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LA TEORA SOCIAL DE
JEAN-JACQUES ROUSSEAU
THE SOCIAL THEORY OF
JEAN-JACQUES ROUSSEAU
A N A D .LPEZ YAEZ
CEAQ. Sorbonne-Pars V
PALABRAS CLAVE ADICIONALES ADDITIONAL KEYWORDS
Perspectiva sociolgica, Teora general , Sociological Perspective, General Theory,
Sociabilidad, Accin social, Alienacin. Sociability, Social Action, Alienation.
RESUMEN. La interpretacin de la obra de Rousseau desde las categoras propias de la teora
sociolgica da lugar a una reconstruccin de las propuestas del autor basada en aquellos conceptos
fundamentales de la disciplina que seran asentados despus por los socilogos clsicos del siglo
XIX. Obviamente, estos conceptos no se encuentran en los escritos de Rousseau en los trminos de
una teora formalizada, pero s como nocionesoideasdegran valorintelectual.Enelpresente trabajo
procedemos a mostrar las grandes lneas de la teora social de Rousseau. Se expone de este modo
nuestra reconstruccin de la visin rousseauniana
de la
historia humana, de la condicin del hombre,
de la accin social y de la sociedad como totalidad, teoras que conforman una ontologa claramente
atravesada por la creencia en la alienacin y negatividad consustanciales a los fenmenos sociales.
ABSTRACT.The interpretation of Rousseau s writings from categoricalfieldsof sociological theory
make
way for
a
reconstruction of the author s proposals based on fundamental sociological concepts
that would later be laid out by classic19* centurysociologists.Obviously,theseconceptsare notfound
in Rousseau s work in terms of a formal theory as so much as notions or ideas of great intellectual
valu. In this paperweproceed to draw out the social theory lines from Rousseau s work. Henee we
put forth our reconstruction of a rousseaunian visin of human history, mankind s condition, social
action and society as awhole.Theories that make up a social ontology that is clearly marked by the
belief of substantiated alienation and negativity both intrinsic to social phenomena.
* Quiero expresar mi gratitud a la Fundacin Caja Madrid por la financiacinde mi investiga
cin durante el curso 2004-2005 en la Universidad Rene Descartes, e igualmente a Emilio Lamo de
Espinosa por la direccin de mi tesis doctoral.
E mall:
Revista Internacional de Sociologa RIS)
Tercerapoca,N42,Septiembre-Diciembre,
2005, pp.
181-199
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N 4 2 , S E r a E M B R E - D I C I E M B R E , 2 0 0 5 A N A D . L PE Z Y E Z
INTRODUCCIN
Uno de los calurosos das del verano de 1 7 4 9 , mientras abordaba el trayecto desde
Pars a
Vincennes,
Jean-Jacques Rousseau fue presa d e una violenta
intuicin.
Sbi
tamente s e l e revelaron la s contradicciones y
abusos
d e l sistema social, la perniciosa
accin de las instituciones sobre la bondad natural del hombre y el mpetu de las
pasiones
colectivas en la depravacin d e l
gnero
humano (Rousseau, 1994 :32-33).
Segn el mismo autor afirm mucho m s tarde, este repentinodescubrimientode
la sociedad le perdera para e l resto de sus das. Y no era para menos, pues adems
de permitirle desenmascarar la sociedad humana le proporcion la sustancia de
su crtica a la modernidad, legado por el que ocupara un lugar de honor entre
muchas de las ms notables disciplinas entregadas al estudio del hombre.
Sin embargo, pese a su madurez y trascendencia, la dolorida mirada rousseauniana
a l hombresocializado h a sidoesquivada por la Sociologa, siempre presta aidealizar
e l valorsocial d e l hombre. N o debe olvidarse q u e e n e l camino d e s u institucionaliza-
cin,sobre tododurante e l siglo X E X , nuestra disciplina s e entregfrecuentemente a
la celebracin d e la sociabilidadinnata,labor de l a q u e n i siquiera se abstuvieron las
corrientes crticas, empeadas ms bien en una visin complaciente de la sociedad
naturaldesdelaq u e elevar su juicio a l a s sociedades en curso. S e explica a s l o exiguo
de la atencin dispensada por lo s socilogos a la obra d e Rousseau y que a la sazn
sta fuera d irgida hacia un concepto colectivista y triunfante com o el devoluntad
general(Durkheim, 1966), a fin de cuentas, ima nocin netamente poltica.
Acaso la teora
social
d e Rousseaun o
merece
tener un papel m s
relevante
e n e l
ituro
d e l a
sociologa? Realmente consigue llenar
u n o d e l o s
vacos
caractersticos
de la
disciplina:
el d e una comprensin d e l o
vacilante,
desconsolador y traumtico
de la vida colectiva en cualquiera de sus manifestaciones. No hay duda de que
Rousseau elabor una solucin terica soberbia en este sentido cuando con total
conviccin trat de asegurar la bondad del hom bre y corregir el error hobbesiano
de localizar lo s fundamentos de la guerra y la maldad en la naturaleza del hom bre.
Los principios del mal residen en la sociedad: he aqu el legado rousseauniano.
El anlisis de la sociabilidad como potencialidad extraa a la naturaleza
humana,
la
identificacin del juego social
como
fuente d e infelicidad y envilecimiento o la repre
sentacin d e la sociedad
como
pura opacidad
bien
merecen u n a reflexin
serena,
una
reflexin q u e logre arrancamos del sueo decimonnico y n o s
prepare
para un futuro
que amenaza c o n n o plegarse a lo s lmites de la sociologa
clsica.
Con e se propsito
comenzamos nuestra revisin terica
d e
la idea
d e
sociedad esbozada por Rousseau.
DE L SOCI BILID DHUMANA A LA PRIMACA
D E
LO SOCIAL
Antes que nada debe afirmarse que en la progresin intelectual rousseauniana
se advierte la clara articulacin de una perspectiva analtica sociolgica al mod o
182
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cmo sera formalizada con posterioridad por la tradicin realista francesa:
"es en la naturaleza de la sociedad misma donde hay que ir a buscar la expli
cacin de la vida social" (Durkheim, 1978:127)^ Esta circunstancia anima por
s misma a determinar la verdadera entidad de la aportacin de Rousseau a la
sociologa^, al tiemp o que invita a una revisin de su influencia en los o rgenes
de nuestra disciplina, am pliando los argumentos con que acreditar una exgesis
sociolgica de su obra.
