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EL PRÍNCIPE CRISTIANO Y EL PACTO MONÁRQUICO
EN LAS EXPRESIONES NOVOHISPANAS DE LEALTAD
Carmen FERNÁNDEZ GALÁN MONTEMAYOR y Salvador LIRA
Unidad Académica de Letras
Unidad Académica de Historia
Universidad Autónoma de Zacatecas
I. El pacto monárquico en las expresiones de lealtad
Las expresiones de lealtad en España, desde el ascenso de Carlos V hasta la conformación
de las Cortes de Cádiz, son el resultado de una motivación reflejada a lo largo de hábitos en
aparatos artísticos-simbólicos con un determinado sistema de valores: la tradición pactista.
Si bien se pueden rastrear sus orígenes con los algunas expresiones artísticas del mundo
grecolatino o el proceso de adaptación y reconfiguración en la Edad Media, es en el
Renacimiento –junto con el traspaso de sistema político de organización feudal a la
organización de una monarquía moderna– lo que proporcionó cambios en las direcciones
político-culturales, manifestando legitimación y continuidad en la representación del poder.
Estas celebraciones fueron de carácter público, pues concernían a todos los pertenecientes
del reino, otorgando un lugar y espacio en los nacimientos reales, aniversarios, asensos al
trono, triunfos militares, nupcias o exequias.
La historiografía sobre el pacto monárquico en las expresiones de lealtad, tanto de la
península ibérica como de la Nueva España, ha proporcionado en principio dos enfoques de
estudio. En primer lugar se encuentran las investigaciones sobre las ceremonias públicas y
el arte, realizándose un análisis literario y emblemático de las fuentes documentales. Este
camino proporciona reflexiones sobre las obras desde su tipo textual, entendidos como
medios de comunicación, hasta el abordaje estético a partir de los documentos, que
muestran de manera gráfica la representación de los aparatos artísticos.
Francisco de la Maza recopila y analiza las piras funerarias en la Nueva España en un
corpus de fuentes impresas, detalladas con grabados y litografías, con el objetivo de realizar
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una historia del arte funerario del poder1. El autor establece su interpretación con una
temporalidad que va de la fabricación del túmulo imperial a Carlos V, hasta la sátira hecha
por Joaquín Fernández de Lizardi, pues su argumento es que los estilos arquitectónicos y
estéticos varían según los tiempos y las escuelas.
Víctor Mínguez ha analizado las representaciones regias en la Nueva España a partir de
sus símbolos y emblemas2. Los sellos de gobierno español condicionaron un influjo
discursivo que tiene que ver con las ordenanzas y visiones que el monarca buscaba
proyectar, apoyado por la ausencia de la autoridad real en América —ya que el primer rey
que pisa suelo americano fue Juan Carlos I en 1997. La temporalidad que Víctor Mínguez
establece en sus investigaciones va de Carlos V a Carlos IV, realizando un análisis
simbólico de la monarquía entre dos orillas, Europa y América.
Carmen F. Galán ha propuesto un tipo de historiografía combinando el rescate filológico
y el estudio crítico emblemático de un obelisco a Luis I, que se erigió en la ciudad de
Zacatecas3. A partir de la reconstrucción textual del documento, la autora propone un
análisis desde el punto de vista simbólico, con el objetivo de establecer su filiación e
impacto ideológico. Por tal motivo se pueden observar las consideraciones icónicas entre el
monarca y quiénes asisten a su lectura, reproducción y dedicación en su contexto histórico,
su conjugación emblemática, las situaciones festivas a las que se hace partícipe y los
mensajes herméticos.
En segundo lugar se encuentra el estudio del pacto monárquico que interactúa con los
procesos políticos-sociales-económicos, explicando los movimientos de quiénes lo
convienen y frente a las situaciones en varios niveles de gobierno. No sólo ha tratado de
dilucidar algunas crisis, sino que ha articulado elementos que dan cuenta de un proceso de
ordenación, legitimación y propagación del pacto.
Marcello Carmagnani ha indicado que en toda España, gracias a la política austriaca de
permitir la diversidad de los reinos, se propició la elaboración de signos de identidad
1 Maza, Francisco de la: Las piras funerarias en la historia y en el arte mexicano, Anales del Instituto de
Investigaciones Estéticas - UNAM, México D. F., 1946. 2 Mínguez, Víctor: ―Los «Reyes de las Américas» Presencia y propaganda de la Monarquía Hispánica en
el Nuevo Mundo‖, en González Enciso, Agustín y Jesús M.a Usunáriz Garagoya (Dirs.): Imagen del rey,
imagen de los reinos. Las ceremonias públicas en la España Moderna (1500-1814), EUNSA, Pamplona,
1999, p. 231; y Mínguez, Víctor: Los reyes solares: Iconografía astral de la monarquía hispánica,
Universitat Jaume-I, Castelló de la Plana, 2001. 3 Fernández Galán, Carmen, Maritza M. Buendía y Gonzalo Lizardo (Pról.): Obelisco para el ocaso de un
Príncipe, UAZ – Texere Editores, Zacatecas, 2011.
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regionales unificados –en cada espacio y tiempo– en la figura del monarca4. Esto respaldó
la coexistencia común de una consistente simbología, en la que intervinieron: la religión
católica; la corte que asegura la fidelidad; y la figura de autoridad que imparte justicia, así
como garantiza la fe —todos éstos, sujetos convenientes en el pacto monárquico. Dado que
las interconexiones jurídicas, sociales, culturales, entre otras, son los motores que ponen en
movimiento las formas de participación con dimensiones internas y externas, reconocidas
en el movimiento del devenir histórico; las expresiones de lealtad son puntos de conexión y
el reflejo de un influjo de participación que toca cada nivel político. Por ello, a pesar de que
el proyecto borbónico tratara de unificar criterios, diferentes sentidos culturales se
encontraron formulando convivencia, debate, cierre o interacción.
José María Portillo Valdés explica lo que puede denominarse como ―la transgresión del
pacto monárquico español‖ en el periodo que va de marzo de 1808 a septiembre de 1810 y
que dio como resultado la Constitución de Cádiz de 18125. A partir de la intervención
napoleónica en la península, el autor fija una crisis triple: la crisis de independencia, por
una parte de ámbito y contexto internacional, por otra doméstica, interna; crisis de
soberanía, suscitada por la abdicación y destierro de Fernando VII; y la crisis
constitucional, que es el modo en que se resuelven las anteriores en Cádiz.
