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DIARIO

LOS GATOS TAMBIEN MUEREN EN IRLANDA

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Gente diferente, lugares distintos, olores extrañosy muchas sonrisas nuevas y apagadas.Cada viaje es una experiencia en nuestras almas,un no saber donde estas en cada momento, una leveperdida de rutina mental, un éxtasis para el cerebro.Mi viaje comienza donde no he nacido, después de darme cuenta deque ya no estaba en España al tercer día de haber llegado a este país ,cuando por fin me di cuenta deque mis pulmones se llenaban de un aire diferente; se llenaban de verde y de agua.

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El principio de cualquier cosa relevante en nuestra vida siempre es difícil y mucho mas cuando uno se siente solo .Viajar también conlleva el adaptarse y esto a su vez comprender mucho de lo que uno no esta acostumbrado a hacer.

Metafóricamente seria acercarse a un abismo con lo ojos tapados y una vez sintiéramos volar la punta de nuestros zapatos abriéramos los ojos sin ni siquiera estar preparados.

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El viaje es el camino limpio que nosotros ensuciamos de cosas nuevas. Cada uno de los fragmentos que recogemos con los que se llenan de recuerdos las paginas de muchos diarios; tantos otros como este mismo en el que escribo.Si tuviera que definir como a sido mi estancia en los nueve meses en Irlanda no tendría una palabra exacta y no creo que hubiera una perfecta , una que recogiera todo lo que he vivido y mas que eso todo lo que he sentido. Cada gota de agua que ha caído sobre mi ha sido nueva, aun recuerdo bien cuando los nervios se me agarraban al estomago al salir por la puerta del aeropuerto de Shannon, fue lo primero que vi aquí, mi primera parada, mi primer lugar y mi primera lucha.

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La primera vez que conocí a Eugene fue rara y triste, a pesar de el gran abrazo de bienvenida que me brindo, todo en mi ,estaba lleno de mi país y de mis recuerdos en este.

Dos personas jamás conseguirán entenderse si una de ellas no quiere ,esta triste y se siente sola; Esto fue lo primero que aprendí ,sin embargo luego me di cuenta de que para escuchar cosas que dejen tu vida igual quizás es mejor solo atender y no entender.

Nada ha sido fácil para mi aquí .Doy gracias a todos los que han compartido conmigo este viaje, jamás lo olvidare, no quiero …. no puedo.

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Como dijo Marco Aurelio “cuanto mas impasible mas fuerte”, tenia razón, cuanto mas me inmuto mejor vivo.

A veces pensamos que por el mero hecho de quedarnos sentados nos perdemos la vida, como si eso no fuera vivir ,entonces nos arriesgamos a hacer locuras que definimos con la palabra experiencias. Si alguien viniera a ti a preguntarte algo ¿tu respuesta cambiaria si en vez de estar de pie estuvieras sentado?.

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Hubiera podido estar tumbada en el césped toda mi vida

entendiendo todo de la misma manera que lo hice

caminando.

Lo bueno de haber desgastado las zapatillas es haber

descubierto que las cosas menos útiles son las mas

imprescindibles. No podemos pagar nada con la sonrisa de

un amigo ,sin embargo, nos ayuda a ser felices dos días

mas hasta que nos encontremos con otra nueva .

Vivir en cierta manera, al igual que viajar ,es crear algo.

Somos inventores de vida y somos creadores de viajes.

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He pasado tantas horas intentando conocerme que creo que el único que me conoce es el tiempo .A veces es mejor dedicar tiempo a reflexionar sobre uno mismo antes de que lo empiecen a hacer los demás. En el mismo momento en que las personas nos juzgamos unas a las otras empezamos a ser imperfectos y empezamos, en cierta manera, a morir lentamente.

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Que nadie diga que lo difícil es fácil. Lo difícil es duro y complicado y en ninguna de esas dos palabras queda implícito el adjetivo sencillo. A menudo la gente olvida el ” para que” de las cosas y se intentan desprender de aquellas que les suponen un obstáculo y que jamás se quedaran en el subconsciente, puesto que lo tachamos como instinto de supervivencia. Sin embargo un loco escogería un camino duro para hacerse fuerte y otro complicado para hacerse sabio. Nunca entenderé a las personas que escogen llorar y encima no saber porque.

El simple hecho de que las manzanas se caigan de los árboles nos indica que en este mundo existen las oportunidades, hemos nacido para intentar las cosas, para intentar vivir.

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Una madre soltera con tres niños es lo que me esperaba a la salida de ese aeropuerto. Después de mi primera comida en Irlanda( mi primera decepción) y mi primera Gines( mi primera ilusión) , llegamos a la casa donde me iba a alojar, todo lo que sentía simplemente flotaba en el aire: millones de palabras que en dos horas Eugene había intercambiado conmigo, y que yo no logre entender; tres niños que me asustaban, corriendo de un lado para otro; una habitación arriba en las escaleras para mi y miedo al tocar con la punta de mis dedos la sensación de una nueva vida.

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Subí las escaleras siguiendo a Eugene, nos dirigíamos a mi nueva habitación .Recuerdo la agradable sensación que me produjo ver mi nuevo cuarto; Era una habitación sencilla, no había nada de lujos en ella ni siquiera una televisión, sin embargo algo alli me gustaba, algo la hacia cómplice de mi. En uno de los silencios creo que pude escuchar a las chicas que habían estado en esa habitación antes de llegar yo, las oí reír y llorar y entonces me di cuenta de que el viaje, aun no empezado, seria duro.Quise que me dejaran sola. Quería deshacer mi maleta mientras pensaba en la locura que había hecho. Yo me sentía débil, sin embargo me estaba haciendo mas fuerte. Cada camisa que colgaba en el armario me hacia sentir mas sola, decidí no deshacer la maleta entera, no me sentía con fuerzas.

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A veces las necesidades nos hacen reaccionar de una manera u otra, esto no significa que lo hagamos de la manera adecuada. Estaba cansada de mi vida en Madrid. Me sentía inútil, débil y estancada en una corriente que ni retrocedía ni avanzaba, debía de cambiar algo. Me urgía la necesidad de aprender ingles, por mis estudios, y decidí que la manera mas rápida seria irme como au- pair. No había decidido donde pero sabia que no quería irme a un país muy lejano del mío, nunca he sido una persona ni de estar cerca ni de sentirse lejos.

El primer contacto que tuve con la familia no fue en Irlanda. Helena era la au- Pair que había estado durante el verano pasado en la familia irlandesa con la que yo tendría que vivir. Quede con Helena en Madrid ,eran finales de septiembre, una semana antes de que me fuera.

