1
EL PAPEL Y EL SENTIDO DE LA VERDAD EN LOS PROCESOS DE
RECONCILIACIÓN: UNA APROXIMACIÓN TEOLÓGICA
ADOLFO ENRIQUE ROMERO VERA
PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA
FACULTAD DE TEOLOGÍA
LICENCIATURA DE TEOLOGÍA
BOGOTÁ, D.C.
2012
2
EL PAPEL Y EL SENTIDO DE LA VERDAD EN LOS PROCESOS DE
RECONCILIACIÓN: UNA APROXIMACIÓN TEOLÓGICA
ADOLFO ENRIQUE ROMERO VERA
Trabajo de grado para optar al título de
Licenciado en Teología
Asesor
PROF. OSCAR ALBEIRO ARANGO ALZATE
PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA
FACULTAD DE TEOLOGÍA
LICENCIATURA DE TEOLOGÍA
BOGOTÁ
2012
3
NOTA DE ACEPTACIÓN
“la universidad no se hace responsable por los conceptos emitidos por los estudiantes en sus
trabajos de tesis, sólo velará para que no se publique nada contrario al dogma y a la moral
católica y porque las tesis no contengan ataques o polémicas puramente personales; antes bien, se
vea en ellas el anhelo de buscar la verdad y la justicia”.
Reglamento General de la Pontificia Universidad Javeriana, Artículo 23 de la Resolución No. 13
del 6 de junio de 1964.
4
DEDICATORIA
La vida de todos los seres humanos se define por lo que hacemos y desde esta mirada nos
recuerdan por todo lo que hicimos en el transcurso de nuestra existencia, por eso buscamos ser
recordados, quizás no biológicamente, pero si biográficamente, ya que la muerte es el peor
olvido. Por eso, mi solidaridad y sentido homenaje a todas las víctimas de la violencia de mi
país…
Vivimos en un país que olvida sus mejores rostros, sus mejores impulsos, y la vida
seguirá en su monotonía irremediable, de espaldas a los que nos dan la razón de ser y
seguir viviendo. Yo sé que lamentarán la ausencia tuya y un llanto de verdad humedecerá
los ojos que te vieron y te conocieron. Después llegará ese tremendo borrón, porque
somos tierra fácil para el olvido de lo que más queremos. La vida aquí, están
convirtiéndola en el peor espanto, y llegará ese olvido y será como un monstruo que todo
lo arrasa, y tampoco de tu nombre tendrán memoria. Yo sé que tu muerte será inútil, y
que tu heroísmo se agregará a todas las ausencias.
Héctor Abad Faciolince “El Olvido que seremos”
5
TABLA DE CONTENIDO
Introducción…………………………………………………………………………………......... 1
Justificación………………………………………………………………………………………. 1
Planteamiento del problema……………………………………………………………………… 6
I. Contextualización de la pregunta ¿Qué es la verdad?
1.1. Introducción………………………………………………………………………………….. 8
1.2. La pregunta por la verdad……………………………………………………………………. 8
1.3. Caminos de aproximación a la verdad……………………………………………………... 11
1.3.1. Verdad en el mundo Griego………………………………………………………………. 11
1.3.2. Verdad en el mundo moderno……………………………………………………………. 13
1.3.3. Verdad en el mundo bíblico………………………………………………………………. 17
1.3.3.1. La verdad bíblica……………………………………………………………………….. 18
1.3.3.2. La verdad en el Antiguo Testamento………………………………………………….... 18
1.3.3.3. La verdad en el Nuevo Testamento…………………………………………………….. 20
1.3.4. El problema de la verdad: ¿Verificación o veracidad?: Todo el que es de la verdad escucha
mi voz. Le dice Pilatos: ¿Qué es la verdad?................................................................................. 23
1.3.5. Yo soy el camino, la verdad y la vida. (Jn 14,6): Quien mira a Jesús conoce la verdad… 26
1.4. A manera de Síntesis……………………………………………………………………….. 27
6
II. Aproximación a las categorías: conflicto y violencia; memoria y verdad.
2.1. Introducción………………………………………………………………………………… 29
2.2. Antecedentes del conflicto y la violencia en la estructura social colombiana: “Ay de los que
dictan normas inicuas, y los que firman decretos vejatorios, excluyendo del juicio a los débiles,
atropellando el derecho de los pobres de mi pueblo.” (Is. 10, 1-2)…………………………….. 29
2.3. El papel de la memoria histórica. ¿Qué has hecho? La voz de la sangre de tu hermano clama
a mí desde la tierra. (Gn 4,10)………………………………………………………………….. 37
2.4. La verdad en un contexto violento…………………………………………………………. 43
2.4.1. Verdad en sentido procesal……………………………………………………………… 46
2.4.2. Verdad narrativa………………………………………………………………………….. 47
2.4.3. Verdad dialogal…………………………………………………………………………… 49
2.4.4. La Verdad es sanadora…………………………………………………………………… 50
2.5. La verdad integral en el horizonte de la reconciliación nacional…………………………... 52
2.6. A manera de síntesis………………………………………………………………………....53
III. Una pedagogía para la reconstrucción de la verdad desde un horizonte de reconciliación
en el acompañamiento a víctimas.
3.1. Introducción………………………………………………………………………………… 55
3.2. ¿Qué entendemos por pedagogía desde el acompañamiento a víctimas? …………………. 55
3.3. “La pedagogía de Jesús:” algunos principios……………………………………………… 58
7
3.4. Lineamientos pedagógicos desde la experiencia de Jesús: reconstruir la verdad al acompañar
a las víctimas…………………………………………………………………………………… 62
CONCLUSIONES.........………………………………………………………………………….69
BIBLIOGRAFIA…………………………………………………………………………………70
8
INTRODUCCIÓN
Justificación
La búsqueda de la verdad es esencial en los procesos de reconstrucción y reconciliación en el
post conflicto, pero en la realidad colombiana hoy, estos procesos se están realizando sobre la
base de una confrontación que no tiene fin. Algunos sectores institucionales de la sociedad
podrán cuestionar la debida pertinencia, oportunidad, necesidad de implementar mecanismos
propios de conocer la verdad, reparar a las víctimas, enjuiciar a los perpetradores, reformar
instituciones y garantizar la no repetición, como mencioné anteriormente sin que el conflicto
armado haya cesado. Pero la situación actual de las víctimas no puede aguardar la resolución
final del conflicto armado para que sus derechos sean protegidos.
La verdad ayuda a convertir la experiencia de las víctimas en parte esencial en la construcción de
la historia del país y reconocer por fin lo que tantas veces ha sido negado. También permite que
las víctimas y sobrevivientes puedan tener un espacio de reconocimiento y visibilización de una
problemática que afecta el tejido social del país. “El poder de las víctimas puede transformarse
en una poderosa razón para la paz,”1 porque sólo a partir de aquí se pueden sentar las bases de
un proceso de horizontes de reconciliación y evitar la amnesia cultural, se pueden articular
múltiples estrategias de tipo social que permitan reconocer lo ocurrido, vencer el olvido, la
indiferencia y romper el silencio.
Desde hace unas décadas atrás, 1.938, Colombia ha estado sumergida en una violencia
sistemática y generalizada, agudizada a partir de 1948, más aún, podríamos explicitar desde un
ordenamiento y análisis sociológico, como lo plantea Fals Borda: causas remotas, causas
próximas y causas inmediatas, porque conociendo la historia del conflicto colombiano es como
mejor podemos entender la difícil situación que ha venido atravesando el país hasta nuestro días
y, tal vez logremos así dar propuestas de salidas a este conflicto.
1 Centro Internacional para la Justicia Transicional. Recordar en Conflicto. 8
9
Causas remotas: Los especialistas se adentran hasta los orígenes precolombinos, la Conquista, la
Colonia, “la época de la independencia nacional y los subsiguientes movimientos de tipo
guerrero para rastrear los antecedentes biológicos, políticos, y económicos que precedieron a la
etapa actual de nuestra vida social.”2 Aquí se descubre que las organizaciones que nos
precedieron las tribales precolombinas fueron generalmente sanguinarias y atroces, y que la
manera como el conquistador actuó sobre nuestra población indígena fue dado dentro de la
voluntad de poder/dominación. El colonizado asiste a la inmutación y casi a la eliminación de su
historia, sus valores, su forma de ver el mundo, de organizar su sociedad, de pensar y de venerar
la divinidad. Este tipo de dominación obligó a tres tipos de actitudes:
(…) Al infortunio de someterse para poder sobrevivir, lo que implica una real traición a
su historia; a resistir, rebelarse y pasar a la clandestinidad, con la posibilidad de cárcel,
tortura, y muerte; o a simular, disimular y crear un apropia manera de vivir adaptándose
a los espacios y contradicciones de la dominación para mantener y salvaguardar su
identidad.3
Ni que decir de las enormes atrocidades que siguieron y que la misma historia narra, durante la
etapa emancipadora y en la cual actuaron como protagonistas conquistadores y criollos. Se tiene
en cuenta también en materia de crueldad nuestras distintas guerras civiles posteriores a la
independencia.
Causas próximas: la violencia como proceso caótico e incontrolable de una fuerza destructiva e
incontrolable, fue una explosión gigantesca de frustraciones colectivas. “Por exaltación
irresponsable de la pasión partidista aupada con tesis políticas de tipo negativo, se gestó
lentamente una quiebra de valores espirituales y de patrones éticos en el medio colombiano.”4
Fomentando en el medio una sociedad quebrantada, descristianizada, profundamente dividida,
atravesada por la desconfianza, actitudes hostiles, estereotipos, odios y posiciones extremas y
polarizadas “entre actores políticos y armados, entre comunidades y personas.”5
2 Fals Borda, Orlando. La violencia en Colombia. Tomo I. 426.
3 Boff, Leonardo. La voz del arcoíris. 32.
4 Fals, La violencia en Colombia, 428.
5 Villa Gómez, Juan David. Nombrar lo innombrable.18.
10
Causas inmediatas: Responde a tensiones de tipo pasión sectaristas o bipartidistas comprendida
entre 1946 y 1964, este sectarismo desató un inevitable proceso de contaminación en todas las
instituciones rectoras de la sociedad. Por tanto, el país perdió su cohesión y clima fraternal,
incidiendo en poblados, zonas y regiones políticamente caracterizada como homogéneas. Ésto
determinó el exilio y la gran migración desde el área rural hacia las ciudades, cada cambio de
poder significaba que un partido asumía el control y que los vencidos fueran desalojados
violentamente de sus tierras por sus propios vencedores, se dio totalmente un desplazamiento por
opresión, amenaza o temor, almacenando un sentimiento de odio y recelo que más tarde habría de
aflorar, para tomar venganza.
Se engendró un fervor y mística política anclada a los partidos desde el odio que rompió los
patrones elementales de convivencia, relación personal, nexos familiares cívicos y su
manifestación se tradujo en una gama siniestra de repugnancia, enemistad, rencor, desprecio,
fobia, atentado y quizás lo más grave atentar contra la dignidad y el valor de la vida humana con
homicidios y multihomicidios. Con esta norma moral impuesta se da paso a la anarquía y
exterminio total del contrario.
“Fue el odio lo que en su culminación de crimen atroz,, exilio, expoliación, se llamo violencia
colombiana. ¿Pero donde nació ese odio? ¿Qué respondan los que enseñaron al pueblo a que se
odiara?”6
Resumiendo en pocas palabras: la conquista fue violenta, la relación con las culturas tribales
precolombinas fue violenta, la relación con el liberal o conservador fue violenta, violenta con
todos los pobres y marginados campesinos hasta el día de hoy.
Todo ésto parece confirmar que por simpatía o antipatía personal no se debe caer en un lacónico
simplismo al precisar las razones que han determinado la violencia en Colombia. Se considera un
fenómeno multicausal y continuo, en el que los efectos, que generan en su turno, dan como
resultado nuevas e imprevistas manifestaciones, y que muchos de estos móviles de una etapa
continúan incidiendo notoriamente en las posteriores.
6 Fals, La violencia en Colombia, 431.
11
Es un proceso que desencadena en la situación actual, y el contexto de violencia en Colombia
como fenómeno social no escapa de estas circunstancias. Por eso, pedagógicamente hablando no
es aconsejable ni práctico insistir en las denominadas causas remotas, cuando en las inmediatas se
puede captar alguna luz y llegar a alguna explicación racional.
Esta descripción sería incompleta sí no se tiene en cuenta otros periodos comprendidos,
primeramente en 1964, cuando se conforma el Ejército de Liberación Nacional, ELN, en 1966
nace las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC, y en 1967 aparece el Ejército
Popular de Liberación, EPL, dando como consecuencias la quiebra de instituciones
fundamentales, especialmente las políticas y gubernamentales, las religiosas y las de índole
económica, familiares, escolares y las recreativas.
A la situación actual, habría que sumar la confrontación que desde el siglo pasado ha tenido
enfrentados a diferentes grupos insurgentes, grupos paramilitares y fuerzas armadas del Estado.
El conflicto armado colombiano por su cronicidad, por su creciente degradación de la dignidad
humana, por la extrema crueldad de los medios y métodos de guerra en el empleados y por la
dramática vulnerabilidad en que se ha puesto a la población civil ha dejado incontables víctimas
civiles.
Habría que decir también, que mucha literatura se ha escrito sobre la violencia, pero no hay un
acuerdo sobre su real sentido, ni su incidencia en la dinámica social en el pueblo colombiano,
más aún donde las injusticias históricas o los abusos sistemáticos siguen sin resolverse.
Comencemos a evocar, la incidencia de la ignorancia, el creciente costo de vida, el desempleo, la
mala distribución de la tierra, la criminalidad ascendente, y la exclusión socieconómica.
A esto se agrega la aparición de otros actores (como los grupos armados paramilitares,
autodefensas, guerrilleros, y de delincuencia común especialmente los ligados al narcotráfico
como las llamadas actualmente las “Bacrim”), que basadas en la voluntad de enriquecimiento
ilícito por medio del crimen o mediante el trafico de drogas, el juego y la ventas de armas y de
productos importados siguen perpetuando una ola de dolor e inciden en una forma de olvido.
12
Esta violencia se mueve por fines individuales de enriquecimiento rápido y por la búsqueda
desenfrenada del placer, se sigue además que en los grandes centros urbanos, hay numerosas
pandillas articuladas en una verdadera organización central, se disputan los centros de micro
tráficos de drogas y de armas, ahí se decide sobre la vida y la muerte de los miembros de las
distintas bandas. Prevalece una sumisión total; si no se aplica el mecanismo de la eliminación
física, se degrada la condición de la vida humana obedeciendo a los parámetros de demostrar
valentía y disposición. Se mata por el placer de matar. Se mata para eliminar que a aquel que se
considere adversario y perturbe el poder de las pandillas su lógica es la guerra total.
Se creó la cultura del miedo y de la corrupción que domina hoy. A la vez el autoritarismo ligado
a la impunidad, son causas también de violencia.
Las clases dominadas internalizaron el carácter violento, injusto y desigual de su situación y
recurren a la violencia para acabar la violencia como una estrategia de supervivencia y como
forma política de ser visibles antes las instituciones gubernamentales y otros medios que los ha
excluido. “Este proceso no es generalmente racionalizado ni concienciado por las clases
dominadas, en el sentido de ser fruto de una reflexión previa. Es una reacción de lógica de poder
del inconsciente que busca compensar, y hasta vengar, el mal del que han sido víctimas.”7
Con todo esto, vemos que un número considerable de colombianos viven las consecuencias de
graves violaciones al respeto de su integridad y dignidad humana originada por el conflicto
armado; otros número han muertos en el desarrollo histórico de este conflicto, desde este punto, a
todos ellos debería habérseles hecho justicia. Desconocer la verdad y acompañarla de impunidad
es una nueva agresión a las víctimas. Reconocer su verdad, repararlos y castigar a quienes los
agredieron y trabajar para la no repetición, la realidad del país no ha tomado con transparencia y
recta intención esta idea humanitaria de realizar un verdadero proceso de reconciliación en el
marco de verdad, justicia y reparación y no repetición.
Por consiguiente, nos preguntamos ¿Por qué exigimos la verdad? ¿Para qué necesitamos la
verdad? ¿De qué sirve la verdad a la sociedad?, ¿para reparar a las víctimas? ¿Para promover un
proceso de reconstrucción nacional? ¿Qué piensan los colombianos respecto al problema de la
7 Boff, La voz del arcoíris, 35.
13
verdad en el contexto actual del país? puesto que todos estos condicionamientos hacen que la
verdad pierda su sentido integral: procesal, narrativa, dialógica y sanadora, y a la vez el papel que
cumple en los procesos de memoria vaya en la construcción de proyecto de restitución de lo
humano. En líneas generales el problema a investigar se entiende a partir de la pregunta ¿Cuál es
el papel que cumple la verdad como elemento fundamental en el horizonte de reconciliación
nacional?
Objetivo General
Establecer desde una mirada teológica el papel que cumple la verdad como elemento
fundamental en el horizonte de reconciliación.
Objetivos Específicos
Esbozar desde unos horizontes de aproximación teológica el sentido de la verdad como
elemento fundamental en el horizonte de reconciliación.
Estructurar la categoría verdad en sentido integral; en sus componentes: procesal,
dialogal, narrativo, sanador.
Indicar lineamientos para una pedagogía de la verdad en horizonte de reconciliación desde
una lectura teológica.
Método
Método Descriptivo: pretende señalar las circunstancias y la verdad a que están expuestas
comunidades las comunidades no dominantes.
Método Hermenéutico-textual: A partir de la descripción dada, interpretar la función de la
verdad en los horizontes de reconciliación en Colombia desde una mirada teológica.
Momento Propositivo-pretextual-contextual: Perfilar una propuesta pedagógico pastoral de
educación en la verdad para los horizontes de reconciliación en el País.
14
CAPÍTULO I.
CONTEXTUALIZACIÓN DE LA PREGUNTA
¿QUÉ ES LA VERDAD?
1.1 Introducción.
Aproximarse a la pregunta ¿Qué es la verdad? no es tarea fácil, supone, entre otras cosas, asumir
e incursionar en la amplia sistematización, elaboración y discusión que existe sobre el concepto,
lo que pretendo no es como solucionar y dar una respuesta absoluta a la pregunta, sino como
abordarla, manteniendo como referencia el conjunto de la realidad que experimentamos, para
enunciarla pastoralmente en un contexto de las víctimas, podríamos llamarlo así, más de la
violencia. Este contexto determina gradualmente el uso que se hace del concepto.
Se pretende analizar, con la aproximación a este concepto centralizado de verdad, indicar
caminos de respuestas, establecidos primeramente desde el concepto tradicional, heredado del
mundo de la Grecia Antigua, como segundo el concepto en el mundo de la mentalidad racional
moderna, y por último, junto a estos conceptos en la mentalidad clásica y moderna, existe una
idea específicamente bíblica de la verdad, que profundizaremos a la luz de los datos revelados de
la sagrada escritura, para ver en qué sentido el mensaje cristiano da coherencia unitaria a todo el
conjunto de la situación real que experimentamos y responder a una aproximación al criterio de
verdad en su sentido integral: procesal, dialogal narrativo y sanador que trabajaremos de forma
sistemática en el capítulo II.
