Dos visiones del mundo alternas están en competencia para conducir el
Mormonismo de hoy: el enfoque exitoso, racional y secular de la visión
mecanicista, frente a la visión fundamentalista, reaccionario,
teocéntrica. Sin embargo, prefiero la visión homocéntrica que era
bastante buena para José Smith.
Mundos en Colisión
Por Karl C. Sandberg
MUCHOS EN LA COMUNIDAD MORMONA
sienten algo de agitación, y muchos que
experimentaron el mormonismo durante las décadas de
1940 y 50 sienten que el suelo cambia. Pero son
incapaces de decir cuáles son los cambios, qué forma
están tomando, o hasta dónde llegarán. Los cambios
pueden ser superficiales o pueden ser estructurales;
incluso pueden moverse hacia una redefinición de lo
que es ser mormón.
El cambio es dolor, así que dejemos la década de
1990 y deslicémonos en la última fila de una
conferencia especial realizada en Farmington, Utah, en
1877.
El Hermano Brigham apremia a los Santos para
que no caigan en la trampa de ir a las colinas a buscar
minerales. Deben permanecer en casa, atender sus
campos y rebaños, edificar el reino, y no perder su fe
por correr tras las riquezas. Encuentren una mina de
oro si pueden, dice, “¿saben cómo encontrar esa mina?
KARL C. SANDBERG era Profesor Emérito
DeWitt Wallace de francés y humanidades en el
Macalester College, St. Paul, Minnesota. Hasta su
muerte el año pasado, era participante frecuente en
los foros de Sunstone. Las primeras versiones de este
artículo se presentaron en el Simposio de 1991
No, no saben. Estos tesoros que hay en la tierra son
vigilados cuidadosamente… pueden ser movidos de un
lugar a otro de acuerdo con la buena voluntad de
Aquel que los hizo. Él tiene sus mensajeros a su
servicio, y es igual de fácil para un ángel mover los
minerales de cualquier parte de una de estas montañas
a otra, como lo es para ti y para mí a caminar arriba y
abajo de esta sala.” Como evidencia, cita la
experiencia de Orrin Porter Rockwell, quien había
encontrado una veta de oro en Cottonwood Canyon y
luego regresó para buscarla y no pudo encontrarla. Y
Rockwell es alguien que debería saber cómo funcionan
estas cosas, porque en alguna ocasión anduvo con un
grupo de buscadores de tesoros en el área de Palmyra,
que en efecto encontraron un cofre enterrado, pero no
pudieron obtenerlo –a pesar de sus esfuerzos, el cofre
se deslizaba de nuevo al banco de tierra, haciendo un
ruido retumbante cuando se iba.1
En este punto, si somos del tipo que se inclina
sobre el banco y le susurro a un vecino que esta no es
la manera que la geología se enseña en la década de
1990, veremos que cambios inmensos ya han tenido
*’worldvision’ se traducirá como ‘visión del mundo’ y como ‘cosmovisión’
de modo indistinto. N. del T. 1 Journal of Discourses, 19:3&37
lugar en el mundo mormón, y si estamos preocupados
por mantener un cuerpo de creencias de la fe
mormona, sin desviación, o una pureza de doctrina,
por así decirlo, hemos llegado demasiado tarde a la
feria.
D. Michael Quinn había mantenido esta
disonancia cuando escribió Early Mormonism and the
Magic World View,2 porque describe a José Smith, su
familia, y a eminentes fundadores del mormonismo,
incluso Oliver Cowdery, Brigham Young, Wilford,
Woodruff, Heber C. Kimball, y Orson Pratt, como
personas que participaron durante toda su vida en
varias prácticas mágicas, como búsqueda de tesoros y
el uso de varas adivinadoras, piedras videntes,
amuletos, astrología, pergaminos mágicos, talismanes,
y objetos sanadores. Estos líderes de la generación
fundadora del mormonismo tenían así una visión del
mundo* que permitía la posibilidad de la magia, lo
cual es embarazoso y escandaloso para muchos
mormones contemporáneos, porque la visión de las
generaciones subsecuentes cambió a otra cosa.3 El
libro de Quinn causó conmoción y fue enérgicamente
comentado en la prensa mormona.4 Pero cuando la
conmoción amainó y se presentaron otros temas, las
implicaciones del libro quedaron pendientes.
Ahora, son precisamente estas implicaciones las
que son interesantes. Quinn prudentemente limitó su
estudio a una descripción de las prácticas y actitudes
en el mormonismo temprano, sin relacionarlas a las
corrientes mayores en la cultura occidental y sin seguir
la pista de su posterior desarrollo. Pero si la
cosmovisión mágica se disipó gradualmente y murió,
como dice Quinn que ocurrió, ¿a qué clase de
cosmovisión cambió y cómo se relaciona con las
grandes corrientes de occidente? ¿Sigue cambiando la
2 D. Michael Quinn, Early Mormonism and the Magic World View
(Salt Lake City: Signature Books, 1987; second ed., rev., 1998). Los siguientes números de página se refieren a la primera edición. 3 Quinn, 192-224.
4 Los comentaristas en general concedían que Quinn había
documentado la existencia de una cosmovisión mágica en el medio de José Smith y que por lo tanto podría haber sido posible que José y otros a participaran en prácticas mágicas, pero se esforzaron para evitar aceptar que José, el hombre desacreditara a José el icono. José, mientras se movía y vivía en el siglo XIX, no se podía permitir diferir de la forma en que es visto a través los ojos del siglo XX. Vea Stephen D. Ricks and Daniel C. Peterson, "The Mormon as Magus," SUNSTONE, Jan. 1988, 38-39; Stephen Robinson's review in Studies, 27:4 (fall 1987). 88-95; Alan Taylor, "Mormon Magic," Dialogue, 21:2 (summer 1988), 157-159; William A. Wilson, BYU Studies (fall 1987), 96-104.
cosmovisión del mormonismo? Si es así, ¿de qué
manera y cuánto? ¿El mormonismo ahora, una vez
más, se refunde en un nuevo molde? Y, por cierto,
¿qué debemos entender por "visión del mundo"?
Estas preguntas nos ayudan a ver con un contexto
más amplio y pensar en un nivel más profundo sobre
las tensiones y cambios actuales del mormonismo. Me
parece que lo que sucede hoy en la cultura mayor y
dentro del mormonismo es una colisión de
cosmovisiones [“visión del mundo” N.T.], y entre mejor
comprendamos la rivalidad entre las cosmovisiones,
más claro podremos ver el cuadro completo del
cambio del mormonismo. En la siguiente sección,
defino la cosmovisión y explico cómo funciona en
relación a la cultura y el paradigma. Después, exploro
la naturaleza de tres cosmovisiones antiguas que van
desde el mormonismo actual: la visión homocéntrica,
la visión primaria de José Smith y la Restauración; la
visión teocéntrica, el impulso detrás del
fundamentalismo religioso; y la visión mecanicista, el
cimiento de la sociedad secular de Estados Unidos.
Para comprender las implicaciones de adoptar cada
cosmovisión, proporciono ejemplos de sus
aplicaciones en la historia. La meta es tomar las
suposiciones de cada visión y las consecuencias para
que podamos tener buena coherencia de los cambios
actuales del mormonismo.
PARADIGMA, CULTURA Y COSMOVISIÓN
El mundo nunca es tan simple o armónico como
nuestras suposiciones más profundas nos
dicen que debe ser.
Podemos adquirir la noción de “cosmovisión” al
compararla con dos términos relacionados:
“paradigma” y “cultura.”
“Paradigma” fue popularizado hace unos cuarenta
años por Thomas S. Kuhn como un medio para
describir la naturaleza de las revoluciones científicas.5
Un “paradigma” es un modelo implícito establecido
por un trabajo tan eminente, como lo es Principia
Mathematica de Isaac Newton en la segunda mitad del
siglo diecisiete, que proporciona un conjunto de
supuestos para posterior investigación que determina
que clase de preguntas se harán y qué clase de
procedimientos se usarán por otros en el campo. Un
5 Thomas S. Kuhn, The Structure of Scientific Revolutions, 2nd ed.,
1970, in International Encyclopedia of United Science, vol. 11, no. 2 (Chicago: University of Chicago Press [first edition, 19621). Vea especialmente 92-135.
paradigma nunca es total o definitivo, pero no obstante
dominará un campo de la exploración hasta que la
gente encuentre problemas que no pueda resolver,
momento en el que el paradigma se cambiará. Por
ejemplo, la física era guiada por el paradigma de la
obra de Newton hasta finales del siglo diecinueve.
