EL COLEGIO DE MICHOACAN, A.C. CENTRO DE ESTUDIOS ANTROPOLÓGICOS
“Reformas del Estado y procesos de cambio político local: un análisis del proyecto Patrimonio Cultural
Intangible de la UNESCO en el semidesiertoqueretano”
tesis que para optar al grado de Doctor en Antropología Social
PresentaMtro. Eduardo Solorio Santiago
Director:Dr. Salvador Maldonado Aranda
Lectores:Dr. José Eduardo Zárate Hernández Dra. Phyllis Ann McFarland Morris
Zamora, Michoacán, septiembre del 2012.
Índice
Introducción 11La región del semidesierto queretano y el interés del paisaje cultural 16 Patrimonio y Cultura 22El Proyecto de Patrimonio Cultural Intangible Peña de Bernal y su territorio otomí
24Cambios del proyecto de Patrimonio Cultural Intangible 27La Reforma del Estado Mexicano y su reflejo en gobiernos divididos 28 Arenas de disputa, negociación y del desarrollo social 33Procesos de Intermediación en el proyecto de Patrimonio Cultural Intangible
35Las Políticas Públicas y el caso del Proyecto de Patrimonio Cultural Intangible en Bernal 36Plan de Obra y Capítulos 39
Capítulo I: El Semidesierto queretano: configuración geográfica, histórica y política 46
El semidesierto queretano: geografía y paisaje de una región de frontera 46 La organización del territorio de Cadereyta. Siglos XVI-XVIII 52Transformación territorial y política de la Intendencia de la villa de Cadereyta. Siglos XVIII-XIX 55Reorganización político-administrativa en el Distrito de Cadereyta. Siglo XIX.
55El Municipio de Cadereyta: cambios en la conformación territorial. Siglo XX.
58De Corral Blanco a la constitución de Ezequiel Montes como Municipio 59 La Fundación de Ezequiel Montes a partir del rancho de Corral Blanco 62 Configuración territorial y jerarquización administrativa de las localidades del municipio de Ezequiel Montes 63Organización política y gobierno en la cabecera municipal de Ezequiel Montes
65Turismo, patrimonio y desarrollo social en Bernal 69Balance y perspectivas de la delegación de Bernal con valor patrimonial 75 Conclusiones 78
Capítulo II: El turismo como política pública: Un análisis del Proyecto dePatrimonio Cultural Intangible desde sus efectos locales 79
El Patrimonio Cultural Intangible, definición y alcances normativos 80Proyectos de Patrimonio Cultural en México, problemas y perspectivas actuales
82El contexto político de la integración del expediente de postulación presentado ala UNESCO 85Características generales del proyecto: Lugares de memoria y tradiciones vivas de los pueblos otomí-chichimecas de Tolimán. La Peña de Bernal, guardían de un territorio sagrado 87
2
La protección de los bienes culturales del semidesierto 88El territorio simbólico como problema 90Estrategias de acción del proyecto PCI: programas, ámbitos locales y regionales
94Los Programas: sus limitaciones y problemas 96El Plan de Gestión como modelo de participación de los grupos indígenas
100Efectos locales del proyecto: El Programa de Restauración de Capillas Familiares en San Antonio y El programa Pueblos Mágicos en Bernal 104 El Programa de Conservación y Aprovechamiento Sustentable de los Recursos Naturales en San Antonio de la Cal: actores locales y organismos internacionales 109El Programa Pueblos Mágicos en Bernal: representaciones institucionales vs. acciones locales 113Conclusiones 114
Capítulo III: Disputas entre mestizos e indígenas por los cargos locales enBernal: Gestión pública en gobiernos yuxtapuestos 116
Los efectos en la política local: emergencia de actores políticos y luchas por la gestión de recursos 117Grupos de poder antes del boom turístico de Bernal 119Cambio en el cargo de delegado en Bernal: el ascenso del primer indígena
130Filiaciones políticas estatales, municipales y locales 132La década del 2000, gobiernos divididos y la emergencia de actores locales
134La remodelación de El Baratillo y la construcción del nuevo Mercado Gastronómico y Artesanal 135El comité Pueblo Mágico: élites mestizas e intermediarios en los proyectos de obra pública 140Intermediación política y redes sociales: la consolidación del comité Pueblo Mágico 141La construcción del Mercado Gastronómico y Artesanal: el origen de las disputas locales 144Disputas entre el delegado indígena, el presidente municipal y el comité Pueblo Mágico 146Las primeras asociaciones de artesanos y comerciantes en Bernal: nuevos actores políticos 155Conclusiones 158
Capítulo IV: La celebración de la Santa Cruz en Bernal y sus rituales políticos160
La Mayordomía de la Santa Cruz (2008-2010) 162La celebración de la Santa Cruz como arena de la micropolítica 164Liderazgos indígenas en la Mayordomía de la Santa Cruz 164La Fiesta de la Santa Cruz: rituales públicos y desacuerdos privados 166Historias, castigos y dramas sociales: cambios locales y la expansión del culto a la Santa Cruz 170
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Del drama social local a la expansión de un culto microrregional 174Escaloneros de la Santa Cruz: guardianes de la Peña de Bernal y custodios de la Santa Cruz 178La Fiesta de la Santa Cruz y los procesos de reafirmación étnica 180La Semana Santa y los procesos de revitalización étnica en San Antonio de la Cal 194Domingo de Resurrección y la procesión al Cerro de El Picacho 197Conclusiones 200
Capítulo V: Participación política de las asociaciones indígenas en Villa Progreso, Bernal y San Antonio de la Cal 202Las asociaciones indígenas de artesanos y comerciantes antes del proyecto de Patrimonio Cultural Intangible 202La formación de las primeras asociaciones de artesanos en el semidesierto: La Canoa en Villa Progreso y Piedra de Dios en San Antonio de la Cal 203Villa Progreso: lugar de la primera asociación indígena en la región 204La Canoa: primera cooperativa indígena en la región 207El apoyo estatal al proyecto turístico de la cooperativa La Canoa 211La participación oficial de los niveles de gobierno estatal, municipal y federal en el proyecto La Canoa 213La formación de la cooperativa Piedra de Dios en San Antonio de la Cal 223 La primera asociación artesanal en San Antonio: antecedentes de la cooperativa Piedra de Dios 225El ascenso de líderes locales y la consolidación de la cooperativa Piedra de Dios
227Cambio de autoridades locales y municipales: disputas locales por el control delproyecto Piedra de Dios 233La formación de grupos de comerciantes y artesanos en Bernal en la década de 1990 240La unión de comerciantes La Santa Cruz y la lucha por la política local 242Conclusiones 248
Capítulo VI: El Festival de el Equinoccio de Primavera en Bernal: la disputa por elcontrol del imaginario otomí-chichimeca 250El Festival del Equinoccio de Primavera: la reinvención de un imaginario indígena 252Cambios y perspectivas del Festival del Festival del Equinoccio de Primavera
263Conclusiones 273
Conclusiones Finales
Bibliografía
Anexos
Índice de figuras y cuadros
275
286
295
4
4
Figura 1. Localización geográfica del semidesierto queretano y La Peña de Bernal 49Figura 2. Municipio de Cadereyta de Montes, Siglo XX (1914-1941) 57Figura 3. Municipio de Cadereyta de Montes y microrregión de estudio, Siglo XX (1914-1941) 59Figura 4. Lugares de interés turístico y Barrios de Bernal 136
Cuadro 1. Cadidatos a delegados en Bernal en la contienda electoral 2003-2006131
Cuadro 2. Genealogía política de la familia Feregrino 142Cuadro 3. Gobiernos yuxtapuestos en el municipio de Ezequiel Montes de 1991 al 2012 154Cuadro 4. Estructura de la Organización de la Mayordomía de la Santa Cruz, 2008 166
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Dedicatoria
A todos los que hicieron posible esta tesis.
A mis padres y abuelos
A la gente del semidesierto queretano, incansables pobladores de una región de frontera
A mis compañeros de la generación 2005-2010 de el Doctorado en Antropología Social de El Colegio de Michoacán
A la memoria de nuestro amigo y colega Pedro Chalé Solís
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Agradecimientos
El concluir un trabajo de tesis doctoral, como lo exige El Colegio de Michoacán, es
resultado de la suma de esfuerzos y voluntades de personas e instituciones sin las cuales
no hubiera sido posible. Quisiera agradecer a cada una de ellas por su invaluable apoyo,
respaldo y guía en este proceso.
Al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACyT) por el apoyo de una beca
que me permitió dedicarme de tiempo completo a los estudios doctorales. En El Colegio
de Michoacán a los integrantes del Centro de Estudios Antropológicos (CEA), en
particular a la Dra. Brigitte Boehm, los coordinadores del programa a lo largo de estos
años, la Dra. Gail Mummert Fulmer, Dra. Cristina Monzón García, la invaluable
paciencia del Dr. Marco Calderón Mólgora y la Dra. Elizabeth Juárez Cerdi. En
particular quisiera destacar la generosidad académica recibida durante las cátedras en el
ColMich de parte de profesores como Eduardo Zárate Hernández, Jorge Uzeta Iturbide,
Claudio Garibay, Gail Mummert, Marco Calderón Mólgora, Elizabeth Juárez Cerdi,
Paul Liffman y Andy Roth Seneff, a todos ellos mis agradecimientos y gratitud por sus
enseñanzas.
Si debo a alguien la conclusión de esta tesis es a la paciencia y sabiduría de Salvador
Maldonado Aranda en la dirección de mi tesis. Gracias por tu apoyo a lo largo de estos
años, si el trabajo tiene algún mérito es debido a tu guía y perseverancia. Aprendí
mucho de los seminarios y discusiones para delinear el problema de investigación, pero
fue en la redacción de la tesis que comprendí la labor del quehacer antropológico que se
nutre tanto de datos etnográficos de primera mano como de discusiones y reflexiones
teóricas. Muchas gracias por tu paciencia.
