EL REINADO DE ISABEL II, EL SEXENIO DEMOCRÁTICO Y LA I REPÚBLICA
LA I GUERRA CARLISTA
La guerra duró desde 1833 a 1839 y al principio los carlistas dominaban amplias zonas rurales del norte
vasco-navarro. Su fuerza principal estaba compuesta por los más de cien mil voluntarios realistas de la
década anterior. Actuaban en pequeños grupos bajo la forma de guerrillas, hasta que el general
Zumalacárregui formó un autentico ejercito. Para el desarrollo de la guerra el gobierno cristino
necesitaba la ayuda exterior y logró esta de Francia e Inglaterra, a cambio de mantener un liberalismo
moderado. Mientras en el bando liberal se sucedían los cambios políticos, la guerra continuaba. Los
campesinos expulsados de las tierras que habían trabajado durante generaciones por la disolución del
régimen señorial y amenazados por el nuevo sistema fiscal, recelaban de todo cambio y constituían, en
amplias zonas del País Vasco, Aragón y Valencia junto con el interior de Cataluña la base fundamental
del pretendiente Carlos. La mayor parte de la aristocracia dio la espalda a don Carlos y apoyó al
liberalismo moderado que, al fin y al cabo, estaba mejorando su posición, al confirmar la plena propiedad
de sus señoríos en perjuicio del campesinado.
A pesar de la ayuda recibida por parte de las potencias absolutistas (Austria, Prusia, Rusia) en los siete
años de guerra, los carlistas fueron incapaces de quebrar el frente liberal. En 1835 había muerto el sitio
de Bilbao el general Zumalacárregui. Las operaciones siguieron al mando de Cabrera e incluso del
propio don Carlos, llegando a las afueras de Madrid, pero en líneas generales fracasaron. Después de
1837 y enfrentándose a unos generales liberales muy resueltos, con Serrano y sobre todo Espartero, se
hacía imposible el triunfo carlista. El pretendiente encargó la dirección de la guerra a Maroto quien logró
un acuerdo con Espartero, que daba un fin honorable a la guerra. Recibe el nombre de Convenio de
Vergara(1839), reconocía las graduaciones de los oficiales carlistas que se incorporasen al ejercito
isabelino y los Fueros vasco-navarros.
El carlismo quedó derrotado militarmente; sin embargo, había echado fuertes raíces en algunos
territorios y, a lo largo del siglo XIX, reaparecería como expresión del tradicionalismo y el pensamiento
reaccionario
DESARROLLO INSTITUCIONAL Y CAMBIOS POLÍTICOS ENTRE 1833 Y 1875
A lo largo del periodo asistiremos a unos cambios institucionales y políticos que darán fundamento al
desarrollo liberal del país, en este apartado trataremos de resumir dichos cambios, principalmente la
creación de las instituciones y los partidos políticos.
El sistema liberal
Eliminados de la legalidad política los absolutistas, por la necesidad en que se encontró la Regente de
buscar el apoyo de los liberales, el sistema político que estos defendían se hizo realizable.
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Los puntos básicos son Soberanía Nacional, Constitución, Cortes y Sufragio. La influencia del liberalismo
de raíz francesa quedó patente en los caracteres de uniformismo y centralización que los liberales
españoles convirtieron en puntos básicos de su sistema de poder, continuando la centralización ya
introducida en el XVIII por los Borbones en las instituciones (administrativas, educativas, judiciales).
Sin embargo, este esquema será desarrollado de modo diferente por los sectores del liberalismo, esto
es, moderados y progresistas.
Los Moderados: Estos son partidarios de que la soberanía nacional la poseen conjuntamente la Corona
y las Cortes. Según esto, la Corona será depositaria de un poder moderador, que le permitirá actuar en
los conflictos entre el poder legislativo, que ostentan las Cortes , y el poder ejecutivo del Consejo de
ministros, pudiendo decidir en ultima instancia sobre la disolución de las Cortes o la sustitución del
presidente del Consejo. Respecto al derecho al voto, para los moderados tiene siempre un carácter
censitario , de manera que solo los de mayores posibilidades económicas pueden participar en el
proceso político. Por ello la monarquía se sitúa siempre a favor de esta línea que le concede tantos
poderes.
