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ALTERACIONES DIGESTIVAS SECUNDARIAS A UNA AFECCION CARDIOVA,SCULAR.

CORRELACIONES SUPRADIA.FRAGM:ATICAS

S. TINTORÉ:FERRER. J. FELm-CoNDOMINAS

~ A. MALFORMACIONES CO~GÉNJTAS DE LA AORTA Y DE LOS GRANDES vAsos . -l. Arco aó1·tico a la de1·echa. Dicha malformación aparece sólo 35 veces en una revisión de ABllOT sobre 1.000 casos de cardiopatías con· nitas. Algunas veces en forma aislada; otras, con más frecuencia, acom­pañando a sítus inversus con inversión de vísceras abdominales. También se la encuentra en un 20 por 100 de casos de teb·alogía de Fallot (enfer­medad de Corvisart) y en algunos casos de complejo de Eisenmenger.

Esta entidad cünica es radiológicamente la imagen en espejo de la disposición normal, y determina en el esófago una depresión de su borde antera-lateral derecho visible con contraste en posición frontal y OAI.

2. A1·co aórtico a la derftcha con divertículo aórtico posterior.­Cuando dicho arco aórtico se asocia con divertículo aórtico posterior, de­forma, como en el caso precedente, el esófago por la derecha, observán­dose además sobre ]a porción posterior del arco aórtico una sombra opaca dirigida atrás y a la izquierda que 1·echaza el esófago a su vez hacia adelante (BEDFORD y PARKINSON). La imagen radiológica más limpia se obtiene en OAD.

3. A1·co aórtico a la derecha envolvente. -En el arco aórtico a la derecha envolvente (KO:\!MERELL, GRErNEDER y SECERS y BROMBART) la aorta envuelve al esófago por detrás, para descender luego por el lado iz­quierdo de la columna. Igual que en el caso anterior, el esófago es recha­zado hacia delante por la misma aorta y no por el divertículo. Es bien visible en OAD. En posición frontal se ve la aorta ascender por la derecha y descender por la izquierda, lo que no debe confundirse con dcsenrrolla­mientos adquiridos en el curso de la arteriosclerosis. Sólo el examen eso· fágico con contraste puede darnos el diagnóstico

4. Arco aórtico doble. - Con.~iste en la formación de un anillo vas­cular completo envolviendo la tráquea y el esófago. En general, el cayado izquierdo pasa por detrás del esófago y es menos desarrollado (GUILLAUMET) que el derecho (CRYSTAL, Eo~mND y BETZOLD, EowAnos). Cuando el anillo vascular es suficientemente ancho, la malformación es bien tolerada, pero si es demasiado estrecho, aparecen síntomas de constricción que, por lo que hace referencia al esófago, son disfagia y regurgitaciones desde el nacimiento o poco después. El diagnóstico radiológico es definitivo, reve·

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lando una depresión a ambos lados del esófago al mismo tiempo que una neta huella posterior.

5. Inserción a la izq-uierda de la c¡rtería subclat~-ia. -También se co · noce con el nombre ele arteria lusoria. Nac~ como último gran tronco de los vasos del cayado aórtico, a 1,5 cm. del punto de origen de la arteria subclavia izquierda y cruza el mediastino, pasando en general F>Or detrás del esófago. Algl.ll1a vez también entre esófago y tráquea. E>dste una variedad en que la arteria subclavia derecha es el primer vaso del cayado y hace una vuelta alrededor de la tráquea y el esófago, también llamada por SEGEns y BROMBAin ;ute ria lusoria uenvolvente» .

Puede ocasionar en un pequeño número de casos manifestaciones de disfagia a veces pocos día~ después del nacimiento, que sólo la intervención quirúrgica puede solucionar. Generalmente, esta anomalía congénita per­manece latente hasta edades avanzadas en que al desarrollarse un cierto grado de arteriosclerosis desencadena la disfagia que BEDI•'ORD, en 1789 Uam6 disfagia lusoria. FACQUET, WEL'l'I y ALHOl>íME refieren un caso de disfagia con muerte por caquexia, y han descrito cm síntoma nuevo que consiste en la desaparición del pulso en el miembro superior derecho por la introducción de nna wnda de mercurio en esófago.

La imagen radiológica se caracteriza por una depresión semicircular en la cara posterior izquierda del esófago y un desplazaml.ento hacia delante y a la derecha, bien visible en OAI. Por el contrario, la muesca de la aorta sobre el esófago es menos marcada debido al desplazamiento de éste. La radioscopia y la esofagoscopia permiten a veces observar el latido arterial.

