Diseño: Sergio DuránFoto: Rodrigo GarcíaArte: Mariana Jurado Silvana Araoz-Fraser Sofía Restrepo Natalia MustafáProducción: Juliana Reyes
Un aburrido adolescente y
su grupo de amigos se rebelan
escogiendo
el día de su muerte para vivir
el exceso sin consecuencias.
Cansado de los constantes límites que le impone la vida fría y aburrida
de la burbuja de clase alta bogotana, Benjamín (17) decide buscar una manera
distinta de vivir. Para escapar de la preocupación por el futuro que le impide vivir
el presente decide renunciar a él programando el día de su muerte. Sin futuro
no hay consecuencias. Lo que empieza como su proyecto personal rápidamente
se convierte en el de un grupo de adolescentes descontrolados por la ciudad en
búsqueda constante de placeres extremos. Benjamín invita a Ana, su exnovia,
a unirse al grupo sin contarle lo que planean hacer al final. La decadencia llega
rápido: a las fiestas, deportes de riesgo, el sexo y el alcohol del principio se les
suman drogas cada vez más pesadas, robos, vandalismo. ¿Se tomarán el plan en
serio? La mayoría lo vive como una ficción. Solo Tomás, un tímido niño que nunca
ha encajado bien con los demás, se lo toma en serio, de un manera obsesiva. Sin
embargo, las acciones de algunos los llevan a un punto sin retorno. La policía los
busca. Es en este punto donde Ana se entera de lo que planean hacer, e indignada
se aleja de ellos, acabando con lo que había sido un reencuentro de amor intenso
con Benjamín. Todos escogen esconderse en una finca para pasar los últimos
días, donde la decadencia llega a niveles aún más bajos. Benjamín no puede parar
de pensar en Ana, quien finalmente se les une de nuevo. El último día, al final
de la fiesta que han decidido hacer antes de llevar a cabo su plan mientras se
esconden en una finca, asqueado de lo que ha creado, Benjamín decide acabar
con el plan él mismo. Su acto de rebeldía lo alejó del mundo ascéptico en el que
creció, enseñándole así a amar el sinsentido contra el que se rebeló. Es por esto
que se aleja de la finca para tirar el veneno que planeaban usar, pero justo cuando
lo hace se da cuenta de que ya es muy tarde. La bomba que Tomás había fabricado
para asegurarse de que el plan se lleve a cabo estalla. Benjamín, solo, observa la
gran nube de humo que cubre la casa donde estaban todos sus amigos.
I N T E N C I Ó N
Esta historia nace de una fantasía adolescente. Durante esos años de mi
vida sentía una tensión constante entre lo que quería hacer y lo que se esperaba
de mí, una ansiedad permanente sobre cómo las decisiones que tomara en esos
momentos tendrían un efecto directo sobre mi futuro. Lejos de tener impulsos
suicidas reales, más de una vez terminaba pensando en el suicidio programado
como una liberación de esa obsesión por el futuro (aunque, de nuevo, siempre
en un plano teórico). Creo que esa preocupación por el futuro no es algo que
desaparezca cuando salimos de esa etapa de nuestras vidas, sino que más bien
es algo que se convierte en habitual, dejando atrás la crisis existencial que la
acompaña durante esos años, y que es algo inherente a nuestra condición humana.
A este tema volví durante mis años como estudiante de filosofía, después de
estudiar cine, cuando veía que en la tensión entre el individuo y la sociedad era la
temporalidad, especialmente las consecuencias de las acciones del individuo, la
herramienta principal por medio de la cual la sociedad lo forma a su conveniencia.
Nunca pensé en el suicidio como una alternativa real. Por más liberador
que pudiera ser un plan de este tipo para vivir el presente absoluto, la muerte
siempre me ha aterrado. Vivir es demasiado increíble como para renunciar
a hacerlo. ¿Cómo podía hacer para que mis personajes nunca hicieran esta
transición del plano teórico y fantasioso al real? Crecí entre la clase media
y la clase alta bogotana, rodeado siempre del círculo de estudiantes de los
colegios internacionales de la ciudad, testigo de la burbuja de sobreprotección
en la que vivían algunos de mis amigos. Durante mi infancia y adolescencia,
cuando el conflicto en Colombia estaba en una de sus etapas más críticas, las
familias con más dinero aislaron a sus hijos por completo para protegerlos. Su
mundo era el de su colegio, sus camionetas blindadas, sus clubes y sus casas.
