo más seguro iban a causar
más daños que otra cosa a sus niños. Tras las gracias y un
saludo, los hombres que los habían acompañado les
volvieron a llevar hasta la Bwatu. Volvieron a bajar río abajo
con la corriente del mar, decidieron tomar algo mientras
llegaban al siguiente destino.
E_ ¡Qué bueno!
V_ Dios parece mentira en plena Selva, en el río más
grande que existe y nosotros con unos súper modelos de
fiambreras de colores ¡inaudito! –decía mientras Yildas y
Zulú reían de buena gana.
E_ No te quejes –le respondió seria tratando de no reírle
la gracia.
V_ No pija no, no me quejo... solo me sorprendo.
576 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ A ti aún te ha tocado un color llevadero, pero este
violeta mío es infame.
E_ ¡Encima te quejas!, si es que no sé para que hago
nada... sois un par de carcamales.
M_ ¡Pero qué dices! –le lanzó un trozo de carne
dejándola en el pelo colgando de Esther.
Z_ Mwasi a mí gustar.
E_ Gracias Zulú, ¿y a ti Yildas?
Yi_ Gustar, sí –le sonrió el callado guerrero.
E_ Veis, sois igual de carcamales ¡y no me eches nada
so guarra! –le dijo riéndose.
Después de comer entre risas y algún que otro susurro
de Zulú a modo de canción, llegaron a su nuevo destino,
mientras la bwatu se deslizada por el río suavemente, Maca
le iba explicando a Esther cosas sobre el entorno, como
tiempo atrás viajaron, Esther se apoyaba en el pecho de
Maca, y ésta la cogía por la cintura mientras Vilches
descansaba con su sombrero de paja puesto en la cara. A
pesar de todo, del peligro, del desconocimiento de lo que
podía ocurrir, de la soledad en aquella inmensidad de río,
ambas se sentían felices de poder compartir aquella nueva
aventura, aquella visión privilegiada de la extensión
maravillosa de la Selva, del poder y magnetismo de aquel
color espeso que les rodeaba, de un cielo azul, de los
sonidos de los pájaros, en los cantos de algunas aves,
compartir aquel viaje para ambas, significaba estar juntas,
577 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
unidas y la vida les había regalado aquel momento en el
que a pesar de la zozobra a su manera, eran felices.
Nuevamente el mismo procedimiento, solo que en
lugar de dos hombres esperándolos, habían cuatro,
parecían nerviosos, y nada más verlos salieron a su
encuentro. Zulú como siempre hablaba con ellos.
Z_ Dicen que una mujer está dando a luz pero no sale el
niño.
V_ Venga... vamos...
Primer problema, y llegar así no era demasiado bueno,
si el brujo se ponía en su contra, las cosas se hacían más
difíciles y les costaba más hacer su trabajo, según las notas
de Vilches en aquella aldea habían treinta personas.
Llegaron con prisas, con esas prisas, Esther se resbaló
al pasar un riachuelo dándose un buen golpe pero esta vez
fue a caer de frente, Maca la levantó.
M_ Si es que... ya estabas tardando cariño –le dijo
bajito.
E_ Estoy bien gracias –sonrió algo molesta.
M_ Me alegro que hayas preservado el culo.
No había tiempo para nada más, llegaron cuando las
mujeres se apartaban de la puerta de la pequeña cabaña,
rápidamente Maca tomó posición, al lado de la mujer
Vilches que la miraba, y al otro Esther que comprobaba sus
constantes vitales.
578 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ Se ha encajado Vilches.
E_ Tiene muy bajas las constantes.
M_ Ponle una vía y gotero.
V_ Maca esta mujer estaba pariendo sola... no vamos a
poder sacar al niño.
M_ Voy a intentarlo.
E_ Está muy débil.
V_ ¿Nos arriesgamos Maca?
M_ No hay tiempo, el niño esta asfixiándose –decía con
el ceño fruncido.
V_ De acuerdo, suerte.
El médico salió y a los familiares y demás aldeanos les
explicó que era muy complicado poder sacar con vida al
niño y salvar a la madre, los hombres fruncieron sus labios
y las mujeres comenzaron a llorar rezando a los espíritus.
Como era habitual en esos casos, los hombres comenzaron
a preparar una hoguera para en el caso de que no
sobreviviera, incinerar el cuerpo con ramas de palmera,
Vilches miraba preocupado hacia la cabaña, Zulú y Yildas
montaron la clínica móvil y se sentaron junto a él.
Z_ Ziku... esto nos va a retrasar.
V_ Si –se mostraba taciturno.
Z_ Sería más seguro hacer noche aquí.
