DE LA DISCIPLINARIEDAD A LA TRANSDISCIPLINARIEDAD DEL CONOCIMIENTO. UN DESAFÍO EPISTEMOLÓGICO PARA ABORDAR LA
INVESTIGACIÓN DOCTORAL DR. Antonio Balza laya
Los enfoques transdisciplinarios se definen básicamente por una crítica radical al estatuto epistemológico de la lógica disciplinaria, por un cuestionamiento a los fundamentos de la ciencia moderna y por una toma de distancia de las metodologías que están en la base de la taxonomía epistémica del mundo académico. (Lanz, 2008).
Planteamientos preliminares que orientan el debate
Como seres humanos en devenir, en la actualidad presenciamos con
asombro el derrumbe de las grandes hegemonías universales que han
gobernado al mundo, las cuales han operado como potentes dispositivos
ordenadores en el campo de la política, la economía, la religión, la educación y
la cultura, y por supuesto en el dominio de la vida académica y en las formas
de construir las ciencias. Todas estas rupturas hegemónicas trascurren en un
espacio global e ilimitado, en el trascontexto de una sociedad planetaria donde
diversidad y multiculturalidad se encuentran para intentar ofrecer respuestas a
las múltiples y crecientes necesidades del género humano.
Entonces, todos estos quiebres hegemónicos nos concitan a repensar la
realidad y a emprender diferentes modos de producir, gerenciar y comunicar el
conocimiento, pero también a plantearnos nuevas opciones e interrogantes
acerca de los modos de educarnos, capacitarnos y organizar el trabajo. Ello
traduce un repensamiento permanente de los modelos de aprendizaje y las
formas de gestionar el conocimiento, y sobremanera, de los modos de
investigar para construir la ciencia.
En cuanto a la gestión del conocimiento, esta dimensión humana se
inscribe dentro de una triple vertiente para dar cuenta, por una parte, de la
genealogía del acto pedagógico que se expresa en la mediación mágica entre
docente discente y multicontextos. En segundo lugar, la gestión del
conocimiento alude a la gestión con personas en contextos organizacionales en
la interacción laboral y productiva del talento humano, concebido este como
capital social, y finalmente la gestión del conocimiento asociada directamente a
la construcción de este desde la ontología de los procesos de investigación.
En todos estos escenarios están ocurriendo grandes transformaciones
a una gran velocidad y con un elevado grado de imperceptibilidad, pero que
mueven los cimientos y estructuras de la ciencia de la modernidad, tal y como
lo argumenta Guerra (2004), al interpretar a Mires:
Se constata que la velocidad con la cual ocurren los cambios y su elevado grado de imperceptibilidad configura la revolución que nadie soñó. El propio estatuto de la ciencias de la modernidad se torna cada ves mas obsolescente y se evidencia su insuficiencia y rezago para dar cuenta de la realidad emergente, lo que permite inferir, que también la epistemología esta en crisis (p.21)
Ahora bien, si volteamos la mirada al interior de nuestras universidades,
facultades y escuelas, pareciera que nada hubiese cambiado, que todo
permanece igual, pues, los modelos de investigación para la construcción del
conocimiento, aun en el campo de las Ciencias Sociales, permanecen anclado
en una visión simplificadora y reduccionista de toda realidad, propio del
estatuto disciplinario de la ciencias. Así lo deja ver Retamar (1998), cuando
expone que nuestro sistema educativo se orienta hacia la especialización,
dado que cada vez que indagamos algo nuevo y diferente acerca del mundo,
se implanta una nueva disciplina académica, profesional o científica.
De este modo, acota el autor que “el aprendizaje se ha fragmentado en
campos de estudios cada vez mas restringidos bajo el supuesto cartesiano-
newtoniano, de que cuanto mas sepamos de las partes, mas preparados
estaremos para conocer el todo que dichas partes conforman” (p.14)
Estos planteamientos también son compartidos por Lomelli (2007),
quien desde una experiencia investigativa de nivel doctoral titulada:
Investigación Transdisciplinaria. Un Camino para Trascender la Cotidianidad
en el Aula, enfatiza que el pensamiento que se promueve desde las aulas de
clases, es simple lineal y excesivamente disciplinar; no prepara al estudiante
para la producción de conocimientos fundamentados en procesos
investigativos integrados que le permitan entender, comprender y explicar el
conjunto de problemas que existen en una sociedad cada vez de mayor
complejidad y de múltiples dimensiones.
En efecto, la visión de simplicidad y fragmentación de la realidad
referida por los autores, agota toda posibilidad de comprender las
transformaciones sociales y sus consecuencias en el desarrollo del ser
humano, puesto que el proceso de encuentro, dialogo y mediación de las
disciplinas científicas debe permitir descubrir que en el interior de cada docente
y cada alumno existen factores de cambios ocultos, que solo pueden ser
activados a partir de un proceso de discusión y reflexión profunda e
interrogación permanente de la condición humana, pero desde perspectivas
epistemológicas complejas, transdisciplinarias y transcomplejas.
Entonces, el pensamiento y praxis investigativa de nivel doctoral en el
campo de las Ciencias Sociales, pareciera navegar en la corriente de lo simple,
pues, muchas veces se ahoga en el análisis de los efímero y se alindera en el
determinismo y reduccionismo del pensamiento único, el cual a su vez
empobrece al mínimo toda realidad y toda idea nueva e iniciativa del
investigador.
