Pensar y escribir la memoria: aproximación a los estudios
sobre la memoria como un fenómeno político en Colombia
Daniela Samur Duque
Monografía de grado para optar al título de politóloga
Director: Hugo Fazio Vengoa
Lector: Iván Orozco Abad
Departamento de Ciencia Política
Facultad de Ciencias Sociales
Universidad de los Andes
Bogotá, noviembre de 2011
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Agradecimientos
A Hugo, por creer en mí, por las oportunidades y por su apoyo incondicional. A mi familia por el
amor y la paciencia. A Sandra Velásquez por su ejemplo y por los valiosos comentarios a un
borrador de esta monografía. A Nelson Rodríguez por ser el aire.
A todos los que en este difícil camino me ayudaron con sus bonitas palabras y buenas energías.
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Tabla de contenido
I. Introducción………………………………………………………………………………….…4
II. Primera Parte. El surgimiento de la memoria como un fenómeno político……………….8
El ‗boom de la memoria‘ en Occidente: la Segunda Guerra Mundial, los años 60
y el temor al olvido………………………………………………………………………………...8
Dictaduras, guerras civiles y conflicto armado: América Latina y Colombia
ante los desafíos de la memoria…………………………………………………………………..12
II. Segunda Parte. Aproximaciones a la memoria en Colombia………………………….….15
Justicia y Paz y el deber de Memoria…………………………………………………………..15
--- El Grupo de Memoria Histórica de la Comisión Nacional de
Reparación y Reconciliación……………………………………………………………………..15
--- El derecho a la memoria. Justicia y Paz como horizonte analítico…………………………...19
La memoria en otros contextos. Herramienta analítica y cultura política……………….....22
III. Reflexiones finales…………………………………………………………………….….…28
Algunas consideraciones sobre el uso y el estudio de la memoria en Colombia……………..….29
IV. Bibliografía……………………………………………………………………………….....33
4
Pensar y escribir la memoria: aproximación a los estudios
sobre la memoria como un fenómeno político en Colombia
La memoria como concepto y/o como objeto de estudio ha irrumpido con fuerza en las ciencias
sociales en los últimos años. Muchos libros publicados recientemente han hecho de ésta su eje de
análisis mientras que otros incluyen secciones pequeñas en las que vinculan su tema de investigación
con la memoria. En parte, el interés por el tema está relacionado con sucesos puntuales del siglo XX
como la Segunda Guerra Mundial, el genocidio del pueblo judío, los movimientos sociales de los
años 60, las dictaduras y guerras civiles en América Latina durante los 80 y 90 y las guerras civiles
de los Balcanes unos años después. Estos contextos hicieron necesaria una reconsideración crítica
sobre el pasado, y en ese proceso la memoria ha jugado un papel cada vez más importante.
Asimismo, este ‗boom de la memoria‘ es síntoma de cambios en las ciencias sociales y en particular
en la ciencia política; supone la existencia de nuevas preocupaciones en los temas de estudio, de
aproximaciones metodológicas distintas y bases conceptuales o teóricas recientes, pero también lleva
implícita una concepción o comprensión distinta de la realidad social. Más aun, en opinión de
distintos académicos, el presente se ha convertido en una época de ―obsesión memorialística‖1 en la
que hay un ―culto a la memoria‖2 que se hace evidente por la ―excesiva gestualidad rememoradora.‖
3
Trascendió más allá del ámbito académico y se convirtió en un tema de dominio público y cotidiano
y por tal, es objeto de debate político, de discusión en foros, y de defensa por parte de agrupaciones
de derechos humanos y de víctimas.
La producción académica sobre la memoria ha sido numerosa en los últimos años pero las obras
colectivas que versan sobre América Latina contienen poco acerca de Colombia.4 La mayoría de los
1 TRAVERSO, Enzo, El pasado. Instrucciones de uso. Historia, memoria, política, Almudena González (trad.), Madrid,
Barcelona, Marcial Pons, 2007, pág. 14. 2 TODOROV, Tzvetan, Los abusos de la memoria, Miguel Salazar (trad.), Barcelona, Paidós, 2000, pág. 49. 3 COLMEIRO, José F., Memoria histórica e identidad cultural. De la postguerra a la postmodernidad, Barcelona,
Anthropos, 2005, pág. 32. 4 Algunas de estas compilaciones son: STABILI, Maria Rosaria, (coord.), Entre historias y memorias. Los desafíos
metodológicos del legado reciente de América Latina, Madrid, AHILA, Iberoamericana, Vervuert, 2007. Stabili, en la
introducción, ―los desafíos de la memoria al quehacer historiográfico‖ dice: ―[el libro] se trata esencialmente de
memorias relacionadas con las vivencias de las dictaduras militares de las décadas sesenta-ochenta del novecientos; de
5
trabajos estudian las dictaduras en Chile y Argentina o las guerras civiles de Centroamérica. De ahí
se entiende entonces que los ejes centrales para estudiar la memoria en estas compilaciones sean las
dictaduras militares, la censura política, la violación de derechos humanos, las transiciones
democráticas y que el material sobre conflictos aún en curso sea menor. Esto se debe a las
dificultades de hacer un ajuste de cuentas con el pasado cuando no ha ocurrido un cambio sustancial
en el status quo y los hechos de violencia siguen siendo habituales; y, a que la discusión en
Colombia empezó hace muy pocos años.
La reciente importancia que ha adquirido la memoria en Colombia se vio impulsada con la Ley 975
de 2005, mejor conocida como la ley de Justicia y Paz, y con ella, en la creación de la Comisión
Nacional de Reparación y Reconciliación (CNRR).5 Dentro de esta entidad el Grupo de Memoria
Histórica (GMH o MH) ha asumido el papel de la reconstrucción de la memoria de las víctimas del
conflicto armado colombiano a través de la realización de talleres, entrevistas, reuniones y
conversatorios. Los informes resultantes se han difundido por medio de la publicación de informes
escritos, exposiciones, trabajos fotográficos y audiovisuales. Junto a esto, la Semana por la Memoria,
promovida desde el GMH, se ha convertido en un espacio para fomentar la discusión pública y la
difusión de las investigaciones del grupo. Hasta hoy se han realizado IV Semanas por la Memoria; la
primera en septiembre del 2008, la segunda en septiembre del 2009, la tercera en septiembre del
2010 y finalmente la cuarta, del 15 de noviembre al 6 de diciembre del 2011. Con las actividades
realizadas en el curso de esos días, el grupo ha logrado la visibilización de la memoria de las
víctimas en aras de apoyar los derechos de las víctimas establecidos en Justicia y Paz. La
proliferación de agrupaciones de víctimas, Organizaciones No Gubernamentales, grupos de defensa
las guerras civiles centroamericanas y de las violaciones de los derechos humanos de aquel periodo, pero también son
memorias y reflexiones que se producen mayoritariamente durante las transiciones democráticas.‖ pág. 12; y la colección
Memorias de la represión encabezado por Elizabeth Jelin, que contiene más de 8 libros, y ninguno tiene un artículo sobre
Colombia. También es diciente que en el dossier No. 40 de Historia Crítica¸ revista del departamento de historia de la
Universidad de los Andes titulado Memoria, historia y testimonio en América Latina sólo haya un trabajo sobre
Colombia, y que se refiere a la conservación arquitectónica entre 1930 y 1946. Acaso una excepción a este fenómeno
puede encontrarse en la compilación MEDINA, Rosa; MOLINA, Beatriz y GARCÍA-MIGUEL, María (eds.), Memoria y
construcción de la paz. Enfoques multidisciplinares en contextos mundiales, Madrid, Catarata, 2008, publicada en
España y donde priman, por supuesto, reflexiones sobre la Guerra Civil y el franquismo pero hay también algunas sobre
Bulgaria, los Balcanes y dos sobre Colombia: Britto Ruiz, Diana, ―Memorias de género en Colombia para la construcción
de la paz‖ y Franco, Vilma Liliana, ―Justicia retributiva y responsabilidad política. Una respuesta al dilema transicional
en el caso colombiano‖. 5 La CNRR fue creada como un órgano de composición mixta que tiene delegados del gobierno, de la sociedad civil,
representantes de organizaciones de víctimas, entre otros, para apoyar el proceso de paz, la reincoporación de los
desmovilizados, y acompañar a las víctimas en la defensa de sus derechos. La ley estableció la vigencia de la Comisión
durante 8 años, hasta el 2013. Está divivida en 5 grandes áreas; Memoria Histórica, Género y poblaciones específicas,
Desarme Desmovilización y Reintegración (DDR), Reconciliación, Reparación y Atención a Víctimas.
6
de los Derechos Humanos, comunidades de base, grupos eclesiales y demás asociaciones también
son indicadores de que la memoria se ha convertido en un tema de discusión, debate y defensa por
parte de otros sectores de la sociedad civil. Abundan también desde hace poco tiempo los portales de
información general sobre el tema, los centros de investigación, las publicaciones electrónicas6 y,
desde el mundo académico, la realización de seminarios en donde la memoria es el eje central,7 la
publicación de traducciones,8 y la realización de trabajos de grado.
9
En ese contexto la reflexión sobre la memoria como un objeto de investigación y sobre lo que se ha
escrito a su alrededor constituye un tema importante en las ciencias sociales, en especial en la
ciencia política pues su surgimiento se debe a procesos políticos concretos. En este trabajo se hace
un breve esfuerzo por entender cómo y por qué hablamos ahora de un momento de ―inflación de
memorias‖10
y en especial, cuáles son las particularidades que ha presentado este fenómeno en el
caso colombiano. Más específicamente, este escrito analiza en qué sentido los investigadores
entienden e interpretan la memoria como un tema político y por qué consideran pertinente su estudio
en Colombia. Esta monografía es un ensayo crítico sobre la manera en que distintos académicos han
estudiado la memoria y su vinculación con el universo político en Colombia; bien sea sobre el
reciente proceso de justicia transicional, sobre los usos públicos de la memoria, sobre las memorias
6 Véase una lista muy completa de todos los portales web que tienen información sobre memoria en la página web del
Grupo de Memoria Histórica (GMH), Grupo de Memoria Histórica de la Comisión Nacional de Reparación y
Reconciliación – CNRR. [En línea] <http://www.memoriahistorica-cnrr.org.co/s-home/> en la sección de ―enlaces‖. 7 Por ejemplo, GÓMEZ NAVAS, Diana y SERNA DIMAS, Adrián (comp.), El papel de la memoria en los laberintos de la
verdad, la justicia y la reparación. Memorias del seminario internacional, Bogotá, Universidad Distrital Francisco José
de Caldas, 2009.; HOYOS VÁSQUEZ, Guillermo, (ed.), Las víctimas frente a la búsqueda de la verdad y la reparación en
Colombia, Bogotá, Pontificia Universidad Javeriana, Instituto Goethe, Instituto de Estudios Sociales y Culturales Pensar,
2007; Seminario Internacional ―El Mosaico de la memoria. Experiencias locales o parciales de búsqueda de la verdad
histórica‖ (13-15 sept. 2006, Medellín, Colombia), Montoya Salamanca, Alexandra (ed.), Bogotá, Géminis, 2007. 8 ROMERO, Mauricio, (ed.), Verdad, memoria y reconstrucción. Estudios de caso y análisis comparado, Bogotá, Centro
Internacional de la Justicia Transicional, Fondo Global para la Paz y la Seguridad del Ministerio de Relaciones Exteriores
y Comercio Internacional de Canadá, 2008. Este libro es un compendio sobre una selección y traducción de
publicaciones; Vengeance and forgiveness, (1998) y Breaking the cycles of hatred, (2002) de Martha Minow, y The
politics of memory. Transitional justice in democratizing societies, (2001) de Barahona de Brito, Alexandra, Aguilar,
Paloma y González-Enríquez, Carmen. En el prólogo Mauricio Romero justifica el proyecto porque los textos son
ilustrativos sobre las actuales iniciativas en Colombia en el sentido que exploran el papel que han jugado la verdad y la
memoria en distintos procesos transicionales. ―De esas experiencias los colombianos pueden aprender mucho sobre cómo
caracterizar, valorar y sacar el mayor provecho posible del proceso político, judicial y social desencadenado por la
negociación con las antiguas AUC‖. pág. 8. 9 ESCOBAR SALAS, Ángela María, La construcción de memoria en Colombia. Los desafíos de pensar la memoria
histórica en medio del conflicto, Trabajo de grado para optar por el título de politóloga, Bogotá, Facultad de Ciencias
Políticas y Relaciones Internacionales, Pontificia Universidad Javeriana, 2009; GUERRERO RODRÍGUEZ, Freddy A.,
Memoria y excepcionalidad en el Alto Sinú. Los límites y alcances de la re-presentación, Tesis de grado para optar por el
título de Magíster en Estudios Políticos, Bogotá, Facultad de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales, Pontificia
Universidad Javeriana, 2009. 10 COLMEIRO, José F., óp. cit., pág. 14.
