5/24/2018 El P jaro de La Noche
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El pjarode la nochepor Rub Borgia
ilustrado por Kathie Kelleher
El pjarode la noche
5/24/2018 El P jaro de La Noche
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por Rub Borgiailustrado por Kathie Kelleher
El pjarode la noche
El pjaro
de la noche
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Los indios yanomamide Venezuela cuentan que hace
mucho tiempo un gran pjaro les rob la noche.
Esta leyenda nos dice cmo los yanomamis recobraron
la noche para el bien de todos en la tribu.
Los indios yanomami han vivido a la orilla del
ro Orinoco por miles de aos. Pero aunque siempre
hubo una luna y hubo pjaros, por muchos aos no
existi la noche. Como no haba noche, siempre era
de da y los yanomamis tenan que dormir con luz y
sufrir con el calor del sol.
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Un da antes de la cosecha, un grupo de jvenes
salieron a explorar la selva. Despus de un tiempo
encontraron un lugar muy silencioso donde no se
escuchaba ni la cada de las hojas. De repente, con ungran estallido, escucharon unos alaridos tan extraos
que pareca que los daba un ser extrao, jams
conocido por ninguno de ellos.
Los jvenes huyeron sin sentirse avergonzados de
aquel lugar y de aquellos alaridos. Al regresar a sus
hogares, reunieron a la gente de la tribu para contarleslo que haba sucedido. Todos estaban alarmados
pensando en ese ser extrao. Solamente el jefe de la
tribu escuch y sin decir nada mir a Hebewe, su hijo,
y asent la cabeza.
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Hebewe qued intrigado por lo que deca el
grupo y tambin por la seal que le haba dado su
padre. Saba que haba llegado el momento de hacer
algo importante en su vida. Camin hacia el gran
rbol, su lugar favorito para pensar.
El joven no tena duda de que los alaridos
que se escucharon los daba el gran pjaro de la
noche. Su padre le haba contado mucho sobre
este ser, llamado Titirit. Hebewe conoca
el cuento del gran pjaro y cmo se rob lanoche. Se deca que haca mucho tiempo
Titirit estaba celoso del jefe de la tribu y
para castigarlo, se haba llevado
para siempre la noche, lo que haca
sufrir a los yanomamis, an despus de
muchos aos.
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Hebewe pens y pens cmo
podra recobrar la noche
perdida. Quizs
podra hablar con el
gran pjaro. Quizs
lo podra convencer.
Quizs ste le hara caso.
Despus de tantos aos
era tiempo de que la noche
regresara a la tribu.Sin decir nada a nadie,
Hebewe sali solo hacia la
selva. Sali tan rpidamente
que no tuvo tiempo de pedir
prestada un arma. Tom la
misma ruta que tomaron los
jvenes de la tribu. Hebewe no saba cmo
encontrar el pjaro de la noche, pero saba que s lo
encontrara. Era tiempo. A su alrededor los animales
le daban paso como si supieran que algo grande iba a
ocurrir.
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Luego, despus de varias horas de estar
caminando, pas cerca de un grupo de culebras
venenosas. Pero las culebras lo miraron sin moverse
y sin hacerle nada. Apareci un ocelote hambriento,
pero pas al lado del joven sin mirarlo. Hebewepareca que estaba encantado. Nada le poda hacer
dao. La selva pareca ms bella que nunca, llena de
plantas y flores de diferentes colores y rodeada de
lindos pjaros con sus bellos cantos.
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Cuando lleg el joven a la orilla del ro, se
recost a descansar. La selva ahora estaba tranquila.
Se escuchaba solamente el canto de los grillos y el
llamado de los sapos. Poco a poco se le cerraron los
ojos al joven y pronto se durmi.
De repente el silencio fue
interrumpido por un gran ruido.
Hebewe despert, alarmado
por los sonidos extraos que
escuchaba a sus espaldas.Se dio vuelta rpidamente.
Fue entonces cuando se
enfrent con la visin
ms increble que
haba visto. Supo
que haba
encontrado a
Titirit, el gran
pjaro de la
noche.
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De lo ms profundo de la selva haba aparecido
el pjaro de la noche. Era de un tamao tan grande
que evocaba temor. El gran aleteo de sus enormes alas
provocaba un ruido como jams se haba escuchado.
El joven se qued mirando al pjaro, maravillado
por lo que vea. La espalda de la criatura estaba
totalmente cubierta de plumas negras y grises. El
frente era todo blanco y en
la cabeza, como corona, llevaba unamultitud de magnficas plumas
azules brillantes.
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Como si supiera que lo estaban admirando,
Titirit abri sus enormes alas y alz vuelo. Lleg a la
cima de un rbol, mirando a Hebewe con un aire de
desprecio.
El joven, que haba quedado paralizado con la
presencia del pjaro, ahora sinti unos grandes deseos
de tocarlo. Se adelant unos pasos y se acerc a la
criatura. De repente el pjaro, con un gran alarido,
abri sus magnficas alas y atac fuertemente al joven,
tumbndolo al suelo. Hebewe se levant rpidamente
y trat una vez ms de acercarse al pjaro. Pero una
vez ms el gran pjaro lo tumb al suelo.
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Sintindose victorioso, Titirit vol de rama en
rama y de rbol en rbol, dndole vueltas al joven,
acosndolo. Pero Hebewe no se daba por vencido.
El joven se dio cuenta que el pjaro, anciano ya, le
tena miedo, pero jams lo mostrara. Decidi hablar.
Quizs lo comprendera.
Desde su lugar en el suelo, Hebewe se dirigi a
Titirit.
Gran pjaro, Titirit, no vengo a hacerte dao.
Slo quiero tocar tus bellas plumas. Permteme eso yte dejar en paz.
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Al escuchar esto, el gran pjaro dej de moverse
de lado a lado y permaneci quieto en una gran rama.
Sus ojos, cansados y viejos, miraban al joven con
curiosidad. Sin embargo, no se movi ms y el joven
tom esto como seal de que asenta.
Temblando, Hebewe se acerc al pjaro. Estir
una mano hacia arriba y con gran delicadeza, acarici
las blancas plumas del pecho del pjaro. El pjaro lo
miraba desde su lugar en el rbol sin moverse.
Al momento enque la mano del joven toc
el pecho del pjaro, Titirit
dio un gran alarido.
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Al escuchar el alarido Hebewe dio un paso atrs.
Y en ese instante se abri el gran pecho del pjaro de
la noche, revelando un gran abismo. De este abismo
salieron miles de pequeas luces que brillaban
intensamente y parecan bailar ante el asombradoHebewe.
Hebewe se apart del pjaro que ahora pareca
perder fuerzas. El abismo negro en el pecho se haca
cada vez ms y ms grande. Y pronto Hebewe se
encontr en la oscuridad.
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El abismo negro ahora iba cubriendo toda la
selva. Al poco tiempo se sinti la Tierra temblar amedida que el abismo se esparca sobre ella.
Mientras ms se abra el pecho del gran pjaro,
menos quedaba de l. En poco tiempo, el pjaro
desapareci por completo y qued solamente lo
negro.
La selva estaba cubierta por la noche.
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Y fue as cmo se hizo de noche. Las pequeas
luces que salieron del abismo bailaron hacia el cielo e
inmediatamente se convirtieron en una multitud de
estrellas brillando en el cielo negro.
Con gran emocin, Hebewe corri en la noche,
deseoso de llegar a su hogar y a contarles sus
experiencias a todos. Ms que nada, quera contarle a
su padre cmo haba regresado la noche a la tribu.
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3 Querido diario
La narradora de cuentos
El pjaro de la noche
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