6000 AÑOS DE CAUTIVERIO
(EL NUEVO ORDEN MUNDIAL)
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6000 AÑOS DE CAUTIVERIO
(EL NUEVO ORDEN MUNDIAL)
MANUEL J. MACHADO
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Este libro no podrá ser reproducido, ni total ni parcialmente, sin el previo per-
miso escrito del editor. Todos los derechos reservados
Título original: 6000 AÑOS DE CAUTIVERIO (El nuevo orden mundial)
Autor: Manuel J. Machado
Idioma: Castellano
Ilustración de la portada: Cuadro de una exposición que Manuel J. Machado
hizo en Suecia, en 1985, titulado: “Espíritu Libre”.
Editado por: Bubok Publishing S.L.
Depósito Legal: M-26640-2010
ISBN: 978-84-9916-747-3
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Para mi familia,
para mis amigos,
para todos aquellos que tienen fe y
creen que es posible crear un mundo mejor,
una vez más.
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“En el país de los ciegos el tuerto es el rey.”
Erasmo de Rotterdam.
“Un país sin ceguera es más próspero que otro con un rey tuerto.”
Legado de Phyribunoski. Sabiduría 1: 1. P. 725
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ÍNDICE
PÁGINAS
Sobre el autor 13
Prólogo del autor 17
CAPÍTULOS
1 Phyribunoski 21
2 Ariel 25
3 Mats Dalhberg 45
4 Un mal presagio 49
5 Un suicidio enigmático 57
6 El secreto de Mats Dalhberg 75
7 El cofre 107
8 Desaparecidos 117
9 Sincronización (ingeniería genética, telepatía
entre células y entre átomos) 145
10 Ataque por sorpresa 169
11 El Legado de Phyribunoski 175
12 Los judíos 209
13 La espiritualidad universal 273
14 Un encuentro inesperado 303
15 El nuevo orden mundial 329
16 Atrapados 397
17 Dolores de parto (los cimientos del mundo
actual se tambalean) 433
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PRÓLOGO DEL AUTOR
Hemos descifrado nuestro código genético.
Ahora urge descifrar el código espiritual.
La deslumbrante cultura occidental está adueñándose del planeta
a pasos agigantados y a los países que quieren prosperar, no les
queda otra alternativa que subirse al carro del todopoderoso <<dios
dinero>>, tirado por el Vellocino de Oro y con los apóstoles de la
Globalización llevando las riendas.
Sin embargo, esos avances tan prometedores de bienestar y
prosperidad tienen un lado obscuro: a largo plazo significa una gra-
ve amenaza para la libertad física y espiritual de todos, incluso para
las dinastías dominantes del futuro.
Este peligro no pasa desapercibido para la mayoría, que no está
de acuerdo con ese futuro que nos aguarda a la vuelta de la esquina
y prefiere que evolucionemos hacia una sociedad mundial más libre
de pensamiento, sobretodo, más justa y equitativa para todos, pero
hay un poder oculto que está haciendo todo lo posible para que eso
no ocurra.
El problema que arrastramos radica en que “un pueblo ignorante
elige líderes ignorantes”. Un sistema político, social y espiritual
que nos lleva al mayor de los apocalipsis hasta ahora conocidos. En
cambio, tenemos otra alternativa poco conocida: descifrar el código
espiritual. Los conocimientos que encierra este código nos lleva a
un futuro de esplendor sin precedentes en la historia de la humani-
dad, tanto en el bienestar y el libre albedrío, como en las ciencias
físicas y en la espiritualidad universal aséptica.
¿Por qué es importante descifrar el código espiritual antes de
instalar el nuevo orden mundial?
Por norma, los grandes genios no lo fueron ni lo son porque sus
padres lo fuesen, a pesar de que pueda darse el caso. Sólo tenemos
que revisar las biografías de los que han pasado a la Historia y en-
contraremos infinidad de personajes como Buda, Jesucristo, Ma-
homa, Platón, Leonardo da Vinci, Beethoven, Einstein, Picasso...
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La lista de biografías es tan larga, que no bastarían las páginas de
una gran enciclopedia.
No. Por supuesto que no es la herencia genética de nuestros pa-
dres y la educación que recibimos, lo que determina si llegaremos a
ser inmortalizados en la historia de la humanidad como grandes
genios y buenas personas, o por el contrario como malvados.
Esta incógnita siempre nos ha llevado a formular una pregunta
inquietante: ¿Por qué en una familia cualquiera puede nacer un
líder religioso, un gran científico, un artista, un bondadoso, un ava-
ricioso o un malvado como Hitler? Por la herencia genética y la
educación, como dije antes no es.
La respuesta a la diferencia en inteligencia y a la inclinación
innata en las personas para hacer el bien o el mal se encuentra en el
código espiritual, que poco o nada tiene que ver con el código
genético. Ahora bien, al estar el código espiritual influenciado, so-
bretodo, por la educación y la enseñanza, es de suma importancia
saber cómo y en qué medida interactúan.
Desde hace 6000 años hasta que se estableció la democracia
moderna en Occidente, siempre ha habido sabios que conocían par-
tes del código espiritual antes mencionado, pero los regentes, con la
ayuda de la religión de turno, en lugar de otorgarle reconocimiento
y darle vigencia oficial al nuevo saber para el bien de los demás,
persiguieron a muerte a los sabios y ocultaron sus conocimientos.
Sin embargo, aunque ya hace tiempo que no se queman en la
hoguera a sabios heterodoxos, el poder que nos gobierna desde las
sombras sigue haciendo lo posible para evitar que esos conocimien-
tos salgan a la luz y los ciudadanos empiecen a exigirle a los go-
bernantes respuestas a preguntas muy comprometedoras.
Lo que los gobernantes y el poder oculto que desde las sombras
mueven los hilos del destino de la humanidad no llegaron saber en
los milenios trascurridos fue que todos ellos eran, y siguen siendo
en la actualidad, las marionetas de otro Poder superior, que los vie-
ne usando con el único propósito de evitar que nosotros mismos
nos liberemos de una esclavitud en forma de cárcel sin rejas.
Sin embargo, a principios de 1900, por primera vez en la histo-
ria de la humanidad, se descubrió la anatomía de dicha cárcel y se
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dieron los primeros pasos para buscar la forma de liberarnos. Pero,
lamentablemente, la investigación quedó paralizada por las dos
guerras mundiales y los conocimientos quedaron en el olvido, hasta
que en 2006 cayeron en mis manos por casualidad, cuando sé por la
experiencia que la casualidad no existe.
Creo que Obama dijo algo así como que “entre todos lo pode-
mos conseguir si queremos”, quedando como eslogan el famoso:
“¡Yes, we can!” Y en eso estoy de acuerdo, pero sospecho que no
será como él se piensa, aunque puedo estar equivocado. De lo que
no tengo la menor duda es que el nuevo orden mundial que se ave-
cina se basará en principios morales y éticos universales que toda
persona de buena voluntad reconocerá de inmediato.
Vivimos en un período de la Historia que es crucial y durante
dos o tres generaciones más seguiremos sufriendo más inestabili-
dad política, monetaria y religiosa, pero también se introducirán
grandes cambios, unos más acertados que otros, hasta que encon-
tremos la forma de salir del infierno en que estamos confinados.
Manuel J. Machado
NOTA IMPORTANTE
Es aconsejable leer todo el libro para hacerse una idea más global
del tema judío, ya que aparecen en posteriores capítulos.
Para contactar con la editorial, escriba en Google: “6.000 AÑOS
DE CAUTIVERIO (El nuevo orden mundial)”.
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CAPÍTULO 12
LOS JUDÍOS
Al día siguiente, todos estaban reunidos en el salón principal,
esperando a que viniera M.J.
-Buenos días –los saludó M.J., al entrar-. Antes de comenzar
con la primera parte del Legado de Phyribunoski sobre la influencia
negativa que los judíos internacionales han tenido en la historia de
la humanidad, os voy a explicar por qué excomulgaron a Phyribu-
noski y lo persiguieron a muerte –les dijo mientras ponía en orden
el material que se había traído-. Phyribunoski era filósofo e histo-
riador, que recopiló lo más importante de los Congresos sionistas y
en secreto, sin revelar su identidad, los dio a conocer con el nombre
de “Protocolos de los Sabios Ancianos de Sión” en Rusia, donde
fue consejero secreto del zar Nicolás II. Cuando años después los
judíos internacionales supieron que Phyribunoski era el que estaba
detrás de los “Protocolos” y que había escrito un Legado, donde
describía con detalle los “Protocolos” y aportaba soluciones viables
para todos, judíos y el resto de la humanidad, lo excomulgaron y
pusieron precio a su cabeza. Los “Protocolos de Sión” y las ense-
ñanzas del Legado de Phyribunoski eran como la pólvora y el fue-
go. Mientras estuvieran separados no había peligro pero si se unían
en una publicación internacional causarían una explosión. O sea, el
fin del estado de acontecimientos que vienen azotando sin piedad a
la Humanidad, al ser descubiertos los tejemanejes de los culpables
y proporcionando la solución final a los problemas de convivencia
que arrastramos durante milenios –informó M.J.
-Si el Legado de Phyribunoski también se hubiese divulgado
junto con los “Protocolos” –intervino John-, es muy probable que
se hubiera evitado la Segunda Guerra Mundial, en la que entrega-
ron sus vidas millones de persona en la flor de la vida por el impe-
rio capitalista de los judíos internacionales, que anhelaban la hege-
monía mundial para su raza esclavizando al resto de la Humanidad.
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-¿Por qué no divulgó Phyribunoski su Legado junto con los
“Protocolos”? –preguntó a M.J. Sergio Manases, argentino.
-Urgía hacer saber al mundo el peligro inminente en que se en-
contraba y por eso dedicó Phyribunoski todos sus esfuerzos en re-
copilar toda la información posible de los Congresos sionistas, en
los que los sabios ancianos exponían su programa milenario. Años
después, cuando su Legado ya estaba acabado fue demasiado tarde;
los judíos internacionales estaban alertados e hicieron todo lo posi-
ble para evitar su divulgación. John, ¿sabes tú algo de esos “Proto-
colos”? –le preguntó M.J.
-Sé que una copia del original de los “Protocolos” se entregó al
Museo Británico de Londres en agosto de 1906 y si mal no recuer-
do, creo que fue en 1919 cuando un Ministerio de Gracia y Justicia,
por orden expresa de Su Graciosa Majestad, mandó hacer investi-
gaciones sobre los “Protocolos” y que fueron publicados en Ingla-
terra por la casa editorial oficial Eyre & Spottiswoode. Esos “Proto-
colos”, en forma de apuntes a mano y sin nombre de autor, se sigue
creyendo que datan de 1896, año en que Theodor Herzl hizo refe-
rencia a ellos en el Congreso mundial sionista que se celebró en
Basilea, Suiza. Yo leí el original y una versión que publicó el ca-
tedrático ruso Nilus en 1905, que intentó ampliar los “Protocolos”
por los acontecimientos que en aquel entonces ocurrieron en Rusia
y que ya estaban vaticinados en el original de 1896. Pero el ca-
tedrático Nilus no dijo de quién era el original –respondió John.
-Ahora sabemos que el autor del original de los “Protocolos” fue
Phyribunoski y es muy probable que Nilus fuese uno de sus discí-
pulos secretos –opinó M.J.
-Es muy probable que Nilus fuera uno de los discípulos de Phy-
ribunoski –argumentó John-. Sin embargo, las versiones que yo leí
de los “Protocolos” y las interpretaciones que se publicaron en Oc-
cidente, sobretodo, en los Estados Unidos de Norteamérica, no
aportaron soluciones viables, como lo hace Phyribunoski en su Le-
gado; motivo por el cual no pudo evitarse la Primera y la Segunda
Guerra Mundial, que fueron causadas por los judíos internacionales
para confundir las masas y desviar la atención de los “Protocolos”.
Ahora se me acaba de refrescar la memoria y me acuerdo de algo
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espeluznante sobre los “Protocolos”. Creo que fue en 1919 ó 1920
cuando se hizo público en todo Occidente el último objetivo de los
“Protocolos”, que consistía en socavar todo orden humano y toda
constitución de Estados para erigir un nuevo orden, basado en un
régimen mundial totalitario con un rey judío en el trono de David
cuando construyeran el tercer templo en Israel –concluyó John.
-Señor. ¿Fue el totalitarismo déspota de Hitler parte del plan
judío para hacerse con la hegemonía mundial? –Preguntó el ir-
landés Brian Riff a M.J.
-Hitler y sus dirigentes tuvieron que leer los “Protocolos” y todo
lo que se publicó de ellos –respondió M.J.-. Aquí hay algo que no
tiene sentido. Tanto Hitler como su Estado Mayor no eran tan des-
cerebrados como para no comprender que una guerra mundial per-
judicaría a todas las Naciones implicadas, incluso a la propia Ale-
mania aunque saliera victoriosa, y sólo favorecería a los financieros
judíos. El error que cometió Hitler fue que en la situación de poder
que Alemania se encontraba, en lugar de recuperar las colonias
perdidas y firmar acuerdos de paz y colaboración con los demás
países, el muy idiota les declara la guerra, cuando en principio lo
tenía todo ganado.
-¿Por qué no lo hizo, cuando tenía todas las de ganar y nada que
perder? –preguntó Carl Nurk, letón.
-Los financieros judíos se opusieron a una paz en Europa porque
significaría su ruina. La guerra, en cambio, obligaría a todas las
Naciones implicadas a endeudarse con ellos con los préstamos de
Estado para el pertrecho militar, aunque en la Segunda Guerra
Mundial, como sucedió en la Primera, significara sacrificar las vi-
das de muchos de los suyos –respondió M.J.-. Tanto Hitler como su
Estado Mayor y los de la SS, fueron conducidos como borregos al
matadero por la propaganda judía, dejando a Alemania en la ruina
total, y quedando los judíos como los pobres inocentes que pagaron
las consecuencias de unos locos alemanes racistas, que promulga-
ron el odio contra todos los judíos en Europa para exterminarlos.
Esto hizo que quedaran encubiertos e inalcanzables los banqueros
judíos. Un plan diabólicamente genial, al conseguir los judíos en-
gañar incluso a los suyos, porque después de la Segunda Guerra
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Mundial, nadie se volvió a meter con ellos al conseguir en 1948 su
Estado Israel en la Palestina. Desde entonces hasta ahora, la propa-
ganda judía se ha encargado de dejar marcado a sangre y juego en
la Historia lo ocurrido, para desviar la atención de lo que realmente
sucedió. La situación después de la Segunda Guerra Mundial fue la
siguiente: Todos los países implicados en la conflagración queda-
ron endeudados con los banqueros judíos y en la actualidad les si-
guen pagando los intereses de los préstamos de Estado. Esta jugada
maestra era la que les faltaba a los judíos internacionales para tener
a Occidente bien cogido de las pelotas con deudas que nunca con-
seguirían pagar, porque se encargaron de ir creando más crisis
económicas, para que los gobernantes de turno se vieran obligados
a seguir tomando más empréstitos y aumentando las deudas de Es-
tado. Cosa que ha sucedido, pero que ningún político dice la verdad
que subyace detrás de esas deudas, argumentando que son présta-
mos que el Estado ha tomado del Fondo Monetario Mundial o del
Banco Mundial de Crédito para el desarrollo, dando a entender que
“las deudas nacionales redundan en beneficio de la economía na-
cional” y que son necesarias para mantenerse en el furgón de cabe-
za. En otras palabras, si quieres prosperar tienes que endeudarte
con los financieros judíos hasta las cejas y empeñar hasta los cal-
zoncillos que llevas puestos. Recuerdo cuando el entonces Presi-
dente español José María Aznar dijo que había conseguido dejar a
cero las deudas de Estado que tenía España. Todos los españoles se
pusieron contentos, hasta yo. Lo que ninguno sabíamos era que se
refería a réditos atrasados, pero que había que seguir pagando in-
tereses a los banqueros judíos por el dinero prestado. Otro detalle a
tener en cuenta es que después del holocausto judío hasta ahora, en
ningún medio de comunicación se habla de aquel poder financiero
judío. Ni un solo comentario. Ni siquiera una sola palabra de aque-
llos judíos internacionales ni de cómo consiguieron sus fortunas y
para qué las usaron. La situación actual es exactamente la misma
que después de la Primera Guerra Mundial, cuando nadie se atrevía
a pronunciar abiertamente o publicar la palabra ¡judío!, con todas
sus consecuencias. Había un miedo lleno de rencor y odio encu-
bierto hacia el judío, que en 1920 se rompió en Norteamérica y el
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continente europeo con publicaciones en la prensa. Pero como to-
dos sabemos ahora gracias Phyribunoski, después de la Segunda
Guerra Mundial el control absoluto de los banqueros judíos de to-
dos los medios de comunicación estranguló la verdad y ya nadie se
acuerda. La pregunta es: ¿Cuándo vendrá la próxima crisis econó-
mica para que los Gobiernos occidentales se vean obligados a to-
mar más empréstitos para paliarla? Gracias al Legado de Phyribu-
noski, ahora comprendo que la próxima crisis será de carácter in-
mobiliario, empresarial y bancario. Esto lo digo porque los bancos
no judíos están inusualmente ofreciendo grandes cantidades de di-
nero para la hipoteca de la vivienda y nuevos proyectos industria-
les, tanto públicos como privados. Y si es como dice Phyribunoski,
la crisis empezará en Estados Unidos y se propagará por toda Eu-
ropa, afectando a los demás países de Oriente Medio, el Lejano
Oriente y el continente africano –concluyó M.J.
-Hay que ver lo que uno aprende leyendo el Legado de Phyribu-
noski –reconoció el alemán Manfred Bawer-. La propaganda or-
questada de seis millones de judíos inocentes gaseados en las <<du-
chas>> con el gas Zyklon B, sólo sirvió para que Alemania, además
de estar ya endeudada con los judíos financieros por los emprésti-
tos, al perder la guerra, en los juicios de Nuremberg fue condenada
a pagarle al Estado de Israel enormes sumas de dinero por los seis
millones de judíos civiles asesinados, cuando Phyribunoski dice
que ya por aquel tiempo, hasta 1924, los judíos estaban emigrando
en masa al continente americano, pero no como judíos sino como
ciudadanos de sus respectivos países con nombres y apellidos cam-
biados, para ocultar su origen judío. Esto de cambiar los apellidos,
dice Phyribunoski que es frecuente entre los judíos por ser perse-
guidos. Nunca se sabrá cuántos judíos quedaron en Europa cuando
estalló la Segunda Guerra Mundial, pero según la afluencia al con-
tinente americano, como máximo no llegaría al millón. De lo que
no me cabe duda ahora es que Hitler y todo su Estado Mayor fue-
ron engañados para realizar el plan judío.
