CUADERNO DE FORMACIÓN nº 12
NUEVO TESTAMENTO
LA SEGUNDA GENERACIÓN CRISTIANA Y LA
CONSERVACIÓN DE LA MEMORIA DE JESÚS:
EL SURGIMIENTO DE LOS EVANGELIOS
comunidad cristiana de la esperanza
2
LA SEGUNDA GENERACIÓN CRISTIANA Y LA CONSERVACIÓN
DE LA MEMORIA DE JESÚS: EL SURGIMIENTO DE LOS
EVANGELIOS
1. LA SEGUNDA GENERACIÓN CRISTIANA (70-110 d.C.)
El estudio de la primera generación, como vimos anteriormente,
es especialmente difícil, ante todo porque los inicios de un
movimiento suelen ser muy creativos y entusiastas, pero también
tanteantes, oscuros y poco institucionalizados. En el caso que nos
ocupa, la segunda generación cristiana hay que añadir, -por lo
que respecta a la tierra de origen, a Palestina- que no tenemos
fuentes directas y los conocimientos debemos extraerlos del
estudio crítico de unos textos de un tiempo posterior. La situación
de la diáspora es diferente, porque contamos con las cartas de
Pablo, pero este hecho, tan positivo en principio, puede inducir a
error en la medida en que se piense que todo se redujo a la obra
de este apóstol y se olvide la existencia de otros misioneros con
estrategias y teologías distintas a la paulina, y que dieron pie a
otro tipo de iglesias.
En la segunda generación se constata la existencia de diversos
tipos de cristianismo diferentes, pero con relaciones entre ellos.
Es el periodo en que aparecen la mayoría de los textos cristianos,
que integrarán posteriormente el canon y que, por tanto, han
tenido una influencia decisiva en la configuración de la “gran
Iglesia”.
Hay que insistir en la pluralidad del movimiento cristiano. En la
segunda generación esta pluralidad no desaparece, pero, de
alguna forma, sí hay unas líneas que, en detrimento de otras, se
van consolidando, en buena medida por la importancia y el éxito
de sus escritos, líneas con su propia pluralidad y evolución
interna, que mantendrán contactos desde muy pronto y que
conocerán, cada una de ellas, desarrollos posteriores.
comunidad cristiana de la esperanza
3
Conviene tener presente una observación: la delimitación
temporal de la segunda generación (del 70 al 110) hay que
tomarla con flexibilidad. Es necesario mirar a lo que antecede,
pero sobre todo, puede ser muy instructivo hacer algunas
referencias a la evolución posterior de las formas de cristianismo
que se van consolidando tras la segunda generación. Así se va
logrando una visión coherente del conjunto. Hay formas de
cristianismo de la tercera generación que se pueden entender
como desarrollos o como reacciones a lo que toma cuerpo en la
segunda generación. Por otra parte, alguna de estas formas que
aparecen claramente más tarde, se vislumbran ya en la segunda
generación.
En torno al año 70 nos encontramos con dos hechos de enorme
importancia que marcan un tiempo nuevo en el proceso formativo
del cristianismo: la guerra judía con la destrucción del Templo en
el año 70 y la desaparición de los testigos directos de Jesús.
1.1. La guerra judía
Las relaciones de los judíos con los ocupantes romanos se fueron
tensando progresivamente a lo largo del siglo I hasta que
desembocó en la llamada «guerra judía», que comenzó el año 66
cuando Eleazar, hijo del sumo sacerdote Ananías, consiguió
suprimir el sacrificio diario que se ofrecía en el templo por el
emperador. Al mismo tiempo, una muchedumbre enardecida
quemó los palacios de Ananías y del rey Agripa y Berenice, y
aprovechó la ocasión para, según la descripción de Josefo
«quemar los archivos y destruir así los comprobantes de los
préstamos e impedir la devolución de las deudas, ganándose la
simpatía de los deudores y enfrentando a los pobres contra los
ricos». Estas palabras de Josefo subrayan que la sublevación
antirromana tenía también un fuerte componente de
reivindicación social. La reacción de los romanos fue implacable
y sus tropas, primero bajo el mando de Vespasiano y, más tarde
comunidad cristiana de la esperanza
4
de Tito, conquistaron Jerusalén y le prendieron fuego en agosto
del año 70. Un grupo de resistentes huyeron de la ciudad y se
hicieron fuertes en Masada, que era una ciudadela construida
sobre una meseta situada en el desierto de Judea, cerca del Mar
Muerto. Esta meseta tiene 500 metros de altura, y sus escarpadas
laderas son más bien acantilados de más de 50 metros en su
parte más baja. En Masada el rey Herodes había construido un
gran palacio, y allí resistieron aún cuatro años más al asedio
hasta que al final fueron exterminados o, como cuenta de forma
épica y un tanto legendaria Josefo, procedieron a un suicidio
colectivo para no caer en manos enemigas.
