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LA LECTURA LITERARIA COMO EXPERIENCIA ESTÉTICA
ADRIANA SERRANO CARRASCO
PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANAFACULTAD DE CIENCIAS SOCIALESDEPARTAMENTO DE LITERATURA
CARRERA DE LITERATURABOGOTÁ, D.C.
2006
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LA LECTURA LITERARIA COMO EXPERIENCIA ESTÉTICA
ADRIANA SERRANO CARRASCO
Trabajo de Grado presentado como requisito para optarpor el título de Profesional en Estudios Literarios.
DIEGO ANTONIO PINEDA RIVERADirector
PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANAFACULTAD DE CIENCIAS SOCIALESDEPARTAMENTO DE LITERATURA
CARRERA DE LITERATURABOGOTÁ, D.C.
2006
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PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA
FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALESDEPARTAMENTO DE LITERATURA
CARRERA DE LITERATURA
Rector de la Universidad
GERARDO REMOLINA VARGAS S. J.
Decana Académica de la Facultad
Dra. CONSUELO URIBE MALLARINO
Decano del Medio Universitario
JORGE ENRIQUE SALCEDO S. J.
Directora del Departamento de Literatura
Dra. BLANCA INÉS GÓMEZ DE GONZÁLEZ
Director de la Carrera de Literatura
LUIS CARLOS HENAO DE BRIGARD
Director del Trabajo de Grado
DIEGO ANTONIO PINEDA RIVERA
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DEL REGLAMENTO DE LA UNIVERSIDAD
“La Universidad Javeriana no se hace responsable por los conceptos emitidos por los
alumnos en sus trabajos de tesis. Sólo velará porque en ellos no se publique nada
contrario al dogma y a la moral católica y porque las tesis no contengan ataques o
polémicas puramente personales, antes bien, se vea en ellas el anhelo de buscar la
verdad y la justicia”.
(Artículo 230. Resolución del 13 de julio de 1996)
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Nota de aceptación
___________________
___________________
___________________
____________________
Director de Carrera
____________________
Jurado
_____________________
Director de Tesis
Bogotá, D.C., enero de 2006
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CONTENIDO
INTRODUCCIÓN PAG.
1. FUNDAMENTOS DE LA EXPERIENCIA ESTÉTICA 10
1.1 LA ESTÉTICA COMO DISCIPLINA 12
1.2 EL OBJETO DE ESTUDIO DE LA ESTÉTICA 14
1.3 EL FENÓMENO ESTÉTICO 16
1.4 LA EXPERIENCIA ESTÉTICA 19
1.4.1 ¿De qué hablamos cuando hablamos de experiencia? 24
1.4.1 ¿Qué es tener una experiencia estética? 302. LOS ESTUDIOS LITERARIOS Y LA EXPERIENCIA ESTÉTICA 41
2.1 LA ESTÉTICA EN EL ESTUDIO DE LA RECEPCIÓN DE LA OBRA 43
2.2 LA TEORÍA ESTÉTICA DE LA RECEPCIÓN 45
2.3 LA RECEPCIÓN DE LA OBRA LITERARIA 47
2.4 LA ESTÉTICA LITERARIA: UNA APUESTA POR LO SENSIBLE 57
2.5 LENGUAJE LITERARIO Y VISIÓN DE MUNDO: EL LECTOR ANTE SÍ
MISMO 59
3. LA LECTURA LITERARIA COMO EXPERIENCIA ESTÉTICA 66
3.1 LA OBRA LITERARIA Y LOS CAMINOS QUE CONDUCEN A ELLA 68
3.1.1 Los “pactos de la ficción” 69
3.1.2 Mediadores y condiciones de posibilidad de la lectura 72
3.2 ¿QUÉ ES UN LECTOR LITERARIO? 90
3.2.1 Los primeros lectores 93
3.2.2 Lecturas y lectores: experiencias y reflexiones 100
3.3 LECTURA LITERARIA Y CONSTRUCCIÓN DE SENTIDO 108
4. CONCLUSIONES 116
BIBLIOGRAFÍA 120
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INTRODUCCIÓN
Desde hace algo más de dos décadas hemos asistido en Colombia a un acelerado ritmo de
producción de textos escritos de diversa índole, entre ellos, los que se producen bajo unademanda específica nacida de los estudios de mercado. Paralelamente hemos ingresado a
las problemáticas de la lectura que ya se habían evidenciado en países como Francia o
Estados Unidos, donde un mayor grado de alfabetización habría arrojado un resultado
lamentable en cuanto a los índices de lectura: a una mayor producción editorial y una
mayor variedad de textos publicados parecería corresponder un mayor desinterés por parte
de los lectores.
Hacia finales de los años ochentas la preocupación por los niveles de lectura del país
parecía ser creciente tanto entre las instituciones educativas del gobierno como entre las
entidades privadas que comenzaban a surgir, dedicadas exclusivamente al fomento de esta
práctica. La movilización general en torno a la creación y puesta en marcha del Plan
Nacional de Lectura, cuyo objetivo de masificación del acceso al libro como requisito para
el cumplimiento del derecho fundamental de la educación en niños y adultos, comprometió
por igual a la empresa privada y al gobierno, y dio como resultado, al cabo de algo más de
una década, la creación de la Red Nacional de Bibliotecas Públicas y múltiples iniciativas
para poner al alcance de la gran base de público alfabetizado la mayor cantidad y variedad
de libros posible.
En medio de toda esta labor, cuyas iniciativas han surgido de áreas profesionales como las
ciencias de la información y la educación, la participación de los estudios literarios ha sido
en exceso discreta, lo que los ha marginado de este movimiento. El resultado, vista esta
panorámica a muy grandes rasgos, ha sido, efectivamente, la masificación del acceso allibro, como era el objetivo, pero a la vez la patente carencia de una orientación estética en
lo relativo a la lectura literaria. Es en este aspecto en el que vemos que la intervención de
los profesionales de estudios literarios sería de utilidad como complemento indispensable
en las dinámicas de la lectura aplicadas al campo social.
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De la observación de este desarrollo de políticas y estrategias, de los esfuerzos por generar
una mayor comprensión y concientización sobre la necesidad de la lectura, de la
proliferación de títulos y publicaciones de todo tipo y de las estrategias lúdicas con las que
se ha intentado revestir el difícil hábito de la lectura para seducir al futuro lector, ha surgidoun interrogante: Dado que estas iniciativas están dando como resultando un modelo de
lectura de tipo práctico y utilitario, y por ende un lector con estas mismas características,
¿qué podemos aportar desde los estudios literarios a estas dinámicas para tornar la lectura
en una experiencia estética?
Responder a este interrogante hizo necesaria la investigación sobre la experiencia de la
lectura literaria con apoyo en las teorías y disciplinas que tendrían una especial
competencia en este asunto, como lo son la estética y los estudios literarios centrados en la
recepción. Así, el objetivo central de esta investigación es iniciar la búsqueda de los
soportes teóricos y las orientaciones desde las que se podría partir para crear una base
sólida de participación de los estudios literarios en la dinámica social de la lectura y
plantear las reflexiones que constituirían la base para un trabajo posterior de mayor alcance
y aplicación práctica.
Para hablar de la lectura literaria como experiencia estética y acercarnos a estas reflexiones
desde lo teórico, ofreceremos en el primer capítulo un enfoque conceptual que, con apoyo
en algunas teorías de la estética, nos permita plantear los fundamentos de la experiencia
primaria y de la experiencia estética como puntos de partida para el posterior análisis de la
lectura literaria. Con el segundo capítulo pasaremos a reflexionar, a la luz de los estudios
literarios, sobre las implicaciones que tiene, tanto a nivel individual como a nivel social, el
ejercicio de la lectura literaria, mediante el análisis del proceso que tiene lugar en la mente
del lector al realizar un tipo de lectura que le posibilite la experiencia estética. Por último,la puesta en relación de estos dos ejes teóricos iniciales posibilita un tercer módulo
temático, centrado directamente en la lectura y el lector literario, con el que se proyecta la
confirmación de la posibilidad de construir la experiencia estética a partir de la lectura, con
aporte y participación activa de los estudios literarios en las implicaciones que ésta tiene
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tanto para la dimensión individual como para la dimensión social del lector.
Dado que el alcance de esta investigación es la búsqueda teórica, y que una de las
limitaciones que se enfrentan es la carencia de una teoría específica de la lectura literariaaplicada al campo social, se ha hecho necesario recurrir a múltiples enfoques, disciplinas y
estudios que, puestos en conjunto a dialogar sobre este tema, puedan aportarnos los apoyos
necesarios para establecer un punto de partida en esta búsqueda.
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1. FUNDAMENTOS DE LA EXPERIENCIA ESTÉTICA
Lo que voy a proponer aquí es la exploración de
otra posibilidad, digamos que más existencial
(sin ser existencialista) y más estética (sin ser
esteticista), a saber, pensar la educación (y la
lectura) desde la experiencia.
JORGE LARROSA1
Hace algo más de cien años, en 1905, Marcel Proust escribía un bello ensayo sobre la
lectura. Su recurso obligado, la memoria, era la fuente de riquezas en la que anidaban sus
experiencias como lector. Proust revivía en él sus años de infancia a través de recuerdos
íntimos de su sensibilidad animada por la lectura, pero también de sus sensaciones con
respecto a objetos, situaciones, conversaciones, lugares, momentos que rodearon sus
lecturas y que él percibía como auténticas experiencias estéticas. “No hay quizás días de
nuestra infancia que no hayamos vivido tan plenamente como aquellos que pasamos con
uno de nuestros libros preferidos”2
.
