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DE LA RIVA AGERO
El Arzobispo Escandn no quera bien a Castelfuerte.
Por piques de etiqueta, se retir lo ms del tiempo a Sur-
ca, que era la residencia rstica de moda. Chorrillos, al
dea
de
pescadores, no serva hasta
la
segunda mitad del
XVIII, sino para excursiones y pachamancas de un da
o jornadas de una semana cuando
ms.
A Miraflores y
Lurn iban a convalecer algunos enfermos. Surco el Nue-
vo el
Viejo deshabitado desde
el
Virrey Toledo, estaba
en
ruinas, a las faldas del Morro Solar , atraa para lar-
gas temporadas, porque se consideraba, por ser descam-
pado y sus buenos aires, como refugio contra los templo-
res y la peste de viruelas. En
el
ltimo tercio del siglo
anterior, haba sido residencia, por ms de dos aos del
Conde
de
Castellar y su familia, mientras ste renda
cuenta de su administracin. Varias familias nobles, no
contentas con
los
ranchos
de los
indios, habilitaron casas-
huertas que, abandonadas
al
fin del XVIII, no han dejado
sino vestigios casi imperceptibles, por la fragilidad de sus
materiales de adobes y quinchas. Los veraneantes perma-
necan en Surco hasta bien entrado el invierno por que
all organizaban los paseos a las lomas de Atocongo, en
grandes cabalgatas, con msica de arpas, y vihuelas, y a
veces de violines. Iban a Surco a asistir a la estacin de
fiestas y toreos, y a hacer la corte al achacoso Arzobispo,
oidores, ttulos y altos empleados
de
ambas curias, como
el
Dean D. Andrs Munive, pariente
de los
Valdelirios,
Issagas y Sierrabellas; el sabio magistrado D. Toms de
Salazar, el cannigo Poveda, los Marqueses de Villafuerte,
los
Condes de San Juan
de
Lurigancho, los Pinedas de
Guatemala, etc. En Surco fue el comentado noviazgo de
Chepita Santa Cruz con
D.
Francisco Hurtado de Men-
daza.
La familia de Santa Cruz perteneca a
los
ms gra-
neado de la nobleza limea. Aliada en anteriores genera
ciones con los Issagas, los Agero y Aasco, y los Ros
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DE GARCILASO A
GUR N
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de Navamuel, condecorada por Carlos JI con el ttulo
condal de San Juan de Lurigancho, posea por juro de
heredad l tesorera
de
la Casa de Moneda. El hijo ma-
yor, Capitn D. Jos de Santa Cruz y Centeno de Ch-
vez, Caballero de Santiago, haba sido Alcalde en
1728
y
9
Y viajaba por Espaa. El segundo, Diego, en quien
al cabo vino a recaer el condado, cas con una Quere-
jazu. Las mujeres fueron por matrimonio Marquesas de
Moscoso, Otero y Castelln; pero la ms viva, que
se
llamaba tambin Josefa porque estos tiempos fueron de
la predominante devocin a San Jos, difundida desde la
reforma carmelita de Santa Teresa) se enamor del joven
D. Francisco de Mendoza e Iturrizarra, aunque por
las
cartas de Melgarejo se descubre que haba
el
propsito de
casarla con novio
ms
opulento. No era fcil que fuera
de
mejor cuna pues D. Francisco, hermano del doctor
D. Diego y del Rector del Colegio Real de San Felipe
descenda
de
una familia histrica, y era primo de los Mar-
queses
de
Corpa y de los posteriores Condes de Monte-
blanco. Despus fue Regidor Perpetuo y Alcalde de Lima,
1
cual constitua entonces ejecutoria autntica.
El
idilio
de Mendoza
y
la Santa Cruz se realiz en las arboledas
frutales de
las
quintas surqueas. Fue agitado, volcnico.
Hubo que casarlos. Para disipar las ltimas resistencias
del viejo Conde,
se
encarg de pedir
la
mano de la nia
el acatado jurisconsulto D. Toms de Salazar. Se casaron
en
Lima l
8 de
marzo
de 1732 en la
Casa de Moneda,
con pltica del Arzobispo; pero se censur much que
Mendoza llevara a la novia a vivir
en
una mera casa alqui-
lada,
de
la calle del Capn, y mucho ms que los esposos
se
quedaran
sin misa al
da siguiente, que era da de
precepto
y
el
santo de la desposada, porque no salieron
ni un
instante a
la
calle
y
no tenan oratorio. Otras comi-
dillas del chismorreo en los estrados eran las genialidades
y
extravagancias
del
Comisario General
de la
Caballera,
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DE
LA
RIVA AGERO
D. Domingo de Oyague, cuado del Conde del Portillo;
y la ria de los gentileshombres y pajes del Marqus de
Villagarca en las fiestas del recibimiento de este Virrey
mayo de 1736) con los colegiales _de San Martn, hijos
de
los oidores Concha, Bolaos, y
el
Conde de las Torres.
Contrastando con tan frvolo ambiente, hubo un
rebrotar de genuina poesa mstica, a pesar de cuanto
se
ha dicho y declamado. Este renuevo de la inspiracin de
Hojeda,
en
forma lrica e ntima,
se
debi
al
franciscano
Juan de Peralta, que nada tuvo que hacer con nuestro
ruidoso D. Pedro el Cosmgrafo,
ni
con su hermano el
Obispo de Buenos Aires y la Paz y en el que apenas ha
reparado hasta ahora sagazmente,
de
nuestros investiga-
dores de historia literaria, Ventura Carda Caldern.
El
manso y contemplativo Fray Juan
de
Peralta naci en
Lima, el mismo ao que su resonante homnimo, el 27 de
diciembre de 1663, hijo
de
Antonio de Peralta y
de
Mara
Durn. Profes en Los Descalzos, no sin crisis de escr-
pulos, en 1687. Vivi largo tiempo en Huars, en Pisco y
en
sus claustros de
la
Alameda limea; y en esa recolec-
cin muri el 4 de setiembre de 1747, despus del gran
terremoto, que aseguran haba anunciado. Dej muchas
obras inditas
en
prosa y verso; pero slo se imprimieron
sus
res
jornadas
del ielo
dos ediciones
en
Lima, 1749
y
1794).
No
es
conceptista
ni
gongorino, como todos
los
dems en su derredor. Es un preservado, un rezagado
si
se
quiere. Entre la literatura cortesana de retrucanos y
paranomasias,
de
anttesis y acrobacias retricas, sigue hu o
milde y fiel la senda de Fray Luis de Len y Fray Juan
de la Cruz. No siempre rima bien, ni cuenta con exactitud
las slabas
ni
acierta con la palabra precisa.
Alma
suave,
casi infantil, su llaneza degenera a veces en desgarbo y
niera. No es tampoco de propsito
un
precursor de l
reaccin prosaica, la vanguardia de Olavide, Bernardino
Ruiz y Valds, cuya vena devota supera con mucho. Sabe
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DE GARCILASO A
EGUREN
323
de conflictos espirituales que sus criollos sucesores no
vislumbran o no logran expresar. Ajeno a las alharacas
de los vates de certamen academias y salones tanto como
a las vulgaridades de panllevar del prosasmo rampln
se absorbe en
el
drama interior de
l
soledad en
el
que
van las alternativas de la aridez desolada a la efusin de
los arrobos:
Confuso
laberinto
De diversos caminos
senderos
:Forma
todo
el
recinto
Descubriendo fatales
paraderos.
Al bculo estribando
Lleno
de
sobresaltos
presura
Las sendas voy tentando
Para
reconocer
la
ms
segura.
Como
nio
me has puesto
Para aprender a andar, a esta prisin.
Que no est
en andar presto
De
este
camino real
la perfeccin.
As camina el nio
Ceido al andador que se le da;
en l
a do
el cario
De su
padre 1
llama, slo va.
Enamorado de su quietud cenobtica junto a los pe-
dregosos cerros de Abajo del Puente o en los vergeles de
Pisco y del Callejn de Huaylas celebra las delicias del
retiro campestre:
Corra por alto mar
Al
aura que le sopla,
quien quisiere,
Que yo no
he
de levar
El
ncora de t
mientras viviere
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DE GARCILASO A EGUREN
lJegue aquel claro
da
Que
ponga
fin a este
morir
tan largo
y de
esas
llaves
el
alegre
ruido
Por
verse
ya
volar
suelto y veloz
No sern para m
Alas de muerte las que a
ti
me lleven
Leves
penchos,
s,
De paloma que
eleven
Con manso
vuelo y trnsito derecho
y todo en aquel mar de luz
me
aneguen,
325
Tal
era la msica a la sordina que
se
exhalaba de
los conventos de mayor observancia, mientras resonaban
los otros con profanidades y escndalos.
l
Arzobispo
Zuloaga,
el
logros enterrado en
el
Sagrario haba pro-
hibido en vano desde 1716 que los sacerdotes llevaran
vestidos indecentes, como telas de oro y encajes, y som-
breros y zapatos blancos. Escandn combati
el afn
adulatorio y los excesos de los propios clrigos que los
rodeaban. Haba muchos frailes amancebados, excomul-
gados y apstatas. La descripcin de las relajadsimas
costumbres generales se puntualiza en las
Noticias
de Juan
y Ulloa, y en los muy significativos edictos del Arzo-
bispo Barroeta, (en especial el del 2 de diciembre 1757).
Por ms que la decadencia de Potos, la desorganizacin
del comercio de galeones, y la definitiva segregacin de
Panam y
Quito
en 1739, disminuyeran los recursos, se-
guan las mujeres limeas en su lujo proverbial.
l
traje
era muy corto y descotado; las ligas de oro o plata, bor-
dadas con perlas. La ropa blanca se compona slo de
encajes porque la tela, an finisma, no entraba sino en
parte mnima.
l calzado, muy ajustado y breve, llevaba
hebillas de diamantes v pedrera. Se ponan en la cabeza
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Jos DE LA RIVA AGERO
tembleques de diamantes; en l cuello, rosarios y cruces
de perlas; y un sinnmero de perlas y diamantes, en ma
nillas y tumbagas. Para vestirse de gala, consuman el
capital de la familia. Todava en 1760, despus de mxi
mas calamidades, afirmaba de los limeos el Padre Ribe
ra. El brillo y lucimiento del ropaje es
el
feble de este
pas .15
Los temblores y los amagos de piratas se sucedan con
frecuencia; pero ni unos ni otros, por ineficaces, parecan
turbar la perpetua fiesta en que viva la criolla ciudad
derrochadora. Uno slo de los temblores de menos nom
brada, el de la noche de luna del de diciembre de
1732 (hace hoy 205 aos), menor que los de 1709, 16,
24 Y 25, caus la muerte de cuarenta personas y much
simos heridos.
