8/18/2019 El Renacimiento Clásico en La Literatura Catalana
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N l.
L I T E R T U R C T L N
.
D I S U R S O
LEIDO
11
l SOI[UN RECEPCIOR
I Y
.A
RE L C DEMI DE BUEN S
LETR S
DE B RCELON
B RCELON
IMPRENT DE J IME
JEPUS ROVIR LT
c rr.a DEL NOTARIADO NÚM. O
1889
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@ O S T U M B R E
es, Iiasta aliora casi nunca quebran tada, en
estas solemnes fiestas de la ciencia, e n quien viene an te sil
sagrado recin to á hacer profesión de fe de ella y á pronun-
ciar el temeroso voto de consagrar á su servicio su vida
entera, agotsr las frases de gratitucl y de obsecluio en honor
de los ilustres compafieros, ltls m i s veces sus niaestros de
ayer, que le han guiado y como llevado por la mano ocu-
par uno de esos codiciados sitiales adornados con los laureles
de la gloria, los cuales por lo comiin se une la majestad.
augiista de los aiios. Sabios respetables, irentes inclinadas
bajo el noble peso cle su s méritos y de sus servicios, cuan-
tos eniinentes varones lian alcanzado el favor altisinlo de
sentarse vuestro, lado, ningiino ha desdeñado cumplir con
es te deber, juzgffndolo, y con ra,zón, como sa,gsado trib uto
ofrecido al prestigio del saber y d e la experienc ia., ¡Con
cuánto inayor motivo no tendría yo que extremar esas frases
de afectuosa gratitud , s i no temiera que i t vuestros oídos so-
naran
á
retóricos encareciinien tos, y aún que despojarme de
todo mérito literario que vuestra bondad pudiera atribuirme,
cuando sin ninguno de los que dan derecho
á
penetrar en es-
tos iimbrales, me llamasteis ellos,
y
hastame consideiasteis
digno de compartir vuestras bien aprovechadas tare as, muclio
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antes de que los Yotos d i toclos me otorgaran q t i t u d oficial
para intentarlo
Mas si me siento ahora como einbarazaclo
y
perplejo, crc-
yendo, y no sin cansa, que
110
lie de acerta r elegir las pala-
b r a . ~ine mejor e s p e s en mi franca gratitocl y más bien solici-
ten vuestra hiclalgn inclulgencia, no 11e esperimeiltado iguales
dudas
y desasosiego al t.mtar ,de escoger asuilto cine o s flieiaa
si~~ip$t,ico,cluc
5
la par correspondiese d los intentos de
esta Acadeniia
y
nlis particulares aficiones. Harto sé que
nunca Iiallan vuestra ate i~ción nclilerente los esfuerzos que
se eiicaminen al esclareciiliiento de la Iiistoria
y
de la litera-
tura. patrias; harto sé tambi6n
que
uno de los principales
íines que seii5Iaron siis esclareci~los undadores B nuestra
Academiafué el estiiilio de aquellos dos trascendenta.lisiiilos
sujetos; y en ciianto d mi, á quien obligan ademds ,lionrosas
t,radiciones de lamilia, no he Iiallado, ni cuento lia1la.r en los
ílias de, mi vida, otros mBs atractivos
á
ini actividacl ansia
de saber que los (los citados.
Por ello, pues, y para corresponder por mi parte, ya (lile
no eii lo cabal del desen~peño,por la iniportslncia 6 interéi
del tenia, ciiaiido menos, á lo qiie es igen de
m i
esl:e acto y
vuestra reconocida il~ istrac ión , ie juzgado digno de uno y
otra, presentar abocetado á grandes tr,azos el cua.dro de las
iilfliiencias greco-latinas en la literatu ra catalana,, y en par-
ticular el del llamado renacimiento cldsico.
Ningíin fenóm eno conozco .el¡ la liistoria literap ia n16s
iadetern~inaclo,nxls vario , niás coniplejo y cle mis iiladecua-
das aplicacioiles, ni m6s diiicil de precisar en sii. rigiirosa y
doble acepciónfilospfica
é
liistórica., que el que se designa con
la i1alabi.a Re ~acN~i ic~zdo.i 110 viniera aquí tra tar cle 61
bajo ni1 aspecto limitado y coi~sicierindole il un desarrollo
histórico parcial,
iciera cleber n ~ i o rociirar con mis flacas
f~ierzasdejar bien daterminadas la multitud de concausas
rlue lo produjeran,
é
iiítlicar cóiilo comenzó en ciertos pueblos
antes que e n otros , por qiié se iiia i~iiestó n algiinos órcleiies
(le la aeiividad intelect,iial con desarrollo niGs
ó
menos prema-
turo , yor donde ofreció cliversos aspectos, según los ele-
nientos sociales y políticos, y Iiasth segiin los recuerdos 6 his-
tóricas iradiciones de cada nnción. Entonces estuviera inuy
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:-++.
,
..
h.
. -
l . .
- 3 9 -
en si1 lugar expoiier los motivos
á
qiie debió el derecho ro-
mano sil especial renovación en el siglo s i i ~ cuáles los cluc
Iiicieron que la filosofin griega , que en su forma aristotClica~
comenzó á avasa llar las inteligencias en aquella sazón, bajo
el peso de la aiitoridad clel Eshgirita, no desenvolviei-a todos
sus aspectos 1iasi.a el siglo s v ;
y
por iiltimo, tuvie ra que es -
plicar también el despertamiento de la filología y de la erii-
dición clásicas en esc mismo siglo,
y
la resburac ión completa
eii el siguiente de la vida intelectual, artística y política de
recia y Roina.
Esa tenclencia, nunca es tin g~ iid a n los pueblos europeos
en la Edad Media, hacia la renovación de la c~i lti ira llísica,
si bieii adquirió su expansión más poderosa s ~ ioilnla cri-
tica y literaria más brillailte en el siglo svi, llaiuado por
antonomasia del Rcnaciniiento, hablando en rigor filosófico,
no renació entonces, porque nunca Iiabia iuuerto del todo la
influencia civilizadora del saber clksico; latente unas veces,
manifiesta otras, pero sienipre coiltinnii
y
con graclliales
creciinientos, pesar de apareiltes retrocesos, como savia
lecunda
y
vigorosa del organisnio de los pueblos neo-lafinos.
Y
qué es la historia de la Edad M edia, bajo el, p~ iiitode
vista literario, 1116s que la l~lcllano ii~terrunipidaentre la
civilización del iriundo greco-roniaiio la del sep tentrio~ia l,
entre el espíritli gernlinico el latino, entre la inajestad ;o-
niaiia y la ignorancia bárbara, y qué hizo la misma Iglesia,
al foniar parte en csa ctesigual lucha, sino decidir al fin con
..
su poderoso prastigio el triunfo cn favor del veiiciclo clasicis-
mo, acogi8nclole entre sus brazos, colocando la piirpura
y
el
cetro de los Césares bajo la égida de la tiara , y convirtiendo
la moribunda lcngcia del Lacio en lengua
de
sus dogmas, de
sus leyes, de
SLI
predicación
y
de sus pontífices?
Qiie entre el antiguo y el nuevo miinilo no piido liaber, ni
realmente lia habido, solución alguila.de coiitiiiuidad, excusado,
es que os
lo
demuestre, Señores acadéniicos, porque en vues-
t ra i l~is t rachno tenéis ha rto sabido. Por ello e n l a literatura
catalana, conlo en todas, la soinbra augusta de R.oma llena
la Edad Meclia
y
continúa velando sobre ella, como sobre los
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0 -
deniás plieblos que un día congregó alrededor de sus sie te
~
colinas. Díganlo, ei no, los nombres.de San Paciand, obispo de .
Barcelona; de Ascanio, arzobispo de Tarragona; el Cronicón
bizant,ino (le Ju an Biclarense,
y
sobre todo los vivos fulgores
de ciencia clásica que despide en las tinieblas del decimo siglo
la modesta corte pirenáica de Borre ll 11 Alli, al par que se
alzaban esas primitivas basílicas de Coxá, de Besalú y de
Rajes, donde el ar te románico combinaba sus rudinientarios
elementos con los destrozados del arte clásico, renacían las
ciencias, g ra c ia sá los esfiierzos del famoso Attón y á la pro-
tección del Conde catalán. P róceres
y
sabios, gobernantes
y
hombres
d
clerecía, acudían á aqiiel ignorado centro donde el
saber de Isidoro despedía sus últimos destellos, cual Usiiardo
y
Gnaltero
ó
el insigne Gerberto,'elevado luego á la cátedra
de Pedro con el nombre de silvestre 11 cnya ciencia fue tan
extraordinaria, que la fantasía popular le convirtió en una es-
pecie de f i t l s to alemán, no pudiendo esplicársele. de otra
suerte que por demoniaco pacto.
Todavía poco más tarde de un siglo, y bajo el gobierno clel
inerte Berengiier Rainón 1, duraba la estela luminosa &jada
. . o r la escuela de Ausona
y
representaban sus gloriosas tra-
diciones los dos Olivas, el obispo
y
el iuonje de Ripoll, casi
uno de otro conten ~poráneos ,mientras alcazaban en Barcelo-
na sing~tlarenon~breBonfilio su prelado, y Renallo el gra-
b
mático , apellidado el
Maestro
-
Con el ien cio na do Renallo, con l o s escasos fragmentos
latinos de poesía popular histórica que se han salvado de la
incuria de los siglos, como los cantos dedicados
á
Ramón
Borrell 111 Ramón Berenguer IV, al valeroso abad Odón;
con los himnos religinsos en loor (le santo s catalanes, y final-
mente con el can tar latino
del Cid, semi~clásico, emi-caba-
Ileresco, qne, en sentir de Mili
y
lTontanals, li~ ib o le ser
cornpuestq en ~ a h l u ñ a ,ermina en esta región casi por com-
pleto el empleo poético popiilar de la lengua latina;
y
no de-
cimos el lit,era?io, porc~iie'éstecontinuó la rgo tiempo y piiede
decirse que sep ro lo ngó hasta los conlienzos clel presente
siglo.
.
.
1-Iay una época en n~ie str a historia, Señores , de n1As . ó
menos aparente solación cle,continuidadcilla cultura litera-
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ria , en la cual coiiio que cesara de golpe por coiiipleto la ac.
tividad clel ingenio, presa de torpe ~narasrno más bien sumi-
clo en inactiva duda ante el probleiila cle la elección entre las
dos lenguas, dejada aparte la propia, ruda
é
imperfecta toda-
vía,, qne se disputaban la snpreiiiacia del ar te de la palabra:
la latina decrépita y por el piieblo abandonada, y la conven-
cional de los trovadores; por &te sin il~ ida ntendida pero no
hablada.
Y
cuenta que tan larga imCcción, cuyos limites seña-
lan los extintos fulgores de la modesta corte de Borrell y
las maravillosas glorias del rey conquistador, no se acuerda
con
la
actividad política de Cataluña, ni con la plena concien-
cia de su propia individualidad, hondamente sentida
y espre-
sada en la p r o n ~ u l ~ ~ c i ó nde los
Usnlges
afirmación de su
fisonomía característica y nacional, antes que en otro pueblo
ibero aquí realizada. A la verdad que hay alg o de aparente y
mucho de ignorancia de noticias de aquellas oscuras edades
en esa esterilidad literaria;
i e r o también debemos reconocer
que algún hecho real debió contribuir
á
ella, este hecho
hemos debuscarle en el predominio .de l a cultura francesa,
que sjntió Cataluña tan liondamente como otras comarcas de
E ~ irop a, aun quieús mucho más que ellas.
En efecto: 11
er
probable que, agregada nuestra patria
por a lg i~ niempo al Imperio cabolongio cuando magores
y
ni is
espléndidos iueron los liazafiosos hechos clel César ir an -
cés, y más fnlgente el brillo de sil 'Academia pala tina, y
unida más tarde e n su s destinos yoliticos á Provenza, el ver-
gel de la poesía medio-eval, dejase de partic ipar del niovi-
nliento iiitelectual y de experimentar la supremacía de. las
dos cu ltu ras de las 110s Frailc ias, la del Norte
y
la del Me-
diodía. S i la epopeya
iranca fué la verdaderamente 1Iacional
de Europa en la Eclad Media, y si tuvo bastante fnerza para
mata r en Italia toda' eflofesccacia épica, t pesar de hablar
nnalengna niás c1eseinejani;e de la antigua francesa clue la
de oc, j cómo no suponer que había de serlo y de hacerótro
tanto eri nn país como el n~ ies t,ro , ibertado por las arni,as
carolingias y iranco por su c~ il tu ra , or. sil movimiento so-
cial, por muchas cle
sus
instituciones,
y
hasta por la adop-
ción de la escritura francesa , por la sustitución más tem pra-
na que en Castilla del rito romano por el gótico, por la cos-
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O
S
. 4
t~ irnbre e fechar segiiii los reiilados de los nionarcas france-,
ses y por la introducción en algunas coniuiiidades de la vida
canónica aquisgranense?
,Mas llegó el siglo
s r r r
y con 61 la 6poca en que nuestra
literatu ra se hiciese independiente, alcanzando propia origina-
'lidad, sobre todo en los dominios de la prosa. F'ué esto cuan-.
do tuvo nuestra lengua 1
forfuna inmensa (le hallar un rey
y heroe á la vea, conquistador cic t res reinos, proinulgador
de fueros, fundador de Ordenes religiosas, capitán y escritor,
que la tomó en sus brazos y la sentó en el solio qiie ocuparon
antes la latina y la provenxal, que la ennobleció con sil plii-
ma y la hizo iclioma cle los monarcas, (le la historia y de las
leyes, mientras que con sus dedos de gigant,e ensancliaba
y
deslindaba lo s limites de su herencia m8s allá del Ebro y de
losinares.
.
Difícil es buscar en esta era original y -de esplendores de
la civilización cristiana, como nó sea en la ciencia del dere-
cho, en la moral
y
en la fii'osofia, vest,igios del saber cl&sieo;
y si algun a vez los hallamos en
las
poesías provenzales de los
t,rovadores catalanes Guiraldo de Cabrera, que es el que más
alusiones ofrece de las fAbulas y de las materias &picasanti-
guas l), de Serveri de Gerona (2),
y
en el mismo nombre
(11
Si,
única Coinposicidii coiiscrvacla, dirigicla al juglar Cabra, iii6 eiei.iln
eii
1170 y de
,
h i 6 ~ 0 r c o n s i d c r a d a o i n o i i n i i id i ce i n ii y a u l o ri n cl o d o los cot io c im ic~i to s iccosa i. iosn1j i i-
f ilai .. En tre los m licl ios a su nlo s r luc i t ir l ico,
so
citii C I do1
s e t g e p u e Troj
Ton; tal coiiio lo
I labía popula r izado c l pso udo D ares . AdctnAs s lut lo 3 o t r os a su i il o s e l 8 s i~ os .
Ni Sahs d ' i t i r
Ni de Biblis
N i doCaiirnua nulla laissoii
D e Pira rnús
Qui for l o s m u r s
Sorri ver Tibes possiori.
Ni 00 Paria, etc.
*
. . . . . .
da no silhras
i
d e Tobas, i ii
do
Catoii, olc.
60 refiera Lanil>iGii la iilhiiia de Ncrsisec 6 d c Narciso. (Vid. Milb 1 Forilanals, Do los
l r oundores en Eaprarin BareclonalSGI. o.
P i l v
s i e l .
.
.
i21 Mili da noliciu j a un a perruci ia pnf ta d e , la s camposic iol ies do oslo fcciiiidisinio
poclo.
E n
c l l a s s e lccr i oscasí?iniasali isioi ics cl8sicas; poro
os
pro bab le q u e las longa:ali
o
m a y o r
iiUmero
asinildiiis
pacsÍas
qile
borrna nocen i idditas.
i i i i
i a
que
I lesa cl
niim.
2Ii.1y
iiria
aliici6n al Aleranc l r c (Vid.
Trooador e s
p . 371;:.
Q u ' A l i r a n d r e s ,
Oliuiers ni Racla~is.
En l a paes ia
niiin. iZ lOiilem,
p. 337 se cita B ~ r i s t 6 t e l c s : ' ~ i d o c
o
uolcli Arw f o t i l s
errar
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de Dio s le niizor que se clió á Ameneo (le 13scQs,es con fieoiio-
e
iilín tan caballeresca, tan vestidos á la iisanza n~erlio-eval, ue
se confunden con los asiintos bretones y carolingios, de cuyo
coloriclo participail por completo.
S
Caracteriza priilcipal~n ente a rpie ptidiéramos denominar
era literaria de D. Ja.ime 1, primera de nuestras letras, el
ciiltivo eje la historia y de las c iencias morales,-géneros en
los cuales habia de sobresalir la prosa catalaim-y el intento
(le aquel monarca de encerrar l a lengua, las leyes .y el modo.
de ser politico de Aragón cnlos estrechos limites de esta re-
gión, y de extender por elcontrario
á
sus nuevas conquistas
el cspíritii de la civilización catalana
y
de su iclio~na, on cuya
ayuda esperaba Iiacer nacer un día de aqiiéllas y de los restos
de la despsdazada nacionalidad de la lengiia de oc, un estado
poderoso que tuviera Q 13arcelona por capital S e 1 Mediterrá-
neo por la primera de sus provincias 1).
No se apartaron durante largo tiempo la historia y la di-
dáctica (le los senderos que les trazara la plupa del rey in-
velicihle; y así, nlientras en acluélla resa lta con toda su espon-
taneiilad la ruda francllieza de nuestra raza y de nuestra len-
g~1:2, a sencillez sin a rte ,
i
grifica expresión que sin retóricas
¿dardes alcanza pintorescos brillailtisirnos efectos, en la
seg ~in da, parte de su temple gra ve
y
utilitiario, se transparen-
tan con nlarcados trazos las huellas del simbolismo semitico;
introducido en Castilla, en el reinaclo de Alfonso VII, por
D. Raimiindo arzobispo de l oledo..
A la cabeza de este notable moviniiento siinbólico mar-
cha también el legendilrio monarca clae llevó de frente todos
.los conocimientos y las energías de su época.
El
(lúe no
rluiso permanecer indiferente í los halagos de la poesía trova-
doresca que se ainparó eil s ~ iorte; el que arrancó los lauros
deHeroc1oto para la historia patria , cuyo n~agníficopedest,al
alzara como aclukl
la
liistoria griega, jcón ~o ahía.de volver la
espalda al avasallador influjo clue desde las escuelas de Tole-
do amagaba clerramarse por la Europa ente ra? E l
Libre
e
n
Sc~biesa
o liay que diidarlo, continúa el inipulso debido
1 ) acme lc
Coriq<rernnt
o i ri Ai.ccgon,
clc.;
p r C l i d a
Tourlouloii scgunaa purlu
>. 6 ; .
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á los esi~ ieriosde Fernaiido 111
3
de Alfonso
X ,
procede dc
los mismos orígenes de,dstos
j
contiene igual fondo arábigo
y
j~~dh ico ,in qlie empezca este carkcter de la obra
5
que se
innestre la erudición escoliistica y pagana que los Ilainados
estlidios generales y el clero, con mayor menor acierto, cli-
vlilgaban por doquiera. En acliiella inforiile compilación de
sentencias que parece el ni/~ta lotajr: rovisional (le un trabajo
tod a\~ ia ncon~pleto , os nombres de Salornón y de los Santos
PadFes se ven confusainente citados junto
á
los de Sdneca,
S6crai:es y ~r i s tó t e l e s , á los cle Hoi~aiii-beil-Isl-ia1~olfos
nioralistas o~ientales.
Extraño contraste ofrecen, sin einbargo; los llonores lite-
rarios tribu tados al.sabe r arábico rabínico con la riicla coi¡-
troversia anti-semítica clile el misino rey inic iara y con sn
protección alentaba, o r a eligiendo al sabio 17r. Ram ón Llartí
para esaminar, en unión del obispo de Barcelona y San Ra-
món de Penyafort, los errore s de los libros talmúdicos, ora
promoviendo
en
sil presencia clispiitas tealógicas eiltre j~ id ios
y
doctos religiosos; controversia que
5
la larga procl~ijo na
poderosa reacción contra la ciencia oriental- en algu na i de
SL S
formas, e n . arte alguna más viva clne en C~xtalnfia,
doncle la representan á miravilla el incomparable P ~ rg yi o
ficlei de Marti, siglos nl is tarde :tprovechadopor Pascal,
li-is gigantescas tentxlivas (le Rainón Lpll para abatir i t duros
golpes la f ilo so ii~ rhbigo-hispana,
y
las elocueiiles predica-
ciones del aposta1 valenciaiio San Vicente Ferrer contra los
.judíos.
No se detiene en el siglo s i v considemclo por los liistoria-
dores todos como una época de retroceso en la historia (le la
Edad Media, antes continí~acon vigor y iuerza grandes. el
desarrollo expansivo de la nacionalidad y de la ciencia cata-
lanas. Díganlo, en cuanto la prim era, lalegeildtlriaepopej~a
de Oriente, los laureles de Córceea
y
Cerdeña, y la anexión
de Sicilia
y
de Atenas; díganlo asim isn~ o,e n.cu aiito la se-
gunda , los iiombres de aquellos ires iran de s a.póstoles del
.pensamiento, Ranion L~ill,Arnaldo cle Vilanova
y
Jiian cie
Peratallada, que recorrían ~ 111 os almogávares los inares j
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las zonas y que, corno iistos' llevalian las barras hasta las
cumbres del
Monte Tau ro , asi hacían se ntir ellos los acentos
vigorosos del
prrs
Oell
ca.tala~ze.sc/z
el
n?on
en las tostadas
plazas de Tnnez y Bugía, en l a corte pontificia de Aviiión y
en la
dp
Sicilia
y
hasta cabe los muros de la tá r h r a Nloscou
y de Viena; díganlo, por último, aq ue llo s ilustres catalanes
que brillan en,la Universidad de P a ~ i s , mporio de la ciencia,
6 que en ella explican con general apla~iso, r a n c i s c oBacó,
por Tritemio apellidado cl cloctor sublime
y
místico, niaes-
tro de t,eologia en acluellas aiiIas; F r . ~ i i a n asso ls, el doctor
orditzntissinzc~x
el más amado dc los discípulos dc Scoto;
Fr Bernardo Oller, profesor dc arliiella famosa csciiela;
Fr
lirancisco M artí, guc la llaniaba nz dre
s[¿~;
F r . A n ~ i e n -
gol Bernat,, Giiillém Rubió, J ~ a n ' B a l l e s t e ~otros y otros
riiAs, que dejaron en sus iliinlerosas
obra^
latinas abundante
cauclal y testimonio (le su doctrina.
Ved, pues, si hay niotico para
afirmar
que el siglo
12-
cimo ci~arto es el áureo y clásico de la literatura
g
de la
civilizabión catalanas; asi le llamo , no s61opor haberilacido
en C ah l~ iñ a ~ i s ás grandes escritores 1),sino porclue en
él florecieron los gkneros qiie más fiierteinenle impreso lle-
van el sello de la nacionalidad y del carác ter catalsn : la his-
toria y la didáctica. No buscluenios e n él más legítima poesía
que la rlue, como encant,ador pe rfunie , sc escapa de las pinto-
rescas frases de nriestra prosa; que niiestra lirica, por lunes to
hado, nació condenada-
á
ser en sil mayor parte académica
á segu ir las pisadas de la m usa provenza l, primero, y iilás
tarde clc la italiana,
lo
que estorbarle no prido que produ-
1 ) E1 orlificial Y c $tl ~ <: ll o 1 ~ o v i 1 ~ e i a I i s ~ ~ i oI I U ~ ~ I . I ~ O , U I ~ R ~ l i l l d o3-llllitlild ti* 11111
v
giariosii ntzit; < ( uc odos < l e h id i . r n~o seco8iocer coii~o
a
rccunocei i l o s p u c b l o s d i u h o
lor iyu portu~itc 'a j ear t i? l lano, io la i i ic i iduk dcslioi iru apell idarso I , i las,puilr i
tal voz
oPiliirl.
s lghi i rol iaro ii l o < i u i i i ol t e x to sn d i c c .
Zn.
r c dpc c to dc r i i i tiotiilirc iliislro: ilu a riias st
Iia visto Joinl?liilo ii j tu i t i i r t l l c l ca i i t~ i i ia l i s~r ioi t a r n i~ io ,
i o i
iilit.opial.oilio5 l.ls'< liairc lea
,.i s ~ a~l i
i i i i
criti ca cacf.sll;iiio; rliio ~ir ot cs la ontrii 61,ya
que de
Iris ~ iu c a t i a a 1~ id i e i .a de c i rs i
r luc adolc ic i i dc l i1ii3iiio iilal <iucon Liis rleiiika rilit~jer~iiio8.1.osruiillu rrluiiioi coiisi<lariili
Luliii
coi110
uoo d sus piii i icros poclas, y al:unos
calalcine?
Ic cxcliiyrii, i:<iriiuIiir*C l S?
iiur
dliial, del eat&logn le sus lroviido ms. Elariano dice : ,,RaiiniiiiUo
roe
calalAii
dc
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~ i a i i r l u
ii
la isla <lo i la l lo rc aa (Lil i.
Xl :
c : i p 1.
i i
erccto, cuoiir lu
Rnii i iu~idu
Lulio Ilriri?-
co; no si: l i l~ i csai.i.olledu
a t i i cio
c s l i i r i t ~ ~a liroi,iiiiiiiliaiito r l i io rcelern
y
cXi;lii?o
lioy rl fll<isoloy iil p u i t a : hijo da cutnlnrics ni en e l espiritu
ni s i z
l i eng in >?<enas
j i r i i ins a r . r i i t i c a s O a~)ill.ka
de
11)s ~ o c t i t s o1 l>r il lc i17ado; si I > i ~ nt r ~ p ~ i j i i c1 sc ' lo <le S
~iar sona l i i la< l todas 12% ooriar
iliio
fi.lizinatilii
hati
selva<lu
a
osciiri<larldi:
lo?
t i c mpos
. l .
hiiiador <lo las llios, Ilistoria c r i l c a ríe i literatura
espar l o l i ,
t ~Y; I> . ' II%,nula
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jera uii lírico gigante., por veiitiira el iiiBs origiilal
y
coiloce-
dor cle los más misteriosos y ocultos pliegues del corazón
hnrnailo. Ramón Lull M untanw son áridos
é
inagaaiita-
bles cnando ~netri fican on la monótona can iilela de acluella
lengurt convencional y sujetti inflexibles cánones; y en
canibio; es poeta cle veras cuando nos liabla el prinzero de
sus místicos.
airohos, regalados con cantos cle pijaros, coi1
la esplendidez cle cárm enes y vergeles, con el rilu'mnllo de
límpidas corrientes y aromas de primavera; e s poeta á la
par del corazón el ~ en of on te atalán cuando, sin arte al gi~ no ,
nos cuenta las fantásticas aventu ras de aquella odisea incom-
paiable
á
los n~oiltes campos cle la Anatolia;
0
el tierilisinio
idilio de acpella otra mis modesta que, con paternal cariño
y legitimo orgilllo de fidelisimo vassilo, realizó para llevar
salvo
á los bi-azos (le la' re ina Esc laramunda su nieto espera-
clo, el regio vislago clel infante de.Mallorca.
Los imperfectos vestigios clásicos de es ta priinera época
se reducen i a mayor ó inenor popiilarización por los t; oaoe-
? as
y trovadores de las materias ciballerescas d e Alejandro,
derTebas, de Eneas y de Troya , g á la no interruiílpida,trans-
. misión de la cieiicia ética de Séneca, que llena la Edad Media,
y en particular la c~ i lt ~ i r ae Eseaña, gracias al aire moderno
<
y casi cristiano que supo dar el filósofo pagano
á
las inspira-
ciones de la moral an tigu a. Ta1 veo representa la tradición
senecluista en lenguas an tes que ningiin otro, descle
los tlernpos de San tnMartinDiimieilse, nuestro F r . Lucas,
obispo Ausiniense, de la Orden de predicadores, el cnal
cledicó al papa Cleiliente
VI
una obra de alguna extensión,
clonde muestra mucha copia de doctrina y er~idicióiicli-
sica, confusa compilación y exposición de todos los li-
bros (le Séneca, incliiso sus tra.gedias, anegadas en comen-
tarios
1).
También coi~ti&iaba a l iteratura latina medio-eval viil-
gar itand o en io rn ~ a s opulai-es las obras de algunos clAsicos
á la sazón más en boga, y [le ello ofrece clirioso testimonio
1) Y S. Cilola <lile sc Iial hh a aiilcs
ol
la I lati irrln I l i l~ l iol eia o Sai i .lii;iii 110). uiii \ .ci- .
silaria, y iieiic eitc cyigralo:
~ T n u l n or alpholiel
dc
101s los libi.os dc Siticen
18
c s p o i i i i d rlu oll, Icle Iior
Pi .
,ilcas,
I3ishc Allsilllclls i dc 0 1 . d ~ el3 preycadars l io
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uiln versión catalana del F a c e ti ~ sovidiano, iioiiibre (le dos
poemas latiilos en erámetros y en disticos, respectivaniente;
que se conip~isieroii obre e l~i ian os eado ema del
m
aman-
di
versión no servil, sino capricliosa
y
amplificada
g
que,
manual escandaloso, con sus ribetes moralizadores, de corte-
sía ninndana y (le arte de amar, viene á representar en nues-
tras le tras e ciclo abundantisinlo cle iniitaciones de Ovidio
-11
lengua vulgar 1).
Parece rlne la clominación dc los catalanes en l a tierra
consagrada por los rec~icrclos el arte clásico liabía de influir
iiiniediataniente, que no
5,
.la I r , en el coiiociiniento de
éste, aca~iclalaclo n las m isnias fucntes,
y
liasta eii su v~ilga-
riaación, beiieficiando las letras con rnBs eficaces reSiilhdos
d e os que hasta alli liabía p,odido esperim entar.
No iué, sin enlbargo, as í,
y
no hay por que n~aravilla.rnos
de ello. Aparie del batallar incesante encine vivieran los solde.
dos de la iainosisima Compañia para mantenerse ex tan Iios-
tiles y lejanas regiones, clonde de cont,in~ioe's cercaban pode-
rosos enemigos, la situación política y social de la antigua
EIelade, en la cual la an torcli i del saber clásico no despedía
iguales fulgores cine e n Biza.ncio, heredera del cetro intelec-
tual
de la
Atenas de Pericles
y
c a l~ ih l el Iieleilismo meclio-
cval, explican por completo que pisarancoii ruda planta la
n~oradade las Musas
y
de las Grac ias, sin cpe los mbs pe-
.
cluelios farores de su Iiermosura gozaran . Tanibikn cs ti i-
vieron alli los franceses, y d~i fan teun período dos veces
secnIar, y sin em bargo no se anticipó por esta causn en Fraii-
cia la alborada del Renacimiento.
&Yque 1116s os diré; Señores, sino que todos los pneblos
neo-latinos vieron cara car al as ril:travillas dela.rte griego,
y le sorprendieron en su nlisma. cnna , cubierto n 1 s veces
con birbaros cendales, sin aprender nada de 4 ni (le aquella
ini;eligente raza, sn fiel custoclia,
B
clpieii iniraban con doble
clesden,: coino lierética y vencida, hasta h l punto, que los tres
cronistas m6s originales dearluclla edad, Villelia.rclouin, Mun-
I j - l3I oiitotidirln
cri l ien fi,nnciis ,\.
Uoicl- i : i l i<i .
h
~ [ u i e i i
uii lo
i Ir lic iiiicrlrU Iiisloi' ia. lile-
I'Bl'iB;<liliiI ~ n ~ ~ o ~ ~ r c r l i i
CI.O ¡I?~
Yccsiii~l,
U~>I I i l i l l a d ~ s
I I IC I .T ~~~ T ~ I I~ .F ,
8 lil I i o n ~ a n i n
Vi 1 .
193 y si.liiiCiilcs.
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tiner yMa.riiio Sailiito, escribieroii siis iiiiinitables crónicas,
cle sabor cal-iallefesco y con ruda franclrieza dictadas, tlespués
de Iiaber pisado palino paln ~o l paiscle los clisicos recuer-
(los y cle lrn,berse sentado 8 1 s sonibra (le1 I->arteilón de San -
ta Sofía?
Grecia no era entoiices otra cosa que u i l ~ i a c i ó i ~cciclen-
tal
ó
europea.
La
cuarta Cruzada había roto el vinculo que
la unía al hizantinisnio
y
enlaeatlo sris destinos 5 la Europa
católica y latina. Y en ella la cu lt~ imoccidental tlesai*rol.lóse
Con tal loz~inia, ue con no ser pOr su Iiistoria ni por su posi-
ción favorable ella , se convirt,ió en una nación eniinente-
mente francesa, pues 17rancia era en la Edad Media la geilui-
na representante de la civilización europea y cristiana, y
francés para los orientales, ciial .todavía ahora, equivalía lo .
iiiisnio clue europeo.
iQ,uéext,rafio , pues, cine M'lunt,?nerjel fiel cantor del al ie -
roica epopeya de todas nuestras conquistas, desde las cle
Ma-
llorca y Viileiicia li is ta las de Sicilia y Atenas, al pisar los
canlpos de la hnat,oliia las calles de Bizancio, las playas cle
la Tracia y Macedonia
ó
los montes de la Beo~ia,no arhhi-
cionara, conlo el padre de la liistoria griega, los iavores de las
nueve M~rsas, i clial él les consagrara su libro cle ininiitn,ble
sencillez lion18rica; ni se acordara de 1-lector, ni de Acluiles,
del 13órt,ico 6 (le la Acadeinia, de las l'erniópilas 6 de Sala-
mina, de 1'indaro d de Hornero, sino que llenara su corazón
todo con anior intenso al cnsnl
cl.'
Ara, , por cuya gloria
conibatia, y sólo tuviera .piadosas meiiiorias para los sitios
donde cl Crislianisnio esta.n~para us liuellas venerandas, i ~ a -
rrando con cr6cl~ilasencillez los inilagros clel manh de Efeso
en la tumba de San ~ t l i i 1 , 6 e las niancl~as'de angre de los
inocentes en el mar de Mhrmara? Digo mal, una vez sola, si
no me es infiel mi nienloria, viielve su vista la antigiiedad
clásica, sldivisar desde, Ga.lipoli, y notra parte del nlar,
la tierra que por diez años consecutivos sintió el peso de las
ar1iia.s de los soldados e Grecia. Mas no esperéis oir la voz
cle Hornero, sillo el débil eco de las pseudo narraciones t,ro-
yanas, al escticl{ar el candoroso rela to del robo de Helena,
liecho por el ii;&s in&nuo lrisloriador de la +oca rnoclefna.
.La edad antigua Iiermosaniente adulterada por su pliin ~a ,
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tonia s~ibido inte caballeresco, y acluel pecluelio cuadro en
(pie se describe el laiilosisinlo episoclio clásico, se convier-
te en nn retablo gótico, donde todo es iiiedio-eval ca-
ialán, si qneC6is; los trajes, las fisonomías y las costnm-
brcs
1).
