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* Pionero en los estudios sobre la Comunicacin y la Cultura en Amrica Latina. Ha sido,entre otros, Presidente de ALAIC (Asociacin Latinoamericana de Investigadores deComunicacin); miembro del Comit de Polticas Culturales del Consejo Latinoamericanode Ciencias Sociales y autor de numerosas publicaciones editadas en diversos idiomas. E-mail: [email protected]
La densa e implacable denuncia de Gramsci sobre lahipocresa intelectual, que se solaza en su interesada incom-prensin del gusto popular , resuena fuertemente en la re-flexin de Hermann Herl inghaus. Pues como en los tiemposde Gramsci lo que ahora esten juego son, de un lado, losconf lictos ticos de la modernidad y, de otro, la ms hondade las heterogeneidades que la desgarran, y al mismo tiem-po la dinamizan. N o es circunstancial que sea enLatinoamrica, ese continente a la vez el ms asimilado porla modernidad y el que ms tenazmente la resiste, la burla yretuerce, donde se producen hoy las narrativas popular-masivas ms desordenadoras del lenguaje trgico.
Gramsci s dense and implacable denunciation on inte-lectual hypocri sy, that rejoices in i ts self ish lack ofunderstanding of popular taste, hardly resounds on H .Herlinghaus reflection. For what is at stake is, as in Gramscistime, the ethical conflicts of modernity on the one hand, andon the other, the deepest heterogeneity that rends butdynamizes it. I t is not circumstantialthat be in LatinAmerica, a continent both the most assimilated by modernityand the one which more tenaciosly resists, evades and distortsit , where the most upsetter popular mass narratives of tragiclanguage are produced.
Palabras clave: Hermann Herlinghaus, comunicacin demasas, modernidades alternativas.
NARRACIONES SOCIALES
Y MEDIACININTERCULTURAL.EL TRABAJ O
INTERMEDIADOR DE
HERMANN HERLINGHAUS
J ess Martn-Barbero*
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Va siendo hora de hacer jus-ticia al trabajo intelectual de un in-vestigador que, primero desdeAlemania, y ahora desde EstadosUnidos, se ha dedicado a colocar lostemas latinoamericanos en la agen-da investigadora de los pases delNorte y hacer audibles en esas lati-tudes las voces de los investigado-res latinoamericanos. Por mi parte,no puedo empezar este texto sin re-conocer el largo tiempo que llevotrabajando con Hermann Herlin-ghaus tanto en seminarios conjun-tos dictados en Berln y Pisttsburghcomo en el libro escrito a dos voces,Contemporaneidad Latinoamericana y
anlisis cultural (Berln/Madrid,
2000). Lo que aqu presento es unacercamiento a la ya larga trayec-toria intermediadorade este inves-tigador alemn mediacin queincorpora una decidida interven-cin entre las tradiciones intelec-tuales de la Europa continental conlas de Amrica del Sur y ltimamen-te tambin con las de Norteamrica.
1. La intermediacinque lleg de dondemenos se esperaba
En Latinoamrica se ha ido articu-
lando paralelamente, y hasta con
anticipacin a los balances postmo-
dernos, un cuestionamiento no me-
nos radical de las lgicas moderno
tradicionales, enfrentndose a ideas
que diseaban lo moderno del con-
tinente bajo el signo de lo deficita-
rio y lo complementario (..) Elpensamiento art iculador de la dife-
rencia adquiere ascontornos incon-
fundibles con el advenimiento, en la
dcada de los ochenta, del concepto
descentrado de una modern idad
peri frica. Modernidad no situada
en medio de cri terios y expectativas
previamente racionalizadas, sino
modernidad como conjunto de ex-
periencias de una nueva extensin
cultural sealada por las topologas
de lo heterogneo, de lo mult icultural
Eladio Vlez, Cortadores, 99 x 118 cm, leo/li enzo, 1954. Sociedad de M ejoras Pblicas de I tag
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y mult itemporal, de los cruces de lo
poltico con lo cultural y, revelando
la r iqueza de una historizacin dis-
tinta (...) Las bases desde donde se
repiensa la modernidad en la Amri-
ca Latina de los ochenta revelan un
entramado propio de epistemologas:modernidad perifrica es una nocin
abierta, que implica metodologas de
bsqueda ubicadas en una nueva
transdiciplinariedad de ciencias n-
madas, en los espacios estra-
tgicos que se abren entre la
sociologa de la cultura, los
estudios de la comunicacin,
la politologa cultural y unos
estudios literarios que han
dejado de concebir a la cul-
tura desde los cnones de laliteratura misma.