7
de los actores en conflicto o sobre el papel de la memoria en la cultura política. No tiene la
pretensión de abarcar todo el universo de los mismos, sino que supone una selección de textos
característicos dentro de ciertas tendencias analíticas. En este universo no se incluyen textos sobre
los aspectos neurológicos, psíquicos o cognitivos de la memoria pues exceden los alcances del
trabajo y además han sido ampliamente discutidos en otros escenarios. En esta reflexión es necesario
preguntarse por las coyunturas bajo las cuales ha emergido la memoria como un objeto de estudio en
la ciencia política y por la manera en que los académicos abordan los retos metodológicos en lo que
respecta a la incorporación de los testimonios como herramientas para la reconstrucción o
interpretación del pasado y en la elaboración de marcos conceptuales. Así pues, este ensayo es sólo
una aproximación inicial al debate y por tal brinda una mirada panorámica que no tiene la pretensión
de ser exhaustiva, pero sí intenta comprender los lineamientos generales que permiten explicar por
qué hoy en Colombia se habla de temas y problemas que hace unos años fueron discusión en otros
países del mundo occidental. En síntesis, pretende ser una incitación para la discusión y el debate
académico sobre las iniciativas de memoria.
El trabajo está estructurado en dos secciones. La primera sección es un breve recorrido por las
plausibles razones que explican la importancia de la memoria en el mundo occidental y en los casos
específicos de América Latina y Colombia, porque es importante entender las distintas
temporalidades de esta transformación y las coyunturas puntuales bajo las cuales la memoria se
convirtió en un tema político, en un valor y un deber social. La segunda sección del ensayo se
concentra en el caso colombiano y pretende estudiar la producción académica sobre la memoria en
este escenario. Esta sección está dividida en dos. En la primera parte se hace un balance de los
trabajos que piensan la memoria en relación con la justicia de transición, y más específicamente, que
la vinculan con la Ley de Justicia y Paz. Aquí se trata en un acápite aparte el papel de Memoria
Histórica. En la segunda parte se traen a colación trabajos que se han preocupado por la
reconstrucción de los hechos del pasado, la verdad y la memoria, pero a partir de circunstancias
distintas a la Ley. Por último, unas reflexiones finales en las que se esbozan las principales
características de la producción académica sobre el caso colombiano, y especialmente, se exponen
algunas preocupaciones personales en torno al tema.
8
II. Primera parte. El surgimiento de la memoria como un fenómeno político
El ‘boom de la memoria’ en Occidente: la Segunda Guerra Mundial, los años 60
y el temor al olvido.
Una de las causas principales de la obsesión por la memoria es, en opinión de Enzo Traverso, la
―crisis de la transmisión en nuestras sociedades contemporáneas‖11
que han conducido a la pérdida
de referentes y al olvido de las tradiciones. Una posición similar adoptan Daniel Pécaut,12
María
Rosaria Stabili13
, Jesús Martín-Barbero14
y Andreas Huyseen para quienes un mundo como el de
hoy, caracterizado por la inestabilidad del tiempo y la fractura del espacio, ha producido un miedo al
olvido.15
José Colmeiro dice también que la inflación de memoria está relacionada con la sociedad de
masas actual16
en la que el gran flujo de imágenes, noticias, informaciones está paradójicamente
condenado al archivo debido a su cantidad y a la inmediatez de su transmisión, y de ahí el temor al
olvido.17
Daniel Pécaut considera que la exaltación de la memoria está vinculada al
―desmoronamiento de los estados nacionales en el plano concreto y en el simbólico‖18
lo que
conduce a la exacerbación de las especificidades identitarias; opinión que comparte Jesús Martín-
Barbero, quien dice que la pasión por este problema está ligada a la crisis de la identidad nacional y
por tal se refiere más a procesos locales que a globales.19
Esta idea va en contravía con los
argumentos expuestos al principio que se enmarcan en tendencias amplias y generales en el mundo
11 TRAVERZO, Enzo, óp. cit., pág. 14. 12 Para Pécaut esto tiene que ver con que la época contemporánea se caracteriza por un ‗presentismo‘ que provoca el
olvido de las tradiciones y hace imposible la proyección hacia el futuro. PÉCAUT, Daniel, ―Memoria imposible, historia
imposible, olvido imposible‖, en Violencia y Política en Colombia. Elementos de reflexión, Valencia Gutiérrez, Alberto
(trad. y ed.), Medellín, Hombre Nuevo, Universidad del Valle, 2003, pág. 113. 13 Stabili asegura que la aceleración de los cambios amenazan con borrar las huellas del pasado y debilitar el lazo entre
pasado, presente y futuro. STABILI, Maria Rosaria, ―Introducción. Los desafíos de la memoria al quehacer
historiográfico‖ en Entre historias y memorias¸ óp. cit., pág. 8 14 Para Martín-Barbero, ―la fiebre de la memoria es expresión de la necesidad de anclaje temporal que sufren unas
sociedades cuya temporalidad es sacudida por la revolución informacional, que disuelve las coordenadas espacio-
territoriales‖ y debilita, a su vez, la conciencia histórica. MARTÍN-BARBERO, Jesús, ―El futuro que habita la memoria‖, en
Simposio Internacional y Cátedra Anual de Historia ―Ernesto Restrepo Tirado‖ (IV, 1999, nov. 24-26), Museo, memoria
y nación. Misión de los museos nacionales ciudadanos en el futuro, Wills, María Emma y Sánchez Gómez, Gonzalo
(coord.), Bogotá, Ministerio de Cultura, Museo Nacional de Colombia, 2000, pág. 39. 15 HUYSEEN, Andreas, En busca del futuro perdido. Cultura y memoria en tiempos de globalización, México, Fondo de
Cultura Económica, Goethe Institut, 2002,pág. 24. 16 COLMEIRO, José F., óp. cit., pág. 22. 17 Ibíd., pág. 14. 18 PECAUT, Daniel, óp. cit., pág. 113. 19 MARTÍN-BARBERO, Jesús, óp. cit., pág. 36.
9
occidental. Fazio, por ejemplo, argumenta que desde finales de la década de los 60s se terminó ―una
tendencia que venía caracterizando al planeta en su conjunto desde aproximadamente un siglo: el
énfasis por determinar la territorialidad de los Estados (…) y una obsesiva acción encaminada a
demarcar fronteras de todo tipo‖20
y desde entonces el mundo occidental se ha caracterizado por la
―pérdida de centralidad del Estado-nación y de la soberanía.‖21
Otros académicos le han dado mayor prioridad a cambios suscitados por eventos y procesos
puntuales del siglo XX. Para Iván Orozco el fin de la Segunda Guerra Mundial, el Holocausto y los
procesos de Núremberg dieron lugar al surgimiento de una ―nueva conciencia humanitaria
caracterizada por el primado de la mirada hacia el pasado, y con ello, por un primado del punto de
vista de las víctimas de ayer sobre el punto de vista de las víctimas del mañana, de la memoria sobre
el olvido y del castigo sobre la clemencia‖22
. Finkielkraut, de hecho, argumenta que fue desde la
Segunda Guerra Mundial cuando la violación de las leyes de la humanidad fue reprimida por primera
vez de manera sistemática.23
Los juicios de Nuremberg y Tokio se han entendido también como
signo de un proceso en el que se comenzaron a exaltar ―el carácter universal y exigible de los
derechos humanos.‖24
La escogencia de estos sucesos como punto de partida para la explicación de
la importancia que empezó a tener el testigo, el papel central de la víctima en los procesos
transicionales y en definitiva, el inicio de las ‗luchas por la memoria‘ no resulta sorprendente pues
como nota Fazio que ―ha sido un rasgo común del pensamiento histórico situar el principal punto de
inflexión de la historia contemporánea (…) en el año de 1945.‖25
Andreas Huyseen argumenta en En busca del futuro perdido. Cultura y memoria en tiempos de
globalización que la recurrencia de las políticas genocidas en Ruanda, Bosnia, Kosovo, entre otros,
mantuvo vivo los discursos sobre el Holocausto y permitió extender su alcance más allá de la
Alemania Nazi y la Segunda Guerra Mundial, de modo que se convirtió en un ―tropos universal‖.
Todo esto en el entendido que el Holocausto representaba el fracaso del proyecto ilustrado y se hacía
20 FAZIO VENGOA, Hugo, La historia del tiempo presente. Historiografía, problemas y métodos, Bogotá, Universidad de
los Andes, 2010, págs. 80-81. 21 Loc. cit. 22 OROZCO ABAD, Iván, Justicia transicional en tiempos del deber de memoria, Bogotá, Temis, 2009, pág. 12. 23FINKIELKRAUT, Alain, La memoria vana. Del crimen contra la humanidad, Hernández, Felipe (trad.), Barcelona,
Anagrama, 1990, págs. 22-23. 24UPRIMNY, Rodrigo y SAFFÓN, María Paula, ―Verdad judicial y verdades extrajudiciales. La búsqueda de una
complementariedad dinámica‖ en Hoyos Vásquez, Guillermo, (ed.), óp. cit., pág. 158. 25 FAZIO VENGOA, Hugo, La historia y el presente en el espejo de la globalización, Bogotá, CESO, Uniandes, 2008, pág.
124.
