LICENCIATURA EN PSICOLOGÍA PSICOLOGÍA SOBRE LA VIOLENCIA DOMÉSTICA
Ensayo Crítico sobre las películas
Mía de Javier Van de Couter y
Sólo mía de Javier Balaguer
PROFESORA LICDA. GABRIELA VARGAS VARGAS
ESTUDIANTE: JOSÉ FABIO GUEVARA
II-‐2015
Universidad Fidélitas PS-‐910 Psicología sobre la Violencia Doméstica II-‐2015
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Introducción
Este ensayo está basado en el análisis de dos películas: Mía, una producción argentino-‐española del año 2011 dirigida por Javier Van de Couter y Sólo mía, del año 2001, producida y dirigida por el director español Javier Balaguer. Con ellas se analizan dos temas, con sus vinculaciones y sus bifurcaciones: la identidad y la violencia. A continuación hago una pequeña introducción a ambos para después pasar al análisis a través de las películas. Al hablar de identidad o de identidades básicamente se reflexiona sobre quién se es y quién se quiere ser. Y se entiende que lo primero no necesariamente va de acuerdo con lo segundo, no siempre se puede lo que se quiere. En una realidad como esta, determinada por lo que se conoce como socialización genérica en una estructura patriarcal, la situación es particularmente dramática en el caso de las mujeres, para quienes el mecanismo de modelaje a través de los refuerzos de género, están siempre relacionados con su ser y estar para los demás (Lagarde y de los Ríos, 2008), que termina imponiéndose como identidad de género caracterizada por una serie de mandatos: ser buena hija, buena esposa, buena madre, amiga, tener un buen marido y vivir desinteresadamente por el beneficio de sus hijos. Claramente una posición de alta vulnerabilidad para las mujeres. Es principalmente en Mía donde Van de Couter hila a través de su relato la construcción de los seres que en este caso no solamente están expuestos a una situación de marginalidad con respecto a su propia identidad, sino también social, política, y del derecho a la felicidad, a través de personajes como Ale, una travesti que se dedica a recoger cartón en las calles y que vive en una comunidad marginada, la Aldea Rosa, compuesta por travestis, transexuales, gays y otros excluidos no solamente por su sexualidad sino también por su pobreza (Van de Couter, 2011). Ale es quien, a través del diario que encuentra en la basura, el director da voz a Mía, una joven madre y esposa que al morir deja a su marido Manuel y a su pequeña hija Julia inmersos en las consecuencias de su pérdida. En medio de esa tempestad es Ale quien les aporta la sensibilidad para salir adelante. La historia, que termina en rescate, viene de alguna manera a visibilizar el respeto a las diferencias en medio de una sociedad marcadamente discriminadora e intransigente, así como los roles y la identidad de género. En el caso de la violencia, ésta se refleja con gran intensidad sobre todo a nivel de violencia de género en la película Sólo mía, no solamente en los malos tratos ejercidos en contra de las mujeres por parte de sus parejas, sino también en la violencia sexual y psicológica, la desvalorización, los mandatos de género y también la indefensión judicial de las víctimas (García Mohedano & Balaguer, 2001). Joaquín es un creativo de una empresa de publicidad en donde Ángela trabaja como secretaria. Ahí se conocen, se comprometen y se casan, rodeados de amigos y compañeros que después, cuando aparezcan los malos tratos, jugarán cada uno diferentes roles y posiciones. Es una relación donde al principio todo parece ir bien hasta que poco a poco se va manifestando el perfil del agresor, conforme las circunstancias se van confabulando para que se proyecte su aspecto sombrío, y se va dibujando también el ciclo de la violencia, la represión, la acumulación de ira, de tensión, de rencor, los detonantes de las explosiones, la minimización, el arrepentimiento y la reconciliación.