Escribir acerca de los procesos de patrimonialización en el semidesierto queretano no
hubiera sido posible sin la ayuda y apoyo de personas, familias y académicos de
Querétaro y la región.
En Villa Progreso, la amistad de doña Viky y don Arcadio fue fundamental, su calidez,
hospitalidad y carisma me abrió la puerta a la comunidad y me albergo durante varios
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periodos de campo, de igual manera mi más grande agradecimiento a su nieta Reyna. A
Isaías Mendoza, incansable precursor de su pueblo, a tus hermanas y padres.
En San Antonio de la Cal, el apoyo y amistad con las familias Morán y Contreras fue
fundamental para concluir este trabajo. En particular a doña Mary, un ejemplo de
liderazgo natural en un contexto local donde impera el protagonismo masculino y la
jefatura patrilocal, su ejemplo fue un gran aprendizaje para mí. A su papá y sus
hermanos, muestra de una familia de líderes locales en por lo menos tres generaciones.
A la toda la familia Contreras, en particular a doña Mary y don Rodrigo, entrañables
amigos y mi familia adoptiva durante estos años. A su cálida familia que ahora es la mía
integrada por Martha y Salvador; Lety y Julián, así como Rodrigo y mi ahijada Sharot; a
Mago y Maricela; Rosa su esposo y sus hijos, a doña Celi, don Demetrio y sus hijos; a
Noé y Rosa. De manera particular, a Moisés y su familia, quienes me apoyaron en todo
momento. A la familia de don Manuel Olvera, su hija Yanet y sus hermanos. A Ranulfo
y Carmen por su apoyo en el trabajo de campo. A toda la gente de San Antonio que
contribuyó de una u otra manera a la comprensión de los procesos locales de
revitalización étnica.
En Bernal, a la familia Montes Martínez, y en particular a doña Tere, amiga y cronista
de varias generaciones de bernalenses, quien en todo momento compartió la historia de
su familia desde sus antepasados fundadores hasta su participación en la política estatal
y local. A doña Lulú Montes de Pedraza, amiga que me dio la entrada a Bernal y su
sociedad local, así como a don Aquiles, promotores incansables de su pueblo y sus
tradiciones. A doña Saríta Feregrino, Coco Ontiveros, Irma Barrera y Edgardo Cabrera,
por compartir sus historias y proyectos. No menos importantes fueron don José Cruz,
don Catarino y don Nieves, mayordomos y escaloneros de la Santa Cruz de la Peña, el
compartir sus experiencias y trabajos fue muy enriquecedor para mí. A la generosidad
de Jessy, doña Lupe y doña Lena muchas gracias. A Victor Manuel y su familia por su
apoyo en todo momento.
Durante el largo proceso de redacción de la tesis debo agradecer tanto en Zamora como
en Querétaro a diversas personas e instituciones por su apoyo. En Zamora, gracias a la
invaluable disposición del personal del Colmich, en particular, a Haydeé Alfaro, don
Emeterio Martínez, Lupita del Río, Geraldina Carreto e Isabel Barriga quienes hicieron
8
más placenteras las tardes de trabajo en la biblioteca. En el Colmich, mi agradecimiento
al coordinador de la Revista Relaciones Reynaldo Rico por su apoyo en la revisión de
varias versiones de la tesis, y a la secretaria del CEA Mago Martínez por su disposición
en todo momento, gracias Mago.
Los amigos que encontré en El Colegio de Michoacán fueron invaluables para mí.
Conté con la amistad y compañerismo en todo momento de Lupita Santiago, a quien
agradezco y me hermana la disciplina en el trabajo, a Raquel Baltazar y Claudia
Magaña compañeras y amigas en todo momento, a Evelin Alfaro amiga entrañable
durante mi regreso a Zamora para concluir la tesis. A Rafael Castañeda y Marcela
Rodríguez con quienes compartí en Zamora y el Colmich la residencia. No podía faltar
el apoyo y la amistad sincera que he recibido en los últimos años de Faviola Castillo,
gracias por todo. No debo olvidar a personas como Luis Juventino, Cristina, Violeta y
Greta que hicieron muy placentera mi última estancia en Zamora. Estoy en deuda con
mis compañeros de la generación 2005-2010, en particular agradezco a Lupita Poot,
Claudia Pureco, Alejandro Soberanís, Marcelo Zamora e Inés Cortes. No menos
importante fue para mí contar con la amistad en todo momento de Pedro Chalé
invaluable colega y amigo de quien lamento enormemente su partida.
Mención aparte merecen Paul C. Kersey y Caty Bony Hébert encargados del laboratorio
de idiomas en inglés y francés respectivamente. De manera particular agradezco la
amistad de la familia de Caty y Ricardo.
En la Universidad Autónoma de Querétaro debo agradecer infinitamente la amistad que
me une con la maestra Martha Otilia Olvera, cercana amiga y colega a quien debo mi
identidad profesional como antropólogo, su apoyo incondicional a sido fundamental a lo
largo de estos años y en la conclusión de la tesis. Sus revisiones y sugerencias
enriquecieron mi trabajo enormemente, con ella comparto no solo el gusto por la
antropología sino también el interés por el semidesierto y su gente a lo largo de más de
quince años. No podía faltar el apoyo en todo momento de Marú Guzmán, lúcida colega
y amiga. La guía y paciencia de Phyllis Correa y su familia, su apoyo fue esencial para
concluir la tesis, su buena disposición y disciplina me ayudaron a consolidar la tesis,
muchas gracias por su apoyo. No menos importantes fueron otros colegas y amigos de
quienes aprendí mucho durante estos años, Laura Maricela Noguéz, Cristina Martínez,
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Alfonso Serna, Syndi de la Torre, Araceli Hurtado, Danahe Santiago, Fabiola Núñez y
Nancy. Debo agradecer el apoyo y disposición de la Dra. Blanca Gutiérrez Grageda,
directora de la Facultad de Filosofía de la Universidad de Querétaro, por su apoyo para
la conclusión en la redacción de la tesis.
Finalmente debo agradecer a mi familia, mis padres y hermanos, solidarios en todo
momento con quienes estaré en deuda por su apoyo incondicional.
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Introducción:Este es un estudio sobre el proceso de reivindicación étnica de un grupo otomí que, a
partir de la política administrativa del turismo global, vuelve los ojos a las condiciones
autóctonas de su pueblo e inicia una toma de conciencia de donde emerge el
empoderamiento indígena para la construcción de alternativas económicas y políticas,
materializándose en el proyecto de Patrimonio Cultural Intangible (PCI) Lugares de
memoria y tradiciones vivas de los pueblos otomí-chichimecas de Tolimán. La Peña de
Bernal, guardián de un territorio sagrado del semidesierto de Querétaro de la
Organización de las Naciones Unidas, la Ciencia y la Cultura de (UNESCO) en el año
2009.
Se trata de un trabajo de investigación que inicié en 2005 para el programa de
maestría y doctorado en antropología social en El Colegio de Michoacán, cuando
seleccioné como unidad de análisis una población otomí del semidesierto queretano
llamada San Antonio de la Cal enfocando sobre sus relaciones con la población
principalmente mestiza de la localidad vecina de San Sebastián Bernal. Para la tesis de
maestría, el objeto de estudio fue las disputas por la propiedad de la tierra privilegiando
una perspectiva política para el análisis de los procesos de revitalización étnica,
observados en las localidades anteriores que corresponden a un momento de
intervención del Estado y a la emergencia de actores políticos locales con alcances que
rebasan la estructura local y municipal.
En un principio, el objetivo se encaminaba al análisis de la reivindicación
territorial del grupo otomí de San Antonio de la Cal, pero con la información recopilada
para la tesis de doctorado, se encontraron elementos para proponer como objetivo la
comprensión del contexto político y social dentro del cual se construye y emerge el
empoderamiento indígena, materializándose en el proyecto de Patrimonio Cultural
Intangible (PCI) que impulsó el Estado como estrategia de desarrollo regional.
Desde la década de 1990, existe una discusión antropológica acerca de la
emergencia de prácticas económicas alternativas para el desarrollo de actividades
turísticas, que van desde el ecoturismo al new age y la invención de tradiciones,
generando procesos de revitalización étnica e identitaria de los otomíes en poblaciones
locales de la zona.1 En este trabajo destacó la importancia de la emergencia de nuevos
actores políticos indígenas y la institucionalización de su gestión comenzando con las
reformas del Estado en la década de 1990 y el reconocimiento de los derechos y
1 Discusión que se plantea en el capítulo 1.
11
patrimonio cultural de los grupos indígenas del país. Con la ampliación del mercado
turístico, a partir de la promoción de Bernal y su peña, que culmina en el proyecto PCI
impulsado por la UNESCO, también logran obtener recursos económicos reforzando los
canales de negociación y gestión que han venido construyendo de diversas maneras, en
lo político, económico, social y ritual.
Se diseñó una estrategia de acercamiento a partir del método etnográfico para
entender el tipo de relación que construyen los líderes-gestores indígenas frente al
Estado, los municipios y otras organizaciones, considerando la identificación de éstos
en su contexto cultural. La identidad étnica se asume entonces desde su nacimiento y
frente a los procesos de discriminación y exclusión en esta cultura regional dominada
hasta de la década de 1990, por las instituciones y representaciones de una culturaranchera.2
Para el estudio del proceso de reivindicación de esta condición del indígena
otomí marginado como un recurso político a consecuencia de una concientización de la
misma generada por grupos externos y tendencias internacionales promovidas, en este
caso por la UNESCO, se realizaron entrevistas a profundidad con informantes claves
para conocer sus historias de vida e historias laborales de estos líderes indígenas. Fue
necesario realizar la investigación en distintas etapas, hasta lograr el acercamiento, la
confianza y la comprensión del tipo de estrategia política que asumen estos líderes para
utilizar su condición étnica como elemento de negociación. Además, para entender las
relaciones interétnicas y los procesos de revitalización en el contexto regional también
hice entrevistas con mestizos en Bernal y la cabecera municipal de Ezequiel Montes, así
como entre los otomíes de Tolimán y Villa Progreso. Este último adquiere importancia
en la investigación porque es el precursor de la gestión indígena en la región con la
creación de la primera asociación de artesanos y comerciantes del ixtle.