El
28 de octubre de 1746, despus de va
rios das de extraos ruidos subterrneos, a las diez y
media de la noche, sobrevino un espantoso terremoto,
cuyos estragos fueron relativamente mayores que los de
Lisboa y Mesina ese mismo siglo. En poco ms de tres
minutos, cay todo el casero con mortandad horrible de
cuantos no huyeron a plazas y huertas, o se refugiaron
bajo los quicios. Hasta
el
da siguiente
se
contaron 200
temblores, de remesones muy recios. En el Callao una
inmensa ola ssmica hundi 9 navos, arroj otros cuatro
a lugares muy distantes de la playa, y arras el puerto sin
dejar ms que un corto lienzo de los baluartes. Entre Lima
y el Callao, lugares no muy populosos, murieron ms de
5,300 habitantes, poco menos de la dcima parte de la
poblacin; y fueron innumerables los que perecieron a
corto plazo, por graves lesiones mal atendidas, como ha-
15 Exequias de lema/ufo
Ji7.
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327
ber perdido piernas o brazos, y por la peste que cundi
en los dos aos sucesivos. Sigui estremecindose la tierra
por ms de cuatro meses; y se percibieron, hasta l 24
de Febrero de
1747, 45
temblores, que acabaron de
arruinar o quebrantar casi todo
1
que subsista. Juan y
Ulloa escriben: Convirtise en destrozo lo que era la
grandeza hermosura de Lima. Quedaron eclipsadas sus
glorias, majestad y riquezas, que la hacan clebre en
el
mundo .
e
las grandes iglesias, no se salvaron sino San
Francisco y la Capilla de la Penitenciara en San Pedro.
De las casas notables, el Palacio de los Marqueses de
Torre-Tagle y una de las mansiones de los Olavides. Entre
colinas de desmontes, anidaban
los
fugitivos o acechaban
los bandidos negros.
Renaci Lima con lentitud e imperfectamente, por
que faltaban los antiguos caudales, con la disminucin
del Virreinato y del comercio. Monasterios como el de la
Encarnacin enajenaron sus fincas, y vieron acabada por
siempre su opulencia. El terrible descenso se advierte en
la relacin de las fiestas por la jura de Fernando VI.
Corra el ao de 1747 Y los escombros embarazaban l
trnsito de la comitiva oficial. Mucho tuvieron que tra
bajar l Alcalde Conde de Monteblanco y D. Diego de
la Presa Carrillo, que era
l
otro Comisario de las obliga
torias ceremonias reales, para sobreponerse a tantas penu
rias y obstculos. La Catedral estaba irreconocible.
No
se vean casi indemnes sino algunas capillas, la portada
principal, y las que en la calle de Santa Apolonia acababa
de dirigir el viejo Marqus de Casa-Concha. Los oficios
divinos
se
celebraban en una ramada, en medio de la Pla
za de Armas. La Merced haba perdido la torre; pero se
preserv como en San Agustn, la caracterstica portada
churrigueresca, que nuestros tiempos, para mayor lstima,
han tenido el despropsito de echar a perder y desnatu
ralizar. En 1 intelectual, no era menos
el
desnimo. La
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Jos DE LA
RIVA ACERO
loa del
clrigo Flix de Alarcn para
las
citadas fiestas,
que
se
represent en el segundo patio de Palacio antes de
una comedia
de
Caldern, es apocado
y
triste reflejo de
las
de Peralta. Mermada en lustres y edificios, la Lima
posterior
al
terremoto creci
en
rea dentro
de
las mura-
llas, con la urbanizacin de las huertas en los barrios de
Beln
Pampa
de
Lara
y
los Naranjos;
y
con
el
auge del
suburbio de Abajo del Puente, en el largo perodo de Amat.
Se
ha exagerado
de
manera extraordinaria la influen-
cia
de
Amat sobre la sociedad limea, y
la
de su favorita,
la cmica Perricholi.
Amat no fue querido de
la
clase
superior de Lima, a quien deca desdear, ni de los dien-
tes
de
ella.
En
fealdad,
mal
genio
y
testarudez,
lo
compa-
raban con el Conde
de
Aranda que ~ r algo deudo suyo;
lo
apodaban por su desgarbo,
el Chueco y
por su obesi-
dad y pesadez el Bal. Se rean
de
sus seniles amores y
del habla impedida
y
silbante, por
el
acento cataln y los
dientes postizos. Propicio a
la
gente baja, ha maltratado
a los nobles y a la magistratura , leemos
en el Drama de
los
Palanganas. Desair en efecto, al Conde
del
Castillejo,
D. Fermn de Vargas Carbajal, quien
le
ofreci levantar
a su costa una compaa de Caballera de la Nobleza,
para
la guerr:a
contra los
Ingleses. El
Conde
le
escribi
luego, desde Espaa, una despectiva carta. Los limeos
vituperaban mucho los peculados de Amat; y sus dispen-
dios en
la
quinta del Rincn del Prado,
y en
la de
la
Perricholi, llamada del Molino y situada en la esquina de
la
Alameda de los Descalzos
y
de
la
Plaza Navona o
Paseo de Aguas. Los periodistas y turistas mal informados
se
empean
en
regalarle a Miquita VilIegas
el
palacete en
Malambo de los mayorazgos
de
Presa, que eran los Ca
rrillo de Albornoz. Para que todo sea inexacto
en
esa
fbula, que han forjado de consuno la desaprensin y
la
ignorancia, indican en el fondo del jardn, como retrato
de
la
Perricholi un busto de mrmol, trado modernamente
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de
Gnova y que representa un fauno. Por decoro
de
Lima
hay que prescribir tan risible ficcin.
En
la casa-huerta del
Rincn del Prado era donde Amat celebraba sus convites
cuyo ruido perturbaba a las monjas vecnas. All
el
vulgo
admiraba o censuraba las salas de techos enserpentados o
sean adornados con dragones
de
estuco; l jardn sim
trico a la francesa l juego de trucos el estanque y el
teatrillo en que la Villegas representaba comedias enter
meses y sainetes. Otros de los lugares de esparcimiento
de
la irregular pareja estaban en
el
Callao donde
los
fun
cionarios de la trasladada Aduana agasajaban con ban
quetes a la favorita; y en Miraflores adonde iba Amat a
convalecer; y la Perricholi montaba a caballo vestida de
hombre como la Reina Isabel Farnesio.
En
Miraflores
ofrecan representaciones escnicas y desfile
de
carros.
Iban a pasear a un prximo Cerro de la Arena que no
parece la inmediata Huaca Juliana sino
el
de Chorrillos
acostumbrada excursin de los Virreyes desde los tiempos
de Nieva y de Lemos. Apareca la cmica con un gran som
brero de plumas y en cabriol rojo con pasamanera
de
oro. Algunas seoras principales la acompaaban y con
sentan en danzar a la vez que ella; otras como Doa
Marcelina de las Cuentas adulaban
al
Virrey por lo que
menos tena la dcil suavidad como hubo turiferario que
hasta
lo
llam
ye o
meric no
en una loa escnica. Pero
la gran mayora de la aristocracia
le
era hostil y se bur
laba sin cesar de Miquita y de su anciano amante. Asegu
raban que Amat no protega sino a sus paisanos cata
lanes los cuales eran casi todos pulperos. De las fiestas
religiosas la que ms honraba era naturalmente la de la
Virgen de Monserrate a cuya iglesia y conventillo concu
rra a pie todos
los
aos en setiembre haciendo tender las
tropas desde la Plaza de Armas. Descuid reconstruir las
torres de la desdichada Catedral.
En
cambio estren el
templo de Nazarenas para el cual hubo colecta pblica
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dos aos consecutivos; el recamarn de la Merced que
tiene azulejos
de
un vistoso rococ;
la
fachada y torre
de San Juan
de
Dios el alto campanario
de
Santo Domin-
go,
la Cancha
de los
Callos en la calle de ese nombre
la Plaza
de
Toros; y
el
Paseo de Aguas que qued incon-
cluso entre la Plaza
de
Otero
los
Peines y la Navona.
Para casi todas estas obras contribuy con suscripciones
el
vecindario. Amat mejor igualmente
l
Paseo
de la
Piedra Lisa y Lurigancho y
l de
la Alameda de
los
Des-
calzos que desde mucho antes existan; y para la segu-
ridad nocturna estableci las rondas y
l
alumbrado de
las calles. Desde
el
principio de su gobierno hubo cons-
cripcin militar y adiestramiento de milicias en previsin
de
ataques de
los
enemigos ingleses cuyas velas
se
divi-
saron cerca de Santa. Los limeos le reprochaban que la
revista militar de Barbones a la Plaza Mayor en 1771,
cost
ms
de
cien
mil
pesos; y que sus mentados bata-
llones eran a
la
vez quimricos y lucrativos.
Por oposicin recibieron al Virrey Cuidor
con
transportes de sincero jbilo. Cuando salv de una gra-
ve enfermedad a mediados de 1780 las congratulaciones
fueron muy espontneas. Culto fino prudente y honra-
do
se
hizo
el
dolo de
la
gente distinguida. Decan que
haba venido a restaurar la decencia y purificar Palacio
porque trajo consigo a su esposa Doa Mara Ventura
la
Virreyna del Per ms celebrada en todo el curso de aquel
siglo. Tuvo adems Cuirior
el
mrito supremo
de
oponer-
se
a la separacin del Alto Per y a las nuevas contri-
buciones de Areche que suscitaron la rebelin
de
Condor-
canqui; desastrozas medidas que acabaron
de
postrar nues
tro Virreinato y su capital. D. Domingo Ramrez de Are-
llano comparaba entonces l Per con Calicia regin
histrica y seoril descuidada por remota y muy venida
a menos.
