Prevención de la Obesidad en Edad Escolar
Marco Teórico Prevención de la Obesidad en Edad Escolar
Prevención de la Obesidad en Edad Escolar
Índice.
DELIMITACIÓN CONCEPTUAL.
REPERCUSIÓN DE LA OBESIDAD SOBRE EL CRECIMIENTO Y DESARROLLO.
PROBLEMAS DE ADAPTACIÓN PSICOSOCIAL.
COMORBILIDAD EN EL NIÑO Y ADOLESCENTE OBESO.
FACTORES DE RIESGO DE LA OBESIDAD.
EPIDEMIOLOGIA DE LA OBESIDAD INFANTIL Y JUVENIL EN ESPA!A.
PREVENCI"N Y TRATAMIENTO DIET#TICO DE LA OBESIDAD INFANTIL.
PREVENCIÓN.
TRATAMIENTO:
o TRATAMIENTO DIETÉTICO.
o MODIFICACIÓN DE LA CONDUCTA.
o APOYO FAMILIAR.
EJERCICIO FÍSICO Y OBESIDAD EN NIÑOS Y ADOLESCENTES.
ACTIVIDAD FÍSICA Y FACTORES DETERMINANTES DE LA OBESIDAD.
PAPEL DE LA ACTIVIDAD FÍSICA EN EL TRATAMIENTO Y PREVENCIÓN DE LA OBESIDAD.
IMPACTO DEL EJERCICIO FÍSICO SOBRE LA OBESIDAD.
ESTRATEGIAS PARA LA PREVENCIÓN DE LA OBESIDAD EN LA EDAD INFANTIL.
EDUCACIÓN NUTRICIONAL.
EDUCACIÓN FÍSICA.
MATERIALES Y DOCUMENTOS
UNIDADES DIDACTICAS
SESIONES TIPO
TEST DE APLICACIÓN
Prevención de la Obesidad en Edad Escolar
Tema I Delimitación conceptual
Prevención de la Obesidad en Edad Escolar
Delimitación conceptual.
(Manuel Hernández Rodríguez)
La obesidad se define por un incremento del peso corporal, a expensas
preferentemente del aumento del tejido adiposo. Sin embargo, es importante señalar
que junto a la masa grasa se incrementa también el tejido muscular y el sistema
esquelético. Precisamente este crecimiento excesivo y desequilibrado de todas las
estructuras orgánicas es el rasgo fundamental de la obesidad, que además de un
aumento de la grasa conlleva una alteración de la composición corporal responsable
de los cambios fisiológicos.
La valoración de la obesidad en el niño y el adolescente es más difícil que en el
adulto, debido a los cambios que se producen durante el crecimiento en el ritmo de
acúmulo de grasa y de las relaciones peso/talla. Por eso no se puede utilizar un valor
absoluto del índice de masa corporal (IMC) para expresar el límite de la normalidad o
el grado de obesidad como en el adulto.
Para estimar de una forma aproximada el grado de obesidad, se pueden utilizar las
gráficas de distribución del peso para la talla, que permiten hacer una valoración
rápida.
Una mayor precisión se logra mediante la estimación del peso en relación con la talla
o peso relativo. Se obtiene dividiendo el peso del sujeto por el peso ideal para su talla
y luego multiplicando el resultado por 100.
Otro índice que se utiliza cada vez más es el índice de masa corporal o índice de
Quetelet (peso/talla2) pero utilizando los percentiles para cada edad y sexo. El
seguimiento longitudinal de este índice permite precisar la edad en que tienen lugar el
rebote adiposo que es un indicador pronóstico del desarrollo posterior de la
adiposidad.
Prevención de la Obesidad en Edad Escolar
Cualquiera de estos métodos permite tener una idea aproximada de la cantidad
global de grasa corporal, pero para valorar de una manera más específica la grasa
subcutánea y su distribución hay que recurrir a la medida de los pliegues cutáneos.
El pliegue del tríceps es el más útil para valorar el porcentaje de grasa y la obesidad
periférica, mientras que el pliegue subescapular valora preferentemente la grasa del
tronco. El cociente entre ambos: pliegue subescapular/pliegue del tríceps es un buen
indicador del predominio de la obesidad en una u otra localización; un cociente
elevado indica la existencia de una obesidad central, que se correlaciona más
estrechamente con las alteraciones de los lípidos plasmáticos, arterosclerosis,
patología cardiovascular e hipertensión.
Prevención de la Obesidad en Edad Escolar
Prevención de la Obesidad en Edad Escolar
Repercusión de la obesidad sobre el
crecimiento y desarrollo.
(Manuel Hernández Rodríguez)
La sobrecarga ponderal y los cambios de la composición corporal desencadenan una
respuesta adaptativa que tiende a restablecer la homeostasis nutricional. En ella
participan en totalidad el sistema endocrino y algunas hormonas, como la leptina
sintetizada en el tejido adiposo. El aumento de los niveles de IGF-I y la hipersecreción
de andrógenos por la suprarrenal son responsables de cambios en el patrón de
crecimiento que afectan a la velocidad de crecimiento y a la maduración.
Como consecuencia de esta respuesta hormonal los niños obesos tienen tendencia a
ser más altos, pero esta talla alta tiene un carácter transitorio, ya que es debida, sobre
todo, a una aceleración del ritmo madurativo. Por eso tienen una edad ósea
avanzada para la edad cronológica, el crecimiento finaliza precozmente y la talla
adulta suele ser normal o situarse en los límites inferiores de la normalidad.
Más importancia que la maduración ósea acelerada y su repercusión sobre el
crecimiento tienen la precocidad de los cambios puberales, que se acompañan de
una centralización de la distribución de la grasa, sobre todo en las niñas.