Mariana Terán Fuentes argumenta –analizando el periodo de 1808 a 1814, con clave
temporal en 1810– que la disolución del pacto monárquico tuvo dos líneas históricas que
trató de recomponerlo6. Por un lado, la intención de llenar el vacío de poder a través del
constitucionalismo gaditano, sustituyendo en el pacto al Rey con un ente abstracto
denominado ―nación española‖. Por otro, la revolución de insurgencia, entendida no como
la causa o expresión de una ruptura, sino como un conglomerado de manifestaciones
sociales con una crisis de legitimidad política. Ambos en la necesidad de contener, reparar
y alimentar el pacto.
El enfoque del presente estudio es histórico y cultural. Busca analizar las concepciones
del pacto entre los sujetos que lo convienen: el monarca español y los nobles novohispanos
4 Carmagnani, Marcello: El otro Occidente. América Latina desde la invasión europea hasta la
globalización, Fondo de Cultura Económica - El Colegio de México – Fideicomiso Historia de las Américas,
México D. F., 2ª edición 2011. 5 Portillo Valdés, José María: ―La crisis triple (1808-1810)‖, en: Revolución de nación. Orígenes de la
cultura constitucional en España, 1780-1812, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, 2000. 6 Terán Fuentes, Mariana: Por lealtad al rey, a la patria y a la religión (1808-1814), Fondo Editorial
Estado de México, Toluca, 2012.
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las expresiones de lealtad. Al margen de los cambios temporales, el pensamiento de la
tradición pactista en las expresiones novohispanas de lealtad –con mayor énfasis en las
exequias, vistas como periodos de interregno– no fue estático, sino que coexistieron
diferentes concepciones y representaciones. Ante todo se buscó irradiar una continuidad
simbólica, de traspaso y representación en su conjunto, a partir de una acción recíproca: el
orden del poder. Por tal motivo, el objetivo de este trabajo es dar una idea cultural del pacto
en las expresiones de lealtad a partir de su conveniente esencial: el Príncipe Cristiano.
El pacto es un acuerdo político-cultural expresado de forma implícita y/o explícita, que
determina diferentes elementos simbólicos, con una fuerte conexión en procesos históricos
específicos. Una exégesis del pacto en las expresiones de lealtad toma en cuenta a aquellos
quiénes convienen el pacto y sus atribuciones: el Rey y los nobles, con un espacio y diálogo
en común.
De las expresiones de lealtad son las exequias reales las que muestran un espacio
interregno. Si el poder no conoce vacíos, los túmulos imperiales se proyectaron como
aparatos simbólicos que dieron continuidad y legitimidad al poder, revitalizando la idea de
pacto. En las expresiones funerarias se celebra a quien sostuvo la corona, sin embargo ésta
no fallece, pues de facto y de pacto se traspasa al heredero, reordenándose así el sistema de
valores. En este sentido, se les considera como puntos de interacción político-culturales que
dialogan con otros puntos internos y externos, reconocidos en procesos históricos.
II. Idea del Príncipe Cristiano
El primero de los ejes convenientes en el pacto monárquico es el Rey. Esto podría
considerarse una obviedad, si no se tiene en cuenta que a partir de su perfil y figura se
condicionan y estructuran sistemas de valores transversales y colaterales, donde se irradian
organismos, ejes gubernamentales e identidades en diferentes niveles. La heráldica real –
una de las primeras acciones que hacen los monarcas al ascender al trono– es un sello que
destella iconos con al menos cuatro tipos de informaciones: los reinos a los que gobierna;
las distribuciones de las herencias territoriales de sus antecesores; la casa dinástica a la que
pertenece; y la línea genealógica-mítica que sigue su rama familiar. Es necesario recalcar
los valores que juegan los símbolos heráldicos pues dan orden al pacto. Por ejemplo, la
Insigne Orden del Toisón de Oro es la que rodea y adorna los sellos de los Austrias
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españoles, mientras que en la reelaboración del escudo con los Borbones se incorpora la
Orden del Espíritu Santo, adornado con doradas flores de lis. Esto indica un proceso de
transformación y continuidad axiológico, que trastoca diversos elementos e indica sucesión,
cambio dinástico y convivencia de dos genealogías reales.
A lo largo de la tradición simbólica del poder, al monarca se le ha caracterizado con un
origen divino y con elementos trascendentales, que pareciese no encontrar obstáculos o
divergencias en su ascenso místico después de su muerte. Los monarcas son sujetos de un
imaginario cultural en diversas direcciones, medidos a partir de un ideal de Príncipe.
El relato novohispano de Gerónimo Mendieta sobre una visión de fray Gonzalo Méndez
es de suma importancia para notar hasta cuáles zonas podía llegar la imagen de un monarca,
además de sus posibles interacciones7. El fraile encomendó el alma de Carlos V a Dios,
luego de su muerte, hecho que le valió tener una visión sobre cómo el emperador había
salido del purgatorio y ascendido al cielo. La narración indica dos puentes de interconexión
cultural. Por un lado denota que, a pesar del origen divino del monarca y de la
responsabilidad que tiene en sus manos –de salvaguardar la fe– es posible que deba purgar
sus culpas, sin ningún tipo de absolución, permitiéndole el acceso directo al cielo. Por otro
manifiesta la amplia relación, presencia e interacción entre un Rey y un vasallo, el cual, con
sus oraciones y encomiendas, logró aportar favores valiéndole la elevación del monarca.
Ambos puntos reflejan la reciprocidad directa entre los convenientes del pacto, pues
mantienen relaciones tanto en vida como incluso en la muerte, amparados bajo una propia
fe cristiana.
El debate sobre la extrema relación entre actividad, credo y proyecciones del perfil del
monarca matiza la importancia de lo que manifiesta el pacto, ya que las consideraciones
prevalecidas entre unos y otros se atienden a las relaciones e intercomunicaciones. Nicolás
Maquiavelo argumentaba la viabilidad y el ejercicio pleno en que se debía establecer una
imagen real, por más contraria que fuese a las condiciones personales del monarca, con el
fin de que no se rompiese el acuerdo establecido de poder. Así, el Príncipe lograría
mantener la fidelidad, la centralidad y el pacto entre el gobierno y gobernados. Esta
concepción entendía ya diferentes niveles de los convenientes, por lo que era necesario
7 AGN, Fondo Inquisición, vol. 432, 107-19v. y 151v-156. Véase también: Wobeser, Gisela Von: Cielo,
infierno y purgatorio durante el virreinato de la Nueva España, UNAM – Jus, México D. F., 2011, p. 215.