Se realizó un registro etnográfico pormenorizado de sus actividades familiares
cotidianas de los líderes-gestores en diversos contextos y en la gestión y resolución de
problemas locales con actores externos. Después de largas temporadas en las dos
localidades (San Antonio de la Cal y Bernal), se pudo conocer de primera mano sus
intereses, anhelos y expectativas de movilidad social y política.
2 Entiendo por cultura ranchera aquella red de relaciones sociales generada por los grupos de ascendencia criolla y mestiza que se asentaron en la región del semidesierto desde el siglo XVII, dedicándose a prácticas económicas centradas en la agricultura y la ganadería extensiva basadas en una organización familiar y parentesco extendido. Dentro de sus principales representantes encontramos a las familias de apellidos Montes, Vega, Feregrino y Trejo que reconocen como sus lugares de origen al poblado de Bernal y el Jagüey Grande.
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La investigación para esta tesis, se realizó en distintas etapas: la primera se llevó
a cabo durante el 2005 para definir el objetivo, delimitar el área de estudio y plantear el
problema de investigación para la tesis de maestría. La segunda etapa de investigación
del 2006 al 2007 consistía en estancias prolongadas de trabajo de campo en la localidad
de San Antonio de la Cal. En este periodo también se hicieron múltiples visitas a las
cabeceras de los municipios de Tolimán y Ezequiel Montes para describir y explicar los
conflictos por la propiedad de la tierra acontecidos desde la década de 1940 que habían
dado como resultado la privatización de las tierras comunales en San Antonio de la Cal.
Para el proyecto doctoral, se realizó otra temporada de trabajo de campo en las
localidades de San Antonio y en Bernal en el 2008 y 2009 para profundizar en la
comprensión de las arenas de disputa donde se expresa el empoderamiento indígena a
partir del desarrollo del turismo en Bernal y el proyecto de PCI.
En la primera etapa, centré el interés en el proceso de organización que habían
seguido los otomíes de la comunidad de San Antonio de la Cal para recuperar tierras
que consideraban comunales vendidas por las autoridades municipales de Tolimán a
elites mestizas de Bernal e indígenas de San Antonio, y en particular, a una de las tres
industrias de procesamiento de la cal, siendo éste el principal recurso natural del lugar.
En ese entonces, no me había percatado que este proceso de reivindicación
territorial, respondía al interés velado y creciente de los líderes indígenas e
intermediarios locales por obtener recursos y proyectos derivados de la promoción
turística en la zona, que se otorgaban de manera sostenida desde 1994. La mayor parte
de estos recursos estaban siendo destinados la localidad de Bernal, segunda delegación
del vecino municipio de Ezequiel Montes. Cabe recordar que San Antonio de la Cal
pertenece al municipio de Tolimán, aunque colinda con el pueblo de Bernal, con la cual
mantiene una interdependencia histórica subordinada.
Paralelamente y de manera consciente los otomíes de San Antonio de la Cal
empezaron a impulsar una serie de rituales con la intención de recuperar formas de
organización comunal, que se expresaban en ceremonias populares como las
procesiones y celebraciones a la Santa Cruz del Calvario en el cerro de El Picacho. Por
más de veinte años se había perdido esta procesión porque el Calvario se encuentra en
los terrenos que “pertenecen” a la Calera San Antonio que ellos reclaman como
comunales. En aquel entonces resultó por lo tanto documentar el rescate de esta
procesión en San Antonio de la Cal.
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Más tarde, ya para la investigación doctoral, comprendí que para promover la
procesión al cerro de El Picacho, los mayordomos y las autoridades indígenas de San
Antonio de la Cal buscaban beneficiarse de los apoyos económicos generados por los
proyectos turísticos que, hasta ese momento, se habían otorgado únicamente a la
mayordomía de la Santa Cruz en Bernal, quienes realizan una procesión a la cima de La
Peña de Bernal.
En Bernal, las fiestas de la Santa Cruz culminan los primeros días de mayo con
la ascensión de la Cruz Peregrina a la cima de la Peña (el día 4); los principales
cargueros de la Santa Cruz del Cerro del Picacho de San Antonio de la Cal asisten a esta
celebración. Este ceremonial lo organizan la mayordomía y los escaloneros de la Santa
Cruz de Bernal, dos de las organizaciones tradicionales indígenas, que fueron de las
primeras en recibir apoyos y recursos del Estado para impulsar la difusión de la cultura
indígena del lugar desde la década de 1990, cuando los mestizos empezaron a promover
el Festival del Equinoccio de Primavera en la Peña de Bernal. La participación de esos
grupos tradicionales daba autenticidad a lo que en realidad es una celebración new age.
Es importante señalar que estas dos comunidades comparten la influencia de la
Peña de Bernal y el asentamiento en el lomerío que rodea a la peña: San Antonio en el
lado noreste y Bernal en el lado suroeste. Aunque se ubican en distintos municipios, los
procesos históricos y políticos de la microrregión van paralelos. En este sentido, cabe
subrayar que la mayor parte de los recursos y subsidios financieros destinados a la
promoción de las culturas indígenas otomíes estaban focalizados en la mayordomía de3
la Santa Cruz de Bernal y en el comité Pueblo Mágico.
Al mismo tiempo los líderes indígenas de la comunidad de San Antonio, al
instalarse como cargueros de la Santa Cruz del cerro de El Picacho, identificaron las
posibilidades de negociación con autoridades municipales y estatales, y adquirieron
presencia política en su localidad para negociar la obtención de partidas económicas y
decisiones de cambio de uso de suelo.
En este sentido, las principales demandas se expresaban en reivindicaciones
territoriales, es decir, reclamos por recuperar la tierra que ellos llaman de comunidad,
que a través de los años se fue adjudicando a diversos propietarios: los mestizos de 3
3 El comité Pueblo Mágico se organizó desde el 2006 por requerimiento del programa Pueblos Mágicos de SECTUR federal encaminado a dotar de asesoría a las autoridades locales para lograr su desarrollo integral, fortalecer su turismo local y alcanzar su sustentabilidad. Bernal obtuvo su denominación como Pueblo Mágico en febrero del 2008. Ver el capítulo II de esta tesis, bajo la sección sección El Programa Pueblos Mágicos en Bernal: representaciones institucionales vs. Acciones locales, pág. 94.
14
Bernal, la clase política del municipio de Tolimán, las empresas de procesamiento de
cal, los empresarios foráneos y los caciques mestizos e indígenas locales.
Además en la década del 2000 los líderes indígenas de San Antonio de la Cal
vieron la oportunidad de expresar sus inconformidades en el marco de un nuevo proceso
de intervención del estado con la proyección del pueblo de Bernal como el principal
centro turístico y económico del semidesierto.
Esta política cultural que se originó en Bernal con el Festival del Equinoccio de
Primavera en 1994, y alcanzó su punto más álgido con la declaratoria de la Peña de
Bernal y el territorio otomí como Patrimonio Cultural Intangible (PCI) por la
Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura
(UNESCO) en octubre del 2009, consolidó un mercado regional y un centro político
subalterno a la cabecera municipal de Ezequiel Montes. De tal manera, que los reclamos
y reivindicaciones territoriales que sucedieron en la localidad vecina de San Antonio en
el 2007, tenían una clara correspondencia con lo que aconteció en Bernal, con los
grupos de interés político y económico, y con las estrategias de participación política
que estaba generando la población indígena otomí en el contexto del proyecto de
declaratoria.
Estas acciones, proyectos y recursos también alcanzaron a otras localidades de la
microrregión como Villa Progreso, en el municipio de Ezequiel Montes, donde su
población otomí organizada en asociaciones de artesanos y comerciantes construyó y
extendió sus redes sociales y políticas para participar en el auge económico derivado de
la promoción turística del pueblo de Bernal y el interés del Estado por proyectar a
Bernal como el lugar más importante de atracción turística de la región del semidesierto
queretano.
Durante un periodo de cinco años, entre el 2005 y el 2009, documenté para esta
tesis los principales cambios y transformaciones acontecidos en Bernal, pero también en
la microrregión que abarcaba las localidades de San Antonio de la Cal hasta Villa
Progreso. De esta manera, fue posible analizar los procesos de cambio político local, la
formación y emergencia de asociaciones de artesanos y comerciantes, así como la
revitalización y expansión de la celebración de la Santa Cruz y del Festival del
Equinoccio de Primavera como complejas arenas de negociación y disputa que
permitirá analizar la cultura política en el semidesierto y su relación con la
reivindicación étnica.