En un estudio amplio realizado por Bouchard y cols, para aclarar los factores
determinantes de los cuatro tipos de distribución regional de la grasa: generalizado,
androide o central, visceral y gluteofemoral, confirmó que el patrón de distribución
central y visceral se correlaciona positivamente con la patología cardiovascular, la
resistencia a la insulina y la diabetes tipo II y el resto de las alteraciones de síndrome
plurimetabólico.
Aunque los factores genéticos son responsables del 25-35% de la variabilidad del
patrón de distribución de la grasa en los niños obesos, en aquellos que tienen un
rebote precoz del acúmulo de grasas es más frecuente la localización de ésta en el
abdomen y deben ser considerados como una subpoblación de riesgo ya que en ellos
la frecuencia de complicaciones metabólicas en la edad adulta será mayor.
Prevención de la Obesidad en Edad Escolar
PROBLEMAS DE ADAPTACIÓN PSICOSOCIAL.
Las causas son múltiples. La más importante es la discriminación precoz y sistemática
por parte de los compañeros, familiares, y de la sociedad en general, como
consecuencia del modelo cultural que existe en la actualidad que identifica la figura
corporal esbelta y delgada como la perfección y a la que contrapone la imagen del
obeso como imperfecto y producto de una mezcla de debilidad, abandono y falta de
voluntad.
Esto conduce muy pronto a dificultades de relación con los compañeros, que a su vez
engendra relaciones de pérdida de autoestima que le llevan al aislamiento, cuadros
depresivos y alteraciones de la conducta alimentaria, que se expresan por crisis
bulímicas o formas atípicas de anorexia nerviosa, como el cuadro de temor descrito
por Lifshitz o le induce hacer dietas extrañas o no convencionales, que originan
carencias de micronutrientes y repercuten negativamente sobre el crecimiento.
COMORBILIDAD EN EL NIÑO Y ADOLESCENTE OBESO.
Además de la repercusión sobre el patrón de desarrollo y los problemas psicológicos y
de adaptación social, ya en la infancia la obesidad se asocia a una serie de
enfermedades que complican y agravan la evolución del proceso como:
• Cambios endocrinometabólicos.
• Esteatosis hepática y colecistitis.
• Hipertensión.
• Apnea del sueño e hipoxia crónica.
• Problemas ortopédicos.
La obesidad se define por un incremento del peso corporal, a expensas
preferentemente del aumento del tejido adiposo. Sin embargo, es importante señalar
que junto a la masa grasa se incrementa también el tejido muscular y el sistema
esquelético. Precisamente este crecimiento excesivo y desequilibrado de todas las
estructuras orgánicas es el rasgo fundamental de la obesidad, que además de un
aumento de la grasa conlleva una alteración de la composición corporal responsable
de los cambios fisiológicos.
La valoración de la obesidad en el niño y el adolescente es más difícil que en el
adulto, debido a los cambios que se producen durante el crecimiento en el ritmo de
Prevención de la Obesidad en Edad Escolar
acúmulo de grasa y de las relaciones peso/talla. Por eso no se puede utilizar un valor
absoluto del índice de masa corporal (IMC) para expresar el límite de la normalidad o
el grado de obesidad como en el adulto.
Para estimar de una forma aproximada el grado de obesidad, se pueden utilizar las
gráficas de distribución del peso para la talla, que permiten hacer una valoración
rápida.
Una mayor precisión se logra mediante la estimación del peso en relación con la talla
o peso relativo. Se obtiene dividiendo el peso del sujeto por el peso ideal para su talla
y luego multiplicando el resultado por 100.
Otro índice que se utiliza cada vez más es el índice de masa corporal o índice de
Quetelet (peso/talla2) pero utilizando los percentiles para cada edad y sexo. El
seguimiento longitudinal de este índice permite precisar la edad en que tienen lugar el
rebote adiposo que es un indicador pronóstico del desarrollo posterior de la
adiposidad.
Cualquiera de estos métodos permite tener una idea aproximada de la cantidad
global de grasa corporal, pero para valorar de una manera más específica la grasa
subcutánea y su distribución hay que recurrir a la medida de los pliegues cutáneos.
El pliegue del tríceps es el más útil para valorar el porcentaje de grasa y la obesidad
periférica, mientras que el pliegue subescapular valora preferentemente la grasa del
tronco. El cociente entre ambos: pliegue subescapular/pliegue del tríceps es un buen
indicador del predominio de la obesidad en una u otra localización; un cociente
elevado indica la existencia de una obesidad central, que se correlaciona más
estrechamente con las alteraciones de los lípidos plasmáticos, arterosclerosis,
patología cardiovascular e hipertensión.
Prevención de la Obesidad en Edad Escolar
Prevención de la Obesidad en Edad Escolar
Factores de riesgo de la obesidad
(Rafael Tojo Sierra y Rosaura Leis Trabazo)
La epidemia de la obesidad, el progresivo aumento de su prevalencia en las últimas
décadas se explica tanto o más por los importantes cambios ambientales que se han
producido que por factores genéticos. Virtualmente, es imposible que en sólo 25 años,
el fondo genético, la reserva de genes, se haya modificado tan significativamente que
pueda explicar esta tasa de aumento de la adiposidad. La obesidad es una
enfermedad de la sociedad postindustrial, en consecuencia toma gran protagonismo
la contribución ambiental, en particular la dieta inadecuada y los patrones de
inactividad física.
En el sentido epidemiológico, un factor de riesgo es un predictor estadístico de
enfermedad. Las características por las que a un determinado factor de riesgo se le
atribuye un papel etiológico son:
Presencia del factor de riesgo antes de la enfermedad; Relación fuerte y ligada con la
dosis entre el factor y la enfermedad; Mantenimiento del valor predictivo en
poblaciones diferentes; Plausividad patogénica; Reducción o eliminación de la
enfermedad al disminuir el factor de riesgo.