10
visible en contextos diversos.26
Eduardo Pizarro destaca procesos más recientes, específicamente el
Tratado de Roma y la creación de la Corte Penal Internacional de la Haya en el 2002, que
condujeron, en su opinión, a la universalización de los derechos humanos y fortalecieron la voluntad
de crear una jurisdicción mundial.27
Barahona de Brito, Aguilar y González-Enríquez en la
introducción a su libro The politics of memory. Transitional justice in democratizing societies
identifican estos momentos como ‗oleadas de justicia transicional‘; la primera comenzó, a su juicio,
tras el final de la Segunda Guerra Mundial; la segunda ocurrió en Grecia, Portugal y España y la
tercera es que la que ha experimentado América Latina desde mediados de los años 80 y que se
extendió después a Europa Oriental, África y Asia en la década de los 90s.28
Julio Aróstegui argumenta que la explosión de memorias ―se ancla en el terrible carácter conflictivo
el siglo XX.‖29
Como resultado, la memoria se piensa hoy como ―un objeto social, cultural, moral,
frágil y de fácil deterioro‖30
y en definitiva, como un valor que debe preservarse. De ahí entonces
que se haya convertido en una obligación ética,31
en particular en el seno de sociedades que han
experimentado pasados recientes traumáticos. Esto explica que las memorias traumáticas,
relacionadas con el dolor, la guerra y especialmente las del lado de las víctimas atraviesan un boom
en la actualidad y tienen una mayor legitimidad que aquellas memorias de celebración y exaltación
de un pasado glorioso.
Por otro lado, María Emma Wills, coordinadora de la línea de investigación en género del Grupo de
Memoria Histórica, le da poder explicativo a fenómenos relacionados con la lucha de las minorías en
torno a la garantía de los derechos civiles y políticos. En su opinión, el interés por la memoria tiene
que ver con la transgresión de dos grandes paradigmas; las visiones liberales y marxistas que no
estaban en completa capacidad de explicar la movilización y sublevación de sectores apolíticos
provenientes de la esfera privada o grupos cuyas reivindicaciones eran indiferentes frente a la
26 HUYSEEN, Andreas, óp. cit., págs. 16-17. 27 PIZARRO LEONGÓMEZ, Eduardo, ―Reparar el bote en alta mar‖, en Pizarro Leongómez, Eduardo y Valencia, León, Ley
de justicia y paz, Bogotá, Norma, 2009, pág. 51. 28 BARAHONA DE BRITO, Alexandra; AGUILAR, Paloma, GONZÁLEZ-ENRÍQUEZ, Carmen, ―La política de la memoria.
Justicia transicional en sociedades en proceso de democratización‖, en Romero, Mauricio, óp. cit., pág. 173. 29 ARÓSTEGUI, Julio, ―Generaciones y memoria (Historia y recuerdo de la España conflictiva), en España en la memoria
de tres generaciones. De la esperanza a la reparación, Madrid, Fundación Largo Caballero, Complutense, 2007, pág. 28. 30 Ibíd., pág. 44. 31 TRAVERZO, Enzo, óp. cit., pág. 18.
11
condición de clase.32
Le otorga un papel explicativo importante al aporte de los movimientos
feministas en cuanto lograron politizar la vida privada y cuestionar la identidad femenina, y al
movimiento de los derechos de la población negra en Estados Unidos porque le dieron relevancia a
las reivindicaciones de las minorías. A su juicio, estos movimientos ampliaron la agenda de
investigación al incluir patrones discriminatorios que hacían parte del campo cultural y se alejaban
del tradicional enfoque político-institucional. Este ámbito comenzó entonces a ser estudiado por los
politólogos en lo que atañe a sus articulaciones con el poder, dado que ahí se presentan disputas por
la interpretación y evaluación de la realidad.33
Estas ideas son compartidas por Huyseen, quien dice que el surgimiento de la memoria como una
preocupación central de la cultura se explica por dos procesos protagonistas de la década de los 60;
los nuevos movimientos sociales que estaban en búsqueda de historiografías alternativas y
revisionistas y los procesos de descolonización.34
A pesar de que Huyseen habla de una
―globalización de la memoria‖ acepta que el ámbito político de las prácticas de la memoria sigue
siendo nacional, no posnacional o global35
dado que están sujetas a sucesos puntuales dentro de cada
país. Hugo Fazio argumenta que estos años estuvieron caracterizados por la lucha por los derechos
humanos.36
Para él, desde 1968, un ―año-acontecimiento,” se da un cambio en la relación entre lo
público y lo privado cuando temas del mundo privado se convirtieron en objeto de discusión pública.
Ejemplos importantes son elementos ligados a la cultura o a la vida cotidiana, como el rol del género,
las orientaciones sexuales y las subjetividades de las minorías. En ese contexto, lo público dejó de
ser lo exclusivamente político o relativo al estado y se convirtió en un espacio más amplio,
democrático, de discusión y confrontación, mientras la frontera entre ambas esferas se volvía más
difusa.37
Esta es otra explicación para el carácter cada vez más político que se le atribuye a la
memoria; desde los recuerdos y las interpretaciones ―las personas construyen hilos narrativos donde
asignan a los actores principales distintos grados de responsabilidad frente a los hechos y valoran
moral y éticamente sus decisiones‖. Por eso, ―las construcciones sobre el pasado tienen (…) un
32 WILLS, María Emma, ―Historia, memoria, género: trayectoria de una iniciativa y aprendizajes‖ en ¿Justicia desigual?
Género y derechos de las víctimas en Colombia, Bogotá, UNIFEM, 2009, pág. 47. 33 Ibíd., págs. 47-48. 34 HUYSEEN, Andreas, óp. cit., pág. 14. 35 Ibíd., pág. 21. 36 FAZIO VENGOA, Hugo, La historia y el presente en el espejo… óp. cit., pág. 139. 37 Íd., ―¿Fue un acontecimiento histórico?‖, Conferencia, ―9/11+10 Religión, democracia y política internacional‖,
Bogotá, Universidad de los Andes, 22 septiembre 2011, [En línea], ―Los enigmas del terror‖,
<http://www.uniandes.edu.co/component/content/article/499-9-11> [página consultada el 25 de octubre de 2011].
12
impacto sobre las posturas políticas asumidas (…) en el presente por los ciudadanos frente al estado,
la iglesia, las guerrillas, el ejército o las viejas y nuevas elites políticas‖.38
Igualmente es importante mencionar algunos de los cambios que experimentaron las ciencias
sociales en las últimas décadas. Ampliamente comentado ha sido el surgimiento de la historia de las
mentalidades, de la vida cotidiana y posteriormente la emergencia del giro lingüístico y los estudios
subalternos; enfoques que modificaron el quehacer de la historia y de otras ciencias sociales. Los
sujetos sin nombre y la cotidianidad adquirieron desde entonces un rol predominante, y han surgido
ciertas preguntas como ―who is entitled to a role in history? and who has the right to shape historical
truth?‖39
. En torno a esto María Inés Mudrovcic asegura que la relevancia del poder del lenguaje en
la investigación social dio lugar al surgimiento de cuestiones ―tales como el rol de la memoria
colectiva en la historia y la constitución de identidades colectivas [y] la memoria y el olvido como
fenómenos políticos.‖40
Este proceso permitió el reconocimiento de un pasado con pluralidad de
significados, sobre el cual puede haber distintas interpretaciones y reconstrucciones. En esas
circunstancias, varias disciplinas abandonaron su rigurosidad mientras los enfoques estructurales y
racionales perdieron fuerza, 41
y la noción de ‗verdad‘ sufrió un cambio importante. Así ganó terreno
la voz de los individuos, sus emociones, sus propias interpretaciones de los hechos sociales y en
definitiva, la subjetividad individual. Con esto, la primera persona se convirtió en una forma
privilegiada para la reconstrucción del pasado.42
Dictaduras, guerras civiles y conflicto armado: América Latina y Colombia ante los desafíos de
la memoria.
En América Latina, particularmente, el tema irrumpió con fuerza con el fin de las dictaduras del
Cono Sur y los procesos de paz de algunos países centroamericanos, e hizo posible, en buena medida
la condena de los crímenes cometidos bajo el régimen anterior.43
En su origen, algunos de estos
procesos transicionales estuvieron fundados en altas dosis de impunidad, amnistías masivas y en el
38 WILLS, María Emma, ―Historia, memoria, género… óp. cit., pág. 59. 39 OLILLA, Anne (ed.), ―Introduction. History as memory and memory as history‖ en Historical perspectives on memory,
Helsinki, SHS, 1999, pág. 8. 40 MUDROVCIC, María Inés, Historia, narración y memoria. Los debates actuales en filosofía de la historia, Madrid,
Akal, 2005, pág. 111. 41 WILLS, María Emma, ―Historia, memoria, género… óp. cit., págs. 54-55. 42 SARLO, Beatriz, Tiempo pasado. Cultura de la memoria y giro subjetivo. Una discusión, Buenos Aires, Siglo XXI,
2005, pág. 23. 43 Ibíd., pág. 24.
13
primado del olvido sobre la memoria. Desde hace unos pocos años, sin embargo, están siendo
revertidos, lo que da cuenta del carácter imperativo que se le ha asignado a la memoria en el marco
de procesos de justicia y rendición de cuentas con un pasado traumático. Los casos de Chile y
Argentina son dicientes en ese sentido.44
Jefferson Jaramillo, no obstante, no comparte la idea de que
América Latina atraviese por una obsesión cultural de la memoria. Más bien es una ―necesidad
política sentida en función de nuestros pasados recientes de violencia y conflictos históricamente mal
tramitados‖45
y de ahí se explica que no hayan cobrado en todos los países, sino en aquellos que
atravesaron por dictaduras, guerras civiles y conflictos armados.
Maria Rosaria Stabili en la introducción a Entre historias y memorias. Los desafíos metodológicos
del legado reciente de América Latina dice que América Latina ―participa de forma determinante
tanto en la producción de memorias, como en las reflexiones y debates alrededor de ellas.‖46
En la
compilación priman los trabajos sobre Chile, Argentina, Nicaragua y El Salvador, que son los
escenarios en los cuales ha habido una mayor discusión pública, seria y sistemática sobre el tema de
la memoria. En casos de hechos traumáticos distintos, como el colombiano, la discusión todavía es
incipiente. Se podría decir entonces que por ahora Colombia participa más en la producción de
memorias que en la reflexión sobre ellas, como veremos en la siguiente sección de este ensayo.
Asimismo, los procesos de recuperación de la memoria que están ocurriendo en Colombia se
diferencian de los otros casos mencionados con anterioridad pues, como veíamos, la explosión de las
luchas por la memoria comienza usualmente en los momentos de transición. No bajo el mismo
régimen político y menos mientras el conflicto sigue presente. Sin embargo, lo que ocurre en
Colombia sí guarda continuidad con la tendencia regional en América Latina con respecto a la
apertura de los espacios públicos, en donde dialogan el mundo social y el político, para acoger las
voces de los excluidos.47
En opinión de Eduardo Pizarro Leongómez, la tendencia internacional comentada anteriormente
llegó a Colombia específicamente con la Ley 975 de 2005,48
porque fue precisamente en el modelo
44 PIZARRO LEONGÓMEZ, Eduardo, óp. cit., pág. 19. 45JARAMILLO MARÍN, Jefferson, ―La reconstrucción de la memoria histórica del conflicto colombiano en el actual proceso
de Justicia y Paz. Alcances, desafíos y preguntas‖, en Desafíos, Vol. 22, No. 2, 2010, pág. 38. 46 STABILI, Maria Rosaria, ―Introducción. Los desafíos…¸ óp. cit., pág. 12. 47REÁTEGUI CARRILLO, Félix, ―Las víctimas recuerdan. Notas sobre la práctica social de la memoria‖, en Centro
Internacional para la Justicia Transicional, Recordar en conflicto. Iniciativas no oficiales de memoria en Colombia,
Briceño-Donn, Marcela et al, Bogotá, 2009, pág. 27. 48 PIZARRO LEONGÓMEZ, Eduardo, óp. cit., pág. 51.