Conforme a todas estas ideas, y con el objeto de imprimirle
direccionalidad a la línea argumentativa del discurso, seguidamente se
formulan algunas interrogantes, las cuales bien pudieran permitir dibujar la
duda ontoimplicadora del autor, a partir de la cual se religa una cadena
argumental para ir replegando y desplegando nuevos cuerpos de
conocimientos en este trabajo.
¿Que significa una investigación de nivel doctoral?
¿Cuáles son las limitaciones e insuficiencias de la investigación
disciplinarias en la construcción del conocimiento?
¿Es posible pensar la investigación doctoral desde una perspectiva
epistemológica transdisciplinaria?
Estas interrogantes se pretenden responder durante el viaje de la
discusión argumentativa del autor, en tanto esto no significa, que se agotan
todas las posibles respuestas acerca de las mismas, pues, como tiene que ser,
cada argumento expuesto constituye un motivo para continuar interrogando
sobre estos temarios del conocimiento.
El nivel de investigación doctoral constituye por excelencia un especial
esfuerzo organizado e intelectual para la indagación y construcción del
conocimiento a través de un proceso sistematizado de investigación. Ello
necesariamente conduce a identificar problemáticas, que requieren ser
abordadas, no solamente desde la razón antológica del conocimiento, es decir,
desde la naturaleza misma del objeto de estudio, sino desde el entramado
teórico donde subyacen estas problemáticas; pero mas importante aun, desde
la multiperspeptividad de posibilidades paradigmáticas y epistemológicas para
pensar libremente lo que se desea conocer.
Una investigación de nivel doctoral en el campo de Ciencias Sociales
constituye un gran desafío intelectual y ético para la construcción de un nuevo
cuerpo de conocimientos en forma sistematizada para dar respuesta a
problemáticas sociales. Este desafío traduce partir de una duda
ontoimplicadora, de un sintagma relacional complejo que religa las razones
teóricas, ontológicas, epistemológicas y metodológicas del conocimiento
durante el proceso de investigación en absoluta libertad de pensamiento.
Entonces, un candidato a doctor, un doctor en formación debe ser un
investigador permanente, un ínter nauta, un critico, un hermeneuta dialéctico
para abordar la realidad y transitarla desde sus pensamientos para viajar de lo
simple a lo complejo, de lo disciplinario a lo transdisciplinario, de la certeza a la
incertidumbre, es decir movilizarse desde la lógica científica formal hacia una
nueva lógica cognitiva de naturaleza relacional y reconfiguracional. Quizás,
como lo plantea Méndez (2003), “el aspirante a doctor debe situarse en los
límites explicativos, interpretativos o predicativos de las teorías, paradigmas,
metodologías y campos disciplinarios existentes en torno al problema o
problemáticas estudiadas, para que pueda superarlos generándose saltos
cualitativos en el conocimiento científico.” (p.99)
Dentro de esta óptica, la mirada transdisciplinaria de la realidad
constituye una opción epistemológica emergente, puesto que se define así
misma como una critica radical a los fundamentos epistemológicos de la lógica
disciplinaria, en tanto constituye un transito mental del investigador para hacer
uso de un pensamiento interrogador y trascendente que se activa en la
genealogía de una inteligencia de orden superior que explora nuevos patrones
de descubrimiento y desafía estructuras de razonamiento emergentes en la
construcción del conocimiento.
Disciplinariedad e interdisciplinariedad en el campo de la
investigación social.
El término disciplina apareció por primera vez como consecuencia del
desarrollo de la ciencia y el surgimiento de las universidades medioevales
durante el siglo XII, en el momento que estas comenzaron a conformar sus
programas de estudio, y por razones practicas, la construcción del
conocimiento se empezó a realizar en forma fragmentada.
De este modo y de acuerdo con Ferreira (2001), la base de la
enseñanza de las escuelas medievales y las primeras universidades fueron las
siete artes liberales de la sabiduría universal de entonces que configuraban,
por una parte el trivium integrado por la gramática, la dialéctica y retórica, y
por la otra, el quadrivium, conformado por la aritmética, la geometría, la
música y la astrología.
Es a partir de esta época que, tanto en los diseños curriculares como
en la praxis académica de los docentes, así como en la gestión de
investigación para la construcción del conocimiento, se instaura una cultura de
la división y clasificación de lo contenidos programáticos con una lectura en
forma aislada y disciplinar, como una vía para el estudio y análisis a
profundidad de las partes que conforman un todo.
De allí que en palabras de Morín (1997), la historia de las disciplinas
científicas se encuentra inscrita en la historia de la universidad, refleja la
diversidad de los dominios que recubren las ciencias, y por lo tanto, las
construcciones teóricas poseen un momento de nacimiento, de
institucionalización, de evolución y de dispersión.
Visto de este modo, la disciplinariedad académica y profesional
constituye una lógica científica fuertemente instalada y posicionada en la
medula de nuestras universidades, facultades, escuelas y diseños curriculares,
la cal se mantienen quizás como una herencia de al academia de la
modernidad, que impide y limita toda posibilidad de ligazón y dialogo entre las
disciplinas; pero aun mas, es una perspectiva epistemológica que obstruye y
empobrece todo intento de razón plural y argumentación trascendente.