(H . Herlinghaus
y M. Walter, 1994)
En 1994 aparece publi-cada en Alemania, por lamuy alemana editorialLangerVerlag, una antolo-ga en castellano de textosde autores latinoamerica-nos, Posmodernidad en laperiferia, recopilada e in-troducida por HermannHerlinghaus y MonikaWalter, berlineses y profe-sores de la, hasta hacaapenas cinco aos, A lema-nia Oriental. Se trata dela primera antologa querecoge,pone juntos,textosde teora y anlisis cul-tural pertenecientes a socilogos, fi-
lsofos, historiadores, politlogos ycrticos de literatura, de seis paseslatinoamericanos. Y digo que es laprimerapues, si en Amrica Latinaalgunos de esos cientficos socialesya haban aparecido juntos en va-rios libros, su motivo haba sido al-guna temtica particular y no supertenencia a una corr iente en forma-
cin de pensamiento cultural .Esa an-tologa marcar a su vez el inicio delsostenido trabajo de intermediacin,de intervencin mediadora, de H.Herlinghaus en el campo de los es-tudios sobre comunicacin y cultu-ra de Amrica Latina. El lugar desdedonde nos lleg esapuesta en comnno era, ni la Francia en la que noshabamos formado no pocos de losautores recogidos cinco de los
diez, ni la Inglaterra de donde pro-
vena la matriz de los primigeniosEstudios culturalesen los que nos ha-bamos inspirado buena parte de losinvestigadores, ni los Estados Unidos,pas con el que varios de los autoresmantenan un fuerte dilogo intelec-tual, sino de la tambinperifricaAle-mania Oriental, con la que nuestrosvnculos eran bien escasos!
Sabedores de esa exterioridad,los compiladores, e introductores dePosmodernidad en la peri feria,trazanah no slo un mapa de las razonesque cohesionan al mundo latino-americano sino otro que permita en-tender el lugar que el pensamientolatinoamericano est llamado a ju-gar en el debate sobre la crisis de lamodernidadtal y como ste se pre-senta en los pasescentralesa partir
de la emergencia del pen-samiento llamado posmo-derno. Es en el trazadoparalelo de ese doble mapadonde emerge un nuevosent ido de la crticaque me
parece hallarse a la basede toda la intermediacinde H. Herlinghaus: el quedevela aquel conflicto in-terno de la modernidadque no deja de generarcontramodernidades, co-mo la que se hace visibleen la conformacin de laperi feria latinoamericana:metfora experimental deuna perspectiva desde lacual se experimenta yproblematiza una moder-nidad especficamentehetereognea (pp. 18 y23). Una modernidad cuyaheterogeneidadno es pensa-ble sin profundas rupturascon aquella etnocntricatradicin filosfica que,iniciada por Hegel, llega
hasta algunos pliegues del pensa-
miento de Foucault sealando loslmites de suheterotopa; y que aunsubyace a buena parte del cuestio-namiento posmoderno, en la medi-da que en l perduran an ciertaslgicas tradicionales de lo moder-no. La comprensin de la diferen-cia latinoamericana escapa as alvoluntarismo para ubicarse en las
El adio Vlez, La costurera, 55 x 74 cm, leo/lienzo, s. f.
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premisas desde las que se produceel acercamiento a su realidad, pueslo Otro no escapa a la doblezde loMismo por ms maysculas que sele aadan. O mejor al revs: sonquizs las maysculas las que mejoroscurecenlas razones y motivacionesde la otredadya que donde sta seproduce no es en la hipstasis de unadiferencia transcendentalizada yrescatable desde el pensa-miento especulativo,sino en la hermenutica delos mundos cotidianos, en lalectura del nuevo funcio-namiento social de ritua-les arcaicos.