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Cuando me reconoció me dio un abrazo, yo supe entonces que no lo había pasado bien. Pese a mi insistencia en que me contara todo tipo de detalles escabrosos ella mantuvo una expresión agradable en su cara, estaba claro que no quería asustarme. En ese momento no sabia como agradecerle toda la información que había recibido, sin la cual no hubiera podido entender nada después, por mucho que Eugenne tratara de explicarme; mi ingles era demasiado poco y el miedo simplemente demasiado.Acompañe a Helena a el metro y allí la despedí, la di las gracias pero yo sabia que aun se las debía.

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De vuelta a casa no dejaba de pensar en como explicaría a mis padres todo. Me iba a una familia con madre soltera, el padre estaba en la cárcel por trafico de drogas, el abuelo era un tipo sino raro pintoresco, los niños difíciles y el pequeño de ellos tenia leucemia. Podía haberme negado a ir pero no había tiempo para encontrar otra familia, además no tenia miedo y sin miedo somos capaces de hacer cualquier cosa.

Me despedí de mi trabajo, de mis amigos y de mi familia. Me despedí del mundo en el que había nacido y del barrio en el que me había criado, cuando el coche se dirigía al aeropuerto era como si me despidiera de la vida. Adiós papa, adiós mama, cuando pase el control de policía mis ojos se inundaron de lagrimas, el miedo me invadió y era incapaz de ver el numero de puerta por la que debía embarcar. Finalmente fui a la derecha resentidamente, si no era por allí ya encontraría el camino mas tarde o mejor aun, no lo encontraría y tendría que volverme a casa.

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Sin ni siquiera verlos sentí que mis padres se marchaban. Me acomode en el avión y me negué a mirar por la ventana. El primer pensamiento entupido que tuve ,de los que uno tiene cuando el miedo esta presente, fue que me marchaba a una isla y que de allí no se podía escapar caminando. Me perdí las preciosas montañas de España que envuelven el Escorial, me perdí como aparecía el frondoso y verde campo irlandés, me perdí incluso yo misma en mi propia cabeza y me sentí enfadada con mis padres por dejarme haber cometido esa locura.

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Con todas las limitaciones que me había puesta a mi misma no seria yo la que bajara primera de ese avión. Me quede sentada y espere a que todo el mundo desembarcara. De repente me sentí estúpida mas vale que me diera prisa no quería que nada malo pasara ,no quería que me robaran la maleta y mucho menos que cansados de esperar la familia se marchara.

Observe a toda la gente que esperaba su equipaje, todos eran irlandeses por lo tanto no me caía bien ninguno. Los miraba desconfiadamente como si todos y cada uno de ellos quisiera robarme mi maleta me sentí lista y avispada puesto que sino me hubiera dado prisa seguro que alguno de ellos me la hubiera quitado.

Cogí mi maleta y me dirigí a la puerta de salida, yo aun me sentía en España.

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Cuando tenemos miedo o nos sentimos inseguros tendemos a ponernos limitaciones como si estas fueran una cárcel, quizás no es el mejor sitio para estar pero al menos estas seguro dentro de ti mismo. Realmente uno no se quiere quedar atrás del camino, sin embargo camina despacio esperando que alguien tire de el. El problema es cuando en ese momento no ves a nadie y eres tu el que tiene que tirar de si. Un viaje no empieza hasta que no te das cuenta de que estas solo. Podía haberme quedado sentada en la cama durante los nueve meses que estuve en Irlanda, sin embargo algo hizo que me despertara que me hiciera consciente de mi situación.

En mi caso, al tercer día de llegar allí , fue cuando empecé a vivir en Irlanda.

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La primera vez que conocí a la madre de la familia no hubo ningún tipo de saludo. Durante mi estancia en Irlanda la conocí como diez veces cada día hasta que me di cuenta que jamás se puede llegar a conocer a una persona del todo y mucho menos si esta no hace esfuerzo ninguno. Esta mujer era para mi como una caja de sorpresa no paso un día allí sin que no me sorprendiera con alguna cosa nueva. Al cabo del tiempo supe que jamás llegaría a comprenderla y mucho menos a querer hacerlo. Esa noche no cene, me fue a mi habitación, cerré la puerta con llave y me metí en la cama, cerré los ojos y me imaginaba que estaba en España en mi cuarto hasta que aquel extraño silencio en la calle me hizo caer rápidamente en un profundo y reconfortante sueño. Era la primera vez en bastante tiempo que dormía tranquila, sin embargo no llegue a apreciarlo hasta el tercer día.

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A la mañana siguiente me sentí relajada, había dormido como nunca, sentí que tenia mas fuerza, entonces me lave la cara y suspire antes de girar la llave de mi puerta. Cuando abrí un olor húmedo me sacudió la cara, procedía del baño de los niños que se encontraba justo a la salida de mi habitación, me resulto desagradable así que baje rápido las escaleras.

No sabía por donde empezar así que dije buenos días, por supuesto no hubo respuesta, la mediana me hizo una mueca con la cara y entendí que era su manera de contestarme. La siguiente media hora fueron gritos, carreras y prisas, yo me ví como en medio de una guerra y esperaba instrucciones del superior, que por supuesto no llegaron, me senté y decidí tomarme el café soluble al que por supuesto no estaba acostumbrada, cuando lo probé dije: uy! Esta delicioso mientras mi cabeza pensaba – nunca sabrá como en España.

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Después de otra media hora ya no había nadie en la casa, tan solo quedaba la perra y un regalo que esta había dejado en medio de la puerta.Me sentí desorientada y decidí ir a leer el papel donde estaban escritas todas las tareas que debía asumir una Au-Pair, me pareció increíble que después de haber leído anteriormente diez veces ese mismo folleto fuera entonces cuando me diera cuenta de todas las cosas que tendría que hacer.

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Fui derecha al cuarto de la plancha y me quede mirando como quien mira una obra de arte Italiana inspirada en un montón de ropa junta sobre una escultura, organización me dije a mi misma, eso es todo. Mire el cesto de la ropa sucia y decidí estrenar mi trabajo utilizando la lavadora, separe la ropa, la puse dentro de la máquina y entonces me di cuenta de que no sabia utilizarla y no pensaba esperar a que viniera ella, prefería leerme el folleto de instrucciones entero antes de preguntarla.

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Sonó la puerta y ella se asomo, me pregunto si quería café y yo conteste que si, simplemente quise ser amable pero seguía sin gustarme aquella agua agria. La decisión de sentarme junto a ella en la mesa fue buena, pudimos hablar lo bastante para saber como se utilizaba una lavadora, si, se lo pregunte, finalmente no encontré el maldito folleto.Sentirse solo es una sensación que debería experimentar todo el mundo en su vida, es sano y es necesario. Me acuerdo que los primeros días solía pararme en la entrada de la casa y mirar escaleras arriba, después del tercer día, una vez que comprendí que estaba sola, empecé a mirar la escalera hacia abajo. Ansiaba escaparme por la puerta , estaba sola, triste y perdida pero al menos en la calle me sentía libre.

