Introducción a la investigación
Jorge Couto
FINAL
Badano Andrés, Santiago del Campo
Diseño gráfico
37886
Introducción
Se pretende analizar el fin del diseño de mobiliario en Argentina, analizando el
trabajo de Ricardo Blanco en especial las sillas, (paradigma del diseño, que para
los arquitectos del movimiento moderno, ha sido un objeto de culto) para poder
discernir si el peso de sus prácticas de diseño se centran en mejorar la calidad de
vida o si se rigen por el mercado, si la función prima sobre la forma o a la inversa.
Para poder analizar este fenómeno nos detendremos en sus productos realizados,
publicaciones, libros y en entrevistas. Exploraremos entre sus prácticas y sus dichos
para alumbrarnos con respecto al problema planteado. Sabemos que comprender
motivaciones del diseño es algo complejo pero lo trataremos de hacer con la mayor
objetividad posible.
Capítulo 1
Una breve historia del diseño de mobiliario Argentino
En las figuras de Tomás Maldonado, Basilio Uribe, Hugo Kogan y Ricardo Blanco,
están las raíces de la institucionalización del diseño industrial en la Argentina.
Fue justamente Tomás Maldonado quien en 1951 junto a Hilton y Méndez Mosquera
funda la revista "Nueva Visión", que se convierte en el medio de difusión de los
alcances del diseño, y elaboran su base teórica. Esta revista, que dejó de editarse
en 1957, fue sólo el inicio de la amplia labor de Maldonado en beneficio del diseño
tanto nacional como internacional. A partir de la inserción de Maldonado en Europa,
estos aportes continúan y siguen siendo invalorables y cuantiosos, tanto en el
campo de la teoría como en el de la enseñanza.
Maldonado planteó la transformación de la enseñanza del diseño a partir de una
visión integradora donde el urbanismo, la arquitectura y el diseño industrial
convergen como disciplinas del diseño Ambiental, con un fuerte acento entre
investigación y proyección.
El ingeniero Basilio Uribe, periodista, poeta, egresado de Bellas Artes y miembro de
la Asociación de Críticos de Arte, crea en 1962 el Centro de Investigación de Diseño
Industrial (C.I.D.I.), dependiente del Instituto Nacional de Tecnología Industrial, con
el objetivo de emprender acciones para la difusión y desarrollo del diseño industrial
nacional. Las primeras exposiciones, concursos y seminarios sobre el diseño en el
país, fueron organizados por el C.I.D.I. La labor institucional desplegada bajo la
conducción de Uribe determinó que el diseño industrial ocupase un lugar destacado
entre las manifestaciones culturales argentinas.
La figura de Ricardo Blanco, arquitecto dedicado a la docencia y a la práctica
profesional del diseño industrial, alcanza un protagonismo tal, que lo lleva a
proyectarse internacionalmente como uno de los principales referentes del diseño
argentino. A partir de 1963 inició su labor como diseñador especializado en
mobiliario y gráfica empresaria, incursionando también en el diseño de luminarias y
de interiores de barcos.
En 1979 funda la "Oficina de diseño" y realiza el diseño de sistemas de
equipamiento para diversos usos: escolar, hospitalario, bancos.
Blanco, distinguido en 1982 por el CAyC (Centro de Arte y Comunicación), con el
Premio “Lápiz de Plata al Diseñador de Muebles”, es coautor del libro Cinco
enfoques sobre el hábitat y autor de numerosos artículos publicados en revistas
nacionales y extranjeras.
En 1985 trabaja para la empresa MATERFER (con sede en Córdoba) en el diseño
del interior del coche motor liviano "CML" y en 1991 es convocado para diseñar el
equipamiento del nuevo edificio de la Biblioteca Nacional.
En el campo de la enseñanza del diseño, además de su labor como profesor de la
Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires y
de haberse desempeñado como Director de las Carreras de Diseño Industrial,
Diseño de Indumentaria y Textil, y la Carrera de Postgrado de especialización en el
Diseño de Mobiliario, Blanco ha estado vinculado con la labor de los principales
centros académicos de la Argentina, como docente (Universidad de La Plata,
Universidad Nacional de Cuyo y Universidad Nacional de Mar del Plata) y como
Asesor Académico en la creación de las Carreras de Diseño Industrial en Mar del
Plata, y en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Nacional de
Córdoba.
