LA CIENCIA ECONOMICA: EL PROBLEMA ECONOMICO
A pesar de las importantes evoluciones históricas realizadas por la vía de solución del
problema del trabajo y los salarios, es decir, la relación entre trabajadores y empresarios,
entre propietarios y productores, como la determinación de las horas de trabajo, el pago
de las horas extraordinarias, los permisos y vacaciones, el reconocimiento de un salario
mínimo, la participación de los trabajadores en las ganancias y en la producción, la
prohibición del despido arbitrario, la seguridad social, el derecho a la huelga, así como
todo el contenido de las legislaciones de trabajo, prácticamente a la par de toda
legislación moderna, y pese a las transformaciones no menos importantes en el terreno
de la propiedad, en cuanto a la promulgación de normas tendentes a la limitación de
ingresos y otras, prohibiendo la propiedad privada, confiándola al gobierno; pese a todos
estos avances, nada desdeñables en la trayectoria del problema económico, este sigue
absolutamente vigente, a pesar de las mejoras, cambios y progresos logrados que lo han
hecho menos agudo que los pasados siglos, con la consiguiente consecución de
múltiples beneficios para los trabajadores. El problema económico sigue sin ser resuelto
en el mundo, ya que los intentos realizados en el sector de la propiedad no han
solucionado el problema de los productores que permanecen en su condición de
asalariados, pese al traspaso de la propiedad, desde la extrema derecha hacia la extrema
izquierda, pasando por distintas posiciones en el centro entre la izquierda y la derecha.
Tampoco los intentos efectuados en el terreno de los salarios son menos importantes que
los realizados en relación con la propiedad y su traspaso de una situación a otra. En el
conjunto del tratamiento de esta cuestión, se incluyen las ventajas obtenidas por los
trabajadores, contenidas en la legislación y defendidas por los sindicatos, con lo que ha
cambiado el mal estado en que se hallaban los productores en vísperas de la revolución
industrial y adquirido los obreros, técnicos y administrativos un conjunto de derechos,
antes inalcanzables, a lo largo del tiempo.
Pero, de hecho, el problema económico sigue en pie. El intento habido en materia de
salarios no representa en absoluto una solución. Se trata de un intento ficticio y
reformista, más parecido a la caridad que al reconocimiento del derecho de los
trabajadores. ¿Por qué se le paga a los trabajadores un salario? Pues porque han
realizado una producción a favor de terceros que les han contratado para que efectuaran
esta producción. Por lo tanto, no han consumido su producción, sino que se han visto
obligados a cederla a cambio de un salario, cuando en buena norma, "quien produce.
Consume”.
Por mucho que mejoren sus salarios, los asalariados son una especie de esclavos.
El asalariado es casi un esclavo del "señor" que le arrienda. Más aún, es un esclavo
temporal y su esclavitud lo es en función del trabajo que realiza a cambio de un salario
pagado por el patrón, independientemente de la condición de éste, sea persona o
gobierno. En su relación con el propietario o la entidad productora, así como en cuanto a
su comunidad de intereses, no dejan de ser asalariados, en todos los casos y en todo en
el mundo, pese a la diversidad de la situación de la propiedad, entre derecha e izquierda.
Incluso las instituciones económicas del sector público no ofrecen a sus trabajadores más
que salarios y otras ayudas sociales más parecidas a la caridad, que los potentados
empresarios del sector privado dan a sus obreros, que a otra cosa.
Decir que los ingresos, en los casos de propiedad pública, revierten en la sociedad,
con los trabajadores incluidos, a diferencia' de las empresas privadas, en que revierten
exclusivamente en los propietarios, resulta cierto, visto el interés general de la sociedad y
no los intereses particulares de los trabajadores. Incluso, suponiendo que el poder'
político que ejerce el monopolio de la propiedad, pertenece a toda la sociedad, es decir
que es el poder del pueblo que ejerce, en toda su integridad, a través de las Asambleas
Populares, de los Comités Populares, de los sindicatos profesionales, no como poder de
una sola clase, de un solo partido o conjunto de partidos, ni como poder tribal, de una
tribu, una familia o un individuo, ni ningún tipo de poder parlamentario. Aún así, lo que
revierte directamente en los trabajadores, en cuanto a sus intereses particulares, en
forma de salario, participación en beneficios o servicios sociales, es lo mismo que les
corresponde en las empresas privadas. Es decir que los trabajadores, tanto de la
institución pública como de la empresa privada, son asalariados, a pesar de ser distinto el
propietario.
De este modo, la evolución que había en el terreno de la propiedad, en cuanto a su
traspaso de una mano a otra, no ha solucionado el problema del derecho del trabajador a
la propia producción que él realiza de manera directa, no a través de la sociedad, ni a
cambio de un salario. Lo demuestra el hecho de que los productores siguen siendo
asalariados, pese al cambio de la situación de la propiedad.
La solución definitiva la constituye la supresión del salario, la liberación del hombre de su
esclavitud y el retorno a las normas naturales que han determinado la relación antes de la
aparición de las clases, de las formas de gobierno y de las legislaciones.
Estas normas naturales son la medida y la única fuente válida para las relaciones
humanas.
Las normas naturales han generado un socialismo natural, basado en la igualdad entre
los factores económicos de la producción, logrando una casi igualdad entre los individuos,
en cuanto al consumo de la producción de la naturaleza. Mientras, la explotación del
hombre por el hombre y la apropiación por el individuo de una mayor proporción de
riqueza que la que le corresponde, representa el fenómeno de desviación de la norma
natural, el comienzo de la corrupción de la vida de la colectividad humana y la aparición
de la sociedad de explotación. Si analizamos los factores económicos de la producción,
desde la remota antiguedad hasta nuestros días, hallaremos que, necesariamente, se
componen de factores básicos tales como material de producción, medios de producción
y productores, La norma natural de igualdad establece que a cada uno de los factores de
producción le corresponde un papel en el proceso de la misma, de modo que, si es
retirado cualquiera de ellos, deja de haber producción. Es decir, que cada uno de los
factores desempeña un papel fundamental en el proceso de producción, sin el cual ésta
cesaría.
Y. como quiera que todos los factores son necesarios y fundamentales, resulta entonces
que todos son igualmente imprescindibles en el proceso productivo, con lo que sus
derechos a la producción que ellos mismos han generado deben ser, asímismo, iguales.
Así, el predominio de uno sobre el otro chocaría con las normas naturales de igualdad y
atentaría contra el derecho de los demás. Por lo tanto, a cada factor le corresponde un
papel específico, independientemente de su condición. Si nos encontramos ante un
proceso de producción en el que intervengan solamente dos factores, a cada uno de ellos
le corresponderá la mitad de la producción, si son tres, la tercera parte, y así
sucesivamente.
Al aplicar esta norma natural a la realidad antigua y contemporánea, concluiremos lo
siguiente:
Durante la etapa de la producción manual, el proceso productivo se compone de materias
primas y hombre productor. Después fue introducido, entre ellos, el medio de producción,
utilizado por el hombre en este proceso y del que se toma por modelo al animal, en
calidad de unidad de fuerza. Más tarde, éste medio fue evolucionando y la máquina ha
reemplazado al animal. Luego, la clase y la calidad de las materias primas han pasado,
de ser sencillos y baratos, a ser materias compuestas y extremadamente valiosas.
También el hombre se ha transformado, y pasó de ser un sencillo trabajador a ser un
ingeniero y técnico, de grupos masivos de obreros, se ha pasado a reducidos conjuntos
de técnicos. Sin embargo los factores de producción, aunque cambien cualitativa y
cuantitativamente, no modifican, en esencia, el grado de necesidad de cada uno de ellos
en el proceso de producción. Por ejemplo, el hierro que constituye uno de los factores de
producción, antes y ahora, se trabajaba con métodos primitivos, para fabricar,
manualmente, un cuchillo, un hacha o una lanza. Ahora la misma materia prima se
elabora en altos hornos, para que los ingenieros y técnicos fabriquen maquinaria, motores
y vehículos de distinta clase. El animal, que era el caballo, la mula, el camello, etc., que
constituía un factor de producción, ha sido reemplazado por la gran fábrica y las
gigantescas máquinas. Las materias primas que antes eran instrumentos primitivos, se
han convertido ahora en complejos equipos técnicos. Sin embargo, los principales
factores de producción siguen siendo constantes esenciales, pese a su fabuloso
desarrollo, y esta constancia esencial de los factores de producción hace de la norma
natural la única regla válida, a la que hay que volver, inevitablemente, para solucionar,
definitivamente, el problema económico, tras el fracaso de todos los intentos históricos
que han ignorado tales normas naturales.
Las anteriores teorías históricas han tratado el problema económico desde la perspectiva
de la propiedad, perteneciente, exclusivamente a uno de los factores de producción y de
los salarios, a cambio de producción, sin resolver el verdadero problema, el de la propia
producción. (Así, la más sobresaliente característica de los sistemas económicos
actualmente vigentes en el mundo es la del sistema de salarios que priva al trabajador de
todo derecho a los productos que él elabora tanto por cuenta de la sociedad como de una
empresa privada).
Las empresas industriales de producción se basan en material de producción, maquinaria
y trabajadores. El proceso productivo se genera mediante la utilización, por los
trabajadores, de la maquinaria para la elaboración de las materias primas. Desde luego,
los productos elaborados y listos para el consumo, habrán pasado por un proceso de
producción que no tendría lugar de no reunirse los factores de materia prima, fábrica y
trabajadores, de forma que, si descartáramos las materias primas, la fábrica no tendría
qué producir, y si descartamos a ésta, tampoco se elaborarían aquellas. Y, al mismo
tiempo, si dejamos de lado a los productores tampoco funcionaría la fábrica. Así, los tres
factores del proceso de producción resultan igualmente necesarios. Si prescindimos de
uno de ellos, el proceso productivo no se podría llevar a cabo, como tampoco serían dos
de los tres factores suficientes para efectuar la producción en ausencia del tercero. En
este caso el principio natural impone la igualdad del grado de necesidad de estos tres
factores para la producción, es decir, que la producción de la fábrica se divide en tres
partes, cada una de las cuales corresponde a uno de los factores. Lo importante no es
solo la fábrica, sino quien consume la producción.
Así mismo, el proceso de producción agrícola que se lleva a cabo gracias al hombre y la
tierra, sin utilización de un tercer medio, resulta igual que el proceso de producción
industrial manual. En ambos casos, la producción se divide en dos partes solamente,
según los factores de producción. En caso de utilizar un medio mecánico o similar para la
producción agraria, esta se dividirá en tres partes: La tierra, los campesinos y la
maquinaria utilizada.
De este modo, se establece un sistema socialista al que se someten todos los procesos
de producción en base a este principio natural.
Los productores son los trabajadores y se llaman así porque la palabra trabajador u
obrero ya no resulta real debido a que los trabajadores, según la definición clásica, han
empezado a cambiar cuantitativa y cualitativamente. La clase trabajadora está en
constante decrecimiento, en una proporción inversa a la del avance de la tecnología y la
Ciencia.
La máquina produce ahora el esfuerzo que antes requería un determinado número de
trabajadores. A su vez, la puesta en funcionamiento de la máquina requiere ahora un
menor número de trabajadores que antes. A esto se refiere el cambio cuantitativo de la
fuerza trabajadora. Por otra parte, la máquina precisa capacidad técnica más que fuerza
física. Y ésta es el cambio cualitativo de la fuerza trabajadora.
Así, una sola fuerza se convierte en factor de producción. La clase trabajadora deja de
estar compuesta por grandes masas de mano de obra no cualificada, para estar formada
por reducidos grupos de técnicos, ingenieros y científicos, gracias a los progresos
experimentados. Como consecuencia de esto, los sindicatos obreros habrán de
desaparecer para ser reemplazados por sindicatos de ingenieros y técnicos, ya que el
avance científico ha constituido para la humanidad un logro irreversible, con el que el
analfabetismo ha quedado definitivamente condenado. En función de esto, los
trabajadores convencionales vienen ahora a representar un fenómeno llamado a
desaparecer, paulatinamente, ante los progresos científicos. No obstante, el nuevo
hombre seguirá siendo un factor esencial en el proceso de producción.
LAS NECESIDADES
LA NECESIDAD: La libertad del hombre siempre será incompleta mientras sus
necesidades estén supeditadas a terceros. La necesidad puede conducir a la esclavitud
del hombre por el hombre. Así, la explotación es resultado de la necesidad, que
constituye un auténtico problema. Con esto, la lucha surge de la supeditación de las
necesidades del hombre.
LA VIVIENDA constituye una necesidad ineludible para el individuo y la familia, por lo cual
no debe ser propiedad de terceros. Un hombre no tendrá libertad mientras habite una
vivienda propiedad de otro, a cambio o no de un alquiler. Por ello, todos los intentos
realizados por los distintos Estados del mundo, para tratar el problema de la vivienda, no
representan, en absoluto, una solución. Esto se debe a que tales intentos no apuntan
hacia soluciones radicales y definitivas –es decir, la necesidad de que el hombre sea
dueño de su vivienda– sino que han girado en torno del valor de la renta (elevarla,
reducirla y legislarla, etc), tanto si es por cuenta del sector público o privado. En la
sociedad socialista, ninguna entidad –ni siquiera la propia sociedad- debe controlar las
necesidades del hombre. Nadie tiene derecho a construir una vivienda que exceda de sus
propias necesidades y las de sus sucesores, con el propósito de arrendarla. La vivienda
representa una necesidad para otros y su construcción con el fin de arrendarla es tanto
como emprender el control de la necesidad de los demás y la libertad radica la necesidad.
LA RENTA constituye una necesidad ineludible para el hombre. La renta de un
hombre en la sociedad socialista no debe ser un sueldo pagado por nadie o una caridad
ofrecida por los demás. En la sociedad socialista no debe haber asalariados, sino socios.
Tu renta es tu propio patrimonio, que tú administras en función de tus necesidades. Es tu
parte en la producción de la cual eres uno de los principales factores, no un salario a
cambio de una producción a favor de terceros.
EL TRANSPORTE es igualmente una necesidad imprescindible para el individuo y
la familia. Tu medio de transporte no debe ser propiedad de otros, pues en la sociedad
socialista ningún hombre o entidad tiene el derecho de poseer medios de transporte con
el propósito de alquilarlo, ya que ello supone el control de las necesidades de los demás.
LA TIERRA
LA TIERRA no es propiedad de nadie. Sin embargo, cada cual tiene derecho a explotarla
para su propio beneficio, mediante su labranza, cultivo y regadío, a lo largo de toda su
vida y la de sus herederos, en la medida de su esfuerzo personal -es decir, sin emplear a
otros con o sin sueldo- y la satisfacción de sus necesidades. De admitirse la apropiación
de la tierra, no lo harían más que los presentes en la misma. La tierra es fija y sus
usuarios cambian al paso del tiempo, en oficio, capacidad y presencia.
La finalidad de la nueva sociedad socialista es la formación de una sociedad feliz por
libre. Para lograrlo, hay que satisfacer las necesidades materiales y espirituales del
hombre, mediante la liberación de las mismas del control y la supeditación de los demás.
Esta satisfacción de las necesidades del hombre debe llevarse a cabo sin explotación por
parte de terceros; de lo contrario se entraría en contradicción con la meta de la nueva
sociedad socialista.
En la nueva sociedad, el hombre, o bien trabaja por su propia cuenta para asegurarse sus
necesidades materiales, o bien lo hace para una empresa socialista, en la que sea socio
de producción, o presta un servicio público a la sociedad, con lo que esta le
proporcionaría la satisfacción de tales necesidades.
La actividad económica en la nueva sociedad es una actividad productiva para la
saturación de las necesidades materiales. No es una actividad improductiva o lucrativa,
para ahorrarse excedentes una vez satisfechas estas necesidades, lo que no tendría
lugar en virtud de las nuevas bases socialistas.
Así, la finalidad lícita de la actividad económica de los ciudadanos es, únicamente, la
satisfacción de las necesidades, ya que la riqueza del mundo es limitada, al menos en
cada etapa. Igualmente lo es la riqueza de cada sociedad. Por ello, nadie tiene derecho a
realizar una actividad económica con el propósito de adueñarse de una parte de esta
riqueza, que sobrepase la correspondiente a la saturación de sus necesidades, puesto
que la parte excedente corresponde a la necesidad de otros. En todo caso, podría
economizar parte de sus propias necesidades de la propia producción, no del esfuerzo de
los demás. Si se admite la realización de una actividad económica mayor a la requerida
para la saturación de las necesidades, otro se vería privado de la satisfacción de las
suyas.
El ahorro del excedente de la necesidad propia, corresponde a la necesidad de otros de
la riqueza de la sociedad.
Tolerar la producción propia para la obtención de un ahorro sobrante de la satisfacción de
las necesidades, así como su utilización para disponer de excedente -es decir, la
explotación del hombre para la saturación de las necesidades de los demás y la
obtención de un ahorro, a favor de otro y a expensas de las necesidades propias-es lo
que representa, precisamente, la explotación.
Trabajar a cambio de un salario extraordinario, además de ser una exclavitud para el
hombre como ya hemos señalado, viene a ser tanto como trabajar sin aliciente, al ser el
productor, en este caso, asalariado, y no socio.
Aquel que trabaja por su propia cuenta es, sin duda, leal en su labor productiva, pues
esta lealtad en la producción nace de su propio aliciente de hacerlo para saturar sus
necesidades materiales. El que trabaja para una empresa socialista es un socio en la
producción, leal ciertamente en su labor productiva, ya que su aliciente lo constituye la
saturación de sus necesidades de esta producción. En cambio, los que trabajan por un
salario, carecen de alicientes para hacerlo.
Trabajar a cambio de un salario representa la incapacidad para solucionar el problema
del aumento y desarrollo de la producción. Tanto si se trata de servicios como de
producción, se genera un constante deterioro, al estar basados en el esfuerzo de los
asalariados.
Ejemplos del trabajo asalariado por cuenta de la sociedad, por cuenta del sector privado y
del trabajo no-asalariado:
Ejemplo primero:
a) Un trabajador que produce 10 manzanas por cuenta de la sociedad, a quien ésta la
concede una sola manzana a cambio de su rendimiento, lo que viene a satisfacer
plenamente su necesidad
b) Un trabajador que produce 20 manzanas por cuenta de la sociedad, a quien esta le
concede una sola manzana a cambio de su rendimiento, lo que no alcanza para la
satisfacción de su necesidad.
Ejemplo segundo:
Un trabajador que produce 10 manzanas por cuenta de otro individuo, a cambio de un
salario inferior al precio de una sola manzana.
Ejemplo tercero:
Un trabajador que produce 10 manzanas por su propia cuenta.
Conclusiones
El del ejemplo primero (a) no incrementará su rendimiento puesto que, por mucho
que lo hiciese, no obtendrá, personalmente, más que una manzana, lo que satisface su
necesidad. Así, todas las fuerzas trabajadoras por cuenta de la sociedad se encuentran
en un continuo estado de pasividad psíquico-expontánea.
El del ejemplo primero (b) carece de aliciente para la producción en sí, puesto que
produce para la sociedad, sin obtener el equivalente para la satisfacción de sus
necesidades. Sin embargo, continúa en el trabajo, pero sin aliciente, al verse obligado a
someterse a las circunstancias generales del trabajo en toda la sociedad, y al ser ésta la
situación de todos los ciudadanos.
El del ejemplo segundo, de hecho, no trabaja para producir, sino para obtener un salario.
Pero, como quiera que su salario es inferior al requerido para la satisfacción de sus
necesidades, lo que hace es, o bien buscar a un nuevo "amo" a quien venderle su trabajo
a cambio de un precio mejor, o bien se ve forzado a permanecer en el trabajo para
sobrevivir.
En cuanto al ejemplo tercero, se trata del único que produce con aliciente y sin coacción.
Pero, como quiera que en la sociedad socialista no cabe la posibilidad de una producción
realizada por un individuo que exceda de la satisfacción de sus propias necesidades, ni la
saturación de necesidades ajenas a expensas o por medio de terceros, y que las
empresas socialistas trabajan para saturar las necesidades de la sociedad, resulta que el
tercer ejemplo es el que representa la correcta posición de la rentabilidad.
No obstante, en todos los casos -aún en los peores-, la producción se mantiene por la
supervivencia. Nada más indicativo que el hecho de que, en las sociedades capitalistas,
la producción se acumula y abulta en manos de un reducido número de propietarios que
no trabajan, sino que explotan el esfuerzo de los trabajadores, que se ven obligados a
producir para vivir. Sin embargo, el "Libro Verde" no sólo soluciona el problema de la
producción material, sino que traza el camino hacia la solución global de los problemas
de la sociedad humana, para que el hombre logre, definitivamente, su libertad material y
moral y realice su propia felicidad.
Otros ejemplos:
Si suponemos que la riqueza de la sociedad es 10 unidades, y los habitantes de la misma
10, resultará que a cada uno le corresponderá la décima parte de las unidades de
riqueza. Pero, si cierto número de miembros de la sociedad posee más de una unidad,
esto equivaldría a que otros tantos miembros de la misma no poseen nada. Ello se
debería a que la parte que le corresponde de las unidades de riqueza de la sociedad ha
sido apropiada por los demás. Por esto hay ricos y pobres en la sociedad explotadora.
Supongamos que cinco miembros de esta sociedad poseen, cada uno, dos unidades de
riqueza. Esto equivaldría a que haya otros cinco que no poseen nada, es decir, a que el
50 % esté privado de su derecho a esta riqueza, puesto que cada una de las unidades
adicionales que posee cada uno de los primeros cinco corresponde a los otros cinco.
Si en esta sociedad, lo que el individuo requiere para la saturación de sus necesidades es
una sola unidad del conjunto de la riqueza, resulta que aquel que posee más de una
unidad, en realidad lo que ha hecho es adueñarse del derecho de otro miembro de la
sociedad. Y, puesto que esta unidad es superior a lo que necesita para sus necesidades,
lo que hace es poseerla con el fin de acumularla. Esta acumulación se hace siempre a
expensas de terceros, tomando su parte de la riqueza, lo que explica la existencia de
acumuladores que no gastan, que ahorran después de saturar sus necesidades, así
como la existencia de pobres y gente privada de lo que le corresponde, que reivindica su
derecho a la riqueza de su sociedad y no tiene qué consumir. Se trata de un robo, pero
en este caso, público y lícito de acuerdo con las injustas normas de explotación que
regulan esa sociedad.
Todo aquello que exceda de la saturación de las necesidades, pasa a ser patrimonio de
todos los miembros de la sociedad. Cada uno de éstos, tiene, a su vez, derecho a ahorrar
cuanto quiera, dentro de sus propias necesidades. Todo acopio por encima de las
necesidades constituye un atentado contra la riqueza pública.
Los "bribones y listos" No tienen derecho a apropiarse de la parte que corresponde a los
demás. Pero pueden beneficiarse de su condición para satisfacer, y aún economizar, sus
necesidades. Tampoco los "incapaces, tontos y anormales" tienen, por su condición,
menos derecho a la riqueza que la gente sana.
La riqueza de la sociedad es como la empresa de aprovisionamiento, que a diario ofrece,
a un determinado número de personas, una determinada cantidad de productos de un
determinado peso, suficiente para cubrir la necesidad diaria de las mismas. Cada cual
puede ahorrar lo que desee, de la cantidad que le corresponde. Puede consumir lo que
quiera y ahorrar lo que prefiera. En esto, aprovecha su propia capacidad y habilidad. En
cuanto a aquel otro que utiliza sus aptitudes para sacar del almacén general de
aprovisionamiento mayor cantidad de la que le corresponde, es -sin duda- un ladrón. Así,
quienes se valen de sus mañas para adquirir una mayor riqueza, que exceda de la que se
requiere para satisfacer las necesidades, de hecho atentan contra un bien público que es
la riqueza de la sociedad que represen ta el almacén de aprovisionamiento citado en este
ejemplo.
No se pueden establecer oscilaciones en la riqueza de los miembros de la nueva
sociedad socialista, salvo aquellos que. presten un servicio público, y a quienes la
sociedad designe una determinada parte, equivalente a tales servicios. La parte
correspondiente a los individuos no oscila sino en función del mayor servicio público
prestado.
De este modo, las magníficas experiencias históricas han generado un nuevo
experimento que representa la coronación definitiva de la lucha del hombre por la
integración de su libertad y la realización de su felicidad mediante la satisfacción de sus
necesidades, el rechazo de la explotación, la supresión del abuso y el establecimiento de
un sistema de distribución equitativa, de modo que cada uno trabaje por la saturación de
sus necesidades, no para explotar a terceros para -que trabajen por su cuenta con el fin
de cubrir, .gracias a su trabajo, sus propias necesidades, ni tampoco para intentar
hacerse con las necesidades de los demás.
Se trata de la teoría que establece la liberación de las necesidades para liberar al
hombre.
Así, la nueva sociedad socialista constituye una consecuencia lógica de las injustas
relaciones que predominan en el mundo, que han generado la solución natural
consistente . en la fórmula de la propiedad privada para la satisfacción de la necesidad
sin utilización de terceros. La propiedad en régimen del socialismo de los productores
como socios en la producción, reemplaza al sistema de la propiedad privada basada en la
producción de asalariados, sin derecho al producto en cuya elaboración participan.
Aquel que posee la vivienda que habitas, el medio de transporte que utilizas para tus
desplazamientos, o la renta gracias a la que vives, posee en realidad, tu libertad o parte
de tu libertad. Pero la libertad es indivisible y para que el hombre sea feliz, debe ser libre,
y para que sea libre, debe ser dueño de sus propias necesidades.
Aquel que posee tu necesidad, te controla, te explota y, quizá, te esclavice, a pesar de
cualquier legislación que lo prohiba.
Las ineludibles necesidades materiales y personales del hombre, empezando por la
vestimenta y el alimento, hasta el medio de transporte y la vivienda, deben ser propiedad
privada y sagrada del hombre. No debe ser arrendada por ninguna entidad. Su obtención
de un pago da al verdadero dueño derecho a interferir en tu vida y a controlar tus
necesidades vitales, aunque fuese la sociedad en general, en este caso, se controla tu
libertad y se te restringe la felicidad. Al igual que el propietario de la vestimenta que te
alquila para luego quitártela, probablemente en la calle, y dejarte desnudo, puede' hacer
el propietario del medio de transporte, dejándote en la vía pública y también el de la
vivienda, sin hogar.
Sería ridículo tratar las necesidades vitales del hombre con medidas legales o
administrativas, etc. La sociedad debe instituirlas, totalmente, según principios naturales.
La meta de la nueva sociedad socialista es el logro de la felicidad del hombre, que, a su
vez, no se realiza sino al amparo de la libertad material y moral. El establecimiento de la
libertad se realizará en .Ia medida en que el hombre se haga dueño de sus propias ne-_
cesidades y las tenga sagradamente aseguradas. Es decir, tu necesidad no debe ser
propiedad de otros. De lo contrario, será objeto de robo por cualquier parte de la sociedad
y, si vives preocupado, pierdes la felicidad y no vives en libertad sino en las sombras de
la espera de una interferencia exterior en tus necesidades vitales.
Convertir a las sociedades contemporáneas en sociedades de socios en vez de
asalariados, es una tarea inevitable, que aparece como una consecuencia lógica de los
contradictorios planteamientos económicos predominantes hoy día en el mundo y, así
mismo, como resultado inevitable de las injustas relaciones basadas en el sistema de
salarios, y que aún no han encontrado el camino hacia la solución.
La fuerza amenazadora que representan los sindicatos obreros en el mundo capitalista,
es capaz de transformar a las sociedades capitalistas de sociedades de asalariados en
sociedades de socios.
La posibilidad de una revolución para el establecimiento del socialismo, comienza por la
apropiación, por parte de los productores, de sus correspondientes cuotas del producto
que elaboran, con lo que los objetivos de las huelgas laborales consistentes en la
reivindicación de aumentos salariales pasarían a ser exigencias por participar en la
producción, lo que, más tarde o más temprano, llegará a suceder, con las orientaciones
del "Libro Verde".
El paso definitivo lo constituye la llegada de la nueva sociedad socialista a la etapa de la
desaparición del lucro y del dinero, mediante la transformación de la sociedad en una
sociedad de plena producción y el logro de que ésta sature las necesidades materiales de
los miembros de ésa. En esta etapa final, el lucro desaparece espontáneamente al igual
que la necesidad del dinero. '
Admitir el lucro es tanto como admitir la explotación, con lo cual no habría ya límite que lo
frenara. En cuanto a intentar restringirla, a través de la aplicación de medidas diversas,
no deja de ser un intento reformista y no radical, para evitar la explotación del hombre por
el hombre.
La solución definitiva consiste en la supresión del lucro. Pero, como quiera que el lucro
constituye el motor del proceso económico, su supresión no puede producirse por
decreto, sino que habrá de ser consecuencia de la evolución de la producción socialista
que, al realizarse, logra la saturación de las necesidades de la sociedad y del hombre.
EL SERVICIO DEL HOGAR representa, con o sin salario, uno de los casos de trata de
esclavos. Es más, es la trata de los tiempos modernos. Y, como quiera que la nueva
sociedad socialista se basa en el principio de socios en la producción, no asalariados, al
servicio del hogar no se le aplican las reglas naturales del socialismo, puesto que prestan
servicios en lugar de elaborar un producto. Los servicios no representan una producción
propiamente dicha y, por tanto, divisible en partes de acuerdo con el principio natural del
socialismo. Por ello los sirvientes no pueden mas que trabajar a cambio de un salario o
hacerlo sin pago, en las peores circunstancias. Y puesto que los asalariados constituyen
una especie de esclavos, cuya esclavitud persiste mientras efectúan su trabajo a cambio
de un salario y que los sirvientes del hogar están situados en un escalafón inferior con
respecto a los otros asalariados de empresas y entidades económicas, a ellos les
corresponde, prioritariamente, ser libertados de la esclavitud de la sociedad de los
asalariados y de la esclavitud.
El servicio del hogar es uno de los fenómenos sociales que siguen al de la trata. En este
sentido, la Tercera Teoría Universal trae buenos augurios a las masas, para su definitiva
liberación de todas las cadenas de la injusticia, del abuso, de la explotación y de la
dominación política y económica, para crear la .sociedad de todos, en la que todo el
mundo es libre, en igualdad de poder, de riqueza. y de armas, con el fin de que la libertad
triunfe total y definitivamente.
Por todo ello, el "Libro Verde" traza el camino de la salvación de las masas de
asalariados y sirvientes, para el logro de la libertad del hombre. Así, resulta inevitable
luchar por la liberación de los sirvientes del hogar del yugo de la esclavitud al que están
sometidos, para convertirles en socios fuera del hogar, donde la producción material es
divisible en partes según los factores. Al hogar le sirven sus gentes. La necesaria
solución del servicio del hogar no se consigue mediante el servicio asalariado o no
asalariado, sino mediante su transformación en empleados que puedan ser promovidos
durante el ejercicio de su labor en el hogar y la garantía de la seguridad social y material,
al igual que todo empleado de un servicio público.
PRODUCCIÓN Y EL EQUILIBRIO Y DESEQUILIBRIO ECONÓMICO
El equilibrio y su ausencia, el desequilibrio, son conceptos en cierto modo
familiares para todos los estudiantes, bien estudien Economía u otra ciencia social o
física. La definición de equilibrio en las ciencias físicas, como estado de igualdad entre
fuerzas o acciones contrarias, puede aplicarse, sin modificarla. A su vez, desequilibrio es
simplemente la ausencia de un estado de equilibrio, es decir, un estado en el que fuerzas
opuestas producen una desnivelación.
En Economía estamos continuamente tratando de variables cuyos valores cambian en el
tiempo, por lo que un estado de nivelación o balance definidor del equilibrio puede
expresarse mejor como un estado en el que no hay cambio a lo largo del tiempo. Esto no
quiere decir que el equilibrio económico sea un estado de reposo absoluto, un estado sin
movimiento en el que no ocurra nada; más bien, es un estado en el que hay una
actividad, pero una actividad de un carácter repetitivo en tanto se mantiene una posición
dada de equilibrio. Cada período de tiempo repite exactamente el período anterior. Este
estado de equilibrio tiene lugar incluso aunque las fuerzas que actúan en el sistema estén
en un estado continuo de cambio, con tal de que el efecto neto de estas fuerzas variables
sea tal que no perturbe a la posición de equilibrio.
Volvamos por un momento a la teoría microeconómica y consideremos el análisis
ordinario de la determinación del precio basada en la demanda-oferta, en el caso de una
única mercancía, en el que la cantidad ofrecida varía directamente con el precio y la
cantidad demandada varía inversamente con el precio. El precio por unidad se determina
por las fuerzas opuestas de la oferta y la demanda, opuestas en el sentido de que un
aumento de la oferta tiende a bajar el precio, mientras que un aumento de la demanda
tiende a elevarlo, siendo opuestas las tendencias derivadas de variaciones contrarias en
la oferta y la demanda. En la figura 6-1, la oferta, S, y la demanda, D, están en equilibrio
sólo al precio OP y a la cantidad OA. A cualquier otro precio mayor o menor que OP,
existe desequilibrio: a un precio superior a O P, habrá un exceso de cantidad ofrecida
sobre cantidad demandada ya todo precio inferior a OP será superior la cantidad
demandada sobre la cantidad ofrecida. En este modelo concreto, en el caso de
desequilibrio, las fuerzas opuestas son tales que el precio vuelve al nivel de equilibrio OP,
y la cantidad vuelve a la de equilibrio OA.
La oferta y la demanda son funciones que indican las diferentes cantidades de una
mercancía que se ofrecen y se demandan a los diversos precios en un período de tiempo
dado. Como variable de corriente, pueden expresarse en función de cantidad por minuto,
hora, día, semana o cualquier otro período de tiempo. Si en un período dado de tiempo la
oferta y la demanda son iguales a las del período anterior, la cantidad de equilibrio de la
mercancía comprada o vendida será OA y el precio de equilibrio OP, un período tras otro.
El mercado está nivelado, pero no carece de movimiento, pues los vendedores están
trayendo continuamente más mercancía al mercado y los compradores cogiendo más de
ella. En otras palabras, el mercado está en equilibrio, no existiendo cambio en las
magnitudes del precio y de la cantidad.
A lo largo del tiempo, tienen lugar cambios en la demanda y la oferta. Según la
dirección y magnitud de los cambios de la oferta o de la demanda, o de ambas, los
precios y la cantidad de equilibrio pueden aumentar o disminuir, variando el precio y la
cantidad en direcciones contraria o en la misma dirección. S' y D', de la figura 6-1, son un
ejemplo de esta última posibilidad. El nuevo precio de equilibrio se convierte en OP, y la
nueva cantidad de equilibrio en OA. Siempre que una curva ascendente de oferta corte a
una curva descendente de demanda, todo cambio de la oferta y la demanda dará lugar a
una nueva cantidad y precio de equilibrio en el punto de intersección de las dos curvas.
En la práctica, el nuevo precio y la nueva cantidad de equilibrio no se establecen
instantáneamente, ya que el proceso lleva tiempo, durante el cual varían el precio y la
cantidad y el mercado se encuentra, por definición, en desequilibrio. Si los cambios de la
oferta y la demanda son frecuentes, importantes, o erráticos, puede que nunca se
alcance el equilibrio, pues antes de alcanzarse han variado las condiciones de demanda
Y oferta. En tal situación, el mercado está en continuo movimiento hacia el equilibrio, pero
este se hace un objetivo desviable, evasivo, que se aleja siempre al ir a alcanzarlo. Sin
embargo, aun para mercados como éste en continuo desequilibrio, el concepto de
equilibrio es un instrumento valioso de análisis. Si en un punto de tiempo existe posición
de equilibrio, esto nos dice, al menos, como se va a mover el sistema en el momento
siguiente, aun cuando sabemos que antes de que el sistema alcance la posición de
equilibrio hacia la que momentáneamente se dirige, se verá desviado al cambiar las
fuerzas y, con ello, la posición de equilibrio.
Se ha elegido la figura 6-1 para ilustrar el concepto de equilibrio debido a que es el
modelo microeconómico más sencillo posible de un sistema con solución de equilibrio.
Este modelo contiene sólo tres variables: la cantidad de la mercancía ofrecida, la cantidad
de mercancía demandada y el precio de la mercancía; y sólo tres relaciones entre estas
variables. Dos de éstas son relaciones funcionales: la cantidad demandada es una
función inversa del precio y la cantidad ofrecida una función directa. La tercera relación
especifica la condición necesaria para el equilibrio, a saber, que la cantidad que desean
vender los oferentes es igual a la cantidad que desean comprar los demandantes o, en
términos más breves, que la oferta debe ser igual a la demanda. Se supone que todas las
demás variables distintas del precio y que influyen en la oferta y en la demanda, tales
como la renta de los compradores, sus gustos, los precios de otras mercancías y los
precios de los factores utilizados en la producción de la mercancía, permanecen
invariables temporalmente, con el fin de concentrar la atención en la forma en que se
determina el precio de equilibrio dadas unas condiciones determinadas de oferta y
demanda.
Existen modelos macroeconómicos igualmente elementales, pero, probablemente, menos
familiares que el tan conocido modelo de la determinación del precio de la mercancía de
la figura 6-1, diferenciándose en las variables que entran en cada modelo. En el modelo
último son variables la cantidad demandada, la cantidad ofrecida y el precio, mientras que
en una de las versiones del modelo Keynesiano bi-sectorial, las variables son la
producción global de la economía, el consumo global y la inversión global. El modelo
contiene tres relaciones entre esas variables. Dos son relaciones funcionales: el consumo
global es una función directa de la producción o la renta; la inversión global es (en una
versión) también una función directa de la producción o la renta. La tercera relación
establece la condición necesaria para el equilibrio, o sea, que la producción global
producida sea igual a la producción global que desean comprar los consumidores, tanto
para fines de consumo como de inversión o, en términos breves, que la producción global
sea igual a la demanda global.
Así como en el mercado de una sola mercancía existe desequilibrio siempre que la oferta
no es igual a la demanda, también existe desequilibrio en los modelos macroeconómicos
siempre que la producción global no es igual a la demanda global En el mercado de una
mercancía, el precio de ésta se ajusta hacia arriba o hacia abajo hasta poner en equilibrio
la cantidad demandada y la cantidad ofrecida. En la teoría Keynesiana es el nivel de la
producción global o de la renta el que se ajusta hacia arriba o hacia abajo, poniendo en
equilibrio la producción y la demanda globales. Además, igual que los cambios en la
oferta y en la demanda de una mercancía producen un nuevo precio de equilibrio (o, en
ciertas condiciones, un estado de continuo desequilibrio), así los cambios en las
propensiones a consumir e invertir producen una nueva producción de equilibrio (o, en
ciertas condiciones, un estado de continuo desequilibrio).
La idea del equilibrio macroeconómico puede ilustrarse también de forma diferente, a
través de los conceptos de «stock» y «corriente» examinados anteriormente.
Supongamos que el agua afluye a un depósito a razón de 100.000 litros al día y sale de él
a razón de 90.000 litros al día. Estas corrientes pueden describirse como corrientes de
equilibrio en tanto no cambien de tamaño de un día a otro o en el período de tiempo
considerado relevante. Esto produce un equilibrio de corrientes, pero produce también,
necesariamente, un desequilibrio en el «stock» de agua. Si midiéramos el «stock» de
agua en el mismo momento diariamente, veríamos que crecía en 10.000 litros al día.
Como el «stock» cambia, existe desequilibrio en el «stock», y como la corriente no
cambia, existe equilibrio en las corrientes. El desequilibrio en el «stock» es así compatible
lógicamente con el equilibrio en la corriente, pero a lo largo del tiempo, un cambio
importante en el «stock» de agua empezará a afectar a las corrientes previamente
constantes. Y a no ser que se permita que el «stock» de agua desborde el depósito, tiene
que haber un cambio en la corriente que entra (de 100.000 a 90.000 litros al día), o en la
que sale (de 90.000 a 100.000 litros al día) o en ambos (a 95.000 litros). Si se llevan a
cabo estos cambios, el sistema estará en equilibrio tanto respecto a los «stocks» como a
las corrientes.
Una situación análoga se encuentra en la corriente de inversión (bienes capital
producidos), en la corriente de bienes consumidos y en el «stock» de bienes de capital.
La inversión bruta a una tasa constante de 95.000 millones al año y un consumo de
capital a una tasa constante de 55.000 millones al año definen el equilibrio de flujos.
Estos flujos definen también un desequilibrio de «stocks» en el que el «stock» de capital
aumenta cada año en la cantidad de 40.000 millones.
Esta es una indicación de que la economía es «creciente», si medimos el «crecimiento»
económico por la acumulación de capital. Al contrario, una economía en la que exista
equilibrio tanto en los «stocks» como en las corrientes, con una inversión bruta, por
ejemplo de 55.000 millones de dólares y un consumo de capital de 55.000 millones al
año, es una economía «estacionaria», en la que el «stock» de capital no aumenta ni
disminuye con el tiempo.
