El Nacer del Alma
Esta es la historia de un chico quesolo creía en su soledad y en si
mismo. Siempre solo, siempre atormentado,
creyendo firmemente en que el mundo estaba repleto de maldad
y miseria.Sus cuatro paredes era su mundo
entero.Ya experimentó el rechazo, por ser
distinto. Por escuchar aquella música tan siniestra e
impresionante, por sus ropajes que no seguían una moda
concreta, por aficiones que el resto consideraba aburridas, por el
miedo que causaba su forma de ser y actuar…
Le hicieron un daño que causo estragos en él. Desde
entonces, cuando no tenía mas remedio que salir al exterior o cuando recibía visitas de sus familiares,
escondía su rostro, y no solo su rostro físico, si no interior, ocultaba sus facciones con su excesivo maquillaje o quizás
para llamar la atención…o eso creía la gente…Pero lo que esa gente no sabía, es que
ese maquillaje y sus ropajes, no era más que la viva
expresión de su interior, de lo que su alma sentía…
Cada día él se sentía más y más
hundido…
Se despertaba, se miraba en el espejo, y se maquillaba nada mas despertar. No quería ver su rostro, ya que su mirada
vacía no expresaba mas tristeza, al menos así, se sentía mas fuerte.
Después, se sentaba en la cama a pensar, a meditar sobre lo que ocurría ahí fuera y de lo que el no quería ser
partícipe, sobre lo que su alma sentía, y se cuestionaba si realmente sentía
algo…
Comenzó a caminar por su habitación, pensando en como sería ese cielo azul del que todos hablan, porque aunque lo hubiese visto, el jamás identificó tonos azules mas que en sus dibujos y en las portadas de sus libros. Se acercó a una de sus estanterías, cogió uno de sus amados libros y se perdió en sus páginas.
Mareándose entre las letras, entre la magia de aquellas
palabras, algo en su interior le llamó la atención. No
sabía porque, pero una voz le dijo que saliese fuera…
Se volvió hacia su altar. Allí donde tenía objetos que para el significaban algo pero sin saber el que. Aquella figura del sol, para imaginar el calor del sol de una playa, junto a una vela verde, para intentar sentir el calor de aquello
que llamaban bosque, plumas que simbolizaban el viento que no sentía, un vaso con agua no para beber, solo para
tocar y sentir algo de frío en su piel.
Se hizo de noche, y decidió encender su farolillo y salir de sus cuatro paredes, cosa que hacía muy pocas veces y de noche, cuando nadie le veía. Esta vez
intentaba encontrar eso que su interior le pedía a gritos. El frío le llevó hacia una casa abandonada, vacía, y
se identificó con ella. Pero eso no dejaba de hacerle sentir mal, así que
volvió a casa, con una lágrima tan vacía como él en su cara…
Se dispuso a dormir, pero no antes de
fumarse su habitual cigarrillo. A cada
calada se relajaba más y mas, ver el humo salir de su boca para él era como respirar el
sentimiento de calor que transmiten las
pequeñas llamas de sus velas.
También sabía que era un lento suicidio
que quizás le llevase al infierno, y
pensaba “ Así al menos podré ver esos preciosos
tonos rojizos de los que todos hablan”
Llegó la mañana, y se dispuso a comenzar su ya cotidiano ritual.
Pero algo le susurro al oído después de maquillarse: “Vuelve aquella casa, ahora, sal a la luz”
No se asustó de aquella voz, es
más, se alegró de que al menos su imaginación se preocupase por él.
Asi que…
…se miró al espejo, intentó sonreír, y con los ojos bien abiertos, corrió hacia el exterior..
Cuando llegó a la casa, al mirar hacia la ventana pudo ver algo que la oscuridad
no le permitió la noche anterior.Un olor distinto a agua, sal y tierra que
entró por cada uno de sus poros y recorrió todas sus venas.
Salió corriendo de la casa hacia ese lugar.
No podía creer lo que estaba pasando. Sus pulmones se hincharon como nunca lo habían hecho. Su corazón se aceleraba
por segundos…
Comenzó a caminar hacia la orilla de aquella playa.
La brisa le guiaba. Empezó a sentir algo que no había sentido nunca:
agradable compañía. Pero, él se preguntaba
¿de dónde procedía esa compañía? Comenzó
hablarle…
“No estás solo…No solo los seres humanos pueden servir de compañía…”
Allí no había nadie, más que parejas paseando a lo lejos. Comenzó asustarse. Miró su propia sombra y se pregunto si esa era la compañía que
sentía. ¿Se estaba volviendo loco? Pero nunca se había sentido tan bien y tan a
gusto en el exterior.
Aquella brisa y la peculiar voz ahora le guió hacia un
pequeño lago. Se agachó y toco sus aguas. Un escalofrío le recorrió el cuerpo, y ahora escuchó una voz distinta, que
decía …
“ Somos las pequeñas hadas con aspecto de sirena que habitan éste lago, haznos
compañía, a veces también nos sentimos solas”
Y así lo hizo, se quedó un buen rato mirando
aquel lago, y de vez en cuando,
distinguía pequeños seres en movimiento…
Ahora sintió que una voz le llamaba a lo lejos…
“ ¡Eh! ¡Nosotros también queremos tus caricias!”
Entonces se sintió mejor aún, alguien le reclamaba, alguien
le necesitaba, alguien le quería… Siguió caminando por
la playa buscando el lugar desde el que proviniese esa
voz. Cada vez se sentía más y más
lleno, su hueco interior comenzaba a desbordar. Esos seres, reales o imaginarios,
estaban haciendo que él saliese de su agujero.
Llego a un pequeño prado, donde abundaban verdes plantas, que le hablaban, con voz masculina. Pero le llamo la atención, una gran flor amarilla, con las puntas de los pétalos un poco marchitas.
Decidió comunicarse con aquella flor…
“¿Me has llamado?”
“Si. Te he traído hasta aquí, para que entiendas que no estas solo. Que hay otros seres mas allá de lo terrenal que pueden hacerte sentir todo aquello que deseas, y pueden darte mas de lo que crees. No veas solo lo que crees ver, cree en tu interior, en tus sueños. Todo ello esta vivo, y es real. Dentro de poco moriré, y quiero que tu vivas por mi.”
Después de aquella comunicación con la naturaleza, se sintió
completamente lleno. No estaba solo,
simplemente, se movía en el lugar equivocado,
el telón negro de la sociedad materialista le ocultó lo que hay mas
allá de lo que el ojo humano puede percibir. Él pudo sentir y ver más allá que todo el rebaño, y eso le hacia sentirse
extasiado. Comprendió que la vida estaba mucho más allá de esas cuatro paredes. Y de vuelta a casa, se dio media vuelta, vio a esas gentes, que ahora para él eran personas
vacías, que no conocían la verdad de la
naturaleza. Se despidió de su Dios Sol, y
camino hacia casa…
Una vez allí, cansado, se tumbó en la cama, y visualizo aquella puesta de
sol que había presenciado horas antes y sonrió. Se asomo a la ventana y la Luna le dijo: “El Sol cuidará de ti de día y cuando oscurezca, no estarás
solo, yo seré tu madre.”Desde aquellos sucesos, él se
convirtió en otra persona.Iba todos los días a meditar y caminar
en la naturaleza. Comenzó amar a todos los seres, animados o
inanimados. Celebraba rituales estacionales para dar gracias por su
existencia.Ahora, era feliz. No estaba solo, tenía de su lado a grandes energías de la
naturaleza.
The End
Realización, fotografía y guión:Patricia Cuevas Guerra
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