DETERIORO DE LAS IGLESIAS DE MISIÓN OCUPADAS POR LA PROVINCIA DE XALISCO EN SONORA (FINALES DEL SIGLO XVIII)
| 71Antecedentes de las órdenes regulares en la provincia
La división político-administrativa de la Nueva España estuvo conformadapor 14 regiones llamadas reinos, gobernaciones y provincias, pero en tér-minos generales se puede decir que las diversas demarcaciones o divisionesterritoriales que imperaron entonces en el noroeste novohispano durante laépoca colonial nunca fueron precisas, ya que, por un lado, el movimiento
de la población nativa se realizaba por regiones y, por otro, estas divisiones obedecieronbásicamente a ciertos criterios de recaudación de impuestos y alcabalas. Sin embargo,durante buena parte del periodo virreinal la provincia de Sonora estuvo ligada adminis-trativamente con Sinaloa, y territorialmente ocupaba además del actual estado de Sonora,una parte de los actuales estados de Chihuahua y Arizona.
Aunque ambas órdenes de regulares ya tenían una presencia importante en la región;la evangelización de la frontera chichimeca se debe más a los franciscanos, en tanto queen la región noroeste los jesuitas estuvieron más activos; la primera realizó diferentesavances en el septentrión desde el siglo XVI, un logro franciscano fue establecer la evan-gelización permanente en Nuevo México tras una serie de fracasos que se prolongaronde 1540 hasta 1609. En Texas se tuvo que esperar hasta la fase siguiente (desde 1632 has-
Deterioro de las iglesias de misión ocupadas por la provincia de Xalisco
en Sonora (finales del siglo XVIII)
Después de la expulsión de la orden jesuita de los dominios de la Corona española en1767, las misiones que éstos habían levantado por más de un siglo en la Provincia deSonora fueron entregadas a la orden seráfica. En 1774 los franciscanos de Jalisco soli-citaron al virrey la cesión de las ocho misiones de la Pimería Baja, basados en el hechode que los naturales de esta región habían adquirido suficiencia cristiana. Dos años des-pués, el Colegio de Querétaro —que inicialmente había recibido las temporalidades je-suitas de esta región— le cede las misiones de la Pimería Baja, por lo que su labor misio-nal está asociada principalmente con esta región y la Opatería.Palabras clave: Propaganda Fide, Provincia, misiones, Pimería, Opatería.
FRANCISCO HERNÁNDEZ SERRANO*
* Subdirección de Supervisión Técnica, INAH.
ta 1716) para lograr ese mismo fin. En tanto, losjesuitas habían penetrado a través de Sinaloa aSonora antes de la primera mitad del siglo XVII.
En 1682 se dio la aprobación para la constituciónde centros misioneros; es decir, con base en nuevasperspectivas misionales y recopilando ideas delnuevo y del viejo mundo en aras de expandir laacción misional franciscana, quedaron establecidoslos colegios misioneros de Propaganda Fide, que seencargarían en el nuevo continente tanto de la pre-dicación como de la congregación de infieles. Dedichos colegios salieron grupos que desafiando lasinclemencias de la vasta y árida geografía norteña ylos ataques de indios belicosos, fueron sembrandomisiones a partir del centro del país. Por otro lado,los provinciales franciscanos —en particular los deJalisco— habían tenido fracasos en las regiones defrontera, pero también éxitos, y para la expulsiónjesuita habían acumulado una buena experienciaconstructiva, materialmente adaptada a las condi-ciones del medio natural y a la poca disponibilidadde recursos y mano de obra existente.
Con la expulsión de las jesuitas de todos losdominios españoles (1767), la orden franciscanaestuvo en condiciones, gracias a estos colegios, detomar a su cargo y mantener la mayor parte de lasmisiones de la Compañía, a pesar de tener formasde organización misional diferentes. Si las estadís-ticas de finales del siglo XVIII muestran que la granmayoría de las misiones de América se hallaban alcuidado de los franciscanos, el mérito hay que car-garlo en buena medida a la cuenta de los colegios-seminarios de misiones1 (figura 1).
El septentrión novohispano y la labor jesuita
Casi un siglo después, y a pesar del importantedesarrollo inmobiliario que hubo en la región cen-
tro-sur de la Nueva España, los cambios y el pobla-miento en el noroeste todavía era muy incipiente.Hacia la segunda mitad del siglo XVIII, en algunasregiones de la provincia de Sonora las misionesentraron en un periodo de decadencia inclusodécadas antes de la expulsión de los jesuitas.Algunos autores han considerado que esto sedebió a un número menor de población respectoa la existente en el resto del espacio misional nor-teño. Sin embargo, concuerdo con la propuesta deMaría Elisa Villalpando Canchola,2 en el sentidoque desde la segunda mitad de ese siglo el progra-ma misional jesuita entró en crisis, cuando el
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Crónica de los Colegios de Propaganda Fide de la Nueva España,vol. II, Washington, D.C., Academy of American FranciscanHistory, p. MCMLXIV; véase Boletín de Geografía y Estadística,México, 2a. época, t. I, 1869, pp. 565-578.2 María Elisa Villalpando Canchola, “Reducciones jesuitas delsiglo XVII en las provincias costeras y Santa Bárbara de la Nue-va Vizcaya”, en Noroeste de México, núm. 10, 1991, p. 27. Yoagregaría, a lo que afirma esta autora, que también a los realesde minas.1 Lino Canedo, O.F.M., en Fray Isidro Félix de Espinosa, O.F.M.,
Figura 1. La entrega y distribución de las misiones jesuitas y sus temporalidadesa la orden franciscana se realizó de la siguiente manera: la Pimería Alta bajola tutela del Colegio de Propaganda Fide de Queretáro y la Pimería Baja yOpatería para los franciscanos de la provincia de Jalisco. Mapa de FranciscoHernández Serrano.
