7/28/2019 En Defensa Del Marxismo - Leon Trotsky
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Leon Trotsky
En defensa del marxismo
1942
(Compilacin de textos)
http://www.marxists.org/espanol/trotsky/1940s/dm/index.htmhttp://www.marxists.org/espanol/trotsky/1940s/dm/index.htm7/28/2019 En Defensa Del Marxismo - Leon Trotsky
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Carta a James P. Cannon
12 de septiembre de 1939.
Querido Jim:
Estoy escribiendo un estudio sobre el carcter social de la URSS en relacin con el
problema de la guerra. El escrito y su traduccin no estarn listos hasta dentro de una
semana. Las ideas fundamentales son las siguientes:
1. Nuestra definicin de la URSS puede ser correcta o no, pero no veo ninguna razn
para que esa definicin dependa del pacto germano-sovitico.
2. El carcter social de la URSS no est determinado por su amistad hacia lasdemocracias o el fascismo. El que adopte este punto de vista est atrapado por la
concepcin stalinista del Frente Popular.
3. El que diga que la URSS ya no es un estado obrero degenerado, sino un nuevo tipo de
formacin social, debe especificar claramente cmo apoya nuestras conclusiones
polticas.
4. No podemos considerar el problema de la URSS aisladamente, fuera del proceso
histrico actual, El estado stalinista es una formacin transitoria, la deformacin de un
estado obrero en un pas aislado y atrasado, o un "colectivismo burocrtico" (Bruno R.,
La Bureaucratisation du monde, Pars, 1939)[1]
, un nuevo tipo de formacin social queest reemplazando al capitalismo en todo el mundo (stalinismo, fascismo, New Deal,
etc.). Los experimentos terminol6gicos (estado obrero, o no; de clase o no de clase, etc.)
cobran sentido slo si tenemos en cuenta su aspecto histrico. El que elige la segunda
alternativa admite, abiertamente o no, que se ha extinguido todo el potencial
revolucionario del proletariado, a nivel mundial, que el movimiento socialista est en
bancarrota y que el viejo capitalismo se est autotransformando en "colectivismo
burocrtico", con una nueva clase dominante.
La enorme importancia de esta conclusin se explica por s misma. Implica, en el
sentido ms amplio, el destino de la humanidad y del proletariado mundial. Tenemos
derecho para implicarnos, simplemente por experimentos terminolgicos, en una nuevaconcepcin histrica que est en contradiccin absoluta con nuestro programa, tctica y
estrategia? Un salto tan aventurado podra ser doblemente criminal en un momento de
guerra mundial, cuando la revolucin socialista parece inminente y cuando el caso de la
URSS puede aparecer a los ojos de todo el mundo como un episodio transitorio en el
proceso de la revolucin socialista mundial.
He escrito estas lneas muy rpidamente, lo que explica su insuficiencia, pero espero
poder mandarte dentro de una semana una tesis ms completa.
Saludos del camarada,
V.T.O.[2]
http://www.marxists.org/espanol/trotsky/1940s/dm/01.htm#n1http://www.marxists.org/espanol/trotsky/1940s/dm/01.htm#n1http://www.marxists.org/espanol/trotsky/1940s/dm/01.htm#n2http://www.marxists.org/espanol/trotsky/1940s/dm/01.htm#n1http://www.marxists.org/espanol/trotsky/1940s/dm/01.htm#n27/28/2019 En Defensa Del Marxismo - Leon Trotsky
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[1] Bruno Rizzi. [Nota del MIA]
[2] Dadas las condiciones de los distintos pases en que vivi tras su exilio, Trotsky
utiliz frecuentemente pseudnimos. Sus cartas suelen ir firmadas con el nombre de su
secretario ingls.
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La URSS en guerra
25 septiembre 1939
El pacto germano-sovitico y el carcter de la URSS
Es posible, una vez concluido el acuerdo germano-sovitico, seguir considerando a la
URSS como un estado obrero? El futuro del estado sovitico ha suscitado, una y otra
vez, discusiones entre nosotros. Tenemos ante nosotros el primer caso histrico de
estado obrero. Nadie ha podido analizar antes este fenmeno. En el problema del
carcter social de la URSS, los errores suelen proceder, como ya habamos previsto, de
reemplazar el hecho histrico por la norma programtica. El hecho concreto se deriva dela norma. Esto no significa, sin embargo, que la rompa: por el contrario, la reafirma, en
su aspecto negativo. La degeneracin del primer estado obrero, prevista y explicada por
nosotros, ha demostrado grficamente lo que puede y debe ser un estado obrero bajo
determinadas condiciones histricas. La contradiccin entre la norma y el hecho
concreto no nos obliga a rechazar la norma, sino, al contrario, a luchar para construir un
camino verdaderamente revolucionario. El programa para abordar el problema de la
revolucin en la URSS est determinado, por un lado, por el hecho histrico objetivo de
la existencia de la URSS y, por otro, por la norma del estado obrero. No decimos: "Todo
se ha perdido, debemos empezar de cero otra vez", sino que indicamos claramente los
elementos del estado obrero que, en el momento actual, pueden salvarse, perservarse e
incluso desarrollarse.
Los que hoy afirman que el pacto germano-sovitico debe cambiar nuestra posicin
respecto al estado sovitico se basan en la postura del Comintern -o mejor dicho, de la
antigua postura del Comintern-. De acuerdo con esta lgica, la misin histrica del
estado obrero es la lucha a favor de la democracia imperialista. La "traicin" de las
democracias a favor del fascismo despoja a la URSS de su condicin de estado obrero.
De hecho, el tratado con Hitler no es sino un dato ms del grado de degeneracin de la
burocracia sovitica, y de su desprecio por la clase trabajadora internacional, incluido el
Comintern, pero no la base para una revaluacin de nuestra concepcin sociolgica de
la URSS.
Se trata de un crecimiento canceroso o de un nuevo rgano?
Nuestros crticos han argido ms de una vez que la burocracia sovitica actual se
parece muy poco a las burocracias burguesas' o sindicales en las sociedades capitalistas:
que representan una nueva formacin social, en mucha mayor medida que el fascismo
Esto es casi verdad y nunca nos hemos negado a reconocerlo. Pero si consideramos a la
burocracia sovitica como una "clase", debemos reconocer inmediatamente que no se
parece a ninguna de las clases basadas en la propiedad que hemos conocido en el
pasado. Frecuentemente llamamos "casta" a la burocracia sovitica, tratando de
simbolizar as su carcter cerrado, su gestin arbitraria y la altanera de su estrato
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dirigente, que considera que sus progenitores proceden de los divinos labios de Brahma,
mientras que las clases populares han nacido de sus partes ms groseras. Pero esta
definicin no es estrictamente cientfica. Su relativa superioridad se basa nicamente en
que el sentido general del trmino es claro para todo el mundo, sin que a nadie se le
ocurra identificar la oligarqua de Mosc con la casta hind de Brahma. La vieja
terminologa sociolgica no posee un trmino adecuado para un nuevo acontecimientosocial que est en evolucin (degeneracin) y que no ha tomado todava formas
estables. Para nosotros, sin embargo, la burocracia sovitica puede seguir llamndose
as, burocracia, sin privara de sus peculiaridades histricas. En nuestra opinin, esto es
suficiente por el momento.
Cientfica y polticamente -y no slo terminolgicamente-, la cuestin central es: es la
burocracia un crecimiento temporal en un organismo social o se ha transformado ya en
un rgano histricamente indispensable? Las excrecencias sociales pueden ser el
producto de un conjunto "accidental" (por tanto, temporal y extraordinario) de
circunstancias histricas. Un rgano social (y esto son las clases, incluidas las clases
dominantes) slo puede comprenderse como el resultado necesario del desarrollo de lasnecesidades de la produccin. Si no respondemos a esta pregunta, la discusin se
convertir en un mero juego de palabras.
La temprana degeneracin de la burocracia
La justificacin histrica de toda clase dominante consiste en afirmar que el sistema de
explotacin que capitanea lleva el desarrollo de las fuerzas productivas a un nuevo
nivel. Fuera de toda duda, el rgimen sovitico ha dado un gran impulso a la economa.
Pero la fuente de este impulso fue la nacionalizacin de los medios de produccin y la
planificacin econmica, y no el hecho de que la burocracia usurpara el mando de la
economa. Por el contrario, el burocratismo, como sistema, ha sido el peor enemigo del
desarrollo tcnico y cultural del pas. Durante algn tiempo, esto estuvo oculto por el
hecho de que la economa sovitica tuvo que dedicar dos dcadas a asimilar la
tecnologa y la organizacin de la produccin de los pases capitalistas avanzados. Este
perodo de imitacin y trasplante se ha podido cubrir, para bien o para mal, con el
automatismo burocrtico. El aguda y constante contradiccin entre ambos elementos
conduce a constantes convulsiones polticas y a la eliminacin sistemtica de los
elementos ms creativos en todas las esferas de actividad. De este modo, antes de que la
burocracia haya conseguido producir una "clase dominante", ha entrado encontradiccin irreconciliable con las exigencias del desarrollo. La explicacin de esto
debe basarse precisamente en el hecho de que la burocracia no es el portador de un
nuevo sistema econmico peculiar e imposible sin ella, sino un parsito que crece en un
estado obrero.
Las condiciones para la omnipotencia y cada de la burocracia
La oligarqua sovitica posee todos los vicios de las antiguas clases dominantes, pero
carece de su misin histrica. En la degeneracin burocrtica del estado sovitico no seexpresan las leyes generales de transicin de la sociedad moderna del capitalismo al
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socialismo, sino una refraccin especial excepcional y temporal de dichas leyes bajo las
condiciones de un pas atrasado y revolucionario en un contexto capitalista. La escasez
de bienes de consumo y la lucha generalizada por conseguirlos da lugar a un polica que
se arroga la funcin de la distribucin. La hostilidad exterior confiere al polica el papel
de "defensor" del pas, le dota de autoridad nacional y le permite saquear el pas por
partida doble.