Podra ocurrir, sin embargo, que el conocedor de la demarcacin disci
plinar durkheimiana experimentara cierta confusin ante una lectura de la
obra de Rousseau que insiste en su carcter sociolgico. La proyeccin de la
perspectiva sociolgica result sencilla a Durkheim gracias a la defensa de
la superioridad ontolgica y moral de lo social sobre el sujeto contenida en
su teora de la sociedad, elemento que el francs trab con una concepcin
social o sociable de la naturaleza humana que no podemos hallar en la antro
pologa rousseauniana fundamental^: la
asociabilidad,
y no la sociabilidad,
era el rasgo consustancial al hombre segn los presupuestos antropolgicos
rousseaunianos. No obstante, es seguro tambin que el autor consideraba
nuestro destino fatalmente abocado a una especie de socializacin universal
cuya posibilidad resida paradjicamente en el normal perfeccionamiento de
algunas de las habilidades inherentes a la humanidad. Gracias a esta hiptesis
de un proceso de socializacin del gnero humano, Rousseau emprendi una
reflexin que abrira su discurso antropolgico a una nueva dimensin: la del
hombre social real. Paralela a la disertacin antropolgica tomara cuerpo as
una lnea de pensamiento sobre lacondicin del hombre^ (Arendtj 1988:13-
1 9 ) , decidiendo un desarrollo bifronte de su obra visible en la anttesis entre el
estado de naturaleza y elestado de
sociedad,
en la radical segregacin entre
nuestra naturaleza y nuestra condicin.
^ El autor vena a definir la perspectiva sociolgica como aquella trama explicativa en que se
investiga lo social articulando variables sociales, y n o atendiendo al ascendente de rdenes distintos
al conformado p or los fenmenos colectivos.
^ De lo que se trata aqu, entonces, es de salvar el evidente anacronismo y reconstruir en los
trminos de un sistema verdaderamente sociolgico una
filosofa
de la sociedad que precedi a la
constitucin de la Sociologa como ciencia.
^ No obstante, si iera el objeto del presente artculo, mostraramos que las diferencias entre las
concepciones rousseaunianas y durkheiminas del sujeto son mucho menos significativas de lo que
podra parecer a primera vista, pues Rousseau desarroll una reflexin sobre el hombre social que
guarda algunas similitudes con el bosquejo de la sociabilidad hum ana acometido por
D urkheim.
En
este sentido, pueden revisarse los comentarios del propio Durkheim (Lukes, 1984:635).
^
E s necesario considerar
aqu
la diferenciacin entrel a
"naturaleza"
y la "condicin"d e l hombre
establecida por H annah Arendt.
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D .
L P E Z Y E Z
L o s hombres so n
malvados; una triste
ycontinua
experiencia
n o s
dispensa de probarlo;
sin embargo, el hombre es naturalmente bueno, creo haberlo demostrado [...]. Que
admiren cuanto quieran la sociedad
humana,
no ser por
ello
menos cierto
q u e
nece
sariamente conduce a l o s
hombres
a
odiarse entre
s e n l a
medida
e n q u e s u s intereses
se
cruzan,
a
prestarse
mutuamente servicios
aparentes
y a
hacerse
e n l a
prctica
todos
los males imaginables [...]". (Rousseau, 1982:309).
Ahora bien, la bifurcacin de la obra rousseauniana concierne aqu especial
mente porque consum la articulacin de una perspectiva de anlisis que puede
designarse sociolgica en el sentido apuntado anteriormente. Contra lo que
pudiera parecer a primera
vista,
el
asociologicismo
abrazado por Rousseau en su
antropologa fundamental no bloque el desarrollo de un discurso sociolgico,
ms bien lo favoreci, pues las acciones de los hombres reales en el mundo
real en modo alguno se plantearon como indicadores antropolgicos, sino ms
bien como fenmenos inducidos por la socializacin del gnero humano, esto
e s , como indicadores purame nte sociolgicos. El principio, el desenlace y el
recorrido de los acontecimientos relatados en la crnica rousseauniana remiten
siempre a la dinmica especfica de lo social, a los efectos de la socializacin
de la humanidad.
LA HISTORIA, COMO CRNICA DE LA SOCIALIZACIN DE LA
HUMANIDAD
Claro que Rousseau debi resolver la paradoja contenida en su propuesta. De
un lado proclamaba nuestra consustancial asociabilidad; de otro lado sealaba
el advenimiento de la sociedad humana y la consiguiente alteracin de nuestro
temperamento. Entre una y otro dispona un antagonismo de tal gravedad que
impeda acogerse a la que sin duda hubiera sido la solucin terica ms cmo da:
l a d e interpretar e l curso histricocomoresultado d e una connatural metamorfosis
general de lafisonomahumana desde un tipo primitivo asocial a otro evolucio
nado social.
Rousseau logr sortear la dificultad, pero sin reducirla de forma absoluta.
Otra cosa es que el esfuerzo empeado p ara defender un punto de partida fallido
el duro
asociologicismo
de su antropologa diera lugar
a
u no de los retratos
ms agudos de nuestra condicin social. El engarce terico entre elestado de
naturalezayel estado de sociedad esm erado, aunque no exento de saltos se
vali de dos recursos. Por una parte, se sirvi de la complejidad de la figuracin
antropolgica del autor. Por otra parte, se apoy en el detallado tratamiento del
proceso de socializacin como un conjunto con siderablemente rico y escalonado
de transformaciones en el mundo de los hombres. Nos detendremos brevemente
a valorar ambos aspectos.
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En primer lugar,debeobservarse
q u e
Rousseau haba proyectado una naturaleza
humana compleja, esto es, integrada por cualidades distintas, algunas dinm icas
(como
Imperfectibilidad ,
otras mudables o frgiles (como la
asociabilidad o
la
piedad
y algunas otras, p or ltimo, notablemente firm es (como la
auto-orienta
cin .
El supuesto
d e
esta desigual proclividad
a l
cambio esbozaba
la
socializacin
como un procesocontra naturaen algunos sentidos, pero natural en otros. De
este modo pudo el autor conjugar continuidad y ruptura en su reconstruccin del
devenir histrico ^proporcionando coh erencia y
flexibilidada
su exposicin
y
justificar en trminos antropolgicos tanto el equilibrio individual del hombre en
estado de naturaleza (cuando sus distintos rasgos se presumen en estado puro),
como nuestra relativa tendencia al cambio y lo conflictivo del destino que nos
aguarda al hilo de nuestra inversin social.
El principio dinmico de la naturaleza humana concebida por Rousseau no era
otro q u e ^perfectibilidad,
cualidad vinculada
a l
amor des a
u n impulso
inherente
a
cuidar
d e u n o mismo c o n e lpropsito d e
asegurar
l a supervivencia. S u
consideracin
permitira a la antropologa rousseauniana convenir con el iluminismo, al menos
parcialmente, en una idea infnitista
d e l a
naturaleza humana^
(Prez,1993-94)
para
la que las posibilidades de desarrollo del hombre son ilimitadas^, idea que implica
una caracterizacinflexible
e
indeterminada
d e
nuestracomplexin.Rousseau gra
vit, pues, en tomo a la perfectibilidad humana en su explicacin sobre la gnesis
y el desarrollo del proceso de socializacin. A su entender, la constante pugna del
hombre
c o n e l
medionaturalhubode producir un perfeccionamiento sostenido
d e
la
humanidad
capaz
d e
garantizar
e l
crecimiento continuado
d e
mienbros
e n
la misma.