1.2. La pregunta por la verdad.
“¿Qué se entiende habitualmente por verdad? Esta palabra verdad, elevada y al mismo tiempo
desgastada y casi hueca, alude a aquello que hace verdadero lo verdadero,”8 a lo qué está
realmente presente, con lo que es, lo real, lo patente, contraponiéndolo a lo no existente,
imaginario, irreal. Por tanto, tendremos también que cuidarnos de partir de cualquier idea y
8 Heidegger, Martín. Ser, Verdad y Fundamento. 61.
15
“definición preconcebidas y excluyentes de la verdad que pudieran limitar desde el principio su
validez o comprometerla en una dirección determinada en lugar de concederle toda la amplitud
que ella exige en cuanto determinación ilimitada del ser.”9
La pregunta por la verdad ha buscado la forma de validación del conocimiento, del mundo, y del
hombre mismo, y de distinguir el conocimiento cierto de la mera opinión, o de separar lo real de
lo aparente. De aquí podemos afirmar que existen diferentes conceptos de verdad: “verdad en
orden de los metafísico, verdad en la información, verdad procesal (en el campo de la justicia),
verdad científica, se podría analizar también la verdad ética, la verdad del arte, de la poesía, la
verdad histórica,”10
cada uno tiene su verdad.
Ésta como otras circunstancias, pusieron en tela de juicio el sentido mismo del concepto de
verdad, generándose una problemática que parece reiterarse; ya que a lo largo de la historia se
han producido situaciones similares sobre la validez del concepto. A pesar de todos los
cuestionamientos pasados y presentes, el hombre necesita de la verdad, “todos los hombres
desean saber, reiterando nuevamente la frase de Aristóteles, porque quiérase o no, nadie es
indiferente a la verdad de su saber si descubre que es falso, lo rechaza; en cambio si puede
confirmar su verdad, se siente satisfecho.”11
Porque, quien tenga razón, no deseará vivir en un
mundo de engaño y falsedad.
La calificación de algo como verdadero o falso tiene lugar en el lenguaje, que articula y expresa
la posibilidad de lo que es pensable. Dicha verdad que es adecuación, consiste en expresar
exteriormente lo que interiormente se piensa, por tanto existe una doble relación entre lo mental y
lo lingüístico. La verdad en su sentido lingüístico es conocida como veracidad que consiste en el
amor a la verdad, a lo fiable, a lo que es auténtico con las personas o con las cosas. Esta es la
inclinación de la verdad que privilegia la tradición Hebrea al destacar el valor del testimonio y su
autoridad como fuente de conocimiento. La veracidad inclina, pues a manifestar fielmente la
verdad interiormente conocida y a exteriorizar con palabras y obras la propia convicción sobre
9 Von Balthasar, Hans Urs. La esencia de la verdad. 13.
10 Cfr. De la Potterie, Ignacio. La verdad de Jesús. 4
11 Juan Pablo II. Carta encíclica Fides et Ratio. # 25, 61.
16
una cosa, por lo que se aplica a las personas y no a los objetos. Por eso, el mejor marco para
adentrarse en el análisis de la verdad es identificándola, no como el resultado obtenido
sofisticadamente por una teoría lógica, sino como aquello que siempre buscamos. Por una parte,
es una relación subjetiva, es decir, una relación entre dos estados de la persona, uno meramente
interior, el pensamiento, y otro exterior, la expresión, y, por lo mismo distinta de la verdad, pues
la veracidad a menudo en nada afecta la conexión real de la cosa afirmada. “La verdad aparece
como el marcador de una relación compleja y no del todo clara, entre lo que se dice y lo que se
cree o entre lo que se cree y lo que ocurre o entre esto último y lo que se dice.” 12
Esa necesidad racional de identificación, de verificación, la limitación del saber a lo
comprobable, para comprender los fenómenos del mundo, da fuerza a la legalidad de la ciencia
moderna, con su universo de métodos, planificación y técnica, distorsionando lo que somos como
seres humanos, que hace imposible efectiva y afectivamente la comprensión de nuestras
relaciones comunicativas. Pero más allá, de este horizonte de facticidad y de saberes elaborados
científicamente, se configura un universo simbólico de la acción humana, en términos de
Gadamer afirmaríamos:
Es evidente que cada uno de nosotros recurre constantemente a la experiencia
práctica de la vida (…) no siempre se puede considerar la vía de la demostración
como el modo correcto de hacer conocer la verdad a otro. Todos traspasamos
constantemente la frontera de lo objetivable en la que se mueve el enunciado en su
forma lógica. Utilizamos de continuo formas de comunicación para realidades no
objetivables, formas que nos ofrece el lenguaje incluido el de los poetas (…) la
dimensión necesitante de la ciencia acaba allí donde se tocan las auténticas
cuestiones de la existencia humana: finitud, historicidad, culpa, muerte, en suma
las situaciones límites. Comunicación no es ya aquí transmisión de conocimientos
mediante pruebas categóricas, sino el trato de una existencia con otra.13
12
Giraldo, Jhon Alexander. La verdad cuestionada de Pilatos. 44. 13
Gadamer, Hans – Georg. Verdad y método. 60.
17
En este sentido nuestra racionalidad está sustentada con nuestra forma de vida; “la verdad no es
un problema teórico, los hechos y los valores, las teorías y las interpretaciones están
interpenetrados con nuestras prácticas y objetivos vitales.”14
1.3. Caminos de aproximación a la verdad.
En primer lugar, se necesita comprender el contexto que connota la categoría verdad, donde los
saberes son interesados, y en esta medida cada saber con su interés quiere poseer la verdad, y de
acuerdo a una racionalidad se habla de verdad. Conviene por ello analizar algunos horizontes de
aproximación y respuestas que se han dado a lo largo de la historia.
Juan Pablo II afirmaba que la verdad es una, pero se presenta a nosotros de forma fragmentaria a
través de los múltiples canales que nos conducen a su cercanía diferenciada:
(…) en cuanto ciencias, la filosofía y la teología, son también ellas intentos limitados
para percibir la unidad compleja de verdad. Es sumamente importante intentar, por una
parte, la búsqueda de una síntesis vital cuya nostalgia nos aguijonea, y por otra, evitar
cualquier sincretismo irrespetuoso de órdenes de conocimientos y grados de certezas
distintos.15
1.3.1. Verdad en el mundo Griego.
La ciencia confiere su peculiaridad y su unidad a la civilización occidental, heredada de la Grecia
antigua, que se convertía en una novedad frente a todo lo que sabían los hombres y cultivaban
como saber.
Al elaborar esta ciencia, los Griegos marginaron el occidente del oriente y le marcaron
su propio camino. Fue un afán de saber, de conocimiento, de explotación de lo “ignoto”,
raro y extraño y un singular escepticismo hacia los que se narra y se da por verdadero, lo
que los impulso a crear la ciencia.16
14
Ibid., 62. 15
Juan Pablo II. El hombre frente a la verdad. En: El Osservatore Romano, Edición semanal, 21 de noviembre de 1986. 22. 16
Gadamer. Verdad y método, 53.
18
Y fue aquí donde se elaboró su formulación como tema filosófico bajo la denominación griega de
aletheia, y tradujó al latín como veritas, significando “no ocultación.”
“Cuando la esencia de las cosas es arrancada del olvido, cuando se revela lo auténtico, entonces
acontece la verdad.”17
Se dice que el primero en codificar racionalmente la estructura de la
verdad como relación de las facultades cognitivas fue Parmenides (Siglo V a C). Con la antítesis
ontológica del ser y no ser; a ésta contrapuso otra paralela, gnoseológica, distinguiendo
conocimiento sensitivo engañoso, fuente de opiniones y conocimiento racional, siendo este
último, el que asegura el conocimiento de la verdad.
Más adelante será Aristóteles quien perfeccione estas formulaciones acerca del concepto de
verdad, tomando en cuenta todos los actos que concurren en el proceso cognitivo. Entre una de
sus conclusiones, afirmará que: en la primera operación de la facultad intelectiva o simple
aprehensión no hay ni verdad, ni falsedad, sino presencia y ausencia representativa de la realidad
en sí. La verdad y la falsedad tienen lugar entonces, haciendo alusión al ser humano, en la
segunda operación de la mente denominada juicio. Este análisis que continuó desarrollándose con
el pasar del tiempo, pone en evidencia una relación de correspondencia, una plena adecuación
entre la mente (intelecto) y la cosa (ente), es decir entre lo pensante y lo pensado. Más adelante
Santo Tomás de Aquino, reafirmará estas posiciones en su análisis denominado “la questio
disputata de veritate” concluyendo que la verdad es la adecuación de la cosa al intelecto “veritas
est adaeduatio rei et intellectus” y que por consecuencia, implica también la adecuación a la
realidad.
Para los Griegos, la verdad es fundamentalmente algo objetivo: “la verdad es la realidad misma
de una cosa en cuento es conocida, en cuanto se revela al espíritu; es por tanto, el ser en cuanto
manifestación, revelación, apertura, luz para el espíritu.”18
Por tanto, conocer la verdad significa
conocer las cosas realmente, arrebatarlas del estado de ocultación y encubrimiento. Las cosas se
mantiene originariamente ocultas por naturaleza:
17
Grun, Anselm. Verdad y veracidad. 15. 18
De la Potterie. La verdad de Jesús, 7.
19
La naturaleza tiende a ocultarse; igualmente el encubrimiento es propio de la acción y del
lenguaje humano. Porque el lenguaje humano no expresa solo la verdad, sino la ficción, la
mentira y el engaño. Hay, pues una relación originaria entre el ser verdadero y el discurso
verdadero. La desocultación del ente se produce en la sinceridad del lenguaje.19
Con estos presupuestos, no se trata de acoger una concepción y rechazar la otra, ya que ser y
hacer se complementan mutuamente, porque el hacer sin el ser es ciego y hasta cierto punto
significa deshacer, la verdadera fecundidad del ser no puede esterilizarse desinteresándose del
hacer.
1.3.2. Verdad en el mundo moderno.
Partiendo que el objeto propio de la razón humana es la verdad, paradójicamente la cultura
moderna construida sobre la base de una concepción subjetivista, idealista, acentuado en un
individualismo posesivo, a una tenencia y disfrute de los bienes materiales, al nacimiento de una
racionalidad tecnológica instrumental que cosifica y empobrece el horizonte de la vida humana
del conocer, jugando todas sus cartas sobre la operatividad, la eficiencia y el éxito, siendo
incapaz de fundamentar o de poner en discusión los objetivos o finalidades que sirven para
orientar la vida de los hombres.
Primeramente debemos preguntarnos: ¿Qué significa la idea de verdad en el pensamiento
moderno? consideramos en primer lugar, la corriente existencialista derivada de Soren
Kierkegaard, donde ha afirmado con vehemencia que la “verdad es la subjetividad”20
o mejor la
“subjetividad es la verdad,”21
lo que se busca no es la verdad en absoluto, sino la verdad
individual, es decir, la autenticidad en el propio comportamiento. Representa para el hombre de
hoy una invitación imperiosa a la autenticidad de sus convicciones. Pero, puede exponer a los
hombres a confundir verdad y sinceridad y de no darle una vital importancia a aquello en lo que
creen.
19
Gadamer. Verdad y método, 53. 20
De la Potterie, La verdad de Jesús, 4. 21
Ibid.,
20
La teoría clásica de la verdad, presentada en los anteriores párrafos difiere mucho con las ideas
modernas expuestas. La concepción griega caracterizada por el respeto de la objetividad,
mientras que el existencialismo moderno coloca la verdad en el sujeto, en su experiencia
personal, en lo auténtico de su comportamiento, en su capacidad de fuerza creadora. Otra
diferencia entre el espíritu griego y el moderno está sustentada en el principio de la
contemplación; para el intelectualismo griego la “beatitud consiste en contemplar la belleza de la
verdad,”22
es una concepción de carácter estático, en contraposición a los modernos quienes se
forjaron una idea pragmática y dinámica de la verdad: esta no se alcanza mediante la
contemplación, sino se la encuentra en el actuar, en el hacer, en lo que logra en la vida, lo que es
capaz de tener resultados concretos, verificables.
Paralelamente, surge el concepto de verdad práctica que tiene relación con la razón práctica, que
equivale a decir, hacia lo que tiende ella. De modo semejante a como la razón especulativa es
recta en la medida en que se acomoda con sus principios, así la razón práctica es recta cuando se
ordena a los suyos.
Esta corriente pragmática, inspirada en el espíritu Nietzsche y William James, propone que:
la verdad no es una realidad ontológica, lo verdadero, no es una realidad existente que
tratamos de descubrir y de conocer; es algo que se encuentra ante nosotros como haz de
posibilidades que nosotros debemos de realizar, la verdad no está en el ser, sino en el
valor, es verdadero lo que logra en la vida, lo que produce.23
Una cosa tiene valor y se puede llamar verdadera en cuanto es útil para el futuro y el progreso, en
cuanto le brinda al hombre la posibilidad de superarse a sí mismo.
La norma fundante de lo verdadero es la eficacia para el progreso humano, existe un primado
absoluto al querer sobre el conocer, al hacer sobre el ser, al desarrollo de la vida sobre la
contemplación de la verdad.
22
Ibid., 6. 23
Ibid., 7.
21
Hay que ver el influjo de estas concepciones pragmáticas permearon en algunas orientaciones
recientes de la teología, según la verdad tiene que ser verificada por la práctica. Hay un mayor
acento sobre el actuar, sobre el hacer; mucho más sobre la ortopraxis que sobre la ortodoxia. Este
es el gran giro que se ha producido en la concepción de la verdadera experiencia de existencia
cristiana. Con mayor facilidad se puede explicar la aparición, en estos últimos tiempos, de la
teología de la esperanza y de otras bajo el título de teología política o teología de la revolución.
Sin embargo, es importante reconocer que esta corriente ha sacado a la luz un aspecto importante
en la búsqueda de la verdad: el que realmente ésta no puede quedar separada de la vida. Una
verdad que sólo puede ser contemplada, de forma estática, inerte, pasiva y que no incide en la
transformación de la mentalidad del hombre, en el desarrollo del contexto y no tiene su impacto
social, queda totalmente estéril, irreal, lejana que no puede interesar.
La reducción del conocimiento de la verdad a una evidencia puramente teorética de la
cual se han eliminado a conciencia todas las decisiones vivas, personales, y éticas
significa un angostamiento tan sensible al campo de la verdad que ésta resulta privada
nada menos que de su universabilidad y con ello de su peculiar esencia.24
Y es su capacidad de ir hacia el futuro, suscitar y nutrir la esperanza a los desamparados, ello
supone tener una auténtica compasión humana, así como una cierta inteligencia de la historia
humana y de sus condicionamientos para impulsar a la acción; hay que tener en cuenta que el
actuar debe estar iluminado y guiado por la verdad; de lo contario es desordenado, y anárquico,
pero una visión demasiado “pragmática hace perder de vista valores esenciales de la vida
humana, como la amistad, la reflexión interior, la contemplación, la oración, y desvía al hombre
de su vocación última. Y más alta que es entrar en comunión con Dios.” 25
Simultáneamente, se establece otra orientación de la concepción moderna de la verdad y es su
marcada tendencia hacia un cierto positivismo: “es verdadero sólo lo que se puede verificar; los 24
Von Balthasar, La esencia de la verdad, 16. 25
Gadamer, Verdad y método, 53.
22
únicos criterios de la verdad son los de las ciencias positivas,”26
donde los argumentos
matemáticos ofrece un conocimiento perfecto. Porque su objeto es un ser puramente racional y se
puede representar en un contexto deductivo cerrado, prevaleciendo el método científico como vía
de instancia y soporte de la verdad, además, es exigencia de la ciencia cuestionar los prejuicios y
conocer de una forma reflexiva la certeza de lo objetivable. La ciencia se convierte bajos estas
connotaciones en el alfa y omega de nuestra civilización.
Desde este ángulo, se puede reconocer en esta mentalidad moderna, su aprecio por los datos
concretos y positivos, aquellos lo que satisface el ideal de certeza, verificación, la limitación del
saber a lo comprobable, lo objetivo, sirviendo de contrapeso a la corriente subjetivista de la que
se habló anteriormente. Hay que agregar, que un espíritu formado de una manera unilateral en el
método científico, no es capaz de dar respuesta a aquellos presupuestos que están fuera de la
realidad empíricas. “Ellas son las instancias a las que apelan los escépticos de la ciencia para
marcar los límites de la especialización científica y de la investigación metodológica antes las
cuestiones decisivas de la vida.”27
Esto supone la renuncia a los valores superiores de orden
moral y religioso, teniendo como consecuencia un antropocentrismo que conlleva a la formación
de una mentalidad incompatible con aquella sensibilidad y actitud propia del hombre religioso,
que se pregunta por las realidades trascendentes, de lo absoluto, de Dios mismo.
1.3.3. La verdad en el mundo bíblico.
La verdad en el mundo bíblico no es como el mundo filosófico griego, el ser absoluto del mismo
Dios, sino como la palabra de Dios, la divina revelación, que se nos ha comunicado en Jesucristo
y que se constituye para nosotros en norma de vida y la fuente de santificación. Resulta claro que
la verdad es la divina revelación, el mensaje de la salvación, la verdadera fe, la doctrina del
evangelio predicada por la Iglesia.
No obstante, la concepción bíblica de verdad ha conocido muchas variaciones análogas. En la
tradición antigua, la verdad de la revelación tenía, ciertamente un carácter objetivo, se
26
Ibid., 54. 27
Ibid., 53.
23
identificaba con el Evangelio predicado, estrictamente relacionado con Dios, considerado el
Padre de la verdad, y en este sentido más aún con Jesucristo, que como en San Juan era llamado
la Verdad. En la teología moderna, desde el Concilio de Trento al Concilio Vaticano II aparece
una progresiva intelectualización de la concepción de verdad; se concebía la revelación como un
sistema, una doctrina; como un conjunto de verdades reveladas comunicadas por Dios, y
contenidas en los libros de la sagrada escritura o en la tradición y propuestas por nuestra fe por el
magisterio eclesiástico. Es por eso, que los elementos de la sagrada escritura y la tradición eran
considerados como los documentos, como las dos fuentes de la revelación.
Puedo, por lo tanto, definir también que la constitución dogmática Dei Verbum, del Concilio
Vaticano II, cambió sustancialmente está presentación intelectualista de la verdad, retornando a
una visión más personal, cercana a la Sagrada Escritura y a la tradición antigua. La verdad es
presentada como la Epifanía de Dios en la historia de la salvación, que se concretiza y se realiza
en la persona de Cristo. “Pero la verdad profunda acerca de Dios y de la salvación humana se
nos manifiesta por la revelación de Cristo, que es a un tiempo mediador y plenitud de toda la
revelación.”28
Este camino recorrido nos hace ver que el cristianismo también tiene una concepción propia
sobre la verdad; existiendo una diferencia radical entre la religión humana y la filosofía humana.