Las dos condiciones de la omnipotencia de la burocracia -el atraso del pas y el entorno
imperialista- tienen, sin embargo, un carcter temporal y transitorio y deben desaparecer
con el triunfo de la revolucin mundial. Incluso los economistas burgueses han
calculado que, con una economa planificada, los EE.UU. alcanzaran rpidamente un
producto nacional de 200 billones de dlares, que sera suficiente para asegurar a la
poblacin, no slo la cobertura de sus necesidades primarias, sino un elevado nivel de
confort. De otra parte, la revolucin mundial suprimira la amenaza exterior, que es otra
de las causas de la burocratizacin. La eliminacin de la necesidad de gastar una parte
enorme del producto nacional en armamento elevara an ms el nivel cultural y de vida
de las masas. En estas condiciones, la necesidad de un polica distribuidor caera por smisma. Una administracin similar a una cooperativa gigante suplantara rpidamente el
poder del Estado. No habra lugar para una nueva clase dominante o para un nuevo
rgimen explotador, situado entre el capitalismo y el socialismo.
Y qu pasar si no tiene lugar la revolucin socialista?
La desintegracin del capitalismo y de la vieja clase dominante ha alcanzado lmites
extremos. La supervivencia de este sistema es imposible. Las fuerzas productivas deben
organizarse de acuerdo con un plan. Pero, quin cumplir esta tarea, el proletariado o
una nueva clase dominante de "comisarlos", polticos, administradores y tecncratas?
En opinin de algunos racionalistas, la experiencia histrica demuestra que no se debe
depositar ninguna confianza en el proletariado. El proletariado se demostr incapaz de
impedir la ltima guerra mundial, aunque las precondiciones materiales para una
revolucin socialista ya existan en aquel momento. Los xitos del fascismo tras la
guerra seran una nueva muestra de la "incapacidad" del proletariado para sacar a la
sociedad capitalista de su callejn sin salida. La burocratizaci6n de la RSS sera una
nueva prueba de la "incapacidad" del proletariado para organizar la sociedad por medios
democrticos. La revolucin espaola ha sido estrangulada por las burocracias fascistas
y stalinista ante los mismsimos ojos del proletariado mundial. El ltimo eslabn de estacadena es la nueva guerra imperialista, que se prepara abiertamente, ante la impotencia
del proletariado internacional. Si se adopta esta concepcin, esto es, si se reconoce que
el proletariado no tiene fuerza suficiente para llevar a cabo la revolucin socialista, la
urgente tarea de la estatalizacin de las fuerzas productivas deber realizarse por otros.
Por quin? Por una nueva burocracia, que reemplazar a la decada burguesa como
clase dominante a escala mundial. As estn empezando a plantear el problema algunos
"izquierdistas" que no se contentan con discutir sobre terminologa.
La guerra actual y el destino de la sociedad moderna
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Dada la marcha de los acontecimientos, este problema se plantea ahora muy
concretamente. La segunda guerra mundial ha comenzado. Esto confirma
incontrovertiblemente el hecho de que la sociedad no puede subsistir ms tiempo sobre
bases capitalistas. Adems, somete al proletariado a una prueba nueva y quiz decisiva.
Si esta guerra provoca, como creemos firmemente, una revolucin proletaria, seproducir la ruptura de la burocracia de la URSS y la regeneracin de la democracia
sovitica sobre bases econmicas y culturales ms firmes que en 1918. En este caso, la
cuestin de si la burocracia stalinista es una "clase" o un cncer del estado obrero se
resolver automticamente. Quedar claro que la burocracia sovitica era slo un
episodio en el proceso de desarrollo de la revolucin mundial.
Podemos suponer, sin embargo, que la presente guerra no va a provocar la revolucin,
sino la decadencia proletariado. Queda, en ese caso, su progresiva fusin con el estado y
la suplantacin de la democracia, all donde todava existe, por un rgimen totalitario.
La incapacidad del proletariado para tomar en sus manos la direccin de la sociedad
podra conducirnos, en las actuales condiciones, al crecimiento de una nueva clasedominante, de la burocracia fascista bonapartista. Sera, segn todos los indicios, un
rgimen de decadencia, destinado al eclipse de la civilizaci6n.
Se producira un resultado similar si el proletariado de los pases capitalistas avanzados,
una vez conquistado el poder, se muestra incapaz de retenerlo y lo entrega, como en la
URSS, a una burocracia privilegiada. En ese caso, nos veramos obligados a reconocer
que las causas del burocratismo no son el atraso del pas ni el imperialismo circundante,
sino una incapacidad congnita del proletariado para llegar a ser la clase dominante.
Entonces tendramos que reconsiderar los rasgos caractersticos que hacen de la URSS
la precursora de un nuevo rgimen de explotacin a escala mundial.
Nos hemos alejado mucho de la controversia inicial sobre cmo denominar al Estado
sovitico. Pero no nos critiquis; slo de una perspectiva histrica adecuada se puede
uno proveer de elementos de juicio suficientes para decidir sobre una cuestin como la
sucesin de un rgimen social por otro. La alternativa histrica, llevada al lmite, es la
siguiente: es el estado stalinista un desgraciado incidente en el proceso de
transformacin de una sociedad del capitalismo al socialismo, o es el primer paso hacia
un nuevo tipo de sociedad basada en la explotacin? Si la segunda afirmaci6n es cierta,
la burocracia se convertir en una nueva clase explotadora. Si el proletariado del mundo
se muestra incapaz de cumplir la misin que le ha asignado el curso del desarrollo
histrico, no nos quedar ms remedio que reconocer que el programa socialista, basadoen las contradicciones internas de la sociedad capitalista, es una utopa. Sera necesario,
en ese caso elaborar un nuevo programa "mnimo", para la defensa de los intereses de
los esclavos de la sociedad burocrtica totalitaria.
Nos obligarn los datos objetivos a renunciar ya al proyecto de la revolucin
socialista? Este es el problema que se nos plantea.
La teora del "colectivismo burocrtico"
Poco despus de la toma del poder por Hitler, un comunista de izquierda alemn, HugoUrbahns, lleg a la conclusin de que el capitalismo iba a ser reemplazado por un
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nuevo, "capitalismo de estado". Los primeros ejemplos eran Alemania, la URSS e Italia.
Urbahns, sin embargo, no elabor las conclusiones polticas de esta teora.
Recientemente, un comunista de izquierda italiano, que formalmente se adhiere a la IV
internacional, Bruno R., ha llegado a la conclusin de que el "colectivismo burocrtico"
reemplazar al capitalismo (Bruno R.: La Bureaucratisation du Monde, Pars, 1939, 350
pgs.). La nueva burocracia es una clase, su relacin con los trabajadores es laexplotacin colectiva, los proletarios se han transformado en los esclavos de los
explotadores totalitarios.
Bruno R. da igual trato a la economa planificada de la URSS, el fascismo, el Nacional
Socialismo y el New Deal de Rooswelt. Todos estos regmenes poseen, indudablemente,
rasgos comunes, que se basan, en ltimo anlisis, en las tendencias colectivistas de la
economa moderna. Lenin, antes de la Revolucin de Octubre, formul as las
caractersticas ms importantes del capitalismo imperialista; concentracin gigantesca
de las fuerzas productivas, fusin progresiva del capital monopolista con el estado,
tendencia orgnica a la dictadura descarada como resultado de esta fusin. La
centralizacin y la colectivizacin determinan tanto la poltica revolucionaria como lacontrarrevolucionaria; pero esto no significa que el termidor, el fascismo o el
reformismo americano sean equivalentes a la revolucin. Bruno queda atrapado por el
hecho de que, a causa de la postraci6n poltica de la clase trabajadora, las tendencias a la
colectivizacin hayan tomado la forma de "colectivismo burocrtico". El fenmeno en
s es irrefutable, pero, cules son sus lmites y su peso histrico? Lo que nosotros
consideramos una malformacin en un perodo de transicin, el resultado del desarrollo
desigual de los mltiples factores que intervienen en un proceso social, es para Bruno
una formacin social independiente en la que la burocracia es la clase dominante. Bruno
tiene el mrito de llevar el asunto desde el crculo reducido de los ejercicios
terminolgicos al terreno de las generalizaciones histricas. Esto nos hace ms fcil la
tarea de divulgar su error.
Como muchos ultraizquierdistas, Bruno R. identifica esencialmente stalinismo y
fascismo. Por un lado, la burocracia sovitica ha adoptado los mtodos polticos del
fascismo; por el otro, la burocracia fascista, que de momento se contenta con una
intervencin "parcial" de la economa, est evolucionando rpidamente hacia la total
estatificacin de la economa. La primera afirmacin es absolutamente correcta. Pero la
creencia de Bruno de que el "anticapitalismo" fascista ser capaz de expropiar por
completo a la burguesa es errnea. La intervencin "parcial" del estado difiere de la
economa planificada en la misma medida en que "reforma" difiere de "revolucin".
Mussolini y Hitler estn "coordinando" los intereses de los propietarios privados y"regulando" la economa capitalista y, adems, principalmente por razones de guerra. La
oligarqua del Kremlin es algo ms: tiene la oportunidad de dirigir la economa como un
cuerpo, porque la clase trabajadora de Rusia fue capaz de dar el mayor vuelco a las
relaciones de propiedad conocido en la historia. Es una diferencia que no podemos
olvidar.
Pero aunque aceptemos que el stalinismo y el fascismo, desde polos opuestos, llegarn
algn da a ser el mismo tipo de sociedad ("colectivismo burocrtico", segn la
terminologa de Bruno R.), la Humanidad continuar ante un callejn sin salida. La
crisis del sistema capitalista es tanto el resultado del papel reaccionario de la propiedad
privada como del no menos reaccionario del estado nacional. Aunque los distintosgobiernos fascistas triunfasen en su empeo de construir una economa planificada en
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sus pases respectivos, al margen de los inevitables movimientos revolucionarios del
proletariado imprevisibles para todo plan, la lucha de los estados totalitarios por el
dominio del mundo continuar e incluso se recrudecer. Las guerras devorarn los
frutos de las economas planificadas y destruirn la civilizacin. Bertrand Russell cree,
es cierto, que algn estado victorioso puede, como resultado de la guerra, unificar el
mundo bajo un rgimen totalitario. Pero incluso si esta hiptesis se realizara, lo que esmuy dudoso, la "unificacin militar" no sera ms estable que el Tratado de Versalles.
Los levantamientos nacionales llevaran a una nueva guerra mundial, que sera la tumba
de la civilizacin. Los hechos objetivos, y no nuestros deseos subjetivos, nos muestran
que la nica posibilidad de salvacin de la Humanidad es la revolucin socialista
mundial. La alternativa es la vuelta a la barbarie.
