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La Francmasonería en la historia moderna 1
ALGDGADU
SFU
La Francmasonería en la historia moderna
H Juan Antonio Dughi Martínez
RLS Parthenon Nº 4
Múltiples criterios tratan de definir los orígenes de la Orden, tantos como los hay en una
institución integrada por asociados de diversas tendencias y respetuosos de los demás:
1. La remiten a la más remota antigüedad
2. Dicen que se originó en los antiguos misterios de Egipto, Grecia y Roma
3. Algunos opinan que la fundó Pitágoras, en Crotona, Italia hacia el 530 a.C.
4. Atribuyen su nacimiento en el seno de la Orden de los Templarios
5. Otros escriben que, tal como es, tiene que ver con rosacruces, astrólogos y alquimistas
medievales.
6. Refieren su surgimiento en las asociaciones de constructores a través de la historia en
diversos lugares que intercambiaron técnicos, unificaron conocimientos y generaron una
doctrina común manejada por una fraternidad integrada por hombres de múltiple
pensamiento en aspectos que no tenían que ver, precisamente, con el arte que nos ha
legado inmensas obras en distintos pueblos y que aún podemos apreciar.
Lo real es que podemos dividirla, sin errar, en tres categorías:
1. La Masonería operativa
2. La Masonería especulativa tradicional
3. La Francmasonería especulativa moderna
Los inicios de la Masonería operativa –de los que se tiene noticias– se remontan al siglo X de
nuestra era, como una corporación dirigida por constructores y que en sus diversas células
trabajaba en el levantamiento de construcciones monumentales de tipo religioso, militar o
social, como templos o catedrales, castillos, plazas fuertes, acueductos, murallas, puentes, etc.,
edificios que indudablemente hacían más cómoda la vida en los pueblos de la época.
Y para lograrlo se valían de una serie de conocimientos técnicos que lo hacían posible, además
de transmitirlos entre los miembros de las corporaciones, de manera tal que se asegurara la
continuación de las obras en el tiempo, aunque los asociados a ellas por efecto natural fuesen
desapareciendo, ya que eran sustituidos por otros con mayor o similar energía a la de los
desaparecidos.
Los talleres de piedra labrada existieron y la mejor prueba de ello son sus obras que los han
sobrevivido; pero para llevar a cabo proyectos de diversa envergadura como las pirámides
egipcias, las construcciones aztecas, la gran muralla china o los templos cristianos europeos del
medioevo, se necesitó de toda una organización que, indudablemente, superó a la de los
surtidores de piedras sin labrar y a la de los talleres de cualquier escultor pétreo. Estas
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organizaciones tenían sus directores políticos, militares, religiosos; pero todas contaban con sus
directores técnicos, con sus constructores, con sus arquitectos y artistas, que ejecutaban
estructuralmente las exigencias de quienes los contrataban para ello.
Esto hombres, estos constructores y artistas fueron conformando una élite que poseía
conocimientos secretos y gran experiencia en la construcción y uno de los bastiones de su
experiencia y permanencia era que sólo ellos podían realizar estas construcciones y estaban
organizados:
1. Para la edificación de sus obras: su planeamiento y coordinación
2. Para la transmisión de sus secretos de forma tal que cualquiera pudiera acceder a ellos,
garantizando su permanencia, pero bajo determinadas condiciones
3. Para la convocación de reuniones privativas, que se llevaban a cabo en pequeñas
construcciones: cabañas o logias anexas a sus obras, después del trabajo y por la noche,
como decimos, en pequeñas habitaciones o “lodges” en inglés, “loges” en francés”,
“loggias” en italiano y “bauhütten” en alemán.
Los diversos acontecimientos históricos y la defensa de los intereses políticos hicieron prosperar
a los constructores que eran requeridos para la ejecución de sus obras con tal demanda que
gozaron de unas características especiales en cuanto a su contratación y al desarrollo de sus
trabajos, de tal forma que incluso fue atractiva para quienes no eran precisamente
constructores, naciendo los “francmasones aceptados” que eran personajes destacados y, como
los actuales doctores “honoris causa” que, a veces, no han pisado una facultad universitaria
antes de su nombramiento honorario por haberse destacado en otras actividades sociales, así
eran aceptados por alguna logia sin ser francmasones, con el objeto de compartir su prestigio y
de gozar de su protección. Ante lo anterior también surgieron los masones antiguos que
mantenían una ortodoxia estricta y los masones modernos que propugnaban por la evolución de
la Orden como todo lo existente, en el sentido de que lo que no crece indudablemente decrece.