Tres aos despus, enoctubre de 1997, y publi-cado en la revista Di-logos, de la FederacinLatinoamericana de Fa-cultades de Comunica-cin Social (FELAFACS)aparece el texto Entreposmodernidad latinoameri-cana y postcolonial ismo an-gloamericano, en el que H.Herlinghaus lleva su in-termediacin a la otraesquina del debate paraseguir profundizando va-lientemente en losdespla-zamientos epistemolgicosque el pensamiento latino-americano de lo culturalproduce y que el poscolo-nialismo norteamericanotransviste. Rastreando en N. Wiener,
G. Bateson y D. Bell, los modeloseco-lgicos que han abierto las cien-cias a su trabajo transdisciplinar, ycon l a la investigacin de las zo-nas de frontera entre los diversossaberes que cruzan lo sociocultural,Herlinghaus encuentra herramien-tas con las que evidenciar los cen-tralismosque aun lastran buena
parte de la crtica reproduciendoviejos dualismos que dificultanhistorizar aquel conflicto profundo dela modernidad a cuya dinmica res-ponden lasmodernidades otrasen sudialctica de negacin/afirmacin, ensuheterognea narratividad actuante.
He ah ya anunciada/enuncia-da por primera vez la veta ms fe-
cunda de la intermediacin de
Herlinghaus: las narraciones consti -tutivas de la heterogeneidad cultu-ral en su opacidad radical para laepisteme logocntrica del universa-lismo formal y especulativo, ahorarecentrado por los procesos de laglobalizacin hegemnica cuandoel concepto centro se hallaba de-bilitado por la disminucin de su
capacidad panormica para explicary normativizar lo que ocurre en lasafueras (ponencia de H. Herlin-ghaus enMapas nocturnos. Dilogoscon la obra de Jess Martn-Barbero,1998,
p.12). Pero aun as esas afue-
ras configuran ya periferias con di-nmica propia, esto es, no reduciblesa mero reflejo de lo que la nuevacentralidad produce. De ah las difi-
cultades de la epistemelogocntrica, y del patetis-mo metafsico para darcuenta de las movilidadesdescolocaciones e hibrida-ciones culturales queagencian las identidades en
la periferia. Y con ellas losdiscursos que las acompa-an mediantemodalidadesnmadasde conceptualiza-cin e investigacin. Mo-dalidades esas que apuntana una apuesta hermenuti-ca nueva, tensionada entrelos residuos metafsicos dela tradicin y las derivas for-malistas de lo textual, perocapaz entonces de asumir ydesentraar el estatuto epis-temolgico de narracinquesostiene y moviliza la comu-nicacin contempornea.
2. La apuesta:desentraarlo que den a r r a c i n co n st i t u y en t e
moviliza lacomunicacinhoy
La mayora de los estudios sobre
las categoras del lenguaje no han
prestado mayor atencin a las di-
ferencias y tensiones entre discurso
y narracin. Pero la distincin nos
El adio Vlez, Calle con carreta, 78 x 67 cm, leo/lienzo, 1949.M unicipio de I tag
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parece clave para empezar a repen-
sar la imaginacin en cri terios de
confl icto simblico y praxis social.
La normatividad occidental, en que
se hacen cmplices el cristianismo,
la ilustracin y el pragmatismo de
la globalizacin, ha tr abajado en
la colonizacin de la narracin y la
imaginacin por la categora del
discurso. Nos encontramos ante
tres conceptos claves de la histori a
de las subjetividades, dos de los
cuales han debido sucumbir al tra-
bajo ordenador de la modernidad:
narracin e imaginacin. Pero el su-
cesivo tr iunfo del
discurso, las fuerzas
heterogneas de la
imaginacin y la
narracin, se ha tor-
nado nuevamente
problemtico ante
la propia histori-
cidad de las cultu-
ras modernas (..)
Nos interesa pensar,
en los intersticios de
lo discursivo y lo
no-discursivo , un
concepto paradji-co de narracin que
posibi li te descubri r
en los imaginar ios
sociales unas lgicas
propias de fi gura-
cin, saberes narra-
tivos ya no meros apndices del
discurso y el registro del macro-
rr elato . (..) Saberes otros que se
producen en los ni veles de la
corporeidad, la recurrencia y la ac-
cin mimtica, aquellos saberes queactan, en palabras de H . Arendt,
como asuntos humanos ( . . . ) N o
hay modo de comprender el pre-
sente sin comprender-explicar lo
cultural como diversidad de discur-
sos, narraciones e imaginarios en
confl icto. U na notable parte de la
crtica cult ural, traumatizada por
la dif usin ecolgica de los pode-
res y la contaminacin massme-
ditica de los mundos de vida, suele
manifestar su rechazo al estatuto
retrico y narrativo de lo cultural.
