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La intimidación es algo serioLa intimidación ocurre cuando una persona es atormentada continuamente por una persona o un

grupo con más poder; ya sea por su fortaleza física o por su nivel social.

Dos de los principales motivos de la intimidación son la apariencia o el nivel social de la víctima. Los

intimidadores atormentan a los niños que ellos estiman no encajan dentro de su grupo debido a su

apariencia, comportamiento (por ejemplo los muchachos que son tímidos o reservados), raza o

religión, o porque los intimidadores consideran que la víctima puede ser homosexual.

Algunos intimidadores atacan a sus víctimas físicamente, lo cual incluye empujones, trompadas,

golpes, o hasta los ataques sexuales. Otros usan el control psicológico o los insultos verbales a fin de

ponerse en control de la situación. Por ejemplo, las personas en grupos populares o pandillas suelen

intimidar a las personas que ellos clasifican como diferentes, excluyéndolos o chismeando acerca de

ellos (intimidación psicológica). También pueden provocarlos o atormentarlos (intimidación verbal).

La intimidación verbal también incluye el envío de mensajes instantáneos o correos electrónicos

crueles, o escribir insultos sobre la víctima en una página Web. Este tipo de intimidación recibe el

nombre de "ciberintimidación".

Uno de los aspectos más dolorosos de la intimidación es su inclemencia. La mayoría puede soportar un

episodio de bromas o insultos, o incluso ser rechazado en el centro comercial. Sin embargo, cuando

estos episodios son continuos, la intimidación puede dejar a la persona en un estado de temor

constante.

Es posible que los adolescentes que son víctimas de intimidación vean afectado su trabajo escolar y la

salud. Cuando Amber comenzó a tener dolores de estómago y diarrea, se le diagnosticó un trastorno

digestivo llamado "síndrome de colon irritable" a consecuencia del estrés que tenía por haber sido

intimidada a lo largo de su noveno grado. Mafooz pasaba las tardes hambriento y sin poder

concentrarse en la clase porque tenía mucho miedo de ir a la cafetería de la escuela a la hora del

almuerzo.

Los estudios demuestran que las personas que son abusadas por sus compañeros presentan riesgos

de tener problemas de salud mental, como baja autoestima, estrés, depresión o ansiedad. También es

posible que piensen más en el suicidio.

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Los intimidadores también están a riesgo de tener problemas. La intimidación es una forma de

violencia y frecuentemente tiene como resultado un comportamiento más violento a medida que el

intimidador crece. Se calcula que uno de cada cuatro niños que fueron intimidadores en la escuela

primaria tendrán antecedentes criminales antes de cumplir los 30 años. Algunos intimidadores

adolescentes terminan siendo rechazados por sus compañeros y pierden amistades a medida que

crecen. Los intimidadores también pueden fracasar en la escuela y no tener una carrera, o las

relaciones exitosas que otras personas disfrutan.

¿Quién intimida?

Tanto los muchachos como las muchachas pueden ser intimidadores. Los intimidadores pueden ser

extrovertidos y agresivos. O, pueden aparentar ser reservados y tratar de manipular a los demás de

manera sutil y engañosa, por ejemplo comenzando un rumor malicioso para ver el resultado.

Muchos intimidadores comparten características comunes. Les gusta dominar a los demás y solamente

piensan en sí mismos. Frecuentemente carecen de sociabilidad y toman malas decisiones en su vida

social. En algunos casos, no tienen sentimientos de compasión o afecto hacia los demás.

Aunque la mayoría de los intimidadores piensan que son superiores y que tienen derecho a importunar

a los demás, otros son inseguros. Menosprecian a los demás para parecer ellos mismos más

interesantes o poderosos. Algunos intimidadores actúan de esa manera porque han sido víctimas de

intimidadores; tal vez en su propia familia hay un intimidador, como uno de sus padres o cualquier

otro adulto.

Algunos intimidadores tienen trastornos de personalidad que no les permiten comprender las

emociones sociales normales, como culpa, empatía, compasión o remordimiento. Estas personas

necesitan ayuda de profesionales de la salud mental, como un psiquiatra o psicólogo.

¿Qué se puede hacer?

La mejor manera para que los niños más pequeños resuelvan el problema de la intimidación es

diciéndoselo a un adulto. En el caso de los adolescentes, la decisión de decírselo a un adulto depende

del tipo de intimidación.

Cuando la intimidación amenaza tener como consecuencia el peligro físico o que la víctima sufra

lesiones, es imperativo informar a un adulto. Muchos estudiantes de segunda enseñanza han fallecido

por no denunciar el acecho, las amenazas y los ataques; este silencio permitió que el intimidador se

volviera cada vez más violento.