La verdad cristiana es la revelación divina, la palabra de Dios dirigida a toda la
humanidad en Jesucristo, no sólo para desvelar los misterios de la vida divina, sino
también para llevar al hombre un mensaje de salvación, y, por tanto, para invitarlo a
sobrepasarse a sí mismo y participar en la vida en Dios.29
1.3.3.1. La verdad bíblica.
El Concilio Vaticano II (DV 24) coloca en evidencia la centralidad de la palabra de Dios como
fundamento y alma de estudio de la teología.
28
Concilio Vaticano II, Constitución Dei Verbum, # 2. 29
De la Potterie, La verdad de Jesús, 11.
24
Por todo esto, y centrándonos ya directamente en la Sagrada Escritura, queremos examinar ahora
más a fondo esta noción de verdad revelada.
1.3.3.2. La verdad en el Antiguo Testamento.
El Antiguo Testamento nos da una concepción dinámica de la verdad apoyada desde la confianza,
de manera que, es evidente que el sentido de las palabras hebreas y griegas en parte pueden
coincidir, pero el significado fundamental de sus raíces correspondientes es diferente. Aletheia en
la mentalidad griega es una categoría intelectual, entendida de modo meramente objetivo, “su
significado originario es el de permitir que algo salga a la vista tal como es de por sí, no
ocultarlo.”30
No obstante la palabra que los hebreos tienen para verdad, es Emet, que representa
una “categoría moral.”31
Esta palabra procede de la raíz mn, y el verbo que halla la base de esa
palabra, “posee el significado de mantener firme, asentar, apoyar sustentar, fijar, confirmar,
establecer.”32
Así, pues, Emet, es primordialmente la cualidad de firmeza, estabilidad, lo
constante, cierto; aquello de lo que podemos fiarnos. Verdad es confianza y fidelidad también de
las personas, “las palabras de un hombre son Emet, en la medida en que se acrediten como
dignas de confianza.”33
y es especialmente un atributo de Dios, como el único que es
absolutamente fiel. Emet mas que un concepto ontológico, es un concepto de relación, va
vinculado siempre a una persona: la confianza, y la seguridad absoluta que una cosa o una
palabra garantizan, y por tanto también la fidelidad que las personas demuestran.
Y esto nos conduce a afirmar que, Yahvé se convierte en el Emet primero y fundamental: Dios,
su palabra, su ley es la verdad. De la confianza que suscita la verdad – fidelidad de Dios procede
la alianza, que es esa oferta de amistad que parte de la iniciativa de Él, y en la cual el hombre, al
confiarse, esta cierto, seguro y firme de la verdad creadora y salvífica divina.
Y más frecuentemente todavía es, que los salmos, en los que la palabra Emet expresa con
frecuencia especial la gloria del Dios de Israel, mencionan con gusto simultáneamente su gracia y
su fidelidad: la fidelidad de Yahvé es para siempre” (Sal 117,2); Porque recta es la palabra de
30
Pannenberg, Wolfhart. Cuestiones fundamentales de teología sistemática.57. 31
Cfr. C.h, Dood. Interpretación del cuarto evangelio.181. 32
Cfr. Ibid., 33
Ibid., 57.
25
Yahvé, y toda su obra es hecha con fidelidad (Sal 33,4). La verdad del Dios de Israel no se le
abre aún en toda su plenitud, como en el caso de Aletheia al logos del conocimiento cogitativo,
sino a la confianza en la fidelidad de Dios. “Sólo quien se abandone en Dios, quien se afirme en
Él tendrá firmeza y permanencia.”34
Si no os afirmáis en mí no seréis firmes. (Is 7,9)
Pero hay más: la palabra Emet no es algo que esté ya concluso de una vez para siempre, que
tenga un valor intemporal; por el contrario Emet, es algo que se gesta en el ejercicio del diario
acontecer. Este acontecer diario de la verdad, de la fidelidad, se representa en su forma más
diáfana en la dimensión relacional, del actuar de las personas, en libertad completa.
Determinando una clase de comportamiento que da cumplimiento a algo completamente
esperado, a una determinada demanda, y que justifica la confianza depositada. De ahí que el
sentido israelítico, verdad sea la realidad enfocada como historia, “la verdad no es algo que, en
cierta forma, se halle por debajo o por detrás de las cosas y deba ser encontrada mediante una
penetración en la profundidad, en el interior de ellas, verdad es aquello que se pondrá de
manifiesto en el futuro.”35
“La verdad en el sentido bíblico acontece y se presenta ante los seres
humanos en forma de promesa, y fidelidad, la verdad de Dios se manifiesta de forma concreta en
la historia.”36
Y es precisamente este carácter histórico es el que falta por entero en la idea griega
de verdad.
De aquí, que este carácter en su dimensión relacional- evenencial de la verdad y bajo la instancia
de la historia, la sustrae de todo lo impersonal y atemporal, y la articula en la responsabilidad del
hombre de acogerla o rechazarla. Una verdad que se articula desde la historia se proyecta hacia el
futuro, que ella abre como horizonte y meta, una verdad que es fidelidad y confianza, es una
verdad promesa que remite al futuro de su cumplimiento.
34
Ibid., 58. 35
Ibid., 55. 36
Grun, Verdad y veracidad, 25.
26
A diferencia de la concepción griega, para la hebrea “la verdad no es algo que estaría debajo o
detrás de las cosas y que se descubriría cuando se penetra en su profundidad, en su intimidad, la
verdad es lo que se pondrá de manifiesto en el futuro.”37
Al respecto, y simplificando un poco el término hebreo para verdad en el Antiguo Testamento
tiene cuatro acepciones38
: Paralelamente en la tradición sapiencial y en el libro de Daniel, la
verdad designa la doctrina de la sabiduría, le verdad revelada, la revelación del plan divino de la
salvación. Encontramos ligadas las nociones de verdad y de sabiduría. Por Ejemplo, en el libro de
los Proverbios: “Adquiere la verdad y no la vendas; sabiduría, disciplina e inteligencia.”
(Pr.23,23).
1.3.3.3. La verdad en el Nuevo Testamento.
“En el Nuevo Testamento de las 109 veces que el término verdad (aletheia) aparece, 45 se hallan
en San Juan (25+20: evangelio, cartas), 47 en San Pablo, sólo 7 en los sinópticos y 10 en el
resto.”39
Son los escritos más teológicos, es decir, las cartas de San Pablo y de San Juan y el
cuarto evangelio.
Es por ello que, el Nuevo testamento está en línea de continuidad con la Emeth
veterotestamentaria dentro de la novedad del acontecimiento Cristo, el testigo de la verdad, en el
cual está la verdad, por ser el mismo la verdad.
Para Pablo, la verdad se identifica con el mensaje del evangelio (Gál 2,5-14), por tanto llegar al
conocimiento de la verdad (1 Tim 2,4; 2 Tim 3,7), acoger la buena nueva de la salvación,
adherirse a la nueva fe, hacerse cristiano.
37
Ibid., 58. 38
“1. La verdad se atribuye a cosas reales se predica de cosas de la que uno puede fiarse. 2. Emet puede designar lo que es verdadero por contraposición al error de la ignorancia, aquí la verdad hace relación al pensamiento. Para conocer la verdad, se necesita la enseñanza sapiencial. 3. Verdadero es el discurso fiable por contraposición a la mentira o el engaño. Ello vale para la conducta interpersonal. 4. Emet denota la pureza de las relaciones interpersonales. Verdadera es, por tanto la vida recta delante de Dios. Aquí la verdad es, al mismo tiempo sinceridad. La verdad y la veracidad no solo son, por consiguiente, condición para la convivencia humana, sino fundamento para que la persona llegue a ser ella misma. La mentira deforma a la persona y la lleva a fracasar en la vida.” Cfr. Grun, Verdad y veracidad, 27. 39
Sarasa, Luis Guillermo, S.J. Para ser hijos de Dios. 57.
27
La centralidad de la palabra predicada por el apóstol no se basa en una teoría abstracta, en un
sistema doctrinal; en el centro de su mensaje está la persona de Cristo. “la verdad está en Jesús”
(Ef 4,21), por tanto, acoger la verdad del Evangelio significa aprehender a Cristo.
Pero es, sin duda, San Juan el autor que tiene la idea de verdad como una de las nociones
teológicas centrales de su pensamiento. La verdad no es sólo perseverancia y fidelidad, sino
también la realidad divina revelada en Jesús.
Hay que resaltar que la noción joánica de verdad no es la misma de los griegos para quienes ésta
es la realidad, la esencia del ser. “En la concepción dualista de la verdad sólo puede ser
alcanzada saliendo del mundo. Para
San Juan la verdad está en la palabra del Padre, encarnada en el Cristo, iluminada a través de
la acción del espíritu Santo. Al hombre sólo se le pide que la acoja en la fe para vivir en ella.”40
Más que cualquier otro autor del Nuevo Testamento, Juan insiste en el papel de la verdad en la
vida de los creyentes, “para ser verdaderamente discípulos de Cristo es necesario no solamente
creer en su palabra sino mantenerse en ella,”41
no desde una actitud objetiva intelectualista, de
simple contemplación, sino como principio fundante de la moral cristiana, fomentando la
transformación y renovación del hombre. No basta con conocer la verdad. Tenemos asimismo
que realizarla. Debemos darle expresión en nuestra conducta. Hemos de actuar de modo acorde
con la esencia de las cosas y con nuestra propia esencia. Lo verdadero no son las proposiciones
que formula una persona, sino su coherencia de vida, siempre y cuando realice en ella la verdad y
la ponga en práctica en el amor, ya que el cristiano vive en la verdad sólo cuando trata de
asimilarla para dejarse, como mencioné anteriormente, transformar por ella. Esto es la condena
de todo formalismo, de toda superficialidad, de todo cristianismo indiferente, no auténtico. Se
exige por tanto, que el cristiano sea un creyente dispuesto, convencido, comprometido. “El
verdadero cristiano es aquel que ha puesto su vida en armonía con la verdad y vive de modo
40
Ibid., 60. 41
Ibid.,
28
habitual en el arraigamiento de la verdad, inspirándose en ella para todo su modo de actuar.”42
Aquí la verdad es una persona. Dios es la verdad, y Jesús es testigo de esta verdad.
Por esto, San Juan utiliza muchas expresiones que describen la acción concreta del hombre que
ha sido renovado por la verdad. En sus relaciones con Dios adorará al Padre “En el Espíritu y en
la verdad” (Jn 4, 23–24). La verdad considerada aquí como fuente de santificación, “santificarse
en la verdad significa, pues, vivir, más profundamente nuestra vida de hijos de Dios.”43
Del mismo modo, esta vida es una liberación del hombre “La verdad os hará libres” (Jn 8,32), el
poder liberador de la palabra puede aplicarse a todos los campos: la verdad filosófica y
metafísica, verdad del arte y la literatura, verdad científica. Pero es claro que el Evangelista
hablaba específicamente de la verdad religiosa y la verdad cristiana.
Ser liberados por esta verdad ejerce una acción purificadora de vivir en el espacio del pecado y de
la mentira. “Vivir en mentira no se refiere a mentir y decir falsedades sobre las cosas. Antes
bien, vivir en la mentira quiere decir vivir en el engaño, vivir en la realidad aparente del
mundo,”44
en dejarse guiar por ilusiones y perder el contacto con la realidad. Y la verdad más
profunda es que Dios es amor. De ahí que ser en la verdad signifique también ser en el amor y
vivir en el amor. Cuando la liberación viene de Cristo permite que el hombre llegue a ser el
mismo, a desarrollar su propia personalidad, de realizar su vocación de hijo de Dios. La libertad
cristiana es la libertad de los hijos de Dios y esta libertad es el fruto de la libertad.
1.3.4. El problema de la verdad: ¿Verificación o veracidad?: Todo el que es de la verdad
escucha mi voz. Le dice Pilatos: ¿Qué es la verdad?
Es necesario recalcar que en el mundo accidental enraizado históricamente en una profunda
tradición cristiana unas de las citas más recurrentes y disientes a propósito del tema a la verdad
proviene específicamente del evangelio de Juan, aquel pasaje bíblico en que se encuentra la
referida la escena de la pasión: Entonces Pilatos le dijo: ¿luego tú eres rey? Respondió Jesús: sí
como dices, soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio
42
Ibid., 14. 43
De la Potterie, La verdad de Jesús, 15. 44
Grun, Verdad y veracidad, 30.
29
de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz. Le dice Pilatos: ¿Qué es la verdad?(Jn
18, 37- 38)
Es la pregunta que desde siempre ha despertado la conciencia de los hombres. Durante mucho
tiempo toda fuerza de poder que oprime la deja sin respuestas y en un contexto como el
colombiano donde la mentira y la violencia imperan con vehemencia.
A quien se dirige esta pregunta hoy, y tenemos la posibilidad de responder o se da muerte a esta
verdad, como lo vemos en el versículo antes citado. “cada dilatación y ampliación en el
planteamiento del problema es siempre, al mismo tiempo, una intensificación de la pregunta
originaria, pregunta que no se despliega desde el origen hacia fuera sino dentro del origen y se
mantiene así siempre original.”45
Él ha comprendido algo; y es que Jesús es inocente, si por lo
menos, se hubiera expuesto para defender esta verdad, habría comprendido el resto. “El que toma
la defensa del débil, tarde o temprano sale de la ceguera y conoce la verdad.”46
Al no tomar
según la propia conciencia, “el poderoso, se doblegará inevitablemente hacia la injusticia.”47
Emerge en esta escena el escándalo fundamental de la historia y que aún sigue golpeando la
existencia real y concreta en distintos contextos donde habita cohabitan hombres y mujeres: ¿Por
qué el inocente sufre, por qué los injustos quedan libres y los justos son oprimidos, por qué
siguen existiendo Cirineos, que son obligados a llevar la cruz de otros? ¿Qué misterio se oculta
en la pasión del justo, que lleva sobre si la inequidad del los otros? tiene la verdad como
prisionera de la injusticia.
En su diccionario filosófico, Voltaire comenta con algo de ironía que “es una lástima para todo
el género humano que Pilatos se fuera sin esperar la contestación de Jesús porque si hubiera
tenido paciencia, sabríamos lo que es la verdad.”48
Ahora más cerca de nuestro tiempo, Gadamer en un artículo publicado en el año de 1957 titulado
¿Qué es la verdad? Anota que la pregunta por esta “en el sentido que la formuló Pilatos sigue
45
Von Balthasar, La esencia de la verdad, 12. 46
Fausti, Silvano. Una comunidad lee el evangelio de Juan. 519. 47
Ibid., 48
Cfr. Voltaire. Diccionario filosófico. Tomo III. 382.
30
prescindiendo hoy nuestra vida,”49
entendida directamente a partir de la situación histórica, viene
a resumir el problema de la neutralidad. La frase tal como fue pronunciada por el gobernador
Poncio Pilatos en la situación política de Palestina significa que lo afirmado como verdad por un
hombre como Jesús no afecta el estado para nada. califica la posición de Pilatos como liberal y
tolerante,
Aunque la situación de tolerancia y libertad que tanto evoca Gadamer no haya existido
verdaderamente en ese contexto, debido que – quien busca la verdad se ve tentado a aceptar y
enunciar como verdadero lo que se le dicta en la opinión pública o los intereses estatales de la
época. “el pueblo no fue consultado representativamente, no hubo una legitima mediación de la
voluntad general.”50
Esto conlleva a un serio problema para la búsqueda de la verdad y para el
status de la misma en el poder discursivo de quienes la anuncian, es constante en el ámbito de la
esfera pública.
En el curso de esta búsqueda, nos damos cuenta que la actitud de Pilatos es darle la espalda a la
verdad. “No acepta las acusaciones de los Judíos, pero tampoco quiere atender a la voz de
Jesús.”51
La respuesta por la pregunta por la verdad, se connota la indiferencia moral religiosa
acompañada de un modo de conocer superficial y vago, y cifrar su orgullo patente en el olvido
total de los intereses más elevados y agraciados del espíritu humano. Esta actitud hacia la verdad,
de descredito de todo intento de poder establecer como algo verdadero, trae consigo un
escepticismo decadente, que configura un subjetivismo moral. “el sentido de verdad defendido
por Cristo, sea cual fuere este, parece haber tenido sinceras pretensiones de objetividad en el
campo de la moral.”52
La valoración que busca Pilatos acerca de la verdad se ve orientada prágmaticamente hacia la
definición de sus criterios y no hacia el sentido de su significado propio, Pilatos busca una verdad
de desvelamiento y de adecuación, aquella que está detrás de la realidad, en el pensamiento y en
la palabra del hombre, simplificando un poco, busca una verdad de verificación. En Jesús se da
49
Gadamer, Verdad y método, 51. 50
IbId., 47. 51
Brow, Raymond. El evangelio según San Juan. 1157. 52
Giraldo, La verdad cuestionada de Pilatos, 48.
31
margen a todo intento de intelectualizacion de la verdad, propone una verdad de sentido, verdad-
salvación, celebradas en el encuentro. En Jesús está la posibilidad nueva y suprema dada por Dios
al hombre de hacer verdad, aquella que es capaz de impregnar de sentido, estabilidad y
consistencia su vida. La Verdad de Jesús no es intelectualización, no es verdad-idea, verdad-
objeto, sino verdad que hay que mirar como acontecimiento salvífico. Que libera, santifica, y que
mediante una actitud de escucha, obediencia y fe es capaz de acoger la palabra de la verdad hasta
“llegar al conocimiento de la verdad”53
y por la acción del Espirítu que es el pedagogo de la
verdad: os guiará hasta la verdad completa, pues no hablará por su cuenta, sino lo que oiga, y os
explicará lo que ha de venir. (Jn 16, 13) la verdad permeará el corazón del hombre, centro de sus
decisiones humanas, haciéndolo verdadero en su ser y hacer de persona configurada por Cristo.
De aquí, viene el convencimiento que el cristiano no conoce simplemente la verdad; está en la
verdad. Y su anuncio más que una enseñanza es un testimonio, donde el otro es más que
informado o instruido en una comunicación de datos es implicado y renovado. Con mi testimonio
el otro no adquiere una verdad-objeto, sino que acoge una verdad- persona en una comunicación
que es comunión.