15
La región del semidesierto queretano y el interés de su paisaje culturalEn la región del semidesierto vive un conjunto de grupos ñhañha de origen otomí-
chichimeca a los que se conoce como otomís u otomíes y que comparten su territorio
con población mestiza y de origen criollo. Estos grupos se distribuyen en un amplio y
variado territorio que comprende desde los valles centrales del estado de Querétaro en el
centro norte de México, hasta las primeras estribaciones de la Sierra Madre Oriental
conocida como la Sierra Gorda. Esta región ha sido denominada como semidesierto y
comprende una serie de rasgos geofísicos, climáticos, orográficos y culturales que han
dado lugar a una cultura del semidesierto (Olvera, 2011). Esta región ha adquirido su
configuración actual como resultado de la adaptación histórica de su población a las
condiciones cambiantes del medio geográfico, social, político y económico que dio
lugar a una cultura del semidesierto que consiste en el encadenamiento y articulación de
instituciones históricas como la hacienda ganadera y el comercio interregional que
organizaron la división social y laboral del trabajo, diferenciando a los grupos sociales y
étnicos configurando la fisonomía actual de la región dividida en cabeceras, pueblos y
asentamientos jerarquizados por la restructuración política de mediados del siglo XX.
La cultura del semidesierto consiste en un conjunto de factores compartidos y
definitorios de la población indígena, mestiza y de origen criollo de los municipios de
Colón, Tolimán, Cadereyta, Peñamiller, Ezequiel Montes y parte de Tequisquiapan.
Esta población participa de la una economía diversificada, igual son comerciantes que
alternan con el trabajo asalariado o estacional en las ciudades y cabeceras municipales,
comparten celebraciones y cultos a la Santa Cruz y participan de manera intermitente de
procesos migratorios nacionales y trasnacionales con diferentes grados de intensidad.
La población de origen indígena se concentra principalmente en el municipio de
Tolimán, seguida por Cadereyta, Ezequiel Montes y Colón. Esta población se encuentra
distribuida en pequeños asentamientos, localidades y cabeceras municipales que se
extienden sobre pequeños valles intermontanos, en las laderas de los cerros y lomeríos
cerca de arroyos estacionales y pequeños ojos de agua.
El pueblo de San Sebastián Bernal es un asentamiento localizado a los pies de la
Peña de Bernal frente al valle de Ezequiel Montes, justo en el lugar donde se juntan los
macizos montañosos que forman la Sierra Gorda. Es un pueblo de frontera, que se
localiza en el estado de Querétaro, que pertenece al municipio de Ezequiel Montes y
limita con los municipios de Tolimán y Colón. Al norte colinda con la localidad
16
indígena de San Antonio de la Cal, con la que comparte la Peña, el agreste y árido
paisaje.
La población mestiza de Bernal se ha dedicado a las actividades ganaderas,
agrícolas y comerciales desarrolladas entre la Sierra Gorda y los valles centrales del
estado. Estas labores han requerido de mano de obra otomí tanto de los barrios que
rodean el centro de Bernal como de San Antonio. Algunos indígenas de este último
poblado han trabajado en las propiedades agrícolas y comerciales de los mestizos de
Bernal y otros se han quedado en su localidad, realizando trabajos en la extracción,
procesamiento y comercio local de la cal. Además de los vínculos laborales ya citados,
los pobladores de las dos localidades han establecido un proceso devocional
compartido: el culto a la Santa Cruz.4
En las últimas décadas, y de manera específica a partir de 1990, la relación
laboral y religiosa existente entre mestizos e indígenas se fue complicando a causa del
proceso de Reforma del Estado que los dirigentes estatales y las autoridades
municipales promovieron para reconocer la diversidad étnica y cultural de la región. El
reconocimiento de estas localidades indígenas dio paso a la promoción de un proyecto
de difusión de los atractivos naturales y turísticos de Bernal, en específico de su Peña y
su Festival del Equinoccio de Primavera con marcadas reminiscencias indígenas,
situación que tuvo un fuerte impacto en las relaciones económicas, políticas y sociales
de toda la población del semidesierto.
Siendo Bernal, su Peña y el territorio otomí los lugares de implementación del
proyecto de PCI, se convirtieron en los puntos focales donde se concentraron los apoyos
financieros más importantes para llevar a cabo toda una obra de infraestructura y de
políticas públicas orientadas al rescate, preservación y difusión de la cultura indígena
del semidesierto. En este sentido, Bernal se convirtió en el lugar nodal del turismo y de
los programas de desarrollo regional.
En este proceso, se consolidaron grupos de interés político y económico en
Bernal como el comité Pueblo Mágico que no manejaba recursos pero cuyo aval y visto
bueno determinaría la aplicación de obras, recursos y proyectos en el centro del
poblado. Uno de los objetivos de este comité fue impulsar la economía del lugar
4 La celebración de la Santa Cruz comienza en el mes de abril con las visitas de la Santa Cruz peregrina a los siete barrios de Bernal y las localidades vecinas de San Martín y San Antonio de la Cal. En estas visitas y sus velaciones en cada lugar que llegan participan los cargueros de la mayordomía, los rezanderos y pifaneros (músicos) que acompañan las procesiones a las casas que visita la Santa Cruz. Un análisis etnográfico más profundo de esta celebración y su mayordomía se desarrollará en el capítulo IV de la tesis.
17
potenciado sus atractivos, para ello lograron el control de los canales de financiamiento
que venían del Estado y del municipio. Prueba de lo anterior fue la remodelación del
antiguo mercado El Baratillo, la construcción de las fuentes danzantes y el
reordenamiento del comercio informal en detrimento de las necesidades de la población
otomí de los siete barrios de Bernal.
A partir de esto, fue preciso estudiar el contexto político y social de las
transformaciones que se generaron con la Reforma del Estado en la década de 1990, que
ocasionó los cambios sociales, políticos y culturales en Bernal y su microrregión. El
análisis de estos cambios en la microrregión Bernal-San Antonio-Villa Progreso, tomó
en cuenta a las instituciones y agentes del Estado que participaron en la elaboración del
proyecto de patrimonio, a los mestizos e indígenas, los grupos de poder, los líderes e
intermediaros y sus ámbitos de acción en la vida económica, política y social.
Esta investigación analiza el problema de las relaciones de poder a través de la
presencia de agentes del Estado, la gestión de recursos en los tres niveles de gobierno,
así como las nuevas formas de intervención, de disputa, de negociación y de conciencia
política que implicaron la emergencia y participación de diversos actores locales
organizados en las arenas de la micropolítica local. La participación política de distintos
actores individuales y colectivos ha transformado las relaciones sociales, políticas y
económicas entre la población indígena y mestiza frente a los agentes del Estado,
empresarios y grupos de interés local. De esta manera, el problema profundiza en las
relaciones de poder a través de los cambios políticos locales, las transformaciones,
impactos y la participación de la población local en las arenas de la política, en la
formación y emergencia de asociaciones de artesanos y comerciantes, y en los rituales,
en el marco del proyecto de declaratoria de Patrimonio Cultural Intangible (PCI) de
Bernal y su territorio otomí-chichimeca, emitida por la UNESCO.
Las preguntas se plantearon de la siguiente manera: ¿Qué procesos desencadenó
el proyecto de Patrimonio Cultural Intangible (PCI)? ¿Qué impacto estaba teniendo el
proyecto de PCI en las localidades de Bernal, San Antonio y Villa Progreso? ¿Qué
actores sociales estaban participando? y ¿De qué manera se configuraron arenas de
disputa, conflicto, confrontación y/o negociación en estos lugares?
El objetivo central fue, entonces, analizar los cambios sociales y políticos que
desencadenó una política cultural en una población indígena; en este caso el Proyecto
Lugares de memoria y tradiciones vivas de los pueblos otomí-chichimecas de Tolimán.
La Peña de Bernal, guardián de un territorio sagrado de Patrimonio Cultural Intangible
18
(PCI) en las localidades de Bernal, San Antonio de la Cal y Villa Progreso, a partir de la
toma de conciencia y posterior empoderamiento indígena, que redefinió las arenas de
disputa, conflicto, confrontación y/o negociación entre los distintos actores sociales.
Los objetivos particulares se plantearon de la siguiente manera:
1) Analizar el contexto político y social en que surgió el proyecto de PCI y las
respuestas que se presentaron en Bernal y las localidades de San Antonio y Villa
Progreso con el inicio de este proyecto.
2) Explicar de que forma dentro del proyecto, se presentaron cambios en la elección a
cargos públicos locales en Bernal de autoridades mestizas a indígenas.
3) Describir los cambios en el culto, celebraciones y rituales a la Santa Cruz y su
mayordomía, así como la celebración del Festival del Equinoccio de Primavera con la
implementación del proyecto.
4) Analizar de qué manera surgieron las asociaciones de comerciantes y artesanos.
La comprensión del concepto empoderamiento entendido como “elpotencial de
transformación de las personas para lograr cambios favorables en sus vidas al afirmar
sus derechos como mujeres, ciudadanos, etc., generado siempre por acciones grupales,
y por lo tanto, implica mayor poder para resolver problemas” (Gardner y Lewis, 2003:
18), es necesario para explicar las nuevas formas de participación de la población
indígena en la política local, en fiestas sacramentales, en ceremonias populares y en
asociaciones con intereses económicos y políticos. En cuanto a la arena política el
acceso a cargos de elección popular (como delegados); en las fiestas sacramentales
como protagonistas como cargueros y escaloneros de la Santa Cruz; y en ceremoniales
populares como en el Festival del Equinoccio de Primavera donde comparten la
organización del evento con empresarios y autoridades gubernamentales y, sobre todo
en la formación y consolidación de asociaciones de comerciantes y artesanos que los
posicionan como interlocutores de autoridades, empresarios y comerciantes.
La importancia del análisis político en el proceso de empoderamiento indígena
contribuyó a una visión más amplia del tipo de efectos que tiene en las políticas locales,
en las fiestas y ceremoniales, y en la formación y consolidación de asociación. El
énfasis en la etnografía de los procesos microsociales y políticos me permitió atestiguar
y explicar una amplia gama de manifestaciones que permean las relaciones sociales y
políticas de los grupos y actores involucrados a varios niveles, desde lo local o
microsocial a lo macro o global y viceversa.