Por estas razones la mirada disciplinaria luce como una perspectiva
epistemológica restringida e insuficiente para nutrir la ciencia de nuevos
valores y poder disfrutar de sus riquezas, pues es un posicionamiento que
ahoga los espacios de comprensión global y de reflexión profunda.
Pero en el devenir de la humanidad, la propia complejidad de los
problemas de la realidad ha propiciado que las disciplinas autónomas se
aperturen y desarrollen nuevas aportaciones a la ciencia, lo que ha conducido
a múltiples interrelaciones para lograr una comprensión e interpretación mas
integral de la realidad que ha sido objeto de análisis de forma particular y
especializada, desde las mismas ontología disciplinar.
En cuanto a la interdisciplinariedad existen diferentes
conceptualizaciones, las cuales se presentan desde múltiples enfoques, áreas
de conocimiento, ciencias particulares, entre otras. De este modo, en el plano
docente educativo, Ruiz (1999) plantea que la interdisciplinariedad es la
correlación entre diversas disciplinas que mantienen su independencia, pero se
vinculan en las proyecciones que posibilitan integrar los esfuerzos orientados
al logro de objetivos educativos y de aprendizajes priorizados de acuerdo con
lo que se aspira del egresado de los diferentes niveles de la educación.
Por su parte Estrada (2000), al abordar el tema aporta que la
interdisciplinariedad evidencia los nexos entre las diferentes asignaturas,
reflejando una acertada concepción científica del mundo, lo cual demuestra
que los fenómenos no existen por separado, pues, al interrelacionarlos a través
de los contenidos se estructuran en campos de interpelación, interacción y
dependencia para el desarrollo del mundo, mientras que para Nicolescu
(2003), la interdisciplinariedad es transferencia de métodos de una disciplina a
otra y se puede distinguir por su grado de aplicación, fundamentos
epistemológicos y de concepción de nuevas disciplinas.
Todas estas definiciones conceptuales comportan, que las conexiones
cognoscitivas interdisciplinarias desde la ontología de los procesos de
investigación, normalmente se manifiestan a través de los nexos entre
profesionales, campos particulares del conocimiento, perspectivas
paradigmáticas y transferencias de metodologías y técnicas con el objeto de
integrar aportes y contenidos, que al imbricarlos orientan la solución de
aquellas problemáticas que son objeto de investigación.
Ahora bien, todos estos nexos de carácter interdisciplinarios,
multidisciplinarios y pluridisciplinarios pueden concretarse en hechos, teorías,
conceptos, métodos de trabajo, ejercicios de la actividad intelectual y
profesional, modelos de actuación y experiencias formativas, pero en tanto no
se progrese hacia una reflexión hermenéutica más profunda respecto a la
realidad para resignificarla, siempre permanecerán en el dominio de la lógica
científica disciplinaria
. El camino que conduce a la transdisciplinariedad.
Quisiera comenzar esta parte del discurso citando a Kant (2004), quien
postula, que “existe en la psique de cada ser humano un impulso irresistible por
superar el ámbito de las experiencias verificables, para formular conjeturas
hipotéticas, doctrinas metafísicas y creaciones fantasiosas acerca del mundo”
(p. 875).
Esta iluminación Kantiana permite aportar, que durante el viaje del
investigador hacia campos transdisciplinarios del conocimiento, se genera una
interconexión fecunda entre pensamientos, ideas, intuiciones y dudas que
integran todos los horizontes posibles de los distintos niveles de realidad; es
por lo tanto, una concurrencia de saberes, que parte del dominio disciplinar de
las ciencias, pero que va mucho más allá de esta y de la visión multi e
interdisciplinaria.
Es en efecto, se trata de una cosmovisión emergente de una realidad en
construcción, que trasciende la dinámica de toda síntesis dialéctica
subordinada a los designios de la lógica formal, al confluir en una dinámica
inscrita en una suprainteligencia de orden superior, para apostar por la
concepción de la realidad como un todo, donde se define la ontología de una
lógica reconfiguracional, dialéctica y compleja.
Esto permite confirmar, que los enfoques transdisciplinarios, según Lanz
(2005), se definen básicamente por una crítica radical al estatuto
epistemológico de la lógica disciplinaria; por un cuestionamiento a los
fundamentos de la ciencia moderna; por una toma de distancia de las
metodologías que están en la base de la taxonomía epistémica del mando
académico.
Planteadas las cosas de este modo, abordar la investigación doctoral en
el campo de las Ciencias Sociales desde una mirada transdisciplinaria, designa
un gran desafío epistémico para el investigador, en tanto la construcción de
una tesis doctoral, tal y como lo argumenta Mañas (2004), traduce una
actividad intelectual avanzada en la que el doctorando, desde una determinada
perspectiva epistemológica, debe demostrar hacer una contribución
significativa, tanto a un determinado campo de conocimiento, como al avance
de la ciencia.
Sin embargo, el verdadero desafío de un investigador a nivel doctoral,
refiere Balza (2010), es abordar la realidad desde la multireferencialidad y la
interproblematicidad subyacente en el sintagma relacional que la definen, pues
“la idea es transitar desde los campos disciplinares donde se anida el objeto de
estudio, hacia una fusión de horizontes del conocimiento para el encuentro con
lo transdisciplinario” (p. 75).