Durante los siglos XV al XVII las Logias prosperaron, pero al término de las actividades
militares (uno de los principales clientes), la contracción de las actividades religiosas (otro gran
cliente) y el crecimiento de grandes epidemias que diezmaron las poblaciones, así como la
atención social en otros descubrimientos y conquistas, comenzaron –las Logias– a decaer,
puesto que sus obras les superaron en el tiempo y la necesidad de otras nuevas decreció, así
como el número de estos talleres dedicados a la construcción de obras monumentales y al
desarrollo urbanístico que ya no era tan necesario por el decrecimiento de la población de baja
tasa natal que supera la infancia, y que viajaba hacia otros continentes cuya esperanza de vida
no era precisamente muy alta. La Francmasonería tenía que cambiar si quería seguir
existiendo.
En el siglo XVIII se fundó la Gran Logia de Londres y de Westminster de carácter netamente
especulativo a pesar que, entre sus miembros, también había arquitectos y constructores
operativos; éste fue, definitivamente, el fin de la Masonería operativa y cuya fecha
precisamente sí es conocida, simbólica y muy solsticial; nos referimos al 24 de junio de 1717
EV. También existía –entre brumas históricas, por lo menos para mí– la Gran Logia para
Inglaterra que presidía Sir Christopher Wren, por segunda vez (que no debemos confundir con
la actual y retrógrada Gran Logia Unida de Inglaterra).
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Todas estas instituciones querían estabilizar la Orden, frenar su decadencia, atraer más
miembros y adecuarla a los tiempos vividos; así que el QH James Anderson se dedicó a
reunir antecedentes, revisar archivos y buscar documentos para encontrar las remotas reglas
que regían a la antigua Fraternidad, porque se le había encargado un hecho trascendental y
que después de informar con el Dr. Jean Théophile Desaguliers de una serie de estudios
colegiados, realizados por George Payne; sus informes fueron aprobados por la recientemente
constituida Gran Logia. Así nació la norma especulativa clásica que se publicó en 1723 bajo el
título de “The Constitutions of the Free-Masons”, conocida también como las “Constituciones de
Anderson” (que tuvo una segunda “edición mutante” en 1738) y que estaba dividida en tres
partes:
1. La parte histórica
2. La parte normativa o disciplinaria, y
3. La parte que trata de sus miembros organizados por grados
La primera parte trata de una serie de aspectos histórico-religiosos que resumen antiguos
documentos y que termina con una descripción acerca del arte de la construcción y la
Masonería especulativa; la segunda parte tiene dos secciones: una que trata de las obligaciones
de un francmasón y la otra de los Reglamentos Generales, siendo la primera la más importante
ya que se refiere a las costumbres que eran observadas en las Logias de las antiguas
corporaciones de constructores; y la tercera trata de los miembros de la Hermandad en sus
trabajos, de su gobierno y conducta en diversos lugares, bajo determinadas condiciones e
incluso cuando está lloviendo y en lugares a descubierto.
Y, ¿por qué decimos, más arriba, “edición mutante”? Reproducimos de la Constitución los dos: el
primer párrafo de 1723 y el primer párrafo de 1738 de James Anderson, como él los escribiera,
los originales, sin traducir y en letra cursiva los cambios importantes de 1738, de este primer
párrafo (que como muestra vale un botón); saque el lector sus condiciones, que aquí comenzó el
lío:
“A Mason is oblig’d by his Tenure, to obey the moral Law; and if he
rightly understands the Art, he will not be a stupid Atheist, nor an
irreligious Libertine. But though in Ancient Times Masons were charg’d
in every Country to be of the Religion of that Country or Nation;
whatever it was, yet ‘tis now though more expedient only to oblige them
to that Religion in which all Men agree, leaving their particular
Opinions to themselves; that is, to be good Men and true, Men of Honour
and Honesty, by whatever Determinations or Persuasions they may be
distinguish’d; whereby Masonry becomes the Center of Union, and the
Means of conciliating true Friendships among Persons that must
otherwise have remained at a perpetual Distance”.
Muy bien, en 1738 este párrafo fue escrito así:
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“A Masons is obliged by his Tenure to observe the Moral Law, as a true
Noachida; and if he rightly understands the Craft, he will never be a
stupid Atheist, nor an irreligious Libertine, nor act against conscience.