Sus conferencias y escritos brindan importantes aportes para la definición del rol del
diseño y del diseñador en el mundo actual.
En cuanto a la figura de Hugo Kogan, referirse a él significa hacer mención a uno
de los más prolíficos profesionales del país, con una experiencia en la práctica de
la profesión de más de cuarenta años.
La industria argentina reconoce en Kogan al profesional que más aportes ha
realizado en el campo del diseño, con productos fundamentalmente vinculados a
bienes de consumo durables: electrodomésticos, artefactos de iluminación,
equipamiento, etc.
Hoy, respondiendo a los actuales requerimientos del mercado, Hugo Kogan y sus
asociados trabajan en distintos campos de la comunicación, realizando diseño de
productos, de packaging, redes comerciales, imagen corporativa, POP y promoción.
En la década del setenta se destaca la labor de un grupo de diseñadores que se
desempeñan independientemente y que son contratados por las empresas en
carácter de consultores. Entre ellos podemos mencionar a Roberto Nápoli
(especializado en productos complejos de alto consumo, televisores, radios, etc.), y
Hugo Kogan, Ricardo Blanco y Mario Marino. También en esta década irrumpe una
figura que marcó un hito fundamental en el desarrollo del diseño industrial
latinoamericano: el diseñador alemán Gui Bonsiepe. Discípulo de Maldonado,
brindó importantes aportes en el plano teórico y en la búsqueda del desarrollo de la
creatividad y capacidad de innovación en los países "periféricos".
En los años ochenta comienzan a surgir los nombres de jóvenes profesionales
formados académicamente en el campo del diseño industrial. Tales como: Eduardo
Nasso, Alberto Arias, Van Lierde, Aróstegui, Mario Tornini, Camblong y Falconi,
Melhen, Bazán, Vukoj icic, entre otros.
También en esta década se destacan los diseños modernos de equipamiento de
oficinas de Walther Esau, y las desprejuiciadas incursiones en el diseño de líneas
posmodernas de Leiro, Kogan y Blanco a través de productos comercializados por
su empresa Visiva.
En 1988 la arquitecta Diana Cabeza comienza su actividad como diseñadora de
equipamiento, produciendo y comercializando sus propios productos, dando así
origen a una importante trayectoria en la que se destaca el equipamiento urbano
para Puerto Madero.
Sus búsquedas se asientan en: el estudio del hombre (cuerpo, actitudes y
cotidianidad), la expresión de los materiales naturales y la identidad de los objetos
con la historia del lugar.
Alejandro Sarmiento es otro de los diseñadores industriales que se destacan a partir
de 1987 trabajando para importantes firmas comerciales, exponiendo sus productos
en numerosas exposiciones nacionales e internacionales y obteniendo premios de
alcance internacional.
Los años noventa Luis Benedit con la Fundación Munar en Buenos Aires, brinda un
apoyo sumamente importante tanto a la difusión del diseño nacional e internacional
como a las búsquedas de productos argentinos competitivos en el mercado
internacional.
Jóvenes diseñadores como Muchnik, Mathov, Polci, Alfano, Blebel, Daiez, Chernoff,
entre otros comienzan a exponer sus diseños en Munar y en otras muestras de
relevancia.
Pero este panorama de desarrollo de las búsquedas de un diseño argentino no
encontró un marco favorable en la economía argentina.
En 1991 el Congreso Nacional sancionó la Ley de Convertibilidad que estableció el
tipo de cambio nominal. Esta medida, junto a la apertura de la economía a la
competencia externa, la desregulación de los mercados y la privatización de
empresas del Estado, puso de manifiesto entre 1992 y 1993 signos de revitalización
del aparato productivo. Pero a fines de los noventa, una fuerte recesión con un alto
índice de desocupación, industrias multinacionales que se trasladaron a Brasil, y
una alta importación de productos, perjudicaron la escasa producción nacional,
sumado a esto una deuda externa que no favorece para nada el panorama
económico.
Estas son las condiciones en las que se desenvuelve el diseño industrial argentino
tratando de brindar sus aportes para definir su identidad y poder competir en los
distintos mercados.
