La iniciación al silencio y a la oración en los niños Módulo IV
La iniciación al silencio y a la oración en los niños
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OBJETIVOS
CONTENIDO
La iniciación al silencio y a la oración en los niños
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EL ROSARIO ES MI ORACIÓN FAVORITA (Papa Juan Pablo II)
“VESTIR” el Corazón
“La preparación de un encuentro con alguien especial nunca es una pérdida de tiempo. Predispone el corazón para recibir mejor al otro. En definitiva, preparar-prepararse, es dejar de pensar en mí como el primero, para hacer primero al otro; es empezar a amar.” 1. Preparar, prepararse Es increíble ver cuánto tiempo lleva prepara las cosas. Normalmente se echa más energía y dedicación en los preparativos que en el acontecimiento o en la persona a la que van destinados. El momento cumbre, con el que tanto se ha soñado, se pasa en “un abrir y cerrar de ojos” y, a veces, nos venimos abajo pensando que lo importante se pasa al final demasiado deprisa, “casi sin sentir”. Apenas sin darse cuenta ya que hay que ponerse con lo siguiente. Esto sucede cuando no se vive la preparación como un tiempo con un enorme valor en sí mismo. Es verdad que cuando se prepara algo con la mirada puesta constantemente en el final, porque ése es el motor y la razón por la que se hacen las cosas. Pero ya el corazón se “acelera” y se acerca a lo que sueña, desde el momento en que diseña un “plan” para conseguir algo importante. Para el que prepara una celebración o un encuentro con alguien especial –como es el caso de la oración‐ cualquier detalle es esencial. Todo el tiempo que se emplee en cuidar hasta lo más accesorio está bien empleado. Preparar tiene que ver con arreglar, acondicionar, disponer, crear un clima…; justo lo contrario de hacer las cosas “a tontas y a locas”. Una buena preparación tiene que atender tres “frentes”:
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El entorno: ambiente, clima, lugar… ¿Dónde nos vamos a encontrar? El contenido: lo que se va a hablar, lo que se va a proponer, el tema del día… ¿Qué vamos a hacer?
El interior: qué siento, qué pienso, qué se mueve por dentro, qué busco… ¿Cómo nos queremos? Iba la anciana abadesa recitando sus oraciones por los pasillos del claustro cuando vio en el jardín a una joven novicia sentada a la sombra del ciprés con un pequeño objeto entre las piernas. Estaba quieta, sin apartar los ojos de aquel misterioso paquete.
- “¿Qué haces?”, le preguntó la abadesa. - “Nada, sólo miro. Es un regalo que me ha llegado de mi madre”.
La Novicia comenzó a abrirlo con sumo cuidado retirando una a una las pajitas que envolvían el contenido del pequeño paquete. Cada vez que agarraba una de ellas la besaba con enorme dulzura.
- “¿Por qué te detienes tanto en lo exterior? Debe ser muy valioso lo que hay dentro”, comentó la anciana abadesa.
- “Es que cada una de estas pajitas ha sido tocada por las manos de mi madre. El regalo comenzó en el momento en que mi madre empezó a pensar en mí.”
Aprender a rezar es aprender a relacionarse. Hacer una oración no es otra cosa que construir una relación personal y común con Dios. Una de las partes importantes de toda relación es la “disposición del corazón”; es decir, esa emocionante preparación justo antes del encuentro. Toda relación sale ganando cuando se dedica tiempo a pensar en la persona con la que nos vamos a encontrar. Con Dios pasa lo mismo…
2. En construcción Toda relación que se precie necesita tiempo y dedicación para construirse y crecer. Al igual que ocurre con las amistades, con la pareja, o con los padres y los hijos… la relación con Dios se fragua en los espacios en los que nos dedicamos a cultivarla en exclusividad. La atención que se presta a cada persona es vital. Ahí se juega la profundidad de los vínculos que creamos con los demás y con el Señor. La hondura no tiene límites; por eso se trata de una tarea que no tiene fin. Unos esposos que nunca encontraran momentos para estar los dos a solas no serían una pareja real; unos amigos que no compartieran los problemas mutuos… ¿alguien diría que son realmente amigos? Lo mismo sucede con Dios, si de verdad deseamos estar con Él “cara a cara, como un hombre habla con su amigo” (Éx. 33, 11). Es imprescindible volcar todas las energías en cuidar y aprender a combinar los “ingredientes” que hacen que una relación sea verdaderamente exquisita y especial:
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Tiempo. El tiempo que invertimos en estar con alguien es lo que construye una historia. Puedo hablar de esa persona porque ha habido espacios comunes en los que nos hemos escuchado mutuamente. ¿Tengo una historia con Dios?