Y a la larga, el aumento de la densidad demogrfica debi tomar inevitables los
encuentrosfsicosfortuitos entresujetos aislados, convivencia meramente corprea
q u e promovera e l arranque del curso socializador d e l gnero humano. No con esto
terminaba
e l
papel
d e
nuestra adaptabilidad constitutiva en el avance de
dicho
pro
ceso:sta
apareca tambin incitando directamente
e lroce entre
sujetos
a l
estimular
prcticas de colaboracin con que afianzar an ms la adaptacin ecolgica de la
especie. En resumen, Rousseau comprenda que la facultad de perfeccionamiento
d e l
hombre acababa por deteriorar
s u
resistencia congnita
a l trato
social;
q u e
era la
batalla
d e l
hombre consigo
mismo
la
q u e
decida
la
aparicin
d e l a
sociedad,
la
cual
se manifestada as como una suerte histricamente necesaria, como una necesidad
relativa para el hombre, tras haber sido rechazada por Rousseau como necesidad
natural absoluta de nuestra complexin.
^ No obstante, la propuesta rousseauniana sobre lo ilimitado de las posibilidades del hombre
distaba mucho de fundar forma alguna de optimismo existencial.
^ Villaverde ha apuntado la lentitud y dificultad con que tuvo lugar e l cambio desde una concep
cin fija y acabada de la esencia humana, propia del siglo XVII, a la representacin infnitista que
aqu estamos exponiendo (Villaverde, 1987:125-131).
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En segundo lugar, la trabazn terica entre elestado d e naturaleza y elestado
de sociedad
obtuvo del minucioso escalonamiento del proceso de socializacin
un apoyo notable. El anlisis ontosocial de dicho curso permite descubrir una
periodizacin de la historia natural de la especie del tipo formulado en los gran
des evolucionismos organicistas del siglo XIX, pues las etapas identificadas por
Rousseau en esta
filosofa
de
la
historia
s e
disponen
como
formas sociales tpicas.
Son las siguientes:
-Primer estadio.
S e
inicia
c o n e l
establecimiento
d e
las primeras interacciones
entre sujetos y concluye con la posterior consolidacin y universalizacin de
stas. N o
hablamos
a n sino d e
relaciones contractuales (orientadas nicamente
hacia la supervivencia), y por lo tanto basadas en una reciprocidad muy super
ficial;XQStxmgidipraxissocial
q u e
produce una morfologa social informe, una
no-sociedad, un mero agregado. No obstante, con ella la naturaleza humana ha
comenzado ya, si bien tmidamente, un profindo proceso de transformacin.
-Segundoestadio.Se tratad e la primera fased e la historia autnticamente social.
Encuentra su punto de partida en la formacin de grupos de pequeas dimensiones,
como la familia y la
aldea.
La convivencia en dichos grupos desata la experimen
tacin d e l o s primeros sentimientos de estima, inocentes afectos que degenerarn
en maliciosas pasiones. La afectacin de la condicin humana provoca cambios
sustanciales en las relaciones sociales, tanto en su contenido (que deviene narci-
sista),comoen su forma ( q u e se toma reflexiva). S e ordenanentonceshpraxis y l a
solidaridad socialespropiasde este periodo: por unaparte claramenteemocionales,
pero por otra tramadas como espacios opacos plagados de incertidumbres para el
sujeto.
Finalmente,
debe apuntarse que en esta etapaemergenla divisin d e l trabajo
entre sexos y lo s primeros y ms elementales sistemas d e propiedad.
-Tercerestadio.Con el advenimiento del tercer estadio culmina la sociali
zacin de la humanidad, lo que le hace ostentar lo s caracteres consustanciales
a lo social en estado puro. Arranca con la aparicin de la divisin social del
trabajo y la posterior constitucin
d e
la sociedad
como
totalidad, procesos que
forjan un nuevo tipo de solidaridad social: aquella organizada por un prin
cipio extemo al sujeto como es la dependencia ecolgica respecto al grupo.
Claro que todo ello trae tambin una nueva alienacin del hombre (la de su
capacidad reproductiva) y decide la aparicin de las desigualdades sociales
y la propiedad privada de los m edios de subsistencia, factores que precipitan
la completa depravacin de nuestro temperamento y suscitan la guerra entre
los individuos. Lo social se alza ya ntegramentecom o podersocial extrao
(Lamo de Espinosa, 1981) en su transcurrir por una serie de etapas que van
desde la guerra entre los particulares a la guerra generalizada a gran escala,
proceso atravs del
cual
progresa la estructuracin d e la sociedad y la fijacin
de sus tendencias tpicas.
De lo detallado y extenso del relato rousseauniano e s posible deducir cuan caute
loso fue R ousseau al acordar las transformaciones vinculadas a la socializacin:
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una segua a otra en virtud de un lento y cuidado encadenam iento. Sin embargo,
n o porello s e v i o libre de introducir e n su crnica saltos difcilmente justificables
desde el punto de vista de la coherencia interna de su obra. El ms relevante se
localiza en aquel momento de la historia humana en que supuestamente tena
lugar la ms significativa de las transformaciones sociales de nuestra naturaleza,
la misma que dara un impulso definitivo al curso socializador: la aparicin del
afecto h acia los semejantes. Es cierto que la hiptesis de las primeras experimen
taciones afectivas e ntre los hombres no fue incorporada a la narracin de manera
abrupta, que en s misma n o e r a d e l todo contradictoria con la benevolencia natural
del hombre esencial, pero an as resultaba extraa al asociologicismo antropo
lgico rousseauniano. El autor la conceba como una especie de mutacin, como
la reaccin ante una circunstancia en principio extema la convivencia pero
que
finalmente
mostraba la facultad de suscitar sentimientos hacia los dems, de
desatar pasiones extraas a la naturaleza de la especie, descolocando al sujeto y
favoreciendo el despegue definitivo de la ' socializacin.
A partir de este punto Rousseau hizo descansar el avance de dicho proceso
e n fundamentos mecnicos (Weber, 1985:259). La experimentacin afectiva,
benevolente en su origen, promova al final una nefasta dinmica, provocando
nuestra perversin y moldeando el mundo de los hombres como el reino de la
pecaminosidad
absoluta.
No
sorprende,pues,
que Jean Starobinsky interpretara la
filoso fa rousseauniana de la historia como la transposicin del "mito religioso a
la propia historia", y que en correspondencia distinguiera dos edades en la expo
sicin del filso fo: "una, tiempo e stable de inocencia, reino tranquilo de la pura
naturaleza;
otra,
historia en devenir, actividad culpable, negacin d e l a naturaleza
del hombre" (Starobinsky, 1983:22).