14
de Justicia y Paz donde nació en la conciencia nacional la figura de la víctima como portadora de
derechos a la verdad, la justicia y la reparación49
y donde su testimonio se volvió una fuente
prioritaria para la reconstrucción del pasado.50
Un parámetro importante fue la revisión que hizo la
Corte Constitucional a la Ley de Justicia y Paz que determinó que los paramilitares interesados en
vincularse al proceso debían contribuir al esclarecimiento de los hechos y que las víctimas debían
tener una participación activa en el proceso, dándole importancia al relato de los acontecimientos
pasados y al esclarecimiento de la ‗verdad‘. Más aun, definió explícitamente ―la memoria histórica
del conflicto como parte de la reparación simbólica a la que tienen derecho las víctimas‖.51
Por eso,
renovó el interés por impulsar un proceso serio, concreto y sistemático de reconstrucción de la
‗verdad histórica‘ en el entendido de que era el presupuesto para la garantía de los otros derechos de
las víctimas.52
No deben olvidarse, sin embargo, iniciativas anteriores y paralelas a Justicia y Paz que han intentado
erigir contra discursos frente a aquellos que surgían desde la oficialidad y han pensando la verdad de
los hechos como una herramienta para la justicia. Uno de los primeros ejemplos, a juicio de Gonzalo
Sánchez, es la Comisión Especial de Rehabilitación que operó durante la época ―bandolera‖ entre
1958 y 1960 porque puso en el centro del debate la reparación a las víctimas. Años después son
importantes la creación de la Comisión de Estudios sobre la Violencia bajo el gobierno de Virgilio
Barco; la creación gubernamental de la Comisión investigadora de los sucesos de Trujillo que
produjo en 1995 un informe que estableció la responsabilidad del estado; el Tribunal de Opinión de
Barrancabermeja, que en el año de 1999 también dio como resultado una condena al estado
colombiano como resultado del asesinato de 34 personas; las investigaciones realizadas a raíz del
exterminio de la Unión Patriótica; y una Comisión de la Verdad sobre los hechos del Palacio de
Justicia creada en el 2005.53
49 Ibíd., pág. 4. 50 SARLO, Beatriz, óp. cit., pág. 23. 51 WILLS, María Emma, ―Historia, memoria, género… óp. cit., pág. 43. 52 REÁTEGUI CARRILLO, Félix, ―Estudios sobre búsquedas de la verdad para una sociedad posconflicto‖, en Seminario
Internacional ―El Mosaico de la memoria. Experiencias locales o parciales de búsqueda de la verdad histórica‖ (13-15
sept. 2006, Medellín, Colombia), Montoya Salamanca, Alexandra (ed.), Bogotá, Géminis, 2007, pág. 123. 53 Ibíd., págs. 97-98.
15
II. Segunda Parte. Aproximaciones a la memoria en Colombia
Justicia y Paz y el deber de memoria
En opinión de Eduardo Pizarro Leongómez, María Emma Wills, Félix Reátegui, entre otros, la Ley
975 de 2005 supuso un impulso para las iniciativas de memoria, y en general, para el debate
alrededor de la justicia transicional y la búsqueda de la paz. Dentro de este escenario la verdad como
derecho, y con ello la memoria, adquirieron un papel fundamental, pues se volvieron imperativos
para garantizar el cumplimiento de la ley. El argumento de quienes comparten esta idea es que un
proceso de paz en el que la memoria no sea una premisa central ―es un proceso que se niega a
recuperar la humanidad después de la barbarie‖54
y que puede prestarse para una segunda
victimización.55
Pizarro Leongómez argumenta también que ―la verdad es un requisito sine qua non
para que haya justicia y reparación porque permite conocer los hechos victimizantes, determinar el
universo de las víctimas y las modalidades de reparación específicas.‖56
Así las cosas, algunos de los
académicos que han estudiado la memoria con la Ley de Justicia y Paz como horizonte analítico la
entienden como una herramienta para la reparación y la justicia.
El Grupo de Memoria Histórica de la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación
Memoria Histórica es un grupo de investigación de la Comisión Nacional de Reparación y
Reconciliación57
cuyo objetivo es ―elaborar y divulgar una narrativa sobre el conflicto armado en
Colombia‖ que explique el nacimiento, la evolución de los grupos armados al margen de la ley junto
con las ―distintas verdades y memorias de la violencia‖.58
También está encargado de proponer y
fomentar políticas públicas encaminadas a garantizar los derechos de las víctimas a la verdad, la
justicia, la reparación y la no repetición establecidos en la Ley de Justicia y Paz. En opinión de
Gonzalo Sánchez, coordinador de Memoria Histórica, el punto de partida del grupo no puede ser otro
que el reconocimiento de su carácter político en cuanto la memoria es un escenario de enunciación
54 BRITTO RUIZ, Diana, ―Memorias de género en Colombia… óp. cit., pág. 161. 55 OROZCO ABAD, Iván, óp. cit., pág. 14. 56 PIZARRO LEONGÓMEZ, Eduardo, óp. cit., pág. 52. 57 Sobre la CNRR véase, entre otros, BRITTO RUIZ, Diana, ―Memorias de género en Colombia… óp. cit. págs. 157-178;
Pizarro Leongómez, Eduardo y Valencia, León, Ley de justicia y paz, Bogotá, Norma, 2009; GALLÓN, Gustavo, ―La
CNRR. ¿Dr. Jekyll or Mr. Hyde? en Hoyos Vásquez, Guillermo, óp. cit., (págs. 127-149); JARAMILLO MARÍN, Jefferson,
óp. citl., págs. 31-70; UPRIMNY, Rodrigo y SAFFÓN, María Paula, óp. cit., págs. 151-180 58 Grupo de Memoria Histórica de la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación – CNRR. [En línea]
<http://www.memoriahistorica-cnrr.org.co/s-home/> [página consultada el 27 de octubre de 2011].
16
de las diferencias.59
Por ello, las memorias sobre los hechos pasados que aborda MH ―se constituyen
en un campo de batalla entre los distintos actores en conflicto por el papel que [éstas] desempeñan en
la toma de decisiones y en los comportamientos y prácticas sociales y políticas.‖60
En aras de cumplir con el papel asignado, el grupo tomó la decisión de trabajar a partir de ‗casos
emblemáticos‘ de manera que pudieran explorar, investigar y cubrir la mayor cantidad posible de
acontecimientos, procesos y tendencias que han marcado el conflicto armado en Colombia. Asumen
que esos casos ―condensan múltiples procesos, modalidades y expresiones regionales del conflicto y
de la victimización.‖61
Asimismo, los informes del grupo versan también sobre temas ―transversales‖
del conflicto como la lucha por la tierra, el desplazamiento y el papel del género. Con el fin de
cumplir este proyecto Memoria Histórica cuenta con varios ejes temáticos62
a partir de los cuales se
investigan características y problemas específicos del conflicto. Han presentado hasta ahora catorce
informes63
, una herramienta pedagógica64
-que brinda instrumentos metodológicos y conceptuales
para hacer memoria histórica- dos multimedias Las minas de Hiracal 1985-2010. Un caso de
memoria histórica del conflicto en el departamento del Cesar, y La tierra ya no es pa’l que la
trabaja y otro texto que funciona como herramienta conceptual: El Despojo de tierras y territorios.
59 SÁNCHEZ GÓMEZ, Gonzalo, ―Retos de la verdad y la memoria en medio del conflicto‖, en Bleeker, Mo, (ed.), El
legado de la verdad. Impacto de la justicia transicional en la construcción de la democracia en América Latina,
Memorias Conferencia, Bogotá, 19-21 junio de 2007, págs. 61-71. [En línea] Disponible en
<http://www.colombiassh.org/reh/IMG/pdf_legado_de_la_verdad.pdf> [página consultada el 11 de noviembre de 2011],
pág. 61. 60 WILLS, María Emma, ―Historia, memoria, género… óp. cit., pág. 44. 61 Loc. cit. 62 Algunos de los ejes temáticos de MH son ―Derechos humanos, justicia y conflicto‖, ―Tierra y conflicto‖,
―Narcotráfico, violencia y poder‖, ―Iniciativas sociales de memoria‖, ―Memoria de género y guerra‖. 63 Trujillo. Una tragedia que no cesa, Bogotá, CNRR, Planeta, 2008; La masacre de El Salado. Esa guerra no era
nuestra, Bogotá, Taurus, 2009, Memorias en tiempo de guerra. Repertorio de iniciativas, Barragán, Andrés (Dir. edi.),
Bogotá, Punto Aparte, 2009; Bojayá. La guerra sin límites, Bogotá, CNRR, Semana, Taurus, 2010; La Rochela.
Memorias de un crimen contra la justicia, Bogotá, CNRR, Semana, Taurus, 2010; La tierra en disputa. Memorias del
despojo y resistencia campesina en la Costa Caribe. 1960-2010, Bogotá, Taurus, 2010; La masacre de Bahía Portete.
Mujeres Wayuu en la mira, Bogotá, CNRR, Semana, Taurus, 2010; La masacre del Tigre. Reconstrucción de la memoria
histórica en el Valle del Guamuéz, Putumayo, Bogotá, CNRR, 2011, Mujeres y guerra. Víctimas y resistentes en el
caribe colombiano (1997-2005), 2011; Mujeres que hacen historia. Tierra, cuerpo y política en el caribe colombiano,
2011; San Carlos. Memorias del éxodo de la guerra, 2011; Desplazamiento forzado en la comuna 13. La huella invisible
de la guerra, 2011; El orden desarmado. La resistencia de la asociación de trabajadores campesinos del Carare-ATCC,
2011; Silenciar la democracia. Las masacres de Remedios y Segovia, 1982-1997, 2011 64 Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación. Área de Memoria Histórica, Recordar y narrar el conflicto.
Herramientas para reconstruir memoria histórica, Bogotá, CNRR, 2009.
17
Aproximación conceptual.65
Hay otros trabajos en preparación, como uno sobre el conflicto
guerrillero en el sur del país (Putumayo y Cauca).66
Estos informes son documentos públicos dado que la intención es visibilizar el papel de las víctimas,
poner sus relatos en escena y hacer de ellos un fenómeno reconocido, aceptado e incorporado a la
comprensión que tiene la sociedad colombiana de los hechos del pasado. MH también tiene el
objetivo de ser un proyecto incluyente, de manera que las investigaciones, exposiciones, informes y
demás manifestaciones han sido construidos junto a las víctimas, por medio de ―ejercicios
participativos y dialogantes con habitantes de las regiones donde sucedieron los hechos, la
realización de talleres, conversatorios, entrevistas‖67
. Esto da cuenta de la credibilidad de la que goza
el testigo en la actualidad, pues uno de los elementos más importantes es ―comprender y registrar la
manera cómo los actores y, en particular, las víctimas, se aproximan e interpretan lo vivido, tanto
individual como colectivamente.‖68
La producción de MH no es un acervo de testimonios ni
denuncias; por el contrario, la voz de las víctimas es el punto de partida y la herramienta fundamental
para construir grandes relatos sobre el conflicto.69
Es decir, narrativas que permitan entender las
causas y motivaciones de los actores, las raíces socioeconómicas del conflicto y los mecanismos de
financiación, establecer las lógicas y los patrones de victimización, entre otros, 70
pero sin dejar atrás
la ―agencia expresada en las voces e identidades de los actores, sobre todo de las víctimas.‖71
En términos generales los informes están organizados en tres grandes secciones. En la primera se
busca la reconstrucción de los hechos guiados por las preguntas de quiénes fueron las víctimas y los
victimarios, y cuándo, cómo, dónde, por qué y bajo qué circunstancias ocurrieron los hechos
investigados.72
Para esto usan bibliografía secundaria, archivos judiciales, testimonios de víctimas y
victimarios en aras de contraponer las diferentes versiones de lo sucedido. En la segunda parte se
discuten los impactos en la población victimizada, en el territorio y en el desarrollo del conflicto.