In ancient Times, the Christian Masons were charg’d to comply with the
Christian Usages of each Country where they travell’d or work’d; But
Masonry being found in all Nations, even of divers Religions, they are
now generally charged to adhere to that Religion in wich all Men agree
(leaving each Brother to his own particular Opinion) that is, to be good
Men an true, Men of Honour and honesty, by whatever Names, Religions
or Persuasions, they may be distinguish’d: For they all agree in the three
great Articles of Noah, enough to preserve the Cement of the Lodge.
Thus Masonry is the Centre of their Union, and the happy means of
conciliating Persons that otherwise must have remained at a perpetual
distance”.
El asunto es que esta segunda versión del mismo autor, escrita quince años después, no es la
que se aprobó en 1723 y contiene cambios notables que el lector podrá leer.
Todas las leyes: los Antiguos Límites, las denominadas Constituciones de York del año 926, las
Constituciones de Eduardo III, los Reglamentos de 1653, los Antiguos Preceptos para la Inst
de MM, los Antiguos Preceptos para las Inic, los Reglamentos y la Orden de 1703, los
Reglamentos de 1717, los Reglamentos de1720, los ya indicados de Anderson de 1721
publicados en 1723 y los Reglamentos Generales de 1721, forman el “Cuerpo Jurídico” del
Derecho Masónico, siendo las últimas fijas y obligadas, sin olvidar, por lo menos
referencialmente, el manuscrito Halliwell descubierto en 1840 con 794 versos, copiados en 1390
de otra versión mucho más antigua.
La Francmasonería de 1717, en su desenvolvimiento deja una estela de reforma y adecuación al
tiempo especulativo y es observada en sus aspectos liberales por sus miembros más ortodoxos
que ya en 1751 van generando un movimiento retrógrado y que definitivamente se opone
institucionalmente a la primera, fundando en 1753 una segunda “Gran Logia de Libres y
Aceptados Masones según las antiguas Instituciones” que pretendía el regreso a la observancia
de las normas tradicionales, declarándose opuestos al cambio, por lo que son llamados
“Antiguos”, y los que tuvieron su fundación en 1717, con el espíritu de cambio que los
caracterizó progresivo y liberal, son conocidos como los “Modernos”. Sesenta años después la
casa real inglesa propugna la unión de estas instituciones, apoyando a los llamados “Antiguos”
que se oponían a las reformas y a la llamada Masonería especulativa, desapareciendo esta
última y naciendo la Masonería dogmática en 1813, con el nombre de “Gran Logia Unida de
Antiguos Francmasones de Inglaterra”, propugnando su primera Constitución en 1815 y sexta
desde la primera de Anderson, donde la libertad de creencia de la primera (de 1723) fue
sustituida por el dogma, y la tolerancia, lamentablemente, por la intolerancia. Así se cambiaron
los artículos y el espíritu de las obligaciones liberales, transformándolas en credos obligatorios
y provocando desunión profunda en nuestras columnas que, después de muchos años, se va
acrecentando y es causa fundamental de una ineficacia social que jamás nos caracterizara.
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Sin embargo, muchas Grandes Logias esparcidas por el mundo conservaron en sus Estatutos y
Constituciones el espíritu de la Francmasonería de 1723 e incluso se asociaron
internacionalmente para defenderlo, lo cual provoca una respuesta de la Gran Logia Unida de
Inglaterra, publicando el 4 de setiembre de 1929 EV una Declaración de Principios, y que
tiene la finalidad de excluir cualquier trato con institución masónica alguna que no los
respetara, propugnando que sólo ella era la única y verdadera Masonería y no había ninguna
otra con diferentes principios; que la absorción de los “Modernos” por los “Antiguos” en 1813
equivalía a una capitulación y a una liquidación de suerte; que no había más “Gran Logia
Madre” que ella y que quien se apartara de sus principios, se apartaba de la auténtica y
verdadera Masonería, proclamándose como dueños anquilosados de la Verdad.