Pero hay una tarea conceptual que
el postestructural ismo de los cen-
tr os no asumi: pensar una herme-
neti ca comunicacional que
interprete las nuevas experiencias
que se viven desde las diferentes es-
trategias y tcticas de participacin
y reterri tor ializacin simblica del
mundo de hoy. Para analizar los
confli ctos que pasan por estas zo-
nas opacas, de contacto y confl ic-
to, el pensamiento latinoamerica-
no ofrece estmulos propios.
(H . Herlinghaus, 2003)
Una primera exploracin de esetema es el objetivo del primer libroen castellano de H. Herlinghaus,publicado en Caracas por el CI-POST el ao 2000, Moderni dadheterognea. Descentramientos herme-nuticos desde la comunicacin en
Amrica Latina. El des-pliegue de laparadoja conceptual que da ttuloal libro se encuentra ya en la prime-ra frase del prlogo: ella apunta,frente al poscolonialismo, a estra-tegias de descolonizacin episte-molgica sin por ello despedir lamodernidad como horizonte (p.15)y yendo ms all: a un marco dehistorizacin para pasar de un pos-tulado filosfico de identidad a unaatencin retrica hacia las identi-dades narrativas que permitenresignificar la experiencia del ser
modernos (p.16).La puesta en mar-cha de esa apuesta
implicar dos movi-mientos previos: larecuperacin delpensamiento filosfi-co mediante una cr-tica de su ejercicionormalizado que per-mita diferenciarlodel mero criterioespeculativo en tan-to privilegio deautodefinirse desdeun todo: la moderni-dad con maysculaen tanto principiode emancipacinarticulado fuera delas condiciones del
acontecimiento (p.25); y la formu-lacinde una hiptesis: que pensarla modernidad desde la comunica-cin se ha convertido en tarea clavede los estudios culturales latino-
americanos de la globalizacin(p.31).
Estigmatizada desde el mbitointelectual, a izquierdas y derechas,la comunicacin se halla necesitadade una reubicacin eminentementefilosfica pero a la vez histrica: estoes, en cuanto esfera de lo comn y
Eladio Vlez,Tugurios, 16 x 46 cm, acuarela, 1917. M useo de Antioquia
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espacio de teatralizacin del dere-cho a comunicar; y al mismo tiempoen cuanto experiencia histrica par-ticular de la desigualdad y la asi-metra sociales que atraviesan ycargan la cultura. Ese
doble vnculoen que se produce la comunicacindesbarata cualquier pretensin deabordar su comprensin especu-lativamente. No existe otro caminoque el del largo rodeo que nos llevapor los conflictos entre cul-turas y discursos diversosy nos inserta en la radicalambigedad que presentala situacin contempo-rnea. Es de ah que pro-
viene la exigencia deradicalizar la hermenuti-cahistorizandolacompren-sin.Y con ese propsitoHerlinghaus traza dos re-corridos: el que de los cl-sicos de la hermenuticaconduce al Gadamer deVerdad y mtodo, para elque comprender e inter-pretar textos no es slo unainstancia cientfica sinoque pertenece a la expe-riencia humana del mun-do. Pues lo que tenemospor verdadera compren-sin slo es posible me-diante lo que el mismoGadamer llamapre-enten-dimiento,ese yacimiento detradicin, vida e intercam-bio en que se basa la reflexin, estoes un primer crculo hermenutico
que se mueve entre conocimiento yreconocimiento,entre cotidianidad ycomunicacin. Y el otro recorrido,el abierto por los desviados que,partiendo de Vico, cuestionador dela separacin entre logosypathos,yarticulador de las certezas de laverdadcon lo cierto lo comn-mente sabido de la experiencia,
desemboca en Gramsci y en E. P.Thompson, para quienes lapraxis,elactuar, constituye tambin un modode saber. Y ello principalmente en elespacio de las culturas populares, queson la larga matriz de la actual cultu-ra massmediada, esto es, la agencia-da por los medios de comunicacin.