Los Progresistas: Los progresistas se sitúan en una posición radical, según la cual la soberanía
nacional está exclusivamente en manos de las Cortes, cuyo miembros habrá sido elegidos a través de un
sufragio más amplio. No aceptan el poder moderador de la Corona y frente a los moderados defienden
una amplia libertad de prensa . Del grupo más extremista de los progresistas surgirá el partido demócrata
, que defiende el sufragio universal y la concesión de amplias libertades (imprenta, reunión, asociación,
culto...).
Puesto que la Corona apoyaba el moderantismo es obvio que al progresismo le resultaba muy difícil
llegar al poder, cosa que nunca consiguió mediante elecciones (ya que el sistema de control del gobierno
funcionaba de tal modo que nunca perdía las elecciones), por lo que los progresistas sólo podían obtener
el poder mediante levantamientos o pronunciamientos, de ahí al importancia de la adscripción a uno u
otro partido de dos grupos muy influyentes en la sociedad de la época: la burguesía y el ejército.
Reformas Institucionales
Se realizó en 1833 por Javier de Burgos una nueva división territorial de las provincias. Pero a partir
de aquí solo podemos mencionar reformas económicas orientadas a solucionar los problemas existentes
en lo que respecta a la hacienda, dentro de ellas podemos encuadrar las referentes las
desamortizaciones de los bienes eclesiásticos y civiles. Para estudiar las reformas institucionales es
imprescindible ver las constituciones.
Estatuto Real 1834. fue obra de los liberales moderados. Consistía en una carta otorgada por la
Regente que, no había sido elaborada ni aprobada por las Cortes. Establecía unas Cortes formadas por
dos cámaras: la de Próceres, constituida por nobles, clérigos y burgueses designados por la Corona, y la
de procuradores, formada por miembros elegidos entre las personas que tenían una renta anual elevada.
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Las Cortes solo podían deliberar sobre aquellos asuntos que les presentaba la Reina, la cual podía
convocar y disolver las Cámaras. Las Cortes solo podían enmendar o rechazar los proyectos de ley
elaborados por el gobierno, pero carecían de iniciativa legal. Las libertades de prensa y asociación
quedaban muy reducidas y el sufragio era tan reducido que solo el 0´15 de la población tenía derecho a
voto.
Constitución de 1837.fue obra de los liberales progresistas que ocuparon el poder después de la
sublevación de la tropa del palacio de la Granja. Dos cámaras: Senado y Congreso, ambas cámaras
tienen los mismos poderes, pero el Senado o cámara alta es una concesión a los moderado, puesto que
sus miembros han de tener más edad y fortuna que los del congreso y son elegidos por la corona de una
lista presentada de los electores de cada provincia. Los diputados (Congreso) son elegidos por sufragio
directo y censatario a nivel provincia. La constitución reconocía la soberanía nacional pero aceptaba
el poder moderador de la Corona que podía vetar las leyes aprobadas por las Cortes. Intentaba
implantar un sistema parlamentario que estuviese entre la Constitución de Cádiz y el Estatuto Real, para
que pudiese ser aceptada por moderados y progresistas.
En este marco constitucional se dieron leyes como las promovidas por el ministro de Hacienda,
Mendizábal, de desamortización de bienes de la Iglesia, supresión de los diezmos, de las aduanas
interiores y de los gremios. Con todas estas leyes se posibilitó el desarrollo liberal español, tanto a nivel
político como económico.
No se puede dejar de nombrar las leyes dadas en el periodo del llamado Bienio Progresista (1854-1856)
principalmente La Desamortización General de Madoz y la Ley de Ferrocarriles.
Los siguientes cambios dados hasta 1875, se estudiaran detenidamente en el reinado de Isabel II y en el
desarrollo de las constituciones del 45 y del 68.
EL REINADO DE ISABEL II
Al hablar de este tema es necesario puntualizar la diferencia existente entre el reinado de Isabel II
cuando se encuentra bajo distintas regencias y desde el momento en que es declarada mayor de edad y
comienza su gobierno efectivo.