Así que, para el efecto, convendría que conociéramos la Declaración de la Gran Logia Unida de
Inglaterra (que, en realidad, son sus Normas de Reconocimiento de Grandes Logias o Standards
of Recognition), que no constituyen sino un intento más por perpetuar la Masonería dogmática
o de los “Antiguos Masones”, que cualquier ley de vida, tiempo y evolución ya han, en algunos
aspectos –definitivamente– superado, como a cualquier dogma:
1. Regularidad de origen: esto es, cada Gran Logia deberá haber sido
legalmente establecida por una Gran Logia debidamente reconocida o
por tres o más logias regularmente constituidas
2. Que sea una cualidad esencial para la admisión, una creencia en el
GADU y en Su voluntad revelada
3. Que todos los Iniciados prestarán juramento sobre, o a la vista del
Volumen de la Ley Sagrada, abierto, por lo cual se entiende la
revelación de lo Alto, que ata la conciencia del individuo particular
que se inicia
4. Que los miembros de la Gran Logia y Logias individuales se
compondrán de hombres exclusivamente, y que cada Gran Logia no
deberá tener relación masónica de clase alguna con Logias mixtas o
cuerpos que admitan mujeres dentro de sus miembros
5. Que la Gran Logia tendrá jurisdicción soberana sobra las Logias bajo
su dominio; esto es, que será una organización responsable,
independiente, soberana, con única e indiscutida autoridad sobre la
Hermandad o Grados Simbólicos (Aprendiz, Compañero y Maestro
Masón) dentro de su jurisdicción; y no estará de forma alguna sujeta
a, ni dividirá tal autoridad con, un Supremo Consejo u otro Poder que
reclame dominio alguno o inspección sobre esos grados
6. Que las Tres Grandes Luces de la Masonería (a saber: el Volumen de
la Ley Sagrada, la Escuadra y el Compás) estarán siempre exhibidas
cuando la Gran Logia o Logias subordinadas estén trabajando, siendo
la principal de aquellas el Volumen de la Ley Sagrada
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7. Que sea estrictamente prohibida la discusión en Logia de religión y
política
8. Que los principios de los Antiguos Límites, usos y costumbres de la
Hermandad serán estrictamente observados.
Por lo que los puntos 2 y 3 confirman la primera Obligación de 1815 y su dogmatismo que liga
la conciencia de los recipiendarios en estricta oposición a la primera Obligación de 1723, que
garantiza la libertad incondicional de creencia y de conciencia.
El 20 de junio de 1938 EV la Gran Logia Unida de Inglaterra precisa su Declaración de
1929 en cuanto a que la primera condición para ser admitido en la Hermandad es la creencia en
un Ser Supremo, pero el resto de la Orden esencialmente no compromete en sus creencias a
nadie ni le impone ninguna condición al respecto, porque es una asociación de hombres libres y
respetuosos de las creencias de los demás, lo que no significa que no las posean; pero esto no
implica que tengan que hacer una estricta declaración de fe como requisito indispensable para
su ingreso. Además la Biblia es reconocida en la Masonería dogmática como el Volumen de la
Ley Sagrada, que es el que debe estar siempre abierto en los trabajos Logiales, incluso se opone
a cualquier nueva interpretación que sobre ella se pretenda hacer, lo que se opone a la libertad
de conciencia porque, inicialmente, se habló de “Volumen de la Ley” y después de “Volumen de
la Ley Sagrada” dependiendo de cual fuera la Ley para determinados hombres o cual fuera la
Ley Sagrada de acuerdo a su confesión (para un musulmán sería el Corán y para un hebreo el
Pentateuco del Antiguo Testamento), por lo que no tendría ningún sentido poner la Biblia en
una Logia en la que más del 90% son budistas en lugar del Tripitaka. Además, constituye una
facultad jurisdiccionada de la Gran Logia la de determinar el Volumen de la Ley, de acuerdo a
la confesión mayoritaria de sus integrantes.
Antiguamente, en la época de la Masonería especulativa tradicional se hablaba de “Libro de la
Ley” (se usaba el Libro de los Antiguos Deberes o la Constitución de esa Obediencia”. Lo de
“Libro de la Ley Sagrada” vino después, porque el “Libro de la Ley” no tenía por qué ser
sagrado: ésta fue una introducción de la Masonería dogmática que era religiosa e imponía la
creencia en Dios y en la inmortalidad del alma como un requisito para ser masón, y al
declararse cristiana la Masonería dogmática en Occidente, impone como “Libro de la Ley
Sagrada” la Biblia exclusivamente, lo que la caracteriza precisamente como poco tolerante. El
“Libro de la Ley” originalmente fue “Libro de la Ley Masónica”.
