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Francisco Bolognesi y los valores del liderazgo trascendente

A poco más de un año del bicentenario del nacimiento del Coronel Francisco Bolognesi y a 135 años de su muerte, un 7 de junio de 1880, he vuelto a leer la carta que le dirigiera a su esposa días antes de entregar su vida por nuestro querido Perú y con vergüenza veo que gran parte de los peruanos aún no hemos interiorizado y aprendido del poderoso mensaje que nos legó. Como es sabido, Bolognesi se retiró del ejército en 1,871 y se renganchó a los 62 años por su alto sentido del deber, al empezar la Guerra del Guano y el Salitre en 1,879; en otras palabras dejó su zona de confort para liderar. Textualmente esa carta decía: “Adorada María Josefa, Esta será seguramente una de las últimas noticias que te llegarán de mí, porque cada día que pasa vemos que se acerca el peligro y que la amenaza de rendición o aniquilamiento por el enemigo superior a las fuerzas peruanas, son latentes y determinantes. Los días y las horas pasan y las mismas como golpes de campana trágica que se esparcen sobre este peñasco de la ciudadela militar, engrandecida con un puñado de patriotas que tienen su plazo contado y su decisión de pelear sin desmayos en el combate, para no defraudar al Perú. ¿Qué será de ti, amada esposa, tú que me acompañaste con amor y santidad? ¿Qué será de nuestra hija y de su marido, que no me podrán ver ni sentir en el hogar común? Dios va a decidir este drama en que los políticos que fugaron y los que asaltaron el poder, tienen la misma responsabilidad. Unos y otros han dictado con su incapaz conducta, la sentencia que nos aplicará el enemigo. Nunca reclames nada, para que no crean que mi deber tuvo precio. Besos para ti y Margarita. Abrazos a Melvin. Francisco Bolognesi”

Lamentablemente la sentencia anónima: “El pueblo que no sabe su historia está condenado a repetirla” es una realidad preponderante en nuestro país, probablemente debido a que nuestro estilo oblicuo y tangencial nos lleva a no ser directos en nuestra comunicación, así como también a ocultar y no reconocer errores y/o situaciones desagradables pero aleccionadoras, que al ser debidamente comprendidas nos permiten aprender y evolucionar.

Las conductas y comportamientos de la clase política que señalaba Bolognesi en su carta siguen siendo las dominantes en el ámbito público y privado; si fuera de otra manera nuestro país sería otro. En su mayoría, los directivos de las organizaciones no realizan un auténtico y comprometido esfuerzo por vivir y actuar con valores y principios que engrandezcan a las personas, con el fin de crear una cultura que genere el bienestar que tanto requerimos para salir del subdesarrollo económico, político, social y cultural que nos aqueja. Se juega a “parecer” y no a “ser”, al acomodo y no a la entrega, a la conveniencia y no al compromiso, a culpabilizar y no a asumir su responsabilidad, a ser víctima y no a ser protagonista del cambio, a decir “la gente no se enganchó” en lugar de decir “no enganché a la gente”.

Los titulares de las noticias sobre el comportamiento de autoridades públicas así lo demuestran, al igual que la inagotable casuística de las organizaciones privadas que no se publica en los medios de comunicación, pero que todos los que alguna vez hemos trabajado para alguna de ellas, directa o indirectamente, hemos experimentado. Esta dolorosa realidad pone en evidencia que los problemas de fondo no han sido enfrentados con la entereza, urgencia y pragmatismo que su nocivo impacto demanda. Todo directivo que aspire a trascender debe ser

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consciente de la responsabilidad de su rol, pues está en la posición más adecuada para ser uno de los muchos líderes transformacionales que requiere nuestro país. Con mucha satisfacción he sido integrante, observador o consultor, de varias organizaciones cuyos líderes han asumido ese compromiso, siendo testigo de cómo dichas organizaciones han asegurado su crecimiento y sostenibilidad gracias a los resultados extraordinarios que han conseguido sus colaboradores, debido a la influencia positiva de esos líderes.

Como señalé en el artículo “Los principios fundamentales y el choclo”, el factor común de esos directivos ha sido concentrarse en instalar una cultura en la cual todos interiorizan las razones del “por qué hacemos lo que hacemos”, desde el ejemplo diario de su propio comportamiento. El “por qué” permite que todos los integrantes de la organización interioricen y comprendan que su trabajo vale la pena, pues el mismo no es solo una forma de ganarse la vida sino de trascender. El “por qué” permite una equilibrada orientación a la persona y al resultado. Ken Blanchard lo ha sabido graficar con este ejemplo: “Supongamos que se le formula la pregunta ¿Quién eres? a un joven estudiante que trabaja lavando platos en una cafetería. Si contesta desde el “qué”, dirá algo parecido a esto: soy fulano de tal, estudio esta carrera y trabajo lavando platos en una cafetería. Si contesta desde el “por qué” dirá algo parecido a esto: soy fulano de tal y me dedico a mantener la salud de los clientes de mi cafetería y la buena reputación de esta, pues tengo toda la vajilla impecable y libre de bacterias y gérmenes; además estudio tal cosa porque quiero aumentar mi contribución al mundo de tal y cual manera. ¿Inspirador? Esa convicción solo se obtiene bajo la influencia de un auténtico liderazgo que está al alcance de todo aquel que se propone conseguirlo y trabaja con ahínco para lograrlo, estando consciente del costo o precio que el liderazgo acarrea para él.

Reflexionemos sobre nuestro rol y de lo que esperan de nosotros todos los grupos de interés a los que servimos desde nuestra posición como directivos, tanto en el sector público como en el privado. Hagamos que el ejemplo del Coronel Bolognesi ingrese a nuestro ADN para asumir y expandir los valores que ennoblecen a las personas y proporcionan sostenibilidad a nuestras organizaciones, convirtiéndonos en los líderes transformadores que tanto requiere nuestro país. Finalmente, como directivo no tendrá que inmolarse como lo hizo Bolognesi para estar en las páginas de oro de la historia de su organización, pero si necesitará usar el coraje que él tuvo para dejar su zona de confort, pues como sabemos el liderazgo tiene un costo en el corto plazo. Si desean más información escríbanos a este correo: [email protected] , o visite la página web: www.goldenage.pe

Sandro Barreto Reyes