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realizar maniobras en otros frentes y lograr establecer miradas y acciones bajo el
movimiento del cetro real. Así la imagen real se proyectaba no en dos niveles, rey y
vasallos, sino interactuaba en al menos cuatro, en que intervienen motivos regios,
escribientes oficiales, destinatarios de los sellos y orden del mundo.8 De allí que la
clasificación de los principados sea más compleja que el sólo distinguirlas por
―hereditarias‖ y ―no hereditarias‖, estipulando relaciones con los nobles y habitantes del
territorio.
Debe aclararse que el autor florentino escribe su obra intentando ejemplificar, a partir
de su experiencia, cómo sería posible la unificación de los reinos italianos. Es por esta
razón que realiza una serie de conceptos, caracterizaciones y caminos para reformular un
pacto que concentre las voces y actitudes de los reinos rivales, como Florencia, Venecia y
Génova. El uso de la imagen es pertinente para mantener a un Estado, ya que concentra
valores pudiendo ser contrarias a las actividades y usos del Príncipe.
Erasmo de Rotterdam contrasta el uso de la imagen a favor del poder, sosteniendo que
ante todo se debe practicar la moralidad y el respeto entre el Rey y los vasallos9. Con la
publicación de Educación del Príncipe Cristiano –obra dedicada a Carlos V–, Elogio a la
locura y el Enquiridion o manual del caballero cristiano, Erasmo contrapone algunas
premisas de Maquiavelo, conjeturando una reforma moral y filosófica, que posteriormente
tuvo usos políticos.
Si bien ambas posturas representan el traspaso del feudalismo a la monarquía moderna,
asimismo la contenencia y ejercicio del poder, una de las diferencias estriba en el uso del
imaginario que debe tener el Rey en el pacto monárquico. En este sentido, tanto
Maquiavelo como Erasmo coinciden en que los aparatos artísticos, que manifiestan lealtad,
son medios de comunicación que en cierta medida engañan y manipulan las acciones con
8 ―Pues los hombres, en general, juzgan más con los ojos que con las manos, porque todos pueden ver,
pero pocos tocar. Todos ven lo que pareces ser, mas pocos saben lo que eres; y estos pocos no se atreven a
oponerse a la opinión de la mayoría, que se escuda detrás de la majestad del Estado. Trate, pues, un príncipe
de vencer y conservar el Estado, que los medios siempre serán honorables y loados por todos; porque el vulgo
se deja engañar por las apariencias y el éxito; y en el mundo sólo hay vulgo, ya que las minorías no cuentan
sino cuando las mayorías no tienen dónde apoyarse.‖ Maquiavelo, Nicolás, Antonio Gómez Robledo (Pról. y
Trad.), El Príncipe, Editorial Porrúa, México D. F., 2004, p. 46. 9 Véase: Erasmo de Rotterdam, Oliveri Nortes Valls (Trad.): Elogio de la locura, Ediciones Orbis, S. A.,
Barcelona, 1982; Erasmo de Rotterdam, Pedro Rodríguez Santidrian (Int., Trad. y Not): Enquiridion, Manual
del caballero cristiano, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 1995; y Erasmo de Rotterdam, Pedro
Jiménez Guijarro y Anna Martín (Ed. y Trad.): Educación del Príncipe Cristiano, Editorial Tecnos, Madrid,
1996.
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sus direcciones simbólicas. Sin embargo, la diferencia es que el florentino apuesta por el
uso de estos aparatos para mantener la corona, mientras que Erasmo señala y critica ésta
práctica, argumentando que los hombres son avaros y hambrientos de poder. Por lo tanto,
utilizar este tipo de formas comunicativas no es propio de un ideal de Príncipe, que busque
ser el administrador de justicia y el garante de la fe.
España adoptó el ideal del Príncipe erasmista, reprochando en principio la idea de
Maquiavelo, aunque con acciones y similitudes. La publicación de Idea de un Príncipe
Politico Christiano en cien empresas… de Diego Saavedra Faxardo, dedicado a Carlos II,
es una muestra del reconocimiento y adopción de una moral cristiana en el ejercicio del
poder. Una coincidencia es la instrucción constante que el Príncipe debe realizar en tiempo
de paz, pues no debe soltar las armas y antes debe aplicarse en las artes y el conocimiento10
.
Sólo que Maquiavelo indicaba que la preparación a la guerra tiene que ser siempre, ya que
esta en todo tiempo se avecina. Saavedra, en contraparte, indicaba que ejercitarse en
tiempos de paz fortifica y da unión entre el Rey y los vasallos; los dos confían y trabajan
para sí, manteniendo la paz, además de engrandecer a los territorios que se comparten. Es
notorio el sentido de deber entre ambas posturas:
Grandes Varones trabajaron con la eʃpeculacion, y eʃperiencia en formar la Idea de un
Principe perfecto. Siglos cueʃta el labrar eʃta Porcelana Real, eʃte Vaʃo eʃplendido de tierra,
no menos quebradizo, que los demás, y mas achacoʃo, que todos, principalmente quando el
Alfabarero es de la eʃcuela de Machavelo, de donde todos ʃalen torcidos, y de poca duracion,
como lo fuè el que puʃo por modelo de los demás.11
Se pueden hablar de tres niveles o representaciones de pacto en la figura del Rey: las
cualidades propias del monarca, así como sus asociaciones con tradiciones simbólicas; la
relación y grandeza del pueblo en su mando en elementos internos; y finalmente sus
referencias culturales en elementos externos. Tomándose, por ejemplo, como base dos
principios morales –prudencia y clemencia– las expresiones novohispanas de lealtad
conjugaron los mencionados niveles o representaciones cifrados en el primer conveniente
pactista.
10
Maquiavelo: El Príncipe, pp. 37-38. Idea de un Principe Politico Christiano en cien empresas por Don
Diego Saavedra Faxardo…, Edición Facsímil, Editorial Maxtor, Valladolid, 2004, pp. 383-386. 11
Idea de un Principe Politico Christiano…, p. 393.
