Aprendiendo a Orar
del libro: “Encuentro personal
con Dios”II
del Padre Higinio Lopera. Clic para pasar
Cuando tú amas, ¿qué hay en el fondo de tu amor? ¿Qué te hace ver el amor en la
persona amada? Aplica esto a la oración y descubrirás
el mundo maravilloso de Dios.
Tu oración dependerá de tu manera de amar y de ser amado,
de tu manera de ser cristiano, de sentirte salvado.
La oración nace de la manera de contemplar el misterio maravilloso de Dios.
El científico que estudia las piedras se emociona ante un trozo de roca, porque en ella lee una larga historia
de la vida. Lo mismo pasa con el cristiano que
haciendo oración de lo más simple de la vida descubre
el mundo fascinante de Dios.
La oración nace de la manera de leer, de contemplar el misterio portentoso
del amor de Dios.
Si Jesucristo es para mí el amigo del corazón, la oración será para mí la intimidad de la amistad
que buscaré continuamente.
Si Dios es para mí un Padre, alguien a quién veo y contemplo siempre como
padre tierno y misericordioso,
la oración será la búsqueda amorosa y filial del rostro
del Padre.
Si el Espíritu Santo es para mí el fuego mismo de Dios que enciende mi vida, si es el amor, el consolador,
mi oración la haré siempre bajo su impulso con su fuego, con su amor.
Esto significa que en el fondo de mi oración hay siempre una
manera de ver, hay una verdad que le da
sentido a la expresión de mi oración.
Esta verdad o estas verdades son el contenido de mi
oración. Por la oración que hace una persona podemos captar
su fe, en qué y cómo cree.
Hay personas que cuando oran nunca se dirigen al Padre …
significará que no se comportan como hijos y tal vez no conocen al
Padre.
Otras nunca mencionan en su oración al Espíritu Santo …
significará que no han tenido la experiencia del Consolador y tal vez no lo conocen.
Otras no se dirigen a Jesucristo, no piden en su nombre, es como si nunca se hubieran dado
cuenta de que Jesucristo es el mediador, el intercesor.
A la oración de estas personas le falta el peso de una verdad de fe, de vida.
Algunas, finalmente, oran con miedo, con angustia. Eso siginifica, en un momento dado, que esas
personas se imaginan a Dios como un ser terrible, como un ser superior demasiado serio, en quien no hay ternura, no hay amor:
Nada en Él mueve a la confianza y al abandono.
1. Al orar debo sentirme hijo de Dios, mi Padre,nuestro Padre.
2. Al orar debo hacerlo en el nombre del Señor, de nuestro adorable Jesucristo.
3. Al orar debo dejarme llevar del amor, de la luz y del gozo del Espíritu Santo.
4. Al orar debo sentirme hermano de los hombres, solidario con ellos, debo sentirme hijo de la Iglesia.
5. Al orar debo sentirme muy unido a María,Madre de Jesucristo y madre de la Iglesia.
Quiero darte algunos pasos para que tu oración tenga este maravilloso contenido de vida,
de verdad existencial.
Estas verdades serán el alimento de la oración. Para San Juan Eudes, el alimento de la oración fue siempre la verdad contenida en la Palabra de Dios,
en el Nuevo Testamento …Puede haber lecturas muy bellas para orar …
pero el gran libro de oración es la Palabra de Dios.
Veamos toda la riqueza que estas verdades comunican a nuestra oración y oremos con el Evangelio al estilo de
san Juan Eudes:
* Te alabo Padre, porque eres mi Padre y yo soy tu hijo.
* Espíritu Santo, lléname de amor y ora mí.
* Señor, te oro en unión con la Iglesia, con todos los hombres llamados a la salvación.
* María, madre de Dios y madre nuestra, en tus manos pongo esta oración.
Continuará …
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Que Dios te llene de bendiciones.Y que permanezcamos unidos en el amor a Jesús.
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