Universidad Hispanoamericana
Técnicas de Comunicación
“Trabajo de análisis del papel del Chaplin en el Gran Dictador”
Mayra Alejandra Montiel
Eduardo GaritaJosé Julián Rocha Rivera
Noviembre, 2011
Bibliografía
Hitler, Adolf (1889-1945), político alemán de origen austriaco, uno de los
dictadores más poderosos del siglo XX, que transformó Alemania militarizando
completamente su sociedad y llevó al país así como al resto del mundo a la II Guerra
Mundial. Utilizó el antisemitismo como piedra angular de su propaganda y su política
para hacer del partido nazi un movimiento de masas. La mayor parte de Europa y el
norte de África estuvieron bajo su dominio durante algún tiempo. Fue el responsable de
la ejecución de millones de judíos y de miembros de otros pueblos a los que
consideraba seres inferiores.
Su juventud y sus comienzos en la política
Hitler nació en Braunau am Inn (Austria) el 20 de abril de 1889 y era hijo de un
modesto funcionario de aduanas y de una campesina. Fue un estudiante mediocre y
jamás llegó a finalizar la enseñanza secundaria. Solicitó el ingreso en la Academia de
Bellas Artes de Viena, pero no fue admitido por carecer de talento. Permaneció en esa
ciudad hasta 1913, donde vivió gracias a una pensión de orfandad, y más tarde
comenzó a obtener algunos ingresos de los cuadros que pintaba. Leía con voracidad
obras que alimentaban tanto sus convicciones antisemitas y antidemocráticas como su
admiración por el individualismo y el desprecio por las masas.
Hitler se encontraba en Munich cuando comenzó la I Guerra Mundial y se alistó
como voluntario en el Ejército bávaro. Demostró ser un soldado entregado y valiente,
pero la más alta graduación que consiguió fue la de cabo, debido a que sus superiores
consideraban que carecía de dotes de mando. Tras la derrota de Alemania en 1918,
regresó a Munich y permaneció en el Ejército hasta 1920. Fue nombrado oficial de
instrucción y se le asignó la tarea de inmunizar a los soldados a su cargo contra las
ideas pacifistas y democráticas. Se unió al Partido Obrero Alemán, de signo
nacionalista, en septiembre de 1919, y en abril de 1920 le dedicaba ya todo su tiempo.
En esa época, había sido rebautizado como Partido Nacionalsocialista Alemán del
Trabajo (conocido abreviadamente como partido nazi) y Hitler fue elegido en 1921 su
presidente (Führer) con poderes dictatoriales.
El ascenso al poder
Hitler difundió su doctrina de odio racial y desprecio por la democracia en los
numerosos mítines que organizó y, mientras tanto, las organizaciones paramilitares del
partido aterrorizaban a sus enemigos políticos. No tardó en convertirse en una figura
clave de la política de Baviera gracias a la colaboración de oficiales de alta graduación
y empresarios adinerados. En noviembre de 1923, un momento de caos político y
económico, encabezó una rebelión (putsch) en Munich contra la República de Weimar,
en la cual se autoproclamó canciller de un nuevo régimen autoritario. No obstante, el
conocido como putsch de Munich fracasó por falta de apoyo militar.
Hitler fue sentenciado a cinco años de prisión como líder del intento de golpe de
Estado, y dedicó los ocho meses de condena que cumplió a redactar su autobiografía:
Mein Kampf (Mi lucha). Fue liberado como consecuencia de una amnistía general en
diciembre de 1924, y reconstruyó su partido sin que ninguno de los representantes del
gobierno al que había intentado derrocar pretendiera impedirlo. Durante la crisis
económica de 1929, muchos alemanes aceptaron su teoría que la explicaba como una
conspiración de judíos y comunistas. Hitler consiguió atraer el voto de millones de
ciudadanos prometiendo reconstruir una Alemania fuerte, crear más puestos de trabajo
y devolver la gloria nacional. La representación del partido nazi en el Reichstag
(Parlamento) pasó de 12 diputados en 1928 a 107 en 1930.
El partido continuó creciendo durante los dos años siguientes, aprovechando la
situación creada por el aumento del desempleo, el temor al comunismo y la falta de
decisión de los rivales políticos del Führer frente a su confianza en sí mismo. Sin
embargo, cuando Hitler fue nombrado canciller en enero de 1933, los grandes
empresarios esperaban poder controlarle con facilidad.
El dictador de Alemania
Pese a lo previsto por el poder económico, una vez que Hitler accedió a la
jefatura del gobierno, no tardó en autoproclamarse dictador de la nación, acumulando
la presidencia del Reich y de la cancillería con el título de Reichsführer. Miles de
ciudadanos contrarios al partido nazi fueron enviados a campos de concentración y se
eliminó cualquier asomo de oposición. Su mayoría parlamentaria le permitió aprobar
una ley que transfería al partido nazi el control de la burocracia y del sistema judicial,
reemplazaba los sindicatos por un Frente del Trabajo alemán dirigido también por los
nazis y prohibía todos los partidos políticos excepto el Nacionalsocialista. Las
autoridades nazis tomaron el control de la economía, los medios de comunicación y
todas las actividades culturales haciendo depender los puestos de trabajo de la lealtad
a su ideología.
Hitler contaba con su policía secreta, la Gestapo, y con las cárceles y campos de
concentración para intimidar a sus oponentes, aunque la mayoría de los alemanes le
apoyaban con entusiasmo. El avance de la industria armamentística acabó con el
desempleo, los trabajadores se vieron atraídos por un ambicioso programa de ocio y
los éxitos alcanzados en política exterior impresionaron a la nación. De este modo,
Hitler consiguió moldear al pueblo alemán hasta convertirle en la herramienta flexible
que necesitaba para establecer el dominio de Alemania sobre Europa y otras partes del
mundo. El dictador impuso su propio y brutal código moral tras desacreditar el poder de
las autoridades eclesiásticas, acusándolas de corrupción e inmoralidad. Ridiculizó el
concepto de igualdad entre los seres humanos y reivindicó la superioridad racial de los
alemanes. Puesto que se consideraban miembros de una raza superior, creían tener
derecho a dominar a todas las naciones a las que habían sometido. La creciente e
implacable persecución contra los judíos tenía como objetivo familiarizar a los
alemanes con esta tarea.