Ruinas de Masada. La rampa de la derecha fue levantada por los romanos para el asedio.
La destrucción del templo de Jerusalén supuso el
cuestionamiento radical de la identidad judía, que tenía su
columna vertebral en el templo y en el sistema cultual con todas
sus derivaciones. El judaísmo del siglo I era muy plural y la
tesitura de tener que redefinir su identidad hizo que una de las
sectas, la farisea, fuese prevaleciendo en el tiempo posterior. La
línea farisea era un movimiento laico preocupado, ante todo, por
el estudio de la ley y por extender a la vida cotidiana unos
preceptos de pureza que los sacerdotes restringían al templo. Así
comunidad cristiana de la esperanza
5
que se dio un proceso de unificación en el seno del pueblo, en el
que acabó predominando el judaísmo rabínico, que marcaría toda
la historia posterior. Hay una leyenda, según la cual, Yohanan
ben Zakkai, discípulo de Hillel, uno de los fundadores de la
escuela farisea, se opuso a la guerra y escapó de la ciudad. Se
encontró con Vespasiano y le profetizó que sería el próximo
emperador. En recompensa se le permitió que se instalase en
Yamnia, cerca de la costa, donde creó una academia para reunir
y proseguir las enseñanzas fariseas.
¿Cuál fue la actitud de los discípulos de Jesús en la guerra judía?
Según una antigua tradición, tras la muerte de Santiago, el
hermano del Señor, la comunidad de Jerusalén huyó a Pella, una
ciudad helenística de Transjordania. Esta tradición es recogida
por Eusebio de Cesarea a principios del siglo IV, en su Historia
de la Iglesia. Es una tradición verosímil, pero cuya autenticidad
es muy discutida. En cualquier caso, ¿salieron de Jerusalén todos
los discípulos de Jesús?, ¿regresaron tras la guerra?, ¿no pudo
haber judeocristianos que participaron en la guerra contra los
romanos y corrieron la misma suerte que el resto del pueblo
judío? El evangelio de Marcos puede ofrecer algunas pistas sobre
este asunto, pero lo que más nos interesa subrayar en este
momento es que los acontecimientos del año 70 marcaron el
inicio de una nueva etapa del judaísmo y en el proceso formativo
del cristianismo.
1.2. La desaparición de los testigos directos
La guerra judía coincide en el tiempo con la desaparición de los
testigos directos de Jesús. En un movimiento social la
desaparición de los colaboradores inmediatos del líder que está
en el origen es un momento decisivo y desencadena una serie de
transformaciones sociales. Por testigos directos entendemos un
grupo amplio, con vinculaciones primarias, pero en algunos
comunidad cristiana de la esperanza
6
casos, secundarias o a través de intermediarios relevantes, con
Jesús de Nazaret.
