Lección 8 para el 25 de febrero de 2012
Basada en el conocimiento bíblico y la comprensión de la realidad que nos rodea, la Iglesia Adventista del Séptimo Día ha elaborado una declaración oficial en la que recoge la posición de la Iglesia respecto al problema medioambiental.
En este documento se analizan estos tres aspectos fundamentales:
1. Nuestra posición y responsabilidad como administradores de lo que Dios creó.
2. Las causas de la actual degradación del medio ambiente.3. La actitud que, como creyentes, debemos adoptar frente
al problema medioambiental.
Documento difundido en la sesión de la Asociación General de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en Ultrecht, Holanda, del 29 de junio al 6 de julio de 1995
Los adventistas creen
que la humanidad fue
creada a imagen de
Dios, y así representan
a Dios como
administradores, para
gobernar el ambiente en
forma fiel y fructífera.
Lamentablemente, la corrupción y la explotación
han entrado en la responsabilidad de la
administración del dominio humano. En forma
creciente, los hombres han estado involucrados en
una destrucción megalomaníaca de los recursos de
la Tierra, lo que resulta en sufrimientos
extendidos, desarreglos ambientales y la amenaza
de cambios en el clima. Aunque la investigación
científica debe continuar, resulta claro, por las
evidencias acumuladas, que el aumento de emisión
de gases destructivos, el agotamiento de la capa
protectora de ozono, la destrucción masiva de los
bosques americanos y el así llamado “efecto
invernadero”, todos amenazan el ecosistema de la
Tierra.
Documento difundido en la sesión de la Asociación General de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en Ultrecht, Holanda, del 29 de junio al 6 de julio de 1995
Estos problemas son principalmente debidos
al egoísmo humano y a la búsqueda
egocéntrica de tener más y más, mediante la
producción siempre creciente, el consumo
ilimitado y el agotamiento de los recursos
no renovables. La crisis ecológica está
arraigada en la avaricia de la humanidad y
en el rechazo de la práctica de una buena y
fiel administración dentro de los límites
divinos de la creación.
Documento difundido en la sesión de la Asociación General de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en Ultrecht, Holanda, del 29 de junio al 6 de julio de 1995
Los adventistas abogan por un estilo de
vida sencillo y saludable, en el que la gente
no participa de la rutina del consumismo
ilimitado, la búsqueda incesante de bienes
y la producción de basura. Llamamos a
respetar la creación, a restringir el uso de
los recursos del mundo, a evaluar de
nuevo las necesidades personales y a
reafirmar la dignidad de la vida creada.
Documento difundido en la sesión de la Asociación General de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en Ultrecht, Holanda, del 29 de junio al 6 de julio de 1995
Antes de la entrada del pecado, Dios puso al hombre como señor de todo lo creado y le ordenó sojuzgar (someter) la tierra.
El señorío sobre la creación implicaba tanto proteger la creación como recibir de ella un beneficio, como queda implícito en el texto de Génesis 2: 15, “Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase”.
“Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra” (Génesis, 1: 28)
¿De qué manera afectaron los cambios que siguieron a la entrada del pecado en el mundo a la relación del hombre con la creación?
En la historia de la Tierra se han producido tres alteraciones graves en el medio ambiente con resultados desastrosos e irreversibles:
1. El pecado. Dios dijo a Adán: “maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida. Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo” (Génesis, 3: 17-18)
2. El diluvio. Origen de las grandes cordilleras y las
inmensas simas. La desviación del eje de la tierra produjo el actual cambio brusco de temperaturas entre el verano y el invierno.
3. La revolución industrial. Aunque mucho más
lenta que las anteriores, la degradación sufrida por la tierra desde ese momento ha sufrido un ascenso exponencial hasta el punto de hacernos dudar de la capacidad de la tierra para sustentar a su población en las próximas generaciones.
Todas estas causas tienen un denominador común: el pecado y la ambición del hombre. “los ojos del hombre nunca están satisfechos” (Proverbios, 27: 20)
¿Qué enseña la Biblia con respecto al futuro de nuestro planeta?
“Porque he aquí que yo crearé nuevos cielos y nueva tierra; y de lo primero no habrá memoria, ni más
vendrá al pensamiento”(Isaías, 65: 17)
“Alzad a los cielos vuestros ojos, y mirad abajo a la tierra; porque los cielos serán deshechos como humo, y la tierra se envejecerá como ropa de vestir, y de la misma manera perecerán sus moradores; pero mi salvación será para siempre, mi justicia no perecerá” (Isaías, 51: 6)
¿Cuál debe ser la actitud del creyente frente a la próxima destrucción de la
tierra, según el apóstol Pedro?
“Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir, esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán!”
(2ª de Pedro, 3: 11-12)
La misión del creyente no es salvar una tierra condenada a la destrucción. Nuestra misión es prepararnos para el encuentro con nuestro Dios proclamando el Evangelio al mundo.
No obstante, debemos plantearnos si es compatible “andar en santa y piadosa manera de vivir” con una vida irresponsable respecto al cuidado el medio ambiente.
En la declaración oficial que hemos leído, se nos indican diversos aspectos en los que podemos ser útiles respecto al tema del medio ambiente:
Practicar un estilo de vida sencillo y saludable.
No participar de la rutina del consumismo ilimitado, la búsqueda incesante de bienes y la producción de basura.
Respetar la creación. Restringir el uso de los recursos del
mundo. Evaluar las necesidades personales. Reafirmar la dignidad de la vida creada.
A esta lista debemos añadir el impacto medioambiental emanado de la observancia del sábado.
Elabora tu propia lista de los beneficios medioambientales de guardar el sábado semana tras semana.
Salmos 8:3-9