Historia de la Orientación Educativa
La Orientación Educativa hoy día es reconocida como una disciplina científico-técnica
perteneciente al campo de las Ciencias Humanas y Sociales, cuya finalidad es ayudar y
acompañar a todas las personas, de forma continua y a lo largo de la vida, con el objetivo de
potenciar la prevención y el desarrollo humano en todas sus áreas. Este proceso de ayuda está
inserto y ocurre de forma paralela a la actividad educativa, la cual también se ocupa de
estimular el desarrollo integral del individuo, posibilitando su participación activa, crítica y
transformadora en la sociedad. Siguiendo a Rodríguez Espinar (1985), la intervención se
realiza mediante el diseño, ejecución y evaluación de programas dirigidos a la producción de
los cambios necesarios en el alumno y en los contextos en los que participa a fin de lograr su
plena autonomía.
Actualmente se considera que existe una sola orientación, a pesar de que dentro de dicha
unidad se incluyen conceptos y significados ligados a su evolución histórica, que ha ido
definiendo sus áreas de intervención principales: la orientación vocacional y profesional; la
orientación en los procesos de enseñanza y aprendizaje; la atención a la diversidad; la
orientación para la prevención y el desarrollo humano.
La orientación vocacional fue la primera que surgió históricamente de la mano de los filósofos
clásicos. Sócrates fue el primero que destacó la importancia del conocimiento de uno mismo.
Platón, por su parte, se centró en la necesidad de determinar las aptitudes de los individuos y
Aristóteles completó sus postulados propugnando el desarrollo de la racionalidad para que las
personas pudieran elegir actividades u oficios relacionados con sus capacidades e intereses.
En la Edad Media, tanto Santo Tomás de Aquino como Ramón Llull se preocuparon por el
desarrollo de las potencialidades humanas y porque cada individuo enfocara su desempeño en
consonancia con sus capacidades y preferencias. En el Renacimiento, Paracelso estudió el
impacto de los factores de personalidad y edad y enumeró siete reglas básicas para orientar la
vida. De esta etapa también cabe destacar la figura de Juan Huarte de San Juan, quien elaboró
el primer trabajo de diagnóstico en orientación. Este autor defendía el carácter hereditario de
las capacidades, aunque no despreciaba la influencia del ambiente y la educación en ellas.
Posteriormente los avances en matemática y en psicología experimental, posibilitaron la
medición psicométrica y objetiva de las capacidades de las personas. A principios del siglo XX,
la orientación comenzó a institucionalizarse en EEUU y tuvo como principal campo de trabajo la
orientación vocacional y profesional. En los años veinte surgió el término “counseling”
(consejo), el cual fue descrito como un proceso de ayuda personal para detectar las
potencialidades del individuo y contribuir a la comprensión la información profesional para
adaptarla a las posibilidades de esa persona. La forma de intervención, desde esta perspectiva,
era fundamentalmente clínica. A partir de los años cincuenta, la orientación vocacional pasó a
ser concebida como un proceso continuo y educativo donde se debían incluir todos los
aspectos de la vida. En los setenta surgió el movimiento para la carrera, buscando integrar la
orientación en el currículum como instrumento formativo, y la educación psicológica, que
reclamaba la orientación al alumno para la adquisición de competencias necesarias para
afrontar la vida. Este enfoque más global propició el uso de un modelo de intervención de
consulta.
La orientación en los procesos de enseñanza y aprendizaje fue la segunda en aparecer y
consolidarse históricamente y, junto a la anterior, ha sido la más reconocida institucionalmente.
En la época de la Ilustración, Rosseau defendió la necesidad de estudiar las facultades del
alumno, su formar de pensar y sentir a fin de adaptar la enseñanza a las diferencias
individuales. La teoría darwinista propició el desarrollo de instrumentos para medir las
diferencias individuales y generó una preocupación por la adaptación de los sujetos a
diferentes ambientes. Después, la necesidad de elevar el nivel cultural de los ciudadanos y de
rentabilizar el trabajo, generó la inquietud y el espacio adecuados para crear técnicas
orientadas a la mejora del rendimiento formativo. En los años veinte, Kelly acuñó el término
“orientación escolar” (educational guidance), describiéndola como una actividad de carácter
procesual dirigida a proporcionar ayuda al alumno/a para la elección de sus estudios y para su
adaptación en la escuela. En los años setenta, se puso énfasis en el diseño del currículum y en
ochenta empezaron a surgir movimientos de renovación pedagógica que influenciaron la
manera de entender el proceso de enseñanza-aprendizaje y el papel de la orientación en
relación a dicho proceso.