número de población nativa fue disminuyendocada vez más, tanto por la sobrexplotación comopor la migración de los pueblos de misión a losasentamientos españoles, a lo que le ha llamado“la formación de una conciencia tribal”.
Es así que la restructuración de los espacios delseptentrión novohispano en las últimas décadasdel siglo XVIII habría obedecido a toda una serie defactores interrelacionados, entre de los cuales laexpulsión de los ignacianos no habría tenido real-mente la importancia que muchos le han atribui-do, en virtud de que ya existían presiones impor-tantes de la población civil sobre los asentamientosmisionales jesuitas.
Se puede decir que a mediados del siglo XVIII
pocas eran las misiones jesuitas que tenían lonecesario para su sustento y manutención; no entodas contaban con su iglesia, varias estaban enbuen estado y otras en tan malas condiciones quedebían reconstruirse. No obstante, algunas ya sehabían renovado por su carácter provisional y porla pésima calidad de los materiales empleados ensu fábrica: los adornos y ornamentos eran parteimportante de los espacios interiores de acuerdocon los principios del Gesú, que ha sido poco estu-diado.
Las primeras iglesias jesuitas se caracterizanpor su carácter provisional y la forma básica desus construcciones, además de ser de una solanave, de pequeñas proporciones, con muros deadobe y techumbre a base de viguería de maderay bien adornada en el interior. Con base en diver-sos documentos que he consultado, el aspecto delas primeras construcciones y en congruencia aluso de los materiales disponibles debió ser similaral prototipo que se muestra en la figura 2.
La tipología de la fábrica jesuita únicamente laanalizaré como antecedente de la franciscana, y noobstante de que ese sistema fue utilizado por estaorden religiosa en otras áreas del septentrión y de
que se presentan similitudes en el uso de materia-les y sistemas constructivos, existen diferencias ensu utilización, calidad y aplicación práctica.
El sistema misional fue un contenedor delavance poblacional no indígena,3 empero desde laexpulsión jesuita los rancheros fueron despojandoa los indios de las mejores tierras de la provincia(inicialmente en la Pimería Baja y Opatería, yaque eran regiones más estables, productivas ymayormente irrigadas); al final, aunque defendie-ron su autonomía histórica, las diversas etnias quehabitaron estas tierras fueron desintegradas oexpulsadas en el mejor de los casos. Después defuertes fricciones con la población civil, la migra-ción de los grupos indígenas propició el debilita-miento del sistema misional —aún antes de la
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3 Raquel Padilla Ramos, “La guerra del Yaqui. Una contiendade cien años”, en Relatos e Historias de México, México, Raíces,año II, núm. 20, abril de 2010, p. 28.
Figura 2. La construcción jesuita más bien era compacta, de muros de adobe,techumbre pajiza o carrizo, o de varas y ramas de árbol, nave angosta y conescasas aberturas al exterior diseñados a través de procesos empíricos que suc-cionaban el aire fresco de áreas exteriores abiertas, ya que no había construc-ciones aledañas. Dibujo de Francisco Hernández Serrano.
expulsión de los jesuitas—, fue así que los francis-canos encontraron el sistema muy desgastado ycon la necesidad de adecuarse a las nuevas exi-gencias de la administración borbónica.
Entrega de las misiones a la orden seráfica
En 1768 los franciscanos recibieron de parte delgobierno español las iglesias y pertenencias de lasmisiones que dejaron los jesuitas al ser expulsados. Sibien en los inventarios se aprecia que las construc-ciones y ornamentos no se encontraban en muybuenas condiciones, sí contaron con lo necesariopara iniciar su labor de administración espiritual ymaterial en los distintos pueblos, por lo que sus habi-tantes nativos permanecieron asentados en sus terri-torios. Durante los primeros años de su estancia losfranciscanos tuvieron que conformarse con la heren-cia jesuita, y se avocaron a reconstruir los templos enruinas y al uso de sus ornamentos pasados de años.
En este mismo periodo, la Pimería Alta estácaracterizada por conflictos entre los intereses delas autoridades civiles y militares y los de los misio-neros franciscanos. Surgen nuevas críticas sobre elcontrol y pésimo manejo de las temporalidades enmanos de los frailes franciscanos, que se ven refle-jados en las fábricas de las iglesias y repercute enlos esfuerzos del Colegio de Querétaro para avan-zar hacia los ríos Gila y Colorado.