Podemos, pues, describir el equilibrio de corrientes, como un equilibrio a corto plazo y el
equilibrio de «stocks» y de corrientes como un equilibrio a largo plazo. Pero como no
puede existir equilibrio de «stocks» sin equilibrio de corrientes, no puede existir equilibrio
a largo plazo sin equilibrio a corto plazo. En el equilibrio a corto plazo, omitimos los
efectos desequilibradores que producen las corrientes en los «stocks» y consideramos
sólo las condiciones necesarias para lograr el equilibrio de corrientes. Pero en el equilibrio
a largo plazo, hay que considerar los contra-efectos producidos en las corrientes por los
desequilibrio s en los «stocks», y las condiciones para el pleno equilibrio comprenden, a
la vez, las necesarias para el equilibrio de «stocks» y de corrientes.
Una teoría o modelo económico prescinde de la infinita complejidad del mundo real,
estableciendo aquellas relaciones consideradas significativas entre un' número limitado
de variables consideradas importantes para el problema a analizar. El concepto de
equilibrio es una herramienta valiosa de la teoría, porque nos identifica una posición en la
que los valores de las variables del modelo están niveladas, lo que nos ayuda a
simplificar la complejidad del mundo real, en la que tales variables pueden estar
realmente en continuo desequilibrio a corto o a largo plazo. El desequilibrio constituye
también una valiosa herramienta de la teoría, pero en un sentido diferente, ya que al
simplificar menos la realidad se acerca más a ella. En realidad, puede decirse que el
análisis del equilibrio a corto plazo es un máximo en cuanto a la simplificación y el análisis
del equilibrio a largo plazo es un mínimo. Por ello, la rama más difícil de la teoría
macroeconómica es aquella que trata de los sistemas en desequilibrio a largo plazo y que
admite en su análisis cambios continuos tanto en los «stocks» como en las corrientes.
Al final de la sección anterior indicábamos que nos ocuparíamos principalmente de la
teoría macroeconómica elemental en la que se consideran los cambios en las corrientes,
pero no los cambios de los «stocks». Por la misma razón, la mayor parte de los modelos
que estudiemos serán aquellos que tienen una solución de equilibrio. En otras palabras,
nos limitaremos, en gran parte, a los modelos de equilibrio a corto plazo.
EL MODO CAPITALISTA DE PRODUCCION
EL CAP I TAL I S M O P R E M O N O P O LIS T A
capítulo 1
LA PRODUCCION MERCANTIL, LA MERCANCIA y EL DINERO
Marx comienza su análisis del capitalismo, por la mercancía. Bajo el capitalismo,
todo desde un minúsculo alfiler hasta una fábrica gigante, e incluso la fuerza de trabajo
del hombre- se compra y se vende y, como dicen los economistas, reviste la forma de
mercancía. Las relaciones; entre los hombres en la sociedad se traducen en relaciones.
entre mercancías. La - mercancía, como señala Marx, es la célula económica de la
sociedad burguesa. De igual modo que en una gota de agua se refleja el mundo
circundante, en la mercancía se reflejan todas las contradicciones fundamentales del
capitalismo. " , La investigación, de la mercancía y de la producción mercantil le permitió
a Marx poner en claro la esencia de las relaciones capitalistas de producción,
La característica general de la producción mercantil
En la producción mercantil, los productos no se destinan al consumo, sino a la venta, al
cambio en el mercado. «Por producción mercantil -decía V. Lenín se entiende una
organización de la economía social, en la que los artículos son elaborados, por
productores sueltos" aislados, con la particularidad de que cada uno se especializa en la
fabricación de un producto determinado, de modo que para satisfacer las demandas) de
la sociedad es necesaria la compraventa de productos (que, por ello, adquieren el
carácter de mercancías) en el mercado». La producción mercantil surgió en el período de
descomposición del régimen de la comunidad primitiva y existió durante los modos
esclavista y feudal de producción, pero el tipo dominante era la economía natural. En
dicho tipo de economía, la sociedad consta de multitud de unidades económicas
homogéneas, cada una de las cuales realiza todos los trabajos, comenzando por la
obtención de las diversas clases de materias primas y terminando con el acabado de los
artículos para el consumo propio. Ese tipo de economía, en el que únicamente se
destinan al cambio los excedentes de productos, dominó hasta el surgimiento del
capitalismo.
El desarrollo del capitalismo asestó un golpe demoledor a la economía natural. Bajo el
capitalismo todo adquiere la forma de mercancía, comprendida la fuerza de-trabajo.
Con la transformación de la fuerza de trabajo en mercancía, la producción mercantil
adquiere un carácter universal, se convierte en la .predominante., " Debido a que bajo el
capitalismo la producción de mercancías se convierte en la forma predominante de
producción, las relaciones entre los hombres en el proceso de producción, es decir, las
relaciones de producción se expresan en relaciones mercantiles. En efecto, tomemos la
relación de producción fundamental de la sociedad capitalista: la explotación del
proletariado por la burguesía. Para que el capitalista pueda explotar al obrero, este último
tiene que vender .su. fuerza de trabajo, la cual figura como mercancía. 'El capitalista paga
al obrero el salario, con el cual el obrero compra las mercancías indispensables para su
existencia. Así, las relaciones de producción entre el obrero y el capitalista no se
exteriorizan directamente, sino a través de las mercancías, y adquieren el carácter de
relaciones mercantiles.
Los capitalistas se venden entre sí su producción y se compran materias primas,
instalaciones y otras mercancías.
Las relaciones entre los capitalistas también adquieren un carácter mercantil.
Por consiguiente, la producción mercantil adquiere, en la sociedad capitalista un carácter
universal, dominante, y las relaciones entre los hombres actúan como relaciones entre
cosas, entre mercancías.
Las condiciones La producción mercantil sólo puede del surgimiento. surgir en
determinadas condiciones de la producción Para que surja y exista la producción
mercantil debe darse una condición importantísima: la división social del trabajo.
Esto significa que la producción de distintas mercancías está dividida entro los hombres o
grupos de hombres. Por ejemplo: unos producen tejidos; "otros, calzado; los terceros,
artículos de uso doméstico; otros, instrumentos, y así sucesivamente. Es evidente que
para satisfacer sus necesidades, a estos hombres les es preciso intercambiar los frutos
de su trabajo. De este modo, todos los productores juntos vienen a constituir algo así
como un gran conjunto productivo, cuyos miembros dependen el uno del otro.
Ahora bien, la, división social del trabajo no es más que una de las condiciones
necesarias para que se dé la producción mercantil. Otra condición indispensable es 'la
existencia ,en la sociedad de distintos propietarios de los medios de \ producción.
Imaginémonos el siguiente caso.
Un hombre ha fabricado un artículo y quiere venderlo a otro.
¿Puede hacerla? Sí, puede, pero únicamente en el caso de que, sea el dueño de los
medios de producción de que se ha valido para fabricar el artículo en cuestión y, por
consiguiente, sea el propietario del mismo. Dentro de la comunidad primitiva, por ejemplo,
pese a la existencia de la_ división del trabajo, no había producción mercantil, no había
cambio mercantil. Los miembros de b comunidad intercambiaban los resultados de su
trabajo, pero no se los vendían el uno al otro; no podían hacerla, ya que el propietario de
los medios de producción y de 'los frutos del trabajo era toda la comunidad en conjunto.
La cosa era muy distinta cuando el intercambio se practicaba entre comunidades. En tal
caso tenía lugar el cambio de propietario, y el fruto del trabajo era mercancía.
Por lo tanto, constituyen la base de la producción mercantil la división social del trabajo y
la existencia de distintos propietarios de los medios de producción en la " sociedad.
Unicamente cuando se dan estas dos condiciones surge la producción mercantil y el
intercambio de productos bajo la forma de compraventa. La producción mercantil
capitalista surge en determinadas condiciones sociales sobre la base de la producción
mercantil simple.
Los representantes más típicos de la producción mercantil simple son los pequeños
campesinos y los artesanos. La producción se basa en este caso en el trabajo personal,
es decir, laboran ellos mismos, sin explotar el trabajo ajeno.
Cada productor de mercancías simple es propietario de los medios de producción, y)os
frutos de ésta no, están destinadas al consumo propio, sino al mercado, a la venta.
Por su naturaleza, la producción mercantil simple tiene un doble carácter. Dado que se
basa en la propiedad privada, el pequeño Campesino o artesano es un propietario, y esto
lo acerca al capitalista. Por otra parte, como la producción mercantil simple se basa en el
trabajo personal, el productor de mercancías es un trabajador, y esto lo acerca al
proletario, el cual, a diferencia del productor de mercancías simple, no posee medios de
producción. propios.
AquÍ radica, precisamente, la comunidad de intereses de la clase obrera y el
campesinado y la posibilidad de alianza entre ellos. En determinadas condiciones
sociales, la producción mercantil simple sirve de punto de partida y base para el
surgimiento de la producción capitalista. Estas condiciones son dos. Primera, la
existencia. de la propiedad privada sobre los medios de producción. Es sabido que esta
condición' apareció en el período de desintegración de la sociedad primitiva. Segunda, la
transformación de la fuerza de trabajo en mercancía. Esta transformación se produjo en
la época de desintegración do la sociedad feudal.
La producción mercantil simple es inestable; entre los campesinos y artesanos se opera
constantemente un proceso de diferenciación: unos-(la minoría) se enriquecen, otros (la
mayoría) se arruinan. En las condiciones mencionadas,
La producción mercantil simple y la capitalista
La mercancía y el trabajo creador de las mercancías variada..c La ,mercancía, puede ser
un. objeto . de primera necesidad, como el pim; la ropa o el calzado Puede ser-un objeto
de lujo: vinos caros; alhajas, etc. Puede ser también un medio de producción, como la
maquinaria, la hulla, el hierro, etc.
Cada objeto puede tener más de un valor de uso. Por ejemplo, el carbón de piedra puede
emplearse como combustible, puede utilizarse como materia prima en la fabricación de
productos químicos.
En la producción mercantil se opera un constante cambio de unos valores de uso por
otros, manteniendo una determinada relación cuantitativa. Por ejemplo, un hacha se
cambia por 20 kilos de grano. Esta relación cuantitativa, sobre cuya base un valor de uso
se cambia por otro, constituye el valor de cambio de la mercancía. Al analizar el valor de
cambio surgen inmediatamente dos preguntas: 1) ¿.sobre qué base se equiparan
mercancías de. distintas cualidades?
2) ¿,por qué distintas mercancías se equiparan entre sí en una proporción determinada,
en una cantidad determinada?
Si las mercancías, con cualidades muy distintas, se equiparan en el cambio, ello quiere
decir que encierran algo que les es común. Aristóteles, filósofo de la antigua Grecia,
señalaba ya que no puede haber cambio sin igualdad, ni igualdad sin equiparación.
A todas las mercancías les son inherentes en una u otra medida las propiedades
siguientes: utilidad, capacidad para ser objeto de demanda y oferta, escasez o rareza y
trabajo.
¿Cuál de estas propiedades de la mercancía determina su valor?
A primera vista puede parecer que origina el valor de• una mercancía su utilidad. Cuanto
más útil es una cosa, más valor debe tener. Sin embargo, la realidad confirma a cada
paso que la utilidad no es causa del valor. A menudo, las cosas más útiles no cuestan
nada (el aire) o cuestan muy poco (el agua), mientras que hay cosas poco útiles al
hombre que suelen costar extraordinariamente caras (los diamantes). En realidad, si el
costo de los productos aumentase ~. al aumentar su utilidad, el pan y el agua tendrían el
precio de los diamantes, y viceversa. Por eso, la utilidad o valor de uso' es una condición
del valor, pero no su causa. Aunque no puede existir el valor sin valor de uso, el valor de
uso éste proceso-conduce a la aparición de la burguesía y proletariado en la ciudad y. en
el campo.
La producción mercantil capitalista, lo mismo que la simpIe se basa. en la división social
del trabajo y la propiedad privada sobre los medios de producción, pero no tiene por
fundamento el trabajo personal del propietario de los medios de producción, sino la
explotación del trabajo asalariado. En la producción mercantil capitalista, el capitalista
posee los medios de producción y dinero, pero no trabaja personalmente. Con su dinero
compra la fuerza de trabajo, que es la que acciona los medios de producción. La
conversión de la fuerza de trabajo en mercancía significa que en el capitalismo, la
producción mercantil se desarrolla aún más y adquiere un carácter universal.
El cambio de mercancías, escribió Lenin, es «la relación más sencilla, corriente,
fundamental, masiva y común, que se • encuentra miles de millones de veces en la
sociedad burguesa .. e (mercantil»>*. Por eso debemos poner en claro qué es la
mercancía, esta célula económica del capitalismo..
La mercancía es una cosa que, en El valor de uso y en primer lugar, satisface una
determinada necesidad del hombre; en segundo lugar, no se produce para el propio
consumo, sino con destino a la venta, al cambio. ,. Cuando el hombre hace algún objeto
para el propio consumo, entonces se trata de un producto y no de una mercancía. Para
que el producto sea mercancía debe satisfacer - alguna necesidad social, es decir, debe
satisfacer la demanda de él por parte de otros miembros de la sociedad.
Al analizar la mercancía se distinguen en ella dos aspectos íntimamente unidos, dos
propiedades: el valor de uso "y el valor”.
La propiedad que posee la mercancía de satisfacer una u otra necesidad humana, se
llama valor de uso. La necesidad satisfecha por la mercancía puede ser de índole
personal y aún más puede existir perfectamente sin el valor (el aire tiene un gran valor de
uso, pero no posee valor en absoluto).
Ahora bien; ¿pueden la demanda y la oferta determinar la cuantía del valor? A primera
vista puede parecer que sí.
Se sabe ,que cuanto mayor sea la demanda de alguna mercancía, mayores serán los
precios, y a la inversa; o sea, cuanto mayor sea la oferta de una mercancía, cuantas más
mercancías de una determinada clase abunden en el mercado más bajos serán los
precios, Pero cuanto más se escala en la esencia del problema, más evidente se hace,
que el valor de las mercancías no depende de la demanda ni de la oferta. En efecto,
tomemos a título de ejemplo el azúcar y la sal. Ambas mercancías están subordinadas en
igual medida a la ley de la demanda y la oferta. Aunque la demanda de dichas
mercancías sea igual a la oferta, el valor de 1 kg de azúcar será unas cuantas veces
mayor que el de 1 kg de sal. Por lo tanto, la demanda y la oferta nada tienen que ver con
eso. Es cierto que 'las proporciones' de la demanda y la oferta no son del todo
indiferentes a los precios de las mercancías, pero no es la cuantía del valor lo que
determinan, sino el grado de alteración que experimentan los precios' del mercado
respecto al valor de la mercancía. Al aumentar la demanda y disminuir la oferta de alguna
mercancía, los precios del mercado se elevan por encima de su valor y, al contrario, al
disminuir la demanda y aumentar la ,oferta, los precios del mercado descienden por
debajo del valor. Unicamente en el caso en que sean iguales la demanda y la oferta, los
precios del mercado corresponden al valor. Pero tal caso es muy raro en la producción
mercantil capitalista. Ello significa que la demanda y la oferta no determinan el valor de la
mercancía.
¿Puede la rareza, o sea, la escasez de una mercancía, determinar su valor? Podría
parecer que la vida confirma, con miles de ejemplos la veracidad de semejante
conclusión. Tomemos, por ejemplo, el oro, los diamantes y el pan. El oro y los diamantes
son raros y muy caros. En cambio, el pan abunda considerablemente más, pero es
mucho más , barato, aunque, sea mucho más necesario para la vida del hombre. Ahora
bien, eso no quiere decir que si no, abunda, una cosa sea esto causa de su mayor valor.
Por ejemplo, cuando en un verano de sequía pasa mucho sin llover, la gente la espera
impaciente y la «demanda» de lluvia es enorme; sin embargo, pese a toda la' utilidad y
escasez, pese a toda la necesidad que se tiene de ella, no posee valor que pueda
expresarse en dinero.
Por consiguiente, ni la utilidad ni la capacidad para ser objeto de demanda y oferta, ni la
escasez; son causa del valor.
Sin embargo, las mercancías poseen una propiedad común,.
que no depende ni de su utilidad ni de su capacidad para ser objeto de demanda y oferta,
ni de su escasez. Esta propiedad consiste en que todas las mercancías son producto del
trabajo." , Unicamente el trabajo es la verdadera base, o, como decía Marx, la sustancia'
del valor. Cuanto más trabajo se requiere para la producción de una u otra mercancía,
tanto mayores el valor que posee el artículo en cuestión, tanto más caro es. El oro es más
caro que el carbón de piedra, porque para buscar el oro, para, ,limpiarlo de impurezas, se'
requiere mucho más trabajo que para la extracción de igual cantidad de hulla.
Todas las mercancías son resultado del trabajo humano.
Las mercancías pueden equipararse las unas a las otras porque en cada una de ellas se
ha invertido cierta cantidad de trabajo. Las mercancías son valores debido a que son
productos del trabajo. , Valor es el trabajo social de los productores materializado en
mercancías. El término «materializado» subraya el hecho de que el trabajo se encierra,
está plasmado en la mercancía, ha adquirido la forma de cosa, de mercancía.
Las proporciones o relaciones cuantitativas que sirven de base para el cambio de
mercancías son la forma de manifestación del valor y muestran que en las mercancías a
cambiar se ha invertido igual cantidad de trabajo que encierran iguales valores.
El valor de la mercancía es una categoría social, que aunque no se la ve, se la advierte
siempre que se cambia una mercancía por otra, al equiparar una mercancía a otra.
Por eso decía V. Lenin que «el valor es una relación entre ~. dos personas... una relación,
disfrazada bajo una envoltura , material».*.
El valor de uso ha existido siempre y jamás dejará de existir. Sin embargo, la mercancía
como valor ha surgido en una etapa determinada del desarrollo de la sociedad,
al ,aparecer la producción mercantil y .el cambio. Con la desaparición. de la producción
mercantil desaparecerá también el valor de la mercancía. Por.. consiguiente, el valor es
una categoría social e histórica, es decir; existe en una etapa determinada del desarrollo
de la sociedad." Así pues, hemos visto que la mercancía posee dos propiedades, que
encarna la unidad del valor de uso y, del valor. ¿A qué se debo, pues, este doble carácter
de la mercancía? El doble carácter de la mercancía El trabajo concreto se debe al doble
carácter, del trabajo y el abstracto ." creador de mercancías. El trabajo del productor,
materializado en la mercancía, es, por una parte, trabajo concreto, y por la otra, abstracto.
El trabajo concreto es el invertido bajo una forma. determinada, útil y con un fin concreto.
El hombre no puede trabajar en «general». Su trabajo es, en todos los casos, bien el de
un zapatero, bien el de un agricultor, el de un minero, etc.
Los diversos tipos de trabajo se diferencian unos de otros por sus peculiaridades
cualitativas, procedimientos profesionales, instrumentos, materiales empleados y,
finalmente; por sus resultados, es decir, por los productos, los valores de uso. El trabajo
concreto crea el valor de uso de la mercancía.
Al fijarse en los distintos tipos de trabajo, se observará en ellos un rasgo común: la
inversión de trabajo humano en general, es decir, el gasto de energías musculares,
cerebrales, nerviosas, etc. El trabajo concebido independientemente dé la forma concreta
que revista, inversión de la fuerza humana del trabajo en general, es el trabajo abstracto.
El trabaja abstracto crea el valor de la mercancía.
El trabajo') concreto, como creador del valor de uso, , siempre ha existido y jamás dejará
de existir y tiene lugar tanto en la producción mercantil como al margen de ella: El trabajo
abstracto sólo es inherente a la producción mercantil. El hecho de que los distintos tipos
de trabajo concreto se reduzcan a un trabajo abstracto igual, al trabajo en general, está
relacionado con la existencia de la producción mercantil, con el hecho de que el producto
del trabajo va destinado a la venta, al cambio. En efecto, si el productor:
ha hecho, supongamos, un par de botas y las ha llevado al mercado, ¿cómo puede
cambiarlas por grano, por ejemplo?
Como valores de uso, estos productos no admiten comparación. Ello quiere decir que
sólo se los puede comparar por la cantidad de trabajo invertido. Y si el zapatero cambia
un par de botas por 100 kilos de grano es por que tanto las botas como el: grano
encierran igual cantidad de trabajo abstracto. Si las botas no se hicieron para destinarlas
al cambio, sino para usarlas la familia del zapatero, no habría necesidad de determinar la
cantidad de trabajo abstracto que contiene. Al desaparecer la producción mercantil,
desaparecerá también la categoría de trabajo abstracto.
En la producción mercantil media una contradicción antagónica (irreconciliable) entre el
trabajo concreto y el abstracto, que se manifiesta como contradicción entre el trabajo
privado y el social.
En la producción - mercantil, cada trabajo privado productor de mercancías lanza al
mercado una determinada clase de mercancía. El trabajo está dividido en la sociedad, y
cuanto mayor es esta división, cuantas más ramas de la producción existen, más amplios
y firmes son los nexos entre los productores de mercancías, mayor es el grado de
dependencia mutua. En la fabricación de casi todas las cosas toman parte decenas y
centenares de hombres de distintas profesiones. Ello significa que el trabajo de cada
productor de mercancías es una parte del trabajo social y reviste carácter social.
Pero en la sociedad donde existe la propiedad privada sobre los medios de producción,
los productores de mercancías administran su economía aparte de los demás, que están
divididos. Por esa razón, su trabajo, que de hecho es un trabajo social, se manifiesta bajo
la forma de trabajo privado.
Aquí permanece oculto el carácter social del trabajo. El carácter social del trabajo no se
exterioriza más que en el cambio, en el mercado. Precisamente en el cambio, en la
compraventa de mercancías, se revela que el trabajo privado del productor en cuestión es
una parte del trabajo social, ya que es necesario para la sociedad. , En virtud de que el
trabajo del productor de mercancías, aun siendo directamente privado, reviste al mismo
tiempo carácter social, surge la contradicción principal de la producción mercantil simple:
la contradicción entre el trabajo privado y el social. Dicha contradicción se pone de
manifiesto en el proceso del cambio. Cuando los productores de mercancías aparecen en
el mercado, unos venden sus mercancías, mientras, otros no lo consiguen. No pueden
venderlas porque no hay demanda o porque sus mercancías son demasiado caras. Pero
si el productor no logra realizar sus mercancías, quiere decir que su trabajo privado no es
reputado necesario para la sociedad; el productor sufre perjuicios y caso de repetirse con
frecuencia el fenómeno, se arruina. Por consiguiente, la contradicción entre el trabajo
privado y el social conduce a la ruina de unos productores de mercancías y al
enriquecimiento de otros.
Como el valor de la mercancía es el valor de la mercancía creado por el trabajo, la
magnitud del valor es determinada por la cantidad de trabajo que encierra la mercancía
dada. A su vez, las inversiones de trabajo se miden por el tiempo durante el cual se
invierte aquél, es decir, por el tiempo de trabajo.
Ahora bien, los productores de mercancías son muchos y la cantidad de trabajo que
invierten en la producción de mercancías iguales no es la misma. Por eso, la magnitud
del valor no puede medirse por el trabajo que de hecho ha invertido en la mercancía cada
productor por separado. Si la magnitud del valor de la mercancía se determinara por el
trabajo que de hecho ha invertido cada productor, no existirían magnitudes únicas del
valor para mercancías iguales.
Pero en realidad, en el proceso del cambio, las mercancías iguales poseen un valor igual.
La magnitud del valor de las mercancías se determina no por el tiempo de trabajo
individual de cada productor aparte, sino por el tiempo de trabajo socialmente necesario
para la producción de la mercancía en cuestión.
Por tiempo de trabajo socialmente necesario se entiende aquel que se requiere para
producir una mercancía cualquiera en las condiciones sociales medias de producción en
la rama dada (el nivel técnico, el grado de habilidad de los productores y la intensidad de
trabajo). Por regla general, el tiempo de trabajo socialmente necesario depende de las
condiciones de producción en las que se crea la masa mayor da mercancías de una clase
dada. .
El tiempo de trabajo socialmente necesario se modifica constantemente, por cuya razón
cambia asimismo la magnitud del valor. La magnitud del tiempo de trabajo socialmente
necesario se modifica al cambiar la productividad del trabajo. La productividad del trabajo
se expresa en la cantidad de producción lograda en una unidad de tiempo de trabaja. Se
entiende por elevación de la productividad del trabajo todo cambio en el proceso laboral
que reduzca la inversión de trabajo por unidad de producción. Cuanto mayor sea la
productividad del trabajo, es decir, cuanta más producción se logre en un período de
tiempo determinado, menor será el valor de la mercancía. Y a la inversa, cuanto más baja
sea la productividad del trabajo social, tanto más tiempo de trabajo socialmente necesario
se requerirá para la producción de la mercancía dada, y tanto mayor será su valor. Por
eso se dice que la productividad del trabajo se halla en proporción inversa al valor de
cada unidad de mercancía.
Hay que distinguir la productividad del trabajo de la 'intensidad de éste. La intensidad del
trabajo se determina por el trabajo invertido en una unidad de tiempo. Cuanto mayor sea
la inversión de trabajo en un mismo período de tiempo, mayor será la producción, pero el
valor de la unidad de mercancía puede permanecer inalterable, ya que en este caso la
mayor cantidad de trabajo corresponde a una mayor cantidad de productos.
Influye en la magnitud del valor de la mercancía el grado de complejidad del trabajo. En
consonancia con el grado de complejidad, se distingue el trabajo calificado y no
calificado. El de un trabajador que no posee preparación especial alguna se llama trabajo
simple (no calificado).
El que requiere una preparación especial se denomina trabajo complejo (calificado). El
trabajo complejo crea en una unidad de tiempo un valor de mayor magnitud que el trabajo
simple. Por eso dijo Marx que el trabajo complejo no es más que el trabajo simple
potenciado, o multiplicado:
En la producción mercantil basada en la propiedad privada, la reducción de los distintos
tipos de trabajo de distinta calificación y productividad, a una medida común al trabajo
abstracto, que es el que forma el valor de la mercancía, se lleva a cabo de una manera
espontánea, en el mercado, al venderse la mercancía. En el valor están expresadas, las
relaciones de producción entre los productores de mercancías, su intercambio de
actividades. Pero exteriormente estas relaciones se manifiestan como relaciones entre
cosas.
El desarrollo del cambio y las formas de valor.
El valor de la mercancía es fruto del trabajo invertido en su producción. Ahora bien, sólo
puede manifestarse equiparándose unas y otras mercancías en el proceso del cambio, es
decir, a través del valor de cambio. Así, el valor de un hacha no puede expresarse
directamente en tiempo de trabajo. Se expresa a través de otra mercancía. Por ejemplo, 1
hacha = 20 kg de grano. El grano sirve aquí de medio de expresión del valor del hacha.
Esta igualdad muestra que en la producción del grano, lo mismo que en la producción del
hacha, se ha invertido una cantidad igual de trabajo. La mercancía cuyo valor se expresa
en otra (en nuestro ejemplo, el hacha) reviste la forma relativa de valor. Y la mercancía
cuyo valor de uso sirve de medio para expresar el valor de otra (en nuestro ejemplo, el
grano) reviste la forma equivalente.
El valor de cambio ha recorrido un largo camino de desarrollo histórico, desde la forma
simple, fortuita, del valor hasta la forma dinero del valor.
Mientras la producción tenía un carácter natural los productos del valor del trabajo
estaban destinados al consumo personal, y no al cambio. En esa época sólo se
destinaban al cambio los excedentes fortuitos de productos. La cantidad de productos
que se cambiaban era limitada.
Una mercancía determinada se cambiaba directamente por otra y expresaba su valor en
una sola mercancía. Por ejemplo: 1 hacha equivalía a 20 kg de, grano o 20 m de lienzo a
1 chaqueta. Debido a que el cambio tenía un carácter fortuito, la magnitud del valor de la
mercancía no era medida de igual modo. A esta fase en el desarrollo del cambio
corresponde la forma simple o fortuita del valor.
En el régimen de la comunidad primitiva surge la primera gran división social del trabajo -
al desgajarse las tribus pastoras de las demás tribus agrícolas-, el cambio fue haciéndose
cada vez más amplio, destinándose a él el ganado, el grano, etc. El cambio fue
adquiriendo un carácter de fenómeno regular. Pero en el proceso del cambio fue
evidenciándose más que una misma mercancía era objeto de cambio de muchos. Esa
mercancía resultó ser espontáneamente el ganado. Este se equiparaba y se cambiaba
por muchas mercancías. Por ejemplo: ( 40 kg de grano, o 1 oveja t = 20 ID de lienzo, o =2
hachas,. o =3 gr de oro) etc.
Esta forma, por la cual el valor de una mercancía puede expresarse en infinidad de otras,
se llama forma total o desplegada del valor. Al progresar la producción mercantil La forma
universal y el cambio comienza a destacarse del valor una mercancía entre todas las
demás la de mayor demanda. Todas las mercancías empiezan a expresar sus valores en
una misma mercancía. La mercancía que actúa como expresión del valor de muchas
otras es el equivalente universal, o sea, de igual valor para cualquier mercancía. Al surgir
el equivalente universal se pasa de la forma desplegada del valor a la forma universal del
valor, que puede expresarse de la siguiente manera:
40 kg de grano, 0= 20 ID de lienzo, o = 2 hachas, o = 1 oveja.
El paso a la forma universal del valor originó la circulación mercantil. En esta fase, todo
acto de cambio se dividía ya en dos partes: la venta y la compra. 'Sin embargo, la función
de equivalente universal en dicha fase no aparecía todavía plasmada en una determinada
mercancía.
Esta función la desempeñaba en unos lugares el ganado en otros, la sal en otros sitios,
las pieles, y así sucesivamente.
El incremento ulterior de la producción mercantil y la ampliación del cambio reclamaban el
paso a un equivalente único, ya que la abundancia, de mercancías que desempeñaban
la, función de equivalente universal era una traba para el progreso del cambio, entraba en
contradicción con las necesidades del mercado creciente. Esta contradicción fue
superada por el hecho de que los metales preciosos o nobles -la plata y el oro - pasaron a
desempeñar paulatinamente el papel de equivalente universal.
Cuando el papel de equivalente universal empezó a ser desempeñado del valor, por una
mercancía, el oro, por ejemplo, surgió la forma dinero del valor, que se puede expresar de
la siguiente manera: 40 kg de grano, 0= I 20 m de lienzo, o = J 3 gr de oro 2 hachas, o = 1
oveja, etc.
El paso a la forma del dinero se produjo después de la segunda gran división social del
trabajo, o sea, cuando los oficios se desglosaron de la agricultura. Dadas sus
propiedades particulares (homogeneidad,' divisibilidad, poco volumen, etc.) asumieron la
función de equivalente universal el oro y la plata, convertidos en dinero. El dinero es una
mercancía determinada a la que pertenece la función social de expresar el valor de todas
las demás mercancías. Al aparecer el dinero, todas las mercancías pasaron a medir su
valor en dinero.
El dinero
El dinero aparece de modo espontáneo la naturaleza del dinero y sus funciones en el
proceso de desarrollo de la producción mercantil y del cambio. Precisamente el desarrollo
de las formas del valor, empezando por las más simples, dio lugar a la aparición de la
forma dinero del valor y del dinero.
Se emplean como dinero el oro y la plata, monedas metálicas acuñadas o signos
monetarios de papel que los sustituyen. Pero ese tipo de dinero no apareció de súbito.
Al principio desempeñó dicha función una mercancía que sirvió con mayor frecuencia
como objeto de cambio. Debido , al prolongado desarrollo de la economía mercantil, la
función de dinero se concentró en el oro. El oro cumplió en el siglo XIX la función de
dinero en la mayoría absoluta de países.
En la economía mercantil desarrollada, el dinero cumple varias funciones: es medida del
valor de las mercancías, es medio de circulación, es medio de acumulación o
atesoramiento, es medio de pago y es dinero mundial. Veamos lo que es cada una de
dichas funciones.
La función fundamental del dinero es servir de medida del valor. La esencia de dicha
función consiste en que con ayuda del dinero se mide el valor de todas las mercancías:
Para poder cumplir su función de medida del valor, ,el propio dinero debe poseer un valor.
Del mismo modo que sólo es posible medir el peso de un cuerpo mediante una pesa
porque ésta posee por sí misma un peso, el valor do una mercancía sólo se puede medir
con ayuda de otra mercancía, ya que ésta posee por sí misma un valor. El valor de una
mercancía se mide por medio del oro. Cuando el poseedor de una mercancía le fija a ésta
un determinado precio, expresa su valor en oro de un modo imaginario o, como dijo Marx,
ideal. Se puede equiparar una mercancía El cierta cantidad de oro porque en la realidad
de las cosas siempre media cierta proporción entre el valor del oro y el de la mercancía
en, cuestión. Dicha proporción tiene por base el trabajo socialmente necesario invertido
en la producción de uno y otra.
v. l. LENIN
EL IMPERIALISMO, FASE SUPERIOR DEL CAPITALISMO
(ENSAYO POPULAR)
EDICIONES EN LENGUAS EXTRANJERAS PEKIN 1972
Primera edición (3a impresión
EL IMPERIALISMO, FASE SUPERIOR DEL CAPITALISM01
(Ensayo popular)
NOTA DEL EDITOR
Se ha tomado como base de la presente edición de El imperialismo, fase superior del
capitalismo el texto de la edición española de las Obras Escogidas de Lcnin, en dos
tomos, publicadas por Ediciones en Lenguas Extranjeras, de MoscÚ, en 1948. Este folleto
ha sido editado después de haber sido confrontado con la versión china, publicada por la
Editorial del Pueblo, Pekín, en septiembre de 1964, y consultado el original ruso de las
Obras Completas de Lenin, t. XXII.
Las notas incluidas al final del folleto han sido redactadas y traducidas segÚn las de la
edición china, publicada por la Editorial del Pueblo, Pekín.
PROLOGO
Impreso en la República Popular China
El folleto que ofrezco a la atención del lector fue escrito en Zurich durante la primavera de
1916. En las condiciones en que me veía obligado a trabajar tuve que tropezar,
naturalmente, con una cierta insuficiencia de materiales franceses e ingleses y con una
gran carestía de materiales rusos.
Sin embargo, la obra inglesa más importante sobre el imperialismo, el libro de J. A.
Hobson, ha sido utilizada con la atención que, a mi juicio, merece.
El folleto está escrito teniendo en cuenta la censura zarista.
Por esto, no sólo me vi precisado a limitarme estrictamente a un análisis exclusivamente
teórico - sobre todo económico -, sino también a formular las indispensables y poco
numerosas observaciones de carácter político con una extraordinaria prudencia, por
medio de alusiones, del lenguaje a 10 Esopo, maldito lenguaje al cual el zarismo obligaba
a recurrir a todos los revolucionarios cuando tomaban la pluma para escribir algo con
destino a la literatura "legal".
Produce pena releer ahora, en los días de libertad, los pasajes del folleto
desnaturalizados, comprimidos, contenidos
en un anillo de hierro por la preocupación de la censura zarista. Para decir que el
imperialismo es el preludio de la revolución socialista, que el socialchovinismo (socialismo
de palabra, chovinismo de hecho) es una traición completa al socialismo, el paso
completo al lado de la burguesía, que esa escisión del movimiento obrero está
relacionada con las condiciones objetivas del imperialismo, etc., me vi obligado a hablar
en un lenguaje servil, y por esto no tengo más remedio que remitir a los lectores que se
interesen por el problema a la colección de mis artículos de 1914-1917, publicados en el
extranjero, que serán re editados en breve. Vale la pena, particularmente, señalar un
pasaje de las páginas 119-1202:
para hacer comprender al lector, en forma adaptada a la censura, e! modo indecoroso de
cómo mienten los capitalistas y los socialchovinistas que se han pasado al lado de
aquéllos (y contra los cuales lucha con tanta inconsecuencia Kautsky), en lo que se
refiere a la cuestión de las anexiones, el descaro con que encubren las anexiones de sus
capitalistas, me vi precisado a tomar el ejemplo. . . ¡del Japón! El lector atento sustituirá
fácilmente el Japón por Rusia, y Corea, por Finlandia, Polonia, Curlandia, Ucrania, Jiva,
Bujará, Estlandia y otros territorios del imperio zarista no poblados por grandes rusos.
Quiero abrigar la esperanza de que mi folleto ayudará a orientar en la cuestión económica
fundamental, sin cuyo estudio es imposible comprender nada en la apreciación de la
guerra y de la política actuales, a saber: la cuestión de la esencia económica del
imperialismo.
PROLOGO A LAS EDICIONES FRANCESA Y ALEMANA3
1
EL AUTOR
Este libro, como ha quedado dicho en el prólogo de la edición rusa, fue escrito en 1916,
teniendo en cuenta la censura zarista. Actualmente, no tengo la posibilidad de rehacer
todo e! texto; por otra parte, sería inútil, ya que el fin principal del libro, hoy como ayer,
consiste en ofrecer, con ayuda de los datos generales irrefutables de la estadística
burguesa y de las declaraciones de los sabios burgueses de todos los países, un cuadro
de conjunto de la economía mundial capitalista en sus relaciones internacionales, a
comienzos de! siglo XX, en vísperas de la primera guerra mundial imperialista.
Hasta cierto grado será incluso útil a muchos comunistas de los países capitalistas
avanzados persuadirse por el ejemplo de este libro, legal, desde el punto de vista de la
censura zarista, de que es posible - y necesario - aprovechar hasta esos pequeños
resquicios de legalidad que todavía les quedan a éstos, por ejemplo, en la América actual
o en Francia,
Pctrogrado, 26 de abril de 1917
2
3
después de los recientes encarcelamientos de casi todos los comunistas, para demostrar
todo el embuste de las concepciones y de las esperanzas socialpacifistas en cuanto a la
"democracia mundial".
Intentaré dar en este prólogo los complementos más indispensables a este libro
censurado.
II
En esta obra hemos probado que la guerra de 1914-1918 ha sido, de ambos lados
beligerantes, una guerra imperialista (esto es, una guerra de conquista, de bandidaje y de
robo), una guerra por el reparto del mundo, por la partición y el nuevo reparto de las
colonias, de las "esferas de influencia" del capital financiero, etc.
Pues la prueba del verdadero carácter social o, mejor dicho, del verdadero carácter de
clase de una guerra no se encontrará, claro está, en la historia diplomática de la misma,
sino en el análisis de la situación objetiva de las clases dirigentes en todas las potencias
beligerantes. .Para reflejar esa situación objetiva, no hay que tomar ejemplos y datos
aislados (dada la infinita complejidad de los fenómenos de la vida social, se puede
siempre encontrar un número cualquiera de ejemplos o datos aislados, susceptibles de
confirmar cualquier tesis), sino indefectiblemente el conjunto de los datos sobre los
fundamentos de la vida económica de todas las potencias beligerantes y del mundo
entero.
Me he apoyado p!ecisamente en estos datos generales irrefutables al describir el reparto
del mundo en 1876 y en 1914 (§ VI) y el reparto de los ferrocarriles en todo el globo en
1890 y en 1913 (§ VII). Los ferrocarriles constituyen el
4
f
]
balance de las principales ramas de la industria capitalista, de la industria del carbón y del
hierro; el balance y el índice más notable del desarrollo del comercio mundial y de la
civilización democrático burguesa. En los capítulos precedentes de este libro, exponemos
la conexión entre los ferrocarriles y la gran producción, los monopolios, los sindicatos
patronales, los cartels, los trusts, los bancos y la oligarquía financiera. La distribución de
la red ferroviaria, la desigualdad de esa distribución y de su desarrollo, constituyen el
balance del capitalismo moderno, monopolista, en la escala mundial.
y este balance demuestra la absoluta inevitabilidad de las guerras imperialistas sobre
esta base económica, en tanto que subsista la propiedad privada de los medios de
producción.
La construcción de ferrocarriles es en apariencia una empresa simple, natural,
democrática, cultural, civilizadora: se presenta como tal ante los ojos de los profesores
burgueses, pagados para embellecer la esclavitud capitalista, y ante los ojos de los
filisteos pequeñoburgueses. En realidad, los múltiples lazos capitalistas, por medio de los
cuales esas empresas se hallan ligadas a la propiedad privada sobre los medios de
producción en general, han transformado esa construcción en un medio para oprimir a mil
millones de seres (en las colonias y en las semicolonias), es decir, a más de la mitad de
la población de la tierra en los países dependientes y a los esclavos asalariados del
capital en los países "civilizados".
La propiedad privada fundada en el trabajo del pequeño patrono, la libre concurrencia, la
democracia, todas esas consignas por medio de las cuales los capitalistas y su prensa
engañan a los obreros y a los campesinos, pertenecen a un pasado lejano. El capitalismo
se ha transformado en un
III
El Manifiesto de Basilea de la II Internacional, que, en I~I2, caracterizó precisamente la
guerra que estalló en 1914 y 110 la guerra en general (hay diferentes clases de guerra;
hay también guerras revolucionarias), ha quedado como un monumento que denuncia
toda la vergonzosa bancarrota, toda la traición de los héroes de la II Internacional. Por
eso, uno el texto de ese Manifiesto como apéndice a esta edición, advirtiendo una y otra
vez a los lectores que los héroes de la II Internacional rehuyen con empeño todos los
pasajes del Manifiesto que hablan precisa, clara y directamente de la relación entre esta
guerra que se avecinaba y la revolución proletaria, con el mismo empeño con que un
ladrón evita el lugar donde cometió el robo.
sistema universal de opresión colonial y de estrangulación financiera de la inmensa
mayoría de la población del planeta por un puñado de países "avanzados". Este "botín"
se reparte entre dos o tres potencias rapaces de poderío mundial, armadas hasta los
dientes (Estados Unidos, Inglaterra, Japón), que, por el reparto de su botín, arrastran a su
guerra a todo el mundo.
