Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: este venia como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz.
Y éste fue el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a Juan, a que le preguntaran: ¿Tú quién eres?
Y le dijeron: ¿Quién eres? Para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado, ¿qué dices de ti mismo?
contestó: Yo soy la voz que grita en el desierto: "Allanad el camino del Señor", Como dijo el profeta Isaías.
Entre los enviados había fariseos y le preguntaron: Entonces, ¿por qué bautizas, si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?
Juan les respondió: Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia.
La Iglesia nos ofrece para ello el sacramento del perdón
Puede ser un buen compromiso personal antes de que llegue la Navidad
Es precisamente el Espíritu Santo que habita en nosotros
la FUENTE de ALEGRÍA
en nuestra vida cristiana
Que los pobres sientan nuestra mano tendida para escucharles, para ayudarles, para llevarles el consuelo que viene de parte de Dios.
El Señor viene a romper las cadenas que nos quieren atar el corazón
sobre todo, la esclavitud del pecado
que nos roba la libertad interior y la alegría
En resumen
Jesús y cada cristiano, es ungido por el Espíritu del Señor para hacer posible una Navidad para todos
La vida del cristiano que ha sido ungido por el Espíritu del Señor da los siguientes frutos:
La alegría
La oración
La Acción de Gracias
Siempre alegres en Cristo Jesús
Alegría permanente, honda, profunda
Es saber que Dios está de nuestra parte
en la que el pueblo cristiano sube a la casa del Padre en su día, el día del
Señor, a darle gracias por tantos motivos
El mismo Espíritu que recibió Juan nos envía a nosotros para que "seamos testigos de la luz", hombres y mujeres llenos de Dios, llenos de su Espíritu
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