La tradición posterior aumentó considerablemente el papel
desempeñado por el grupo de los Doce, cuya existencia bien
puede remontarse al mismo Jesús. Pero su importancia como los
grandes misioneros y como los testigos privilegiados es, en buena
medida, una construcción posterior. En los Hechos apócrifos
aparecen dispersándose para llevar el evangelio a las diversas
partes del mundo. En la obra lucana (Lucas-Hechos), los Doce
son los únicos que propiamente pueden ser llamados “apóstoles”,
porque son un grupo reducido que garantiza la vinculación del
tiempo de Jesús con el tiempo de la Iglesia: han estado con él
“todo el tiempo que el Señor Jesús convivió con nosotros” y son
“testigos de la resurrección” (Hch 1,21-22). El prestigio de cada
uno de los Doce fue, sin duda, muy grande en la comunidad
primitiva y en la tradición posterior, pero probablemente no
jugaron, desde un punto de vista histórico y personal, un papel
tan exclusivo ni tan preponderante como se ha solido pensar. En
realidad, los testigos directos constituían el amplio grupo de
discípulos y simpatizantes de Jesús que, en la primera generación
y con diferentes funciones, guardaron y elaboraron las
tradiciones de Jesús. Hay tradiciones cuya transmisión tiene un
doble control: por una parte, el grupo como tal, pues se trata de
una memoria social y compartida, y por otra, la autoridad que se
reconoce a algunos discípulos que habían estado especialmente
cerca de Jesús. Es precisamente en torno al 70 cuando van
desapareciendo estos testigos inmediatos, visuales y auriculares,
de Jesús.
Es en esas fechas aproximadamente cuando encontramos una
generación cristiana especialmente interesada en reivindicar las
tradiciones de Jesús, en recuperar la memoria social que
fundamenta la identidad propia del grupo cristiano al que
comunidad cristiana de la esperanza
7
pertenecían. El año 70 se destruye el templo de Jerusalén y se
cumplen cuarenta años de la muerte del líder carismático. Pocas
veces se puede datar con tanta precisión el momento en que un
movimiento social se encuentra ante disyuntivas decisivas.
2. LOS EVANGELIOS
No es posible encuadrar los evangelios en ningún género literario
en uso en la cultura de entonces o de ahora. Aunque en cierta
manera son documentos de historia no son una “historia” de
Jesús. Tampoco son biografías o hagiografías o simples memorias
de gestas y acontecimientos pasados, aunque tenga un poco de
todo ello. Son algo completamente distinto y nuevo, que crean y
agotan su propio género literario.
Los relatos fueron compuestos desde una perspectiva de fe desde
la que los autores escriben. Se escriben para ser leídos y
proclamados en las liturgias y asambleas de creyentes, para ser
anunciados a personas de todos los pueblos.
Esta nueva forma de transmitir la buena noticia cristiana tuvo
gran fortuna en los primeros siglos de la Iglesia. Además de los
cuatro evangelios canónicos surgieron otros escritos que también
recibieron este nombre. Son los evangelios “apócrifos”, llamados
así porque su enseñanza se consideraba secreta y se mantenía
oculta; la mayoría de ellos se compusieron a partir del siglo II, son
muy dispares entre sí, y mientras algunos tratan de llenar
lagunas sobre la vida de Jesús, otros intentan defender las
posturas de algunos grupos cristianos. Las diferencias entre los
evangelios apócrifos y los evangelios canónicos son también
notables, tanto por la época en que fueron escritos, como por su
contenido y finalidad. Los evangelios canónicos están más
enraizados en la tradición apostólica y tienen un destino más
universal.
comunidad cristiana de la esperanza
8
No obstante, también entre los evangelios canónicos existen
diferencias. Los tres primeros (Mateo, Marcos, Lucas) parecen
haber contado con una tradición común, se les llama sinópticos,
porque pueden ser leídos en paralelo (“syn”=juntamente;
“opsis”=visión), como versiones diversas de una misma tradición.
Sin embargo, el evangelio de Juan, tanto por su forma como por
sus contenidos, difiere notablemente de los otros tres.
Aunque puede resultar difícil definir con precisión qué es un
evangelio, tal vez sea más sencillo caracterizar estos escritos a
través de algunos de sus rasgos más significativos:
No son pura invención de sus autores, sino que están
vinculados a una tradición anterior, que ha sido
transmitida por los discípulos de Jesús en el seno de
las comunidades cristianas.
Su contenido (sobre todo el de los evangelios sinópticos)
está organizado según un esquema común, cuyas
raíces se encuentran en la predicación cristiana
primitiva. Dicho esquema tiene como centro el relato de
la muerte y resurrección de Jesús.
Aunque su forma externa es la de una narración
histórica, en realidad su intención más profunda es de
tipo pastoral. Los evangelios no son sólo la narración
de unos acontecimientos históricos, sino la
proclamación del gran acontecimiento de la salvación.