Cuando la física encontró problemas para los que el
modelo newtoniano no era suficiente, hubo un cambio
de paradigma cuando los físicos desarrollaron nuevas
suposiciones en la forma de la mecánica cuántica que
resolvía los problemas.
“Cultura,” como es usada comúnmente en
antropología, es un término más general que el
paradigma. Incluye todas las suposiciones por las que
la gente organiza su sociedad y su trabajo; es decir, las
reglas de lo que está y no está permitido, cómo las
personas se relacionan entre sí, lo que se valora, y
quién hace qué. Estas normas culturales suelen ser
desarticuladas, invisibles, y sin examinar. Así como la
gente puede ser capaz de utilizar su propio idioma, sin
ser capaz de describir su gramática, viven y se mueven
dentro de su cultura, sin ser capaz de describirla. Dos
físicos, uno japonés y uno francés, por ejemplo,
podrían trabajar juntos y se entenderían perfectamente
dentro del paradigma científico mismo, pero tienen
muchas concepciones diferentes acerca de las normas
sociales y los imperativos de la familia dictados por la
cultura.
“Cosmovisión” está en un nivel aún más general
que lo que está contenido en paradigma y cultura.
Desarrolla un arreglo de suposiciones tácitas e
inicialmente no identificadas que absorbemos
inconscientemente durante nuestra infancia y que
forman la base de nuestra lógica privada y
comunitaria. De este modo la cosmovisión consiste del
arreglo total de nuestras expectativas de cómo se
comportará y se moverá el mundo. Desde dentro, una
cosmovisión parece perfectamente integrada,
inevitable, pero siempre cambia para contener
contradicciones, inconsistencias, o insuficiencias que
parecen obvias, incluso extrañas o bizarras desde
fuera. ¿Por qué una cultura, por ejemplo, deja
expuestos a sus muertos, como carroña, sobre una
montaña alta, otros los embalsaman, otros los creman,
y otros los sepultan en la tierra, en lotes familiares del
cementerio? Simplemente debido a las expectativas
tácitas que cada uno tiene sobre la larga marcha del
cosmos.
Para identificar estas suposiciones tácitas, tenemos
que hurgar bajo la superficie, lo cual podemos hacer
preguntando sobre cinco aspectos de las expectativas
de la gente:
1. ¿Qué se ve como la quintaesencia del
universo? ¿Qué hace que el mundo se mueva?
¿Es personal o impersonal? ¿Uno o muchos?
2. ¿Cómo se ve la humanidad en relación con el
cosmos? ¿Cuál es el lugar de la humanidad en
él; y, por ejemplo, cómo debemos pensar de la
posibilidad y la naturaleza de una vida futura?
3. ¿Cómo se conoce el mundo? ¿Sobre qué
descansa la mente?
4. ¿Cuál es el origen y fundamento de las
normas morales?
5. ¿Cómo debemos pensar del mal? ¿Qué forma
toma, y cuáles son sus orígenes y ubicación?
Tres cosmovisiones han sido prominentes en el
pensamiento Occidental desde la antigüedad: el
teocéntrico, el mecanicista, y el homocéntrico. Esta
triada no es exhaustiva, y aun más, estas tres visiones
del mundo no son fijas, estáticas, o selladas
herméticamente. Es posible encontrar individuos que
ejemplifican solo una de las visiones casi como un
esquema, pero es más común encontrar que los tres se
traslapan en individuos o en movimientos, de maneras
que proporcionan un arreglo de contradicciones
internas, que no se notan hasta que se abren camino a
la superficie bajo la presión de las circunstancias.
Estas cosmovisiones pueden visualizarse por medio de
un diagrama de Venn, como sigue:
El área sombreada representa las veces cuando las
cosmovisiones chocan, y a la luz de las nuevas
condiciones se vuelven visibles sus insuficiencias.
Debido a que las cosmovisiones generalmente son
asimiladas de manera inconsciente junto con la propia
cultura, raramente cambian dentro de una generación.
Newton publicó su Principia Mathematica en 1647,
que llegó a ser la base de una visión mecanicista y
determinista del universo dos generaciones después en
el siglo dieciocho, pero el mismo Sir Isaac estaba
fascinado con las ciencias ocultas y llevó a cabo
experimentos alquímicos en fecha tan tardía como
1690. Cuando se producen los cambios, se llevan a
cabo en nuestras suposiciones más profundas, que en
consecuencia determinan qué preguntas vamos a
hacer, lo que vamos a creer que es posible o imposible,
lo que esperamos del mundo, y lo que vamos a aceptar
como prueba. Políticamente, fue un gran cambio en la
conciencia, cuando la mayoría de la población en el
siglo XVIII dejó de creer en el derecho divino de los
reyes y comenzó a creer en un contrato social (por
1760-1780), pero este cambio fue preparado por un
cambio aún más fundamental sobre los puntos de vista
acerca de Dios y de la revelación y la naturaleza y el
lugar del hombre (por 1680-1720). El derrocamiento y
el cambio de un sistema de gobierno es un mero acto
político, los cambios en la visión del mundo y las
formas concomitantes de pensamiento son las
verdaderas revoluciones.
TEOCENTRISMO
Todo en el mundo es
obra de Dios.
HISTÓRICAMENTE las visiones teocéntricas
han sido más frecuentemente encontradas entre
pueblos que reclaman la revelación directa,
notablemente el islam y ciertas corrientes del judaísmo
y cristianismo. Dentro del cristianismo, Agustín,
Calvino, Lutero, y los jansenistas del siglo diecisiete
en Francia, son ejemplos eminentes.
Quien sostiene una cosmovisión teocéntrica tiene
una prominente percepción acerca de la majestad,
grandiosidad y omnipotencia de Dios. El mundo
proviene de la creación divina y se mueve de acuerdo
a la voluntad de Dios, que interviene en el mundo y
dirige sus asuntos. Por lo tanto, nada sucede por
accidente, nada es al azar. Un ejemplo del islam:
Durante la reciente revolución en Irán, un profesor de
matemáticas se disponía a dar una conferencia sobre la
teoría de la probabilidad y levantó un dado para
ilustrar la probabilidad y la aleatoriedad. Un estudiante
fundamentalista islámico gritó: “¡Un artefacto
satánico!” y el profesor perdió su empleo y casi su
vida. No hay lugar para la probabilidad en un cosmos
donde Dios constantemente está consciente de todas
las cosas pasadas, presentes y futuras y a la postre es la
causa de todo lo que es.6
El mundo es conocido a través de la revelación de
la palabra de Dios, la cual es inmutable, absoluta, y
definitiva. El Corán, por ejemplo, consiste de las
6 Heinz R. Pagels, The Cosmic Code: Quantum Physics as the
Language of Nature (New York: Bantam Books, 1982), 90.
palabras que Dios habló de manera audible, en el
mejor árabe. Cuando la gente con una visión
teocéntrica teologiza, tiende a interpretar literalmente
la escritura y a tratar con absolutos. De esta manera,
proponen una teología dogmática y objetiva que arroja
la última piedra, que afirma verdades inmutables e
interpretaciones finales, y que establece credos. Las
nociones de “herejía” y “ortodoxia” requieren de
suposiciones absolutistas que puedan establecer
distinciones infalibles entre creencias correctas e
incorrectas. El teocentrismo tiende también a
establecer jerarquías, desde que el que media la
palabra de Dios está de hecho en el lugar de Dios y es
por lo tanto uno arriba. El Obispo Bossuet dijo en la
Francia del siglo diecisiete: “El hereje es uno que tiene
una opinión. Eso es lo que la palabra misma significa.
Y, ¿qué es tener una opinión? Es seguir el
pensamiento y los sentimientos propios. Pero el
católico es católico, es decir, universal, y sin tener
ningún punto de vista personal, sin duda sigue el de la
Iglesia.”7
Entiende que la revelación es la conexión a tierra
para la moralidad: ciertas acciones son correctas
porque Dios las ha mandado, y los demás están
equivocados porque él las ha prohibido.