En la medida que el sistema de administraciónantiguo se los permitía, los franciscanos se dispu-sieron a reconstruir y construir en forma los tem-plos, así como a adquirir nuevos ornamentos conel producto de la fuerza de trabajo de los indios y lamano de obra de los españoles y otras castas que seavecindaron en los pueblos de misión para realizarlos trabajos de construcción de los templos. DelCastillo4 refiere que la sostenibilidad de la misión
no fue tan sencilla, primero porque —como yahemos asentado— las temporalidades que recibie-ron los franciscanos ya habían sido mermadas porlos comisarios regionales en quienes habían que-dado a resguardo los bienes jesuitas desde su expul-sión. Aunado a esto, el retraso en la entrega delsínodo a los misioneros y la falta de pericia en laadministración de estos mismos bienes propició enla región un deterioro aún mayor de la infraestruc-tura recibida por los seráficos.
De acuerdo con las cifras presentadas por lospadrones franciscanos, en el último tercio del sigloXVIII en la Pimería Baja hubo un decremento en lapoblación indígena y, al contrario, aunque no uni-forme, un proceso de crecimiento de la poblaciónno indígena,5 debido a la ubicación de las misionesde esta región en valles fértiles de las márgenes delos principales ríos y a la política real de promoverel poblamiento hispano, que requería mano de obraestable y numerosa. Esto promovió que en algunasregiones la “gente de razón” se apropiara de las tie-rras fértiles y los indios fueran desplazados.
A diferencia de lo que ocurría en la PimeríaBaja, en la Alta el poblamiento era inestable y seapreciaba un estigma rebelde de la población nati-va. Los asentamientos dependían de cada región ydel hecho de disponer de la mano de obra indíge-na —que le era difícil vivir en reducción—, por loque se tenía que garantizar, previo al inicio de lafábrica de la iglesia y contar con un abastecimien-to de maíz o trigo sólido para asegurar el sosteni-miento de los operarios y su estancia hasta la con-clusión de las obras.
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templos y su equipamiento litúrgico y ornamental”, tesis demaestría en Ciencias Sociales, Hermosillo, Colegio de Sonora,2008, p. 169.5 José Refugio de la Torre Curiel, Vicarios en entredicho. Crisisy desestructuración de la Provincia Franciscana de Santiago deJalisco, 1740-1860, Zamora, El Colegio de Michoacán/Univer-sidad de Guadalajara/Centro Universitario de Ciencias Socia-les y Humanidades, 2001, pp. 332-333.
4 Rodolfo del Castillo López, “La misión franciscana en la Pi-mería alta, 1768-1820. Un estudio sobre la construcción de los
La fábrica de las iglesias misionales franciscanas
Al decidir ocupar las construcciones que habíanrecibido de los jesuitas, a pesar del deterioro enque se encontraban, las misiones que no fueronsecularizadas, como la de Ónavas (figura 3), lasmodificaron tanto interior como exteriormentecon diversos materiales, incluso con algunos que adecir de los mismos seráficos introdujeron aSonora, como el ladrillo recocido, la cal y el yeso.
Las condiciones climatológicas incidierondirectamente en las propuestas de la obra materialde los constructores. El espacio norteño se fuemodificando físicamente gracias a la tenacidad nosólo de misioneros, españoles y de las diferentescastas que arribaron a estas regiones, sino tambiénpor los mismos nativos que finalmente coadyuva-ron a la modificación de las condiciones bioclimá-ticas originarias, al no tener otra alternativa paraadaptarse a los nuevos usos del suelo y de pose-sión del territorio impuestas por los colonizadores.El aislamiento térmico constituye el elementofundamental de diseño arquitectónico en la pro-vincia; la fuerte oscilación diurna de temperaturaen estas zonas logró atenuarse por un microclimade los espacios interiores como resultado de lasconstrucciones de adobe con escasas aberturas;material térmico básico utilizado por jesuitas yfranciscanos en estos territorios incluso hasta elsiglo XIX. Es claro que este sistema constructivoempleado en las fábricas de las iglesias misionalesrepresentaría otro reto para los franciscanos, yaque el mantenimiento requerido por el tipo deconstrucción era una constante; sin embargo,estas eran las condiciones de los inmuebles y losfranciscanos las enfrentarían.
En general la fábrica era con base en muros deadobe, en varios casos recubiertos de ladrillo y aca-bado de estuco; por lo que se refiere a las cubier-
tas, al existir más facilidades para el traslado ymanejo de la madera, debido a la disponibilidad dearrieros y herramientas para su transformación, seutilizó la viguería de madera en diferentes largos ydimensiones, así como el entablado. En este perio-do es ya característica la utilización de la zapata demadera apoyada en una buena parte del muro.
