MEMORIA ENCUENTRO
NACIONAL IZQUIERDA UNIDA “PARA LAS TRANSFORMACIONES SOCIALES DEL SIGLO XXI”
IZQUIERDA UNIDA
ENCUENTRO NACIONAL IZQUIERDA UNIDA
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CHILE, ENERO 2014
AGRADECIMIENTOS
Queremos agradecer a quienes hicieron posible llevar a cabo el Primer Encuentro Nacional de
IZQUIERDA UNIDA.
En primer lugar, al Instituto Alejandro Lipschutz (ICAL) por facilitarnos el espacio para los dos días
que duró nuestro Encuentro Nacional. Queremos además saludar el calor humano con el que nos
acogieron, aún con las diferencias políticas que hoy nos distancian, este es el camino de encuentro
que esperamos en algún momento nos permita reencontramos.
También queremos saludar y agradecer a nuestro compañero Joaquín Figueroa y a nuestro
hermano y amigo Francisco Villa por acompañarnos con música durante estos dos días de intenso
debate.
De la misma forma saludar y agradecer a los dirigentes sociales, políticos e intelectuales que
participaron en las mesas de debate el primer día. Este ejercicio nos ayudó para nuestro debate
interno:
- Tomás Moulian, Sociólogo y académico Universidad Arcis
- Alberto Mayol, Sociólogo y Académico
- Fernando Encina, Convergencia Anticapitalista y Dirigente FECH
- Carla Amtmman, Ex presidente Federación Universidad de Valparaíso
- Atilio Herrera, Secretario General Partido Igualdad
- Eduardo Ocampo, Dirigente Nacional de Unión Nacional Estudiantil (UNE)
- Luis Mariano Rendón, Activista Ecologista y miembro de Red Acción Ecológica
- Rubén Andino, dirigente ASA
- Ricardo Godoy, Vicepresidente de Comunicaciones del Partido Progresista
Por cierto también queremos saludar la presencia de Dirigentes de los partidos y agrupaciones
políticas y sociales que nos acompañaron con su presencia y saludos el primer día:
- Partido Progresista
- Partido Igualdad
- Movimiento Patriótico Manuel Rodríguez
- Partido Ecologista
- Partido Mapuche
- Partido Izquierda Cristiana Histórica
- Convergencia Anticapitalista
- ASA
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- Consejos Comunistas
- Unión Nacional Estudiantil, UNE
- Izquierda Autónoma
- Federación de Sindicatos Pescadores Artesanales
- Federación de Sindicatos de Súper Intendencias de Chile
- Sindicato Nacional de suplementeros
- Sindicato Nacional de Correos de Chile
- Colegio Profesores de Chile
- Socialistas Allendistas
De la misma Forma queremos agradecer la presencia del compañero Jorge Rossel, Dirigente
Nacional del Partido Socialista Unido Venezolano (PSUV) y a los miembros del Polo Patriótico
Venezolano que participaron en esta actividad.
Por último, agradecemos muy especialmente a los militantes y adherentes de IZQUIERDA UNIDA en
Chile y el Extranjero por la confianza y entrega que han demostrado en cada una de las instancias
que hemos debido enfrentar, es este compromiso el que nos impulsa construir una alternativa
político social que permita las profundas transformaciones que Nuestro País necesita.
Equipo Organizador Encuentro Nacional
IZQUIERDA UNIDA
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ÍNDICE
I. Discurso Inaugural Presidente de IZQUIERDA UNIDA Andrés Hidalgo
II. Cuenta Pública Campaña Presidencial. “ANÁLISIS Y BALANCE DE RESULTADOS ELECTORALES
MARCEL CLAUDE”
III. Cuenta Pública de Jorge Ramírez F., Secretario General de IZQUIERDA UNIDA, del Periodo de
campaña. “IZQUIERDA UNIDA EN EL MOVIMIENTO TODOS A LA MONEDA”
IV. Resoluciones Cierre Encuentro Nacional IZQUIERDA UNIDA.
V. Documentos para debate político. “EL DESAFÍO. IZQUIERDA UNIDA SE CONSTITUYE” KARINA OLIVA
P. “IZQUIERDA UNIDA. UN PARTIDO DE POSICIÓN Y DE MANIOBRA” CAMILO NAVARRO O. “PRIMERA
TENSIÓN: RELACIÓN ENTRE ESTADO Y MOVIMIENTOS SOCIALES” “SEGUNDA TENSIÓN: FLEXIBILIDAD
HEGEMÓNICA FRENTE A FIRMEZA EN EL NÚCLEO SOCIAL” “EL MARXISMO Y LA COMUNIDAD ANDINA”
FRAGMENTOS ÁLVARO GARCÍA LINERAS
VI. Exposiciones del Encuentro: ASAMBLEA CONSTITUYENTE: CAMILO NAVARRO O.
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DISCURSO INAUGURAL ENCUENTRO NACIONAL
IZQUIERDA UNIDA
En primer lugar, es necesario saludar a todos los compañeros y compañeras que están presentes,
militantes, invitados, expositores de otras organizaciones y partidos, miembros del mundo
académico, gente que viene de regiones colocando mucho esfuerzo en poder asistir a nuestro
encuentro, quiero saludar y destacar la presencia de cada uno de ustedes.
Este encuentro nacional tiene algunos objetivos que es necesario explicitar. Su primera etapa
consiste en abrir una instancia de reflexión con otras fuerzas políticas, miradas y enfoques
diversos dentro de lo que consideramos el mundo anticapitalista; organizaciones con las que no
hemos podido confluir todo lo que quisiéramos; tenemos ahí por lo tanto una tarea pendiente, así
como la han tenido muchos antes de nosotros.
Allí donde otros y nosotros mismos hemos fracasado, es precisamente donde debemos apuntar.
IZQUIERDA UNIDA no es un partido que pretenda escribir la historia sobre otra desteñida, nuestro
objetivo fundacional ha sido siempre ser facilitadores en el proceso de convergencia, el que, por
cierto, es en sí una pesada y larga labor; sabemos y hemos conocido en nuestra propia experiencia
sus múltiples dificultades.
Curiosa y graciosamente decimos: hoy evidenciamos que quienes nos oponemos a este modelo
económico y político compartimos un programa en gran parte o casi en su totalidad. Ello,
partiendo por un pilar tan sólido como la Asamblea Constituyente, sin apellidos, sin peros y sin
letra chica; una Asamblea Constituyente es el poder originario, elegido y conducido por el pueblo
para determinar su propio porvenir, para escribir su historia, para conseguir una cosa tan básica
como apoderarse de su propio trabajo y el esfuerzo que cotidianamente millones de chilenos
realizan para finalmente mal vivir.
La asamblea constituyente no es patrimonio de la izquierda, ni siquiera de todo lo que
denominamos la clase política; es patrimonio del pueblo; es la riqueza inalienable que poseen los
pueblos oprimidos del mundo para enfrentar la fuerza del capital, la aplastante fuerza de la
riqueza monetaria y militar con que cuentan los poderosos en Chile y el mundo. Es el pueblo que
se arma con su historia de abusos, con su explotación, su cultura y su palabra para constituirse
como un cuerpo armado, armado de razón.
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A partir de aquí, resulta teóricamente sencillo construir una plataforma de trabajo político común,
o al menos coordinado. Esto, que teóricamente se sostiene por sí solo, en la realidad no es un
camino fácil, pues una multiplicidad de factores juega en contra de la generación de un polo
político vivo que cuestione los cimientos del modelo. Cada uno de estos factores debe ser
analizado por las organizaciones políticas que impulsamos transformaciones, socialistas,
revolucionarias o, de apellido distinto pero que apunten hacia un modelo de sociedad que no esté
basado en la competitividad, ni en una meritocracia patológica, ni en el individualismo extremo
como único medio para enfrentar la existencia de la especie.
IZQUIERDA UNIDA es un partido pequeño, nuevo, con apenas una experiencia electoral. Por lo tanto,
nuestras aspiraciones se mueven aun en el mundo de la teoría. Pretendemos constituirnos como
un referente político que pueda colaborar en la aglutinación responsable, democrática y
programática con todos quienes consideramos nuestros aliados políticos, que son muchos y
significativos, pues no sólo se trata de organizaciones de la sociedad civil como partidos políticos,
sino que se trata de los actores y fuerzas que se entrelazan para constituirse como un muro de
contención frente al proceso de avance continuo de la dominación ejercida por los grupos
económicos, multinacionales y gobiernos que están en sintonía con dicho proceso, es decir, los
gobiernos de los últimos 41 años, sin excepción.
Pensar políticamente significa adelantarse a los hechos, apostando y trabajando en la labor de
producir un efecto en materias de interés público. Nuestra apuesta es muy clara, trabajamos para
transformar el Chile del lucro en que vivimos, en un país con derechos, deberes, oportunidades
educativas y laborales para todos. Para nosotros, no se trata de una tarea de igualdad o equidad,
sino de un desafío y un trabajo de justicia.
No es una tarea que hayamos comenzado nosotros. Miles de chilenos, conocidos y anónimos, han
pagado con su vida esta sencilla utopía. Ello nos habla de la fortaleza y perversidad del adversario,
que no va a negociar ninguno de sus pesos con nosotros.
Asistimos a una nueva administración de una Concertación rebautizada como Nueva Mayoría.
¿Asistimos a una nueva era? Esta concertación recargada ha obtenido menos votos que la original.
Seguro que la presidenta electa guarda una secreta congoja por esos fríos y duros números. ¿Son
las segundas partes siempre más malas?
En el papel, al menos, comenzamos una etapa. Premisa en sí misma muy cuestionable. Revisión, a
modo de ejercicio, hemos visto una Michelle Bachelet con una puesta en escena y un discurso que
ha mutado aceleradamente desde la demanda social casi cristalina y pura hacia la retórica de la
responsabilidad, hacia el mal aplicado concepto de lo republicano y lo patriota, al respeto a las
instituciones y al ordenamiento constitucional impuesto a sangre y fuego. Ese discurso de
establishment es el que han impuesto por décadas los partidos de esta Nueva Mayoría, y que
ahora se aprontan a reproducir encabezados por el partido de Allende y muy probablemente,
desde la presidencia del Senado, por la propia hija del último mandatario socialista de Chile.
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La mala broma histórica es que, antes de haber lanzado las manos a la banda presidencial, y a muy
pocos días de haber triunfado en las urnas, la presidenta electa, el partido de Salvador y sus
compinches, ya han actuado públicamente con todo ese patriotismo, respeto por las instituciones
y constitucionalidad que les ha caracterizado en las décadas pasadas. Nos han notificado que en
este país está prohibido el opio, que los que fuman opio pueden ir a buscar asilo en los infiernos.
No hay Asamblea Constituyente; a IZQUIERDA UNIDA, y probablemente a todos los que estamos acá-
no nos sorprende en nada. Mas todavía, nosotros debemos denunciar la verdadera voluntad de
Bachelet, consistente en reemplazar el libro de Guzmán con un mecanismo desconocido, que ya
no es la Asamblea Constituyente, pero que, según la Presidenta electa: es democrático,
participativo e incluyente. Probablemente sea, en el fondo, una nueva reforma al ordenamiento
jurídico actual, escrita entre gallos y medianoche por caras y nombres desconocidos. La pregunta
relevante es: Si la Constitución de un país no está construida enteramente por su pueblo ¿Puede
ser acaso legítima?
Tampoco nos sorprendamos cuando en el Senado, por estos días, la Nueva Mayoría apruebe la Ley
de Fomento Forestal, eufemismo de: Ley para que los grupos Matte y Angelini obtengan un 75%
de subvención en plantaciones de pino y eucaliptus allí donde antes existía bosque nativo, talado o
incendiado por ellos mismos.
Esto no es más que un ejemplo que toda esta alhajada y fluorescente puesta en escena no es otra
cosa que una alhajada y fluorescente puesta en escena.
Como sector, tenemos la necesidad permanente de conseguir un acuerdo amplio y maduro, que
apunte a recuperar terreno perdido en un proceso ininterrumpido desde el año ‘74 hasta la fecha.
Esto significa necesariamente colocar a disposición del diálogo la capacidad de convencer y dejarse
convencer, hacer concesiones y exigencias equilibradas, abrir debates en vez de cerrarlos.
Tenemos primero un desafió ético, político y revolucionario: Construir un partido que en su
horizonte tenga el socialismo, se ubique en el domicilio que le corresponde, que diagnostique con
toda claridad el programa y las tareas para esta etapa histórica, y desde esa trinchera sepa
construir las alianzas necesarias para derrotar al capitalismo.
Por cierto, no es lo mismo construir un referente anticapitalista, democrático y transformador
junto a otros partidos, Movimientos Políticos, u Organizaciones sociales, desde un domicilio
desconocido, que hacerlo desde la claridad ideológica que permite no perder nunca el horizonte.
Lo repetimos, nuestro horizonte sigue siendo el socialismo, democrático, revolucionario, ecológico
y humano. Por eso sin miedo y sin vergüenza lo señalamos: En la Unidad de los Anticapitalistas, se
hace hoy más necesario que nunca un partido o movimiento político que reivindique el Socialismo
Pero tenemos claro que IZQUIERDA UNIDA es sólo un embrión que pretende ser fecundo en la
disputa de las ideas, del poder y de la política, entendemos que la construcción de un partido
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político que logre incidir y ser parte de aquella batalla, de las luchas sociales, de las
transformaciones políticas sólo será posible junto a aquellos con los que hemos iniciado en el
último tiempo un proceso de confianzas y de convergencia en la acción.
En este espacio se encuentran hoy compañeros y compañeras que sin ser militantes de IZQUIERDA
UNIDA, compartimos una mirada política e ideológica común, compartimos las mismas
convicciones, nos mueven los mismos ideales, nos asiste el mismo domicilio, sin embargo,
actuamos separadamente. Queremos aprovechar esta instancia, - con mucha humildad y respeto-
para hacer un llamado a esos compañeros que se encuentran hoy presentes y aquellos con los
que trabajamos con fuerza los últimos meses y que no han podido estar presentes hoy, para que
iniciemos un proceso de construcción común, y lo decimos claramente, un proceso de
construcción común, pues IZQUIERDA UNIDA no los invita a sumarse a este proyecto, los invita a
construirlo en conjunto. Y quiero repetirlo y dejarlo en claro la invitación es a construir en
conjunto, a decidir en conjunto, a tomar decisiones en conjunto, pues el desafió es de tal
magnitud, que se hace imposible entender que no seamos capaces de pensar la construcción del
socialismo en colectivo.
Esto es, en definitiva, poner los intereses de nuestro sector y nuestra política por delante
Arriba los que luchan
Y avanzar con la fuerza de nuestra historia.
ANDRÉS HIDALGO LEIVA
PRESIDENTE IZQUIERDA UNIDA
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CUENTA PÚBLICA CAMPAÑA PRESIDENCIAL
ANÁLISIS Y BALANCE DE RESULTADOS ELECTORALES MARCEL CLAUDE
Hace aproximadamente un año, junto a diversos actores políticos, sociales e independientes,
asumimos el desafío de configurar y levantar una alternativa política que nos permitiera llevar una
candidatura presidencial y una lista parlamentaria para el año 2013. El desafío no era menor en
un marco en donde la institucionalidad y las “reglas del juego” del actual sistema se manifiestan
en crisis.
La principal, pero no única, expresión sintomática de esta crisis se volvió a presentar con el alto
nivel de abstencionismo de la pasada elección, es decir, la ciudadanía no ve en este sistema
político y en sus opciones, alternativas efectivas que sean relevantes y decidoras en su vida
cotidiana.
Sentíamos y compartíamos la visión de que era necesario levantar un programa político
profundamente transformador, que fuese capaz de recoger las demandas políticas históricas de la
izquierda en Chile, pero que por sobre todo fuese capaz de incorporar las demandas sociales que
desde el 2006 una ciudadanía empoderada había exigido en la calle a la clase política gobernante.
Entendíamos que un proyecto con vocación de mayoría, de unidad y de poder, tenía que ser capaz
de convocar y confluir, con los distintos colectivos y organizaciones políticas anticapitalistas.
Teníamos que ser capaces de disputarle el poder a los conservadores y a los poderes económicos,
que han sido defendidos con fuerza por la clase política gobernante, Alianza y Concertación.
Marcel Claude era uno de quienes integraba este proyecto político, y asumió la responsabilidad de
transformarse en el vocero de dicho programa y de una alternativa política situada en la vereda
anticapitalista. IZQUIERDA UNIDA, como Partido Político emergente asume en conjunto con un
importante grupo de organizaciones sociales y políticas, dirigentes sociales y sindicales la
responsabilidad política de acompañar este proceso y estar disponible para lo que el
levantamiento y sustentación del mismo demandara.
La decisión se enmarca en nuestros principios fundacionales: La necesidad de iniciar un proceso de
cuestionamiento y enfrentamiento frontal con la institucionalidad política y económica que rige
nuestro país y que se apoya en una constitución ilegítima, antidemocrática y dictatorial. La
necesidad de establecer nuevas condiciones de vida para los y las chilenas, que emanen de una
constitución construida por el pueblo y escrita en una asamblea constituyente. La necesidad de
recuperar los derechos de cada uno de quienes habitan nuestra patria, la necesidad de mirar el
futuro de Chile con los ojos de la dignidad, la autodeterminación y la pluriculturalidad. Nos obliga a
ser parte de proyectos que se manifiestan en contra del neoliberalismo y a favor de la
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10 SANTIAGO, ENERO 2014
recuperación de una sociedad basada en los derechos y que tiene como fin ser parte de la
construcción de una sociedad socialista.