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331
En
literatura proseguan
los
certmenes y
los
elogios,
las descripciones
de
exequias y las parentaciones; pero
cada vez peor y ya en pleno descrdito. Haba saciedad
del gongorismo. Penetraba con intercadencias e incerti
dumbres,
el
nuevo gusto francs; se generalizaba la lectu
ra del 1eatro
Crtico
de Feyjo, tan recomendado desde
D. Pedro Peralta. Siguieron pronto, bajo capa,
los
tomos
de
Montesquieu y la
Enciclopedia.
Aparecan traducciones
de
Boileau, como la stira contra los mdicos y aristot
licos impresa en Lima
el
ao de 1752. En
la
relacin de
la Pompa funeral por
}ernando
1 1
1760), se topa con
galicismos, como
la
superflua repeticin de los pronom
bres.
En
los malos versos de D. Diego Romn de Aules
tia, hay reminiscencias del terremoto:
Entre presagios
de
ruina
suena
el
aire,
cruje
el
viento
La
tierra
Parece desencajarse
De
sus mas
ntimos
senos
y con rumor vengativo
Pone su latir
funesto.
A la fama de Peralta, suceda ahora
la
de un joven
pariente
de
los Querejazu,
el
naturalista Llano-Zapata
que en 1750 se ausentaba a Espaa. Entre esta especie
de embajadores intelectuales que Lima enviaba a Europa,
al polgloto y erudito Marqus de Valleumbroso reem
plaz el inquieto Olavide.
En
filosofa,
el
franciscano espaol Soto y Marne,
Catedrtico
de
Prima
de
Scoto en San Marcos, se afanaba
por armonizar a escotistas, tomistas y suaristas. Adelan
taban los estudios de matemticas, fsica y medicina, bajo
la direccin del aragons D. Cosme Bueno. Con la expul
sin
de los
jesutas y el establecimiento del Convictorio
de
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DE LA RIVA AGERO
San Carlos, refundicin de Jos Colegios Viejos de San Fe-
lipe y San Martn,
se
inici la reforma de
los
estudios, que
en muchos casos equivala a la extranjerizacin y al filoso
fismoenciclopdico.
El
Colegio del Prncipe de Esquilache
para indios nobles,
se
mud del cercado al antiguo
de
San Pablo, actual Biblioteca; y no limitndolo ya a los
hijos de los Curacas, sino extendindolo a criollos blan
cos Amat
lo
puso bajo
la
direccin del abate vasco-fran
cs Juan de Bordenave. En los cursos universitarios
se
seal como texto el de Heinecio para Derecho Natural,
y para teologa el benedictino Cartier y el oratoriano Juan
Bautista Duhamel; pero, como parece
mal
inveterado
en l pas la ambigedad de doctrinas,
se
aadi l semi
jansenista Honorato Toumely. Las consecuencias
se
pal
paron poco despus, con l clero cismtico que fue el de
los contemporneos de Vigil. Hacia 1790, en el libre cam
po extrauniversitario,
el
filsofo admirado era
el
abate
sensualista Condillac.
16
Para contener
la
inundacin de
libros prohibidos, como los de Raynal, Marmontel y
Rousseau,
se
les ocurri la idea irrisoria o traidora. de
comisionar como censor y visitador de libreras
al
mismo
Padre Jernimo Fray Diego Cisneros, insigne volteriano
que era quien
los
introduca y distribua en gran escala.
D. Jos Baqujano, en las aprobaciones y censuras que
por esta poca escribi como son la de un folleto del cura
Castro, y la de un sermn del Padre mercedario Fray
Cipriano Jernimo Calatayud y Borda), no
obstante las
precauciones oratorias que emplea, deja traslucir su volte
rianismo. Baqujano, a quien a la sazn
los
inquisidores
calificaban
de
libertino
se
mostraba muy galicista en fon
do y forma: en vez de
obra maestra
estampa
jefe de obra
en la citada censura encomistica
del
Sermn
de Fray
Cipriano Calatayud y Borda Lima, 1783).
16 Diario
de
Lima
nmero del mircoles
17
de noviembre del referido ao.
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DE GARCILASO A GUR N
333
La predicacin
se
saneaba de las deformidades gerun
dianas. Comenz la relativa limpieza desde
el
Jesuta are
quipeo Juan Bautista Snchez, Rector del Colegio limeo
de
San Martn, maestro en el de San Pablo y la Univer
sidad de San Marcos, y autor de la
Oracin fnebre de
:Fernando
V (1760).
Continu y ampli la necesaria
de-
puracin del gusto
el
Obispo del Cuzco,
D
Agustn
de
Gorrichtegui, natural de Panam, educado por
los
jesu
tas en Lima, Cura del Sagrario y Rector once aos del
Seminario de Santo Toribio. En
su
Oracin :Fnebre
por
la
Reina Mara AmaBa
(1761), se
advierte algo de lo que
los contemporneos con harta benevolencia graduaban de
elocuencia vehemente, y viril, y madura y castiza prosa .
Fue
el
educador del recordado Baqujano y de la docta
Marquesa de Casa-Caldern. Siguiendo la corriente, el
agustiniano Padre Suero, en una publicacin de 1786, se
indignaba contra los relatos antaones de pompas fne
bres insubstanciales, indigestos, llenos de equvocos y
conceptillos .
Despus del desbroce, la cosecha literaria se hizo es-
perar muy largo tiempo. Fue innegable
el
progreso de
la
instruccin,
de
las luces,
como ellos decan, mas en bellas
letras la aridez
se
hizo desrtica absoluta.
A fines del siglo XVIII Lima contaba con tres peri
dicos noticieros,
el Diario
de Bausate,
el
Semanario y la
gaceta de Guillermo del Ro; y una revista cientfica
de
tanto tprito como
el :Mercurio. Los
versos y los artculos
de mera literatura que en ellos se publicaban, son del
ms
rastrero e increble prosasmo.
Los
retricos de principios
del siglo, Granja, Bermdez,
el
mismo Peralta, se aseme
jaban a
los
tallados y estofados retablos de sus iglesias,
con dorados excesivos, ngeles mofletudos, taraceas y
espejeras, frontales de plata y flores de briscado; estos, a
cuatro tablas de pino sin pintar. Los primeros eran todos
especies picantes, abultados hojaldres y azucarados dulces;
7/23/2019 Estudios de Literatura Peruana - Riva-Agero - Parte 3
15/171
334
os DE LA
RIVA AGERO
los nietos se haban reducido a
l
dieta ms inspida. La
reaccin, como suele suceder, se haba excedido lamenta
blemente. Esto en el lirismo
i
porque en el teatro, refor
mado en
el
perodo
del
Virrey Croix (1786), seguan
atronando nuestro viejo coliseo las comedias de Zamora
y Caizares, l degenerada prole del gran Caldern,
los
indignos adversarios de D. Leandro Moratn. Para el reci
bimiento del Virrey O'Higgins
(10
de agosto de
1796)
se
di una pantomima con sumos
de
neoclsica, en que
intervienen Damn y Dorila, Venus y Diana,
de
l mayor
ramplonera imaginable.
No
pasaban de infelices copleros
los
que proseguan la cansada y servil tarea
de
relatar
fiestas reales, como El sol en el medioda para la exaltacin
de Carlos IV, por l andaluz TerralIa y Landa, el propio
que despus nos ultraj con el pseudnimo de Simn
.Jiyanque
y logr
el
triste honor de ser uno de los ms
soeces
en
l caterva
de los
detractores de Lima. No
1 es
por cierto el agudo Concolorcorvo, que en
su
aza
rillo, anterior veinticinco aos a la Lima por dentro y fuera
de TerralIa, nos traz la fidedigna y viviente imagen de
nuestra capital dieciochesca. Entre l s seoras de Lima,
habla de ninfas cuyos entretenimientos son elevadas
composiciones en prosa y verso . De estas continuadoras
de la Andrade y de las monjas letradas se nos ofreci como
l ms notable, bajo las nuevas influencias francesas, Doa
Manuela de Orrantia, hermana del conocido Oidor D.
Domingo y relacionada
del
acadmico espaol D. Agustn
de
Montiano y Luyando,
el
que fue primer Director de
l Academia de l Historia. La tertulia de l Orranta era
un verdadero saln literario. Digna continuadora
de
las
letras y tertulia del Marqus de Casa-Caldern fue su hija
l
Marquesa Doa Juana, que ya he nombrado, tan ins
truda en idiomas, poesa e historia y traductora en verso
del Cantar de
los
Cantares.
No son de olvidar, en la
si-
guiente generacin Doa Rita Unamunsaga, amiga de los
7/23/2019 Estudios de Literatura Peruana - Riva-Agero - Parte 3
16/171
DE GARCILASO A
GUR N
335
del Jv1ercurio Peruano
y Doa Isabel de Orbea muy
del
mismo
grupo lectora
de
los enciclopedistas. De
las
distin
guidas meramente por sus dotes organizadoras y benfica
actividad social no
puede omitirse a Doa Mariana de
Querejazu y Santiago-Concha hija del Oidor decano de
Lima D. Antonio Hermenegildo antes Presidente de Char
cas.
Se
cas
algo
madura con D. Jacinto Rudecindo de
Segurola antiguo y aprovechado Colegial de San Martn
que
no
igualaba en calidad a
los
maridos de
las
dems
hermanas y era endeble de salud y complexin. De ella
sabemos por una carta que escribi a su hermano
D
Agustn l Obispo de Trujillo Martnez Campan que
gustaba de leer obras de historias eclesisticas y profanas
y que haca sus delicias de los centones o traducciones
del conocido polgrafo espaol tradicionista D. Francisco
Nifo el tan zaherido por el extranjerizado Moratn. Doa
Mariana
de
Querejazu haba heredado sobre todo
la
acti
vidad y condiciones de mando
del
padre que tnto
se
desvel en su vejez por el mejoramiento de la ciudad sus
alamedas e institutos de beneficencia.