579 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
V_ Lo estaba pensado pero tenemos que esperar a ver
como termina el parto, hay que reconocer a la gente, y si la
mujer muere, no creo que vayan a querer.
Yi_ Kulunga, ve zola. Kulala yayi. Mono tenzola nza, ziku
(Estoy de acuerdo, no van a querer. Yo preparar
campamento, doctor).
V_ Será lo mejor, se nos va a echar la tarde noche
encima –miraba el cielo.
Z_ Tranquilo Ziku, hombres decir todo tranquilo,
guerrilla no llegar.
V_ Al menos estamos por ese lado tranquilos, de
momento no hemos encontrado nada. Pero no me fío.
Z_ Ni yo.
Pasaron cuarenta minutos cuando de repente de la
cabaña de hojas de árbol, y madera, se oyó el estruendo
del llanto de un niño. Tras unos segundos de incertidumbre,
Esther cubierta por un sudor en su camisa y gesto aún de
tensión, apareció con un niño en sus brazos, todos
respiraron aliviados, los cantos explotaron de alegría y la
mirada a Vilches le dio a entender que todo estaba
correcto. Volvió a entrar y junto a Maca trataron de
estabilizar a la madre, consiguiéndolo una hora más tarde.
Al salir, vieron como Vilches había estado adelantando
el trabajo, las miró sonriendo mínimamente con aquella
mueca, les daba la enhorabuena. Pero no solo él, los
hombres saludaban inclinando la cabeza a las dos mwasis
580 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
mondeles, las mujeres les colocaron flores en el pelo en
señal de gratitud, y uno de los hombres más viejos del lugar
les llevó una moringa (vasija de barro) con un líquido
espeso dentro. Esther miró con terror hacia Maca, ésta
asintió con la cabeza y le dio un sorbo.
M_ Melesi –le sonrió.
E_ Melesi –repitió los mismos gestos que Maca pero
cuando el líquido pasó por su estómago, sintió como si por
dentro todo fuera fuego, sin más salió corriendo hacia su
mochila como loca mientras todos la oían dar pequeños
grititos-. Ay... ay... au...
M_ Es única –sonreía feliz al verla correr y beber gran
cantidad de agua.
V_ ¿Crees que sobrevivirá?
M_ Sí, le hemos conseguido detener la hemorragia, eso
si, no creo que pueda tener más niños, este era el sexto, así
que en parte le hemos hecho un favor.
V_ Decía Esther –la miraba como resoplaba al terminar
de beber toda su cantimplora.
M_ ¡Ah!... no sé el efecto que haga en ella, pero sí,
sobrevivirá –la miraba sonriente-. ¿A qué es un encanto?
V_ Si tú lo dices.
Así siguieron trabajando, con los continuos gestos de
Esther mientras miraba a Maca y la veía tan tranquila
trabajar, cuando terminaron, era casi la hora de cenar, las
581 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
mujeres habían preparado comida y les hicieron sentarse
en el suelo junto a ellos.
M_ ¿Estás mejor?
E_ Maca era puro fuego.
M_ Exagerada... es una mezcla de raíces de planta... un
poco alucinógena te aviso.
E_ Estoy muerta de calor.
M_ No será por otra cosa.
E_ Maca –le dijo entre diente mientras abría sus ojos.
M_ Jeje –sonrió.
E_ ¿Vamos a dormir en alguna cabaña? –la miraba
suspirando.
M_ Me temo que no, son hospitalarios pero no como
para salir de sus hogares, nos han preparado una buena
hoguera para calentarnos y gracias a tus tiendas de
campaña de último grito pijo, vamos a poder tener algo de
intimidad.
E_ ¡No empieces Maca! –de repente comenzó a reírse
como loca sin poder parar.
V_ ¿Todo bien?
E_ Siiiiiiiiiiiiii –volvía a reír a carcajadas.
M_ Creo que será mejor que andemos un poco.
582 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ Estoy estupenda, pero es que... ay no puedo parar
de reírme solo de pensar en la tienda de campaña –decía
tapándose la boca.
M_ Vamos a hacer una cosa, voy a ver a la madre y el
niño, y después caminamos un poco y nos acostamos ¿te
parece bien? –la miraba divertida.
E_ Vale... ¿te acompaño?
M_ No, ahora vuelvo. Vilches.
V_ Si, la vigilo, creo que ha dado un trago más grande
de lo recomendable.
E_ ¡Uf qué calor! –se daba aire con la mano.
V_ Joder... ya veras tú ya... serenata pasional.
E_ ¿Qué dices Vilches? –le preguntó al escucharlo
hablar en voz baja.