Por lo tanto, el estudio de los factores de riesgo en los niños no sólo debe ayudar a
definir el grado de incidencia y gravedad, sino también servir como guía de actuación
sanitaria.
CAMBIOS EN LA DIETA.
El extraordinario progreso de la tecnología y biotecnología alimentaria, de la red de
frío y de los transportes ha permitido que durante todo el año se pueda consumir
prácticamente cualquier tipo de alimentos.
Unos de los cambios más significativos en la dieta de los niños y adolecentes
occidentales ha sido el aumento del consumo de alimentos de origen animal y el de
comidas o picoteos en forma de tentempiés y bebidas blandas, la mayoría de ellos de
alto contenido en grasa y/o azúcares refinados y sal y densos en energía.
En niños obesos se ha demostrado un mayor consumo de grasas que en no obesos y
una asociación inversa entre consumo de hidratos de carbono y adiposidad.
Prevención de la Obesidad en Edad Escolar
Estos cambios tan significativos de los hábitos alimentarios en la edad pediátrica están
condicionados sobre todo por los modelos de estructura familiar cada vez más
dominantes como las familias de un solo hijo, monoparentales y divorciados, la menor
supervisión familiar de los alimentos y bebidas que ingiere el niño, tanto dentro como
fuera del hogar, y por la mayor disponibilidad económica que tiene el niño para
comprarlos.
Los padres de niños obesos, fundamentalmente si están obesos, prestan menos
atención e interés por la conducta alimentaria de sus hijos, les proporcionan menos
información nutricional y les suministran raciones de alimentos de mayor tamaño.
Estos cambios negativos de la dieta en los niños ocurren sin embargo cuando estos
tienen más conocimientos nutricionales, consideran que la nutrición es importante y
saben distinguir los alimentos y bebidas que son buenos o malos para la salud. Debe
destacarse en este contexto que la primera fuente de información sobre nutrición es la
televisión y las revistas, mientras que la información médica es una fuente menor,
aunque es bien valorada.
PATRONES DE VIDA INACTIVA.
El incremento del gasto de energía es intrínseco al grado de actividad física y ejercicio.
Cualquier movimiento producido por los músculos esqueléticos incrementa el gasto de
energía, abarcando por lo tanto desde actividades de bajo gasto calórico (mantener
la postura) hasta la práctica deportiva.
Históricamente, la regulación del peso corporal se realizo bajo condiciones de alta
actividad física y baja disponibilidad de nutrientes, por lo que la tasa de obesidad era
baja. El progresivo incremento de la prevalencia de la obesidad en los últimos 25 años
y ya desde el primer año de vida puede estar tanto o más relacionado con una
reducción del nivel de actividad física y en consecuencia del gasto de energía.
Vivimos un secular trend de inactividad que favorece que un porcentaje considerable
de niños preescolares, escolares y adolescentes tengan patrones de actividad por
debajo de las recomendaciones, lo cual se magnifica en la edad adulta. En estos 25
años, la actividad de niños y adolescentes dentro y fuera del hogar ha descendido de
forma manifiesta. A este fenómeno no es ajeno el ambiente obesogénico, donde la
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tecnificación del trasporte, del trabajo, del hogar, de la comunicación, del ocio y las
actividades recreativas sedentarias son elementos determinantes.
TECNOLOGÍA DE LA INFORMACIÓN.
Ver la televisión se ha convertido en la segunda actividad del niño después de dormir y
la principal actividad de ocio y tiempo libre, ocupando ya más tiempo que el
dedicado a la escuela. Además del tiempo recreacional, de ver la televisión hay que
añadir el dedicado a los videos y videojuegos y a las nuevas tecnologías de la
información, como el ordenador e internet, la telefonía móvil, etc., con lo que el
tiempo de inactividad aumenta progresivamente.
La visión de la televisión puede afectar negativamente la conducta y salud de los
niños, en especial por la inactividad que produce, la disminución del tiempo de
actividad física que ocasiona y por los hábitos alimenticios que induce, ambos
favoreciendo el riesgo de sobrepeso y obesidad, de nuevos casos de obesidad y de la
falta de remisión de la obesidad establecida. Se ha demostrado una correlación
significativa entre las horas diarias de visión de la televisión y obesidad, así aquellos
que la ven > 5h/día tienen 4,6 veces más riesgo de obesidad que los que la ven < 2h.
También se ha demostrado una relación significativa entre horas de visión de la
televisión y el IMC.
Otro determinante importante del efecto de la visión de la televisión como factor de
riesgo de obesidad está determinado por la influencia televisiva sobre los hábitos
dietéticos. Un dato resulta demostrativo: al finalizar la escuela los niños han visto unos
10.000 anuncios televisivos sobre alimentos y bebidas. La mayoría de ellos densos en
calorías, con contenido elevado en grasas, azúcares refinados y/o sal poco saciantes.
Todo ello produce en los niños y adolescentes un deseo de consumir estos productos,
tanto cuando ven la televisión como cuando no, por lo que, si pueden, los compran,
bien ellos mismos o induciendo a la familia a comprarlos.
De esta forma, ver la televisión se convierte en un círculo vicioso hacia la obesidad, en
el factor modificable más determinante de adiposidad: la inactividad y la mayor
exposición y consumo de alimentos energéticos serian los principales responsables. De
este círculo es difícil salir, ya que los estilos de vida dominantes e intereses comerciales
prevalecen sobre los sanitarios.
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FACTORES SOCIOECONOMICOS.
En las familias con nivel socioeconómico más elevado, tanto en EEUU como en Europa
se demuestra una mayor tendencia a seguir guías dietéticas y estilos de vida
saludables que en los de nivel socioeconómico bajo.
