UNIVERSIDAD DE CHILEFACULTAD DE FILOSOFÍA Y HUMANIDADESDEPARTAMENTO DE ESTUDIOS PEDAGÓGICOS
NOMBRE DE LA ASIGNATURA: Educación y Formación ValóricaAÑO ACADÉMICO EN QUE SE DICTA: 2014CARÁCTER: ObligatorioPROFESOR: Ana ArévaloALUMNO: Víctor M. Huerta Pérez (Historia)
Miguel A. Riquelme Ortiz (Artes)FECHA DE ENTREGA: 11 de julio, 2014.
Las luchas de la Memoria:
En busca de nuestra “Ciudad Educativa”
1. Declaración de Principios:
En una de sus obras más brillantes el escritor checo Milán Kundera nos dice: “La lucha del
hombre contra el poder es la lucha de la memoria contra el olvido”1. Una frase que nos
sirve de introducción para tratar un tema de una profundidad y subjetividad sin precedentes
en nuestra instancia en la Academia: la relación que existe entre la educación, la memoria y
la ciudad, entendida esta última como un espacio particular donde proliferan una serie de
discursos que relacionan la educación y la memoria.
Hoy deseamos introducirnos en el estudio y la relación que existe entre la “ciudad como un
espacio de educación”2 y la construcción de ésta gracias a la memoria colectiva, en
definitiva a la ciudad como un espacio educativo privilegiado del que podemos valernos
para analizar una serie de valores de ciudadanía y civilidad. De allí que resulta tan relevante
el mencionar la frase inicial de Kundera, pues para nosotros la consolidación de los valores
que rigen a la ciudadanía y la civilidad son una lucha constante contra el poder, contra el
totalitarismo, contra el olvido, y es por ello que pensamos la ciudad como la cuna de un
conjunto de memorias, tanto individuales como colectivas.
Como señalan Melich y Bárcena: “Ser ciudadano significa, así, habitar la ciudad, tenerla
como morada. El ideal de la ciudadanía apunta, sin embargo, a la idea de una actividad
que compromete la propia identidad personal, como habitante de la ciudad, y que depende
de una manera pública de ver y estar en el mundo.
Aquí, tan ciudadano es quien construye la ciudad con su acción y con su palabra, como
quien la reconstruye con su memoria. Como decía Walter Benjamín en su «Crónica de
Berlín», «quiero evocar aquí lo que me ha introducido en la ciudad ». Aquí, la ciudad que
se evoca, se reconstruye y es el territorio de la memoria”3.
1 “El libro de la risa y el olvido”.2 Como señala Jaume Trilla: “Uno de los factores que hacen de la ciudad un medio educativo privilegiado es la cantidad y diversidad de estímulos que, con un notable grado de azar, pueden ser generadores de educación”. En “La educación y la ciudad”, “Otras educaciones”. Pp.182.3 Melich & Bárcena; “La educación como acontecimiento ético”; Pp.51.
Mencionamos lo anterior pues deseamos hacer notar la relevancia que tiene la memoria
como un código particular para aprehender, para leer la ciudad, nuestra ciudad. De allí que
pensar la ciudad como un espacio, como un lenguaje o como un objeto de educación parece
bastante conflictivo, pues están presentes en ella una serie de subjetividades, a menudo en
conflicto gracias a la relevancia que tienen los discursos y las memorias.
Siguiendo esta lógica es que deseamos presentar antes que todo un pequeño análisis sobre
las particularidades que tiene el hecho de hablar sobre Memorias, pues no es simplemente
referirse a lo que se recuerda sobre un pasado remoto o cercano; como dice Elizabeth Jelin,
cuando hablamos de Memoria nos estamos refiriendo a algo muy profundo ya que “las
identidades y las memorias no son cosas sobre las que pensamos, sino cosas con las que
pensamos”4, es decir, son una herramienta para aprehender e interpretar la realidad.
También es clave comprender que estas Memorias no son solamente Memorias
Individuales, sino que en mayor medida debemos entenderlas como construcciones
colectivas, o siguiendo a Halbwachs, como Memorias Colectivas5, las que representan una
época y a un grupo particular de sujetos que reescriben el pasado siguiendo lógicas
particularmente subjetivas.