En algunos casos se agregaron a las construc-ciones contrafuertes fabricados a base de ladrillo opiedra, en tanto el remate de los muros es a basede teja y una cornisa de ladrillos. El diseño es desuma importancia, sobre todo por la significativaadaptabilidad del inmueble a las condicionesextremas de la región; en las construcciones, elcalor se fue controlando al aumentar la altura delas naves y mejorar las cubiertas, que en principiofueron simples techumbres pajizas, como lo des-criben varios documentos de los frailes y explora-dores en la región.
De acuerdo con el conde de Revillagigedo, enla Pimería Baja los misioneros de la provincia deJalisco tuvieron muchos problemas con la conser-vación de las iglesias jesuitas, como resultado deuna mala administración de las temporalidades, ya finales del siglo se encontraban en pésimas con-
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Figura 3. En la iglesia de la misión de Ónavas, localizada en la Pimería Baja,se observan actualmente deterioros irreversibles y alteraciones a la fábrica de laiglesia. Fotografía Centro INAH Sonora, Ónavas, noviembre de 2011.
diciones. De la Torre menciona que en 1794, cuan-do se resolvió la separación de éstas de los fran-ciscanos, el comisario fray Ignacio Dávalos nopudo menos que lanzar una bendición y “dar gra-cias a Dios por que del trato y manejo de estos bie-nes temporales a mas de que corren detrimentolos religiosos se les siguen calumnias, inquietudesy desprecios de su carácter, motivo de crítica con-tra los religiosos, desavenencias, y otros muchostratos e inconsecuencias”.6
Tengo dudas en el criterio del informe del con-de de Revillagigedo, en el sentido de que el dete-rioro de la obra material misional se haya debidoa la falta de aptitud en la administración de lastemporalidades al no promover el trabajo de losindígenas y el intercambio de los productos de lamisión de parte de los provinciales, pues al existiruna fractura en la estructura misional, resultadode la modificación del sistema que sustentaba eldesarrollo de la misiones no era un hecho atribui-ble a los misioneros, y si bien estaban más hechosal trabajo doctrinero, ya habían acumulado ydemostrado suficiente experiencia misional en lafrontera novohispana desde el siglo XVI.
Más bien sostengo que esto se debió al recortede las temporalidades por los comisarios secularesa raíz de la expulsión jesuita, la entrega del sínodode manera irregular o incluso su retiro definitivo,y que estos hechos limitaron la relación del misio-nero provincial con los indígenas y con su comu-nidad, y a la competencia con los poblados y rea-les de minas como lugares más atractivos para lamano de obra disponible. Con todo esto, la labordel provincial perdía toda posibilidad de poder sos-tener las misiones como núcleos productivos auto-suficientes, como en tiempos pasados. Estos facto-res de manera conjunta modificaron el proyectohistórico de evangelización del sistema de misiones
porque su avance y presiones habían contribuido a lasupresión de los sínodos y desestructuración de losinstitutos misionales; estos factores habían de reflejar-se en el deterioro de la obra material.
Aunque de manera paulatina, a mediados delsiglo XVIII el nivel de vida de la población habíamejorado y el avance en el desarrollo económicode esta región de la provincia sugería un mejora-miento en la calidad de la infraestructura; sinembargo, el tipo de construcción y los materialesusados todavía eran de uso común y hacían paten-te la necesidad constante del mantenimiento delos inmuebles, sobre todo en periodos previos a latemporada de lluvias. Evitar el deterioro de losinmuebles era de suma importancia para la auto-ridad virreinal, por lo que representaba mantenertanto la obra misional en decencia como la iglesia,que siempre fue el elemento más significativo dela misión para los jesuitas y para los franciscanos.
Cuando terminaba el siglo XVIII, en una serie decartas7 el general Alejo García, intendente goberna-dor de la provincia de Sonora, comunica al coman-dante general de las provincias internas, Pedro deNava, que en conformidad de lo acordado por laJunta Superior de la Real Hacienda el 16 de abrilde 1793, anualmente en las iglesias de esta pro-vincia los indios, españoles, y demás feligresesdeberían realizar las reparaciones y composicionesnecesarias. Fray Francisco (Rousset), obispo deSonora comisiona para hacer un diagnóstico de lostemplos que custodian los franciscanos de Xaliscoal reverendo comisario fray Juan Felipe Martínez,el cual deberá informar los templos que “ya quetienen evidente necesidad, y utilidad en ser aten-didos, ya sea porque se verifique su construccióna fundamentis, ya para que se evite su ruina, yapara que se restablesca su Fabrica, o finalmente
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7 Archivo Franciscano de la Biblioteca Nacional de México(AFBNM), Inventario del Fondo Franciscano (IFF), caja 36-2280-(36/806.5, f. 10).6 Ibidem, p. 45.
para que se conserve su decencia”.En una de las últimas cartas el visitador Juan
Martínez,8 con una gran responsabilidad y serie-dad en su revisión, informa al comandante gene-ral Pedro de Nava el estado material y deplorablede las misiones:
Concluida mi Santa Visita de Misiones, temeroso deno ser responsable a Dios, al Rey, y a la Patria, enDescargo de mi conciencia jusgo ser mi obligaciondarle a V.S. el parte corresp.te (como a vice Patrono)el estado infeliz en que experimentalmente, he vis-to las Iglesias, Pueblos y Gentes en transito; y en vis-ta de esto V.S. con su acertad prudencia, y equidadresuelba lo que tenga por mas justo; sersiorandoleque es publico y evidente quanto le boi a noticiar.