El mundo existe para Dios, y por lo tanto las
personas no son objetivos en sí mismos, sino medios.
Depende de la voluntad de Dios, quien ya ha
decretado, o en todo caso conoce, su destino y futuro.
De este modo, la posición apropiada de la humanidad
es la obediencia, la aceptación, y la humildad. Para
Martín Lutero, la idea del Renacimiento de un estatus
casi divino de la humanidad pervirtió la verdadera
doctrina del cristianismo que podemos aparecer ante
Dios solo como mendigos de la gracia y la
misericordia divinas. De hecho, supuestamente las
últimas palabras de Lutero fueron, “Todos somos
mendigos, esta es la verdad.” Juan Calvino sostenía
una visión similar: la vida cristiana verdadera debe
estar totalmente enfocada en lo divino. “"No hay una
parte de nuestra vida", escribió, "y ninguna acción tan
pequeña que no deba ser dirigida a la gloria de Dios...
Nada peor puede pasar al ser humano que no vivir para
Dios.”8
Para ambos reformadores, el cielo estaba
igualmente centrado en Dios y consistía en la
7 Citado en Paul Hazard, La crise de la conscience europeene
(Paris: Librairie Artheme Fayard, 19611, 183. 8 Cited in Colleen McDannell and Bernhard Lang, Heaven, a
History (New Haven: Yale University Press, 1988), 147.
contemplación de la esencia de Dios. Al ver a Dios,
los benditos están pasivos mientras Dios está
totalmente activo. Pero incluso en el cielo, Dios
mantiene su distancia, dice Calvino, y "nuestra gloria
no será tan perfecta como para permitir que nuestra
visión comprenda completamente al Señor... Siempre
habrá una amplia distancia entre Él y nosotros." La
teología de la Reforma sostenía que las criaturas
humanas nunca podrían invadir el cielo, acercarse a
Dios como a un amigo, o esperar diferentes grados de
intimidad.9 Decía Calvino, “Estar en el Paraíso y vivir
con Dios no es hablar uno con otro, sino solamente
gozar de Dios, sentir Su buena voluntad, y descansar
en Él.”10
Cuando se les preguntaba sobre la presencia del
mal en el mundo, los teocentristas del Renacimiento
estaban muy presionados, pero los más fuertes no
vacilaron en tomar literalmente las palabras de Isaías:
“Yo soy el Señor, y no hay otro… hago la paz y creo
la adversidad…” (Isa. 45:6-7). Para Calvino, realmente
fue Dios quien endureció el corazón de Faraón (Éxodo
7:3).
En la Biblia, no tenemos mejor ejemplo de la
visión teocéntrica que los primeros tres capítulos del
libro de Job. Job es un hombre perfecto y justo, uno
que hace todo lo que se supone que haga y nada de lo
que se supone que no haga. Reconoce al Señor en
todas las cosas –cuando prospera, su prosperidad viene
del Señor; cuando pierde sus posesiones y a sus hijos,
reconoce que es la prerrogativa del Señor llevárselos.
“Jehová dio y Jehová quitó: ¡Bendito sea el nombre de
Jehová!” (Job 1:21). Cuando falla su salud y es
mortificado con dolor constante, su esposa pregunta:
“¿Aún retienes tu integridad? Maldice a Dios, y
muérete.” Pero Job contesta, “¿Recibiremos de Dios el
bien y el mal no lo recibiremos?” (2:10). Porque es
Dios quien envía tanto el bien como el mal. Y en todo
esto, Job no pecó con sus labios (1:22); es decir, siguió
manteniendo la visión teocéntrica que sostuvo toda su
vida.
Entonces Job pasa por siete días y siete noches de
silencio, y cuando habla de nuevo, algo dentro de él ha
cambiado. La muerte es mejor que la vida: “¡Oh, que
pesasen bien mi queja y mi tormento, y que se alzasen
igualmente en la balanza!” (6:2). Sus tres amigos, que
no han pasado por los siete días y siete noches de
silencio, tratan de confortarlo repitiéndole
incesantemente los argumentos, incluso las palabras
9 McDannell and Lang, 150.
10 McDannell and Lang, 155.
que Job mismo ofreció a otras personas, pero las
palabras se han quedado sin sentido. El resto del libro
lucha con el problema del mal, y Job se convierte en la
voz de todos aquellos cuyas calamidades y
sufrimientos han llegado a ser mayores que su visión
de lo que los males son posibles. No responde nada
para invocar la presencia de Satanás como la causa del
mal, y nadie en el libro lo hace, porque Satanás, el
adversario, el que pierde tiempo en la prueba, funciona
solamente con el permiso y dentro de los límites
establecidos por el Señor, por lo tanto acaba como
responsable del sufrimiento y el mal del inocente.
De hecho, el diablo ha sido una vergüenza para los
sistemas teocéntricos cada vez que han sido empujados
a sus conclusiones lógicas, a las que el pastor holandés
reformista del siglo diecisiete, Balthazar Bekker, se
comprometió a llevar a cabo en 1692.11
Decidido a
demostrar que el poder popularmente atribuido al
diablo vino de falsas nociones paganas que había
encontrado su lugar en el cristianismo a través de
prácticas papistas corruptas, sostuvo que la obra de la
Reforma era purgarlas.12
La humanidad irredenta era
en sí misma una fuente lo suficientemente rica para
contar los males del mundo, sin violar la soberanía de
Dios y dándola al diablo.
MECANICISMO
La creencia en la ley fundamental engendra optimismo
en el progreso humano, pero
quita el “propósito” del universo.
AUNQUE el teocentrismo no ha desaparecido del
cristianismo, y más de ochocientos musulmanes lo
profesan alrededor del mundo, es la cosmovisión
mecanicista la base de la ciencia moderna y la que ha
llegado a ser dominante en Europa y los Estados
Unidos en los últimos doscientos cincuenta años.
Como el teocentrismo, las fuentes del
mecanicismo están en la antigüedad. Encontramos
versiones de él en Demócrito, un contemporáneo de
Platón (por 460-370 A. C.), en Epicuro (341-270 A.
C.), y en Lucrecio (96-55 A. C.). fue desempolvado en
el Renacimiento y fue la base del materialismo
filosófico de los enciclopedistas franceses de siglo
11
Balthazar Bekker, De Betoeverde Werld, Amsterdam, 1692, 4
vols. La obra fue traducida al francés como Le Monde enchanté y al inglés como The World Bewitch’d. 12
Bekker, unpaginated introduction to Book I
dieciocho (es decir, Diderot, D’Holbach, La Mettrie).13
La física de Newton era mecanicista y llegó a ser el
modelo para todas las ciencias nuevas (esto es,
química, biología, geología). Las doctrinas biológicas
de Darwin, las doctrinas sociales de Marx, y las
doctrinas psicológicas de Freud, todas fueron fundadas
sobre los supuestos del mecanicismo.
Cuando vemos al mundo desde una perspectiva
mecanicista, somos más conscientes del extremo
último de las obras de la ley, y el mundo mira y actúa
como una gran máquina. Su funcionamiento es para
ser captado, en la medida de lo posible, por la
experiencia, la experimentación, la descripción precisa
de los elementos, y la elaboración de las teorías que
muestran sus conexiones. El cosmos es regular y se
mueve en modelos de causa y efecto. La naturaleza es
la misma en todas partes y en todas sus partes. Si
miramos la tierra, por ejemplo, vemos que cambia por
un proceso regular y lento que es igual en todas partes.
Vemos las culturas o su historia, vemos que se mueven
en patrones de causa y efecto. Si vemos los idiomas,
vemos que también cambian al paso del tiempo de
acuerdo a patrones perceptibles.
Debido a que es inerte, la naturaleza se convierte
en un objeto que se puede describir y manipular. Por
tanto, el conocimiento es objetivo y la ciencia posible.