Así comienza este ensayo. Proust nos sumerge de inmediato en nuestros propios recuerdos
y nos transporta a ese pasado que sólo es posible evocar a través de las vivencias interiores
que sacudieron al mismo tiempo nuestra sensibilidad, nuestra inteligencia, nuestras
emociones, nuestra percepción del mundo y de la realidad y, lo más importante, que nos
ayudaron a construir nuestra propia y única percepción de nosotros mismos.
La reflexión que suscita esta evocación conduce en línea directa a la vivencia y la manera
en que ésta se da, a la precisión sobre lo que es la experiencia estética y cómo se presenta,
1 LARROSA, Jorge. La experiencia de la lectura. Estudios sobre literatura y formación. México: Fondo deCultura Económica, 2003. p.85.2 PROUST, Marcel. Sobre la lectura. Buenos Aires: Libros del Zorzal, 2003. p. 9.
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y, definitivamente, a lo que ella deja en nosotros y cómo actúa. Nos dice Proust:
Un espíritu original logra subordinar la lectura a su actividad
personal. Se trata para él de la más noble de las distracciones, la másenaltecedora, ya que solamente la lectura y el saber otorgan los“buenos modales” del espíritu. El poder de nuestra sensibilidad einteligencia no podemos más que desarrollarlo en nosotros mismos,en las profundidades de nuestra vida espiritual. Pero es en esecontrato con las otras almas que es la lectura en donde se forja laeducación de los “modales” del espíritu3.
Modales del espíritu, es decir, las maneras en que el espíritu se comporta en relación con
todo lo que está fuera de él y, también, la manera en que un espíritu se hace diferenciable y
encuentra su singularidad.
Proust nos habla de la lectura y se trata aquí de la lectura que nos brinda una experiencia
estética cuyo efecto inmediato recae sobre el espíritu y contribuye a construir y fortalecer
sus “modales”. Como reflexión preliminar sobre la experiencia de la lectura, este texto de
Proust lleva a un necesario cuestionamiento sobre la estética, la experiencia y la manera en
que éstas inciden sobre el espíritu.
Veremos entonces en este capítulo algunos conceptos que fundamentan la experiencia
estética de la lectura. En primer lugar, un acercamiento a la definición de estética, la
manera en que se ha ido configurando esta disciplina y el enfoque en el cual centraré esta
investigación. En segundo lugar, un recorrido por las diversas definiciones de su objeto de
estudio hasta llegar a la definición que incluye al sujeto en la recepción para posibilitar el
hecho estético. En tercer lugar, el fenómeno estético y los enfoques en los que se
fundamenta la investigación sobre la recepción de la obra, para terminar con dos estudios
sobre la experiencia natural y la experiencia estética que determinan, por último, el
acercamiento a la recepción de la obra.
3 Ibid., p. 59.
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1.1 LA ESTÉTICA COMO DISCIPLINA
La estética, aunque tiene un origen muy lejano en la antigüedad, podríamos afirmar que aún
está en proceso de definición. Ante las discusiones sobre si la estética debe ser una ciencia,una rama de la filosofía o una teoría del arte, diré que prefiero concebir la estética
simplemente como una disciplina que, dado su objeto de estudio, abarca un poco de cada
una de las posturas anteriores. Sin ahondar en definiciones históricas, filosóficas y
metodológicas, considerar la estética como una disciplina brinda una movilidad que
identifico más con su verdadera esencia de renovación y construcción permanente.
La estética es una disciplina, que como todas, implica rigor en el acercamiento a su objeto
de estudio, pero una flexibilidad superior a la que se permite al estricto método científico.
La estética como rama de la filosofía, exclusivamente, debería cumplir con ciertos
requisitos metodológicos para inscribirse en la definición de un ‘sistema de pensamiento’,
la estética como sistema. Pero, por otra parte, la estética como teoría del arte nos enfrenta al
problema de la concepción de su objeto de estudio, lo que la concentra y absorbe para el
objeto dejando de lado el fenómeno de la percepción por un sujeto. Por tanto, la estética
debería insertarse en el medio de varias disciplinas que alimenten el estudio de sus
múltiples implicaciones para el individuo.
Tomando algunas de las posturas frente a la definición de la estética, debo afirmar que
coincido en que lo estético en el hombre es una dimensión de su peculiaridad humana,
independientemente de la concepción estética del objeto. Por ello partiré de este concepto
aceptando que el hombre encuentra lo estético en objetos, situaciones o experiencias a
partir de un impulso natural humano y, por lo tanto, lo que motivaría una situación o una
experiencia estética no estaría sujeto a condicionantes culturales o definiciones exógenas.Lo estético involucra por esta razón una dimensión psíquica, emotiva, subjetiva de un
sujeto frente al objeto que despierta en él una emoción particular diferente de los
sentimientos y las sensaciones.
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La estética está necesariamente imbricada en otras disciplinas; es inconcebible una estética
absoluta, separada de todo lo que define y estudia el comportamiento humano. Si bien es
cierto que desde la antigüedad se ha considerado la estética como una dimensión natural del
ser humano, se la ha tratado de absorber desde otras ciencias o teorías que brindan lasarmas necesarias para delimitarla y ejercer un control sobre ella. Es indiscutible que la
estética, bien sea que se la ejerza desde la creación como desde la recepción —y todos
hemos estado siempre de uno u otro lado—, representa una experiencia de carácter
emancipador que a lo largo de la historia ha significado más de un problema a diferentes
regímenes y estructuras de índole política, social, moral, religiosa y, en fin, a las demás
dimensiones reguladas del ser humano.
De esta manera se emparentaba la estética con el concepto de ética, pero se la restringía a la
apreciación y estudio de determinadas obras ‘permitidas’ dentro de la ética reinante según
el período y las circunstancias históricas. Esta concepción y ligazón conceptual es quizás la
que más trayectoria ha hecho a lo largo de la historia de la cultura occidental, al punto de
tener, aún hoy, adeptos acérrimos y de generar serias confusiones entre posturas más o
menos conservadoras y académicas frente a la obra de arte o a lo que podríamos considerar
como susceptible de generar una situación estética.
Para observar el hecho estético a partir de la lectura me bastará con separar el concepto de
estética de los ‘preceptos estéticos’, de las relaciones de la estética con la ética y, en
general, de las concepciones más reductoras. Quizás concebir la estética como una
disciplina dinámica y cambiante, inmersa tanto en los procesos psicológicos como en los
culturales e históricos, se acerque más a lo que algunos teóricos actuales o más recientes
han encontrado, relacionándola más cercanamente con una praxis del hombre en su entorno
social, cultural, histórico y con su desarrollo emocional.
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1.2 EL OBJETO DE ESTUDIO DE LA ESTÉTICA
Se ha dicho siempre que la estética se ocupa del estudio de ‘lo bello’, y para definir ‘lo
bello’ se acudía a parámetros de carácter ético y moral. Más tarde se ha contemplado alsujeto en el estudio de la estética en tanto que es él quien posibilita y en quien se concreta
la situación estética en tanto creación y en tanto percepción de la creación.
Pero aún la definición de su objeto de estudio estaría lejos de representar la totalidad del
sentido estético en el hombre. Se pasó entonces así a definiciones más subjetivistas de la
estética, que inclinaron la balanza excesivamente hacia la interpretación libre de la obra de
arte en donde, si bien se tenía en cuenta la experiencia subjetiva, ésta muchas veces atendía
a condicionantes de tipo político, religioso o sectario, asimilados e incorporados a la
subjetividad del individuo. El objeto de estudio de la estética pasaba a ser entonces aquello
que representaba o se adecuaba a estas tendencias de pensamiento, y el objeto artístico
adquiría valor según esta adecuación.
De cualquier forma, el objeto de estudio de la estética seguía refundido en otras funciones
del hombre inmerso en su sociedad. Delimitar el objeto de estudio de la estética ha sido una
labor de arduo esfuerzo a lo largo de la historia y, aunque en algunos períodos este trabajo
ha contado con pensadores de mente abierta y con amplitud de conceptos adecuada, sus
condicionantes culturales, históricos y, en algunos casos, políticos, los han llevado a sesgar
sus estudios, alejándose de lo estrictamente inherente a la función estética del hombre.
Es por esta línea que prefiero analizar el objeto de estudio de la estética; en lo que tiene que
ver con la función estética del hombre, y en esa medida, en lo que tiene de relación con sus
procesos psíquicos a partir de un tipo de experiencia específico frente a un determinado tipode objeto o situación. Es decir, el objeto de estudio de la estética no estaría determinado por
condicionantes externos o socialmente definidos e impuestos, sino más bien, por el propio
sujeto de percepción. En este sentido, el objeto de estudio de la estética se amplía a todo
aquello que genera en el individuo una experiencia de tipo integrador de sus facultades
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racionales y emocionales, permitiéndole, e incluso impulsándolo, a transformarse
interiormente por el ingreso a otras realidades que escapan de la practicidad de las
experiencias cotidianas.
No obstante, no todos los componentes del mundo exterior son objetos estéticos, aunque sí
son susceptibles de transformarse en ellos. Y en esto coincido con la mayoría de teóricos
que definen el objeto estético como aquél que tiene una intencionalidad estética; la
intencionalidad hace que un tipo de expresión o manifestación (sea de la naturaleza o sea
creación del hombre) adquiera carácter estético porque el sujeto así lo determina. Es decir,
es mediante la voluntad que el sujeto establece cuándo se activa en él su función estética,
permitiéndole percibir de una manera especial y transformando su percepción en una
experiencia emocional significativa que lo impulsa a actuar.