En 1799 fray Juan Martínez informa, entreotros aspectos de las misiones, que la población deindios seris vive en fatal estado y muy reducidos.9
En relación con las iglesias localizadas en la Pime-ría Baja y Opatería informa que Nacameri y SantoTomás no tienen iglesia, el resto están descritascomo muy pobres en ornamentos sagrados y lafábrica es de adobe. Refiere que la mayor parte delas misiones en la provincia están en fatal estadoy que ha visto con sus ojos maltratadas “Tuape”con vigas quartedas y casi en ruina y con necesi-dad de reparaciones; “Bavispe”, “Basaraca”, “Opu-ro”, “Bacadeguachi”, “Arivechi” y “Tecoripa”; convigas apuntaladas en el coro “Cucurpe”; en algu-nos casos cuarteada “Bacuachi”; con la torre a pun-to de derrumbarse “Saguaripa”, y desplomada “Co-muripa”.
La descripción material de las iglesias es muyrelevante en virtud de las transformaciones que sevivían en la región; en el documento se precisaque algunas iglesias están en buenas o razonablescondiciones, como “Guachinera”, “Nacori”, “Baca-
nora” y “San Jose de Pimas” y sólo la de “Guasavas”es descrita como una de las más hermosas de So-nora, adornada con imágenes y altares. En tanto ladel “Pitic”, cabecera y residencia del presidente delas misiones, es una capillita algo decente y conun altar bien adornado. En las de “Mochopa” y “Ta-raichi”, situadas en la Sierra Madre, se advertía delpeligro de su profanación de parte de los enemigosapaches, por lo que pedía se asistiera a la escasapoblación.
El informe completo del estado físico de lasmisiones se puede consultar en el ArchivoFranciscano de la Biblioteca Nacional de México,folios 25-37.10 Anexo al documento se incluye uncuadro resumen que aporta otros datos de sumaimportancia sobre la población existente en lasmisiones y sus visitas en un momento de desesta-bilización de la obra misional de la Pimería Baja yOpatería, ya que las misiones no producían losexcedentes suficientes para su conservación y lapoblación indígena se veía disminuida, en tantola española y otras castas iba en aumento. “En losPueblos de Indios, solo se encuentran algunosvecinos de Españoles y Castas, que se exercitan enla Labranza y cria de Ganado, en Tierras distantesde los indicados Pueblos, donde regularmenteposeen un Xacal, que les sirve para hospedarse,quando quieren ohir Misa”. A continuación, por suimportancia lo transcribo íntegro (tabla 1).
De la tabla 1 debo destacar el aumento signifi-cativo en la población no indígena a finales de si-glo, cuando ya se visualizaba la nueva posesióndel territorio en esta región, así como una inci-piente actividad económica, que más adelante serobustecería.
En la descripción, el visitador franciscano JuanMartínez refiere la pobreza existente en la región,
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10 Aclaro que he alterado el orden de las cartas en las fojasreferidas en este artículo, pero en el AFBNM, IFF, se puede con-sultar en el orden y fechas originales.
8 AFBNM, IFF, caja 36-2294-(36/806.19, f. 25).9 AFBNM, IFF, caja 36-2294-(36/806.19, fs. 26-37).
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la pérdida de las temporalidades a partir de la ex-pulsión de los jesuitas, las dificultades para mejo-rar la precaria situación de las misiones, así comolas muchas necesidades que no se han podidomantener, primero por la irregularidad y despuéspor la supresión del sínodo, y reitera lo deplorabledel sistema misional, así como la enorme necesi-dad de reparar las pérdidas de las temporalidades:“pero que no se encuentra sugeto que los admi-nistre, con el celo, pureza, y legalidad que corres-ponde”.
Por último, y como conclusión al estado físicode las misiones, el 24 de abril de 1799 en la ciu-dad de Arispe, provincia de Sonora, el intendentegobernador termina señalando:
De los expuesto deduzco que lo primero y principales, emmendar el gobierno que en el dia se observapara Admininstrar las Temporalidades de losYndios; y en este concepto, expondre a V.S. los pun-tos principales, para formar una nueva instrucc-cion, que govierne y asegure este manejo, con pre-sencia del estado de la Provincia, su corta poblacion
y enormes distancias que se advierten desde losPueblos de Yndios hasta la Cavecera donde habitael Subdelegado.11
En las figuras 4 y 5 se muestran ejemplos de latipología de las fachadas actuales de las misionesa que hace referencia el presente documento.
