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Director: Comesaña, Manuel Eduardo.
Roberti, María Eugenia
Tesis presentada para la obtención del grado de Doctor en Sociología
Cita sugerida Roberti, M. E. (2011) El enfoque biográfico en el análisis social : Una aproximación a los aspectos téorico-metodológicos de los estudios con trayectorias laborales [En línea]. Tesis doctoral. Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. Disponible en: http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/tesis/te.683/te.683.pdf
El enfoque biográfico en el análisis social : Una aproximación a los aspectos téorico-metodológicos de los estudios con trayectorias laborales
UNIVERSIDAD NACIONAL DE LA PLATA FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN
DEPARTAMENTO DE SOCIOLOGÍA
LICENCIATURA EN SOCIOLOGÍA
TESINA
El enfoque biográfico en el análisis social:
Una aproximación a los aspectos téorico-metodológicos
de los estudios con trayectorias laborales
Alumna: Roberti, María Eugenia Legajo: 82731/6 E-mail: [email protected] Directora: Muñiz Terra, Leticia Codirectora: Rausky, María Eugenia Fecha: Febrero, 2011
Resumen
La presente tesina es un esfuerzo por buscar nuevas orientaciones teórico-
metodológicas para abordar las implicancias que, las trasformaciones iniciadas en el mundo
laboral a mediados de los años setenta, y profundizadas a partir de la década del noventa,
han tenido sobre la biografía laboral de los sujetos. En el marco del Enfoque Biográfico y el
paradigma del Curso de Vida, se toma la perspectiva analítica de las trayectorias,
atendiendo a un dominio particular: la esfera laboral.
El objetivo del trabajo es estudiar los aportes teóricos y metodológicos que brinda el
enfoque de las trayectorias laborales para comprender el conjunto de recorridos
heterogéneos, impredecibles y discontinuos que se delinean en la vida laboral de los
sujetos. Desde este lugar, realizamos una reflexión crítica junto a una sistematización
teórica de aquellas investigaciones que nos aproximen a comprender cómo se construyen
las biografías laborales en un contexto de intermitencia e incertidumbre. La perspectiva
escogida brinda al análisis social la posibilidad de analizar estos nuevos fenómenos desde
su complejidad analítica, al aprehender la dimensión objetiva y subjetiva en su articulación
espacio-temporal.
Términos Claves
Enfoque Biográfico, Paradigma del Curso de Vida, Trayectoria Laboral,
Temporalidad.
2
Índice General
Agradecimientos .......………………………………………………………………. 5
Introducción ..…...………………………………………………………………….. 6
1. El Enfoque Biográfico ………………………..…………………………….......… 10
1.1. Una mirada histórica: el surgimiento y la revalorización de las historias de
vida …………………………….….…………………………………….... 10
1.2. Discusiones epistemológicas, teóricas y metodológicas .………………… 13
1.3. El paradigma del Curso de Vida ………………………………………….. 20
1.4. De la especificidad de lo biográfico desde algunos estudios de caso….….. 25
2. Las Trayectorias ……………..…………………………..………………..…….... 32
2.1. Multiplicidad de temporalidades: tiempo histórico, social y biográfico…. 32
2.2. Géneros confusos: las potencialidades de un análisis con trayectorias
laborales…………………………………………………………………… 38
2.2.1. Las trayectorias laborales: un análisis de sus usos y aplicaciones ……….. 41
2.3. Los jóvenes en un nuevo contexto histórico-social: la crisis del mercado
laboral y las nuevas trayectorias yo-yo ……….………………...………… 49
3. El Tiempo ………………….…………….………………………….…..………... 56
3.1. ¿La ilusión retórica? Aspectos críticos de los estudios biográficos:
construcción de la memoria desde una aproximación temporal
retrospectiva….................................................................................... 56
3
3.2. Modelos de temporalidad. Acerca de cuestiones teórico-metodológicas en la
producción de datos desde una aproximación longitudinal …………….... 61
3.3. En busca de las tramas del porvenir: claves para un análisis de la
temporalidad futura…………………………………………….…..……… 67
Reflexiones finales ...……….………………………….…………..…………….. 76
Referencias bibliográficas ...…...…………………………………………………. 80
4
Agradecimientos
En esta ocasión quiero agradecer a todos aquellos que, desde lugares diferentes, han
contribuido no sólo a la conclusión de esta tesina, sino a iluminar los caminos que he
transitado para llegar hasta aquí.
En lo académico, mi mayor agradecimiento a Leticia Muñiz Terra por su compañía
y gran dedicación. Mi recorrido no sería el mismo sin sus aportaciones teórico-
metodológicas.
Quisiera también destacar la ayuda y asesoramiento de María Eugenia Rausky, sin
ella esta producción no sería igual.
Le agradezco muy especialmente a Juan Ignacio Piovani y Amalia Eguía, por su
generosidad e inmensa ayuda en mis primeros pasos académicos.
En lo afectivo, el agradecimiento a mis padres por el continuo acompañamiento en
mis transiciones y vida cotidiana, su preocupación diaria y ayuda sin limitaciones.
A mi hermana, por estar siempre. A mi hermano, por su apoyo interior.
A mis amigas de la vida, por los oídos, los abrazos y por hacer la vida menos
rutinaria. Ustedes son una gran parte de mi.
A mis amigas/os facultativos, por bancarse mis locuras y compartir el camino…
ojalá que podamos seguir transitándolo juntos.
A Nicolás, por su apoyo incondicional, por su amor diario sin interés, por ser como es.
La felicidad sólo es compartida.
María Eugenia Roberti
La Plata, Febrero de 2011
5
Introducción
El objetivo del trabajo es estudiar los aportes teóricos y metodológicos que brinda el
enfoque de las trayectorias laborales. La investigación pretende realizar un recorrido crítico
por los estudios que trazaron los supuestos y los lineamientos de la perspectiva abordada.
Nos centramos en tres aspectos fundamentales que hacen al análisis de las trayectorias: el
Enfoque Biográfico y el paradigma del Curso de Vida, donde encontramos sus
fundamentos teórico-metodológicos; el análisis de la esfera laboral, como campo particular
de indagación; y el estudio de la temporalidad, en tanto dimensión central del enfoque1.
El análisis de la perspectiva de la trayectoria es relevante para comprender los
nuevos itinerarios del mundo del trabajo, que surgieron con las transformaciones que
atravesó la sociedad Argentina desde mediados de la década del setenta. Desde este lugar,
atendemos a un dominio particular en el estudio de las trayectorias -la esfera laboral- por
constituir el ámbito donde dichos cambios se han manifestado de manera más emblemática
y por ser el eje alrededor del cual se articula la multiplicidad de trayectorias que conforman
una vida.
En el último cuarto del siglo XX se produjeron transformaciones globales. El
desmantelamiento del Estado de Bienestar manifestó la entrada a una nueva etapa de
acumulación de capital. En la Argentina, este proceso se inauguró con la puesta en marcha
un programa de reestructuración que produjo hondas repercusiones en la estructura social y
productiva del país. La sociedad asistía al final de un modelo de desarrollado basado en la
industrialización sustitutiva, que había asegurado un proceso de integración social a través
1 Cabe destacar que los objetivos de la tesina son los primeros insumos analíticos para la realización del
marco referencial de nuestros estudios de posgrado. En este sentido, el presente trabajo es una instancia
preliminar para el desarrollo de una futura investigación empírica que indaga acerca de cómo construyen sus
trayectorias laborales jóvenes en situación de pobreza.
6
de canales importantes de movilidad ascendente, principalmente con el reconocimiento de
los derechos sociales ligados a la condición asalariada. La pérdida de los viejos marcos
regulatorios produjo transformaciones en el mundo laboral que profundizaron las
desigualdades sociales y generaron nuevos procesos de exclusión. El mercado de trabajo
atravesó un proceso de fragmentación y polarización con el deterioro de los ingresos, la
ampliación del desempleo, la precarización de las ocupaciones y la creciente inestabilidad
laboral.
La orientación que propone el enfoque de la trayectoria laboral es adecuada para
vislumbrar los cambios que se produjeron en el mercado de trabajo argentino, cuya
manifestación se halla en las biografías individuales y colectivas. La riqueza de los estudios
con trayectorias reside en que su aproximación temporal permite reflejar las rupturas que
sufrieron los sujetos en su vida laboral. La inestabilidad y precariedad que traslucen los
nuevos itinerarios, evidencian la incapacidad para planificar un camino laboral a largo
plazo. Las posibilidades de realizar una carrera se ven obstaculizadas en el marco de un
mercado de trabajo signado por el empleo temporario y la desocupación.
El resquebrajamiento de las trayectorias lineales encuentra como trasfondo la
pérdida de marcos sociales, que abre el camino a la individualización y diversificación de
los recorridos antes previsibles de la vida laboral, adquiriendo pertinencia un análisis desde
la subjetividad del actor. El enfoque escogido brinda al análisis social la posibilidad de
analizar estos nuevos fenómenos desde su complejidad analítica, al aprehender la
dimensión objetiva y subjetiva en su articulación espacio-temporal. Por esta razón, la
trayectoria laboral es adecuada para estudiar los nuevos rumbos intermitentes e inciertos
que delinean los sujetos, frente a la pérdida del aspecto predecible y seguro de su vida
laboral.
7
Para iniciar este recorrido, partimos de los siguientes interrogantes: ¿Cómo abordar
los nuevos itinerarios laborales impredecibles? ¿Desde qué orientación o marco referencial?
¿Cuáles son los aportes de los estudios con trayectorias a la investigación social? ¿Cómo se
introduce la dimensión temporal en el análisis social? ¿Cuál es la relevancia del estudio de
la temporalidad del devenir?
Respecto a su estructuración, el trabajo se desarrolla en tres capítulos. El primer
capítulo examina los supuestos centrales del Enfoque Biográfico y del Curso Vida, al
encontrarse en ellos las raíces que encuadran y dan sentido al estudio de las trayectorias.
Para comprender dónde se enmarca esta perspectiva teórico-metodológica hemos
emprendido el camino de hacer inteligibles los fundamentos epistemológicos, teóricos y
metodológicos que se esconden tras los mismos. Asimismo, indagamos sobre los orígenes
del uso de biografías en la investigación social, y desarrollamos los aportes y
potencialidades del Enfoque Biográfico y del paradigma del Curso de Vida a través del
análisis de un corpus de investigaciones empíricas.
El capítulo segundo desarrolla la perspectiva longitudinal de las trayectorias a partir
del estudio de las múltiples escalas de temporalidad imbricadas en la constitución de una de
vida. En este marco, centramos la mirada en aquel dominio de las trayectorias que toma
como punto de indagación la biografía laboral de un individuo. Desde este lugar, se
presentan y discuten conceptos claves que atienden a este particular dominio, con la
finalidad de justificar el recorte teórico-metodológico escogido. En la misma línea, se
presentan algunos usos y aplicaciones que se han efectuado al interior de los estudios con
trayectorias laborales. Finalmente, se aborda la nueva realidad que atraviesan los jóvenes
en la constitución de sus biografías laborales.
8
Por último, dedicamos el capítulo tercero a analizar cómo se introduce la
temporalidad en la investigación social. En un comienzo, reflexionamos en torno a algunas
críticas que se han efectuado a la dimensión temporal del enfoque biográfico, atendiendo de
modo especial al análisis de la memoria y sus diferentes categorías de temporalidad. En
segundo lugar, abordamos aspectos teórico-metodológicos de la construcción de datos en
los estudios longitudinales. Para finalizar con el análisis de la perspectiva temporal que
reivindican los estudios biográficos, le otorgamos un valor especial a la problemática de la
temporalidad del devenir y sus implicancias en el análisis de las trayectorias laborales.
Por último, a modo de conclusión, se esbozan algunas reflexiones finales en función
de una visión integradora sobre el análisis desarrollado, en vinculación a los objetivos de
investigación planteados.
9
Capítulo 1: El Enfoque Biográfico
En el presente capítulo desarrollamos los supuestos que se esconden tras los
estudios biográficos. Nos centramos en los enfoques europeo y norteamericano para
vislumbrar los distintos ámbitos de producción en donde surgieron los fundamentos
epistemológicos, teóricos y metodológicos que encuadran al análisis de las trayectorias: la
centralidad del sujeto, la relación individuo-sociedad, la integración de perspectivas
metodológicas y la importancia de la dimensión espacio-temporal. La relevancia de esta
tarea radica en que el enfoque biográfico se constituye como telón de fondo en el estudio de
las trayectorias laborales.
1.1. Una mirada histórica: el surgimiento y la revalorización de las
historias de vida
Las historias de vida, lo biográfico y el estudio de casos constituyen una manera
alternativa de hacer sociología desde principios del siglo XX. Sus orígenes se asocian a los
numerosos estudios que, en el marco de la Escuela de Chicago, proliferaron a partir de la
década del veinte contribuyendo a la validez del método biográfico en base a estudios de
caso2. Sin embargo, es en el ámbito de la antropología norteamericana donde este método
alcanza su mayor desarrollo y expansión, constituyéndose en un hito el trabajo de Paul
Radin, The Autobiography of a Winnebago Indian. Publicado en 1920, inaugura un período
de fértil producción biográfica con el propósito de reconstituir las vivencias, costumbres y
2 Entre estos estudios se pueden mencionar los trabajos de W.I. Thomas y F. Znanniecki, The Polish Peasant
in Europe and America; C. Shaw, The jack roller, the natural history of a delinquent career, Brothers in
crime; E. Sutherland, The professional thief; H. Macgill Hughes, The fantastics lodge, entre otros.
10
valores de culturas que estaban sufriendo un proceso de cambio y aniquilación (Piña, 1986;
Rojas Wiesner, 2001).
En contraposición con la antropología, centrada en el estudio de las culturas
“primitivas” afectadas por el proceso de occidentalización, la sociología en sus comienzos
se abocó al análisis de la nueva sociedad industrial: la constitución de las ciudades
modernas, sus dinámicas internas, las consecuencias derivadas de los procesos de
urbanización e industrialización, las problemáticas sociales ligadas a la marginación, entre
otras temáticas.
Con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial, tanto en la sociología como en la
antropología, las historias de vida fueron relegadas como instrumento auxiliar y de apoyo
en las investigaciones sociales, recibiendo críticas en relación a su escasa cientificidad, por
no satisfacer los requerimientos de representatividad y validez (Piña, 1986). La primacía de
la premisa epistemológica de objetividad, promulgó la utilización de métodos cuantitativos:
el survey research.
Pese a estos postulados, el origen de la marginación de las biografías se debe a
causas extrínsecas, no a debilidades intrínsecas del método. El surgimiento de los Estados
Unidos como potencia mundial luego de la Segunda Guerra conllevó a la hegemonía de la
sociología norteamericana -con sus pilares en el método de encuestas y el funcionalismo
parsoniano- sobre todas las otras formas de observación y de teorización (Bertaux, 1999).
Hubo que esperar hasta fines de la década del sesenta para que, en un contexto de
revalorización de la metodología cualitativa, la modalidad de investigación con historias de
vida experimente un vigoroso y progresivo resurgimiento, volviendo a ocupar un lugar
destacado en la investigación teórica, metodológica y epistemológica de las ciencias
sociales. Como sostiene Rojas Wiesner, “la crítica a los paradigmas hegemónicos, el
11
desarrollo de profundas crisis sociales a fines de los años sesenta y las propuestas
renovadoras dentro de las ciencias sociales3” (2001: 179) constituyen los factores externos
que explican la revalorización del análisis cualitativo y, particularmente, de las biografías.
Junto a las causas expuestas, concebimos razones internas vinculadas con los
aportes que el estudio con biografías brinda a las investigaciones en Ciencias Sociales: la
capacidad para analizar las relaciones entre individuo y sociedad, la aptitud para destacar
los aspectos diacrónicos de los hechos sociales, la sensibilidad para iluminar personas,
grupos sociales y problemáticas que son ininteligibles desde otras estrategias
metodológicas.
En el transcurso del presente capítulo desarrollamos las potencialidades de la
perspectiva biográfica en Ciencias Sociales. En el marco de una discusión más amplia, en
un primer momento, retomamos a clásicos del campo biográfico para traslucir la utilización
de historias de vida como un intento de lectura de lo social desde los sujetos. En segundo
lugar, destacamos la capacidad del enfoque para el análisis de la dimensión temporal por
medio del paradigma del Curso de Vida y el estudio de las trayectorias. Por último,
especificamos la pertinencia del uso de lo biográfico frente a otras estrategias
metodológicas, a través del análisis de un corpus de investigaciones empíricas.
3 De acuerdo con Balán (1974), la causa subyacente al renovado interés por las historias de vida se halla en la
revaloración de algunos objetos teóricos y objetivos prácticos, producto de un cambio significativo en las
ciencias sociales contemporáneas de orientación humanista. Esta ciencia social renovada redescubre el interés
por los procesos sociales básicos de la interacción cotidiana y retoma la tradición marxista-weberiana presente
en enfoques macrosociológicos, históricos y comparativos, alejados del modelo experimental. Estos cambios
indican nuevas líneas de investigación distanciadas de los modelos científicos predominantes en la ciencia
social de la posguerra.
12
1.2. Discusiones epistemológicas, teóricas y metodológicas
Existen múltiples discusiones en torno al uso de biografías en Ciencias Sociales.