Este posicionamiento epistemológico, sugiere que se produzca en el
investigador un giro en sus modelos de pensamiento, un quiebre
paradigmático y/o un tránsito mental, para tomar distancia del trono de las
disciplinas y encaminarse hacia la búsqueda de construcciones sinonímicas
para la resignificación conceptual. Esto significa, apostar por la refundación de
nuevos saberes científicos provenientes de campos disciplinares dispares, para
explorar nuevas perspectivas epistemológicas en la construcción del
conocimiento, pero también, para asomar nuevas interrogantes al campo de
las ciencias.
La mirada transdisciplinaria en la construcción de un nuevo conocimiento
en el contexto de una investigación de nivel doctoral, supone superar los
linderos estructurales y estructuradores de todo conocimiento en construcción,
así como ampliar la carga semántica que separa una disciplina de otra. Esta
visión amplificadora implica un giro lingüístico desde la ontología transversal
del lenguaje, que remite al investigador a involucrarse en un diálogo multinivel
de alcance intercultural y transcontextual.
Ahora bien, con frecuencia en las discusiones académicas, en los
seminarios doctorales y conferencias en eventos científicos, se suele
preguntar: ¿Cómo iniciar una investigación transdisciplinaria?; ¿Cuáles son las
fases?; ¿Es una tarea individual o colectiva?; o más específicamente, ¿Cómo
hacer una tesis doctoral fundamentada en una visión transdisciplinar?
Todas estas interrogantes es necesario despejarlas por parte del
investigador, eso si, bajo la premisa de que es necesario transitar siempre de lo
simple a lo complejo, de lo disciplinario hacia lo transdisciplinario.
La visión transdisciplinaria de los procesos de investigación en general, y
de nivel doctoral en particular, necesariamente tiene sus raíces en la ontología
disciplinar del conocimiento, en la concurrencia y encuentro entre éstas; es
decir, el conocimiento que se construye por parte del investigador, surge del
diálogo interdisciplinario, multidisciplinario y pluridisciplinario.
De este modo, se pueden desarrollar experiencias investigativas en el
campo de los colectivos pedagógicos, en el entramado curricular de los
estudios de pre y postgrado, en el contexto de las organizaciones
empresariales y socio productivas, así como también en el campo de los
colectivos comunitarios, entre otros.
Estas afirmaciones se pueden ilustrar mediante un ejemplo puntual, es
decir, una experiencia de investigación en desarrollo.
Es el caso de un grupo de investigadores que se proponen desarrollar
una investigación relacionada con una interproblemática ubicada en el campo
del desarrollo local y comunitario.
Para tal efecto, se organiza un equipo de investigadores
interdisciplinarios, conformado por un educador, un médico, un economista, un
sociólogo, un ingeniero ambientalista, etc. Cada uno de estos investigadores,
decide abordar una problemática común desde su área de conocimiento,
desde su óptica profesional – disciplinaria, y conforme a las intencionalidades
planteadas, analizan, descubren, comprenden e interpretan la realidad sobre la
cual presentan resultados.
Es importante precisar, que estos avances o reportes de investigación,
constituyen en sí mismo, una aproximación fragmentada a la realidad, un
acercamiento parcial o una verdad siempre inconclusa, en tanto la misma está
inscrita, sólo dentro de los linderos de una disciplina o campo del
conocimiento.
Esta concepción disciplinar de la ciencia precisa Leal (2005), siempre ha
abogado por el estudio fragmentado de la realidad, y por ende ha estado
desconectada de los sistemas complejos de las sociedades actuales, como los
conflictos entre desarrollo y medio ambiente que requieren de un enfoque
diferente, capaz de abordar las múltiples relaciones que existen en el
entramado y diversidad de procesos que se generen.
Ahora bien, cada reporte de investigación pretende integrar resultados,
hallazgos, conclusiones y propuestas de intervención de la realidad, pero
siempre será una mirada parcial de la problemática, puesto que los mismos
solo provienen de la perspectiva disciplinaria de cada investigador. Cuando
estos reportes se entrecruzan, se mezclan y se imbrican en sus contenidos, se
produce una concurrencia disciplinar que puede conducir a un estudio
interdisciplinario sobre una misma problemática.
Esta visión de interdisciplinariedad, adquiere esa categoría, sólo cuando
se genera un nuevo conocimiento proveniente de una transferencia de
métodos, técnicas, teorías y procedimientos. Así lo argumenta Nicolescu
(2003), cuando aporta que la interdisciplinariedad concierne a la transferencia
de método de una disciplina a otra y se puede distinguir por sus grados de
aplicación, perspectivas epistemológicas y concepción de nuevas disciplinas,
sin embargo, su finalidad queda inscrita en la investigación disciplinaria.
Entonces, el carácter transdisciplinar de una investigación, la naturaleza
de un conocimiento científico transdisciplinario, sólo es posible construir
mediante un ejercicio intelectual – cognitivo de orden superior, en una
religazón discursiva profunda y argumental de los distintos aportes que
provienen de cada una de las disciplinas, lo cual adquiere valor cognitivo en
una refundación conceptual que se concreta en la ontología transversal del
lenguaje.
De este modo, construir un nuevo conocimiento desde una perspectiva
transdisciplinaria en el campo de las Ciencias Sociales, traduce la síntesis de
una nueva semiótica que se nutre, no solamente de los saberes que provienen
de las disciplinas, sino de la riqueza de lo real complejo del mundo de la vida
que se expresa a través de un particular juego intelectual y lingüístico de
naturaleza hermenéutica.