Proyectando el crculo herme-nutico sobre la comprensinde la
experiencia massmediada de loshabitantes que pueblan las grandes
ciudades latinoamericanas, H. Her-linghaus enfoca el nuevo crculo quedialectiza en trminos de reconoci-miento y diferencia lo que enGadamer eran reconocimiento e in-corporacin, y que ahora remite aotro de mayor envergadura: el de lanarratividad(de las identidades y lossujetos) y laperformatividad(socio-
poltica de los discursos). No se tra-ta de oponer dualistamente eldiscurso racional del poder a la na-rracin expresiva de los subalternossino de pensar su asimetray su
transversalidad: la disparidad de los
ejes sobre los que se agencian y a lavez sus entrecruzamientos y compli-cidades, sus remisiones y disloca-mientos. Lo cual solamente serposible si la narracin es tenida por
un espacio conceptualmen-teintermedioentre lo discur-sivo y lo no discursivo,espacio dedislocacinde laoposicin misma. A estudiaresa dislocacin ayudar
grandemente la veta abiertapor el concepto de inter-medialidad que, provenien-te de los Estados Unidos(Dick Higgins) se encontra-r en Europa con la concep-tualidad baktiniana, de cuyamano posibilitar superar losreduccionismos formalistasde la intertextualidady asu-mir las materialidades dis-cursivas, las conflictividadesnarrativas y las prcticastransgresoras que movilizanlainterculturalidad.
Esa trama no puede sinembargo hacernos olvidarel largo anclaje culturaldesde el que emergen lasteatralizaciones de una
socialidad que se resiste a desapa-recer en las versiones hegemnicas
o funcionalizadas del lazo social. Yes para bucear en los sentidos pro-fundos de esa resistencia que H.Herlinghaus recupera la hermenu-ticaradical presente enEl narradorde Walter Benjamin: Postulamos lareaparicin del narrador en los mr-genes de la modernidad (p. 119).Un narrador portador de relatos que
El adio Vlez, Madre del artista, 87 x 74 cm, leo/li enzo, 1935.M useo de Anti oquia
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renarran dise-minndola la modernatradicin de lo nacional, pues lasnuevas ficcio-narraciones de la na-cin ya no la contienen sino que ladiseminan agenciando anhelos co-lectivos de reterritorializacin narra-tiva en vista de las fuerzas ominosasdesencadenadas por la globali-zacin (p. 132). Pues justo all don-de la globalizacin carga y recargasus hegemonas de desmovilizacinms sofisticadas, en los procesos ymedios de la massmediacin audio-visual, es tambin donde las re-nar raciones de lonacional se hacenms densas y con-
tradictorias. Claroque slo para quie-nes, siguiendo a W.Benjamin, sean ca-paces de apostarle alvigor de las narra-ciones en una socie-dad del olvido. Estoes a un acercamien-to hermenutico a lacomunicacin masivacomo va para unacomprensin distintade la modernidad.Acercamiento que,ponindose a dis-tancia de la ciu-dad letra, sea capaz de proponer unaconcepcin no restringida de la na-rracin, para que en ella quepan, sinpopulismos tericos, sino por plenoderecho las narrativas que vienende laoralidad, y las que emergen de
su encuentro con lavisualidad avan-zada. Ciudad melodramtica lla-ma H. Herlinghaus al nuevo espacioen el que, frente a las exclusionessocioculturales de la ciudad letra,adquieren visibilidad cultural y re-lieve poltico las narraciones en lasque se expresan y constituyen nue-vas subjetividades e identidades
que, como las de la mujer prota-gonista tanto ancestral como moder-na del melodrama, apuntan a latransgresin social desde lo emocionalconvirtiendo los desafos del amoren derecho a la felicidad y a staen problema de justicia (p.142).
