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La Confesión de Fe
De Siete Congregaciones o Iglesias de Cristo en
Londres, Comúnmente (pero injustamente)
Llamadas Anabaptistas.
Con El Fin De Vindicar La Verdad,
Instruir A Quienes La Desconocen
Y
Aclarar Aquellas Calumnias
Que
Tan A Menudo Les Son Lanzadas
De Manera Injustificada
Tanto En La Prensa Como En Los Púlpitos.
14 Pero esto te confieso, que según el Camino que ellos llaman herejía, así sirvo al
Dios de mis padres, creyendo todas las cosas que en la ley y en los profetas están
escritas; 15 teniendo esperanza en Dios, la cual ellos también abrigan, de que ha de
haber resurrección de los muertos, así de justos como de injustos. Hechos 24:14,15
Porque no podemos menos de decir lo que hemos visto y oído - Hechos 4:20
23 Jesús le respondió: Si he hablado mal, testifica en qué está el mal; y si bien, ¿por
qué me golpeas? Juan 18:23
11 Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda
clase de mal contra vosotros, mintiendo. 12 Gozaos y alegraos, porque vuestro
galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron
antes de vosotros. Mateo 5:11,12 & 19:29
Con
Un Apéndice
Por
Benjamin Coxe Que es
“Una Más Completa Declaración de la Fe y Convicción de
los Creyentes Bautizados”
La Segunda Impresión Corregida Y Ampliada
LONDRES
Published according to Order, 1646
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Índice Prologo: Confesando la fe en 1644 y 1689
*El Credo de Jhon Spilbury
Prefacios Originales
1. Dios y Sus Atributos.
2. El Padre, La Palabra y El Espíritu Santo.
3. Los decretos de Dios, incluidas la elección y la reprobación.
4. La Creación, la Caída del Hombre, la Caída de Satanás y sus
Ángeles.
5. La Providencia de Dios.
6. El amor eterno de Dios hacia sus elegidos declarado y
explicado.
7. Conocer a Dios y a Jesucristo es vida eterna. La condenación es
no conocer a Dios y a Jesucristo.
8. La Palabra Revelada de Dios, la única Regla de Fe y
Obediencia en su Adoración.
9. Como Dios, el Señor Jesucristo también fue el Creador y es
ayudador de todos. Como Hombre Él nació de la Virgen María y
vivió y murió como un ser sin pecado.
10. Cristo el Mediador del Nuevo Pacto.
11. Cristo designado, separado y ungido como mediador por Dios
de toda la eternidad.
12. El oficio de Cristo como mediador abierto y explicado.
13. El oficio de Mediación no puede ser transferido.
14. El oficio de Cristo como mediador es triple, un profeta, un
sacerdote y un rey.
15. Cristo como el Profeta de Dios.
16. Como el Profeta de Dios, Cristo es a la vez Dios y Hombre.
17. El sacerdocio de Cristo y la expiación solo para sus elegidos.
18. El sacerdocio y el sacrificio de Cristo explicados en sus dos
naturalezas.
19. Cristo como un rey sobre sus elegidos en su llamamiento
efectivo, conversión y perseverancia declarado, y su poder en
gobernar toda la creación explicado.
20. Su venida en gloria para reinar entre sus santos.
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21. Cristo por Su Muerte, Obtuvo la Salvación solo para los
Elegidos de Dios, y la mantención de Su Salvación por Su
Intercesión es Solo para Ellos.
22. El don de fe de Dios declarado y explicado en su ejercicio
hacia Jesucristo como Señor, y la creencia y la obediencia a la
Palabra revelada o escrita de Dios.
23. Todos los Verdaderos Creyentes son Guardados para la
Salvación, mostrado por su Unión Eterna con Dios y Jesucristo.
24. La fe ordinariamente llega por medio de la audición, pero se
produce completamente mediante el uso de su poder de
resurrección por parte de Dios.
25. La predicación de Jesucristo a los pecadores es la que
convierte, no la predicación específica de la Ley como un
ministerio preparatorio o precedente de manera eficazmente;
clausula contra el hiper calvinismo.
26. La gracia de Dios convierte, mantiene y completa a un
creyente.
27. La Unidad de la Santísima Trinidad compartida por los
creyentes a través de Jesucristo, y su herencia de todas las cosas
en Cristo.
28. Todos los creyentes son justificados, o absueltos de la culpa, a
través de la satisfacción de Cristo por sus pecados.
29. La Santidad y santificación de un creyente es un fruto del
Pacto eterno, como se ve por su Obediencia Evangélica en el
Orden del Evangelio.
30. El conocimiento de la justificación trae paz y gozo con la
sangre de Cristo del Nuevo Pacto.
31. Los creyentes están predestinados a las aflicciones terrenales y
la guerra con el pecado, y estos son vencidos solo por la fe.
32. Jesucristo, como la unica fortaleza de su pueblo, es una
bendición del pacto.
33. El Reino Espiritual de Cristo en la Tierra es Su Iglesia, que es
una Compañía Visible de Santos Bautizados y en orden
Evangélico.
34. Las promesas de Cristo, los signos, la presencia y las
bendiciones se dan a esta Iglesia.
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35. El deber de todos los creyentes de unirse a la Iglesia de Cristo
y servirlo en ella, especialmente dando lo que se necesita a los
demás.
36. La Elección de Ministros y Diáconos a parte de ellos Mismos,
muestra la Mente y el Poder de Cristo.
37. El deber de los Ministros.
38. El apoyo de los ministros.
39. El bautismo debe ser administrado a los creyentes solo a partir
de su profesión de fe, después del cual pueden tomar la cena del
Señor.
40. El modo y la imagen del bautismo.
41. Las Cualificaciones Espirituales para el Administrador del
Bautismo.
42. Cristo le da a la Iglesia poder para recibir y expulsar
miembros.
43. Censura de la iglesia, sus sujetos y procedimientos.
44. Supervisión pastoral y mutua de los miembros de la Iglesia.
45. Los dones de Cristo en la Iglesia, deben predicar públicamente
y ante la Iglesia.
46. Ningún Santo debe separarse de una Iglesia debidamente
constituida, excepto después del debido procedimiento.
47. Una iglesia separada es una ciudad compacta y tejida dentro de
sí misma, pero puede tener una relación con otras iglesias.
48. La Magistratura civil es una ordenanza de Dios.
49. En la religión, solo Dios debe ser obedecido, hasta el sacrificio
de todas las cosas, incluida la vida misma.
50. Un cristiano puede ser un magistrado civil y hacer juramento.
51. El deber de un cristiano para los hombres.
52. La Resurrección de los Justos e Injustos.
La conclusión.
Apéndices:
Apéndice Original a la Confesión de 1646
Breve Historia de los Inicios de los Bautistas Reformados
(llamados también Bautistas Particulares o Bautistas
Puritanos)
Breves biografías de los más insignes fundadores de nuestra
tradición.
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CONFESANDO LA FE EN 1644 Y
1689 Pastor James M. Renihan
Instituto de Estudios Bautista Reformado del Seminario
Westminster en California.
Iglesia Bautista Reformada de Condado Norte de San Diego,
Escondido, CA.
Introducción Trata de imaginar una situación como esta: Vives en una gran
ciudad, la capital de tu país. Eres miembro de una iglesia de las
que solo hay unas pocas de ellas, las cuales apenas comienzan a
crecer y a hacerse notar en la ciudad. Pero es ilegal el reunirte con
tus hermanos y hermanas. Desde el recuerdo más remoto que
alguien pueda tener, siempre ha habido sólo una religión legal, y
todo intento de estar en desacuerdo con esa religión se ha
enfrentado con oposición y persecución.
A medida que tu iglesia crece, comienzan a esparcirse rumores.
Cien años antes, algunas personas con creencias que eran
marginalmente similares a las tuyas estuvieron involucradas en
una terrible rebelión en otro país muy cerca del tuyo, y los
rumores de que tu iglesia quiere hacer el mismo tipo de cosas se
comienzan a esparcir. ¿Qué harías?
Eso es algo similar a la situación que estaban enfrentando los
miembros de las siete iglesias Bautistas Calvinistas de Londres en
1644. En el espacio de unos pocos años, el número de ellas había
crecido y el pueblo comenzó a darse cuenta de su presencia. Sin
embargo, no lo hicieron de una manera amigable. En 1642, un
panfleto anónimo titulado: “Una advertencia para Inglaterra,
especialmente para Londres; de la famosa Historia del desenfreno
Anabautista, sus predicaciones y prácticas salvajes en Alemania”
fue publicado.
Esta fue una maravillosa pieza de trabajo. El autor, en 9 páginas
dobles, describió el triste evento de Munster, Alemania. Rebelión,
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sedición, robo, asesinato son los cargos que se le imputan a los
"anabautistas". A lo largo del panfleto, no hay ninguna mención
de ninguna otra cosa sino de estos eventos de otro tiempo y de
otro lugar, hasta la última frase del panfleto que decía "¡Por lo
tanto, dejemos que todos los agitadores y sediciosos enemigos de
la Iglesia y del Estado perezcan, pero, sobre la cabeza de rey
Carlos, dejemos la corona florecer! Amén". La advertencia fue en
un sentido sutil, pero al mismo tiempo brillantemente poderosa:
¡Cuidado! Lo que fue hecho en Alemania por los anabaptistas bien
puede suceder de nuevo en Londres, si es que a estas personas se
les permite difundir sus doctrinas.
Así que, ¿qué hicieron los bautistas? La situación fue
potencialmente explosiva. Ellos sabían que era esencial el
demostrar que no eran radicales, que de una forma subversiva
pretendían socavar la estructura de la sociedad. Por el contrario,
eran ciudadanos respetuosos de la ley, que estaban siendo mal
entendidos por muchos a su alrededor. Ellos querían y necesitaban
demostrar que eran ortodoxos en sus creencias teológicas, y que
no tenían ninguna agenda más allá de un fiel y consciente
compromiso con Dios y Su Palabra.
A medida que los bautistas enfrentaron estas circunstancias, se
decidió que era necesario tomar medidas para aliviar los temores y
mala información que se había propagado. Dios había bendecido
sus esfuerzos hasta el momento, y no querían ver que esos
esfuerzos sean frustrados por el rumor y la insinuación de sus
enemigos. Así que ellos adoptaron una práctica frecuentemente
utilizada por otros en los últimos 150 años, se emitió una
confesión de fe para que cualquier persona que estuviera
interesada en ellos pudiera ser capaz de obtener una comprensión
exacta de sus creencias y prácticas.
Uno de los propósitos principales de la publicación de su
Confesión de Fe en 1644 fue la de negar cualquier vínculo con los
Anabautistas Continentales. Esto es evidente al dar una mirada a
la hoja inicial, la cual dice: "La Confesión de Fe, de aquellas
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Iglesias que son comúnmente (aunque falsamente) llamadas
anabaptistas."
Es evidente que en esta lista de cargos hay algunos que fueron
pertinentes, ya sea en la realidad o en la fantasía, a los anabaptistas
del Continente. Todo lo que un oponente de los Bautistas tenía que
hacer era decir el nombre de "Munter", y todos los supuestos
horrores de aquella triste ciudad serían imputados a sus
homólogos ingleses.
Evidentemente, los Bautistas Particulares sintieron la presión de
estos cargos, y desearon eliminar la mayor cantidad posible de
ellos. Por lo tanto, afirmaron abiertamente que el nombre
"anabautista" fue dado equivocadamente, y no reflejaba sus
propias convicciones.
La Primera Confesión de Fe de Londres de 1644 Los bautistas estaban preocupados de demostrar a todos que sus
convicciones doctrinales habían sido, desde el principio, ortodoxas
y también en gran medida idéntica a las convicciones de los
puritanos que les rodeaban. Con el fin de hacer esto, buscaron los
mejores medios disponibles por medio de los cuales se pueda
demostrar que sus opiniones estaban de hecho estrechamente
alineadas con las convicciones de las otras iglesias alrededor de
ellos. Lo hicieron mediante la emisión de una confesión de fe.
Esta Primera Confesión de Londres de 1644, publicada antes de la
Confesión de Westminster, dependía en gran medida de los
documentos más antiguos, lo cuales eran bien conocidos. Era su
propósito el demostrar que no tenían ideas salvajes ni nuevas, sino
que compartía las mismas perspectivas teológicas básicas de las
mejores iglesias y ministros que les rodeaban. Probablemente la
mejor y más detallada confesión disponible para ellos era la
Confesión Verdadera de 1596, un documento que había sido
emitido por hombres de la estatura del famoso comentarista de los
libros de Moisés, Henry Ainsworth. Alrededor del 50% de su
confesión fue tomada directamente de este documento más
antiguo. Además, se basaron en gran medida en un libro llamado
La Médula Teológica, escrito por un famoso e importante
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puritano, William Ames. Reunieron este material de las fuentes
disponibles para ellos, para un propósito específico: demostrar que
tenían mucho en común con las iglesias y ministros que les
rodeaban. Sí, tenían algunas diferencias, pero sólo eran menores y
no centrales. No eran fanáticos de ojos desorbitados decididos a
derrocar a la sociedad, como se decía de ellos. Al contrario, eran
cristianos reformados, que buscan promover los principios en los
que la reforma había sido construida a su conclusión lógica.
Así es como debemos entender la aparición de la Primera
Confesión de Londres en 1644. Era una herramienta de disculpa
para decir: "Oigan, somos realmente como ustedes en casi todos
los sentidos. No somos como los anabaptistas de Munster. Somos
como ustedes. Dennos un descanso. Acéptennos por lo que somos.
No nos rechacen sólo porque alguien más, en otro momento y en
otro lugar, hizo algunas cosas realmente malas. Nosotros los
rechazamos también. No somos anabaptistas. Somos cristianos
reformados". Esta acción tuvo dos facetas importantes. En primer
lugar, mediante la publicación deseaban dar a conocer sus
opiniones, sostenidas en común y unánime acuerdo, a una amplia
audiencia de lectores. En segundo lugar, mediante la suscripción
de sus nombres como los representantes de las iglesias, afirmaban
públicamente que estas doctrinas eran una verdadera
representación de las opiniones teológicas mantenidas entre ellos.
Mucho estaba en juego, especialmente su libertad frente al
creciente poder político Presbiteriano, el cual era intolerante.
Recuerde las famosas palabras de Milton: "Un presbítero nuevo es
simplemente un antiguo sacerdote pero escrito con mas letras”.
Pocos de los presbiterianos fueron tolerante en el asunto religioso,
pues deseaban sustituir la iglesia del estado que era episcopal con
una iglesia del estado que fuera presbiteriana. La Suscripción a la
Confesión no era una sutileza, era una proclamación sobria, seria y
pública de que eran cristianos ortodoxos.
¿Funcionó? Bueno, al parecer si, pues encontramos que sus
oponentes ahora comenzaron a notar que estaban allí. Había varios
hombres que parece que se autoproclamaron una especie de
"cazadores de herejes," los cuales escribieron acerca de la
confesión, como fue publicada por los bautistas. El primero que
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debemos mencionar fue un hombre llamado Thomas Edwards. En
1646, publicó en tres partes separadas, una obra titulada
Gangrena, ó Catálogo y descubrimiento de muchos de los
Errores, Herejías, Blasfemias y prácticas perniciosas de los
sectarios de este tiempo, ventilados y que actuaron en Inglaterra
en estos últimos cuatro años. En la página 106 de la primera parte
de Gangrena, Edwards menciona la confesión de 1644, pero no
encuentra ninguna falta en ella, admitiendo que sus declaraciones
son como los de "las iglesias reformadas", pero calificó de "fraude
y falacia" la intención de ocultar lo que según él era la verdad de
las doctrinas bautistas. Por lo menos la Confesión era ortodoxa.
Cuando Stephen Marshall, miembro de la Asamblea de
Westminster, atacó a los bautistas en 1645, John Tombes le
respondió señalando esta confesión como un medio de establecer
la ortodoxia de Bautistas Particulares.
Aun más interesantes son los comentarios de Daniel Featley. El
Dr. Featly fue por un tiempo breve miembro de la Asamblea de
Westminster y un autoproclamado cazador de herejes. Dijo esto de
la Confesión de 1644:
Si damos crédito a esta confesión y al Prefacio de la misma,
los que de entre nosotros son marcados con ese título [es
decir, Anabautista], no son ni herejes, ni cismáticos, sino
cristianos misericordiosos: sobre quien, a través de
sugerencias falsas, la mano de la autoridad cayó pesada,
mientras que la Jerarquía sigue de pie: no enseñan el libre
albedrío; ni el caer de la gracia como los Arminianos, ni
niegan el pecado original como los Pelagianos, ni rechazan el
Magistrado como los Jesuitas, ni sostienen la pluralidad de
esposas con los Polígamos, ni la comunidad de bienes como
los Apostolici, ni van desnudos como los Adamitas, mucho
menos creen la mortalidad del alma con los Epicurios y los
Psicofanistas: y para este fin han publicado esta confesión de
fe, suscrito por dieciséis personas, en el nombre de siete
Iglesias en London.
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Las palabras de Featley son muy interesantes. Él entendió
exactamente lo que los bautistas quisieron hacer al publicar su
confesión: una manifestación sincera de lo que creían. Por
supuesto Featley no les creyó, diciendo que: "cubren un poco de
veneno de ratas en una gran cantidad de azúcar, de manera que no
se lo pueda notar, porque, entre los cincuenta y tres artículos de su
confesión, no hay más de seis, que pueden pasar como una
construcción justa: y en esos seis, ninguna de las posiciones más
viles y odiosas, de las que esta secta está rociada, se expresa".
Pero el punto importante es este. A primera vista, uno de los más
fervientes cazadores de herejes reconoció que las palabras que
usaron eran ortodoxas. Featley hizo seis críticas específicas de la
Confesión:
1. Que los bautistas en el artículo 31 parecen dar a entender
que el derecho a las posesiones terrenales se funda en la
gracia, no la naturaleza;
2. Que el artículo 38 habla en contra del sostenimiento de los
ministros por parte del Estado;
3., 4. y 5. Todos los asuntos sobre el bautismo del creyente;
6. Que los bautistas permiten que hombres no ordenados
prediquen.
Estas son las críticas que Featley hizo a la Confesión. Pero tenga
en cuenta lo que los bautistas hicieron en respuesta a Featley: le
hicieron una revisión a su confesión en 1646. En el artículo 31,
agregaron una declaración que decía: "Las cosas externas y
temporales son legalmente disfrutadas por un derecho civil por
aquellos que no tienen fe". En el artículo 38, quitaron las
expresiones que hablaban en contra del apoyo por parte del Estado
a los ministros. Ellos cambiaron ligeramente su lenguaje sobre el
bautismo para desviar un poco la atención de algunos de sus
críticos. La segunda edición de la Confesión, de hecho, la que está
comúnmente disponible para nosotros hoy en día, es una versión
revisada en respuesta a las restricciones de Daniel Featley. Los
bautistas hicieron un cambio en su modo de expresarse para que
fuera más aceptable para los paidobautistas que estaban a su
alrededor. No creo que se estaban comprometiendo. Simplemente
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estaban llevando a cabo su propósito original. Querían que estos
hombres reconocieran su ortodoxia, y entendieron que la única
manera de hacerlo con éxito era reconsiderando algunas de sus
expresiones. Siempre debemos recordar esto. La Primera
Confesión de Londres de 1644 fue un intento de eliminar la
amenaza de persecución que sufrían y ganar la aceptación
teológica de los paidobautistas, y la segunda edición de 1646 fue
un intento aun mayor. Esto sirvió muy bien a su propósito, aunque
algunos pensaban que era una cortina de humo para más doctrinas
nefastas. Colocó a los bautistas dentro de la corriente de la
teología reformada a mediados de la Inglaterra del siglo 17.
¿Quién editó la Confesión de 1644? Realmente no sabemos a
ciencia cierta. Algunos han sugerido a John Spilsbury, uno de los
primeros pastores de Londres, y por eso es probablemente tan
buen candidato como cualquier otro. A.C. Underwood cita a un
escritor anónimo que lo llamó "el gran patriarca de la Confesión
Anabaptista", y R.L. Greaves dice que "él fue uno de los que
firmó y, probablemente, el principal autor de la confesión Bautista
Particular." La sugerencia de W.L. Lumpkin de que "él debe haber
jugado un papel muy importante en su preparación" es
probablemente correcta. Luego sugiere también que "si la
Confesión fue el producto de una autoría conjunta, [él]
probablemente recibió la ayuda de William Kiffin y Samuel
Richardson." Dada la importancia de estos hombres, el escenario
propuesto por Lumpkin es altamente probable.
Como hemos señalado, la primera Confesión de Fe de Londres fue
revisada en respuesta a Daniel Featley en 1646, y luego
nuevamente en 1651. Esta se desempeñó durante muchos años
como la base para la ortodoxia y el compañerismo entre los
Bautistas Calvinistas. Pero para a mediados de 1670, las iglesias
encontraron necesario el ofrecer otra Confesión al mundo.
Algunas razones pueden ser mencionadas. En primer lugar, los
mismos bautistas indicaron que las copias de la Confesión de 1644
eran escasas y difíciles de obtener. Pudo haber sido posible el
volver a imprimir copias de la primera Confesión, pero hacerlo no
habría logrado su propósito. A mediados de la década de 1670, la
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Confesión Verdadera de 1596 había sido eclipsada por la
Confesión de Westminster y la Declaración de Saboya, y emitir un
documento basado en ella habría parecido anacrónico. Además,
está claro que la primera confesión no se ocupaba de todas las
áreas que podrían ser mencionadas en una declaración doctrinal.
Por la década de 1670, otros temas necesitaban ser tocados. Por
ejemplo, era importante abordar el día de reposo (el Sabbat),
porque había un pequeño pero creciente movimiento que abogaba
la observancia del séptimo día como día de reposo. Pero quizás de
una manera más importante, una triste situación que involucraba a
un hombre de prominencia estaba pulsando sobre las iglesias.
Thomas Collier, un evangelista que había sido enviado por la
iglesia de William Kiffin en la década de 1640, había adoptado y
comenzó a promover una extraña mezcla de herejías, y los
hombres en Londres sabían que pasos importantes debían ser
dados para cortar las falsas enseñanzas de Collier. Michael Haykin
habla de la deserción de Collier como "quizás la razón más
apremiante para una nueva Confesión." Por lo tanto, una nueva
Confesión fue editada y distribuida entre las iglesias para su
aprobación.
La Segunda Confesión de Londres La Segunda Confesión Bautista de Fe de Londres de 1677/89,
junto con su predecesora la de 1644/46, son quizás los dos
Confesiones bautistas más influyentes en la existencia. En muchos
sentidos, la más reciente Confesión eclipsa a la primera en
importancia, para 1689 la Primera Confesión de Londres había
escaseado casi completamente, tanto fue así que uno de los
suscriptores principales de la Segunda Confesión declaró que él no
había visto nunca antes el primer documento. Fue este último
documento el que rápidamente se convirtió en la norma de la
Ortodoxia Bautista Calvinista en Inglaterra, América del Norte, y
en la actualidad, en muchas partes del mundo. Esta Confesión,
influyente como es, tal vez puede ser mejor entendida como
contraria a sus antecedentes históricos y teológicos. No apareció
como salida de la nada, del producto de una explosión repentina
de la visión teológica por parte de uno o varios autores, sino de la
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tradición de la buena elaboración de una Confesión, que depende
en gran medida de las declaraciones de anteriores Confesiones
Reformadas. Una mirada rápida demostrará que está basada en
gran medida, en el mayor documento puritano, la Confesión de
Westminster de 1647. Una inspección más cercana revelará que
está aún más íntimamente relacionada con la revisión de la
Confesión de Westminster hecha por John Owen y otros en 1658,
popularmente conocida como la Declaración y Plataforma Política
de Savoy. En casi todos los casos los editores de la Confesión
Bautista siguen las revisiones de los editores de la de Savoy
cuando difieren del documento de Westminster. Además, los
Bautistas hacen uso ocasional de la fraseología de la Primera
Confesión de Londres. Cuando todo este material se contabiliza,
hay muy poco que justificar que es nuevo y original a la Confesión
de 1677/89.
Estas palabras tienen una gran importancia y necesitan ser
consideradas muy cuidadosamente. En sus dos confesiones
generales, los Bautistas a propósito usaron documentos existentes
para demostrar sus acuerdos con la mayoría del pensamiento
teológico existente. En la cita anterior, argumentaron que las
doctrinas expresadas en las dos Confesiones Bautistas son las
mismas, pero que ellos han escogido basar la Confesión recién
hecha sobre los nuevos y ampliamente difundidos documentos de
Westminster y Savoy. Haciendo esto, ellos estaban declarado con
algo de vigor su propio deseo de ser ubicados en la amplia
corriente del Cristianismo Confesional Reformado Inglés.
Cuando las Confesiones salen de cualquiera de estos documentos,
debemos tomar nota. Es en estos puntos que los bautistas expresan
sus contribuciones específicas a la teología cristiana. ¿Dónde están
estas cosas de una forma más evidente, en ambas confesiones?
Claramente cuando se trata de la doctrina de la Iglesia. Aunque
podían estar de acuerdo con mucho de lo que creían los
paidobautistas, los aspectos distintivos de sus creencias se puede
encontrar en las declaraciones sobre la Iglesia. Aquí encontramos
la diferencia. Ambos documentos son bautistas. La Eclesiología
fue la fuerza impulsora detrás del movimiento Bautista, y el punto
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central de la teología que da a estas dos confesiones sus énfasis
distintivos, diferente tanto de la Confesión Verdadera o de la
Declaración de Savoy.
Los orígenes de la Segunda Confesión de Fe de Londres Con base en la información disponible, es imposible determinar
con precisión los orígenes de la Segunda Confesión de Londres.
Hay, sin embargo, algunos indicios que nos ayudan a reducir el
campo.
La primera referencia que conocemos a la Confesión se encuentra
en el libro manuscrito de la Iglesia de Petty France en Londres. El
26 de agosto de 1677, esta nota se escribió: "Se acordó que una
Confesión de fe, con su respectivo Apéndice habiendo sido leída y
considerada por los hermanos: Debe ser publicada". Joseph
Ivimey, el historiador Bautista Inglés de principios del siglo XIX
tomó esto para implicar que la confesión se originó en la Iglesia de
la calle Petty France, y esto es probablemente una suposición
acertada.
Esta iglesia fue una de las siete iglesias originales de Londres,
habiendo sido beneficiada del ministerio de Edward Harrison
durante muchos años. En 1675, Nehemías Coxe y William
Collins, dos hombres de inmensa importancia para la historia de
los Bautistas Particulares fueron ordenados como co-pastores el
mismo día.