19
En el nivel macro, observamos tendencias internacionales a privilegiar las
culturas indígenas que operan, a través de una red de gestoría institucional y paraestatal
y definen las formas de formas de ejercer el poder y control, así como los mecanismos a
través de los cuales se desplegaron. A nivel microsocial desde lo local, la aplicación de
estos programas abrió espacios para la participación política de grupos, que,
tradicionalmente5, no habían sido incluidos, y que hemos documentado como parte de
los resultados de esta investigación.
El proyecto de PCI como objeto central de la investigación, me permitió
identificar que el problema de investigación se centraba en las respuestas locales no
previstas que el proceso de implementación del proyecto, en sus distintas fases, había
generado. Las réplicas locales y sus efectos en los niveles sociales, económicos y
políticos revelaban su correlación con una política social impulsada por la Reforma del
Estado a través de los derechos y cultura indígena. Esta política indígena se ajustó a los
requerimientos de un proyecto político, que incluyó las expectativas marcadas por los
organismos internacionales como la UNESCO, ya que éstos avalarían la declaratoria de
Bernal y el reconocimiento de su territorio indígena como PCI.
Para comprender la complejidad de este proceso fue necesario identificar
distintos niveles de análisis. El primero fue el estudio del contexto más amplio en que se
llevó a cabo el proyecto, sus partícipes y agentes involucrados para elaborar una
etnografía de las localidades desde dónde se implementó (Bernal y San Antonio).
Segundo, identificar niveles de observación etnográfica en Bernal y otras localidades
como San Antonio y Villa Progreso, lugares donde se presentaron cambios y efectos
particulares al proyecto para contrastarlos entre sí. Tercero, construir unidades de
análisis a través de los actores sociales involucrados en aquellas situaciones donde
mostraron las paradojas entre los objetivos del proyecto y las acciones de los
involucrados; y por último, las disputas que se presentaron entre los actores por
participar del proyecto y aprovechar sus efectos en cada una de estas localidades.
Bernal, su Peña y el territorio otomí como lugares de ejecución del proyecto de
PCI, se convirtieron en los puntos focales donde se concentraron los apoyos financieros
más importantes de la región. Se realizó infraestructura en Bernal e implementaron
políticas públicas orientadas al rescate, preservación y difusión de la cultura indígena
otomí-chichimeca. La localidad se convirtió en el lugar nodal donde los tres niveles de
5 Los grupos indígenas tradicionalmente no participaban en los programas de apoyo en campo, salud y educación.
20
gobierno invirtieron recursos financieros en la construcción de obras públicas dirigidas
al turismo, por medio de la creación de un parador turístico en La Peña; la edificación
del Mercado Gastronómico y Artesanal; la introducción del cableado subterráneo en el
centro del pueblo y el mejoramiento de la imagen urbana del poblado. Por tal motivo, es
importante señalar el contexto microrregiónal donde tuvo lugar el proyecto, el área de
influencia y las condiciones geográficas y culturales que posibilitaron la
implementación de los proyectos de desarrollo que acompañaron la declaratoria de la
UNESCO.
La estrategia metodológica fue describir etnográficamente la participación de la
mayordomía de la Santa Cruz en dos momentos particulares, durante la fiesta del 3 de
mayo y en la celebración del Festival del Equinoccio de Primavera el 21 de marzo, en
esas situaciones entraron en contacto con las autoridades locales y municipales, el
comité Pueblo Mágico, los mestizos y las asociaciones de artesanos y comerciantes.
Por otro lado, fue muy importante registrar la formación y consolidación de las
organizaciones de artesanos y comerciantes La Santa Cruz en Bernal, La Canoa en
Villa Progreso y Piedra de Dios en San Antonio, sus principales momentos de
confrontación con las autoridades locales, municipales y estatales, y sus estrategias para
participar durante los cargos de elección a delegados locales y obtener beneficios. Por
último, la descripción etnográfica del proceso de elección a delegado en Bernal fue
fundamental ya que aportó datos concretos para relacionar a las asociaciones de
artesanos, la mayordomía de la Santa Cruz y a los candidatos mestizos e indígenas a
delegados que se enfrentaron en la arena de la política local. Estos espacios mostraron la
relación tensa y conflictiva entre los representantes de las organizaciones de artesanos y
comerciantes, los mayordomos de la Santa Cruz y los delegados indígenas, con distintos
agentes del Estado colocados en múltiples niveles de la organización política local,
municipal y estatal.
El proyecto de declaratoria de Patrimonio Cultural Intangible (PCI), que se
comenzó a trabajar desde el 2005, se tradujo en la región del semidesierto y de manera
particular en el municipio de Tolimán, en acciones institucionales y de inversión pública
de los tres niveles de gobierno que tuvo repercusiones y alcances sociales, económicos,
políticos y culturales que involucraron a actores estatales, municipales y locales.
Algunas de las repercusiones más destacadas fue la presencia de distintos representantes
del Estado que ofertaron proyectos en algunas de las localidades como sucedió en
Bernal y San Antonio de la Cal. La aplicación de estos proyectos y su impacto pudo
21
evaluarse antes y después de la instrumentación del proyecto de declaratoria. Los
efectos más destacados se presentaron en la forma en que se organizó la población
receptora, los ámbitos de participación y de negociación de los recursos y oportunidades
que se vislumbraban con los primeros recursos y proyectos de la declaratoria
patrimonial.
La repercusión de un proyecto de esta naturaleza se relacionó con el análisis de
las formas en que se implementaron los programas de gobierno en Bernal, San Antonio
y Villa Progreso con el proyecto de PCI y con los efectos que ocasionaron estos
programas en las tres localidades señaladas. Los conflictos y disputas emergieron con la
implementación de los planes: como el de la restauración de las capillas otomíes, el
padrón de comunidades indígenas y el apoyo en la formación de organizaciones de
artesanos, que resultaron en la emergencia de arenas de disputa y se expresaron en el
ámbito político durante las elecciones a los cargos de delegados locales en Bernal. Por
ello, el análisis de esta problemática consideró tres dimensiones centrales: la política, la
ritual y la social.
Patrimonio y CulturaLos estudios que analizan el patrimonio cultural y/o natural han despertado gran interés
entre instituciones, sociedad civil, agentes y representantes del estado, así como entre
académicos desde finales de la década de 1990. Dentro de la vasta literatura podemos
identificar tres tendencias. Por un lado, aquella que documenta los procesos de
formación de un patrimonio cultural a partir de la valorización que realizan las
instituciones públicas y privadas de un bien (natural, construido o intangible) con una
escasa reflexión de las implicaciones con la cultura y la noción misma de patrimonio
(Hiriart, 2002; Barbero, 2002). Esta tendencia concibe el patrimonio como un proyecto
de desarrollo desde el Estado, sus formas de organización, cómo opera y plantea
distintos modelos de análisis macro centrados en las políticas culturales (Perea, 2002;
López, 2002; Molina, 2002; y Amaya, 2007). La segunda, aborda la evolución y
problemática de las legislaciones nacionales, estatales y locales acerca de la protección
del patrimonio cultural en México y otros lugares del mundo, destacan la mención de
sus limitaciones (huecos) y aquellos aspectos del patrimonio que no quedan
resguardados (Curiel, 2002; Plata, 2008 y Castellanos, 2010); y el tercero,
problematiza de manera crítica la cuestión del patrimonio intangible y la cultura desde
una perspectiva antropológica que aclara la perspectiva de la cultura como punto de
22
partida, cuestiona y analiza la posición de los distintos actores que participan, los
intereses subyacentes a los procesos de patrimonialización y de mercantilización de la
cultura así como las dificultades, debates y desafíos derivados de las declaratorias de
patrimonio mundial (Perea, 2002; Giménez, 2005; Gameros, 2006; Boehm, 2008;
Barragán 2008; Humbert, 2008; Brenner, 2008; Hernández, Rotman y González, 2010;
González, 2010; Hernández y Hernández, 2010). Esta última tendencia ahondaremos
con mayor profundidad en el capítulo II.
Los proyectos que promueven el rescate, preservación o salvaguarda de un bien
cultural o natural no son nuevos en México (como se expondrá en el capítulo II). Los
ejemplos de los proyectos como La Cumbre Tajín, que se realiza desde el año 2000 al
norte del estado de Veracruz (Gameros, 2006) o la declaratoria del Paisaje Agavero en
la región tequilera de Jalisco (Hernández y Hernández, 2010), muestran la intervención
del Estado y sus agentes, grupos empresariales y diversos actores sociales involucrados
en la comercialización de la cultura y los problemas que derivan de esta relación. De
manera particular, este último caso muestra la forma en que el aval de la UNESCO
contribuyó, a través de la certificación como Patrimonio Cultural de la Humanidad en el
2006 del agave, como detonante económico en la región y la reinvención de la identidad
regional con fines comerciales con la consiguiente descontextualización de los procesos
de construcción de la identidad cultural.
El caso que nos ocupa, nació de un interés de un grupo de empresarios y familias
mestizas originarias de Bernal que contó con una amplia plataforma de instituciones
participantes, actores sociales y ámbitos de acción que articularos a través de una red
social y que han incidido en la vida social, económica y política de la región del semidesierto. La densidad institucional, la emergencia de nuevos actores sociales6 y las
arenas de confrontación y negociación que se fueron construyendo a lo largo del
proceso, generaron cambios sustanciales en la disputa por los cargos locales, la gestión
de recursos y en los rituales y celebraciones. Estos ámbitos de análisis resultaron de la
confluencia y cruce de intereses externos generados de arriba hacia abajo, y su cruce
con nociones locales de participación e intervención de los actores analizados en la
búsqueda de optimizar las oportunidades de desarrollo que brindó el proyecto.