Cuando la gente ve así el mundo, creen, junto con
René Descartes en Discurso sobre el Método (1637),
que podemos llegar a ser los “amos y dueños de la
naturaleza.” El conocimiento es posible –la tecnología
del mundo moderno surge de una ciencia basada en el
concepto del mundo como una máquina –pero el
conocimiento último está escondido de nosotros.14
Es
verdad, las ortodoxias científicas brotan, pero nunca
son definitivas, ya que sus hallazgos y postulados
siempre están abiertos al reto sobre la base de nueva
evidencia.
El término “Dios” no necesariamente está
proscrito, pero cambia de carácter. Lo que anima la fe
del buscador científico no es el esfuerzo para hacer
contacto con una Persona interventora, divina, sino
más bien, a la manera de Heisenberg, el esfuerzo para
penetrar al “orden central,”15
o, como es descrito por
13
La Mettrie's work L'Homme machine, 1747, fue el manifiesto
del materialism. Ultimacy, en inglés, tiene como significado ‘ultimidad’ en español. Es decir el extremo último, aunque sea redundante. N. de. T. 14
Pagels, 67. 15
Wemer Heisenberg, Physics and Beyond (New York: Harper and Row, 1971), 10-11,214-215.
Heinz Pagels, leer el “código cósmico.”16
En términos
prácticos, el universo es en última instancia
impersonal, y la cuestión de los cielos es discutible,
puesto que los seres humanos no son reciclables sino
biodegradables. Bajo estas circunstancias, la profecía,
por ejemplo, no es la opinión de hechos futuros pre-
grabados previstos por y para llevarse a cabo por una
deidad interventora, sino que es la predicción del
futuro basada en nuestro conocimiento de la causa y
efecto universal: “si A, entonces B.”
Dado que no se puede cerrar la brecha entre lo que
es y lo que debería ser, una visión mecanicista del
mundo está en aprietos para establecer una base para la
moralidad. Por medio de sus métodos el mecanismo
copia (describe) la naturaleza, sin embargo nunca me
he encontrado un científico, con inclinación
mecanicista, que acepte que la moralidad debe copiar
la naturaleza, donde los débiles perecen simplemente
porque son débiles. La fuente mecanicista de la
moralidad puede estar, por ejemplo, en el hábito y la
costumbre (como en Hume), en los efectos
pragmáticos de las acciones (como en William James),
o, como postula Bronowski, en el ejercicio del “hábito
de la verdad,” que implica un código de conducta, pero
en ninguna parte la moralidad surge como un
imperativo.17
Parecería que una cosmovisión que hace al
hombre el “amo y dueño de la naturaleza” colocaría al
hombre en el centro de las cosas, pero de hecho se
produjo lo opuesto. Es verdad, la visión mecanicista ha
producido optimismo, ya que ha hecho hincapié en la
razón humana, como con la visión del siglo dieciocho
del progreso ilimitado en reserva para la raza humana.
Pero, cuando es empujado a sus conclusiones lógicas,
el mecanicismo ha producido pesimismo, pesimismo
profundo, al tratar de absorber la creencia de que el
universo es en última instancia, carente de
personalidad y sin la intencionalidad con respecto a
nosotros. El mecanismo deja a la humanidad en un
universo sin perspectiva. Al hablar de este punto de
vista, el antropólogo francés Levi-Strauss resumió su
carrera diciendo: “el mundo comenzó sin el hombre y
terminará sin él. Las instituciones, costumbres y
hábitos que he pasado mi vida haciendo inventario y
comprendiendo son una eflorescencia pasajera en una
creación en relación con los que no tienen ningún
significado, excepto quizá que permiten que la
16
Pagels, 307-313. 17
J. Bronowski, Science and Human Values (New York: Harper and Row, 1956).
humanidad pueda desempeñar su función.”18
El papel
del hombre no le da una posición de privilegio o lugar
independiente en el esquema de las cosas, ni impone
sobre él el oponerse o luchar contra la desintegración
general. La humanidad más bien parece una máquina
altamente desarrollada y perfeccionada, contribuyendo
al movimiento general hacia la inercia.
Dentro de la visión mecanicista, el mal es un gran
enigma como lo es para el teocentrismo. No es contra
de la marcha de las cosas que algunas especies deben
fluir de entrada y otras fluir de salida, que los peces
grandes deban comerse a los pequeños, o que los
fuertes deban sobrevivir y los débiles perecer. Esa
destrucción debe ser intencional en un universo por
demás sin intención, o que algunas personas deban
elegir padecer las injusticias en lugar de cometerlas,
estos son ejemplos supremos de lo extraño de los seres
humanos.
El problema del mal en un universo mecanicista es
explorado por Albert Camus en su novela La peste. En
la ciudad norafricana de Orán, la peste bubónica
explota misteriosamente. No existe una vacuna y
ninguna cura conocida. La ciudad está en cuarentena:
no se puede salir, sino por la muerte. La plaga parece
afectar al azar y se lleva a sus víctimas hasta la muerte
sin tener en cuenta sus méritos o crímenes, golpeando
al niño inocente y el culpable de edad. Algunos
responden con fatalismo por medio de fiestas y
placeres, ya que dentro de un día podrían estar
muertos. Otros recurren a la oración y la religión, en el
supuesto de que la peste es un castigo enviado por
Dios para convertir a la gente de sus pecados. Otros se
vuelven contra la plaga, negándose a aceptarla,
dándose cuenta que no la entienden y no tienen ningún
poder para devolverla, no obstante luchan contra ella,
consiguiendo de esta manera una dignidad humana en
un universo de lo contrario carente de sentido. Pero el
mal, la plaga, es persistente. Se aleja y desaparece tan
misteriosamente como llegó, dejando sólo la
expectativa que algún día aparezca de nuevo.
HOMOCENTRISMO
El mundo físico es un microcosmos del mundo
espiritual.
COMO las dos cosmovisiones anteriores, el
homocentrismo apareció temprano en la antigüedad,
18
Claude Levi-Strauss, Tristes Tropiques (Paris: Plon, 1955). 478
como en el cristianismo gnóstico primitivo.19
Otros
ejemplos incluyen: la antigua Kabalá judía,20
con su
contraparte cristiana renacentista, los alquimistas de
periodo medieval: los Herméticos21
y ciertos
humanistas del Renacimiento, como Paracelso (el
fundador germánico de la medicina moderna); el
filósofo y místico sueco del siglo dieciocho, Emanuel
Swedenborg; el gran poeta alemán Goethe, y varios
románticos del siglo diecinueve, como Víctor Hugo y
Charles Baudelaire; y en el siglo veinte, la corriente
derivada del psicólogo suizo Carl Jung.
La base de la visión homocéntrica es la suposición
que el hombre es un microcosmos. Lo visible es la
imagen de lo invisible, la materia en la imagen de lo
espiritual. Para ilustrar, podemos preguntar, con
relación a la historia de Navidad, ¿qué hacía sabios a
los Sabios? Debe haber habido otras diez mil personas
en el Cercano Oriente que se percataron de una estrella
brillante en el cielo nocturno. ¿Por qué sólo tres se
muestran en Jerusalén, y no diez mil? Bien, los Sabios
fueron sabios porque podían leer las estrellas –la tierra
es pues un microcosmos del cielo –y todos los eventos
de la tierra son discernibles en las configuraciones de
las estrellas. No solamente la tierra, sino que todo
individuo es un microcosmos. Cualquiera que pueda
leer lo suficientemente profundo en las estrellas puede
leer los secretos escondidos de los cielos y la tierra y
los individuos que viven.
También importante para visión homocéntrica es
el sentido que el universo es numinoso, esto es, vivo.
Hay algo afuera que se menea. El universo está lleno
de energías vitales, seres que no se ven, o fuerzas
vivientes tanto buenas como malas, con las que las
personas pueden conectarse. Ya sea que el universo
sea uno o muchos, es personal, y actúa con propósito e
intencionalidad hacia nosotros.
Los seres humanos son, de hecho, el centro de las
intenciones del universo. Cuando Lutero vio a los
humanos desde una visión teocéntrica, vio mendigos.