V_ Que menuda has pillado.
E_ ¡Uf qué calor!
Cuando Maca terminó de revisar a la mujer, salió
recibiendo la sonrisa del marido y los besos de sus hijos, les
dio las gracias con una sonrisa y fue a por Esther, allí
estaba hablando con Vilches tranquilamente, parecía que el
efecto le había pasado. El reflejo de la fogata alumbraba su
rostro, y sintió como el corazón le golpeaba fuerte el pecho,
sin duda, aquello era amor.
M_ ¿Nos vamos?
583 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
V_ He quedado con Zulú que en cuanto amanezca nos
ponemos en marcha.
M_ De acuerdo, nos avisas.
V_ Si, a ver si tenemos cabeza, ¿eh? –les advirtió.
E_ Uf ... qué calor –repetía sin cesar.
M_ Venga cariño vamos a dar un paseito y a estirar un
poco las piernas.
E_ Vale ayúdame –le dio las manos.
M_ Arriba campeona –le aupó y de un salto se puso en
pie.
E_ Yujuuuuuu –dijo al llegar a su cuerpo.
V_ Menuda ha pillado... si es que...
M_ Hasta mañana.
V_ No quiero escuchar ni un suspiro Maca, mira que
estamos en medio de la selva, y esta gente no es como en
la aldea.
M_ Tranquilo Vilches, sé lo que hago.
V_ De acuerdo, eso espero. Vaya cogorza mírala –decía
señalando a Esther que parecía bailar ballet.
M_ Me la llevo, vamos Esther –no podía contener la risa
de verla en aquellas circunstancias.
E_ Si mi vida, mi cielo, mi conquistadora, mi tierno
trocito de pastel de chocolate, la reina de mi vida, la dueña
de mi corazón, la que alienta mi alma, una perita en dulce
584 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
para mí y una loba en la cama –dicho esto se tapó la boca y
sonrió como quien comete con su comentario una
travesura.
M_ ¿Todo eso soy?
E_ Y más... mucho más –le dio una palmada en el culo.
M_ Creo que te hará bien un poco de aire.
E_ Si no hace.
M_ Caminar cariño... caminar.
E_ Maca tengo mucho calor –le dijo haciendo la acción
de quitarse la camisa.
M_ ¿Qué haces? –la detuvo.
E_ Tengo calor.
M_ Será mejor que nos acostemos.
E_ Vale –sonrió.
M_ Pero nada de nada ¿eh?
E_ Nop –negaba con la cabeza de lado a lado divertida.
M_ Ay que me pierdo... Maca control.
E_ ¿Cómo era esa de Olé Olé...?, sí ya me acuerdo –se
puso delante de ella pasando sus manos por la cintura de
Maca mientras Esther bailaba graciosamente y muy
descompensadamente-. “No controles mi forma de bailar
porque es total, y a todos les excita, no controles mi forma
de mirar porque es total y a todas enamoro”.
585 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ Esther por favor –decía sin para de reír al ver como
se movía.
E_ ¿Te excito, o no?
M_ Mucho lo sabes.
E_ Bien –daba un salto con una gran exclamación.
M_ Venga vamos a dormir.
E_ Si es que soy irresistible... has caído a mis pies
señora conquistadora, la señora conquistadora ha sido
conquistada –decía triunfal.
M_ Así es, pero cuando estés en tu juicio no lo
reconoceré –no podía dejar de sonreír.
E_ Me estoy meando Maca.
M_ Eso, tú pierde el lado pijo.
E_ Me meooooooo.
M_ Venga vamos –la llevaba tras un árbol.
E_ Uffffffffffffff que alivio.
M_ ¿Te falta mucho?, ¿Esther te falta mucho?
E_ Nop.
M_ Que divertida –sonreía sin poderlo evitar.
E_ Ayyyyyyyyyyyyyy.
M_ ¡Ya me parecía a mí! –susurró yendo a por ella se la
encontró con los pantalones bajados y sentada en el suelo-.
No entiendo como te ha dado tan fuerte.
586 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ Ay mi culo Maca... me he pinchao algo.
M_ Joder... te has caído sobre la planta de los pinchos...
E_ Ayyyy mi pobre culito.
M_ A ver vamos –le subió los pantalones y la llevó hasta
la tienda de campaña.
V_ ¿Ha pasado algo relevante para tal grito de la pija
gritona? –le preguntaba mientras los otros dos hombres las
miraban.
M_ Nada Vilches que se ha caído sobre una plantita con
pinchos... ¿te lo puedes imaginar?
V_ ¿Necesitas ayuda?
M_ Creo que no... ¿hay pinzas en el botiquín, verdad?
