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Geografa turstica
e Historia geogrfica
del Socorro
Luis Rubn Prez Pinzn
(Editor)
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GEOGRAFA TURSTICA E HISTORIA
GEOGRFICA DEL SOCORRO (COLOMBIA)
Descripciones oficiales y monografas patrilocales
Luis Rubn Prez Pinzn
(Editor)
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Geografa turstica e historia geogrfica del Socorro
(Colombia). Descripciones oficiales y monografas patrilocales
Luis Rubn Prez Pinzn (Editor)
Primera edicin
Mayo 13 de 2015
La imagen de la portada sobre la provincia del Socorro fue tomada de:
COLOMBIA, MINISTERIO DE CULTURA, BIBLIOTECA NACIONAL
DE COLOMBIA. Lminas de la Comisin Corogrfica (1850 1859). [En lnea]. Bogot: Biblioteca Nacional de Colombia, 2009. Disponible en:
http://www.bibliotecanacional.gov.co/recursos_user/exposicionesvirtuales/co
mision_corografica/exhibicion-laminas-primera-parte.html
ISBN 978-958-46-6558-4
Diseo, Edicin y Publicacin: Luis Rubn Prez Pinzn
La reproduccin total o parcial, en cualquier soporte o
plataforma, slo se podr hacer con previa autorizacin del
autor.
Publicado en Colombia.
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Contenido
1. Pueblo de indios de Chanchn (1617)
2. Parroquia de Nuestra Seora del Socorro [y San
Francisco] del Valle de Chanchn (1683)
3. Curato y Parroquia del Socorro, Provincia de San
Gil (1761)
4. Villa de Nuestra Seora del Socorro, Corregimiento
de Tunja (1771)
5. La Villa del Socorro desde el Convento de los
Capuchinos (1782 - 1789)
6. La Villa del Socorro ante las Cortes de Espaa y la
Junta Suprema y Central de Espaa e Indias (1809)
7. Provincia del Socorro, Confederacin Granadina
(1850)
8. Cantn parroquial y ciudad capital de la Provincia
del Socorro (1856)
9. Ciudad del Socorro, Distrito Municipal del Socorro,
Capital del Departamento del Socorro, Capital del Estado
Soberano de Santander, Estados Unidos de Colombia
(1880)
Pg.
7
9
13
19
25
31
41
81
87
4
10. Ciudad, Municipio y Provincia del Socorro,
Departamento de Santander, Repblica de Colombia
(1892)
11. San Gil y el Socorro: Villas antagnicas y
Municipios interdependientes (1922)
12. La Provincia de los Comuneros [1931] y la
Ciudad del Socorro (1939)
13. Ciudad y Municipio del Socorro, Departamento de
Santander (1947)
14. Municipio del Socorro, Departamento de Santander
(1971)
15. Socorro: Pueblo Patrimonio 17, Provincia regional
Comunera [1991], Ncleo de desarrollo provincial
Comunero [2005], Departamento de Santander (2014)
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Anexos
94
101
117
145
151
154
179
5
La Geografa es la base fundamental de toda especulacin poltica... es tan necesaria al Estado como lo puede ser a un
propietario el conocimiento perfecto de sus heredades.
...Debemos conocer nuestras provincias, calculemos su extensin, sus tierras de labor, sus selvas, sus pastos y sus
peascos. Describamos sus plantas y sus minerales;
distingamos las producciones tiles de las que no lo son hasta
el da; comparemos lo que tenemos con lo que nos falta;
perfeccionemos aquellos objetos, hagamos esfuerzos por
adquirir estos; apreciemos los productos de nuestra
agricultura y de nuestra industria; meditemos detenidamente
nuestras costas, nuestros puertos, los ros navegables que
atraviesan esta inmensa colonia, la direccin de nuestras
montaas, la temperatura, la elevacin sobre el ocano, las
ventajas, los obstculos que cada departamento tiene para
hacer su comercio con sus vecinos o con los dems pueblos;
calculemos con la mayor frecuencia y con toda exactitud
posible el nmero de habitantes de cada provincia y de cada
pueblo; estudiemos la constitucin fsica, el carcter, las
virtudes, los vicios, las ocupaciones del hombre que habita
bajo climas tan diferentes y aun opuestos; la educacin fsica
y moral que se da actualmente, y la que ms convenga a cada
punto; las enfermedades ms frecuente, las epidemias, las
tablas necrolgicas y cuanto puede mejorar y hacer feliz al
hombre.
(Francisco Jos de Caldas, Semanario, 1808)
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Presentacin
La geografa turstica es el campo de conocimiento aplicado de las
ciencias sociales y humanas que articula la geografa con la cultura, la
historia y el turismo para el anlisis y consolidacin de las estructuras
armoniosas que deben existir entre destinos, productos, servicios y
comunicaciones tursticas.
El programa de fomento de la investigacin en la sede Socorro de la
Universidad Industrial de Santander, liderado por el Semillero de
Investigacin en Turismo Alternativo y Sostenible, aunado a las
deficiencias y limitaciones en el conocimiento geogrfico e histrico
del Socorro (Colombia) de los estudiantes y docentes universitarios,
propiciaron realizar un taller formativo del cual se obtuvo como
producto la exploracin, seleccin y referencia de las obras ms
representativas de la geografa, la historia y el turismo regional. La
pregunta comn a resolver fue por qu se dice en el himno municipal
que en el Socorro es muy grato al patriota vivir?.
La edicin de los quince textos que dan respuesta a esa pregunta se se
caracteriza por la modernizacin del lenguaje y la estructura de los
prrafos, as como se presenta la historia geogrfica del Socorro
siguiendo las transformaciones de su jurisdiccin como: Pueblo y
resguardo de Indios de Chanchn (1617), Parroquia de Nuestra Seora
de Socorro del Valle de Chanchn (1683), Villa de Nuestra Seora del
Socorro (1771), Corregimiento y Provincia del Socorro (1795),
Cantn y Provincia del Socorro (1850), Capital de la Repblica y del
Estado de Santander (1861), Municipio del Departamento de
Santander (1886) e innovaciones recientes como provincia de los
comuneros (1931), provincia regional (1991), ncleo provincial
(2005) y la declaratoria como Pueblo Patrimonio de Colombia (2014).
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1. Pueblo de indios de Chanchn
(1617)
Informe del encomendero Diego Franco de Velazco sobre
reubicacin del pueblo, reduccin de indios y presencia de
blancos en el pueblo y resguardo de Chanchn (1617):
Este poblado (Chanchn) de la otra parte del ro con abundantes aguas y sementeras. E por la gente que
trajese Pedro Ferrer Bera, Vuestra Merced la gente que
tiene se esfuerza para conseguir el buen intento de que
Vuestra Merced tiene de que todos sean doctrinados
enteramente, que no queriendo reducirse con los dems
indios de Guane paguen ocho meses de estipendios con
asistencia de un ao. Hay noventa indios y con toda la
chusma cerca de trescientos y hay sembrado de maz.
Extincin del improductivo pueblo y resguardo de Chanchn
por la Real Audiencia (1746). Traslado y reduccin de los indios
al pueblo y resguardo de Guane (1751):
En la parroquia de Nuestra Seora del Socorro en tres de junio de mil setecientos cincuenta y un aos, el seor
capitn don Diego Antonio de Cspedes y Loyola,
alcalde ordinario, corregidor de naturales y forajidos y
juez de cobranzas reales de la Villa de Santa Cruz y San
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Gil y su jurisdiccin por su Majestad [teniente del
corregidor de Tunja], habiendo sido requerido por m el
presente Escribano en este despacho, visto y entendido,
lo obedeci en la forma acostumbrada y mand se pase
luego a darle su debido cumplimiento segn y cmo su
Excelencia manda.
Y para ello se pase al pueblo de Chanchn y se
convoquen los naturales de l, a quienes se les notificar
este superior mandato para que dentro del trmino de
quince das se apronten y dispongan para ser conducidos
al pueblo de Guane de esta jurisdiccin.
Y por ser dicho pueblo el ms inmediato y de mayor
nmero de indios y para ello se le har saber esta
providencia al Maestro don Francisco de Oses, cura de
dicho pueblo de Chanchn, para que le conste y asista
con los libros de bautismos para hacer lista y descripcin
de los indios que hubieren, de la cual se dar un tanto al
Cura de dicho Pueblo de Guane para el Gobierno de las
descripciones que en dicho pueblo se debieran hacer de
esta parcialidad. Y para que conste lo firm su merced
por m de que certifico. Diego Antonio de Cspedes y
Loyola.
Ante m, Nicols de Luque y Obregn1.
1 Tomado de:
GMEZ RODRGUEZ, Ramiro. Fundacin del Socorro. Socorro: Cmara
de Comercio, 1982. P. 17-18. Nota: Los textos oficiales fueron editados a
espacio sencillo y los particulares a espacio y medio.
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2. Parroquia de Nuestra Seora del
Socorro [y San Francisco] del Valle de
Chanchn (1683)
Auto de ereccin parroquial del Socorro
En la ciudad de Santa Fe a veinte y siete de noviembre de mil
seiscientos y ochenta y tres aos. El Ilustrsimo Sr. Don Antonio
Sanz Lozano, Arzobispo de este Nuevo Reino de Granada, del
Concejo de su Majestad, habiendo visto los autos hechos a
pedimento de los vecinos del valle de Chanchn de la
jurisdiccin de la ciudad de Vlez, en razn de segregarse del
pueblo y doctrina de indios a donde haban estado agregados
con obligacin de fundar nuevo curato a su costa y hacer Iglesia
y ornamentarla de lo necesario para la administracin de
sacramentos por las causas y motivos que tienen representadas.
Y vistos as mismos los autos que obr en virtud de comisin de
su seora ilustrsima el Maestro Don Juan de Bustamante
Quijano, cura interinario del dicho pueblo de Chanchn, en
orden a la seguridad de la congrua, permanencia de la
fundacin, conveniencias de los vecinos para la mejor
administracin de sacramentos, y la escritura de obligacin que
nuevamente sea hecho, en virtud de orden y poder que dieron y
la congrua que le queda al cura de indios de dicho pueblo, y lo
respondido por el Promotor Fiscal Eclesistico de este
Arzobispado con quien sea substanciado esta causa; y que segn
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consta de certificacin de dicho Maestro tiene hecha Iglesia
capaz y decente para dicho nuevo curato.