Cuando el antropólogo del siglo veinte, Lévi-Strauss
les miró desde una perspectiva mecanicista, vio una
especie transitoria y accidental. Cuando las personas
19
Vea por ejemplo, Hans Jonas, The Gnostic Religion, (Boston:
Beason Press, 1958) and Giovanni Filoramo, A History of Gnosticism, trans. Anthon Alcock (Cambridge, Mass.: Blackwell, 1990 20
Vea Gershom Scholem, Origins of the Kaballah, trans. Allan
Arkush (Princeton: Princeton University Press, 1987). 21
Frances A. Yates, Giordano Bruno and the Hermetic Tradition (Chicago: University of Chicago Press, 1964).
con visión homocéntrica miran a los humanos, ven
dioses en embrión, como expresó el filósofo francés
Henri Bergson: "La humanidad gime bajo el peso del
‘progreso’ que ha hecho.... Nos corresponde a nosotros
ver si nos limitamos a vivir o hacemos el esfuerzo
necesario para que en nuestro planeta refractario se
cumpla el propósito del universo, que es una máquina
para la fabricación de Dioses."22
Uno contemplando las posibilidades homocéntricas de los seres humanos ve el mundo
como un lugar de concurso y elección y es consciente
de los poderes humanos innatos y la libertad. En
contraste, los extremos, tanto del teocentrismo como
del mecanicismo, de negar la libertad humana. Un
teocentrismo riguroso ve a los humanos como
predestinados, defectuosos, e incapaces de escoger su
futuro.23
“La humanidad es un burro,” dijo Lutero, “y
ya sea Dios o el Diablo está en la montura.” Un
mecanismo exhaustivo también ve a las personas como
predeterminadas, pero por la carga pesada de la
herencia y el medio ambiente, e igualmente incapaces
de dar forma a su futuro. Si tienen alguna libertad, es
de la autonomía que ganan a través de la razón.
Aquellos en medio de la posición homocéntrica ven la
libertad máxima; ven a todas las personas como
moralmente capaces de todas las cosas y partícipes
potenciales de la vida divina. Además, puesto que es la
persona que está en contacto directo y vivencial con
las fuerzas invisibles del cosmos, el homocentrismo no
se presta a las formas de autoridad y jerarquía.
Y ¿dónde encajan el mal y el diablo en la visión
homocéntrica? En la gran libertad de la visión
homocéntrica, el mal es el material con el que se
produce el crecimiento humano. Al final del Paraíso
Perdido de Milton (1667), Adán ve que de lo malo,
Dios ha creado un bien mayor (libro 12, 470-478). En
Fausto de Goethe (publicado en 1832), en un
momento determinado, Fausto le pregunta a
Mefistófeles: “En todo caso, ¿quién eres?”
Mefistófeles contesta: “Soy ese espíritu nunca
comprendido / Que siempre quiere el mal y siempre
obra el bien” (Fausto, parte 1, 1335-36). Por otra
parte, es solamente bajo una visión homocéntrica
donde encontramos la brujería y la magia.
22
Henri Bergson, Les Deux Sources de la morale et de la religion,
ed. 217 (Paris: Presses Universitaires de France, 1982), 338. First published 1932. 23
G. Delassault, La Pensee janstniste en dehors de Pascal (Paris: Editions Buchet-Chastel, 1963).
Magia y religión sugieren diferentes enfoques de los
poderes del mundo invisible
MAGIA, que en la versión popular es el juego de
manos, el engaño, o la superstición –es decir, una
atribución errónea de la causa, depende para su
significado de los supuestos tácitos de la propia visión
del mundo. En una forma, la "alta magia" está marcada
por un intento de ver en las obras de la naturaleza con
el fin de conocer el futuro. Es este aspecto, que se
asemeja íntimamente con la ciencia. Pero en la
definición usada por Michael Quinn y los diccionarios
modernos, la magia también implica la intención de
controlar la naturaleza por medio de la ayuda de seres
invisibles y sobrenaturales: hay poderes para el bien
con los que las personas pueden aliarse y por lo tanto
elevarse, y hay fuerzas del mal con la que pueden
aliarse y hundirse, de acuerdo a su elección.
Por lo tanto la magia encaja sólo bajo una visión
homocéntrica que ve el mundo, un ejemplo es el
navajo en lucha con el mal –mal genuino que tiene
existencia real en seres invisibles que hacen valer el
poder sobre el mundo natural. En palabras de Jeffrey
Burton Russel: “La esencia de la visión del mundo
mágico es la creencia en un universo homocéntrico. El
hombre es literalmente el microcosmos que refleja el
macrocosmos, así que el macrocosmos es a su vez una
proyección del hombre. Por lo tanto todas las cosas –
las estrellas, las hierbas, las piedras, los metales, los
planetas, los elementos y los elementales –engranan
con el hombre, sus anhelos, su lujuria, sus deseos, sus
temores, e incluso su apariencia física y la salud.”
Cada objeto natural tiene una influencia sobre algún
aspecto del cuerpo y de la psique del hombre, y la
acción del hombre puede a su vez afectar a los
elementos. Todas las cosas se hacen para y sobre el
modelo del hombre. Por lo tanto, la magia como
doctrina exalta más al hombre que la ciencia o la
religión. Para el hombre, los cometas aparecen
(Shakespeare) y los espíritus que le sirven (el Faustus
de Marlow). "No hay nada tan profundo o tan lejos o
tan grande," escribe Russel, "que el mago no pueda
alcanzarlo, y ninguna fuerza que no puede esperar para
obligar.”24
Por otra parte, la brujería, por definición,
implica la realización de un pacto personal con el
24
Jeffrey Burton Russel, Witchcraft in the Middle Ages (Ithaca: Comell University Press, 1972), 5,6.
diablo, por el cual a los individuos sobre la tierra se les
delega el poder para hacer el mal.25
Estos componentes de la cosmovisión
homocéntrica hacen que sea posible distinguir entre
una visión mágica y una religiosa. Los titulares de
cualquier punto de vista creen que los símbolos se
cargan con poder y que de hecho son conductos de
poder. Una persona que sostiene la cosmovisión
mágica, sin embargo, ve a los símbolos (ya sean
palabras, ceremonias o acciones) trabajar directamente
sobre el objeto en una relación de causa y efecto, y el
agente se convierte así en el amo del objeto. El hombre
que orina en una zanja mientras canta un hechizo, se
cree que causa la lluvia. O el agente puede ser
sobrenatural: la bruja, que operan a través del poder
diabólico delegado, hace caer el granizo sobre el
campo de trigo del vecino, o hace que los animales de
los vecinos aborten sus crías. En cualquier caso, el
cambio es en el mundo físico, dejando sin cambio al
agente.
La raíz etimológica de "religión" es "lo que une".
Podemos llamar "religioso," entonces, los cambios que
los símbolos obran dentro de los agentes para traerlos
a una relación de cooperación con Dios. Para un
junguiano, un ejemplo es la pintura navajo de arena.
Una persona se enferma de bronquitis y va a consultar
al curandero, quien comienza a hacer una pintura de
arena. Un inadvertido positivista viendo las
actuaciones desde una visión mecanicista supondría
que el curandero se propone trabajar directamente
sobre los síntomas por medio de la pintura de arena y,
por tanto, llamar a la pintura un ejemplo de magia y
superstición. Visto desde adentro de la cultura, sin
embargo, el propósito de la pintura de arena es traer al
individuo a la armonía con la naturaleza de modo que
las fuerzas naturales puedan efectuar la sanación.26
Una inyección de penicilina, que aliviaría los síntomas
pero dejaría al individuo sin cambio en su vida
interior, no es religiosa. La pintura de arena, por otra
parte, si cambia y restaura al individuo a la armonía
con el orden mayor, es religiosa.
25
Russel, 18-19. Vea también los otros 4 libros de Russel: The
Devil (Ithaca: Cornell University Press, 1977); Lucifer, the Devil in the Middle Ages (Cornell University Press, 1984); Mephistopheles, the Devil in the Modern World (Cornell University Press, 1986); y Satan, the Early Christian Tradition (Cornell University Press, 1981). Vea también Brian FI Levack, The Witch-hunt in Early Modern Europe, (London and New York: Longman, 1987), 25-34. 26
M. L. von Franz, "The Process of Individuation,” en Man and His
Symbols, ed. Carl Jung, (New York: Dell Publishing Co., 1964), 157-322, especialmente 23.