Cierto tipo de representación de la realidad, elaborada en un lenguaje similar al lenguaje
cotidiano utilizado para comunicarse e informar, contribuye a internar al sujeto en su
experimentación estética; en este caso, el sujeto que realiza la producción de la obra de arte,
o quien realiza la representación, pone en funcionamiento toda su intencionalidad y
voluntad estética, con el fin de que el sujeto que la percibe ingrese en ‘otro mundo’ paralelo
al inmediatamente circundante. Sin embargo, la intención no sólo se ubica del lado del
creador, del que tiene la capacidad de transportar a otros sujetos haciendo cierto uso del
lenguaje para crear ilusiones, reelaborándolo o creando uno nuevo a voluntad. La intención
estética también puede originarse en la manera de percibir una experiencia emocional
significativa ante un objeto que nos activa una percepción sensible y que, intencionalmente,
de acuerdo con nuestra competencia estética, podremos transformar en verdadera
experiencia estética.
¿Diremos todavía, entonces, que el objeto de estudio de la estética es la obra de arte?
¿Iremos al otro extremo para afirmar que su objeto de estudio es la manera en que un sujeto
percibe o expresa esa percepción de una obra de arte?
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Ante la disyuntiva, optaré por los estudios sobre la estética con enfoque en la
fenomenología y el existencialismo, cuyo principal objeto de estudio se centra en el
fenómeno estético, aquel que tiene lugar al activarse en el sujeto su función estética natural
ante la percepción de un objeto con intencionalidad estética. ¿Podríamos llevar la estética auna fenomenología? En mi concepto ésta es quizás la única posibilidad de estudio de la
estética: el fenómeno, la ocurrencia de algo y la manera en que éste afecta a quien lo recibe
o sobre quien recae.
1.3 EL FENÓMENO ESTÉTICO
Simplificando las definiciones tradicionales, un fenómeno es aquello que se manifiesta a
los sentidos o a la conciencia, todo aquello que se puede experimentar. Tanto en el plano
natural como en el estético, un fenómeno afecta nuestra percepción desencadenando
diferentes tipos de reacciones: desde las puramente sensoriales, corporales o gestuales,
hasta las de tipo subjetivo e íntimo que transforman nuestra conciencia de una manera
particular. El fenómeno estético opera de manera similar, con unas particularidades que
intentaré precisar, teniendo en cuenta que mi interés se centra del lado de la recepción y no
de la creación de la obra.
El objeto estético, como veíamos, es decir, aquel cuya intencionalidad inherente es ser
expresivo y transformar a través de la percepción sensible, se manifiesta al sujeto de
percepción con todo su contenido de sentido; de esta manera se presenta la experiencia
estética. Ahora bien, la manera como se da esa “aparición”, “encuentro” o “milagro” de
simultaneidad entre la intención comunicativa del objeto estético y la necesidad de sentido
de la conciencia, sin más intervenciones, es lo que podríamos denominar fenómeno
estético.
En su libro, Fenomenología de la experiencia estética, Mikel Dufrenne hace una precisión
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simple pero fundamental: del fenómeno estético, el resultado es lo sensible4. Es decir,
puesto que la experiencia del objeto estético crea un estado de conciencia intermedio entre
la realidad racional y la realidad sensible, el fenómeno estético desata en el sujeto su
capacidad imaginativa, instaurando en el centro de su conciencia, por una parte, el impulso por dar sentido a ese objeto que se percibe sensiblemente y, por otro, el deseo de extraer el
sentido que éste encierra y que se le ofrece a partir de la experiencia.
Más adelante veremos cómo la experiencia estética está inscrita en la dinámica de la
vitalidad en tanto que implica la interacción consigo mismo y con el mundo, y exige un
intercambio que es saciedad de necesidades de la conciencia a partir de la experimentación
de la plenitud de sentido de un objeto cuya misión es expresar. Según Dufrenne: “Lo
sensible segrega un sentido con el que la conciencia puede satisfacerse. Un sentido
necesario puesto que lo sensible no podría ser captado si fuese un puro desorden. Este
sentido es inmanente a lo sensible y su misma organización: lo sensible se nos da primero y
el sentido se ordena a él”5.
Diremos entonces con Mikel Dufrenne que la ocurrencia del fenómeno estético contribuye
a otorgar sentido a la experiencia y, por esta vía, a alimentar la conciencia a través de la
sensibilidad. Sin embargo, es preciso delimitar el campo del fenómeno estético, puesto que
resulta conveniente no mezclar, ni confundir, la ocurrencia del fenómeno estético con la
reflexión sobre el mismo. Una cosa es la lectura de un poema como experiencia estética, y
otra, muy distinta, la poética, es decir, la reflexión teórica que de allí resulte; luego, nuestro
campo fenomenológico estará limitado exclusivamente a lo sensible.
4 DUFRENNE, Mikel. Fenomenología de la experiencia estética. Valencia: Fernando Torres, 1982. v. 1:
“Hay una significación antropológica que volveremos a encontrar constantemente al evocar la percepciónestética: atestigua que el ámbito de lo sensible, exaltado por esta percepción, es, según, una vieja fórmula, elacto común del sujeto que siente y de lo sentido, dicho de otra manera, que entre la cosa y el que la percibehay un entente previo anterior a todo logos”. Ante lo cual Dufrenne precisa su enfoque: “Ya se verá que nonos restringiremos a seguir al pie de la letra a Husserl. Entenderemos la fenomenología en el sentido en el queSartre y Merleau-Ponty han introducido el término: descripción que apunta a una esencia, definida ésta comosignificación inmanente al fenómeno y dada con él. La esencia es algo que debe descubrirse, pero por undesvelamiento y no por un salto de lo conocido a lo desconocido.” p. 20, 39.5 Ibid. p. 51.
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Si podemos hablar de instantes de percepción, trasladados al campo estético, diremos que la
sucesiva captación de esos instantes estéticos nos son transmitidos por el objeto estético al
entrar en contacto con nuestros sentidos y, a través de ellos, con nuestra conciencia. Son
instantes de expresión originados en el objeto estético y que, al entrar en contacto con elsujeto —cuya actitud de apertura comunicativa frente a la fuerza expresiva del objeto
contemplado lo sitúa en disposición de receptor—, integran momentánea y sucesivamente
su imaginación y sus emociones. El resultado: lo sensible, exclusivamente. Hasta aquí la
ocurrencia del fenómeno estético. Estadios posteriores pertenecerán, entonces, a la
reflexión estética, a los terrenos de la razón y la conciencia, pero, como experiencia estética
primaria, lo sensible se apoya en la emoción y la imaginación. Y sin embargo, dicha
experiencia seguirá siendo de carácter estético.
Maurice Merleau-Ponty en su Fenomenología de la Percepción lo expresa claramente en
esta cita que extraigo para ilustrar el proceso hasta el cual pretendo llegar en la
investigación que me ocupa; se trata aquí, definitivamente, de afirmar lo sensible frente al
sentido.
La palabra es un gesto y su significación un mundo... El sentido de
los gestos no viene dado, sino comprendido, o sea recogido, por unacto del espectador. La dificultad estriba en concebir bien este acto yno confundirlo con una operación de conocimiento. Lacomunicación o la comprensión de los gestos se logran con lareciprocidad de mis intenciones y de los gestos del otro, de misgestos y de las intenciones legibles en la conducta del otro. Todoocurre como si la intención del otro habitara mi cuerpo, o como simis intenciones habitaran el suyo. El gesto del que soy testigo dibujaen punteado un objeto intencional. Este objeto pasa a ser actual y secomprende por entero cuando los poderes de mi cuerpo se ajustan almismo y lo recubren. El gesto está delante de mí como una pregunta,
me indica ciertos puntos sensibles del mundo, en los que me invita areunirme con él. La comunicación se lleva a cabo cuando miconducta encuentra en este camino su propio camino. Hay unaconfirmación del otro por mí y de mí por el otro. Hay que restituiraquí la experiencia del otro, deformada por los análisisintelectualistas, así como tendremos que restituir la experiencia perceptiva de la cosa... Me comprometo con mi cuerpo entre las
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cosas, éstas coexisten conmigo como sujeto encarnado, y esta vidadentro de las cosas nada tiene en común con la construcción de losobjetos científicos. De igual manera, no comprendo los gestos delotro por un acto de interpretación intelectual, la comunicación de las
conciencias no se funda en el sentido común de sus experiencias, pormás que ella lo funde igualmente bien: hay que reconocer comoirreductible el movimiento por el que me presto al espectáculo, meuno a él en una especie de reconocimiento ciego que precede ladefinición y la elaboración intelectual del sentido6.
En este texto de Merleau-Ponty se sintetiza el proceso mental y psicológico por el cual
tiene lugar el fenómeno estético a través de la percepción de un sujeto, proceso que
analizaré más detalladamente al enfrentar el tema de la recepción de la obra literaria.
En estos análisis, como el citado de Merleau-Ponty, se evidencia que la fenomenología ha
sido quizás uno de los métodos que con mayor precisión ha permitido el acercamiento a lo
que ocurre en el sujeto al ser afectado por las percepciones. Particularmente en lo relativo a
la obra literaria, los estudios que consideran los efectos de la misma en el lector se han
valido, en numerosas ocasiones, de la fenomenología y sus principios metodológicos, pues
contemplar al lector ha implicado un cambio de perspectivas que necesariamente requería
de métodos diferentes a los probados por la estética clásica. Ya Husserl lo afirmaba:
“Mientras las realidades son en sí lo que son, sin cuestiones acerca de los sujetos que se
refieren a ellas, los objetos culturales son en determinada manera subjetivos, que brotan del
obrar subjetivo y que, por otra parte, se dirigen a los sujetos en cuanto sujetos personales” 7.