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Empecé a comprender cuanta organización es necesaria en esta vida para que solo una cosa de todas te salga bien. Cuantos pequeños ratos dedicamos a cosas que no tienen importancia y que larga se te hace la vida cuando te sientes encerrado.

Al tercer día salí de la casa, me perdí cuatro veces hasta dar con el camino que me llevaba al centro comercial. Me dedique a comprar todo lo que me hacia falta, compre demás porque eso me hacia sentirme mejor y cuando salí de allí me volvió a invadir aquella horrible sensación de vacío, me sentí triste al caminar sola, comprando sin nadie al lado con la que comentar cosas. Finalmente comprar no fue la mejor terapia.

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Engorde siete kilos allí, me consolaba pensar que a todo el mundo le pasaba lo mismo. Las tiendas están llenas de escaparates con chocolatinas, caramelos y patatas fritas, están allí para que las cojas fácilmente y las compres y yo me sentía mal si no lo hacía.Las personas hemos nacido con el don del consumismo. Jamás nos llenaremos suficiente de cosas que no necesitamos, cosas que no nos hacen mejores ni perfectos, cosas que no nos disfrazan, cosas que no son útiles y que no te hacen mas libre.

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He llegado a pensar que la felicidad esta en el no desear. Las situaciones mas felices de mi vida han sido aquellas en las que me he sentido bien y simplemente quería permanecer así, pensando que el tiempo se pararía dejándome estancada en esa sensación, en ese lugar y en ese momento.

No creo que la felicidad se encuentre en este mundo, no creo que viva en la tierra y este entre nosotros, sin embargo tenemos las posibilidad de alcanzarla, tocarla y sentirla .Eso es bonito, es como si los sueños pudieran ser alcanzados.

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Decidí quedar con otras chicas que estaban en la misma situación que yo, la noche en Limerick me sorprendió, había gente borracha a las seis de la tarde, la juventud estaba descontrolada, faldas cortas y caras largas. El resumen de esa noche fue patético, sin embargo conocí a una de mis primeras y mejores amigas aquí. Si esa noche no me hubiera animado a salir quizás nada de lo que aquí cuento hubiera ocurrido.A partir de ese día mis excursiones fuera de la casa se animaban mas, ya había encontrado a alguien que se encontraba tan sola como yo y con la que compartir penas.

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Poco a poco fuimos siendo

mas amigas,

buenas amiga, todas nos comprendíamos bien porque

todas nos

sentíamos de la misma manera.

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Poco a poco me fue acostumbrando a mi nueva casa y a mi nueva familia. Me gustaba salir al jardín, cuando no llovía, y quedarme allí, junto a mi café que ahora me sabia bien. Echaba de menos el sol de mi país, jamás imagine que se llegara a extrañar tanto el lugar donde se había nacido. Me hacían falta cosas que estando en España nunca había apreciado. Me hacía falta caminar estresada por la ciudad, sentir el sol en mi piel, echarme una siesta tirada en el sofá, domingos tranquilos de resaca, hablar con mi hermana ,las comidas de mi madre, mi habitación, Internet y millones de cosas que en ese momento se encontraban en mi lista de prioridades, sin embargo me di cuenta de que todo lo que para mi antes era imprescindible ya no me parecía tan necesario. Aprendí que se podía vivir sin necesitar nada.

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Una de las cosas mas raras fue darme cuenta de que no tenía la menor idea de quien era yo misma, no me conocía, había una completa extraña dentro de mi cuerpo. Después de este viaje todo a cambiado, ahora tengo confianza en la persona de la que antes dudaba, ahora se que puedo hacer todo, mi propia meta es tener la expectativa mas alta. No es malo no sentirse independiente, eso nos hace fuertes, siempre es mas duro depender de algo que no hacerlo.

De todas las conversaciones profundas que he tenido con el abuelo Eugenne, no hay nada que haya sacado en claro, muchas de ellas no las he entendido y a otras no las he hallado significado, aún me queda la esperanza de entenderlas cuando sea mayor y tenga nietos, pero aún así lo dudo …

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No me hizo falta venir hasta Irlanda para saber que mi vida no me gustaba, no era feliz. Ahora al menos se que lucho por serlo.

Fue bonito conocer a cada uno de los niños con los que viví. Nada fue fácil, ni siquiera lo fácil. Me levantaba cada día a las ocho de la mañana para ayudar con la merienda que los niños debían llevarse al colegio también para poner el uniforme al niño pequeño, cada mañana era la misma rutina. No les llegue a coger suficiente cariño pero mi relación con ellos fue buena. Cada uno suponía un enorme sacrificio, poco a poco me ví envuelta en la educación de tres pequeños monstruos. Me esforzaba porque el pequeño comiera bien puesto que su salud era delicada, llegaba incluso a cocinarle cinco o mas comidas diferentes al día. Perseguía a la mayor para que no olvidara nada antes de irse al colegio y aguantaba la mala educación de la mediana cada vez que la decía lo que debía de hacer.

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Cada uno de los derechos que tenía en esa casa fue alienado y desobedecido. Me sentí como una niñera a tiempo completo. Cuando los niños enfermaban podida estar metida en la casa hasta ocho o mas horas diarias. Lo peor de todo es que nunca se me dio las gracias por nada, creo que ella aún seguirá pensando que era mi obligación.

Aproveche algunos fines de semana que pedí libres para hacer alguna excursión. La primera fue a Cork con mi amiga Lucie y mi amiga Claire. Fue un buen día, andamos por la ciudad, recorrimos los mercados

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Andamos por las calles … Recuerdo el sabor de uno de los panecillos salados que compre en un puesto de la calle, cuando lo probé pensé en mi padre, le gusta la sal y aquel pan tenía bastante.

Otra de las excursiones fue a Galway. Sus calles me recordaron a Madrid, la gente andaba estresada y las tiendas eran todas distintas y originales. En una de las tiendas me llamó la atención una taza en la que se podía ver una mujer con físico de los años setenta, al lado de esta estaba escrito “ cariño, me llamas puta como si eso fuera una cosa mala “ bien, pensé, mini punto para el equipo de las chicas.

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La tercera excursión fue a Connemara. El cielo no se cansaba de regalarnos lluvia. Era la primera vez que veía la costa de Irlanda, el mar, por el que seguramente se podría navegar hasta España, cuando lo ví , me hizo sentir muy libre. Ese día dormimos en un b&b situado en Clifden. Tenía una sensación muy buena, estaba lejos de la casa donde vivía, de los niños y de la rutina. Al día siguiente visitamos Westport, castlebar y Cong, este ultimo fue uno de los que mas me gusto. Parecía uno de los jardines donde toda mi vida me había gustado perderme, me gusto saber que no solo existían en mi cabeza. Ese día regrese de noche a casa, pronto me quede dormida al día siguiente debía de levantarme a las ocho.