Esto pone de manifiesto, que el proceso natural del conocer humano es
un ejercicio hermenéutico que enfatiza en el significado de un conocimiento
nuevo y emergente a través de una interacción dialéctica. Es la metáfora
presente en un movimiento del pensamiento abductivo que va de las partes al
todo y del todo a las partes.
Lo anteriormente planteado permite argumentar, que el prisma
transdisciplinario de las ciencias comporta una disolución de fronteras en el
encuentro con la realidad, pero también supone integración recursiva de
múltiples saberes provenientes de distintos campos no necesariamente
académicos, es decir de los colectivos sociales, culturales, productivos y/o
comunitarios, los cuales nutren las bases de los nuevos mapas cognitivos
transdisciplinarios, siempre en elaboración.
Entonces, la elaboración y/o construcción de esta nueva cognición
transdisciplinaria, implica un despliegue discursivo / argumentativo en tanto
nuevo conocimiento, lo cual solo parece ser posible a través de una religazón
transversal y compleja entre pensamiento, realidad y lenguaje. Por esta vía, se
van despejando ciertas dudas acerca de la genealogía de la
transdisciplinariedad, la cual es en si misma la ontogénesis de una nueva
semiótica, que apenas comienza a ser entendida por la mente humana.
Como lo aporta Leibniz (2005), “si se parte del principio de que no existe
nada en el universo que no pueda ser entendido por una mente humana, hay
que concluir, que en toda mente cabe al menos potencialmente, todo el
mundo” (p. 813). Visto así, la perspectiva transdisciplinaria del conocimiento
por parte de un investigador de nivel doctoral, implica asumir una actitud
crítica, deconstructiva y profundamente reflexiva frente a lo conocido, para
husmear nuevos caminos, nuevas verdades desde la infinitud de la arqueología
y genealogía de la sabiduría del ser humano.
Esto denota una particular manera de cosmovisionar el mundo de la
vida para desmarcarse del neo estructuralismo de la realidad y de la dictadura
de las disciplinas que la gobiernan. Por lo tanto, la mirada transdisciplinaria del
conocimiento traduce una constelación de saberes que desafía la distancia
existente entre hermética y hermenéutica.
Lo anteriormente planteado pone de manifiesto, que la
transdisciplinariedad en tanto epistemología emergente entraña en sí misma,
romper las lógicas científicas estructuradas y estructuradoras de la realidad,
para no continuar reproduciéndola tal y como esta es, puesto que la visión
disciplinar constituye una lógica que empobrece toda posibilidad de activar la
comprensión para interpretar a profundidad los bastos campos de la ciencia.
Por lo tanto, un posicionamiento epistemológico transdisciplinario del
investigador de nivel doctoral en el campo de las Ciencias Sociales, sintetiza un
pensisentimiento que nos impulsa a zafarnos de los imperativos metodológicos,
procedimentales y de las normativas inscritas en el pensamiento único que han
minado el camino de la ciencia de la modernidad. Por lo tanto, una matriz
epistémica transdisciplinaria siempre postula una dinámica relacional compleja
de los fenómenos humanos, la cual se nutre, precisamente de la libertad de
pensamiento del investigador.
Para Mancipas (2006), la transdisciplinariedad del conocimiento se
inscribe dentro de una corriente de pensamiento desarrollada en base a tres
pilares fundamentes, tales como los niveles de realidad, la lógica del tercer
incluido y la complejidad, a partir de los cuales se ha pretendido fundar una
metodología que aborda la cuestión humana y del conocimiento desde la
perspectiva de las interconexiones en el sentido del complexus de los
fenómenos.
La presente conceptualización significa apostar por la construcción de
nuevos caminos metodológicos para comprender y concebir el carácter
transdisciplinario de una nueva ciencia. Esta nueva racionalidad científica ubica
al hombre y a la humanidad en el centro de la reflexión hermenéutica como
método para desarrollar, no solamente una concepción teórica integradora del
conocimiento, sino una amplia visión del mundo de la vida, a través de la
ontología transversal del pensamiento y las palabras
.
Esto designa la necesidad de hacer uso de una argumentación
reconstructiva profunda a través del lenguaje, mas allá de una simple
sinonimia, es decir, se requiere de una nueva narrativa discursiva. Así lo deja
ver Martínez (2003), cuando puntualiza:
Necesitamos acuñar términos nuevos, o redefinir los ya existentes, generar nuevas metáforas que revelen las nuevas interrelaciones, para poder abordar estas realidades que desafían nuestra mente inquisitiva… y sobre todo, se requiere pensar en una metodología para enfrentar ese mundo nuevo y la epistemología en que esta se apoya y le da significado, lo cual equivale a sentar las bases de un nuevo paradigma científico. (p.110)
Entonces, la mirada transdisciplinaria del conocimiento, es quizás, una
búsqueda simbiótica, que traduce una resignificación conceptual que emerge
de aquellos saberes liberados por las disciplinas, la cual se enriquece y
complementa de los grandes imaginarios y la reflexión interior del investigador,
como bien lo concibe Locke (2005), para quien las palabras son los signos
sensibles de las ideas, puesto que indican convenciones y conciertos, y aunque
todo conocimiento nace de la percepción del mundo exterior, este sólo podrá
enriquecerse a partir de la reflexión interior (p. 824).