Entre las causas de estas disputas se encuentra el hecho de que, en la investigación
sociológica, los estudios a partir de biografías e historias de vida se han desarrollado desde
diversas orientaciones y perspectivas teóricas4. En el presente apartado centramos la mirada
en el debate que identifica a las historias de vida como una técnica, un método o un
enfoque. A su vez, exponemos las diversas posiciones que surgen entre los investigadores
sociales que identifican al enfoque biográfico como una de las principales tradiciones
dentro de los abordajes cualitativos y, aquellos otros, que admiten su cuantificación en la
investigación social.
Lo biográfico ha sido concebido de distinta manera en la investigación sociológica.
Los estudios a partir de biografías e historias de vida (sea como método, enfoque o como
instrumento de investigación) han adoptado una pluralidad de contenidos, reflejo de la
multiplicidad de perspectivas teóricas dentro de las cuales se han desarrollado. Entre ellas
se encuentran: el marxismo sartreano de Ferrarotti, el estructuralismo de Bertaux, la
hermenéutica al estilo de Kohli o bien el interaccionismo simbólico propio de Denzin, entre
otras orientaciones (Reséndiz García, 2001; Mallimaci y Giménez Béliveau, 2006).
En correspondencia a los marcos de referencia desarrollados, el estudio con
biografías expresa un dilema crucial en su aspecto metodológico, traslucido en una
diversidad de terminologías. Habitualmente, las historias de vida se asocian con una de las
tantas técnicas que utilizan los cientistas sociales para abordar una problemática en estudio
4 Aunque nuestro interés sea la disciplina sociológica, es importante señalar que la utilización de relatos e
historias de vida no compete sólo a aquélla, se conforma como un enfoque interdisciplinario que incluye
campos tan diversos como la historia, la antropología, la psicología social, la literatura, entre otros.
13
(Balán, 1974). Su especificidad se vincula con el análisis de las experiencias vitales de un
individuo, donde la narración del propio sujeto, entre otros documentos biográficos,
adquiere un lugar central5. Desde esta perspectiva, el estudio con historias de vida se asocia
a las experiencias biográficas que una persona constituye a lo largo de su vida, o en un
momento determinado. El investigador social buscará indagar sobre los sentidos subjetivos,
significados y representaciones que un actor construye acerca de una problemática que
forma parte de su historia personal.
Sin embargo otros autores, como Atkinson (1998) y Bertaux (1997), recurren a la
noción de métodos biográficos, dilucidando tras ella una aproximación metodológica más
que un mero instrumento de recolección de datos. Pese a su consonancia, el primero de los
autores concibe el uso de las biografías como un método que permite reunir información
sobre la vida entera de una persona, las experiencias de vida en su conjunto. La perspectiva
etnosociológica de Bertaux, en cambio, considera que los relatos se centran en un período
de la vida de un sujeto, o en un aspecto particular de aquélla; la historia de vida no es un
recorrido integrador de la totalidad de experiencias biográficas (Mallimaci y Giménez
Béliveau, 2006).
Para el sociólogo italiano Ferrarotti (1988, 1991), la historia de vida no es un
método o una técnica más, sino una perspectiva de análisis única que permite descubrir lo
cotidiano, las prácticas de vida dejadas de lado o ignoradas por las miradas dominantes, la
5 Muchos autores señalan la diferencia entre relato de vida e historia de vida, circunscriben el primero sólo a
la versión (oral o escrita) que un individuo realiza de su propia vida. Caracterizan, en cambio, a la historia de
vida por la utilización de una gran variedad de materiales (diarios personales, cartas, fotografías, archivos,
testimonios de terceros, entre otros) para indagar en la vida de un individuo y construir su biografía, con
compañía o no del propio relato. Véase: Piña (1986), Pujadas Muñoz (1992), Rojas Wiesner (2001), entre
otros.
14
historia de y desde los de abajo. Por otra parte, este autor resalta la importancia de la
perspectiva del individuo como punto de observación de la sociedad en general6, aspecto
que ha sido destacado por otro clásico en el campo biográfico, Bertaux (1997). Para ambos
autores, el uso de historias de vida es un intento de lectura de lo social desde los sujetos; lo
que una vida singular trasluce respecto a un contexto social más amplio, como puede ser, la
historia de una región, grupo social o medio familiar. Así, las historias de vida constituyen
una manera de acceso a un momento histórico, una cultura y valores de una determinada
sociedad “desde una mirada, desde un punto de vista, desde una trayectoria que es única,
irrepetible y abierta” (Mallimaci y Giménez Béliveau, 2006: 206).
En conformidad con lo planteado por el sociólogo italiano, Cornejo (2006) sostiene
que el enfoque biográfico emerge como una ruptura radical con la manera tradicional de
concebir, analizar y comprender la realidad:
Más allá de un método o técnica específica de investigación, el enfoque biográfico busca
justamente situarse como un enfoque, es decir, sostiene una concepción de lo humano, de la
realidad, de las posibilidades de conocerla y de los métodos adecuados para ello. En este
sentido, los fundamentos teóricos que lo sostienen dan cuenta de estos postulados y
constituyen las bases sobre las cuales se funda una práctica desde lo biográfico (2006: 99)7.
6 Ferrarotti (1993) propuso, en un ensayo clásico sobre el método biográfico, leer una sociedad a través de
una historia de vida. Para el sociólogo italiano, un individuo es un universal singular. Si el individuo es la
reapropiación singular de lo universal sociohistórico del que forma parte, es posible conocer lo social a partir
de la especificidad de lo individual. Por medio de mediaciones es que un sujeto particular totaliza una
sociedad. El grupo primario se presenta para el autor como la mediación fundamental entre lo universal y lo
individual. Así, la visión del sujeto como síntesis de lo singular y lo universal fundamenta el intento de leer
una sociedad a través de una biografía.
7 “Si queremos hacer un uso sociológico del potencial heurístico de la biografía sin hurtar sus características
esenciales (subjetividad, historicidad), debemos proyectarnos a nosotros mismos más allá del marco de la
15
Este enfoque posibilitaría aprehender la dialéctica entre lo singular y lo universal en
el estudio concreto de una vida específica, comprendiendo en qué medida el individuo es
producto de una historia en la que intenta convertirse en sujeto. De esta manera, el análisis
permite la búsqueda de determinantes en la construcción de una vida, pero al mismo tiempo
concibe el trabajo que el propio individuo efectúa para producir su propia existencia
(Correa, 1999).
Para concluir con la discusión precedente señalaremos que, independientemente de
la perspectiva teórico-metodológica seleccionada, el uso de biografías en la investigación
social revaloriza al sujeto como objeto de investigación, en su búsqueda por rescatar la
trayectoria vital del actor, sus experiencias y su visión particular; permitiendo aprehender,
al mismo tiempo, aquella vida como el reflejo de una época, normas sociales y valores
propios de la comunidad de la que el sujeto forma parte (Pujadas Muñoz, 1992). De este
modo, se plantea una mediación entre la historia individual y la historia social: “ni la vida
de un individuo ni la historia de una sociedad puede entenderse sin entender ambas cosas”
(Wright Mills, 1994: 23).
Rojas Wiesner ha sintetizado de manera apropiada las diversas conceptualizaciones
que se desarrollan en torno a lo biográfico:
epistemología clásica” (Ferrarotti, 1993: 122). Este autor concibe las bases epistemológicas de la perspectiva
biográfica como “una forma de razón dialéctica capaz de comprender la praxis sintética recíproca que
gobierna la interacción entre un individuo y un sistema social […]. Sólo la razón dialéctica nos permite
interpretar la objetividad de un fragmento de historia social sobre la base de la subjetividad no eliminada de
una historia individual. Sólo la razón dialéctica nos da el acceso de lo universal y lo general (sociedad)
partiendo de lo individual y lo singular (un hombre determinado)” (1993: 122-3).
16
Algunos autores tratan lo biográfico como una posición epistemológica, mientras que otros
lo usan como un simple recurso técnico. Hay quienes hablan de lo biográfico como el centro
de lo cualitativo interpretativo, en tanto que otros tratan lo biográfico como material que
permite la cuantificación. Igualmente, hay autores que hablan de lo biográfico como forma
de acercamiento a la subjetividad y otros, a lo estructural (2001: 173).
A continuación nos aproximamos a la segunda de las discusiones traídas a colación,
vinculada a la diversidad de modalidades con que se ha implementado el uso de biografías
en las distintas investigaciones y disciplinas. Desde un marco metodológico, destacamos
aquellas posturas que identifican a las historias de vida con una orientación marcadamente
cualitativa, o como una técnica cuyos resultados pueden ser cuantificados.
Más allá de las críticas que se han formulado desde una postura radical -como la de
Ferrarotti- al uso cuantitativo de las biografías, sostenemos su posible formulación desde
perspectivas cuantitativas y/o cualitativas. El método pertinente para la realización de un
estudio, se halla reflejado en el planteo de su pregunta de investigación. Afirmamos que la
realidad social no es en sí misma cualitativa o cuantitativa, las posibles formas de su
abordaje constituyen sólo distintas modalidades de construcción de lo social. Si el estilo de
recolección y análisis de datos se caracterizan por una crucial diferenciación, es producto
de los objetivos disímiles que persigue cada una de estas perspectivas. Por esta razón, en la
determinación de la metodología son menos importantes los contenidos temáticos que su
modo de abordaje (Sautú, 1998)8. De lo cual deducimos que el uso de biografías, como
recurso o enfoque metodológico, no es exclusivo de los estudios cualitativos, aunque se lo
8 Si bien existen diferencias técnicas entre los análisis de tipo cualitativo y los de tipo cuantitativo, a nivel
interpretativo, los mismos esquemas teóricos pueden aplicarse a cualquiera de los dos tipos de análisis
(Godard, 1996).
17
asocie usualmente a dicha tradición (Reséndiz García, 2001). Como señala Pujadas Muñoz,
“los relatos biográficos constituyen una técnica de recopilación y análisis de fenómenos
sociales que pueden (y deberían) ser utilizados desde diferentes metodologías y
concepciones epistemológicas” (1992: 78)9.
Más allá del enfoque o de la estrategia metodológica adoptada, consentimos que el
núcleo básico en toda investigación biográfica lo constituye la perspectiva del actor. Las
diversas orientaciones y prácticas encuentran su eje en el rescate de las vivencias y
experiencias que un individuo constituye a lo largo de su vida, o en un momento
determinado. En palabras de Sautú, “la biografía -y otras formas del mismo género- tienen
respecto de otros métodos la ventaja de recoger la experiencia de la gente, tal como ellos la
procesan e interpretan” (1998: 23) 10 . Los supuestos epistemológicos, teorías y estrategias
de análisis de lo biográfico manifiestan una concordancia con ambos tipos de metodología.
Incluso en aquellos estudios de corte cuantitativo que han desarrollado un diseño e
instrumentos de mediación y análisis afines a esta metodología, han efectuado planteos
9 El análisis cuantitativo basado en materiales biográficos, constituye un campo sumamente interesante que
ha recibido poca atención en las Ciencias Sociales. Balán (1974) ha sido uno de los pioneros en esta nueva
tendencia de estudios, al considerar que la técnica biográfica es capaz de adaptarse a diseños de investigación
distintos.
10 Pese a que en un principio parezca contradictoria la asociación entre método cuantitativo y búsqueda
interpretativa, cabe señalar la utilización de técnicas longitudinales que escapan a la lógica clásica del
cuestionario. Más aún, como indican Ariovich y Raffo (2009), en los estudio de trayectorias laborales
encontramos aproximaciones que integran estrategias de investigación cualitativas y cuantitativas. Tal como
proponen las autoras, en el uso combinado de un cuestionario estructurado y un calendario de vida. De la
misma forma el estudio de Panaia (2005), sobre inserción ocupacional de estudiantes y graduados, intenta
asumir el desafío de construir modelos capaces de explicar trayectorias que se desenvuelven en el tiempo.
Desde este lugar, la autora considera necesario actualizar las propuestas estadísticas con la recolección de
información longitudinal y, al mismo tiempo, integrar los datos de carácter cuantitativo con los de tipo
cualitativo. Con el objetivo de reconstruir secuencias continuas de empleo combina las técnicas de
cuestionarios auto-administrados con entrevistas biográficas.
18
teóricos próximos a las estrategias cualitativas. Sautú (1998) hace aquí alusión a los
estudios de Elder (1994) y Hareven (1994) desarrollados en el marco del paradigma del
Curso de Vida.
Al comienzo del trabajo expusimos que a fines de los años sesenta el uso de
biografías adquirió un impulso renovado. A su interior, el mismo se manifestó en el
desarrollo de dos corrientes: el Curso de Vida en Estados Unidos (Elder, 1993, 2001;
Hareven, 1994; Saraceno, 2005) y el Enfoque Biográfico en Europa (Pujadas Muñoz, 1992;
Ferrarotti, 1993; Pries, 1996; Bertaux, 1999). El presente estudio considera similares los
lineamientos analíticos de ambas corrientes. En términos generales, estas perspectivas
trascienden el dilema estructura-acción característico del pensamiento social, al sostener
que el curso de vida de los individuos está conformado por la acción de determinantes
sociales y el trabajo que el propio sujeto efectúa sobre su historia, para intentar orientar su
curso y otorgarle un sentido.
Asimismo, ambas corrientes buscan dar respuesta al problema de la articulación de
lo individual con lo colectivo, investigando las mediaciones entre la estructura social y la
biografía individual. En el análisis del transcurso de vida de un sujeto no sólo adquieren un
primordial valor las divisiones analíticas micro-macro social, con las que se aborda
usualmente una realidad bajo estudio, sino que también reviste fundamental importancia el
nivel meso, donde se desarrollan las interacciones entre los actores. Las reglas sociales y
los códigos culturales de una sociedad se desenvuelven delimitando las pautas de conducta
y representación de cada individuo en este nivel de mediación, sin determinarlas de modo
completo.
Como hemos expuesto, el potencial de lo biográfico para relevar las relaciones entre
experiencia individual y sociedad ha sido destacado por diferentes autores de la perspectiva
19
europea: el relato de un individuo ilumina no sólo un caso particular, también es la
expresión de una historia social colectiva (Pujadas Muñoz, 1992; Ferrarotti, 1993; Bertaux
1997). A fin de avanzar en el análisis, a continuación nos acercaremos a la corriente
norteamericana.
1.3. El paradigma del Curso de Vida
La segunda perspectiva que surge dentro del campo de estudios biográficos es el
enfoque del Curso de Vida. En un principio, contextualizamos esta corriente al interior de
los debates postulados precedentemente. En una segunda instancia analítica, presentamos
sus principios rectores y herramientas metodológico-conceptuales.
La perspectiva del Curso de Vida se origina durante los años setenta en los Estados
Unidos, como una propuesta conjunta de diversas disciplinas dentro de las ciencias sociales
-sociología, historia, psicología y demografía. Se presenta, de este modo, como un enfoque
interdisciplinario que toma como unidad de análisis el curso de vida de un individuo,
concebido en vinculación a las biografías de otros miembros de la sociedad, además de
enmarcado en un espacio y tiempo histórico. Retomando las ideas Elder (2001), Blanco y
Pacheco definen al curso de vida como “una secuencia de eventos y roles sociales,
graduados por la edad, que están incrustados en la estructura social y el cambio histórico”
(2003a: 162).
El sociólogo Elder, uno de los principales referentes teóricos de esta corriente, se
introduce al interior del debate del estudio con biografías concibiendo al Curso de Vida
como un paradigma emergente (Elder, 1994) que busca incorporar la dimensión cualitativa
del tiempo en la investigación. En este sentido, el paradigma del Curso de Vida otorga
primacía a la variable temporal y a la experiencia de los sujetos.
20
Respecto a la segunda de las discusiones en torno a los estudios con biografías,
advertimos que es posible destacar ciertos ejes comunes que hacen del Curso de Vida un
enfoque plausible para el desarrollo de estrategias metodológicas cuantitativas como
cualitativas. Más aún, como menciona Sautú, “analizando los supuestos y los estilos de
investigación a que dan lugar los estudios sobre cursos de vida resulta difícil categorizarlos
como parte definida de una metodología cuantitativa o cualitativa” (1998: 32).
Este paradigma se asienta en cinco postulados que reflejan la modalidad y
especificidad de su abordaje analítico (Véase: Blanco y Pacheco, 2003a; Elder y otros,
2003; Castro y Gandini, 2006; Oddone y Lynch, 2008).
Principio de desarrollo a lo largo del tiempo: para la comprensión de las biografías
es necesaria una perspectiva a largo plazo que permita un análisis relacional entre
cambio social y desarrollo individual. En otras palabras, que posibilite dar cuenta
del interjuego entre la vida individual y el tiempo histórico-social.
Principio de tiempo y lugar: el curso de vida de los sujetos está incrustado y es
moldeado por las diversas escalas de temporalidad y los distintos lugares que
experimenta cada persona. La importancia de tomar en consideración la dimensión
espacio-temporal radica en que permite ubicar al individuo en el contexto en el que
desarrolla su biografía.