La atención a la diversidad es un campo de intervención reciente, iniciado en España con la
reforma de la LOGSE (1990), aunque sus antecedentes se encuentren en la filosofía clásica
desde la cual se empezaron a definir las diferencias individuales. Tradicionalmente, la
orientación se había centrado en las dificultades de aprendizaje y las dificultades de adaptación
hasta el punto de propiciar la creación de servicios para diagnosticar las dificultades de
aprendizaje y atender de forma prioritaria a los alumnos con necesidades educativas
especiales. En los años ochenta, en EEUU, se inició el movimiento de las escuelas aceleradas,
denunciando un modelo de escuela que no atendía al alumnado en riesgo y que únicamente
aplicaba medidas de carácter remedial, en lugar de realizar un planteamiento integral que
sirviera para atender a todos. Hasta el S.XXI esa influencia no caló en Europa. Actualmente se
pretende contribuir a la creación de una escuela inclusiva, en la que todos tengan la
oportunidad de formarse plenamente y la enseñanza de una respuesta personalizada a todo el
alumnado.
El énfasis por la prevención y el desarrollo también es relativamente reciente. Se inicia entre los
años ochenta y noventa en EEUU, momento en el que la orientación se extiende al ámbito
comunitario, adquiriendo una visión más sistémica, y predomina el enfoque humanista,
centrado en el desarrollo humano. En España se iniciaron cambios legislativos que propiciaron
el trabajo en este ámbito a partir de la LOGSE, pero en la práctica se ha tardado más en
superar el modelo clínico que se había heredado del “counseling” americano y del psicoanálisis
europeo.
El actual planteamiento de la orientación educativa parte de una visión antropológica
interaccionista, humanista y socio-crítica. Dicha visión condiciona la finalidad principal de la
orientación (concretada más arriba), sus objetivos, los principios que guían su actuación, el
modelo de intervención y los agentes implicados en la práctica orientadora.
Los objetivos que se marca la orientación educativa están íntimamente relacionados con su
finalidad más elevada. Siguiendo a Rodríguez Moreno (1995:12), estos objetivos podían
resumirse en: a) Lograr el desarrollo máximo de la personalidad; b) Conseguir la auto
comprensión y aceptación de uno mismo; Conseguir auto orientación; c) Alcanzar madurez
para la toma de decisiones educativas y vocacionales; d) Lograr la adaptación y el ajuste; e)
Conseguir un aprendizaje óptimo en los años de escolaridad (que sirva para formarse a lo largo
de toda la vida); f) Combinaciones de cualquiera de los puntos anteriores. Sin embargo, este
autor enfoca demasiado los objetivos al alumnado. Tal y como se ha fijado en el inicio del
documento, la orientación está dirigida a todas las personas, es decir, a la comunidad en su
conjunto. Esto incluye a los miembros que integran y participan en el centro escolar (docentes,
familias, alumnos) y a otros agentes que pertenecen a servicios comunitarios (trabajadores
sociales, educadores, animadores socio-culturales, profesores de refuerzo, médicos,
especialistas, etc). En este sentido, el MEC propone objetivos teniendo en cuenta a los distintos
destinatarios. Además de algunos similares a los ya citados, entiende que desde la orientación
se debe: 1) Prevenir las dificultades de aprendizaje y evitar fenómenos de abandono, fracaso e
inadaptación social; 2) Contribuir a la adecuada relación e interacción entre los diferentes
integrantes de la comunidad educativa.
Estos dos últimos objetivos contemplados por el MEC conectan con los principios
fundamentales que guían la actuación orientadora: prevención, desarrollo e intervención social.