El proletariado y sus dirigentes
Dedicaremos muy pronto un artculo entero a la cuestin de la clase y su direccin. Noslimitamos aqu a decir lo ms indispensable. Slo los "marxistas vulgares", que
interpretan la poltica como un simple y directo "reflejo" de la economa, pueden pensar
que la direccin refleja directa y simplemente a la clase. En realidad, la direccin, que
se ha alzado sobre la clase oprimida, sucumbe inevitablemente a la presin de la clase
dominante. La direccin de los sindicatos americanos, por ejemplo, refleja tanto al
proletariado como a la burguesa. La seleccin y educacin de una direccin
verdaderamente revolucionaria, capaz de soportar la presin de la burguesa, es una
tarea extraordinariamente difcil. La dialctica del proceso histrico nos ha mostrado
claramente como el proletariado del pas ms atrasado del mundo, Rusia, ha sido capaz
de engendrar la direccin ms clarividente y valerosa que hayamos conocido. Por el
contrario, el proletariado del pas con un capitalismo ms antiguo, Inglaterra, tiene,
hasta el momento, la direccin ms servil y lerda.
La crisis de la sociedad capitalista, que tom un carcter manifiesto en julio de 1914,
produjo, desde el primer da de guerra, una profunda crisis en la direccin del
proletariado. Esto viene durante 25 aos; el proletariado de los pases avanzados todava
no ha sido capaz de producir una direccin a la altura de las tareas histricas de nuestro
tiempo. El ejemplo de Rusia nos revela, sin embargo, que es posible (lo que no significa
que haya sido inmune a la degeneracin). Por lo tanto, la pregunta a la que ahora hemos
de responder es la siguiente: se engendrar, en el proceso de esta guerra y de las
profundas convulsiones que se van a producir, una direccin autnticamenterevolucionaria, capaz de dirigir al proletariado en la conquista del poder?
La IV Internacional ha respondido afirmativamente a esta pregunta no slo a travs de
su programa, sino, y sobre todo, a travs del hecho de su existencia. Los desilusionados
y aterrorizados pseudo-marxistas de todo tipo responden, por el contrario, que la
bancarrota de la direccin "refleja" simplemente la incapacidad del proletariado para
cumplir su misin histrica. No todos nuestros oponentes expresan con claridad su
pensamiento, pero todos ellos -ultraizquierdistas, centristas, anarquistas, por no hablar
de los stalinistas y los socialdemcratas- cargan el peso de sus propios errores sobre las
espaldas del proletariado. Ninguno de ellos expresan claramente bajo qu condiciones
ser capaz el proletariado de llevar a cabo la revolucin socialista.
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Si aceptamos como vlido que la causa de los errores es consustancial a las cualidades
sociales del proletariado como tal, hemos de reconocer que el futuro de la sociedad
moderna se nos presenta sin esperanza. Bajo las condiciones del capitalismo en
decadencia, el proletariado no crece ni numrica ni culturalmente. No hay razones, por
tanto, para creer que alcance algn da la altura de su misin revolucionaria. Hemos
clarificado el profundo antagonismo entre la necesidad orgnica, insoslayable ycreciente de las masas trabajadoras de escapar del caos sangriento del capitalismo y el
carcter conservador, patritico y totalmente burgus de las direcciones sindicales
existentes. Debemos elegir entre una de estas dos alternativas irreconciliables
Las dictaduras totalitarias, consecuencia de una crisis aguda, no regmenes
estables
La Revolucin de Octubre no fue un accidente. Fue un anticipo del futuro. Los
acontecimientos confirmaron su carcter de pronstico, y su degeneracin no lodesminti, porque los marxistas no creyeron nunca que un estado obrero aislado pudiera
mantenerse indefinidamente en Rusia. A decir verdad, esperbamos la cada del Estado
sovitico, no su degeneracin; ms exactamente, no habamos hecho diferencias entre
estas dos posibilidades. Pero no son contradictorias. La degeneracin ha de acabar
necesariamente en cada al llegar a un determinado punto.
Un rgimen totalitario, sea del tipo stalinista o fascista, puede ser, esencialmente, un
rgimen temporal y transitorio. La dictadura descarada ha sido, a lo largo de la historia,
el producto y el sntoma de una crisis social especialmente severa, nunca un rgimen
estable. Las crisis profundas no pueden ser una condicin permanente de la sociedad.
Un rgimen totalitario es capaz de suprimir las contradicciones sociales durante cierto
tiempo, pero es incapaz de autoperpetuarse. Las monstruosas purgas de la URSS son el
mejor testimonio de que la sociedad sovitica rechaza orgnicamente la burocracia.
Es asombroso que Bruno R. vea en estas purgas la prueba de que la burocracia sovitica
se ha convertido en clase dominante, pues, en su opinin, slo una clase dominante es
capaz de medidas a tal escala.[1] Olvida, sin embargo, que el zarismo, que no era de
"clase", tambin realiz grandes purgas, y precisamente cuando estaba cerca de su fin.
Stalin testifica mejor que nadie, con sus monstruosas purgas, sntoma inequvoco de su
agona, la incapacidad de la burocracia para convertirse en una clase estable. No
hubisemos quedado en ridculo si hubisemos dicho que la oligarqua bonapartista erauna clase pocos anos, o incluso pocos meses, antes de su vergonzosa cada? Con esta
pregunta quisiramos advertir a los camaradas entregados a experimentos
terminolgicos, y generalizaciones apresuradas.
La orientacin hacia la Revolucin Mundial y la regeneracin de la URSS
Un cuarto de siglo es muy poco tiempo para el rearme de la vanguardia proletaria
mundial, y demasiado para mantener intacto el sistema sovitico en un pas aislado y
atrasado. La Humanidad est pagando esto con una nueva guerra imperialista; pero lamisin fundamental de nuestra poca no ha cambiado, por la sencilla razn de que no se
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ha realizado. La gran ventaja que tenemos ahora, y la gran promesa para el futuro, es
que un destacamento del proletariado nos ha mostrado ya cmo llevar a la prctica esa
misin.
La segunda guerra imperialista concede a esta tarea por cumplir un rango histrico muy
elevado. Pone de nuevo a prueba no slo la estabilidad de los regmenes existentes, sino
la capacidad del proletariado para reemplazarlos. Los resultados de esta prueba tendrnuna importancia decisiva a la hora de considerar la poca moderna como la poca de la
revolucin proletaria. Si, contra todo pronstico, la Revolucin de Octubre encuentra
algn continuador en los pases desarrollados durante la guerra o tras ella: o si, por el
contrario, el proletariado es derrotado en todos los frentes, tendremos que replantearnos
nuestra concepcin de la poca actual y sus fuerzas motoras. No se tratara slo de un
ejercicio literario sobre la denominacin de la URSS y de la banda de Stalin, sino la
revolucin de la perspectiva histrica del mundo en las prximas dcadas, quiz en los
prximos siglos; hemos entrado en la poca de la revolucin social y la sociedad
socialista o, por el contrario, en la de la decadencia de la sociedad y el totalitarismo
burocrtico?
El doble error de simplistas como Urbahns y Bruno R. consiste, en primer lugar, en
considerar este ltimo rgimen (el totalitario) definitivamente instalado; en segundo
trmino, en creer necesario un largo perodo de transicin entre el capitalismo y el
socialismo. Ahora es absolutamente evidente que, si el proletariado internacional, a
pesar de la experiencia adquirida y de la guerra en curso, se muestra incapaz de llegar a
ser el director de la sociedad, nos encontraramos sin ninguna esperanza de que la
revolucin socialista llegase a realizarse, porque no podemos esperar condiciones
mejores; en cualquier caso, nadie parece preverlas o ser capaz de especificarlas en el
momento actual. Los marxistas no tienen el menor derecho (a no ser que el cansancio y
la desilusin se consideren "derechos") a llegar a la conclusin de que el proletariado ha
agotado todo su potencial revolucionario y debe renunciar a sus aspiraciones a
conquistar la hegemona en los prximos aos. Veinticinco aos de historia, cuando se
trata de profundos cambios econmicos y culturales, pasan menos que una hora en la
vida de un hombre. Qu podemos pensar de un individuo que, por contratiempos de un
da o una hora, renuncia a metas que se haba propuesto en base al anlisis de la
experiencia de toda su vida anterior? En los aos de la peor reaccin rusa (1907-1917),
nosotros nos apoybamos en la idea de que el proletariado ruso haba mostrado sus
posibilidades revolucionarias en 1905. La IV Internacional no se denomina por
casualidad "el partido mundial de, la revolucin socialista". Dirigimos nuestro rumbo
hacia la revolucin mundial y, como consecuencia, hacia la regeneracin de la URSS
como verdadero estado obrero.
La poltica exterior es la continuacin de la poltica interna
Qu defendemos de la URSS? No precisamente aquello en lo que se parece a los pases
capitalistas, sino en lo que se diferencia. En Alemania apoyamos la ofensiva contra la
burocracia dominante, pero slo para destruir la propiedad capitalista. En la URSS, la
destruccin de la burocracia es indispensable para preservar la propiedad estatal. Slo
en este sentido defendemos a la URSS.
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Ninguno de nosotros duda de que los trabajadores soviticos deban defender la
propiedad estatal no slo contra el parasitismo de la burocracia, sino tambin de todo
tipo de tendencia hacia la propiedad privada, por ejemplo, por parte de la aristocracia de
los koljoses. Pero, en definitiva, la poltica exterior es la continuacin de la poltica
interna. Si en poltica interna consideramos que la defensa de las conquistas de la
Revolucin de Octubre implica una lucha a muerte contra la burocracia, debemos hacerlo mismo en poltica exterior. Bruno R., tras asegurarnos que el "colectivismo
burocrtico" ha triunfado en toda la lnea, nos quiere hacer creer que nadie va a atacar la
propiedad estatal, porque Hitler (y hasta Chamberlain) estn tan interesados en
mantenerla, sabe usted, como Stalin. Aunque nos duela, las afirmaciones de Bruno son
frvolas. Si Hitler gana la guerra, empezar por devolver a los capitalistas alemanes todo
lo expropiado; luego har lo mismo con los capitalistas ingleses, franceses o belgas, a
cambio de un acuerdo con ellos a expensas de la URSS; por ltimo, har de Alemania el
mayor cliente de las principales empresas estatales de la URSS, de acuerdo con los
intereses de la maquinaria blica alemana. Hoy Hitler es amigo y aliado de Stalin; pero
en cuanto consiga una victoria en el Frente Occidental con la ayuda de Stalin, volver
sus armas contra la URSS. Y Chamberlain, en circunstancias similares, hara lo mismoque Hitler.
