MENSAJE DE APERTURA AL CICLO LECTIVO 2009
Estimados padres, familiares, amigos, docentes y alumnos:
Queremos darles la más cordial y sincera bienvenida a esta gran
familia del Instituto Adventista Francisco Ramos Mejía.
Estamos en el comienzo de un nuevo año escolar. Cómo ha pasado el
tiempo volando. Parece que fue hace unos pocos días que terminaron las
clases. Y aquí estamos nuevamente para comenzar una nueva etapa de
nuestras vidas.
La mayoría de las personas comienzan un nuevo año tomando
nuevas resoluciones. Hacer resoluciones es prometernos a nosotros
mismos que cumpliremos ciertas cosas. Generalmente prometemos que
en el nuevo año vamos a hacer las cosas mejor de lo que las hicimos el
año pasado.
Esta es una lista de resoluciones que pueden ser comunes para
nosotros:
• Voy a ser más obediente a mamá y papá.
• Voy a mirar menos televisión y hacer más ejercicio.
• Voy a prestar más atención en clase.
• Voy a ser amable con otros niños (incluso con mis hermanos).
• Voy a guardar en su lugar todas mis cosas, luego de usarlas.
• Voy a comerme solo un pedacito de la barrita de chocolate.
• Voy a ahorrar para un proyecto.
• Voy a hacer el año bíblico.
• Voy a ser un mejor cristiano.
Y podríamos seguir ampliando esta lista con muchísimas propuestas
más.
Algunas personas no toman estas resoluciones muy en serio porque
no hay “castigo” si no las cumplen. Pero, una promesa es siempre una
promesa y es muy importante cumplirla, aunque te la hayas hecho a ti
mismo.
Nuestra vida transcurre de acuerdo con las elecciones que hacemos
diariamente. La Biblia nos cuenta de Josué, un hombre al que Dios había
puesto para que gobernara al pueblo de Israel. Cuando dirigía al pueblo
de Dios, Josué anunció su elección e invitó a que cada uno hiciera la
suya. Él decidió servir a Dios, y era su deseo que el pueblo también
quedara del lado del Señor.
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*(Turno Mañana) Quiero contarte la historia de Nicolás.
Nicolás era gerente de una cadena de restaurantes. Era muy
entusiasta y, por eso, motivador. Tenía una actitud positiva todo el
tiempo. Si uno de los empleados estaba triste y desanimado, se
acercaba y lo ayudaba a ver las cosas del mejor lado.
Un día alguien no se contuvo y fue a hablar con él. Le preguntó cómo
era posible que una persona estuviera bien con la vida todos los días, en
todos los momentos. Nicolás le brindó en seguida el secreto: “Todos los
días por la mañana yo me despierto y me digo a mí mismo que tengo dos
elecciones durante aquel día: estar alegre y animado o cabizbajo y
asustado. Siempre escojo la primera opción. Cuando sucede algo
desagradable, puedo ponerme como víctima de la situación o puedo
escoger aprender algo de eso. Escojo aprender algo con aquello. Me
gusta mirar las cosas del lado positivo”.
Cierto día, Nicolás fue asaltado porque había olvidado cerrar una puerta
en uno de los restaurantes. En ese asalto, fue baleado y tuvieron que
llevarlo al hospital. En la sala de cirugía le preguntaron si era alérgico a
alguna sustancia. Él dijo que sí. Debido a esa respuesta, todos
detuvieron inmediatamente lo que estaban haciendo. Él continuó
diciendo: - soy alérgico a las balas. Mientras todos reían, Nicolás
añadió: Estoy escogiendo vivir; por eso opérenme como si yo estuviera
vivo, no muerto. Nicolás vivió porque tenía una actitud alegre y firme.
Nuestra primera elección por la mañana y cada día debe ser buscar a
Dios en oración y reflexión. Y en ese momento solicitarle que nos ayude
a cumplir con la resolución que nos hemos propuesto para este año que
comienza.
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*(Turno Tarde) Quiero contarles una historia.
Un cazador llevó cierta vez a su casa a un pichón de águila. Allí lo crió
durante bastante tiempo como un ave de corral. Y como jamás había
tenido oportunidad de desplegar sus alas con el fin de volar, la pobre
águila ya crecida no pasaba de dar muy cortos vuelos dentro de los
límites del corral.
Pero un día el águila tuvo su gran posibilidad. El amo la tomó en sus
manos y, llevándola afuera, le dijo: “Tú eres un águila, ¡Vuela como
águila! Y así diciendo, la lanzó con gran fuerza hacia el cielo. Pero, tras
unos pocos aleteos, el ave regresó a su lugar habitual. Entonces el
hombre la tomó otra vez y, con la misma orden, le dio un fuerte impulso
hacia las alturas, pero con idéntico resultado.
Luego, en una tercera tentativa, el amo subió a lo alto de la terraza de
su casa. Y nuevamente le dijo al ave: “Tú eres un águila, ¡vuela como
águila!” y esta vez, agitando su instinto dormido, el águila conquistó la
altura y se perdió en la distancia.
¿No abundan los seres humanos que se asemejan al águila del relato?
Tienen condiciones para elevarse y llegar a la altura del éxito. Pero por
falta de esfuerzo o falta de confianza en sus propias capacidades,
estas personas se limitan a realizaciones mediocres.
Nuestra primera elección por la mañana y cada día debe ser buscar a
Dios en oración y reflexión. Y en ese momento solicitarle que nos ayude
a cumplir con la resolución que nos hemos propuesto para este año que
comienza. ¡Todos podemos elevarnos hacia las alturas! Como finalmente
ocurrió con el águila.
Si tu promesa fue que este año serías un mejor hermano/a, cumple
con tu promesa y trata bien a tu hermano/a. Si tu promesa fue que este
nuevo año ibas a ser un mejor estudiante, esfuérzate y persevera, como
le dijo Dios a Josué en el libro de Josué 1:9 “Mira que te mando que te
esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios
estará contigo en dondequiera que vayas”. Dios es fiel en cumplir sus
promesas, también nosotros debemos ser fieles en cumplir las nuestras.
No importa si se trata de algo que nos prometimos a nosotros mismos,
a un amigo o a Dios. Al final de cuentas, ¡Una promesa es una promesa!
Que este año escolar que recién comienza pueda ser un año de
promesas cumplidas! Que Dios te bendiga y te ayude a hacer de este año
el más provechoso de tu vida.
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