-En eso estamos todos de acuerdo, Manfred –constató M.J.-.
Phyribunoski dice que uno de los problemas es el poder que da la
riqueza del oro como moneda de cambio y hasta que el sistema no
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se erradique dándole al oro el valor real que tiene su uso como me-
tal en la industria, los judíos internacionales seguirán siendo los
amos del mundo.
-Cuando yo era agente –intervino John-, me intrigaba lo del oro
nazi, que le robaron a los judíos. Investigué el tema y según la in-
formación disponible más los libros que se habían publicado, todo
indicaba que se trataba de miles de toneladas de oro que los nazis
se apropiaron como botín de guerra de los países que invadieron,
dando a entender que la mayor parte de ese oro era judío. Sin em-
bargo, al leer lo que dice Phyribunoski al respecto, se descubre la
trama que urdieron los judíos internacionales. Veinte años antes de
la Segunda Guerra Mundial, los judíos internacionales y los más
ricos de la clase media empezaron a emigrar a Norteamérica y a
Sudamérica, y como era de suponer, se llevaron consigo su oro y
demás bienes materiales. Esto da a entender que las más de 12.000
toneladas de oro requisadas por los nazis como botín de guerra, la
mayor parte no podía ser de los pocos judíos más pobres que que-
daron en los países europeos invadidos y que muchos de ellos ter-
minaron en las cámaras de gas de los nazis. Lo que se sabe del oro
nazi es que cuando el nazismo de Hitler vio que su hegemonía es-
taba llegando a su fin, envió el oro a diferentes partes del mundo, a
saber: a Norteamérica, Sudamérica, Inglaterra y Suiza. Suiza y el
Vaticano en Roma, como también Interpol, jugaron un papel impor-
tante en la emigración clandestina al continente americano de nazis
perseguidos por crímenes de guerra, usando para el traslado de per-
sonas y del oro, las llamadas “Ratlines” (rutas de las ratas),
quedándose Suiza con una parte importante del oro, que se supone
estará en los sótanos de los bancos suizos durmiendo el sueño de
los justos. Lo que no sé es hasta qué punto el sistema bancario sui-
zo está controlado por los judíos internacionales o si son ellos los
verdaderos dueños en las sombras –aclaró John.
-¿Qué es eso de las “Ratlines”? –le preguntó M.J.
-Las “Ratlines” era una red secreta del Tercer Reich y del Esta-
do Vaticano –respondió John-. Vías de escape que en la Segunda
Guerra Mundial fueron utilizadas para la evasión de criminales de
guerra nazis y para la filtración del tesoro del Tercer Reich. Interpol
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también contribuyó en la protección de criminales de guerra nazis.
Uno de los casos más conocidos fue el del criminal de guerra nazi
Klaus Barbie, que en Bolivia, con la ayuda de Interpol, desarrolló,
entre otras actividades, el tráfico internacional de cocaína. Interpol,
además, también estuvo envuelta con la CIA en el tráfico de narcó-
ticos. Uno de los casos más sonados fue el del dictador de Panamá
Manuel Noriega en 1987, al que el entonces Secretario General de
Interpol Raymond Kendall, le otorgó una placa conmemorativa por
su lucha contra el narcotráfico, cuando justamente antes, Noriega
estaba acusado en Norteamérica de ser el mayor traficante interna-
cional de narcóticos –concluyó John.
-No sabía que Interpol estuviera vinculada al nazismo –dijo M.J.
sorprendido.
-Conozco la historia de Interpol cuando estaba bajo el dominio
Nazi –anunció John-. Al invadir los nazis Austria el 12 de marzo de
1938, Heinrich Himmler se nombró a sí mismo Presidente de Inter-
pol. Desde 1938 hasta finalizar la Segunda Guerra Mundial, los
Presidentes nazis de Interpol fueron: el coronel de la Gestapo Otto
Steinhäusl, Heydrich Reinhard, conocido con el sobrenombre “the
Hangman”, y Ernst Kaltenbrunner. El primer Presidente de Interpol
de la posguerra fue el colaborador nazi Florent Louwage.
-Me gustaría que los periodistas de investigación indagaran en
eso que has dicho y publicaran sin tapujos lo que descubran, lla-
mando a cada cosa por su nombre –comentó M.J.-. En Europa, so-
bretodo en España, hay varios periodistas de investigación hetero-
doxos que están interesados en este tema y es posible que cuando
lean mi libro, se interesen y empiecen a escarbar en esa cenagosa y
pestilente masa de conspiraciones, que a mí me revuelve el estó-
mago con sólo pensarlo.
-Siempre creí que el mejor sistema político era el que estaba
basado en una Constitución democrática capitalista, pero estaba
equivocado, al basarse el poder en el sistema judío de la riqueza del
oro –Expuso Ben Carrigan, estadounidense, de raza negra.
-Así es, Ben –constató M.J. y añadió-: Según Phyribunoski,
Alaska fue comprada por un judío al zar de Rusia Alejandro II en
1867 por siete millones doscientos mil dólares oro. Por lo que el
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territorio, con sus yacimientos petrolíferos y minerales, entre ellos
el codiciado oro, según lo que pienso, no debería pertenecer a los
Estados Unidos. Nadie vende la gallina de los huevos de oro, cuan-
do menos un judío.
-Eso que usted ha dicho –intervino Ben Carrigan-, al leerlo en el
Legado de Phyribunoski, me causó gran confusión porque todos los
que estudiamos nuestra Historia aprendimos que Alaska la compró
los Estados Unidos al zar Alejandro II y que fue el Secretario de
Estado William H. Seward el encargado de efectuar la compara con
un cheque que todos hemos visto en fotos y también en Internet. Lo
siento, señor, pero tengo que hacerle una pregunta: ¿Es fiable lo
que dice Phyribunoski de que fue un judío el que compró Alaska?
-Comprendo tu reacción, Ben, la Historia oficial que nos han
enseñado está llena de mentiras. Lo que sí te puedo decir es que
Phyribunoski, para mí fue un personaje honesto y que además esta-
ba muy bien informado por ser historiador. El caso de Alaska se
asemeja al que cuenta la historia española de que fue la reina Isabel
la que costeó el viaje de Colón, empeñando sus joyas; y el Secreta-
rio de Estado William era el testaferro que entregó el cheque en
nombre de los Estados Unidos, pero el dinero lo puso un judío. El
hacerlo de esta forma se debe a que los judíos nunca han estado
interesados en explotar las materias primas de los territorios, aun-
que fuesen suyos, lo que hacían era arrendarlos a los Estados para
que los explotaran y ellos se llevaban la parte más jugosa de las
ganancias, limpias de polvo y paja. Esto se debe a que el judío,
según nos muestra la Historia, por norma es recolector, no produc-
tor, y se dedica al comercio haciendo de intermediario, y si está en
la situación de poder como los banqueros internacionales, se dedica
a hacer dinero de dinero, como también hacen otros banqueros que
no son judíos. De todos modos, lo de Alaska lo dejo en manos de
los periodistas de investigación –aclaró M.J.
-¿Qué judío pudo ser el que compró Alaska? –preguntó John.
-No lo sé –respondió M.J.- porque Phyribunoski sólo lo comen-
ta como una simple anécdota y no le da importancia, pero por aquel
tiempo, los judíos que disponían de esa fortuna no podían ser otros
que el patriarca Rothschild o tal vez alguno de los Schiff o los Spe-
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yer. Siempre se ha dicho que los Estados Unidos de Norteamérica
tiene las mayores reservas de oro del mundo y que es el país más
rico, pero sabiendo cómo son los judíos, yo lo dudo. Según Phyri-
bunoski, en la década de los veinte, los judíos internacionales esta-
ban preparándose para la venidera Segunda Guerra Mundial que
habían planeado y trasladaron de Europa a Norteamérica todo su
oro. Como podéis comprender, ese oro no pertenecía a Estados
Unidos, que estaba tan pobre y arruinado como cualquier otro Es-
tado, pertenecía a los judíos internacionales, que lo prestaban a los
Estados Unidos a cambio de rentas, pero, siempre y cuando el sis-
tema político norteamericano, no se entrometiera en sus <<negocios
prestamistas>> y las internacionales <<deudas de Estado>>. Esa era
la situación que Phyribunoski describe después de la Primera Gue-
rra Mundial y no creo que las cosas hayan cambiado mucho desde
entonces –finalizó M.J.
-¿Puede explicarnos lo que Phyribunoski comenta de Colón y el
descubrimiento de América, y que no fue la reina Isabel la que em-
peñó sus joyas para costear el viaje de Colón? –preguntó Abdul.
-Sería una historia muy romántica si fuese cierto que la reina
Isabel empeñara sus joyas para costear el viaje, pero según Phyri-
bunoski la verdad es otra muy distinta –respondió M.J.-. En la Cor-
te Real tuvieron un papel decisivo tres “marranos”, tres judíos se-
cretos: Luis de Santángel, gran comerciante valenciano y arrendata-
rio de las contribuciones reales; su pariente Gabriel Sánchez, teso-
rero real, y el amigo de ambos, el camerlán Juan Cabrero. Es cierto
que la reina Isabel iba a empeñar sus joyas privadas para costear la
expedición de Colón, pero fue Santángel el que solicitó y obtuvo el
permiso para adelantar él mismo el dinero necesario, que fueron
unos 17.000 ducados, y es más que probable que el préstamo exce-
diera de los gastos efectivos de la empresa. Junto con Colón se em-
barcaron, que se sepa, cinco judíos: Luis de Torres, como intérpre-
te; Marco, como cirujano; Bernal, como médico; Alonso de la Calle
y Gabriel Sánchez. Otro detalle es que las cartas de navegación y
los instrumentos astronómicos provenían de judíos. Luis de Torres
fue el primero que pisó tierra americana y el primero en compren-
der el empleo del tabaco. Se estableció en Cuba y en la década de
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1920 se le consideraba el patriarca del dominio judío sobre la in-
dustria tabaquera mundial –remató M.J.
-Perdone, señor, pero hay algo que no encaja en lo de Luis de
Torres como intérprete –intervino el ruso Bladomir Bresnewiek-.
Me refiero a que es imposible saber el idioma o idiomas de una
tierra desconocida, a no ser que hubiera tenido contacto con algún
indígena traído a Europa.
-No sé qué idiomas sabría ese tal Luis de Torres para ir de intér-
prete. Eso lo dejo en mano de los periodistas de investigación –res-
pondió M.J.
-¿Vamos a tratar, punto por punto, todo el tema de los judíos
internacionales? –preguntó el holandés Andrik Rongel.
-Para actualizar lo que Phyribunoski dice de ese reducido grupo
de judíos internacionales que poseen las mayores fortunas del
mundo, no es conveniente; eso lo dejo en manos de los periodistas
de investigación. Para nosotros es suficiente con comparar las acti-
vidades de los personajes judíos más relevantes entre 1890 y 1924,
año cuando Phyribunoski desapareció sin dejar rastro, aunque
según las investigaciones de mi difunto amigo Mats Dalhberg, se
cree que sus restos mortales se encuentran en algún cementerio de
Norteamérica, probablemente en Carolina del Sur. Aquí tengo una
lista de esos nombres y los puestos que ocuparon –dijo M.J. mos-
trando su ordenador portátil-. Antes de comenzar con este escabro-
so tema que me revuelve el estómago, se dice que lo que dio origen
a los “Protocolos de Sión” se debió a un folleto que el abogado Joly
escribió en 1864 contra Napoleón III, pero esas notas no revelaron
punto por punto el internacional programa económico, político y
social del judaísmo, que al descubrirse los planes de su raza mos-
traba la “causa” cuyo “efecto” era el estado del mundo occidental y
que condicionó el de los demás países del Medio y el Lejano Orien-
te, al sentirse presionados por un capitalismo despiadado que arro-
llaba todo a su paso. Un capitalismo materialista muy goloso que
alucinó a todos por no prever las consecuencias a largo plazo. Em-
pecemos por Alemania, cuando pasó del antiguo al nuevo régimen.
Os pongo en la pantalla grande lo que Phyribunoski dice al respec-
to:
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En el Gobierno de los 6, que usurpó el Poder Imperial, predominó la influencia de los judíos Haase y Landsberg. Haase dirigía los asun-tos exteriores y fue asistido por el judío Kautsky, de origen checo, que en 1918 ni siquiera tenía la nacionalidad alemana. El judío Schif-fer ocupó el Ministerio de Hacienda, teniendo como subsecretario al judío Bernstein. En el Ministerio de la Gobernación mandaba el judío Preuss, con la ayuda de su amigo y paisano Freund. El judío Fritz Max Cohen, ex corresponsal en Copenhague del diario pan-judío “Frankfurter Zeitung”, ascendió a jefe supremo del servicio oficial de información.
-Tal agrupación de judíos <<prominentes>> tuvo una segunda
parte en el Gobierno prusiano. Os lo pongo en la pantalla –dijo
M.J.
Los judíos Hirsch y Rosenfeld presidieron el Gabinete, ocupando Hirsch la cartera de Gobernación y encargándose Rosenfeld del Mi-nisterio de Gracia y Justicia. El judío Simón fue nombrado secretario de Estado en el Ministerio de Hacienda, llegando este Ministerio a estar en su totalidad repartido entre judíos. El judío ruso Futran, en colaboración con el judío Arndt, fue nombrado director de Enseñan-za. El judío Meyer-Gerhard fue director del Negociado de las Colo-nias, mientras que el judío Kastenberg fue director del Negociado de Letras y Artes. El Ministerio de Fomento lo ocuparon el Doctor Hirsch y el Doctor Stadthagen. El hebreo Cohen fue Presidente del Consejo de Obreros y Soldados. En esta nueva institución ocuparon altos cargos los judíos Stern, Herz, Loewenbeg, Frankel, Israelowitz, Lau-benheim, Katzenstein, Laufenberg, Heimann, Schlesinger, Merz y Weyl. El judío Ernst fue nombrado jefe de la Policía de Berlín, en el mismo puesto en Fráncfort del Main se puso al judío Sinzheimer, y en Essen al judío Lewy. En Münich se nombró así mismo Presidente del Estado de Baviera el judío Eisner, nombrando a su ministro de Hacienda al judío Jaffe. Industria, comercio y tráfico en Baviera lo di-rigía el judío Brentano. Los judíos Talheimer y Haiman ocuparon altos cargos en los Ministerios de Würtemberg, mientras que el judío Fulda
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gobernaba en Hessen. En la Conferencia de la Paz, además de dos plenipotenciarios alemanes judíos, abundaban judíos adláteres y pe-ritos, tales como Max Warburg, Doctor Strauss, Merton, Oscar Op-penheimer, Doctor Jaffe, Deutsch, Brentano, Bernstein, Struck, Rat-henau, Wassermann y Mendelssohn-Bartholdy.
-Todos estos nombres que habéis leído del Legado de Phyribu-
noski son sólo los más relevantes –prosiguió M.J.- y la proporción
de judíos en las delegaciones de los otros Gobiernos en la Confe-
rencia de la Paz no difería mucho del de Alemania. Esta manifesta-
ción pública de la influencia judía en Alemania nunca antes había
sucedido, al actuar los judíos siempre a la sombra del poder de tur-
no, entre bambalinas. El motivo de actuar de esa forma, mostrando
abiertamente su poderío, se debió a que pensaban que había llegado
la hora de demostrar a las Naciones de la Conferencia de la Paz que
ellos estaban más cualificados y mejor preparados como Nación
para tomar las riendas del Poder en Occidente, cosa que era muy
cierta, a pesar de que para los occidentales significaba cambiar los
opresores de sus respectivos países por otros que no eran de su raza
ni creencia religiosa. Dicho de otro modo: “Los mismos perros con
distintos collares”. Todo indicaba que los judíos lo iban a conseguir
sin mayor esfuerzo, pero como siempre les ha sucedido a lo largo
de la Historia, al poner la última piedra en el arco de triunfo, todo
el edifico se venía abajo y tenían que empezar de nuevo. Después
de la Primera Guerra Mundial, cuando todo indicaba que la resolu-
ción final de la hegemonía mundial judía estaba a punto de reali-
zarse de forma definitiva, ellos no contaron con lo impensable: la
divulgación de “los Protocolos de Sión”, en los que Phyribunoski
revelaba sus verdaderos planes ocultos de la dominación del mundo
civilizado. Un plan basado en la esclavitud de los que no son de su
raza y creencia religiosa. Este descubrimiento creó un odio aún más
acentuado contra los judíos del que ya existía. Los judíos se encon-
traban entre la espada y la pared, y como única solución ante la
amenaza de perder su hegemonía, hicieron estallar la Segunda Gue-
rra Mundial, sabiendo que tendrían que sacrificar las vidas de cien-
tos de miles de los suyos, pero antes eso que perder el poder que
221
tantos cientos de años les había costado alcanzar. El problema fue
que ese grupo reducido de judíos antisociales, llamados “judíos
internacionales”, siempre actuaron a espaldas de los suyos, ocul-
tando la verdad de que todas las desgracias y persecuciones que
han padecido los judíos a lo largo de la Historia, se debió a la ac-
tuación encubierta que Phyribunoski divulgó en forma de “Protoco-
los de Sión” en todo Occidente y que gracias a su divulgación, se
pudo evitar la Primera y la Segunda Guerra Mundial. La pregunta
es: ¿Por qué no se pudo evitar cuando se publicaron muchos libros
que apelaban a la comprensión y a una solución pacífica de la cues-
tión judía? Según Phyribunoski, los judíos internacionales se opu-
sieron a ello porque supondría abandonar sus planes milenarios de
dominar y someter a su yugo a las demás razas del planeta.
>>No soy historiador ni estadista –continuó M.J.- y desconozco
los nombres de los judíos que en la actualidad dirigen aquel poder
financiero que se manifestó en la Primera y en la Segunda Guerra
Mundial. Lo que sí es evidente, como dije antes, es que la propa-
ganda judía, que dominaba todos los medios de comunicación des-
de las sombras, consiguió erradicar de la Historia las causas que
dieron lugar a las dos Guerras Mundiales y el exterminio de judíos,
que no fueron seis millones porque apenas quedaban un millón en
toda Europa. Los ríos de tinta en novelas y los innumerables filmes
que se han hecho del “Holocausto Judío”, siempre se expuso desde
una parte, la judía, mostrando el horror en los campos de extermi-
nio de los nazis, quedando oculto qué habían hecho los judíos para
merecer semejante castigo y quiénes se opusieron a que se evitara
la masacre y por qué no se pudo evitar –explicó M.J.