Hitler, resuelto a emprender la creación de su imperio, inició el rearme de
Alemania en 1935 (en contra de lo acordado en el Tratado de Versalles que había
puesto fin a la I Guerra Mundial en lo referente a la derrotada Alemania), envió tropas a
la región desmilitarizada de Renania en 1936, y anexionó Austria y los Sudetes
(Sudeten); de Checoslovaquia en 1938. El resto del territorio checoslovaco quedó bajo
control alemán en marzo de 1939. También acudió en ayuda de las tropas rebeldes de
la Guerra Civil española (1936-1939), encabezadas por Francisco Franco. Ninguno de
los líderes de otros países se opusieron a estas acciones, desconcertados ante la
estrategia de Hitler y ante el temor de que se produjera una nueva guerra.
Adolf Hitler: Templario negro
En cualquier caso, lo escalofriante es que millones y millones de alemanes si
creyeron que el Führer era una suerte de enviado. Y era una creencia que se extendía
no solo entre el pueblo, sino igualmente entre los intelectuales y científicos, entre los
ministros y correligionarios del partido: lo creyeron incluso, hasta muchos de sus
adversarios políticos. En Berlín, una prestigiosa galería de arte exponía un enorme
retrato de Hitler totalmente rodeado, como por un halo, de copias de una pintura de
Cristo.
En la prensa se podían leer comentarios como el siguiente "Mientras hablaba
(Hitler) se oía crujir el manto de Dios por el salón". Y a principios del otoño de 1936, se
pudieron ver en Munich cuadros en los que se retrataba a Hitler vestido con la
armadura de los caballeros del Santo Grial.
Lo cierto es que Hitler no se creía Dios, pero si un predestinado suyo. Se veía
como depositario de los secretos del Temple, llegados a sus manos por intercesión
divina al haber sido elegido - tal era su firme convencimiento- para llevar a cabo una
misión destinada a cambiar definitivamente el rumbo de la Humanidad.
E independientemente del rotundo y negativo veredicto que predomina en la
Historia actual, la figura de Hitler ha sido objeto de una propaganda tan torpe, al
menos, como la que el mismo difundió contra los judíos. Y es que al limitarnos a
ridiculizar al personaje, se nos ha escapado lo esencial de su personalidad y muchas
cosas han quedado inexplicadas. Porque, ¿cómo un tipo aparentemente insignificante
y sin estudios superiores fue capaz, en pocos años, de introducirse en los más altos
niveles políticos, burlar a los líderes experimentados de las grandes potencias,
convertir a millones de personas altamente civilizadas en enfervorizados seguidores y
levantar el más poderoso aparato bélico del mundo consiguiendo ser obedecido hasta
el final? Parece lógico pensar que además de creerse un avatar, todo esto solo se
explica si Hitler fue un conocedor de los resortes secretos que son capaces de
modificar la realidad hasta convertirla en el delirio adecuado a sus más íntimos y
poderosos deseos.
Tras la fachada de los hechos históricos se esconden los hilos de una trama
oculta que pocos de sus contemporáneos conocen. Y es preciso que el paso del tiempo
y las sucesivas revelaciones ofrezcan unas perspectivas desde cuya altura pueda
verse con nitidez lo que ocultaba esa fachada.
Hoy, sin embargo, estamos en disposición de conocer todo aquello que de haber
sabido el ingenuo pueblo alemán lo hubiera sumido en el más gélido de los estupores:
Hitler no era un semidiós, sino un personaje de tebeo que se había creído su propia
historieta. Lo que sucede es que su creencia era tan inconmovible que la epopeya
dibujada en las viñetas pudo llegar a hacerse realidad, sin duda mediante un acto de
magia genuina. Y así fue como el mundo, fue llevado hacia la más espantosa de las
tragedias. Mickey Mouse fabricando descontroladamente millones de escobas en la
película Fantasía. Con la diferencia de que en la película del III Reich, no hubo un
mago verdadero con suficiente poder como para detener a tiempo a la descontrolada
mancia del aprendiz de brujo, y de la secuela de millones de muertos que dejó a su
paso.
La Palabra: una varita mágica
La suya no era una oratoria al uso, ya que tenía mucho más que ver con el
conjuro que con la dialéctica. Parece ser que a principios de los años veinte Hitler tomó
regularmente lecciones de oratoria y psicología de un individuo llamado Hanussen, que
también era astrólogo y adivino; y es más que posible que Hanussen hubiera tenido
algún contacto con los grupos de adivinos videntes y profetas de Munich, tan activos en
esa época.
En cualquier caso, se lo hubiera revelado Hanussen o lo hubiera aprendido por
si mismo, Hitler sabía que para un conjuro sea eficaz debe estar alimentado por el
fuego de la emoción más genuina. Por eso en sus discursos se inyecta con la morfina
de su propia verborrea y crece; el diminuto Hitler se transforma en el gran Führer, lo
que fascina al publico, y esa fascinación repercute, como una llamarada de fuego, en la
autoestima del orador ("lo semejante atrae a lo semejante"). Cuanto más capaz era de
convencer a la masa de la elevada antorcha de que era portaestandarte, más se
convencía a si mismo, basándose en la teoría de que ochenta millones de alemanes no
pueden estar equivocados.
En ese anillo mágico que encerraba al pueblo alemán alrededor de su jefe se
encuentra la grandeza y tragedia del III Reich. El poder y la fascinación del verbo de
Hitler descansaron casi por entero en su capacidad de sentir lo que un público dado
quería oír, y en manipular el tema de manera que excitara las emociones de la multitud.
De esa magia tan particular y tan efectiva escribió Strasser: "Hitler responde a las
vibraciones del corazón humano con la delicadeza de un sismógrafo... lo que permite,
con una certeza que ningún don consciente podría otorgarle, actuar como un altavoz
que proclama los deseos más secretos, los sentimientos y rebeliones mas personales
de toda una nación."
