Cuenta la leyenda que una mujer pobre con un niño en los brazos, pasando delante de una caverna, escuchó una voz misteriosa que desde dentro le decía:
“Entra y toma todo lo que desees, pero no te olvides de lo principal”. Recuerda algo: “Después que salgas, la puerta se cerrará para siempre; por lo tanto, aprovecha la oportunidad… pero no te olvides de lo principal.”.
La mujer entró en la caverna y encontró muchas riquezas.
Fascinada por el oro y las joyas, puso al niño en el piso y empezó a juntar ansiosamente todo lo que podía en su delantal.
La voz misteriosa habló nuevamente: “¡TIENES SÓLO OCHO MINUTOS!”
Agotados los ocho minutos, la mujer cargada de oro y piedras preciosas, corrió hacia fuera de la caverna y la puerta se cerró… recordó, entonces, que el niño quedó dentro y la puerta estaba cerrada para siempre.
es más provechosa la sabiduría que la necedad, así como es más provechosa la luz que la oscuridad
más vale el joven pobre pero sabio que el rey viejo pero necio.
La sabiduría ilumina la cara del hombre; hace que cambie su duro semblante.
Me dije entonces: «Vamos, pues, haré la prueba con los placeres y me daré la gran vida.» ¡Pero aun esto resultó un absurdo!
Dios les da a algunos abundantes riquezas y esplendor, y nunca les falta nada de lo que desean; pero no les permite gozar de todo ello, sino que otros lo disfrutan
tal como vino a este mundo, así se irá: tan desnudo como cuando nació, y sin llevarse nada del fruto de su trabajo.
El que trabaja, coma poco o mucho, siempre duerme a gusto; al rico, en cambio, sus riquezas no lo dejan dormir.
el amor al dinero es raíz de toda clase de males; y hay quienes, por codicia, se han desviado de la fe y se han causado terribles sufrimientos.
Diviértete, joven, ahora que estás lleno de vida; disfruta de lo bueno ahora que puedes. Déjate llevar por los impulsos de tu corazón y por todo lo que ves, pero recuerda que de todo ello Dios te pedirá cuentas.
Aleja de tu mente las preocupaciones y echa fuera de ti el sufrimiento, porque aun los mejores días de la juventud son vana ilusión.
Acuérdate de tu Creador ahora que eres joven y que aún no han llegado los tiempos difíciles; ya vendrán años en que digas: “No me trae ningún placer vivirlos.”
El discurso ha terminado. Ya todo ha sido dicho. Honra a Dios y cumple sus mandamientos, porque eso es el todo del hombre.