La paz de Brest-Litovsk, dictada por la monárquica Alemania, y la paz aún más brutal e
infame de Versalles, impuesta por las repúblicas "democráticas" de América y de Francia
y por la "libre" Inglaterra, han prestado un servicio extremadamente útil a la humanidad, al
desenmascarar al mismo tiempo a los coolíes de la pluma a sueldo del imperialismo y a
los pequeños burgueses reaccionarios - aunque se llamen pacifistas y socialistas -, que
celebraban el "wilsonismo" y trataban de hacer ver que la paz y las reformas son posibles
bajo el imperialismo.
Decenas de millones de cadáveres y de mutilados, víctimas de la guerra - esa guerra que
se hizo para resolver la cuestión de si el grupo inglés o alemán de bandoleros financieros
recibiría una mayor parte del botín -, y encima, estos dos "tratados de paz" hacen abrir,
con una rapidez desconocida hasta ahora, los ojos de millones y decenas de millones de
hombres atemorizados, aplastados, embaucado s y engañados por la burguesía. Sobre la
ruina mundial creada por la guerra, se agranda así la crisis revolucionaria mundial, que,
por largas y duras que sean las peripecias que atraviese, no podrá terminar sino con la
revolución proletaria y su victoria.
IV
Hemos prestado en este libro una atención especial a la crítica del "kautskismo", esa
corriente ideológica internacional representada en todos los países del mundo por los
"teóricos más eminentes", por los jefes de la II Internacional (Otto Bauer y Cía. en Austria,
Ramsay MacDonald y otros en Inglaterra, Albert Thomas en Francia, etc., etc.) y por un
número infinito de socialistas, de reformistas, de pacifistas, de demócratas burgueses y
de clérigos.
Esa corriente ideológica, de una parte, es el producto de .
la descomposición, de la putrefacción de la II Internacional y, de otra parte, es el fruto
inevitable de la ideología de los pequeños burgueses, a quienes todo el ambiente los
hace prisioneros de los prejuicios burgueses y democráticos. En Kautsky y las gentes de
su calaña, tales concepciones significan precisamente la abjuración completa de los
funda-
6
7
mentas revolucionarios de! marxismo, defendidos por Kautsky durante decenas de años,
sobre todo, dicho sea de paso, en la lucha contra e! oportunismo socialista (de Bernstein,
Millerand, Hyndman, Gompers, etc.). Por eso, no es un hecho casual que los
"kautskistas" de todo el mundo se hayan unido hoy, práctica y políticamente, a los
oportunistas más extremos (a través de la II Internacional o Internacional amarilla) y a los
gobiernos burgueses (a través de los gobiernos decoalición burgueses con participación
socialista).
El movimiento proletario revolucionario en general, que crece en todo e! mundo, y el
movimiento comunista en particular, no puede dejar de analizar y desenmascarar los
errores teóricos del "kautskismo". Esto es tanto más necesario, cuanto que el pacifismo, y
el "democratismo" en generalque no sienten pretensiones de marxismo, pero que,
enteramente al igual que Kautsky y Cía., disimulan la profundidad de las contradicciones
del imperialismo y la ine!uctabilidad de la crisis revolucionaria engendrada por éste - son
corrientes que se hallan todavía extraordinariamente extendidas por todo e! mundo. La
lucha contra tales tendencias es el deber del partido de! proletariado, que debe arrancar a
la burguesía los pequeños propietarios que ella engaña y los millones de trabajadores
cuyas condiciones de vida son más o menos pequeñoburguesas.
v
lino de los principales representantes de la política burguesa, reformista, en e! seno de!
"Partido Socialdemócrata Independiente de Alemania"4, ha dado en esta cuestión un
paso atrás con respecto al inglés Hobson, pacifista y reformista declarado. La escisión
internacional de todo el movimiento obrero aparece ahora de una manera plena (Il y III
Internacional). La lucha armada y la guerra civil entre las dos tendencias es también un
hecho evidente: en Rusia, apoyo de Kolchak y de Denikin por los mencheviques y los
"socialistas-revolucionarios" contra los bolcheviques; en Alemania, Scheidemann, Noske
y Cía. con la burguesía contra los espartaquistas5; y lo mismo en Finlandia, en Polonia,
en Hungría, etc. ¿Dónde está la base económica de este fenómeno histórico-mundial?
Se encuentra precisamente en el parasitismo y en la descomposición de! capitalismo,
inherentes a su fase histórica superior, es decir, al imperialismo. Como lo demostramos
en este libro, el capitalismo ha destacado ahora un puñado (menos de una décima parte
de la población de la tierra, menos de un quinto, calculando "por todo lo alto") de Estados
particularmente ricos y poderosos, que saquean a todo el mundo con e! simple "recorte
de! cupón". La. exportación de capital da ingresos que se elevan a ocho o diez mil
millones de francos anuales, de acuerdo con los precios de antes de la guerra y según las
estadísticas burguesas de entonces. Naturalmente, ahora eso representa mucho más.
Es evidente que una superganancia tan gigantesca (ya que los capitalistas se apropian
de ella, además de la que exprimen a los obreros de su "propio" país) permite corromper
a los dirigentes obreros y a la capa superior de la aristocracia obrera. Los capitalistas de
los países "avanzados" los
Es menester decir unas palabras a propósito de! capítulo VIII: "El parasitismo y la
descomposición del capitalismo".
Como lo hacemos ya constar en este libro, Hilferding, antiguo "marxista", actualmente
compañero de armas de Kautsky y
8
9
corrompen, y 10 hacen de mil maneras, directas e indirectas, abiertas y ocultas.
Esta capa de obreros aburguesados o de "aristocracia obrera", completamente pequeños
burgueses en cuanto a su manera de vivir, por la cuantía de sus emolumentos y por toda
su mentalidad, es el apoyo principal de la Segunda Internacional, y, hoy día, el principal
apoyo social (no militar) de la burguesía. Pues éstos son los verdaderos agentes' de la
burguesía en el seno del movimiento obrero, los lugartenientes obreros de la clase
capitalista (labour lieutenants of the capitalist class), los verdaderos portadores del
reformismo y del chovinismo. En la guerra civil entre el proletariado y la burguesía se
ponen inevitablemente, en número no despreciable, al lado de la burguesía, al lado de los
"versalleses" contra los "comuneros".
Sin haber comprendido las raíces económicas de ese fenómeno, sin haber alcanzado a
ver su importancia política y social, es imposible dar el menor paso hacia la solución de
las tareas prácticas del movimiento comunista y de la revolución social que se avecina.
El imperialismo es el preludio de la revolución social del proletariado. Esto ha sido
confirmado, en una escala mundial, desde 1917.
N. LENIN
Durante los últimos quince o veinte años, sobre todo después de la guerra hispano-
americana (1898) y de la angloboer (1899-19°2), la literatura económica, así como la
política, del Viejo y del Nuevo Mundo, consagra una atención creciente al concepto de
"imperialismo" para caracterizar la época que atravesamos. En 1902, apareció en
Londres y N ueva York la obra del economista inglés J. A. Hobson, "El imperialismo". El
autor, que está situado en el punto de vista del socialreformismo y del pacifismo
burgueses - punto de vista que coincide, en el fondo, con la posición actual del ex-
marxista C. Kautsky - hace una descripción excelente y detallada de las particularidades
económicas y políticas fundamentales del imperialismo. En 19IO, se publicó en Viena la
obra del marxista austríaco Rudolf Hilferding, "El capital financiero" (traducción rusa:
Moscú 1912). A pesar del error del autor en la cuestión de la teoría del dinero y de cierta
tendencia a conciliar el marxismo con el oportunismo, la obra mencionada constituye un
análisis teórico extremadamente valioso de la "fase moderna de desarrollo del
capitalismo" (así está concebido el subtítulo de la obra de Hilferding). En el fondo, 10 que
se ha dicho acerca del imperialismo durante estos últimos años - sobre todo en el número
inmenso de artículos sobre este tema publicados en
6 de julio de 1920
II
El incremento enorme de la industria y el proceso notablemente rápido de concentración
de la producción en empresas cada vez más grandes constituyen una de las
particularidades más características del capitalismo. Las estadísticas industriales
modernas suministran los datos más completos y exactos sobre este proceso.
En Alemania, por ejemplo, de cada mil empresas industriales, en 1882, tres eran
empresas grandes, es decir, que contaban con más de 50 obreros; en 1895, seis, y en
1907, nueve.' De cada cien obreros les correspondían, respectivamente, 22, 30 Y 37.
Pero la concentración de la producción es mucho más intensa que la de los obreros, pues
el trabajo en las grandes empresas es mucho más productivo, como lo indican los datos
relativos a las máquinas de vapor y a los motores eléctricos. Si tomamos lo que en
Alemania se llama
industria en el sentido amplio de esta palabra, es decir, incluyendo el comercio, las vías
de comunicación, cte., obtendremos el cuadro siguiente: grandes empresas, 3°.588 sobre
un total de 30265.623, es decir, el 0,9 %. En ellas están empleados 5,7 millones de
obreros sobre un total de 14,4 millones, es decir, el 39,4 %; caballos de fuerza de vapor,
6,6 millones sobre 8,8, es decir, el 75,3 %; de fuerza eléctrica 1,2 millones de kilovatios
sobre 1,5 millones, o sea el 77,2 %.
¡ Menos de una centésima parte de las empresas tienen mds de 413 de la cantidad total
de la fuerza de vapor y eléctrica! i A los 2,97 millones de pequeñas empresas (hasta 5
obreros asalariados) que constituyen el 91 % de todas las empresas, corresponde
únicamente el 7% de la fuerza eléctrica y de vapor! Las decenas de miles de grandes
empresas lo son todo; los millones de pequeñas empresas no son nada.
En 1907, había en Alemania 586 establecimientos que contaban con mil obreros y más. A
esos establecimientos correspondía casi la décima parte (1,38 millones) del número total
de obreros y casi el tercio (32 %) del total de la fuerza eléctrica y de vapor*. El capital
monetario y los bancos, como veremos, hacen todavía más aplastante este predominio
de un puñado de grandes empresas, y decimos aplastante en el sentido más literal de la
palabra, es decir, que millones de pequeños, medianos e incluso una parte de los
grandes "patronos" se hallan de hecho completamente sometidos a unos pocos
centenares de financieros millonarios.
En otro país avanzado del capitalismo contemporáneo, en los Estados Unidos, el
incremento de la concentración de la producción es todavía más intenso. En este país, la
estadís-
periódicos y revistas, así como en las resoluciones tomadas, por ejemplo, en los
Congresos de Chemnitz y de Basilea, que se celebraron en otoño de 1912 - salía apenas
del círculo de ideas expuestas o, para decido mejor, resumidas en los dos trabajos
mencionados. . .
En las páginas que siguen nos proponemos exponer somcramente, en la forma más
popular posible, el lazo y la correlación entre las particularidades económicas
fundamentales del imperialismo. No nos detendremos, tanto como lo merece, en el
aspecto no económico de la cuestión. Las indicaciones bibliográficas y otras notas que no
a todos los lectores pueden interesar, las damos al final del folleto.
1. LA CONCENTRACION DE LA PRODUCCION y LOS MONOPOLIOS
* Cifras del "Annalen des deutschen Reichs". 19I1. Zahn.
12
13
tica considera aparte a la industria en la acepción estrecha de la palabra y agrupa los
establecimientos de acuerdo con el valor de la producción anual. En 1904, había 1.900
grandes empresas (sobre 216.180, es decir, el 0,9 %), con una producción de 1 millón de
dólares y más; en ellas, el número de obreros era de 1,4 millones (sobre 5,5 millones, es
decir, el 25,6 %), y la producción, de 5.600 millones (sobre 14.800 millones, o sea, el 38
%). Cinco años después, en 19Ó9, las cifras correspondientes eran las siguientes: 3.060
establecimientos (sobre 268.491, es decir, el 1,1 %) con dos millones de obreros (sobre
6,6 millones, es decir el 30,5 %) y 9.000 millones de producción anual (sobre 20.7°0
millones, o sea el 43,8 % )*.
j Casi la mitad de la producción global de todas las empresas del país en las manos de la
centésima parte del número total de empresas! y esas tres mil empresas gigantescas
abrazan 258 ramas industriales. De aquí se deduce claramente que la concentración, al
llegar a un grado determinado de su desarrollo, por sí misma conduce, puede decirse, de
lleno al monopolio, ya que a unas cuantas decenas de empresas gigantescas les resulta
fácil ponerse de acuerdo entre sí, y, por otra parte, la competencia, que se hace cada vez
más difícil, y la tendencia al monopolio, nacen precisamente de las grandes proporciones
de las empresas. Esta transformación de la competencia en monopolio constituye de por
sí uno de los fenómenos más importantes - por no decir el más importante - de la
economía del capitalismo moderno, y es necesario que nos detengamos a estudiado con
mayor detalle. Pero antes debemos eliminar un equívoco posible.
La estadística norteamericana dice: 3.000 empresas gigantescas en 250 ramas
industriales. Al parecer, corresponden 12 grandes empresas a cada rama de la
producción.
Pero no es así. No en cada rama de la industria hay grandes empresas; por otra parte,
una particularidad extrelIIadamente importante del capitalismo, que ha alcanzado su III:'IS
alto grado de desarrollo, es la llamada combinación, o I;ca la reunión, en una sola
empresa, de distintas ramas de la industria que representan en sí o bien fases sucesivas
de la elaboración de una materia prima (por ejemplo, la fundición del mineral de hierro, la
transformación del hierro en acero y, en ciertos casos, la elaboración de tales o cuales
productos de acero), o bien distintas ramas que desempeñan unas con relación a otras
un papel auxiliar (por ejemplo, la utilización de los residuos o de los productos accesorios,
producción de artículos de embalaje, etc.).
"La combinación - dice Hilferding - nivela las diferencias de coyuntura y garantiza, por
tanto, a la empresa combinada una norma de beneficio más estable. En segundo lugar, la
combinación determina la eliminación del comercio.
En tercer lugar, hace posible el perfeccionamiento técnico y, por consiguiente, la
obtención de ganancias suplementarias en comparación con las empresas 'puras' (es
decir, no combinadas). En cuarto lugar, consolida la posición de la empresa combinada
en comparación con la 'pura', la refuerza en la lucha de competencia durante las fuertes
depresiones (estancamiento de los negocios, crisis), cuando la disminución del precio de
la materia prima va a la zaga con respecto a la disminución de los precios de los artículos
manufacturados"* .
* "Statistical Abstract oE the United States", 1912, pág. 202.
* Rudolf Hilferding, "Das Finanzkapital", 2" ed., pág. 254.
15
- ------------~
El economista burgués alemán Heymann, que ha consagrado una obra especial a las
empresas "mixtas" o combinadas en la industria siderúrgica alemana, dice: "Las
empresas puras perecen, aplastadas por el precio elevado de los materiales y el bajo
precio de los artículos manufacturados". Resulta lo siguiente:
"Por una parte, han quedado grandes compamas hulleras, con una extracción de carbón
que se cifra en varios millones de toneladas, sólidamente organizadas en su sindicato
hullero; luego, estrechamente ligadas a ellas, las grandes fundiciones de acero con su
sindicato. Estas empresas gigantescas, con una producción de acero de 400.000
toneladas por año, con una extracción inmensa de mineral de hierro y de hulla, con la
producción de artículos de acero, con 10.000 obreros alojados en los cuarteles de las
colonias obreras, que cuentan a veces con ferrocarriles y puertos propios, son los
representantes típicos de la industria siderúrgica alemana. Y la concentración continúa
avanzando sin cesar. Las empresas van ganando en importancia cada día; cada vez es
mayor el número de estableámientos de una o varias ramas de la industria que se
agrupan en empresas gigantescas, apoyadas y dirigidas por media docena de grandes
bancos berlineses. En lo que se refiere a la industria minera alemana, ha sido
demostrada con exactitud la doctrina de Carlos Marx sobre la concentración; es verdad
que esto se refiere a un país en el cua] la industria se halla defendida por derechos
arancelarios proteccionistas y por las tarifas de transporte. La industria minera de
Alemania está madura para la expropiación"*.
Tal es la conclusión a que se vio obligado a llegar un t;co/1omista burgués, concienzudo,
por excepción. Hay que observar que considera a Alemania como un caso especial a
consecuencia de la protección de su industria por elevadas Inri €as arancelarias. Pero
esta circunstancia no ha podido III:'1S que acelerar la concentración y la constitución de
asocincioncs monopolistas patronales, cartels, sindicatos, etc. Es extraordinariamente
importante hacer notar que, en el país dd librecambio, en Inglaterra, la concentración
conduce también al monopolio, aunque un poco más tarde y acaso cn otra forma. He aquí
10 que escribe el profesor Hermann Levy, en su estudio especial sobre los "Monopolios,
cartel s y trusts", hecho a base de los datos del desarrollo económico de la Gran Bretaña:
"En la Gran Bretaña, precisamente las grandes proporciones de las empresas y su alto
nivel técnico son las que traen aparejada la tendencia al monopolio. Por una parte, la
concentración ha determinado el empleo de enormes sumas de capital en las empresas;
por eso, las nuevas empresas se hallan ante exigencias cada vez más elevadas en lo que
concierne a la cuantía del capital necesario, y esta circunstancia dificulta su aparición.
Pero por otra parte (y este punto lo consideramos como el más importante), cada nueva
empresa que quiere mantenerse al nivel de las empresas gigantescas, creadas por la
concentración, representa un aumento tan enorme de la oferta de mercancías, que su
venta lucrativa es posible sólo a condición de un aumento extraordinario de la demanda,
pues, en caso contrario, esa abundancia de productos rebaja su precio a un nivel
desventajoso para la nueva fábrica y para las asociaciones monopolistas". En Inglaterra,
las asociaciones mo-
* Hans Gideon Heymann, "Die gemischten Werke im deutschen Grosseisengewcrbc",
Stuttgart, 1904, págs. 216 y 278.
16
17
* Hermann Levy, "Monopole, Karrelle und Trusts", Jena, [909.
págs; 286, 290, 298.
Por lo que a Europa se refiere, se puede fijar con bastante exactitud el momento en que
se produjo la sustitución definitiva del viejo capitalismo por el nuevo: fue precisamente a
principios del siglo XX. En uno de los trabajos de recopilación más recientes sobre la
historia de la "formación de los monopolios", leemos:
"Se pueden citar algunos ejemplos de monopolios capitalistas de la época anterior a
186o; se pueden descubrir en ellos los gérmenes de las formas que son tan corrientes en
la actualidad; pero esto constituye indiscutiblemente la época prehistórica de los cartels.
El verdadero comienzo de los monopolios contemporáneos lo hallamos no antes de la
década de 1860. El primer gran período de desarrollo del monopolio empieza con la
depresión internacional de la industria en la década del 70, Y se prolonga hasta principios
de la Última década del siglo". "Si se examina la cuestión en lo que se refiere a Europa, la
libre concurrencia alcanza el punto culminante de desarrollo en los años 1860-1880. Por
aquel entonces, Inglaterra terminaba la edificación de su organización capitalista de viejo
estilo. En Alemania, dicha organización entablaba una lucha decidida contra la industria
artesana y doméstica, y empezaba a crear sus formas de existencia".
"Empieza una transformación profunda con el crae de 1873, o más exactamente, con la
depresión que .le siguió y que - con una pausa apenas perceptible, a principios de la
década del 80, y con un auge extraordinariamente vigoroso, pero breve, hacia 1889 -
llena veintidós años de la historia económica europea". "Durante el corto período de auge
de 1889-1890, fueron utilizados en gran escala los cartels para aprovechar la coyuntura.
Una política irrefl~xiva
nopolistas de patronos, cartels y trusts, surgen en la mayor parte de los casos - a
diferencia de los otros países, en los que los aranceles proteccionistas facilitan la
cartelización - Únicamente cuando el nÚmero de las principales empresas competidoras
se reduce a "un par de docenas" . . . "La influencia de la concentración en el nacimiento
de los monopolios en la gran industria aparece en este caso con una claridad cristalina"*.
Medio siglo atrás, cuando Marx escribió "El Capital", la libre concurrencia era considerada
por la mayor parte de los economistas como una "ley natural". La ciencia oficial intentó
aniquilar por la conspiración del silencio la obra de Marx, el cual había demostrado, por
medio del análisis teórico e histórico del capitalismo, que la libre concurrencia engendra la
concentración de la producción, y que dicha concentración, en un cierto grado de su
desarrollo, conduce al monopolio.
Ahora el monopolio es un hecho. Los economistas escriben montañas de libros en los
cuales describen manifestaciones aisladas del monopolio y siguen declarando a coro que
"el marxismo ha sido refutado". Pero los hechos son testarudos - como dice un refrán
inglés - y, de grado o por fuerza, hay que tenerlos en cuenta. Los hechos demuestran que
las diferencias entre los diversos países capitalistas, por ejemplo, en lo que se refiere al
proteccionismo o al librecambio, condicionan únicamente diferencias no esenciales en la
forma de los monopolios o en el momento de su aparición, pero que el engendramiento
del monopolio por la concentración de la producción es una ley general y fundamental de
la fase actual de desarrollo del capitalismo.
18
(
19
elevaba los precios todavía con mayor rapidez y aun en mayores proporciones de lo que
hubiera sucedido sin los cartels, y casi todos esos cartel s perecieron sin gloria
'enterrados en la fosa del crac'. Transcurrieron otros cinco años de malos negocios y
precios bajos, pero en la industria reinaba ya un estado de espíritu distinto de! anterior: la
depresión no era considerada ya como una cosa natural, sino, sencillamente, como una
pausa ante una nueva cóyuntura favorable".
"Y el movimiento de los cartels entró en su segunda época. En vez de ser un fenómeno
pasajero, los cartel s se convierten en una de las bases de toda la vida económica,
conquistan una esfera industrial tras otra, y, en primer lugar, la de la transformación de
materias primas.
Ya a principios de la década del 90, los cartels consiguieron en la organización del
sindicato del cok, el que sirvió de modelo al sindicato hullero, una técnica tal de los
cartels, que, en esencia, no ha sido sobrepasada por el movimiento. El gran auge de fines
del siglo XIX y la crisis de 1900 a 1903 se desarrollan ya enteramente por primera vez - al
menos en lo que se refiere a las industrias minera y siderúrgica - bajo el signo de los
carte!s. Y si entonces esto parecía aún algo nuevo, ahora es una verdad evidente para
todo e! mundo que grandes sectores de la vida económica son, por regla general,
sustraídos a la libre concurrencia"* .
* Tb. V ogelsteill, "Die finanzielle Organisation der kapitalistischen Industrie und die
Monopolbildungen" en "Grundriss der SoziaI6konomik", VI Abt., Tub., 1914. Véase
asimismo la obra del mismo autor: "Organisationsformen der Eisenindustrie und
Textilindustrie in England und Amerika", t. I, Leipzig, 1910.
20
)
Así, pues, el balance principal de la historia de los monopolios es el siguiente:
I. 1860-1880, punto culminante de desarrollo de la libre concurrencia. Los monopolios no
constituyen más que gérmenes apenas perceptibles.
2. Después de la crisis de 1873, largo período de desarrollo de los cartels, pero éstos
constituyen todavía una excepción, no son aún sólidos, aun representan un fenómeno
pasajero.
3. Auge de fines de! siglo XIX y crisis de 19°0-19°3; los cartels se convierten en una de
las bases de toda la vida económica. El capitalismo se ha transformado en imperialismo.
Los cartel s se ponen de acuerdo entre sí respecto a las condiciones de venta, a los
plazos de pago, etc. Se reparten los mercados de venta. Fijan la cantidad de productos a
fabricar. Establecen los precios. Distribuyen las ganancias entre las distintas empresas,
etc.
El número de carte!s era en Alemania aproximadamente de 250 en 1896, y de 385, en
1905, abarcando cerca de 12.000 establecimientos*. Pero todo el mundo reconoce que
estas cifras son inferiores a la realidad. De los datos de la estadística de la industria
alemana de 1907 que hemos citado más arriba se deduce que hasta esos 12.000
grandes establecimientos concentran seguramente más de la mitad de toda la fuerza
motriz de vapor y eléctrica. En los Estados Unidos, el número de trusts era, en 1900, de
185; en 1907, de 250.
* Dr. Riesser, "Die Deutschen Grossbanken und ihre Konzentration im Zusammenhange
mit der Entwicklung der Gesamtwirtschaft in Deutschland", 4" ed., 1912, pág. 149. - R.
Liefmallll, "Kartelle und Trusts und die Weiterbildung der volkswirtschaftlichen
Organisation", 2" ed. 1910, pág. 25.
1 V
21
"Su capital era de l50 millones de dólares. Fueron emitidas acciones ordinarias por valor
de roo millones de dólares y acciones privilegiadas por valor de ro6 millones de dólares.
Estas últimas percibieron los siguientes dividendos: en e! período 1900-l907: 48, 48, 45,
44, 36, 40, 40, 40 % o sea, en total, 367 millones de dólares. Desde l882 a 1907,
obtuviéronse 889 millones de dólares de beneficio neto, de los que 606 millones fueron
distribuidos en dividendos,
y el resto pasó al capital de reserva"*. "En todas las empresas del trust del acero ("United
States Stee! Corporation") estaban ocupados, en 1907, no menos de 2IO.l80 obreros y
empleados. La empresa más importante de la industria minera alemana, la Sociedad
Minera de Gelsenkirchen ("Ge!senkirchener Bergwerksgesellschaft") tenía, en 1908,
46.048 obreros y empleados"**.
Ya en 1902, e! trust de! acero producía 9 millones de toneladas de acero***. Su
producción constituía, en 1901, el 66,3 % y, en l908, e! 56,l % de toda la producción de
acero de los Estados Unidos****. Sus extracciones de mineral de hierro, e! 43,9 % y el
46,3 %, respectivamente.
El informe de la comisión gubernamental norteamericana sobre los trusts dice:
"La superioridad de los trusts sobre sus competidores se basa en las grandes
proporciones de sus empresas y en su excelente instalación técnica. El trust del tabaco,
desde el momento mismo de su fundación, consagró todos sus esfuerzos a sustituir en
todas partes en vasta escala el trabajo manual por el trabajo mecánico. Con este objeto,
adquirió todas las patentes que tenían una relación cualquiera con la elaboración del
tabaco y empleó para esto sumas enormes. Muchas patentes resultaban al principio
inservibles y tuvieron que ser modificadas por los ingenieros que se hallaban al servicio
del trust. A fines de 1906,
La estadística norteamericana divide todas las empresas industriales en empresas
pertenecientes a personas aisládas, a firmas y a corporaciones. A las últimas
pertenecían, en 1904, e! 23,6 %; en 1909, el 25,9 %, es decir, más de la cuarta parte de!
total de las empresas. En dichos establecimientos estaban ocupados, en 1904, el 70,6 %
de obreros; en 1909, el 75,6 %, las tres cuartas partes del número total. La cuantía de,. la
producción era, respectivamente, de IO,9 y de l6,3 mil millones de dólares, o sea el 73,7
% y e! 79 % de la suma total.
En las manos de los cartels y trusts se encuentran a menudo las siete o las ocho décimas
partes de toda la produ0ción de una rama industrial determinada; e! sindicato hullero del
Rhin y Westfalia, en el momento de su constitución, en l893, concentraba el 86,7 % de
toda la producción de!
carbón en aquella cuenca, y en 19IO, el 95.4 %*. El monopolio constituido en esta forma
proporciona beneficios gigantescos y conduce a la creación de unidades técnicas de
producción de proporciones inmensas. El famoso trust de! petróleo de Estados Unidos
("Standard Oil Company") fue fundado en 1900.
* Dr. Pritz Kcstncr, "Dcr Organisationszwang. Einc Untcrsuchung iibcr die Kampfe
zwischen Kartellen und Aussenseitern". Berlín, 1912, pág. n.
* R. Liefmann, "Beteiligungs-und Finanzierungsgesellschaften. Eine Studie iiber den
modernen Kapitalismus und das Effektenwesen", la ed., J ena, 1909, pág. 212.
** Ibíd., pág. 218.
*** Dr. S. Tschierschky, "Kartell und Trust", G6tt., 190" pág. 13• **** Th. V ogelstein,
"Organisatiol1sformen", pág. 275•
22
fueron constituidas dos sociedades filiales con el único objeto de adquirir patentes. Con
este mismo objeto, el trust creó fundiciones, fábricas de construcción de maquinaria y
talleres de reparación propios. Uno de dichos establecimientos, en Brooklyn, da
ocupación, por término medio, a 300 obreros; en él se experimentan y se perfeccionan los
inventos relacionados con la producción de cigarrillos, cigarros pequeños, tabaco rapé,
papel de estáño para el embalaje, cajas, etc."*.
"Hay otros trusts que tienen también a su servicio a los llamados developping engineers
(ingenieros para el desarrollo de la técnica), cuya misión consiste en inventar nuevos
procedimientos de producción y en comprobar los perfeccionamientos técnicos. El trust
del acero abona a sus ingenieros y obreros premios importantes por los inventos
susceptibles de elevar la técnica o reducir los gastos"**.
Del mismo modo está organizado todo cuanto se refiere a los perfeccionamientos
técnicos en la gran industria alemana, por ejemplo, en la industria química, la cual se ha
desarrollado en proporciones gigantescas durante estas últimas décadas. El proceso de
concentración de la producción creó ya en 1908 en dicha industria dos "grupos"
principales, que, a su manera, evolucionaban hacia el monopolio. Al principio, esos
grupos constituían "alianzas dobles" de dos pares de grandes fábricas con un capital de
20 a 21 millones de marcos cada una; de una parte, la antigua fábrica de Meister, en
* Report of the Commissioner of Corporations on the Tobacco Industry, Washington,
1909, pág. 266. Citado del libro del Dr. Paul Tafel: "Die nordamerikanischen Trusts und
ihre Wirkungen auf den Fortschritt des Technik", Stuttg., 1913, pág. 48.
** Ibíd., pág. 49.
Illichst, y la de Cassella, en Francfort del Main; de otra pml!.:, la fábrica de anilina y sosa
en Ludwigshafen y la anti1~lla fábrica de Bayer, en Elberfeld. Uno de los grupos en I\}Oj y
el otro en 1908 se pusieron de acuerdo, cada uno por Sil cucnta, con otra gran fábrica, a
consecuencia de 10 cual resultaron dos "alianzas triple s" con un capital de 40 a jO
lIlillones de marcos cada una, y entre las cuales se inició ya IIlla "aproximación", se
estipularon "acuerdos" sobre los precios, etc. * La competencia se convierte en
monopolio. De aquí resulta un gigantesco progreso de la socialización de la producción.
Se efectúa también, en particular, la socialización del rroceso de inventos y
perfeccionamientos técnicos.
Esto no tiene ya nada que ver con la antigua libre concurrencia de patronos dispersos,
que no se conocían entre sí y que producían para un mercado ignorado. La concentración
ha llegado hasta tal punto, que se puede hacer un cálculo aproximado de todas las
fuentes de materias primas (por ejemplo, yacimientos de minerales de hierro) en un país,
y aun, como veremos, en varios países, en todo el mundo.
No sólo se realiza este cálculo, sino que asociaciones monopolistas gigantescas se
apoderan de dichas fuentes. Se efectúa el cálculo aproximado del mercado, el que, según
el acuerdo estipulado, las asociaciones mencionadas se "reparten" entre sí. Se
monopoliza la mano de obra calificada, se toman los mejores ingenieros, y las vías y los
medios de comunicación - las líneas férreas en América, las compañías navieras en
Europa y América - van a parar a manos de los
* Riesser, obra cit., págs. 547 y siguientes de la tercera edición. Los periódicos dan
cuenta (junio de 1916) de la constitución de un nuevo trust gigantesco, que agrupa a la
industria química de Alemania.
monopolios citados. El capitalismo, en su fase imperialista, conduce de lleno a la
socialización de la producción en sus más variados aspectos; arrastra, por decido así, a
pesar de su voluntad y conciencia, a los capitalistas a un cierto nuevo régimen social, de
transición entre la plena libertad de concurrencia y la socialización completa.
La producción pasa a ser social, pero la apropiación continúa siendo privada. Los medios
sociales de producción siguen siendo propiedad privada de un número reducido de
individuos. El marco general de la libre concurrencia formalmente reconocida persiste, y
el yugo de un grupo poco numeroso de monopolistas sobre el resto de la población se
hace cien veces más duro, más sensible, más insoportable.
El economista alemán Kestner ha consagrado una obra especial a la "lucha entre los
carte1s y los outsiders", es decir, empresarios que no formaban parte de los cartels. El
autor ha titulado dicha obra: "La organización forzosa", cuando hubiera debido hablar,
naturalmente, para no embellecer el capitalismo, de la subordinación forzosa a las
asociaciones monopolistas. Es instructivo echar una simple ojeada aunque no sea más
que a la enumeración de los medios a que acuden dichas asociaciones en la lucha
moderna, novísima, civilizada por la "organización": 1) privación de las materias primas
(. . . "uno de los procedimientos más importantes para obligar a entrar en el cartel"); 2)
privación de mano de obra mediante "alianzas" (esto es, mediante acuerdos entre los
capitalistas y los sindicatos obreros para que estos últimos acepten trabajo solamente en
las empresas cartelizadas); 3) privación de medios de transporte; 4) privación de
mercados;
5) acuerdo con los compradores para sostener relaciones comerciales únicamente con
los cartels; 6) disminución siste-
mática de los precios (con objeto de arruinar a los "outsidcrs", es decir, a las empresas
que no se someten a los monopolistas, se gastan millones para vender, durante un
tiempo determinado, a precios inferiores al coste: en la industria de la bencina se ha dado
el caso de bajar el precio de 40 a 22. marcos, es decir, j casi a la mitad!); 7) privación de
crédito;
8) declaración del boicot.
Nos hallamos en presencia, no ya de una lucha de competencia entre grandes y
pequeñas empresas, entre establecimientos técnicamente atrasados y establecimientos
de técnica avanzada. Nos hallamos ante la estrangulación, por los monopolistas, de todos
aquellos que no se someten al monopolio, a su yugo, a su arbitrariedad. He aquí cómo se
refleja este proceso en la conciencia de un economista burgués.
"Aun en el terreno de la actividad económica puraescribe Kestner -, se produce cierto
desplazamiento de la actividad comercial, en el sentido tradicional de la palabra, hacia
una actividad organizadora especulativa. Consigue los mayores éxitos, no el comerciante
que, basándose en su experiencia técnica y comercial, sabe determinar mejor las
necesidades del comprador, encontrar y, por decido así, "descubrir" la demanda que se
halla en estado latente, sino el genio E?!] especulador que por anticipado sabe tener en
cuenta o intuir el desenvolvimiento en el terreno de la organización, la posibilidad de
determinados lazos entre las diferentes empresas y los bancos" . . .
Traducido al lenguaje común, esto significa: el desarrollo del capitalismo ha llegado a un
punto tal, que, aunque la producción de mercancías sigue "reinando" como antes y
* Kestner, obra cit., pág. 254.
rccolloccn los economistas burgueses y que se empeñan tanto ell 110 ver y pasar por alto
los defensores actuales del oportunismo, con C. Kautsky al frente. Las relaciones de
dlJminnción y de violencia - violencia que va ligada a dicha dominación -: he aquí lo típico
en la "nueva fase del dn;nrroJlo del capitalismo", he aquí 10 que inevitablemente 1<:II(n
que derivarse y se ha derivado de la constitución de los 111( lIlopolios económicos
todopoderosos.
Citaremos otro ejemplo de los manejos de los cartels. Allí donde es posible apoderarse
de todas o de las más importantes rucntes de materias primas, la aparición de cartel s y
la constitución de monopolios es sobremanera fácil. Pero sería un error pensar que los
monopolios no surgen también en otras ramas de la producción en las cuales la conquista
de todas las fuentes de materias primas es imposible. En la industria del cemento, la
materia prima existe en todas partes.
Sin embargo, también esta industria está extremadamente cartelizada en Alemania. Las
fábricas se han agrupado en sindicatos regionales: el de Alemania del Sur, el
renanowestfaliano, etc. Los precios establecidos son precios de monopolio: ¡de 230 a 280
marcos por vagón, cuando el valor de coste es de 180 marcos! Las empresas dan
dividendos del 12 al 16%; además, no hay que olvidar que los "genios" de la especulación
contemporánea saben canalizar hacia sus bolsillos grandes sumas de ganancias, aparte
de las que se reparten en concepto de dividendo. Para eliminar la competencia en una
industria tan lucrativa, los monopolistas se valen incluso de artimañas diversas: hacen
circular rumores falsos sobre la mala situación de la industria; publican en los periódicos
anuncios anónimos: "i Capitalistas! j No colo-
siendo considerada como la base de toda la economía, en realidad se halla ya
quebrantada, y las ganancias principales van a parar a los "genios" de las maquinaciones
financieras. En la base de estas maquinaciones y de estos chanchullos se halla la
socialización de la producción; pero el inmenso progreso logrado por la humanidad, que
ha llegado a dicha socialización, beneficia... a los especuladores. Más adelante veremos
cómo, "basándose en esto", la crítica pequeñoburguesa y reaccionaria del imperialismo
capitalista sueña con volver atrás, a la concurrencia "libre", "pacífica", "honrada".
"La elevación persistente de los precios, como resultado de la constitución de los cartels -
dice Kestner-, hasta ahora se ha observado sólo en lo que se refiere a los principales
medios de producción, sobre todo a la hulla, el hierro, la po tasa, y, por el contrario, no se
ha observado nunca en lo que se refiere a los artículos manufacturados.
Como consecuencia de ello, el aumento de los beneficios se ha limitado igualmente a la
industria de los medios de producción. Hay que completar esta observación con la de que
la industria de transformación de las materias primas (y no de productos
semimanufacturados) no sólo obtiene, como resultado de la constitución de cartels,
ventajas en forma de las ganancias elevadas, en perjuicio de la industria dedicada a la
transformación ulterior de los productos semimanufacturados, sino que ha pasado a
mantener, con respecto a esta última industria, relaciones de dominación; que no existían
bajo la libre concurrencia"*.
Las palabras subrayadas por nosotros muestran el fondo de la cuestión, que de tan mala
gana y sólo de vez en cuando
28
29
queIs vuestros capitales en la industria del cemento 1"; por último, compran empresas
"outsiders" (es decir, que no forman parte de los sindicatos), abonando 60, 80, 150 mil
marcos al que "cede"*. El monopolio se abre camino en todas partes, valiéndose de todos
los medios, empezando por el pago de una "modesta" indemnización al que cede y
terminando por el "procedimiento" americano del empleo de la dinamita contra el
competidor.
La supresión de las crisis por los cartel s es una fábula de los economistas burgueses, los
cuales lo que hacen es embellecer el capitalismo a toda costa. Al revés, el monopolio que
se crea en varias ramas de la industria aumenta y agrava el caos propio de todo el
sistema de la producción capitalista en su conjunto. La desproporción entre el desarrollo
de la agricultura y el de la industria, desproporción que es característica del capitalismo
en general, se acentúa aún más. La situación privilegiada en que se halla la industria más
cartelizada, la llamada industria pesada, particularmente el hierro y la hulla, determina en
las demás ramas de la industria "la falta mayor aún de coordinación sistemática", como lo
reconoce Jeidels, autor de uno de los mejores trabajos sobre "las relaciones entre los
grandes bancos alemanes y la industria"** .
dl'slIrrollo o, finalmente, a las que sólo tienen una imporIlIlIda local"*.
11.1 1IIIIIIcnlo del riesgo es consecuencia, al fin y al cabo, del IIl1lllClIlo gigantesco de
capital, el cual, por decido así, deshorda el vaso y se vierte hacia el extranjero, etc. Y
junto ""1 esto los progresos extremadamente rápidos de la técnica 11'11(:11 aparejados
consigo cada vez más elementos de ,lcsproporción entre las distintas partes de la
economía IIflciol1al, de caos, de crisis.
"Cuanto más desarrollada está la economía nacionalescribe Liefmann, defensor acérrimo
del capitalismotanto más se entrega a empresas arriesgadas o, en el extranjero, a
empresas que exigen largo tiempo para su
"Probablemente - se ve obligado a reconocer el mismo Licfmann - la humanidad asistirá
en un futuro próximo a l1ucvas y grandes revoluciones en el terreno de la técnica, Cjlle
harán sentir sus efectos también sobre la organización de la economía nacional... [la
electricidad, la navegaciÓn aérea]. Habitualmente, y por regla general, en estos pcríodos
de radicales transformaciones económicas se desarrolla una fuerte especulación".. .**
y las crisis - las crisis de toda clase, sobre todo las CrISIS cconómicas, pero no sólo éstas
- aumentan a su vez en proporciones enormes la tendencia a la concentración y al
monopolio. He aquí unas reflexiones extraordinariamente instructivas de Jeidels sobre la
significación de la crisis de 1900, la cual, como sabemos, desempeñó el papel de punto
crucial en la historia de los monopolios modernos:
"La crisis de 1900 se produjo en un momento en que, al lado de gigantescas empresas en
las ramas principales
* L. Eschwege, "Zement", en "Die Bank", 1909, l, págs. Ilj y siguientes. ** Jeidels, "Das
Verhiiltnis der deutsehen Grossbanken zur lndustrie, mit besonderer Beriieksichtigung der
Eisenindustrie", Leipzig, 190j, pág. 271.