En nuestra misma ruta fundacional, hemos señalado que nos anima una fuerte convicción unitaria
con todas aquellas fuerzas que se manifiestan claramente como anticapitalistas; es por eso, que
en conjunto con acompañar la candidatura presidencial del Movimiento Todos a la Moneda, que
lideraba nuestro vocero Marcel Claude, hicimos los esfuerzos por llegar a un acuerdo con fuerzas
políticas hermanas, como las que representaba el Partido Igualdad y el Partido Ecologista, nunca
renunciamos a ninguna instancia que significara la posibilidad de llegar a un acuerdo político,
programático o electoral con estas fuerzas.
No fuimos capaces de llegar a un acuerdo que nos permitiera tener un candidato presidencial
único, una lista parlamentaria y de CORES de todas estas expresiones políticas que sintonizaran
con un mismo programa, como ya lo hemos dicho, un programa contra-hegemónico, de ruptura
con el modelo y quienes lo han defendido por 41 años.
Cada fuerza política debe hacer su autocrítica por no haber logrado este importante objetivo.
Nosotros como Izquierda Unida asumimos la responsabilidad de no haber hecho más, de no haber
insistido con mayor fuerza al interior de la Mesa Política de Todos a La Moneda que era posible la
unidad. Creemos que fue un error y una irresponsabilidad política que cooperó a que muchas
personas no se integraran a ninguna de las alternativas anticapitalistas representadas en Marcel
Claude, Roxana Miranda y Alfredo Sfeir. Esta falta de generosidad, de la que nos hacemos parte,
nos ha hecho un daño importante y tenemos la obligación de no volver a repetirlo. Desde hoy
IZQUIERDA UNIDA se pone a disposición de hacer los esfuerzos por avanzar en la ansiada unidad que
nuestra sociedad reclama, exige y merece.
Una vez inscrita formalmente la candidatura del Movimiento Todos a la Moneda representada en
la figura de Marcel Claude, compañeros de IZQUIERDA UNIDA asumieron responsabilidades de
conducción de la campaña, mientras cada uno de los militantes de nuestro partido se integró a los
distintos comandos territoriales, a los frentes de sectoriales, a los diversos colectivos sociales,
pues como Partido decidimos volcarnos completamente a este importante desafío. Nuestros
candidatos a Diputados en Maipú, Recoleta, Iquique y Coronel, Nuestros candidatos a CORE en
Iquique, Santiago, Viña del Mar, Concepción y Arauco pusieron sus candidaturas a disposición del
desafío presidencial y como una forma de reforzar el trabajo territorial. Queremos saludar, felicitar
y agradecer el esfuerzo de cada uno de los compañeros y compañeras que asumieron
responsabilidades en este sentido, a los compañeros que les correspondió trabajar en el comando
central, los candidatos a diputados y CORES, y por cierto, a los militantes que trabajaron silenciosa
y desinteresadamente en cada territorio, frente social o colectivo de la campaña.
Debemos también, detenernos en el rol que nuestros compañeros cumplieron en el Comando
Central.
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Asumimos la responsabilidad de conducción y de los resultados de la misma, en un momento
importante de la campaña y teniendo claridad de las dificultades a las que nos veríamos
enfrentados: Una campaña sin recursos económicos, con los medios de comunicaciones
intentando invisibilidad las propuestas de nuestro proyecto, y por cierto dificultades internas
propias de la diversidad de organizaciones que conformaban el Todos a la Moneda.
Un comando de campaña, busca consolidar un diseño que en primer lugar intenta obtener la
mayor cantidad de votos para un proyecto político y un programa representado por un candidato.
Las organizaciones políticas y sociales, buscan transformar el programa y el proyecto en una fuerza
política movilizadora.
Los resultados electorales no nos acompañaron el 17 de noviembre.
El 2,8% obtenido el 17 de noviembre fue un golpe duro para todos y todas quienes trabajamos por
este proyecto político, y en base a estos resultados podemos argumentar que no fuimos capaces
de lograr los objetivos electorales trazados por el comando, tanto como partido, como colectivo y
frente amplio de organizaciones.
Antes de continuar esta reflexión queremos saludar el esfuerzo y el trabajo realizado por cada uno
de quienes integraron el espacio ejecutivo de campaña, a cada uno de los comandos territoriales
que se autoconvocaron y autogestionan, a los músicos y artistas que nos acompañaron en este
camino, a los dirigentes sindicales y estudiantiles que se atrevieron a ser parte activa y visible de
esta campaña, a las organizaciones políticas y sociales que se mantuvieron hasta el último día de
campaña trabajando por mejorar las condiciones de la misma, y los miles y miles de
independientes que aportaron de distintas formas a lograr visibilizar y movilizar esta campaña. Por
cierto, queremos felicitar y saludar a nuestros compañeros que asumieron responsabilidades de
conducción de esta campaña y sin lugar a dudas a Marcel Claude, quien como vocero de este
proyecto transformador, asumió con valentía esta candidatura presidencial, somos testigos
cercanos de los esfuerzos que realizó diariamente para cumplir con las exigencias impuestas y
autoimpuestas para llevar a cabo de la mejor forma nuestro programa.
Pero de la misma forma nos corresponde asumir la responsabilidad del fracaso electoral, debemos
ser capaces de realizar una autocrítica taxativa y también constructiva, honesta, franca y con la
dureza necesaria, pues no caeremos en justificaciones baratas. La responsabilidad del fracaso, no
debemos buscarlo en un fraude, no debemos responsabilizar a quienes no fueron a votar, la
responsabilidad del fracaso electoral es nuestro: del equipo de campaña, de la mesa política y por
cierto, del candidato. En nosotros debemos buscar los motivos de este doloroso fracaso, de no
hacerlo estaremos nuevamente errando el camino.
Tampoco debemos adornar el mal resultado justificándolo con los logros en otros ámbitos,
efectivamente este proceso logro un activo político importante, se genero movilización y
confluencia de grupos y organizaciones que hace mucho no se daba, pero eso no puede cegar los
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resultados obtenidos, el respaldo ciudadano a un programa necesario, de sentido común,
ampliamente compartido por la mayoría de los chilenos no fue reflejada por ninguna candidatura
anticapitalista, tampoco por la nuestra. Cometimos errores y equivocamos en decisiones
importantes, no tuvimos la suficiente claridad para entender algunos de los momentos que
enfrentamos en la campaña, entre otras cuestiones que probablemente aún no hemos visto en su
total magnitud y alcances.
Debemos seguir realizando la reflexión necesaria, acumulando experiencia, escuchando a cada
comando, saber equilibrar nuestra crítica, y ser capaces de entender que hicimos bien y en que
erramos.
Intentaremos una pequeña reflexión sobre esto.
Entendemos los resultados del día 17 de noviembre de la campaña presidencial desde dos
perspectivas: electoral y política que por cierto, no se entienden de manera separada, pero sin
lugar a dudas tienen explicaciones distintas.
Por un lado, asumimos con todas sus letras el FRACASO ELECTORAL, que estuvo por debajo de las
expectativas que teníamos como comando presidencial, que se basaban en el trabajo en terreno
(giras junto al candidato o la comunicación permanente con los comandos locales). Entendemos
que la alta abstención electoral, la dispersión electoral por el número de candidatos aspirando al
sillón presidencial, y la poca capacidad de llegar a los territorios más alejados de los centros
urbanos del país son algunos de los factores que influyeron negativamente en el resultado.
Tampoco tuvimos la capacidad de transmitir con toda la claridad que requería el programa
político, que caracterizó a la candidatura, cuyo contenido era institucionalmente posible de
materializar, y que convocara a la ciudadanía coincidente con sus propuestas elaboradas, a un
proyecto político-electoral coherente, viable, en definitiva “votable”, que entregaba
gobernabilidad, superando el umbral testimonial.
Por otra parte, el resultado político de las elecciones presidenciales dan cuenta de la fuerza
política-electoral que conservan las dos grandes coaliciones políticas, sostenida por una parte en
un aparato institucional a nivel territorial de municipios, gobernaciones, gobiernos regionales,
parlamento, aparato gubernamental en general y por otra, en lo mediático controlando los medios
de comunicación másiva, que le permiten a estas coaliciones desplegarse aplastantemente en
relación a las otras fuerzas a pesar del gran descontento existente. La alta abstención da cuenta no
sólo del alto rechazo transversal al sistema político por parte el 52% de los chilenos habilitados
para votar, además, favorece sistemáticamente a dos bloques políticos –Alianza y Concertación-
logrando alcanzar los espacios de representación política sin mayor competencia externa.
Al mismo tiempo, el resultado político refleja la necesidad de desarrollar en Chile un proceso real
de transformaciones político-sociales.
ENCUENTRO NACIONAL IZQUIERDA UNIDA
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La base del Movimiento Todos a la Moneda, donde un gran número de personas dispersos a lo
largo del territorio nacional se dispusieron a trabajar en favor de un proyecto político de largo
plazo que trascienda las elecciones recién pasadas, puede considerarse un espacio y paso inicial en
este proceso que debe alcanzar su mayor expresión en espacios institucionales de poder y
representación ciudadana: Sindicatos, Federaciones estudiantiles y de trabajadores, por una parte;
y en los espacios de poder institucional como municipios, parlamento y por cierto, el ejecutivo.
También es importante ser un actor relevante dentro de los distintos movimientos sociales que
surjan de aquí en adelante, instalando la posición política del Movimiento Todos a la Moneda.
Como IZQUIERDA UNIDA queremos explicitar que a partir de ahora nos adentramos en un proceso de
reflexión, crítica y construcción al que asistirán todos y todas nuestras militantes, así mismo
invitamos a otros a unirse ahora a nuestra organización y construir en conjunto las líneas, diseños
y tesis políticas de futuro a partir de las ideas que nos han convocado hasta ahora. Para esto,
publicaremos en los próximos días un segundo documento que proyecte y proponga dichas líneas
de acción.
IZQUIERDA UNIDA expresa su amplia disposición a continuar el camino de la unidad, el diálogo y la
lucha.
Noviembre de 2013
ENCUENTRO NACIONAL IZQUIERDA UNIDA
14 SANTIAGO, ENERO 2014
CUENTA PÚBLICA DE JORGE RAMÍREZ F., SECRETARIO GENERAL DE IZQUIERDA UNIDA, DEL PERIODO DE CAMPAÑA
IZQUIERDA UNIDA EN EL MOVIMIENTO TODOS A LA MONEDA
Cuando iniciamos la construcción de IZQUIERDA UNIDA teníamos como primer apronte electoral las
elecciones presidenciales del año 2013. La construcción de IZQUIERDA UNIDA es parte de un diseño
político, donde lo electoral es una más de las herramientas de una lucha, que tiene distintos
ámbitos de acción. Lo electoral por cierto, para IZQUIERDA UNIDA nunca ha sido un fin.
Entendíamos, entonces, que la lucha por derrotar al capitalismo y las fuerzas políticas y
económicas que se han encargado por mantenerlo o disfrazarlo, se hace desde distintos espacios;
desde las luchas sociales, desde la disputa de las ideas, desde la movilización permanente y por
cierto desde la disputa político-electoral.
Pues bien, cuando decidimos iniciar entonces esta construcción política, entendiendo el periodo al
que nos enfrentamos, sabíamos que las elecciones presidenciales serian parte del itinerario
político que debíamos enfrentar. Así, decidimos colectivamente, transformarnos en actores
políticos activos y no simples comentaristas del periodo, tampoco creímos posible ser críticos
pasivos de la política contingente, ese era un riesgo alto para una organización nueva y pequeña,
que por cierto, no contaba con una historia ni menos tradición en este ámbito de la política.
En esa perspectiva nos comprometimos políticamente en el proyecto Todos a la Moneda, que
levanto un programa político de transformaciones profundas al sistema neoliberal Chileno. Este
programa y proyecto fue encarnado en los comandos territoriales autogestionados y
autoconvocados que se multiplicaron por todo el país, en lo más cerca al desarrollo de Poder
Popular que se ha conocido en los últimos años en nuestro país y en nuestro sector.
Este proyecto tuvo como vocero y líder a nuestro candidato presidencial para las elecciones del
año recién pasado, a Marcel Claude Reyes. Queremos decirlo claramente, nosotros como IZQUIERDA
UNIDA, estamos orgullosos de haber sido parte de este proyecto, y más allá de nuestras críticas al
proceso, de nuestras diferencias normales de un proceso de la envergadura del que lidero Marcel
Claude, nos parece ético políticamente, reconocernos también como parte de las virtudes y
defectos que en este proyecto se desarrolló. No seremos de aquellos irresponsables, oportunistas
y pusilánimes que responsabilizan de todo a un hombre, tampoco de aquellos que sin un mínimo
de autocritica buscan responsables fuera de nuestras fronteras, pues el fracaso electoral –que no
sabemos aún si fue político- es parte de un todo, en el que el candidato, su comando, los partidos
y las agrupaciones que lo apoyaron, como también los comandos territoriales, debemos tener la
capacidad de asumir la responsabilidad de nuestros errores. En esta elección no solo fracaso el
proyecto Todos a la Moneda, fracasó, la izquierda anticapitalista, al no ser capaz de mostrarse
como un proyecto unitario, con vocación de mayorías y de poder. Ahí deberá estar centrado uno
de nuestros desafíos como IZQUIERDA UNIDA.
ENCUENTRO NACIONAL IZQUIERDA UNIDA
15 SANTIAGO, ENERO 2014
Como IZQUIERDA UNIDA durante la campaña intentamos –y generalmente lo logramos- trabajar con
todos los comandos territoriales de Todos a la Moneda, que en su mayoría estaban compuestos
por independientes; nuestra participación en ellos estuvo siempre centrada en el respeto a la
autonomía y autogestión con la que operaban. Nuestros militantes se involucraron como un
integrante más, sin ningún privilegio; lo que no significa que no manifestaran posturas acordadas
colectivamente y propias de un movimiento político que parte desde un domicilio y principios en
común.
ROL DE IZQUIERDA UNIDA EN EL COMANDO CENTRAL Y MESA POLÍTICA TODOS A LA MONEDA
Nuestro desempeño en el Comando Nacional Presidencial de Marcel Claude, en el que asumimos
responsabilidades de dirección, tuvo como fin intentar ser articuladores y cooperadores entre las
necesidades de gestión y de coordinación de la candidatura. Intentamos establecer mecanismos
de comunicación, programáticos, insumos y materiales de campaña.
Intentamos con éxito relativo generar un diseño de campaña que pudiese aportar en la
confluencia de las distintas visiones que participaban del TALM, reflejando la diversidad de las
organizaciones que convivíamos en esta campaña. En nuestro análisis y balance de campaña, que
se adjunta en esta Memoria se encuentra un detalle más preciso y claro de nuestro balance de
campaña.
Ahora bien, nuestra participación como Partido se desarrolló en el espacio que corresponde: La
Mesa Política del Todos a la Moneda, desde ese espacio intentamos aportar a la construcción
política más allá de las elecciones presidenciales, siempre pensando en posibilitar un espacio de
unidad de las fuerzas anticapitalistas, que nos permitiera avanzar en un referente con vocación de
mayoría, de unidad y de poder más allá de las elecciones presidenciales. Los resultados tal como lo
señalamos en nuestro balance no son los que esperábamos.
Como IZQUIERDA UNIDA -tal como lo señalábamos antes- siempre entendimos que el espacio de
Todos a la Moneda superaba a las orgánicas que se aglutinaron en torno a la campaña
presidencial, y que era precisamente en los comandos comunales donde se desarrolla el mayor
despliegue territorial de esta campaña presidencial. En estos espacios confluían los militantes de
las organizaciones miembros de la Mesa Política, pero en su gran mayoría independientes, esto
daba por lo tanto un sentido de diversidad importante a los comandos comunales, que es
importante clarificar y destacar.
Los comandos comunales, como suele suceder en una campaña política se unifican a partir de un
objetivo común: Ganar las elecciones. En ese sentido los comandos TALM, tenían además algunas
características que los distinguía de un comando comunal tradicional, pues la autonomía era un
elemento atractivo para sus integrantes y por cierto la paulatina y fuerte politización que fueron
adquiriendo sus miembros. En ese sentido, entonces, debemos destacar al menos tres elementos
fundamentales que permitían la confluencia de esta diversidad en ese espacio local:
ENCUENTRO NACIONAL IZQUIERDA UNIDA
16 SANTIAGO, ENERO 2014
1. Marcel Claude, Candidato Presidencial
2. La politización de sus miembros.
3. Autonomía.
Además, debemos agregar alguno de los ejes del programa que acercaba a una diversidad
importante de ciudadanos a la candidatura de Marcel Claude. Ex socialistas, Ex comunistas, ex
Miristas, junto a libertarios, nacionalistas, piratas, progresistas, autonomistas, troskitas,
animalistas, veganos y muchos independientes que se sentían atraído por algunos de los ejes
programático (pero no por todos).
Este punto es importante de analizar para entender el proceso que ha vivido, que hoy vive y que
probablemente vivirá el Movimiento Todos a la Moneda.
Sin lugar a dudas el programa de Marcel Claude es una apuesta profundamente transformadora y
anticapitalista, que recoge de muy buena forma las demandas sociales históricas de la izquierda
Chilena; Educación y salud Gratuita, Recuperación de los recursos naturales, Fin de la AFP, nuevo
código laboral, etc.
De la misma forma recoge las nuevas demandas del mundo anticapitalista y ecologista de nuestro
país, partiendo por la Asamblea Constituyente, pero también muchas otras como no a Monsanto,
fin a la sobreexplotación forestal, desarrollo de una matriz energética limpia, una nueva política
para la infancia, respeto y reconocimiento a nuestros pueblos originarios, despenalización del
cultivo y consumo de marihuana, matrimonio igualitario como parte de una agenda anti-
discriminación global, generar un nuevo pacto con nuestros discapacitados, elaboración de una
política animalista integral, etc.