Nehemías Coxe fue el hijo de Benjamin Coxe, uno de los primeros
líderes entre los Bautistas Particulares. Él era un médico muy
calificado, experto en latín, griego y hebreo, y un teólogo
exigente. Cuando el evangelista Thomas Collier, quien era de la
parte oriental del país, comenzó a desviarse de la ortodoxia
calvinista de las Iglesias de Londres, los ancianos de Londres le
pidieron a Coxe que respondiera en forma impresa a los puntos de
vista de Collier. Él lo hizo en su trabajo de 1677 “Vindiciae
Veritatis”, ó “Una Confutación a las herejías y los tremendos
errores afirmados por Thomas Collier”. El libro es una expresión
muy poderosa de la doctrina Reformada. En 1681, durante un
15
período de persecución, Coxe publicó “Un sermón predicado en la
Ordenación de un anciano y diáconos en una Congregación de
Bautizados en Londres”. Este es un resumen muy útil de las
funciones y responsabilidades de los ancianos y diáconos.
También en 1681, Coxe publicó “Un Discurso de los Pactos que
Dios hizo con el hombre antes de la ley”. C.M. du Veil, un
contemporáneo de Coxe, dijo en su Comentario sobre el libro de
los Hechos de 1685: "ese gran teólogo, eminente para todo tipo de
aprendizaje". Está claro que Nehemías Coxe fue tenido en alta
estima por sus hermanos, y estaba muy bien equipado como para
servir como editor de la Confesión de Fe.
El co-pastor de Coxe, William Collins, recibió una esmerada
educación, graduándose en BD y viajando alrededor de Europa
antes de su llamado a servir en Petty France. La estima en que le
tenía los hermanos puede observarse por el hecho de que la
Asamblea General le solicitó el que elaborara un Catecismo, y
también en la fuerza de esta declaración de Joseph Ivimey: "Es
probable que el Catecismo Bautista fue completado por el Sr.
Collins, aunque ha sido llamado por alguna u otra razón el
Catecismo de Keach". [2: 397]
Collins, de acuerdo con los comentarios hechos por John Piggott
en un sermón de funeral, fue un anciano estudioso y un buen
pastor, destacado por su espíritu apacible. "Los temas en los que
normalmente insistió en el curso de su ministerio, fueron las
grandes e importantes verdades del Evangelio, que él manejaba
con gran Juicio y Claridad. ¡Cómo abría las miserias de la caída!
¡Y de que manera predicaba de la Excelencia de Cristo, y de las
virtudes de su Sangre, y de su voluntad de salvar miserables
pecadores resucitados de su condenación!... Sus sermones fueron
útiles bajo la influencia de la gracia divina, para convertir y
edificar, para iluminar y establecer, para conducir a la Fuente de la
Verdad, las Sagradas Escrituras, con las que constantemente
departía en sus idiomas originales, después de haber leído los
mejores críticos, antiguos y modernos, de modo que los hombres
de la más alta percepción podrían aprender de sus predicaciones
desde el Púlpito, al igual que aquellos con la intelectualidad más
16
humilde". Tal testimonio de su carácter y habilidad bien podría
ponerlo a la altura de un co-editor de la Confesión de Fe.
A pesar de que no se puede afirmar con certeza, mucha evidencia
circunstancial apunta hacia Coxe y Collins como los creadores de
la Confesión. Ambos eran hombres competentes y respetados, y la
primera mención a este documento se encuentra en su libro de
iglesia, donde se aprueba su publicación. A cada uno de ellos se le
pidió que tomaran la iniciativa en este escrito teológico, un hecho
que podría esperarse de hombres como ellos. Hasta que se
encuentre otra evidencia, este parece ser el escenario más probable
para el origen de la Confesión.
La confesión se convirtió rápidamente en el estándar de la
ortodoxia en las iglesias. Cuando la Segunda Confesión de
Londres fue publicado inicialmente en 1677, su portada indicaba
que contenía las opiniones de "muchas congregaciones de
cristianos... En Londres y el País." Es probablemente imposible
determinar el número, o incluso la identidad, de la mayoría de
estas "muchas congregaciones" dispuestas a confesar su fe por
medio de este documento en 1677. Sin embargo, hay algunos
indicios de su aceptación en la década de 1680.
Encontró su camino dentro de la literatura de la época, y fue
utilizado como una prueba de ortodoxia. La utilización de la
confesión como un estándar doctrinal se demuestra por un
incidente de la vida de la iglesia de Broadmead, Bristol. En abril
de 1682, la asamblea requirió que Thomas Whinnell, miembro de
una iglesia Bautista arminiana que estaba tratando de unirse a su
membresía, se suscribiera a la confesión, a fin de garantizar que
sus opiniones estaban en consonancia con las de la Iglesia. Las
enormes diferencias en las convicciones de estos grupos
teológicamente diversos se resolvieron por medio de esta
afirmación personal. Whinnell se convirtió en pastor de la Iglesia
Bautista Particular de Taunton, Somersetshire.
Benjamin Keach utilizó la confesión como una herramienta de
apologética en 1694. Él estaba comprometido en un debate sobre
17
la validez del bautismo de infantes, en respuesta a una pregunta
sobre la situación de los niños, afirmó que "todos los niños están
bajo la culpa y la mancha del pecado original... Y que ningún niño
puede ser salvado, sino solamente a través de la sangre y la
imputación de la justicia de Cristo." Se está refiriendo al
documento "Artículo de nuestra fe", y sin rodeos dice "Vea
nuestra confesión de fe."
En la Asamblea General de 1689, la importancia de la Confesión
fue manifestada. Fueron alrededor de unas 108 iglesias las que
estuvieron representadas o enviaron un comunicado a la
Asamblea, y la Confesión fue apoyada con los famosos términos:
Nosotros los Ministros y Mensajeros, preocupado por más de
cien congregaciones de Bautizados en Inglaterra y Gales (que
negamos el Arminianismo) estando reunidos en Londres
desde el día 3ero del séptimo mes al 11avo del mismo, del
año 1689, para considerar algunas cosas que podrían ser para
la Gloria de Dios y el bien de estas congregaciones; hemos
pensado, estando reunidos, (para la satisfacción de todos los
demás cristianos que difieren de nosotros en la doctrina del
Bautismo) recomendar para su lectura la confesión de nuestra
fe, Impresa, y vendida por el Sr. John Harris en Harrow de
Poultrey; En la Confesión que tenemos, está contenida la
Doctrina de nuestra Fe y Práctica; y deseamos que los
miembros de nuestras respectivas Iglesias sea equipen a si
mismo con ella.
Ellos se "apropiaron" de la Confesión, e insistían en que se trataba
de una afirmación clara de su creencia y la práctica. Para ellos, la
confesión era una herramienta apologética. Las personas externas
a ellos serían capaces de leer sus declaraciones y reconocer que
estas iglesias eran doctrinalmente ortodoxas.
La Suscripción Confesional fue considerada como un asunto serio
entre muchas iglesias. Era "apropiada y ratificada solemnemente,"
un compromiso con un sistema teológico definitivo.
Tan enérgicos fueron estos hombres en su compromiso con las
palabras contenidas en su Confesión que consideraban que una
18
persona tenía "el grado más grotesco de hipocresía, cuando
profesa lo contrario a lo que es su Profesión de fe, el creer y
practicar ampliamente de una forma diferente a lo que ellos
profesaban solemnemente que es su fe en ese asunto." A lo largo
del período que estamos considerando, la Segunda Confesión de
Londres fue aceptada como el estándar que definía la creencia y la
práctica teológica ortodoxa dentro de un gran círculo de iglesias.
Ellos querían que se supiera que cuando alguien leía su confesión,
estaban recibiendo un fiel entendimiento de las creencias y
prácticas de las iglesias.
Implicaciones:
Me gustaría mencionar tres implicaciones de este material.
1. No hay ninguna diferencia teológica sustancial entre la
Primera y la Segunda Confesión de Londres. Me molesta
mucho cuando leo declaraciones que afirman o infieren que existe
algún tipo de diferencia teológica entre estas dos grandes
confesiones. Algunos parecen pensar que la Confesión de 1644/46
es más auténticamente Bautista, que la segunda. Muy a menudo,
esto es afirmado por aquellos que no les gusta la teología del
Pacto, pues es mucho más explícita en la Segunda Confesión que
en la primera. Esto es especialmente cierto en aquellos que
defienden la llamada Teología del “Nuevo Pacto”. Pero me
gustaría preguntarle a los que afirman que existe esta diferencia:
¿Sobre qué base ustedes hacen esta afirmación?
Con demasiada frecuencia, esta supuesta distinción es hecha por
aquellos que tienen poca o ninguna familiaridad con los
antecedentes históricos y teológicos de las dos confesiones. Como
buenos posmodernistas, leen en las Confesiones el tipo de teología
que esperan encontrar allí, sin ninguna investigación seria sobre el
pensamiento teológico de los hombres que escribieron las
Confesiones. Al igual que cualquier otro documento histórico,
nuestras confesiones deben estar sujetas a la exégesis histórica y
gramatical. No podemos simplemente leer en ellos lo que
pensamos que podemos encontrar allí. En su lugar, tenemos que
19
hacer y contestar la pregunta “¿Cómo fue que los hombres que
primero adoptaron esta Confesión entendieron su teología? ¿Sus
escritos dan apoyo a la idea de que habían diferencias teológicas
significativas entre las dos?” Un examen de este tipo puede ser un
ejercicio muy fructífero para la clasificación de esta noción.
Hay varias cosas que tenemos que decir. En primer lugar, el
método de edición de estos Confesiones fue el mismo. Ambas
están basadas en documentos paidobautistas existentes, adaptadas,
no para resaltar las diferencias, sino para enfatizar aspectos
comunes. Los editores de ambas confesiones utilizaron el método
“idéntico”. Eligieron las mejores confesiones paidobautistas
existentes y las “bautizaron”. Más allá de esto, es importante
recordar que la primera Confesión fue realmente revisada para que
sea más aceptable para la oposición paidobautista. A lo largo del
siglo 17, los Bautistas Calvinistas trataron de demostrar su
ortodoxia a sus homólogos paidobautistas.
En segundo lugar, los escritos de los hombres que publicaron la
Primera Confesión de Londres demuestran que estaban
comprometidos con el mismo tipo de Teología del Pacto que se
articula de manera más explícita en la Segunda Confesión de
Londres. John Spilsbury, a veces sugerido como el autor de la
primera Confesión, escribiendo en su libro hecho en 1643,
llamado Un Tratado sobre la legitimidad del Bautismo, dijo en la
primera página del texto, “Como las Escrituras son una regla
perfecta de todas las cosas, tanto para la fe y el orden, lo que yo
confieso es una verdad. Y para una justa y verdadera consecuencia
de las Escrituras, no puedo negar; el pacto de la vida que se
extiende entre Dios y Cristo a favor de todos sus elegidos, no me
puedo oponer: y que la profesión externa de dicho Pacto, ha sido
diferente bajo algunos períodos, no lo negaré”.
William Kiffin, el hombre cuyo nombre encabeza la lista de
aquellos que publicaron la Confesión de 1644, escribió en su libro
titulado Algunas Observaciones sobre Oseas capítulo 2 versículos
7. y 8., publicado en 1642: “en los autores de las Escrituras leemos
que abandonas a Dios cuando abandonas la Ley de Dios, los
20
mandamientos de Dios, o la adoración de Dios...” (pg.4),
“mantenerse cerca de Dios es mantenerse cerca de la Ley de Dios,
los mandamientos de Dios... es lo mismo que pasa con las
personas y las iglesias” (pg.16). Hanserd Knollys, un hombre que
firmó la segunda edición de la Confesión en 1646 escribió en su
libro Cristo Exaltado: Un Pecador Perdido buscado y salvado por
Cristo, escrito 1646: “La diferencia entre estos dos maestros, la
Ley y Cristo, es esta, Moisés en la Ley ordena a sus discípulos a
hacer esto, y prohíbe aquello, pero no da ningún poder, ni se
comunica ninguna habilidad para poder realizarlo; Cristo manda a
sus discípulos a cumplir los mismos deberes morales, y prohibe
los mismos males, pero juntamente con su mandato da poder, y
sabiduría, Porque él obra en nosotros tanto el querer como el
hacer, por su buena voluntad” (pg.24), y de nuevo un poco
después en el mismo libro, al comentar los pecados de aquellos
que él llama profesores carnales: “Están muy apartados de la fe,
aquellos que alguna vez profesaron, y parecían tener 1 Tim 4:1
pero que comenzaron a cuestionarse: ¿Las Escrituras son en
verdad la Palabra de Dios? ¿Cristo es el Hijo de Dios? ¿El primer
día de la semana es el día de reposo para Dios?” (pg.34) ¡Él pone
el dudar sobre la validez del día de Reposo junto a las dudas sobre
la inspiración de la Escritura y la deidad de Cristo! No sería difícil
multiplicar la evidencia. Cuando uno considera los escritos
teológicos de los hombres que se suscribieron a la Confesión de
Londres de 1644/46, se encuentra que ellos creían las mismas
cosas articuladas con mayor claridad en la Confesión de Londres
de 1689. La diferencia no es de creencias, sino simplemente de
expresión.
En tercer lugar, también hay que recordar que se trataba de las
mismas iglesias, y varios de los mismos hombres, quienes
emitieron las dos confesiones. Siete congregaciones de Londres
publicaron la Confesión de 1644/46. Para 1689, los representantes
de 4 de estas iglesias también firmaron públicamente la Confesión
de 1689. ¿Qué pasó con las otras 3? Ellos o dejaron de existir o se
habían fusionado con las iglesias restantes. Además, varios
hombres clave firmaron ambas Confesiones: William Kiffin,
Hanserd Knollys y Henry Forty, así como el dúo padre-hijo de
21
Benjamín y Nehemías Coxe. Si la teología de las dos confesiones
es diferente, uno tendría que demostrar que estas iglesias y estos
hombres pasaron por un proceso de cambio teológico. Pero no
existe evidencia para tal cosa.
No debemos dejar pasar estas palabras. Estos hombres afirman
que, aunque el "método y la forma de expresión" es diferente en
las dos confesiones, sin embargo, la sustancia es la misma. Ahora
bien, si las dos confesiones tienen una perspectiva teológica
diferente, estos hombres son culpables de una mentira. Pero piensa
en lo difícil que sería pues:
1. Algunos de ellos eran los mismos hombres, que sabían lo
que creían a lo largo de estos años.
2. Algunas de las iglesias eran las mismas iglesias, por lo que
no es improbable que algunos de los miembros, así como los
oficiales, hayan sido las mismas personas.
3. Había un registro público que podrían ser consultado con
el fin de determinar la veracidad de esta declaración.
Todo apunta a la veracidad de esta declaración. ¿No es suficiente
que con solamente tomar el testimonio de estos hombres por
medio de sus palabras, reconozcamos que la doctrina de las dos
confesiones es la misma? Tanto la Confesión de 1644/46 como la
de 1677/89, tal como fue entendida por sus autores originales,
enseñan la Teología del Pacto, la validez permanente de la ley de
Dios y, en consecuencia, la obligación del Día de Reposo el
primer día de la semana. Cualquier cosa menos que esto en el
mejor de los casos es un malentendido, y en el peor una
tergiversación, de la Teología Bautista Calvinista del siglo 17. La
Confesión de 1644/46 no da soporte a aquellos que quieren
socavar la identidad esencialmente Reformada y Pactual de la
teología Bautista.
En cuarto lugar, debemos recordar que la Confesión de 1644/46
fue examinada y criticada públicamente por algunos de los más
cuidadosos teólogos opositores de la época. Gangreana Edwards,
Robert Baylie y el Dr. Daniel Featley justifican que ninguna
22
piedra quedó sin remover en la búsqueda para tratar de demostrar
que los Bautistas Particulares eran heréticos. Y sin embargo,
nunca dieron indicios de que los Bautistas o su Confesión eran
poco ortodoxos en cuanto a la teología del Pacto, la perpetuidad de
la ley moral, o la validez permanente del día del Señor. No puede
haber ninguna duda de lo que habría pasado si estas cosas
hubieran estado presentes, pero no estuvieron. Si los mejores
cazadores de herejes de la época no encontraron diferencias en
estos temas, ¿cómo podemos nosotros?
Es un error afirmar que existen variaciones teológicas entre estas
confesiones. Simplemente porque la Confesión de 1644 no resalta
ni enfatiza estas cosas no significa que ella, los hombres y las
iglesias que la elaboraron, tenía una opinión distinta de la
confesión posterior. Las diferencias pueden ser simplemente
explicadas en los términos que los documentos utilizaron para
construir las declaraciones Bautistas. Si examinamos La
Confesión Verdadera de 1596, encontraremos que no se resalta la
teología del Pacto, sino más bien la doctrina de la Iglesia. Esto
explica la dirección y énfasis de la Confesión Bautista. Nada más
es necesario. La teología de las dos confesiones es la misma.
2. En segundo lugar, este debate pone de relieve la
importancia de las confesiones de fe, especialmente tal como son
encontradas historia Bautista primitiva. Muy a menudo se nos
dice, sobre todo por aquellos que no les gusta la expresión
teológica cuidadosa, que las confesiones son realmente una
imposición sobre la libertad Bautista. Un famoso autor Bautista
del Sur ha escrito un libro muy largo de la historia Bautista, y en
el cual uno de sus temas principales es un intento de mostrar que
el valor más básico en la historia Bautista ha sido la libertad
religiosa. Para él, las confesiones son una intromisión en esa
herencia. Las cuales atan a la gente a un molde –de un conjunto de
doctrinas–, una situación que se debe evitar a toda costa. Pero hay
que responder que nuestros antepasados no parecían sentirse de
esta manera. Ellos creían que el cristianismo era una religión
basada en la revelación, y que esa revelación fue coherente y
consistente. Por esta razón, creían que las doctrinas que se
23
encuentran en ese cuerpo de revelación podrían ser sistematizadas
y expresados de tal manera que muchos cristianos pudieron
ponerse de acuerdo entre sí sobre ellas.
El Dr. Robert Martin ha declarado que una iglesia sin una
Confesión de fe tiene el equivalente teológico al virus del sida, y
sin duda tiene razón. No tiene defensas, no hay ningún medio para
repeler los ataques de error. Cuando las confesiones se descuidan
o se rechazan, se presenta la oportunidad para que las iglesias se
deslicen y caigan en el error y la incredulidad. ¿El tiempo que
vivimos no nos ha demostrado la verdad de esta afirmación? ¿Por
qué tantas iglesias e incluso denominaciones, han sido arrastradas
a la incredulidad? Es debido a que las doctrinas que se sostuvieron
al principio fueron menospreciadas por las generaciones
siguientes. Los luteranos perdieron contacto con Lutero, los
metodistas perdieron contacto con Wesley, y los bautistas
perdieron contacto con sus Confesiones. La valiente postura
tomada por el Dr. Mohler en el Southern Seminary lo demuestra.
Llamó a su facultad de regreso a la norma doctrinal del pasado –y
Dios lo ha bendecido y ha le ha enviado oposición, como
resultado.
Una buena confesión –y honestidad para vivir con ella– puede ser
un medio por el cual se hace mucho bien a una iglesia. No va a ser
un obstáculo para la obra de Dios; sino que será un medio para
unir al pueblo de Dios alrededor de la verdad, y evitar la
propagación de error. Creemos que la Biblia es un libro coherente.
Las doctrinas que se encuentran en ella se integran entre sí y
producen un sistema que debe ser recibido y creído. Una buena
confesión expresa simplemente la verdad que se encuentra en las
Escrituras en una forma concisa. De esta manera, todo aquel que
esté interesado puede entender exactamente lo que creemos.
3. La tercera implicación de que me gustaría establecer hace
referencia a nuestro patrimonio como Bautistas en América. La teología de estas Confesiones es la nuestra. Cuando se tiene en
cuenta la historia y el desarrollo del pensamiento y la práctica
Bautista en América, hay que dar un lugar importante a estas dos
24
Confesiones de Fe de Londres. Sus declaraciones teológicas en
común forman y moldean gran parte del pensamiento y la práctica
de las iglesias en este lado del Atlántico.
La historia debe comenzar con una breve mención de los estrechos
vínculos que existían entre los Bautistas en Inglaterra y Estados
Unidos durante la mitad del siglo XVII. A pesar de la distancia
entre ellos, y las dificultades en la comunicación y en la
comunión, es evidente que las pequeñas y luchadoras iglesias
estadounidenses se consideraban uno con sus homólogas ingleses.
Cuando John Clarke, patriarca de la iglesia de Newport, Rhode
Island, escribió su famosa Malas noticias de Nueva Inglaterra (en
inglés: Ill Newes From New England) en 1652, que incluía una
carta escrita por su compañero de fatigas Abdías Holmes y
dirigida a John Spilsbury y William Kiffin de Londres, afirmando
su unidad en el Evangelio. En la fundación de la Primera Iglesia
Bautista de Boston en 1655, tres de los nueve miembros originales
"habían caminado en ese orden en la vieja Inglaterra" (incluyendo
un miembro de la iglesia de William Kiffin, Richard Goodall).
John Myles y muchos de los miembros de su iglesia se trasladaron
desde Gales a Swansea, Massachusetts en 1663, y William
Screven, miembro de una de las iglesias del Oriente del país,
después de su emigración fundó en 1682 una nueva asamblea en
Maine. Cuando la primera Iglesia Bautista de Boston publicó una
apología por su existencia en 1680, el libro incluye un prólogo
firmado por William Kiffin, Hanserd Knollys, William Collins,
Nehemías Coxe, y otras dos personas. Ellos dijeron: "Los autores
de esta apología han declarado su perfecto acuerdo con nosotros,
tanto en cuestiones de fe y adoración, tal como se establece en
nuestra Confesión.” Los Bautistas Americanos sostenían los
mismos puntos de vista teológicos que sus homólogos ingleses.
Este parentesco teológico fomentó un sentido de unidad a través
del Océano, y allanó el camino para la introducción en América de
los puntos de vista doctrinales de las iglesias inglesas. Los
estadounidenses se ampararon en los ingleses para el liderazgo,
consejo y ayuda durante la última mitad del siglo. En esta
situación llegó Elías Keach, hijo del famoso pastor londinense
Benjamin Keach. Trajo consigo el compromiso de su padre a un
25
sistema teológico bien definido, e instó a la utilización de la
Confesión de Fe que era tan conocida en su patria. Elías ministró
en Penepek, cerca de Philadelfia, pero su influencia se extendió en
una amplia zona del sur de Nueva Jersey y el este de
Pennsylvania, y varias iglesias fueron plantadas. Estos se
convirtieron en el núcleo de las iglesias de la Asociación
Philadelfia.
Realmente es a través de esta Asociación que la Segunda
Confesión de Londres obtuvo su mayor influencia. Si bien los
registros de la Asociación no dan una fecha en la que se adoptó la
Confesión, se refieren a ella desde el principio. Los registros de
estado, “en el año 1724, una consulta, relativa al cuarto
mandamiento, para que sea cambiado, alterado o disminuido.
Nosotros referimos a la Confesión de fe, establecida por los
ancianos y los hermanos reunidos en Londres, 1689, y es
propiedad de nosotros, cap. 22, sec.7 y 8.” En 1727, respondieron
a una pregunta sobre el matrimonio de la misma manera. Los
registros indican lacónicamente “Respondieron, refiriéndose a
nuestra Confesión de fe, en el capítulo 26 en la última edición.”
Estas declaraciones hacen evidente que las iglesias de la
Asociación habían adoptado la Confesión como suya propia.
Para 1742, se decidió volver a imprimir la Confesión, un
movimiento que se repitió en 1765. Es cierto que, bajo la
influencia de la teología de Keach, se añadieron dos artículos, a
saber, uno en cantar himnos de adoración, y el otro el tratamiento
de la “imposición de manos” como una tercera ordenanza de la
iglesia. Pero el resto de la Confesión fue mantuvo intacta, y fue la
norma doctrinal de las iglesias de la Asociación.
Como la primera y más antigua asociación en Estados Unidos, la
influencia de las iglesias de Philadelfia era poderosa. La
Asociación de Ketockton, Virginia la adoptó en 1766, al igual que
la Asociación de Charleston, Carolina del Sur, y la Asociación de
Warren, Rhode Island, ambas en 1767. A través de estas
asociaciones, y otras, y las iglesias constituidas, la doctrina y las
prácticas de la Segunda Confesión de Londres le dio forma a gran
26
parte del pensamiento primitivo entre los bautistas en Estados
Unidos.
En un escrito en 1881, William Cathcart, el editor de la
Enciclopedia Bautista, dijo: “En Inglaterra y Estados Unidos, las
iglesias, los individuos y asociaciones, con mentes claras, con el
corazón lleno de amor por la verdad,... Han mantenido con
veneración los artículos de 1689.” Definitivamente, esto era cierto,
pero lamentablemente, Cathcart no pudo ver que, incluso en su
propio tiempo hubo un grave alejamiento de este grandioso
documento antiguo. Muchas iglesias se alejaron de la norma
Londres/Philadelphia a favor de la Confesión de New Hampshire,
un producto de J. Newton Brown en su intento por aplacar las
objeciones de los Bautistas Arminianos en New Hampshire al
fuerte calvinismo de la antigua Confesión de 1689. Con una
teología diluida, la profundidad teológica se perdió en las iglesias,
y fueron barridos por los movimientos de duelo del liberalismo y
el fundamentalismo. Sin un sistema teológico claro en su lugar, las
iglesias no tenían defensa contra los caprichos del liberalismo o el
reduccionismo del fundamentalismo. Para la primera mitad del
siglo XX, la conciencia de la Segunda Confesión de Londres
estaba en su punto más bajo entre las iglesias Bautistas.
Pero gracias a Dios, a través de la influencia de varios hombres y
movimientos, las grandes doctrinas antiguas de la gracia soberana
de Dios fueron recuperados entre los Bautistas, por lo que poco a
poco las iglesias adoptaron la antigua Confesión, ó nuevas iglesias
se formaron sobre la base de estas convicciones vitales y
vigorosas. Donde antes había un desierto, ahora hay señales de
que la tierra árida está produciendo flores hermosas. Todavía hay
un largo camino por recorrer, y la mayoría de las iglesias Bautistas
en Estados Unidos todavía vagan en un desierto teológico. Pero
Dios ha levantado muchas iglesias que sostienen un claro
testimonio de la verdad, y esperamos que muchos más vengan a
luz en los próximos días. Por la gracia de Dios, el futuro parece
brillante para las iglesias que adoptan la Confesión Bautista de
1689. ¡Que Dios bendiga nuestros esfuerzos para su Gloria!