Sobre la base de todos estos planteamientos, cuando se investiga en
equipos de trabajo, en forma transindividual y transdisciplinar, se genera una
triaxiología epistémica conformada por el modo de pensar, el modo de conocer
y el modo de operar en la realidad, la cual a nuestro entender permea el
abordaje de las denominadas interproblemáticas sociales, como el caso
referido al desarrollo local y comunitario.
Estas premisas constituyen particulares modos de religar y resignificar la
realidad en la configuración de una nueva cadena conceptual transdisciplinaria
que nos permite un tránsito mental y un despliegue argumental para la
resemantización de nuevos campos de conocimiento en absoluta libertad de
pensamiento; es decir, sin resistencias epistemológicas, conceptuales y
lingüísticas.
Conforme a estas premisas, una investigación transdisciplinaria en el
campo de las Ciencias Sociales, comporta una visión mucho más amplia por
parte de los investigadores para salir del encierro de sus respectivas
disciplinas. Es un modo particular de razonar y aceptar que el contexto de
referencia para el conocimiento de la realidad, adquiere mayor amplitud que en
el caso de los esquemas preceptúales previamente formulados e interiorizados
a partir de la rigidez de los paradigmas que los ordena.
Por estas razones, el pensamiento transdisciplinario es relacional,
sistémico y complejo en tanto trasciende las fronteras de los territorios
disciplinares que se encuentran bajo dominio de las ciencias exactas, pues,
nos invita al dialogo, a la reconciliación y al entendimiento entre las distintas
disciplinas a través de una reflexión epistemológica profunda. Estas ideas
están cimentadas en la visión de Morín (2002), cuando refiere: “es un
pensamiento que promueve el dialogo, no solamente entre las ciencias
humanas, sino también con el arte, la literatura, la poesía y la experiencia
interior, dado que no se puede crear una ciencia unitaria del hombre, pues se
disolvería la multiplicidad compleja de lo que es humano.”(p.124)
Por lo tanto, abordar una problemática social desde una mirada
transdisciplinaria como es el caso del desarrollo local y comunitario, desafía
una lógica científica reconfiguracional y compleja, que permite tomar distancia
de las experiencias investigativas localizadas en el territorio de cada disciplina,
en tanto el conocimiento que se genera surge de la comprensión de los nexos
interdisciplinarios. Así lo expone Da Silva (1999), cuando postula:
Pensar la investigación social de modo transdisciplinario, supone la idea de intentar la construcción de puentes conceptuales que articulan los objetos de conocimiento de las diversas disciplinas sociales, pues es sólo mediante los nexos de la multidimensionalidad del ser humano que podrán gestarse las propuestas transdisciplinarias para la investigación social (p. 36).
Esta nueva lógica científica reconfiguracional y compleja asociada a la
perspectiva transdisciplinaria para abordar realidades sociales, axiológicamente
permite revalorizar la participación de los sujetos cognoscibles de la
investigación en tanto seres humanos pensantes; acá el actor principal del
proceso no es quien investiga, sino esencialmente, aquello que se investiga, es
decir, la propia comunidad concebida como un sistema social abierto y
dinámico. Además, este tipo de abordaje investigativo, requiere activar
procesos sociales y culturales en forma transversal, y no en forma de sucesos
esporádicos, eventos particulares aislados y temporalmente definidos en forma
transaccional.
Esta particular referencia pone al descubierto, que existe una visión de
complementariedad entre el conocimiento disciplinario, interdisciplinario y
transdisciplinario, la cual opera como una especie de tensión cognitiva
emergente, como un tránsito mental palpitante que vislumbra nuevos
horizontes cognoscitivos los cuales se constituyen entre la brecha que se
genera entre pensamiento simple y pensamiento complejo, en cuyas redes de
conexiones se desborda todo lo conocido y se reconfigura una nueva carga
semántica.
La Universidad Bicentenaria de Aragua (2006), sustenta este argumento
en su publicación: La Investigación: Un Enfoque Integrador Transcomplejo,
cuando aporta:
Existe una oscilación constante entre inter y transdisciplinariedad, porque la primera tiende a transformarse en la segunda, en la medida en que los métodos correspondientes se aproximan y resultan tributarios de sujetos – objetos – contextos – proyectos complejos integrados en unas y otras redes de complejidades, en los que operan numerosas redes de transformación, que desbordan, incluso, el propio ámbito científico (p. 22).
Esta aportación permite referir, que la transdisciplinariedad como
epísteme, se nos presenta como una suerte de juego mágico del pensamiento,
el cual es necesario conducirlo en absoluta libertad, puesto que se trata de una
epistemología que permite dar a luz a nuevas categorías conceptuales, las
cuales se enriquecen del diálogo y la reconciliación reconstructiva de todas las
disciplinas pertenecientes a los distintos cuerpos de la ciencia.
Todos estos argumentos, aperturan nuevos espacios para repensar la
construcción del conocimiento en una investigación de nivel doctoral, en tanto
ello supone deconstruir el conocimiento preexistente relacionado con las
temáticas consideradas, tal y como lo plantea González (2007), cuando deja
ver, que una tesis doctoral debe ir más allá de los marcos teóricos analizados,
en tanto el desafío para el tesista es ampliar los límites teóricos aceptados
hasta el momento,
Como idea complementaria, destaca este teórico, que una tesis doctoral
no puede concluir validando los supuestos teóricos construidos y/o analizados
por otros; sino que debe reconstruirlos y establecer un límite bien claro entre lo
que existía antes de la tesis y los nuevos planteamientos surgidos en la
actualidad.