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En algunos casos, las víctimas de actos reiterados de intimidación no pueden controlar sus deseos de

venganza y la situación se vuelve peligrosa para todos.

Los adultos en puestos de autoridad (padres, maestros o entrenadores de deportes) frecuentemente

buscan la manera de resolver los problemas graves de intimidación sin que el intimidador sepa como

se enteraron de la situación.

Si estás siendo intimidado de manera que la situación pueda volverse violenta físicamente, trata de

evitar estar solo (y si tienes un amigo en esta situación, pasa el mayor tiempo posible

acompañándolo). Intenta estar siempre rodeado de gente uniéndote a un grupo que camine de

regreso a sus casas al terminar las clases o manteniéndote cerca de amigos o compañeros de clase

durante los momentos en que la intimidación suele ocurrir.

A continuación encontrarás algunas cosas que puedes hacer para combatir la intimidación psicológica

o verbal. También son buenos consejos para compartir con un amigo y así demostrarle tu apoyo:

• Ignora al intimidador y aléjate. Esto no significa que eres un cobarde; a veces es más

difícil que perder la paciencia y enfadarte. Los intimidadores se entusiasman al ver las

reacciones de sus víctimas, y al alejarte o ignorar los mensajes cibernéticos insultantes, le

estás haciendo saber que no te importa. Tarde o temprano, el intimidador se cansará de

tratar de fastidiarte. Camina con tu cabeza en alto y bien erguido. Esto le hace saber que

no eres vulnerable.

• No te enfades. ¿Quién no quiere enfadarse con un intimidador? Pero ésa es la reacción

que el intimidador desea ver. Los intimidadores desean tener control sobre tus emociones.

Si estás en una situación donde no puedes alejarte serenamente, trata de usar el humor;

esto puede tomarlo desprevenido. Resuelve tu enfado de otras maneras, por ejemplo

haciendo ejercicio o escribiendo (asegúrate de romper todas las cartas o notas que escribas

cuando estás enfadado).

• No uses la fuerza física. Cualquiera que sea la manera en que decidas hacerle frente al

intimidador, no uses fuerza física (como patear, golpear o empujar). Así solamente estás

mostrándole tu enfado y no sabes cuál será su reacción. Si recurres a la violencia contra un

intimidador, tienes más probabilidades de meterte en problemas o de resultar herido.

Puedes defenderte de otras maneras, como tomando el control de la situación al alejarte o

al ser firme en lo que haces. Algunos adultos creen que la intimidación forma parte del

crecimiento (incluso dicen que forja el carácter) y que devolver los golpes es la única

manera de hacer frente al problema. Pero esto no es cierto. Las respuestas agresivas

suelen provocar más violencia y más intimidación hacia las víctimas.

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• Pon en práctica formas de demostrar confianza. Practica maneras de responder al

intimidador verbalmente o con tu comportamiento. Practica sentirte bien contigo mismo

(aunque al principio debas fingir).

• Hazte cargo de tu vida. No puedes controlar lo que hacen los demás, pero puedes serte

fiel a ti mismo. Piensa en maneras de sentirte de lo mejor (más fuerte) para que otros

dejen de molestarte. El ejercicio es una manera de sentirse fuerte y poderoso (y además,

levanta el ánimo). Aprende un arte marcial o toma clases de yoga. Otra manera de

incrementar tu confianza es mejorar tus aptitudes en actividades como el ajedrez, el arte,

la música, las computadoras o la escritura. Una manera de hacer nuevos amigos es unirse

a una clase, un club o un gimnasio y te hará sentir muy bien. La confianza que adquieras

te ayudará a ignorar a los niños que son crueles.

• Habla acerca del problema. Conversar con un consejero escolar, maestro o amigo te

dará el apoyo que necesitas. Así también puedes desahogar los temores y frustraciones

que se acumulan cuando estás siendo intimidado.

• Encuentra a tus (verdaderos) amigos. Si te han estado intimidando con rumores o

chismes maliciosos, puedes usar cualquiera de los consejos anteriores (especialmente

ignorar y no reaccionar). Pero debes ir un paso más allá para aliviar tus sentimientos de

agravio y aislamiento. Busca uno o dos amigos verdaderos y confíales que el chisme hirió

tus sentimientos. Aclara la situación, diciéndoles en confidencia que lo que han dicho de ti

no es verdad. Cuando un amigo te diga "Yo sé que el rumor no es verdad. No le presté

atención" te darás cuenta de que la mayor parte del tiempo las personas ven el chisme

como lo que es: un acto despreciable, grosero e inmaduro.

¿Y si tú eres el intimidador?