* Liefmann, "Beteiligullgs- ete. Ges", pág. 434.
** Liefmann, obra cit., págs. 46j-466.
de la industria, existían todavía muchos establecimientos con una organización anticuada,
según el criterio actual, establecimientos 'puros' [esto es, no combinados], que se habían
elevado sobre las olas del auge industrial. La baja de los precios, la disminución de la
demanda, llevaron a esas empresas 'puras' a una situación calamitosa que o no
conocieron en modo alguno las gigantescas empresas' combinadas o que sólo
conocieron durante un breve período.
Como consecuencia de esto, la crisis de 1900 determinó la concentración de la industria
en proporciones incomparablemente mayores que la crisis de 1873, la cual efectuó
también una determinada selección de las mejores empresas, pero, dado el nivel técnico
de entonces, esta selección no pudo crear un monopolio de las empresas que habían
conseguido salir victoriosas de la crisis. Precisamente de un tal monopolio persistente, y,
además, en un alto grado, gozan las empresas gigantescas de la industria siderúrgica y
eléctrica actuales, gracias a su técnica complicadísima, a su extensa organización, a la
potencia de su capital, y, en menor grado, también las empresas de construcción de
máquinas, determinadas ramas de la industria metalúrgica, las vías de comunicación,
etc."*.
1/. LOS OANCOS y SU NUEVO PAPEL
El monopolio es la última palabra de la "fase más reciente del desarrollo del capitalismo".
Pero nuestro concepto de la fuerza efectiva y de la significación de los monopolios
contemporáneos sería en extremo insuficiente, incompleto, reducido, si no tomáramos en
consideración el papel de los bancos.
1.11 oJH:rnci{JII fundamental y primordial de los bancos , '"Isisl<' t.:1I servir de
intermediarios para los pagos. En rela11,'111 CO/l t.:llo, Jos bancos convierten el capital
monetario 1,1111" i VO (;11 activo, esto es, que rinde beneficio; reúnen toda ,llIsl: dt.:
ingresos metálicos y los ponen a disposición de la , IlIst: d(; los capitalistas.
¡\ fII(;dida que van desarrollándose los bancos y que va IIn'll! lI:ílldose su concentración
en un número reducido de (',~! nblecimientos, de modestos intermediarios que eran
antes, la; convierten en monopolistas omnipotentes que disponen de I'lIsi todo el capital
monetario de todos los capitalistas y JH'lflleños patronos, así como de la mayor parte de
los medios <1(; producción y de las fuentes de materias primas de uno o rlt.: varios
países. Esta transformación de los numerosos y /l1Ot!estos intermediarios en un puñado
de monopolistas co/lstituye uno de los procesos fundamentales de la transformación del
capitalismo en imperialismo capitalista, y por (;810 debemos detenemos, en primer
término, en la concenIración de los bancos.
En el año económico de 1907 a 1908, los depósitos de todos los bancos anónimos de
Alemania que poseían un capital de más de un millón de marcos eran de 7.000 millones
de marcos;
(;11 el año económico de 1912 a 1913, de 9.800 millones; un alimento de un 40 % en
cinco años. Además, de esos 2.800 millones de aumento, 2.750 millones correspondían a
57 bancos con un capital de más de IO millones de marcos. La distribución de los
depósitos entre los bancos grandes y pequeños era la siguiente:*
* ]eidels, obra cit., pág. 108.
* Al/red Lansburgh, "Fiinf Jahre d. Bankwcsen", "Die Bank", 1913, nÚm. 8, pág. 728.
33
TANTO POR CIENTO DE TODOS LOS DEPOSITaS
. 11II1ridnd dc eslnr en alto grado descentralizada, del viejo IIIIIIIII.¡"+;.
Años
En los grandes banco s berlineses, en número de 9
En los 48 bancos restantes con un capital de más de 10 millones
En 115 ban-l En los pequecos con un ños bancos capital de con•menos 1 a 10 millo- de 1
millón nes
11.'III11S slIhrnyado la indicación relativa a los bancos "lldl"'lidlls", porque esto se refiere
a una de las particularldlld"N características más importantes de la concentración
'lIpitnlista moderna. Los grandes establecimientos, particular11 ¡r'111 e los bancos, no
sólo absorben directamente a los P'"qlll;i'íOS, sino que los "incorporan", los subordinan,
los in1 I 11 Y 1.: 11 en "su" grupo, en su consorcio (konzern) - según el It'J'llIino técnico -
por medio de la "participación" en su "lIpilal, de la compra o del cambio de acciones, del
sistema de.: crédito, etc., etc. El profesor Liefmann ha consagrado un voluminoso
"trabajo" de medio millar de páginas a la descripción de las "sociedades contemporáneas
de participal'jl'lII y financiación"**, pero, por desgracia, agregando rnzonamientos
"teóricos" de calidad más que inferior a un IIlnterial bruto, a menudo mal digerido. El
resultado a que conduce este sistema de "participación", desde el punto de vista de la
concentración, se halla indicado mejor que en lIinguna otra parte en la obra del
"financiero" Riesser sobre los grandes bancos alemanes. Pero antes de examinar sus
datos daremos un ejemplo concreto del sistema de "participnción".
El "grupo" del "Banco Alemán" es uno de los más importantes, por no decir el, más
importante, de los grupos de grandes bancos. Para darse cuenta de los hilos principales
1907/8 1912/13
47
32,5 36
16,5
4
49
12
3
Los pequeños bancos van siendo eliminados por los grandes, de los cuales nueve
concentran casi la mitad de todos los depósitos. Pero aquí no se tiene todavía mucho en
cuenta, por ejemplo, la transformación de una serie de pequeños bancos en agencias
efectivas de los grandes, etc., de 10 cual trataremos más adelante.
A fines de 1913, Schulze-Gaevernitz fijaba los depósitos de los nueve grandes bancos
berlineses en poo millones de marcos sobre un total de cerca de 10.000 millones.
Tomando en consideración no sólo los depósitos, sino todo el capital bancario, ese
mismo autor escribía:
"A fines de 1909, los nueve grandes bancos berlineses, junto con los bancos adheridos a
ellos, administraban lI.300 millones de marcos, esto es, cerca del 83 % de la suma del
capital bancario alemán. El 'Banco Alemán' ("Deutsche Bank"), que administra, junto con
los bancos adheridos a él, cerca de 3.000 millones de marcos, representa, al lado de la
administración prusiana de las líneas férreas del Estado, la aglomeración de capital más
considerable, con la parti-
* Schulze-Gaevernitz, "Die deutsche Kreditbank", en "Grundriss der Sozia!6konomik",
Tiib., 1915, págs. 12 y 137• ** R. Liefmann, "Beteiliguns- und
Finanzierungsgesellschaften. Eine Studie iiber den modernen Kapitalismus und das
Effektenwesen " , la ed., Jcna, 1909, pág. 212. .
34
35
que atan entre sí a los bancos del grupo mencionado, hay que distinguir la "participación"
de primero, segundo y tercer grado, o, lo que es lo mismo, la dependencia (de los bancos
más pequeños con respecto al "Banco Alemán") de primero, segundo y tercer grado.
Resulta lo siguiente*:
Es evidente que un banco que se halla al frente de un grupo tal y que se pone de acuerdo
con media docena de olros, casi tan importantes como él, para operaciones financieras
singularmente grandes y lucrativas, tales como, por ejemplo, los empréstitos de Estado,
ha superado ya el papel de "intermediario" y se ha convertido en la alianza de un puñado
de monopolistas.
Los datos de Riesser que damos a continuación, en forma abreviada, muestran la rapidez
con que a fines de! siglo XIX y principios del XX se ha efectuado la concentración de los
negocios bancarios en Alemania:
El "Banc~ -,!-lemán" I Dependencia Dependencia de Dependencia de de participa primer
grado segundo grado tercer grado De un modo per- en 17 bancos de los cuales 9 de los
cuales 4 manente participan en 34 participan en 7 Durante un tiem- " 5 po indeterminado
De vez en cuando " 8 " I de los cuales 5 de los cuales 2 participan en 14 participan en 2
Total ; ; •1 en 30 bancos I de los cuales 14 de los cuales 6 participan en 48 participan en
9
SEIS GRANDES BANCOS BERLINESES TENIAN
Cajas de de- Participación pósito y ofi- permanente cinas de en los bancos cambio
anónimos alemanes
Sucursales
Total de cstable-
Años
en Alemania
cimientos
Entre los ocho bancos de "dependencia de primer grado" sometidos al "Banco Alemán"
"de vez en cuando", figu~an tres bancos extranjeros: uno austriaco (la "Sociedad
Bancaria", de Viena - "Bankverein" -) y_ dos rusos (e! "Banco Comercial Siberiano" -
"Sibirski Torgovi Bank" - y e! "Banco Ruso para e! Comercio Exterior" - "Russki Bank dliá
vneshnci torgovli" -). En total forman parte de! grupo del "Banco Alemán", directa o
indirectamente, parcial o totalmente, 87 bancos, y el capital total, propio o ajeno, de que
dispone el grupo se calcula en dos o tres mil millones de marcos.
1895
42
16
14
1900
21
40
8
80
276
1911
104
63
450
* A. Lansburgb, "Das Beteiligungssystem im dcutschen Bankwesen", "Die Bank", 1910, 1,
pág. JOO.
Estos datos nos permiten ver cómo se extiende la espesa red de canales que abrazan a
todo e! país, que centralizan todos los capitales e ingresos monetarios, que convierten a
los millares y millares de explotaciones dispersas en una explotación capitalista única,
nacional en un principio y mundial después. La "descentralización" de que en el pasaje
que hemos reproducido más arriba, hablaba Schulze-Gaevcrnitz en nombre de la
economía política burguesa de nuestros días,
37
="'oc,~--""'"
consiste, en realidad, en la subordinación a un centro único de un número cada día mayor
de unidades económicas que antes eran relativamente "independientes", o, más
exactamente, que tenían un carácter estrictamente local. Se trata, pues, en efecto, de la
centralización, del reforzamiento delpapel, de la importancia y del poder de los gigantes
monopolistas.
En los países capitalistas más viejos, dicha "red banc~ria" es todavía más espesa. En
Inglaterra (comprendida Irlanda), en 19IO, el número de sucursales de todos los bancos
era de 7.151. Cuatro grandes bancos contaban con más de 400 sucursales cada uno (de
447 a 689); otros cuatro, con más de 200, y II con más de IOO cada uno.
En Francia, los tres bancos más importantes: el "Crédit Lyonnais", el "Comptoir National"
y la "Société Générale" han desarrollado sus operaciones y la red de sus sucursales del
modo siguiente:*
PIII'n crlrrlcterizar las "relaciones" de un gran banco IJllldI.:I'IH1, Ricsscr suministra datos
sobre el número de cartas rllvilldas y recibidas por la "Sociedad de Descuento" ("I)isconto-
Gesellschaft"), uno de los bancos más importantes de Ak:mania y de todo el mundo (su
capital ascendía, en 1')1'1, a 300 millones de marcos):
Años
Número de cartas ¡Número de cartas recibidas remitidas
1852 1870 1900
6.135 85.800 533.102
6.292 87.513 626.043
En el gran banco parisién "Crédit Lyonnais", el número de cuentas corrientes, que en
1875 era de 28.535, pasó a 633•539, en 1912*.
Estas simples cifras muestran, quizá con mayor evidencia que largos razonamientos,
cómo la concentración del capital y el aumento del giro de los bancos transforman
radicalmente la importancia de estos últimos. Los capitalistas dispersos vienen a formar
un capitalista colectivo. Al llevar una cuenta corriente para varios capitalistas, el banco, al
parecer, realiza una operación puramente técnica, únicamente auxiliar. Pero cuando esta
operación crece en proporciones gigantescas, resulta que un puñado de monopolistas
subordina las operaciones comerciales e industriales de toda la sociedad capitalista,
obteniendo la posibilidad - por medio de sus
Número de sucursales y de I Capitales (en micajas llones de francos) Años I En pro- . I
Total I Propios I Ajenos .. I En Pam VifiClas I 1870 47 17 64 200 427 1890 192 66 258
265 1.245 1909 1.033 196 1.229 887 4.363
* Eugen Kaufmann, "Das franzosische Bankwesen", Tub., 1911, págs. 356 y 36~.
* Jean Lescure, "L'épargne en France", París, 1914, pág. 52.
39
Algunos escritores burgueses (a los cuales se ha unido ahora C. Kautsky, que ha
traicionado completamente su posición marxista, por ejemplo, de 1909) han expresado la
opinión de que los cartcls internacionales, siendo como son una de las expresiones de
mayor relieve de la internaciona-. .
lización del capital, permiten abrigar la esperanza de la paz entre los pueblos bajo el
capitalismo. Esta opinión es, desde el punto de vista teórico, completamente absurda,
y, /d~sde el punto de vista práctico, un sofisma, un medio de defensa poco honrado del
oportunismo de la peor especie. Los cartels internacionales muestran hasta qué grado
han crecido ahora los monopolios capitalistas y cuáles son los objetivos de la lucha que
se desarrolJa entre los grupos capitalistas. Esta última circunstancia es la más
importante, sólo ella nos aclara el sentido histórico-económico de los acontecimientos,
pues la forma de lucha puede cambiar y cambia constantemente como consecuencia de
diversas causas, relativamente particulares y temporales, pero la esencia de la lucha, su
contenido de clase no puede cambiar, mientras subsistan las clases. Se comprende que
a los intereses de la burguesía alemana, por ejemplo, a la cual se ha pasado en realidad
Kautsky en sus razonamientos teóricos (como veremos más abajo), convenga velar el
contenido de la lucha económica actual (por el reparto del mundo) y subrayar ya esta ya
la otra forma de dicha lucha. Este es el mismo error en que incurre Kautsky. Y se trata,
naturalmente, no sólo de la burguesía alemana, sino de la burguesía internacional. Los
capitalistas reparten el mundo, no como consecuencia de su particular perversidad, sino
porque el grado de concentración a que se ha llegado les obliga a seguir este camino
para obtener beneficios; y se 10 reparten "según el capital", "según la fuerza"; otro
procedimiento de reparto es impo-
sible en el sistema de la producción de mercancías y del capitalismo. La fuerza varía a su
vez en consonancia con el desarrollo económico y político; para comprender lo que está
aconteciendo, hay que saber cuáles son los problemas que se solucionan con el cambio
de las fuerzas, pero saber si dichos cambios son "puramente" económicos o
extraeconómicos (por ejemplo, militares), es una cuestión secundaria que no puede hacer
variar en nada la concepción fundamental sobre la época actual del capitalismo. Sustituir
la cuestión del contenido de la lucha y de las transacciones entre los grupos capitalistas
por la cuestión de la forma de esta lucha y de estas transacciones (hoy pacífica, mañana
no pacífica, pasado mañana otra vez 110 pacífica) significa descender hasta el papel de
sofista.
La época del capitalismo moderno nos muestra que entre los grupos capitalistas se están
estableciendo determinadas relaciones sobre la base del reparto económico del mundo, y
que, al mismo tiempo, en conexión con esto, se están estableciendo entre los grupos
políticos, entre los Estados, determinadas relaciones sobre la base del reparto territorial
del mundo, de la lucha por las colonias, de la "lucha por el territorio económico",
VI. EL REPARTO DEL MUNDO ENTRE LAS GRANDES POTENCIAS
En su libro sobre el "desarrollo territorial de las colonias europeas"*, el geógrafo A. Supan
establece el siguiente breve resumen de di•cho desarrolJo a fines del siglo XIX:
* A. Supal1, "Die territorial e Entwicklung der europaischen Kolonien", 1906, pág. 2j4.
94
95
PORCENTAJE DE TERRITORIO PERTENECIENTE A LAS POTENCIAS COLONIALES
EUROPEAS Y A LOS ESTADOS UNIDOS
cionada con la "novísima fase de desarrollo del capitalismo", con el capital financiero. Por
eso es necesario detenerse ante todo más detalladamente en los hechos concretos, para
formamos una idea 10 más precisa posible de la diferencia existente entre esta época y
las precedentes, así como de la situación actual. Ante todo, surgen dos cuestiones de
carácter práctico: ¿se observa una acentuación de la política colonial, una exacerbación
de la lucha por las colonias precisamente en el período del capital financiero? ¿Cómo se
halla precisamente repartido el mundo en la actualidad desde este punto de vista?
El escritor norteamericano Morris, en su libro sobre la historia de la colonización*, intenta
resumir los datos concretos sobre la extensión de las posesiones coloniales de Inglaterra,
Francia y Alemania durante distintos períodos del siglo XIX. He aquí, brevemente
expuestos, los resultados obtenidos:
1876 1900 Aumento
--- ----
Africa ; ¡ ¡ 10,8% 90,4% +79,6% Polinesia ; • 56,8% 98,9% +42,1 % Asia. ; • 51,5% 56,6%
+ 5,1% Australia ¡ • 100,0% 100,0% América ; ¡ ¡ • 27,5% 27,2% - 0,3%
"El rasgo característico de este período - concluye dicho autor - es, por consiguiente, el
reparto de Africa y Polinesia".
Como ni en Asia ni en América hay tierras desocupadas, es decir, que no pertenezcan a
ningún Estado, hay que ampliar la conclusión de Supan y decir que el rasgo característico
del período que nos ocupa es el reparto definitivo de la Tierra, definitivo no en el sentido
de que sea imposible repartirla de nuevo - al contrario, nuevos repartos son posibles e
inevitables -, sino en el de que la política colonial de los países capitalistas ha terminado
ya la conquista de todas las tierras no ocupadas que había en nuestro planeta.
Por vez primera, el mundo se encuentra ya repartido, de modo que lo que en adelante
puede efectuarse son únicamente nuevos repartos, es decir, el paso de territorios de un
"amo" a otro, y no el paso de un territorio sin amo a un "dueño".
Vivimos, por consiguiente, en una época singular de la política colonial del mundo que se
halla íntimamente rela-
EXTENSION DE LAS POSESIONES COLONIALES I Inglaterra Francia Alcmania
--
Años I.~ § <1> ~ :~ ~ v~ ";;' " " dO'1 q
~=~--g ]ªªi :g :; u..... t':I '0_
._ ..... _""O .__
R 8 '8 i ~ '6_ ~ e •8.c; :2~,;, 11 '8 ~ ~ ~ 's ..c e . g.~~g o.. c::: (!j ..c c: (1) ::1 ~ u ::1 o V V o
v V ::1 v !U::I o Q) u
V) _"'O u o..~" en '-" "'O u o..~" U) ........ "'O u !lo........ e
1815-1830 ? I 126,4 0,02 0,5 1860 2,5 145,1 0,2 3,4 1880 ; ¡ 7,7 I 267,9 0,7 7,5 1899 ¡ . .
9,3 309,0 3,7 56,4 I 1,0 I 14,7
* Henry C. Monis, "The history of colonization", N.-Y., 1900, vol. n, pág. 88; 1, 419; n, 304.
97
Para Inglaterra el período de intensificación enorme de las conquistas coloniales
corresponde a los años r860-r880, y es muy considerable durante los últimos veinte años
del siglo XIX. Para Francia y Alemania, corresponde precisamente a estos veinte años.
Hemos visto más arriba que el período del desarrollo máximo del capitalismo anterior al
monopolista, el capitalismo en el que predomina la libre concurrencia, va de r860 a r880.
Ahora vemos que es précisamente después de este período cuando empieza el enorme
"auge" de las conquistas coloniales, se exacerba hasta el grado máximo la lucha por el
reparto territorial del mundo.
Es indudable, por consiguiente, el hecho de que el paso del capitalismo a la fase de
capitalismo monopolista, al capital financiero, se halla relacionado con la exacerbación de
la lucha por el reparto del mundo.
Hobson, en su obra sobre el imperialismo, destaca el período de r884-1900 como período
de intensa "expansión" (ensanchamiento territorial) de los principales Estados europeos.
Según sus cálculos, Inglaterra adquirió durante ese período 3.700.000 millas cuadradas
con una población de 57 millones de habitantes; Francia, 3.600.000 millas cuadradas con
36,5 millones de habitantes; Alemania, 1.000.000 de millas cuadradas con 14,7 millones
de habitantes; Bélgica, 900.000 millas cuadradas con 30 millones de habitantes; Portugal,
800.000 millas cuadradas con 9 millones de habitantes. La caza de las colonias a fines
del siglo XIX, sobre todo desde la década del 80, por parte de todos los Estados
capitalistas, constituye un hecho universalmente conocido de la historia de la diplomacia y
de la política exterior.
En la época de mayor florecimiento de la libre concurrencia en Inglaterra, en los años
r840-r860, los dirigentes políticos burgueses de este país eran adversarios de la política
colonial
98
y consideraban como útil e inevitable la emancipación de las colonias y su separación
completa de Inglaterra. M. Beer indica en un artículo, publicado en r898, sobre "el
imperialismo inglés moderno"*, que en r852 un hombre de Estado inglés como Disraeli,
tan inclinado en general al imperialismo, decía que "las colonias son una rueda de molino
que llevamos atada al cuello", ¡En cambio, a fines del siglo XIX, los héroes del día en
Inglaterra eran Cecil Rhodes y Joseph Chamberlain, los cuales predicaban abiertamente
el imperialismo y aplicaban la política imperialista con el mayor cinismo!
No carece de interés saber que la ligazón existente entre las raíces puramente
económicas, por decido así, y las socialpolíticas del imperialismo moderno era, ya en
aquel entonces, clara para esos dirigentes políticos de la burguesía inglesa.
Chambedain predicaba el imperialismo como una "política justa, prudente y económica",
indicando sobre todo la competencia con que ahora tropieza Inglaterra en el mercado
mundial por parte de Alemania, EE.UU. y Bélgica. La salvación está en el monopolio,
decían los capitalistas, fundando cartels, sindicatos, trusts. La salvación está en el
monopolio, repetían los jefes políticos de la burguesía, apresurándose a apoderarse de
las partes del mundo todavía no repartidas.
y Cecil Rhodes, según cuenta su íntimo amigo, el periodista Stead, le decía a éste en
r895 a propósito de sus ideas imperialistas: "Ayer estuve en el East-End londinense
(barriada obrera) y asistí a una asamblea de los desocupados.
Al oir, en dicha reunión, discursos exaltados cuya nota dominante era: ¡pan!, j pan! y al
reflexionar, cuando regresaba a casa, sobre lo que había oído, me convencí, más que
nunca,
* "Die Neue Zeit". XVI, l. 1898, pág. ,02.
99
de la importancia del imperialismo. .. La idea que yo acaricio representa la solución del
problema social, a saber: para salvar a los cuarenta millones de habitantes del Reino
Unido de una guerra civil funesta, nosotros, los políticos coloniales, debemos
posesionamos de nuevos territorios para colocar en ellos el exceso de población, para
encontrar nuevos mercados en los cuales colocar los productos de nuestras fábricas y de
nuestras minas. El imperio, lo he dicho siempre, es una cuestión de estómago. Si no
queréis la guerra civil, debéis convertiros en imperialistas"*.
Así hablaba, en 1895, Cecil Rhodes, millonario, rey financiero, principal culpable de la
guerra anglo-boer. Esta defensa del imperialismo es simplemente un poco grosera,
cínica, pero, en el fondo, no se diferencia de la "teoría" de los señores Máslov, Sudekum,
Pótresov, David, del fundador del marxismo ruso, etc., etc. Cecil Rhodes era un
socialchovinista algo más honrado. . .
Para dar un panorama lo más exacto posible del reparto territorial del mundo y de los
cambios habidos en este aspecto durante las últimas décadas, utilizaremos los datos
suministrados por Supan, en la obra mencionada, sobre las posesiones coloniales de
todas las potencias del mundo.
Supan compara los años 1876 y 1900; nosotros tomaremos el año 1876 - punto de
comparación elegido muy acertadamente, ya que puede considerarse, en términos
generales, que es precisamente entonces cuando termina el desarrollo del capitalismo de
la Europa occidental en su fase premonopolista y el año 1914, sustituyendo las cifras de
Supan por las más recientes de Hubner, que entresacamos de sus "Tablas geográfico-
estadísticas"~ Supan estudia sólo las
* !bíd., pág. 304.
100
colonias; nosotros consideramos útil (para que el cuadro del reparto del mundo sea
completo) agregar unos cuantos datos sobre los países no coloniales y semicoloniales,
entre los cuales incluímos a Persia, China y Turquía; el primero de estos países se ha
transformado casi por completo en colonia; el segundo y el tercero se van transformando
en tales.
Como resultado, obtendremos lo siguiente:
POSESIONES COLONIALES DE LAS GRANDES POTENCIAS (En millones de
kilómetros cuadrados y de habitantes)
Colonias
Metrópolis
Total
PAISES
IS]6
1914
1914
[914
Km.2 ¡ Habit. I Km.2 I Habit. I Km.2 I Habit. I Km.2 I Habit.
]
Inglaterra ..
Rusia Francia Alemania Estados Unidos Japón
1~1-33,j --- --- --- --- ---
22,j 393,j 0,3 46,j 33,S 440.0 17.0 1j,9 17,4 330' H 136,2 22,8 [69,4 0,9 6,0 10,6 jj,j O,j
39,6 11,1 9j,1 2,9 12,3 O,j 64,9 3,4 77,2
0,3 I 9,] I 9,4 \ 9],0 I 9,7 .1106,]
o.~ 19,2 0,4 B,o 0,7 72.2-
---,--- ---- ---- ---- ---- ---
Total para 6 grandes po- .
tencias . . . I 40,4 I 27;,8
16,5 I 43],2
SI,j 1960,6 9,9 4H 14,j 36,,2 28,0 289.9
-- --
[33,9 ¡,6j7,0
6j,0 I Pj,4
Colonias de las demás potencias (Bélgica, Holanda, ete.) . . .
Semicolonias (Persia, China, Turquía) .. ..
Dcmás países o.......•.•.•.•.• .. . .
Superficie )' población totales de la Tierra . . . . . ; .
Se ve claramente cómo a fines del siglo XIX y en los albores del siglo XX se hallaba ya
"terminado" el reparto del mundo. Las posesiones coloniales se ensancharon en
proporciones gigantescas después de 1876: en más de una vez y media, de 40 a 65
millones de kilómetros cuadrados para las
101
seis potencias más importantes; e! aumento representa 25 millones de kilómetros
cuadrados, una vez y media más que la superficie de las metrópolis (16,5 millones). Tres
potencias no poseían en r876 ninguna colonia, y la cuarta, Francia, casi no las tenía. Para
e! año 1914, esas cuatro potencias habían adquirido colonias con una superficie de 14,1
millones de kilómetros cuadrados, es decir, aproximadamente una vez y media más que
la superficie de Europa, con una población de casi IOO millones de habitantes. La
desigualdad en la ampliación de las posesiones coloniales es muy grande. Si se
comparan, por ejemplo, Francia, Alemania y e! Japón, cuya diferencia no es muy
considerable en cuanto a la superficie y la población, resulta que el primero de dichos
países ha adquirido casi tres veces más colonias (desde e! punto de vista de la
superficie) que el segundo y tercero juntos. Pero por la cuantía del capital financiero,
Francia, a principios de! período que nos ocupa, era acaso también varias veces más rica
que Alemania y el Japón juntos. Las dimensiones de las posesiones coloniales se hallan
influenciadas no sólo por las condiciones puramente económicas, sino también, a base
de éstas, por las condiciones geográficas y otras. Por considerable que haya sido durante
las últimas décadas la nivelación de! mundo, la igualación de las condiciones económicas
y de vida de los distintos países bajo la presión de. la gran industria, del cambio y del
capital financiero, la diferencia sigue siendo, sin embargo, respetable, y entre los seis
países mencionados observamos, por una parte, países capitalistas jóvenes, que han
progresado con una rapidez extraordinaria (Estados Unidos, Alemania, el Japón); por otra
parte, países de viejo tipo capitalista, que durante los últimos años han progresado
mucho más lentamente que los anteriores (Francia e Inglaterra); en tercer lugar, un país,
el más atrasado desde
el punto de vista económico (Rusia), en el cual el imperialismo capitalista moderno se
halla envuelto, por así decido, en una red particularmente densa de relaciones
precapitalistas.
Al lado de las posesiones coloniales de las grandes potencias, hemos colocado las
colonias menos importantes de los Estados pequeños y que son, por decido así, el objeto
inmediato del "nuevo reparto" de las colonias, posible y probable.
La mayor parte de esos pequeños Estados conservan sus colonias únicamente gracias a
que entre las grandes potencias existen intereses contrapuestos, rozamientos, etc., que
dificultan el acuerdo para e! raparto del botín. En cuanto a los Estados "semi coloniales",
nos dan el ejemplo de las formas de transición que hallamos en todas las esferas de la
naturaleza y de la sociedad. El capital financiero es una fuerza tan considerable, por
decido así tan decisiva en todas las relaciones económicas e internacionales, que es
capaz de subordinar, y en efecto subordina, incluso a los Estados que gozan de una
independencia política completa, como lo veremos más adelante. Pero, naturalmente,
para el capital financiero la subordinación más beneficiosa y más "cómoda" es aquella
que trae aparejada consigo la pérdida de la independencia política de los países y de los
pueblos sometidos. Los países semicoloniales son típicos, en este sentido, como "caso
intermedio". Se comprende, pues, que la lucha por esos países semi dependientes haya
tenido que exacerbarse particularmente en la época del capital financiero, cuando el resto
del mundo se hallaba ya repartido.
La política colonial y el imperialismo existían ya antes de la fase actual del capitalismo y
aun antes del capitalismo.
Roma, basada en la esclavitud, llevó a cabo una política colonial y realizó el imperialismo.
Pero los razonamientos
I02
"generales" sobre el imperialismo, que olvidan o relegan a segundo término la diferencia
radical de las formaciones económico-sociales, se convierten inevitablemente en
banalidades vacuas o en fanfarronadas, tales como la de comparar "la Gran Roma con la
Gran Bretaña"*. Incluso la política colonial capitalista de las fases anteriores del
capitalismo se diferencia esencialmente de la política colonial de! capital financiero. .
La particularidad fundamental del capitalismo moderno consiste en la dominación de las
asociaciones monopolistas de los grandes empresarios. Dichos monopolios adquieren la
máxima solidez cuando reúnen en sus manos todas las fuentes de materias primas, y ya
hemos visto con qué furor los grupos internacionales de capitalistas dirigen sus esfuerzos
a arrebatar al adversario toda posibilidad de competencia, a acaparar, por ejemplo, las
tierras que contienen mineral de hierro, los yacimientos de petróleo, etc. La posesión de
colonias es 10 único que garantiza de una manera completa el éxito del monopolio contra
todas las contingencias de la lucha con el adversario, sin excluir la de que el adversario
desee defenderse por medio de una ley sobre el monopolio de Estado.
Cuanto más adelantado se halla e! desarrollo del capitalismo, cuanto con mayor agudeza
se siente la insuficiencia de materias primas, cuanto más dura es la competencia y la
caza de las fuentes de materias primas en todo el mundo, tanto más encarnizada es la
lucha por la adquisición de colonias.
"Se puede aventurar la afirmación - escribe Schilder-, que a algunos puede parecer
paradójica, de que e! creci-
miento de la población urbana e industrial en un futuro más o menos próximo puede más
bien hallar obstáculos en la insuficiencia de materias primas para la industria, que en la
de productos alimenticios".
Así, por ejemplo, aumenta la escasez de madera, que va encareciendo cada vez más, de
pieles, de materias primas para la industria textil.
"Las asociaciones industriales intentan establecer el equilibrio entre la agricultura y la
industria en los límites de toda la economía mundial; como ejemplo se puede citar la
unión internacional de asociaciones de fabricantes de hilados de algodón de los países
industriales más importantes, fundada en 1904, y la unión de asociaciones europeas de
fabricantes de hilados de lino, constituida en 1910, según el tipo de la anterior"*.
Claro que los reformistas burgueses, y entre ellos los kautskianos actuales sobre todo,
intentan atenuar la importancia de esos hechos, indicando que las materias primas
"podrían ser" adquiridas en e! mercado libre sin una política colonial "cara y peligrosa",
que la oferta de materias primas "podría ser" aumentada en proporciones gigantescas
con el "simple" mejoramiento de las condiciones de la agricultura en general.
Pero esas indicaciones se convierten en una apología del imperialismo, en el
embellecimiento de! mismo, pues se fundan en el olvido de la particularidad principal del
capitalismo moderno: los monopolios. El mercado libre pasa cada vez más al dominio de
la historia, los sindicatos y trusts monopolistas van reduciéndolo de día en día, y e!
"simple" mejo-
* c. P. Lucas, "Greater Rome and Greater Britain", Oxford, 1912; o Earl o/ Cromer,
"Andent and modem imperialism", Londres, 1910.
* Schilder, obra cit., págs. 38-42.
104
ramiento de las condiciones de la agricultura se reduce al mejoramiento de la situación de
las masas, a la elevación de los salarios y a la disminución de los beneficios. ¿Dónde
existen, como no sea en la fantasía de los reformistas dulzones, trusts capaces de
preocuparse de la situación de las masas y no de la conquista de colonias?
Para el capital financiero tienen importancia no sólo l~s fuentes de materias primas
descubiertas ya, sino también las probables, pues la técnica se desarrolla con una
rapidez increíble en nuestros días y las tierras hoy inservibles pueden ser convertidas
mañana en tierras útiles, si se des•cubren nuevos procedimientos (a cuyo efecto un
banco importante puede organizar una expedición especial de ingenieros, agrónomos,
etc.), si se invierten grandes capitales. Lo mismo se puede decir con respecto a la
exploración de riquezas minerales, a los nuevos métodos de elaboración y utilización de
tales o cuales materias primas, etc., etc. De aquí la tendencia inevitable del capital
financiero de ampliar el territorio económico y aun el territorio en general. Del mismo
modo que los trusts capitalizan sus bienes en el doble o en el triple de su valor,
calculando los beneficios "posibles" en el futuro (y no los beneficios presentes) y teniendo
en cuenta los resultados ulteriores del monopolio, el capital financiero manifiesta en
general la tendencia a apoderarse de las mayores extensiones posibles de territorio, sea
el que sea, se halle donde se halle, por cualquier medio, teniendo en cuenta las fuentes
posibles de materias primas y ante el temor de quedarse atrás en la lucha rabiosa por las
últimas porciones del mundo todavía no repartidas o por un nuevo reparto de las ya
repartidas.
Los capitalistas ingleses se esfuerzan por todos los medios para desarrollar la producción
de algodón en su colonia,
106
Egipto (en 1904, de los 2,3 millones de hectáreas de tierra cultivada en Egipto, 0,6, esto
es, más de la cuarta parte, estaba destinada ya al algodón); los ruso's hacen lo mismo en
la suya, el Turquestán, pues de este modo les es más fácil vencer a sus competidores
extranjeros, les es más fácil monopolizar las fuentes de materias primas, crear un trust
textil menos costoso y más lucrativo, con producción "combinada", con la concentración
en una sola mano de todas las fases de la producción y de la transformación del algodón.
Los intereses de la exportación del capital empujan del mismo modo a la conquista de
colonias, pues en el mercado colonial es más fácil (y a veces sólo en él es posible)
suprimir al competidor por medios monopolistas, garantizarse encargos, consolidar las
"relaciones" existentes, etc.
La superestructura extraeconómica, que brota sobre la base del capital financiero, la
política, la ideología de éste, refuerzan la tendencia a las conquistas coloniales. "El capital
financiero quiere, no la libertad, sino la dominación", dice con razón Hilferding. Y un
escritor burgués francés, como si desarrollara y completara las ideas de Cccil Rhodes12,
que hemos citado más arriba, escribe que hay que añadir las causas de orden social a las
causas económicas de la política colonial contemporánea:
"A consecuencia de la co.mplejidad creciente de la vida y de las dificultades que pesan no
sólo sobre las masas obreras, sino también sobre las clases medias, en todos los países
de vieja civilización se están acumulando 'la impaciencia, la irritación, el odio, que ponen
en peligro la tranquilidad pÚblica; hay que hallar una aplicación a la energía sacada de un
determinado cause de clase, encon-
•1
trarle aplicación fuera del país, a fin de que no se produzca la explosión en el interior' "*.
Puesto que hablamos de la política colonial de la época del imperialismo capitalista, es
necesario hacer notar que el capital financiero y la política internacional correspondiente,
la cual se reduce a la lucha de las grandes potencias por el reparto económico y político
del mundo, crean toda una ,serie de formas de transición de dependencia estatal. Para
esta época son típicos no sólo los dos grupos fundamentales de países: los que poseen
colonias y los países coloniales, sino también las formas variadas de países
dependientes políticamente independientes, desde un punto de vista formal, pero, en
realidad, envueltos por las redes de la dependencia financiera y diplomática, Una de
estas formas, la semico10nia, la hemos indicado ya antes. Modelo de otra forma es, por
ejemplo, la Argentina.
"La América del Sur, y sobre todo la Argentina - dice Schulze-Gaevernitz en su obra
sobre el imperialismo británico -, se halla en una situación tal de dependencia financiera
con respecto a Londres, que se la debe calificar de colonia comercial inglesa"**.
Según Schilder, los capitales invertidos por Inglaterra en la Argentina, de acuerdo con los
datos suministrados por el cónsul austro-húngaro en Buenos Aires, fueron, en 1909, de
11 I
8.750 millones de francos. N o es difícil imaginarse qué fuerte lazo se establece entre el
capital financiero - y su fiel "amigo", la diplomacia - de Inglaterra y la burguesía argentina,
los cír.culos dirigentes de toda su vida económica y política.
El ejemplo de Portugal nos muestra una forma un poco distinta de dependencia financiera
y diplomática bajo la independencia política. Portugal es un Estado independiente,
soberano, pero en realidad, durante más de doscientos años, desde la época de la guerra
de sucesión de España (I701-1714), se halla bajo el protectorado de Inglaterra. Inglaterra
lo defendió y defendió las posesiones coloniales del mismo para reforzar su propia
posición en la lucha con sus adversarios:
España y Francia. Inglaterra obtuvo en compensación ventajas comerciales, mejores
condiciones para la exportación de mercancías y, sobre todo, para la exportación de
capitales a Portugal y sus colonias, la posibilidad de utilizar los puertos y las islas de
Portugal, sus cables, etc., etc.*. Este género de relaciones entre algunos grandes y
pequeños Estados ha existido siempre, pero en la época del imperialismo capitalista se
convierte en sistema general, entran a formar parte del conjunto de relaciones que rigen
el "reparto del mundo", pasan a ser eslabones en la cadena de las operaciones del capital
financiero mundial.
Para terminar con la cuestión del reparto del mundo, debemos todavía hacer notar 10
siguiente: No sólo la literatura norteamericana, después de la guerra hispano-americana,
y la inglesa, después de la guerra anglo-boer, plantearon esta cuestión de un modo
completamente abierto y definido, a fines del siglo XIX y a principios del XX; no sólo la
litera-
* Wahl, "La France aux colonies", cit. por Henri Russier, "Le Partage de I'Océanie", París,
1905, pág. 165.
** Schulze-Gaevernitz, "Britischer lmperíalismus und englischet Freihande1 zu Beginn des
XX. Jahrhunderts", Leipzig, 1906, pág. 318. Lo mismo dice Sartorius van Waltershausen,
"Das volkswirtschaftliche System der Kapitalanlage im Auslande"; Berlin, 1907, pág. 46.
* Scbilder, obra cit., t. l, págs. 160-161.
lOS
tura alemana, que seguía "más celosamente;' que nada el desarrollo del "imperialismo
británico", ha juzgado sistemáticamente este hecho. También la literatura burguesa de
Francia ha planteado la cuestión de un modo suficientemente claro y vasto, en tanto que
esto es concebible desde el punto de vista burgués. Remitámonos al historiador Driault, el
cual, en su libro "Los problemas políticos y sociales de fines del siglo XIX", en el capítulo
sobre "las grandes potenciás y el reparto del mundo", decía 10 siguiente:
"En el transcurso de 10<; Últimos años, todos los territorios libres de la Tierra, a
e~cepc~¿m de China, han sido ocupados por las potencias de Europa y por los Estados
Unidos. Debido a esto se han producido ya varios conflictos y ciertos desplazamientos de
influencia que no son más que precursores de explosiones mucho más terribles en un
futuro próximo.
Pues hay que apresurarse: las naciones que no se han provisto corren el riesgo de no
percibir nunca su porción y de no tomar parte en la explotación gigantesca de la Tierra,
que será uno de los hechos más esenciales del próximo siglo [esto es, del siglo XX]. He
aquí por qué toda Europa y América, durante los últimos tiempos, fueron presas de la
fiebre de expansión colonial, del 'imperialismo', el cual constituye el rasgo característico
más notable de fines del siglo XIX". Y el autor añade: "Con un reparto tal del mundo, con
esa caza rabiosa de las riquezas y de los grandes mercados de la Tierra, la importancia
relativa de los imperios creados en este siglo XIX es completamente desproporcionada al
puesto que ocupan en Europa las naciones que los han creado. Las potencias
predominantes en Europa, que son los árbitros de su destino, no predominan igualmente
en todo el mundo. Y debido a que el poderío colonial, la esperanza de poseer riquezas
todavía ignoradas tendrá, evidentemente, una repercusión en la importancia relativa de
las potencias europeas, la cuestión colonial-el 'imperialismo', si queréis-, que ha
transformado ya las condiciones políticas de Europa misma, las irá modificando cada vez
más"*.