Esto significa, que la tesis doctoral en si misma supone la creación o
aproximación a un conocimiento teórico emergente, el cual necesariamente
surge de tres fuentes entreveradas que operan como venero sin límite que
nutre el pensamiento del investigador. Estas tres fuentes se develan en la
imbricación de las razones teóricas, ontológicas y epistemológicas del
conocimiento.
Este planteamiento permite aportar, que cuando el despliegue
argumentativo del investigador se realiza desde una perspectiva
epistemológica transdisciplinaria, se enriquece y revaloriza la ciencia, puesto
que se aboga por el fortalecimiento de la unidad del conocimiento desde la
transformación de los sistemas conceptuales.
Es por ello que Balza (2010), al hacer referencia a este aspecto aporta,
que la transformación de los sistemas conceptuales de una ciencia, es un
indicio para pensar y comprender a plenitud su evolución en el tiempo, en tanto
“una investigación transdisciplinaria remite a la formación de un espíritu abierto
y a las conexiones de las dimensiones que constituye el todo” (p. 88)
La complementariedad como principio fundante de la
transdisciplinariedad
En opinión de Motta (1999), entre los postulados o principios básicos
que sustentan la transdisciplinariedad están la ontología sistémica, la lógica
dialéctica y el principio de complementariedad.
Acá me ocuparé de enfatizar en el principio de la complementariedad
relevante como sustrato ontológico de la transdisciplinariedad, en tanto esta
constituye un esfuerzo intelectual del investigador por justificar desde los
argumentos que viajan en la ontología transversal del discurso, el umbral de un
nuevo conocimiento en construcción. Como por ejemplo, aquellos campos de
conocimientos que surgen de la intersección de disciplinas dispares, es decir,
del diálogo concurrente entre ellas.
En relación con el principio de complementariedad relevante connota
Martínez (1999), que no se puede agotar la realidad con una sola perspectiva,
punto de vista, enfoque, óptica o abordaje, es decir, con un solo intento de
captarla. Desde una perspectiva más puntual, precisa el autor, que “la
verdadera lección del principio de complementariedad, la que puede ser
traducida a muchos campos del conocimiento, es sin duda, esta riqueza de lo
real complejo que desborda toda lengua, toda estructura lógica, toda
clasificación conceptual, puesto que cada uno de nosotros puede expresar
solamente en su juego intelectual y lingüístico, sólo una parte, un aspecto de la
realidad” (p. 12).
Efectivamente, en el encuentro del investigador de nivel doctoral con lo
plural y multidiverso de lo real complejo, se aperturan nuevos caminos de la
cognición humana para interpelar los estilos de pensamiento, ensayar patrones
de descubrimiento y activar una estructura de razonamiento que no se agote en
la comprensión de lo simple y disciplinar, sino que se extienda hacia nuevos
imaginarios sin límites, los cuales se proyectan en la coherencia de la línea
argumental del discurso.
En el marco de esta línea discursiva, es pertinente citar a Schavino
(2010), quien aporta, que la complementariedad como principio epistemológico
del enfoque integrador transcomplejo, ha de hacer referencia a una nueva
concepción de racionalidad científica, que conduzca a la superación de las
antinomias, las paradojas y las aporías, y que ponga de relieve el carácter
complementario y transdisciplinario que enmarca y constituye el contexto
ontológico en el que transcurre la labor del investigador.
Esto significa, que todo razonamiento y argumentación transdisciplinaria,
necesariamente surge de la ontología disciplinar y de la concurrencia
interdisciplinaria y multidisciplinaria, en tanto la visión de complementariedad
traduce una concepción emergente de racionalidad científica que conduce a
superar los límites de las realidades ingenuas desde nuestros pensamientos y
de este modo ensanchar y enriquecer la ciencia.
Reflexiones de cierre… siempre inconclusas.
El individuo, las organizaciones y la sociedad como un todo, evolucionan en
tanto progresan los modelos de pensamiento del ser humano. De allí, que en el
devenir histórico de la humanidad, se han originado grandes rupturas de los
denominados paradigmas hegemónicos en el campo de la economía, la
política, la religión, la educación, la ciencia y la cultura, puesto que nada es
eterno y estático, todo cambia y se transforma como un continuon dinámico.
Sin embargo, en el campo científico, muchas comunidades académicas y
de investigadores, parecieran no visionar estos cambios los cuales son de
alcance planetario, pues se resisten a aceptar que la realidad del mundo actual
es de naturaleza compleja, transdisciplinaria y transcompleja. En este sentido,
la investigación científica clásica y tradicional, fundamentada en los postulados
de la lógica formal y disciplinar, se ha vuelto insuficiente para responder a los
desafíos de nuevas lógicas científicas, es decir, aquellas que preconizan que
todo esta relacionado con todo
Estos planteamientos permiten argumentar, que el estamento disciplinario
de la ciencia esta fuertemente instalado, tanto en las estructuras organizativas
de las comunidades académicas, como en la conciencia de los investigadores
de nuestras universidades, como una suerte de herencia de la modernidad
académica que ha pujado siempre por la separación entre la ciencia tradicional
y la cultura de la humanidad
Esto permite argumentar, que los enfoques unidisciplinarios o mono
disciplinarios, como los denomina Martínez (2003), acusan severas
limitaciones para dar cuenta, tanto de la multidimensionalidad del ser humano,
como de la multireferencialidad de lo real complejo. Evidentemente, estas
visiones de ser humano y realidad, solo pueden ser abordadas, estudiadas,
analizadas e interpretadas desde la comprensión profunda del entramado
relacional de saberes provenientes de las distintas disciplinas del conocimiento.