-Todo el mundo sabe que el culpable del holocausto judío fue
Hitler y los de la SS, que tenían la idea de que sólo la raza aria era
la única destinada a dominar el mundo –intervino Manfred Bawer,
alemán-. Por eso eliminaron a tantos judíos como pudieron, por
considerarlos una raza inferior que les había arrebatado el poder
con métodos ilícitos.
-Lo de la raza aria era una tapadera para ocultar el verdadero
motivo: el poder internacional financiero y académico judío estaba
estrangulando con su usura a todo Occidente –continuó M.J.-. Y en
222
lugar de solucionar el problema judío de forma pacífica para el bien
de todos, judíos y no judíos, como ya se propuso, los países occi-
dentales permitieron que Hitler llevara a cabo la masacre de seis
millones de civiles con fusilamientos masivos y en las <<duchas>>
con el gas Zyklon B, y que dijeron que todos eran judíos, cuando se
sabe que no es cierto por que la inmensa mayoría ya había emigra-
do huyendo de la quema.
-¿Cómo pudo ocultarse esa cifra de emigrantes judíos? –pregun-
tó Bruno Peters, alemán.
-El problema que tenían todos los países del continente ameri-
cano con la inmigración masiva de personas procedentes de Rusia y
el resto de Europa –informó M.J.-, fue que los inmigrantes presen-
taban pasaportes de sus respectivos países con nombres y apellidos
típicos de sus países de procedencia. Lo de cambiarse los nombres
y apellidos e incluso afiliarse al cristianismo, siempre ha sido una
práctica habitual en los judíos para borrar su pasado y nadie los
reconozca. Este es el motivo por el cual los millones de inmigrantes
no constaban como judíos, dando a entender que seguían estando
en sus respectivos países y así se pudo justificar la masacre de seis
millones de judíos que Hitler exterminó, cuando la inmensa mayor-
ía era de religión católica. Phyribunoski dice que según documen-
tos históricos, el Vaticano en Roma siempre ha sido el enemigo
número uno de los judíos. Será interesante ver lo que los periodis-
tas de investigación descubren de todo este entramado de engaños y
conspiraciones en las sombras. El motivo por qué nunca se supo
cuantos judíos emigraron al continente americano, se debió a que
ellos hacían sus propios censos y los mandaban al Departamento de
Inmigración, ocultando la verdadera identidad y a qué concesión
religiosa pertenecían.
-De acuerdo que los métodos de usura de los judíos no eran
aceptados en ningún país –intervino John-, pero eran los mismos
que los países occidentales ha venido usando con sus ciudadanos
desde tiempo inmemorial.
-Así es, John –constató M.J.-. La forma de actuar los judíos,
básicamente seguía las mismas normas de Gobierno que regían y
siguen rigiendo en Oriente medio, el Lejano Oriente y Occidente.
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En todo el planeta sigue reinando el sistema de dinastías: la realeza,
la clase aristócrata y los ricos capitalistas. Estas clases dominantes
sólo han existido y existen para su propio beneficio, no para el bien
de la ciudadanía: la mano de obra que les permite vivir en la opu-
lencia y así decidir el designio de un pueblo o del mundo entero. En
esto los judíos son igual y el motivo de actuar de forma encubierta,
se debió a que no tenían un Estado físico con fronteras, pero sí
formaban un Gobierno en el exilio, al estar diseminados por todos
los países. Conviene prestarle atención a lo que dicen los judíos
Theodor Herzl y Luis Brandeis. Os lo pongo en la pantalla grande.
“¿La nación judía?... Explicaré lo que entiendo por con-
cepto “nación”, y se podrá luego añadir el adjetivo “judío”.
Una nación, a mi entender, es un grupo histórico de personas
innegablemente de acuerdo entre ellas y hermanadas ante un
enemigo común. Si a estos se aplica el adjetivo “judío” se
sabrá lo que comprendo por nación judía.
(Theodor Herzl: “Un Estado Judío”).
“Hacemos constar, que nosotros, los judíos, somos una na-
ción peculiar, de la que cada judío es súbdito incondicional-
mente, cualquiera que sean su residencia, su oficio o su fe.”
(Luis Brandeis. Juez del Tribunal Supremo de Estados Unidos)
“La cuestión judía sigue en pie. Necio fuera negarlo… La
cuestión judía existe prácticamente doquiera residen judíos en
número perceptible. Donde aún no existiera, es impuesta por
los judíos en el trascurso de sus correrías. Es natural, que nos
traslademos a sitios en que no se nos persigue, pero una vez
allí nuestra presencia provoca también las persecuciones. El
infausto judaísmo es el que introduce ahora en Inglaterra el
antisemitismo, como ya lo llevara a Norteamérica.”
(Theodor Herzl: “Un Estado Judío”).
-Después de la Segunda Guerra Mundial –continuó M.J.-, algu-
nos que lanzaron contra los judíos estas mismas acusaciones al aire,
tuvieron que huir con el rabo entre las piernas al recibir de los me-
224
dios de comunicación mundiales respuesta contundente diciendo
que fue Hitler. La verdad es que al leer lo que dice Phyribunoski
sobre el tema, se deduce que Hitler era una marioneta que desde las
sombras, fue elegido por su mentalidad antisocial y usado para tal
fin, para después de la Guerra señalarlo a él y a sus dirigentes como
únicos culpables. Los judíos internacionales consiguieron con
diabólica maestría hacernos ver lo injusto contra los pobres judíos,
que no tenían culpa de nada, y a nosotros sentirnos cómplices por
no evitar la aniquilación de seis millones de seres humanos por ser
judíos, cuando no eran tantos. Los países occidentales se creyeron
el engaño de tan horrendo masacre de judíos y se creó un senti-
miento de culpa por parte de las Naciones que no hicieron nada
para evitar a tiempo el holocausto. Esto, indirectamente nos posi-
ciona a nosotros, los que no somos judíos, como razas malignas e
inferiores a la judía, “que siempre ha sido perseguida y masacrada
por culpa de nuestra desmesurada avaricia de poder”. Lo extraño
de todo esto es que nadie se atrevió responder a esas acusaciones
indirectas, alzando el grito al cielo y pregonando a los cuatro vien-
tos las siguientes preguntas: ¿Por qué a los judíos? ¿Qué han
hecho para ser la única raza en la historia de la humanidad a la
que siempre se ha odiado y perseguido a muerte? No hay efecto sin
causa y la gente no odia a una raza específica durante milenios sin
un motivo basado en hechos reales. Algo han tenido que hacer los
judíos para ser tratados de ese modo, pero esto no lo quieren admi-
tir los judíos y sólo ven lo que le hacen a ellos y no lo que ellos
hacen para merecer semejante castigo. Aquí es donde Phyribunoski
pone los puntos sobre las íes, demostrando que los judíos no son
mejores ni peores que cualquier otra raza o etnia, al actuar un pue-
blo o una nación según la educación y la enseñanza que los ciuda-
danos han recibido desde la cuna. Os pongo en la pantalla lo que
Phyribunoski dice al respecto:
“Cambia lo malo que hay no sólo en los judíos, también en las demás razas y culturas del planeta, y tendremos un mundo mejor, en el que los judíos, al igual que los demás, podrán vivir en paz y her-mandad”.
225
-Este es el motivo por el cual los judíos internacionales pusieron
precio a la cabeza de Phyribunoski, a las de todos los que tuvieron
sus enseñanzas y por último a nosotros –concluyó M.J.
-Lo siento, señor, pero a mí me cuesta creer que el poder finan-
ciero de los judíos fuera tan grande por aquel tiempo –argumentó
Al Cohen, australiano.
-Interesante anotación la que ha hecho Al –indicó M.J.-. No, no
eran tan poderosos como daban a entender, ya que su poder se ba-
saba en la clandestinidad, al no ser reconocido por el sistema
monárquico o electoral democrático. Una cosa es tener una gran
riqueza, otra muy distinta con qué fines la usas. Entre los judíos,
tanto los más ricos como los más pobres, nunca ha habido compe-
tencia desleal entre ellos y al estar unidos por una misma causa, la
unión hace la fuerza. Esto no quiere decir que todos los judíos co-
nociesen los métodos que los llevarían a alcanzar la hegemonía
mundial, pero sí conocían la meta final que todos anhelaban, por
considerarse el pueblo elegido por su Dios para dominar el mundo.
Esa idea de dominar el mundo no es exclusividad única de los ju-
díos, todas las razas y Naciones lo han anhelado y en parte lo han
conseguido por un tiempo, como la antigua Mesopotamia, Grecia,
Roma, Turquía, China, Japón y otros grandes imperios del pasado.
En la actualidad, los Estados Unidos de Norteamérica es un buen
ejemplo de ello.
-Esa idea fue la que Phyribunoski intentó erradicar de los judíos,
para que dejaran de apoyar a sus prohombres: los grandes financie-
ros con sus bancas, a sabios y a académicos en el más alto nivel
internacional, que alucinaban a todos, judíos y no judíos –expuso
Carl Nurk, letón.
-Así es, Carl. Mientras la Humanidad no sepa la verdad, no con-
seguiremos cambiar el deplorable estado actual, que tarde o tem-
prano nos llevará a una ruina total –aclaró M.J.
-Lo que no alcanzo a comprender, a pesar de lo que usted dijo,
es cómo pudo ocultarse todo lo que dice Phyribunoski en su Lega-
do sobre lo que subyace detrás de la Primera y la Segunda Guerra
Mundial –comentó Garz Randow, australiano.
226
-Porque la Prensa mundial y demás medios de comunicación
–respondió M.J.-, son los canales con los que se forma la opinión
pública, condicionándola para que piense y actúe como ellos quie-
ren. La prueba está en que desde la Segunda Guerra Mundial hasta
la actualidad, los pocos periodistas de investigación heterodoxos
que publicaron libros sobre “La Teoría de la Conspiración” y los
peligros de “La Globalización”, lo han hecho dando rodeos y con
insinuaciones, en lugar de ir directo al grano y sin tapujos. Por eso
todo quedó en mucho ruido por tan pocas nueces. Para que os hag-
áis una idea, os pongo en la pantalla lo que el judío Barón de Mon-
tefiore dijo al respecto a los suyos ya en 1840, y los logros conse-
guidos sesenta y pico años después en un fragmento de la tesis VII
de los “Protocolos de Sión”:
“¡Perdéis el tiempo charlando! Mientras la Prensa del
mundo entero no se halle en nuestras manos, será infructuoso
todo lo que hiciereis. Es preciso que dominemos o al menos in-
fluyamos en la Prensa universal, si hemos de alucinar y cauti-
var a los pueblos”.
(Barón de Montefiore, 1840)
“Hemos de obligar a los Gobiernos cristianos a que tomen
medidas que favorezcan nuestro amplio plan ya cercano a su
fin victorioso, en el sentido de que apacigüen la exaltación de
la opinión pública, que nosotros, gracias a la Prensa omnipo-
tente, ya tenemos efectivamente organizada. Con muy pocas
excepciones, aquélla se halla ya en nuestras manos.”
(Tesis VII de los “Protocolos de Sión”, año 1896)
-No cabe duda de que lo consiguieron –constató Bruno Peters,
alemán-. ¿Nos puede explicar qué grupos judíos fueron los culpa-
bles del hundimiento del Imperio alemán? –le pidió Bruno a M.J.
-Fueron cuatro grupos. El primero, el bolchevismo que se ocultó
bajo el disfraz del socialismo. El segundo, el capitalismo judío con
su predominio en la Prensa mundial y en especial en Alemania. El
tercero, el control judío de la alimentación del pueblo alemán y el
de toda su vida industrial. Y el cuarto, que apuntaba mucho más
227
arriba, estaba formado por los “sabios más eminentes”, algunos con
títulos de nobleza tales como Barones, Condes, Duques y Marque-
ses, y los académicos; ocupando, todos ellos, muchos de los pues-
tos más relevantes detrás del poder de turno, pero siempre actuando
en la sobra, entre bastidores. A saber: en la política como conseje-
ros y adláteres, en el Ministerio de Economía y Hacienda, en el
Ministerio de Justicia, en el Ministerio de Industria y Comercio, en
el Ministerio de Educación y Enseñanza, en los Ministerios de las
Artes y las Ciencias, y por último, en el Ministerio de Cultura. Sin
embargo, los tres primeros grupos fueron los que más directamente
actuaron sobre el sentir popular de las masas. En abril de 1919, el
corresponsal del periódico londinense “Globe”, Mr. George Pitter-
Wilson, escribió lo siguiente. Os lo pongo en la pantalla.
“El bolchevismo significa la expropiación de todas las na-
ciones cristianas, de modo que ningún capital permanecerá en
manos cristianas, y que los judíos en conjunto ejercerán el
dominio del mundo a su antojo”.
(Mr. George Pitter-Wilson. 1919)
-A esto hay que añadirle los comentarios de dos judíos: uno lo
hace Theodor Herzl y el otro Eustace Percy –dijo M.J. y lo puso en
la pantalla.
“Somos una nación, un pueblo… Cuando los judíos nos
hundamos, seremos proletarios revolucionarios, seremos los
suboficiales de los partidos revolucionarios. Al elevarnos no-
sotros subirá también el inmarcesible poder del dinero ju-
dío…”
(Theodor Herzl: “Un Estado Judío”).
“Dentro de un conjunto de Estados Unitarios perfectamen-
te organizados no quedan al judío sino dos probabilidades de
éxito: o bien derribar los pilares de todo el sistema nacional
de los Estados, o fundar un Estado propio, suyo, nuevo… En
Europa oriental parece que el bolchevismo y el sionismo pue-
228
den existir juntamente…, no porque el judío se preocupe del
estado positivo de la teoría radical, no porque quiera partici-
par en el nacionalismo no-judío, ni en la democracia no-judía,
sino porque toda forma no-judía del Estado le inspira franco
odio.”
(Eustace Percy)
-Lo extraño fue que conociendo las Naciones por aquel tiempo
el poder judío –comentó Manfred Bawer, alemán-, en vez de erra-
dicarlo de forma pacífica, como se sugirió en numerosas ocasiones,
todas fueron a la guerra y a Hitler le tocó la papeleta de dar un es-
carmiento a los judíos.
-El motivo por el cual la Segunda Guerra Mundial y el holo-
causto judío no se pudo evitar –dijo M.J.-, a pesar de las protestas
contra semejante magnicidio por parte de las más altas instancias
académicas y culturales de Occidente, se debió a que, como co-
menté antes, los judíos internacionales perderían la oportunidad de
aumentar sus fortunas en el negocio de la guerra con los “présta-
mos de Estado”. La paz no iba con los planes de este grupo de jud-
íos, pues las Naciones pagarían sus deudas contraídas en la Primera
Guerra Mundial y al quedar libres de los acreedores judíos, podrían
tratarlos de tú a tú y hacerles la competencia; eso sí, usando los
mismos métodos cosmopolitas que habían aprendido de los judíos.
-Perdone, señor, pero yo y la mayoría de mis compañeros no
tenemos muy claro los motivos de los judíos internacionales para
oponerse a la paz, sabiendo que morirían muchos de los suyos –ob-
jetó Kurt Waldenheimer, austriaco.
-Había cuatro motivos fundamentales para que se opusieran a la
paz –aclaró M.J.-. El primero, que tendrían una competencia
económica y financiera no deseada de las naciones occidentales,
con las que no podrían competir por ser superior al de todas las
fortunas juntas de los judíos el producto nacional bruto anual que
podría alcanzar cualquier país grande como Francia, Inglaterra,
Alemania o Estados Unidos. El segundo motivo, que la Segunda
Guerra Mundial aportaría a sus arcas grandes beneficios y man-
tendría a los países implicados en la Guerra endeudados con ellos
229
por los préstamos de Estado, más los empréstitos que se vieron
obligados a tomar de los financieros judíos para reconstruir sus
países en ruinas. El tercer motivo fue el holocausto judío, que usa-
ron como argumento razonable para conseguir el reconocimiento
internacional del Estado Israel en Palestina, que de forma oficial
obtuvo la independencia en 1948. El cuarto y el más importante
motivo para este grupo de banqueros prestamistas judíos, como
resultó después de la Conferencia de la Paz, fue que nadie se meter-
ía con ellos y los dejarían campar a sus anchas, actuando desde las
sombras y con total impunidad. La inmensa mayoría de occidenta-
les cree que lo sucedido en la Segunda Guerra Mundial contra los
judíos fue un hecho deplorable y vergonzoso, y que nunca más vol-
vería a ocurrir. No olvidemos que todas las guerras en las que mue-
ren personas son horribles, sin importar la forma que lo hacen: por
una bala enemiga o en una cámara de gas. Una muerte es una muer-
te, unas más horribles que otras, pero a fin de cuentas muertes son.
Sin embargo, lo de implantar esta idea del holocausto en todo Oc-
cidente se hizo para enmascarar la verdad, dejando a un lado y mi-
nimizando los sesenta millones no judíos, que sacrificaron sus vi-
das por el poder financiero judío en la Bolsa y el de la clase reinan-
te occidental. Tanto judíos de las altas finanzas como mandatarios
occidentales, todos ellos, cada uno a su manera, eran megalómanos
despiadados, que no dudaron en sacrificar las vidas de los suyos
por el Poder, aunque tuviesen que endeudar a sus países con los
préstamos de Estado a los judíos internacionales. De cómo se ma-
nipuló la opinión pública, se encargó la maquinaria propagandística
judía, que ya antes de la Primera Guerra Mundial ejercía dominio
absoluto sobre la Prensa mundial, a la que se denominó, y se sigue
denominando hoy en día: “la Cuarta Potencia”. Lo que publicaban
los periódicos occidentales, lo recibían de las agencias informativas
en manos judías o influenciadas por ellos, como por ejemplo lo
fueron: Reuter, Havas, Stefani, Wolff, Prensa Asociada, Brown
Bobary o BBC, EFE y otras de menor importancia. Conviene pres-
tarle atención a unos comentarios que en 1919 Phyribunoski hace
sobre los “Protocolos” que él publicó en Rusia, en 1896 –anunció
230
M.J. rebuscando en sus papeles-. Aquí está. Os lo pongo en la pan-
talla grande.
