El Proyecto Arqueológico Río La Venta (Chiapas)
Davide Domenici
Università di Bologna (Italia)
Thomas A. Lee Whiting
Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas (Mèxico)
El Proyecto Arqueológico Río La Venta
El Proyecto Arqueológico Río La Venta, organizado por la Universidad de Bologna, la
Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas y la Asociación La Venta y dirigido por Thomas A.
Lee y Davide Domenici, desarrolla sus actividades desde el 1997 en el área zoque del oeste de
Chiapas (fig. 1). El área de investigación corresponde a la Selva El Ocote, una región de selva
tropical que crece sobre un macizo de calizas y dolomias ubicado en el extremo occidental de la
Depresión Central, en los municipios de Ocozozoautla, Jiquipilas y Cintalapa. La combinación
entre el macizo de calizas, la vegetación tropical y la lluvia ha originado un intenso fenómeno
cárstico lo cual ha causado la formación de un paisaje del tipo “cársto en conos”, en donde
innumerables cuevas se abren tanto en la base de las colinas residuales de la selva como en las
paredes del canón del río La Venta, colector principal del sistema hidrogeológico local (fig. 2).
Dadas las características medioambientales y los escasos antecedentes arqueológicos del área, el
enfoque principal del Proyecto ha sido de caracter territorial. La realización de reccorridos de
superficie y una compliación de la relativamente abundante literatura espeleológica, han permitido
identificar más de 120 sitios arqueológicos, tanto en cuevas como al aire libre. La excavación, más
o menos extensiva, de algunos sitios ha permitido confirmar y refinar las hipótesis formuladas con
base en las evidencias superificiales, además de revelar la existencia de contextos arqueológicos en
excelente estado de conservación.
Resumimos aquí los principales resultados del proyecto através de una síntesis de las dinámicas
de poblamiento y ocupación del área, subrayando los temas y problemas más relevantes puestos en
luz por el desarrollo de las investigaciones.
Del Preclásico Tardío al Clásico Medio: El Ocote como paisaje sagrado
Si bien los cercanos valles de Jiquipilas y Ocozocoautla hayan sido ocupados per grupos mixe-
zoqueanos desde el Preclásico Inferior, las más antiguas evidencias arqueológicas en El Ocote
remontan solamente a finales del Preclásico Tardío. La razón de la falta de evidencias de las
anteriores fases culturales zoqueanas en la Selva El Ocote es evidente: el intenso fenómeno cárstico
hacía que el macizo de calizas de El Ocote fuera sumamente pobre de aguas superficiales y tierras
cultivables, rindiéndolo así poco atractivo para los grupos de agricultores que preferían asentarse en
los ámplios valles cercanos.
Las más antiguas evidencias de presencia humana en el cañón del Río La Venta fueron
detectadas por Thomas A. Lee en la Cueva de la Media Luna, en donde encontrò una ofrenda
masiva de platos del Preclásico Tardío, fase Guañoma (ca. 300-1 a.C.). La ofrenda de la Cueva de la
Media Luna constituye el primer ejemplo de una forma ritual que devino sumamente común en
nuestra área de estudio hasta el Clásico Medio. De hecho, frente a la casi total ausencia de sitios
anteriores al Clásico Tardío ocupados permanentemente, en El Ocote pudimos detectar y estudiar
una notable cantidad de áreas de actividad ritual ubicadas al interior de las muchas cuevas de la
región. En otras palabras, si los límites medioambientales derivantes del carstismo seguían siendo
un freno a la ocupación permanente de la Selva El Ocote, ahora el mismo fenómeno cárstico devino
una razón de atracción hacia El Ocote. Sus innumerables colinas en cuyas bases se habrían cuevas
que permitían acceder a las aguas subterráneas hicieron que el paisaje natural reflejara un concepto
cosmológico pan-mesoamericano que podríamos denominar “complejo cerro-cueva-agua”; la selva
El Ocote fue entonces percibida como un verdadero paisaje sagrado, apto a la interacción ritual con
las fuerzas sobrenaturales de la fertilidad. Por esta razón sus abundantes cuevas fueron utilizadas
como recintos rituales en donde, desde el Preclásico Tardío hasta el Clásico Medio, se acumularon
ofrendas constituidas principalmente por cajetes negros ahumados, entre los cuales destacan los
cajetes Venta Ahumado, tipo Paniagua Inciso (o Kombe Black-and-White, tipo Pusquipac Inciso
según la terminología de San Isidro). Entre los mejores ejemplos de sitios de esta clase ientificados
por el proyecto mencionamos la Cueva de José Juan (fig.3) y la Cueva del Sapo, así como la Cueva
de los Cajetes descubierta por Mathew Stirling en los Cuarenta.