V_ Sí.
E_ ¡Ay Vilches que no me voy a poder sentar!
V_ Tranquila yo he pasado por ello y solo duran unos
días.
E_ Todo me da vueltas, ¿no será mortal, verdad? –
preguntaba medio llorosa.
M_ No Esther, no, es una planta de lo más normalita...
venga...
V_ Suerte –sonrió.
Z_ Pobre Mwasi Esther.
V_ Si es que... a patosa no le gana nadie.
587 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
Dentro de la tienda de campaña con un viejo quinqué,
Maca la hizo tumbarse.
M_ Venga quítate la ropa.
E_ Me duele.
M_ Ya lo sé.
E_ Mucho –hacía pucheros.
M_ No te quejes cariño... que ahora te voy a quitar los
pinchitos y te pondré cremita –le hablaba amorosamente.
E_ Ay que mala suerte la mía.
M_ Pues sí...
E_ Ahora tendré que subir –murmuró con la voz algo
apagada.
M_ ¿Subir dónde?
E_ ¿Dónde va a ser, subirme sobre ti?, esta noche no
puedo estar debajo.
M_ Jajajajajaja –no pudo aguantar la carcajada y las
risas.
E_ ¡Ay Maca qué me haces daño!
M_ Es que este estaba bien metidito cariño.
E_ Ufff.
M_ Aguanta solo te quedan unos veinte –decía jocosa.
E_ No te burles...
M_ Si no me burlo, solo te animo.
588 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ ¿Me quedará señal?
M_ No –decía haciendo un trabajo laborioso y
concentrado.
E_ Menos mal –dijo con alivio.
M_ Venga que te estás portando muy bien, no te queda
ya casi.
E_ Auuuu –volvió a quejarse.
M_ Lo siento este también estaba metidito.
E_ Maca...
M_ ¿Qué cariño?
E_ Estoy borracha, me han emborrachado...
M_ No mi vida... solo que no estás acostumbrada a
estas bebidas... pero estás muy simpática.
E_ Joder.
M_ Esto ya está, ¡ves como no ha sido para tanto!,
además, esta noche debemos dormir.
E_ ¿Por qué?
M_ Pues porque hay que descansar que mañana
tenemos una jornada complicada.
E_ Mmmmm que fresquito –murmuró al notar el tacto
de la crema en su trasero-. ¿Y pretendes que duerma con
este masaje?
M_ Claro que sí, tienes que portarte bien.
589 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ Maca... me gustaaaaa muuuuuuuuuuuuuuuucho –
decía casi babeando.
M_ Pues ya está, no quiero que te me pongas...
E_ Pues si ya hace rato que estoy.
M_ No cariño, no, hay que ser buenas, ahora date la
vuelta y a dormir –le hablaba con calma.
E_ Vale... ¿me vas a dejar sola en mi saco?
M_ No, pero voy a cambiarme.
E_ Vale –le sonreía.
M_ No me sonrías así...
E_ ¿Por qué?
M_ Lo sabes de sobra.
E_ Jejeje –sonreía.
M_ Mala... bicho más que bicho... duerme.
E_ Cuando estés a mi lado.
M_ Vale.
Maca se cambió deprisa metiéndose en el saco junto a
Esther, le dio un escalofrío notar la desnudez de su mujer,
pero trató de ser cauta, le dejó un beso en la frente tras
sacar el quinqué, tras suspirar y colocarse bien, Esther
rápidamente se abrazó a ella.
M_ Buenas noches cariño, ¿mejor el culin?
E_ Sí, mucho mejor así, fresquito.
590 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ Me alegro, que descanses.
E_ Hoy hemos traído vida.
M_ Si.
E_ Por la muerte que hemos vivido.
M_ Así es.
E_ África es así.
M_ Unos días recibes otros pierdes, si cariño.
E_ Pero hoy es un día para sentirse feliz.
M_ Si mi amor –le decía con voz sedosa.
E_ Te quiero.
M_ Y yo. Buenas noches.
E_ Buenas noches.
El silencio se hizo dueño de la tienda, la luna grande y
hermosa, iluminaba todo, por la ranura que dejaba la
cremallera entraban unos cuantos rayos, se mezclaban en
el pelo de Esther, así como si la estuviera hechizando, y uno
de esos reflejos descubrieron sus ojos abiertos de par en
par, mirando a Maca. Maca estaba encontrándose con la
dulzor del sueño cuando notó algo recorrer suavemente su
vientre, tragó instintivamente saliva, y aquello que notaba
seguía descendiendo más y más, hasta con un movimiento
ligero y hábil, como si fuera un ladrón abriendo la caja
fuerte que escondía el tesoro más importante del mundo,
se introdujo en él.