Es indudable que Rousseau deseaba exculpar al hombre de ser responsable
de su propia cada, pero no por ello evit inculpamos, al menos parcialmen te, al
situar el germen ltimo del m al en nuestra complexin. La perfectibilidad sirvi
al autorcomo puenteentre el estado de n aturaleza y el estado de sociedad, entre
la inocencia y la perversin. El extravo de nuestra naturaleza se realizaba en
virtud del potencial ilimitado de sta.
"[...] q u e esta facultad distintiva, ycasi ilimitada, es la iente d e
todas
las desgracias
del hombre; que es ella l a q u e afixerza d e tiempo le saca d e esa condicin originaria,
en la que pasara sus das tranquilos e inocentes; que es ella la
q u e ,
haciendo surgir
c o n l o s
siglos
su s
luces
y s u s errores, su s
vicios
y s u s virtudes, lo
toma
a la
larga tirano
d e s mismo y d e la naturaleza [...]". (Rousseau, 1982:221).
De este modo, puede concederse que Rousseau ide al hombre entraando tanto
la semilla de su supervivencia como el germen de su depravacin, aportando a
la creencia progresista en lo ilimitadode las posibilidades humanas su expresin
negativa.
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LA INVERS IN SOCIAL DE LA NATURALEZA HUMANA
La investigacin d e la ontologa social rousseauniana encuentra su materia prima
en aquellos textos en que el autor plante la escena final de la socializacin
de la humanidad (tercer periodo). El estudio de las alteraciones sufridas por la
naturaleza del hombre proporciona un buen punto de partida. Recordemos que
debido a la heterognea disposicin al cambio de nuestras d istintas cualidades,
la socializacin resultaba un proceso normal en algunos sentidos, pero
contra
natura en otros. Pese a su violencia, la dialctica de los afectos no lograba la
socializacin de todos y cada uno de nuestros rasgos consustanciales, lo que
habra de traer el desajuste distintivo de nuestro temperamento en el estado
social. El hombre est hecho para vivir en soledad, y no en sociedad, sin que la
socializacin pueda anular completamente la oposicin de nuestra n aturaleza.
Es sta la causa ltima de las aciagas consecuencias de la socializacin sobre
el carcter humano. A la luz del anlisis de los textos de Rousseau las hemos
condensado en tres: la prdida del autocontrol y el equilibrio inherentes al
hombre natural (alienacin); la adopcin de una pauta anmica; y la decadencia
fsica y moral. Todas ellas remiten a la perturbacin desencadenada en nuestra
constitucin por los afectos.
a) La prdida del equilibrio y el autocontrol del individuo sobrevienen
porque la experimentacin amorosa termina excitando en el sujeto el ansia
por la estima del ser amado. As se induce la bsqueda de reciprocidad en
el afecto y se consolida una actitud de atencin sistemtica hacia los otros
que rompe nuestro encapsulamiento natural y desmiembra nuestro eje de
sustentacin, proye ctndolo desde el interior del yo hacia el
alter.
Asimismo,
el carcter de la fuerza que genera dicho desplazamiento el deseo afec
tivo potencia an ms la descompensacin individual. D e un lado, porque
se trata de un imperativo que trastorna el conjunto de la naturaleza humana
(la afecta y, de otro, porque su satisfaccin se decide en un mbito que es
ms que exterior al sujeto afectado: se ubica en el interior de los otros, en
una exterioridad opaca. No obstante, el problema real radica en que esta
fractura del encapsulamiento humano no comporta la destruccin total
de nuestro individualismo natural: incipiente sociabilidad, por una parte;
resistente autorientacin, por otra. El desenlace normal de la socializacin
no es otro que la insociable
sociabilidad,
la ambivalencia eg osta-social. Ni
siquiera la afeccin ms desinteresada es totalmente ajena a nuestro egosmo
constitutivo. Tras la estima, se intenta retrotraer el objeto amado a los par
metros propios, rendir el mundo ante nuestro acotado yo . El hombre social
es esclavo entonces de una vacilacin que le priva de una vida ensimismada
y feliz, de la extraordinaria integracin del bon sauvage: una naturaleza
perdida formulada por Rousseau en trminos utpicos claramente h eredados
del estoicismo.
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"jOh, hombre Encierra tu existencia dentro de ti, y ya no sers miserable.
Qudate en el lugar que la naturaleza te asigna en la cadena de los seres, nada
te podr hacer salir de ella: no forcejees contra la dura ley de la necesidad, y
no agotes, queriendo resistirte a ella, las fuerzas que el cielo no te ha dado para
aumentar oprolongar tu existencia, sino slo para conservarla como a l le place
y durante el tiempo que a l le place. Tu libertad, tu poder, slo se extienden
lo que tus fuerzas naturales, no ms all; el resto es slo esclavitud, ilusin,
prestigio. La dominacin misma es servil cuando atae a la opinin: porque
dependes de los prejuicios d e aquellos aquienes gobiernas mediante prejuicios".
(Rousseau, 1982:99).
b) En segundo lugar, puede establecerse que la anomia es el estado caracte
rstico del hom bre socializado. El sujeto percibe el mundo habitado p or otros
cuya posesin pretende
^vindose
impelido a salir
d e
s mismo , pero a
la
vez
carece de la facultad fsica o poltica de esparcirse y someter el medio extemo,
lo que hace de ese recndito objeto de deseo algo completamente inaccesible.
La socializacin arrastra a una anomia constante al suscitar en nosotros sueos
quimricos. Nos sita en una contradiccin estructural e irremediable entre
medios y fines.
c) Finalmente, la socializacin provoca la inversin de la sustancia moral del
sujeto, efecto inmediato de la alteracin d e l afecto motivada por la s circunstancias
inherentes al trfico em ocional. Tanto la insatisfaccin de las pasiones como su
realizacin ocasionan a la larga la depravacin de sentimientos que inicialmente
haban sido bondad osos: desatan la envidia y el resentimiento, en el primer caso,
y el envanecimiento, en el segundo.
"[...] de ah toda sinrazn voluntaria se convirti en ultraje, porque en el mal que
resultaba de la injuria el ofendido vea el desprecio de su persona, ms insoportable
co n
frecuencia
q u e e l m a l
mismo.
A s e s como,
castigando
cada cual e l
desprecio que
se le haba manifestado de modo proporcionado al caso que haca de s mismo, las
venganzas se volvieron terribles y los hombres sanguinarios y crueles [...]". (Rous
seau, 1982:256).