VII. EL IMPERIALISMO, COMO FASE PARTICULAR DEL CAPITALISMO
Intentaremos ahora hacer un balance, resumir 10 que hemos dicho más arriba sobre el
imperialismo. El imperialismo ha surgido como desarrollo y continuación directa de las
propiedades fundamentales del capitalismo en general. Pero el capitalismo se ha trocado
en imperialismo capitalista únicamente al llegar a un cierto grado muy alto de su
desarrollo, cuando algunas de las propiedades fundamentales del capitalismo han
comenzado a convertirse en su antítesis, cuando han tomado cuerpo y se han
manifestado en toda la línea los rasgos de la época de transición del capitalismo a una
estructura económica y social más elevada. Lo que hay de fundamental en este proceso,
desde el punto de vista económico, es la sustitución de la libre concurrencia capitalista
por los monopolios capitalistas. La libre concurrencia es la propiedad fundamental del
capitalismo y de la producción de mercancías en general; el monopolio se halla en
oposición directa con la libre concurrencia, pero esta última se ha convertido a nuestros
ojos en monopolio, creando la gran producción, eliminando la pequeña, reemplazando la
gran producción por otra todavía mayor, llevando la concentración de la producción y del
capital hasta tal punto, que de su seno ha surgido y surge el monopolio: cartels,
sindicatos, trusts, y, fusionándose con ellos, el capital de una docena escasa de bancos
que manejan miles de millones. Y al mismo tiempo, los monopolios, que se derivan de la
libre concurrencia, no la eliminan, sino que existen por encima y al lado de ella,
engendrando así una serie de contradicciones, rozamientos y conflictos particularmente
agudos. El monopolio es el tránsito del. capitalismo a un régimen superior.
Si fuera necesario dar una definición lo más breve posible del imperialismo, debería
decirse que el imperialismo. es la fase monopolista del capitalismo. Una definición tal
comprendería lo principal, pues, por una parte, el capital financiero es el capital bancario
de algunos grandes bancos monopolistas fundido con el capital de los grupos
monopolistas de industriales y, por otra, el reparto del mundo es el tránsito de la política
colonial, que se expande sin obstáculos .cn las regiones todavía no apropiadas por
ninguna potencia capitalista, a la política colonial de dominación monopolista de los
territorios del globo, enteramente repartido.
Pero las definiciones excesivamente breves, si bien son cómodas, pues resumen lo
principal, son, no obstante, insuficientes, ya que es necesario deducir de ellas
especialmente rasgos muy esenciales del fenómeno que hay que definir. Por eso, sin
olvidar la significación condicional y relativa de todas las definiciones en general, las
cuales no pueden nunca abarcar en todos sus aspectos las relaciones del fenómeno en
su desarrollo completo, conviene dar una definición del imperialismo que contenga sus
cinco rasgos fundamentales siguientes, a saber: 1) la concentración de la producción y
del capital llegada hasta un grado tan elevado de desarrollo, que ha creado los
monopolios, que desempeñan un papel decisivo en la vida económica; 2) la fusión del
capital bancario con el industrial y la creación, sobre la base de este "capital financiero",
de la oligarquía financiera; 3) la exportación de capital, a diferencia de la exportación de
mercancías, adquiere una importancia particular; 4) la formación de asociaciones
internacionales monopolistas de capitalistas, las cuales se reparten el mundo, y 5) la
terminación del reparto territorial del mundo entre las potencias capitalistas más
•importantes. El imperialismo es el capitalismo en la fase de desarrollo en la cual ha
tomado cuerpo la dominación de los monopolios y del capital financiero, ha adquirido una
importancia de primer orden la exportación de capital, ha empezado el reparto del mundo
por los trusts internacionales y ha terminado el reparto de todo el territorio del mismo
entre los países capitalistas más importantes.
Más adelante veremos cómo se puede y se debe definir de otro modo el imperialismo, si
se tienen en cuenta no sólo las nociones fundamentales puramente económicas (a las
cuales se limita la definición que hemos dado), sino también el lugar histórico de esta fase
del capitalismo en relación con el capitalismo en general o la relación del imperialismo y
de las dos tendencias fundamentales del movimiento obrero. Lo que hay que consignar
inmediatamente es que, interpretado en el sentido mencionado, el imperialismo
representa en sí, indudablemente, una fase particular de deS'nrrollo del capitalismo. Para
dar al lector una idea lo más fundamentada posible del imperialismo, nos hemos
esforzado deliberadamente en reproducir el mayor número posible de opiniones de
economistas burgueses, que se ven obligados a reconocer los hechos de la economía
capitalista moderna establecidos de una manera particularmente incontrovertible. Con el
mismo fin hemos reproducido datos estadísticos detallados que permiten ver hasta qué
punto ha crecido el capital bancario, etc., en qué precisamente se ha expresado la
transformación de la cantidad en calidad, el tránsito del capitalismo desarrollado al
imperialismo. Huelga decir, naturalmente, que en la naturaleza y en la sociedad todos los
límites son convencionales y mudables, que sería absurdo discutir, por ejemplo, sobre el
año o la década precisos en que se instauró' "definitivamente" el imperialismo.
Pero sobre la definición del imperialismo nos vemos/obligados a discutir ante todo con C.
Kautsky, con el principal teórico marxista de la época de la llamada Segunda
Internacional, es decir, de los veinticinco años comprendidos entre 1889 y 1914• Kautsky
se pronunció decididamente, en 1915, e incluso en noviembre de 1914, contra las ideas
fundamentales .expresadas en nuestra definición del imperialismo, declarando que por
imperialismo hay que entender, no una "fase" o un grado de la economía, sino una
política, precisamente una política determinada, la política "preferida" por el capital
financiero; que no se puede "identificar" el imperialismo con el "capitalismo
contemporáneo"; que, si se incluyen en la noción de imperialismo "todos los fenómenos
del capitalismo contemporáneo" -cartels, proteccionismo, dominación de los financieros,
política colonial-, en ese caso la cuestión de la necesidad del imperialismo para el
capitalismo se convierte en "la tautología más trivial", pues entonces, "naturalmente, el
imperialismo es una necesidad vital para el capitalismo", etc.
Expresaremos todavía con más exactitud el pensamiento de Kautsky si reproducimos la
definición del imperialismo dada por él, directamente opuesta a la esencia de las ideas
explanadas por nosotros (pues las objeciones procedentes del campo de los marxistas
alemanes, los cuales han defendido semejantes ideas durante toda una serie de años,
son ya conocidas desde hace mucho tiempo por Kautsky como objeción de una tendencia
determinada en el marxismo).
La definición de Kautsky está concebida así:
"El imperialismo es un producto del capitalismo industrial altamente desarrollado.
Consiste en la tendencia de cada nación industrial capitalista a someter y anexionarse
regiones agrarias, cada vez mayores [la cursiva es de Kautsky], sean cuales sean las
naciones que las pueblan"*.
Esta definición no sirve absolutamente para nada, puesto que es unilateral, es decir,
destaca arbitrariamente tan sólo el problema nacional (si bien extraordinariamente
importante, tanto por sí mismo como por su relación con e! imperialismo), enlazándolo
arbitraria y erróneamente sólo con e! capital industrial en los países que se anexionan
otras naciones, colocando en primer término, de la misma forma arbitraria y errónea, la
anexión de las regiones agrarias.
El imperialismo es una tendencia a las anexiones; he aquí a lo que se reduce la parte
política de la definición de Kautsky. Es justa, pero extremadamente incompleta, pues en
e! aspecto político es, en general, una tendencia a la violencia y a la reacción. Pero lo que
en este caso nos interesa es e! aspecto económico que Kautsky mismo ha introducido en
su definición. Las inexactitudes de la definición de Kautsky saltan a la vista. Lo
característico del imperialismo no es justamente e! capital industrial, sino e!
capital financiero. No es un fenómeno casual que, en Francia precisamente, el desarrollo
particularmente rápido de! capital financiero, que coincidió con un debilitamiento del
capital industrial, provocara a partir de la década del 80 del siglo pasado una
intensificación extrema de la política anexionista (colonial). Lo característico para el
imperialismo consiste precisamente en la tendencia a la anexión no sólo de las regiones
agrarias, sino también de las más industriales (apetitos alemanes respecto a Bélgica, los
de los franceses en cuanto a la Lorena), pues, en primer lugar, el reparto definitivo de la
Tierra obliga, al proceder a un nuevo reparto, a tender la mano hacia toda clase de
territorios; en segundo lugar, para el imperialismo es sustancial la rivalidad de varias
grandes potencias en la aspiración a la hegemonía, esto es, a apoderarse de territorios
no tanto directamente para sí, como para el debilitamiento del adversario y el quebranta.:'
miento de su hegemonía (para Alemania, Bélgica tiene una importancia especial como
punto de apoyo contra Inglaterra; para Inglaterra, la tiene Bagdad como punto de apoyo
contra Alemania, etc.).
Kautsky se remite particularmente - y reiteradas veces al ejemplo de los ingleses, los
cuales, según él, han establecido la significación puramente política de la palabra
"imperialismo" en la acepción de Kautsky.
En la obra del inglés Hobson, "El imperialismo", publicada en 1902, leemos 10 siguiente:
"El nuevo imperialismo se distingue del vicjo, primero, en que, en vez de las aspiraciones
de un solo imperio creciente, sostiene la teoría y la práctica de imperios rivales, guiado
cada uno de ellos por idénticos apetitos de expansión política y de beneficio comercial;
segundo, en que los intereses financieros o relativos a la inversión del capital predominan
sobre los comerciales"*.
Como vemos, Kautsky de hecho carece por completo de razón al remitirse a los ingleses
en general (en los únicos en que podría apoyarse sería en los imperialistas ingleses
vulgares o en los apologistas declarados del imperialismo). Vemos que Kautsky, que
pretende continuar defendiendo el marxismo, en realidad da un paso atrás con relación al
socialliberal Hobson, el cual tiene en cuenta, con más acierto que él, las dos
particularidades "histórico-concretas" (j Kautsky, con su definición, se mofa precisamente
de 10 históricoconcreto!) del imperialismo contemporáneo: 1) concurrencia de varios
imperialismos; 2) predominio del financiero sobre el comerciante. Si 10 esencial consiste
en que un país industrial se anexiona un país agrario, en este caso se concede el papel
principal al comerciante.
La definición de Kautsky no sólo es errónea y no marxista, sino que sirve de base a todo
un sistema de concepciones que rompe totalmente con la teoría marxista y con la práctica
marxista, de 10 cual hablaremos más adelante. Carece absolutamente de seriedad la
discusión sobre palabras promovida por Kautsky: ¿hay que calificar de imperialismo o de
fase del capital financiero la fase actual del capitalismo? Llamadlo como queráis, esto es
indiferente. Lo esencial consiste en que Kautsky separa la política del imperialismo de su
economía, hablando de las anexiones como de una política "preferida" por el capital
financiero y oponiendo a la misma otra política burguesa posible, según él, sobre la
misma base del capital financiero. Resulta que los monopolios en la economía son
compatibles con el modo de obrar no monopolista, no violento, no anexionista en política.
Resulta que el reparto territorial del mundo, terminado precisamente en la época del
capital financiero y que constituye la base del carácter particular de las formas actuales
de rivalidad entre los más grandes Estados capitalistas, es compatible con una política no
imperialista.
Resulta que de este modo se disimulan, se atenúan las contradicciones más radicales de
la fase actual del capitalismo en vez de ponedas al descubierto en toda su profundidad;
resulta un reformismo burgués en lugar del marxismo.
Kautsky discute con el apologista alemán del imperialismo y de las anexiones, Cunow, el
cual razona de un modo burdo y cínico: el imperialismo es el capitalismo contemporánéo;
el desarrollo del capitalismo es inevitable y progresivo; por consiguiente, el imperialismo
es progresivo ¡ y hay que arrastrarse ante el imperialismo y glorificado! Este
razonamiento se parece, en cierto modo, a la caricatura que trazaban los populistas
contra los marxistas rusos en los años 1894-1895: si los marxistas consideran que el
capitalismo es en Rusia inevitable y progresivo, deben consagrarse a abrir tabernas y a
fomentar el capitalismo. Kautsky objeta a Cunow: no, el imperialismo no es el capitalismo
contemporáneo, sino solamente una de las formas de la política del mismo; podemos y
debemos luchar contra esa política, luchar contra el imperialismo, contra las anexiones,
etc.
La objeción parece completamente plausible, pero, en realidad, equivale a una defensa
más sutil, más velada (y, por esto, más peligrosa) de la conciliación con el imperialismo,
pues una "lucha" contra la política de los trusts y de los bancos que deje intactas las
bases de la economía de los unos y de los otros, se reduce al reformismo burgués y al
pacifismo, a los buenos propósitos inofensivos. Velar con palabras las contradicciones
existentes, olvidar las más importantes, en vez de descubrid as en toda su profundidad:
he aquí en qué consiste la teoría de Kautsky, la cual no tiene nada que ver con el
marxismo. ¡Y, naturalmente, semejante "teoría" no sirve más que para la defensa de la
idea de la unidad con los Cunow!
"Desde el punto de vista puramente económico - escribe Kautsky -, no es imposible que
el capitalismo pase todavía por una nueva fase: la aplicación de la política de los cartels a
la política exterior, la fase del ultraimperialismo"*, esto es, el superimperialismo, la unión
de los imperialismo s de todo el mundo; y no la lucha de los mismos, la fase de la
cesación de las guerras bajo el capitalismo, la fase de la "explotación general del mundo
por el capital financiero unido internacionalmente"**.
Será preciso que nos detengamos más adelante en esta "teoría del ultraimperialismo",
con el fin de hacer ver en detalle hasta qué punto rompe irremediable y decididamente
con el marxismo. Lo que aquí debemos hacer, de acuerdo con el plan general de este
trabajo, es echar una ojeada a los datos económicos precisos que se refieren a esta
cuestión.
¿Es posible el "ultraimperialismo", "desde el punto de vista puramente económico", o es
un ultradisparate?
Si se entiende por punto de vista puramente económico la "pura" abstracción, todo cuanto
se pueda decir se reduce a la tesis siguiente: el desarrollo va hacia el monopolio; por 10
tanto, hacia un monopolio mundial único, hacia un trust mundial único. Esto es
indiscutible, pero, al mismo tiempo, carece de todo contenido, como la indicación de que
"el desarrollo va hacia" la producción de los artículos alimenticios en los laboratorios. En
este sentido, la "teoría" del ultraimperialismo es tan absurda como lo sería la de la
"ultraagri:• cultura".
Pero si se habla de las condiciones "puramente económicas" de la época del capital
financiero como de una época históricamente concreta que se refiere a principios del siglo
XX, la mejor respuesta a las abstracciones muertas del "ultraimperialismo" (que sirven
exclusivamente al fin más reaccionario: distraer la atención del carácter profundó de las
contradicciones existentes) es la oposición a las mismas de la realidad económica
concreta de la economía mundial moderna. Las divagaciones inconsistentes de Kautsky
sobre el ultraimperialismo estimulan, entre otras cosas, la idea pro- I fundamente errónea
y que echa agua al molino de los apologistas del imperialismo, según la cual la
dominación del capital financiero atenúa la desigualdad y las contradicciones de la
economía mundial, cuando, en realidad, lo que hace es acentuarlas.
R. Calwer, en su opúsculo "Introducción a la economía mundial"*, ha intentado resumir
los principales datos puramente económicos que permiten formarse una idea concreta de
las interrelaciones de la economía mundial en los albores del siglo XX. Calwer divide al
mundo en cinco "regiones económicas principales": I) la centro-europea (toda Europa,
con excepción de Rusia e Inglaterra); 2) la británica; 3) la rusa; 4) la oriental-asiática, y 5)
la americana, incluyendo las colonias en las "regiones" de los Estados a los cuales
pertenecen, y "dejando de lado" algunos países no incluidos en las regiones, por ejemplo:
Persia, Afganistán, Arabia, en Asia; Marruecos y Abisinia, en Africa, etc.
He aquí, en forma resumida, los datos económicos sobre las regiones citadas,
suministrados por dicho autor:
Regionc$ económicas
"
e
O';;;'
:::; o
.- -c
E ~ -c e " ~a
"
e o 'S
principales del mundo
l. Centro~ europea
27,6 (23,6)' 28,9 (28,6)' 22,0
388 (146)' 398 (m)' 131
1.. Bri tánica
;. Rusa
4. Orientalasiática
12,0
389
~. Americana
3°,0
148
Vías de co- ! C0r.nermunicación CID
Industria
" "
-C-C e 00 '0 " .o e 5~ v '8 -C
" "
- e
.s o
~::::
204
251
26
41
15
1I
25
249
51
63
379
19
14
245
14
Vemos tres regiones con un capitalismo muy desarrollado (alto desarrollo de las vías de
comunicación, del comercio y
* Richard Calwer, "Einfiihrung in die Weltwirtschaft", Berlín, 1906.
* Las cifras entre paréntesis indican la extensión y la población de las colonias.
I20
I2I
de la industria): la centro-europea, la británica y la americana. Entre ellas, tres Estados
que ejercen el dominio del mundo: Alemania, Inglaterra y los Estados Unidos. La rivalidad
imperialista y la lucha entre ellos se hallan e~tremadamente exacerbadas a consecuencia
de que Alemania dispone de una región insignificante y de pocas colonias; la creación de
una "Europa Central" es todavía cosa del futuro, y se está engendrando en una lucha
desesperada. Por el momento, el rasgo característico de toda Europa es el
fraccionamiento político. En las regiones británica y americana, por el contrario, es muy
elevada la concentración política, pero hay una desproporción enorme entre la
inmensidad de las colonias de la primera y la insignificancia de .las de la segunda. Y en
las colonias, el capitalismo no hace más que empezar a desarrollarse. La lucha por la
América del Sur se va exacerbando cada día más.
Hay dos regiones, en las que el capitalismo está débilmente desarrollado: la de Rusia y la
oriental-asiática. En la primera, es extremadamente débil la densidad de la población;
en la segunda, muy elevada; en la primera, la concentración política es grande; en la
segunda, no existe. El reparto de China no ha hecho más que empezar, y la lucha por
dicho país entre el Japón, los Estados Unidos, etc. es cada día más intensa.
Comparad con esta realidad - con la variedad gigantesca de condiciones económicas y
políticas, con la desproporción extrema en la rapidez de desarrollo de los distintos países,
etc., con la lucha rabiosa entre los Estados imperia1istas - el cuento estúpido de Kautsky
sobre el u1traimperialismo "pacífico". ¿No es esto un intento reaccionario de un asustado
122
filisteo de ocultarse la terrible realidad? ¿Es que los cafte1s internacionales, en los que
Kautsky ve los gérmenes del "u1traimperialismo" (como la producción de tabletas en los
laboratorios "puede" ser considerada como el germen de la ultraagricultura), no nos
muestran el ejemplo de una partición y un nuevo reparto del mundo, el tránsito del reparto
pacífico al. no pacífico, y a la inversa? ¿Es que el capital financiero norteamericano y
otros, que se repartían pacíficamente todo el mundo, con la participación de Alemania, en
el sindicato internacional del rai1, pongamos por caso, o en el trust internacional de la
marina mercante, no reparten actualmente de nuevo el mundo sobre la base de las
nuevas relaciones de fuerzas, relaciones que se modifican de una manera absolutamente
no pacífica?
El capital financiero y los trusts no atenúan, sino que acentúan la diferencia entre el ritmo
de crecimiento de las distintas partes de la economía mundial. Y si la correlación de
fuerzas ha cambiado, ¿cómo pueden resolverse las contradicciones, bajo el capitalismo,
si no es por la fuerza? En la estadística de las vías férreas* hallamos datos
extraordinariamente exactos sobre la diferencia de ritmo en el crecimiento del capitalismo
y del capital financiero en toda la economía mundial. Durante las últimas décadas de
desarrollo imperialista, la longitud de las líneas férreas ha cambiado del modo siguiente:
* Statistisches J ahrbuch fi.ir das deutsche Reich, 1915; Archiv fi.ir Eisenbahnwesen.
1892. Por 10 que se refiere a 1890, ha sido preciso determinar aproximadamente algunas
pequeñas particularidades sobre la distribución de las vías férreas entre las colonias de
los distintos países.
123
LINEAS FERREAS (EN MILES DE KILOMETROS)
desde el punto de vista del ritmo de desarrollo de las fuerzas productivas. En las
potencias más importantes, tomadas junto con sus colonias, la longitud de las líneas
férreas era la siguiente:
1890
1913
Aumento
Europa ....;
Estados Unidos Todas las colonias Estados independientes y semiindependientes de
Asia y América .
224 268
82 ¡ 125 43
(EN MILES DE KILOMETROS) 1890 1913 Aumento Estados Unidos , 268 413 145
Imperio británico 107 208 101 Rusia 32 78 46 Alemania 43 68 25 Francia 41 63 22
---
Total en 5 potencias 491 830 339
122 143
128 ¡ c222 94
Total
617
1.104
Las vías férreas se han desarrollado, por consiguiente, con mayor rapidez que en
ninguna otra parte, en las colonias y en los Estados independientes (y
semiindependientes) de Asia y América. Es sabido que el capital financiero de los cuatro
o cinco Estados capitalistas más importantes ordena ) y manda aquí de un modo
absoluto. Doscientos mil kilómetros de nuevas líneas férreas en las colonias y en otros
países de Asia y América, significan más de 40 mil millones de marcos de nuevas
inversiones de capital en condiciones particularmente ventajosas, con garantías
especiales de rendimiento, con pedidos lucrativos para las fundiciones de acero, etc., etc.
Donde más rápidamente crece el capitalismo es en las colonias y en los países
transoceánicos. Entre ellos aparecen nuevas potencias imperialistas (Japón). La lucha de
los imperialismos mundiales se agudiza. Crece el tributo que el ~apital financiero percibe
de las empresas coloniales y ultra~ánica. s, particularmente lucrativas. En el reparto de
este . ", una parte excepcionalmente grande va a parar a e países que no siempre ocupan
un lugar preeminente,
Así, pues, cerca del 805"0 de todas las líneas férreas se halla concentrado en las cinco
potencias más importantes. Pero la concentración de la propiedad de dichas líneas, la
concentración del capital financiero es incomparablemente mayor aÚn; pues, por ejemplo,
una masa enorme de las acciones y obligaciones de los ferrocarriles americanos, rusos y
otros pertenece a los millonarios ingleses y franceses.
Gracias a sus colonias, Inglaterra ha aumentado "su" red ferroviaria en roo mil kilómetros,
cuatro veces más que Alemania. Sin embargo, todo el mundo sabe que el desarrollo de
las fuerzas productivas de Alemania, en este mismo período, y sobre todo el desarrollo de
la producción hullera y siderúrgica, ha sido incomparablemente más rápido que en
Inglaterra, dejando ya a un lado a Francia y Rusia. En 1892, Alemania producía 4,9
millones de toneladas de hierro fundido, contra 6,8 en Inglaterra, mientras que en 1912
pro-
124
125
ducía ya 17,6 contra 9,0, esto es i una superioridad gigantesca sobre Inglaterra!* Ante
esto, cabe preguntar: en el terreno del capitalismo, ¿qué otro medio podía haber que no
sea la guerra, para SU7 primir la desproporción existente entre el desarrollo de las"
fuerzas productivas y la acumulación del capital, por una parte, y el reparto de las
colonias y de las "esferas de.. influencia" para el capital financiero, por otra?
* V. también Edgar Crummond, "The Economic Relations of the British and Gcrman
Empires", en el "Journal of the Roya! Statistica! Society", Julio de 1914, págs. 777 y
siguientes.
ción. Puesto que se fijan, aunque sea temporalmente, precios monopolistas, desaparecen
hasta cierto punto las causas estimulantes del progreso técnico y, por consiguiente, de
todo progreso, de todo movimiento hacia adelante, surgiendo así, además, la posibilidad
económica de contener artificialmente el progreso técnico. Ejemplo: en los Estados
Unidos, un tal Owens inventó una máquina que produjo una revolución en la fabricación
de botellas. El cartel alemán de fabricantes de botellas compró la patente a Owens y la
guardó bajo llave, retrasando su aplicación. Naturalmente, bajo el capitalismo, el
monopolio no puede nunca eliminar del mercado mundial de un modo completo y por un
período muy prolongado la competencia (en esto consiste, dicho sea de paso, una de las
causas de lo absurdo de la teoría del ultraimperialismo).
Desde luego, la posibilidad de disminuir los gastos de producción y de aumentar los
beneficios por medio de la introducción de mejoras técnicas obra en favor de las
modificaciones. Pero la tendencia al estancamiento y a la descomposición inherente al
monopolio, sigue obrando a su vez, y en ciertas ramas de la industria, en ciertos países,
por períodos determinados llega a imponerse.
El monopolio de la posesión de colonias particularmente vastas, ricas o favorablemente
situadas, obra en el mismo sentido.
Prosigamos. El imperialismo es la enorme acumulación en unos pocos países de capital
monetario, el cual, como hemos visto, alcanza la suma de 100 a 150 mil millones de
francos en valores. De aquí el incremento extraordinario de la clase o, mejor dicho, del
sector rentista, esto es, de individuos que viven del "corte del cupón", completamente
alejados de la participación en toda empresa y cuya profesión es la ociosidad. La
exportación del capital, una de las bases económicas
VIII. EL PARASITISMO Y LA DESCOMPOSICION DEL CAPITALISMO
Conviene ahora que nos detengamos en otro aspecto, muy importante, del imperialismo,
al cual, en los razonamientos sobre este tema, no se concede la atención debida en la
mayor parte de los casos. Uno de los defectos del marxista Hilferding consiste en que, en
comparación con el no marxista Hobson, ha dado un paso atrás. Nos referimos al
parasitismo, propio del imperialismo.
Como hemos visto, la base económica más profunda del imperialismo es el monopolio.
Se trata de un monopolio capitalista, esto es, que ha nacido del seno del capitalismo y se
halla en las condiciones generales del mismo, de la producción de mercancías, de la
competencia, en una contradicción constante insoluble con dichas condiciones generales.
Pero, no obstante, como todo monopolio, engendra inevitablemente una tendencia al
estancamiento y a la descomposi-
126
127
más esenciales del imperialismo, acentúa todavía más este divorcio completo del sector
rentista respecto a la producción, imprime un sello de parasitismo a todo el país, que vive
de la explotación del trabajo de varios países y colonias ultraoceánicos.
"En 1893 - dice Hobson - el capital británico invertido en el extranjero representaba cerca
del 15 % de toda la riqueza del Reino Unido"*. ' Recordemos que, para el año 1915, dicho
capital aumentó aproximadamente en dos veces y media.
"El imperialismo agresivo - dice más adelante Hobson -, que cuesta tan caro a los
contribuyentes y tiene tan poca importancia para el industrial y el comerciante. . . , es una
fuente de grandes beneficios para el capitalista que busca el modo de invertir su
capital" . . . [En inglés esta noción se expresa con una sola p.alabra: "investor", rentista].
"El estadístico Giffen estima en 18 millones de libras esterlinas, calculando a razón de un
2,5 % sobre un giro total de 800 millones de libras esterlinas, el beneficio anual percibido
en 1899 por la Gran Bretaña de su comercio exterior y colonial".
Por grande que sea esta suma, no puede explicar el imperialismo agresivo de la Gran
Bretaña. Lo que lo explica son los 90 ó roo millones de libras esterlinas que representan
el beneficio del capital "invertido", el beneficio del sector de los rentistas.
i El beneficio de los rentistas es cinco veces mayor que el beneficio del comercio exterior
del país más "comercial" del mundo! i He aquí la esencia del imperialismo y del
parasitismo imperialista!
Por este motivo, la noción de "Estado-rentista" (Rentnerstaat) o Estado-usurero ha
pasado a ser de uso general en la literatura económica sobre el imperialismo. El mundo
ha quedado dividido en un puñado de Estados-usureros y una mayoría gigantesca de
Estados deudores.
"Entre el capital invertido en el extranjero - escribe Schu1ze-Gaevernitz - se halla, en
primer lugar, el capital colocado en los países políticamente dependientes o aliados:
Inglaterra hace préstamos a Egipto, Japón, China y América del Sur. En caso extremo, su
escuadra desempeña el papel de alguacil. La fuerza política de Inglaterra la pone a
cubierto de la indignación de sus deudores"*.
Sartorius van Waltershausen, en su obra "El sistema económico de inversión de capital
en el extranjero", presenta a Holanda como modelo de "Estado-rentista" e indica que
Inglaterra y Francia van tomando asimismo este carácter**.
A juicio de Schilder, hay cinco países industriales que son "Estados acreedores bien
definidos": Inglaterra, Francia, Alemania, Bélgica y Suiza. Si no incluye a Holanda en este
grupo es únicamente por ser "poco industria1"***. Los Estados Unidos son acreedores
solamente con referencia a América.
"Inglaterra - dice Schu1ze-Gaevernitz - se está convirtiendo paulatinamente de Estado
industrial en Estadoacreedor. A pesar del aumento absoluto de la producción y de la
exportación industriales, aumenta la importancia relativa para toda la economía nacional
de los ingresos
* Hobson, obra cit., págs. 59-60.
* Schulze-Gaevernitz, "Britischer Imperialismus", págs. 320 y otras.
** Sartarius van Waltershausen, "Das V oIkswirtschaftliche System, etc.", Berlín, 1907,
tomo IV.
*** Scbilder, pág. 393.
128
procedentes de los intereses y de los dividendos, de las emisiones, de las comisiones y
de la especulación. A mi juicio, este hecho es precisamente el que constituye la base
económica del auge imperialista. El acreedor está más.
sólidamente ligado con el deudor que el vendedor con el" comprador"*.
"financieros", el aumento de los beneficios resultantes de las contratas, de los suministros
de guerra, etc., Hobson decía:
"Los orientadores de esta política netamente parasitaria son los capitalistas; pero los
mismos motivos ejercen también su acción sobre categorías especiales de obreros. En
muchas ciudades, las ramas más importantes de la industria dependen de los pedidos del
Estado; el imperialismo de los centros de las industrias metalúrgica y naviera depende, en
gran parte, de este hecho".
Las circunstancias de dos órdenes, a juicio del autor, han debilitado la fuerza de los viejos
imperios: 1) el "parasitismo económico" y 2) la formación de ejércitos con soldados de los
pueblos dependientes.
"La primera es costumbre del parasitismo económico, en virtud del cual el Estado
dominante utiliza sus provincias, sus colonias y los países dependientes, con el objeto de
enriquecer a su clase dirigente y corromper a las clases inferiores a fin de que
permanezcan tranquilas".
Para que sea económicamente posible esa corrupción, sea cual sea la forma en que se
realice, es necesario - añadiremos por nuestra cuenta - un beneficio monopolista elevado.
En 10 que se refiere a la segunda circunstancia, Hobson dice:
"Uno de los síntomas más extraños de la ceguera del imperialismo es la despreocupación
con que la Gran Bre- taña, Francia y otras naciones imperialistas emprenden este
camino. Gran Bretaña ha ido más lejos que ningún otro país. La mayor parte de los
combates por medio de los cuales conquistamos nuestro imperio indio, fueron sostenidos
por tropas indígenas. En la India, como durante los últimos tiempos en Egipto, grandes
ejércitos permanentes
Con respecto a Alemania, el editor de la revista berlinesa "Die Bank", A. Lansburgh,
escribía en 19II lo siguiente, en el artículo "Alemania, Estado-rentista":
"En Alemania la gente se ríe de buena gana de la tendencia a convertirse en rentista que
se observa en Francia.
Pero, al hacerla, se olvidan de que, por lo que se refiere a la burguesía, las condiciones
alemanas se parecen cada día más a las de Francia"**.
El Estado-rentista es el Estado del capitalismo par,asitario y en descomposición, y esta
circunstancia no puede dejar de reflejarse tanto en todas las condiciones político-sociales
de los países correspondientes en general, como en las dos tendencias fundamentales
del movimiento obrero en particular.
Para mostrarlo de un modo más evidente, cedemos la palabra a Hobson, el cual es un
testigo "seguro", ya que no se le puede considerar como sospechoso de apasionamiento
por la "ortodoxia marxista" y, por otra parte, es un inglés bien informado de la situación
del país más rico en colonias, en capital financiero y en experiencia imperialista.
Describiendo, bajo la viva impresión de la guerra angloboer, el lazo que une al
imperialismo con los intereses de los
* Schulze-Gaevernitz, obra cit" pág. 122.
** "Die Bank", 191!, t. 1, págs. lO-l!.
se hallan bajo el mando de los ingleses; casi todas nuestras guerras de conquista en
Africa, con excepción del Sur, han sido llevadas a cabo para nosotros por los indígenas".
La perspectiva del reparto de China suscita en Hobson la• siguiente apreciación
económica:
"La mayor parte de la Europa occidental podría tomar entonces el aspecto y el carácter
que tienen actualmente ciertas partes de esos países: el sur de Inglaterra, la Riviera, los
sitios de Italia y Suiza más frecuentados por los turistas y poblados por ricachos, es decir:
un puñado de ricos aristócratas que percibirían dividendos y pensiones del Lejano
Oriente, con un grupo un poco más considerable de empleados y de comerciantes y un
número - mayor de domésticos y de obreros ocupados en la industria del transporte y en
la industria dedicada a la última fase de preparación de artículos de fácil alteración. En
cambio, las ramas principales de la industria desaparecerían y los productos alimenticios
de gran consumo, los artículos semimanufacturados corrientes afluirían, como un tributo,
de Asia y Africa... He aquí qué posibilidades abre ante nosotros una alianza más vasta de
los Estados occidentales, una federación europea de las grandes potencias: dicha
federación no splo no haría avanzar la civilización mundial, sino que podría implicar un
peligro gigantesco de parasitismo occidental: formar un grupo de naciones industriales
avanzadas, cuyas clases superiores percibirían enormes tributos de Asia y Africa, por
medio de los cuales mantendrían a grandes masas domesticadas de empleados y
criados, ocupados no ya en la producción agrícola e industrial de artículos de gran
consumo, sino en el servicio personal o en el trabajo industrial secundario, bajo el control
de
una nueva aristocracia financiera. Que los que se hallan dispuestos a rechazar esta teoría
[debería decirse: perspectiva], como poco digna de ser examinada, reflexionen sobre las
condiciones económicas y sociales de las regiones de! sur de Inglaterra que se hallan ya
en esta situación. Que piensen en las proporciones enormes que podría adquirir dicho
sistema, si China fuese sometida al control económko de tales grupos financieros, de los
'capital investors', de sus agentes políticos y empleados comerciales e industriales, que
agotarán el más grande depósito potencial de beneficios que jamás ha conocido el
mundo, con objeto de consumir dichos beneficios en Europa. Naturalmente, la situación
es excesivamente compleja, el juego de las fuerzas mundiales es demasiado difícil de
calcular para que resulte muy verosímil esa u otra interpretación única de! futuro.
Pero las influencias que inspiran al imperialismo de la Europa occidental en la actualidad
se orientan en este sentido, y si no chocan con una resistencia, si no son desviadas hacia
otra parte, se desarrollarán precisamente en e!
sentido de la culminación de este proceso"*.
El autor tiene toda la razón: si las fuerzas del imperialismo no tropezaran con resistencia
alguna, conducirían indefectiblemente a esto. La significación de los "Estados Unidos de
Europa", en la situación imperialista actual, es apreciada acertadamente por este autor.
Convendría únicamente añadir que también en e! interior del movimiento obrero, los
oportunistas, temporalmente vencedores ahora en la mayoría de los países, "trabajan" de
una manera sistemática y firme precisamente en esta dirección. El imperialismo, que
significa el reparto del mundo y la explotación no sólo de China
* Hobson, obra cit., págs. 103, 205. 144. 335, 386.
133
e implica ganancias monopolistas elevadas para un puñado de países los más ricos, crea
la posibilidad económica de la corrupción de las capas superiores del proletariado y con
ello nutre, da forma, refuerza el oportunismo. Lo que no hay que olvidar son las fuerzas
que contrarrestan al imperialismo en general y al oportunismo en particular, y que,
naturalmente, no puede ver el social-liberal Hobson.
El oportunista alemán Gerhard Hildebrand, el cual fue a su tiempo excluido del Partido
por su defensa del imperialismo y que en la actualidad podría ser jefe del llamado Partido
"Socialdemócrata" de Alemania, completa muy bien a Hobson al preconizar los "Estados
Unidos de Europa occidental" (sin Rusia), con el objeto de llevar a cabo una acción
"común" . . . contra los negros africanos, contra el "gran movimiento islamita", para
mantener "un fuerte ejército y una escuadra potente" contra la "coalición chino-japonesa",
etc.* La descripción del "imperialismo británico" que nos da Schulze-Gaevernitz nos
muestra los mismos rasgos ~de parasitismo. La renta nacional de Inglaterra, en el
período de 1865-1898, casi se duplicó mientras que la renta procedente "del extranjero",
durante ese mismo período, aumentó en nueve veces. Si el "mérito" del imperialismo
consiste en que "educa al negro para el trabajo" (no es posible evitar la coerción. . .), el
"peligro" del imperialismo consiste en que "Europa descargue el trabajo físico - al principio
el agrícola y el minero, después el trabajo industrial más brutal - sobre las espaldas de la
población de color, y se reserve para sí el papel de rentista, preparando acaso, de este
modo, la
emancipación económica y, después, política de las razas de color" .
En Inglaterra, se priva a la agricultura de una parte de tierra cada día mayor para
dedicarla al deporte, a las diversiones de los ricachos. Por 10 que se refiere a Escocia - el
sitio más aristocrático para la caza y otros deportes - se dice que "vive de su pasado y de
mister Carnégie" (multimillonario norteamericano). Sólo en las carreras de caballos y en la
caza de zorros gasta anualmente Inglaterra 14 millones de libras esterlinas (unos 130
millones de rubIos). El número de rentistas ingleses es de cerca de un millón. El tanto por
ciento de la población productora disminuye:
Población de Número de obreros Tanto por cienAños Inglaterra (en en las ramas prin- to
con resmillones de cipales de la indus- pecto a la habitantes) tria (en millones) población
---
1851 1 17.9 4,1 23 1901 I 32.5 4,9 15
* Gerhard Hildebrand, "Die Erschiitterung der Industrieherrschaft und des
Industriesozialismus", 1910, págs. 229 y siguientes.
El investigador burgués del "imperialismo británico de principios del siglo XX", al hablar de
la clase obrera inglesa, se ve obligado a establecer sistemáticamente una diferencia entre
las "capas superiores" de los obreros y la "capa proletaria inferior propiamente dicha". La
capa superior suministra la masa de los miembros de las cooperativas y de los sindicatos,
de las sociedades deportivas y de las numerosas sectas religiosas. El derecho electoral
se halla adaptado al nivel de dicha categoría. Dicho derecho sigue siendo en Inglaterra
¡¡"lo suficientemente limitado para excluir a la
134
135
I d I
capa proletaria inferior propiamente dicha"!! Para colorear la situación de la clase obrera
inglesa, ordinariamente se habla sólo de dicha capa superior, la cual constituye la minoría
del proletariado: por ejemplo, "la cuestión del paro forzoso es principalmente un problema
que afecta a Londr~s y a la capa proletaria inferior, de la cual los políticos hacen poco
caso". . . * Se debería decir: de la cual los politica~tros burgueses y los oportunistas
"socialistas" hacen poco caso.
Entre las particularidades del imperialismo relacionadas con los fenómenos de que
hemos hablado, figura la disminución de la emigración de los países imperialistas y el
aumento de la inmigración (afluencia de obreros y transmigraciones) a estos últimos,
procedente de los países más atrasados, donde el nivel de los salarios es más bajo. La
emigración de Inglaterra, como lo hace observar Hobson, disminuye a partir de r884: en
este año, el número de emigrantes fue de 242.000, y de r69.000 en r900. La emigración
de Alemania alcanzó el máximo entre r88r y r890: 1.453.000, descendiendo en las dos
décadas siguientes hasta 544.000 y 341.000.
Por el contrario, aumentó el número de obreros llegados a Alemania procedentes de
Austria, Italia, Rusia y otros países.
Según el censo de r907, en Alemania había 1.342.294 extranjeros, de los cuales 440.800
eran obreros industriales y 257.329 agrícolas**. En Francia, una "parte considerable" de
los obreros mineros está constituida por extranjeros: polacos, italianos, españoles***. En
los Estados Unidos, los inmigrados de la Europa oriental y meridional ocupan los puestos
peor retribuidos, mientras que los obreros norteamericanos su-
* Schulze-Gaevernitz, "Britischer Imperialismus", pág. 301.
** "Statistik des Deutschen Reichs", vol. 2II.
*** Henger, "Die Kapitalsanlage der Franzosen", Stuttgart, 1913.
ministran el tanto por ciento mayor de capataces y de íos obreros que tienen un trabajo
mejor retribuido*. El imperialismo tiene la tendencia a formar categorías privilegiadas
también entre los obreros y a divorciadas de la gran masa del proletariado.