1.4 LA EXPERIENCIA ESTÉTICA
Ahora bien, analizando en detalle el proceso de experimentación estética, es preciso
retroceder a los inicios de esta experiencia hasta encontrar su raíz en la psicología humanay tratar de descubrir su manera de obrar en la conciencia de un individuo. Tomemos como
6 MERLEAU-PONTY, Maurice. Fenomenología de la percepción. Península: Barcelona, 1994. p. 201-202.7 HUSSERL, Edmund. Phaeomenologische Psycologie, citado por ISER, Wolfgang. El acto de leer. Teoríadel efecto estético. Madrid: Taurus, 1994. p. 241.
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ejemplo la manera en que los niños experimentan los objetos estéticos, o catalogados
culturalmente como tales. Lev Vygotski8 realizó este tipo de observaciones con niños de
edades diversas, desde la primera infancia hasta la adolescencia y el resultado en todos los
casos es idéntico. El niño parte de sus experiencias previas con el mundo y con lo que éstashan legado a su conciencia para hacer un ejercicio de interpretación del objeto estético y,
dado que el niño carece de formación académica sobre este aspecto, es muy fácil entender
cómo es necesaria su acumulación de experiencias para enriquecer y dar sentido a la obra
estética.
Encontramos que la manera en que un niño se acerca a la obra de arte es por completo
espontánea y natural en el sentido de que su experiencia no estará mediada por discursos o
teorías ajenas. El niño realiza un ejercicio de percepción que salta de la observación o
lectura de la obra a la imaginación libre que le viene de sus experiencias de vida y puede
pasar directamente de allí a la creación como expresión de la experiencia estética vivida.
No hay discurso que medie entre este tipo de experiencias pero definitivamente éstas
estarían cargadas de los componentes afectivos, psicológicos y sensoriales necesarios para
que podamos catalogarlas como experiencias estéticas.
En su libro Kant, vida y doctrina, Ernst Cassirer analiza la concepción del filósofo alemán
con respecto a la función del juicio estético. “Para Kant, todo juicio es un acto, no de
‘receptividad’, sino de pura ‘espontaneidad’…”9 y esto lo menciona Cassirer a propósito
del carácter estrictamente apriorístico del juicio estético, citando un ejemplo de la Crítica
del Juicio:
Lo que se desea saber es, simplemente, si la mera representaciónde aquel objeto suscita en mí cierta complacencia, por mucha quesea mi indiferencia de ahora y probablemente de siempre con
respecto al objeto mismo representado. Fácilmente se ve que es laidea que yo me forme de aquella representación y no lo que paramí signifique la existencia de su objeto lo que interesa cuando se
8 VYGOTSKI, Lev. La imaginación y el arte en la infancia. Madrid: Akal, 2000. 120 p.9 CASSIRER, Ernst. Kant, vida y doctrina. Fondo de Cultura Económica: Bogotá, 1997. p. 361.
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trata de que diga si ese objeto es o no bello y de saber si yo tengoo no el sentido del gusto. […] La función estética es la única queno se preocupa de saber qué es ni cómo actúa el objeto, sino quécosa es para mí la representación de él10.
Volvamos pues a nuestras citas de Dufrenne y Merleau-Ponty sobre la defensa de lo
sensible frente al sentido y encontraremos que Kant concebía ya, desde los inicios de la
estética moderna, la posibilidad de que existiera un estadio previo de la percepción sensible
en el que sólo tomaría parte la subjetividad de las emociones del individuo. Es en este
estadio de la subjetividad plena en el que comienza a estructurarse el juicio estético. Esto
ocurre a partir de las propias representaciones y de la espontaneidad de la percepción y no a
través de mediadores de tipo racional.
Si se pudiera descomponer el proceso de percepción estética diríamos que, cuando se
presenta un objeto estético a los sentidos de un individuo, su representación pasa de lo
sensorial a lo sensible con una inmediatez total que se instala en los terrenos de la emoción
y los sentidos, de tal forma que no son aquí admisibles los procesos de fragmentación ni las
divisiones que establece el intelecto para procesar y dar significación a las experiencias.
Una vez ocurrido el fenómeno, las operaciones mentales que de allí surgen acuden, en
primera instancia, a la capacidad imaginativa del sujeto para establecer una asociación entrela experiencia estética que acaba de sucederle y su acumulación de experiencias —reales o
imaginadas a partir de otras experiencias estéticas—. En segundo lugar, se establece un
territorio de lo posible en el que el sujeto se ve interactuando con los mundos y situaciones
que le ofrece dicho objeto, como en un desdoblamiento involuntario y previo a un estadio
consciente de la experiencia; es en este momento en el que decimos que un sujeto ‘dialoga’
con la obra, es un diálogo que se realiza como una actuación en la que el sujeto asume un
rol y se posesiona de él asignándole un carácter de realidad. Esto es posible únicamente
gracias a la intervención de la imaginación, espontánea y no volitiva, que ofrece la
posibilidad de la objetivación de la conciencia en la que el sujeto puede percibirse como
otro en una situación y en un mundo imaginarios. La naturalidad con la que el sujeto realiza
10 Ibid., p. 364.
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esta operación es similar a la manera en que el niño realiza sus juegos y por eso el paralelo
que hemos querido establecer es de utilidad para este análisis. Una tercera instancia de esta
experiencia ocurre cuando el sujeto vuelve la mirada a su entorno de realidad y ocurre la
confrontación.
A partir de este momento, se inicia el proceso de significación resultante de la experiencia
estética del sujeto y de su plena vivencia espontánea, como acabamos de ver. Su mirada
sobre la realidad y sobre sí mismo se enriquecerá en tanto que las experiencias de la
imaginación sensible, encendida a través de la experiencia estética, le brindarán la
posibilidad de hacer una lectura diferente de su percepción del mundo y de sí mismo. Esta
nueva lectura complementará y se sumará a sus experiencias de realidad y le llevará de la
reflexión a la significación, completando el proceso de manera satisfactoria en lo relativo a
la experiencia estética.
Como vemos, si bien no se trata de un proceso de elaboración de conocimiento en sentido
estricto, es decir, racional, consciente y voluntario, no podremos negar la posibilidad de que
se trate de un tipo de conocimiento sensible que parte de experiencias de la imaginación y
cambia nuestra percepción del mundo y de nosotros mismos. La experiencia estética le
permite al sujeto sustraerse del tiempo histórico en el que está inmersa su realidad
consciente y adentrarse en mundos imaginarios que pueden remitirlo a realidades pasadas o
desconocidas hasta entonces para él, vivirlas como si fueran reales y apropiarse de ellas
para su ejercicio de dar sentido a su vida, su mundo, sus semejantes y su manera de
relacionarse con todo esto que configura su entorno. De esta forma, el sujeto de la
experiencia estética puede acceder a un tipo de experiencia universal y un tipo de
conocimiento general. Veamos cómo describía Kant el proceso por el cual tiene lugar una
experiencia estética y el conocimiento que ésta ofrece al individuo, en oposición a laexperiencia objetiva que brinda un tipo de conocimiento científico:
El estado de ánimo, en las representaciones estéticas, es el de “unsentimiento de libre juego de las fuerzas de la imaginación a la luzde una representación dada, para poder llegar a un conocimiento
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en general.(…)
El juicio empírico-teórico, la experiencia concreta que tenemos presente es contrastada con el sistema de las experiencias (las
reales o las posibles), y a través de esta comparación se determinasu valor objetivo de verdad; en el estado estético, la intuición presente concreta o la impresión presente ponen en movimientodirecto la totalidad de las fuerzas sensitivas o representativas. Yasí como allí es necesario ir construyendo la unidad de laexperiencia y de su objeto, en la labor de la formación de losconceptos, rasgo a rasgo y elemento a elemento, la obra de arteacabada representa de golpe, por decirlo así, aquella unidad deespíritu que es para nosotros expresión directa y auténtica de launidad de nuestro yo, de nuestro sentimiento concreto de vida yde nuestra propia personalidad.
(…)El sentimiento artístico es siempre un sentimiento del yo, y precisamente por serlo es al mismo tiempo un sentimiento generaldel mundo y de la vida. Al objetivarse en formas de fantasíaestética, el “yo” se desprende de su individualidad; pero no porello desaparece dentro de estas formas su movilidad individualanterior, sino que lejos de eso perdura en ellas y se comunica pormedio de ellas a todos aquellos que son capaces de concebirlas deun modo puro.(…)
Toda auténtica obra de arte se halla determinada totalmente porlos sentidos y no parece exigir otra cosa que permanecer dentrodel círculo de lo sensorial; y, sin embargo, trasciendenecesariamente más allá de este círculo. La auténtica obra de arteencierra siempre un fragmento de una vida puramente concreta y personal, a pesar de lo cual cala hasta una profundidad en que elsentimiento del yo se revela, al mismo tiempo, como sentimientodel universo. Es posible que esto, considerado desde un punto devista conceptual, pueda llamarse un milagro, pero este milagro serealiza verdadera y plenamente en las supremas creaciones delarte…11
Cerraremos este punto con los fragmentos citados de Kant para adentrarnos en los terrenos
de la psicología humana en relación con la capacidad de percepción y aprendizaje que
11 CASSIRER, Op. Cit., p. 366, 370, 373, 387.
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brinda al sujeto, pero antes, a manera de recuento de lo analizado hasta aquí, quiero
destacar algunos de los aspectos tratados.