Dijo que en atencin a lo que consta de dicho auto y lo que su
Majestad tiene dispuesto en semejantes casos declaraba, y
declaro, deberse segregar dichos vecinos del dicho pueblo de
Chanchn, donde han estado agregados hasta ahora, y correr
separados con nuevo cura para que les administre los santos
sacramentos con la congrua que tiene ofrecida que se admite
cuanto a lugar; de derecho y se declara por bastante y para su
provisin se pongan edictos en la forma ordinaria por trmino
de cuatro meses que han de correr y contarse desde el da en que
se fijasen para que se opongan los hijos patrimoniales que
quisieren.
Y para ello se lleven estos autos primero y ante todas cosas al
Sr. Don Francisco de Castillo de la Concha Caballero del Orden
de Santiago, Seor de la Torre del Garro, Presidente Gobernador
y Capitn General de este Reino, del Consejo de su Majestad,
para que en conformidad del Real derecho de Patronato se sirva
de pagar por esta nueva ereccin de curato o proveer lo que
fuere servido. As lo provey, mand y firm.
Arzobispo de Santa Fe. Francisco, Presidente.
Juan de Ovando, Notario.
En Santa Fe a primero de diciembre de mil seiscientos
ochenta y tres aos, Yo el escribano y notario notifique
este auto a Blas Garca de Cabrera por lo que le toca y
como apoderado de los vecinos de Chanchn estando en
este juzgado que doy fe. Juan de Ovando.
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En la ciudad de Santaf a dos de diciembre de mil seiscientos
ochenta y tres aos. El seor Don Francisco de Castillo de la
Concha, Caballero del Orden de Santiago Seor de la Torre del
Garro del Consejo de su Majestad, Presidente Gobernador y
Capitn General de este Nuevo Reino de Granada, habiendo
visto los autos obrados a pedimento de los vecinos que corran
agregados al curato de indios del pueblo de Chanchn sobre que
se desagreguen de l y se erija nuevo curato parroquial separado
referido, que se componga de los dichos vecinos de sus casas y
familias en cuya razn han ofrecido y asegurado la congrua de
sustentacin del cura que se les nombrare.
Dijo que por lo que toca al real Patronato se conforma con el
auto provedo por el Ilustrsimo seor Doctor Don Antonio
Sanz Lozano, Arzobispo de este Reino del Consejo de su
Majestad, provedo en veinte y siete de noviembre de este ao
en que declar deberse agregar los dichos vecinos del curato del
dicho pueblo de Chanchn y correr separadas con nuevo cura
para que les administre los santos sacramentos, declarando por
bastante la congrua y disponiendo se pongan edictos para su
provisin lo cual se lleve a pura y debida ejecucin mediante
actas conformes.
As lo provey y seal. Fui presente Don Antonio Salazar
Falcn. Diciembre 7 de 16832.
2 Tomado de:
GUERRERO, Amado y MARTNEZ, Armando. La provincia de los
comuneros Orgenes de sus poblamientos urbanos. Bucaramanga: UIS Escuela de Historia, 1996. P. 170 - 174
12
13
3. Curato y Parroquia del Socorro,
Provincia de San Gil (1761)
SOCORRO.
El curato de la parroquia de Nuestra Seora del Socorro, de la
jurisdiccin de San Gil, que en un tiempo le llamaron ciudad,
porque le dio ttulo quien no tena facultad para ello, por los
aos de 1711, es el curato ms cuantioso de todo el arzobispado,
si no es que el de Neiva le puede equiparar; mas no que ste
costea muchos ecnomos y el otro no, ni an por ttulo de
suficiencia. Rentar ms este curato que el obispado de Santa
Marta rentar puede a su Prelado, consideratis.
Est al norte de Vlez y hacia el noroeste respecto de Tunja y
Santaf. Dista ocho o nueve jornadas ordinarias de Santaf; su
iglesia de calicanto, buena, con su torre, pero muy poco
ornamentada y es mas de notar esto, considerando el tan
cuantioso vecindario que tiene. Esto parece plaga de los curatos
de tierra caliente, a quienes les hacen manifiestas ventajas en
14
ornatos los pueblos de indios de la jurisdiccin de Santaf y de
Tunja, y mucho ms los de sta que los de aqulla.
El temperamento de la parroquia del Socorro, clido en
proporcin y sano, su situacin no muy tal, es muy falto de
aguas. Hoy tiene muchas casas de teja y algunas de ellas como
las de Santaf. Su territorio produce de todos frutos de tierra
caliente, caa dulce, pltanos, maz, yucas, algodn y muchas
frutas.
Se le agreg el vecindario blanco del pueblo de Chanchn, de
quien antes procedi dicha parroquia socorrense, habr cerca de
ochenta aos, y la de Simacota; los pocos Indios que haba ya en
Chanchn se mandaron trasladar al pueblo de Guane, y como no
habla iglesia sino una ermita de madera muy ruin y sin ornato, y
el cura por su decida y suma negligencia y tambin los vecinos,
siendo stos ms de 400, no cuidaron de hacer iglesia, que fue lo
que mandaron el Excelentsimo seor Virrey Pizarro y el
Ilustrsimo seor Arzobispo Aza, y que de no hacerla , se
agregasen al curato y parroquia ms cercana, que lo era la del
Socorro: los vecinos vinieron en esto y el cura Jams hizo
diligencia sobre lo que le incumba en esta materia.
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Tena el Socorro en la ocasin cerca de 300.000 vecinos, como
lo vi y cont poco antes yo por un padrn de cofradas. Muchos
vecinos de all afirman que tendr hasta 5,000, a lo que no me
persuado; pero dir que hallndome yo en Santaf habr cerca
de quince aos, en casa del seor Comisario General de la Santa
Cruzada, don Fernando Camacho, en conversacin dije yo que
tendra el Socorro hasta 3,000 feligreses; lo apoy el doctor
Rangel, diciendo que hallndose poco antes en el Socorro en
casa del cura, escribi el padrn de vecinos hasta 2,450, y que
todava fallaba gran parte de vecindario; luego se le agregaron
los de Chanchn, que no bajaban de 400, y estando yo en
Santaf, en el palacio del Excelentsimo seor Virrey don
Alfonso Pizarro y el Padre Josef Pajes, de la Compaa de
.Jess, este Padre le refiri a Su Excelencia que pocos aos
antes, y el presente fue el de 1751, en una misin que hizo en la
parroquia del Socorro el da del jubileo, se sac por las formas
que se consumieron, que comulgaron aquel da 15,000 almas y
que fue necesario repetir otra misin para los que faltaron. Sobre
que dado quedemos que de los lugares comarcanos, que son
San Gil, Charal, Simacta y Oiba, a los que fue tambin la
misin, concurriesen bastantes al Socorro, otros tantos
quedaran a guardar las casas de los vecinos.
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Otro computo expongo para comprobacin del crecido
vecindario del Socorro. Djome hace cinco aos don Diego
Caruz, espaol, vecino de la ciudad de Girn, que el ao
antecedente se haba hallado en la parroquia del Socorro, y que
le oy al cura de dicha parroquia del Socorro, don Luis de
Guzmn, predicar el da mircoles de ceniza, esta proposicin:
"Qu os parece, fieles, cuntas almas menos este ao en esta
parroquia que las del ao pasado? Pues sabed que hay 900
menos, que tantos son los que en este ao han muerto. "Lo
mismo me aseguraron dos clrigos sacerdotes de all, el maestro
Lomos y el maestro don Miguel Garca. Mucho hay que tocar
acerca de esta proposicin.
Lo primero que noto es que no haba habido epidemia o
enfermedad contagiosa en aquel ao en el Socorro, sino la
comn y regular; que es tierra sana. Lo segundo, que parece que
no entrara en el nmero de los 900 los que murieron, de los que
nacan en ese ao. Lo que yo he visto en varias ocasiones que he
estado en el Socorro, es enterrar en un da seis o siete, y a la par
he visto los pares de casamientos. Los ms estn persuadidos
que no baja el Socorro de 4,000 feligreses, cabezas de familia.
Yo le asigno y computo 3,500, y doy tambin de barato los 500
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por intiles para el efecto de contribuciones, y con los 3,000 y
muchos que no tiene de medro ninguno, porque no pone
ecnomos en las capillas que tiene, le sealo de renta al cura del
Socorro, para su prroco, anualmente, 5,000 pesos, y stos,
deca el D. don Josef de Vergara, que fue all cura hace ms de
quince aos, que le produca cada ao, y entonces tena la
tercera parte menos de vecinos que hoy tiene el Socorro. Y a
quien sintiere lo contrario, le dir lo que deca una viejecita: que
a quien cierne y amasa no le vendan hogaza.
Tiene el curato del Socorro en su distrito dos capillas
competentes para ayuda de parroquia, pero casi en un mismo
sitio, que son las que llaman el Pramo, en palos y teja, sin
ornato alguno; otra de maderos y paja donde llaman el valle de
San Josef, con su par de ornamentos preciosos, lindas campanas
y otras alhajas, pero no slo no pone el cura all sacerdote, pero
ni aun permite que lo pongan los vecinos, costendolo ellos, ni
que sacerdote alguno permanezca all de su voluntad. Que esto
sea bueno, no lo apruebo, y a reprobarlo no me atrevo, pues
cada cual sabr cmo gobierna lo que es de su cargo.
El pas de dicho valle es muy ameno y saludable. En el Socorro
hay mucho comercio de varios gneros del pas, lienzos,
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pabellones, mantas, paos, sobrecamas, listados y muchsimas
cosas de Casulla y de la tierra; pero tiene mucha gente balda y
mal acostumbrada. Gobirnala un Alcalde ordinario y otro de la
Hermandad de los de la villa de San Gil3.
3 Tomado de:
OVIEDO, Basilio Vicente de. Cualidades y riquezas del Nuevo Reino de
Granada Manuscrito del Siglo XVIII [Coleccin Pensamientos y Noticias
escogidas para utilidad de Curas, 1761]. Bogot: Academia de Historia de
Colombia Imprenta Nacional, 1930. Cap. XIII, p. 174 - 176
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4. Villa de Nuestra Seora del Socorro,
Corregimiento de Tunja (1771)
Don Carlos por la gracia de Dios Rey de Castilla, de Len, de Aragn, de las dos Sicilias, de Jerusaln, de Navarra, de
Granada, de Toledo, de Valencia, de Galicia, de Mallorga, de
Sevilla, de Cerdea, de Crdova, de Crcega, de Murcia, de
Jan, de los Algarbes de Algecira, de Gibraltar, de las islas
Canarias, de las Indias Islas y Tierra Firme, del Mar Ocano,
Archiduque de Austria, Duque de Borgoa, de Brabante, y
Miln, Conde de Ahsburg, de Flandes, Tirol, y Barcelona, Seor
de Vizcaya y de Molina, etc.