La defensa de la URSS y la lucha de clases
Los malentendidos en torno al asunto de la defensa de la URSS nacen frecuentemente
de una comprensin incorrecta de los mtodos de "defensa". Defensa de la URSS no
significa aproximacin a la burocracia del Kremlin, aceptacin de su poltica o de sus
aliados. En este tema, como en todos los dems, permanecemos totalmente dentro del
campo de la lucha de clases internacional.
En el periodiquito francs Que Faire se deca no hace mucho que los "trotskistas" eran
tan derrotistas con respecto a Francia e Inglaterra como con respecto a la URSS. En
otras palabras: si usted quiere defender a la URSS, debe dejar de ser derrotista respecto
a sus aliados imperialistas. Que Faire calculaba que las "democracias" deban de ser los
aliados de la URSS. No s qu dirn hoy estos "listos". Pero es muy importante, porque
significa que su mtodo est podrido. Renunciar al derrotismo respecto al campo
imperialista con el que la URSS debe aliarse ms pronto o ms tarde significa empujar a
los trabajadores del campo ene migo a ayudar a sus gobiernos: significa renunciar al
derrotismo en general. Renunciar al derrotismo bajo las condiciones de una guerraimperialista que implica el rechazo de la revolucin socialista -el rechazo de la
revolucin en nombre de "la defensa de la URSS"- sentenciara a la URSS a la
descomposicin final y a la tumba.
El Comintern interpreta la "defensa de la URSS", como ayer interpretaba la "lucha
contra el fascismo", en base a la renuncia a una poltica de clase independiente. El
proletariado se ha transformado -por diferentes causas y bajo circunstancias diversas- en
una fuerza auxiliar de un campo burgus contra otro. En contradiccin con este hecho,
algunos de nuestros camaradas dicen: como no queremos convertirnos en instrumento
de Stalin y sus aliados, renunciamos a la defensa de la URSS. Pero con esto slo
demuestran que entienden "defensa" igual que lo hacen los oportunistas: no piensan entrminos de una poltica independiente del proletariado. Como cuestin de principio,
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defendemos la URSS como defendemos las colonias, como resolvemos todos nuestros
asuntos, no apoyando unos gobiernos imperialistas contra otros, sino por el mtodo de
la lucha de clases internacional, tanto en las colonias como en las metrpolis.
No somos un partido de gobierno: somos el partido de la oposicin irreconciliable no
slo en los pases capitalistas, sino tambin en la URSS. Realizaremos nuestras tareas,entre ellas "la defensa de la URSS" no a travs de los gobiernos burgueses ni del
Gobierno de la URSS, sino a travs de la agitacin y la educacin de las masas,
explicando a los trabajadores lo que deben defender y lo que deben destruir. Esta
"defensa" no va a dar resultados milagrosos ni inmediatos. Pero no pretendemos ser
milagreros. Tal y como estn las cosas, somos una minora revolucionaria. Nuestro
trabajo debe consistir en hacer ver las cosas correctamente a los trabajadores sobre los
que tenemos influencia, en ensearles a no dejarse engaar, y en preparar un
sentimiento general de clase, para que en su da sea capaz de enfrentarse
revolucionariamente a la tarea que le corresponde.
La defensa de la URSS coincide, para nosotros, con la preparacin de la revolucinmundial. Slo podemos permitirnos mtodos que no estn en conflicto con la
revolucin. La defensa de la URSS se relaciona con la revolucin socialista mundial
como una tctica a una estrategia. La tctica debe subordinarse siempre al fin
estratgico y en ningn caso pueden llegar a ser contradictorias en el futuro.
La cuestin de los territorios ocupados
Mientras escribo estas lneas, no est clara todava la cuestin de los territorios
ocupados por el Ejrcito Rojo. Las noticias son contradictorias; las actuales relaciones
en esa zona son, sin duda, muy inestables. Muchos de los territorios ocupados se
convertirn en parte de la URSS. De qu manera? Cmo?
Supongamos por un momento que, de acuerdo con el tratado firmado con Hitler, el
Gobierno de Mosc deja intacto el derecho de propiedad en los territorios ocupados y se
autolimita a "controlarlos" segn el modelo fascista. Esta concesin supondra un
importante paso atrs y podra tener un carcter decisivo en la historia del rgimen
sovitico; consecuentemente, sera un nuevo punto de partida para reelaborar nuestra
concepcin del Estado sovitico.
Es ms probable, sin embargo, que Mosc proceda a la expropiacin de los grandes
terratenientes y a la estatificacin de los medios de produccin en los territorios
ocupados. Y es ms probable no porque la burocracia permanezca fiel al programa
socialista, sino porque no desea ni es capaz de compartir el poder con las viejas clases
dominantes de los territorios ocupados. Salta a la vista una analoga histrica. El primer
Bonaparte detuvo la revolucin mediante una dictadura militar. Sin embargo, cuando las
tropas de Napolen entran en Polonia dicta un decreto aboliendo la servidumbre de la
gleba. Napolen no tom esta medida por simpata a los campesinos o por sentimientos
democrticos, sino porque su dictadura se basaba sobre las relaciones de propiedad
burguesas, no sobre el feudalismo. Como la dictadura stalinista se basa en la propiedad
estatal y no en la privada, el resultado de la invasin de Polonia por el Ejrcito Rojo serla abolicin de la propiedad capitalista, para poner el rgimen de los territorios
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ocupados de acuerdo con el rgimen de la URSS.
La medida, de carcter revolucionario -"la expropiacin de los expropiadores"- ser
llevada a cabo por mtodos burocrtico-militares. La llamada a la actividad
independiente de las masas en los nuevos territorios -y sin esta llamada, aunque se
oculte con gran cuidado, es imposible construir un nuevo rgimen- ser sustituida por
medidas polticas de rutina destinadas a asegurar la preponderancia de la burocraciasobre las desilusionadas masas revolucionarias. Esta es una cara del asunto. Pero hay
otra. Para conseguir la posibilidad de ocupar militarmente Polonia mediante un acuerdo
con Hitler, el Kremlin ha decepcionado una y otra vez a las masas rusas y del mundo
entero, y ha conseguido la total desorganizacin de su propia Internacional Comunista.
Nuestro criterio poltico primordial no es el cambio de las relaciones de propiedad en tal
o cual rea, por muy importante que sea, sino el cambio en la conciencia y organizacin
del proletariado mundial, el afianzamiento de su capacidad para defender sus conquistas
y proponerse otras nuevas. Desde este punto de vista, los polticos de Mosc, en
conjunto, constituyen el principal obstculo para la revolucin mundial.
Nuestra concepcin general del Kremlin y el Comintern no debe, sin embargo,modificar nuestra idea de que el hecho particular de la modificacin de las relaciones de
propiedad en los territorios ocupados es una medida progresiva. Debemos reconocerlo
abiertamente. Cuando Hitler vuelva sus ejrcitos hacia el Este para defender "la ley y el
orden" en la Polonia occidental, los trabajadores debern defender contra Hitler las
nuevas formas de propiedad impuestas por la burocracia bonapartista sovitica.
No cambiamos nuestro rumbo!
La estatificacin de los medios de produccin es una medida progresista. Pero su
progresismo es relativo: su peso depende de la suma de toda una serie de factores. Por
lo tanto, debemos dejar sentado desde ahora que la extensin del territorio dominado
por la burocracia autocrtica y parsita, acompaada de "medidas socialistas", puede
aumentar el prestigio del Kremlin, engendrar ilusiones sobre la posibilidad de sustituir
la revolucin por medidas burocrticas, etc. Esto contrapesara con mucho el carcter
progresivo de las medidas stalinistas en Polonia. Ya que la nacionalizacin de la
propiedad en las zonas ocupadas, igual que en la URSS, provee las bases para un
desarrollo germinalmente progresista, es decir, socialista, se hace ms necesario destruir
la burocracia de Mosc. Nuestro programa sigue siendo, por tanto, totalmente vlido.
Los acontecimientos no nos cogen desprevenidos. Slo es preciso interpretarloscorrectamente. Es necesario comprender claramente que la contradiccin ms profunda
est en el carcter de la URSS y en su posicin internacional. Es imposible librarse de
esta contradiccin con artilugios terminolgicos (estado obrero no estado obrero).
Tenemos que tomar las cosas como son. Debemos construir nuestra poltica sobre la
base de las contradicciones y los hechos reales.
No creemos que el Kremlin tenga ninguna misin histrica. Estbamos y estamos contra
la apropiacin de nuevos territorios por el Kremlin. Estamos por la independencia de
Ucrania Sovitica y, si los bielorrusos lo desean, por una Bielorrusia Sovitica
independiente. Al mismo tiempo, en los sectores de Polonia ocupados por el Ejrcito
Rojo, los partidarios de la IV Internacional estn jugando un papel decisivo:expropiando a los terratenientes y a los capitalistas, repartiendo la tierra entre los
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campesinos, creando soviets y comits obreros, etc. Mientras tanto, deben perseverar en
su independencia poltica, luchar en las elecciones de los soviets y comits de fbrica
para que en el futuro sean independientes de la burocracia, hacer propaganda
revolucionaria contra la oligarqua del Kremlin y sus agentes locales.
Pero supongamos que Hitler dirige sus armas hacia el Este y ocupa los territorios en que
se encuentra ahora el Ejrcito Rojo. En esas condiciones, los partidarios de la IV, sincambiar para nada su actitud hacia la oligarqua del Kremlin, sern los primeros en el
frente porque considerarn que la tarea ms urgente del momento es la resistencia frente
a Hitler. Los trabajadores dirn: "No podemos ceder a Hitler la destruccin de Stalin:
esa es misin nuestra". Durante la lucha armada contra Hitler, los trabajadores
revolucionarios tratarn de establecer una camaradera lo ms estrecha posible con los
soldados del Ejrcito Rojo. Mientras luchan contra Hitler con las armas en la mano, los
bolcheviques-leninistas deben hacer propaganda contra Stalin, preparando su derrota en
la prxima, y quiz muy cercana batalla.