La regencia de María Cristina (1833-1834)
Esta comenzó ya en los momentos finales de la enfermedad de Fernando VII, su política varia a raíz de
la muerte del Rey y del levantamiento carlista, lo cual obliga a la Regente a buscar el apoyo de los
liberales a la causa de su hija Isabel II. Por ello nombró jefe del gobierno al liberal moderado Martínez de
la Rosa, el cual fue el verdadero creador del Estatuto Real (1834), pero la reforma era demasiado
moderada y ello dará lugar a los movimientos radicales de 1835: quema de conventos, y la formación de
milicia urbana..., en líneas generales los liberales progresistas exigían medidas para un cambio
autentico. Fue nombrado jefe del gobierno en septiembre de 1835 Mendizábal, el cual acometió
reformas sustanciales: creó las Diputaciones Provinciales; reorganizó la milicia nacional, confió la jefatura
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del ejercito a liberales progresistas y reorganizó la administración de Justicia y dio la Ley de desamortizar
los bienes del clero. A fines de 1836 este pierde el poder llegando a formar gobierno un moderado, pero
esto es contestado por el levantamiento de los sargentos de la Granja, lo cual dio lugar a un nuevo
gobierno progresista que confío el ministerio de Hacienda a Mendizábal, y prosiguió las reformas y se
pusieron en vigor los decretos de abolición de los señoríos y vinculaciones, todo ello calentó los ánimos
de los moderados.
La regencia de Espartero (1840-1843)
En 1840 los moderados pretendieron paralizar las conquistas revolucionarias. Entre otras intentaron
llevar a la practica un proyecto de Ley Municipal que recortaba la autonomía municipal. Por ello la Milicia
Nacional originó un pronunciamiento y a la regente no le quedó más remedio que llamar al
progresista general Espartero a formar gobierno.
Tras abdicar María Cristina, las Cortes nombraron regente al general Espartero, muy popular tras su
triunfo en la guerra carlista.
Hasta 1843 gobernó dictatorialmente, aplicando las ideas del partido progresista. Reprimió con dureza
las conspiraciones de los moderados. Un pronunciamiento militar en julio de 1843 puso fin a la regencia
de Espartero y llevó al poder al partido moderado, encabezado por el general Narváez y apoyado por
sectores de la burguesía. Este partido gobernó durante diez años, la llamada Década Moderada.
La Década Moderada (1844-1854)
El nombre de década moderada procede del gobierno de este partido durante diez años, la obra cumbre
de este periodo es la constitución de 1845, la cual es desarrollada en el ultimo apartado del tema. El
régimen moderado llevó a cabo una política de acercamiento a la iglesia con la que firmó el Concordato
de 1851, por el cual se regularizaban las relaciones con la Santa Sede, las cuales habían sido rotas a
raíz de las desamortizaciones, por este tratado el gobierno reconocía la religión católica como la única de
España y al mismo tiempo la Iglesia reconocía la perdida de sus propiedades por las desamortizaciones,
y a cambio el gobierno se comprometía a mantener el culto, junto con la definición de las jurisdicciones.
El Concordato creará en el país una Iglesia pasiva protegida por el Estado. El gobierno persigue una
política centralizadora, lo cual se refleja en la unificación de los Códigos Civil y Penal, la creación de
la Guardia Civil (para mantener el orden público). y la tendencia a la unificación administrativa de la
Hacienda e incluso de la Universidad.
El escandaloso favoritismo de la Corona y la corrupción económica y financiera de muchos políticos, hizo
que se formasen grupos de presión dentro del mismo partido moderado, que en 1854 produjeron un
movimiento revolucionario, en el que participó un amplio sector liberal u masas populares. Este
movimiento se conoce como la Vicalvarada, por ser en Vicálvaro donde se levantó el ejercito, dirigido
por el general O’Donnell, que se enfrentó a tropas fieles al gobierno, mientras se producían en Madrid
disturbios populares.
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La politización del movimiento se produjo cuando se dio a conocer el llamado "Manifiesto de
Manzanares" , redactado por Cánovas del Castillo. Las reivindicaciones que contenía eran favorables
tanto a los progresistas como a los moderados y esto hizo que el movimiento se extendiese a Barcelona,
Zaragoza, San Sebastián y otras ciudades. Ante ello la reina entregó el poder al general Espartero,
líder de los progresistas, y comenzó el Bienio Progresista
El Bienio Progresista ( 1854-1856 )
Los progresistas emprendieron la tares de afianzar el liberalismo y ampliar las libertades fundamentales.
Se expulsó a los jesuitas y prohibieron las procesiones por la vinculación de la Iglesia con el
moderantismo. Se produjo la Desamortización General de Madoz y la Ley de Ferrocarriles que tanta
importancia tendrán para el desarrollo del capitalismo. También el movimiento obrero comenzará su
andadura y surgirá el partido Demócrata, que solicitaba el sufragio universal.