Además de la palabra “landmark” o marca en la tierra o límite territorial y que se refiere a los
límites hasta donde llegaría la Orden, marcando lo que está dentro de ella y, por exclusión, lo
que ya no es masónico. La Masonería dogmática usa con mucha frecuencia las expresiones
“regular” e “irregular”, o “Regularidad” e “Irregularidad”; sin embargo, la Masonería liberal
jamás se ha referido a esta calidad respecto a otros organismos o HH en la Orden, quizás
porque con mayor tolerancia y consideración reconoce todas las tendencias en la Masonería
aunque no fuesen las propias, ya que cree que este sentido exclusivo es anti-masónico y anti-
fraternal y por supuesto anti-cristiano; más aún cree que sus miembros, como hombres de
buena voluntad, deben de luchar contra la intolerancia que destruye la Fraternidad.
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Es triste constatar las profundas divergencias que existen en una Sociedad que se llama
“Fraternidad Universal” y que debería tener como principal objeto la constitución institucional
con ese carácter y no fomentar preocupaciones que tiendan a crear divisiones y grupos
exclusivos que pronuncian anatemas contra sus HH que piensan diferente, ya que la
infalibilidad y perfección no son precisamente una característica de quienes están en constante
evolución y, si se irrogan estas cualidades se están oponiendo –aunque no lo quieran– a la
libertad de los demás.
No se trata de distorsionar la Francmasonería ni de practicarla más allá de lo que ella es, sino
dentro de sus propios márgenes, de respetar la libertad de sus miembros en aspectos que
nuestra Orden ha dejado siempre a la libre convicción de sus asociados. Por otro lado, en la
Francmasonería llamada “Regular” no se admite en sus Trab a la mujer, sin expresar razones
para ello, ni considerar que antes del siglo XVIII, la mujer como principal asociada del hombre
formaba parte de las Logias operativas, e incluso después del nacimiento de la Masonería
especulativa; y cuando se emancipa socialmente la mujer del hombre, no sólo comienza a
formar parte de actividades políticas, comerciales y hasta militares, sino que constituye Logias
femeninas y es invitada a conformar Logias mixtas con quien había sido su principal asociado a
través de la historia.
Por lo que no es posible considerar a la Masonería que la incluya en sus Trab como una
Masonería inferior o irregular, ya que hay Grandes Logias que tienen bajo su obediencia Logias
femeninas y Logias masculinas, que practican ritos distintos pero que sus miembros se
encuentran en su jurisdicción y deliberan sus integrantes acerca de problemas que constituyen
preocupaciones comunes.
Creemos que la Masonería está dividida en campos opuestos y que ésta es la causa principal de
su ineficacia actual, y que las tentativas organizadas por contribuir a la fraternidad y
tolerancia en la Orden se han encontrado siempre con la actitud resistente de la Masonería
dogmática que tiene su principal bastión en la Gran Logia Unidad de Inglaterra, que a partir
del siglo XIX introdujo una serie de cambios y características que jamás fueron propios de la
Masonería tradicional; sin embargo, se autoproclamó antigua y ortodoxa cuando muchas de sus
normas fueron posteriores y nunca han sido precisamente tradicionales, como el uso del
“Volumen de la Ley” que sustituiría por el “Volumen de la Ley Sagrada” y, posteriormente, por
la Biblia, declarando a ésta como una de las Tres Grandes Luces de la Francmasonería.
Que la única forma de vencer esta división es abandonando las actitudes hostiles que no son
propias de una institución que ama la libertad y respeta a los demás. El diálogo basado en la
absoluta libertad de conciencia y en las Constituciones de Anderson de 1723 sobre los que se
construya una Fraternidad de HH libres que amplíen su conciencia en el conocimiento de sí
mismos y del universo en el que se encuentran, debe ser el principal objeto para perennizar los
ideales de los que tantas veces se reunieron precediéndonos en el siglo XVIII con este propósito.
Descripción y facsímiles
Hubo la oportunidad –hace algunos años, cuando era Gran Bibliotecario de la MR Gran
Logia del Perú– de adquirir una copia facsimilar de las Constituciones de Anderson que se
publicaron en 1723, por lo que no resisto la tentación de compartir con los HH que lean este
Trab, por lo menos:
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La Francmasonería en la historia moderna 8
1. La portada del texto, impreso en Londres, por William Hunter, en 1723
2. El cabezal de “Los Antiguos Cargos de un Francmasón”, página 49
3. La Aprobación, página 73, del contenido para ser usado por los HH, y
4. Los que aprobaban lo anterior, desde el Gran Maestro y su Diputado Gran Maestro y
Grandes Vigilantes hasta los nombres de los Maestros y Vigilantes (Masters and
Wardens of particular Lodges) de los veinte tall que participaron en ella, página 74.
