La ciudad antigua, Fustel de CoulangesCochisse Freyssinier y DávilaDerecho Constitucional I
Facultad de Jurisprudencia, UAdeC 21/Septiembre/2015
La ciudad antigua es probablemente el libro romántico del derecho civil romano. Cuando
invocamos el derecho antiguo, la formación de las ciudades, la formación misma del derecho,
etcétera, es inevitable pensar en autores clásicos como Eugene Petit, clásicos del derecho romano y
del derecho civil antiguo.
Sin embargo, Fustel de Coulanges, historiador francés del siglo XIX, interesado ávidamente en la
lectura de la historia antigua, la historia de la época romana y griega, escribe, a mediados del siglo
que vivió, una obra que viene a repercutir aún en nuestros días, una obra que sigue siendo objeto de
estudio para estudiantes de derecho, historia, politología y, en general, todo interesado en conocer la
historia de nuestra forma de organización política y social.
La ciudad antigua es el libro más famoso del historiador francés. Fue redactado a partir de la cátedra
de historia del autor en la Universidad de Estrasburgo, entre 1862 y 1863. Tras su publicación, el
libro se convirtió en un éxito de ventas, siendo distribuido desde antes de 1870 como premio de
excelencia escolar en los lycées de Francia.
La obra del autor lleva un orden cronológico, o por lo menos eso aparenta intentar. Haciendo un
análisis de las instituciones romanas y griegas (en algunos casos, las indias) que se fueron formando
y fortaleciendo a lo largo de la historia y que, más delante, subsistieron muchas de sus funciones e,
inclusive, algunas instituciones subsisten tal y como existían en la antigüedad, hasta nuestros días.
La obra de La Ciudad Antigua, consta de cuatro libros, compuestos cada uno por respectivos
capítulos al tema que se trata en dicho libro; el libro primero se compone de diez capítulos que
hacen referencia a las creencias antiguas, es decir, a la formación de la familia como núcleo
principal de la composición político-social en Roma y Grecia. Es destacable la precisión con la que
Coulanges describe las costumbres y tradiciones que existían en Roma y Grecia anteriores a la
formación de la ciudad-estado como tal, o bien, de la polis griega y la civitas romana. Curiosa
resulta la exposición que hace el autor sobre la formación del derecho romano, haciendo hincapié en
el hecho de que, si bien, la costumbre inveterada es la norma del futuro, cabe aclarar que la
costumbre en Roma y Grecia, nació directamente de la formación de la religión doméstica, y dicha
religión fue también la forma más asequible a los grupos de personas, para lograr tener una
estabilidad y un control sobre sus individuos.
El libro número dos consta de once capítulos y hace una explicación que, a mi parecer, parece muy
somera para lo que pudo haberse expuesto, sobre la formación de la ciudad-estado como tal en
Grecia y Roma, y si bien, el libro no trataba de dar una explicación finalista, también es cierto que
quedó mucho excluido y que muchos otros autores recogen como imprescindible en sus obras. Aun
con lo anterior, la explicación y exposición de Fustel es magistral, atendiendo a su capacidad para
organizar los hechos en un orden cronológico que resulta importantísimo para el estudiante y para el
público en general. Al leer la Ciudad Antigua, comprender la formación del derecho y de la ciudad-
estado resulta mucho más sencillo que tratar de hacerlo con un libro como Derecho Romano de
Eugene Petit, debido principalmente a que la tarea de Fustel de Coulanges busca específicamente,
analizar y comprender el funcionamiento de las instituciones romanas a lo largo de la historia y,
sobre todo, entender su desarrollo a lo largo de la historia. Es pues, sencillo, entender que la ciudad
romana y griega, se desarrollaron a partir del núcleo familiar, creciendo hacia afuera, en forma de
explosión y no de implosión. La familia se conforma de los individuos más cercanos al culto, de ahí
deviene la formación de las tribus y las fratrias, las cuales son uniones de diversos cultos, a raíz de
una condición que los relaciona; comprender aquello puede resultar un poco complicado, si nos
acercamos un poco al concepto que explica el maestro Ignacio Burgoa en su libro Derecho
Constitucional Mexicano sobre la formación del estado, puede resultar más sencillo comprender por
qué las familias lograron unirse en tribus, y después en gens, para pasar finalmente, a la
formalización de la ciudad-estado.
El libro 3 habla acerca de las revoluciones que construyeron poco a poco el funcionamiento final de
Roma y Grecia, hasta la caída del imperio. El libro se compone de ocho capítulos que hacen
referencia únicamente a eso, a las revoluciones que formaron y reformaron las instituciones
romanas. Me gustaría destacar enormemente, de nuevo, la concatenación cronológica que hace
Coulanges en la composición de su obra, puesto que explica de manera excelente el curso de las
revoluciones y sus consecuencias posteriores en la historia. Cada revolución dio paso, por si fuera
poco, a una nueva revolución, y eso es lo que precisamente hay que entender de los procesos
históricos. Sin lugar a dudas, la segunda revolución romana fue la que más cambios proporcionó en
potencia; es decir, si bien, la segunda revolución sólo provocó cambios (aunque sustanciales) en la
composición de la familia, también desmembró la gens, una de las instituciones romanas más
importantes y que, con su desaparición, dio pie a las nuevas revoluciones y cambios que fueron de
mayor peso, como la emancipación sobre los clientes de los patricios y la revolución más
importante, que es la entrada de la plebe a la política romana.
El último libro consta solamente de 3 capítulos, que hacen un repaso lato sobre la caída del imperio
romano y el advenimiento de la edad media y el oscurantismo, debido, principalmente, a la
aparición del cristianismo en Europa y su impresionante fuerza expansiva. La caída del imperio
romano se debió a diversos factores que Fustel de Coulanges no menciona, y que es perfectamente
entendible, puesto que se llevaría tres libros más tratando de explicar la caída de los romanos, sin
embargo, es destacable la explicación que hace sobre cómo el cristianismo sustituyó muchas de las
creencias y costumbres de la familia antigua en las religiones domésticas, donde la principal
característica era el celo de sus religiones y sus antepasados, y el uso de la misma como un medio
para defenderse de ataques externos y proporcionar protección a sus cultos, por los postulados de la
defensa y la ayuda al prójimo, sin distinción de raza alguna. La caída del imperio romano, sin
embargo, no significó la caída de sus instituciones, éstas, a pesar de la desaparición del imperio,
siguieron utilizándose hasta mucho tiempo después, con la llegada del renacimiento y la ilustración,
donde fueron renovadas, reconstruidas y readaptadas a las necesidades de la vida del siglo XVIII.
La ciudad antigua es un libro importantísimo para la comprensión de las instituciones romanas, sin
embargo, no es precisamente el único libro, y no es por mucho el mejor, de hecho, es necesario
complementar su estudio con algún libro que haga un estudio específicamente jurídico, como el
caso del mencionado E. Petit. Al final de cuentas, muchas de las instituciones romanas persisten en
nuestros días, tal y como fueron ideadas y aterrizadas por ellos mismos.
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