Sin eiiibargo, no era posible y ie , no ya tradiciones, ni
ruinas, ni lugare s, ni el presl.igio de lo pasado, sino un mo-
n~ inlen to erenne, viviente , de imponente grandeza, cual lo
era la. joya arcliiitect,ónica más incomparable rlue el genio de
Grecia lla legado los tiempos inridcrnos, dejara. de (1esperta.r
rcspet~iosaadmiración en quienes gozaron de su contempln-
ción diaria niuclio más de medio siglo, aiin cuando les su-
pongamos, con Iiarta razón, más dados al duro batallar cliie
6 gustar de l s du le~ir as el arte. Y así lué, en efecto; y en
nuestro riyuisiriio Archivo Iia permanecido liasta alioi:?
oculto un doci in~entoencon~iás t ico,e iilo de ih forma, pero
de valor inapreciable, con10 cliiiera rliie bajo iina siinple o r-
den de alistaniienlo clispiiesto por el Rey ceremoiiioso, i~ara
gnarnecer con una cortisima compaiiia de ballesteros la Acrci-
polis de Ate na .~,e enc ierra Lin precioso testim onio de la cul-
tura de
niiestra raza, rli1e lava por sí solo la fea not3 (le bar-
l~a r i csobre ella por los griegos g niuclios estranjeros arro-
ja.dn. Confiesa el sabio Gregorovius, qiiien co rniin iqii~mi
peregrino hallazgo, clue no existe e nescri to r ni en dociimento
algiino de arlilelln época, rluc tan bien conoce, otro fan nota-
ble elogio; elogio cancloroso y expresivo, que est,imaba aque-
lla nlaravilla, aiigiista como l prls r i c h n jo y c ~ r ~ i l rrzo~l
sic
e tal que entre tots los re ys
de
cris t ic~nscr~oicles l a
p o r k n i r senzblant 2); elogio cliie tiene la sencillez de
crónica y cl sabor g rato de leyenda; elogio sorprenden te eil
plena Edatl Media, en que no se sen tían con tan ta pureza
como en la nioclerna las delicadezas del art e clkico ; elogio,
en suma, que espresa mejor que todos los elocuentes encare-
cim iiiltos de la critica presente cl religioso sentimierito de
veneración art.íst,ica que causó en los cata lanes la vista iotn,l
6
intacta,-tal ciial le dejaron las nianos educadas nlodelar
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lo ideal de los artífices griegos,-del Pa rten ón helénico, en
quien por iliclia no Iiabiaii estampado sil bárbara liuella, to-
.
davía ni turcos, ni venecianos.
Fuerza es clhe nos delengaiu6s en los umbrales del Reiia-
cirnieiito, cuya primera. edad de oro asoriia en Ita lia , y cuya
alborada pririiera llega est8.s -costas orien tales de Es-
palia, antes que las letras castellanas y portuguesas,
en el Ultimo tercio cle este siglo s iv , para dar una ojeada
general al periodb
que
acabamos de atravesa r cleli-
neay í grandes rasgos. Por poco que le observenios, rlos
hechos han de atraer poderosamente nuestra atención: el
prinlero de ellos, el carácter caballeresco y sincrético de la
infl~ienciaclásica,a cual, s~ip~rlitadaor el vigoroso espíritu
propio de la época
y
por--la gnorancia que
en
el a domina,
se herm ana perfedainenie con las tradiciones locales, donde
quie ra que las encuentra , por tal ar te , que :con razón pudo
exclamar entonces e1 troc~acraJu an de Bodel, en la C ~ L C L ~ E -
sorz cles Soissoizs:
Ne son que trois maleres á nu l homm e en landen t
.De Fra nce , de Bretagi ie e l de Rom e l gran t .
A
consecuencia d e este heclio toda la cultura clisica torna
un niarcado tinte gótico, con algo de canclorosa
y
á las veces
de puefil imitación, qiie asem eja las obras por ella procluci-
das á los retablos y miniatiiras de la época, y las convierte
en curioso ienómeno, digno de la .atención y del estnclio del
erudito, que no por eso 'halla en ellas menos incólume ó más
desfigurado
el poderoso original espír itu cpie ,las inspi rara.
P ara acluella civilización espontánea y abo~i~oclaticiala par,
donde Se aclmitía
ó
plagiaba fácilniente todo sin escrúpulo
alguno , Virgilio era un encantador y iin nigrom ante, el ge-
nio de las leyendas, el símbolo de la ccencia del niiinclo aiiti-
~ L I O ,l poeta cristiano que había predicho elna .cimiento del
Sa.lvador; Oviclio, el maestro del amor y de los placeres, un
galanteador cortesallo, cuyo espíiiritn inspiraba los
Fctceli~s
códigos de la sediicción,
4
Vetulcc
de Kichard de Foiiriiival,
a.parecía en el
Tesoretto
de Brunetio L.alino llenaba la gi-
gantesca alegoría del
Ronzniz cZe
l
Rose;
Dyctes y Dares los
verdaderos narradores de la guerra troyana; y H on ~e roun
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falsa.rio que clesfiguró sucesos cliie no li ab ía preieilciado;
(S~iintoCurcio, el inspirador de los libros de caballería J; el
11éroe
macedonia,
el dechado (1.e perte ctos caballero s, cu ya s
hazarias dieron asu nto num erosos poemas épicos y ronian -
cescos; Valerio Má siiiio, preferido por su s sabrosa s anécd o-
ta s y i itile s ~ i~ á s im a s ,l principal historiador latino; Sérieca,
el nloralista
y
filósofo crist.iano, am igo d e S a n Pa blo
y
colo-
cad o a1 nivel de los Pa dre s de la Iglesia por s us sanas en-
serlanzas; Donato y Prisciano , los gramát,icos por excelen-
cia; Bo ecio , 6 quien el clero veiiera.ba conio s ~i ilt o, el ex-
positoi- de Aristóteles, qrie dispu taba Av erro es el canipo
de la ciencia filosófica; Catón , el sev ero mo ralizador, cuy os ,
pretendidos disticos suplantctron al catecismo en las tierna ^
inteligen cias infantiles; Estacio, el rival de Virgilio y el en-
carnizado duelo de los dos I i e rn ianos t ek~nosoiivei~t.idos n
barones ieudales, interesaba tanto conio las aventuras cle
T r o g a de E n ea s
6.
aquella.sociedad senii-11:irbara y pi20iun-
dariieiite cristiama.
En armonía con esa especial interpretación li tcmria
de la antigüedad clBsica s c explicaba tam bién su modo de
se r, identificá.ndole con las costum bres feu dale s, políticas y
religiosas de la Edad Media. Las tradiciones troyanas apare-
ceii eil los cantos de los tro va do ~e s rovenzales, e n e l
rol izar^
de Troie de Reiloit cle Sai nt-M ore, en la na rra ció n de l ine-
sinés Guido Columna, en el
Noliilic~rio
el conde portug ués
Dom Pedro , en las ob ras I iistoriales de D. Alfonso el Sabio
y
l lasta se co ni~ ind en on las leyendas bscaiidinavas de los p ie -
blos del No rte. Lo s iran cos se consideraban dc origen troya-
no , g del rilisnio abolen go glorjitbase de descen der la prosap ia
carolingia. para los catalanes; la AcrUpolis era el
Castell de
Cctir~es;
Mu ntane r l lamaba I lelena la esposa del clocl~ e
Tene.s
(Atenas); en la
ror~ze l~ic~
Tenedos, al decir clel cronis
l a, a c o n ~ p a ñ a l ~ a nPriailio cincuenta
cabulleros;
los caudillos
griegos
se coiiviertcn eil las páginas de nnes tros escritores e11
b u r o ~ t s
d ~ ~ c h s ;ocnbertí, ya en los nlejores días del 1Xena-
cimiento catalbn, apellida.
i~
a lc l~as
Gisbe de TI-OLJU11
faltar8 un a
CI dnica i3oga/zu
ortilguesa que (lar8
B
Eneas el
dictado de I .¿COI~LCI¿ .e tal su er te la E:clad Media se ne ga ba
en cierto inoclo si propia, y ado rab a cl futtiro Re nac imient o
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2
-
cuando buscaba e n los recuerdos clisicos el iunclanieiilo de
sus gloria s, en el Inil~es-io oiiiano sus : tendencias de unidad
y
en
el dereclio del 1,a.cio la uniformidad de s ~ i . oiistit~ucióil
civil, el pocler absoluto de los reyes g la mrierte (le los clere-
chos' feudales
y
forales.
131 seg in do de los Iieclios yiie res alta en el periodo reco-
rrido de nuestra literat,ura,
g
que no cesa del lodo con 61, es,
tí
no dudar lo, el predoriiinio (le la influencia francesa . De
Francia puede decirse qne derivan las corrientes po6ticas,li-
ricas y épicas, ninchas de las s ~a ~ ra ci o n esaballerescas, de
las 1cyenda.s a ~ io ~ r á f ic t t s casi loda la escasa cul tura clási-
ca (le la Bpoca, si se .esceptuan algunos pobres vestigios de
ciencia isidoriana g el caudal rle la snoral senequista. Y 110
hemos de aenclir la ex tre ma vecindad d e acliiella nación
i
nue str8 patria, p ara esp lica res lein flu jo t,zn'avasallador, pues
otro tan to acaecía en otro s pueblos la,t.iilos m ás nlejados
de
ella. Más di? una vez he indicado que Francia fuL: el cenfiro
de la civilizaci6n europea y cristiana en los siglos i~iedios:
Así conio s~ i soldados constit~iyeronel pocler temporal de
los pontífices, arrebatar011 el Sni lto Sepu lcro
(1
los infie es
y
derrocaron el iiiíperio de Biza.ncio, por' igual sue rte su s I ~ o r l -
ocras
popularizaron las gestas. de Carloinagno
y
su s trovaclo-
re s crearon l a poesía m ás o riginal de la Edad i\ledia. La uni-
versidad pa,risiense poilí? coi1 orgullo ape llidarse 1ii;idre
y
cenirci de todas 1as:de'Europti.)' a l lí se dieron cita los sabios
má s eminentes: Raní6n Lull y Dante ; e l ~ rzob i spoD. Ro-
drigo de Toleclo, Brn nelto Latino , Boccaccio y el Pet,rmca.
,
La s obicts. de Jsicyues (le Viti-y, de Vicente de Be auvais
l) ,
e
Uenoit de Saint-More, de Ju an de Meung y G~iillernio e Lo-
rris,;
dc
Brtinetto Latino, di? Richard de Fou miv al, d e Hai-
ton, de La mbe rt le C0ui.l-, de Bonn et 2) g :de muclios y
(1)
Vi,. Inu111cDnini i iccli, n l i o i n i ~ o
o
l 'eilio
I\ , ;al
d*c i i . de
t )?ni. ~i rai i i latn i:
Asle.
eseril>ici
tina
caii ipi laei i in I i is l5r ica
l o i i i oda
del S p s e u l u i ~Bistoi, inle. Vi i l . \loi iil Pwlio,
C a ld l . r la
iinnus.
e i p a g de lr*.U¿L,. iint.,
iiiiiii.
122; p . 61:
y
Villaiiiioi-ir, Tfioje l i l c r n r i n ,
l .
I V . P L I M . L. S\'I11. v 220
a )
1oii8i.6
~ o n i i i i , ¿ ' a r b i . e
d e s
I n i a i l l c r .
Yei.sióne.1lnla~ia.
I iil. W ora i l ~ ' a l i o , d ~ a , i r i ~ i r i ~ r ..? lng,rols. <lo la
Ilili.
le I mis,
inútii.
,103.
E l
tindiictor se
I l e i i ~ i i lorefir lisa cli. (\ id. Lairi li iO ii n l T i r o r i l lo B in , ic l~ . l
Vei'slUii casli lla ia ,Ir; Atitonia
ZuiilU \'.Xii:.
A i i I I ? i i i l .
i isn riel .
l . I I . u. 210. tiola . r hfi~ii.
1.01 Fs l i o ;
i iüiii. 1 5;
01,. ~ i i
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inticlios otros , que por n o 'pecar de prolijo en este '1uga1- no
cito, t,tiviernn mello? resonancia ,
L
no Iiaher nacido en Fra nci a
sus aiitores no Iiaber sido la. lengu a francesa el medio d s
espres ión por ellos eilipleado, leng ua clue se,habla.ba i . l a sa
zón desde Atenas á Lisboa, y que er a calificada' por M arti n
Ca rrale con10 la p l u s
dcll (:(,blc
1
lir e
c t
cl
o ir qrcc r~ ul le
ncrtr r?.
S e acercan, sin embargo , los dias eii que este sobei:tilo in-
liiijo va
á
recibir rudo golpe, del cual no se 1cvaiitar;lri las le-
t r a . ~ rancesas liast,a el reinarlo de L uis S I V , en clue recobra-
r5n el perdido ce tro . Toclas 1:is nac iones iieo k~ tinx s e lo val1
toniando siicesiv ame nte, ciial si recorda ran su ant igu a svli-
claridad, y en este siglo e s Iti lia la qiie se alza con él, y
l i
clesl.inacla por la Providencia
h
ser el centro cle los estudios
Iiunianisticos
y
el prim er foco del vc rdac iuo Kenaciiiiiento.
A l' clasicisino cnballcresco , j niedioeva.1 sucederá. otro n i i s
erudito y proiundo, qrie, n o pagkndose tanto de las materias
como cle la s fornias, p re p e ia rá lii renovación com pleta
y
el
espíritu critico del siglo d4ciiizosext.o. Tr e s gra nde s noilihres
aparec en entonces qiic bastan por si solos para constitiiir un a
edad de oro de la literatrira italiana, m i s digna de atenció n,
si s e 1 compara con e1 estado de cullura intelcclual en aque-
lla
sazón,
que los dos brill antes siglos sucesivcs:' ante, P e -
frarca
y
Boccaccio; los tre s igualnien te enamoraclos de l a ci-
vilizaci6n cliisici~.,pues si cl priiilero toinapor mentor y guía
Virgilio en SL trilogia cristiana, no tuvo aq ~i 6l la 18s celos6
partidario
y
propagzzdor de sus bellezas que el ca nt or de L~LLI-
r a , mi ent ras se arru ina ba el au to r del Decarizc.rorzc por s u
pasión por los libros gkiegos; todos ellos elegantes esci*itores
eii lengua latina, y mtestros y creadores de la vulgar ih lia -
na; los tres tan grandes y originales en sus artísticos proce-
diiiiientos, que se adelan tan
8
su siglo, asonibran
a
sus con:
teiilpoi-Aneos y producen u na iiunierosa legión de im itado res
re~lut~aclan todos los p ~ i s e s u ropeos .
Entre las naciones
peninsulares
Catalulia recibió la pri-
nie ra las seniillas del Rem icimien to itali ano que 1a.s briscls dcl
M e ~ l i t e r ~ á n e olevaron sus p hy a s en el reinado
de
un mo-
na.rca nlás gr an de que simpfitico; el célebre .Pe dro IV, diplo-
i i i ~~ t ic o poeta , y s i n o I i i ~ t o r i a d o ~ ,rorriovedor cie obras
Iiistóricas
y
au to r de iin cddi io sirigiilar,tle palacianns cere-
8/18/2019 El Renacimiento Clásico en La Literatura Catalana
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monias, donde iiloraliza y legisla la pa r, descencliendo con
inini~cioso uidado
á
los iíiás pequeiios detalles del servicio
de su casa.
A
impiilsos de la ad n~ ira ción ue las iliuias de Italia cles-
pertaban, del amor 6 lo antiguo
y
de la protecciúil real toma-
ban vuelo inusitado 1a.s le tra s pa trias, la prosa s'e engalanaba.
con latinos arreos, y .en la corte de los tres ultimos solieraiios
,
de la casa ile Rnrceloiia, formando hermosa pléyade, brillabaii
niiestros inks áureos prosist8.s de aquel siglo, cloblemente di-,
choso para la le iig~iay la civilización catalanas; el casl.izo
Frincisco Esiinen is, el -elocuente F r . Antonio Canals, el
elegante Berna t Me@, el senequista Ant,onio V ilaragut, el
histor iador Descoll, el 'Yatirico Tu rnieda, el ap ts tol San Vi-
cente lierrer y el jngenuo Nicolas l'achs, que con sii sencilla
llaneza y con ser el rnás oscu~,'ode estos iliist,res iioinbres,
conipartió los favores de los inonarcas
y
el fervor de todos
por la erudición clásica.. Nada nlá s elociientc,
pa.ra
mos-
tr a r el vilelo clne esta lleg6
á
alcanzar también por aque-
llos días, q u c la enunleración de las versiones clel latín que
en el espacio de medio siglo se hicieran, enum eración iii-
pues no con~prendei Bmás que las clne lian Ilega.do
á nii noticia; pero que fácilinente yodr6ii coiiipletar los posee-
dores
6
coilocedores de recónditps tesoros bibliogrificos.
No me detendré en el estiidio de estas traducciones, al g~ i-
nas' de ellas peregfinas
y
nada. conocidas, porque semejail-
te tarea, para . ser Iieclia
á
perlección, requiere cierta pro-
lijidad, inlpropia d e ' un disciirio de la índole clel presente;
así me contentaré con deciros cliie 1a.s hubo de Valerio
M i -
x in ~ o , na de ellas por Antonio Canals (l),qiie por desdiclia
1 ) 'j'anga i i o l ia ia
(le
los s i ~ i i i o t i l o aúdici . rlc o$la coiin ci i la
i~i:rsi6ii
IrAnloi i io C; i i i : l l i .
1. E l IB Pavis-11. 13 <( u~ .d eD lin ii51ci. I i r r l o i i c i c a l l is c i ir i > .
si fi<>r
i>iar<l i iC*<It: 1 .;
hn i:ir
q,,,: C o,,," a 1 sol¡" c,, v i l c l ~ o ,c i <;1 C,rli,iw.n
1OV
lt, kdl>la c1
S
~,l,íl,,l~,<; sig,,i<,,,<l:
i ~csp i i os l a r c:iiksi d c i c n i d o n n i ;n Ci,iiscin iie I I O ~ C C ~ O I ~ IU ú s lc : ~ a < ~ ~ ~ l i l . - l ~ l .i l $1,:
1
I í i li l i o loc6 N r c i o n i i l do Ma <l i id , ika i l i> por $allai .i lo.-I l>
lil i i i :
se ci is lo<l i i ic i i ol Ai.clii>'r,
d c
l as Casa3 i : ~ ~ 1 s i s 1 o ~ i ~ I c s10 IIRI~CIO~~B-I ~
e
Pa1 k I c do cc r i b i do l a ll ; ir l e ti ie i ii u c l
s<wii,>i.
M o ~ c lValio o si i Cnfnlogiie des
dlonuserirs e s ~ r r r i n o l s l Biúl io t l i cgue Vntioiinle.
p~emiL i.a 1iu~niaon.- l \ ' . I l i s t o i i e . N ú i i i . 1% En l a e l a s i l i o i i c i d i ~ , a 'lY6il
cs
a l
<:ii<l.
<le1 loildo cspa" . Loli'a do1 si$ lo Tiario
I ?? I i n j as i i l i l c s . lray
c i i
eslo WC~IIIBI. i t l -
g i i i i as
I sg il ii ns -Co i i i i cnn : r iA l i n o l l r c r c ro n i l pnre cri S p i s l ' b
scnyoi . iilcu
r n o l l a l1 i o
si.ii-
yni.
i? i
Jaeini p c r l o 1ii.or ii1tit iu i.1 i l i r i t ia
dc
I n sn i i la eEgli si;i ~.uiii:irin Cs~'~l lei i : \ l l i r l i c
ili
S ; . .
. >in.i
o
~d i i i i i i i s i i ac l o i :
li l
l,i?liiilii:
\ 'a ls i ic iu
ri0i.k:
iIiillii~ iiai i ; i ls , dcl orili: <It,ls
Ii'sii.i s
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periliailece iilétlita, á pesar cle su niérit,o
y
de qu e los có-
dices no escasean; de las f le io id c ~ s e Ovidio l), l a q u e
coilozco notable bajo
más
de un concepto, sin n;ás lu na re s
que cierta afectación de lenguaje y rigidez de construcción,
defectos que se observ an en rnuclias otr as vepsiones latina s
de esta época; de Boecio, la mAs an tig ua sin diida, escr ita
antes de
1375y dedicada
al
iniante D . Jaim e de Mallorca 2);
d e Cicerón, por F r . Nicoliis Qiiils 3); de l s ciztelzcias de
>
.~~~~~~~~
n .... 1c.ii Consla.
miar. iiie
I i u h o ~ i n u
i i i is
uersio ics
dc
l a l i r i u eii ca1al;in. tr iuchoiinlec
. ,
IB110 11101.8 l l l l l l l l c i d o ill caste l la i io , os d c o ir , i l c s d i iiiodiados do1 sis lo sir.
i l ) E i t t i o los Iprcc iosos ir ianusc i - i lo i
n
l e n g u a ca la l a i i a qiie IJoieo n i i o r t r o d i i l i n g i i i d o
i l t l l i go 01 ~ l l1 l : l ld ido b i b l i6 f i lo y ~at.i.ocl,o Iioola U Mig iiol" T'ictoi.iano Aii ior , sc eunnta e i l i i
c l l l . ioSi1 1nlduccidt l c i i la la i ia
do
l a s
H~i o idns
<lo O 4dio, utid do bis n h r a ~ r o d i l o c l a s
d i o s p r o rl o c o ro i o s i l e l l l c i i a c i t i ii o i i t o .
¡E
51.: An ie r tu vo l a g n la n te r ia do I i o i i c r
h
t iu ist i - t i
r l i sp o a i i i i i n cSta
cur:om
r ihro,
nire
qi ic ,uili+rnm6s coii riias d i l c i i i m i e n l o c x a r n i i i n r l a .
Furiiir iui
r a l u i l i c i i
d c
80 i u j n s i r i -f o l i o , s i n iioinbrc dc traduclr i r , escr i tas eii p a p c l a i i ti g u o .
C alla H e r o i r l a c ~ i p i o z a o n utia l e t ra p i r i l i i i l i i 6 dos co lo ro? .
A
l es 88 hojas s ig r is i i o t ras ciia-
i'o.
l a i i l l i i t i a r lo l as c u a l es i u i i l i a n c
tan
$610 los s ig r iiu r i les pa ls l>ras: ,@in i to ib ro
si
f a u s
e t g l i n . ipo i l n i e n . IIii o slas c u a l r o l i o j a s
en
l i l a i i co
I>ai.ccc
u i d e h i a h ah er sc c o p i a d o la
H ero ide X XI,
ti sca lo aliis1ol;i do S a li li o l w n , Ú r i i i r q t lc fa lta .
Segúii
c l c i lado señor
Aili ir ,
l a d p oc i i
10
l ; i l r ~ i l i i c c i o i i
s
o1 siglo
siu
1%)iialugrado 1). Aiidi'ds JValagucr
y
X o r i n o p i ih l i c ú
e n
1SZ. en l a R c n n i r e n s a :
año
V
niiii , . li;
i i i
f rng ino i i io do o t ro cdr l i co i lo osta mism a l i.adu i<: idn . 1s la
V
I I e r o i d a oii
au
n r i l l l r r a i n i l a d .
I l i l i n l l , l i l u la i lo 1 'i ilo I/ n i i l a g r o s d e S n n l o s .
iiúiii.
1'13; fo li o 161.-EL c ol c cl or la
erce
d e
inicdi;i<lo~ el s1:o xir. La \ ~ c r s i ii i i le l u c i i o p u b l i c o d ~ ii esta ia lec< : idn ,
es u i i a
r lo la i>tas
i.olirodiiilciuiie%s rlo
I;i
alr i l i i l i<l a Uiiiobi.<:<la, i i i i pre sa niiu h r d c
con
p a r t i c u l a r cs1i3eroeii
lil ot rncl;i B i 6 l i o l c c a e a t n l n n n < 1 u a c a i n et i r6 i a c c i i i i ic l i o l ie t i i p o D. f i fa ria lio A ~ i i i l 6 E l6-
< i i ~ : cd u i l o B
iir
I>oi,dslu sc
coriserva
oi>
a a i l i i i i l U i l i l io l c c a
iiiiivei.sil ii.i ~deUercoloiia
a i i t cs
dcSa i iJ i i ; i i i ) , y i i o v i t l ~ ; i i i o i n t i t ig i iu cata logo 1:) i i i i i i i e ra c id i i i ig u i e i i te :
oc l
2-9-23-Uocci.
E6
<Ii:I iglo x, , i i Imp o l
h
do? eo lo t i i i i os . P i ic ohn i
d i
ymn c i t~e i i l a c i ú i> ii su L\lioea. De e l l a
SI sacU
u113
r a r l i icc i ú i i ca s l c l l ~ i i i n , a q i i o
so
I i ic i c i' o n r c i i i i ~ i r e s i o i i c s :ii Rarceloiia (lbD3¡,
S c v i l l i i I I V t l ,
ale.
La ~>i: i i ia i .a
i s
< la Tu la r i i
do
Fi 'a i ic ia( lUY1, poi . Ei i i , i r l i in n lnyer .
Do
sil ~ l i i l o i .i.;ilürciiios tiiAs a x l cn sa n io i i l e a l rl i a a )
qiie
pi i1, li ilu l: t iios i iuestros Ap un les b i-
l i l i o B r a l i c o s s o b i e
t 'ndvcrorei
c l á s i c o s ~ r r t n l a n e s .
n LO que
io C B ~ C u d a OS
cn q l l ~
i lc l l iú ~ s i l ~ i l l i l ~ s ~ a l l e sIc1378: fecha d c la i i ~ i io r l o r le . Ja i t i io , i, ril .i rilo da Ar og 6 n; h i j o r l o r l o i i
13i111C Il: ú l t i t l l o 1 c ~
LIG
\ l i ll l~ l .c : l , l i l l l l a do LOS de esta is la y p r i n i i p e d a
dc aya ,
p i i cs l e sa l&
, , , , ~ l i 9 , , . ,
.,
<:ii
ii Iii
l i b l i o l r e i i N xc io ns i l sc ~ i i a i d ~ i h i ii i l i is <lo
ROS
uri etir l i i t i rol. vitola (U-b-101)
t l i i c i o n l c i i i < iu i i a vo r s i t i i i cs la l a i i s de l os Oficios dc C i c i i t i n , I i e e l ia I i o r Fr. d n lo u io Q l i i l s .
I )iSu q i i c
sc
g i ii ii il e h a , p o i r l i i o s i g " i i ~ i o l i c i o o n iu i i ica d e por
iiii
docto ani i -o D. Rodo l fo
I lcc l ', < l i c i io c t i r i i i a I t i l l a ci i e l la de i r lo a r i l cs de i ique l la fee l ia , cn l a c u a l f u u i i d r i i t i d a 18
s i i s l i n i i i 6 n
por
1).
nyalei io
Bo.3?ell. Giillnt.do ,
yi io
da
dc
a l
i i i i t ii i a , d i c e q u e
es
d e l 6 i g l o x i v .
' rn i'i 'os i r i a t I ii i i ih iOn
se
r c l i c r o o x ;i c la i no t il o o sl o c 6 d i e ~ .V i l l a ii ~ i c \ -a l i i z j e l i t . c te .,
l o i i X \ ' l l I , p . 270) ia bl a d c 011.0 rli il?
S
Ii.i liihii c l i o l h r c l i i \ . o i l o l Pa l i i ~ i : h a ce d e 61
uiis
d<:la l lar l ii <Icse i ' i l ic icn. Por ú l l imo, m i c i i td i lo n ini:o D. U a b ri i l Llnhi,4.s, eii uii p r o y s c l o do
i i i r a ucun 6 i 6l io c e ca e l i s i c n c o t n l n n n , 0 r i l i c ru o t ro edc liee i l i s l i i i tu ,
aunque
nii
s ig i i iüeo d t i i i< Io l o liii \'irlo,
do lii
o l ir a d c ( l u i l s , d e d i ca d a a l l i o i i ~ i i n l i l a i ii d a d i i i ia
fla Rir
8/18/2019 El Renacimiento Clásico en La Literatura Catalana
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S.I4neca, de la que ilo lial-rlaré acliii porque iii6 su a~ii:or r . LII-
cas ya citado ailles de aliora; de las
Ili.ct,9cclin.s
del n~isirio
escritor pagan o, qne por vez prim era Iuero n revest,idas en
13spaña eii vu lgar leng tiaje, poi el caballero valenciano Mo-
sénAnt,onio Vila rag~ it l ) , por iiltimo, auilrllie no lo sean
de obras verdad eramente clásicas, c,reo no dcbcr omitir e11
este lu ga r- a versión cle la
C ~ ~ ó ~ z i c a
i -oynr~c~le Colliqiia,
hecha: en 1367 por el protonotario de Pedro IV, Jaime Co-
~ i i l u c i r l i a i i c o r i l i
do
Col i>i i i i i ina. La ra i'si úii di, Qi iila gorU 41 uy I i i i c i i ~ i i ' cd i ca i i i i c i i l u WI
s i i i l i o i a
y
oii tiempos ~ i o s l e r i u r u i ; a i i in ~I ; ii .; il ii a ii lB lo i i l d ic s a l e log io q i ie < lo cII;I I i i r o
i1r.n
li iiilueloi d<rCieoi dn uii
l o i ig i in c i iL i ls i i s ,
b
sal>ci., Atii:i?i. iarniriilo Y i i l i i i l í i l e P, il ii ia, <Ic
~ ~ ~ ~ i ~ ~ ~ , s o
h ; ~
lc I~<ICOT p81.li~lll.ll. 11cl1iidll
11
0510 lri hjo,
(1)
No
l i o ~ ,or I i r ln i i r l i l i i i r i r i i bs i i o1 i i ; i sadc c ' . l cos~ i i lo r
1iior;i
<Ii?a s ~ > o c a sliio <la 1). J iis lo
IPiirloi' l'uslui',oi
su
U ~ b l i o lc c o a lcnc i?nn. \ 'i le r ; ig i il IiiU
iiii
cabal lc i 'o v i i l u i i i i s i io , q i i i c i i ,
a l <li:cii.d<: l is iv l ai io,
i:I yo).
U.
Jiian 1
i i o
bragciii
I i i r o su inaynI ' ilo i t ia
1
ugi.aci6 ~ io i ' i i s
ser.
vii;ios
con
la
i i iercail dc
a 1bai'otii;i <la
Uas
Agitas,
o >
pl . i v i l iS ' i0
dado
o
Moiiriiii i 1 1
da si:~i-
li~1111,i.cIU 3 8 x . ~ i . ~ c i < l j o
t l
i i ~ t i i l i l t d c d ic i i i l ic l i u i c y l as <l?i:~ 1i.agailiiiS <lcS c i i e ~ i , l u
1.w i u u l c a ri)la
piido vor
l ii is lo i. la p r i i i i o i i i , i ~ ~ i c< : s
l<-lrrculca dfe<lcni
u a i i i i s ~ r i l o
li
l o l . i l a
la l r e < lo1siglo xi\ . l i ~ l ood ico sugc i ra inc i i lu en i i lo i i i u les
i i i iere
raslni i l<:s I iñ%ei l ias,poi.i(iio
i i dc i i i i s d c l a rg i i l i i c i i l u da l a ~>i.im oi. ti, l u o
i i o
l ic i ie l i 'ot i l is ,
lo
p r i r n c m i
l ioycdio ol i ld lo
g r r i ~
uror
de
l : r c i i l e s ] ,
s iauui i los a i 'g i i i i i rn lo l < lo las ros lsntos
por
o1 sigu ioi i lo oi 'dct i:
111
segiinria, hiealeu 6 Ati-eu; 1; l o r i a r s , T k e D r i n d : la i ;uii i. la,I /,oli t; la qu i t i la, Ed ip u ; la sc r l i i ,
7 ' roas; le s6pl i inn,
M e d e n ;
lii oc lavn, A gnt i iend,?; la
i io\ -cna,
O rl o n ia (a ic i, la dCeit iia, Er-
w l e s Oc ieun.
nz
a i t o * n e i i n i p e r
la
se lw . O t l <eu ; c n la can1 r i r o r i .
I)o cs1.i rci .si< ili rla Yila i.s $iil ,
q i i o
a l i i i n r r i i i i a r i i i i
i.osotiairiiii
~ u il
inotiiotih i i i
q u e
;i l iai.ci i», y; r l u i c l l a l o < e l p r ii iae r cns ayo do ac l i i ua l i ic i d t i i l c l lc i il l' o < :l:is iio c i i l eng l i a v i i l -
g;i iui i lispi>m;i,so lisriaii I i asrs t il c s i c l i r odu i c i o i i oa , sog ii ii l o i nd i e t i i i l os ~ ú d i co s r i a l c i i -
los. L;i Hi1,l iulec.l Xa cin i in l <Ic Ma ilri d giial.d;i i i t io
(N.
S - Z j i
niio
cot i1 ia iia ínk : l.a~ la ~ l fe r l c n,
a l 7'Izics:es y I n s i i o ~ < r i m s ~s i i l o
o.?
a x tr a cl o la s d c m i i
(cal1
i i l g i i i i ~ r i c i i s i d t i o l I l i p d l i t o 1 .
L l oi ii a Itia o s c ii ia s ~ u p i l o l s . i c ii c
este
e6rlico 13P fol. I:ii ipieza as¡
S e g u e r c n s e
lo*
p r v .
l ieoris r c l e s
c r n g e d i i s de
S c n c c h a e soii diics
l t ,egediea
per
co
coin eonlericn
d i c t n t s p l o -
roaos
<le
c r u e l l a t a
de
r q l s he i le
) r r r n a {>?¿iiecns.
I )o esta d obid 10i li ;i rsc la t ra i l i i c i i 6 i i
c,irl i l l : inn
que cit. on
oi edd ice T-131, <Ic la inist ii :, l l i l> l io laea,
d c
l a c i in l I iob la Gal lar i l< i .
l sl,u esc iiloi. cit lr o ir o ct id ic o ti01 I:iorii~l (1l i i l l . i i1 5 .II; ID);
~ L I C
a l l ? l l i@ l t~ c p l < > c l ~ l c ~ i < i l l
~ ; s l c l l ~ ~ ~ ~ ~ ~el ; a l r í be :da 4 V l l: t r;~gtc l .
