2014
Elena Abello
SEFOTEC CHILE
01/01/2014
CONFLICTO FRANJA DE GAZA
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Índice
Pág.
Conflicto franja de gaza 3
Breve historia de Israel y Palestina 6
- Los nacionalismos judío y árabe nacieron casi al mismo tiempo. 8
- La presencia judía en Tierra Santa fue una constante asombrosa 8
- Los árabes tardaron en tomar conciencia de su propia identidad
nacional
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2° Parte de la historia según Marcos Aguinis 12
Breve historia de Israel y Palestina 16
¿Por qué Kerry no escucha lo que están diciendo los radicales? 20
La guerra entre Mahmud y Mohamed 22
Terror en la Autoridad Palestina 24
Primera Guerra mundial 26
Guerra de los seis días 1967 27
1973: La guerra de Yom Kippur 29
Un grupo de soldados Egipcios plantan su bandera en Sinaí 29
1977 El resurgimiento de la derecha Israelí 30
El nuevo gobierno, encabezado por Manachem 30
1979: Paz entre Israel y Egipto 30
1982 Israel invade el Líbano 30
1987: Intifada Palestina 31
1991: Cumbre de Madrid 31
1992: Los acuerdos de Oslo 31
2000: Segunda intifada 32
La polémica de Sharon provocó la segunda insurrección Palestina 32
Preguntas para entender por qué pelean Israelíes y palestinos 33
1920-1948 Mandato Británico 34
España-Israel 42
3
Conflicto franja de gaza
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6
Breve historia de Israel y Palestina
o es fácil reducir una historia larga a un artículo corto. Lo
intentaré.
El pequeño espacio que se disputan árabes y judíos se encuentra
ubicado en un conflictivo lugar. Las crónicas más viejas
documentan pulseadas entre Egipto al sur y Mesopotamia al norte.
Luego vinieron las sangrientas conquistas asirias, babilonias, persas, griegas,
romanas, árabes, cristianas, turcas e inglesas, hasta llegar al día de hoy, en que
se eterniza la confrontación entre pueblos arraigados a esa tierra que, para
respaldar sus derechos, se basan en sus propias narrativas.
El vocablo Palestina no existía. No es mencionado ni una vez en la Biblia ni en
ningún otro documento de la antigüedad.
Los israelitas consiguieron unificar a las diversas tribus y pueblos que habitaban
entre el río Jordán y el Mediterráneo. David, mil años antes de la era cristiana –
había nacido en la aldea de Belén (Beth-léjem, en hebreo, “casa del pan”)–,
convirtió en su capital el vecino y estratégico caserío jebuseo, ubicado a pocos
N
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kilómetros al norte; le impuso el nombre de Jerusalén (en hebreo, “ciudad de la
paz”). Su hijo Salomón construyó allí el Templo. Después se produjo una escisión
entre los habitantes del norte y el sur del pequeño país. El norte se llamó Reino
de Israel y el sur, Reino de Judá. Los asirios conquistaron y destruyeron el reino
del norte. Siglos después los babilonios hicieron lo mismo con el del sur. Unas
siete décadas más tarde el emperador Ciro, de Persia, auspició el regreso a
Jerusalén de los exiliados de Judá, quienes ya habían empezado a cantarle
salmos de exquisita inspiración:
Si me olvidara de ti, oh Jerusalén,/ mi diestra se paralice/ y mi lengua se pegue
al paladar.
Luego de la breve conquista helénica, los macabeos recuperaron la independencia
de Eretz- Israel (Tierra de Israel), que duró hasta la conquista romana. Los
emperadores Vespasiano y Tito tuvieron que poner el pecho para frenar las
sublevaciones judías y arrasaron Jerusalén, el Templo y varias fortalezas. Pero la
resurrección de Judea era un problema que no lograban impedir. No olvidemos
que un agravio adicional a Jesús-herido con infinita crueldad y aparentemente
derrotado - fue instalar sobre la cruz una sigla elocuente: INRI (Jesús EL
NAZARENO ,Rey de los Judíos).¡vaya Rey se burlaron, los romanos mientras
disputaban sus despojos.
¿Y Palestina?
Todavía nada, inexistente.
Un siglo y medio después de Cristo se produjo otra importante sublevación.
Jerusalén estaba en ruinas, el templo arrasado, las fortalezas de Herodion y
Masada hechas añicos. Un guerrero llamado Bar Kojbá reinició la lucha,
enloqueció a varias legiones romanas y consiguió una relativa independencia. Los
romanos tuvieron que mandar la desproporcionada cifra de ochenta mil hombres,
al mando del famoso general Julio Severo. Cuando consiguieron penetrar en la
última fortaleza de Bar Kojba, tras un prolongado sitio, lo encontraron muerto,
pero enrollado por una serpiente. El oficial romano exclamó: “Si no lo hubiese
matado un dios, ningún hombre lo habría conseguido”. Adriano era el emperador
de turno. En su libro Memorias de Adriano, Marguerite Yourcenar dedica muchas
páginas a ese levantamiento. El emperador lucubró cómo poner fin a las
reivindicaciones de los judíos por su querida Judea y su venerada Jerusalén.
Primero les prohibió visitar Jerusalén, convertida en una guarnición militar, y
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pronto cambió el nombre a la ciudad por el de Aelia Capitolina. Al mismo tiempo,
cambió la denominación de Judea o Israel por Palestina.
¡En ese momento apareció Palestina por primera vez! ¡Era el siglo II d. C.!
¿De dónde se obtuvo el vocablo? Fue otra ofensa romana. Palestina se escribía en
latín Phalistina y hacía referencia a los filisteos, que la Biblia menciona desde
Josué hasta David. Significa “pueblo del mar”. Habían llegado desde Creta,
probablemente tras la implosión de la civilización minoica, y se establecieron en la
costa suroeste del territorio. Jamás lograron conquistar el resto del país y
terminaron integrados por completo en el reino de David. Nunca más hubo
filisteos ni grupo alguno que los reivindicase. Se convirtieron en judíos. Quizás
Einstein, Kafka, Marc Chagall, Ariel Sharón, Golda Meir y muchos otros notables
descienden de antiquísimos filisteos convertidos en judíos, ¿quién lo puede saber?
La palabra Phalistina, además, no tuvo suerte. A ese territorio –que adquirió
relevancia extraordinaria por la Biblia, base del cristianismo y luego del Corán– los
judíos lo siguieron llamando Eretz- Israel (tierra de Israel) y los cristianos Tierra
Santa, y después los árabes lo bautizaron Siria Meridional. Los cristianos fundaron
el efímero reino latino de Jerusalén en la primera Cruzada, y durante el Imperio
Otomano se convirtió en una provincia irrelevante: el vilayato de Jerusalén. El país
perdió brillo, se despobló y secó. Viajeros del siglo XIX como Pierre Lotie y Mark
Twain testimonian en sus escritos que atravesaban largas distancias sin ver un
solo hombre.
Los nacionalismos judío y árabe nacieron casi al mismo tiempo.
El judío a fines del siglo XIX y el árabe a principios de XX. Este último floreció en
Siria, a cargo de pensadores y activistas cristianos que recibieron influencias
europeas. Los sirios acusaron a los sionistas, es decir, a los nacionalistas judíos,
¡de haber inventado la palabra Palestina para quedarse con Siria Meridional! En
realidad, ese nombre había resucitado como una palabra neutra frente al
desmoronamiento del Imperio Turco.
La presencia judía en Tierra Santa fue una constante asombrosa.
El alma judía añoraba año tras año, siglo tras siglo, milenio tras milenio, la
reconstrucción de Eretz- Israel con intenso fervor, parecido al que, mucho antes,
había florecido junto a los nostálgicos ríos de Babilonia. Nunca dejaron de repetir:
“¡El año que viene en Jerusalén!”. A fines del siglo XIX empezaron a llegar oleadas
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de inmigrantes que se aplicaron a edificar el país con caminos, kibutzim, escuelas,
institutos técnicos y científicos, forestación obsesiva, universidades, teatros,
naranjales, una orquesta filarmónica, aparatos administrativos. En 1870 fundaron
en Mikvé Israel la primera escuela agrícola de la región.
Cuando terminó la Primera Guerra Mundial, Palestina fue desprendida de Siria y
quedó en manos del conquistador británico por mandato de la Liga de Naciones.
Quienes nacían en esa tierra eran palestinos, fuesen judíos o árabes. Antes de la
independencia, que volvió a recuperar la palabra Israel, los judíos se llamaban a sí
mismos palestinos. Y hablaban de “volver a Palestina”. El actual Jerusalén Post se
llamaba Palestine Post y la Filarmónica de Israel se llamada Filarmónica de
Palestina. ¡Pero eran entidades judías! Los antisemitas de Europa, toda América y
África del norte les gritaban: “¡Judíos, váyanse a Palestina!”. Palestina era
reconocida como el hogar de los judíos incluso por quienes los odiaban.
Los árabes tardaron en tomar conciencia de su propia identidad nacional.
Al principio, hasta saludaron como beneficiosa la presencia del sionismo, como lo
atestigua el encuentro entre Jaim Weimar, presidente de la Organización Sionista
Mundial, y el rey Feisal de Irak. Pero Gran Bretaña, advertida de la compulsión
judía por su emancipación, cortó dos tercios de la Palestina que le habían
adjudicado e inventó el reino de Transjordania, donde instaló al hachemita Abdulá,
hijo del jerife de La Meca. Cometió el delito de quitar derechos a los judíos, que
reclamaban parte de ese territorio, y lo convirtió en el primer
espacio Judenrein (limpio de judíos) antes del nazismo, porque no permitía que
allí se instalase judío alguno. Tenebroso antecedente desde luego. Pronto Gran
Bretaña advirtió que sus aliados en la zona eran los árabes, no los judíos, y creó
la Liga Árabe en 1945, para mantener su poder colonial. Olvidó que estaba allí
para favorecer la construcción de un Hogar Nacional para el pueblo judío, el
único que de forma permanente y con grandes sacrificios exigía la reconstrucción
del país que le había dado su gloria. Es cierto que algunos judíos preferían que
esa misión la cumpliese el Mesías y otros se volcaron a la causa de la revolución
comunista, pero el núcleo central se agrupó en torno al sionismo, palabra que
significaba –simple y elocuentemente– el renacimiento nacional y social del pueblo
que más agravios, persecuciones y matanzas había sufrido en dos mil años.
Después de la Segunda Guerra Mundial arreció la demanda emancipadora judía.
La potencia colonial llevó el caso a las Naciones Unidas para provocar su
condena. El tiro le salió al revés: las Naciones Unidas votaron el fin del Mandato
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Británico y la partición de Palestina en dos Estados, uno judío y otro árabe (no
establecía que alguno se llamase Palestina, sino que eran parte de Palestina). Los
judíos celebraron la resolución, pero los países árabes en conjunto decidieron
violarla sin escrúpulos y barrer “todos los judíos al mar”, como lo atestiguan
documentos de la época. El secretario general de la Liga Árabe amenazó con
efectuar matanzas que dejarían en ridículo las de Gengis Khan. La guerra, por lo
tanto, se presentaba como un hecho inminente. Y apuntaba a un nuevo genocidio,
pocos años después del Holocausto. No había pudor en seguir asesinando judíos.
Ni siquiera los que rechazaban semejante conducta propusieron una condena
rotunda y eficaz.
El flamante Estado de Israel (nombre que adoptó, basado en la expresión
hebrea( Eretz- Israel) no tenía armas –¿quién las vendería a un cadáver?– y debió
enfrentar a siete ejércitos enemigos con las uñas y los dientes. Fue una lucha
desesperada. ¡Los israelíes no contaban con un solo tanque un solo avión! La
mayor parte de su armamento fue robado o arrancado a los británicos.
Numerosos combatientes eran espectros que acababan de arribar, luego de
sobrevivir en los campos de exterminio nazis. O triunfaban o morían. Fue la guerra
en que cayó la mayor cantidad de judíos. En algunos lugares recurrieron a
estrategemas para impulsar la rendición o la huida de sus enemigos, en otros
atacaron sin clemencia. Sabían qué les esperaba en caso de ser vencidos. Los
árabes estaban fragmentados entre quienes defendían sus tierras y quienes habían
invadido y luchaban sin convicción. Al cabo de varios meses, con treguas que
eran quebradas por alguno de los bandos, se llegó al armisticio y el trazado de
fronteras arbitrarias.