En Jesús tenemos ese primer testimonio de verdad: Yo para esto he nacido y para esto he venido
al mundo: para dar testimonio de la verdad (Jn 18, 37) no por la pruebas que sabe ofrecer o por
el poder con que se impone, porque aún sabiendo que era hijo de Dios, no codició el ser igual a
Dios, sino que se despojo de sí mismo tomando la condición de esclavo (Flp 2,6,) sino, por su
credibilidad que sabe contagiar y suscitar, por su coherencia de vivir la verdad que profesa, que
llama a la operatividad del amor, que es gracia y tarea sacramental para el creyente hoy: ser signo
del amor de Dios, signo atractivo de Cristo- verdad que dinamiza nuestra vida, que suscita el
cumplimiento ético de la veracidad en sus distintas exigencias y responsabilidades que la verdad
comporta, la veracidad dispone a la persona en libertad, es una virtud social que abre a los demás,
promueve las relaciones, es virtud de fidelidad a la verdad que tiene que ser conquistada. La
veracidad es por sí misma fidelidad a la verdad creadora y liberadora de Dios, por tanto, ella no
es ley que prohíbe la mentira recargando nuestra conciencia de fidelidad. Es por el contrario,
fidelidad a la verdad, y por tanto a Dios, fundamento, fuente y culmen de la verdad.
53
Grun, Verdad y veracidad, 35.
32
1.3.5. Yo soy el camino, la verdad y la vida. (Jn 14,6): Quien mira a Jesús conoce la verdad.
De todas las expresiones Joaneas en las que aparece la palabra Aletheia, es en Jn 14,6, en que
Jesús declaraba ser la verdad: “Yo soy el camino, la verdad y la vida” (Jn 14,6) se convierte en la
más profunda, pero a la vez la más difícil de penetrar y explicar con exactitud. “la gran dificultad
en la exégesis de este versículo es llegar a la relación exacta entre los tres términos camino,
verdad y vida.”54
La verdad y la vida sirven únicamente para hacer comprender en qué sentido
Jesús es el camino de la salvación porque nos revela la verdad de Dios y del hombre y es la vida
porque nos da amor, que es la vida del mismo Dios. Sin embargo, no podemos mirar esta
interpretación exegética desde lo funcional, que nos muestran que Jesús nos revela la verdad del
Padre, que nos da a conocer el Padre, pero sin decirnos nada de su persona, donde el mismo es en
plenitud esta revelación; es su persona, la revelación por excelencia, total y definitiva.
En efecto, Jesús no afirma solamente que enseña o proclama la verdad, sino que afirma con
vehemencia y personalidad a través de su palabra y actuación: “Yo soy la verdad.” Si fuese
simplemente un predicador o un maestro de la verdad, no se distinguiría de forma sustancial de
los profetas o de los apóstoles; ellos predicaban la verdad, fueron instrumentos de revelación
entre los hombres, sin embargo no asumieron la postura de Cristo de poder afirmar como Él: Yo
soy: Jesús se denomina la verdad no en el sentido de la metafísica platónica, su mensaje revela la
salvación, en cuanto él, es la plenitud de la revelación para nosotros. “Por tanto, profundizar la
verdad quiere decir profundizar el misterio Cristo, porque mediante la comunión con él
participamos de la vida de Dios.”55
Ahora bien, en la medida en que recorremos el camino que Jesús mismo es, se nos evidencia la
verdad y, en ella, la vida, nos su Espíritu y vivimos según su Espíritu, participamos de su verdad
y nuestra propia vida deviene verdadera, deviene verdaderamente con aquello que Dios ha
prometido al ser humano, una vida en libertad, amor, y fructífera para el mundo.
54
De la Potterie, La verdad de Jesús, 107. 55
Ibid., 13.
33
1.4. A manera de Síntesis.
Después de haber mostrado los caminos de aproximación al concepto de verdad en el mundo
Griego, moderno y bíblico, hemos comprendido que no es un concepto especulativo, es una
cuestión vital que ha iluminado la existencia del hombre y por tanto le ha permitido vislumbrar
en su interior el sentido último de su vida. Por eso, no podemos concebir que el hombre no tenga
una noción de verdad, porque de una u otra forma el no puede buscar lo que no conoce, antes
confía, pues la intención de conocer y encontrarse con la verdad y sus más arraigadas
manifestaciones mora en sí mismo y dejar de tenerla sería dejar de tener respuesta a muchos
interrogante que lo acompañan.
En el pensamiento filosófico como hemos visto ha querido de manera más enfática y según sus
presupuestos de conocimientos llegar a este cometido. En el pensamiento moderno, con su
tendencia neopositivista, debido a la primacía de la mentalidad científica y tecnológica, busca la
verdad experimental, negando la posibilidad de conocer realidades trascendentes. Estas clases de
verdades permiten visionar la línea que el hombre tiene para encontrar la verdad, con su pensar
orienta su vida, su visión del exterior y su relación con el otro.
En esta última parte queremos intentar una especie de síntesis, mostrando como una verdad desde
los fundamentos bíblicos, profundizada con la enseñanza de la Sagrada Escritura, supera las
verdades que por su naturaleza el hombre busca, un camino que lleva a la verdad que no posee el
mismo valor que las otras y que lleva en sí un valor absoluto que responde a las preocupaciones y
tendencias más nobles del mundo contemporáneo.
La verdad bíblica, no es un sistema teórico y abstracto, sino la revelación personal de Dios a los
hombres, que se ha realizado en la historia de la salvación con hechos y palabras; y esta
revelación culmina en la obra y en la persona de un hombre concreto de nuestra historia: el
hombre Jesús; en él y en ningún otro se encuentra la plenitud de la verdad. Partir de Jesús
significa que tratamos de partir ciertamente de un dato humano, concreto, histórico, que da
ciertamente un fundamento a nuestra fe, que toca el destino del hombre, esta verdad revela al
hombre el sentido último y pleno de su vida.
34
En definitiva, la búsqueda que el hombre realiza por la verdad no se queda solo en el verdadero
bien, va hacia el sentido último de su existencia y solo será esa si es absoluta, esto lo logrará
gracias a su pensamiento y a su voluntad, que deberán necesariamente desencadenar en una
capacidad y una opción de confiarse a sí mismo y de su propia vida a otra persona, es decir,
libremente conocer el mensaje de Cristo. He aquí el concepto de búsqueda de la verdad: Cristo y
su Palabra revelada, Palabra eterna, Palabra encarnada, plena verdad, así vemos claramente que la
verdad de Cristo y la verdad de la razón no se pueden contrastar pero si pueden encaminar a la
verdad en su plenitud Dios. Por tanto Cristo y palabra revelada que se hace verdad es una verdad
que también debe ser comprendida a la luz de la razón.
Con el propósito de iniciar el camino hacia una respuesta, ha sido la planteada la pregunta que
orientará el itinerario del trabajo de manera que al final se ofrezca un aporte bíblico a la
importancia que tiene el papel y el sentido de la verdad en el horizonte de reconciliación
nacional. A continuación se sustentará el contexto de violencia y conflicto que motiva la
realización mostrando los contrastes en que se encuentra la verdad, y en especial la verdad de las
víctimas.
35
CAPÍTULO II
APROXIMACIÓN A LAS CATEGORIAS: CONFLICTO Y VIOLENCIA; MEMORIA Y
VERDAD
2.1. Introducción.
Una vez contextualizado la pregunta por la verdad. Este segundo capítulo consta de tres partes:
primeramente una conceptualización del conflicto y la violencia en la dinámica de las relaciones
sociales y políticas en Colombia, analizando su incidencia en las relaciones en la vida de las
personas, como segundo, nos centraremos en el papel de la memoria histórica que desde la voz
de las víctimas ayuda a reparar el tejido social, para ubicar el escenario donde se encuentra la
verdad de las víctimas y ofrecer la propuesta de una verdad en sentido integral desde lo procesal,
dialogal, narrativo y sanador. Esto permite ubicar el lugar de horizontes de reconciliación en la
superación de la violencia social y política que ha acompañado el conflicto armado colombiano.
2.2. Antecedentes del conflicto y la violencia en la estructura social colombiana: “Ay de los
que dictan normas inicuas, y los que firman decretos vejatorios, excluyendo del juicio a los
débiles, atropellando el derecho de los pobres de mi pueblo.” (Is. 10, 1-2)
Deseo, en este contexto, subrayar en primer lugar que la “sociedad da forma a la individualidad
de sus miembros, y que los individuos dan forma a la sociedad con los propios actos de sus
vidas,”56
es decir, la acción de los individuos consiste en renegociar diariamente una red de lazos
mutuos que llamamos sociedad, donde tengan la posibilidad de intercambiar y buscar los
principios de vida en común, y que cada miembro se sienta comprometido en la realización de
esta tarea. De esta forma, se entiende como los individuos necesitan concretar en prácticas y
estrategias posibles esos actos dentro del tejido social para organizar la convivencia, para orientar
los grupos y la vida en los componentes de lo personal, familiar, social o político. Esos actos
pueden generar alteridad, encuentro personal con el otro, pero cuando se ven afectados de tal
56
Zygmunt, Bauman. Modernidad liquida. 36.
36
manera que sus realizaciones de tipo afectivo, efectivo, espirituales, somáticas y psicosociales,
están vulnerados puede generar rivalidad, no–encuentro, apareciendo la frustración, generando el
conflicto, como un elemento que ha acompañado siempre al género humano, como condición
inherente, que pueden ser causados por diferentes razones: diferencias de pensamiento, ideologías
políticas, religiosas, escasez de recursos esenciales para una vida digna, ambición y deseos de
imponerse sobre los demás. A su vez, los conflictos no implica necesariamente el uso de la fuerza
pueden resolverse sin necesidad de recurrir a la violencia. (Puede haber conflictos sin violencia,
aunque no violencia sin conflicto), que puede ser de carácter positivo o negativo según cómo se
afronte y termine, con posibilidades de ser conducido, transformado y superado mediante el
diálogo como una estrategia visible para un horizonte de reconciliación nacional. No obstante, si
en un conflicto armado se recurre a las armas, y al uso desmedido de la fuerza, se agrava y se
generaliza de manera que participan los estados y sus ejércitos, entonces se convierte en guerra, y
es ahí donde puede surgir el conflicto. “A lo largo de la historia hombres y mujeres han acudido a
muy diversa formas para manejarlos.”57
Y una de ellas es la violencia en sus diversas formas.
El conflicto entonces pude definirse como “un proceso social que se desarrolla cuando dos o
más partes tratan de imponer, con el fin de influir en la conducta de los otros y determinar así la
acción, la dirección del cambio social en ellos.”58
El conflicto en Colombia de vino en violencia, este proceso de la violencia puede interpretarse
primeramente como la acumulación de “disfunciones.”59
en el campo económico y político, en
57
Sánchez Benítez, Nombrar lo innombrable, 17. 58
Fals, La violencia en Colombia, 442. 59
Según Fals Borda es difícil ofrecer explicaciones sociológicas completas del intenso y complicado proceso de violencia en Colombia, dentro de las posiciones actuales de la ciencia, sólo se pueden presentar hipótesis y aplicar conceptos en un determinado marco teórico que permitan establecer las cadenas de causalidad y efecto con mayor exactitud. Es este, un primer intento de síntesis desde lo sociológico. Se dice que un sistema o institución tiene una estructura porque se compone de elementos observables, muchas veces mensurables, que se combina entre sí. Estos elementos se analizan mediante la aplicación de dos filtros conceptuales de observación: el de la interacción y el del rasgo cultural. Por la interacción resalta los status roles que son las posiciones ocupadas por las personas en los grupos y la conducta que va implícita en tales posiciones, y las líneas de poder y autoridad, que incluyen procesos básicos como el conflicto y la acomodación. Por el rasgo cultural se determinan los complejos cultuales, los valores sociales y las normas, las facilidades físicas, los símbolos implicados en la estructura y los objetivos o metas culturales de ella o del sistema social respectivo. Una estructura funciona cuando está organizada, es decir, cuando los status – roles están claramente determinados y con ellos identificados a conciencia sus personeros.
37
todas sus instituciones que no cumplieron exactamente los fines expresados en la constitución.60
y en las leyes, siendo funcionales en otro sentido; en la imposición de la voluntad de un grupo
minoritario sobre la mayoría, sin salirse del marco institucional formal. Es evidente que en
Colombia las instituciones políticas no cumplieron exactamente los fines expresados en la
constitución y en las leyes.
Estas disfunciones encontraron legitimación dentro de un círculo social ubicado en la cúspide de
los niveles sociales. Sus fines se centraron en la ex abrupta acumulación de riquezas y de poder
en detrimento de otros grupos de personas y comunidades, todo ello, como mencioné, alcanzado
dentro de los lineamientos formales de la institucionalidad que legitiman y amparan sus actos y
afianzan el poder de los grupos dominantes.
Por lo expuesto al inicio, estos hechos simplifican que en el proceso de la violencia en Colombia
existe una vinculación entre los distintos sistemas institucionales del país, que se constituyeron en
el principal vehículo de comunicación, donde se permearon todo tipo de consignas y actitudes de
toda índole que modificaron la esencia en la escala de la estructura de los valores del pueblo
colombiano, condicionándolo para los actos violentos.
El impacto recae sobre las mayorías y adquiere la dimensión de problemática social dejando al
descubierto algunos puntos débiles de la estructura social colombiana como la falta de tierra, la
impunidad, fallas en la justicia, la exclusión social, el analfabetismo, el etnocentrismo de las
clases dirigentes, el desempleo, el empobrecimiento sistemático y otras condiciones que
empeoraron la situación social de igual o menos entidad.
Cuando los elementos componentes de la estructura presentan características tales que el sistema nologra llenar su cometido, se dice que esta tiene un disfunción. Cfr. Ibid., 362 60
Creada para defender la vida, la honra y bienes de los gobernados, en aplicar las leyes y hacer justicia.
38
Como se ve, lo que empezó “como una polémica dentro del juego democrático por el usufructo
del poder se fue transformando en conflicto abierto y saturante,”61
y cuando este no es capaz de
solucionarse se genera violencia con un proceso de destrucción humana y material.
El conflicto se agudiza gracias a la inoperancia de las normas y la utilización al extremo e
incontrolado de medios violentos. En Colombia; las formas de coerción física se aplican en
exceso, la agresión a otras personas causándole daño, afectando su integridad, sus sentimientos,
su dignidad e incluso su vida, “todo por el afán en la búsqueda de algún fin superior de acuerdo
con los criterios valorativos, creencias y normas que el actor que se impone ejerce.”62
Imponer
los propios puntos de vista, para dominar o para ejercer violencia sobre él o sobre ella, hace que
se persiga al otro catalogándolo como objetivos, oprimiéndolos. Los actos que son mucho más
duros y exigentes porque les brindan menos derechos y más deberes, esclavizándolos,
encarcelándolos, dominándolos, y por último, excluyéndolos. Significa el desconocimiento de sus
identidades, sus valores y sus costumbres, perdiéndose la filosofía de la acción del conflicto,
donde no siempre éste implica una confrontación violenta, traducido en lucha de contrarios. El
conflicto se hace necesario para entender a los demás y convertirse en una oportunidad para
comprender al otro, generar posibilidades de cambios y transformar nuestros puntos de vistas.
El conflicto es ante todo fuente de vida y creatividad, que la mayoría de las veces se
regula pacíficamente, y no una condición negativa y fuente inexorable de problemas y
violencia. Aceptar esas circunstancias es reconciliarnos con nuestra condición humana,
con nuestras experiencias y posibilidades.63
Pero hay más: según nuevos estudios realizados recientemente demuestran que hay una distinción
entre cuatro tipos de violencia: la violencia estructural, violencia institucional, violencia cotidiana
y violencia naturalizada. La primera, violencia estructural; podría catalogarse como violencia
indirecta presente en la injusticia social, que englobaría a la pobreza condicionada
61
Ibid., 443 62
Bermúdez, Nombrar lo innombrable, 17. 63
Ibid.,
39
estructuralmente, donde se hace un daño en la no satisfacción de las necesidades básicas de la
población como: alimento, vivienda, vestido, salud, educación, empleo; se manifiesta también en
la represión política, cuando se vulneren los derechos relativos a la libertad de expresión, de
organizarse comunitariamente en grupos de movilización, protección jurídica y movimientos de
tipo sindical; por último, a la alienación cuando existen obstáculos a la satisfacción de
necesidades en lo correspondiente a la propia existencia, de la amistad, el compañerismo, dar
significado a la propia vida. No podemos dejar de lado que la violencia estructural sigue dando
paso a la violencia directa, que puede ser física cuando se agrede la integridad corporal de la otra
persona o cuando en el peor de los efectos quitarle la vida, verbal cuando recurriendo al uso
vector comunicativo de las palabras, se insulta, se maltrata a una persona o comunidad para
mitigar su dignidad; puede ser de carácter cultural cuando se ataca los referentes de patrimonio
cultural y social de una persona o una comunidad materializados en el conjunto simbólico de la
religión, la ideología, el lenguaje, el arte y las ciencias en sus diferentes manifestaciones,
psicológica cuando se ejerce una extrema presión sobre otros para lograr dominarlos y
controlarlos buscando cambiar su posición y acomodarlos a unos principios que no son propios.
Lo que es más, la violencia estructural en un país con una creciente polarización social y como
hemos analizado con fuertes desigualdades sociales, obligará a gran parte de su población a
migraciones internas del campo a la ciudad, que en la lógica de las élites del gobierno responde a
“buscar mejores condiciones de vida”64
pero que en la realidad de ayer y siempre obedece a
desplazamientos forzados, con respecto a este último podemos decir que de acuerdo a una lista
tentativa publicada por la Acnur se estima que en Colombia hay cerca 26 millones de
desplazados65
, que se encuentran no en situación de pobreza sino de miseria extrema, no tienen
satisfacción de sus necesidades básicas fundamentales; siguen siendo víctimas de la violencia
estructural: la explotación sistemática y el hambre. La tierra ha sido prometida y dada a todos por
el creador: los humildes poseerán la tierra y se deleitarán en abundante prosperidad (Sal 37,11);
los justos poseerán la tierra, y para siempre morarán en ella (Sal 37,29); bienaventurados los
mansos porque poseerán la tierra (Mt 5,4). En la biblia, la tierra prometida por Yahvé a su
64
Interpretación personal. 65
www.acnur.org
40
pueblo; perderla significa perder la vida. Quitarla atenta de forma directa contra la vida y la
dignidad de la comunidad humana: esto de alguna manera es lo que está afrontando la realidad
colombiana. La avaricia y la ambición por el poder.