Recuerdo con cariño el viaje a los Cliffs of Moher, son unos acantilados enormes y preciosos situados en la costa oeste de Irlanda. Claire me pidió que fuera con ella y con tres d e sus amigos que habían venido a visitarla desde francia. Hubo risas, chistes y diversión, suficiente para un viaje inesperado.

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Adare es un pueblito situado a veinte minutos de Limerick, es un descanso para la vista, esta lleno de pequeñas casas rusticas con tejados de paja, es pequeño y lo puedes recorrer andando con tranquilidad.

Killarney y el anillo de Kerry fueron una de las ultimas excursiones que hice. Las puedes hacer en un día si vas con coche. Recuerdo la batalla de algas en una playa donde paramos, tenía los pantalones empapados hasta las rodillas, pero no me importaba, era feliz pisando la arena de aquel lugar perdido. Cuando entramos al coche me mordí los labios y estos me sabían a sal, sin saber porque apreté los dientes y me reí de mi misma.

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Dublín no lo visité, tan solo dormí allí una noche en casa del hermano de Michelle , sin embargo, fue uno de los despertares mas hermosos que llegue a tener en Irlanda. Me levante sobre un amplio sofá de color blanco inmaculado, olía a nuevo y a limpio, estaba enfrente de una larga terraza llena de plantas de tono verde apagado y sin flor, se podía admirar una cantidad de edificios que componían una ciudad sencilla. Cuando me incorporé para estirar los brazos me di cuenta que a mi izquierda estaba colgado un cuadro que parecía bastante caro, en frente una cocina con altísimos armarios todos ellos llenos de utensilios aún por estrenar.

En ese momento me recuerdo feliz, faltaban tan solo unas horas para coger un avión que me llevaría de visita a España.

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El padre de Michelle se había puesto muy enfermo, tendría que quedarse a vivir un tiempo en nuestra casa. Cuando volví de las vacaciones de Navidad, subí a mi habitación para dejar la maleta, y una vez allí la tire al suelo con rabia, mi cama había sido utilizada y las sábanas sucias se mezclaban unas con otras, el baño no estaba limpio, como yo lo había dejado, y había ropa tirada por el suelo. No puedo decir nada solo que me sentí como un pájaro con un ala herida. Habían invadido mi intimidad.

Las Habitaciones en las que he dormido han tenido siempre un significado especial, han sido de cierta manera mi propio mundo, mi lugar privado, mi espacio para reflexionar. La decoración cambia igual que lo hace mi estado de ánimo. Cada persona tiene sus manías, yo pedí a mi madre que por favor no ordenara mis cajones cuando estuviera fuera, es raro de explicar, pero cuando llego a mi habitación y siento que alguien ha hurgado en ella no la siento mía, es como si intentaran cambiar mi manera de ser, cambiando mi habitación están cambiando mi manera de existir.

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Poco a poco las calles de limerick se me fueron haciendo familiares, llegue a sentirme cómoda en ellas, me di cuenta de que aquella ciudad era segura, mucho mas que Madrid, no debía de tener miedo mientras paseaba tranquilamente por las aceras y me sentí estúpida al recordar como me asustaba el hecho de que me pudieran robar mi maleta la primera vez que pise Irlanda.

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Los últimos días me quedaba mirando la calle principal de Limerick y me hacía gracia pensar cuantos secretos me habían escondido esos callejones, cuantas juergas y cuantos buenos momentos, no había rincón que no hubiera vacilado con mis amigas y amigos, no había sitio que no me recordara un momento bueno, después de todo, pensé que no había sido tan malo haber aterrizado en ese país que por entonces ya no me resultaba tan vacío y extraño.

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Cada noche el padre de los niños los llamaba destruyendo todo tipo de protocolo y hora de acostarse, para mí era una lucha mas al final del día, era como seguir luchando en una guerra que ya estaba perdida. Salio de la cárcel a principios de marzo, mucho antes de lo que todos esperábamos. En un principio pensé que eso sería una buena señal para mi puesto que en vez de tener un día libre tendría todo el fin de semana a mi disposición. Sobra decir que no fue así, pronto se cansó, yo no me lo podía creer, yo era la niñera y sin embargo debía de asumir responsabilidades que solo correspondían a una madre y a un padre. Me sentía tirando de tres niños poco agradecidos, sentía que la casa se hundía sin mi.

Cuando nos hacemos mas fuertes ,a la vez, nos hacemos mas exigentes. Ahora los pequeños problemas para mi eran los que al principio me parecían historias metidas en callejones sin salida. Llegué a pensar que me había convertido en una máquina de producir efectos.

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En esta vida debemos de aprender a decir no quiero, no me apetece y no puedo hacerlo. Vivimos atrapados en el mundo de nada es imposible, sin embargo creo que las personas aún no estamos preparadas para vivir en el. Al poco tiempo de estar allí aprendí a poner malas caras cuando no estaba de humor, a expresar mi desacuerdo con las cosas, a no fingir cuando no me sentía fuerte para interpretar un papel y a decir no puedo hacerlo porque nunca se me ha dado bien. Lo cierto es que me encanta que las cosas a veces me superen porque se que en el fondo de mi estoy volando por encima de todo.

El autocontrol es una de las cosas que también he aprendido en Irlanda, es bueno, he aprendido a no gritar por toda la casa cuando me hartaba de la vida, sin embargo a menudo tenía temblores nerviosos y gestos repetitivos, es decir, el autocontrol me dejo destrozada de los nervios. Me apetecía llegar a mi casa y gritar, arañar las pareces y discutir con mi madre por algo en lo que una vez mas yo no tenía razón.

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Había días en los que todo, absolutamente todo, me superaba. Veía el cuarto de juegos de los niños y todo era un desastre, sus habitaciones parecían cuadros manchados de pintura sin ningún tipo de composición, el resto de la casa estaba desordenada, sucia y tenía un cesto enorme y lleno que me esperaba como cada lunes. Una vez mas me decía a mi misma; Organización, eso es todo.

En un principio, sólo libraba los sábados. La gente salía de fiesta los sábados en la noche así que los domingos tenía que levantarme como podía para hacerme cargo de los niños.

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El abuelo solía recogernos ese mismo día para pasarlo con el. Solíamos hacer alguna excursión o simplemente estábamos en su casa. Tuvimos conversaciones bastantes largas, al principio me costaba bastante entenderle así que me limitaba a asentir como si lo entendiera todo, por lo menos así me dejaba en paz.