Por parte de varios vecinos de la Parroquia de Nuestra Seora
del Socorro, jurisdiccin de la Villa de Santa Cruz, y San Gil de
la Nueva Baeza en el Nuevo Reino de Granada, se me ha
representado, que en el ao de mil setecientos, y once,
ocurrieron varios vecinos de la mencionada poblacin al
Reverendo Arzobispo de Santa F, don Francisco de Cossio y
Otero, Presidente interino, que era entonces de aquella
Audiencia, para que en atencin a su crecido nmero de
vecinos, tener ms de cuatrocientas casas en calles, y plaza,
iglesias ornamentados a su costa, casas de Cabildo, crcel, trato
y comercio en que haba adquirido, y aumentado sus caudales,
siendo los ms de los vecinos, personas nobles, y benemritas,
concediese a dicha Parroquia ttulo de Ciudad, eximindola de
la jurisdiccin de la enunciada Villa como con efecto lo ejecut
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bajo de varias capitulaciones, y en la calidad de obtener Real
confirmacin.
Que habiendo ocurrido por esta, se libr Real Cdula en treinta
de Diciembre de mil setecientos, y doce, previniendo a aquel
Prelado no pasase a conceder semejantes licencias, y repuso
todo lo obrado con lo que qued la referida Poblacin reducida a
su anterior estado de Aldea de la Villa de Santa Cruz y San Gil.
Que no por esto descaecieron de fomentar su poblacin,
adelantndola en edificios pblicos, y particulares, urbanidad, y
buena crianza labores de campo, cultivo de frutos, crianza de
ganados, fbrica de todos tejidos de algodones y comercio de
gneros, y frutos, de suerte, que es tan crecido como el de
cualquiera de las ciudades de mayor nombre de aquel Reino, a
que se aade tener dicha Parroquia ms de tres mil vecinos,
cabezas de familias bien acaudalados, no pocos de ellos, y ms
de diez y seis mil personas de comunin entre todos.
Que con estos, y otros poderosos motivos, y los de la enemistad
que tenan los vecinos de la Villa, a los de la Parroquia del
Socorro, y no poder esta hallarse bien administrada de Justicia
ocurri en el ao de mil setecientos y sesenta y dos a mi Virrey
del Nuevo Reino de Granada para que no alcanzando sus
facultades a conceder la exencin que solicitaba, me consultase
sobre ello oyendo al Fiscal de aquella Audiencia, y a los vecinos
de la referida Villa de San Gil.
Que con este motivo, se siguieron autos, y sustanciados en
forma, declar el expresado mi Virrey en veinte y dos de
noviembre de mil setecientos y sesenta y cinco, que sin embargo
del excepcionado por Villa, deba conformarse con el dictamen
del Fiscal, en orden a ser conveniente la desunin de dichas dos
poblaciones, y que la del Socorro, se erigiese en Ciudad, con
21
jurisdiccin y territorio separado, adjudicndole el mismo, que
en el ao de mil setecientos, y once, la seal el Muy Reverendo
Arzobispo Presidente Don Francisco Cossio y Otero. Porque
siendo como es entendidsimo el que hoy corresponde a la Villa
y tan til en la mayor parte, como lo comprueban los
establecimientos de nueve parroquias que se hallan dentro de l,
y con bastante distancia unas de otras, parece puede
seguramente verificarse la divisin, "dejando a cada una de ellas
cumplidas las cuatro leguas de termino fructuoso, sino en
cuatro, a lo menos prolongadas, y son las que nicamente se
concedieron a la Villa de San Gil cuando se separ de la ciudad
de Vlez".
Y conceptuando el Virrey ser la mencionada Parroquia
acreedora a la Merced que solicita, para que en lugar de las
muchas ciudades que hay arruinadas y perdidas en aquel Reino,
se subrogue la del Socorro, que promete no solo la permanencia
sino tambin muchos progresos y adelantamientos mand que
su citado Decreto sirviese de informe, para lo que pudiese
conducir en el recurso que se deba hacer a mi Real Persona
declarando ser a quien toca resolver en el asunto lo que sea ms
de mi Real agrado como todo resulta de varios Testimonios que
se han presentado por los expresados vecinos de la Parroquia del
Socorro. Suplicando me digne conceder a sta el ttulo de
Ciudad en la forma que mi Virrey propone en su citado Decreto
informativo, con jurisdiccin sobre si, y los moradores de todo
el territorio, que se la asigne, eximindola para siempre de la de
la Villa de Santa Cruz y San Gil, con las calidades que en el ao
de setecientos y once le haba hecho el Muy Reverendo
Arzobispo don Francisco de Cossio y Otero, como Presidente
interino de la Audiencia de Santa F.
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A esta pretensin se opuso la enunciada Villa, produciendo
diferentes documentos relativos al asunto; y habindose pasado
todo de sala de Gobierno a la de Justicia de mi Consejo de
Indias dedujeron las partes lo que tuvieron por conveniente, y
con audiencia de mi Fiscal, se provey auto en veinte y uno de
enero del presente ao de mil setecientos y sesenta y uno,
declarando que la Parroquia de Socorro, debe erigirse en Villa,
eximida de la de Santa Cruz, y San Gil y su jurisdiccin, y
concedrsela como se la concede la gracia de tal Villa eximida,
y todas las exenciones y prerrogativas correspondientes.
A cuyo fin se le despachase el ttulo debido, cumpliendo la
asignacin de territorios, empleos de justicia, y dems oficios de
Cabildo y Repblica, con arreglo a las leyes del asunto a mi
Virrey de Santa F, de cuyo auto se interpuso suplica por parte
de la mencionada Villa de Santa Cruz, y San Gil, la que fue
admitida. Y odas ambas partes, y habindose dado vista a mi
Fiscal se pronunci en treinta y uno de agosto de este mismo
ao sentencia de revista, confirmando el citado auto de vista, en
cuanto por l se declar que la Parroquia del Socorro debe
erigirse en Villa eximida de la de Santa Cruz y San Gil, y
concedrsele, como se le concedi, la gracia de tal Villa
eximida, y las dems exenciones, y prerrogativas
correspondientes.
Y se le mand despachar el ttulo debido, dando comisin al
Virrey, para la ejecucin, y cumplimiento de la "asignacin de
territorio", empleos de justicia, y dems oficios de Cabildo y de
Repblica "con arreglo a las leyes Reales" del asunto.
Y declarando nuevamente que en cuanto a la citada comisin
mandada dar al Virrey para la asignacin de territorio, deba
entenderse solo precisa, y limitadamente para lo jurisdiccional
23
necesario y conveniente a la mayor administracin de Justicia, y
quedando en el mismo ser, estado y sin novedad ni alteracin
alguna todo el trmino asignado a la Villa de Santa Cruz y San
Gil, y que esta posee desde su ereccin para todo lo respectivo
al libre y comn uso, y aprovechamiento de ambas Villas y sus
vecinos, de todos sus pastos, aguas, montes, peas, ros, pasos y
dems beneficios y servidumbres necesarias, que en l se
contienen, y segn, y como lo han sido, y han estado libres, y
comunes hasta ahora.
Por tanto, quiero, y es mi voluntad que en la forma expresada, se
llame la enunciada Parroquia de aqu en adelante Villa de
Nuestra Seora del Socorro, y que use de la jurisdiccin que le
corresponda, y goce de los privilegios, y prerrogativas, que las
dems Villas de las Indias, y de estos Reinos. Y encargo al
Serensimo Prncipe de Asturias, mi muy caro y amado hijo, y
mando a los infantes, Prelados, Duques, Marqueses, Condes,
Ricos hombres, Priores de las rdenes, Comendadores, y
Subcomendadores, Alcaides de los Castillos y Casas fuertes.
Y llamo a los de mi Consejo, Virreyes, Presidentes y Oidores de
mis Chancilleras y Audiencias Reales a los Alcaldes y
Alguaciles de mi Casa y Corte, Chancilleras, y a todos los
Consejos, Corregidores, Asistentes, Gobernadores, Alcaldes
mayores y ordinarios, Alguaciles y hombres buenos, y dems
personas de cualquier estado y calidad de todas las ciudades,
villas y lugares de los expresados mis Reinos que as lo tengan
entendido y no pongan el menor impedimento ni embarazo en el
puntual cumplimiento de esta mi Real determinacin.
Y de este ttulo se tomar razn en las Contaduras generales de
valores y distribucin de mi Real Hacienda, y de mi Consejo de
las Indias dentro de dos meses de su data, expresndose por la
24
primera quedar satisfecho, o asegurado, lo que por esta gracia se
debiere al derecho de la media anata, y no ejecutndose as
quedar nula, y tambin se tomar por los oficiales Reales de las
Cajas de la ciudad de Santa F.
Dado en San Lorenzo a veinte y cinco de octubre de mil
setecientos y setenta y uno.
Firmado YO EL REY.
Yo Don Domingo Daz de Arce, Secretario del Rey Nuestro
Seor, la hice escribir por su mandado (Hay una rbrica).
Refrendada por Secretara: doscientos sesenta y cuatro reales
plata (Hay una rbrica)"4.
4 Tomado de:
ROJAS RUEDA, Jos Manuel. Ciudades de Santander. Bogot: ABC, 1939.
P. 40 45. Negrita agregada
25
5. La Villa del Socorro desde el
Convento de los Capuchinos
(1782 - 1789)
V
La industria nace, se fomenta y crece a beneficio del influjo del
Gobierno y perece, sin duda, cuando cesa esta actividad.
Es asunto principal suyo el desvelo de promover la felicidad
pblica y particular aumentando la agricultura, comercio interior
de las provincias, cualquier ramo de industria, dando el impulso
ms vigoroso a todos los pensamientos tiles y sostenindolos
con las providencias ms oportunas. Abandonada la industria es
consecuente la miseria, y en aquel infeliz momento que se
desnaturaliza, se asegura infaliblemente la despoblacin. La
miseria estorba los matrimonios y aun cuando los facilite, los
constituye estriles e infecundos. Es observacin que tengo
hecha en la ocupacin de mis misiones.