Como segundo tenemos la Violencia institucional: Es evidente que en Colombia las
instituciones políticas no cumplen exactamente los fines expresados de establecer legislaciones
justas, “sujeta a una constitución, amparada por leyes y códigos, que los gobernantes juran
defender, cumplir y sostener.”66
Con un aparato ejecutivo, legislativo y judicial débil, donde el
clientelismo, el caciquismo de los partidos políticos y los intereses de los grupos dominantes han
estado por encima de los intereses de la sociedad civil, empañado por el tráfico de droga que ha
permeado estas instituciones como fuente de financiación política. Esta violencia institucional
puede desplegarse de un modo abierto u oculto a través de la estructura institucional y funcional
del estado o de sus ordenamientos funcionales, y que por ello se encontraría auspiciada de un
marco de legitimidad actuando como generador de obstáculos para la realización plena de los
derechos por parte de todos los ciudadanos. Implícita se encuentra aquí una deformación de roles
dentro de estas instituciones. En vez de garantizar los derechos del ciudadano, los vulneran a
través del desconocimiento sustentado en procedimientos no adecuados por parte de las
instituciones del Estado, sus órganos y agentes en el uso desmedido de la fuerza y de la
autoridad, en nombre del mantenimiento de la ley y el orden. Este tipo de violencia se comete en
la clandestinidad y con prácticas e encubrimientos. Sería invisible si no es por las denuncias de
las víctimas, de sus familiares o el accionar de distintas organizaciones sociales. Vemos como, en
función del control social se toman medidas cada vez más punitivas, incluida detenciones a gran
escala, desaparición forzada, persecución y atentados contra la población civil, como lo que ha
sucedió en Colombia con los denominados “Falsos positivos.”67
O en otra medida esta
violencia invisible, busca a través de sanciones, apelativos, calificaciones, la sospecha, la
humillación, descalificaciones, juicios que lesionan la auto estima y contribuyen a formación de
66
Fals, La violencia en Colombia, 363. 67
Interpretación personal: hace referencia a los civiles que murieron en manos de ejército nacional. Estos civiles muertos eran presentados como guerrilleros, así demostrarían la efectividad de los combates y la búsqueda de ponerle fin a la organización de las FARC.
41
una debilitada personalidad. “El agente del estado ya no es guarda del orden sino un agente del
desorden y del crimen,”68
todo por imponer de forma violenta la ley.
Como tercero tenemos la violencia naturalizada: Constantemente se hacen cotidianas y
frecuentes las noticias de actos de violencia en nuestro país a nivel familiar, vecinal y regional.
Amenaza con hacerse algo rutinario, en la vida de la sociedad colombiana, la cual le damos poca
importancia. Ante esto nos debemos de preguntar: ¿Por qué se silencian los hechos de violencia y
muerte en nuestro país?, porque se desea presentar un ambiente de normalidad de nuestra
sociedad. La muerte según los estudios de las ciencias forenses, procede por dos tipos de causas;
por situaciones exógenas y por situaciones endógenas. Las primeras son ajenas al proceder y
querer humano, no depende de una acción consciente o meditada de los sujetos. Aquí tendríamos
las muertes acaecidas por accidentes naturales, laborales y de transporte. Las segundas, son a
causas de homicidios, donde se concluye que generalmente han sido premeditadas. Otra manera
de ver el problema es reconocer como en la mayoría de las ocasiones, quien la sufre, no la
percibe como tal, no hay una clara conciencia de su situación real, se percibe como algo natural,
y aquí la denominaríamos violencia cotidiana; inmutable y en su caso las razones varían y figuran
en las perspectivas del destino, mala suerte, castigo de los dioses. En consecuencia no hay ningún
tipo de resistencia, pronunciamiento comunitario, paradójicamente colaborando de forma
indirecta con su perpetuación e impunidad. Esta naturalización de la violencia fomenta cierta
deformación paralizadora en la apreciación y valoración de la realidad que a la espera de
salvaciones apocalípticas inmoviliza para la regulación pacifica de los conflictos.
Parece perfectamente claro que, la sociedad y el Estado colombiano enfrentados a una violencia
armada de décadas, constituyen un escenario de esa tensión político – cultural, donde la
confrontación directa ha sido utilizada para la resolución de conflictos entre distintos grupos al
interior del país. La fuerza y la imposición es la norma que impera sobre el otro. Esta forma de
violencia como proceso y como tensión político- cultural, como mencioné anteriormente está
cargada de todo tipo de símbolos, discursos justificatorios que legitiman las muertes, los
asesinatos, las masacres. Uno de los efectos de la violencia local más frecuente es la pobreza, el
hambre, la erosión de la confianza interpersonal, la instauración del reino del miedo y la
68
Fals, La violencia en Colombia, 364.
42
desconfianza, el sentimiento de precariedad de la convivencia en las relaciones cotidianas,
imposibilitando la alegría del encuentro y construir nuevamente el tejido social afectado por el
odio y posiciones extremas y polarizadas entre actores políticos y armados, entre comunidades y
entre personas. Todo esto es lo que han tenido que vivir y afrontar muchas de nuestras
comunidades, se trata de guerras en las que confluyen conflictos regionales y locales de muy
distinto tipo, y actores de muy diversa naturaleza, imprimiéndole a este un carácter particular que
nos obliga a hablar de verdades para determinados actores, en ciertos contextos de enunciación y
bajo lógica particulares con el argumento por el logro de un bien superior.
En Colombia, la oficialidad de sus instituciones legitiman en sus discursos la violencia. Las
justifican, las facilitan y las perpetuán; por ello, las discusiones sobre la paz en Colombia, no
pueden pensarse que la paz no consiste simplemente en dejar de disparar, porque esta podemos
llamarla así, la parte emergente y aparente de la guerra. El primer paso para la paz, no es más que
la ausencia de guerras, la paz implica la ausencia de violencias: estructural, institucional,
cotidiana y naturalizada, que posibilitan con sus políticas de dolor, exclusión, la miseria y las
condiciones para que se de la violencia directa, como segundo se necesita la satisfacción de las
necesidades humanas básicas como: educación, salud, trabajo, y recreación gratuita y de calidad.
Con todo lo anterior, podemos ver que:
El conflicto en Colombia no es una pelea entre dos bandos de población, como sucede en
los conflictos étnicos, religiosos o entre naciones: ha sido la expresión violenta de una
lucha, contra un sistema opresivo e injusto que no dio espacios para el ejercicio de la
política, que mantiene una estructura económica llena de injusticia, en una sociedad que
no se estructura en torno a la satisfacción de las necesidades de la población.69
Más aún, las raíces del conflicto y la violencia no es necesariamente la maldad del enemigo, sino
en la historia de desigualdades y en las estructuras injustas de la sociedad.
69
Sánchez Benítez, Nombrar lo innombrable, 22.
43
En Colombia “no podemos deshacer esta historia ni la memoria sangrienta; tampoco podemos
regresar los muertos a la vida ni borrar las huellas de la barbarie. Pero desde ellos al recuperar
la verdad podemos reconstruir nuevos referentes con el fin de superar los traumas de la
guerra.”70
Conformando un nuevo país, donde se despierte definitivamente del letargo de las
consecuencias de la violencia. A pesar de que todavía hay una conciencia de cambio buscando
una transformación real en las estructuras del país, se necesita restablecer un nuevo orden, más
tolerante y abierto que ponga fin a esa tendencia de perpetuar el conflicto por mucho tiempo más.
2.3. El papel de la memoria histórica. ¿Qué has hecho? La voz de la sangre de tu hermano
clama a mí desde la tierra. (Gn 4,10)
En los últimos tiempos estamos asistiendo en la sociedad colombiana a un interés y esfuerzo
organizado creciente por parte de las víctimas de la violencia por reconstruir sus historias y
hacerlas conocer al resto del país.
Historias espontáneas, huérfanas de apoyo oficial, carentes de recursos, asediadas
todavía por una violencia que no cesa, pero con un asombroso despliegue de coraje,
valor e imaginación de hacer memoria en contraposición a una historia oficial, que
articula una narrativa, que desconoce y niega esos sufrimientos y atrocidades que
quieren olvidar, descalificándolos, amparados en un marco de impunidad y teniendo
como finalidad su perpetuación.71
Estas memorias no letradas, y sus formas propias, no académicas de rendir versiones del pasado,
siempre han estado produciéndose al margen del poder coercitivo institucional, ya que no les
permite conquistar algún grado de visibilidad y reconocimiento en la incursión de sus memorias
en el escenario público con un potencial para el establecimiento de políticas públicas de
demanda, participación, líneas de acción y fiscalización a la apertura de de una serie de sistemas
simbólicos, diferente a los grandes sistemas políticos, que rescatan la vida de todo lo negativo y
70
Uribe, María Victoria. Pertinencia de la verdad en un escenario de guerra como el colombiano. 8. 71
Centro Internacional para la Justicia Transicional. Recordar en Conflicto. 18.
44
dan fin a la estructura oligárquica, de versiones cultas, elitistas que predominaban en el país,
como complemento a los procesos de paz, con una conciencia humanitaria centrada en la
victima.
En la actualidad es posible afirmar que estos esfuerzos múltiples han “transformado el mapa
imaginario de la violencia en Colombia, donde las diversas iniciativas de sucesivos gobiernos
han pretendido desactivar mediantes arreglos y convenios políticos los focos de acción
armadas.”72
Pero las preocupaciones que hoy resuenan constantemente en el escenario de la
opinión pública es diferente, se refiere de “hacer valer los derechos de las víctimas como
horizonte básico para cualquier experiencia de pacificación,”73
cierto es que ninguna de estas
propuestas podrá afianzarse sin proveer memoria74
como elemento necesario para que florezca
la verdad, se haga justicia y se implemente la reparación social, todo con el fin de reconstruir las
relaciones grupales e interpersonales dañadas por la mentira oficial, ya que la falsedad destruye
cualquier tipo de identidad, así como la integridad moral y cultural de las comunidades.
“La memoria se ha convertido en una categoría historiográfica de carácter ético – filosófico y
jurídico,”75
y que en su significado general tiene que ver con la “articulación del presente con el
pasado, no solamente en el sentido de conocer un listado de hechos, sino, ante todo, de
comprender el dinamismo que los produjo, y lo que tales sucesos o acontecimientos tienen que
ver con los sujetos y las dinámicas sociales en el tiempo presente.”76
Centra su atención en las
acciones que terminaron perjudicando, oprimiendo y eliminando la vida humana para divulgar
acontecimientos no conocidos, confirmar o confrontar las “narrativas oficiales,”77
convirtiendo
al recuerdo en un auténtico deber moral, en un antídoto contra la barbarie y el olvido en que han
caído muchas veces las víctimas de las violaciones de los derechos humanos más básicos. Antes
situaciones de olvido y de amnesia histórica nos enfrentamos a la presencia provocadora de la
memoria histórica, de construir una auténtica cultura de la memoria.
72
Ibid., 20. 73
Ibid., 19 74
Ibid., 17 75
Gómez Isa, Felipe. El derecho a la memoria. 15. 76
Metz, Johann Baptist. Por una cultura de la memoria. 73 – 78. 77
Gaborit, Mauricio. Memoria Histórica. 693-694.
45
La memoria histórica busca desde el dolor, la reconstrucción del tejido social, lacerado y
maltratado,78
teniendo como prioridad la institucionalización de la verdad, frente a la
institucionalización de la mentira, de las verdades no desentrañadas, no reconocidas, ni
publicadas, tras las cuales se esconde un interés que las secunda como estrategia psicológica por
el poder dominante para “ejercer control en la identidad y autoestima de las poblaciones
vulneradas, coaccionándolos en afirmar su propia opción de identificarse de acuerdo a sus
convicciones.”79
En este sentido, la mentira se volvía en un modo para poder sobrevivir, que
pronto se inculturizaba en el conjunto de prácticas dentro de las comunidades, aceptando esa
identidad impuesta y por consiguiente acababan interiorizando la violencia que la mentira
conlleva, causando confusión ética y vivencial, y lo que es peor, ampliando el margen de
mentiras que pueden existir sin ser cuestionadas por la sociedad, ocasionando un
desconocimiento que no generaría un despertar de la conciencia colectiva, que generará un
rechazo social a todas las acciones semejantes que desligitimen las cometidas en el pasado y por
ende su repetición en el presente.
Agregando a lo anterior, para nuestro estado de comprensión “la memoria es un factor
constituyente del espacio público, es decir, ese territorio que comunica lo social con lo político,
que puede ser eficaz tanto para la consolidación de un poder cuanto para desafiarlo,
transformarlo o desestabilizarlo.”80
Como podemos, ver el derecho a la verdad conlleva a un deber de memoria, que no consiste
principalmente en un proceso de almacenamiento y recuperación de información o de imágenes
del pasado, sino que implica de forma directa la resignificación de la vida más allá de lo
biológico, no desde lo sobrenatural, sino desde lo histórico, para construir nuevos referentes con
el fin de superar los traumas de la guerra.
78
IbId., 12 79
IbId., 11 80
Centro Internacional para la Justicia Transicional. Recordar en Conflicto. 24.
46
La categoría memoria histórica se asume en cuanto tiene que ver con el bienestar del hombre y la
mujer, y por tanto, se fija imperativamente en las historias de sufrimiento injusto, de olvido y
vulneración en que han sido sometidos una parte de la población. Por ello, más allá de los
vínculos con la historiografía, hablar de memoria histórica es referirse a una categoría a la que
hoy se le puede reconocer una raíz teológica, porque su propio significado denota una “memoria
salvadora del ser humano,”81
que rememora la visión cristiana de Dios: un Dios amoroso,
liberador, que sale al encuentro del hombre en su situación de vida. Si la memoria histórica se
basa preferentemente en el intento por comprender las dinámicas detrás de la vulneración y
muerte de lo humano, entonces ella se puede reconocer una función redentora, que por un lado
lucha por prevenir la repetición de nuevas formas de agresión, mientras por otro lado busca
reparar a los ya vulnerados, a los supervivientes, incluso a los asesinados, puesto que su sangre
grita una verdad, por ende, se está hablando de una categoría “teológico política,”82
dada la
praxis histórica a favor de los que necesitan ser liberados, tal y como la voluntad de Dios lo deja
en claro en el mensaje profético. Y como la opresión de lo humano ha ocurrido en todos los
tiempos y en todos los lugares con dinámicas distintas, aunque en el fondo con intereses
similares, la memoria histórica también trasciende el tiempo y los espacios para dar cuenta del
olvido y la vulneración de lo humano.
Por consiguiente, el autor principal, especial, privilegiado y con autoridad para hacer memoria
histórica es el mismo afectado por los sistemas de poder. Las victimas en su calidad de
sobrevivientes son sujetos llamados a hacer memoria histórica, son seres cuyo capital simbólico
radica en sus memorias, y cuyo dolor e historias de sufrimientos reclama una “razón
anamnética,83
” es decir, el “sufrimiento como un recuerdo subversivo en la historia,”84
que
reclama un “logos con memoria,”85
un modo de pensar en el que no se reduzca al sujeto a una
abstracción conceptual sin referencia a su historia, de ver la historia como memoria, ya que “el
81
Metz, Por una cultura de la memoria, 73. 82
Ibid., 83
Centro Internacional para la Justicia Transicional. Recordar en Conflicto, 49. 84
Ibid., 85
Ibid.,
47
acto de re memorar significa el acto básico ontológico fundamental del ser ahí en sus
circunstancias concretas y especifica de vida.”86
Su testimonio es el detonante para conocer los dispositivos empleados en contra de sus
comunidades, de sus entornos y de sus vidas. De ahí que hablar de memoria histórica a favor de
lo humano es hablar de los testimonios de los sobrevivientes narrados verbalmente o escrito, en
los que muestran sentimientos de dolor, rabia, y dataciones del accionar violento que les
infligieron los sistemas de poder, con especificaciones y detalles únicos que revelan de forma
indiscriminada de operar. De estas coordenadas sociales la gente empieza a reconstruir su sentido
de comunidad y su propio sentido personal.
De igual forma, en cuanto a atañe a lo humano, la memoria histórica necesariamente debe darse
en el ámbito público, nunca puede dejarse en el ámbito privado, si no, perdería la esencia de ser
histórica, y por lo mismo, no cumpliría con una función social redentora - restauradora. “Se trata
de una operación de constitución intersubjetiva del mundo mediante la cual se crean acuerdos
para dar significados a hechos dolorosos.”87
Mediante la socialización del dolor en el espacio
público se crean las condiciones para que se trascienda el plano de la “memoria literal que
aprisiona al sujeto en el pasado, en el sufrimiento y la venganza y se alcance el plano de la
memoria ejemplar aquella en que nuestra conducta deja de ser puramente privada e ingresa en
la esfera pública.”88
Su razón es la divulgación de las verdades no dichas, que como he venido manifestando
anteriormente, pueden ser tergiversadas o desconocidas de acuerdo a la dinámica y intereses que
la mueven, muchas veces son opacadas por las narrativas oficiales que buscan no el
esclarecimiento de los hechos sino todo lo contrario
Su olvido forzado, el silencio, o intentar reconstruir la memoria de una forma
distorsionada, acudiendo a la manipulación de las vinculaciones entre los hechos, la
exageración y el auto embellecimiento, la culpabilizaión de las víctimas, responsabilizar
86
Parra, Alberto. Curso de teología fundamental. Apuntes personales. 87
Centro Internacional para la Justicia Transicional. Recordar en Conflicto, 29. 88
Ibid.,
48
a las circunstancias y no a políticas adoptadas por las cúpulas de poder, y el etiquetaje
social89
.
Frente a ellas la memoria histórica tiene un fin claro: concientizar a la sociedad y moverla al
rechazo social. De esta manera que “los supervivientes no se ven forzados a privatizar el
daño,”90
y se abran espacios para la dignificación de la vida, mediante el compromiso colectivo
que emerge como un imperativo de rechazo a la no repetición o a la aparición de cualquier clase
de acciones que atenten contra la vida de ser humano, y en la reparación de todo daño ocasionado
mediante “elementos simbólicos como las conmemoraciones,”91
fechas en las que el pasado se
hace presente en rituales públicos, en que se activan sentimientos y se interrogan sentidos, en que
se construyen y reconstruyen memorias del pasado, de ese pasado que nos prohibimos de escribir
de hablar lo recordado, y mediante elementos materiales como las reparaciones económicas y la
apertura a programas y oportunidades para que reconstruyan sus vidas, descompuesto por la
mentira que las voces del poder oficial querrían olvidar,
En este sentido, la memoria histórica desemboca en presión social tanto nacional como
internacional que condena, rechaza, y exige explicaciones y justicia ante esos eventos
desastrosos, que exige reparación integral que comprenda una serie de medida de restitución,
rehabilitación, satisfacción y garantía de no repetición - reproducción o su aparición bajo nuevas
acciones y nuevas justificaciones.
2.4. La verdad en un contexto violento.
La tendencia a la verdad no tolera la violencia. Por tanto, “La verdad es un mecanismo directo de
reparación y rehabilitación que facilita la reconstrucción de una memoria del pasado violento y
descubre, a su vez, un pasado oculto,”92
y abre un futuro de esperanza, para aquellos que han
sufrido la violencia.
89
Gaborit. Memoria Histórica, 29. 90
Ibid., 91
Ibid., 16. 92
Uribe. Pertinencia de la verdad, 9.