Como consecuencia de esa guerra desigual –iniciada por los árabes–, aparecieron
los refugiados. Refugiados árabes y refugiados judíos. Estos últimos eran los
ochocientos mil judíos expulsados de casi todos los países árabes en venganza
por la derrota. Los recibió Israel, pese a sus dificultades iníciales, y los integró a
la vida normal, pese a que en ese tiempo y durante varios años debió sufrir un
interminable bloqueo y mantener un estricto racionamiento. Los seiscientos mil
refugiados árabes, en cambio, fueron encerrados por sus hermanos en
campamentos, donde se los aisló y sometió a la pedagogía del odio y el
desquite. Transjordania usurpó Cisjordania y Jerusalén Este, medida que justificaba
su cambio de nombre; a partir de 1949, en efecto, se empezó a llamar
Jordania (ambos lados del río Jordán); Egipto se quedó con la Franja de Gaza. La
ocupación árabe de esos territorios duró 19 años. En esas casi dos décadas,
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¡jamás se pensó ni reclamó crear un Estado árabe palestino independiente
compuesto por Cisjordania, Jerusalén Oriental y Gaza! Ningún presidente, rey o
emir árabe o musulmán visitó Jerusalén Oriental, convertida en un villorrio sucio e
irrelevante. No se permitía que los judíos fuesen a rezar al Muro de los Lamentos.
Sólo después de la Guerra de los Seis Días (conflagración que se produjo por la
insistente provocación árabe), se produjo la ocupación israelí de esos territorios y
otros más (toda la Península del Sinaí, los Altos del Golán y trocitos de
Transjordania). Entonces la historia pegó un brinco.
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2° Parte de la historia según Marcos Aguinis
a Guerra de los Seis Días cambió la relación de fuerzas en el conflicto
árabe-israelí. Digo bien, porque hasta ese momento no era un conflicto
palestino-israelí. Los árabes de Palestina se llamaban “árabes de Palestina”,
no “palestinos”. La diferencia es importante. Como señalamos en la primera
entrega, también los judíos se llamaban “palestinos” a sí mismos. El
enfrentamiento se daba entre el Estado de Israel y todos los Estados árabes que
habían intentado destruirlo desde antes de su nacimiento, violando la sabia y
ecuánime resolución de las Naciones Unidas que ordenaba la erección de un
Estado árabe y un Estado judío, lado a lado, con vínculos económicos fraternales.
Esa partición, votada en la Asamblea General el 29 de noviembre de 1947, se
basaba en la distribución demográfica de entonces. A los árabes se les otorgaba
sus principales ciudades (y casi todos los sitios bíblicos, además); a los judíos,
sus ciudades, colonias y la mayor parte del desierto. Los judíos lo celebraron,
aunque muchos con tristeza, porque se quedaban sin porciones ligadas a su
historia nacional y religiosa. La guerra que los Estados árabes se empecinaron en
llevar adelante, con el manifiesto propósito de realizar una matanza “que pusiera
en ridículo a Gengis Khan”, produjo una catástrofe a ellos mismos. Hasta el día
de hoy es sorprendente la falta de autocrítica por parte de esos Estados:
iniciaron un conflicto cruel e innecesario, se privaron de tener un vecino moderno
y estimulante como Israel y ocasionaron el sufrimiento de sus hermanos más
débiles radicados en Palestina. Además, no realizaron esfuerzos para integrarlos,
sino que los persiguieron, discriminaron y hasta asesinaron en forma masiva,
como en el Septiembre Negro de 1971. Allí cayeron más árabes palestinos por las
balas jordanas y sirias que en todos los enfrentamientos con Israel. Antes y
después cientos de miles tuvieron que pasar varias generaciones en campamentos,
mantenidos por la limosna internacional. Es el único caso de un alto cupo de
refugiados que no pudo ser resuelto en tantas décadas, pese a la inversión
multimillonaria que nutrió a una burocracia enorme y corrupta. Se convirtieron en
un material humano que recibe caudalosas inyecciones diarias de victimización y
resentimiento. Por lo cual quedan imposibilitados de trabajar en forma sostenida
hacia un futuro mejor.
El presidente de Egipto, Gamal Abdel Nasser, adquirió un fuerte liderazgo gracias
a su empeño panabrista, su acercamiento con la Unión Soviética y su alianza con
los países no alineados (entre los que figuraban países cuya no alineación al
capitalismo o al comunismo era una grosera hipocresía, como China, Cuba o
L
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Yugoslavia). Consiguió formar con Siria la República Árabe Unida, que era el
comienzo de una federación destinada a unir todo el mundo árabe. Su propósito
no entraba en contradicción con la existencia de Israel, según entendió este país,
y David ben Gurión le propuso integrarse a su proyecto. Nasser no quiso ni
siquiera escucharlo y redobló su agresividad. Bloqueó el Estrecho de Tirán, que
permite el acceso al Golfo de Akaba, y de esa forma pretendió matar el puerto
israelí de Eilat. Manifestó que ansiaba convertir en realidad el sueño de "arrojar a
los judíos al mar" mediante la demolición de Israel, como lo testimonia la prensa
de entonces. Compró gran cantidad de armas para llevar a cabo ese propósito.
Las súplicas internacionales destinadas a evitar otro genocidio resultaron estériles.
Iba a realizar su ataque mediante una pinza mortal: Egipto desde el sur y Siria
desde el norte. Siria expresó su acuerdo mediante disparos cotidianos desde las
alturas del Golán contra las poblaciones israelíes que rodeaban el bíblico lago de
Galilea. Aba Eban, canciller de Israel, recorría angustiado las principales capitales
del mundo para rogar que disuadieran al presidente egipcio. Fue inútil, porque
Nasser llegó al extremo de exigir que las Naciones Unidas retirasen las tropas que
evitaban los choques entre ambos países; quería tener libre la ruta de su masivo
ataque bélico. Ante un mundial estupor, el entonces secretario general de la ONU,
el birmano U Thant, le dio el gusto y ordenó la evacuación de esas tropas.
Nasser tenía luz verde para iniciar los combates.
No sólo los judíos, sino millones de personas se conmovieron ante la inminencia
de una tragedia que reproduciría el Holocausto. Fue entonces cuando estalló la
Guerra de los Seis Días, porque horas antes del colosal ataque árabe la aviación
israelí tomó la iniciativa y pudo cambiar el curso de la historia. Al principio las
emisoras árabes mintieron a sus audiencias informando sobre inexistentes triunfos.
El primer ministro de Israel, Levy Eshkol, pidió al rey Husein de Jordania que no
se incorporase a la agresión de Egipto y Siria, porque Israel no quería un tercer
frente. Pero Husein, presionado por Nasser, avanzó sobre Jerusalén y otros puntos
de la larga y accidentada frontera. Entonces Israel, luego de aplastar a egipcios y
sirios, tuvo que dirigirse también contra los jordanos. En esa contienda les
arrebató Cisjordania, que usurpaban desde 1948.
La opinión pública internacional no podía salir del asombro. El diminuto Israel
volvía a ganar. En los organismos internacionales el bloque comunista, aliado con
los árabes, puso el grito en el cielo y exigió la devolución incondicional de los
territorios conquistados, sin tener en cuenta –¡de nuevo!– la responsabilidad de
Egipto, Siria y Jordania, ni exigir que firmasen la paz. Los verdaderos territorios
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conquistados eran la península del Sinaí y las alturas del Golán, que no se
consideraban parte de Palestina desde el trazado de fronteras que realizaron, con
cierta arbitrariedad, las potencias coloniales luego del desmembramiento del
Imperio Otomano. Técnicamente, Cisjordania y Jerusalén fueron liberadas de la
ilegítima ocupación jordana, y la Franja de Gaza de la ocupación egipcia: los
israelíes no lucharon contra los árabes-palestinos, sino contra Estados árabes
poderosos que ocupaban buena parte de la Palestina histórica. Ya es hora de
disipar esta confusión. No obstante su victoria, Israel propuso grandes
devoluciones territoriales a cambio de la paz. Como respuesta, la Liga Árabe se
reunió en Jartum y, estimulada por Nasser, escupió a Israel los famosos Tres
Noes: No a las negociaciones con Israel, No al reconocimiento de Israel, No a la
paz con Israel. Es decir, continuar con el odio y los enfrentamientos.
Israel, por el contrario, decidió en
forma unilateral que todas las
mezquitas y los lugares sagrados
del islam fueran administrados por
autoridades musulmanas. Las
ciudades y aldeas árabes debían
estar a cargo de intendentes
árabes democráticamente electos,
muchos de los cuales, como el de
Belén, permanecieron en el cargo
durante décadas y mantuvieron excelentes relaciones con el Gobierno israelí.
Cientos de miles de árabes de Gaza y Cisjordania encontraron trabajo en las
poblaciones de Israel. Los benefició el turismo, que habían desconocido hasta
entonces. Parte significativa de sus productos eran comprados por los mismos
israelíes. Se registraron encuentros entre judíos y árabes que habían sido amigos
antes de 1948 e incluso se celebraron casamientos mixtos
Después de la Guerra de yom Kipur, en 1973 (también iniciada por Egipto), el
nuevo presidente de Egipto, Anuar el Sadat, empezó a reconocer que no tenía
sentido negar la existencia de un país tan sólido como Israel. Ante la sorpresa
universal, decidió visitar Jerusalén. Aunque esperaba ser bien recibido, no
esperaba que lo aplaudieran y agasajaran con una lluvia de júbilo y gratitud.
Empezaron las negociaciones con el duro Menajem Beguin y, en menos de un
año, se firmó la paz entre ambos países. A cambio de la paz, Beguin aceptó
entregar hasta el último grano de arena del desierto del Sinaí. Y no sólo arena:
Presidente de Egipto: Gamal Abdel Nasser
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entregó aeropuertos, pozos de petróleo, rutas, centros turísticos y hasta ordenó la
evacuación de la populosa ciudad de Yamit, construida entre Gaza y el Sinaí, para
que nada de Israel permaneciera en territorio egipcio. El encargado de evacuar
por la fuerza a los colonos judíos fue Ariel Sharon. Este general no imaginaba
que, mucho después, debería repetir el operativo en la Franja de Gaza. Con esta
cesión de tierras equivalentes a casi tres veces el tamaño de Israel, caía la
acusación de su vocación expansiva, por lo menos entre quienes piensan con
lógica. Por supuesto que esta paz fue duramente condenada por todos los demás
países árabes
En el tratado con Egipto, Israel prometió la autonomía de los árabes que
habitaban Gaza y Cisjordania. Autonomía significaba otorgarles el manejo de todas
las áreas, menos la defensa y las relaciones exteriores. Es decir, no llegaban a la
independencia ni a la soberanía. Así lo entendió Beguin, pero seguramente Sadat
pensaba que la autonomía conduciría, de forma inexorable, a la independencia. La
idea de los dos Estados que viven y prosperan uno al lado del otro, que nació
en la saboteada partición de 1947, resucitaba con fuerza. Gracias al contacto
directo con los israelíes, que resultaba inspirador, los árabes de Palestina tomaron
conciencia de su identidad nacional y se aplicaron a la conformación de una
narrativa que les otorgase respaldo.
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reve historia de Israel y Palestina
"Se debe hacer justicia al fenómeno nacional palestino, que era irrelevante en la
primera mitad del siglo XX""En Camp David, Arafat resistió las presiones, pateó el
tablero y logró que los palestinos no dejaran de perder la oportunidad de volver
a perder la oportunidad... Regresó haciendo la uve de la victoria (¿qué victoria?),
mientras el primer ministro de Israel –que había cedido más de lo que hubiera
aceptado Rabin– volvió derrotado""Los palestinos pueden exhibir los derechos que
les otorga un período de vida menor, en el que también derramaron lágrimas y
sangre, además de nacer en ese territorio o extrañarlo desde el exilio. Pero no
alcanza con sangre y lágrimas. Falta el sudor: ¡construir en vez de destruir!
Se debe hacer justicia al fenómeno nacional palestino, que era irrelevante en la
primera mitad del siglo XX. En el curso de los últimos años consiguió hacerse
reconocer por la Liga Árabe, las Naciones Unidas y el mismo Estado de Israel.