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Doña oficinista… tanto trabajar fuera y luego la casa hecha un desastre… Mandatos y roles. Es la frase de una de las primeras escenas de la película Sólo mía, donde se empiezan a delinear las intenciones de Joaquín, el protagonista, de delimitar los espacios donde su esposa se desenvuelve. Para ello enfatiza la marca sobre una serie de mandatos y roles que se irán repitiendo y remarcando todavía más conforme avanza la trama. Se trata de una serie de cumplimientos en el orden de lo simbólico sobre lo que debe ser y lo que debe esperarse de la esposa pronta a ser madre, que también debe ser ama de casa. Una serie de mandatos aprendidos que seguramente vendrán por vía de la madre de Ángela, quien en un momento crítico, después de que su hija ha recibido una primera agresión física de su pareja, le recomienda que olvide el incidente, que lo perdone y que mire hacia el futuro, pues el futuro hijo necesita un padre. Otro más de esos mandatos que tienen como propósito llenar al otro de placer y amor a través de la sumisión. Se trata de una serie de normas implícitas relacionadas con el estereotipo de la feminidad tradicional vigente que están relacionadas a las actividades, a las emociones y directamente relacionadas con el manejo de poder (Lagarde y de los Ríos, Género y feminismo. Desarrollo humano y democracia, 1999). Es posible observar una serie de roles y mandatos a lo largo de la película, en escenas como cuando se invoca su labor de madre paridora mientras que su esposo refuerza su posición de hombre exitoso y proveedor; o en aquella otra cuando el esposo le deja claro su desaprobación por querer estudiar porque ella no tiene tiempo para eso y debe asumir su posición que es en el hogar. Donde vos ves yuyos, yo veo un bosque… Identidad de género. En Mía, la protagonista es una travesti conocida simplemente como Ale. Su vida consiste en recoger cartones por la noche y coser durante el día. Vive en un barrio marginal, la Aldea Rosa, un lugar construido para albergar a marginados de la sociedad, pobres, travestis, transexuales. Un sitio que más bien es un lugar, una situación, una realidad, donde nadie teme ser diferente. Cuando Ale duda y expresa que quiere llevar una “vida normal” para dejar de vivir entre los yuyos (en Argentina, la mala hierba), Antigua, una de las primeras residentes le responde con estas palabras: “Donde vos ves yuyos, yo veo un bosque.” (Van de Couter, 2011) En su respuesta se puede leer una extraña dignidad que quizás sea más extraña de encontrar en cualquier otro sector de la sociedad. La dignidad de ser diferente. De ser. Las identidades de género se van traduciendo en representaciones e ideas, emociones y conductas aprendidas producto de un sistema social que configuran lo que es ser hombre y ser mujer, los modelos y hasta las ideologías culturales (Fritz, 1999). Entre las principales consecuencias de esta construcción social para las mujeres en una estructura patriarcal se
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observa la falta de desarrollo de la individualidad con la consiguiente imposibilidad de construir una autonomía personal, internalización de los afectos basada en la estructura de culpa y su consiguiente desarrollo en los roles a asumir. Y también la educación de los afectos y la manera como éstos se establecen y se reproducen en las relaciones de pareja (Sanz, 2013). Mía visibiliza una problemática social que en su momento ha sido muy importante en Argentina y que hoy lo es también en nuestro país, y que tiene que ver con el derecho a la identidad de género y a la identidad sexual del sujeto. Claramente se identifican en la película estas identidades con problemas y trasgresiones para la sociedad. El hecho de que vivan en la marginalidad así lo demuestra, no solamente por la pobreza sino sobre todo por su identidad. Sin embargo, estos personajes se levantan en pie de lucha por sus derechos, y sobre todo por el derecho a ser como son. Las consecuencias son claras. Mayor marginación, el rechazo de una buena parte de la población que los identifica como enfermos, el odio, la violencia y el total desinterés de las autoridades. Ese se convertirá en jefe… contará chistes y los demás reirán. Funciona así. Son como niños… Masculinidad y arquetipos. El concepto de masculinidad, sobre todo de la masculinidad hegemónica, está presente en toda producción cultural y sobre todo en el cine. Se entiende que la masculinidad, como parte de la identidad de género, es el resultado de un proceso y de una serie de prácticas que se inscriben en un constructo cultural de sexo y género que tiene como principal propósito regular las relaciones de poder y los roles sociales (Ramírez Rodríguez, 2005). Uno de los conceptos