Principio de timing: el impacto de una transición o de un evento contingente en el
desarrollo humano está asociado al período en el que sucede. La incidencia de un
acontecimiento tendrá diversas repercusiones de acuerdo al momento de la vida de
un individuo y sus circunstancias. De allí la importancia de considerar la edad
cronológica y los acontecimientos socio-históricos que la marcan.
21
Principio de vidas interconectadas (linked lives): una vida no se construye
aisladamente. Razón por la cual, es importante considerar los entornos en los que un
individuo se desenvuelve y las relaciones en las que se halla inmerso. A causa de la
interdependencia de las vidas humanas, las transiciones que se originan en la vida
de una persona pueden influenciar el orden y la dirección de las trayectorias de otros
sujetos de su medio.
Principio de libre albedrío: al interior de una estructura de oportunidades que
implica limitaciones provenientes de las circunstancias histórico-sociales, los
individuos hacen elecciones y llevan a cabo acciones construyendo, de esta manera,
su propio curso de vida.
Para el paradigma del Curso de Vida, la biografía de un sujeto se torna inteligible
cuando se articula con los entornos sociales en los que se ha desarrollado la vida de la
persona, junto a las etapas cronológicas y al contexto más amplio de los hechos históricos y
sociales. Así, dicha perspectiva nos permite pensar el tiempo desde la vida de los propios
individuos en conjunción con los procesos sociales más amplios, que se encuentran
mediatizados por la posición del sujeto en la estructura social. En este sentido, tanto el
espacio como el tiempo forman parte de la construcción del objeto de investigación y de la
interpretación de los datos.
El paradigma del Curso de vida trabaja con tres herramientas conceptuales y
metodológicas fundamentales: la trayectoria, la transición y el turning point. Estos
conceptos, que conforman los instrumentos analíticos del enfoque del Curso de Vida,
permiten concebir la naturaleza procesual de una vida en sus disímiles escalas de
temporalidad.
22
Retomando las ideas de Elder, “el concepto de trayectoria se refiere a una línea de
vida o carrera, a un camino a lo largo de toda la vida, que puede variar y cambiar en
dirección, grado y proporción” (1991: 63 citado por Blanco y Pacheco, 2003a: 163). La
vida de los sujetos es el resultado del entrelazamiento de múltiples trayectorias que
representan diversas dimensiones o dominios -trabajo, escolaridad, vida reproductiva,
migración, etc.- en los que una persona se desenvuelve a lo largo de su vida (Blanco y
Pacheco, 2003a; Castro y Gandini, 2006). En consecuencia, la especificidad propia de esta
categoría es que brinda una centralidad substancial al aspecto temporal del análisis con
biografías y, concretamente, a su dimensión cronológica al intentar dar seguimiento a lo
largo del tiempo a una variedad de procesos (Blanco, 2002).
Pese a que señalamos que el curso de vida de un individuo está constituido por
trayectorias múltiples e interdependientes -que representan las diversas dimensiones que
existen en la vida de cada persona, conformando su entrelazamiento la “trayectoria vital” de
un sujeto- “algunas de ellas podrán funcionar como el eje o hilo conductor de las demás”
(Blanco, 2002: 460). Por consiguiente, las trayectorias tomarán una importancia diferencial
según el momento de la vida del sujeto que se esté analizando, de acuerdo a una variedad
de factores (nivel socioeconómico, género, entre otros) y en relación al peso que adquiera
la dimensión temporal a nivel individual (edad cronológica), colectivo (cohorte de
pertenencia) y macroestructural (contexto socio-histórico).
Para el enfoque del Curso de Vida, “la trayectoria no supone alguna secuencia en
particular ni determinada velocidad en el proceso de tránsito” (Blanco y Pacheco, 2003a:
163). Más aún, rechaza la homogeneidad y la linealidad temporal asumiendo una
concepción multidimensional del tiempo (Blanco, 2002).
23
La otra de las dimensiones analíticas fundamentales del paradigma del Curso de
Vida -la transición- es la que le da forma y sentido a las trayectorias, al marcar sus cambios
de estado, posición o situación (Blanco y Pacheco, 2003a). Las transiciones están
contenidas en las trayectorias: mientras la primera representaría el pasaje de un estado a
otro (de la juventud a la adultez, del ciclo básico al superior, del desempleo a la actividad,
etc.), la trayectoria se definiría como el conjunto de esos pasajes y estados; aquellas
secuencias de transiciones y posiciones en un período determinado.
Estos estados específicos en ciertos momentos de la vida, a los que hace alusión el
concepto de transición, no son absolutamente previsibles ni se encuentran necesariamente
predeterminados. Si bien, ciertas transiciones se hallan institucionalizadas en una sociedad,
variando de acuerdo al período histórico y grupo social de pertenencia. Al punto que, el
orden de los diversos estados y sus transiciones en muchas ocasiones responden a las
expectativas sociales, culturales e institucionales en torno a la edad (Castro y Gandini,
2006).
Por último, la noción de turning point -o punto de inflexión- hace referencia a
“momentos especialmente significativos de cambio; se trata de eventos o transiciones que
provocan fuertes modificaciones que, a su vez, se traducen en virajes en la dirección del
curso de vida” (Blanco y Pacheco, 2003a: 163). Cabe destacar entonces que el análisis a
partir de este paradigma incorpora aquellos períodos de ruptura en la vida de una persona.
Estos momentos de inflexión “representan un cambio en la dirección del curso de vida en
relación a la trayectoria pasada y tienen un impacto en las probabilidades de los destinos de
vida futura” (Gobtlb y Wheaton, 1997: 5)11 .
11 Desde la sociología francesa, Claire Bidart subraya el uso de la categoría bifurcaciones biográficas para
hacer referencia a los cambios de orientación bruscos e imprevisibles que ocurren a lo largo de la vida de una
24
Estos períodos de cambio encuentran sus orígenes en puntos de inflexión históricos
(como puede ser una crisis económica y financiera, una guerra, un perturbación política,
etc.) y personales, ligados a transformaciones en el ciclo vital de un individuo (en relación a
su residencia, estado civil, curso ocupacional, etc.). De allí, la importancia del espacio y el
tiempo histórico como marcos referenciales para traslucir los posibles cambios en el orden
de los eventos como en la dirección de las biografías de una sociedad, sin perder de vista
por ello la autonomía del agente en la constitución de las mismas.
1.4. De la especificidad de lo biográfico desde algunos estudios de caso
Para concluir el primer capítulo, elaboramos un análisis respecto a algunos usos y
aplicaciones que se han realizado en el campo biográfico, con la finalidad de vislumbrar los
aportes que esta perspectiva brinda a la investigación social. En un primer momento,
retomamos dos investigaciones clásicas inscriptas en este campo y, en segundo lugar, un
corpus de investigaciones empíricas desarrolladas en Iberoamérica. En esta ocasión, el
objetivo no es ofrecer un análisis representativo sino interrogarnos en cuanto a la
especificidad y pertinencia de la perspectiva biográfica en vinculación a los objetivos
perseguidos en cada una de estas investigaciones, trasluciendo la capacidad y valor
explicativos del marco conceptual escogido.
En un estudio tradicional del campo biográfico, Historias de vida del oficio de
panadero, Bertaux y Bertaux-Wiame (1983) buscan comprender las causas por las cuales
en Francia las panaderías artesanales no desaparecieron al igual que en otras regiones. Los
persona, producto de una situación de crisis que abre un nuevo abanico de posibilidades (Bidart y Longo,
2007). Así, los acontecimientos contingentes pueden ser la fuente de cambios significativos en las trayectorias
individuales (Bessin, 2009).
25
autores parten de una perspectiva estructuralista intentando vislumbrar las relaciones
socioestructurales que subyacen a este sector de producción: cómo los panaderos y
empleados de panadería trabajan, cómo llegan a trabajar en este campo particular; en otras
palabras, analizan las prácticas cotidianas y trayectorias vitales de hombres y mujeres que
viven aquellas relaciones, que las ponen en funcionamiento y mantienen a lo largo del
tiempo. Desde estos objetivos, advirtiendo una aparente asintonía con su marco referencial,
los autores consideran adecuada una aproximación con historias de vida.
El estudio que realizan Hareven y De Gruyere (1999), La generación de en medio.
Comparación de cohortes de ayuda a padres de edad avanzada dentro de una comunidad
estadounidense, aborda la temática de la ayuda a padres en edad avanzada desde la
perspectiva del Curso de Vida. El interés de la investigación es la comparación de dos
cohortes pertenecientes a una misma generación (1910-1919 y 1920-1929), para vislumbrar
cómo cambia el apoyo de los hijos adultos a través del tiempo; se intenta identificar las
transformaciones en las prácticas de cuidado a padres en edad avanzada y las actitudes de
los hijos adultos en este cuidado. De este modo, la perspectiva adoptada no se limita a un
solo punto en el tiempo, sino que adopta el carácter histórico a través del curso de vida:
realiza un estudio inter e intracohortes, considerando en este último aspecto los cambios
acontecidos a partir de diferentes períodos vitales. El cuidado generacional como las
actitudes hacia el mismo están influenciadas por valores y experiencias que se modifican
durante el curso de vida. Así, se intenta identificar la manera en que las relaciones de ayuda
generacional surgieron en el transcurso de vida con la finalidad de explicar su diversidad a
lo largo del tiempo.
Para los casos iberoamericanos, comenzaremos rescatando una compilación clásica
realizada por Jorge Aceves. En el libro Historia Oral (1997), se halla un capítulo que
26
creemos ilustrativo de la interacción entre contexto socio-histórico e historia personal, al
buscar establecer un sendero que vincule los acontecimientos históricos con estados de vida
de ciertos actores. En este sentido, destacamos la incorporación de la dimensión temporal
que otorga el estudio con historias de vida para comprender los procesos de cambio y
acceder a la forma en que los individuos construyen e interpretan un ámbito social variable.
La investigación de referencia fue elaborada por Da Rocha Lima, bajo el título Las mujeres
en el exilio: volverse feminista. El trabajo aborda el exilio político de mujeres brasileñas,
producto de la dictadura militar que se inaugura en este país en el año 1964, poniendo de
manifiesto como un cambio en un evento histórico-político (proceso dictatorial) impacta en
el curso de vida de ciertas personas (exilio de militantes), conllevando a una resignificación
de su actividad política desde una cosmovisión diferente, al conformar una nueva identidad
política. Citando a la autora, “el feminismo fue, en efecto, un fenómeno del exilio para la
mayor parte de las mujeres brasileñas que huyeron de su país entre 1964 y 1975” (Da
Rocha Lima, 1997: 229)12 .
En afinidad a lo antedicho, haremos mención de los aportes de una aproximación
biográfica a los estudios sobre identidades. En este caso recapitularemos una investigación
de Aceves (2001). Su título Experiencia biográfica y acción colectiva en identidades
emergentes, simboliza el abordaje y objetivos del estudio: discutir la pertinencia del
enfoque biográfico en el análisis de las identidades emergentes, haciendo alusión
específicamente a los “nuevos movimientos sociales”. Según el autor, una aproximación
12 Echando luz a lo expuesto de manera precedente, en el curso de vida de un sujeto el exilio podría ser un
ejemplo de bifurcación o turning point, haciendo alusión a la terminología francesa o norteamericana
respectivamente. Como señala Da Rocha Lima el exilio significaría una ruptura global: “los vínculos sociales
e institucionales se rompen y hay rupturas en carreras y en proyectos personales y profesionales” (1997: 237).
Con la particularidad de que el exilio político representaría además una ruptura crucial con la militancia.
27
biográfica posibilita analizar los cambios, rupturas y modificaciones del proceso de
construcción identitario. El enfoque biográfico aporta la temporalidad necesaria para
modificar la noción estática de las identidades concebidas como “pertenencias inmutables”.
Desde este marco, el estudio de la constitución de identidades sociales permite abordarlas
como un fenómeno histórico, dinámico y procesual, donde las acciones individuales y
colectivas se comprenden en su forma relacional, y las pertenencias se conciben como
temporales, plurales y múltiples. La biografía da cuenta entonces de trayectorias de
pertenencias, recuperando aquellas transiciones y cambios en los rumbos de la vida.
Los próximos trabajos manifiestan los aportes de la orientación biográfica para
reconstruir las trayectorias e investigar las consecuencias de los puntos de inflexión, que
han sido utilizados con un espacial valor en los estudios acerca de la transición a la vida
adulta.
El artículo que realizan Parrilla Latas, Gallego Vega y Moriña Díez (2010), El
complicado tránsito a la vida activa de jóvenes en riesgo de exclusión: una perspectiva
biográfica, analiza las trayectorias por las que han transitado a la vida activa jóvenes
españoles pertenecientes a distintos colectivos en riesgo de exclusión social. En el estudio
se ha considerado a la exclusión como un complejo proceso longitudinal, que es construido
socialmente. Asimismo, se ha asumido una perspectiva singular, personal y subjetiva, sobre
ese mismo proceso. Ambos enfoques, han servido de soporte conceptual y metodológico
para el análisis de la transición a la vida activa. En este sentido, las historias de vida de tres
jóvenes se toman en el artículo como hilo conductor y marco de referencia a partir del cual
se han elaborado tres casos que ayudan a comprender la pluralidad de transiciones,
itinerarios y obstáculos que encuentra la juventud en su acceso a la vida activa, subrayando
28
la singularidad de esos procesos de tránsito. De allí que las autoras planteen el estudio de
las trayectorias y transiciones a la vida adulta desde una perspectiva personal y biográfica.
Desde una orientación similar, en nuestro país se encuentra la investigación de
Saraví (2006) Biografías de exclusión: desventajas y juventud en Argentina. En este estudio
el autor se propone contribuir a un mejor conocimiento de los procesos de acumulación de
desventajas que pueden conducir a la exclusión social, a través de la perspectiva de análisis
centrada en el curso de vida. El carácter multidimensional y procesual de la exclusión
social exige un enfoque que permita trascender la instantaneidad propia de los estudios
tradicionales sobre pobreza. La necesidad de deshilvanar la madeja de desventajas que se
entretejen y retroalimentan en las trayectorias biográficas de los más pobres precisa de una
aproximación longitudinal. Una perspectiva orientada al curso de vida abre la posibilidad
de vincular eventos y procesos, en la medida que las condiciones de un momento dado
suelen asociarse a situaciones previas e influir en las futuras. La emergencia y acumulación
de nuevas desventajas dinámicas en contextos de profundas desventajas estructurales,
constituye así un eje central. Por otro lado, la dimensión espacial, escasamente estudiada,
adquiere un peso relevante; en ciertos contextos específicos, el espacio se constituye en un
factor de desigualdad que condiciona las experiencias biográficas, al tener un efecto crucial
sobre los contenidos y significados de las transiciones individuales. Estas discusiones se
focalizan en el estudio de la transición a la adultez de jóvenes pertenecientes a sectores
populares, al presentarse como un período del curso de vida particularmente vulnerable y
crítico en el proceso de integración social.
Para concluir con el capítulo desarrollamos algunas reflexiones finales en torno al
uso de la perspectiva biográfica en Ciencias Sociales y, concretamente, señalamos la
29
pertinencia y potencialidades del estudio con biografías en el campo social, a partir del
análisis del corpus de investigaciones empíricas presentadas.
Consideramos que los aportes que la perspectiva biográfica brinda a la investigación
social se vislumbran en la revalorización del sujeto como objeto de investigación, en su
búsqueda por otorgar centralidad a las experiencias que un individuo constituye a lo largo
de su vida, o en un momento determinado. Pese a que este enfoque intenta otorgar una
instancia privilegiada a las interpretaciones y sentidos que los sujetos dan a sus
experiencias de vida, el planteo no se reduce a examinar la singularidad de una vida, sino a
entrelazar las experiencias particulares de los sujetos con las transformaciones de la
sociedad en general; permitiendo aprehender aquella vida como el reflejo de una época,
normas sociales y valores de un período determinado (Hareven y de Gruyere, 1999). En
este marco, los estudios biográficos se muestran fértiles para aprehender la estructura social
(Bertaux y Bertaux-Wiame, 1983) o, desde una mirada opuesta, el cambio social. La
perspectiva biográfica posibilita comprender la articulación entre vidas individuales y
cambio social, al analizar las consecuencias de ciertos acontecimientos sobre la continuidad
o variación en la dirección de las trayectorias de una vida (Da Rocha Lima, 1997).
Finalmente, señalamos que los aportes de la perspectiva biográfica se encuentran
estrechamente vinculados a la forma en que construye su objeto de estudio. Esta afirmación
es reflejo de que, independientemente de la temática estudiada, la especificidad de esta
perspectiva radica en la importancia que adquiere la dimensión temporal en cada análisis.
Desde este lugar, el tiempo se concibe como un factor interpretativo que influye en la
construcción de los datos. Al posibilitar un análisis procesual este enfoque procura tomar
distancia de aquellos estudios que sólo prestan atención a momentos puntuales en la vida de
un individuo, desconociendo el carácter dinámico de todo desarrollo vital (Aceves, 2001).
30
Los estudios desde una aproximación biográfica también han centrado su atención en la
investigación de aquellas temporalidades sociales inscriptas a lo largo de los cursos de vida
de los sujetos. Dichas transiciones socialmente instituidas, acontecen en el pasaje a la vida
adulta (Saraví, 2006; Parrilla Latas y otros, 2010).