Sus discursos, sin embargo, eran recurrentes y pobres de ideas. Antes de llegar
al poder casi todas sus intervenciones se centraban en la defensa de la unidad e
identidad de Alemania y en quebrar el imperio de los marxistas. Pero el pueblo estaba
entusiasmado. Lo que atraía a su audiencia no era tanto lo que decía Sión como lo
decía, de acuerdo con un esquema, repetido hasta la saciedad, cuyas simples y
efectivas reglas eran las siguientes: jamás admitir un fallo o un error, no reconocer que
puede haber algo bueno en el enemigo, no dejar lugar a alternativas, nunca aceptar
culpas, concentrarse en un enemigo de cada vez y culparlo de que todo anda mal; y,
finalmente, no amilanarse ante el grosor de las falsedades o infundios que se levanten
contra uno. "El pueblo - afirmaba Hitler- creerá con más facilidad una gran mentira que
una pequeña; si uno se la repite con bastante frecuencia, tarde o temprano el pueblo la
creerá".
El comienzo de sus discursos era lento, a la espera de "sentir" al público. Pero
en cuanto descubría la naturaleza de ese sentimiento, el ritmo y el volumen
aumentaban uniformemente hasta que, en el climax, gritaba. La voz de Hitler se
transformaba, para quien lo escuchaba, en la voz de Alemania. Todo eso estaba de
acuerdo con la propia concepción de Hitler sobre la naturaleza secreta de las masas,
tal y como puede leerse en su libro "Mi lucha" (Mein Kampf): "La Psiquis de las masas -
escribió Hitler- no responde a nada que sea débil o mediocre. Es igual que la de una
mujer, cuya sensibilidad espiritual está menos determinada por razones abstractas que
por un ansia emocional indefinible de satisfacción de poder, y que por tal razón prefiere
someterse al fuerte más que al débil... También la masa prefiere al dominante antes
que al suplicante".
Era tal el poder de fascinación de la oratoria hitleriana que muchos autores han
comentado su capacidad para hipnotizar al público. Según Stanley High, "cuando en el
punto culminante se balancea de un lado a otro, sus oyentes se balancean con el;
cuando se inclina hacia adelante ellos también lo hacen; y cuando concluye, están
reverentes y silenciosos, o de pie, en un delirio, según quiera Hitler".
Las palabras, conforme enseña la tradición ocultista universal, desempeñan una
función mágica, no por su significado, sino por la naturaleza de sus vibraciones
sonoras. Eso Hitler lo sabía de sobra. Como también sabía - aseguró haberlo
aprendido de la Iglesia Católica- que la repetición machacona de determinadas
consignas tiene el poder de penetrar en los niveles más profundos de la psiquis. A
propósito de ello, dijo en una ocasión: "Sólo hay una determinada cantidad de lugar en
el cerebro, una determinada cantidad de paredes, por así decirlo, y si uno lo llena con
sus consignas, la oposición no tiene lugar donde poner después ningún cuadro o
fotografía, porque el apartamento del cerebro ya está abarrotado con el mobiliario de
uno..." Basta con estar atento a las actuales campañas preelectorales o, simplemente a
los anuncios de televisión, para darse cuenta de que estas tácticas hitlerianas han sido
bien aprendidas por sus enemigos.
Pero lo que el poderoso mago Hitler no sabía, o no quiso tener en cuenta, es
que una acción mágica puede ser muy eficaz, pero jamas puede ser muy duradera si
obra a contrapelo de la naturaleza; y nada hay más alejado de la naturaleza - y del
sentido común- que la idea de una "raza superior" dominando al resto de la humanidad
durante los "mil años" que iba durar el III Reich. ¿No quiso tenerlo en cuenta, o
simplemente, no pudo? ¿Cómo podía compaginarse el agua mansa del templario y el
cátaro con el aceite hirviendo del racista?
La mente de Hitler
Durante la Segunda Guerra Mundial, en 1941, la Oficina de Servicios
Estratégicas de los Estados Unidos encargó al psiquiatra freudiano Walter Langer un
inusual y novedoso experimento: psicoanalizar a Adolf Hitler de acuerdo con la
información que sobre su persona podía obtenerse entonces en su entorno, gracias al
espionaje. Aunque a distancia, era la primera vez que se aplicaban los descubrimientos
psicológicos modernos no a una figura histórica distante, sino a una viva. Las
conclusiones de su informe constituyen uno de los libros más apasionantes que todavía
hoy pueden leerse; su título, La mente de Hitler.
Al examinar las pautas de conducta del Führer, tal y como las observan sus
colaboradores inmediatos, Langer llega a la conclusión de que no se trataba de una
sola personalidad, sino de dos, y que se alternaban. La imagen mística que ofrecía a la
propaganda fue la del más humilde discípulo de si mismo, el más severo de todos los
disciplinarios; la de un monje moderno, en suma, con los tres nudos reglamentarios de
la pobreza, la castidad y la obediencia. No comía carne, no bebía vino; y en repetidas
ocasiones declaró que su verdadero amor era Alemania. No recibió salario del partido y
vivía de los ingresos de sus libro "Mi Lucha".
El templario Adolf era un individuo muy suave, sentimental e indeciso, que
contaba con muy poca energía y que nada deseaba tanto como mostrarse agradable y
ser entretenido y cuidado. Por el contrario, el soldado Hitler era una persona dura, cruel
y decidida, con una considerable energía, que parecía saber lo que quería y estaba
dispuesto a buscarlo y obtenerlo sin detenerse ante nada... Adolf lloró a raudales por la
muerte de su canario y adoraba a los perros; pero era el mismo Hitler que gritó en
pleno tribunal: "¡Rodarán cabezas!".
¿Era un psicópata? Posiblemente. Pero la gran desgracia para Alemania fue que
también era un mago que se las ingenió para convencer a millones de personas de que
la imagen ficticia de su personalidad era la verdadera.
Lo dice, con otras palabras certeras, su contemporáneo, Aleister Crowley,
cuando, sin nombrar expresamente a Hitler, nos hace un inigualable retrato del
personaje: "La magia blanca opera discretamente. No necesita atraer la atención ni
provocar miedo o aprensión entre la gente, puesto que no pretende dominar el mundo.