En estas cuevas los trabajos del proyecto se han limitado a la realización de mapas topográficos
y de un registro fotográfico. En la Cueva del Sapo se procedió a la realización de un mapa de
ortofotografías que sirvió como base para un estudio espacial basado en la creación de un sistema
geográfico informatizado, lo cual permitió optimizar los resultados de un análisis llevado a cabo
con base en la pura observación superficial de los contextos arqueológicos.
El Clásico Tardío: la primera colonización
La total desaparición de la cerámica negra sustituyda por las pastas finas naranja y la intensa
actividad arquitectónica en sitios monumentales al aire libre son los elementos más evidentes de una
nueva fase cultural comencada al inicio del Clásico Tardío. De hecho, por primera vez, en este
periodo la selva El Ocote fue intensamente colonizada, como demuestran numerosos sitios entre los
cuales destacan López Mateos, Varejonal, Emiliano Zapata, El Maculiz, El Cafetal, Alto del
Zapote, El Tigre (fig. 4) y El Higo (fig. 5). Todos ellos se caracterizan por una refinada arquitectura
monumental en lajas de piedra caliza, formalmente análoga a la contemporanea arquitectura de
sitios como San Antonio y San Isidro. El estudio de lo que se configura como un importante estilo
arquitectónico zoque todavía casi desconocido, representa uno de los temas de mayor interés que
hayan surgido de nuestras investigaciones.
En términos generales, los sitios del Clásico Tardío se pueden subdividir en tres niveles
jerarquicos, es decir: sitios monumentales primarios, dotados de templos, juegos de pelota,
conjuntos residenciales de élite y plataformas habitacionales; sitios monumentales secundarios,
normalmente compuestos de un único edificio monumental asociado a algunas plataformas
habitacionales; y, finalmente sitios rurales, compuestos unicamente por una o más plataformas
habitacionales. Las modificaciones urbanísticas que se dieron a lo largo del Clásico Tardío en los
sitios monumentales primarios parecen reflejar una progresiva adaptación al medio cárstico, en
donde la escasez de tierras cultivables rindió necesaria la edificación de los sitios monumentales en
la cumbre de los cerros a través de la edificación de imponentes basamentos artificiales.
Evidencias de esta fase de colonización han sido detectadas en las excavaciones del sitio de El
Higo, en cuyo Sector I (fig. 6) se excavó un temazcal monumental de casi diez metros de largo,
análogo a uno muy parecido excavado por Pierre Agrinier en San Antonio y al parecer típico de la
cultura zoque de Chiapas del Clásico Tardío.