Lugar. Es importante tener espacios sagrados. Lugares llenos de recuerdos y de imágenes que expresan y ayudan a tener presente las relaciones importantes de la vida. Cualquier lugar es bueno con tal de que sea el “nuestro”. ¿Hay algún espacio que diga algo de mi historia con Dios?
Predisposición. La conciencia y el ánimo con el que afrontamos una relación pueden cambiar el curso de un encuentro. Esa predisposición se puede “trabajar”: recordando “los viejos tiempos”, mirando mis actitudes para no achacarle al otro lo que viene de mí, poniendo medios concretos que me ayuden a vivir las cosas con paz (pararse, estar en silencio, quitar ruidos innecesarios…), etc.
IMPORTANTE Las historias cargadas de anécdotas, encuentros y desencuentros, objetos cargados de valor sentimental, miradas furtivas y llenas de complicidad… Y cuanto más nos importa una relación más invertimos en ella: el mejor tiempo, el mejor espacio y la mayor dedicación. Si queremos que la oración llegue a ser uno de esos momentos inolvidables, de los que dejan huella, es necesario que nos esmeremos en el cuidado de todos los detalles.
3. Presten atención Poner la máxima atención en todo lo que rodea la construcción de una historia no quiere decir que tengamos una garantía del cien por cien de que todo salga según los planes previstos. Si hay una ley que funcione a la perfección en esto de las relaciones es que existe un amplio margen para la sorpresa (Dios es un especialista en este tema). La relación con Dios es un bis a bis, un asunto de dos. No puedo ir a mi aire sin contar con el otro. Es la gratuidad el aspecto en el que se debe poner más atención y cuidado. Todo el esfuerzo que se dedica a los preparativos, sean del tipo que sean, deben hacerse “¡porque sí!”, la mejor razón del amor. No tiene sentido pretender que Dios nos devuelva en función y en proporción a lo que le damos. Cuando los padres les echan en cara a los hijos “todo lo que han hecho por ellos y lo poco que lo agradecen” empiezan los problemas. La preparación de todo encuentro de todo encuentro, y de la oración, es un auténtico detector de la calidad del amor que me mueve:
Expreso cómo valoro a la persona con la que me voy a encontrar. Ejercito la gratuidad, el amor al detalle, la paciencia, el cuidado y la responsabilidad.
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Algunas actividades para ejercitar la Oración CATEQUISTA Párate en un lugar tranquilo y expresa en una petición el deseo de oración: “Señor, que mi oración sea cada día una profundización en nuestra historia de amistad”. Sólo podré comunicar aquello que vivo. Trae a la memoria las energías, las sensaciones y el tiempo que dedicas a preparar, por ejemplo, las catequesis. No se puede llegar a la catequesis con el papel en blanco… Lee detenidamente el texto de Éx. 3, 1‐6: Moisés va a encontrarse con Dios. Es un momento especial porque es Alguien especial. Pero Moisés no se da cuenta. Se acerca por curiosidad. Es Dios mismo quien le pide que se descalce. Mira cuánto te descalzas tú, si es que te descalzas, o trata de detectar cuántas cosas impiden que te encuentres con el Señor en paz. APTO PARA JÓVENES Que la oración sea un elemento más de la catequesis. Dedicar, por ejemplo, diez minutos al final de la reunión a “recoger” lo más importante de la sesión. Buscar entre todos un “esquema” para las oraciones, por ejemplo: silencio‐petición‐lectura de un texto‐compartir‐cantar. Hacer variaciones sobre ese esquema en función del tema. Que cada uno se encargue, por semanas, de la preparación de la oración (llevar por escrito lo que se va a hacer para que nadie se pierda, música que ayude al silencio, velas para ambientar…). Todo muy sencillo, pero significativo. Un texto para ayudar a caer en la cuenta de que también a Jesús le gusta preparar las cosas pensando en nosotros: Jn. 14, 2‐10: “voy a preparaos un lugar. Y cuando haya ido y os haya preparado un lugar, volveré y os tomaré conmigo”. APTO PARA NIÑOS Dedicar un tiempo breve (unos cinco minutos) en cada reunión de catequesis a que los niños se ejerciten en la “compostura”: el silencio, la postura, la lectura pausada de los textos… Hoy es difícil encontrar niños que sepan “guardar las formas” en las iglesias. No saben distinguir los espacios ni los momentos. Plantearlo como un juego, buscando incentivos.