La
llamaban
el
ter er
poder de Lima
despus del Virrey y del Arzobispo. Fue
la
asidua protectora
del
Refugio. La superaba en locua
cidad intrepidez y frreo imperio hasta parecer su cari
catura Doa Josefa de Silva mujer
del
Rector de San
Marcos
el
Coronel D. Flix Morales de Armburu
Al-
caIde en
1764.
Los limeos siempre burlones fingieron e
hicieron imprimir en
1771
una carta del filsofo conquis
tador Federico II de Prusia en que felicita a la Coronela
criolla por su elocuencia y marcialidad. Tampoco falt
por desgracia en estas postrimeras del XVIII el tipo go-
yesco de la gran seora desenvuelta y maja; y como las
rpidas semblanzas de limeas pueden interesar a este
auditorio femenino same lcito rememorar en esa clase
y traspasando un poco los lmites del siglo propuesto a
Doa Clara Buenda Marquesa de Castelln por derecho
7/23/2019 Estudios de Literatura Peruana - Riva-Agero - Parte 3
17/171
336
Jos DE LA
RIVA AGERO
propio desde 1808, que no era por cierto ni una beldad
ni
una literata, pero muy afecta en
su
juventud a
las
cru
das novelas francesas de CrebilIn y Diderot, por
lo
que
la denunciaron a la Inquisicin; que cuando fue Vice
presidenta de
la
Repblica,
en
el perodo de Torre-Tagle,
se
montaba en los caones para disparar las salvas; y que
llen con el ruido de sus aventuras y peripecias la crnica
social escandalosa en el primer tercio del
XIX
La
Lima
de
los
Virreyes Croix,
Gil de
Taboa
da, Q Higgins
se
consol del menoscabo en su co
mercio y
en
el nmero de las provincias a que haba
presidido. Se adapt a su disminuda situacin. Ya
nadie poda dar las caceras banquetes con que en
1687 el Conde de Torres agasaj al Duque de la Palata.
Desde
la
creacin
del
Virreinato de la Plata y desde
la pragmtica mercantil de Carlos III l ao de 1778, en
sentido librecambista, casi ningn patrimonio en Lima
pas de la mediana. Los mayorazgos, empeados por el
juego y los censos. Hubo apenas convalescencia, como
tantas otras que luego la poca republicana ha presen
ciado: apacible aunque efmera, plida, un poco gris Si
no el esplendor de la hegemona abolida, Lima recuper
la tranquilidad y comodidad. La desgraciada Catedral que
d desde entonces mediocre, fea, trunca, aguardando las
torres, que
no
se
acabaron sino
al
finalizar
el
siglo.
Se
perdi
en
ella el
San ristbal
pintado por Alessio, cuya imitacin
result menos que mediana. N o
se
logr reedificar en el
trascoro la capilla de
la
Antigua, patronato de la Univer
sidad; y se substituy por el altar de la misma advocacin,
obra neoclsica de D Matas Maestro, que hemos alcan
zado hasta despus de 1895 Pero otros templos restau
raron casi todas sus riquezas, como La Merced, San Fran
cisco y San Agustn, hoy tan desfigurados, en que los reta
blos respectivos de
la
Virgen, San Antonio. y
el
Santo
Cristo de Burgos, deslumbraban con la profusin de cha-
7/23/2019 Estudios de Literatura Peruana - Riva-Agero - Parte 3
18/171
DE GARCILASO A GUR N
337
peras de oro plata desaparecidas en
el
caos de la
Re-
pblica. La ciudad conservaba su
sello
su aire criollo
risueo lnguido andaluz semimoruno;
las
meriendas
en las huertas del Cercado bulliciosas tardes de toros
desfiles de la Alameda; iglesias claras churriguerescas
coruscantes; profusin
de
torres macizas
de
miradores
de medias naranjas; las calles con balcones cerrados
afiligranados; ventanas
de
rejas salientes con hierros
de
labores complicadas;
el
color local que hubiramos debido
retener con
celo
cario; pues quien
no
quiere
los
re-
cuerdos edificios costumbres regionales
no
puede de
veras amar a
la
Patria.
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20/171
V
FELIPE
Y M NUEL
P RDO
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Discurso
pronunciado el
23
de enero de
935 en
el home-
naje
de
la ciudad
de Lima
durante
las
fiestas
de
su cuarto
centenario- a
don :Felipe Pardo y
.Aliaga
y
a
don
5Wanuel
Pardo
y
Lavalle
al
colocarse dos placas
conmemorativas en
la
casa de
los
ilustres
limeos.
Se
public
en
El
Comercio,
de
Lima,
el 24
de
enero de 1935, p. 5 i en La Prensa,
de
Lima,
del
24
de enero de
1935, p. 1
en el
libro
titulado: Centenario
de Manuel Pardo 1834-1934, (Lima, Lib.
e 1mp.
gil
1935,
pp.
246-254)
i
Y
finalmente en Por la Verdad, la Tradicin
y
la Patria Opsculos),
Lima,
1937-1938, t r J
pp. 275)-282.
Este enjuiciamiento
de :Felipe
5Wanuel Pardo debe con-
frontarse
con las
pginas
dedicadas al
primero
en
el
captulo
correspondiente de Carcter de la Literatura del Per Inde
pendiente
( V. el
t
1
de
estas
Obras Completas, pp.
111
Y
ss.)
con el
discurso sobre 5Wanuel
Pardo
escritor, que se
publicar
en
el tomo
de las Obras Completas que
reuna
los estudios
bistricos de
Riva-Agero
sobre la 1ndependencia y la Repbica.
7/23/2019 Estudios de Literatura Peruana - Riva-Agero - Parte 3
22/171
V
ENIMOS a inaugurar las inscripciones conmemorativas
de dos verdaderos prohombres limeos, padre e hijo,
D. Felipe Pardo Aliaga, D. Manuel Pardo Laval e,
insignes polticos escritores, poeta satrico dramaturgo
el primero, economista
y
crtico histrico el segundo,
e ~ t d i s t s prominentes ambos que, contrarrestando las
disociadoras tendencias del medio sudamericano, de
aquellos anrquicos calamitosos tiempos, acertaron
t
imprimir, en sus vidas su tradicin familiar, que ha
continuado feliz y dignamente, un sello
de
cvica majes-
tad, digno de los ms autnticos patricios de la antigua
Roma republicana.
No sientan mal ciertamente los recuerdos clsicos
al
tratar de los Pardos. Felipe, hijo de un gran magistrado,
nacido
y
criado
n
el
mundo de la toga
y
de los ulicos
Consejos, discpulo predilecto
de
Lista, afectuoso amigo
de Ventura de la Vega y de D. Andrs Beno vino a ser
entre nosotros acabada representacin smbolo de la
7/23/2019 Estudios de Literatura Peruana - Riva-Agero - Parte 3
23/171
342
os
DE LA RIVA ACERO
cultura literaria, de la pulcritud moratiniana
y
del huma-
nismo genuino.
Si
como deca
1uan de
Arona,
Segura
es
nuestro Plauto, Felipe Pardo, a no dudarlo,
es
nuestro
tico Terencio. Sus ingnitas dotes de buen gusto y de
finura se acrisolaron con la esmerada educacin que reci-
bi en Madrid, de tan acendrados maestros como D. Al
berto Lista
y
D. Jos Gmez Hermosilla
y
aunque l,
con sus variadas lecturas
y
experiencias, ensanch
y
enri-
queci luego el harto rgido ideal potico en que sus pre-
ceptores madrileos 1 formaron, le qued siempre
el
amor
a la nitidez y a la perfeccin, el anhelo de orden y lgica,
de racionalidad, regularidad
y
precisin, que son virtudes
a la par estticas
y
ticas, disciplinas saludables para lo-
grar lo bello y 1 bueno. Advirtamos, en efecto, Seores,
cmo los opuestos vicios de estilo, la incoherencia, la de-
clamacin, la hinchada rimbombancia y la bambolla, sue
len aliarse con inferioridades, mculas y aun monstruosi-
dades morales, porque todas las sombras son hermanas.
Contra ellas es el difano
y
cristalino Felipe Pardo uno
de los mejores antdotos en toda nuestra literatura.
Antes de regresar
al
Per, Pardo traduce en Madrid,
en
1827,
cuando no contaba sino veintin aos, la oda
primera y todava clsica del joven Vctor Hugo a la
Columna
de Vendome, luciendo en su versin mucho de
la robustez rtmica
y
la correccin bruida que ostentaba
entonces D. Juan Nicasio Gallego. Las mismas condi-
ciones caracterizan la frvida exhortacin a Olmedo,
compuesta en Lima, en
1829.
Las musicales estrofas de
a despedida, fechadas en Gibraltar
el
ao anterior, al
emprender el viaje de retorno a Amrica, ofrecen quiz a
travs de Arriaza, un eco de las dulzuras de Metastasio.
Igual elegancia italianista, bebida en Melndez
y
Moratn,
con variedad meldica de metros (como en os Padres del
Limbo de este ltimo), hay en la Cantata
a
la
entrada
del
ao, que es tambin de 1829. Vienen enseguida las pulcras
7/23/2019 Estudios de Literatura Peruana - Riva-Agero - Parte 3
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DE GARCILASO A
GUR N
343
composiciones Rosa y Elega en la
muerte
de Joaquina.
l investigador curioso de los pormenores de nuestra
historia social y literaria, interesar tal vez saber los nom
bres completos de estas primaverales musas de Pardo.
La esquiva y burlona Rosa, celebrada en aquellos fludos
heptaslabos, era la Daz de Rbago Avellafuertes, que
cas despus con un Puente; y la malograda Joaquina,
llorada en la Elega era la Moreyra y Avellafuertes, prima
de la anterior.