Por el contrario la magia negra adora simultáneamente el secreto y el espectáculo, algo
así como las estrellas de Hollywood. El verdadero mago negro busca dominar a los
otros y encerrarlos en sus alas de cuero. Utiliza la angustia, siembra el terror y procura
la ruina del mundo. Cuando encuentras a un mago negro, estudia bien sus ojos. Son
los de un fanático, los de quien pretende con avidez dominar y manipular. Su máxima
aspiración es la de convertirse en un marionetista para mover los hilos de todos".
Resumen de la primera Guerra Mundial
La Primera Guerra Mundial fue un conflicto armado a escala mundial
desarrollado entre 1914 y 1918. Originado en Europa, se transformó en el primero en
cubrir más de la mitad del planeta. Fue entonces el primer conflicto más sangriento de
la historia, resultando en aproximadamente la mitad de bajas que en la Rebelión
Taiping. Antes de la Segunda Guerra Mundial, esta guerra solía llamarse la Gran
Guerra o la Guerra de Guerras.
A finales del siglo XIX, Inglaterra dominaba el mundo tecnológica, financiera,
económica y sobre todo políticamente: La repartición de África (a excepción de Liberia
y Etiopía) y Asia Meridional, así como el gradual aumento de la presencia europea en
China.
Por otra parte, Estados Unidos y en menor medida el Imperio ruso controlaban
eficientemente sus vastos territorios que conformaban las dos principales potencias,
coloniales, se enfrentaron en 1898 y 1899 en el denominado incidente de Fachoda,
pero el rápido ascenso del Imperio alemán hizo que los dos países se unieran a través
de la Entente cordiale. Alemania, que no poseía casi ninguna colonia, empezó a
pretender algunas a la par de su ascenso en la política internacional después de su
unificación en 1871.
Además, Francia deseaba obtener la revancha del fracaso sufrido frente a los
estados alemanes en la Guerra Franco-prusiana de 1870, tras la cual, el Canciller Otto
von Bismarck había proclamado el Imperio en el Palacio de Versalles, lo que significó
una ofensa para los franceses, quienes después de las reformas de Jules Ferry
alentaban a los niños de las escuelas a colorear Alsacia y Lorena en negro sobre el
mapa de Francia. Acciones similares contribuyeron a que esta generación creciera con
la idea de vengar la afrenta recuperando estos territorios que Francia había cedido a
Alemania tras la guerra Franco-prusiana en 1871. Por ello en 1914 sólo hubo un 1% de
desertores en el ejército francés, en comparación con el 30% de 1870.
Mientras tanto, los países de los Balcanes liberados del Imperio Otomano (el
«enfermo de Europa») fueron objeto de rivalidad entre las grandes potencias. El
Imperio Otomano, que se hundía lentamente, no poseía en Europa, a la víspera de la
guerra, más que Estambul. Todos los jóvenes países nacidos de su descomposición
(Grecia, Bulgaria, Rumania, Serbia, Montenegro y Albania), buscaron expandirse a
costa de sus vecinos.
Impulsados por esta situación, los dos enemigos seculares del Imperio Otomano
continuaron su política tradicional. El Imperio Austrohúngaro deseaba proseguir su
expansión en el valle del Danubio hasta el mar Negro. El Imperio ruso, que estaba
ligado histórica y culturalmente a los eslavos de los Balcanes, de confesión ortodoxa y
que les brindó su apoyo ya en el pasado, dispuso en ellos de aliados naturales en su
política de conquista de un acceso al «mar caliente» (pasando por el control de los
estrechos). Evidentemente, estas dos políticas entre una potencia católica y una
ortodoxa provocaron enfrentamientos (los dos imperios poseían, además, un águila
bicéfala como emblema).
Como resultado de estas tensiones, se crearon vastos sistemas de alianzas a
partir de 1882: de una parte Francia, el Imperio Británico y el Imperio ruso (Triple
Entente) y, por otra, el Imperio alemán, el Imperio Austrohúngaro e Italia (Triple
Alianza). A este momento se le conoce como Paz armada, ya que Europa entera
estaba destinando cuantiosas cantidades de capital al armamento y, sin embargo, no
se estaba en guerra, aunque se sabía que era inminente.
DESARROLLO DE LA GUERRA
Más tarde, el 28 de julio, Austria declaró la guerra a Serbia, tras la cual más
potencias se vieron impulsadas a entrar en la guerra debido a la aplicación de las
alianzas y acuerdos. Alemania, tras la exigencia a Rusia de detener las operaciones y a
Francia de mantenerse neutral ante un conflicto, el 1 de agosto declaró la guerra a
Rusia y el 3 a Francia. A través de unos planes de guerra del ejército alemán, se
produjo un ataque rapidísimo a Francia. Debido a la invasión de Bélgica, el 4 de
agosto, Gran Bretaña entró en la guerra.
Más tarde, se sumaron al conflicto otros países. A los imperios centrales se
unieron Bulgaria y el Imperio Turco y a la triple entente se unieron Rumania, Grecia,
Japón e Italia, la cual formaba parte de la Triple Alianza pero en los imperios centrales
pretextó en contra al considerarlos agresores. En 1917, EEUU se unió a la guerra,
debido al bloqueo submarino por parte de Alemania. España permaneció neutral
durante toda esta guerra. Concluido el enfrentamiento, los aliados acusaron a Alemania
de ser culpable del conflicto. Esta acusación terminó en que a las potencias acusadas
de esta catástrofe, se les impusiera unas duras condiciones en los tratados de paz.
Actualmente, se habla de unas causas profundas para explicar el estallido de la
guerra. Por un lado, una de las causas fue la diplomacia occidental basada en la fuerza
para arrebatar territorios a los demás países o para imponerse a los más débiles. Por
otro lado, la existencia de unos gobiernos autoritarios y poco democráticos que
manipulaban la opinión pública para conseguir su apoyo. Otra de las causas fueron los
fuertes intereses económicos que se estaban dispuesto a defender mediante el uso de
las armas. Otra de las causas importantes fue la constante carrera de armamentos,
provocaba rivalidades entre los diferentes países por conseguir mejores armas lo que
hacía que se produjese una mayor tensión entre ellos.