Es por esto que planteamos que estudiar la ciudad como un espacio educativo que se
construye con la memoria es de por si algo bastante complejo, pues no podemos entender el
concepto de Memoria como un singular, sino claramente como una Lucha de Memorias
presentes en la ciudad6. Así las palabras de Trilla sobre el hecho de pensar a la ciudad como
un contexto de educación se complejiza bastante, y el Aprender en la ciudad no será algo
sencillo, pues para ello tendremos que tener una serie de resguardos que nos protejan de
mirar inocentemente este espacio. No es simplemente Aprender en la ciudad, sino aprender
4 Elizabeth Jelin; “Los trabajos de la memoria”. Pp.25.5 “Lo colectivo de las memorias es el entretejido de tradiciones y memorias individuales, en diálogo con otros, en estado de flujo constante, con alguna organización social y con alguna estructura, dada por códigos culturales compartidos”. Ídem Nota N°4; Pp.22.6 Como señala Trilla: “La ciudad es una máquina de crear y educar. Es así porque la ciudad es el resultado de una implosión que reúne en un espacio reducido un gran número de personas y de elementos culturales (objetos, ideas, técnicas, etc.). Esta densidad de personas y elementos culturales facilita las colisiones comunicativas, el cruzamiento de unos elementos culturales con otros, y por tanto, la creatividad y la adquisición de formación”. En “La educación y la ciudad”, “Otras educaciones”. Pp.183.
en una ciudad particular, nuestra ciudad, que carga con una historicidad tremenda, con una
serie de códigos particulares. Esto será lo que analizaremos mediante una serie de ejemplos
visuales recopilados en espacios particulares de nuestra ciudad, entendiendo el concepto de
Nuestra tal como lo recalcan Bárcena y Melich, donde los sujetos sienten la ciudad como
un espacio acogedor, que les pertenece, que es posible amar y cuidar, es decir, mostraremos
nuestra ciudad, nuestros barrios, que mantienen luchas explícitas de memoria incluso
dentro de sus propios límites perimetrales.
2. Acercándonos a Nuestra Ciudad:
En medio de su profunda e interesante obra Jaume Trilla sentencia: “Una ciudad limpia,
segura, pacífica, de transeúntes cordiales, tranquila y dinámica a la vez, es una ciudad
efectivamente preparada para educar”7. Y es muy probable que en Barcelona, espacio
donde él escribe sea bastante certero su análisis. Sin embargo, luego de mirar Nuestra
ciudad nosotros no encontramos nada de limpio, seguro, pacífico, ni cordial, ni mucho
menos tranquilo, es más, vemos una ciudad muy sucia, muy insegura con traficantes en casi
todas las esquinas, y por lo mismo un espacio muy violento y conflictivo… ¿Será que
nuestro Santiago no es una ciudad preparada para educar? ¿O eso depende de la educación
que deseamos entregar? ¿No era acaso la ciudad un espacio construido con memorias,
dinámico y en conflicto incluso para hacer educación?
Pensando tales cuestionamientos, y recorriendo nuestras calles, nuestro barrio, intentamos
rastrear huellas de Memorias, más allá de la suciedad y la propaganda política que nos
heredó la última elección parlamentaria, intentando esquivar la desolación y el desconsuelo
de ver nuestras calles inundadas de dealers postmodernos que trabajan de día y sin
vergüenza de valerse de niños soldados para el reparto de sus mercancías. Decimos todo
esto porque esta es la ciudad real, nuestra ciudad real. ¿Digna de alzarla como un espacio
de educación, como un espacio de Memorias? Veremos…
7 Jaume Trilla; “La educación y la ciudad”; En “Otras educaciones”. Pp.187.
Fue así como un día paseando por nuestras calles nos encontramos como esto…
Y esto…
Y esto…
Una parte de la ciudad, nuestra parte de la ciudad, que a pesar de estar ocupada por el
trauma latinoamericano de la suciedad, la violencia y la droga guarda en sus muros más
recónditos rastros de un pasado reciente, de un presente en conflicto, de una memoria viva,
de una memoria social, que está en frente de nosotros, es cierto, mezclada con basura,
piedras y dealers, pero ocupando un espacio del que formamos parte, un espacio que día a
día nosotros como futuros docentes, habitamos y construimos… ¿Puede ser este un espacio
de educación? ¿Puede mostrarnos algo del Arte? ¿Puede hablarnos algo de Historia?