M i a i ~ i ig o1). G a I it ~ ia lLl i ibrús, i i ia l lo i . i l i i i i i c i it i i3 iaala r li : i ii i i :s l io lct igi ia
y
l i l a i i i l i t i s ,
v i 6
ú
gi iarda
cii
s r i
~ i o d c r l ro cú dic o d o
I;i
r~ i . s i 6i i i i i lc i ' ior < lo SOti i ~;i , << lo c u al Liiv o 1s
i ii ii o l> i Iid . id da io i i iu i i i e : i t ~ i i i c o s ~> i.b logoc.il ~i i i i i i u i .o omie i i re : si:
.bu pi.iiii<.ra Lriigcdia
i;oi ilU lo gi.$ik rc ~c or <lc i.ciilss, l o q i t d pi 'csci, 1osni: i. il liui i iu o l11?ii i lc L i l i i ~ , i i i pci'sc3eiii ii
w 1 i i ~ i 1 i o i ~ M ~ g o i . a .pcl. 60 i i i i o Uquosla 1r; igci l ia 11"s I l 'a ci l r i r i i l iiii aiilcsa d<:\'atii c i i l oc l i
IC
~ \ I . ~ L I I L I C ~ ~>I~CSSLIYOI I<~ I~C1110
I:ICLLICS1 ~
i l l < lo Al i i io i ia, cii u i i ra
tii;iiioi ii
i1 i i . i r \ l l i i i i a t i s
i i i ~ i l l o i ' d o l i y A n i i l ~ i o i i ~i: la rl i ial sagoiis 1loi i) 'cii los ~io': i, i is l i ic 3i i l> i l i?r o i i ilil cc l loa
l i l l rlo Si i lu rn i i s 1 i; io li a r i~ ie s l111 i o aa I: i 'cuioi. l o qi i : i l
I i i i i u
deossa gartii:iiiti o
iiiii1Ii:i
<Ic l ilil
Ji i l> lbi i .cot i i O~IIIUY ~ ? I c . . . . . ~ ~
11uspii8s
<C
e s c i i l o o3lC li.aI~e.i<i,i i; t i i i i i i lo niasi6, i
do
lect. C:I e:i l: tlogo # le l ln n< ís cr i lo r
C a i n l n n e s d e 1 n U i b i i o r e c n < l eS.
M.,
rcclaclar li i ~0 1 . l ni . i i r li lo
y
j oua i i b i h l i i i l i l o
S 1 \lilsld
y ' l o r r c i i l r , y
187
61 I io v is lo <IIIC S" aiiarrlu oti <l ic l ia I l ib l io l .oc ; i o l io c i i i l i cc < lo V i l t i i ' rg i i l
(Z. 11 l. o l . p a p o l; S i ~ l o s c u 1 l I r a u ii ic i il o
de 1
I lv i i i ia i 'a l r i igodin
qiic
1r;iiisii 'ibo o1
ío i iu r
M il is " c u i n c i d ~ ~ m p I o l ~ t l l l < : ~ ~ I ~o n o1 a t i l o a i l iai rlo, qi ia
iiie
cu[ i id,c l
S r
t l i3 b l . d ~ . l i t l l ~ i i t s a
o i i I d i i i ism; i l l ib l i o lc e a l a s 1 2 c g I e s d c A < n o i ~
p o r ~ l a n i e i i ~
la
uri lio ii y
i c
u n n J c r i r b r n / e t e 8
por
M.
Uorn i r rgo d l n r i o Isiul,
clc.
( V i 8 l o q i i o so l i r c es la o l ir s i
y
l a du<los ;i T rn gs d i i i ,
L l ~ o m iiuoiur«i E
l,,.
feni.nlb~a.8c~tisfeca~
d i e o c l
Si'. D.
IV r~ i i e i scu a i i \ r i l ~ i,
cir
c i
Halci i ' r i
c/c In neri l Aeri i lennin. le l a
IIisror~ia. oiii .
X lll -C ui id ei .i io \'l. Dlii-i:. 1883.1
B < l ~ i i i A s i l v i t ii va
<i
ii vc i ) l a on Loi idrss (C;ilBlogo 18ZGj i i i i
iiiaiiuaci~i1.A
caii a l gr ii ls s d u
las l r i igodi i is dcIT i lara" i i l , q ~ i o i g i ~ i i
iliccc
~IO W c l i i l i i i l o
Sr.
Ddi i i r i le.
8/18/2019 El Renacimiento Clásico en La Literatura Catalana
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nein
l ) ,
ni ia rle los fan iosos
d h r n l e s y
D¿¿lloym de San
Gregario
debirl'a. al caballero Berna rdo Oller (le Gerona.
' E1 poder real aiiiparaba el hunianisnio y coinpart,íri.el en-
.
usiasmo (le los eruditos por las obra s cldsicas y l as liistóri-
cas, a sí conio descendía ha sta el palenque cle las justas po4-
ticas. E n el rey D. Ped ro del
t r i ryn le t
conlienza
á
clibujar-
se este cloble.carAcler de Mecenas
y
escrito?, como rluicra rluo
poeta era el niisnio nionarca
y
algu nos de sus cortesanos, y
en
SLI
t,iempo se redactaron gr an parle de los tratados que
f~ ier on có dig os uego del ar te cle trovar. Mas suben de punto
el entiisiasnio por l a G aya Ciencia y por lo clásico
é
italiano,
que se daban am igablemente la mano-así como m ás tarde,
en el apogeo de l a e rudición latrina.,se oían con gusto los can-
tos de los trovadores y leíarise con Verdadero frenesí las fic-
ciones caballerescas-en el reinado de D. Jnan 1, á quien ro-
dean los más famosos escritores de aquel tiempo. Así Be rna t
Metge fué s u cortesano
g
secretario de la reina; Mosén An-
tonio Vilaragut, su mayordomo; Nicolao Pachs, sil alguacil;
Doming~o&Mascó, su vice canciller; Bernat Descoll, su lugar-
teni en te de maestre ra.cionel; Pe dr o Dartes,-el primer protec-
to r
pala.ciego (le Es im en is , que después los halló tahibikn en
los reyes,-su maes tre racional, y bajo los auspicios de
121
reina D. Violante, la dedicaba Antonio Canals su
Libre
de Zcl
co~:fessiú
Ociipaban por conlpleto la atenciOn de acluel rey galante
y
fast~;oso, am ador de toda gentileza y ii lás dado
6
las arte s de
la paz cliie de
la
guerra, la poesía, los libros, la miisica y la
caza. 2),
y le secundaba maravilla la de Bar; su ter cera
esposa, que festejaba á nlúsicos y juglares
y
sentía por los
.
. .
1). Sa conoi:aii t i iuc l ior
codiccs <Ic csln
r r i s i " n c i i l a l a i i i i , do tin obra que t an
n
hoxa
r.;liiró
o i
a Ed ad h l cd i i i .
C i l i i r d loa s i g i i i c i i i . ~ ~ :. S I l i l i l . N t ie io i i a l . l i . ic. 68.-C6d rlo I a a i i li g i i a I l i b l i o l i i a d e l < l u < ~ i i t .
r lc Osiina ( V . i\iliador dc luc Ltios. U i s r e r i l i c n l e n lit esp.
1
l V , 17.
:ligj
nola].-D. l o % &
:\iiiolllci., dc üeroiia p os co o l r o i 6 < 1Oi? I< li.a, a l
parccoi
do1 sig lo xii,.-31. S. d c U. P;ililo
Gi l , y G i l i l c
L i i c ~ : o z ~ .
i k i< I o
01.
U. i \ l a i ii i < , l M i l& . N ote s s u r
trois
monvrerits i o la ":*-
.
,
.
I I
Si-.
Llii11i.o~ lniiiieia
oii s u
~"'oelieelu di: sic
Ril i i iuleei l c l h i e n l a ~ ? u l i l i c a c i d n
e
0t1'0cfidieii de l a n i i s i i i a voraii i i i d is l i i i t o < le 106 o i i l c i . i o r c s .~E i> os i l i v c i i l a i i os d c l as Ili-
IlliillOCaS ~1i:l .cy 1). \I nr l i l l ).del l>i. i icipi: d i Yii i i io, so ha l lan e i t o< lo iM. S. do eslki poprt lar
obra.
l o i i ii s i no
ii
varios docii i>ioi, tus do1 dr<:li i i :o de l
Curo i i a de Ii.a:ún.
21
I l u r t i a l lTe tgo I i a l i l a t i i l u
o i i
s u Sor ~ni
c
l a v i s i ú i i d o r i i lo
CIuisitio roy se
Lc
aparece
l e
rcpresetila
radczido de perros y i l c r a i i d o ii
lii
m ano una rcla i i i i s lr u ( i i e i i10 s ius i ca l ]
8/18/2019 El Renacimiento Clásico en La Literatura Catalana
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libros igi.ial pasión. Si por un lado rescatabii D. - J ~ i a i l o r 23
íloriiies de oro un Valerio Máximo ( l ) , or ot,ro nlaiiifestilba
la reina vivas a nsias le lcer las
Crólzicns
.li0oyn~zccs
2);
y á los elos co:isortes ii iteresaban 111is, por ejemplo, las
obi3a.sd e Vegecio, el Flo 9 .scc~i,ctoi.c~n~,as profecías de Riler-
lin, los t:ratados de nig roinan cia qiie, peilsionado pa ra ello,
buscaba; el jiiclio~Cresc iles por toclas partes , lo s .l ib ro s liisL6-
ricos 6 los cle ára bes jlidios 3), qiie 135 giierras <le ~ e r d e -
ña
ó
losintereses de sus gobernados
4).
No
1ia.y
dnda cliie D. Jiian es el Aug usto dc la civilizaci6n.
catalana; sil reinado constituye la etlael le oro de sn s letras;
su corte la. niks espleiiclorosa cle los monaVcas ars,gone-
ses; su s cor tesanos son n uestros 111Bs exirnios escr itores. El
día que el S 0 1 n . i z i de Bepnat Metge, jo ja le la prosa catalana,
salga de la inj nst a oscuridad eil que lia vivido,
(5)
aparecerk
l a f ig iira de aq~ iel ran rey coi no
un^^
cle las inás sinilxit,icas
de niies tra historia,, corno el prinier inonarca qiie en nue str a
patria sintici el es pí ri t~ i el Ren~lcim ieiito ,y coii~o l primer
protector en ella
dc
toda su erte de lil~ era les isciplinas. No
tenemos que eilvicliar
i
Italia sus Gonzaga, Méclicis y
Visconti, ni su s cortes de Nápoles, le RiIiIAn, de Florencia y
le Roin a, pues ltls tuvo ta m bi in Barcelona, la re ina le1 Me-
diterráneo
y la nlás cuita de siis ciudades, en
n
galante aca-
(1) Ai- cli. Coi.. ara:. l i c c 133%; ro l. $8 r i ~ n i l i > ~i l n t i o *ni, D . . \ t i lo i i i i i < lc lo l t i i i i l l , eii li3 0 B ~
.¡tia 21 16: s i l oi.iicli1.0 y i i c t i ~ pc i i i ; i il o< l i s i i i i s u Lo icliprio cnlnlict~r~
onsiilevndn
hirlbri-
r i in?e , t fe .
( 1
I l, i i lcni.
nog .
'I9JF, ín l. (i ?, vi io lla ; cil. rlo {>ni. 1). Vi.;iiiciscri ,di l o l i i r i i l l c i i i i i a Ciii'iosa
i o l a i i i , i i i <La i i i i l n s i i i k l i l a s <lo o slc ro ii ia <lo i ~ ~ ~ i l ~ l i ~ a i l i i si1 l a
Rc~9irln
i i . s fdr icn ,
l 8 i t i .
( 1) Vi tl . la co lacc i i in < locnrlar k <[uo
so
1i;icii
ri la : i i i l , i?i, iorn o l ; i rs íi l .o i ic iu .
n c o i a f n
hiardrica.
,1876, F. < la Ili,l,ii.ull,-I ii Ii i
Sorizni d i
Il u rn ii l ili:1;0se
supo i ie a l
i cy
~i i i ig i i l c
i i i < lo
c i ~
a r i i oso i i aara lio . ii16tii:ni.n i.i:sla i l i r c l l
(es
<I i?~ i i .~). .liiaii 1) < ~ i i a l
~li:;i
qi o
i i c c i i
o.;
Siir iocciis sobro
lii<lil;
i i i i i o i . t i i l i l a l i l u s ~ l i l s ; ii il < ii -i la l s qiic Iia i.ii- li.iiia l 10 ii:eiir r<lii i l u o
a le i i t i a
v z
10 PI.CSL~ 01
~ i c o i d ~ z .i\ t>s
110 p r c s l k ~ 1g111189
d c YC:BIIDS
lillco~ .i,: c1c.n
1)
No I i o r lo r i i i a l i i - a y i i i c li ie as lUCi>o ia c: 1n i i i l ~ io : i
ii rli lii
i i i i l i l i i o i ú i i d o 1 e o i i i i s l i ~ -
v i o i l c l Goy SnI~ei.cn l a t. cc i< i ii ;i , oa ia lu cua l p ro i i i u lgs l , ~ l rcy J i i m
u i i
latiioso piiri1c:ir~.
i l o i iolal i lo sal ior eo ei i lR st i~ o. 'ci'o
ti
o s l i i ri < l a r i i h i i i a d ii q ii c i ino do los l i i i ic l l r loi 'es
<Iii
i i q i i o l l i i
t i i i a
i i i il l i in l c q i io s u l i ~ l , ~i i i l i l i t c i6 i> , < lo i l ondc arranca
CI
ai ae l i r : icacl<i i, ico d i i
i i i i i? sim :si:t iela poclica; I . i i is
do
.\uci.sii, cl
inh
indol io ~ i l ic i i l i? i? s i i i ~ > i ' c c o ~ , l i i l ~ i a ,
u
lil'c-
SCI I,O l> l l ~ ~ íc lo
a
pui.
la s i.a iiii.i cr s ~ l h s i ~ w s ,ii.ilicili;ii iicti1i:
i;iiaiido
l i s l i la i I c
lii
i r i i i c i 6 i i , b
p os ir i l c sug i i i i .cui i i i> li,dos
IJS
i i i c l l as dc
n a i i i u n
Fi<l; i l ,
y i
r o c c s l a s
Legs (1 Ar i l o r
h l a i . ~ i ? l i i ~ o
onCiidcr
yPi:l;iyo, Risroi.in~lc as
ideas
esletiens en Espniín li ii ii o 1, 11. & ti.
1 I)CSI>LIIISU e s i ~ . i t i ? ~s l ~ ~i $ t ~ i l sl c 8 i l o ~ i il l i< l o C C I
i # l l c l i $ ~ n t i c a l ~ l l a 1 1 l ~ I i t
i i i lci i i-:
~ c s i < l c i i l c
ti
I>;ii.is, Sr. Ci inr i l i i i ;
v i i
i ~pub l i c i i r l o i i l i o< Ic ~p i i i o s lu i~ i t c ie s . i i i l i s i i i i a
iI>i.;i:ino
i l o 10s l l~L u<l <,si l ~ ~ u l i e ~ s1735 i ,i .i i. in ii lcs i? i i i . i l ~ s enlnlBi i , rcoi i il ia i ii i r1:i r lc I;i l i i i r l i i c i i d i i
I I~L~~ICCS;~,
o
Iss LI,>~ :~L
n a c c s i ~ ~ i a ~
~ l c
crbi~
~ ~ l l . u d ~ ~ c c i U ~ tl.clet.;ql
SOI>I.U
r3 l i l~ ~ 'B lU l . i l~ l i l l a l l ~ ,
8/18/2019 El Renacimiento Clásico en La Literatura Catalana
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demia pala.tina del amador de toda gentileza, verdadera corte
de am or, com o 121s del mediodia de Fra ncia 'e n el siglo si
la de Nápoles del rey Roberto en aqaella misma época.
Muy gra nd e debió (le ser su doctrina, y con ella su fam a,
ci~ an do quel su intimo iainiliar, Bernat Metge, le juzga dig-
no de resolver
n i
ard uo problema filos8fic0, g. 'l e presenta
lleno de proi ~i nd o aber, conocedor de la antigiiedad sagra da
y
prolan a, docto en la ciencia orienta l, especialmente ador-
nndo de erudición clásica, versado en los esc ritores ita-
lianos
y ,
al par de e stas cualidades, dotado de u n espiritu
generoso toleran te que recnerda la libertad intelectiial del
Renaciniiento.
E n este reinado
y
en cl de D. Martíii 1 en q ue se conti-
niia la tradición liter aria con igual brillo, rep res ent ail en toda
su iiierza las nuevas tendencias, cine se dejan sentir aquí
miiclio antes que en Castilla, los ya citados Be rn at Metge y
F r . Antonio Canals, los dos verdaderos y primeros renc~ci(:iz-
¿es de la literat ura catalana, si bien no con un carácter tan
l~unlanis tacorno e n Italia, pues ni-liub o aquí en el siglo
s i v
verdaderos conocedores de los secretos de la lengua l a h a ,
llasta el plinto de n~ an ej ar la ndistintamen te con igual per-
fección que la vulgar,
conlo Dantc, Pe tr ir ca y Boccaccio, ni
eruditos tan conspicuos como estos inismos escritores, ni
siquiera como los
cine tuvo Francia en el benedictino Peclro
~ e r c h e u r c ~n Nicolas Oresnle.
Pero del espiritu del Renacimiento bien penef.rados csta-
ban los ni ~ es lr os , sobre todos ellos Be rna t Metge. Modela-
ban nues tra lengua con u na perfección
y
sol tura. clne son hoy
nuestra admiración,
y
la vez niotivo de desconsuclo, al con-
s jderar có n~ oagamos podido pe,rder ha sta tal punt,o el secreto
de acj~iella leganc ia, de aquella sencillez, de uella riqueza,
Ni siquiera cnando traducían del latín s e mos traban atados
coino los eruditos castellanos de la corte de
U.
Juan 11
ó
los
catalanes de medio siglo m ás tarde; pongo por caso, Aleg re,
lTenollet, Corella
y
otros.
L a lit eratura cliie posee una obra tan acabada conlo el
Soiizni
del faniiliar del rey 1). Jua n, es dign,z de sen tarse al
lado de la. ita lia na? de la castellana en sil más aiortiinada cdad
de oro . U na vez leída aclnfilla, que me at reve ré calificar de
8/18/2019 El Renacimiento Clásico en La Literatura Catalana
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re ina,de los diAlogos cle niies lra leiigui~, clornada con aiica o
ciccroniana elegancia,* la discretay correcla versió ndc lasen -
tirla historia de \Valter y G r i s e l d ~ , o hab rá nadie no pro-
clanle
z
Bernat Metge como muy excelente entre niiestros
filósoios, 'como maest,ro en tre niiestros hablistiis y como uno
de los que bebieron con 1115s ent iisia smo en las corri en tes (le
renovación literar ia; así coino nadie habrii que no tenga am -
bas composiciones corno (los joj;as de nuestras letras, con
las C U B ~ C Sse ho nr ar án éstas mientras su vida se dilate, y e11
cuyas p5:ginas i rán 5. sorp rende r los venideros los recónditos
y perdirlos encantos de iluestrainfort,iinada lengua, el dia rloo
Dios aplace , qiie vaya dorn lir el sueíio clc la rillierte y tlel
olvido jiinto so gloi-iosi madre .
En e s t i rApida esciirsión clue l~a ce mo s or nuestra histo-
ria literaria, no caben nlás que abocctados~ iiadros y ligersls
indicaciones. Con harto sentimiento, pues, me ver6 privado
del gns to de tlisc~ irrir arganlente sobre aquella per eg rin i con-
cepción, lirnithilclome~,~.eiialar las infliiencias principales que
en ella se no1;a.n. Trabajo árido
y
antipoético en una obra que
s e lee de punta cabo con sin igual con~placencia,que no se
siielta (le las man os sino la f~ ie rz a,
cine
interesa, deleita,
regocija y aclmira como poca , sobre todo en aquel periodo en
-que las letras, por lo coinún, no habían ericontraclo toclaviael
secreto de la aiilenidad.
L a huclla clásica es lo que prin1ei.o en el So 7zr~ie observa.
No nega r6 por eso,qi ie nliicha d e s i i eriidiciónsea de seglincla
mano. A~ in qi ie o los mencione siempre, se ve alli la sonibra
de las obras la tinas de B o c ~ ~ c c i ode Petrarca y el fonclo clá-
sico popular de la 611oca. E n las citas de auto re s pa&aiios hay,
con todo, may or novcdad que en o tros conlemporáileos, y
ya no sc hallan alli recorcladas las autoridaclesen larga reta-
hila sin orclenni concierto, coniiis anien team alga ~~ iadas ,conlo
sacad asde u n fondo por.tod os esplotado, como lo solian hacer
nuestros er~iditos,desde Se rve ri de Gero na h as ta . NicolAs
Pachs y Exim enis . El rnisnio escritor, por boc ade D. ~ i i a n
,
liace ala rde de sus conociiilientos clásicos, cuando, después de
probar la. inm ortalid ad del alm a, con citas eiltonces no inng
comunes de filósofos g riegos, como Lenón, Empédocles, P la -
,
t,ón, Arist,óteles y otros, dice que no quiere detenerse en V ir -
8/18/2019 El Renacimiento Clásico en La Literatura Catalana
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gilio, SCneca., Ovidio, I-Toracio, T,iicino, Esiaeio, J~iveiial
.
muclios otros , porque le son clemasiado conocidos
1).
F bello
episodio de.Eu ridice y OrIeo denota qne se había rccreado .en
Virgilio
y
e n las f i b ~ i l a s viclianas,
y
de
SLI
entiisiasn~o or
Ovidio, por todos los testimonios que citar pudiera, yaldrá
aquel pasaje de l a carta-prólogo qiic cscribió para D. Isa-
bel de Gliiiilerá, donde confiesa con an io r sicluel especial
culto (2).
El hombre tlel Reiinciiuiento esti pintado da cuerpo en1.e-
ro, n o solo en estas al~i sion es e i i su veneración por las an-
tigiias letra s, tan tas veces declarado: rev élanle, más rliie todo,
la admiración que siente por acluellos tr es iliistres italianos
del siglo
s iv ,
de cliyas li~ iel las o sabe apartarse; revélanle
asimisnio siis propias cost~irnbres, u esp iri tii
SLI
atildado
estilo de casta sencillez. H asla
el
epicurismo que echa en cai-a
el rey ainador de l a gentileza 6 su amado corte sano y el niate-
rialismo de que éste desenibozaclaniente hace gala, recuordan
á
Boccaccio, el g ran cpiciireo del Renixcimiento, cuyas tres
iinicas divinidades fueron
la
sabiduria, la riqueza el am or ,
y
liacrn pr ese nlh el desen[ado casi herético de los I ut ~ ir os
hoiilbres del segundo Ren acimiento italiano .
Y
para cliie
la.
se me jan za iuese más completa, Be rnat &ieige vivió tambidn
en la cor te (le
D.
Ju an
1
en intima com~inicación con él,
como Boccaccio en la del rey Robe rto de Nápoles.
S u s elogios de las heroín as [le Ia antig üedad clásica se los
sugirió, sin duda, el libro de
De claris nzulieribus y
el de Ca-
si6iu
oiro<r~/n
¿,
ernitzcira~n lustriz~nz
el auto r del De cn-
nzeronc
asi como en la pintura recargada, crudaniente realis-
ta, de sabor satírico de carácter en. demasía libre de los
(1) ol)c Yi r ~ i l i , i:~ioilis, Oiziili, Oi.aci, Liiclia, Slsci, Jiireti al o niolla alli-os poelcs lc di-
lis: :U clucllllilll bcl.il. \ las tu lias a<iiialla .iiit hiiii1iai.s qiic rio
sir i i i
als sino ckiil>onyi:i';ih
lii i i i i i 1s i i n i i q ~ i : 13 11< 1> \ 'cn t , ,- l'aia m i i i l i ic l io, i i ic i i i iw lirl n di11 c bdic e: al variicr <Ici
sizl<,n.: < i i i
sc
giiaiili>
o
lki Biúl io ceen L'niuers ici írin ,
hajo
cl l i i .
M . S .
. " a r io s c a , zla ri e s
d c ~ l i i i c ~ s - r o s . ;iaiiligi8a niiiner,icioii,Ai.iii. 11.- Ii1.-3. l isle cij i i ic i <:o i liciic, a<lo ii1 8~ ~1 Rnho.
nnmenlJ ecent-c SeipiU r ~ t r i e d . l n i bn l ; ne Canalii; t t i i Ii.atr<li><Ic la C r e c c i d d e l
h o o ~
d e l n>iioia;.nli o ilulaao Del r s fu r i tn n n c iz t d e l n a n i m a s p r i t d e uido ,Le Covvo , q u i
crn
Pnorf
en
l < < c i i r f a f
e
B o l u n y n
e
rie le$ i l e m n n dc s
y u e
l i
forcnJ 'e le i , y
la H i r l o r i n
d e
VVolter e i lr
l < ~ p a c i e i i c
riselrln, rlcl niisiuo Bci. ial blolga.
4
uCai:diii
lo iuaslro
du
aiiior Oi':<li en 105 oliras del qiwl oii lernlls rluc ?u - i i i i iva
iiic
soliii iiioll<lolilnr
n
'id. la tiiuyiiiiica ciliciuii
i ii Uwtor ia
rlc W a l i s r
e
rlr
I L pncienc
G r i s e i d n , pilhliCiidii
nor
i i i i doclo amigo U. M;iriaiio A giiil<i :ii
sii
f l i b l io t e c a r i e abre f e 6
sin-
g i ~ i n r s < f e lan i eo ips
d
i iuscru ie,zguri m o ¿ r r n n , H;ii.celotis, LID lo >\. Verdaguei.;.IWJ.
8/18/2019 El Renacimiento Clásico en La Literatura Catalana
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vicios, costunlbres y iu U :~ s if.es de las rii~ijeres, e traiispl-
rentan al punto al despecliaclo a ~ n a n t etaliano
y
las desniide-
ces de
SU
escandaloso
Corbaccio.
P o r otro lado, e s dantesca la bella aljarición del rey don
Ji1a.n
1,
que ta n ariciopado habia sido á la caza, 1 la iiiúsica
y
á
las ar te s ociiltas de adivinación, teniendo
á
sus lados Or-
feo, con una. rota o lira en la mano , y
á
Tiresias, el ciego
adivino tebano, y rodeado de «inolts falcoils e as tors e cans de
cliverses nat ore s clue cridavcii e uclolaven Tort lejanien)); a sí
como dantesca es también la cletallacla descripcion, á lanlanera
clásica,, cle los to rn ientos de los coiirleiia.dos
y
del illfiei-no,
iiiezclada con las creencias cris tianas, que pone cil boca del
inisino O rfeo e11 el lib ro 111. Y para queilada se eche á tilenos
en el
So~~ z l z i
e gusto italiano,
y
para que resulte esliresióii
coiilpleia de SLI primer Renacinliento, acabada síntesis de
SLI
espíritu 3; de sus fendeilcias, se invoca tainbién en él en su libro
11, la autoridad del Pe trar ca eii el tratado De rentediis ~ r t i i u -
p ~ e
ort~incc se aliide en el priniero al
AS/.icr~
de acl~iel n-
n1orta1 esc rit or, del c~ ia l ace aderihs grt~ ridese,logios se
m ~ ie st ra art;icnlar adniirador en sii trad~icciori e la historia
(le W al te r
y
Griselda 1).
Pet,rarcluista también, y asombrado por el triunfo inaudito
que á mita d de este siglo alcanzara el Af?icn del cantor
(:le Ca ur a, poenla. M in o que le valió una serie continua de
ovaciones, cliscle París á Nápoles, los honores de un a coro-
nación solemne y seiiii-pagana, y la adiniración, ray ana en el
delirio, de
sus conten1por6neos, F r . Antonio Can als se apre-
suró
á
an da r tr as la estela l~ in ii no sa e la gloria. tle acluel ins-
pirado poeta,
y
pocos añ os después clo la nirierte de és te es-
cribía el Par- la~nent
e Scipid
e
de
Aii.i6c~l acado (le1 olvido
por esta docta Acatleniia
2 ) ,
obra en la cual se entrelazan
(1) \'id. l:<litarla
d c
U. Ma r ia i io Ag i ii lC .
Si
Filliinuo\.a (011.
iil
11. W I I d i 6
ciicnla
i l c cd.i i81lorei;aiilu i i l ~ r ad o Ca i i s l r , l a ci ial
i l i co I iah c r l~a l< ,ido an l ra
los
> f S. d i a U i l i l iu lac i i c lc l C i i r in r i i i l csce lro , ,lo I lai -co lo iio . . i i
la 11:lt.n i i i I t i i . $1 (a"il<lc) 6,; v c YUC UII &..a CIUC c u t i t i c i ~ c1
accnr
dir . ig i r o1 i i o l r
id1
S e n r ~ o r
o
sengar
d o n
AIJonau
UucP iie
Cnndin,
rorlu l
< c
l l i
en
u ~ r l g n r
ol i t .e lo
i n
honnrnent et
ntr
S c t p i b ~ f i i e a e 4 n i b n l ,
c
In l i n ln l l c i cir6 i.e
e l l s
s e g i ~ l d n ; lira i i id r l i l i i r la
Fr.
I i i l u i i i o C a ii ii ls , < l o
iiii iirdei>.
Cuiil iekic,
eii
o i ~ c c , il ii li il os : l a i ~ i i c r i l ir c ca to vsc i i l i i6
i:i.n~icisco I'< ii~ai.c;~.~~-l ii I O ~ Y C I ~ ~ O10 Sitn
: ~ t s l i t l
d i e i l i i i ia i i io V i i la i i i io \ .a hiihor v is lo
011.0 cú di cc , )'ilc Ia, ri,l., ~ U CO ~ ~ ~ I . C ~ I ~ C1 al>tel.io l' ~.ala<lo< lolii b n l n l l a dc S ~ i p i d . - L a I i c a l
Auode l i i ia d c I l i i onas Lolirs,
i o i i
uy
huaii
i ic i io l i lu, r l ispi iso In ii ii l> i. i:si iin r lc d i c l i i i o l i i i i
eii
8/18/2019 El Renacimiento Clásico en La Literatura Catalana
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6 3
iiilluencias italianas y clBsicas, remiiliscencias del /íf .~cu y
de la aniniacla narr ación , no vu lga r la sazón, del liistoria-
dor patavino.
K o conocenios las obras originales que, sin duda, escribiría
el docto dominico Fr Antonio Canals; las conservadas
son iniitaciones, conlo el Parlunzerzt citado, ó traducciones,
ya (le JJalerio Máximo , ya de la P~oo i d e~ z t i ae-Séneca l),
.a'de S a n Bernardo , y únicamente tenernos noticia del LzDre
de
Z L
conf iss iú cine dedicó la r eina Violante. Sens ible es
la l~6rdi'tl¿;,ú ocultación- de tanto tesoro de eloiiienc ia coiiio
derramaría
SLI
fácil p h m a ; pero, por dicha nuestra, vive aún
aquBlla eii las págin as de oro qu e todos los am an tes de nu est ras
glor ias literarias ad m ira n, del prólogo la traducción de la
carta de S an Bernardo á su he rm ana, dedicado al camarlengo
del r e y D. Mart in, mosén Galcerán de Sentm enat . Leed,
digo mal, recordad aque l soberbio y caluroso panegírico de la
ciencia liuniana con que pretende inducir al noble prócer al
amor
6
los libros,
y
alli ve r li s c6n1o Dios ha. querido 'mani-
festar en ell os la sabidiiria 8 os hombres, la cual es para. el
ent,endimiento celestial m an ja r
g
don divino de la liberalidacl
clel padre de todas las luces, en comparación de quien son
.carbones las piedras jrecio sas, Iango la plata y arena seca el
oro, el sol y la lu na tinieblas
á
la vista, y la miel y el mana
sabroso am arg a .hiel para el gusto; sabiduría por a que mu-
chos hom bres consignen soberanos grados de .honores , y son
lieclios padre s de la cosa piiblica y colaterales de príncipes,
que sin ella fuer an porqueros con el hijo disipador; porque en
los libros Dios la h a en cerra do como en precioso tabernhculo,
y e n ellos Dios, que es incomprensible, es contenido y por
ellos los muertos renacen á vida, y se ven las cosas venideras
c l l o t i i o II
di? i l s
r l lcrnor ins
(p.
üS2 y i o i , I a r c o I o ~ ~ s ,86s. cocar:b#idola al
Sr.
D. A i i l o i i i o
dc lof~ii.oll.-l:ii
imtn
H i l ~ l i o l i? c a i i i v o r s il a ~ . i a a euiii.<la uii i i i a . de os la obra
eii
c l ~ i i i r i l i o
cúd.
i l l i c o o i i l ie t io o1
So,.i,ii de Hei.iia1
Mcloi:.
11) ' lar i i l i iar i V i l la nu svr d i io t ic in
dc
cr la rc i .s i« i i <leSOiioca. de i l i cad i i O. I l a i i i i i i i I l o i l .
Cobcr i indor
de
V a l o~ i c 'a . i11 o r p tw s a r c u i i l c ú<l ic o
tuv
ii
l a r i s i a , l n R c a l
Aw,iili.iiiia ~iii-
i i i i c ~a i t ih ie i i esta n u c r a ii1ii.a (lo Caiinis, j i i i i lo con olras in&<I:las ti< los s ig los x pY xi ;
eii a l l o i i l u Il l a
sus
I e rnor ins la lIljG81, $51
S
B i J B 1:i
CI
~ r o y c d , ~
c
uiio ~ V a e o ~i
I i i i o recn
e l d s i n
c r i l a l r i i c i
;111b3
V ~ S
il llii,
l c . i i i i
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B O I ~ Q O
1 .
C a b l ~ i ~ l d i x l i i c ' ~ ~
o
i l a
cueii ia di?
i t i
~ i i i o ~ oiiiliEi: dc stn \;rr,si<iii d c Cnii;i ls.-Senrebn. lie n P~.ovidenei rc l io i -
riel,
I r c l < iii,nidni ipc'.
Ili.;iz'c
A,i l l in i i i Cai ia ls: i l c l ordc (1s pi.cyc;i<lu ib. iiic3 li.c eti
1;
3;i i ic ln
I o l i , a
1
0 1 1 o l o . o\-i:i.ii;idoi. riel llrl.iiii iIr i ii.
1e1lCiik.m
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y
se tra nspa renta la iiatiiraleza de las celestiales, terkestres
6
infernales;
y
se salva del olvido la ~ l o r i a ntera clel iiiuiido,
y
?
sob re ellos, en fin, los 'cluerUbines tien den sus alas pa ra cluc
el entcndiniieril :~de qu ien los le,?. se silba.
6
lo alto y niice
. .
puesto allí, tlesde una á otra parte delorbe, desde levante d
poniente, d,esde.el sud al mediodía.
Y
después de leíclo esle y
ptros pasa jes, qiie podria iraslac larosdel elocuent~ísiinoCanal:-,
decidme si recordAis e n la prosa (le, aque lla época; galanura ji
facilidad de est,ilo que pueda asen iejárse le, y iin modo de de-
c i r in s niod erno, sin afectac ión ni hipérbal.on violento , ni
mayor fluidez d e expresión , algo anipliiicada
á
veces, e s cier-
.
to, pero siempre agradable
y
regalacla.