Es sta la historia de los afectos en el drama rousseaunian o: la sincera estima,
los dulces lazos, devienen celos, envidia, resentimiento, ira o vanidad, las
cuales se le antojan al autor la especificidad de todo hombre social. El
amor de s distintivo del estado de naturaleza se ha transformado enamor
propio, determinando la muerte de la piedad, el ms sencillo de los afectos
y el nico natural. Aqu culm ina el paso del hombre desde la bondad y sim
plicidad naturales, a la maldad y debilidad sociales, temperamento desde
el que enfrentar las relaciones con los otros, el inquietante espacio de la
socialidad.
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HACIA U N A
T E O R A R O U S S E A U N I A N A
D E LA ACCIN SOCIAL
La reconstruccin terica d e l a accin social descrita por Rousseau halla su punto
de partida en un actor en situacin^, inmerso en sociedad. De ah que se trate al
mismo tiempo de un sujeto afectado, necesitado de los otros, cado en una des
apacible suerte de penuria afectiva.
Cul es la vocacin tpica de la accin? Rousseau precis d os posibilidades.
De un lado, la accin poda perseguir un afecto recproco, mostrando a un actor
no del todo p ervertido por la socializacin; y, de otro lado, poda orientarse a la
consecucin
d e l a
estima pblica, delatando
u n a
mudanza
y
perversin
m s
radical
d e l a voluntad d e l hombre.
Ambas
vocaciones suscitaban acciones diferentes, tanto
en lo relativo a la estructura formal de sta, como en lo referido a su contenido y
valor moral: mientras que en el primer caso (el de la situacinsocialsimple la
finalid ad es el otro o el afecto del otro (ordenndose una relacin recproca), en el
segundo (el de lasituacin socialcompleja elalter s epresenta nicamente como
requisito para el cumplimiento de la propia meta (como medio), promoviendo
la reflexividad social o heterorreflexividad (Lamo de Espinosa, 1993:403,408).
Lamentablemente, Rousseau reconoci en la segunda a la motivacin tpica de
la accin social, fijando la egolatra como el impulso social genuino, como el
nervio de la vida colectiva. De ah que en correspondencia subrayara el papel
que la consideracin social o estima pblica cumple en el proceder del sujeto.
En definitiva, la accin social tpica se funda en impulsos egostas; no aspira a
alcanzar una comunicacin lmpida con los otros, tampoco pretende la coopera
cin, sino que persigue enaltecer el peso del actor a travs del ensalzam iento de
su imagen social. Algo que forzosamente entra en competencia con la recepcin
pblica de los otros.
"[...] cunto ejercita ycompara lo s
talentos
y l a s fuerzas
este deseo universal
d e repu
tacin,
d e
honores
y d e preferencias q u e n o s
devora
a todos,
cunto
excita ymultiplica
la s pasiones, ycuntos reveses, xitos y catstrofes d e toda especie causa haciendo a
todos lo s hombres competidores, rivales omejor enemigos, al atraer a lamisma lid a
tantos pretendientes. Mostrara que es a ese afn por hacer hablar a u n o , a ese furor
p o r
distinguirse
q u e n o s
tiene casi siempre
fuera d e
nosotros
mismos, a l q u e debemos
l o q u e hay d e mejor y d e peor
entre
lo s hombres, nuestras virtudes ynuestros vicios,
nuestras ciencias y nuestros errores, nuestros conquistadores
y
nuestros filsofos, es
decir,una
multitud
d e
cosas malas
frente a un
pequeo nmero
d e buenas". (Rousseau,
1982:281-282).
^ Lateora social esbozadaporRousseau presentaundesarrollo dialcticoen lo que a latensin
accin-situacinse refiere.
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Debe
concederse q u e esta vocacin difcilmente poda suscitaru n obrar cristalino y
explcito
e n la accin real, d e modoq u e se hiciera asequible a l o s
dems
la percepcin
de la intencionalidad ltima del actor y se pudiera responder en consecuencia. Tal
como fue identificada por Rousseau, la inclinacin interna del sujeto socializado
no
se
traduce en unreclamoexplcito y sincero: el actordebeencubrir
su
verdadera
intencionalidad
si
efectivamente desea satisfacer
su s
anhelos y necesidades.
N o
hay
accin sincera, sino la articulacin de los medios para el logro de los
fines;
no hay
expresin del alma, sino accin-actuacin instrumental, es decir, seduccin, repre
sentacin y conquista. Rousseau, en su visin del actuar en el mundo, subrayaba
la tendencia de los individuos a ajustarse a la consecucin de la notoriedad social,
tomando la vida en sociedad un proceso de aprendizaje para el xito.Elaplauso
dirige la accin, ta l vendra a ser la frmula con q u e e l autor zanjaba la superioridad
del todo social sobre el sujeto e inverta elrigurosondividualismo de partida.
Rousseau anot algunas de lasmodalidad.esde la accin-tipo bsica, aunque insisti
especialmente en aquella
e n q u e s e
observa
u n a
tecnificacinaadida:cuando el actor
se
q)ercibe de la universalidad de la pauta narcisista y la instmmentaliza para sus propios fin es .
De at resdtan el agasajo Mpcrita o la adulacin vaca, afectadas artimaas desplegadas con
un afn egosta y un
talante
tcnico. Con
ello,
la
mera
seduccin pasaa ser farsa y engao.
"[...] el ciudadano [...]. Corteja
a l o s
grandes
q u e
odia
y a l o s
ric os que desprecia; no
escatima nada paraobtener
e l
honor
d e
servirles; se jacta orgullosamente
d e s u
bajeza
y d e l a proteccin d e
ellos
y , orgulloso d e su esclavitud, habla con desdn d e los que
no tienen el honor
d e
compartirla [...]". (Rousseau, 1982:286).
A la
ierza,
la prctica regular del proceder
descrito
conformaba fatalmente e l mbito
de
la
socialidad.A sentada sobre la suma y composicin
d e
sujetos yactosegostas,
por una agitacin
q u e
fierza
la
falsedad.
Id ,praxis
colectiva haba
d e
devenir irreme
diablemente esquizofi'nica,
pues
redobla lo absurdo d e l o s sujetos particulares. Las
ocasionesficticiasque no reflejan en modo alguno el contenido de los individuos
s e van engarzando, tramando l o q u e ser la dinmica social natural. Escindida entre
sus mdamentos y su curso real, la accin socialfi-aguaun tejido social opaco, una
situacin social donde la ruptura entre
e l se r
y
parecer
es insalvable.
Y adonde conducem idi praxisas erigida? La escena cotidiana del hombre
socializado no poda ser otra que la vanidad y el desprecio, la vergenza y la
envidia. La comimicacin honda y sincera entre las almas hum anas es imposible.
Ni siquiera la mirada es capaz de delatar al otro, de liberarlo de un juego con
reglas impuestas de antemano , de un orden capaz de enajenar su nimo.