La colonización de El Ocote a lo largo del Clásico Tardío no significó el fin de las prácticas
rituales hipogeas. Al contrario, a esta fase parece corresponder la mayor actividad en las cuevas de
la región, atestiguada por decenas de cuevas investigadas en nuestro proyecto y ejemplificadas por
casos como el Tapesco del Diablo, excavado por Carlos Silva Rhoads y Eliseo Linares Villanueva
del Centro Inah de Chiapas, y la Cueva del Lazo y la Cueva de los Altares, estudiadas por nuestro
equipo. En términos generales las cuevas utilizadas en esta fase se ubican en áreas de dificil acceso
como los acantilados de cañón, donde se alcanzaban a través de estrechas terrazas, como si se
quisiera de todas maneras mantener la separación entre el espacio antropizado y el espacio salvaje y
“no humano” apto a las actividades rituales. Otros elementos notables son la proliferación de
evidencias de arte rupestre y la ámplia diferenciación de las actividades rituales llevadas a cabo en
las cuevas, mucho más variadas respecto a las de la fase anterior y que llegaron a incluir varios
casos de sacrificio de niños. El caso más destacado es sin duda lo de la Cueva del Lazo, en donde la
excavación puso en luz los entierros de diez niños, posiblemente sacrificados, asociados a artefactos
perecederos que se han preservado gracias al clima seco de la cueva y que representan un caso
excepcional en el marco de la arqueología de las tierras bajas del sur mesoamericano: entre ellos
destacan textiles (fig. 7), puros de tabaco, artefactos en jícara incisa y pintada, sandalias, esteras y
coprilitos humanos.
El marcador cronológico más evidente del Clásico Tardío en El Ocote es la cerámica Naranja
Fino, tipo Zuleapa, análoga a la estudiada por Thomas A. Lee en San Isidro. La abundancia de este
tipo de cerámica demuestra claramente como los cambios que afectaron el oeste de Chiapas se
relacionen con análogos y contemporáneos eventos del área centro-meridional de Veracruz.
Así como en el área del Golfo y en otras partes del oeste de Chiapas, en El Ocote el fenómeno
de la colonización del Clásico Tardío parece haberse abruptamente interrumpido a finales del
periodo o, más bien, en el llamado Clásico Terminal, cuando todos los sitios del área fueron
abandonados. Las razones de este “colapso” local todavía se nos escapan y seguramente constituyen
uno de los elementos que más merecen ser investigados en el futúro.
De finales del Postclásico Temprano al Postclásico Tardío: la segunda colonización
Si el periodo de abandono de los sitios al aire libre de El Ocote parece corresponder al
Postclásico Temprano, fue probablemente a finales de este periodo que se dió una segunda oleada
de colonización. Los restos de una ofrenda saqueada excavada en el sitio de El Higo, en donde se
encontraron fragmentos de una vasija Tohil Plumbate, parecen de hecho representar los actos
rituales de “toma de posesión” que dieron inicio a la reocupación del sitio y a su profunda
remodelación arquitectónica. En El Higo la reocupación inició con la remodelación de algunos
edificios monumentales de la plaza, en donde se depositó por lo menos un entierro en cámara
funeraria acompanado por un ajuar constituido por cerámicas y un metate, y siguió, ya en el
Postclásico Tardío, con la edificación de varios complejos residenciales en las terrazas ubicadas
sobre las laderas del cerro, bien ejemplificados en el ya mencionado Sector I. Aquí un conjunto de
plataformas organizadas al rededor de dos patios cubrió el antiguo temazcal monumental (fig. 6). La
creación de un específico sistema geográfico informatizado permitió el detallado estudio
arqueológico y arquitectónico de este sector, en donde se identificaron más de quinientas navajillas
prismáticas de obsidiana y otros artefactos al parecer relacionados con el trabajo de la piel.
El hecho de que en el sitio de El Higo conjuntos residenciales postclásicos hayan ocupado áreas
anteriormente destinadas a edificios públicos, alejándose de su antigua ubicación al margen de las
dolinas, no es un caso aislado. En toda la Selva El Ocote, los sitios postclásicos, de cualquier nivel
jerárquico, se ubicaron ahora en la cumbre de los relieves y esta necesidad es evidente en el patrón
de reocupación de los sitios clásicos, limitado a los ubicados en esta posición, ignorando casi
totalmente los sitios bajos aunque pudieran proporcionar gran cantidad de material constructivo
potencialmente reutilizable. Esta característica del patron de asentamiento postclásico, y el hecho
que la colonización de esta fase se limite a la parte oriental de la selva, parece indicar una exigencia
de tipo defensivo por parte de grupos procedentes de los valles de Jiquipilas y Ocozocoautla.