Actualmente, a partir del fin de la convertibilidad, se pueden vislumbrar signos de
recuperación de la industria nacional. Una etapa nueva del modelo de sustitución
de importaciones alienta el lema "hecho en la Argentina" y las empresas que hoy
están en proceso de renovación planean su reequipamiento y la recuperación de
mercados tanto internos como externos. Un aporte fundamental en este aspecto ha
sido la creación, en el año 2001, del Centro Metropolitano de Diseño dependiente
del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, el que a través de diversos programas,
vincula a empresarios y diseñadores, promueve la revitalización de la producción
de mobiliario, y brinda asistencia a nuevos diseñadores-emprendedores.
Dentro de este panorama debe señalarse que el diseño como hecho cultural
comienza a instalarse en la mentalidad argentina.
Capítulo 2
Relación entre forma y función
La forma de los objetos comunican ideas por ellos mismos, llaman la atención de
observador y es un elemento esencial para un buen diseño. Un diseño, es una pieza
con cierto atractivo visual, con personalidad y de un gran equilibrio estético. Con el
tiempo, el concepto de forma ha ido sufriendo transformaciones y ha sido vista
desde enfoques distintos.
A mediados de los años 50’ del siglo pasado, la máxima a seguir era: La forma sigue
a la función. Así la función del diseñador era el análisis del objeto para quitarle todo
lo que fuera superficial e innecesario y conseguir el máximo grado de funcionalidad.
Se buscaba la máxima utilidad del producto, que su funcionamiento tenga una
utilización óptima y clara para el usuario. Trabajaban sobre la idea de que las cosas
útiles no necesitaban de elementos decorativos, la forma se basta a sí misma. Era
la corriente del “good design” o del funcionalismo.
A finales de los 70’, aparecieron movimientos contraculturales, tanto en política
como en arte, que cuestionaron e intentaron cambiar las normas ya establecidas.
Una década más tarde, una nueva generación de diseñadores que se oponían al
funcionalismo ya que les parecía demasiado neutro y aburrido, hicieron objetos
diferentes en los que se mezclaban materiales más diversos con la iconografía “pop”
en busca de nuevas formas de expresión.
La nueva tendencia que surgió fue: “la función sigue a la forma”, en la que se le da
más importancia a la función estética del objeto y no sólo se enfocan en su función.
Los objetos deben de ser funcionales, pero también debían tener una buena
apariencia.
En el libro “El diseño antes de la Bauhaus” se encuentra una visión más completa
propuesta por Luis Rodríguez Morales. Está integrada por cuatro vectores:
-el tecnológico, que se encarga de imponer límites físicos y definir factibilidades
productivas.
-el funcional, que define objetivos principales a ser alcanzados en términos de la
relación hombre-objeto.
-el expresivo, que define la forma y ordena y da sentido a los demás vectores.
-el vector comercial, que junto con el expresivo conduce el proceso de diseño.
Estos vectores se interrelacionan y cada diseñador puede otorgarles cierta
jerarquía.
Cuando una persona compra un objeto, da por sentado que éste funciona de
manera adecuada, pero lo que llama su atención en primera instancia es su aspecto
simbólico. Por ejemplo, si se va a adquirir una licuadora, nadie lleva un poco de
comida a la tienda para ver si ésta funciona adecuadamente, sino que supone que
debe servir.
Por esta motivo, lo que expresa la forma es muy importante, si promete más
capacidad o más durabilidad, etc.
Son los aspectos simbólicos los primeros en ser evaluados por el consumidor,
aunque lo simbólico no significa nada más que la forma ser bonita y a la moda, sino
que debe cumplir las expectativas del usuario como ergonomía, durabilidad,
resistencia, etc.
En la actualidad la forma de los objetos no solamente obedece a criterios
funcionales. Un objeto bien diseñado es capaz de comunicar algo más que su
función, debe ser capaz de comunicar su intención. Así ante diferentes productos
que ofrecen lo mismo, somos capaces de elegir uno y rechazar otro.
El mundo del diseño industrial también está sujeto a las tendencias y las empresas
aprovechan esto para escoger la forma de los productos.