Constitucin de la sociedad como totalidad
En el relato rousseauniano, la constitucin de la sociedad como sistema vena
dada por la divisin extra-domstica del trabajo, un fenmeno impulsado por el
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avance de la socializacin y el creciente dominio del homb re sobre la naturaleza
que determinaba
la
ampliacin
d e
la unidad funcional humana desde los grupos
primarios hasta la sociedad total
y
la aparicin de un nuevo principio social: la
interdependencia funcional entre los sujetos. Ya instituido, el conjunto del orden
social vena a descansar en dos tipos de solidaridad^ En primer lugar, un vnculo
afectivo entre sujetos desencadenado por la accin de los afectos. En segundo
lugar, otro puramente eco lgico derivado de la colectivizacin de lucha por la
supervivencia cada vez ms extenso, profundo y complejo, pues las primeras
especializaciones provocaban nuevas diferenciaciones, acusando el imparable
movimiento de la nueva realidad social.
Sin duda, la trayectoria tpica de ste nuevo orden social vena dada por la apa
ricin y posterior acentuacin de la desigualdad entre los hombres^, elemento que
finalmente cumpli un papel central en la teora social
rousseauniana.
Ajuicio del
autor, con la divisin del trabajo la satisfaccin de las necesidades vitales deve
na un proceso extemo al individuo, lo que dificultaba en adelante la respuesta
inmediata y proporcionada a stas y terminaba trastornando su consumacin. En
esta incompetencia del sistema encontraba su motivo ltimo la desigualdad, ya
ostensible en el momento del intercambio.
L as cosas, en esteestado, hubieranpodidopermaneceriguales s i l o s talentoshubieran
sido iguales y s i ,por ejemplo, e l empleo d el hierro y e l consumo d e alimentoshubieran
estado siempre en equilibrio exacto; pero la proporcin, que nada mantena, pronto
fue
rota;
[...] trabajando
lo
mismo,
e l u n o
ganaba mucho
mientras
e l
otro apenas
tena
paravivir .(Rousseau, 1982:261).
Era sta una desigualdad promovida mecnicamente por la divisin del trabajo
que debe aadirse a la que Rousseau conceba ocasionada deliberadamente por
los hombres. La ampliacin de la unidad funcional humana menoscababa las
posibilidades del sujeto de controlar el proceso reproductivo, y de este modo de
cuidar la equidad en el cambio, perm itiendo el engao y el fraude en un medio ya
^ Nos permitim os el empleo de la terminologa formulada por D urkheim en su reflexin sobre
los fundamentos del orden social. Somos conscientes de que Rousseau -a diferencia de D urkheim-
pretenda localizar los principios del desorden social, pero tambin creemos que ambos buscaban
igualmente los fundamentos ltimos de la vida colectiva, los mismos que explican la existencia
de la vida en sociedad y que los sujetos particulares vivan una vida comn, sea sta armoniosa o
conflictiva.
^ Es cierto que R ousseau consideraba la multiplicacin de la desigualdad natural producida por
la introduccin de nuevas tcnicas de trabajo intervena en la am pliacin de la desigualdad social,
pero no concedi en absoluto el mismo peso a aquella que a los perniciosos efectos de la divisin
del trabajo.
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plenamente corrupto. E n cualquier caso
bien
fuera ciega o conscientemente la
sociedad total basada en la divisin del trabajo introduca y consolidaba la des
igualdad entre los hombres hasta el punto de tomarla su tendencia caracterstica.
S e planteaba entonces una especie de ley de hierro de las desigualdades sociales,
una ley que barajaba tanto la accin ciega de las estructuras sociales como la
voluntad tpica de los actores, seres enfermos de egolatra que ansian una reite
rada exaltacin de
s u propio
yo y obtienen
d e
la supremaca poltica
o
econmica
mtodos que facilitan
la
realizacin
d e s u s
anhelos. Voluntad humana
y
necesidad
social concurran en la profundizacin de las desigualdades sociales.
"[...]
la
ambicindevoradora,
e l
ansia
d e
elevar
su
fortuna
relativa,
menos por necesi
d ad autntica q u e p o r ponerse p o r encima d e l o s dems, inspiran atodos lo s hombres
u n a negra inclinacin aperjudicarse mutuamente [...]". (Rousseau, 1982:262).
A la consideracin sociolgica atae qu en la accin constante de esta ley de
hierro de los poderosos Rousseau viera alzarse el total de la sociedad en una
forma que bien anuncia el entramado onto-social del materialismo histrico.
Su reconstruccin por parte del crtico contemporneo puede formularse en los
trminos siguientes. La divisin social del trabajo, trance natural de la historia de
la humanidad, provoca la aparicin de desigualdades sociales que terminan por
conferir a una minora la propiedad de los medios de que disponen los hombres
para asegurar su supervivencia {infraestructura . Los poderosos, apremiados
por el narcisismo y la crueldad del hombre social, comprometen su existencia
custodiando y ramifcando su supremaca{estructura ,emprendiendo un cmulo
de acciones que
s e
plasman en la formacin
d e
las distintas instituciones sociales.
De este modo tiene lugar el pacto que constituye el Estado, toman cuerpo las
magistraturas o son impulsadas las artes y las ciencias {superestructuras ,
" [...] fuera e l q u e fuese el
color
q u e pudieran d a r a s u s
usurpaciones,
d e sobra saban
que slo estaban
fondadas
en un derecho precario y abusivo, y que, adquiridas slo
por lafoerza,a
foerza
poda quitrselas sin q u e pudieran tener
motivo
de queja [...]
elrico,
acuciado
por la necesidad,concibifinalmente e l
proyecto
m s
meditado
q u e
jams haya entrado en mente humana: foe emplear en su favor lasfoerzasmismas
de quienes lo atacaban, hacer defensores suyos de sus adversarios, inspirarles otras
mximas, y darles otras instituciones que le
foesen
an favorables como contrario le
era
el
derecho
natural".
(Rousseau, 1982:264-265).
S e forjaba a s una crtica a la poltica, a la s artes o a l conocimiento sin precedentes
en la historia occ idental. Una crtica radical fundada en una teora de la sociedad
desde la que se denunciaba lo
ficticio
del orden poltico, la injusticia de la l e y , la
falsedad de las ciencias o la vacuidad de las artes. En verdad, tan altos nombres
no se le revelaban ms que como la trama urdida por
unos
pocos para el logro de
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D .
L P E Z Y E Z
fines egostas, causa y consecuencia de una nueva perversidad del hombre, pues
los vicios que vuelven necesarias las instituciones sociales son los mismos que
vuelven inevitable el abuso (Rousseau, 1982:278-280).
En resumen, labuena
sociedad
s e revela a Rousseau como el complejo artifi
cio de los poderosos para detentar y aumentar su predominio. Un engranaje que
impondr su dinmica incluso en el espacio relacional inmediato al sujeto: el de
la accin. El juego social era ya por s mismo una competicin constante, pero
ahora lo ser por partida doble, pues integrar la pugna por posiciones sociales
eminentes y su ostentosa exhibicin. Tras la aparicin de la desigualdad social,
e l
narcisismo del hombre social deber batallar en un espacio socialmente estruc
turado.