Así, no sólo se les hablará de las “antiguas Constituciones” sino que tendrán el escaso honor de
haber visto y leído algunas páginas grabadas del documento original, y aunque no me es posible
reproducirlo todo en su integridad, ello no los exime de poder decir “yo lo he visto”.
También incluimos una “Tabla Cronológica”, basada en los comentarios de diversos autores,
pero que nos parece la más apegada a la realidad de la evolución histórica de nuestra Orden, y
que ayudará al lector a entender mejor este proceso. Está dividida en cuatro columnas, la
primera de la izquierda titulada Edad Media, va desde el año 926 porque es el de las
Constituciones de York, en la época del rey Athelstan y comprende el tiempo de la Alta Edad
Media y el Gótico, de la Masonería Operativa, de los constructores cuando se reunían en Logias
y Guildas sintiéndose en ellas la presencia religiosa con mucho vigor, en la vida de la sociedad
en general, como una forma de conservación y superación del ser humano.
La otra columna, desde el año 1400 al 1599, la época del Renacimiento donde los viajes
impulsan el comercio, el trueque y el futuro uso de dinero y la posterior hegemonía de los
burgueses sobre los terratenientes medievales, donde se impone la libre actividad y
emancipación en todos los ámbitos culturales. Luego, con la Reforma y los grandes
descubrimientos americanos, a la luz de las 95 proposiciones de Lutero expuestas a la puerta
del castillo de Wittenberg el 31 de octubre de 1517 EV, se debilita el universalismo de la
Iglesia y nace la ruptura con el poder centralizado en Roma que traía aparejada toda una
revolución no sólo religiosa sino política, económica y social; tanto es así que Enrique VIII,
nombrado “defensor de la fe” papal, a raíz de diversos amores, ayudado por Cromwell y
sometiendo al clero inglés se hizo reconocer “jefe de la Iglesia en los límites que permite la ley
de Cristo”, separándose de la Santa Sede, lo que detuvo la construcción de catedrales y
sobrevino la declinación de las Logias Operativas.
A partir de 1600, en la tercera columna, es notable que los Masones Operativos, en franca
decadencia, aceptaran a quienes los protegiesen; y libres pero sin nada recibieron en su seno a
príncipes, comerciantes opulentos, militares poderosos y políticos muy bien relacionados, pero
ninguno albañil o constructor, por lo que teniendo los mismos derechos que los otros, se
diferenciaban en que eran llamados “Masones Aceptados”.
Es decir, miembros de las Cofradías de constructores pero sin serlo (constructor), porque eran
“aceptados” por los originales constructores prácticos y ya, con el tiempo, fracasados los intentos
de María Estuardo de volver al catolicismo que acabaron en el castillo de Fotheringay el 8 de
febrero de 1587 EV, lo que no impidió que su hijo Jacobo I fuera rey de Inglaterra y Escocia
y soliviantara la animadversión entre ingleses y católicos. La célebre Sociedad Real no dejó de
ser asiento de científicos e ingenieros de la época que sustituyeron a sus antecesores en las
construcciones que realizaban.
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La Francmasonería en la historia moderna 9
Al comienzo del siglo XVIII, una corriente de constructores quiso modernizar la Orden y fundó
una organización en 1717. Con este objeto, publicó sus “Constituciones” cinco años y medio
después, iniciándose la “Reforma de la Masonería Especulativa” que se proyectó en la
Masonería continental europea (España, Francia, Italia, Portugal, Alemania, Países Bajos,
Suiza, etc.), muchos de estos países “protestantes” y “liberales”. Pero en Inglaterra, en la Orden
fundada en 1717 había un grupo de masones que no aceptaba las modernizaciones y bajo la
sombra de lo tradicional se opuso a ellas (fundando en 1753 una “Gran Logia de Antiguos
Masones”), además de introducir modificaciones que la hacían cristiana más bien que universal,
porque estaban apoyados por la monarquía inglesa cuyos descendientes presidían las dos
Grandes Logias en disputa. Lo que hizo que, en 1813, la Gran Logia Unida de Antiguos
Francmasones –ahora con ese título ya que surgió de la unificación (mejor diríamos absorción)
de “modernos” por los “antiguos” y tradicionales disidentes, de los de 1717– fuera una sola, que
dictó en 1815 la primera de sus “Constituciones” dogmáticas, naciendo la Gran Logia Unida de
Inglaterra que sustentaría después su posición en 1929 y 1938, con sus “Normas de
Reconocimiento” y la Biblia como el V de la LS.