Finalmente, los evangelios son, ante todo, un
testimonio de fe. Quienes los escribieron querían
comunicar una experiencia que había cambiado
radicalmente sus vidas.
Durante el periodo de formación de los evangelios las
comunidades cristianas tuvieron que mantener una doble
fidelidad. Por un lado, la fidelidad a los recuerdos acerca de
Jesús, y por otro, la fidelidad a las nuevas situaciones históricas
comunidad cristiana de la esperanza
9
que planteaban nuevos problemas y necesitaban una respuesta
adecuada.
Los recuerdos sobre Jesús eran el más preciado tesoro de
aquellas comunidades y constituían una tradición sagrada que
debía transmitirse con fidelidad. Su custodia estaba confiada a
los apóstoles, que habían sido testigos de la vida de Jesús, y a los
ministros de la palabra. Unos y otros formaban una cadena que
garantizaba la veracidad y exactitud de aquella tradición. Pero, al
mismo tiempo, las palabras y las acciones de Jesús, recordadas
en la predicación, en la catequesis y en las celebraciones
litúrgicas, se convirtieron en una tradición viva, y se fueron
enriqueciendo a medida que respondían a estas nuevas
situaciones.
2.1. El primer evangelio: MARCOS como reinterpretación posterior
de la guerra
El giro desastroso de los acontecimientos del 70, suscitó
importantes preguntas sobre las esperanzas anteriores de los
seguidores del movimiento de Jesús. Un modo de afrontar estos
problemas consistió en recontar la historia de Jesús a la luz de la
nueva situación. El primero en hacer este esfuerzo fue el
evangelio de Marcos.
Autor, contexto y fecha
Casi la totalidad de los especialistas contemporáneos considera
que Marcos fue el primero de los evangelios escritos y la fuente
principal de Mateo y Lucas. Una antigua tradición atribuida a
Papías (ca. 130 d.C.) sostiene que el evangelio de Marcos procede
de Juan Marcos, que viajó con Pedro a Roma, donde puso por
escrito sus recuerdos sobre Jesús. Esta tradición situaría la
redacción de Marcos en algún momento anterior al año 64 d.C.,
que es la fecha en la que tradicionalmente se fija la muerte de
Pedro.
comunidad cristiana de la esperanza
10
Parece que este evangelio se escribió para unos destinatarios
grecoparlantes, que conocían poco o nada de la cultura y la
lengua judía, como se puede inferir por la explicación de palabras
arameas y la relativa frecuencia de palabras y locuciones
latinizadas. En consecuencia, el contexto romano es totalmente
posible; algunos autores han querido ver en la procesión triunfal
de Tito con el botín del templo el motivo posible para su redacción.
Pero también Antioquía es una probable candidata, puesto que
contaba con una sólida comunidad del movimiento de Jesús y en
el libro de Hechos se nos dice que Juan Marcos residía allí.
FECHA
ca. 70-75 d.C.
AUTOR
Desconocido
LUGAR
Roma, Antioquía o Alejandría
ATRIBUCIÓN
Juan Marcos, discípulo de Pedro
DESTINATARIOS
Y OCASIÓN
Seguidores grecoparlantes del movimiento de Jesús en el periodo posterior a la primera revuelta judía. Trata del modo en que han de entenderse el mesianismo y las enseñanzas de Jesús a la luz del fracaso de la revuelta y del incumplimiento de las expectativas apocalípticas mantenidas con respecto a la guerra.
comunidad cristiana de la esperanza
11
Antioquía también tenía una visión clara de la guerra y, tras ella,
hubo represalias amenazadoras contra los judíos antioquenos.
Además, Tito pasó, de regreso a Roma, por Cesarea de Filipo,
Berytus y Antioquía con el botín del templo y los prisioneros. Con
su extensa comunidad judía y sus estrechas relaciones con
Jerusalén podemos imaginarnos que también en Alejandría se
observó el mayor interés el curso de la guerra.
Aunque no podemos estar seguros de la ciudad en que se escribió
Marcos, su contexto depende claramente de la guerra. La
principal cuestión que plantean los especialistas es si escribió
justo antes de la destrucción de Jerusalén o un poco después.