Ccrremo s este lierilioso perioclo de la literatura . ca ialana,
qiie parece exting uirse con nu est ra dinnstía nacional,
y
que
lo esc le oro pra aqiuélla, así coiiio par a nliestras libe rt ad es g
1iuesl;ras gloTias; cerréin osle, repito; con otra g ra n figura, la
1n8s colosal cliiieás cle todas,
y
no se tome por retórico enca-
recim iento: la. (le Franc isco Ex imeni s.
No es un hom br e (le1 Renaciniieiito el1 el niás es1;ricto se n .
t,ido de
la
palabra. S i i s obras niiran niAS hacia. la Eclad Me-
dia,
d e a cual giiard an las trad icio ~lc s, a coiifiisa eriidición;
la crítica . crédiila
y
pueril
y
el sabor escolastico, que Iia.cia-
. .
Italia. E s contemporáneo deCa.11als
y
cl'e Bernat Metge , sin
enibargo no se les asemeja en el culto a l ar te italiano, ni en
el aflln de.ren ovac ión lite rar ia. Has t+ en el misnio carácter
enciclop6dico de su
ás
grandioso nionunlento, se muestra
continua.dor en todo del espír itu de la Edad Media, que co -
mienza con la inm en sa labor sintética de las Etir~zo1oyicc.ssi.
lorianns, se afirink con el misnio c a r ic te r e n el Spec r~lu lil
(le Vicent,e (le 13eaiiveais
y
en el Te so ro de Rrunetto Latino,
mapa int,electual cle la ciencia del siglo xrii,
y
se cierra con el
Crcrtiú, si no el último, por lo menos el nuis gigantesco de
.
todos estos esfuerzos.
E n
iiri
cuadro de la literat ura catalana, enip iro, no debe
faltar el nombre de Esi nleni s, pues l solo basta para carac-
t,erizarla y enaljecerla. N uestra ~iv ili za ci ón iii~esl:ra engua
resuc itan e nteras en su mar ivillosa. enciclopedia crist,iana, tle
la cual puede decirse, aun con inás roe611 clue de
San
Isidoro,
nqiiello de yu wr eb ctn~ ibrriti,. et ilzocl~ i iblioil~ eca~lz .211 ello
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se encuentra coiiipleto e1 rico caudal, el tesoro inmenso
del dominio filológico d e niiest.m .h o y ma ltri ~ta da leng ua,
desconocido por mnchos, negado por gran parte de sus
Ilijos, y por ellos m is n~os , 3nt.o corno por latales circnnstail-
-
cias históricas, dividido cn cuat'ro inlornies jirones, en los
ciiales, pesa r de los falsos -retazosde púrp ura de ajen as cul-
tiiras
y
Icngua. jes con que se han e n g a l a n ~ i o , e muestra to-
davía claraniente la igualdad y labor maravil osa del an tig uo
j~.coniÚn tejido. Leyendo. á Exin ienis, muclias de las iiloder-
nas cuest.iones ortog~áficss, ésicas ó j'graniaticales sonlejan
vanas disputas bizantinas; admiráiidole, se cree iodavia en el
porvenir
y
en
la
vida de nuestra'lengna, amenazada de gene-
ral desconiposición, pasm a parece cosa iinposible inex-
plica.ble cónio un idioiiia tan rico, tan formado,
y
que siguió
tan de-cerca al italiano cn s u elaboración com pleta, como que
se adela iltó en ella al caste llano al francés, no ha.ya vigor¡:
zado SLI esisteiicia, bruscaniente ~ntc rfuinp icla, on la savia
vigorosa q ue brota de aq&llae pSgiiias tan castizas, ta n ame-
nas y tan scncill,zs.
L a civilización aen uin am en te catalana iba inorir con la
desaparición de la dinastía tant as veces secu lar de los condes-
reyes.
Su
testa inen to fu eron 1a.s 6brasininorí:a:les del Tosta do
Ce,tal:iii, del fecuiidisimo obispo de Eliia 1).
Bajo el aspecto cl.é.sico, r l siglo d~iciiiiorluintopertenece
entero
h
la erudici6n: es la epoca de ella g del esplendor del -
(1)
o
~ > i i c < l el i r i~ ia i -sc
i i
a b s u l ~ i l o u i Ea i i i i e i i i s l ue r i i a r l n i f i o a l en i i oc i ii i i c ii l a < Ir: l a r
ub ins d< :
l os
r l i i c
cti
I ta l i i i I ii il ,ion n lrn do la etir<uin<li?lR inac i i i i i o i i l o . Lo que s i I i i t l ~ o s qu
s i manire.ilars>: ii ii li ii il u 1i61.
~ii:iiiia
,le cllar; Tu$ I>a is I> r * lcs la r cuiilrn
su
i i i inoral ospi i . i l i i .
1 Corvnecio eoci,iio
en
1184 y
~ i i i i p
i.oiito ti.aidi> 31 I i ab l a r i l l g i i i , si: I i i i o l a i i ~>opul;,i., ncio
SIIS rcroCI S < l i ~ l r ib a sot811.8 a 6 ~ x i8 l~c8~i110U T I ' ~B I I dc oitt 11 l i oc i l , y si n du< lrt [lill<il PI<C-
~ e i i i i . iis l u i iea los e leu lo l , c ic r i l i iú o1 i lus l ra< la ( i r c l i i f io i i i l i i l h i i sii
11 iur:iioe ralnoso
Libr'e
+les donec . I l o i i a e i o ; coino s i qui s i r rn a le i i i ln r In i i ii ]> l.es idfi d r s il C o i ~ n c c r ' o , o i i i ~ i i s ~ l i i ? i > -
I l 1 <5 l l
C o l l l O
J-R Si?
h3 l l lC l l ~ i l11a
01>1 a
1 tulada:
DC C I ~ P L Su l l ~ . ¿ b ~ ~ .
C ~ 1 1 1 I B l l l b i l iIUiB<ICII
13s
I ~ W I ~ ~ I . O E ~ Sue
c i i
el0;io ú r i l i i ]>e i ' io de l es itiujc:rcs
rc
p r u < \ u j i i o i iCII l i i s dos 1ilel.aliii~;tr
e i is lu l l i i i la y enk i le i in , t losdc I l r i i i io ~ t i s 1 lc r ii ; i l l fa lgc , h' is ta o1 i io to r io Vn ln iansa, i l c l dc C I
de l ' i i larora y las li.;irliiccionei ili <i]>czli?
\ya lt i , l i r * la e l is 6unfo
clc los
Do-
n irr y s l c u i ~ i l ~ l a t i i o i i t gn Cndi rn del
hono r ;
ido
.Iii;tii
l ndr ig i i r i .
do
I : i CRina8 a
qu
I;iiilu
iecui : i i l i i i i la 4 ia l>os i i iú i r y 1;)s idenc d el 1Y l i l i i ' o d a l Sumn i dc I l c ri i at N e l g i .
Por
1s iiiisliiii dpor i se I i ,a i l i i j r rmi i eti calril;iii la Pinrncltri, c l Lleconieiolie ) e l
Co i cn cc io
le Hoccic io.
8/18/2019 El Renacimiento Clásico en La Literatura Catalana
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~ c na ci ii ii en to n ia esfera filológica y uii tanto eii la artísti-
ca. LA diiiiración no se Teserva j a líara ka l i t e r a t ~ r ~ aatina,
cle din'eii díaenricliiecida con nuevos atractivos
y
iiiás pere-
gr inos tesoros;, 6uArdase tamb ién p ara las letra s griegas cine
'los sabios bizantinos llev an
á
Italia, como los preciados pena-
tes de sil civilización, cual Ene as ap or ta ra lo s d e 'I'roya
á
las
p 1 a . p ~el Lacio, para av iva r ennif is propiciosuelo los res -
coldos del'saber, en sn cautiva patria a\rentados por la barba-
r i e n~usu ln iana .
Todo ind iia en aquellos días un período de transición, e1
paso de la Edad Media
á
la Moderna: los grandes descubri-
mientos geográficos
y
cient,íficos; la reaccidn co nt ra el l)eripa-
i:ei,isn¡o, repre senta da por la. Creación de la-Academiaplatónica
e
Cosme dc Médicis; el estud io de las be ll ea a, ~ elknico-lati-
na s eii sn s misnios .raudales; la marav illosa 'invención de la
inlprenta., dando alas al pensamiento iinniano, multiplicando
sus fruto s, popiilarizándolos 'y para sieinpre conservBndolos
en indelebles caracteres; la libre fecundidad intelectrial, que
no se detiene en el campo cerrarlo del escolaeticisn~o, ntes se
clilata Ijor las nebulosidacles de la ieosolía y de l a ciba.la, por
los luniinosos senderos de la crítica 6 por las realidades cle.la
e ~ ~ e r i n i e n t a c i ó n ;a vkla artística rebosando poi; todas partes
e n nilevas iorn1as;y sob re toclo esto , éillneclio de es a'fe bri l
actividad y
e
e s a innovación continila, una sed inesiingui-
ble de lo antiguo, tina adoración de la SoJct clásica, supersti-
ciosa rayan a en lo pagano, que hacia consiclerar como pii-
blicos y est Órdinaiios sucesos los hd lazg os
Ó
t r ~ l ucc i o i l e s ,
cada día repet,i'dos, de los Po nt an o, de los Au rispa , cl'e:los Ve-
rona, de los Ficino, de los Bruno de Arezzo,
y
por cima ile
todos, losclel infatigable Poggio, que con sus solas fuerzas
desenterró casi la literatura latina entera.
Príncipes
y
magnates de regia estirpe rivalizaban en re-
compensar liberalniente
á
los eruditos y poetas, óen dispu-
tarles los lauros de la gloria y del trabajo, á imitación de
Salomón y de César, procnraban ilustrarse la vez que con
la
pluina con la. espada. L as brillantes cortes literarias de Cos-
me de Médicis, de NicolBs V, de Alhnso
V
de Aragón, de
Jua.n de .~ a s t i l l a ' yle Doiii Dua rtc de Por tug al casi fueron
conten iporáneus. P o i los peldaiíos del saber sub ía priiicil)al-
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nlente al trono pontificio Erieas S ilvio,
ó
escalaba la presiden-
cia de la república Cándido Decembrio.
No se escapt á esas entusiastas corrientes (le cultura y de
renovación, á ese culto del ar te, la nueva dinastía que se
acababa de
sentar en el trono arag oné s, ni hizo más que
continuar honrosas tradiciones, pues desde lejanos
tiempos
contemplaba ya el mundo sin asombro en el solio de los
condes-reyes, entreiazados los atributos de la realeza con los
laureles de Apolo. Trovadores habían sido Alfonso 11 P e -
dro 11, Pedro
I V ;
protectores de las letras Borrell 11 y
Ramón Berenguer IV; escritores en prosa Jainie
y
el
niismo rey cerenlonioso
;
amador de toda amable ciencia
Juan 1 ;hiinlanista y orador gt?ntil Martín
el Hr~rnc~rlo
Qué
inucho, pu es , que c~ia nd omás viva ardía la llama del
saber, la dinastia de Trastamara compitiera en esplendores
literarios con las más cultas cortes de Italia, y fuera en
ella el primei. refugio de la ciencia de Rizancio y el más
brillante foco del Renacimiento en el siglo xv mientras qiie
aquí se distinguían Fernando de Antequera,
t a l
vez no sin
miras políticas, po r. la restauración d e . la
cienci g y a
grande D. María de Castilla, por su protección á las letras
catalanas,
g
aquel infort,unado Prín cipe de Vian a amado
por los catalanes hasta el delirio, á quien 'qnizás más que
ningún otro de su regia estirpe las Gracias favore-
cieron
No entra dentro de mi objeto enumerar Lino á uno los poe-
tas adornados con los despojos de la belleza an tigua , de la aca-
déiyiica escuela catalana, quizás superior á la provenzal en
valor moral hasta en sinceridad de sentiniientos; pero ya
que no en sus géneros superiores, en la muchedunibre in-
nlensa de sus secuaces, consumados maestros en el ar te de
metrificar, más pensada que sentida , inás rebuscada que es -
ponhnea, á s escolást,ica que am orosa, mAs pedantesca que
erudita.
Nuestra atención se ha de fijar principalmente en Ausias
March en algunos de sus pedísecuos y poetas
á
él poste-
riore s, co,mo rluiera que las alusiones clásicas se m ani-
fiestan escasamente entre los anteriores á aquel exiniio
lírico, siendo tan sólo dignos de especial n1enci6n Bernat
8
: .
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Metge 1); el célebre traductor del Uante, Andreu Febrer,
en algunas de sus más vigorosas poesías 2 ) , y aquel Pau de
~ e l l i i u r e , e quien dijo el Petrarca valentinb que p e r
anzar
sa dona tornk /oll.
Quién no conoceá Ausias March, el metafísico, el psicólo-
go, el místico del amor, la gloria m ás grande de nnestra lírica,
originalísimo en tre los más originales poetas de los siglos, de
característica
é
inolvidable fisonomía, grave y pensador como
el Daiite, pero sin su simbolismo y au n más clue él recoiicen-
trado; como el Pe trarca , enanloraclo y embebido con tenacidad
iniatigable en una sola pasión
y
en una contenlplación sola;
mas si11 regalados aromas, sin centelleo de estrellas, sin a ~ i -
ra s cariñosas, sin n~ úl tip les olores, sin imagen eslei,ior que
le distraiga; como Leopardi, cantor melancólico del Anlor
y .
de la M~l er te , ero con sentido cristiano
y
eteiinas esperanzas;
ni cómo hablar sin respetuoso tenior de aquellos solemnes
cantos teinpesluosos, llenos de pasión
y
de encendido afecto,
de soledades y de sombrías tristezas, de desdenes y tardíos
arrepentjnlientos, donde el alma es un vasto desierto, agosta-
do ,.por los desengaños
y
por el helado soplo de la illuerte;
donde la persona amada se convierte enun como símbolo abs-
tracto clel amor, á quien se conteinpla sin los ojos de la car-
ne , sin cuerpo, sin hermosura terrena y con el mismo respeto
con que el creyente entra en el santuario,
y
donde el poeta
despide gemidos de ascética tristeza, ó discurre con avidez
escoliistica,
ó
se recrea en platónicas reminiscencias,
ó
piniu
ltts vanidades de la vida y sus tormentas con crudo realis n~ o,
que se ceba con singular complacencia en la expresión miis
seca, más aspera
y
prosaica, con
tal
de que sea la mis since-
ra
y
exacta 3)?En poeta de tales condiciones, de tan notable
origilialidad y de verdad tan profunda, que se apartaba adre-
de del estilo de los trovadores, qoiper
es nlf
traspnssen
oc
r i tc~t s en vano buscar imitación directa clhsica, aunquo
1 ) Pnnsio
notorta
sticdens
Ooidii~m. Ctiiieio11cro Vcgo-Al<uilá.-Uiik y Yoiiliitinli,
Poe-
¿es
l i p i ? u e ~
nlo nnr,
p.
G
p So h re l pns naicl alniizeric
<le
t a t r q n a t r e , c l c - S e
citan
cii
olla
mtijores
i lRsicai,
GIL otra riua oi
Si..
lil;i o iiiclica,
sc
aiiirio las nvcil luras de
. lasún.-lbirlem.
J)
Meiieiidoz Pclayn oslc iinioi iiictarisico 1. ah?tr:iilo
do
Aiisias Marcl i i ieiic
aircclaiiicrilc do
l i i V i tn A uoua y l i l Co n u i to
cicl
I);inlt.;coii
alyo doi
Ca n c i o > i e ra
d e Pc
l rar ia .
H i s t o r i r ~
Ee
l s
ide s es1Clicas. Toiiio 1. p 391.
8/18/2019 El Renacimiento Clásico en La Literatura Catalana
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muestre erudición hunlanista
y
cite con frecuencia los fildso-
los antiguos l),
y
las fábulas gentilicas 2),
y
hable del poe-,
ta Ovidio
3);
pues nada más lejos de
él
qiie las desenvoltti-
ras de este maestro del amor, ni iiiás apartado de su forma
monótona y no cuidada ¿lue los primores de la iactiira homé-
rica
y
virbilia.na. Cuando la risueña concepción anacreóntica
del amor, puesta en boga por Pe trarca , se abre alguna vez
paso en sus versos, desnudos de imágenes, y le sugiere algti-
na alegoría bien pensada, como la del canto LXXII, donde
habla de la calidad
y de
los efectos distintos delas Rechas de
oro, de plata de plomo con
que
aquél hiere, contrasta inme-
diatamente 'con su musa romántica y desgreñada, invocando á
las víctimas de aqiiella funesta pasión:
O
vos mesquins qui
sots
terca jaeu
Dels colps d am o r a b lo co rs s an g u i n en t
Veniu plorant , ab cabel ls escam pats ,
Hu ber ls los pi ls
per
mos t ra r
vostre
cor ,
Com fonch
plagat
ab l a s age ta d o r
Ab q u e am o r p l ag a '1s enamorats .
11)
So uc qiie l os
coiiociii i odos,
i n i l i i s o s l o s que 61 I ls t i is
Escociaiis.
Los i i l a p r i ii c ip a l .
m e n t o cii si is Cants
morals.
V gr. Cant moinlY, pan. , lb1 de la ed ic ión d e C laud i
Borriat,
I l a ~ c e l o i i n ,8130: que es ,le la q u e nie he servido Tiam i s l c o s tu f li o.
Hon es
1 ' a i ig iny d' Ar is tOt i l t roba t
1)
O r i ~ i t ~ c s ,Bncca
y
Plat6
1.0 iio r o c i t tic co rcs p r
m
csles
<loSCiioii i U
i nu l tos n l l res gcs icc ,
e l i
lora1
XI , pBgs
IJG
y
157:
I)o
5 11
[10dl:1.
S U ~ ~ C C BO
dcIC3
d i e i i t
que ' i i
I i ens
íoraiis, os
n l n u n
bo
P i c i i r u s < l i x c l l
ossor?o
< i c l i t
a(
is rals ir i cs 0s p u l u i i s c f l e i i l . . - -
P l al d r n l c l i d i r que 11 no co i i i i i i a l
iio ca do l i l , o l c. . .
2) C a i i l L S S I I I inoii o s p c r it t is s p k s d o L o l l i c 1 fl~iii8.-111 Cant
da Amo r
1,XVI os uiia
lai ga alagoi. in clhsicn, la finita dc asto ]ior;l ti , s i cxc ep l i ia i i ia s 1 1
111
la5 l lec l ias <lo1atuiior do
r luo so I i a l r l ~ r
n el
t c r l o ,
ari l yiic
d i s c u l e . o i e r i a d i 1 Duder
de
cada
dios
6 diosa,
Venus.
Ilaco Ceros, Junio, Nar i n , i's liic , D i ~ n i i , lc ., lirob liclo< ~ i i e uniis r o i i i i i so rc t odos l os
110mbre~
101 dioses.
L o en i ps de l s Doiis c r o l ara i u i ~ s t r a r
car d i i i l r o s i un 1)cucase i i vo l Cir
c i lo ls dasigs
hoi i
C o i r i l u r o l o r
~ o l o i i i i i o s
Ueiis
i
lots
voi: ndorei., etc .
3 ) Uiia sala ver. Csrit
SS1'1 1
rl
Amor:
Ov i d i '1 p rous d i x qu Amar cs crcscut,
olc.
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A la mitología pide con frecuencia con~paraciones para
encarecer sus males, parecidos á las entrañas de Ixión l ) ,
ó
al suplicio de Tántalo
2) ,
ó
ejemplos de desafortunados
amadores, como lo fueron Ariadna , Dido, Fe dia , Piramo
y
Tisbe
3);
á los moralistas latinos, máximas;
á
los pootas, pen-
sanlientos
ó
imágenes que podrían tonlarse asimismo cual
casuales coincidencias, conlo la imitación del tan conocido
unposlble de Virgilio,
Ante
leoes e/-gopnscei~ti~r.~ z cqilorc
ceroi,
Menys que lo peix es en lo bosch trovat
los leons dins I aygua han llursejorn, elc . ,
Can l
de mor XXVI.)
ó
como cl de clue ha perdido la juventud en cl amor
y
no
lo siente
(4),
idéntico al de los ancianos de Troga en cl
canto de la Ilicicln cuando conteniplan
á
la hernlosa Hc-
lena, y como alguna otm idea que pudiera anto jársenos
lioraciana. Mas á estas pocas rerniniscincias quedan redu-
cidos todo el caoclul de erudición
y
los dejos clásicos del iwSs
grande
y
no dcl rnenos ilustrado é influído por el espíritu, ya
que no por la forma del Renacimiento, de los liricos de la.es-
cuela catalana (5).
( 1 ) Ca i i lXXV di?
Amor:
Cal T ix id i i q u
i l
11u)~lr'e l inuiij o1 fet:c
api es t c r le n i p i 11ro la
la
carll
d o
ilou . . . .
2 ) Coi11
fornl
L\':
L i r cn1i.e carts i i ro pi 3oi io i i ipai 'at
B
Tan la l l i s [iov co i i l i i i u dos ig
(3) C i l i i l
d e
Amo r
xsll :
I l o r i cs JasUii i? ra dsscoiiairoi>(;a
hall 3 T ~ C B O Ul li della(.' >\ l. iadlla
i Yido loc ic l i d oal ic ra i ic i i l i in udiia
q u a l a l r i i h i Eiioai oti c re l i c i i ca
. . .
Cal11 de A m o r s r l i :
Y c I lo ch d ' 8 ~ 1 ~ 0 1 ~ P l ~ o i l r ~1 r o n e l ~ s l o rl a
R o < lu c r ic v o l c li l p o l i l son f i l las l ro
.....
C a i i t d s Amor XLIC:
P i ra l l lus voI~ :h1110ril. pasb al a
1111
bra111
e p c r s c n ~ b l a ? tn o r t T i s l i e i ~ o l c l i>a r io
.
(&) Cnnt
d e mor L I S ,
pi:. GG
3
Coorlas suii l l r i s io t ics c l i i i i cor loAusias &ai-cli, si
so
las co inparn
con
s i i s nuiitei.u
los
co iupos i c i r i c i os ~ io~ t i c i i s ;
ero
iin
s i
EO
li0110
011
iu0111a q11c
OS
uno
de
l os p o c h s
~ U O s
l i i i y o lo
ionihros
pi'nii ios y. do l odo aq l i e l l o quc r i i i cda q iic li ra i . la rc d < lasiis sril i lozas oseci-
Iil st iin d. Si110
t ina
rnr ci ls a l Uagitc, i i iingi i r ia Petrarea, y Uriiciiinenla so s a l v a n d u
aii
in.
e i i c i o l i ~ i d o i lcl icio Aviiali lo IUiinir l: l ' ; i I i l i> do I lo l l r iu i .o, Snti Llahlo, Si i i i Vi.aiicisco y a lgu i i
013.0.
Poro
irlu6
i i i uc l i o s i 11
SA
c i ta Ú i ~ l l ' p i o m8r.qiie o i i i i i ia oce i i d r i , y eii i i l r ü mida in8s
OSClibO C i 110111b1.0
LIC
EU a l l l a ~ l a l l a c l ~ s
S ~ O S
i ~ t c c ~ i l c n l e s , A u r i a sa r i l i
sc
axcod id A si
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71
Después de Aiisias Marcli todo parece de secundario va-
lor en aquella legión de
innonierables imitadores, que signen
sus fecundas sendas,
á
escepción deaqucl poeta de tan cen-
drado sentimiento religioso y giisto artístico, de quien dijo
Verdanxa con razón, qo 1 rnuteix Virgili d nquell aprerz-
guern
del valenciano Ju an Roig de Corella, cuya magnífica
o/,ac id, sin rival en aquella epoca, acude sin duda ahora
á
vuestros labios. Es imposible, sin embargo, aun e n an rápida
reseña de la influencia del clasicismo, olvidar los nombres de
Mosén Leona rt de S ors; del notario barcelonds AntonioVall-
manya, ni
11
faii~osa nada reverente Sortfita
en
luhor de
les nzonges de V a l l d o ~ e l l u , onde compara cada monja
una mujer* de la antigüedad, explicando sus hechos en eriidi-
tisimas anotaciones en que hace referencias al Dante,
á
los
T r i i ~ i g o sde Pe trarc a, la En eid a de Virgilio, y principal-
mente las C la r a s mujeres de Boccaccio; de Miguel Ste la,
cuya Conzediu de la sagrucla pnssi6 de Jesuchl-ist encabeza
enfática invocacióii, pidiendo el ausilio delprinze/- A po llo
(l),
y
finalmente, del barcelonés Roinen Lull, Con el mismo Au-
sias March digno de compararse
(2).
Ni la Sor-t de Vallmanya, ni el Consisto ri del ultimo,
pueden ponerse al lado de la dantesca G lor ia d niizor;
de Fr. Bernardo de Rocaberti, la imitación más directa,
y
no
desacertada
á
las veces, de la sublime trilogia cris tian a. Toclo
en ella respira la influencia del Renacimiento italiano. Por
so concepción, por su forma métrica, por
su erudición, por
sus inihgenes, por su estilo seco
y
sentencioso, pertenece de
lleno
á
la escuela del cantor de Beatriz; el clasicismo es allí
d e segunda mano, como el de toda la poesía catalana: n i alcan-
za
á
las form as, ni pasa de un Pedanteseo alarde de erudici6n.
Y esta erudición no reconoce otras fuentes quc las de la cien-
cia clásica de aquellos tres padres del Renacimiento, tanta s
veces citados, á los cuales consagra el cauto VI de su Glo-
misino
n
prodigar,
relatiramciitc
liahlundo, 10s iiomhros
c l~s i c a s mi t o ld s i c o s ; ~
l
repe3
lir
lal l lo los
d c
Amar
y
lo
Vcnus
eii
sus
eoiitus
de amor
r
inomlcs
11
F O C ~ivina1
creman
rlol
rncs
a lt p o l o .
l i n c k i
d
üinor
i i i lus oques musses
h t i ~ i l i rach d . aqiiel ~primrrApollo, ele
2) o Coiisislorá
e
m r
i uiia
lc ori da
giista
i18sico.
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ri
y
sendos elógios. Si habla de Pirro; es porque el Dan-
te le coloca en el círculo de los tiranos; recuerdo dantesco es
igualmente la presencia de las tres Gracias en los jardines de
Amor; la reina amazona ~ n t i o p eomo roser a c ~ b u t e flor ir ,
está alli evocada do la Th ese ida de Boccaccio; los rasgos
satíricos contra las mujeres del canto VI los tomó el autor
del Cofbaccio,
y
del Filico po nluchos personajes del penúl-
timo canto de este extraño poema.
En su peregrinación por los jardines clonde el dios del
-Am or preside, el poeta halla todos los am antes célebres de la
historia
y
de la.m itolog ía, desde los héroes de Homero
5
los
contemporaneos, despertando de esta suerteun doble interés
.histórico y d e circunstancias que indemniza al lector de las
durezas
y
sequedades de su forma. En lugar de Beatriz, acom-
páiiale una ninfa por Venus enviada, que le dice, clue su
nombre es
d
ls unaunts connxenpa ,
y
al final de su viaje,
en vez de la gloria
ae los bienaventurados, le es dado con-
templar cara á cara ald ios 'Amor, con toda la majestad de
su poder y de su belleza.
No
siendome dable detenerme en
más
minucioso análisis,
señalaré ún ican ~ente omo dignos de atención bajoel particular
punto de vista de este estudio, una tradición sobre Aquiles del
canto V sugerida por el pseudo-Dares; el famoso episoaio de
Hero
y
Leandro, popularizado por un a'H ero idu
de
Ovidio, con
que termina el canto VII, y
con ten~ plado travks de una con-
cepción dantesca según la cual el poeta, por pn milagro de
amor, ve con sus propios ojos Sestos, Abydos y el Helesponto,
que atraviesa
á
pie enjuto con Leandro
y
su conductora;
y
el
prólogo, 'escrito en pedantesca prosa, esmaltado de palabras
latinizadas y de alusiones mitológicas, y dislocado por violen-
tas transposiciones 1).
.'El predonlinio del Renacimiento no se. ha de estud iar
únicamente e n estas alusiones eruditas o pueriles en hartas
ocasiones, de nuestra poesía, nunca con todo llevadas tan
(1)
Para
esla coi.tisin;o e ~ l u d i o e
lo
G l o r i a
d i
m o r
mo
Iio
va l i do rlcl te rlo : i coi.i.cclo
no
eomplsto, publicado
por l docto
Cainlialiu, heiicii i6ritu d c
las
lotias
catalanas,
en
su
E s ~ n i ~ w ~ l h i ~ t ~ i ~ e
e
l l i lerntar e Catnlane,
rleuriCiiii: ctli lioi i, augineti1P.e de
la Co-
mediad
nn or
defrriiiocaberti, etc.
Paris;l&S.
La Glordn da
mor
ocup las phgiiias
77.
8/18/2019 El Renacimiento Clásico en La Literatura Catalana
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vicioso extrem o coino en ciertos ingcnios cIe los reinados de
D.
Juan 11
y
de
D.
Enrique IV de Castilln, sino en las obras
en prosa
y
prin cip alien te en las traducciones
6
imitaciones
clásicas-ya que los gbneros histórico y didáctico-moral, en
general, siguie ron la antigua t1;adición genuinam ente nacional
-y
además en los esluerzos delos l iun ~a nis tas atalanes para
resta urar , al ejemplo ae Italia, las lengua
y
prosodia latinas,
rest,auración que fueron los primeros en llevar Acabo en Es-
paña. Ya os he indicado ante riorm ente cómo desde mediados
del siglo antei-ior había penetrado esta corriente ctásica, pro-
cedente de aquella península, en el tronco de nriestra cultu-
ra,
y
aquí me cumple añadir únicamente que no se interrum -
pió jamás, an tes bien experimentó recrudecimientos más
menos sensibles, según fueran las dotes de los ilustres escri-
tores que la encauzaban 6 la proinovían.
Un ario después de la muerte de D. Fernando de Ante-
quera un prócer de regia estirpe-
y
de castellano origen, que
de aquella corte fuera el nihs preciado ornamento que des-
d e Castilla había venido res taa rar las fiestas de la gaya
ciencia, interrumpidas por las discordias que la muerte cle
D . Martín se levantaron para la sucesión del re ino, daba
lu z en catalán, para verterlo luego su idioma nativo, un
extraño l ibro titulado, D e los doce tr ab q os de ~ fd rc ~ tl es . D e
vertladera novedad lite raria califica el Sr. Amador de los
Ríos 1) esta producción semi-clásica y semi-caballeresca,
alegórica
y
did áct ih la par,
y
lo fue en efecto as í para
nuestras letras como para las castellanas. En ella aspiraba
tanto da r conocer su erudición latina; mostrando que le
eran familiares Virgilio L uc an o, Ovidio y Juvenal, César
y Valerio, cuanto su dominio de la forma popularizada por
el cantor de Beatriz, entrando por Ultinio en el campo de la
filosofía nlora l bajo la guía de Pla tón y d e Séncca, de Aris-
tóteles y de Boecio, de San Agiistin y de San Jerónimo.
P o r testimonio del mismo eruditisimo D. Enrique de Vi-
llena, sabemos qiie en ácluella época,
y
antes que en la litcra-
tu ra castella.na, existió , rtunclilc sólo
i i n i r ~ u t i u n n z e ~ z e
rizen-
8/18/2019 El Renacimiento Clásico en La Literatura Catalana
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i a n d n una versión 6 compendio dela Encida en lengua (a-
hla na ; quizás parecida al libro it,alianoFati d
Ei~ea a
erial
le servirín
tle
acicate para emprender la suya completa, una
de las más antiglias en romances neolatinos, cpie realizó Q
ruegos del infante
D.
Juan de Aragón, edonces ya rey de
Navarril 1).
P o r ignorar la 6poca de su public&ción. por no estarbien
seguro de sil procedencia, mencionaré tan s61o aquí algiinas
versiones cat,alan s, de las cuales la índole de este traba jo no
m e consiente 'liablar extensamen te. Consta qlieexistió una de
Liicano y que de ella se sac6 otra castellana, conservada con
mejor fortuna que
SLI
matriz
(2).
También se escribió en
,este siglo una tradiicción de las Epistolns L~~ci l ioe Skneca;
que se conserva en el fondo español de l a Biblioteca Nacional de
Paris
(3). Esta última se hizo de otra francesa, como lo dice
SLI
lenguaje, á vneltas de oscuro, sembrado de galicismos, y
( I i .
En
e l g r u p o
de
o l i n s que cori.espuii i lon
i i1 . i~
l i i cn a l ~>r in io l . o r iodo d c l Ro ii ;i ci -
m i e n l o ca l ii l b i i
qiio
a l segundo,
tios
parece
dehcriios
co locar unauo i 's ión I ioc l ia por o r r lc i i de l
in fn i i to D. F i ii r in iie , l i i j o < lo D. Fornaiido de Antncli icra, que
con
c l t ' t ii l o r lc Libro r l e I s o p e r ,
so
I l i z o p o p u l u r i s i m ~ 1111ucs11.a liler:iliira, versiúii que n n "03 alrevomos
h
1l;itiiar cl:isica,
pucs
es
si ih ido
r[ i ic
co i i e1 ~ i o i n l i r e e E s o l ~ or?d iuu lgaha i i iu iu l l i l i i d de I i ib i i lns do o t ras
co-
l ece ipnes o r icn la les
o
In t ino-eclcsikr l icas, qiio: co mo os i ia t i l r a l . l ic. io i
eoii
c l in i l i co b , l> i iln -
i i o r uii psro i i lesco m i i y le jano. F$l t .echn seiiicjniiza
con
h ta o b r a d i d b c l i ca g iia i' <l a o t r a
i r i i l -
ga i ' i rac id i i (le igua l ca rbe lcr dc l l i b r o l i l i i l a dn Uibt ic l rn C ntoni s , que la i i ta autat. idad a lcanzo
e i i l o ss ig l o s m e d io s y
q ~ i o criin scr i i i i u
cspcc io do
catecismo
i i i o r a i , c n l r a ro l a r l o i l o
iiih-
x i i n e s d o Snt it os I~ a i l r s s nii i i i l o l E r .~n g c l i n y
de
li lú so ro s pa:oi,os, cii1i.o la s c il a la s ocupa-
ban l q a r p r ~ le i .e i i t c a s .~ li .i bu ir li is a l f i lú so le l o l i i i n . C o r r i 6 ce li i n bi .i la co r i g ~ n n plailso ci i
IBE escuelas para cnseiiiiiiro
de
l os i i i i i us ; y una <Ic si is v cr i io i ic s rcib I;t d c quc : i~ in ra a -
nlOS i o l i c ie . oub l icada U escr i ta oi i
t GZ.
l e cua l r i i& i lie lk i ida eii l as OCLLOI~ I I LOSi f e ? . d ~ ; o s
..