27
John Spilsbury y su confesión
La confesión personal de diez artículos que Spilsbury presentó a
fin de que "El lector de Dios pueda juzgar cual es la diferencia que
hay entre él y yo, y en general; que creo para que los hombres
deban estar tan incansablemente en mí contra, como para buscar
mi vida, como algunos han hecho”. Spilsbury quiso desarmar a
aquellos que lanzan "clamores de reproches... sobre todos sin
excepción, que parecen ser especialmente por mi juicio acerca del
bautismo" declarando "una palabra de mi fe, lo que creo y
sostengo que es la verdad, y el deseo de practicar la misma." Un
año más tarde, Spilsbury se uniría con las otras iglesias bautistas
particulares en Londres para publicar y firmar la Primera
Confesión de Londres.
1. Creo que hay un solo Dios, que se distingue en 3 personas;
Dios el Padre, Dios el Hijo, y Dios el Espíritu Santo; Pero
uno en la naturaleza, o esencia, sin divisiones, e
incomunicable, que hizo el mundo, y todas las cosas en él,
por la palabra de su poder, y los gobierna por su sabia
providencia.
2. Creo que Dios hizo al hombre en su propia Imagen, una
criatura recta y perfecta, que está compuesto de alma y
cuerpo: Cuerpo que Dios formo de la tierra, y respiró en el
mismo el aliento de vida, y el hombre se convirtió en un alma
viviente. A quien Dios dio una ley, de cuyo guardado
dependía su felicidad, y que de lo contrario vendría su
miseria, el cual fue el caso; Porque él quebrantó esa ley, cayó
bajo la maldición, y la ira de Dios recaía sobre él y sobre toda
su posteridad. Por la cual el hombre perdió el conocimiento
28
de Dios, y quedo completamente incapacitado de toda
habilidad para recuperar el mismo de nuevo.
3. Creo que Dios, por el consejo de su voluntad, hizo, antes de
hacer el mundo, una elección y escogió un cierto número de
sus criaturas caídas previstas, y los determino para la vida
eterna en su Hijo, para la gloria de su gracia: Así el número
elegido será salvo, vendrá a la gloria, y el resto quedará en el
pecado para glorificar su justicia.
4. Creo que Dios en la plenitud de su tiempo, envió a su hijo, La
segunda Persona que en el seno de la virgen María asumió la
naturaleza del hombre, y en el mismo sufrió la muerte en la
cruz, sólo en cuanto era hombre, para satisfacer la Justicia de
su Padre, por los pecados de sus elegidos, y estuvo 3 Días y 3
noches en su tumba, de donde se levantó el tercer día por el
poder de su Divinidad, para la justificación de todos por
cuyos pecados murió, y que en el mismo cuerpo en el que
Cristo murió, se levantó de la muerte, y después Ascendió al
cielo, lugar de gloria donde estaba antes, y allí permanecerá
hasta que venga en el último día para juzgar al mundo en
justicia.
5. Creo que Dios en Su gracia, en Su propio tiempo, llama
eficazmente a todos los que han de ser salvos al conocimiento
de la verdad, de quien se dice, de Su propia voluntad nos hizo
nacer por la Palabra de verdad, en los cuales la obra de
gracia, la naturaleza siendo pasiva, como el nacimiento de un
niño por sus padres; así Dios por medio de Su Espíritu obra
fe en los corazones de todos los que creen en Cristo, y Su
Justicia. sólo para justificación. Y por lo tanto son hechos
justos delante de Dios en Cristo, y conformados a la voluntad
de Dios el Padre por medio del Hijo; y también hechos santos
29
por medio de la obra de la regeneración, y el Espíritu Santo
de gracia morando en ellos; sin embargo todos ellos tiene
aún, y mientras vivan aquí en su carne, permaneciendo en
ellos, un viejo hombre, esa corrupción original, la carne que
lucha contra el espíritu, que les obstaculiza en su obediencia
tanto a Dios como al hombre, y muchas veces los lleva hacia
el mal, y contrario a sus intenciones; sin embargo, todos ellos
vencerán por medio de Cristo, y con seguridad llevados al
final a la gloria.”
6. Creo que las Sagradas Escrituras son la palabra de Dios y
tienen la única autoridad para unir la conciencia a la
obediencia de todas las que contiene, y son la regla suficiente
para que el Espíritu de Dios guíe al hombre en todo su ser a
la Obediencia tanto a Dios como al hombre.
7. En cuanto a la ausencia del pecado original, y el poder de la
voluntad de recibir y rechazar la gracia y la salvación que
generalmente se ofrecen por el Evangelio, y Cristo muriendo
por todas las personas universalmente, para quitar el pecado
que estaba entre ellos y la salvación, y que así diera su vida
en rescate por todos sin excepción; y por aquellos que han
sido uno en el amor de Dios, así como aprobados por él en
Cristo para la salvación, y están en la Alianza de la Gracia,
que los tales puedan caer para ser Condenado eternamente, y
todo lo de una naturaleza semejante; Creo que son doctrinas
que vienen desde abajo, y no desde arriba, y los maestros de
ella son de Satanás, y no de Dios, y deben ser rechazados
como los que se oponen a Cristo y su Evangelio.
8. Creo en la resurrección de los muertos, que todos se
levantarán y llegarán a juicio, y cada uno dará cuenta de sí
mismo a Dios, y recibirá conforme a las cosas hechas en sus
cuerpos, ya sean buenas o malas; Por lo tanto, ninguna
30
conciencia debe ser forzada en las materias de la religión,
porque ningún hombre puede sostener a otro en su cuenta
para con Dios, si en caso de que le hiciera pecar.
9. Creo que los poderes que son, como los magistrados civiles,
son de Dios, a quienes Dios ha entregado la Espada de la
justicia, para el castigo de los malos, y para el bien de los que
hacen bien, que hay que respetarlos y que deben ser
honrados, obedecidos y asistidos por todos los hombres, y
especialmente por los cristianos, y eso por la conciencia con
Dios, por quien son ordenados y ministeriados, y no llevan la
espada en vano, Romanos 13, 1 Pedro 2, Tito 3.
10. Y por último, creo que hay una santa y bendita
comunión de los santos, que Dios por su gracia llama a los
que pertenecen a la vida por elección, a la comunión de su
Hijo por el Evangelio, del cual es la sustancia, Dios por su
palabra y El Espíritu se une a ellos en su Pacto de gracia, y
así constituye su Iglesia, como he mostrado antes: Y como
Dios se ha construido para sí una morada santa de tal materia
pura, y después también de una manera santa, a provisto una
forma de preservación y seguridad para los mismos; Como
dice Isa. 26: 1. Tenemos una Ciudad fuerte, la salvación Dios
ha puesto por muro y ante muro: la Ciudad que se dice, tiene
un muro tanto grande como alto, y está construido sobre doce
cimientos; Tan Grande(gruesa), que ninguno puede
atravesarla y tan alta, que ninguno puede sobrepasarlo o
superarlo, y tan fuerte en el fundamento, que nada lo sacude,
y Dios ha dicho, que Él mismo será un muro de fuego
alrededor, y la gloria En medio de ella, y que la guardará, y
velará por ella de noche y de día, para que nada la
perjudique; Y como Dios se construyó una casa conforme a
su propia mente, y es una guardia para el mismo; Así también
31
Él dice que lo embellece con la salvación, y para hacer
glorioso el lugar de sus pies, pondrá todas sus piedras de
hermosos colores, y sus cimientos con zafiros, y sus ventanas
de Agar, y sus puertas de carbunclos, y todos sus bordes de
piedras agradables, y todos sus niños enseñados por el Señor,
y grande será la paz de sus hijos. Y como a Cristo hace así
nos señala la naturaleza de su iglesia, tanto en lo que respecta
a su materia, como a su forma, su gracia y su apropiado orden
en Él, su cabeza; Aun así, él manifiesta su amor hacia ella, y
se deleita en ella, por estas y similares expresiones de confort
y consuelo. El Señor ha escogido a Sion, etc. Salmos. 132,
13,14; Efesios. 2: 21,23. Salmos. 87, 2,3; Gálatas. 4: 26,31.
Isaías. 2.2; Isaías. 62. 1,12, Ezequiel. 48:35. Apocalipsis. 21.
12,14, Zacarías. 2.5, Isaías 26.3, Isaías 4. 11, 12,13.
Apocalipsis. 21. 11, 18,21, Cantares 4.7, Salmos 45,13.
32
Para
TODO EL QUE DESEÉ (1644)
A todos los que desean con sinceridad la exaltación del nombre
del Señor Jesús, las pobres despreciadas Iglesias de Dios en
Londres envían saludos, con oraciones por su crecimiento en el
conocimiento de Cristo Jesús.
No dudamos de que les parecerá extraño a muchos hombres, que a
menudo nos llaman de esta manera, que yaciendo bajo la calumnia
y negra marca de herejes, y sembradores de división como
nosotros, presuman de aparecer tan públicamente como ahora lo
hemos hecho. Pero, a pesar de todo podemos decir, para dar
respuesta a esto, lo que David le dijo a su hermano, cuando el
batallón del Señor estaba en una pelea, 1 Sam. 17. 29. ¿No es esto
mero hablar?
Seguramente, si alguna vez la gente tuviera causa para hablar a
favor de la reivindicación de la verdad de Cristo en sus manos,
nosotros la tenemos, que siendo esta en verdad la razón principal
en este momento lo que nos motiva; porque si algo meramente
humano hubiera sido puesto contra de nuestra persona solamente,
podríamos calladamente habernos quedado quietos, y encomendar
nuestra causa a aquel que es un Juez justo, quien en el gran día
juzgará los secretos de los corazones de todos los hombres por
medio de Cristo Jesús.
Pero siendo no sólo nosotros, sino la verdad profesada por
nosotros, no podemos, no nos atrevemos a dejar de hablar; no es
algo extraño para ningún hombre observador, que las tristes
acusaciones son puestas, no sólo por el mundo, que no conoce a
Dios, sino también por aquellos que piensan que ellos mismos son
muy agraviados, si no son mirados como los principales
dignatarios de la Iglesia de Dios, y Vigilantes de la Ciudad.
Pero ellos nos han tratado como la pobre Esposa que busca a su
Amado, Cant. 5. 6, 7. Ellos mismos, al encontrarnos fuera de ese
camino común que caminan, nos han golpeado y quitado nuestro
33
manto, para que podamos ser estimados como odiosos a los ojos
de todos los que nos contemplan, y en los corazones de todos los
que piensan en nosotros, lo cual han hecho tanto en el Púlpito
como en la Imprenta, acusándonos de sostener el libre albedrío, de
caer fuera de la gracia, de negar el pecado original, de negar la
Magistratura, de negarnos a ayudarles en esfuerzo o en dinero en
cualquiera de sus mandamientos legales, de hacer actos
indecorosos en la dispensación de la Ordenanza del Bautismo,
cosas que no deben ser nombradas entre los cristianos.
Todos son cargos que negamos como notoriamente falsos, aunque
por razón de estas calumnias lanzadas sobre nosotros, muchos que
temen a Dios se desaniman y se previenen de albergar un buen
pensamiento, ya sea de nosotros o de lo que profesamos; y muchos
de los que no conocen a Dios, se animan, si pueden encontrar el
lugar de nuestra reunión, a reunirse en grupos para apedrearnos,
como si nos vieran como personas que sostienen tales cosas, como
si no fuéramos dignos de vivir.
Tuvimos, pues, para la limpieza de la verdad que profesamos, lo
que podría ser una libertad, aunque estemos atados, que publicar
brevemente una Confesión de nuestra Fe, como deseando que
todos los que temen a Dios, consideren seriamente si (si comparan
lo que aquí decimos y confesamos en la presencia del Señor Jesús
y sus santos) los hombres no tienen, con sus lenguas en el Púlpito
y plumas en la Imprenta, tanto cosas habladas como escritas que
son contrarias a la verdad; pero sabemos que nuestro Dios en su
propio tiempo limpiará nuestra Causa, y levantará a su Hijo para
hacer de él la piedra angular, aunque haya sido (o deba ser)
rechazado de los Maestros Constructores.
Y porque se puede concebir que lo que aquí se publica no sea más
que el juicio de alguna Congregación en particular, más refinada
que el resto; por lo tanto, aquí lo suscribimos, algunos de cada
cuerpo en el nombre, y por el nombramiento de siete
Congregaciones, que aunque seamos distintos con respecto a
nuestros cuerpos particulares, por conveniencia, siendo tantos
como podamos reunirnos en un solo lugar, son todos uno en la
Comunión, manteniendo a Jesucristo como nuestra Cabeza y
Señor; bajo cuyo gobierno sólo se desea caminar, siguiendo al
34
Cordero a donde quiera que vaya; y creemos que el Señor
diariamente hará que la verdad aparezca más en los corazones de
sus santos, y los avergonzará de su necedad en la tierra de su
nacimiento, para que puedan con un poco más de humildad,
estudiar más para glorificar el Nombre del Señor Jesús, y
mantenerse firmes en sus designaciones y Leyes; lo cual es el
deseo y las oraciones de las Iglesias de Cristo en Londres por
todos los santos.
Suscrito en los Nombres de siete Iglesias en Londres.
William Kiffin.
John Mabbatt.
Thomas Patience.
John Webb.
John Spilsbery.
Thomas Killcop.
George Tipping.
Samuel Richardson
Paid Hobson.
Thomas Goare.
Thomas Skippard.
Thomas Miinday
Joseph Phelpes.
Edward Heath.
Thomas Gunne.
35
A los muy Honorables Señores, Caballeros,
Ciudadanos y Burgueses en la Asamblea del
Parlamento. (1646)
Muy Honorables y Nobles Patriotas:
En cuanto se ha presentado últimamente un libro [de Featley*], en
cuya Epístola Dedicatoria hay muchas acusaciones atroces injustas
y falsamente impuestas contra nosotros, creemos necesario hacer
alguna declaración de nuestra inocencia, y (para ese fin )
Humildemente presentamos a vuestra vista esta nuestra Confesión
de Fe.
Aquí declaramos, lo que en nuestros corazones juzgamos y lo que
enseñamos, y de acuerdo con esta Regla deseamos y nos
esforzamos, por la gracia de Dios, en dirigir nuestras vidas. Esta
Confesión de nuestra Fe enviamos a decir la verdad por nosotros,
y así hacer que nuestra inocencia salga a la luz; Deseando que la
misma luz pueda guiar a otros también al mismo camino de
verdad y de obediencia tanto a Dios como al Magistrado, que es el
Ministro de Dios para nuestro bien, etc.
Al juicioso e imparcial lector:
No tienen miedo de acusarnos, de sostener el libre albedrío, de
caer de la gracia, de negar la elección, el pecado original, la
salvación de los niños, el Antiguo Testamento y [negar*] la
propiedad de los hombres de sus inmuebles, y censurar
condenando a todos los que no son de nuestro juicio y práctica; a
todo nos negamos, porque son falsas. Y en cuanto a las otras cosas
de las que se nos acusa, nos referimos a los que desean mayor
satisfacción, a las respuestas de ellos; Sin embargo, debido a las
muchas acusaciones que se nos imponen, aunque no pueden
probar las cosas de las que somos acusados, sin embargo, la
generalidad del pueblo se enojan contra nosotros, y son incitados
por él a buscar el lugar De nuestras reuniones, que son las más
privadas, no porque sean privadas, sino porque ya no tenemos más
lugares públicos; Pero si alguno quisiera procurarnos más lugares
grandes para reunirnos, estamos dispuestos a abrazarlos con
36
agradecimiento y alegría, aunque ningún hombre debe hablar por
nosotros a quienes están en la autoridad, de quienes una palabra
sería suficiente para protegernos de la Violencia a la que estamos
sujetos; Pero como era entonces, Hechos 17. 5, 6, 7, así es ahora;
aun debemos cargar con toda la culpa; Pero nuestro Dios en su
tiempo sacara a relucir nuestra inocencia, aunque ahora muchos se
paran mirándonos como un pueblo (sosteniendo tales cosas) no
digno de vivir, y estando en peligro por la ruda muchedumbre
reuniéndose para apedrearnos y si hubiera sido solo contra
nosotros habríamos mantenido nuestra paz, y habríamos confiado
nuestra causa a Dios; Pero considerando que es la verdad que
profesamos la que sufre, no podemos, ni nos atrevemos a ser
neutros en asuntos de tan alta naturaleza, sino que entramos y
hablamos en ayuda del Señor contra los poderosos.
Por lo tanto, para liberarnos a nosotros y a la verdad que
profesamos, de tales injustas mentiras, de la cual debe estar libre
aunque nosotros estemos en lazos, hemos publicado una breve
confesión de nuestra fe (que nosotros concebimos muy vacía de
contenido en estos tristes y problemáticos molesto), los
pensamientos de nuestros corazones como en la presencia de Dios
aquí nosotros declaramos, Para que pueda aparecer a la conciencia
de los que temen a Dios, qué mal sufrimos de algunos que tienen
capacidad para ello (Jude 14, 15). Arrojan nieblas y nubes oscuras,
que eclipsan la gloria de la verdad, y a los que la profesan. Y
aunque reconocen con nosotros que la verdad no está
completamente descubierta, aun así atarán todo descubrimiento
futuro a una luz anterior, y conciben que lo hacen bien al hacerlo.
Pero Dios con su verdad mostrará su error, y exaltará a Jesucristo
la piedra angular principal, que los constructores tanto rechazan. Y
para que esto no se considere como el juicio de algunas personas
particulares, esto se hace con el consentimiento y el nombramiento
de siete Congregaciones o Iglesias en Londres, con los nombres de
algunos de cada uno de ellos suscritos en nombre de todos. Y
aunque nos reunimos en distintos lugares para nuestros cultos, por
conveniencia; Sin embargo, somos uno en la fe, el compañerismo
y la comunión, sosteniendo a Jesucristo como Cabeza y Dador de
la Ley, bajo cuyas reglas y gobierno deseamos caminar y seguir al
Cordero donde quiera que vaya, Para que cuando nuestro Señor y
37
Rey nos llame para que demos cuenta, podamos encontrarnos
listos y dignos de ser recibidos en la alegría de nuestro Maestro.
Hasta ese momento deseamos pasar estos pocos días que tenemos
aquí para la gloria de Dios, el honor del Evangelio, el consuelo de
los Santos, y el bien de nuestros países, para nuestra cuenta en (2
Tesalonicenses 1, 8) el gran día en que Cristo vendrá en fuego
ardiente, vengándose de los que no conocen a Dios, y que no
obedecen al Evangelio de nuestro Señor Jesucristo.
Suscritos por nosotros en nombre de siete Congregaciones o
Iglesias de Cristo en Londres. Como también por una
Congregación francesa del mismo juicio.
FIRMANTES: Thomas Gunne, John Spilbury, Paul Hobson, John
Mabbit, Samuel Richardson, Thomas Goare, Benjamin Cocks,
Thomas Munden, William Kiffin, Thomas Kilikop, George
Tipping, Thomas Patient, Hanserd Knollys, Denis le Barbier,
Thomas Holms, Christophle Duret
38
Epístola al lector (1652)
Cortés Lector,
No hay nada en que los santos debieran estar más familiarizados
que en promover el honor del Señor y su Cristo, luchando y
estudiando para caminar delante de él, conforme a la verdad
registrada en su palabra, la consideración de esto, es un fuerte
incentivo para esforzarnos nosotros (Al máximo de nuestras
habilidades) en esta obra, que cuando otros hombres se contentan
viviendo bajo la regla, podemos esforzarnos por caminar cerca de
ella (según el patrón que nos deja Dios en su palabra) y cuando
muchos consideran su gloria el dar la espalda a lo que ellos
profesaron al recibir a Cristo, nosotros seguiremos esforzándonos
por honrar a Dios, por una constante permanencia en lo que hemos
recibido, y hablando diligentemente de las cosas que hemos visto
y oído de él; Cuyo peso al principio nos impuso declarar al mundo
esta nuestra confesión de fe y fiel epístola, que han vuelto a
reimprimir y hacer pública por las razones que siguen.
En primer lugar, las invitaciones y solicitudes de varios Hermanos
de todas las partes de la Nación, cuyos corazones anhelan
contemplar nuestra estabilidad y perseverancia en el camino y la
verdad de nuestro Dios, Para poner en silencio a aquellos que
últimamente se han tomado la libertad de reprochar y subestimar
la verdad profesada por nosotros.
En segundo lugar, para que el mundo pueda contemplar que por la
gracia (por la cual solo estamos), somos preservados de retroceder
o deslumbrarnos del camino y la verdad, y que por los mismos
años hemos seguido a Dios: en el cual (mediante la fe y la
obediencia) Confiamos en continuar, hasta la venida de nuestro
Señor y Salvador Jesucristo.
En tercer lugar, para impedir que Satanás y sus cómplices en sus
empresas, que últimamente han abundado más que lo ordinario,
con estratagemas e invenciones para burlar a los santos pobres, en
su estabilidad y amor a la verdad, entre los cuales esto no era
pequeño (en varias partes remotas) porque habíamos desechado
39
toda nuestra profesión y práctica anterior, de modo que ninguno
permaneciera unido, adorando a Dios en su propia forma,
poseyéndose a sí mismas las Iglesias de Cristo, sino creciendo
hasta alcanzar un conocimiento y una luz más (como dicen) para
vivir más inmediatamente con Dios y con Cristo, que en un
camino tan bajo, mezquino y despreciable como las Ordenanzas,
pensando así tropezar y desalentar a muchos, cuyos corazones
fueron aprobados a Dios.
Cuarto: Para quitarnos el prejuicio de los corazones de aquellos
(muchos de los cuales tenemos confortables esperanzas) que son o
pueden ser perjudiciales contra nosotros, de estas muchas injurias,
y amargos reproches injustos, somos o podemos ser (por adorar
nuestro Dios según nuestras conciencias y regla de verdad)
expuestos a ellos, y ellos (si es el buen placer de nuestro Dios)
lleguen a entender nuestra práctica y se someten al Señor en sus
mandamientos.
Por último, el recuerdo de lo bueno que ha hecho nuestra empresa
en los Países, donde se ha difundido (de los cuales hemos tenido
particular atención de varios, cuyos corazones se han refrescado
con ellos) este estímulo no es pequeño y por eso aquí tenemos
nuevamente la impresión.
Cortes amigo, deseamos solemnemente que sopeses y consideres
lo que hemos profesado ante los hombres y ángeles, por la
simplicidad de nuestros corazones, y no te impidáis contemplar
vuestro uso, sino que hacedlo vuestro con gran cuidado y estudio
para someter vuestro entendimiento y recibir la verdad, como es
en Jesús, deleitándose en ese gobierno, el cual por su propia mano
se establece en su casa; No debes desanimarte aunque debas oír
hablar del fracaso de algunos, sabiendo que en muchas cosas
pecamos, y que estamos destituidos de la gracia de nuestro Dios, o
si debemos ser anunciados de la caída de cualquiera, viven en las
últimas épocas del mundo, donde muchos estarán separados de la
verdad, (tampoco es nuevo que los hombres renuncien a su
profesión). Pero ustedes busquen seguir a Dios plenamente y
manténganse firmes en la sencillez de la verdad; Y Dios nuestro
Padre, y nuestro Señor Jesucristo, estén con ustedes, y sean su
guía y consejero.
40
Firmado en el nombre, y por el nombramiento de las varias
Iglesias mencionadas, reuniéndose en Londres.
FIRMANTES
William Kiffin, Edward Harrison, John Spilbury, Richard Graves,
Joseph Sanson, Edward Roberts, Hugh Gosnell, Thomas Waters,
Thomas Pault, Henry Forty, Joseph Patshall, Thomas Young,
William Conset, John Watson.
41
LA PRIMERA CONFESIÓN
BAUTISTA DE FE DE LONDRES DE
1646
I
EL Señor nuestro Dios es Dios único, quien subsiste por sí
mismo, cuya naturaleza nadie puede comprender sino sólo él,
quien solo tiene inmortalidad, morando en luz a la cual nadie se
puede acercar. Él es en sí santísimo; infinito en grandeza,
sabiduría, poder y amor; es misericordioso y magnánimo, paciente
así como abundante en bondad y verdad; él da vida, vigor y
preserva a todas sus criaturas.
1 Corintios 8:6; Isaías 43:15, 44:6, 46:9; Exodo 3:14, 34:6,7; 1
Timoteo 6:16; Salmo 147:5; Deuteronomio 32:3; Job 36:5;
Jeremías 10:12; Hechos 17:28; Romanos 11:36.
II
EN este Ser infinito y divino se halla el Padre, el Verbo y el
Espíritu Santo, cada uno teniendo plena Esencia divina sin que
ésta quede dividida, siendo los tres infinitos y sin principio, por lo
que hay un solo Dios quien no ha de dividirse en su naturaleza y
Ser sino, más bien, distinguirse por sus varios atributos
particulares.
1 Corintios 1:3, 8:6; Juan 1:1, 15:26; Exodo 3:14
III
DIOS decretó en sí mismo -antes de que el mundo existiera- todas
las cosas, sean las necesarias, accidentales o voluntarias, con todas
sus circunstancias para así obrar, disponer y ejecutar todas las
cosas según el consejo de su propia voluntad para su propia gloria
(mas, sin ser autor responsable del pecado ni participante del
mismo). En esto manifiesta su sabiduría en la disposición de todas
las cosas, su inmutabilidad, poder y fidelidad para efectuar su
decreto. Desde antes de la fundación del mundo, Dios predestinó a
unos hombres a vida eterna por medio de Jesucristo para la
alabanza y la gloria de su gracia, (predestinado y) dejando a los
42
demás en su pecado para su justa condenación, para la alabanza de
su justicia.
Isaías 45:7, 46:10; Efesios 1:4,5,11; Romanos 3:4, 11:33; Salmos
33:15, 115:3, 135:6, 144; 1 Samuel 10:9,26; Proverbios 16:4, 33,
21:6; Éxodo 21:13; Jereremías 10:10, 14:22; Mateo 6:28,30;
Colosenses 1:16,17; Números 23:19,20; Judas4:6;
IV
EN el principio Dios hizo todas las cosas muy buenas; creó al
hombre según su propia imagen, lleno de toda la perfección de la
naturaleza y libre de todo pecado. Mas, el hombre no permaneció
mucho tiempo en tal estado honroso. Satán, usando la sutileza de
la serpiente, sedujo primero a Eva y, luego, a través de ella
también a Adán, quien, sin ser obligado a ello, desobedeció el
mandamiento de Dios, comió del fruto prohibido y cayó, así
trayendo la muerte sobre toda su descendencia, los que ahora son
concebidos en pecado; son, por naturaleza, hijos de ira, siervos del
pecado, sujetos a la muerte y tantas otras adversidades en este
mundo a no ser que el Señor Jesucristo los liberte.