Los argumentos basados en los testimonios internos del evangelio
pueden apoyar uno u otro punto de vista, pero se inclinan a favor
Relieves del arco de Tito, situado en la Via Sacra, Roma, 79-81 d.C.
comunidad cristiana de la esperanza
12
de una fecha posterior a la destrucción; por tanto, entre los años
70 y 75 d.C.
La ocasión para su redacción surge de las preocupaciones sobre
las enseñanzas de Jesús y su identidad mesiánica a la luz del
fracaso de la revuelta. Parece que algunos seguidores del
movimiento de Jesús, al igual que otros judíos, interpretaron la
revuelta como un signo de que estaba a punto de llegar el reino
escatológico. Para los seguidores del movimiento de Jesús
también implicaba el momento de su retorno. Cuando fracasó la
revuelta y Jerusalén fue destruida, se plantearon ciertas
cuestiones, las mismas que se hicieron los demás judíos. Podría
haberse dado perfectamente el caso de que la frustración de sus
expectativas escatológicas en el retorno inminente de Jesús
hubiera nutrido también los ataques contra la autenticidad
mesiánica de Jesús y la fe de sus seguidores. Sin embargo, el
evangelio de Marcos no se escribió para responder directamente
a los de fuera, sino, más bien, para reforzar la fe de los que
pertenecían a la comunidad de Jesús, en respuesta a las críticas
implícitas o a sus propias ideas erróneas. Por esta razón, muchos
de los temas y motivos del evangelio tratan de la oposición a Jesús
o de la errónea interpretación de sus seguidores.
Organización y temas
En ocasiones se ha dicho que el evangelio de Marcos es un «relato
de la pasión con una extensa introducción», puesto que una
tercera parte del texto está dedicada a la última semana de la vida
de Jesús. Aunque ciertamente representa el primer intento
conocido por hacer un relato de la vida y la muerte de Jesús, no
es realmente una “biografía” en el sentido estricto del término. El
relato está fuertemente tejido con ironía dramática y con veladas
alusiones a las imágenes alegóricas a la muerte de Jesús. En
muchos casos, estos recursos literarios tienen el objeto de indicar
aspectos que están relacionados con las circunstancias de los
comunidad cristiana de la esperanza
13
destinatarios, bien reafirmando o corrigiendo algo. En
consecuencia, es necesario ser cautos a la hora de considerar
ciertos acontecimientos o episodios como realidades históricas de
la época de Jesús.
Con un vocabulario más bien pobre y un estilo sencillo, lleno de
repeticiones y esquematismos, el autor manifiesta
paradójicamente unas dotes extraordinarias de narrador y
compositor. Sus páginas respiran viveza y realismo, y la sucesión
de cada relato responde a un plan bien preciso, bien concebido y
perfectamente logrado. Es un autor que, aunque escribe con poca
elegancia, sabe componer bien.
Hay un elemento dramático que es altamente característico de
Marcos. Gira en torno a un conjunto de temas que tratan del
secreto y la interpretación errónea que se van desplegando a lo
largo del relato. El Jesús de Marcos, oculta habitualmente su
verdadera identidad o el sentido de sus enseñanzas a todos
excepto a sus seguidores más cercanos. Es lo que se ha
denominado «secreto mesiánico» marcano. Muchas personas,
incluida su propia familia, malinterpretan sus palabras y sus
milagros; piensan que está loco o poseído. Incluso los discípulos
que tratan de comprender, una y otra vez no logran entender las
cosas claramente. Pero los discípulos, a su vez, representan a los
seguidores posteriores del movimiento de Jesús que tienen
dificultades para entender las cosas tras la guerra. De este modo,
podemos también imaginarnos cómo podrían haber entendido
estos relatos los destinatarios y cómo reaccionarían.
Así pues, el tema central y dominante del evangelio es el de la
identidad de Jesús. Son muchos personajes los que se interesan
por esta cuestión: los demonios, los discípulos, el pueblo,
Herodes, el sumo sacerdote, Pilato o el centurión entre otros.