591 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ Recuerda... no puedes gritar –le musitó al oído
haciendo que Maca se sintiera desbordada por los
sentimientos.
El silencio de la noche se hizo poderoso, Maca con los
ojos cerrados sintiendo las caricias de Esther quien tan solo
la observaba, haciendo de aquella forma que el momento
fuera diferente y especial para ambas, al abrir los ojos
empujada por el placer, vio que en el interior de la tienda,
habían entrado las estrellas del cielo, la luz de la luna y
nuevamente Esther le había regalado un momento único en
su vida, al girar su cabeza para mirarla, vio en sus ojos el
brillo más importante que la vida le podía dar, el brillo del
amor por ella que siempre buscó y por fin, había
encontrado.
M_ Te quiero...
El sol empezaba su diaria lucha con la oscuridad
para entregar en el cielo de África un nuevo amanecer. Los
animales al ir descubriendo los primeros rayos comenzaban
sus habituales cánticos, los pájaros alzaban sus vuelos en
libertad, los monos comenzaban a aullar, y algún que otro
sonido salía de la espesura de la Selva. Mientras, en la
tienda de campaña último modelo de las chicas, dos
cuerpos seguían entrelazados, abrazadas como era su
costumbre, de la misma manera que el sol iluminaba ya el
día, ellas se despertaban abrazadas, las piernas
592 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
entrelazadas, los brazos mezclados entre los cuerpos, las
respiraciones pausadas.
V_ ¡Chicas nos vamos levantando! –se oyó la voz de
Vilches desde fuera.
Ligeras protestas por la llamada, pequeños
movimientos que lo que hacían era unirse más ambas
pieles, ambos cuerpos, las manos cobraban vida y tocaban,
acariciaban y disfrutaban del despertar lento,
maravillosamente compartido cuando los labios como las
manos cobraban vida y comenzaban a buscar la otra piel,
los otros labios, besos suaves, movimientos pausados
repletos de calma y mucho amor.
M_ Buenos días mi reina.
E_ Mmmmmm –se apretujaba más contra su pecho
dejando algún beso en él.
M_ ¿Cómo tienes el culin?, ¿y la resaca?
E_ ¿Yo resaca? –se frotó la cabeza con gesto algo
confuso.
M_ Sí, resaca –afirmó bostezando.
E_ A mí solo me duele el culo… ¿me vas a volver a
poner cremita? –su mano se perdió en ese pecho al que
tanto le gustaba aferrarse.
M_ Si el resultado va a ser el de ayer… me temo que
no.
593 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ ¿Te estás quejando? –levantó un poco la cabeza del
pequeño almohadón y la miraba divertida.
M_ Para nada… ¿cómo me voy a quejar después de
entregarme el Universo? –la miraba intensamente
enamorada.
E_ Ay, que cosas me dices –sin poder evitarlo sus
colores fueron subiendo tonalidad en su rostro.
M_ Es la verdad cariño –la besó-. Pero ahora hay que
marcharse, debemos seguir río arriba y mejor hacerlo ya
para no volver a pasar otra noche en la Selva.
E_ Pues a mí esto de dormir así en la tienda me gusta
mucho –sonreía.
M_ Tú le vas pillando el puntito a la Selva ¿eh? –le decía
ayudándole a subir sobre ella para besarse más
detenidamente.
E_ A quien le he pillado el puntito... –beso-, es a ti... –
beso-, y... –beso-, me encanta...
M_ Pues a mí, me encanta que te encante porque yo
estoy encantada de que me hayas pillado el puntito –le
musitó al oído provocando que el interior de Esther sufriera
un maremoto de emociones-. Y ahora, nos vamos. No
quiero soportar al gruñón de Vilches.
E_ Con lo bien que estoy ahora –decía soltando un
pequeño suspiro.
M_ La vida es dura cariño…
594 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ Mucho.
Tras una carcajada se vistieron sin poder lavarse, lo
harían más adelante a lo largo del día en el río, al salir
vieron que la única tienda que faltaba por recoger era la
suya, tras saludar a los hombres que las miraban sonrientes
y preguntarle a mwasi Esther por su trasero con respeto,
aunque alguna sonrisa divertida se les había escapado
haciendo que Esther rompiera en una carcajada. Ellas
mismas desmontaron la tienda y después pasaron a ver a la
chica, todo estaba en perfecto estado, y con la gratitud de
la madre y de todos los aldeanos, se marcharon por el
camino que les había llevado hasta ellos. Subieron a la
bwatu para emprender el viaje y al sentarse Esther llegaron
sus problemas.
