TEMA: EL APRENDIZAJE COMO CULTURA
GRUPO 4
INTEGRANTES:
LUZ DARY CASANOVA GUARDO
ROCO OCTAVIO RIOS VILLA
LA NUEVA CULTURA DEL APRENDIZAJE POZO
Cada vez hay más demanda de nuevos conocimientos saberes y destrezas en
cuanto al aprendizaje de la cultura y la cultura del aprendizaje, en una sociedad
con ritmos de cambio muy acelerados que exige continuamente nuevos
aprendizajes dados entre aprendices y maestros. A medida que el aprendizaje
evoluciona las formas de enseñar también deben evolucionar, la cultura del
aprendizaje deberá ser repensada a diferencia de repetida para lograr la
reconstrucción. La función fundamental del aprendizaje es la de interiorizar o
incorporar cultura con funciones psicológicas superiores, así incorporamos la
cultura que a su vez incorpora nuevas formas de aprendizaje Vygotsky (1978) Las
actividades de aprendizaje deben entenderse en el contexto de las demandas
sociales que las generan. Las capacidades cognitivas aunadas al lenguaje y
algunas virtudes son parte del aprendizaje. Si aprender es un proceso
reconstructivo que nos ofrece la oportunidad de reconocer los obstáculos del
entorno de forma tal que logremos transformarlos, entonces el enseñar debería
promover un proceso que facilite la gestión autónoma del conocimiento y la
transferencia de nuestros saberes a otro sujeto.
La "nueva cultura del aprendizaje" (Pozo1996) se podría caracterizar por tres
rasgos esenciales: estamos ante la sociedad de la información, del
conocimiento múltiple e incierto y del aprendizaje continuo (Pozo 2006).
En la sociedad de la información, la escuela ya no es la fuente primera, y a
veces ni siquiera la principal, de conocimiento para los alumnos en muchos
dominios. Son muy pocas ya las "primicias" informativas que se reservan para la
escuela.
Los alumnos, como todos nosotros, son bombardeados por distintas fuentes, que
llegan incluso a producir una saturación informativa: ni siquiera deben buscar la
información, es ésta la que, en formatos casi siempre más atractivos que los
escolares, les busca a ellos. Como consecuencia, los alumnos, cuando van a
estudiar el origen del universo, los grandes descubrimientos geográficos del siglo
XVI o la caída del Imperio Romano, suelen tener ya conocimientos precedentes
del cine, de la televisión o de algún otro medio de comunicación. Pero se trata de
información des-avalada, fragmentaria y a veces incluso deformada.
Lo que necesitan cada vez más los alumnos del sistema educativo no es
tanto más información, que pueden sin duda necesitarla, como capacidad
para organizarla e interpretarla, para darle sentido. Y sobre todo lo que van a
necesitar como futuros ciudadanos son capacidades para buscar, seleccionar e
interpretar la información. En la sociedad de la información y el conocimiento, la
escuela ya no puede proporcionar toda la información relevante, porque ésta es
mucho más móvil y flexible que la propia escuela: lo que sí puede es formar a los
alumnos para poder dar sentido a la información, proporcionándoles capacidades
y estrategias de aprendizaje que les permitan una asimilación crítica de la
información.
Como consecuencia en parte de esa multiplicación informativa, pero también de
cambios culturales más profundos, vivimos también una sociedad de
conocimiento múltiple y relativizado, de forma que prácticamente en ningún
ámbito existen ya conocimientos cerrados o acabados que deban ser de dominio
público. Es así en la ciencia, donde la presentación de los saberes como
conocimientos absolutos, desligados del tiempo y el espacio en el que se
produjeron, está siendo cada vez más discutida (Duchsl. 1994), ya que se asume
que lo esencial no es proporcionar a los alumnos conocimientos verdaderos o
positivos sino hacerles capaces de contrastar y analizar diversos modelos
alternativos (Pozo y Gómez Crespo, 1998)
Además, buena parte de los conocimientos que puedan proporcionarse a los
alumnos hoy no sólo son relativos, sino que tienen fecha de caducidad. La
educación obligatoria y posobligatoria cada vez se prolongan más, pero además,
por la movilidad profesional y la aparición de nuevos e imprevisibles perfiles
laborales, cada vez es más necesaria la formación profesional permanente.
El sistema educativo no puede formar específicamente para cada una de esas
necesidades pero lo que sí puede hacer, es formar a los futuros ciudadanos
para que sean aprendices más flexibles, eficaces y autónomos, dotándoles
de capacidades de aprendizaje y no sólo de conocimientos o saberes
específicos que suelen ser menos duraderos. Así, "aprender a aprender"
constituye una de las demandas esenciales que debe satisfacer el sistema
educativo, como señalan diversos estudios sobre las necesidades educativas.
En este sentido la Tecnológica FITEC tiene el potencial de sustituir los viejos
modelos y promover un estilo activo y social de interacción rompiendo con los
hábitos pasivos adquiridos en la enseñanza tradicional. El propósito de esta
comunicación es por tanto reflejar algunos aspectos intrínsecos a las tecnologías
con respecto a su uso reflexivo, autónomo y cognitivo en la construcción del
conocimiento haciendo especial hincapié en los aspectos de la meta-cognición.
BIOGRAFIA DE JUAN IGNACIO POZO
Juan Ignacio Pozo es Doctor en Psicología por la Universidad Autónoma de
Madrid, en cuya Facultad de Psicología es actualmente Catedrático de Psicología
Básica, donde imparte clases sobre materias relacionadas con la Psicología del
Aprendizaje.
Sus investigaciones han estado centradas en el aprendizaje de conceptos y
procedimientos en diferentes áreas del currículo (Geografía, Historia, Física,
Química), así como en el desarrollo de estrategias de aprendizaje en los alumnos.
Asimismo, ha desarrollado una labor teórica en el análisis y la propuesta de
modelos cognitivos de aprendizaje, de cuyo fruto ha publicado varias obras
(Teorías cognitivas del aprendizaje, Editorial Morata, 1989; Solución de
problemas, Editorial Santillana, 1994; Aprendices y maestros, Alianza Editorial,
1996; Humana mente, Editorial Morata, 2001; y Adquisición de Conocimiento,
Editorial Morata, 2003). También ha trabajado para promover mejores estrategias
de aprendizaje en los alumnos en distintos niveles educativos, con publicaciones
tales como El aprendizaje estratégico, compilado junto a Carles Monereo (Ed.
Santillana, 1999), y La universidad ante la nueva cultura educativa: enseñar y
aprender para la autonomía (también junto a Carles Monereo, Editorial Síntesis,
2003).
Ha participado en numerosas actividades de formación y capacitación del
profesorado, así como diseñado materiales específicos para formación
permanente del profesorado.
Últimamente está investigando las concepciones que profesores y alumnos tienen
sobre el aprendizaje y la enseñanza, y la forma en que estas concepciones deben
modificarse en el marco de los cambios educativos en marcha. Fruto de estas
investigaciones es el volumen Las concepciones de profesores y alumnos sobre el
aprendizaje y la enseñanza, Editorial Grao, 2006.
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