La correlación entre el diseño e implementación del proyecto de Patrimonio
Cultural Intangible en Bernal con estas arenas de disputa y negociación, obedece a un
6 Son viejos actores sociales reinventados para participar en el nuevo contexto político y social del semidesierto.
23
conjunto de factores entre los que encontramos la cobertura de los programas, quienes
participaron y se beneficiaron de este proceso, los cambios y reacciones no previstas en
el contexto microrregiónal. En relación con lo anterior, el proyecto de Patrimonio
Cultural Intangible en Bernal, que abarco desde pequeños proyectos como la
restauración de las capillas familiares otomí y el rescate de la imagen urbana de Bernal,
se presentó como un ámbito ideal para el análisis antropológico del cambio cultural y la
micropolítica.
El proyecto de Patrimonio Cultural Intangible Peña de Bernal y su territorio otomíEl proyecto de patrimonio cultural intangible inició en el año 2006 por iniciativa del
gobernador de Querétaro, Francisco Garrido, con el propósito de fomentar el turismo y
promover el desarrollo de una microrregión ubicada en la parte media del estado que
comprende la zona limítrofe entre los valles centrales y la Sierra Gorda, en particular,
las poblaciones indígenas de los municipios de Tolimán, Colón, Ezequiel Montes y
Cadereyta.
El gobernador nombró a Manuel Suárez como comisionado del proyecto de
PCI, quien se encargó de reunir a especialistas, de organizar los avances de la
investigación y de realizar el expediente técnico que sería remitido a la UNESCO.
Manuel Suárez congregó a tres instancias de gobierno: la Dirección de Sitios y
Monumentos de la Secretaria de Desarrollo Urbano y Obras Públicas del Estado de
Querétaro; la dirección del Centro INAH-Querétaro; y a la Secretaria de Turismo. El
director del Centro INAH-Querétaro propuso los contenidos a investigar en el proyecto,
a partir de una política cultural nacional , con el fin de sustentar la propuesta de la
candidatura de este territorio en el rubro de Patrimonio Intangible ante la UNESCO. Los
seis elementos que se tomaron en consideración para la propuesta fueron: 1) el triángulo
simbólico que forman los cerros el Zamorano y el Frontón, eje poniente oriente y La
Peña de Bernal; 2) las rutas de peregrinación a estos cerros; 3) las fiestas comunitarias;
4) la memoria, lengua y tradición de los otomíes, destacando el “chilmal”7 8 9 y su
7 Director del Centro de Estudios Constitucionales del Estado de Querétaro.8 Contenida en la segunda línea de investigación efectuada del 2002 al 2004: Territorialidad, santuarios y ciclos de peregrinación, de la primera etapa del proyecto nacional Etnografía de las Regiones Indígenas de México en el Nuevo Milenio del Instituto Nacional de Antropología e Historia.9 Ofrenda elaborada de carrizo y zotol de 26 metros de altura que se adorna con fruta, tortillas y maíz para conmemorar la fiesta de San Miguel Arcángel el 29 de septiembre.
24
levantamiento el 26 de septiembre día del arcángel San Miguel en San Miguel Toliman;
5) la existencia de 260 capillas familiares; y 6) la presencia de la Peña de Bernal.10
Los encargados del proyecto se enfocaron en resolver tres aspectos centrales
para sustentar la candidatura de este territorio ante la UNESCO: el inventario de las 260
capillas familiares11 12, en su mayoría situadas en el municipio de Tolimán; la
actualización catastral de terrenos en la región; y la declaratoria de área natural con
categoría de “paisaje protegido” a la Peña de Bernal con una extensión de 266
hectáreas que abarcaban parte de las localidades de Bernal y San Antonio de la Cal.
Estos tres aspectos se trabajaron como programas independientes que serían encargados
a dependencias concretas del Estado. Así por ejemplo, se comisionó a la Secretaría de
Desarrollo Urbano y Obras Públicas para llevar a cabo la restauración de las capillas
familiares. En este proceso se pidió a los delegados y subdelegados locales que hablaran
con los propietarios y que propusieran aquéllas capillas que consideraran recomendables
para realizar su restauración y preservación.
En otros casos, como en el proceso de expropiación de 266 hectáreas de la Peña
de Bernal y los cerros cercanos se involucraron tanto el comisionado del proyecto, como
a los directores del Centro INAH-Querétaro y de la dirección de Desarrollo Urbano y
Obras Públicas, así como a los presidentes municipales de Ezequiel Montes y Tolimán
para lograr que los propietarios cedieran de buena voluntad sus terrenos.
Uno de los proyectos de desarrollo social y obra pública que se plantearon fue el
Plan de Desarrollo Urbano Bernal-San Antonio de la Cal elaborado por ingenieros y
arquitectos de la Dirección de Desarrollo Urbano y Obras Públicas. En una primera
versión de este plan se contempló un libramiento que conectaría a Bernal con San
Antonio por el costado poniente de La Peña; así como la construcción de una ciclopista
y la proyección del crecimiento inmobiliario destinado para uso residencial y campestre.
En la exposición de este proyecto se presentó una disputa entre el director del INAH y
los ingenieros y arquitectos por la orientación comercial de dicho plan, ya que
contradecía por completo las políticas de protección del PCI de la UNESCO, lo cual
desembocó en una serie de reclamos y en la negativa de avalar este programa.
0 Expediente Técnico, “Lugares de memoria y tradiciones vivas de los pueblos otomí-chichimecas de Tolimán. La Peña de Bernal, guardián de un territorio sagrado”, 2009, p. 14.11 La relevancia de las 260 capillas radica en que constituyen uno de los pocos elementos tangibles de reproducción social de la población otomí ya que cada unidad doméstica rinde culto a sus antepasados abuelitos o chichimecas en estas construcciones del siglo XVIII y XIX.12 El primer informe de gobierno del presidente municipal de Ezequiel Montes, Martín Vega Vega, consigna que fueron 280 hectáreas las que quedaron protegidas en las faldas de la Peña de Bernal.
25
Como resultado de la presentación del Plan de Desarrollo, uno de los seis
propietarios de los terrenos que ocupaba la Peña, se negó a firmar el convenio de
expropiación de sus tierras por el incremento en el valor catastral en Bernal, San
Antonio de la Cal y las inmediaciones de la Peña. Esta situación retrazó la integración
de la declaratoria de paisaje protegido, y ocasionó que en Bernal y San Antonio se
incrementara el valor comercial y catastral de los predios.
Durante el verano de 2006, se realizaron siete foros de consulta y participación
comunitaria en distintas localidades de Tolimán y Ezequiel Montes, de los cuales seis
fueron desarrollados en el primer municipio y uno en Bernal. La intención de los
organizadores fue informar a la población indígena del contenido del proyecto de
Patrimonio Intangible y conocer sus opiniones y puntos de vista para avalar e integrar
en el plan sus visiones del patrimonio y de la cultura indígena. En la consulta
participaron personal del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y CDI,
arrojando como resultado el consentimiento de la población otomí y sus autoridades
locales para colaborar en el proyecto. Esta información sirvió para complementar la
propuesta del catálogo de comunidades indígenas que desde tiempo atrás venía
elaborando el personal de la CDI con ayuda de los delegados locales y definir las
acciones y la agenda de presentaciones públicas de los distintos programas que
integraban el proyecto, tal como sucedió con la presentación del plan de restauración de
las capillas familiares que se llevó a cabo en San Antonio de la Cal.
En septiembre de 2008 el expediente completo del proyecto de patrimonio fue
presentado ante el Comité de Patrimonio Cultural e Inmaterial de la UNESCO. Un año
después (el 1 de octubre de 2009) se hizo público el trámite de inscripción de la
declaratoria de la Peña de Bernal y su territorio sagrado en la lista del Patrimonio
Intangible. La aprobación del proyecto se dio en un contexto de cambio político en los
ámbitos estatal y municipal. Francisco Garrido Patrón de afiliación panista dejó la
gubernatura y entró José Calzada Roviroza de afiliación priísta, en el municipio de
Ezequiel Montes dejaba el cargo de presidente municipal Martín Vega Vega del PRI y
entró el señor Hipólito Pérez Montes del Partido Verde Ecologista de México (PVEM).
Este cambio de autoridades a nivel estatal y municipal implicó el reacomodo de los
líderes locales y la configuración de las redes sociales previamente construidas por los
3 En las localidades de San Pedro Tolimán, San Miguel Tolimán, San Pablo Tolimán, Casas Viejas y San Antonio de la Cal en el municipio de Tolimán.
26
grupos de poder local, líderes e intermediarios así como por las autoridades de la
delegación Bernal.
Cambios del proyecto de Patrimonio Cultural IntangibleDurante el año 2006 inició en Bernal y en las localidades vecinas de origen otomí la
primera fase del proyecto de PCI. En el poblado de San Antonio de la Cal comenzó la
restauración de algunas capillas oratorio otomí; el registro de las celebraciones de
Semana Santa; y el levantamiento y registro de todas las capillas oratorio en un catálogo
de monumentos históricos con la participación de Secretaria de Desarrollo Urbano y
Obras Públicas (SDUOP), Comisión para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI)
e Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). La segunda fase consistió en la
recopilación de información en las localidades indígenas de la región, a través de
personal contratado como asistentes de campo para registrar las formas de organización
tradicionales y las principales celebraciones patronales. En este mismo proceso las
autoridades locales fueron reclutadas en talleres organizados por personal de la CDI en
la ciudad de Querétaro y en la cabecera municipal de Ezequiel Montes, con el objetivo
de obtener información referente al origen indígena de la población, a su calendario
ritual, a sus principales actividades económicas y sociales, para tener los elementos
necesarios para justificar su inclusión en un padrón de comunidades indígenas del
estado de Querétaro.