prohibida para muchos. El conflicto se vivía unos pocos minutos al día a través
NOTA
DE
I N T E N C I Ó N
La calle estaba prohibida para muchos. El conflicto se vivía unos pocos minutos
al día a través de los noticieros. Sus padres, la mayoría ocupados empresarios,
tenían poco tiempo para estar con ellos, dejándolos la mayor parte del tiempo
solos o con sus empleados. Pasábamos casi todo nuestro tiempo consumiendo
productos de cultura popular (música, cine, series, videojuegos…) de Estados
Unidos y Europa. Así, no sólo vivíamos el conflicto como una ficción, sino
que también nuestras propias vidas se dedicaban a vivir ficciones. Es por esto
que decidí exagerar estos elementos en mi historia, creando así una hipérbole
de la juventud bogotana de clase alta donde fuera creíble la dificultad de mis
personajes para pasar del plano ficticio y teórico al real, su dificultad para
pensar las consecuencias reales de sus actos, y que mostrara lo que la reciente
obsesión de nuestro cine por las clases bajas y la vida rural ha decidido
rechazar, ignorando así una parte de la causa de nuestros problemas como país.
Esta atmósfera será creada en la primera parte de la película con espacios
encerrados, fríos y minimalistas, planos fijos, simétricos, frontales, de una duración
larga, un diseño sonoro silencioso, y un color desaturado y de tonos grises y azules.
Haneke y Lanthimos, directores preocupados por mostrar la frialdad y alienación
de sus sociedades, serían referentes para tener en mente en esta primera parte
del largometraje. Ha medida que este grupo adolescente va rebelándose contra
su entorno, rompiendo esta burbuja, la cámara también se volverá más libre, el
montaje más picado, los colores más vivos, la música acompañará gran parte de las
escenas, alejándonos de esa estética de los primeros minutos y acercándonos a una
más cercana a la de directores como Gaspar Noé o Romain Gavras, claros ejemplos
de los excesos que atraen a la juventud urbana contemporánea. Esta saturación,
este ritmo frenético, bajarán nuevamente al final, donde la estética se tornará
más sordida. La fantasía de este grupo adolescente se convertirá en su pesadilla.
NOTA
DE
B E N J A M Í N
A N A
La burbuja de sobreprotección de la clase alta bogotana ha llevado a Benjamín a una fría vida de tedio vacía de pasión. Se ha acostumbrado ha vivir el mundo a través de pantallas: la de las películas, la de los noticieros, la de las redes sociales. Sus padres son ocupados empresarios sin mucho tiempo para él. Cansado de su permanente aburrimiento, con una total falta de interés por los proyectos de vida que le ofrece su entorno, y enfrentado a una crisis de adolescencia, Benjamín decide buscar otra forma de vida.
Su vida cambió radicalmente en los últimos meses. Hace un poco más de un año decidió hacerle caso a sus padres e irse a vivir con su mamá en Argentina, despidiéndose de Benjamín, su primer amor, con quien vivió el mejor año de su vida. Argentina le encantó, rapidamente se olvidó de él, pero una súbita enfermedad de su papá la obligó a volver a Bogotá para cuidarlo, encontrando a un Benjamín que ahora prefiere ignorarla.
B
A
Tomás fue criado por su padre, un exitoso artista que lo ha dejado bastante libre desde muy pequeño. Siempre ha tenido problemas en conectar con otras personas, en leer sus emociones y en transmitirles las suyas. Le ha interesado el arte desde niño, y últimamente le ha gustado explorar el tema de la muerte en sus trabajos.
T
Desde la muerte de sus padres cuando él era muy pequeño, Camilo ha ido cambiando de hogar constantemente, pasando de familiar en familiar, de ciudad en ciudad. Ya lleva un año en Bogotá, viviendo con un ocupado primo que está dando sus primeros pasos como banquero. Con tan poco tiempo en su colegio, especialmente comparado a los demás, no ha logrado tener amigos cercanos aún, algo que ha sido su búsqueda constante en todos los lugares a los que ha llegado.
El que su madre sea profesora del colegio alemán de la ciudad le ha permitido estudiar ahí desde pequeño, rodeado de los hijos de la clase alta bogotana. La diferencia entre su clase social y la de sus compañeros ha sido siempre una barrera invisible entre ellos, alejándolo de los grupos que se han ido formando. Su rechazo a la constante presión que le hace su padre para que siga el camino necesario para un día continuar el negocio familiar, un taller de carros, es una tensión cada vez mayor entre ellos.
Pedro se ha metido en problemas desde que tiene memoria. Tiene un rechazo incontrolable por las normas y detesta estudiar. Ya ha perdido dos años de colegio y está en camino de perder el tercero, lo que lo expulsaría inmediatamente de este. Nada en su entorno parece ofrecerle una alternativa que le haga sentir que no ha perdido ya la posibilidad de un buen futuro.
C
M
P
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