Desde 1948 era aceptado Rabin– volvió derrotado.
A los pocos días, con la pueril excusa de un paseo de Ariel Sharon por la
explanada del Templo (que había consentido Jamil Jagrib, responsable palestino
B
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de seguridad), desencadenó la injustificada y criminal segunda Intifada, que duró
cinco años, con miles d(independencia de Israel) hasta 1967 (Guerra de los Seis
Días), Falistín (Palestina, en árabe) había dejado de existir. Durante 19 años una
porción del mapa lo ocupaba Israel y la otra, Jordania y Egipto. Lo repito porque
es esencial recordarlo.
En mayo de 1964 se fundó la OLP (Organización para la Liberación de Palestina),
integrada por centenares de hombres que componían Al Fatah, Al Saiqa y el
Frente Popular para la Liberación de Palestina. Las tres entidades eran laicas y se
inspiraban en el apasionado nacionalismo que durante los años 60 acompañó la
descolonización en África y Asia; la última era marxista-leninista. No estaban
contaminados por el fundamentalismo islámico, que advino más adelante. En 1967
apoyaron la obsesión bélica del presidente Nasser, que concluyó en un desastre,
como ya narré: Israel derrotó a quienes pretendían aniquilarlo y se extendió desde
el Canal de Suez hasta las alturas del Golán. Los árabes palestinos pasaron de la
ocupación jordana y egipcia a la insospechada y mareante ocupación israelí.
La OLP eligió profundizar la vía terrorista en lugar de proponer negociaciones.
Siguió el modelo de los fedayines que Nasser había espoleado a cruzar la
frontera de Gaza para cometer cientos de atentados. Además, se dedicaron a
asaltar aviones, atacar aeropuertos, asesinar deportistas, poner bombas en
ómnibus escolares, disparar contra viviendas civiles. Adquirieron notoriedad porque
contrastaban con los sectores que aspiraban a conseguir un acuerdo pacífico. Por
esa época el gentilicio palestino se asociaba con la palabra terrorista. Pero, de a
poco, fue otorgando resonancia a la expresión pueblo palestino, que se refería
ahora sólo a los árabes de Palestina. Se la martilló con vigor creciente, a pesar
de que muchos aún negaban su existencia real. Muchos israelíes se seguían
considerando tan palestinos como los árabes.
En 1970 la OLP había logrado constituir una fuerza considerable en Jordania, casi
un Estado dentro del Estado, y decidió tomar el gobierno de ese país, que
históricamente había formado parte de Palestina. En otras palabras, ya existía un
Estado palestino llamado Jordania, hecho que la OLP no ignoraba, por supuesto,
y pretendía sacar beneficio de esta situación. El rey Husein reaccionó ferozmente
y se calcula que sus tropas mataron a miles de hermanos en septiembre de
1971, llamado desde entonces Septiembre Negro.
Las despavoridas columnas de Arafat huyeron hacia Siria, pero el presidente Asad
les cerró la entrada con impiadosos cañones y ametralladoras. De forma poco
clara –tal vez autorizados por Israel– llegaron al Líbano, donde también se
empeñaron en formar un Estado dentro del Estado, con un laberinto de túneles y
barrios controlados por completo, hasta que explotó la sangrienta guerra civil.
La OLP controlaba el sur del país, y desde ahí lanzaba ataques diarios contra las
poblaciones fronterizas de Israel. En 1974 consiguió ser reconocida por la Liga
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Árabe como “única representación legítima del pueblo palestino”, noticia que puso
en aprietos a la dirigencia árabe moderada. Menajem Beguin, que había firmado
una generosa paz con Egipto, decidió silenciar las baterías palestinas del Líbano,
que atacaban a diario, impiadosamente, centros civiles de Galilea. Sus fuerzas
llegaron rápido hasta Beirut y en el trayecto fueron recibidas con alivio, flores y
alimentos por las poblaciones cristianas del Líbano, sometidas a los asaltos de la
pinza sirio-musulmana. Los dirigentes de la OLP tuvieron que huir a Túnez.
En noviembre de 1988, durante una reunión del Consejo Nacional Palestino en
Argel, Arafat anunció el establecimiento del Estado Independiente de Palestina y
aceptó las resoluciones 242 y 338 de las Naciones Unidas, que no son precisas,
porque hablan de la devolución de los territorios conquistados: no dice “todos”.
Esa inteligente decisión fue premiada al mes siguiente por Estados Unidos, que
aceptó iniciar un diálogo diplomático directo con la OLP. Los avances se
quebraron cuando Arafat apoyó la invasión a Kuwait de Sadam Husein, lo que le
enemistó con Occidente y con la mayoría de los países árabes que hasta ese
momento lo habían sostenido.
En 1993 Simón Pérez e Isaac Rabin decidieron resucitar al debilitado Arafat para
conseguir la solución del largo conflicto. La primera Intifada había tenido el mérito
de consolidar la flamante identidad nacional árabe-palestina, incluso entre los
israelíes. Era un buen momento, entonces, para un reconocimiento recíproco y
avanzar hacia la tan postergada paz. Se firmaron los Acuerdos de Oslo, que les
valió a los tres personajes citados el Premio Nobel de la Paz. Nació la Autoridad
Nacional Palestina y empezó la transferencia de poderes. Los temas más difíciles
quedaron para el final, cuando los aceitase una mayor confianza mutua.
Pero sucedió lo contrario, debido a la acción de los grupos armados autónomos
que la Autoridad Palestina no quiso inhibir. Al Fatah, liderado por el mismo Yaser
Arafat, constituyó las Brigadas de Al Aqsa, que cometían crímenes condenados en
inglés y felicitados en árabe. Engordaban los grupos
fundamentalistas Hamás y Yihad Islámica, que no aceptaban ningún acuerdo.
Arafat, en lugar de ejercer la posición del estadista que monopoliza el poder,
seguía con las ilusiones del guerrillero que dejaba hacer a los terroristas para
minar la resistencia israelí. Alcanzó cumbres del doble discurso. Condenaba cada
atentado mientras estimulaba su multiplicación. Las primeras mujeres asesino-
suicidas fueron jóvenes palestinas que calificó de “rosas de nuestra causa”. Era
evidente que mentía: su objetivo no era la paz con Israel, sino destruirlo con
otros medios.
En el encuentro de Camp David, durante la presidencia de Clinton, los palestinos
habían logrado un avance que no hubieran soñado años antes: la pronta creación
de un Estado árabe-palestino independiente sobre casi todos los territorios
ocupados y la soberanía compartida de Jerusalén. Pero Arafat resistió las
presiones, pateó el tablero y logró que los palestinos no dejaran de perder la
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oportunidad de volver a perder la oportunidad… Regresó haciendo la uve de la
victoria (¿qué victoria?), mientras el primer ministro de Israel –que había cedido
más de lo que hubiere e muertos por ambas partes, exacerbación del odio en
lugar de la confianza y un empeoramiento profundo de la calidad de vida
palestina.
El rechazo a las concesiones de Camp David fue una siniestra repetición de los
Tres Noes lanzados en Jartum. Bloqueó el camino de los acuerdos y cargó
dinamita a la violencia. Pero consiguió que el mundo viese a los palestinos como
la víctima inocente, inerme e indiscutible; por lo tanto, impermeable a cualquier
crítica. Todo lo que hacían se justificaba por el martirio de la cruel ocupación. De
esa forma, nadie exigió a la Autoridad Palestina que ejerciera el monopolio de la
fuerza y pusiese fin a la metralla de los atentados. Nadie exigió que invirtiera en
salud, educación y construcción en vez de en armas los multimillonarios recursos
que recibía de la Unión Europea y los Estados Unidos. Ni siquiera que terminase
con la enorme corrupción que hasta un intelectual palestino como Edward Said
criticó, encendido de rabia. Gran parte del dinero volaba hacia bancos extranjeros.
La viuda de Arafat es ahora una millonaria que disfruta las delicias de París
mientras se conmueve por el heroísmo de los suicidas (ni ella ni su hija piensan
suicidarse, por supuesto).
Grandes desafíos enfrenta el nacionalismo palestino en este momento, un
nacionalismo que nació secular y ahora ha caído bajo la influencia de la
teocracia fundamentalista, que amenaza con provocar escisiones internas muy
profundas.
¿Debemos repetir que nunca existió un Estado árabe independiente en Palestina?
¿Que nunca Jerusalén fue la capital de ningún Estado árabe o musulmán, ni
siquiera cuando Saladino expulsó a los cruzados, o el imperio turco se extendió
por la región, o Jordania usurpó la parte oriental? Debido a esa carencia, el
nacionalismo palestino racional y moderado necesita escribir una narrativa que le
brinde respaldo, sin recurrir a la fabulación que lo haga insostenible. Debe
resignarse a no alcanzar la vastedad, riqueza y resonancia de la narrativa judía,
porque ésta tiene 3.500 años de historia. El contraste es demasiado grande.
El Estado palestino no será la obra de un milagro, como no lo fue el Estado de
Israel. Los judíos lo reconstruyeron con lágrimas, sudor y sangre. No fue un regalo
de nadie. Antes de la independencia –vuelvo a insistir–, los sionistas ya habían
creado ciudades, kibutzim, caminos, universidades, teatros, colegios, sistemas de
riego, orquestas sinfónicas, puertos, métodos para fertilizar el desierto, hospitales,
museos, forestaciones, centros de investigación. Los palestinos pueden exhibir los
derechos que les otorga un período de vida menor, en el que también derramaron
lágrimas y sangre, además de nacer en ese territorio o extrañarlo desde el exilio.
Pero no alcanza con sangre y lágrimas. Falta el sudor: ¡construir en vez de
destruir!
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¿Por qué Kerry no escucha lo que están diciendo los radicales?
"En cualquier caso, Hamás y sus aliados palestinos nunca aceptarán el derecho a
existir de Israel. Así que, aunque Abás consiguiera hoy el 100% de la Margen
Occidental, de la Franja de Gaza y de Jerusalén Oriental para establecer un
Estado palestino, Hamás, que representa a una parte sustancial del pueblo
palestino, seguiría luchando para 'liberar el resto de Palestina'"
Mientras el secretario de Estado estadounidense John Kerry prosigue en sus
esfuerzos por alcanzar un acuerdo de paz entre los dirigentes de la Autoridad
Palestina e Israel, Hamás reafirmó que no respetará ningún acuerdo que no
cumpla sus objetivos.
Este anuncio de Hamás sirve como recordatorio de que ningún acuerdo entre
Israel y la AP, patrocinado por Estados Unidos, supondrá el fin del conflicto.
De hecho, el presidente de la AP, Mahmud Abás, no está en posición de firmar
documento alguno que inste a acabar el conflicto con Israel.
Abás no ejerce ningún control sobre la Franja de Gaza, gobernada por Hamás
desde el verano de 2007. Cualquier acuerdo con Israel que firme sólo se aplicará
a las áreas bajo control de la AP, en la Margen Occidental o en los territorios
que le sean cedidos por los israelíes.
Hamás no es el único partido palestino que rechazaría un acuerdo patrocinado
por Estado Unidos. La mayoría de los grupos que integran la OLP, entre ellos el
Frente Popular para la Liberación de Palestina y el Frente Democrático para la
21
Liberación de Palestina, han declarado ya su oposición a las conversaciones de
paz palestino-israelíes. Además, hay otros grupos radicales palestinos que no
pertenecen a la OLP; el primero y principal de ellos, la Yihad Islámica.
“Los palestinos no están obligados por ningún acuerdo que surja de las actuales
negociaciones [entre Israel y la AP] y que perjudique sus derechos”,
declaró Mahmud Zahar, principal líder de Hamás en la Franja de Gaza. “Los
negociadores palestinos no tienen legitimidad y no están autorizados a hablar en
nombre de los palestinos”.
Zahar afirmó que Abás y su facción de Fatah estaban negociando con Israel sólo
debido a lapresión estadounidense y para asegurarse de que Occidente
siga financiando a la Autoridad Palestina.
Incluso altos cargos de Fatah parecen estar de acuerdo con la valoración de
Zahar. En los últimos meses, algunos de ellos, como Sufian Abu Zaida, Husam
Jader y Mohamed Dahlan, no han vacilado en manifestarse públicamente en
contra de las conversaciones de paz y de cualquier futuro acuerdo con Israel.