49
La verdad es un pilar para poder superar el pasado, afrontar el presente y construir un futuro
democrático y pluralista. En estos procesos, las víctimas y sus organizaciones deben cumplir un
papel central y protagónico en poder definir cuáles son las políticas para conocer la verdad sobre
sucesos en que hayan sido vulnerados sus derechos; reconstruir sus memorias deseando que las
desapariciones, las masacres y las torturas queden religadas al olvido y hacerlas conocer al resto
del país, es decir, empieza a nivel social un carácter transformativo del olvido y la vulneración
hacia la resistencia, dada procesualmente en medio de muchos años de conflictos. Con este nivel
existencial de la verdad, donde se tiene en cuenta a la víctima, se logra un propósito social
fundamental:
Recuperar la historia de quienes tuvieron que silenciar su versión de los hechos mientras
campeaba la historia oficial o la historia contada por los victimarios, (guerrilla, Estado,
paramilitares, delincuencia común, “Bacrim”93
) “la de la sociedad en la forma de
opinión pública, la de los medios de comunicación social, la de los políticos, jueces, de
los empresarios. Todas estas voces interactúan y entran en la dinámica que denominamos
fuerzas de poder: que define quiénes somos, cómo somos, cómo actuamos y qué debemos
hacer como sociedad.”94
Por tanto, la lucha por su monopolio no es sólo la lucha por la identidad, es una lucha por el por
los rumbos sociales, políticos, incluso económicos que abordara la sociedad, puesto que quien
maneja la forma como hacemos memoria y construimos la verdad terminara legitimando por la
vía del terror o por la de la manipulación de la información otras formas de construir relatos y
contar la verdad sobre la realidad, sobre sí mismos.
93
El término Bacrim o bandas emergentes, son grupos armados ilegales de crimen organizado. Su existencia y crecimiento evidencian el fracaso de la política de reinserción impulsada en el gobierno de Álvaro Uribe Vélez, impulsada en el 2003 con los antiguos miembros de las AUC (Autodefensas Unidas de Colombia) y las falencias que conllevo a una reorganización y reacomodo de estas estructuras, lideradas por mandos medios que no se acogieron a estos acuerdos. 94
Cfr. Centro Internacional para la Justicia Transicional. Recordar en Conflicto, 84 .
50
Respecto a todo esto, también nos preguntamos: ¿Qué piensan las víctimas con respecto a la
verdad? ¿Qué tipo de verdad piden las víctimas? Donde existe un clamor de conocer los hechos
que afectaron sus vidas. “Saber que sucedió, cómo, cuándo, dónde, quiénes y, finalmente por
qué.”95
Porque sólo así, podrán reorientar sus vidas y que estos hechos no se vuelvan a repetir.
Únicamente las víctimas pueden dar cuenta de la verdad, ya que ellas son el referente inmediato y
directo que han sufrido, soportado y tolerado el crimen, y son, ellas mismas quienes ofrecen la
clave para establecer horizontes de reconciliación nacional, donde su exigencia de verdad no es
buscar el castigo ejemplar para sus victimarios, sino un reclamo de justicia de crear condiciones
que eviten a futuro la repetición de actos violentos.
En Colombia se ha entendido recuperar la verdad exclusivamente desde la perspectiva judicial
que se deriva de los procesos legales que implica castigos, o en el mejor de los casos desde
solicitudes de amnistía total, a partir de una política de perdón y olvido, se establece beneficios
económicos suministrados por el Estado a los victimarios, quienes lejos de responder por sus
crímenes se ven cobijados con el olvido y la distorsión de la memoria. Esta política plantea
desafíos institucionales que deben ser resueltos mediante reglamentaciones claras para no seguir
con la superficialidad, falta de compromiso político y el incremento de impunidad, dolor y
olvido, invisibilizando y burlando a las víctimas del conflicto, quedando en la sociedad una
sensación de que los delitos cometidos pueden volver a suceder en cualquier momento.
Es notoria la falta de institucionalidad representativa, Parece perfectamente claro que, el tema
más complicado en la administración de la verdad es la reparación de los daños. En muchas
ocasiones, la sanción no tiene en cuenta una reparación integral del daño causado, ni restaurar la
relación entre víctima y agresor. Los fines políticos ocasionan tergiversaciones de la aplicación
de la justicia que ayudan a fomentar el conflicto y la violencia, y no ayudan al derecho que tienen
las víctimas de conocer la verdad.
Por ello, es necesario mantener abiertas las posibilidades a verdades extrajudiciales y sociales que
pueden ser relevantes para el caso colombiano, que ha sido devastado por conflictos internos
95
Gaborit, Memoria histórica, 14.
51
violentos durante mucho tiempo. Por tanto, es necesario ahondar una verdad extra judicial más
allá de la versión oficial, amparadas por las comisiones de verdad, que no posee facultades
jurisdiccionales pero reúne elementos de juicios que ayudan a determinar responsabilidades en
las violaciones de derechos humanos, “lo cual significa que esta verdad excluye la posibilidad
de la negación, permitiendo pasar del conocimiento al reconocimiento, facilitando sentir que se
está abriendo puerta para construir una sola nación para todos,”96
que pretende generar
espacios de reconciliación social, de reconocimiento del pasado para la transformación del
presente para un futuro más compartido y humano; se tiene, también, la verdad extra judicial pero
de carácter social, que proviene del análisis de académicos, de investigaciones sociales, y de las
memorias atrapadas de las víctimas. Por último, una verdad integral que se deriva de las
actividades que realizan constantemente antropólogos, topógrafos y médicos forenses en la
búsqueda verídica de los hechos.
Sin embargo, estos acercamientos a la verdad quedarían inconclusos, sino se abre un sentido de
la verdad más allá de lo judicial y extra judicial. La normatividad legal que se establece es
necesaria pero ella es ineficaz si carece del sustento de valores absolutos y motivos humanos, con
un sentido ético de las relaciones sociales fragmentadas desde un escenario de guerra, donde la
sanción no tiene en cuenta una reparación integral del daño causado como mencione
anteriormente, sino tiende a establecer criterios de resarcimiento económico, donde nunca se
logrará reparar el tejido social. Por tanto, la primera función que se cumple con el
restablecimiento al derecho a la verdad es en su sentido integral: desde lo procesal, dialogal,
narrativo y sanador.
2.4.1. Verdad en sentido procesal
La verdad en su sentido procesal, es un elemento esencial en los procesos de justicia y de
reconciliación.97
En estos casos se determinan los hechos concretos de violencia, las
circunstancias de los mismos, los autores materiales e intelectuales y la responsabilidad penal. Es
un camino donde los ciudadanos se desarman a favor de una certeza jurídica y la justicia del caso.
96
Sánches Benítez, Nombrar lo innombrable, 56. 97
Instituto Interamericano de Derechos Humanos. Verdad, Justicia y reparación. 24.
52
Esta verdad, no pretende ser la verdad pura o absoluta; está condicionada en sí misma
por el respeto a los procedimientos y las garantías de la defensa, de que es una verdad
solamente probable y opinable y de que la duda razonable, o la falta de acusación o de
pruebas ritualmente formadas, prevalece la presunción de no – culpabilidad, es decir, de
inocencia.98
La verdad procesal en materia penal de la jurisprudencia, busca mediante pruebas claras, precisas
y lícitas, formalmente obtenida e introducida válidamente, justificar un hecho censurable, y así
ver la responsabilidad o participación del imputado en el delito, o bien, desde el punto de vista
del acusado y su defensa, justificar convencida y plenamente su inocencia. Esta verdad procesal,
es un acto complejo que se va desarrollando en un largo periodo de tiempo, empleando muchos
recursos personales, involucrando muchas personas, con el fin de lograr una sentencia favorable a
su interés. “En efecto, el proceso tiene como finalidad la declaración de la verdad por parte de
un tercero imparcial, una vez que haya ofrecido a las partes mismas oportunidades de aportar
argumentaciones y pruebas dentro de un adecuado espacio de discusión.”99
Y en consecuencia,
decidir la causa según la justicia. La búsqueda de la verdad en su sentido procesal es, en
definitiva, una consecuencia de las exigencias de la justicia a determinar y defender los derechos
de los individuos especialmente a las víctimas del conflicto, de acuerdo a lo establecido por la ley
o los principios de equidad.
Estas connotaciones nos hacen ver que la verdad no es un hecho abstracto y desencarnado, este
criterio de búsqueda de la verdad procesal, nos guía a comprender la dialéctica del proceso, y
desde ahí captar otro aspecto de la cuestión: su valor pastoral que no se puede separarse del amor
a la verdad; la verdad declarada en el proceso es salvadora, aunque no corresponda con las
pretensiones defendidas por algunas de las personas en el proceso, que tienen sentimientos,
intereses y aspiraciones, pero el hecho de haber llegado a la verdad en un bien en sí mismo, para
98
Ibid., 112. 99
Ibid., 124
53
que la esta no quede oscurecida, no respondiendo al bien de las personas y de la comunidad en
general, especialmente los empobrecidos y perseguidos.
En conclusión, a pesar de la fragilidad de nuestras instituciones jurídicas que buscan garantizar la
reconstrucción de la armonía, y la tranquilidad de las partes en conflicto para que el problema no
vuelva a suceder, es necesario vivir bajo el cobijo de un marco legal que permita regular las
relaciones y la convivencia humana entre todos. Por consiguiente la verdad procesal es una
condición necesaria para nuestra convivencia, y por tanto no podemos elegir quedarnos sin ellas.
2.4.2. Verdad narrativa.
Frente a la verdad procesal, es preciso plantear una verdad narrativa, que permita una
aproximación a la víctima en la medida en que éste formula su existencia bajo la forma de un
relato, que son en último término expresión de su memoria: un pueblo define unos valores, un
estar en el mundo en coherencia con la historia que ha construido y esto lo transmite de
generación en generación: aquí radica el núcleo de la definición de su identidad. Si estos relatos
desaparecen no tiene espejo en donde descubrirse. "Si la posibilidad de narrarse, de relatarse, de
recordarse desaparece, ese pueblo deja de ser sujeto político y se convierte en objeto de la
arqueología.”100
Pero no se trata de una arqueología regresiva que meramente re-descubra el
pasado y lo reconstruya, sino que lo constituya a partir de un presente viviente, en medio de un
conflicto donde el relato de la víctimas suele se ser silenciada o modulada de acuerdos a los
intereses institucionales y estatales. Ya sea porque ésta es desconocida, o porque las narrativas
oficiales que se tejen a su alrededor suelen ser contrapuestas “cuando la presentan, y así es
minusvalorada o denigrada ya que sufren el menosprecio de quienes no forman parte de la
comunidad de victimas.”101 El relato imprime una norma expresiva a la voz de las víctimas,
tienen una importancia en cuanto están hechos de recuerdo. Marcado por relaciones
intersubjetivas, y cargadas de emociones, la cual es un componente central que ve el pasado,
presente y futuro, la recepción de testimonios de victimas es un pacto epistemológico para ser
encuadrado dentro de una historia más amplia de carácter nacional. “La verdad narrativa devela
100
Cfr. Centro Internacional para la Justicia Transicional. Recordar en Conflicto, 80. 101
Cfr. Gaborit, Memoria histórica, 66.
54
el rostro del dolor para convertirse en su derecho,”102
dar a conocer los hechos permite sacar el
dolor que estaba encerrado en lo profundo del alma, al espacio público, que en primera instancia
era privado e incomunicable; buscando de esta manera generar una sanción desde lo social que
apunte al restablecimiento de los límites éticos entre lo permitido y lo prohibido, lo que debe
estar referido a un trato humano y lo que no. Y por esta vía se da una operación de constitución
intersubjetiva al mundo mediante el cual se crean acuerdos para sanar el dolor.
Precisamente la voz de las víctimas, que se construye, se cuenta, se escribe, se publica, se
investiga, desde un lugar de verdad como poder. En este sentido, conviene recordar que cuando
hacemos memoria a través del relato no solo hacemos referencia a unos hechos objetivos,
acontecidos en un pasado remoto o próximo, sino que rescatamos en el presente la significación
de estos hechos y la importancia que tiene, en nuestro discurso, en la actualidad:
Que recuerda cada uno: lo que es significativo para él o ella, lo que tiene sentido, lo que
es relevante, en muchos casos lo que duele, lo que enoja, lo que constituye su identidad.
Que olvida: lo que no quiere ver, lo que no se reconoce, en muchos casos lo que no
quiere o no puede reconocer como parte de su ser, de su sí mismo.”103
Al rememorar, trenzamos una verdad narrativa donde quedan resignificados aquellos eventos
dolorosos, y al ser valorados se inserta en el contexto de la vida y se relaciona con otros
acontecimientos y experiencias. Solamente a través de este esfuerzo de reflexión crítica y de
interpretación, la vivencia se hace experiencia, y por lo mismo, se convierte en una lección y
aprendizaje desde la vida y para la vida.
La verdad narrativa de este modo, no es sólo una dimensión arqueológica, un auto-conocimiento
de introspección individual, sino también una dimensión teleológica, una apertura hacia nuevas
fuentes de vida personal, pues implica construcciones del mundo, de cosmovisiones diferentes.
Las victimas reconocen que su narración, entendida de esta manera, augura el esparcimiento de la
verdad y la responsabilidad personal y colectiva, ya que los violentados no sólo son los 102
Ibid., 103
Cfr. Centro Internacional para la Justicia Transicional. Recordar en Conflicto, 79.
55
individuos mismos, sino la comunidad a la cuál éstos pertenecen, las relaciones entre sus
miembros y la integridad de las relaciones intergrupales.
2.4.3. Verdad dialogal.
Aquí es fundamental que esta voz que ha sido silenciada, pueda expresarse respetando sus
costumbres y manteniendo redes sociales en la búsqueda de soluciones equitativas que se
acuerdan mediante el diálogo, para llegar a una conclusión que necesita ser manifestada con
vehemencia: que estos hechos no deben repetirse jamás, enfatizando que no existe ningún motivo
social, político, religioso, o económico que justifique quitarle la vida a un ser humano.
El objetivo es como una verdad dialogal, incluyente, libre de exclusiones y manipulaciones,
abierta y con respeto hacia el punto de vista del otro y sus diferencias, debe conseguir un grado
de comprensión mutua, donde los consensos o disensos no sean el resultado de presiones, sino de
discusiones libres de coacciones con base en razones y motivos. “La verdad dialogal posibilita
las historias de resistencias de la comunidades como una forma de fortalecer su dignidad.”104
“Resistencia no violenta, en la cual es posible, la lucha contra la dominación la opresión, y la
exclusión, pero de forma incluyente, sin la pretensión de eliminar a otros, ni al adversario, ni a
otras formas de estar y concebirse en el mundo.”105
. Esto se da, mediante el fortalecimiento de
ambientes de credibilidad recíproca, se den espacios de reconocimiento de las diferencias,
marcados por la hostilidad y la indiferencia, y se lleguen a acuerdos mínimos y a procedimientos
que permitan avanzar en propuestas concretas que favorezcan el bien común por encima de los
intereses particulares
En Colombia, en los procesos de reparación y reconciliación, la verdad desempeña un papel real,
auténtico y definitivo, sin ella es imposible avanzar hacia horizontes de reconciliación nacional.
Pero es necesario caer en cuenta de que no se puede llegar a ninguna verdad consistente y plena,
sin crear las condiciones de diálogo, de confianza, tolerancia y comprensión que hemos aludido
104
Sánchez Benítez, Nombrar lo innombrable, 52. 105
Gaborit, Memoria histórica, 74.
56
en los anteriores párrafos. Es aquí, donde el recurso moral de la veracidad, en la autenticidad y
credibilidad en los comportamientos como personas morales propicia el diálogo y el debate
público que permite a la sociedad avanzar hacia la verdad. Se trata de una verdad en la que nos
incluyamos todos, que comprometa a la víctimas y victimarios, y en general a toda la sociedad.
Esta actitud incluyente - reciproca abre las posibilidades para un actuar en comunidad, con el reto
de decir no más violencia. “El horizonte de la verdad dialogal no puede ser retaliación y
venganza, sino la justicia, el reconocimiento del error y de la culpa, el juicio, la reparación y la
reconciliación.”106
Como un camino posible, para poder superar la violencia histórica que
atraviesa nuestro país hace más de cinco décadas.
2.4.4. Verdad es sanadora.
(…) a ver para mí la verdad es la verdad de que… es como algo que lo sana a uno, un
vacío que uno llena en ese instante al saber la verdad ¿Por qué? Porque sabemos que
nosotros nacimos para morir, no nos quedamos para semilla, entonces uno piensa, bueno
ya éste se murió, pero ya lo enterramos ya sabemos que está muerto”(…) “saber la
verdad sirve para uno tener tranquilidad con uno mismo, un poquito de paz con uno
mismo”…
Desde este testimonio encontramos que el establecimiento de la verdad cumple una función
sanadora- restauradora. “se trata de una operación de constitución intersubjetiva del mundo con la
cual se responderá a un estado de cosas hirientes y desestructurantes.” La experiencia dolorosa
reflexionada debe convertirse en dinamismo transformador. En la medida que la experiencia
adquiera el carácter de vivencia, sea sentida con intensidad y globalidad, y adquiera la dimensión
de profundidad, genera cambios hondos y hasta radicales en la persona y al mismo tiempo
impulsa y promueve transformaciones profundas en el medio donde se vive y en la sociedad.
La profundidad de la experiencia se mide por los signos de cambio en la vida de las personas y
por el compromiso transformador que manifiesta cada uno y como grupo. Este conocimiento
genera una reacción social y colectiva por parte de la sociedad, generando el rechazo colectivo y
106
Hoyos, Guillermo. Las víctimas frente a la búsqueda de la verdad y la reparación en Colombia. 17.
57
abriendo espacios para la solidaridad con las víctimas, de tal forma que su conocimiento se hace
público y es recogido, sistematizado, publicado en diversos medios comunicativos convirtiéndose
en una verdad histórica, estableciendo un marco en el cual delimite los hechos, establecer causas,
respondiendo a la pregunta : ¿Qué nos pasó?, llevando a la responsabilidad política y social,
moldeando un conjunto de actitudes, prácticas, cognitivas y afectivas que posibilitan una
verdadera reconciliación social, que restablezca su dignidad, reputación y los derechos de las
mismas, que actué como referente de reparación, proporcionándole una forma de justicia social,
donde se aborde a la verdad, como un horizonte hacia donde avanzar, como fuente de luz, “para
entender lo que ha sucedido, pero apoyada en la misericordia para que no se convierta en el
comienzo de la venganza, sino en la antesala al perdón.” (Nombrar lo innombrable. Pag 23).
El objetivo es avanzar hacia la construcción de un nuevo plan de vida, favoreciendo
reconstrucción de lazos sociales, descompuesto por la violencia, ya que en la medida que la
persona pierde sentido de vida, no puede generar alternativas hacia el futuro dejando este espacio
vacío, abierto a las lógicas de la guerra y a otras formas de violencia; este es el lugar de la
repetición, del no futuro, que marca la realidad de algunas comunidades (Ibid. 134)
2.5. La verdad integral en el horizonte de la reconciliación social.
Conflicto y reconciliación son dos tensiones permanentes en la existencia humana pues el hombre
ni se entiende a sí mismo, ni se acepta, más aún se frustra, ante aquello que no le resulta como él
quiere, y choca frente a los intereses y proyectos de los demás, por esto todo hombre y toda mujer
se sienten insatisfechos, cuando lo que quieren no responde a sus profundos deseos.