En el ámbito local, Bernal obtuvo el nombramiento de Pueblo Mágico y se
inició la construcción del Mercado Gastronómico Artesanal y de la Fuente Animada
instalada en el acceso a la Peña. Estos dos últimos proyectos fueron financiados con
recursos federales, estatales y municipales y supervisados por el comité Pueblo Mágico
integrado por mestizos. Estos proyectos locales generaron disputas y tensiones entre los
grupos de artesanos y comerciantes indígenas, el delegado y los integrantes del comité
Pueblo Mágico; y pusieron al descubierto la necesidad de definir políticas locales y
municipales para el comercio e inversión en obra pública. Ejemplo de esto último lo
documentamos con el conflicto que desató la construcción del Mercado Gastronómico
Artesanal y la reubicación de los comerciantes informales del jardín y del antiguo
mercado El Baratillo. La medida ocasionó una querella entre comerciantes y la
autoridad local por obtener permisos para la venta en la vía pública y la posterior
organización de algunos vendedores en la primera asociación de comerciantes
independientes en Bernal.
27
Con el proyecto de PCI se desencadenaron procesos de cambio social en Bernal,
San Antonio y Villa Progreso que configuraron espacios de participación política que
sobrepasaron la cobertura institucional. El primer espacio, fue la formación de la
mayordomía de la Santa Cruz en Bernal como un ámbito de participación de los apoyos
a las fiestas y celebraciones. El segundo, fue la reorganización política en torno a las
asociaciones de artesanos y comerciantes La Canoa en Villa Progreso, Piedra de Dios
en San Antonio de la Cal y La Santa Cruz en Bernal. Y el tercer espacio, fue durante las
celebraciones a la Santa Cruz el 3 de mayo, en los festejos del Festival del Equinoccio
de Primavera el 21 de marzo y en la Semana Santa en Bernal que se constituyeron en
escenarios para que la mayordomía de la Santa Cruz manifestara su etnicidad.
La Reforma del Estado Mexicano y su reflejo en gobiernos divididosEl análisis etnográfico del proceso de empoderamiento indígena tomó en cuenta el
contexto político estatal en que se presentaron las Reformas del Estado en la década de
199014, la emergencia del tema de derechos y cultura indígena, y su correlación con el
caso del proyecto de PCI como una política social que responde al proceso de reforma
en materia de ley indígena a nivel nacional y estatal. Cabe señalar que las primeras
Reformas del Estado se realizaron en los años ochenta del siglo XX, encaminadas a la
reducción del tamaño del Estado, siguiendo las pautas del Consejo de Washington
(Williamson, 1990), dirigido a desmantelar el Estado desarrollista.
La década de 1990 presentó cambios importantes en el gobierno del Estado de
Querétaro al revalorar el tema de los indígenas y sus derechos en el ámbito de la política
estatal gobernada por el PRI. Como una de las respuestas a estos cambios, se creó en
1999 el Consejo de Pueblos Indígenas impulsado por el entonces gobernador priísta
Enrique Burgos García, bajo la estructura operativa de los Consejos de Concertación
Ciudadana. El objetivo de este consejo fue organizar a los grupos indígenas del Estado
en un organismo de representación ciudadana que funcionó como interlocutor con el
gobernador y que operó con recursos del programa federal de fondos regionales a la par
que se comenzaba a mencionar una ley en derechos y cultura indígena. Este consejo,
14 Las Reformas del Estado se refieren al proceso de transición del Estado mexicano que afecta las instituciones sociales, económicas, políticas y culturales que ésta impulsada por una liberalización económica del mercado en el que el estado muestra sus debilidades: un estado mínimo que restringe su papel y funciones que responde a la política del Consenso de Washington al considerar la liberalización comercial, la privatización de las empresas estatales y los presupuestos balanceados.
28
que forma parte de los Consejos de Concertación Ciudadana, aún opera como un órgano
de representación de los indígenas en el Estado de Querétaro.
El programa federal fondos regionales destinó recursos para infraestructura,
programas agrícolas y ganaderos, así como para la formación de cooperativas y
asociaciones de productores rurales en las dos regiones indígenas del Estado: al sur en el
municipio de Amealco y, al norte, en los municipios de Cadereyta, Colón, Ezequiel
Montes y Tolimán en el semidesierto. El Consejo de Pueblos Indígenas operó con una
combinación de recursos provenientes del programa federal fondos regionales y del
gobierno del Estado con el apoyo del gobernador Enrique Burgos. El tema de los
derechos y cultura indígena cobró mayor importancia a partir de la alternancia política
en el gobierno del Estado, ya que cuando Enrique Burgos terminó su periodo
gubernamental, ocupó el cargo el panista Ignacio Loyola Vera, en octubre de 1997. El
gobernador entrante desconoció la existencia de los indígenas en el Estado y después de
un periodo de confrontación con los representantes del Consejo, a partir de la marcha
zapatista en el 2001 que pasó por Querétaro y de las movilizaciones de grupos indígenas
de Amealco y del semidesierto a la capital del Estado, dejó de apoyar con recursos del
Estado los proyectos productivos del Consejo aunque este continuó reuniéndose.
Ignacio Loyola finalizó, su gubernatura en el año 2003 en medio de un claro
descontento por parte de los indígenas del Estado y con el debate público de la negativa
a reconocer la presencia e importancia de los grupos otomíes y pames, así como sus
derechos políticos y culturales. Ese mismo año, ocupó el cargo de gobernador Francisco
Garrido Patrón (2003-2009), personaje de afiliación panista y quien inició el proyecto
de declaratoria del PCI en la región del semidesierto tomando a Bernal y su Peña como
puntos de partida y como principal emblema del programa de gobierno15. Francisco
Garrido consideró con cuidado cualquier enfrentamiento con los grupos indígenas en el
Estado dada la experiencia negativa de su antecesor, optó por mantener una distancia
respecto al Consejo para evitar confrontaciones y, en cambio, destinó apoyos
financieros en sus proyectos y comunidades a través de los delegados del INAH y de
CDI.
En este contexto de cambios en la política Estatal, fue muy significativo que
también ocurrieron modificaciones a nivel municipal, el municipio de Ezequiel Montes
fue gobernado por el PAN luego de haber sido controlado por varias décadas por el PRI,
15 La imagen de La Peña de Bernal apareció en todos los promocionales de gobierno del Estado de Querétaro durante el sexenio de Francisco Garrido Patrón.
29
teniendo como trasfondo el debate público de los derechos y cultura indígena, y en el
contexto social en que la población del semidesierto presentó altos índices de pobreza y
marginación, además de las condiciones sociales y culturales para proponerla como la
zona para el inicio del proyecto de PCI por iniciativa del gobernador Francisco Garrido.
El PCI emergió en el contexto de la segunda generación de Reformas del Estado
mexicano que tuvieron un nuevo impulso en la década de 1990, y que tomaban en
cuenta “el fortalecimiento de las instituciones públicas con el objetivo de poder
garantizar el funcionamiento de un mercado competitivo y para la inserción de las
economías locales en el mercado globalizado^” (Assies, 2003: 17). Estas reformas de
la segunda generación se enfocaron en aspectos centrales como la administración
pública, la justicia, el aparato judicial, la legislación laboral, la educación y la salud, con
énfasis especial en las cuestiones para facilitar el “desarrollo local y la creación de
instituciones, mecanismos y relaciones que aseguren la gobernabilidad local” (Assies,
2003: 17). Estos últimos aspectos, reflejados en la instrumentación del proyecto de PCI,
eran necesarios para que el Estado recobrara el control político y social en la región del
semidesierto.
Las reformas del Estado impulsadas que había impulsado el priísmo, entre 1986
y 1992, con su resultado más acabado en la formación del Consejo de Pueblos
Indígenas, fueron reelaboradas e instrumentadas en la región del semidesierto durante la
década del 2000 por los gobiernos Estatales y municipales de filiación política panista, a
través del proyecto de PCI. La reelaboración del proyecto, a inicios del 2005, abrió la
discusión pública de la cultura y derechos indígenas, de tal manera que se comenzó a
trabajar en un padrón de comunidades indígenas en el Estado que serviría para dos
fines: por un lado, para justificar la inclusión de todas las localidades indígenas del
municipio de Tolimán, algunas de los municipios de Colón y Cadereyta, y de Bernal
para Ezequiel Montes, en el proyecto de PCI. Por otro lado, para sustentar la propuesta
de la Ley de derechos y cultura indígena tomando como base el padrón de dichas
localidades indígenas.
Estas Reformas del Estado se tradujeron en el impulso de la Ley Estatal de
Derechos y Cultura Indígena, incluyendo a la población otomí contemplada en el
proyecto de PCI y en el padrón de comunidades indígenas. Estas Reformas abrieron la
discusión entre los delegados locales acerca de los criterios para quedar inscritos en
dicho padrón, las formas de participar y con ello la posibilidad de recibir apoyos y
recursos para obra pública, celebraciones y fiestas patronales. La discusión que se
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suscitó entre delegados, autoridades municipales y representantes del proyecto PCI para
la inscripción de las localidades en un padrón estatal, y su posterior inclusión en la Ley
Indígena, produjo que salieran a la luz otros temas como las políticas públicas
relacionadas con el Patrimonio Cultural Intangible y la gobernabilidad, en el marco de
los procesos de descentralización en la región como lo señalan algunos autores para el
caso de América Latina (Lombera y Luévano, 2003: 91). Así, en las localidades y los
municipios de Tolimán, Ezequiel Montes, Colón y Cadereyta, la posibilidad de
elaboración de un padrón de localidades indígenas generó lo que Assies ha llamado las
oportunidades e incentivos para la politización de la identidad indígena (Assies, 1999:
22). Los delegados que participaron en la integración de la información del calendario
ritual de sus localidades, indagaron acerca su origen otomí y la tradición de sus
celebraciones y fiestas patronales; así mismo, se concientizaron sobre la importancia de
reconocerse como indígenas para recibir apoyos de proyectos productivos que otorgaba
la CDI y como mecanismo para dialogar y solicitar recursos directamente con las
autoridades municipales y estatales encargadas de formar dicho padrón (INAH,
Quincuagésima Legislatura del Estado de Querétaro, CDI y Ejecutivo del Gobierno del
Estado).