El Programa de Todos a la Moneda, es sin duda, el de mayor avanzada de los programas de los
candidatos anticapitalista, es el de mayor envergadura, solidez y viabilidad.
Esto sin duda fue uno de los mayores logros de la campaña y permitió por lo tanto:
1.- Aglutinar a una diversidad importante de organizaciones políticas y sociales;
2.- Acercar a muchos ciudadanos independientes que sentían cercanía con alguno de los puntos
señalados;
3.- Entregar a Chile un programa de envergadura y solidez como nunca en los últimos 41 años de
la Izquierda Chilena;
4.- Acercar a ex militantes de la Izquierda Tradicional que se había alejado de sus respectivas
militancias históricas (Ex comunistas, Ex socialistas, Ex miristas) y converger en una mesa de
diálogo y de trabajo común.;
5.- Convocar a un sector joven no votante.
ENCUENTRO NACIONAL IZQUIERDA UNIDA
17 SANTIAGO, ENERO 2014
De esta forma enfrentamos entonces las elecciones del 17 de noviembre, con la característica
antes señaladas, con las problemáticas propias de un proyecto político nuevo, diverso y sin
horizonte claro, más allá de las elecciones presidenciales.
Efectivamente ni la Mesa Política, ni los partidos más grandes que apoyaban la candidatura de
Marcel Claude, ni el Candidato Presidencial, fuimos capaces de establecer un camino táctico y
estratégico post elecciones 17 de noviembre. Más grave aun, no pudimos acordar lineamientos
básicos de análisis para el momento y periodo político, haciendo de las expectativas electorales
nuestro único horizonte efectivamente unitario.
Los resultados del 17 de noviembre y sus posteriores consecuencias en el TALM dan cuenta de lo
señalado anteriormente.
Los resultados nos entregaron un panorama político de importante reflexión, nos golpearon
duramente y, nos entregaron más dudas que certezas. Pero además dieron por terminado una
etapa iniciada hace un año, cuando se comenzó a levantar la candidatura de Marcel Claude. El 17
de Noviembre termino la campaña Presidencial Todos a la Moneda, encabezada con mucho
esfuerzo por Marcel Claude Reyes.
Con el término de este proceso se han iniciado análisis y balances en distintos tonos, algunos de
los cuales no vale la pena pronunciarse, pues centran todo en los errores que pudo haber
cometido el candidato, o un determinado partido u orgánica, o bien se colocan como
comentaristas de la política mirando desde la vereda del frente, haciéndose a un lado de la
propuesta electoral y programática, olvidando que tuvieron un rol y responsabilidades destacadas
durante la campaña, esto es propio de la inmadurez que aun padecemos como sector.
Otros sin embargo, han realizado balances y análisis políticos, asumiendo sus responsabilidades e
intentando situarse desde una posición reflexiva, critica y autocritica, pero teniendo como mirada
la construcción de futuro. Nosotros hemos intentado situarnos en el segundo grupo, pues nos
parece que lo fundamental es mirar cómo somos un aporte en la construcción de una alternativa
anticapitalista de futuro.
Por cierto IZQUIERDA UNIDA, cumplió como orgánica hasta el mes de octubre en la mesa política y
hasta el 17 de noviembre en el comando central del Movimiento Todos a la Moneda.
Hoy no existe comando central, cuestión obvia, pues ya no existe candidato ni campaña
presidencial, pero tampoco existe mesa política de Todos a la Moneda, lo que se entiende por lo
antes señalado. La inexistencia de dicha mesa y de todo lo que suponía es la muestra más tocante
de la ruptura del pacto político, responsabilidad colectiva de la que nuestro partido se hace parte.
¿QUÉ QUEDA ENTONCES DEL TODOS A LA MONEDA?
Muchas de las personas que participaron en esta campaña, una vez terminada ha vuelto a sus
organizaciones o a sus actividades normales y sus esfuerzos particulares, otras se mantienen
atentas y algunos se han dado a la tarea de rescatar y seguir adelante con el Todos a la Moneda,
ENCUENTRO NACIONAL IZQUIERDA UNIDA
18 SANTIAGO, ENERO 2014
ahí existen valiosos esfuerzos por mantener vivo el trabajo local desarrollado en campaña y
transformarlo en un espacio movilizador y de lucha social de acuerdo a las realidades de sus
comunas o sus territorios; el debate ha sido la forma que dichos espacios tomarán enfrentar los
desafíos para los próximos años.
Ahora bien, esto no ha estado exento de dificultades propias de lo señalado anteriormente; el
TALM es un espacio de unidad que tenía en su interior una profunda diversidad política, ideológica
y programática, y por cierto, existían intereses y visiones distintas para resolver y continuar el
trabajo, pero diametralmente opuestos entre sí. Una vez terminada la campaña, que era en
concreto lo que nos mantenía unidos, se comienza a evidenciar las claras diferencias y las miradas
distintas para enfrentar el proceso político que se abre.
Esto por cierto a nosotros no nos puede sorprender, lo evidenciamos y lo señalamos durante la
campaña, por lo que entendíamos que era muy probable que se viviera post elecciones.
Nuestros militantes que participan de algunos de estos espacios de trabajo local, han intentando
colocar sus esfuerzos en sus territorios, transformar el trabajo de campaña en un activo político
que se vuelque a las luchas sociales y locales, y que fortalezca el vinculo con otras organizaciones
de base; Ese ha sido el norte siempre de nuestro partido.
A pesar de compartir y apoyar los esfuerzos que se hacen por mantener las coordinaciones y los
trabajos locales del TALM, nuestro partido se ve atravesado por definiciones distintas para este
periodo político, pues hemos siempre entendido que el TALM no le pertenece a ninguna orgánica
en particular, que el poder debe estar en los espacios locales y es lo que hace importante la
presencia de militantes en ese espacio de vinculación social y el aporte en el trabajo territorial que
nuestros compañeros que puedan ahí desarrollar. Entendíamos que el TALM, era un espacio de
encuentro que respetaba la matriz ideológica que cada uno tenía. El desafío será ver si esa
vinculación es posible mantenerla aun cuando ya no existe campaña y, por lo tanto, debemos ver
si desde cada una de sus miradas ideológicas, programáticas, prácticas, etc., serán capaces de
seguir trabajando por construir un espacio de lucha y de acción permanente en las comunas.
ENCUENTRO NACIONAL IZQUIERDA UNIDA
19 SANTIAGO, ENERO 2014
RESOLUCIONES OFICIALES ENCUENTRO NACIONAL ENCUENTRO
NACIONAL DE IZQUIERDA UNIDA
“PARA LAS TRANSFORMACIONES SOCIALES DEL SIGLO XXI”
En Santiago de Chile los días 11 Y 12 de enero 2014 se realizó el Encuentro Nacional de IZQUIERDA
UNIDA.
Participaron representantes de los siguientes territorios regionales constituidos:
Puerto Montt
Valdivia
Temuco
Los Ángeles
Chillan
Concepción
San Pedro de la Paz
Talca
Rancagua
Valparaíso
Viña del Mar
San Antonio
Santiago
Copiapó
Vallenar
Alto del Carmen
Antofagasta
Además de los equipos de trabajo de IZQUIERDA UNIDA y su Comisión Política en pleno, quienes
adoptaron los siguientes acuerdos:
I. SOBRE LA PARTICIPACIÓN DE IZQUIERDA UNIDA EN LA MESA POLÍTICA TALM:
1. El rol de IZQUIERDA UNIDA como orgánica en la Mesa Política Todos A la Moneda terminó el
mes de Octubre; y la Mesa Política se disolvió el día 17 de noviembre con el fin de las elecciones
presidenciales. Por lo tanto, actualmente no existe un espacio de debates orgánicos entre partidos
y organizaciones políticas; siendo así, como IZQUIERDA UNIDA no pertenecemos a los distintos
espacios constituidos como Todos a la Moneda tras las elecciones presidenciales.
ENCUENTRO NACIONAL IZQUIERDA UNIDA
20 SANTIAGO, ENERO 2014
2. Tampoco estamos dispuesto a contribuir a una refundación de ese espacio, pues creemos
que cumplió un rol determinado, que terminó el 17 de noviembre. Creemos además, que hoy no
tiene sentido su existencia, puesto que hoy ha perdido su rol de convocar a más fuerzas, viviendo
un proceso de división interna.
3. Nuestro rol como IZQUIERDA UNIDA en el comando nacional, término el 17 de noviembre,
Por lo tanto, nuestro desafío es lograr cooperar y aportar a la unidad de Fuerzas políticas y sociales
de Chile, incluso de con aquellas fuerzas que no fueron parte del esfuerzo político de Todos a la
Moneda durante el año 2013.
II. SOBRE LA PARTICIPACIÓN DE LOS COMANDOS COMUNALES TALM
IZQUIERDA UNIDA nunca participó en los comandos comunales como orgánica, nuestra participación
se dio como militantes y en el marco de una campaña presidencial. Nuestro aporte político
orgánico a la construcción de una herramienta y frente anticapitalista, se da en los espacios de
político-partidista que permitan avanzar como bloque. Sin embargo, entendemos que existen
muchos militantes que hoy son parte del TALM en sus respectivas comunas. Ante esta situación
hemos concluido lo siguiente:
1. Desde el 17 de noviembre IZQUIERDA UNIDA, como orgánica, no participa ni
participará –no lo hicimos nunca durante la campaña- en ningún comunal del TALM
terminada la elección.
2. Saludamos los esfuerzos que se hacen a lo largo de Chile por mantener espacios de
trabajo territorial y local que apuntan a mantener la unidad en la acción y en el trabajo,
este es un camino fundamental para los cambios estructurales a los que apostamos.
3. Nuestros militantes que han sido parte de la construcción de alguno de los
espacios territoriales TALM, tienen la obligación ética y política de aportar en el mejor
desarrollo de éstos, en la medida que sean parte de un desarrollo de poder local y popular
y que no esté cruzado por una candidatura presidencial que hoy no existe.
4. En este sentido saludamos los trabajos desarrollados en la comuna de que han
apuntado a transformar el trabajo en espacio de lucha electoral por uno de lucha local y
social, apuntando a la construcción de Poder Popular, de disputa en las ideas y en la
formación política. Para IZQUIERDA UNIDA ese es el sentido de construcción política que
debe iniciarse en esta etapa y es una de las conclusiones de nuestro encuentro: Fortalecer
el Poder local y popular
5. Por cierto saludamos también el trabajo de Maipú que ha pasado de un comunal
de campaña a un espacio de construcción de futuro a través de la creación de ECOS, nos
vemos profundamente representados en ese espacio; Saludamos también el esfuerzo de
la Brigada Pulgarcito de Recoleta que, a través de la propaganda ha avanzado en superar
la campaña, para mantener el programa como centro de su trabajo. No podemos dejar
de mencionar el trabajo de Coronel que hoy se ha convertido en un foco de lucha de los
pescadores artesanales.
6. Creemos que es el momento de fortalecer el trabajo de desarrollo local en cada
comuna, pasar de la lucha electoral a la lucha social.
ENCUENTRO NACIONAL IZQUIERDA UNIDA
21 SANTIAGO, ENERO 2014
7. Por último, señalamos que IZQUIERDA UNIDA como orgánica no será parte de
ninguna mesa de coordinación territorial, tampoco participara en ninguna organización de
esas características.
III. DEFINICIÓN DE LA POLÍTICA IDEOLÓGICA Y PROGRAMÁTICA DE IZQUIERDA UNIDA.
IZQUIERDA UNIDA es un partido declaradamente anticapitalista, su propósito es constituir una
alternativa política a la crisis política, social y ambiental propiciada por el neoliberalismo,
avanzando progresivamente hacia el socialismo. Hemos acordado lo siguiente:
1. Ratificamos que para IZQUIERDA UNIDA su horizonte es el socialismo.
2. En la actual etapa asumimos la responsabilidad de continuar defendiendo las ideas
que hemos promovido en dirección a garantizar la sociedad de derechos, elemento básico
de un ordenamiento democrático
3. En el plano del desarrollo ideológico del partido y considerando los múltiples
planteamientos en torno al concepto de socialismo durante el siglo XX y XXI, la primera
tarea de nuestro I Congreso Nacional de IZQUIERDA UNIDA, será definir nuestra concepción
de socialismo.
4. Sera tarea de el equipo de contenidos entregar los insumos necesarios para el
debate sobre este concepto, entregando las herramientas necesarias para incluir en este
debate el rol del socialismo del siglo XXI, del EcoSocialismo, del Socialismo revolucionario,
Socialismo Latinoamericano, etc.
5. Desarrollado lo anterior, será tarea de nuestra militancia diseñar los objetivos,
tácticas y estrategias para avanzar en la construcción de un modelo de desarrollo basado
en los principios de lo que definiremos para alcanzar nuestro horizonte: El Socialismo.
IV. CONFLUENCIA DE LAS FUERZA SOCIALES Y POLÍTICAS/ POLÍTICAS DE ALIANZAS
IZQUIERDA UNIDA siempre ha manifestado su voluntad de ser parte de la construcción de una fuerza
política mayor, que permita disputar el poder a los grandes grupos económicos, que se
representan en los dos grandes bloques políticos gobernantes. Hemos entendido además que la
nula capacidad de alcanzar la unidad la Izquierda y los sectores anticapitalistas en la última
elección presidencial fue nefasta para el proyecto político de izquierda. No podemos volver a
repetir esta situación. Las tareas democráticas del periodo deben ser entendidas como una
prioridad para nuestro Partido. Hemos acordado lo siguiente:
1. Debemos hacer los esfuerzos necesarios para lograr la unidad de las fuerzas
sociales y políticas anticapitalistas, debemos estar dispuestos a conversar con todas
aquellas fuerzas que se declaran anticapitalistas.
2. Sin embargo, entendemos que un acuerdo de esta magnitud, debe situarse desde
un determinado domicilio, que nos permita aportar en este espacio de convergencia
amplio, desde nuestra identidad y propuesta de país. Nuestro domicilio es la izquierda y
no cualquiera, una izquierda socialista, democrática y ecologista, desde ese espacio
ENCUENTRO NACIONAL IZQUIERDA UNIDA
22 SANTIAGO, ENERO 2014
debemos nutrir a la confluencia, donde estarán otras identidades y concepciones
ideológicas.
3. Antes de llegar a cualquier acuerdo debemos definir nuestro diseño político,
fortalecer nuestro partido, terminar nuestro proceso de discusión ideológica y terminar
nuestra inscripción legal.
4. Debemos primero fortalecer y solidificar nuestro trabajo de confluencia con los
compañeros y las agrupaciones de izquierda, socialistas, democráticas y ecologistas.
5. La definición de la política de alianzas deberá ser definida en el I Congreso nacional
de IZQUIERDA UNIDA.
V. DEFINIR LA NUEVA ESTRUCTURA POLÍTICA DE IZQUIERDA UNIDA.
No cabe duda que la realidad política nos indica que hoy existe un debate respecto de la condición
estructural de los actores políticos, de esta manera, es un desafío para nosotros como partido
definir la estructura que tendremos, la forma en la que ésta se estructurará y quienes deberán
asumir la responsabilidad de liderar este proyecto colectivo. En este tema hemos acordado lo
siguiente:
1. Ratificar la inscripción de un instrumento político en todo el país.
2. Asegurar una estructura democrática, participativa y deliberativa en todas las
instancias políticas del partido y fortalecer la participación de las regiones y de cada
militante y simpatizantes de IZQUIERDA UNIDA
3. Definir en el I Congreso de IZQUIERDA UNIDA la estructura que el partido debe tener.
4. Elegir al equipo de coordinación nacional en el primer congreso de IZQUIERDA UNIDA
5. Se ratifica a la directiva nacional actual hasta el congreso de Abril
6. El compañero Andrés Hidalgo es ratificado como Presidente oficialmente hasta el
mes de abril.
VI. TEMAS DE ESPECIAL PREOCUPACIÓN EN ESTA ETAPA.
La lucha es multifacética y abarca como preocupación prácticamente todos los ámbitos de la
sociedad y del individuo. Sin embargo, es necesario en cada momento colocar ciertos énfasis para
dar mayor foco y fuerza a nuestro trabajo. Por ello, creemos que en la actual etapa es necesario
abordar de manera especial, a lo menos, los siguientes Temas:
1. Fortalecer la organización sindical como espacio de empoderamiento de los
Trabajadores y Trabajadoras;
2. Elaborar una real Política de igualdad de Género, que permita el desarrollo tanto
de hombres y mujeres con iguales condiciones sociales, políticas y económicas;
3. Construir en los barrios populares a lo largo del país un espacio de participación y
organización político y social, tanto para jóvenes, niños y adultos;
ENCUENTRO NACIONAL IZQUIERDA UNIDA
23 SANTIAGO, ENERO 2014
4. Convocar a un equipo que comience a recoger las propuestas en cada espacio
político social, de lo que será el programa de Izquierda Unida para Chile ;
5. Reflexionar y construir una propuesta a la ciudadanía sobre seguridad ciudadana,
desde una perspectiva solidaria basada en la equidad y la justicia, fortaleciendo la
rehabilitación y reinserción social;
6. Establecer dentro de nuestras prioridades una propuesta políticas programáticas
para el Reconocimiento Constitucional de los Pueblos Originarios de Chile;
7. Preparar una propuesta de Asamblea Constituyente para Chile;
8. Participar de todas las movilizaciones de demandas sociales que se preparan para
el año 2014;
9. Aportar en las luchas sociales y políticas que se preparan para el año 2014.
VII. DESARROLLAR EL INTERNACIONALISMO Y LATINOAMERICANISMO DE IZQUIERDA UNIDA.
En la nueva realidad internacional de los últimos veinte años, IZQUIERDA UNIDA debe abogar por
fortalecer los lazos diplomáticos entre los países de la región, como también, establecer relaciones
de cooperación y apoyo con las organizaciones políticas y sociales de los países vecinos. Así
también, generar lazos en la comunidad internacional con organizaciones políticas socialistas.