más influyentes en los estudios de construcción del género es el de la masculinidad hegemónica. La noción de hegemonía hace relación a la manera en que una clase dominante sea la que controla circunstancias esenciales de la sociedad, y que al implantar definiciones particulares sobre temas significativos, hace que se conviertan en ideas socialmente preponderantes. La idea que subyace bajo este concepto está claramente representada en las diferentes posiciones que vemos asumir al protagonista de Sólo mía. Una serie de condiciones aprendidas sobre lo que define el ser de un hombre, relacionas siempre con la voluntad de dominio y de control. Vemos escenas en las que Joaquín impone, por ejemplo, su virilidad como proveedor que somete la voluntad de su mujer y la reconoce como encargada del hogar; o cuando después de la clase de yoga y ante el reclamo de Ángela, le explica que ha estado en una reunión con clientes y que ha tenido un día difícil, afirmación que por sí sola justifica cualquier actitud. La mujer termina enternecida por el gran esfuerzo que hace su esposo y no solo lo mima, sino que lo avala. La masculinidad hegemónica permite que la elaboración de arquetipos masculinos termine en una serie de equivocaciones, sobre todo en cuanto a la relación con esas estructuras y modelos que dictan lo que las cosas deberían ser. Me refiero a los arquetipos. Un ejemplo es el del arquetipo del Rey, muy presente en toda la película. El hombre bajo la regencia de este arquetipo es hombre en cuanto a su habilidad de liderar a otros, es la manera como conecta con
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su masculinidad, a través de la guía, la jefatura y la dirección que ejerce sobre otros, que finalmente deriva en dominación. En Sólo mía, Joaquín, constelado por el arquetipo del Rey, debe tener todo en su justo lugar (hasta el pijama); hace un trabajo muy exigente que debe ser reconocido y avalado; es exitoso y demanda su descendencia, masculina obviamente, a su consorte, la paridora, que además es su súbdita y le debe respeto. Y finalmente lo que el Rey demanda hay que dárselo, al extremo de que su mujer queda convertida en su meretriz. – No quiero que conste en acta que mi marido me maltrataba… Mi hija es muy pequeña y no quiero que crezca odiando a su padre… – Su decisión demuestra mucha sensibilidad… Los cautiverios de las mujeres. En la mayoría de las escenas de la película Sólo mía, el papel de Ángela claramente se identifica con la madresposa, esa definición tan particular que hace Marcela Lagarde de la condición femenina en la estructura patriarcal. Este cautiverio se concreta en las relaciones de las mujeres con el poder y se caracteriza por la privación de la libertad y la opresión: privadas de su autonomía, de su independencia, del gobierno de sí mismas, de la posibilidad de escoger y de la capacidad de decidir (Lagarde y de los Ríos, Cautiverios de las mujeres: madresposas, monjas, putas, presas y locas, 1990). En una de las primeras escenas, Joaquín le demanda a Ángela que se dedique al hogar, a mantener la casa. En otra, muy significativa, la protagonista está con su madre después de la primera agresión del marido. La madre le dice que lo olvide, que lo perdone, que piense en el futuro, que el niño que lleva en el vientre necesita un padre, y obviamente, el padre una esposa. Joaquín se aparece arrepentido y Ángela lo consuela convertida en madre y esposa. Claramente se ven las dos esferas que menciona Lagarde en su libro: la sexualidad femenina se mueve entre dos espacios, la procreación y el erotismo. En torno al primero se construye la maternidad, considerado como un deber por naturaleza. Y el segundo, el erotismo, subordinado al servicio de la procreación, salvo en el caso de las putas. Así, la sexualidad femenina aparece escindida, produciendo dos grupos claramente definidos: madres y putas. En Sólo mía, la protagonista juega ambos papeles, cautiva de la maternidad y convertida en puta de su Rey y señor. Además en la escena que corresponde al epígrafe queda claramente representado uno de los mitos de la violencia conyugal que dice que los hijos necesitan un padre, aunque él sea violento. Y refleja efectivamente el hecho de que por esta razón muchas mujeres maltratadas se mantienen en silencio y por consiguiente en invisibilidad (Claramunt, 2003). Para Lagarde, el miedo a la soledad es el gran impedimento en el desarrollo de la autonomía de las mujeres, porque han sido nombradas en relación a los demás. La soledad, dice, es un espacio necesario para ejercer los derechos autónomos de la persona y para tener experiencias en las que no participan de manera directa otras personas (Lagarde y de los Ríos, Cautiverios de las mujeres: madresposas, monjas, putas, presas y locas, 1990).
