El Renacimiento italiano (I)
Los precedentes de esta época, que hemos visto en los capítulos anteriores, fraguaron un avance
cualitativo en Italia. Así como es difícil precisar una fecha exacta sí podemos decir que el epicentro
será Florencia. De nuevo, la arquitectura es la primera que se adapta a los valores del momento. Las
lecturas sobre la Antigüedad no dejan indiferentes a la clase intelectual de la erudita y avanzada
Florencia. Se discuten los postulados filosóficos, teológicos y el emotivo gótico se sustituye por un
espíritu racional y equilibrado.
Felipe Brunelleschi, San Lorenzo de Florencia, 1423
El hombre reclama un espacio más acorde y proporcionado a su dimensión humana. En vez de alzar
la mirada hacia el cielo y desplazarnos por las impresiones lumínicas de las vidrieras, el estilo
renacentista prefiere contemplar la unidad del espacio. El hombre se siente el centro del Universo, y
la contemplación del horizonte es intrínseca a nuestra biología como también su naturaleza
tridimensional.
Acorde a estas inquietudes, las cortes renacentistas deseosas de crear un mundo nuevo que infunda
el espíritu modélico de valores morales, cívicos y estéticos de la Antigüedad, reclaman con
veneración al que reúne este saber, el humanista. Hombre culto, versado, que lee en latín y griego,
poeta, un gran dilettante. Por tanto, “renacerá” durante Il Quattrocento (tal como podemos intuir,
estamos hablando del s.XV con “denominación de origen”) una interpretación del mundo clásico.
La misma medida que el hombre griego había establecido para sus espacios exteriores ahora será
mostrada en los interiores. Si la visión unitaria nos colma de armonía, calma y belleza, condiciones
que según Platón nos conduce a lo divino, es lógico que transciendan al resto de la artes.
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El carácter gremial perdura con su forma anónima de trabajo. Si Giotto destacó como aprendiz de
Cimabue, no es de extrañar, que aquellos que sobresalen sean reclamados de un lugar a otro,
entrando en rivalidad y en el pugilato de las ciudades.
Es una época de individualidades, la alianza del artista con el humanista al servicio de príncipes o
mecenas harán que sean personalidades alabadas por la exclusividad del carácter de su obras.
Una nueva responsabilidad para el que era una artesano obediente. Conocer su devenir, es
adentrarnos en la forma de vida de la época.
Paolo di Dono (1397-1475) más conocido como Uccello, por su afición a los pájaros y otros
animales según Vasari, es uno de los primeros pintores, junto a Fra Angelico, Massaccio que
contribuye con sus estudios sobre perspectiva en el avance del arte pictórico.
Aparece como uno de los colaboradores de Lorenzo Ghiberti, entre 1404 y 1407 para realizar la
famosa puerta norte del Baptisterio de Florencia, concurso que ganó en 1401 frente a Brunelleschi,
Donatello y Jacopo dell Quercia. Utilizó un espacio tetralobulado, típico del estilo gótico
internacional donde inserta figuras que sorprenden por su expresividad, movimiento y apariencia
natural. Estos altorrelieves mantienen un punto de vista centralizado. Ghiberti maneja una elegancia
gótica con una delicadeza de inspiración clásica.
Lorenzo Ghiberti, Detalle de la puerta Norte del Baptisterio de San Juan (1401 -1424) Florencia
Según cuenta Vasari, Ucello tenía entonces una modesta retribución “Paolo di Dono, chico de taller,
a 5 florines por año y luego a 7 florines”. Fue recompensado por una suerte mayor, la de conocer
en este taller a figuras tan insignes como Donatello, Masolino y Michelozzo. Inscrito desde la más
tierna edad en la rica y poderosa Corporación de Médicos y Farmacéuticos, sabemos que en 1415
ejercía ya como maestro independiente.
Vasari incide en el carácter solitario y tímido de Ucello. Vivió totalmente volcado en los estudios de
perspectiva, «dotado de un sofisticado ingenio, se complació en investigar los complicados
mecanismos y las extrañas obras del arte de la perspectiva […] pasó su vida entregado a estas
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extravagancias, acabó siendo tan pobre como famoso». Uccello aparece como uno de los
fundadores del planteamiento científico de la pintura. Por ciencia se entendía el acercamiento al
estudio de la naturaleza. Arte y ciencia se consideraban dos ramas similares del conocimiento. Las
matemáticas, presentes en una ciudad que alardeaba de su banca, puso de moda la expresión “sta
al abaco” para aquel ciudadano con formación.
Uccelo fue un artista de temática laica, le interesó más plasmar batallas medievales que obra
devocional. El monumento ecuestre al célebre condottiero inglés John Hawkwood, conocido como
Giovanni Acuto fue terminado en el mismo año que Leon Battista Alberti (1404-1472) acaba su
Tratado de la pintura (1436) que dedica a Brunelleschi, sin duda, la mente estudiosa y matemática
que formula las claves de la perspectiva cónica que emplearían los artistas de la época. Este nuevo
conocimiento causó una revolución pictórica y escultórica.
Monumento Funerario a Sir John Hawkwood, pintura al fresco (1436) Basílica Santa Maria dei Fiori, Florencia
Por primera vez, se resuelve matemática y técnicamente la forma de plasmar la ilusión de
profundidad. Alberti en su tratado concibe la pintura como una ventana abierta, a través de la que
podemos contemplar el mundo. Para facilitar el estudio del espacio crea la famosa ventana o velo
Alberti. El truco consiste en anclar la mirada en un punto fijo que comulgue con tu cuadrícula sobre
la mesa y el marco vertical trazado por otra cuadrícula, dará los puntos de referencia espacial de la
istoria que quieras representar.
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La batalla de San Romano marca un punto de inflexión en nuestro tímido Ucello y aplica más de lo
que imaginamos los principios albertianos: el contorno de las formas (circumscriptione), la
compositione donde entra en juego la proporción y la receptione di lumi o el color.
Paolo Ucello detalle de La batalla de San Romano (1456) , temple sobre tabla, 180 x 316 cm Museo del Louvre
La ambientación de la obra hace que parezca que estemos en un ambiente irreal al mismo tiempo
que entendemos el espacio en el que discurre la istoria mediante el juego de lanzas, la
superposición de los contornos y el color. Para Ucello toda anatomía o forma de la naturaleza es una
geometría que se afana en estudiar
Paolo Ucello, Mazzocchio, tinta sobre papel, Galería de los Uffizi Paolo Ucello, detalle de Retrato de un joven (1440-1442)
Museo de Bellas Artes, Chambéry
Hasta los pliegues se sustentan en una geometría, como muestra este dibujo del mazzochio, una
especie de rodete que recubierto de una tela caía sobre el hombro del elegante comitente, así
como si tocara el de sus mayores admiradores, Piero della Francesca y Leonardo da Vinci.
Comento más sobre este artista y su época en el videoblog Art View de ABC
https://abcblogs.abc.es/art-view/otros-temas/paolo-uccello-el-estudioso-de-la-perspectiva.html
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