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III. El rey en la Nueva España
La Nueva España hizo patente el pacto en principio con una continuidad del orden
utilizando elementos identitarios. La convivencia entre la tradición grecolatina junto con la
judeocristiana determinó un sentido, en el que se utilizaron símbolos interpretados en una
moral cristiana. Los programas simbólicos utilizados tienen el objetivo de dar una imagen y
un buen gobierno, con las cualidades morales. El juego del espejo, en el que uno y otro se
reflejan, es evidente: entre más grande y justo es el Rey, más grande lo será el reino. En el
túmulo imperial a Carlos V aparece el siguiente emblema:
A la vuelta en el otro espacio había una colmena con su enjambre de abejas, y muchas que
seguían a una mayor, que llaman el rey. Significaba esta figura que la grandeza y aumento de
la república consiste en el rey justo y piadoso, porque el rey de las abejas, según los
naturales, tiene aguijón con que pique, y piedad con que concilia: y porque en César hovo
justicia y clemencia, con las cuales engrandeció sus reinos y señoríos, decía la letra:
Repulicæ amplitudo in Rege justo et clemente.12
Se pueden denotar dos caminos de interpretación que justifican el encuentro entre las
virtudes del monarca: el factor mítico y las cualidades morales. En primer lugar, el espacio
de la colmena arroja a dos fuentes de interpretación: por un lado es la muerte del león y la
regeneración en el relato bíblico de Sansón; por otro es la alusión a Geórgicas IV de
Virgilio en el relato de la piedad y perdón que hace Orfeo a Aristeo, otorgando un mismo
sentido de renacimiento.
La primera referencia aparece en Jueces cuando Sansón vuelve de un lugar sin armas, al
que había vencido león. Ahí, descubrió el cuerpo del gran felino con un enjambre y miel13
.
Este elemento se convierte en una profunda alegoría de sí mismo, puesto que confiere que
en el león –imagen propia de los verdaderos príncipes y reyes– se encuentra todo el
gobierno y en él su propia cabeza. La regeneración confirma que en él no sólo se encuentra
la autoridad, es su propia condición la que le permitirá dar continuidad simbólica del poder.
La segunda referencia es la de Virgilio, que escribe la catábasis órfica de una forma
literaria por demás singular. A diferencia de los relatos órficos anteriores, la visión que
Virgilio hace del mito es de manera dramática y en el lamento, no de Orfeo ni de Eurídice,
12
―Digna República en Rey justo y clemente‖. Cervantes de Salazar, Francisco, Edmundo O’ Gorman
(Ed., Pról. y Not.): México en 1554 y túmulo imperial, Edit. Porrúa, S. A., México D. F., 1ª edición 1963, 4ª
edición 1978, p. 196. 13
Jueces 14, 8.
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sino del causante de la muerte de la ninfa: Aristeo14
. La visión del traidor, en los ritos de
paso, no se da en la revelación de los misterios iniciáticos o sólo son una parte del rito. Esta
visión dramática renueva y restituye una versión literaria de un mito o mejor dicho un mito
literario, puesto que es Aristeo el que se lamenta por la grave falta de seguir a la ninfa y con
ello causar su muerte; no muestra el lamento posterior de Orfeo. Aristeo ofrenda un
sacrificio para ser perdonado por el viajero cósmico, hecho conseguido con la aparición de
las abejas, que no únicamente restauran su sistema de valores, sino que le dan clemencia y
le otorgan pase a los diferentes niveles cósmicos.
La fuerza superior es recompuesta en la medida en que los vasallos siguen y dan la
mirada del Rey. El uso del símbolo es que cada uno es reflejo del otro, consagrado y
sostenidos por una dialéctica a partir de los que participan en el pacto. Si el monarca es
clemente, justo y tiene la posibilidad de abrir las puertas cósmicas, el vasallo debe su
clemencia a dicho motor y las ofrendas son parte de este intercambio de favores y miradas,
en el traspaso de los diversos mundos y/o empresas emprendidas.
Las tradiciones simbólicas del poder se cifraron específicamente en la necesidad, base y
centralidad que imponía el Rey. Ya sea desde la figura solar o su caracterización como
piedra angular, el monarca fue el motivo y la base en que giró cualquier elemento. En la
aclamación y el festejo por el ascenso de Fernando VI, patrocinada por la Universidad de
México, aparece el siguiente poema, que ejemplifica el uso de la tradición grecolatina en
importancia del Rey:
No aʃʃi las Ninfas, que aplaudió canoras
La perenne Aganipe en ʃus raudales,
Trinan por pleƈtros líquidos cryʃtales,
Como numeros terʃos ateʃoras:
Piedra eres, que al Parnaʃo la mejoras
Los que difunde diáfanos caudales,
Si de la luz, y cryʃtal los manantiales
Vozes ʃon por tu pluma mas ʃonoras.
Nuevo Aquiles la delphica eʃtruƈtura
Del Colosso te aplaude nuevo Homero,
Quando culto deʃcribes ʃu eʃcultura,
Pues tu pluma buril, cinzel tu eʃmero.
Tanto pulen ʃu metrica hermoʃura,
Que admirada del Numen vocinglero,
Si de Apolo conʃigue lo ʃonoro,
14
Véase Virgilio Marón, Publio, Aurelio Espinosa Pólit, Arturo Soler Ruiz y Pollux Hernúñez (Trad.),
Pollux Hernúñez (Ed., Intr. y Ap.): Obras completas, Ediciones Cátedra, Madrid, 2003.
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LO ELOQUENTE le dá tu eʃtilo de oro.15
La iconografía novohispana justificó la invasión y conquista a partir de aparatos y
elementos a nombre del monarca, en clave de llevar la fe y de impartir la justicia. Esta
relación es recíproca, pues a su modo reconocieron un sistema de organización amerindio
restablecido, utilizando una redirección de autoridades y iconos. Es decir, se restituyó lo
que en principio pertenecía por fe y mando a la corona hispánica. En el túmulo imperial a
Felipe IV aparece el siguiente poema:
La Aguila Real expelle vitorioʃa
Del nido à la baʃtarda; mas piadoʃa
Los polluelos, que dexa, le alimenta,
Y adoptandolos hijos, los fomenta.
De eʃte modo tambien Reyes Hiʃpanos
Con los Indios, polluelos Mexicanos,
Piadoʃos, y clementes ʃiempre fueron;
Pero todos, PHILIPPO, te cedieron;
Pues ʃegun tus afeƈtos paternales,
De adoptivos, ʃe vieron naturales.16
El poema puede ser interpretado en tres partes: los símbolos amerindios; los símbolos
peninsulares; y la convivencia entre ellos, sobre un eje de control interno. Las dos águilas
se refieren al águila mexica –en este caso bastarda, usurpadora– y al águila de los Austrias.
Su relación es por demás paternalista y considera a los primeros habitantes como unos
polluelos a los que deben alimentar, enseñar, proteger. La diferencia entre las águilas se da
por un sentido moral, ya que la de los Austrias es más piadosa.