De estas charlas he podido rescatar algunos chistes. Eugenne siempre hablaba mal de las mujeres, a menudo solía hacer comparación entre estas y los caballos. Original , sí, ya lo sé. A menudo cuando soltaba alguno de sus chistes machistas procuraba pensar en la taza que ví cuando me encontraba de viaje en Galway.

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Eugenne era divorciado. El me contó que su mujer lo dejo a cargo de cinco hijos, lo abandonó. Mas adelante me enteré de que se casó con ella cuando esta aún tenía diecisiete años, con sus veintiuno ya tenía cinco hijos. El la sacaba diez años de ventaja, nada es excusa para dejar a tus hijos pero después de saber eso, entendí las cosas un poco mejor.

Siempre he pensado de él lo mismo que el debió pensar de mí. El era un bloque cerrado en su propio mundo, recitando cosas que los demás deberíamos hacer, pero que el, sin embargo, jamás hizo. Me molestaba que me enseñara como debía actuar con los niños, yo me pasaba días enteros jugando y preocupándome por ellos, sabía lo que tenía que hacer, y además, mucho mejor que el.

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Tengo un gran defecto, el mismo que tiene mi hermana, necesito que las personas que me rodean sean felices; Me da igual que tipo de felicidad pero que lo sean. Al principio de mi estancia en Irlanda no entendía como era posible que Michelle solo sonriera una vez al día, no dejaba de preguntarme que es lo que la perturbaba tanto: un mal día en el trabajo, no tener amigas cerca, tres hijos ... A veces me frustraba porque pensaba que el mal de su actitud era yo. Por supuesto todo esto es solo al principio, luego me sentí mejor y ya no me preocupaba tanto, si quería aguantar nueve meses debía de preguntarme acerca de mi misma, nadie en esa casa y en esa familia iba a mirar por mi, ni siquiera cuando estuviera enferma.

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Todas las gripes, dolores de cabeza, constipados etc … los he pasado de pie y trabajando, a veces cuando tenía la mañana libre y me encontraba mala me quedaba durmiendo en la cama hasta que llegara la hora en la que tenía que ir al colegio a recoger al niño. De eso no puedo culpar a nadie, yo debía de haberme plantado y pedir mi día libre, sin embargo no lo hice, ya había asumido responsabilidades que no me percutían y sentía que no había nadie que pudiera hacer mi trabajo, estaba equivocada, nadie es imprescindible …

En esa casa no me sentía escuchada. Tomaba mis momentos en la ducha para hablar conmigo misma. Escribía cartas a mi familia, muchas de ellas nunca llegaron a su destino .El abuelo era el único que hacía que me escuchaba, al principio solía dirigirme a el cuando algo me preocupaba, luego me di cuenta de que el necesitaba aún mas que yo, ser escuchado.

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Cuando yo empezaba a hablar, no pasaba ni un minuto cuando ya me veía inmersa en uno de sus nuevos chistes o recortes de periódico, yo, pensaba para mi misma: -No he venido aquí para hablar de porque el presidente de no se donde dejó a su mujer por otra mas joven.

A menudo Eugenne me bromeaba diciendo que debía de escribir un libro con todas las historias que me contaba, a mi eso me hacía gracia, si escribiera un libro puedo asegurar que no sería de lo que el me contaba. Ni siquiera el entendía lo que contaba, simplemente las contaba para hacerse a si mismo, Eugenne era una interpretación, en su interior no había personalidad.

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Durante el último mes de mi estancia aquí, el sol empezó a asomarse, sentía que me daba igual todo, no me importaba la pila de ropa que tenía para planchar, ni las malas caras de nadie ni mucho menos los comentarios que sobraban. Mi piel estaba bronceada y mi mente relajada y feliz, ya me quedaba menos para regresar a España.

Recuerdo mi primer Halloween, Michelle tenía que trabajar unos días en el nuevo centro comercial que se había abierto en Athlone. Nos quedamos durante una semana en la casa del padre de Michelle. Tony, era un señor mayor cordial y educado, ese hombre me llego a caer bien, sus nietos no lo tenían suficientemente valorado, tampoco sus hijos.

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Me monté en el coche resentida, parecía que me llevaran a picar piedra, sabía lo que me esperaba, una semana sin descanso cuidando veinticuatro horas de los niños en una casa que no conocía de nada.

Mi único consuelo fue que el miércoles por la noche sería Halloween y yo sería la que llevara a los niños por las calles pidiendo caramelitos. Me habían hablado tan excitadamente de ese día que me imagine en una película americana en la que las brujas reviven y se pueden ver zombis andando por las calles.

Hubiera fantasmas o no en las calles, yo pensaba salir igualmente, nadie me iba a fastidiar ese momento de respirar aire fuera de los muros de esa casa. Me puse el traje de vampiresa que los niños habían reservado para mi, me maquille y decoramos toda la casa con adornos viejos de otros años. Por un día sería niña yo también, me olvidé de que tuviera veintidós años, eso, fue lo mejor de todo.

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Recuerdo que había casas con una decoración increíblemente recargada, otras, sin embargo, tan solo tenían una pegatina en el cristal de la ventana. Pase casa por casa pidiendo golosinas y chocolatinas, estaba emocionada, llegue a olvidar que había tres niños siguiéndome como locos y que el pequeño apenas podía seguir mis pasos con su disfraz de Jack Sparrow. En una casa, se habían dejado el vol de las golosinas fuera, yo abrí la puerta y cogí dos puñados enormes, cuando me di la vuelta mis tres niños habían salido despavoridos, luego me enteré de que eso estaba mal hecho, no podía abrir una casa que no era mía sin permiso y mucho menos robar dos puñados de golosinas para mi sola.

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En otra de las casas tuve que timbrar tres veces y aún así nadie me contestaba, me pregunte como era posible que las personas durmieran en Halloween, estaba enfadada y robe una araña de su decoración que me pareció divertida, una vez mas, los niños salieron corriendo.

Todos estábamos cansados y decidimos que la noche había terminado, nos lo pasamos bien, según llegue abrí mi bolsa para empezar a comerme todo el chocolate que pudiera, después, me fui a dormir, estaba feliz a pesar del enorme dolor que tenía de barriga.

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Al terminar la semana mi cuerpo estaba agotado, había estado siguiendo el ritmo de tres niños y eso se notaba en todo, me pase la semana siguiente de mal humor, menos mal que aún tenia el cuerpo para aguantar alguna fiesta en mi día libre.

¡Por fin una buena noticia! Helena venía a Irlanda, podría entonces devolverla el favor que me hizo. Me quedé despierta hasta que Michelle llegó con el niño y con Helena, enseguida la di un abrazo y la ofrecí mi cuarto para que durmiera. Esa noche hablamos de todo y el tiempo se nos paso volando, mientras hablábamos ella iba terminando un álbum que iba a regalar a la familia con fotos diversas que reflejaban momentos de su estancia aquí, a mi me pareció increíble, se nos hizo tarde.