Especial riesgo tienen los niños obesos, hijos de obesas de bajo nivel socioeconómico y
educacional, ya que consideran que sus hijos, sobre todo en los primeros años de vida,
si son fuertes, sólidos, gruesos o con buen esqueleto, más que obesos, se encuentran
en lo que para ellas es aceptable o deseable.
Estas influencias dietéticas negativas en el ambiente familiar favorecen el desarrollo de
la obesidad o la persistencia de la misma.
FACTORES PSICOSOCIALES.
Recientes hallazgos ponen de manifiesto que el IMC de adulto y el riesgo de obesidad
pueden ser precedidos por situaciones psicosociales adversas presentes durante la
niñez. Estos factores incluyen estrés social y familia, crueldad y abandono familiar,
abuso sexual, etcétera, y tienden a agregarse entre sí y con otros factores
psicopatológicos. Así mismo, la depresión en niños es predictor de obesidad en la
edad adulta, aumentando dos veces el riesgo de presentarla.
NIÑOS CON REBOTE ADIPOSO.
Existe una relación inversa entre la edad del rebote adiposo y el riesgo de un IMC
mayor y de obesidad durante la niñez y la edad adulta. Un rebote a edad temprana
< 5 años aumenta significativamente el riesgo posterior de obesidad con relación
aquellos que lo presentan más tardíamente >6 años.
NUTRICIÓN DEL FETO DURANTE EL EMBARAZO Y DEL NIÑO EN EL PRIMER AÑO DE VIDA.
La deficiente nutrición y otros factores que afectan al crecimiento, la maduración y el
desarrollo durante los periodos críticos de la vida fetal y del primer año de vida
pueden producir cambios permanentes en la estructura y función de órganos y tejidos,
en el metabolismo, en la regulación endocrina y en la expresión génica.
El peso, la circunferencia abdominal y el índice de masa corporal bajos al nacer junto
a su rápido incremento en los primeros años de vida favorecen el desarrollo en la vida
adulta de las enfermedades más prevalentes y que causan mayor morbimortalidad,
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como la obesidad, diabetes, hipertensión, hiperlipemia, síndrome metabólico,
enfermedad cardiaca y arterosclerosis.
OBESIDAD PARENTAL.
El predictor más importante de sobrepeso u obesidad en niños es el sobrepeso y
obesidad concurrente parental, en especial de la madre. El peso materno presenta
una significación estadística en la iniciación y mantenimiento de la obesidad. La
sobrecarga ponderal y los cambios de la composición corporal desencadenan una
respuesta adaptativa que tiende a restablecer la homeostasis nutricional. En ella
participan en totalidad el sistema endocrino y algunas hormonas, como la leptina
sintetizada en el tejido adiposo. El aumento de los niveles de IGF-I y la hipersecreción
de andrógenos por la suprarrenal son responsables de cambios en el patrón de
crecimiento que afectan a la velocidad de crecimiento y a la maduración.
Como consecuencia de esta respuesta hormonal los niños obesos tienen tendencia a
ser más altos, pero esta talla alta tiene un carácter transitorio, ya que es debida, sobre
todo, a una aceleración del ritmo madurativo. Por eso tienen una edad ósea
avanzada para la edad cronológica, el crecimiento finaliza precozmente y la talla
adulta suele ser normal o situarse en los límites inferiores de la normalidad.
Más importancia que la maduración ósea acelerada y su repercusión sobre el
crecimiento tienen la precocidad de los cambios puberales, que se acompañan de
una centralización de la distribución de la grasa, sobre todo en las niñas.
En un estudio amplio realizado por Bouchard y cols, para aclarar los factores
determinantes de los cuatro tipos de distribución regional de la grasa: generalizado,
androide o central, visceral y gluteofemoral, confirmó que el patrón de distribución
central y visceral se correlaciona positivamente con la patología cardiovascular, la
resistencia a la insulina y la diabetes tipo II y el resto de las alteraciones de síndrome
plurimetabólico.
Aunque los factores genéticos son responsables del 25-35% de la variabilidad del
patrón de distribución de la grasa en los niños obesos, en aquellos que tienen un
rebote precoz del acúmulo de grasas es más frecuente la localización de ésta en el
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abdomen y deben ser considerados como una subpoblación de riesgo ya que en ellos
la frecuencia de complicaciones metabólicas en la edad adulta será mayor.
PROBLEMAS DE ADAPTACIÓN PSICOSOCIAL.
Las causas son múltiples. La más importante es la discriminación precoz y sistemática
por parte de los compañeros, familiares, y de la sociedad en general, como
consecuencia del modelo cultural que existe en la actualidad que identifica la figura
corporal esbelta y delgada como la perfección y a la que contrapone la imagen del
obeso como imperfecto y producto de una mezcla de debilidad, abandono y falta de
voluntad.
Esto conduce muy pronto a dificultades de relación con los compañeros, que a su vez
engendra relaciones de pérdida de autoestima que le llevan al aislamiento, cuadros
depresivos y alteraciones de la conducta alimentaria, que se expresan por crisis
bulímicas o formas atípicas de anorexia nerviosa, como el cuadro de temor descrito
por Lifshitz o le induce hacer dietas extrañas o no convencionales, que originan
carencias de micronutrientes y repercuten negativamente sobre el crecimiento.
COMORBILIDAD EN EL NIÑO Y ADOLESCENTE OBESO.
Además de la repercusión sobre el patrón de desarrollo y los problemas psicológicos y
de adaptación social, ya en la infancia la obesidad se asocia a una serie de
enfermedades que complican y agravan la evolución del proceso como:
• Cambios endocrinometabólicos.
• Esteatosis hepática y colecistitis.
• Hipertensión.