Asimismo, se dedica una gran parte a las ‗luchas por la memoria‘; esto es, exploran las distintas
65 Id., Despojo de tierras y territorios. Aproximación conceptual, Bogotá, Kimpres, 2009 66 Para la elaboración de este acápite no se tuvieron en cuenta los informes presentados en el año 2011 porque no
alcanzaban a ser leídos para la presentación oportuna de esta monografía. 67 Grupo de Memoria Histórica de la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación – CNRR. [En línea], óp. cit., 68 WILLS, María Emma, ―Historia, memoria, género… óp. cit., págs. 46-47. 69 Al respecto María Emma Wills dice: ―los informes de Memoria Histórica no son entonces colecciones testimoniales
sino interpretaciones de las memorias de los actores, en particular de las víctimas‖, Ibíd., pág. 62. 70 Véanse los objetivos específicos de Memoria Histórica en la página web. 71 WILLS, María Emma, ―Historia, memoria, género, óp. cit., pág. 46. 72 COMISIÓN NACIONAL DE REPARACIÓN Y RECONCILIACIÓN. Área de Memoria Histórica, La Rochela… óp. cit., pág. 27.
18
maneras como se relatan, recuerdan y simbolizan los eventos trágicos73
y cómo ese pasado cobra
sentido en el presente para las víctimas.74
En el informe sobre la masacre de El Salado, por ejemplo,
los investigadores caracterizan y tipifican los relatos de los actores, especialmente los de las
víctimas, porque ―hay una verdad fragmentada e inaccesible para la opinión pública, y una pluralidad
de versiones con muchas distorsiones.‖75
Encuentran y demuestran que la memoria de las víctimas
buscaba restablecer su dignidad, demostrar su inocencia y reclamar a la Fuerza Pública por lo
ocurrido. Igualmente, dan cuenta de las distintas tramas causales que usan las víctimas para entender
el porqué de la masacre. Mientras tanto, las de los victimarios minimizaban los hechos y
responsabilizan al pueblo por la supuesta cercanía con los grupos guerrilleros. 76
Los informes del
GMH, aunque tienen como objetivo primordial rescatar los relatos de las víctimas, incluyen
testimonios y versiones de los victimarios, pues para ellos ―ponerlas en escena le confiere no sólo
interpelación sino sentido a la memoria de las víctimas, cuya reivindicación en el vacío impide
descifrar la naturaleza y el significado de lo que se reclama.‖77
Establecen un contrapunto pero con el
objetivo final de potenciar la narrativa de las víctimas, no necesariamente para poner las versiones en
un diálogo horizontal. A propósito de esto, Jefferson Jaramillo, en ―La reconstrucción de la memoria
histórica del conflicto colombiano en el actual proceso de Justicia y Paz. Alcances, desafíos y
preguntas‖ entiende esto como un logro en cuanto los diversos lugares de enunciación permiten que
el proceso de construcción de memoria sea descentrado y heterogéneo.78
En la última parte de los
informes priman las recomendaciones en materia de política pública que ofrece el GMH para un
apropiado tratamiento de la población victimizada, para la garantía de sus derechos y para el proceso
de paz y reconciliación. Con esto, quieren contribuir, más allá de una reparación simbólica, a la
realización de los derechos de las víctimas a la verdad, la justicia, la reparación y la no repetición.
Los informes de MH tienen como fin aportar elementos de reflexión frente a vacíos historiográficos
y conceptuales en el estudio del conflicto en Colombia. De ahí que hayan producido trabajos como
El Despojo de tierras y territorios. Aproximación conceptual, que aporta marcos teóricos para el
estudio del problema y sirve de insumo para la discusión académica. Memorias en tiempo de guerra.
73 Íd., La masacre de El Salado... óp. cit., pág. 173. 74 Ibíd., pág., 176. 75 Ibíd., pág., 93. 76 Ibíd., págs. 93-138. 77 Ibíd., pág., 138. 78 JARAMILLO MARÍN, Jefferson, óp. cit., pág, 59. Jaramillo, no obstante, se pregunta qué tan efectivo y provechoso ha
sido el ejercicio público y pedagógico de deliberación sobre cómo recuperar la memoria, tramitarla y plasmarla, en lo que
atañe al trabajo de MH. pág. 61.
19
Repertorio de iniciativas es un informe que merece ser destacado pues estudia cómo las
comunidades de base, las organizaciones no gubernamentales, los grupos étnicos, los movimientos
por la paz y demás agrupaciones involucradas en la defensa de los derechos de las víctimas hacen
uso de distintos ―recursos expresivos utilizados para recordar y hacer visible el dolor.‖79
Si bien no
es un trabajo de índole reflexivo o crítico, como si lo son los demás informes, sí procura darle
visibilidad a las iniciativas de memoria; aquellas que se construyen desde abajo, que son contra
hegemónicas, periféricas y que intentan erigirse contra el olvido y a favor de la reconstrucción de los
lazos sociales. El informe, elaborado a partir de un trabajo horizontal, en conjunto con las víctimas,
es relevante porque brinda un panorama general sobre la manera en qué se está construyendo
memoria más allá de las iniciativas oficiales que son las que tienen un mayor eco. A partir del
estudio de iniciativas heterogéneas el informe elabora una definición de memoria como ―ruina, es
decir, como lugar y tiempo de la devastación y la catástrofe, signo oscuro del sufrimiento, pero
también lugar y tiempo de una comunidad que resiste a pesar y en medio de ésta‖.80
El derecho a la memoria. Justicia y Paz como horizonte analítico
María Emma Wills, miembro del Grupo de Memoria Histórica, ha producido textos a nombre propio
en los que trabaja la memoria pero que están formalmente desligados del grupo. No obstante, su
texto ―Historia, memoria, género: trayectoria de una iniciativa y aprendizajes‖ debe verse en el
marco de la continuidad con las premisas de MH en cuanto quiere ayudar a restituir públicamente el
nombre y la dignidad de las víctimas y entiende la memoria como un mecanismo de reparación
simbólica. En el artículo, Wills se concentra en estudiar las memorias desde el género. Parte de la
premisa de que las mujeres, los hombres y las diversidades sexuales leen el pasado de manera
distinta, ―y escogen huellas disímiles para construir sus memorias,‖81
y de ahí construyen las
identidades de género. Analiza a fondo el caso de la masacre de Trujillo, en donde había una fuerte
cultura machista. Demuestra que las mujeres habían jugado un papel excepcional en las prácticas
armadas y el desarrollo del conflicto, pero después de la masacre fueron fundamentales en la
organización de las víctimas y en la defensa de sus derechos. Para probar esto, Wills estudia cuáles
eran las identidades de género, así como el rol de los hombres y las mujeres antes, durante y después
de los hechos de violencia, y cómo fue posible que las mujeres salieran de rol del hogar para cumplir
79 COMISIÓN NACIONAL DE REPARACIÓN Y RECONCILIACIÓN, Memorias en tiempo de guerra, óp. cit., pág. 14. 80 Ibíd., pág. 21. 81 WILLS, María Emma, ―Historia, memoria, género, óp. cit., pág. 45.
20
un papel público y político. La aproximación metodológica se enmarca en los postulados de MH en
la medida que le da primacía a la voz de las víctimas y su análisis sobre las memorias es a partir de
talleres y entrevistas con los habitantes de Trujillo. Así pues, las premisas normativas, metodológicas
y conceptuales del Grupo de Memoria Histórica se han difundido también por fuera de los informes
oficiales en cuanto los investigadores que hacen parte del grupo han optado por hacer trabajos de
índole similar.
Este no es el caso de Iván Orozco, miembro de MH y relator del informe sobre la masacre de La
Rochela, pues su interés primordial en el libro Justicia transicional en tiempos del deber de memoria
publicado en el 2009 es hacer una caracterización empírica de la justicia transicional y no reconstruir
memorias sobre hechos concretos. Orozco asume la memoria como una premisa normativa del
tiempo presente y como una de las características fundamentales de los procesos de justicia de
transición.82
Para él, la memoria es una de las claves para hacer efectivo un sentido múltiple de
justicia,83
lo que da cuenta de la relación estrecha entre memoria y verdad (como derecho). Dentro de
la aproximación panorámica que brinda el libro, Orozco aborda en específico la manera en que la
justicia transicional constituye un ejercicio de memoria histórica. En su opinión, las comisiones de la
verdad que se suelen crear en estos procesos producen informes que son ―historias al servicio de la
memoria en el horizonte de la conciencia histórica.‖84
Algunas ideas del libro tienen conexiones con
los informes de MH mencionados con anterioridad en lo que atañe a la función del ‗destape‘ de las
memorias subalternas y olvidadas; ponen en evidencia, relativizan y deslegitiman las mentiras
míticas propias de las historias oficiales85
y además, su puesta en escena tiene como referente
teleológico a la justicia. 86
El trabajo de Adriana Leaño ―Tejiendo la memoria de una esperanza. Proceso de recuperación de la
memoria histórica del genocidio contra el movimiento político Unión Patriótica‖ que hace parte del
compendio El Mosaico de la memoria. Experiencias locales o parciales de búsqueda de la verdad
histórica.87
, tiene como motivación esta última idea de Orozco; entiende la memoria en su relación
82 Para Orozco ―las distintas configuraciones de la justicia transicional se pueden pensar como expresiones de diversos
balances entre la memoria y el olvido, y entre la justicia y la reconciliación‖. OROZCO ABAD, Iván, óp. cit., pág. 19. 83 Ibíd., pág. 90. 84 Ibíd., pág. 117. 85 Ibíd., pág. 120. 86 Ibíd., pág. 124. 87 LEAÑO, Adriana. ―Tejiendo la memoria de una esperanza. Proceso de recuperación de la memoria histórica del
genocidio contra el movimiento político Unión Patriótica‖, (págs. 151-162) en Seminario Internacional ―El Mosaico de la
21
con la justicia y más específicamente como una herramienta contra la impunidad. En su artículo
describe los mecanismos empleados por la Corporación Reiniciar y las víctimas del exterminio de la
Unión Patriótica en la construcción de un nuevo relato de lo ocurrido, que ―sea fiel a la verdad‖ y
que permita restaurar los lazos destrozados por la violencia.88
En ese sentido, su concepción de
memoria tiene como horizonte una mirada hacia el futuro en cuanto es sólo un medio para el
reconocimiento y la dignidad futura. Como en los trabajos del GMH mencionados con anterioridad,
Leaño pone en el centro del proyecto a quien recuerda, es decir al sobreviviente del exterminio y a la
familia de la víctima directa, y constituye también un trabajo horizontal que busca un diálogo de
saberes.89
Los artículos de María Victoria Uribe, ―Iniciativas no oficiales. Un repertorio de memorias vivas‖ y
el de Marcela Briceño-Donn y Catalina Uprimny ―A manera de introducción. Iniciativas no oficiales
de memoria en Colombia‖, ambos parte del libro Recordar en conflicto. Iniciativas no oficiales de
memoria en Colombia del Centro Internacional para la Justicia Transicional (CIJT), se preocupan por
estudiar iniciativas no oficiales de memoria. Los dos escritos llaman la atención sobre la existencia
de múltiples y diversas iniciativas no oficiales y las entienden como herramientas contra la
impunidad y el olvido, al igual que Adriana Leaño. Uribe estudia de manera general y no exhaustiva
iniciativas de carácter regional y local y a partir de ellas construye una tipología sobre los distintos
medios de expresión usados por las comunidades en aras de construir memoria.90
Si bien su artículo
no es reflexivo ni crítico sino descriptivo, es llamativo porque hace evidente la heterogeneidad de
manifestaciones. Habla sobre iniciativas cuyo vehículo es el cuerpo, las que son visuales, sonoras,
textuales, los monumentos y espacios de la memoria y los rituales de raigambre católica. Briceño-
Donn y Uprimny por su parte, destacan la importancia de darles voz propia a las comunidades y
asociaciones y asumen como necesario el ejercicio de comprender las diferentes expresiones de
memoria sin que estén mediadas por la interpretación académica.91
Su texto es una presentación al
trabajo conjunto de comunidades victimizadas y el CIJT, que ocupa la segunda parte del libro
memoria. Experiencias locales o parciales de búsqueda de la verdad histórica‖ (13-15 sept. 2006, Medellín, Colombia),
Montoya Salamanca, Alexandra (ed.), Bogotá, Géminis, 2007. 88 Ibíd., pág. 151. 89 Ibíd., pág., 157. 90 URIBE, María Victoria, ―Iniciativas no oficiales. Un repertorio de memorias vivas‖, en Centro Internacional para la
Justicia Transicional, Recordar en conflicto… óp. cit., págs. 43-69. 91 BRICEÑO-DONN, Marcela y UPRIMNY SALAZAR, Catalina ―A manera de introducción. Iniciativas no oficiales de
memoria en Colombia‖, en Centro Internacional para la Justicia Transicional, Recordar en conflicto… óp. cit., págs. 107-
119.