Hemos visto los elementos que constituyen la experiencia estética y que le son propios: elobjeto, su intencionalidad comunicativa, la necesidad de sentido de la conciencia. Hemos
analizado el fenómeno estético como un proceso de percepción, de afectación de la
conciencia, de objetivación del sujeto y, por último, de significación. Hemos dado una
mirada retrospectiva a la historia de la estética para encontrar que, desde Kant en el siglo
XVIII, este tipo de enfoques han sido necesarios para dar una explicación a los ejercicios de
la función perceptiva del hombre en relación con otras más de sus funciones que lo
transforman interiormente —comunicativa, significativa, de aprendizaje—. Finalmente nos
hemos aproximado a los terrenos del conocimiento sensible, si es posible hablar de algo tan
impalpable y etéreo, y hemos visto la manera en que la experiencia estética nos seduce
como adquiriendo un conocimiento nuevo pero que se emparenta con el conocimiento
científico en cuanto a la transformación de la conciencia, aunque por otros caminos.
En este breve recorrido por los aspectos fundamentales de la experiencia estética hemos
pasado por alto procesos de la conciencia que es preciso esclarecer en detalle, pues sólo
conociendo el funcionamiento de la mente y de la conciencia sería posible ahondar en laexplicación y descripción de una verdadera experiencia estética. Veamos entonces las
explicaciones de John Dewey y Lev Vygotski sobre el concepto de experiencia natural y
de experiencia estética, que representan el enfoque con el cual quiero conducir esta
investigación.
1.4.1 ¿De qué hablamos cuando hablamos de experiencia? Definir la experiencia, desde
las disciplinas humanas, parece algo tan esquivo y vago como apasionante y necesario,
sobre todo si intentamos acercarnos a la comprensión del arte y la literatura en relación con
el sujeto que contempla o lee una obra.
Desde siempre se ha asumido, de manera generalizada, que el ser humano es, en esencia, un
ser animado por el deseo imperioso y permanente de conocer. Desde la antigüedad, en
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todas las culturas, tanto en sus mitos y libros sagrados como en sus tradiciones populares,
se evidencia este ímpetu, pecaminoso para algunos e iluminado para otros, pero en
definitiva, en todos los casos, determinante en la evolución de la humanidad.
A lo largo de la historia, al analizar cómo se hace posible el conocimiento, diferentes
disciplinas y tendencias han tenido que enfrentar la experiencia como una vía de
posibilidad natural, evidente e inmediata con la que los hombres de todas las épocas han
accedido al conocimiento o lo han construido.
La experiencia es, en una primera instancia, de tipo sensorial; esto es, adquirida a través de
los órganos de los sentidos por estímulos del entorno que percibimos física u
orgánicamente. Las experiencias sensoriales, de esta manera, pasan a formar parte del
conocimiento básico acerca de nuestra realidad circundante, se constituyen en nuestro
bagaje para la vida, para posibilitar que tengamos un desempeño aceptable que nos permita
dominar el entorno y habitarlo. Hasta aquí, nada diferente de lo que ocurre con cualquier
especie de seres vivos.
Nuestro conocimiento, es decir, nuestras experiencias acumuladas, al igual que ocurriría
con cualquiera de estas especies, nos permitiría combinar nuestras habilidades naturales de
tal forma que evitemos daños y amenazas de elementos del entorno. Esto significa que el
hombre organiza sus experiencias de determinada manera, y las almacena y utiliza también
de un modo particular. Podríamos decir que este manejo, consciente o no, confiere a cada
experiencia un peso específico, una importancia particular según se ubique en el plano de la
vida práctica, específicamente en la manera de satisfacer las necesidades fisiológicas
básicas, o en planos más mediatos de la existencia humana.
Entramos, entonces, al terreno de la experiencia organizada. Y lo que aquí interviene para
convertir a una simple experiencia en una experiencia que trascienda en el desempeño
cotidiano del sujeto es su capacidad de análisis, su habilidad de relacionar una experiencia
nueva con experiencias pasadas y darle un lugar en su escala de organización individual.
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Pero el ser humano es mucho más que un organismo viviente que requiere para vivir algo
más que respirar y alimentarse. El ser humano necesita de sus semejantes con quienes
construir y utilizar sus conocimientos, con quienes dominar el entorno; por eso, y por otras
razones que veremos más adelante, el hombre crea vínculos, socializa, intercambiaexperiencias, saberes, errores, ganancias y pérdidas, y todo lo que este cúmulo de
experiencias generan en él, esto es, emociones diversas, sensaciones múltiples.
Para resumir, la experiencia es el resultado de la interacción del sujeto con su entorno bajo
condiciones y circunstancias particulares. Y por entorno debemos entender todo lo que le
rodea, todas las condiciones que determinan e influyen en su existencia: entorno natural,
social, cultural, emocional. La experiencia es, entonces, no sólo sensorial, sino que abarca
de esta manera el conjunto de nuestra personalidad y se manifiesta a través de la
sensibilidad, entendida ésta en toda su extensión. Para decirlo con las palabras de John
Dewey:
“la ‘sensibilidad’ cubre un amplio grupo de contenidos: elsensorial, el sensacional, el sensitivo, el sensible y el sentimental junto con el sensual. Incluye casi todo, desde el mero choquefísico y emocional, hasta la sensación misma, esto es lasignificación de las cosas, presente en la experiencia inmediata.Cada término se refiere a alguna fase y aspecto real de la vida deuna criatura organizada, en tanto que la vida se produce a travésde los órganos de los sentidos”12.
Ahora bien, la experiencia así, sin más, no pasaría de ser un cúmulo de sensaciones,
sentimientos, vivencias que, aunque de manera inconsciente se organice para constituir
todo lo que permite ‘desempeñarse’ adecuadamente en la vida primaria, social o emocional,
no alcanza más que para desarrollar habilidades de interacción inmediata con todo lo
externo al ser humano. Pero ya vimos que el hombre necesita más que esto; necesita tenerun sentido de proyección, crecimiento o trascendencia en todos los planos de su vida, esto
es, en lo social, cultural, emocional y espiritual.
12 DEWEY, John. El arte como experiencia. Fondo de Cultura Económica. México: 1949. p. 21.
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Es decir, el hombre necesita, además de las habilidades prácticas de interacción, la
capacidad de desarrollarse interiormente para enriquecer su entorno. La experiencia inicial,
inmediata, surgida de la interacción directa con las condiciones de su entorno, se convierte
en estímulo para actuar proyectando un yo interior que aporta, transforma, enriquece suentorno y que a la vez vuelve a recibir de él, de su propia creación, elementos, sensaciones,
vivencias, —experiencias— que nuevamente vuelve a transformar. El hombre se ve
reflejado en su entorno y continuamente va a él y regresa a su yo interior, dando a su
interacción con el mundo un sentido más mediato de desarrollo e intercambio permanente.
Citemos nuevamente a Dewey: “La experiencia, en el grado en que es experiencia, es
vitalidad elevada. En vez de significar encierro dentro de los propios y privadossentimientos y sensaciones, significa un comercio activo y alerta frente al mundo; significa,
a esta altura, completa interpenetración del yo y el mundo de los objetos y
acontecimientos”13.
En este punto debemos agregar que la “completa interpenetración del yo” se hace posible
sólo en este último nivel de interrelación en el que el hombre se desarrolla interiormente
para transformar su entorno a partir de sus creaciones, a partir de los actos que proyecta
sobre él y de los cuales vuelve a recibir estímulos, reflejándose en ellos e interiorizándolos,
esto es, otorgándoles significados particulares e interpretándolos. Para ello es fundamental
el uso del lenguaje, como ya lo advierte Vygotski en su análisis sobre el desarrollo
intelectual del niño: “Antes de dominar su propia conducta, el niño comienza a dominar su
entorno con la ayuda del lenguaje. Ello posibilita nuevas relaciones con el entorno, además
de la nueva organización de la propia conducta. La creación de estas formas de conducta
esencialmente humanas produce más adelante el intelecto, convirtiéndose, después, en la
base del trabajo productivo”14.
13 Ibid, p. 19.14 VYGOTSKI, Lev. El desarrollo de los procesos psicológicos superiores. Barcelona: Crítica, 1979. p. 48.
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Lo que Vygostki pone de manifiesto es la gran importancia que tienen, en el proceso de
desarrollo, las experiencias básicas a partir de las cuales se construye lo que él denomina
‘aprendizaje real’ y que permite dominar el entorno en relación con la creación de la
conducta, la concientización e interpretación del yo y el uso del intelecto para transformarlas condiciones básicas, inicialmente determinantes en la vida de un individuo.
El entorno natural y el entorno creado o transformado de esta manera por el hombre
adquieren el carácter de objeto de análisis, en tanto que se hacen conscientes como materia
de percepción. Es entonces gracias a la intervención de la conciencia, en el proceso de
intercambio y desarrollo permanente con el entorno y consigo mismo, como el hombre
adquiere la capacidad de trascender y proyectarse a través de la significación que da a sus
experiencias.
Como vemos, la experiencia es el motor del conocimiento, pero sólo en la medida en que
ésta adquiera los significados y la interpretación adecuados (y ‘adecuados’ significa aquí,
literalmente, que se adecuan a las condiciones y necesidades particulares generadas por el
conocimiento del yo interior y por la interacción de un individuo con su entorno y consigo
mismo), ese conocimiento ganará en riqueza de contenidos, en universalidad, en
satisfacción de necesidades particulares y colectivas.