Veinte años antes de la gran guerra, ya en el Protocolo segundo se menciona la Prensa, argumentando que darwinismo, marxismo y las teorías de Nietzsche se citan como doctrinas desmoralizadoras esparcidas por la influencia judía. Este segundo Protocolo dice: “En las manos de los Gobiernos se encuentra un poder que
va creando determinados sentimientos populares: la Prensa.
Su cometido deberá consistir en comunicar simulados deseos
apremiantes y exigencias del pueblo, publicar quejas de las
masas populares y sembrar discordias. El triunfo de la libertad
de la palabra, o sea de la charlatanería, ya corresponde a la
Prensa, que cayó en nuestras manos y que en secreto hemos
creado nuestra influencia. Gracias a ella hemos ido acumu-
lando montones de oro, si bien costó ríos de sangre y de
lágrimas.”
Tal aserto de “ríos de sangre y de lágrimas” para “acumular mon-tones de oro” (comenta Phyribunoski), constituye una concesión, apoyando enigmáticamente la tesis de que la alta finanza mundial judía no hubiese podido anhelar la guerra mundial en vista de los in-efables sufrimientos de los judíos rusos durante la conflagración. Los Protocolos, en cambio, admiten rotundamente la posibilidad de que durante los preparativos para la hegemonía mundial judía ciertos jud-íos tuvieron que sufrir, pero se consuelan con la idea de que dichos judíos cayeron como soldados en holocausto de la gloria de Israel. Nada que decir de este sentimiento judío, por ser el mismo que impe-ra en todas las naciones. El Protocolo 12 contiene el plan completo para la dominación ab-soluta de la Prensa, en el que en resumidas cuentas se dice: “Sirve para avivar las pasiones de caracteres endebles y
egoístas, en la forma que más conviene a nuestros intereses.
La Prensa es frívola, mentirosa y deshonesta, y la mayoría de
periodistas no comprenden siquiera para qué sirve.”
El Protocolo 12 menciona también, además del dominio de la Prensa, lo que se hará con otros medios de difusión:
231
“Otro tanto haremos con otra clase de publicidad, porque,
¿a qué objeto serviría suprimir ataques contra nosotros en la
Prensa periódica, si quedáramos expuestos a las críticas por
medio de folletos y libros? Nos encargaremos de que no llegue
noticia alguna a los pueblos que no hayan pasado antes por
nuestra censura. En la actualidad lo hemos conseguido hasta
tal grado, que todas las informaciones se concretan en muy
pocas agencias, que abarcan el servicio de información del
mundo entero. […] Literatura y periodismo, son dos potencias
educadoras sumamente importantes y por esta razón nos
adueñamos de la mayoría de los periódicos y revistas. Por ca-
da diez que dejamos en propiedad ajena, fundamos treinta
nuestras. El público no deberá sospechar nada de esto; todas
las publicaciones influenciadas por nosotros defenderán exte-
riormente las más opuestas tendencias; así ganaremos la con-
fianza del pueblo y atraeremos a nuestros adversarios incau-
tos, llevándoles al aniquilamiento sin dificultad. […] Para
obligar a los autores a publicar obras tan largas que nadie las
leerá, se prevé un recargo sobre publicaciones, que será del
doble importe para folletos de menos de 30 páginas. Los tra-
bajos cortos y concisos son los más temibles. Cuanto más lar-
gos los artículos, tanto menos se leen. En cambio, lo que noso-
tros publiquemos para ir formando la opinión pública, será
barato y se difundirá ampliamente. La contribución aplacará
la ambición puramente literaria, mientras que, por otro lado,
el temor al castigo hará dóciles a los literatos. Aunque alguien
se encontrara en disposición de escribir en contra nuestra, no
encontraría imprenta alguna para sus obras. Antes de la admi-
sión de un manuscrito para su impresión, el editor o el impre-
sor, respectivamente, deberá solicitar el permiso facultativo.
De esta suerte sabremos de antemano qué ataques se preparan
contra nosotros, pudiéndolos neutralizar publicando con ante-
rioridad declaraciones confusionistas.”
-Espero que hayáis comprendido mejor cómo pudo ocultarse la
verdad y los motivos que subyacen detrás de las dos Guerras Mun-
232
diales –dijo M.J. y todos asintieron-. Como escritor, os puedo ase-
gurar que tengo experiencia en lo que se refiere a intentar publicar
libros para cambiar el sistema actual, cuando me tropecé con esa
censura al principio de mi carrera literaria y me vi obligado a cam-
biar de táctica para no sucumbir, como muchos otros hicieron antes
y después que yo. Volviendo a los judíos: ¿Acabó el poderío que
mostraron en las dos Guerras Mundiales o sigue vigente? La impre-
sión que tengo es que sigue vigente pero camuflado bajo otro dis-
fraz, en caso contrario ahora todos sabríamos lo que ya Occidente
sabía durante la Primera y la Segunda Guerra mundial por los “Pro-
tocolos de Sión”, que influyeron en periodistas y escritores que
publicaron muchísimos artículos y libros, abogando por una solu-
ción pacífica. Pero toda esa información quedó sepultada y el Le-
gado de Phyribunoski nunca vio la luz, exponiendo la Prensa mun-
dial judaizada sólo lo que Hitler hizo con seis millones de judíos,
pero de los sesenta millones no judíos que murieron en el campo de
batalla o los que Lenin deportó a Siberia y murieron de hambre y
frío, a eso no se le ha dado tanto bombo y platillo como al holo-
causto ju-dío. Los hechos indican que mientras todo esto no se haga
público y se tomen medidas pacíficas para acabar con el estado
deplorable de acontecimientos que nos llevará a un apocalipsis sin
retorno, nos está indicando que los judíos internacionales y otros
como ellos, siguen dominando el mundo y actuando como un supra
gobierno mundial en las sombras. “La Teoría de la Conspiración”,
como dije antes, fue un intento de aclarar algunas de estas incógni-
tas, pero fracasó y quedó sólo en eso: en una “teoría” muy polémi-
ca y controvertida –explicó M.J.
-Yo tengo algo que decir del poderío que los judíos tuvieron en
Rusia, antes y después de la primera Guerra Mundial, y que se si-
gue manifestando, aunque camuflado bajo otro disfraz –intervino
Bladomir Bresnewiek-. Incluso hoy en día se sigue creyendo en la
falsa afirmación de que Kerensky, precursor del bolchevismo, no
era judío, cuando su apellido verdadero era Adler, águila, siendo su
padre judío y su madre judía. El motivo de su apellido Kerensky se
debió a que al morir su padre, su madre se volvió a casar con un
ruso de apellido Kerensky, que él adoptó para ocultar su origen
233
judío y así poder continuar en su carrera como estadista y abogado,
sin que nadie sospechara de él. También se afirma que Lenin, el
jefe principal y cerebro de todo el movimiento, no era judío. Phyri-
bunoski no lo desmiente, sin embargo, él indica que al casarse Le-
nin con una judía, actuó como un judío porque educó a sus hijos en
la cultura judía, redactó todas sus proclamas en el argot judío y
suprimió el domingo cristiano por el sábado judío. Según afirma
Phyribunoski –prosiguió Bladomir-, Trotzky, aunque era reconoci-
do judío por los suyos, su verdadero apellido era Braunstein, cosa
que él negó en la prensa no judía. Sin embargo, en mi país, Trotzky
convirtió las iglesias cristianas en mataderos o salas de baile, mien-
tras que las sinagogas judías se mantuvieron incólumes y los sacer-
dotes cristianos tuvieron que barrer las calles. Por aquí tengo algo
que confirma que Trotzky era judío y procedía de Norteamérica
–dijo Bladomir tecleando en su ordenador-. El doctor Jorge A. Si-
mons, sacerdote cristiano y delegado por cierta comunidad religio-
sa en Petrogrado en la época en que estalló el terror bolchevista,
figuró como testigo. Cuando el senador Nelson le preguntó sobre la
procedencia de Trotzky, él dijo que llegó a Rusia en 1918 proce-
dente de los barrios bajos del Este de Nueva York y que era judío.
El resto de la declaración que el sacerdote Simons hizo al senador
Nelson la tenía el Senado Americano y también estaba impresa en
un expediente de la Junta de Juzgados. A esto quiero agregar que el
Gobierno bolchevique cuajó gracias a la “recusación de deudas” y
en 1920 demostró una hegemonía absoluta del judaísmo en Rusia.
Aquí tengo una lista del Legado de Phyribunoski que hace referen-
cia al poderío judío y que pongo en la pantalla grande para que lo
analicéis.
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PRUEBA ESTADÍSTICA DEL PREDOMINIO JUDÍO EN RUSIA ROJA
Miembros Miembros Porcentaje Totales judíos judío Consejo de Comisarios Populares 22 17 77 % Comisión de Guerra 43 33 77 % Comisariado de Asuntos Exteriores 16 13 81 % -II- de Hacienda 30 24 80 % -II- de Gracia y Justicia 21 20 95 % -II- de Instrucción Pública 53 42 79 % -II- de Socorros Sociales 6 6 100 % -II- de Trabajo 8 7 88 % Delegados de la Cruz Roja rusa en Berlín, Viena, Varsovia, Bucarest y Copenhague 8 8 100 % Comisarios de Provincias 23 21 91 % Periodistas 41 41 100 %
-Como podéis ver –prosiguió Bladomir-, la participación judía
no queda en ningún caso por debajo del 77 por 100. Aquí llama la
atención que las juntas que inmediatamente se rozaban con la masa
del pueblo estaban prácticamente ocupadas por judíos. También es
evidente que toda la propaganda bolchevique escrita en Rusia esta-
ba en manos de periodistas judíos.
-Phyribunoski menciona cómo la influencia judía en Rusia y
Hungría desmoralizó a la juventud de los “infieles” –dijo M.J. y
añadió-: Como sabéis, Phyribunoski recomienda leer el libro blan-
co británico “Rusia”, que es una recopilación de testimonios sobre
el bolchevismo ruso y que fue entregado por orden de Su Graciosa
Majestad al Parlamento en abril de 1919. Manifiestos de socavar
todo orden social no judío con ideas y costumbres malsanas, lo
vemos hoy en todas partes. El plan de los judíos internacionales
para hacerse con la hegemonía mundial e instalar su Gobierno tota-
litario, consiste en destruir el sistema económico corrompiendo la
política, la Industria, la sociedad y la espiritualidad del mundo civi-
lizado. Es una guerra que durante milenios vienen librando contra
235
Trono y Altar no judíos. Además, esta clase de individuos no creen
en nada espiritual ni religioso, son capitalistas acérrimos y sólo
creen en el poder material impuesto por la fuerza de las armas.
Tampoco admiran ni respetan todo lo bueno que los no judíos cons-
truyen, y en lugar de apoyarlos para beneficiarse ellos y aumentar
su poder, como haría cualquier persona de mentalidad social, se
empeñan en destruirlo y de las cenizas, construir el suyo, propio, en
detrimento de los que no son de su propia raza y creencia religiosa.
Esta clase de personas, judías o no, piensan que están por encima
del bien y del mal y que ellos y sólo ellos son poseedores de la ver-
dad absoluta. Ya sé que es fácil, demasiado fácil caer en la tenta-
ción de señalar a los judíos como personas indeseables porque la
fama se la han ganado a pulso durante milenios, pero nuestros mo-
narcas, aristócratas, dictadores y políticos democráticos, no se dife-
rencian en nada de ese pequeño grupo de judíos, que tratan a los
que no son de su raza del mismo modo que los mandatarios no jud-
íos lo hacen con sus propios ciudadanos.
-Cuesta creer que existiera tal poder en las sombras y que sólo
se hizo visible durante las dos Guerras Mundiales –dijo Bruno Pe-
ters, alemán-. Eso explica por qué después de la conspiración judía
sobre el falso masacre de seis millones de judíos, nadie se metiera
con ellos y al ocultar la verdad, el eterno problema de convivencia
entre seres humanos sigue sin resolverse. Un golpe diabólicamente
maestro y desde entonces, los judíos internacionales nos vienen
engañando a todos, judíos y el resto de la población mundial. Que
Dios nos coja confesados si usted no consigue divulgar los conoci-
mientos del Legado de Phyribunoski –le dijo Bruno a M.J.
-No es fácil la tarea que se me ha encomendado sin comerlo ni
beberlo, pero por una extraña razón, parece ser que cuento con el
apoyo de seres superiores y sobretodo vosotros, que cada uno, a
vuestra manera, sois excepcionales aunque no lo creáis, y eso es
una suerte que muy pocos tienen –les dijo M.J.
-También tendrás todas las miradas puestas en ti cuando se pu-
blique tu libro –le dijo John.
-Eso es lo que tengo que evitar, que la atención mundial se fije
en mí. Yo sólo soy un mensajero, el portavoz de Phyribunoski, y
236
soy la última persona de este mundo para iniciar el proceso de libe-
ración de toda la humanidad; el primer paso lo deberán dar los que
están cualificados y tienen más experiencia –respondió M.J.
-Señor –le dijo Abdul a M.J.-. ¿Siguen existiendo bajo los mis-
mos nombres los banqueros judíos que se mencionan en el Legado
de Phyribunoski?
-No lo sé porque nunca he estado interesado en asuntos finan-
cieros ni en la Bolsa. Repasemos las entidades bancarias judías de
aquel tiempo –respondió M.J. tecleando en su ordenador portátil-.
En primer lugar tenemos a los Rothschild. Los cinco hijos del viejo
Rothschild se establecieron en los siguientes lugares: Amschel
quedó en Fráncfort, Salomón fue a Viena, Nathan Mayer a Lon-
dres, Charles a Nápoles y James a París. En 1827, Augusto Bel-
mont fue el primer agente judío en Norteamérica de la casa banca-
ria Rothschild. El imperio de los Rothschild, al unírseles otras mu-
chas familias de banqueros judíos, adquirió tal poder financiero,
que ya no se le podía caracterizar con el apellido de una sola fami-
lia. Según Phyribunoski, se trataba de una potencia financiera in-
ternacional judía de primer orden. Las íntimas relaciones entre ca-
sas neoyorquinas con sus similares en Fráncfort, Dresde y Ham-
burgo, con las de Londres y París indicaban claramente una unidad
internacional que ejercía su poder en la Hacienda pública, en la
industria, en el comercio y en las vidas de los ciudadanos de toda
Europa y el continente americano, sobretodo en Estados Unidos.
Las fortunas de los magnates financieros judíos provenían y me-
draban de los “Préstamos de Estado” a los países para el pertrecho
de armamento bélico, comida, vestimenta y demás necesidades
para los ejércitos combatientes, siendo estos judíos los que decidían
cuándo y qué naciones iban a entrar en guerra, para poder sacar el
mayor beneficio posible una vez terminada la contienda; motivo
por el cual siempre presidían las Conferencias de la Paz, para ase-
gurarse de que tanto vencedores como vencidos pudieran pagar sus
“deudas de Estado”. Eso sí, con unas rentas calificadas de usura. Lo
evidente es que ese grupo de judíos internacionales siempre han
apoyado el mal, para sacar beneficio de la sangre derramada en los
campos de batalla. Tantos millones de vidas humanas sacrificadas,
237
entre ellas las de los suyos, pesa sobre sus consciencias y tarde o
temprano cosecharán el mal que han sembrado, arrastrando con
ellos a muchos de los suyos. En esto, este grupo de judíos no se
diferencian en nada de las clases dominantes no judías, al perseguir
todas ellas el mismo objetivo: hacerse con la hegemonía mundial –
con-cluyó M.J.
-Es notable cuantísimo magnate financiero judío precedía de
Fráncfort del Main –anunció John-, como los Rothschild, los
Schiff, los Speyer y muchos otros. No cabe duda de que dominaban
el mundo.
-En el Legado de Phyribunoski hay un fragmento de la Enciclo-
pedia judía que dice algo al respecto –anunció M.J. tecleando en su
ordenador portátil y lo conectó a la pantalla grande.
“Raramente se han ligado intereses financieros judíos con
intereses industriales, excepción hecha de la industria de me-
tales y piedras preciosas. Así, los Rothschild son los amos del
mercado en mercurio; los hermanos Barnato y los Werner, Beit
y compañía, en diamantes; los hermanos Lewisohn y los hijos
de Guggenheim, del cobre y hasta cierto punto de la plata. En
cambio ha existido efectivamente un predominio judío, carac-
terizado en el terreno de Deudas de Estado, a favor de las
íntimas relaciones internacionales entre las diferentes familias
judías de mayor importancia. En estos últimos años financie-
ros no judíos también han aprendido nuestros métodos cosmo-
politas, y en conjunto el control en manos de judíos aminoró
más bien que se acrecentó”.
-Al hilo de lo que habéis leído de la Enciclopedia judía, Phyri-
bunoski añade el siguiente comentario:
Debería añadirse en la Enciclopedia judía el “control” que los ju-díos ejercen internacionalmente sobre el aguardiente, la telegrafía sin hilos, los teatros, la cinematografía, la música, la Prensa europea y gran parte de la americana, entre otros aspectos mercantiles.
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-Después de la Segunda Guerra Mundial –dijo Manfred-, no se
ha escuchado nada del poderío financiero de los judíos internacio-
nales. ¿Cómo actúa ese poder ahora?
-Sabemos que el régimen hitleriano no le arrebató las inmensas
fortunas a los grandes financieros judíos durante la Segunda Guerra
Mundial, pero no sé cómo actúan en la actualidad. John, ¿sabes tú
algo de eso? –le preguntó M.J.