Esta clase de "defensa de la URSS" es diferente, tan diferente como el cielo de la tierra,
de la defensa oficial, que se est haciendo bajo el slogan: "Por la Patria! Por Stalin!Nuestra defensa de la URSS se lleva a cabo bajo el slogan: "Por el socialismo! Por la
Revolucin Mundial! Contra Stalin!". Para no confundir estos dos tipos de "defensa de
la URSS" en la conciencia de las masas es preciso elaborar slogans que corresponden a
la situacin concreta. Pero, sobre todo, es preciso establecer claramente qu se est
defendiendo, cmo y contra quin lo estamos defendiendo. Nuestros slogans crearn
confusin entre las masas solo si nosotros no tenemos claras nuestras tareas.
Conclusiones
Por el momento, carecemos de razones para modificar nuestra posicin de principio con
respecto a la URSS.
La guerra acelera los distintos procesos polticos. Puede acelerar el proceso de
regeneracin revolucionaria de la URSS. Por eso es preciso que sigamos
cuidadosamente y sin prejuicios las modificaciones que la guerra va introduciendo en la
vida interna de la URSS y que seamos conscientes de ellas en el momento en que se
produzcan.
Nuestras tareas en los territorios ocupados son bsicamente las mismas que en la URSS:pero como se derivan de acontecimientos planteados en forma muy aguda, nos permiten
clarificar mejor nuestras tareas respecto a la URSS.
Debemos formular nuestros slogans de forma que los trabajadores vean claramente lo
que estamos defendiendo de la URSS (propiedad estatal y economa planificada) y
contra quien dirigimos nuestra lucha sin cuartel (la burocracia parasitaria y el
Comintern). No debemos perder de vista ni por un momento el hecho de que para
nosotros la destruccin de la burocracia sovitica est subordinada a la preservacin de
la propiedad estatal de los medios de produccin en la URSS; pero que la cuestin de
preservar la propiedad estatal de los medios de produccin en la URSS est subordinada
a la revolucin proletaria mundial.
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25 de septiembre de 1939.
____________________________
[1] A decir verdad, en la ltima parte de su libro, que contiene fantsticas
contradicciones, Bruno R. refuta su propia teora del colectivismo burocrtico, y
reconoce que el stalinismo, el fascismo y el nazismo son formaciones transitorias y
parasitarias, castigo del proletariado por su impotencia. En otras palabras, tras someter
los puntos de vista de la IV Internacional a la revisin ms profunda, Bruno se
reconvierte a esos puntos de vista, aunque slo sea para lanzarse a una nueva serie de
ciegos titubeos. No vemos razones para seguir los pasos de un escritor que, obviamente,
ha perdido el norte. Slo estamos interesados en los argumentos con los que pretende
demostrar que la burocracia es una clase.
http://www.marxists.org/espanol/trotsky/1940s/dm/02.htm#1http://www.marxists.org/espanol/trotsky/1940s/dm/02.htm#17/28/2019 En Defensa Del Marxismo - Leon Trotsky
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Carta a Sherman Stanley
8 de octubre de 1939
Querido camarada Stanley:
Recib su carta a O'Brien en vista de su marcha. La carta me produjo una extraa
impresin porque, al contrario de lo que sucede con sus excelentes artculos, estaba
llena de contradicciones.
No he recibido todava ningn material sobre el plano ni conozco el texto de la
resolucin mayoritaria ni de la de M. S. [1], pero puedo asegurarle que no hay oposicin
irreconciliable entre los dos textos. Afirma usted que el partido est al borde del
desastre, por qu? Aunque hubiera habido dos posiciones irreconciliables, no sera un
"desastre", sino la necesidad de llevar la lucha poltica hasta el fin. Pero si las dosposturas no son ms que matices del mismo punto de vista expresado en el programa de
la IV Internacional, cmo puede llamar catstrofe a una divergencia "sin fundamento"
(segn sus propias palabras)? Que la mayora prefiriese su propio matiz (si es slo un
matiz) es natural. Pero lo que es absolutamente antinatural es que la minora diga:
"porque vosotros, la mayora, prefers vuestra propia interpretacin y no la nuestra,
nosotros, la minora, pronosticamos una catstrofe". Por parte de quin? Usted dice:
"veo las cosas objetivamente, por encima de las distintas facciones". Mi impresin no es
esa, en absoluto.
Escribe, por ejemplo, que a mi artculo "por una razn o por otra, le faltaba una pgina".
Expresa de esta manera una sospecha venenosa hacia los camaradas responsables. Lapgina faltaba a causa de un error en la oficina de aqu, y ya he mandado un texto
completo para que lo traduzcan[2].
Su argumento sobre el "imperio obrero" me parece una ocurrencia desafortunada. A los
bolcheviques se les acus de tener un "programa de expansin zarista" desde el primer
da de la Revolucin de Octubre. Hasta un estado obrero sano tiende a la expansin y
sus lneas geogrficas coincidirn necesariamente con las de la expansin zarista,
porque una revolucin no suele cambiar la geografa. Lo que criticamos a la banda del
Kremlin no es la expansin ni la direccin de la expansin, sino los mtodos
burocrticos y contrarrevolucionarios de la expansin. Pero, al mismo tiempo, y ya que
como marxistas debemos ver objetivamente los hechos histricos, debemos reconocerque ni el Zar, ni Hitler, ni Chamberlain, han tenido la costumbre de abolir la propiedad
privada en los pases ocupados y este hecho, tan progresivo, depende de otro: de que la
Revolucin de Octubre an no ha sido totalmente asesinada por la burocracia, que en
ltimo trmino se ve obligada a tomar medidas que debemos apoyar en ciertas
situaciones contra los enemigos imperialistas. Estas medidas progresistas son,
naturalmente, mucho menores que la actividad contrarrevolucionaria generalizada que
lleva a cabo la burocracia; por eso es por lo que consideramos necesario destruirla...
Los camaradas estn indignados por el pacto Hitler-Stalin. Es natural. Quieren tomarse
la revancha con Stalin. Muy bien. Pero hoy todava no estamos preparados para destruir
el Kremlin inmediatamente. Algunos camaradas se conforman con una satisfaccin
puramente voluntarista: le quitan a la URSS el ttulo de Estado Obrero, como le quita
http://www.marxists.org/espanol/trotsky/1940s/dm/03.htm#n1http://www.marxists.org/espanol/trotsky/1940s/dm/03.htm#n2http://www.marxists.org/espanol/trotsky/1940s/dm/03.htm#n1http://www.marxists.org/espanol/trotsky/1940s/dm/03.htm#n27/28/2019 En Defensa Del Marxismo - Leon Trotsky
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Stalin a un funcionario cado en desgracia la Orden de Lenin. A m esto me parece,
querido amigo, un poco infantil. La sociologa marxista y la historia son absolutamente
irreconciliables.
Saludos del camarada,
Crux (Leon Trostky)
____________________________
[1] Max Shachtman [Nota del MIA]
[2] El documentoLa URSS en guerra lleg mientras celebraba sesin plenaria el
Comit Nacional del Partido Socialista Obrero (SWP). Faltaba una pgina. La lnea
poltica del documento fue aprobada por la mayora del pleno. La minora arm unalboroto y protest por la pgina que faltaba, diciendo, entre otras cosas, que se haba
suprimido deliberadamente.
http://www.marxists.org/espanol/trotsky/1940s/dm/03.htm#1http://www.marxists.org/espanol/trotsky/1940s/dm/03.htm#2http://www.marxists.org/espanol/trotsky/1940s/dm/03.htm#1http://www.marxists.org/espanol/trotsky/1940s/dm/03.htm#27/28/2019 En Defensa Del Marxismo - Leon Trotsky
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Una y otra vez sobre la naturaleza de la URSS
18 octubre 1937
Psicoanlisis y marxismo
Algunos camaradas, o antiguos camaradas, como Bruno R., olvidando pasadas
discusiones y decisiones de la IV Internacional, intentan explicar psicoanalticamente
mi estimacin hacia la URSS. "Como Trostky particip en la Revolucin Rusa, le
resulta difcil renunciar al concepto de estado obrero que implica para l la razn de su
vida", etctera. Creo que el viejo Freud, que era muy perspicaz, hubiese fruncido el
ceo ante un psicoanlisis de esta especie. No arriesgo nada hacindolo yo. Por lomenos, puedo asegurar a mis crticos que subjetiva y sentimentalmente estoy de su
parte.
La conducta de Mosc, que ha sobrepasado todos los lmites de la abyeccin y el
cinismo, provoca fcilmente la rebelin en cada revolucionario proletario. La rebelin
engendra necesidad de rechazo. Cuando no disponen de fuerza para la accin inmediata,
los revolucionarios impacientes suelen recurrir a mtodos artificiales. As nace, por
ejemplo, la tctica del terrorismo individual. Ms frecuentemente se recurre a los tacos,
los insultos y las imprecaciones. En el caso que nos ocupa, algunos de nuestros
camaradas se inclinan manifiestamente por el terrorismo "terminolgico". Sin embargo,
e incluso desde este punto de vista, el mero hecho de calificar de "clase" a la burocraciaes intil. Si el batiburrillo bonapartista es una clase, resulta que no es, un aborto, sino un
hijo de la historia. Si su saqueo parasitario es "explotacin" en el sentido cientfico del
trmino, significa que la burocracia tiene un futuro como clase indispensable para
determinado modo de produccin. He aqu el final feliz con el que se encuentran los
rebeldes impacientes que se alejan de la disciplina marxista!
Cuando un mecnico sentimental examina un coche en el que, pongamos por caso, unos
gangsters han escapado de la polica por una mala carretera, y se encuentra con los
neumticos reventados, el chasis roto y el motor medio gripado, puede exclamar: "Esto
no es un coche, vete a saber lo que es esto!". Una estimacin de este tipo carecer de
carcter tcnico o cientfico, pero expresar muy bien la legtima reaccin del mecnicoante la obra de los gangsters. Supongamos que el mecnico tiene que reconstruir ese
objeto que ha denominado "vete-a-saber-qu-es-esto". En ese caso, tendr que empezar
por reconocer que lo que tiene delante es un coche estropeado. Determinar qu partes
estn todava bien y cules es preciso reparar, para decidir por dnde empezar el trabajo.
El trabajador con conciencia de clase debe adoptar una actitud similar hacia la URSS.
Tiene perfecto derecho a decir que los gangsters de la burocracia han transformado el
estado obrero en un "vete-a-saber-lo-que-es". Pero en cuanto supera la primera reaccin
y se enfrenta polticamente con el problema, se ve obligado a reconocer que tiene ante s
un estado obrero estropeado, con el motor de la economa gripado, pero que todava
anda y que puede arreglarse slo con cambiar algunas piezas. Claro que esto es slo una
analoga. Pero no la peor que se puede hacer.