El
puro y armonioso lirismo del recin
venido, repercuta, como una alegre y luminosa reaccin,
en nuestro ambiente limeo, al cual
el
gran guayaquileo
Olmedo no perteneca sino por fugaces temporadas. Fene
cidas ya las contradictorias plagas del gongorismo y con
ceptismo, que dur hasta despus de mediado el siglo
XVIII, y del prosasmo la afectacin pastoril, que se
arrastraron lnguidamente entre nosotros hasta principios
del XIX de ello no estn exentos ni Olavide, ni Melgar,
ni Valds), el mal gusto retoaba en otras formas, con el
nfasis la sensiblera aprendidos en Rousseau, asociados
a veces, en contubernio extrao, con los ms fsiles reza
gos
de antiguas modas espaolas. La moratiniana factura
de Pardo remontaba muy por encima; y saltando esos
escombros, hacinados en la
lentitud e incuria semiprovin
cianas, reanudaba la tersa y apacible expresin de lo. >
tercetos y sonetos que aqu se haban escuchado
al
comen
zar el siglo XVII, con las poetisas annimas y Diego Me
ja de Fernangil.
Ni
era de maravillar tal coincidencia
al
cabo de doscientos aos; porque las escuelas neo-clsicas
de Salamanca y de Sevilla, cuyas influencias concurran
en los versos de Pardo, se inspiraban, del propio modo
que las antecesoras espaolas de iguales focos en los siglos
de oro y las anlogas italianas, en los modelos que enca
minaron a nuestros mejores ingenios del primitivo Virrei
nato. Volvan a deleitarnos reminiscencias de Horacio
Tibulo, Terencio Marcial, combinadas con semejanzas
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344
os DE LA RIVA AGERO
de Alarcn y Salas Barbadillo. Restaurar en estas tierras
olvidadizas parece ser la ms expedita manera de puri-
ficar y regenerar. A este desbroce literario y en especial
dramtico se dedicaron D. Felipe Pardo y su compaero
D Antoln Rodulfo desde
las
columnas
del
segundo
Mer
curio Peruano bajo la direccin de D. Jos Mara Pando
diplomtico y escritor cultsimo. A veces el desatino
se
presentaba cubierto con los ropajes de lo tradicional y
no obstante haba que acometerle sin vacilacin. Sucedi
as con la Raquel de Carda de la Huerta famosa y alti-
sonante tragedia de los tiempos de Carlos
111
que aun
conservaba ciegos panegiristas en Lima. Entusiasmarse con
ella hacia
1830
equivala a lo que hoy podra ser para
nosotros enloquecer
de
admiracin ante
los
ms conven-
cionales dramas de Prez Calds o Echegaray. Porque
para la introduccin del romanticismo en el Per que
este culto de Huerta disparatadamente preludiaba falta-
ban todava muchos aos y bastantes requisitos; y con
Raquel
no se trataba de una obra de belleza intrnseca y
duradera sino de mrito muy relativo y circunstancial.
El mencionado D Vicente Carda de
la
Huerta fue en
la Espaa del siglo XVIII un versificador sonoro ampu-
loso y estrafalario detractor feroz de
la
fama de Cervan-
tes polemista sin cultura ni sindresis que para colmo
de
extravagancias
se
haba forjado una ortografa propia
y
estampaba de continuo 1-lespaa con
h
y Sebilla con b
por todo lo cual se concit la mofa de los literatos de
buenas letras y entre ellos la del grave Jovellanos en sus
romances y jcaras a
Antioro
no de otro modo que como
aqu hemos dado en la inaguantable y pedantesca flor de
escribir Cusca 1-luars
y
Tumbes
con s prOSCribiendo sin
razn alguna de peso la secular y universalmente popula-
rizada z de aquellos nombres geogrficos cual si se pudie-
ra adoptar a estas horas
y
a medias un sistema ortogrfico
de fontica inconsecuente v estrechamente localista. Al
7/23/2019 Estudios de Literatura Peruana - Riva-Agero - Parte 3
26/171
E
GARCILASO A EGUREN
345
desterrar de la escena limea, o poco menos, a Huerta,
con la polmica entre el JWercurio y el
1elgrafo
y la s
tira en tercetos
A Salvagio
Pardo veng los manes del su
mo
Cervantes, y los entonces recientes y frescos de su tan
preferido 1narco Celenio D. Leandro Moratn.
e
restaba
sin embargo por hacer, en obsequio de ste, lo ms impor
tante: aplicar la frmula dramtica moratiniana a la reali
dad criolla, y dotar el Per de un teatro clsico nacional.
La empresa era difcil e indita, pero no la rehuy. Lima,
tan aficionada desde su infancia al arte escnico, haba
tenido comedigrafos, escritores de loas y de autos sacra
mentales, a partir de Floristn de Lasarte y Alonso del
Aguila, hasta
el
Padre jesuta Pedro Lpez, el Licenciado
Urdaide, D. Pedro Peralta y D. Pedro Jos Bermdez de
la Torre; mas
lo
poqusimo que de
ello se
ha salvado
prescindiendo naturalmente aqu del teatro quechua del
Cuzco y la Sierra), parece indicar que esa produccin
intermitente no haba alcanzado an, como tampoco .en
las otras secciones de Hispano-Amrica, la madurez de la
originalidad regional.
Pardo la obtuvo desde
el
primer
intento, con Los
frutos
de la
educacin
preciosa comedia
de costumbres, que
se
estren en Agosto
de 1829,
Y triun
f
a pesar de
las
severas crticas que contiene contra la
vida domstica criolla y de las airadas protestas consi
guientes. Fue, pues, el iniciador y padre de nuestro efectivo
teatro de la pasada centuria, exiguo en repertorio pero
sazonado en calidad; y le lleva a su competidor Segura
conocida ventaja, no slo en tiempo, diez aos cuando
menos, sino en plan, arreglo y estilo, segn
es
fcil de
comprobar, cotejando estos primorosos
1rutos de la edu-
cacin con
La saya
el
manto
y La
JWozamala
que son, por
primognitas y hasta por
el
tema, las correspondientes
piezas de Segura,
ya
que El Sargento
Canuto
del mismo
no pasa en sentir general de un humilde entrems. No
variara mucho la proporcin si extendiramos
l
examen
7/23/2019 Estudios de Literatura Peruana - Riva-Agero - Parte 3
27/171
346
os DE LA RIVA-AGERO
a las restantes comedias y artculos de costumbres de di-
chos dos mulos criollos_ No es esto rebajar a Segura, ni
negar sus prendas muy positivas pero la verdad es
qu
Pardo describe los tipos populares, los carnavales ruido-
sos, los
banquetes
y bailes rsticos, las mulatas de monja
y el habla de los negros esclavos, con igual fidelidad que
aqul, con igual extraordinario bro, y a la vez
con
urba
nidad, tacto y donosura incomparables. Sus estudios cos-
tumbristas del
Espejo
de mi
tierra,
compiten
con
los
de
Larra.
l
inolvidable Nio goyito es la stira saladsima
de aquella pereza, flojedad y molicie que, descendiendo
de la clase superior a la media y a la muchedumbre, ha
constitudo la profunda causa de nuestra decadencia
y
desventuras. En otros ensayos mos tengo dicho ya que
D.
Felipe
Pardo por su
criollsimo teatro,
su Espejo de mi
tierra,
y
su inconcluso poema
1sidora,
hermano menor de
los
de D.
Jos Joaqun
de
Mora
y de
El
proscrito
de
D.
Andrs Bello, es el antecedente directo del excelso tradi-
cionista D.
Ricardo Palma.
El jardn potico de
Pardo
semeja
una
antigua quinta
del Cercado, como la que en su D. [,eocadio evoca pero
por todo
extremo aseada y ntida, de pulqurrima aristo-
cracia y virreinaticia distincin. Las salas, antecuadra y
cuadra de recibimiento muestran, ms arriba de los aliza-
res de azulejos, ricas tapiceras y lienzos de Goya los
techos y las antepuertas tienen pinturas de tapadas, de
mano de Pancho Fierro, al lado de rosadas ninfas de dis-
cpulos de Mengs
y
no faltan en las consolas, junto a los
bcaros
y
a las cajas enconchadas, algunas novedades
inglesas, como grandes
y dorados
relojes de bronce. En
los cenadores del huerto fragante, bajo los emparrados y
l
tendido follaje
de
las peruanas granadillas, entre los
chirimoyos y los naranjos, se alzan bustos marmreos
y
mitolgicos
de la escuela de Canova. Desde las galeras
y miradores de la
quinta
artstica, situada a
muy
superior
7/23/2019 Estudios de Literatura Peruana - Riva-Agero - Parte 3
28/171
DE GARCILASO A GUR N
347
nivel sobre los tapiales y terrosos callejones del valle se
descubren
los
arrabales de
Lima
sus plazuelas y barrios
ms bulliciosos aonde a
las nochebuenas
de la Colonia
han sucedido
los
motines electorales y
los
obscuros pro-
nunciamientos cuarteleros. Por
ellos
l
refinado poeta vi
invadido y saqueado su ideal palacete campestre. La beoda
turba ultraj las hermosas estatuas rompi los
muebles
clsicos y gentilicios destruy o trunc
las
alhajas tradi-
cionales
ms
preciadas; y
slo en
el
ocaso angustioso de
su
vida paraltico y ciego pudo
el
literato eximio acogerse
a
la
paz del
~ o g a r
en
la
quietud melanclica que sigue
a los desastres ponerse a advertir y recontar con amarga
sonrisa
ms
desgarradora que las lgrimas
los
destrozos
causados por el infantilismo y el vandalismo de la dema-
ggica inconsciencia. Esa entristecida sonrisa fue su stira
poltica
la
porcin culminante de sus escritos.
Arrepentido de muchas de sus personalsimas diatri-
bas contra la Gran Confederacin de Santa Cruz cuyos
gamarristas adversarios lo engaaron y burlaron casi
no
di cabida a aqullas en la definitiva coleccin de sus
obras. Poseemos
en
cambio ntegras
las
que
le
dict
el
espectculo de la izquierdista temporada
de 1855
a 1860.