< z ,,,,<,y
/e,t,, .#,,,,,<,< 2,,.*le.." <,,.l,l.l . > r D l...<::.L: al0 IIcI 11 l.,,,,"111
p
,l,Tl.
2 , r i i sdd i 1 I > i
H
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l a r i ti u so ~ u n r i l o
iii
m;ii iuscrlto' eii l n u i h . N a c . roi ido fr,iiic0a. i i l i lri . 2PJS.-lil 1r.ldiielor c:i
ta lan sigue ore cta iuei i le e l or i s i na l r rat ic6.3 lhastn la car ln SC lI l ; <ier1 ia6salirei.ia i i i i ici in.
I h i t a
a
l o m o n o s
iina hcj.1 iil i i i
d e l c j c t ii [ il a r. 1 t e x t o i l c l a e av la C S S I V os th i i i t o r r ~ i i i i -
11ido sli,ijo do1 rol. ,ISi i'ua lto; co i i estas palabras:
ail ias i i o
os ¡>as
cn
ler be voi.1 l in s ton1 vil"
es ~ e r f e l o q o ~ kra es assaoiial
.n Alxunos
f i a ~ i n c i i l o s lo osbi vo i s i d r i le l a s
i-arias
B
Lii
c i l i o si i a l i ~ n
ii
e l uluseo I l r i lR i i ico,
io
s. I l u r i i e y ,
niiin. S .
Ú<I. Pap el. ,IC7 rol.-Clesin ea-
c i o i i
dc
1860, i i i i i r i . 7.-(\ . Morc l F i i l in : Cncc<lo~rzeles d nuse,~irs es,ingnols d e In Ui6lio-
i 8sqire
Wacionnle d e Pai:ú. Soc cidi i 111, i i ú ~> i 21, Las epislo las t i .a i l i ic ldas soti 4%). Eii l a
i l i l i l i i ~ t o c a ~ l eUe in i i< loO n h la r ia Coleccion i l e d u e u r n e n l o s Ilisl6 ~icor,elc., 187 )sc c i l s n
i i i ias
pirloles
d e S e n c c i '
obi.eujrirlcs
( i i i lm.
%I I .C o r i i i e i i r a ~ i :
e n e e n f o u
.B
h a m
molr
s no i .
I i r IA ~ r ~ r i l ú i iiarcio on odo l a n i i s l i i a o h r a quu se Susrcla en París. Lo i r i r l i e sn e la r a i~ i cn lo
18 i i l ~ l ) n ~ l a t l c i ac ser 31111>8s ab la ViR da s S le comoniar d e l n ~ i s t R o>iodo. MatiOndaz P clay o
qlln l i e i i i i c o pi a d o c l p r ól og o d c l a
S.
enlalRn,
do
Paris, m d i ce q i i c a i n p ie i a ss i : Scnoca
foil
l lor r l ~ 8 ~ 1ex ch l e ( le a l t r c Ss> ' i
hoin <[tic
I iac riotii Ph o l i o i i
do
l a socta i le ls s loyc io i i r . . .
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5
que presenta adem ás la sinbularidad de coincidir so prólogo
cusi textualmente con el de la vulgarizac ión de Fernán Péi-ez
de Guzrnán, que
á
su vez la mandó Iiacer de otra italiana; eni-
brollos en la Edad Media muy frecuentes, pe ro no tan dis-
c~ilpablesen una época en que la critica y la investigación
propia comenzaban
á
matar la credulidad y el plagio
1).
A pesar de estos cortos ensayos mitaciones tan distan-
tes,-bien qne contem poráneos
ó
riluy cercanos-del espír itu
y de las tendencias de los ingenios que decoran las cortes de
Italia, nos hallamos
j a
en Cataliisa en plena edad de oro del,
~ e ~ a c i m i e n t o ,n aquella en que rige sus destinos un monar-
ca conquistador, sabio y niagnánimo, d e an alta gloria quc
sólo lograrán eclipsarla los vivos fulgores do la Academia de
Lorenzo de .Médicis, y los mayoves aíin que forman la aureo-
la magniGca del solio pontificio de León
X.
Los vencedores del Atica y de la Beocia acaban de ense-
ñorearse de la Magna Grecia, tierra t,an clásica como la patria
de Hornero y de Cicerón, donde todacia se oyen los ecos de la
elegíaca musa de Catulo y de Ovidio, de los dulces can tos
de Virgilio, y donde parecen renaccr la an tigi ia initología y
la antigua historia; los temidos escollos de Scila y Caribdis,
la gru ta de la hechicera Circe, los sagrados oráculos de Cu-
laas , las ruinas de Ponipeya y de Ilerculan o, las fig~1ra.s e
Anibal y de Espartaco. Acaba de abrir siis puertas al victo-
rioso monarca aragonés la liermosa Parténope, y en majes-
tiloso triunfo, que trae á la nienioria el de los Césares roma-
nos, precedido de apuestas doncellas con albas vestiduias,
arrastrado
SL
átlreo carro por blanquísimos caballos, ceñidas
sus sienes de laurel, recorre Alfonso V las calle s.de la heléni.
ca ciudad, escoltado por valerosos soldados ~ a t ~ i l a n e sara-
goneses, y ensalzado por los varoniles acentos de la musa
catalana, que va á celebrar también su postrera apoteosis
an te fastnoso sq u i to de ingenios griegos, latinos, castella-
nos, aragoneses é italianos.
Con la triun fal entrada de Nápoles en 1443, se abre aquel
il I oriio c o i i o c e r l ~ i u i s u c r uria ior la reforenciu del Sr . l i i iodo r
do
los íos iup. ci t .
t.
V I I p . 27 i iotu inoalisterigo dn
~iio i ic ionar n
e l tcrto La rcrsiúri ia la la i i i i
de
l s
~ I f o r a
l s
d e s e n e c n
curi c l i i om l i r r do L i b r e d
o rtuosus
eoatiinipi. hacha
por
<iiloiiio Il ln? y
C011Sc~~i ldü
n l l n t a b l ~ úrliee ilo l a Uib . Ilscurialo nse rl. 111 2.
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esplendoroso período 'literario que el nlunclo entero conoce
con el nombre de Alfonso V. iQ ~ ié orte tuvo este monarca,
grande
á
la vez que aiortonado,
qu<
poetas cantaron sus he-
chos, qué historiadores celebraron sus hazañas, clué corte-
sanos se clisputaron sus favores, qué eruditos ambicionaron
sus liberales recompensa.sl No bastaba una sola lengua, ni
una sola literatu ra para ensalzar .tan ta gloria, jamás por mo-
narcaalguno antes alcanzada, y allí, rendidos
á
sus plantas,
hallábanse el genio de la antigüedad, represoniarlo por los in-
fatigables er u d i to ~ ue desentraiiaban siis riquezas, la vetusta
y caduca lengua de Honiero
y
de Peric les, I~ ig itiva el a1fa.n-
je de Mahometo, los sabios bizantinos cubiertos con el polvo
de las ruinas de Constantinopla, la musa del Dante, la de
-Ausias March y la de Ju an cle Mena.
Ardi t f ranco y dorzoso llamaba
s
aquel monarca el ara-
gonés Pedro de Santa Fe; el Marques de Santillana dudaba
de compararle 5 Virgilio; Juan de Andújar celebraba en 61 la
gran providencia de Augusto y
de Trajano; Ausias March no
temía que le venciera la adulacihn, él que tan parco
iuB
de
elogios,, lourzt ccq ~~el lui totes lenyues locn; Francisco Fe rr er
le incitaba
á
la reconquista de Constantinopla, y la cristiandad
toda, ansiosa, esperaba de su brazo la restau ración del solio de
Bizancio. Inmortalizaban sus liechos grandezas, en cicero-
niana prosa, nada menos que un Pan orm ita, iin Bartolomé
Fazzio y un futuro pontífice, Eneas S ilvio . El elegantísimo
File lfo recibía de sus manos, por sus gallardos versos, la co-
diciada corona de 'lau re l, las insignias de la caballería y la
honra de blasonar su escudo con las ba.rras catalanas; el infati-
gable Poggio traducía por sil ~na nda to a Ciropedia; el aristo-
télico Jorge de Trebizonda ciir=iba su mayor vanagloria en ser
su bibliotecario,
y el fastuoso rey no se hacia indigno de aco-
meter aquella. maravillosa obra del Renacimiento, traducien-
clo al castellano las E pís to la s de Séneca, incitando al príncipe
de Viaua que vertiera
á
Aristóteles, respetando en sus con-
quistas, cual niievo Alejandro, las ciudades de S~ilm on a, iy-
niiona
y
Mantua, por haber nacido en ellas Ovidio, Cát~ilo
Virgilio l), uspendiendo una batalla y tratando de paz por
1) Viclor 1lala:uev.-Alro isa d e raudng u corre
l i l e r n r i e .
Toino VI1 do 1s iolcc
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el solo presente de un códice de Tito Livio,
y
hasta según
cuentan peregrinas tradiciones, haciendo callar regalada m ú-
sica para saborear la lectura de un a uto r clásico, buscando su
salud más en las páginas de Quinto Curcio
y
del patavino his-
toriador, que en los cuidados
y
en la ciencia de los médicos,
J' exigiendo que su gentil Lucrecia tuviera que añadir á sus
encantos, para con~placerle, elornato de la lengua latina 1).
Qué sen timientos de entusiasnlo
y
qué inipulsos de noble
emulación produciría aquel espectáculo en el á.nimo de los
eruditos catalanes que desde su pa tria
ó
en el mismo suelo de
Italia seguían la marcha del Renacimiento
y
los triunios de
su soberano á ella enlazados, lo di rjn los nombres de Luciano
Colomer, de Ju an Llobet, de Jerónimo Pa u; de Ramón Fe-
rrer, de Jaime Ripoll
y
Fernando Valentí, discípulos, émulos
ó
amigos de los Fazzio, Tralla, Filelfo, Poggio
y
Beccadelli.
Fué el rosellon6s Luciano Colomer apasionado cultiva-
dor de la poesía an tigua ,
y
en su
Grnmúticcc
en versos latinos
se adelantd en el inten to á Antonio de Lebrija, ya que no en
la fortuna de sus resultados. El luliano catalán Ju an d e Llo -
.bet, con su s dos libros
De
jtbre et reyimine
acreditó sus es-
tudios clásicos,
y
en su obra de Ldyica y
etafisica
su en-
t~ is iasm o por el doctor iluminado. La ciencia jurídica de
Jaime Pau y su amor á las humanidades llegaban á noticia
de los ingenios de Italia, quienes admiraban la elegancia de
sus oraciones, la concisión de su estilo
y
teníanle por oráculo
del derecho romano
y
maestro en las letras latinas.
ci6ii dosusobras,
pjg.
209.Bii este inleresai lle estudio dice Iiaber roc0:ido eslos Llatos
en
el
~ >r i~ i i e riajeque l l i ~o Italia,
y l lu
ilahlan
d s l
Iicelio los guie.5 d e la s ~~~~~~~~~~ as pohlii-
cionos
oti
rcferenciit
k sus
propios arciiivos.
(1) Ciilre otros documeiitos por exl rem o iniiiorliliitcs, rruo
~ r u s b a n
l empciio que puso
nllonso
ii
18 i\<lquisici611
dc
lihros C ~ ~ E ~ C O S ,opiaremos el qiio sollro el particular
se con-
sorva en
el Aicliivo de la
Corona
de
.Aro~6i i (Re:.
tiúm.
general
Z G Y i
lol. 1610). Dice
asi:
- E oi lo dit Seiiyor [Rey r[ue la dit Claver, quoii sia
oii Venecia Y
ciitre iiela, si alii
6 el1
en aitw
P B L . ~
e l l i~ ~ n
e
trol>sseii,os libres domll scrits; los quals lo di1 Seiiyor rol iier la
SUB libreria , qu e sian ben Ecrila ?ertadere o aqiials coinprara
e
li tramelra por aquella llus
scgitra
r ia que por,?,
110
SIieriiiil liarcilus tots.
mas n r i com iio haurh
compratuti 6
dos
ines .
iixi lar lraii>etl'%
o
spersiit los altres.
E
son los libres qucs sc3ueren:-Ouidius,
Me
tha i > i o rpk os e oa rO \ . i i l i us e ias1is;-Epiatole, 0iiidii:-OviOiils, De Rentedco amoris -
Slaeius,
D e
Bello che6ano;-Acl~ilefi
d c
S1acii;-di.gonaurieon, Vale"¡ F1acii;-Orla, Ornlii;
-Sermones, Orati¡;-Enistolce, 0i.ltii;-Poetiea, 0rstii;-Claudiaiiul, e laudibus Scili-
conis;-Ciaridianiis,
Ds
aptu Proserpinm;-Lucritim,
De
noluro
re?.um;-SiliusItalicliS
De
Bello Pvnico;-Elegia ., Propsr1ii;-L'le~iro, Tibu1li;-Yelcrius, Catiillus Veroiien;-
Periicus;-lipigrommata, \'alerji
hlartiali3;-Seiviusi-Donalus
Sap er Teiert t ium;
ek.-
Casleionouo, Neapolis, die XSXI dl aii, aniio mille3simo CCCCLIII
irnnrlur de
los
Ríos
Hisloria cri l i r n
le
ln lil ernli rr ae ipa iro la , 113g.313, toino TI, nota.)
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7 8
.
Mayor gloria clue estos ilustres catalanes grailjeábase Ju an
Ramón Ferrer, filósofo y poeta, jurisconsulto y nlkdico,
quien unía estrecha correspondencia con Fazzio, Valla, el Pa-
normit,a
y
otros. D e, su elocuencia alarde6 en su libro De l a ~ ~ -
dibus scientiar~~ria;e su numen poético en dos poemas lati-
nos religiosos; de sus conocimient,os jiirídicos en sus
Senzitu,
ji~risc a ~ ~ o i ~ i c i ,de su amor 5 la ciencia médica, sonlet.ida Ala
autoridad clásicn, en su traducción en verso latino de los
A-forisnzos de H dcr-ates y en sus comentarios inktricos á
las doctrinas de Galeno, micntras que en prosa y en verso
tambihn cultivaba su m aterna lengua catalana.
Per o sobre todos descolló en época algo posterior 1465)
e l famoso lielenista, tal vez primero ent,re los peninsu lares,
Jerónimo P au , hijo del docto Jaime P an , consejero de don
Juan
11
ediicado en la escuela del Panorm ita g e n la de Rolo-
nia por tantos catalanes freciientn.da, y que, joven todavía,
seguía las huellas de Boccaccio en su aplaudido tratado D e
fllcnzirtibl~set rnontibzrs z~triz~sp~e~ispnrzice,haciendo más
farde o stentación en sus epigramas, en sus cartas, en sus
versos, en sris elegias y en sus epitafios de sil inmensa erudi-
ción, de su copiosa lectura de los clisicos,
6
empleando, como su
amigo Tes eo Valenti
y
como el padre de Oste, Fernando, re-
miniscencias gentilicasque lejos recuerda,n las herejías pa-
ganas de Ficino, de Besarion g de Ponlponio Leto. Dan tes-
timonio del cendmdo humanismo deeste conspicuo re~zacientc
catalkn, entre otras obras suyas, su Epigranznza morale, el
dirigido las armas de Aragón
y
d e Sicilia, su T r i z ~ m p l ~ u s
le
Czpidilzc,y
el notable epitafio en que se duele, como buen pa-
triota , de la muerte del príncipe de Vialla.
De esta s~ierte, por medio de sus eruditos, diremos con
u n elocuentisimo tribuno español, la lit ~i ra tu ra atalana en el
siglo
v
establece la re,¡ación
más
estrecha entre Italia y Es-
pañ a, de igual ma.nera que la politica catalana e n la Edad
i\ledia había establecido la relacidn nf is estrecha ent re Espa-
ñ a
y
Europa 1).
Mas no exageremos los lieclios, ni larab solu ta ransmisión
(I)
Emilio Castalar CoiitestaciUii al rliseursodoD. iclor Ilalugucreti u recopciúiieti
la
Acadomia
lispaiiola.
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9 - .
del human ismo en Castilla por la s letras catalanils, ni tainpo-
co el impulso que en 6sta obró, con ser grande, el brillo de
la corte alionsina. En cada nación venia11 preparando el Re-
nacimiento las universidades ji monasterios, que eran otros
tantos centros clonde se conservaloa viva la tradición clásica.
Ni era necesario tampoco de todo punto la existencia deacliie-
lla academia cosmopolita del rey aragonés, para que se apro-
ximara la ciencia clásica del Oriente á la occidental 3; se
pusieran en contacto los ingenios españoles
g
de otras nacio-
nes con los italianos, pues que en gran parte ya lo habían
logrado el preclaro cardenal Carrillo de Albornoz, ioildaildo
en Bolonia en 1365 el famoso colegio de Sa n Clemente pa.ra
estudio de espafioles,
y
n18s que todo, aqiiellas lastuosas
g
es-
plendidisimas asanibleas de Lyón, de Constanza, de Florencia
e Basilea, convocadas en nombre (le la de la cristian-
dad
ó
de la nnión de
Icis
dos Iglesias, las cuales pusieroil en
comunicación á los sabios todos y coincidieron ademhs con
los portentosos t,rabajos de los Verona, Pogg io, A~ii-ispay
Gasparino. E l griego Cryso laras, anticipliildose
á
los bizanti-
nos fugitivos de Constantinopla, iormó cntonces un admirador
entusiasta en el Poggio,
y
uii discípulo ferviente en el famo-
so Leonardo de Arwzo, y éste á su turno transmitía algo de
su saber y de su pasión por la antigüedad
á
los eruditos de
Catalnña y de Castilla, á Fernando V alen ii, y Alonso de Car-
tagena, entre o tros, an ies de que 6stos conocieran los esplen-
dores de Nápoles 1).
En Basilea se encontraron tan~ bidn dos eminentes sa-
bios espafioles: el prelado castellano cuya fama
y
ciencia Iiacia
exclamar
á
Eiigenio IV: «Si el obispo de Hiirgos en n~iestra
corte viene, con gr an vergüenza, nos asentaremos en la silla
de San Pedro.), y el esclarecido calal8n .J uan de Pa lom ar,
canónigo de Barcelona, que presictió por encargo del Papa
(1) E l
Sr.
Amador
da
loa Rios
iiiraig<i
c i i i i
su
aiitoridad. s i empre raspclablc, cl error do
< UDValet lt i 6 Pernaiirla r l i Yalci icia,cu irio le Ilairia: doliiii Lod;i su ciciicia i os iiig,siiius d c
la corte dc dlloiiso lT y qii fud a pi-ir iic ra 1i;iira rlc nlieitrii 1leii;icirnieiilu. Ni iluctu a i i l i -
gi>
1).
GnbrielLlabrCs
ha
piicsto
I i inra
<le
dud~i
ii
siis
criiditas
iiiv-tigacioi>cs
acerca
dc
Fer
l1ul1do \'ale ilí:<liie 6110 sc rclirú i\lalloraa. s u ~,ati.in,eii IVJS cs
decir:
sci
aNua iiiii i i i la
inuoite de Ai e r i o
y cincu
de
1
ciitriida
Ii.iiiiit~81
i
U hlforisi, en Y;ipol<is,
<lila o
rsnliiri
oir 1641. Leaso e l ciirloso arliculu
M i c o
I irriinrlo
VnlenCÍ:
l>u li<:ado r ii
i 1
useo Balear
Segiiiidu i pu e a
'roiiio I; p3gs. SIL$;.
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- 8 0 - ,
aquella cisinática asanlblea,
y
fiié enviado por los Padres
del Concilio á reformar las universidades de Viena
y
de 130-.
iieniia
i).
Lo que si no p oden~ os egar es cluela mejor y mayor par-
te del Renacimiento nos vino de Italia,
y
que, entre los er u -
ditos italianos,. quedaron grabadas principalmente en nuestro
suelo las liuellas luininosas del Aretino, del Panorinita, que
formó en Jerónimo P au unverdadero lielenista, del fecuildisi-
mo Pedro Cándido Decembrio ó Deziinbre, en quién aprendió
Luis de F enollet á traducir á Quinto Curcio, g de Bartolbme
Fazzio, cuyo tratado D e oiris illustr ibas , ltimos de este si-
g lo , imitaba -Miguel Carbonell, el cronista, en su De oh-is
iLZustribas ca ta la nis sl m ternpeslalis, obra la cua l, debe-
1110s el conocimiento completo del niovimiento clásico de la
corte de Alfonso V, y que lia sido aprovechada por cuantos
Iian querido enterarse de 61 2).
.
Mas ninguno de los autores italianos ante s citados dejó
tan pro fun do . surco en Cataluña g Castilla como Leonar-
do Bruno de Arezzo. Valentí confiesa deberle t,oda su c ien-
cia; el príncipe de Viana calcaba serv ilmente en su celebra-
da versión de Aristóteles la de las Eticas,
y
en su biblioteca
guardaba dos de sus preciosas obras latinas 3); Martin de
Viciana t rad~ icia e Arezzo ás que de Aristóteles, en su ma-
terna lengua catalana Ias E ~ o n d m ic as ; uan Ferrer, al publi-
U) Tarros d n i a t , Dic r ion nr io c le cscr ilores ca tala nes ,
~i
7
21 Se i i iues t ra eii o l l a un proíui ido Lal in is la, así ioiiio oii siis c a r t ~ r ,o i i l r e las cuales , la
~ I U B
: S i l . i b i ~ i
1
d ia an l c r i o r
3
l i ts calc i idas
de
nasic iiil1i.c il c 1603 h li:i8cl P6 i . c ~ \linnz +ii,
sccro tai.io i l o 1). Farti;indn
s l Cn td l ico ,
8oli i.o la lot i i i i do G lni ia da olros Lracoi loti la lcs s l ico-
los 35
~ l l l i% i a i i i i is i r i s l> i redu di? i 8 D;iginiir lotitias
y
l 1i ; t i c o i i vi n c c ii l o ~ i r i i c b a
l qiio oii
SLI
~U I C I I~~~ ~I
l i lb i i) 10ir l0
y
~ s L l l t l i ~ d o
C O I I C ~ ~ I ~ C ~ U
3% ohras < le os
grdli i lc i
maos t i os de
a i i l i -
g i ic< la il . As i lo c l i cc o1 i l o i l n
1
M s t i i i o l
{IB
l o í ; i ri i l li d ig i i i s i t i io sucesor de a p i ic l i ii - c l ii vo ro ,
oti
c l j i t i i i n
r[ii<; oriiia
do i i i s ub i -a i, p u i 61 coi> tanla r l i l igc nc ia oi1udi;idns y siie;idas 6101 olvi-
do. \'id. SU mu;isll.al li.aljajo Oj i i i s~~110 .sn d i i i lo s de l c r o n is ln
cnrn rin
e~ l ro l i g n c l Car -
h uiz cll, i l u ~ i , ~ a ~ o si .ccci l idos d e
su
bio rnn d o cam en ln d n .
íoir:o
1, I l i a l o r i n li bgs. '1.10
6135.-Hnrcol< i1~a,1865. (C~le CC iún c do c i i i i i c i i t o i i i iC d i l oS de l A r c h i v o < lo In Coi.oiiti 116
A r a -
g6n. ' loc i io SS\ ' I I I . ) Bcorii i d e los rosl ; ii ilos op i i i c i i lo s I i is lú r ico s I ; i l i i ios )'< le ski coiros l io i i -
iloiicia liiei-;ii.io
on
ni is iii a leii:un, oii la
iiuo
so l o \ o
on
i c l d c i ú i i
con
los I ionib i .c i iiiis
i l i is1r;iilor rlc sii +jpnc;i, y
ci
psrl i i ; i i lai.coti sii r ;i li io p; i r io nl c I l . Jcr i j i i i i i io I>ai i , t .«t i ii l it i ios a l
l o c l n i
6
l a in i i s~> io~ i s n t e ,
iiios
o1
ci,ito
e s p i c i o
d c i i i i
r l i s i u i s u a i li i l 4 t ii i c o t ia i ios co i is ic r i le
cx1i : i i i i i i t ios oii l da ic r i p i io n < lo 1;1 i i i lo rusa t i l c
flgiii.;i
l i t c i ~ i ~ i aIc Ciii .br ii iel1, [i i i i io i i l ia i-
~ i i n
r ivcs ligadot. nnam ora<lo < lo
ni iostre
I i i r t ov i r
y
<lo i ii leS1i;is :lor ias. Sus.ig;ici<lad c l i l i ia ,
o iii>ci.o,
i io
c o r r i ú s io i ii li v o ~ i l r c . i s s
oi1
s i i l a l> o i i os i i l a il . I l o i poc lo
l
obiw
qi io l o oolocai. ia
Iil a i i o ori i i i i o s l r ~ jpiclii
r iciiii
,101 H oi i i ic imi e#i lo, < la l ionios ar lv or l i r iiu i i o c s o r i g i l l s l
siiyn. 121 Iw i inor ponsam io i i lo do o l la l o l u v o Jo r ú n i ni o Pail . C ~ r l i a i i c l l o s i rv i " de sus aputi-
te3 y
10s
i011711181ú.
3)
Las l i l u l ads s C o m n i e n t a r i a m r erarn gt.q?carumy e " < l a t i r a n n i e n .
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>
81
car los comentarios de Sardo Tomás á I a E ti cc ~ & laPoli t icu
del Estagirita, corregía el texto, arreglándole conforme la
autorizada redacción del hnnianista italiano; sobre ella soste-
nía discreta y larga contro~ersiaAlonso de Cartagena, hon-
rándose de ser cspeciul
trlizigo
de aquel discrepfo ornclor; el
aragonés niosan Pero de la Pan da regresaba satislecho de
Florencia, por llevar entre otros preciososlibros, el de la Cct
balleric~
ue ponía en lengua castellana
y
dedicaba al conde'
de Paredes; vanagloriábase con sus celebradas 1Spistolus el
rey D. Juan 11de Castilla, que le enviaba frecuentes embaja-
das y ricos
presentes,
g
por último muchas otras de sus obras
pasaban también por aquel tiempo
13
lengua castellana
1).
Nadie ha parado mientes, clue yo sepa, .con
la
atenciOn
que se merece, e n el movimiento hiimanista de l a s Bal+eares
en este segundo siglo del Renacimiento. La s activas y conti-
nuas relaciones literarias y
nlercantiles que sostenia Mallorca
con Italia, llevaron allá, si no antes, al menos al niismo
tiempo que á Barcelona. sus semillas, JI como éstas hallaron
el terreno fecundado por los esfuerzos continuos del incansable
propagandista de la ciencia, Ramón Lull, que, annque de un
orden d istinto, contribuyeron 5 la general cultura; produje-
ron muy luego entusiastas y iervorosos admiradores de aque-
lla renovación en un Miguel Veri
,
en nn J uan Galens, en
un Fernando Valenti, en un Arnaldo Descós
y
en tantos otros
que, ora en lengua catalana, ora en la del Lacio, siguieron
el $eneral impulso.
Ent re todos los. hum anistas haleares lleva la .palma, por
su reput,aciOn, Fernando Valenti,. conocido generalmente por
4)
e e m p o r i b l ~ a u i r :
d e cabollcrin ,:le bel lo
gotb ieo .
l a
i s a g o g e ,
l a r i i i i sn i r i s npiiiglo
las a l r o y J i l a n 11, < le e s q i i i o x i 5 li ii i i i i i d i l i c c CLI L l i l > r a r ia d c D.r l i n h c l , CIC.er io
o b j o l ~o tiii;i cur iosa i#ioiiu:ralia o1 Oeter i i i i i iav lo i l rs liis ol i rea lodos los efeelos l i l e r a i i us
do l a i l i l l i i o l i c i a < lo
AI.CEZO
II l as l i l e ~ a l l l r n s l~llin~lliill.~s,-.Pde~u Snvros Aiilat
da
no l i c i i i
< l c uiia l r o< l i i c c i d i i ca la la i ia a i ió i i i t i ia dc esto
autor,
e01irundiOnrlola
coii
o l Tesoro do I l r u i l c -
LO Luliiio;
B t i t i q ~ e s
e
Ar is to i i
r
A'ieoninclio
nrrom nsndei per nsestrc U r u n e t
Ln r i ,
o t i .
(2) nr iguol \ ~ r i , 110~18a l i ~ 1 0 I c ~ a t ~ t í ~ i m o ,e csp ii ,i l, ii ron ae i c i i lo , l ie ro c r is t iano ,
y
r luo
I ~ O ~ ~ C I I C C I : ~ ~ l c t l n BIc
OS LI ILI
c10s Vida ,
Sannerero
y P o l i c i a ~ i o ,u i i a t u r a l do Meiiorcs.
T u l
vez
l a s ~ s s ~ ~ i ' a c i o n e s p a y a n a ae l c ru do Rc i i ; ie i in ion lo de l s i ; lo rv , - ll c rado5 i i inyor v i -
c i oso os l r o i i i o cii e l s ig i iion la , -guo eoiiocoiíei
oti
s i i u s l n n i i i i i n nonia; Ic i i c i e r a t i s l > l i c s r,i
iodo dc iral les la, 1 lorinii elRsica i
asuntos
inol;ilcS loina dos d e l Eclcssircrics
d c
l a S a b i -
c ~ ~ L P I Z
c1c
OLUO i i l l ~ o ~\e a U i l il ia , r lhndo lc ~ > i c
ira
s i is ,cc le l> i~adosd is l i cos Is l inos ; r luo
I S.~D L X I ~ UD I c l i v 1 1 1 ~ t v 0 ~ ~
JS
i rensns i ev c i i t i nas . M i i r i d
aslc
procoz i iig i: i iio . cas i ~ i i f io ;
l a cdad < lo d ioc ioc l i o aiins; p i Jt i ICo Angclo I 'o l ic ia i io cnnl t i s u V i r ~ i r i a l i iu o rl e cii
uii
l i l > d ocp i ta l io 1110 l e
ha ilzda
c o n o c i r l an to c o i i i o sus c i is l ia i ia s obras .
Torrus
h i i ia t ,
o p .
c i l . ,
p a g s üw
y
sigs.
8/18/2019 El Renacimiento Clásico en La Literatura Catalana
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Fernando de Valencia, sin duda porque se creyii latinizado su
apellido catalán y considerado por igual razón conlo liijo de
la ciudad del Turia. Idas prec io~ asnvestigaciones de un doc-
to mallorquín 1) Iian dejado fuera de duda su procedencia,
fijándola en F elanitx, de Mallorca, ge l c~ir iosodescubrimien-
to cle su versión catalana de las
Paradojas
de Cicerón, ha
venido á aunienta r la confusión qne acerca de él ya existía,
poniendo en tela de juicio su extraordinario saber
y
los retó-
ricos encarecimientos clc nuestro diligentísimo Amador de los
Ríos, que le coloca por cima de todos los huinanistas penin-
sulares.
A
juzgar por el extrarlo cuanto interesante
pró-
logo de las
P u ~ n c l o j u s
lenaban por igual el ánimo de
Valenti e l amor tl
SLI
lengua nativa, á la cual las tradujo,
ccmg á la latina, en la que se declara, no bastante adcc-
trinado, y según parece el culto cl~ic e tribiitara no pasó de
admiración nlis fervorosa que sólida. y discreta. Allí nos
cuenta, con igual Iranqueza, que sus cliscipulos la ignoraban
por completo,
no sin cliie por ello deje de traslucir el presti-
gio, ya r q a n o en lo vicioso, del Renacimiento, cuando invo-
ca la disculpa (reproducida luego liartas veces por los princi-
pe s de la prosa ca.stellana),para cohonestar si1viilgar version,
cle que 12ámón Lull, Bernat Meige, Nicolis Quils y otros ta-
les, y aun muchos sabios ex tranjeros, iis tie ron en lenguas
romances sus n~ á s ltos pensamientos.
El
prólogo de Fernando Valenti
y
su traducción cice-
roniana todavía inédita, se resienten del clefecto de una
inliiación de las formas clásicas sobrado ciega y supers-
ticiosa, la cual le hace sacrificar la construcción catalana
la latina, sin un acabado con ocimiento de una y otra,
y
su-
jetar los periodos á violentas dilaceraciones, huyendo de toda
manera de expresión natural, atropellando la antigua gentil
llaneza de nuestra lengua y castigando de sobra la frase,
conlo su maestro el Are tino, que por ven tura adoct,rinó con
exceso á
su discípulo en este defecto. Valentí adoraba en la
ciencia de acliicl hu-manista y le llamaba ornar ne~ tt e clure-
da ¿ de la lengua latina Ize grega r/ gloric~ze ho nor de la
toscaiza
y sin duda en su escuela aprendió acl~iellos lásicos
1) El p ? i tar lo D
Gi bi.icl
Llahr s
8/18/2019 El Renacimiento Clásico en La Literatura Catalana
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desafiieros cine le llevan a l est,rem o de apellid ar k la niadre
del Señor Santis ima' Sibi la , y d.e anleponer en sii pfopio
Iiijo cl iiorribre de Te seo al d c su padre Beiieto
(1).
La
in fl~ iencia e l~ crna ~i id oTalen t,í, eiiidos en cnentn. los
datos a,ct,iiales, no trascendió m i s a l l i de sil patria, ; iio al-
cz i~ zó , ual pretende Arriador delo s Río s, 1iast:l ari.astra.r tr as
dc si la'l11cid.J. pléyade de ing en ios ca ta lan es d e la. corte de
Alfoiiso V. Q ui zi s fue ra Luciario C o li ~ ii c r l íinico rle ellos
rlue se acogiera f t su amparo , c iiando s e tms ladh Paln ia
nc:~ bar os uli,'imos aiios de
i u
vida. Ma s cn cambio lia-
110 digno continu ador c n sri liijo Se sc o, iailloso ju rista -
compilado~, uien colnió las esperanzas de
~ L I
adrc, no solo
en Nápoles, sino en Boloiiia.
Xqui
lc iiniU estrec lio lazo de
niiiistad Jertiniiiio P a u , conquistiiiidose Iania y
admiración
entre s u s conipatr icios
2).
M i e n t r a s ' q ~ i e e nos placeres de Kkpolesy en tre las lison-
j2.s
y
los lilei-arios discrcteo s de sil Acadeinia palatina., y los
liala gos de la lie rmosa L ~ ic re c ia le Ala nyó, olvidaba A1.Eon-
so
V
sus deljeres para.con ~ L Isposa g los catalanes, y se Iia-
cía sorcio
h.
la s an1orosa.s qu eja s de la priniera
y
la s :arriargas
recoiivenciones de los últimos, la ilu stre
D.
María de Casti-
Ila., hij a de un suelo fecundo en gra nd es rcinas, procuraba
siiaviear la s aspet%zas'cntre el iilonarca sus a as al los d e n -
cler con solicitud extrema.