De esta forma, la habilidad para otorgar significados a las experiencias es un logro que se
alcanza por un largo proceso de aprendizaje que permite relacionar, con objetivos claros,
experiencias pasadas con las actuales. Luego podríamos afirmar, con Vygotski, al hacer la
diferenciación entre aprendizaje y desarrollo, que el producto de estas asociaciones, o la
calidad de ellas, estaría directa y estrechamente relacionada con la calidad de las
experiencias pasadas, las cuales habrían posibilitado y determinado la riqueza del procesode aprendizaje. Experiencias pasadas cargadas de contenidos valiosos, de significados con
trascendencia vital, son las que posibilitan una mejor y más rica interpretación de
experiencias actuales y esto, a su vez, genera un continuum de interacción, es decir, de
percepción-creación, de desarrollo, más enriquecedor.
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El concepto de experiencia, en el breve recorrido que hemos hecho desde el plano
puramente sensorial inmediato hasta su mediatización —utilizando el término de
Vygotski—, por efecto de la intervención de la conciencia, tiene un condicionamiento
indiscutible para constituirse en experiencia real, trascendente en el interior del individuo.La experiencia real, verdaderamente acuñable para construir la interpretación del yo, debe
tener un principio de orden en la manera en que se almacena, se recurre a ella y se utiliza; y
el orden no es más que la forma en que el pasado retorna sobre la experiencia presente para
otorgarle un significado, que a su vez está sujeto a la expectativa de un futuro, o de
experiencias futuras.
Entran en juego así, por una parte, el reconocimiento de lo vivido —experimentado— y la
anticipación de lo que vendrá, y es en esta relación y desplazamiento permanente de la
conciencia como se crea un espectro de expectativas que traza caminos y direcciones, y
que, por lo tanto, impulsa hacia delante. Este proceso exige permanentemente el ejercicio
de la capacidad interpretativa aplicada a la vida cotidiana en la percepción de las
experiencias presentes; es un proceso en el que se evidencia un desarrollo o un crecimiento,
es la manera en que el ser humano, desde niño, comienza a tejer y a tomar control sobre su
devenir.
Sobra decir que, en este punto, los condicionamientos de todo tipo —sociales, religiosos,
culturales, etc.— tienen una presencia y un peso innegables. Delimitan, restringen, crean un
marco para la acción del individuo sobre su propia libertad, pero también posibilitan la vida
en comunidad y, por lo tanto, son necesarios.
Cabe preguntarse entonces: ¿a dónde va a parar la libertad individual para organizar las
experiencias, darles un rumbo y actuar de acuerdo con los significados e interpretaciones personales otorgados a ellas? ¿Existe un espacio, entre toda esta red de experiencias y
conocimientos tejidos en torno y a favor de su comunidad, en el que el ser humano, como
individuo, pueda construir sin condicionamientos y vivir para sí mismo y para su propio
deleite experiencias diversas, liberadas de su aplicabilidad práctica a la vida comunitaria?
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Ese espacio, inserto dentro de toda la construcción social de una comunidad, en el que esta
libertad puede ejercerse sin consideraciones, sin miramientos, sin limitaciones, casi sin
compasión, es un espacio en el que caben todas las posibilidades que permiten que el
hombre pueda ser plenamente libre; en el que puede complementar sus vivenciasconstituyéndose como un ser total; en donde puede desplegar todas sus experiencias
pasadas y todas sus expectativas futuras, —que para este caso, prefiero llamar deseos—. Es
el espacio de la imaginación. Y para darle expresión a este espacio, el hombre inventó el
arte: la posibilidad de experimentar de otra manera, de crear para sí y, nuevamente, para su
entorno, otro tipo de experiencias: las experiencias estéticas.
1.4.1 ¿Qué es tener una experiencia estética? La experiencia, como vimos, es una
necesidad vital para el desarrollo del intelecto, de la conciencia y del individuo, de manera
integral. No obstante, la manera en que la experiencia se inserta en la conciencia y la forma
de relacionar los estímulos externos de los que ésta se compone, son los que le dan la
unidad necesaria para que se constituya en experiencia con carácter estético. Esto, en el
análisis de John Dewey, es una concepción integradora de la realidad del sujeto inmerso en
condiciones determinantes; postura que rebasa el concepto de experiencia y de estética
concebido antiguamente, e incluso, que ha sido visible a lo largo del siglo XX en algunos
teóricos.
Dewey, en efecto, parte de la realidad del sujeto como ente perceptor, y por lo tanto, como
objeto de percepción; es decir, el sujeto toma parte tanto activa como pasiva en el proceso
de la experimentación de una percepción. Pero, por ahora, analizaré primeramente cómo
una experiencia corriente, de la vida práctica de un sujeto puede convertirse en experiencia
estética, cómo se da ese primer paso hacia la experiencia estética.
De acuerdo con Dewey, la experiencia se convierte o comienza a caracterizarse como de
tipo estético en la medida en que ésta ejerce sobre el sujeto un impulso de reflexión, de
intervención de la conciencia, la voluntad y la subjetividad; es decir, supera el plano de lo
puramente instintivo y sensorial, traspasa el nivel de los órganos de los sentidos en el cual
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no es más que un estímulo externo cuya principal característica es que es de índole
temporal, esto es, con una duración definida, para instalarse en el devenir de la existencia
individual en el lugar que dicho sujeto le otorgue de acuerdo con sus determinantes, ya no
externos, sino los más íntimos de los que dispone: su emoción y sus sentimientos. Dewey loexplica bellamente con un ejemplo de una lúcida sencillez:
Puede darse un ejemplo general, si tomamos una piedra que rueda por una colina para tener una experiencia. Su actividad es deseguro suficientemente ‘práctica’. La piedra arranca de alguna parte y se mueve, conforme las condiciones lo permiten, hacia unlugar y estado donde pueda quedar inmóvil, es decir, hacia un fin.Agreguemos con la imaginación a estos hechos externos que la piedra mira hacia adelante con el deseo de un resultado final; que
se interesa por las cosas que encuentra en su camino, las cualesson condiciones que aceleran o retardan su movimiento enrelación a sus términos; que actúa y siente respeto a ellas segúnque les atribuya la propiedad de impulsarla y detenerla y que, alllegar al final, relaciona éste con todo lo que sucedió antes, comola culminación de un movimiento continuo. Entonces la piedratendría una experiencia dotada de cualidad estética15.
Indudablemente, este ejemplo clarifica ese primer paso de una experiencia hacia su carácter
estético; ésta es una interpretación que abre el camino para la valoración cualitativa de las
experiencias desde un punto de vista subjetivo y no como objetos de estudio alejados y
externos, como meros estímulos. La experiencia ‘dotada de cualidad estética’, es decir, con
unidad, dirección y carácter integrador es la que permite revelar al individuo su yo interior,
en la medida en que lo posibilita para ejercer su juicio crítico en la selección y organización
subjetiva de los componentes que la integran. Por tanto, la experiencia estética le permite al
hombre ejercer de la manera más auténtica su libertad, independientemente de que se trate
de una experiencia resultante de la contemplación de un objeto con finalidad estética.
Quizás uno de los aportes más significativos de John Dewey es que despojó el concepto de
experiencia estética del carácter sublime que le había sido otorgado después de que los
15 DEWEY, Op. Cit., p. 37.
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teóricos y filósofos de línea clásica abrieron paso a su identificación con conceptos
universales de lo bello, lo bueno y lo verdadero. Es decir, Dewey rescata el valor de la
experiencia estética para la subjetividad y la pone en la categoría de los determinantes de la
conducta.
No lejos de esta óptica, Vygotski, con ajuste a la dialéctica materialista, encontraba que el
hombre está inmerso en el movimiento de la naturaleza y la historia, y determinado por su
carácter biológico y cultural a la vez. Y es justamente al poner en perspectiva la experiencia
del sujeto hacia la historia y la cultura cuando Vygotski descubre el lenguaje como
conductor de la experiencia y, por lo tanto, como vía hacia el conocimiento.
El aprendizaje del lenguaje es, para Vygotski, el proceso de mayor funcionalidad en el
desarrollo de un individuo, puesto que le permite, por una parte, nombrar el mundo que
percibe a través de sus sentidos; por otra parte, construir su apreciación sobre aquello que
percibe; y, finalmente, expresarlo de una manera que sea comprensible para los demás.
Profundizaré un poco en los estudios de Vygostki sobre el lenguaje, pues ellos serán la
puerta hacia una más completa visión de la manera en que se da la experiencia estética.16
Pocas veces somos conscientes de que nuestro pensamiento se construye a base de
lenguaje, que incluso nuestras percepciones inconscientes deben tomar cuerpo en el
lenguaje para poder hacerlas conscientes, que ‘hacer consciente’ no es otra cosa que poner
en palabras algo a lo cual nos hemos visto enfrentados de manera no voluntaria, es decir,
algo que nos sucede, algo que experimentamos o que en todo caso nos ha impactado en un
nivel profundo sin que este efecto se hubiera dado por una decisión propia y consciente.
Vivimos sumergidos en el lenguaje, incluso cuando no hablamos y, entonces, ¿qué diremosde lo que pensamos y sentimos? Todo nuestro ser está fundamentado en el lenguaje, así
16 Sobre el concepto de lenguaje dentro de los procesos de aprendizaje y desarrollo, y su relación con laexperiencia estética, en VYGOSTKI, ver sus tres obras: El desarrollo de los procesos psicológicos superiores;La imaginación y el arte en la infancia; y, Pensamiento y lenguaje.