Aquellos pueblos en quienes reina la abundancia multiplican
con rpidos progresos y es grande su poblacin; pero los que se
hallan penetrados de la miseria sufren la despoblacin porque no
26
conocen la actividad y camina en ellos muy lenta la
multiplicacin. Varios pueblos podra yo presentar en el tribunal
de los polticos estadistas en apoyo de mi observacin, pero slo
me reducir en hacer memoria de la villa del Socorro.
Este pueblo tiene sesenta y tantos aos de fundacin, es
desmembracin de la villa de San Gil como es sta de la ciudad
de Vlez. En sus principios era una corta aldea en donde
descansaban los arrieros y tomaban fuerza las mulas para la
continuacin del viaje. Las primeras familias se propusieron, y
en efecto lo lograron, de dirigirse por sendas y rumbos
conocidos para llegar al ltimo trmino de opulencia que
preparaban a su posteridad. Su empeo y constancia en las
labores de maces, caas y algodones dejaron a sus hijos un
documento digno de ser imitado y promovido. Sus hijos lo
adoptaron y siguieron logrando coger en alguna parte los frutos
de las primeras semillas que arrojaron sus abuelos.
Es permanente y slido el establecimiento que fundaron en las
labores y tejidos de lienzos, mantas, manteleras y bayetas,
fecundsimo ramo de la actual industria popular, capaz por s
sola de llenar de bienes y felicidades a sus habitantes con
notable preferencia entre las dems provincias del Reino. Esta
27
proposicin la fundo en el clculo del aumento o decadencia de
los diezmos, que siempre son las verdaderas medidas de los
progresos o atrasos de las riquezas de los pueblos en el ramo de
agricultura.
Con noticia ms exacta tengo bien examinado que el mayor
valor de dichos diezmos en la jurisdiccin del Socorro, aun en el
tiempo en que se cosechaba el tabaco, ascendi a doce mil
trescientos cuarenta pesos, un real y cuartillo. En los aos
posteriores, despus de prohibidas las siembras, fue subiendo
con excesos muy notables al precedente valor, pues en el ao de
setenta y nueve ascendi a doce mil ochocientos cuarenta y dos
pesos, cinco reales y cuartillo; en el de ochenta, a quince mil
seiscientos cuatro pesos y en el de ochenta y uno a quince mil
doscientos cincuenta y ocho pesos, tres reales. Sirvieron, pues,
los diezmos a proporcin de los fondos efectivos de agricultura.
Este clculo ser el conocimiento cierto de los adelantamientos
de esta villa.
En sus principios se derram la fama de su ocupacin y al paso
que se aumentaba la poblacin crecan tambin las sementeras,
se multiplicaban los telares y se promova la industria. En el
clculo de individuos que se hizo en el ao de ochenta y uno,
28
resultaba el nmero de quince mil. Es uno de los pueblos ms
vistosos y civilizados del Reino. Se han desmembrado de su
feligresa la parroquia de Culatas y la de Pincho te. Esta ltima
desmembracin fue despus del ao de ochenta y uno.
Tiene su Cabildo bajo su jurisdiccin ocho crecidas parroquias,
algunas de ellas tan pobladas que el nmero de feligreses sube al
de seis mil, como son Simacota, Oiba y Charal, cuyos alcaldes
son pedneos sin jurisdiccin ordinaria. Tienen un gran
comercio activo y pasivo y el carcter de sus habitantes es muy
vivo, laborioso, aplicado, de nobles talentos pero de bastardas
ideas.
Es una de las villas ms abundantes e industriosas sin embargo
de ser su campo ingrato, estril; pero la aplicacin y el beneficio
le hacen abundante y fecundo. Es notoria la multiplicacin de
todos los aos. Se calculan anualmente ochocientos los nacidos,
trescientos los muertos y como unos doscientos los casamientos,
segn el verdico informe que me dio el Cura de dicha villa.
Por las noticias ms exactas que tengo de aquel Cabildo no
intervino emigracin de pobladores que viniesen de otro clima,
ni de otra provincia para establecerse en esta villa. Su crecida
29
multiplicacin es propia de sus hijos. Qu extraa maravilla
ser sostener que la ocupacin til de los hombres es la medida
de la poblacin y el fundamento de la prosperidad del Estado?
En vano se buscan otras causas de la despoblacin.
Todo el celo y conato de los Virreyes y Gobernadores ha de ser
introducir la abundancia y desterrar la miseria. Fomentar en sus
sbditos pensamientos tan tiles a la causa comn y a los
intereses de los particulares. Precisarles a que todos los aos
presenten en sus tierras algn adelantamiento segn las
influencias del clima. Todos deben convenirse en que para
promover la multiplicacin de pueblo en un nuevo
establecimiento es necesaria la ocupacin en la agricultura. No
por mucho terreno es una familia rica sino por poco y bien
cultivado.
En la Europa se observa y aun en este Reino, que la poblacin
es ms numerosa en donde hay escasez de terreno; y en donde
son muchas las poblaciones grandes y pocas las pequeas, es
menor la poblacin. Tal es la provincia de Muzo,
verdaderamente despoblada por esta causa. Hablo por
experiencia. Valencia, en donde las tierras estn divididas en
pequeos globos, se halla ms poblada que los Reinos interiores
30
de Espaa por esta causa. Es proloquio comn en los
proyectistas que cuatrocientas calzadas o jornales de tierra,
repartidas por igual parte entre cuatrocientos labradores
producen ms que si uno solo las ocupara.
Los primeros estados del mundo eran unas pequeas sociedades
o familias que habitaban un terreno proporcionado al pequeo
nmero de ciudadanos que las formaban. No tomaban ms
posesin que la del terreno necesario para defenderse y
conservarse. Elegan el campo ms ameno y fecundo en donde
haba pastos en ms abundancia. Aborrecan la miseria como
monstruo el ms horrible y devorador5.
5 Tomado de:
FINESTRAD, Fr. Joaqun de. El vasallo instruido en el Estado del Nuevo
Reino de Granada y en sus respectivas obligaciones [1789]. Bogot:
Universidad Nacional de Colombia, 2001. P. 150-153
31
6. La Villa del Socorro ante las Cortes
de Espaa y la Junta Suprema y
Central de Espaa e Indias (1809)
INSTRUCCIN
Que da el Muy Ilustre Cabildo, Justicia y Regimiento de la Villa
del Socorro, al Diputado del Nuevo Reino de Granada, a la
Junta Suprema y Central Gubernativa de Espaa e Indias.
En cumplimiento de lo dispuesto en la Real Orden de fecha 22
de enero de 1809, y al tenor del mandamiento del seor don
Antonio Amar y Borbn, Virrey del Nuevo Reino de Granada,
el Cabildo, Justicia Regimiento de la Villa del Socorro; se
reuni con el objeto de acordar la terna que lo representar en
las Cortes Espaolas; y, por unanimidad, salieron favorecidos
los doctores Camilo Torres y Joaqun Camacho y el seor don
Tadeo Gmez Durn, sujetos todos de relevantes prendas, de
probado patriotismo, de reconocida virtud y una ilustracin nada
comn. Hecho el respectivo sorteo, la fortuna favoreci al seor
Gmez Durn, y as lo comunicaron al seor Amar y Borbn.
Sabedores los socorranos del resultado del segundo sorteo
verificado en Santaf el 16 de septiembre de 1809, y que el
Diputado del Nuevo Reino sera el seor General don Antonio
de Narvez de Latorre, meritorio hijo de Cartagena de Indias,
nuevamente se reunieron los ediles del mencionado ao con el
32
fin de dar las instrucciones necesarias al Excelentsimo seor
don Antonio Narvez y Latorre, Diputado por el Nuevo Reino
de Granada, para su Representante en la Junta Central
Gubernativa de Espaa e Indias y que son del tenor siguiente:
1. La Provincia del Socorro confina por el oriente y medioda
con la de Tunja, de la cual la separa la Cordillera de Guacha y el
pueblo de Saboy, situado en las inmediaciones de Chiquinquir
y laguna de Fquene, de donde nace el ro Surez. Sobre las
mrgenes de este ro, y siguiendo el curso de sus aguas, se
extiende del medioda al norte hasta donde se junta con el ro
Chicamocha, que la divide de la de Pamplona. Al poniente,
como a cuatro leguas de distancia de su capital, tiene la
cordillera de Yariges, y bosques antiguos que llegan hasta el
ro Grande de la Magdalena, en los cuales se cree haya una u
otra horda de salvajes que, viviendo de la caza y de la pesca, no
tienen comercio alguno con los pueblos civilizados. Si los
caminos de Carare, Opn y Chucur llegan a efectuarse como se
ha proyectado, franquearn el paso por estos bosques, y la
Provincia extender entonces sus lmites desde el oriente o
cordillera de Guacha, hasta el ro Magdalena, que ser una
travesa de cincuenta leguas por lo menos.
En la actualidad solamente se pueden contar ocho leguas del
terreno que ha entrado en cultivo desde Guacha hasta el pie de
la cordillera de Yariges, y treinta desde Saboy hasta
Chicamocha, que dan una rea de doscientas leguas cuadradas.
Su poblacin asciende, segn los ltimos estados a cerca de
ciento setenta mil habitantes de todo sexo y edad. Este nmero
de gentes se halla distribuido en tres partidos, que son la Villa
del Socorro, capital de la Provincia, la Villa de San Gil y la
ciudad de Vlez.
33
A cada partido estn agregadas varias poblaciones que se
denominan Parroquias y algunos pueblos de indios; estos por lo
comn viven en comunidad y a son de campana, son estpidos y
tan pobres que parece no entienden sus ideas ms all del
momento presente. Los de las Parroquias son blancos,
descendientes de europeos, que tienen sus casas en el lugar a
donde concurren los das de fiesta y de mercado y tambin las
tienen en los campos, en medio de sus plantaciones, donde
viven dedicados todo el ao a la agricultura, que es la ocupacin
de la gente libre, y por consiguiente no slo es la ms lucrativa,
sino la ms apreciable.
Las contribuciones del Tesoro Pblico, segn el estado relativo
a 1803, rendan de cantidad lquida ingresable en Cajas Reales,
algo ms de 10.000 pesos fuertes. Las rentas eclesisticas
compuestas de diezmos, primicias, leos, casamientos,
cofradas, entierros, fiestas de patronos, informaciones
certificaciones, derechos de sacristanes, de fbrica y de
despensa, a los que contraen matrimonio dentro de los grados
prohibidos, no se sabe a punto fijo a qu cantidad ascendern,
pero juzgando por los diezmos, que en 1803 producan cerca de
7.000 pesos fuertes, se considera que el total de rentas
eclesisticas no bajar de 14.000 pesos al ao. Resulta de lo
dicho que las contribuciones pblicas de la Provincia del
Socorro, componen anualmente la suma de 24.000 pesos
fuertes, que paga este pueblo frugal y laborioso con el producto
de su agricultura y poca industria.