Todos hemos tenido que enfrentarnos a situaciones y emociones difíciles. Cuando sienten estrés,

enfado o frustraciones, algunas personas atormentan a otros para escapar de sus problemas y dejar

de pensar en ellos. Algunos intimidadores han tenido una experiencia directa con la intimidación. Tal

vez, en sus familias es normal utilizar insultos, ser despreciativos o recurrir a la fuerza física. Sin

embargo, cualquiera que sea el motivo, ninguna excusa es válida para este comportamiento.

Si encuentras difícil resistir la tentación de intimidar, habla con alguien a quien admires. Trata de

pensar cómo se sienten las personas cuando las fastidias o insultas. Si no puedes imaginarlo (como en

el caso de muchos intimidadores), pide a alguien que te ayude a ponerte en el lugar de la otra

persona.

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La intimidación tiene una reacción contraproducente, y todos, aún los intimidadores, se sienten

infelices. Las personas pueden sentirse intimidadas por ellos, pero nadie los respeta. Si te gustaría que

los demás vean tus virtudes y tu carácter —y que te consideren como un líder— busca la manera de

usar tu poder de una manera positiva, en vez de usarlo para despreciar a otros.

¿Deseas realmente que los demás piensen que eres grosero, abusivo y malicioso? Nunca es tarde para

cambiar, aunque parezca difícil al principio. Pídele a un adulto a quien respetes que te aconseje y

ayude a cambiar.

Medidas para detener la intimidación en las escuelas

Si el ambiente en tu escuela promueve la intimidación, haz algo para generar un cambio. Por ejemplo,

tal vez haya lugares donde los intimidadores acosan a los demás, como las escaleras o los patios que

no están a la vista del personal. Como gran parte de la intimidación ocurre en presencia de los

compañeros (después de todo, el intimidador quiere ser reconocido y sentirse poderoso), buscar la

ayuda de amigos o de un grupo de compañeros es una buena manera de lograr un cambio de cultura

y hacer frente a los intimidadores.

Puedes intentar hablar con el intimidador. Si no te sientes cómodo en una conversación cara a cara,

déjale una nota en su casillero. Hazle saber al intimidador que su comportamiento es grave y nocivo.

Esto puede funcionar en situaciones grupales, por ejemplo, si notas que un integrante de tu grupo ha

comenzado a fastidiar o hacer a un lado a otro.

La mayoría de las personas no se deciden a hablar porque puede ser difícil. Hay que tener confianza

en uno mismo para hacer frente a un intimidador; en especial, si es uno de los líderes del grupo. Pero

lo más probable es que los demás estudiantes que presencian la intimidación se sientan tan mal como

tú, aunque no lo digan. Tal vez piensen que no son tan populares como para expresar su posición o

teman ser vulnerables y que el intimidador se vuelva contra de ellos. Mantenerse callados (aún

cuando no les guste la actitud del intimidador), es una manera de distanciarse de la víctima.

Cuando eso sucede, el alcance de la intimidación es aún mayor, pues no solamente el intimidador está

intimidando a una persona, sino a varios miembros del grupo. Sin embargo, cuando una persona

enfrenta al intimidador, sucede todo lo contrario. Permite que los demás ofrezcan su apoyo y afirmen

su posición también.

Otra manera de combatir la intimidación es incorporándote al programa escolar en contra de la

violencia. Si tu escuela no tiene uno, comiénzalo tú.

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Revisado por: D'Arcy Lyness, PhD

Fecha de revisión: octubre de 2010

El Aprendizaje Social.Posted on febrero 10th, 2008 by javieryuste

Hoy hablaré de la “Teoría del Aprendizaje Social“, profundizando así, algo más, en los Modelos no cognitivos.

La agresión tiene muchos determinantes y diversos propósitos (Bandura, 1973) y por ello la Teoría del Aprendizaje Social pretende ofrecer un modelo explicativo más amplio que el de “Frustración-Agresión”, para abarcar las condiciones que regulan todas las facetas de la agresión, sea individual o colectiva, sancionada personal o institutcionalmente. Esta teoría define a la agresión como la conducta que produce daños a la persona y la destrucción de la propiedad (Bandura y Ribes, 1975); y ese daño puede adoptar formas psicológicas (devaluación y degradación) o forma física.

En la valoración de este daño intervienen procesos de clasificación social (juicios subjetivos) mediatizados o influenciados por factores como el sexo, la edad, el nivel socioeconómico y la procedencia étnica del agresor.

