La Navidad es Dios que baja hasta nosotros para que nosotros podamos subir hasta Él.
Para ello nos enseña la ley de la sencillez y el
valor de lo pequeño,
asumido por amor.
Este año quiero fijarme
en los pastores de
Belén: personas sencillas,
disponibles a la gracia de
Dios.
Los pastores fueron los primeros que conocieron la noticia de que había nacido Jesús.
Dios manda un ángel para
anunciárselo y un coro de
ángeles para reafirmarlo
alabando a Dios y deseando la paz entre los hombres de
buena voluntad.
Como eran personas sencillas, sin doblez, y disponibles,
deci-dieron ir a ver lo que se les anun-ciaba.
Y lo que se les anunciaba era que había nacido un salvador, un liberador. Para ellos les sería muy difícil entender esto como lo entendemos nosotros; pero se fiaron y fueron a ver.
El evangelio no dice que
adoraron a Jesús; sí, que contaban lo
que les había dicho el ángel y de la alabanza
de los otros ángeles.
No todos los pastores eran lo mismo. Aquellos
sí eran gente sencilla y buena. El ángel (Dios)
buscaría pastores especialmente prontos para escuchar la
llamada de Dios y seguirla.
Hoy también la Navidad es para los sencillos, los pobres de espíritu, que no tienen muchas ataduras terrenas, sino su corazón abierto a la gracia de Dios. Como era san Francisco de Asís.
Esto es lo que Jesús quiere de nosotros: que seamos un poco como los pastores de Belén. Ellos nos enseñan a tener un espíritu acogedor: Primero de la gracia de Dios, de su palabra. Luego también de la fraternidad humana.
Si nosotros tenemos el corazón abierto y
estamos disponibles para el Señor, se nos
revelarán grandes misterios. Que estos
días le digamos: Habla, Señor. Con esta
buena disposición estaban aquellos
pastores:
No sabían leer en los libros, casi nunca asistían al templo,
Automático
Que sabían guardar
solamente sus cabras y ovejas y
mirar al cielo.
Que sabían guardar solamente sus cabras y ovejas y mirar al cielo.
No entendían por qué los rabinos discutían con rostros tan serios,
Mas sabían estar vigilantes pasando
la noche sin probar el sueño.
Mas sabían estar vigilantes pasando la noche sin probar el sueño.
Los demás son muy sabios, ay, ay, ay, ellos no.
Cuando todos se duermen, ay, ay, ay, ellos no.
Sencillez
Confianza
No se extrañan que Dios
ame al hombre,
No se extrañan de ver Madre y Virgen, ellos
no se extrañan que
todo sea nuevo.
No se extrañan de ver Madre y Virgen, ellos
no se extrañan que
todo sea nuevo.
a José, a
María y al
pueblo
Lo propagan por todas las partes, porque para todos es el Evangelio.