á
los we iiar cs deseos cle SLI ingrato
conso rte, rcm over todos los obstftculos yile el de sam or dc su s
súb ditos opoiiía siis lcja.iias y brillante^, niis que frr ictuo-
sas, em pre sas, dentificarse sob re todo con aque lla lengna.y
:
arl~iella iiltura pa ra clla estrafias, p ero que considero como
propias desde el inornento en clrie la
Providencia
la 11am6
A
1-egir, iiiás bien qiie
d
sil ma rido, los destinos de este pue-
blo
i l~ist,re . l la presidió con varonil f irnicza~ y r~ide ncia on-
suiilada la s cortes todas celebradas en ausencia d e Alfonso
V,
quien apenas conocieron los catalanes; ella a~e nbó ~u ch os
trabajos l i terarios que en su época se publicaron, y i~copiti
11 As i coi>iotri I l a l i a rrcibinn otro3 i i iu c l i os Ir is i io i ri l> i .ec dc I l i c l o r , Ar{iii es, l l r ' r c u -
l e s ,
clc. , rs
ici1
dlnl1ai.c.i
coiitainiiiabn a r r i ic l
i l e t i r i o
renn ienle
l
f tcmi l in Valet i t i .
y . &
iiti'ns. y ol i t i c ol las ii lo Sillalan:a, que
tuvo
un t l o r r r i o y
toda
uiia r l inal l ia i i evr ia~ i ior .
(2) Nucslro Cei'boiictl Iiece dsrn j j
graiideo
eii,qios rl l a e rud ic i :i i i In t i r i i y gi.iuga
<lo
103 in> i l lo r i l i i ines G at~ r ic ClayCs
.
Fcrrei R a i a r d o - \ ' i d Aiiiiid¿r
de
l o s lliori op. c i t .
VI FA-
giiia 107 nola .
9
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4
rica colección de obras ca talanas, elocuentísimo tesiiinonio de
que llegó
h
poseer con perfección aquel irlioma, no aprendiilo
el1
11
cuna
1 ) .
Imliosible se l i a ~:giiir en todas Ins obras de este siglo
el predpmiilio del clasicisirio, siu inciirrir e n insufrib le niono-
tonía , piies bien piiede decirse que no hay género liter ario
que de 41 acierte
á
iibra,rse, ni orden alg uno d e la intelectiial
actividad que no ceda la gene ml corriente. Yi io eiupece
aclii6l yue cstos g8neros sea11 po r
s u
índole
6
por sil objeto
campos cerrados h todo viento estrafio, conio la novela calla-
lleresca, donile parece yiic reinar clebía sólo el espiritii gótico
rliie le infiincliern. a l i e n i :~e vida; coino la historia. iiacional,
;irbol s ii gr~ti o limentado po r le. savia clel sent,iiiliento patrió-
tico, coi? ezclusitin de cualquier n.tro,
ó
colllo la oratorir~
PO-
litica inflarriada :.ll calor de los ii1i;ereses de
1:~
tierra caíalana..
Los n~ is nlo s ibkos (le cnhalleria , Unica creación iiiedio-eval
iq~ic es istió la i,ir:mía
rc~zacieirtc ,
rlne se tlesnrrolló lozana.
6
su
propi:~.ombra, pres4ntonnos curiosos testin ~oiiio s n niies-
i r a literatura,, de un iiiaridaje eztrafio, de
una
niezcln singii-
la r de goticisnlo y clasicisnio, que tiiie 1n.s ~ 6 g i n a sonde se
nilrrrin los ainores cle
Cr~r,ictl Gi~clfn
éolgra iuerteiiiente
la reina
y
inaesira. dc iliieet,ias obras de inia.ginncióri, el in-
con~parn.ble
irntzt
lo Blrcrrcl~,.
1 ) Qiac
».a
blilti
i i t
11'13c i i ~ lgi~ i i l
oiivil~iil
por
103 illli l.?%ili 1>01il$~:o.' ~ I C o~ .11 i~111ura
e
si i
y i i c l ~ l i > , qitc
ni>
f i iO
iriil igii;>
piti si l
i I i i$ l i . i i i : i< i t i ida
S ' i I ~ i oslioro
lo
rlciiiiinslrnii cla-
rL,n,c,,tc ~orr,:s~,~,,,,l~t,ci~~,
l, 12
<,,:,1
c
< , I l~S ~ ,~~ t <> f>
cC$ IC ~ A v C I ~ ~ , ~ ~ ~~ I ~ L , I , : , S car tas (\T.'ro-
r ies
A i n ; > l : 013.
c t . 11.
1127): ) s i l ~i:ii liciil;ii bibliiitacii rica c i i o l > i u rs$i:i licna, ii,írtiias ] 8iioi.a-
lcs. Xoi.iblc
os
s in ilii<lii:
y
<lisiiade lc i icrao eii ciiciito Iiaia
Iioiicr fue ra d e
Lela
r i c j u i ~ i o l
erpiiilii cala ldn <ic ailiiclln r:i.o::a
%obci.ali.i, 1-
el tisceiiditwlo d e I ; i
ciiriliiaei(>ii
c n l n l i i i i ; ~
< l i l e
dnlin
l n i m y i;$r,'ir:li,i. ii l a
ciiiilciler:ici<iri,
U i i t i
IlU.io u n a cliiiastia coiisi<lerUdo COIIIO ex-
lracr~jcro,
i ~
~ ~ c ~ ~ ~ ~ s l ~ o c i a
l ~ ci# Ih8 4 71 l i l~ t~os
I K :
l:18r:l11 n
> I ~ I I P I I ; ~
oloccl(>t~:~>riosa, a-
ieci.li,esci.iios
ci
i iucrfro
iii:il?i.lio 1oii:ii;i ,;:>si
l o i l n s ,
r iiilo i:inili.ii aii c;islell;ino. 1Io1ni.i:-
r n n t s i i r:l
i v ~ c i r i o i i l n i;iaico
qiio i io
~iorli;~e i
: ib i i t i i l ; i i i l i :
l i . ; i l u i ~ i l i i s o
Ic t i t i t i
Isiii;i. iiii.is 1:)i s-
rol i i ?
iIr SBiicca:
i i i i
Ii.;il:iiln <Ir
Saii .loriíiiiiiio.
oicicii <lo :SIC liliisofii
(>;igano,
y dos
I luo i iu i ,
i i i i o ilc l o s ciia1i:s Iiareci:
sci.
rl
,Ir
Giiiclii~n<l;i.
:nli.i?
los innl<>l.t s e:llillilt#cs
I I ~ O S
I ~ I ~ I I I ~ R S
O'
, . I IW I :
~ , l ~ ~ ~ r e c : o l l
, , I O
I ~ ~ ~ , , ~ , L
I ~ V O V ,
E X ~ , , , C ~ ~ S ,
r j ~ ~ ~ ~ i ~ l ~
I . C S . U ~ L C
, ~ , : ~ C ~ O , ,
I
C ~ I A -
10.0 i io c i ~ i ~ l o r o i i
a
<ili.ii i:iis:i qiic rlc c n i i l i n i i o r . eii
gcnernl o*
iiimilii cs nc
1;is i > l l i a ~ id..
Inieittnri de la lilii d e lnsetigorn cloiinn dlor¿ri :
re in
( c . l e s
S i c r l i e
c
rle
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h l a i l r i ~ l ~482.
C<ilccciGti ilu
dociiiiioiiloe
I> i r t r i~ . i co~i > i l i l i c a i l n si >
11 Reaisln rlr i lrclt i ior,
RiOIiotecna
y Miireos. l i l i iveiilaiii, si Iiiro c i i
los
< l ia r
II .
l i i ;
I C
y
Q
rlc
ael>iicinl~rolel.(BY,
a60
y
ineqdn le ,iiiit rte d o l o reiria:
8/18/2019 El Renacimiento Clásico en La Literatura Catalana
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- S>-
Abrid por cuxlqiiier lado ese libro de oró , que con se r d e piiYa'
fantasía lleva i ~ n p re so l sexcero
y
poco idealista carkcter de
nu estro s escritores en prosa, conlo único resplandor rom an-
cesco el brillo real de n~ ie st ra s lorias de O riente, de cl~iienes
as pi ra ser poéiico reflejo; csc libro , del ciial dijo Cerva1 lt.e~
~ I E er a tesoro (le contciito ym in a de pasaticnlpo, por sue stilo
el illejor del iriunclo, en el que los caba lleros conlen y dueiineil
y
Inuercil en sus camas
y
Iiaceil testamento a.ntcs de su mu cr-
e-elogio peregrino de la. tendencia i.ea1ist.a de n ~ i e s i r a
raza.,-y os convenceréis do crihn acertad a y es ac ta es mi
afirmación. Porqiie desde el prólogo, e11 que sc habla ya de
Hornero, d e Tito Livio y de Virgilio, de Alejandro, de Escipión
y de i-lnibal, y de cua ntos, p ra perp etua rlas, ha n escrito 1a.s
hazeiias de loshéroes , 6 las han ejecutado dignas dc ser cscri-
tas, Iiasta la afectada lamentación que el emp erador hace por la
mu ertedel valeroso Ti/-arzt en la qnesc duele de que no seael
niismo Ovidio cluieii cle su adorado caudillo
dljr~í saim s ersos
csr~zn;lle on tin~ iam ente e. tropieza con nom bres mitológicos,
con clichos. de filósofos paganos. con 11éroes de lii an tigi iedad,
con hazaií is de laIi ist ,oriagriega jr o m an a ; y las mismas don-
cellas
y
princesas hace11 a lard e de pedantesca erud ición y de
ciencia escolAstica, y saben como la hermosa Carmesina prc-
sentar y defende r, con copiosas citas d e sabios
y
poetas, suti-
les cuestiones iie ya los tro va do res llicieron propias,-'
sobre cuál sea ma.yor bien, si valor
6
sabidi~rín.;6 como
P l n e ~ ~ d e m c i w d alaciega celest,ina, ecliar largas y eni;i-
dosísiinas réplicss' j resp ~ies tas, mpedradas con textos de
Aristóteles, Séneca, Vil-gilio, Salomón
y
San Juan Cr i sós-
toino, sin m ás objcto que el de imp lorar la niisericordia del
caudillo afortiinado par a los h ah ta n te s de un a ci~1da.d ma-.
gin aria. con todo, y si n clet,enei-nie encarccc r lo ccr -
vantesco de su estilo esmaltado de rnult,itud de palabras
latinas fclizinenlc acaudaladas por la restauración clásica,
J eni*icl~~ecicloon giros de' belleza
incomparable ,
pocas
obras conozco de sabor inBs real, de m ás sincero natura-
lismo, de espiri t,u n ~ h s atalán, de la. c ~ i a l iás curiosas no-
t,icias poetlan sac ars e de
la
vida de una época determinada;
pues por e lla se conocen, intlrinlent,aria, ar te i~ iil ita r,na-
vegación, pric ticas coriesanas, cos t~iin bre s, ike de familia,
8/18/2019 El Renacimiento Clásico en La Literatura Catalana
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los 1n8srecónditos dctalles cloniésticos y, en snina, cuanto
consi it~ i'yó l se r d ailiiell;l sociedad cataln.na, á pesar del
barniz o rienta l con (lile cluiere preseiilArsela. Sii s cu adros
llenos de moviii~ientoy colorido, se nos aiitojaii lierniosos
tapices giit,icos de delicada labor, (lont:le, xl travbs de cando-
rosos ai~rtcronisiilos, obran esistencia j vigoroso rea.lce per-
soiiajes y Iieclios de pasados tieinpos.
E l caráct er escolástico-iiloral de la. ora tor ia polii.icaen los
íiii.iinos arios de la dinesi.ia cii.te,li~nn.,l~ ie ta :í los diciirsos~ le
los regesel tono inagistral de los serniones religiosos, con su.
erndición bíblica
y
ci ta s de Sa.nt,os Padres , Cué l iaciéndose cl'e
día en dia iii:is clásico, ya desde el reinado de D. Martin, que
en su notable panegirico de los cat ila nes rliiiso Incir es ten i-
poránea erudición, y en las Cortes de 1413 leelnos sin soil
presa'clue la contestación al clisc~irsode la corona no fué
otra cosa yne un presuntiioso y pesado serinón latino, en el
cua.1 se veía11 confnndidos 131at,ón
y
Sa.n i\grisiín, Shie ca.
g
Sa.n Isido ro de Sevi lla, el Libro de los R eyes g el de
sc i i s
de C icerón
(1).
E s verdad qLie la His to ria lardó en inmresar en las vías del
Renaciniiento, y que en algíin modo se libró d e la iinit.a.cióii
tlc Ixs iori iias po r Cste int;rod~icida.s, iian tas veces se valio
(le1 lengu aje patrio, conservando sieinpre aqli el'n o aprendido
air e iarniliar y candoroso que herisinna i.odos nucst ros histo-
riado res (le la-Ed ad Media, desde Miinta.ner Ii esi i Tomich 6
Boarles. P e ro ilo .cs iucnos cie rto rliie el espí ritli crítico de
aqnella rev ol~ición iteraria invad ió isrmbién., comu n o podia
nienos, 11n gbnero en que por ventiira n15s que en otro algiino
era indispensable. A principios d e este siglo clclero catalbn
c~ilt~ivaliaficazmente, conio prelim inare s de la Ilistor ia, no
sólo 1a.s lengua s le.tina y gr ie ga , sino la ciencia de los diplo-
inm, de les lii.pidiis
y
cle las medallas,
y
en una palabrii, es-
taba en pleno Renacin~iento 2), y quien d e ello nos o irece un
cla ro testirnonio es cabalm ente el einipAtico Berii;lt Ro ade s.
E l cual pesar (le su eruclición
y
de: ser el prime r iiivestigador
de profesión, de niiestros cron istas, que cita escrtipulosa-
as
ortcr
colnlanns no8'D. Jos Coro le t i y B. JosO Pella 1 223
(Xi
1 .
Pido1
Fita, i d Geri lnr let isej ,
l
spalia
primitiva p. Iü.
8/18/2019 El Renacimiento Clásico en La Literatura Catalana
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.
mente las Ecientcs cliie coiisiilt.a para la ~v erig,.o acion . e los
origen es, o sea los aiitores griegos y latinos qric se ocuparon en
la
J<sliaiía primiiiva ,
y
rloe escuclriña diligente arcliivos
y
bi-
bliotecas, no abandona jarrlas
las
sencillas iormas de Manta-
ne r, ni aquel tono nar rativ o popular ya tradicional en niiestros
Iiistoriadores, salpicando
LIS
sabrosas pkgiilas de aliisiones
los heclios presentes, de con~ide~acioiiest'inadas sobre los
pasadGs, de oporiunas pinceladas que diestramente caracteri-
zan n11a situac ión ó un personaje y de nn ccndrado cspiritii
cntaliin que no dalia ncinca á su lionrado enipefio de impar-
cialiclzid
y
cle
j
~isticia
.
Otras veces la historia catalana, como e11 T~ ir e l l ucedé,
á juzgar por el elcganie elogio cle Alfonso V de Aragón, úni-
co fragmento importante
rluc t,ranscriben de sus.
A t ~ t i q i r i t a l s
cle
C n t - l i ~ ~ z y a , s p n t y u F t . n n , s n los eruditos que Iian lo-
~ r a d o erlas ( 2 ) , loma fornias criltas y afectadas, en que se
ven trazados los vestigios de la rcstaiiración ac6 tra ída por
Italia. Otras, por iiltirilo,
y y
fines clc este siglo, el genio de
la Historia produce iin liombre excepcional,
cine
si no se ade-
lanta en cl intento 6 Rodrigo Sinc liez cle Arkvalo, (lile pre -
tendió dar foriwa clásica í su
fIistoria
hiqxlnicn le vence,
siil enibargo, en sagctcidad, en amplitud dc miras
y
en alteza
de crit.ica. 12efiéronie al famoso obispo do Elna de Gerona,
cardenal iii6s tarde, D. Juan de Margarit, cliplon16tico in-
signe , varon de est,rao rdin aria infliiencia en los destinos de
sii patria, preclarisimo entre iiuestros oradores parlamenta-
(1) Libre d c l s jb/¿ iltudoi.me~le Ciilali< npa. idiciúii A. 'uil ti . Nu ca lro llu ad cs ii6 iliii-
r h x
c l ~ ) r i # n ~ t . ~ l ) i " l i t l i i t i ~1 1 u m i s m h t i c 0 e s ~ i l i ~ o l , lo ~ ~ . u c b l l l
US
lllis11iilr 18itlahlaS P I I e1
i , \ p
11
11
'17. ,,l)a<liiesl lai'cl> Cal6 ti ' lio vial rinlls i.aiorls sirils oii pcilioa iiiarlircs rliiii
eii lo ilia d o vuy scii trulicii i i s l y ~ i i i siu i l i s
dc;
Cataluni-a; cd r i q uer l e r ei lc
mal t es clr~lt, es
n , . epensarnei it def erj te un gi.nrilibre horl riirb
l
deelnracio d e a p e l l e s escr ip l i i r ' e r ,
o de le8 irilinides rnooedes quen
r r n ch riuleyades
d e nqu ll len> iso p r ro i i i in
dic h ar [u i
twso
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Iiies que
1beiir l io.u-Su erudicidii dil i$oniio,
y s u
ar i i i ( le ac i id i r 3 la s iiiiaiiioJ
ruicilcs aiitcntic .is;lo inriic~iti iirios liasaje.i,
y
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Iilgla~~rlla).gtllil I>nn;ivonliiralsssnct s I lo rinogali o »oiiall soyoiia I iu 1ii t iobUt rcii la l
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caalirdepc<:uniafnolla r i c i c c s c yracias
I I I O SJ C I I Y O I . lnolt ri?i.ei,ente niull iioi>lcc i i iol? vir t~ii is n 1)al inai i de \ lu r [ b ishe
d e
Gerona ,
i l r i i , v i y c i i l l<r r r ~ i i ~ult gi an
q p c i ú
e n e e r c n r oi i t iqui t r i l . - , per unes b a n d e s e
al -
~ I D J llcn
11" lnoll
Iia
r o i o r r e u t
e
iiicn socorre
por
i i a r c r l i l> r ea ,co i . o
sol iio i i
poria Ilari-
1ar.a
2 ) Tor~ . e ~Ami l t ;11. Cit.
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rios, en tre nues tros historiadores en len gua latina el pri-
111ero.
K i en ciencia ni en erudición sagrada
y
profana, como ni
en solidez y proiiindidad de ingenio, imaginación brillante
y belleza de estilo, tuvo el au to r clnien se le aventaja se en tre
los españoles é ita.lianos de aquellos tienipos, dice de él un
eminente poligraio conterráneo' nuestro l), hablando de su
Te~. lp lon tDo~~lh i ( i i ) ,~en ioria l aliente que presentó al rey
sobre los disturbios .de Cata luña clespués de l a niuer te del
príncipe cle Viana, en los.qrie tomó pa rt e ashz activa y con
espíritu poco iavorable para l a causa qne l o i catala nes defen-
clíiin, años despri0s de Iiaber proilriilciado en la s Cortes de
1454
el 111ás elocuente panegírico,
y
5 la
vez
fúnebre nenia que de
nuestras glorias y cle nue stra pa sa da gr an de za haya sonado
cn Parlarncntos cata,lanes.
La obra que, entre otras cle menor importancia, con más
razón clii derecho
8
Jn an (le Margarit
8
sentarse en tre lo s más
eininentes escr itores de l esc~ iela istórica m oderna, es aque-
lla tan maltr atada por los criticos de los siglos xv11
y
x v i ~ r ,
el Pni~~u~zpdnzenoi-.ledicztdo los Reyes Cat,ólicos. E n po-
cas resplandece con más vivo Cnlgor la antorcha del Rena-
ciiniento. SLI s p i r i t , ~ ~ecundo vive. y palpita en todos s us po-,
ros; e n el modo de abarcar con mirada poderosa
y .
serena la
ixa rch s política de los. sncesos; e n el sentim iento de unidad
espafiola qrie la ani ma , I~ermosa.niente xpresado en aquellas
Iix ses dirigidas los Reyes CatDlicos: ((subiendo al trono de
vnestros padres y progenitores habéis devuelt,o con vuestro
lazo matrimonial á las Españas citerior y iilterior arlnella nni-
dad qne edescle el tiempo d e inoinanos
y
visigodos habian per-
clido, y no log rai~o n ecobrar en medio de sn agitación ince-
nn.n'e»; en la misma concepción sintélica de t ntl verdatlera
'.i-'~~i.iii. eneral; en la man era de dilucidar y planBar las m is
i I i f . ~ i l e s uestiones de la moderna Arqueología, y de servirse
i w n o l i i ins tr~i inentospreciosos [le investigación de Ia G e o -
1 ) P
FidcI Pi la
GL nrunr lc i isc lo Espniia
pr imitiua.
Disiursii leido ni i lc
la
Rcal
Acadcniia Ic 1lislori;i
lid segunda,
18iD:p . 31.
2) El iliisli,ado
{irosbitera
Sr
Goo Iia
public do ur lraduccirin CaYlellaiIa del
Tern-
ptr im Uoinini
c i la nesisl
l i ler ri de Gei.o,tr .
8/18/2019 El Renacimiento Clásico en La Literatura Catalana
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gra fia , de la Linguistica, de la Epigrafia y de casi todas las
inoderiias ciencias ailxiliares (le la Historia.; en s i tlesprecio
por la Eclad kledia.,
un
tanto desdelioso
y
soberbio,
y ,
para
tlecirlo lodo de nila. vez, en su e sp íri tu critico y clásica ex-
presión. El al-irió, a¡?ia.desu ilustre biógrafo citado, la marcha
cjue siguieron Antonio de Lebrija, hfariana., Vasco, Moi-ales
y tantos otros escritores de nliestrosiglode oro, cliie supieron
colorear su estilo al resplanilor de la edad
Az~gusten
i bien
no le aventajaron ni alcanzaron en el citar fide lisim an~ enteos
textos origii~alesconlo sostén de la critica, ni en el sondear
las puras y caiidalosas fuentes del repertorio griego, ni mli-
cho menos en su examen comparativocon las del 1,acio 1).
En estos iiltiinos dias de nuest.i.0 desperiainiento clásico ,
hallaiiios algunas a.preciables tradiicciones é imitaciones ca-
talanas de obras latinas, que la imprenta, recientemente des-
cubierta,
contribiigo fomentar y- á popiilarizar. Tales son,
en tre otras que se habrán escapaclo á nuestra diligencia, la de
las A~~tigiicclncles c Josefo, liecha directamente del latin
y
publicada en
1482,
sin nombre dc autor (2); la de Quinto
Ciircio del valenciano Luis de Fenollet
3,
mpresa en Bar-
celona; la del catalái~.l~ranciscolegre, y l a s imitaciones
ovidianas de Corella, figura literaria de notable relieve, dig-
na de cerrar el periodo de la influencia clásica, con tanta glo-
ria iniciado por Canals
y
Be-rnat Metge.
Bien merecen algunos pálidos elogios las ninchas obras
poéticas
y
prosaicas del fecundo valenciano Joan Hoig de Co-
sella, única es trella que en el cielo de n~ ic s tra oesia despide
ráfagas de luz tan viva conlo las
del
que es cn él el as-
(1) l,, k'iclcl b i tn , G,>. GIL.: l> .l & 'l .
(21 Torres b i ri i i t i l c r c ii l i c e x l u i i ~ ~ i i i c i i l i :s la I rnd i icc i6 t i ci n r c f e r o i l i i a l B t i d e r . -
i d p o ~ ~ n f < aspaiioln, l u i i i . 1 1 JS. E l
1 .
Caro-mar d iú l a ii o l i t i ia es l c o rud i lo , de la
e r i s l i >ne id i l u eslii ubrii, cli ic eoi i i i s i i i i i l l c d cii e l l ca ta ce tr.lrliicc i4n (lo 1;is
Aitrig2cdodes
y 110 de l a l i s c o r i a il Jolasefo.
rJJ
3 a I v i G t> ll ar do c i l t ~ n O L 1 ~ ~ 0 l i i i d A c lsk,~c ~ l i c i t i ~ ~ .
<l
\ \ ~ l d r It<cl;~ra imIl+x
4,)-
iiiado
also
dc
Plu ta rco
liara
s i i l i l i r 105 l ibros I lerd i r los r lo la h is tor ia i lo Qu i i i lo Curc io . Taiii-
i i i en con l l esn I i a l i c r se va l i d o o l a I i a d u c c ic j i i i l a l i a n i i d e Podre Candido De c i i i ih ro: y a i in de
o t ias aux i l ia roa . I i i d . ' c i i l o cn la i nsc r j l i c i i i n i i ne l :
ci1.a
[irosenf e1e:atilissinia
6
i l i o l l
oi.n+da
abra d c 13 hystoria de l o r i i i i d r e l'ei. Q i i i n lo c t i rc i o riimo I i y s t o r i a l fuu i l o gi i cii l a l i
e
per
P o l ro i a i i d i d i i d o l a l i
i ii
Ius iA, per L u i s de i c n u l l c t ui la pi'cscii l lc i igununloie i~~nalana.
for ida
o
nia
a h l o i l i t l a t i; l o a i ii
e
rticiiru w s l c l l l ; il lr cs . I i ng li os < l i l i ge n l i i i on l eo r r e l i da :
01?11>rc11li1da ii ka i i ob l c r i i i t a l < lo Rarcc lona
] cr
iora1li.c~ 1 ci.c Y u i a p ic l i e re c . i l i i l i cPci.e
lrii r a v o y o i i c i i c o n i p a n y a i is B ael rc i l c l iiies
dc
Jul io1
dcl atiy
n i i l r ~ i i q lr a c e i i lsv i i i l ~ i i l i i ~
r e ~ l , ~ ~ c ~ > t ,C O W ~ L C S (~IICII ,,
8/18/2019 El Renacimiento Clásico en La Literatura Catalana
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tro-rey, $~,i~icoambién que penetró en los secretos de la ar-
nioilia rítinica coi1 arte hasta entonces no igualado. Qliien
I i a p leido tina vez siquiera los. versos dirigidos
i
la Virgen
Madre, teniendo en SLISbrazos sil hijo Jesiis, os- abrasa-
clos encareciiilientos y terrib les nialdiciones qiie su pasión por
Calclesa le sugie re, ni olvidará ac l~iellas egaladas estancias
llenas de unción y sentiniientos, ni s ~ i s rdientes quejas, ni la
respriesta encendida que un amor niás ó menos sincero pudo
'hacer brotar de labios de una mujer in~indana.Conio
clue
no
presenta nuestra poesía enclecasi abos conlo,aq~~ellos,i son
frecuentes e n aquel tiempo en ningiin otrn. Lastimosa-
niente no está 6 la misilia altu ra la sobrado 'acicalada y Ao-
rida prosa. de siis obras inisticas y de sns numerosas imitacio-
nes clisicas, las más de ellas ovidianas, convertidas niuchas
veces en animaclas na.rraciones de carácter gotico clásico 1).
Lejos de mi ánim o negarle flniclez y conocimiento (le la
lengua, y rn is lejos aún ocnltar siis esfuerzos no infruct,~io.sos
para enrirluecerki. y Iiacer cle ella nn tejido de priniores de
dicción, de libertades en los giros y de licencias no todas ina-
cepiables.. Sin embargo, hemos de reconocer que llevo sus
deseos niás al l i de los limites clebidos; que la violentó es tre-
niaclaiilente en el techo cle Procusio de la constrncción latina,
g que por querer ser deiiiasiado artístico degeneró en ama-
nerado y Iiasta en de fatigosa lect~ira.Coinieiiza sentirse
en
41 una especie de gongorisino cl<~sicb ,.intonia fatal de
decadencia
y
miis fatal loclavia parx nuestra le n g ~ ia , quien
iio esperaban más anclios horizoiites donde espaciarse ni
nuevas auras regenadoras.
Igual gongorismo se observa en el valenciano I ~ i se Fe-
nolletly, alinclue en menor grado, en el catalán lirancisco Ale-
gr e en las versiones antcs ciladits. Florecen los dos fines clel
siglo sir c~iaii(:loos hcimanistas latinos cle la corte de AlCon-
11 Soe imihci r , i ioe, ya r lo la r i I le ton id r (us is . ya < le
l 1~
Ie i , o id ni , iiiuostinii
q i i i 1it
niu]
dada
31 esludiu
dc
los
e l i s i c o i s
o
s i ú i i r l u l i
extrtiiios
l os
i is i i t i los i i i i lo lógicos.
l i i i
o l las
allera
coi,
l i l > c r l a< l
i i i i in
dc la l los , dose i . i l i c io i i i?3 yd id logos , ~ i f i6 i idosc la r liiic s gc i i c r a l c s
[lo l a
i A l > i i
a. Ci lu r c i> io iLo r r r i ~ o n r i n t c n l d e
i 'elr'oib
e ULisca
s0iir e l e s ai oaes rle
Aolri-
lea
Ilili.S l l l
r l l ~ r i i n ia r ~ o s i ~ ,
a Isloi.in d e I.enniler i l l e r a i d a o r i d ia i > o X V l l l
i
S IS I ,
L<L
ln tnenlne io <leD1ir.r n l i l l r ~ e Ciiiicrn Idfutain Xi ajainiclo dc ~ \ ~ a r e i s o
l i l
III),
ri
f a u l r ~
de Je oi% lIi.dea (Irl. VIL);
La
fhicla
rle O r f h
( I d . X S I ] : Lafiru lrc
I I
Sillrc
l i l l ~
c1
l l r g Niso lil l l l ) ,
clc ., c tc .
8/18/2019 El Renacimiento Clásico en La Literatura Catalana
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so V liabiaii sorprencliclo la riclueza de las formas clhsicas en
siis
misinas i~ientes,cuando e¡ espirltii cle la critica liabia
prodticido talento conlo PI larprit , ciiando el idioma cata-
1811 a.cababa de llegar la mela tle su perieccion, y sin em-
bargo señalan un iiisible retroceso, asi c n e l conocimiento de
los escrito ics a~ igú steos , omo en el dominio de la forma.
Al cl~iedar
ruscsmeiiteinterrunipida-
la i~iarclia e mies-
tras letras por los sentleros del Renacimiento, aun no Iiabían
iibarirlonado sil nlaestro
y
guía el genio de Italia. Luis de
lTenollet en
sn
aiectadisiiiia versión, ttivo nias presente la
italiana de Pedro Cintlido Decembrio 6 Dezinibre que los
textos originales de Quinto C~ircio;Francisco Alegre en siis
alegorías ó morales esposiciones cada una de las tmnsior-
macioiies que de Ovidio traslada, presenta uan Boccaccio
guiando y ~resicliendo l cliilogo sostenido por veintc doctores
antiguos cliie la Virgen le envía . En los brazos de Italia le
alcailz6, pues, nuestra literatura , el golpe de muerte, que la
privó (le gu sta r todos los irlitos del Renac i~nie nto .Desposeída
coi1 la unidacl española,-iimt de las consecuencias de aquel
.misillo Renaciriliento
in
la die ra vida-cle su propia corte;
privada del Pavor de los ii~onarcas;.ediicida esirechos linii-
tes, su decixdeilcia no putlo scr m i s espan tosa y riipicla, es-
tiiiguiéndose de
súbito como lirillante fuego de artificio,
cabalmente c ~i an do a imprenta,
2
la cual se abrazó anhelosa,
antes que la cas tella in, corno tabla de salvación, corria en
su auxilio para ampariirla y fortalecerla.
Rfas cerca clue su herm ana de las f~ ie ilt es e la renovación
literaria, se adelantó ella en fe c~ in cl a~onsu riego sus ame-
nos campos. Y sin embargo, esta venturosa anticipación fué
tan efímera y estéril, como la dc las grkndes glorias politicas
de nuestra raza, cluizis también por demasiaclo premat~ira.
Es rliic no liabia llegado tod avía la hora de la verdaclera
er~ idició n, i se habiail desprendido las letras catalanas de
todas las ligadliras dc la Edad .Rleclia..
Los esi~ierzos e los Villenas y cle los Cartagcnits, de los
Madrigales, cle los Gnzinailes
y
RIenclozas, inferiores por lo
común, ios de 10s Valenti, Rfaigsrit, Jcróiiimo P ~ L IR a -
món Fer re r, vencieron la postre 5 éstos, por el arraigo y
preclominio inconteslable rjue da 1 u11 idiorria la protección
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real í oficial, jn-incipalniente en acjuella época en que
los reyes iban á serlo todo. Eii los iiltinios arios clel siglo
v
se tracl~iceii
al
castellano ~iii ls obras cl isicas rlue el1
todo 61, y eso qlie
i1.16
iec~ind o, en lengria catalana; y no
cl~lieropasar ni sadelante , ni coilteinplar los progresos cle
los est,~idios de Iiun~ anidadesy de los orientales, valioso
Cesultado del favor del gcaii Cisneros, ni en tra r en pleno
siglo xvr, la edad cle o ro clel Renaciniieiilo espaifol, época
critica y artística por excelencia,
ni evocar los augustos
noinbrcs ile los
Luis Vives, 170x Alorcille, Giilés cle Se-
púlvet:la, Francisco Sáncliez
y
Melcliop Cano,
ni
los de
io t l ;~aqciella serie de poetas Eni~ilos le Vida, de Snn nszaro y
tle E'oliciano, ni por fin las
le
aqnellzl legióii de filólogos
y
p~ecepiisiascliie nilzil intenlntilm liqrrel-e porcilie la coinpa-
ración para nuest.ras letras seria tlesventxjosa,
y
desigual so-
bre loclo en altisinlo grado.
*Significará esto por veiltura
cjue
los paises donde se ha-
blaba la lengua catalana dejaran de tomar parte en las
glorias de este n iovimiento, cluiztrsel i11Lis notableclesp~i8s el
de Italia? Replicarán por
m i
elocuentemente el genio audaz
y sintktico del valenciano Luis V ives, la iecundidad asornbro-
sa cle Viccnte Marin er, hijo hmbie ii de la ciudad del Turia,
la dulce afluencia del alicantino Pe rpiñá , el sabei. profundo
(le1 catalári Hoytoli, I~iinbrera e Trento, la fama del retorico
balear Antonio Lul l, la erudición gr iega el barcelon6s Vile-
ta, y algo niás ta rd e la ciencia eslraordinaria de aquel por-
tent,o, milagro de su seso, de Juliana cle Nlorell, por Lope de
Vega tan liiperbolicainente ensalzatla. No tralo de seguir por
este camino, co~iio luiera que no he venido á lisblar aquí del
I.iun~anisrno n gene , sino de su influencia en lal ite ra tu ra
c?ittzlana. El Renacim iento clásico pd em o s darle por term i-
natlo en los reinaclos tle 4lfoiiso tle don Juan 11, bastante
en él nie Iie detenido para cliie por nlks tieiiipo abuse de
vuestra benüuolencia.
No tenitrii ahora, Señores, que sea muy prolijo eii las bre-
ves coi~sideracion~scerca (le1 carácter general que el Rena-
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cimiento reviste en nues tra patria, con yue voy term ina r
est e abocetado ensayo.