Génesis 1:1; 3:1,4,5; Colosenses 1:16; Isaías 45:12; 1 Corintios
15:45,46; Eclesiastés 7:29; 2 Corintios 11:3; 1 Timoteo 1:14;
Gálatas 3:22; Romanos 5:12,18,19; 6:22; Efesios2:3.
V
DIOS, en su infinito poder y sabiduría, dispone todas las cosas
para el fin para el cual fueron creadas. Así, ni el bien ni el mal
sobreviene a persona alguna por mera casualidad o aparte de la
providencia divina; todo lo que sobreviene a los elegidos es por su
designio, para su gloria y el bien de ellos.
Job 38:11; Isaías 46:10,11; Eclesiastés 3:14; Marcos 10:29,30;
Exodo 21:13; Proverbios 16:33; Romanos 8:28.
VI
YA que todos los elegidos son amados de Dios con amor eterno,
son, por lo tanto, redimidos, vivificados y salvados no por sí
mismos ni por sus obras -de tal manera que ninguno se jacte- sino
sola y enteramente por la gracia libre y misericordia de Dios por
43
medio de Jesucristo, quien nos es hecho por Dios sabiduría,
justificación, santificación, redención y el "todo en todo" para que
"el que se gloría, gloríese en el Señor".
Jeremías 31:2; 23:6; 9:23,24; Efesios 1:3,7; 2:8,9; Hechos 13:48;
1 Corintios 1:30,31; 2 Corintios 5:21; 1 Tesalonicenses 5:9 VII
VII
Y esta es la vida eterna, que conozcamos al único y verdadero
Dios y a Jesucristo, a quién él envió. Por el contrario, el Señor
habrá de traer venganza en fuego consumidor a aquellos que no
conocen a Dios ni obedecen el evangelio de Jesucristo.
Juan 6:36; 17:3; 2 Tesalonicenses 1:8; Hebreos 5:9
VIII
LA regla del conocimiento, fe y obediencia tocante a la adoración
a Dios, en la que está encerrada todo el deber del hombre, es (no
las leyes humanas, ni tradiciones no escritas) sólo la Palabra de
Dios contenida (a saber, escrita) en las sagradas Escrituras. En ella
se halla claramente escrito todo lo que nos es necesario conocer,
creer y practicar, lo cual es la única regla de santidad y obediencia
que todos los santos, en todo tiempo y lugar, han de obedecer.
Isaías 8:20; Mateo 15:6,9; Juan 5:39; Hechos 3:22,23; Gálatas
1:8,9; Colosenses 2:23; 2 Timoteo 3:15-17
IX
EL Señor Jesucristo, de quien Moisés y los profetas escribieron y
los apóstoles predicaron, es el Hijo de Dios, el esplendor de su
gloria a través de quien hizo el mundo; es él quien sustenta y
gobierna todas las cosas que él ha creado. Una vez llegó el
cumplimiento del tiempo, fue engendrado por una mujer de la
tribu de Judá y de la simiente de Abraham y David, a saber, la
virgen María. El Espíritu Santo vino sobre ella y la sombra del
omnipotente la cubrió. También fue tentado según nosotros, mas,
sin pecado.
Génesis 3:15; 22:18; 49:9,10; Proverbios 8:23; Isaías 53:3-5;
Daniel 7:13; 9:24; Mateo 1:16; Lucas 3:23,26; Juan 1:1-3;
44
Romanos 1:3; 9:10; Gálatas 4:4; Hebreos 1:8; 2:16; 4:15; 7:14;
Apocalipsis 5:5
X
JESUCRISTO fue hecho Mediador del nuevo y eterno pacto de
gracia entre Dios y los hombres, siendo así plenamente y perfecto
Profeta, Sacerdote y Rey de la iglesia de Dios para siempre.
Isaías 9:6,7; Juan 14:6; 1 Timoteo 2:5; Hebreos 9:15
XI
JESUCRISTO fue designado por Dios a este oficio desde la
eternidad; en lo que a su humanidad respecta, fue llamado desde el
vientre, separado y ungido plena y abundantemente con todos
aquellos dones necesarios, habiendo Dios Padre derramado sobre
él, sin límite, su Espíritu Santo.
Proverbios 8:23; Isaías 11:2-5, 42:6, 49:15, 61:1-2; Lucas 4:17,22;
Juan 1:14,26, 3:34
XII
TOCANTE a su oficio como Mediador, la Escritura enseña que
Cristo fue llamado a ese cargo, pues nadie asume de sí mismo tal
honor sino que es llamado al él, así como Dios llamó a Aarón.
Fue, pues, un acto de Dios ordenar -mediante promesa especial- a
su Hijo a este cargo, siendo dicha promesa el que Cristo fuera
hecho un sacrificio por el pecado, que viera su simiente,
prolongara sus días y que la buena voluntad del Señor prosperara
en su mano. Todo ésto fue hecho por la pura y absoluta gracia de
Dios hacia sus elegidos, sin condición alguna en ellos que
mereciese tal favor.
Isaías 53:10-11; Juan 3:16; Romanos 8:32; Hebreos 5:4-6
XIII
ESTE oficio de Mediador, a saber, el ser Profeta, Sacerdote y Rey
de la iglesia de Dios, es tan particularmente propio a Jesucristo
que ni en parte o en totalidad puede ser transferido de él a ningún
otro.
45
Daniel 7:14; Lucas 1:33; Juan 14:6; Hechos 4:12; Hebreos 7:24; 1
Timoteo 2:5
XIV
ESTE oficio al cual Cristo ha sido llamado consiste, realmente, de
tres oficios, a saber: Profeta, Sacerdote y Rey. Tal número y tal
orden es necesario, pues, respecto a nuestra ignorancia, tenemos
necesidad de su oficio profético; respecto a nuestra gran
separación de Dios, necesitamos su oficio sacerdotal para que obre
reconciliación para con Dios; y, respecto a nuestra separación de
Dios e inhabilidad total de poder volvernos a él por nuestra propia
fuerza, necesitamos su oficio real para que nos convenza, domine,
acerque, levante y preserve para su reino celestial.
Deuteronomio 18:15; Salmos 2:6; Cantares 1:3; Juan 6:44, 16:8;
Hechos 3:22-23, 26:18; 2 Corintios 5:20; Filipenses 4:13;
Colosenses 1:21; 2 Timoteo 4:18; Hebreos 3:1, 4:14-15
XV
EL oficio profético de Cristo es aquel mediante el cual ha
revelado la voluntad de Dios, a saber, todo aquello que sus siervos
han de conocer y obedecer. Por tanto, no sólo es llamado Profeta,
Maestro, Apóstol de nuestra profesión y Angel del pacto, sino
también la misma sabiduría de Dios en quien están escondidos
todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento, quien
continuamente revela la verdad del evangelio a su pueblo.
Deuteronomio 18:15; Malaquías 3:1; Mateo 23:10; Juan 1:18,
12:49-50, 17:8; 1 Corintios 1:24; Colosenses 2:3; Hebreos 3:1
XVI
CON tal de ser cabalmente Profeta, le fue necesario ser tanto Dios
como hombre, pues, de no haber sido Dios, jamás habría conocido
la voluntad de Dios Padre y, de no haber sido hombre, tampoco
habría podido manifestar -en sí mismo- dicha voluntad a los
hombres.
Deuteronomio 18:15; Juan 1:18; Hechos 3:22; Hebreos 1:1
46
Nota:
QUE Cristo sea Dios queda clara y maravillosamente
declarado en las Escrituras. Se le llama Dios fuerte (Isaías
9:6); el Verbo era Dios (Juan 1:1); Cristo, quien es Dios
sobre todos (Romanos 9:5); Dios manifestado en carne (1
Timoteo 3:16). Es verdadero Dios (1 Juan 5:20), el Principio
(Apocalipsis 1:8), El da vida a todas las cosas, pues, sin él,
nada fue hecho (Juan 1:2). Es quien perdona el pecado
(Mateo 9:6); él es desde antes de Abraham (Juan 8:58). Fue,
es y siempre será el mismo (Hebreos 13:8). Siempre estará
con los suyos hasta el fin del mundo (Mateo 28:20), y lo que
no podría decirse de Jesucristo si no fuera Dios: "Al hijo
dice: tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo" (Hebreos 1:18;
Juan 1:18).
ADEMÁS, Cristo no es sólo y perfectamente Dios, sino
hombre perfecto, hecho de mujer (Gálatas 4:4) y simiente de
David (Romanos 1:3). Salió de los lomos de David (Hechos
2:30), de Isaí y Judá (Hechos 13:23). "Por cuanto los hijos
han tenido en común una carne y una sangre, él también
participó de lo mismo" (Hebreos 2:14). No tomó para si la
naturaleza de los ángeles sino la simiente de Abraham (v. 16)
de tal manera que que somos hueso de su hueso y carne de su
carne (Efesios 5:30). "Porque el que santifica y los que son
santificados, de uno son todos" (Hebreos 2:11). Vea también
Deuteronomio 18:15; Hechos 3:22 y Hebreos 1:1.
XVII
EN lo que el sacerdocio de Cristo respecta, habiéndose santificado
a sí mismo, apareció una sola vez para deshacer el pecado
ofreciéndose como el sacrificio por el pecado por medio del cual
satisfizo y sufrió todo lo requerido por el Padre para así obrar la
salvación de sus elegidos. Además, quitó todos los ritos y las
sombras de lo por venir, habiendo entrado ya tras el velo al lugar
santísimo, el cual es la misma presencia de Dios. También hace de
su pueblo una casa espiritual, un sacerdocio santo para así ofrecer
sacrificios espirituales aceptables, mediante él, al Padre. Por tanto,
47
el Padre no acepta, ni Cristo ofrece ante el Padre ninguna otra
adoración ni otros adoradores.
Juan 4:23-24; 17:19; Romanos 5:19; 8:34; Efesios 2:14; 5:2;
Colosenses 1:20; Hebreos 5:7-10,12; 8:1; 9:24; 1 Pedro 2:5
XVIII
ESTE sacerdocio ni fue de tipo legal ni temporero, sino según el
orden de Melchisedec, por lo que es estable y perfecto, no por un
tiempo sino por la eternidad y, así, acorde a Cristo, quien vive
para siempre. Cristo fue tanto Sacerdote, sacrificio y altar; fue
Sacerdote a la par con sus dos naturalezas: fue sacrificio en lo que
respecta su naturaleza humana, por lo que la Escritura habla de su
cuerpo, su sangre. Sin embargo, la eficacia de su sacrificio
dependió de su naturaleza divina por lo que se habla de sangre
divina. Debido a su propia naturaleza, él fue el altar mismo ya que
el altar santificaba lo que sobre sí se sacrificaba por lo que tenía
mayor dignidad que el sacrificio ofrecido.
Mateo 23:17; Juan 17:19; Hechos 20:28; Colosenses 1:20;
Hebreos 5:6; 7:16; 9:13-14; 10:10; 13:10,12,15; 1 Pedro 1:18-19
XIX
EN lo que a su oficio real respecta, habiendo ascendido de entre
los muertos al cielo, y poseyendo todo poder en el cielo y en la
tierra, Cristo reina espiritualmente sobre su iglesia y ejerce su
poder sobre todo, ya sean ángeles como humanos, buenos y malos
a fin de preservar y salvar a sus elegidos así como dominar y
destruir a sus enemigos. Mediante este oficio real, él aplica a sus
escogidos los beneficios, virtud y frutos de su profecía y
sacerdocio, dominando los pecados de éstos y fortaleciéndoles en
sus conflictos contra Satán, el mundo y la carne al guardar sus
corazones en la fe y el temor filial mediante su Espíritu. A través
de este soberano poder, él gobierna sobre los vasos de ira, usando,
limitando y restringiéndolos según el beneplácito de su infinita
sabiduría.
Job 2:8; Mateo 28:18,19; Marcos 1:27; Lucas 24:51; Juan 5:26,27;
16:15; 19:36; Hechos 1:1; 5:30,31; Romanos 1:21; 5:6-8; 9:17,18;
48
14:9,17; 1 Corintios 15:4; Gálatas 5:22,23; Efesios 4:17,18;
Hebreos 1;14; 1 Pedro 3:21,22; 2 Pedro 2
XX
ESTE poder real de Cristo será manifestado de manera más
completa cuando venga en gloria a reinar entre sus santos, ocasión
en que todo poder y autoridad vendrá a ser estrado de sus pies de
tal manera que la gloria del Padre sea perfectamente manifestada
en su Hijo así como la gloria del Padre y del Hijo en todos sus
miembros.
Juan 17:21,26; 1 Corintios 15:24,28; 1 Tesalonicenses 4:15;
16:17; 2 Tesalonicenses 1:9,10; Hebreos 9:28
XXI
MEDIANTE su muerte, Cristo compró salvación para los
elegidos que Dios Padre le entregó; sólo éstos tienen interés en él
y mantienen comunión con él, toda vez que él intercede ante el
Padre por ellos. Sólo a ellos Dios aplica esta redención mediante
su Espíritu así como sólo a ellos -y a ningún otro- es otorgada la
dádiva de vida eterna.
Mateo 1:21; Juan 3:16; 15:13; 17:6; Romanos 8:29,30; 1 Corintios
2:12; Efesios 1:14; Hebreos 5:9; 7:25; 1 Juan 5:12
XXII
LA fe es un don de Dios, obrada en los corazones de los elegidos
por el Espíritu de Dios. Mediante esta fe es que llegan a conocer y
a creer la verdad de las Escrituras y su excelencia sobre todo otro
escrito y objeto en el mundo, ya que exaltan la gloria y los
atributos de Dios, la excelencia de la naturaleza y los oficios de
Cristo así como el poder y la plenitud del Espíritu en todas sus
obras y funciones; asidos de tal fe pueden confiar sus almas a las
verdades así creídas.
Juan 6:29,63; 17:17; Gálatas 5:22; Efesios 2:8; Filipenses 1:29;
Hebreos 4:11,12
49
XXIII
AQUELLOS en quienes el Espíritu de Dios obra tan preciosa fe
jamás se apartarán de manera total, final. Dado que, de su parte,
los dones de Dios son sin arrepentimiento, él continúa
engendrando y nutriéndoles en la fe, amor, arrepentimiento, gozo,
esperanza y todos los frutos de gracia del Espíritu con miras a la
inmortalidad. Y aunque tormentas y aguas azoten contra ellos,
éstas jamás podrán sacarles de aquella roca y fundamento sobre la
cual están anclados. Además, aunque falten en su fe y Satán los
tiente tal que la luz y el amor del Señor sean opacados, Dios sigue
siempre el mismo, guardándolos por su poder para alcanzar la
salvación, gozando ellos, así, su posesión adquirida ya que están
grabados en la mano de Dios, sus nombres estando escritos en el
libro de la vida desde la eternidad.
Isaías 49:13-16; Mateo 7:24,25; Juan 13:10; 10:28,29; 1 Pedro
1:4-6
XXIV
LA fe es procreada sencillamente mediante la predicación del
evangelio, o palabra de Cristo, aparte de cualquier poder o
capacidad en la criatura. Siendo la criatura totalmente pasiva,
además de muerta en sus delitos y pecados, cree y así es
convertida nada menos que por el mismo poder que levantó a
Cristo de los muertos.
Ezequiel 16:16; Romanos 1:16; 3:12; 9:19; 10:17; 1 Corintios
1:28; Efesios 1:19; Colosenses 2:12
XXV
LA predicación del evangelio con miras a la conversión de los
pecadores es completamente gratis, y en nada requiere como obra
absolutamente necesaria algún tipo de cualificación, preparación
previa, los terrores de la ley ni un ministerio preparatorio de la ley
sino sólo un alma desnuda, pecadora e impía que reciba al Cristo
crucificado, muerto, sepultado y resucitado. Cristo es hecho, así,
Príncipe y Salvador a tales pecadores que mediante el evangelio
son traídos a creer en él.
50
Isaías 55:1; Juan 1:12; 3:14,15; 7:37; Hechos 2:36; 5:30,31;
Romanos 4:5; 5:8; 1 Corintios 1:22,24; 1 Timoteo 1:15
XXVI
EL mismo poder que obra la conversión a Cristo mediante la fe,
conduce al alma a través de sus deberes, tentaciones, conflictos y
sufrimientos, pues, todo lo que un creyente es, lo es por medio de
la gracia, la misma que le asiste tanto en su obediencia como en
sus tentaciones.
Juan 15:5; 1 Corintios 15:10; 2 Corintios 12:9; Gálatas 2:19,20;
Filipenses 2:12,13; 1 Pedro 1:5
XXVII
TODO creyente es unido a Dios mediante la obra de Cristo y, así,
son hechos uno con Dios así como Dios uno con ellos. Todo
creyente es hijo de Dios y heredero juntamente con Cristo, a quien
pertenecen todas las promesas, no sólo en esta vida sino en la
venidera.
Juan 17:21; 20:17; Gálatas 2:19,20; Hebreos 2:11; 1
Tesalonicenses 1:1; 1 Juan 4:16
XXVIII
AQUELLOS que han sido unidos a Cristo son justificados de
todos sus pecados mediante la sangre de Cristo. Tal justificación
es una plena absolución, por gracia, de todo el pecado del culpable
pecador, obrada por Dios mediante la satisfacción que Cristo obró
a favor del pecador en su muerte. La misma es aplicada de manera
palpable mediante la fe.
Hechos 13:38,39; Romanos 3:23,25,30; 5:1; 2 Corintios 5:19;
Hebreos 9:26; 10:14; 1 Juan 1:7
XXIX
EL conjunto total de todo los creyentes es un pueblo santo,
santificado, siendo dicha santificación una gracia espiritual del
nuevo pacto -producto del amor de Dios manifestado en el
corazón- mediante la cual se ocupa el creyente en una obediencia
51
evangélica, celestial a todo mandamiento que su Cabeza y Rey,
Cristo, le ha prescrito en su nuevo pacto.
Mateo 28:20; 1 Corintios 12; Efesios 1:4; 1 Pedro 2:9; 1 Juan 4:16
XXX
TODO creyente, mediante el conocimiento de esa justificación de
vida dada por el Padre y obrada mediante la sangre de Cristo,
posee, como su gran privilegio del nuevo pacto, paz para con
Dios, reconciliación a través de la cual los que estaban lejos han
sido hechos cercanos mediante esa sangre y aquella paz que
sobrepuja todo entendimiento. Además, se goza en Dios mediante
nuestro Señor Jesucristo, de quien hemos recibido la
reconciliación.
Romanos 5:9-11; 2 Corintios 5:19; Efesios 2:13,14; 4:7; Isaías
54.10
XXXI
TODO creyente está, durante su vida, en una constante guerra y
lucha contra el pecado, su yo, el mundo así como el diablo,
estando sujeto a todo tipo de aflicción, tribulación y persecución a
los cuales ha sido predestinado y señalado. Todo cuanto poseen
espiritualmente y gozan los santos en Dios es sólo por la fe,
contrastado con aquellas cosas externas, temporales disfrutadas
legalmente por quienes no poseen dicha fe.
Deuteronomio 2:5; Romanos 7:23,24*; 8:29; 2 Corintios 5:7;
Gálatas 2:19,20; Efesios 6:10,11; 1 Tesalonicenses 3:3; 2 Timoteo
3:12; Hebreos 2:9,10 *[Podría referirse este texto al momento en
que ocurre la conversión.]
XXXII
LA única fortaleza mediante la cual los santos son capacitados
para lidiar con toda oposición y prueba es el mismo Jesucristo,
quien como Capitán de su salvación, fue perfeccionado por medio
de sus sufrimientos. Él ha comprometido su fidelidad y fortaleza
para asistirles en sus aflicciones, sostenerles en sus tentaciones y
preservarles mediante su poder hasta que alcancen su reino eterno.
52
Juan 15:5; 16:33; Filipenses 4:11; 2 Timoteo 4:18; Hebreos 2:9,10
XXXIII
EL Señor Jesucristo tiene, aquí en la tierra, un reino espiritual, a
saber: su iglesia, la cual ha comprado y redimido para sí mismo
como una herencia especial. Esa iglesia consiste de una compañía
de santos visibles, llamados y separados del mundo mediante la
Palabra y el Espíritu de Dios de tal modo que profesen,
visiblemente, la fe del evangelio, siendo bautizados en dicha fe,
unidos así al Señor y el uno al otro mediante el mutuo acuerdo de
disfrutar, juntos, las ordenanzas requeridas por Cristo, su Señor y
Rey.
Mateo 11:11; 18:19,20; Hechos 2:37,42; 9:26; 10:37; 19:8,9;
26:18; Romanos 1:7; 10:10; 1 Corintios 1:2; 2 Corintios 6:17;
Efesios 1:1; 2 Tesalonicenses 1:1; 1 Pedro 2:5; Apocalipsis 18:4
XXXIV
A esta iglesia él ha hecho sus promesas y dado señales de su
pacto, presencia, aceptación, amor, bendición y protección. De
aquí fluyen las fuentes y manantiales de sus gracias celestiales a
fin de brindarles refrigerio y fortaleza.
Salmo 133:3; Ezequiel 47:2; Mateo 28:18; Romanos 3:7,10; 9:4,5;
1 Corintios 11:24; 2 Corintios 6:18
XXXV
TODOS sus siervos, llamados de sus particulares estados en la
vida a ser siervos de su familia, han de reconocerle como Profeta,
Sacerdote y Rey; también han de someter sus cuerpos, almas y
dones Dios dados bajo la dirección de su gobierno celestial. Han
de conducir sus vidas en ese redil amurallado, y huerto de buen
riego, de tal manera que haya comunión entre los santos de Dios,
siendo confirmado, así, que son partícipes de la herencia del reino
de Dios.
HAN de suplir, así, las necesidades el uno al otro, ya sean internas
o externas (aunque cada uno, siendo responsable por lo suyo
propio, ha de suplir las necesidades de los demás según sea
requerido a fin de que el nombre de Cristo no sea blasfemado por
53
causa de la necesidad que alguno pudiera padecer). Al juntarse en
uno, han de asumir el lugar y función dados a ellos por el mismo
Señor, estando así unidos de tal manera que cada parte funcione
como es debido a fin de que sean edificados en amor.
Cantares 4:12; Isaías 4:3; Ezequiel 20:37,40; Lucas 14:26; Hechos
2:41,44,45,47; 4:34,35; 5:4; 20:32; Romanos 12:4-6; 1 Corintios
12:6,7; Efesios 2:19; 4:16; Colosenses 1:12; 2:5,6,19; 1 Timoteo
6:1
XXXVI
ESTANDO así unidos los santos, cada iglesia local posee
autoridad -dada a ellos por Cristo- para su propio bienestar, para
escoger de entre sí quienes servirán como ancianos y diáconos,
siendo éstos cualificados, según la Palabra, como aquellos que
Cristo ha designado en su pacto para alimentar, gobernar, servir y
edificar a su iglesia. Nadie tiene el poder como para imponer sobre
cada iglesia ninguno de estos dones, ni cualquier otro.
Hechos 1:23,26; 6:3; 15; 22,25; Romanos 12:7,8; 1 Corintios
12:8,28; 1 Timoteo 3:2,6,7: Hebreos 13:7,17; 1 Pedro 5:1-3; 4:5
XXXVII
LOS ministros llamados debidamente, según descrito arriba, han
de continuar en su llamado y lugar según la ordenanza de Dios,
alimentando con gran cuidado a las ovejas que Dios les ha
entregado, no por ganancia deshonesta sino con corazón puro.
Juan 10:3,4: Hechos 20:28,29; Romanos 12:7,8; Hebreos 5:4;
13:7,17; 1 Pedro 5:1-3
XXXVIII
LOS ministros de Dios han de recibir de la iglesia todo lo que
necesiten a fin de que, según la ordenanza de Cristo, los que
predican el evangelio puedan, así, vivir del evangelio de acuerdo a
la ley de Cristo.
Salmo 110:3; 1 Corintios 9:7,14; 2 Corintios 10:4; Gálatas 6:8;
Filipenses 4:15,16; 1 Timoteo 1:2
54
XXXIX
EL bautismo es una ordenanza del Nuevo Testamento, dada por
Cristo, y ha de ser efectuada en aquellos que profesen fe y que han
sido, así, hechos discípulos. Habiendo profesado fe en Cristo, han
de ser bautizados y, luego, participar de la Cena del Señor.
Mateo 28:18,19; Marcos 16:15,16; Juan 4:1; Hechos 2:37,38;
8:36,37 y otros igual.
XL
LA manera o modo para efectuar esta ordenanza es la inmersión
del cuerpo bajo el agua. Siendo el bautismo una señal, ha de
reflejar la verdad significada, a saber: aquella participación que
tiene todo santo en la muerte, sepultura y resurrección de Cristo.
Así, tal como el cuerpo es sepultado debajo del agua, también será
levantado el cuerpo de los santos, por el poder de Cristo, el día de
la resurrección, ocasión en que pasará a reinar con él.
Mateo 3:16; Marcos 1:1,9 (el Jordán); Juan 3:23; Hechos 8:38;
Romanos 6:3-6; 1 Corintios 15:28,29; Hebreos 10:22; Apocalipsis
1:5. [La palabra baptizo significa: inmersión dentro del agua,
requiriéndose, pues, el uso de ropa modesta en ambas partes.]
XLI
DE acuerdo a las Escrituras, sólo se requiere de la persona que
administra el bautismo que sea un discípulo. Jamás se vincula tal
función a un oficio particular en la iglesia ni a alguien
extraordinariamente comisionado a tal labor, habiéndose sólo
contemplado la condición de discípulo, un hombre enviado a
predicar el evangelio.
Isaías 8:16; Mateo 18:7; 28:19; Juan 4:2; Hechos 11:10; 20:7;
Romanos 16:2; 1 Corintios 10:16,17; 11:2
XLII
CRISTO también ha dado a su iglesia la autoridad para recibir y
para separar de su seno a cualquier persona que así lo amerite. Tal
autoridad es dada a toda congregación y no a personas en
55
particular, ya sea miembro u oficial; guarda relación con el cuerpo
entero, teniendo en vista su fe y comunión como iglesia.
Mateo 18:17; Romanos 16:2; 1 Corintios 2:3; 5:4,11,14; 12:5; 2
Corintios 2:6,7
XLIII
CADA miembro individual en toda iglesia local, no importa cuán
excelente, noble o educado, ha de estar sujeto a esta censura y
juicio. Además, la iglesia no procederá contra sus miembros si no
es con gran cuidado, ternura y advertencia adecuada, según la
regla de fe.
Mateo 17:18; 18:16; Hechos 11:2,3; 15:1-3; Colosenses 4:17; 1
Timoteo 5:19
XLIV
A fin de preservar a su iglesia en santidad y en comunión
ordenada, Cristo coloca ciertos hombres especiales sobre ella,
quienes, de acuerdo a su oficio, han de gobernar, supervisar,
visitar y auscultarla de tal manera que ejerzan buena y constante
protección sobre ella. Además, ha dado la autoridad, así como la
obligación, a todo miembro a fin de que tengan cuidado el uno
sobre el otro.