Gracias a la entrada de EEUU a la guerra en 1917, los aliados empezaron a
tener una ventaja económica. En el frente occidental hasta 1917, el pensamiento de las
personas se basaba en la creencia de que la guerra sería muy breve y como las
anteriores. El plan alemán se basaba en una gran ofensiva sobre Francia con el
objetivo de que ésta recurriese rápidamente a la negociación de la paz. Las tropas
alemanas fueron detenidas en el río Marne, cerca de París, en septiembre de 1914,
provocando que el frente se estabilizase en territorio francés en una línea de trincheras
que permanecieron casi inmóviles hasta 1918. Es a partir de este momento cuando
comenzó una sangrienta guerra de desgaste.
Las principales batallas que se produjeron fueron la de Verdún, en 1916, la cual
provocó 700000 muertos en algo más de diez meses y la de Somme, también en 1916,
que ocasionó más de un millón de bajas en solo cuatro meses. Se empezaron a
emplear nuevas armas como las granadas y armas químicas que provocaron un
incremento de muertes y horrores.
Al mismo tiempo, en los otros frentes, las tropas rusas iniciaron la ofensiva en
agosto de 1914. Estabilizado el frente occidental en Francia, los alemanes lanzaron
una contraofensiva que les llevó a ocupar Polonia. Más tarde, en 1915, Italia entró en la
guerra provocando un nuevo frente en los Alpes, el cual se mostró débil e incapaz.
Serbia fue invadida y Rumania y Grecia entraron en la guerra. Los británicos,
especialmente, molestaron a Turquía y más tarde se movilizó el nacionalismo árabe a
favor de los británicos y en contra de los turcos.
La Armada alemana inició el torpedeamiento de los buques enemigos con
submarinos en la guerra en el mar, lo que provocó la entrada de EEUU en la guerra. En
la Primera Guerra Mundial comenzó la guerra aérea aunque la aviación no fue muy
importante en ésta.
1917 se convirtió en el año crítico y decisivo para la resolución del conflicto. El
crecimiento del descontento popular provocó motines, huelgas y acciones pacifistas
entre otros. Este movimiento de protesta terminó en una revolución en 1917 por parte
de Rusia, la cual tuvo que retirarse de la guerra. Por otro lado, EEUU entró en la
contienda en abril de 1917. En marzo de 1918, los alemanes iniciaron una ofensiva en
todo el frente occidental, pero en julio fueron detenidos en Marne. La llegada de las
tropas de EEUU culminó con una contraofensiva aliada en el verano de 1918. Los
monarcas de los imperios austro-húngaro y alemán debido a las revueltas provocadas,
renunciaron y surgieron unos nuevos gobiernos provisionales los cuales firmaron la
capitulación, o armisticio, en noviembre. El 11 de noviembre de 1917 el final de la
guerra había llegado con la firma de este armisticio.
CONSECUENCIAS DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL
Esta guerra se diferencia de otras por sus dimensiones y su alcance. Afectó a
todas las grandes potencias mundiales al igual que a millones de personas. Con ella se
inició la era de la guerra total, en la que todos los recursos de un país eran puestos al
servicio de la guerra. El triunfo sobre otra nación suponía la rendición de toda la
población enemiga.
Consecuencias económicas
En la mayoría de los países se recurrió a la economía de guerra planificada y
dirigida por el Estado, lo que supuso el abandono del liberalismo económico. Debido a
la colaboración de los sindicatos, el poder de las organizaciones obreras aumentó en la
sociedad. Debido a que la mayor parte de los hombres se encontraban en el frente,
existía una gran escasez de trabajadores lo que llevó a la mano de obra femenina, lo
cual supuso un gran crecimiento del trabajo fuera del hogar. La conciencia nacional en
ultramar experimentó un incremento al emplear a la población de las colonias como
tropas. Debido al alto coste que suponía la guerra, muchos países que habían luchado
por encima de sus recursos se arruinaron. Todo esto produjo un aumento de la
inflación, se pidieron préstamos a particulares y se endeudaron con países extranjeros.
Consecuencias sociales
Los imperios alemán, austro-húngaro, ruso y turco desaparecieron debido a que
no sobrevivieron a la guerra. El coste humano fue muy alto, en el frente se produjeron
alrededor de diez millones de muertos, y las bajas civiles a causa del hambre y las
enfermedades también fueron una cantidad muy alta. Otro aspecto importante, fue el
efecto psicológico que la guerra produjo en la población, al igual que las secuelas
físicas. La brutalidad de las campañas militares se incrementó debido al empleo de
armas con poder destructor que habían sido utilizadas en la guerra. Para que no
saliesen a la luz algunos movimientos en contra de la guerra, implantan una censura de
prensa. Los pacifistas eran asesinados o encarcelados. El movimiento socialista se
divide quedando por un lado, los fieles a una revolución contra los gobiernos
burgueses, y por otro, los que apoyaron a sus gobiernos nacionales. Al principio de
esta guerra, muchos intelectuales la observaban con entusiasmo, pero debido a los
sufrimientos y a la prolongación de ésta, fueron llevados a la desilusión y a un
pesimismo sobre la posguerra.
Consecuencias políticas
El final de la guerra mostró la imposibilidad por parte de Europa de poder
controlar por si sola las relaciones internacionales de una forma pacífica. Por otra parte,
EEUU se convirtió en el líder de la posguerra y su presidente Wilson formuló los
catorce puntos para una paz justa en 1918. Se firmaron cinco tratados de paz los
cuales ponían fin a la guerra, el más importante con Alemania el Tratado de Versalles.
Se firmaron otros con Austria, Bulgaria, Hungría y Turquía. Al conjunto de todos ellos
se le conoce como Paz de París, el cual pretendía que los nuevos regímenes políticos
debían de ser fuertes para combatir frente al peligro de la propaganda revolucionario de
los bolcheviques rusos. También pretendía que Alemania perdiera poder y quedara
bajo control y que el mapa europeo se reestructurara para poder hacer frente a las
demandas de las minorías nacionales. Los acuerdos de paz que lo componían no
garantizaban que otra guerra pudiese estallar.