Cuando se quiere hablar de reconciliación, casi siempre se supone que ella se debe algún tipo de
conflicto entre dos o más personas o naciones, conflicto que asume diversas expresiones: guerra,
explotación, violencia familiar, social, económica, religiosa, etc. De este modo, si existen
diversos tipos de conflictos, habrá diversas formas de perdón y reconciliación: espiritual,
psicológica, civil, las cuales a su vez, generaran múltiples espacios para construir la paz.
58
En el contexto colombiano, marcado por un conflicto armado con más de cuarenta años que ha
afectado grupos grandes de nuestra población, es casi normal hablar de reconciliación,
arraigándose fuertemente en la esfera política del país durante el último tiempo. Este hecho
resulta interesante no solamente desde la política, sino también desde el horizonte conceptual que
implica el uso de reconciliación en un escenario de guerra, que se pregunta qué viene después de
recordar, qué viene después de buscar respuestas en instancias judiciales, que viene después de
establecer la verdad en su sentido integral como horizonte de reconciliación nacional. Y la
respuesta es llegar a la reconciliación “como horizonte posible que rompa con una historia que
parece estar instaurada en la repetición de las violencias generando la sensación de un espiral
sin salida.”107
De allí que uno de los principales compromisos es a la necesidad de construir
acuerdos sociales con la participación de la comunidad; víctimas y victimarios, apuntando así al
restablecimiento de lo justo, la generación de condiciones para alcanzar un sentido objetivo de la
vida; orientación de la vida, y ver que esta es valiosa, como base de todo acuerdo social, y que se
debe vivir con dignidad con el cumplimiento de los derechos de todas las personas, elementos
fundamentales para la convivencia, y a la vez detener los circuitos de violencia a partir de una
cambio en la manera de abordar los conflictos.
De aquí, encontramos el reto de desarrollar una comprensión de la reconciliación no mirada
simplemente como un hecho administrativo, frágil y sin compromiso, ya que el tratamiento más
superficial de un conflicto es detener el comportamiento conflictivo sin llegar a la verdad que
posibilite la reconciliación, o en otro caso tampoco tiene sentido reconciliar si la destrucción y
los asesinatos siguen perpetuándose. La reconciliación tampoco es una técnica de solución de
conflictos, sino como un verdadera experiencia espiritual transformadora que incluya víctimas y
victimarios, a la comunidad y a la sociedad general construyendo dinámicas de reflexión, y
procesos que permitan abordar de forma creativa esta perspectiva, sin que termine siendo un
obstáculo para la paz. “Es decir, el equilibrio entre verdad, y misericordia, entre justicia y paz,
entre pasado y futuro se hacen necesarios para que la venganza no tome una forma legal y para
107
Sánchez Benítez, Nombrar lo innombrable, 132.
59
que la impunidad no se disfrace de sentimentalismo colectivo, favoreciendo el perdón y el
olvido.”108
y la búsqueda de la verdad integral.
2.6. A manera de síntesis.
El conflicto social, político y armado en Colombia sigue planteando diversos interrogantes en el
entorno social, donde distintas personas y organizaciones sociales han colocado su mayor
empeño en trabajar por una paz sostenible, con aciertos y desaciertos en promover procesos de
diálogos con los distintos grupos que buscan en una política de perdón y olvido, que se traduce en
impunidad por los perpetradores, que no tendrían que responsabilizarse ante la sociedad y ante las
víctimas por sus acciones cometidas.
Es necesario que las víctimas como sobrevivientes de la guerra, tengan palabra, se necesitan que
se les acompañe, en el amplio proceso de ocupar su lugar de ciudadano invisibilizado, silenciado
y maltratado, reconocerlos que son sujetos de derechos que dan testimonio de su historia que
como se ha profundizado en párrafos anteriores han carecido del apoyo estatal, además buscan la
reivindicación de su dignidad, conociendo y favoreciendo a conocer la verdad para la
reconstrucción del tejido social y en consecuencia fomentar un horizonte de reconciliación
nacional.
108
Ibid., 166
60
CAPÍTULO III
UNA PEDAGOGÍA PARA LA RECONSTRUCCIÓN DE LA VERDAD DESDE UN
HORIZONTE DE RECONCILIACIÓN EN EL ACOMPAÑAMIENTO A VÍCTIMAS
3.1. Introducción.
El acercamiento a la realidad Colombiana en su problemática social y especialmente en las
situación de las víctimas del conflicto armado en el País expuestas en este trabajo en orden
teológico, hallan su vitalidad, en llevar al contexto de pertinencia los aportes conceptuales que
ofrece el mismo, mediante su aplicabilidad, de lo contrario, sin desmeritar la labor reflexiva y
analítica, lo realizado se convierte en argumentaciones hipotéticas bien fundamentadas, que no
orientan la acción humana de la praxis, que no generarían una dinámica de cambio sustancial.
De aquí se hace importante la importancia del binomio contexto y texto, y de la unión de ambos,
la aplicabilidad que les de esta síntesis teológica, el pretexto de liberación.
En la medida en que se ha reflexionado, argumentado y desarrollado el tema el papel y el sentido
de la verdad en un horizonte de reconciliación, se ha posibilitado ejecutar de manera sistemática
los pasos de la hermenéutica, ejemplo de ello ha sido empezar por contextualizar la pregunta por
el ¿Qué? Y el ¿Cómo? de la realidad en que se encuentra la verdad en el contexto nacional. Esta
reflexión contó con elementos bíblicos, antropológicos, sistemáticos para llegar a descubrir el
papel de la verdad. El objetivo ahora es elaborar unos lineamientos pedagógicos pastorales de la
importancia dentro de la reconstrucción de la verdad.
3.2. ¿Qué entendemos por pedagogía desde el acompañamiento a víctimas?
Para abordar los lineamientos pedagógicos, es indispensable recordar que la pedagogía tiene
múltiples maneras de comprenderse de acuerdo al contexto, a las circunstancias, a las
61
mediaciones y a las personas a las cuales se oriente. La pedagogía es una disciplina que
reflexiona sobre la acción educativa, que más allá del plano de lo descriptivo o lo interpretativo
de una situación real, es decir, como afirme anteriormente, a realizar una reflexión crítica, con un
sentido de proyección, el cual tiene como finalidad dar sentido y redimensionar el conjunto de las
prácticas pedagógicas en medio de las comunidades afectas por la violencia.
Es una con-vocación, en la medida en que es una acción-reflexión de la comunidad que la debe
llevar sobre todo a una pro-vocación, concretamente en los momentos críticos de cambios y estos
la debe llevar a una controversia, por la pedagogía misma, de recuperar su importancia, como vía
privilegiada para realizar en los diversos contextos el compromiso de prevención, de desarrollo
humano integral, de construir un mundo con mayor equidad, más justo, más saludable,
especialmente para las víctimas de la violencia; en defender su dignidad, asegurarles su derecho
a la verdad, y a un futuro digno y positivo. Los beneficios de acompañamiento pedagógico para
la reconstrucción de la verdad puede contribuir a crear condiciones objetivas para la no repetición
y un medio para restituir y rehabilitar a la víctima al situarla en un entorno menos vulnerable.
Esta pedagogía puede ser complementaria de otras formas de compensación o de indemnización
de víctimas, esta debe apuntar a un propósito auténtico de acompañamiento integral: ética,
espiritual-trascendente, cognitiva-científica, afectiva, comunicativa, estética, corporal-lúdica,
socio-política, laboral-tecnológica, ecológica y desde un componente educativo-pastoral alcanzar
la plenitud humana cuya meta a lograr es “el estado del hombre perfecto, la madurez, de la
plenitud de Cristo” (Ef 4,13), rostro humano de Dios y rostro divino del hombre. Para ello sea lo
que debe ser y cumplir sus fines de manera integral, la realización de las personas y de la
comunidad en la totalidad de sus dimensiones.
Ser un proceso de personalización: entendida como una tarea de conocimiento de sí mismo, de
valoración personal al adquirir una adecuada auto-estima, desarrollando las propias cualidades,
talentos y aptitudes, la formación en los valores que inspiran y guían toda la vida y la formación
para la libertad.
62
Ser un proceso de socialización, al tomar conciencia de la pertenencia a una comunidad:
familiar, escolar, ciudadana, eclesial, étnica, laboral, nacional, mundial, para poder participar en
ella de manera crítica y renovadora, al recrearla desde dentro. No se hace acompañamiento
aisladamente sino en comunidad y para la comunidad, se trata de adquirir y desarrollar la
conciencia ciudadana, como miembro de la sociedad civil, al colaborar activamente en el
desarrollo social con miras a la construcción de una sociedad justa y equitativa que garantice una
vida digna para todos.
Ser un proceso de liberación de todas aquellas formas de alienación, antiguas y nuevas, y de
las múltiples maneras de exclusión: sociales, políticas, económicas, culturales, étnicas, de género,
religiosas en que viven las víctimas, que impiden su realización a la que cada persona y cada
comunidad en su conjunto tienen derecho.
Ser un proceso de culturización, mediante el cual, se valora y se promueve creativamente el
desarrollo de la propia cultura, reconociendo la pluriculturalidad y la interculturalidad desde una
identidad propia, para neutralizar los dinamismos generadores de crímenes y de imposición del
pensamiento único
Para garantizar la eficacia de una pedagogía de reconstrucción para la verdad en la acción de
acompañamiento, se debe madurar la convicción de la irrenunciable relación entre la pedagogía y
el anuncio de Jesús. Jesús mismo, Evangelio de Dios (Mc 1,1; Rm 1,1-3) ha sido el primero y el
más grande evangelizador. Lo ha sido hasta el final, hasta la perfección, hasta el sacrificio de su
existencia terrena.” (Educar. Pag. 25)
Para concluir, y como educador salesiano, puedo considerar la reflexión pedagógica como el
lugar y la mediación para realizar aquí y ahora, la Utopía de Jesús, el Reino de Dios.
Evangelizamos, haciendo presente entre nosotros y en nosotros el proyecto de Jesús mediante el
acompañamiento. Por eso definimos nuestra misión como Evangelizar educando. A su vez, se
puede decir que al construir el Reino de Dios, también estamos educando, formando personas
nuevas a imagen de Cristo y construyendo una nueva sociedad como signo del Reinado de Dios
63
en el mundo: educamos evangelizando, no en el sentido de que la evangelización sea una
mediación para la educación, sino que al evangelizar estamos al mismo tiempo formando las
personas integralmente y gestando un mundo nuevo.
3.3. La “pedagogía de Jesús”: algunos principios.
Jesús no es sólo maestro, por ser catalogado como tal por sus coterráneos o por su fama, sino que
se identifica y lleva a la praxis el ser Maestro-profeta, con una claridad en lo que implica su
misión como educador, Jesús se presenta, con su vida, con su palabra y con los signos de toda su
acción, como el evangelizador y el servidor del Reino de Dios, tal como Jesús lo concebía y
proclamaba, representaba un fulgurante destello de esperanza, una buena noticia fundamental que
anunciaba la inauguración de una nueva era, que debe manifestarse en una sociedad de justicia y
solidaridad con los más débiles y desamparados, que debe alcanzarse a través de la acción
educativa teniendo como meta a formar personas nuevas, que conciban y orienten su propia vida
según el mandamiento nuevo del amor, a imagen de Jesús. con miras a la construcción del Reino.
El reino de Dios para Jesús conlleva una trasmutación, un cambio radical de todo
aquello que se niega o se opone al Proyecto de Dios, el anti-reino:
En un mundo donde impera la violencia, la amenaza, el temor y la muerte, Jesús
ofrece la vida en abundancia y trae la verdadera paz. (Jn 10,10; Mc 3,4; Jn
14,27).
En una sociedad con múltiples formas de esclavitud y empobrecimiento, Jesús
proclama la Buena Noticia de la liberación de todas las servidumbres. (Lc. 4,18-
21)
En un mundo estructurado según la ley de la competividad y la exclusión, en el
que predominan las relaciones de dominio y opresión, Jesús afirma la igualdad y
la solidaridad de hermanos y hermanas. (Mt 20,20-28; 18, 1-6.10).
64
Frente a la acumulación excluyente y egoísta de la riqueza, Jesús propone la
necesidad de compartir los bienes de la creación. (Lc 12,33-34; 18,18-27; Lc
14,33; 12,33-34).
Frente a la búsqueda de prestigio y privilegios, Jesús defiende el valor y la
dignidad de toda persona como hijo e hija de Dios y la igualdad de todos los seres
humanos en la fraternidad. (Mt 20,20-28; 11,25-27; Lc 14,7-11).
Ante las estructuras aplastantes y totalitarias del poder, Jesús contrapone la
actitud del servicio a la comunidad. (Mt 23,11-12).
Contra la absolutización de la ley, Jesús afirma que ésta debe estar a servicio de
las personas y no lo contrario, y proclama como código que regula la vida
humana: el mandamiento nuevo del amor. (Jn13,34-35; 15,12-13; Lc 10,25-37).
Ante el fariseísmo legalista y ritualista, Jesús afirma que el culto en espíritu y en
verdad, agradable a Dio s, es el amor al prójimo y la práctica de la justicia. (Mt
9,10-13; 12,1-8;23,23).Finalmente,En oposición a la hipocresía y la mentira,
Jesús proclama la verdad que nos hace libres (Jn 8,31-32; 18,37).
Al mirar su forma de actuar podríamos puntualizar los siguientes principios de su “pedagogía”
Jesús ve a la persona como centro de su acción pedagógica: el primer “principio pedagógico”,
que se halla en Jesús, es la opción por la persona, antes de hablar se hace amigo, comprende a la
persona en su realidad concreta de vida, la conoce, la ama, por encima de la ley, de la costumbre
y de los preceptos legales. El valor que Jesús le da a cada persona, se hace práctico en su atención
y su preocupación en predicar, escuchar y devolver la dignidad a muchos que por los preceptos
legales se encontraban religados.
En Jesús la educación se historiza como práctica de liberación: El segundo criterio de la
enseñanza de Jesús, se refiere al educar en la liberación, como un llamado a la conciencia de cada
uno, para que viva una opción de promoción y el ejercicio de la libertad frente a realidades de
exclusión social, marginación, opresión y explotación sistemática, para ello es necesario una
65
educación en y para la libertad superando el horizonte de relativismos y conocer la verdad sobre
sí mismo y sobre el bien y el mal.
Jesús entiende el proceso pedagógico en la lógica de la misericordia: el tercer “principio de la
pedagogía” de Jesús, hace referencia al amor, que es la síntesis Evangélica del Reino, además es
el termómetro del ambiente educativo que suscita Jesús. El amor “no es una virtud abstracta, un
principio ético, genérico, sino una realidad y una actitud muy concretas que se encuentran y
manifiestan en la vida y en el ejemplo de Jesús Buen Pastor: en el amor que se hace compasión y
misericordia hacia quienes se hayan abatidos y vejados; en la búsqueda angustiosa de quienes se
encuentran perdidos; como ternura y atención hacia los que se hayan heridos en el cuerpo y en el
espíritu: relación de bondad y amistad y entrega generosa de la propia vida para que los otros
tengan vida en abundancia.” (Ibid. Pag 278)
Jesús nos señaló en efecto, la práctica del mandamiento nuevo del amor como signo de
reconocimiento de que somos discípulos suyos y como verdaderos discípulos, la vivencia de la
caridad educativa será también el criterio de autenticidad de nuestro seguimiento. Por tanto, Dios
que es amor, movido a compasión- misericordia por el sufrimiento inmerecido de su pueblo en la
esclavitud, actúa, y su acción es la liberación de toda forma de opresión; pero el sentido último de
su actuar es la conquista de la tierra nueva de la libertad que garantice una vida digna y plena
para todo el pueblo.
La misericordia, no sólo identifica el actuar de Jesús y el ser mismo de Dios, sino que también
constituye la vocación divina del ser humano. Sin ella no hay divinidad y sin ella tampoco hay
humanidad. Es lo mínimo y lo máximo, es lo primero y lo último fundante en el ser de Dios y en
el ser humano. Es el origen, el camino y la meta de toda acción salvífica de Dios (Cfr. John
Sobrino. 267)
Cuando Jesús quiere mostrar lo que es un ser humano auténtico, cuenta la parábola del buen
samaritano, y da a conocer en que consiste la autenticidad más profunda del ser humano y cuál es
la forma de vivir más radicalmente el mandamiento nuevo del amor. El contacto con Jesús hacia
66
posible que Dios tocara profundamente la existencia de los seres humanos, cuando Jesús quiere
ver lo que es un ser humano auténtico, cuenta la parábola del buen samaritano.
El ser humano verdadero, que práctica el mayor de los mandamientos, es el samaritano aquel
excomulgado, el cuál a diferencia del Levita y del sacerdote quienes al ver al hombre herido por
los salteadores y dejado a un lado del camino, dieron un rodeo y se fueron, al verle tuvo
compasión de él.”
Para Jesús el auténtico ser humano, a ejemplo del samaritano, es aquel que interioriza en sus
entrañas el padecimiento ajeno, y de tal modo forma parte de él el sufrimiento del otro que se
convierte en el principio y fundamento interno, primero y último, de su actuación. Este principio
se hace en Jesús criterio decisivo para juzgar la vida humana en su totalidad y es la puerta de
entrada para poder participar en el Reino definitivo de Dios.
En la actualidad, se podrá decir que el amor cristiano dejado por Jesús como signo de
reconocimiento de los verdaderos discípulos suyos; pero hay que añadir que es una forma
específica del amor; el amor práxico que surge ante el sufrimiento ajeno, injustamente infligido,
para erradicarlo.
La “pedagogía de Jesús” no se queda en ideales inalcanzables, ni en discursos racionalizados,
sino por medio de una propuesta entre lo teórico y lo práctico se entrelazan en la práctica
educativa en la medida que son referentes y criterios de identidad y originalidad.
3.4. Lineamientos pedagógicos desde la experiencia de Jesús: reconstruir la verdad al
acompañar a las víctimas.
No podemos olvidar que la violencia, constituye, en los hechos la forma más natural de resolver
el conflicto, de expresar la furia. En su lugar, lo que no es natural pero sí el fruto de la educación,
la convivencia, la paz, es establecer relaciones respetuosas y reconciliadas en las discordancias
con aquellos que son distintos a nosotros en las diferencias
67
Ante esto, una alternativa de nuestras sociedades modernas deben afrontar para el
acompañamiento a víctimas es en una pedagogía para la verdad integral, para que esta no termine
por ser un concepto que sirve para cualquier discurso, de verdad política, religiosa, científica,
cultural, verdad histórica, como hemos aludido en el primer capítulo. Pero ello, no significa
renunciar a una categoría muy fecunda que nos puede ayudar a desentrañar el sentido último del
acompañamiento a las víctimas y desarrollar en ellos las capacidades que hacen posible el
disfrute de un conjunto amplio de derechos; en esa medida, es fundamento de la democracia y de
la ciudadanía plena, de formar a un ciudadano consciente de sus responsabilidades sociales,
profesionales, políticas, capaz de comprometerse por la justicia, la reconciliación y por promover
el bien común, con una especial sensibilidad y preocupación por los grupos más débiles y
marginados, especialmente las víctimas del conflicto armado colombiano.