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– Mi regalo es mucho más pequeño pero espero que lo mires muchas veces al día. – Mira, tiene un almanaque lunar. –Veremos a ver qué pasa en luna llena, ¿no?. – ¿Se convertirá en hombre lobo? La mascarada masculina. Héroes, patriarcas y monstruos son los tres tipos de máscaras que se enfrentan en ese juego que constituye la estructura de la masculinidad (Gil Calvo, 2006). Fundamentalmente la idea que se transmite sobre este tema en la película se expresa en el hecho de que mientras la imagen femenina revela lo que su portadora es, la máscara masculina lleva el propósito de encubrir, censurar y reprimir. Moore define la masculinidad a partir de cuatro arquetipos: rey, guerrero, mago y amante. Estos se corresponderían con los arquetipos de la masculinidad inmadura o infantil, que son los que mayormente se pueden encontrar en el personaje principal de Sólo mía: el divino niño, el héroe, el niño precoz y el niño edípico (Moore, 1993). Me interesa destacar sobre todo esa parte oscura de la máscara, esa oculta existencia de otra identidad negativa que muy bien queda manifiesta en la frase citada en el epígrafe, cuando Andrea, la amiga de Ángela, aprovecha la ocasión para exponer esa realidad oculta de Joaquín, a la que caracteriza como de hombre lobo. Es esa realidad opuesta a la identidad positiva que se expone a la vista de todos, lo negado y renegado. Es la alteridad de Gil Calvo que relaciona con la hybris griega, la desmesura. Alteridad que se convierte en Sombra, un arquetipo, y que no será posible ver directamente sino solamente en sus proyecciones. Curiosamente, en una escena de la película, el protagonista recrimina a un compañero del trabajo su falta de compromiso y de seriedad en su matrimonio. La escena es paradójica y totalmente típica de la proyección de la Sombra. Claramente se en las actitudes de Joaquín una paradójica sucesión de estados muy disímiles que van desde los atributos de poder del arquetipo del Rey, hasta las actitudes totalmente infantiles sobre todo cuando cae en estados de arrepentimiento y de recriminación hacia sí mismo por sus arrebatos. El niño compungido y penitente que busca el perdón de su madresposa, de repente se transforma en el monstruo desbocado cuando no obtiene lo que busca. Va de una proyección a otra, y cada una de ellas inscrita en su psique desde etapas infantiles seguramente que ahora viene a resignificar. El momento culminante de su mascarada viene en el juzgado de familia, cuando después de escuchar a la defensa, el juez determina que ha de primar el interés por el menor mientras el director hace un close up a sus labios para recalcar la importancia del mensaje. Dice Gil que las máscaras masculinas revelan que los varones son otra cosa distinta de lo que parecen representar, y que esa otra cosa es sospechosa en tanto que inconsciente, desconocida e incierta.