E_ Auuuuuuuuuu –se quejó amargamente.
M_ No vas a poder sentarte.
E_ No puedo… auuu… que daño –decía con gesto de
dolor agudo.
M_ A ver, voy a echarte aquí el saco y te pones encima
acostada –sacaba el saco de su mochila.
V_ Esther eso va para unos días, así que ya sabes…
tendrás que subir.
E_ ¿Subir? –lo miró extrañada ante la sonrisa de Maca
entonces al mirarla y ver como movía su cejas le dijo-. Oh…
subir…
595 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ Si es que anoche estabas un poco piripi cariño –le
arreglaba el saco para que se pusiera de lado estirada.
E_ Solo me acuerdo de una cosa y no la voy a contar
porque parece que hay mucho cotilla suelto, ayyyyy –se
quejó al acostarse.
V_ ¡Oye eso por quién va!
E_ Quien se pica, ¡ajos come! –le dijo contundente.
M_ Esta es mi niña, Vilches… -y entonces se tumbó a su
lado con el refunfuño del hombre que mascullaba
divertido-. No quepo Esther… es que claro, tú eres tan
pequeña que…
E_ Fue lo primero que me dijiste, ¿recuerdas cuándo me
estaba duchando y abriste la puerta?
M_ Como olvidarlo… me moría de ganas por verte –
musitaba divertida tratando de acoplarse en el pequeño
hueco de la bwatu.
E_ ¡Qué mal me caías! –sonrió.
M_ Pues no sé porque –le pinchó divertida, ante su
gesto susurró-. Cuando te vi bajar de la cafetera, con todo
tu equipaje, con tus pintas pijas, pensé… que mona un
pimpollito para comerse –su gesto totalmente provocador
desafiaba a la enfermera.
E_ Pues cuando yo te vi pensé ¡qué asquito de tía!
V_ No si la pija no era tonta, pija pero lista.
M_ Vilches te estoy oyendo.
596 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
V_ Yo la admiraba –dijo con tono melodramático.
E_ ¿Y ahora no Vilches? –levantó un poco la cabeza
mirándolo con su sonrisa mágica.
V_ Ahora… lo siento… pero no.
E_ Joder… -protestó-. Has visto ha donde me ha llevado
ser condescendiente contigo.
V_ Es lo malo Esther... ya se sabe, mi ídolo cayó al suelo
de un solo golpe.
M_ Oye os estáis pasando un poco conmigo ¿no?
E_ ¿Nosotros? –le preguntó divertida.
M_ Por cierto, ¿te habrás puesto la protección solar,
verdad?
E_ Sí cariño, ¿y tú?
M_ Sí, porque ahora nos va a caer que ni te cuento.
¿Vilches te has protegido del sol?
V_ Sí mamá.
M_ ¿Oye... cómo estará Teresa?, me preocupa ¿eh,
Vilches?
V_ Si la hubieras escuchado como yo, más te
preocuparía.
E_ ¿Pensáis que va en serio?
M_ No lo sé, es que... no lo veo.
V_ Pues yo si, Bárbara la está poniendo al día.
597 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
M_ Es nuestra Teresa –le dijo como si aquella frase lo
resumiera todo.
V_ ¿Y qué?, por ser nuestra Teresa... ¿no tiene entre
pierna?
M_ ¡Qué basto eres! –se quejó ante la sonrisa de Esther.
Y así entre bromas, risas y unas manos entrelazadas,
fueron haciendo el viaje, Viches finalmente se metió en sus
notas, la siguiente aldea tenía un total de cuarenta y tres
habitantes, les esperaban en la senda del río y según sus
previsiones, acabarían con tiempo de sobra para volver a la
aldea todavía de día.
Al llegar, al lugar indicado vieron que no había nadie
esperando, aquello molestó a Vilches lo suficiente como
para prestar atención, Yildas con el fusil bajó el primero,
después lo hizo Zulú, Vilches y ambas chicas. El silencio era
espectacular, no había nada más sobrecogedor que el
silencio en la Selva, despacio caminaron por el camino,
machete en mano Zulú iba abriendo paso, hasta llegar a
una especie de senda por donde se adentraron, el corazón
de todos ellos latía fuertemente esperando encontrarse con
cualquier barbarie, ante el gesto de Vilches de máximo
silencio y atención fueron llegando hasta el lugar donde se
encontraba la aldea, se escondieron tras una zona de alto
follaje, observaron temiéndose lo peor, entonces alguien
tocó el hombro de Esther que estaba la última, al girarse
vio a un hombre pequeño y se voz contrariamente a lo que
598 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
era habitual no salió de su garganta, tan solo estiró con
fuerza del brazo de Maca. Al girarse, vio al hombre sonreír.