De
all
nacieron
como
invectivas reaccionarias
los mejo-
res sonetos epigramticos
El
. Rey
nuestro
Seor,
La triste
realidad, el
poema satrico
La ConstituctI
y la inmortal
Epstola a Delia,
que todos los peruanos deberamos saber
de memoria. Sus justos improperios
se
desbordaban en
las nobles octavas de El Per, contra
la plebe
ociosa:
Que en la
inaccin
crPula vegeta.
Es
tiempo ya que
activa ardorosa
Se
afane por
su
bien, cual
bu1le
inquieta
Cuando,
al
influjo
de
anarquista
aleve,
trastornar
la
sociedad
se mueve.
7/23/2019 Estudios de Literatura Peruana - Riva-Agero - Parte 3
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348
Jos DE
LA
IUVA AGERO
con ms severo enojo tronaba contra los pseudo diri-
gentes laxos y tmidos que
En torpe sueo ceden sin aliento
El
campo
a
la
atrevida turbulencia
Santamente airado desolado en su patriotismo como
se 10
cantaba su amigo el romntico Arnaldo Mrquez
envejeci y muri
el
vate valetudinario. Su mejor disc-
pulo su vengador y el ejecutor de
10
esencial de su pro-
grama fue su hijo D. Manuel cuya nclita memoria y
cuyo martirio hoy tambin conmemoramos.
En las termas de Yura el ao de 1843 no tena Ma-
nuel sino diez aos cuando su padre
le
dictaba las estro-
fas de La lmpara himno esplndido de esperanza y
alegra por la ascensin del caudillo conservador Vivan-
co y que entre las clasicistas poesas de D. Felipe com-
pone una vibrante excepcin romntica como lo son
La
jura
de la
.Reina Cristina
l nacimiento del Prncipe
1mperial
entre las de su parecidsimo coetneo y compa-
ero Ventura de
la
Vega.
ien
aprovech Manuel la subs-
tancia de estas primeras lecciones. D. Felipe transmiti a
su hijo toda su entraable devocin por la figura hist-
rica del chileno D. Diego Portales que D. Manuel expre-
s luego por su parte en trn1inos tan encarecidos como
si
presintiera que haban de tocarle igual glorioso destino
e igual sangriento fin. Aunque crecido y educado en tiem-
pos del general contagio del liberalismo D. Manuel
si
n
en
10
econmico en
lo
poltico y social tuvo como maestros
preferidos a los ms firmes amigos paternos:
ello
en
Chile D. Bartolom Herrera en el Per el Conde de
Cheste en Espaa. Por eso en
el
sagaz y enjundioso pr
logo crtico que escribi para las obras de su padre y
que bastara a jWitificar por
s
solo que hubiera heredado
su puesto de Acadmico Correspondiente de la Lengua
7/23/2019 Estudios de Literatura Peruana - Riva-Agero - Parte 3
30/171
DE G RCIL SO A EGUREN 349
deca reivindicando todo
lo
fundamental del programa
ideolgico de D. Felipe: Derrumbado
el
edificio colo-
nial,
no
hay que conservar sino la religin y
el
idioma
Preservaba as las dos esencias intangibles, que restituyen
lo
dems por aadidura: la tradicin espiritual del fondo,
la de la conciencia, la moral y la Iglesia, y la de la forma,
o sea la expresin literaria. Con la ntegra subsistencia
de ambas , quedan salvos los cimientos del heredado y
castizo albergue; y ambas las guard en definitiva, no
obstante los tanteos y malficos soplos de aquella ambigua
e insegura poca. La actividad poltica
de
D. Manuel est
prefigurada, anunciada y anticipada en los versos de D.
Felipe. Al propio tiempo que ste redactaba la stira de
La Constitucin preparaba su fiel hijo, con las mismas
tendencias, para la
Revista de Lima los
clebres artculos
econmicos y de
Ciencias Sociales en que ya campeaba
la robusta y abundante prosa,
de
enrgicas sentencias
visos metlicos, que haba
de
lucir despus
en los
mensa-
jes
presidenciales y en
el
largo estudio sobre
el elgrano
de Mitre. Los primeros escritos de Manuel Pardo, por
los
asuntos, mviles y estilo, recuerdan mucho los del gran
Conde piamonts Camilo de Cavour, con quien tuvo Par-
do tntas analogas de orgenes, cualidades, ocupaciones
y temperamento.
Si el
xito de la tarea fue en los dos tan
diverso, la culpa estuvo en la diferencia del ambiente. No
careci Manuel Pardo
de
amigos y colaboradores abne-
gados, que con
l
no vacilaron en ir hasta el sacrificio;
mas
por desgracia, la mayora del pas
se
resisti a la
necesarias reformas, y en vez de ansiar como en Italia
unidad, regeneracin y fuerza, no aspiraba sino a diso-
verse en
el
ocio, la relajacin y
el
desorden. No pudo
sanar y engrandecer a su patria, como Cavour
lo
hizo.
El medio, falto de jerarquas y de suficientes elementos
consolidados, le impidi desplegar todas sus facultades
geniales, y le impuso aplazamientos y transacciones que
7/23/2019 Estudios de Literatura Peruana - Riva-Agero - Parte 3
31/171
350
os
DE LA RIVA AGERO
fueron yerros. Pero
si
su suerte le neg llevar a trmino
la redentora faena de cuyo impulso vivimos y que todos
nosotros estamos en
la
obligacin
de
proseguir a
lo me-
nos la saa de sus enemigos le brind con
lo
que vale ms
que
el
triunfo: la suprema grandeza la altsima consa-
gracin de
la
muerte heroica y trgica. Julio Csar de la
legalidad superior en empuje
al
Conde Rossi cay como
ellos
romanamente asesinado a tracin en el Senado que
presida. A esta
su
casa trajeron su desgarrado cadver
hace cincuenta y siete aos antes que a la solemne capi-
lla
ardiente en Santo Domingo; a esta casa donde lloraba
los resultados de la abnegacin del prcer su atribulada
familia su esposa su madre y sus tiernos hijos y donde
no haca an diez aos haba expirado su doliente padre
el
insuperable poeta.
n el
cuarto centenario
de
la ciudad
recordamos a ambos colocando en las ya histricas pa-
redes inscripciones que resarcen y apologizan la cultura
y el carcter de Lima porque perpetan la memoria de
dos de sus ms preclaros hijos. Persuadidos estamos por-
que confiamos en la nobleza continuidad e ininterrum-
pido mejoramiento de nuestro Per que rodeados de fer-
viente
celo
patrio
se
conservarn estos signos de grati-
tud y de honor; Y que como reliquia pblica subsistir
muy largos aos esta leyendaria morada ejemplar en su
modestia casi intacta en su venerable arcasmo contras-
tando con los vulgares palacios de
los
advenedizos y
testimoniando con estos sus epgrafes y todo su aspecto
las fuertes virtudes que demandan
l
servicio
de
la rep-
blica y
el
fecundo cultivo del corazn y la mente.
7/23/2019 Estudios de Literatura Peruana - Riva-Agero - Parte 3
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VIII
RIC RDO P LM
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El
1nca yatcilaso
y don
Ricardo
Palma fueron
las
dos
figuras literarias peruanas que ms
constantemente interesaron
a Riva-Agero. Amigo
de Palma,
fue
su ms
importante
ex
geta desde su obra
juvenil, Carcter de la literatura del Per
Independiente, en
la cual, pese
a
sus
pocos
aos
y a
la
admi
racin que
senta
.flor el autor de las
Tradiciones Peruanas,
lo enjuicia
en
forma
objetiva
y algunas veces
con cierta
severidad-, tratando de precisar el contenido de
las
Tradi
ciones y las principales influencias
que ellas revelan.
En
el
presente captulo se reunen hasta siete textos
de
Riva-Agero, de diversas
pocas,
sobre Palma y
su obra lite
raria.
El primero es el discurso
pronunciado
en
la
velada
en
homenaje
a
D. Ricardo como desagravio por su separacin
de
la Biblioteca 'JIJacional,
que
se
public ntegramente en La
Prensa de Lima, del
12
de marzo de 1912, pp. 1-2, Y
parcial
mente en Variedades,
JIJ9
211, Lima, 16
de
marzo de 1912
p
327. El segundo artculo, firmado en
Biarritz en noviembre de
1919, con motivo
de
la muerte de
Palma,
se
publica
pri
mero
7/23/2019 Estudios de Literatura Peruana - Riva-Agero - Parte 3
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354
Jos DE LA RIVA AGERO
titulado
El Monumento a D. Ricardo Palma, aparecido en El
Comercio, de
Dma,
el
14
de
agosto
de
1932,
seis meses
antes
de cumplirse el centenario del nacimiento de Palma, con el
propsito
de
mover a la oPinin pblica y a las instituciones
para que
se
decida la
forma y la
ubicacin
y se acelere la
construccin del
monumento
al tradicionista. Ese artculo tuvo
resonancias
y
una
comecuencia de ellas es
la
carta de
Riva
Agero al Dr.
Csar
Revoredo, aparecida en El Comercio de
Dma,
el 18
de
agosto
de
1932,
p. 7 Y que lleva
el
NP
4
en
este captulo ambos textos, artculo y
carta,
se reproducen
tambin
en
Por la Verdad,
la
Tradicin
y
la Patria. Opsculos.
1. 1 Dma,
1937, pp. 343-354).
En quitlto
lugar
aparece
l
Elogio de D. Ricardo Palma, pronunciado
en
la
Sociedad
Entre
'Nous , el
7
de
febrero
de
1933
en la
conmemoracill
del centenario de
su
nacimiento.
Esta
pieza, que resume
todos
los escritos
anteriores de
Riva-Agero
sobre el tema, se
public
parcialmente en los diarios y peridicos limeos de entonces y
se reprodujo,
con
ligeras
correcciones del autor,
en el volumen
conmemorativo del centenario
Ricardo Palma. 1833-1933. Lima,
Sociedad Amigos de Palma, 1934,
pp.
15-42) Y
en
Por la
Verdad, la Tradicin
y
la Patria. Opsculos,
1.