31
Capítulos 2: Las Trayectorias
En el capítulo analizamos un dominio particular de las trayectorias: la esfera laboral.
La importancia de un análisis centrado en las trayectorias laborales se evidencia en que este
dominio se constituye como el eje articulador en la vida de cada individuo. Si bien en la
conformación del curso de vida de una persona intervienen múltiples trayectorias, alguna
de ellas funciona como eje o hilo conductor de las demás (Blanco, 2002). En nuestro caso,
advertimos que en este dominio de la vida adquieren sentido la multiplicidad de
trayectorias que se entrelazan en la constitución de una biografía. Asimismo, sostenemos
que la esfera laboral permite vislumbrar las transformaciones que han acaecido en los
itinerarios vitales contemporáneos, manifiesto en la pluralidad de recorridos que atraviesan
los sujetos en la constitución de sus biografías laborales13 .
2.1. Multiplicidad de temporalidades: el tiempo histórico, social y biográfico
Los estudios con trayectorias encuentran sus raíces en el Enfoque Biográfico. La
trayectoria se presenta como una perspectiva teórico-metodológica que centra su atención
en la interpretación de los fenómenos sociales a lo largo del tiempo. El análisis longitudinal
de las trayectorias nos remite inmediatamente a la dimensión diacrónica, y nos sumerge en
un camino donde el tiempo individual, social y macroestructural se revelan como partes
constitutivas de un itinerario particular.
Desde esta mirada, la temporalidad ocupa un lugar central en el estudio de las
trayectorias. Sin embargo, la variable temporal debe ser entendida no como un aspecto
uniforme sino como una dimensión múltiple que puede ser estudiada desde distintos
13 Como indicamos en el próximo capítulo, la importancia de la esfera laboral radica además en que es
determinante en la construcción de horizontes futuros.
32
niveles: la dimensión estructural, relacionada con el contexto socio-histórico; la familiar,
vinculada con el ciclo de vida; y la individual, referida a la capacidad de agencia del actor.
La multiplicidad de temporalidades remite a las diferentes escalas sociales presentes en
toda biografía. De este modo, el curso de vida de un sujeto está determinado por una
pluralidad de tiempos, concebidos como tiempo histórico, social y biográfico.
Como varios autores han señalado (Godard, 1996; Coninck y Godard, 1998;
Dombois, 1998; Elder, 2001), la importancia de tomar en cuenta la dimensión temporal se
evidencia en que las trayectorias se encuentran insertas y moldeadas por los tiempos
históricos, aquellos procesos que son externos y condicionantes de la acción social. Las
temporalidades “externas” o estructurales están siempre presentes en las trayectorias de los
sujetos. Toda trayectoria de vida forma parte de contextos histórico-sociales que
condicionan su desarrollo. Sin embargo, el impacto de las estructuras sobre el trayecto de
un individuo variará, entre otros aspectos, de acuerdo a su ubicación en el espacio social y
en una cohorte de referencia, en cuyos marcos se establecen las oportunidades y
constreñimientos que configuran las experiencias biográficas. El estudio de trayectorias
ofrece así una vía privilegiada para enmarcar los eventos vitales en un contexto socio-
histórico específico.
Ninguna trayectoria individual puede ser abstraída de las particulares condiciones sociales,
políticas y económicas en las cuales tiene lugar; toda biografía transcurre en una coyuntura
espacio-temporal determinada (Frassa y Muñiz Terra, 2004: 9).
Existen diferentes maneras de estudiar el efecto de los cambios históricos en el
curso de vida individual. Una aproximación al cambio social a través del análisis macro
33
estructural, objetivo central de las Ciencias Sociales y, en especial, de un estilo particular
de sociología, conlleva una visión de los fenómenos sociales por fuera e
independientemente del accionar humano. Otra manera de abordar dicha problemática,
encuentra como eje de análisis los cambios de pautas, prácticas y normas que ocurren en los
cursos de vida de los individuos, concebidos como instituciones sociales. En este aspecto,
los estudios sobre trayectorias realizan importantes aportes conceptuales y metodológicos,
al concebir las articulaciones que existen entre los cambios socio-históricos y las
transformaciones en las subjetividades personales y sociales, como intento de aprehensión
de los patrones de cambio de la sociedad en su conjunto a partir del análisis de los cursos de
vida individuales.
Las pautas de las biografías mismas son un indicador o un reflejo central donde se plasman
tanto las regularidades, rutinas o “estructuras” sociales, como el cambio social. […] la
biografía es una institución social en el sentido de un sistema de reglas de acción y de
expectativas compartidas (Pries, 1996: 403).
Desde esta otra mirada, los trayectos individuales se estructuran por un tiempo
social, entendido como aquellas formas sociales y culturales de organización temporal de la
existencia; cada sociedad instituye sus rituales de paso, estableciendo secuencias típicas
según los ciclos de vida (Godard, 1996).
En su estudio El tiempo biográfico y el cambio histórico: reflexiones sobre el uso de
las historias de vida a partir de la experiencia de Monterrey, Jelin (1976) señala la
existencia de escalas de temporalidad disímiles que permiten dar cuenta de la relación entre
los niveles macro y microsocial. El llamado ciclo de vida -o tiempo social- atendería a
34
aquellas transiciones pautadas y regulares en la vida del individuo, que articulan la relación
entre el tiempo de la biografía y el de la sociedad al entrañar los procesos, acontecimientos
y secuencias del trascurrir micro y macrosocial14. Así, “las mismas etapas del ciclo vital
deben ser vistas como socialmente definidas y por lo tanto sujetas a cambios entre
sociedades y a lo largo de la historia” (Jelin, 1976: 15). Las biografías de los sujetos
responden en gran medida a un proceso de institucionalización del curso de vida, concebido
como una construcción histórico-social15 .
Por consiguiente, la edad cronológica adquiere un papel fundamental en el análisis,
al dar cuenta del paso del tiempo y de sus cambios. Precisamente, no sólo determina los
papeles sociales y roles a desempeñar a una determinada edad, también, remite a un año de
nacimiento (cohorte) que ubica al individuo en un determinado tiempo histórico-social 16 .
De modo que una manera de analizar el cambio histórico, y su efecto en el curso de vida
individual, es mediante el estudio intercohortes. Un supuesto impulsado por el enfoque del
Curso de Vida es que ese conjunto de personas se mueve o transita a lo largo de la historia.
14 La estandarización de los ciclos vitales delimita socialmente diferentes fases de la vida, definiendo etapas
etarias -infancia, adultez y vejez- como procesos vitales. En la constitución de una vida, destacamos aquellas
transiciones vinculadas con la trayectoria educativa, el ingreso al mercado laboral, el abandono de la familia
de origen y la constitución del núcleo familiar, sin agotar la multiplicidad de los trayectos y transiciones
posibles.
15 El proceso de institucionalización del curso de vida se caracteriza: “por un lado, por la emergencia de
regularidades ‘objetivas’ y observables y, por el otro lado, por la significancia creciente que adquieren los
conceptos y proyectos ‘normales’ individuales y subjetivos que los actores tienen de su vida” (Pries, 1996:
406).
16 “Una cohorte es más que un conjunto de individuos que experimentan un evento en un mismo período, es
un grupo que posee una composición y rasgos propios debido a su origen e historia únicos que los diferencia”
(Castro y Gandini, 2006: 5-6). La cohorte más clásica toma como elemento definitorio la edad, entendida
como conjunto de personas que nacieron en el mismo año calendario. No obstante, se puede hacer mención de
otros conjuntos que experimentan un mismo evento en un momento dado, como puede ser una cohorte
escolar, laboral, entre otras (Blanco y Pacheco, 2003b).
35
La diversidad de fuerzas, que operan en un momento y que van cambiando en el trascurrir
temporal, impactará de modo disímil respecto a la cohorte de pertenencia de cada individuo
(Blanco y Pacheco, 2003b). Este fenómeno se conoce como efecto de cohorte: los cambios
históricos se traducen en patrones de vida diferenciados para sucesivas cohortes de
nacimiento. Cabe destacar que dichas cohortes no son homogéneas a su interior, de allí la
relevancia de la variable espacial, que ubica a las personas en diversas posiciones de la
estructura social.
Considerar las distintas etapas de la vida del sujeto es importante. Sin embargo, no
tenemos que perder de vista que la construcción del tiempo es igualmente subjetiva y se
encuentra cargada de sentidos que pueden escapar a las cronologías sociales17 . Desde este
lugar, la dimensión biográfica de la temporalidad, entiende la vida como un proyecto
personal, donde el sujeto es quien decide (Pries, 1999; Kohli, 2005; Saraceno, 2005). El
tiempo biográfico concibe al individuo como agente activo constructor de su historia y su
mundo; el análisis se focaliza aquí en las interpretaciones, estrategias y decisiones de los
sujetos en contextos y tiempos específicos.
La relevancia de articular el relato que el sujeto produce sobre su propia vida con un
análisis del contexto histórico-social radica en la existencia de factores “objetivos” que
condicionan los trayectos individuales. Pese a lo cual, el sujeto encuentra siempre, por
reducido que sea, un espacio para su libre accionar.
17 Los actores elaboran sus nociones de tiempo a partir de percepciones que están situadas en pertenencias
sociales, económicas, culturales, étnicas y de género, conformando una subjetividad particular (Mallimaci y
Giménez Béliveau, 2006).
36
Un individuo es alguien cuyas características propias se relacionan con una condición
social, con una sociedad, con una época. Es decir, es un sujeto social-histórico que debe ser
comprendido como producto y productor de historia (Gaulejac y otros, 1990 citado por
Correa, 1999: 4).
Si bien el nivel objetivo posee un papel importante en la estructuración de los
campos posibles del curso de vida de un individuo, la dimensión biográfica permite
observar la manera en que los sujetos mediatizan y otorgan sentidos al efecto de las
estructuras; en otras palabras, el modo en que los procesos estructurales son percibidos y
traducidos en prácticas, estrategias y acciones. Asimismo, la biografía es entendida como
“constructo del mundo cotidiano, lo cual contiene la ambigüedad del mundo de la vida
como una regularidad prefijada y, al mismo tiempo, como una realidad emergente” (Fischer
y Kohli, 1987:35 citado por Pries, 1996: 403).
Es importante señalar en este punto que, la multiplicidad de tiempos proceden de
una división analítica que formula el investigador para abordar los fenómenos sociales. En
la realidad, las diversas temporalidades se desarrollan de manera conjunta, entrelazándose
mutuamente.
[Así] las trayectorias se van definiendo y construyendo de manera no lineal a través del
tiempo, de acuerdo con la experiencia biográfica, el momento del ciclo de vida, las
condiciones y oportunidades ofrecidas por el mercado de trabajo, la percepción de los
límites y potencialidades personales, y los cambios sociales y culturales (Mauro, 2004:
16).
37
2.2. Géneros confusos: las potencialidades de un análisis con trayectorias
laborales
Las trayectorias vitales abarcan una variedad de ámbitos -trabajo, escolaridad, vida
reproductiva, migración, movilidad social- que han sido motivo de diversos estudios. La
amplitud y la complejidad que implican las trayectorias de vida hacen necesario reducir o
restringir el campo de observación a algún aspecto en particular. Como señala Reséndiz
García “una biografía se construye desde un recorte, a partir de cierta focalidad que
constituye la posibilidad de reconstrucción de la vida, pero que es al mismo tiempo su
limitación originaria” (2001: 164). De los múltiples hilos que tejen la trama biográfica,
nosotros haremos hincapié en una dimensión específica del estudio de las trayectorias: la
esfera laboral.
En este punto es importante destacar que existe una larga tradición en las Ciencias
Sociales y, en particular, en la sociología del trabajo, que utiliza diversos conceptos
-carrera profesional, ciclo de vida ocupacional o trayectoria laboral- para referirse a un
mismo aspecto de la vida de las personas. Por esta razón, desarrollamos la pertinencia del
recorte conceptual escogido y esgrimimos algunas diferencias en relación al uso de otras
terminologías, intentando explicitar su posición teórico-metodológica como sus
posibilidades y límites en el campo de la investigación social.
El uso de estas categorías trasluce un debate acerca de la importancia de aquellos
factores que configuran los cursos de vida laborales de cada individuo: ¿Cómo se han
conjugado las diversas temporalidades en cada una de estas nociones? ¿Qué relevancia
otorgan a las instituciones sociales, las decisiones personales y al contexto histórico? ¿Qué
lugar ocupan las anticipaciones del futuro y la imprevisibilidad en cada una de estas
construcciones analíticas?
38
El primero de los conceptos, la carrera laboral, lleva implícita la idea de
movimientos ordenados, que suponen una cierta planificación, a través de los cuales se
mejora la ocupación. Dicha categoría implica no sólo una pauta determinada y fija de
sucesión de un empleo a otro en la historia laboral de un individuo, sino también revela un
patrón de progreso de trabajos de bajo a alto estatus (Mauro, 2004). Como han destacado
Balán y otros (1977) en un estudio ya clásico, el concepto de carrera hace referencia a “un
juego de ocupaciones ordenadas, relacionadas funcional y jerárquicamente, por lo que la
experiencia de una de ellas es requisito necesario para pasar a la siguiente” (1977: 165).
Esta noción ha permitido introducir el factor temporal en el desarrollo del itinerario
laboral de una persona, estimando significativo conocer el tránsito que hacen los sujetos a
través de sus diferentes empleos y los cambios que experimentan en sus condiciones
laborales. En tal marco, la carrera laboral ha sido un componente importante para
caracterizar la movilidad social de determinados grupos o segmentos de la población, al
aprehender las posiciones que los individuos van ocupando en una estructura ocupacional
de carácter ascendente.
No obstante, la definición de carrera tendría algunas limitaciones en su alcance
explicativo. Al suponer un progreso jerárquico no da cuenta de las rupturas y quiebres que
se producen al interior de la vida laboral de una persona, tampoco de los descensos que
irrumpen el progresivo camino laboral. Además, la existencia de un patrón de planificación
en la sucesión de empleos impide concebir el carácter impredecible de los itinerarios
laborales contemporáneos. Las historias laborales no pueden captarse a través de un
esquema lineal unidireccional, imagen de una progresión hacia la estabilidad. En la
actualidad tal aproximación resulta infértil para cubrir el conjunto heterogéneo de
experiencias que presentan los individuos en su vida laboral.
39
En su estudio Secuencias ocupacionales y cambio estructural: historias de
trabajadores por cuenta propia, Jelin (1974) utiliza la noción de ciclo vital ocupacional,
entendida como la regularidad de los cambios ocupacionales durante la vida activa de los
sujetos. Así, el tiempo aparece como un factor decisivo en la vinculación del individuo con
la estructura laboral. En el enfoque presentado “la variable temporal se introduce como
parte del esquema interpretativo de las posiciones ocupacionales y la movilidad
ocupacional” (Jelin, 1974: 178-9). Factores biológicos y culturales inciden en la
configuración del ciclo ocupacional. La edad constituye una variable importante en la
determinación de posiciones de empleo en los distintos momentos del ciclo vital18 . La
influencia de diversos tipos de factores hace que las etapas del ciclo sean flexibles y varíen
para diferentes grupos y estratos al interior de una sociedad.
En el análisis de la movilidad ocupacional la autora distingue analíticamente dos
dimensiones del fenómeno temporal: el ciclo ocupacional que, como dijimos, implica
regularidades en las variaciones ocupacionales durante la vida; y el cambio histórico que se
produce en la estructura ocupacional asociado a procesos macrosociales. Ambas
dimensiones interactúan determinando las relaciones edad-ocupación en un momento
histórico específico. De este modo, en el área ocupacional la dimensión temporal encuentra
su doble manifestación a nivel del ciclo vital y de la sucesión de cohortes 19 .
18 Existen definiciones culturales de la edad apropiada para ingresar a la actividad productiva y de
ocupaciones adecuadas para personas de diversas edades, reflejadas en requisitos de entrenamiento o
experiencias necesarias.
19 En la búsqueda por asociar cambios sectoriales a etapas del ciclo vital, es importante destacar que las
transformaciones en la estructura laboral pueden llegar a introducir modificaciones en aspectos del ciclo vital
ocupacional de generaciones enteras.
40
El concepto de ciclo vital ocupacional propuesto en el estudio de Jelin (1974) toma
en consideración la dimensión temporal en su aspecto social e histórico en la determinación
del nivel ocupacional de los sujetos, a distintos momentos del ciclo vital. Sin embargo, las
deficiencias de dicha categoría se vinculan con su incapacidad para la aprehensión de las
particularidades de un itinerario singular, al hacer eje el análisis en los rasgos estándares del
ciclo ocupacional. Lo anterior se evidencia en la modalidad con que se incorpora la
dimensión temporal en la investigación: un análisis clásico de encuestas sólo puede dar
cuenta de manera incompleta e insuficiente de la variable temporal, al conllevar a una
pérdida de la dimensión subjetiva, reflejo de su ininteligibilidad en el ámbito de las
representaciones y sentidos otorgados por el actor.
Por último, en la siguiente sección nos centramos en el análisis de las trayectorias
laborales. Realizamos en primer lugar un estado del arte sobre el tema en investigación,
para luego introducirnos en algunos usos y aplicaciones que se han producido desde
distintos autores. Para finalizar, señalamos los lineamientos teóricos y metodológicos que
se encuentran tras esta categoría analítica.