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como todas nuestras posibilidades de relación y de expresión, si bien no es el lenguaje de la
palabra la única posibilidad de tener acceso a ellas. La manera en que clasificamos nuestras
experiencias y les damos un lugar en nuestro sistema de pensamiento y de conducta está
irremediablemente centrada en el lenguaje. Podríamos decir que, en tanto que nuestrolenguaje sea más y más elaborado, cada vez más completo y complejo, mejor podríamos
nombrar todo aquello que nos ‘sucede’ o que experimentamos y que, en tanto que el
lenguaje se adquiere a través de un proceso de aprendizaje y de asimilación de
experiencias, es posible construir una base sobre la cual nuestro pensamiento alcance un
desarrollo también más complejo y rico.
Aprendemos, nos dice Vygotski, nuestro lenguaje de palabras a partir de los primeros
contactos con el entorno y con quienes nos rodean —y esto incluye los gestos como punto
de partida—, pero es la riqueza de ese lenguaje, su capacidad de construcción simbólica, la
que nos permite acceder a realidades tanto del entorno como a las realidades interiores de la
mente y el espíritu, e incluso a realidades posibles que habitan los terrenos de la
imaginación.
... el aprendizaje humano presupone una naturaleza socialespecífica y un proceso, mediante el cual los niños acceden a la
vida intelectual de aquellos que los rodean.
El lenguaje surge, en un principio, como un medio decomunicación entre el niño y las personas de su entorno. Sólo mástarde, al convertirse en lenguaje interno, contribuye a organizar el pensamiento del niño, es decir, se convierte en una función mentalinterna17.
El proceso de desarrollo del pensamiento y del lenguaje alcanza una fase indispensable para
las posibilidades que ofrece la experiencia estética con la lectura literaria. Se trata de la
interiorización del lenguaje, lo que Vygotski denomina “…etapa de ‘crecimiento interno’.[En la cual] la operación externa se convierte en interna y sufre un cambio profundo en el
proceso. El niño comienza a contar en su cabeza, a usar la ‘memoria lógica’, esto es, a
17 VYGOTSKI, Op. Cit., p. 136, 138.
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operar con relaciones inherentes y signos interiorizados. En el desarrollo del habla ésta es la
etapa final del lenguaje interiorizado, sin sonido. Se da aquí una interacción constante entre
las operaciones externas e internas”18. Para el proceso de desarrollo, la adquisición de un
lenguaje interiorizado sería el inicio de la interacción con la propia subjetividad y por ende,del uso de la imaginación para la construcción de realidades posibles en el juego o en la
experiencia estética.
En ese sentido se entiende que el sujeto adquiere, a través de un proceso de aprendizaje,
desde niño, la habilidad y las competencias necesarias para interpretar múltiples lenguajes,
y que este aprendizaje se da principalmente por la manera en que se conduzca su
acercamiento a otras formas de realidad, a las que puede acceder justamente por el uso del
lenguaje con el que se comunica.
Para el tema que nos ocupa, esta concepción del lenguaje en relación con la experiencia
estética adquiere una importancia particular, pues las formas pictóricas, literarias o
musicales son lenguajes que el sujeto aprende a interpretar; pero más importante que eso es
que le posibilitan un conocimiento especial que, a la vez que lo enfrenta al mundo exterior
de la cultura y la historia, también lo devuelve hacia su yo interior en tanto que él mismo es
producto de la cultura y la historia.
El sujeto en este punto accede, a través de los múltiples lenguajes, a formas diferentes de
percibir su realidad, y, particularmente, centrándonos en el lenguaje de las formas estéticas,
ya no sólo la realidad de su entorno natural sino realidades propias, íntimas, que le
devuelven, como en un espejo, la imagen de sí mismo inmerso en el permanente
movimiento de la historia y la cultura. El sujeto que percibe de esta forma y que elabora u
otorga significados e interpretaciones particulares a sus experiencias a través, comomencionábamos anteriormente, de la intervención de la conciencia y de la reflexión que
motiva este tipo de experiencias, entra en la dimensión estética, propia del ser humano y
18 VYGOTSKI, Lev. Pensamiento y lenguaje. Teoría del desarrollo cultural de las funciones psíquicas.Buenos Aires: La Plèyade, 1985. p. 75, 76.
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que se instaura como una función específica y diferenciada de su conducta.
La apertura a otro mundo —más allá de la realidad cotidiana— es,
también en nuestros días, el paso más importante hacia laexperiencia estética... Sólo en el plano reflexivo de la experienciaestética, el observador saboreará o sabrá saborear estéticamentesituaciones de la vida que reconoce en ese instante o que leafectan personalmente, siempre que, de manera consciente, seintroduzca en el papel del observador y sepa disfrutarlo19.
Estas palabras de Jauss otorgan una trascendencia especial e introducen una nueva
significación a conceptos tan comunes como: “otros mundos”, “observador”, “reconocer”,
“afectar”, “disfrutar”. Desde luego, Jauss, para su análisis del fenómeno ocurrido en el
sujeto que percibe, debe introducir y dar importancia a estos conceptos, puesto que con
ellos solamente se puede definir la experiencia individual cuando ésta, como lo manifiestan
Dewey y Vygotski, tiene lugar en la dimensión emocional que es la única capaz de
integrarla en un carácter estético.
Retomando, entonces, no sólo la conciencia y la reflexión sirven para otorgar el carácter
estético a una experiencia; se requiere de la función emocional del hombre, en primera
instancia, para determinar si tal o cual experiencia, lo transporta a otros mundos, probablemente sólo imaginados e íntimos, los cuales, a través de un afortunado encuentro
con el objeto que observa, puede reconocer , sentirse afectado por ellos en tanto que, como
creaciones de su individualidad, lo muestran a sí mismo como actor de una situación dada,
y, por otra parte, disfrutarlos justamente por esto. Desde entonces, a partir de tal
experiencia, puede percibirse como observador . Ocurre entonces el distanciamiento
necesario y el fenómeno se completa.
El proceso quedaría así: existe una cualidad estética que “redondea una experiencia hasta
completarla y darle unidad emocional. (...) En efecto, las emociones son cualidades cuando
son significativas de una experiencia compleja que se mueve y cambia”. Es decir, no son
19 JAUSS, Hans Robert. Experiencia estética y hermenéutica literaria. Madrid: Taurus, 1986. p. 31.
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instantáneas, sino que implican una duración, un desarrollo. Y continúa Dewey:
La naturaleza íntima de la emoción se manifiesta en la experiencia
de asistir a una representación en el teatro o leer una novela. Seasiste al desarrollo de un argumento; y el argumento requiere unescenario, un espacio donde desarrollarse y un tiempo paradesplegarse. La experiencia es emocional, pero no hay en ellacosas separadas llamadas emociones. (...) Las emociones estánunidas a los acontecimientos y objetos en movimiento. No son,salvo en casos patológicos, privadas. (...) La emoción pertenece auna certeza del yo. Pero pertenece al yo que se ocupa en elmovimiento de los acontecimientos hacia un resultado deseado ono deseado. (...) La emoción es la fuerza móvil y cimentadora.Selecciona lo congruente y tiñe con su color lo seleccionado,dando unidad cualitativa a materiales exteriormente disparatados ydesemejantes. Por lo tanto proporciona unidad a las partesvariadas de una experiencia. Cuando la unidad es de la especieque se acaba de describir, la experiencia tiene un carácter estético,aun cuando no sea de modo predominante, una experienciaestética20.
Ahora bien, definida de este modo, se aprecia con mayor claridad cómo la experiencia
estética se convierte en la posibilidad para el sujeto de encontrarse consigo mismo. A
diferencia de la experiencia religiosa, por ejemplo, la experiencia estética retrotrae al sujeto
hacia una intimidad de conciencia sobre sí mismo, lo repliega de tal forma que le permite
‘objetivarse’, ‘sobreponerse’21 a sí mismo para alcanzar la esencia del objeto estético y
poseerlo en un acto de sorprendente simultaneidad. Por el contrario, la experiencia religiosa
lo sustrae hacia una realidad ‘externa’, hacia la realidad de un ser superior que le dicta
preceptos que regirán su vida y su interpretación de las experiencias naturales; la
experiencia religiosa, por tanto, tiene un carácter de convencionalismo, útil y necesario para
20
DEWEY, Op. Cit., p. 39-40.21 Utilizo el término ‘sobreponerse’ con la misma connotación que le da Rilke en un pasaje de Los apuntes de Malte Laurids Brigge: “¿Recuerdas el poema increíble de Baudelaire: ‘Une Charogne’? Quizá lo comprendaahora. Exceptuada la última estrofa, estaba en lo cierto. ¿Qué debía hacer después de tal experiencia?... Leincumbía ver entre esas cosas terribles, entre esas cosas que parecen ser únicamente repugnantes, lo que es, loque sólo cuenta, entre todo lo que es. Ni elección ni repulsa están permitidas. ¿Crees que Flaubert escribió porcasualidad su Saint Julien l’Hospitalier ? Me parece que ahí está el punto decisivo: sobreponerse hastaacostarse al lado del leproso, hasta calentarle con el calor íntimo de noches de amor; eso no puede sinoterminar bien”. RILKE, R.M. Los apuntes de Malte Laurids Brigge. Madrid: Alianza, 1981. p. 53.
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la conformación de comunidades y grupos sociales, y se expresa de la misma manera,
mediante actos convencionales, mediante rituales que actualizan y “colectivizan” la
experiencia trascendental. En la experiencia estética, en cambio, en el encuentro del sujeto
consigo mismo a través de una experiencia que motiva su emocionalidad, no tienen lugarmás que motivaciones individuales voluntarias; la experiencia estética no es posible más
que por el estricto ejercicio individual de la libertad y la voluntad del sujeto y a partir de
motivaciones por completo ajenas a la utilidad o practicidad de las experiencias.