La relación en el pacto es cifrada a partir de un espejo en el que ambos se miran. Los
indios mexicanos, polluelos, siempre fueron piadosos, por lo que necesitaban a un monarca
a la altura de su piedad, su clemencia. De tal manera se explica la alternancia y la condición
de bastarda, en el poema, del águila mexica a la austriaca, es decir, un cambio dinástico.
Debe destacarse que dicha transición no es propuesta en condición marcial, por el contrario,
es un reacomodo axiológico en el que cada uno recibe lo que por condición proyecta:
ambos son piadosos y clementes, por lo que se deben mutuamente.
Además se nota una convivencia y condición plena entre indios polluelos y peninsulares.
Se puede decir que ya hay una fabricación o convivencia de símbolos amerindios e
15
Colosso eloquente, que en la solemne alamacion del augusto Monarcha de las Españas D. Fernando
VI… 16
Llanto del occidente en en el ocaso del mas claro sol de las Españas…
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hispanos, no obstante su interacción aún refleja superioridad por parte de los segundos. Las
dos tradiciones son vistas como águilas, sin embargo una está en plena fecundidad y
fortaleza, mientras que la(s) otra(s) se encuentra(n) recién nacida(s), sin intención todavía
de vuelo o en demostración de fuerza y vigor.
Carlos de Sigüenza y Góngora argumentó este sentido, explicándolo del mismo modo,
es decir, a partir de la mitología mexica: ―Pasábaseme una singularidad curiosa y es que
eran estos indios gente que esperaba, gentem expectantem, y que esperasen es cierto, pues
tuvieron profecía que había de venir a gobernarlos el que propiamente era su rey, con que
los que arbitraban en el Imperio eran sólo sus substitutos, esperando con la propiedad del
dominio a su legítimo dueño […].‖17
Los indios esperaban, según Sigüenza y Góngora, la
clemencia del verdadero Rey, aduciendo y readaptando el mito de Quetzalcóatl en el
gobierno hispano. Se esperaba al verdadero, al elegido, una explicación notoria entre una
relación interna, los mitos amerindios, interpretados y como parte de una justificación en
otro tipo de interconexiones: la conquista y la adhesión de nuevos territorios a España, en
nombre del Rey.
Las participaciones de una problemática de carácter nacional, es decir, que alude a toda
la Orbe española –entendida como un impulso– se pueden comprobar en el reflejo de las
conmemoraciones y celebraciones de victorias marciales. Ante todo, persiste un elemento
de unidad patriótica cifrada en la figura del Príncipe a la cabeza.
Al sobervio Francés que abatió luego
El coraje español del occidente,
De su contraste dicen lo impaciente,
Con voces de metal, lenguas de fuego.
Al marcial, al intrépido trasiego,
Que previó nuestro Príncipe prudente,
Sólo él supo juntar próvidamente
Linde la vista, y el enojo ciego.
Con tinta de oro escrita su memoria,
Del bronce más allá su permanencia
A la fama dá cuerpo, alama a la historia.
Porque al suplir su nombre su presencia,
Aunque una fue por él tanta victoria
17
Sigüenza y Góngora, Carlos de: ―Theatro de virtudes políticas que constituyen a un Príncipe…‖, en
Sigüenza y Góngora, Carlos de, José Juan Garcidueñas (Ed. y Pról.): Obras históricas, Editorial Porrúa,
México D. F., 1ª edición 1944, 4ª edición 2002, p. 253.
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Dos veces triunfo fue su providencia.18
Don Gaspar de Guevara, autor del soneto, aduce a un triunfo marcial que proporciona un
espíritu de identidad generalizado. Luego de la derrota de la Guerra de los Treinta Años y
con la firma de la Paz de Westfalia, son pocas las victorias españolas sobre otros países en
el siglo XVII. Si bien, en la expulsión de los franceses del Guarico, por parte de los
novohispanos, el Rey no dirigió los ejércitos, el poema sostiene que por su prudencia e
inteligencia se organizaron los ejércitos para la victoria.
La continuidad simbólica del poder se realizaba incluso en tiempos de crisis de
soberanía. En el cambio dinástico de Austrias a Borbones, en la Nueva España se realizaron
expresiones de lealtad que trataron de explicar la transición. Si varios túmulos expresaron
diversas posturas sobre la alternancia dinástica, cada una mostraba el reacomodo del poder
simbolizado en la imagen del Rey. Se trata de una celebración de la persona que ostentó el
título, mas este se traspasa, con lo que todo ello significa.
Ubi eʃt mors viƈtoria tua?
In omnes homines mors pertanʃiat, in quo omnes peccaverunt.
Fides docet, Scriptura commemorat; Sed quod in Reges eius acrius invehat, omnis
armatura fortiu, quod in Principes inimicitias ponat, tyrannidem peculiarius que exerceat, et
Pagina Sacra demonʃtrat, et credulitati experientia doloroʃʃa confirmat.19
Existe por tanto un impulso generalizado, cifrando la gloria de España en el elemento
común y central: el Rey. El traspaso es simbólico y su figura se renueva; de ahí la
necesidad de renovarse en las expresiones de lealtad. El pacto hace habituales a los otros
convenientes en la medida en que el primer eslabón es sujeto común con los otros, un
símbolo que irradia mismas facultades y virtudes a pesar de las diferencias regionales.
IV. El noble novohispano y el pacto monárquico
Las expresiones novohispanas de lealtad podían mostrar tres sentidos, que tenían que ver
específicamente por el motivo, uso y fin en que se realizaban: organizaciones, principio de
18
Sigüenza y Góngora, Carlos de: ―Epinicios gratulatorios con que algunos de los cultísimos ingenios
mexicanos…‖, en Sigüenza y Góngora: Obras históricas, p. 199. 19
―¿Dónde está tu victoria, muerte?
―En todos los hombres la muerte pasa, en quien todos han pecado.
―La Fe enseña, la Escritura conmemora, no sólo a quién en los Reinos, lo agudo, la armadura de todos los
valientes había llevado; sino a quién en los Príncipes el odio pone, peculiaridad del tirano, y la Página Sacra
demuestra; y la experiencia dolorosa confirma‖. Tristis Lugens Fatum Memoriæ Tribunal Fidei Santum
Mexiceum…
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nobleza y justificación de actos. En primer lugar, las élites patrocinadoras exaltaban la
figura del monarca, exponiendo su organización institucional, funciones, propiedades y
lazos con que los unía con la corona, el virrey y/o la Iglesia. Evidentemente esto dependía
del poder político, económico, social y cultural, puesto que algunos aparatos artísticos-
culturales eran mandados por la figura del virrey, mientras que otros eran impulsos ya sea
de gremios, barrios, y/o cofradías.