2.2.1. Las trayectorias laborales: un análisis de sus usos y aplicaciones
Como perspectiva de análisis, el estudio de las trayectorias laborales es un área
relativamente novedosa en América Latina, que en las últimas décadas ha ido adquiriendo
un lugar importante en el ámbito de las investigaciones sociales. En términos generales,
dichos estudios se han focalizado en el análisis de las posiciones sucesivas que las personas
van ocupando en su trabajo a lo largo de sus vidas, o durante un período de tiempo
determinado. Tales investigaciones han abordado diversas temáticas y segmentos
ocupacionales: existen estudios sobre grupos profesionales (Panaia, 2001) y poblaciones
41
obreras (Dombois, 1998; Pries, 1999; de la O, 2001), algunos de éstos últimos centran la
mirada en cómo los procesos de reestructuración productiva impactaron en los trayectos de
los actores involucrados (Dávolos, 2001; Lucero, 2003; Frassa, 2005; Muñiz Terra, 2005,
2009). Otros trabajos analizan la inserción ocupacional de jóvenes (Irrazabal y Oyarzún,
2003; Jacinto y otros, 2005; Jacinto, 2006; Freytes Frey, 2007; Chitarroni y Jacinto, 2009);
también son conocidas las investigaciones acerca de trayectorias laborales de mujeres, que
vislumbran la discriminación e inequidad de género al interior de un mercado laboral
segregado (Guzmán y otros, 1999; Oliveira y Ariza, 2001; Blanco, 2002; Mauro, 2004).
Por último, se encuentran estudios sobre pobreza y exclusión social (Forni y Roldán, 1996;
Freidin, 1996; Montero Casassus, 1998; Márques, 2001), e investigaciones que analizan las
trayectorias laborales de desempleados del sector formal (Belvedere y otros, 2000; Salvia y
Chávez Molina, 2002; Menni, 2004).
Al interior de la bibliografía, la categoría de trayectoria laboral se ha utilizado desde
diversas perspectivas analíticas y metodológicas. Esto ha conllevando a una variedad de
aplicaciones y usos que presentan disímiles significados del concepto, rara vez explicitados.
Así, el concepto de trayectoria laboral se presenta como diverso y con múltiples caras
debido a sus distintas posibilidades de abordaje conceptual, cuya consecuencia inmediata es
la diversidad de estrategias metodológicas presentes en cada análisis. Como señalan Frassa
y Muñiz Terra:
Según los objetivos y la metodología planteada por cada investigación, el concepto de
trayectoria laboral puede ser utilizado desde una perspectiva cuantitativa o desde una
perspectiva cualitativa. […] Utilizado desde una perspectiva cuantitativa, el concepto de
trayectoria laboral hace referencia a una secuencia de categorías ocupacionales o de
42
actividad que una persona recorre a lo largo de un período considerado. En este sentido se
asocia el concepto de trayectoria laboral al de trayectoria ocupacional (2004: 2).
Desde una perspectiva cualitativa, el concepto de trayectoria laboral es entendido
como “un particular entramado de experiencias laborales que tienen una orientación y
direccionalidad, esto es una dinámica específica” (Lucero, 2003: 4). En este sentido, esta
perspectiva intenta reconstruir el encadenamiento causal de los sucesos a partir de la
consideración del proceso decisorio llevado a cabo por los individuos a lo largo de sus
vidas (Frassa y Muñiz Terra, 2004).
Cabe señalar, sin embargo, que ambos enfoques, aunque centren su atención en cuestiones
diferentes, se basan en el mismo principio de explicación y análisis: interpretar la vida de
los sujetos a lo largo de un período determinado, relacionando las características
individuales con los condicionantes estructurales (Frassa y Muñiz Terra, 2004: 2).
Para evitar todo tipo de ambigüedades e imprecisiones hemos explicitado el
abordaje teórico-metodológico del cual partimos para adentrarnos en el estudio de las
trayectorias laborales: el enfoque biográfico. Desde esta perspectiva, el concepto de
trayectoria laboral permite analizar la interacción entre el aspecto objetivo y las
concepciones subjetivas del trabajo; posibilita la búsqueda de determinantes sociales en la
constitución de una vida y, al mismo tiempo, admite la indagación de sentidos a partir de
las vivencias de los actores. El enfoque biográfico se constituye así en el marco de
referencia desde el cual abordar el estudio de las trayectorias laborales, integrando a su
interior metodologías cuantitativas como cualitativas.
43
Para ilustrar los múltiples usos y aplicaciones que ha tenido la categoría de
trayectoria laboral, reflejo de las distintas apuestas teórico-metodológicas desde las cuales
se ha formulado, recurriremos a un corpus de investigaciones empíricas, destacando
aquellos recortes analítico-metodológicos que se encuentran en cada una de ellas. En esta
ocasión, la selección propuesta busca profundizar algunas reflexiones que han sido objeto
de discusión a la largo del presente estudio: la conjunción de temporalidades, la
imbricación de factores subjetivos-objetivos y las nuevas realidades que vislumbran los
estudios con trayectorias laborales. Finalmente, la recopilación de investigaciones ha
servido para delinear las potencialidades de los análisis que se basan en esta perspectiva
teórico-metodológica.
En un estudio comparativo sobre obreros colombianos y alemanes, Dombois (1998)
utiliza la perspectiva de las trayectorias laborales como secuencias de experiencias
laborales, que enfoca el proceso mediante el cual las personas se ubican en el mercado de
trabajo como un proceso estructurado por el tiempo en dos dimensiones: en el tiempo
“biográfico”20 , se establecen secuencias típicas según los ciclos de vida; en el tiempo
histórico, se definen diferentes limitaciones y oportunidades de empleo para generaciones o
cohortes distintas. Según el sociólogo alemán, la perspectiva de las trayectorias laborales
permite analizar la interacción entre dinámicas estructurales y decisiones individuales.
Desde el primer sentido, se concibe al contexto sociohistórico como un factor
condicionante en el trascurso de la vida laboral de las personas, al interior del cual se
reconstruye el proceso de asignación de individuos a posiciones sociales, jugando un papel
20 El autor denomina tiempo biográfico lo que nosotros concedimos como tiempo social.
44
crucial las instituciones de educación y formación21 . En el segundo, las trayectorias
laborales aparecen proporcionando información sobre las decisiones de los actores, su
capacidad de interpretar las oportunidades y desarrollar estrategias de empleo.
En Chile, el estudio de Guzmán, Mauro y Araujo (1999) aborda las trayectorias
laborales de mujeres pertenecientes a distintas generaciones, procurando aprehender la
conjunción de los distintos factores que operan en la construcción de sus itinerarios
laborales. Se parte del supuesto que el accionar conjugado de factores de distinto orden
-subjetivos y objetivos- va configurando diferentes recorridos laborales. Las autoras
entienden por trayectoria laboral los itinerarios visibles, los cursos de acción y las
orientaciones que toma la vida de las personas en el campo del trabajo, producto de
acciones y prácticas desplegadas por los individuos en situaciones específicas del trascurrir
temporal. Estas acciones y prácticas se constituyen en un interjuego de diferentes ámbitos
sociales e institucionales, donde los sujetos ocupan una posición particular, encontrándose
así condicionadas por factores estructurales y por representaciones que el propio individuo
produce en diferentes momentos del curso de su biografía.
Desde un enfoque similar, Márquez (2001) entiende la trayectoria de trabajo no sólo
como una categoría objetiva y mensurable, sino como una experiencia social que se
construye en relación con la cultura, el mercado y la subjetividad de cada individuo. En su
trabajo analiza las trayectorias laborales que hombres y mujeres en situación de extrema
pobreza construyen a lo largo de sus vidas. La investigación busca aportar elementos
cualitativos para la comprensión de la movilidad social, centrándose en los itinerarios que
recorren estos sujetos para insertarse en el mercado de trabajo, así como en las lógicas y
21 Como vimos, existen instituciones y normas sociales que estructuran las secuencias laborales y guían las
orientaciones y estrategias de los actores en formas típicas (Dombois, 1998).
45
sentidos que orientan su recorrido y cada una de las acciones emprendidas. Desde este
lugar, la autora recoge relatos de vida de sujetos pobres con el interés de aproximarse a los
significados que estos actores imprimen a su propia vida, permitiendo “conocer cómo ellos
viven y maniobran frente a un mercado laboral en permanente transformación, redefiniendo
o postergando su proyecto vital, laboral y familiar” (Márquez, 2001: 2). Aproximarse a los
procesos por los cuales se construyen las trayectorias laborales requiere abordar al
individuo como producto de una historia que es cultural, familiar y de clase, sin desconocer
que la perspectiva propuesta se aproxima al sujeto también como historia singular; cada
historia es diferente, aun cuando se inscriba en una historia común.
En nuestro país, Chitarroni y Jacinto (2009) utilizan la perspectiva de las
trayectorias laborales para analizar los procesos que los jóvenes deben atravesar en su
transición a la vida activa, los cuales están signados por una alta movilidad y rotación
laboral. Para ello construyen su objeto de estudio desde un análisis procesual y dinámico,
alejándose de los enfoques que destacan la linealidad y continuidad de los procesos
laborales. Definen conceptualmente a la trayectoria como una sucesión de eventos en los
que se ponen en juego tanto condicionantes estructurales como capitales sociales y
culturales, además de estrategias subjetivas. Desde un análisis cuantitativo, como el
propuesto por los autores, el estudio de las trayectorias laborales reconstruye la secuencia
de situaciones de actividad o categorías ocupacionales que un individuo recorre a lo largo
de un período considerado. De esta manera, los estudios de trayectorias se constituyen
como el instrumento privilegiado de análisis de los cambios en los procesos de inserción
laboral de los jóvenes, iluminando las nuevas relaciones que los mismos mantienen con el
mundo del trabajo.
46
Los diferentes trabajos muestran que la perspectiva de las trayectorias laborales
realiza importantes aportes al otorgar un lugar privilegiado a la experiencia vivida, en
sentido longitudinal, y al posibilitar la integración de dimensiones subjetivas y objetivas.
Desde este lugar, el análisis de las experiencias laborales constituye una forma de acceso a
la subjetividad -en su comprensión de puntos de vista, valoraciones y estrategias- y a los
procesos sociales que enmarcan una vida individual. La noción de trayectoria laboral se
refiere, por lo tanto, a la interacción entre individuo y sociedad: nos permite conjugar las
biografías de los sujetos con los condicionamientos estructurales existentes en un momento
histórico y un espacio social determinado. En este sentido, se concibe el análisis de las
trayectorias laborales como secuencias objetivas y medibles, que atienden también a las
construcciones subjetivas que desarrollan los individuos al interior de su ámbito social
(Pries, 1996).
Los estudios de las trayectorias laborales abren entonces nuevas posibilidades para la
comprensión del mundo del trabajo. No sólo hacen visibles las oportunidades que una
determinada época ofrece a hombres y mujeres, sino también las relaciones que existen
entre cambios socioeconómicos y culturales, por una parte, y transformaciones de las
subjetividades personales y sociales, por la otra. Posibilitan analizar el sentido que estos
cambios van teniendo y relacionar entre sí las posiciones que las personas van ocupando en
el mercado de trabajo (Mauro, 2004: 9).
El atractivo de los estudios con trayectorias laborales reside en su utilidad para
vislumbrar la relación entre tiempo biográfico y tiempo histórico-social. El análisis de la
interacción de factores de distinto orden permite comprender los procesos de cambio que se
47
dan en el plano estructural a través de su expresión a nivel micro: el curso de vida de los
sujetos. De este modo, posibilita abordar los procesos microsociales en su conexión con el
ámbito estructural y la dimensión subjetiva de los fenómenos laborales. De allí que, esta
perspectiva conciba al trabajo en un sentido amplio que incluye un conjunto de
interrelaciones a nivel individual, organizacional y societal.
Por otro lado, es importante resaltar que el análisis desde las trayectorias laborales
no implica necesariamente una idea de progreso. La relevancia de este aporte se explica en
que en la actualidad, una secuencia ocupacional típica mantiene escasas relaciones entre los
puestos que se van conquistando. El conjunto de experiencias diversas, impregnadas de
estrategias novedosas y quiebres en su recorrido, se tornan invisibles desde mediciones
estandarizadas que clasifican a individuos en posiciones ocupadas en momentos puntuales
del tiempo. De allí la búsqueda de una perspectiva longitudinal que de cuenta de los
procesos de continuidad y cambio en el ordenamiento de los eventos laborales, permitiendo
capturar las rupturas que típicamente impregnan el conjunto de experiencias
contemporáneas.
Se hace evidente la necesidad de adoptar enfoques que tengan en consideración el
tiempo, la duración y el carácter no lineal de los procesos. Las trayectorias no son
recorridos cerrados y preestablecidos. La contingencia y los sucesos imprevisibles se
convierten en dimensiones analíticas fundamentales de un itinerario laboral (Bidart, 2006).
La individualización y la diversificación de los caminos antes predecibles en la vida
laboral, hace necesaria una aproximación que considere la subjetividad del actor. El análisis
de las trayectorias laborales permite describir la heterogeneidad de experiencias sociales e
individuales que se desarrollan al interior de un mercado de trabajo fragmentado.
48
A continuación profundizamos estas reflexiones, en el marco del análisis de las
trayectorias de inserción laboral que desarrollan los jóvenes, como ejemplo paradigmático
para vislumbrar la intermitencia e incertidumbre en esta esfera de la vida22 .
2.3. La juventud frente a un nuevo contexto histórico-social: la crisis del
mercado laboral y las nuevas trayectorias yo-yo
En la Argentina, la antropología, la historia y la sociología han prestado cada vez
más atención al vínculo entre los contextos, las estructuras sociales y las historias de vida.
El crecimiento y la heterogeneidad de la pobreza, junto a la expansión de un mercado
desregulado, con un Estado social en retirada, exigieron otra mirada hacia la sociedad,
abandonando la idea de homogeneidad proveniente de cifras y categorías que no dan cuenta
en profundidad de dichas rupturas (Mallimaci y Giménez Béliveau, 2006). Estas intensas
recomposiciones que afectan el curso de vida de los sujetos, se evidencian en las múltiples
y diversas trayectorias, no aprehensibles desde los enfoques cuantitativos clásicos, que
tienen como trasfondo a una Argentina que, desde mediados de la década del setenta,
atravesó un proceso de reformas estructurales. La ruptura del modelo de industrialización
vigente en las décadas precedentes se consolidó durante los años noventa. Los cambios
acontecidos signaron al mercado de trabajo argentino que reflejó el problema social del
desempleo, altos índices de subocupación e informalidad, sumados a la inestabilidad y la
precariedad laboral (Beccaria, 2005; Eguía y otros, 2007).
22 La centralidad del análisis en torno a la franja etaria juvenil está estrechamente relacionada con las
hipótesis que orientan al presente estudio. Tomamos esta etapa del ciclo vital porque consideramos que los
años noventa significaron un período de ruptura en la sociedad argentina, que impactó de manera inédita en el
ámbito laboral, afectando particularmente a aquellas personas que a partir de ese momento ingresaron al
mercado de trabajo.
49
Las transformaciones operadas en la estructura social y en el mercado de trabajo
argentino abrieron el camino a un nuevo tiempo histórico-social. En este contexto pierde
vigencia la noción de “carrera” (Sennett, 2000; Dubar, 2001a)23 y de “trayectorias lineales”
(Machado Pais, 2007), asociadas a un camino recto y claramente trazado en la vida laboral
de los sujetos, posible de predicción y de movilidad ascendente. Por el contrario, se delinea
un conjunto de recorridos impregnados de rupturas, de novedad y de estrategias diversas,
que encuentra su mayor expresión en las múltiples formas que asumen las prácticas
laborales juveniles en condiciones de precariedad y segregación (Salvia y Chávez Molina,
2007; Montes, 2009).
Durante la mayor parte del siglo veinte, salir de la escuela, ingresar en un empleo
y/o a estudios superiores, y construir una carrera profesional a partir de allí, eran hitos de un
proceso predecible. En el marco de las profundas transformaciones socio-económicas y
culturales de las últimas décadas, ingresar al mercado de trabajo no puede considerarse
como un “momento”. La inserción laboral de los jóvenes es un largo y complejo proceso
antes de una cierta estabilización en el empleo, si es que finalmente ésta tiene lugar. Las
trayectorias juveniles de inserción laboral están signadas por la inestabilidad, las rotaciones
entre condiciones de actividad y las movilidades, voluntarias e involuntarias. Aunque la
23 Desde la perspectiva francesa, Dubar (2001a) plantea que a lo largo de la década de 1980 entran en
cuestionamiento convenciones antes reconocidas, que permitían esperar un progreso profesional, desigual
pero previsible, asociado a líneas de carrera demarcadas en torno a categorías socio-profesionales estables. En
la actualidad, señala el autor, ya no se valora la estabilidad en el empleo o la carrera interna, sino la
flexibilidad. La finalización de los estudios y el ingreso a un trabajo, cuyo oficio o profesión se conservaba
hasta la jubilación aparece como un modelo caduco. De allí que, debido a la multiplicación de los cambios
que se dan en el curso de las carreras profesionales, las trayectorias laborales son cada vez menos reducibles a
trayectos ascendentes conformados a lo largo de canales preestablecidos. En conformidad con lo antes dicho,
el norteamericano Sennett (2000) sostiene que el capitalismo flexible ha bloqueado la linealidad tradicional de
las carreras profesionales.