3. El nuevo programa ocmo leer lamodernidad desdedonde se pensabaque no haba
M ientras el discurso tiende, segn
Foucault a la codificacin, especiali-
zacin e institucionalizacin, es la na-
rracin (popular) la que habita los
mrgenes de los sistemas discursivos,
la que sabe aprovecharse gilmente
de elementos y espacios tanto pro-pios como ajenos. La intermedialidad
prcticas transgresoras entre diver-
sos medios que se constituyen en
interculturalidad conflictiva, remi-
te part icularmente a las prcticas po-
pulares que narrando, o imaginando
narrativamente, atraviesan, ocupan
y desocupan distintos terrenos sim-
bli cos. Esa acepcin de inter-
mediali dad permi te pensar lo
melodramtico como imaginario he-
terogneo, sin que ello descarte el he-
cho de que el melodrama exista
tambin dentro de gneros o for-
matos. Pero si hablamos del carcterintermedial del melodrama, y la re-
ferimos a su versatilidad para atra-
vesar gneros y medios generando
intersticios y nuevos puentes herme-
nuticos, es porque esa versati lidad
responde a una reart iculacin de ex-
cesos no discusivos que la hacen par-
te de una narracin
o una matr iz na-
rrativa. Lo melodra-
mtico muestra que,
por debajo de laracionalidad insti-
tul izada (en el dis-
curso) laten losimaginar ios de la
vida y la accin, des-
de los que a su vez se
negocia un acceso
simblico a las es-
feras de la ima-
ginacin. Para
comprender esas di-
nmicas se necesita,no un concepto de
pluralidad o diversi-
dad cultural, sino
una nocin de hete-
rogeneidad capaz de
problematizar las asimetras entrediscurso y narracin que constituyen
un fondo clave de los combates sim-
blicos de la modernidad () Ese
desde el que el melodrama movil iza
fantasas de una socialidad residual,
la del sincretismo popular hacia nue-vas imgenes de transgresin sensual
y corporal, y nuevos rituales de em-
poderamiento afectivo. Por el me-
lodrama pasan, en determinadas
condiciones, libidinalidades alter-
nativas y fuerzas de afecto que
subvierten la racionalidad formal o
compensan lo que ella ha dejado trun-
Eladio Vlez,Tugurios, 20 x 28 cm, acuarela/papel, 1967
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co, que convierten el significado so-cial desvalorizado en colectiva ubi-cacin sentimental, tornando la vozy el cuerpo afectivos en lugares alter-nativos de significacin.
(H . H erlinghaus, 2002)
Me atrevo a iniciar esta terceray ltima parte sealando mi conven-cimiento de que H. Herlinghaus hahecho ms por la comprensin de lamodernidad latinoamericanaque muchos libros y art-culos escritos en nuestrospases con el empecinadopropsito de demostrarnoso bien los daos que la mo-dernidad nos ha hecho o
lo lejos que an nos halla-mos de la Modernidad . . .europea y con mayscu-las claro!
Los tres aos del nue-vo siglo han conducido laintermediacin de Herlin-ghaus hacia el esclareci-miento y profundizacin desu apuesta por una com-prensin distinta de lamodernidad.Y no de lamodernidad latinoameri-cana sino de las moderni-dades diversas que hoycomponen lo moderno delmundo, o como le gustadecir desubicando el dic-tumde Heidegger: lasdiversas maneras deestar en la mo-dernidad-mundo. Este ltimo tramodel trabajo se inici con la ponen-
cia que Herlinghaus present el ao2000 en el X Encuentro de FEL-FACS, y cuyo largo ttulo era nece-sario para juntar las dos claves queorientan este tramo del trabajo:Ha-cia una hermenutica de la comunica-cin. N arrativas anacrnicas de lamodernidad en Amrica Latina(Lima,2000).En esta ponencia la reapari-
cin del narrador es tematizada bajola gua de Jorge Luis Borges, uno delos cuestionadores ms explcitos dela divisin impuesta por la raznmoderna entrestoryehistory,entre
historiay
relato. Y no a travs del
sabio discurso explicador sino deuna finita gama de renarraciones:donde otros han novelado o, al pi-sar el terreno de la filosofa, omitie-
ron el suelo de la narracin, Borgesse empea en un interminable pro-yecto de renarraciones y falsifica-
ciones de probadas tradicionesdiscursivas (p. 283). Esa estratgi-ca operacin borgiana no se agotaen el dispostivo de la escritura, noes meraescritura, sino que tiene elcalado de una profundadeconstruc-cin culturalpues apunta a rehacer/repensarel tiempo-de-la-modernidaden cuanto experiencia y diferencia. En
el texto borgianoUna vindicacin delfalso Baslides, Herlinghaus develalas claves de esa narrada decons-truccin: la ironizacin del discursode los orgenes al que se suele re-mitir la autenticidad de las identi-dades mediante su conversin enrelato episdico, y la asuncin delrelato como discursividad otra delfilosofar. Por distintos caminos, Paul
Ricoeur (Temps et recit,Pars, 1985) se reencuen-tra tambin con el sende-ro borgiano al indagarcmo es en el relato don-de la gente construye laexperiencia del tiempo
cotidiano: el narrar nospermite transcender latemporalidad de lo vividomediante la construccinde su figura. El sentidodel tiempo se elabora en-tre la repeticinque dacuenta del fondo rutina-rio en que se sostiene locotidiano y la figuracin,que es el montaje de he-chos y ficciones con quese teje la narracin.