El final del Bienio Progresista estuvo ligado al general O’Donnell y al partido que formó: la Unión Liberal
en la que militaron los moderados más avanzados y los progresistas menos radicales y que dará la
tónica de los últimos años del régimen isabelino. Tras una serie de conflictos populares, el general
Espartero fue sustituido por O’Donnell en el gobierno. Durante cinco años mantuvo la estabilidad política
en el interior e inició una política intervencionista en el exterior (campañas de Marruecos, México......).
Pero después de estos años los moderados volvieron a ocupar el poder, dedicándose estos a la
reacción. A la escasa representación política se añadió la practica de la manipulación de la elecciones.
Ante estos hechos, los progresistas se marginaron del mecanismo electoral y no actuaron cono oposición
política sino que volvieron a la vía de la conspiración y del pronunciamiento. Así ocurrió en 1866, cuando
los sargentos del cuartel de San Gil se pronunciaron y fueron duramente reprimidos tras su fracaso. El
moderantismo se mostraba en estos momentos como un régimen cercano a la dictadura.
La situación en 1866 era de crisis generalizada y los grupos políticos formados por progresistas,
unionistas y demócratas se reunieron en Ostende (Bélgica) para firmar un programa común que
establecía el destronamiento de Isabel II. Los dirigentes del movimiento favorecieron la creación de
Juntas revolucionarias para organizar a las masas populares
LA REVOLUCIÓN DE 1868
Se trata de un fenómeno muy complejo, cuyo origen no se puede achacar a un solo motivo. Por una
parte, hay que tener en cuenta la crisis económica general y, por otra, la crisis interna del moderantismo
español, en el poder desde 1845, que no había resuelto los problemas del país y que había colocado a la
Corona en una difícil situación ( por el continuado apoyo de la Reina a los moderados ).
Directamente enlazada con esta cuestión está la crisis política originada por la desaparición de las
principales figuras del moderantismo y el unionismo (O’ Donnell murió en 1867 y Narváez en 1868).
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Se va gestando así el movimiento que estallará en Andalucía en septiembre de 1868, y que había sido
preparado previamente por Juntas revolucionarias, constituidas por demócratas y progresistas, que
actuaban paralelamente a una conspiración militar.
El movimiento revolucionario se inicia en Cádiz con el pronunciamiento del almirante Topete, de
acuerdo con los generales Prim y Serrano, exigiendo una reforma constitucional y el respeto a los
derechos individuales. Pero pronto se advierte la existencia de otras fuerzas en juego: mientras los
militares se manifiestan monárquicos y solo pretenden sustituir la Constitución y el monarca, las Juntas,
más radicales, muestran su intención de conseguir una verdadera revolución burguesa, basada en el
principio de la soberanía nacional. Conviene señalar también la participación de grupos de campesinos
andaluces, que aspiraban a una revolución social.
Generalizado el movimiento en Andalucía, pronto se extendió a otros lugares del país, sin que las tropas
del gobierno hicieran frente seriamente a las de los pronunciados , que vencen en la batalla de Alcolea.
El apoyo de Barcelona y toda la zona mediterránea fue definitivo para el triunfo de la revolución: Isabel II
se traslada con su familia a Francia y se constituye un gobierno provisional bajo la presidencia del
general Serrano, lo que significa que el movimiento revolucionario queda en manos de los progresistas
más moderados.
Serrano forma un gobierno provisional integrado por progresistas y unionistas. El gobierno provisional ,
al mismo tiempo que privaba de poder a las juntas , ponía rápidamente en marcha un programa de
reformas gubernamentales y convocaba elecciones constituyentes, no sin antes pronunciarse en favor
de la fórmula monárquica; la emancipación de los hijos de los esclavos en las colonias, el cambio de los
ayuntamientos y diputaciones , la reforma de la enseñanza, la libertad de imprenta, el derecho de reunión
y asociación y el sufragio universal son inmediatamente aprobados por sucesivos decretos del gobierno
provisional.
A partir de este momento y durante seis años se intentará crear en España un sistema de gobierno
democrático, hasta que el fracaso final lleve de nuevo al poder a los moderados. En la actividad política
de estos años podemos advertir la participación de cuatro bloques políticos - unionistas, progresistas,
demócratas y republicanos - en cuyo campo de acción intervienen también el movimiento obrero y la
cuestión de Cuba , iniciada en esta época.