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Esa semana ha sido una de las mejores aquí, realmente la recuerdo con muchísimo cariño. Helena, Carmen y yo pasamos muy buenos momentos juntas . Helena se sintió muy bien entre mis amigos, y yo, me alegré de haberla podido devolver el favor. Nos hemos hecho amigas y tenemos aún una cita pendiente que cumplir en Madrid, donde si no.

Me he dado cuenta que para poder convivir a gusto con otras personas es necesario ser generoso. Debemos de hacer de vez en cuando cosas por los demás, pararnos en algún momento de esos en los que corremos de un lado al otro de la casa, y mirar a las personas con las que compartimos un territorio. Necesitamos convivir con las personas porque somos humanos, y necesitamos convivir bien, de una manera saludable. A veces no nos paramos a pensar cual son las diferentes maneras en las que una persona vive, en como existe, tampoco nos paramos a pensar cuales son sus manías o problemas y mucho menos si estas viven en nuestra propia casa.

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No me importaba preparar café para Michelle y tampoco hacerle las tostadas por la mañana, ella también me ponía café a mi, aunque nunca me hacía tostadas. A veces me sentía mal cuando ella hacía alguna de las funciones que en teoría me correspondían a mi por ser au-pair, al finalizar mi vida allí me daba igual todo, hubiera dejado que hiciera todas mis tareas, las peores circunstancias eran las que me hacían sentir desorientada, odiaba estar perdida en mi misma, odiaba sentirme perdida en una casa que no era mía y sin saber que hacer en ella.

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Los últimos días cuando hablaba con mi familia me sentía fatal, estaba feliz porque apenas quedaba una semana para largarme de allí, sin embargo todo se me venía encima, sentí un enorme peso sobre mis hombros, una sensación parecida al miedo y a la responsabilidad, sentía que no podía volver atrás como si toda mi espalda estuviera pegada a un muro y cada vez que mis pies querían retroceder se encontraban una vez tras otra sin poder volver atrás, sin escapatoria, miré desde mi ventana a los niños que estaban jugando en el jardín, supe entonces que me estaba haciendo mayor.

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Eugenne tenía la culpa, había bebido demasiado, estaba muy pesado y me hartó. Grite delante de los que allí estábamos que me dejara en paz, luego se fue a casa. Los días siguientes al incidente con el abuelo fueron horribles para mi cabeza, no quería ni verle, sin embargo, debía pasar por su casa cada día para recoger a los dos niños del colegio, por suerte durante dos semanas el se ausentó por motivos de trabajo, cuando las cosas estaban mas calmadas volvimos a tener las conversaciones normales a las que acostumbrábamos. De todas maneras no me apetecía hablar con el, ni siquiera verle la cara, no tenía elección.

El día de San Patrick es fiesta aquí en Irlanda. Yo pasé ese día con la familia, me levanté pronto y me vestí de verde, Michelle había comprado unos pendientes en forma de sombrero de leprechaun para la mayor y para mí, dedicamos una hora a maquillarnos toda la cara, en una mejilla me puse la bandera de Irlanda y en otra un trébol ya que es muy típico en este día.

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Por la mañana nos fuimos a una cabalgata que a mi me resulto sosa y aburrida. Había bastante gente, aunque no demasiada, hubo mucha mas el día que se jugó la final del equipo de rugby Munsters. Después de la cabalgata nos dirigimos a casa de Gema y Adrián, allí tomamos la merienda y jugamos a sing star, era la primera vez que jugaba a ese juego, consiste en cantar y hacerlo bien, o por lo menos mejor que la persona que compite contigo. Fue una tarde divertida, nos reímos bastante, luego me fui con mis amigos, acabé un poco harta de tanta familia unida.

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Nunca podría olvidarme del viaje a Londres. Decidimos un buen día hacer una excursión, en teoría íbamos a visitar a los amigos de un amigo de aquí que había decidido pasar una semana en Londres, nosotros tuvimos que conformarnos con pasar allí tres maravillosos días, quizás si hubieran sido mas no hubieran sido tan maravillosos. Tuvimos la suerte de poder coger unos vuelos baratos con las horas que mas merecían la pena viajamos un viernes y llegamos a Londres justo por la mañana bastante temprano, cogimos un autobús que nos llevó a nuestro hotel, todavía no sabíamos lo que nos esperaba detrás de la puerta de la habitación, yo, puedo decir que me tiré directamente a la cama porque no podía aguantarme la risa, una habitación en miniatura, jamás me hubiera podido imaginar algo tan pequeño, cuando me tranquilicé, pensé, bueno solo dormiremos aquí dos noches. Dejamos la maleta y nos fuimos a recorrernos Londres.

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Nuestro hotel estaba situado en Earl´s court así que para conocer cualquier sitio importante en Londres debíamos de coger el metro. El metro en si ya es una atracción no puedes estar distraido porque, en mi opinión, no esta lo suficientemente bien indicado, además es caro. Lo primero que hicimos fue ir a ver El Backingham Palace, nos hicimos varias fotos por allí, me encantó la fuente que había justo en frente del palacio, había demasiada gente, la verdad es que no me impresiono tanto, sin embargo, hay un paseo muy agradable cuando vas caminando desde el palacio hasta la zona del Big Ben.

En el camino hice unas cuantas fotos a un monumento que me llamo la atención, estaba dirigido a las mujeres trabajadoras. El Big Ben me resultó precioso, merece la pena verlo, te hace consciente de la ciudad en la que estas. La gente es muy amable y muy diferente, nadie mira mal a nadie por llevar un determinado tipo de ropa u otro, la mentalidad es mas abierta y la gente parece mas libre.

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Poco a Poco me fui adentrando en la cultura de allí, es fácil porque todo tiene un encanto especial. Después de ver la Noria del Milenio nos paramos en un puente a contemplar el río, poco duro esto porque se puso a granizar repentinamente y la gente huía en estampida a refugiarse, fue divertido yo no dejaba de reírme y la gente me miraba extrañada, fue perfecto no sé porque corríamos tanto.

Mas tarde nos fuimos hasta camden town, es un sitio lleno de tiendas a lo largo de toda la calle, tiendas de todo tipo y todas ellas originales.

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Nos metimos a un bar a tomarnos una cerveza ,luego vimos algunas tiendas aunque acordamos ir otro día para seguir viendo mas cosas.