Experiencia y sentidoa los que remite por de-bajo de las lgicas mer-cantiles y los aparatajestecnolgicos de las mass-mediacin la cuestin
del sentido [en] comn en la mo-dernidad, esto es, la comunicacinde la moderna sociedadcon lo que
en ella queda decomunidad, o me-jor decomunidades. Que es lo mis-mo a lo que nos referimos hoycuando nos planteamos la preguntapor el sentido de las identidadesenla sociedad globalizada. Pues bien,el verdadero drama de las identidadesen la modernidad-mundo se re-ve-lara, segn Herlinghaus, en las na-
El adio Vlez, Liborio, 68 x 54 cm, leo/lienzo, 1950
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rraciones anacrnicas con las quedesde laperiferia se cuentan juntoslos deseos de las masas, las extrate-rritorializaciones de la subjetividady las revueltas urbanas. Teatrali-zacin de las
socialidadesresiduales
y emergentes (a lo Raymond Wi-lliams) en la modernidad hiperur-bana, y en la que afectividades yritualidadesotrasdejan entrever lashondas transformaciones que atra-viesa el lazo social para sobrevivir alos devastadores efectos de laracionalizacin generalizada de losmundos de vida. Como esepasoesa otramigracin, Carlos Monsivaisque de loprivado-elitista va hacia lo
pblico-masivo : del silencio a la vi-sibilidad, de la mujer abnegada a laimagen agresiva de la mujer, de lasensualidad controlada a su desbor-de o enloquecimiento, del leguajesupuestamente autntico al infecta-do por las agencias pblicas de lagrosera y el deseo, de la moral reli-giosa a su doblegamiento en las sa-las oscuras o las calles (p.288).
En uno de sus ltimos textos Laimaginacin melodramtica, queda entrada a una esplndida reco-pilacin de estudios sobreNarracio-nes anacrnicas de la modernidad(Santiago de Chile, 2002), Herlin-ghaus nos pone a mirar de frente lastramposas artimaas de la moderni-dadunay pretenciosamenteuniver-salal proclamar especulativamenteuna nocin de cultura que nada tie-ne que ver con la heterogeneidad de
las experiencias culturales, identifican-do a la cultura con el orden dellenguaje desde donde una subjeti-vidad especulativa administra elmundo cultural (p.22). Pocas ve-ces se haba llevado la crtica de larazn moderna tan adentro! Pues loque ah se est de-velando es la in-capacidad de esa razn para hacer-
se cargo de uno de sus ms fuertesdesajustes: el que divorcia los imagi-narios del actuarde la norma esta-blecida por el sujeto autorreflexivo,esto es, lair reprimible heterogeneidadde esos imaginarios. Es esa hetero-geneidad la que hacen explcita lasnarraciones anacrnicas que, comolas del melodrama en Amrica Lati-na, apunta al desordenamientodelterritorio cultural acotado, demar-cado, por la modernidad. Y una vezadentrados en ese trans-fondo de lamodernidad con lo que nos topamoses con el carcter mistificador deuno de sus discursos ms sagrados:el del imaginario trgicode tantos in-
telectuales que enmascaran suaburguesada lejana de las situacio-nes y prcticas de la mayora tras laelegante melancola en la que es-conden los hroes-fantasma de larazn especulativa. Al menos loshroes de la imaginacin melodra-mtica no simulan la tragedia sinoque escenifican los conflictos entrelos hombres, concernientes a las re-des de los asuntos humanos y en na-rrativas tan abiertas y precarias comoel mismo actuar humano.