He aqu [...] el rango y la suerte de cada hombre establecido no slo con arreglo a
la
cantidad
d e
bienes
y al
poder
d e
servir
o d e
perjudicar, sino con arreglo al espritu,
la
belleza,
la fuerza
o
la destreza, con arreglo al mrito y los talentos; y siendo estas
cualidades la s nicas q u e podan conseguir laconsideracin, pronto hubo q u e
tenerlas
o afectarlas, en provecho propio hubo que mostrarse diferente de lo que uno era en
efecto. Ser
y parecer llegaron a s er d o s cosas totalmente
diferentes,
y d e esta distincin
salieron
e l
fausto imponente,
la
astucia falaz
ytodos lo s vicios q u e
son
su
cortejo [...]
e n u n a palabra,
competencia
y
rivalidad
p o r u n
lado,
p o r otro
oposicin
d e
intereses
y
siempre el oculto deseo
d e
lograr
u n
beneficio
a
costa
d el
otro,todos
estos males
son
el
primer efecto
d e l a
propiedad
y e l
cortejo inseparable
d e l adesigualdad naciente .
(Rousseau, 1982:262).
Nada elude la mecnica de lo social, nada evita
e l
desorden. La sociedad
s e
ha
trabado como maldad, como pura
alineacin.
Primero, en relacin a la naturaleza
humana, pues el ser social ha desfigurado al ser natural. El sujeto procede envi
lecido y esclavo, es incapaz de existir de acuerdo a su autntica constitucin, es
m s :
ni siquiera sabe de ella. Segundo, en relacin a
ISLpraxis
social, totalmente
nebulosa. El actor no slo est impedido para conducir su socialidad, tambin
se halla forzado a representar y engaar, y exponindose as a la falsedad de los
otros. La oposicin entre
e l ser y el parecer
engendra una confusin generalizada
en la que nadie sabe
quin es quin.
Finalmente, la sociedad total se despliega
ntegramente
como u n
poder social extrao:
u n
poder ajeno, situado
a l
margen de
lo s
hombres, y que recorre una serie de fases y etapas de desarrollo independiente
de la voluntad y de los actos de los hombres, y que incluso dirige esta voluntad y
estos actos (Marx y Engels, 1974:36). Y todo ello, para colmo, es la resultante
natural de
Id, praxis
social, y no una manifestacin perversa. El mal radica en la
sociedad, despliega el rango de universal sociolgico.
Acaso no hay escapatoria alguna? No puede ocultarse que Rousseau se
reserv la proyeccin de un acto ltimo de apropiacin. Otra cosa es que ste no
se basara en absoluto en la inocente naturaleza humana, sino que se proyectar
1 9 4
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ms bien contra nuestra condicin so cial. Perdida la inocencia
natural,
Rousseau
ha comprendido que lo nico que cabe e s un ejercicio d e sometimiento de la natu
raleza socializada, un ejercicio lo suficientemente represivo como para extirpar
el mal. Refrenar la pasin humana, aprisionar lo que ajuicio de Kant despertaba
las "excelentes disposiciones del hombre" (Kant, 1997:48), impedir que prenda
en nosotros el engreimiento que nos hace amargos y duros: tal fue en verdad la
voluntad de la ms clebre utopa del siglo delas luces.
ESBOZOA N A L T I C O DEL SISTEMA ROUSSEAUNIANO
E l anlisis terico d e l a
obra
d e Rousseau permite establecer q u e e l autor formul una
prototeora
general
d e l o social y d e s u
evolucin.
Seguidamente apuntaremos algunas
de la s propiedades que la
hacen
particularmente interesante a la teora sociolgica.
En primerlugar,
debe subrayarse
lo que constituye aqu nuestra
tesis
fundamental:
la articulacin de una perspectiva sociolgica en la obra de
Rousseau.
L a negacin de
sociedades
naturales
o d e inclinacin social-natural alguna e n l o s individuos ubicaban
inicialmente a Rousseau en un nominalismo asociologicista d e l q u e , s i n embargo, se
distanci posteriormente. Ya nos hemos referido a las posibilidades brindadas por
la hiptesis de un proceso de socializacin de la hum anidad, pero no est de ms
insistir en el hecho de que gracias a ste, el discurso del autor
pudo
asumir un tono
sociolgico ascendente einclusodesembocar en una teora d e l asociedad netamente
realista que suscribe la irreductibilidad y exterioridad de la realidad social y sus
dinmicas respecto a los sujetos que la conforman.
En segundo lugar, debera agradar especialmente a los tericos de la socio
loga el hecho de que la
filosofa
social rousseauniana delinee los tres niveles de
anlisis que conjugaran despus
^a
menudo con mayor dificultad
lo s
grandes
tericos de la sociologa: el del sujeto socializado, el deIprcaissocial y el de
la sociedad como totalidad estructurada. No menos mrito presenta el hecho de
que el autor mostrara su interrelacin mutua al tiempo que perfilaba los rasgos
diferenciales d e cada u n o de
ellos,
salvando as el dilema accin-estructura; xito
en la transicin desde un espacio social a otro que cabe atribuir al manejo de dos
recursos tericos contradictorios pero perfectamente articulados en la progresin
rousseauniana. De un lad o, Rousseau manej cabalmente la idea de enajenacin
social, pues explic gran parte de los atributos y tendencias de lo social como
consecuencias no deseadas o ciegas del acontecer social del hombre. De otro
lado, no renunci a comprender e l mundo social como el desenlace natural de los
motivos de los actores; alineacin e intencionalidad, perversidad e ignorancia,
se hallan concilladas en el sistema rousseauniano. As, la afectacin de nuestro
temperamento apareca como el resultado no pretendido del proceso de sociali
zacin, un proceso cuyo origen era absolutamente ajeno a designio alguno. No
obstante, afectado el sujeto, la libertad hum ana comenzaba a operar e n el relato y.
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por ejemplo, al tiempo que la aparicin d e la divisin del trabajo y la constitucin
total de la sociedad se conceban como fenmenos que en modo alguno podan
conocerse o preverse, el avance de su dinmica expresado en la profindizacin
de
la
desigualdad
s e
remita simultneamente
a la
accin ciega
d e l a s
estructuras
sociales y a la voluntad humana: los hombres no cedan su protagonismo ante la
especializacin y continuaban v ertebrando el engranaje social.
En tercer lugar, se deduce de nuestro recorrido que la filosofa social rous-
seauniana se plantea como un sistema de teora social asentado flogentica y
ontogenticamente. Filogenticamente, porque hace descansar su visin de lo
social en el supuesto desarrollo evolutivo del gnero humano, en el suceder de
la especie a lo largo de su historia natural. Ontogenticamente, porque su dibujo
de los fenmenos sociales las caractersticas intrnsecas de la sociabilidad y la
socialidad del sujeto. Todo ello
se
plasma
e n
el desarrollo sincrnico
y
diacrnico
de la obra de Rousseau, en una teora general de lo social y en una lectura de la
evolucin histrico-natural de los fenmenos sociales.