Es preciso hacer notar que, en Inglaterra, la tendencia del imperialismo a escindir a los
obreros y a acentuar el oportunismo entre ellos, a engendrar una descomposición
temporal del movimiento obrero, se manifestó mucho antes de fines del siglo XIX y
comienzos del siglo XX. Esto se explica porque, desde mediados del siglo pasado,
existían en Inglaterra dos importantes rasgos distintivos del imperialismo: inmensas
posesiones coloniales y situación de monopolio en el mercado mundial. Durante decenas
de años, Marx y Engels estudiaron sistemáticamente ese lazo existente entre el
oportunismo en el movimiento obrero y las particularidades imperialistas del capitalismo
inglés. Engels escribía, por ejemplo, a Marx el 7 de octubre de r858:
"El proletariado inglés se va aburguesando de hecho cada día más; por lo que se ve, esta
nación, la más burguesa de todas, aspira a tener, en resumidas cuentas, al lado de la
burguesía una aristocracia burguesa y un proletariado burgués. Naturalmente, por parte
de una nación que explota al mundo entero, esto es, hasta cierto punto, lógico".
Casi un cuarto de siglo después, en su carta del Ir de agosto de r88r, habla de "las peores
tradeuniones inglesas que consienten ser dirigidas por individuos vendidos a la
* Hourvich, "Immigration and Labor", New York, 1913.
r37
burguesía o que, por lo menos, son pagados por ella". Y en la carta del I2 de septiembre
de 1882 a Kautsky, Engels escribía:
"Me pregunta usted qué piensan los obreros ingleses acerca de la política colonial. Lo
mismo que piensan de la política en general. Aquí no hay un partido obrero, no hay más
que radicales conservadores y liberales, y los ob~eros se aprovechan, junto con
ellos, .con la mayor tranquilidad, del monopolio colonial de Inglaterra y de su monopolio
en el mercado mundial"*. [En gel s desarrolla la misma idea en el prólogo a la segunda
edición de "La situación de la clase obrera en Inglaterra", 1892.]
He aquí, claramente indicadas, las c~tlsas y las consecuencias. Causas: 1) explotación
del mundo entero por dicho país;
2) su situación de monopolio en el mercado mundial; 3) su monopolio colonial.
Consecuencias: 1) aburguesamiento de una parte del proletariado inglés; 2) una parte de
dicho proletariado se deja dirigir por gentes compradas por la burguesía o, cuando
menos, pagadas por la misma. El imperialismo de comienzos del siglo XX terminó el
reparto del mundo entre un puñado de Estados, cada uno de los cuales explota
actualmente (en el sentido de la obtención de superganancias) una parte "del mundo
entero" poco más pequeña que la que explotaba Inglaterra en 1858; cada uno de ellos
ocupa una posición de monopolio en el mercado mundial, gracias a los trusts, a los
cartels, al capital financie-
ro, a las relaciones entre acreedor y deudor; cada uno de ellos dispone hasta cierto punto
de un monopolio colonial (como hemos visto, de los 75 millones de kilómetros cuadrados
de todas las colonias del mundo, 65 millones, es decir, el 86 %, se hallan concentrados
en manos de seis potencias; 61 millones, esto es, el 81 %, están concentrados en manos
de tres potencias).
El rasgo distintivo. de la situación actual consiste en la existencia de condiciones
económicas y políticas tales, que forzosamente han tenido que acentuar la
inconciliabilidad del oportunismo con los intereses generales y vitales del movimiento
obrero: el imperialismo embrionario se ha convertido en un sistema dominante; los
monopolios capitalistas han pasado al primer plano en la economía nacional y en la
política; el reparto del mundo se ha llevado a su término;
pero, por otra parte, en vez del monopolio indiviso de Inglaterra, vemos la lucha por la
participación en él entre un pequeño número de potencias imperialistas, lucha que
caracteriza todo el comienzo del siglo XX. El oportunismo no puede ahora resultar
completamente victorioso en el movimiento obrero de un país durante decenas de años,
como triunfó en Inglaterra durante la segunda mitad del siglo XIX, pero, en una serie de
países, ha alcanzado su plena madurez, la ha sobrepasado y se ha descompuesto,
fundiéndose del todo, bajo la forma del socialchovinismo, con la política burguesa*.
Este folleto fue escrito en los tiempos, tan remotos ya, en que Kautsky era marxista.
* El socialchovinismo ruso de los señores Pótresov, Chjenkeli, Máslov y otros, lo mismo
en su forma franca, como en su forma encubierta (señores Chjeidse, Skóbelev, Axelrod,
Mártov, etc.), también nació de la variedad rusa del oportunismo: el liquidacionismo.
V. TEORÍA DEL VALOR
Han pasado casi cien años desde que apareció en Leipzig un libro que ha tenido hasta
comienzos de este siglo treinta y tantas ediciones, y ha sido distribuido y difundido en las
ciudades y el campo por los funcionarios, los clérigos y los filántropos de todas clases,
además de prescribirse de un modo general a las escuelas elementales como libro de
lectura. El libro es El amigo de los niños, de Rochow. Ese libro se proponía adoctrinar a
los jóvenes retoños de los campesinos y los artesanos acerca de su oficio y de sus
deberes para con sus superiores sociales y estatales, y enseñarles al mismo tiempo una
benéfica satisfacción con su destino terrenal, con el pan negro y las patatas, el trabajo de
prestación servil, el salario bajo, los bastonazos paternos y otras alegrías semejantes,
todo ello se hacía por medio de la ilustración entonces corriente en el país. Con esos
fines se explicaba a la juventud de la ciudad y del campo cuán sabia es la institución
natural por la cual el hombre tiene que ganarse con el trabajo su sostenimiento y sus
goces, y cuán feliz es consiguientemente el campesino o el artesano, ya que le está
permitido condimentar su comida con amargo trabajo, en vez de estar siempre torturado,
como el rico glotón, por el estómago indispuesto, la retención biliar o el empacho, de tal
modo que sólo con asco puede engullir incluso los más selectos bocados. Estas mismas
vulgaridades que el viejo Rochow consideró adecuadas para la juventud campesina de la
Sajonia electora de su tiempo nos ofrece el señor Dühring en las páginas 14 y siguientes
de su Curso como lo "absolutamente fundamental" de la más reciente economía política.
Las necesidades humanas tienen como tales sus leyes naturales y ,desde el punto de
vista de su acrecentamiento, se encuentran encerradas en límites que sólo la
innaturaleza puede rebasar durante algún tiempo, hasta que a la misma siguen la
repugnancia, el tedio vital, el embotamiento, la amputación social y, finalmente, una
salvadora aniquilación... Un juego que consista en puras distracciones, sin ninguna otra
finalidad seria, lleva pronto a estar de vuelta de todo, o, lo que es lo mismo, a desgastar
toda sensibilidad. El trabajo real en una forma u otra es, pues, la ley social natural de las
figuras sanas... Si los instintos y las necesidades no llevaran consigo un contrapeso,
apenas podrían facilitar una existencia infantil, por no hablar ya de una evolución histórica
progresiva.
Si su satisfacción no acarreará trabajo, esos instintos y esas necesidades se agotarían
prontamente sin dejar tras ellos más que una vacía existencia de pesados intervalos que
se repiten... En todos los respectos, pues, la dependencia en que la actuación de los
instintos y las pasiones se encuentra respecto de la superación de un obstáculo
económico es una saludable ley básica de la constitución externa de la naturaleza y de la
interna del hombre", etc.
Se trata, como se ve, de las más triviales de las trivialidades de un Rochow honorario, las
cuales celebran en la obra del señor Dühring su centenario, y lo hacen, encima, como
"profunda fundamentación" del único "sistema socialitario" verdaderamente crítico y
científico.
Una vez puesto ese fundamento puede el señor Dühring seguir construyendo. Aplicando
el método matemático, empieza por darnos una serie de definiciones según el modelo del
antiguo Euclides. Este procedimiento es tanto más cómodo cuanto que le permite
componer de tal modo sus definiciones que ya
esté parcialmente contenido en ellas lo que habrá que demostrar con su ayuda.
Así sabemos, por de pronto, que el concepto rector de la economía es hasta hoy el de
riqueza, y la riqueza, tal como realmente se la ha entendido hasta ahora histórico
universalmente, y tal como ha desarrollado su imperio, es "el poder económico sobre
hombres y cosas".
La afirmación es incorrecta por dos razones. En primer lugar, la riqueza de las antiguas
comunidades tribales y aldeanas no era en modo alguno dominio sobre hombres. Y, en
segundo lugar, incluso en las sociedades que se mueven en contraposiciones de clase, la
riqueza, en la medida en que incluye un dominio sobre seres humanos, es
predominantemente y casi exclusivamente un dominio sobre esos seres gracias a y por
medio del dominio sobre cosas. Desde tiempos muy tempranos, desde que la captura de
esclavos y la explotación de los mismos se constituyeron en negocios distintos, los
explotadores del trabajo esclavo tuvieron que comprar esclavos, o sea tuvieron que
conseguir el dominio sobre seres humanos por medio del dominio sobre cosas, a saber,
el precio del esclavo, los medios de sustento y de trabajo del esclavo. En toda la Edad
Media, una gran posesión de tierras es la condición necesaria para que la nobleza feudal
pueda contar con campesinos tributarios y obligados a prestaciones gratuitas.
Y hoy día, hasta un niño de seis años puede ver que la riqueza domina hombres
exclusivamente por medio de las cosas de que dispone.
Pero ¿por qué tiene que elaborar el señor Dühring esa falsa definición de la riqueza?
¿Por qué tiene que desgarrar la conexión real que ha imperado en todas las sociedades
clasistas que han existido? Lo hace para poder desplazar la riqueza del terreno
económico al terreno moral. El dominio sobre cosas está muy bien, pero el dominio sobre
hombres es cosa mala; y como el señor Dühring se ha prohibido a sí mismo explicar el
dominio sobre hombres por el dominio sobre cosas, puede practicar de nuevo aquí un
audaz pase de prestidigitación y explicarlo expeditivamente por la conocida violencia. La
riqueza como dominio sobre hombres es "el bandidismo", con lo que llegamos de nuevo a
una edición empeorada del primigenio y proudhoniano "la propiedad es el robo".
Y con esto hemos situado felizmente la riqueza al alcance de los dos puntos de vista
esenciales de la producción y la distribución: riqueza como dominio sobre cosas es
riqueza de producción, el lado bueno de la riqueza; riqueza como dominio sobre hombres
es la riqueza de distribución que ha existido hasta hoy, el lado malo de la riqueza: ¡afuera
con él! Aplicado a la situación actual, ese principio significa: el modo capitalista de
producción está muy bien y puede seguir existiendo, pero el modo capitalista de
distribución no vale y tiene que suprimirse. A esos absurdos lleva el escribir sobre
economía sin haber entendido siquiera la conexión entre producción y distribución.
Luego de la riqueza se define el valor, del modo siguiente: "El valor es la validez que
tienen las cosas y prestaciones económicas en el tráfico." Esa validez corresponde "al
precio o a cualquier otro nombre equivalente, como, por ejemplo, el salario". Dicho de otro
modo: el valor es el precio. O más bien, por no ser injustos con el señor Dühring, sino
recoger en lo posible con sus propias palabras el absurdo de su definición: el valor son
los precios. Pues en la página 19 nos dice: "el valor y los precios que lo expresan en
dinero", comprobando, pues, él mismo que un mismo valor tiene muy diversos precios y,
por tanto, con su definición, otros tantos valores diversos. Si Hegel no estuviera muerto
hace mucho tiempo, se ahorcaría al ver estos resultados.
Pues ni con toda su teología habría conseguido él producir este valor que tiene tantos
valores diversos cuantos diversos precios tiene. Hace falta, en efecto, toda la seguridad
del señor Dühring para empezar una nueva y más profunda fundamentación de la
economía con la declaración de que la única diferencia conocida entre precio y valor es
que el uno está expresado en dinero y el otro no.
Pero con todo esto seguimos sin saber qué es el valor, y aún menos con qué se
determina. El señor Dühring tiene, pues, que añadir más explicaciones.
De un modo completamente general, la ley fundamental de la comparación y estimación
en que se basan el valor y los precios que lo expresan en dinero se encuentra por de
pronto en el terreno de la mera producción dejando aparte el de la distribución, que
introduce en el concepto de valor un segundo elemento. Los obstáculos mayores o
menores que ponen las condiciones naturales a los esfuerzos encaminados a procurarse
cosas, y por los cuales se les imponen mayores o menores gastos de energía económica,
determinan también... el valor mayor o menor", y éste se estima según "la resistencia a
esa actividad de procura de cosas, opuesta por la naturaleza y las circunstancias... La
medida en la cual hemos puesto nuestra propia energía en las cosas es la causa
inmediatamente decisiva de la existencia de valor en general y de cualquier cantidad
determinada del mismo"
En la medida en que todo eso tiene un sentido, significa lo siguiente: el valor de un
producto del trabajo se determina por el tiempo de trabajo necesario para su producción,
y esto lo sabíamos hace mucho tiempo y sin necesidad de que nos lo dijera el señor
Dühring. En vez de comunicar sencillamente el hecho, él tiene que envolverlo en su estilo
oracular, el cual acaba por falsearlo. Pues es literalmente falso que la medida en la cual
cualquier persona pone su energía en alguna cosa (por seguir usando el altisonante
lenguaje) sea la causa inmediatamente decisiva del valor y la cantidad del mismo.
En primer lugar, importa saber en qué cosa se ha puesto esa energía; y, en segundo
lugar, también interviene el modo como haya sido puesta. Si nuestro individuo produce
una cosa que no tenga ningún valor de uso para otros, toda su energía no conseguirá
producir ni un átomo de valor; y si se empeña en fabricar con la mano un objeto
producido veinte veces más barato por una máquina, entonces diecinueve vigésimos de
la energía que ha puesto en ello no producen ni una determinada cantidad de valor ni
valor en absoluto.
Por lo demás, también falsea completamente la realidad el transformar el trabajo
productivo que crea productos positivos en una mera y negativa superación de una
resistencia. Si ello fuera así, tendríamos, por ejemplo, que operar del modo siguiente para
conseguir una camisa: primero superaríamos la resistencia de la semilla de algodón
contra el ser sembrada y el crecer, luego la resistencia del algodón maduro a su
recolección, embalado y transporte, luego su resistencia contra el desembalado, el
peinado y el hilado, luego la resistencia del hilado al tejido, la del tejido al blanqueado y al
cosido, y, finalmente, la resistencia de la camisa ya lista al ser vestida.
¿Qué utilidad tiene toda esa pueril inversión falseadora de los hechos? La de permitir
pasar del "valor de producción", valor verdadero, pero hasta ahora sólo ideal, por medio
de la "resistencia", al único valor que hasta ahora impera en la historia, el valor de
"distribución" falseado por la violencia: Además de la resistencia ofrecida por la
naturaleza... hay otro obstáculo puramente social... Entre los hombres y la naturaleza
aparece un poder obstaculizador, que es el hombre mismo. El hombre pensado aislado y
solo se enfrenta libremente con la naturaleza... Pero la situación cambia en cuanto que
imaginamos un segundo hombre que, con el puñal en la mano, ocupa los accesos a la
naturaleza y sus fuentes materiales, y exige un precio de una forma u otra para permitir el
acceso a ellas. Este segundo... grava prácticamente al otro y es así el motivo de que el
valor de lo deseado resulte mayor de lo que podría ser sin la obstaculización social y
política de la procura o producción de las cosas... Son muy diversas las formas posibles
de esta validez artificialmente aumentada de las cosas, la cual tiene, naturalmente, su
paralelo en el correspondiente rebajamiento de la validez del trabajo... Por eso es una
ilusión considerar el valor desde el primer momento como un equivalente en el sentido
propio de la palabra, es decir, como un equilibrio o como una relación de intercambio
constituida según el principio de la igualdad de
prestación y contraprestación... Antes al contrario, el rasgo característico de una teoría
correcta del valor consistirá en que las causas más generales de estimación que se
formulen en ella no coincidan con la específica forma de validez basada en la constricción
de la distribución. Esta cambia con la constitución social, mientras que el valor económico
propiamente dicho no puede ser más que un valor de producción medido por
comparación con la naturaleza, y no puede, por tanto, modificarse más que con los
obstáculos puestos a la producción por causas puramente naturales y técnicas.
El valor prácticamente imperante de una cosa consiste, pues, según el señor Dühring, en
dos partes: primera, el trabajo contenido en ella, y, segunda, el suplemento de tributación,
impuesto "con el puñal en la mano". Dicho de otro modo: el valor hoy imperante es un
precio de monopolio. Mas si, como dice esta teoría del valor, todas las mercancías tienen
ese precio de monopolio, entonces no queda más que esta alternativa: o bien todo el
mundo pierde como comprador lo que ha ganado como vendedor, con lo que los precios
han cambiado nominalmente, pero siguen siendo en realidad lo que eran antes, iguales, y
todo sigue como estaba y el célebre valor de distribución es mera apariencia, o bien los
supuestos gravámenes y tributos representan una suma de valor real, a saber, una suma
producida por la clase trabajadora y productora de valor, pero que se apropia la clase de
los monopolistas; esa suma de valor consta entonces de trabajo no pagado; en este caso,
a pesar del hombre con el puñal en la mano, a pesar de los supuestos tributos y del
supuesto valor de distribución, nos encontramos con la teoría marxiana de la plusvalía.
Examinemos ahora algunos ejemplos de ese célebre "valor de distribución". En las
páginas 135 y siguiente encontramos: "La formación del precio por medio de la
competencia individual debe considerarse también como una forma de la distribución
económica y de la tributación recíproca...; supóngase que las existencias de una
mercancía necesaria disminuyen de repente de un modo considerable: entonces el
vendedor se encuentra con un desproporcionado poder para explotar...; el aumento
puede ser colosal, como muestran especialmente aquellas circunstancias anómalas en
las que se interrumpe por algún tiempo considerable el suministro de artículos
necesarios, etc. Hay además en el curso normal de las cosas monopolios de hecho que
se permiten un aumento arbitrario de los precios, como ocurre con los ferrocarriles, las
sociedades de suministro de agua y gas del alumbrado a las ciudades, etc.
Es de antiguo sabido que tales ocasiones de explotación monopolista se dan
efectivamente. Lo nuevo es presentar los precios de monopolio que así se producen no
como excepciones y casos especiales, sino como ejemplo clásico de la determinación
hoy dominante del valor. ¿Cómo se determinan los precios de
los productos alimenticios? El señor Dühring contesta: Id a una ciudad sitiada, con todos
los suministros cortados, informaos de ello. ¿Cómo obra la competencia en la
determinación del precio del mercado? Preguntad al monopolio, que él os lo explicará.
Por lo demás, tampoco en estos monopolios puede descubrirse al hombre del puñal en la
mano que, según el señor Dühring, tiene que estar tras ellos. Antes al contrario: en las
ciudades sitiadas, el hombre del puñal, el comandante, si realmente cumple con sus
funciones, termina muy pronto con el monopolio, y confisca las reservas monopolísticas
para distribuirlas homogéneamente. Por otra parte, cuando los hombres del puñal han
intentado fabricar un "valor de distribución", no han cosechado más que malos negocios y
pérdidas de dinero.
Con su monopolización del comercio de las Indias Orientales, los holandeses han
arruinado su monopolio y su comercio. Los dos gobiernos más fuertes que han existido
nunca, el gobierno revolucionario norteamericano y la Convención francesa, se atrevieron
a fijar precios máximos, y fracasaron miserablemente. El gobierno ruso se esfuerza desde
hace años por levantar la cotización del papel moneda ruso —rebajado constantemente
por él en Rusia con la emisión de billetes incanjeables — mediante una compra no menos
constante de letras contra Rusia en Londres. En pocos años le ha costado este gusto
cerca de sesenta millones de rublos, y el rublo está hoy por debajo de los dos marcos, en
vez de por encima de los tres. Si el puñal tiene esa virtud económica mágica que le
atribuye el señor Dühring, ¿por qué no ha conseguido a la larga ningún gobierno infundir
a un dinero malo el "valor de distribución" del dinero bueno, o a los assignats el del oro?
¿Y dónde está el puñal que asuma el mando en el mercado mundial?
Hay además una forma principal en la cual el valor de distribución media la apropiación
de prestaciones de otros sin contraprestación: es la renta de las posesiones, es decir, la
renta de la tierra y el beneficio del capital. Nos limitamos por ahora a registrar esto, sólo
para poder decir que ello es todo lo que se nos indica acerca del célebre "valor de
distribución". ¿Todo? No, no todo. Escuche-mos: A pesar del dúplice punto de vista que
destaca en el reconocimiento de un valor de producción y un valor de distribución, sigue
empero existiendo en la base un algo común como aquel objeto del que constata todos
los valores y con el cual, por tanto, se miden. La medida inmediata y natural es el gasto
de energía, y la unidad más simple es la energía humana en el más rudo sentido de la
palabra. Esta última se reduce al tiempo de existencia, cuyo auto sostenimiento
representa a su vez la superación de cierta suma de dificultades de la alimentación y de
la vida. El valor de distribución o apropiación no existe en forma pura más que cuando se
cambia por prestaciones o cosas de valor real de producción el poder de disposición
sobre cosas no producidas, o, dicho más vulgarmente, esas cosas mismas. Lo
homogéneo que se encuentra indicado y representado en toda expresión de valor, y por
tanto también en los elementos de valor apropiados por la distribución sin
contraprestación, consiste en el gasto de energía humana que se encuentra...
incorporado... a cada mercancía.
¿Qué decir a esto? Si todos los valores de las mercancías se miden por la energía
humana incorporada a ellas, ¿qué queda del valor de distribución, del suplemento del
precio y de la tributación? El señor Dühring nos dice sin duda que también cosas no
producidas, e incapaces, por tanto, de tener propiamente un valor, reciben un valor de
distribución y pueden cambiarse por cosas producidas, con valor. Pero al mismo tiempo
nos dice que todos los valores, por tanto, también los pura y exclusivamente de
distribución, consisten en la energía incorporada a ellos. Desgraciadamente no nos dice
cómo va a incorporarse energía a una cosa no producida. En todo caso, al final de esa
confusión de valores queda claro que el valor de distribución, el suplemento de precio
impuesto a las mercancías por la posición social, la imposición de tributos por el puñal, se
reducen a nada; el valor de las mercancías se determina exclusivamente por la cantidad
de energía humana, vulgo trabajo, que se encuentra incorporada en ellas.
El señor Dühring dice, pues, aunque confusa y desaliñadamente, si se prescinde de la
renta de la tierra y de los pocos precios de monopolio, lo mismo que hace tiempo dijo
clara y precisamente la teoría del valor de Ricardo, Marx. Lo dice, y en el mismo
momento dice lo contrario. Basándose en las investigaciones de Ricardo, Marx dice: el
valor de las mercancías se determina por el trabajo humano genérico socialmente
necesario que está incorporado en ellas, y que se mide a su vez por su duración. El
trabajo es la medida de todos los valores, y él mismo no tiene ningún valor. El señor
Dühring, en cambio, después de presentar también al trabajo, en su flamígero estilo,
como medida del valor, continúa: el trabajo "se reduce al tiempo de existencia, cuyo auto
sostenimiento representa a su vez la superación de cierta suma de dificultades de la
alimentación y de la vida".
Pasemos por alto la confusión entre el tiempo de trabajo, que es lo que importa aquí, y el
tiempo de existencia, que hasta ahora no ha creado nunca valores ni puede medirlos; esa
confusión se debe simplemente al deseo de originalidad. Pasemos también por alto la
falsa apariencia "societaria" que tiene que infundir a ese tiempo de existencia el
"autosostenimiento"; desde que existe el mundo y mientras exista, todo el mundo tiene
que autosustentarse a sí mismo en el sentido de que tiene que consumir él mismo sus
medios de existencia. Suponiendo que el señor Dühring se hubiera expresado en forma
precisa y desde el punto de vista de la economía, la anterior frase no significa
absolutamente nada o significa lo siguiente: el valor de una mercancía se determina por
el tiempo [187] de trabajo incorporado a ella, y el valor de este tiempo de trabajo se
determina por el de los alimentos necesarios para sustentar al trabajador durante ese
tiempo. Y para la sociedad actual esto significa: el valor de una mercancía se determina
por el salario contenido en ella.
Con esto llegamos por fin a lo que realmente quiere decir el señor Dühring. El valor de
una mercancía se determina por los costes de producción, dicho en el lenguaje de la
economía vulgar; frente a lo cual Carey "subrayó la verdad de que no son los costes de
producción los que determinan el valor, sino los costes de reproducción".
Más tarde consideraremos la cuestión de esos costes de producción o reproducción; aquí
nos limitaremos a indicar que, como es sabido, se componen de salario del trabajo y
beneficio del capital. El salario del trabajo representa el "gasto de energía" incorporado a
la mercancía, el valor de producción. El beneficio
representa el tributo o suplemento de precio impuesto por el capitalista, puñal en mano,
gracias a su monopolio, o sea el valor de distribución. Y así se resuelve toda la
contradictoria confusión de la teoría dühringiana del valor en la más hermosa y armónica
claridad.
La determinación del valor de la mercancía por el salario del trabajo, que en Adam Smith
se entrecruza aún frecuentemente con la determinación del valor por el tiempo de trabajo,
ha sido expulsada de la economía científica desde Ricardo, y no se mantiene hoy más
que en la economía vulgar. Los más triviales sicofantes del existente orden social
capitalista son los que hoy predican la determinación del
valor por el salario del trabajo, presentando al mismo tiempo el beneficio del capitalista
como un tipo superior de salario, un salario de la renuncia (de la renuncia a gastarse el
capital en juergas), como premio del riesgo, como salario de la dirección de los asuntos,
etc. El señor Dühring no se diferencia de ellos más que por el hecho de declarar robo al
beneficio. Dicho de otro modo: el señor Dühring basa directamente su socialismo en las
doctrinas de la economía vulgar de peor calidad. Lo que ocurra a esa economía vulgar
ocurrirá a su socialismo. Ambos se sostendrán y caerán juntos.
Es claro que lo que un trabajador produce y lo que cuesta son cosas tan distintas como lo
que produce y lo que cuesta una máquina. El valor creado por un trabajador en una
jornada de doce horas no tiene nada en común con el valor de los alimentos que
consume en esa jornada de trabajo con sus pausas correspon-dientes. En esos alimentos
puede estar incorporado un tiempo de trabajo de tres, cuatro o siete horas, según el
grado de desarrollo del rendimiento del trabajo. Supongamos que hayan hecho falta siete
horas para producir esos alimentos; entonces la teoría económica vulgar del valor, que ha
aceptado el señor Dühring, significa que el producto de doce horas de trabajo, tiene el
valor del producto de siete horas de trabajo, que doce horas de trabajo son iguales a siete
horas de trabajo, o sea que 12 = 7. Aún puede expresarse eso más claramente:
pongamos que un trabajador del campo, independientemente de las condiciones sociales,
produce veinte hectolitros de trigo al año. Supongamos que en este tiempo consume una
suma de valores que se expresa en una suma de quince hectolitros de trigo. Entonces los
veinte hectolitros de trigo tienen el mismo valor que los quince, y ello en el mismo
mercado y en circunstancias que por lo demás se mantienen idénticas. Aquí tenemos que
20 es 15. Y a esto se llama economía.
Toda evolución de la sociedad humana por encima del nivel de salvajismo animal empezó
el día en que el trabajo de la familia creó más productos de los que eran necesarios para
su sustento, el día, esto es, en que una parte del trabajo pudo aplicarse no ya a la
producción de meros medios de vida, sino a la de medios de producción. El fundamento
de todo progreso social, político e intelectual fue y sigue siendo la existencia de un
excedente del producto del trabajo respecto de los costes de sostenimiento del trabajo, y
la formación y el incremento de un fondo social de producción y reserva procedente de
aquellos excedentes. En la historia transcurrida hasta ahora, ese fondo estuvo en poder
de una clase privilegiada, que consiguió con él también el poder político y la dirección
espiritual.
La próxima transformación social hará finalmente social ese fondo de producción y
reserva, es decir, la masa total de las materias primas, los instrumentos de producción y
los alimentos, al sustraerlos a la disposición de aquella clase privilegiada y
adjudicándolos como bien común a la sociedad entera.
O lo uno o lo otro. O el valor de las mercancías se determina por los costes de
sostenimiento del trabajo necesario para su producción, es decir, en la actual sociedad,
por el salario. Y entonces cada trabajador recibe con su salario el valor del producto de su
trabajo, y resulta imposible la explotación de la clase de los asalariados por la clase de
los capitalistas. Supongamos que en una determinada sociedad el coste del
sostenimiento de un obrero se exprese por la suma de tres marcos. Entonces, según la
anterior teoría de la economía vulgar, el producto diario del trabajador tiene el valor de
tres marcos. Supongamos ahora que el capitalista que utiliza a ese trabajador añada al
producto un beneficio, un gravamen de un marco, y lo venda por cuatro marcos. Lo
mismo hacen los demás capitalistas. Pero entonces el trabajador en cuestión no va a
poder seguir comprando su sustento diario con tres marcos, sino que necesitará también
él cuatro. Y como se supone que todas las demás circunstancias se mantienen idénticas,
el salario expresado en alimentos tiene que ser el mismo, y el salario expresado en dinero
tiene que subir, y ello precisamente desde los tres marcos diarios a cuatro. Lo que los
capitalistas sustraen a la clase obrera en forma de beneficio tienen, pues, que
devolvérselo en forma de salario. Estamos, pues, otra vez al principio: si el salario
determina el valor, no es posible una explotación del trabajador por el capitalista.
Pero también es imposible la formación de un excedente de productos, pues los
trabajadores consumen, según ese supuesto, tanto valor cuanto producen. Y como los
capitalistas no producen ningún valor, ni siquiera puede entenderse de qué quieren vivir.
Si, pues, existe a pesar de todo aquel excedente de la producción sobre el consumo,
aquel fondo de reserva y producción, y precisamente en las manos de los capitalistas,
entonces no queda como explicación sino que los trabajadores consumen meramente el
valor de las mercancías para sustentarse, mientras que las mercancías mismas quedan
en manos de los capitalistas para su uso ulterior.
O bien: si ese fondo de producción y reserva existe efectivamente en manos de los
capitalistas, si efectivamente ha surgido por la acumulación de beneficios (prescindiendo
aquí por el momento de la renta de la tierra), entonces consiste necesariamente en la
acumulación del excedente del producto del trabajo, suministrado por la clase obrera a la
clase de los capitalistas, sobre la suma de salarios pagada por la clase de los capitalistas
a la clase trabajadora.
Pero en este caso el valor no se determina por el salario, sino por la cantidad de trabajo;
la clase trabajadora suministra, pues, a la clase capitalista, en el producto del trabajo, una
cantidad de valor mayor que la que recibe como pago en el salario, y entonces el
beneficio del capital se explica, como todas las demás formas de apropiación de producto
del trabajo ajeno y no pagado, como mero elemento de esta plusvalía descubierta por
Marx.
Dicho sea de paso: en todo el Curso de economía no se habla jamás del gran
descubrimiento con el que David Ricardo empieza su obra capital: Que el valor de una
mercancía depende de la cantidad de trabajo necesaria para su producción, y no de la
retribución mayor o menor pagada por ese trabajo.
En la Historia crítica, ese descubrimiento de Ricardo se liquida con la siguiente
fraseología de oráculo sibilino: No se da cuenta [Ricardo] de que la mayor o menor
proporción en la cual el salario puede ser (!) una referencia a las necesidades vitales...
tiene que acarrear también diversas configuraciones de las relaciones de valor.
El lector puede interpretar una frase así del modo que quiera, pero lo más seguro es no
interpretarla de ninguna manera. Llegados a este punto, el lector puede escoger, de entre
las cinco clases de valor que nos presenta el señor Dühring, la que más le guste: el valor
de producción, que procede de la naturaleza, o el valor de distribución, que ha sido
creado por la maldad del hombre y que se caracteriza por ser medido por el gasto de
energía que no está realmente en él; o, tercero, el valor medido por el tiempo de trabajo;
o, cuarto, el valor medido por los costes de reproducción; o, finalmente, el valor medido
por el salario. La selección es, pues, abundante, la confusión completa, y no nos queda
ya sino exclamar con el mismo señor Dühring: La doctrina del valor es la piedra de toque
de la madurez de los sistemas económicos.
F. Engels: Antiduhring
OFERTA Y DEMANDA
La renta, la producción el dinero y el interés
En capítulos anteriores hemos desarrollado separadamente la teoría de la
determinación de la renta y la teoría del dinero y del interés. Este procedimiento
proporciona una introducción ordenada a la teoría relevante, pero debe reconocerse
ahora que significa una simplificación, ya que las dos partes están tan relacionadas que lo
que ocurre en una depende de lo que ocurra en la otra. En la teoría de la determinación
de la renta desarrollada en capítulos anteriores vimos que un aumento del gasto de
inversión elevaría el nivel de equilibrio de la renta en una cantidad igual al multiplicador
por el aumento de la inversión. Implícitamente, suponíamos que el tipo de interés estaba
dado. Si ahora admitimos al tipo de interés como una variable del sistema, el aumento de
la inversión, al elevar el nivel de renta, forzará al alza también al tipo de interés. A su vez,
esto desanimará a la inversión, y el aumento verdadero de la renta será menor de lo que
sería en otro caso. Análogamente, al desarrollar la teoría del dinero y del interés, en el
capítulo 18, vimos que un aumento de la oferta de dinero reduciría el tipo de interés,
como muestra el movimiento descendente a lo largo de la curva de demanda de dinero.
Pero esta curva suponía un nivel de renta dado. Si admitimos ahora el nivel de renta
como una variable del sistema, el aumento de la oferta de dinero estimulará, al bajar el
tipo de intérés, la inversión y hará crecer el nivel de renta. Esto aumentará la demanda de
transacción de dinero y la baja del tipo de interés será menor de lo que hubiera sido en
otro caso. Así, parece que el tipo de interés y el nivel de renta están ligados de una forma
bastante complicada. En este capítulo, construiremos un modelo de equilibrio general de
la economía que recoja ésta y otras complicaciones.
El mercado de bienes y el mercado de dinero
Nuestro modelo general consta de dos partes: el primero combina los
determinantes del equilibrio en el mercado de bienes, y el segundo los determinantes del
equilibrio en el mercado de dinero. El equilibrio en el mercado de bienes se define por la
igualdad entre el ahorro y la inversión, condición que nos daba el nivel de equilibrio de la
renta. En el nivel de renta en que S = 1 (en una economía sencilla bisectorial), el filtraje
de la corriente de renta dirigido hacia el ahorro se ve compensador; O, a este nivel de
renta, la demanda global de bienes es igual, exactamente, a la oferta global- de bienes.
Existe, por tanto, equilibrio en el mercado de bienes a ese nivel de renta. En el mercado
de dinero, el equilibrio se define por la igualdad entre la oferta y la demanda de dinero,
condición que nos daba el tipo de interés de equilibrio. En el tipo de interés en el cual M =
L, existe equilibrio en el mercado de dinero.
Este nivel determinado de renta en el que S = [ depende en parte de las
condiciones del mercado de dinero; y el tipo de interés específico al cual L = M depende
en parte de las condiciones del mercado de bienes. En una visión preliminar, revisemos
brevemente el modelo Keynesiano más sencillo posible tal como se hace en la figura 19-1
A. Dadas las curvas S e [1' el nivel de equilibrio de la renta es YI, en el cual son iguales la
demanda y la oferta de bienes. Si la inversión depende totalmente del tipo de interés, la
curva [1 debe dibujarse en el supuesto de un tipo de interés determinado. Un interés
menor indicaría, ceteris paribus, una posición diferente de la curva, por ejemplo, la [2' en
lugar de la [l' A su vez, esto indicaría un distinto nivel de equilibrio de la renta, Y2, en
lugar de YI. Sin embargo, la parte A de la figura no nos dice cuál puede ser el tipo de
interés, sino que supone un cierto tipo y a partir de él sigue el razonamiento.
La parte B muestra Ía determinación del tipo de interés de equilibrio. Dadas las
curvas M y L, el tipo de equilibrio es r1, al cual son iguales la demanda y la oferta de
dinero, o LIJ + l4 = = L1 = M. Pero como la demanda de dinero se compone en parte de la
demanda de transacción, que depende del nivel de renta, la curva LI debe dibujarse
sobre la base de un nivel de renta dado que nos dé a LtJ. Un mayor nivel de renta
indicaría, ceteris paribus, una posición distinta de la curva, por ejemplo, L2 en lugar de L].
Esto indicaría un tipo de interés de equilibrio distinto, a,! cual L'2 + LS2 = L2 = M. Pero la
parte B no nos dice cuál puede ser el nivel de renta, sino que parte de un supuesto nivel
dado.
Parece, pues, que no podemos determinar la renta de equilibrio sin conocer
primero el tipo de interés, y que no podemos determinar el tipo de interés sin conocer
primero el nivel de renta. Y y r deben determinarse simultáneamente. Esto no puede
hacerse en la figura 19-1, pero hay un tipo de interés y un nivel de renta determinados
que dan, simultáneamente, el equilibrio en el mercado de bienes de la parte A y en el
mercado de dinero de la parte B. El modelo que vamos a desarrollar en este capítulo
proporciona la solución simultánea de los dos valores de equilibrio y aclara algunos
importantes problemas y temas de política.
El equilibrio en el mercado de bienes
El equilibrio en el mercado de bienes requiere la igualdad de S e l, luego todos los
factores que producen cambios en el ahorro y la inversión influyen también en la
determinación de ese equilibrio. Pueden introducirse otros factores, una vez desarrollado
el modelo básico, pero supondremos que la inversión es sólo función del tipo de interés y
que el ahorro es sólo función del nivel de renta. Tenemos, entonces, tres ecuaciones
correspondientes al mercado de bienes:
Función de ahorro: S = S( Y)
Función de inversión: l = l(r)
Condición de equilibrio: S( Y) = l(r)
Suponemos también que el nivel de precios es estable, de forma que los cambios del
ahorro, la inversión y la renta (asi como en el tipo de interés) son cambios reales.
Este sistema se representa en la figura 19-2. La parte A da la curva de EMI (demanda de
inversión), mostrando que el gasto de inversión varía inversamente con el. tipo de interés.
La línea recta de la parte B forma un ángulo de 45º a partir del origen. Cualquiera que sea
el volumen de la inversión planeada medida a lo largo del eje horizontal de la parte B, el
equilibrio exige que el ahorro planeado medido a lo largo del eje vertical de la parte B sea
igual. Así, todos los puntos de la línea de 45º de la parte B indican la igualdad del ahorro
y la inversión. La parte C introduce la función de ahorro, mostrando cómo éste varía
directamente con la renta.
La curva IS de la parte D se deriva de las otras partes de la figura. Para verlo,
supongamos un tipo de interés del 3 por 100 en la parte A, dando una inversión de 20 por
período de tiemp04. En la parte B, para que se cumpla la igualdad entre S e l, el ahorro
debe ser de 20, como indica el eje vertical. En la parte C;, vemos que el ahorro será de
20 sólo a una renta de 1205. Por último, combinando la y de 120 de la parte C y la r de 3
de la parte A, tenemos la combinación de estas variables a las cuales S = 1, o a las
cuales hay equilibrio en el mercado de bienes. Si suponemos un tipo de interés más bajo,
del 2,5 por 100, la parte A indica que la inversión será 30, lo que nos da una renta de 140
en la parte C. Por tanto, una y de 140 y una r de 2,5 es otra combinación que hace S = I.
De la misma forma podrían encontrarse otras combinaciones, partiendo de un supuesto
tipo de interés y hallando la renta a la que el ahorro es igual a la inversión indicada por el
tipo de interés. Relacionando estas combinaciones, tenemos la curva IS de la parte D.
Vemos que no hay un único nivel de renta al que S = 1, sino un nivel diferente para cada
tipo de interés. Cuanto menor sea el tipo de interés, mayor será el nivel de renta al cual S
= l. Enfocado de esta forma, esto se deduce del hecho de que un r alto significa un 1 bajo,
y un 1 bajo significa, a través del multiplicador, una y baja. Enfocado de otra forma, ello
se deduce del hecho de que una Y baja significa una S baja. Y como el equilibrio requiere
que S = 1, una S baja significa una l baja, y una l baja es resultado de'una r alta. La
función IS indica el equilibrio del mercado de bienes que encontraremos a un menor nivel
de renta dado un alto nivel del tipo de interés, pero,no nos dice qué combinación
determinada de Y y r se hallará en un momento dado de tiempo, siendo todas las
combinaciones de la función IS combinaciones igualmente posibles de Y y r en el
mercado de bienes.