La densa e implacable denunciade Gramsci sobre la hipocresa inte-lectual, que se solaza en su interesa-da incomprensin del gusto popular,resuena fuertemente en la reflexinde H. Herlinghaus. Pues como en lostiempos de Gramsci lo que ahora esten juego son, de un lado, los conflic-tos ticosde la modernidad, y de otro
la ms honda de lasheterogeneidadesque la desgarran, y al mismo tiempola dinamizan. No es circunstancialque sea en Latinoamrica, eseconti-nentea la vez el ms asimilado por lamodernidad y el que ms tenazmen-te la resiste, la burla y retuerce, don-de se producen hoy las narrativaspopular-masivas ms desordenadoras
del lenguaje trgico. Y no lo es preci-samente porque en pocos territoriosculturales del mundo el combateentreoralidad cultural y cultura letra-daha sido y sigue siendo tancuerpo a
cuerpo, es decir, tan mediador de las
luchas contra la exclusin social ypoltica. Es ah que reside la fuerzaperformativa de las narracionesmelodramticas, ms all de lo reac-cionario de muchos de sus conteni-dos y de la capacidad cooptadora delas lgicas mercantiles de su produc-cin: en su capacidad de mediar losdesfases constitutivos de la comuni-cacin en los que se articulan las fan-tasas cotidianas y las sensibilidades
culturales con los conflictos e iden-tidades sociales (p. 51). Las peque-ashistoriashablan a su modo de lahistoriaque no se deja contar en lasnarrativas oficiales: la de los mesti-zajes narrativoscon base en los cualesla memoria de las comunidades se in-corpora a la contempornea rein-vencin de las identidades y lassocialidades.
Indagando ese desconcertantemestizaje de la imaginacin melo-dramtica en Amrica Latina, lostrabajos de H. Herlinghaus desem-bocan sobre una redefinicin de laheterogeneidadlatinoamericana queha encontrado en su ltimo libro,Renarracin y descentramiento. Haciauna epistemologa alternativa de la ima-ginacin en A mrica Lati na, unaexplicitacin de sus dimensionesms polmicas y esclarecedoras a
travs del anlisis de las metforascon que se buscan decir las otrasrazones culturales: desde las quepuso en escena Bernardino de Sa-hagn hasta aquellas en que se narrala postdictadura chilena, pasandopor las metforas ticas del zapa-tismo. Todo un programa de relec-turas en el que no slo se ensancha la
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agenda de las ciencias sociales sinodonde se ponen a prueba las genealo-gas y las deconstruciones en cuantonuevas estrategias de larenarracin delas historias que en nuestros pases sehan venido contando y de la
imagina-cin con que buscamos construir fu-turos menos excluyentes para nuestrassociedades.
Bibliografa de H.Herlinghaus
(Editor con M. Walter),Postmodernidad en laperi feria. Enfoques latinoamericanos de lanueva teora cultural,Langer Verlag, Ber-
ln, 1994.
I ntermedialitat als erzahlerfarung (I nter-medialidad como experiencia narrativa),Verlag, Peter Lang, Francfort, 1994b.
Entre postmodernidad latinoamericana ypostcolonialismo angloamericano: un de-bate necesario en torno a una nuevaecologa de las identidades, en:Di-logos
de la comunicacin,No. 49, Lima, 1997a.
(Coeditor), Sprunge im Spiegel. PosklonialeAporien der M odern in beiden Amrika,Langer, Berln, 1997b.
La modernidad ha comenzado a hablarnosdesde donde jams lo esperamos: unanueva epistemologa de la cultura, en:Mara C. Laverde y R. Reguillo (eds.),Mapas nocturnos. Dilogos con la obra deJess Martn-Barbero, Siglo del Hombre,Bogot, 1998.
(Coeditor),Heterotopien der Identitat, Heidel-berg, 1999.
Modernidad heterognea. Descentramientoshermenut icos desde la Comunicacin enAmrica Latina,CIPOST, Caracas, 2000.
(Con J. Martn-Barbero),Contemporaneidadlatinoamericana y anlisis cultural, Ibero-americana-Vervuert, Madrid/Francfort,2000b.
(Editor), Narraciones anacrnicas de la moder-nidad. Melodrama e intermedialidad enAmrica Latina,Cuarto Propio, Santiagode Chile, 2002.
Renarracin y descentramiento. Hacia una epis-temologa alt ernativa de la imaginacin enAmri ca Lat ina, Iberoamericana-Ver-vuert, Madrid/Francfort, 2003a.
(Coeditor),Fronteras de la moderni dad enAmri ca L ati na,IILI, University ofPittsburg, 2003b.
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