Siguiendo las palabras de Trilla fue que comprendimos que “[…] en la ciudad, pues,
coexisten y se yuxtaponen ambientes y recorridos tan diversos, como también
discriminatorios y selectivos. Y es por eso que informalmente sólo se llega a la percepción
y conocimiento de los itinerarios habituales que cada uno recorre y de la parcela del
mundo urbano que a cada cual corresponde en función de sus roles”8… ¿Puede permitirse
un docente en formación el conocer solamente aquella pequeña parcela del espacio urbano
que le es habitual? Nosotros pensamos que no, y por lo mismo iniciamos un recorrido en
8 Ídem Nota N°7; Pp.188.
busca de Memorias plasmadas en la ciudad que nos hablaran sobre el mismo tema que
apreciábamos en los muros de nuestras calles. Precisamente hablamos de rastros de nuestro
pasado reciente, traumático, en conflicto hasta el día de hoy, huellas de lo que fue uno de
los traumas más profundos de nuestra historia reciente: en los murales veíamos la memoria
vida del gobierno militar en las poblaciones (debiéramos decir Una memoria vida), y por lo
mismo fuimos al lugar más icónico y publicitado de nuestra ciudad que nos habla de este
tema: el estandarte de la memoria que desea mostrar a toda la ciudadanía nuestro Estado.
Fuimos en busca de rastros, de discursos, de una memoria. Llegamos hasta el gran Museo
de la Memoria.
Un espacio que no escatimó en gastos para su construcción, ubicado en frente del Parque
Quinta Normal, el Museo de la Memoria es un espacio frio, construido con un rígido
cemento desnudo, sin colores. Al entrar lo primero que recibimos fue un pequeño libro
promocional e informativo de lo que era el museo:
Y más adelante una exposición muy concurrida que evocaba un ambiente de memoria que
se deseaba plasmar a gran escala…
El folleto antes señalado nos dice: “Esta no es sólo la historia de un edificio. Es también el
relato de un pasado invisible y silenciado. Pasado que por muchos años se ocultó en nuestro
país, que este museo quiere exponer: la violación sistemática de los derechos humanos”.
Sin la más mínima intención de criticar este espacio de memoria, lo que a continuación
deseamos es analizar desde un punto de vista comparativo los dos rastros de memoria que
acabamos de exponer: por un lado los murales de nuestras calles y, por otro, el intento del
Estado Chileno de mostrarnos lo que fue una parte de nuestra historia reciente.
3. Un análisis desde la Historia:
Mucho se puede hablar de lo significativo que fue para los familiares de los detenidos
desaparecidos que el mismo Estado que se encargó de exterminar a miembros de la
comunidad nacional después de muchos años haya creado un mega-monumento para
rememorarlos, y hacerlos parte de nuestra historia, de la que en palabras de la propia
presidenta Bachelet “Nuestro país debe sentir vergüenza”. Y eso para nosotros es muy
cierto. Sin embargo, recorriendo el museo pudimos darnos cuenta que gran parte del
discurso que éste desea expresar no es precisamente el que protagonizaron los hombres y
mujeres allí retratados.
Partiendo por la frialdad del lugar, lo que el discurso histórico y artístico de la Unidad
Popular en los años 60 y 70’s creó no está contenido en él. No hay familiaridad ni armonía,
no hay felicidad ni color, todo es gris, oscuro, tétrico, podríamos decir que más que evocar
a hombres y mujeres que pretendemos que permanezcan vivos en nuestras memorias lo que
el Museo desea es mostrar que realmente están muertos, que fueron parte de un pasado.
Más que cualquier otra cosa el Museo de la Memoria parece un mausoleo. De allí nuestro
gran cuestionamiento ¿Qué es la Memoria para el Estado de Chile? ¿Por qué pretenden
mostrar un lugar que aboga por la paz y la unidad nacional sabiendo que para los
protagonistas que lo sufrieron y sus herederos sigue siendo un discurso y un ambiente de
lucha?