1, Lima, 1937-
1938,
pp.
405-428
con
el
ttulo de
Homenaje centenario a D.
Ricardo Palma. Con el ePgrafe Comentario a la conferencia
de Jorge Guillermo Legua sobre Palma, se publican
en sexto
lugar las
palabras
de Rva-Agero al final de ese acto
(realizao en
la
Sociedad geogrfica el 13 de febrero de
1933). 1nditas hasta ahora,
Riva-Agero
prepar
la
versin
mecanogrfica de ellas, con alguna correccin manuscrita
suya,
y
la
aadi
al
final
del
folleto
D. Ricardo Palma
por Jorge
guillermo Legua (Dma,
1934,
42 pp.), de
su
proPiedad,
que
hoy se guarda
en la
Biblioteca
del 1nstituto Riva-Agero.
El
ltimo escrito de Riva-ABero dedicado
a
Palma es el discurso
pronunciado el
25 de enero de
1935
en
la ceremonia
de
colo
cacin de la primera piedra de su monumento,
que
aqu apa
rece en sptimo lugar. Ese discurso se public en La Prensa
de Lima,
l
26 Y 28 de
enero
de 1935,
en
El Comercio, de
Lima, del 28
de enero de 1935 y
se
recogi luego en su libro
titulado
Discursos Acadmicos
(Dma,
1935,
pp.
35-43).
Estos siete textos deben confrontarse con las nutridas p
ginas
sobre D.
Ricardo en el Carcter...
Obras Com
pletas,
1.
1, sobre todo las pginas
176-203)
y con los dos
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DE GARCILASO A
GUR N
355
trabajos
sobre Anglica Palma,
que
formatl el
captulo
Xl
de
este
tomo.
No existe
aun
un estudio integral
sobre la
vida,
la
obra,
el estilo
y la
influencia de don
Ricardo
Palma en nuestra
literatura.
Algunos
de los diversos ensayos de Ral
Porras
Barrenecbea
son
posteriores
t
los de Riva-Agero e interesa
por tanto
mencionarlos
aqu:
Tres ensayos sobre Ricardo Pal-
ma (Lima, Lib. :Meja Baca, 1954. 59 pp.)
que
contiene sus
estudios sobre Palma satrico Palma romntico
y
Palma
y
Gonzalves Daz y
su
extenso estudio preliminar al Epistolario
de Palma
(Lima,
Ed.
Cultura Antrtica,
1949
1
1
pp.
1X-
XLVJ1. La
ms completa bibliografa sobre Palma es
la
reunida
/Jor
el propio
Ral Porras
Barrenecbea, que se publica al
comienzo
de
la
reciente edicin
limea,
en seis tomos, de las Tradiciones
(Lima,
Lib.
1nternacional
del Per, 1959
1 1
pp. VJ1-LXXX1 .
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LA
GRAN VELADA EN HONOR DE
D
RICARDO PALMA
1912)
Seor don Ricardo Palma:
ST rendido homenaje de admiracin y cario consti-
tuye el solemne desagravio que la sociedad
de
Lima y
por su medio el Per todo os ofrecen de las culpas de
infieles representantes, y constituye tambin el cumpli-
miento de una obligacin nacional, que las actuales cir-
cunstancias han hecho an ms imprescindible y urgente.
La alteza de vuestra fama y l mrito de vuestra calidad
literaria, reclamaba desde hace mucho tiempo que nues
tro pas, del que sois orgullo y consoladora gloria, os tri-
butara, en ceremonia pblica, demostracin semejante a
las que en el siglo pasado hizo Espaa a Quintana y Zo-
rrilla. Rehussteis, pocos aos ha, coronaros; mas con lo
7/23/2019 Estudios de Literatura Peruana - Riva-Agero - Parte 3
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358
J
os
DE LA RIVA - GERO
recientemente ocurrido no podais ya rehuir esta mani
festacin que equivale a una coronacin esplndida por
que no tenais el derecho de impedir que
1
mejor del
pas cumpliera con
el
imperioso deber de manifestaros su
adhesin calurosa y satisfaceros de la inexplicable ofensa
recibida de
los
personeros oficiales.
Las repblicas vecinas nos han dado hermosos ejem
plos de la veneracin debida a la ancianidad de
los
escri
tores notables. Llona tuvo en sus ltimos aos el lustre
de
su laureada consagracin
en
Guayaquil y Luis Cor
dero l de una embajada extraordinaria para la que
1
nombraron sus
mismos
adversarios polticos; colmado de
consideraciones y honores baj a la tumba
de
Chile l
historiador Barrs Arana; y en
uenos
Aires
los
nios en
larga y conmovedora procesin rodearon de flores el
le-
cho en que reposaba invlido el poeta Guido Spano. y
vos seor que representis para
el
Per mucho
ms
que
los mencionados para sus respectivas patrias vos cuyo
universal renombre alivia
el
abatimiento de nuestros infe
lices
destinos no habais de or resonar l vibrante aplau
so de vuestros conscientes conciudadanos? De no hacer
lo
que hoy hacemos hubiramos faltado por negligencia
y tibieza a la suprema virtud de
los
hombres nobles y de
los pueblos dignos: al culto de
la
vejez gloriosa al respe
tuoso fervor por
los
ancianos insignes.
Sois seor como nadie y antes que nadie encarna
cin legtima del espritu de nuestra patria
viva
y sagra
da voz
de
su pasado. En vuestra individualidad tom
cuerpo
el
alma gentil de
la
raza; y por vuestra pluma he
mos gustado nosotros mismos plenamente y ha conocido
el mundo entero
el
encanto
del
criollismo refinado. En
vuestras inmortales tradiciones evocis con magia insu
perable
las
leyendas de nuestra tierra
las
costumbres de
nuestros abuelos los recuerdos de nuestra historia ya
sangrienta y trgica ya pacfica y blanda sosegada y ri-
7/23/2019 Estudios de Literatura Peruana - Riva-Agero - Parte 3
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DE GARCILASO A GUR N
359
suea. Con el primoroso engarce
de
vuestro estilo,
nos
habis hecho amar doblemente nuestras cosas; las habis
enaltecido envolvindolas en el luminoso manto
de
la fan-
tasa; y al hacernos convertir la atencin hacia ellas, al
inspirarnos afecto y ternura por las pecularidades nacio-
nales, .habis fortalecido el patriotismo, que tiene siempre
en
lo
tradicional
su
raz y su sustento. Vuestras elegantes
narraciones,
al
volar con las alas
del genio
como
aves
ligeras y finas, hasta
los
trminos remotos
del
mundo
civi-
lizado, han notificado a los hombres cultos que en este
joven pas neohispano, a orillas
del
Pacfico, existe
lite-
ratura con gneros propios, de personalidad inconfundi-
ble, reflejo artstico
de
particulares usos y hbitos popu-
lares. Por todo
ello
sin hiprbole alguna y pesando cuida-
dosamente las palabras, se
os
debe proclamar uno
de los
ms principales y eficaces agentes en la formacin del
sentimiento
de
nuestra nacionalidad.
El vnculo indisoluble que a ojos de propios y extra-
os une vuestro nombre
al del
Per, es el
ms
exquisito
y magnficO elogio de vuestra obra, porque prueba
el
eminente lugar que ocupis en el alma y la memoria
de
este pueblo. Cuando se piensa en
l
Per de antao, forzo-
samente tiene que pensarse en vos que habis sabido
reanimarlo y personificarlo. Por eso, quien
os
honra,
honra a la patria; quien
os
irrita, la ofende. Y la ntima
asociacin con la historia
del
Per, no existe
slo
en
vuestros esclarecidos escritos, sino en todo el curso
de
vuestra larga vida.
En
la niez,
os
cupo la dicha
de
endul-
zar, con una ltima aclamacin afectuosa en
Lima
el desen-
gao del
gran Santa Cruz, vencido y fugitivo; en la
ju
ventud, participsteis de todos los generosos entusiasmos
del romanticismo literario y del liberalismo poltico, cono-
csteis
la
ufana altivez de aquellos felices das en que
el
Per predominaba sobre esta parte
de
Amrica, asiststeis
al desembarco de Castilla en Guayaquil y al combate del
7/23/2019 Estudios de Literatura Peruana - Riva-Agero - Parte 3
41/171
360
os
DE LA RIVA-AGERO
Callao el Dos de Mayo padecsteis luego ruina y desas
tre en
la
derrota nacional; en
la
poca de reconstitucin
y convalescencia rehicsteis la Biblioteca debida a vues
tros desvelos en cuyo grave recinto os hemos contem
plado como la viviente imagen de la tradicin y l saber
antiguo y que dejis dando leccin tan noble de entereza;
y para que en todo os toque parte de las vicisitudes prs
peras y adversas de la patria permite la suerte que lleguen
hasta turbar vuestra serena vejez las tristezas del momen
to presente.
En vuestra senectud a la vez augusta y benvola
iluminada por la amable sonrisa de siempre aparecis
como uno de aquellos venerados patriarcas homricos
que en deliciosos discursos daban cuenta a las generacio
nes de los hechos y costumbres de los predecesores; en
cuyos labios tesoro
de
experiencia hacan su morada las
gracias y en cuyas palabras fluan las mieles del bien
decir. Como ante un abuelo querido y glorioso nos incli
namos ante vos reverentes todos los peruanos capaces de
apreciaros.
Legendario desde ahora decoro y ornamento de la
nacin smbolo de lo pasado intrprete y medianero de
la antigedad situada en el umbral de 1 Eterno sobre
la blanca majestad de vuestras canas resplandece el de la
apoteosis.
Recibid seor
los
aplausos de este pblico que son
ya para vos los de la posteridad y cuyo eco resonar
largamente en la historia; escuchadlos como rey de nues
tras letras joya y reliquia inviolable de la patria.