VIII. OPOSICIÓN AL GOBIERNO DE MICHELLE BACHELET.
Como ha sido hasta ahora, nuestra oposición es al modelo político y económico. Somos la
oposición a una Constitución espuria sustentada sobre la base de la imposición violenta y no fruto
del ejercicio de la voluntad soberana del pueblo de Chile. Somos quienes rechazan un orden
económico injusto y depredador, cuya implementación es producto también de una imposición
que solo ha traído desigualdad y exclusión. Hemos acordado lo siguiente:
1. Nuestra acción está orientada a la disputa del poder contra aquellos que han
administrado y pretendan seguir reproduciendo dicho modelo. Sin desarrollar la Asamblea
Constituyente y siendo condescendientes con los empresarios del modo que lo fue en su
primer periodo, Michelle Bachelet encontrará en IZQUIERDA UNIDA una oposición de
izquierda con voluntad movilizadora.
2. Desde la disputa electoral, pasando por el trabajo territorial de base y las
movilizaciones, desarrollaremos nuestra acción en conjunto con otras fuerzas sociales y
políticas. En cada espacio daremos la batalla por las ideas, de modo de proveer de un
instrumento político al pueblo de Chile en la conquista de sus derechos.
3. Participaremos de todas las movilizaciones políticas y sociales que tengan por
objetivo transformar este sistema.
4. Seguiremos apoyando cada una de las luchas sociales y políticas que se enmarcan
en los proceso de transformación del modelo neoliberal.
5. Aportaremos en las tareas democráticas del periodo, partiendo por promover una
nueva constitución para Chile a través de una asamblea Constituyente.
ENCUENTRO NACIONAL IZQUIERDA UNIDA
24 SANTIAGO, ENERO 2014
6. Denunciaremos cada intento por fortalecer el sistema capitalista en Chile.
IX. I CONGRESO NACIONAL DE IZQUIERDA UNIDA:
Hemos entendido que se hace necesario hacer un tremendo esfuerzo por replantear el diseño
político para el periodo que comienza en marzo del año 2014, teniendo en cuenta los errores y
virtudes del proceso que hemos vivido los últimos años como izquierda. Los desafíos por delante
nos obligan a actuar con la mayor responsabilidad e inteligencia política. Por este motivo hemos
decidido:
1. Convocar al Primer Encuentro Nacional de IZQUIERDA UNIDA para el mes de abril 2014
2. El Congreso tendrá carácter de Fundacional. Al menos deberemos tratar:
Definición Ideológica del Partido
Estructura del Partido
Elección de Coordinación Nacional
Proceso de Inscripción del Partido
Táctica y Estrategia para el periodo
Políticas de alianzas
i. Convocar a todos y todas quienes se sientan representados en la construcción un partido
de carácter socialista, democrático, revolucionario y ecologista.
ii. Invitar a ser parte de este espacio en construcción a las organizaciones que trabajaron en
el proyecto Todos a la Moneda, que se sienten convocadas por construir un partido de
carácter socialista, democrático, revolucionario y ecologista.
iii. La convocatoria será abierta y la participación estará marcada por la definición ideológica
y las ganas de ser parte de este proceso.
iv. Se ha elegido un equipo que tendrá la responsabilidad de organizar el I Congreso Nacional
de IZQUIERDA UNIDA , con las características señaladas:
Carlos Arraigada
Sebastián Cortes
Juan Carlos Mix
El equipo no está cerrada y esperamos se unan más compañeros en este importante
desafío.
Durante los meses previos al Congreso se realizaran encuentros regionales y comunales,
con el fin de avanzar en la discusión que daremos durante el congreso, además de
convocar a compañeros y compañeras que quieran ser parte de esta importante
construcción.
v. Responsable de tareas para el periodo:
Coordinación Nacional:
Andrés Hidalgo Leiva.
Claudia Mix Jiménez
Jorge Ramírez Flores
Coordinación de contenidos
ENCUENTRO NACIONAL IZQUIERDA UNIDA
25 SANTIAGO, ENERO 2014
Camilo Navarro Oyarzún (Santiago)
Guillermo Pérez (Talca)
Alejandro Santana Imperiale (Puerto Montt)
Karina Oliva Pérez(Santiago)
Leonardo Ramírez (Temuco)
Coordinación Congreso
Andrés Hidalgo Leiva
Carlos Arriagada Mass ( Concepción)
Yuri Riffo (San Pedro de la Paz)
Sebastián Cortes Merida (Copiapó)
Juan Carlos Mix Jiménez(Santiago)
Coordinación Político Electoral
Jorge Lincoleo
Ivan Ibacache (Viña del Mar)
Julio Barros (Copiapo)
Coordinación Escuela Formación Política
Iván Echeverría (Valparaíso)
Margarita Araya
Coordinación de Finanzas
Cristian Figueroa
Cristian Revillod
Sara Sánchez
Mijail Villagra
Coordinación Comunicaciones
José Robredo
Mario Barreto
Carlos Concha
Ariel Jara
Coordinación Territorial
Claudia Mix
Laura Olave
Eduardo Puran
DOCUMENTOS PARA DEBATE POLÍTICO
ENCUENTRO NACIONAL IZQUIERDA UNIDA
26 SANTIAGO, ENERO 2014
EL DESAFÍO.
IZQUIERDA UNIDA SE CONSTITUYE
“SI A VECES SIENTO QUE LA HISTORIA SE ME ESCAPA, NO ES PORQUE YO NO LA HAGA. ES PORQUE TAMBIÉN LA HACE
EL OTRO.”
J.P SARTRE
Muchos de los debates políticos actuales se concentran en la capacidad social e institucional de los
partidos políticos y del rol de estos mismos en las transformaciones mundiales, a partir de la
segunda mitad del siglo XX en adelante.
Para muchos, los partidos han perdido su capacidad de liderar los procesos sociales y políticos que
enfrentan las sociedades modernas, tras el desarrollo de la ciencia, la tecnología, la caída de los
socialismos reales, y por ende, de un mundo globalizado en todos los sentidos. Agudizado además,
por el auge de las diversas demandas sociales representadas a través de “movimientos” sociales y
políticos, que se han apoderado de ciertas banderas de luchas, que hace medio siglo atrás, eran
propias de los partidos políticos como articuladores entre la institucionalidad y la sociedad civil.
Para estos mismos, la sociedad ha cambiado, cambiando también el modo de sostener sus
demandas y exigirlas, a partir de una transversalidad ideológica frente a una demanda específica.
Por lo tanto, a partir del rol político que deben tener las organizaciones, es que nos preguntamos
¿por qué constituir un partido político frente a un Chile modernizado, donde las demandas de la
ciudadanía son demandas que han “superado” la institucionalidad de los partidos políticos, en vez
de un movimiento político?
Se ha planteado que los partidos políticos están viviendo una crisis -representación, de
institucionalidad, etc.-. También se dice que ya no son el mecanismo por el cual representar a la
sociedad civil frente a la institucionalidad política. ¿Pero qué tan cierta es esta afirmación?
A mediados del siglo XIX el rol de los partidos era fundamental ante las demandas de la
ciudadanía, los espacios por conquistar poder políticos eran desafíos gruesos, sin mayor
especifidad –reconocimiento de ciudadanía, derecho a voto universal, derechos laborales, voto
femenino, etc.- Actualmente las condiciones sociales y políticas han variado de alguna manera, las
categorías de análisis político y económico no son las mismas que hace siglo y medio (los obreros,
el proletariado o la burguesía y el capital, nivel de industrialización). Hoy las garantías y derechos
sociales y políticos están de una u otra manera garantizados, el desarrollo del capital ya no es solo
material, el dinero fiduciario ha tomado mayor relevancia en mercados especulativos. Sin
embargo, es importante considerar que se han instalado como nebulosa otras necesidades,
mucho más específicas, de esta manera, han cobrado relevancia la asunción de nuevas categorías
ENCUENTRO NACIONAL IZQUIERDA UNIDA
27 SANTIAGO, ENERO 2014
sociales y políticas, que han surgido en las últimás décadas, y no por razones de coyuntura, sino
porque forman parte de las sociedades en un proceso de desarrollo dialéctico constante.
Hoy nadie puede dudar que cuestiones como la democracia, la representación y participación
política, las instituciones y mediaciones políticas, los partidos, los movimientos y grupos sociales,
los diversos modos de concebir la acción social, el acceso a bienes y servicios, la calidad de vida o
el buen vivir, la productividad, déficit fiscal, heterogeneidad social; son determinantes que
conducen –entre otros factores- al desenvolvimiento de las sociedades contemporáneas, y es
desde aquí que estas nuevas categorías de análisis dejan de ser de propiedad de la izquierda o la
derecha y, pasan a ser parte constitutiva de realidades concretas, que se diferencian unas de otras
en mecanismos o vías distintas, pero como categorías de análisis, tanto para la izquierda o la
derecha, son parte de la propia discusión ideológica.
En los debates actuales la democracia como régimen político ha tomado relevancia y mayor
vigencia, y por ende, el tipo de representación y la participación política se vuelven aún más
relevantes, por cuanto, la ética humana se ha reconfigurado tras el reconocimiento de derechos
(sexuales, ambientales, animales, etc.) y categorías antes nunca imaginadas para el desarrollo de
una sociedad moderna.
Si analizamos la sociedad Chilena y su desarrollo político durante los últimos 20 años, nos
podemos dar cuenta que ha cambiado la manera de relacionarse políticamente. La ciudadanía
demuestra un alto desafecto por las decisiones o influencias políticas; sin embargo, al mismo
tiempo la ciudadanía se apodera de demandas sociales de alto contenido valórico, como el
derecho a matrimonio igualitario, el reconocimiento de la diversidad sexual, legalización de la
marihuana, aprobación de ley de divorcio, resguardo medio ambiental de ríos, bosques, etc.; a
partir de organizarse en torno a demandas, independiente de las categorías ideológicas clásicas de
la modernidad. Ejemplo de aquello es el movimiento por Aysén, donde la mesa organizadora y
representante demostraba un amplio colorido político, así sucede también con los movimientos
por la diversidad sexual, o los movimientos ambientalistas, donde muy pocos de ellos son
representados, en sus definiciones, por posturas políticas de un sector o de otro.
Es aquí, entonces, donde nos preguntamos ¿qué tan eficientes y eficaces son los movimientos a la
hora de satisfacer demandas? o incluso ¿para influir en las decisiones políticas de la
institucionalidad estatal y gubernamental? Si lo analizamos desde esta perspectiva política, en
cuanto al poder de influencia de la sociedad civil en la institucionalidad de manera incluso legal,
podemos afirmar que los movimientos son aglutinadores de sujetos influenciados por una
demanda específica, sin la capacidad de incidir la toma de definiciones políticas del Estado. Por lo
tanto, también podemos decir, que el objetivo del movimiento no es el mismo que del partido
político, que busca necesariamente, influir en todas las decisiones políticas que influyen en la
sociedad civil, más allá de las demandas específicas que la ciudadanía tenga; en realidad, el partido
tiene como sentido en sí mismo, trascender a las demandas, ya que busca implementar e influir
ENCUENTRO NACIONAL IZQUIERDA UNIDA
28 SANTIAGO, ENERO 2014
desde una postura ideológica en la vida de cada uno de los sujetos que conformas una comunidad
organizada.
De esta manera, nuestra proyección y política debe ir directamente hacia lograr grados de
influencias en la institucionalidad y en la sociedad civil, desde una postura ideológicamente clara,
hacia la consolidación de una estructura sociopolítica dentro del partido, que tenga la capacidad
virtuosa de transformar según nuestros fines político, la realidad del país.
Esta labor debe enmarcarse con elementos políticos que ratifiquen el SER del partido,
conjugándolo con su DEBER SER, es decir, debe reflejarse la esencia política y su carácter ideológico
en el “Que Hacer” político cotidiano; como también el trabajo debe proyectarse en el tiempo y
hacerse necesario para la ciudadanía y el sistema político. Y como parte del desarrollo es necesario
establecer un programa tanto cronológico como político, que sea ejecutado por toda la estructura
del partido.
Sin duda, está labor tendrá buenos resultados siempre y cuando existan tres elementos centrales
que se conjuguen, para fortalecer el partido y mantenerlo en el tiempo: Disciplina (Fidelidad y
lealtad), Cohesión (que le entrega eficacia y potencia, generando la fuerza) y Conocimiento
(elemento dialectico de todo proceso de organización), tal como lo propone Gramsci en sus textos,
entendiendo la guerra de posiciones frente a los avances de la contraparte.
Tanto la Disciplina, la Cohesión y el Conocimiento son elementos que deben reflejarse dentro de
todo el partido, no solo en la dirigencia, sino en todos los sujetos que forman la organización,
porque no sólo lo mantendrá en el tiempo, también será un elemento de crecimiento
sociopolítico, por lo que no se mantendrá estático.
Por otra parte, como organización política nos preguntamos ¿Qué tipo de partido seremos?
Nuestro empeño está en aportar al desarrollo sindical, las organizaciones estudiantiles, las luchas
de pobladores, las libertades sociales y políticas, el derecho de las naciones y los pueblos
originarios; nuestro desafío no es ser meramente parte de un gobierno, nuestra postura no es en
contra del nuevo gobierno que llega; nuestras diferencias políticas, tanto con la Alianza y la Nueva
Mayoría, es que nosotros, como organización política, estamos en contra del capitalismo y sus
formas, por lo mismo, nuestras diferencias son sistémicas e ideológicas. Por lo tanto, nuestra
apuesta tendrá que enmarcarse en la valoración, por la población y el sector político, por los
derechos de I generación (civiles y políticos), garantizar de manera justa e igualitaria los II
generación (económicos, sociales y culturales) y de III generación (De los Pueblos); otorgándoles
el carácter ideológico por el que apostamos. De esta manera, deberemos enmarcar tanto la
agenda, como el programa político de corto, mediano y largo plazo.
En este sentido, se hace necesario consolidar no solo una estructura política, sino también
consolidar un proyecto ideológico que sustente el proyecto político. Hoy es absolutamente
urgente dar un salto cualitativo mayor en la organización, dándole una estructura clara, definida y
ENCUENTRO NACIONAL IZQUIERDA UNIDA
29 SANTIAGO, ENERO 2014
responsable con nuestra realidad interna y nacional, que permita entregarle la seriedad para
permanecer en el tiempo, y consolidarse como una alternativa con viabilidad política en el sistema
político de nuestro país, estableciéndose como un actor político capaz de entregarle
gobernabilidad a una sociedad civil altamente dependiente de la estabilidad política,
independiente de sus beneficios político-sociales.
Por las características de nuestra organización, se requiere en esta primera etapa consolidar los
tres elementos centrales que debe contener un partido político, “Disciplina, cohesión y
conocimiento”, así también, consolidar un discurso político que nos diferencie del resto de los
partido, que nos permita además generar una estructura política nacional, que vaya poco a poco
logrando instalarse territorialmente en todo el país. Esto permitirá pasar de ser un partido
movimentista, capaz de retomar las luchas sociales que hoy han promovido los movimientos
sociales, a un partido que logre grados de influencia en la institucionalidad política.
Por lo tanto, cobra relevancia establecer una relación entre partido y las demandas de
movimientos sociales. Se trata de reconocer las limitaciones de los instrumentos tradicionales
(partidos) en el marco de una lucha que definitivamente, requiere la confluencia de más actores.
Una recomposición plural de la izquierda ya no puede limitarse únicamente al eje partidario.
No se puede pretender que hoy solo desde los partidos se representan los proyectos políticos de
interés ciudadano. Las luchas sociales del futuro serán múltiples en su especificidad y múltiples en
sus protagonistas; las demandas ciudadanas no se concentrarán únicamente en el Estado, ni
estarán siempre referidas estrictamente a lo político, aunque todas serán luchas políticas. Esa
ampliación de la conflictividad social y de la pluralidad de antagonismos inherentes al Capitalismo
Global, hacen que la conquista de la hegemonía signifique lucha en todos los frentes (trincheras),
lo que implica, también, que la batalla por la democracia no es exclusiva de las cúpulas políticas o
institucionales. Estas circunstancias exigen un entendimiento y una división de responsabilidades
entre los partidos y los movimientos sociales. Es por eso que una verdadera transformación
requiere el concurso de la izquierda social y la izquierda política en una izquierda alternativa y
plural.
“No se trata de decir que los movimientos sociales sean, en si mismo, intrínsecamente virtuosos en
términos políticos. Más bien, los movimientos sociales son importantes porque constituyen, en el
terreno conflictivo de la vida social, escenarios públicos en los cuales los conflictos ganan visibilidad
y los actores colectivos se convierten interlocutores válidos.” (Tomás Moulian, Quinta vía)
Por otra parte, es importante señalar que para lograr los propósitos ideológicos que incidan en el
futuro de Chile, se requiere mucho más que voluntad política e ideológica. Se requiere un diseño,
una táctica y una estrategia política que definan claramente los objetivos. En nuestro caso,
nuestro objetivo es el SOCIALISMO. Pero además, es fundamental conocer y comprender la realidad
política del periodo que enfrentamos -un gobierno liberal, pero con tintes socialdemócrata-.