An te todo honviene dejar inclicatlo, es te le tengo conlo
hecho casi inco ntro vcrt iblc , iilterpre(anc10 la deiiominacion
asaz compleja de Renacimiento, por el con ocir~ie ilto otal de
las dos litera tura s clásicas ant igu as, en lo cual nie parecelie-
nlos de hallarno s todos co~ifo rn?es, lile nuestro s escritore s
de la época de oro solo pudieron contem plar, y aun no en
toda su hermo sora, una de las caras de su doble faz, la de la
cultura latina; sin que nada o, mejor, muy poca parte les al-
canzase clc la influencia Iielénica, la cnal, desnrrollada e n
s l
i~ux~oio.uerza e n el siglo zvi llesó tard e auesii,n patria?; en
ocasión en yue la. lengria de Muil tan cr Iiabia tlcscendido del
solio dc los mon arcas y del pedestal de sil grandeza. Del des-
per tam iento gen eral del siglo dGciniosesto, de
la
verdadera
restauración clisica, de arl~iellayue dominó las n~atcsiasy
mucho má s las fornias, de la maravillosa res~irrc cción e uila
civilización ent era , an te s casi por conlpleto sepultada en el
fondo de los archivos y monasterios ó bajo la tinta.de carco-
rnidos palimsestos,
y
aho ra volanclo co n. la s ala s de la im-
pr en ta por nliindos regiones para aclti4lla ignoraclos, a lgo
pudo entrev er, es cierto, pero i ~ i o y oco saborear la y a en-
tonces decnclente literatura catalana.
M a s s i tan poco fruto recabó de acluella rei~ova 'ción de
la filosofía, de la poesía y de la h isto ria greco-latina, ni de
l
vida artis tica reju ven ecid a en toc1;rs sus fo rn la s por el
soplo de la an tig ua sabidiiria, que en sil pristina belleza
contem plaba el mu ndo absorto; si aquel pocleroso lralito de
inspiración no la librci cle postración tan triste cuanto
inevitable; si iinica entre todas las neo-latinas, no alcan-
zo I i cliclisr de templar y acrecentar s~i'suerzas, coiiio
ellas, e n las ni t i d a s corriente s del nuilieii horaciailo, por
iliiicn la moderna poesía volvió se r reina dc la rt e j l cng~ia -
je de los dioses; si rlc aqiiel rayo l i ~ r n i ~ ~ o s oe la antigiiedad
y
de aquel beso iec~iildono sacó más rico color para la
frase, inás fijeza y dulzura para la forma, y el aire dc aristo-
cratica elegancia que tomaro n luego sus herm anas; en cambio
l~ ie n iiede envanecerse de la gloria de haberse adelantado
en toclo la litera tiir a ciislellana, de liaber sentido an tes clue
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e l l j 13. necesidad del c~iltocle las iornla.s y visli in~brado
tanto venero de ii~ ag oi ab le iqiiezn, griiacla por 61 gel de
Ilalisi, merecientlo que iiiiitla
í
él, en estreclio abrazo, lja-
seara en nlajest~iosoriunio
y
con la pompa. de los antiguos
vencedore? el suelo de la Magna Grecia.
Qtiecla con es to iiidicudo rlix la época. de ni iest ro verdade-
r o renacimiento no pasó de los siglos s i v
sv
y la inflnen-
cia q ue sintió niás ilirectainente I: L del genio latiiio, y esta
no en tocla,s su s nianiiestac iones n i de u n nioclo serio
y
pro-
f~ ii id o. La poesia, conlo cllieda diclio, nad a conoció de los
primores de la i'actlira lioraciana, ni puede dar se cosa in i s
apartada de la soberbia concisión y del secreto de la arn~oilia
qu e niás cllie nad ie aclivinó el lírico vcnusiiio, qu e las seque-
dades> dureza.s
y
la rústic a aspereza clue hacen, por
lo
co-
ii liin, la n~ ie st ~ raa n clesab'ricla.
.
N ~ ~ e s i r ocnacimieilt,o, es niis italiano. qile clásico, y
iiriestra lite~ *a tiira a qtie sufrio la influencia de la penin-
sula\gecina eiiproporcióil i:a.l vez iliayor q ue todas las europeas.
.Toda 1a.eriidicióii nlitologica cle iiiiestros p o t c ~ s tlc iiuesL
lros prosadores brota lira~iclales n gr a n parte, y en Bernat.
a11etgey eii Rocaberti tuv e omsiúil de demostrarlo, no (le los
iliitores latinos, sino de las obras de los tre s grand es escritores
italianos del siglo
s i u
Da1iie;E'etrarca
y
Boccaccio. Junto
~
estos vercladcros soberanos cle ii~ ie s tr as etra s, clue lo Ilenaii
todo, asoman algu nos eruditos de
la
nlisma nación, que
impriilieil titiella e,n mliclios autores catalanes, tales como
Giiido Coloiina, Cándido Decembrio, Bruno' tle Areszo,
el Panormita
y
Bartolon14 l'azzio,. po r no c itar otros acliii
no tan coilociclos, inspiradores
y
nlaestros de Conesa, cle
Fenollet, de Valentí, (le Jerónimo Pau, de Raiiión Ferrer
y de Carbone ll.'Las iorm as. tan to ritrnicas conlo n o métri-
cas, en aquella época adoptadas, son también principalmente
italianas; el ei~decasílab o ibre
y
encadenado, el mo vin~ iento
~
1116s yilmbico que tonikn algrinos cle ellos, sobre 'todo eil
Corella, la solt~irii.de la prosa,
y
liasta ac(iiella Iiip4rbaton
graciosa
y
menos afectada qn e la de la lengu a castellana.
De Francia es mu y escasa la derivilción c l ~ s i c a ue se in-
iiinde en nuestro orgaiiisnio literario, y -casi tolla ella debe-
mos biiscarla en pleria Edad Meclia,
ó
por lo iiieiios antes del
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primer renacimiento italiano,
y
a.un reducida ii los asuntos
Bpicos antiguos, con Corinas trovado rescas, de Ro ma, T ro jn ,
Telias Alejandro, 6 groseras im ita eio i~es le Ovidio, ii tina
rliie otra trad~icció il e Stn eca ,
:
e n lg ~ii io s i6co.s au to res
in#s que tal vez yo no conozca. Castilla , por s u parte, no iii-
1 1 ~1 ~6n la iiiarclia y progreso de iiiiestra erudición ant,igua,
sino que'l,or el contra rio, más Iiien por nosot,ros conocit ronse
al18 muclias obras (le la cirilizaeióii pa.gana.. ii pe na s en la s
bibliotecas.&l rey 13
Nsrbiii,
tle
D.
María
y
del príncipe de
Via na se ei lc~ ient rai i er sion es clásicixs cas'ellantis,
5.
escep-
ción de en la del condestable (le F'ortugal
D.
Pe dro, q ue j a
por 'su pu lr e ó por si n~ is nl o uvo ocasión de apreciar de
ter-
n o. etil t~ira.iiiinaiiist,a ile la corte de D. .Juan ; en cninbio,
en la. prin iera mitad del siglo
s v
5. fines del anierior, són
1xtstant:e frecuentes la s vulgarizacioiies casi.ella.nas de a.titores
lat,inos, tonlatías del cataI6n.
1).
Sin que apoqiien n~ ie st roAnimo los janseiiistns escriipu-
los del fa.nloso abate Gauiilc ni rle sus al.dorosos secuaces,
que eii el Kenaciiniento ven la causa (le lad os los inales que
nfligieron a Iglesia primero?; la sociedad más tarde, des-
de la pseudorelorma de Liitero liasta la voltcriau a y cru enta
revolución francesa.; desde el carh cte r a.nticrist.inno (le la mo-
derna filosoCía liasta el paganisnlo del ar ie , no l?odenlos me-
nos d e reconocer,
i t
iiier de católicos
y
de
imparciales,
que
aque l inov iniiento de adiniraciiin eszi.gerado, ina l dirig ido
y
peor entendido, produjo execrables frutos de inn~oralidad
impias alierraciones, en el orden literario, un es pí ri t , ~~e
intolerancia contrario
8.
la libertad del ari.e, q~icialiía de ina-
tar e n gernlen inuclias originales aspiraciones
?
de desfigurar
el carhcte r espontkneo de la eflorescencia poBtica de algu nos
pueblos. P o r fortuna., no pucdcn echarse c rud am ente en rGs-
tro estos cargos al renacimiento cataliin, yu ieis porque
se
vió contrari ado en s u clesarrollo por circuns tancias
histórica.^
y
literarias deshvorables; tal vez,
y
es lo in is probable, por
el teiilple grave
y
sesudo de nuestra raza, q ue opuso obs-
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táculo invencil~leí lales extravíos.
Aquí
no raya ron, adeiiiLi.s,
á
.tan alto pun to como en 1i:alia las esag erac iones pagxnas,
porqne no 1a:s exacerbal?:i el n~ &lancólico patriótico re c~ ie rd o
de pasadax gran dezas. Aquí, al con trario de lo que siicedía en
aqiiella pen insula , presa sieiiipre de doniinaciones estr:i.njeras,
I n
pi'osperidad política de la. paíria co iria parejas coi1 s ~ ipo-
yeo intelectua.1, si es que no le superaba,
y
no ecli:íljaii~os t
iiiciios
l a
gloria cle los rom ano s ilil os espleiidores de : Ttn-
lia nnl:igna,cjue no eral1 iiriestros esplendores ni
nuestra.^
glorias. P o r eso no fl16 acjuí posible el sacrílego fervor de Fi-
cino, dando cult,o á I'latón; y liiibieya sido t,enido por loco
Pom ponio Le to , c(ae al arroclillarse diariamente ante el ali ar
de lió mulo, adoraba l a iiiajesta.cl de la cesArea Roma; iio
liallara in~ikiclores l ejeinplo de arlilel Sa iiilazaro, que s ~ ip r i -
mía sieilipre el nonlbro de Jesíis, por n o juzgarle asaz M in o.
Los ~ a g a n o sncarecim iei~tos e Valentí, cle Jerún iii~o a u
otro s, er an m i s 11i~ii legniicias de clicción que esp-sión (le
ciego J'anatisnlo
o
vei.daderas' I-1ere;jia.s. 3 in6s fervoroso
de
los renacien tes cat,alan~es,Corella, es el
ás
subliinedeiiiies-
tro s poetas religiosos,
y
el angelica l Veri iio eiilpleó sti iii~ isa,
sino en asuiilos c ristianos.
Con ser tan iliertes 16s cargos cliie se clirigen a res tan -
r a r i ó i ~ agana, en el orden literario, como eii las esferas rno-
].al J religiosa., todavía a lg ~ in a xeiición alcaiiza A iiiiesti;z
litera tura, que nun ca dejó llevarse por fanáticos impiilsos re-
Iiidos con la. i:emplaiiza clel biieil sentido. No encerra .roii a l
a.rte e n formas mue rtas ,nuestros innova~1ores;porc~iie a v er -
dad es que su excl~ isiv ism o o les llevU al punto
de
despre-
ciar la lengua v,tilgar, cua.1 aconteciera en la ipoca cle inayor
I'ervor rerzncie~tte coii la caste llan a.
De
la cual puede decir-
se cliie, poco ante s de qu e p ~ s a r a or gentileza liablarla eii las
tlemis naciones; parece coiiio que se corrie ran de usiirla, o
la eniplearan con encogimiento sas mis conspicuos eru-.
tlitos, J Iiasta el ]>riiicipe cle ello s, el il~e iit isi iiioNebrijn., sc
aílelanta.bi1
k
acusarla cle pobre de palabra.^, ue p o r rie/ztclr.,a
o
p o c l ~ i r ~ ~ iclji,-e.iei,zlnr. oclo lo r / l be
el
art $cio l a l i ~ r o ~ J L -
tenirl.
Muy
de o t r a m a n e r a procedian nuestros escr itores
y poetas, en quienes n o engendro nuiica soberbio desprecio
del romance, que Muntaner Ilainara
lo
pus be l l ca ta la~aesc l~
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el
nzoii, ta n ta inagnificencia como decoraba. el a.rle clh.sico.Va-
lenti escribió en ca talán y en Iat,ínindistiniarnente; otro ian to
piidiera decirse de Jerónimo Pa u, de Ram ón Fe rrer de Car-
bonell; Marga.rit eiiipleaba las foriiias clásicas en la liistoria ,
y
con inus itada elegancia su ina.terna lengua. e n los politicos
13a,rlaiiientos. iN i cRiiio ~~ ii tl ic rn nariifis los C ~ ~ ~ ~ R . I I C Cesprc-
cinr su idionia, 1i.ast:l para encarnar en i.1 las iii$ s altas con-
cepciones (le la niente, cu an d o .s ~ i iia.j-or ilósoIo Ramóii Lu ll,
conio con singular acierto 1ia observado Menbndez Pelayo,
Eiié el ~ r i i i i e r o il Ilonrarle elevBndole ileng ua d e l a filosofia.,
anrilando el divorcio e nt re la ciencia y el lenguaje viilgar
consoma.do por lo s eriiclitos, ya desde los pr ii ~ ie ro s ías (le la
13da;l Nreclia,
y
ciimdo en 61 no se desdeñaroii nu is tr os reyes de
dirig irse, as í siispu eblo s, conio los pontífices
y
R los prín -
cipes inás poderosos de la tierra?
Qu e nu est ra lengua, como las clcmhs, abusó en acluella s a-
zón , sobre todo en los escritores de niediaclos y iiltimos del
siglo s v , iio ta n nat,urales' y scncillos conio los del post rer
tercio del si , de la inanía de la imi tació n latina, y se dejó
deslu mb rar en ocasiones por un a eru(1icióii tan pueril como
indigesta.; que n o escaseó las transposiciones violentas, los
pxr6iltesis intolerables, la afectada y perenne colocacióil final
del verbo en la. frase; que se no ta eces en ella., ora cierta
seclnedad d e estilo, or a un a concisión oscuridad viciosas,
7 iina abundancia a t r ~ p e l l a d ~ ~t~niilultuosa,cuindo violen-
ta s dislocaciones de niieiiibros, cuán do la [alta de esponta-
neiclad ó el exceso cle neolog ismos, todo es iiiny cierto; n ias
~ c ~ u
on e sto s defectos qLie iio d esn atu ral iza ron n ne st ra cons-
triicción, l a m á s latina sin duda de todas, comparados c o n
otra s positivas ventajas entonces obtenidas, talescomo la ma-
yor soltura y snriedad en los giros, la mayo r liber ti~d n el
hip6rbaton, In,copia de palabras noble elegaiicia y la armo-
iiia
y
fa.cilitlad que cnracterizan principalinenle los mejores
autorcs clel siglo de oro de niiestri~setras?
Y sin embargo, esa evolución natural, más premataro
y
bien entendida que en ning una otr a litera tura ibérica, pero
Instiniosamente detenida eii so marcha progresiva, se realizó
sin grande esfuerzo, gi-acias á encontrarse el catalán m á s
form ado y gracias las letras italianas, que dalcificaban las .
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asperezas de una t,ransición sobraclo repeiltina , y que mejor
p r e j~ w a da spo r nna nlAS rerinacla cu ltu ra poiv nn ii ia jo r'co -
nociniiento de los modelos que 1,iaiaban de inii tar, servía11
como (le interniedi%iqiasy atloci;rinadoras en esa labor coiii-
]ilicnda, adiesireildo
i
nuest,ros ingen ios iencer las dificiil-
iacles.
De esta suerte , las Sorilias eruditas
los ileolog ismos iii-
trotlticidos con pretensión ciilia, no nliogan eiitre nosotros,
con una sobi-ada
rá,pida
efiorescencia, lils Sormas mAs popula-
res , ni se da el caso, conioacon tece en 130+tugal'en el siglo 217
de rluc se cr ea ra otra leng ua' literaria. convencional,
i
cluicn
el rey Don1 Dii;zrte dis ling ~i ia oi1 el significativo no mbre de
l i i lgrrq
l a c l i ~ ~ l ~maiite la cual 12 vnlgar pareció tan arcaica,
(pie it16 preciso traduci r clla los cloc~imeilt:,os ficia.les fi11es
(le nrluel mis1110 siglo.
De estos iieolo gis~ ~iosliuilclnn niiestros escr iiores, y sobre
todo los que florecen cerca. en i seguncla initnil del si g lo s\ ;;
corno Martorell,R,ocaberl.í, Corellii.; Aii sia.~Mal-cli, etc ., y aun
de algunos de ellos, introducidos en la Eilarl Media por el es-
colasi,icismo
y
1:is sut,ilezas propias d e él, nos pieseiitaii ejeni-
1110s au tores ta.n a rcaicos -como Ra.iiión Liill. 'l'oii~~abanlosos
er~iclitos p r i i i c i ~ ~ n l ~ ~ ~ e n i ee 'iiieni,c la ti tia., 6 procedia.11 por
lo com iii~d c escritores italianos,
y
sri misma. abundanciil ,
no i.an. da.ñosa conio los giros arcl iilat i~ii zadosdc cierl.os
aiitores castellanos y porlug~~eses,s testiiiionio evideri-
te de que ilo echó en olvido niieslro nat ivo idionia la co no -
cida sentencia de Horacio:
Licuil
s e n i p e r q u e
licébit
Sygna lum p r e s e n t e
n o t a p r o c u d e r e n o m e n .
Y
3110~8., nt es de conc luir, 1x lile parece ocioso pregiiii-
ta r: i i ~ " esgra.cin para nue stras letras yue recibieran iiior-
tal golpe en su esisteilcia-del cua l Dios cliiiera acierten d
c ~ i r a r l eos esf~ie rzosle t.odos,-coi1 la privaci61i de nues tr a na-
cioiialidatl politica, a nte s (le qiie la o bra del i3enaciiilient.o
liubiera]~roclucido ,odos s ~ i srutos? Tengo pa.ra mí que si lo
fuA, y s i n o idcur able, cuando nienos de dificilísimo remedio.
No cabe duda que el baiitismo / -ei~acic nle ino li ser como la
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patente de nacionalidad literaria que Koiiia,desde s u tuinba ,
concedió á siis hijas e n cua nto l as vid may ores de edad y dis-
puesí:as enlpre nder el vuelo nuevo s mu ndos
ó
á
preparar-
se l ilhs alto s destinos. Tal vez líoy ser ia un heclio la anh e-
lada unión ibbrica, si la ancxióil de Porlugal, en l n p r de
realizarse en los tiempos d e Felipe 11
es decir, cuando
ya
la
lengua y la lit er at ~i ra usitana s se Iiabian fortificado en las co-
rrientes del Tib er y del Cefiso, huluieqa ocur rid o al tienipo que
el desposorio de Isabel de Fer nand o. Porq ue Renacimiento
no significa sólo resurr ección liter ari a, sino renovación coin-
pl et ;~ n todas las esferas de la vida, y enc ierr a cii su complejo
sentido tan ext rao rdi nar ios sucesos, conlo el casi t.otal conoci-
iiiiento de nuestro planeta , la invención de la iin pre nta , la
iiidependencia filosófica, la mue rt e de la s libertades medio-
evales, la difusión d e las anl igu as lenguas
5
nuevos continen-
tes
y
la realizaci0n de los ensueños de unidad cesárea;
y l
pueblo que se halló entonces libre del todo en su coilstitación
politica
6
integro en susfronteras y diieño de u lengua.je,
recibió par a siempre en s i l espíritu los gértileiles renovadores
de tan tas inflnencias
y
en su organisino la savia rcgeilera-
dora de tanta s corrientes de vida,
y
e n una palabra, cambió
el traje 111edi.o-eval por el moderno de otra ciyilizacióii, pa-
sando definitivariiente de prolongada infancia
á
mayor g du-
radera edad viril. Mas ei que, cual el catalán, experimentó to-
das estas niodificaciones como de recliazo y formando parte
de otro organismo más i i~ er te ,más viviente, y con mayor
cohesión constituido, asimiló entonces su vida 6 otra vida
superior,
y
se privó en adelante de existencia propia, ro bus-
ta y estable.
Adeniás, se ha d e tener en cuenta que nuestra ra z an o se
Iiallaba uiiificada conio l a castellana
J
la portugnesa; porclue
a l extende rse por Nlallorca y por Valencia, li ul ~ o e confede-
-rar-obligada por s ~ ispecial iilodo de ser político-estospai-
ses, e n lu ga r de asiinilárselos, conio 1-iicieron Castilla y Po r -
tugal con todas s ~ i sonquistas.
Y
lo peor de. todo es que, al
pa rti r en tre s fraccion es seilii-autónoiiias su iiacionalidad, des-
t,ruyÓ,
ó
porn1ejor decir, ame nazó serianie nte la futura unidad
de la leil g~ ia, on este forzoso regio~zcilis~izo omo diriamos
liop;
y
iioporclue niinca, felizmente, hay a dejaclo (le s er uii s
1
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la catalana que liablan ilia1Iorcluines.y valenciaiios, JJ Iiabla-
nios nosot,ros, sillo porclne habia. de lial sgar n i i s cltie no lo fue-
ra
i
aquellas regíones (pie, no t,enieildo it lion ~a ropio, sino
importatlo, Ics dolía bautimrle con el nombre (le una comarc:i
;í
cl~rien n o coiisideraban coi110 cabeza, y iiiadre, sino coi110
lierrnana. iCóilio explicar de otntauér1:e la es ist ei ~c ia e estas
[aiil, isticas lenguas lenl osina y valenciana, que no se eiicueii-
trnn eil ningúil iiia.pa filológico y (pie no reconoce11 m8s or i-
gen rlne una pneril vanidad á une. inconcebible ignorancia
por pa rte e niiiclios escritores?
:
Agregad
i
oclos esos males, que explican nuestra dasapn-
rición del niimero de las ilacioiies eu ropeas , (lile e sa iliisriia
raza, no uniticacla eil Espaiia, tciviera
iii1
pié en liiczncia
J
otro en I.talia, y os convenceréis d e q ne la naciúil catalan a,
conlp~iesta e eleiiientos tiin Iiei:erogéneos, ba~itizadacoi1 un
nonlbre ii.rt;ificial, adlierido
ti11
pueblo para ella ext raií o,
que no se ~~r eoc upa bn118s que de sus fueros y la m iraba con
recelo, constituida por tresreinos y otros esiailos ~ilt rain ari-
nos, en que se liab1,ibaií tres leiiguas distintils, j privada poi.
s ~ iit,tiación especial en el Mediterdneo, al igiial que las
repúblicas italianas, de extend er sil idio~iia. en~iinanient,e
nacional,-cnal el iiiisillo Portu ga l pudo hacerlo-6 nuevos
coni,iiientes, liabia de q iie~ lars e rz os ail ien te sin propios des-
tinos y sin liter atu ra, en acluella er a le la creaci6n de la s
grai~des.iiaciorididatlespolit,icas y 1itei:arias.
l3ieii podeiilos do lernos de tal1 t ri sl e sueri:e, auiiqiie iicci-
tenlos soberanos decretos prov idenciales , ta l vez irrevoca-
l~ le s , in que s e toineil. k rmala pa rt e riiiestras ls~ ilen tac ion es.
Bien podcmos iuirar con filiales ojos de amiuga conlpasión
:i
a
i11ú.s tlesdichacla de las le ng uas neo-latinas, que se sentó
u11 dia en el solio de los reyes, ; en las cktedras cle los sabios,
y
en los sit,iales de los n1h.s libres pa r la ~~ le ii to sel n~uiitlo ,
bajo el dosel tle todas las cortes meridionales, y á la soml~i a
del lDart,enón
y
tle la Cadnieii., al co nten ~p la rla ioy con I i
túnica. de esclava, ar ri n~ ad aunto al Iiogar clonlést;ico, desce-
liiila su condnl corona
y
su régio manto, Iiriyendo de los
sli
loiles do la
1117
de 121s plazas y calles doilde en otro tieinpo
i ilil vigorosa tronari~..Bien podenios con~patlece rla, epito,
y
acariciar 1egitima.s esperanzas de iest anració n y de desa.gra-
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vio,
y
liacerla reina y sefiora de nnestros corazones, sindes-
garrar por eso un solo pliegue de 121 g lh io sa bandera qiie nos
cobija: que no liay nada más doloroso
y
repugnante, Señores
académicos, para la dignidad liu n~ ai la para libres inteligen-
cias, rlue asistir esas ejecuciones le n ta s de los idiomas,
que el cesarismo centralizador nos tiene por desgracia acos-
t,~inlbrados, rivanclo, como dice Ticlmor 1); al miindo de una
parte de su pensanliento y nosotros misnios de nnestra Iie-
rencia intelec t~ ia l, la que tenemos tan to dci.eclio coino
acluellos que la destruyen.
Mas recordemos que la postración a c t u ~ le nuestro idioiila
no se remedia con llorosas elegías , y con ciega y estéril ad-
iliiracici6i1 cle nues tras pasadas glorias, evocando todas ho ras
y
convirtiendo c n l~ ig a re s omunes
y
retoricos nombres res-
petables cine se achican y acanallan fuerza de manosearlos.
Sepanios, ;tnte todo, niult,iplicar noestráac tividad
y
fortificar
nuestra constancia, para alionciar mas más en los secretos
de niiestra historia política y litera ria, para remover de cori-
tinuo el campo donde enterrados yacen tantos tesoros lin-
gü ís ti co ~ , ara sacarlos la ltiz
y
la admiración
de
los con-
teinpoi. neos, ara prestarnos mutuamente sincero
y
desinte-
resado apoyo con fraternal amor.
y
catalana Llaneza. Cuidé-
monos también (le alzar el pedestal de nuestra literatura, más
que el de nuestra propia personalidad, que no tiene nlás valer
ni 1118s brillo que el que le prestai ilo s,gran de s ideales B qiiie-
nes sirve; clesarraigne~nosde nues t~ocampo las facciones
que le cinper~ueñecen, trabajemos por el arte con abnega-
ción y entusiasino inagotables, llevando en nuestro cinimo el
convencin~ieniole que todas las lenguas y todas las literaturas
caben en el grandioso templo de -la belleza, porque no hay
para ella lenguas parias ni liter atu ras desheredadas; y sobre
todo, Señores acadéinicos, apliquemos de tina vez la hoz ho-
~ a c i a n a las malezas del artificial jardín de niiestra poesla
contemporánea, aliogatlo por una vegetación
ni l
sana
y
por
cuidados indiscretos cle tienden atropelladamente producir
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iniicho, niás que
6
producir bien, y que los l in~p idosauda-
les de la pureza
y
de la seilcillez clásicas, cjue no se ag ota rán
nu nca, porque de rivan le la iiiisnia iilexliausta fuente de la.
belleza y son celeste rocío del ideal qu e acari ciar8 sienipre el
a r te huiiinno, vivifiqueii la. inspiración cle nuestros ingen ios
que, conlo los an tig uo s escolást,icos, languidecen en las llanas
luclias de los poeticos certHineiles.
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CONTEST CI~N
111 1
SR
V I D L D E V L E N C I N O
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4h
@ \S son [le jiihilo, para los que vamos rlescendiendo la
pendien te de la vida, aqilellos e11 cliie la Acadenlia ab re stis
puertas á los que , por s t i sn~ér i tosingulares
y
por SL Saficio-
ne s ntiilca des me ntid as, Iia juzgado dignos d e ocirliar sitio
pre fere nte, en tr e los qu e consa gra n sris vigilias al esl.~idio lc
1a.s ma teria s rlrie son objeto de nu es tro I ns tit uto . Ha.y e n ello
algo clel regocijo legitinlo y (le la satislaccióil placentera con
que el padre de fainilia amante
y
previsor ve penetrar en e1
Iiogar doméstico, ceiiida la fren te con los laur eles conquis-
laclos en 121s au la s ~i ii iv er si ta ri as , l niozo iiiiberbe que , tra s-
puestos apena s los linderos de la juventud, garan fia oirecc,
por sli. cor dar a y sensatez, de qiie sab rá conserva .r,
y
acre-
cen tar tanihihn la pingiie herenc ia acnm ulada en el tran s-
curso de los t i e~npo s o r s ~ i s adres y i~rogcnitores .
Y
si esto acontece todos los dias y á cada inonienlo, ;(liih
se rá c~ iai ld o l qu e pisa estos iimbrales llega Bellos por clere-
clio propio,, n i i s bien rliie en v irtud de elección Iiecha libre-
iilente por la Academia De mí sé dcciios q ~ i e an sido me-
nester todo el rigor de los precepto s reglam entarios
y
totlo
el poder de los dulces lazos del afecto y del con ~p aiier ism o
qiie m e une n con el Aca.déniico electo , pa.ra qu e 111e deter-
niinara
á
acep tar el cargo Iionrosisin~o, pero en ignal grado
espinoso-y jiizgo no estim arbis imp ropio, por exa.gerado , el
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ca,liFicativo-de llevar la voz de nuestra Corporación en el
n ~ o n ~ e n t ooleiiine en que se trata do dar plácen~cs l recikil
venido,
y
de darnos, al par,
la
entiorabuena, por contar en-
tre los individuos de niiniero de e s ti Real Academia al señor
don Antonio Kiibió y L,loclr.
Y para comprender que cs iundada la ciesconfianza rlne
irie embarga el Animo, respecto que Iia
de
ser punto nlenos
quc iniposible hacerme eco, en la pre sen te coyi~nt ti~ a. ,e los
sentimientos de la Academ ia, basiafii con recordar que no son
fruto s prinierizos del ingenio, conio tales entecos y poco sazo-
nados, los que han traido nuestro seno al nuevo Acarlémico.
No; el sefior Iiiibio
y
Lliicl-i, muy jovenaún, casi niño, ponía
el sello os estudios correspondient,es la l aculiac1 de 17ilo-
sofia y Letras, Iiaciendo sujeto de sil tesis doctornlal cantor
cle Baco y de Airodita; aquel para clnien la vida habría sitlo
piramo tristísimo sin los encantos y atractivos del vino y la
amistad, el amor y los placeres; al i,ierno Anacreonte, en
tina palabra, cuyos afectos y sen timientos suenan como., ecos
mal apagados en las liras de Villegas y Meléndez, Iglesias
y
Cadalso.
Y
.a l llenar es te rerliiisito, mero cumplinliento cle
una disposición reglamentaria, no se contento con desflorar
el astinto tocarlo como de paso, ante s inspirándose en el
proveclioso ejemplo de su predilecto aniigo y coiidiscipulo el
eximio Menéndez y Pelayo, que con sus Solaces 1itcrnrio.s
agotó l i ~ ateria eil lo que se refiere
Horacio en
Espnñc~
no se d i6 por satisfecho en tanto no logró disipar cuantas
dtidas existían respecto de la vida y de las obras del lírico de
Teos,
y
haciendo Iiincapié en las investigaciones de la Critica;
en los clescubrimientos llevados cabo por la Bihliogi'aiia; y
en las Inciibraciones hijas de sil propia experiencia, en sitiia-
ción favorable se liallo para exponer cuanto lioy se sabe res-
pecto del fiindador del género anacreóntico: cle'la snerte que
sus obras I ~ a n orrido: ediciones que de ellas se lian Iiecho:
influencia que en las literatiiras modernas han llegado ejer-
cer : caracteres distintivos de las mismas, y traductores é imi-
iadores cluehan tenido en las tres regiones en pie, bajo el
punto d e vista literario,
y
teniendo en clienta el distinto idio-
nia'cle cline se valen su s respectivos inoraclores, puede divi-
dirse y se divide la península Ibérica.
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Poco n ~ i s e un aiio Iiabia. ti;l.nsciirrido desde que diera
Iiiz t,an cdrnpieta y magistral monografia . R ~ ~ e s t r academia,
Danosa de a.sociarseal testinionio dc admiración
y
entusiasmo
con qiie
la
nación entera se disponía
á
conmeniorar el se-
gundo centenario del fallecimiento tlel inás.proinndo inspi-
rado d e los dramá.ticos espailoles, ofrecía galardonar, en la.
medida de siis fuerzas, á aqiiel que en público certamen
con
inás acierto discnrriera sobre el tema <(El sentinliento
del lionor en el teatro de C alderón));y al term inar el breve
plazo previaniente señalado, gozábase concediendo el preriiio
oirecido,
y
con 61 la consideración
y
honores de AcaciBmico de
la de Buenas Letras de Barcelona, al señor Rubio y Ll~ich-
qne lo era ya de otra s
corporaciones
oxtrangeras-por su
trabajo, q u e todos conoceis,
y
del cual ha dicho el celebkrri-
111 aiitor de la
Hisloric~ le l a s ideas esteticns en Espaíiu;
que ofrece n~iiestrasaveiitajaclasde investigación
y
de critica,
penetración y firnlcza en el juzgar, sentido verdadero per-
sona.1 de la be lle za ar tís tic a, cu lt ~ ir a ntelect,nal cie la clne no
es irecuente en nuestra patrikt, fácil y ameno estilo, y ciei*t,o
reposo
y
elevación moral que cuad im perfectaniente con la
escuela de que el autor procede.
P or lo mismo clue de entonces acá ha vivido en tre nos-
otros, jnzgo ocioso detallaros los niéritos rlue tiene contraídos
v~ ~cstra consicler ació n los servicios que Iia prestado á la
Historia y á las Letras patrias. E ntr e aquéllos se c ~i en ta l
liaber ganado en reñida oposición la plaza que había de darle
derecho a la cátedi-a cle Literatiira general
y
española que
actualmente desempeña en nuestra Universidad: son elo-
cuente testimonio do los segunclos el Bosquejo hktdrico del
jratz senescal de Cnlalrbrin clon Gz~illcrnzo a r n ú i ~ e Afoiz-
c a d a escrito con motivo de la colocación de
s
retrato en la
galería de catalanes ilust,res que está formando el Municipio
barcelonés en 1a.s Casas Consistoriales, la s monografias titu-
ladas: La
exped ic idn
y
clot~~tznciúrze los cnla.lunes eit
Oriente
y
Los rlcionrros en Grecia y el d~icnclo catalati de
Atenas e12
I L
época cLe sstc Uzoasidn
(le las cwles nada debo
deciros, por lo mismo que no sólo las juzgasteis dignas de
alabanza, sino también nierecedoras de que vieran la luz
formanao parte de la colección de
Mcmot.iccs
que publica
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nuest ra Aca dem ia. Juzgo, sin eiiibargo, debe r 1nío afiadir que
la critica est rai lge ra lia sanc ionad o viiestra opinión, y qiie
el Gobierno de Grecia se ha lieclio un debe? en galardona r
al autor con unareco ~iipeiisa r i l~iypocos concetlicla.: la. cruz
de caballero de la Ord en del Salvaclor, única exist ente en la
antigua. patria de Tenlistoeles
y
Milciades.