Para nosotros es algo bastante conflictivo, pues trayendo a colación lo que decíamos al
comienzo sobre las ideas de lo que es la Memoria, de lo que son Las Memorias, esto nos
parece algo incomprensible. En cada población, de la mía en particular, que es en la que
creció Víctor Jara, no existe la idea de reconciliación, existe la idea del recuerdo de la
lucha, del recuerdo de Víctor con 43 balazos en su cuerpo, de sus manos sin dedos, y lo
grafica un poema de Neruda en uno de los murales…
Más allá de pretender entablar cualquier polémica sobre los discursos contrastantes que
planteamos en las imágenes, lo que deseamos mostrar en esta exposición es que la ciudad,
tal como dice Trilla, es un espacio conflictivo, donde es posible seleccionar qué se
mostrará, bajo qué lógicas se desea educar, tal como lo realiza cualquier escuela formal. Sin
embargo, existen espacios, igualmente educativos que tensionan los discurso hegemónicos,
de allí que: “La ciudad educativa real será, pues, el resultado de esta dialéctica entre lo
pedagógicamente ordenado y el –por ahora y probablemente para siempre- inevitable azar
de encuentros educativos que se producen por la híper-complejidad de lo urbano”9, tal
como nos ocurrió a nosotros en nuestra búsqueda de aquellas Huellas de Memoria sobre
nuestro pasado nacional reciente.
Es muy interesante enunciar este conflicto, ya que por naturaleza la disciplina histórica se
ha construido, al menos en las Escuelas de nuestro país, en una lógica de consenso
hegemónico, es decir, un solo gran discurso, una Historia Oficial, y quienes nos hemos
adentrado en el estudio de la Historia hemos aprendido que nuestra disciplina no es para
nada un área de acuerdos, todo lo contrario. Por el hecho de trabajar tan a la par con las
Memorias el discurso que crea la Historiografía es esencialmente subjetivo, refutable,
contrastable, discutible. Es por eso que la ciudad como espacio que refleja la polisemia de
memorias sociales es un espacio ideal para mostrar cómo se construye, o más bien, cómo se
reconstruye el pasado, cómo se reconstruyen los pasados, un ejemplo perfecto de cómo es
realmente sincero el estudio de la Historia.
9 Ídem Nota N°7; Pp.202.
En este caso, y con los ejemplos antes expuestos en las fotografías resulta ideal entender la
relación de la educación, la ciudad y la memoria como un ambiente donde realmente se
condensan las lógicas de una verdadera Ciudad Educativa: no armónica, sino en constante
conflicto, ambivalente… en una eterna construcción, en una sala y necesaria
Reconstrucción.
4. Las Artes: el ambiente, el espacio y la memoria:
Muchas veces y a lo largo de nuestras carreras (Historia-Arte), nos vamos encontrando con
diferentes preguntas respecto a cómo podemos incentivar canales que promuevan la
participación de las personas en la dinámica cultural, una construcción de sentidos que
transformen y en definitiva mejoren la vida de los ciudadanos.
Actualmente, las Artes en Chile, intentan establecer objetivos de ejecución desde la
Herencia Cultural, que de manera categórica indican nuestra identidad e integridad, es
decir, la historia de la ideas y la cultura en Chile siempre han estado en la palestra,
mostrándose en grandes formatos, reclamando a la masa que por ningún motivo esos
sucesos debiésemos olvidar: muros pintados que a lo largo de la historia identifican un
problema, necesidad o bien oportunidad, pero no hay duda, el impacto y significación van
de la mano de este saber del proceso creativo.