Dentro de la Paz de París, el Tratado de Versalles fue uno de los tratados más
importantes, ya que con se le impusieron duras condiciones a Alemania. Alemania tuvo
grandes pérdidas territoriales como Alsacia-Lorena, más destacado, otros territorios
polacos, belgas y algunas ciudades libres. Las cláusulas militares de este tratado
reflejaban la ocupación temporal en la zona del Rin, la desmilitarización de Renania y la
gran reducción del Ejército, armada y aviación.
Las clausulas económicas llevaron al pago de reparaciones de la guerra, ya que
fue considerado el país culpable de la primera guerra mundial.
Otras cláusulas fueron las que desembocaron en la prohibición a Alemania para
ingresar en la Sociedad de Naciones, la cual se había creado en ese momento y era un
organismo internacional que velaba por la paz mundial, estaba constituida por todos los
estados independientes y su objetivo era solucionar los problemas internacionales de
forma pacífica y evitar otra guerra. Los problemas de la Sociedad de Naciones eran los
siguientes:
1. Su composición, la cual quedó dada por la exclusión de algunos países:
Alemania y EEUU.
2. la resistencia de las potencias vencedoras a rehabilitar a las vencidas, es
decir, superioridad de los países vencedores.
3. Descontento de todos los países frente a los tratados de paz.
Papel de Alemania
La guerra comenzó como un enfrentamiento entre el Imperio Austrohúngaro y
Serbia, pero Rusia se unió al conflicto, pues se consideraba protectora de todos los
países eslávicos. Tras la declaración de guerra austrohúngara a Rusia el 1 de agosto
de 1914, el conflicto se transformó en un enfrentamiento militar a escala europea.
Finalmente se incrementaron las hostilidades hasta convertirse en una guerra mundial
en la que participaron 32 países, 28 de ellos denominados «Aliados», y entre los que
se encontraban Francia, los Imperios Británico y Ruso, Canadá, Estados Unidos, así
como Italia que había abandonado la Triple Alianza. Este grupo se enfrentó a la
coalición de las «Potencias Centrales», integrada por los Imperios Austrohúngaro,
Alemán y Otomano, acompañados por Bulgaria.
Con la política exterior alemana, en la que Bismarck pretende prevenir la
creación de coaliciones anti alemana y aislar a Francia, todo esto lo consigue a través
de dos sistemas de alianzas: la Triple Alianza formada por Alemania, Italia y Austria-
Hungría y el Tratado de Reaseguro, formado por Alemania y Rusia. Todo esto sucedió
hasta 1890, pero a partir de este mismo año, la caída de Bismarck supuso la iniciación
de la política mundial de Guillermo II, el cual llevó la conquista del imperio colonial. El
objetivo de Alemania en 1890 era conseguir, frente al reino unido, el liderazgo mundial.
Todo esto llevó a una competencia naval que hizo que se produjese la Triple entente
formada por Gran Bretaña, Francia y Rusia.
Análisis de la figura de Charles Chaplin en el Gran Dictador
Hynkel, el dictador de Tomania, es presentado como un hombre egoísta, infantil,
inseguro, incapaz de tomar decisiones de ninguna clase y todavía menos de gobernar
un país: la bola del mundo con la que juega en una de las escenas más memorables
del film, que acaba explotando, física y simbólicamente, en sus manos. Pero Hitler no
es el único personaje de carne y hueso que inspiró a Chaplin: el dictador de Bacteria,
Benzino Napoloni, está inspirado en el dictador fascista italiano Benito Mussolini.
Garbitsch (del inglés garbage: basura), secretario del interior y ministro de propaganda
de Hynkel, está inspirado en Joseph Paul Goebbels (1897 - 1945), ministro de
educación popular y propaganda del gobierno nazi, y el Mariscal Herring evoca al
Mariscal Hermann Wilhelm Göring (1893 - 1946), responsable de las fuerzas aéreas y
uno de los máximos dirigentes de la Gestapo, los servicios secretos alemanes. La cruz
gamada de los nazis, al mismo tiempo, aparece transformada en una doble cruz
aprovechando un juego de palabras anglosajón que implica la idea de estafar.
Chaplin adopta desde el principio una estructura dual, mostrando de manera
paralela las actividades del dictador Hynkel y sus colaboradores en la sede del
gobierno de Tomania y las peripecias del barbero judío en su regreso a casa tras pasar
muchos años en un hospital militar. Esta dualidad sirve al actor y director para parodiar
el gobierno fascista y totalitario y, a la vez, para mostrar las pobres y miserables
condiciones del gueto judío, atacado regularmente por las fuerzas de asalto del
régimen. Pero a diferencia de Hynkel, que basa toda su fuerza en la palabra, el
personaje del barbero judío, mucho menos trabajado que el del dictador, juega también
un papel clave en el contexto de la filmografía de Chaplin, puesto que representa una
clara evolución del personaje que hasta entonces había protagonizado la práctica
totalidad de su obra, Charlot, el vagabundo ingenuo y solitario. El personaje del
barbero, igualmente solitario y inocente, prácticamente no habla a lo largo de la película
y, cuando habla, sus palabras no tienen el menor asomo de relevancia con respecto al
desarrollo de la acción. En el momento decisivo de la historia, el discurso final, el
personaje se transforma en el verdadero Charles Chaplin (El gran dictador, como ya
hemos apuntado, es su primera película hablada), que lanza un canto a la esperanza
tan optimista como desesperado. Charlot, alter ego de Chaplin en sus películas
anteriores, ha muerto.
El gran dictador, más que una crítica al fascismo y a los gobiernos totalitarios, más allá
de la parodia caricatura grotesca que propone de los gobiernos de Adolf Hitler y Benito
Mussolini, es un canto a la esperanza, un canto a la democracia, la paz y la libertad.
Símbolo de los Nazis
La svástica, cruz gamada o rueda del sol es el símbolo nazi.