“Los palestinos han alcanzado un nivel de concienciación en el que no permitirán
que nadie decida su destino”, explicó Zahar, en referencia a las vigentes
negociaciones entre la AP e Israel. “Las conversaciones prosiguen y, si no
hacemos algo ahora, podríamos acabar con un Acuerdo de Oslo II”.
En cualquier caso, Hamás y sus aliados palestinos nunca aceptarán el derecho a
existir de Israel. Así que, aunque Abás consiguiera hoy el 100% de la Margen
Occidental, de la Franja de Gaza y de Jerusalén Oriental para establecer un
Estado palestino, Hamás, que representa a una parte sustancial del pueblo
palestino, seguiría luchando para “liberar el resto de Palestina”.
Como declaró Zahar, “nuestra batalla no está fuera de Palestina, sino dentro de
ella. Nuestro programa es liberar Palestina”.
Kerry debe escuchar estas voces y tenerlas en cuenta mientras sigue hablando de
un acuerdo de paz entre Israel y los palestinos. No basta con que escuche lo que
Abás y Saeb Erekat, el negociador en jefe, le dicen en inglés; tiene que oír lo que
Hamás y otros grupos dicen en árabe
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La guerra entre Mahmud y Mohamed
"Los hombres del presidente han acusado a Dahlan de estar involucrado en
diversos delitos, entre ellos el envenenamiento de Arafat -que murió en noviembre
de 2004-, el asesinato de una serie de miembros de Fatah en la Franja de Gaza,
y apropiación indebida de fondos públicos""Los asistentes de Abás también acusan
a Dahlan de formar parte de una conspiración para derrocar al presidente de la
Autoridad Palestina""Esta guerra, junto a un Fatah débil y dividido, favorece a
Hamás y podría aumentar aún más su popularidad entre los palestinos. Antes de
seguir con sus intentos de lograr la paz con Israel, Fatah necesita resolver sus
problemas internos"
Tras una prolongada pausa, hace pocos días volvió a estallar la guerra que se
libra entre el presidente de la Autoridad Palestina Mahmud Abás y el destuido
agente de Fatah Mohamed Dahlan.
Esta vez ambos se acusan mutuamente de traición, corrupción y conspiración, lo
que hace que algunos palestinos se pregunten si no será hora de que el
secretario de Estado John Kerry intente que se celebren “conversaciones de paz”
entre Abás y Dahlan.
La rivalidad entre ambos refleja las crecientes tensiones en el seno de la facción
gobernante de Fatah, que domina la Autoridad Palestina en la Margen Occidental.
Pero la guerra no se libra sólo entre dos individuos, sino entre dos bandos de
Fatah que representan a la vieja y a la nueva guardia.
En un tiempo Abás y Dahlan eran considerados grandes aliados y amigos. Cuando
Abás ocupó el cargo de primer ministro con Yaser Arafat en 2003, nombró a
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Dahlan ministro de Seguridad. En aquel entonces se vieron obligados a colaborar
para hacer frente al régimen autocrático de Arafat, que trató de socavar el poder
de ambos.
Sin embargo, las tensiones entre Abás y Dahlan surgieron después de que Hamás
tomara el control de la Franja de Gaza y expulsara a la Autoridad Palestina de la
zona en el verano de 2007. El presidente y sus fieles consideraron que Dahlan y
sus fuerzas eran responsables del golpe de Hamás; dijeron que no habían hecho
lo suficiente por evitar la derrota de la AP. Dahlan había sido comandante de la
Fuerza de Seguridad Preventiva palestina en la Franja.
Las tensiones entre ambos alcanzaron su cénit hace cuatro años, cuando Abás
descubrió que su antiguo ministro había estado criticando a sus hijos, Yaser y
Taraq Abás. Como respuesta, el presidente ordenó a las Fuerzas de Seguridad de
la AP que asaltaran la residencia de Dahlan en Ramala y que confiscaran
documentos y diversas clases de material. Algunos amigos y ayudantes del
exministro fueron detenidos durante el asalto. Dahlan se vio obligado a huir de
Ramala y, desde entonces, se ha refugiado en los Emiratos Árabes Unidos.
Abás dio un paso más en su campaña contra su antiguo aliado al convencer al
Comité Central de Fatah para que lo expulsara de la facción. Desde entonces, los
hombres del presidente han acusado a Dahlan de estar involucrado en diversos
delitos, entre ellos el envenenamiento de Arafat -que murió en noviembre de
2004-, el asesinato de una serie de miembros de Fatah en la Franja de Gaza,
y apropiación indebida de fondos públicos.
En las últimas semanas, los Emiratos Árabes Unidos y otros países árabes han
estado tratando de negociar un fin de la guerra entre ambos hombres, pero sin
resultado. Fuentes palestinas aseguraron que los mediadores árabes incluso habían
pedido a Abás, de 78 años, que designara a Dahlan, de 53, su adjunto. Según
dichas fuentes, el presidente rechazó la propuesta, y dijo que nunca perdonaría al
otro por traicionarlos a él y a Fatah.
El fracaso del intento de mediación hizo que Dahlan lanzara un virulento ataque
contra Abás y sus más cercanos ayudantes en Ramala, lo que ha reavivado la
guerra entre ambos. Dahlan habría dicho que Abás y su equipo no
estaban negociando con Israel para restaurar los derechos palestinos, sino
para ganarse el respaldo de norteamericanos e israelíes. Se han citado estas
palabras suyas: “La dirección de la Autoridad Palestina es tan débil que no puede
rechazar ninguna petición israelí”.
También se dice que habría acusado a miembros sin especificar de la Autoridad
Palestina de proporcionar ayuda logística para las construcciones en los
asentamientos judíos. Sus declaraciones han merecido la enérgica condena de
Abás y de sus principales adjuntos. Ahora se refieren al depuesto agente de Fatah
como “Lieberman Dahlan”, en referencia al político israelí de derechas y antiguo
ministro de Exteriores Avigdor Lieberman, un duro crítico de la Autoridad Palestina
y de sus dirigentes.
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Los asistentes de Abás también acusan a Dahlan de formar parte de
una conspiración para derrocar al presidente de la Autoridad Palestina. Afirman
que la AP lo busca por su papel en el asesinato de activistas de Fatah y por
corrupción financiera.
Parece que Dahlan no está sólo en su batalla contra Abás. Algunos grupos y
personas afiliados a Fatah en la Franja de Gaza y en campamentos de refugiados
del Líbano han acudido en su apoyo, ahondando las divisiones en el seno de la
facción. La guerra entre ambos hombres ha minado gravemente la credibilidad de
Fatah entre los palestinos; credibilidad que ya había perdido en buena parte como
consecuencia de no lograr reformarse y presentar nuevos líderes.
Esta guerra, junto a un Fatah débil y dividido, favorece a Hamás y podría
aumentar aún más su popularidad entre los palestinos. Antes de seguir con sus
intentos de lograr la paz con Israel, Fatah necesita resolver sus problemas
internos. Débil y dividida, la facción nunca logrará vender a su pueblo un acuerdo
de paz con Israel.
Terror en la Autoridad Palestina
"El empleo de matones de Fatah por parte de la Autoridad Palestina no es algo
nuevo. Éstos son reclutados en los campamentos de refugiados y su misión es
hacer el 'trabajo sucio'. Son enviados regularmente a amenazar y golpear a
periodistas, escritores, estudiantes universitarios y opositores"
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Hasta hace poco, la Autoridad Palestina en la Margen Occidental solía detener a
los palestinos que criticaban a sus dirigentes, especialmente a Mahmud Abás. Pero
ahora la AP ha vuelto a servirse de matones para romperles los huesos. Es una
forma rápida y sencilla de tratar a los críticos y de disuadir al resto.
Los matones suelen ser miembros de la facción gobernante, Al Fatah. No ocupan
cargo oficial alguno, no pertenecen a las fuerzas de seguridad ni a ninguna
agencia vinculada al Gobierno de la Margen Occidental. Esto permite a la AP
distanciarse de ellos cada vez que cometen un crimen. Pero se sabe que los
matones, a quienes los palestinos denominan shabiha, actúan por orden de altos
cargos de la AP.
En el mundo árabe se llama shabiha a los grupos de matones empleados por los
gobernantes para reprimir a los críticos.
Los shabiha de la AP no son tan despiadados como los del presidente
sirio, Bashar al Asad. No van por ahí masacrando a mujeres y niños inocentes, y
no violan las chicas. Pero han instaurado un régimen de terror e intimidación.
La última vez que la AP empleó a sus matones fue el fin de semana pasado en
la Universidad de Belén. Durante una conferencia para promover en el campus el
boicot y las sanciones contra Israel, un activista palestino formuló una provocativa
pregunta al ministro de Economía, Jawad Nayi: ¿cómo es que la Autoridad
Palestina habla de promocionar el boicot a Israel si al mismo tiempo sigue
coordinando la seguridad con Israel, y muchos de sus líderes celebran reuniones
secretas con israelíes?
Al término de la conferencia, mientras conducía de regreso a casa, el
activista, Nizar Banat, de 34 años, fue interceptado por siete matones, que lo
sacaron a rastras del coche y lo golpearon con gran violencia.
Fatah publicó posteriormente un panfleto en el que se justificaba el ataque –al
parecer fue perpetrado por sus propios matones–, y amenazó con golpear con
“puño de hierro” a quien ose criticar a un dirigente de la Autoridad Palestina.
El empleo de matones de Fatah por parte de la AP no es algo nuevo. Éstos son
reclutados en los campamentos de refugiados y su misión es hacer el trabajo
sucio. Son enviados regularmente a amenazar y golpear a periodistas, escritores,
estudiantes universitarios y opositores. Otro de sus métodos favoritos es incendiar
vehículos. Con su ayuda, los dirigentes de la AP pudieron sofocar lo que parecía
ser el comienzo de una primavera palestina hace dos años.
En aquella ocasión, los rufianes reclutados por la AP atacaron a decenas de
manifestantes que habían plantado sus tiendas de campaña en el centro de
Ramala. Fueron golpeados y sus tiendas incendiadas, mientras los policías de la
AP se quedaban al margen y se negaban a intervenir.
Al recurrir a esta política de terror e intimidación contra sus críticos y rivales
políticos, los dirigentes de la Autoridad Palestina en la Margen Occidental están
26
demostrando una vez más que no son muy diferentes de otros dictadores árabes.
Esta clase de prácticas es lo que ha alejado a muchos palestinos de la AP, que
han ido a parar directamente a los brazos de Hamás y de otros grupos
extremistas.
Guerra Mundial
Reino Unido administraba Palestina británicos emigrantes Judíos y los Árabes
años20 y 30 militares árabes y judíos el sionismo y nacionalismo árabe.
El Gobierno británico delegó el problema a Naciones Unidas 1947 (resolución
1981) la ONU recomendó un plan de partición aceptando con renuencia por los
Israelíes y rechazados por los representantes árabes.
I.1948-El nacimiento
El 14 de mayo de 1948 se proclamo en Tel-Aviv la creación del Estado de Israel
Esta declaración entró en efecto un día después de que se retirasen de la región
–las últimas tropas británicas.
Ese día, cinco ejércitos árabes provenientes de Jordania, Egipto, Líbano, Siria e
Irak. Invadieron el nuevo Estado
Israel logró vencer a las fuerzas Árabes a la vez conquistó más territorios que lo
estimamos en el plan de partición de Naciones Unidas.
Jordania asumió el control de los alrededores de él este de Jerusalén y
Cisjordania mientras que la franja de Gaza quedo en manos de Egipto.
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Esa guerra también provocó la huída de miles de palestinos hacia Egipto, Líbano y
Cisjordania.
Los Palestinos recuerdan el 15 de mayo “el día de la catástrofe”(al-Nakba).
GUERRA DE LOS SEIS DÍAS 1967
El 5 de junio de 1967, estalló la Guerra de los Seis Días. A partir de ese
momento, Israel sufría la gran posibilidad de su aniquilación por parte de Egipto,
Jordania y Siria. Del 5 al 10 de junio, Israel se enfrentó a una coalición de 4
países árabes: Egipto, Jordania, Siria e Irak.