La identificación de todas las combinaciones de equilibrio no significa, sin embargo, que
la combinación real en cada período de tiempo sea una de ellas, pues puede haber
desequilibrio en el mercado de bienes. Supongamos que la combinación real es la
combinación de desequilibrio en la que Y= 140 y r= 3, indicada por el punto E de la parte
O de la figura 19-2. Al nivel de renta de 140, S será igual a l sólo si el tipo de interés vale
2,5 por ciento. Por tanto, si tenemos la combinación de esta renta de 140 con un tipo de
interés del 3 por ciento, S tiene que ser mayor que 1, ya que éste será menor a un tipo
mayor del 2,5 por ciento que a este tipo, pero S no variará. En el modelo, S depende sólo
•del nivel de renta, que aquí permanece invariable en 140. La combinación de Y = 140 y r
= 3 puede también considerarse una combinación de desequilibrio desde otro punto de
vista. A un tipo de interés del 3 por ciento; S será igual a l sólo si la renta es de l W, por lo
que si tenemos la combinación de este tipo de interés del 3 por ciento con un nivel de
renta de 140, en el punto E, S debe ser mayor que 1, pues S será mayor a un nivel de
renta superior a 120 que a este nivel, pero l no variará. En este modelo, I depende sólo
del tipo de interés, que aquí no varía. Luego para toda combinación de Y y r localizados
en cualquier lugar del espacio a la derecha de la curva IS se saca la misma conclusión
que la deducida para el punto E. hay un desequilibrio en el que S excede a l, la
producción global de bienes supera a su demanda.
Por el mismo razonamiento, puede verse que la combinación de Y = 120 Y r = 2,5,
indicada por el punto F, es un desequilibrio del tipo contrario, en el que I es mayor que S.
Generalizando como antes, para toda combinación situada en el espacio a la izquierda de
la curva IS, hay un desequilibrio en el que l es mayor que S, o la demanda global de
bienes es mayor que la producción de bienes.
El equilibrio en el mercado de dinero
El equilibrio en el mercado de dinero exige la igualdad entre la oferta y la demanda de
dinero. Según la teoría Keynesiana de la demanda de dinero, la demanda de transacción
(que incluye también la demanda de precaución) es función directa sólo del nivel de
renta, L, = k( Y), y la demanda especulativa de dinero es función inversa sólo del tipo de
interés, Ls = l(r). La demanda total de dinero es L = = L, + Ls = k( Y) + l(r). La oferta de
dinero M está determinada fuera del mode~o, es una variable exógena. Así, puede
escribirse que M = = Ma, en la que Ma es. simplemente, la cantidad de dinero que existe,
cantidad determinada por las autoridades monetarias. Esto nos da tres ecuaciones que
cubren el mercado monetario:
Demanda de dinero: L = k( Y) + l(r)
Oferta de dinero: M= Ma
Condición de equilibrio: L = M
Igual que antes, se supone que los precios son estables, de forma que un cambio de una
variable es totalmente un cambio real.
Este sistema se representa en la figura 19-3. La parte A presenta la demanda
especulativa de dinero como función de r. La parte B presenta una oferta total de dinero
de 100, que debe conservase totalmente en saldo de transacción o especulativos. Los
puntos a lo largo de la línea indican todas las formas posibles en que la oferta monetaria
dada puede dividirse entre LI y Ls. En la parte C se presenta la cantidad de dinero
necesario para los fines de transacción a cada nivel de renta, en el supuesto cÍe que k =
1/2. La curva LM de la parte D s.e deduce de las otras partes de la figura de la forma
siguiente.
Supongamos que en la parte A el tipo de interés•es del 3 POJ.JOO,-a-cu)'o-tipo la-gente--
desea mantener 40 dólares en saldos especulativos. En la parte B, si restamos los 40 del
saldo especulativo de la oferta monetaría total de 100, quedan 60 de saldo de
transacción, cantidad compatible con la renta de 120, como se ve en la parte C. Por
último, juntando la Y de 120 de la parte C y la r de 3 de la parte A, tenemos una
combinación de Y y r a la cual L = M, es decir, a la cual habrá equilibrio en el mercado de
dinero. Si suponemos un tipo de interés menor, del 2,5 por 100, la parte A indica. que el
saldo especulativo será de 50; la parte B indica que el saldo de transacción será de 50, y
la parte C indica la renta de 100 compatible con ese saldo transacción de 50. Esto nos da
otra combinación de Y y r -100 y 2,5- a la cual L = M. Conectando otras combinaciones
así halladas, tenemos la función LM de la parte D7.
Más adelante veremos las características concretas de la función LM. En general,
podemos ya decir que esa función es creciente. Dado un «stock» de dinero, el equilibrio
en el mercado de dinero se encuentra en combinaciones de un tipo de interés alto y de
una renta baja, o tipos de interés bajos y rentas altas. Visto de esta forma, esto puede
deducirse del hecho de que un alto nivel de renta exige saldos de transacción grandes,
que, dada la oferta monetaria, sólo pueden quitarse de los saldos especulativos elevando
el tipo de interés. Visto en otra forma, aquella primera afirmación puede deducirse del
hecho de que un tipo de interés alto es aquel al que el saldo especulativo es pequeño;
esto libera una parte mayor de la oferta monetaria para fines de transacción, que se
conservarán como tales sólo a una renta alta. De esta forma, aunque la función LM indica
por qué el equilibrio en el mercado de dinero tiene lugar a un tipo de interés alto para una
renta alta, no nos dice, por sí sola, qué combinación concreta de Y y r hallaremos en un
momento dado de tiempo, ya que todas las combinaciones de la función LM son
igualmente posibles en el mercado de dinero.
Igual que con la curva IS, la identificación de todas las combinaciones de equilibrio de L y
M no significa que la combinación real en un momento dado sea una de ellas, pudiendo
ser una que implica un desequilibrio en el mercado monetario. Para ilustrarlo,
consideremos la combinación de desequilibrio indicada por el punto E de la parte D de la
figura 19-3. Al nivel de renta de 120, L será igual a M sólo si r es de un 3 por ciento, por lo
que si tenemos la combinación de esta renta de 120 con un tipo de interés del 2,5 por
ciento, L será superior a M, pues L será mayor a un r de 2,5 por ciento que a uno del 3
por ciento. La cantidad de dinero demandado con fines especulativos crece al bajar el tipo
de interés, pero la oferta total de dinero es fija. Visto esto de otra forma, si partimos de un
tipo de interés del 2,5 por ciento, L será igual a M sólo si la renta vale 100. Por tanto, si
tenemos la combinación de un interés del 2,5 por ciento y una renta de 120, tal como la
del punto E, L debe ser mayor que M, pues L será mayor a una renta superior a 100 que
a una renta de esta magnitud. La cantidad de dinero demandado por motivos de
transacción crece con la renta, mientras que la oferta total de dinero no varía, como
antes. La conclusión alcanzada para la combinación indicada por el punto E puede
extenderse a toda combinación situada en el espacio a la derecha de la curva LM. Tal
combinación es una de desequilibrio en la que L es mayor que M. Con la misma línea de
razonamiento, podemos ver que la combinación Y = 100 Y r = 3 indicada por el punto F
es una posición de desequilibrio del tipo opuesto: M debe ser mayor que L.
Generalizando como antes, podemos decir que existe desequilibrio, en el que M es mayor
que L, en toda combinación de Y y r situada en el espacio a la izquierda de la curva LM.
El equilibrio general. Mercado de bienes y mercado de dinero
El equilibrio entre S e I es posible a distintas combinaciones de Y y r indicadas por la
curva IS. Análogamente, el equilibrio entre L y M es posible a distintas combinaciones de
Y y r indicadas por la curva LM. Sin embargo, sólo hay una combinación de Y y r a la que
se cumplan, a la vez, las igualdades S = I! Y L = M. Esta combinación se define por la
intersección de las funciones IS y LM, derivadas en las figuras 19-2 y 19-3 y reunidas en
la 19-4. En nuestro ejemplo, el equilibrio general tiene lugar cuando Y = 120, y r = 3 por
100. Toda otra combinación de Y y r es una combinación de desequilibrio, bien en el
mercado de bienes o en el de dinero, o en ambos. Todas las combinaciones que no están
en la curva IS o en la LM caen en esta categoría. Como estas combinaciones no están en
una línea, estarán necesariamente en alguna de las cuatro áreas identificadas por los
números romanos del 1 al IV.
Como vimos antes, toda combinación de Y y r situada a la derecha de la curva IS es una
combinación en la que I < S, o en la que la producción de bienes supera a la demanda; y
lo contrario es cierto para toda combinación situada a la izquierda de la curva IS.
Análogamente, toda combinación de Y y r situada a la derecha de la curva LM es una
combinación en la que L > M; y lo contrario ocurre para toda combinación situada a la
izquierda de la curva LM. Por tanto, podemos distinguir cada una de las cuatro zonas por
la relación entre I y S y entre L y M, para toda combinación de Y y r que caiga en tales
espacios.
Tendremos
En la zona I: I<SyL<M
En la zona II: I<SyL>M
En la zona III: I>SyL>M
En la zona IV: I>SyL<M
Del análisis del mercado de bienes considerado aisladamente, sabemos que una
situación en la que I >S conducirá a un alza de la renta, y viceversa. Del análisis aislado
del mercado monetario sabemos que una situación en la que M > L conducirá a una baja
del tipo de interés, y viceversa. Ahora, en las cuatro zonas de la figura 19-4 tenemos
varias combinaciones de IS y LM de desequilibrio. Conociendo la dirección en la que
tiende a moverse el nivel de renta en respuesta al> S 01 -< S, y la dirección en la que
tiende a moverse el tipo de interés en respuesta a L >M o L < M, podemos seguir, de
forma no muy rigurosa, la senda posible que seguirán el nivel de renta y el tipo de interés
frente a una dada situación de desequilibrio.
En la figura 19-5 suponemos que la economía está situada en la combinación de
desequilibrio de Y y r indicada por A, en el espacio III. Entonces, I >'<S y L >M. Lo
primero hace elevar la renta tal como indica la flecha horizontal que parte de A; lo
segundo tiende a elevar el tipo de interés, como indica la flecha vertical que parte de A.
Entonces, es de esperar que la economía se mueva a lo largo de la senda indicada por la
flecha que va de A a B. Situada la economía en este punto, [= S, pues estamos en la
curva [S. Pero estamos a la derecha de la curva LM, luego L > M. Por tanto, se empujará
hacia arriba al tipo de interés y el próximo movimiento será a lo largo de la flecha de B a
C. En e vemos que L > M, lo que tiende a empujar otra vez hacia arriba al tipo de interés,
como indica la flecha que parte de C. Pero en C. [< S, lo que tiende a reducir el nivel de
renta, como muestra la flecha horizontal que parte de C. En conjunto, la acción de tales
fuerzas pueden mover la economía a lo largo de la senda descrita por la flecha que va de
e a D. En este último punto, las fuerzas el) operación son las mismas que en e, y el
resultado es un movimiento del mismo tipo. De esta forma la combinación del nivel de
renta y del tipo de interés puede cambiar a lo largo del tiempo hasta que el sistema
alcance finalmente la combinación de Y y r que hace 1 = S Y L = M. Aunque los pasos
discontinuos aquí seguidos pueden ayudar a comprender el proceso básico, el proceso
real sería continuo y en él el nivel de renta y el tipo de interés podrían moverse a lo largo
de una" senda indicada por la línea de rayas que va de A a D y luego hasta la
intersección de las dos curvas.
En lugar de partir de A, podríamos haber partido de cualquier otro punto de desequilibrio
y seguir el movimiento de Y y r hacia el equilibrio. Cualquiera que sea el punto de
desequilibrio del que partamos, todo lo que necesitamos hacer es (1) ver si 1> S, [< S, o
[= S, lo que nos dirá si Y tiende a crecer, a caer o a permanecer invariable; (2), ver si L >
M, L < M, o L = M, lo que nos dirá si r tiende a crecer, a caer o a permanecer sin cambiar;
y (3) establecer la dirección del movimiento de la combinación Y, r indicada por las
fuerzas en operación en (1) y (2). Por ejemplo, partiendo de cualquier punto de la zona 1,
tal como E, hay una fuerza que tiende a reducir el nivel de renta (I < S) y otra que tiende a
disminuir el tipo de interés (L < M). El lector puede seguir los pasos discontinuos desde A
a través de H, que, como se verá, siguen dirección diferente pero son exactamente
simétricos con los de A a D seguidos antes. Una vez más, una línea de rayas indica la
senda continua que podria seguir la economía desde A a H y luego hasta la intersección
de las curvas. Una vez en esta intersección, tenemos una combinación de Y y r que nos
da el equilibrio en ambos mercados. El nivel de renta y el tipo de interés permanecerán
sin cambiar hasta que el equilibrio existente se vea roto por una desviación de la curva IS
o de la LM, o de ambas.
Cambios del equilibrio general
La combinación de equilibrio general de Y y r dada por la intersección de las
funciones IS y LM variará, naturalmente, si se desplazan las funciones IS o LM. Los
desplazamientos de la función IS pueden deberse a desplazamientos de la función de
inversión o de la función de ahorro (figuras 19-2A y C). Los desplazamientos de la curva
LM están causados por desplazamientos de la oferta de dinero o en la demanda de
transacción o especulativa. (Partes B, e y A, respectivamente, de la figura 19-3.) Por
último, el desplazamiento de cualquiera de las funciones en las que se basan las curvas
IS y LM pueden ser resultado de un cambio de , alguno de los factores determinantes de
las posiciones de estas funciones. Tenemos, así, un método de análisis que nos permite
seguir los efectos de un cambio de cualquiera de estos numerosos factores básicos, a
través del sistema, hasta su efecto final sobre el nivel de renta y eL tipo de interés,
suponiendo, naturalmente" que no varíen los demás factores.
NATURALEZA DE LOS MERCADOS
En las secciones anteriores nos ocupamos del fenómeno del precio y sus
funciones en un sistema de libre empresa. En los próximos capítulos se entra en el
estudio de la determinación del precio de los productos, bajo diferentes tipos de
mercados. Antes de entrar en 'la teoría de la determinación del precio, es conveniente
describir las diferentes alternativas en que puede encontrarse la producción de un bien.
En el vocabulario corriente usamos el concepto, "mercado" para referirnos al sitio
específico en donde se compran y se venden cosas. Esta definición no es incorrecta;
pero resulta demasiado estrecha. Cuando los economistas hablan del mercado del
azúcar, o el mercado del petróleo, no están pensando específica mente en el sitio en que
concurren los compradores y vendedores de estos productos. Lo Que tienen en mente
son las condiciones generales de producción, distribución y consumo de estos productos.
En este sentido, el concepto "mercado", para el economista, es mucho más amplio que el
significado que le damos en el uso corriente. Cuando el economista habla de mercado, se
refiere, por lo tanto, a las condiciones generales en que se producen y se venden
determinadas cosas. La estructura y condiciones en que se desenvuelve la industria del
acero, en lo que respecta a la producción y distribución de dicho metal, constituye el
"mercado del acero", según el significado de. los economistas. Dadas las diferentes
condiciones bajo las cuales, se desenvuelve la compra y venta de los productos, se
acostumbra a distinguir el mercado local. del mercado mundial.
A los fines del análisis de la teoría del precio, que presentamos en los próximos
capítulos, ampliaremos aquí el concepto "mercado", para incluir la peculiar organización
de la producción, distribución y consumo del prodúcto de una industria en particular. Al
analizar la organización de un mercado, según la definición anterior, tendremos en mente
dos aspectos del problema: las condiciones bajo las cuales se desenvuelve la producción
y las condiciones generales en que operan los consumidores de un producto.
Tipos de Mercado
Tomando en consideración la peculiar organización de un sector industrial en
particular podemos establecer cuatro tipos de mercados: competencia perfecta,
competencia imperfecta (o competencia monopolística), oligopolio y monopolio.
Competencia Perfecta
Para que exista un mercado de competencia perfecta se supone que concurran las
siguientes condiciones: un número ilimitado de pe• queñas unidades de producción y
consumo; todas las firmas competidoras producen un bien homogéneo; libre entrada y
salida de 'firmas al sector. industrial; no intervención del Estado en la actividad
económica; conocimiento de las condiciones del mercado por los interesados; y,
finalmente, perfecta. movilidad de los factores de producción. Un breve. examen de cada
una de estas condiciones nos ayudará a entender mejor las conclusiones económicas
que se derivan de una situación de competencia perfecta.
La primera' condición necesaria para que rija un mercado de competencia perfecta
tiene que ver con el número y tamaño de las unidades de producción y consumo. Es
preciso que tanto las unidades de producción (empresas) como las unidades de consumo
sean numerosas y pequeñas en tamaño. La capacidad productiva de cada una de las
empresas que componen la industria debe ser tan reducida que la producción de una
firma tomada individualmente constituya una porción insignificante de la producción total
del sector industrial. Esta condición asegura que ninguna empresa podrá afectar o
influenciar el precio de mercado del producto por acción individual. La empresa podrá
duplicar su producción o reducirla a la mitad sin que ello afecte significativa mente el
volumen de producción total. Quedando la producción total prácticamente inafectada por
la acción individual de cualquiera de las firmas que procediera como se indica arriba, la
consecuencia lógica es que el precio del producto no podrá ser alterado por la voluntad
de las empresas. Las empresas tendrán que aceptar el precio del mercado como un dato'
inevitable.
Es igualmente necesario a la competencia perfecta que las unidades de consumo
sean numerosas y pequeñas. Esta condición asegura que , cada unidad de consumo
absorberá una porción tan pequeña de la producción total que ningún consumidor podrá
afectar el precio del producto, por iniciativa individual; dada la limitada capacidad de
consumo de cada unidad, cualquier aumento o reducción en el gasto de los
consumidores individuales no afectará significativa mente el consumo total, por lo que
tampoco afectará el precio del producto. Cada unidad de consumo se ve, por lo tanto,
obligada a consumir la porción que le permita su capacidad de consumo al precio
establecido en el mercado.
La segunda condición necesaria para que exista un régimen de competencia
perfecta es que no haya impedimentos de ninguna clase ala actividad económica en
general. Esta condición presupone que el gobierno no intervendrá en forma alguna que
pueda afectar las decisiones en cuanto al volumen de producción, 'las decisiones del
consumidor o el precio del producto.
El principio de no intervención se extiende no sólo a la esfera gubernamental, sino
también a las instituciones económicas privadas, tales como las asociaciones de
productores, los sindicatos obreros otras organizaciones influyentes. Descartando la
posibilidad de que las instituciones públicas y privadas influyan colectivamente en las
decisiones económicas de las unidades de producción y consumo, la producción,
distribución y consumo son procesos que se rigen por el libre juego de las fuerzas
económicas del mercado.
En tercer lugar, un mercado de competencia perfecta presupone completa libertad
de movimiento de los factores de producción así como de los artículos producidos. Los
factores de la producción se moverán con entera libertad hacia las ocupaciones de mayor
remuneración. Igualmente los productores tendrán perfecta libertad de moverse de los
mero cados de precios bajos hacia los mercados de precios más elevados. Así también
los consumidores podrán moverse hacia los mercados de precios más bajos. Esta
condición asegura un ajuste inmediato a cualquier cambio que ocurra en las condiciones
del mercado.
Una cuarta condición para un mercado de competencia perfecta es la libertad de
entrada y salida de las unidades de producción a los sectores económicos. Esta libertad
asegura que si las condiciones económicas en un determinado sector son prósperas, se
desarrollará una corriente de capital de otros sectores económicos menos prósperos
hacia el sector mencionado. Nuevas empresas podrán entrar a cualquier sector industrial
si las condiciones son atractivas, así como abandonarlo si se tornan desfavorables.
Finalmente, un mercado de competencia perfecta presupone perfecto
conocimiento de las condiciones del mercado. Los productores se enterarán rápidamente
de cualquier cambio en las mismas, y lograrán un ajuste inmediato a la nueva situación.
De igual modo, los consumidores tendrán completa y rápida información de cambios en el
precio del mercado. Esta condición supone que ninguna unidad productiva podrá sacar
ventaja a las demás o que, a lo sumo, cualquier ventaja que una empresa logre sobre las
otras será transitoria; ya• que éstas llegarán a enterarse de las causas de la ventaja y,
consecuentemente, tomarán las medidas necesarias para superar la situación. Podrá una
firma producir con mayor eficacia que las demás si, por ejemplo, adopta una nueva
técnica de producción; pero es de presumir que, bajo condiciones de competencia
perfecta, no tardarán las demás en adoptar la misma técnica productiva, eliminando de
esta forma la desventaja.
Los consumidores deberán también tener perfecto conocimiento de las condiciones
del mercado para que haya competencia perfecta. En esta forma siempre pagarán el
precio más bajo que prevalezca en el mercado para un producto. Esto significa que un
productor no podrá mantener un precio más. alto que las demás firmas que elaboran el
producto, puesto que si insistiera en ello perdería todos sus clientes. Si un productor
redujera el precio para atraer una mayor cantidad de consumidores no podría lograr una
ventaja permanente, ya que todas las empresas procederían en igual forma. Si existe en
verdad perfecto conocimiento de las condiciones del mercado, cuando un empresario
reduce el precio del producto, todos los demás harían otro tanto y si alguna ventaja
existiera sería de naturaleza transitoria.
Si todas las condiciones que hemos descrito arriba estuvieran presentes en una industria,
las decisiones en cuanto al nivel de producción de cada firma (y. por supuesto de todo el
sector industrial), el precio del mercado y las cantidades a consumirse estarían
determinadas por el libre juego de las fuerzas del mercado. Esta es, precisamente, la
característica esencial de una situación de competencia perfecta. Desde el punto de vista
de la teoría del precio,' el precio de competencia perfecta estaría determinado por el libre
juego de la oferta y la demanda. La oferta y la demanda vienen a ser los dos
determinantes del precio, bajo condiciones de competencia perfecta. El próximo capítulo
analiza en detalle la naturaleza de la oferta y la demanda como determinantes del precio
de un producto, bajo condiciones de competencia perfecta.
Corrientemente se establece una diferencia entre un mercado de competencia perfecta y
un mercado de competencia pura. La diferencia establecida es realmente cuestión de
grado. Habrá competencia perfecta cuando todas las condiciones que hemos
mencionado concurren en un mercado. La condición que determina si se trata de un
mercado de competencia perfecta o de un mercado de competencia pura es el elemento
de conocimiento perfecto de las condiciones del- mercado. Esta condición supone qué
los' ajustes de los empresarios y de los consumidores, ante cualquier cambio en las
condiciones del mercado, tecnología, precio, etc., se realizan en forma automática.
Hemos mencionado que, como consecuencia de este ajuste automático, ninguna
empresa podrá mantener por tiempo ilimitado una ventaja sobre las demás. La ausencia
del elemento de' conocimiento perfecto de' las condiciones del mercado hará del ajuste
de los empresarios un proceso mucho más lento. Pasará algún tiempo para que los
consumidores o los productores se den cuenta del cambio de situación, pudiendo en esa
forma, una empresa, mantener una ventaja sobre las demás por un tiempo mayor. El
tiempo que una empresa pueda mantener dicha ventaja depende de cuán perfecto sea el
mecanismo de información que impere en el mercado.
Esta diferencia entre competencia pura y competencia perfecta sólo afecta la rapidez con
que las firmas pueden lograr los ajustes necesarios a los cambios que puedan ocurrir en
las condiciones del mercado. Pero en los aspectos más importantes, como son, por
ejemplo, las decisiones respecto de ,cuánto producir y el precio que se establezca en el
mercado, los resultados finales son iguales. Bajo condiciones de competencia pura o
perfecta, la determinación del precio del producto y' el volumen de producción de cada
firma (y por ende de toda la industria) es un proceso que se rige por el libre juego de la
oferta y la demanda. El proceso de la determinación del precio y la producción, bajo
condiciones de competencia perfecta, será objeto de análisis más adelante.
Competencia Imperfecta o Competencia Monopolística
Un segundo tipo de mercado es el que se ha conocido bajo el nombre de competencia
imperfecta o competencia monopolística. El mismo nombre con que ,se ha definido este
tipo de mercado revela la existencia de ciertos elementos que llevan una determinada
imperfección 'al mercado. La mejor manera de conocer las características distintivas entre
un mercado de competencia perfecta y un mercado de competencia imperfecta o
monopolística es analizando las fuentes de la imperfección. Como recordaremos, bajo
condiciones de competencia perfecta no hay nada que pueda inducir a un consumidor a
preferir el producto de una empresa en detrimento de las demás. Ello es así porque el
producto de una firma, bajo condiciones de competencia perfecta, es idéntico al producto
de las demás. Dadas las otras condiciones examinadas en la sección anterior, la
homogeneidad del producto es lo que asegura la imposibilidad de que los consumidores
establezcan preferencia por el producto de una empresa en particular en detrimento de
las demás. Todas las empresas están en igualdad de condiciones. El elemento de
competencia imperfecta aparece..precisamente cuando, por alguna razón, se rompe esta
igualdad de condiciones entre las firmas que componen el sector industrial. Cuando en un
sector económico una empresa puede inducir a los consumidores' a preferir su producto'
en perjuicio de las demás empresas que componen la industria, estamos frente a un
mercado de competencia imperfecta.
En un mercado de competencia imperfecta prevalecen todas las condiciones que hemos
descrito para un mercado de competencia perfecta, excepto la condición de que el
producto -sea homogéneo. La característica esencial y distintiva de un mercado de
competencia imperfecta o monopolística es precisamente la diferenciación del producto.
Cada firma en la industria elabora un producto que se diferencia en algo del producto de
las demás firmas. A veces esta diferenciación es más aparente que real, pero le da cierta
distinción.
Las fuentes de diferenciación del producto de una industria, que convierten un mercado
de competencia perfecta en un mercado de competencia imperfecta o competencia
monopolística, son varias.
La importancia del elemento de diferenciación es que induce en alguna forma a los
consumidores a preferir el producto de una empresa en particular por 'otras razones que
no son las diferencias en. precios. Como se recordará, una de las condiciones de
competencia perfecta es que los consumidores no tendrán incentivos para preferir el
producto de una empresa en particular, excepto las diferencias en precios.
Se han señalado varios elementos de diferenciación del producto de una industria como
suficientes para establecer una situación de competencia imperfecta o monopolística.1 En
primer término se señala el costo de transportación del cliente. Las diferencias en los
costos de su transportación pueden inducir a un consumidor a preferir comprar en los
mercados más cercanos. El costo de transportación es un elemento adicional al precio
del mercado que el consumidor suele tomar en consideración. En segundo término, el
consumidor puede ser inducido a preferir el producto de una empresa en particular por la
garantía de buena calidad asociada con el prestigio de una casa comercial de reconocida
reputación. En tercer término, las facilidades que brindan los diferentes productores
puede determinar la diferencia. La rapidez en el servicio, buen trato, los términos del
crédito, etc., son elementos que pueden definitivamente inducir a una persona a preferir
el producto de una firma en particular en perjuicio de las demás que componen la
industria. Esta condición es aun más signifiéativa en aquellas ramas del comercio en las
que las relaciones humanas juegan un papel importante, no así en aquellas en donde las
relaciones son impersonales.
Los derechos de uso exclusivo de una marca registrada constituyen un elemento de
mayor importancia al explicar las imperfecciones del mercado. Los derechos de marcas
registradas establecen la más clara diferenciación de los productos. El nombre único de
un producto protegido por leyes del Estado pone a su productor en ventaja definitiva
sobre los demás empresarios. El hecho de que nadie más pueda usar el nombre Colgate
en la industria de dentífricos otorga a la concesionaria un determinado poder
monopolístico sobre dicho producto.
Los productores del dentífrico Colgate pueden reclamar que su producto es distinto a los
producidos por los demás. La acción deliberada de diferenciar el producto mediante el
simple truco de introducir un nuevo diseño en la envoltura, un nuevo sabor, y hasta un
nuevo componente químico de efectos "sorprendentes," constituye precisamente el
espíritu de competencia en un mercado de competencia monopolística o imperfecta. El
producto de las firmas que componen la industria es fundamentalmente el mismo, y sin
embargo se convierte en cosas distintas mediante el proceso de diferenciación que
hemos descrito.
Hemos utilizado indistintamente el nombre competencia imperfecta y competencia
monopolística para referimos a una misma realidad, a pesar de que tanto la Profesora
Joan Robinson como el Profesor Edward H. Chamberlain insisten en que se trata de dos
situaciones distintas. Aunque los puntos de partida de uno y otro autor son distintos, la
realidad descrita por uno y otro se refiere a la ausencia de competencia perfecta en-la
realidad.' Lo cierto es que lo que lá Profesora Robinson llama imperfecciones del
mercado, y los elementos monopolísticos que menciona el Profesor Chamberlain,
conducen a la misma conclusión de que, en la realidad, "cada productor tiene un
monopolio limitado" sobre su producto, lo cual le permite competir con los demás
productores en la industria sobre la base de otros elementos además del precio del
producto.
Mediante este proceso de diferenciación cada firma en un mercado de competencia
monopolística se aísla en alguna medida de las demás firmas, y puede, en esa forma,
ejercitar un limitado poder monopolizador sobre los consumidores. En este sentido, el
fenómeno de la determinación del precio y el volumen de producción de cada firma se
aleja de las condiciones establecidas para un mercado de competencia perfecta.
firma puede, en escala limitada, manipular el precio y la producción. El fenómeno de la
determinación del precio y la producción se rige entonces por otros principios que
analizaremos más adelante.
Oligopolio
Bajo condiciones de competencia perfecta ninguna firma, como condición
indispensable, tiene poder económico suficiente como para afectar el precio del mercado
mediante manipulaciones en el volumen de su producción. Cada firma es tan pequeña, y
el número de firmas en , la industria tan grande, que ninguna de ellas podría afectar las
condiciones del mercado en beneficio propio. En segundo .término, cada firma actúa con
independencia de las demás. Estas dos condiciones quedan significativamente
modificadas en el caso de un mercado de oligopolios. Un mercado de oligopolios
presupone un número reducido. de firmas con una capacidad productiva lo
suficientemente grande como para poder afectar la producción total en ese sector
industrial por acción individual. Puesto que la capacidad productiva de cada firma
constituye una porción substancial de la producción total de ese sector industrial, cada
firma individual podrá afectar el precio del mercado del producto mediante
manipulaciones en el volumen de su producción. En esa forma, un oligopolista podrá
lograr un aumento en el precio mediante una reducción en la producción, o podrá
provocar una reducción en el precio mediante un aumento en la producción. En segundo
término, mientras en un mercado de competencia perfecta se presupone que cada firma
actúa con independencia de las demás, bajo condiciones de oligopolio, las firmas actúan
en una relación de interdependencia. Es decir, cualquier decisión tomada por cualquiera
de las firmas que componen el mercado afecta en tanto grado a las otras que casi seguro
será prontamente seguida por las demás firmas. Una tercera condición de la situación de
oligopolio es la diferenciación del producto. La diferenciación puede ser real o
sencillamente imaginaria, pero lo más importante es que cada firma pretende convencer a
los consumidores de que se trata, en. efecto, de productos distintos. Como cuarta
condición, aunque los productos de cada firma son distintos en algo, deben no obstante
ser buenos sustitutos. De ahí que la diferenciación no puede llegar al punto de hacer de
los productos cosas totalmente distintas.
En algunos casos las empresas no pueden alcanzar el grado de diferenciación que
les permite aislarse de los demás productores, y los consumidores son indiferentes en
cuanto a cuáles de los productos comprar en el .mercado. Este es el caso, por ejemplo,
de los productos . de aluminio y acero, y muy especialmente en la industria de
herramientas. Un martillo, verbigracia, es un sustituto perfecto de cualquier otro martillo.
Cuando el producto de un oligopolista es tan parecido al producto de las demás
empresas en el mercado' que el consumidor es indiferente en cuanto a cuál de los
productos preferir, existe oligopolio puro o perfecto. Cuando la diferenciación es suficiente
para inducir a los consumidores a preferir el producto de una firma al producto de las
demás, existe una situación de oligopolio diferenciado o imperfecto.
Monopolio
Finalmente tenemos el mercado de monopolio. Existe una condición de monopolio
cuando la producción de un sector industrial está bajo el absoluto control de un solo
productor. Esto es precisamente lo que quiere decir monopolio único productor. El
concepto monopolio presupone además de un solo productor para todo el sector
industrial, la ausencia de sustitutos perfectos" (o imperfectos) para el producto del
monopolista, el cual es claramente distinto a cualquier otro en la economía. Los cambios
en la producción y en el precio de todos los demás productos en la economía no tienen
efecto alguno en las decisiones del monopolista en cuanto a precio y producción. El
monopolista está, por así decirlo, solo en el mercado. Se habla de una situación de
monopolio imperfecto cuando, contrariamente a las condiciones descritas arriba, la
política en cuanto a precio y producción del monopolista es muy sensible a la política de
precio y producción de otros productos, aunque éstos sean de género distinto: Así, por
ejemplo, teóricamente el sistema de alumbrado eléctrico compite con el sistema de
alumbrado de gas corriente. En estos casos del monopolios imperfectos se produce el
fenómeno de sustitución de un producto por otro en reacción a las diferencias en precio.
Hemos descrito la naturaleza y características' generales' de los diferentes tipos de
mercados que pueden imperar en un momento dado en una economía típicamente
capitalista. Esta 'descripción de los mero cados, aunque somera, nos ha permitido
preparar el camino para entrar a fondo en el estudio de los fundamentos de la Teoría de
la Determinación del Precio. Los capítulos que siguen presentan un análisis de la teoría
básica del precio, bajo las condiciones de mercado descritas arriba.
TEORIA DE LA MONEDA Y DEL CREDITO
INTRODUCCION
Con el solo título hemos indicado las dos partes -desiguales en extensión en que
quedará dividido este nuevo apartado del Programa. Estudiaremos:
I) Las Cuestiones Monetarias.
II) Los Problemas del Crédito.
Puntos transcendentales en la vida económica moderna. Materia interesantísima,
pero a la vez compleja y difícil, sujeta a controversias.
Nuestro estudio deberá tender a lograr una orientación segura en los asuntos
monetarios.
Advirtamos desde el principio que aquí enfocaremos el estudio en un plan estático:
naturaleza y esencia de la moneda, de los fenómenos monetarios y credi ticios. Debemos
dejar para las clases monográficas más avanzadas de la carrera, el estudio de estos
problemas desde el punto de vista dinámico, como instrumentos de política económica,
monetaria o crediticia.
DEL TRUEQUE A LA MONEDA BANCARIA
DIVISION DEL TRABAJO Y TRUEQUE
Los fenómenos monetarios van estrechamente unidos a los del cambio,
provocados por la división de! trabajo.
La división de! trabajo -especialización de las ocupaciones; que unos se dediquen
a un trabajo, mientras otros realizan trabajos diversos- es un fenómeno económico
fundamental.
En la célula primera de la organización económica, en la familia, se da la división
del trabajo, sin intercambio de bienes. En la familia primitiva, marido y mujer se ocupan
diferentemente: e! hombre, en la caza, en la pesca, en la guerra; la mujer, en el trabajo
doméstico, en el cultivo de los campos. Como hay comunidad patrimonial y de intereses,
ambos trabajan para la casa; lo producido es de los dos, no tiene por qué intercambiarse
nada, sino usarlo o gastarlo todo en común.
Pero, en rebasando el ámbito familiar, si se considera una organización social más
amplia, la división del trabajo lleva consigo el intercambio de bienes producidos.
El intercambio directo de bienes o mercancías se denomina en la literatura
económica: Trueque, por trocarse los objetos poseídos por los dos individuos.
Para que el trueque se verifique es preciso que los dos objetos cambiados tengan
idéntico valor, y, sin embargo, en el cambio aumenta la utilidad total reportada por los
sujetos. Si quieren llegar al intercambio es porque cada cual aprecia en aquel momento
más e! objeto poseído por su compañero; quiere cambiar el suyo porque espera reportar
mayor utilidad de la nueva posesión. Los dos ganan en la operación.
APARICION DE LA MONEDA
Para que se pueda proceder al cambio directo de mercancías es preciso que se
den simultáneamente dos personas, y que una quiera obtener precisamente aquello de
que la otra piensa desposeerse. Lo cual no siempre ocurre.
Además, para poder proceder al trueque es necesaria la equivalencia de prestaciones
mutuas. Los objetos intercambiados deben presentar el mismo valor. Lo cual no siempre
es hacedero.
Los inconvenientes apuntados del trueque directo son tan grandes, que bien pronto, aun
en las economías primitivas, hacen surgir la necesidad de la moneda.
Hace falta un bien fácilmente divisible para completar los saldos favorables en ~I
intercambio de mercancías de valor dispar.
Hace falta, sobre todo, un bien tan apetecible y deseado por todos que -una vez
satisfechas las más perentorias necesidades personales y familiares- todos se afanen ~n
obtener y producir; por encontrar en su posesión una ciega seguridad de adquirir cuando
quisieran lo que necesitaren. Debería ser un bien de fácil colocación, que encontrara
siempre adquiriente. Y, para ello, al menos en los estadios primitivos de la Humanidad, no
cabe duda de que debería representar en la estima de las gentes algún valor por sus
calidades reales.
Pues bien, en una primera aproximación, diremos que la moneda es ese instrumento u
objeto -apetecido por todos- que viene a interferirse en el cambio directo de mercancías,
para desdoblar el fenómeno en dos operaciones o momentos: una venta actual y una
compra futura.
Una venta actual: Una oferta de los bienes propios, a cambio de ese bien común
deseable para todos.
Una compra futura: Una demanda de otros bienes, a cambio de ese objeto apreciado por
todos, que yo poseo por mi venta anterior, y que cualquiera deseará obtener, aun
sacrificando otros objetos poseídos.
Por el mismo hecho de realizarse el cambio indirecto ,a través de un tercer bien
intermedio, la operación se realiza, además, a través del tiempo. Haya puede haber un
desfase entre la venta actual y la compra futura. Puede el cambista reservar el medio c.e
intercambio en su poder para disponer de él cuando quiera, en la compra de lo que
necesite. Esta inserción del factor tiempo en el intercambio es también de suma
importancia para la sana concepción de la moneda.
En su aspecto físico, históricamente considerada, la moneda ha revestido muy variadas
formas: ovejas de un rebaño, conchas, trozos de bronce o hierro, piezas de oro y plata,
papeles timbrados, cigarrillos, paquetes de mantequilla, simples inscripciones contables,
etc.
Las funciones de la moneda son tres:
1. Función contable, la de servir de unidad de comparación de las cosas, de común
denominador de los valores. De ahí los precios, que no son sino la comparación de los
bienes y servicios con la moneda.
2, Función de pago o intercambio. Después de haberlos comparado, si se quiere
hacer el trato se usará la moneda como instrumento de pago o intercambio.
3. Función de ahorro, de reserva de valores, de pagos diferidos. Vimos cómo con
la introducción de la moneda se insertaba en el proceso de cambio el factor tiempo.
La moneda aparece entonces como una reserva de valores. Se la hace
desempeñar una función de ahorro. Sirve como patrón para pagos diferidos.
Por esta tercera función la moneda multiplica los cambios en el tiempo.
las cualidades del bien escogido como moneda son:
1. Ser fácilmente divisible, para cumplir con la función contable y poder medir
cantidades pequeñas.
2. Ser homogéneo, aun después de dividido. Si no, serían unidades de medida diferentes;
darían lugar a sistemas monetarios diversos.
3. Presentar gran valor en poco volumen, para favorecer la función de circulación sin
necesitar masas enorme de moneda.
4. Ser bien visto por todos, aceptable y aceptado.
5. No ser fácilmente imitado, para evitar el fraude y falsificación de la moneda.
6. Ser durable, que no experimente ni pérdida física -deterioro con el uso-, ni pérdida
económica -desafección del público-
Se pueden distinguir, tres sistemas monetarios:
1. Sistema de patrones paralelos: El oro y la plata son reconocidos como moneda, pero
sin que exista ningún nexo legal entre ambos metales.
2. Sistema bimetalista: Siguen empleándose ambos metales, pero la Ley fija la relación
de valores mutua: un grano de oro vale tantos granos de plata.
3. Sistema monometalista: Uno sólo de los metales es reconocido como patrón
monetario, sea el oro, sea la plata.
NACIMIENTO DEL BILLETE
El Billete de Banco tuvo su Prehistoria.
Desde la más remota antigúedad hubo gentes que recibían en depósito dinero de otros
con fines de custodia: templos, orfebres, etc.
Unas veces les debía ser devuelto el "mismo" objeto guardado. Otras bastaba con que se
les entregara una cantidad "similar", no precisamente el mismo lingote de oro dejado en
custodia.
Cuando se confiaba una determinada suma a un "agente de cambio", se recibía de éste
un certificado que garantizaba la legítima posesión por parte del dueño. Circulaba por lo
mismo un "papel", pero se refería todavía a una suma individual y determinada de dinero.
Cuando el dueño lo quería, podía recuperar su depósito.
Esto se practicó corrientemente en Babilonia, Grecia, Roma.
En tiempos posteriores aparecieron también otros "papeles" como medios de pago:
"Las Letras de Cambio". Los comerciantes se dirigían a los "Cambistas" de dos ciudades,
relacionados por los negocios entre sí, y pagaban en cierto modo por correspondencia.
Un comerciante pagaba al cambista de su ciudad; éste extendía una Letra al colega de la
otra ciudad, y este último pagaba al comerciante acreedor del primero. También estas
Letras se referían a una operación individual y determinada, de un determinado monto de
dinero. .
Desde otro punto de vista, también desde la más remota antigúedad se conoció el
préstamo de dinero, con un interés, mejor, con "usura".
y asimismo, en tiempos más recientes se había introducido la costumbre de descontar los
recibos de pago anticipadamente, pero entregando en el momento del descuento moneda
metálica.
Hasta este momento histórico se conocen tanto la emisión de ciertos "certificados" de
dinero como el "descuento" de efectos comerciales.