Algunos ejemplos de tendencias actuales son la Neo-retro y el minimalismo. La
primera son diseños que mezclan las últimas tecnologías con una apariencia
inspirada en diseños americanos de finales de los 40 y los 50, con acabados
redondeados y aerodinámicos y además parecen garantizar que es un producto que
funciona como los de antes. Por otro lado, en el minimalismo el diseño de producto
es muy limpio y da una imagen donde no le sobra ni le falta nada.
Conciliando la importancia de la forma y la función, se puede decir que éstas no
tienen por qué contraponerse, sino que interactúan una con la otra influyéndose
mutuamente y que dependiendo de cual sea nuestro objetivo a la hora de diseñar
un objeto, podemos otorgarle mayor jerarquía a una u otra.
También se puede afirmar que alrededor de la forma y la función hay otros factores
que debemos tomar en cuenta a la hora de diseñar, como el tecnológico, lo
funcional, lo expresivo y lo comercial. Y que la forma actualmente está muy
influenciada por las modas.
De esto se desprende que hay que tener presente varios aspectos básicos cuando
se diseña un objeto: preguntarse para qué ha nacido el objeto, cuál es su finalidad
y cuál debe ser su función. Porque un producto puede ser muy estético y no servir
para nada o puede ser muy funcional, pero no ser nada atractivo para el comprador.
Capítulo 3
Entrevista con Ricardo Blanco
Sillas cuadradas, con curvas, modernas, más sofisticadas, altas, bajas, sencillas,
de pasto, de alambre, todas diferentes y muy originales. En el estudio de Ricardo
Blanco sobran lugares donde sentarse. El espacio está invadido –literalmente– por
sillas. Es que son el objeto de culto de este hombre que forma y descubre talentos
y tampoco deja de crear. Tanto que hasta les dedicó un libro al que llamó
Sillopatía. En su estudio de la calle Bolívar y San Juan, el artista, el creativo, el
inventor, el diseñador, el personaje que traspasó la arquitectura para adentrarse
en el fascinante mundo del diseño y de las sillas, Ricardo Blanco; este diseñador
argentino es famoso por sus diseños de mobiliario, particularmente, gran cantidad
de sillas y sillones, todas con un diseño innovador y transgresor. Nace en1940 en
Buenos Aires, Argentina. Es un reconocido arquitecto y diseñador industrial
argentino. Su carrera lo lleva a proyectarse internacionalmente como uno de los
principales referentes del diseño argentino. Es muy conocido por sus diseños de
mobiliario. Crea una innumerable cantidad de sillas y sillones, todas con un diseño
innovador y transgresor. Se recibió de arquitecto en 1967 en la Universidad de
Buenos Aires. Al año siguiente comenzó su labor profesional en la firma Stilka. Allí
pudo desarrollar productos con tecnologías no convencionales como el laminado
en madera. En 1972 tras su alejamiento de esta empresa, fundó EH,
Equipamiento de Hoy, junto a otros dos arquitectos. También comenzó a realizar
trabajos en forma independiente para Lañin, una empresa de sillas tradicionales
en madera. Después Indumar, le permitió realizar más de cien diseños de sillas y
sillones, algunos con carácter experimental, como la silla plegable Plaka y el sillón
Skel. Gracias a estos desarrollos la empresa pudo posicionarse mejor en el
mercado. En 1982 fue distinguido por el CAyC (Centro de Arte y Comunicación)
con el Premio Lápiz de Plata al Diseñador de Muebles. En 1983 funda Visiva junto
a los diseñadores Hugo Kogan y Reinaldo Leiro, una empresa que produjo
muebles únicos. Trabajó para empresas de electrodomésticos, produciendo línea
blanca, teléfonos y un brazo robótico para producción. También realizó el diseño
de un tren y un premetro para Materfer en Córdoba, Argentina y cruceros
particulares para el astillero Río Dulce. Desde 1968 se ha dedicado a la docencia
del diseño industrial en las universidades de La Plata, Mendoza, Buenos Aires y
esporádicamente en Córdoba, Chaco y San Juan. Desde 1986 es director y
docente de la carrera de diseño industrial en la UBA. Es autor de los libros Cinco
enfoques sobre el hábitat y Sillopatía. Además es autor de numerosos artículos
publicados en revistas nacionales y extranjeras. Conferencias y escritos brindan
importantes aportes para la definición del rol del diseño y del diseñador. En el año
2002 recibe el Premio Konex de Platino a las Artes Visuales de la Fundación
Konex , Artes Visuales lo Diploma al Mérito, Diseño Industrial 1992 Artes Visuales
Diploma al Mérito
Con esta entrevista intentaremos analizar el fin del diseño de mobiliario en
Argentina a través de las ideas y la experiencia de Ricardo en esta área del
diseño, y nos focalizaremos un poco más hondamente en las sillas, que para los
diseñadores es el principio del todo.