Porque, más allá del voluntarismo de algunos sectores de izquierda; ni la revolución socialista está
ENCUENTRO NACIONAL IZQUIERDA UNIDA
30 SANTIAGO, ENERO 2014
a la vuelta de la esquina, ni existen las condiciones para un ataque frontal armado contra el
capitalismo en Chile. Tampoco estamos dispuestos a promover (no estamos a favor) dictaduras
para establecer un Chile socialista, camino fracasado en los socialismos europeos del Siglo XX,
llamados socialismos reales.
La lucha de una Izquierda Plural debe ser pensada como una estrategia política, dentro de un
proceso de avanzada en todos los terrenos, (económico, social y electoral.), que apunte hacia un
Chile democrático en todas las áreas de influencia y en la toma de decisiones política en los
diferentes niveles (local, regional, nacional). Esta estrategia de transformación es un proceso
gradual y de largo plazo. Respecto a esto, Tomás Moulian señala:
“No {se} rechaza la posibilidad de acumular poder político en el Estado, para poder introducir
reformas legislativas, pero no considera ese el punto medular, sino uno de las cuestiones
importantes. El espacio principal de trabajo es la sociedad, buscando la constitución de
instituciones o experiencias contrarias al espíritu del capitalismo en la política y la cultura tanto
como en la economía y el desarrollo de luchas y combates múltiples, es especial en el ámbito
ideológico para potenciar valores esenciales, como la solidaridad y fraternidad”
Como lo señalamos anteriormente, nuestra apuesta para el futuro político de Chile es la
construcción del SOCIALISMO, sin embargo, entendemos y comprendemos la realidad que
enfrentamos, con sus defectos y virtudes, como sociedad moderna, capitalista y globalizada,
conformada ante la estabilidad macroeconómica y resignada ante las desigualdades
socioeconómicas. Para ello, debemos definir etapas de avanzadas, que partan gatillando las
contradicciones entre el bien común, voluntad general y las desigualdades vigentes; es decir,
debemos, primeramente, propiciar el retorno de luchas hacia la transformación radical, donde la
institucionalidad partidaria, entendido como medidas de reforma dirigidas a provocar un
verdadero impacto en uno o varios aspectos del orden social, una refundación radical de la
política, siempre en una dirección igualitaria y enfocada hacia una profundización de la
democracia participativa, que conlleven a una etapa directa al socialismo. Una transformación
Radical que se distinga del reformismo oportunista que no pretende alterar las bases de poder y
las estructuras de dominación, tratando de atenuar los desajustes propios del capitalismo.
“Es reformista la reforma que subordina sus objetivos a los criterios de racionalidad y de
posibilidad de un sistema y de una política determinados. El reformismo rechaza totalmente los
objetivos y las reivindicaciones incompatibles con la conservación del sistema, por muy basadas
que estén en las necesidades. Por el contrario, no es necesariamente reformista la reforma
reivindicada no en función de aquello que es posible en el marco de un sistema y de una gestión
dados, sino en función de aquello que se ha de convertir en posible, en función de la necesidades y
las exigencias humanas” (Tomás Moulian, “Quinta Vía”)
Luego de lograr las transformaciones radicales, que nos permitan avanzar hacia una sociedad de
derechos; debemos establecer las condiciones tácticas, estratégicas y políticas que nos permita
ENCUENTRO NACIONAL IZQUIERDA UNIDA
31 SANTIAGO, ENERO 2014
influir decididamente en la construcción de un Chile Socialista, trascendente en el tiempo,
independiente del gobierno de turno, como proceso constituyente de la refundación de Chile,
donde sean parte del desafío no sólo garantizar los derechos esenciales o elevar los procesos de
industrialización del país, dejando atrás el desarrollo primario exportador o mono exportador,
también avanzar, hacia el reconocimiento de nuevos derechos y garantías necesaria en la
preservación y sostenibilidad del proyecto socialista, como la protección del medio ambiente
desde una perspectiva ecosocialista, el reconocimiento legal y social de una sociedad heterogénea
tanto cultural, sexualmente y étnicamente, entre otros.
Nuestra proyección como partido político debe estar centrada en lograr levantar un proyecto
político partidario, que logre delinear sus pasos para el futuro, estableciendo las estrategias
políticas y sociales que nos permitan lograr nuestro objetivo mayor, el SOCIALISMO. Estamos en un
momento histórico, donde no debe haber espacio para decisiones vacilantes y menos decisiones
que permitan profundizar y legitimar las desigualdades e injusticias que a diario se viven en
nuestro país desde el modelo impuesto. Nuestro proyecto político debe ser revolucionario, sin
temores a los desafíos que Chile exige, menos acomodarse a las llamadas coyunturas políticas que
se vive; entendiendo que dichas coyunturas son resultado del mismo sistema político en que
estamos.
Nuestro desafío hoy es convocar a Chile hacia un proceso refundador, hacer de Chile un país
nítidamente democrático, sin “peros”, un Chile digno, solidario y por cierto, un Chile lleno de
justicia, un CHILE SOCIALISTA
KARINA OLIVA PÉREZ.
COMISIÓN POLÍTICA IZQUIERDA UNIDA
@karina_ol
ENCUENTRO NACIONAL IZQUIERDA UNIDA
32 SANTIAGO, ENERO 2014
IZQUIERDA UNIDA
UN PARTIDO DE POSICIÓN Y DE MANIOBRA
La actividad política se estructura y desarrolla “en torno a la distribución, la conservación o la
transferencia del poder” (Weber 1988: 84). Hacer política, significa “tratar de influir sobre la
distribución del poder entre las distintas configuraciones políticas y dentro de cada una de
ellas”[1]. La importancia de la disputa del poder dice relación con que éste es una fuerza
estructurante primordial de la sociedad.
Quienes hoy estamos aquí hemos decidido constituir un instrumento político para disputar el
poder, cuestión fundamental para transformar el orden existente. La discusión que sugiere este
panel dice relación más bien con la forma que debe tener dicho instrumento para cumplir
adecuadamente su cometido: i) si acaso debe ser un movimiento ó, ii) si debe ser, en cambio, un
partido.
La pertinencia de uno u otro instrumento solo puede determinarse según la naturaleza y magnitud
de nuestros propósitos (cuestión que también se discute en este Encuentro). Por ello quizá
convenga precisar la relación de cada uno de los dos instrumentos en relación al carácter de sus
propósitos.
Los movimientos políticos se caracterizan por responder a un objetivo directo, concreto y
coyuntural. Una vez cumplido el objetivo, el instrumento no tiene motivos para seguir existiendo.
De modo que, si un grupo social decide asociarse para promover la convocatoria a una Asamblea
Constituyente, deberá formar un Movimiento por la Asamblea Constituyente cuyo horizonte sea la
realización de esta. Una vez logrado ese propósito, la persistencia de tal asociación no tiene
fundamento.
En otro sentido, un movimiento puede dedicarse a la promoción de un determinado conjunto de
valores en el marco de una estrategia que tiene por objetivo socavar las bases ideológicas de un
ciclo político determinado, pero sin plantearse necesariamente la conquista y administración del
poder que lo supere.
A diferencia de los movimientos, los partidos tienen un fin trascendente. Son, por excelencia, la
organización orientada a la obtención, conservación y administración del poder político. Y si
asumimos que el poder es un elemento estructurante de toda sociedad que está en disputa
constante, los partidos no agotan su acción en la conquista del poder sino que permanecen como
guardianes permanentes del orden social que desean –y a veces logran- construir (por lo general
de manera antagónica a otros proyectos políticos)[2]. A su vez, como parte de su disputa por el
poder político, los partidos también tienen entre sus tareas la generación de conciencia entre la
población y la erosión de las ideas hegemónicas. Los partidos, en lenguaje de Gramsci, cumplen
ENCUENTRO NACIONAL IZQUIERDA UNIDA
33 SANTIAGO, ENERO 2014
funciones tanto en la “guerra de maniobra” (asedio directo al poder) como en la “guerra de
posición” (lucha ideológica).
Ahora, si se ha solicitado a un grupo de compañeros reflexionar acerca de la pertinencia o
conveniencia de un partido político o un movimiento político ha de ser porque no hay pleno
convencimiento del carácter que debe tener nuestro instrumento (o quizá, no hay pleno acuerdo
en lo que respecta a nuestros objetivos). Cuesta comprender el sentimiento de duda en
circunstancias que, conociéndolos como los conozco, ninguno acá duda de la importancia de
contar con un partido político y disputar el poder. En su lugar, tiendo a pensar que el debate que
ha ido generándose en nuestra naciente organización no dice relación con la vigencia de los
partidos como instrumento, sino más bien con un diagnóstico coyuntural según el cual el nivel de
rechazo hacia los partidos vuelve inconveniente desplegar desde allí la lucha socio-política.
La pertinencia o conveniencia de un partido es una pregunta legítima a la hora de observar los
datos. Coherente con casi todas las encuestas, la última medición de la Universidad Diego Portales
(2013) señala que los partidos políticos exhiben una confianza no superior al 7,1%. A la luz de la
evidencia disponible, la conformación de un partido puede asumirse como una tarea ardua en
medio de un panorama hostil.
La situación descrita no es exclusiva de nuestro país y ha sido objeto de variados análisis. Uno de
ellos dice relación con que los procesos de mo¬dernización neoliberal han autonomizado las
distintas esferas de la sociedad hasta restar capacidad al sistema político para influir sobre otros
sistemas (como, por ejemplo, el económico). De modo que se produce una frontera entre “lo
político” y “lo no político”, donde las competencias de las instituciones políticas son reducidas
hasta sustraer del control público gran parte de las decisiones. Lo anterior resulta aún más
extremo en el caso de Chile, donde la modernización neoliberal se desarrolló en el contexto de
una dictadura y se (re)produjo en el marco de un proceso de democratización tutelada (Portales,
2000) y resguardada hasta hoy por numerosos enclaves autoritarios (Garretón, 1995).
La conducción pactada de la transición, sumado al consenso ideológico entre al régimen
autoritario y la élite transicional, son responsables en parte importante de la crisis actual de los
partidos políticos y del progresivo malestar social ampliamente descrito por la literatura
especializada[3].
Esas condiciones nos situaron en el escenario de 2011, donde el malestar silenciado y contenido se
manifestara en protestas estudiantiles de una magnitud nunca antes vista durante la post-
dictadura. Pero la expectativa de cambio social, generada entonces, ha visto sus propios límites en
un sistema político que, pese a estar deslegitimado socialmente, puede seguir operando en su
legitimidad formal y ejercer la soberanía política con prescindencia del pueblo de Chile. Los
partidos están en crisis pero siguen gobernando, ya no precisan a las masas pues el divorcio entre
lo político y lo social es garantía suficiente para administrar el poder bajo formas elitistas y
prescindiendo de una adecuada representación.
ENCUENTRO NACIONAL IZQUIERDA UNIDA
34 SANTIAGO, ENERO 2014
Aquel triunfo de nuestros adversarios nos plantea dificultades en el camino, pues su propia
deslegitimación social termina por asimilar sus estructuras parasitarias a todos los partidos,
incluidos aquellos que buscan hacerles frente.
Lo anterior ha extendido en algunos de nuestros compañeros, la duda respecto a la conveniencia
del instrumento político partidario. Esa duda se ha agudizado al constatar el paradójico escenario
en que, por un lado, los partidos se deslegitiman, mientras que por otro, las ideas de nuestra
organización partidaria se afianza cada vez con mayor fuerza.
En efecto, todo aquello que hemos sostenido por largo tiempo se encuentran en un buen nivel de
aceptación social: las opiniones en favor de convocar a una Asamblea Constituyente son hoy
mayoritarias (64% según la Encuesta MORI; 74% según el Estudio de Valores Sociales y Política de
la USACH y; 71% por la Encuesta del Centro de Estudios Sociales y Opinión Pública, realizado en
Santiago por la Universidad Central). Adicionalmente, de acuerdo al Estudio de Valores Sociales y
Política (USACH), un 53% de chilenos declara estar en favor de reemplazar al sistema de AFP por
uno de carácter público. Por último, de acuerdo a la Encuesta UDP (2013), sólo el 34% de los
chilenos cree que el Estado no debe tener empresas de servicios públicos, mientras una amplia
mayoría (82%) estima que debiera existir una red de farmacias estatales y que el transporte
público debiera estar en manos de una empresa estatal (70%).
Entonces, nos encontramos ante el difícil escenario que nuestras ideas están fuertemente
arraigadas pero el instrumento que buscamos constituir obtiene niveles de confianza muy bajos.
Este análisis se extendió entre algunos compañeros que se alejaron de nuestra organización, la
convicción que el camino a seguir es el de diluir el partido y conformar referentes más amplios que
permitan primero que todo dar la batalla cultural por la Asamblea Constituyente. Su diagnóstico
señala que las condiciones para la batalla institucional (entiéndase, la conquista del poder) está
lejos de resolverse a nuestro favor y que, en cambio, lo que ahora se desarrolla es una batalla
ideológica o cultural, proceso en la cual se puede (o debe) prescindir del partido.
Dicho análisis no hace sino recordarnos la distinción gramsciana entre “guerra de maniobra” y
“guerra de posición” (Gramsci,). Desde la derrota más absoluta -en plena cárcel- Gramsci observa
que la clase dominante sostiene su poder principalmente en el consentimiento y que, por tanto,
para posibilitar el ataque directo, era necesario socavar sus instituciones e ideas desplegando una
batalla ideológica capaz de ir derribando una por una las trincheras que resguardan la fortaleza de
la clase dominante (Ibid).
Con todo, para Gramsci, la necesidad de desplegar la “guerra de posiciones” no implica el
abandono de la “guerra de maniobra”, ni mucho menos la perdida de pertinencia de un partido
revolucionario. Muy por el contrario, para el desarrollo de la guerra de posiciones se requiere de
“intelectuales orgánicos” (no de esfuerzos intelectuales aislados) y de un partido revolucionario
que mantenga una relación directa y dinámica con la clase trabajadora (Ibid).
ENCUENTRO NACIONAL IZQUIERDA UNIDA
35 SANTIAGO, ENERO 2014
Concordando con aquella mirada, y reafirmando su vigencia, la necesidad de profundizar el
menoscabo de las bases ideológicas del neoliberalismo y potenciar las reivindicaciones del pueblo
Chileno no impone a una elección dicotómica entre ataque frontal y batalla ideológico-cultural.
Hoy, más que nunca, necesitamos contar con un instrumento político efectivo que permita
afrontar conjuntamente la lucha política frontal con el debate político-ideológico. En Chile no
existe otro instrumento que un partido político para afrontar ambas dimensiones.
Lo que sí podemos discutir son las características orgánicas de dicho partido y sus lógicas
operativas. Desde luego, es mi opinión, los partidos de vanguardia son extemporáneos; pero
debemos ser capaces de comprender la importancia de combinar disciplina y mecanismos
complejos de participación democrática a nivel interno. Pero la importancia de un partido, a mi
entender, no debiese ser objeto de dudas o vacilaciones.
Debatir al carácter orgánico del partido implica abordar la necesaria reflexión acerca de la
naturaleza del poder. Aquí debo suscribir la perspectiva según la cual el poder no sólo se ejerce en
las esferas de la administración estatal sino que circula en la estructura social, de modo que
incluso ciertas instituciones que se nos presentan como aparentemente neutrales desempeñan un
papel de primerísima importancia en la (re)producción de un determinado orden social; entre las
cuales, la universidad, la escuela, la empresa, por nombrar solo algunas (Foucault, 1976).
Reconocer lo anterior, desafía a los partidos políticos a constituirse de una manera particular que,
sin negar la importancia de lo electoral, no se limita a aquello. Un partido que tenga por objetivo la
transformación de la sociedad debe operar en distintas dimensiones de la vida social,
conformando frentes (sectoriales o de masas), disputando el poder en los micro-espacios de poder
(sindicatos, universidades, escuelas), entre otras. Estas tareas son insoslayables de un partido
político no solo por las posibilidades que ello brinda a la hora de traducir su inserción social en
caudal electoral, sino fundamentalmente porque permiten combatir las ideas dominantes o
hegemónicas (en otras palabras, desarrollar aquello que Gramsci bautizó como “guerra de
posición”).
Con todo lo hasta acá dicho, es necesario volver a precisar la discusión acerca de la inserción de
nuestra acción colectiva en el marco del debate necesario acerca de la Asamblea Constituyente.
Desde luego, es pertinente la preocupación de algunos ex-compañeros de partido respecto del
instrumento o de los instrumentos apropiados para afrontar tal lucha política.
La voluntad de promover una Asamblea Constituyente no es, desde luego, patrimonio de la
izquierda. Existe, sin lugar a dudas, un conjunto cada vez más amplio de organizaciones
(incluyendo algunas de corte liberal) que comienzan a alzar la voz en pos de refundar el país sobre
la base de este mecanismo democrático. En virtud de ello, considero de importancia estratégica
fundamental posibilitar una confluencia amplia de agrupaciones en virtud de posibilitar la
convocatoria a una Asamblea Constituyente (una especie de “Pacto Republicano”). Allí, caben
todos quienes estén dispuestos a comprometer esfuerzos por invocar el poder constituyente
ENCUENTRO NACIONAL IZQUIERDA UNIDA
36 SANTIAGO, ENERO 2014
originario (no derivado)[4]. Sin embargo, estimo que asumir esa construcción sin tener un
domicilio ideológico y un instrumento político propio, constituye una maniobra que solo puede
contribuir al éxito de aquellos que, compartiendo la iniciativa de la Asamblea Constituyente, no
comparten los principios que aspiramos a desarrollar en dicho proceso. El riesgo resulta más
evidente aun considerando que quienes participarán de dichos espacios lo harán teniendo
instrumentos políticos e incluso parlamentarios capaces de cooptar el proceso.