Un ejemplo son las exequias de Felipe II realizadas en el mes de febrero de 1599 y
publicado posteriormente en 1600. Tras la muerte del Rey, la Nueva España realizó una
serie de actos de demostración de poder, que transitaron entre la legitimación social,
marcial, religiosa y política. Cabe destacar que la organización de estas solemnidades corrió
al mando del Santo Oficio por designación del virrey, institución que algunos años antes se
había instaurado en el Nuevo Mundo.
Las exequias a ―El Prudente‖ reflejaron el pacto y la participación de la nobleza y
convenientes de fidelidad al Rey en tres partes: las solemnidades, novenarios y procesiones;
una inédita entrevista entre el representante de la Inquisición y el virrey Zúñiga; y
finalmente la relación de la estructura institucional del Santo Oficio, su organigrama y
funciones.
El reflejo de la nobleza puede comprobarse en la costumbre literaria de otorgar razones
de la obra y elogios al autor, ya fuese en sonetos, octavas o rimas. El autor o, mejor dicho,
el relacionista principal del túmulo de Felipe II fue Don Dyonisio de Ribera Flores. Su obra
es celebrada por realizar un ejercicio de integración entre los funerales y la figura regia en
su trayectoria personal, por ejemplo el soneto de don Diego de Ovalle Guzmán:
Si lleuas tu Paƈtolo en la corriente
mezclada con las perlas tu grandeza,
deʃcubriendo con preʃta ligereza
el oro por tu ʃeno traʃparente;
No eʃtes alegre, por que tu alta frente
tiene en ʃus aguas limpias tal riqueza,
que de valor mastico la fineza
el Mexicano lago en ʃi ya ʃiente,
Solo quitar Ribera pudo al curʃo
de tus ʃonoras odas el teʃoro,
y dallo a la región de nueua eʃpaña;
Mosʃtrando de ʃu yngenio el gran diʃcurʃo,
que lo leuanta al eʃtrellado coro,
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con Fama, que ʃus obras acompaña.20
La entrevista suscitada por los representantes institucionales inició con una cabalgata en las
casas del Santo Oficio hasta el Palacio virreinal. Don Alonso de Peralta, Inquisidor
Apostólico de la Nueva España, sostuvo un diálogo con el virrey don Gaspar de Zúñiga y
Acevedo. El representante de la Inquisición hizo énfasis en cómo varios antiguos reyes
había protegido la religión y la fe, ya que esto otorgaba soberanía y majestad al reino.
Además, ―[…] la Patria ʃe deue a ʃolo Dios, y al ʃu Cruz, que mostro a Moyʃes en la çarça,
donde le mando, que no ʃolo ʃe quitaʃe los çapatos de los pies. La ʃegunda adoracion es
dulia, que ʃe deue a los ʃanƈtos, y ymagines ʃuyas.‖21
Así como se mostraba esta
subordinación entre Moisés bajo Dios y la adoración a sus santos e imágenes, el Santo
Oficio se mostraba y reconocía el poder del Rey, traspasado en la figura virreinal, de origen
divino.
Por su parte, don Gaspar de Zúñiga y Acevedo respondió al diálogo con tres
pensamientos. El primero fue el reconocimiento que hizo hacia la institución del Santo
Oficio por unirse a las solemnidades de tan dolorosa pérdida. El segundo pensamiento fue
una reflexión sobre la grandeza del monarca que acababa de morir. No obstante, llamaba al
consuelo de los vasallos novohispanos, puesto que su heredero no únicamente recibía
íntegro los reinos de su padre, también todas sus virtudes y destrezas. Finalmente,
agradeció el ofrecimiento de la persona del Inquisidor, para organizar tan exitosos
funerales, destacando que es así como se enaltece la figura del Príncipe.
La última parte de las exequias novohispanas a Felipe II da una relación de los
consultores del Santo Oficio, lo asistentes, secretarios, alguaciles mayores, receptores,
contadores, notario, calificadores, abocados, comisarios, patrocinadores, capellanes,
familiares, así como un acta judicial de los autos públicos de fe que se celebraron en el
Santo Tribunal después de que se instauró en la Nueva España. Los tres actos vienen
descritos junto con el túmulo y sus poemas que se realizaron en la ciudad de México.
Otra de las consideraciones ya mencionadas es el principio de nobleza. Si esta era
innegable y atañía la palabra del monarca era intachable al momento de otorgar un título,
20
Ribera Flores, Dyonisio de, Ernesto de la Torre Villar (Pról.): Relacion historiada de las exeqvias
fvnerales de la Magestad del Rey D. Philippo II Nvestro Señor, Sociedad Mexicana de Bibliófilos A. C. y
Asociación Nacional de Fabricantes de Cerveza, México D. F., 1998, p. 4. 21
Rivera Flores: Relacion historiada de las exeqvias fvnerales…, p. 4.
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los nobles generalmente buscaban demostrar sus lealtades y extender sus títulos. En la
―Dedicatoria‖ de los funerales erigidos a Doña Rozalía del Dozal, hijar de la Madriz, se
expone una situación y debate entre lo que debe ser considerada verdadera nobleza y sobre
quiénes deben llevar ser sepultados con celebraciones de tal índole22
.
Juan María Sarmiento es el responsable de hacer la ―Dedicatoria‖ del túmulo. No
obstante realiza un panegírico no a doña Rosalía, sino a don Juan de Olivan Rebolledo, su
yerno y gobernador de la Nueva Galicia y Texas. El hecho es justificado puesto que no se
podían realizar túmulos a mujeres, por más nobles que fueran, y en todo caso la única
relación que encuentra entre el General y la esposa del conde de Valparaíso y Cos son las
pinturas al óleo fabricadas ―en la OLIVA generoʃa de V.S. [don Juan de Olivan] con eʃta
Dedicatoria al P. Alonʃo Garcia Ramon, […] pero muerto, eʃtuvieron como ʃepultadas entre
ʃus cenizas haʃta aora […].‖23
El impreso describe una larga línea genealógica que remonta con don Olivan conde de
Besalú y Cerdeña; pasa el tiempo de las cruzadas con don Bernardo Guillén quién luchó
junto a Godofredo de Bouillón, rey de Jerusalén; tiene presencia con el más grande de los
Austrias españoles, don Martín de Olivan que tuvo la honrosa asistencia de Clemente VII y
el rey Carlos I a su investidura de grado de doctor; y con consideraciones a favor de la
institución de la Iglesia, por ejemplo con don Gerónimo Pérez de Olivan, fundador del
Colegio de la Compañía de Jesús en Huesca.