Esto significa, que la visión reduccionista y parcelaria aportada por las
disciplinas científicas, poco ayudan en la comprensión del todo, dado que
convierten lo novedoso, emergente y complejo, en pasado, sumergido y
simple, cerrando toda posibilidad de aperturar espacios de reflexión profunda
para la resignificación, resemantización y ampliación de la sabiduría humana,
es decir, de apostar por una nueva ciencia integradora, holística y
trascendente.
Entonces, las disciplinas académicas concebidas en forma aisladas y
desconectadas entre si, son menos que adecuadas para abordar los mas
importantes problemas y/o interproblematicidades que afectan a las
organizaciones, a las comunidades y a la sociedad, pues, mientras la academia
universitaria se nos presenta en forma disciplinada, las problemáticas
organizacionales y socio comunitarias son cada vez mas indisciplinadas. Esto
vislumbra la necesidad de pensar la investigación en el campo de las Ciencias
Sociales desde una perspectiva epistemológica transdisciplinaria.
En el caso particular de una investigación de nivel doctoral, dado que
esta traduce la construcción de un nuevo cuerpo de conocimientos en absoluta
libertad de pensamiento, la perspectiva disciplinar limita y arruina toda iniciativa
de reflexión profunda y de argumentación sustantiva para fertilizar y enriquecer
la ciencia, para dar a luz a nuevas cosmovisiones teoréticas congruentes con
una nueva lógica científica, puesto que las realidades nuevas no pueden ser
explicadas y entendidas con los mismos presupuestos teóricos del mundo de la
lógica científica formal y disciplinar.
Por lo antes expuesto, el compromiso de emprender una investigación
de nivel doctoral en el campo de las Ciencias Sociales, desde la
transdisciplinariedad del pensamiento, comporta la fascinante aventura de
pensar en el encuentro con la diversidad a partir del reconocimiento de la
unidad disciplinar; también supone la adopción de una matriz epistémica que
debe funcionar como trasfondo existencial del investigador, y sobre manera, la
emergencia de una nueva cosmovisión acerca del mundo de la vida donde se
integran saberes provenientes de la lógica disciplinaria, de la
interdisciplinariedad y de los imaginarios sociales y culturales.
Esta triaxiología epistémica concierne a ciertas premisas, tales como la
multidimensionalidad del objeto de estudio, la multireferencialidad respecto a lo
real y la emergencia de una cognición transdisciplinaria y compleja, la cual
surge como una constelación de saberes que transversalizan las diversas
dimensiones del objeto de estudio desde la multiperspectividad epistemológica
adoptada por los investigadores.
Por ello, el camino a seguir no consiste en desestimar la acumulación de
conocimientos ubicados en los campos disciplinarios de la ciencia, sino en
construir nuevos sistemas conceptuales para su codificación, integración y
resignificación, que permitan vislumbrar la concurrencia, las interconexiones e
interdependencia de las múltiples dimensiones de la existencia humana, pero
también, la multireferencialidad de lo real complejo como postulados fundantes
de una gnoseología emergente y complementaria.
Visto de este modo, la complementariedad como principio fundante del
pensamiento transdisciplinario en el contexto de una investigación de nivel
doctoral, designa lograr una interconexión fecunda de todos los saberes y
horizontes posibles de los distintos campos de conocimiento. Ello en sí mismo
supone trascender la dinámica de una síntesis dialéctica simple para confluir en
una dinámica total y compleja de la realidad concebida como un todo.
Conforme a este planteamiento, la mirada complementaria de la realidad,
comporta una composición cognitiva compleja que permite extender el
pensamiento al interior del tejido gnoseológico que ofertan las disciplinas
científicas, en tanto se puede asumir como una visión crítica para repensar lo
conocido, pero mejor aun, como crítica a la visión única del pensamiento
disciplinario para avanzar hacia una cognición emergente.
Es de esperar que esta nueva cognición emergente sea la que nos permita
superar la trampa del intelecto humano que reduce el mundo de la vida, solo
hasta el limite de nuestras miradas, quizás como lo señala Martínez (2003), un
paradigma que nos permita superar el realismo ingenuo, salir de la asfixia
reduccionista y entrar en la lógica de una coherencia integral, sistémica y
ecológica, es decir, entrar en una ciencia mas universal e integradora, en una
ciencia verdaderamente transdisciplinaria.
En definitiva, la investigación de la realidad a través de un trabajo de nivel
doctoral, pensado desde una epistemología transdisciplinaria, constituye un
largo viaje hacia lo desconocido. Ese viaje en la búsqueda del conocimiento,
parte de los territorios disciplinares, sin embargo el recorrido es necesario
emprenderlo en absoluta libertad de pensamiento, pues en lo posible, se debe
renunciar a paradigmas que a menudo no nos permiten pensar mas allá de lo
conocido.
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