El terreno es fecundo y se presta a variedad de producciones,
pero como ha habido tiempo en que se ha vendido la libra de
acero de 16 onzas, en cinco pesos fuertes, y a esta proporcin en
hierro, el cultivo no ha correspondido ni a las ventajas naturales
del pas, ni a los esfuerzos del labrador. El establecimiento de
34
forjas en el interior del Virreinato, evitara en lo sucesivo otra
igual caresta que podra haber arruinado la ms floreciente
agricultura, y con mayor razn la nuestra, que por estas y otras
causas polticas es tan lnguida, que sus principales frutos
consisten en algodn, azcar, arroz y maz.
La industria est reducida a tejidos de algodn muy baratos de
que se viste casi toda la gente pobre de la mayor parte del
Virreinato, la juventud se educa generalmente en los preceptos
de la religin catlica por los padres de familia; y en las Villas
de San Gil y Socorro se aade la enseanza de primeras letras,
de rudimentos de gramtica latina, por escuelas pblicas
pagadas para este fin, de las rentas concejiles.
No se conoce otro comercio activo que el cambio del corto
sobrante de la agricultura e industria, que se transporta a las
provincias circunvecinas; y el pasivo que, en tiempo de paz,
consiste en efectos de Europa que nos vienen de Cdiz; y en
tiempo de guerra se introducen los mismos efectos, pero la
mayor parte por la va del contrabando, y aun por la mano de los
enemigos, que con este arbitrio hacen notable guerra a la
Nacin.
2. Hallndose la Suprema Junta bien persuadida, como lo
acreditan lar rdenes que han emanado de su autoridad
soberana, de que la felicidad del Estado depende esencialmente
de la inviolabilidad de los preceptos constitucionales, el Cabildo
del Socorro espera: que el seor Diputado reuniendo su voz a la
de los dems sabios patriotas que componen aquella augusta
Asamblea, concurra con ellos a echar los fundamentos de la
opinin pblica, de la confianza y patriotismo, que son el ms
seguro baluarte contra la ambicin usurpadora, y cuyas virtudes
producirn infaliblemente aquella constitucin que tenga por
35
base la ley eterna, que destina al hombre a vivir del sudor de su
frente, y seala la tierra como su patrimonio.
Supresin de clases estriles, reduccin de empleos
improductivos, libertad de las tierras y del trabajo, imposicin
de tributos, recaudacin y distribucin segn las leyes de la
justicia, en que se apoya el pacto social: he aqu una pequea
parte de los bienes que naturalmente emanarn de una tal
constitucin. Esta misma estrechar ms, si puede ser mayor, la
unin de la madre patria con los habitantes de este vasto
hemisferio.
3. Por un principio de poltica conforme con las ideas de
humanidad y de justicia, suplica el Cabildo al seor Diputado,
que solicite en la Suprema Junta, que los resguardos de indios se
distribuyan entre estos naturales por iguales partes, para que
como propietarios puedan enajenarlos o transmitirlos a su
posteridad, segn las leyes de sucesin, quedando exentos de los
tributos que actualmente pagan; pero sujetos a las
contribuciones de los dems habitantes; con esta providencia
se olvidar la idea de conquista, tan odiosa para ellos y que los
tiene siempre abatidos; y pagarn mayor cantidad a la masa
general de rentas pblicas, que lo que hoy producen los tributos
por razones que son bien obvias.
4. Que siendo el comercio de negros una degradacin de la
naturaleza humana, y causando el envilecimiento de todas
aquellas profesiones a que son destinados estos miserables
africanos, se suplica al seor Diputado, solicite se prohba
perpetuamente tal comercio; y se libren las providencias que se
consideren oportunas a fin de que, conciliado el inters de los
propietarios, se proporcione la libertad de los muchos esclavos
36
que hay en el virreinato, y entren stos en sociedad como las
dems razas libres que habitan las Amricas.
5. Que siendo un principio incontestable de economa poltica
que el principal fomento que el gobierno puede dispensar a la
agricultura, comercio e industria, es la libertad de sus gentes, o
lo que es lo mismo, la proteccin del inters individual y que
siendo incompatible esta libertad o proteccin con varios
estorbos polticos, fsicos y morales, tratar el seor Diputado de
que se remuevan todos.
6. Por una consecuencia de este principio, se conceder
comercio libre por todos los puertos de Amrica y de Espaa
con las naciones amigas y neutrales.
7. Se prohibir para siempre la esclavitud de las propiedades
territoriales, y se ordenar que las que ya se hallan fuera del
comercio, vuelvan a la libre circulacin, como los dems bienes,
por los medios y arbitrios que proporcionar la nacin junta en
Cortes, donde se examinar este negocio con el ms vivo inters, tanto por los bienes que de su ejecucin han de resultar a
la sociedad entera, como por la dificultad que ofrece la abolicin
de un abuso tan inveterado y sostenido por la ignorancia; a pesar
de que los hombres ms sabios de la nacin, entre ellos los
seores Jovellanos y Campomanes, lo han combatido y
denunciado al primer Tribunal de ella como uno de los mayores
males polticos que la afligan y la arrastraban hacia su ruina.
Los escritos de esos grandes hombres, sin embargo de su
elocuencia y de las miras profundas de humanidad que
contienen, no han hecho en los pueblos la impresin que deba
esperarse. La barbarie opone obstculos y no hay otra autoridad
que pueda superarlos sino es la opinin pblica, y se cree que el
medio de establecerla o fijarla ser el de las luces que sobre un
37
objeto tan interesante esparce en el mundo la parte ms ilustrada
de la nacin reunida en Cortes.
8. Se establecer un sistema de rentas menos dispendioso en que
se ocupe menor nmero de agentes; y que las aduanas sean el
termmetro que grade la proteccin de la industria nacional y
el contrarresto de la extranjera. Ya no se mirar como un
proyecto quimrico el de la nica contribucin: los pueblos ms
ilustrados en la poca en que quiso establecerla el Excelentsimo
seor don Miguel de Muzgn concurrirn gustosos a repartirse
el equivalente de lo que hoy entra en el Tesoro Pblico. Este
evitar con tal operacin los fraudes y quiebras de los
subalternos, como que cada Provincia responder al Estado y los
pueblos ganarn talvez un tercio que se disipar en la
recaudacin y manejo. La multitud de hombres ocupados hoy en
la Administracin de Rentas Pblicas, como que ya no hallar
en ellas su subsistencia, la buscar en el trabajo, y entonces la
agricultura, el comercio y el arte se fomentarn del modo ms
justo, con la concurrencia de tantos brazos que en el da desecan
estas fuentes de riqueza pblica.
9. La reduccin de das de fiesta a los domingos y dems
consagrados por la religin a sus misterios, ser otro fomento
que podr dispensarse a la agricultura, comercio y artes.
10. No es de menor importancia para estos grandes objetos de
prosperidad nacional, el que se supriman tantos derechos
eclesisticos como se han introducido con el tiempo, y que
queden reducidas las rentas de la iglesia a diezmos y primicias,
que en esta Provincia, y las dems del Virreinato alcanzan
sobradamente para la decorosa sustentacin del clero, y del
culto que debemos tributar a la divinidad, que con larga mano
nos ha colmado de beneficios.
38
11. Otros de los grandes estorbos que retardarn el progreso de
la riqueza pblica es la falta de caminos y de puentes en la
Provincia, y aun en todo el Virreinato. Si se considera que el
espacio inmenso que ste ocupa, situado en la base y
ramificaciones de la famosa cordillera de los Andes, los muchos
ros que descienden de ella y dividen unas poblaciones de otras,
talvez nos entregaramos al desaliento, y veramos la
construccin de puentes como una obra superior a las fuerzas de
tres millones de almas esparcidas al acaso en todo el Virreinato;
mas reflexionando que los recursos de un gobierno paternal y
justo son inagotables, como que sus fuerzas se reproducen por
una accin y reaccin continuas, debemos concebir esperanzas
de ver menos impedidas las comunicaciones de unas provincias
con otras, y consiguientemente fomentados los ramos de
prosperidad nacional.
12. El Cabildo considera que nada contribuye tanto a la felicidad
de la patria como la educacin de la juventud; no en aqullos
estudios que por su tendencia natural aumentan las clases
estriles y gravosas a la sociedad, sino las ciencias exactas y que
disponen al hombre al ejercicio til de todas las artes. Tales
sern en esta Provincia, el estudio de la filosofa, aritmtica,
geometra y dibujo, y en las capitales grandes, donde hay
colegios, y universidades, que se aadiese al plan de estudios
uno o dos aos de economa poltica. De este modo se
vulgarizaran los principios y grandes resultados de una ciencia
tan importante; y la opinin de los pueblos as rectificada,
acercara la poca en que por un pacto tcito y general, quedase
irrevocablemente fijada la suerte del gnero humano, que por
tantos siglos ha sido la vctima de todos los errores y de todas
las injusticias.
39
13. El seor Diputado suplicar a la Suprema Junta, que por un
acto de bondad, de que nos ha dado tan sealadas pruebas, eche
una mirada sobre esas leyes civiles y criminales que han ido
aumentando en el tiempo, y sobre tantas ordenanzas y
reglamentos que componen el derecho extravagante cuyo
laberinto no es dado recorrer sino a uno u otro hombre de juicio
y grandes facultades, para que convencida su Soberana de las
dificultades insuperables que tienen los vasallos de imponerse
en las leyes para obedecerlas, y los magistrados y jueces para no
excederse en su ejecucin, y precipitarse en el abismo de la
arbitrariedad, forme un nuevo cdigo de leyes civiles y
criminales, tan sencillo y conciso, que su inteligencia no est
como ahora, reservada a los sabios y profesores del derecho,
sino que se proporcione al alcance de todas las clases del
pueblo.