Los "certificados" sirven de medios de pago. Los "descuentos" son instrumentos de
crédito.
Pero todavía no hay una conexión entre los certificados y los descuentos entre los medios
de pago y el crédito.
Lo esencial para que aparezca el Billete de Banco es que se den simultáneamente ambas
operaciones, es decir que se emitan certificados en el momento de descontar efectos,
que se asocie la emisión de medios de pago a la concesión de créditos.
La simultaneidad de ambas operaciones la realiza, por medio del Banco de Suecia,
Palmstruch, en 1656.
Palmstruch tuvo la idea genial de convencer a los comerciantes que pues aceptaban
"certificados" por los depósitos de dinero, los aceptaran igualmente por el descuento de
los efectos comerciales. O sea, que en adelante, en lugar de entregar moneda metálica
en el momento del descuento, se entregarán "certificados" o "Billetes". Por ello el que
recibe estos papeles, está haciendo un crédito, o confiando en el banquero; el
comerciante ha vendido algo real a su cliente; acabaría cobrando dinero metálico; por
anticipar en el descuento el cobro, recibe "papel" tan sólo.
Estos nuevos "certificados" serían imprescriptibles, cifrados en números redondos, 100 o
1.000 coronas. Palmstruch, por parte del Banco, se comprometía a pagar "al portador", "a
la vista", sin formalidad alguna la correspondiente suma metálica en el momento en que
se le presentara al reembolso uno de sus certificados.
Ha aparecido, pues, el verdadero billete.
Poco a poco se generaliza su uso. Mirado al principio con cierto recelo, acaba al fin por
imponerse.
Los estadios sucesivos han sido:
l. Moneda de Curso Libre, aceptada libremente por costumbre. El acreedor puede todavía
rehusar el pago de deudas en billetes. Al principio circuló simplemente entre particulares.
Más tarde, el Estado lo admitió para el pago de los impuestos.
2. Moneda de Curso Legal, la Ley la protege, el acreedor ya no puede rehusar el pago de
las deudas en billetes. Notemos que este paso no se da en Francia sino hacia 1848. Más
tarde, en otras naciones. En Inglaterra se había dado hacia 1830.
Dentro del "status" de moneda legal, el billete ha tenido dos conformaciones distintas.
a) En un principio era prácticamente un sustituto del oro. Desde el momento en que era
emitido casi a proporción exacta con el oro poseído por el Banco. Casi no se podría decir
que en tales condiciones era una moneda distinta del oro. Simplemente lo representaba;
constituía un doble del mismo.
Pero poco a poco comenzó el billete a desligarse del oro, en la misma medida en que -
respondiendo a otros principios teóricos- fue siendo emitido con mayor profusión.
b) Esto dio lugar a la segunda conformación del billete, al billete convertible en oro. Lo
cual, en la realidad, quería significar que el billete estaba tan sólo parcialmente
representado por el oro; en parte se apoyaba en él, pero en parte se apoyaba solamente
en la confianza en la convertibilidad.
La condición necesaria para ello era que se guardara la debida proporción entre el
volumen de billetes puestos en circulación y el encaje de reservas metálicas poseído.
Proporción que la práctica se encargó de fijar y que, según los países osciló entre el 25
por 100 y el 40 por 100. Es decir, que por cada 100 unidades monetarias de papel, debía
haber en bóveda de 25 a 40 en forma de oro. Esta relación, en condiciones normales, era
suficiente para asegurar la convertibilidad, pues es obvio que no todos los poseedores de
billetes habían de exigir al mismo tiempo la conversión del papel en oro; y, además, por
uno que pensara en hacerla, habría otro que, con pensamiento contrario, fuera a
depositar metal en el Banco.
Como, por lo mismo, había en circulación mayor cantidad de billetes que reservas oro se
poseían, ya no era el billete un simple sustituto del oro, sino constituía una nueva clase
de moneda: la Moneda de Papel, o moneda fiduciaria.
Fiducia, en latín, significa confianza; la expresión, por lo mismo, quiere indicar que la
moneda descansa en la confianza que inspira su posible convertibilidad en oro.
Estrictamente hablando, circulación fiduciaria sería el monto de billetes que en exceso
sobre la cobertura oro fuera inyectado en la economía; pero como una vez puestos en
circulación nadie puede distinguir cuáles están y cuáles no cubiertos por el oro,
vulgarmente se denomina circulación fiduciaria a toda la masa de billetes.
3. Moneda de Curso Forzado o BiUete Inconvertible. Siguiendo la paulatina evolución el
billete llega a desprenderse totalmente de la base aurífera.
Sucede este fenómeno importantísimo en el mismo momento en que la emisión es tan
superabundante, que ya el Banco Central no podría hacer frente a las demandas de
conversión en moneda metálica. El volumen absoluto de billetes puestos en circulación es
tan dilatado, que aunque soliciten la conversión el mismo número de personas y en el
mismo porcentaje de billetes que antes, ya las reservas no son suficientes para atender a
todas las demandas.
Entonces el billete se hace inconvertible. Se decreta la inconvertibilidad; se exime al
Banco de la obligación de entregar oro al portador de billetes. Desde ese momento el
billete circula a la fuerza, imperativamente, dentro de la nación.
La Moneda de Papel ha cedido el paso al Papel Moneda.
Con mayor razón que antes, la circulación será ahora fiduciaria. Pero ya no descansará la
solidez del billete en la confianza en la convertibilidad, sino en la confianza que inspiren
las autoridades monetarias y político-económicas del país.
Circulando forzadamente dentro del país, la moneda legal inconvertible en oro sigue
siendo, sin embargo, todavía convertible en divisas extranjeras a través del Cambio
exterior.
4. Moneda de Curso Nacional, es decir, exclusivamente nacional. Cuando a la
inconvertibilidad en moneda metálica se añade la inconvertibilidad en divisas extranjeras
por haberse implantado un rígido control de cambios y un sistema de restricción en las
importaciones, es decir, cuando las operaciones del comercio exterior deben hacerse a
través de instancias oficiales que determinan los cupos de importación, conceden las
oportunas licencias y otorgan, a los tipos de cambio preestablecidos, las necesarias
divisas extranjeras.
ORIGEN DE LA MONEDA BANCARIA
En un principio, eran varios los Bancos que en cada país tenían licencia para imprimir
billetes bajo ciertas condiciones impuestas por los respectivos Gobiernos.
Poco a poco se acabó concediendo el privilegio de la emisión a un solo Banco, el Central.
Los Bancos idearon entonces el conceder créditos, mediante la emisión de la moneda ..
bancaria movilizable por cheques.
El "Cheque" implica una autorización concedida al depositante de girar contra el Banco
una orden de pago. Orden de pago que el Banco se compromete a cumplir fielmente.
Los Bancos operan confiando en que los comerciantes que reciben de los primeros
depositantes un cheque, como medio de cancelación de un contrato, no se presentarán
todos a pedir el mismo día el desembolso efectivo en billetes. Esperan, además, que
muchos de ellos, aprovechando la oportunidad y buenos servicios que el Banco les
ofrece, depositen a su vez esos cheques en el Banco.
Puede, pues, muy bien suceder que toda la operación de pago entre dos negociantes,
realizada a través del Banco, se haga sin manejo alguno de especies monetarias, por
simple transferencia de una cantidad del "Haber" de un cliente al "Haber" del otro.
Es decir, que como medio de pago ha funcionado la circulación interior de los depósitos
bancarios. Con una simple escritura contable se ha podido liquidar una importante
transacción.
Nótese que, aunque hayamos hablado de "emisión de cheques", la moneda bancaria está
constituida por los propios depósitos bancarios. Lo que circula internamente, por la simple
escritura contable, son los depósitos; en ellos también los depositantes guardan sus
ahorros. Es decir, que lo que cumple con las funciones monetarias son los depósitos, no
el cheque. El cheque, pues, no es la moneda bancaria. El cheque no es sino una "carta"
que se escribe al Banco ordenándole movilizar la moneda bancaria. Ahora que el empleo
de ese instrumento tan ágil es el que, como vamos a ver, facilita a los Bancos la
posibilidad de ampliar los créditos y, por lo mismo, de incrementar los depósitos.
Hasta ahora hemos supuesto que los dos comerciantes operaban por medio del mismo
Banco. Pero puede ocurrir que, por ejemplo, un Comerciante A) tenga su cuenta corriente
en el Banco A') y en cambio el Comerciante B) en el Banco B').
Cuando el Banco B') reciba de manos de su cliente B) el cheque con que el Comerciante
A) ha querido pagar su deuda, el Banco B') irá a cobrarlo al Banco A').
La operación podría dar lugar al retiro de una determinada suma de billetes del Banco
A').
Pero como existirán otros comerciantes, es muy posible que por un cheque que tenga B')
contra A') éste tenga otro contra aquél, y en parte se compensen los retiros de billetes.
La vida económica moderna ha hecho por lo mismo necesaria la "Compensación
Bancaria". Cada día se reúnen, generalmente en una dependencia del Banco Central, los
representantes de todos los otros Bancos para examinar cuántos cheques existen en
contra o a favor de los demás, y obtener en definitiva los saldos favorables o
desfavorables.
y ni siquiera estos saldos favorables o desfavorables dan lugar a movimiento efectivo de
billetes, porque el Banco que hoy tendría que recibir una cantidad, es probable que al día
siguiente tuviera que entregarla. De ahí que se hayan habituado a abrirse mutuamente
cuentas, tanto acreedoras como deudoras, y que cada día se abonen o se carguen los
saldos respectivos.
¿Es la moneda bancaria, simplemente representativa de los billetes, o es una nueva
clase de moneda distinta del billete?
Mientras el billete fue puramente representativo de la moneda metálica, por corresponder
exactamente la emisión al oro depositado en las arcas del banquero, no se podía hablar
de nueva clase de moneda. Tan sólo al emitir billetes por encima de las reservas y
formarse la circulación fiduciaria apareció una nueva moneda de papel.
Exactamente lo mismo sucedería ahora con la moneda bancaria; no se podría hablar de
nueva moneda si tan sólo circularan los créditos por un monto igual al de los depósitos
primarios del público.
Analicemos el fenómeno siguiendo todas sus etapas. Es la mejor manera de dirimir la
controversia.
Supongamos el balance de un Primer Banco, cuando éstos operaban como meros
depositarios del dinero ajeno.
Activo Pasivo
Caja de Caudales .................. .. 1.000 Capital propio. . . . . . . . . . . . . . .. 500
Préstamos. . . . . . . . . . . . . . . . ... 500 Depósito en custodia ............... 1.000
Total. . . . . . . . . . .. 1.500 Total. . . . . . . . . . .. 1.500
2° Etapa.
El Banco no opera solamente con los capitales propios, sino que cayendo en la cuenta de
que no todos los depositantes le van a exigir al mismo tiempo el reembolso, se aventura a
operar con los fondos que ha recibido en depósito. Supongamos que para hacer frente a
las eventuales demandas de reembolso guarda en caja el 20 por 100 del total.
Activo Pasivo
Caja (20% / 1.500) ............ 300 Capital propio. . . . . .... . . . . . . . . .. 500
Préstamos ...................... 1.200 Depósitos. . . . . . . . . . . . . . . . . .. 1.000
Total. . . . . . . . . . .. 1.500 Total. . ........ .. .. . ... 1.500
3° Etapa.
Es evidente que ese dinero que el Banco ha prestado y ha servido a los clientes para
efectuar sus pagos, habrá venido a manos de otros. Estos lo pueden querer depositar en
el Banco o en otros Bancos.
Hagamos por el momento dos hipótesis simplificativas de la exposición: que no existe
sino un solo Banco en el país, y que todo el dinero, prestado por el Banco vuelve a
ingresar en él al cabo de cierto tiempo como depósito.
Tendríamos, pues, que el Banco volvía a recibir como depósitos "secundarios" 1.200
millones. También en billetes; los que él había prestado; o por medio de cheques, poco
importa. Aparentemente estos depósitos en nada se diferencian de los primeros. Sobre
todo, para los particulares propietarios de los depósitos son tan reales como los de los
primeros depositantes. Ellos han recibido en pago a su actividad ese dinero que confían
al Banco.
El Balance se presentará de la siguiente manera:
Activo Pasivo
Caja (20% 12.700) ........................ 540 Capital propio. . . . . . . . . . . . . . .. 500
Préstamos primeros .................... 1.200 Depósito primeros ................... 1.000
Préstamos segundos. . . . . . . . . . .. 960 Depósitos segundos ................ 1.200
Total. . ............ . . . . . . . . . 2.700 Total. . . . . . . . . . . ......... 2.700
4° Etapa.
Si los 960 millones prestados vuelven nuevamente a convertirse al cabo de un tiempo en
depósitos "terciarios", el Banco guardaría en Caja el 20 por 100 de ellos, y se aventuraría
a prestar el resto.
El balance volvería a ser:
Activo Pasivo
Caja (20% / 3.660) ....................... 732 Capital propio. . . . . . . . . . . . .. 500
Préstamos primeros ................... 1.200 Depósito primeros ........ .... 1.000
Préstamos segundos. . . . . . . . . . .. 960 Depósitos segundos ........ ... 1.200
Préstamos terceros. . . . . . . . . . . .. 768 Depósitos terceros. . . . . . . . .. 960
Total. . ............ . . . . . . . . . 3.660 Total. . . . . . . . . 3.660
y así, sucesivamente, cada vez volverían a ser prestadas y por 10 mismo nuevamente
depositadas las 4/5 partes de las sumas monetarias recibidas.
En total, ¿cuál habría sido la dilatación del volumen del dinero?
Al prestar cada vez las 4/5 partes de lo recibido, por guardar en Caja el 20 por 100,
observamos que los sucesivos términos forman una progresión geométrica decreciente
de razón 4/5:
1.500 + 1.200 + 960 + 768... son simplemente el resultado de multiplicar cada ~ término
anterior por 4/5.
O sea, sacando factor común:
1.500 [1 + 4/5 + (4/5)2 + (4/5)3 +...]
Aplicando ,la fórmula del Límite de la Suma de los Términos de una Progresión
Geométrica decreciente (la razón 4/5 es menor que 1), tendremos:
limS = al 1.500 = 1.500
1-r 1-4/5 1/5 = 1.500 . 5 = 7.500
O sea, que, en conjunto, el Banco Unico imaginado, que en nuestra hipótesis
simplificativa representa a toda la estructura bancaria nacional, contando tan sólo con
1.500 millones de moneda legal efectiva, ha podido teóricamente amplificar el volumen
monetario hasta la cifra de 7.500, es decir, ha creado 6.000 millones.
El Banco Central, banquero de los otros bancos, puede ejercer su influjo sobre la
expansión de la moneda bancaria.
Los medios de acción del Banco Central sobre los otros Bancos son cuatro;
1. La fijación del tipo de redescuento.
2. La política del Open Market, o sea de las operaciones en mercado abierto.
3. La modificación de los porcentajes de reserva.
4. La fijación de márgenes de crédito en ciertas operaciones.
1. Los Bancos Privados conceden un crédito a sus clientes, al comprarles, con un ligero
descuento sobre el valor nominal, las letras de cambio con que ellos movilizaron sus
producciones y ventas. La cartera de los Bancos, llegado el momento, puede estar bien
repleta de efectos, y en cambio la caja un tanto escuálida para poder atender las
crecientes demandas del público.
Los Bancos desean o necesitan proveerse de mayor liquidez de caja, y entonces acuden
al Banco Central, revendiéndole a sU vez los efectos que ellos compraron. El Banco
Central opera también un ligero descuento, que por ser la segunda vez que se carga
sobre un mismo papel, es denominado redescuento.
Elevando el tanto por ciento del redescuento, se puede mantener el mercado "en banca",
obligando a su vez a los Bancos a restringir los créditos y elevar el tipo de descuento.
Bajando la tasa de redescuento, puede ensanchar los márgenes de ganancia y por lo
mismo facilitar los créditos.
2. La política del "Open Market", u operaciones en mercado abierto.
Consiste esta operación en la compra-venta de valores del Estado. Presupone la
existencia de una dilatada deuda pública, de manera que la masa de papeles del Estado
otorgue un margen suficiente de aplicación.
Cuando el Banco Central observa signos de depresión o estancamiento, y cree
conveniente estimular la economía, mediante oportunas inyecciones monetarias, se
portará comprador de los valores del Estado, poseídos por los particulares o los Bancos.
Al pagarlos, lo hará con moneda nueva, creando dinero; los billetes serán puestos en
circulación, la circulación fiduciaria se habrá dilatado.
En cambio, cuando considere que la actividad es demasiado intensa, que la especulación
es activa, querrá restringir las facilidades de crédito mediante una reducción del caudal
circulatorio. Entonces se portará vendedor de los papeles que anteriormente había
comprado. Recibirá en pago dinero en efectivo, billetes, que retirará de la circulación.
Obsérvese con atención que se trata de la compra-venta de valores, ya colocados con
anterioridad; no de la compra directa de papel del Estado en el momento de la primera
emisión, pues ello equivaldría a hacer un crédito al Estado. Deben ser valores poseídos
de antemano por los particulares. Por ello, se habla de operaciones en "mercado abierto".
Una segunda observación viene también al caso. Se le pide al Banco Central que compre
y venda valores, según los casos. Pero no todo depende de él. Para que él compre es
preciso que haya alguien que se los quiera vender. Y viceversa, para que él pueda
vender, es preciso que alguien quiera comprar. Si quiere comprar, deberá contentarse
con un precio módico, barato. Parecería, en conclusión, que estamos aconsejando al
Banco para pagar caros, y vender baratos los títulos o valores. Y así es en realidad. Pues
en esta operación, el Banco no tanto trata de asegurarse un beneficio directo, cuanto de
regular la circulación monetaria del país.
3. Un arma sumamente poderosa para controlar indirectamente la expansión de la
moneda bancaria, es conceder al Banco Central un cierto poder para regular el
porcentaje de reservas mínimas que los Bancos deben guardar con respecto a los
depósitos recibidos del público.
4. La fijación de márgenes discrecionales de crédito, en ciertas operaciones ha empezado
a estilarse más recientemente.
Habiéndose observado que, muchas veces, la especulación bursátil era un tanto
frenética, y ello porque muchos compradores adquirían las acciones con dinero
simplemente prestado, solicitado a crédito en los Bancos, el Consejo de la Reserva
Federal y el Banco de Inglaterra determinaron fijar los márgenes de crédito obtenibles con
ese fin. Si se fija un margen del 75%, quiere ello decir que el prestatario no podrá obtener
como crédito, sino el 25% del valor de la garantía colateral que suministre. Lo cual le
obligará a pagar en gran parte las acciones compradas con dinero efectivo de su propia
posesión.
Similarmente, en Inglaterra han sido frecuentes las modificaciones del margen sobre las
cuotas iniciales y pagos diferidos en la venta de artículos duraderos a crédito.
EL PRODUCTO INTERNO BRUTO
Desde luego, el valor de la producción bruta incluye el valor del consumo
intermedio de los productores. Para muchos fines del análisis se necesitan medidas de la
producción en las que se excluya el valor del consumo intermedio. La medida básica de
este tipo empleada en el sistema es el producto interno bruto medido en valores de
comprador.
Esta magnitud puede calcularse de tres formas..
La primera consiste en obtener la diferencia, durante el período contable, entre el
valor de la producción bruta, medida en valores de productor (es decir, a precios de
mercado en las unidades de producción), yel valor de su consumo intermedio; medido en
valores de comprador (es decir, a precios de mercado a la entrega a las unidades de
producción), y añadiendo a esta diferencia los derechos de importación. Dicha diferencia,
referida a cada unidad de producción, representa su contribución al producto interno bruto
en valores de productor, o bien su valor agregado. .
El segundo método de cálculo consiste en sumar el valor de los usos finales de los
bienes y servicios, medido en valores de comprador, y restar el valor c.i.f.
de hs importaciones de bienes y servicios. Hay que señalar que cuando las importaciones
se valoran c.i.f., los servicios de transporte y de seguros prestados por los productores
residentes, cuyo costo está comprendido en el valor de los bienes importados, deberán
incluirse en las exportaciones de servicios. Al aplicar este método las importaciones
pueden valorarse f.o.b., en vez de c.i.f.• En este caso, los servicios de transporte y de
seguros prestados por los productores residentes respecto de las importaciones de
bienes efectuadas por un país, no deberán incluirse en las exportaciones de servicios de
ese país. Este segundo método equivale a considerar el valor total de los productos
finales de los productores residentes, es decir, solamente la parte de su producción bruta
dedicada a usos finales, restando el valor cj.f. o f.a.b. de los bienes y servicios importados
que dichos productores residentes utilizan como consumo intermedio, y sumando los
derechos sobre los bienes y servicios importados que van directamente a usos finales.
6.8. La tercera forma de cálculo consiste en sumar las rentas originales de la producción,
es decir, las asignaciones para el consumo de activos fijos, la remuneración de los
empleados, el excedente de explotación y el importe de los impuestos indirectos netos de
subvenciones.
El producto interno bruto puede valorarse también al costo de factores, es decir,
sin incluir el exceso de los impuestos indirectos sobre las subvenciones.
Otra medida de la producción que se emplea es la renta interna neta al so sto de
factores, que es el agregado anterior menos eí consumo de activos fijos.
Producción bruta de bienes y servicios.
El alcance asignado a la producción bruta, junto con las definiciones de los
productores residentes de una economía que figuran en el Capítulo V, fijan los límites de
la producción de bienes y servicios. Es necesario identificar seguidamente las actividades
de los productores residentes, que son los ,que se considera en este sistema que
contribuyen a la oferta de bienes y servicios durante el período contable. La forma en que
se valora la producción bruta y el momento en que se contabilizarán también determinan
los principios de valoración y la fecha de registro de las utilizaciones de los bienes y
servicios.
DEFINICIÓN GENERAL DE LAS INDUSTRIAS
Una producción bruta de las industrias durante un determinado período es
equivalente al valor bruto de las mercancías (bienes y servicios) producidas durante dicho
período. La producción bruta de los bienes debe registrarse en el momento en que se
producen. Las mercancías pueden venderse, pasar a las existencias de trabajo en curso
o de bienes acabados de los productores o pasar a su formación de capital fijo o al
consumo personal. La producción de servicios tiene lugar en el momento en que se
prestan. En el caso de los servicios de distribución, la producción ocurre en el momento
en que se venden las mercancías, es decir, en el momento en que se transmite su (título
legal de) propiedad.
La producción bruta de mercancías distintas de los servicios de distribución debe
valorarse en las cuentas normalizadas y en la mayoría de los cuadros básicos del sistema
en valores de productor. En éstos no deben incluirse los costos de entrega de los bienes
al comprador después de que dichos bienes salen del establecimiento del productor; por
ejemplo, las cantidades cargadas por transporte y almacenamiento. Por lo tanto, los
costos que se incluyen reflejarán el alcance asignado a los establecimientos en que se
producen los bienes. Por ejemplo, el establecimiento del productor deberá definirse con
frecuencia de forma que incluya los servicios de entrega a corta distancia, que él mismo
proporciona. Del mismo modo, los establecimientos de los fabricantes de maquinaria y
equipo deberán definirse en general de forma que queden concluidos los servicios que
suministran de instalación de la maquinaria y equipo fabricados.
En algunos de los cuadros básicos, la valoración se hace en valores básicos, es
decir, en valores de productor sin incluir los impuestos netos sobre las mercancías
(determinados impuestos indirectos disminuidos en tipo análogos de subvenciones).
Como ya indicamos en el Capítulo 11, en el análisis del insumo-producto y en otros
estudios sobre las industrias se requieren valores básicos.
El valor que se asignará a la producción bruta originada en la distribución de
mercancías es el de los márgenes brutos aplicados a lá venta de los bienes en las
mismas condiciones en que se compraron, es decir, el valor de mercado de los bienes en
la unidad distribuidora, disminuido en su costo de entrega a esta unidad.
Los márgenes brutos pueden valorarse también sin incluir los impuestos netos sobre las
mercancías.
El grado de importancia de los impuestos netos sobre las mercaflc.Ías (3.6) varía
de un país a otro. Con la utilización de valores básicos se trata fundamentalmente de
evitar el falseamiento de la importancia relativa de los diversos usos de una determinada
clase de mercancías en su demanda, falseamiento que puede producirse por las
circunstancias siguientes: una variación significativa de la relación entre los impuestos
netos sobre las mercancías y los valores de productor, según el empleo a que se destine
una misma mercancía, o notables diferencias en esta relación de una mercancía a otra de
su misma clase, en eJ caso de que ambas tengan el mismo uso. Por tal motiyo', el ámbito
de los impuestos netos sobre las mercancías podría limitarse a los impuestos indirectos y
subvenciones, que varían en una u otra de las formas citadas, Sin embargo, para atender
otras exigencias del análisis diferentes, aunque menos esenciales, conviene ampliar la
cobertura de los impuestos netos sobre las mercancías. La ampliación de esta categoría
de impuestos indirectos netos a todos los impuestos indirectos y subvenciones que sean
proporcionales a la cantidad o al valor de las mercancías producidas o vendidas ofrece
ciertas ventajas.
En lo posible, se debe asignar a las mercancías valores de productor o valores
básicos, en función de los precios de mercado, en la unidad productora de dichas
mercancías en el momento que son producidas.
En general, el precio correcto es aquel a que se venden las mercancías cuando el
pago es al contado. En principio y para obtener el precio de mercado, se deberá restar
del precio de venta nominal el importe del descuento concedido por pago al contado.
Asimismo, el precio de mercado deberá no incluir las rebajas hechas sobre el precio de
venta nominal. Cuando en el momento de la venta se entrega gratuitamente una cantidad
adicional de una mercancía, la naturaleza de la transacción puede indicar que el precio
efectivo de mercado de dicha mercancía es inferior a su valor nominal, o que la cantidad
vendida es superior a la cantidad nominal.
Puede suceder que no sea posible aplicar íntegramente estos principios de
valoración. En el caso de mercancías vendidas se podrá hacer la valoración a los valores
de productor o básicos reales, pero quizá sea no necesario valorar mercancías que hayan
sido transformadas en parte o en su totalidad, pero no vendidas, a su costo total. Para
valorar bienes que han sido vendidos, deberán tenerse en cuenta los descuentos por
pronto pago y otras rebajas. Los recargos en los pagos diferidos hasta después del
periodo normal de liquidación de cuentas, por compras de bienes y servicios, no deberán
incluirse en los valores de productor o básicos. Estos recargos constituyen, en principio,
el interés y/o el costo de los servicios relacionados con el pago diferido.
CONTABILIDAD DE LA RENTA NACIONAL
Ingresos del gobierno
Todos los ingresos del gobierno deben considerarse como ingresos impositivos, si
incluimos entre ese tipo de ingresos a las contribuciones a los seguros sociales y a los
ingresos no impositivos esporádicos, tales como las multas o las licencias3. Para
nuestros fines, los ingresos impositivos deben clasificarse mejor en cuatro grupos:
impuestos personales, impuestos sobre beneficios 'de sociedades, contribuciones a la
seguridad social e impuestos indirectos a sociedades (incluyendo las multas y los
honorarios por licencias).
Cada uno de estos cuatro tipos de impuestos encuentran correspondencia en los
otros sectores de la economía en los que son pagos o prestaciones. Los impuestos
personales (24 dólares) son un gasto para el sector de las economías domésticas; los
impuestos sobre los beneficios de sociedades (lO) y los impuestos indirectos (25), son
gastos para el sector empresarial; y las contribuciones a los seguros sociales (10) son
gastos del sector empresarial, del público y del de las economías domésticas.
Los salarios y sueldos pagados por las empresas, el gobierno y los patronos
individuales (141 en total) incluyen las contribuciones de los empleados, pero no las
contribuciones de los patronos a la seguridad social. Esta cantidad total de sueldos y
salados se considera como si fuera totalmente a las economías domésticas. El volumen
de las contribuciones de seguridad social de los empleados (4) se ha restado de los
ingresos totales de las economías domésticas (204), pudiendo llamarse al resto «renta
personal» (200).
Gastos del gobierno
Son posibles muchas clasificaciones de los gastos del gobierno, pero ahora la
clasificación adecuada para los fines de la renta nacional es simplemente ésta: (a) gastos
a cambio de los cuales el gobierno recibe bienes o servicios (es decir, aquellos que van
acompañados de una actividad productiva), y (b) gastos por los que el gobierno no recibe
ni bienes ni servicios (esto es, aquellos no acompañados de una actividad productiva). En
el cuadro 3-1, los gastos públicos acompañados de una actividad productiva están
compuestos de los bienes y servicios comprados a las empresas (30) y los servicios del
trabajo comprados directamente a los propios empleados del gobierno (20). El resto de
los gastos del gobierno -los no acompañados de una actividad productiva- se componen
de los pagos de transferencia (13), los subsidios menos el superávit corriente de las
empresas públicas (3) y los pagos de intereses (4).
Los gastos públicos en bienes y servicios cubren una amplia gama, desde clips
para sujetar papeles hasta el transporte aéreo, y desde los servicios de un empleado
hasta los del Presidente de la República. En los Estados Unidos, la mayor parte de tales
gastos consiste en pagos a las empresas por los bienes y servicios que se les ha
comprado, y el resto son salarios y sueldos pagados directamente a los empleados del
gobierno. Igual que las empresas eligen entre '«fabricar o compran> así el gobierno,
dentro de ciertos límites, decide qué bienes y servicios va a producir por sí mismo y
cuáles va a comprar a las empresas. Por ejemplo, si una agencia del gobierno necesita
10.000 copias de un informe oficial, el trabajo puede realizarse en la imprenta del
gobierno o en una privada. En cualquier caso, el coste correspondiente se incluirá como
parte de las compras oficiales de bienes y servicios. Si el informe se imprime por el
gobierno, parte del gasto total tendrá la forma de sueldos y salarios de los empleados del
gobierno y parte corresponderá a la compra de papel, tinta, etc. Si se imprime en una
empresa privada, el gasto total del gobierno tomará la forma de compras a empresas
privadas. Por tanto, en la cuenta 3 del cuadro 3-1, del total de compras del gobierno de
todo tipo de bienes y servicios (50), parte corresponderá alIado de los ingresos del sector
empresarial (ventas al gobierno por 30) y parte al lado de los ingresos del sector de las
economías domésticas (salarios y sueldos por valor de 19 o de 20 si se incluyen las
contribuciones empresariales por seguros sociales).
Hemos visto que los gastos del gobierno, distintos de los de bienes y servicios,
están formados por" pagos de transferencia (13), subsidios menos el superávit corriente
de las empresas del gobierno (3) y pagos de intereses (4). Los pagos de transferencias a
individuos8 incluyen los beneficios pagados por los diversos programas de asistencia
social (vejez, paro, seguros de retiro, etc.) y otros programas, tales como la ayuda directa
y pensiones militares. Los subsidios son do naciones monetarias que hace el gobierno a
las empresas. El interés neto es simplemente el pagado por la deuda pública menos los
intereses recibidos por el gobierno. Todos estos gastos tienen una característica común:
el gobierno no recibe ningún bien o servicio a cambio de ellos, no van acompañados de
ninguna actividad productiva.
Los pagos de intereses y las transferencias del gobierno se tratan como ingresos
del sector de las economías domésticas. Aunque en realidad una gran parte de los pagos
de intereses de la deuda pública va a los bancos, compañías de seguros, etc., tales
pagos se consideran que pasan a través de las empresas y se convierten totalmente en
ingresos de las economías domésticas. Por tanto, el total de los intereses netos pagados
por el gobierno aparecen como ingresos de este sector.
Las ventas al gobierno aparecen en el lado de los ingresos de la cuenta
consolidada de las empresas, ya que tales pagos se reciben a cambio de bienes y
servicios producidos por el gobierno. Los subsidios del gobierno a empresas parecen
pertenecer también al lado de los ingresos de la misma cuenta, pero como no van
acompañados de una actividad productiva y habría que suprimir tal valor antes de poder
utilizar el lado de los ingresos como medida de la producción originada en el sector
empresas, tales subsidios aparecen en la cuenta 1 como una partida negativa del lado de
los gastos. Con ello, se refleja el hecho de que tales subsidios dan lugar a precios
menores en la producción correspondiente y a mayores rentas para sus propietarios y
empleados respectivos. Es decir, el aumento de ingresos que parecen significar los
subsidios se compensan por los menores ingresos procedentes de las ventas (por los
menores precios), o por el aumento de los pagos totales de los factores (ordinariamente
en la forma de mayores beneficios o de mayores salarios y sueldos), o por una
combinación de ambas cosas.
La producción del gobierno
En una economía bi-sectorial, no se plantea la cuestión de la producción a cargo
del gobierno, pues toda la producción se origina en las empresas mercantiles9. En
consecuencia, medir el producto nacional neto y bruto y la renta nacional originada en las
empresas es lo mismo que medir esas magnitudes para el conjunto de la economía. Si
ahora suponemos que el gobierno es un productor, la medición de la renta y producto del
conjunto de la economía exige añadir a la renta y producto originado en las empresas los
originados en el gobierno.
Es fácil ver que el gobierno es un productor, incluyendo bajo el gobierno los
numerosos órganos de tipo empresarial, tales como los sistemas de abastecimiento de
aguas y de transporte provincial propiedad del estado, cuyos costes son cubiertos, al
menos en grado importante, por la venta de bienes y servicios a sus clientes. Para los
fines de contabilidad de la renta nacional, el hecho de que tales organismos sean
propiedad pública y no privada, no altera el hecho de que son fundamentalmente
empresas de negocios. A diferencia de las empresas de negocios privadas, su
supervivencia no depende de los beneficios obtenidos, pero su aspecto empresarial sigue
siendo muy importante. Estos organismos, a los que se llaman «empresas
gubernamentales» en las cuentas de renta y producto de Estados Unidos, se consideran
como parte del sector empresarial o de negocios, por lo que el sector gubernamental
queda limitado a aquellos órganos del gobierno cuyos servicios no se venden, o sólo
incidentalmente, en el mercado y cuyos gastos se cubren casi totalmente por impuestos.
El sector del gobierno que tenemos' (fe esta forma es, a efectos contables, análogo
a un gigantesco sector de economías domésticas. Lo que compra del sector empresarial
es un producto final, lo mismo que lo que el sector de economías domésticas compra del
sector empresarial. Si el departamento de compras de una ciudad compra 10.000
lapiceros, éstos son un producto final, igual que si lo hubieran comprado las eGonomías
individuales directamente. El sector del gobierno no revendc lo que compra; por tanto, lo
que compra no es un producto intermedio. Pero la misma compra de lapiceros, realizada
por una empresa comercial (bien sea una empresa privada o pública), es claramente un
producto intermedio, pues tales lapiceros se gastarán en el curso de la producción de la
empresa y su coste se cargará a las ventas brutas con el fin de llegar al producto final de
la empresa.
Pero aunque estas compras realizadas por el sector gobierno al sector comercial
queden incluidas como parte del producto final, son claramente un producto final
producido por el sector empresarial. El sector gobierno, ¿produce algo por sí mismo, o
solamente establece impuestos y pide préstamos, por un lado, y gasta, por el otro, sin
producir nada en tal proceso? ¿Qué ocurre si el gobierno establece impuestos y pide
préstamos y gasta los fondos obtenidos totalmente en la compra de bienes y servicios
producidos por las empresas comerciales o en los pagos de transferencia, subsidios e
intereses? Los primeros son bienes y servicios producidos por las empresas, no por el
gobierno, y los segundos no implican la atribución de bienes y servicios por parte del
Estado y, por tanto, ninguna producción por parte del gobierno ni de las empresas. Pero
estos no son los únicos tipos de gastos públicos, pues hay también gastos en forma de
salarios y sueldos a los empleados, a los que se paga por los servicios que proporcionan
al gobierno y al público. El volumen de estos pagos puede tomarse como medida del
volumen de producción representado por tales servicios.
Volvamos al ejemplo de las 10.000 copias de un informe oficial que podrían
hacerse en una imprenta del gobierno o en una privada. Al medir el producto nacional
neto del país, esas 10.000 copias deberían incluirse, a cierto valor monetario, en el
producto final de bienes y servicios de la economía, con independencia de donde se han
producido. ..Si se imprimen en una empresa privada, se incluye en el producto nacional
neto, por la cantidad de dólares pagados por el gobierno a aquella empresa, como
producto originado en el sector empresarial privado. Como compra del gobierno, es parte
del producto final, pero como producción del sector empresarial es parte del producto
final, pero como producción d~l sector empresarial es parte del producto final originado en
este sector. Si se imprimen en la propia imprenta del gobierno, parte de su valor está
formado por el papel, la tinta, etc., comprados a las empresas y parte será la cantidad de
salarios y sueldos pagados por el gobierno a sus empleados por su servicio prestado en
tal impresión. Suponiendo que el precio de compra cargado por la empresa sea igual al
coste realizado en el caso de que el informe se imprima en la imprenta gubernamental, la
publicación debería incluirse en el producto nacional neto al mismo valor en dólares en
ambos casos. Pero en el segundo caso, sólo aparecerá en su valor en dólares si
incluimos como parte del producto nacional neto los gastos del gobierno en sueldos y
salarios pagados a sus empleados y, además, las compras de material por el gobierno a
las empresas. Si multiplicamos este ejemplo por mil, el no incluir los sueldos y salarios
pagados por el gobierno daría lugar a un aumento grande, pero irreal, del producto
nacional neto cada vez que el gobierno desviase trabajo de sus propios empleados a los
de las empresas. Y al revés, la desviación contraria daría lugar a una disminución grande,
pero irreal del producto nacional neto. En resumen; el no incluir los sueldos y salarios
pagados por el gobierno sería subestimar el valor de la producción en un momento dado.
El mismo razonamiento puede aplicarse a todo lo que compre el gobierno con sus
gastos en bienes y servicios, sea 10.000 copias de un informe u otro bien, o sea la
provisión al público de los servicios de policía, bomberos, profesores, investigadores,
médicos, abogados o cualquiera otro de los cientos de servicios prestados por empleados
del gobierno. La contribución que hace a la producción, en un período dado, un empleado
del gobierno se mide por el volumen de su sueldo o salario en dicho período. Así, la
producción total por período de tiempo del sector del gobierno puede medirse por los
gastos de éste en los servicios de sus empleados en el período. Esto mide la producción
originada en el gobierno sobre la base del coste, y el único coste de producción que se
incluye es el coste del trabajo. Visto de otra forma, la producción o producto del gobierno
se mide en términos de factores (input) y el único factor reconocido es el trabajo. Por
tanto, en principio, en las estadísticas oficiales de renta y producto, el valor de la
producción del gobierno viene medido por los sueldos, salarios y complementos pagados
por el gobierno.
Este método de medición de la producción del sector gobierno difiere radicalmente
del método descrito anteriormente para el sector empresas o comercial. La medición de la
producción en este sector puede enfocarse conceptualmente desde el lado de los
ingresos o desde el lado de los gastos en la cuenta de ese sector. En el lado de los
ingresos, antes de la consolidación, encontramos las ventas brutas de bienes y servicios
a todos los sectores de la economía, incluyendo las ventas entre empresas o ventas
dentro del sector comercial. Después de ajustar las ventas brutas, para mostrar el
volumen de bienes no capital y de bienes capital gastados en la producción bruta de
aquellos bienes y servicio, y después de ajustar el lado de los ingresos con el fin de
mostrar la variación del inventario, el resto de los ingresos, o ventas, es la producción
neta de bienes y servicios finales en el sector empresarial o comercial.
En el lado del gobierno no cabe un enfoque análogo, pues el gobierno no vende lo
que produce. Para el sector comercial, los precios de mercado a los que ven¡je los
productos finales determinan el valor monetario al que deben contarse estos bienes en el
producto final del país. Pero el gobierno no vende, sino que «regala» todos los bienes y
servicios al resto de la comunidad. Es cierto, desde luego, que fuera del caso de un
déficit, los servicios prestados por el gobierno se pagan con los impuestos, pero éstos no
son precios, ya que no hay una correspondencia directa entre la cantidad del producto en
la forma de servicio público que recibe un contribuyente y la cantidad de impuestos que
paga. Y aunque hubiera correspondencia directa, el contribuyente no tiene posibilidad de
elección real respecto a la cantidad que debe pagar como impuestos o a la que
«comprará» en servicios públicos. El aspecto obligatorio de los imlJUestos, frente a la
voluntariedad de las compras hechas a las empresas, elimina la posibilidad de medir la
producción del gobierno a través de los ingresos de éste en la misma forma que se hace
para las empresas.
Si la producción del gobierno debe medirse, por tanto, a partir del lado de los
gastos de la renta, tal medición se hará necesariamente en términos del coste de los
factores para seguir camino paralelo al empleado al medir la producción de las empresas
a partir del lado de la renta del sector empresarial. Esta tarea de medición es más
complicada en el sector del gobierno, pues puede haber diferencias de juicio sobre la
inclusión de unas partidas en los gastos del gobierno. Por ejemplo, como antes se ha
observado, las cuentas de los Estados U nidos excluyen los intereses netos pagados por
el gobierno como coste de un factor, mientras que otros países siguen un trato distinto.
Sin embargo, para nuestros fines, el método seguido será el de las cuentas óÚciales, es
decir, la producción del gobierno se valora a los costes de los factores y este coste es
igual a la compensación pagada a los empleados del gobierno.
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