• Apnea del sueño e hipoxia crónica.
• Problemas ortopédicos.
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Prevención de la Obesidad en Edad Escolar
Epidemiologia de la obesidad en España
Consenso SEEDO 2007 para la evaluación del sobrepeso y la obesidad y el establecimiento de criterios de intervención terapéutica.
!
!
Jordi Salas-Salvadó, Miguel A. Rubio, Montserrat Barbany, Basilio Moreno
y Grupo Colaborativo de la SEEDO*
Diagnóstico y clasificación
La obesidad es una enfermedad que se caracteriza por el exceso de grasa corporal.
En función de la grasa corporal, podríamos definir como sujetos obesos a aquellos que
presentan porcentajes de grasa corporal por encima de los valores considerados
normales, que son del 12 al 20% en varones y del 20 al 30% en mujeres adultas1.
Aunque el índice de masa corporal (IMC) no es un excelente indicador de adiposidad
en individuos musculados como deportistas y en ancianos, es el índice utilizado por la
mayoría de estudios epidemiológicos y el recomendado por diversas sociedades
médicas y organizaciones de salud internacionales para el uso clínico, dadas su
reproducibilidad, facilidad de utilización y capacidad de reflejar la adiposidad en la
mayoría de la población. Para definir la obesidad se acepta como punto de corte un
valor de IMC de 30 kg/m2 o superior, aunque también se han establecido valores
superiores al percentil 85 de la distribución de la población de referencia.
La Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO), en el documento
publicado en 19962, introdujo algunas modificaciones a la clasificación propuesta por
la Organización Mundial de la Salud (OMS)3: se rebajó el límite inferior del peso normal
a 18,5 kg/m2, se subdividió la gama de sobrepeso en 2 categorías y se introdujo un
grado adicional de obesidad para los pacientes con IMC de 50 kg/m2 o superior, que
son tributarios de indicaciones especiales en la elección del procedimiento de cirugía
bariátrica.
En la población infantil y juvenil se utilizan como criterios para definir el sobrepeso y la
obesidad los valores específicos por edad y sexo de los percentiles 85 y 97 del IMC,
respectivamente, empleando las tablas de Cole et al4. Ello permitirá establecer
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comparaciones con estudios internacionales5. En personas mayores de 60 años, se
utilizará el IMC siguiendo los mismos criterios que en adultos.
Epidemiología de la obesidad en España
Este documento incorpora datos obtenidos por medición individual en estudios
realizados sobre muestras aleatorias de ámbito estatal, estudios colaborativos y
encuestas de nutrición institucionales llevadas a cabo en diversas comunidades
autónomas españolas y recogidas en el estudio DORICA6.
Los datos que se presentan de prevalencia de sobrepeso y obesidad para adultos se
han obtenido mediante la clasificación de la obesidad antes mencionada.
Se describe la prevalencia de obesidad en España por grupos de edad y sexo. En la
población infantil y juvenil española (2-24 años), de acuerdo con los resultados del
estudio enKid4, la prevalencia de obesidad se estima en un 13,9% y la de sobrepeso en
un 12,4%. En conjunto, sobrepeso y obesidad suponen el 26,3%. La obesidad es
significativamente más prevalente en varones (15,6%) que en mujeres (12,0%). En el
grupo de varones, las tasas más elevadas se observaron entre los 6 y los 13 años. En las
chicas, las tasas de prevalencia más elevadas se observaron entre los 6 y los 9 años.
TABLA 1
Criterios SEEDO para definir la obesidad en grados según el índice de masa corporal
(IMC) en adultos. Categoría Valores límite de IMC (kg/m2).
• Peso insuficiente < 18,5
• Peso normal 18,5-24,9
• Sobrepeso grado I 25,0-26,9
• Sobrepeso grado II (pre-obesidad) 27,0-29,9
• Obesidad de tipo I 30,0-34,9
• Obesidad de tipo II 35,0-39,9
• Obesidad de tipo III (mórbida) 40,0-49,9
• Obesidad de tipo IV (extrema) ! 50
Prevención de la Obesidad en Edad Escolar
Tema V Ejericio físico y obesidad en niños adolescentes
Prevención de la Obesidad en Edad Escolar
Ejercicio físico y obesidad en niños
(Carmen Pérez Rodrigo, Javier Aranceta, Lourdes Ribas y Luis Serra Majem)
La obesidad es el resultado de un balance energético positivo durante un período
prolongado de tiempo, cuyos principales componentes son la ingesta calórica y el
gasto energético. Cuatro mecanismos pueden conducir al almacenamiento excesivo
de energía:
1_ Un aumento en la ingesta energética que no se compensa con un aumento
proporcional en el gasto calórico.
2_ Un descenso en el gasto energético que no va acompañado de una reducción en
los aportes calóricos con la dieta.
3_ La combinación de los mecanismos 1 y 2.
4_ Un descenso más importante en el gasto que en la ingesta energética.
Los principales componentes del gasto energético son la tasa de metabolismo basal
(TMB), que contribuye entre el 60-70%; el efecto termodinámico de los alimentos (10-
15%) y la actividad física, el componente más variable que puede oscilar entre 0% en
los individuos absolutamente sedentarios hasta más de un 50% en los deportistas de
élite.
Los términos actividad física, ejercicio físico y forma física se utilizan muchas veces
indistintamente y, sin embargo, representan conceptos muy diferentes. La actividad
física se define como cualquier forma de movimiento corporal producido por los
músculos esqueléticos y que produce un gasto energético por encima de la tasa de
metabolismo basal. El nivel de actividad física es muy variable de unas personas a
otras y es muy difícil de cuantificar.
El ejercicio físico es una forma de actividad física planificada, estructurada, repetitiva y
con la finalidad en general de mejorar o mantener la forma física.