14. Consiguiente a este mismo objeto, de que la Nueva Granada
se ilustre, sera muy conveniente que el seor Diputado
comunicase a los Cabildos poderdantes el resultado de las
gestiones de la Suprema Junta, lo que podr verificarse por los
medios y conductos que considere ms fciles. El Cabildo con la
ms sana intencin y con los deseos ms ardientes de concurrir
al bien general del Estado, ha extendido los catorce artculos que
comprende esta Instruccin. No se oculta a este Cuerpo, que en
la inmensidad de ramos que abraza la organizacin de un
Imperio como el de Espaa e Indias, es traer infinitos puntos de
que no se habla en la presente Instruccin, tanto por la cortedad
de nuestras luces, como porque ahora nos hemos limitado a
instruir sobre la abolicin de los abusos que se creen de una
influencia ms general.
Cuando haya cesado el tumulto de las armas, y se hayan
suspendido las calamidades que padece la madre patria; cuando
40
se haya destruido ese edificio gtico, que ha levantado la mano
lenta de los siglos, y que pareca eterno como nuestros males;
cuando el progreso de las luces haya difundido las ideas de
humanidad por todas las clases de la sociedad; en una palabra,
cuando la Nacin se halle ms instruida de lo que esencialmente
interese a su felicidad, entonces la Junta Central, esa Asamblea
de sabios y de buenos ciudadanos, ese cuerpo, el ms respetable
que en el da existe sobre la tierra, podr, en el silencio de la
sabidura, formar una Constitucin, que a pesar de los ataques
del tiempo y del furor de la barbarie, fije para siempre los
destinos de la nacin.
Socorro y octubre 20 de 1809.
Joaqun Plata (Rbrica) Alberto Jos Montero (Rbrica) Pedro
Ignacio Vargas (Rbrica) Ignacio Magno (Rbrica) Joaqun
de Vargas (Rbrica)6.
6 Tomado de:
RODRIGUEZ PLATA, Horacio. La Antigua Provincia del Socorro y la
independencia. Bogot: Publicaciones editoriales, 1963.
41
7. Provincia del Socorro, Confederacin
Granadina (1850)
XI
Dos y media leguas antes de llegar al Socorro hicimos alto en una venta que llaman aguabuena, por la de un lmpido y fresco
manantial cercano, de donde se surte la casa, edificio modesto y
aseado, con su portal hacia el camino, a la izquierda una puerta
que dejaba ver el grueso mostrador de adobes coronado de
totumas, nuncios de estar cerca la hirviente chicha, y ostentando
por exceso de lujo dos frascos de aguardiente detrs de un
enrejado de madera, y a la derecha otra puerta para lo que
llamar sala de recibimiento, en defecto de nombre ms
apropiado.
Por supuesto que no faltaban parroquianos en la chichera,
cules apurando la totuma desde encima del enjalmado buey,
que mientras tanto rumiaba y dormitaba, cules formando corro
en el portal y dentro de la tienda, hablando a un tiempo y en voz
alta de las negociaciones y precios del mercado, y dejndose
obsequiar por las atlticas hijas de Eva que les acompaaban;
todos ellos gente agricultora, giles, vigorosamente
conformados, de mirar inteligente y aire resuelto, vestidos a la
ligera con telas nacionales, ruanas diminutas y amplio sombrero
de trenza, la nerviosa pierna desnuda desde la rodilla y el pie
resguardado con alpargatas gruesas, ya gastadas y empolvadas
en largo servicio.
42
Acomodadas las cabalgaduras fuera del portal entramos a la sala
donde nos recibi la ventera con mil excusas por los tercios de
yuca que nos embarazaban el camino, accidentalmente
depositados all, segn tuvo cuidado de informarnos, como
temerosa de incurrir en mala nota. Muebles no haba, salvo una
mesa pesadamente labrada y arraigada en un ngulo de la sala,
cerca de dos poyos cubiertos de estera; pero en compensacin
brillaban las paredes con pinturas en que el ingenioso autor
haba hecho heroicos esfuerzos para combinar de infinitas
maneras el ocre y bermelln, nicas tintes de su rstica paleta.
Las figuras ms notables eran dos matronas sentadas en el aire,
de rostros borrachos y mofletudos con los ojos a la raz del
cabello, y por tanto sin frente. La primera gema bajo el peso de
una corona gigantesca, sin esperanza de alivio, puesto que la
mano izquierda la tena ocupada con una tiara, y la derecha con
un barretn, a guisa de cetro. Debajo escribi este nuevo
Leonardo de Vinci:
La quarta parte del mundo
Evropa zoi nombrada,
Tengola tiara, i las llabes,
Yo zoi lamas ilvstrada.
Frente a frente, mirando a su colega con ojos tiesos y
espantados, estaba la segunda figura, coronada de plumas, al
parecer, con arco y flechas en una mano y una granada muy
razonable en la otra. Volaba por lo alto un letrero que deca
AMERICA, y debajo:
Quizo mi Dios piadoso
43
Darme su caridad.
Soi la america libre
viba la libertad.
Promediaba entre las dos matronas un militar colorado,
cabalgando en un cuadrpedo amarillo, detrs del cual iba una
mujer amarilla en un caballo colorado. El militar se abra paso
con la espada, ms grande que l mismo, y le rodeaba tal
profusin de versos belicosos que no me atrev a copiarlos. El
Asia y el Africa se quedaron en bosquejo, probablemente por
haberse agotado el ocre y bermelln en borrajear sobre la testera
de la sala dos Vrgenes rojas con sus correspondientes Jesuses,
sacando nimas del purgatorio, mientras San Jos se estaba a un
lado mirndolas, y por ventura devanndose los sesos para
explicarse aquella dualidad inusitada, que celebraban dos
angelotes tocando violn y guitarra, y rodeados de una aureola
de guacamayas enormes, en cuyos cuerpos acab el pintor de
limpiar sus brochas.
Pedir de comer habra sido anticiparse a la poca presente, por
cuanto no est en uso todava guisar en nuestras ventas-posadas,
excepto lo que llaman ajiaco, especie de potaje de papas, del
cual regalan una escudilla a los transentes de alpargata con tal
de que beban y paguen un cuartillo de chicha. Inventamos un
sencillo almuerzo, que nos sirvieron sin ms aditamento que el
salero, dentro del cual pusieron dos palitos de sauce con su
corteza, para suplir la falta de cubiertos, que en realidad no la
hacen cuando se aprende a manejar aquellos instrumentos cuya
principal recomendacin es el aseo, puesto que para cada
servicio los fabrican nuevos. Con esto, y dos vasos de agua, que
en lo cristalina y ligera pudiera brillar al lado de la deliciosa de
Torca, proseguimos nuestro camino en demanda del Socorro.
44
XII
A principios de 1540 entraron los espaoles por primera vez en
el territorio de los guanes, hoy provincia del Socorro,
capitaneados por el fundador de Vlez, Martn Galiano.
Llenronse de admiracin y de algn temor tambin, al
encontrar la tierra densamente poblada de indios agricultores,
activos y con vestiduras de telas finas de algodn, a usanza de
los chibchas. As fue que, cautelosos y con palabras de paz,
penetraron por la demarcacin del cacique Corbaraque, cuyas
casas demoraban al S.-E. de Oiba, y tomando por el Valle de
Poima se dirigieron a Chalal (hoy Charal), donde los
recibieron con armas, cerrndoles el paso, costumbre que no han
perdido aquellos moradores, como lo demostraron en 1819,
pretendiendo, pocos y mal armados, rechazar al feroz realista
Gonzlez, que conduca por all un cuerpo de tropa veterana,
resto del ejrcito de Barreiro derrotado en Boyac.
Entrambas ocasiones les sali mal la cuenta, pues hubieron de
sucumbir a la mayor pericia la primera, y la segunda al mayor
nmero de los invasores. Continu Galiano su exploracin hacia
el norte, encontrando en todas partes numerosas poblaciones, y
despus de un rodeo hasta cerca del actual San Gil, donde tuvo
que combatir de recio al valiente Macaregua, march al N.-O.
por Barichara, y de all retrocedi por tierras del cacique
Chianchn, que tambin le dio guerra y tambin fue vencido y
prisionero en las lomas fronterizas del Socorro. De esta manera
qued preparada la sujecin de una comarca tan populosa como
la planicie chibcha, e igualmente civilizada. Eran los guanes de
aventajada estatura, pacficos e industriosos; las mujeres, segn
escribi fray Pedro Simn, "de muy buen parecer, blancas y
bien dispuestas y ms amorosas de lo que fuera menester"; la
tierra limpia, labrada y abierta, con sementeras y caseros por
45
todas partes. Sin embargo, los conquistadores la menospreciaron
porque no hallaron los montes de oro que su codicia buscaba. Ni
describieron las costumbres ni hablaron del gobierno y
legislacin de los guanes, cindose a calcular la poblacin para
repartrsela en encomiendas luego que regresaron a Vlez.
La villa de Nuestra Seora del Socorro fue erigida en
parroquia por los aos de 1691. "El ilustrsimo seor don
Francisco Cosio", dice una estadstica publicada en 1794,
"hallndose de presidente la dio honor y nombre de ciudad; pero
Su Majestad no lo aprob, y la concedi el ttulo de Villa con
fecha 25 de octubre de 1771". Hoy da es capital de la provincia
de su nombre, desgraciadamente sustituido al antiguo de Guane,
centro de un activo comercio domstico que en todo el cantn
pone en movimiento cerca de 600.000 pesos anuales,
verificndose las principales contrataciones en el mercado de la
capital los jueves y domingos, con gran concurrencia de
productores y mercaderes nacionales. Situada la ciudad en un
plano inclinado cerca del rpido y peascoso ro Surez
(Sarabita), a 1.256 metros de altura sobre el nivel del mar y por
temperatura media 21 centgrados, parece que naturalmente
debera gozar de clima sano; ms no es as por razn de la
configuracin general del suelo.
La explanada irregular asiento del Socorro se halla cortada al O.
por la profunda y ancha quiebra en cuyo fondo corre el Sarabita,
610 metros ms bajo que la ciudad, y en seguida dominada por
la alta serrana que se mantiene en la direccin S. -N., integra
sin ramificarse durante 16 leguas, desde los lmites de Oiba
hasta el centro de Zapatoca; al E. la dominan tambin los cerros
que separan las aguas tributarias del Sarabita y del Charal.
Enrarecido el aire por una temperatura de 30 en el fondo de la
gran cortadura que riega el Sarabita, se determinan corrientes de
46
viento originadas, por lo regular, en las montaas y bosques
pluviosos del respaldo de Oiba, se encajonan y adquieren fuerza
entre las dos serranas, baan de repente la explanada y alteran
la temperatura local con oscilaciones de 6 a 10 grados en las
horas del medioda7.