El Proceso político de los seis años de crisis revolucionaria se puede dividir en tres etapas
- Monarquía constitucional.
- República federal.
- República unitaria y presidencialista.
Después de estas tres etapas la situación política del país desembocaría en la restauración borbónica.
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EL SEXENIO DEMOCRÁTICO
A raíz de la revolución del 68 resurgieron las llamadas Milicias Nacionales, que ahora se denominaran
Voluntarios de la Libertad, como medio de defensa de la revolución. Unidos en el mismo combate el
movimiento obrero y la burguesía, parecía tratarse de una explosión nacional con un mismo entusiasmo.
Sin embargo, pronto surgieron las desavenencias.
Serrano y Prim, que no eran demasiado radicales, se apresuraron a desarmar a los Voluntarios de la
Libertad desde un gobierno provisional que excluyó a los demócratas. El 25 de octubre dirigieron un
Manifiesto a la Nación en que se recogían los programas de las Juntas, pero sin aludir a ningún cambio
en cuestiones económicas. Se trataba de estabilizar rápidamente la revolución y construir por primera
vez un Estado democrático en la convulsa España.
Pero la tarea no iba a ser fácil. Las elecciones para Cortes Constituyentes, en las que por primera vez
pudieran votar todos los varones españoles mayores de 25 años directamente, configuraron un
parlamento representativo de la correlación de fuerzas: una minoría de "derechas" (carlistas e
isabelinos ); un "centro" con 245 diputados progresistas, unionistas y demócratas dirigidos por Prim,
Sagasta , Olózaga, Ríos Rosas y Ruiz Zorrilla; y una "izquierda" con 70 diputados republicanos
federales, como Figueras y Castelar. Un fiel reflejo de las opiniones políticas de los españoles, quizás
demasiado plurales para los retos del momento.
Aquellas Cortes elaboraron la Constitución de 1869, la más democrática y avanzada de la Europa de
entonces.
Aprobada la Constitución, Serrano fue nombrado regente y Prim, el hombre fuerte de la situación, jefe
de Gobierno. Los problemas que había que enfrentar para consolidar la monarquía democrática eran
diversos u muy graves. En síntesis: la búsqueda de un candidato para el trono vacante ; la respuesta de
las demandas populares de abolición de impuestos y quintas; la solución a la situación de Cuba, donde
desde 1868 había estallado una seria insurrección independentista.
Estas cuestiones constituían unos problemas de difícil solución, con complicaciones internacionales por
medio, que sólo podría haber compuesto una coalición de fuerzas muy sólida. Por el contrario, cada
problema desencadenó rupturas y enfrentamientos que llevaron al fracaso del experimento
Una parte de los republicanos (los intransigentes), frustrados por la forma monárquica de gobierno y la
falta de soluciones a la "cuestión social", promovieron ya en 1869 sublevaciones generalizadas. Hambre
de obreros y hambre de tierras de los campesinos estaban detrás de las protestas, que fueron sofocadas
sangrientamente. Por otro lado, la derecha más recalcitrante, los carlistas, afilaban ya las armas.
La candidatura al trono recayó al final en Amadeo de Saboya, tras difíciles negociaciones en las
cancillerías europeas. Napoleón III en Francia y Bismarck en Alemania condicionaron el resultado final.
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La "salida italiana" ofrecía garantías de pureza liberal: los Saboya, dinastía unificadora de Italia, no
estaban contaminados de autoritarismo y además ofrecían una posibilidad de contención frente a los
republicanos. Prim apostó decididamente por esa solución y consiguió que las Cortes nombrasen rey a
Amadeo de Saboya por 191 votos contra 120. Escaso apoyo para asunto tan problemático.
El 30 de diciembre de 1870 desembarcaba en Cartagena el nuevo rey de España. Tres días antes
habían asesinado en un atentado a Prim, el cual era su principal valedor. Juró la Constitución ante las
Cortes el día 3 de enero , comenzando así un reinado breve de dos años que para él sin duda fue
demasiado largo. En efecto los apoyos que encontró a su llegada se reducían a los progresistas.
