Por ello mi pregunta: «Señor, ¿qué quieres que haga?»
brotaba de mis labios muchas veces más, a la manera de un eco que se hacía oración insistente.
A la luz de los diversos pasaje nos permite verificar que el proceso de liberación interior de Francisco se
efectuó de una manera progresiva y a través de un profundo encuentro con
lo que el texto llama “el hombre interior”, que en este caso va más allá
de la interioridad subjetiva de los propios intereses, del propio mundo o
de la propia vida, y se refiere a una realidad que toca la esencia misma del
hombre, es decir, que va a la raíz misma de su ser.
Buscar un refugio en el secreto de la soledad conlleva
como consecuencia un encuentro consigo mismo y una búsqueda de Dios en la
oración.
Como consecuencia, me propuse en mi corazón no negar nada en
adelante a quien me
pidiera algo por amor de
tan gran Señor.
Fue tal la incidencia que tuvo en mi
vocación, que se constituyó en un factor
determinante en la respuesta al llamado del Señor y me dio un matiz específico en mi
espiritualidad.
Es un encuentro que marca un cambio
efectivo de Francisco, aunque todavía
transitorio, en cuanto lo indujo a reconstruir
iglesias.
Cada uno de los
encuentros que les he comentado han marcado
profundamente mi proceso, y el que continúa
es uno de ellos. “Encuentro con el Evangelio”.
Cuando llegó el primer compañero, Bernardo, Yo le di gracias a Dios y me alegré profundamente, pues no tenía todavía ningún compañero.
Mis hermanos se
llaman menores precisamente
para que no aspiren a hacerse
mayores. La vocación les enseña a
estar en el llano y a seguir las huellas
de la humildad de Cristo para tener al
fin lugar más elevado que otros en el
premio
de los santos. (2Cel 148)
Yo, el hermano Francisco, vuestro
menor siervo, os ruego y os
conjuro, en la caridad que es Dios
y con la voluntad de besaros los
pies, que recibáis con humildad y
caridad éstas y las demás
palabras de nuestro Señor
Jesucristo, y que las pongáis por
obra y las observéis. Y a todos
aquellos y aquellas que las
reciban benignamente, las
entiendan y envíen copia de las
mismas a otros, y si en ellas
perseveran hasta el fin,
bendígalos el Padre y el Hijo y el
Espíritu Santo. Amén. (2Cta F)
Top Related