Dos meses antes de que la guerra estallara, Israel empezaba a ver como se
intensificaba la amenaza sirio-egipcia: el 7 de abril, un incidente en la frontera
Israel- siria generó una batalla aérea sobre los Altos del Golán, en el que seis
aviones sirios MIG-21 fueron derribados sobre el Mar de Galilea. Durante los
meses de abril y mayo, la situación se concentró con Egipto, quien había firmado
un tratado de defensa con Siria. Este conjunto de tensiones eruptaron el 22 de
mayo, cuando el presidente egipcio decidió prohibir a barcos israelíes la entrada
al estrecho de Tirán; lo cuál para Israel constituyó un motivo de guerra. Ante la
idea de un inminente ataque egipcio, Israel tomó la iniciativa y comenzó esta
guerra preventiva.
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Las primeras horas de la guerra estuvieron marcadas por la “Operación Moked”,
que permitió la destrucción de la mayor parte de la fuerza aérea egipcia en un
lapso de tres horas. Israel no tenía intenciones de atacar a Jordania y por ello,
se envió un mensaje al Rey de Jordania pidiéndole permanecer neutral, pero el
ejército jordano quien estaba bajo el mando de Egipto, recibió la orden de abrir
fuego.
Después de seis días de intensos combates en tres frentes, las fuerzas israelíes
conquistaron el desierto del Sinaí, la Franja de Gaza, Judea y Samaria, los Altos
del Golán y liberaron íntegramente Jerusalén.
Como resultado de esta guerra, 776 soldados israelíes perdieron la vida en
combate. Ocho soldados israelíes capturados durante la guerra, fueron repatriados
a Israel así como algunos miembros de los servicios secretos israelíes que
operaban en Egipto. Además, dos pilotos fueron devueltos de su cautiverio en Irak:
el Capitán Isaac Glantz-Golan y el capitán Gideón Dror; a cambio de ellos, Israel
liberó a 428 prisioneros jordanos. En virtud a los acuerdos con Siria, Israel liberó
a 572 prisioneros a cambio de un piloto israelí, los cuerpos de otros dos pilotos,
y el cuerpo de un tercero, secuestrado un año antes.
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A pesar de muchos esfuerzos diplomáticos, Siria se negó a transferir el cuerpo de
Eli Cohen, un agente del Mossad ahorcado en Damasco. En virtud a los acuerdos
alcanzados con Jordania, dos jordanos fueron intercambiados el 2 de abril de
1968 por el cuerpo de un soldado israelí.
El estado Judío aumentó significativamente el territorio bajo su control al capturar
el desierto del Sinaí, Franja de Gaza, las Alturas del Golán, Cisjordania y en un
acto de enorme importancia simbólica, Jerusalén Oriental, unificando su ciudad
Santa.
1973: La guerra de Yom Kippur
Después de fracasar en su intento por recuperar mediante la vía diplomática el
territorio que perdieron en 1967, Egipto y siria lazaron una ofensiva contra Israel
el día Sagrado de Yom Kippur (día de perdón para los Judíos)
Un grupo de soldados Egipcios plantan su bandera en Sinaí.
Luego de semanas de enfrentamientos Israel conquistó más territorios que en el
67.
La guerra dejó a Israel en una mayor dependencia con Estados Unidos en cuanto
al apoyo militar, diplomático y Económico.
En octubre de ese año el consejo de seguridad de la ONU adoptó la resolución
338 que instaba a la implementación de la resolución 242 y el inicio de
negociaciones entre las partes, con el fin de “establecer una paz justa y duradera
para Medio Oriente".
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1977 El resurgimiento de la derecha Israelí
Hasta 1977, la política Israelí estuvo denominada por el partido Laboralista de
izquierda.
El objetivo del partido Likud (de derecha) que ganó las elecciones ese año era
extender la soberanía Israelí en todo lo que era la región palestina bajo el
mandato británico, así como reclamar territorio Jordano como parte del “Gran
Israel”, de los tiempos bíblicos.
El nuevo gobierno, encabezado por Manachem.
Bejín, intensificó la política de asentamientos en Cisjordania y Gaza.
1982 Israel invade el Líbano
Israel inicia una incursión militar masiva en Líbano y fuerza la organización para
la liberación de Palestina a abandonar el país. Las acciones de Israel en Líbano
fueron condenadas por la comunidad internacional después de que sus aliados.
Libaneses Cristianos masacraran a cientos de palestinos en un campamento de
refugiados en Beirut, bajo el control de las fuerzas Israelíes.
Mientras tanto, Israel comienza a ejercer control sobre los territorios ocupados,
creando nuevos asentamientos, considerados ilegales según las leyes
internacionales.
Durante el pre guerra del Líbano Ariel Sharon ocupo el cargo de ministro de
defensa.
1979: Paz entre Israel y Egipto
El 19 de noviembre de 1977, el presidente Egipcio Anwar Sodot reconoce el
estado de Israel en un discurso ante el parlamento Israelí en Jerusalén.
En septiembre de 1978 Egipto e Israel firman los acuerdos de camp David, en los
que establecen un “marco de trabajo para la paz en Medio Oriente” que incluye
una autonomía limitada para los palestinos.
Seis meses más tarde, en marzo de 1979, Sodot y Begin firman un tratado de
paz bilateral entre Israel y Egipto.
31
Israel le devuelve a Egipto la península de Sinaí, capturado en 1967. Los estados
Árabes boicotean a Egipto por negociar de forma individual un tratado con Israel
y Sodot es asesinado 1981.
Semblanza de “ideólogo” de la guerra del Líbano.
Mientras tanto Israel comienza a ejercer control sobre los territorios ocupados,
creando nuevos asentamientos considerados ilegales según las leyes
internacionales.
1987: Intifada Palestina
La frustración de los palestinos por la ocupación israelí hizo erupción ese año
con un levantamiento popular masivo conocido como intifada. La protesta
comenzó en Gaza y rápidamente se extendió hasta Cisjordania. A pesar de su
poderío militar, Israel no pudo contener el levantamiento que contaba con el
respaldo de toda la población Palestina que vivía en los territorios ocupados.
El consejo Nacional Palestino. (Gobierno en exilio) votó en 1988 por una solución
que contempla la existencia de “dos estados”, basada en la resolución de la
ONU de 1947, y renunció al terrorismo. Estados Unidos comenzó a dialogar con
la OLP pero Israel continuó negándose a negociar con una organización a la que
consideraba terrorista.
1991: Cumbre de Madrid
1991 EE.UU. concentró sus esfuerzos en reunir a las partes por primera vez cara
a cara en la cumbre de Madrid. La conferencia organizó tres conversaciones
bilaterales (Israel con la organización para la liberación de Palestina, Siria y
Líbano, individualmente) y un encuentro multilateral para discutir temas como
seguridad, agua y desarrollo económico. Históricamente Estados Unidos ha
apoyado a Israel, porque- desde su perspectiva- es la única democracia en Medio
Oriente.
1992: Los acuerdos de Oslo.
A principios de los años 90 se llevaron a cabo en Noruega conversaciones
secretas que culminaron con la firma de una “Declaración de principios” en 1993
entre el primer ministro Israel y Itzjak Robín y el líder de la OLP, Yasser Arafat.
32
Este fue el comienzo del proceso de Paz de Oslo que propició la creación de la
Autoridad Palestina, un gobierno autónomo provisional para administrar los
territorios que Israel ocupaba y de los que se retiró como parte de esos
acuerdos.
En 1996 se llevaron a cabo elecciones parlamentarias . Los temas más
controvertidos como Jerusalén, las fronteras y los asentamientos se dejaron para
el final Cisjordania y la Franja de Gaza fueron divididas en tres áreas con
diferentes grados de control. Gradualmente, la ANP asumiría el control de las
principales unidades Palestinas. Mientras tanto, Israel continuaba construyendo
asentamientos en los territorios ocupados.
A finales de los 90 las conversaciones se estancaron y la mayoría de los temas
quedaron. sin volver
2000: Segunda intifada
EN 2000 se realizó en EE.UU. la cumbre de camp David. Después de dos semanas
de conversaciones no se lograron soluciones aceptables respecto al estatus de
Jerusalén y al derecho de los refugios palestinos de regresar a sus casas.
La polémica de Sharon provocó la segunda insurrección Palestina
En medio de esta incertidumbre una visita de Ariel Sharon, líder de likud, al
complejo del Monte del Templo y la mezquita de al –asa en Jerusalén, provocó
un levantamiento Palestino que se conoce como la segunda intifada.
Segunda Intifada (2000-2003)
En febrero de 2001 Sharon gana las elecciones una política más dura para
resolver el problema Palestino. Se intensifica los enfrentamientos entre palestinos e
Israelíes, mientras tanto Israel comienza a construir un muro en Cisjordania
argumentando que su fin es prevenir los ataques a Israel. Los palestinos lo ven
como un intento de anexar territorio
En abril de ese año EE.UU, publica el plan de paz conocido como “hoja de
ruta”(diseñado por representantes de la ONU, EE.UU la unión Europea y Rusia)
que contempla una solución mediante la creación de dos estados. Palestinos e
Israelíes aceptan el plan (Israel con condiciones).
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En agosto y septiembre de 2005, Israel toma la decisión unilateral de retirarse de
la Franja de Gaza y de cuatro asentamientos en el norte de Cisjordania.
En noviembre de 2004 muere el líder Palestino Yasser Arafat y Mahomoud Abbas
es elegido presidente en las elecciones del 2005, Sharon sufre una hemorragia
cerebral masiva y entra en un estado de coma del que nunca se recupera. A
pesar de la retirada Israelí, continuaron las hostilidades en la Franja de Gaza y
las restricciones en el acceso.
Pese a las críticas internacionales, Israel continúa construyendo asentamientos en
los territorios ocupados. En julio 2006,Hesbalía captura a 2 soldados Israelíes en
la frontera con Líbano. Israel responde con una masiva operación militar contra la
organización política-militar en Líbano. La guerra se extiende por 34 días.
Preguntas para entender por qué pelean Israelíes y palestinos
A casi un mes se conoció que Israel y
Hamas habían acordado una tregua de 72
horas a partir del martes en la mañana el
más reciente intento por detener las
hostilidades luego de varios intentos
fracasados en los últimos días.
Hasta este lunes 1,717 y 67 Israelíes han muerto. Del total de víctimas palestinas
1716 eran soldados, dos civiles y un extranjero. Pero el impacto de la guerra en
Gaza no deja de ser duro para aquellos que están vivos. Según cifras de
Naciones Unidas unos 373000 niños han tenido que recibir asistencia psi-social,
485000 personas han sido desplazadas, los que las ha llevado a refugios de
emergencia o a hogares de Otras familias palestinas.
Además, un millón y medio de personas que no viven en refugios no tienen
acceso a agua potable.
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Sin embargo para entender el conflicto palestino –Israelí es necesario ver más allá
de los números.
BBC mundo repasa las preguntas básicas necesarias para comprender por qué
este antiguo enfrentamiento entre Israelíes y palestinos están complejo y genera
tanta polarización.
1920-1948 Mandato Británico
1 . ¿Cómo empezó el conflicto?
Alentado por el antisemitismo que sufrieren los judíos en Europa, a comienzos del
siglo XX tomó fuerza el movimiento sionista, que buscaba establecer un estado
para los judíos.
La región palestina, entre el río Jordán y el mar mediterráneo, considerada
sagrada para Musulmanes, Judíos y católicos, pertenecía por aquellos años al
Imperio otomano y estaba ocupada mayormente por Árabes y otras comunidades
musulmanas. Pero una fuerte emigración Judía, fomentada por las aspiraciones
sionistas, comenzaba a generar resistencia entre las comunidades.
Tras la desintegración del imperio Otomano en la primera guerra mundial Reino
unido recibió mandato de la liga de naciones para administrar el territorio de
palestina.
Pero antes y durante la guerra, lo Británicos habían hecho diversas promesas a
los árabes y a los judíos que luego no cumplieron, entre otros motivos porque ya
se habían dividido de Medio oriente con Francia. Este provocó un clima de tensión
entre nacionalistas árabes y Sionistas que desencadenó un enfrentamiento entre
grupos paramilitares judíos y bandas árabes.