6. Coartación aórtica. - Una de las consecuencias de la coartación es el desarrollo de una circulación colateral rica que se reaüza a través de las arterias intercostales, las cuales, al dilatarse y aumentar su tensión, pueden produ~:ir múltiples pequeñas hendiduras esofágicas animadas de pulsatilidad visibLes en esófago opaco a nivel del segmento interbronquial Y que no deben conf-undirse con las contn1cciones de la musculatura eso­fágica (EDWAnns y colabs). Además, en OAT. es posible observar a veces un desplazamiento del esófago hacia delante por la dilatación postestenósica de la aorta descendente.

7. Tetralogía de Fallot. - La circulación bronquial colateral puede provocar imágenes vasculares análogas a las observadas en la coartación aórtica (EEtc).

B. Persistencia del canal arterial. ,....-Esta malformación traduce sobre el esófago opaco una huella situada a 1,5 cm. por debajo de la aórtica, 7ás pequeña que ella, da 1,2 cm., pulsótil, siluada en el borde izquierdo col esófago visto de frente.

En casos de arco aórtico a la derecha hay que lener en cuenta que

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la huella esofágica estar;í en situadón posterior, como en casos de dobl~ cayado aórtico (NEUHAUSER).

La posición OAD es la mejor para detectar estas alteraciones. Las man·ifestaciones clín·icas qt1e todas estas anomalías congénitas pro­

ducen en el esófago son variables y dependen del grado de compresión ejer­cido por las alteraciones de posición y volumen de los vasos. Con frecuencia las malformaciones son asintomáticas desde el punto de vista digestivo. Otras veces son benignas y bien toleradas. Unas aparecen desde el naci­miento, mientras otras sólo se ponen de manifiesto en el transcurso de los años. Finalmente, algunas llegan a crear disfagia en grados tan importan­tes que son capaces de producir problemas nutritivos serios.

B. -E t-."FERMED.ADES ADQUDUDAS DEL COR.-\ZÓ:>< Y DE LOS VASOS.-l. Aurícula izquierda. Gracias a la relación directa que existe entre la pared posterior de la aurícula izquierda y la porción retrocardíaca del esófago es posible descubrir y valorar la dilatación y la pulsatilidad de dicha aurícula izquierda. El hallazgo de una exp~nsión sistólica de la misma es de gran valor diagnóstico en la insuficiencia mib·al, fenómeno gue puede ser fácilmente visible en OAD con papilla esofágica y registrado mediante la radioquimografía, la electroquimografía y la cinerradiogra­fía. El hallazgo de una dilatación de la aurícula izquierda puede ser el signo más precoz de una estenosis mitral. Esta dilatación en OAD des­plaza la mitad superior del segmento retrocardíaco del esófago hacia la derecha y atrás, imagen sólo observable en inspiración en casos de dilata­ción incipiente. La huella esofágica de dicha dilatación queda limitada por dos bruscas angulaciones en sus límites superior e inferior.

En posición frontal, LIA.J<>< y M.AllCIL\L citan la desviación lateral dere­cha como dato de valor. Cuando la dilatación aneurismática de la aurícula izquierda es muy pronunciada, pueden aparecer fenómenos de compre­sión con disfagia.

2. Vent1·ículo izquierdo. - La opaciflcación del esófago como medio de control precoz del aumento de volumen del ventrículo izquierdo no tiene interés, pues dicha hiperb·ofia ventriculál· izq1Jierda sólo efectúa tardíamente, y es de difícil visualización en posición ante1·oposterior, pero, en cambio, esta exploración tiene importancia para calibrar el grado de esta hipertrofia. Dicha dilatación se observa en la mitad inferior del seg­mento retrocardlaco y es visible en OAD.

Algunas veces las dilataciones aneu1·ismáticas del ventrículo izquierdo (WOLFERTFI y Wooo), secundarias a un infarto que afecta a la pared pos· terior, se ponen de manifiesto con una neta angulación a nivel del surco aurículo-ventricular.

3. Aurícula y vent·rículo derechos.-La desviación del esófago moti­vada por dilatación de las cavidades derechas del corazón no puede reali-

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zarse m<ÍS que directamente a t ravés de lns cavidades izquierdas por rio encontrarse el esófago en contacto directo con aquéllas.