Para terminar este punto, conviene resaltar laimportancia y preocupación que tuvo para laCorona el apoyar el mejoramiento y reconstruc-ción de las misiones que pasaron a manos de losfranciscanos. Como ya he mencionado, fray JuanFelipe Martínez12 también hace mención de la po-breza existente en la región de la Pimería Baja, rei-tera la importancia de las pérdidas de las tempo-ralidades a partir de la expulsión de los jesuitas yla dificultad para mejorar su precaria situación.
Por último, con la finalidad de recalcar el esta-do físico de la obra material de las misiones, lo haréa través de las fábricas de las iglesias, pues —reite-
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11 AFBNM, IFF, caja 36-2294-(36/806.19, f. 33).12 AFBNM, IFF, caja 36-2280-(36/806.5, f. 29).
Figura 4. (a) Ures y (b) Bacoachi, que a pesar de las modificaciones contemporáneas que presentan, conservan elementos de ladrillo característicos de la misiónfranciscana. Fotografías de Francisco Hernández Serrano.
(a) (b)
ro— éstas eran la parte fundamental y germen dela evangelización, y en mi opinión reflejo de la sus-tentabilidad y progreso de la misión. A continua-ción presento tres descripciones del siglo XVIII, queconsidero aportan otros elementos importantespara su seguimiento, la primera corresponde a la
fábrica jesuita de principios de siglo y las dossiguientes a la franciscana, ya en el último terciode este siglo (tablas 2 y 3).
En la tabla 2 resalto el punto de vista “práctico”y “atinado” de los visitadores, que cuando hay unabuena fábrica mencionan que esto se debe al redu-cido número de pobladores, al temple de la región,la falta de mano de obra calificada o a la disposi-ción de materiales, porque —efectivamente— sinser arquitectos mencionan las principales condi-cionantes a las que se enfrentaron los constructo-res para el levantamiento de cualquier tipo de
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Figura 5. (a) Bacadeguachi y (b) Aconchi, donde se aprecian elementos curvi-líneos en fachadas y una ornamentación interior con un sello muy particular, queseguramente fue realizada por mano de obra indígena. Fotografías deFrancisco Hernández Serrano.
(a)
(b)
Figura 6. Presento esta iglesia de fábrica jesuita con la finalidad de dar ideadel aspecto fisico en que pudo estar la obra material a la entrega a la ordenfranciscana; se pueden distinguir diferentes deterioros provocados por la falta deprotección superior, inferior y de todos los muros que incluso ya ocasionaron unfuerte debilitamiento de éstos, además de provocar grietas superiores y socavaren la parte inferior del muro, a pesar de la primitiva protección a base de pie-dras. Iglesia de San Antonio Guazarachi, Chihuahua. Misiones Coloniales deChihuahua.
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Tabla 2. Pimería Baja. Estado físico de las misiones.
Misión Visita Según visitadores jesuitas en 1723a
Según el obispo Antonio de los Reyes en 1784b
Según el franciscano JuanFelipe Martínez en 1799c
Opodope
Cucurpe
Bacoachi
Baserac
Guasavas
Bacade-guachi
La iglesia buena y bienalhajadas, lo mismo sepuede decir de la casa
No se describeLa iglesia buena y bien
alhajada, lo mismo sepuede decir de la casa
La iglesia buena y bienalhajadas, lo mismo sepuede decir de la casa
Iglesia buena y bien ador-nada
Iglesia buena y bien ador-nada hay muy buenosornamentos y alhajas.
La iglesia es hermosa ybien alhajada
Se está haciendo nuevaiglesia
Es decente y tiene lo nece-sario
Necesita de total restaura-ción
Necesita de total restaura-ción
No se describe
Iglesia nueva y la adorno yalhajo bien. Hay unacapilla de Ntra. Señorade Loreto acabada en1722
La iglesia está decente
La iglesia está arruinadaLa iglesia está casi arrui-
nada
La iglesia está casi arrui-nada
La iglesia son unas pare-des de adobe con techoa base de una malaenramada
Estas dos misiones con lasdos de Guaymas que sehan perdido; y la deArizpe erigida nueva-mente en ciudad [1783]d
La iglesia con paredes deadobe, madera, paja ytierra está casi arruinada
Paredes de adobe, madera,paja y tierra; está casiarruinada. Anterior-mente eran los indiosmás instruidos de laprovincia
La iglesia con paredes deadobe, madera, paja ytierra está casi arruinada
La iglesia con paredes deadobe y techos demadera, paja y tierracasi arruinada
La iglesia con paredes deadobe y techos demadera, paja y tierracasi arruinada
La iglesia con paredes deadobe y techos demadera, paja y tierracasi arruinada
La iglesia es de adobe contechos de madera, ladrilloy cal de la misma fábricade la capilla de Loreto ylámparas de plata
La iglesia está casi arruina-da y sin culto
No se describe
Sin iglesiaVigas apuntaladas en el
coro
Vigas cuarteadas y casi enruina
Iglesia cuarteada
No se describe
Casi en ruina y con necesi-dad de reparaciones
Casi en ruina y con necesi-dad de reparaciones
Buenas o razonables condi-ciones
De las más hermosas de laprovincia
Casi en ruina y con necesi-dad de reparaciones
Casi en ruina y con necesi-dad de reparaciones
Capillita algo decente ycon un altar
Nacameri
Tuape
Arizpe
Bavispe
Guachinera
Opuro
Cumpas
Mochopa
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Tabla 2. Pimería Baja. Estado físico de las misiones (concluye).