Esta situación abrió la posibilidad de la Reforma del Estado en relación a los
derechos de los pueblos indígenas y también a la discusión de la descentralización y los
ámbitos de responsabilidad y participación a nivel local y municipal. En este sentido,
coincido con la noción de proceso de descentralización16 señalada por Assies (2003),
que se refiere a “la transferencia de competencia y recursos de un ámbito central de
gobierno (por ejemplo, un ministerio) hacia otro de distinto origen y que guarda
autonomía (por ejemplo, un municipio)^ ” (Assies, 2003: 14) nos permite explicar los
procesos de transferencia de atribuciones detentadas por las autoridades centrales y
estatales hacia las municipales y locales. Sin embargo, éste proceso, tiene como
consecuencia una serie de disputas por invadir los ámbitos de ciertas instancias de
competencia o por mostrar una autonomía poco usual en la región al organizarse para
solicitar apoyos y recursos a otras dependencias del Estado. El tema de la
descentralización no se agota en este punto, ya que “planteada como la transferencia de
atribuciones y competencias a los municipios y a la sociedad civil” (Lombera y
Luévano; 2003: 91) pone énfasis en lo que han llamado el fortalecimiento del ámbito
municipal; este espacio, se convierte en el nivel de análisis por excelencia de las
El subrayado en mio.
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interacciones políticas y culturales que crean arenas de conflicto donde sobre acuerdos,
complicidades y tensiones entre los actores sociales y que caracterizan el ideal del
proceso de consolidación de la democracia al considerar la participación de otros
grupos.
Esta discusión adquiere importancia para el caso de Bernal por los procesos de
gobernabilidad que desencadenó el mismo proyecto de PCI en el ámbito de la política
local y municipal. La gobernabilidad democrática entendida como el marco de
concertación política e integración económica (Yanes, 1997, citado en Lombera y
Luévano, 2003: 81) se relaciona con la pérdida de legitimidad de las instituciones
políticas y con el restablecimiento de una interlocución entre el gobierno y la sociedad
civil. En Bernal, así como en las localidades de San Antonio de la Cal y Villa Progreso
observamos la pérdida de legitimidad de las instituciones políticas, al desconocer al
delegado en turno solicitando trámites directamente a las oficinas municipales; lo que
evidencia la crisis de representatividad (del delegado indígena), así como también el
replanteamiento de una nueva relación entre el gobierno municipal y el local con la
sociedad civil a través de las asociaciones de artesanos y comerciantes con la utilización
de su condición étnica.
Casos como el de La Cumbre Tajín (Gameros, 2006) o la declaratoria del Paisaje
Agavero como patrimonio de la humanidad (Hernández y Hernández 2010) muestran
que las respuestas locales han generado nuevos problemas para la consecución de estos
proyectos al aumentar las arenas de conflicto con la concientización de los grupos
indígenas de la región. En el proyecto de La Cumbre Tajín, por ejemplo, se han
cumplido los objetivos formales como el aumento en la afluencia turística internacional
a la zona. Sin embargo, el efecto no previsto que se refleja en un “esquema neoliberal
de privatización de la cultura, que daña el patrimonio de la zona y supedita al
Totonacapan a intensos procesos de explotación turística” (Gameros, 2006:250), ha
desembocado en la formación de una fuerte presencia de grupos opositores que ven este
proyecto como una amenaza para los espacios autóctonos locales donde se reproduce la
cultura local.
En contraste, el proyecto de declaratoria del paísaje agavero y las antiguas
instalaciones de Tequila dan cuenta de la forma en que el Estado ha construido un
paisaje político desde arriba que sirve a intereses de un reducido grupo de empresarios
privados. Los intereses privados han generado en la región toda una industria del
turismo que busca destacar dicho paisaje revestido de una ancestralidad inexistente para
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utilizarla como una mercancía exitosa en el contexto de la globalidad. Los principales
problemas del paisaje agavero como patrimonio cultural, se relacionan con la
invisibilidad de “los procesos sociohistóricos de producción de esos paisajes”
(Hernández y Hernández, 2010:274), y el ocultamiento de las condiciones sociales que
lo han generado.
En ambos casos, estamos frente a cambios acelerados de producción de un nuevo
paisaje cultural que implican una valoración económica de la cultura, modelos de
desarrollo que disfrazan los impactos sociales y culturales que vuelven invisibles a los
actores locales, y un discurso del patrimonio cultural que despolitiza las acciones del
Estado y de agencias internacionales como la UNESCO. Tal como señala Hernández
(2010) para la región tequilera, la propuesta presentada para la inscripción del paisaje
agavero en la lista de patrimonio mundial de la UNESCO, está centrada en promover el
paisaje como un detonante del desarrollo turístico de la región. En este punto,
acercarnos a la lectura del Expediente Técnico del proyecto Lugares de memoria y
tradiciones vivas de los pueblos otomí-chichimeca de Tolimán. La Peña de Bernal,
guardián de un territorio sagrado, como discurso particular de desarrollo, es útil para
desentrañar las relaciones de cambio social y económico relacionadas con los planes y
políticas específicas (Gardner y Lewis, 2003) que se manifiestan como eventos
particulares, como en un discurso o una ideología.
Arenas de disputa, negociación y desarrollo socialPara conocer y profundizar en las arenas de disputa utilizando a partir de las relaciones
de cambio social, económico y político en el cruce de los discursos, eventos y acciones
donde confluyen representantes del Estado, la población receptora de los programas, las
autoridades locales y municipales en Querétaro, fue necesario buscar conceptos teóricos
con un enfoque microsocial que dieran cuenta de los conflictos, contradicciones,
tensiones y diferencias de los actores involucrados en la implementación del proyecto
de declaratoria de PCI en Querétaro.
Para este análisis, el concepto principal es el de arena propuesto por Turner
(1966 y 1974) que resulta útil para definir un campo político. El campo político o arena
conforma un escenario concreto donde los símbolos y metáforas operan para movilizar a
los actores en relación con el poder político. Lo más importante es que permitió conocer
cómo se erigen los espacios políticos para la toma de decisiones donde los símbolos
utilizados por los actores adquieren el significado de las arenas donde están inmersos.
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En este sentido, estamos frente a arenas como campos políticos que, para el
análisis, ofrecen la posibilidad de examinar una amplia gama de interacciones políticas;
por esto considero que en estos ámbitos de acción política es posible observar las
relaciones de los actores, las estructuras que usan dichos actores, así como el manejo de
símbolos y metáforas movilizadoras con fines de control político. El concepto de
arenas confrontación se inspira en Nuijten y de Vries (2003: 51-53) y se refiere a
ciertos tipos de relaciones de control y dominación que incluyen formas de negociación,
manipulación, apropiación, resistencia y tensión.
La utilización de los conceptos campos políticos y arenas de confrontación
resultó notablemente útil al analizar los efectos del proyecto PCI entre los actores
locales, así como las consecuencias de esta política cultural en cuanto a formas de
confrontación inéditas, que se expresaron en negociación, participación, tensión y
resistencia; además se ubicó la relevancia de los símbolos y metáforas en estos espacios
con fines de control y dominio político.
Esta noción de arena como campo político nos aproxima a la configuración de
un escenario institucionalizado para la acción y en el estudio del caso que nos ocupa se
evidencia como una arena de confrontación y negociación donde cada actor social
compara su agenda política y sus intereses con símbolos y metáforas de marcos
discursivos comunes y con sectores antagónicos para posicionarse políticamente.
También nos ofrece la posibilidad de reconocer las arenas del desarrollo social a las
que se refiere Agudo (2009) porque muestra las diversas agendas, intereses y proyectos
de los actores involucrados.
La noción de arenas del desarrollo social como un espacio privilegiado donde
se presentan los regímenes de la política pública se refiere, entonces, a los textos y
discursos que son producidos, reproducidos, subvertidos o apropiados por distintos
actores sociales que traducen las representaciones oficiales de dichos programas a sus
propios valores, intereses y ambiciones. Esta noción de arena de Turner (1966)
inspirada en la perspectiva analítica del análisis situacional de Gluckman (1940), debe
7 Agudo señala que las “metáforas movilizadoras” son palabras clave usadas a menudo para persuadir, son agradables y “políticamente correctas” o “aceptablemente neutras acerca de las cuales todos estamos de acuerdo y que todos usamos: “ ^ ”comunidad”, “familia”, “cooperación”, “participación” (o “corresponsabilidad”), términos raramente empleados en sentido negativo. Cuando dichas palabras resultan exitosas en disputas dentro del ámbito de lo político (del cual forman parte las políticas) y atraen apoyo generalizado, podemos denominarlas “metáforas movilizadoras”. Lo más importante de estas metáforas movilizadoras es que “resulten inherentes a la formulación de teorías, modelos y estrategias de política pública^ [y] resultan, así, fundamentales en las “grandes narrativas del desarrollo social” (Mosse 2005":8-9)” (Agudo, 2009: 71).
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mucho de su potencial explicativo en que centra la atención en la exploración de los
procesos de cambio, los actores sociales que participan y la toma de decisiones en los
escenarios de la política local.
El concepto de arena aporta una vía para el estudio del conflicto, las
contradicciones y diferencias en las estructuras políticas y sociales, mostrando de
manera particular, la crisis de lealtades que entran en conflicto, la co
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