4. Arteria pulmonar.- En la dilatación de la arteria pulmonar es posible encontrar en los segmentos bronquial e interbronquial del esó­fago una huella importante, separada de la imagen de la arteria pulmonar por la claridad del bronquio izquierdo.

Manifestaciones clínicas.- La capacidad de desplazamiento esofágica es el motivo por el cual la dilatación de las cavidades cardíacas no suele producir dificultades de paso del bolo alimenticio por su interior. Sólo cuando el esófago sufre además la compresión de una estructura posterior dura (columna vertebral, aorta descendente esclerosa) no puede distenderse en el momento de la deglución originandodisfagia. La disfagia no se pre­senta mientras el esófago conserva un diámetro de su luz de 6 mm. No es raro que los enfermos refieran la sensación subjetiva de disfagia a niveles dilitintos de aquellos en que asienta la compresión.

5. Aorta. -Para descubrir sobre la aorta el grado de repercusión de la arteriosclerosis, la síGlis y la hipertensión arterial, interesa medir el diámetro de su cayado. KnEUZFUCll describió un procedimiento para medirlo gracias a la opacificación del esófago midiendo la distancia entre la hendidura aórtica del mismo y el borde del botón aórtico, colocando el sujeto bajo control radioscópico en OAP y buscando el ángulo exacto bajo el cual el diámetro del cayado alcanza su mínimo valor. En la edad media de la vida las cifras halladas oscilan entre 2 y 2,7 cm., cifras que aumentan a partir de los cincuenta años.

Los aneurismas que desplazan más el esófago son los del cayado y de la aorta descendente. Estos últimos, cua11do se localizan en la parte superior, rechazan el esófago a la derecha, mientras que los de la parte inferior lo hacen a la izquierda. Los del cayado, en cambio, determinan una huella en la cara anterior y en la cara izquierda del esófago. Los aneuris­mas de la aorta ascendente, en general de etiología sifilítica, modiRcan poco el trayecto del esófago.

Clínicamente, las dilataciones de la aorta producen disfagia con mayor facilidad que las del coraz6n, Asimismo, el latido persistente del aneUrisma ~uede llegar a alterar la pared del esófago hasta el extremo de fraguar una fistula aorta-esofágica.

Finalmente, la a01ta, al compás de su <::volución hacia la esclerosis, se elonga Y crea una serie de adherencias con el esófago q~te en dos tercios de los casos permite mantener al esófacro en su l'elación normal con la a_o~ta, lo que SEGEns y BoMBART llam.; deroulement oesofagoaortique,. VISible e~ posición frontal, pero mejor en OAI. Este paralelismo estrecho entre la 1magen esofágica y aórtica permite hacer el diagnóstico diferen-

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cial con los desplazamientos por agrandamientos del corazón o por un tumor rnedia5tínico. •

Siu embargo, dichos desplazamientos ) (!Ompresiones esofágicas por grandes dilataciones aórticas rara vez son causa de disfagitl, a pesar ele que el esófago opacülcado demuestra una estrechez radiológica importante a su luz. En estos casos la presenf!ia de una disfagia debe hacernos sos­pechar la existencia de un proceso esofágico intrínseco no visible a ra­yos X y sí al esofagoscopio, como ilustra la siguiente observación:

M. B. B., varón, de sesenta y nueve años, portador de una aiteriosclerosis aórtica desde hace bastantes años. Viene a consultAr por una anorexia y una disfagia especialmente 1ntema para los sólidos. La radiografía del tórax., revela una aorta densa y notablemente desenro­llada. La exploración del esófago pone de manifiesto una huella del cayado muy acusada, con imagen acintada, sin que se pueda apreciar ningún signo de lesión intrínseca de su pared. Por esofagoscopia se diagnosnca adenocarcinoma de esófago. Se practica una gastrotomía por la que el enfenoo se alimenta. Mientras es irradiado con radioterapia, desapareciendo completamente la disfagia, pero no la imagen de compresión esofágica por la aorta (flgs. 1 y 2).

En muchos casos de elongación aórtica existe un divertículo esofágico producido por Lracción como consecuencia de las adherencias existentes entre ellos. Menos frecuente es la aparición de una hernia hiatal por desli­zamiento producida al atraer el esófago elongado al estómago a través de

FIG, l

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FrG. 2

un hiato diafragmático ensanchado y con pérdida de elasticidad frecuente en personas de edad.