La Iglesia criticaba a un monarca, cuyo padre había usurpado los Estados Pontificios al Papa Pío IX. Los
carlistas se estaban lanzando al monte con sus escopetas. La oligarquía terrateniente pensaba que la
democracia desembocaría en el socialismo y que sus fincas corrían peligro. Los republicanos celebraban
congresos y pactos federales a la espera de una república que reconociera la libre federación de las
regiones y estados de España.
Los obreros y campesinos ya no confiaban ni siquiera en los republicanos, y empezaban a mirar con
buenos ojos a la Internacional (AIT) y, en especial , a su facción bakuninista (anarquistas); por tanto,
despreciaban el juego político y soñaban con la revolución social y el comunismo libertario. Los
hacendados españoles de Cuba y los negociantes con intereses coloniales desconfiaban igualmente. La
burguesía industrial catalana, que apoyó en un principio la revolución , estaba descontenta por el arancel
librecambista de Figuerola, que ponía en peligro su producción.
De modo que los progresistas de Sagasta y Ruiz Zorrilla debían, si quería sobrevivir el régimen, ampliar
la base social de apoyo al nuevo monarca. Se presentaban dos opciones.
a) Con una política conservadora que permitiese atraer a unionistas y conservadores, como quería
Sagasta.
b) Con una apertura hacia la izquierda, suprimiendo impuestos, aboliendo la esclavitud en Cuba y
reduciendo el presupuesto eclesiástico, logrando así que los demócratas y republicanos benevolentes se
acercaran a Amadeo. Esta cuestión acabó dividiendo a los progresistas en dos grupos, los
"constitucionalistas" de Sagasta y los radicales de Ruiz Zorrilla.
Los carlistas comenzaron una insurrección en toda regla en mayo de 1872. La oligarquía de banqueros,
industriales y terratenientes , iban aglutinándose en torno a la idea de restaurar a los Borbones en la
persona del hijo de Isabel, don Alfonso. Eran los "alfonsinos".
Enfrente se encontraban los que querían profundizar el proceso revolucionario: los republicanos
federalistas obsesionados por la libre organización de los diversos pueblos de España y la plena
consecución de la libertad política en una sociedad laica. Estos hablaban de federación y también "
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Federación Regional española" se denominaba la sección española de la Internacional de Trabajadores.
Esta coincidencia de términos encubría el hecho de que el mito de la República seguía seduciendo a
todos los que luchaban "por mayores derechos y libertades", sectores de la pequeña burguesía, del
campesinado sin tierras y del proletariado industrial.
Amadeo, dijo desde un principio que no se impondría a la nación por la fuerza, y lo cumplió. Rechazado
por la aristocracia española, que ni siquiera le invitaba a sus fiestas y salones, se encontraba aislado,
pero rechazó las propuestas de dureza que le hacía Serrano. Aprovechó finalmente un conflicto,
provocado por la sedición de los oficiales del arma de artillería y la disolución de ese cuerpo por Ruiz
Zorrilla, para abdicar el 11 de febrero de 1873.
LA I REPÚBLICA
El 11 de febrero de 1873, conocida la dimisión del Rey, el Congreso y el Senado juntos proclaman
la república por 258 votos contra 32. Ponerse a buscar otro rey parecía absurdo, y así la mayoría
monárquica de las cámaras aprueba la república. Uno de los principales problemas de la república es la
falta de verdaderos republicanos.
Principales opciones políticas: liberales moderados y progresistas.
Uno de los principales problemas que se le plantean a la recién nacida república es la falta de
verdaderos republicanos. No se puede olvidar que el nacimiento de la República fue un hecho
imprevisible, fruto de las circunstancias políticas del país. Una vez proclamada la República se procedió
a nombrar un gobierno provisional, presidido por Figueras y con figuras representativas de la vida
política del país. Un mes más tarde se procedió a la convocatoria de Cortes, en esta convocatoria
vemos reflejadas gran parte de las aspiraciones del partido demócrata: derecho de sufragio a todos los
varones mayores de 21 años. De las elecciones salieron por abrumadora mayoría los republicanos
federalistas, pero esto no debe mover a engaño, puesto que la abstención de los partidos políticos
fue la nota dominante.