-¿Por qué la sillas?
Soy un fanático de las sillas es mi tema. Pero no soy el único. En el mundo hay
otros. Es un elemento de estructura mínima, que pone en evidencia si algo sobra.
Que contiene memoria, tiene referencias y guarda simbolismos. El máximo nivel
de una silla es el trono, y el peor, el banquillo de los acusados. Se nace en una
silla ginecológica y se muere en la silla eléctrica. Y si entrás en una librería,
siempre vas a encontrar tapas de libros con sillas. En materia de diseño, la silla
tiene esa cosa mínima en la que cada elemento funciona, trabaja, representa.
Entonces, se convierte en un desafío interesante para todo diseñador. El fin de la
silla es que uno se pueda sentar, no se vaya al piso, que más o menos vista el
lugar donde está, es una estructura de mínima, trata de que nada falte, y con ese
valor antropológico, la silla tiene 7 u 8 mil años, uno tiene que construir una cosa
nueva. Es un ejercicio creativo fantástico, es volver a tratar de hacer algo nuevo
con algo que ya se hizo de infinidad de formas distintas y ver que no hay un final,
siempre se nos pueden ocurrir cosas nuevas. Me gusta el juego estructural de la
silla, poder imaginarme una silla de otra manera, distintas formas de sentarse. Con
el correr de los tiempo la silla fue tomando protagonismo es el trono el banquillos
de los acusados, el icono de una época, denota un estilo.
-¿Sentís que generaste un estilo?
Por suerte no, me parece interesante que el producto tenga independencia del
autor.
-¿Tenés referentes en el diseño?
Me gusta Janello, fui alumno de él, tuve referentes clásicos internacionales,
Charles Eames, las cosas que él hacía, no las podía hacer, Mario Bellini, cuyos
productos estaban en el país. Cita luego a Ettore Sottssas, maestro italiano,
descubrí afinidades con él, coincido con la manera de ver el mundo, recreé sin
saber cosas de él.
-A tu criterio, ¿qué elementos debería reunir un buen diseño?
Nos cuenta Ricardo; “una condición es que tiene que funcionar bien. Una silla para
una reunión tiene que tener cierta comodidad; para una oficina, deberá tener otra
característica. Esa es la condición funcional. La segunda pata del diseño es la
técnica: tiene que estar bien hecho y ser resistente. Y la otra pata del trípode es lo
estético: debe ser agradable a la vista. El arte ha recurrido a una estética de la
fealdad, el diseño no. Está hecho para que la gente lo use, para que lo aprehenda
y lo haga suyo. Entonces, la belleza es un factor bastante fuerte”.
-¿Es necesario estudiar para ser un buen diseñador?
Sí. Y una carrera de diseño es tan complicada como arquitectura. Es una
profesión. Y la verdad es que no confiaría en alguien que creara sólo con su
intuición o inspiración. El diseño tiene mucho compromiso social y la
responsabilidad que eso implica es grande. Todavía no está evaluado el poder y
los efectos que produce en la gente, a nivel social.
-¿Y cuáles serían esos efectos?
Todos. La estética con la cual aceptás determinadas cosas es por lo que ves en la
calle. Como personas urbanas vemos 5 mil objetos diseñados por día, y pasan
meses hasta que nos encontramos con algo natural puro, porque hasta los perros
y los árboles de la calle son diseñados. Esta es nuestra cultura, un mundo
artificial.
-¿Esto es positivo o negativo para la sociedad?