En casos de acodaduras de la aorta descendente con placas de ate­toma existe una desviación del esófago epifrénico, ya hacia la izquierda, ya más raramente hacia la derecha. Estos tipos d€ desviación epifré­nica no son fijos, y como dato curioso, aunque raro, citaremos el despla­~miento del esófago alternativamente a la derecha y a la izquierda de una aorta sinuosa al compás de los movimientos de la degh1ción .

El pequeño triángulo interaÓ¡-tico-broncplial del esófago p uede simular un divertículo cuando las dos huellas vecinas (cayado aórtico y raíz del bronquio izquierdo) son bastante profundas. Esta zona débil puede fraguar adherencias con la parte inferior del cayado aórtico, frecuente en personas de edad Y en una fase más avanzada llegar a desarrollar por debilit-ación

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de la pared un verdadero divertículo por pulsión bien estudiado por PANNHORST.

6. Troncos supraaó1·ticos. -El aneurisma del tronco braquiocefálico puede provocar un resalte del borde superior derecho de la sombra me­diastínica y determinar una desvia~ión a la izquierda de la tráquea y del segmento traqueal o supraaórtico del esófago, como en la siguiente observación:

M. A. S., mujer, de se~enta y siete años, op erada hace tres de colelitiasis. Aqueja desde entonces crisis de seudoangor con dolor retroxifoideo propagado bada arriba, a derecha e izquierda, más intenso al cabo de una hora de la in­gesta. La exploración esofágicá descubre una masa paratraqueal derecha per­l>istente que adhiere al segmento supraaórtico del esófago y una disquinesia muy evidente (fig. 3). MoooLELL y MANCHÓx, mediante la quimograña y la pantalla electrónica, demuestran un:t pulsatilidad de dicha imagen y llegail &1 diagnóstico de aneurism-1 del tronco braquiocefálico (fig. 4).

F1c. 3

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F!G. 4

Si dicho aneurisma se acompaña de dilatación del cayado aórtico, apa­rece una segunda desviación inmediatamente por debajo de la primera ha9ia la derec~a, ofrecieudo su conjunto una forma de S invertida, dato que ayuda al diagnóstico diferencial con un bocio.

El síndrome de obliteración de los troncos supraaórticos descrito por MARTORELL y F ABRE se presenta en casos de arteriosclerosis, aneurismas de la aorta y arteritis no específicas (enfermedad de TAKAYAsu). En estos casos se observan algunas alteraciones por disminución del flujo sanguíneo en boca, faringe y porción superior del esófago, territorios irrigados por ramas de los .tres troncos afectados. Pueden observarse algias maxilares des­pt~és de la maslicacióu semejando una cbuclicación intermitente de los musculos masticadores.

7. Pericarditis.- En caso ele pericarditis agudas con derrame, si éste es abundante pueden aparecer fenómenos de compresión esofágica con dis-

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fagia. GuGLIELMINI precisa que la disfagia es mayor en la acrecio que en la concrecio. 8. Insuficiencia cardíaca congesf:iva. - En la insuficiencia cardíaca congestiv.a, a medida que la asistolia se va acentuando (LIA..'f y FARoY), y especialmente en el pe1·íodo final de edemas generalizados, origina como consecuencia del edema del esófago una serie de alteraciones de este órgano. La secreción y la función motriz del esófago están comprometidas por el edema de sus paredes, dilicultando .asimismo su distensión y el oaso del bolo alimenticio. La estasis portal, a su vez, dilata las venas de -sus plexos venosos, submucoso y periesofágico. Si dicha descompensa­ción se acompaña de derrames pleur.ales y especialmente pericárdicos puede presentarse disfagia más o menos intensa, según la importancia del derrame. 9. Insuficiencia coronaria.- La angina de pecho y el infarto d11 miocardio, especialmente los de cara posterior, pueden traducirse por un dolor epigástrico brusco, algunas veces con irradiaciones atípicas a la parte superior del ::tbdomen, a las ramas del maxilar inferior y a alguna muela careada. Esta$ irradiaciones, por su localización, pueden confundirse con l Jna enfermedad digestiva, hasta el punto que, como dice SettERF, muchas muertes por infarto han sido atribuidas a ,, indigesti<Sn aguda» . GoTTESMAN, CASTEN y BELLEn discuten el diagnóstico diferencial del dolor de un infarto de miocardio y el del abdomen agudo, especialmente en la pancreatitis aguda, y comentan los cambios electrocarcliográficos. Recordemos la importancia de la digestión como factor de sobrecarga cardiaca. Entre los múltiples síntomas de origen coronario únicamente citaremos los eructos y la síalorrea que suelen observarse al B..nal ele ]a crisis dolorosa, especialmente en personas de edad avanzada. A veces se ven signos de reflujo instalarse después de un infarto ele miocardio, comprobando en este caso la existencia de una hernia hiatal importante. 10. Alteraciones del ritmo cardíaco. -Los extrasístoles pueden mani­festarse con una fenomenología que varía de intensidad y características según el tono vegetativo del individuo desde una ligera molestia retraes­terna} a un golpe, latido o fuer te pulsación fadngea. Mediante la fonocardiografía esofágica (TAQUL'II) ha sido posible regis­trar algunos núdos cardíacos, y en especial sístoles en eco y ruidos en cañonazo, típicos de los bloqueos aurículo-ventriculares completos. 11. Alteraciones de la circulación arterial. -La aorlitis torácica l' las alteraciones arteriosclerosas de los tres grupos de arterias esofágicas superiores, medias e inferiores, pueden provocar precordialgias y epigastral­gias de esfuerzo. Dicho dolor epigástrico de esfuerzo puede estar influido por el fallo de las arterias esofágicas inferiores, ramas de la coronaria