Mateo 24:45; Hechos 20:27,28; 1 Tesalonicenses 5:2,14; Hebreos
10:24,25,34,35; 12:15; 13:17,24; Judas 3,20
XLV
AQUELLOS a quienes Dios ha dado dones dentro de la iglesia
han de profetizar (instruir) según la medida de la fe, así como
enseñar públicamente la Palabra de Dios para su edificación,
exhortación y consuelo.
Romanos 12:6; 1 Corintios 12:7; 14:3; 1 Tesalonicenses 5:19; 1
Pedro 4:10,11
XLVI
ASÍ, reunidos según acordado y, andando en obediencia al
evangelio de Cristo, ninguno ha de ser separado por causa de
56
faltas o corrupciones (mientras la iglesia consista de seres
sujetados a sus debilidades y fracasos, habrá tales diferencias en la
verdadera iglesia constituída) hasta tanto hayan logrado subsanar
dicha conducta con ternura y de manera ordenada.
Hechos 15:1,2,12; Romanos 14:1, 15:1-3; 1 Corintios 1:10;
Hebreos 10:25; Judas 19; Apocalípsis 2:3, 20, 21, 27
XLVII
Y, aunque cada congregación particular sea un ente distinto y
siendo, a la vez, muchos cuerpos, cada una, como ciudad
compacta y bien formada en sí misma, ha de andar según la misma
regla de la Verdad. De igual manera, y de ser necesario (y según el
medio más conveniente), cada una ha de recibir ayuda y consejo la
una de la otra como miembros del mismo cuerpo y por su común
fe en Cristo, su Cabeza.
Salmos 122:3; Cantares 8:8,9; Hechos 15:2,3; 1 Corintios 4:14,
17, 14:33, 36, 16:1; 2 Corintios 8:1,4, 13:14; Efesios 2:12, 19; 1
Timoteo 3:15, 6:13,14; Apocalípsis 21
XLVIII
LA magistratura CIVIL es una ordenanza de Dios establecida para
castigo a los malhechores y alabanza a quienes hacen el bien. En
el Señor, le hemos de estar sujetados en toda ordenanza legal,
legítima, no sólo por causa de ira sino por la consciencia. Hemos
también de hacer súplica y oración a favor de los reyes y aquellos
que ejercen autoridad para que, bajo ellos, podamos vivir en paz,
santidad y honestidad.
Romanos 13:1,2, etc.; 1 Timoteo 2:1-3; 1 Pedro 2:13, 14
Nota:
RECONOCEMOS que la suprema Magistratura* de este
reino es el Rey y el Parlamento (actualmente establecidos),
libremente escogidos por el reino, y que hemos de observar y
defender todo Administrador Oficial así como las leyes
civiles por ellos establecidas, las cuales son para el bien de la
república. Reconocemos, con gratitud, que Dios ha honrado a
este Rey y Parlamento por haber derrocado la jerarquía
57
prelaticia, la que, con su tiranía y opresión sobre nosotros,
hizo gemir a este reino durante mucho tiempo. Por ello
siempre bendecimos a Dios y los honramos a ellos por su
acción.
ADEMÁS, con referencia a la adoración a Dios, hay un solo
Dador de ley quien puede salvar y perder (Santiago 4:12), el
cual es Jesucristo. Él ha dado, en Su Palabra, leyes y
reglamentos suficientes para nuestra adoración a él, por lo
que agregar a ellos sería acusar a Cristo de falta de sabiduría
e infidelidad, o ambas cosas, por no haber establecido leyes
suficientes y adecuadas para Su casa.
EL observar las leyes de Cristo solamente es, ciertamente,
sabio, además de nuestro deber y privilegio (Salmos 2:6, 9,
10, 12). Además, es el deber del Magistrado proveer para la
libertad de la consciencia del ser humano (Eclesiastés 8:8),
(que es tan tierno a la consciencia de todo humano y muy
preciado por ellos, sin la cual ninguna otra libertad se podría
nombrar o mucho menos disfrutar) y proteger a todos de
males, daños, opresión y molestias por lo que en nada hemos
de ser hallados faltos en aquello que los honre, conforte y sea
para el bienestar de la nación en que vivimos.
ES nuestro deber, y entendemos que un deber explícito,
particularmente en cuanto atañe asuntos religiosos, el estar
plenamente persuadidos en nuestras mentes de la legalidad y
legitimidad de lo que hacemos sabiendo que, lo que no es de
fe es pecado. Y tal como no podemos conducirnos de manera
contraria a nuestra consciencia y entendimiento, así tampoco
podemos dejar de hacer aquello a lo cual nuestro
entendimiento y consciencia nos obliga.
Y, de requerir el Magistrado que hagamos lo contrario,
hemos de ceder nuestras personas pasivamente a su poder, tal
como han hecho los santos de antaño (Santiago 5:4). Y tres
veces gozoso será aquel que perdiere su vida (así sea en lo
más pequeño) por testificar la Verdad del Señor Jesucristo.
(Gálatas 5; 1 Pedro 5).
58
* (Aplíquese a la autoridad gubernamental de cualquier tierra
o nación.)
XLIX
SI, por el contrario, no hallamos que el Magistrado (o autoridad
gubernamental) nos favorezca así, no nos atreveremos detener
nuestra práctica, pues, creemos que hemos de perseverar en la
obediencia a Cristo, profesando la fe que una vez fue dada a los
santos, la cual fe se declara en la santas Escrituras, siendo ella
parte de nuestra confesión en la que testificamos la Verdad del
Viejo y el Nuevo Testamento, aun hasta la muerte de ser ésta
necesaria, en medio de toda prueba y aflicción tal como hicieron
Sus santos del ayer.
COMO ellos, no consideramos nuestros bienes, tierras, esposas,
hijos, padres, madres, hermanos, hermanos, ni tampoco nuestras
propias vidas como cosa de estima para así poder terminar nuestra
carrera con gozo, recordando que hemos siempre de obedecer a
Dios antes que a los hombres, pues, es él quien, cuando hayamos
terminado nuestra carrera y guardado la fe, nos dará la corona de
justicia; es a él a quien daremos cuenta de nuestras obras, de lo
cual ningún hombre nos podrá librar.
Salmos 49:7, 50:22; Daniel 3:16,17, 6:7,10, 22, 23; Hechos 2:40,
41, 4:19, 5:28, 29, 20:23; Romanos 12:1, 8, 14:10; 1 Corintios
14:37; 2 Corintios 5:10; Filipenses 1:28, 29; 1 Tesalonicenses 3:3;
1 Timoteo 6:13,14; 2 Timoteo 4:6-8; Apocalipsis 2:20
L
ES legítimo que un cristiano ocupe el cargo de Oficial civil o
Magistrado, así como es legítimo que tome juramento, siempre y
cuando sea conforme a verdad, justicia y juicio, para confirmar la
verdad y poner fin a la angustia. Mas, la ira y los juramentos
vanos provocan al Señor y traen lamentos a esta tierra.
Deuteronomio 6:13; Jeremías 4:2; Hechos 8:38, 10:1, 2, 35;
Romanos 1:9, 16:23; 2 Corintios 10:11; Hebreos 6:16
59
LI
HEMOS de darle a todo hombre según le corresponde, ya sea
según su posición, edad o estado. A nadie hemos de defraudar en
cosa alguna sino hacer para con ellos según queremos que hagan
para con nosotros.
Mateo 33:21; Romanos 13:5-7; Efesios 5:21, 23; Tito 3:1-3; 1
Tesalonicenses 4:6; 1 Pedro 2:15, 17, 5:5
LII
HABRÁ una resurrección de los muertos, tanto de los justos como
de los injustos; todos darán a Dios cuenta de sí de tal manera que
cada uno reciba según hizo en su cuerpo, ya sea bueno o malo.
Mateo 25; Hechos 24:15; Romanos 14:12; 1 Corintios 5:10
En Conclusión
DE esta manera deseamos dar a Cristo lo que le pertenece y a las
autoridades legítimas lo que les corresponde, procurando así no
deberle nada a nadie sino sólo amor. Deseamos vivir en quietud y
paz, tal como conviene a santos, procurando en todo mantener una
limpia consciencia y tratar a todo hombre (sin distinción de quién
sea) según deseamos que hagan con nosotros a fin de que nuestra
conducta demuestre que somos personas de consciencia (i.e.,
razonables), tranquilas e inofensivas (en ninguna manera
peligrosas o molestosas a la sociedad humana).
DESEAMOS obrar y trabajar con nuestras propias manos para
que no le debamos a nadie y, así, poderle dar a quien padece
necesidad, ya sean amigos como enemigos, teniendo presente que
es mejor dar que recibir. ADEMÁS, confesamos que "conocemos
sólo en parte" y que ignoramos mucho de lo que deseamos y
procuramos conocer por lo que, si alguien nos mostrare
amistosamente de la Palabra de Dios aquello que aún no vemos,
tendremos causa para darle gracias a Dios y a ellos. Mas, si
alguien procurare imponernos cosa alguna que entendemos no nos
ha sido ordenado por nuestro Señor Jesucristo, procuraremos
recibir, amparados en Su fortaleza, aquellos reproches y torturas
de los hombres, perder nuestras comodidades materiales y, si fuere
60
posible, morir mil muertes antes de hacer algo contrario a la tilde
más pequeña de la Verdad de Dios o contra la luz dada en nuestras
consciencias.
Y, si alguno llamare herejía a ésto que hemos declarado, junto al
apóstol confesaremos que, según el camino que llaman herejía,
nosotros adoramos al Dios de nuestros padres, rechazando toda
herejía (correctamente descrita) por ser éstas contrarias a Cristo.
Manteniéndonos firmes y sin mover, siempre abundando en la
obediencia a Cristo, sabiendo que nuestra labor en el Señor no será
en vano.
"Levántate, oh Dios, defiende tu causa; acuérdate de cómo el
insensato te injuria cada día. No vuelva avergonzado el abatido;
que el afligido y el menesteroso puedan alabar tu nombre”. Salmo
74:22, 21
Ven señor Jesús, ven pronto.
Fin
61
Un Apéndice a la Confesión de
Fe
Escrito por
Benjamín Cox,
Predicador del Evangelio de Cristo.
Publicado Con el Fin de Aclarar la Verdad Ante Quienes se
Equivocan Pensando Que Hay Disensión Entre los
Principios Fundamentales.
Mateo 10:27,28 "Lo que os digo en la oscuridad, decidlo a
plena luz; y lo que oís al oido, proclamadlo desde las
azoteas. Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas no
pueden matar el alma; temed más bien a aquel que puede
destruir alma y cuerpo en el infierno."
Impreso en Londres en el año 1646
62
Apéndice de la Confesión
Bautista de fe de Londres de
1646 - Benjamin Coxe
El 30 de noviembre de 1646, poco después de la
publicación de la segunda edición, revisada, de la
Confesión bautista de fe de 1644, Benjamin Cox,
graduado de Oxford, que fue uno de los firmantes de
dicha edición, y probablemente ayudó en la revisión,
publicó veintidós artículos, que fueron "ocasionados
por la indagación de algunas personas bien-afectadas
y piadosas en el país", y que él titula, "Un Apéndice a
la Confesión de Fe", "publicado para una aclaración
adicional de la Verdad".
Hace más rígido y obvio el calvinismo, declara la
creencia en el castigo eterno, define más claramente la
relación del cristiano con la ley y las buenas obras, y
expresan otros puntos un poco más plenamente que la
Confesión. Nunca se llegaron a publicar con la
Confesión hasta donde se sabe. (McGlothlin, William
Joseph, 1867-1933 Baptist confessions of faith)
63
“Una Más Completa
Declaración de la Fe
y
Convicción de los Creyentes
Bautizados”
"...Estad siempre preparados", dice el apóstol Pedro, "para presentar
defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón
de la esperanza que hay en vosotros"
(1 Pedro 3:15).
Es, pues, nuestro deber el ofrecer, con mansedumbre y amor, una
respuesta a aquellas personas piadosas que deseen estar
plenamente informadas de cuál sea nuestro entendimiento sobre la
religión y los caminos de Dios.
A esos que han expresado su deseo de ser así informados, presento
esta respuesta. En un libro recién publicado, titulado "Una
Confesión de Fe de Siete Congregaciones o Iglesias de Cristo en
Londres", etc., se halla -en 52 artículos- una clara y sincera
expresión de nuestro propio entendimiento acerca de las cosas allí
contenidas.
Y si nuestro juicio sobre algunos de los puntos en particular, en
los cuales algunos piensan que disentimos de otros hermanos, no
parece ser lo suficientemente claro, confío que los mismos queden
más claros en el Apéndice que a continuación ofrezco.
64
Un Apéndice a la Confesión de
Fe de 1646
I.
Creemos que el castigo que corresponde a Adán por su primera
rebelión y a todos los hombres por su estado de pecado en Adán, y
por todos sus pecados contra la ley no se limita a que la persona
vaya a estar postrada eternamente, sin vida ni sentidos, en el
polvo, o tumba. De ser así, el castigo al hombre pecador no sería
distinto al de la bestia bruta que jamás pecó.
El castigo, pues, que al hombre corresponde fue, y es, "ira e
indignación, tribulación y angustia", y eso, por la eternidad.
Consecuentemente, la redención de la maldición de la ley, la cual
tenemos en Cristo, es una redención de la miseria y el tormento
eterno, cosa que aprendemos de los siguientes textos bíblicos en
conjunto, a saber, Romanos 2:8,9; Judas 7; Gálatas 3:13 y Hebreos
9:12.
II.
Creemos que la eternidad del castigo sobre los vasos de ira es una
eternidad absoluta, sin fin alguno; de igual manera creemos que la
vida de los santos es eterna, según Mateo 25:46. Alzamos, pues,
esta verdad contra aquellos que afirman que todos los seres
humanos, a fin de cuenta, llegarán a ser salvos.
III.
A pesar de que todo el poder con que la criatura actúa procede de
Dios -y hay esa providencia de Dios para con toda criatura y cada
acción de ellos- afirmamos que la corrupción es, en efecto, de la
criatura, así como la pecaminosidad de sus acciones, y no de Dios.
Igualmente afirmamos que es un gran pecado atribuirle a Dios la
autoría del pecado, a saber: Eclesiastés 7:29; Habacuc 1:13;
Santiago 1:13-15; 1 Corintios 14:33 y 1 Juan 2:16. En cuanto a ese
texto usado como objeción contra nosotros, a saber, Amós 3:6,
que dice: "¿Caerá sobre una ciudad el infortunio sin que Jehová lo
65
haya causado?", afirmamos que estas palabras significan, "Caerá
el infortunio sobre una ciudad sin que Jehová obre" o, que han de
entenderse en relación al mal del castigo en sí, no del mal del
pecado.
IV.
Enseñamos que sólo creen, o pueden llegar a creer en Jesucristo,
aquellos en quienes el Espíritu de Dios -en poder y gracia- obra
ese creer; que ese creer es dado, y será dado, a los elegidos -y sólo
a ellos- en el tiempo designado por Dios para dicho llamado
eficaz, a saber: Juan 6:64,65; Filipenses 1:29; Jeremías 31:33,34;
Ezequiel 36:26; Romanos 8:29,30; Juan 10:26. Afirmamos, pues,
esta verdad ante aquellos que insisten en el libre albedrío y la
habilidad y suficiencia del hombre como para creer por sí solo y
que niegan la elección.
V.
Afirmamos que, así como Jesucristo nunca se propuso dar
remisión de pecados y vida eterna sino sólo a sus ovejas (Juan
10:15; 17:2; Efesios 5:25-27; Apocalípsis 5:9), son éstas, pues, las
únicas cuyos pecados son lavados en la sangre de Cristo. Los
vasos de ira, no siendo de las ovejas de Cristo, no llegan a creer en
él ni es rociada sobre ellos la sangre de Cristo; tampoco llegan a
participar de él. Por lo tanto, todos sus pecados permanecen sobre
ellos y, bajo ninguna circunstancia son salvados por Cristo de
ninguno de éstos sino que permanecen eternamente bajo el
intolerable peso de los mismos. Esta verdad se nos manifiesta a la
luz de las siguientes Escrituras consideradas en conjunto, a saber:
Hebreos 12:24; 1 Pedro 1:2; Hebreos 3:14; Mateo 7:23; Efesios
5:6; 1 Timoteo 1:9; Juan 8:24.
VI.
Aunque algunos de nuestros contrarios aseguran que por medio de
esta doctrina no damos lugar a que el evangelio sea predicado a
los pecadores a fin de que se conviertan, nosotros, a través de la
bondad de Dios, conocemos y predicamos a los pecadores este
precioso evangelio, a saber, "Porque de tal manera amó Dios al
mundo (es decir, ha sido tan amoroso hacia la humanidad) que ha
66
dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en él, no
perezca sino que tenga vida eterna" (Juan 3:16); también, "esta
palabra fiel y digna de toda aceptación, que Cristo Jesús vino al
mundo para salvar a los pecadores," (1 Timoteo 1:15), a saber,
todo pecador -no importa cuán vil y grande su pecado- que ya cree
y que habrá de creer en él para la vida eterna (1 Timoteo 1:16).
Predicamos, también, que "de éste (Cristo) dan testimonio todos
los profetas, que todo el que cree en él, recibirá perdón de pecados
por su nombre" (Hechos 10:43). Es ésta, pues, "la palabra del
evangelio" (Hechos 15:7); el evangelio que Cristo y sus apóstoles
predicaron, el que nosotros hemos recibido y por el cual hemos
sido convertidos a Cristo. Además, tenemos en cuenta lo que
Pablo dijo en Gálatas 1:9, a saber, "Si alguno os predica diferente
evangelio del que habéis recibido, sea anatema."
VII.
Aunque confesamos que ningún hombre puede llegar a creer por
su propia voluntad (Juan 1:13), sabemos y afirmamos que el
Espíritu de Dios no obliga al humano a creer en contra de su
propia voluntad sino que, poderosa y dulcemente, crea en el
mismo un corazón nuevo, disponiendo así que crea y obedezca
con toda su voluntad (Ezequiel 36:26,27; Salmo 110:3). De esa
manera, "Dios obra en nosotros el querer como el hacer por su
buena voluntad" (Filipenses 2:13).
VIII.
Aunque nuestras propias obras en la vida sean vanas, irregulares y
no aceptables a Dios (siendo Jesucristo nuestra vida, quien nos es
dado libremente por Dios), creemos y sabemos que, habiendo sido
hechos partícipes de Jesucristo, producimos, produciremos y es
nuestro deber producir -a través de él y andando en él- el fruto de
las buenas obras, sirviendo a Dios (con verdadera obediencia,
amor y gratitud a él) en santidad y justicia, siendo nosotros
"hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las
cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas"
(Efesios 2:10; Lucas 1:74,75).
67
IX.
A pesar de que nosotros que estamos en Cristo no estamos bajo la
ley, sino bajo la gracia (Romanos 6:14), sabemos, sin embargo,
que no estamos sin ley ni somos libres para vivir sin regla -"no
estando sin ley a Dios, sino dentro de la ley de Cristo" (1 Corintios
9:21). El evangelio de Cristo es una ley, una regla imperante sobre
nosotros; por lo tanto, y en obediencia a esa regla, somos
instruídos a "vivir en este siglo sobria, justa y piadosamente" (Tito
2:11,12). Las instrucciones de Cristo nos guían, a través de su
palabra evangélica, a vivir de acuerdo a la sana enseñanza que es
según el glorioso evangelio del Dios bendito..." (1 Timoteo
1:10,11).
X.
A pesar de que ahora no se nos envía a la ley -según ésta procedió
de la mano de Moisés- para ser regidos por ella, Cristo nos
instruye y ordena -en su evangelio- a vivir en la misma senda justa
y santa que Dios ordenó, a través de Moisés, a los israelitas a
seguir, siendo aún comunicados a nosotros por Cristo todos los
mandamientos de la segunda tabla, así como los mandamientos de
la primera tabla (en lo que a su espíritu y significado respecta)
resumidos de la siguiente forma, "Amarás al Señor tu Dios de todo
tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente" (Mateo 22:37-
40; Romanos 13:8-10).
XI.
A pesar de que ningún pecado se le imputa a los que en Cristo
creen y que ningún pecado, total o finalmente, reinará en o sobre
ellos, en los tales aún ocurre que "la carne codicia contra el
espíritu" (Gálatas 5:17). Además, "en muchas cosas ofendemos
todos" (Santiago 3:2): palabras del apóstol que se refieren a las
ofensas entre hermanos. Por tanto, "no hay, sobre la tierra, hombre
justo, que haga el bien y nunca peque" (Eclesiastés 7:20), por lo
que "si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a
nosotros mismos y la verdad no está en nosotros" (1 Juan 1:8).
68
XII.
Aunque no existe condenación alguna para los que están en Cristo
Jesús, eficazmente se les instruye, sin embargo, a que se
avergüencen de sus pecados (Romanos 6:21) y se arrepientan de
ellos de tal manera que sea según Dios (2 Corintios 7:9,10,11). Es
más, se les amonesta a "sentir asco" por su pecado (Ezequiel
36:31), porque su pecado es cosa maligna y sucia, siendo su
misma naturaleza una provocación y deshonra a Dios. Es,
también, desobediencia contra Dios: cosa que Dios mismo asegura
aborrecer y abominar; por lo que sólo la sangre de Cristo puede
limpiarnos de nuestro pecado y reconciliarnos para con Dios a
quien, en nuestro pecado, hemos ofendido. Por tanto, los santos se
duelen, y han de dolerse, examinándose a si mismos, pues han
pecado contra su glorioso y santo Dios, misericordioso y amante
Padre (1 Corintios 11:31).
XIII.
Aunque nada está escondido de los ojos de Dios y, aunque él no
imputa iniquidad a creyente alguno, hemos de confesar nuestros
pecados a Dios y rogarle que nos trate de acuerdo a su promesa, a
saber, que dispense gracia y misericordia sobre nosotros a pesar de
haber pecado contra él de tal manera que no se aire contra nostros,
ni nos reprenda, ni deje de hacernos bien debido a nuestro pecado
(Isaías 54:9; Hebreos 8:12; Daniel 9:18,19,20; Salmos 32:5, 25:7;
Ezequiel 36:37 y Santiago 5:1). Así, y de acuerdo a las directrices
de Cristo, oramos a Dios que perdone nuestro pecado (Lucas
11:4), nunca olvidando que él es nuestro Padre (Lucas 11:2) y
nosotros sus hijos y, como tales, en nada faltos de su justificación,
libres de su ira y lavados de todo nuestro pecado en la sangre de
Cristo. En tal confesión y petición mostramos obediencia a Dios,
ejerciendo así fe en él y arrepentimiento -o, dolor que es según
Dios- por los cuales admitimos y confesamos que de nuestra parte
merecemos su ira.
XIV.
Aunque es cierto que aquellos que fueron verdaderamente
injertados a Cristo habrán de ser "guardados por el poder de Dios
mediante la fe, para alcanzar la salvación..." (1 Pedro 1:5),
69
también es cierto que deberán "guardarse, no sea que, arrastrados
por el error de los inicuos, caigan de su firmeza" (2 Pedro 3:17).
Deberán, pues, buscar la constante ayuda de Dios. Es más, han de
buscar de la mano de Dios -por medio de la oración, y el uso y
estudio certero de su Palabra y sus ordenanzas- no sólo poder
permanecer en la gracia sino, más bien, crecer en ella (2 Pedro
3:18). Y ésto, primeramente, porque Dios así lo requiere.
Segundo, porque Dios, quien los afirmará, lo hará así, a saber:
dándoles la gracia por la cual obedecerán su mandamiento y
bendiciéndoles por causa de su obediencia.
XV.
Así como entendemos que nuestra plena salvación nos es dada del
Padre en Cristo Jesús y por su causa, también entendemos que el
que el Padre haya dado a Jesucristo por y a nosotros, así
salvándonos en él por causa suya, es ese acto y manifestación de
su libre amor hacia nosotros, amor que estaba en él desde la
eternidad (Juan 17:23; Efesios 1:4,5).
XVI.
Aunque un verdadero creyente, bautizado o no, goce de genuina
salvación y será, sin duda alguna, salvo, todo creyente, deberá
desear ser bautizado, en obediencia al mandato de Cristo,
sometiéndose al bautismo según la regla de Cristo en su Palabra.
Donde este acto de fe es obedecido, allí Cristo hace de su
ordenanza un medio de incomparable beneficio al alma que cree
(Hechos 2:38, 22:16; Romanos 6:3,4; 1 Pedro 3:21). El verdadero
creyente entendido de que este mandato de Cristo pesa sobre él no
será desobediente al mismo.
XVII.
Creyentes bautizados deberán estar de acuerdo en juntarse en una
continuada profesión de su común doctrina evangélica y su
obediencia a la misma así como en la comunión, el partimiento del
pan y en las oraciones (Hechos 2:42). Un conjunto de creyentes
unidos en tal acuerdo son una iglesia, o congregación de Cristo
(Hechos 2:47).
70
XVIII.
Así como la predicación del evangelio -tanto para la conversion de
los pecadores como la edificación de quienes son convertidos-
también el uso correcto del bautismo y la cena del Señor han de
continuar hasta el fin del mundo (Mateo 28:19,20; 1 Corintios
11:26).
XIX.
Un discípulo que ha sido dotado y capacitado por el Espíritu de
Cristo para predicar el evangelio e inquietado a esa labor por el
mismo Espíritu, quien trae a su alma el mandato de la palabra de
Cristo a fin de ejecutar dicha obra, es un hombre autorizado y
enviado por Cristo a predicar el evangelio. Compare Lucas 19:12,
Marcos 16:15 y Mateo 28:19 con Hechos 8:4, Filipenses 1:14, 15
y Juan 7. Estos discípulos así dotados, que predican a Jesucristo
quien vino en carne, han de ser vistos como hombres enviados y
dados por el Señor (1 Juan 4:2; Romanos 10:15; Efesios 4:11-13).
Aquellos que son convertidos de su incredulidad y religión falsa, y
traídos a la comunión de la iglesia por tales predicadores, según la
voluntad de Cristo, son un sello aprobador de su ministerio (1
Corintios 9:2).
Tales predicadores del evangelio no sólo pueden administrar el
bautismo -de manera legítima- a dichos convertidos y guiar a la
iglesia en el uso de la Cena del Señor (Mateo 28:19; Hechos 8:5-
12; 1 Corintios 10:16) sino también -en conformidad a su oficio
como ancianos- llamar a las iglesias para aconsejarles en la
selección de otros hombres idóneos para que ocupen tales oficios.