La verdad como hemos venido reflexionando tiene que ver con; desvelamiento descubrimiento
“Aletheia” en su sentido Griego permitir que algo salga a la vista, conocer las cosas realmente,
arrebatarles del estado de ocultación y encubrimiento y eliminar las apariencias. La verdad es
“Emet” autenticidad, confianza y fidelidad, más que un concepto ontológico es un concepto de
relación, va vinculado siempre a una persona. La verdad es subjetiva la verdad es aquella que
centra la visión del mundo de acuerdo a unos intereses particulares, lo que se busca no es la
verdad en absoluto, sino la verdad individual es decir, la autenticidad del propio comportamiento.
Pero añadiendo un poco el principio de pedagogía de la verdad se refiere más a un clima,
ambiente o condiciones del proceso pedagógico que a un objetivo de la educación, por tanto sería
equivalente educar en la autenticidad, más que en la obtención de resultados
Desde aquí, podría concederse una función central como fuente de cambio estratégico en la
situación de las víctimas hoy en nuestro país: Una pedagogía para la verdad, que tenga por fin
conducirlos fuera de sí mismos, para introducirlos a la realidad, hacia una meta o ideal; o también
crecer desde adentro desarrollando todas las riquezas y potencialidades que se tienen como
persona y como comunidad.
68
Desde aquí una pedagogía del acompañamiento, significa, estar ahí, persiste en posibilitar un
acompañamiento, seguimiento y apoyo efectivo a las personas y comunidades, para ayudarlas en
los esfuerzos y búsquedas que están haciendo en su propósito de reconstruir la verdad, de dar
fuerzas, de cultivar la energía y ayudar a la víctima a recuperar el nivel suficiente de autoestima,
autogestión, autoafirmación y auto-realización, devastado por las consecuencias de la guerra.
Estos procesos son absolutamente necesarios y confluyen para la consecución de los fines de
posibilitar un verdadero acompañamiento. Que más que un objetivo de la pedagogía, se refiere
más a un clima, ambiente o condiciones del proceso de saber acompañar. Por eso, para educar en
la verdad integral es necesario saber sobre todo quien es la persona humana, especialmente quien
es la víctima, implicando una antropología o concepción de la persona en su naturaleza, en sus
dimensiones de lo real, social, cultural. Esta imagen de la persona, de su vocación convierte,
regula y orienta la acción de acompañamiento que debe tener las características de gradualidad e
integralidad, es decir, la realización de las personas y de la comunidad en la totalidad de sus
dimensiones (Corporalidad, inteligencia, sentimientos, voluntad) de sus relaciones (consigo
mismo, con los otros, con el mundo y con Dios) Por tanto debe desarrollar una tarea de
personalización, entendida como una tarea de conocimiento de sí mismo, de valoración personal,
fomentando la autoestima, que lleven a la maduración de los propios talentos y actitudes. Ser un
proceso de socialización, que desarrolle la conciencia ciudadana; no somos entes aislados,
participando de manera crítica y renovadora, insertamos en una comunidad con miras a la
construcción de una sociedad más justa para todos y en que se reconstruya la verdad. Ser un
proceso de liberación de todas las formas de alienación que impiden la realización a la que cada
persona y cada comunidad en su conjunto tienen derecho. Ser un proceso de culturización, donde
se valora y se promueve el desarrollo de la propia cultura.
Para entender el papel de la pedagogía de la verdad, debemos comprender cuál es su significado
y la función que está llamada a cumplir para que sea lo que debe ser y cumplir sus fines de
manera integral. Comprendiendo los horizontes de una verdad integral desde lo procesal,
narrativo, dialogal y sanador.
69
Como hemos venido analizando el derecho a la verdad es de gran centralidad en la discusión
sobre la manera como deben ser acompañadas las víctimas en el seno de un conflicto armado. La
verdad se erige como un derecho de las víctimas a conocer las condiciones de tiempo, modo y
lugar en las que sucedieron crímenes de lesa humanidad, así como el derecho comunitario a
acceder a un relato de carácter histórico sobre los motivos por los cuales sucedieron tales hechos.
Solo con la verdad los derechos de las víctimas son garantizados, a la vez es garantía de no
repetición. En esta medida, la verdad constituye un instrumento de singular importancia en la
lucha contra la impunidad y el olvido que ha lacerado la historia de las víctimas de nuestro país.
En capítulos anteriores hemos anotado que el derecho a la verdad puede ser satisfecha de diversas
maneras. De un lado está la verdad judicial, esto es, la verdad oficial obtenida a través de los
procesos judiciales seguidos en contra de los victimarios, y que puede ser declarada
expresamente por un juez. De otro lado está la verdad extrajudicial, que es aquella que se
reconstruye en espacios especialmente creados y reconocidos para la reconstrucción histórica de
la verdad, que carecen, del carácter judicial y de sus funciones que pueden derivarse. El modelo
de este tipo de mecanismos son las denominadas comisiones de verdad y por último, tenemos una
reconstrucción extra judicial social de la verdad y de la preservación de la memoria colectiva
liderada por instancias no institucionales, tales como historiadores, periodistas y científicos
sociales.
Ante esta pluralidad de mecanismos, hemos analizado, que los acercamientos a la verdad
quedarían inconclusos, sino se da una apertura más allá de lo judicial y extra judicial y nos
preguntamos: ¿existe una vía única a través de la cual debería satisfacerse el derecho al
acompañamiento a la víctima por saber la verdad? Ciertamente, lo anterior no significa que los
actuales mecanismos sociales institucionales y no institucionales no han cumplido su rol en el
esclarecimiento de la verdad y buscar un relato histórico completo de la verdad, tenemos en
cuenta que a lo largo de la historia de nuestro país la obtención de la verdad ha naufragado de
distintas maneras, y más aún, esta pregunta se actualiza en un contexto colombiano, donde el
actual marco jurídico que ampara las negociaciones de paz entre el gobierno y los distintos
grupos ha privilegiado la verdad judicial como el principal mecanismo para conocer los hechos,
donde nunca se logrará reparar el tejido social, ya que el énfasis primordial de los procesos de
70
verdad judicial hacen hincapié en la dimensión jurídica de los hechos y los conflictos objetos de
análisis. Los procesos judiciales tienden a reducir la enorme complejidad del conflicto en sus
dimensiones políticas, sociales, económicas, éticas y culturales. En Colombia, se ha dejado algún
espacio para el desarrollo de mecanismos extra judiciales de reconstrucción. Por tanto, la primera
función con el derecho de acompañamiento a la verdad, es buscar una verdad integral: desde los
procesal, dialogal, narrativo y sanador, para así lograr una reconciliación verdadera y duradera y
no dejar de lado la exigencia de castigo de los responsables de crímenes atroces.
Esta verdad integral de acompañamiento a las víctimas se caracteriza por las distintas
perspectivas de análisis muy variadas que, si bien incluyen el punto de vista jurídico como hemos
mencionado, de ninguna manera se agotan en él.
La verdad integral para el acompañamiento es capaz de dar cuenta de muchos más hechos y
conflictos que aquellos considerados por el derecho. Primeramente tenemos, la verdad procesal
facilita el desarrollo de una investigación, un juicio y una condena judicial en contra de los
victimarios, posibilitando el rigor propio de un debido proceso judicial. Provee que estos actos
no podrán cometerse a futuro y garantizar la no repetición, ya que la ausencia de castigos puede
dificultar la satisfacción de los derechos de las víctimas a la reparación y a la verdad.
La verdad procesal, tiene una particularidad, y es su marcada insensibilidad frente a las víctimas.
En efecto, todo proceso judicial tiende a limitar la participación de las víctimas en la
reconstrucción de la verdad, por tanto, la verdad producida judicialmente puede excluir los
relatos de las víctimas de contar los atropellos que se han cometido, no se trata de poner a debatir
los diferentes puntos de vistas de los actores interesados en el proceso, ni convertir a las víctimas
en antagonistas, simplemente se trata de que las distintas personas involucradas en los hechos, y
en especial aquellas que resultaron afectadas, en este caso, las víctimas realicen una relato libre
de loa acontecido, de tal forma que su voz sea escuchada en espacios institucionales en donde
mucho tiempo fue silenciada y hacerlos visibles. La verdad narrativa se caracteriza por producir
relatos globales de las víctimas, estos relatos no se restringen a la identificación de responsables
de cada crimen y a las circunstancias de tiempo, de modo y lugar en la que cada crimen ocurrió,
sino como hemos asegurado en párrafos anteriores en acompañar para dar a conocer los hechos, y
71
así sacar el dolor que estaba encerrado, al espacio público; buscando generar una conciencia de
buscar una sanción social y rescatar en el presente la significación de estos hechos y la
importancia que tiene en la actualidad. Con esto, las víctimas reconocen que su narración, augura
el esparcimiento de la verdad y la responsabilidad personal y colectiva, ya que los violentados
son la comunidad misma a la que pertenecen, y no los individuos.
Como vemos, el acompañamiento complementario que hay en la verdad integral, da cuenta de las
distintas versiones que sobre los hechos tienen los diferentes actores. Esto permite que tanto
víctimas como victimarios expresen sus puntos de vista sobre lo ocurrido y se abra paso a la
verdad dialogal, libre de exclusiones y manipulaciones, abierta y con respeto hacia el punto de
vista del otro y de sus diferencias, y se lleguen a acuerdos que permitan avanzar hacia propuestas
concretas que favorezcan el bienestar común tanto para las víctimas como los victimarios,
generando un espacio propicio para solucionar conflictos, alcanzando formas de comprensión
mutua. De esa manera el relato oficial de la verdad de los crímenes contendrá los puntos de vista
de todos los involucrados y los afectados por tales crímenes, llevando con vehemencia que estos
hechos no deben repetirse jamás abriendo camino para una verdadera reconciliación.
Una vez logrados estos presupuestos encontramos que el establecimiento y acompañamiento de
la verdad cumple una función sanadora respondiendo a un conjunto de situaciones hirientes que
han marcado el existir de las víctimas y adquiera la dimensión de cambios profundos en la
persona, promoviendo transformaciones en el medio donde se vive, favoreciendo la
reconstrucción de los lazos sociales descompuestos por la violencia.
Una verdad sanadora debe permitir asumir la vida en integridad y de vivirla con calidad teniendo
como referencia estas dimensiones:
La dimensión ética: hace referencia al actuar humano, a partir del uso de su libertad, con
autonomía y libertad. Ésta no es la ausencia de vínculos o el dominio del libre albedrio, no es
absolutismo del yo, sino los principios y valores que motivan, sustentan y orientan la vida
humana
72
La dimensión espiritual trascendente: es la capacidad siempre de ir más allá de las
circunstancias presentes, es la posibilidad de cómo seres históricos de poder desarrollarnos
permanentemente, de abrirnos en alteridad y reciprocidad, dándole profundidad al sentido de
nuestra existencia, acogiendo a Dios revelado en Jesucristo, misterio, vocación, y sentido último
del ser humano. Se trata de comprender la vida en clave religiosa.
La dimensión intelectual – cognitiva – científica: educar en el valor del conocimiento , del saber
científico y humanista que posee el ser humano para conocer la realidad, en el componente del
mundo de la naturaleza, el mundo social, permitiéndole hacer transformaciones constantes de sí
mismo y del entorno.
La dimensión psico - afectiva: son el conjunto de potencialidades de la vida psíquica del ser
humano que abarca la vivencia de las inclinaciones, emociones, sentimientos, la afectividad y la
sexualidad y a forma de relacionarse consigo mismo y con los demás con base en principios y
valores auténticamente humanos.
La dimensión comunicativa: el ser humano por naturaleza es un ser en relación y un ser social
comunitario. Por tanto, desarrolla múltiples actitudes y mediaciones: la expresión personal, la
escucha, el dialogo, la dialéctica. El pasaje bíblico más adecuado para simbolizar y profundizar
en esta realidad de la dimensión comunicativa, que acoge también a la verdad dialogal, en la que
el otro en vez de ser objeto y cosa, es sujeto y distinto a mí, por lo tanto, ni lo poseo, ni lo
domino, ni lo califico, ni lo manipulo, es el encuentro de Jesús y la samaritana. El coloquio con la
mujer de Samaria empieza por iniciativa de Jesús. Parte de esa necesidad fundamental, natural de
todo ser humano, como es el agua, y de una posibilidad por parte de la mujer. Y desde aquí por
vía dialogal lleva a la mujer de verdad en verdad, hasta que le franquea el acceso revelador de su
identidad a la verdad que es Él: “si conocieras ese don de Dios” (Jn 4, 10) dice Jesús a la
samaritana. Y le ruega dame: “Dame de beber” (Jn 4, 10) para que ella le pida “Dame de esa
agua” (Jn 4, 15). “El agua viva de que se trata es el amor del Padre y del Hijo, que Jesús tiene
73
sed de comunicar a todas sus hermanas y hermanos.”109
Vemos evidentemente un diálogo
auténtico de Jesús con la mujer Samaritana: un tú a tú, entre el hijo de Dios y la persona, que a
pesar de mantenerse persistentemente aferradas a sus limitaciones, no quiere salirse de sí misma.
Una vez vencida en todos sus esfuerzos por evadirse de una acogida que compromete y
encerrándose en sí misma, opta por abrirse a la pedagogía dialogal de Jesús, acogiendo y
proclamando la verdad.
De esta manera, la perspectiva de la verdad dialogal desde la persona de Jesús, puede pasar a
una visión más amplia en la cual la verdad se liga con la dignificación y humanización, al entrar
en Sicar, se enfrenta a la rigidez de identidades religiosas acentuada a través de años marcadas
por la hostilidad, la desconfianza y los prejuicios con los samaritanos, adoradores espurios del
Dios de Israel y odiados más que los mismo paganos. Pero la actitud de Jesús mira a la
superación de la enemistad entre los dos pueblos y esta es la reconciliación que deseamos
reforzar cada día entre víctimas y victimarios, Estado y población civil, Guerrilla y Estado. Él
puso fin, en sí mismo, a la enemistad que existía entre los dos pueblos, y con su muerte en la cruz
los reconcilió con Dios, haciendo de ellos un solo cuerpo (Ef. 2,14.16)
La dimensión socio – política y ciudadana: la realización del ser humano esta mediada por una
comunidad y sociedad. Dentro de ellas debe llegar a ser un sujeto crítico y un ciudadano
consciente, activo y participativo con miras a la construcción de una sociedad más justa, solidaria
y equitativa, donde se promuevan y desarrollen todos los derechos fundamentales de la persona.
La dimensión tecnológica – laboral – productiva: haciendo hincapié en una formación para la
vida, que incluye una educación para el trabajo, no simplemente como el aprendizaje de un arte o
una técnica, sino que abarque de educar en el valor del conocimiento que dé razón y fundamento
científicos a la labor que se realiza, en la autenticidad y honradez en el trabajo, las relaciones
interpersonales y los roles sociales a desempeñar.
109
Fausti, Una comunidad Lee el Evangelio de Juan, 92.
74
3.5. A manera de síntesis.
Proponer una verdad de sentido, verdad salvación, que sea capaz de impregnar sentido,
estabilidad y consistencia a la vida, celebradas en el encuentro, que libera, que santifica, y que
mediante una actitud de escucha, obediencia y fe sea capaz de acoger la palabra de la verdad
hasta llegar al conocimiento de la verdad. De aquí, viene el convencimiento que el cristiano no
conoce simplemente la verdad; está en la verdad, donde el otro más que informado o instruido en
una comunicación de datos es implicado y renovado, acogiendo no una verdad objeto, sino una
verdad que acoge una verdad-persona en una comunicación que es comunión.
75
BIBLIOGRAFIA
- Baena, Gustavo. Curso de Pentateuco. Apuntes personales. Pontificia Universidad
Javeriana, Facultad de Teología, Licenciatura en teología, Semestre II- 2010
- Bauman, Zygmunt. Modernidad líquida. Ed. Fondo de Cultura Económica, Buenos
- Aires, 2008
- Biblia de Jerusalén, Desclée De Brouwer, Bilbao 2000
- Boff, Leonardo. La voz del arco iris. Ed. Trotta, Madrid, 2003
- Brown, Raymond. El Evangelio Según San Juan. Ed. Cristiandad, Madrid, 1979
- Centro Internacional para la Justicia Transicional. Recordar en conflicto: iniciativas no
oficiales de memoria en Colombia. Bogotá, Colombia, 2009
- Concilio Vaticano II, Ed. BAC, Madrid. 1967
- De la Potterie, Ignacio. La verdad de Jesús. Ed. BAC, Madrid, 1979
- Dood. Interpretación del cuarto Evangelio. Ed. Cristiandad, Madrid, 1978
- Fals Borda, Orlando, y Umaña Luna, Eduardo. La violencia en Colombia. Tomo I-II. Ed.
Punto de lectura, Bogotá, 2010
- Fausti, Silvano. Una comunidad lee el Evangelio de Juan. Ed. San Pablo, Paulinas,
Bogotá. 2008
- Gaborit, Mauricio. Memoria Histórica: Relato desde las víctimas. En: ECA: Estudios
Centroamericanos, Vol. 62 No 649-650 (noviembre – dic., 2002)
- Giraldo, John Alexander. La verdad cuestionada por Pilatos. En: El hombre y la
máquina, No. 36 (enero – junio de 2011)
- Grun, Anselm. Verdad y veracidad. Editorial Sal Terrae, Santander, España, 2010
- Heidegger, Martin. Ser, verdad y fundamento. Monte Avila Editores, C.A. Caracas,
Venezuela, 1978
- Metz, Johann Baptist. Por una cultura de la memoria. Ed. Anthropos, Barcelona, España,
1999
- Metz, Johann Baptist. Memoria Passionis: Una evocación provocadora en una sociedad
pluralista. Editorial Sal Terrae, Vizcaya, España, 2007
76
- Pannenberg, Wolfhart. Cuestiones fundamentales de teología sistemática. Ediciones
Sigueme, Salamanca, España,1976
- Sánchez Benítez, Nathalie, Téllez Luque, Ana María, Tejada Bermúdez, Carolina, y Villa
Gómez Juan David. Nombrar lo Innombrable: Reconciliación en perspectivas de las
víctimas. Edición del programa por la paz – CINEP, Bogotá, Colombia, 2007
- Sarasa, Luís Guillermo. Para ser Hijos de Dios: Un estudio exegético de Juan 8,44.
Pontificia Universidad Javeriana, Colección teología hoy No 50
- Von Balthasar, Hans Urs. La esencia de la verdad. Editorial Suramericana, Buenos Aires,
Argentina, 1955
.
77
Top Related