7/23/2019 Estudios de Literatura Peruana - Riva-Agero - Parte 3
42/171
EN
LA
MUERTE DE D. RICARDO PALMA 1919)
O D
Ricardo Palma que a
los
ochenta y seis aos
de
edad acaba de fallecer en una pequea casa de campo
de Miraflores, junto a Lima, desaparece para el Per el
ms representativo y caracterstico de sus literatos; y para
toda la Amrica Espaola,
el
ltimo sobreviviente de la
escuela romntica que en nuestros pases
no
lleg a difun-
dirse y prevalecer sino hasta bien mediado el siglo XIX
Sus clebres
Tradiciones
nutrida serie de breves y
amenas leyendas en prosa, evocan, como una coleccin
de brillantes miniaturas, toda la historia peruana, en sus
ms significativos aspectos y contrastes, desde el siglo
XVI; son el cabal florecimiento y la artstica concrecin
de aquel donairoso criollismo limeo que Palma supo sen-
tir y expresar insuperablemente, y que vino a encarnarse
y condensarse, con toda perfeccin, en su persona y escritos.
7/23/2019 Estudios de Literatura Peruana - Riva-Agero - Parte 3
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362
Jos
DE
LA
RIVA ACERO
Naci en Lima el 7 de Febrero de 1833. Durante
su infancia y su primera juventud conservaba an su ciu-
dad natal el ambiente singular que en Amrica la hizo fa-
mosa; y en l se educ e impregn D. Ricardo Palma de
indeleble manera. Fueron los primeros aos de la Rep-
blica agitados y anrquicos cual ningunos; pero por los
excepcionales y externos impulsos que determinaron la
independencia del Per dejaron subsistir casi intactos los
usos y sentimientos de la poca colonial. Los turbulentos
Mariscales y Generales republicanos se codeaban y fra-
ternizaban con los viejos marqueses y los innumerables
frailes mendicantes. l lado de los cuarteles resonantes con
la vocera de los pronunciamientos ahumados y maltrechos
por los contnuos asaltos revolucionarios se alzaban nte-
gras todava las extensas cercas de los monasterios de mon-
jas sombreados de platanares; las fachadas churriguerescas
y retorcidas de las iglesias; y las de los caserones de ttulos
y mayorazgos cuyos balcones tallados con caladas y
voladizas celosas de madera recordaban por atavismo
remoto mucho ms que los
miradores
espaoles los mu-
xarabis arbigos. Con mayor frecuencia que los desfiles
y los cierrapuertas pretorianos ocupaba las calles el des-
pliegue de las procesiones religiosas en que alternaban
con las andas hierticas y recamadas las burlescas com-
parsas populares. En las arcaicas alamedas de Abajo del
Puente rodaban las ltimas carrozas doradas de la no-
bleza criolla; y junto a
los
surtidores virreinales las tapa-
das
de
saya
y m nto perpetuaban
el
incitante misterio de
su disfraz semi oriental.
l
caer la tarde en los ruidosos
portales de la Plaza de Armas perfumados de frutas y
misturas de flores cesaba de pronto la alegre algazara de
la abigarrada muchedumbre cuando de las torres de la
Catedral descenda
el
pausado toque de la Oracin.
Ul-
tbanse los clrigos los puntiagudos sombreros de teja
los caballeros los altsimos tarros las vendedoras los jpi
7/23/2019 Estudios de Literatura Peruana - Riva-Agero - Parte 3
44/171
E
GARCILASO A EGUREN
363
japas
y los esclavos los gorros. Por unos minutos
se
des
cubran todos; y rezaban a coro unnime y devotamente
las Avemaras del Angelus
los pobladores de Lima del
propio modo que en las tierras islmicas suspende l bu
llicio vespertino
la
plegaria del muezn. Por las
portada
7/23/2019 Estudios de Literatura Peruana - Riva-Agero - Parte 3
45/171
364
os DE LA
RIVA AGERO
su retirada
al
ejrcito chileno engrosado ya por varios
cuerpos peruanos disidentes. Susurrbase que en esta cam-
paa la suerte haba abandonado a Santa Cruz; pero el
vecindario limeo que
lo
haba recibido jubilosa y triun-
falmente haca dos meses le continuaba su adhesin.
Era una noche de verano el 24 de Enero. En un
largo balcn prximo a la iglesia de San Francisco toma-
ba fresco la familia Palma en compaa de otras honra-
das familias de mediana condicin que habitaban depar-
tamentos de la misma casa. De repente
en
el silencio y
la obscuridad de la calle apareci un pelotn de hombres
montados y armados; varios militares embozados en ca-
pas que apresuradamente tomaron hacia los barrios de
Santo Toribio y San Pedro.
El
padre de D. Ricardo sin
saber quines eran no quiso desperdiciar la ocasin de
manifestar sus predilecciones polticas y lanz un esten-
treo:
'Viva Santa Cruz ,
que fue coreado por su familia
y vecinos. Entonces
l
jinete que ocupaba el centro del
grupo y a quien al parecer obedecm los dems volvi
la cara par un instante l caballo y se toc el sombrero
como contestando la ovacin. Enseguida continu su ace-
lerado caminar. Segn pudo averiguarse despus era en
efecto l propio Santa Cruz que rodeado de algunos
leales edecanes vena huyendo desde los aciagos campos
de Yungay. Recin llegado esa noche a Lima a los cuatro
das de prestsima y fatigossima marcha se enderezaba
a cenar y descansar un momento en la casa de su inque-
brantable amigo D. Juan Bautista de Lavalle situada en
la esquina de las cuadras de Melchormalo y ey tia. A las
pocas horas continuaba de all su viaje hasta Arequipa
donde acab de malograrse y desvanecerse aquel su em-
peo restaurador de la unidad y supremaca de la raza
peruana en
el
Occidente de Sudamrica; y
se vi
obligado
a dimitir el mando.
7/23/2019 Estudios de Literatura Peruana - Riva-Agero - Parte 3
46/171
DE GARCILASO A GUR N
365
Cuando muchos aos despus, D. Ricardo Palma,
consecuente con sus tradiciones paternas, fue en Europa
a rendir homenaje al ilustre desterrado, que viva en una
casita de VersalIes propio lugar de extinguidas grande
zas), comprob que bien recordaba y con qu ntima emo
cin haba agradecido Santa Cruz aqul ltimo aplauso
que
le tribut Lima en la ms amarga hora de su derrota,
como espontnea y conmovedora muestra de fidelidad.
En
esta escena de la infancia de Palma, que en sus postre
ros aos tnto recordaba, nos place hallar un smbolo
proftico:
el
que haba de ser supremo evocador histrico
del Per, tesorero y joyero de sus leyendas, encarnacin
de su ingenio, viva voz de su alma, aclam, con la pres
ciencia del nio, y ms tarde con la del artista, al precur
sor del magno ideal patritico que es clave de nuestro
porvenir.
La ruina de la Confederacin trajo para
el
Per aos
calamitosos, de conflictos y desastres externos y de impon
derable caos interior. Hubo poca en que a la vez coexis
tieron tres gobiernos.
l
cabo renaci
l
orden, en el pri
mer perodo de Castilla 1845-1851), y pudieron culti
varse los estudios y las letras, en
l respiro que dejaron
las destructoras contiendas civiles.
El cannigo limeo D. Bartolom Herrera, en el Co
legio Mayor de San Carlos, y el profesor murciano D.
Sebastin Lorente, en
el
de Nuestra Senora de Guadalu
pe, reabrieron y
r e n o ~ r o n
los cursos de Filosofa y Hu
manidades, que haban cesado haca largo tiempo en la
vetusta Universidad. Ya desde el gobierno de Santa Cruz,
y an algo antes, los haba iniciado
el
que fue su secre
tario, el gaditano D. Jos Joaqun de Mora, que en l
teneo del
Per
ense las teoras psicolgicas y ticas de
la escuela escocesa del sentido comn y que en literatura
populariz
el
nombre y las obras de Sir Walter Scott.
Pero las semillas de novedades romnticas que esparci
7/23/2019 Estudios de Literatura Peruana - Riva-Agero - Parte 3
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366
os
DE LA
RIVA AGERO
Mora no fructificaron entonces por lo spero y revuelto
de los tiempos; y fueron un poco ms tarde otros dos
espaoles l
ya
citado Lorente y
el
montas Fernando
Velarde los verdaderos introductores del romanticismo en
el Per y los maestros que decisivamente influyeron en
Palma y sus compaeros de bohemia literaria.
Era Velarde un joven y fogoso poeta santanderino.
Por el ao de
1847
llev al Per el culto de Zorrilla
y
Esprocenda que impuso como modelos junto con sus pro
pios versos a sus discpulos limeos. Entre los menores
en edad pero entre los ms distinguidos se contaba
ya
Ricardo Palma quien desde su adolescencia comenz a
publicar poesas y leyendas en prosa. Sus primeros versos
coleccionados en
]uvenila
son en efecto de 1848. Por
entonces igualmente apareci su breve cuento incaico
Oderay muy dbil e inexperto pero que es uno de los
primeros productos del romanticismo narrativo en
el
Per
al propio tiempo que el
Padre Rorn de
Arstegui.
1
Tambin compuso e hizo representar dramas hist
ricos que l mismo no quera luego que se recordaran y
que en verdad no merecen serlo. Fueron obras prematuras
de sus aos
de
efervescencia bohemia y de gran melena
romntica; cuando se hizo de moda en la juventud lite
raria limea la ingenua copia del mediovalismo europeo;
cuando Corpancho embozado en su capa espaola con
vueltas rojas meditaba El
poeta
cruzado y El caballero
templario.
Ms grande influencia ejerci otro amigo suyo l
eminente neogranadino D. Julio Arboleda uno de los
primeros polticos y literatos del siglo XIX en la Amrica
Meridional. Proscrito de
Nueva Granada por el
radica-
1 Novela regional cuzquea de D. Narciso Arstegui impresa en Lima
el ao de 1848
y
no tan desdeable como lo d a entender en Carcter de la
literatura del Per 1ndependiente. e
advierte en ella muy claro el influjo de
:Notre-Dame
de Vctor Hugo.
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DE GARCILASO A GUR N
367
lismo triunfante viva en Lima hacia
los
aos de 1852 y
53.
Ric
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