-En el fragmento que nos has leído de la Enciclopedia judía –di-
jo John-, se da a entender que los judíos internacionales empezaron
a perder el monopolio mundial que tenían en los países occidenta-
les. Esto puede parecer un pequeño avance por parte de los anglo-
sajones en la lucha por el Poder. Nunca más lejos de la realidad. Lo
que sí sé es que en la actualidad controlan el ochenta y cinco por
ciento de la riqueza mundial, camuflados bajo el disfraz de Trilate-
ral y Globalización. Aquí en mi ordenador tengo algunos nombres
de las personas más influyentes en la actualidad y que son la parte
visible del plan judío para hacerse con la hegemonía mundial –dijo
John mientras tecleaba en su ordenador-. El sistema que los judíos
internacionales usan para tener interesados a la caterva de testafe-
rros que les hacen el trabajo, está formado por instituciones llama-
das “think-tank” o recipientes de ideas. Una especie de banco con
los “sabios” más relevantes, si es que se les puede llamar sabios a
personas que sólo buscan el mal de los demás maquinando planes
tan perversos, que harían palidecer al mundo si los ciudadanos los
conocieran. Leo Strauss fue el “filósofo” más influyente en las ide-
as de los “sabios” de muchos “think-tank”, como Paul Wolfowitz,
también judío de origen polaco, que en la actualidad preside el
Banco Mundial de Crédito y es una de las cabezas visibles de los
que desde las sombras dirigen el mundo. Entre los testaferros de los
judíos internacionales que crearon instituciones “think-tank” y
fueron miembros de la Comisión Trilateral, tenemos a judíos y no
ju-díos como Zbigniew Brzezinski, que fue el auténtico líder e
ideólogo de la Comisión Trilateral; Henry Kissinger, los Rockefe-
ller, Richard perle, Condolezza Rise, George Schultz, Collin Po-
well, Conrad Black, Ruper Murdoch, Samuel Huntington y James
Woolsey, entre muchos otros que ahora son miembros ejecutivos en
239
la Comisión Trilateral que celebró su reunión anual hace poco, en
abril de este año 2007. Sobre la historia de los “think-tank”, el en-
tonces presidente norteamericano Woodrow Wilson fue el que ins-
piró los primeros grupos del poder oculto tras finalizar la Primera
Guerra Mundial y fue Edward Mandell House el que se encargó de
que en una reunión en el hotel Majestic de París, se crearan los
primeros “think-tank”. Este movimiento de flanco por parte de los
judíos internacionales al finalizar la Primera Guerra Mundial, se
debió al revuelo que formó la divulgación de los “Protocolos de
Sión” –fi-nalizó John.
-Es evidente que tanto en lo bueno como en lo malo –añadió
M.J.-, no hay diferencia entre judíos y no judíos; todo depende de
quién tiene la sartén por el mango. Aquí tengo dos fragmentos de la
primera tesis de los “Protocolos de Sión”. Os lo pongo en la panta-
lla para que os hagáis una idea y encontréis sus efectos en el mundo
actual:
“Con la alteración actual de toda autoridad se mantendrá
nuestro poder más inatacable que nunca, por estar invisible
mientras se haya fortalecido en grado tal, que ningún ardid lo
podrá socavar.”
“Indispensable para nuestro objetivo es que las guerras, a
ser posible, no aporten ganancias territoriales a nadie, con lo
cual las guerras adoptan un carácter económico… Tal mani-
pulación de los asuntos someterá ambos partidos al control de
nuestros agentes internacionales con sus miles de ojos, cuyo
horizonte no queda limitado por fronteras naturales. Nuestras
leyes internacionales anularán entonces las legislaciones na-
cionales más estrechas, gobernando a los Gobiernos, tal como
éstos gobiernan a sus pueblos.”
-Esto fue expuesto en una de las Conferencias sionistas interna-
cionales en Basilea, Suiza, entre 1890 y 1902, que fue cuando Phy-
ribunoski publicó en Rusia los “Protocolos”, y coincide con lo que
John nos ha explicado. John, ¿estaba dentro de los planes judíos la
240
creación de la Unión Europea y la paz que reina en Occidente? –le
preguntó M.J.
-Así es –constató John-. Fue el paso previo para asentar las ba-
ses del nuevo orden mundial, como se describe en los “Protocolos”.
-Por aquí tengo algo que acabo de recopilar del Legado de Phy-
ribunoski. Un momento –pidió M.J. mientras rebuscaba entre los
papeles-. Aquí lo tengo y es extenso. Prestar atención, por favor, lo
que os voy a poner en la pantalla es un resumen muy importante de
esta parte del Legado y pertenece al período 1919-1920, al acabar
la Primera Guerra Mundial.
El poderío financiero judío se basa en sus recíprocas relaciones internacionales, extendiéndose en el mundo entero en forma de una cadena ininterrumpida de Bancos y puntos de enlace financieros; co-locándose siempre del lado de aquellos que se prestan a favorecer las dudosas jugadas de los estrategas judíos. Su sede central se halla en Fráncfort del Main, en Alemania, pero se ha detectado cierta nerviosidad en sus filas y todo parece indicar que están preparando su traslado al continente americano. Los judíos internacionales subs-traen su oro de todas partes del mundo, para desaparecer en los sótanos de los palacios bancarios de América del Norte y América del Sur, pero no con la intención de fructificar ese continente, sino para movilizar el predominio judío hacia un postrer golpe desesperado. Esto indica que esta gran potencia financiera judía tiene miedo por lo que se les viene encima, al descubrirse sus planes en los “Protoco-los” que yo recopilé de las Conferencias internacionales sionistas y publiqué en Rusia, en forma de apuntes escritos a mano. La sangre vertida durante la gran guerra que finalizó el año pasado, cuyos rédi-tos siguen cobrando los judíos internacionales, todavía sigue chorre-ando en sus manos. El judaísmo empieza a temblar ante la posibili-dad de verse desenmascarado y si los Gobiernos no pueden evitar lo que se avecina, pagarán justos por pecadores en una gran masacre de judíos inocentes, mientras que los culpables, los judíos interna-cionales y sus fortunas quedarán impunes e intocables. En la competencia leal y con armas iguales, según las leyes na-cionales de cada país y las internacionales vigentes, esta clase de
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judíos no pueden sostenerse, cuando menos triunfar. Los Rothschild no fueron nunca banqueros, sino prestamistas de dinero a los Esta-dos, a cuyos representantes habían previamente sobornado para que emitieran empréstitos. Estos judíos enhebraban sus negocios exac-tamente como el usurero, que induce u ofrece un préstamo sin un aval al hijo inocente del aristócrata que tiene problemas económicos o necesita un préstamo para emprender un negocio que su padre no aprueba; sabiendo el usurero que si fracasa, su padre lo pagará. El problema no radica en el banquero judío individual, como vie-nen estúpidamente repitiendo papagayos no judíos las frases judías, de que el negociante judío tiene el mismo derecho de hacer sus ga-nancias que otro negociante cualquiera. ¿Y quién lo niega? Pero cuando los iniciados observan una cadena sin fin de consulados fi-nancieros coligados a un sistema uniforme, formados por Bancos que no son alemanes, ingleses, franceses, españoles o americanos, sino que sólo representan eslabones de la cadena universal bancaria judía, se da uno cuenta de que aquí ya no se trata de individuos ju-díos, como cualquier otra persona que se dedica a sus negocios par-ticulares y no está vinculada a ninguna asociación internacional o ra-cial, sino de un conjunto de poder inimaginable y con fines no muy buenos para los que no son de su raza. Este sistema bancario universal no significa que en cada país la casa bancaria más fuerte sea judía. Kuhn, Loev y Cª, por ejemplo, no representa el Instituto bancario más fuerte en los Estados Unidos. Y, sin embargo, emana de esa casa un sistema financiero, que en la ac-tualidad prevalece en la totalidad de la Hacienda americana. Paul Warburg, judío de procedencia alemana y miembro del trust financie-ro universal judío, fue enaltecido en los círculos oficiales con alaban-zas por su espíritu emprendedor. La unión de Paul Warburg con los Stern, Fürstenberg, Sonnenschein, Sassoon, Samuel y Bleichröder creó una influencia tan brutal en Europa y el continente americano, que sorprendió a propios y ajenos. Los financieros judíos fueron los artífices de la gran guerra, del mismo modo que han hecho todas las guerras de importancia. Esto no lo niega ningún judío iniciado y hasta muchos de ellos se ufanan de tal hazaña como señal inequívoca del poderío mundial judío. (A mi
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juicio, nada que reprochar a los judíos, que siempre han actuado según las mismas reglas de juego encubiertas de los países occiden-tales, siempre matándose unos a otros en guerras por la avaricia de conseguir más poder). El motivo por el cual resulta tan difícil controlar el poder judío, se debe a que por encima de los Estados beligerantes reina una junta financiera internacional inalcanzable e inhallable. Esto se debe a que los judíos financieros siempre han estado unidos mancomunadamente en potencia financiera supranacional, poseyen-do secretos de todos los Estados y estando en constante relación personal mutua, incluso en épocas en que todas las comunicaciones entre las Naciones beligerantes estaban rotas; siendo ellos los únicos capaces de decidir sobre la duración de la guerra, como también so-bre la injusta Conferencia de la Paz. A los que leyeron mis “Protocolos” les llama la atención el gran número de párrafos que tratan de asuntos monetarios y financieros. La réplica judía de que dichos Protocolos sólo podrían haberse escri-to por un criminal o un demente, está calculada para aquellos que no los han leído o los que sí lo hicieron, pero pasaron por alto los planes financieros en ellos contenidos. Nadie en su sano juicio cree que cri-minales y dementes suelen hacer tan fría y científicamente la autop-sia de un sistema financiero existente, proclamando frente a aquél otro nuevo y para ellos mejor. Creo que es conveniente volver a re-pasar detenidamente algunos de estos puntos a que los Protocolos hacen referencia. “Donde nos vaya mal, nos transformaremos en proletaria-
do revolucionario, haciéndonos los suboficiales de los partidos
subversivos. Cuando nos levantemos con nosotros subirá tam-
bién el siniestro poder de la Bolsa”.
Esto lo escribió el jefe sionista Theodor Herzl en su libro titulado “Un Estado judío”. Frente a esa unión entre la anarquía y la prepon-derancia bursátil se encuentra el mundo actualmente. Si hay alguna duda, sólo hay que ver cómo es en Rusia y también la caterva de agentes que acudió a Versalles para hacer la “Paz”. Esta se confec-cionó por financieros judíos, siendo aquel Tratado el recibo presenta-do no sólo a un enemigo vencido, sino al mundo entero, y los ban-
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queros judíos recogen ahora los intereses de todas partes del mun-do. Con respecto a esto resulta interesante lo que se expone en el 6º Protocolo: “Al día siguiente de la catástrofe política ya empezamos a
crear potentísimos monopolios y acumulaciones de riquezas,
frente a la que los mayores fortunones no-judíos quedarán de-
pendientes en tal medida, que forzosamente se resquebrajarán,
y con ellos todo crédito nacional.”
“Al mismo tiempo se hará necesario instigar enérgicamente
el comercio y las industrias, y en especial la especulación, cu-
ya tarea será la de servir de contrapeso contra la industria.
Sin la especulación la industria aumentaría la opulencia gene-
ral, mejorando también la situación de la agricultura, y llegar-
ía a estar en condiciones de emanciparse de sus deudas a los
Bancos hipotecarios. Por medio de la industria deberá eva-
cuarse el campo llano tanto de hombres, como de capital. Por
medio de la especulación deberá afluir el dinero del mundo
entero a nuestras manos. Para destruir la industria de los in-
fieles, despertaremos en ellos la sed de toda clase de lujos co-
mo artículo para la especulación.”
Es evidente la idea de que los despilfarros y las deudas, favore-cen el poderío del prestamista, tanto si es judío o no. Este sistema no aporta dinero para fortificar las industrias y hacerlas independientes, sino para explotarlas en beneficio de las sanguijuelas prestamistas. Para el judío internacional, toda opulencia independiente de indus-trias y agricultura, amenaza su preponderancia mundial; por eso despierta nuevos apetitos, para mantenerlos en la esclavitud deudo-ra. “Conseguiremos por la fuerza (reza en los Protocolos) el au-
mento de jornales, pero no serán beneficiosos para los obre-
ros, porque al mismo tiempo haremos aumentar los precios de
todas las necesidades de la vida, so pretexto de que es el resul-
tado de la relajación de la agricultura y la ganadería. También
socavaremos honda y artificialmente las fuentes de toda sana
244
producción, con tal de infiltrar a los obreros ideas anárquicas
e induciéndoles al alcoholismo…”
Esta nueva forma de esclavitud, si se compara con la estancada que ejercía la monarquía, el feudalismo y la iglesia, es mejor y más dinámica para los ciudadanos, por darle más oportunidades a los que tienen nuevas ideas. Con esto no insinúo que esté a favor de ningu-no de los dos sistemas por considerarlos erróneos, aunque uno sea mejor que el otro a corto plazo. El problema mundial judío, tal como aparece en los Protocolos que recopilé, se basa principalmente en premisas económicas falsas, a cuya adopción hace falta inducir a los Gobiernos y pueblos. Los conceptos que el judío tiene de la vida económica, son com-pletamente distintos de aquellos que suelen enseñar a los infieles. Mejor que nadie conocen los financieros judíos lo rematadamente absurdo del sistema financiero vigente; pero sacan su provecho de tal absurdo, desmoronan a la sociedad no-judía y fortalecen así el predominio pan-judío. El problema es que con toda energía se es-fuerzan por mantener este sistema falso, hasta que conduzca al mundo civilizado a su derrumbamiento inevitable. Llegado este mo-mento, reedificarán el mundo según los principios financieros verda-deramente judíos. De lo que se trata, es de destruir la vida económi-ca actual, como se demuestra en el tercer Protocolo, después de haberse indicado los medios conducentes a instigar el odio de las clases bajas contra los opulentos: “…Esta enemistad aumentará todavía a consecuencia de
situaciones críticas, que conduzcan a catástrofes bursátiles y
al paro de todo mecanismo. Una vez hayamos producido la
crisis económica general con todos los medios subterráneos de
que disponemos y por medio del oro reunido exclusivamente
en nuestras manos, promoveremos en toda Europa con las ma-
sas de obreros conflictos en plena calle. Los obreros luego ver-
terán la sangre de aquellos a quienes en su estulticia e igno-
rancia se acostumbraron desde su niñez a envidiar, y cuya
propiedad creerán poder luego repartirse entre sí.”
Todo esto aconteció en la Revolución Francesa y ahora está ya aconteciendo en toda Europa. Las armas, que primeramente se es-
245
grimieron, fueron de índole económica. El Programa judío se realizó gracias a la división de la sociedad no-judía en ricos y pobres. “Divide y vencerás”, es el lema judío. División de la sociedad cristiana me-diante enemistades económicas, confesionales, sociales y naciona-les, mientras los judíos forman una unidad compacta, que sólo por este hecho está en condiciones de dominar a un mundo dividido en su seno. Téngase tan sólo en cuenta el enorme poderío judío en Ru-sia, Alemania, Austria, Francia, Italia, Inglaterra y Estados Unidos como resultado de la gran guerra. Todos los banqueros judíos de Ru-sia permanecieron sin ser molestados, mientras que a los banqueros no judíos se les fusiló, robándoles sus bienes. El bolchevismo no ha suprimido el capitalismo; sólo trasladó los capitales de propietarios no-judíos a manos judías. Este y no otro es el único objeto, tanto del socialismo como del anarquismo y del bolchevismo. Téngase tam-bién en cuenta, que los “capitalistas” denunciados en la Prensa roja, nunca son judíos. Todas las huelgas de importancia, ya sean en los ferrocarriles, en la industria del acero o en la minera, se dirigen siem-pre contra empresas no-judías; ahí radica toda la finalidad del movi-miento obrero rojo. Uno de los puntos más interesantes contenidos en todos los “Pro-tocolos” es el de la contraposición del sistema financiero favorecido actualmente por los judíos. En el Protocolo 20 se dice: “El patrón oro destruyó a aquellos Estados que lo adopta-
ron, porque no pudieron dar abasto a la demanda de signos
monetarios, especialmente por la razón de que retirábamos
tanto oro de la circulación como teníamos por conveniente.
[…] De este modo producimos situaciones críticas en la vida
económica con tal de retirar dinero de la circulación.”
Que la desaparición del dinero disponible de la circulación general produce terror y consternación, lo sabe todo el mundo, como la gran depresión en los Estados Unidos. La orden para ello se corrió tele-gráficamente, desde Nueva York, a los financieros para un día de-terminado, y aquél mismo día estalló una catástrofe económica en toda Norteamérica, mientras que los judíos iniciados sacaban enor-mes ganancias de aquella catástrofe. Esto se realizó substrayendo el dinero a su objetivo legal, siendo prestado a los especuladores judíos
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al 6 por 100, quienes a su vez volvieron a prestarlo al 30 por 100. Aunque esta crisis no es nada comparado con lo que todavía queda por venir, por el efecto dominó que afectará a todo el continente eu-ropeo durante décadas. En estos Protocolos, los judíos se mofan de la política financiera de los Gobiernos diciendo: “A consecuencia de métodos admitidos por gobernantes
torpes, se vació el Tesoro público. A esto seguía el período de
contraer deudas y de gastar los últimos activos, y esto condujo
a los Estados al borde de la bancarrota.”
Desde el primer punto de vista financiero están los Estados en bancarrota y sólo se sostienen artificialmente por medio de contribu-ciones tan recargadas, que equivalen a la desposesión. Los Estados Unidos de Norteamérica, llamados falsamente el “país más rico del mundo”, está en su condición de Estado exactamente tan pobre y arruinado como cualquier otro. No tiene más que deudas y sigue to-mando empréstitos. En otro lugar prosiguen los Protocolos: “Cada empréstito demuestra la incapacidad e ignorancia
del respectivo Gobierno en cuanto a los derechos del Estado.
Los empréstitos, cual espada de Damocles, se suspenden sobre
las testas coronadas, que en lugar de repartir contribuciones a
tiempo, extienden la mano pidiendo limosna a nuestros finan-
cieros. Sobre todo los empréstitos anteriores son como sangui-
juelas, que no se pueden quitar del cuerpo de los Estados has-
ta que caen por su propio peso, si no es el Gobierno quien las
arranque violentamente, pero los Gobiernos no-judíos muy le-
jos de suprimirlos, vuelven a “lanzar” cada vez otros nuevos.
Irremisiblemente tienen que hundirse a consecuencia de tan
constante y voluntaria sangría.”
Con escarnio añaden los Protocolos: “Entiéndase bien; aunque nosotros mismos hayamos reco-
mendado tan necia política, naturalmente que no la seguire-
mos… ¿En qué consiste el efecto de un empréstito, especial-
mente de uno exterior? Consiste en la emisión de un certifica-
do de deuda con la promesa de abonar intereses. Ofrece el
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empréstito un 5 por 100 y resulta que al cabo de 20 años el Es-
tado pagó los intereses en balde, aunque haya devuelto toda la
cantidad adeudada; al cabo de 40 años habrá pagado inter-
eses por valor doble, y en 60 años por valor triple de la deuda,
mientras que esta misma queda incólume.”