La causa para que los Nazis eligieran este símbolo es ambigua, su adopción, el
20 de diciembre de 1920 por Adolf Hitler consagra la esvástica como emblema del
Partido Obrero Nacional-socialista. Los Nazis adoptaron la esvástica en 1920 pero ésta
ya estaba en pleno uso como símbolo entre los movimientos nacionalistas alemanes
Volkisch. Hitler tomó como emblema para el partido Nazi la esvástica porque la
ideología de este partido declaraba que los Arios históricos eran los antepasados de los
alemanes. La esvástica entonces se usó para indicar esta correspondencia Ario-
Germana que creara un orgullo de raza. A partir de la Segunda Guerra Mundial, el
símbolo está fuertemente asociado con los Nazis, por lo que mucha gente no tiene
claro cuáles fueron sus orígenes.
Muchos desconocen que originalmente el símbolo perteneció a muchas culturas.
La svástica, temida y repudiada por el mundo occidental, tiene amplios significados,
muy diferentes al que nos pudiéramos imaginar.
El grupo de las lenguas indo-europeas fue descubierto a finales del siglo XVIII. Los
arqueólogos de entonces ligaron a la gente europea con los antiguos "Arios"
(refiriéndose a los europeos proto-hindúes o indo-iraníes). Tras descubrir la esvástica
en las ruinas de Troya, lo que pareció confirmar que el símbolo era específicamente
indo-europeo. Muchos escritores adoptaron la idea y la esvástica cobró popularidad en
el oeste, apareciendo en muchos diseños entre 1880 y 1920.
Es un símbolo religioso antiguo usado mucho tiempo antes de que Hitler tomara
el poder. Ha sido usado en inscripciones Budistas, Monumentos Celtas y monedas
Griegas. Representa el curso del sol en los cielos. También representa el poder del
Boomerang, todo lo que sube tiene que bajar, todo lo que haces se devuelve.
Comenzando por la distinción entre svástica dextrógira (que gira a la derecha) y la
svástica sinistro gira (que gira a la izquierda). Aunque no hay que cometer el error de
abrazar la svástica sinistro gira. El significado de la "svastika" pese a muchas
interpretaciones y significados más profundos es "diez mil" o "diez mil verdades". Su
significado en sánscrito es de "rueda" aunque también está la interpretación "bien por
venir", e indica el movimiento cotidiano del Sol en el cielo y el ciclo anual de las
estaciones. Para oriente significa más un símbolo de buena suerte, bienestar y éxito.
Para los enemigos del régimen Nazi, la esvástica se convirtió en el símbolo del mal y
para las víctimas, en el símbolo del terror.
Propuesta Nazi
Nazismo es la contracción de la palabra alemana Nationalsozialismus, que
significa nacionalsocialismo, y hace referencia a todo lo relacionado con la ideología y
el régimen que gobernó Alemania de 1933 a 1945 con la llegada al poder del Partido
Nacionalsocialista Alemán de los Trabajadores. La Alemania de este período se conoce
como la Alemania Nazi. El término "Nazi" deriva de las primeras dos sílabas del
nombre oficial del partido: Nationalsozialistische Deutsche Arbeiterpartei o "NSDAP".
Los miembros del partido se identificaban a sí mismos generalmente como
"Nationalsozialisten" (Nacional socialistas) y solo raramente como "nazis". El origen y
uso de "nazi" es similar al de "Sozi", palabra del lenguaje diario para designar a los
miembros del Sozialdemokratische Partei Deutschlands. En 1933, cuando Hitler asumió
poder en el gobierno alemán, el uso del término disminuyó en Alemania, aunque en
Austria sus oponentes lo continuaron usando con una connotación despectiva. A partir
de eso, el término ha adquirido una connotación crecientemente peyorativa.
El nazismo es una ideología alemana gestada en los años 20, pero que no
alcanzará importancia hasta los años 30, momento en que las duras condiciones de
paz impuestas en el Tratado de Versalles. En Alemania la situación es más acuciante
aún, ya que a los devastadores efectos económicos se sumaba la obligación de pagar
el tributo de la derrota en la Primera Guerra Mundial y el descontento popular ante la
injusta situación que hacía que las calles se llenaran de manifestaciones extremistas de
toda índole, tanto de izquierda como de derecha. El nazismo se concreta como una
ideología totalitaria de tipo fascista en la medida en que se caracteriza por dar una
importancia central y absoluta al estado -a partir del cual se debe organizar toda
actividad nacional.
Los nazis fueron unos de los primeros movimientos políticos que implementaron
lo que puede ser llamado la práctica moderna de la propaganda como ingeniería civil.
La teoría nazi sostenía que entre el Führer y su pueblo existía una armonía
mística, una absoluta comunión -en la medida que el Führer encarna y dirige todas las
aspiraciones y voluntad del pueblo- Pero en la realidad, ese pueblo -como individuos-
puede fallar en entender esa “voluntad general”, así, esa comprensión y adhesión de
esos individuos debían ser logradas: "No es solo un asunto de hacer lo correcto, la
gente debe entender que lo correcto es lo correcto. La propaganda incluye todo aquello
que ayuda a la gente a darse cuenta de esto". La “Propaganda es un medio para un fin.
Su propósito es llevar a la gente a una comprensión que les permitirá, voluntaria y sin
resistencia interna, dedicarse ellos mismos a las tareas y objetivos de una dirección
superior”. y "La gente debe compartir las preocupaciones y logros de su gobierno.
Esas preocupaciones y logros, en consecuencia, deben ser constantemente
presentados y forzados sobre la gente de tal manera que el pueblo considere que esas
preocupaciones y logros son sus preocupaciones y logros. Solo un gobierno autoritario,
fuertemente ligado al pueblo, puede hacer eso en el largo plazo. La propaganda
política, el arte de basar las cosas del estado sobre las amplias masas de tal manera
que la nación entera se sienta parte de el, no puede por lo tanto, permanecer solo un
medio de ganar el poder. Debe ser un medio de construir y mantener poder". La
propaganda no buscaba sólo fortalecer la fidelidad al régimen o el odio hacia los judíos,
sino también -en una actitud derivada de la Kulturkampf bismarckiana- difundir formas
culturales consideradas propias o saludables para la nación, identificadas con la raza
aria. De esta manera, se instaba a los jóvenes sanos a casarse, informándoles
previamente de los antecedentes raciales de su pareja, y a procrear familias
numerosas. Las mujeres eran alentadas a permanecer en el hogar y a dedicarse a la
crianza de los niños.