Pueden, también, reconocer a tales oficiales escogidos por una
iglesia en el lugar u oficio -anciano o diácono- al cual han sido
escogidos mediante la imposición de manos y la oración (Hechos
6:3-6; 14:23; Tito 1:5).
XX.
Aunque el derecho de un creyente de participar de la cena del
Señor fluye directamente de su conocimiento y fe de Cristo,
también es cierto que como todas las cosas han de hacerse
decentemente y en orden (1 Corintios 14:40) y, como la Palabra
71
requiere que todo discípulo sea bautizado (Mateo 28:19; Hechos
2:38) y luego instruído a observar todas las cosas -es decir, todas
las demás cosas requeridas- que Cristo ordenó a sus discípulos
(Mateo 28:20), dado el caso de que los apóstoles primero
bautizaron a sus discípulos y luego les admitieron a la cena
(Hechos 2:41,42), a nadie admitimos, por tanto, a la mesa del
Señor quienes no sean discípulos bautizados de acuerdo a la Biblia
ni participamos de esta ordenanza con los tales, evitando así tener
parte con ellos en su desobediencia a lo ordenado.
XXI.
Aunque sabemos que en algunas cosas estamos aún a oscuras, y
que lo que conocemos es sólo en parte -por lo que esperamos en
Dios para luz adicional- creemos, también, que en nuestra vida
diaria hemos de obedecer, servir y glorificar a Dios mediante el
uso de aquella luz que él ya nos ha dado. No debemos descuidar el
buen uso de dicha luz bajo el pretexto de estar en espera de luz
adicional (1 Corintios 13:9; Hechos 18:25).
XXII.
Ya que Cristo no nos enseña a -ni nos permite- vivir sin afecto
natural o insociables (vea Romanos 1:31), el que seamos hechos
partícipes de él no nos libra del deber de atender nuestra relación
con los demás. Siervos creyentes han de cumplir los deberes
requeridos por sus amos, aun siendo éstos incrédulos (1 Timoteo
6:1). De igual manera, hijo(a)s creyentes han de cumplir sus
deberes para con sus padres (Colosenses 3:20), esposas creyentes
sus deberes hacia sus maridos (1 Pedro 3:1) y súbditos creyentes
han de sujetarse a los principados y potestades, obedeciendo a los
magistrados (Romanos 13:1; Tito 3:1; 1 Pedro 2:13,14,15). Han de
recordar que su temor a Dios no es fruto de preceptos humanos
(Isaías 29:13), que deberán obedecer a Dios antes que a los
hombres (Hechos 5:29) y que la sumisión ofrecida a los hombres
ha de ser sólo por causa del Señor (1 Pedro 2:14). Concluyo, pues,
con las palabras del apóstol en 2 de Timoteo 2:7 -un tanto
variadas, más usadas certeramente: "Considerad lo que hemos
enseñado, y el Señor les dé entendimiento en todas las cosas".
72
UN RESUMEN DE LA HISTORIA DE
LOS BAUTISTAS PARTICULARES
(Con algunas pequeñas biografías de algunos de los bautistas
más representativos del siglo XVII)
La descendencia del movimiento separatista inglés
H. Leon McBeth, un historiador bautista concluyó en su libro,
“The Baptist Heritage: Four Centuries of Baptist Witness,” lo
siguiente, “la evidencia muestra que los Bautistas se originaron
del Separatismo Inglés, ciertamente parte de la Reforma
Protestante.” (H. Leon McBeth. The Baptist Heritage: Four
Centuries of Baptist Witness. Página 62)
Su origen, su pensamiento, su teología, surgieron de ese ambiente
teológico de intensa reforma que sacudió Europa y especialmente
Inglaterra, y que moldeó el pensamiento de grupos como los
puritanos y los Separatistas.
Algunos de estos separatistas, como veremos, adoptaron el
bautismo de creyentes por inmersión; práctica que les dio el apodo
de ‘bautistas.’
En el siglo XVII emergen dos grupos distintos, sin contacto uno
del otro, que compartían muchas cosas en el aspecto doctrinal,
pero que diferían principalmente en la doctrina de la expiación de
Cristo y en la organización de la iglesia.
El primero de ellos, y que no vamos a tratar, fueron los Bautistas
Generales. Este nombre se debió a que creían en que la muerte de
Cristo, su expiación, era general. Es decir, creían que Cristo había
muerto por todos los hombres y que lo único que logró en Su
muerte fue abrir la posibilidad de salvación para los hombres.
Creían en el bautismo de Creyentes, sin embargo, no en la
inmersión. Practicaban el bautismo por rociamiento o poniendo
paños mojados sobre la cara del creyente. Este grupo surgió de su
contacto con grupos holandeses. Hombres como John Smyth y
Thomas Helwys, fueron los líderes con mayor influencia entre
ellos.
73
Su teología fue menos influenciada por Juan Calvino y mucho más
por Jacobo Arminio, un teólogo holandés que rechazó las
doctrinas calvinistas de la Reforma Protestante. La iglesia más
antigua entre este grupo se formó en 1609.
El segundo grupo fue el de los Bautistas Particulares. Su nombre
se debía a que creían en la expiación particular. Es decir, creían
que Cristo había muerto, como dice la Escritura, por los pecados
de Su pueblo, los elegidos, y por lo tanto, Su muerte había sido
eficaz para salvar a todos aquellos por los que se sacrificó. (Este
es el argumento de Mateo 1:21 y especialmente de Hebreos 7-9.)
Su teología era ampliamente calvinista y se convirtieron en el
mayor de los dos grupos. Su primera iglesia fue formada en 1633,
y a diferencia de los generales, se originaron del movimiento
separatista inglés y adoptaron, como veremos, el credobautismo
por inmersión.
Origen
Los Bautistas se originaron “del torbellino de la Reforma del siglo
dieciséis.”( David W. Bebbington. Baptists Through the
Centuries. Página 7.) Los postulados de sola Scriptura, sola gratia,
sola fide, Solus Christus y Soli Deo gloria, que surgieron de los
años de reflexión teológica de reformadores como Lutero,
Calvino, Zwinglio, influenciaron ampliamente a los grupos que
dieron origen a los Bautistas.
Durante el siglo XVI Inglaterra era un lugar de grandes cambios
en los ámbitos sociales, económicos, políticos, y religiosos.
La mano invisible de Dios se movía poderosamente con el fin de
llevar la Reforma a Inglaterra. Así fue como la religión en ese país
vio un cambio radical llegado el reinado de Enrique VIII (1509-
1547).
El rey rechazó la Iglesia Católico Romana. En 1520, Enrique VIII
necesitaba un heredero que le sucediera en el trono. Sin embargo,
él estaba convencido que su esposa Catalina de Aragón, una
católica, le había dado solamente una hija debido a que él había
infringido la enseñanza de la iglesia Católica con respecto al
74
matrimonio al casarse con una mujer que había sido la esposa de
su hermano mayor.
Enrique VIII buscó que el papa anulara su matrimonio con el fin
de tener el permiso para casarse con otra mujer que le pudiera dar
un heredero. Como el papa no le concedió su petición, el rey
decidió romper con la Iglesia Católica, se divorció de Catalina y se
casó con Ana Boleyn, una protestante.
En 1534 declaró la independencia total de la iglesia en Inglaterra
de Roma y la puso, por razones estratégicas, bajo su autoridad.
El primer ministro que nombró fue Thomas Cromwell, quien
impulsó fuertemente la reforma de la iglesia. Disolvió los
monasterios y se empleó en traducir la Biblia al inglés para
ponerla a disposición de todas las parroquias en el país.
Eduardo VI, hijo de Enrique y Ana, le sucedió por un período
corto de tiempo en el poder. Durante su reinado se aceleró el
proceso de reforma habiendo aceptado a líderes de la teología
protestante.
Se empezaron a disolver los lugares donde se realizaban misas
para las almas de las personas en el purgatorio. Además, Cranmer
creó dos libros de Oración Común teológicamente protestantes.
Al morir Eduardo VI en 1553 le sucedió la hija de Catalina de
Aragón, María I, quien era al igual que su madre una católica. Ella
impulsó el retorno de Inglaterra al Catolicismo Romano y
destituyó a los ministros puestos por su hermanastro. Otros
muchos fueron perseguidos y muertos bajo la pena de herejía. Esto
le otorgó a María el título de “María la sangrienta.”
Muchos huyeron a lugares del continente como Holanda, Ginebra,
preparándose esperando la muerte de la reina en 1558.
Luego de su muerte ascendió al poder Isabel I, hermanastra de
María I e hija de Ana Boleyn, quien era una firme protestante.
Bajo su reinado se postularon los 39 Artículos de 1563 que
constituían la ortodoxia de la nueva monarquía y que eran
enfáticamente reformados.
75
Se excluyó a los católicos de su oficio religioso y muchos fueron
perseguidos una vez que el papa excomulgó a la reina en 1570.
Sin embargo, ella buscó una vía media entre el Catolicismo
Romano y el Protestantismo. Lo que deseaba era controlar una
iglesia protestante con aspectos de la Iglesia Católica.
Fue en este contexto que surgió el Puritanismo. Ese término se
escuchó por primera vez en 1565 para describir a todos aquellos
que consideraban el proceso de Reforma en Inglaterra incompleto.
Muchos consideraron este sistema intermedio insatisfactorio. Lo
que deseaban era purificar a la iglesia del resto de las
supersticiones Católicas.
Estos puritanos eran calvinistas, sin embargo, su interpretación y
lealtad a las Escrituras les demandaba más cambios a nivel
eclesiástico, algo que la corona no estaba dispuesto a hacer.
Muchos empezaron a pensar en formar iglesias fuera de la iglesia
de Inglaterra, por lo cual fueron perseguidos y muchos ejecutados.
Otros, como Francis Johnson fueron encarcelados y exiliados.
En 1603 muere Isabel I y la sucede Jaime VI de Escocia, quien se
convirtió en Jaime I de Inglaterra, y quien había sido criado en el
Presbiterianismo. Para los puritanos esto parecía una ventaja para
avanzar la Reforma de la iglesia en su país.
En 1604, miles de puritanos, como Henry Jacob, se reunieron y le
escribieron ciertas peticiones de cambio al rey, la llamada
“Petición Milenaria.” Sin embargo, el rey no iba a hacer nada que
pusiera en riesgo el episcopado que existía. Su lema era, “No
obispo, no rey.” Lo que quería decir es que sin la corona no
controlaba a los obispos, entonces, el poder del rey sobre el pueblo
se perdería.
Él sabía que sus decretos podían llegar más fácil al pueblo por
medio de los obispos de la iglesia de Inglaterra. En esos tiempos
era obligatorio que todos los habitantes del país asistieran a la
iglesia cada domingo. Por lo tanto, esto le proveía al rey de
oportunidades para controlar a sus súbditos.
76
Los obispos apuntados por él, por ejemplo, podían avisarle si
alguien no cumplía con sus decretos. Su control sobre el país
dependía de su control sobre la iglesia.
Los puritanos estaban muy decepcionados y por ende se dio un
sentimiento generalizado de separatismo, pues según ellos la
adoración pura a Dios se daría sólo por medio de congregaciones
independientes de la Iglesia de Inglaterra.
Sin embargo, los puritanos que no se había separado totalmente de
la iglesia continuaban predicando y enseñando las doctrinas de la
Reforma Protestante.
En 1629 el hijo de Jaime I, Carlos I, nombró a William Laud
como Arzobispo de Londres. Laud era un enemigo del calvinismo
y le prohibió a sus obispos enseñar los 39 Artículos de la Iglesia.
Los puritanos que estaban haciendo esto tuvieron que huir a
Holanda o Nueva Inglaterra (Estados Unidos), pues eran
perseguidos, encarcelados o expulsados del ministerio.
Laud también había instaurado un sacramentalismo eclesiástico
sumamente rígido. Las mesas donde se daba la comunión se
volvieron a usar según el patrón Católico Romano, se enseñó a
que todos debían arrodillarse delante del altar, y que el bautismo le
impartía al infante la gracia divina para salvación.
Esto aumentó el descontento entre los puritanos y movilizó
muchos al separatismo.
Los Bautistas fueron el producto de estos tiempos. Ellos fueron,
como dice Bebbington,
“herederos de la Reforma, del Puritanismo, y Separatismo. Ellos
adoptaron los mismos principios de lealtad minuciosa a la
Palabra de Dios, el deseo apasionado de adorar a Dios
correctamente, y el deseo de reestructurar la iglesia de acuerdo a
los preceptos de Dios. Sus prioridades bíblicas, litúrgicas, y
eclesiásticas los llevó de la lealtad a los Puritanos al separatismo
y, eventualmente, un paso más allá de repudio del bautismo de
infantes. Los Bautistas fueron los que tomaron los principios de la
Reforma a su última conclusión.”( Ibid. Página 23-24.)
77
El Separatismo contribuyó mucho, pues tomaban la Biblia muy en
serio y determinaron vivir sus vidas por sus enseñanzas. Insistían
en una iglesia compuesta exclusivamente de aquellos que habían
sido redimidos; rechazaban el obispado, favoreciendo un gobierno
participatorio, y una liturgia simple en la adoración a Dios.
Bautistas particulares
En 1610, Henry Jacob, uno de estos puritanos que le solicitó a
Jaime I los cambios puritanos, tiene que huir a Holanda después
de haber sido encarcelado por publicar un tratado favoreciendo la
reforma de las iglesias en Inglaterra. (H. Leon McBeth. Ibid.
Página 41.)
Cuando vuelve en 1616 siendo un semi-separatista es decir que
consideraba necesario separarse de la Iglesia de Inglaterra, pero
que no la consideraba una iglesia falsa, establece una iglesia
separatista en Londres, de la cual él era el pastor.
Esta iglesia lleva el nombre de sus tres primeros pastores, Henry
Jacob, John Lathrop y Henry Jessey; la Iglesia Jacob-Lathrop-
Jessey (JLJ), y se reúne ilegalmente luchando contra las
imposiciones anti-calvinistas y sacramentalistas de Laud y la
Iglesia Anglicana.
En 1622 Jacob se muda a Nueva Inglaterra y muere allí. Luego,
bajo el pastorado de Lathrop la iglesia continúa discutiendo las
doctrinas de la gracia, pero sobre todo la doctrina del bautismo,
secundario a la persecución doctrinal que están experimentando.
La gente en estas iglesias separatistas están abriendo sus Biblias
para responder a las acusaciones que les hacía la iglesia de
Inglaterra.
Primero, en 1630 un miembro de la iglesia llevó a un infante para
ser bautizado y fue cuando algunos bajo el liderazgo de John
Duppa que habían estado estudiando las Escrituras objetaron la
legitimidad del bautismo de infantes. Sin embargo, los argumentos
de Duppa no fueron aceptados por la iglesia y experimentaron la
primera división de 12 de sus miembros.
En 1633 Samuel Eaton llegaron a la conclusión que el bautismo de
infantes no era válido porque había sido administrado por una
78
iglesia falsa. Por lo tanto, según ellos, requerían de un nuevo
bautismo, el cual aún no era el bautismo de creyentes, sino un
simple ‘segundo bautismo.’
Sin embargo, históricamente se puede ver la lucha que esta iglesia
está teniendo con las Escrituras y su enseñanza del bautismo. La
pregunta que querían contestar era: ¿Quién debe administrar el
bautismo?
Como consideraban a la iglesia Anglicana una iglesia falsa,
entonces su bautismo de niños debía ser rechazado.
En 1638, bajo el pastorado de Henry Jessey, la iglesia continúa
luchando con esta doctrina y ahora la pregunta que deseaban
contestar era: ¿Quiénes deben ser los receptores del bautismo? Y
estudiando las Escrituras llegaron a la conclusión que la
imposición doctrinal de Laud era incorrecta. La Biblia que estaban
estudiando no enseñaba que el bautismo impartiera una gracia
especial para la salvación del niño, pero tampoco enseñaba que los
niños debían ser bautizados.
Como buenos calvinistas, la controversia los forzó a ir a las
Escrituras y en ellas encontraron la respuesta a sus preguntas: el
bautismo es exclusivamente para los creyentes. Sin embargo, a
pesar de que esta iglesia estaba bautizando sólo creyentes a partir
de ese momento, aún no era por inmersión.
La iglesia JLJ continúa estudiando las Escrituras y llegan al
convencimiento que el bautismo bíblico es el bautismo de
creyentes por inmersión, y envía a uno de sus miembros, Richard
Blunt, a Holanda para contactar a una iglesia que estaba
practicando el bautismo por inmersión.
Blunt es bautizado allá y cuando regresa a Londres en Enero de
1642 bautiza por inmersión a los 53 miembros de la iglesia JLJ,
convirtiéndose así en la primera iglesia bautista particular del siglo
XVII. El famoso manuscrito Kiffin ofrece una minuta de los
sucesos de la iglesia JLJ:
“1640. 3er Mes. La Iglesia se convierte en dos por mutuo
consentimiento, la mitad con el Sr. Barebone, & la otra mitad
con el Sr. Jessey el Sr Richard Blunt con él convencido del
79
Bautismo y que debe ser sumergiendo en cuerpo dentro del
agua, asemejando la muerte y la resurrección. 2 Col: 2.12.
Rom: 6.4. Tuvieron conferencia sobre esto en la Iglesia, y
luego con algunos de los nombrados que también estaban
convencidos: Y luego de orar por la conferencia sobre esto,
no habiendo sido practicado por nadie en Inglaterra a
creyentes profesantes, y escuchando que algunos en Holanda
los habían practicado acordaron enviar al Sr Blunt (quien
comprendía el idioma holandés) con cartas de
recomendación, quien fue amablemente aceptado allí, y
regresó con cartas de ellos. El Sr Blunt bautizó al Sr
Blacklock quien era un maestro entre ellos y él y el Sr Blunt
bautizaron al resto de sus amigos que eran del mismo
parecer y muchos siendo añadidos aumentaron en gran
manera. Los nombres de todos Enero 11: Richard Blunt,
Samuel Blacklock, Thomas Shephard y su esposa, Gregory
Fishburn, Dorothy Fishburn, Mary Millisson, John Cadwell,
Elizabeth Cadwell, Samuel Eames, Thomas Munden, Thomas
Kilcop, William Willieby, Robert Locker, Jary Locker, John
Braunson, John Bull, Richard Ellis, Mary Langride, William
Creak, Mary Haman, Robert Carr, Sarah Williams, Martin
Mainprise, Joane & Ann Dunckle, Henry Woolmare,
Elizabeth Woolmore, Robert King, Sarah Norman, Thomas
Waters, Isabel Woolmore, Henry Creak, Judeth Manning,
Mark Lukar, Mable Lukar, Henry Darker, Abigail Bowden,
Elizabeth Jessop, Mary Creak, Susanah King, John Cattope,
George Denham, Nicholas Martin, Thomas Daomunt, Ailie
Stanford, Richard Colgrave, Nath Matthon, Elizabeth
Hutchinson, Mary Burch, John Croson Sybilla Lees, John
Woolmore. Por lo tanto 53 en
total.”(http://baptiststudiesonline.com/wp-
content/uploads/2007/08/kiffin.PDF)
Pronto la iglesia de John Spilsbury adopta el bautismo por
inmersión. En ese mismo año William Kiffin, otro pastor puritano
separatista se convenció del bautismo de creyentes por inmersión.
Para 1644 existían siete iglesias bautistas particulares en Londres;
para 1675 habían 121 iglesias y para 1713, 221 iglesias bautistas
80
particulares, demostrando el crecimiento tan impresionante en
Inglaterra y Gales.
Entonces, los Bautistas surgen históricamente del movimiento
puritano separatista independiente de Inglaterra del siglo XVII.
Fue por lo tanto un movimiento, puritano, calvinista, reformado.
Nuestros antepasados
J. H. Shakespeare afirmó a principios del siglo XX que, “el gran
descubrimiento de esta era, no era un Nuevo Mundo, sino un
libro.”( Citado por Leon McBeth. Página 62) En Europa, y
especialmente en Inglaterra se estaba traduciendo la Biblia.
Wycliffe la tradujo al inglés en 1382; Tyndale tradujo el Nuevo
Testamento en 1525; Coverdale distribuyó su propia traducción en
1535; y en 1611 salió publicada la versión de la Biblia del Rey
Jaime.
Inglaterra estaba siendo inundada con la Palabra de Dios y los
hombres estaban buscando en ella sus respuestas. Y los bautistas,
a pesar de tener a su disposición patrones de entendimiento
bíblico, ellos no basaron su entendimiento conscientemente en
ellos; sino que buscaron obtener sus doctrinas y sus prácticas
directamente de la Escritura.
Es por eso que el mismo Shakespeare dijo, “Uno podría acabar
con todos los grupos religiosos del siglo diecisiete, dejen una
Biblia abierta, y tendremos bautistas mañana.” (Ibid. Página 63)
Ahora, ¿cuáles son algunos de estos bautistas particulares que
surgieron en el siglo XVII y que constituyen nuestras raíces
espirituales; que moldearon la teología que nosotros como iglesia
enseñamos y afirmamos?
81
INICIADORES DEL MOVIMIENTO BAUTISTA
PARTICULAR
John Spilsbury (1593 - C. 1668)
Era un zapatero inglés y ministro particular del Bautista que fue
nombrado Pastor en una iglesia bautista calvinista en Londres en
1638.
Spilsbury era un miembro de una iglesia separatista de Londres,
que dejó en 1633. Fue alrededor de cinco años más tarde que
William Kiffin se unió a Spilsbury en su nueva congregación. En
1638, el Sr. Tho Wilson, el Sr. Pen y el H. Pen, y otros que
convencidos de que el bautismo no era para los infantes, sino para
los creyentes profesos se unieron con el Sr. John Spilsbury junto
con sus Iglesias.
De la doctrina pastoral de Spilsbury, dos temas, ampliamente
desarrollados, recibieron un tratamiento vigoroso: la constitución
de una congregación cristiana y la "invencible eficacia" de la obra
de Cristo para Su pueblo.
En 1643, Spilsbury publicó un tratado sobre el tema legal del
bautismo, que reeditó en una segunda edición en 1652, "Corregido
y ampliado por el autor".
En 1646 publicó “la Ordenanza de Dios, El Privilegio de los
Santos”, con una discusión de lo que él percibió como los dos
sacramentos basados en las Escrituras de la iglesia cristiana”.
Benjamin Coxe transcribió y amplió la segunda parte de este
trabajo.
La presentación de Spilsbury del bautismo del creyente por
inmersión por necesidad comprometió la teología del pacto. Él
aprobó la teología del pacto y construyó su doctrina de la iglesia
sobre la "certeza infalible" del eterno pacto de gracia; Argumentó,
sin embargo, que la espiritualidad de la Nueva Alianza en Cristo
eliminó la posibilidad de la participación de un niño en ella.
La cuestión de la salvación de los niños que mueren en la infancia,
él trató como un área de misterio. Argumentó que la respuesta de
uno a esa pregunta no afecta las calificaciones reveladas para
82
aquellos que legítimamente pueden recibir las ordenanzas de la
Nueva Alianza. Aunque la perpetuidad visible del Antiguo Pacto
incluía la circuncisión de los hijos varones, la exclusión de los
niños del signo del nuevo no significa que el nuevo sea menos
alentador en sus privilegios que el antiguo.
Creía firmemente que el bautismo de los creyentes, no el bautismo
de los infantes, corresponde a la naturaleza del nuevo pacto, está
solo como ordenado por la autoridad del Señor, y solo es
practicado por los apóstoles.
Algo controvertido, Spilsbury afirmó que cualquier otro bautismo
no es el bautismo en absoluto sino una piedra angular defectuosa
que "derribaría la iglesia". Dijo que los protestantes, por lo tanto,
que retenían el bautismo infantil se mantenían "en compañía del
Anticristo". Y que debian regresar a Roma o seguir adelante con
lo que él vio como "la verdadera constitución de la iglesia".
La primera obra de Spilsbury, “El tema legal del bautismo”,
también trató extensamente con la tarea particular de discipular y
evangelizar, de modo que los pecadores fueran hechos aptos para
constituir una iglesia.
En el análisis final, Spilsbury vio cuatro elementos que juntos
formaban una "iglesia del Nuevo Testamento".
En primer lugar, argumentó, debe venir la Palabra de Dios "que
soluciona y preparara el asunto para la forma". La predicación de
la Palabra asalta el orgullo del hombre, suaviza su espíritu "duro,
áspero y turbulento", alinea su "naturaleza tortuosa y semejante a
la Serpiente" y le lleva humildemente a abrazar la "baja y mala
condición de Cristo en Su cruz. "
Segundo, Spilsbury dijo que esta misma Palabra convence al
pecador de su verdad y que su levadura (la palabra) "sazona y
endulza al hombre entero". La Palabra opera como un "fuego que
brota y que descubre" con tanta claridad en "tal como la tenga",
que delinea verdades específicas de esa Palabra. Naturalmente se
desarrolla una confesión de fe que consiste en doctrinas
particulares. Otros así preparados "llegan a la misma mente y el
mismo juicio".
83
Spilsbury dijo que esto lleva a la tercera "causa constituyente" de
una iglesia. Los creyentes así ajustados por la Palabra ahora
pactan ser un cuerpo de creyentes unidos por "consentimiento
libre y mutuo y acuerdo sobre la práctica de esa verdad así por
Dios revelada, y por fe recibida". Este pacto voluntario precede a
las ordenanzas.
Él dijo que la cuarta causa que sigue es, la obra del Espíritu que
teje y une sus corazones juntos en la verdad. Un testimonio
corporativo de las verdades proposicionales proporciona la única
evidencia clara de que tal trabajo del Espíritu ha ocurrido de
verdad.
El escribio:
“Su sujeción práctica a Cristo en la dicha verdad, por ellos
recibida y acordada como se ha dicho, y este es el pacto que
forma la Iglesia, que siempre va en orden antes de la
administración externa de cualquier otra ordenanza que el
acuerdo de asuntos juntos para la práctica ordenada; Porque
las personas deben ser informadas de la verdad
juiciosamente, y estar obligadas por la misma en la
conciencia, y de acuerdo en la práctica, antes de que la misma
pueda ordenar su ejecución.”
Spilsbury creyó que una vez que se llegó a un acuerdo en la
conversión, la verdad y la "materia", convertida y convencida de
las personas así constituidas, ha convenido con conciencias
plenamente informadas a ser el pueblo de Dios, el pacto es sellado
con el bautismo. "Así estando en el Pacto con Dios por la fe en
Jesucristo, en el cual consiste su estado, y así el acuerdo hecho, y
el pacto pasó entre ellos, ahora el sello está fijado." Tal es la
ordenanza exterior del Bautismo, Mismo ", escribió.