Es vergonzante que todavía nadie se haya dado cuenta de ello. Los Gobiernos siguen viviendo bajo la influencia de una doctrina según la cual las “deudas nacionales redundan el beneficio de la economía nacional”. En cambio, cierto es que el importe de las de-udas nacionales ofrece una medida exacta de la esclavitud de las naciones bajo el yugo judío. Las tesis 20 y 21 de los “Protocolos” se ocupan en exponer el programa de la política que seguirán los judíos, una vez hayan al-canzado el poder mundial, diciendo: “Cuando ocupemos los tronos del mundo, quedarán exclui-
dos todos los procedimientos económicos que no coincidan
con nuestros intereses.”
1º “Las Bolsas de fondos se cerrarán definitivamente, por-
que no admitiremos que nuestro renombre sufra oscilaciones
de los precios de nuestros valores. Para éstos fijaremos un
cambio forzoso igual a su valor nominal completo, sin permitir
a nadie alzarlo ni bajarlo. Alzas de precios son seguidas de
bajas: tal fue nuestra gran jugada con los títulos de los Esta-
dos no-judíos.”
2º “Embargo legal del dinero, al objeto de regular su circu-
lación.”
3º “Implantaremos cierta unidad monetaria, que se base
sobre el valor de determinada unidad productiva, indistinta-
mente si el material del que se componga la moneda fuera pa-
pel o madera. Nosotros emitiremos en cada momento tanto di-
nero como sea necesario para satisfacer las necesidades nor-
males de cada ciudadano, emitiendo en cada nacimiento una
suma determinada, y recogiéndola con cada defunción.”
4º “Títulos y valores serán comprados por nuestro Gobier-
no, y éste, en lugar de pagar tributos por los empréstitos, los
emitirá bancariamente. El procedimiento evitará en la
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Hacienda pública todo estancamiento monetario, toda vida
parasitaria y holgazanería, condiciones y habilidades que pa-
ra nosotros fueron útiles, mientras los infieles eran aún depen-
dientes; pero que no se admitirán, una vez que nuestro Reino
haya llegado.”
5º “Las Bolsas las sustituiremos por instituciones financie-
ras del Estado, cuya misión consistirá en fijar el valor de títu-
los oficiales según instrucciones del Gobierno. Estos institutos
estarán fundados de tal suerte, que en un sólo día podrán ad-
quirir o vender respectivamente por valor de 500 millones de
papel moneda, en cuya forma toda Empresa industrial quedará
dependiente de nosotros. Puede figurarse el enorme poderío
que con tales medidas alcanzaremos.”
Como fuentes de ingresos contributivos en el Imperio mundial ju-dío (dice Phyribunoski) se prevén las siguientes: 1º, un recargo progresivo sobre la propiedad. 2º, un recargo progresivo sobre ingre-sos y herencias. 3º, una contribución sobre el traspaso de bienes, ya sea en efectivo o en valores. 4º, una contribución de lujo y un recargo del timbre. Tales medidas, según la política judía, harán desaparecer el odio de los pobres contra los ricos, porque éstos serán considerados co-mo los pilares financieros del Estado y como responsables de un bienestar pacífico. El proletario comprenderá que es el rico el único que facilita los medios para que siga manteniéndose tal estado de cosas y se logre el bienestar pacífico. Bien sabe Dios que lo he intentado con todas mis fuerzas, pero los Gobiernos occidentales no han querido escuchar mis adverten-cias del peligro que todos corren en una futura guerra mundial que en secreto ya se está fraguando y en la que no habrá vencedores ni vencidos, sólo perdedores endeudados con los judíos internaciona-les. Pero ninguno de los Gobiernos se atreve a seguir mi consejo y dar el primer paso proponiendo una Cumbre internacional, sin ningu-na participación judía, para buscar una solución pacífica al problema global económico y de convivencia. El motivo por el cual los gober-nantes no atienden a mis razonamientos se debe a que todos ellos
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están obcecados por la desconfianza, el rencor, el odio y la sed de venganza por la sangre derramada en los campos de batalla. Vivimos en un estado crítico y el futuro que nos aguarda en las próximas décadas, lo veo inundado por ríos desbordantes de sangre de muchísimas más personas inocentes de las que ya han caído víctimas de la pasada guerra mundial. Espero que las lágrimas que he derramado en mis plegarias por las almas que sufren sirvan para detener el horror que se avecina.
-Como habréis comprobado –les dijo M.J. al finalizar-, lo que
habéis leído lo reconocéis de partes del Legado de Phyribunoski
que vosotros ya habéis leído. ¿Comprendéis ahora por qué el odio a
los judíos?
Todos estaban tan alterados, gritando por la usura de los judíos,
que M.J. tuvo que llamarlos al orden, pero no había manera.
-¡SILENCIO! –Gritó M.J. con todas sus fuerzas y dando un gol-
pe tan fuerte con ambos puños en la mesa, que todo lo que había
encima cayó al suelo.
Todos quedaron mirándolo en silencio. Liv y sus hijos empeza-
ron a recoger lo que se había caído.
-¿Por qué, durante milenios –prosiguió M.J. con ahínco-, los
ciudadanos no han protestado contra los regentes no judíos, que
han usado los mismos métodos de usura que los judíos, eh? ¿Veis la
injusticia que cometéis por lo que está grabado en nuestras células
y que nos controla a través del subconsciente? No me miréis como
si fuera un bicho raro. Yo siento el mismo odio que vosotros por los
judíos, pero sé contenerlo por saber de dónde proviene. Escuchar-
me, por favor –les pidió más relajado-, no creáis que para mí es
fácil tratar el tema de los judíos que estoy escribiendo en mi libro.
Lo estoy pasando muy mal por la herencia judía que corre por mis
venas. ¡Demonios! Hay noches que me las paso en vela y me subo
por las paredes, clamando en silencio justicia para todos los seres
humanos. Y lo que sí os puedo decir, es que este sentimiento es
mucho más fuerte que todo lo programado en mis células judías y
en el subconsciente –enfatizó M.J. contundente.
250
-Señor –le dijo Michel Loarz-, creo que Phyribunoski menciona
algo de eso, pero no me acuerdo en qué sección se encuentra.
-Está en la sección que trata de la manipulación genética de los
israelitas y el resto de la humanidad –aclaró M.J.-. Hay que tener
en cuenta, que por aquel tiempo había mucha actividad extraterres-
tre en todo el planeta y es muy probable que ese enigmático extra-
terrestre fuera el comandante encargado de esa región, que cum-
pliendo órdenes superiores, eligió a los israelitas para llevar a cabo
el plan mundial de “civilizar la Humanidad”. La prueba está en que
en aquel período surgieron todas las grandes civilizaciones del pla-
neta al mismo tiempo, construyendo grandes templos y pirámides.
Es evidente que había una interconexión entre todos los pueblos y
razas del planeta, llevado a cabo por los extraterrestres. La pregunta
es: ¿Con qué fines? Para obtener respuesta debemos analizar la
historia de la humanidad. Cuando los extraterrestres cumplieron su
misión aquí en la Tierra volvieron a su planeta, llevándose todo el
instrumental y dejándonos las colosales edificaciones vacías. A
nosotros sólo nos quedó el recuerdo y al no disponer de su ciencia
y su alta tecnología, aquellas civilizaciones florecientes decayeron.
Sin embargo, desde antes de que vinieran los extraterrestres, duran-
te el tiempo que estuvieron aquí y después de que se marcharan,
nosotros siempre estábamos matándonos unos a otros en guerras.
Está claro que esos visitantes de las estrellas no estaban interesados
en que viviéramos en paz y armonía, pues hasta nos ayudaron en
las batallas, como hicieron con los israelitas y otras tribus –con-
cluyó M.J.
-Es como en mi país con las empresas occidentales –intervino
Malik-. En Nigeria, los europeos y los estadounidenses construye-
ron grandes fábricas, y las que no eran rentables, se llevaban toda la
maquinaria y el personal técnico a otro país, dejándonos los edifi-
cios vacíos y las poblaciones indígenas que trabajaban en las fábri-
cas quedaron en una miseria peor que antes, al haberse acostum-
brado a vivir un estilo de vida superior que Nigeria no podía man-
tener. Yo soy hijo de una de esas familias que quedó sin trabajo y
tuvo que volver al estilo de vida primitivo que tenía antes de que
instalaran la empresa minera. Por aquel tiempo, cuando mis padres
251
y tíos trabajaban en la empresa, yo me alisté en el ejército y des-
pués estuve trabajando en las fuerzas de seguridad de la empresa,
hasta que cerró. Al quedarme sin trabajo, con el dinero que había
ahorrado y los conocimientos que tenía, estudié ingeniería naviera
militar en Norteamérica, pero tuve problemas al darle una soberana
paliza a un teniente coronel, irónicamente negro, que el muy cabrón
gozaba hinchándome las pelotas. El teniente coronel quedó tan
maltrecho, que tuvo que jubilarse antes de tiempo. Fui condenado a
dos años de la cárcel y cuando salí, con los antecedentes que tenía,
nadie me quiso dar trabajo y me hice mercenario. Todo lo demás ya
lo sabéis –finalizó Malik.
-Lo que nos ha contado Malik es un buen ejemplo ilustrado que
nos da a entender lo que esos extraterrestres pensaban de nosotros
–dijo M.J.
-Perdone, señor –intervino Ove Nilsson, sueco-, pero no todo lo
que hicieron fue malo: a los israelitas los civilizó dándoles leyes
que incluso hoy en día siguen siendo buenas si se aplican.
-Cierto, Ove –reconoció M.J.-. Pero, para tener bajo control a
una tribu sin que lo sepa, es necesario enmascarar la verdad con
engaños. Además, hay un factor clave que indica la manipulación
humana. Ninguna especie, por muy inteligente que sea como los
primates y los delfines, necesita que ninguna especie superior como
nosotros los humanos, le diga cómo debe comportarse para su pro-
pio bien. Lo de las religiones con sus dogmas morales es la “zana-
horia” para engañarnos y no descubramos que algo han hecho con
nosotros para que no actuemos según nuestros enormes potenciales
filosóficos y espirituales. John, tú fuiste agente secreto del MI6
inglés. ¿Sabes algo de esto?
-Así es –asintió John-. Las actividades de esos extraterrestres
indican dos cosas: una, que actuaron como nuestros Gobiernos y
sus servicios de inteligencia actuales. La otra, que tenían que venir
de un planeta o planetas tan similares al nuestro, que podían respi-
rar nuestra atmósfera y estaban vacunados para no contraer las en-
fermedades de este planeta, que aunque sea similar al suyo, los
virus y bacterias han seguido dos caminos evolutivos diferentes.
Nosotros tenemos el mismo problema cuando vamos de vacaciones
252
a países tropicales y nos tenemos que vacunar contra enfermedades
que no afectan a la población indígena.
-Gracias, John. ¿Nos puedes explicar cómo actúan los Gobier-
nos de las potencia mundiales? –le pidió M.J.
-El sistema no ha cambiado mucho en miles de años, lo único
que ha cambiado son las formas. Como sabéis, los que no están en
el poder siempre critican a los que lo están y criticar a los judíos no
es una excepción. Esta clase de individuos, tanto si son judíos o no,
son lobos de la misma camada. Antisociales irresponsables que sólo
desean esclavizar a los demás para controlarlos. Las guerras anó-
nimas o fantasma, como algunos las definen, es el mejor negocio
del siglo. Por una parte, las ganancias que genera a los Estados el
tráfico ilegal de armas a países tercermundistas con recursos natu-
rales como yacimientos petrolíferos y minerales importantes para la
industria, por ejemplo el coltan. La sangre de millones de personas
que no querían esas guerras pero que fueron obligadas a ellas, cho-
rrea en las manos de los dueños de las grandes corporaciones in-
dustriales, los gobernantes políticos y por encima de ellos los
“think-tank”, como la Rand Corporation y Los Vulcanos, con Con-
dolezza Rise como creadora y alma mater, entre muchas otras or-
ganizaciones muy peligrosas por no estar reguladas por la demo-
cracia –concluyó John.
-El coltan es un superconductor que se usa en todos los aparatos
electrónicos y significó un gran avance, sobretodo en la informática
-explicó M.J.-. Sin embargo, hay otro sistema informático que hace
dos décadas se mencionó: el ordenador biológico por actuar de la
misma forma que las células se comunican entre ellas y almacenan
la información en la parte espiritual. Este sistema es tan revolucio-
nario, que dejaría a los actuales en el nivel que estaban los primeros
que se inventaron. ¿Tampoco os parece extraño que a este nuevo
invento no se le haya dado publicidad en todos los medios de co-
municación, para crear interés en los ciudadanos y los Gobiernos
apoyen a la Industria para que invierta en la tecnología del futuro,
que sería mucho más barata y fácil de fabricar?
253
-Perdone, señor, pero eso que ha dicho de un “ordenador espiri-
tual”, a mí no me entra. ¿Lo puede explicar, por favor? –le pidió
Abdul y todos sintieron curiosidad por saberlo.
-Lo tengo por aquí. Un momento –dijo M.J. mientras tecleaba
en su ordenador-. Se trata de descubrimientos que se han hecho en
trasplantes de órganos. Aunque el trasplante de un riñón, un hígado
o un corazón, a primera vista no tengan nada que ver con la nueva
informática biológica, en cierto modo la tiene más de lo que nos
imaginamos. Lo que se ha descubierto es que algunos de los que
han recibido el trasplante de un órgano tienen memoria de los do-
nantes fallecidos. ¿Cómo se explica eso? Tiene que ver con el expe-
rimento de las lombrices de tierra que os expliqué. Aquí tengo va-
rios casos como por ejemplo, uno que recibió el corazón de otro
que había muerto en un accidente de tráfico y poco tiempo después,
tuvo memoria del accidente hasta con imágenes mentales. Para ver
si había fraude, se comprobó si el que recibió el corazón sabía algo
del donante y resultó que no. Otro caso fue el de una niña que mu-
rió asesinada de un disparo y la policía no pudo capturar al asesino
por falta de pruebas. El corazón de la niña asesinada fue donado a
otra niña, que después de un tiempo, en sueños pudo reconstruir
todo el incidente que mató a su donante con todo lujo de detalles
como la cara del asesino, la ropa que llevaba y hasta el timbre de su
voz. Los padres de la niña, ante su insistencia, la llevaron a la po-
licía y con las pruebas que le proporcionó capturaron al asesino.
Otro caso aún más insólito fue el de un niño de tres años que murió
y su corazón se le trasplantó a otro que tenía unos meses más de
edad. Este niño, a la edad de nueve años, se encuentra por primera
vez con la madre del donante y al verla, corrió hacia ella y la
abrazó, diciéndole mamá y restregando su nariz con la de ella, que
era como hacía con su hijo y esto nadie lo sabía más que ella. Ima-
ginaros cómo fue la reacción de la madre que perdió a su hijo. Los
padres del niño, con la madre del donante, fueron a la iglesia donde
estaba el padre para ver si lo reconocería. La iglesia estaba llena de
gente y el niño fue mirando entre la muchedumbre, hasta detenerse
ante un hombre y le dijo papá: era el padre biológico con el que el
donante había jugado mucho –finalizó M.J.
254
-Entonces, esto quiere decir que lo que dice Phyribunoski de la
manipulación genética de la Humanidad es cierto –dijo Michel Lo-
arz, que estaba atónito, como los demás.
-Si no fuese cierto –respondió M.J.-, ninguno de vosotros habría
reaccionado a lo que tenéis implantado en vuestras células. La
ciencia, en especial la informática, como os dije antes, está investi-
gando la capacidad de las células para almacenar información y los
científicos no descartan la posibilidad de crear ordenadores centra-
les biológicos, cuando ya lo deberían haber hecho hace más de dos
décadas y ahora los tendríamos funcionando a pleno rendimiento.
El problema es que hay muchos intereses creados en torno al siste-
ma informático actual y eso frena la evolución de nuevas ciencias y
tecnologías. Las multinacionales compran las patentes de nuevos
inventos y las guardan en cajas fuertes para sacarlas cuando a ellas
les convenga.
-Yo he escuchado algo que suena a ciencia ficción -intervino
Andrik-. Se trata de experimentos para programar información en
los mismos átomos.
-No lo sabía –dijo M.J.-, pero si se consigue, será mucho más
avanzado y más resistente a los cambios de temperatura.
-Lo de inventos que han sido comprados por multinacionales
–dijo el sueco Ove Nilsson-, no es la primera vez que un inventor
ha desaparecido y de sus patentes nada se sabe. Cuando yo era un
chaval encontré en el desván, en una caja de cartón, numerosas
revistas científicas que compraba mi padre. Una de esas revistas era
sueca, de mediados de los setenta, y se llamaba FOCUS. Me llamó
la atención la portada, en la que ponía que un científico sueco había
inventado y demostrado cómo usar la energía nuclear sin que haya
la radiación tan peligrosa del plutonio, que es el uranio enriquecido.
Leí el artículo y resultó que también inventó cómo neutralizar el
plutonio. Desde entonces no he escuchado nada de él ni de sus in-
ventos revolucionarios.
-Conozco esa noticia y la corta repercusión que tuvo –intervino
John-. Los Gobiernos necesitaban el plutonio para fabricar bombas
nucleares y le dieron carpetazo al asunto, desprestigiando al inven-
255
tor y demostrando con falsedades al mundo entero que su invento
no funcionaba, cuando sí lo hacía.
-Un antisocial es un antisocial, sin importar a qué raza o creen-
cia religiosa pertenece. Ese es el verdadero rostro de los que nos
gobiernan: unos desde las sombras y otros los que votamos en las
urnas –enfatizó M.J.-. Hablando de inventos que solucionarían la
contaminación atmosférica y evitaríamos el cambio climático que
tanto está en boga, ahora me acuerdo de Álvaro Estévez, un espa-
ñol de Extremadura, que hace más de cincuenta años inventó el
motor de agua. Si mal no recuerdo, tuvo repercusión en la Prensa y
hasta la Uno de Televisión Española filmó al inventor paseándose
con su motocicleta, para demostrar que funcionaba. Creo que Álva-
ro Estévez donó la patente al Gobierno español para que lo indus-
trializara o lo vendió a una empresa americana. No lo sé con certe-
za. En cualquiera de los casos, la patente cayó en saco roto, como
sucedió con otros inventos en los últimos cien años.