El principio de prevención se refiere a la actuación anticipatoria dirigida a evitar la aparición de
cualquier problema o a minimizar en lo posible sus efectos. Necesariamente ha de partir de un
enfoque proactivo y comunitario, que centre su atención en explorar y conocer las
características definitorias de cada contexto, sus factores de protección, sus factores de riesgo,
los recursos disponibles (materiales y personales) y la influencia de estos elementos en
relación al individuo a fin de eliminar o modificar ciertas condiciones ambientales . El principio
de desarrollo hace referencia a que, desde la orientación, se ha de promover el desarrollo
potencial de las personas desde un enfoque igualmente integral, que toque el mayor número de
áreas posibles de desarrollo, teniendo en cuenta el medio y los contextos en que el individuo
participa. El principio de intervención social se basa en la compensación de las desigualdades
sociales y en la puesta en marcha de mecanismos para evitar que la escuela se convierta en
un motor de reproducción social de ciertas estructuras que mantienen las diferencias entre
grupos por razones socioeconómicas, étnicas, religiosas, de sexo, etc
A pesar de que a nivel legislativo y teórico se pone especial énfasis en la prevención y el
desarrollo a fin de evitar en lo posible que la intervención se destine a corregir o rehabilitar,
históricamente ya hemos visto que esta tendencia es reciente y se enfrenta a una larga
tradición de intervenciones clínicas y programas compensatorios. La manera de ir revirtiendo
esta situación dentro del ámbito escolar es a través de la intervención en el currículum,
haciendo visibles los significados que contiene y el efecto de esos significados en la sociedad y
preocupándonos de hacerlo más inclusivo para que los diferentes grupos o individuos que
participan se sientan identificados con él y puedan darle un sentido a lo que aprenden. También
es necesario propiciar cauces de comunicación y participación para que los diversos tipos de
familias se integren más en los centros y puedan realizar su aportación al proyecto educativo
del centro. Por último, es importante abrir el centro a la comunidad para establecer
continuidades entre sistemas y poder llevar a cabo proyectos integrales que permitan modificar
ciertos elementos del entorno que influyen negativamente en los individuos.
Este tipo de abordaje exige un enfoque comunitario y, tal y como propone Bisquerra (2005),
una actuación basada en el modelo de programas, potenciados por componentes del modelo
de consulta colaborativa, aunque a veces resulte inevitable realizar intervenciones
individualizadas de carácter correctivo desde un modelo más clínico. Los programas deben
poseer un carácter global e integrador y enfocarse tanto a estimular y fortalecer las
potencialidades de los individuos (como a incidir y transformar las visiones compartidas y las
acciones de los miembros más cercanos a la persona. A la hora de diseñar los programas es
importante insistir la en prevención primaria, siempre que sea posible, atendiendo a las
transiciones entre etapas. En el caso de que el problema ya esté presente pero no se haya
desarrollado del todo, se realizaría una prevención de tipo secundario, dirigida a las
poblaciones de riesgo. Cuando el problema ya esté arraigado, se procedería a una intervención
más clínica, aunque desde una visión sistémica.
Desde esta perspectiva, los agentes que han de encargarse de impulsar y llevar a cabo estos
programas son los miembros del equipo directivo, los tutores, los profesores, las familias, los
especialistas del centro (PT, AL, profesor de diversificación curricular) y otros especialistas
externos (médico, psicólogo, fisioterapeuta, trabajador social, etc), bajo la guía y coordinación
del orientador/a que ejerce de promotor del cambio, de nexo y mediador entre los distintos
agentes. Así pues, dentro de este marco, las funciones del orientador/a se quedarían
agrupadas en estos ejes: a) Participación en el diseño, desarrollo y evaluación de los planes de
intervención en las áreas mencionadas; b) Organización, planificación y evaluación de la
orientación; c) Asesoramiento; d) Diagnóstico e intervención psicopedagógica; e) Impulso de la
investigación e innovación educativa.
HISTORIA DE LA ORIENTACION EDUCATIVA
Los orígenes de la orientación educativa se remonta al año de 1900 en los Estados Unidos de América,
año en que se intentan salir al paso de los abusos cometidos con la población infantil que se
encontraban en edades muy tempranas trabajando en las grandes fabricas e industrias.
En los Estados Unidos, Eli Weaver publica en 1906 su libro “Escogiendo una carrera” –Choosing a
career- dando pie al primer tratado de orientación vocacional que se conoce.
Frank Parsons en 1908 definió el término “Orientación Vocacional” como una labor de tipo humanitario
para la ayuda a los obreros y personas necesitadas. Su proceso orientador lo fundamenta contrastando y
comparando las características de la personas que aspiraba a una profesión con los requisitos y
demandas de ésta.
En 1910 se crea la Asociación Nacional de Guía Vocacional N.V.G.A. (National Vocational Guidance
Association) por sus siglas en ingles. Organizándose en Boston charlas y conferencias para los
responsables de los Servicios de Orientación.
Pero el desarrollo de la orientación no solo se realiza en América sino que también en Europa.