Para concluir, no puede olvidarse el estudio de la divisin del trabajo social
esbozado por el autor, sobre todo si se considera el contexto intelectual en que
fue formulado. En este sentido, Rousseau se revela como precursor
d e
corrientes
tericas
d e
envergadura. Primeramente, de
la
concepcin organicista-evolucionista
para la q u e la lucha por la supervivencia e s uno de lo s principios organizadores de
lo s hechos sociales. En segundolugar,del m aterialismo histrico: el autor plante
la relacin entre la divisin del trabajo y la desigualdad y apunt el modo cmo
stas ocasionan desequilibrios econmicos
y
polticos capaces
d e
comprometer
la
voluntad de los hombres en la reproduccin del orden social. En tercer lugar
^ y
por variados motivos d e la tradicin durkheimiana, a la que prepar el terreno
en su reconocimiento de dos fundamentos sociales diferenciables y sucesivos
generados por e l curso natural del gnero humano: uno de carcter afectivo, y otro
^mucho
m s
extemopero
n o
menos eficaz como es
la
dependencia puramente
funcional entre los sujetos^.
CONCLUSIONES
Muy a menudo parece que el hombre no se ha librado de la pesadilla rous-
seauniana, que contradiciendo las esperanzas progresistas, la alienacin y la
corrupcin que no
las luces
son una constante en nuestra historia reciente.
La escueta revisin de sta as permite sospecharlo, sin que la relativa gene
ralizacin del bienestar, la extensin circunscrita de los derechos del hombre
*
No en vano hay quien ha afinnado que Durkheim ha sido el intermediario, por as decir, a
travs del que Rousseau ha dejado su huella en la moderna ciencia social'X Wolin, 1960:372).
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O la proliferacin de la informacin y el conocimiento aporten argum entos
irrefutables a los creyentes en el progreso civilizador. Tan grandes logros vincu
lados a la modernidad no han elevado en trminos globales al gnero humano.
Tal como apuntaron Tocqueville u Ortega, la m odernizacin democrtica y el
ascenso econmico han reducido las posibilidades de superacin del hombre.
El esfuerzo progresista se ha invertido en sus consecuencias y la creciente
tirana de una mayora narcisista, hedonista y conformista (y por tanto ajena a
las normas) ha desatado en muy distintos escenarios la hostilidad hacia la bs
queda de perfeccionamiento. La vulgaridad y la jactancia de sta nos invaden
por doquier en los productos de la cultura, cuando no colman con su peculiar
sentido buena parte de la sociedad.
As pues, parece que la propuesta contenida en elContratosocialrousseau-
niano encontr en la teora de la sociedad-masa su ms certera y dura rplica.
Pero interesa subrayar que esto no resta capacidad analtica y crtica a la teora
social que fund negativamente la teora poltica rousseauniana y que hemos
tratado de sintetizar en estas pginas. Rousseau tram con su teora social una
crtica radical a la visin liberal de la sociedad, a la teora del orden espon tneo
que establece que los vicios privados desencadenan el bienestar pblico. Por
nuestra parte, no creemos que esta visin haya merecido el rango de universal
sociolgico, pues no ha dejado de evidenciar su inconsistencia emprica por
ms que haya conservado su belleza analtica caracterstica. Lo prueba hoy lo
que acontece en un mbito crucial para la tradicin liberal como es el de la
economa. La an cercana quiebra de algunas de las mayores empresas mun
diales ha descub ierto la habilidad con que la corrupcin se sirve de la ingeniera
financiera. Adems, al violento despertar del sueo econmico se ha sumado
en los peores casos una crisis general de las instituciones pblicas: el Estado
no slo se ha revelado inhbil para controlar las grandes empresas, tambin se
ha delatado como una de las estructuras desde las que los poderosos satisfacen
sus intereses en contra de la gran mayora de los ciudadanos. Claro que hace
tiempo ya que el rgimen poltico occidental acus la falta de confianza de la
ciudadana, tal como estableciera Habermas al identificar la crisis de legitimi
dad de las democracias. La incredulidad de los ciudadanos se consume en un
sistema vertebrado p or partidos polticos cada vez m s adheridos a la dinmica
del xito y el poder, un sistema que slo ocasionalmente nos sorprende soco
rriendo valores y normas comunes. Pero ningn otro fenmeno com o la guerra
muestra la corrupcin y los abusos de las organizaciones, y tampoco ningn
otro ofrece una imagen tan elocuente de lo ilimitado de las posibilidades del
hombre. Europa lo sabe, pero no debe olvidarlo. La m s reciente de las cruzadas
de la humanidad ha supuesto un tormento horrible para millones de inocentes
y ha brindado de nuevo la ocasin para que el hombre se desenmascare como
"una bestia salvaje que no conoce el menor respeto por los seres de su propia
especie" (Freud, 1974:3046).
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Podemos entonces fundar nuestro orden en la confianza en el ser humano?
Es sensato creer en las instituciones? Es conveniente juzgar a las pocas y a
los grapos por lo que dicen de sil Ms all de una recuperacin de las virtudes
tericas de la teora social rousseauniana proponemos una justa recuperacin
de su visin del mundo de los hom bres. Ha de concederse que Rousseau llev
a cabo una lectura de la sociabilidad humana mucho ms rica y veraz que la
ofrecida por algunas tradiciones sociolgicas, sobre todo al suponer la existen
cia en la naturaleza humana de sedimentos de un pasado evolutivo no social,
presuncin que le permitira explicar la
insociablesociabilidad
d e l homb re, lo
ambivalente e incierto de la experiencia
social.
La representacin rousseauniana
de la accin y la interaccin sociales no debera su*ir peor suerte. Su organi
zacin dramatrgica no tiene competencia entre los sistemas contemporneos
que han alimentado dicha perspectiva al otro lado del Atlntico, posiblemente
porque surgi en un siglo donde la vida social era vertebrada por lo comunita
rio al tiempo que continuamente turbada por la modernidad. Esta confluencia
propici una experimentacin radical de la modernizacin que dio paso a una
reflexin colectiva, amplia y profinda, emprendida ya no slo desde las coor
denadas intelectuales de la modernidad, sino tambin desde los valores de la
cultura medieval y cristiana, e incluso desde la cima del mundo clsico. Esta
compleja y rica herencia conform una teora de las pasiones y del enmasca
ramiento que elev la inteligencia europea e inspir la obra de R ousseau, bien
es cierto que fragundola como la ms trgica de las teoras del orden social:
lamentablemente, un m odelo til para quien desea comprender al hombre.
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