22
Recordar en conflicto. En ella hay textos escritos por la Galería de la memoria Tiberio Fernández
Mafla, la Asociación de Familiares de las Víctimas de Trujillo (AFAVIT) y otras Asociaciones del
Oriente Antioqueño. Contienen varias imágenes y tablas, que junto al texto, procuran hacer visible
el dolor y el trauma de cada comunidad, pero también su proceso de recuperación. Estas iniciativas
de memoria, que no están mediadas (o al menos lo están de manera muy tenue) por los académicos
deben valorarse positivamente pues existe el riesgo de que el trabajo de los gestores de memoria,
como los llama el Grupo de Memoria Histórica, y de los investigadores que las analizan se convierta
en un mero ejercicio de ventriloquía y no en una herramienta para que las víctimas levanten su
propia voz.
La memoria en otros contextos. Herramienta analítica y cultura política.
En este acápite se tiene en consideración otro grupo de trabajos que no ven la memoria
necesariamente como una herramienta para la justicia ni consideran la Ley de Justicia y Paz como el
punto de partida para el estudio de la memoria. Se preocupan, por otro lado, por el tema de la
memoria desde perspectivas distintas. Algunos como Gonzalo Sánchez y Daniel Pécaut consideran
que es una herramienta para entender las características del conflicto interno mientras que otros
como Martha Cecilia Herrera y Lina María Ramírez, y César Ayala la estudian como un elemento
del quehacer político; es decir, como un mecanismo de construcción de identidades políticas. A pesar
de la diversidad de perspectivas analíticas, casi todos los trabajos mencionados siguen enmarcados
en temas del conflicto, lo que apoya la idea de Gonzalo Sánchez, de que en Colombia el tema de la
memoria está indisociablemente ligado al de la guerra.92
Un trabajo particular es el de Colombia Nunca Más,93
un proceso iniciado por varias organizaciones
sociales y de derechos humanos, organizaciones sindicales, comunitarias, eclesiales que buscan
llamar la atención sobre los crímenes de lesa humanidad cometidos por el estado colombiano.94
Su
trabajo Crímenes de Lesa Humanidad, Verdad, memoria y lucha contra la impunidad, 1966-1998,
tiene como objetivo central la documentación de crímenes de lesa humanidad en Colombia a partir
92 SÁNCHEZ GÓMEZ, Gonzalo, ―Memoria, museo y nación. Introducción‖, en Simposio Internacional y Cátedra Anual de
Historia ―Ernesto Restrepo Tirado‖ (IV, 1999, nov. 24-26), Museo, memoria y nación… óp. cit., pág. 29. 93 Para más información véase su página web. Colombia Nunca Más Memoria de Crímenes de Lesa Humanidad. [En
línea] Disponible en <http://www.colombianuncamas.org/> [página consultada el 1 noviembre de 2011]. 94 Colombia Nunca Más asegura que en Colombia los crímenes de lesa humanidad tienen como principal responsable al
estado, pues éstos requieren la movilización de medios de destrucción que sólo el ejercicio del poder puede facilitar a sus
autores. COLOMBIA NUNCA MÁS, Crímenes de Lesa Humanidad, Verdad, memoria y lucha contra la impunidad, 1966-
1998, Bogotá, s.n, 2003, pág. 17.
23
de testimonios, información de archivos judiciales y seguimiento a medios de comunicación. La
propuesta es de carácter normativo; señala específicamente los victimarios y hace uso de la memoria
como una herramienta de resistencia y dignificación de las víctimas, e intenta a través de ella lograr
la justicia. En ese orden de ideas, equiparan el esclarecimiento de los hechos y la ―recuperación‖ de
la memoria con la lucha por la reivindicación de la vida y de la dignidad, y por ello está precisamente
pensada en clave de futuro. En suma, es una herramienta contra la impunidad que garantiza la no
repetición de los hechos violentos.
El texto define y elabora una tipología de los crímenes de lesa humanidad y tiene también pequeños
relatos que dan cuenta de casos específicos como el del municipio de Yarumal. Si bien en estos casos
se construye un relato singular en donde se rescatan los nombres de las víctimas, como los trabajos
de MH, por ejemplo, la mayor parte del libro se centra en dar cuenta de la magnitud de los crímenes.
Así pues, las víctimas aparecen más como un número que como un agente dado que el recuerdo y las
memorias individuales ocupan un lugar periférico en el marco de la cuantificación. Aunque
Colombia Nunca Más argumenta que su ejercicio va más allá de una simple documentación pues
―pretende aportar elementos de análisis que posibiliten comprender las causas económicas y políticas
de los crímenes, los contextos específicos de tiempo y lugar,‖95
el contexto ocupa un lugar
secundario; tiene un carácter más fragmentario que holístico y funciona como una referencia general
para situar los crímenes denunciados.
Crímenes de Lesa Humanidad construye también una memoria particular y sesgada sobre el
conflicto armado colombiano. En la medida que se preocupa sólo por estos tipos de crímenes, que a
su juicio siempre se llevan a cabo con la ayuda de aparatos estatales, visibiliza la violencia del
paramilitarismo y la Fuerza Pública, y a duras penas menciona la existencia de grupos guerrilleros.
Colombia Nunca Más reconoce que la memoria está en un campo de enfrentamiento pues puede ser
―amputada y mediatizada por los intereses de quienes detentan el poder mediante el encubrimiento,
ocultamiento, manipulación y falsificación de las versiones de los hechos, que al acumularse
terminan por constituirse en una memoria oficial‖.96
En ese sentido, la agrupación entiende el
universo de lo político sólo en su acepción conflictiva y asume que el origen del enfrentamiento por
la memoria es responsabilidad de quienes están en posiciones de poder. Este trabajo tiene un gran
punto en común con el artículo previamente mencionado de Leaño; la preocupación central de ambos
95 Colombia Nunca Más, óp. cit. pág. 7. 96 Ibíd., pág., 40.
24
es la lucha contra la impunidad, de modo que su concepción de memoria está intrínsecamente ligada
a la verdad como un derecho de las víctimas, y en ese sentido, en su capacidad para contradecir los
relatos oficiales y ganar espacio en el ámbito jurídico. 97
Por supuesto, el trabajo encabezado por Colombia Nunca Más es un ejercicio significativo en la
coyuntura colombiana pues da un primer paso fundamental en aras de poder establecer narrativas
diversas que cuestionen los relatos oficiales sobre los hechos de violencia en Colombia.
Inevitablemente, un paso elemental es detectar y conocer los crímenes cometidos, los responsables y
las víctimas de los mismos, pero también es necesario ir más allá de eso. El trabajo no se puede
acabar después de construidas las bases de datos sobre personas desaparecidas, masacres,
desplazamientos y demás crímenes, para que las víctimas sean sólo una ―fría estadística.‖ 98
Si no
hay relatos propios de los actores en conflicto, construidos en el seno de las comunidades como los
que aparecen en Recordar en conflicto, sino sólo una mirada externa del investigador que cuantifica
se agota la posibilidad de asumir posiciones críticas frente a lo ocurrido.
Daniel Pécaut y Gonzalo Sánchez, por su parte, trabajan la memoria en contextos distintos como las
guerras civiles decimonónicas, el periodo clásico de La Violencia y el conflicto contemporáneo en
Colombia, porque en su opinión este tema permite entender varias características propias del
conflicto. Una particularidad importante es que los dos trabajos tienen una mirada de larga duración
sobre el tema y en ese sentido no le dan tanta relevancia al paramilitarismo, como sí ocurre con el
trabajo de Colombia Nunca Más, por ejemplo. Guerras, memoria e historia, en particular, es un
intento por reconstruir las múltiples conexiones entre la memoria, como subjetividad y la historia,
como racionalidad discursiva. Sánchez entrelaza sus vivencias personales con apreciaciones que van
más allá de su experiencia para estudiar la memoria, en conjunto con la guerra y la historia, en torno
a las guerras civiles del siglo XIX y el contexto político-cultural contemporáneo. Además, se
aproxima a este tema a partir de la reflexión en torno al problema de los imaginarios, los discursos y
la representación que hacen los actores sociales de los hechos del pasado.
97 El artículo de Leaño sí intenta ubicar a las víctimas en una posición central en el sentido que resalta la herramienta
Investigación Acción Participativa como uno de los mecanismos para revelar la verdad de lo acontecido, de modo que
acepta la importancia del diálogo de saberes y el trabajo horizontal de las víctimas. Para Leaño esta herramienta permite
construir memoria, que se equipara a verdad, para contradecir los relatos oficiales y luchar así contra la impunidad en el
caso de la Unión Patriótica, pero su artículo no se preocupa por el papel subjetivo de las víctimas. Es decir, no hay
valoraciones sobre el proceso de recordar, contar y hacer público el dolor. 98 SÁNCHEZ GÓMEZ, Gonzalo, Guerras, memoria e historia, Medellín, La Carreta, Universidad Nacional de Colombia,
2006, pág. 84.