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Una sesión para preparar una oración especial del grupo: uno se encarga de las peticiones, otro de leer un texto o un cuento, otro de las canciones… (como cuando preparan la obra de fin de curso o un cumpleaños). Que puedan experimentar que se trata de algo importante. APTO PARA TODOS LOS PÚBLICOS Leer el capítulo XXI del famoso cuento “El Principito”, de Saint‐Exupéry. Es el momento en el que el Principito se encuentra con el zorro. Habla de la importancia de “vestir” el corazón, de prepararse para recibir a las personas a las que se quiere. Leerlo en alto (en la catequesis o en familia). Comentarlo. Expresar en forma de petición o deseo lo que me haya sugerido.
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TALLER DE ROSARIO PARA NIÑOS
“El testigo es fiel en lo que ve y oye, no cambia los hechos. María viene a enseñarnos a ser testigos de su Hijo. Ella fue fiel, es Testigo. Cada decena, es una rosa para vos, Madre.” 1. Sentados en círculo, le propondremos a los niños que invitemos a la Virgen que nos acompañe.
Colocaremos un altar y juntos iremos adornándolo porque su visita es especial. (si es necesario). 2. Les propondremos, como un juego, que cada uno dibuje un momento de alegría, un momento que
les ha causado tristeza, luego lo comentaremos. 3. Lo pondremos en una cajita y le llamaremos “nuestra cajita de los recuerdos”. Lo pondremos al pie
de la Virgen. 4. Alguna vez se preguntaron ¿cuáles serán los recuerdos de la Virgen, los más alegres, los más tristes?
Seguramente los pequeños, algunos conocimientos tienen al respecto. Previamente preparado estará en el altar la cajita de recuerdos de la Virgen donde habrá imágenes y vamos a ir contándoles a los chicos los recuerdos que tiene la Virgen: Los que le causaron alegría: Misterios Gozosos Los que le causaron mucha tristeza: Misterios Dolorosos Cuando contempló la Gloria de Dios, el Triunfo de su hijo: Misterios Gloriosos Y aquellos que hacen que nosotros nos llenemos de luz: Misterios Luminosos
Presentación de los signos Luego, con caras de sorprendidos, dirán a los niños: “Miren en la cajita de los recuerdos de la Virgen hay otros elementos; es como un regalo”. Lo abrimos: Un corazón Unas manos El Rosario
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“¿Quieren saber de qué se trata? Del corazón de la Virgen sale el deseo que nunca nos olvidemos de estos, sus recuerdos. “Los recuerdos de Jesús, impresos en su alma, la han acompañado en todo momento, llevándola a recorrer con el pensamiento los distintos episodios de su vida junto al Hijo” (Juan Pablo II. R.V.M).
Las manos, son sus manos, que quieren tomar las nuestras para que nos pueda ir contando todo sin olvidarse de detalles.
Y… ustedes ¿saben qué es este collar?, (seguramente ellos responderán que es un Rosario). El Rosario es el camino con el que la Virgen nos cuenta estos recuerdos y quiere que lo vivamos (actualicemos).
Del corazón de María nació el Rosario, y cuando rezamos ella nos toma de la mano y nos cuenta sus recuerdos, para que nosotros nunca nos olvidemos. El Rosario para niños Cómo rezar el Rosario
1. Hacer la señal de la Cruz y rezar el Credo de los Apóstoles. 2. Rezar un Padre nuestro. 3. Rezar tres Ave Marías y un Gloria. 4. Anunciar el Misterio y Rezar el Padre nuestro. 5. Rezar diez Ave Marías y un Gloria 6. Rezar la Salve.
La Señal de la Cruz En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
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El Credo de los Apóstoles (sujeten el crucifijo) Creo en Dios Padre Todopoderosos, Creador del cielo y de la tierra; creo en Jesucristo, Su Único Hijo, nuestro Señor; que fue concebido por obra gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado. Descendió a los infiernos; al tercer día resucitó de entre los muertos; subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre Todopoderosos. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia Católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne, y la vida eterna. Amén. Padre nuestro (cuentas grandes) Padre nuestro, que estás en el cielo. Santificado sea Tu Nombre. Venga a nosotros tu Reino. Hágase Tu voluntad así en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día, y perdona nuestras ofensas así como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en tentación, líbranos del mal. Amén. Ave María (cuentas pequeñas) Dios te salve, María, llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. Gloria Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en un principio, ahora, y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Salve Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida dulzura y esperanza nuestra. ¡A ti clamamos los desterrados hijos de Eva!; ¡A ti suspiramos, gimiendo y llorando es este valle de lágrimas! Ea pués Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos; y después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María! Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Cristo. Amén.