La evolución de los liberales moderados y progresistas es parecida, puesto que ambos deciden no
participar en la vida política de la República. El partido Moderado que había ocupado durante casi
todo el reinado de Isabel II se encontraba en plena descomposición , a lo cual es necesario sumar la
muerte en 1868 de su principal figura Narváez. Con todo este moderantismo residual, pero todavía con
personalidades relevantes, no perdería las esperanzas de ser el beneficiario de la futura restauración
borbónica. Por ello forman parte de los primeros alfonsinos. Ello nos indica claramente su escasa
colaboración con los republicanos. Los progresistas que habían formado el partido llamado la Unión
Liberal, se unirán rápidamente al recién creado partido alfonsino. El propio fundador del partido Canovas
del Castillo procedía de sus filas, y según este era un partido que siempre había tratado de conciliar la
libertad con el orden. El partido Progesista se une en sus aspiraciones con los unionistas y demócratas,
perdiéndose como partido político e integrándose en otros grupos.
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Los Demócratas: estos participaron activamente en la revolución del 1868, por medio de movilizaciones
populares , durante el reinado de Amadeo intentaron sin éxito que se aplicaran diversas medidas
democráticas , aunque ya en la constitución del 69 habían logrado el Sufragio Universal Masculino. Estas
medidas las dará el gobierno republicano (amplia amnistía, suprime los consumos y establece la
desaparición de las quintas, y ciertas mejoras sociales..). La evolución posterior del partido corresponde
a la Restauración.
Las versiones del primer republicanismo español.
Uno de los principales problemas de la recién nacida República , es la división entre sus partidarios en
dos bandos los unitarios y federalistas.
Las Cortes Constituyentes reunidas en junio de 1873 proclamaron la República Federal y Figueras fue
sustituido por Pi y Margall. Las Cortes elaboraron una nueva Constitución (1873, no promulgada)
según la cual el país quedaba constituido por 15 Estados Federales, a los que su unían Cuba y Puerto
Rico. Sin embargo, esta estructura no llegó a aprobarse, porque en el mes de julio estalló una violenta
insurrección de carácter social en diversos puntos de Levante y Andalucía, e incluso en el interior
(Badajoz, Salamanca ).
En pocos días, de Cádiz a Castellón, numerosas poblaciones se constituyeron en república o cantón:
era el resultado practico de la interpretación particularista y mal asimilada del federalismo unido a las
doctrinas anarquistas. El movimiento adquirió matices de gran violencia y Pi y Margall dimitió y fue
sustituido por Nicolás Salmerón. El ejercito pudo dominar la sublevación, excepto en Cartagena, donde
los sublevados cantonalistas contaban con la jefatura del general Contreras y el dominio del arsenal y de
la escuadra. A todos estos problemas es necesario añadir el levantamiento armado de Cuba. Esta
movimiento estalló en 1868 iniciado por Céspedes, con un intento de independizar la isla, este
movimiento contaba con el apoyo de los Estados Unidos. En la solución del movimiento independentista
fallaron los intentos reformistas, que buscaban anular la esclavitud y dotar a Cuba de una autonomía
política. Tampoco obtuvieron resultado las negociaciones con los rebeldes, realizadas por el general
Dulce, y la guerra se endureció. Esta guerra de desgaste se prolongará hasta el reinado de Alfonso XII.
El problema Carlista: desde 1868, el carlismo cobró nuevo ímpetu y se organizó en torno a Carlos VII,
nieto de Carlos María Isidro, que atrajo a sus filas importantes sectores conservadores, contrarios a la
revolución. Tras unos intentos de tomar el poder por la legalidad (fracaso en las elecciones de 1872 ), se
inició la tercera guerra carlista, con desarrollo en Valencia, Aragón, Cataluña con mayor virulencia en
Navarra y País Vasco. La guerra se avivó con la proclamación de la república, y se solucionaría con
Alfonso XII.
La República experimentó desde entonces un giro hacia posturas más conservadoras, giro iniciado por el
nuevo presidente, Salmerón, que se mostró dispuesto a terminar con la resistencia cantonal. Se nombra
un nuevo presidente, Castelar, el cual declaró al régimen federal fuera de la ley y gobernó de forma
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autoritaria apoyado por los conservadores y la banca. Dio grandes atribuciones al ejército para mantener
el orden.
Ante el temor de volver a un presidente federalista si Castelar perdía las elecciones, sectores
conservadores burgueses propiciaron el golpe militar del general Pavía, capitán general de Madrid,
que entró en las Cortes con un grupo de guardias civiles disolviendo la cámara. Inmediatamente
después del golpe de Estado, se formó un gobierno provisional bajo la presidencia del general
Serrano quien, apoyándose en el ejército, gobernó de forma dictatorial en un intento de estabilizar el
régimen republicano. Pero pronto se pensó en la restauración de la Monarquía borbónica.