En los diarios de William Clayton, cuando
registraba las actitudes acerca de la recientemente
establecida ceremonia de investidura en Nauvoo,
podemos ver ejemplos del mormonismo temprano
inclinándose tanto a lo “religioso” como a lo
“mágico.” Para algunos, las señas y signos eran vistos
como un principio unificador, dar a conocer la forma
correcta de acercarse a Dios en oración. Decía el
Apóstol George A. Smith en una reunión del templo el
21 de diciembre de 1845, "Cuando oramos al Señor,
debemos unirnos vestido con ropa adecuada, y cuando
lo hacemos, y unimos nuestros corazones y nuestras
manos, y actuamos como una sola mente, y el Señor
nos oirá y contestará nuestras oraciones.” El valor de
los garments estaba en su preparación para las
oraciones, porque “si tenemos nuestros garments sobre
nosotros todo el tiempo, en cualquier momento
podemos ofrecer las señas.”27
Dijo que cuando él y
Wilford Woodruff estaban en la misión en Michigan,
ellos en cada oportunidad se retiraban al desierto o en
una habitación superior para ofrecer las señales, y sus
oraciones fueron contestadas siempre.28
En estos
ejemplos, el enfoque parece estar en el cambio que
estos símbolos provocaban en los individuos, y por
tanto su efecto puede ser descrito como “religioso” y
no “mágico.”
En contraste, es evidente que desde el principio
muchos Santos adoptaron la noción de que el garment
de la ceremonia tenía en sí mismo la virtud de ser una
protección física. En la reunión mencionada, George
Miller contó cómo le dispararon pero se escapó porque
estaba vestido con su garment, mientras que el
centinela junto a él fue asesinado. El Apóstol Heber C.
Kimball habló entonces de cómo Willard Richards
había sido protegido durante el asalto de la turba sobre
la Cárcel de Carthage porque tenía puesta su “ropa,”
pero José, Hyrum, y John Taylor no usaban las suyas
fueron “acribillados.”29
John Taylor confirmó que los
tres no usaban sus ropas en la cárcel, pero no fue por
miedo. De acuerdo a un comentario de W. W. Phelps,
José había dejado sus ropas “debido al clima
caluroso.”30
Evidentemente otros veían mayor eficacia
en el garment que José, y las creencias y prácticas con
respecto a ello lo que parece haber sido moldeadas
27
William Clayton, "An Intimate Chronicle: The Journals of
William Clayton," ed. George D. Smith (Salt Lake City: Signature Books, 1991), 221. 28
Clayton, 221 29
Clayton, 223 30
Clayton, 224
tanto por los seguidores y discípulos como por el
iniciador. En la medida en que el garment en sí, con
sus marcas especiales, parecía obligar a las fuerzas de
la naturaleza, la visión puede ser descrita como
mágica.
La visión homocéntrica puede ser ilustrada por
varios conceptos de la figura del Renacimiento,
Paracelso (1493-1541). Para Paracelso los humanos no
pueden hablar de Dios de manera definitiva, ya que
Dios es infinito y por lo tanto más profundo que
nuestra capacidad de comprensión. Lo que podemos
decir es que Dios nunca descansa. “Todas las cosas en
absoluto están inquietas… Dios nos creó como somos
y por ello se privó de reposo.”31
Buscamos a Dios a
través de la “Naturaleza,” que es más que las
manifestaciones físicas que usualmente llamamos
naturaleza, e incluso más que sus formas subyacentes.
La naturaleza es, sobre todo, una fuerza viva que es
para siempre variante y diversa, produciendo nuevos
seres y cambiando los antiguos, según el tiempo o el
lugar.32
Estando viva, la naturaleza se manifiesta así a
través de la creación continua de la sorpresa y lo
inesperado y desbordamientos de los surcos de la
predicción racional. El centro de toda la actividad
creativa de la naturaleza es el hombre, que es el
recipiente a través del cual algo más grande que el
hombre se hace sentir y conocer y se incrementa.33
El
mundo en el que vivimos está lleno de defectos y
deficiencias: “La naturaleza no nos da nada en un
estado terminado,” declara Paracelso, “y el hombre
nace para transformar el mundo y traerlo a un estado
más perfecto.”34
El mundo es, pues, un lugar de
contienda y lucha35
en donde siempre algo nuevo se
está creando.36
Para Paracelso, el mundo es doble. Está el mundo
visible lleno de señales que apuntan hacia el mundo
invisible, un mundo espiritual. Perseguimos el
conocimiento de los dos, de acuerdo a métodos
adecuados para cada uno.37
Porque hay dos clases de
luz en el hombre: primero, la luz espiritual, el Espíritu
Santo; y la segunda, la luz natural; y estas dos están
31
Lucien Braun, Paracelse (Lucerne: Editions Rene Coeckelberghs,
1988), 112-113 32
Braun, 41-42 33
Braun, 112, 113 34
Braun, 83 35
Braun, 100 36
Braun, 41 37
Braun, 66-67
unidas dentro de él, como esposo y esposa.38
Porque el
hombre es un ciudadano de los tres reinos. Alcanza y
conoce su dignidad primero a través de la luz natural
que hay en él, el conocimiento que la naturaleza toma
de sí misma a través de él. Logra su segunda dignidad
al participar en la realidad divina a través de su cuerpo
espiritual, que no muere, sino sigue siendo recipiente
de la recompensa o el castigo. Pero la suprema
dignidad y gratificación es el conocimiento de Dios a
los que somos guiados por el espíritu de Dios que está
en nosotros.39
Porque Dios habló a través de las
escrituras, pero ninguna la revelación está jamás
completa, y Dios sigue hablando a través de los
procesos de la naturaleza.40
LA COSMOVISIÓN DEL
MORMONISMO INICIAL
Todas y ninguna de las anteriores.
¿EN CUÁL de estas tres categorías de
cosmovisiones cabe limpiamente en mormonismo
temprano? No encaja limpiamente en ninguna. El
mormonismo no es, y nunca lo ha sido, un monolito.
Desde sus primeros tiempos, ha sido una religión
homocéntrica, sujeta repetidamente a las tensiones,
jaloneos, y tentaciones del teocentrismo y el
mecanicismo.
En sus primeras etapas (1830-33), reflejaba
algunos aspectos de la cultura calvinista teocéntrica,
que fue su semillero. En el Libro de Mormón, por
ejemplo, el primer documento del mormonismo, las
profecías están hechas de eventos detallados unos
seiscientos años antes del hecho, incluso el nombre de
las personas, lo cual presupone que Dios está en
control total, sin dejar nada humano al azar, a la
iniciativa, o la desgracia. (1Ne. 12-14). ¿Qué es la
historia sino la profecía a la inversa? El futuro está tan
determinado y pre-grabado que Dios puede mostrar
una parte de una secuencia de eventos a un individuo y
reservar otra parte de la misma secuencia para ser
mostrada a otra persona unos seiscientos años más
tarde. Además, la humanidad es un desorden –el
“hombre natural es enemigo de Dios” y continuará así
a menos que permita que Dios le tome de la mano y le
dé una naturaleza nueva (Mosíah 3:19). Los Discursos
sobre la Fe, que eran la parte doctrinal de Doctrina y
Convenios de 1835, hablaban de Dios como un ser
38
Braun, 63 39
Braun, 112 40
Braun, 86.
omnipotente, omnisciente, y eternamente inmutable
(discurso 4, especialmente), todo lo cual parece
ladearse hacia la doctrina del teocentrismo.
Al mismo tiempo, otros conceptos señalan hacia el
universo mecanicista. En una de las primeras
revelaciones de José Smith (1832), el orden de un
universo moviéndose de acuerdo a la ley llegó a ser
prominente: “A todos los reinos se les ha dado una ley;
y… no hay espacio en el cual no haya reino… Y a
cada reino se le ha dado una ley; y para cada ley
también hay ciertos límites y condiciones. Todos los
seres que no se sujetan a esas condiciones no son
justificados” (D&C 88:36-39). Este tema se reiteró en
1843: “Hay una ley, irrevocablemente decretada en el
cielo antes de la fundación de este mundo, sobre la
cual todas las bendiciones se basan; y cuando
recibimos una bendición de Dios, es porque se
obedece aquella ley sobre la cual se basa” D&C
130:20-21).