Sin embargo, responder a la pregunta sobre ¿qué es tener una experiencia estética?, exige
retomar todos los aspectos que hemos mencionado y que nos dan los apoyos conceptuales
que necesitamos para acercarnos a una respuesta. Ya hemos recorrido los conceptos de
libertad, emoción, voluntariedad, conciencia, y función de la estética; es preciso ahora
ponerlos en perspectiva sobre la base del carácter social del lenguaje y el aprendizaje.
Si, como lo establece Vygotski en sus estudios, el niño comienza por aprender a través de
experiencias prácticas, de su interacción con el mundo sensible que le rodea, el aprendizaje
estaría dado, en esta primera etapa, quizás de manera no muy diferente de la que se da en
los cachorros de otras especies. Sin embargo, y he aquí lo interesante del estudio de
Vygotski, el ser humano además de ‘aprender’ como un acto que empieza con la
observación y termina con la adquisición de una habilidad, continúa esta experiencia de
aprendizaje a través, ya no de la experiencia sensible y práctica, sino de su interiorización
hacia niveles de conciencia superiores.
Y vayamos más lejos aún en los estudios de Vygotski. Si bien es cierto que el ser humano
profundiza de esta manera en sus experiencias de aprendizaje, también lo es que la forma
de profundizar en ellas y de darles trascendencia vital es a través del contacto con sussemejantes. Luego este tipo de experiencias y la manera de desarrollarlas es, por esencia,
social. Vygotski continúa en la profundización de su análisis y agrega que este tipo de
desarrollo continuo de índole social puede adquirir una mayor trascendencia para el sujeto
y para su entorno dependiendo de las posibilidades que éste tenga de interactuar con sus
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semejantes más ‘aventajados’ o con adultos; es decir, el niño podría desarrollar al máximo
sus capacidades de aprendizaje dependiendo del tipo de experiencias que se le brinden y de
la riqueza de su entorno. En este punto podrían surgir discusiones de tipo socioeconómico o
político, sin embargo, liberaremos el conocimiento de este tipo de condicionantes propiosde otros estudios y más bien diremos, con Vygotski, que la riqueza de la comunicación del
pequeño con su mundo y con los adultos que lo rodean, en especial con su madre, le dan
una dimensión determinada a su conocimiento adquirido, a sus experiencias.
Llegados a este punto, podemos afirmar que las posibilidades de desarrollo están
estrechamente ligadas a la comunicación, es decir, que el uso del lenguaje, su praxis social,
es uno de los principales motores del desarrollo del intelecto y la conducta. Las
experiencias naturales adquieren trascendencia en el sistema de pensamiento así como las
experiencias estéticas también se enriquecen y se potencian por las experiencias anteriores.
En el ejercicio de la comunicación el niño aprende a identificar e interpretar el pensamiento
de los demás. El dominio del lenguaje le posibilita el acceso a los significados
convencionales de las palabras, es decir, a su uso social, pero prontamente el niño descubre,
tras esas mismas palabras, intencionalidades y finalidades diferentes, usos diversos y
motivaciones variadas. Podríamos decir que el niño aprende con el uso de las palabras a
‘leer’ emociones y pensamientos, a entrar en un espacio de cooperación o negociación con
su interlocutor que conduce tanto al significado de sus palabras como al significado de sus
motivaciones e intenciones y a expresar sus propias emociones y pensamientos con
palabras.
Este proceso, que se da bien temprano en el desarrollo del habla y la comunicación en el
niño, es, ni más ni menos, el mismo que realizamos cuando leemos un texto literario:nuestro interlocutor, el libro, nos permite el acceso al pensamiento del autor o a las
construcciones de pensamiento que el autor moldea y nosotros, como lectores, ingresamos
en su espacio de significación a través del acuerdo tácito de la lectura y nuestra voluntad de
cooperación. Lo que de allí resulta es una experiencia comunicativa que conmueve y
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sacude nuestros niveles profundos de significación, esto es, una experiencia estética.
Debemos admitir entonces que la capacidad de experimentar e interpretar emociones
estéticas es también un proceso de aprendizaje que, bien se trate de lectura de textos comode otro tipo de expresiones, está inmerso en el aprendizaje del uso social del lenguaje y en
el ejercicio de la comunicación y que es posible potenciar su desarrollo. Ya anteriormente
mencionábamos que la experiencia estética contiene la esencia de la emocionalidad del
sujeto; pues bien, si suponemos que un objeto que culturalmente consideramos estético o
con finalidad estética es presentado a un sujeto que, por lo menos de manera consciente, no
conoce lo que es la estética y el arte, probablemente, y esto gracias a que la función estética
es inherente al hombre, lo máximo que podría suceder es que se estremezca interiormente y
experimente para sí una emoción indecible, literalmente, puesto que no hallaría las palabras
adecuadas para expresarla. Por otra parte, este sujeto podría entender que la experiencia
suscitada por un objeto tal hace parte de otra realidad diferente a la realidad práctica
circundante, que probablemente esa realidad transmitida por el objeto estético él puede
equipararla y relacionarla de manera más significativa con sus experiencias oníricas e
imaginarias, y que lo que él experimenta a partir de este objeto se asemeja más a la
emoción del juego.
Este sujeto habría experimentado de manera completa y satisfactoria una situación estética,
aunque él mismo no pudiera denominarla de tal manera ni, probablemente, describirla. El
resultado innegable es que tuvo una transformación emocional que hará que en adelante no
vuelva a ser el mismo. Habría ocurrido dentro de él una percepción y experimentación de sí
mismo que lo transformaría para siempre.
Quiero cerrar este punto con una cita de H.R. Jauss sobre Vygotski que ilustra en conjunto
su postura acerca de la experiencia estética y que confirma lo que acabamos de exponer:
Lew S. Vygotski ha demostrado que entre los sentimientos realesy los imaginarios no hay un abismo absoluto: si cualquiersentimiento actual se materializa en una idea, nuestrasexperiencias fantásticas tienen también una base sensitiva real. La
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emoción y la imaginación participan en un mismo proceso psíquico; en la actitud estética, el sentimiento se alimenta de lasmismas energías estimulantes y se diferencia del sentimiento realen una sola cosa: en su posterior destino a la experiencia estética,
donde una actividad, extremadamente intensificada, de laimaginación, puede desviarlo o dirigirlo hacia emocionescontradictorias, sublimarlo con dilaciones o con el climax finalliberarlo, catárticamente, de emociones contradictorias: ‘Lareacción estética no es sino catarsis, es decir, una complejatransformación de sentimientos’
22.
22 JAUSS, Op. Cit., p. 194.
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2. LOS ESTUDIOS LITERARIOS Y LA EXPERIENCIA ESTÉTICA
Una palabra es un microcosmos de conciencia humana.
LEV VYGOTSKI 23
El enigmático y utópico John Wilkins emprendía una interminable tarea: idear un idioma
universal que organizara y abarcara todos los pensamientos humanos, un idioma en el que
“el nombre de cada ser indicara todos los pormenores de su destino, pasado y venidero”, un
idioma en el que cada palabra contuviera su propia definición tanto para lo estrictamente
descriptivo de aquello que nombra como para el lugar que ésta ocupa en la estructura de
significaciones establecida previamente y sobre la cual se apoyaría el sistema de
pensamiento de sus usuarios. ¿Un idioma matemático, quizás? ¿Un idioma de palabras tan
cerradas y precisas de las que ni siquiera pudiera escapar una sombra de ambigüedad o
sinonimia? ¿Un idioma tautológico a tal punto que encierre en sí mismo todas las categorías
de pensamiento y elimine las posibilidades de interpretación?
“…falta conjeturar las palabras, las definiciones, las etimologías, las sinonimias, del secretodiccionario de Dios”. Con esta frase concluye Borges, y valida, el ejercicio interpretativo
del lenguaje en El idioma analítico de John Wilkins 24 cuando plantea la sospecha de que
“no hay universo en el sentido orgánico, unificador, que tiene esa ambiciosa palabra”, es
decir, no hay una realidad totalizadora, unívoca y finita en la que el hombre pueda nombrar
estrictamente lo que la conforma y todo quede cubierto por las significaciones establecidas
para ese universo cerrado. Por el contrario, el intento de John Wilkins no hace más que
constatar que no es posible tal lenguaje único sino sólo las interpretaciones parciales,
subjetivas y circunstanciales de la realidad, es decir, los usos subjetivos del lenguaje
basados en las experiencias del sujeto. Incluso queda claro que también para esto los
23 VYGOTSKI, Pensamiento y lenguaje, Op. Cit., p. 197.24 BORGES, Jorge Luis. Otras inquisiciones. Madrid: Alianza, 1981. p. 105.
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idiomas son escasos pues “el hombre sabe que hay en el alma tintes más desconcertantes,
más innumerables y más anónimos que los colores de una selva otoñal”… y su ingenuidad
consiste en creer que “esos tintes, en todas sus fusiones y conversiones, son representables
con precisión por un mecanismo arbitrario de gruñidos y de chillidos” y que esos ruidosrealmente significan “todos los misterios de la memoria y todas las agonías del anhelo”25.
Con estas palabras de Chesterton cierra Borges su texto sobre Jonh Wilkins sugiriendo la
necesidad de un uso del lenguaje diferente del puramente denotativo, un uso del lenguaje en
el que sea posible asomarse a los intersticios de la realidad, esos vacíos de significado que
se convierten en los tesoros de la subjetividad y la riqueza de la interpretación. ¿Y qué, si
no, es entonces la literatura?
Citar este texto de Borges para precisar la orientación que tendrá el presente capítulo tiene
un sentido ambivalente.