50
situación de precariedad sea un fenómeno generalizable a toda la juventud, para algunos
jóvenes el trabajo precario resulta una etapa de tránsito hacia un empleo estable, mientras
que para otros puede transformarse en una condición permanente en su relación con el
mercado de trabajo (Chitarroni y Jacinto, 2009)24 . Por esta razón, en el trascurso de la vida
de los jóvenes un evento como la entrada al mercado formal de trabajo se convierte en un
hecho arbitrario, sin poder establecerse la probabilidad de que este acontecimiento ocurra
con alguna regularidad a cierta edad.
De allí que, de las múltiples funciones que posee el trabajo en la vida de un
individuo -como un ámbito de socialización e integración social, de constitución identitárea
y acción colectiva-, que en la actualidad experimentan fuertes restricciones, destacamos
aquí un aspecto que creemos fundamental en la vida social: la organización del tiempo
vital.
La desincronización de las transiciones biográficas y la flexibilización del empleo llevan a
una diferenciación de las duraciones, las etapas y las edades de los acontecimientos que
24 La inserción laboral es una construcción social, producto de una historia y de una configuración societal
específica (Dubar, 2001b). El sostenido crecimiento de la tasa de desempleo, los cambios ocurridos en la
estructura ocupacional y las modificaciones introducidas a las regulaciones del mercado de trabajo durante los
años noventa, provocaron un alto grado de movilidad y un aumento de la intensidad de la rotación laboral. No
obstante, la dinámica de estas variables no ha sido homogénea entre los distintos estratos socioeconómicos y
grupos etarios. En este contexto, las trayectorias de iniciación laboral no operan de la misma manera para
todos los grupos y categorías de jóvenes, dando lugar a una diversidad de inserciones y de estrategias en su
transición hacia el trabajo. Los jóvenes, procedentes de sectores medios y populares, fueron los más
golpeados por la falta de oportunidades laborales; las bajas posibilidades de acceso a un empleo estable y
protegido los arrojó a un proceso signado por la alternancia de períodos de desocupación y empleos precarios
una vez ingresados al mercado de trabajo.
51
antaño caracterizaban la transición de los jóvenes a la vida adulta, afectando
particularmente la inserción laboral (Longo, 2009: 1-2).
La multiplicación de maneras con que se realiza dicha inserción evidencia una
diversidad de transiciones, caracterizadas por pasajes reversibles de la ocupación a la
desocupación, del desempleo a la inactividad, de un empleo estable a otro en diferentes
condiciones y niveles de precariedad, etc. Ante esta alteración de secuencias laborales
desvinculadas unas de otras, se desdibujan las trayectorias previsibles.
La precariedad del empleo entre los jóvenes, expresión de las dificultades que tienen para
integrarse en el mercado de trabajo, lleva a muchos de ellos a echar mano de estrategias
cuya singularidad trastorna los modos tradicionales de entrada en la vida activa (Machado
Pais, 2007: 5).
Desde este abordaje más amplio, el ingreso al mundo del trabajo se presenta sólo
como una instancia al interior de aquellas transiciones en el curso vital que conducen hacia
la adultez. La imprevisibilidad que actualmente caracteriza a las transiciones de los jóvenes
se evidencia en que los umbrales tradicionales de transición a la vida adulta -abandono de
la familia de origen, unión conyugal, obtención de empleo- manifiestan una multiplicidad
de estatutos intermedios y reversibles, más o menos transitorios y precarios. A su vez, las
propias secuencias de esos umbrales de paso no son lineales ni uniformes. Por el contrario,
son heterogéneas, discontinuas y con apreciables rupturas, dejando lugar a nuevas formas y
secuencias temporales.
52
El principio de reversibilidad en los procesos de transición a la vida adulta incita a
Machado Pais (2007) a caracterizar metafóricamente a la generación de los años noventa
como la generación yo-yo. El sociólogo portugués realiza una crítica al concepto de
transición lineal, circunscripta a una sucesión de etapas identificables y previsibles en
dirección recta a la vida adulta.
El camino por el cual los jóvenes transitan hacia la vida adulta es un camino poco claro,
lleno de escollos, especialmente para los jóvenes más desfavorecidos. Los modos precarios
de vida que caracterizan la condición juvenil tienen a otorgar un grado fuerte de
indeterminación al futuro (Machado Pais, 2007: 32).
Frente a la imposibilidad de recorridos de carácter lineal y continuo, aparecen
itinerarios diversos y diversificados cuyo rasgo particular es que presentan un inherente
grado de vulnerabilidad, en la medida que implican incertidumbre, imprevisibilidad y
riesgo, visible en la tensión entre el presente y el futuro en que viven estos jóvenes.
Desde este lugar, acordamos con aquellas posturas que señalan que se está
produciendo una desinstitucionalización del curso de vida; las normas que organizan la
vida social seden su lugar frente al fenómeno de la individualización. Entre sus
consecuencias, destacamos la pérdida del aspecto predecible y seguro de la vida (Castel,
1995; Kohli, 2005)25 .
25 Como ya indicamos, el fenómeno conocido con el nombre de institucionalización del curso de vida
implica un conjunto de etapas socialmente previstas y estipuladas donde “el ciclo de vida representa la
secuencia ideal de acontecimientos que los individuos esperan experimentar y de posicionas sociales que
esperan ocupar a medida que avanzan a lo largo de la vida” (Moreno Colom, 2009: 194).
53
Frente a estructuras sociales cada vez más fluidas y modeladas en función de los individuos
y sus deseos, los jóvenes sienten su vida marcada por crecientes inconstancias,
fluctuaciones, discontinuidades, reversibilidades, movimientos auténticos de vaivén
(Machado Pais, 2007: 26).
El proceso de individualización, que se constituye en uno de los rasgos esenciales y
definitorios de la nueva modernidad, consiste precisamente en un resquebrajamiento de las
“biografías normales”, es decir, en un debilitamiento de los patrones biográficos
tradicionales, socialmente sancionados y pautados (Saraví, 2006). Así, “todo el conjunto de
la vida social es atravesado por una especie de desinstitucionalización entendida como una
desvinculación respecto de los marcos objetivos que estructuran la existencia de los
sujetos” (Castel, 1995: 472-3). Desde esta perspectiva, se hace referencia a un
individualismo predominante en la sociedad que toma como rasgo fundamental “la falta de
marcos”, y no el exceso de intereses subjetivos. La individualización institucionalizada
supone un nuevo factor de riesgo y vulnerabilidad en el proceso de construcción biográfica.
La biografía hágalo usted mismo es siempre una biografía de riesgo […]. La idea actual de
exclusión sólo puede entenderse debidamente sobre el telón de fondo de la
individualización o, para ser más exactos, de la atomización (Beck y Beck, 2003:40-346
citado por Saraví, 2006: 89-90).
En un contexto de desinstitucionalización, los rumbos y pasajes vislumbran que la
pérdida de los soportes colectivos, que configuraban la identidad del sujeto, ha impregnado
el curso de sus vidas, adquiriendo pertinencia un análisis desde la subjetividad e
54
individualidad. Frente a las transformaciones apuntadas, que evidencian la heterogeneidad
en la que se desenvuelven los itinerarios laborales contemporáneos, las representaciones
sociales, las relaciones simbólicas y otros factores de origen individual ganan en
pertinencia. De este modo, los factores subjetivos poseen un gran peso explicativo a la
ahora de comprender la diversificación actual de las trayectorias. La revaloración de la
dimensión biográfica trasluce la complejidad y variabilidad de los recorridos actuales que,
lejos de ser lineales, son fluctuantes, personalizados e imprevisibles. Poner el eje en la
temporalidad biográfica, por contraposición a las temporalidades instituidas e impuestas
socialmente, no significa asentir que la misma sea independiente de la condición social de
los sujetos. Por el contrario, este proceso global tiene efectos contrastantes en relación a los
diferentes grupos sociales que conforman la sociedad. El proceso de individualización
amenaza a la sociedad a una contradicción ingobernable “entre quienes puedan asociar el
individualismo y la independencia, porque su posición social está asegurada, por un lado, y
por el otro quienes lleven su individualidad como una cruz, porque ella significa falta de
vínculos y ausencia de protecciones” (Castel, 1995: 477). De este modo, la falta de
protección y contención frente a las dificultades y los riesgos de existir como individuo,
acarrea la desafiliación en algunos sectores de nuestra sociedad.
55
Capítulo 3: El tiempo
El último capítulo aborda la problemática de la temporalidad y su introducción en la
investigación social. La relevancia de este análisis se explica en la importancia que reviste
la dimensión temporal en los estudios con trayectorias: el enfoque longitudinal se
constituye como una característica central de esta perspectiva. En relación a los aspectos
metodológicos, concebimos la introducción del tiempo como uno de los elementos
constitutivos del diseño de investigación y de la construcción de los datos en estos estudios.
Desde el análisis de las diversas escalas de temporalidad, centramos la mirada en las
implicancias que adquiere el tiempo futuro en el estudio de las trayectorias laborales.
3.1. ¿La ilusión retórica? Aspectos críticos de los estudios biográficos:
construcción de la memoria desde una aproximación temporal
retrospectiva
La perspectiva biográfica ha recibido fuertes críticas. Los cuestionamientos a este
enfoque han girado en torno a una dimensión que consideramos eje de estos estudios: la
temporalidad. Desde este lugar, a través de algunas interlocuciones, nos aproximamos a las
investigaciones biográficas retrospectivas que otorgan un lugar central a la memoria en la
reconstrucción de los trayectos de vida.
Bourdieu, en una producción titulada La ilusión biográfica (1997), enuncia que el
investigador que reconstruye una biografía debe evitar suponer que existe un hilo conductor
que atraviesa la vida del sujeto desde sus orígenes. El sociólogo francés realiza un
cuestionamiento a la visión de la vida como conjunto coherente y orientado, que puede ser
aprehendida como expresión de un sentido último u originario. Relatar la vida como una
historia, es decir, como la narración coherente de una secuencia significante y orientada de
56
acontecimientos no es más que una ilusión, la creación artificial de sentido. En la
construcción de los relatos biográficos cada individuo se convierte en ideólogo de su propia
experiencia seleccionando, en función de una intención global, ciertos acontecimientos
significativos. Desde este lugar, el relato supone unos acontecimientos que tienden a
organizarse en secuencias dispuestas según relaciones inteligibles, inspiradas en un orden
cronológico que es asimismo un orden lógico en su búsqueda por instituir relaciones
causales26 .
Desde una posición similar, el sociólogo portugués Machado Pais (2007) propone
una sociología de la poslinealidad. Este autor realiza una crítica al uso tradicional del
método biográfico que ha privilegiado la linealidad, suscitando visiones temporales que
engloben presente, pasado y futuro en la forma de un tiempo homogéneo y continuo. Esas
líneas de vida, que intentan poner de relieve los relatos biográficos, corresponden a un
proceso retrospectivo donde los acontecimientos son evaluados desde una mirada presente
dirigida al pasado. Partiendo de una multiplicidad de hechos conservados por la memoria,
esta mirada enfila los acontecimientos en una secuencia de linealidad que acaba
construyendo una cadena de sucesiones que se dirige a un “punto de llegada”, a través de
una conexión lineal de nexos de causa y efecto que orientan la vida hacia una meta, en la
búsqueda de que esos cursos o rumbos de vida adquieran sentido 27 .
26 En un estudio posterior, Introduction a la socioannalyse, Bourdieu (1991a) reivindica el enfoque
biográfico frente a la necesidad de incorporar lo subjetivo en el análisis objetivo (Cabanes, 1998). El concepto
de habitus serviría así de puente entre la subjetividad expresiva de la conciencia y la objetividad construida de
las estructuras, entendiendo por habitus el bagaje que el agente proyecta en su praxis y que es el resultado de
la internalización específica de las estructuras y sistemas de valores socioculturales, fruto del proceso de
socialización (Muñiz Terra, 2009).
27 Estas críticas se corresponden con la realizada por Passeron (1990) en su artículo Biographie, flux,
itinéraires, trayectoires. El autor señala ciertos riesgos deterministas en el enfoque biográfico descripto como
57
Acordamos con el cuestionamiento de la biografía como una secuencia lineal,
dotada de una direccionalidad, en la que se representa la vida de las personas. Sin embargo,
creemos que las herramientas teórico-metodológicas que nos brindan el Enfoque Biográfico
y la perspectiva del Curso de Vida nos permiten trascender la problemática de concebir la
vida de un sujeto como destino último e inmutable. Estas orientaciones dotan al análisis de
las biografías de las dimensiones de tiempo, proceso y contexto, lo cual permite aprehender
el curso de una vida como un proceso de cambio y transformación a lo largo del tiempo.
“La trayectoria vital da cuenta de las modalidades de adecuación de los sujetos a cambios
de su entorno, muestra cómo se abren distintas opciones de vida para ellos entre las cuales
deciden. Decisiones que modifican la trayectoria de su vida” (Reséndiz García, 2001: 155).
Desde esta mirada, existen varias historias de vida posibles para un agente, de lo que
deducimos que las trayectorias vitales no son lineales, conformadas de acuerdo a modelos
previsibles. Como indica Bourdieu (1997), lo real es discontinuo, formado por elementos
yuxtapuestos sin razón, tanto más difíciles de captar cuanto que surgen de manera siempre
imprevista. Los eventos juegan con temporalidades múltiples que no encajan en un proceso
de linealidad. Los puntos de inflexión (turning points) dan nuevos rumbos a la vida de
carácter impredecible, permitiendo captar las rupturas que la atraviesan.
Negar a la trayectoria como destino último e inmutable, no significa desechar el
carácter cronológico presente en toda biografía. Dicha consideración no pretende ser una
defensa a las sociologías de la linealidad que buscan una construcción lógica de los
trayectos vitales a través de la noción de causalidad, donde hechos tomados como “causa”
determinan otros hechos tomados como “efecto”, en un esfuerzo de vinculación que
una aproximación balística donde las trayectorias se conciben como destinos sociales preestablecidos, que no
dan lugar al accionar de los individuos (Godard, 1996).
58
asegura una continuidad temporal entre un “antes” y un “después” (Machado Pais, 2007).
Pese a ello, debemos admitir que, como señala Bertaux (1997), las formas de contar un
recorrido vital tienen un nudo común: la estructura diacrónica. La adopción de la
perspectiva biográfica explicita la noción de proceso, permitiendo rastrear los cursos de
vida de las personas a lo largo del tiempo. En estas circunstancias, el relato de una vida se
construye no sólo a partir de la evocación de hechos significativos, sino también de su
ordenamiento según parámetros temporales básicos del antes y después (Mallimaci y
Giménez Béliveau, 2006).
En este punto, adquiere primacía la vinculación entre las diversas categorías de
temporalidad -pasado, presente, futuro- y el proceso a través del cual se reconstruye la vida
de una persona. Este aspecto ha recibido fuertes críticas cuyo eje ha girado en torno a la
problemática de la construcción de la memoria.
La dificultad radica en la naturaleza retrospectiva desde donde se reconstruye una
biografía. Así, un atributo importante de la caracterización metodológica de la
aproximación biográfica, es su carácter de trabajo retrospectivo28 . Para el sujeto, contar su
vida es remontarse, a partir del presente, a lo largo de los diversos momentos de su trayecto
biográfico, haciendo resurgir los acontecimientos y las situaciones vividas. El obstáculo de
su reconstrucción reviste en que “la memoria se expresa muchas veces a través de silencios,
de lagunas, de no dichos. Los relatos biográficos giran, pues, en torno a recorridos perdidos
en el pasado y en la memoria de ese pasado” (Machado Pais, 2007: 36).
La centralidad que adquiere el tiempo en aquel proceso se evidencia en que los
métodos biográficos construyen su práctica desde una pluralidad de escalas temporales. La
28 Más adelante señalaremos una aproximación metodológica alternativa en la construcción de biografías.
59
relación entre pasado, presente y futuro se expresa en el propio relato del entrevistado: “En
un mismo y único movimiento, el sujeto se vuelve a relacionar con su pasado y se inscribe
en el futuro. El relato de vida es la articulación de las tres dimensiones temporales de la
persona: el pasado, el presente y el porvenir” (Correa, 1999: 42). En el proceso de
reconstrucción de la historia de su vida el narrador resignifica los eventos pasados, a través
de un proceso selectivo e incluso una trasmutación de lo acontecido y vivido, en un
esfuerzo por dotar de sentido las experiencias evocadas en relación al presente y a sus
proyecciones futuras, desde las cuales se realizan las evaluaciones y se ilumina el pasado.
Pese a los olvidos y mentiras, la importancia de reconstruir una historia de vida
radica en la significación que el narrador otorga a su relato. Son las interpretaciones del
entrevistado, sobre los hechos de los cuales ha formado parte, las que adquieren primacía.