Los Primeros Bautistas Particulares, así como los Bautistas
Generales, establecieron sus iglesias de acuerdo a una confesión
de fe.
Spilsbury consideraba necesario también las confesiones de fe
pública de parte de los creyentes, no sólo es conveniente para el
bienestar de la iglesia, sino para el ser parte de una iglesia.
84
Spilsbury declaró en términos inequívocos que la fe salvadora
debe manifestarse en la aprobación y afirmación de un cuerpo de
verdades proposicionales. Ninguna iglesia, y por lo tanto ningún
bautismo, podría existir aparte de la sumisión al evangelicalismo
ortodoxo encarnado en una confesión de fe.
Spilsbury dijo que la sumisión a tal constituía el acuerdo de pacto
que era necesario antes del bautismo en su doctrina de la iglesia.
Argumentó además que esta unión debe existir primero antes de
que la comunión en cualquier otro privilegio pueda ser disfrutada
para la "comodidad y bienestar" del cuerpo.
Él resume el contenido de una verdadera "Confesión de Cristo" en
la primera parte de “La Ordenanza de Dios, el Privilegio de los
Santos”. La confesión de fe en Cristo, incluyendo todas las
verdades bíblicas sobre él, debe culminar en el bautismo.
El escribió:
“La confesión que Cristo requiere de hombres tan creyentes,
es confesarle en su Nombre y Títulos que con los que su
Padre lo honró, y lo puso por, a saber, Un Salvador suficiente
y único, y el mediador del Nuevo Testamento(Pacto); Como
Rey, Sacerdote y Profeta. Un Sacerdote para redimir y
comprar a su pueblo; Un Profeta para enseñar e instruir a esa
gente; Y un Rey para proteger y defender al dicho pueblo en
su obediencia a la verdad, revelada por él como un Profeta, y
por él como un Rey mandado a ser obedecido; Y como esto
debe ser conocido y creído de los que esperan la vida por él:
así también debe ser confesado, por una profesa sujeción a él
en el mismo. La Regla de la cual profesa la sujeción y la
confesión, es el orden instituido y la administración del
Testamento de Cristo; Porque no hay otra confesión que
apruebe sino aquello que lo sostiene a ser Jesucristo, el Hijo
de Dios, venido en carne, muerto y resucitado, ascendió y
exaltado a la diestra de Dios, al trono de su Padre David; Y
así ser Señor de Señor, y Rey de Reyes. Y la sumisión al
orden instituido y la administración del Testamento de Cristo,
es una confesión ordenada de este creer en él, en una sujeción
profesada a él. Esta confesión Cristo requiere así de los que
85
creen en él, y no hay creencia para la salvación en el nuevo
Testamento, una vez confirmado por su muerte, donde esto se
rechaza ... Si no hay bautismo en Cristo, entonces no hay
confesión de Cristo, según su nombramiento, entonces
ninguna fe a la salvación por Cristo, expresamente poseída.
Una verdadera confesión ortodoxa, surgida de la verdadera
fe, ciertamente culminaría en el verdadero bautismo. La
negativa a someterse a esta ordenanza significaba la ausencia
de verdadera profesión y fe verdadera, "expresamente
poseída".
De aquí podría entenderse que, Spilsbury podría excluir de la
salvación a cualquiera que no desee ser bautizado. Sin embargo, el
significado de "expresamente poseído" es que, aparte de la
sumisión voluntaria a la ordenanza establecida, la confesión
pública en la cual uno dice: "Tengo fe en Cristo solo como Señor
y Salvador" es también necesaria.
Los argumentos de Spilsbury sobre lo necesario de la confesión de
fe pública y el bautismo de los creyentes no encontraron
detractores dentro de las filas bautistas; Sigue influyendo tanto en
la creencia y práctica bautista de hoy. Sus argumentos del
bautismo de los creyentes como una manifiesta necesidad para la
propiedad pública (pertenecía a la iglesia local) de Cristo se
convirtió en doctrina común.
Esto no significa que cualquiera que no esté bautizado no fuera
salvo, sino que el bautismo es un deseo innato de todo verdadero
creyente, como explica mejor el artículo XVI del apéndice de la
edición de 1646 de la confesión de Londres escrita por el amigo y
co-trabajador del Sr. Spilsbury, Benjamin Cox:
“XVI. Aunque un verdadero creyente, bautizado o no, goce
de genuina salvación y será, sin duda alguna, salvo, todo
creyente, deberá desear ser bautizado, en obediencia al
mandato de Cristo, sometiéndose al bautismo según la regla
de Cristo en su Palabra. Donde este acto de fe es obedecido,
allí Cristo hace de su ordenanza un medio de incomparable
beneficio al alma que cree (Hechos 2:38, 22:16; Romanos
6:3,4; 1 Pedro 3:21).”
86
El verdadero creyente entendiendo que este mandato de Cristo
pesa sobre él no será desobediente al mismo.
William Kiffin (c. 1616-1702)
Es quizás el Bautista Particular más importante del siglo XVII. La
Enciclopedia Bautista lo describe así, “por la mitad de un siglo,
fue el padre de los Bautistas Ingleses.”(The Baptist Encyclopedia.
Página 654) Además, fue el único Bautista Particular que firmó,
tanto la Primera Confesión Bautista de 1644, como la de 1689.
Kiffin nació en Londres en 1616. A los nueve años de edad perdió
a su padre y madre debido a la plaga de 1625. A sus 13 años
aprendió el oficio de guantero.
Su conversión se dio muy joven, a la edad de 16 años. Se cuenta
que él andaba por toda la ciudad de Londres buscando iglesias
puritanas que estuvieran abiertas para escuchar sermones. Y fue
escuchando las predicaciones de dos pastores puritanos, John
Davenport y John Goodman que Dios lo convirtió.
En su autobiografía Kiffin escribió lo siguiente acerca de su
conversión,
“Al final del año 1632, le plació a Dios traer al Sr. Goodman a
Londres. Yo seguía su ministerio y lo encontraba muy provechoso.
Por un tiempo había visto mi falta de Cristo, y creía que era
únicamente por Él que debía esperar el perdón; y también había
visto que el valor y las excelencias se encontraban en Él por
encima de todos los otros objetos; así que ahora sentía mi alma
descansar y confiar en Él.”(John M. Cramp. Baptist History.
Página 426)
Ahora, la evidencia de su conversión no se hizo esperar. Desde el
inicio de su vida cristiana mostró su amor por las Escrituras y sus
deseos por crecer en el conocimiento de ellas. Él mismo escribió:
“Cercano a este tiempo conocí algunos jóvenes que
diligentemente atendían los medios, a quienes le había placido a
Dios darse a conocer y Su gracia. Estos, siendo aprendices así
como yo, no teníamos oportunidades para conversar excepto en el
Día del Señor. Siendo nuestra constante práctica asistir al sermón
87
de la mañana, que iniciaba a las seis en punto, tanto en Cornhill
como en la Iglesia de Cristo, designábamos reunirnos una hora
antes, para orar y comunicar las experiencias que habíamos
recibido del Señor; o sino repetir algún sermón que habíamos
escuchado previamente. Después de un poco de tiempo también
leíamos alguna porción de la Escritura, y hablábamos de ella
según Dios se placía en capacitarnos. Estos ejercicios los
encontré de gran ventaja, y por grados llegué a una pequeña
medida de conocimiento, encontrando el estudio de las Escrituras
de mucho gozo y deleite, el cual atendía según Dios se placía en
darme oportunidades.” (Ibid.)
Dándose cuenta, en esos primeros años, que habían algunos
ministros que se habían separado de la Iglesia de Inglaterra, buscó
estudiar y examinar todos los puntos de disputa entre ellos. Y de
nuevo, en su autobiografía, escribió lo siguiente,
“Me suministré de todos los libros y manuscritos que pude.
Después de examinar minuciosamente lo que había encontrado,
comparándolo con lo que leía en las Escrituras, que Dios siempre
era muy celoso de Su adoración, y había dejado muchos ejemplos
de Su severidad en aquellos que le habían añadido algo...Más
provocado estaba para pedirle a Dios su dirección; y escudriñé
más cercanamente las Escrituras...Un tiempo después me uní a
una congregación Independiente.”( Citado por B. R. White. How
did William Kiffin Join the Baptists? Baptist Quarterly 23, January
1970, 201-207.)
Fue en 1638 cuando se unió a una iglesia independiente liderada
por Samuel Eaton, y que había sido parte de la iglesia JLJ, pero, a
diferencia de ésta que era semi-separatista, la de Eaton estaba
firmemente opuesto a la Iglesia Anglicana.Algunos de sus
miembros habían sido bautizados como creyentes, sin embargo, no
por inmersión.
Eaton muere en 1639 y la iglesia llama a Kiffin para que sea su
pastor, oficio que ocupó hasta el día de su muerte en 1701. En esta
iglesia conoció a su esposa con la cual estuvo casado por 44 años.
88
Además, Kiffin fue un extraordinario comerciante mercantil, lo
cual lo hizo un hombre muy influyente en Inglaterra y Europa, y
aparentemente en muy poco tiempo era uno de los hombres más
ricos de Londres (The Baptist Encyclopedia. Página 654). Su
nombre está conectado con todos los procedimientos públicos de
los Bautistas Particulares en casi la mitad del siglo XVII (J. M.
Cramp. Baptist History. Página 436).
Esto lo hizo un hombre muy perseguido. No sólo querían
encarcelarlo por su doctrina, sino que también buscaban su dinero.
El mismo rey Carlos II, quien en algún momento necesitaba
dinero y quien era recordado por olvidar sus deudas, le envió una
carta a Kiffin solicitándole un préstamo de 40 mil libras.
Un buen salario para un pastor a finales del siglo XVII era
aproximadamente de 75 libras al año. Muy pocas iglesia podían
pagarles esa suma a sus pastores. La gran mayoría de pastores
ganaban entre 30 y 40 libras al año.
Ahora, cuando Kiffin recibió la carta, conociendo a Carlos, le
respondió que en ese momento no contaba con esa suma de
dinero, pero que si su Majestad aceptaba las 10 mil libras que le
enviaba, entonces él estaría muy agradecido. El rey obviamente
aceptó el dinero y Kiffin pensó que se había ahorrado 30 mil
libras.
Pero, Kiffin usaba su dinero para el reino de Dios. Frecuentemente
estaba ayudando con su influencia a otros hermanos que estaban
siendo perseguidos y encarcelados, intercediendo ante el rey por
ellos. Además, usaba su dinero para ayudar a los pobres o para
ayudar a ministros jóvenes que deseaban estudiar para el
ministerio.
En esos tiempos se estaba debatiendo la necesidad del bautismo
por inmersión para la membresía de la iglesia. Unos, como Kiffin,
argumentaban que el bautismo era un requisito para solicitar la
membresía a una iglesia. Otros, como Henry Jessey que
rechazaban el paidobautismo y que creían que era bueno requerir
el credobautismo para la membresía, permitían a personas no
bautizadas bíblicamente ser miembros de sus iglesias. Y un tercer
89
grupo argumentaba que el bautismo era una cuestión personal y
por lo tanto irrelevante para la membresía de la iglesia.
En este tercer grupo se encontraba John Bunyan a quien se le
opusieron Kiffin y Benjamín Coxe, el padre de uno de los grandes
bautistas particulares, Nehemías Coxe.
Muchos consideran a Bunyan un bautista, sin embargo, su visión
del bautismo no era la de un bautista de sus tiempos. Bunyan era
un congregacionalista.
Y Kiffin escribió su único tratado contra Bunyan llamado,
“Un sobrio Discurso del derecho a la comunión con la iglesia
donde se prueba por la Escritura, el ejemplo de tiempos
primitivos y la práctica de todos los que han poseído la religión
Cristiana, que ninguna persona no bautizada pueda ser admitida
regularmente a la Cena del Señor.”
William Kiffin creía y enseñaba que el bautismo era necesario
para la membresía de un creyente en una iglesia.
Kiffin tampoco fue un extraño para el sufrimiento.
Constantemente fue perseguido, como ya vimos, y gran parte de
su dolor se dio por la muerte de sus hijos. Escuchen lo que
escribió después de la muerte de su primogénito:
“Le plació al Señor llevarse del mundo para Sí a mi primogénito,
lo cual no fue una pequeña aflicción para mí y mi esposa. Su
obediencia a sus padres y su progresión en los caminos de Dios
eran tan evidente que lo hacía tan afable a los ojos de aquellos
que lo conocieron. El dolor que sentí por su pérdida me presionó
grandemente, con más que un dolor ordinario; pero en medio de
mi gran aflicción, le plació al Señor sostenerme por aquella
bendita palabra traída poderosamente a mi mente (Mateo 20:15),
“No me es lícito hacer lo que quiero con lo mío? O tienes tu
envidia, porque yo soy bueno?” Estas palabras silenciaron mi
corazón, tanto que sentí una perfecta sumisión a Su soberana
voluntad, estando bien satisfecho que fue para gran ventaja de mi
querido hijo, y una voz para mí para ser más humilde, y
cuidadoso de mis caminos.” (J. M. Cramp. Baptist History. Página
430)
90
El 2 de Octubre de 1682 murió su amada esposa, de quien escribió
lo siguiente:
“Le plació al Señor llevarse Consigo a mi querida y fiel esposa,
con quien viví casi cuarenta y cuatro años, cuya ternura hacia mí
y fidelidad a Dios eran tales que no pueden ser expresadas por
mí, pues constantemente simpatizaba conmigo en todas mis
aflicciones. Verdaderamente puedo decir, nunca la escuché
pronunciar el menor descontento bajo todas las variadas
providencias que le atendieron a ella o a mí; ella miraba la mano
de Dios en todas sus penas, así para alentarme en los caminos de
Dios: su muerte fue la mayor pena para mí que jamás haya
conocido en el mundo.” (Ibid. Página 431)
Kiffin murió el 29 de Diciembre de 1701. De nuevo, Cramp
escribe de él lo siguiente: “Él fue un eminentemente buen hombre.
No podemos sino admirar la quieta compostura y sumisión filial
de alma con la que registró aún los más dolorosos eventos de su
vida. “Le plació al Señor” tal fue la expresión habitual de sus
ideas y sentimientos.”(Ibid. Página 436)
Hanserd Knollys (c. 1599-1691)
Nació en Chalkwell en 1599. En 1627 ingresó a la Universidad de
Cambridge en donde hizo una maestría en gramática. Durante sus
estudios en la universidad fue convertido por Dios habiendo
conocido y escuchado a diversos predicadores puritanos.
Él mismo escribió:
“oraba diariamente, escuchaba a todos los ministros piadosos
que podía, leía, escudriñaba las santas Escrituras, leía buenos
libros, me rodeaba de graciosos cristianos entonces llamados
puritanos.”( Citado por Michael Haykin. Hanserd Knowllys in the
Gifts of the Spirit. WTS Journal 54:1, 1992. Página 101)
En 1629 fue ordenado Obispo de Petersborough dentro de la
Iglesia de Inglaterra. Predicaba 3 o 4 veces cada domingo, sin
embargo, poco a poco llegó al convencimiento que su posición en
la Iglesia de Inglaterra no estaba de acuerdo con el Nuevo
Testamento, especialmente porque creía que hacer la señal de la
cruz durante los bautismos o aceptar personas perversas a la Cena
91
del Señor era inaceptable; y por ende terminó renunciando a su
posición.
Debido a la persecución que estaban enfrentando los disidentes
(inconformistas) decidió embarcarse a Nueva Inglaterra en 1638.
Sin embargo, por diversas razones regresó a Londres en 1641 y se
ganó la vida enseñando en la escuela. Para la mitad de los 1640’s
estaba convencido del credobautismo y estaba totalmente
identificado con los Bautistas Calvinistas de Londres.
Parte de su tiempo lo usaba predicando el evangelio y pronto abrió
un lugar para congregarse en Santa Helena en donde se reunían
hasta mil personas a escucharle predicar. En 1645 fue ordenado
pastor de esa iglesia, oficio que ocupó hasta su muerte en 1691.
Junto con William Kiffin llamaron a la primera asamblea nacional
de Bautistas Particulares, la cual se llevó a cabo en Setiembre de
1689, en donde afirmaron lo que conocemos como la Segunda
Confesión Bautista. El fin era presentar un frente unido junto con
los presbiterianos y congregacionalistas para enfrentar las
persecuciones del gobierno.
Su nombre es el primero en la lista de firmantes, lo cual confirma
la posición que Knollys mantenía entre los Bautistas Particulares
de Londres.
Debido a la pobreza de la iglesia nunca pudieron mantener a su
pastor por lo cual trabajó como maestro hasta el final de su vida,
siendo encarcelado y perseguido en múltiples ocasiones por su fe.
De esto escribió:
“He ganado grandes experiencias de la fidelidad, la bondad y la
verdad de Dios, en Sus grandes y preciosas promesas; y he
ganado alguna experiencia del engaño de mi propio corazón y del
poder de mis propias corrupciones, y del poder reinante de Cristo,
cautivando y subyugando mis pecados, conquistando al diablo, al
mundo, y al pecado, y luego dándome la victoria, y dándome el
triunfo, para bendecir Su nombre.” (Ibid. Página 419)
Entre sus obras se encuentra su gramática de la lengua en latín,
griego, y hebreo, escrito en latín y publicada en 1665. Tuvo gran
influencia en el pensamiento escatológico bautista publicando su
92
comentario sobre el libro de Apocalipsis publicado en 1668 y un
tratado llamado, “El mundo que ahora es, y el mundo que será; o
la Primera y Segunda venida de Jesucristo,” publicado en 1681.
Previamente había escrito una exposición del capítulo 25 de
Mateo en 1674.
En 1646 publicó un tratado llamado, “El Brillo de un Fuego
Ardiente en Sion.” Era una respuesta a un panfleto escrito por
John Saltmarsh llamado, “El Humo en el Templo,” y en el cual
afirmaba que las iglesias bautistas particulares eran iglesias falsas
y no podían por lo tanto administrar las ordenanzas de Cristo
debido a que no poseían todos los dones del Espíritu Santo.
En su respuesta deja claro la posición Bautista Particular
representada luego en la CBL 1689, argumentando lo siguiente:
“Tales dones [extraordinarios] y milagros eran para traer la
Palabra del Evangelio al mundo, y para glorificar la primera
venida de Cristo en la carne, más que para luego, Hebreos 2: 3-4;
Juan 20:29-31.” (Michael Haykin. Ibid. Página 108)
Además, afirmó que todos los Bautistas Particulares creían que su
proclamación del evangelio iba acompañada de milagros:
“Tan frecuentemente como el Evangelio viene a alguna Alma no
sólo en Palabra, sino en poder y en el Espíritu Santo, 1
Tesalonicenses 1: 3-4, hay un Milagro originado en ellos que
reciben el Evangelio, Lucas 7:22, y ellos lo reciben entonces al
Espíritu Santo y sus dones y gracias...Entonces no necesitamos
quedarnos para un Ministerio con Milagro, siendo que tenemos
una Palabra con Milagro.” (Ibid. Página 108-109)
Como el resto de los Bautistas de su tiempo, Knollys afirmaba que
la confirmación de sus iglesias era que Dios obraba el milagro de
la regeneración o del nuevo nacimiento cuando ellos predicaban el
Evangelio de Jesucristo. Esto era, a su criterio, lo que les
confirmaba como iglesias verdaderas.
Knollys murió el 19 de Setiembre de 1691 cuando tenía 93 años.
En 1845 se creó la Sociedad Hanserd Knollys con el fin de
republicar las obras de los Bautistas Particulares del siglo XVII.
93
Benjamín Keach (c. 1640-1704)
Ha sido identificado como “el principal teólogo Bautista de su
era, de similar importancia para su denominación como lo fue
Richard Baxter para los Presbiterianos ingleses, John Owen para
los Congregacionalistas.”( Citado por Michael Haykin. Kiffin,
Knowllys and Keach: Rediscovering Our English Baptist
Heritage. Página 83)
Fue bautizado en la Iglesia de Inglaterra el 29 de Febrero de 1640,
una semana después de su nacimiento. Sin embargo, a la edad de
quince, Keach estaba convencido que su bautismo como niño era
inválido, y convencido por el contrario del bautismo de creyentes
por inmersión, fue bautizado en una iglesia Bautista General.
A los dieciocho años estaba predicando el evangelio en aquellas
iglesias que así lo invitaran. Esto hizo por casi una década.
En 1668 se muda a Londres junto a su esposa y tres hijos. Durante
el viaje fueron atacados por ladrones quedando desposeídos de
todo su dinero, el cual habían obtenido al vender todas sus
posesiones para mudarse a la capital.
Quedando totalmente desposeídos fueron ayudados por diferentes
iglesias Bautistas Particulares, entre ellas la iglesia de William
Kiffin, proveyendo para ellos dinero, comida y hospedaje.
Por cuatro años se reúne privadamente con una congregación en
casas debido a la persecución. En 1672, cuando el rey Carlos II
publica la “Declaración de Indulgencia” edifican un lugar para
congregarse formalmente. Poco a poco fue creciendo hasta el
punto de albergar a casi mil personas cada domingo. Para este
momento Keach era calvinista.
El nombre de la iglesia era Horselydown la cual luego se
convertiría en la Iglesia de New Park Street y posteriormente el
Tabernáculo Metropolitano de Charles Spurgeon.
Dicha iglesia tendría tres eminentes pastores: Keach, John Gill y
luego Spurgeon. Llegado a Londres conoce a Kiffin, Knollys,
entre otros de los grandes Bautistas Particulares. Y en 1670, luego
94
de la muerte de su primera esposa, se vuelve a casar, y fue
Hanserd Knollys quien ofició la ceremonia.
Sin embargo, la predicación no era todo el trabajo de Keach. Él
fue un gran escritor. Escribió más de 43 obras algunas polémicas,
otras prácticas y otras poéticas.
Entre las obras polémicas están aquellas que trataban sobre el
Bautismo como, “Oro refinado, o el Bautismo en su Pureza
Primitiva. Probando que el Bautismo en Agua es una Santa
Institución de Jesucristo y que debe continuar en la Iglesia hasta
el fin del mundo,” en la cual, escribe, “es evidente que Baptizo, o
Bautismo, no es aspersión, o rociamiento, o echar un poco de
agua sobre el rostro, o ninguna otra parte del cuerpo. Sino que es
la Inmersión o el hundimiento de todo el cuerpo.”
Entre sus obras prácticas se encuentra su Tropologia, o “La llave
para Abrir las Metáforas de la Escritura,” o también su
exposición de las Parábolas del Señor.
Keach fue un gran alegorista. Quizás el más grande de todos era
Bunyan, sin embargo, Keach estaba hombro a hombro con él.
Entre sus obras poéticas o alegóricas más importantes se
encuentra, “Sion en angustia; o, Los Gemidos de la Iglesia
Protestante,” publicada en 1666.
Sin embargo, quizás su mayor influencia entre los Bautistas
Particulares haya sido por causa de la controversia que surgió en
su iglesia con respecto al canto de himnos.
En la Inglaterra de los siglos XVI y XVII, por causa de lo ocurrido
en la Reforma Protestante, se habían quitado de la Iglesia
Anglicana todos los himnos prefiriéndose por Salmos Métricos.
Las iglesias separatistas también habían adoptado esa medida.
Muchos repudiaban el cántico congregacional.
Algunos como John Smyth, un Bautista General, afirmaban que
sólo se debían cantar salmos, pero que estos no debían provenir de
algún libro, sino del espíritu. Si uno cantaba usando métrica, rimas
o tonadas contristaba al Espíritu Santo.
Entre las iglesias Bautistas Particulares no hay evidencia de canto
de himnos antes de 1650. Sin embargo, entre 1673 y 1675, Keach
95
elmpezó a introducir los himnos y cánticos congregacionales en su
iglesia al final de la Cena del Señor.
Isaac Marlow, un miembro de su iglesia, publicó en 1690 un
tratado llamado, “Un Breve Discurso Concerniente a Cantar en la
Adoración Pública de Dios,” (Isaac Marlow. A Brief Discourse
Concernig Singing in the Public Worship of God in the Gospel
Church. Página 5.
https://archive.org/stream/briefdisc00marl#page/n5/mode/2up) en
el cual afirmaba que pasajes como Colosenses 3:16 no indicaban
que cantar incluyera un pronunciamiento verbal, sino “un hablar
en el corazón.”
Keach escribió una respuesta en 1691 en un tratado que llamó,
“La Brecha Reparada en la Adoración a Dios, o Cantando
Salmos, Himnos y Cánticos Espirituales Probando ser una
Ordenanza Santa de Jesucristo.” En este tratado Keach describe
varios tipos de voces: un sonido gritado de la lengua; un sonido de
lloriqueo; una voz de predicación; un sonido de oración o
alabanza; una voz de cántico. Y dijo: “Todas estas son distintas
una de otras. Cantar no es un simple canto del corazón, o cántico
mental; sino una modulación melodiosa y musical, o cambio de la
voz. Cantar es un deber hecho siempre con la voz, y no puede ser
hecho sin la lengua.” (Benjamin Keach. The Breach repaired in
God's worship. Página 19-20.
https://archive.org/details/breachr00keac)
Horselydown fue la primera iglesia Bautista Particular en
Inglaterra en practicar el canto congregacional de himnos. La
controversia poco a poco fue cediendo y para 1710 era historia,
pues la gran mayoría de iglesias Bautistas Particulares habían
cambiado de parecer y habían adoptado la enseñanza de Keach.
Benjamin Keach fue autor de dos colecciones de himnos,
“Melodía Espiritual,” y “Canciones Espirituales,” sin embargo, a
pesar de su entusiasmo por los himnos, sus composiciones eran de
muy mala calidad.
Sufrió grandes persecuciones. Una vez, se dice, que fue amarrado
por unos soldados quienes planearon pasarle por encima con sus
96
caballos con el fin de matarlo, sin embargo, llegó un oficial y le
salvó la vida.
Otra vez fue apresado por publicar un tratado llamado, “El
Instructor de un Niño,” en el cual desaprobaba el bautismo de
infantes. Fue llevado al juez quien le condenó a ir a la cárcel y
pararse dos sábados en la picota en medio del mercado de la
ciudad con un rótulo sobre su cabeza que dijera, “Por escribir,
imprimir, y publicar un libro cismático llamado El Instructor del
Niño.”
Usualmente cuando una persona era puesta en la picota los
transeúntes lo ridiculizaban y en ocasiones lo apedreaban. Sin
embargo, se dice que Benjamín se paró en la picota pero los que
iban pasando respetaban tanto a Keach y conocían su piedad que
no le hicieron daño. En lugar de quedarse callado defendió su
doctrina mientras la gente le escuchaba.