Ya era de noche y decidimos ir a comer algo, la oferta de Londres es grande y variada, aunque no demasiado buena, esa noche terminamos cenando en un italiano que no convenció a nadie. Después de cenar salimos a tomar algo en diferentes bares que íbamos encontrando, al finalizar la noche nos fuimos a dormir, yo estaba cansadísima. Al día siguiente nos levantamos todo lo pronto que pudimos, nos fuimos a desayunar y despues a ver el museo británico, me quede alucinada, jamás hubiera imaginado eso, había tanta historia ahí metida, historia que no pertenecía, en gran parte a ese país, había momias de Egipto, sarcófagos, libros, había reliquias de todas las culturas y países enlatadas en estanterías, recordé cuando escuché en España que muchos países reclamaban a Inglaterra sus pertenencias su historia, lo comprendí todo mejor, ese museo estaba lleno de injusticia.

Nos entró hambre y decidimos irnos a China town, todo lo que allí hay es perteneciente a esta cultura, puedes encontrar tiendas donde comprar productos chinos importados, hay una gran variedad de restaurantes de comida china. En una de las tiendas yo compré unas galletas de la suerte, ya no recuerdo lo que había escrito en mi papelito.

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Comimos en un bufé de comida china, podías repetir las veces que quisieras y la comida estaba sabrosa, recuerdo quedarme alucinada con los bollos y dulces recién horneados, todo el mundo hacía cola para poder comprar alguna variedad.

Con la tripa llena decidimos ir a ver Picadilli Circus, la primera vez que vi las pantallas enormes era de día y la verdad es que me lleve una gran desilusión, es la zona donde queda toda la gente en Londres, sin embargo, de día, aunque no pasa desapercibida, no es nada de otro mundo. La gente quería comprar y regresamos a camden Town, yo me compre una camiseta bastante típica y un bolso de un diseñador catalán que me salió bastante bien de precio, recuerdo que las tiendas se mezclaban con sitios árabes donde podías tomar té, los colores de la ropa que se vendían en las tiendas se mezclaban con los collares que se vendían en otras, allí se podía encontrar de todo, se podía encontrar hasta felicidad.

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Nos fuimos a cenar, yo decidí pedir un pastel de hojaldre con ternera y champiñones dentro, sabía a pies así que decidí dejarme todo en el plato. Era sábado por la noche y queríamos salir ya que era nuestra última noche allí. Estuvimos en una discoteca y a eso de las cuatro decidimos ir a coger un autobús para regresar al hotel, todos andábamos arrastrando los pies, sin embargo lo mejor que vi de londres lo recuerdo esa noche, cuando deje de mirarme los pies y alcé la visa hacia un Picadilli Circus muy diferente del que había visto en la mañana, las pantallas se iluminaban brillantes, me quedé parada, o mejor dicho embobada.

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Al día siguiente intentamos de nuevo volver a madrugar, lo conseguimos pero las ojeras nos llegaban al suelo. Fuimos a ver El Tower bridge, un precioso puente levadizo, una de las cosas mas bonitas de Londres, por lo menos para mi gusto. Después fuimos a portobello una calle colorida donde las casas lucen seguidas unas de otras, a lo largo de toda la calle hay tiendas, perfectas para comprar algún recuerdo, comimos en Nothing hill y por supuesto nos hicimos fotos en la tienda de libros de cocina en la cual trabajaba huge grant en la película Nothing Hill. Nos pusimos tristes allí se acababa nuestro viaje, allí se acababa Londres, lo próximo que visitariamos sería el aeropuerto con destino Shannon.

De nuevo volvía a ser lunes, rutinario y aburrido día, así es como lo recuerdo, nada es bonito en Irlanda después de haber visitado Londres.

El último fin de semana aquí fui a Kilaluo, hizo un día muy soleado, muy extraño en este país. Salté por la fila de piedras que cruzaban el río de un lado a otro, estaba descalza, quería sentir con mis pies la piel de las piedras y la corriente del río con su agua helada. Un escalofrío corrió todo mi cuerpo cuando la punta de mi pie rozo el musgo suave del fondo, miles de pececitos diminutos danzaban alrededor de mis piernas, me olvide de todo, no sabía donde estaba, el sol rozaba mi cara, supe que no me movería de ahí en todo el resto del día.

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Cuando Gino, el padre de los niños, salió de la cárcel, todo cambió para mi. Pronto cambió mi objetivo y sobre quien descargar mis iras. Estaba harta de el, me hubiera gustado ponerle en su sitio en mas de una ocasión. Nunca estaba con los niños. Cada viernes le llevaba andando desde mi casa a los tres niños, con todas sus cosas cargadas, alrededor de las siete de la tarde, muchas veces incluso mas tarde porque el inventaba cualquier excusa que le mantuviera fuera de casa todo el tiempo posible. Los sábados Gino debía estar con los niños, aún así, cuando Michelle llegaba de trabajar en la noche los recogía y se los llevaba de vuelta a casa, supongo que no querría que sus hijos estuvieran con una persona que no quería estar con ellos.

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Recuerdo bien una sensación, ocurrió cuando ví la imagen de los tres pequeños monstruos caminar por la cuesta que nos llevaba a casa de Eugenne, ellos iban cargados de ropa, videojuegos e ilusión y a mi se me encogió el alma solo de pensar que Gino no valoraba todo lo que los niños estaban dispuestos a hacer solo por verle unas horas.¿ Estaría cogiendo cariño a esos tres pequeños descarados?

Los fines de semana me sentía mas libre, tenía mas tiempo a mi disposición y empezaba a sentirme cómoda en aquella pequeña ciudad. Todo es mas fácil cuando puedes comunicarte hablando y no sólo por gestos, te sientes un poco menos frustrada.

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Me sentía totalmente inmersa en mi nueva vida, sabía cuales eran mis tareas y cuales no, empezaba a respetarme a mi misma, a conocerme y a conocer a aquellas personas que convivían conmigo.

Las conversaciones junto a Michelle tomando café se hicieron mas frecuentes, ya no eran tan incomodas, me hablaba de sus miedos, de sus aficiones, de su experiencia en los hospitales de Dublín y yo empecé a entender mejor a aquella persona tan poco agradecida.

Pronto me dí cuenta que los desaires de Thea por las mañanas no me molestaban, tenían muy mal despertar. Me empezaba a hacer gracia la personalidad de Darcy , me gustaba que no obedeciera nada de lo que yo le decía, ella era un espíritu libre , mas que ningún otro en esa casa, era muy generosa. León era el mas pequeño de los tres , tenía una personalidad muy fuerte y a veces un tanto extrema, solíamos llamarle” grumpy” el enanito gruñón de Blancanieves, pero yo siempre supe que tenia los siete dentro de su pequeño cuerpecito.