Muchas son también las ocasiones en que se plantea: milagros,
revelaciones divinas, palabras de Jesús o en la muerte de Jesús.
comunidad cristiana de la esperanza
14
Pasando por sombras y luces, la respuesta se hace esperar, pero
termina siendo precisa y clara en la confesión del centurión que
lo ve morir: «verdaderamente este hombre era Hijo de Dios.» (Mc
15,39). Para Marcos, como para la primitiva comunidad cristiana,
el título «Hijo de Dios», era el más adecuado para expresar tanto
el origen divino de Jesús como su vinculación a Dios y su
verdadera humanidad.
Es necesario hacer un inciso en este momento para recordar el
contexto sociopolítico que dicho título tenía en la sociedad donde
se escribe el evangelio de Marcos:
«El desafío de la propuesta del evangelio de Marcos frente al
evangelio imperial no podía ser más provocativo para el poder, y
más entusiasmante para los pobres que inundaban todas las
regiones del imperio romano. Evangelio, del griego euangélion,
“buen anuncio”, “buena nueva”. La buena nueva para los pobres
no podía venir del poder. Debía venir de abajo, de los pobres, de
los empobrecidos, de los marginados. Ese campesino galileo es
llamado Cristo e Hijo de Dios. Son dos títulos de suma importancia
los que el evangelio les adjudica a Jesús. Por un lado, el de Cristo,
del griego Christós que significa “ungido”. Jesús es el ungido por
excelencia, es decir, el “Mesías”, del hebreo mashiá. Con esto, el
grupo cristiano se separa definitivamente de los otros grupos que
formaban el tronco judaico, pero sobre todo se separa del grupo
sacerdotal y farisaico. Pero más importante es el otro título, el de
Hijo de Dios, porque de esa manera se enfrenta al máximo poder
existente en ese entonces, el poder imperial. Efectivamente, el Hijo
de Dios era el emperador. Marcos recupera ese título para el
campesino galileo. “Cayo Octavio nació el 23 de septiembre del año
63 a.e.c. y se convirtió en hijo adoptivo y heredero legítimo de Julio
César, asesinado el 15 de marzo del 44 a.e.c. Luego de la
deificación de César por el Senado de Roma el 1º de enero del 42
a.e.c., Octavio se convirtió inmediatamente en divi filius, hijo de un
comunidad cristiana de la esperanza
15
divino”. Octavio, el fundador del imperio romano, es proclamado
hijo de Dios. El poeta Virgilio se encargará de fundamentar la
naturaleza divina del emperador en la Eneida y en la Cuarta
Égloga. Mientras en la primera de estas obras narra la historia de
la estirpe divina de los emperadores romanos, en la segunda
celebra el “nuevo orden” que comienza con el imperio. En la
moneda que le presentaron a Jesús cuando tramposamente lo
interrogan sobre la licitud del pago del tributo al César se leía:
Ti(berius) Caesar Divi Aug(usti) F(illius) Augustus cuya traducción
es: “Tiberio Augusto, César, hijo del divino Augusto”. De modo que
el poder del emperador se encontraba legitimado religiosamente.
Había una teología imperial que sostenía la naturaleza divina de
quien detentaba el poder. El título de augusto que recibía tenía
carácter divino.
Marcos inicia su evangelio: “Principio –arjé- del evangelio de
Jesucristo, Hijo de Dios”. El Génesis inicia la obra de creación del
mundo de la misma manera: “En el principio” –en arjé-. No es
casual. Se trata de una nueva creación. Jesús crea un mundo
nuevo, una nueva sociedad. Mujeres y hombres nuevos. Con Jesús
comienza el mundo nuevo y no con Octavio como proclamaba
Virgilio en la célebre cuarta égloga. Jesús, el Cristo, es decir, el
Ungido, el Mesías, es el que trae el evangelio, no el emperador,
como hemos visto. Por otra parte, Jesús es el verdadero “Hijo de
Dios”, no el emperador romano. Menester es captar esta categoría
aplicada a Jesús, el Cristo, en todas sus dimensiones, es decir, en
su dimensión político-religiosa. En primer lugar, su sentido político.