No obstante, el abrumador movimiento del
mormonismo inicial, verdaderamente, hasta 1890, era
hacia la elaboración de un universo homocéntrico.
Incluso en el Libro de Mormón, hay pasajes notables
que señalan hacia el homocentrismo, los seres
humanos son un microcosmos, es decir, seres con un
cuerpo espiritual en la imagen del cuerpo físico (Éter
3:16). Lo terrenal es a imagen de lo espiritual. En su
primera explicación de los inicios del mundo, José
Smith daba el relato de dos creaciones: “Porque yo,
Dios el Señor, creé espiritualmente todas las cosas de
que he hablado, antes que existiesen físicamente sobre
la faz de la tierra… Todas las cosas fueron creadas;
pero fueron creadas espiritualmente” (Moisés 3:5, 7).
“Espíritu” no es lo opuesto de materia, como sostiene
el cristianismo tradicional, sino más bien una forma de
materia más sutil y refinada (D&C 131:7-8).
La visión homocéntrica fundamenta la explicación
de la doctrina mormona de la deidad, la primera etapa
de la cual puede verse en la imagen de Dios planteada
en el Libro de Moisés. Dios es el creador de mundos
sin fin, y el propósito que guía a esta creación
continua, infinita, en expansión, es el mejoramiento de
su gloria. Pero la gloria de Dios se mejora en la
medida que lo hace la humanidad. La humanidad está
en el centro de su atención: “Esta es mi obra y mi
gloria: Llevar a cabo la inmortalidad y la vida eterna
del hombre” (Moisés 1:39), lo cual es una explicación
natural de lo dicho en el Libro de Mormón: “Adán
cayó para que los hombres existiesen; y existen los
hombres para que tengan gozo” (2Ne. 2:25).
Para ver cuánto se separa el mormonismo inicial
de la soberanía teocéntrica de Dios, necesitamos
considerar el surgimiento de la enseñanza mormona
acerca de la naturaleza de los humanos y su lugar en el
cosmos: “También el hombre fue en el principio con
Dios. La inteligencia, o sea, la luz de la verdad, no fue
creada ni hecha, ni tampoco lo puede ser” (D&C
93:29). De hecho, hay algo en cada individuo que no
fue creado, por lo que no debe su existencia a Dios. Se
acabó la inmensa diferencia entre Dios y el hombre,
por la cual la gente no podría ser más que mendigos:
"Os llamaré mis amigos" (D&C 93:45).
¿Y cómo es visto el diablo en el cosmos mormón?
Las primeras experiencias de José parecen haber sido
marcadas por el encuentro con la realidad del diablo.
El mal, como el bien, es una fuerza viviente para
enfrentar en el mundo, como relata José en el relato de
1838 de su primera visión: "Se apoderó de mí una
fuerza que me dominó por completo.... densa
obscuridad se formó alrededor de mí, y me pareció
durante un tiempo como si estuviera condenado a la
destrucción repentina" (JS-H 2:15). Satanás hace la
guerra a los Santos (D&C 76:29) haciéndoles negar la
verdad y desafiar a Dios, pero son las personas las que
deciden dejarse vencer (D&C 76:31). Finalmente,
Satanás será atado y perderá todos sus dominios
excepto sobre los pocos que llegarán a ser hijos de
perdición (D&C 76:35). Si Satanás va a ser atado,
como indican todas las referencias al reino milenario
(por ej. D&C 84:100; 88:110; 43:31; 45:55), el orden
actual tendrá que ser transformado en algo…
inimaginable. Pero por ahora, el propósito de la
existencia mortal es poner a prueba a los humanos,
para ver “si harán todas las cosas que el Señor su Dios
les mandare” (Abr. 3:25). Por lo tanto, Satanás es el
perno central de la aventura mortal. Si no hay Satanás,
no hay prueba. Si no hay prueba, no hay crecimiento,
no hay progreso. Como una vez observó Goethe: el
mundo es “un gran órgano en el que Dios tocas
mientras el Diablo bombea los fuelles.” Más aún,
Satanás es un hermano mayor (un hermano que salió
malo, es verdad), y como el otro hermano, Jesús, es
uno de la familia. La implicación es que los seres
humanos contienen el potencial de ambos.
Y la prueba no es solamente para ver cómo
responderá la gente a sus mandatos, sino para ver lo
que harán por su cuenta en medio de la maldad y las
oportunidades del mundo, "porque he aquí, no
conviene que yo mande en todas las cosas... porque el
poder está en ellos, y en esto vienen a ser sus propios
agentes" (D&C 58:26, 28). El poder que está en ellos
es que, mediante su obediencia, puedan alcanzar el
sacerdocio según el orden de Enoc, y “todo aquel que
fuese ordenado según este orden y llamamiento,
tendría poder, por medio de la fe, para derribar
montañas, para dividir los mares, para secar las aguas,
para desviarlas de su curso; para desafiar los ejércitos
de naciones, para romper toda ligadura, para estar en la
presencia de Dios” (TJS Gen. 14:30-31). El destino
final de las transformaciones por las que atraviesa la
gente es la divinidad misma: “Entonces serán dioses,
porque tendrán todo poder, y los ángeles estarán
sujetos a ellos” (D&C 132:20). Esta idea de Dios es
llevada a su máxima expresión en el discurso de King
Follett, que José predicó unas semanas antes de su
muerte: Dios una vez fue un hombre y llegó a ser Dios
por medio de una serie de transformaciones a través
del tiempo.41
Como el hombre es, Dios una vez fue.
Como Dios es, el hombre puede llegar a ser.
Satanás es también un componente necesario de la
magia como sucede en el Libro de Mormón. Aunque
Stephen Robinson, en una enérgica crítica del libro de
Quinn, sostenía que “la enorme colección de escritos e
ideas que salieron realmente de la mente y pluma de
José Smith en 1829 y después, son un terreno
absolutamente árido en lo concerniente a cualquier
conexión con la magia y lo oculto,”42
esta afirmación
resulta no ser así. El Libro de Mormón está lejos de ser
despojado de la magia, y el narrador del libro muestra
una visión del mundo que sostiene que la brujería
magia y hechicería son posibles. Lo interesante es que
cuando la magia, per se, es mencionada, es condenada
como una de las formas de iniquidad.
En el libro de Alma, por ejemplo, encontramos
una condena de aquellos que se entregaban a la
hechicería, la idolatría, el ocio, etc. (1:32). En 3Nefi,
al profetizar la gran purga de los gentiles no
arrepentidos en los últimos días, Jesús incluye entre las
prácticas que serían exterminadas las hechicerías y la
adivinación (21:16-19). Cuando Mormón describe a
los nefitas hundiéndose en la iniquidad, cita como
evidencia que “hubo sortilegios y hechicerías, y
encantamientos; y el poder del maligno se extendió
por toda la faz de la tierra” (Mormón 1:19). Los nefitas
comenzaron a arrepentirse porque “nadie podía
conservar lo que era suyo, por motivo de los ladrones,
y los bandidos y los asesinos, y las artes mágicas, y
41
Varias versions del discurso King Follett están en The Words of
Joseph Smlth, ed. Andrew E. Ehat and Lyndon W Cook (Provo, Utah: Religious Studies Center, BYU, 19801,340-362. 42
Robinson, 93.
las brujerías que había en la tierra” (Mormón 2:10).
Estos eran los tesoros que se volvían escurridizos, no
sólo en el sentido de que una maleta sin vigilancia en
la Gran Estación Central se vuelve escurridiza, sino
por el arte de la magia y la brujería que se movía sobre
ellos. En pocas palabras, el narrador en el Libro de
Mormón parece creer que la magia y la brujería son
reales, pero condena su práctica perversa.
¿Cómo lo sabemos? En el mormonismo, ha habido
una tensión desde el principio entre conocimiento
revelado que se transmite a través de la jerarquía y el
conocimiento que llega directamente a los individuos.
¿Cómo sabemos sobre el mundo visible? Al tomar
ventaja de todas las formas en que las personas han
conocido sobre el mundo natural, las cosas en los
cielos y en la tierra, y sobre las perplejidades de las
naciones. ¿Cuál es el carácter de la palabra de Dios?