Estos sentidos son elaborados a partir del presente de la persona, de sus deseos, proyectos y
perspectivas futuras. Desde este lugar, la importancia que reviste hacer memoria no estriba
en la propia reconstrucción del pasado sino en las prácticas y valoraciones desplegadas, y el
lugar que adquiere en dicha construcción su sentido futuro. “Relatar la propia vida implica
un esfuerzo por dar sentido al pasado, al presente y a lo que este contiene de proyecto. En
ese proceso reflexivo se significan los sucesos del pasado, se evalúa el camino recorrido y
explicitan las expectativas para el futuro” (Barbieri, 2008: 1).
En el esfuerzo por dotar de sentido su vida, quien relata interioriza una postura
reflexiva que opera sobre el recuerdo y transforma a la memoria en acción. Al constituirse
esta conciencia reflexiva se produce el esfuerzo de significación (Bertaux, 1999).
Precisamente porque al ser un acto cargado de reflexividad es un trabajo en constante
elaboración que puede modificarse y resignificar el sentido de los eventos del pasado con
60
base a las circunstancias del tiempo presente o, bien, de las expectativas sobre el futuro […]
las biografías son productos construidos socialmente, en un tiempo determinado y en un
contexto sociocultural dado (Acevez, 2001: 15)
Por lo tanto, el relato que hace una persona no es sólo una descripción de sucesos
sino también una selección y evaluación de la realidad (Sautú, 1998). Los sujetos
reconstruyen el pasado desde el tiempo presente, reinterpretándolo de acuerdo a los
posibles futuros vislumbrados: en las experiencias posteriores y venideras se encuentran los
principios de selección y descripción de la biografía de un individuo.
En suma, la experiencia del tiempo no se agota en el eje de la sucesión. Pasado,
presente y futuro no sólo indica la secuencia de aparición de eventos según una estructura
lógica de anterioridad y posterioridad. Es necesario atender además la intencionalidad que
otorga sentido a las relaciones entre las diversas escalas del tiempo, y que trasluce la
subjetividad de la experiencia temporal. El recuerdo y el olvido, tanto como el anhelo y la
esperanza, deben formar parte de cualquier análisis temporal. De modo que, sobre el flujo
temporal de la duración de la experiencia temporal se añade “una nueva temporalidad, no
aditiva ni cronológica. Una temporalidad cualitativamente diversa fundada en la memoria,
el olvido o la expectativa” (Valencia García, 2002: 26).
3.2. Modelos de temporalidad. Acerca de cuestiones teórico-metodológicas en
la producción de datos desde una aproximación longitudinal
Es conocida la importancia que reviste la dimensión temporal en los estudios con
trayectorias. Dentro de este marco, el estudio del tiempo puede adquirir dos instancias
analíticas. Un primer sentido, vinculado a las modalidades con que se construye una
61
aproximación longitudinal. Desde este lugar, el tiempo se presenta como una construcción
teórico-metodológica fundada en conceptualizaciones y perspectivas acordes con la mirada
del investigador, que busca seleccionar las estrategias más adecuadas para la resolución de
cierta problemática social. Un segundo sentido, procura concebir al tiempo en tanto objeto
de prácticas y representaciones producidas por los propios individuos a lo largo de su vida.
Desde esta mirada, se admite la incorporación de la subjetividad acerca del tiempo de los
actores: su riqueza de percepciones temporales, sus anhelos y proyectos. Cabe señalar que
ambas dimensiones analíticas corresponden a una misma realidad.
La presente sección se ubica en la primera instancia analítica29 . En un primer
momento, se realiza un análisis de los modelos temporales, entendidos como herramientas
interpretativas que confluyen en la producción de los datos y su análisis. Nos centramos en
la dimensión temporal por constituir el eje de inteligibilidad en la interpretación del dato
biográfico. Para emprender esta tarea hemos adoptado como guía un artículo elaborado por
Godard (1996). En una segunda etapa, presentamos algunos interrogantes de orden teórico
y metodológico, que surgen a la hora de emprender un estudio longitudinal, referidos a la
construcción que cada investigador realiza de la dimensión del tiempo, como un producto
diferencial que tiene correspondencia con el marco teórico desarrollado.
La aprehensión de los modelos de temporalidad que subyacen en los estudios
biográficos es uno de los propósitos que persigue Godard en su artículo El debate y la
práctica sobre el uso de las historias de vida en las ciencias sociales (1996). El autor
francés se enmarca al interior de la sociología del acontecimiento, encaminada a entender el
universo existencial de los individuos a través de la organización de las secuencias
29 El próximo aportado aborda algunas conceptualizaciones que sobre el tiempo se han realizado desde la
mirada de los sujetos, centrándonos en el análisis de las representaciones futuras.
62
temporales de una vida. En este marco, señala la existencia de tres modelos de temporalidad,
concebidos como esquemas interpretativos -implícitos la mayoría de las ocasiones- que
permiten hacer inteligibles el dato biográfico. El modelo arqueológico parte de concebir las
biografías a partir de un punto originario o fundante que explicaría el resto de la vida de un
individuo30 . El segundo de los modelos, denominado procesual, busca comprender cómo se
estructuran los procesos de encadenamiento de acontecimientos a lo largo de una vida.
Dentro de este esquema, una primera forma de proceder es considerar el efecto propio del
tiempo en la organización de los acontecimientos, ilustrado en la permanencia de un
individuo por más tiempo en un estado determinado. Una segunda manera da cuenta de la
cronología de los acontecimientos, indicando su orden de aparición y sucesión. Finalmente,
el tercer modo de comprender el peso del tiempo sobre la organización de la existencia, se
analiza a partir de un modelo de sucesión de momentos de crisis, bifurcaciones y secuencias
estables. El último modelo es el estructural. Caracterizado por la intervención de datos
exógenos en la vida del individuo, supone que para comprender las biografías singulares hay
que hacer referencia a temporalidades y acontecimientos externos. Una biografía no se
explica únicamente a partir de sí misma, es necesario involucrar temporalidades sociales. En
este sentido, destacamos la presencia de formas sociales de organización de la existencia,
que aparecen bajo la imagen de sistemas institucionales y presiones culturales que se
construyen sobre disciplinas del tiempo.
Presentado este esquema analítico, señalamos tres cuestiones. En primer lugar,
ninguna biografía puede analizarse a partir de un solo modelo, por el contrario, el autor
30 Es el modelo típico de la inspiración de Bertaux (1977) en la estructuración de las clases. Según este autor,
cada clase está definida por una serie de biografías de clase particulares, que toman como punto de origen la
pertenencia social de los padres (Godard, 1996).
63
incita a pensar las trayectorias como una imbricación de aquéllos. En segundo lugar, estos
modelos teóricos no agotan las reflexiones sobre el papel del tiempo, sino que ilustran una
posible modalidad de su abordaje en la investigación social, abierta a futuras
construcciones. En último lugar, si bien el esquema propuesto realiza una gran contribución
al estudio de las temporalidades, brindando lentes analíticos para la perspectiva longitudinal
de las trayectorias, nos alejamos en un aspecto crucial del mismo: los enfoques precedentes
están centrados no en el individuo, sino en los acontecimientos que construyen su
existencia, que organizan y pautan la vida del sujeto. El problema de organizar las
biografías alrededor de los acontecimientos y coyunturas de la vida de una persona es que
deja en un segundo plano el análisis de sus representaciones y su voluntad de acción, objeto
que concebimos central en el estudio del proceso de individualización de los itinerarios
contemporáneos.
Es necesario utilizar elementos conceptuales y técnicos que permitan pensar el
tiempo (Godard, 1996). Más allá de los modelos temporales formulados por un
investigador social, el análisis con trayectorias implica considerar otros aspectos teóricos y
metodológicos referidos a la dimensión temporal a la hora de emprender un estudio. A
continuación desarrollamos algunas problemáticas de primer orden a definir en todo
enfoque longitudinal.
El recorte temporal, implícito la mayoría de las ocasiones, es una de las primeras
cuestiones a definir, que suscita una afinidad con la pregunta e hipótesis que maneja toda
investigación. La realización de estudios fotográficos, que analizan momentos puntuales de
la vida de un sujeto o de la estructura social en la que se halla inmerso, o de investigaciones
procesuales, que involucran una mirada dinámica acerca de dichos fenómenos, están
vinculados a los objetivos que se persiguen en cada trabajo. Cabe destacar que, como señala
64
Bessin (2009), la lógica procesual es el fundamento del pensamiento de los investigadores
que trabajan con biografías. En esta búsqueda, la aproximación metodológica se presenta
como una cuestión de orden primordial. La pertinencia del uso de una metodología
cualitativa y/o cuantitativa se encuentra vinculada con el proceso que se busque develar. En
consecuencia, se desarrollarán distintas modalidades de construcción de la dimensión
temporal. Desde una metodología de corte cuantitativo, la concepción temporal está
abocada a la comprensión del orden sucesorio y la duración en que se presentan los
acontecimientos que conforman una biografía. En contraposición, los estudios cualitativos
atienden estas cuestiones, pero toman como eje su entrelazamiento y particular
direccionalidad, buscando comprender una trayectoria en su singularidad31 . La riqueza de
un análisis cualitativo se halla en la comprensión de la heterogeneidad y complejidad de los
recorridos de los actores, al centrarse en la indagación de significados y sentidos, y no en la
estandarización ni en la representatividad, que se procura aprehender desde una perspectiva
cuantitativa en la búsqueda de lineamientos comunes y tipologías de itinerarios.
Cuando se estudia un fenómeno en su trascurrir temporal el investigador social debe
tomar posición, de acuerdo a los objetivos perseguidos y a la disponibilidad de recursos,
31 El recorrido biográfico está constituido no sólo por la sucesión de situaciones ocupadas por los individuos
en los diferentes dominios de una vida, sino también por las diversas configuraciones que estructuran su
articulación. Analizando la imbricación de factores que concurren a dar forma y sentido a las experiencias
biográficas, Bidart (2006) señala que los determinantes macrosociales -marcos históricos, jurídicos,
institucionales y culturales de la sociedad- en los cuales se inscribe una trayectoria, entran en interacción con
los entornos familiares y las redes sociales que trascienden el tiempo biográfico. A nivel individual, las
características sociodemográficas, las experiencias pasadas y los diversos capitales acumulados, intervienen
en la definición de los campos posibles conjuntamente con las ideas, valores y expectativas que formulan los
individuos (Longo, 2007). En consecuencia, los diversos factores que confluyen en la configuración de las
trayectorias se encuentran mediados por los complejos sistemas de significación que operan a partir de las
representaciones sociales. De esta manera, una misma constelación de factores puede ser interpretada de
forma diferente y hasta sustentar decisiones opuestas (Mauro, 2004).
65
respecto de analizar el origen o término de un proceso. A modo de ejemplo, si se busca
estudiar las representaciones que adolescentes de diversos sectores construyen en torno a la
maternidad, el ángulo analítico para dar cuenta de la problemática diferiría si construimos a
posteriori una muestra integrada por aquellas jóvenes que han sido madres o, por el
contrario, si partimos del origen del fenómeno constituyendo la selección muestral con
jóvenes que no se han iniciado en la maternidad.
La problemática precedente se vincula con otro aspecto fundamental en el estudio
de la temporalidad referido, ya no a la modalidad con que se construye la población objeto
de observación, sino, a la perspectiva temporal escogida en cada investigación. El análisis
de las trayectorias supone un énfasis especial en la dimensión temporal, sin embargo,
existen múltiples caminos a la hora de abordar estudios longitudinales. El investigador
social no sólo deberá concertar la metodología y técnicas pertinentes a sus objetivos,
asimismo evaluará la realización de un estudio retrospectivo o prospectivo. Para
ejemplificar, investigaciones de corte cuantitativo han realizando análisis prospectivos en
base a estudios de panel32 . En la investigación cualitativa, la técnica de entrevista en
profundidad ha sido una opción recurrente en la elaboración de abordajes retrospectivos.
Por último, es importante atender a la unidad de análisis escogida en los estudios
con trayectorias. Si bien existen investigaciones que centran su mirada en uno o más relatos
individuales, también se encuentran estudios que toman a la familia como objeto de
indagación (Bertaux, 1996). Otra posibilidad es considerar la pertenencia a una cohorte o
32 La técnica de panel toma el proceso en sus orígenes y repite las observaciones sobre los mismos individuos
en distintos momentos del tiempo. La misma se utiliza en períodos temporales cortos. Esto supone una
hipótesis teórica: que existen momentos claves en la vida de los individuos que ameritan ser observados
detenidamente (Godard, 1996).
66
generación determinada, aquí la selección se vincula con parámetros estrictamente
temporales.
3.3. En busca de las tramas del porvenir: claves para un análisis de la
temporalidad futura
En este último apartado nos abocamos al estudio de una escala temporal específica:
la temporalidad del devenir. Desde este lugar, nos preguntamos: ¿Cuál es la relevancia de
un análisis del tiempo futuro? ¿Estudiar el porvenir es caer en una profecía sociológica, que
se encuentra lejos de los estándares científicos que establece nuestra disciplina? ¿El futuro,
no es a caso competencia de otros campos del saber, como la astrología?
La idea subyacente a la largo del trabajo es que el tiempo es una construcción
social, de allí que sea analizable a través de una aproximación sociológica. Las biografías
nos remiten a la construcción de temporalidades sociales que organizan y pautan la vida del
sujeto. Respecto a los interrogantes presentados, partimos de la hipótesis de que el estudio
de la temporalidad venidera se establece como una dimensión crucial en el análisis
biográfico y, dentro del mismo, en los estudios con trayectorias. La relevancia de un
análisis de las trayectorias laborales centrado en la temporalidad futura, radica en que el
porvenir se establece como un elemento fundamental en la constitución de las mismas; las
decisiones futuras son parte constitutivas de los recorridos presentes, al tener las
expectativas, deseos y proyectos la capacidad para orientar las prácticas y las elecciones
actuales. Tras este supuesto se halla la idea de que las proyecciones venideras son
componentes centrales de las trayectorias, porque el tiempo biográfico no está cerrado sino
que permanece siempre abierto a prolongaciones, desarrollos y resurgimientos futuros
67
(Demazière, 2003). Toda trayectoria requiere que sea descifrada en su contexto y sentido,
pero también en su dirección de futuro.
Una diferencia en las aplicaciones del concepto de trayectoria se encuentra en los
usos que en cada investigación se realiza de la variable temporal (Muñiz Terra, 2009). En
estrecha vinculación con nuestra perspectiva, hallamos los estudios que incorporan al
análisis de la temporalidad la proyección futura. Desde este enfoque, además del estudio
retrospectivo, que reconstruye el proceso precedente que da origen a una situación actual,
se analiza la visión que los sujetos tienen de los acontecimientos futuros y de sus propias
trayectorias33 .
La relativa ausencia de estudios longitudinales que analizan la temporalidad futura
abre un campo para líneas de investigación poco exploradas. El estudio del porvenir es
dejado de lado en los análisis sociológicos debido a que “es más fácil mimeografiar el
pasado, que imprimir el futuro” (Machado Pais, 2007). Sin embargo, el pasado como el
futuro operan en el presente de los sujetos, en sus prácticas y representaciones, en sus
elecciones u omisiones. Por esta razón, presente, pasado y futuro se entrelazan en una
realidad. El pasado es una especie de pantalla sobre la que proyectamos nuestra visión del
futuro y, a su vez, el futuro deviene en comprensión del hoy, al haber éste adquirido la
aptitud para construir el porvenir. Así, estas escalas de temporalidad entran en juego en el
análisis y en la conformación de las trayectorias, al constituirse el tiempo como un
33 La temporalidad futura evidencia en los estudios sociales una pluralidad de categorizaciones. Las
referencias y nomenclaturas son múltiples, apareciendo asociadas a su posibilidad de realización o a su
carácter idealista. Deseos, sueños, expectativas, proyectos y planes de vida son los términos que expresan las
variadas formas que adopta el tiempo venidero, iluminando la diversidad de aproximaciones que los sujetos
desarrollan en torno a su devenir.
68
instrumento de orientación en el mundo (Elias, 1989); donde el pasado estructura el
presente (Bourdieu, 1991b) y prefigura un futuro (Pries, 1999).
El análisis de las tres dimensiones del tiempo -el ayer, el hoy y el mañana- se torna
ininteligible si no se vislumbran las articulaciones que se dan entre ellas: los eventos del
curso de vida deben ser interpretados en el contexto del pasado y de las expectativas de
futuro. De este modo, el estudio de los acontecimientos que traman la trayectoria de un
individuo conlleva a una reflexión acerca de sus articulaciones a diferentes escalas de
temporalidad. A modo de ejemplificación, la proyección futura de una trayectoria estará
determinada por eventos pasados (experiencia laboral, trayectoria educativa) o presentes
(estado actual de actividad, recursos disponibles) que orientarán las representaciones y
prácticas que constituyen un itinerario laboral. Cabe destacar que en la biografía laboral del
sujeto no sólo irrumpen eventos de diversas temporalidades, sino también la dimensión
simbólica contantemente resignificada en el trascurrir temporal. Factores subjetivos y
objetivos, asociados a categorías temporales, inciden en cada pasaje de la vida, de allí que
deban comprenderse en su interconexión con las experiencias pasadas y las expectativas
futuras.