Cambios tan sbitos en un lugar en que las habitaciones y los
vestidos son como para tierra caliente, producen por precisin
enfermedades frecuentes y agudas que abrevian la duracin
comn de la vida entre las personas negligentes o faltas de
recursos, lo cual, combinado con la relajacin de costumbres,
que desde el principio de la guerra de independencia introdujo
en el pueblo jornalero la permanencia de guarniciones veteranas,
no slo se opone al aumento progresivo de poblacin que era de
esperarse, atendidas las circunstancias favorables de abundancia
de mantenimientos y bondad de las tierras de labor, sino que
durante el ao de 1849 hubo un dficit notable: nacieron 490
individuos, de los cuales 191 ilegtimos, y fallecieron 809,
disminuyendo la poblacin en 319 individuos. No obstante el
conocimiento de las causas generales de insalubridad, la
diferencia en contra es tan cuantiosa que indagu si habra
causas especiales y accidentales asimismo adversas, y apenas
tres, bastante dbiles, pudieron sealarse: la concurrencia de
forasteros, algunos de los cuales fallecern en el Socorro, la
llegada de enfermos al hospital provincial y el descuido con que
se han llevado hasta hace poco tiempo los libros parroquiales,
confindolos a personas que, segn se me dijo, dejaron de
asentar muchas partidas de bautismo para quedarse con el precio
fijado a este sacramento. Con todo esto, siempre resulta que la
poblacin de la ciudad va en decadencia, en lo cual influye
7 Observaciones hechas a las 6, 9 y 12 de la maana, y 4, 3 y 9 de la tarde y
noche, por espacio de 14 das. Termmetro y barmetro intachables.
47
decididamente el abandono con que se ha mirado la situacin de
las gentes pobres, en especial la de las mujeres.
Gran nmero de ellas no encuentran dentro de la ciudad en qu
ganar un jornal que alcance a satisfacer las precisas necesidades
de existencia, porque ignoran muchos oficios lucrativos que en
otros pueblos de la provincia en que los ricos han costeado
escuelas de artes para enseanza de las jvenes, aseguran a stas
los medios de vivir honradamente. As abandonadas aquellas
infelices a los azares de la suerte, sin ejemplos buenos que
imitar, sin consejo ni estmulo para el bien, se entregan a los
desrdenes, por cuya escala descienden rpidamente hasta parar
en una muerte prematura. Varias veces se ha intentado
someterlas a una polica perseguidora, y por decenas se las ha
enviado a morir de miseria y fiebres a las selvas del Chucur, sin
que por esto hubiesen mejorado las cosas. Matar no es
moralizar, adems de que no concibo con qu derecho pueda
una sociedad cualquiera castigar los desrdenes de que ella
misma por su indiferencia es causante.
Si los vecinos pudientes del Socorro hubiesen tomado inters en
la educacin industrial de las mujeres pobres, abrindoles
talleres de oficios y ensendolas el camino de la vida honrada,
entonces tendran derecho para pedir a las autoridades la
persecucin de las holgazanas y viciosas, como una proteccin a
las buenas costumbres de la porcin sana del pueblo, y como un
remedio que atajara la propagacin del mal hasta sus propias
familias; de otra manera el castigo es iniquidad, y las
persecuciones de la polica, permaneciendo vigente la causa de
las acciones punibles, llegaran a convertirse en nica y
constante regla de gobierno, es decir, en la ms intolerable de
las tiranas.
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Por ventura, no faltarn rutineros apticos que califiquen de
teora irrealizable la moralizacin de las clases pobres, mediante
la apertura de escuelas gratuitas de artes y oficios; pero a stos
les contestara yo con el ejemplo de Zapatoca, donde no hay una
mujer ociosa, no hay siquiera un nio que no tenga empleadas
todas las horas del da en tejer sombreros que venden
provechosamente los domingos en el mercado; les contestara
tambin con el ejemplo de varios patriotas de Barichara, que
establecieron a su costa nueve maestranzas de sombreros, en
que un crecido nmero de jvenes eran enseadas de balde, y
hallaron asegurada la subsistencia en la prctica de una industria
fcil, conforme con el vivir sedentario de la mujer, y que las
pone a cubierto de la triste alternativa de perecer en la miseria o
entregarse a los vicios para prolongar un poco la existencia
fsica sobre las ruinas de la moral.
La ciudad del Socorro, grande y populosa, comerciante y
manufacturera por inclinacin genial de su hijos, situada en un
lugar de trfico bien activo, no debera tener miseria ni mujeres
envilecidas; no las tendra, si las personas ilustradas se
propusieran desarraigar la ignorancia industrial de las familias
jornaleras, cuya ndole, naturalmente buena y laboriosa, solo
necesita de un poco de instruccin y un poco de consejo para
conservar y aprovechar sus laudables instintos.
El aspecto material del poblado previene en su favor por lo
extenso del casero, todo de teja, y la solidez de las casas,
muchas de las cuales son de alto, habiendo comenzado a
introducirse el buen gusto en la distribucin y adornos
interiores. Hay dos iglesias principales, de fbrica pesada y sin
pretensin a ningn orden de arquitectura. En la parte ms
elevada de la ciudad est el antiguo convento, con su capilla, de
frailes capuchinos, ocupado en la actualidad por el colegio de
49
nias, edificio capaz bien conservado, y desde el cual se goza de
bellsimas vistas sobre los pintorescos cerros de O., surcados por
arroyos tributarios del turbulento Sarabita. La plaza principal es
grande y despejada, en cuyo centro se alza una tosca fuente de
piedra comn, ceida al pilar con una inscripcin, caracterstica
de la ilustracin de los mandatarios espaoles, que textualmente
dice:
SYENDO DON ANTONIO FVMINAIA GOVERNADOR
SEISO ESTE. EL AO DE 1816.
En torno a esta pila, y cubriendo toda la extensin de la plaza, se
congregan los campesinos concurrentes al mercado, poniendo
en alarde sus gnero y frutos admirablemente variados, muy
abundantes y baratos. All se estn a sol descubierto, desde la
maana hasta el caer de la tarde, haciendo de carrera y sobre el
suelo sus frugales comidas: los hombres en pie, siempre en
movimiento, de aqu para all, hablando y gesticulando con
calor, y demostrando su actividad hasta en el despojarse de la
ruana para tratar de sus negocios: las mujeres con la mantellina
sujeta por el sombrero de trenza y echada sobre la espalda, las
enaguas cortas y el ademn resuelto, justificado por las robustas
muecas y la endurecida mano, cules paseando vigilantes de
extremo a extremo el tendido de ropa y cachivaches, que dentro
de sus correspondientes linderos cubre el empedrado, cules
sentadas en el suelo y sorteando con el sombrero los quemantes
rayos del sol.
Por entre esta Babilonia de trajes y labriegos inquietos, circulan
los sombrerillos de nacuma de las cuasi damas, envueltas en
paolones de todas las jerarquas posibles, desde el algodn a la
seda, vestido entero de zaraza y zapato sin medias, o alpargata
blanca y diminuta, finamente labrada; o bien sobresalen, girando
50
sobre su eje, las sombrillas de las damas jvenes y los quitasoles
de los mayores en edad y gobierno, sin faltar uno que otro chal
sedoso y delgado, muy adecuado para lucir el buen talle, pero
sobrado insuficiente para precaver del sol las espaldas de su
dueo. Llegada la tarde y concluidas las ventas y compras,
queda la plaza entregada al escrupuloso examen que de ella
hacen los gallinazos, tan confiados en su inviolabilidad
personal, que discurren por todas partes sin hacer caso de la
gente, y absolutamente embebecidos en apropiarse los
desperdicios del mercado. Con la luz del da se acaban la
agitacin y el movimiento, y empieza la quietud de la soledad,
interrumpiendo el silencio de las tinieblas el ruido de los chorros
de la pila, o la clara y vibrante voz de alguna cargadora de agua,
que entona cantares populares mientras llena su mcura, o
mientras un filarmnico de los de tiple remendado y ruana
indefinible llegue a interrumpirla, que es lo que a la postre
acontece.
Debimos al seor Ramn Mateus, gobernador interino, las
delicadas atenciones de un caballero, tan llano en su trato
particular como celoso y esmerado en el servicio pblico; l, los
dems empleados civiles y los vecinos notables, nos
suministraron con diligente bondad cuantas noticias les pedimos
acerca de la provincia. En el trato de las seoras hallamos la
cordial amabilidad, que es el fondo del carcter de las damas
suramericanas, unida a sentimientos patriticos, tanto ms
superiores a los del comn de los hombres cuanto son
desinteresados e ingenuos. Pocas familias de representacin
contiene el Socorro; pero se hacen notables por la prctica de las
virtudes domsticas sin ostentacin, y acaso sin echar de ver
ellas mismas su propio mrito; si la suerte del Socorro estuviera
en manos de las damas, es seguro que el viajero no tendra que
compadecer hoy la decadencia moral de aquella importante
51
ciudad, que corre mucho riesgo de quedar pronto anulada, s no
se hacen esfuerzos positivos para morigerar la porcin jornalera
de sus habitantes.
En punto a establecimientos pblicos y el aseo del poblado,
tiene el Socorro bastante que agradecer al seor Urbano
Pradilla, Gobernador que fue de la provincia. Refaccion y puso
en orden el hospital de caridad, que sostiene 50 camas bien
asistidas; complet el hermoso edificio de la escuela primaria de
nios, a la cual concurren cerca de ciento; promovi la
fundacin del colegio de nias, refaccionando para ello el
antiguo convento de capuchinos y estableciendo quince ramos
de enseanza de que se aprovechaban treinta educandas
internas; atendi a la mejora material de la crcel y al
sostenimiento de la escuela de nias; extirp del poblado los
densos platanares que aumentaban la insalubridad y causaban
talvez la propagacin alarmante de la funesta enfermedad del
coto; en suma, trabaj con empeo en beneficio de la provincia,
y supo dejar su memoria inscrita en muchas obras de utilidad
pblica y en los recuerdos de los buenos vecinos. Ellos le hacen
justicia, echando a un lado las opiniones polticas; y en imitarlos
se complacer sin duda todo patriota, pues desgraciadamente
son raros los funcionarios provinciales que tomen empeo en
mejorar la localidad que administran.