25
En su artículo ―Memoria imposible, historia imposible, olvido imposible‖ Daniel Pécaut expresa que
la memoria debe estudiarse porque es lo que hace posible caracterizar el conflicto colombiano y
establecer una distinción entre las guerras civiles clásicas y las nuevas guerras civiles.99
La memoria
es entonces una herramienta para estudiar y comprender otro problema. Esto es válido, en su opinión,
porque los conflictos sociales y políticos van acompañados de conflictos de memoria que movilizan
información particular y promueven una mirada específica a los procesos. En específico, Pécaut
argumenta que durante el periodo de La Violencia las víctimas no pudieron construir un relato sobre
lo acontecido, pues tuvieron una memoria trunca en la que sólo había recuerdos del acontecimiento
traumático pero se perdían los referentes espaciales, que son, en su opinión, los que permiten la
memoria. Así, las víctimas de La Violencia sólo tenían una narrativa individual, en la que primaba el
olvido y no la memoria.100
Pécaut no se preocupa por conceptualizar la memoria pero es posible
decir que usa la memoria como sinónimo de recuerdo. A pesar de que puede ser una construcción
cambiante y heterogénea, su noción de memoria no remite a los procesos de re-significación y
construcción identitaria que le adjudican los investigadores de Memoria Histórica. Por el contrario,
piensa la memoria como una derivación del metarrelato ya que está asociada a la necesidad de
brindarle continuidad a una explicación histórica determinada y no a satisfacer intereses y
necesidades individuales. En suma, Pécaut está equiparando la memoria a un recuerdo específico
sobre los acontecimientos ligados al terror y al miedo, y no a la manera individual, disímil y
compleja en la que los individuos recuerdan, reinterpretan y re-significan un hecho particular.
El libro de Christiane Levière, Graciliana Moreno e Isabel Ortiz, Haciendo memoria y dejando
rastros. Encuentros con mujeres excombatientes del Nororiente de Colombia,101
se puede entender
como una excepción a la tendencia que se mencionaba previamente con respecto al papel central de
la víctima. A diferencia de los otros trabajos su unidad de análisis fundamental son las mujeres
excombatientes de los grupos guerrilleros que suscribieron acuerdos de paz durante los 90s; el M19,
el EPL y la CRS. El interés del trabajo es trascender la imagen de la mujer como una simple
espectadora pasiva o como una víctima inocente y dar cuenta, desde un enfoque de género, de las
memorias de las mujeres que participaron como combatientes en el conflicto armado. En ese sentido,
las autoras comparten con María Emma Wills la premisa sobre la necesidad de promover estudios de 99 PECAUT, Daniel, óp. cit., págs. 114-115. 100 Ibíd., págs., 118-120. 101 LEVIÈRE, Christiane; MORENO, Graciliana y ORTIZ, Isabel, Haciendo memoria y dejando rastros. Encuentros con
mujeres excombatientes del Nororiente de Colombia, Colombia, Fundación Mujer y Futuro, UNIFEM, 2004.
26
género para tener una mejor comprensión del conflicto armado, ya que las mujeres cumplen un papel
profundamente distinto al de los hombres e interpretan de forma diferenciada los hechos. La
metodología usada en el libro no es muy distinta a los trabajos anteriores en la medida que intentan
darles voz a los actores con el ánimo de construir un relato alternativo por medio de entrevistas y
eventos de socialización. Esta tendencia es diciente sobre la transformación que se mencionó
previamente en las ciencias sociales con respecto al papel de las otras voces. Ahora, esos sujetos
antes marginados y silenciados, son la fuente principal para la reconstrucción de los hechos del
pasado, y no interesa tanto la veracidad del testimonio como lo que se puede interpretar a partir del
mismo.
En el compendio El papel de la memoria en los laberintos de la verdad, la justicia y la reparación,
el artículo de Olga Sánchez Moncada y Sandra Rodríguez Ávila, ―Narrativa, memoria y enseñanza
del conflicto armado colombiano. Propuesta para superar las políticas de olvido e impunidad‖
explora la relación entre la memoria del conflicto y el tratamiento curricular. Moncada y Ávila parten
del supuesto de que existe un abuso mediático de las memorias oficiales en la educación escolar a
través del cual es posible marginar a los grupos políticos y movimientos sociales con proyectos
colectivos distintos al oficial, promover el olvido de las víctimas y legalizar la impunidad sobre los
responsables de los hechos atroces.102
Así las cosas, su noción de la memoria está relacionada con la
posibilidad de alcanzar justicia a través de la reelaboración de las narrativas institucionales y re-
significación de los hechos del pasado, como casi todos los trabajos hasta ahora mencionados.
Por otro lado, la memoria también ha sido estudiada como un fenómeno propio de la cultura política
en cuanto es capaz de constituir subjetividades políticas. El libro de César Ayala, El populismo
atrapado. La memoria y miedo. El caso de las elecciones de 1970 tiene como objeto de análisis las
campañas electorales, en particular la de 1970, en lo que atañe a las formas de comunicación, las
modalidades de propaganda, los estilos políticos, las identidades y el papel del discurso durante el
periodo de elecciones. En su opinión, la contienda electoral de 1970 estuvo caracterizada por una
―pelea por las memorias‖ entre los pastranistas liberales y los rojistas, en donde cada grupo ―había
construido y organizado su propia interpretación del pasado que difundía, defendía y sustentaba en
102 SÁNCHEZ MONCADA, Olga y RODRÍGUEZ ÁVILA, Sandra, ―Narrativa, memoria y enseñanza del conflicto armado
colombiano. Propuesta para superar las políticas de olvido e impunidad‖, en Gómez Navas, Diana y Serna Dimas, Adrián
(comp.), óp. cit., pág., 206.
27
voz alta.‖ 103
Su objeto de análisis no es la memoria per se, sino que ésta resulta importante para la
comprensión de la cultura política en Colombia y la manera como se activan diversos discursos en
una coyuntura política específica. Como Pécaut, considera la memoria un instrumento para la
comprensión de un problema más amplio. Ayala analiza la memoria en clave de identidad partidista;
es decir, las memorias de los grupos políticos se refieren a eventos y procesos políticos concretos y
se activan primordialmente en el marco electoral como una herramienta más de la lucha política.104
A
diferencia de los trabajos antes mencionados, no está sujeta necesariamente a traumas, no se refiere
únicamente a los recuerdos y experiencias de las víctimas o los perdedores, sino a todos los
partícipes en las contiendas electorales. Así pues, su idea de la memoria está anclada en un concepto
más tradicional de lo político y la gran particularidad de El populismo atrapado en el horizonte de
reflexión de esta monografía es que es el único texto que no aborda la memoria en torno al conflicto
político colombiano.
Un problema de índole similar ha sido abordado por Martha Cecilia Herrera y Lina María Ramírez
en su artículo ―Políticas de la memoria como forma de socialización y de subjetivación política. Un
análisis histórico sobre el tiempo presente‖ publicado en Las luchas por la memoria. En él examinan
las marchas del 4 de febrero y del 6 de marzo del 2008 en Colombia para ver como en ellas se
activaron ―políticas de la memoria respecto al conflicto político colombiano y a sus diversas formas
de comprensión, impeliéndonos a determinados modos de acción y valoración política.‖ 105
En ese
sentido, la memoria constituye una herramienta para entender las subjetividades políticas, es decir, la
manera cómo a través de los esquemas y los patrones mentales los individuos experimentan,
apropian y re-significan los aprendizajes y prácticas relacionados con lo político.106
Como César
Ayala, Herrera y Ramírez se centran en las memorias específicas que se activan y entran en puga en
coyunturas particulares propias del mundo político como son las elecciones y las marchas.
103 AYALA DIAGO, César Augusto, El populismo atrapado, la memoria y miedo. El caso de las elecciones de 1970,
Medellín, La Carreta, Universidad Nacional de Colombia, 2006, pág. 13. 104 Loc. cit. 105 HERRERA, Martha Cecilia y RAMÍREZ, Lina María, ―Políticas de la memoria como forma de socialización y de
subjetivación política. Un análisis histórico sobre el tiempo presente‖, en Jiménez Becerra, Absalón y Guerra García
Francisco (comp.), Las luchas por la memoria, Bogotá, Universidad Distrital Francisco José de Caldas, Centro de
Memoria, Paz y Reconciliación Distrital, 2009, pág. 25. 106 Ibíd., pág., 26.
28
III. Reflexiones finales
Es posible pensar que la memoria producida desde el GMH puede entenderse hoy, en cierta medida,
como una memoria fuerte en el sentido que le otorga Enzo Traverso,107
si se piensa que están
promovidas y apoyadas por institucionales del estado. Esto ha significado, entre otras cosas,
facilidades en el proceso de investigación, mayores recursos para el trabajo con las comunidades
victimizadas y procesos formales de difusión que han potenciado, a su vez, el reconocimiento de
esos informes. El carácter ambicioso y holístico de Memoria Histórica, en el que se combina la
puesta en escena de las memorias de los actores con su interpretación, discusión y crítica es uno de
los mayores logros del proyecto. En contraste, la mayor parte de los trabajos mencionados, como los
de Adriana Leaño, María Victoria Uribe, Marcela Briceño-Donn y Catalina Uprimny, llaman la
atención sobre las memorias de las víctimas pero su ejercicio acaba ahí; no se perciben debates ni
reflexiones críticas sobre las diversas interpretaciones de lo suscitado, ni sobre las propias memorias
que están exhibiendo. Son muy escasos los trabajos que discuten la producción académica existente,
como sí ocurre con el artículo de Jefferson Jaramillo o los que reflexionan sobre la memoria como
concepto y objeto de estudio, como es el caso de Gonzalo Sánchez en Guerras, memoria e historia.
Asimismo, una gran parte de los trabajos tienen una relación estrecha con Justicia y Paz en cuanto
entienden la memoria como un componente de la verdad, y por tal, como una herramienta para la
garantía de los derechos de las víctimas. En ese sentido, son hijos del nacimiento de una ‗nueva
conciencia humanitaria‘108
que aboga por procesos judiciales memoriosos y en suma, que ubica a la
víctima como una instancia fundamental para la reconstrucción del pasado traumático. De ahí se
entiende, por ejemplo, que María Emma Wills argumente que uno de los propósitos de los informes
del Grupo de Memoria Histórica es que el reconocimiento de ciertos hechos violentos ocurridos en el
pasado produzca indignación; para que a partir de ahí se pueda promover algún tipo de acción.109
Esta también es la motivación del trabajo de Colombia Nunca Más y del artículo de Adriana Leaño,
quienes ven entonces la memoria como un primer eslabón para la justicia. No obstante existen varios
trabajos como el de César Ayala, Pécaut y Herrera y Ramírez que se alejan de estas premisas. Para
107 Enzo Traverso argumenta que las ‗memorias fuertes‘ son aquellas que están alimentadas, promovidas por
instituciones formales o por entidades del estado, que adquieren una mayor visibilidad y reconocimiento en el ámbito
público e institucional. TRAVERSO, Enzo, óp. cit., págs. 48-51 108 OROZCO ABAD, Iván, óp. cit., pág. 12 109 WILLS, María Emma, ―Mujeres que hacen historia‖, Presentación libro Mujeres que hacen historia. [En línea] Página
Web. Departamento de Ciencia Política, Universidad de los Andes. Disponible en <http://c-
politica.uniandes.edu.co/docs/data/Wills_mh.pdf> [página consultada el 11 de noviembre de 2011]
29
ellos, la memoria no es una reconstrucción subjetiva, heterogénea y combativa de los hechos del
pasado que subvierte ciertas interpretaciones del mismo y busca la justicia, sino una herramienta más
para la investigación social. Por eso, a pesar de que algunos siguen teniendo como horizonte de
análisis el conflicto armado buscan entender otros fenómenos y no el proceso de interpretación del
pasado.