Programas y bases sociales del republicanismo:
Las bases sociales del republicanismo eran muy heterogéneas, puesto que dentro del millón y medio de
electores que se confesaba partidario de la república federal, encontramos grupos tan diferentes como:
un buen número de desposeídos que consideraban que la república finalizaría sus males, y a una
burguesía regionalista o autonomista. El paso de uno a otro sector era muy diferente según las regiones
y eso se verá en el diferente desarrollo del cantonalismo. Este periodo servirá para radicalizar las
posturas de los distintos sectores.
Los programas llevados a cabo por la República, pretendían reformar el proceso de consolidación del
liberalismo, y aunque con poca incidencia por la coyuntura desfavorable, será un claro precedente para
las reformas posteriores. Socialmente, se enfrentaron a la cuestión agraria, para lo que se propuso el
reparto de tierras entre los campesinos, pero para ello se hacía imprescindible disponer de dinero para
las expropiaciones, por lo tanto y ante la carencia de medios económicos, solo se llevó a cabo la
"abolición de rentas y derechos señoriales" (20 agosto de 1873). La legislación industrial, dio la ley 24 de
julio 1873, sobre "la instrucción y el trabajo de los niños obreros." Las medidas democratizadoras
fueron abundantes y solo nombraremos la ley de los Jurados Mixtos.
LAS CONSTITUCIONES DE 1845 Y 1869
La Constitución de 1845
Es la obra cumbre del moderantismo, su objetivo es conformar el régimen político en un sentido
exclusivamente moderado, para garantizar el ejercicio del poder por este partido y asegurar el dominio
político y social de la oligarquía. Rechazo de la Soberanía Nacional, esta queda constituida por la
Soberanía conjunta del Rey y las Cortes.
- Legislativo: quedaba constituido por dos cámaras: Senado, nombrado por el Rey entre las altas
categorías de la administración, el ejército y la política y la Iglesia y en todo caso poseedoras de gran
fortuna. De hecho es un Senado dominado por la aristocracia. Congreso, se elegía por sufragio
censitario, limitado a los mayores contribuyentes (1% de la población), junto con un control de las
autoridades y caciques.
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- Ejecutivo: Reside en la Corona, con grandes poderes, principalmente el de nombrar y separar
libremente a los ministros, La facultad de ordenar la disolución de las Cortes.
- Judicial: Se limitan las garantías de autonomía de los tribunales , se suprime la Milicia Nacional y los
juicios por jurados.
Leyes posteriores desarrollarán la constitución. Los principios políticos que establece el referido texto,
marcan las líneas políticas del Estado español en el resto del siglo XIX y parte del XX.
La Constitución de 1869
La Constitución de 1869 puede considerarse la primera Constitución democrática de nuestra
historia, precediendo en varias décadas conquistas semejantes de otros países europeos. El factor más
claro para semejante juicio es la concesión del sufragio universal masculino y una amplia declaración
de principios. Los principales derechos son: Libertad de asociación y reunión, Libertad de cultos. y como
nota fundamental el reconocimiento de que la Soberanía reside en la Nación.
- Legislativo: El centro del poder reside en las Cortes, formadas por el Congreso de los Diputados y
el Senado, ambos son elegidos por sufragio universal, pero los candidatos del Senado han de tener
más de 40 años y haber desempeñado funciones públicas importantes o tener título superior o ser un
gran propietario.
- Pero sus poderes son amplios, quedando regulado su convocatoria y duración y además son las
únicas que pueden aprobar el presupuesto, por medio de lo cual controla el ejecutivo.
- Ejecutivo: Lo ostenta el Rey, pero es un monarca constitucional, puesto que sus ministros son
responsables ante las Cortes.
- Judicial: Es la primera Constitución que pone los medios para la verdadera independencia de los
jueces, puesto que crea el sistema de oposiciones para el ingreso en la carrera judicial y la creación del
Consejo de Estado para los traslados y demás alteraciones que puedan afectarles. Se establece el juicio
por jurados, y la acción pública contra los jueces por delitos que cometieran en el ejercicio de su cargo.
Autor: Javier de la Hera
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