Hoy se presenta an te vosotros hacer l~rofesiónpiiblica
cle consagrarse eonaliiia y vida al estndio de los asun tos, a l
esclareciniiento de los prob lemas rlrie son obje to de 11~iest1-as
tareas, y, para nlás obligaros, despliega ante viiestros ojos el
c~iaclro ranclioso de las iiiíiuencias clásicas en la lit er at~i ra
catalana, y en particiilar la del Renaciniient,~.
Y
pues l-iabéis
podido aprec iar el cúiniilo de -d at os
y
la escluisita eriidición
que acalora n este trabajo;
y
ac l~ i i l a t a~o atinado
d
las consi-
rleraciones
y
lo profundo de los juicios que siigieren al nuevo
Académico, as í las figiiras cirie, art,íst,icainente ~tgr'riipadas,
campean en los clistintos términos clel innienso lienzo, como
las obras en virtud de las c~ia lesian sido ex p~ ies tas v~iestrii.
atención, empeño vano seda eii mi,
y
ad en ~ ks cioso
é
in-
oportnno, hacer de este trabajo anilisis detenida, ya rlrie,
por inks que otr a cosa. me propLisiei.s,, hab ía por iiierza. de
resultar clesiiiedrada y fria paráfrasis.
Sé am e licito, con todo-siq~1iei.a para corresponder al
cargo de confianza cíiie la hcac leii~ ia i ~ cia conferido-aven-
trirar algiinas consicleraciones respec to del a sunto rliie aquí
fe ha tratado, por lo i~iis mo n e ,
ó
miictio me enga iio, en-
cie rra un problenla de granclisiiila imp ortancia para Iaihis-
toria cle la s Let ras cat alanas . Diclio problema priede plantearse
en los siguientes términos: Existióen Ca.taiuña el RE N A C I-
AIIENTO?ejor aún: Las varias influeiicias que, singlilar-
rilentc cn los s i d o s décimo.sesto y décimo septinio, iniorm an
las distiñtas rnaniiestacioi~esdel cspiritu en oi:ros Iiigares de
nilestra Pe nínsula, y deterininan la evoliición clue con el
nombre cle ((Reiiaci~iiieiiloclisico»e coiioce, *se encuentran
en la. tie rra catal:ana?
Yo no debo recorclaros, señores, cliie la patria cle los 13e-
reng oere s, los Jaiines, los Ped ros
y
los Alfoiisos liabia de-
jado cle ex is ti r coino ilación y Estado independiente, en el
punto y hora en que podían liaber producido en ella los fr ~ i -
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09
tos iiriis ópiinos
y
sazon ados las iliievas cor rien tes ciuo, no
bien finidos los revueltos siglos de l i Ed ad Media, ibüilse
tliiuildiendo por todos los áiilbitos de 'la Eiiropa culta. Yo n o
debo recordaros aquella serie inmensa de trasc end ei~ta lisin~ os
aconteciiriientos que, realizhndose poco inenos qtie sitnult8-
neam ente en los diferentes Estados del mu ndo an tiguo, deter-
min an iin cainbio coiiipleto en el modo (le se r de los pueblos
y
de os individ~ios.U n ob rerocle noble estirpe lleva. cabo, en
ill em an ia , u n clescobrimiento nia.racilloso, clue lia clecon trib~iir
poderosanlent,e cloe se dis ipen las nieblas de la ignorancia.,
y,
teriiiinados los calamitosos tienipos d e la lucha material,
germinen
y
iriictifiq~ien las semillas del saber, c~iid ado sa-
me nte conservadas, conio tesoro de inestimable valor, por los
que, Iiuyendo el frag or de los combates
y
los desapacibles
sones de todo inu ndana l ruido, acogiiironse la paz de los
cenobios y al silencio de os clá ~is t,ro s.El seg und o Malio-
meto, penetrando tri ~i ni an te n 1aa.ntigiia Bizancio, destruye
el Imperio
f~inclaclo n Orien te po r los últ~iiiios eprese ntantes
de aquel pueblo rlue llevó su s ar m as ven cedoras hasta los
confines m i s remotos del mund o conocido; ave nta
y
dispersa
los gérm enes de una civilización que en cierta m aner a se ha-
bía visto libre del espíritu y tendencias que son rasgo carac-
terístico de lo s tiempo s medio-evales,
y
siembra el espanto
y
el terror en los piieblos cristianos, que tenien ver debelados
sus cailipos; entre gada s las llamas sus villas
y
ciudades, y
convertidos en pesebres para lo s corceles de los sectarios del
Isla m, los templos levantados po r la
fe án?ay or honra
p
gloria
del Seiio r de cielo tier ra. -Isabel de Castilla y Fe rna nd o
de Aragón se postran de hinojos ante el argentado lábaro
que, herido por los rayos del sol, fulgiira con deslumbrante
resp land orso bre el ada rve de la morisca Alhaiilbra, baluarte
postrero d e los que hacia ocho siglos habían penetrado en
n ~ ie s tr o iielo tremolando el estan darte del Profeta.-Un liu-
mildo navegante, prestando obediencia 8 aquclla voz interior
que en las circunstancias más dificiles de s u existencia av iva
en su espíritu los incendios de la fé con in ten to cle a lleg ar los
tesoros que juzga indispensables pa ra resca tar dcl iiifiel la
tum ba del Sa lva do r, descubre un Nuevo M undo, cliie en-
treg a gozoso los que hall <le enriquecerlo diiundiendo en él
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los :.frat,e rna les preceptos [le la doctrina evang6lica.-A la
autonomía de los Mtinicipios; á acliiellos i~ ie io s , rivilegios,
inn~unidades
y
prerroga tivas, alcanzados unas veces como
justa recompensa, de servic ios eiieroeamente prestados; con-
seguidos en otras ocasiones al
término d e conlinliada porlía.
y
tr as la realización de sacrificios inmensos;
á
aquellas Cortes
siem pre dispiiestas a de fen sa del dereclio vuln erad o, de
l
razón menospreciada, de la debilidad oprimida, se sobrepone
la autoriclad abso luta de lo s reyes, que no cejan eil
u
propó-
sito en t.anto no ha n lograclo an on ad ar á los que de a~i xi l io
poderoso les sirvieron en la enipresa de someter
á
su voliin-
takl los rep resentantes de aqúella aristoc racia ambiciosa,
desatenlada.
y
tornadiza, pronta siempre á liacer ar m as con-
tra el soberano á desplegar al viento el estantlarte de la
rebelión.-la. predicación de las indulgencias concedidas por
León X los cpie le auxiliaron e n la obra de erigir c il la an-
.tigua Roma el mayor templo de la Cristiandad,
y
las aiíejns
rivalidades existentes cntre dos coniiinidades religiosas, en-
cienden en el ánimo de Martin Lutero el espiritii de desobe-
diencia cllie, oireciéndose en sus comieiizos con10 niera pro-
{;esta
y
liillando terreno periectainente aconiodado para sil
desenvolvimiento en las potestades teiilporales ganosas de
enlanciparse de toda jiirisdicción espiritlial, convi6rt,ese,
transcurrid o breve espacio, en aque lla fornlidable ReJor~nn
que, clespliés de sum ir los pueblos <ten os ho rro res de las
giierr as de religión, en la s tinieblas del fatalisnio, en los
absurdos de la interprcta.ciói1 privad a
y
en los a.bismos (le la
tiranía, de la barbarie, del fanatismo
y
de la impiedad)), ht~ bia
tle dejar establecidas prem isas mi l, iiitrincaclas
y
pavorosas,
cugas legitiinas
y
fatales consecuencias sólo podrían ded~i-
cirse mediante el tran scnr so de siglos.
T al es, señores Acadéinicos,
y
lo sab6is perfectamente, el
cuadro que se olrece á l a s miraclas del Iiistoriador cu ando
fija su s.tención en los hechos .que se realizan en los Ultimos
de la. Edad h Ie d ia ,y en los 'primeros de la Moderna,
y tales los factores qu e, por lo nleilos, para lo qne nu est ra
patria dice relación, inte gra el problema del llamado R cn a -
cinzieiato.
Si recordáis aliora que las dos fuentes cine en el concepto
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111
literario lo deterinin aron en Euro pa, brotaron , casi al par,
de clos sitios, pun to nienos que dian ~e ti.aln ~ente puestos- .
del cen tro de Aleiilania, n ~e rc ed la pereg rina invención de
G ~i te nb er g; del interior de Constantinopla, por medio de
Italia, consecuencia d e- aquel suceso tre ii~e bu nd o que
Iiace poco lile refería;-si reco rdá is, po r un lado, el lie rvor
res ulta nte de la fermentación t8umultiiosa que se Iiallaban
sonletidos los principios del dereclio píiblico ant iguo yuc se
pretendía anicluilar,
3
que. desacreditaba despiad adam ente la
acoinodaticia diplomacia de la época por cu an to sn ~ ed io senía.
á s u alcan ce,
y
por otro las bases sobre las cuales se traba-
jaba en erigir la gobernación.de los Estados, diaiiletralmente
opuestas en
s ~
spíritu y tendencias Alas que li a s h entonces
liabian regido; si co nsi de dis , finalmente,
cine
de esta lucha
de direccioiies opuestas y de foerzas encon tradas había de
' resul tar , dad as la s especiales condiciones de la abasion ada
naturaleza h um ana, que se extreniai-an por amba s partes las
referid as tendencias, ya no os sorprdnderá que, llevándose
liasta la esa ge rac ión el enlpciio, llegara un d ía e n que se con-
fundieran
y
ar ro ja ra na l olvido los sen timientos que iniornian
6 deben informar por lo inenos , las ~ e t 1 . a ~las Artes de la
~miigiiedad clisica, y las Artes
y
las Letras de los t iempos
modernos, y con la cegtiedad de la exaltación por su am or a l
Reilacinziento
aceptaran unos hasta el cieno del paganismo,
y
por el entusiasnio q ue la R ~fo ~ol.~iza'lesnspiraba, abomina-
ra n los otro s liasta de las bellezas de mayor precio, sólo por
lo que de «roiilanas» tenían, por más que de ellas se des-
preiidieran aro ma s de la. fra gan cia nlás exquisita.
Por fort.una,
11
se si diga por desgr acia, este día n o
llegó pa ra la patria catalana. L as cansas que en ello iilfluye-
ron son harto no torias para qué nle ocupe en recordarlas.
Y
al exp resar me en estos térmiiios, no se crea en ma ner a
a gnna que ine separ e del comíin sen tir respecto de la niarch a
que siguieron nues tras Letr as, ni que desconozca las evo lu-
ciones por las mism as realizadas, liasta llegar aquella época
en que brillar011 con resplan dor má s ri vo . S i así fuera , ha-
briam e sacado del er ro r y conduciclo de nuev o al cailiino de
la ve rdad, el concienzudo traba.jo yiie acabalilas de escucliar.
No; lo ilue cluise decir es rliie el He~~acir~aioltolevado
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cabo en el siglo r v i , no influyó ni pudo iiif hi r eil las Le tias ca-
iala.iias, por la razón seacillisinia de q ~ i estas quetlaron redu-
cidas
2
a lrisle condicióii de sonibra
ó
inera apa.riencia. de lo
rllie en los clos anteriores habian sido, desde el punto j Iiora
en que s e fnnd ieran en uno, p ara coilstit,nir la imcionalidnd
espaiiola, los antigilos reinos de Castilla
y
Ara,gói~.
Y
sin eiilbargo, se dirb, no cabe desconocer y ~ i e l estudio
de las letras cl6sice.s inlloyó poderosaniente en el proz reso
y clesarrollo de nu estr a lite ratu ra. iQuC diids tiene? ~ P L I ~ So
acabanios dc oirlo? *No liemos visto desfilar ant e ntiestros
ojo s.esa lar ga ser ie (le escritores-y no se olvicle que el nue-
vo i\ciideillico, teniendo en cuen ta la s especiales condiciones
que son rasgo característico de niiestros likicos priiicipal-
niente, sólo en los prosistas se ha ocupado-q~ie, comenzantlo
en Ra11ión Lull y Ari~aldo e Vilanova,
g
pasailclo por Ber-
na t ililetge y Antonio Canals, teriiiinan en B er na rt Boades,
J0e.n de Mar gar it
y
Francescli Alegre, los c~ia le s rille.ron en
los siglos sr17 xv, es decir, cuando, s~iponieilcloque se l i~ i-
biesen echado los ciiilientos, no se lia l~ íaevantado a ún el edi-
ficio del ~ e n a c i r i t i o ~ t o ? ~ eilanera que, lejos de in fi ~ ii i n
i l~iestrasLetras los nuevos cbnones por 6 misiiio estableci-
dos, la perCección á ~ L I Uas iiiisiiías liabían l legado , mercecl al
continnado estudio de las obras de la antigüedatl clBsica,
griega y latina,
y
l-iasta el conocimiento de las lengiias orien-
tales, inIluy6 poderosament.e e n los escrito res del siglo s\;r
conlo an tes los poetas de niiestro suelo, aniamantados e n las
escuelas provenzal
é
italiana, habian influido en los d e la
corte literaria del segundo de los Juanes de Castilla.
Y secomprende: y son obvias, por todo ex treiilo, las razo-
nes que pucde alegar la Crítica para la esplicacion cle seme-
j nte fenónieiio. Catalnfia,-y al decir Cataliiiia, me refiero á
los diierentes pueblos que constituyeron
u n
dia la nlonerquía.
aragonesa-Cata l~ifia, por causas y inotivos que os son de so-
bra conocidos,
llevó, y creo que lleva aiin, mii.s, iiiuclio m i s ,
de un siglo de ventaja 6 otras regiones yuc debían concurrir
inás tarde la formación (le la nacioiialidacl espanola.
Los castellanos, y coi1 ellos los nat,bralcs de lo sd ife rent es
reinos que en las regiosies septen trionales de l : ~ 3eninsula se
f o r n ~ i ~ r a nn los priiiieros tienipos de la Reconcliiista, J illie al
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calio, y e n fuerz a (le aconteciniientos que no tengo por qué
~e co rtlti r , on Castilla y sólo con Castilla se fnn die ron , des-
iiiteresatlaineiite auxiliatlos por los aragoneses: pugnaban
a ú n en los iiltiiiios aiios del siglo
sv
ara lanzar del s~ ie lo
anda lnz los postreros rep rese nta nte s de acjiiellos ilae, ocho
siglos an tes , Ilabíail iiivatlitlo las com arca s cle la an tigu a EIis-
paiiia. cual torrente asolador, y entretanto Cataluña, Eor-
iiiando ilestle iliediados del siglo
s r r
con el reino de Aragóil,
un solo Estado libre é iridepeiidieilte, (la por terminada la
ioriilidable eiilpresa de reivind icar la tie rra patria tlel pode r
clel invasor, el (lía en rliie el primero de los Jair~ies ngarza
en su diadeina los prec iado s floroiles (le Pl'lallorca J Va-
lencia, aconteciinieiitos q ue, coino bien sabkis, se realizan
an te s (le nietliar el siglo s i i i
y ,
l a v~ ie l t ade breve periodo,
llega
í
f o r i i ~ a ~iiapotericiit formidable
y
de las de prim er or-
cleii, especialmeiitc en lo que al comercio y a la inarina dice re-
lación. P a r a que C~ st,il la e clecida salir del estado de semiais-
lam ien to en qu e vivió tliirante el dilatado periodo de la Eclad
Media, coilvirt.iéndose a1 par en pueblo conquistador, cuailclo
;i.los in te res es cle la ilación in lpo rta ba miiclio niAs qiie se hu -
biese reducido al menos deslumbran te, pero sin duda alg un a
más glorioso y m ás trascendente, de colonizador, fuc nienester
que ttivieraii efecto las gu err as de Nápoles de Na varra , en
t iempo de Fernando
e
Cctl6lico; ilue Colón des cn brie w el
Nuevo Mnndo, y que el hijo de la desv eiit~i rada ua na
l
Locic, iio como rey de España , sino en su calidad d e enipera-
dor de Alemania, sost~ ivier a on las amias sus pretensiones
en los diferentes Estad os de Italia, en los canipos. de Alema-
nia , e n los l'aises B ~ t jo s , n F7ra.ilcia,en las regiones i:oclas de
Eu rop a Al rica , que alg o pesaba11 entonc es en los dest,inos
del iiiiiiido; y el reino' de A ra gó n, (lile rebosa ba vida
y
activi-
dacl desde el plinto y llora en (lile se vió definitiv am ente cons-
l:itiiido, ceiiía.
6
i.is sienes la corona de Sicilia en la persona
cle Peclro 111; l:rabajaba clesde fines del siglo s en la atrevi-
da empresix (le dilatar sus doniinios con la s isla s de Có rce ga j;
Cerdefia, que al caba fiieroii arago nesas; ace pta nd o eii 10s co-
nlienzos del
s i v
la invitación de Andrón ico Palelo go SI, pene-
trab a en el Iiiiperio griego, vencía á los turcos,rlue lo dispu-
taban ya po r-s iiy o, se Iiacia ciiielio de los d ucados ile A te-
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4 -
iias y ?\reopatria, cliie clnrante sete nta ali os co nservó en sil po-
der, y iiiás ade lan te, desp ués cle hab er llevado cabo la con-
iliiisia de Niipoles, Iiacia seiitii su influencia en otros puntos
de Italia, preparando nilevas concluistas que debían Ile\farse á
ei e ct oá la vuelta de algunos arios. Co\wloiiga, Calatañazor,
I oledo, La s Navas, Sev illa, Córdoba, M álaga y Granada son
las piedras miliaria s levan tadas po r Castilla en el canlino. de
n Reconqu ista, epopeya gloriosisim a qiie se desen\/uelve ~ L I -
rante el perioclo cle ochocientos años,
y
en tr e tan1.o los cala-
lames
y
aragones es, ~iniclos en estrecho lazo; fiinclidas sus le-
yes y sns costiirnbres e n un a sola ye le o ad a aspiracióii, en
las gu er ra s que sosiiienen con Venecia, coii Génova, con Pi sa ,
coii Castilla, con F ran cia
y
con Nava rra, al par que de su va-
lor y nlilitar pericia, dan prueba patente de su sagacidad di-
ploniática, ~iierced lo cual burlan
y
clestruyen los planes lile-
jor coinbinados cle sus adversarios
y
enemigos,
y
enarbolado
en los mástiles de sus galeras, pasean el glorioso estandarf:e
de las barras por todos los puertos ilel Mediterin6neo. ~ Q L I ~
rnás? Entrado era ya,
y
i i i u ~ ntr ad o, el siglo s v i al s er ven-
ciclos en las 1la n~ ii .a ~e \rillalar los que en Castilla se levan-
taron en defensa de stis fneros é inmuniclades torpenlent e
110-
llados y escarnecidos por los clue acom pañaron a l pi inler 17e-
lilje en sil ven ida 6 Es paña ,
y
mAs adelante su hijo Carlos
de Gante, y s610 mediaba - e l s i v cuanclo Peclro al Cweino
rlioso vencía en Epila os arag one ses que en defensa de sus
clerechos peleaban,
y
rasgaba juego con s il propio pufial el c6-
lebre privilegio l la n~ ad o e la Unión.
E n sum a, Seño res Académicos-pues bastan los lieclios que
pFecedei1, enti-e los muclios que podría ci ta r, para Iiacer buena
1s.proposición ijne dejo cstablecida-el ant igu o reinoa rag onés,
con10 sabéis pei;iectaiiiente, recorre todas la s etapas
y
pasa
por todas las vicisit~id esclue, por pun to general, siguen
y
esp erinie ntan los pueblosg Estados desde su origen
y
con~ie i i -
zos Iiasta su completo desarrollo, y desde que Iian llegado
la ciimbre de s i i esplendor, liasta que ca en postrados, después
de prolongada decadencia, en el perioclo Iiistórico, re lat iva-
mente b re ve , coniprendido en tre el aiio
1151
eii que s e veri-
ca el casainiento del conde de Barcelona, Ram ón Be ren -
guer IV, con 13, iiiocente Pe tro ni la cli Arag ón , y el cle
1469,
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en el cual el que había de ser segundo Fernando de Aragón
se enlaza con la virtuosa princesa que se llamará Isabel pri-
mera de Castilla.
Ahora bien; si es cierto , como lo es, que ((sienipre la len-
gua iué con~ pañ era el Imperio, é de tal manera le siguió, que
juntamente comenzaron, crecieron florecieron, é después
junta fué ia caída de entrambos» , según sient a en su T/*u ta-
do de Gram ~nú l i cc~l docto maestro de la reina Catblica; si,
según sen tir de muy -ente.ndidos filólogos, «las lenguas no
pueden considerarse fijadas en tanto no t,ienen una literatu ra
propia, rica y completa», y a q u e la nuestra lo fué, y lo
ha
hecho bueno el Académico
á
quien en vuestro nombre con-
testo, hemos de convenir en que disponiainos de un idioma
perfectamente apropiado para la expresión de todas las ma-
nifestaciones del espíritu, en los diferentes géneros literarios
que en aquellos siglos se cultivaban, y que dicho idioma,
si
guiendo la opinión del Nebrisense, debió
eclipsarse
al perder
su personalidad autonómica el antiguo reino aragoiiés.
De lo primero dan razón satisfactoria la corte poetica que
tan esplendorosamente brilla duran te los reinados del
Ama
do r de tod a gentilean
y
de su inmediato sucesor Bla rtin el
H ~m za no , la corte literaria de aquel Alfonso que conoce la
Historia con los dictados de el Sa bio
y
el Mugnunimo. Pr ue .
ba m anifiesta de lo segundo es la escasez de nombres de ver-
dadera valía que podeinos citar congos terioridad al oomienzo
del siglo décimosexto.
12ecordémoslo si no; recordeinos, siquiera sea. de pasada,,
y
j7a que el nuevo Acádemico ha liecho, intenc ionadam ente,
hincapié en los escritores en prosa, aquella pléyade de poe-
tas en que brillan conio estrellas de primera magnitud Pere
Marcli, de quien dijo Santillana «que fizo asaz fermosas co-
sas, en tre las cluales escribió proverbios de g ra n morali-
dat»: Domingo Mascó, el primero acaso que cultiv6 entre
nosotros el género dramático, si es cierto que Iiizo represen-
tar en el palacio Real de Valencia l a ragedia titulada L ho ln
enainor.at
la
fembru satisfetu: Bernat Metge, que con
gra n primor
y
sencillez trajo
á
nuestra lengua la ejemplarisi-
ma.leyenda de l~r inc esc o etrarca, W c~ lt er Griselda,. de
la cual podemos disfrutar al presente los i f cionados las le-
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tras patrias, merced al entusiasnlo deaquel de nosotros que
la ha publicado, por vez primera, en la
Biblioteca d obretes
sr>.yulai-s del bon t e n y s
cle
izostrci ler ~g z~u atern a;
Mossén
Jord i de S en t Jord i, singularnlente conocido por su célebre
,canción de opósitos, que transcu rrido un siglo im itaba, por
no decir parafraseaba, el autor de la PI-opaladiuen aquella
canción en la cual, entr e otros muchos que podríanios tr an s-
cribir, se encuentran los siguientes conti-astes:
«Tristeza m e sobra, publico alegría
.
Con
carga pesada
m e hallo
ligero
..
.
No
salgo del
cielo y estoy en l t ierra
. . . . . . . .
Prométenme
paz, yo pido
la guerra»,
y otros muchos que, como dstos, estin tomados casi á la le-
tr a de los que escribió el discreto poeta valenciano, de qu ien
decía en su famoso proemio a l Condestable de Po rtu gal ; el
ingenioso a utor de las
ser.~~arzas uayueyr,as
((que cierta-
men te conlpuso asaz iermosas-cosas, las cuales el mismo aso-
naba , ca iué niúsico excelenten: P er e Serrad ell,
ó
como se
llamase el aul,or del célebre
Testamento,
que, encerrando en
uno el elenlento satírico y el moral, ofrece sus lejos y vislum-
bres de ac~iiellos
ueños
con que debía regocijar
á
los con-
temporáneos de los 17elip.e~111
y IV
D. Francisco de Queve-
do, y desempefia papel iinportantisimo en el ciclo de aquellas
obras que, e n nuestra literatu ra, tienen por fin principal el
concepto del
rrzu~zdo inoisible:
el í-enombrado Alguacil de
Alfonso V , aquel Andreii Fe brer, que, además de haber escrito
varias poesías, alguna de ellas notable por su inspiración y
entonación dpica, contenidas hoy e n diversos
Cancleneros,
trasladó el prim ero del toscano al catalán el poema sublime
en que pusieron mano cielo y t ierra, y que por lo misnio que,
al hacerlo, «no menguó punto en el orden de ~i ie tr if ic a~
consonar)), según consigna el señor du Hita y Buitrago, ha
podido servir su fidelísima versión, com oeloc uente nlen te de-
mostró el conspicuo Fanfani, para i.establecer el texto origi-
nal, viciado e n no escasos pasajes, en. el transcurso del tiein-
po, por descuido, desidia, é ignorancia tambiénj de copistas y
,
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editores: Hugo de Rocaberti, ferviente admirador de la con.^-
i~ ze di a imitador ieliz clel vate florentino, en sil Po er na de
l Gloria cl'Anzor: el picaresco
é
intencionado Jacme Roig:
lTogassot, autor de una verdadera elegía á la muerte del ma-
logrado príncipe cle Yiana: Torriiella; Masclovelles;. Valnia-
nyá; Fenollar; R o iq de Corella; Cavaller; Vinyoles y otros y
otros que fuera prolijo enum erar, y en tre todos y sobre todos
el g ra n Ausias March; el inspirado cantor de aquella dam a
que, viva, juzgó siempre ((lirio ent re cardos)), y, mu ert a,
arran có de su lira sones ardientes, apasionados, desgarradores,
y
clel cu al seria pálido cua nto yo dijera, despiids de la acábada
caracterización que del poeta acabáis, de oir ,
y
de lo que de
151 dejaro n consignado, Milá en su Re ss cn ya I~ist6r:ica
y
cri-
t ic a deZs a r z t i ~ h s ~ o e l u satalarzs, en su laureada monogra-
fia, nuestro, a ctnal presidente e l señor Rubió y Ors.
Ydespués? Reminiscencias d e la perdida gran deza: ecos
ma l est ing uid os (le aq uel pasado glorioso: chispazos refiil-
gentes de aquel rescoldo que yacía bajo
un
montón de yertas
cenizas, que, reavivandose á veces, despedía destellos des-
lum bran tes, siquiera pasajeros, y qne al caba de mu y cerca
de cuatro siglos había de encenderse nuevame nte, p ara pro-
diicir la asombrosa restauracion en que todos tenemos parte.
Y
en la s obras de los poetas
á
quienes liace un momento
m e referia, lo mismo q ue en l as de los prosistas qiic escribie-
ron en aquellos siglos
cle glor ia pa ra la monctrquia catalano'
aragonesa,'podréis apreciar, sin el menor esftierzo, el estlidio
qiie tenían hecho de los gra nde s maes tro s de la antig uedad
clásica, e n general, y inás especialmente de Sócrates y cte
Aristóteles, de Séneca, Virgilio y Ovidio. Así, y para no inul-
tiplicar ejemplos, nos encont,ramos con clue Jaime 1 a l rcdac-
ta r el L a r c e
ln
suoie sa, inspirandose, acaso, en el ejeni-
plo,
ó
coincidiendo con el intento de su contemporáneo el
décimo Alfonso de astilla, acude á las fuentes de la ant,i-
gnedad griega y rom ana, sin olvidar las doctrinas de Salo-
món, la ciencia de los Sa nto s Pa dre s y el saber de los pue-
blos de Oriente : que Gi ral t de Cabrera y Cerveri de Gironri.
aluden frecuentan iente en sus obras S. la wuerra cle T ro ga , á
h
Priarno y á Alejandro: que el obispo anxin ense , F r. Lucas,
del orden de predicadores, vertia 'y comentaba todas las o bra s
S2
.. .
s.
.
, -
.
..
~ ~ . ..
.~~ >
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de Séileca., ii~cl usa s a.s t,ragcdias: cpie Aiit,onio Valnia ilyá, en
sil ingen ios poesía en alabanza cle la s mon jas de Valldonce-
Ila, va comparando las esposas de Jesncristo con las ilustres'
nlu jere s cle la gentiliclrid, iliistrando su trab ajo con anotacio-
nes cle excliiisita eriiclición, que revelan profundo conocimien-
t,o de las obras del autor de las edrgicns y cle
la Encicln
en tre los antiguos, de Dante, Pe tra rca y Bocaccio, entr e los
niodernos: que Francesch Alegre traduce y dedica la cles-
ventiirada doña Ju an a, hija de Fern ando II de Ar'qón, las
Mctnmorfo.sis de Ovidio, cuya
A r s atliat zdi
era poco nlenos
que de patrimonio comiin en tr e la gente docta do la época; y
que la personalidad de Virgilio figuraba en p rim era linea- eii-
tre los elementos de niiestm literatura senii-erudita, semi-
popular.
Bien se m e alcanza, y lo contrario seria cer rar los ojos
la evidencia, que la causa de Iiallarse nues tros escritores tan
fainiliarizados con las obras escritas en la lengua del Lacio,
debe verse en la circnnst'ancia (le cons tituir entonces las le-
tras latinas, así las de la época de la gent,ilidad, corno las de-
bidas la plunia de los Sa nto s Pad res, la base
y
i~indamento
de los estudio s sag rados proEaiios. Tampoco es posible des-
conocer la influenciapoclerosa que en el desarrollo de la cul-
t,iira catalana ejerció la vida. de relación que esfos natura les
sostuvieron con la Provenza, en sus comienzos; más adelan-
fe con las regiones centrales de Francia; por últ in~ o, final-
mente, por las razones que ante s se ha n apuntado, con las
clel mediodía de Italia. Mas creo tanibién,
y
presiimo- que no
he de se r único en discurrir cleesta siierte, qne mucha parte
tenía en ello lo eliie en cie rto modo podríamos llainkr esen-
cia y vida de nuestro suelo.
Mejor que yo sabéis que, e ntr e las m anifestaciones dele s-
piritli hiiniano
y
de 18 civilización de los pueblos, ningiina
más intima, más inmediata y más propia que el Icngiiaje:
que las palabras, los giros, los niodismos, las Irases de cada
idioma vienen se r algo como cifra
y
compendio, así de los
usos
y
costuinbres, de los sentimientos y creencias del piie-
blo clne lo habla, como (le las relaciones más
ó
menos Mi-
mas
y
duraderas que con otros ha sostenido: que al paso que
los rasgos fisonóinicos,
y
losele ment os internos, se modifi-
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can, alteran
y-
desaparecen m ediante el transcurso del tiempo
y
rnerced ai cambio de las condiciones climatológicas; de la s
invasiorics
y
conclnist,as'; de la niezcla
y
co ni~i sió n o p ieblos
J de razas, n a ~ i d a s l calor de las nuevas necesidades que
unos
y
otros ex perim entan al recorrer el camino de la civiLiza-
ción,-el len aoa je es permanente en mediode su ext rao rdinar ia
P
movilidad, sin que el tiempo, n i la. distancia, ni o tr as influen-
cias, naturales ó extrañ as, sea,n bastantes borra r sus ele -.
nientos constitutivos, pudiendo decirse, en consecuencia, se r
éi
el rasgo. más saliente, deter m ina doé indeleble ent re los que
sirven para distinguirlos caracterizarlos. P u es bien; no se
olvide que lluestra s risueñ as playas, besadas por las jugiie-
tonas aguas del Mediterráneo, desde Rosas
y
Arnpurias,
Iiasta la ant igu a Zacintum;
y
desde el templo de la Venlis
pirenaica, hasta el promontorio de Diana, iiieron la s p r i-
meras que e n ntiest,ra Peninsnla escncharon los arn ~o nio sos
acentos de las lenguas en que se. espregaron Hoinero y Vir-
gilio. Que hija prikog kni ia de la lat,ina, la lengiia. catalan a
conservaba nias puras las facciones
y
lineamientos de la ma-
dre, hall6ndose por lo mismo en mejo res condiciones p ara
suplir, mediante el auxilio de ésba, lo que, en los primeros
tiempos de su existencia, acaso, por sí sola, no habr ía podido
alcan zar, empeñada como estaba en dictar códigos, na rr ar
historias,
y
establecer &nones p ara toda Ilum in a disciplina.
Que el ambiente que respiraba Catalilña, lo mismo c~ ia nd o
sus Iinestes peleaban en Mallorca, en Valencia, en Córcega,
en Cerdeña, en Sicilia, en XApoles
y
en Grecia;
cine
cuando
sus naves, henchidas de las ricas nianuiacturas que en abun-
dancia prodigiosa brotaban de los inodestos talleres de sus
honrados
y
e-prendedores men estrale s, echaban el an c la en
los puertos de hfarsella, de Genova, de Pis a, de Rom a; de
Venecia (le Alejandria, estaba hasta tal punto satura do de
los recuerdos de la antigüedad, que miraba como propios los
venerandos nionlimentos de aquellas pasadas civilizaciones,
con ~p ren dié ndo se, or t anto, sic1liiera cause admiración y sor-
presa, que el monarca
Gel-en~otlioso
en un arran que de legi-
timo entusiasnio, dijera ser el Partlienon, torpemente profa-
nado por los que en este nuestro siglo hans e arrogado el ti-
tulo de representantes de la cultura europea, «la pus richa
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joya que al mon sia,.
é
tal clue en tr e tots los reys de cristians
en vida la porien ie r sem blant».
Mas observo , señores, que, dejándome llevak de la cos-
tumbre en la enseñanza adq ~iirida,va tomanclo todo el sesgo
le conIerencia pronunciada
c x
c á t e d ~ . ~o qiie debía ence-
rr ar se dentro de los limites de mero disciirso de contestación.
Perd onad nie por ello; y pues iempo heme acord uio que me
salía de la acostumbrada senda, y como Iie podido, mas no
como hiibiese querido, he procurado climplir el encarro que
me conferisteis, apro\> écho me de la ad verten cia, 6 iniagi-
nando qiie no lia de faltar qtiien desde la puerta me diga «Se-
ñor doctor, es la hora », pongo termino á mi brea manifes-
tand o al cliie dentro de un instante ha de recibir la insignia
de iIcaddmico, que nuestra Academia le recibe batiendo pal-
mas J d6ndose el parabién por conta rle de hoy más ent re
sus individuos de niimero, ya que, á los muchos títulos que
de ello le han heclio merecedor, debe agr eg arse la erudi ta y
concienznda ~non ogr aiia ue para este acto ha es cr it: ~, apí-
t ~ i l o mportantisirno de un a historia le la Lite ratura catalana,
por lo m is n ~ o ue merced a
é l
queda ftiera de duda que el
es t~ id io onsta nte de las lctr as clásicas hocho por los escrito-
res ca talanes, les pnso en condición por demás ventajosa para
aprovecharse de las primeras manifestaciones del Renctci-
~~z i ox t o
inlliiii. en su posterior
y
completo desarrollo.
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