Tiene efectos. Y los diseñadores tenemos cada vez más conciencia de estos
efectos y los respetamos. Esa es la condición ética del diseño. Yo diría que el 90
% de los objetos diseñados tiene una función social. Eso es lo que marca la
diferencia con la arquitectura. Si a alguien que pasa caminando por la vereda no le
gusta cómo está hecha determinada casa, no pasa nada. En cambio, si a la gente
no le gusta cómo está diseñada determinada lapicera, nadie la va a comprar y, a
la larga, la van a sacar de la venta. En diseño, la gente opina; en arquitectura, no.
¿Funcionalidad o estética?
Muchas veces se ha planteado un ficticio y hasta cierto punto manipulado debate
ante la posible contradicción entre planteamientos enfrentados, utilidad o función
por un lado y estética por otro, presentando el diseño como una disciplina carente
de interés por lo estético. Hoy, ambos son componentes de un mismo objetivo; es
cierto que la funcionalidad debe primar en todo diseño, pero la utilidad no está
enfrentada con el componente de belleza que, a ser posible, debe acompañar al
diseño en su forma, color y textura. Diferentes formas de concebir el diseño, en
determinados momentos, manifiestan las siguientes tendencias: • La relevancia de
la forma sobre la función. • El predominio de la función sobre la forma. • La
consideración de la forma y la función con la misma importancia.
La entrevista llega a su fin, pero Blanco sigue educándonos con sus conceptos.
“La diversidad es la gran riqueza que tenemos actualmente; esta además, la
pérdida de la búsqueda de la unicidad y por lo tanto de la excelencia, no existe
esa obsesión; eso fue parte del movimiento moderno”.
Nos habla a los que recién nos adentramos en el mundo del diseño: “este campo
es para los muy fanáticos, la manera es pensar que todo lo que uno ve, se puede
volver a diseñar, los miles de objetos están ahí diseñados, uno tiene cosas para
hacer durante toda su vida, es un juego vital que a uno le ocupa la existencia. Yo
siempre pienso que eso se puede hacer de otra manera. Hay que aprender a
mirar, durante mucho tiempo caminaba desde la calle Florida hasta Retiro mirando
las vidrieras y a la vuelta verificaba si lo que había visto era así o no. Uno tiene
que saber mirar, no creo en la intuición, es información no codificada, si la codifico
la puedo trabajar”.
Capítulo 4
Ricardo Blanco en la historia del diseño de sillas en la Argentina.
Para los arquitectos del movimiento moderno, la silla ha sido un objeto de culto.
Creadores como Mies Van der Rohe, Marcel Breuer, Alvar Aalto, Eero Saarinen,
Le Corbusier, Mario Botta y hasta Franck Ghery han caído bajo su encanto, algunos
hicieron de la silla su vida, Charles Eames, Mario Bellini, Vico Magistreti o Hans
Wagner.
Para los diseñadores argentinos no podía ser de otra manera, y por eso en esta
investigación tratamos de desandar ese camino del diseño. En este caso nos
centramos en las sillas de Ricardo Blanco, que en sus libros siempre habla sobre
los dos caminos históricos que confluyeron en el diseño moderno de la silla, que
son, uno el camino culto, y el otro, el popular, así los llama él, y su conjunción hizo
el diseño moderno. En la Argentina, que no tiene un pasado demasiado rico y propio
en objetos utilitarios, encontramos que en las sillas populares hay dos hitos de
importancia para destacar desde la perspectiva del diseño: la silla misionera y la
silla matera.
La silla misionera, se caracteriza por el detalle del asiento partido, lo que permite
una situación ergonométrica de contención del cuerpo y una simplificación técnica
en su producción. En los años 60´ el grupo Charcas, y Stylca en los 70’, lo tomaron
como tema.
La otra es la silla matera, que la usa el gaucho para tomar mate, y se caracteriza
por una relación dimensional particular: ancha, más cómoda que una silla
convencional y baja como un sillón. Estos conceptos fueron tomados en los 50´ por
el grupo Aim y luego en los 90´ por Luis Benedit.