Sin embargo, el espíritu de la Masonería liberal, que no pudo ser modificado por los ingleses ya
que se encontraba en el continente europeo, siguió trabajando y crearía después la Oficina
Internacional de Relaciones Masónicas, la Liga Universal de Francmasones (a la que me honro
en pertenecer), la Asociación Masónica Internacional y otras con normas doctrinarias
universales y que no se podían vulnerar ni dogmatizar como hicieran los ingleses en su
territorio. También, aproximadamente en 1730, surgiría el Rito Escocés Antiguo y Aceptado con
los 33 grados que ahora tiene, pasando a América y que vería con Federico II en 1786 sus
Grandes Constituciones que se estudiaron perfectamente en la reunión de Supremos Consejos
en el Convento de Lausana en 1875. Lo que no impidió que con la presión de Inglaterra,
surgiera un Segundo Supremo Consejo, en la reunión de París, Francia, en 1965 y de línea
dogmática.
Lo real es que si bien la Francmasonería tuvo un gran desempeño en Inglaterra y fue apoyada
por la corona inglesa para ello, eso no significa que naciese en ese país, pues sería ignorar las
obras por todo el mundo mucho más antiguas que cuando reinaba Athelstan. También es cierto
que la religión cristiana, llámese católica o anglicana, es una forma de perpetuación de ciertas
monarquías actuales que, si una vez lideraron pueblos ahora sólo forman parte de la historia
universal de ellos. Es como auto-titularse “Unida” cuando se pretende únicamente imponer un
solo criterio, declarándose la “Gran Logia Madre” en el mundo; se debería llamar mejor “Gran
Logia Única de los Masones de Inglaterra” pero no del mundo, porque si ese país no hubiese
existido jamás, las obras de la Francmasonería seguirían donde están, sobre la superficie de la
Tierra.
Vall del Lima, al año 2011 EV
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Tabla Cronológica de la Francmasonería, por Juan Antonio Dughi, M:.M:.
Siglos XV-XVIEdad Antigua Siglo VVII Siglo XVIII Siglo XIX Siglo XX
Desde el año 926, de la Primera
Asamblea Masónica en York
Masonería Operativa
Guildas y Logias
Control de la Iglesia
Renacimiento
Reforma
Ruptura de la unidad de la Iglesia
Católica
Separación de Inglaterra de la
Santa Sede (Roma, 1531)
Suspensión de la construcción de
catedrales
Decadencia de la Masonería Operativa
Masones Antiguos y Masones Aceptados
Sociedad Real
Estuardos
1717 Gran Logia de Londres y
Westminster: Reforma de la
Masonería (Especulativa)
Se moderniza la Orden: Primera
Gran Logia liberal y humanitaria
1723 Constituciones de Anderson: 1ª
Constitución inglesa liberal
1753 Gran Logia de los Antiguos
Masones
1730 aprox. Rito Escocés Antiguo y
Aceptado(Grados 4º al 33º en Supremo Consejo)
1762 Grandes Regulaciones
1786 Las Grandes Constituciones de Federico II (Berlín)
31.05.1801 Fundación del 1º Supremo Consejo
en el mundo (EE.UU.)
1875 Convento de Lausana de los
Supremos Consejos
1740 aprox.Real Arco
1813 Fusión de los Antiguos con los Modernos F:.M:.
(absorción / capitulación)
Realizaciones europeas
continentales (con el espíritu de la Constitución de
1723
1815 Gran Logia Unida de los
Francmasones
Gran Logia Unida de Inglaterra (actual) -
Dogmática
1929 Normas de Reconocimiento
1ª Constitución(6ª en Inglaterra)
dogmática
1902 Oficina Internacional de
Relaciones Masónicas
1905 Liga Universal de Francmasonería
1922 Asociación Masónica
Internacional
1949 Cinco Puntos de Winterthur
1954 Convención de Luxemburgo
1960-1962 Conferencia de los
GG:.MM:.
Masonería Continental Especulativa
(europea) desde las Constituciones de
1723
Línea Liberal Humanitaria de los Supremos Consejos
Línea Conservadora Dogmática
1965 Segundo Supremo Consejo
(París)