Para 1912 en Bélgica se crea la Sociedad Belga de Paidotecnia, que funda oficinas de orientación
profesional incluyendo dispensario de aprendices, servicios de exploración científica, etc.
Para 1916 se inicia la orientación educativa en México cuando Rafael Santamaría y Cols traduce al
español la escala de inteligencia Binet-Simon.
En 1919, tras la primera guerra mundial, se establece la “office Intercomunal pour l´orientation
porfessionnell” en la que colaboraba el conocido pedagogo Decroly. A esta oficina está anejo un instituto
encargado de la formación de consejeros en educación.
En la década de los 20´s se crearon movimientos para el estudio del niño en la Universidad de Harward
se impulsan los estudios de Orientación Profesional dirigidos por Brewer.
1922 en Francia, se institucionaliza la orientación profesional.
En 1928 se crea el INETOP (Institut National d´Etude du Trabail et d´orientation professionnell) que se
ocupa de la formación de orientadores en Francia.
En México, 1929, se fundan escuelas de orientación vocacional.
1936 en Bélgica empieza a funcionar Servicio Nacional de Orientación Profesional de la Juventud y en
España se hace una reglamentación respecto a la orientación educativa.
1937 en Lieja y Gante –Bélgica- se otorgan a los institutos de ciencias pedagógicas de las universidades
los títulos de licenciados en Orientación y selección de Personal.
1938 en Francia se estructura la orientación y la formación profesional.
1945 se crean los secretariados regionales de orientación profesional a disposición de adolescentes y
familias para ayudarles a resolver problemas de inserción social en Francia.
1952 en México Luis Herrera y Montes, establece la oficina de orientación educativa, dependiente del
subsistema de secundarias federales.
1954 la Universidad Iberoamericana de la ciudad de México funda el Centro de Orientación Psicológica,
en donde se ofrecían servicios de orientación vocacional.
1959 la UNAM funda el Doctorado en Orientación Profesional, dependiente de la carrera de Psicología y
en Francia se hace una reestructuración educativa en la cual los educadores se erigen en protagonistas
de la orientación solo recurren a los orientadores cuando necesitan información para resolver algún
problema profesional o de cambio de grado. No se tarda en constatar que la colaboración maestro-
educador debe ser permanente.
1960 a partir de esta fecha se crea el Consejo Nacional Técnico de la Educación en donde se establece
la formación de orientadores dentro del magisterio, con 4 años de espe3cializacion en Psicología y un
curso intensivo de meses en orientación.
1961 en Francia a partir de la fecha los antiguos centros públicos de orientación profesional pasan a ser
centros escolar y profesional.
1962 Guillermo Ruelas, en México, funda el departamento de orientación en la UNAM.
1964 Antonio Pedroza, en Morelos, crea el servicio de orientación de la Universidad Autónoma de
Morelos.
1966 Agustín Yáñez, como secretario de educación pública de México, funda el servicio nacional de
orientación vocacional.
1970 en México, se organiza el primer congreso nacional de orientadores, en Acapulco, y la Universidad
Iberoamericana abre su maestría y doctorado en desarrollo humano. En Francia Se logra que la
orientación profundice en el ámbito escolar como se venía haciendo en el campo profesional como
antesala del mundo laboral. En el mes de diciembre, la orientación educativa en Honduras nace como
producto del Seminario Nacional sobre Educación Media celebrado en la cuidad de San Pedro Sula,
departamento de Cortés.
1971 en el segundo semestre de este año, por investigaciones de los graduados del departamento de
Ciencias de la Educación de la Escuela Superior del Profesorado Francisco Morazán para identificar
estrategias para atender de manera más efectiva a la educación nacional, dio algunas recomendaciones
que dieron origen a la creación y funcionamiento de la carrera de orientación educativa.
1978 se crea la Asociación Mexicana de Profesionales de la Orientación.
1983 se implementa en Bachillerato universitario en Orientación Educativa de la ESPFM, que paso a ser
la UPNFM en ese mismo año.
1988 se funda la Federación de Asociaciones y Profesionales de la Orientación de América Latina.
1994 se crea en la UPNFM la correspondiente licenciatura de Orientación Educativa.
2008 con el proceso de evaluación curricular que se da en la UPNFM en este año se modifica el plan de
estudios e implementa nuevas competencias, pasa de ser "Carrera de Orientación Educativa" a "Carrera
de Orientación y Consejería Educativa".
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