Esta teoría explica la conducta humana y el funcionamiento psicológico como el producto de la ineteracción recíproca y continua entre el individuo y el medio ambiente, admitiendo la participación no solo de factores sociales o aprendidos, sino también de factores de tipo biológico o genéticos. En concreto, Bandura, afirma que las personas no nacen con repertorios prefabricados de conducta agresiva, sino que pueden adquirirlos, bien sea por observación de modelos o por experiencia directa, aunque afirma que “estos nuevos modos de conducta no se forman únicamente a través de la experiencia, sea esta directa u observada. Obviamente, la estructura biológica impone límites a los tipos de respuestas agresivas que pueden perfeccionarse y la dotación genética influye en la rapidez a la que progresa el aprendizaje” (Bandura y Ribes, 1975).

El aprendizaje por observación de modelos agresivos no se produce de forma automática, dado a que algunas personas no centran su atención en los rasgos esenciales del modelo, o sencillamente olvidan lo observado. Para conseguir algún grado de recuerdo es imprescindible representar mediante palabras, imágenes, signos o símbolos (Bandura, Grusec y Menlove, 1966). Pero incluso ésto, no es suficiente para comportarse de forma agresiva, pudiéndose interferir la realización conductual cuando la persona no posee las capacidades físicas, cuando carece de los medios necesarios para ejecutar la agresión, cuando la conducta no tiene valor para ella, o cuando la conducta está sancionada de forma negativa. Es decir, que aun habiendo aprendido conductas agresivas, el medio sociocultural jugará un papel determinante en su ejecución o no.

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Se reconocen tres fuentes principales del modelado de la conducta agresiva: las influencias familiares, las influencias subculturales, y el modelamiento simbólico.

Concluye la teoría, que las influencias familiares son las que mayor repercusión tienen en la vida de las personas, por su disponibilidad de modelos y por las carencias que pueden ocasionar; muchas investigaciones avalan este punto (Baumrind, 1973; McCord, 1979; Olweus, 1980; Loeber y Dishion, 1983; Perry y Bussey, 1984; Patterson y Stouthamer-Loeber, 1984; Patterson, 1986). Se destaca el modelamiento simbólico a través de la televisión, ya que los patrones de respuesta trasmitidos gráfica o verbalmente, pueden aprenderse a través de la observación de una manera tan eficaz como aquellos presentados mediante demostraciones sociales (Bandura, Ross & Ross, 1963 a; Bandura y Mischel, 1965). Otros investigadores demostraron que la exposición a la violencia televisada incrementa la agresividad interpersonal (Steuer, Applefield y Smith, 1971; Parke y col. 1972; Stein, Friedrich y Vondracek, 1972).

La conducta agresiva puede aprenderse también por experiencia directa, mediante recompensas y castigos otorgados ante ejecuciones de ensayo y error. Patterson, G.R; Littman, R.A. y Bricker , W. (1967), afirman que un niño pacífico puede convertirse en agresivo, mediante un proceso en el que otro ejerce el papel de víctima y posteriormente contraataca con resultados exitosos. Ello obedecería a que “las influencias del modelamiento y del reforzamiento operan conjuntamente en el aprendizaje social de la agresión en la vida diaria” (Bandura y Ribes, 1975).

La teroría, más allá del aprendizaje de la conducta agresiva, hace referencia a los elementos que la activan y canalizan. Son los denominados “instigadores”, como el modelamiento con función discriminativa, desinhibitoria, de activación emocional o de intensificación del estímulo, el tratamiento aversivo (ataques físicos, amenazas, insultos, etc), la anticipación de consecuencias positivas y el control instruccional (recompensar la obediencia a determinadas órdenes que exigen conductas agresivas y violentas y castigar su incumplimiento.

La conducta agresiva está controlada en gran medida por sus consecuencias, por lo que si alteramos los efectos que produce, puede ser modificada (Bandura, 1973). La agresión tiene un valor funcional muy distinto para cada persona, y aun, varía dentro del propio individuo dependiendo de las circunstancias. Como control se utiliza el reforzamiento extremo directo, el reforzamiento vicario y el contrarreforzamiento. Los patrones de reforzamiento o de castigo pueden alterarse independientemente de las circunstacias o de la víctima de la agresión mediante prácticas de exoneración que pueden adoptar diferentes formas: atenuación de la agresión por copmparación ventajosa, justificación de la agresión en función de principios más elevados (libertad, justicia, paz, igualdad, etc), desplazamiento de la responsabilidad; difusión de la responsabilidad, deshumanización de las víctimas; atribución de culpa a las víctimas, falseamiento de las consecuencias; o desensibilización graduada.

Este enfoque rechaza abiertamente la concepción innatista de la agresividad humana, pues traslada el origen de la agresión del individuo al medio social. No lo conceptualiza ni como pulsión ni como instinto, sino como una de las múltiples respuestas que pueden darse no solo ante la frustración, sino ante cualquier otra situación conflictiva