Algunas consideraciones sobre el uso y el estudio de la memoria en Colombia
El ejercicio de rescatar, promover, resaltar memorias diversas sobre lo acontecido que está
ocurriendo hoy en Colombia es relevante porque la mirada hacia ese pasado traumático es una forma
de obligar a la sociedad colombiana a mirarse en el espejo. Además, como asegura Colmeiro, en el
ejercicio de memoria histórica hay un juicio crítico hacia los hechos del pasado, en el que se deben
hacer evidentes las responsabilidades de los diferentes actores involucrados,110
y ojalá, cada cual
acepte su grado de culpa. Eduardo Pizarro, entre otros académicos, destaca también que este proceso
implica un llamado a sacar lecciones,111
lo que hace plausible pensar que esas ―historias al servicio
de la memoria‖ como las llama Iván Orozco, están ancladas en una concepción no moderna de la
historia. Por el contrario, se asemeja a la vieja historia magistra vitae, que buscaba en los
acontecimientos ejemplos para el presente y el futuro. A pesar de los debates que esto puede suscitar,
sí es importante que esa ‗memoria histórica‘ que ha sido reconstruida a partir de las víctimas tenga la
capacidad de influir sobre nuestro presente, ojalá en un sentido positivo.112
Si bien este proceso
apenas comienza, es necesario hablar de manera coherente y crítica sobre los hechos del pasado,
porque el ejercicio de memoria per se no garantiza nada; 113
no se sabe cuál será su uso114
, si podrá
ser autónoma115
, ni si cambiará la conciencia que tiene una sociedad de ciertos hechos pasados.
Ahora bien, junto a Pizarro es menester destacar también lo indeseable que resulta que en sociedades
que se presumen democráticas y pluralistas existan historias compartidas, homogéneas y unívocas.116
110 COLMEIRO, José F., óp. cit., pág. 24 111 PIZARRO LEONGÓMEZ, Eduardo, óp. cit., pág. 71. 112 AGUILAR FERNÁNDEZ, Paloma ―Aproximaciones teóricas y analíticas al concepto de memoria histórica. Breves
reflexiones sobre la memoria histórica de la Guerra Civil Española (1936-1939)‖ en Carlos Barrios (ed.), Historia a
debate, Tomo II, Retorno del Sujeto¸ Actas del Congreso Internacional ―a historia a debate‖ celebrado el 7-11 de julio de
1993 en Santiago de Compostela, Santiago de Compostela, historia a debate, 1995, pág. 133 113 CRUZ, Manuel, Cómo hacer cosas con recuerdos. Sobre la utilidad de la memoria y la conveniencia de rendir
cuentas, Buenos Aires, Katz, 2007, pág. 82. 114 TODOROV, Tzvetan, óp. cit., pág. 33 115 CRUZ, Manuel, óp. cit., pág. 85. 116 PIZARRO LEONGÓMEZ, Eduardo, óp. cit., pág. 70.
30
No obstante, sí es imperativo que la verdad y la memoria se conviertan, cada vez más, en exigencias
nacionales a las cuales deben responder con igual grado de responsabilidad la sociedad y la
institucionalidad, y convertirse también en políticas de estado117
, sin que eso signifique que todas
esas memorias apoyadas se vuelvan una ‗historia o memoria oficial‘. Vale acaso reflexionar acerca
de lo que dice Paloma Aguilar, quien asegura que cuando no existe un acuerdo de la comunidad o
sociedad sobre las lecciones el pasado, hay una memoria histórica conflictiva sobre la que es casi
imposible construir un futuro común.118
¿Está Colombia en ese punto? ¿Existe un acuerdo sobre el
pasado traumático? ¿Hay consenso sobre cómo hacer un ajuste de cuentas con el pasado con miras al
futuro?
Como se mencionó ya algunas veces, varios académicos consideran que la Ley de Justicia y Paz
puede entenderse como un punto de inflexión importante en Colombia en cuanto creó el marco
jurídico para la desmovilización de los grupos paramilitares y para la reparación integral de las
víctimas. Consolidó, en suma, la noción de víctima como derechohabiente. Si bien promovió
iniciativas para la reconstrucción de los hechos del pasado y la búsqueda de la verdad no es posible
afirmar que implica, hasta hoy, un cambio sustancial en el status de las víctimas. En ese sentido, hace
falta la distancia temporal que permita entender cuál fue la capacidad de este suceso para configurar
un después; es decir, para establecer demarcaciones119
verdaderas en la condición de la víctima y en
particular, en la concepción de memoria en dichos procesos. Por ahora, parece que en cierta medida
sí cumple una función de reordenamiento, al menos en el mundo académico y en la discusión en
sectores de la sociedad civil, pero no se puede hacer una apreciación definitiva. No es gratuito, por
cierto, que se esté debatiendo todavía la viabilidad de la Ley de Víctimas que pasó en el Congreso
hace poco tiempo y que todavía espera la sanción presidencial en medio de dudas e incertidumbres.
Más importante aún, esta Ley puede poner en jaque la labor y la existencia del Grupo de Memoria
Histórica (y de la CNRR en general) en cuanto avala la creación de un Centro para la Memoria
Histórica.120
Previamente se habían suscitado debates y preocupaciones tras la decisión del
vicepresidente Angelino Garzón de ocupar la presidencia de CNRR en reemplazo de Eduardo
117 SÁNCHEZ GÓMEZ, Gonzalo, ―Retos de la verdad y la memoria… óp. cit., pág. 64 118 AGUILAR FERNÁNDEZ, Paloma ―Aproximaciones teóricas y analíticas al concepto de memoria histórica… óp. cit., pág.
132. 119 FAZIO VENGOA, Hugo ―¿Fue un acontecimiento histórico?‖… óp. cit. 120 SÁNCHEZ, José Antonio, ―¿Podrían quedar impunes las 3.500 masacres ocurridas en Colombia?‖, en El Tiempo,
Sección Justicia, 6 de abril de 2011, [En línea] Disponible en <http://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-
9128480> [página consultada el 21 de noviembre de 2011]
31
Pizarro y ―el nombramiento de personas cercanas a su entorno‖, pues ponía en tela de juicio la
independencia de la organización frente al gobierno.121
Está por verse entonces qué pasará con las
iniciativas por la memoria y con el ímpetu en recuperar y reconstruir las narrativas de las víctimas
del conflicto armado en Colombia. En definitiva, atravesamos un momento vertiginoso en el que se
está fortaleciendo una sensibilización del mundo académico, de la sociedad civil y también del
ámbito político en torno a un tema relevante en el contexto actual, pero es plausible que en un futuro
no muy lejano se presente un choque político. El hecho de que las memorias subalternas, contra-
hegemónicas, disidentes estén siendo puestas en la luz pública a través de cauces oficiales implica
tensiones que podrían terminar en fuentes disonancias. También es preocupante que el deber de
memoria se convierta únicamente en una formula retórica y conformista122
que no modifique el
estatus de los actores y que permanezca archivada en un museo.
En torno a esto, Wills opina que el verdadero cambio en el papel de las víctimas sólo es completo
cuando el reconocimiento es sacralizado y oficializado, es decir, cuando se hace presente en
conmemoraciones públicas, en monumentos, representaciones pictóricas, entre otros,123
argumento
con el que estoy en desacuerdo. Muchos han advertido el peligro que supone este ejercicio; tal que lo
han interpretado como un ‗abuso‘ de la memoria. Para Traverso, por ejemplo, una mala utilización
de la memoria---él escribe pensando en la Shoah—―es embalsamarla, encerrarla en museos‖ y
neutralizar así su potencial crítico,124
de manera que deja de servir a las ―buenas causas‖.125
Todorov,
en Los abusos de la memoria, argumenta que cuando la memoria se sacraliza se vuelve estéril, corre
los riesgos de volverse literal, con lo cual es imposible ir más allá de sí misma, establecer
comparaciones o llegar a ser liberadora.126
Muchos de los textos con los que se ha reflexionado en estas páginas están de acuerdo en el
postulado de Gonzalo Sánchez sobre la ―irrenunciable opción ética por el eslabón más débil de las
múltiples cadenas de la guerra‖127
y de ahí que las víctimas hayan alcanzado un papel protagónico y
121 ―Nombramientos de Angelino Garzón desatan tensión en la CNRR‖, en El Tiempo, Sección Política, 3 de marzo de
2011, [En línea] Disponible en <http://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-8950695> [página consultada el 21
de noviembre de 2011] 122 TRAVERSO, Enzo, óp. cit., pág. 41. 123 WILLS, María Emma, ―Historia, memoria, género… óp. cit., pág. 54. 124 TRAVERZO, Enzo, óp. cit., págs., 69-70. 125 TODOROV, Tzvetan, óp. cit., pág. 17. 126 Ibíd., págs., 31-33. 127 SÁNCHEZ GÓMEZ, Gonzalo, ―Tiempos de memorias, tiempos de víctimas‖ en Análisis Político, No. 63, mayo-agosto,
2008, pág. 4
32
se encuentren ahora en el centro del debate. Es menester, sin embargo, evitar el discurso
homogeneizador de las víctimas128
, en el que se incurre en el peligro y el equívoco de asumir que
todas han atravesado por las mismas experiencias, tienen las mismas expectativas son respecto a su
propio futuro y al papel que debe jugar el estado y la sociedad civil en su reconocimiento, inclusión y
reparación. En caso de que esto ocurriera resultaría imposible satisfacer sus demandas y ayudar en la
construcción de un futuro más prometedor. Algunos de estos riesgos ya habían sido anunciados
tiempo atrás por Gonzalo Sánchez en su libro, Guerras, memoria e historia, quien decía en ese
entonces129
que en Colombia, ―el culto a la memoria es mucho más ambiguo que en estas historias ya
consumadas, [refiriéndose a los casos del Cono Sur y Centroamérica] puesto que puede cumplir una
función liberadora pero puede también producir efectos paralizantes sobre el presente.‖130
Igualmente importante es no caer en el equívoco de resaltar únicamente la memoria, y por ende, la
versión de las víctimas y promover así que los colombianos nos identifiquemos únicamente con
ellas. De acuerdo con Todorov, con esto seríamos incapaces de juzgarnos o de aceptar nuestras
responsabilidades con el trauma acontecido, y tampoco podríamos aprender nada del pasado. No
sobra subrayar la posición cómoda que implica identificarse siempre con los ‗buenos‘ pero nunca
con los ‗malos‘,131
generando sólo visiones maniqueas y que dejan poco para la reflexión y la
autocrítica. Lo ideal es que los trabajos sobre la memoria permitan contraponer versiones de los
hechos para que las narrativas del pasado estén continuamente en diálogo, no que la visibilidad de la
versión de las víctimas termine por imponerse de modo absoluto porque así sólo habría en el futuro
una única versión de la historia; es decir, una nueva historia oficial.
128 Loc. cit. 129 La primera publicación del libro fue en el 2003. 130 SÁNCHEZ GÓMEZ, Gonzalo, Guerras, memoria e historia, óp. cit., pág. 17. 131 Dice Todorov, ―…no hay mérito alguno en ponerse en el lado acertado de la barricada, una vez que el consenso social
ha establecido firmemente donde está el bien y dónde está el mal.‖ TODOROV, Tzvetan, óp. cit., pág., 42.
33
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