Se deriva de una revelación para el individuo y es
autenticado no por una autoridad allá afuera, sino más
bien por el efecto aquí dentro, siguiendo la luz que hay
en cada persona en el mundo, que es el poder de Dios
y que, en un sentido, es Dios (D. y C. 88: 5-15).
CUANDO LAS COSMOVISIONES CHOCAN
Podemos entender muchos cambios en la Iglesia como
batallas entre estas tres visiones del mundo
Si el mormonismo era esencialmente
homocéntrico en su cosmovisión del siglo diecinueve,
¿Cómo está en la apertura del siglo veintiuno? La
magnitud de los cambios que ocurrieron en el
mormonismo, durante las décadas alrededor de 1900,
es asombrosa. El mormonismo perdió el reino
temporal, con su sistema económico, su sistema
judicial, su sistema político, y su sistema del
matrimonio, rediseñó sus programas y organizaciones,
puso énfasis en las conductas individuales, e hizo
reajustes teológicos mayores.43
No obstante, la
pregunta principal es, ¿cambió la manera y la base de
creer? Si es así, ¿de qué manera? Y ¿los cambios
fueron grandes o pequeños?
Creo que un choque de lo viejo y lo nuevo se
señala en los diarios de John Henry Smith, apóstol y
consejero de la Primera Presidencia desde 1880 hasta
1911. Dos anotaciones advierten los eventos
dramáticos que indican el cambio subyacente. Su
anotación del 28 de marzo de 1911 hace notar que el
43
John Henry Smith, Church State and Politics: The Diaries of John
Henry Smith, ed. Jean Bickmore White (Salt Lake City: Signature Books, 19901, 668.
Apóstol John W. Taylor fue excomulgado por
“insubordinación.”43
John W. Taylor fue la
última
autoridad general que se negó a ceder o
comprometerse y abandonar el matrimonio plural. Fue
la fase final del concepto del reino de Dios en el siglo
diecinueve.
La anotación del 11 de febrero de 1911, en el
diario del Presidente Smith, se refiere a “algunas ideas
locas" acerca de la evolución orgánica y la alta crítica
bíblica que "está entrando en la Universidad Brigham
Young en Provo."44
Estas eran las ideas darwinianas
de un universo mecanicista en el que, como hemos
visto, hay perspectiva sombría para la aventura
humana. A pesar del importante trabajo histórico.45
Los eruditos mormones todavía están lejos de entender
cómo sus cambios coinciden con el Tercer Gran
Despertar en la cultura estadounidense, un momento
cuando el cristianismo protestante encontró la
modernidad en la forma del Darwinismo, esto es, un
modelo de pensamiento mecanicista. En respuesta, el
protestantismo liberal aceptó el evangelio social
homocéntrico, y el protestantismo conservador se
atrincheró en el fundamentalismo, en un mundo
teocéntrico donde Dios todavía estaba en control. Este
atrincheramiento se efectuó al rechazar la ciencia y el
rompimiento con la infalibilidad del texto bíblico y su
interpretación literal.
Cuando el mormonismo se movió hacia la
corriente principal estadounidense en el siglo veinte,
estas dos respuestas se reflejaron dentro de la
organización. Los adherentes del mormonismo
homocéntrico indefinido estaban tipificados por las
obras del Setenta B. H. Roberts, y los Apóstoles James
E. Talmage, John A. Widtsoe, y Joseph F. Merril.
Hicieron todo lo posible para acomodar toda la verdad
científica dentro del amplio seno del mormonismo. El
esfuerzo más ambicioso a lo largo de estas líneas fue
The Truth, the Way, the Life, del Élder B. H. Roberts.46
El contrapeso fue dirigido por el Apóstol Joseph
Fielding Smith. Rechazaba todo en la ciencia que no
coincidía con una interpretación literal del texto
44
John Henry Smith, 665. 45
Thomas G. Alexander, Mormonism in Transition: A History of the Latter-day Saints 1890-1930 (Urbana and Chicago: University of Illinois Press, 1986). 46
Hay dos ediciones de la obra magna de B. H Roberts: The Truth, The Way, The Life, An Elementary Treatise on Theology: The Masterwork of B. H. Roberts, ed. Stan Larson (San Francisco: Smith Research Associates, 1994); y The Truth, The Way, The Llfe: An Elementary Treatise on Theology, ed. John W Welch (Provo: BYU Studies, 1994).
bíblico, y así comenzó el atrincheramiento SUD en la
visión teocéntrica del mundo.
Pero hay más afectando al mormonismo que el
jaloneo interno de la guerra homocéntrico-teocéntrico.
A lo largo del siglo, la cosmovisión de la sociedad
estadounidense ha cambiado fundamentalmente hacia
una visión mecanicista. La física newtoniana con su
causa-y-efecto, inclinación determinista, informó y
ciñó todas las ciencias naturales y sociales en su
fundamentación y desarrollo. Sólo recientemente la
física cuántica y la psicología Junguiana comenzaron a
convertirse en fuerzas importantes en la sociedad en
general. Como resultado, la mayoría de los
estadounidenses y europeos modernos, incluyendo a
los mormones, han asimilado las premisas de Darwin
en la biología y Freud en la psicología, y se conectan a
su mundo principalmente a través de una cosmovisión
mecanicista. No es de extrañar que el José Smith
homocéntrico suene raro a los oídos modernos de los
Santos de los Últimos Días.
En relación con esto, podríamos reflexionar en qué
medida la burocratización ha hecho que la Iglesia
parezca y actúe como la gran máquina de la sociedad
secular. Al crear procedimientos administrativos, hasta
qué medida hemos adoptado la ética mecanicista del
mundo corporativo.
Sin embargo, como la cultura en general se volvió
mecanicista, durante la última mitad del siglo la
teología Mormona cambió un poco hacia la "neo-
ortodoxia", que atribuye mucho más a Dios y mucho
menos al hombre.47
Las prominentes enseñanzas de los
Apóstoles Joseph Fielding Smith y Bruce R.
McConkie enfatizaron la soberanía absoluta de Dios y
la necesidad absoluta de una caída para que hubiera
una redención. Y en una carta circulada ampliamente,
el Élder McConkie reprobó a un estimado académico
mormón por publicar las enseñanzas de Brigham
Young que Dios aún progresa en conocimiento y por
no reflejar solo los puntos de vista de los apóstoles.48
Es evidente que la tentación más constante en los
últimos tiempos ha sido la de abandonar el carácter
abierto del mormonismo y remplazarlo con una
ortodoxia. Un buen ejemplo es el etiquetado del Élder
47
Kendall 0. White Jr., Mormon Neo-Orthodoxy: A Crisis Theology
(Salt Lake Cay: Signature Books), 89-157. 48
Elder Bruce R. McConkie to Eugene England, 19 Feb. 1981. Fotocopia de la carta en mi poder.
McConkie de "siete herejías mortales.”49
Pero en una
religión homocéntrica ideal, el canon nunca está
cerrado, y por lo tanto, ni una teología dogmática ni
una herejía es posible. A la luz del artículo de fe
décimo tercero, la expansiva admonición para creer y
esperar todas las cosas y buscar algo virtuoso, bello,
de buena reputación, o digno de alabanza, tendríamos
que entender que los credos mencionados en la
Primera Visión de José eran abominables no debido a
que fueran credos falsos, sino simplemente a que eran
credos.
Con este ensayo, espero proporcionar un marco
para el cambio crítico dentro del mormonismo.
Termino con una declaración personal: La
cosmovisión homocéntrica ha sido un escándalo tanto
para el empírico inflexible y como para el teocéntrico
dogmático. Es desordenada, llena de tentaciones, y se
encuentra a menudo con la necesidad de corrección.
Sin embargo, es la única cosmovisión que deja el
mundo abierto y lleno de posibilidades y, además, es
una fuente principal de vitalidad y de fe religiosa.
Digo, pues, que el mundo sea múltiple, y que el
escándalo prospere.
Traducción:
Max Ruiz M.
Octubre 2012
49
Elder Bruce R. McConkie", The Seven Deadly Heresies," 1980
Devotional Speeches of the Year (Provo: Brigham Young University Press, 19811, 74430.
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