Aquellos días ahora los recuerdo felices, fui niña durante nueve meses, muchas personas pagarían mucho dinero por sentirse igual que me sentí yo durante mi estancia en Irlanda. Debo mucho mas de lo que creo a mis tres pequeños irlandeses.

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¿por qué solo cuando estamos debajo del sol nos paramos a pensar en como calienta? .Nuestra vida es una gran colección de recuerdos en una estantería, colocados igual que un niño coloca sus juguetes en ellas.

Durante nuestro día a día pasan por nuestra cabeza historias ¿ Recuerdas las noches de verano en el campo con todos los amigos? ¿aquellas partiditas de mus?¿cuando todavía recibías esos e-mails tan graciosos?

Aunque nos sintamos tristes siempre podremos evocar el pasado para ser felices, queramos o no estamos hechos de sensaciones , recuerdos, nostalgia y aguardiente. El pasado es algo que todos tenemos y todos hemos sido felices en algún momento de nuestra vida porque sino no sabríamos que no lo somos.

Mi vida en la isla verde estaba cambiando. Todo había cambiado, los niños, Michelle, Eugenne incluso mi cuarto. Estaba tumbada en la cama , era de noche y había sido un largo día, todo estaba en silencio , era jueves los niños estaban durmiendo y Michelle no había llegado de trabajar aún. Recordé la sensacíón de recuerdos amontonados que se me cayeron encima la primera vez que vi mi cuarto. Me quedé callada intentando escuchar algo, oía una mezcla de risas y llanto, olía a agridulce, la habitación estaba ahora llena de mi. Darcy y yo habíamos tenido una discusión una hora antes, una vez mas no obedecía mis ordenes, ella se fue llorando a la cama , encendí la luz, caminé descalza arrastrando mis pies sobre la madera sin pulir

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No estaba segura de adonde me dirigía, lo adiviné cuando vi aquella bonita caja de madera tallada a mano donde ella siempre guardaba sus tesoros , estaba en frente de la cama de Darcy. Le di un beso y me sentí culpable por no haberla comprendido, no se si ella estaba despierta o no, pero no dijo nada, a la mañana siguiente me sorprendió con una gran abrazo.

Migas, leche derramada y mermelada de frambuesa impregnada por todo mi pelo y mi pijama era lo que me quedaba una vez que los niños se iban al colegio. Las últimas semanas esa imagen de mi me hacía gracia. Empecé a ver a Michelle como una súper mujer, era capaz de recordar una lista llena de tareas que tenía que hacer , en una hora le daba tiempo a cumplir mas de la mitad.

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A Eugenne le encantaba hablar, no tanto escuchar, tenía demasiadas cosas que enseñarte antes de morir, entiendo que estuviera agobiado. No nos caíamos bien pero compartíamos buenos momentos juntos tomando el té. Seguía odiando que me dijera como debía de cuidar a los niños y el odiaba que yo le dijera como debía de educar a su hijo Gino.

Por fin tuve la ocasión de visitar Dublín, aquella pequeña ciudad cosmopolita llena de personalidad. Bares de ambiente sofisticado se mezclaban con pequeñas tabernas Irlandesas , jardines vacíos en el Trinity college, donde una librería llena de polvo se aburría ante las miradas pasotas del alumnado. Una de las zonas mas caras para comprar y la gran avenida de o’connell street me invitaron a pasear y a pasar una de las tardes mas entretenidas de mi vida.

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Cuando uno esta inmerso en su mundo no se da cuenta de cómo es realmente su vida. A veces debemos de salir al exterior, respirar aire puro y preguntarnos a donde queremos llegar. Creemos que lo tenemos todo, no es así, con una zapatilla sin cordones también podemos caminar.

Mis días en el hospital cuidando a Leon no fueron buenos. Cuando se ponía enfermo alguien debía de cuidarle y Michelle tenía que trabajar. Las enfermeras fueron muy amables conmigo cuando tenían tiempo hasta me daban lecciones de inglés, aún así, ocho horas encerrada en una habitación infantil de hospital no era el mejor plan del mundo. pude conocer mas a Leon, supe que su lugar favorito era esa habitación que de mayor quería ser arquitecto y que estaba enamorado del pollo al curry.

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De camino al centro comercial, donde había quedado con una amiga para contarnos la vida, me preguntaba que tal estaría mi familia, siempre me daba por pensar eso cuando hacía ese recorrido que era el mismo que hacía para buscar a los niños del colegio y para ir a casa de Eugenne.

Tras sus gafas empañadas Eugenne parecía diferente, tenía el aspecto típico de abuelo adorable. Una vez mas allí estaba yo, frente a mi taza mal fregada de té con un poquito de leche y tres periódicos con anotaciones hechas con bolígrafo esperando a que yo las leyera. Ese día el abuelo me propuso ir a conocer a su hija Irene que vivía en una adorable casita en Cork. Buena idea deberíamos ir.

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El camino entre Limerick y Cork era de aproximadamente un hora y media. La casita de Irene y su familia era adorable, una preciosa casita de pueblo con techo de paja y paredes blancas. Tenían dos perros y dos gatos dentro de casa, cada uno sentado en un sillón del salón; la casa era enorme.

Recuerdo que tenía hambre y aún no había asimilado bien el horario de comidas típico de allí; desayuno, comida muy ligera y cena a las siete de la tarde..El marido de Irene preparo una maravillosa cena a las seis de la tarde para toda la familia; Había pollo, cerdo, puré de patatas, patatas al horno, salsa y zanahorias hervidas.

Irene era muy amable conmigo, en su casa tenía un pequeño taller donde realizaba cuadros hechos a mano por ella misma, se quedó conmigo y me explico como hacía todo el proceso.

Ella y el abuelo me invitaron a tomar café mientras hablábamos de diversos temas, mi ingles aun no era demasiado bueno y tan solo podía entender la mitad de la conversación, pero distinguí claramente como entre ellos y delante de mi criticaban el oído malo y estúpido de los españoles aprendiendo ingles. Me sentí ofendida.

Fue un bonito día, pero no se porque no volvería a repetirlo.

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Me hizo gracia ver a Leon preocupado; Estaba haciendo una receta de cocina, y roció su pelo con levadura para cocinar , pensaba que le empezaría a crecer la cabeza como si esta fuera una magdalena.

Una de las mañanas cuando me levante, Michelle había estado cocinando con los niños y me regalaron una galleta en forma de mano donde habían dibujado mi nombre, me encanto y encima estaba buenísima, creo que aun conservo la foto.

Los viernes por la noche, solía ir a un Púb irlandés llamado Dollan, era mi favorito. Allí tomábamos clases de baile irlandés, bebíamos Guiness, la cerveza típica de allí y escuchábamos música del país en directo. Ese lugar refleja la típica imagen que un español tiene de Irlanda, lo único que falta son los duendes sirviéndote la cerveza.