M_ Mbote –le dijo sonriendo.
H_ Mbote Mwasi –hola mujer.
V_ ¡Mbote aka!, beto kele yayi, ve banzandu ya nzadi
(hola aka estamos aquí, no había nadie en el río).
H_ kolol ziku, ke kele kikwanga sambu na mongulu
(perdón doctor, estábamos abatiendo un árbol para un
mongulu (choza)-. ¿Vandaka? (vamos?) sonrió..
Al ponerse de pie se dieron cuenta de que el hombre
no medía más de un metro cincuenta, a Esther le llegaba
justo por el pecho, mientras quedaba de manera casi
ridícula con Vilches, no entendía nada pero justo entonces
recordó lo que había estado estudiando en el avión.
Pigmeos.
E_ Maca... ¿son Pigmeos?
M_ Sí –sonrió-. No creas que es fácil llegar a ellos, lo que
pasa es que Vilches tiene con ellos mucha mano. Pensé que
ya se habían marchado. Son nómadas.
E_ ¿Se llama Aka?
M_ No –le explicaba feliz al ver su interés-. Se llaman
ellos mismos así, y eso que ha dicho de mongulu son sus
chozas, en las que viven. Te van a gustar, son gente
encantadora, si entiendes su forma de vida, llegan a ser
encantadores.
599 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ Que susto me ha dado.
M_ Pero oye no has gritado –la miraba sonriente.
E_ No me ha salido la voz, la verdad.
M_ Jejeje, me encanta... si es que eres... –sonreía
abiertamente.
Al llegar a la aldea Esther quedó boquiabierta, aquellos
mongulu de los que hablaba Maca eran tan pequeños, y se
encontraban dentro de la más espesa Selva, el suelo
repleto de las hojas de los árboles que caían, fogatas dentro
de los mongulu, decían que para ahuyentar los mosquitos y
demás insectos, le llamó la atención también las mujeres,
vestidas con ropas que cambiaban en los poblados por
comida que ellas mismas recolectaban, eran un pueblo
singular, simpático y muy acogedor.
V_ Bien... ya sabes Maca... prioridad absoluta a los
niños.
M_ De acuerdo, vamos Esther.
E_ ¿Y los mayores?
M_ No se dejan ver, si te fijas en sus bocas muchos
llevan palos cruzando de lado a lado, otros esa especie de
pinchos –Esther tenía marcado en su rostro un gesto duro al
ver las cicatrices y a veces los sangrados-. Es su manera de
cortejar y no se dejan revisar por nosotros, a no ser que sea
muy grave, por eso, como lo sabemos, les prestamos ayuda
600 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
en las vacunaciones de los niños, que aquí en plena Selva
pueden tener más problemas.
E_ Vaya... esto es asombroso.
M_ Así es, la primera vez impacta.
E_ Increíble.
M_ Lo malo es que con la tala de bosques, se están
quedando sin lugar donde vivir, ellos son los dueños de la
Selva por antonomasia, y como se están cargando la Selva,
también se están cargando su manera de vivir.
E_ Impresionante –Maca sonrió-. De verdad cuando leí
sobre ellos no pensaba que sería así.
M_ ¿Has leído sobre ellos?, ¿no decías que no habías
estudiado nada? –la miraba burlona.
E_ De los pigmeos lo leí en el avión –dijo con algo de
sonrojo en sus mejillas.
M_ ¡Ay pija, pija!
Mientras ellas revisaban a los niños, Vilches y los dos
hombres intercambiaban cosas con los hombres de la
aldea, eran perfectos negociadores y tanto Zulú como
Yildas acostumbrados a tratar en sus antiguas aldeas con
ellos, se divertían junto a Vilches sentados en la hoguera
escuchando sus historias de caza.
Al finalizar como era costumbre en ellos, les
preparaban una taza de jugo de coco, Esther miró a Maca
quien le dio la señal de que podía beber tranquilamente,
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tras los saludos y dejarles vitaminas para los niños, se
marcharon esta vez sí, acompañados por cuatro pigmeos
quienes les abrían paso. Al llegar al río, se despidieron con
un sentido abrazo, a las mwasis les ofrecieron dos collares
con los caparazones de caracoles, algo que asombró a una
atónita Esther, y con el aviso de una nueva revisión a los
seis cambios de luna, se marcharon río arriba.
Nuevamente Esther tumbada, al salir de la espesa
Selva se dieron de bruces con el sol y nuevamente el calor.
E_ Ha sido una experiencia impresionante.