Luego de la segunda guerra mundial y tras el holocausto aumentó la presión por
establecer un estado judío. El plan original contempla la partición del territorio
controlado por la potencia Europea entre judíos y palestinos. Tras la fundación
de Israel el 14 de mayo de 1948, la tensión pasó de ser interna local a un
asunto regional. Al día siguiente, Egipto, Jordania, Siria e Irak invadieron este
territorio. Fue la primera guerra Árabe Israelí también conocida por los judíos
como guerra de la independencia o de la liberación. Tras el conflicto, el territorio
inicialmente previsto por las Naciones unidas para un Estado Árabe se redujo a la
mitad.
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Para los palestinos, comenzó la NAKBA, la llamada “destrucción” o “catástrofe” el
inicio de la tragedia nacional. 750000 palestinos huyeron a países vecinos o
fueron expulsados por tropas judías. Pero el 1948 no sería el último
enfrentamiento entre árabes y judíos. En 1956,una crisis por el canal de Suez
enfrentaría al estado de Israel con Egipto, que no sería definida en el terreno de
combate sino por la presión internacional sobre Israel, Francia e Inglaterra.
Pero los combates si tendrían la última palabra en 1967 en la guerra de los 6
días. Lo que ocurrió entre el 5 y el 10 de junio de ese año tuvo consecuencias
profundas y duraderas a distintos niveles.
Fue victoria aplastante de Israel frente a una colisión árabe.
Israel capturó a Franja de Gaza y la península de Sinaí a Egipto, Cisjordania
(incluida Jerusalén Oriental) a Jordania y los altos de Golán a siria. Medio millón
de Palestinos huyeron.
2. ¿Por qué se fundó Israel en Medio Oriente?
La tradición Judía indica que la zona en la que asienta Israel es la tierra
prometida por Dios al primer Patriarca, Abraham, y a sus descendientes.
La zona fue invadida en la antigüedad por asirios, babilonios, persas, macedonios
y romanos. Roma fue el imperio que le puso a la región el nombre de Palestina y
que, siete décadas después de Cristo expulsó a los Judíos de su tierra tras
combatir a los movimientos nacionalistas que perseguían la independencia.
Con el surgimiento del Islam, en el siglo VII después de Cristo, Palestina fue
ocupada por los árabes y luego conquistada por los cruzados Europeos.
En 1516 se estableció la denominación turca que duraría hasta la primera guerra
mundial, cuándo se impuso el mandato británico. El comité Especial de las
naciones unidas sobre Palestina (UNSCOP, por sus siglas en inglés) aseguró en su
informe a la Asamblea General del 3 de septiembre de 1947 que los motivos para
que un Estado Judío se estableciera en Medio Oriente se contaban en
“argumentos basados en fuentes bíblicas he historias”, la declaración de Balfour
de 1917 en la que el gobierno se declara a favor de un “hogar nacional” para
los judíos en Palestina y en el mandato británico sobre Palestina allí se reconoció
la conexión histórica del pueblo Judío con Palestina y las bases para construir el
hogar nacional Judío de dicha región.
36
Tras el holocausto nazi contra millones de Judíos en Europa antes y durante la
presión internacional para el reconocimiento de un Estado Judío.
Al no poder resolver la polarización entre el nacionalismo Árabe y el Sionismo, el
gobierno Islámico llevó el problema ante la ONU
El 29 de noviembre de1947 la asamblea General aprobó un plan para la partición
de palestina, que recomendaba la creación de un Estado Árabe independiente y
uno Judío y un régimen especial para la ciudad de Jerusalén.
El plan fue aceptado por los Israelíes pero no por los árabes, que lo veían cómo
una pérdida de su territorio. Por eso nunca se implementó.
Un día antes que expirara el Mandato británico de Palestina, de Palestina, el 14
de mayo de 1948, la agencia Judía para Israel, representante de los Judíos
durante el Mandato, declaró la independencia del Estado de Israel.
Al día siguiente Israel solicitó ser miembro de Naciones Unidas, estatus que
finalmente logró un año después. El 83% de los miembros actuales reconocen a
Israel(160 de 192).
3. ¿Por qué hay dos territorios Palestinos?
El comité Especial de las Naciones Unidas sobre Palestinas (UNSCOP, por sus
siglas en inglés), en su informe a la Asamblea General en 1947, recomendó que el
Estado Árabe incluyera "Galilea Occidental, la región montañosa de Samaria y
Judea, con la exclusión de la ciudad de Jerusalén, y la llanura costera de Isdud
hasta la frontera Egipcia"
pero la división del territorio quedó definida por la línea de armisticio de 1949,
establecido tras la creación de Israel , la primera guerra Árabe - Israelí.
Los dos territorios palestinos son Cisjordania ( que incluye Jerusalén Oriental) y
la Franja de Gaza, que se encuentra a unos 45 km de distancia.
Tienen un área de 5970 km2. y 365km2, respectivamente. Cisjordania se encuentra
en Jerusalén, reclamada como capital tanto por palestinos cómo por israelís, y
Jordania hacia el este, mientras que Gaza es una franja de 4 km de largo y
entre 6 y 12 km de ancho. Gaza tiene una frontera de 51 km con Israel ,, 7 km,
con Egipto y 40 km de costa sobre el mar mediterráneo. Originalmente ocupada
por Israelíes que aún mantienen el control de su frontera sur, la franja de gaza
fue capturada por Israel en la guerra de 1967 y recién la desocupó el
37
2005,aunque mantiene un bloqueo por aire, mar y tierra que restringe el
movimiento de bienes, servicios y gente. actualmente la Franja está controlada por
Hamas, el principal grupo Islámico palestino que nunca ha reconocido los
acuerdos firmados entre otras facciones palestinas e Israel.
Cisjordania, en cambio, está regida por la autoridad Nacional Palestina el
gobierno Palestino reconocido internacionalmente cuya principal facción, FATAH, no
es Islámica sino secular.
4. ¿Nunca firmaron la paz Palestinos e Israelíes?
YITZAR RABÏN , SIMÖN PERËZ y YASSER ARAFAT. Compartieron el premio Nobel
de la paz en 1994.
Tras la creación del Estado de Israel y el desplazamiento de miles de personas
que pudieron sus hogares, el movimiento Nacionalista Palestino comenzó a
reagruparse en Cisjordania y Gaza, controlados respectivamente por Jordania y
Egipto, y en los campos de refugiados creados en otros Estados Árabes .
Poco antes de la guerra de 1967, organizaciones Palestinas como FATAH, liderada
por Yasser Arafat - conformaron la organización para la Liberación Palestina (OLP)
y lanzaron operaciones contra Israel primero desde Jordania y luego desde el
Líbano. Pero estos ataques incluyeron también atentados contra objetivos Israelíes
en territorios Europeos que no discriminaron entre aviones, embajadas o atletas.
Tras años de atentados Palestinos y asesinatos colectivos de fuerzas de seguridad
Israelíes, la OLP e Israel firmarían en 1993 los acuerdos de paz de Oslo, en las
que la organización Palestina renunció a la "violencia y el terrorismo" y
38
reconoció el "derecho" de Israel "a existir en paz y seguridad", un reconocimiento
que la organización Islámica Palestina Hamas , nunca aceptó.
Tras los acuerdos firmados en la capital Noruega fue creada la autoridad
Nacional Palestina, que representa a los palestinos ante los foros internacionales.
Su presidente es elegido por votos directo y el a su vez elige un primer ministro
y a los miembros de su gabinete. Sus autoridades civiles y de seguridad
controlan áreas urbanas (área A según OSLO) , mientras que solo sus
representantes civiles - y no de seguridad -controlan áreas rurales (área B ).
Jerusalén Oriental , considerada la capital histórica por parte de los Palestinos, no
está incluida en este acuerdo.
Jerusalén es uno de los puntos más conflictivos entre ambas partes.
5.-¿ Cuales son los principales puntos de conflicto entre Palestinos e israelíes
La demora, para el establecimiento de
un 80 todo Palestino independiente, la
construcción de asentamientos de
colonos Judíos en Cisjordania y la
barrera de seguridad en torno a este
territorio condenado por la corte
Internacional de Justicia de la Haya.-
han complicado el avance de un
proceso de paz. Pero estos no son los
únicos obstáculos, tal como quedo claro
en el fracaso de las últimas
conversaciones serias de paz entre ambos grupos que tuvieron lugar en Camp
David. Estados Unidos, en el año 2009, cuando un saliente BILL CLINTON no logró
un acuerdo entre Arafat y el entonces primer Ministro Israelí Ehud Barak.
Las diferencias que parecen irreconciliables son las siguientes.
Jerusalén: Israel reclama Soberanía sobre la ciudad (Sagrada para judíos,
Musulmanes y Cristianos ) y asegura que es su ciudad tras tomar Jerusalén
oriental en 1967.Eso no es reconocido Internacionalmente. Los Palestinos quieren
que Jerusalén sea su capital.
Una barra de seguridad construida por Israel
separa su territorio de Cisjordania
39
Fronteras y terrenos: Los Palestinos demandan que su futuro Estado se conforma
de acuerdo a los límites previos al 4 de junio de 1967, antes del comienzo de la
guerra de los 6 días, algo que Israel rechaza.
Asentamientos: Son viviendas, ilegales de acuerdo al derecho internacional,
construidas por el gobierno Israelí en los territorios ocupados por Israel, tras la
guerra del 1967.
En Cisjordania y Jerusalén Oriental hay más de medio millón de colonos Judíos.
Refugiados Palestinos: Los Palestinos sostienen que los refugiados (10,6 millones
según la OLP, de los cuales casi la mitad están registrados en la ONU) tienen el
derecho al regreso a lo que hoy es Israel, pero para Israel abrir la puerta
destruirá su identidad como Estado Judío.
6.¿Es Palestina un país?
La ONU reconoció a palestina como " Estado observador no miembro" a fines del
2012 y dejo de ser una "Entidad observadora".
El cambio les permitió a los Palestinos participar en los debates de la asamblea
General y mejorar las posibilidades de ser miembros de agencias de la ONU y
otros organismos.
Pero el voto no creó al Estado palestino. Un año antes los palestinos lo
intentaron pero no consiguieron apoyo suficiente con el consejo de seguridad.
Casi el 70% de los miembros de la Asamblea General de la ONU(134 de 192)
reconoce a Palestina como estado.
7.-¿Por qué Estados Unidos es el principal aliado de Israel?
¿Quién apoya a los Palestinos?
Primero hay que considerar la existencia de un importante y poderoso cabildo pro
-Israel en Estados Unidos y el hecho de que la opinión pública suele ser favorable
a la postura Israelí, por lo que para un presidente quitarle el apoyo a Israel es
virtualmente imposible. De acuerdo a una encuesta encargada por la BBC el año
pasado 22 países, EE.UU fue el único país de la encuesta con una mayoría de
opiniones positivas (51%).
40
Además ambas naciones son aliadas militares ; Israel es uno de los mayores
receptores de ayuda estado unídense y la mayoría llega en subvenciones para la
compra de armamento.
Los Palestinos tienen el apoyo abierto de una potencia.
Hamas, tras la deposición por parte del ejército del presidente Islamistas
Mohamed Morsi, de los hermanos musulmanes -históricamente asociados con el
grupo palestino- mientras que Siria e Irán y el grupo Libanés hesbolá son sus
principales apoyos y aunque su causa genera simpatía en muchos sectores, por
lo general no se traduce en hechos.
8.-¿Por qué está peleando ahora?
Tras el colapso de las conversaciones
de paz auspiciadas por EE.UU. Y el
anuncio a comienzos de junio en un
gobierno de unidad entre las facciones
palestinas de FATAH y HAMAS,
considerado inaceptable por Israel,
como una escalada de violencia.
El 12 de junio tres jóvenes Israelíes
fueron secuestrados en Cisjordania 4
días después a cientos de miembros del grupo. Esta semana Israel reconoció que
no podía asegurar que el autor haya sido hamas o una célula independiente. Tras
los arrestos, hamas lanzó cohetes sobre territorio Israelí e Israel lanzó ataques
aéreos sobre gaza.
El 2 de julio un día después del entierro de los Israelíes un palestino de 16 años
fue secuestrado en Jerusalén Oriental y asesinado. Tres Israelíes fueron acusados
y desde Gaza se incrementó el lanzamiento de cohetes hacia Israel.
El 7 de julio hamas se atribuyó la responsabilidad por el lanzamiento por primera
vez en casi dos años, tras una serie de ataques aéreos Israelíes
en los que murieron varios miembros de su brazo armado.