La conformación de un partido, con fundamentos ideológicos distinguibles, con estrategias
definidas, con políticas de alianzas certeras en función de la dimensión de cada objetivo, es
fundamental para el alcance de nuestros propósitos: tanto los que dicen relación con la
Constituyente como con la promoción de nuestros fundamentos ideológicos en dicho proceso.
Un ejemplo ilustrativo acerca de la importancia de desarrollar ambas dimensiones se halla en el
seno de la Constituyente francesa de 1789. Ahí, los diputados de las provincias de los Estados
Generales llegan a Versalles agrupándose según vecindad geográfica, para luego constatar que sus
comunidades de opinión no solo versan sobre temáticas regionales sino sobre aspectos de la
política nacional. Así, los diferentes clubes, inicialmente agrupados por sensibilidades regionales e
intereses particulares, se comienzan a organizar como grupos ideológicos (Duverger, 1951). De ahí
nacen los Jacobinos, el grupo del Palacio Nacional, el del Instituto, el de la calle de Poitiers, el de la
calle Castiglione y el de la calle de las pirámides (Ibid).
Un propósito profundamente político-ideológico como es la convocatoria a una Asamblea
Constituyente no agota los objetivos de la acción colectiva de un grupo determinado. En la común
tarea de constituir una República, nadie desconoció la importancia de asociarse en virtud de
visiones compartidas respecto del orden político-social pues, junto al impulso de la Asamblea
Constituyente, se desarrolla la discusión sobre los tipos de sociedad que cada conjunto de
ciudadanos desea promover.
La importancia de las organizaciones político-ideológicas en un proceso constituyente resulta
clave, al igual que en el sistema político (pues, ahí sigue operando no solo la batalla directa sino
también parte importante de la disputa simbólica). El partido sigue desempeñando ahí un rol
preponderante.
Otro ejemplo, algo más cercano que el de la Revolución Francesa, es el del Movimiento al
Socialismo en Bolivia. Dicha organización, pese a llamarse movimiento es, en la práctica, un
partido constituido a partir de la institucionalización del movimiento social. En efecto, el
Movimiento al Socialismo fue el resultado de una agregación de sindicatos campesinos, todos ellos
herederos de una cultura sindicalista propia de lo que García Linera denomina “mundo plebeyo”
(García Linera, 2008).
En el año 1995 se impone en el movimiento la “tesis del instrumento político”, como un
imperativo para dar el salto a la arena electoral sin necesidad de conformar pactos con los
ENCUENTRO NACIONAL IZQUIERDA UNIDA
37 SANTIAGO, ENERO 2014
partidos tradicionales que venían alternándose en el poder tras el fin de un largo periodo de
dictaduras militares. Esta agregación de movimientos sociales se institucionaliza dando nacimiento
al partido político que hoy conocemos como MAS, liderado por el Presidente Evo Morales.
El MAS Boliviano fue un actor protagónico en las protestas bautizadas como “guerra del agua” y
“guerra del gas”, ambos elementos catalizadores del actual proceso que podrían entenderse
perfectamente como la arremetida final de una verdadera “guerra de posición” (liderada por un
naciente partido). Con posterioridad a las consecuencias de estos episodios, el triunfo de Evo
Morales y la convocatoria a la Asamblea Constituyente contó con gran protagonismo del MAS y,
desde luego con su triunfo en la elección de constituyentes, dejando en posición muy
desmejorada a los tres partidos conductores de la paradojal transición democrática neoliberal. En
la “guerra de posición” y en la “guerra de maniobra” el partido fue un instrumento clave. No
podría haberse traducido la eficacia de la guerra de posición en la etapa de la guerra de maniobra
sin la continuidad de un instrumento partidario (legitimado, de hecho, en la propia guerra de
posición).
En síntesis, como creo haber dejado suficientemente expuesto en este documento, estimo de
primera necesidad contar con un Partido mediante el cual tomar posición en la disputa del poder
político. Desde ahí, puede desarrollarse una política de alianzas en virtud de los objetivos diversos
que nos planteemos de manera colectiva, sobre todo en el que corresponde a la Asamblea
Constituyente.
CAMILO NAVARRO OYARZÚN
VICEPRESIDENTE IZQUIERDA UNIDA
@CamiloNavarroO
ENCUENTRO NACIONAL IZQUIERDA UNIDA
38 SANTIAGO, ENERO 2014
Dentro de los documentos de debate de IZQUIERDA UNIDA, hemos considerado incluir algunos
fragmentos de escritos del compañero Álvaro García Lineras, VICEPRESIDENTE DE LA REPUBLICA DE
BOLIVIA. Algunas de sus reflexiones son muy atingentes a las discusiones que hoy tenemos al
interior de nuestra organización.
PRIMERA TENSIÓN: RELACIÓN ENTRE ESTADO Y MOVIMIENTOS
SOCIALES.
La primera de estas tensiones creativas, que está siendo resuelta mediante el debate democrático,
es la que se refiere a la relación entre Estado/movimiento social. EI Estado es por definición
concentración de decisiones, monopolio sobre la coerción, la administración de lo público-estatal,
e ideas-fuerza que articulan a una sociedad. En cambio el movimiento social y las organizaciones
sociales son por definición democratización de decisiones, amplia y continua socialización de
deliberaciones y decisiones sobre asuntos comunes. Gobierno de movimientos sociales es por
tanto una tensión creativa, dialéctica, productiva y necesaria entre concentración y
descentralización de decisiones.
Como Gobierno se nos exige concentración rápida y oportuna de la toma de decisiones. La gente
espera acciones ejecutivas prontas que den respuestas concretas a sus necesidades materiales.
Pero a la vez, como organizaciones sociales indígena-campesinas, obreras y populares en el
Gobierno, se tiene una dinámica orgánica que exige debate, deliberación, reconsideración de
Temas y propuestas, ampliación de participantes en tomo a esas decisiones. Y por tanto, el
gobierno del Presidente Evo al ser un Gobierno de movimientos sociales vive y tiene que vivir
continua-mente esta tensión creativa entre concentración versus descentralización de decisiones,
entre monopolización y socialización de acciones ejecutivas, entre el tiempo corto para obtener
resultados y el tiempo largo de las deliberaciones sociales.
¿Cómo resolver esta tensión creativa de la revolución que estamos viviendo y venimos
desplegando? EI año pasado propusimos el concepto de Estado integral como el lugar donde el
Estado (el centro de decisiones) comienza a disolverse en un proceso largo en la propia sociedad, y
donde esta última empieza a apropiarse, cada vez más, de los procesos de decisión del Estado. A
eso Ie denominamos Estado integral y no cabe duda que constituye la superación dialéctica de
esta tensión entre Estado (como máquina que concentra decisiones) y movimiento social (como
máquina que concentra y democratiza decisiones).
Se trata ciertamente de un proceso que no puede ser resuelto a corto plaza y que requiere un
largo proceso histórico, de avances y retrocesos, de desequilibrios que parecieran inclinar la
ENCUENTRO NACIONAL IZQUIERDA UNIDA
39 SANTIAGO, ENERO 2014
balanza a favor de uno u otro polo poniendo en riesgo ora la eficacia de gobierno, ora la
democratización de las decisiones. En realidad nada esta previamente asegurado y lo que que-da
hacia el futuro es vivir con esa contra-dicción y desplegarla en todas sus variantes y
potencialidades. La lucha y solo la lucha podrá mantener viva la contradicción durante décadas o
siglos para que en un momento dado esta disolución del Estado en la sociedad al fin pueda
realizarse como resolución histórica de esta contradicción.
Un segundo momento de esta tensión entre Estado y Movimiento Social, y de hecho más
importante que el anterior, es el que se da entre la expansión material del Estado social y la
función estatal de las comunidades y sindicatos agrarios.
Esta tensión ha sido reiteradas veces mencionada por el presidente Evo en sus reuniones con los
sindicatos. Cuenta el, como es que anteriormente el sindicato era la institución social encargada
no solo de defender a los afiliados frente a las amenazas agresivas del Estado: represión, exacción
económica, etc., sino que además el sindicato-ayllu era el encargado de proteger socialmente al
afiliado, organizando el trabajo común para construir escuelas, abrir caminos, socorrer a los
afectados en caso de desgracias, incluso resolver Temas de propiedad de tierras o asuntos
familiares.
El viejo Estado colonial solo existió frente al movimiento campesino como una externalidad
agresiva de la que no se recibía ni se esperaba nada, por el contrario, había que estar al acecho
para protegerse de sus agresiones políticas y económicas. De hecho el colonialismo puede
definirse como un estado de guerra perpetuo entre Estado y sindicato-ayllu, atravesado por
prolongadas treguas 0 armisticios temporales de no agresión. Esta guerra suspendida fue
denominada erróneamente "pacto de reciprocidad" entre Estado y comunidad debido a la
tolerancia entablada entre ambos, a cambio del respeto del acceso a un poco de tierra por parte
del ayllu, y a la dominación, por parte del Estado.
Seria reciprocidad si ambos sujetos sociales entregaran algo a "cambio" de la recepción de otro
bien aunque de distinta naturaleza. Pero aquí, de lo que se trataba era de treguas entre uno, el
Estado que arrebata lo que no posee: tierras, trabajo y gente, y el ayllu que sólo contiene, cada vez
en un espacio territorial menor, la depredación de sus territorios, su riqueza y su gente.
Tanto en tiempos coloniales como republicanos, el Estado no les dio nada ni al sindicato ni al ayllu,
y quien se constituyó en la institución encargada de proteger social y políticamente a los
miembros de la comunidad fue el propio sindicato-ayllu, EI sindicato, como autentico poder
territorial, otorgaba protección social, regulación propietaria, justicia, sentido de pertenencia y de
identidad. A esta función protectiva y socializadora es a la que el presidente Evo ha denominado el
sindicato-Estado porque es el sindicato el que objetivamente se constituye como poder social,
político, territorial y cultural.
ENCUENTRO NACIONAL IZQUIERDA UNIDA
40 SANTIAGO, ENERO 2014
Sin embargo, la lucha del sindicato por la descolonización del Estado que ahora encabezan las
organizaciones sociales, desde el Gobierno, ha significado precisa-mente poner fin a este estado
de guerra entre sindicato y Estado, apropiándose, modificando la estructura social, funciones y
composición interna del Estado. Se trata de una demanda de democratización radical del Estado
con el fin de hacer de él una maquinaria de protección social, de ampliación de derechos y de
unificación participativa de la sociedad como corresponde a un Estado democrático-social.
SEGUNDA TENSIÓN: FLEXIBILIDAD HEGEMÓNICA FRENTE A FIRMEZA
EN EL NÚCLEO SOCIAL
Una segunda tensión creativa es la que se da entre la amplitud social del proceso revolucionario
(la incorporación creciente de muchos sectores) y la necesidad de garantizar la conducción
indígena, campesina, obrera y popular del mismo. Es una contradicción que uno puede visualizar,
por ejemplo, entre trabajadores, obreros, asalariados y el sector empresarial.
La forma de su resolución es la ampliación, la apertura y la conversión del significado de pueblo a
todas y todos los bolivianos -sin excepción- que apuestan por la descolonización, por el Estado
Plurinacional, por la igualdad entre los pueblos, por la autonomía democrática de las decisiones,
por el comunitario y la industrialización rectora de la economía plural, en fin, que apuestan por el
Vivir Bien.
Pero así como se tiene que apostar a una gran amplitud social que incorpore a vastos sectores –
incluso de carácter empresarial, vinculados y de profunda convicción patriótica-, es imprescindible
reforzar y garantizar el núcleo duro de la revolución: los pobres, los humildes, los campesinos, los
indígenas, los obreros, los vecinos, que no cabe duda que son, en las buenas y en las malas, el
núcleo, el baluarte y la garantía de la conducción precisa y justa de nuestro proceso
revolucionario.
La hegemonía del bloque nacional-revolucionario exige no sólo la cohesión de las clases
trabajadoras indígenas, obreras y populares, sino la irradiación de su liderazgo histórico, material,
pedagógico y moral, sobre las otras clases sociales que abarquen a la inmensa mayoría de la
población boliviana. Siempre habrá un segmento reacio a cualquier liderazgo indígena y popular, y
actuara como correa de transmisión de poderes externos. Pero la continua consolidación del
liderazgo plebeyo requiere que las otras clases sociales, al tiempo de ser reeducadas en los
intereses colectivos como unidad suprema del país, consideren que su propia situación personal
está mejor conducida bajo el mando nacional de las clases trabajadoras.
Esta amplitud de acuerdos, de articulaciones sociales, coloca a los sectores populares dirigentes
ante el desafío de tener que incorporar parte de las necesidades de los bloques sociales
diferentes, y esto emerge como contradicción al principio secundaria, pero con la potencialidad de
ENCUENTRO NACIONAL IZQUIERDA UNIDA
41 SANTIAGO, ENERO 2014
devenir en contradicción fundamental si no se sabe regular la tensión, debilitando la propia
conducción indígena popular del proceso revolucionario.
Por lo tanto, la necesidad de amplitud social para consolidar la hegemonía histórica conlleva a la
vez el riesgo de debilitar la hegemonía por ampliar demasiado la estructura de intereses colectivos
conducentes del proceso.
No existe una receta ni modelo para salir de esta contradicción propia de la construcción de las
hegemonías. Sólo el debate, las tensiones, las rectificaciones continuas entre firmeza de liderazgo
del núcleo social revolucionario y amplitud hegemónica pueden desplegar esta contradicción
necesaria, y canalizarla como fuerza impulsora de la dinámica revolucionaria.
ENCUENTRO NACIONAL IZQUIERDA UNIDA
42 SANTIAGO, ENERO 2014
EL MARXISMO Y LA COMUNIDAD ANDINA
Para nosotros, la importancia de este pensamiento creativo de Marx es fundamental. Y no
únicamente para reconocer nuestra realidad y nuestro pasado, sino, en primer lugar, para
entender las fuerzas comunitarias que —junto a las que ha creado el capitalismo para negarlo—
empujan nuestra sociedad a la posibilidad del socialismo. En este intento de conocimiento no sólo
empírico de datos de la realidad precolonial, colonial y republicana, sino también en el
entendimiento global de las estructuras sociales de estas épocas, nada se le tiene que agradecer a
los supuestos “marxistas” oficiales que han poblado nuestras tierras todos estos años. Lo poco
hallado y entendido hasta ahora, en cuanto a datos empíricos sobre la comunidad agrícola en los
Andes, se debe más al trabajo de antropólogos e investigadores liberales extranjeros que, pese a
su dudosa exposición política, han aportado elementos para la comprensión de la realidad.
El supuesto marxismo, que en realidad no fue más que una caricatura de tercera de él, que desde
los años treinta comenzó a aparecer por estas tierras, se apoyaba en bases deformadas. Sus dos
vertientes, trotskista y estalinista, a pesar de su supuesto antagonismo, en realidad compartieron
(y comparten) las mismas deformaciones, tergiversaciones y desconocimiento del marxismo
revolucionario.
Ambas corrientes, asentadas en la misma concepción tecnicista y estática del socialismo, que de
marxista no tiene ni el nombre, en el terreno de la concepción de la Historia también
compartieron (y comparten) el mismo esquematismo lineal y gradualista canonizado por Stalin, y
popularizado por los famosos manuales de economía y filosofía. Así, por ejemplo, atrapados en el
dilema de entender una realidad como la incaica, no encontrada en las recetas de los manuales,
pero constreñidos a encajarla a como diera lugar dentro de uno de los cinco moldecitos que esos
manuales “marxistas” les indicaban, José Antonio Arze, el máximo representante del estalinismo
local de los años cuarenta, optó por la definición de “semi-socialismo”, sin tomaren cuenta que el
socialismo sólo puede darse bajo los términos del control de los trabajadores directos sobre sus
condiciones de producción, de vida social y del producto de su trabajo, cosa que en el Imperio Inca
no sucedía ya, por la presencia de un Estado burocratizado, y por lo tanto de una clase social
diferenciada del trabajador directo, que asumió para sí, tanto el control de parte del excedente
producido, como la relación económica política entre las diversas comunidades, etcétera.
Por su parte, el trotskista Liborio Justo, en el mismo límite de sus cinco opciones a elegir, optó por
una combinación confusa de dos de ellas: calificó al incario como “esclavismo basado en la
propiedad común de la tierra por la clase dominante”; a su vez, Guillermo Lora, del que se puede
decir que hasta ahora no ha logrado conocer el marxismo, y mucho menos entenderlo, prefiere
rechazar el término “socialista” para las sociedades precolombinas, y se limita a usar
“precapitalistas”, lo que demuestra su ignorancia y total confusión al respecto, porque mete en un
mismo saco diversas formas de sociedad, como la formación económica eslava, germánica, el
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43 SANTIAGO, ENERO 2014
modo de producción asiático, etc., con lo que el entendimiento del incario queda peor que antes
de haber comenzado.
En general, todos estos calificativos lo que señalan es la incapacidad de este marxismo deformado
para entender una realidad concreta. Marx, que jamás intentó sacralizar los cinco modos de
producción señalados en su introducción de 1859, en otros textos, como los Grundrisse y luego en
El capital, los Cuadernos Kovalevsky, los Cuadernos etnológicos, etc., señaló la existencia de otras
posibles formas de producción; tal es el caso de la comunidad incaica que, para Marx, ni era
esclavismo, ni feudalismo, ni la comunidad primitiva, ni mucho menos un “semi-socialismo”, sino
que fue señalada como una forma de desarrollo-disolución de la comunidad primordial, que da
paso a otra formación económico social basada en un nuevo tipo de comunidad, donde se
conjugan una elevada división del trabajo, una forma de control comunal de la tierra, asociación
para el trabajo junto al trabajo individual, unión de la manufactura y el trabajo agrícola, la
existencia de un Estado como personificación de la unidad de las comunidades, pero en cuyo seno
han de manifestarse y desarrollarse diferencias sociales y relaciones de dominación, etcétera. Se
trata entonces, de un modo de producción estudiado por Marx en los Grundrisse bajo la
denominación inicial de forma comunitaria incaica y luego, en su forma desarrollada, generalizada
como modo de producción asiático, que también podría haberse llamado inca, afro-asiático,
etcétera.