Los jóvenes fueron un blanco importante para la propaganda nazi. Se crearon
instituciones destinadas a la socialización de niños y jóvenes, como las Juventudes
Hitlerianas. En ellas los jóvenes recibían una cuidadosa educación física y
adoctrinamiento político. La Liga de las Muchachas Alemanas formaba a las niñas para
sus futuras tareas en el hogar, mientras los niños aprendían destrezas militares. No
obstante lo anterior, un gran número de mujeres también formó parte de las
Hitlerjugend. Los nazis no tenían un programa económico propiamente tal, lo que creó
una confusión en la práctica especialmente cuando llegaron al poder. Hitler resume la
posición así: "La característica básica de nuestra teoría económica es que no tenemos
ninguna teoría en absoluto." Los nazis consideraban que lo realmente importante es la
"pujanza" o voluntad de las naciones: si esas tienen espíritu, decisión y dirección
adecuada, tendrán éxito, cualquiera sean las circunstancias, lo que posibilita o
demanda que "el líder" tenga la capacidad de tomar las medidas adecuadas en cada
situación. Para Hitler en particular, propuestas basadas en la solidaridad son un
complot para destruir esa pujanza entre las razas superiores, por lo cual rechazaba
específicamente la concepción socialista.
A partir de eso, la propuesta nazi acerca de la economía política era una mezcla
imprecisa de la darwinismo social con el dirigismo, en la cual el estado permite tanto la
propiedad privada como la competencia -lo que es positivo "porque promueve los más
capaces a posiciones superiores" pero reserva al Estado el derecho a establecer el
interés nacional. Hitler aplicó de inmediato la represión contra un amplio espectro de
ciudadanos: judíos (definidos como enemigos de la nación), comunistas testigos de
Jehová, homosexuales y todo aquello que se opusiera a la estrecha definición nazi de
la "nación". La represión la llevaron adelante prioritariamente la SS, fuerzas
paramilitares creadas en 1925 y fortalecidas por el régimen, y la GESTAPO policía
secreta nazi que respondía a las SS, y que contaba con una densa red de espías y
delatores. El terror se ejercía de forma directa: por medio de la censura, las agresiones
físicas, los arrestos y las detenciones en campos de trabajo.
10 características que Chaplin ridiculizo del dictador
1- El poder de oratoria.
2- El poder de liderazgo.
3- Su capacidad para gobernar un país.
4- Su ideología.
5- Su Nacionalsocialismo.
6- Su Fascismo.
7- Su simbología.
8- Su inteligencia.
9- La llamada raza perfecta.
10- Su gobierno totalitario.
La propuesta de Chaplin al ser sustituido el dictador por el Charlot
El gran dictador es un canto a la esperanza, un canto a la democracia, la paz y la
libertad. El mensaje del film, claro y contundente, es subrayado por Chaplin en el mítico
discurso final, organizado para celebrar la anexión de Ostelrich a Tomania. El dictador
Hynkel es confundido con el barbero judío por sus propios hombres (los dos personajes
son interpretados por Chaplin), y este, tras el discurso del ministro de propaganda
Garbitsch - "Hoy en día, democracia, libertad y igualdad son palabras que enloquecen
al pueblo. No hay ninguna nación que progrese con estas ideas, que le apartan del
camino de la acción. Por esto las hemos abolido. En el futuro cada hombre tendrá que
servir al Estado con absoluta obediencia" - se ve obligado a dirigirse a una audiencia de
millones de personas: "Nos hemos de ayudar los unos a los otros, los seres humanos
somos así. Queremos hacer felices a los demás, no hacerlos desgraciados. No
queremos odiar ni despreciar nadie. En este mundo hay sitio para todo el mundo (...) El
camino de la vida puede ser libre y bonito, pero lo hemos perdido. La codicia ha
envenenado las almas, ha levantado barreras de odio, nos ha empujado hacia la
miseria y las matanzas. Hemos progresado muy deprisa pero nos hemos encarcelado a
nosotros mismos: el maquinismo que crea abundancia nos deja en la necesidad.
Nuestro conocimiento nos ha hecho cínicos, nuestra inteligencia, duros y secos.
Pensamos demasiado y sentimos muy poco. Más que máquinas, necesitamos
humanidad, más que inteligencia, tener bondad y dulzura. Sin estas cualidades, la vida
será violenta, se perderá todo. (...) La desgracia que padecemos no es nada más que
la pasajera codicia y la amargura de los hombres que tienen miedo de seguir el camino
del progreso humano. El odio de los hombres pasará y caerán los dictadores y el poder
que tomaron al pueblo será reintegrado al pueblo y así, mientras el hombre exista, la
libertad no desaparecerá".
El contexto político de la época impediría que este contundente mensaje de paz
y libertad llegara dónde tenía que llegar: la película sería prohibida de manera
fulminante en Alemania (Hitler ya había prohibido de manera explícita las películas de
Chaplin en el año 1937), Italia y todos los países ocupados por estas dos potencias, y
tampoco se estrenaría en Brasil, Argentina y Costa Rica, entre otros países. En
España, la película permanecería prohibida hasta en el año 1976. Tras el sangrante
desarrollo de la segunda guerra mundial y de las atrocidades cometidas por el régimen
nazi en los campos de concentración, Chaplin matizaría sus palabras y la verdadera
intención de la película en sus memorias (publicadas en el año 1964): "Si hubiera
tenido conocimiento de los horrores de los campos de concentración alemanes no
habría podido rodar la película: no habría podido burlarme de la demencia homicida de
los nazis; no obstante, estaba decidido a ridiculizar su absurda mística en relación con
una raza de sangre pura".
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