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"Un estado obrero contrarrevolucionario"
Dicen algunos: "Si seguimos considerando a la URSS como un estado obrero,
tendremos que crear una nueva categora: el "estado obrero contrarrevolucionario". Este
argumento intenta excitar nuestra imaginacin contraponiendo una buena norma
programtica a una realidad miserable, repugnante incluso. No estamos hartos de vercmo, desde 1923, la URSS juega un papel cada vez ms contrarrevolucionario en la
arena internacional? Hemos olvidado la experiencia de la Revolucin China, de la
huelga general inglesa de 1926 o la tan reciente de la Revolucin Espaola? Hay dos
Internacionales obreras completamente contrarrevolucionarias. Algunos parecen haberlo
olvidado. Los sindicatos franceses, ingleses y norteamericanos apoyan totalmente la
poltica contrarrevolucionaria de sus burguesas respectivas. Esto no nos impide
llamarles "sindicatos", apoyar sus avances y defenderlos contra la burguesa. Por qu
no podemos utilizar el mismo mtodo con el "estado obrero contrarrevolucionario"? En
ltimo trmino, un estado obrero es un sindicato que ha conseguido el poder. La
diferencia de actitud entre ambos casos es que los sindicatos tienen una larga historia, y
ya nos hemos acostumbrado a considerarlos como realidades, no como "categoras" denuestro programa. Y el estado obrero es ya una realidad, que no depende para nada de
nuestro programa.
Imperialismo?
Debemos llamar "imperialismo" a la actual expansin del Kremlin? Primero, hemos de
establecer el contenido social de este trmino. La historia ha conocido el "imperialismo"
romano basado en el esclavismo, el imperialismo de los seores feudales, el del
comercio y la industria capitalistas, el imperialismo de la monarqua zarista... La fuerza
motora de la oligarqua de Mosc es indudablemente el ansia de aumentar su poder, su
prestigio, sus ganancias. Este es un elemento del "imperialismo", en el amplio sentido
de la palabra, que caracteriz a las monarquas, oligarquas, castas dominantes,
estamentos medievales y clases en el pasado. Sin embargo, en la literatura
contempornea, al menos en la marxista, el imperialismo se define como una poltica
expansionista para financiar el capital, con un contenido econmico muy determinado.
Emplear el trmino "imperialismo" para la poltica exterior del Kremlin, sin especificar
claramente lo que significa, equivale a equiparar la poltica de la burocracia bonapartista
con la del capital monopolista, sobre la base de que ambos utilizan la fuerza militar
como medio de expansin. Semejante identificacin, que slo puede crear confusin, es
mucho ms propia de socialdemcratas pequeoburgueses que de marxistas.
Continuacin de la poltica imperialista de los Zares
El Kremlin participa en un nueva partici6n de Polonia, el Kremlin se apodera de los
pases blticos, el Kremlin se vuelve sobre los Balcanes, Persia y Afganistn; en otras
palabras, el Kremlin contina la poltica imperialista de los Zares. No tenemos
derecho, por tanto, a calificar de imperialista la poltica del Kremlin? Pero este
argumento histrico-geogrfico no es ms convincente que los otros. La revolucin
proletaria, nacida en el imperio de los Zares, intent desde el principio, y lo consigui
durante un tiempo, conquistar los pases blticos; intent penetrar en Rumania y enPersia y una vez lleg con sus ejrcitos hasta Varsovia (1920). Las lneas de expansin
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de la Revolucin fueron las mismas que las del zarismo, porque la revolucin no
cambi las condiciones geogrficas. Precisamente por esto, los mencheviques de
entonces hablaron del "imperialismo bolchevique", calcado de la diplomacia zarista.
Los demcratas pequeoburgueses repiten hoy este argumento. Repito: no tenemos
ninguna razn para imitarlos.
Agentes del imperialismo?
Sin embargo, junto al problema de cmo denominar la poltica expansionista de la
URSS, est el del apoyo que el Kremlin est prestando al imperialismo de Berln. Antes
que nada, es preciso establecer aqu que -en ciertas condiciones, hasta un cierto punto y
de determinada forma- hasta un estado obrero sano tendra que apoyar inevitablemente
el imperialismo, porque le sera completamente imposible romper las cadenas de
relaciones de un mundo imperialista. El pacto de Brest-Litovsk indudablemente reforz
temporalmente a Alemania contra Francia y Gran Bretaa. Un estado obrero aislado no
tiene ms remedio que maniobrar entre los campos imperialistas hostiles. Maniobrarimplica apoyar temporalmente a uno contra el otro. Saber en cada momento a quin
puede resultar ms provechoso o menos peligroso apoyar, no es una cuestin de
principio, sino de clculo prctico y de visin de conjunto. Las inevitables desventajas
de prestar apoyo a un estado burgus contra otro se equilibran con mucho por el hecho
de que esto permite al estado obrero aislado continuar existiendo.
Pero hay maniobras y maniobras. En Brest-Litovsk el gobierno sovitico sacrific la
independencia nacional de Ucrania a cambio de salvar el estado obrero. Nadie hablara
de sacrificio de Ucrania, porque todos los trabajadores conscientes comprendieron su
carcter forzoso. El caso de Polonia es completamente diferente. El Kremlin no ha
planteado nunca la cuestin de que estuviese obligado a sacrificar Polonia. Por el
contrario, se jacta cnicamente de su astucia, lo que atenta a los ms elementales
sentimientos democrticos de las clases oprimidas de todo el mundo y debilita
enormemente la situacin internacional de la Unin Sovitica. La transformaci6n
econmica de los pases ocupados no compensa esto ni en la dcima parte!
Toda la poltica exterior del Kremlin se basa, por lo general, en un pcaro adorno del
imperialismo "amigo", y esto significa sacrificar los intereses fundamentales del
movimiento obrero mundial a cambio de ventajas secundarias e inestables. Despus de
haber drogado durante cinco aos a los trabajadores con slogans como la "defensa de las
democracias", Mosc es hoy cmplice de la poltica de pillaje de Hitler, Esto noconvierte a la URSS en un estado imperialista, pero Stalin y su Comintern son, sin duda,
los agentes ms valiosos con que cuenta el imperialismo.
Si queremos definir exactamente la poltica exterior del Kremlin, debemos decir que es
la poltica de la burocracia bonapartista de un estado obrero degenerado, en un entorno
imperialista. Esta definicin no es tan corta ni tan sonora como "poltica imperialista",
pero, en cambio, es ms precisa.
El mal menor
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La ocupacin de la Polonia del Este por el Ejrcito Rojo es seguramente un mal menor
en comparacin con la ocupaci6n de otros territorios por los nazis. Pero este "mal
menor" se obtuvo porque Hitler se asegur previamente un mal mucho mayor. Si
alguien prende fuego, o ayuda a prender fuego a una casa y luego salva a cinco de sus
diez ocupantes para convertirlos en sus propios semi-esclavos, se produce un "mal
menor" que si se hubiesen quemado los diez. Pero no est claro que este pirmanomerezca una medalla por el rescate. Y si se la dieran, debera tirarla inmediatamente,
como el hroe de una novela de Vctor Hugo
.
"Misioneros armados"
Robespierre dijo una vez que a la gente no le gustan los misioneros con bayonetas. Pero
lo que quera decir es que es imposible imponer a un pueblo ideas o instituciones
revolucionarias por la fuerza de las armas. Esto no significa, sin embargo, que sea
inadmisible intervenir militarmente en un pas para cooperar con la revolucin. Pero una
intervencin de este tipo, derivada de una poltica revolucionaria internacional, debe serentendida por el proletariado internacional y debe corresponder a los deseos de las
masas trabajadoras en cuyo territorio entran las tropas revolucionarias. La teora del
socialismo en un solo pas no puede crear esta solidaridad internacional activa, la nica
capaz de justificar y preparar la intervencin armada. El Kremlin plantea y resuelve el
problema de la intervencin militar como hace toda su poltica; completamente al
margen de las ideas y sentimientos de la clase trabajadora internacional. Por ello, los
ltimos "xitos diplomticos" del Kremlin le comprometen monstruosamente y han
creado la confusin en las filas del proletariado de todo el mundo.
Insurreccin en dos frentes
Pero, planteando as la cuestin -dicen algunos camaradas- es adecuado hablar de la
defensa de la URSS y de las provincias ocupadas? No sera ms correcto llamar a los
obreros y campesinos de toda Polonia a luchar, tanto contra Hitler, como contra Stalin?
Naturalmente, eso es muy atractivo. Si surge simultneamente la revolucin en
Alemania y en la URSS, incluidas las nuevas provincias ocupadas, se resolveran
muchos problemas de un golpe. Pero no podemos basar nuestra poltica slo en lo ms
favorable, en la mejor combinacin de circunstancias. El problema es: qu hacemos si
Hitler, antes de ser aplastado por la revolucin, ataca Ucrania antes de que la revolucin
haya destruido a Stalin? Debern luchar en este caso los partidarios de la IVInternacional contra Hitler, lo mismo que lucharon en las filas de la Espaa republicana
contra Franco? Estamos totalmente, y en el ms amplio sentido, por una Ucrania libre,
tanto de Hitler, como de Stalin. Pero, qu hacer si, antes de haber obtenido esa
independencia, Hitler intenta apoderarse de esa Ucrania que est bajo el dominio de la
burocracia stalinista? La IV Internacional contesta: defenderemos de Hitler la Ucrania
esclavizada por Stalin.
"Defensa incondicional de la URSS"
Qu significa defensa "incondicional" de la URSS? Significa que no le ponemoscondiciones a la burocracia. Significa que, independientemente de los motivos o causas
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de la guerra, defendemos las bases sociales de la URSS, si se ven amenazadas por el
imperialismo. Algunos camaradas preguntan: y si maana la URSS invade la India y
empieza a cargarse un movimiento revolucionario, les apoyaremos? Esta pregunta no es
del todo coherente. En primer lugar, no est claro por qu implicar a la India. Es ms
sencillo preguntar: y si el Ejrcito Rojo amenaza a los obreros y campesinos de la
URSS que se pongan en huelga contra la burocracia, lo apoyaremos o no? La polticaexterior es una continuacin de la interna. Nunca hemos prometido apoyar todas las
acciones del Ejrcito Rojo, que es un instrumento en manos de la burocracia
bonapartista. Hemos prometido defender la URSS en tanto que estado obrero, y slo lo
que hay dentro de ella, que es caracterstico de un estado obrero.