En segundo término Juan María Sarmiento pone de manifiesto la relación y diálogo, en
un mismo nivel, que tiene el Gobernador de la Nueva Galicia y Texas. Las reales cédulas
que se citan en el impreso muestran una libertad de acción y mandos dirigidos
expresamente del Rey al gobernador, por encima de algunas otras figuras como el propio
virrey de la Nueva España. Asimismo, Juan María Sarmiento argumentaba en la
―Dedicatoria‖ que pronto se daría la beatificación de Francisco de Mendiola, primer
gobernador de Texas, y quien hizo la guerra contra los franceses en Misisipi y estableció
los límites entre la Nueva Francia y la Nueva España. El imaginario caballeresco está
presente, pues se manifiesta que la sola actividad de gobernador y la defensa de territorios
otorgan el camino de la santidad, ya que se cuidan los territorios del monarca.
22
Sermon fvnebre… 23
Ídem.
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Otro tipo de relaciones trataron de reivindicar, a partir de las expresiones de lealtad, el
accionar de algunos virreyes y/o nobles ante diversos problemas políticos. Se trata de una
justificación de actos principalmente en crisis políticas, en diversos nombres. En el año de
1692 cayeron lluvias torrenciales en la ciudad de México, provocando fuertes inundaciones
y desabasto de víveres. El 8 de junio de dicho año, gracias a la falta de recursos, varios
indios saquearon la ciudad. El virrey Gaspar de la Cerda y Mendoza al ver esos actos se
refugió en la Iglesia de San Francisco, hecho que fue interpretado como cobardía por varios
nobles novohispanos. Posteriormente el virrey reprendió a varios de los responsables del
saqueo.
Carlos de Sigüenza y Góngora, que por entonces ostentaba el título de cosmógrafo
oficial de Carlos II, realizó una carta a autoridades de la península favoreciendo al virrey24
.
La estructura de la carta tiene una intención retórica para agradar al Rey, puesto que no
inicia ni con las lluvias que aquejaban a la ciudad de México, ni la forma en que gobernaba
el conde de Galve. Por el contrario, inicia con algunos logros realizados por el mandato y
gracia del rey, dando luego la relación en que la Nueva España organizó los festejos de las
segundas nupcias reales de ―El Hechizado‖ con Mariana de Neoburgo. La estrategia
retórica que utiliza Sigüenza y Góngora es la de articular la idea de que los nobles siempre
tienen presente la figura del monarca en sus actividades políticas y culturales, justificando
cualquier acción en su nombre y lealtad.
Finalmente, se debe hacer notar que el pacto en la Nueva España tuvo una trasformación
con un impulso interno y externo. En un primer momento se manifestó el intercambio con
la crisis de soberanía suscitada en la abdicación de Fernando VII a favor de José Bonaparte.
El pacto monárquico sufrió cambios culturales y simbólicos. La conformación de las Cortes
de Cádiz y posteriormente la publicación de la Constitución de 1812 diseñó una
transformación de expresiones de lealtad, puesto que los convenientes poco a poco se
transformaron de vasallos a ciudadanos, además de crearse un ente abstracto que se
denominó ―la nación española‖. Dichos conceptos fueron claves en la transformación de un
antiguo régimen monárquico hispano, a una formación de estado-nación, con devenires
históricos trascendentales.
24
Sigüenza y Góngora, Carlos de: ―Alboroto y motín de los indios de México‖, en Sigüenza y Góngora,
Carlos de, José M. Camacho Delgado (Ed.): Infortunios de Alonso Ramírez, seguido de Alboroto y motín de
los indios de México, Ediciones de Espuela de Plata, Madrid, 2008, p. 135.
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Las expresiones de lealtad sirvieron como una formación de rasgos identitarios –al
reflejarse a sí mismos– y los convenientes del pacto reconfiguraron la dirección de varios
símbolos. Con todo, el cambio fue paulatino y las expresiones de lealtad monárquica
pasaron a ser actos cívicos, con reformulaciones rituales e icónicas.
En la ciudad de Zacatecas, Cesario Rodríguez diseñó el proyecto de una lápida para que
se erigiera en la antigua Plaza Pirame. Esta reconfiguración del pacto se da precisamente
con la convivencia de elementos que condicionaron el pacto, en la transición simbólica del
poder al reconocer sus partes convenientes y los actos ejecutados a la ausencia de alguno de
ellos. La Constitución se realizó a nombre del rey Fernando VII. Esta lápida en Zacatecas
no sólo suponía el reacomodo y la celebración de nuevos valores estipulados en ―La Pepa‖,
sino que de hecho convivía con la tradición pactista, teniendo de manifiesto un precedente
por demás solar: el obelisco de Rivera de Bernárdez erigido a Luis I25
.
El noble caballero cristiano es un eje importante en el desempeño del pacto, puesto que
interviene, configura y constata como imaginario su desempeño en el pacto y los programas
de gobierno. La dialéctica no es más que un proceso de colaboración, en donde cada uno
realiza sus obligaciones, manifestados en las expresiones de lealtad dentro de un imaginario
social, político y cultural.
V. Consideraciones finales
El pacto monárquico y las expresiones de lealtad son elementos dialogantes –que proponen
mensajes que se irradian mutuamente– puesto que parten de un principio de colaboración.
Ni uno ni otros pueden ser entendidos en sus justas dimensiones, si no se realiza
previamente un trabajo de reconstrucción de referentes culturales, que indiquen ciertas
direcciones simbólicas en procesos históricos determinados.
Existe una amplia documentación al respecto, ya sea desde relaciones manuscritas, hasta
impresos bellamente ilustrados. Los caminos de interpretación deben ser transdiciplinarios,
puesto que abarcan expresiones literarias, artísticas, pictóricas y emblemáticas, así como
formas de organización política, social, económica y cultural.
25
Véase: Fernández Galán: Obelisco para el ocaso de un príncipe…
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Las expresiones de lealtad se pueden abordar desde dos perspectivas metodológicas: la
filología y la historia cultural. Los trabajos filológicos dan solidez y énfasis en las formas
textuales y literarias, dando cuenta de la retórica y formas estilísticas de la época. Dicha
perspectiva basada a partir de su formulación textual abre posibilidades a estudios de
carácter mitocrítico, hermenéutico gadameriano, antropológico y de literatura comparada.