De pronto, un ministro de la Iglesia de Inglaterra empezó a
insultarlo y fue a él a quien la multitud empezó a insultar y a
criticar por su vida impía.
También sufrió una vida de debilidad y se enfermaba
frecuentemente, muriendo el 18 de Julio de 1704 a los sesenta y
cuatro años. Uno de los miembros de su iglesia escribió de él lo
siguiente:
“Coleccionar cada transacción particular de la vida de este digno
ministro no se puede esperar a tal distancia de tiempo; ni siquiera
coleccionar todo lo excelente y amigable en él pues es demasiado
trabajo para lograrse. Sólo observaré que era una persona de
gran integridad de alma; de hecho un Natanael; su conversación
no era vana, sino seria, sin ser tonta o aburrida. Comenzó a ser
religioso tempranamente, y continuó fielmente hasta el final. No
fue impresionado por la furia de sus perseguidores, a pesar de
haber sufrido mucho de ellos por causa de Cristo. Predicar el
Evangelio era el placer de su alma, y su corazón estaba tan
dedicado en la obra del ministerio, que de tiempo en tiempo su
primera aparición en público al final de sus días era una continua
escena de trabajo y esfuerzo. Su gran estudio y constante
predicación agotaron sus espíritus animales y debilitaron su
97
fuerza, sin embargo hasta el final descubrió un celo contra los
errores del día. Su alma era demasiado grande para retroceder de
cualquier verdad que poseyera, tanto por poderes o por cumplidos
de los más eminentes. Él cumplía los deberes de su oficio pastoral
con una diligencia incansable, predicando en tiempo y fuera de
tiempo, visitando aquellos bajo su cuidado, alentando a los serios,
defendiendo las grandes verdades del Evangelio, y poniéndolas en
la más clara luz. Qué tan bajo iría por causa de la paz! Y cuánto
soportaría las enfermedades de sus hermanos débiles! Él era
prudente así como pacífico; perdonaría y olvidaría daños, siendo
caritativo así como cuidadoso. No era adicto de censurar
duramente a los que diferían de él en temas menores, sino que
amaba a todos los santos, y constantemente se ejercitaba en esto,
para mantener una conciencia vacía de ofensas contra Dios y
contra el hombre. Mostró un esfuerzo incansable para recobrar el
decaído poder de la religión, pues vivió lo que predicó. No usaba
tonos inusuales ni gestos indecentes en su predicación. Su estilo
era fuerte y masculino. Usualmente usaba notas, especialmente en
la parte final de su vida; y si sus sermones no tuvieran el
embellecimiento de lenguaje en que algunos se gloriaban, ellos
tenían esta ventaja peculiar, ser llenos de divinidad sólida, la cual
es mucho mejor carácter para los discursos del púlpito que decir
que eran llenos de elocuencia pomposa y vuelos de ingenio. No
era una de sus menores excelentes calificaciones para el trabajo
ministerial, que él sabía conducirse en la casa de Dios, con
respecto al ejercicio de aquella disciplina que es tan necesaria en
la sociedad hoy en día. Con paciencia y mansedumbre, con
gravedad y prudencia, con imparcialidad y fidelidad, se
comportaba en su congregación; y con prudencia en conducta
manejaba todos los asuntos en toda ocasión.” (J. W. Cramp. Ibid.
Páginas 423-425)
De estos tres hombres escribió Cramp,
“Knollys, Keach, y Kiffin podrían ser llamados “los primeros
tres” entre los ministros Bautistas de aquellos días. Sus talentos y
su carácter les di la influencia, que aparentó ser ejercida
sabiamente para el beneficio de la denominación. Ellos fueron
honrados en vida, y su memoria es bendita.” (Ibid. Página 420)
98
Thomas Patient (c. 1666)
Thomas Patient fue el segundo hijo de John Patient, amigo y
compañero del navegador y capitán holandés Kornelius Jacobus
Mey, cuyas embarcaciones estuvieron vinculadas a la colonización
del Nuevo Mundo ya la construcción del Fort Nassau, en lo que
hoy es la ciudad de Albany, EEUU. John Patient era adepto de la
fe reformada y así también se convirtió en su hijo.
Thomas Patient fue instruido, en una casa parroquial, según las
doctrinas de la Iglesia Anglicana, a la que pertenecía toda la
familia de su madre. No sabemos cuándo se convirtió en Bautista
de hecho; Charllote Fell Smith (1901) afirma que Patient comenzó
a cultivar dudas sobre la doctrina del Bautismo justo después de
llegar a Nueva Inglaterra; pero Joshua E. Wills (1919) afirma que,
irónicamente, después de haber escuchado trece sermones de
clérigos anglicanos, a favor del bautismo infantil por aspersión,
Patient, se decidió bautizar por inmersión.
Cierto es que debido a la gran persecución que acometió a miles
de piadosos en aquella época, Patient se emigró a Nueva Inglaterra
en 1630, después de que John Winthrop fuera designado
Gobernador de Massachusetts. Fue un hombre polémico, Patient
se involucró en varias controversias. Su habilidad e intelectualidad
fueron reconocidas por sus oponentes cuando hablaba acerca de
los principios del Bautismo. Su opinión vigorosa acerca de la
libertad del individuo también le causó problemas. Patient atrajo la
atención y oposición de Winthrop debido a sus ideas acerca del
gobierno civil y religioso. Mientras que Winthrop mantenía restos
de las características del pensamiento inglés sobre estas
cuestiones, Patient afirmaba:
"El Magistrado no debe entrometerse en cuestiones religiosas
y de conciencia, ni forzar a los hombres a esta o aquella
religión, porque Cristo es el único Rey y Juez de la Iglesia y
de la conciencia”.
Bajo el pretexto de rebelión, Patient que dejó Inglaterra con
algunos Anglicanos (llamados puritanos separatistas) en busca de
libertad para adorar a Dios, se vio obligado, por la misma razón, a
dejar a Nueva Inglaterra. Su espíritu heroico, sin embargo, hizo
99
cruzar selvas, ríos, montañas y territorios indígenas, hasta que
finalmente llegar a la vieja colonia de Virginia, donde sufrir aún
más en las manos de los hiper-Anglicanos.
Sacudiendo el polvo de sus pies, Patient se mudó al sur de Nueva
Jersey, a tierras indígenas, donde predicó a la tribu Cohanzick,
cerca de diez o quince años antes de que John Eliot comenzar su
espléndido trabajo y mostrar al mundo amor sacrificial nativos.
Después de eso, en 1639, Thomas Patient regresó al Viejo
Continente con el famoso Peter Minuit (responsable de la compra
de la Isla de Manhattan en 1626, director de la colonia holandesa
entre 1626 y 1633 y fundador de Nueva Suecia en 1638). De
regreso a Inglaterra, en un escenario religioso más favorable,
Patient se hizo amigo cercano al prominente Willian Kiffin, pastor
de la Iglesia Bautista de Devonshire Square, y juntos, suscribieron
las confesiones londinenses de 1644 y 1646.
El 8 de marzo de 1649, Patient fue elegido por el Parlamento
como ministro capaz, y fue enviado para predicar el Evangelio a la
ciudad de Dublín. Él acompañó al ejército comandado por el
General Ireton (que más tarde se convertiría yerno de Cromwell).
En Irlanda, en 1641 miles de protestantes fueron asesinados por
los Romanistas; el ejército inglés se dirigía hacia ese país a causa
de las frecuentes masacres sufridas por los adeptos de la Reforma.
Allí, durante unos años, predicó a una congregación grande en la
catedral de la Iglesia, obteniendo gran éxito en propagar las
doctrinas de la Reforma. En ese país también ayudó a fundar
varias Iglesias Bautistas. Alentados por el progreso de los
Bautistas en el país, el Gobernador Fleetwood y otros Pedobatistas
quisieron unir las dos denominaciones, lo que fue rechazado por
Patient y demás Bautistas. Los ministerios de Patient y otros
piadosos fueron precursores de un poderoso avivamiento religioso
en aquel país. Años más tarde, la retirada del ejército de
Cromwell, y el consiguiente temor de nuevas masacres, hizo a los
Independientes huir de allí. Sin embargo, quedaron cerca de trece
Iglesias Bautistas, de las cuales cuatro sobrevivieron a la crisis de
las pestes ya la emigración.
100
En 1666 Thomas Patient regresó a Inglaterra donde nuevamente se
unió a Willian Kiffin, que lo eligió para ser su auxiliar el 28 de
junio del mismo año. Sin embargo, Patient fue impedido de asumir
sus funciones con motivo de su muerte, el 30 de julio de 1666,
causada por la peste bubónica, que mató a una quinta parte de la
población de Londres entre 1665 y 1666.
Nehemías Coxe (c. 1689)
Realmente casi no se conoce nada de su nacimiento y niñez
excepto que vivió en Bedfordshire con su padre, Benjamín Coxe.
Y si deseamos entender su vida debemos empezar con su padre.
Benjamín Coxe fue el hijo de uno de los ministros de la Iglesia de
Inglaterra. Ingresó en la universidad de Oxford en abril de 1609 y
se graduó 4 años después con un Bachiller en Artes, obteniendo su
Maestría en 1617.
Se cree que para este momento Coxe estaba criticando las
‘innovaciones’ de William Laud en la adoración a Dios dentro de
la Iglesia Anglicana. Sin embargo, para 1640 era miembro de la
iglesia de PettyFrance y es claro que para 1642 Benjamín ya
estaba defendiendo la posición de los Bautistas Particulares en un
panfleto llamado, “Una Tesis o Posición Concerniente a la
Administración y el Recibimiento de la Cena del Señor Aclarado y
Confirmado.”
Coxe estaba argumentando que cuando alguien administraba la
cena a un fornicario, o a un borracho, extorsionador, o idólatra,
estaba cometiendo un grave pecado. Para Coxe, “los hijos de Dios
no debían tener comunión del todo con este pecado, sino
reprocharlo.”
(http://www.reformedreader.org/rbb/coxe/thesislordsupper.htm)
Coxe estaba limitando la cena del Señor a los creyentes. Para él
sólo los creyentes debían participar de este sacramento, y por lo
tanto muy pronto llegaría a cuestionar el bautismo de infantes y a
confirmar el credobautismo.
Y parece que en ese mismo año lo hizo, ya que en 1643 Richard
Baxter lo retó a un debate público sobre el tema del bautismo. Por
ello fue encarcelado y se le prometió un prolongado
101
encarcelamiento debido, según el mismo Baxter, a que “no quiso
prometer salir del país y no volver más.” (Richard Baxter. Plain
Scripture Proof of Infants Church-Membreship and Baptism. The
True History of the Conception and Nativity of this Treatise.
Página 4 sin numerar.
https://archive.org/details/plainscripturepr00baxt)
En 1644 se publicó la Primera Confesión Bautista de Londres y
cuando en 1645 un presbiteriano llamado Daniel Featley atacó
siete puntos de esta confesión, Benjamín Coxe no sólo firmó la
nueva edición en 1646, sino que también escribió un apéndice a la
confesión explicando en mayor detalle la posición de los que la
suscribieron.
Debemos recordar que para este momento los Bautistas
Particulares están siendo perseguidos, no sólo por la Iglesia
Anglicana y la monarquía, sino también por sus hermanos
presbiterianos, quienes los veían como una secta.
El 29 de enero de 1646 cuando las divinidades presbiterianas
estaban entrando a Westminster para sentarse a redactar su
confesión de fe, Coxe junto a otro ministro Bautista Particular
llamado Samuel Richardson, se pararon fuera de la puerta,
mientras ellos entraban, entregándoles una copia de la Confesión
de Fe de 1644 con el fin de mostrarles su ortodoxia y sus
innumerables puntos de acuerdo. Todo con el fin de lograr algún
tipo de tolerancia.
En ese mismo año, viendo la expansión del arminianismo en el
país, escribió un tratado durante su encarcelamiento en Coventry
llamado, “Algunas Escrituras Equivocadas Sinceramente
Explicadas en Respuesta a Uno Infectado con Algunos Errores
Pelagianos.”
Las dos proposiciones de este tratado dicen:
“Nosotros simplemente no sólo negamos que el hombre tenga
algún libre albedrío, sino que sólo mantenemos que ningún
hombre natural, ningún hombre por sí mismo, tiene el suficiente
poder, o libertad de su voluntad, para escoger aquel camino, que
es bueno y justo, y aceptable a los ojos de Dios. Para la
102
escogencia de los malos caminos, aceptamos que todo hombre
natural está tan libre, si se le puede llamar a esto Libertad.
Consecuentemente, no mantenemos que algún hombre es
compelido o forzado por violencia a escoger el mal, o rechazar el
bien, sino que por medio de la corrupción de la naturaleza del
hombre no renovado hace voluntariamente y rechaza el buen
camino y escoge el camino malo. Que el hombre no regenerado
no pueda hacer otra cosa, no es el fruto de alguna fuerza o
compulsión puesta sobre él, sino sólo de su maldad obstinada, o
perversa obstinación de su propia voluntad corrompida y
depravada. Los elegidos, de hecho, sin fingimiento obedecen el
Evangelio de Jesucristo, y escogen al Señor como su Dios, pero
esto cuando ellos han sido eficazmente llamados, y no antes. Esto
lo hacen, no de ellos mismos, ni por la bien usada habilidad o
poder dado a todos los hombres, pero sólo por la especial gracia
de Dios, dada a ellos, Quien obra en ellos tanto el querer como el
hacer por Su buena voluntad concerniente a ellos desde la
eternidad.” (
http://www.reformedreader.org/rbb/coxe/mscriptures.htm )
Explicando, por ejemplo, el pasaje en Josué 24:15, “Y si mal os
parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis,” Coxe
explicó lo siguiente:
“Aquí yo pregunto qué parte del verso desean que sea abierto,
quizás este: “escogeos hoy a quien sirváis,” o este “pero yo y mi
casa serviremos a Jehová.” El primero implica que los Idólatras
libremente escogen aquellos ídolos, con los cuales ellos se
comprometen en prostitución espiritual. Libremente, esto es, no
siendo forzados o compelidos para esto por ninguna violencia
para hacer esto de su voluntad. Esto no negamos, sino
reconocemos y mantenemos, como pueden ver de la primera
proposición. La última parte del versículo mantiene la resolución
constante y libre de los Santos para servir al Señor. Esto también
es enseñado en mi segunda proposición. Pero aquí deben
recordar también, que esto es el fruto de la gracia especial de
Dios dada a los Elegidos, Quien obra en ellos tanto el hacer como
el querer. Este poder es obrado por el infinito poder de
Dios.”(Ibid)
103
Además, fue uno de los que junto a William Kiffin se opuso a la
doctrina de la comunión abierta de John Bunyan, argumentando en
favor de la necesidad del bautismo previo a la membresía a la
iglesia local. Y esto fue importante en el ministerio de su hijo,
Nehemías, y un legado que le pasó a él.
De Nehemías Coxe, su hijo, se dice que era médico y fue hecho
miembro honorario del Colegio Real de Medicina. El historiador
Whitley afirma que fue Nehemías quien ayudó a Richard Baxter,
quien había debatido con su padre, a no ser encarcelado afirmando
que Baxter estaba muy débil para soportar una cárcel. (W. T.
Whitley. Benjamin Coxe. Página 59)
Además, había sido entrenado en el oficio de zapatero en su niñez.
El 14 de Mayo de 1669 a la iglesia abierta de Bedford y el 21 de
Diciembre de 1671 John Bunyan fue llamado al pastorado y siete
más con él, entre los cuales estaba Coxe.
Múltiples oportunidades se le abrían a la iglesia para el ministerio
evangelístico, pero también para la reflexión teológica. En 1672 la
iglesia ordenó redactar una pequeña confesión de fe, sin embargo
no hay registro de que esto haya ocurrido.
Sin embargo, a pesar de ser muy joven hay registros que
demuestran que era uno de los hombres estimados en la iglesia,
tanto así, que constantemente se le comisionaba para participar en
la toma de decisiones y en los casos de disciplina eclesiástica.
Aparentemente algunas de las iglesias hermanas a Bedford habían
enviado cartas para que le permitieran a Coxe ser su pastor, sin
embargo no hay pruebas de que Bedford haya accedido.
Cómo llegó Coxe a PettyFrance es desconocido. Lo que sí
sabemos es que el 21 de Julio de 1673 la minuta de esta iglesia
lee, “el hermano Collins y el hermano Coxe fueron solemnemente
ordenados pastores o ancianos de esta iglesia.”( Joseph Ivimey.
The History of the Baptists. Página 331) Coxe había llegado a la
iglesia a la cual había pertenecido su padre en 1640. Para 1676 la
iglesia contaba con más de 400 miembros. (Ibid)
Además de médico, Coxe era un teólogo y académico del latín,
hebreo y griego. Se cuenta que una vez fue encarcelado por
104
predicar el Evangelio. Cuando fue llevado ante el juez Coxe se
defendió en griego, y cuando fue examinado por el juez respondió
en hebreo. Se dice que el juez pidió una condena y había leído que
los que le acusaban lo describían como, “Nehemías Coxe, el
amarrador de cordones [era zapatero].”
Todos le pedían que respondiera en inglés, sin embargo Coxe
insistía tener el derecho de responder en el lenguaje que él
quisiera. Como los abogados no sabían griego ni hebreo, el juez
tuvo que desestimar los cargos sin antes decir a la corte, “Bueno,
el amarrador de cordones los ha atado a ustedes, señores.” (J. M.
Cramp. Ibid. Página 437-438)
Tan diestro era como teólogo que cuando Thomas Collier, un
famoso evangelista, empezó a desviarse doctrinalmente de la
ortodoxia calvinista, los ancianos de las iglesias en Londres
enviaron a Coxe para intentar volverlo a los caminos bíblicos o
para refutar sus errores.
Debido a ellos Coxe escribió en 1677 un tratado llamado, “Verdad
Vindicada, o Refutación de las Herejías y Graves Errores
Afirmados por Thomas Collier,” en el cual siendo un joven
teólogo expuso las doctrinas ortodoxas de las iglesias Bautistas
Particulares.
También sabemos de su capacidad intelectual, pues el 26 de
Agosto de 1677 el libro de minutas de la iglesia PettyFrance se
dejó registrado la comisión de publicar una Confesión de fe.
Fueron Nehemías Coxe y su co-pastor William Collins quienes
editaron lo que sería la Segunda Confesión Bautista de Londres de
1689.
Entre las obras más importantes de Coxe está su “Discurso de los
Pactos que Dios hizo con los Hombres antes de la Ley.” En 1684
publicó un tratado llamado, “Disputación Médica Inaugural de la
Artritis.”
De su vida doméstica se sabe muy poco. Se casó con Margaret
Portman y tuvo un hijo. La minuta de la iglesia registra que
después de su muerte en Mayo de 1689, la iglesia se comprometió
con el cuidado de su hijo. ( Joseph Ivimey. Ibid. Página 334)
105
Sin embargo, su nombre pasó a ser olvidado por mucho tiempo,
habiendo sido el principal editor de la Confesión Bautista más
famosa. Su nombre no aparece en la lista de firmantes de la
Confesión precisamente porque murió cuatro meses antes de que
más de cien iglesias Bautistas Particulares se reunieran para
afirmar lo que Coxe y Collins habían editado 22 años antes.
William Collins (c. 1702)
Como lo fue con Nehemías Coxe, se desconoce mucho del
nacimiento y la infancia de Collins. La fuente principal de su
biografía proviene de John Piggott un pastor Bautista Particular y
amigo personal de Collins, quien predicó su funeral.
Muy temprano en su vida estaba apasionado con la lectura y el
estudio de libros. Fue estudiando las Escrituras que Dios lo
convirtió en su juventud. Pronto se dedicó a viajar y permaneció
mucho tiempo en Francia e Italia estudiando.
A su regreso a Inglaterra se dedicó a estudiar Teología. Debido a
sus grandes capacidades intelectuales fue invitado por miembros
de la Iglesia Anglicana con el fin de pertenecer a ella. Sin
embargo, el rechazó todas estas ofertas argumentando que, “era
mi conciencia, no mis emociones, lo que me hacían un
Disidente.”(Joseph Ivimey. The History of the Baptists. Volume
II. Página 398)
En sus primeros años, luego de haber recibido su título en
Teología, se dedicó a viajar por Inglaterra predicando el
Evangelio. Fue así como desarrolló sus capacidades como
predicador y fue también como recibió el llamado de la Iglesia
PettyFrance.
Allí fue probado y luego de que la congregación comprobó su
piedad, dones y habilidades, le ordenaron junto con Nehemías
Coxe como pastor el 21 de Julio de 1673. Piggott describió su
carácter de la siguiente manera:
“ustedes en esta Iglesia lo saben, y creo que aceptarán, que él era
irreprochable como el administrador de Dios, no guiado por su
voluntad, no airado, no dado al pecado, no pendenciero, sino
amante de la hospitalidad, del bien, sobrio, aferrado de la
106
Palabra fiel como había sido enseñado, siendo capaz, por sana
doctrina, tanto de exhortar y convencer a los que contradicen. Era
apto para enseñar, y capaz, de traer algo apropiado para la
edificación, del excelente suministro de conocimiento divino que
había atesorado; habiendo en más de una ocasión ido al púlpito y
predicado un excelente sermón, en la opinión de jueces
competentes. Sin embargo a pesar de estar calificado, no le sirvió
a Dios ni a ustedes con aquello que no le costara nada, sino que
se aplicó a estudiar profundamente para cada sermón, cuando su
salud se lo permitía.” (Ibid. Página 399)
Sus predicaciones trataban de la pecaminosidad del hombre, sin
embargo su punto era mostrarles a sus oyentes las excelencias de
Cristo y las virtudes de Su obra redentora así como su deseo de
salvar pecadores. Escribió Piggott:
“Qué tan bien distinguió entre la justificación y la santificación,
exaltando la justicia imputada de Cristo, sin devaluar la obra del
Espíritu! Así que sus sermones eran útiles bajo la influencia de la
gracia divina, para convertir y edificar, para iluminar y
establecer, siendo extraídas de la fuente de la verdad, las
sagradas Escrituras, con las que él constantemente conversaba en
sus idiomas originales, habiendo leído a los mejores críticos
[comentaristas], antigüos y modernos; así que los hombres de la
mayor penetración pudieran aprender de sus discursos, así como
aquellos de la menor capacidad.” (Ibid. Página 400)
Su deseo era glorificar a Dios en todo, especialmente en su
predicación. De nuevo, Piggott escribió:
“Él no estudiaba para entretener, sino para instruir a sus oyentes;
no considerando lo que a ellos les gustara sino lo que les
beneficiaría, siempre teniendo en su mente un sentido del valor de
las almas; y por lo tanto constantemente advertía a sus hermanos
del ministerio a tener el mayor cuidado posible para llevar
adelante la salvación de pecadores, para exaltar a Cristo, y no
predicarse ellos mismos.”( Ibid)
A pesar de que no sabemos mucho del resto de su vida, entre sus
obras tenemos su Catecismo Bautista que ha sido atribuido a
107
Benjamin Keach, pero que los historiadores reconocen fue escrito
por él y que aún está en publicación.
William Collins fue otro de los firmantes de la Segunda Confesión
Bautista de 1689 y murió el 30 de Octubre de 1702.
Hércules Collins (c. 1702)
Se conoce muy poco de su biografía, sin embargo se sabe que
sirvió por más de 25 años como el tercer pastor de la iglesia
Bautista más antigüa de Londres en Wapping, cuyo primer pastor
fuera John Spilsbury. Fue ordenado el 23 de Marzo de 1676.
En una minuta del 23 de Abril de 1686 se dice que la mebresía era
de 387 personas. Para el 20 de Diciembre de 1692, dice otra
minuta, 290 habían sido removidas de la iglesia, 216 por causa de
muerte y el resto por causas disciplinarias.
Su iglesia se caracterizaba por su gran deseo de pureza. En estos
tiempos la iglesia tenía muchos enemigos tanto fuera como dentro.
Algunos caían en supersticiones y otros en el libertinaje, por lo
cual fueron disciplinados y muchos excomulgados.
Antes de llegar a esta iglesia, aparentemente él y su esposa eran
miembros de la iglesia Petty France de William Collins y
Nehemías Coxe.
Fue encarcelado en 1684 por no conformarse con la Iglesia de
Inglaterra. Crosby, un historiador escribió de él:
“un fiel ministro del Evangelio; a pesar de no tener una
educación [teológica], aún era un útil y laborioso siervo de
Cristo, y uno que sufrió encarcelamientos por Su causa. Empezó a
ser religioso muy tempranamente, y continuó fiel hasta el último
día, y no se impresionó por la furia de sus
perseguidores.”(Thomas Crosby. The History of the English
Baptists. Página 129)
Fue un autor prolífico en su época, escribiendo once obras. En
1680 escribió el Catecismo Ortodoxo el cual fue una adaptación
del catecismo de Heidelberg. No sólo editó la sección acerca del
bautismo, sino que le añadió el credo Niceno, el credo de
108
Atanasio, y en su apéndice argumentó en favor del canto
congregacional.
El resto de sus obras trataron temas con respecto a la necesidad de
separación de la Iglesia de Inglaterra; debatió el tema del bautismo
de creyentes versus el bautismo de infantes. Entre estas obras se
encuentran, “Bautismo de Creyentes del Cielo, y la Divina
Institución del Bautismo de Infantes de la Tierra y la Invención
Humana,” publicada en 1691, y la otra, “El Antídoto probado
Falso, o Error Detectado, y el Bautismo de Creyentes Vindicado,
conteniendo una respuesta a “Un Antídoto para prevenir la
Prevalencia del Anabautismo,” publicado en 1693.
Su última obra se llamó, “El Templo Reparado,” el cual era un
manual para aquellos en el ministerio para dirigirlos en la
preparación y predicación de sermones.
Finalmente, Hercules fue otro de los signatarios de la Segunda
Confesión Bautista de 1689. Murió el 4 de Octubre de 1702 y 5
días después su hermano John Piggott predicó su funeral
basándose en el texto de Mateo 24:44, “Por tanto, también
vosotros estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a
la hora que no pensáis.”
Otros Prominentes bautistas particulares de la antiguedad son:
John Gill, C.H. Spurgeon, Arthur Pink, William Carey, Andrew
Fuller, James Haldane, James Petigru Boyce, J.L. Dagg, Abraham
Booth…
Otros Prominentes bautistas particulares actuales son: Sam
Waldron, Pascal Denault, Samuel & Micah Renihan, Richard
Barcellos, James Dolezal, Michael Haykin …
Este material fue compilado por la Iglesia Evangélica Bautista Particular
“Sola Scriptura”
Tlf: 014580037/985152535 Jr. Los Cuarzos 1879 – Urb. Inca Manco
Cápac – Dist. San juan de Lurigancho
Lima-Perú
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