LEYENDA DEL JACARANDA Entre los españoles que comenzaron a poblar Corrientes, llegaron un caballero y su hija Pilar. Una bella joven de tez
blanca, ojos azul oscuro y negra cabellera. Se instalaron en una zona cercana a la misión de los Jesuitas.
Entre los jóvenes de la misión se encontraba Mbareté.
Un día paseando con su doncella, Pilar se cruzó con Mbareté. Sólo intercambiaron una mirada, pero Pilar no podía borrar de su retina la imagen del joven y Mbareté pidió al sacerdote que
le enseñara el castellano.Esperó un nuevo encuentro con Pilar, se acercó a ella y, ante su
asombro, le habló en español para confesarle su amor.
Pilar quiso ocultar sus sentimientos, pero sus hermosos ojos azules la traicionaron y el joven pudo comprobar que era
correspondido. Los encuentros se repitieron. Mbareté le propuso huir juntos. Le habló de construir una casa junto al río y allí unir sus vidas. Pilar aceptó, cuando la casa estuvo concluida escapó con su
amado.
El caballero buscó a su hija, le comentaron que la habían visto con Mbareté y que éste también había desaparecido.Furioso, el padre comenzó la búsqueda acompañado de un grupo de hombres armados. Pasaron varios días hasta que descubrieron la casa.
El padre no resistió la visión de los amantes. Apuntó con su arma al indio, Pilar se interpuso en el instante en que la carga fue lanzada y cayó al suelo con el pecho teñido de rojo. Otro
disparo dio a Mbareté en plena frente, cayó desplomado sobre el cuerpo de su amada.
El padre no se acercó a ellos. Esa noche, la imagen de su hija no pudo apartarse de su mente, y con las primeras luces del
día, regresó al lugar donde quedaron los jóvenes.
Cuando llegó, no halló restos de la pareja. En el lugar donde cayeron los cuerpos se erguía un hermoso árbol
cubierto de flores azul oscuro. El hombre tardó en comprender que Dios había convertido a Mbareté en ese árbol, y que los
ojos de su hija lo miraban desde todas y cada una de las azules flores del jacarandá.
Fin