La forma física se conceptúa en función de 10 componentes que pueden agruparse
en dos grandes categorías:
• Aspectos relacionados con las habilidades.
• Aspectos relacionados con la salud.
Prevención de la Obesidad en Edad Escolar
ACTIVIDAD FÍSICA Y FACTORES DETERMINANTES DE LA OBESIDAD.
La masa magra es el principal determinante de la TMB, que también está afectada
por la edad, el sexo y la base genética. La TMB disminuye en los adultos con la edad
en torno a un 2 - 3% por década, principalmente debido a la pérdida de masa magra,
lo que favorece la ganancia ponderal si se mantiene estable la ingesta energética y la
actividad física.
Varios estudios sugieren que el ejercicio aeróbico y el entrenamiento de fuerza
muscular puede contribuir a mantener la masa magra metabólicamente activa
durante el seguimiento de dietas hipocalóricas y evitar así la disminución de TMB
inducida por la dieta.
En los últimos años se ha realizado un importante avance en el conocimiento de la
fisiología del ejercicio físico y sus efectos sobre la composición corporal, adaptaciones
del tejido graso y muscular al entrenamiento, la movilización del tejido graso,
variaciones en la respuesta lipolítica del tejido adiposo subcutáneo y visceral como
respuesta a la noradrenalina y las interacciones entre la dieta y el ejercicio físico
durante la pérdida de peso (tanto la ingesta energética como la contribución relativa
de proteínas, grasas o hidratos de carbono).
Los conocimientos actuales establecen un razonamiento fisiológico que justifica que el
ejercicio físico contribuye a la pérdida del exceso de peso, a mantener la pérdida y/o
evitar el aumento ponderal.
PAPEL DE LA ACTIVIDAD FÍSICA EN EL TRATAMIENTO Y PREVENCIÓN DE LA OBESIDAD.
Se han realizado revisiones bibliográficas interesantes sobre el papel de la actividad
física en el tratamiento de la obesidad, analizando de manera sistemática la
evidencia suministrada por estudios aleatorios controlados que contemplaban
intervenciones por medio de ejercicio aeróbico, ejercicio aeróbico complementado
con dieta frente a solo dieta o ejercicio de resistencia.
La prescripción de ejercicio aeróbico induce sólo perdidas ligeras de peso, aunque se
acompañe de efectos cardiorrespiratorios positivos. Es importante tener en cuenta que
la intervención no superaba el año en ninguno de los estudios contemplados y es
necesario que el aumento en el nivel de ejercicio físico se prolongue durante tiempo
suficiente para que tenga repercusiones sobre el peso corporal, sobre todo si el
ejercicio induce un aumento en la masa magra y lo que se evalúa es el peso corporal
total.
Prevención de la Obesidad en Edad Escolar
Las intervenciones en las que se contemplaba ejercicio físico aeróbico además de
dieta obtuvieron resultados favorables, aunque los datos disponibles no permiten
afirmar que la adición de ejercicio físico a la prescripción dietética conlleve una
pérdida de peso significativamente mayor en buena parte de los individuos obesos o
con sobrepeso.
La evidencia sobre el papel del ejercicio físico de resistencia en la pérdida de peso es
mucho más limitada.
Los estudios que han comparado el efecto del ejercicio aeróbico y del ejercicio de
resistencia en combinación con una dieta hipocalórica sobre la obesidad no han
encontrado diferencias significativas. El principal interés de la práctica de ejercicio de
resistencia en el tratamiento de la obesidad se centra en mantener la masa magra.
Los estudios disponibles coinciden en señalar la efectividad de añadir ejercicio físico a
la dieta para mantener la pérdida de peso. Incluso algunos autores sugieren que en el
tratamiento de la obesidad a largo plazo el ejercicio físico es la mejor opción
terapéutica a pesar del moderado efecto inicial sobre la pérdida de peso. El ACSM
recomienda 2.000 kcal/sem como gasto energético por actividad física optima.
Efectos biológicos del ejercicio físico habitual.
• Aumento en los valores de colesterol HDL.
• Disminución de los triglicéridos.
• Disminución a la resistencia a la insulina.
• Disminución de la presión arterial.
• Mejor forma física y fondo cardiopulmonar.
• Aumento de la masa magra Mantener la pérdida de peso.
• Disminución del tejido adiposo Evitar la ganancia ponderal.
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IMPACTO DEL EJERCICIO FÍSICO SOBRE LA SALUD Y SU PAPEL EN LA PREVENCIÓN DE LA
MORBILIDAD ASOCIADA CON LA OBESIDAD.
La investigación científica sobre el impacto de la actividad física en la salud es muy
reciente y se remonta a hace aproximadamente 15 años. Sin embargo, existen
evidencias contrastadas y es ampliamente aceptado por médicos, científicos y
académicos que la actividad física contribuye a prevenir la enfermedad coronaria, la
obesidad, la diabetes tipo II y el cáncer de colon.
Cada vez son más los estudios que indican un importante efecto beneficioso de
actividad física sobre la función y la homeostasis metabólica (perfil lipídico en sangre,
sensibilidad a la insulina, tolerancia a la glucosa) fundamentalmente en
modificaciones musculares y en la utilización de sustratos.
También se ha referido un perfil cardiovascular favorable en niños activos. Es cada vez
mayor la evidencia que demuestra el impacto positivo de la actividad física sobre la
salud mental.
Hoy se sabe que el ejercicio físico tiene efectos favorables sobre la diabetes tipo II
reduciendo la resistencia a la insulina tanto en pacientes obesos como en pacientes
con diabetes mellitus.
Los estudios epidemiológicos muestran una relación inversa entre la incidencia de
hipertensión arterial y la práctica de ejercicio físico, tanto en pacientes obesos como
no obesos.