Misión Visita Según visitadores jesuitas en 1723a
Según el obispo Antonio de los Reyes en 1784b
Según el franciscano JuanFelipe Martínez en 1799c
Saguaripa
Arivechi
Taraychi
Comuripa
Tecoripa
Onabas
San José de Pimas
Pitic
Santa Rosalía
Tiene casas buenas, bue-nas iglesias con ricasalhajas.
Buena iglesiaTiene iglesia nueva más
casa muy cómodaNecesita iglesia y casa nue-
va, aunque parece mo-ralmente imposible porla poquedad de la gente.
Se está extendiendo lafábrica de la iglesia
Tiene su iglesia buena,acabada en 1707 y nonecesita reparo. La casasí necesita de nuevotecho, para lo cualestán cortadas las vigas
La iglesia esta buena ybien alhajada
No se describe seguramenteporque no tenía iglesia
La iglesia esta buena y bienalhajada, las rancheríasno tienen iglesia
La iglesia es buena y tiene losornamentos necesarios,mas necesita algún reparo
Amenaza ruina, es necesa-rio hacer de nuevo,como también algunaspiezas de la casa.
Tiene la casa decente y lonecesario de alhajas
No se describe
No se describe
No se describe
La iglesia y la casa demisión están arruinadas
Se fabricó hace pocos añoscon muros de adobe y te-chos de tan mala maderay teja que está en ruina
La iglesia y la casa demisión están en ruinas
No se describe
La iglesia de adobe y techosde madera es muy pobrey sólo tiene lo preciso
No se describe
No se describeLa iglesia con paredes de
adobe y techos demadera, paja y tierracon dos torres levanta-das por los colegiales deQuerétaro pero arruina-da por los provinciales
A punto de derrumbarse
Sin iglesiaCasi en ruina y con necesi-
dad de reparacionesBuenas o razonables condi-
ciones
Capillita algo decente ycon un altar
Desplomada
Con unas antiguas paredesteniendo por dentrouna enramada deramas
Casi en ruina y con necesi-dad de reparaciones
No se describe
Buenas o razonables condi-ciones
Capillita algo decente ycon un altar
Santo Tomás
Bacanora
Ponida
Yecora
Suaqui
Tonichi
Ures
a Luis González R., Etnología y Misión en la Pimería Alta, 1715-1740, México, IIH-UNAM, 1977, pp. 204-216, Informes y relaciones misio-neras de Luis Xavier Velarde, Giuseppe María Genevese, Daniel Januske, José Agustín de Campos y Cristóbal de Cañas.b Roberto Ramos, Relación hecha el año de 1784 de las Misiones establecidas en Sinaloa y Sonora, con expresión de las provincias, su exten-sión, naciones de los indios, pueblos de visita, gente que tiene cada pueblo, etc. etc. por Fray Antonio María de los Reyes O.F.M. PrimerObispo de Sonora y California, vol. IV, México, Gobierno del Estado de Sinaloa, 1958, pp. 49-70.c AFBNM, IFF, caja 36-2280.d En 1790 fue sede de la Intendencia de Sinaloa y Sonora.
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Tabla 3. Opatería. Estado físico de las misiones.
Misión Visita Según visitadores jesuitas en 1723a
Según el obispo Antonio de los Reyes en 1784b
Según el franciscano JuanFelipe Martínez en 1799c
Matape
Aconche
Banami-chi
Batucod
Oposura
La iglesia de la cabecera esmuy hermosa y capaz,muy bien alhajada. Laantigua necesita de con-tinuo reparo
Iglesia nueva y su adornonecesario
Es nueva, necesita adornosy ornamentos para elculto
Las iglesias de ambos pue-blos se techaron de nue-vo y están ahora enbuen estado, bien alhaja-das y adornadas
Lo mismo sucede en lascasas
Los tres pueblos tienen casasdecentes y las iglesiashermosas y capaces, masnecesitan de algún reparo
Casa decente y la iglesiahermosa y capaz
Casa decente y la iglesiahermosa y capaz
Las alhajas suficientes, másla fábrica necesita de totalrenovación; hay pocagente y costará muchospesos y trabajos repararla
Necesita renovación
Hace años se cayo, se estafabricando y no se haacabado
La iglesia con adobe ytechos de madera, paja ytierra y decente con unacapilla bien adornada
La iglesia está casi arruina-da y sin culto
La iglesia con adobe ytechos de madera, pajay tierra decente
La iglesia de adobe contechos de madera, ame-nazan ruina y son admi-nistradas por los quere-tanos
La iglesia de adobe con te-chos de madera, amena-zan ruina y las casasestán caídas
Los provinciales de Xaliscocasi las han perdido
Con producto de las mer-cancías producidas porla comunidad reparanlas iglesia y casas
La iglesia y casa amenazanen ruina
La iglesia y casa amenazanen ruina
La iglesia con adobe y techosde madera, paja y tierra,se mantiene con decencia
La iglesia con adobe y techosde madera, paja y tierra,se mantiene con decencia
La iglesia con adobe y techosde madera, paja y tierra,se mantiene con decencia
No se describe
Buenas o razonables condi-ciones
No se describe