Un casuista inveterado puede argumentar: Si el Ejrcito Rojo, independientemente de la
clase de "trabajo" que est realizando en la India, es derrotado por los insurgentes
indios, esto debilitara a la URSS. Le responderamos: La derrota de un movimiento
revolucionario en la India, con la cooperacin del Ejrcito Rojo, significara un peligro
mucho mayor para las bases sociales de la URSS que un contratiempo episdico de un
destacamento contrarrevolucionario del Ejrcito Rojo en la India. La IV Internacionaldebe distinguir en cada caso cundo el Ejrcito Rojo no es ms que un arma en manos
de la reaccin bonapartista y cundo est defendiendo las bases sociales de la URSS.
Un sindicato dirigido por reaccionarios organiza una huelga para impedir el acceso de
los negros a una determinada rama de la industria, apoyaramos una huelga tan
vergonzosa? Naturalmente, no. Pero imaginemos que los amos, aprovechndose de esta
huelga, tratan de aplastar los sindicatos y de impedir toda defensa organizada de los
trabajadores. En este caso, defenderemos los sindicatos como cuestin de principio, a
pesar del carcter reaccionario de su direccin. Por qu no podemos aplicar a la URSS
esta misma poltica?
La norma fundamental
La IV Internacional ha establecido definitivamente que, en todos los pases
imperialistas, estn aliados o en contra de la URSS, los partidos proletarios deben
desarrollar durante la guerra la lucha de clases con el propsito de tomar el poder. Al
mismo tiempo, el proletariado no debe perder de vista los intereses de la defensa de la
URSS (y de las revoluciones en las colonias) y, en caso necesario, pronunciarse por la
accin ms decisiva, por ejemplo, huelgas, sabotaje, etctera. Las relaciones de poder
han cambiado sensiblemente desde que la IV Internacional formul esta norma, pero suvalidez permanece. Si maana Inglaterra o Francia amenazan Mosc, los trabajadores
ingleses y franceses deben tomar las medidas ms decisivas para impedir los envos de
armas y soldados. Si Hitler, obligado por la lgica de la situacin, tiene que mandar
ayuda militar a Stalin, los trabajadores alemanes, por el contrario, no debern recurrir a
las huelgas y los sabotajes. No creo que haya otra solucin.
"Revisin del marxismo"?
A algunos camaradas les sorprendi que yo hablase en mi artculo ("La URSS en
guerra") del "colectivismo burocrtico" como de una posibilidad terica. Han visto enello una completa revisin del marxismo. Se trata de un malentendido aparente. La
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concepcin marxista de la necesidad histrica no tiene nada que ver con el fatalismo. El
socialismo no se va a realizar "por s mismo", sino que ser el resultado de la lucha de
fuerzas vivas, clases y partidos. La ventaja crucial del proletariado en esta lucha reside
en que l representa el progreso histrico, mientras que la burguesa encarna la reaccin
y la decadencia. Esta es la fuente de nuestra fe en la victoria. Pero tenemos perfecto
derecho a preguntarnos: qu suceder si vencen las fuerzas de la reaccin?
Los marxistas han formulado un nmero incalculable de veces la alternativa: o el
socialismo o la vuelta a la barbarie. Tras la "experiencia" italiana, se ha repetido miles
de veces: o fascismo o comunismo. El paso al socialismo no puede dejar de parecernos
ms complicado, ms heterogneo, ms contradictorio, de lo que se previ en el
esquema histrico general. Marx habl de la dictadura del proletariado y su superacin
posterior, pero no dijo nada sobre su degeneracin. Hemos observado y analizado por
primera vez la experiencia de tal degeneracin. Es esto revisionismo?
La marcha de los acontecimientos ha demostrado que el retraso de la revolucin
socialista engendra indudables fenmenos de barbarie: desempleo crnico,pauperizacin de la pequea burguesa, fascismo y guerras de exterminio que no abren
ningn camino viable. Qu nuevas formas sociales y polticas puede adoptar esta
barbarie, si aceptamos tericamente que la humanidad es incapaz de elevarse hasta el
socialismo? Estamos en mejores condiciones que Marx para responder a esta pregunta.
La nueva era brbara est limitada por el fascismo y la degeneracin del estado obrero.
Una alternativa de este tipo -socialismo o servidumbre totalitaria- no slo tiene una
enorme importancia terica, sino tambin agitativa, pues a su luz la necesidad del
socialismo aparece con mayor claridad.
Si tenemos que hablar de revisin de Marx, es realmente la de esos camaradas que
hablan de un nuevo tipo de estado "ni burgus ni obrero". Precisamente porque la
alternativa que yo planteo les obliga a llevar su pensamiento hasta sus ltimas
consecuencias lgicas, algunos de estos crticos, asustados por las conclusiones de su
propia teora, me acusan... de revisionismo. Prefiero creer que es una broma.
El derecho al optimismo revolucionario
Demostraba claramente en mi artculo "La URSS en guerra" que la perspectiva de un
sistema de explotacin ni obrero ni burgus, es decir, "colectivismo burocrtico", es la
perspectiva de la total derrota y decadencia del proletariado internacional, la perspectivadel ms profundo pesimismo histrico. Existen razones autnticas para adoptar esta
perspectiva? No est de ms inquirir sobre el asunto entre nuestros enemigos de clase.
En el nmero semanal del bien conocido peridico France Soir, de 31 de agosto de
1939, hay un reportaje muy instructivo sobre una entrevista entre Hitler y el embajador
francs, Coulondre, celebrada el 25 de agosto. (La fuente de informaci6n debe ser el
propio Coulondre.) Hitler se jacta del pacto que ha firmado con Stalin ("un pacto
realista") y "lamenta" la sangre francesa y alemana que se desperdiciar.
"Pero -objeta Coulondre- Stalin se expone por los dos lados. El verdadero ganador (en
caso de guerra) va a ser Trotsky, no cree usted"?
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"Lo s -responde el Fuhrer-, pero como Francia e Inglaterra dan a Polonia completa
libertad de accin...", etc.
Estos caballeros han tenido a bien ponerle un nombre individual a los que esperan la
revolucin. Pero sta no es la esencia de esta dramtica conversacin, justo en el
momento en que se rompan las relaciones diplomticas. "La guerra va a provocar
inevitablemente la revolucin", dice el representante de la democracia imperialista,temblando de pies a cabeza y tratando de atemorizar a su adversario. "Lo s -responde
Hitler-, lo s", como si se tratara de una cuestin decidida hace ya mucho tiempo.
Sorprendente dilogo!
Los dos, Hitler y Coulondre, representan la barbarie que avanza sobre Europa. Ninguno
de ellos duda que su barbarie ser derrotada por la revolucin socialista. Las clases
dominantes de todos los pases capitalistas del mundo son hoy conscientes de ello. Su
total desmoralizacin es uno de los elementos ms importantes de la correlacin de
fuerzas actual. El proletariado tiene una direccin joven y todava ilusionada. Pero la
direccin de la burguesa apenas se tiene en pie. Al principio de una guerra que no
pueden impedir, estos caballeros estn convencidos de antemano del colapso de surgimen. Este hecho debe de ser para nosotros fuente de un invencible optimismo
revolucionario!
18 de octubre de 1939.
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El referndum y el centralismo democrtico[1]
21 octubre 1939
Pedimos un referndum sobre la guerra porque queremos paralizar o destruir el
centralismo en el estado imperialista. Pero, podemos reconocer el referndum como un
mtodo normal de decisin dentro de nuestro partido? La respuesta slo puede ser
negativa.
Quien est a favor del referndum reconoce que la democracia interna del partido es
slo la suma aritmtica de decisiones locales, condicionadas inevitablemente por las
fuerzas y la experiencia limitadas de cada seccin. Quien est en favor de un
referndum debe estar a favor de los mandatos imperativos: es decir, a favor de quecada seccin local tenga derecho a exigir a su representante en el congreso del partido
que vote de manera predeterminada. Quien reconoce el mandato imperativo est
automticamente en contra de la concepcin del congreso como rgano supremo del
partido. Es suficiente sustituir el congreso por un recuento de votos locales. El partido,
como un todo centralizado, desaparece. Aceptando el referndum, la influencia de las
secciones ms avanzadas y de los camaradas con ms experiencia o ms perspicaces se
sustituye por la influencia de los menos experimentados, de las secciones ms atrasadas,
etc.
Naturalmente estamos por un examen a fondo y porque sobre cada cuestin voten todas
las secciones locales del partido, todas las clulas. Pero, al mismo tiempo, cadadelegado elegido por su seccin debe tener derecho a sopesar todos los argumentos
expuestos en el congreso y a votar segn le dicte su juicio poltico, y si, despus del
congreso, no es capaz de convencer a su organizacin de lo correcto de sus
apreciaciones, sta debe privarle consecuentemente de su confianza poltica. Casos as
son inevitables. Pero son un mal infinitamente menor que el sistema de referndum o de
voto imperativo, que destruyen por completo el partido como un todo.
Coyoacn, D. F., 21 de octubre de 1939.
http://www.marxists.org/espanol/trotsky/1940s/dm/05.htm#n1http://www.marxists.org/espanol/trotsky/1940s/dm/05.htm#n17/28/2019 En Defensa Del Marxismo - Leon Trotsky
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Carta a Sherman Stanley
22 de octubre de 1939
Querido camarada Stanley:
Contesto con un poco de retraso su carta del 11 de octubre.
1. Dice que "no debe haber serios enfrentamientos ni diferencias" en la cuestin rusa. Si
es as, por qu esa terrible alarma en el partido contra el Comit Nacional, es decir,
contra su mayora? No debe sustituir sus concepciones personales por las de la minora
del Comit, que considera la cuestin lo bastante seria como para provocar una
discusin justo en el umbral de la guerra.
2. Pero no estoy de acuerdo con usted en que mi argumento no contradice los delcamarada M. S. La contradiccin implica dos puntos fundamentales:
a) La naturaleza de clase de la URSS.
b) La defensa de la URSS.
Sobre el primer tema, el camarada M. S. plantea una cuestin de principio, lo que
significa que deja de reconocer la antigua decisin y toma una nueva. Un partido
revolucionario no puede vivir entre dos decisiones, una aniquilada, otra adoptada sin ser
previamente propuesta. En el problema de la defensa de la URSS y los nuevos
territorios ocupados contra Hitler (o Inglaterra) el camarada M. S. propone unarevolucin contra Hitler y Stalin a la vez. Esta frmula abstracta significa negar la
defensa real en una situacin concreta. Intento aclarar este punto en un nuevo artculo
que mand ayer por avin al Comit Central.