Con el fin de profundizar en la reflexión acerca de la temporalidad futura, a
continuación nos abocamos al análisis de la multiplicidad de representaciones que surgen
en torno al tiempo venidero; exponemos la noción de proyecto biográfico para atender la
conjunción de escalas temporales que se entrelazan en una trayectoria; finalmente,
desarrollamos la relevancia de un análisis del porvenir en el estudio de las trayectorias
laborales, aportando a una mayor comprensión y complejización de dicha problemática.
El sociólogo francés Mercure, en una obra denominada Les temporalités sociales
(1995), sostiene que las sociedades modernas se inscriben en una dinámica marcada por el
69
surgimiento de lo inesperado, el fraccionamiento de las referencias temporales y la puesta
en cuestión de los modelos temporales del devenir34. El estallido de las temporalidades
sociales permite que en el seno de la sociedad industrial coexista una multiplicidad de
formas de reconstrucción del pasado y de anticipación del porvenir propias de diversos
grupos sociales. Desde esta perspectiva, la pluralidad de representaciones y prácticas
temporales permiten desentrañar diferentes modos de relación con el tiempo. El autor arriba
a la idea respecto a la existencia de una estructura desigual de representaciones futuras que
se asocia a las desiguales condiciones de vida y de oportunidades, ligadas al lugar que
ocupan los actores en el sistema de clases sociales35 .
Toda representación social tiene un anclaje en la vida material. Las representaciones
sociales son la mediación simbólica que existe entre los sujetos y la realidad en la que están
inmersos. Como esquemas de percepción y de acción, cumplen una función de guía
práctica, de conocimiento de sentido común, forjadas a partir de la experiencia de los
sujetos en un determinado contexto y con determinados recursos (Longo, 2004). En este
sentido, emergen de y se vinculan a posiciones en la estructura social. Por esta razón,
sostenemos que las representaciones sobre el futuro se configuran en base a condiciones
34 La sociedad industrial cambió la concepción del tiempo. Asociado a un carácter lineal y acumulativo, el
tiempo se presenta orientado hacia el futuro a construir y regido por la ideología del progreso (Mercure,
1995). El tiempo lineal, es un tiempo continuo que permite prever el futuro en función del presente y del
pasado, según un orden de sucesiones inevitables (Machado Pais, 2007). No obstante, el paradigma del
progreso -con su mitología teleológica del encadenamiento causal que, mediante un curso predeterminado,
conduce a una meta única (Valencia García, 2002)-, se encuentra en la actualidad resquebrajado como
principio organizador del tiempo.
35 En la misma línea, la tesis de Grossin (1974), en su obra Les temps de la vie quotidienne, confirma que la
actitud y el comportamiento individual en relación al tiempo dependen de la posición social y,
particularmente, de la situación profesional. Por consiguiente, es posible detectar una multiplicidad de
conductas temporales y de representaciones sobre el tiempo ligada a la diversidad de grupos, clases y
situaciones sociales.
70
objetivas de existencia, interviniendo los recursos subjetivos heredados y adquiridos,
además de las oportunidades y limitaciones del contexto.
En Alemania, Pries (1999) elabora la noción de proyecto biográfico, entendida
como la proyección hacia el futuro de lo que aparece como lo “normal”, deseable y
realizable en las prácticas y los planes de vida de los sujetos. La noción de normalidad de
la secuencia temporal y material de las diferentes fases de vida, es el resultado tanto de la
interpretación y revaloración de lo pasado, como de la proyección hacia el futuro.
El enfoque “proyecto biográfico” intenta, de esta manera, integrar cosas muy diferentes en
dos dimensiones: en el eje de tiempo combina lo pasado, presente y futuro y, en el eje de la
relación actor-sociedad integra la estructura social histórica, tal y como está percibida e
interpretada por el actor, como bases y limitaciones de sus planes y acciones individuales
(Pries, 1999: 5) 36 .
La premisa subyacente es que los eventos de vida del presente se explican por los
cursos de acontecimientos anteriores, que abren un nuevo campo de experiencias y planes
venideros. La problemática del tiempo consiste en que sepamos cómo los campos de
experiencia pasados se reflejan en los horizontes de espera futuros (Koselleck, 1990 citado
por Machado Pais, 2007). Desde otra mirada, los rumbos de vida de los sujetos se
36 “El concepto ‘proyecto’ es para afirmar lo emergente y lo abierto de las orientaciones, ideas, prácticas y
planes que tienen los actores tanto de su pasado como de su presente y futuro” (Pries, 1999: 5). Comprender
que el hombre es producto y productor de la historia, sólo es posible desde una perspectiva dialéctica y
gracias a la noción de proyecto. El proyecto traduce esta capacidad del individuo de ser creador de acciones,
de sentidos, de tomar distancia y anticiparse (Boutinet, 1989 citado por Correa, 1999).
71
encuentran enmarcados en un contexto de oportunidades socialmente estructurado, a la vez
que abierto a las preferencias y opciones adoptadas a nivel individual.
Por consiguiente, además del medio cultural en que viven y el lugar que ocupan en
la estructura social, las experiencias concretas con las que se enfrentan a diario los
individuos influyen en la forma en que perciben la realidad. Las representaciones que los
sujetos producirán sobre su porvenir están vinculadas con las vivencias que han trascurrido
a lo largo de la vida de un individuo. Por ello, consentimos que para aprehender las
representaciones que los sujetos producen respecto de su proyecto futuro, es fundamental la
perspectiva longitudinal de las trayectorias y, específicamente, aquélla que hace referencia
a lo que nosotros consideramos su aspecto esencial, eje articulador de la vida de un
individuo: el trabajo37 .
Por su parte, Castel (1995) aborda la problemática de la crisis del futuro. El
resquebrajamiento de la sociedad salarial afectó particularmente a la juventud, que ha
expresado el más profundo desasosiego ante el quiebre de las antiguas protecciones
sociales. Las condiciones de emergencia del proceso de individualización socavó las ya
deterioradas bases económicas y sociales que históricamente habían hecho de soportes
relacionales a prácticas e identidades colectivas. Estos cambios han sido acompañados de
intensas trasformaciones culturales. El trastrocamiento del tradicional encadenamiento de
los ciclos de vida junto a las nuevas trayectorias profesionales atípicas evidencia que “toda
la organización de la temporalidad social está afectada, y todas las regulaciones que rigen la
37 De modo paralelo, el sociólogo alemán habla de proyecto biográfico-laboral para definir todas las ideas y
nociones de “normalidad”, y las prácticas y los planes que tengan que ver con el trabajo. Donde las
trayectorias laborales están estructuradas primordialmente por cuatro instituciones sociales: el mercado, la
empresa, la profesión y el clan (Pries, 1999).
72
integración del individuo en sus diferentes roles […] se han vuelto más flexibles” (Castel,
1995: 449).
La mayor problemática que acarrean estos profundos cambios societales se
manifiesta en la pérdida del sentido del futuro a que asisten los sujetos, frente a la
descomposición del despliegue de estrategias acumulativas que encarnaron la promesa de
progreso, actualmente bajo cuestión. Como plantea Castel el trabajo como empleo
discontinuo e insignificante no puede servir de base para la proyección de un futuro
manejable. La manera de habitar el mundo social impone estrategias de sobrevivencia
basadas en el presente. La imagen ausente del futuro, siguiendo al autor, expresa: “la
inseguridad y la precariedad, traducidas en trayectorias temblorosas, hechas de búsquedas
inquietas para arreglárselas día por día” (1995: 473). La pérdida de horizontes futuros
trasluce el quiebre, la imprevisibilidad y el riesgo de los actuales itinerarios laborales. En
este contexto de ascenso de la incertidumbre, el futuro como temporalidad a largo plazo se
desvanece frente a las profundas trasformaciones producidas en las relaciones que los
sujetos mantienen con el trabajo.
Convertido en algo precario, flexible, intermitente, con duración, horarios y salarios
variables, el empleo deja de integrar en un colectivo, deja de estructurar el tiempo
cotidiano, semanal, anual, y las edades de la vida, deja de ser el zócalo sobre el cual cada
uno puede construir su proyecto de vida (Gorz, 1997 citado por Longo, 2003: 20).
Para finalizar, retomamos las reflexiones presentadas a la luz de investigaciones
empíricas. Esta iniciativa resulta oportuna para mencionar algunos estudios sobre
73
trayectorias laborales que abordan la proyección futura que, como hemos indicado, han sido
escasos en esta temática.
En su trabajo Aportaciones teóricas y metodológicas a la sociología de la juventud
desde la perspectiva de la transición, Casal, García, Merino y Quesada (2006) describen las
formas en que los jóvenes construyen una perspectiva de futuro, atendiendo a los itinerarios
que delinean en su vida profesional y familiar, sintetizados en lo que los autores llaman
“modalidades de transición”. Desde este lugar, se concibe a la juventud como diversa y
desigual en la construcción de su futuro, presentándose distintos modos de transición a la
vida adulta. Situación que se explica por la segmentación social que revelan las trayectorias
vinculadas a las desigualdades en su condición de clases y su traducción en transiciones de
éxito o marginalidad social. Los autores elaboran una tipología de itinerarios que reúne seis
modalidades de transición en relación a dos variables que se entrecruzan: expectativas de
los jóvenes y tiempo que dura el proceso de transición. Al interior de este esquema, nos
interesa resaltar las trayectorias denominadas erráticas, que suponen inserciones laborales
discontinuas, caracterizadas por bajas expectativas o bloqueos en la visión de futuro, escasa
cualificación profesional e incluso desocupación crónica. Este último tipo de transiciones
suele ocurrir en jóvenes en situación de exclusión social.
Desde una posición cercana, Mercure (1995) desarrolla una tipología constituida por
cinco tipos de representaciones del devenir. En relación a la temática abordada, haremos
alusión a la representación fatalista. Desde este tipo, el futuro se juzga como incierto e
impredecible. Al sentimiento de inseguridad se añade una actitud pasiva de los actores
hacia el futuro, que se limita a esperar el mantenimiento de sus actuales condiciones de
existencia. La ausencia casi total de proyecto evidencia una resignación ante la posibilidad
de salir de la situación de precariedad en que se encuentran. A pesar de las bajas
74
expectativas en su devenir, la mayoría de los entrevistados incluidos en este tipo tienen
aspiraciones para el futuro de sus hijos, que parecen desmesuradas en relación a sus
posibilidades reales.
Las intensas transformaciones de las últimas décadas traen como corolario que los
sujetos no avisten un futuro a corto o mediano plazo, presentándose el devenir como algo
incierto. Los continuos quiebres en las trayectorias laborales de las personas, reflejaron su
incapacidad para planificar un camino laboral a largo plazo. Se observan biografías
laborales permeadas por una dinámica de incertidumbre, donde los senderos laborales
adquieren un carácter laberíntico y errático. De allí que la preocupación por el presente
adquiera el centro de la dimensión temporal y de la existencia, frente a la pérdida de
horizontes futuros. La dificultad para representarse (o proyectarse) a sí mismos en el
mediano plazo, la ausencia de un proyecto futuro propio, se comprende a partir de concebir
la inestabilidad y vulnerabilidad que presentan las trayectorias laborales, marcadas por el
fenómeno de la precariedad: los vínculos que mantienen los sujetos con el mercado del
trabajo manifiestan una dinámica signada por la contingencia, la incertidumbre, la
remuneración salarial baja, rasgos que se acentúan aún más en la franja etaria juvenil. De
este modo, las percepciones que los individuos realizan del tiempo futuro encuentran su
base en las condiciones objetivas de trabajo.
75
Reflexiones Finales
Para finalizar con el trabajo, quisiéramos retomar la pregunta de investigación de la
cual partimos, en función de las reflexiones que fuimos desarrollando a la largo del estudio.
La riqueza de los estudios con trayectorias laborales se vislumbra en su capacidad
para analizar las transformaciones acaecidas en las últimas décadas a escala global,
nacional e individual: el surgimiento de la nueva fase trasnacional del capitalismo, las
reformas estructurales implementadas en los países latinoamericanos, la pérdida de marcos
sociales en los que se desarrollaba la vida de un sujeto y la irrupción de una individualidad
sin precedentes. Estos cambios, entre otros, resquebrajan las biografías “normales”
-predecibles y socialmente pautadas-, afectando en particular la esfera laboral de las
personas. La perspectiva de análisis de las trayectorias laborales da cuenta de los
fenómenos acontecidos, al incorporar en su estudio las dimensiones objetivas y subjetivas
de la realidad social, en su articulación espacio-temporal.
En el Enfoque Biográfico y en el paradigma del Curso de Vida encontramos los
supuestos epistemológicos, teóricos y metodológicos que enmarcan y dan sentido al estudio
con trayectorias. Al trascender los dilemas clásicos del pensamiento social
-sociedad/individuo; estructura/acción; objetividad/subjetividad- estas orientaciones
permiten analizar la realidad social en su complejidad analítica. De este modo, la
perspectiva de las trayectorias laborales se ubica en la intersección entre el sujeto y la
estructura social. Es un intento de superar la falsa oposición entre las perspectivas
objetivistas y subjetivistas, estableciendo una articulación entre ambas dimensiones de lo
social: atiende a los determinantes sociales en el estudio concreto de una vida como al
trabajo que el propio individuo realiza para convertirse en sujeto de la historia.
76
En consecuencia, es una perspectiva fértil para comprender las transformaciones
que los procesos macroestructurales propician en los cursos de vida de los sujetos. Los
recorridos laborales tienen lugar a través de coyunturas, forman parte de procesos, de
tendencias a largo plazo. Al mismo tiempo, posibilita un análisis de las prácticas,
estrategias y representaciones que desarrollan los actores a lo largo de su vida laboral, que
pueden ocasionar alteraciones en la esfera macroestructural. De este modo, se requiere de
un enfoque longitudinal para comprender las estructuras cambiantes sobre las que actúan y
participan los individuos.
La particularidad de la perspectiva teórico-metodológica escogida se halla en la
centralidad que adquiere en su análisis la dimensión temporal. Los itinerarios laborales son
procesos complejos de construcción y reconstrucción a lo largo del tiempo. El
ordenamiento de los eventos laborales en su trascurrir temporal, resaltando sus cambios y
continuidades, constituye un eje de indagación fundamental del enfoque. La pérdida de la
idea de progreso, la imposibilidad de desarrollar un camino continuo en la vida laboral, el
desdibujamiento de esquemas lineales y la obstrucción en la realización de una carrera,
requiere de una aproximación que de cuenta de las rupturas que caracterizan a las prácticas
laborales contemporáneas.
Desde este lugar, se torna absurdo interpretar la biografía como un destino
preestablecido. El conjunto de recorridos que delinean los sujetos en su vida trasluce las
incertidumbres de rumbos subsumidos en una dinámica discontinua, no acumulativa, ni
predecible. Las secuencias de las trayectorias vitales están sujetas a una menor
planificación, reflejo de la pérdida de sus marcos normativos e institucionales. La
reversibilidad de los actos y la incertidumbre de los estados, evocan a sujetos más flexibles
para adaptarse al proceso de desinstitucionalización del curso de vida. La relevancia de la
77
perspectiva de las trayectorias es que atiende las dinámicas que afectan al orden y a las
secuencias del ciclo vital de todo actor.
Las experiencias biográficas manifiestan una mayor diversidad ante la primacía que
adquiere el fenómeno de individualización, presente en la creciente heterogeneidad y
complejidad que revelan los itinerarios laborales en la actualidad. En este marco, el aporte
de la perspectiva de las trayectorias al análisis social se halla en la revalorización de la
subjetividad del actor, que encuentra como trasfondo una sociedad que deviene cada vez
más biográfica. Este carácter explica la diversidad y complejidad de los actuales recorridos
y transiciones, que lejos de ser lineales son fluctuantes, personalizados y difícilmente
previsibles.
Este estado incita a pensar en una transmutación de las representaciones del devenir
que experimentan los individuos como consecuencia de los quiebres continuos en sus
biografías laborales. La crisis de la concepción del tiempo asociado a un carácter lineal y
acumulativo, se manifiesta en la pérdida de horizontes futuros: el tiempo ya no se presenta
orientado hacia el futuro a construir y regido por la ideología del progreso. El devenir se
presenta como algo incierto, adquiriendo el presente el centro de la dimensión temporal
ante la dificultad de conformar un proyecto vida.
De este modo, la potencialidad de los estudios con trayectorias reside en su utilidad
para captar cómo operan y se articulan las distintas escalas de temporalidad en el transcurso
de las vidas individuales. Esta perspectiva intenta comprender cómo ese recorrido es el
resultado de una historia, que entrelaza experiencias pasadas y expectativas futuras. Por
esta razón, no toma en cuenta un momento dado de la vida de la persona, sino, intenta
reconstruir su trayectoria (análisis retrospectivo) o dar seguimiento a la misma (análisis
prospectivo). Es necesario conectar las biografías individuales con las características
78
globales de una situación histórica dada, con las vivencias y experiencias de cada trayecto
y, por último, con los sentidos, estrategias y expectativas subjetivas.
Para finalizar, es importante tener en consideración que la presente investigación es
el resultado de un primer acercamiento a los estudios con trayectorias laborales. Dejamos
abiertos interrogantes que precisarán de estudios futuros. En este campo se encuentran el
contante movimiento de una estructura social, que trasluce el requisito de analizar los
cambios y continuidades en las trayectorias laborales de los sujetos, frente a la inauguración
de un nuevo modelo productivo en la Argentina.
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