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Conclusión En una de las escenas finales, Ángela tiene una conversación con su abogado en los atiborrados pasillos de los tribunales. Tiene una grabación con las amenazas de su esposo. El abogado le dice que por unos insultos no se podrá lograr mucho. Que si el hombre la amenaza ponga la denuncia. Y ella le responde diciéndole “Y, ¿cómo voy a hacerlo si ya estoy muerta? ¿Cómo voy a hacerlo si me parte las piernas y los brazos? ¿Cómo voy a decir nada si me parte la mandíbula en mil pedazos?”. La escena siguiente es terriblemente significativa. Llaman al abogado a audiencia y de repente, todas aquellas personas en los pasillos van desapareciendo. El director hace un acercamiento al rostro de Ángela mientras se escuchan las puertas que se cierran. La escena termina con la protagonista completamente sola (García Mohedano & Balaguer, 2001) La igualdad de género se refiere a la igualdad de derechos, responsabilidades, y oportunidades de mujeres y hombres, niñas y niños, y se refiere a que estos derechos no deben depender del hecho de que la persona haya nacido hombre o mujer. Toma en cuenta los intereses, las prioridades y las necesidades y reconoce la diversidad entre los diferentes grupos de hombres y mujeres. Por otra parte se entiende por violencia contra la mujer por motivos de género todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga como resultado el daño físico, sexual o psicológico. Y se entiende que la violencia de género el lugar relegado que ocupan las mujeres en la sociedad respecto a los hombres, y esta violencia es debida a la relación que mantienen con los hombres, como es el caso de la violencia intrafamiliar (Naciones Unidas, Asamblea General, 1993). A este respecto UNWOMEN (United Nations Entity for Gender Equality) ha estimado que el 70% de las mujeres del mundo ha sufrido alguna forma de violencia física o sexual de parte de hombres durante su vida (UNWOMEN). Sin embargo la situación es peor pues una vez que existe violencia contra la mujer viene entonces aquella parte que ver con la respuesta del sistema legal, y es donde los expertos consideran que se ejerce la discriminación por segunda vez, con los vacíos legales que impiden que las víctimas tengan acceso a la justicia. Esta preocupante realidad queda resumida y reflejada en otra escena no menos dramática de la película Sólo mía, cuando la protagonista habla con una consejera legal sobre su situación. El discurso de la experta va así: “Casos como el tuyo están a la orden del día… y sabes lo más triste, que apenas hay soluciones. Los políticos echan la culpa a la justicia, y la justicia a unas leyes insuficientes que nadie sabe por qué están ahí. Y para colmo, la sociedad mira hacia otro lado como si el tema no le concerniera…” Y termina dándole un consejo que refleja nuevamente y con tristeza la gran realidad de una buena parte de los casos de violencia de género: “abandona la ciudad. Desaparece. Procura que nunca sepa nada de ti.” (García Mohedano & Balaguer, 2001). Dos películas, Mía y Sólo mía, una argentina y otra española, que reflejan muy bien las realidades de cada una de estas sociedades en relación al tema que tocan. Historias que seguramente el espectador desentendido tomará como situaciones anecdóticas. Para una sociedad como la nuestra, cada vez más sensible a estas realidades, seguramente serán reflexiones que no pasarán desapercibidas, sino que por el contrario, encontrarán hoy más que nunca una conciencia fértil donde dejar huella.
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Bibliografía Claramunt, M. (2003). Casitas Quebradas. El problema de la violencia doméstica en Costa Rica. San José: EUNED. Fritz, H. (1999). Construcción de Roles, Género y Valoraciones. Una aproximación a las Representaciones de la Realidad y la Identidad de Género Femenina. Revista Austral de Ciencias Sociales , 109-‐120. García Mohedano, Á., Balaguer, J. (Guionistas), & Balaguer, J. (Director). (2001). Sólo mía [Película]. España. Gil Calvo, E. (2006). Máscaras masculinas: Héroes, patrircas y monstruos. Barcelona: Editorial Anagrama. Lagarde y de los Ríos, M. (2008). Para mis socias de la vida. Madrid: Editorial Horas y Horas. Lagarde y de los Ríos, M. (1999). Género y feminismo. Desarrollo humano y democracia. Madrid: Editorial Horas y Horas. Lagarde y de los Ríos, M. (1990). Cautiverios de las mujeres: madresposas, monjas, putas, presas y locas. México D.F.: UNAM. Moore, R. (1993). La nueva mascuinidad: Rey, Guerrero, Mago, Amante. Barcelona: Paidós Ibérica. Naciones Unidas, Asamblea General. (1993, 12 20). Declaración sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, A/48/104, Art. 1. Ramírez Rodríguez, J. (2005). Madejas entreveradas: Violencia, masculinidad y poder: Varones que ejercen violencia contra sus parejas. Zapopan: Universidad de Guadalajara. Sanz, F. (2013). Los Vínculos Amorosos. Buenos Aires: Editorial Kairós. UNWOMEN. Visitado el 30 de junio del 2015, de http://www.unwomen.org/en/what-‐we-‐do/ending-‐violence-‐against-‐women/facts-‐and-‐figures Van de Couter, J. (Guionista), & Van de Couter, J. (Director). (2011). Mía [Película]. Argentina.