3. Estoy completamente de acuerdo con usted en que slo una discusin seria clarificar
el asunto, pero no creo que votando simultneamente por la propuesta de M. S. y por la
de la mayora vaya a clarificar nada.
4. Afirma en su carta que el problema principal no es la cuestin rusa, sino el "rgimen
interno". He odo esa acusacin bastante a menudo desde el comienzo de nuestro
movimiento en EE.UU. Varan un poco las formulaciones y los grupos, pero siempre
hay una parte de nuestros camaradas que est en contra del "rgimen". Estaban, por
ejemplo, contra la entrada en el Partido Socialista (no hace falta irse muy atrs en el
tiempo). Pero inmediatamente dijeron que el "principal problema" no era entrar en el
Partido Socialista, sino el "rgimen". Ahora se repite la misma frmula en relacin con
la cuestin rusa.
5. Por mi parte, creo que la entrada en el Partido Socialista fue una medida muy
saludable para la mayor extensin de nuestro partido y que el "rgimen" (o la direccin)
que llev a cabo la fusin estaba en lo cierto, al contrario que la oposicin, que, adems,
en este caso representaba la tendencia al estancamiento.
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6. Ahora, al comienzo de la guerra, surge una nueva y aguda posicin, basada en la
cuestin rusa. Afecta a la correcci6n de nuestro programa, elaborado a travs de
innumerables discusiones, polmicas y disputas a lo largo de diez aos. Naturalmente,
nuestras decisiones no son eternas. Si alguien de la direccin del partido tiene dudas y
slo dudas, es su deber hacia el partido clarificarse mediante estudios y discusiones
dentro de la direccin, antes de lanzar la cuestin a todo el partido, y no en forma denuevas decisiones, sino de dudas. Desde luego, desde el punto de vista de los estatutos,
cualquiera, hasta un miembro del Comit Poltico, tiene derecho a hacerlo, pero no creo
que este derecho se haya usado de tal manera que haya contribuido a mejorar el rgimen
del partido.
7. En el pasado, he odo a menudo acusaciones de camaradas contra el Comit Nacional
en su conjunto -sobre su falta de iniciativa y dems-. No soy el abogado defensor del
Comit Nacional y estoy seguro de que ha dejado de hacer muchas cosas que podra
haber hecho. Pero insisto en que es preciso concretar las acusaciones. Me he dado
cuenta a menudo que el disgusto con la propia actividad local, con la propia falta de
iniciativa, se transformaba en una acusacin al Comit Nacional, que se supona debaser Omnipotente, Omnipresente y Omnibenevolente.
8. En el caso presente, el Comit Central es acusado de "conservadurismo". Creo que
defender las decisiones tomadas, hasta que no se tomen otras nuevas, es deber elemental
del Comit. Creo que este "conservadurismo" est dictado por el instinto de
conservacin del propio partido.
9. Hay otros dos asuntos sobre los que los camaradas actualmente disconformes con el
"rgimen" han adoptado, en mi opinin, una postura polticamente falsa. El rgimen
debe ser un instrumento al servicio de la poltica adecuada. Cuando la incorreccin de
su poltica es manifiesta, sus protagonistas tienden a decir que tal asunto no es tan
importante como el rgimen en general. Durante el desarrollo de la Oposicin de
Izquierda y de la IV Internacional me he opuesto cientos de veces a esta sustitucin.
Cuando Vareecken, Sneevliet e incluso Molinier fueron derrotados en todos sus puntos
de diferencia, declararon que el autntico problema de la IV Internacional no era tal o
cual decisin, sino su rgimen.
10 No quiero hacer una analoga entre los lderes de la presente oposicin en el Partido
americano y los Vareeckenes, Snevliets y compaa. S muy bien que los lderes de la
oposicin actual son camaradas muy cualificados y espero sinceramente que seguiremos
trabajando juntos tan amistosamente como hasta ahora. Pero no voy a aportar nadapositivo inquietndome, porque alguno de ellos vaya a cometer el mismo error, a cada
nueva etapa en el desarrollo del partido, apoyndose en un grupo de adherentes
personales. Creo que en la presente discusin esta actitud debe analizarse y condenarse
severamente por la opinin general del partido, que en este momento tiene enormes
tareas que cumplir.
Con los mejores saludos del camarada,
Crux (Leon Trotsky)
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P. S. -Como hablo de la mayora y la minora del Comit Nacional, y especialmente de
los camaradas de la resolucin M. S., voy a enviar copia de esta carta a los camaradas
Cannon y Schatman.
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Carta a Max Shachtman
6 de noviembre de 1939
Querido camarada Shachtman:
Recib la transcripcin de su discurso del 15 de octubre [1] que me envi usted y la le
con todo el inters que se merece. He encontrado un montn de excelentes ideas y de
formulaciones en completo acuerdo con nuestra posicin comn, tal y como se expresa
en los documentos fundamentales de la IV Internacional. Pero lo que no pude encontrar
es una explicacin de por qu ataca nuestra posicin previa como "insuficiente,
inadecuada e inactual".
Dice usted: "Los acontecimientos, que han resultado ser diferentes de nuestras hiptesis
y predicciones tericas, han cambiado la situacin". Pero desgraciadamente, habla ustedtan en abstracto de "los acontecimientos" que no soy capaz de comprender cmo
cambian la situacin y cules pueden ser las consecuencias de estos cambios para
nuestra poltica. Usted menciona algunos ejemplos del pasado. As, "vimos y previmos
la degeneracin de la III Internacional"; pero slo despus de la victoria de Hitler
consideramos necesario proclamar la IV Internacional. El ejemplo no est formulado
exactamente. Habamos previsto no slo la degeneracin de la III Internacional, sino
tambin la posibilidad de su regeneracin. Slo la experiencia alemana de 1929-33 nos
convenci de que el Comintern estaba podrido y nada podra regenerarlo. Pero entonces
cambiamos nuestra poltica radicalmente: opusimos a la III la IV Internacional.
Pero no sacamos las mismas conclusiones respecto al estado sovitico. Por qu? La IIIInternacional era un partido una seleccin de personas en base a ideas y mtodos. Esta
seleccin era tan opuesta al marxismo que tuvimos que abandonar toda esperanza de
regenerarla. Pero el estado sovitico no es slo una seleccin ideolgica, es un complejo
de instituciones sociales que persiste a pesar de que las ideas de la burocracia sean
opuestas a las de la Rev6lucin de Octubre. Esta es la razn por la que no renunciamos
a regenerar el estado sovitico mediante una revolucin poltica. Cree usted que
debernos cambiar de actitud? Si no, y estoy seguro de que usted no quiere proponer eso,
dnde est el "cambio" fundamental que se ha producido a raz de los ltimos
acontecimientos?
Veo con satisfaccin que acepta usted el slogan "por una Ucrania soviticaindependiente". Pero aade: "Yo siempre entend nuestra posicin bsica como opuesta
a las tendencias separatistas en las Repblicas Soviticas Federadas". Ve con respecto a
esto "un cambio fundamental en nuestra poltica". Pero: l) el slogan sobre Ucrania
independiente se propuso antes del pacto Hitler-Stalin; 2) este slogan es slo una
aplicacin a una cuestin nacional de nuestro slogan general de lucha contra la
burocracia. Podra usted decir con el mismo derecho: "Tal y como yo entiendo nuestra
posicin bsica, nos hemos opuesto siempre a todo acto de rebelin contra el Gobierno
sovitico". Naturalmente, pero cambiamos esta postura bsica hace ya varios aos. No
veo qu nuevo cambio propone usted ahora.
Cita usted la marcha del Ejrcito Rojo en 1920 sobre Polonia y Georgia, y dice: "Ahora,
si no ha cambiado nada en la situacin, por qu la mayora no propone apoyar el
http://www.marxists.org/espanol/trotsky/1940s/dm/07.htm#n1http://www.marxists.org/espanol/trotsky/1940s/dm/07.htm#n17/28/2019 En Defensa Del Marxismo - Leon Trotsky
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avance del Ejrcito Rojo en Polonia, los pases blticos o Finlandia?". En esta parte
decisiva de su discurso, usted establece que "algo ha cambiado" entre 1920 y 1939.
Claro, hombre! La novedad es la situacin de bancarrota de la III Internacional, la
degeneracin del estado sovitico, el desarrollo de la oposicin de izquierda, y la
creacin de la IV Internacional. Los "acontecimientos concretos" han ocurrido
precisamente entre 1920 y 1939. Y estos acontecimientos explican suficientemente porqu hemos cambiado radicalmente nuestra postura hacia el Kremlin, incluyendo su
poltica militar.
Olvida usted que en 1920 apoyamos no slo al Ejrcito Rojo, sino tambin al GPU.
Desde nuestra concepcin del estado, no existe diferencia radical entre el Ejrcito Rojo
y el GPU. Sus actividades estn estrechamente conectadas y son interdependientes.
Podemos afirmar que en 1910 y los aos siguientes, apoyamos a la Cheka en su lucha
contra los rusos contrarrevolucionarios y los espas imperialistas, pero que, cuando en
1927 el GPU empez a arrestar, exiliar y perseguir a los autnticos bolcheviques,
cambiamos nuestra apreciacin de esa institucin. Este cambio se produjo por los
menos once aos antes del pacto germano-sovitico. Por eso me ha asombradoprofundamente que hable usted sarcsticamente de "el rechazo de la mayora a adoptar
la misma postura que todos tomamos en 1920...". Todos nosotros empezamos a cambiar
de postura en 1923 avanzando poco a poco de acuerdo con los desarrollos objetivos. El
punto decisivo de la evolucin fue 1933-34. Si no somos capaces de ver qu cambios
fundamentales se han producido ahora y por qu debemos cambiar nuestra poltica,
segn propone usted, no significa que hayamos vuelto a 1920!
Insiste usted fundamentalmente en la necesidad de abandonar el slogan de la defensa
incondicional de la URSS, porque usted interpret en el pasado ese slogan como apoyo
a toda accin diplomtica o militar del Kremlin, es decir, de la poltica de Stalin. No, mi
querido Schatman, eso no corresponde "a los acontecimientos concretos". Ya en 1927
proclama
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