Al día siguiente las fuerzas de defensa de Israel lanzaron la operación Margen
protector contra los militantes de hamas en la Franja de Gaza.
41
9.- ¿Como justicia Israel la violencia y cómo los Palestinos?
La decisión de dar luz verde a la fase militar en el terreno tiene, según Israel, un
objetivo limitado: desarmar a los militantes palestinos y destruir los túneles
construidos por hamas y otros grupos con el objetivo de infiltrarse en Israel.
Fue también:¿Que busca Israel con su ofensiva en Gaza? Israel quiere el fin de los
lanzamientos de cohetes de hamas contra territorio Israelí, la mayoría de los
cuales no impactan por que cuenta con el Domo de hierro un avanzado sistema
antimisiles. Israel dice que tiene derecho a defenderse y suele decir que cualquier
Estado que se vea enfrentado a la realidad de convivir con un vecino que lanza
cohetes, reaccionaría como lo está haciendo, y culpa a hamas de usar escudos
humanos y de atacar desde zonas civiles en Gaza, algo que el grupo palestino
niega.
Justicia es el uso de" escudos Humanos;"(la muerte de civiles en Gaza) Hamas
asegura que lanza cohetes contra Israel como legítima defensa, en represalia
contra la muerte de partidiarios de hamas a manos de Israelíes y en el marco de
su derecha a resistir la ocupación y el bloqueo.
Hamas :"Gaza es una carnicería" (Israel dice que tiene derecho a defenderse )
42
10.-¿Qué tendría que ocurrir para que haya una oportunidad de paz duradera?
(un conflicto intratable ) (no mar)
Los israelíes tendrían que apoyar un estado soberano para los palestinos que
incluya a hamas, levantar el bloqueo a gaza y las restricciones de movimientos en
Cisjordania y Jerusalén Oriental. Los grupos palestinos deberían renunciar a la
violencia y reconocer el Estado de Israel.
Y se tendrían que alcanzar acuerdos razonables en materia de fronteras,
asentamientos judíos y retorno de refugiados. Sin embargo, desde 1948 año de
la creación del Estado de Israel, muchas cosas han cambiado, en especial la
configuración de los territorios en disputa tras las guerras entre Árabes e Israelíes.
Para Israel esos son hechos consumados, para los Palestinos no ya que insisten
en que las fronteras a negociar deberían ser aquellos que existían antes de la
guerra de 1967.
Un pacto definitivo nunca será posible sin resolver ese punto. Otros podrían
negociarse con concesiones, Jerusalén no.
España-Israel
Breve historia de Israel y Palestina, por Marcos Aguinis
a Guerra
de los Seis
Días
cambió la relación de
fuerzas en el conflicto
árabe-israelí. Digo
bien, porque hasta
ese momento no era
un conflicto palestino-
israelí. Los árabes de
Palestina se llamaban
“árabe de Palestina"no
palestinos
La Guerra de los Seis Días cambió la relación de fuerzas en el conflicto árabe-
israelí. Digo bien, porque hasta ese momento no era un conflicto palestino-israelí.
Los árabes de Palestina se llamaban “árabes de Palestina”, no “palestinos”. La
L
43
diferencia es importante. Como señalamos en la primera entrega, también los
judíos se llamaban “palestinos” a sí mismos. El enfrentamiento se daba entre el
Estado de Israel y todos los Estados árabes que habían intentado destruirlo desde
antes de su nacimiento, violando la sabia y ecuánime resolución de las Naciones
Unidas que ordenaba la erección de un Estado árabe y un Estado judío, lado a
lado, con vínculos económicos fraternales.
Esa partición, votada en la Asamblea General el 29 de noviembre de 1947, se
basaba en la distribución demográfica de entonces. A los árabes se les otorgaba
sus principales ciudades (y casi todos los sitios bíblicos, además); a los judíos,
sus ciudades, colonias y la mayor parte del desierto. Los judíos lo celebraron,
aunque muchos con tristeza, porque se quedaban sin porciones ligadas a su
historia nacional y religiosa.
La guerra que los Estados árabes se empecinaron en llevar adelante, con el
manifiesto propósito de realizar una matanza “que pusiera en ridículo a Gengis
Khan”, produjo una catástrofe a ellos mismos. Hasta el día de hoy es
sorprendente la falta de autocrítica por parte de esos Estados: iniciaron un
conflicto cruel e innecesario, se privaron de tener un vecino moderno y
estimulante como Israel y ocasionaron el sufrimiento de sus hermanos más débiles
radicados en Palestina. Además, no realizaron esfuerzos para integrarlos, sino que
los persiguieron, discriminaron y hasta asesinaron en forma masiva, como en el
Septiembre Negro de 1971. Allí cayeron más árabes palestinos por las balas
jordanas y sirias que en todos los enfrentamientos con Israel. Antes y después
cientos de miles tuvieron que pasar varias generaciones en campamentos,
mantenidos por la limosna internacional. Es el único caso de un alto cupo de
refugiados que no pudo ser resuelto en tantas décadas, pese a la inversión
multimillonaria que nutrió a una burocracia enorme y corrupta. Se convirtieron en
un material humano que recibe caudalosas inyecciones diarias de victimización y
resentimiento. Por lo cual quedan imposibilitados de trabajar en forma sostenida
hacia un futuro mejor.
El presidente de Egipto, Gamal Abdel Nasser, adquirió un fuerte liderazgo gracias
a su empeño panarabista, su acercamiento con la Unión Soviética y su alianza
con los países no alineados (entre los que figuraban países cuya no alineación al
capitalismo o al comunismo era una grosera hipocresía, como China, Cuba o
Yugoslavia). Consiguió formar con Siria la República Árabe Unida, que era el
comienzo de una federación destinada a unir todo el mundo árabe. Su propósito
no entraba en contradicción con la existencia de Israel, según entendió este país,
44
y David ben Gurión le propuso integrarse a su proyecto. Nasser no quiso ni
siquiera escucharlo y redobló su agresividad. Bloqueó el Estrecho de Tirán, que
permite el acceso al Golfo de Akaba, y de esa forma pretendió matar el puerto
israelí de Eilat. Manifestó que ansiaba convertir en realidad el sueño de "arrojar a
los judíos al mar" mediante la demolición de Israel, como lo testimonia la prensa
de entonces. Compró gran cantidad de armas para llevar a cabo ese propósito.
Las súplicas internacionales destinadas a evitar otro genocidio resultaron estériles.
Iba a realizar su ataque mediante una pinza mortal: Egipto desde el sur y Siria
desde el norte. Siria expresó su acuerdo mediante disparos cotidianos desde las
alturas del Golán contra las poblaciones israelíes que rodeaban el bíblico lago de
Galilea. Aba Eban, canciller de Israel, recorría angustiado las principales capitales
del mundo para rogar que disuadieran al presidente egipcio. Fue inútil, porque
Nasser llegó al extremo de exigir que las Naciones Unidas retirasen las tropas que
evitaban los choques entre ambos países; quería tener libre la ruta de su masivo
ataque bélico. Ante un mundial estupor, el entonces secretario general de la ONU,
el birmano U Thant, le dio el gusto y ordenó la evacuación de esas tropas.
Nasser tenía luz verde para iniciar los combates.
No sólo los judíos, sino millones de personas se conmovieron ante la inminencia
de una tragedia que reproduciría el Holocausto. Fue entonces cuando estalló la
Guerra de los Seis Días, porque horas antes del colosal ataque árabe la aviación
israelí tomó la iniciativa y pudo cambiar el curso de la historia. Al principio las
emisoras árabes mintieron a sus audiencias informando sobre inexistentes triunfos.
El primer ministro de Israel, Levy Eshkol, pidió al rey Husein de Jordania que no
se incorporase a la agresión de Egipto y Siria, porque Israel no quería un tercer
frente. Pero Husein, presionado por Nasser, avanzó sobre Jerusalén y otros puntos
de la larga y accidentada frontera. Entonces Israel, luego de aplastar a egipcios y
sirios, tuvo que dirigirse también contra los jordanos. En esa contienda les
arrebató Cisjordania, que usurpaban desde 1948.
La opinión pública internacional no podía salir del asombro. El diminuto Israel
volvía a ganar. En los organismos internacionales el bloque comunista, aliado con
los árabes, puso el grito en el cielo y exigió la devolución incondicional de los
territorios conquistados, sin tener en cuenta –¡de nuevo!– la responsabilidad de
Egipto, Siria y Jordania, ni exigir que firmasen la paz. Los verdaderos territorios
conquistados eran la península del Sinaí y las alturas del Golán, que no se
consideraban parte de Palestina desde el trazado de fronteras que realizaron, con
cierta arbitrariedad, las potencias coloniales luego del desmembramiento del
45
Imperio Otomano. Técnicamente, Cisjordania y Jerusalén fueron liberadas de la
ilegítima ocupación jordana, y la Franja de Gaza de la ocupación egipcia: los
israelíes no lucharon contra los árabes-palestinos, sino contra Estados árabes
poderosos que ocupaban buena parte de la Palestina histórica. Ya es hora de
disipar esta confusión.
No obstante su victoria, Israel propuso grandes devoluciones territoriales a cambio
de la paz. Como respuesta, la Liga Árabe se reunió en Jartum y, estimulada por
Nasser, escupió a Israel los famosos Tres Noes: No a las negociaciones con
Israel, No al reconocimiento de Israel, No a la paz con Israel. Es decir, continuar
con el odio y los enfrentamientos.
Israel, por el contrario, decidió en forma unilateral que todas las mezquitas y los
lugares sagrados del islam fueran administrados por autoridades musulmanas. Las
ciudades y aldeas árabes debían estar a cargo de intendentes árabes
democráticamente electos, muchos de los cuales, como el de Belén,
permanecieron en el cargo durante décadas y mantuvieron excelentes relaciones
con el Gobierno israelí. Cientos de miles de árabes de Gaza y Cisjordania
encontraron trabajo en las poblaciones de Israel. Los benefició el turismo, que
habían desconocido hasta entonces. Parte significativa de sus productos eran
comprados por los mismos israelíes. Se registraron encuentros entre judíos y
árabes que habían sido amigos antes de 1948 e incluso se celebraron
casamientos mixtos.
Después de la Guerra de Iom Kipur, en 1973 (también iniciada por Egipto), el
nuevo presidente de Egipto, Anuar el Sadat, empezó a reconocer que no tenía
sentido negar la existencia de un país tan sólido como Israel. Ante la sorpresa
universal, decidió visitar Jerusalén. Aunque esperaba ser bien recibido, no
esperaba que lo aplaudieran y agasajaran con una lluvia de júbilo y gratitud.
Empezaron las negociaciones con el duro Menajem Beguin y, en menos de un
año, se firmó la paz entre ambos países. A cambio de la paz, Beguin aceptó
entregar hasta el último grano de arena del desierto del Sinaí. Y no sólo arena:
entregó aeropuertos, pozos de petróleo, rutas, centros turísticos y hasta ordenó la
evacuación de la populosa ciudad de Yamit, construida entre Gaza y el Sinaí, para
que nada de Israel permaneciera en territorio egipcio. El encargado de evacuar
por la fuerza a los colonos judíos fue Ariel Sharón. Este general no imaginaba
que, mucho después, debería repetir el operativo en la Franja de Gaza. Con esta
cesión de tierras equivalentes a casi tres veces el tamaño de Israel, caía la
acusación de su vocación expansiva, por lo menos entre quienes piensan con
46
lógica. Por supuesto que esta paz fue duramente condenada por todos los demás
países árabes.
En el tratado con Egipto, Israel prometió la autonomía de los árabes que
habitaban Gaza y Cisjordania. Autonomía significaba otorgarles el manejo de todas
las áreas, menos la defensa y las relaciones exteriores. Es decir, no llegaban a la
independencia ni a la soberanía. Así lo entendió Beguin, pero seguramente Sadat
pensaba que la autonomía conduciría, de forma inexorable, a la independencia. La
idea de los dos Estados que viven y prosperan uno al lado del otro, que nació
en la saboteada partición de 1947, resucitaba con fuerza. Gracias al contacto
directo con los israelíes, que resultaba inspirador, los árabes de Palestina tomaron
conciencia de su identidad nacional y se aplicaron a la conformación de una
narrativa que les otorgase respaldo. Es de Palestina”, no “palestinos”. La diferencia
es importante. Como señalamos en la primera entrega, también los judíos se
llamaban “palestinos” a sí mismos. El enfrentamiento se daba entre el Estado de
Israel y todos los Estados árabes que habían intentado destruirlo desde antes de
su nacimiento, violando la sabia y ecuánime resolución de las Naciones Unidas
que ordenaba la erección de un Estado árabe y un Estado judío, lado a lado, con
vínculos económicos fraternales.