Los materiales que caracterizan la ocupación postclásica constituyen buenos indicadores
cronológicos y abren interesantes pistas de investigación. Si la presencia de anillos y plaquitas de
cobre así como de ollas de tres asas con altos cuellos verticales y decoración pintada ubican
claramente la mayor parte de la segunda ocupación de El Higo en el Postclásico Tardío, la mayoría
de los grupos cerámicos identificados se caracterizan por el predominio de pastas anaranjadas y
blancas que parecen una evolución local de las pastas del Clásico Tardío; en cambio, casi
totalmente ausentes son las cerámicas polícromas frecuentes en los sitios chiapanecas del oeste de
Chiapas investigados en el pasado por Carlos Navarrete. Esta característica de los grupos
cerámicos, aunada a la exigencia defensiva arriba mencionada, nos hizo suponer que la ocupación
postclásica de El Ocote haya sido el resultado del movimento de grupos zoques del área de
Jiquipilas que posiblemente se retiraban ante la presión de los Chiapanecas y que encontraron en El
Ocote una verdadera “región de refugio”.
La total ausencia de materiales coloniales indica que la segunda oleada de ocupación de El
Ocote terminó antes de la llegada de materiales de origen europea en la cultura material de los
Zoques de Chiapas. Sin embargo, datos documentales y etnográficos, objeto de investigaciones
paleográficas y etnográficas llevadas a cabo en el marco de nuestro proyecto , sugieren que a lo
largo de toda la época colonial y moderna la selva El Ocote haya sido identificada por los Zoques
de Chiapas con Norte Ipstek, principal área sagrada del mundo zoque que siguió funcionando como
área de refugio para prácticas culturales tradicionales frente al avanzar de la modernidad.
Los trabajos del Proyecto Arqueológico Río La Venta se han desarrollados en constante
coordinación con el INAH, tanto a nivel estatal como federal. Básico ha sido además el apoyo de la
Dirección de la Reserva de la Biosfera Selva El Ocote y de SEMARNAT. Los trabajos han sido
parcialmente financiados por la Secretaría de Relaciones Exteriores de la República Italiana y han
contado con el constante apoyo de la Embajada de Italia en México.
Entre las instituciones que han colaborado con el Proyecto debemos mencionar el Centro de
Excelencia Scientific Methodologies Applied to Art and Archaeology de la Universidad de Perugia
(Italia), lo cual se ha dedicado a la realización de análisis químico-físicas finalizadas al estudio de
los componenetes y colorantes de muestras de cerámica, argamasas y textiles.
Actualmente se está definiendo un convenio con la Coordinación Nacional de Conservación del
Patrimonio Cultural del INAH, finalizada a la conservación y restauración de los materiales
perecederos procedentes de la Cueva del Lazo.
Bibliografía esencial
Domenici Davide, “Investigaciones arqueológicas en El Higo, Selva El Ocote, Chiapas”, Tercera
Reunión de Investigadores del Area Zoque. Tuxtla Gutiérrez, 2004, en prensa.
Domenici Davide, “Arqueología de la Selva El Ocote, Chiapas”, en Domenici Davide y Piero Gorza
(eds.), Zoques y Mayas. Miradas italianas, Centro de Estudios Mayas, UNAM, México 2005a,
en prensa.
Domenici Davide, “Patrones de uso ritual del espacio hipogeo en la Selva El Ocote (Chiapas)”, VI
Coloquio Bosch-Gimpera, Instituto de Investigaciones Antropológicas, Universidad Nacional
Autónoma de México, México 2005b, en prensa.
Domenici Davide y Thomas A. Lee Whiting, “El Proyecto Arqueológico Río La Venta (Chiapas) y la
arqueología de la Selva El Ocote”, Anuario 2002, Centro de Estudios Superiores de México y
Centroamérica, Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas, 2004, pp. 443-473.
6.-Mapa fotográfico del Sector I de El Higo. En la parte baja se observa el gran temazcal del Clásico Tardío, posteriormente
cubierto por el conjunto residencial del Postclásico Tardío que se extiende sobre gran parte del sector de excavación.
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