La acción del ejercicio físico también contribuye a una menor reducción en los valores
de colesterol HDL que acompaña una disminución en la ingesta grasa tanto en
varones como en mujeres.
Se reconoce el efecto protector del ejercicio físico en relación con la enfermedad
coronaria, proceso que también se asocia con la obesidad.
Existe una evidencia sólida que destaca el papel preventivo del ejercicio físico en
relación con el cáncer de colon.
Prevención de la Obesidad en Edad Escolar
Tema VI Prevencion y tratamiento de la obesidad
Prevención de la Obesidad en Edad Escolar
Prevencion y tratamiento de la obesidad
(Isabel Polanco Allué)
PREVENCIÓN.
El aumento de la prevalencia de la obesidad en los niños constituye y, sobre todo,
constituirá en décadas futuras un problema de salud en países desarrollados. El mejor
tratamiento de la obesidad es su prevención, que debe comenzar desde la infancia. El
objetivo prioritario es consumir una dieta equilibrada y variada, adaptada al ritmo de
crecimiento y desarrollo del niño, al mantenimiento del peso ideal y de una salud
optima en todas las edades.
En el manejo y prevención de la obesidad se implican educación, investigación e
intervención. La educación debe ir dirigida hacia los políticos, los profesionales de la
salud, la comunidad y los padres.
Es necesario realizar campañas de salud a través de los diferentes medios de
comunicación en colegios, colectividades, hospitales, etcétera, para evitar las
secuelas de la vida sedentaria y de los excesos en las comidas.
El objetivo de estas campañas consistirá en proporcionar ideas básicas pero claras
sobre la relación entre hábitos alimentarios saludables, actividad física y prevención
primaria.
Prevención de la obesidad desde la edad infantil:
• Alimentación planificada y equilibrada. Practicar buenos hábitos alimentarios.
• Aumentar el consumo de legumbres, frutas, vegetales y cereales de grano
entero.
• Limitar las comidas entre horas, sobre todo las de alta densidad energética.
• Evitar las bebidas blandas o limitar su consumo.
• Promocionar el ejercicio físico regular.
• Restringir el tiempo de visión de la televisión.
Prevención de la Obesidad en Edad Escolar
TRATAMIENTO.
El tratamiento de la obesidad infantil tiene como objetivo fundamental la pérdida de
peso y su mantenimiento a lo largo del tiempo. Las opciones terapéuticas incluyen
dieta, actividad física, protocolos de modificación de la conducta, tratamiento
farmacológico y apoyo familiar, que pueden incluir la pérdida de peso de los padres.
En pediatría, el empleo de fármacos y cirugía se plantea sólo en casos excepcionales.
Es importante prevenir la instauración de un estado de obesidad infantil a través de
una alimentación saludable y de hábitos de ejercicio. Para ello, los padres y otros
familiares tienen un papel importante no sólo en la prevención, sino también en el
tratamiento.
Tratamiento dietético.
El tratamiento dietético en los niños tiene unas connotaciones especiales ya que,
cuando la obesidad es leve y moderada, el objetivo no será el de perder peso sino
estabilizarlo, y a medida que el niño vaya creciendo, el porcentaje de grasa irá
disminuyendo.
En los caso de grandes obesidades, la restricción energética moderada no parece
comportar ningún riesgo para el crecimiento, siempre que la pérdida de peso sea
lenta. Sin embargo, una dieta muy rígida y prolongada sí provoca un balance
nitrogenado negativo, que puede afectar al crecimiento.
Objetivos de la dieta.
• Disminuir el tejido adiposo para conseguir una reducción del peso dentro del
20% del peso ideal, manteniendo el ritmo de crecimiento.
• Evitar la pérdida de masa magra durante la reducción de peso y asegurar el
aporte de vitaminas, minerales y ácidos grasos esenciales.
Para ello es imprescindible la adquisición de hábitos alimentarios correctos, que
permitan posteriormente mantener el peso ideal alcanzado. Para esto último, el aporte
de energía ha de ser más bajo y la dieta tiene que ser suficientemente apetecible
desde el punto de vista organoléptico para que sea aceptada por el paciente.
Prevención de la Obesidad en Edad Escolar
Modificación de la conducta.
Los protocolos de modificación de la conducta están encaminados a modificar los
hábitos alimentarios y de vida del niño, de tal forma que se produzca una pérdida de
peso gradual y mantenida en el tiempo.
Estrategias para la modificación de la conducta:
• Nunca ir a la compra con el estómago vacío.
• Respetar la lista de la compra confeccionada en casa.
• Servir el plato desde la cocina. No poner fuentes en la mesa.
• Dejar los cubiertos en la mesa mientras se mastica.
• Comer sentado en la mesa, nunca comer de pie.
• Nunca comer cuando se realiza otra actividad.
• Tener a mano tentempiés bajos en calorías.
• Si se viola la dieta nunca usarlo como excusa para romper totalmente.
• Recompensar la pérdida de peso con algo que no sea comida.
Apoyo familiar.
Toda la familia debe implicarse en el tratamiento del niño obeso, ya que es el marco
natural para cualquier tipo de aprendizaje. Las comidas en familia, a horas fijas y
sentadas a la mesa, la disminución de las horas de televisión, la incorporación de
alimentos saludables en la dieta y el incremento de la actividad física contribuyen a
mejorar y corregir los hábitos alimentarios y de actividad del niño obeso.
La efectividad a largo plazo de los programas de control de peso mejora de forma
significativa cuando éstos se dirigen de forma paralela a los niños obesos y a sus
padres.