Esa partición, votada en la Asamblea General el 29 de noviembre de 1947, se
basaba en la distribución demográfica de entonces. A los árabes se les otorgaba
sus principales ciudades (y casi todos los sitios bíblicos, además); a los judíos,
sus ciudades, colonias y la mayor parte del desierto. Los judíos lo celebraron,
aunque muchos con tristeza, porque se quedaban sin porciones ligadas a su
historia nacional y religiosa.
La guerra que los Estados árabes se empecinaron en llevar adelante, con el
manifiesto propósito de realizar una matanza “que pusiera en ridículo a Gengis
Khan”, produjo una catástrofe a ellos mismos. Hasta el día de hoy es
sorprendente la falta de autocrítica por parte de esos Estados: iniciaron un
conflicto cruel e innecesario, se privaron de tener un vecino moderno y
estimulante como Israel y ocasionaron el sufrimiento de sus hermanos más débiles
radicados en Palestina. Además, no realizaron esfuerzos para integrarlos, sino que
los persiguieron, discriminaron y hasta asesinaron en forma masiva, como en el
Septiembre Negro de 1971. Allí cayeron más árabes palestinos por las balas
jordanas y sirias que en todos los enfrentamientos con Israel. Antes y después
cientos de miles tuvieron que pasar varias generaciones en campamentos,
mantenidos por la limosna internacional. Es el único caso de un alto cupo de
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refugiados que no pudo ser resuelto en tantas décadas, pese a la inversión
multimillonaria que nutrió a una burocracia enorme y corrupta. Se convirtieron en
un material humano que recibe caudalosas inyecciones diarias de victimización y
resentimiento. Por lo cual quedan imposibilitados de trabajar en forma sostenida
hacia un futuro mejor.
El presidente de Egipto, Gamal Abdel Nasser, adquirió un fuerte liderazgo gracias
a su empeño panarabista, su acercamiento con la Unión Soviética y su alianza
con los países no alineados (entre los que figuraban países cuya no alineación al
capitalismo o al comunismo era una grosera hipocresía, como China, Cuba o
Yugoslavia). Consiguió formar con Siria la República Árabe Unida, que era el
comienzo de una federación destinada a unir todo el mundo árabe. Su propósito
no entraba en contradicción con la existencia de Israel, según entendió este país,
y David ben Gurión le propuso integrarse a su proyecto. Nasser no quiso ni
siquiera escucharlo y redobló su agresividad. Bloqueó el Estrecho de Tirán, que
permite el acceso al Golfo de Akaba, y de esa forma pretendió matar el puerto
israelí de Eilat. Manifestó que ansiaba convertir en realidad el sueño de "arrojar a
los judíos al mar" mediante la demolición de Israel, como lo testimonia la prensa
de entonces. Compró gran cantidad de armas para llevar a cabo ese propósito.
Las súplicas internacionales destinadas a evitar otro genocidio resultaron estériles.
Iba a realizar su ataque mediante una pinza mortal: Egipto desde el sur y Siria
desde el norte. Siria expresó su acuerdo mediante disparos cotidianos desde las
alturas del Golán contra las poblaciones israelíes que rodeaban el bíblico lago de
Galilea. Aba Eban, canciller de Israel, recorría angustiado las principales capitales
del mundo para rogar que disuadieran al presidente egipcio. Fue inútil, porque
Nasser llegó al extremo de exigir que las Naciones Unidas retirasen las tropas que
evitaban los choques entre ambos países; quería tener libre la ruta de su masivo
ataque bélico. Ante un mundial estupor, el entonces secretario general de la ONU,
el birmano U Thant, le dio el gusto y ordenó la evacuación de esas tropas.
Nasser tenía luz verde para iniciar los combates.
No sólo los judíos, sino millones de personas se conmovieron ante la inminencia
de una tragedia que reproduciría el Holocausto. Fue entonces cuando estalló la
Guerra de los Seis Días, porque horas antes del colosal ataque árabe la aviación
israelí tomó la iniciativa y pudo cambiar el curso de la historia. Al principio las
emisoras árabes mintieron a sus audiencias informando sobre inexistentes triunfos.
El primer ministro de Israel, Levy Eshkol, pidió al rey Husein de Jordania que no
se incorporase a la agresión de Egipto y Siria, porque Israel no quería un tercer
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frente. Pero Husein, presionado por Nasser, avanzó sobre Jerusalén y otros puntos
de la larga y accidentada frontera. Entonces Israel, luego de aplastar a egipcios y
sirios, tuvo que dirigirse también contra los jordanos. En esa contienda les
arrebató Cisjordania, que usurpaban desde 1948.
La opinión pública internacional no podía salir del asombro. El diminuto Israel
volvía a ganar. En los organismos internacionales el bloque comunista, aliado con
los árabes, puso el grito en el cielo y exigió la devolución incondicional de los
territorios conquistados, sin tener en cuenta –¡de nuevo!– la responsabilidad de
Egipto, Siria y Jordania, ni exigir que firmasen la paz. Los verdaderos territorios
conquistados eran la península del Sinaí y las alturas del Golán, que no se
consideraban parte de Palestina desde el trazado de fronteras que realizaron, con
cierta arbitrariedad, las potencias coloniales luego del desmembramiento del
Imperio Otomano. Técnicamente, Cisjordania y Jerusalén fueron liberadas de la
ilegítima ocupación jordana, y la Franja de Gaza de la ocupación egipcia: los
israelíes no lucharon contra los árabes-palestinos, sino contra Estados árabes
poderosos que ocupaban buena parte de la Palestina histórica. Ya es hora de
disipar esta confusión.
No obstante su victoria, Israel propuso grandes devoluciones territoriales a cambio
de la paz. Como respuesta, la Liga Árabe se reunió en Jartum y, estimulada por
Nasser, escupió a Israel los famosos Tres Noes: No a las negociaciones con
Israel, No al reconocimiento de Israel, No a la paz con Israel. Es decir, continuar
con el odio y los enfrentamientos.
Israel, por el contrario, decidió en forma unilateral que todas las mezquitas y los
lugares sagrados del islam fueran administrados por autoridades musulmanas. Las
ciudades y aldeas árabes debían estar a cargo de intendentes árabes
democráticamente electos, muchos de los cuales, como el de Belén,
permanecieron en el cargo durante décadas y mantuvieron excelentes relaciones
con el Gobierno israelí. Cientos de miles de árabes de Gaza y Cisjordania
encontraron trabajo en las poblaciones de Israel. Los benefició el turismo, que
habían desconocido hasta entonces. Parte significativa de sus productos eran
comprados por los mismos israelíes. Se registraron encuentros entre judíos y
árabes que habían sido amigos antes de 1948 e incluso se celebraron
casamientos mixtos.
Después de la Guerra de Iom Kipur, en 1973 (también iniciada por Egipto), el
nuevo presidente de Egipto, Anuar el Sadat, empezó a reconocer que no tenía
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sentido negar la existencia de un país tan sólido como Israel. Ante la sorpresa
universal, decidió visitar Jerusalén. Aunque esperaba ser bien recibido, no
esperaba que lo aplaudieran y agasajaran con una lluvia de júbilo y gratitud.
Empezaron las negociaciones con el duro Menajem Beguin y, en menos de un
año, se firmó la paz entre ambos países. A cambio de la paz, Beguin aceptó
entregar hasta el último grano de arena del desierto del Sinaí. Y no sólo arena:
entregó aeropuertos, pozos de petróleo, rutas, centros turísticos y hasta ordenó la
evacuación de la populosa ciudad de Yamit, construida entre Gaza y el Sinaí, para
que nada de Israel permaneciera en territorio egipcio. El encargado de evacuar
por la fuerza a los colonos judíos fue Ariel Sharón. Este general no imaginaba
que, mucho después, debería repetir el operativo en la Franja de Gaza. Con esta
cesión de tierras equivalentes a casi tres veces el tamaño de Israel, caía la
acusación de su vocación expansiva, por lo menos entre quienes piensan con
lógica. Por supuesto que esta paz fue duramente condenada por todos los demás
países árabes.
En el tratado con Egipto, Israel prometió la autonomía de los árabes que
habitaban Gaza y Cisjordania. Autonomía significaba otorgarles el manejo de todas
las áreas, menos la defensa y las relaciones exteriores. Es decir, no llegaban a la
independencia ni a la soberanía. Así lo entendió Beguin, pero seguramente Sadat
pensaba que la autonomía conduciría, de forma inexorable, a la independencia. La
idea de los dos Estados que viven y prosperan uno al lado del otro, que nació
en la saboteada partición de 1947, resucitaba con fuerza. Gracias al contacto
directo con los israelíes, que resultaba inspirador, los árabes de Palestina tomaron
conciencia de su identidad nacional y se aplicaron a la conformación de una
narrativa que les otorgase respaldo.
50
Conflicto de Gaza
Brebe historia de
Israel y Palestina
2° Parte de la historia de Israel y Palestina
Primera Guerra
mundial
Guerra de los seís dIas
1967
1973 Guerra de Yom kippur
Un grupo de soldados Egipcios
plantan su bandera en
Sinaí
1979: Paz entre Israel y
Egipto
1982:Israel invade el
líbano
1987:Intifada Palestina
1991: cumbre de
madrid
1992: Los acuerdos de
Oslo
2000: Segunda Intifada
La polémica de Sharon
Preguntas para
entender por qué pelean
Israelíes y palestinos
1920-1948 Mandato Británico
España- Israel
1977:El surgimiento
de la derecha Israelí
El nuevo Gobierno
encabezado, por
Manachem
Los nacionalism
os Judíos
La presencia Judia en
tierra santa
Los árabes tardaron
tomar conciencia
de su propia identidad
51
año Número de muertes Israelíes
2001 187
2001 17
2001 2
2002 337
2002 71
2002 9
2003 147
2003 32
2003 4
n° muertes
n° muertes2
n muertes
0
50
100
150
200
250
300
350
2001 2002
2003
187
337
147
17
71
32
2 9 4
n° muertes
n° muertes2
n muertes
52
n° muertes … n° de muertes …
n° de muertes … n° de muertes … n| de muertes …
0
50
100
150
200
250
300
350
400
450
500
148
500
403
350 358
43 40
65 58
18
52
21
31 53
24
n° muertes palestinas
n° de muertes palestinas
n° de muertes palestinas2
n° de muertes palestinos
n| de muertes palestinas
2001 148
2001 350
2001 40
2001 18
2001 31
2002 500
2002 35
2002 65
2002 52
2002 53
2003 403
2003 43
2003 58
2003 21
2003 24
53
Conclusión:
El conflicto de Franja de gaza que involucra a los Israelíes y palestinos ha tenido
por muchos años trágicas consecuencias cobrando muchas vidas humanas día
tras días de dicho conflicto, disputando lugares que ambos no lo tienen claro.
Cómo por ejemplo: la división de Jerusalén ya que ambos creen que les
pertenece y ha sido un motivo de conflicto y lo seguirá siendo ya que Israel
dice que allí será construida la ciudad santa de Dios y cómo bíblicamente ellos
son el pueblo escogidos por Dios ellos serán quienes la construyan.
Hasta ahora Jerusalén está dividida en Jerusalén oriental y occidental pero
también existen grupos terroristas quienes se encargan de cada día buscar nuevas
estrategias para no terminar este conflicto y no dejar vivir en paz principalmente
a Israel ,cómo el grupo Hamas que apoya a los palestinos. Sí estamos lejos de
pensar que entre estos territorios algún día llegarán a encontrar la paz lo que sí
puedo decir que Israel siendo un país pequeño a ganado muchas guerras y
recuperado territorios que antes le pertenecieron y lamentablemente no tengo una
visión optimista de que estos países llamémoslo así aunque palestina no tiene aún
en este siglo un estado independiente consigan vivir la paz tan anhelada y
deseada por todo el mundo.
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