-Yo he escuchado algo de eso, ¿pero era rentable el motor de
agua? –preguntó Michel Loarz, francés.
-El prototipo que construyó Álvaro era sencillo y funcionaba
con agua del grifo –respondió M.J.-. Él había inventado un sistema
rudimentario para separar el hidrógeno y usarlo de combustible:
una energía que se encuentra en todas partes y no contamina. Pero
tanto el Gobierno español como los demás países siguieron la nor-
ma del petróleo y su invento nunca se comercializó, a pesar de que
la dependencia del petróleo favorecía a los árabes en detrimento de
Occidente.
-El motivo por qué no se comercializó el motor de agua y mu-
chos otros inventos –añadió John-, en parte se debió a que tanto
Rockefeller como otros magnates del petróleo lo impidieron.
-También hay otro invento sorprendente que lava la ropa usando
sólo el diez por ciento del detergente habitual para cada lavado y
que tampoco se ha comercializado al nivel mundial, para evitar la
contaminación de ríos, lagos y mares como el Mediterráneo –anun-
ció Liv.
Todos se miraron extrañados y dijeron incrédulos que eso había
que verlo para creerlo.
256
-Un momento, que os lo traigo para que lo veáis –les dijo Liv.
Todos quedaron comentando qué podría ser. Al volver Liv les
mostró una cajita de cartón: un cubo de unos 11 centímetros.
-Está aquí dentro. ¿Lo queréis ver? –les preguntó Liv, mientras
que M.J. y sus hijos se reían. Liv abrió la cajita y sacó una bola que
todos conocían.
-Pero si es la bola con el detergente que usamos –dijo sorpren-
dido Ben Carrigan y los demás asintieron confundidos.
-No contiene detergente. Toma, John, ¿quieres leer el prospecto
en voz alta? –le pidió Liv al dárselo.
-Aquí pone que el componente limpiador está compuesto por
tres tipos de bolitas de cerámica diferentes, que generan iones ne-
gativos y rayos infrarrojos que rompen la tensión superficial del
agua. Los componentes de las bolitas de cerámica son: Na, Ca, Ba,
Fe, Al203, Sio2, K, Mg, Ti02, más de 80 minerales naturales. Este
invento tiene eficacia garantizada para mil lavados y unos tres años
de vida útil. Aquí pone que para prolongar la vida útil, hay que po-
ner la bola al sol una vez al mes, para que se recargue. ¡Claro! –Ex-
clamó John-. Ahora comprendo por qué Liv ponía estas bolas deba-
jo de una lámpara de luz solar.
-Nosotros también lo hemos visto –dijo Andrik mirando a los
demás-, pero pensábamos que era para secarlas.
-Es evidente que este invento funciona –enfatizó Abdul-. Nues-
tras ropas están limpias y suaves, sin usar suavizante. ¿Cómo dio
usted con esas bolas, señora? –le preguntó.
-Fue hace dos años, en la tienda de dietética donde acostumbro
comprar productos ecológicos para la familia y que se encuentra al
lado del mercado municipal Pere Garau –respondió Liv-. Me enteré
por casualidad, mientras esperaba a que la dueña atendiera a una
clienta que había comprado una de estas bolas y lo estaban comen-
tando. Yo me interesé y les pregunté si funcionaba, y me dijeron
que las llevaban usando más de dos años, obteniendo los mismos
resultados con sólo el diez por ciento de detergente. Yo tenía mis
dudas sobre la eficacia de este invento, pero la dueña me convenció
para que lo probara y le compré una bola ecológica. No os podéis
imaginar la sorpresa que me llevé cuando comprobé que funciona-
257
ba y me enfadé conmigo misma por no haberle prestado atención a
la caja con las bolas ecológicas que siempre había visto encima del
mostrador. También sucedió algo que tiene que ver con el libro que
está escribiendo mi esposo. Yo expliqué a mis amistades y vecinas
lo de las bolas ecológicas, y resultó que ninguna lo sabía. Todas
estaban como yo al principio, muy sospechosas y no se lo creyeron,
hasta que vieron que funcionaba y dos tercios compraron las bolas.
El beneficio económico era evidente, se ahorraban el noventa por
ciento en el gasto de detergente y suavizante, si es que creían nece-
sario usar suavizante en prendas muy delicadas. Sin embargo, el
tercio restante se negó incluso a probar una de mis bolas, que yo les
ofrecí. Se trataba de cazurras cortas de miras y con un coeficiente
intelectual muy por debajo de la media, que incluso viendo que las
demás vecinas las usaban y funcionaba, se negaron alegando la
excusa que la ropa y la lavadora podrían estropease, cuando es todo
lo contrario por conservar los colores vivos más tiempo y prolongar
la vida de la ropa. Esta clase de personas son las últimas de este
mundo que votarían una nueva reforma política y monetaria, nece-
saria para entrar en la segunda Era de la Humanidad, que es el des-
pertar de la consciencia –finalizó Liv.
-Lo que ha comentado mi esposa –intervino M.J.-, coincide con
el ochenta-veinte por ciento que describe Phyribunoski de la pobla-
ción mundial. De ese tercio que se negó a usar las bolas ecológicas,
si el Gobierno anunciara un Decreto de ley apoyado por el Congre-
so y el Senado que se aumentará progresivamente el precio del de-
tergente para obligar a las amas de casa a usar las bolas ecológicas,
la mayoría de este tercio las comprarían y las usarían, comentando
después lo barato y ecológico que es. Sin embargo, un dos por cien-
to de este tercio seguiría con el detergente y se ufanaría de ser de
las pocas mujeres que todavía lo siguen usando, hasta que el Go-
bierno las castigara con sanciones por contaminar las aguas resi-
duales y se vieran obligas por la fuerza a usar las bolas ecológicas
–finalizó M.J.
-¿Quién vende esas bolas, señora? –le preguntó Abdul interesa-
do.
258
-Aquí en la caja pone que las distribuye una empresa española,
de Zaragoza –informó Liv y le dio la caja.
-Gracias, señora –le dijo Abdul-. Apuntaré la dirección y cuando
vuelva a mi país, comercializaré este invento tan prodigioso y que
como pone en la caja, se puede usar para lavar a máquina y a mano.
-Lo que le sucedió a mi esposa es el clásico ejemplo de la pri-
mera de las cinco sentencias de Phyribunoski que os leí: “La per-
sona adulta actúa según la educación y la enseñanza que recibió”.
-explicó M.J.-. Por eso ella no le prestó atención a algo que cada
vez que iba a comprar a esa tienda tenía delante de sus narices, por
romper con la creencia popular y no haber escuchado nunca que
algo así, además de ahorrar mucho dinero, elimina gran parte de la
contaminación actual de las aguas residuales. Este invento de las
bolas ecológicas para lavar la ropa, como el motor de agua y mu-
chos otros inventos, los Gobiernos se niegan a incluirlos en el pro-
grama mundial contra la contaminación del medio ambiente. Con
lo fácil que sería subvencionar a las universidades y a las escuelas
politécnicas, para que evolucionaran esos inventos y subvencionar
a las empresas que quisieran fabricarlos. ¿Os imagináis lo que sig-
nificaría en beneficio para la salud de nuestro planeta lavar toda la
suciedad que genera la industria, los hogares y la contaminación
que genera el carbón y el petróleo usando motores de hidrógeno?
Pero ya veis cómo son los que nos gobiernan y los de la ONU: an-
tisociales que sólo piensan en sus intereses privados y no les impor-
ta el futuro que le dejan a nuestros hijos. ¿Tenéis algo más que co-
mentar? –preguntó M.J.
-Yo, señor –respondió Kurt Waldenheimer, austriaco-. ¿Es que
no saben los judíos internacionales y demás antisociales que si en
miles de años no lo han conseguido se debe a que están equivoca-
dos en su forma de proceder?
-El antisocial –dijo M.J.-, no siente vergüenza de sus actos por-
que no admite que se ha equivocado y nunca rectifica porque está
convencido de que el mundo es así y no se puede cambiar. Esta
clase de personas no admiten la ecuación de que lo que el Hombre
ha hecho mal lo puede deshacer y crear un nuevo estilo de vida
mejor si se lo propone. ¿O no es eso lo que siempre han estado
259
haciendo los de mentalidad social desde que los primeros seres
humanos empezaron a caminar erguidos? Los de mentalidad anti-
social, en el fondo tienen miedo de una sociedad libre e indepen-
diente de tiranos, porque saben que no podrían competir con noso-
tros en igualdad de condiciones y la única forma de controlarnos y
tenernos en jaque, es manteniéndonos en la ignorancia y escla-
vizándonos económicamente. Por eso crean desavenencias entre
países, para que se odien y se maten en guerras. Si hay algo a lo
que más temen, es que la sociedad sepa cómo es la persona social y
la antisocial, porque perderían el poder al ser descubiertos. Por eso
persiguieron a muerte a Phyribunoski, porque en su Legado descri-
be cómo son estas dos personalidades y lo que se debe hacer para
derrocar del poder a los antisociales. ¿Algo más que comentar de
cómo se manifiestan en la actualidad los métodos de los antisocia-
les? –preguntó M.J.
-Yo –intervino Manfred Bawer, alemán-. Las costumbres malsa-
nas que han llevado a los occidentales al consumo de alcohol y
narcóticos, es una plaga que está deteriorando todo lo bueno que
tiene Occidente y eso favorece a los antisociales que ahora están en
el poder.
-Es una lacra que los políticos no solucionan porque unos pocos
son antisociales, mientras que la mayoría de ellos son de mentali-
dad social, pero pobres de espíritu –agregó Ove Nilsson, sueco.
-Esa mayoría de políticos –intervino Bruno Peters, alemán-, son
aupados a los puestos de poder por antisociales, que aunque sean
judíos o no, desde las sombras los manejan como a marionetas.
-El sistema judío de controlar las masas lo usan ahora los occi-
dentales para condicionarlas y piensen y actúen como borregos.
Esto lo podemos ver en la forma que tienen de actuar todos los me-
dios de comunicación –añadió Kurt Waldenheimer, austriaco.
-Eso que ha dicho Kurt se nota en la influencia de los antisocia-
les en los video-juegos y en los programas de la televisión para
niños, adolescentes y adultos. Estamos inundados por la telebasura
que los políticos permiten –expuso Andrik Rongel, holandés.
-Y qué decir de las telenovelas: <<culebrones>> que tienen en-
ganchadas a las amas de casa. No os riáis, mi mujer lo estaba y me
260
costó arrancarla de esa costumbre, que se convirtió en un vicio
–añadió David Cornowall, inglés.
-En la educación y en la enseñanza también se nota la mano
negra de los antisociales, que han copiado los métodos que los jud-
íos usaron contra nosotros –aclaró Brian Riff, irlandés-. Los alum-
nos fallan en gran medida por no haber una pedagogía como la de
Phyribunoski u otras más modernas que sólo se enseñan en algunos
institutos privados, cuando los Gobiernos las deberían haber inclui-
do de forma obligatoria para todos los ciudadanos. Además, los
gobernantes siempre dan a entender que hacen lo posible por en-
contrar nuevos y mejores métodos educativos, cuando ya los tene-
mos desde hace mucho tiempo.
-Referente a los conocimientos de la moral y la ética que reco-
piló Phyribunoski, él dice que no es nada nuevo –añadió Al Cohen,
australiano-. Sin embargo, incluso sabiéndolo la clase académica,
la intelectual y la filosófica, hasta ahora, nadie ha movido un solo
dedo para obligar a los Gobiernos a insertar esos conocimientos en
los estudios como una asignatura obligatoria, desde la escuela pri-
maria hasta la universidad. Es evidente que detrás están los antiso-
ciales impidiéndolo.
-Esos antisociales que nos gobiernan también impiden todos los
intentos de aprobar un Decreto de ley para que altos cargos, tanto
públicos como privados, no sean ocupados por aquellos que no
hayan aprobado la asignatura de moral y ética, sin importar las for-
tunas que tengan, lo inteligentes que sean o tengan las mejores no-
tas de la clase, por la sencilla razón de que los antisociales en pues-
tos de poder serían los primeros en ser despedidos con una patada
en el trasero –expuso Ben Carrigan, estadounidense.
-Muchos creen que inteligencia, ética y sentido común son inse-
parables o forman parte de una misma cosa, cuando no es cierto
–intervino Malik Saarr, nigeriano-, y si no, que se lo pregunten al
jefe, que era agente de una institución inglesa a la que llaman “ser-
vicio de inteligencia” –dijo con retintín y todos se rieron, hasta
John, que apreció su agudeza y buen sentido del humor. Malik con-
tinuó-: Lo que he dicho, aunque suene a gracioso tiene sentido, sólo
tenemos que ver los antisociales inteligentes o los que inventan
261
bombas nucleares que pueden acabar con todo signo de vida en el
planeta. Estaréis de acuerdo conmigo que esas personas tienen un
coeficiente de inteligencia muy alto, pero el sentido común, la ética
y la empatía brillan por su ausencia.
-La moral, la ética y sobretodo la empatía –añadió Abdul-, son
conceptos que están en el Corán y en las demás religiones, pero nos
seguimos matando unos a otros en nombre del Dios de turno o co-
mo los materialistas occidentales en nombre del Vellocino de Oro.
-¿Algo más que comentar? –preguntó M.J.
-Yo, señor –intervino Ben Carrigan, estadounidense-. Si todos
los acontecimientos de importancia están vaticinados en el código
secreto del Pentateuco que leí en dos libros, por nuestra parte sería
una equivocación considerar a los judíos antisociales como los de-
más. A lo que me refiero es que los hechos históricos posicionan a
los judíos como los máximos responsables de todas las calamidades
que hemos sufrido y todo por culpa de su Dios, que de todas las
razas y etnias de la tierra, los eligió a ellos como el pueblo predilec-
to para gobernar el mundo. Eso es racismo puro y duro, sin impor-
tar si viene de un Dios o no.
-Lo que ha dicho Ben pertenece a la segunda parte del Legado y
que vamos a comentar mañana –aclaró M.J.-. El sistema de control
de la Humanidad está estructurado de tal forma, que en caso de que
los judíos fracasaran, los otros antisociales tomarían el relevo.
-Según comenta Phyribunoski –intervino el alemán Manfred
Bawer-, los judíos siempre han fracasado en el intento de hacerse
con la hegemonía mundial. Yo creo que los fracasos son parte del
plan que nos implantaron los extraterrestres, para tenernos ocupa-
dos con las preocupaciones que generan las guerras, las hambrunas
y las injusticias, para que tanto judíos como el resto de la población
mundial, no salgamos del ofuscamiento y empecemos a pensar con
más claridad. No en vano dice Phyribunoski antes de las cinco sen-
tencias: “Es muy difícil engañar al que sabe”.
-En eso estamos todos de acuerdo –constató M.J.-. La cuestión
es por qué los judíos siempre han sido expulsados de todas partes,
cuando el verdadero motivo no estriba en si los judíos son mejor o
peor que los demás. Cada país tiene sus reglas de juego en forma de
262
leyes para que se cumplan e irónicamente, los que están en el poder
son los que dictaron esas leyes para tener engañado al pueblo llano,
cuando son ellos los que más las incumplen con total impunidad.
Esto lo sabe todo el mundo pero nadie lo dice ni lo proclama públi-
camente, porque piensan que las leyes están para incumplirlas y de
ahí el refrán: “El que hace la ley hace la trampa”. Esto se ve en los
más ingeniosos, como el ladrón de guante blanco que nunca lo pi-
llan infraganti. Estos son los que, cada uno en su nivel social, hace
lo que puede para beneficio propio, mientras no lo pillen con las
manos en la masa. Estoy hablando de una sociedad embustera, en-
gañosa, egoísta y despiadada, que crea contubernios entre los gru-
pos de poder que se apoyan mutuamente, y el que se pasa de la raya
intentando establecer un sistema político que le dé más poder al
pueblo, le cortan la cabeza y la ponen en una pica, en la plaza del
pueblo, para demostrar a los ciudadanos que se hace justicia. Mien-
tras tanto, la vida sigue y la gente de a pie prefiere seguir tragando
sapos y culebras, a enfrentarse al poder que nos gobierna desde las
sombras. ¿Significa que las masas son cobardes y actúan como
borregos? A primera vista es lo que dirían muchos por lo que han
leído de <<esos sabios y sociólogos entendidos>>. El motivo de no
hacer nada y volverle la espalda al problema común que afecta a
toda la clase media, se debe a que no tienen otro sistema político,
social y económico fiable para sustituirlo por el actual.
>>En una sociedad así –continuó M.J.-, el judío siempre ha sa-
bido desenvolverse con maestría. El problema es que cuando las
cosas van mal en un país por la corrupción en los mandatarios y la
clase aristocrática, estos intentan solucionar el problema echándole
la culpa al país vecino y le declaran la guerra. Si la pierden, tienen
que echarle la culpa a alguien y siempre eligen al grupo más débil
que esté en minoría, no se haya asimilado ni mezclado con la po-
blación, no sea de la misma raza y no tenga las mismas creencias
religiosas. O sea, extranjeros que encima se están haciendo ricos en
su país a costa de los demás y no se involucran en la guerra porque
no sienten el mismo patriotismo que los ciudadanos, cosa que es
comprensible. ¿Y qué otro grupo puede ser que el judío?
263
>>El motivo por qué los judíos siempre se han ganado la ene-
mistad de los pueblos en los que se han asentado, se debe a que sus
prohombres siempre han apoyado a los malos y tiranos que están
en el poder, y como es de esperar, los judíos más inocentes son los
que siempre pagan las consecuencias. La vida te da lo que tú le das
a ella. Esta ley es un axioma que siempre se cumple en todas las
especies de seres vivientes, desde los más simples y primitivos co-
mo los organismos unicelulares, hasta la especie humana. La única
diferencia entre las demás especies y nosotros, es que ellas actúan
por instinto y nosotros de forma consciente y premeditada, sabien-
do las horribles consecuencias que acarrean para los demás.
>>Que un grupo de judíos, en lugar de aportar soluciones para
acabar con los problemas de convivencia, ataquen y destruyan a los
que las tienen cuando intentan establecerlas para el bien común,
demuestra que no son mejores ni peores que los tiranos que ellos
apoyan para beneficio propio.