No se describe
No se describe
No se describe
Nacori
Álamos
Babiacora
Guepaca
Senoquipe
Tepuspe
Terapa
Tepache
a Luis González R., Etnología y Misión en la Pimería Alta, 1715-1740, México, IIH-UNAM, 1977, pp. 204-216, Informes y relaciones misio-neras de Luis Xavier Velarde, Giuseppe María Genevese, Daniel Januske, José Agustín de Campos y Cristóbal de Cañas.b Roberto Ramos, Relación hecha el año de 1784 de las Misiones establecidas en Sinaloa y Sonora, con expresión de las provincias, su exten-sión, naciones de los indios, pueblos de visita, gente que tiene cada pueblo, etc. etc. por Fray Antonio María de los Reyes O.F.M. PrimerObispo de Sonora y California, vol. IV, México, Gobierno del Estado de Sinaloa, 1958, pp. 49-70.c AFBNM, IFF, caja 36-2280d Es la más antigua en la provincia y la única iglesia que no está levantada a base de muros de adobe.
obra arquitectónica en las regiones de fronteraen ese momento en particular. Además relatanque sólo en contados casos se habla de una fábri-ca “capaz”, y generalmente se hace referenciaa una casa para los ministros fuera de la iglesia.En tanto, por los reportes analizados hasta hora,en la etapa franciscana hubo muy poco avan-ce en la mejora de la obra misional, la conserva-ción apenas pudo llegar a algunas iglesias; noobstante, tengo documentado el interés de la au-toridad virreinal en apoyar la sustentabilidad,desarrollo y pacificación de los indígenas en laPimería Baja.
Respecto a la tabla 3, a pesar de no haber mu-chos ejemplos, la propuesta franciscana que aúnsubsiste logró una propuesta formal adaptada almedio, y congruente con el avance tecnoconstruc-
tivo y los materiales disponibles, en esto radican suaporte y valía.
He tomado como ejemplo la iglesia de Ónavas—localizada en la Pimería Baja, de fábrica jesuita,recibida por los frailes del Colegio de Querétaro einmediatamente secularizada— para señalar losdiferentes elementos constructivos que compo-nen la fábrica de la iglesia y aún hoy día se pue-den observar en la región (figura 7).
Conclusiones
Finalmente la posesión territorial le fue ganada a losindígenas, pero en sentido estricto las actividades delos misioneros y su labor evangelizadora debenentenderse como respuesta a una realidad social exis-tente en la región, donde es claro percibir que cuan-
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84 |Figura 7. Corte esquemático basado en la iglesia de Ónavas; cimentación de piedra sobre el nivel del terreno, muros de adobe, techumbre a base de vigas de made-ra de diferentes tipos asentadas sobre zapatas de madera característica de la arquitectura de las iglesias de la provincia, duela de madera y terrado; sistema constructi-vo que se fue actualizando con la introducción de nuevos materiales a la provincia. Dibujo de Francisco Hernández Serrano.
do mejoraron las condiciones materiales, la organiza-ción y los medios que daban sostén a las misiones—como buenas temporadas de cosechas y su comer-cialización en buenos términos—; las fábricas de lasiglesias se levantaron de mejor calidad, e incluso fueposible hacer tareas de conservación en los inmue-bles. Dadas estas condiciones se logró materializar undesarrollo urbano dinámico y estable, que tenía comobase la iglesia de la comunidad y en la que, desde elpunto de vista humano, el papel del misionero eraclave entre el rol de los indígenas y españoles.
Además de los retrasos en la entrega de las dis-minuidas temporalidadas y las dificultades quetuvieron los franciscanos sobre la administraciónde las temporalidades jesuitas, las quejas sobre lasupresión de los sínodos y el avance en la secula-rización provocaron un deterioro en la infraes-
tructura de las misiones, sobre todo en la Opateríay la Pimería Baja, del que nunca se pudieron recu-perar; es por ello que estas regiones fueron las pri-meras en desarticularse en la provincia de Sonora,en tanto que los orgullosos colegiales de Querétaropermanecerían unos años más fieles a su tareamisional en la Pimería Alta.
Por último, es pertinente afirmar que la con-servación de las iglesias y casas misionales en laPimería Baja se realizaba básicamente con produc-to de los excedentes de las mercancías, como en elsistema jesuita; no sucedió así con el sistema fran-ciscano, que con poca disponibilidad de mano deobra y la pugna por la tierra con las incipientes ran-cherías y poblados, les fue imposible sostener lasmisiones, aunque la labor del fraile siguió firme asu regla seráfica.
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