M_ Si, lo es. Ahora te iría bien descansar un poco
Esther, tenemos seis horas de travesía.
E_ Vale... pero no quiero dormir, quiero estar a tu lado y
ver toda esta maravilla, ya sabes, vivir al día –le sonrió.
M_ De acuerdo.
V_ No habléis muy fuerte que voy a dormir.
M_ Tranquilo, lo haremos entre susurros.
V_ Gracias por vuestra consideración.
M_ De nada.
E_ Maca pasado mañana es Navidad.
M_ Si, ¿qué regalo quieres para Navidad?
E_ ¿Regalo? –Maca sonrió-. Tenerte a ti ya es suficiente
regalo cariño.
M_ Ya... pero.. ¿algo en especial?
602 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
E_ No sé... ¿tú qué quieres?
M_ Me encantaría tener un regalo sorpresa para ambas.
E_ ¿Y quién nos lo va a regalar?
M_ ¿Te cuento un secreto?
E_ Sí –musitó feliz.
M_ Lula me confesó que la luna nos va a hacer un
regalo.
E_ ¿Ah si? –la miró atónita-. Pues si lo dice Lula.
M_ Eso digo yo... si lo dice tu amiga Lula.
E_ Mira muy amiga mía, pero a quien le ha soltado el
secreto es a ti –reposó su cabeza en el hombro.
M_ Mira que maravilla Esther... en el fondo a pesar de
todo lo malo que vemos somos afortunadas.
E_ Si –sonrió dejándose abrazar y suspirando de
felicidad.
Y así hicieron parte del camino, Esther medio
adormilada, Maca pensativa dándole vueltas al
pensamiento que Teresa le había dicho sobre llevarse a
Esther a Madrid, aunque ella no barajaba esa posibilidad,
sentirse a salvo y poder vivir la vida con tranquilidad, con
un trabajo y unas horas, sin exponer su vida al peligro de la
Selva, le estaba rondando por su cabeza, no quería exponer
a Esther a peligros, porque la sola idea de pensar que algo
podía pasarle, le hacía sentir un vértigo y un dolor de
estómago que no acertaba a controlar. Cuando llevaban la
603 Una Pija en la Selva, Parte 4, © by ldana, 2009
mitad del camino hecho, Vilches decidió parar para comer
algo, y hacer sus necesidades que ya llevaban cuatro horas
metidos en la bwatu.
Z_ Ziku mejor seguir.
V_ Si. ¿Habéis hecho vuestras necesidades varias?
M_ Sí.
V_ No he escuchado gritito.
M_ Que malo eres...
Volvieron a la bwatu, se volvieron a proteger del sol,
con gorras, crema y camisas de manga larga, Esther seguía
tumbada de lado, junto a ella Maca, hicieron el recorrido
más o menos tranquilo y en silencio. Sin duda, lo que
temían iba a ser un camino repleto de sobresaltos, se había
saldado hasta ese momento, con una tranquilidad extrema,
y un nacimiento.
Llegaron con la tarde a la cafetera, sacaron todas las
ramas de encima, se montaron en los coches, Esther tras
unos cuantos movimientos raros, para poder tumbarse de
lado ante la burla de Maca, y comenzaron a hacer las tres
horas y media de viaje de vuelta. Llevaban ya la mitad del
camino cuando Esther habló.
E_ Vilches... ¿puedes parar?
V_ ¿Para qué?
E_ Es que tengo una urgencia.
V_ ¡Esther no me jodas! –protestó.
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E_ Lo siento es que... no puedo más.
V_ No voy a parar.
E_ Vilches que me meo –decía apurada.
M_ Venga Vilches es un momento solo.
V_ Avisa a Zulú que se haga a un lado y miren antes de
que baje.
E_ Gracias –le dijo con gesto de apuro.
Pararon el camión, Yildas y Zulú, junto a Vilches dieron
un vistazo, todo en calma.
V_ Ya puedes ir –subió a la cafetera.
E_ Ya vuelvo, no tardo nada.
M_ No te vayas muy lejos.
V_ ¿No vas con ella? –le preguntó a Maca.
M_ No, déjala que tenga un poco de intimidad.
V_ ¿Y si le muerde un león el culo?
M_ Sólo le falta eso Vilches, pobrecita mía que bastante
tiene con sus agujeritos como si fuera una diana –dijo
sonriendo.
De pronto...
E_ Ahhhhhhhhhhhhhhhhh. Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh.
Ahhhhhhhhhhhhhhhhh
M_ Mierda.
V_ Joder.
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Salieron corriendo hacia donde los gritos de Esther
provenían.
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