Pero en todo caso se trata, para Marx, de un modo de producción diferente a las tonterías con las
que los pseudomarxistas intentaron clasificarlo. Respecto a la caracterización de la colonia y la
república, la suerte de estos autores y otros herederos del esquematismo reaccionario de la III
Internacional y de Stalin no es distinta. El pirista José Antonio Arze caracterizó a la colonia como
sociedad feudal, de igual forma lo hizo Tristan Marof. Al estudiar los primeros años de la república
—que, como bien sabemos, no cambió el fundamento de la estructura agrícola heredada de la
colonia y que, tan sólo en términos de la distribución del excedente, éste pasó del control de la
corona y sus representantes al de los criollos—, Roberto Alvarado, “sociólogo” del Partido
Comunista de Bolivia (PCB), caracterizó esta estructura económica agrícola en términos feudales,
al igual que Guillermo Ovando Sáenz.
La tesis programática del PCB, redactada en 1986, ratifica esta visión “feudal” de las relaciones de
producción en el campo hasta 1952. Por su parte, Guillermo Lora, también incapaz de superar esta
religiosa repetición de las “leyes” históricas de manual, pero obligado a diferenciarse parcialmente
de los primeros, soluciona el problema sencillamente no estudiándolo y por tanto, no entendiendo
el régimen de la tierra (y en general de la economía entera) en la colonia y en la república; así, sólo
habla de “país capitalista atrasado”, donde se “combinan” diversos modos de producción y en el
cual predomina el capitalista; en otras partes hablará de la “feudal-burguesía”, aceptando
explícitamente la caracterización feudal de la economía agraria, al menos hasta 1952.
Lamentablemente, la superación de este burdo esquema (esclavismo-feudalismo-capitalismo) en
el que se quiere arrinconar a la historia, tampoco ha sido superado por otros autores muchísimo
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más creativos, pero influenciados indirectamente por el esquematismo estaliniano. Ramiro
Condarco, al hablar de la vida económica previa a la gran sublevación Aimara de 1898, se queda en
medio de la caracterización feudal del campo. Hans Dietrich, a pesar de su amplio conocimiento
de Marx, queda preso de los prejuicios de los autores locales en los que basa su estudio sobre
Bolivia, y también se queda en la misma afirmación que el anterior. Danilo Paz, que aporta en la
comprensión de la diversidad de relaciones de producción prevalecientes en el campo hasta 1952,
rescata la existencia de relaciones productivas comunales dentro de las comunidades en la
hacienda, pero al estudiar la relación entre estas dos, hacienda y comunidad, ve relaciones
feudales entre ellas, por la existencia de renta en trabajo que, como veremos después, según Marx
no es una condición determinante para la caracterización de la producción feudal.
Quizá uno de los autores marxistas que con mayor claridad vio el problema de la comunidad
agraria para caracterizar el modo de caer en el falso dilema de feudalismo o semifeudalismo fue
Zavaleta, que señala que el acto productivo primario, esto es, el acto fundamental de la economía
durante la colonia, parte de la república y parcialmente ahora, está caracterizado por relaciones
comunitarias propias, distintas a otras organizaciones económicas tradicionales (feudales,
esclavistas, etcétera). Ahora, esas relaciones comunitarias deben ser entendidas y estudiadas por
sí mismas, a partir de la caracterización general dada por Marx en los Grundrisse, El capital, los
Cuadernos etnológicos, etc., y sobre las cuales se han erigido formas de distribución del excedente
posiblemente similares a las feudales, pero sin alterar la estructura productiva esencial, y por
tanto, esas relaciones distributivas pierden el carácter de feudal, para asumir una naturaleza
distinta.
Ante esto, las notas de Marx a Kovalevsky son un riquísimo aporte, que echa por tierra las
repeticiones mecánicas, los acomodos inconsistentes con los que los supuestos marxistas han
querido “entender” las relaciones agrarias en el país. Y decimos que las notas de Marx son un
valiosísimo aporte, porque nos muestran en vivo su metodología al estudiar una sociedad no
capitalista comunitaria, en términos generales, caracterizada por Marx en los Grundrisse como
muy parecidos a los de la comunidad en el incario; y, por otro, porque Marx estudia aquí las
repercusiones y el papel de las invasiones y colonizaciones que esas formas comunitarias asiáticas
sufrieron, en especial con los ingleses, y que, bajo condiciones y resultados distintos, pero
semejantes en su globalidad, también se dieron acá, en este continente, con la dominación
española.
Así, una de las mayores enseñanzas que da este texto es la forma marxista de abordar la
interpretación del desarrollo histórico de los pueblos comunitarios bajo procesos de colonización y
dominio, no sólo por naciones extranjeras, sino esencialmente por formas de producción distintas.
En particular, Marx rechaza que el único camino posible de salida, cuando un pueblo con una
forma de producción distinta somete a otro, sea el de la imposición de la forma de producir de los
dominantes sobre los dominados, como en Irlanda.
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En sus notas muestra, como ya lo hizo antes (en los Grundrisse), que los sometedores bien pueden
dejar subsistir el antiguo modo de producción, sometiéndolo a tributos y ciertos cambios en las
relaciones de distribución y control del excedente, como hicieron los romanos, los turcos y los
ingleses en sus colonias y, como creemos nosotros, sucedió acá, en las comunidades altiplánicas,
al menos en algunos casos, hasta el remate de las tierras comunales en los años ochenta del siglo
XIX, y, en general, hasta la revolución de 1952.
En sus notas a Kovalevsky, Marx aporta nuevas observaciones que nos ayudan a descalificar la
aplicación directa de la teoría del feudalismo, al menos en la región altiplánica con existencia de
comunidades, durante la colonia y parte de la república. Así, Marx señala que la sola existencia de
los beneficios en la entrega de tierras a personalidades o jefes militares de las fuerzas invasoras
(Ikta en el caso de la India), para que éstos asuman el control de la producción y el cobro de
impuestos a los originarios, destinados al nuevo poder estatal, no prueba la existencia de
feudalismo, ya que esta forma también existió en Roma.
Respecto al argumento de que la renta en trabajo sería una condición suficiente para hablar de
feudalismo, en sus extractos, Marx toma nota de las diversas formas de pago de tributo o
impuestos de los trabajadores indios a los colonizadores, que varían del pago en dinero, en
especie e incluso en trabajo en tierras estatales y servicios en el caso de Argelia; y, seguidamente,
descarta que al conjunto de esta forma de control de la tierra y el trabajo agrícola implantado en
la India y Argelia pueda llamársele feudalismo. De hecho, ya en El capital, Marx señaló la existencia
de ciertas formas de servidumbre e incluso de esclavitud restringida en las formaciones
económicas asiáticas. Engels señala también que la renta en trabajo no es una característica
fundamental del feudalismo, cuando escribe a Marx:
[…] me complace ver que en cuanto a la historia de la servidumbre de la gleba “estamos de
acuerdo”, como se dice en la jerga de los negocios. Sin duda alguna, la servidumbre de la gleba y la
servidumbre en general no son una forma específicamente medieval y feudal; la tenemos en todas
o casi todas las partes donde los conquistadores obligan a los antiguos habitantes a que cultiven
para ellos la tierra: en Tesalia, para poner un ejemplo […]
Por estas razones, el repartimiento en la época colonial en el continente, en particular el
mayorazgo, que hizo de las tierras cultivables propiedades indivisibles e inajenables en manos de
los españoles, y la propia encomienda, que impuso el trabajo forzado de la masa indígena en
tierras ya ajenas y en servicios personales, no son entonces pruebas irrefutables de feudalismo en
Charcas y luego en la república, sino que tienen que ser estudiados, como lo hizo Marx en la India
colonial, como formas de apropiación y organización, al menos en regiones con asentamientos
comunitarios, de una forma productiva esencial, asentada en la relación comunitaria.
En otras regiones como en los valles, ya durante la república, ciertamente esto no tiene validez,
pero ahí estamos ante formas de transición en la renta de la tierra como la aparcería, los colonos y
la pequeña propiedad individual, que descartan de entrada su caracterización como feudalismo.
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46 SANTIAGO, ENERO 2014
Pero quizá lo más significativo que muestra Marx a lo largo de todas sus notas, y que expresa
claramente la situación vivida acá, es que en otros modos de producción distintos a la forma
asiática, como el feudalismo, la dependencia —esto es, la sujeción a un señor feudal, la pérdida de
libertad— es impuesta a las personas en forma individual. En cambio, en el llamado asiático o
semiasiático, la no libertad o la relación de dependencia, ya sea con el poder estatal o con el poder
colonial, personificados en autoridades o en el terrateniente, es comunal. En el caso de la mita y el
repartimiento, el pago de tributos, la prestación de servicios o la renta en trabajo son relaciones
entabladas entre el poder colonial y la comunidad, donde ésta última se adecua y da respuesta a
estas exigencias, ciertamente a través de la individualidad de sus miembros, pero en tanto éstos
pertenecen a la comunidad.
Es cierto que también han de existir en la colonia formas de dependencia individual en el trabajo
agrícola, como el yanaconazgo, aplicable a los “indios vagantes”, que en realidad eran
trabajadores que huían de sus comunidades para escapar de las cargas coloniales que sobre ellos
pesaban, pero es una relación secundaria y pequeña en comparación con la primera; en otros
casos, había un pago monetario, pero además, a diferencia de lo señalado por Marx en El capital,
este tipo de trabajador no es un “productor independiente” como lo fue en el caso de los siervos
frente a los señores feudales en Europa, que no sólo trabajaban para su señor, sino también para
sí mismos, lo que los “impulsará [a los siervos] a aplicar más intensamente” su fuerza de trabajo
abriendo así “la posibilidad de un cierto desarrollo económico”, que, como sabemos, no se dio acá
en las haciendas, con el empleo del yanaconazgo en la explotación de la fuerza de trabajo
indígena.
Aparte de estas observaciones, en sus notas Marx da otras ideas en su oposición a caracterizar
como “feudal” la economía agraria en la India y Argelia colonizadas, que también pueden ser de
mucha utilidad para la colonia.
En general, muestran la intención de Marx de encontrar en el funcionamiento real de las
relaciones económicas comunales, en sus formas de transformación, resistencia y disolución, la
llave de la economía agraria en formaciones económicas comunitarias sometidas a dominio
colonial. Marx descarta el uso de la teoría feudal en las economías sustentadas en formas
transformadas, y aún por disolución de la comunidad agraria por efecto de la colonización. No da
un nombre específico al resultado inicial (hasta la completa disgregación de la comunidad) del
enfrentamiento entre comunidad colonización, pero, por los resultados más o menos comunes
que de ello surgen, como la existencia de un tipo específico de terratenientes, de burocracia
estatal sometedora, la imposición de cierta servidumbre y la lenta disolución de los lazos
comunales, estas sociedades se asemejan a lo que Marx caracterizó como “semiasiático” como es
el caso de Rusia en los últimos siglos de su existencia.
En todo caso, se hace necesario un nuevo estudio, a la luz de la totalidad de las observaciones
marxistas de la realidad colonial y republicana, ya sea para asentar la validez de la categoría
“semiasiático”, o bien para proponer una nueva (colonial, por ejemplo), sin tener miedo de ello;
ENCUENTRO NACIONAL IZQUIERDA UNIDA
47 SANTIAGO, ENERO 2014
tal como lo hizo Marx a medida que fue comprendiendo la amplitud de la realidad histórica de los
pueblos y la supo aprehender desde un punto de vista científico, por tanto, de clase
revolucionario. Y es que, en estas diferencias, en la clarificación del carácter feudal o semiasiático,
comunal o capitalista de las relaciones agrarias en nuestros países, no existe sólo un problema de
nombre o de palabra, sino esencialmente un problema de lucha revolucionaria. Ahí se define el
entendimiento, el impulso, el fortalecimiento y las tareas de las fuerzas sociales revolucionarias
que se desarrollan dentro de la sociedad agraria; y el ataque y enfrentamiento hacia aquellas
fuerzas que constituyen una oposición hacia la revolucionarización de la sociedad.
La caracterización como “feudal” de las relaciones comunitarias esenciales de la producción
campesina, en el caso de Bolivia y de otros países del mundo donde prevalecieron formas
transformadas de comunitarismo, incluso en medio de relaciones capitalistas, siempre ha llevado a
desconocer el papel y las tendencias revolucionarias de las masas comunitarias, que sólo son
vistas como residuos feudales que deben dar paso al “pujante capitalismo”; convirtiéndose así,
estos teóricos del feudalismo, en pregoneros al servicio del capitalismo, que no sólo niegan el
papel revolucionario de la comunidad frente al capitalismo, sino que también le restan al
proletariado la fuerza esencial: el campesino comunitario, sin el cual la revolución en países
agrarios como el nuestro es imposible.
En particular, lleva también a desconocer el significado real de la reforma agraria, el carácter
reaccionario de la parcelación de la tierra, y la presencia de las actuales tendencias socialistas
revolucionarias en el campo, dadas por la pervivencia transformada de la comunidad. En contra de
esta posición “feudalista”, Marx se preocupó por entender la naturaleza real de las sociedades con
relaciones comunitarias extendidas, porque esa particularidad comunitaria, aún sobreviviente en
gran escala en medio de la colonización y el capitalismo industrial, constituyó para él la clave y la
posibilidad de la revolución socialista en esos países, sin que tengan que pasar obligatoriamente
por la completa proletarización de la sociedad que, en muchos casos, si bien acercó de una nueva
forma a la sociedad hacia la posibilidad del comunismo, también la alejó; como en Europa, donde
la plena subordinación de la sociedad, incluido el campo, al capital ha creado sus propios
mecanismos, que también estrangulan ininterrumpidamente las luchas socialistas de las masas
proletarias.
La vigencia de relaciones comunitarias en formas transformadas a las originales, o en vías de
disolución, en escala nacional, son entonces para Marx una nueva fuerza revolucionaria, que no
sólo da al proletariado industrial la posibilidad de contar con una fuerza revolucionaria en su lucha
contra el capital, sino que también ella misma, la comunidad, le da ya de entrada una fuerza
objetiva que, sumada a aquellas que nacen antagónicamente dentro del capitalismo, nos señalan
la proximidad y la posibilidad de la revolución comunista en nuestros países.
Pero a la vez que Marx tomó nota de esta característica revolucionaria de la comunidad
campesina, nos señaló también la existencia de fuerzas antagónicas, internas y externas, que
empujan a la disolución de los lazos comunitarios reales: fuerzas externas, como las relaciones
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capitalistas que, en el ininterrumpido proceso de incorporación del campo a sus leyes, buscan
estrangular la comunidad o, en otros casos, subordinar formalmente el trabajo comunitario al
capital, transformando las antiguas relaciones asociativas en una caricatura de ellas; y fuerzas
internas, como la tendencia al control individual de ciertas tierras, la desigualdad en el control del
ganado, la posesión de “indios de servicio” para el cultivo de las tierras de las autoridades
comunitarias, antes y en la colonia, el trabajo individual de parcelas o, finalmente, la propiedad
privada, que empujan a la comunidad a su disolución.
Consciente de esto, Marx no se dedicó a glorificar la comunidad en su estado actual, ni mucho
menos se puso a inventar medidas caritativas para pedir al estado burgués que “resguardara” la
comunidad. Vio, en cambio, que la comunidad ancestral sólo podía desarrollarse y hacer
prevalecer sus rasgos colectivistas en la medida en que fuera capaz de promover levantamientos
generales en contra del régimen capitalista, esto es, en tanto las masas comunitarias llevaran a
cabo una guerra revolucionaria como parte fundamental de la Revolución Socialista de
trabajadores de la ciudad y el campo, que pusiera fin tanto a las fuerzas individualistas en el
interior de la comunidad, como al régimen capitalista, que la acosa por todas partes.
Entonces, la comunidad no sólo habrá de conservarse, sino que habrá de recuperar sus
condiciones primarias de asociación y control de los productores sobre la producción; y lo mejor
de todo, lo hará en condiciones nuevas y superiores, por la existencia de nuevas fuerzas y riquezas
productivas, y por la presencia mundial del proletariado, que posibilita la incorporación de esas
riquezas y su control social, común, comunitario por los trabajadores directos; por tanto, la
superación de las antiguas condiciones que por siglos empujaron a la comunidad hacia su lenta
disolución. Estas condiciones revolucionarias, previstas por Marx hace ya cien años, son las que en
la actualidad comienzan a despuntar con gigantesca fuerza en la lucha y en los preparativos
revolucionarios de comunitarios y proletarios del país y el continente.
FRAGMENTOS ÁLVARO GARCÍA LINERAS
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Exposiciones del 11 de Enero 2014
ASAMBLEA CONSTITUYENTE
Un proceso en marcha…
Gratamente, nos volvemos a ver para conversar acerca de la importancia de promover la
convocatoria a una Asamblea Constituyente.
Entre las razones que hemos esgrimido se encuentran fundamentalmente tres: i) contar por
primera vez en la historia con una Constitución democrática, fruto de la voluntad popular; ii)
superar definitivamente la actual institucionalidad redactada en dictadura por una comisión
designada a dedo y; iii) desarrollar un proceso constituyente originario que logre superar los
múltiples enclaves autoritarios contenidos en la actual Constitución, todos ellos ideados para
asegurar su persistencia y la inmutabilidad de la institucionalidad dictatorial.