La historia cultural permite el estudio de factores, símbolos e iconos en la trasmisión de
factores dialogantes, irradiados en una semántica histórica. El referente es evidentemente el
pacto monárquico, que determina valores y sentidos culturales.
Quedan para futuras investigaciones el reflejo del pacto en diferentes niveles y claves de
interpretación en expresiones de lealtad. Cabe decir que se debe realizar un ejercicio
filológico crítico e interpretación histórica y cultural en diferentes claves semánticas. Por
ejemplo: las exequias reales a monarcas con trayectoria personal singular, Carlos II y la
transición dinástica, Luis I y su corto reinado, Felipe V y la consolidación borbónica;
historia de exequias a reinas, como Mariana de Austria ―La Regenta‖; exequias a virreyes,
nobles y personajes ilustres, como el túmulo a Caros de Sigüenza y Góngora; o el traspaso
de expresiones, como el análisis al túmulo de Agustín de Iturbide o los poemas funerarios a
Miguel Hidalgo. Asimismo, el análisis histórico-cultural del pacto en México, con clave
semántica en procesos históricos determinados.
Las representaciones del poder otorgan un mensaje que, dependiendo de las circunstancias,
se presenta, se legitima y se hace patente, proyectándose hacia al futuro. En ellas florece la
necesidad de dar un orden y sentido en las actividades cotidianas. No debe olvidarse que
cada una son parte de un impulso que mira hacia puntos internos y externos, por lo que el
imaginario cultural tiene interacciones en diferentes ámbitos. Las relaciones y diálogos
entre ellos dependen precisamente del tipo de pacto en una temporalidad establecida, ya sea
una monarquía moderna o la concepción de un estado-nación.
VI. Obras citadas y consultadas
a) Fuentes documentales
Archivo General de la Nación (AGN), Fondo Inquisición, vol. 432, 107-19v. y 151v-156.
Archivo Histórico del Estado de Zacatecas (AHEZ), Serie Actas de Cabildo, 1813.
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Llanto del occidente en en el ocaso del mas claro sol de las Españas; fvnerbres demostraciones que hizo,
pyra real, que erigio en las Exequias del Rey N. S. D. Felipe IIII, el Exmo. Sr. D. Antonio Sebastián de
Toledo, Marqués de Mancera. En México por la Viuda de Bernardo Calderón: 1666.
Colosso eloquente, que en la solemne alamacion del augusto Monarcha de las Españas D. Fernando VI.
(Que Dios prospere) erigió sobre brillantes columnas la reconocida lealtad, y fideliʃʃima gratitud de la
Imperial, y Pontificia Universidad Mexicana, Athenas del Nuevo Mundo; Dedicalo a su reales plantas en
nombre del Iliʃtre Clauʃtro, y por mano de El Exc.mo.
Sr. D. Juan Francisco de Guemes, y Horcasitas,
Theniente Gl. De los Reales Exeritos, Virrey, Gobernador, Capital Gl de eʃta Nueva-Eʃpaña, y Preʃidente de
la Rl. Audiencia, &c. El Dr. Y Mro. D. Thomas de Cuevas, Garzez de los Fallos, Colegial, que fuè, de
Ereccion, en el Real, y Pontificio Colegio Seminario, Examinador Synodal de eʃte Arzobiʃpado, Capellan
Mayor del Moaʃterio de Nueʃtra Señora de Valvenera, y Reƈtor ʃegunda vez eleƈto de dicha Real
Universidad. Y descríbelo D. Pedro Joreph Rodriguez de Arispe, Lic. En Sagrados Canones, Colegial, y
Cathedratico, antes de Latinidad, y después de Philosophia en el Pontificio, y Rel Colegio Seminario de la
Santa Iglesia Metropolitana, aƈtual Vice-Reƈtor, y Cathedratico de Eloquencia en el miʃmo Colegio. Con
licencia de los Superiores: En México en la Imprenta del Nuevo Rezado de Doña Maria de Ribers, en el
Empedradillo. Año de 1748.
Sermon fvnebre, que en las sumptuosas exequias qve en honra de la muy noble, y piadosa señora Doña
Maria Rosalia Dozal hijar de la Madriz, Celebrò el Sr. D. Fernando de la Campa y Cos; Conde de San Matheo
de Val-Parayʃo (ʃu Eʃposo) Cavallero del Orden de Alcantara, Coronel de Infanteria Eʃpañola de los Reales
Exercitos de S. Magd. En el Colegio de la Sagrada Compañia de Jesvs de Zacatecas, en el día 17. de
Noviembre de 1724. Y dixo el R. P. Antonio Arias de Ybarra, Profeʃʃo de la miʃma Compañia, Viʃitador de
las Miʃʃiones de el Nayarith Nuevo Reyno de Toledo. Dedicado al S. D. Jvan de Olivan Rebolledo, Colegial
de el Mayor de Santa Maria de todos los Santos de México, de el Conʃejo de S. Magd. Oydor de la Rl.
Audiencia de Guadalaxara: Governador eleƈto, y Capitan General de la Provincia de los Texas, ʃus Payʃes, y
Conquiʃtas: Oydor de eʃta Rl. Audiencia, y Auditor General de la Guerra de eʃta Nueva Eʃpaña. Con licencia
en México: por Joʃeph Bernardo de Hogal, en la Calle de Monterilla. Año de 1729.
Tristis Lugens Fatum Memoriæ Tribunal Fidei Santum Mexiceum, Insignis Æternò Dolens Discessum
Patroni, Hispaniæ Plangens Catholici Mortem Regis, Novi Arque Item Orbis Imperatoris Augusti Caroli
Secundi, Funebrem Orationem Latinam dat prælo, quam dedit Auribus, ip∫o coram met Senatu gravi∫∫imo à fe
editis in funeribus in Eccle∫ia M. S. P. Dominici, eius Proprietarius Qualificator, Regię Doƈtor Theologus,
atque Chronographus Academię, fuę S. Iacobi Provincię Fratrum Prędicatorum Magi∫ter, Regens que
Primarius Imperialis eius Conventus Fr. Bartholomævs Navarro A S. Antonio: V tita perpetuo maneant tanti
monumenta doloris, & lachrymæ eius in maxillis eius. Mexici: Approbationibvs Necessarijs, nec non
Superiorû permi∫∫u apud Typoraphiam Secreti S. Officij. Anno 1701.
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