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estomáquica cuando ésta, esclerosada, claudica por la sobrecarga digestiva gástrica.

También el aumento de la pulsatilidad arterial periférica propia de en­fermedades como la insuficiencia aórtica puede provocar algunas mani­festaciones digestivas, tales como la pulsati\idad violenta de la úvula (signo do MüLLER), de las amígdalas (signo de HucHARD) y de la lengua (signo de MII\'ERVINI), como ilustran las dos siguientes observaciones:

M. T. G., mujer, fallecida a los veintiún años. A los dieciséis, y con motivo de un primer embarazo, aparece una descompensación cardíaca y se le des­cubre una insuficiencia a61tica reumática muy impo1tante, que va evolucio­nando hasta que a los veinte años empieza a notar manifestaciones de pulsa­tiliclad dolorosa en hígado, bazo y además en úvula, amígdalas y lengua, falle­ciendo poco después.

U. P. L., varón fallecido a los veinticuatro años. A los diecisiete, y con motivo de un esfuerzo violento, se le descubre una insuficiencia aórtica reu­mática importante, con un cierto grado de estenosis, que evoluciona con fre­cuentes edemas agudos de pulmón, apareciendo una pulsatilidad 1polesta en amígdalas y úvula en los dos últimos años de su vida.

12. Varices esofágicas.- ClARPAGLINt e lANNACCONE han estudiado cinerradiográficamente en 11 pacientes afectos de va~ices esofágicas las modificaciones de la motricidad del esófago varicoso, bien visibles con el intensificador de imágenes, comprobando alteraciones de la motilidad eso­fágica en el sentido de hipotonía o atonía generalizada o localizada en su tercio distal, por imágenes residuales en la mucosa y por la aparición de contracciones anormales.

BIULIOGRAFtA

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Sesión del día 5 de abril de 1962

REHABILITACION DEL CARDIACO: EQUIPO CARDIOLOGO-ME­DICO TRABAJO. SELECCION DE PUESTOS DE TRABAJO APTOS

PARA CARDIACOS

c. PIJOAN DE B ERJSTAI!'(

Los problemas que se plantean al buscar puestos de trabajo para los cardiópatas son muy complejos y creo que, en nuesb·o país, casi no han sido estudiados. Haremos una exposición general de la cuestión m<1s con el propósito de establecer un programa para estudio ulterior que c~n 1~ pretensión de ofrecer unas soluciones que yo, por lo menos, ignoro SI extsten.

Debe hacerse de entrada un distingo importante entre lo que sucede cuando la cardiopatía se presenta o empieza a dar síntomas en un sujeto ya empleado y cuando es descubierta en el momento en que el paciente va a empezar su vida profesional.

En el primero de los casos, un individuo que trabaja desde hace más 0 menos tiempo empieza a aquejar síntomas de origen cardíaco. Se trata, )'a de una cardiopatía «nueva» (arterioesclerosis, hipertensión, cor pulmo­nale, etc.) ya de una «antiguau (reumática, más raramente congénita) que