La Constitución es la expresión de la comunidad política. Allí se contienen no solo las reglas del
juego, sino que se establece lo que entendemos por comunidad política, se define la autoridad y
se pretende resolver la cuestión respecto al ejercicio del poder. Idealmente, las constituciones han
de establecer marcos en los cuales se desenvuelve la comunidad en virtud de lo que definimos
como interés general. En definitiva, aquello que Alberto Mayol ha descrito en este panel como:
“quién manda” y “cómo vivimos”.
Sobre las tres razones que mencioné anteriormente, procedo a profundizar:
i) La Soberanía Popular, principio fundacional de las democracias modernas, se encuentra ausente
en gran parte de ellas. En nuestra historia política, desgraciadamente, todas las constituciones han
sido el resultado de sus élites. Es decir, ninguna ha sido fruto del ejercicio de la voluntad soberana
del Pueblo sino de solo una parte de este. En toda nuestra historia no hemos tenido una sola
constitución que sea producto del ejercicio de la soberanía popular.
ii) El caso de Chile es aún más vergonzoso pues su última constitución fue producto de una
dictadura; su origen es un bando militar y la comisión constituyente fue designada por el dictador.
El resultado es que la Constitución termina siendo redactada por siete hombres de bajas
convicciones democráticas cuyas orientaciones ideológicas no representaban al país.
iii) Por último, la persistencia del andamiaje político y económico fue asegurada mediante el
establecimiento de múltiples enclaves autoritarios de tipo institucional. El propósito de ello,
consistía en garantizar que si llegaban a gobernar los adversarios se vieran constreñidos a seguir
una acción no tan distinta a la que ellos mismos anhelarían [entiéndase, la dictadura]; de modo
que el margen de alternativas posibles que la cancha imponga de hecho a quienes juegan en ella,
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50 SANTIAGO, ENERO 2014
fuera lo suficientemente reducida como para hacer extremadamente difícil lo contrario [1]. Como
Franco en España, la estrategia ideada por Guzmán era la de dejar “todo atado y bien atado” para
asegurar la permanencia del régimen.
Y tal parece que la voluntad expresada cobró la realidad esperada en nuestras instituciones. En
efecto, en toda la historia constitucional Chilena, la constitución pinochetista es la que más
reformas ha sufrido y es, sin embargo, la que menos ha cambiado en su espíritu original. En ello
desempeñan un papel fundamental los amarres institucionales (el efecto del binominal, en
conjunto con los quórum contra-mayoritarios, desarrolla un complejo escenario para reformas
sustantivas).
Todo lo expuesto hasta acá ha sido motivo suficiente para que, en diversos momentos del debate
público, se afiance la convicción respecto a la necesidad de convocar a una Asamblea
Constituyente.
Tanto así que, tras el fin de la dictadura, el primer programa de gobierno de la Concertación
incorporaba la Asamblea Constituyente como mecanismo para superar la institucionalidad
autoritaria. Con todo, tal proposición resultaba extemporánea a la luz de las negociaciones que ya
había sostenido la élite transicional con los militares. De hecho, Edgardo Boeninger afirmó en
múltiples oportunidades que la aceptación de hecho de la Constitución de 1980 era una condición
fundamental para posibilitar la entrega del poder por parte de la dictadura. Otra de las
condiciones, señaló, era la exclusión política –no formal– del Partido Comunista [2]. De más está
decir que tales premisas se desarrollaron sin excepción (la actual presencia del PC en el Congreso
Nacional solo ha sido posible mediante el pacto político electoral con la Concertación, situación
que implica el sometimiento a lo que Guzmán definió como el estrecho margen de alternativas
posibles que la cancha impone a quienes juegan en ella).
La negociación entreguista con la dictadura no se explica únicamente por el extremo pragmatismo
de la élite transicional. Desde luego, la conversión ideológica de parte importante de la alianza que
conduciría la transición desempeña un papel decisivo en la mantención de las instituciones
heredadas de la dictadura. La común formación de los tecnócratas concertacionistas en
universidades de la ortodoxia neoliberal será, con seguridad, un factor a considerar a la hora de
juzgar el respeto a la Constitución de 1980 y a los principios económicos que consagra.
Con posterioridad a la declaración de voluntad del primer programa de gobierno de la
Concertación –pero con bastante más voluntad que aquellos– se constituye la Iniciativa por la
Asamblea Constituyente que tuvo entre sus impulsores a Roberto Garretón, Gustavo Ruz, a
nuestro compañero Luis Casado, entre tantos otros.
En materia electoral, para el año 2009, la candidatura presidencial de Jorge Arrate desarrollaría
como eje principal de su programa la convocatoria a una Asamblea Constituyente mientras que en
las recientes elecciones presidenciales de 2013 presenciamos a tres candidaturas que
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incorporaban esta reivindicación democrática como ejes del discurso y de sus programas de
gobierno: las de Marcel Claude, Marco Enriquez-Ominami y Roxana Miranda.
Asimismo, el desarrollo del movimiento estudiantil de 2011 desempeñó también un papel
importante en este asunto. A diferencia de lo que habían sido las protestas estudiantiles en años
anteriores, las movilizaciones de 2011 lograron superar la reivindicación estrictamente
educacional para abordar una visión mucho más global del desarrollo nacional. Junto a los Temas
propios de su esfera de acción, los estudiantes lograron incorporar a la agenda pública y a la
agenda sistémica el debate por reformas institucionales, reforma tributaria, nacionalización de los
recursos, entre otras. En ello, la Asamblea Constituyente emergió nuevamente como demanda,
ahora con la legitimidad de un movimiento social como no se había presenciado en décadas.
Aunque el movimiento estudiantil no logró alterar un ápice la institucionalidad política ni sus
lógicas operativas (lo que demuestra que la deslegitimación social no es condición suficiente para
alterar la legitimidad formal de las instituciones) sí cumplió un rol importantísimo a la hora de
proveer legitimidad para las reivindicaciones que otros actores promovieron por años. Debido, en
parte, a su mayor grado de exposición mediática.
Así las cosas, las opiniones en favor de convocar a una Asamblea Constituyente son hoy
mayoritarias (64% según la Encuesta MORI; 74% según el Estudio de Valores Sociales y Política de
la USACH y; 71% por la Encuesta del Centro de Estudios Sociales y Opinión Pública, realizado en
Santiago por la Universidad Central).
Tal es el estado de la opinión que las coaliciones dominantes han tenido que entrar a un debate
que les resulta particularmente incómodo. Lo han hecho oponiéndose frontalmente o con
ambigüedades que buscan mantener la eterna esperanza. Al igual que ha afirmado Tomás Moulián
en esta panel, dudo mucho que Michelle Bachelet vaya a implementar los cambios que ha
recogido del movimiento social. Es más, en materia constitucional ya ha sido muy clara la decisión
de no convocar a la Asamblea Constituyente.
La comisión constitucional de su campaña lo ha señalado sin rodeos: Bachelet ha desechado la
posibilidad de convocar a una Asamblea Constituyente [3]. Con seguridad, ella operará desde el
margen impuesto por la Constitución de 1980 y optará por reformas parciales, comisiones
bicamerales o comisiones de expertos. Como hemos descrito acá, seguir ese camino implica sumar
otra serie de reformas que no cambiarán el espíritu fundamental de una institucionalidad
autoritaria, antidemocrática y neoliberal.
Diversos miembros de la Nueva Mayoría habían adelantado ya que el camino a seguir sería
absolutamente institucional (entiéndase por ello: de acuerdo al poder constituido). Agregaron
luego que primaría ante todo la negociación política entre el Gobierno y el Congreso, dejando
disponible el mecanismo del plebiscito solo para aquellos casos en que se presente disenso
profundo [4].
ENCUENTRO NACIONAL IZQUIERDA UNIDA
52 SANTIAGO, ENERO 2014
Ahora bien, ¿Qué materias podrían generar un disenso de tal magnitud entre Alianza y
Concertación como para forzar a esta última a un plebiscito? Es muy posible que los únicos
debates a plebiscitar fuesen aquellos en que la Alianza es extremadamente conservadora: muy
probablemente la discusión en torno al matrimonio igualitario y los derechos sexuales y
reproductivos. En cambio, aquellos asuntos relativos a instituciones económicas difícilmente
generarían desacuerdo y, por tanto, el pueblo de Chile ni siquiera sería consultado.
Lo de Bachelet se parece mucho al camino seguido por Alessandri en 1925. En medio del
desarrollo de la cuestión social y de la presión por realizar una Asamblea Constituyente, el
entonces Presidente no ve otra opción que nombrar una comisión redactora para una nueva
constitución.
El historiador Gabriel Salazar describe muy bien dichos sucesos y señala como antecedente la
Asamblea Constituyente de Asalariados e Intelectuales desarrollada en 1925 [5]. Dicha instancia
tendría las características de un proceso desde abajo, extra institucional y –según se desprende de
su caracterización– con actores acotados en su composición de clase. Aunque uno bien pudiera
dudar de calificar a este proceso como una Asamblea Constituyente propiamente tal (pues
congrega a solo una parte del pueblo), la respuesta del Presidente Alessandri tampoco resulta
satisfactoria desde el punto de vista de la satisfacción de las aspiraciones democráticas. En efecto,
según el sociólogo Felipe Portales (2004) el liderazgo de Alessandri representa una orientación
política según la cual era necesario integrar a la clase media en los destinos del país y neutralizar el
creciente potencial revolucionario de sectores populares, resultando necesario mejorar la
situación económica de estos grupos y consagrar una legislación social que los integrara al sistema
sociopolítico, pero de modo subordinado [6].
Pese a los avances, la Constitución de 1925 no logró dar solución a las crecientes demandas y
aspiraciones de la sociedad. Según Garcés (2012), entre otras cosas, porque esta no se asentó en
una legitimidad de origen sustentada en el poder constituyente de los ciudadanos [7]. En efecto,
durante 1925 y 1973 se mantuvo la tensión entre las prerrogativas de los derechos clásicos de la
democracia liberal frente a las necesidades económico-sociales, siendo la más recordada aquella
relativa al derecho de propiedad versus la necesidad de la reforma agraria [8].
Guardando las proporciones, todo esto suena un poco conocido. Los esfuerzos por dar aires de
legitimidad un orden ilegítimo en su origen no cesan en la actualidad. Las reformas parciales que
buscan mantener intocable el fondo están a la orden del día. Nada más claro de esta voluntad que
lo expresado por Ricardo Solari, quien no oculta su admiración por el modelo: “El único riesgo para
el modelo Chileno es no hacer cambios”, dijo [9].
Es de esperar que, de concretarse algunas reformas constitucionales, ello no sea suficiente para
aplacar la convicción por avanzar hacia cambios más profundos. Asimismo, es muy poco probable
que dichos esfuerzos del Ejecutivo y del Legislativo tengan la eficacia pretendida en dotar de
ENCUENTRO NACIONAL IZQUIERDA UNIDA
53 SANTIAGO, ENERO 2014
legitimidad a una institucionalidad que carece de ella en su origen. Menos aún gestándose el
germen de un movimiento más amplio por la Asamblea Constituyente.
Entonces ¿Cuál es nuestro papel como partido en esta etapa?
A mi entender, tenemos la responsabilidad política de proveer al pueblo de Chile de un
instrumento para desplegar conjuntamente la disputa por el poder y la batalla ideológica. En la
actualidad, todo lo que hemos sostenido a través del tiempo se encuentra en altos grados de
legitimidad y, entre ello, la convicción de convocar a una Asamblea Constituyente. A su vez, desde
dicho instrumento político debemos destinar todos los esfuerzos para confluir con otras fuerzas
dispuestas a defender con convicción la necesidad y urgencia de desarrollar dicho proceso. Ahí
caben todos los que creen en la pertinencia de convocar al único soberano legítimo: el pueblo de
Chile. Como diría un amigo, aquello tiene las características de un Pacto Republicano.
Sin embargo, me permito marcar una diferencia con algunos compañeros que han manifestado
una opinión diferente y que lamentablemente han decidido dejar de aportar en este espacio de
manera definitiva. Son quienes creen que la herramienta partidaria no tiene lugar en la batalla de
las ideas y en la promoción de una Asamblea Constituyente.
Contrario a esa opinión, concuerdo en que debemos aportar en un espacio de confluencia mayor
(que ellos llaman: bloque constituyente) pero con domicilio ideológico claro y con instrumento
político propio. Junto a la promoción de la Asamblea Constituyente se desarrolla la discusión en
torno a los contenidos del nuevo ciclo político. Hasta ahora, no he visto una sola organización
política o individuo que disocie ambas dimensiones del debate. Podremos confluir con liberales de
derecha en la voluntad de abrir los canales de un proceso constituyente para la expresión de la
voluntad de Chile pero, a la hora de discutir cuales deben ser las instituciones políticas y
económicas para el nuevo ciclo, seguro tendremos que marcar diferencias. No tener instrumento
político con el cual disputar la representación en el proceso constituyente y carecer de domicilio
ideológico claro, solo contribuyen a cercenar nuestra capacidad de acción.
Estamos aquí para proponer un nuevo modelo de desarrollo para nuestro país. Para ello debemos
asumir responsablemente el camino de convertirnos en un actor protagónico.
CAMILO NAVARRO OYARZÚN
VICEPRESIDENTE IZQUIERDA UNIDA
@CamiloNavarroO
ENCUENTRO NACIONAL IZQUIERDA UNIDA
54 SANTIAGO, ENERO 2014
Notas
[1] Dicha (inter)acción puede llevarse a cabo asumiendo distintos niveles de compromiso: a) como “político ocasional”,
es decir, cuando la persona manifiesta su voluntad en un proceso de decisión; b) como “político semiprofesional”, es
decir, desempeñando un cargo de responsabilidad política sin vivir principalmente de ellas y para ellas, ni en lo material
ni en lo espiritual (Weber 1988: 93) y; c) como “político profesional”, es decir, quien vive para la política y/o de la política
(Weber 1988: 95-96).
[2] Lo anterior, desde luego, cuando los partidos son ideológicos o programáticos. La precisión es necesaria pues
también los hay de carácter netamente clientelistas (aquellos cuya lógica operativa está en la obtención del poder y la
administración de cargos, pero prescindiendo de proyectos de sociedad fácilmente identificables).
[3] Ver, por ejemplo, Informes del PNUD 2008 y 2004.
[4] Una Asamblea Constituyente que invoque al poder constituyente originario implica que el proceso constituyente
tiene como fundamento (teórico y práctico) la representación de la voluntad popular, sin ser limitada por el poder
constituido (entiéndase, la institucionalidad del régimen que se busca sustituir). Un proceso derivado, en cambio,
implica que el proceso de discusión y redacción de la carta fundamental se lleva a cabo en los márgenes impuestos por
el poder constituido (es decir, la propia institucionalidad vigente). Este último tipo proceso, que no merece ser
denominado Asamblea Constituyente, implica que la discusión toma lugar en el Congreso Nacional siguiendo las reglas
establecidas en la Constitución de 1980. En dicho marco, el poder Ejecutivo y Legislativo tendrían bajo su control el
diseño del proceso (definirían, por ejemplo; los actores sociopolíticos involucrados, sus modo de participación y sus
atribuciones).
Notas: Asamblea Constituyente, Camilo Navarro
[1] Ver cita en Correa, S.: “Historia del siglo XX Chileno: balance paradojal”. Editorial Sudamericana, 2001, p. 325.
[2] Ver Portales, F. (2000): “Chile: una democracia tutelada”. Editorial Sudamericana, Santiago de Chile. También puede
revisarse el trabajo propio Boeninger, E. (2007): “Políticas públicas en democracia. Institucionalidad y experiencia
Chilena”. Uqbar Editores. Santiago de Chile.
[3] Ver http://www.elmostrador.cl/pais/2013/12/22/chao-ac-bachelet-elige-el-congreso-para-elaborar-nueva-
constitucion-y-descarta-la-asamblea/
[4] Ibídem.
[5] Ver: Salazar, G.,”Del Poder Constituyente de Asalariados e Intelectuales (Chile, siglos XX y XXI)”. Santiago, Lom
Ediciones, 2009, 293 páginas.
[6] Ver Portales, F. (2004): “Los mitos de la democracia Chilena, desde la conquista hasta 1925”. Catalonia, Santiago de
Chile.
[7] Garcés, M. (2012): “El despertar de la sociedad: Los movimientos sociales en América Latina y Chile”. LOM Ediciones.
Santiago de Chile.
[8] Cristi, R./ Ruiz-Tagle, P. (2006): “La República en Chile: Teoría y práctica del Constitucionalismo Republicano”. LOM
Ediciones. Santiago de Chile.
[9] Verhttp://www.elnuevoherald.com/2013/11/20/1619333/oppenheimer-el-fin-del-modelo.html
BIBLIOGRAFÍA
Beck, U. (1986): Risikogesellschaft. Auf dem Weg in eine andere Moderne. Suhrkamp Verlag,
Frankfurt a.M.
Foucault, M. (1981): Las mallas del poder. Conferencia pronunciada en 1976 en Brasil.
ENCUENTRO NACIONAL IZQUIERDA UNIDA
55 SANTIAGO, ENERO 2014
Garretón, M.A. (1995): Hacia una nueva era política. Estudio sobre las democratizaciones. Fondo
de Cultura Económica. Santiago de Chile.
Gramsci, A. : Estado y Sociedad Civil.
Gramsci, A.: Cuestiones de Método
Portales, F. (2000): Chile: una democracia tutelada. Editorial Sudamericana, Santiago de Chile.
Weber, M. (1988): El político y el científico. Alianza Editorial, Madrid.
Moulian, T. (2000): Socialismo del Siglo XXI. La Quinta Vía. Editorial Lom, Santiago
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