Este juego de tomar y recuperar el pasado o ir de un universo a otro, de lo culto a
lo popular, al diseño de elite al de mercado, es una constante en el diseño de
asientos; de allí la frase de Ricardo (en su libro Sillas Argentinas) “una silla viene de
otra silla que viene de otra silla que viene”
De los diseños de silla realizada en la argentina, la principal y madre de las sillas de
diseño argentino es la BKF (1938). El catalán Antonio Bonet y los argentinos Juan
Kurchan y Jorge Ferrari Hardoy, que habían estado juntos en el estudio de Le
Corbusier, transformaron una vieja silla plegable en una pieza de valor plástico que
estableció como cánones del diseño argentino los siguientes principios pragmáticos:
la preocupación por la actualidad y el nivel estético, una adecuación tecnológica al
medio y la aplicación en la situación de uso.
La notable influencia que esta silla ejerció en todo el mundo a nivel de uso y de
significado la convirtió en los 50’ y hasta hoy en el símbolo de lo moderno; aquí
influyo directamente en una de las piezas más bellas del diseño argentino, las sillas
W, de Cesar Janello (1943).
BKF W
A partir de los 60’ hay algunos hitos en el diseño argentino de sillas. Del estudio CH
es fundamental el sillón cinta de Alberto Churba por su síntesis técnica al resolver
todo el mueble con una sola placa.
Cinta
En los 70’ aparece la empresa Buro, con la obra de Reinaldo Leiro, Arnoldo Gaite y
Osbaldo Fauci de la cual debe mencionarse la serie 300, la silla realizada en
planchuela y madera laminada que es tal vez la silla diseñada en la Argentina más
copiada en el mercado .
Stilka, la empresa de Celina Castro, fue otra casa que tuvo piezas importantes,
ejemplo de ellas sería la silla SAT de Ricardo Blanco, que retoma el asiento partido
de la misionera y que fue una de las sillas de hogar más reproducidas en ese
momento.
serie 300 SAT
Las fábricas de muebles, por entonces, mediados de los 70´, comenzaron a recurrir
a los diseñadores para desarrollar sus catálogos. En empresas como Lañin o
Indumar, se pudo desarrollar una gran cantidad de modelos, como la silla Plaka y el
sillón Skel de Ricardo Blanco, muy considerado por el criterio innovador en el uso
del multilaminado.
Skel Plaka
Luego de la dictadura, los 80´ se inauguran con Visiva, la experiencia que realizaron
Kogan, Leiro y Blanco; de allí nace la silla Nínive, que toma postulados del momento
en cuanto a libertad formal, colorística y objetividad de significado como temática,
así como los sillones Poniente.
Nínive Poniente
Hacia los 90’ se va estructurando el nuevo diseño argentino de sillas, con concursos,
exposiciones y trabajos especiales. Este sentido de participación cultural que le
otorgamos al diseño de asientos es verificable asimismo en la silla BN del estudio
de Ricardo Blanco, concebida para la biblioteca nacional, desde una perspectiva
proyectual de la interpretación de Clorindo Testa y que se incorpora a edificio de
una forma natural.
BN (Biblioteca Nacional)
A partir del 2000 vemos un despertar, con las propuestas del Team Fierro como
editores de diseño de autor y las piezas de Fretto, Callegari, Sbrascini y otros
jóvenes coordinados por Ricardo Blanco.
En síntesis, sabemos que irán apareciendo otras sillas, otros diseñadores que se
irán sumando, pues sabemos que las sillas han sido y serán objeto fundamental y
protagonistas del diseño.
Conclusión
El diseño argentino se caracterizó siempre por una preocupación especial puesta
en los aspectos estéticos, y en la calidad y representación de la época. También la
función siempre fue respetada. En lo relativo a la tecnología, el diseño argentino ha
sido realista los objetos se hacen con el material y los procesos que poseen en el
medio. No obstante, debemos decir que también en el diseño local se están
desarrollando elementos de industria masiva dentro del mercado del mueble, con
las máquinas agrícolas y con los equipos industriales, que tienen un alto grado de
innovación. Nos decía el Arq. Ricardo Blanco poniéndonos al corriente sobre el
estado actual del diseño argentino, en especial el de mobiliario.
Bibliografía
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TEAM FIERRO (2003). Diseño de Mobiliario Argentino Actual.
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modernismo clásico 1915-1945.
CHURBA, A. (2008). Churba 30 años de diseño.
BLANCO, R. (2011).Diseño industrial argentino
BAUDRILLARD, J (1968).El sistema de los objetos
SOURIAU, P (1889) L'esthétique du mouvement