Dos leguas al S.-O. del Socorro queda el limpio y bonito pueblo
de Simacota, cuyo casero reluciente de blancura y cubierto de
teja est situado en un pequeo valle del otro lado del Surez, al
abrigo de las colinas y altos cerros que lo circundan como el
engaste de una joya. Tratbase de explorar un montecillo
ardiente, que suponan ser un volcn prximo a reventar y
trastornar la comarca, y resolv acompaar al seor gobernador
Mateus en esta correra. Andada legua y media cuesta abajo por
52
camino a trechos muy pendiente, pedregoso y malo, llegamos a
la orilla derecha del ro. Forman su lecho grandes piedras
rodadas y fragmentos inmviles de rocas precipitadas desde lo
alto de las serranas y mesetas laterales, cuyos flancos
destrozados y hundidos atestiguan que el profundo cauce del
Surez lo excavaron grandes aguas venidas desde las tierras
altas con repentina y poderosa irrupcin; y en efecto, por all se
abrieron paso las del antiguo y vasto lago de Fquene que,
segn refer en otra parte, quebrantaron las barreras que al norte
de Chiquinquir las contenan aprisionadas en la extensa cuenca
que hoy constituye las planicies de aquel cantn y del de Ubat.
El terreno a uno y otro lado, y hasta la altura de 500 metros, est
compuesto de bancos brechiformes, sembrados de trozos de
rocas arenceas y calizas, idnticas a las que predominan en la
cresta de la serrana del O., y abundantes en impresiones fsiles
de amonitas, terebrtulas y tal cual espongiaria, cubierta por
numerosas capas concntricas de cal carbonatada,
frecuentemente impregnadas de xido de hierro. Desde 500
metros arriba hasta la cumbre de las mesetas (200 metros), y el
vrtice de las serranas laterales, que en partes miden 2.100
metros de altura sobre el nivel del mar, o sean 1.454 sobre las
aguas del ro, predominan las estratificaciones pocas veces
concordantes, alternando el calizo, el gres y la creta, cuyos
despojos recogidos en las quiebras y escalones de los cerros
ofrecen al agricultor un suelo frtil y hmedo, particularmente
del lado del O., en que prosperan ricas sementeras de maz,
arroz, caa, races de varias clases y verdes campos de ail.
53
Mide el ro Surez8 en el paso para Simacota ms de 100 varas
de ancho, corriendo impetuoso y bramador por encima de los
peascos sembrados en su lecho. No hay puente; pero la
industria nativa venci la dificultad, estableciendo como en
otros pasos anlogos, cierta maroma que llaman cabuya. Elgese
en la margen un rbol robusto que al opuesto lado tenga otro
que le corresponda, o en su defecto plantan gruesos horcones en
la barranca, a 20 o ms varas de altura sobre las aguas del ro,
rodendolos de una plataforma cubierta por un ligero techo de
paja; estos rboles o vigas derechas llevan el nombre de
morones. De morn a morn, atravesando el ro, tienden un
grueso cable compuesto de 24 rejos o cuerdas de cuero
retorcido, el cual, naturalmente, forma una curva, cuyo seno
queda distante de la corriente ocho o diez varas, y constituye la
lnea de trayecto. Por encima del cable se ponen dos abrazaderas
de madera recia, o garruchas cabalgando apoyadas en la rodaja.
Del apndice inferior de cada abrazadera bajan dos cuerdas que
terminan sujetando con fuertes nudos ambas testeras, de una
especie de camina compuesta de marco de palos fibrosos, a los
cuales va cosido el cuadrado asiento de cuero; y a este aparato,
que hace la figura de un canasto chato colgando, le llaman
puerta. Amarran a las testeras de la puerta dos largas cabuyas o
prolongaciones destinadas a tirar de la mquina para hacerla
llegar de banda a banda del ro, deslizando por el cable las
abrazaderas o garruchas de donde cuelga la puerta, la cual,
8 En 1537, cuando la invasin del pas de los chibchas por Gonzalo Jimnez
de Quesada, en la marcha desde Chipat para Moniquir, hubieron de
atravesar las rpidas aguas del ro Sarabita. El caballo del capitn Gonzalo
Surez estuvo a punto de ahogarse; y de aqu provino que designaran el
Sarabita con el nombre de ro de Surez, que nos empeamos en conservarle
sin embargo de lo ridculo de su origen, y a pesar del bello nombre
indgena.
54
cuando rinde el viaje hasta cerca del morn, queda trabada y
sujeta por un gancho, sin cuya precaucin rodara otra vez hasta
el centro del ro, pues, como llevo dicho, el cable forma un seno
cuya mitad ofrece rpido descenso, y la otra mitad una subida
resbaladiza. Dentro de la puerta pueden colocarse cuatro
pasajeros sentados, dndose la espalda y con las piernas al aire
hacia afuera, guardando equilibrio, o bien un pasajero con dos
petacas de equipaje y sus arreos de montar.
Lista y asegurada la carga, los cabuyeros de ac avisan a los de
all con un silbido: zafan el gancho que contiene la puerta, y
sta por su propio peso arranca velozmente para abajo y llega en
breve a lo hondo de la curva que hace el cable, en cuyo
momento los cabuyeros de all empiezan a tirar de la
prolongacin para llevar cuesta arriba la puerta hasta hacerla
atracar y anclar contra el morn, y all descargan y desembarcan
los pasajeros. Cuando es pen el que pasa, o un cicatero que
quiere ahorrar el peaje, no pide puerta sino gancho. Esto del
gancho es invencin todava ms indgena que la puerta.
Figurmonos un garabato de guayabo, terminado por muescas o
entalles en el extremo de cada brazo: de la muesca del brazo
mayor penden cuatro aros de cuerda, largos, y otro corto
destinado a trabarse en la muesca del brazo menor. El prjimo
que pide gancho toma el que mejor le acomoda, trepa por el
morn hasta alcanzar el cable, lo engancha con el garabato,
cuyas puntas liga con el susodicho aro corto de cuerda, mete las
piernas en dos de los aros largos y los brazos en los otros dos, de
manera que queda colgando del cable, a guisa de araa, con la
cabeza para la orilla fronteriza del ro; encajase bien el
sombrero, suelta las manos, y all va cabeza abajo como cohete,
oscilando sobre el abismo de rocas batidas por el turbulento ro.
Pero el impulso involuntario se le acaba pasada la mitad del
cable, y entonces comienza una serie de maniobras grotescas
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con brazos y piernas para subir hasta el alto morn, lo que
realizan brevemente los veteranos y no sin sudar gruesas gotas
los reclutas y novicios.
No es cosa imposible que los rejos del cable, humedecidos por
un aguacero, revienten al tiempo de recibir la intensa frotacin
de los ganchos o garruchas de la puerta, y ya puede considerarse
cul ser la suerte de los pasajeros que caigan precipitados al
ro. As es que las Cmaras de provincia han dictado ordenanzas
especiales, determinando el nmero de rejos de que haya de
componerse el cable, que nunca son menos de 24, y
especificando las precauciones y seguridades que deben
observarse respecto de la puerta y aparatos adyacentes.
Supuestas las cosas en el mejor estado posible, siempre resulta
gran prdida de tiempo en el paso de las cabuyas, puesto que en
cada viaje de ida y vuelta de la puerta se gastan diez minutos no
llevando ms de una carga, y las bestias tienen que pasar a nado,
guiadas por nadadores, con evidente peligro de perecer cuando
el ro va caudaloso, pues son arrastradas a lo lejos y trastornadas
por los golpes que reciben contra los peascos. El conocimiento
de estos males y la mayor suma de luces que ya se tiene respecto
a la construccin de puentes suspensos, hacen esperar que
dentro de poco las cabuyas quedarn relegadas al archivo de los
recuerdos de nuestro antiguo atraso Industrial y social.
No desdice el interior de Simacota de lo que su vista lejana
promete. Es ejemplar el aseo de las calles y casas, y entre los
moradores no se encuentra un solo vago: todos estn
consagrados al cultivo de los campos, de donde procede que los
alrededores del pueblo se hallen cubiertos de sementeras hasta la
cima de los cerros y formen paisajes tan hermosos como frescos
y variados. El tejido de lienzos y mantas, la fabricacin del
jabn, velas de sebo, alpargatas, sogas de fique y otros objetos
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de industria domstica, proporcionan ocupacin ventajosa a las
mujeres y a no pocos hombres, siendo tanta la sencillez y
bondad de las costumbres, que en el espacio de un ao tan solo
7 individuos delinquieron y fueron juzgados: 3 por hurtos
menores y 4 por injurias, lo cual nada significa en un poblado de
8.000 habitantes. Existen all algunos vecinos de molde antiguo,
benficos y honrados, que ofrecen chocolate y agua en vasijas
de plata maciza, y tratan a sus subordinados como amigos: ellos
dan el tono a los dems en cuanto n modales y comportamiento,
y hacen los oficios de mediadores y pacificadores de disputas;
ellos protegen la enseanza primaria de nias y nios en dos
escuelas con que se honra el pueblo, y con su hospitalidad
obsequiosa graban en la memoria del viajero recuerdos muy
agradables de Simacota.
Para llegar al volcn, objeto del viaje, fue menester caminar a
pie como un cuarto de legua, talando el monte, y en algunas
partes dejndonos rodar, acostados o sentados, por laderas tan
verticales que no consentan otro gnero de locomocin.
Finalmente, llegamos al borde alto y escarpado de una quebrada
peascosa, que atravesaba un ancho filn de terreno carbonfero
perfectamente negro y sin consistencia. El mtodo de dejarse
rodar no era practicable, porque la barranca era recta y abajo
esperaban piedras y agua para recibirnos. Resolvimos, por tanto,
imitar a los mineros de Muzo, bajando por agujeros abiertos en
la pared con la punta de un machete, y haciendo equilibrios
tanto ms aventurados cuanto la tierra se desmoronaba al meter
la punta del pie dentro de los agujeros. As alcanzamos, harto
fatigados, el lecho de la quebrada en cuya margen se nos
present un derrubio de tierra y piedras calcinadas por cuyas
grietas brotaba humo, sintindose intenso calor cuando se
caminaba por encima. La presencia de piritas blancas (hierro
sulfurado) en aquel banco esquistoso y carbonfero explic
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desde luego la causa y naturaleza del fenmeno: era la ignicin
espontnea de las piritas, comunicada al carbn mineral
soterrado. Por consiguiente, nada tenan que temer los vecinos
de Simacota, puesto que este linaje de co
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