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Misterios Gozosos (Lunes y Sábados) Mientras rezamos el Ave María una y otra vez, pensamos en los momentos felices de la vida de María. Llamamos a estos Misterios, Misterios Gozosos.
La Anunciación El ángel Gabriel le pide a María que sea la Madre de Jesús.
La Visitación María visita a su prima Isabel. El bebé de Israel (San Juan el Bautista), ¡reconoce al bebé de María (Jesús) en el vientre!
La Natividad María da a luz a Jesús en un pesebre.
La Presentación María y José llevan a Jesús al Templo, y Simeón y Ana reconocen a Jesús como el Mesías.
El encuentro en el Templo María y José temen que Jesús esté perdido. Lo encuentran enseñando en el Templo. Misterios Luminosos (Jueves) Mientras rezamos nuestras Ave Marías, pensamos en momentos de la vida de Jesús. Llamamos a estos misterios, Misterios Luminosos. Luminoso significa lleno de luz. La luz nos ayuda a comprender.
El Bautismo de Jesús Jesús es bautizado por Juan el bautista en el Río Jordán.
Las Bodas de Caná Jesús convierte el agua en vino en la celebración de una boda.
La proclamación del Reino Jesús habla de poner a Dios primero en nuestra vida.
La Transfiguración Jesús lleva a Pedro, a Santiago, y a Juan a una montaña. El habla con Moisés y con Elías. Él está brillante.
La Ofrenda de la Eucaristía Jesús nos da su Cuerpo y su Sangre por primera vez en la Última Cena.
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Misterios Dolorosos (Martes y Viernes) Mientras rezamos el Ave María una y otra vez, pensamos en los momentos más difíciles de la vida de Jesús. Llamamos a estos Misterios, Misterios Dolorosos.
La agonía en el Jardín Jesús ora en el jardín de Getsemaní, pero sus discípulos se duermen.
Los azotes atado a la columna Jesús es arrestado y llevado a la cárcel, donde los soldados toman una liana espinosa, la enrollan en forma de círculo, y se la colocan en la cabeza a Jesús, haciendo presión.
Llevando la Cruz Jesús es forzado a llevar el pesado madero de la Cruz.
La Crucifixión Jesús es clavado en la Cruz. Misterios Gloriosos (Miércoles y Domingos) Mientras rezamos las Ave Marías, pensamos en los momentos maravillosos de la vida de Jesús y de María después de la crucifixión. Llamamos a estos Misterios, Misterios Gloriosos.
La Resurrección Jesús resucita de entre los muertos.
La Ascensión Jesús asciende al cielo después de decirle a sus discípulos que Él estará con ellos en Espíritu para siempre.
La Venida del Espíritu Santo El Espíritu Santo viene como un regalo maravilloso de Jesús, para enseñarle a nuestro corazón y a nuestra mente sobre Dios.
La Asunción María es llevada al cielo en cuerpo en cuerpo y alma.
La Coronación Dios le da a María un lugar especial en el cielo, coronándola como Reina del Cielo y de la Tierra.
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Actividad Oramos con María El 15 de agosto los amigos de Jesús nos alegramos porque celebramos la ASUNCIÓN de María al cielo... ¿La ASUNCIÓN?!!! Sí, ya sabemos... es una palabra rara, pero si seguís leyendo vos también vas a tener ganas de festejar. Después de haber vivido juntos a Jesús, cuidándolo (así como saben las mamás) escuchándolo y poniendo en práctica todo lo que Él le enseñaba, desde la cruz Él la hizo Madre de todos... Sí, de todos!!! Y después de un tiempo la llevó con Él al cielo. Desde allí nos cuida y nos mira con amor, nos acompaña, nos alimenta y nos protege siempre. A María la llamamos...Madre de Jesús, y por eso Madre de Dios; la invocamos como Madre de la Iglesia, Protectora de familias, Reina de la Paz...
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ANEXO
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