>>Siempre ha habido personas que nos han aportado conoci-
mientos para solucionar los problemas de convivencia entre seres
humanos y el medio ambiente del que dependemos para existir, y el
motivo por qué fracasaron todas esas buenas ideas, la mayoría de
ellas religiosas, se debió a que nunca se hizo inca pie en la impor-
tancia que tiene la educación y la enseñanza de todos los ciudada-
nos. Me refiero a una educación y una enseñanza basadas en el
sentido común de la lógica de las cosas y que se encuentran en los
conocimientos axiomáticos de la ética universal aséptica. Digamos,
por ejemplo, un país o toda una civilización que ha alcanzado un
nivel de esplendor: El auge siempre se ha debido a que tanto los
mandatarios como los ciudadanos estaban bien educados en esos
valores fundamentales. Cuando decayó la educación y la enseñan-
za, el país o la civilización empezaron a deteriorarse por la corrup-
ción interna, hasta desaparecer. La prueba está en que de todos los
grandes imperios del pasado sólo nos quedan sus ruinas como tes-
timonio de que una vez existieron. Esto se debió a que se les dio
derechos y poderes a los de mentalidad antisocial. Por eso Phyribu-
noski enfatiza la importancia de la educación y la enseñanza de
todos los ciudadanos del planeta en los valores morales y éticos
264
universales, que él recopiló para nosotros. ¿Tenéis algo más que
añadir o comentar? –preguntó M.J.
-Ese sistema de gobierno judío –dijo Carl Nurk, letón-, según he
leído en el Legado de Phyribunoski, es una dictadura férrea peor
que el comunismo en Rusia. Estoy de acuerdo que la corrupción
que corroe los cimientos de nuestra cultura occidental nos puede
llevar a caer en manos de los judíos internacionales, pero tal como
están las cosas con el acceso a Internet, veo difícil que lo puedan
conseguir a medio o largo plazo. Vivimos en la era de las comuni-
caciones y es muy difícil ocultar por mucho tiempo cualquier in-
formación a los ciudadanos.
-Ese es nuestro as en la manga –intervino M.J.-. Una vez que el
Legado de Phyribunoski se divulgue en todo el mundo, la verdad
que los judíos internacionales y demás antisociales intentan ocultar
a cualquier precio, los dejarán desnudos ante la opinión pública y
perderán su poder sin necesidad de hacer un solo disparo: la batalla
por el futuro de la Humanidad se librará en las urnas electorales.
Para que esto tenga lugar, tendrá que surgir un nuevo partido políti-
co en todos los países occidentales, que base sus ideales en el Le-
gado de Phyribunoski y en primer lugar, recoja los votos de los que
tienen derecho a voto, pero no votan a ningún partido político.
¿Sabíais que en Israel el índice de votos es muy bajo y que las fuer-
zas políticas a favor y en contra del sistema actual de Gobierno
están muy igualadas? Lo de Israel es un índice similar al de los
países europeos y el estadounidense.
-¿Y cómo será ese partido político, señor? –preguntó Abdul.
-El nuevo partido político, para que tenga efecto internacional,
deberá tener estatus intergubernamental –respondió M.J.
-Ese concepto es nuevo. ¿Está usted seguro, señor, de que se
puede conseguir? –preguntó el alemán Manfred Bawer.
-Hay organizaciones que tienen el estatus intergubernamental
–respondió M.J.-. Una de ellas es Interpol, pero desconozco los
detalles.
-Papá, yo tengo en mi ordenador lo que se publicó de Interpol en
1990 –intervino Edval-. El 16 de junio de 1983 el Presidente esta-
dounidense Ronald Reagan cursó la orden Ejecutiva 12425,
265
otorgándole a Interpol estatus intergubernamental e inmunidad ante
cargos legales. De este modo, Interpol quedó por encima de la ley,
al no poder juzgar a ninguno de sus miembros.
-Gracias, hijo. Ya veis lo mal que se pueden hacer las cosas
cuando una organización no regulada por la democracia obtiene el
estatus de intergubernamental –aclaró M.J.-. Otras organizaciones
como jueces, médicos sin fronteras, ONG y otras para la paz, tam-
bién tienen un estatus que en cierto modo, aunque no tengan estatus
intergubernamental, se asemeja al de Interpol. Como podéis apre-
ciar, con la ayuda de Internet no debería ser muy difícil ni compli-
cado crear un partido político de estas características. Sólo es po-
nerse manos a la obra.
-Pues yo lo voy a hacer cuando salgamos de ésta –enfatizó Ed-
val.
-Yo estoy con mi hermano –dijo Manuela con firmeza.
-Si mis hijos se apuntan, yo también –añadió Liv poniéndose
entre sus hijos y echándole los brazos por los hombros.
Los demás también querían hacerlo y lo confirieron con John.
-Mis hombres quieren embarcarse en el nuevo proyecto y yo
también –dijo John a M.J.-, pero no podemos tirar por la borda la
empresa: nos causaría problemas y acabaríamos en la ruina.
-No lo creo necesario, John –intervino M.J.-. Phyribunoski dice
que la grandeza y la estabilidad de una empresa o una Nación para
que sean solventes, se basan en delegar el poder a ejecutivos hones-
tos y cualificados. Phyribunoski dice en su Legado que se necesi-
tarán dos o tres generaciones para asentar las bases que permitirán
la transición al nuevo orden mundial, con un Gobierno mundial
basado en los principios morales y éticos universales que él reco-
piló. Pero Phyribunoski no contaba con la libertad de expresión que
tenemos en la actualidad ni con Internet, que tenemos a nuestro
favor, y crear un partido político internacional con más de cien mi-
llones de afiliados y el triple de votantes, no debería tardar más de
cinco o diez años a lo sumo. La población mundial está esperando
un cambio y si no ha sucedido todavía, se debe a que la inmensa
mayoría desconoce las bases filosóficas de Phyribunoski para ini-
266
ciar el proceso de transición, que indicará la entrada a la segunda
Era de la Humanidad: el despertar de la consciencia –finalizó M.J.
-Lo que estás sugiriendo es que sigamos con la empresa y al
mismo tiempo promocionar el nuevo partido político anunciándo-
nos en páginas web –le dijo John a M.J.-. La idea es buena porque
todos estamos continuamente viajando por todo el mundo y tene-
mos contacto directo con toda clase de personas del mundo empre-
sarial.
-Si lo hacéis no seríais los únicos –indicó M.J.-. Hay más em-
presarios de los que te imaginas que simpatizan y colaboran con
muchas organizaciones altruistas benéficas, para recaudar fondos y
paliar el hambre del mundo. También hay muchos artistas famosos
que ayudan como grupos musicales, cantantes de rock y de ópera,
futbolistas, jugadores de tenis, baloncesto y demás deportes, que
organizan partidos benéficos y torneos. Me gustaría que formarais
parte de ese grupo mundial de personas que ayudan en lo que pue-
den para mejorar el mundo.
-Todos los que has nombrado serían los primeros que se afilia-
rían y ellos también promocionarían el nuevo partido político. Me
gusta la idea. ¿Qué decís vosotros? –le preguntó John a sus hom-
bres y todos asintieron con ilusión, por participar en algo bueno de
verdad.
-¿Cree usted que se podrá cambiar la mentalidad de las personas
en tan poco tiempo? –le preguntó Abdul a M.J.
-Referente a la pregunta que ha hecho Abdul –anunció M.J.-,
quiero explicaros algo que tiene que ver con la facilidad y la rapi-
dez con que se puede hacer cambiar la mentalidad de las personas y
hasta la de un imperio. En el siglo uno después de Cristo, el apóstol
San Pablo entró en Roma y con la contundencia de un trueno cam-
bió la mentalidad del Imperio Romano y lo convirtió al cristianis-
mo. Yo espero que cuando los conocimientos de Phyribunoski sean
conocidos, aparezcan líderes como el apóstol San Pablo y tomen
las riendas del planeta. ¿Algo más que comentar? –preguntó M.J.
Todos dijeron que no.
-Como último apunte antes de terminar –les dijo M.J.-, os voy a
comentar una de las muchas curiosidades que envuelve el simbo-
267
lismo judío. Los judíos se dividen en dos grandes grupos: el As-
quenazi y el Sefardita. De estos dos grupos, el que llevó la voz can-
tante en las dos guerras mundiales fue el Asquenazi y el partido de
Hitler se llamaba Nazi. ¿Veis la coincidencia entre Nazi y Asque-
nazi? Muchos dirán que es casualidad y que las siglas Nazi signifi-
can el partido de Hitler, pero sabiendo que los judíos son muy da-
dos al simbolismo y al juego de palabras, no me sorprendería si un
día un investigador descubre que fue intencionado.
-Coincide con lo que dice Phyribunoski de que los judíos inter-
nacionales –intervino el alemán Manfred Bawer-, al verse acosados
por los “Protocolos” que él publicó, cambiaron de táctica y no me
extrañaría que le pusieran su sello con el nombre Nazi al partido
que les permitiría salir más reforzados con su nuevo Estado Israel
en Palestina.
-No es la primera vez que los judíos, en su larga historia, han
sido atacados y siempre han conseguido seguir adelante con sus
planes de tener un rey judío en el trono de David gobernando el
mundo de una forma que a nadie que no sea judío le gustaría –
aclaró M.J.-. Motivo por el cual siempre han fracasado y lo se-
guirán haciendo mientras no cambien de mentalidad, cosa que si en
miles de años no han hecho, dudo que lo hagan por su propia cuen-
ta. “Nadie abandona el poder sin antes haber luchado”, dice este
refrán muy verdadero. Si queremos solucionar el problema, a los
judíos internacionales y demás antisociales no judíos hay que obli-
garlos a abandonar el poder por las buenas. Pero hay que hacerlo
como dice Phyribunoski: educando a la ciudadanía en los valores
morales y éticos universales, y para eso, como primer paso, es crear
un partido político con estatus intergubernamental. A partir de ahí,
habremos salvado el primer escollo y el resto del camino será llano
¿Algo más que comentar? –preguntó M.J.
Todos dijeron que no.
-Entonces doy por terminada la parte que pertenece a los judíos.
Lo que queda del día lo usaréis para repasar el tema de mañana,
que es la espiritualidad universal y la influencia negativa que los
extraterrestres han tenido en las religiones. Después le sigue el
último tema, que es el Nuevo Orden Mundial. Espero que el coci-
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nero nos prepare algo bueno para quitarnos el mal sabor de boca
que nos han dejado los judíos ¿A quién le toca hoy cocinar? –pre-
guntó M.J.
-A su hijo –dijo con cara avinagrada el argentino Sergio Mana-
ses y los demás asintieron contrariados.
-Lo siento, M.J. -le dijo John-, pero Edval tiene una mano para
la cocina… No te ofendas, muchacho, pero los fogones no es lo
tuyo. ¿Con qué nos vas a sorprender hoy? –le preguntó a Edval
como dando a entender: “¿con qué nos vas a martirizar?”
-Como siempre os estáis quejando, esta vez he pensado en
albóndigas al estilo sueco –propuso Edval y miró a su madre, que
le hizo un gesto negativo con la cabeza. Los demás lo miraron jun-
tando las cejas, arrugando la nariz y guiñando un ojo-. Está bien,
puedo hacer algo menos complicado. ¿Os parece bien tortas al esti-
lo sueco con mermelada de arándanos por encima?
-Si no hay más remedio –dijo John a sus hombres poniendo cara
de consecuencia-, comeremos esas tortas perrunas, pero yo prefiero
mermelada de fresa, en lugar de arándano.
Sus hombres también aceptaron resignados.
-Lo que no me explico –dijo John a M.J y a Liv-, es que siendo
vosotros tan buenos cocineros, vuestros hijos sean un desastre en la
cocina.
-Si supierais en los fregados que se han metido… –dijo M.J.-.
Edval, Manuela, ¿por qué no les contáis alguna de vuestras aventu-
ras en la cocina?
-Yo no, que lo haga Edval –dijo Manuela sacudiéndose las pul-
gas.
-Ahora no; tengo que preparar la comida –se excusó Edval.
-Vamos, muchacho, no escurras el bulto –le dijo John-. Todavía
faltan dos horas y el mejunje de las tortas no tarda mucho tiempo:
sólo es mezclar leche, harina y huevo. Y hacerlas en la sartén va
rápido.
-Venga, hermanito, anímate y cuéntales lo de la expedición en
Alaska –le sugirió Manuela.
-Que no, no insistas, y menos ésa –se negó Edval.
Todos estaban intrigados y le insistieron para que lo contara.
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-De acuerdo, lo contaré si mi hermana cuenta lo de la excursión
en las montañas cuando era adolescente –propuso Edval.
-¡Ah, no! ¡Esa no! –protestó Manuela.
-Pues entonces yo tampoco cuento lo de Alaska –se empecinó
Edval.
-En según qué cosas son más tercos que una mula y no se bajan
del burro ni a palos –les dijo M.J.-. Vamos, hijos, contar esos dos
casos. La última vez que lo hicisteis, mamá y yo nos tronchamos de
risa, y nos gustaría volver a escucharlos –dijo mirando a su esposa
y ella asintió.
Edval y Manuela aceptaron, pero empezaron a discutir quién
comenzaba primero. Al ver John que no se ponían de acuerdo, les
propuso un trato.
-Lo echamos a cara o cruz y el que no acierte será el primero
–les propuso John con una moneda en la mano.
Los dos aceptaron. John lanzó la moneda al aire y le tocó a Ma-
nuela, que se lamentó y se enfadó con su hermano por reírse.
-Tú ríete ahora –le dijo a su hermano-. Ya me reiré yo después.
“El que ríe el último siempre ríe mejor” –le chinchó Manuela ci-
tando un refrán sueco-. Yo tendría doce años cuando fuimos un
grupo de la escuela una semana de acampada en el norte de Suecia,
en las montañas, y me había tocado el turno en la cocina… Papá,
mamá, no os riáis.
-Anda, hija, que a ti te cuesta contener la risa –le dijo la madre.
-Como dije –continuó Manuela-, me había tocado cocinar y no
sabía qué preparar. Miré las latas de habichuelas blancas que los
monitores habían traído para ellos y tuve una idea: mezclar las
habichuelas con la salsa de carne picada que nosotros teníamos
para los espaguetis y con un poco de kétchup, hacer un plato im-
provisado de chili con carne de una receta que me dio mi padre,
pero que no había cocinado todavía. Todos comimos hasta hartar-
nos y me felicitaron por lo bueno que estaba, pero cuando los mo-
nitores volvieron de pescar del lago, se enfadaron conmigo por
haber usado su comida. Me dijeron, riéndose, que ellos dormían
cada uno en su tienda de campaña y que nosotros, por despistados,
nos habíamos traído las dos tiendas pequeñas para cuatro personas,
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en lugar de las grandes para diez, y como éramos veinte, tendría-
mos que dormir diez en cada tienda, apretujados como sardinas. Yo
lo vi bien: hacía frío por las noches y así estaríamos más calentitos.
Lo que ocurrió ya os lo podéis imaginar. Nadie pegó ojo en toda la
noche, ni los monitores, que se tronchaban de risa al vernos entrar y
salir pitando de las tiendas de campaña. El único que durmió como
un tronco y no se enteró de nada fue el despistado de Ygve, que a la
mañana siguiente salió de la tienda dando tumbos y preguntando
qué diablos habíamos hecho, para que la tienda y hasta la ropa que
llevaba puesta, apestaran a cloaca –finalizó Manuela y todos se
retorcían de la risa.
-Vamos, hijo, que te toca –le dijo M.J impaciente.
-Está bien, papá, no me metas bulla. Ocurrió el año pasado, en
Alaska, cuando estábamos haciendo un reportaje audiovisual de la
flora y la fauna salvaje. Éramos veinticinco en total: cinco nosotros
los técnicos y veinte los porteadores indígenas. Aquel día en cues-
tión, yo había abatido de un disparo un caribú viejo y flacucho que
andaba despistado por allí, y se me ocurrió la idea de hacer un perol
para todos los de la expedición. Ellos aceptaron con agrado; les
hacía ilusión probar un guiso con un toque culinario sueco o espa-
ñol. Después de estar hirviendo varias horas la carne estaba tan
dura y tenía tan mal sabor, que le añadí al guiso un montón de es-
pecias para mejorarlo, pero el remedio resultó peor que la enferme-
dad. Tenía que hacer algo y se me ocurrió echarle un poco más chi-
li, con la mala suerte de que al sacudir el tarro, se soltó la tapadera
y todo el chili cayó en el perol… Aquello no había quien se lo co-
miera, ni los indígenas, que al probarlo, lo escupían dando saltos y
maldiciendo en su idioma. Me salvé por los pelos de que me corrie-
ran a gorrazos. Yo le había cogido manía al perol y en lugar de tirar
la comida al río y fregarlo, lo dejé fuera, escondido entre unos ma-
torrales, para perderlo de vista. Cuando estábamos durmiendo en
las tiendas de campaña, a media noche escuchamos un ruido que
venía del campamento. Al salir nos topamos con un enorme oso
pardo, que se había comido todo lo que había en el perol y estaba
tan enfadado, que mordisqueaba el perol y lo sacudía como hace un
perro rabioso con una zapatilla. El oso soltó el perol de aluminio,
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que estaba lleno de agujeros por las dentelladas que le dio, lo miró,
le gruño y le dio un zarpazo, lanzándolo lejos de su vista. Me chocó
la coincidencia de que los dos le tuviéramos manía al dichoso pe-
rol. El oso estaba tan enfurecido, que entre rugidos, empezó a lan-
zar por los aires todo lo que había en el campamento. Todos huimos
despavoridos sin darnos tiempo a vestirnos y nos encaramamos
como pudimos a una roca grande y de paredes lisas que había al
lado, para refugiarnos de la furia del oso, que de vez en cuando nos
miraba con cara de pocos amigos, erguido sobre sus patas traseras,
dando zarpazos al aire y amenazándonos a rugido pelado. Vamos,
para que alguno de nosotros dijera que con las prisas se había deja-
do el tabaco en el campamento… Todos me echaban la culpa de lo
ocurrido por lo del perol, mientras que el oso observaba con aten-
ción nuestra acalorada discusión. Menos mal que los osos no en-
tienden nuestro idioma, porque si se entera de que era yo el del
perol, seguro que trepa por las paredes resbaladizas y me corre a
zarpazo limpio por toda Alaska. Después de no dejar títere con ca-
beza en el campamento, el oso fue al río, bebió mucha agua y entre
rugidos, se fue nadando a la otra orilla.
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