Si profundizamos en la Historia del Arte en Chile, encontramos un grupo que marca la
memoria chilena, además, conjuga de manera visual y estratégica estos 3 ejes enunciados
en este punto cuatro que son: el ambiente, el espacio y la memoria: nos referimos al
Colectivo Acciones De Arte, (CADA), nacido en 1979, donde marcó un punto de
desviación en el desarrollo del arte chileno, y para entender, en este sentido de herencia
cultural, es interesante enunciar:
Tras el golpe de Estado de 1973, la actividad artística en Chile vivió un quiebre quizás tan
deplorable como el resignado por la vida democrática de nuestro país, no tan solo por las
consecuencias directas que muchos actores de la acontecimiento creativo sufrieron en carne
propia: cárcel, exilio, degradación de sus puestos de trabajo, sino por la subterránea ruptura
en el desarrollo de las diversas expresiones culturales que hasta ese momento coexistían en
Chile, donde modificar las estrategias discursivas en Chile eran intensamente marcadas por
un episodio, un espacio donde la plástica nacional era altamente cuestionada, hechos que
nos señalan hasta el día de hoy una memoria, una memoria que bien como planteamos al
inicio de este ensayo en las palabras del escritor checo Milán Kundera, roturas y
discontinuidades como el afán de reinventar la memoria, palabras que son desde nuestro
punto de vista todo el repertorio simbólico de la historia chilena de estos años, donde la
figura de la memoria ha sido más fuertemente dramatizada por la tensión entre el recuerdo
y olvido, una condición metafórica de una temporalidad no sellada , donde es interesante
involucrar la mirada que propone Nelly Richard, una gran exponente de la literatura
moderna, a continuación: “La falta de sepultura es la imagen -sin recubrir- del duelo
histórico que no termina de asimilar el sentido de la pérdida y que mantiene ese sentido en
una versión inacabada, transicional”10.
Pero es también esta condición de una temporalidad que está presente, motivo que nos
llevan a volver al pasado, un enlace directo que como docentes necesitamos darle un
sentido funcional y no quedarnos en sólo una postura, como si fuese la única secuencia
lineal que resume la historia de nuestra memoria, es cierto, esta memoria que reproduce
cuerpos y lenguajes participan desde el pasado, del recuerdo, de la lógica del ‘ya sucedió’,
10 Nelly Richard; “La insubordinación de los signos”; (Cambio político, transformaciones culturales y poéticas de la crisis). Pp.13.
donde lo irreversible dramatiza constantemente en nuestras escuelas, residuos culturales
que exigen formulas de análisis.
Finalmente compartimos la importancia de Cultura-Educación y creemos que nosotros
como docentes podemos generar las instancias para que los alumnos se capaciten y se
formen en áreas artísticas, ya sea del área de la plástica o de las artes escénicas, para que
tengan una visión y herramientas de como desde las artes se puede educar cualquier
materia, y así tengan una mayor variedad de modos para la enseñanza. Se les pueden hacer
talleres directamente a los niños o niñas, pero es el profesor/a el que está todo el año con
ellos/as. Es importante especialmente ahora que en las mallas curriculares se bajaron las
horas artísticas, que se pueda realizar un trabajo en conjunto con las DAEMs de las
diferentes comunas y se cree este vínculo de Cultura-Educación.
También como docentes debemos apoyar a nuestros alumnos que en su trabajo se basan en
temáticas contingentes, ya sea de identidad, de tradiciones, discriminación, historia de
Chile, minorías sexuales, etc. Temáticas que son necesarias como educación para el
desarrollo del pensamiento crítico y otras que además están en la malla curricular. En este
último caso, un ejemplo importante, para nosotros, es la Compañía de Teatro Tryo Teatro
Banda11, que trabaja con la historia de Chile, ellos además de realizar funciones en espacios
para las artes escénicas también realizan funciones en escuelas con aislamiento territorial,
enseñando desde el teatro, apoyando desde las artes la educación, un buen ejemplo de lo
que es posible hacer desde las artes escénicas para la educación en la ciudad, nuestra
ciudad. Un espacio siempre abierto, lleno de posibilidades para ser intervenido, para ser
creado.
Bibliografía Utilizada:
11 Tryo Teatro Banda es una compañía teatral independiente e itinerante, que nació en Santiago de Chile en 2000, con tres propósitos fundamentales: crear espectáculos de autores o temáticas chilenas, itinerar a lugares alejados del circuito artístico, y combinar las artes de la actuación con la literatura y la música en vivo.
1. Elizabeth Jelin; “Los trabajos de la memoria”; Siglo XXI Editores, Madrid, 2002.
2. Jaume Trilla; “La educación y la ciudad”; En “Otras educaciones”; Editorial
Anthropos, Barcelona, 1993.
3. Bárcena & Melich; “La educación como acontecimiento ético”; Editorial Paidós,
Barcelona, 2000.
4. Nelly Richard; “La insubordinación de los signos”; (Cambio político,
transformaciones culturales y poéticas de la crisis).
5. Todas las fotografías fueron tomadas por nosotros durante el mes de julio de 2014, en
Población Los Nogales, Estación Central y Museo de la Memoria.
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