Prevención de la Obesidad en Edad Escolar
Tema VII Estrategias para la prevención de la obesidad
Prevención de la Obesidad en Edad Escolar
Estrategias para la prevención de la
obesidad en la edad infantil
(Carmen Pérez Rodrigo, Lourdes Ribas, Lluis Serra y Javier Aranceta)
La prevención primaria de la obesidad requiere, por un lado, identificar precozmente
los individuos con sobrecarga ponderal o bien marcadores genéticos que permitan
detectar individuos susceptibles y el abordaje del problema mediante estrategias
poblaciones.
El objetivo de la prevención primaria de la obesidad es fomentar la adquisición de
hábitos alimentarios saludables y estimular la práctica de actividad física con el fin de
conseguir que los niños y jóvenes mantengan su peso corporal y el grado de
adiposidad dentro de los límites deseables.
Es importante ser conscientes de que los hábitos alimentarios y de actividad física
están fuertemente arraigados a nivel individual y que es difícil modificarlos. Es, por lo
tanto, crucial intentar capacitar a los niños desde pequeños. En esta tarea deben
estar implicados las familias y el medio escolar, reforzados con cambios ambientales y
comunitarios.
En el ámbito comunitario, la prevención de la obesidad debe apoyarse en dos pilares
fundamentales:
Educación nutricional. Entre las estrategias a nivel escolar destacan la
educación nutricional dentro y fuera de aula, que debe contemplarse en el currículo
escolar, habilitando espacio suficiente, además de favorecer la formación y
capacitación del profesorado en este sentido. Debería de incorporarse de manera
estructurada en el medio y currículo escolar, con implicación de educadores, padres y
alumnos. Sería deseable que el comedor escolar se integrara en el proyecto educativo
a través de la composición saludable de los menús, la organización del servicio y las
actividades precomedor y postcomedor.
Prevención de la Obesidad en Edad Escolar
Actividad física. Debe formar parte del modo de vida desde la primera
infancia, pues ayuda a mejorar la relación con el entorno, conocer el propio cuerpo,
coordinar movimientos y proporcionar un buen balance energético. Esta iniciativa
personal debería ir dirigida a la promoción de la salud y, en menor medida, al
rendimiento y competición deportiva. Teniendo en cuenta las implicaciones
fisiológicas desde el punto de vista del esfuerzo requerido, intensidad, frecuencia, etc.,
las connotaciones psicológicas y el entorno social en que se practica, cabe
diferenciar cinco tipos de actividad física:
• Actividad física ocupacional o laboral (actividad física en el trabajo).
• Actividad física como estilo de vida (desplazamientos a pie o en bicicleta).
• Actividades de ocio (bailar, ir al monte, etc.).
• Actividades de entrenamiento para mejorar la forma física (natación, etc.).
• Actividades deportivas (entrenamiento y competición deportiva).
El consejo y asesoría por parte de un instructor cualificado puede contribuir a
seleccionar el tipo de actividad más adecuado a las características individuales,
equipamiento necesario o posibilidades de practicarlos en diferentes circunstancias.
Sería deseable que tanto desde el entorno escolar como desde la familia y el medio
comunitario se potenciase la práctica de ejercicio físico moderado, habilitando
espacios seguros y adecuados para la práctica deportiva en los recintos docentes y
en la comunidad, y reforzando el tiempo dedicado al deporte escolar.
Estrategias para la prevención primaria de la obesidad.
• Promoción de la lactancia materna.
• Promoción de una alimentación variada, equilibrada y saludable.
• Aumento del consumo de frutas, verduras, cereales integrales y legumbres.
• Moderación en el consumo de grasas totales.
• Moderación en el consumo de alimentos elaborados, dulces y bollería.
• Promoción del ejercicio físico gratificante, armónico y continuado.
Prevención de la Obesidad en Edad Escolar
• Promoción de la educación nutricional en el medio escolar, familiar y
comunitario.
• Sensibilización de los agentes sociales y educación para el consumo.
• Coherencia eticocientifica en la publicidad televisiva de alimentos y bebidas.
En la sociedad actual predominan las actividades sedentarias. El estímulo de la
actividad física y la práctica deportiva habitual desde edades precoces resultan
esenciales en la prevención de la sobrecarga ponderal.
La prescripción de ejercicio físico formal debe realizarse teniendo en cuenta las
características individuales, el entorno del niño y los posibles riesgos implicados.
Algunos autores sugieren que es más probable que los niños mantengan la práctica
de ejercicio físico si tienen la posibilidad de elegir las actividades que prefieren entre
un abanico de opciones que cuando se prescribe una pauta de ejercicio única.
La finalidad del tratamiento de la obesidad infantil no es la pérdida de peso, a
diferencia del tratamiento de la obesidad en el adulto, sino evitar la ganancia
ponderal, puesto que los niños están creciendo, y se centra en cambios dietéticos,
aumento del ejercicio físico y técnicas de modificación de conductas.
El tratamiento dietético requiere el consejo y seguimiento de un profesional sanitario
cualificado que además realice un seguimiento adecuado del impacto fisiológico y
psicológico del tratamiento. El tratamiento dietético será más efectivo si los padres
participan y cooperan, puesto que, además de ser modelos de referencia, son los
responsables de la alimentación familiar.
El medio escolar también es adecuado para el tratamiento de la obesidad infantil.
Puesto que dispone de recursos para la práctica y el estimulo del ejercicio físico; los
niños realizan en el colegio una comida al día y muchos centros disponen de equipos
de salud escolar que pueden identificar precozmente a los niños obesos y realizar un
seguimiento. La obesidad infantil es, en la actualidad, un problema creciente de salud
pública al que debe prestarse atención. Es necesario sensibilizar a las autoridades
sanitarias y educativas en este sentido para conseguir el apoyo y los recursos
necesarios que hagan posible la puesta en marcha de estrategias para su prevención.
Prevención de la Obesidad en Edad Escolar