Proclamar a Jesús de Nazaret, un campesino de la oscura región
de Galilea, como el verdadero Hijo de Dios, tenía un claro sentido
antiimperial. Marcos escribe su evangelio para mostrar que
efectivamente ese campesino es el verdadero Hijo de Dios.»1
1 La teología antiimperial de Marcos y la globalización, Rubén Dri
comunidad cristiana de la esperanza
16
Pero, ¿por qué esa demora en presentarnos a Jesús como Hijo de
Dios, y por qué las repetidas órdenes de silencio sobre aquellos
que parecían entrever el misterio? ¿Por qué quiere Jesús
mantener oculto que él es el Mesías, el Santo de Dios? No es
cuestión de ignorancia, sino que se trata de una técnica literaria
característica de Marcos, mediante la cual desvela y esconde a la
vez el misterio de la persona de Jesús. El evangelista es
consciente de estar ante una realidad que jamás podrá ser
convenientemente expresada en conceptos. Más aun, sabe que
algunos cristianos podían tener una visión equivocada de Jesús.
Por eso, a toda afirmación sobre su identidad debe seguir siempre
la apertura, la búsqueda, el esfuerzo por una comprensión mejor.
El cristiano nunca puede contentarse con fórmulas fijas, nunca
puede dejar de plantearse la pregunta: tú ¿quién eres?
Junto a la presentación de Jesús, hay un segundo tema que
destaca en el evangelio de Marcos. Es el tema del discipulado. La
misma estructura del relato lo pone de manifiesto. Los relatos de
la vocación (Mc 1,16-20), elección (Mc 3,13-19) y misión (Mc 6,7-
13) de los discípulos ocupan una posición privilegiada al iniciar,
tras un breve sumario, las tres secciones de la primera parte del
evangelio (Mc 1,16-8,30). También en la segunda parte del
evangelio (Mc 8,31-16,8), sigue teniendo el grupo restringido de
discípulos una importancia singular: son los destinatarios únicos
de la enseñanza en la que Jesús muestra las consecuencias de
su caminar hacia la cruz; ellos lo acompañan durante toda su
actividad en el templo; su presencia junto a Jesús se prolonga
hasta que éste es apresado. Después lo abandonarán, pero el
abandono no es la última palabra. Jesús mismo hará superar su
huida anunciando personalmente (Mc 14,28) y repitiendo por
medio del ángel pascual (Mc 16,7) su reencuentro en Galilea. Los
discípulos son, por tanto, un constante punto de referencia para
el evangelista, pues constituyen un grupo expresamente llamado
y escogido por Jesús para una tarea específica: acompañarlo y
comunidad cristiana de la esperanza
17
ser enviados a predicar (Mc 3,14-15). La comunicación con Jesús
tiende a la comunión en el misterio de su persona, siendo esa
comunión el fundamento esencial e imprescindible de la
predicación.
Cristología y discipulado, como temas dominantes del evangelio
de Marcos, se entrecruzan de continuo y se esclarecen
recíprocamente, haciendo de este evangelio una obra siempre
actual, dramática e inquietante. La buena nueva de Jesús como
Mesías e Hijo de Dios no es una doctrina científica o una mera
especulación intelectual a base de nociones y de títulos. Es la
comunicación de un hecho que quiere ser el fundamento de una
comunión de vida: el discipulado. El discipulado, por su parte, es
el lugar privilegiado para la revelación de la identidad de Jesús.
En la unión personal con él es donde Jesús desvela el misterio de
su ser.
El evangelio terminaba originalmente en Mc 16,8. Los versículos
9 al 20, son un apéndice añadido posteriormente por otro autor
o autores, probablemente hacia la mitad del siglo II. La actitud de
silencio de las mujeres ante la resurrección de Jesús y la omisión
de cualquier relato sobre las apariciones de Jesús resucitado,
parecían dejar insatisfechos a los lectores primitivos. Por ello, este
apéndice resume brevemente las apariciones de Jesús que se
registran en los otros evangelios y alude a ciertos acontecimientos
que se registran en el libro de Hechos, como la ascensión de
Jesús. A pesar de ser un añadido, forma parte desde los primeros
siglos del texto tradicional del evangelio de Marcos.
Top Related